San cipriano, un pueblito del valle

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“San Cipriano, un pueblito del Valle del Cauca escondido en

medio de la selva”

Un carrito de balineras que se desliza por los rieles del tren es el medio de transporte para llegar a esta reserva forestal de Buenaventura.

Dicen los pobladores de esta aldea, escondida entre la selva tropical del pacífico, que solo llegan a San Cipriano quienes buscan placer para el espíritu. Y no es por alardear pero una vez que se pisa suelo en este hermoso lugar de la zona rural de Buenaventura, se mezclan diversas sensaciones, tiene todo: Paisajes hermosos para el alma, gente amable, comida deliciosa y mucha aventura.

Localizado en el kilómetro 26 de la línea férrea que muere en el puerto, la única forma de llegar a San Cipriano es a través de una brujita, que es un carro de madera con balineras que se desliza a prisa por las paralelas del tren. Por eso la adrenalina es la primera sensación que acompaña a los visitantes.La aventura se inicia cuando se llega en vehículo particular o transporte público al corregimiento de Córdoba, un poblado a orillas de la vía Cali-Buenaventura.

Allí los lugareños ofrecen sus servicios de guía y ponen a disposición las brujitas. El turista elige entre la brujita común y la motobrujita, que es una adaptación con motocicleta que llegó por cuenta de un paisa hace unos diez u once años.

Mochila lista, protector solar y manos firmes para sostenerse de los banquitos de madera es lo poco que se necesita para empezar a disfrutar. En 20 minutos se recorren los tres kilómetros de vía férrea entre Córdoba y San Cipriano.

La ruta bordea paredes tapizadas de todas las tonalidades verdes, caídas espléndidas de agua que brotan de las montañas y palmas de chontaduro y flores silvestres, que contrastan con el paisaje hasta llegar a la reserva. En la ruta se encuentran casitas desperdigadas donde venden chicha, cocadas y chontaduro.

La reserva de 8.534 hectáreas tiene a disposición de los turistas 3.500 metros a lo largo del río . La zona está dividida por sectores en los que se distribuyen las viviendas de los 572 nativos y 89 establecimientos, entre hoteles, hospedaje, lotes para acampar, restaurantes y discoteca.

Los visitantes pueden realizar caminatas por senderos que se conectan entre sí y que dan la oportunidad de conocer los apetecidos charcos, de entre tres y doce metros de profundidad. La Platina, por ejemplo, es escogido por quienes realizan prácticas de buceo.

Las playas del río son extensas y hay cuatro sitios para acampar. Extrañamente, en esta zona no se necesita repelente, pues no hay mosquitos que incomoden y se vive un curioso fenómeno que encanta a los niños que son lluvias repentinas que refrescan el cálido clima.

Quienes se animan a continuar el camino hacia la montaña pueden llegar hasta la quebrada La Barbacoana, con una caída de 18 metros de altura. Son dos horas a pie en las que no es extraño encontrar serpientes y uno que otro animal propio de la zona.

Dicen los lugareños que una experiencia inolvidable es la de lanzarse en flotador (los alquilan en 5.000 pesos) y recorrer el río en 45 minutos hasta llegar al caserío. Y en efecto la sensación es increíble. Sin embargo, deben hacerlo expertos nadadores porque la experiencia podría terminar en un susto.

Solo a los pobladores se les autoriza pescar, y de ahí surge otra delicia del viaje. El plato típico es el enconcado de camarón, una crema exquisita que lleva yuca, plátano o papa y por lo menos cinco camarones, que se acompaña con arroz, rodajas de tomate y limonada fría. En los fogones de leña también se cocinan exquisitos sancochos de gallina, pescados, mariscos y pollo. Ahí no termina el paseo; se puede regresar al río cuantas veces quiera o pegarse una bailadita en alguna de las discotecas. En San Cipriano no hay horarios, algunos lo prefieren como destino de un día y otros aprovechan la infraestructura turística, todavía artesanal, para quedarse los días que consideren necesario, con tal de disfrutar de una travesía inolvidable.

¡ GRACIAS !