Post on 16-Oct-2021
A la escucha de la infancia…
Relevancia de la escucha analítica en el
trabajo con niños.
Trabajo final de grado
Carina Porley Reyes
UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
¿QUIÉNES ESTÁN A LA ESCUCHA DE LA INFANCIA?
LA IMPORTANCIA DE LA ESCUCHA ANALÍTICA EN EL TRABAJO CON
TUTORA: Prof. Agda. Rosa Zytner.
REVISORA: Prof. Adj. Gabriela Bruno.
Montevideo, febrero 2018.
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Índice.
Resumen.
1-Introducción
2-Capítulo I: Psicoanálisis: la escucha como parte del método psicoanalítico _______ 5
2.1-Psicoanálisis y escucha analítica .................................................................... 5
2.1.1-Método clínico ................................................................................... 10
2.2-Método psicoanalítico .................................................................................... 11
2.2.1-Asociación libre ................................................................................. 11
2.2.2-Atención flotante ............................................................................... 12
2.2.3-Transferencia ..................................................................................... 13
2.2.4-Contratransferencia ............................................................................ 14
2.2.5-Encuadre ............................................................................................ 15
2.2.6-Abstinencia y neutralidad .................................................................. 16
2.2.7-Situación analítica ............................................................................. 18
3-Capitulo II: Clínica infantil _____________________________________________ 18
3.1-Algunos antecedentes ..................................................................................... 18
3.1.1-Entrevista de juego ............................................................................ 21
3.1.2-Diagnóstico ........................................................................................ 23
3.1.3-Síntoma .............................................................................................. 25
3.1.4-Entrevista con padres ......................................................................... 27
4-Capitulo III: Caso clínico. ______________________________________________ 29
4.1-A la escucha de Martín ................................................................................... 29
5-Capitulo IV: Consideraciones finales _____________________________________ 37
Referencias bibliográficas ................................................................................................ 42
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Resumen.
El objetivo principal de este trabajo es describir la escucha analítica en la práctica clínica
infantil, haciendo hincapié en la relevancia de la misma como una herramienta fundamental
del método psicoanalítico. El trabajo se enmarca en la psicología clínica basada en la
evidencia práctica de un caso clínico y los aportes de la perspectiva psicoanalítica. La
importancia del estudio de la escucha analítica se fundamenta en la comprensión de la
misma como método de indagación de los contenidos inconscientes y su valor para la
terapéutica A partir del trabajo surgieron las siguientes consideraciones fundamentales:
toda escucha analítica requiere de un proceso de aprendizaje; la misma permite posicionar
al clínico en una perspectiva de encuentro, en espera de algo que todavía no conoce; cuando
se está frente a un niño, la entrevista inicial con los adultos referentes permiten la
evaluación de la disposición ante el inicio del proceso psicoterapéutico. Evidenciando la
posibilidad de compromiso ante el mismo, y permitiendo la conexión con su historia y su
sufrimiento; cuando los niños encuentran espacios donde puedan ser oídos y perciben que
hay un otro que está dispuesto a escucharlos, pueden apropiarse del espacio pudiendo tomar
la palabra para decir, manifestar y descubrir el porqué de su sufrimiento.
Palabras clave: escucha analítica, psicoanálisis, clínica infantil.
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Sí profesor Freud, en estos tiempos, que lo más propio de la subjetividad humana (el sufrimiento psíquico), pueda modificarse a través de la palabra (lo más humano de la condición del sujeto) es casi un acto mágico.
,Dardo Tumas.
1-Introducción.
La siguiente monografía tiene como objetivo principal describir la escucha analítica
en la práctica clínica infantil, haciendo hincapié en la relevancia de la misma como una
herramienta fundamental del método psicoanalítico. La escucha analítica es relevante tanto
para la indagación de contenidos inconscientes como así también para la terapéutica. Se
fundamenta en la percepción del niño al momento de manifestar su malestar, ya que hay
un espacio que le es propio y una persona dispuesta a escucharlo.
Para la realización de esta monografía se recurre a una revisión bibliográfica
enmarcada en la psicología clínica psicoanalítica, basada en la evidencia práctica de un
caso clínico. En ciertos pasajes de este trabajo se señala al analista o análisis, cuando se
refiere a algunos autores de la clínica psicoanalítica.
Como fundamentación y antecedentes cabe destacar que según Veríssimo (2008),
la posibilidad de desarrollar un proceso psicoanalítico se sustenta al decir de Laplanche
(1992), en la creación de un espacio donde la palabra del individuo pueda ser oída. Palabra
única y singular ya que la escucha implica excluir todo tipo de generalizaciones.
En referencia al niño se considera que puede plantear su sufrimiento cuando
advierte que hay un otro dispuesto a escucharlo. Escucha que está centrada en las múltiples
formas de su expresión, sus gestos, su juego, su cuerpo y la palabra en menor medida.
Sin embargo, debido a las características de la actualidad, estos espacios para el
niño pueden verse limitados. Asistimos a la época de la inmediatez, donde existe una
creciente patologización de la vida cotidiana, con diagnósticos automatizados que operan
como “etiquetas” que se anteponen a la identidad del niño (Muniz, 2013). Esta realidad
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actual podría determinar el accionar, influir en la búsqueda de soluciones apresuradas como
la supresión inmediata del síntoma, lo cual implicaría un obstáculo en la escucha analítica.
Por otra parte, el niño llega a la consulta traído por otros y con un tumulto de
discursos que hablan por él. En este sentido se podría considerar que estos antecedentes de
la clínica infantil son lecturas previas de lo que le acontece al niño, habilitando el acceso a
la consulta psicológica. Sin embargo, en ocasiones podrían oficiar como una barrera en la
escucha, imposibilitando dar sentido a lo que le pasa. Si sólo es hablado por otros, se impide
que se generen las condiciones para que pueda lograr su propio decir a través de su lenguaje
(lenguaje que se refleja por medio del juego, la palabra, o el cuerpo) y que sus actos
adquieran una nueva dimensión.
Reconocer la importancia que esta herramienta posee supone recibir un niño para
buscar la dimensión subjetiva en su historia personal, dedicarle el tiempo y el espacio
necesarios para que pueda desplegar y ofrecer un sentido a su padecimiento.
El concepto de escucha analítica es tomado de la teoría y el método psicoanalítico,
otorgando entidad y otros elementos íntimamente relacionados que posibilitan su
desarrollo en sentido pleno. Por esta razón es que a través de este trabajo y del análisis del
caso clínico que se toma de ejemplo, se subraya la importancia y trascendencia de dicha
herramienta en la práctica clínica.
Trabajar con niños hace que escucha y método psicoanalítico adquieran nuevas
dimensiones. El juego en la clínica infantil se convierte en el campo central sobre el cual
se trabaja. Se puede establecer un paralelismo del juego con las asociaciones libres en el
adulto ya que es el resultado de la actividad inconsciente en el niño.
