Post on 31-Mar-2016
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UNA PERLA EN EL DESIERTO
Adriana Urías
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Arrastrándome por la arena del desierto; sedienta, cansada e indefensa.
Mirando hacía lo lejos ese mar de grandes olas que me hablaba en susurros.
No podía más, me quedé ahí bajo los rayos candentes del inmenso sol.
Mi subconsciente sólo era el único que permanecía vigente, ya me era difícil
controlar la respiración. Venían a mí, imágenes de cuando niña jugaba a la
cuerda fuera de casa, escuchando el grito de mamá llamarme… Y en mi men
te solo estaba ella.
¡Mamá, mamita ayúdame! No me dejes sola, no me dejes morir aquí
por favor… ¡ayúdame! (susurrado).
Apreté el puño y sentí como la arena salía por los orificios de mis dedos, de
pronto recordé como había llegado ahí a ese lugar que me estaba matando
poco a poco y lentamente. No quería morir así, quería luchar, pero ya no me
quedaban fuerzas.
Había logrado salir con vida de esa volcadura en la carretera, me perdí en el
desierto sin saber a dónde ir; corrí desesperada sin rumbo fijo, cuando de
pronto tenía frente a mí a esa serpiente que alzaba su cabeza demostrando
que era más fuerte que yo. Su cascabel no dejaba de sonar, corrí pero fue inú
til; alcanzándome del tobillo y dejando ahí su veneno.
Y ahora estoy aquí… tirada, en espera de un milagro.
Mis labios agrietados… Jadeando muy lentamente… Ya no siento mi cuerpo.
Mi mente se halla divagando por los recuerdos y deseos que habitan en lo
poco que queda de mí… ¡Estaba muriendo!
A mi mente llegaba una imagen de cuando niña lloraba inconsolable porque
tenía miedo, mi mamá tomó mis manos y juntándolas me dijo: “Mi pequeña
cuando sientas miedo, temor o angustia, sólo coloca tus manos en ésta posi
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ción y pide a Dios con todo tu corazón lo que necesitas, Él lo sabe, pero nece
sita qué tú se lo pidas, y entonces se hará el milagro”. Como pude, y haciendo
mi último esfuerzo logré colocar mis manos de esa manera; con mis ojos en
tre abiertos y entre susurros, me dirigí a Dios.
“¡Señor ayúdame!, y permite que logre salir de esto, tu siempre has es
tado a mi lado y en ti confío para lograrlo, pero si es tu decisión que no,
lo acepto y hágase tu voluntad…”
Abriendo lentamente mis ojos, no sabía dónde me encontraba, todo era des
conocido, y ese aroma a comida era lo que me daba ánimos para despertar.
Había pasado una semana y recuperaba poco a poco el sentir de mi cuerpo,
pero aún así estaba muy débil.
De pronto una voz de hombre me hablaba muy dulcemente.
¿Cómo te sientes?
¿Quién eres tú?
Vincent, pero todos me dicen Vince.
¿Dónde estoy?
Estas en mi casa, te encontré en el desierto, bueno encontré tu auto y
supuse que alguien lo manejaba así que, fui en busca y, ahí estabas in
consciente.
Por más que intentaba recordar no podía, todo me era tan desconocido hasta
lo que él me decía.
No recuerdo nada de eso, no recuerdo ni como me llamo.
No te preocupes es normal, la mordedura de víbora es lo que provoca
si no se atiende a tiempo, y tú duraste mucho pero estarás bien.
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¿Pero tengo que llamarte de alguna manera de acuerdo?
¡Sí, es verdad! pero ahorita mi mente no da para más, así que ten
drás que ser tú quien lo elija.
Para mi serás ¡Perla!
¡Perla!, ¿por qué escogiste ese nombre?
Porqué eso fuiste para mí ¡Una perla en el desierto!
¡Vaya! esas palabras me conmovieron demasiado, que hasta sentí el latir de
mi corazón al escuchar eso tan hermoso. Él, apenas me conocía y aún así,
sus palabras significaba mucho para mí ya qué, en ese momento no tenía la
más mínima idea de quién era yo.
Entró a la habitación una señora muy amable y le dijo: “aquí está lo que me
pediste”. Era una charola con comida. Vince me dijo: “toma tragos de agua
despacio para que te hidrate y después ese caldito que prepararon especial
mente para ti”. Mientras la colocaba en mis piernas ella muy amable me pre
guntó: “¿Cómo se siente?” Y yo sin poder responder comiendo tan apresurada
que ambos sonreían, y ella respondiéndose: ¡Muy bien por lo que veo!, si si
gue así señorita se repondrá muy rápido.
Yo sólo movía la cabeza de arriba abajo, no podía dejar de comer más bien
devoraba la comida.
¡Gracias Marce!, ¿podrías dejarnos solos por favor?
Claro que sí mi niño, si me necesitas sólo llámame…
Cerrando la puerta de la habitación ella se marchó.
Sabes, me dio gusto al encontrarte pero a la vez miedo, ya que desea
ba estuvieras con vida y gracias a Dios fue así, al ver que estabas in
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consciente te traje aquí, tu auto lo remolque hasta mi hacienda lo revisé
pero no encontré nada, ninguna identificación, no hay nada…
Dime: ¿Qué es lo que recuerdas?
Por un momento me quedé pensando y tratando de recordar pero me fue inú
til, sentía mi cabeza estallar.
En ese momento no pude contener las lágrimas, mi mente era un caos y me
preguntaba a cada instante “¿Quién era yo, de dónde venía?”.
Así pasaron los días, me cuidaba con tanta dulzura que me acostumbraba a
sus atenciones, era en verdad un ser maravilloso había salvado mi vida que
más podía sentir por él, mi más absoluto agradecimiento.
Por fin pude salir de la habitación y recorrer toda la hacienda que había sido
mi hogar ya por un mes. Lo más extraño era que nadie había ido a buscarme,
ni en las noticias se sabía nada de mi desaparición. La verdad que no enten
día lo qué pasaba, pero en mi interior era feliz, porque Vince lo había logra
do, me estaba enamorando de él…
Al día siguiente muy temprano Vince fue a despertarme. ¡Perla, Perla, des
pierta que quiero llevarte a un lugar maravilloso!
¿Qué pasa? (con voz somnolienta).
¡Levántate anda!, vístete que tenemos que irnos.
Está bien dame un segundo…
Para esto, Vince ya había llevado a Marce al pueblo a que me comprara ropa
y cosas que necesitaba, ya que no tenía nada.
Eran las 5 de la mañana íbamos a caballo, la luna era lo único que nos ilumi
naba. Sentía como su cuerpo con el cabalgar rozaba en el mío, yo iba delante
de él, así que podía sentir la fuerza de sus brazos. En momentos me recostaba
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en su hombro y él, recargaba su cabeza en la mía, como aceptando que para
mí era mi única protección, él era todo lo que tenía en ese momento.
Recorrimos gran parte de ese territorio, me mostraba todo lo que le pertene
cía.
Vince, ¿tienes familia?
A lo que él respondió muy cortante: ¡No!
Su tono de voz cambio de inmediato, me sentí mal por haberlo incomodado,
pero necesitaba saber más acerca de su vida, ya que la mía la estaba compar
tiendo con él.
¿Qué pasa?, no quise incomodarte sólo que deseo saber más de ti.
Te entiendo y tienes razón por ello, sólo que no acostumbro hablar de
eso.
¡Está bien, comprendo!
Mira Perla, mi vida ha sido muy complicada y no creo poder contártelo
todo en sólo un momento, así que te iré contando poco a poco ¿te pare
ce?
Claro que sí.
Estas tierras me las heredó mi madre, bueno al menos fue lo único
que pude rescatar de ellos.
Mis padres murieron hace años, así que me he encargado de levantar
esta finca y hacer de ella lo que a mi madre le hubiera gustado.
Quería mostrarte el único lugar al cual pertenezco, y lo que puedo
ofrecerte hasta hoy. Sé que aún no recuerdas nada de tu pasado, pero
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para mí eres mi presente y la mujer de la cual me he enamorado perdi
damente.
Me había quedado sin palabras. Mi corazón pulsaba a 1000 por hora porque
también sentía lo mismo por él.
Vince detuvo el caballo, bajó, y tomándome de la cintura hasta quedar frente
a frente mirándonos sin decir palabra alguna, me tomó de la cara y se acerco
lentamente hasta llegar a mis labios. Yo cerré mis ojos para disfrutar la deli
cia de ese beso.
En verdad quiero agradecerte todo lo que has hecho hasta hoy por mí,
te debo la vida, no sé cómo podría agradecértelo.
Poniéndome su mano en mi boca, me dijo: ”No tienes que agradecerme nada,
para mí fuiste lo más bello que me pudo suceder, ya que mi vida ha sido tan
vacía que desde que tú estas aquí, ha cambiado, así que soy yo quien debería
agradecerte”.
Pero yo no vine porque quise, vine por…
Mi mente estaba en blanco y mis lágrimas rodaron por mis mejillas. Vince
me abrazo fuertemente diciéndome al oído, “no te preocupes mi amor, poco a
poco irás recordando y lo que sea, lo enfrentaremos juntos”.
Y ahí permanecimos hasta que el crepúsculo anunciará su llegada…
¿Podríamos ir al lugar dónde me encontraste?, necesito regresar de
nuevo, tal vez recuerde algo.
¡Claro que sí, es buena idea!
Cuando llegamos al lugar, él me explicaba donde había encontrado el
auto, y dónde me había encontrado a mí.
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Por las rodadas del carro en la carretera venías de norte a sur, y la vol
cadura fue ahí, entonces caminaste hasta aquel lugar donde te en
contré.
Dime algo Vince, ¿en qué lugar estamos?
En Sonora.
¡Sonora! exclame.
Mis cálculos me dicen que venías de Mexicali.
Mexicali, Mexicali, sí ahora recuerdo ese cartel donde decía, termina
Baja California, principia Sonora. ¡Lo recuerdo muy bien Vince, lo re
cuerdo! (con voz gustosa).
Entonces ya hemos logrado algo, sabemos que venías de Mexicali, pero
dime, ¿cómo pasaste la caseta?, ¿traías dinero, si en el carro no había
nada?
Recuerdo que saque un cambio de mi chaqueta, yo estaba muy nervio
sa tenía miedo que lo notaran y me detuvieran, así que trate de actuar
lo más rápido posible y con cautela.
¡Inténtalo amor!, ¿qué más…?
Me quede meditando un momento con los ojos cerrados, y recordé que había
llegado a un lugar y había comprado algunas cosas y el cambio que recibí lo
puse en mi chaqueta.
Lo siento, no puedo más…
Está bien tranquila, fue mucho por ahora, me da gusto que tu mente
empiece a recordar.
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Aunque Vince no me lo dijera, yo sabía que no era feliz con todo esto porque
de alguna manera sabíamos que todo estaba empezando y nos daríamos
cuenta de la verdad. Su compañía me hacía sentir totalmente feliz, más sin
embargo me daba mucho miedo de que todo eso terminara cuando lograra
recordar quién era, no sabía si era soltera, casada y con hijos ó de qué era
de lo que huía. Todo eso me atormentaba porque sabía que un día llegaría
ese momento.
Un día decidimos salir e ir al pueblo a desayunar, necesitábamos un momen
to de distracción. Pero para eso anterior mente había cambiado mi aparien
cia, me teñí el cabello y lo corte, mi ropa era totalmente diferente a lo que es
taba acostumbrada, no me incomodaba pero sí era extraño. Cómo no sabía
de lo que huía, así que no quería arriesgarme. Mientras Vince preparaba la
camioneta yo decidí ir a ver el auto en el que me había volcado. Cuando lo
miré, tuve una extraña sensación era como si hubiese una saturación de imá
genes en mi mente queriendo salir y no podían, me senté como si lo fuese a
manejar y poniendo mis manos en el volante cerré los ojos. A mi mente ve
nían esas escenas que había descubierto el día anterior con Vince, pero por
más que intentaba no recordaba en qué lugar había llegado a comprar esos
artículos.
¡Perla, Perla!, ¿dónde estás?
Bajé del auto rápidamente.
Aquí estoy.
Ya esta lista la camioneta hay que irnos ya. ¿Cómo te sientes?, ¿aún
quieres ir?
Sí, sí, sí… no he cambiado de idea.
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Cuando íbamos en camino, Vince tomó mi mano y me dijo: “tranquila todo
estará bien; además, el pueblo colinda con Baja California y Sonora, así que
podríamos encontrar algunas pistas, o al menos podrías recordar algo más”.
Llegamos al pueblo y todo se veía muy tranquilo. Vince no era muy sociable,
pero la gente lo conocía por el tiempo de vivir ahí, pero sobre todo por sus
abuelos que siempre fueron muy queridos.
Llegamos al restauran llamado “La pasadita”. Vince estacionó la camioneta y
me bajé mirando hacía la carretera, me fui acercando poco a poco con mis
manos dentro de los bolsillos de mis pantalones, intentando recordar mi pa
sada por ese lugar. Cuando de pronto escuché a un hombre que hablaba por
el celular de esos de voz muy fuerte y gruesa. Mencionaba un nombre que no
me era tan desconocido, así que decidí acercarme un poco más.
Está bien Don Guillermo como usted diga, lo mantendré al tanto, por
ahora no se ha sabido nada, pero seguiremos buscando no se preocupe
que la encontraremos, no debe estar lejos no llevaba dinero así que da
remos con ella más fácilmente.
Me puse muy nerviosa ya que él hombre estaba muy cerca, trate de no mirar
lo, me dirigí hacia los aparadores de ropa y mi corazón latía a mil. Me fui en
busca de Vince. Le comenté lo que había escuchado, que no sabía si hablaban
de mí, pero se oía muy furioso ese hombre y que tenía miedo.
¿Cuál hombre es, necesito saber?
Ese que se está subiendo a la camioneta negra.
Apuntaré las placas para investigarlas.
¡Vámonos ya, deseo regresar Vince!
Desayunemos amor, no te preocupes ese hombre ya se fue.
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Ya no quiero estar aquí, vamos por favor.
Esta bien, anda sube a la camioneta.
Llegando a la hacienda Vince me dijo:” Investigaré las placas, tú sólo descan
sa”.
¡No, yo quiero ir contigo!
Vince me miró detenidamente y me di cuenta que había algo que me oculta
ba.
Por favor, quiero ir contigo.
¡Está bien!
Fuimos hasta la cocina y Vince le dijo a Marce que nos hiciera el desayuno y
lo llevara “allá abajo”, cosa que me extraño.
La hacienda era muy grande y hermosa, tenía muchísimos árboles, jardines
llenos de flores. Frente a la puerta principal se encontraba una fuente, siem
pre rodeada de pajaritos. Mas retirado se encontraban las caballerizas, eran
bastantes los caballos que ahí tenían. Había un lago lleno de patos, era una
maravilla. Más al fondo, se encontraban unas casitas donde vivían los trabaja
dores. A sus al rededores estaban las siembras.
Recorrimos casi toda la hacienda hasta llegar a un granero. Me extrañó, pero
no mencioné nada. Entramos y todo se veía normal. Vince abrió una pequeña
puerta encendió una luz y bajamos varios escalones hasta llegar al sótano, de
nuevo encendió una luz y para mi sorpresa… ¡no creía lo que veía!
¡Vaya! ¿Qué es todo esto?
¿Dime quién eres Vince en verdad?
¿Por qué tienes todo esto?
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¡Creo es tiempo de que me cuentes!
Con un suspiro estremecedor, a Vince no lo quedó de otra más que hacerlo.
Para empezar fui soldado, es por eso que tengo todo esto, pero ahí no
inicia mi historia.
Toma asiento y ponte cómoda, que esto nos llevará tiempo…
Mi padre fue un hombre muy importante y de mucho dinero. Tenía ne
gocios en todo el país y fuera de el. Desde niño se había propuesto llegar
tan lejos le fuera posible, ya que careció de muchas cosas por tal motivo
se puso como meta llegar a ser alguien muy poderoso. ¡Y lo logró!
¿Cuál es su nombre?
Kenneth Gardner.
Me senté en la silla de su escritorio y me recargue cómodamente, lo miraba
sin perder detalle alguno. Paseaba por todo el lugar, tomó la foto de su padre
y sus gestos cambiaban continuamente. Vince era un hombre muy guapo,
alto, moreno claro, y con un cuerpo ejercitado, pero en su rostro se reflejaba
mucha tristeza. Nunca le había preguntado su edad, pero andaba entre los 38
o 40 años.
Mis padres se conocieron en Nueva York pero a mi madre siempre le
gusto San Antonio para vivir, así que nos mudamos cuando yo tenía 6
años. Los negocios de mi padre no eran problema ya que él viajaba con
tinuamente y tenía gente de toda su confianza. Los padres de mi madre
eran mexicanos, pero ella había nacido en Estados Unidos. De hecho yo
nací aquí, cuando mi madre estaba embarazada venimos porqué mi
abuelo estaba muy enfermo así que mi madre dio a luz en ésta hacien
da.
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¿Entonces Marce te conoce de toda la vida?
Por supuesto, ella fue mi nana y de mi mamá. Estas tierras se le que
daron a ella cuando murieron mis abuelos. Mi papá nunca tuvo interés
en ellas, para él no eran más que basura. Mi madre y yo solíamos venir
cuando mi padre salía de viaje por negocios, ya que a él le molestaba
que mi madre viniera. Él estaba muy arriba como para detenerse a mi
rar a esta gente pueblerina.
Una de las últimas veces que estuvimos aquí, ella hizo su testamento de
jando todos sus bienes a mí nombre, cosa que mi padre nunca supo.
Era una mujer admirable, siempre tan precavida.
Interrumpiendo Marce con el desayuno. Aquí esta buen provecho.
Gracias Marce. Dijimos ambos.
Conforme desayunábamos Vince seguía narrando su historia.
Cuando entré en la adolescencia empecé a darme cuenta de los nego
cios de mi padre, no eran tan honestos como lo hacía parecer, tenía
nexos con el narcotráfico por eso de su poder indescriptible e indiscuti
ble, sus riquezas siempre iban en ascenso.
¿Entonces tus papás ya fallecieron?
¡Sí!, bueno, la verdad es que… ¡los asesinaron! (bajando la mirada).
¿Estás seguro, sabes quién lo hizo?
¡Sí, claro que lo sé!, lo peor es que, eran los hombres en los que tanto
confiaba mi padre. Mi madre sólo fue una víctima de mi papá.
¡Lo siento mi amor, en verdad lo siento!
¡Gracias!, pero sabes, lo peor no fue eso.
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¿Aún hay más?
¡Sí!, y no tienes idea de lo que falta por contarte.
Sabes que cuentas conmigo, y soy toda oídos…
Pero será luego, ahora tenemos que investigar las placas.
¡Está bien, cómo tú quieras!
Miraba todo el lugar, había armas por doquier de todos tamaños, y toda clase
de artefactos que ni idea tenía para lo que servían. (Vince un soldado, no lo
hubiese imaginado).
¿Éste armamento es el que usaste cuando fuiste soldado?
No exactamente, pero poco a poco fui comprando estas armas, como
veras son de todo tipo.
Por ejemplo… ¿ésta qué es?
Es una M249 metralleta de asalto, éste es un rifle M203 lanzagranadas.
En este lado están las granadas ofensivas y defensivas, de contusión y
fragmentación.
¿Cómo que ofensivas y defensivas?
Sí, las granadas de fragmentación M67 están diseñadas para provocar
el mayor número posible de fragmentos al estallar. Estos fragmentos ha
cen que su rango efectivo sea mayor a la distancia a la que puede ser ti
rada, por lo cual se debe estar cubierto al momento de usarla, por lo
tanto, es una granada defensiva. Las granadas de contusión, por el con
tario, se diseñan para fragmentarse lo menos posible, así que su princi
pal daño lo causa la onda expansiva de la explosión, por lo que su rango
efectivo es mucho menor a la distancia a la que puede lanzarse, así que
puede usarse como granada ofensiva. Y la de humo M18.
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Estas armas son llamadas Glock 19 y Glock 32. Ésta, es el arma de cinto
más común en el ejército, es la pistola Beretta 92 (9mm). Ésta es una
M24 (francotirador).
Por acá está la AT4 bazuca de un solo tiro. Explosivos antiinfantería
Claymore (mina antipersonal).
¿Esta plastilina también es parte de esto?
Claro. Es un explosivo C4, que puede ser activa con una pluma y hacer
una gran detonación. Como también chalecos antibalas, ropa del ejérci
to, equipo de comunicación y bueno tengo de todo un poco.
Pues vaya, sí que me sorprendiste.
Y sólo te dije algunas de las muchas cosas que guardo, si te las describo
pues me llevaría más tiempo.
Enfocándose de nuevo en las placas, de pronto, se lanzó contra el respaldo de
la silla exhalando fuertemente.
¡No puede ser! exclamo.
¿Qué pasa?
Las placas están a nombre de Eusebio Ramírez.
¿Y qué hay con él, lo conoces?
Sí, él era uno de los contactos de mi papá aquí en México, nunca lo co
nocí pero su nombre solía escucharlo.
¿Qué significa eso Vince, qué significa?
Perla no quiero ni imaginarme, pero creo que es un asunto muy peli
groso, ese hombre es contrabandista y al morir mi padre un tipo llama
do John Trevor fue quien asumió todo el poder que mi padre tenía, él
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fue quien lo mando matar ya que, sólo así, sería la única manera de lo
grar su objetivo. Y bueno, todos los cargos cambiaron de dirigentes. Un
tal Guillermo Alcázar es quien controla la frontera y por tal motivo Eu
sebio Ramírez, es su brazo derecho.
Dime amor, ¿estos nombres no te dicen nada?
Guillermo Alcazar, algo me dice ese nombre, pero no lo sé. ¡Tengo
miedo Vince, tengo mucho miedo!
Aquí lo importante es saber el por qué tú, estás involucrada con esta
gente. ¿Por qué te buscan, quién eres amor, quién eres…?
Entré en pánico y salí corriendo del sótano.