El trabajo con niños requiere una escucha cuidadosa ya que se corre el riesgo de
obstruir el proceso en lugar de tornarse beneficioso, si nos anticipamos a interpretar o
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responder a la demanda (Ulriksen de Viñar, 2002). En tal sentido la palabra no es
exclusivamente lo central como en el trabajo con adultos.
Cabe destacar que para facilitar la lectura de este trabajo, el mismo se encuentra
dividido en tres capítulos. En el primero se describe la escucha analítica y el método
enmarcado en la perspectiva psicoanalítica. El segundo capítulo presenta los postulados
más relevantes de la clínica infantil incluyendo al juego como herramienta diagnóstica y
terapéutica, la entrevista con padres como particularidad de la clínica infantil, el
diagnóstico y su relación con la escucha clínica, y por último el síntoma entendido como
la vía regia de acceso al sufrimiento psíquico del niño. El tercer capítulo expone el caso
práctico donde se articulan los conceptos teóricos con la práctica clínica. Por último, se
presentan las consideraciones finales que se desprenden de este trabajo.
2- CAPÍTULO I. Psicoanálisis: la escucha como parte del método
psicoanalítico.
2.1- Psicoanálisis y escucha analítica.
La escucha analítica forma parte de la técnica psicoanalítica, la cual sustenta la
práctica clínica, dándole sentido al constituirse como herramienta fundamental.
Para el presente trabajo se toma dicha teoría como marco referencial que permite
pensar al niño, escucharlo e intentar comprenderlo.
A partir del surgimiento del Psicoanálisis se introduce una manera diferente de ver
al paciente y su padecimiento. En el momento en que Freud acuñó su teoría, la medicina
tenía un papel preponderante como representante del conocimiento de la biología humana;
el desarrollo del Psicoanálisis permite entender los fenómenos humanos por fuera de
componentes netamente biológicos. Tradicionalmente la medicina representa el saber
sobre los cuerpos y tiene el poder de curar las diferentes enfermedades. De esta manera
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saber y poder establecen las bases del discurso médico, ya que se posee el conocimiento
sobre el cuerpo del otro y el poder de inferir sobre él.
El Psicoanálisis se define como:
Un método de investigación que consiste esencialmente en evidenciar la significación
inconsciente de las palabras, actos, producciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios)
de un individuo. Este método se basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto,
que garantizan la validez de la interpretación. La interpretación psicoanalítica puede
extenderse también a producciones humanas para las que no se dispone de asociaciones
libres. Un método psicoterápico basado en esta investigación y caracterizado por la
interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. En este sentido
se utiliza la palabra psicoanálisis como sinónimo de cura psicoanalítica; (…) Un conjunto
de teorías psicológicas y psicopatológicas en las que se sistematizan los datos aportados
por el método psicoanalítico de investigación y de tratamiento. (Laplanche & Pontalis,
1996, p. 316)
Sin embargo, desde su formación como médico Freud (1917) le asigna otro sentido
a los síntomas de sus pacientes y considera que estos revelan algo más que un origen
orgánico; para Freud (1917), los síntomas encierran un enigma y pueden comunicar algo
de la historia subjetiva del paciente. El síntoma se relaciona con la palabra no dicha y para
acceder a la misma se utilizará la escucha como técnica, considerando que en la clínica
psicoanalítica el saber lo posee el paciente.
Al realizar un recorrido histórico se observa que Freud (1905), destaca la
importancia de la escucha analítica como técnica a raíz de su experiencia clínica. En los
inicios del Psicoanálisis como refiere Rodado, Sanz & Otero (2006), se intenta llevar a
conciencia aquello que por la represión había quedado fuera de ella. Se busca que el
paciente pudiera recordar y abreaccionar1 a través del método hipnótico. La escucha
analítica va adquiriendo valor dentro del psicoanálisis ya que permite posicionar al clínico
1 Descarga emocional, por medio de la cual un individuo se libera del afecto* ligado al recuerdo de un acontecimiento
traumático. (Laplanche & Pontalis, 1996, p.1).
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en una perspectiva de encuentro, en espera de algo que todavía no conoce. Tras renunciar
a la hipnosis se abre paso a la tarea de inferir desde las ocurrencias libres del paciente
aquello que él se negaba a recordar. Mediante la interpretación se pretende sortear las
resistencias del paciente. Desde esta perspectiva renuncia al deseo de encontrar algo de lo
conocido y posibilita el dejarse sorprender por la novedad del encuentro con un otro, con
el paciente.
Freud en un “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora)” (1905), hace
referencia a la importancia de la escucha y la observación para la tarea de hacer consciente
lo inconsciente:
Cuando me propuse la tarea de traer a la luz lo que los hombres esconden, y no mediante
la compulsión de la hipnosis, sino a partir de lo que ellos dicen y muestran, lo creí más
difícil de lo que realmente es. El que tenga ojos para ver y oídos para oír se convencerá de
que los mortales no pueden guardar ningún secreto. Aquel cuyos labios callan, se delatan
con las puntas de los dedos; el secreto quiere salírsele por todos los poros. Y por eso es
muy posible dar cima a la tarea de hacer consciente lo anímico más oculto. (p, 68)
La hipnosis ya no es el medio para dar luz a lo que está oculto, sino que son la
escucha y la mirada del clínico las herramientas primordiales de su tarea, a través de las
mismas debe poner especial interés en lo que el paciente diga, calle o haga.
Cuando Freud (1905), menciona el acto de oír alude a un proceso activo que es el
de escuchar, es decir, prestar atención ya sea al silencio o a lo que el paciente haga o diga,
esto le permite al clínico traer a la luz lo oculto. Por lo tanto prestar atención a lo que se
oye implica un proceso activo de quien escucha y requiere de comprensión, es decir que se
le asigna un sentido, una interpretación a lo que se enuncia (Liemann, 2010).
Escuchar difiere del acto de oír como fenómeno biológico porque este no solo
implica aquello que se dice sino también lo que no se dice: los silencios, los gestos, los
movimientos. No se limita a una mera recopilación de información para emitir una
respuesta sino que reviste de un mayor grado de complejidad.
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Se puede decir entonces que es un proceso complejo que requiere involucrarse
activamente para poder asignar un sentido, para abrirse hacia un mundo interpretativo que
permita comprender lo que para esa persona representa lo que está relatando o lo que el
niño simboliza a través del juego.
Escuchar requiere que la persona lo haga activamente, que tome en cuenta la
gestualidad y a su vez intente comprender lo que la otra persona está relatando o el pequeño
simbolizando, mediante la interpretación. La interpretación es un precepto básico para la
práctica clínica y va de la mano con la escucha analítica, pero para que estas se desarrollen,
el psicólogo clínico debe asumir un compromiso activo.