Lloraba sin parar, tenía miedo a lo desconocido que aún era para mí ésta si
tuación, por más que le daba vueltas no lograba descifrar éste enigma que me
podría llevar de nueva cuenta a exponer mi vida.
Dios mío (con voz sollozante) ayúdame Padre Santísimo de nueva
cuenta heme aquí implorándote que voltees tus ojos hacía mi y escuches
mi corazón, escuches la fuerza con la que te imploran mis palabras…
¡Amor!, no te dejaré sola, nunca lo haré, juntos pelearemos esta bata
lla y te prometo ganaremos la guerra… ¡pase lo que pase!
¡Tengo mucho miedo! ¡Abrázame, abrázame muy fuerte!
A lo lejos se escucha una voz que nos llama ¡Vince, Perla! Era Danis la nieta
de Marce que nos buscaba, pues es la hora de la comida. Habíamos permane
cido toda la mañana tratando de investigar algo.
¡Estamos por aquí! Dijo Vince.
Vince, la mesa esta lista.
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Gracias, vamos para allá.
Abrazándome Vince fuertemente, nos dirigimos hacía la hacienda.
La impresión que había tenido hacía unos minutos me había quitado el apeti
to, pero Marce siempre tan linda conmigo, no podía desairara con la comida
que había preparado para nosotros.
Entramos a la hacienda y dirigiéndome al baño me encerré por unos minutos.
Todo me daba vueltas ni sabía por dónde comenzar a buscar, lavándome las
manos me incline a echarme agua en la cara, sentía la frescura y mirándome
en el espejo recordé algo.
Me encontraba en una habitación precisamente lavándome la cara, cuando
escuche la voz de un hombre que me decía: “sabes que no quiero hacerte
daño, si te he traído a esta casa es porque quiero asegurar mi vida. Tu marido
no podrá acabar conmigo como desea, ya que te tengo a ti, espero le seas im
portante y aprecie tu vida ya que de lo contrario tendré que matarte porque
sólo me estorbaras. Por lo pronto eres mi escudo contra Esteban”. ¡Dios mío!
Estoy casada y él está involucrado con esa gente.
¡Por Dios! Ahora recuerdo.
¿Perla, estás bien, sigo esperándote para comer?
¿Qué hago Dios? (susurré).
¡Perla, Perla abre la puerta! ¿Qué sucede?
Estoy bien, sólo dame unos minutos por favor…
Está bien, te espero en el comedor.
De acuerdo.
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No sabía qué hacer (mi respiración era muy rápida) necesitaba poner en or
den todo esto. Había descubierto que era casada y que mi marido estaba in
volucrado en el tráfico de drogas, y recordé que precisamente fue en nuestro
aniversario. “Tengo que salir, Vince me está esperando”.
Tomé suficiente aire y salí, no quería que él notara nada, hasta no saber que
iba hacer, no quería involucrarlo más de lo que ya estaba.
¿Qué paso mi amor, te sentiste mal?
Ha sido mucho para un día, necesito descansar.
Pero antes tienes que comer bien, eso hará que te sientas mejor.
¡Sí, claro! Y sonreí.
Señorita, tiene que alimentarse bien para que pueda recuperarse, y
ya no esté tan triste.
¡Gracias Marce! Usted ha sido una persona maravillosa y no tengo
como agradecerle todas sus atenciones, aún sin conocerme decidieron
ayudarme y eso nunca lo olvidaré.
¡No señorita, no diga eso! Cuando un ser humano está en peligro así
como lo estuvo usted, nadie debemos dudar en ayudar, además; usted
es una persona buena aún no recordando, su interior dice más que sus
palabras.
¿Por qué lo dice Marce?
Ya no interrumpo más señorita, disfruten la cena… ¡buen provecho!
Me quedé con la curiosidad hacía las palabras de Marce, pero decidí pregun
tarle cuando estuviésemos solas, necesitaba saber más acerca de Vince.
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Ya en mi habitación me recosté, necesita traer toda la información posible
para tratar de poner todo en orden y tratar de entender cómo iba a solucio
nar esto sin que Vince saliera lastimado. Era lo que menos quería y no lo iba
a permitir. Me quedé dormida por un par de horas, empezaba a oscurecer.
Me levante rápidamente y me dirigí a buscar a Vince. Afortunadamente había
salido de la hacienda y tenía tiempo para entrar al sótano y tratar de descu
brir algo más…
Aquel lugar era todo un arsenal, Vince tenía programas de computadora que
no debía tener cualquier persona y menos un civil, a menos que… aún había
mucho que no sabía de él. Registre el lugar, tratando de encontrar algo que
me diera una pista, me llamó la atención un foto donde esta vestido de mili
tar junto a otros soldados (muy guapo por cierto) pero en particular, una sol
dado lo abrazaba y él sonreía como nunca lo había visto… Me preguntaba:
“entonces la explicación a su tristeza cuando llegó, si ahí se veía feliz”.
Ese lugar tenía un extraño aroma, pero no sabía el por qué. Entre tanto, en
contré una caja y adentro una carta de su madre dirigía a él. Sabía que no era
correcto, pero tenía que descubrir si todo lo que me había contado era ver
dad.
¡Hijo! Sé que cuando leas ésta carta tal vez te encuentres odiándome por ha
berte dejado, pero créeme que lo hice por tu seguridad, ¡porqué te amo tanto
como no tienes idea! y por tal motivo no debo permitir que te hagan daño. Sé
que la palabra suicidio se escucha aterrador pero sabes mi amor, que lo hago
no por lo que ellos quieren hacer creer, si no porque, no permitiré que seas tú
de nuevo una víctima más de tu padre. Yo sé más de lo que debería saber
acerca de los negocios de él, sé quiénes lo mataron es por eso que te escribo
ésta carta, nadie sabe de su existencia, aunque estuviste bajo la tutela de ese
maldito, pero fue la única salida de qué siguieras viviendo.
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Perdóname mi amor, no me juzgues por favor, sólo piensa qué, como madre
debía protegerte y aunque para ti no fue la mejor manera, para mí lo fue. La
hacienda, las tierras y todo lo que veas a tu alrededor ahora es tuyo.
Me despido dejándote mi bendición y diciéndote que nunca estarás solo,
siempre estaré contigo…
P.D. ¡TE AMO!
Arcelia Quintero.
Mis lágrimas rodaban, no podía creer lo que había leído, ahora comprendía
porque Vince era tan solitario. Algo en mi interior salía a luz, ese sentimiento
que ésta mujer plasmo en esas letras, era tan familiar.
Salí del sótano y busque a Marce.
¡Marce! quiero hacerle una pregunta, ¿por qué de su comentario en la
comida? No entendí.
¡Hay señorita!, su llegada a sido como un milagro para todos, mi niño
a vivido con una amargura que no ha podido deshacerse de ella. Yo le
pido tanto a Dios que nos ayude. Él desde niño fue muy noble pero la
vida lo hizo solitario y vengativo, pero es un buen hombre, sencillo. Por
eso que al momento de que usted llegó, le ha vuelto el brillo a sus ojos,
la risa que tanto tiempo había durado dormida; pero lo mejor de todo
es qué, su corazón palpita muy rápidamente por usted. Por el comenta
rio que le hice en la comida, es porque a pesar de su amnesia, su cora
zón es limpio, y de muy buenos sentimientos, y eso la hace una gran
persona, y un gran ser humano. No sé por qué motivo Dios la puso en su
camino, pero ha de ser por un buen propósito.
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¡Gracias Marce, muchas gracias! No sé como agradecerle todo esto que
hace por mí, en verdad, ha sido muy difícil esta situación pero gracias
a todos ustedes he podido seguir con vida, así que para mí, ya forman
parte de mi familia.
Me acerqué a ella y la abracé fuertemente.
Me voy a mi habitación, estoy un poco cansada, espero que Vince no
tarde mucho.
Vaya señorita, no se preocupe por el niño Vince, yo le diré que se ha
ido a descansar.
Ya en mi recamara, trataba de poner las cosas en orden, busque unas hojas y
empecé a escribir para ir formando los cabos sueltos.
En ese momento, recordé que ese hombre que me había secuestrado me hizo
escribir una carta, donde supuestamente Esteban sería el único culpable de
mi muerte.
Llegaban a mi mente las imágenes que habían quedado encerradas y poco a
poco salían a la luz…
¡Claro, Esteban… Esteban Rodríguez Ferreira, mi marido!
¡Mi hija!, mi pequeña… Por Dios ¡Tengo una bebé!
Intentando recordar a como diera lugar, necesitaba saberlo, mi niña estaba
en peligro… Cerré mis ojos y logré llegar a ese momento de nuestro aniver
sario.
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Él me había invitado a bailar y cenar como siempre lo hacíamos. Esa noche
llegó y me dijo que había hecho las reservaciones en el mismo restaurante
que tanto nos gustaba, que a las 9 nos iríamos así que, me pusiera muy linda
para él.
Empecé a recordar todo y ya no pude tranquilizarme, sabía que tenía una hija
y que estaba en peligro, ¡necesitaba salvarla!
De pronto tocan a la puerta, y era Vince.
¿Amor estás dormida?
Mi corazón se aceleraba no sabía qué hacer, no quería perder a Vince y mu
cho menos involucrarlo, pero necesitaba de su ayuda para salvar a mi hija.
Abrí la puerta y lo abracé fuertemente.
Vince, he recordado, tengo una hija y te aseguro que está en peligro.
¿Una hija?
Así es, tengo mucho miedo, pero también lo tengo por ti, no quiero
involucrarte más pero no se que hacer, tal vez deba marcharme.
¡Por supuesto que no!, no lo permitiré, ya perdí a la persona que más
amaba en el mundo, ahora no te perderé a ti.
Pero… interrumpiendo Vince dijo: “No te dejaré sola, sé que estas en
peligro como lo está tu hija pero esa gente tiene cuentas pendientes con
migo y es hora de cobrármelas. Salvaremos a tu hija, confía en mí…
confía en mí por favor”.
Confío en ti, plenamente.
Lo abracé fuerte mente y nos besamos.
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Fue la primer noche que él se quedo en mi habitación, la entrega fue mutua,
sabía que estaba profundamente enamorada de él y ahora comprendía el por
qué; porque no sentía remordimiento cuando supe que estaba casada, ya
existía un odio hacía mi esposo e inconscientemente el amor se había conver
tido en decepción.
Marce se había dado cuenta que nos habíamos quedado juntos, así que, no
permitió que nadie nos molestara.
Al despertar, me percaté que él se había marchado y dejando una rosa en la
cama con una nota que decía: “Perla, mi amor, me has hecho el hombre más
feliz del mundo”. ¡TE AMO!
Me sentía feliz porque estaba rodeada de gente que en verdad me quería,
gente buena, gente en la que podía confiar.
Llegó Vince y dándome un beso me dijo: “Amor, necesito saber todo lo que
recuerdas para poder saber que vamos hacer, cómo salvarte y cómo salvar a
tu hija”.
Nos dirigimos al sótano, ahí permanecimos todo el día. Marce nos llevaba los
alimentos, ella sabía de alguna manera todo lo que sucedía pero se reservaba
a lo que Vince le contara.
Conforme pasaba los días recordaba, y Vince iba relacionando cada detalle,
mucho se relacionaba con esos hombres, con los cuales mi marido tenia nego
cios. Yo no sabía nada de eso, hasta el día de nuestro 5to. Aniversario…
Amor, es hora de que me cuentes todo, absolutamente todo, sin omitir de
talle alguno. Sé que es difícil, pero sólo piensa que de esta manera podremos
salvar a tu hija.
Por cierto ¿qué edad tiene?
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Ahora tiene 9 meses, tenía 4 cuando la aleje de mí… y se llama Estefa
nía.
Hagámoslo por ella, por mi madre y por nosotros.
¡Sí, hagámoslo!
Y tomando suficiente aire, inicié con mi historia.
Me casé muy enamorada de él, siempre fue un hombre de negocios
más nunca me involucre en sus cosas, además él no lo permitía. Es un
poco machista. Sus viajes cada vez eran más frecuentes, recuerdo mucho
una ocasión dónde él llegó muy distinto, serio y deprimido.
Le preguntaba el por qué de su estado y él decía que era exceso de tra
bajo, que no me preocupara.
Y pues así lo dejé.
A la semana siguiente, era nuestro aniversario. Él ya tenía todo prepara
do como siempre, hasta eso, nunca olvidaba ese día; era importante
para ambos y lo disfrutábamos.
Me dijo sube a arreglarte, yo mientras haré unas llamadas. “Está bien
me iré a la ducha”. Le respondí.
Subí a mi recamara, me alistaba para ducharme y recordé que no me ha
bía dicho nada sobre la niñera. Así que regresé y me dirigí al despacho,
las puertas estaban cerradas eso significaba que estaba ocupado y no se
podía entrar. Permanecí ahí por unos minutos y escuche que estaba alte
rado, no entendía bien, así que fui al recibidor y tomé la bocina con mu
cho cuidado de que no se diera cuenta.
El hombre le decía: “acaso te estás burlando de mí, quedamos que sería
el 50% no juegues conmigo Esteban no te conviene”. Y Esteban le res
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pondió: “tú fuiste quién empezó éste jueguito Guillermo así que no me
vengas con estupideces”.
Guillermo le gritaba “eres un maldito cobarde para no dar la cara, siem
pre escondiéndote detrás de tu gente, eres un maldito hijo de… tienes
24 horas para entregármelo si no ya me sabré cobrarme a la mala”.
Colgué rápidamente y subí sin que él lo notara.
Más tarde baje de mi habitación lista y hermosa como a él le gustaba,
pero tratando de disimular lo que había escuchado, y en su rostro había
algo de intranquilidad pero como siempre, ante mi nunca pasaba nada.
Cuando llegamos de la cena, él quedo profundamente dormido y yo no
podía dormir, así que bajé y entré al despacho cuidadosamente, busque
entre sus cosas algo que pudiera darme pistas de lo que estaba pasando.
Tenía un cajón bajo llave, pero recordé que una vez entré y la estaba
guardando así que sabía dónde encontrarla.
Sentía miedo, miedo porque nunca había husmeado en las cosas de mi
esposo y no tenía idea de lo que pudiera encontrar, ó no quería ver tal
vez la realidad de las cosas, pero sabía que sus negocios no eran lo que
él siempre me había dicho.
De pronto escuche el llanto de la bebé y tuve que subir rápidamente. Al
día siguiente muy temprano, le timbró su celular, no dijo palabra algu
na, lo puso en la cama y vistiéndose rápidamente salio. Salió tan de pri
sa que lo olvido y aprovechando la ocasión me puse y registre sus lla
madas y mensajes cuando recibí una llamada y conteste, pero no dije pa
labra alguna.
Era un hombre, creo uno de sus empleados que inmediatamente dijo:
”Don Esteban ya lo eliminé, no se preocupe no hay evidencia alguna, y
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del dinero y la mercancía ya los tengo en mi poder, se los haré llegar in
mediatamente”.
Me quedé aturdida, no podía creer lo que había escuchado. En ese mo
mento me di cuenta que en realidad no sabía quién era mi marido. De
nueva cuenta volvió a sonar el celular pero ya no contesté, así que se
quedo en el buzón. Me arme de valor y lo escuche…”Don Esteban, no sé
qué cosa están tramando contra usted los jefes, pero es grande ya tengo
a toda la gente, sólo déme la orden y actuaremos”.
Hubo un silencio…
Tranquila amor, sé que es difícil, pero tienes que decírmelo todo.
Si, pero no dejo de tener miedo por lo que nos pueda pasar.
¡Amor, mírame! Por algún motivo Dios nos puso en el mismo camino,
porque sólo ambos podemos acabar con esto.
¡Tienes razón!
Tomé suficiente aire para continuar…
De pronto entra a la habitación y me ve con el celular. Me puse muy
nerviosa y no sabía que decir, él me miró fijamente a los ojos y me pre
gunto: ¿recibí alguna llamada?, yo me quedé petrificada y no sabía que
responder.
Él de nueva cuenta me preguntó y yo no respondí. Me quitó el celular y
reviso llamadas, se dio cuenta de que sí, así que me miró y me dijo: ¿qué
fue lo que escuchaste? Empecé a titubear y él me tomó fuertemente por
los brazos lastimándome y gritando, me repetía la misma pregunta.
Yo tenía pánico, nunca se había comportado conmigo así, lo miraba y
era otro, ese otro que yo no conocía.
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Entonces respondí: “era un hombre que no entendí bien lo que decía, es
todo, pero suéltame me haces daño”. Yo comencé a llorar y él remarco
al número para saber lo que me habían dicho.
Me miraba de una forma tan desconocida... Era un hombre completa
mente distinto.
Colgó y me dijo: “por qué Rebeca, porque tuviste que contestar, por qué
tuviste que darte cuenta de las cosas”.
Yo respondía, “pero qué cosas amor, no te entiendo”.
“Por favor, no me salgas con que no entiendes lo que está pasando, ya
has escuchado mucho así que debes de saber” (gritando muy fuertemen
te).
Se paseaba por la recamara con el celular en mano, enojado y mano
teando, me miró y me tomó por el cuello y me recargó contra la pared
muy bruscamente diciendo: “Rebeca yo te amo, pero nadie echara a per
der mis planes, ni siquiera tú. Así que te conviene quedarte callada y te
prohíbo que salgas de la casa sin mi autorización”.
No asimilaba lo que había ocurrido, mi cuello me dolía y más que eso,
nunca imaginé de él hacerme tal cosa.
Yo no hallaba que hacer temía por la seguridad de mi hija. Así que llame
a una amiga, ella es psicóloga y estaba de paseo por el país, ella vive en
Argentina y precisamente ese día se marchaba.
Hable con ella y le explique un poco de la situación y le pedí que se lle
vara a la niña, que la sacara del país, porque temía por su seguridad.
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Ella acepto, pero necesitaba las firmas de los papás. “No te preocupes
por eso, en una hora nos vemos en el hotel SAN PEDRO”.
… Por un momento guarde silencio y me di cuenta que mi hija estaba a salvo.
Reaccione rápidamente y mirando a Vince le dije: “Vince mi hija está a salvo!,
esta con Silvia, ahora lo recuerdo”
¡Qué maravilla!, ¿entonces ella está bien?
Así es…
Sentía un gran alivio por recordar lo de la niña.
Seguí relatándole a Vince…
Fui rápidamente a la habitación de la niña y le hice su maleta sólo
con lo necesario. La abracé muy fuerte mente y le pedí perdón por lo
que iba hacer, pero no me quedaba alternativa. La besé, la acaricie y la
bendije. Bajé al despacho y redacte la carta, yo tenía un sello con la fir
ma de él, así que no fue problema. Hacía tiempo el tenía que salir de
viaje y tenía que entregar unos documentos que estaban en proceso, así
que me dejo un sello para que los firmara y ahí quedo guardado, jamás
nunca volvió a recordarlo.
Me vestí rápidamente, saque la maleta que solía llevar al club, metí todo
lo de la bebé ahí, con sus documentos más importantes, ya que no sabía
lo que pasaría. Me puse un deportivo y le dije a Natalia una de la servi
dumbres, “saldré al club regresaré tarde”.
Me dirigí a donde estaba mi auto y uno de de seguridad me dijo, “seño
ra quiere escolta”, “no Julián, hoy no”. “Esta bien señora como usted
diga”.
Me fui directamente al hotel, divisando que nadie de la seguridad me
fuera siguiendo. Cuando llegué le marque a Silvia, nos quedamos de ver
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en un bar muy privado que tiene ese hotel. Y ahí estaba ella, me abrazo
fuertemente y me preguntó: ¿qué era lo que pasaba? Me solté llorando
sin parar y ella me miraba desconcertada.
Recuerdo que sólo le dije: “Amiga, sabes que yo confío plenamente en ti,
es por eso que pongo en tus manos lo más preciado y valioso que tengo
en ésta vida que es mi hija. No puedo decirte más, no quiero involucrar
te, son cosas de Esteban y mi vida está en peligro, más no permitiré que
la de mi hija lo esté. Llévatela amiga de aquí, yo iré a buscarla lo prome
to, pero si algo llegase a pasarme, por favor cuídala”. Y ella me respon
dió: ”cuenta con ello Rebeca y recuerda que para mí no sólo eres una
amiga, eres mi hermana y sabes que puedes contar conmigo en todo
momento, no sé lo que esté pasando, pero no te preocupes por ella, en
mejores manos no estará”. “Una cosa más, ¡Cuídate mucho, rezaré por
ti…!”
Y con lágrimas en mis ojos le dije: “te quiero mucho y gracias, bésala
todos los días y dile que yo se los mando por favor”.
“Descuida amiga, así lo haré, lo prometo”. Y se marcho.
Mi alma estaba destrozada, nunca me había separado de ella, y lo peor
de todo que no sabía si la volvería a ver. Esperé a que se fueran ellas pri
mero, por si alguien me seguía que no se dieran cuenta.
Me senté recuerdo bien… Y dejando salir un gran suspiro continué…
Pedí una copa y lloré, desahogue un poco de lo que llevaba dentro. Pa
saron como 30 minutos y salí. No sabía a dónde ir, no sabía si era bueno
regresar a casa. Anduve divagando por las calles durante muchas horas,
pasé por la casa y estaba llena de seguridad y el auto de Esteban, sabía
que estaba sumamente furioso al darse cuenta que no me encontraba.
Mi celular sonaba como loco, y era él, pero no quise responder.
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Lo pensé por mucho tiempo y era lo mejor, enfrentar de una vez lo que
tenía que ser. Además mi niña ya estaba lejos y nadie sabía de ella. Pero
tenía que pensar en algo, sobre dónde había dejado a la niña, Esteban
me preguntaría y tenía que responder algo lógico y coherente. Tenía la
respuesta… sólo esperaba que no le diera mucha importancia con todo
el problema que se había desatado.
Entré a la casa y cuando bajaba del auto Esteban salía. Yo trataba de
que viera que no me había interesado mucho lo que había pasado. ¿Por
qué saliste de la casa cuando te ordene que no? Me preguntó en un tono
agresivo. “Tenía que salir, era una emergencia”. “No me importa lo que
haya sido, te dije que no salieras”. Me tomó del brazo y me llevo al des
pacho. Cerró la puerta con botón y me dio la espalda diciendo: “No tie
nes idea el susto que me has dado, te marque muchísimas veces a tu ce
lular y no contestabas, si te di una orden, ¿por qué me desobedeciste?”.