Las palabras que los sujetos utilizan en presencia de un psicólogo clínico son las
mismas que utilizan habitualmente, lo mismo con el juego en el niño. Sin embargo, es la
manera de escuchar lo que la distingue de otro contacto; esto se debe la técnica utilizada,
la cual se orienta hacia la escucha en su sentido pleno.
Es decir, el psicólogo no se guía por lo que le dicta el sentido común, en ocasiones
puede que suspenda de él provisoriamente, como así también deja de lado los prejuicios,
sin juzgar, negar, ni dar la razón. De esta manera evita la tentación de haber entendido a
priori. Freud (1912) en “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, sostiene:
(…) si nos dejamos llevar por nuestras esperanzas correremos el peligro de no descubrir
jamás sino lo que ya sabemos; y si nos guiamos por nuestras tendencias, falsearemos
seguramente la posible percepción. No debemos olvidar que en la mayoría de los análisis
oímos del enfermo cosas cuya significación sólo a posteriori descubrimos. (p.112)
La escucha debe ser cultivada permanentemente, atenta, con paciencia, teniendo
presente que es el paciente quien nos de la pauta de qué comprender, siendo el relato la
base del vínculo clínico. En el trabajo con niños lo central es el juego y a través de él evoca
una situación, la recrea y reproduce el clima afectivo de la misma.
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La primera observación que se realiza sobre el simbolismo del juego en el niño es en el
juego prínceps de Fort-Da que realiza Freud de su nieto (1920), donde el niño arroja un
objeto fuera de su cuna y cuando lo recupera se alegra; aquí Freud observa que el niño
mediante el juego simboliza la ausencia materna, elabora activamente lo que es vivido
pasivamente.
En los orígenes del psicoanálisis se consideró que este no podía ser aplicado en edades
tan tempranas, de hecho Freud cree insuperables las dificultades técnicas en un
psicoanálisis de niños; en el “Análisis de la fobia de un niño de cinco años.” (1909) más
conocido como “Caso Juanito”, la observación y la terapéutica es llevada a cabo por el
padre del niño, el análisis que realiza Freud (1909) es a través del material recogido por
parte del padre y a pedido del mismo. Sin embargo, con este caso se inaugura el
psicoanálisis de niños, ya que representa un importante antecedente en la indagación del
psiquismo infantil que posteriormente otros referentes teóricos desarrollaron.
En el psicoanálisis de niños la escucha va a estar orientada fundamentalmente a la
manera en que éste se manifiesta a través del juego, ya que este es el resultado de su
actividad inconsciente. El niño en el juego que despliega manifiesta un significado para él
y para el otro que lo percibe. En esta instancia se genera un vínculo, un espacio de
comunicación que va a trascender la expresión verbal (movimientos, gestos, imágenes), y
es en toda esta complejidad que el psicólogo debe percibir desde su lugar para interpretar
la conflictiva del niño. Con el juego es posible que emerja tanto lo manifiesto como lo
latente. De esta manera el niño actualiza sus vivencias, para que junto con la escucha del
psicólogo y la intervención pueda ir articulando diversos sentidos que vayan apareciendo,
por lo que es importante que no haya una linealidad en la interpretación del proceso (Casas
de Pereda, 1999).
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Como se aprecia a lo largo de este apartado, la escucha analítica es una herramienta
compleja y para su incorporación el psicólogo clínico requiere de un proceso de aprendizaje
que le permita sortear los obstáculos que se le presentan. En este sentido, el aporte que
realiza Ulloa (1964), sobre el método clínico es pertinente para dicho aprendizaje.
2.1.1- Método clínico.
Como se sostiene, la escucha analítica requiere de un proceso de aprendizaje. Epele
(2015) propone que es necesario: “(…) además del aprendizaje teóricotécnico, a escuchar
se aprende escuchando, siendo escuchado y escuchando a otros (siendo analista,
supervisando y en el propio análisis)” (p. 805). Este aprendizaje es necesario debido a que
la tarea del clínico supone enfrentarse constantemente a ciertos desafíos que pueden obturar
su escucha, por este motivo es fundamental el aporte que realiza Ulloa (1964). Este autor
propone tres metas que posibilitan el aprendizaje clínico, y forman parte de lo que
denomina “método clínico”, estas son: aptitud clínica, estructura de demora y veracidad
pertinente. Este método no aplica reglas generales sino que acepta la novedad y la
singularidad de cada caso e invita a analizar el propio quehacer.
Aptitud clínica es el primer momento, donde el psicólogo clínico se inicia con su
participación personal, ser la propia materia prima, lo que implica “meter el cuerpo para
mirar y ser mirado” (Ulloa, 1964, p.121), donde el objetivo es internalizar el encuadre,
asimilar instrumentalmente los afectos, para que posteriormente se posibilite una actitud
clínica.
La estructura de demora, implica deshacer la significación inmediata de los hechos.
Esta es una herramienta fundamental a la hora de posibilitar una escucha verdadera,
singular y única, para así reivindicar la libre circulación de la palabra del paciente o en este
caso el juego en el niño. Por otro lado, esto remite a las palabras anteriormente mencionadas
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de Freud (1912), de que si se guía por las tendencias y esperanzas del clínico, no se
descubrirá más de lo que ya se sabe.
Por último, la veracidad pertinente, es la capacidad para ordenar y conducir un
encuadre y refiere a qué, cuánto y cómo de la información que se va adquiriendo puede ser
utilizada de manera pertinente (Ulloa, 1964).
Este aprendizaje clínico que propone Ulloa (1964) y Epele (2015) permite no sólo
la apropiación de una escucha analítica paciente y metódica, sino que también posibilita la
incorporación del método psicoanalítico, debido a que estos son conceptos que están
íntimamente relacionados.
2.2- Método psicoanalítico.
Siguiendo lo anteriormente expuesto, la escucha analítica forma parte importante
del método psicoanalítico, y se interrelaciona con otros conceptos teórico técnicos
constitutivos de este método como son: asociación libre, atención flotante, transferencia y
contratransferencia, encuadre, abstinencia y neutralidad, y situación analítica. En el
siguiente apartado se introducen brevemente dichos conceptos teórico técnicos.
2.2.1- Asociación libre.
Cuando se inicia el proceso es necesario informarle al paciente sobre la única regla
fundamental del tratamiento que es la asociación libre:
Diga, pues, todo cuanto se le pase por la mente. Compórtese como lo haría, por ejemplo,
un viajero sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del
pasillo cómo cambia el paisaje ante su vista. (Freud, 1913, p.136)
Consiste en expresar sin discriminación todos los pensamientos que vienen a la
mente, el paciente debe limitarse a leer la superficie de su conciencia y a no excluir ninguna
comunicación que le sea desagradable e insensata, ya que estas ocurrencias encierran un
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valor singular, permiten evocar contenidos que han sido olvidados y así sortear los
mecanismos de la represión.