Yo trataba de evadir sus preguntas para que no saliera el tema de la
niña, daba tiempo a que ella ya estuviera fuera del país.
“Esteban mi amor, ¿qué es lo que pasa no entiendo?, si estás en nego
cios sucios pues sólo dímelo y ya. No merezco que me trates de ésta ma
nera yo soy tu esposa nunca me habías tratado así, me asusta tu com
portamiento, en verdad cielo dime, por favor”. Con insistencia pregunta
ba…
Lo dejé pensativo por un momento. Luego se dio la vuelta y se acerco a
mí diciendo: “Rebeca ¡perdóname! me comporte como un animal lo sé,
pero no puedo permitir que todo por lo que he luchado se venga abajo,
sí, te he mentido, todos mis negocios han sido por contrabando y ahora
estoy en guerra con uno de ellos. Así que no quiero que te pase nada,
por eso te pedí que no salieras de la casa”.
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¿Por qué nunca me dijiste nada?, “porqué no quería involucrarte, sólo
quería que tuvieras una vida excelente y no te faltara nada”.
“Amor, pero nunca me ha faltado nada, ¿por qué sigues en esto?”. “Por
que no hay vuelta atrás, sales pero muerto”. Entonces dime: ¿Te quieren
matar esos hombres? “Estoy sentenciado”. Respondió..
¿Qué es lo que ellos quieren de ti?, “que entregue un dinero y la mer
cancía, así es éste negocio, sobrevive el más fuerte”.
“Entonces dime Esteban ¿qué es lo que esperas, qué te maten, o me ma
ten a mí?”.
Me miró fijamente a los ojos y no respondió. Bajando la mirada me di
cuenta que nunca iba a ceder, prefería su dinero que a mí.
“Ahora entiendo Esteban, ¿me darás a cambio?”. “No, eso no”.
“Entonces qué es, al menos dímelo, creo tener derecho si es así”. “No
quiero darle mi dinero a ese desgraciado él me jugó sucio y conmigo na
die juega, y esto ya es una guerra”. ¿Aún arriesgando nuestras vidas?,
“no te preocupes no tiene que pasar nada”. Respondió.
Cuando de pronto se escuchan tiroteos en el jardín de la casa.
En ese momento Esteban me dice: “Rebeca escóndete y no salgas por
nada del mundo”. ¿Pero y tú? “No te preocupes por mí, yo sabré como
resolverlo, corre”.
Y gritándole le dije: “Una cosa más Esteban, recuerda que te amo”.
Escuchaba una balacera tremenda por la casa, la servidumbre al igual
que yo nos escondimos. Esteban puso guardias para que no entrara na
die, pero fue inútil su intento. Ese hombre que lo había amenazado an
terior mente cumplió su promesa.
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Me escondí debajo de la mesa que tenía en mi recamara, tenía manteles
largos así que pensé, que tal vez ahí no buscarían. Pero había algo que
me consolaba, mi niña ya estaba muy lejos y eso me daba tranquilidad,
mi niña estaba segura, ahora sólo tenía que ver la manera de salvar mi
vida.
Escuche pasos por el corredor y gritos que provenían de la planta baja.
Me quedé quieta, empecé a temblar y sudar, esperando que alguien me
descubriera. Sabía que ese hombre iría por mí, Esteban se había negado
a entregarle lo que él quería, así qué, yo sería su carnada.
Hice un silencio…
¡Perla, amor! Tranquila yo estoy ahora contigo y créeme que nunca te
defraudaré, te amo tanto que daría mi vida por ti.
Limpié mis lágrimas y respiré profundamente y continué…
Escuché el picaporte que lo manipulaban, la tensión fue en aumento y le
pedía a Dios que me sacara de todo esto con bien, por mí y por mi niña,
que sólo éramos víctimas de un hombre al cual amaba (pero en mi inte
rior existía una esperanza).
Escuché pasos que se acercaban… y escuchando una voz que decía:
“Sé que esta por ahí, no le haré daño mientras no se resista a salir”. Em
pezó a tirar cosas y abrir puertas, pero yo no quería salir, tenía miedo.
Hubo un silencio total, y me di cuenta que estaba cerca. Fue una deses
peración tremenda al no saber lo que estaba pasando. Vi como el man
tel se levantaba lentamente. Cerré los ojos y abracé mis rodillas colocan
do mi cara en ellas.
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“Bú”, dijo el hombre.
Estremeciéndome por completo. ¿Sale o tendré que sacarla yo?, pregun
tó, con su voz gruesa. Levante mi cara y me apuntaba con su arma y
ahí supe que era el final.
Tomó la radio y sólo dijo: “La tengo”.
Me tomó del brazo y salimos de la casa. Se escuchaban los llantos de la
servidumbre que les apuntaban con armas.
“¡A la señora no, a la señora no, tengan piedad por Dios!” esas palabras
me destrozaron, pedían piedad por mi, aún cuando sus vidas estaban en
peligro. Los miré, giré la cabeza para ambos lados y le dije al hombre:
“Ellos no tienen la culpa de nada, por favor, no les hagan daño”.
Cuando íbamos saliendo ya de la casa, buscaba a Esteban pero nunca lo
vi. Había varios muertos no sabía qué hacer, como luchar contra algo
que desconocía.
Me subieron en una camioneta y aún tenía la esperanza de que mi mari
do apareciera, pero no, no sabía si lo había matado o había huido.
Hice una pausa y de nuevo quedé en silencio…
Perla, amor ¿Estás bien?, ¡estás pálida!
Estaba tan metida narrando la historia qué, me perdí de la realidad. Volví a
vivir cada instante que incluso creí, qué lo estaba viviendo de nueva cuenta.
Toma un poco de agua, te hará bien.
¡Gracias!, sí que la necesito.
¡Amor!, pero no me has dicho en dónde vivían ustedes.
Tienes razón, eso no lo he mencionado.
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Suspiré profundamente…
Vivíamos en Nuevo Orleans, de hecho soy mexicana por eso el timbre de
voz nunca me ha cambiado. En casa, casi siempre usamos el español ya
que toda la gente que trabajaba para nosotros eran mexicanos y uno que
otro americano. Esteban también es mexicano, pero casi toda su vida a
vivido en Estados Unidos, de hecho allá nos conocimos.
¡Sabes amor!, ahora que ya has recordado y sé por lo que has pasado,
en verdad me asombras, porque tienes una gran fortaleza y creo todo
eso ha sido por tu hija.
Así es, aún sin recordarla, ella me seguía motivando a continuar.
Pero dime algo Vince, con toda sinceridad, ¿aún deseas ayudarme?
Eso nunca lo dudes, te dije que fuera lo que fuera siempre estaría con
tigo y lo haré… ¡Saldremos de ésta estoy seguro!, por algo Dios unió
nuestros caminos, porqué ambos ganaremos la guerra contra las mismas
personas que nos la han arruinado. Son los mismos mafiosos que se de
dican a comprar y matar gente, conforme les beneficie y perdón que te
lo diga, pero tu esposo es uno de ellos y es de los grandes.
Baje la mirada, sabía que lo que Vince decía era verdad. Me dolía, porque no
entendía el porque me había hecho tanto daño si me amaba.
En verdad nunca lo hubiera imaginado, éramos tan felices. Sí, él era
muy rico pero así lo conocí, así que nunca fue algo nuevo para mí. ¡Nun
ca lo hubiera pensado… nunca!
Mis lágrimas rodaban sin parar, había sentimientos encontrados en mi inte
rior, quería saber de mi niña deseaba tenerla entre mis brazos y olvidar todo
éste mal sueño.
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¡Llora Perla!, desahoga tu alma, tienes que estar bien para terminar
ésta guerra que ellos empezaron y tendrán que pagar por eso.
¡Abrázame muy fuerte, por favor!
Sé que aún falta, pero debes descansar, vamos a dormir, tranquila yo
estoy contigo, ¡vamos, mañana será otro día!
Sí, la verdad estoy muy cansada, ha sido mucho por hoy.
Nos fuimos para la hacienda y me llevo a mi habitación.
¡Quédate conmigo por favor, quédate!
¿Estás segura?
¡Sí, lo estoy!
Toda la noche tuve pesadillas, imágenes sin sentido, cosas que ni estaban en
la realidad.
Al día siguiente después de un buen desayuno, fuimos de nueva cuenta al só
tano.
¿Vince de que es ese aroma, huele extraño aquí el sótano?
Es a la pólvora y al lubricante de armas, suelo darles mantenimiento
como veras, llevan mucho tiempo aquí sin usarse. Empecé a juntar todo
el armamento porque sabía que un día iba a necesitarlo, y creo que ese
día llegó.
Ahora entiendo porque todo esto. Pero ahora soy yo quien necesita sa
ber ¿por qué es que estos hombres te arruinaron a ti la vida?, ¿por qué
deseas acabar con ellos? Háblame de eso por favor.
Cuando entré a la adolescencia, los negocios de mi padre no iban del
todo bien, así que él empezó a decaer física y mentalmente. Desgracia
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damente en ese negocio permanece el más fuerte y mi padre confío de
masiado y acabaron con él. En éste negocio no se involucran los senti
mientos hacía los demás, sólo el amor al poder…
¡Ya había escuchado esas palabras! –expresé.
Ese hombre que ya te había comentado, John Trevor era uno de sus so
cios, pero al ver que las riquezas de mi padre iban en aumento, obvia
mente él quiso ser el único merecedor de las ganancias, así que le puso
una trampa y él cayó redondito, lo hizo firmar poco a poco dejándolo
sin nada, cuando mi padre se percato, ya no hubo nada que hacer. Mi
madre supo de todos sus negocios ya que la decadencia de mi padre era
tan notoria que le tuvo que contar a mi madre diciéndole que si algo le
llegaba a pasar él sería el único culpable. John Trevor, supo que mi ma
dre sabía mucho más de lo que él imaginaba así que mando matar a mi
padre, y como nos habíamos quedado en la calle, nos llevo a su casa y
amenazando a mi madre que si decía algo por más mínimo que fuera,
yo pagaría las consecuencias. Así que permanecimos con él un tiempo.
Hizo firmar a mi madre cediéndole mi custodia, para permanecerla ca
llada. De ahí en adelante él fue mi tutor, me obligó a entrar al ejército y
de alguna manera infiltrarme de tal modo que a él le beneficiara con sus
negocios sucios. Había mucha gente involucrada del mismo ejército,
pero obvio el dinero era quién los doblegaba. Me hizo cometer actos de
los cuales, no quiero ni recordar, fueron varios años así, viviendo en
agonía. Lo peor de todo que tenía toda la evidencia de lo que me hacia
hacer. Videos, conversaciones, firmas…etc. Así que me tenía en sus ma
nos. Estaba amenazado, si no cedía a lo que él me pedía, mi madre lo
pagaría. Y no podía permitirlo.
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Conocía a mucha gente del ejército como de otras corporaciones y esta
ban en contacto, eran quienes de alguna manera le daban luz verde para
traficar la droga.