Sin embargo, en la clínica con niños, Klein (1955) utiliza en su lugar el juego
simbólico, que implica un hacer “como si”. Jugar es una herramienta de expresión propia
del niño y en ella el pequeño utiliza su imaginación. Mediante éste el niño expresa, se
manifiesta al igual que un adulto lo hace a través de la asociación libre. El niño pone de
manifiesto sus fantasías, miedos, deseos, ansiedades, sus experiencias, es decir que parte
de su contenido inconsciente se refleja en la acción de jugar.
Ahora bien, ¿qué tipo de escucha propone Freud para las asociaciones libres del
paciente? Freud, en su teoría no solo expone sobre la herramienta de atención flotante, sino
que propone a su vez una actitud subjetiva para el mejor uso de la técnica.
2.2.2- Atención flotante.
La escucha propuesta por Freud (1912), es la atención flotante y se refiere a ella en
Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico:
Al igual que el paciente debe decir todo lo que pase por su mente, eliminando toda objeción
lógica y afectiva que le induciría a seleccionar, también el médico debe estar en condiciones
de interpretar todo lo que escucha, a fin de descubrir en ello todo lo que el inconsciente
oculta, sin que su propia censura venga a reemplazar la elección a la que ha renunciado el
paciente. (Laplanche & Pontalis, 1996, p. 37)
Freud refiere a la actitud subjetiva que el clínico debe tener en la escucha, es decir
una atención flotante: debe darle libertad a su propia actividad inconsciente para con ello
suspender todo intento a priori de privilegiar cualquier elemento del discurso del paciente,
es decir, debe escuchar el discurso completo para luego puntualizar en algún detalle o emitir
una interpretación (Laplanche & Pontalis, 1996).
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A partir de la atención flotante es que Freud le da sentido a la palabra del paciente
la cual define como una poderosa herramienta para comunicar lo que sentimos; el lugar del
clínico es a la escucha de esta. Para albergar las asociaciones libres del paciente, el
profesional debe tener la capacidad de escuchar y sostener a través de la mirada y del
lenguaje, permitiendo que se establezca la transferencia que es fundamental para el
tratamiento.
2.2.3- Transferencia.
La transferencia se define como la repetición de prototipos infantiles, vivenciada
con un claro sentimiento de actualidad. Los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos
objetos dentro de la relación analítica. Freud (1905), expresa acerca de la transferencia:
(…) Son reimpresiones, reproducciones de las mociones y de los fantasmas, que deben
ser develados y hechos conscientes a medida que progresa el análisis; lo característico de
ellas es la substitución de una persona anteriormente conocida por la persona del médico.
(p. 101).
La transferencia puede ser positiva o negativa, o por momentos ambivalente de
sentimientos positivos hacia el clínico como admiración, amor o cariño; o también puede
ser de sentimientos hostiles hacia el mismo o el proceso.
Por este motivo, Freud (1915) realiza ciertas puntualizaciones sobre la
transferencia y establece para el clínico algunos principios éticos que lo abstengan de
acceder a las demandas del paciente, estos principios se deben respetar para que no se
interfiera con el proceso analítico.
En la clínica infantil, Klein (1927), expone que en los niños hay abreacción de
afectos en el proceso y en relación con la figura de analista, a su vez sostiene que son
similares a los adultos, más allá de que su yo esté en proceso de desarrollo. Los niños se
encuentran más regidos por el inconsciente a diferencia de los adultos.
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El pequeño no llega sólo a consulta, este viene de la mano de sus padres o adultos
referentes, ya sea porque han decidido consultar por sí solos o porque alguien les ha
indicado o recomendado que lo hagan. En este sentido, es importante tener presente qué
transferencia es la que se despliega con los adultos que llegan a la consulta. El psicólogo
se dispone a escuchar, brinda la posibilidad de que se despliegue lo que tengan para decir
de su historia, del niño por el cual consultan. Es relevante ir detectando desde la posición
transferencial, qué afectos van transmitiendo y descubrir cuál es su demanda y qué esperan
del proceso. En la clínica infantil, se deben atender múltiples demandas y transferencias
(Kahansky, Rodríguez Ponte & Silver, 2005).
La contrapartida de la transferencia es la contratransferencia ya que refiere a las
manifestaciones del inconsciente por parte del clínico ante la transferencia del analizado.
2.2.4- Contratransferencia.
La contratransferencia, como se menciona, refiere a las reacciones inconscientes
del clínico frente a la transferencia del analizado. Estas manifestaciones deben ser
controladas para que no entorpezca el trabajo analítico, las mismas pueden oficiar de puntos
ciegos en la escucha analítica. Por este motivo es fundamental el análisis personal del
psicólogo. Aun así siendo controladas, dichas manifestaciones, podrán ser interpretadas ya
que el propio inconsciente del clínico puede ser un instrumento para interpretar el
inconsciente del paciente; es así que se configura una comunicación de inconsciente a
inconsciente. Escuchar al paciente implica también escuchar la contratransferencia ya que
la pareja analítica configura un campo dinámico de encuentro.
Estos elementos constitutivos del Psicoanálisis, configuran lo que es el contenido
del proceso analítico, el cual consiste en una singular relación del profesional y el
analizado. Ahora bien, dicho contenido requiere de un marco que lo albergue, es decir una
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relación de continente/contenido. Lo que va a operar de continente o de marco va a ser lo
que conocemos como encuadre (Etchegoyen, 1988).
2.2.5- Encuadre.
El encuadre se caracteriza por poseer ciertas normas empíricas establecidas por
Freud (1913), como el lugar, tiempo del encuentro, honorarios, entre otras. Por otra parte,
también cuenta con ciertas variables que derivan del tratamiento analítico y estas apuntan
a que la cura se desarrolle. El encuadre es establecido y mantenido por el clínico, el paciente
debe respetarlo luego de haber aceptado el contrato analítico. El mismo opera como
escenario para la regresión del paciente, del vínculo transferencial, donde los contenidos
sean comprendidos, interpretados y elaborados por la pareja analítica. Por otro lado,
también marca la asimetría entre los participantes y define roles diferentes. En él se
garantiza la reserva y confidencialidad, como a su vez se le da prioridad al paciente para el
uso y la libertad de palabra (Urtubey, 1999).
Se diferencia el encuadre externo o setting del encuadre interno, el primero hace
referencia a estas normas empíricas antes mencionadas, el segundo como lo conceptualiza
Alizade (2002), “consiste en un conjunto de propiedades psíquicas que interactúan como
radares o antenas invisibles. El psicólogo clínico incorpora el encuadre interno gracias a su
propio análisis, autoanálisis, experiencia de vida y condiciones personales (talento clínico,
salud mental, vocación analítica)” (p.1). Algunas propiedades del encuadre interno que
enumera la autora son: la escucha con un “tercer oído”, lo cual implica escuchar aquello
que no se dice con palabras, es decir, los mensajes del inconsciente. Otra propiedad es la
permeabilidad del analista a su propio inconsciente y al del paciente, aludiendo a los
resultados positivos del análisis personal del clínico, los cuales van a tener efectos sobre la
empatía e intuición vinculadas a las vivencias del paciente.
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En la clínica con niños, el encuadre presenta algunas controversias ya que introduce
algunas variaciones. Ulriksen de Viñar (2002) en su artículo “Construcción del encuadre
en psicoanálisis con niños”, señala que hay ciertas reglas de encuadre indispensables para
contener y mantener el proceso. Sin embargo, las características de la demanda en la clínica
infantil introducen ciertas variantes ya que no siempre la demanda es demanda de análisis
por parte de la familia. Por ende, esto introduce modificaciones al “encuadre ideal”. Por
ejemplo, cuando la familia llega a consulta por “indicación” (Ulriksen de Viñar, 2002,
p.25), sostiene que el psicólogo debe cuidarse de no actuar en función de los intereses como
la demanda de suprimir el síntoma.
Es decir que la posibilidad de un trabajo analítico estará dada por la manera en que
el psicólogo se disponga a recibir esta demanda, en el tiempo que les dedique tanto a los
padres como al niño para que se expresen. La autora hace referencia a la calidad de la
escucha, el tiempo para la palabra, además de la transferencia y el reconocimiento del
malestar intrapsíquico en el niño, para que en los padres la demanda advenga en una
decisión de análisis. Por lo tanto, en la clínica infantil el encuadre supone de cierta
flexibilidad, debido a que introduce nuevas estrategias para la instauración del análisis.
A su vez, Freud (1912-1915) enuncia otras normas relacionadas al accionar del
psicoanalista, son la abstinencia y la neutralidad.
2.2.6- Abstinencia y Neutralidad
Ambos conceptos fueron acuñados por Freud y forman parte de la teoría de la
técnica en psicoanálisis. La abstinencia se desarrolla en su obra “Puntualizaciones sobre el
amor de transferencia” (1915), y se erige como un principio fundamental para el accionar
del psicoanalista. Esta responde a los límites de posibles actuaciones sexuales en el vínculo
analítico, lo cual implica la norma de no satisfacer las demandas del paciente ni desempeñar
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los papeles que éste tiende a imponerle. A su vez, conlleva a que el clínico tenga la mayor
reserva sobre su vida privada y evite orientar o aconsejar a sus pacientes, de manera de
favorecer el vínculo transferencial (Schkolnik, 1999).
Lo que puede entenderse como neutralidad, Freud lo desarrolla en varias de sus
obras. Es en “Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico” (1912), donde sostiene
que es contraindicado dar instrucciones al paciente (Laplanche & Pontalis, 1966).
La neutralidad refiere al posicionamiento del clínico frente a sus pacientes, este
tiene que ser como un espejo y mostrar sólo lo que le es mostrado, es decir que refleje las
proyecciones del paciente; impone ciertos límites en el vínculo, como la privación y la
frustración (Schkolnik, 1999).
En la práctica clínica, la neutralidad puede presentar ciertas dificultades ya que si
se atiene estrictamente a esta regla se pueden correr algunos riesgos, como burocratizar la
escucha alejándose de la sorpresa y la creatividad, en pos de un modelo ideal y en desmedro
de lo que requiere la clínica. La idea de observador neutral, del despojo de lo personal para
escuchar representa un verdadero desafío, el psicólogo debe ser consciente de estas
dificultades (Cohan, 2018).
En la clínica infantil estos riesgos podrían entorpecer el tratamiento ya que es
necesario recurrir a la creatividad en la interacción. En las sesiones el psicólogo despliega
todos sus sentidos, juega, se mueve, actúa, utiliza fundamentalmente el cuerpo para
establecer un diálogo “cuerpo a cuerpo” con el niño. Cada encuentro se vuelve único y
singular, configurando la especificidad del trabajo con niños. (Lopez & Ameglio, 1999).
Clínico y paciente están ligados complementariamente y no pueden ser entendidos
por separado; se producen modificaciones en la subjetividad de ambos. Esta particular
relación dual es conocida como situación analítica.
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2.2.7- Situación analítica.
El psicólogo clínico y el paciente forman parte de la situación analítica, la cual se
define como una particular relación asimétrica en donde ambos se limitan a ciertas reglas
para emprender una tarea que va a consistir en la exploración del inconsciente (Etchegoyen,
1988). A su vez es el lugar donde se despliegan cada una de las herramientas que se
describieron a lo largo de este capítulo.
Por último, considero relevante pensar la clínica como una clínica situacional. Esta
propone que no hay saberes totalizantes y permite reelaborar nuevos saberes. Sin descartar
la emergencia de lo nuevo, ni de lo oculto, impidiendo así saturar el espacio con ideas de
causa y efecto, o con determinismos “La clínica es situacional porque la producción de
subjetividad y sus vicisitudes transcurre dentro de un contexto, de un devenir en situación”
(Antar & Gurman, 2002, p.1).
A lo largo de este capítulo se expusieron los principales conceptos teóricos que
aluden a la escucha analítica según los autores referentes desde el marco psicoanalítico,
quienes permiten un sustento teórico sólido para la posterior práctica clínica. También se
expusieron brevemente las principales concepciones psicoanalíticas que refieren al
método, presentando los diferentes autores referentes en la temática.
3- CAPÍTULO II. Clínica Infantil.
3.1- Algunos antecedentes.
En este capítulo se realiza un breve recorrido de los principales referentes teóricos
del inicio de la clínica psicoanalítica infantil, para luego abordar algunos de los elementos
que hacen a la particularidad de la tarea con niños y se relacionan íntimamente a la temática
19
de este trabajo. Estos son: entrevista de juego, diagnóstico, síntoma y por último entrevista
con padres.
Como se expuso en este trabajo, el psicoanálisis ha desarrollado un dispositivo
técnico que privilegia la palabra así como también la escucha silenciosa por parte del
clínico en atención flotante con el objetivo de investigar el inconsciente y brindar
tratamiento a la neurosis. En los orígenes del psicoanálisis con niños se consideró que la
técnica psicoanalítica podía ser aplicada a los más pequeños sin introducir variantes. A
medida que el psicoanálisis fue ampliando su conocimiento e investigación, el análisis con
niños exigió la creación de nuevas formas de trabajo que pudiera adaptar el dispositivo a
nuevas exigencias.
Las producciones escritas en torno a la clínica infantil comienzan alrededor de
1920. En dos escuelas: una en Viena representada por A. Freud y otra en Londres, por M.
Klein. Estas dos escuelas tienen grandes diferencias teóricas y técnicas (Rocha, 2004).
A. Freud (1927), concibe la clínica infantil como una subespecialidad del
psicoanálisis. Entiende que no es posible establecer una situación analítica con niños, niega
la existencia de una genuina neurosis de transferencia porque los niños se encuentran aún
muy ligados a sus padres. Propone un método distinto, incluyendo intervenciones
pedagógicas, lo que es motivo de crítica de parte Klein (Vallejo de Orellana, 2002).