¡Con dinero baila el perro! su frase favorita. Éste negocio es así, es una
cadenita, hasta el hombre más simple, un pordiosero, barrendero… etc.
Hasta el presidente y su comitiva.
Era el infierno para ambos, mi madre moría día a día por el dolor que
llevaba dentro. Y yo, por no poder hacer nada para salvarla.
¡Ahora entiendo! –Le dije.
Con el tiempo me di cuenta que podía sacar provecho de todo lo que
había aprendido, sabía que lo podría utilizar en algún momento en
contra de todos ellos.
Al poco tiempo mi madre murió, se dijo que había sido por una sobredo
sis, pero no fue así. Ella me dejo una carta donde me explica que no fue
esa la causa, si no que ellos lo harían creer. Que había decidido quitar
se la vida, por salvar la mía, ya no podía seguir viviendo así, y sería la
forma de liberarme de ellos.
¿Pero de qué manera, no entiendo?
Él le dijo qué ya estaba cansado de nosotros, que ya no le servíamos,
puesto que había logrado todo su objetivo y que sólo había una manera
de salvar mi vida; Matándola a ella. Más ella no quiso darles ese gusto y
decidió suicidarse.
¿Y qué paso contigo?
Me dejo ir, según a él le daba lástima ya que había quedado completa
mente solo y en la calle. Recuerdo muy bien sus palabras.
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“Agradecido deberías estar de que te perdone la vida, no acostumbro ha
cerlo pero, es diferente en ésta ocasión, no soy tan malo como todos
creen”, y lanzo una carcajada que la llevo grabada en mi mente. Saco
unos dólares y me los dio para que según él, iniciara una nueva vida.
Con su acento mocho y su prepotencia me dijo: “sólo una cosa más La
rry, como solía llamarme, no quiero volver a saber de ti, nunca, si lo ha
ces entonces ya no tendrás segunda oportunidad, recuerda que tengo
esos videos, así que no te conviene regresar”.
¡Larry! ¿Por qué te decía así?
Porqué según él, Vince (Vicente) era mediocre y mexicano, cosa que
no le agradaba.
¿De qué videos hablaba?
De todo lo que tiene contra mí. Con eso aún me sigue amenazando (de
alguna manera), pero créeme Perla todo era en contra de mi voluntad.
No tienes ni que decirlo, por supuesto que lo creo, es un maldito des
graciado, pero tendrá que pagar por todo.
Vince estaba muy afligido, dolido al recordar algo que había sepultado por
muchos años, y que regresaba de nueva cuenta a su vida.
Me levanté de la silla y lo abracé fuerte mente, así permanecimos unos segun
dos, después tomé la foto que había llamado mi atención aquel día.
Vince, los que están en esa foto ¿eran compañeros tuyos?
¡No! No son compañeros, ¡son mis hermanos!
En la milicia se forma una hermandad. La chica que me abraza es Ja
net. Ella es como la hermana que nunca tuve, es quién me dio la mano
cuando recién entre al ejército, y de ahí hasta hoy, digo hasta hoy, por
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qué seguimos en contactos todos. Es mi familia Perla mi única familia y
ahora tú, ya eres parte de ella.
¡Gracias amor lo sé!, sabes, me pongo a pensar y, nuestros caminos no
son tan diferentes, y lo más sorprendente nuestro destino era conocer
nos para que juntos tuviésemos un motivo por el cual pelear contra esa
gente.
Tienes razón.
Y luego amor, de ahí que saliste ¿qué hiciste?
Y lanzando un fuerte suspiro Vince continuó…
Cuando me dio los dólares pensé en rompérselos en la cara, pero los
necesitaba, además, de alguna manera era dinero de mi padre dinero
que por tantos años acumulo era mal habido sí, pero él se lo había roba
do, quitándoles la vida a ambos. No quería verme tan insultante, me es
taba dejando libre y eso para mí ya era algo bueno. Cuando lo estaba
mirando a los ojos me propuse regresar y jure por mis padres, acabar
con ese maldito. Para esto ya me había salido del ejército, no renové mi
contrato y dejé de servirles.
Así que anduve por ahí un tiempo tratando de despistarlos yo sabía que
me seguían, así que decidí aplacarme un tiempo claro con ayuda de mis
hermanos, sin ellos no hubiese podido sobrevivir. Pasaron como dos
años y me comunique aquí a la hacienda, todo estaba igual y tranquilo,
nada fuera de lo normal. Así qué, decidí regresar…
Y aquí he permanecido, sólo, amargado, pensando día y noche cómo
vengarme de ellos. Es por eso que instale todo lo que ves, tengo muchas
cosas que como dices, no debería tener, pero bueno, al menos tengo las
armas y lo principal… doble motivo para acabar con ellos.
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Conozco las leyes pero también los conozco a ellos y sé que no será fácil
terminar con ésta guerra, pero juré vengar la muerte de mi madre y así
lo haré.
Entonces crees qué, con esto, podría…
¡Sí!, respondió, sin esperar a terminar.
Sabes, todo esto es tan parecido a mi vida, tu padre de una u otra for
ma era igual que Esteban, casi no veía a mi familia, decía que, él, la niña
y yo, era la familia, los demás quedaban en último plano y por consi
guiente quedaba fuera de nuestras vidas. Como lo tenía todo no tenía
porque buscarlos, ellos no podrían hacer nunca nada por mí, más que él.
Al igual que tú, no tengo a mis padres, ellos murieron por causas natu
rales hace bastante tiempo.
Me quedé por unos segundos pensativa, eran tantas cosas las que había des
cubierto que me era difícil de comprender qué, cómo era posible que hubiese
estado viviendo una vida de engaños, cuando yo creía que era perfecta.
¿En qué piensas Perla?
Hay tanto en que pensar, qué…
Tienes razón, pero hay que continuar con esto, no hay marcha atrás.
Así es, no hay marcha atrás.
Debes continuar amor con tu relato, dime, a partir del secuestro ¿qué
paso?
Inhale y exhale fuerte mente…
Cuando me subieron a la camioneta hicieron que me recostara en el
asiento y no me levantara por nada, eran cuatro hombres dentro y otros
40
tantos en las camionetas que iban detrás. Así viaje por un buen rato, no
sabía por dónde íbamos, ni a dónde me llevaban.
Por un lado me sentía satisfecha por lo que había hecho respecto a mi
hija, por primera vez había tomado una decisión y había sido la correc
ta.
Por otro lado, no sabía de Esteban si había muerto ó había huido. Eso
me atormentaba, había sido el amor de mi vida y me preguntaba, ¿aca
so él no me ama lo suficiente para salvarme, será capaz de dejarme en
manos de ellos? Había tantas preguntas sin respuesta que acumulaba mi
mente, que sentía que estallaría en cualquier momento.
Recuerdo que ya cansada me quedé dormida, pero me despertaron las
voces y el sentir que habíamos parado en algún lugar. Ya era de noche,
y me dijeron que me levantara y bajara. Habíamos llegado a una casa y
nos esperaban, entramos y nadie pregunto nada. Era una familia, su
pongo que trabajaban para ellos mismos, no lo sé. Nos dieron de comer
y de ahí cambiamos de vehículos, eran otro tipo de camionetas y hasta
de color diferentes. Siempre iban tres, en donde iba yo era negra y era
la segunda, estaban blindadas por lo que escuchaba. No sabía la hora
pero sabía que ya era de madrugada, uno de ellos saco una frazada y me
la colocó encima diciendo: “La noche es larga y hará frío, encenderé la
calefacción pero si necesita algo más por favor sólo dígamelo”.
Yo ni siquiera hice por mirarlo, era tanto mi dolor, mi rabia pero sobre
todo mi desconcierto por mi marido, ¿dónde está?... Y quedándome
dormida por un par de horas.
Desperté y me di cuenta que ya había amanecido. Me senté y miré por la
ventana. No sabía a que lugar habíamos llegado. Les pedí llegar a un
baño y uno de ellos dijo que ya estábamos por llegar. De nueva cuenta
llegamos a una casa y ahí nos quedamos hasta el anochecer. Me atendie
41
ron muy bien, me dieron una habitación hermosa y lujosa. Me dijeron
que en el armario había todo lo que pudiera necesitar. Y sí, si que lo ha
bía. Me relaje bastante con el baño, luego abrí el armario y tomé un
pantalón de mezclilla, una blusa blanca, botas de piso; me recogí el ca
bello y me recosté un rato en la cama, en ese momento tocaron a la
puerta y entró una mujer con la charola del desayuno. ¡Buenos días!, me
dijo. “Aquí le traigo su desayuno, buen provecho”. Y salio de la habita
ción. No vi a nadie más. Ahí permanecí hasta la comida. Luego conti
nuamos el viaje…
Todo era un total silencio, los hombres solo hablaban por celular pero
no decían mucho. Hicimos la última parada, me baje y entre a un baño
de la carretera. Obviamente uno de ellos entraba para que estuviera
sola. Si había gente, esperábamos a que se fueran y así poder entrar.
Nos llegó la noche. De pronto uno de ellos me dice, recuéstese y no se
levante hasta que yo le diga. Hice lo que me pedía, no supe el porqué
hasta que llegamos. Poco antes hicieron una llamada, no dijeron nom
bres, sólo que estaban por llegar faltaban un par de kilómetros y colga
ron. Sentí que nos detuvimos y se acerco un policía diciendo sus pape
les. Entonces supe que estábamos en la frontera con México. Fue cuando
mi corazón aceleró, sabía que al momento de salir sería muy difícil po
der regresar. Hacían como que revisaban documentos, pero le entrega
ron un sobre, supongo que con dinero y eso fue todo, entramos a Méxi
co.
Mi desilusión era cada vez más grande, sabía que mi libertad cada vez
se hacía más difícil. Lloré, lloré en silencio por un buen tiempo, quería
escuchar que mi marido llegaría en cualquier momento y me rescataría,
aún seguía con la esperanza, era la única que tenía.
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Vince me sobaba el brazo, y eso me hacía sentir protegida, segura, y que por
lo pronto estaba en un buen lugar.
Por unas horas continuamos el camino de terrecería, hasta que nos de
tuvimos. Se abrieron unos portones eléctricos y entramos. Me dijeron
que podía bajar y eso hice, vi que era una casa grandísima hermosa de
hecho las tres camionetas entraron. Me indicaron el camino hacia la
casa y ya dentro se presentó una mujer muy amable diciendo que se lla
maba Josefina y estaba a mis ordenes y que me indicaría mi habitación.
Subimos ambas y yo recorría el lugar sólo con la mirada, no sabía a dón
de había llegado y a quién pertenecía esa casa. Llegando a la habitación
me indicó que había ropa para mí, y todo lo que pudiera necesitar. Que
la ducha estaba lista para que me diera un baño, descansara un par de
horas y que ella iría por mi más tarde para llevarme al comedor, la cena
estaría lista y que ahí me estarían esperando.
Me quedé parada mirando sin saber qué hacer, me senté en la orilla de
la cama y comencé a llorar. Saque todo ese llanto acumulado y me fui a
la ducha. Me relaje por un momento, pero sabía que al bajar enfrentaría
algo que me era desconocido, pero a la vez me decía, qué más puede
ser, si ya lo he vivido todo.