En la escuela de Londres la preocupación se centra en la técnica. Desde el comienzo
se percibe al juego libre en el niño como equivalente a la asociación libre en los adultos, lo
cual es central para el acceso al inconsciente infantil (la escuela de Viena no estuvo de
acuerdo en esta consideración). La autora realiza importantes contribuciones al desarrollo
infantil y el trabajo analítico con niños, desde la teoría del psicoanálisis:
El niño expresa sus fantasías, sus deseos y experiencias de un modo simbólico por medio
de juguetes y juegos. Al hacerlo, utiliza los mismos medios de expresión arcaicos,
20
filogenéticos, el mismo lenguaje que nos es familiar en los sueños y sólo comprenderemos
totalmente este lenguaje si nos acercamos a él como Freud nos ha enseñado a acercarnos
al lenguaje de los sueños. El simbolismo es sólo una parte de dicho lenguaje. (Klein, 1932,
p. 13)
Por su parte, Klein dispone un espacio de escucha, un dispositivo que habilita el
trabajo en transferencia tomando en cuenta su singularidad, su juego y su discurso en
ocasiones “(...) si emprendemos el análisis de niños con la mente abierta, podemos
descubrir caminos y medios para explorar las profundidades más recónditas. Y por los
resultados de estos procedimientos podremos darnos cuenta de cuál es la verdadera
naturaleza del niño (…)” (Klein, 1927, p. 4).
Asimismo, es preciso mencionar a Winnicott, pediatra, psicoanalista y psiquiatra
infantil, otro autor inglés referente que amplía el campo de la clínica infantil. Parte de su
trabajo se centra en la influencia del entorno y el vínculo materno (padre o sustituto) en el
desarrollo emocional temprano del bebé.
Winnicott (1979; 1993) desarrolla el concepto de “madre suficientemente buena”
haciendo referencia a los cuidados básicos que la madre debe ofrecer. En este sentido,
enumera tres funciones maternales primordiales: holding, alude al sostén emocional que
brinda; handling, hace referencia a la manipulación del cuerpo del bebé lo que le permite
obtener herramientas para diferenciar lo “real” de lo “irreal”; y la presentación de objetos,
lo cual promueve la relación del bebé con los objetos de la realidad. Estas funciones forman
parte de la formación del yo, lo que le permite al bebé pasar de una dependencia absoluta
a una relativa independencia.
Otro de los conceptos relevantes de Winnicott (1999), es el de objeto transicional,
este permite al niño distinguir la fantasía de los hechos mediante el simbolismo. El objeto
transicional puede ser un trozo de frazada que represente el pecho de la madre así como
21
también el pecho interiorizado por el niño. Este objeto le permite al niño pasar de lo
subjetivo a la objetividad.
También introduce el concepto de verdadero y falso self, sostiene que en toda
persona hay una organización que podemos denominar falso self, que protege al verdadero
self o a la Intimidad del Sujeto, y que en algunos casos llega a ocultar al verdadero self,
inclusive a la mirada del propio sujeto (Winnicott, 1979). La obra de Winnicott y su
invaluable aporte a la clínica infantil exceden los límites de este trabajo, por este motivo se
presentan algunos de sus conceptos más significativos.
Tomando en cuenta las diferentes vertientes y salvaguardando las discrepancias, en
esta breve introducción se expone algunos de los grandes referentes del Psicoanálisis
infantil. Todas estas consideraciones se aplican aún hoy y contribuyen al trabajo en la
clínica con niños.
3.1.1- Entrevista de juego.
El niño habla a través del juego; sin embargo esto no significa que en la clínica con
niños la palabra no esté presente, el discurso en ocasiones también aparece, pero este no es
el campo central sobre el cual se opera.
Alba (2010), sostiene que se debe considerar al juego y la palabra en un mismo
plano. Afirma que el juego está constituido por elementos significantes discontinuos que
pueden articularse como un lenguaje, ambos tienen una dimensión acción. Destaca que no
existe una gran diferencia entre tomar el juego como elemento del lenguaje, a cómo se
puede escuchar una palabra en el campo del lenguaje. Refiere que el juego tiene su
gramática y que esta debe ir siendo descubierta, deconstruida.
El niño en su discurso, en su juego, en un gesto o palabra dice sin saber que dice,
habla de su dolor, amor o enojo y lo hace por medio de objetos, de palabras o de su propio
22
cuerpo. “Nosotros “vemos” lo que quiere decir al mismo tiempo que las escuchamos,
gracias al trabajo regresivo que permite la atención flotante” (López & Ameglio, 1999).
La actividad lúdica es el resultado de un pensamiento inconsciente, es decir que
responde a leyes del proceso primario como también lo son los sueños y los actos fallidos
(Freire de Garbarino, 1986). Análogamente, Winnicott (1999) sostiene que en el juego, el
niño toma elementos de la realidad exterior y los emplea al servicio de una muestra que
proviene de la realidad interna.
Una referente del psicoanálisis en nuestro país, Freire de Garbarino (1986), realiza
importantes contribuciones teóricas sobre la clínica infantil. Considera que el juguete, por
ser algo que le pertenece al niño, le permite generar un dominio sobre él. Se convierte en
un instrumento mediante el cual puede representar vivencias y expresar situaciones que le
han sido difíciles.
Para acceder al lenguaje del niño y entablar un diálogo con él, el clínico debe
introducirse en su mundo lúdico y de este modo brindarle un significado simbólico al
mismo; lo hará prestando las palabras y pensamientos.
En la misma línea, M. Mannoni (1987), psicoanalista francesa que con su labor
realiza importantes contribuciones a la clínica infantil, sostiene que a través del juego el
niño reordena su mundo presente o pasado de acuerdo con su deseo. Aquí es donde emerge
su decir y este apunta hacia un adulto que debe estar a la escucha.
Gesto, juego y palabra es su modo de contactar, de demandar, en tramas del
lenguaje y lúdicas; la tarea se trata de escuchar a través del discurso lo no sabido o
reconocido por el yo (Casas de Pereda, 2009).
Con respecto a lo planteado, considero fundamental habilitar el espacio y el tiempo
necesario para que el niño pueda expresarse a su modo, para acercarse a su malestar y así
realizar una aproximación diagnostica sobre su situación.
23
3.1.2 Diagnóstico.
Se toman los aportes de Janin (2013) para relativizar el concepto de niñez. El
concepto responde a una producción de subjetividad característica de un momento histórico
y contexto social. Es decir, que el grupo social al cual pertenece le va a atribuir una forma
de ser y estar en sociedad a la cual el niño tendrá que responder.