Fueron momentos tan angustiantes, entré en un estrés tremendo que la cabe
za me dolía horrores.
Salí de la ducha y así permanecí por un par de horas envuelta en la bata
de baño, recostada en la cama. Más tarde comencé a vestirme, había
tanta ropa y toda de mi talla, era lo más increíble, zapatos, cosméticos,
perfumes, de todo y eso no me hacía sentir bien ya que me indicaba que
todo esto ya estaba preparado, pero sabía que tenía que actuar con cau
tela si quería seguir con vida. Así que busque y entre tanto decidí un
vestido negro un poco entallado con una sola manga de lado izquierdo,
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zapatos altos de igual color, me puse un juego joyería que se encontraba
en el peinador. Envolví mi cabello hacia un lado, me maquillé para la
supuesta ocasión y el toque especial, el perfume, qué era mi favorito, el
que siempre había usado… me puse lo más presentable posible y esperé
a que Josefina llegara.
Tocó a la puerta y yo salí, recuerdo que me dijo: “Señora se ve usted
hermosa, ahora entiendo porque el señor la trajo a esta casa”. Yo me
quedé desconcertada por un momento, pero no quise preguntar nada,
no sabía que tanto sabía esa mujer de mí, así que, preferí guardar dis
tancias para después empezar a indagar.
Al llegar al comedor estaba ahí ese hombre, se levanto de la silla mirán
dome fijamente de abajo hacía arriba, permaneció así unos segundos sin
decir palabra alguna y se acerco a mí, diciendo: “Por fin querida estás en
casa”. A lo que yo respondí: “Necesito que me explique quién es usted y
qué hago yo aquí”.
Sin importarle mucho mis preguntas me tomó del brazo y me acercó a la
silla que se encontraba a su lado e hizo que me sentara. Sólo estábamos
él y yo, levantó su copa diciendo: ”es un gusto tenerte aquí, por ti, por
mí y por Esteban”.
Al decir eso, sentí que mis ojos se clavaban en los de él, y pregunté:
“necesito saber qué es lo que está pasando”. A lo que él respondió: “dis
frutemos de esta exquisita cena, ya habrá tiempo para responder tus
preguntas que sé, que han de ser muchas, pero después será”.
Al terminar la cena, me dijo que lo acompañara al jardín. Ahí estuvi
mos por un largo tiempo sentados, él con su pierna cruzada encendía
un puro y miraba atentamente todo el lugar, que en verdad era hermo
so. Cuándo volteaba a mirarme yo bajaba la vista de inmediato.
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¿Rebeca, en verdad no tienes la más mínima idea del por qué estás
aquí? Preguntó.
“No”, respondí. “Estoy esperando una explicación, sé que me la merez
co”.
¿A caso te trataron mal mis empleados al traerte aquí? Comentó Guiller
mo.
“Usted sabe a lo que me refiero”. ¿Qué tiene que ver Esteban en todo
esto, yo qué tengo que ver?
“Pues Esteban tiene mucho que ver, y depende de él, lo que tengas que
ver tú”. “No entiendo, compréndame por favor, no lo conozco, mi mari
do no se dónde está, me traen acá unos hombres a la fuerza y aún así,
no obtengo respuesta a lo que está pasando”.
“Simplemente que, te dio en garantía por algo que me debe, así que de
pende de él, el tiempo que permanezcas aquí, porque sería una lástima
que una mujer tan hermosa la dejaran morir así como así”.
Sentí que mi garganta se secaba, tragaba saliva y no había forma de humede
cerla.
“Yo no pienso hacerte daño, pero para que yo cumpla tienes que poner
de tu parte, porque créeme que no tengo tanta paciencia y sobre todo
control. A demás como verás, soy un hombre solo y al tener tan cerca a
una mujer como tú, podrían cambiar las cosas, así que espero qué tu
marido te ame lo suficiente, como para sacarte lo más rápido de aquí”.
Guarde silencio por unos segundos y respire profundamente…
Creo que por hoy será todo Vince, no me siento bien.
¿Qué te sucede amor?
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No lo sé, me siento muy débil y tengo mucho frío.
Vince tocó mi frente y estaba ardiendo en fiebre.
Me tomó en brazos y me llevo a la habitación. Llamo a Marce para que lo
ayudará. Se me había subido la presión con tanta angustia.
Estuve en cama por dos días, eso lo exigió el doctor.
Al amanecer del tercer día, Vince llegó con una charola, llevaba el desayuno,
me miró preguntando ¿Cómo te sientes?
¡Mucho mejor!, ¿pero qué fue lo que me paso?
Estuviste muy presionada y tu presión se disparó, pero dijo el doctor
que con el medicamento y el reposo estarás bien.
¿Vino un doctor?
Claro, tenía que atenderte.
Pero Vince, se va a dar cuenta, ¿qué le dijiste de mi?
Qué eras mi novia, además no tengo que darle explicaciones a la de
más gente.
¿Y tú qué piensas, que se lo haya creído?
¿Por qué no habría de hacerlo?
No lo sé, pero tengo miedo de que diga algo.
No te preocupes amor por eso, es de confianza. Lo importante es
que estés bien.
Tendré que pensar más en mi apariencia, tengo que dar un cambio
bastante drástico, ya que como tu novia tendremos que salir al pueblo.
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Está bien, ¡hazlo!
Ya había teñido mi cabello y lo había cortado, pero tenía que hacer algo más,
pensaba en mi ropa no tenía que verme tan citadina, algo más de rancho.
Llegaron unas personas a buscar a Vince que vivían muy cerca a la hacienda,
para mí era una angustia tremenda de todo aquel que llegará desconfiaba.
Pero tenía que enfrentar eso, así que tomé aire y salí, tenía que presentarme
ante ellos. Se sorprendieron mucho al verme, ya que nunca imaginaban que
Vince fuera a tener una relación. Fueron muy amables y así nos habíamos re
lajado por unos días. Ya que era tanta la tensión que nos consumía.
Cuando estábamos en la habitación Vince me pregunta: “Entonces amor ¿qué
paso después que estuviste con Guillermo?”
Así paso un tiempo, yo en la espera de que Esteban fuera por mí, pero
cada vez lo veía más lejano.
Lo más curioso qué nadie preguntaba por mi niña, como que no se
acordaban que existía y claro para mí era mucho mejor.
Él siempre se portó muy bien conmigo, hasta eso, muy atento y respe
tuoso, pero sabía que no duraría mucho. Al menos, no sentía miedo al
estar cerca de él.
Un día al estarme desmaquillando en el baño, él entró cuando me en
juagaba la cara y me dijo: “espero que tu marido sepa apreciar a la mu
jer que tiene y en verdad te ame como dice, porque sería un desperdicio
que murieras siendo tan hermosa y tan joven”.
Traté de ganarme su confianza, de hacerlo sonreír de vez en cuando, de
preparar yo la cena y cosas así, trataba de que notará que no le tenía
miedo que por el contrario yo no fuese una carga para él, así, podía ga
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nar tiempo a que pasara un milagro. En ocasiones sentía que ese hom
bre tenía sentimientos, era noble conmigo, pero también sabía que de la
nobleza sale la dureza. Ya me había sucedido, así que sabía cómo era
eso.
Empecé a notar que su mirada era diferente, había un brillo en sus ojos
que no lo había visto jamás. Eso me conmovió porqué al menos podría
perdonarme la vida.
Un día me encontraba en mi habitación durmiendo y abriendo la puerta
entro apresurado con el celular en la mano, yo desperté por la voz tan
alta con la que hablaba. Le pregunte qué pasaba y él me levanto del bra
zo y me sentó en la cama, yo aún no sabía qué era lo qué pasaba. Me
puso el teléfono en el oído y yo respondí: “diga…” para mi sorpresa era
Esteban, en verdad que no lo esperaba, le pregunte que, qué esperaba
para venir por mí, y él sólo decía dónde esta la niña. “Esteban por Dios
qué no te importo, por qué me haces esto”.
Lo siento Rebeca, sólo eso decía. Yo insistía en lo que pasaba, que me
sacara de ahí, pero el no escuchaba, sentí que el corazón dejaría de latir
en cualquier segundo y le dije: “eres un maldito, seré yo quien pague tu
deuda, maldito mil veces maldito, y yo aún con la esperanza de tu vi
nieras por mi”.
Las cosas no son así Rebeca, escúchame…
Por un momento medite la situación y pensé en la respuesta correcta, sabía
que si le decía que la tenía en un lugar seguro, la buscaría por cielo, mar y
tierra hasta encontrarla. Pero si le hacía creer que la había dejado en la casa,
entonces las cosas cambiarían y tal vez, sólo tal vez podría ir por mí.
Así que le respondí: “Cuando me sacaron de la casa no supe de ella,
pensé que tú la tenías”, “pues no es así” respondió. “Dime, dime…
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cómo voy a saberlo si me tienes aquí, acaso me vendiste, fuiste capaz
de eso Esteban, responde carajo (gritando)”.
Él aferrado con lo de la niña y yo por más que quería evadirlo. “Eres un
maldito, ni tu hija te importa, cómo es posible que hasta hoy te acuer
des de ella. Dónde le hallas hecho algo Esteban te juro que yo misma te
mato”.Y deje el celular en la cama. Guillermo sólo me miraba, y yo me
quedé paralizada al darme cuenta por voz de él que no iría por mí.
Sólo deseaba morirme en ese momento. Guillermo me miró, tomó su ce
lular y moviendo la cabeza salió.
Las grandes desilusiones te hacen cometer actos que tal vez nunca habías
pensado hacer, pero en momentos de la vida cuando tienes una venda en los
ojos, puedes llegar hacer cualquier cosa…
Mi vida ya no tenía sentido, sabía que mi pequeña estaría mejor lejos y
yo, ya no tenía alternativa prefería morir antes de convertirme en aman
te de este hombre, porque me sentía como un objeto, cuando antes era
la mujer más feliz del mundo había pasado a ser vendida por mi propio
marido.
Salí de la casa y me dirigí al jardín, siempre estaba rodeada por hombres
de seguridad así que no se me haría difícil quitarles un arma quería ter
minar con mi vida, a como diera lugar.
Recuerdo que me acerque a uno de ellos e hice como que me torcí el to
billo y por supuesto él se agacho a sostenerme y ahí fue cuando le saque
el arma de atrás del pantalón. Le apunté, y le dije: “no digas nada, no le
haré daño a nadie, me lo haré yo”.
Él intentaba acercarse y yo le apuntaba, empecé a caminar hacia atrás y
apuntándome en la cabeza empezó hablar por radio diciendo lo que pa
saba y en un segundo toda la seguridad estaba frente a mí.
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Me decían que les dieran el arma. Hasta Guillermo con un tono de voz
muy sutil, el cual no le conocía. “Por favor Rebeca hablemos, estas un
poco alterada y te entiendo pero deja esa arma”.
Gritándome después al ver que no cedía, “Suelta el arma, suéltala”.
Yo estaba histérica no escuchaba palabra alguna, solo tenía en mente
disparar… Y les gritaba,”largo de aquí, no quiero vivir así, no quiero, mi
pecado ha sido ser la esposa de Esteban, pues terminaré con eso” (gri
tando).