La autora sostiene que “la tolerancia de una sociedad al funcionamiento de los niños
se funda sobre criterios educativos y sobre una representación de la infancia que depende
de ese momento histórico” (Janin, 2013, p. 58-59). A su vez toma el planteo de B. Golse,
para manifestar que el criterio de lo normal o lo patológico en un niño responderá a la época
en la cual esté inserto.
Entonces, para develar las causas del enfermar actual desde la práctica clínica
conviene preguntar: ¿qué niño es el que se produce actualmente?, y para dar respuesta a
esta pregunta se debe indagar acerca de las condiciones de subjetivación actuales (Muniz,
2013). Esto permite al clínico hacer una lectura desde un paradigma que complejiza al
sujeto y al malestar que lo aqueja. De esta forma evita caer en reduccionismos que pierdan
de vista la singularidad de la persona.
Asimismo, este posicionamiento complejiza la mirada y la escucha del profesional
frente al malestar del niño, por lo cual permite dejarse sorprender en el encuentro, no
amparándose solamente en lo ya conocido sino co-construir un saber nuevo, un saber que
permita una transformación.
De esta manera permite concebir el espacio clínico como una “zona de creación”
tal como lo conceptualiza Untoiglich (2013), como un: “espacio potencial de encuentro
entre un niño que padece y un terapeuta en disponibilidad de co-construir junto con él”,
permite conceder al niño el tiempo, el espacio y por ende la escucha para que se exprese.
24
Se accede a su lenguaje, el que en otros espacios se encuentra supeditado a otros que
hablan por él.
Asumir el compromiso de entender qué está sucediendo, es abrirse a lo diverso, a lo
múltiple, a lo imprevisto, es construir el camino a medida que vamos transitando lo cual
nos permite encontrarnos con lo inesperado, sin necesidad de tener que transformarlo en lo
ya conocido para que encaje en nuestros patrones establecidos. (Untoiglich, 2013, p. 63)
Si por el contrario, se concibe la clínica como una serie de “procedimientos
burocráticos” que clasifica conductas observables, al decir de Untoiglich (2013), se está
frente a un sistema cerrado y explicativo de lo que le acontece al niño, sin la posibilidad de
plantear nuevas interrogantes, obturando así lo que entendemos por escucha analítica.
Tampoco tendrá en cuenta el devenir y la continua transformación propia de la infancia.
De esta forma se corre el riesgo de perpetuar su realidad en un diagnóstico que subsume su
identidad.
Sin embargo, no se puede generalizar el uso de procedimientos diagnósticos ni
tampoco se debe ignorar el valor que reviste para guiar al clínico en el proceso, por este
motivo se toma el aporte que “La formulación psicodinámica del caso (FCC)” (2016),
le otorga a la práctica clínica. A través de ella se busca singularizar el caso clínico, formular
hipótesis acerca de las causas incluyendo una perspectiva teórica y técnica de quién
conduce el tratamiento, y a su vez teniendo en cuenta la relación terapéutica. Es de destacar
que la FCC “No está centrada en el trastorno ni en el problema, sino en la persona, y aspira
a identificar no solo sus vulnerabilidades sino también sus fortalezas y potencialidades”
(Bernardi, Varela, Miller, Zytner, De Souza & Oyenard, 2016, p. 28).
La escucha analítica en el diagnostico permite operar al clínico como un
arqueólogo, al decir de Freud (1937), “reconstruye las paredes de un edificio de acuerdo
con los pedazos de muro que permanecieron en pie (...), o restaura las decoraciones desde
simples vestigios” (p.261). Es decir, que la clínica que se propone no trata de
25
generalizaciones, ni de un saber acabado, sino que se co-construye en el encuentro con un
otro, en este caso el niño.
Se debe tener en cuenta que el niño a través del síntoma representa una pregunta,
esto sustenta la labor de la clínica psicoanalítica (develar esta interrogante); cuando se
desacredita la importancia que el síntoma reviste se podrían llegar a someter a los niños a
tratamientos rápidos, estandarizados o con recursos de psicofármacos (Cota & Pombo,
2011).
3.1.3 Síntoma.
La concepción de síntoma desde la clínica psicoanalítica difiere de la clínica
médica, Freud (1917) en su conferencia N° 17, postula que el síntoma es rico en sentido y
se entrama con la historia subjetiva de la persona. Para el psicoanálisis el síntoma responde
a un conflicto, mediante el cual no pide una solución, sino que él representa una “solución
de compromiso” entre fuerzas que se oponen: la pulsión 2y el mundo exterior (Jaglin,
2014). La tarea del analista estará centrada en el pasado del paciente, en buscar el nexo
entre el síntoma y la acción (Bruno, 2014).
Freud (1916), postula que el síntoma sustituye de manera desfigurada algo que es
inaccesible a la conciencia del sujeto. El conocimiento de éste sólo lo posee la persona, que
sin embargo no lo sabe porque ha sido disfrazado por los procesos de condensación y
desplazamiento.
En cuanto al síntoma en niños, Freud, es uno de los primeros en darle importancia
al vínculo con los padres como uno de los factores constitutivos del síntoma (Bruno, 2014).
2 La pulsión es una carga energética, la cual “(…) tiene su fuente en una excitación corporal (estado de
tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede
alcanzar su fin” (Laplanche & Pontalis, 1996, p.324).
26
En Dos notas sobre el niño, Lacan (1988), refiere que el síntoma se encuentra “en
posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar”, a veces este
síntoma es lo que le permite al niño ser escuchado por los adultos y posibilita la búsqueda
de ayuda. Rocha (2004) siguiendo la teoría lacaniana, concibe al síntoma como un
significante, es decir, la neurosis infantil opera como límite al goce materno. Este límite
interviene en ausencia de una función paterna que se interponga entre el deseo materno y
el niño.
Cuando llegan a consultar, por lo general el clínico se encuentra con el síntoma
descriptivo por parte de los padres; se refieren a él como lo que falla. El síntoma no se debe
tomar tal cual como lo presentan los padres, sino que se debe diferenciar del síntoma
analítico que a través del acto analítico se convertirá en analizable (Rocha, 2004).
Las expectativas de los adultos frente al proceso psicoterapéutico por lo general
están vinculadas a la remisión sintomática, ya que es algo que genera malestar en su entorno
y esperan que esto se modifique. El niño concebido como sujeto plausible de ser educado
y corregible, por lo general es llevado a consulta con fines terapéuticos y no para
comprender lo que le sucede o las causas que lo motivan (Bruno, 2017).
El síntoma en el niño a veces es legitimado por los propios padres, ya que se enlaza
con facetas de su propia infancia, se relaciona con deseos o frustraciones que hayan tenido.
En este sentido, es importante distinguir el motivo de consulta manifiesto, que se expresa
cuando llegan a consultar, del síntoma propiamente, el cual se irá develando a lo largo de
las sesiones con el niño (Bruno, 2017).