“Por mí lo puedes matar Guillermo, ya no me importa nada, nada”.
Guillermo vio que entre más gritaba él, más me alteraba yo, así que se
tranquilizo y me decía: “tranquila, tranquila Rebeca, déjame hablar con
tigo, por favor”. “¿Para qué?, si de todas formas me vas a matar, Este
ban no vendrá así que hazlo ahora mismo, mátame eso fue lo que dijiste
no, ten el arma y hazlo pero ya, mátame, y libérame de esta agonía”.
Me tiré sobre el césped de rodillas aún con la pistola, no tuve el valor de
hacerlo, me sentía decepcionada de mi misma. Guillermo se acerco y le
dije llorando “mátame de una vez por todas, por favor, hazlo”. “¿qué
mal les hice yo?” ¡Dímelo!
Me tomó del brazo y me levanto, le pidió a uno de seguridad que me
llevara en brazos hasta mi recamara, y gritando le pidió a Josefina que
llamara al doctor.
Él se quedo en el jardín caminando de un lado a otro, golpeando con su cuar
ta las plantas que se interponían en su camino.
Era un hombre muy atractivo a pesar de su edad avanzada, siempre tan ele
gante para vestir. Pero yo me preguntaba, por qué no tenía familia.
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Llegó el doctor y él lo llevo hasta la recamara. Le pidió a Josefina que se
marchara.
El doctor empezó a tomarme la presión y todo ese chequeo de rutina.
Cuando el doctor terminó, Guillermo preguntó rápidamente, qué cómo
me encontraba. ”Estará bien don Guillermo, tuvo una crisis pero le daré
unos calmantes para relajarla, que haga reposo por un par de días, ya
le diré yo a Josefina los alimentos que deberá consumir mientras está en
tratamiento”. “Muy bien doctor, Gracias”. Y pidiéndole al de seguridad
lo acompañará.
Yo estaba dormida pero muy a lo lejos escuchaba lo que Guillermo me
decía… “Por primera vez en mi vida tuve miedo, miedo de perderte. En
todo este tiempo que has estado a mi lado, ha crecido un sentimiento
hacía ti, tal vez te suene descabellado pero así es… Al principio cuando
acordé con Esteban que tú te vendrías conmigo mientras me entregaba
lo que me había robado, pensé en sacar provecho teniéndote aquí, pero
conforme paso el tiempo me di cuenta que eres una mujer extraordina
ria, que no merecías estar en ésta situación, así que lo que hice, fue tra
tarte lo mejor posible y eso me condujo a sentir amor por ti.
Sí, seré un cobarde por no decirte nada, pero ni yo sé que hacer.
Esteban tiene un plazo, pero espero que no lo cumpla ya que no quiero
perderte”.
Y Besando mis labios… salió de la habitación.
Cuando él se marcho entre abrí mis ojos, había escuchado todo lo que
había dicho y la verdad, no sabía que pensar. Decidí actuar como si nun
ca lo hubiese escuchado.
¡Amor es tarde! ¿Mejor dormimos y mañana continuamos, quieres?
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¿Estás cansada?
La verdad ¡sí!
¡Durmámonos entonces!
Abrazándome, nos quedamos profundamente dormidos…
Soñaba con mi niña, que la tenía en mis brazos pero alguien llegaba y me la
quitaba, no veía quien era, pero se la llevaba y ella lloraba desconsolada y yo
no sabía qué hacer. De pronto desperté gritando…
¿Perla, que pasa?
Soñaba con mi niña, qué alguien me la quitaba (entre sollozos).
¡Ya pasó!, ¡ven acércate, yo te protegeré!
Y así permanecimos hasta el amanecer…
Por la mañana Vince tenía que hacer unas compras y decidí ir con él.
Mucha gente sabía ya que Vince tenía pareja así qué, afectuosos lo saludaba y
yo sólo sonreía.
Entramos a un restauran a desayunar algo, el dueño del lugar conocía a Vin
ce de mucho tiempo, empezaron a platicar.
De pronto por el ventanal vimos que llegaron unas camionetas y se orillaron
en la carretera. Yo me asuste y no hallaba que hacer.
Ahí vienen de nuevo, ya me tienen cansado estos hombres. Dijo el del
restauran.
¿Quiénes son? pregunto Vince.
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Pues quién sabe, pero ya tienen rato buscando a alguien, es una mujer.
Por lo que se ve son gente poderosa y pues hay que tener cuidado, por
qué quien sabe de lo que son capaces.
Vince y yo nos miramos, terminamos de comer y nos salimos a ver las tien
das, no quisimos quedarnos ya que, necesitaba ponerme lentes y mi sombrero
para que no me vieran bien la cara. Cuando salíamos nos abrazamos y se
acercó uno de ellos.
Disculpen, ¿son de por aquí?
¡sí!, respondió Vince.
Andamos buscando a mi hermana, ésta es su foto lleva tiempo extra
viada y no la hemos localizado. Dijo el hombre.
Miré la foto y ahí estaba yo, fue un impacto muy fuerte, trate de disimular mi
descontrol.
Pues no señor, lo siento, no la hemos visto. Dijo Vince.
Esta bien gracias les dejo mi tarjeta por si llegarán a saber algo.
¡Claro!, respondimos ambos a la vez.
Al subirnos a la camioneta fue cuando pude respirar, me recosté en el respal
do inhalando y exhalando rápidamente. Vince se quedó con las manos sobre
el volante por un momento.
Me siguen buscando y no van a parar hasta encontrarme.
Lo sé, es hora de actuar, es hora de terminar ésta guerra.
Debes contarme ¿cómo fue que escapaste de esa casa?
Inhalando muy suavemente continué, mientras llegábamos a la hacienda.
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Después que pude recuperarme faltaban dos días para que se le vencie
ra el plazo a Esteban, así que Guillermo me hizo varias preguntas:
“Rebeca, necesito que me respondas, pero necesito que seas muy sincera
por favor, eso dependerá de que sigas o no aquí”.
“Está bien, trataré de responder lo mejor posible”.
“En dos días se le cumple el plazo a Esteban de entregarme la mercancía
y el dinero, así que si eso pasa, tendrás que irte con él. Pero si no deseas
marcharte, entonces cancelaré todo.
Lo haré por ti, porqué me he enamorado y si tú aceptas, romperé el tra
to”.
Por un momento me quedé pensativa, aunque no me había sorprendido
tanto ya que lo había escuchado decírmelo. Se acercó y me tomó de los
brazos.
¿Rebeca, sientes algo por mil? Más no supe que responder, necesitaba
organizar todo par saber cuál era la mejor respuesta para mi salvación.
“El tiempo que he permanecido aquí me he sentido muy bien, has sido
un hombre maravilloso, y eso te lo agradezco, llegué con mucho miedo
de lo que pudiera pasarme pero después todo fue diferente, las cosas
fueron cambiando y el miedo que sentía por ti se convirtió en algo espe
cial”.
Y preguntándome con voz suave, ¿pero no me amas?
“No puedo dejar de amar a alguien de un día a otro, aunque no quiero
volver con él, es más, ni quiero verlo de nuevo”.
¿Entonces dime, qué es lo que deseas hacer?
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Aprovechándome de la situación le dije: “¿me dejarías ir aún, que no
quiera regresar con Esteban, lo harías?”.
De pronto se escuchó una balacera tremenda, un escándalo por toda la
casa, eran los hombres de Esteban quería sacarme pero sin darle a Gui
llermo nada de lo acordado.
Guillermo salió como fiera de la recamara, entonces me levanté y me
vestí rápidamente, recuerdo que jale una chaqueta de mezclilla y me la
puse al ir bajando las escaleras. Todos corrían de un lado a otro pero no
me detuve a mirar, era la única oportunidad que tenía para poder esca
par.
Pude llegar a la cocina y tomé el dinero que Josefina guardaba para las
compras, lo metí en la bolsa del pantalón y salí escondiéndome de todos.
Tomé un auto y trate de salir lo más rápido posible, no sabía dónde esta
ba sólo quería salir de ahí. Tomé el camino que había y me llevo hasta la
carretera, de ahí continué por algunos kilómetros y llegue a un pueblo
dónde me detuve en un súper a comprar un agua y unas aspirinas, que
no soportaba el susto y el dolor de cabeza. Entonces fue ahí cuando puse
el cambio en la bolsa de la chaqueta y salí de prisa sin preguntar absolu
tamente nada.
Avancé varios kilómetros más, y ahí estaba el letrero dónde decía, termi
na Baja California y comienza Sonora.
Más adelante estaba la caseta y trate de verme tranquila, saque el dine
ro y seguí el camino. No tenía idea de lo que hacía, ni a dónde me diri
gía, no conocía nada del lugar, pero lo importante era que me mantuvie
ra lo más alejada posible.
Recuerdo que la carretera estaba muy resbalosa, había mucha arena y
en ocasiones no podía controlar al volante. Llegué a un tramo que no
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pude más y frené rápidamente, pero como llevaba mucha velocidad, el
auto derrapo y me salí de la carretera dando varias volteretas. Me gol
peé la cabeza y empezaba a sangrar. Como pude salí y corrí para no ser
vista, y el resto, tú ya lo sabes…
Ahora entiendo todo Perla, o Rebeca, ¿cómo es que debo llamarte?
¡Perla!, porque Rebeca me ha traído muchos problemas.
Vince y yo sonreímos por un momento…
Así que, no tengo idea de cómo termino todo en la casa, por lo que
supe, Guillermo sigue vivo y es quien me anda buscando por lo que es
cuche la otra vez de aquel hombre. ¿Me gustaría saber cómo quedaron
entre ellos las cosas? ¿Cuáles son las intensiones de Guillermo al encon
trarme?
¿Qué es lo que vamos a hacer Vince?
Él pensativo me respondió: “Solo hay una forma”.
¿Cuál?
Qué regreses a la casa, es la única forma de poder actuar, estando
adentro será más fácil.
Tienes razón, es la única manera de que Esteban pague por lo que me
hizo.
No te preocupes yo estaré muy cerca de ti. Tendré que llegar hasta
John Trevor. Necesito eliminar esas pruebas que tiene de mí, me tiene
atado y sólo así podré ser libre.
Está bien, ¿cuándo empezamos?
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Necesito hacer unas llamadas, los necesito Perla, los necesito, son los
únicos en los que confío y sé, que no me dejarán solo.
¿Cuándo les hablarás?
Mañana mismo.
¡Perfecto!
Vince había logrado contactar a los 9. Ya ninguno pertenecía al ejército pero
aún así, siempre estaban para ayudarse de una u otra manera así que, no du
daron en apoyarlo.
Pat fue el primero. Llegó desde Carolina del Norte.
LT y García llegaron juntos venían de Nebraska.
Will, llegó de Georgia.
Carson de Wisconsin.
Byers de Idaho.
Carrillo de Yuma Arizona.
Janet de Minnesota.
Nauli desde Kentucky.
Todos reunidos gustosos de verse de nueva cuenta, pero sabían de antemano
que no sería fácil, qué alguien podría salir lastimado o muerto…
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