Considerando lo expuesto, el síntoma en el niño implica que ante estas demandas
es necesario un posicionamiento firme para no ceder ante el pedido de adaptación del niño
a su entorno, como tampoco es pertinente dejar de lado lo que tienen para decir quienes
llegan a consultar acerca de su malestar. A través de la escucha, del espacio, la disposición,
27
el tiempo y el marco referencial al cual nos remitimos, se propone pensar en conjunto el
porqué de su padecimiento; el interés primordial del proceso es la salud mental del niño.
Tomando en cuenta lo expresado, ¿qué importancia revisten las entrevistas con padres?
3.1.4 Entrevista con padres.
A diferencia de la clínica con adultos, el niño no consulta por sí solo, éste es traído
a consultar por sus padres, una institución o los adultos referentes que lo tengan a cargo.
Frente a esta particularidad, el clínico infantil debe dilucidar quién formula el pedido, cuál
es la demanda y si ésta se relaciona con la del niño (Mesa de Uribe, 2012). Al trabajar en
la clínica infantil el profesional se depara a recibir inicialmente la demanda de los padres,
las necesidades que reconocen en sus hijos, que en ocasiones se relacionan con sus propios
deseos y su historia de vida. Por este motivo es fundamental individualizar las demandas,
es decir diferenciar la demanda de los padres de la demanda del niño que expresa mediante
el síntoma (Silva, Serralha & Laranjo, 2013).
Aquí se pone en evidencia una de las singularidades de la clínica infantil, ya que el
psicólogo clínico se dispone a recibir múltiples demandas de quienes llegan a consultar,
múltiples demandas ante un niño que está sufriendo. En ocasiones, buscan en la figura del
psicólogo un educador, alguien que aconseje, un confidente o simplemente un salvador, a
su vez exponen quejas sobre el síntoma que molesta. Es decir, que el niño llega a la consulta
con un conjunto de discursos que versan sobre él.
En este sentido la escucha también adquiere una dimensión particular en la clínica
infantil; la misma debe ser discreta para no realizar intervenciones apresuradas ni
pedagógicas. A su vez, la neutralidad también puede verse comprometida ante el pedido
28
de consejos o juicios de valor en torno al comportamiento del niño. Se procurará escuchar
con paciencia, para poder intervenir oportunamente y con sutileza.
El psicólogo no debería interesarse exclusivamente en el niño, sino habilitar el
espacio para el trabajo con los padres, ya que el niño forma parte de una dinámica familiar
con características particulares, donde el síntoma se presenta relacionado a sus procesos
intrapsíquicos e intersubjetivos. Ello hace que cobre especial relevancia la participación de
los padres en el proceso psicoterapéutico, para que de esta manera la cura se haga posible
Por otro lado, el discurso de los padres también contiene problemáticas que les
conciernen exclusivamente y estas pueden verse depositadas en el niño (Mannoni, 1979;
1987), por lo cual resulta importante que el clínico no lo ignore.
Es importante no tomar a los adultos como simples informantes de lo que perciben
en el pequeño, evitando reafirmar la idea de que el niño es el portador del problema. Por el
contrario es necesario que se impliquen en lo que le ocurre (Bruno, 2017). Es relevante que
los padres cuenten con el espacio donde puedan conectar con su historia, su deseo, formular
sus expectativas, su preocupación o la ausencia de las mismas. “Es preciso considerar qué
se dice del niño, quién y en qué contexto lo dice” (Bruno, 2017).
También es cierto que en el trabajo con padres se suscitan ciertas dificultades que
ponen en discusión de qué manera hacerlos participes o no del proceso. Esto ha sido un
tema controversial en la clínica infantil. Sin embargo, “No escuchar –develar- lo que ellos
tienen que decir, es denegarlos como padres y como sujetos deseantes, por lo que los
obstáculos al proceso pueden estar dados desde el inicio” (Bruno, 2017, p. 35).
Se debe tener en cuenta que la consulta por un hijo implica una herida narcisista, el
niño no cumple con los ideales y las expectativas, generando sentimientos de culpa, se
sienten desconcertados e inseguros. Esto puede generar reacciones de angustia en los
padres que se encuentran imposibilitados de dar respuesta o avergonzados por la
29
inadaptación de su hijo. A su vez los niños pueden percibir esto y sentirse sumamente
angustiados por ello (Janin, 2005).
La realización de la consulta no significa que esté presente una demanda, por lo
tanto, que los padres se encuentren hablando con el psicólogo en su consultorio no
garantiza que haya demanda. A veces no perciben dificultad alguna en el niño. Ejemplo de
ello son las derivaciones por indicación de un tercero, ya sea un maestro, pediatra o juez.
Los padres concurren a la consulta con el fin de llevar a cabo la orden recibida, es decir,
que en esos casos aparecen por lo general resistencias que ponen en riesgo la continuidad
del proceso. Es necesario contar con su presencia aunque implique cierto grado de
dificultad. Su perspectiva de la situación aporta elementos al clínico, que sólo son
visualizados desde su rol de padres.
Puede suceder que la demanda de los padres no coincida con la demanda del niño,
ésta puede reflejar su deseo. En relación a este deseo, los padres pueden consultar por algo
que no concierne al niño. Es probable que a medida que se tengan encuentros con el menor,
se vaya construyendo otra versión de él, que no sólo puede ser diferente a la formulada
inicialmente, sino que también, puede diferir con la versión proporcionada por los padres.
No se debe perder de vista que la consulta es por el niño en tanto esto no invalida
la escucha de los padres.
4- Capitulo III. Caso clínico.
4.1- A la escucha de Martín.
El caso que se presenta a continuación se extrae de la práctica pre profesional
desarrollada en una policlínica de la ciudad de Montevideo. La práctica tuvo la modalidad
de psicoterapia breve, y al psicoanálisis como marco referencial.
30
Para acercarse al trabajo con quien denominaremos Martín, se exponen algunos
pasajes de diferentes entrevistas para poder realizar un análisis de ciertos desafíos que se
presentan durante el proceso terapéutico, y pueden llegar a operar como una barrera en la
escucha analítica e impedir acercarse al sufrimiento de Martín.
En primera instancia se desarrollan fragmentos de lo que fueron las entrevistas con
la abuela de Martín. Como se menciona anteriormente, las entrevistas con padres o adultos
referentes permiten dilucidar quién formula el pedido y cuál es la demanda. A su vez
posibilita ampliar el conocimiento y saber qué hipótesis construyen a raíz de lo que le
sucede al niño, además de las expectativas que depositan en el tratamiento.
Recibo a Martín de seis años y su abuela en un consultorio de la policlínica, quienes
llegan a consultar luego de haber transitado por un proceso psicodiagnóstico el año
anterior; desde este proceso surge la derivación a psicoterapia.
Martín vive con sus abuelos maternos quienes están en proceso de tramitación de
la tenencia ya que la mamá está privada de libertad. El niño no tiene trato con su padre ni
con su familia paterna.
El motivo de consulta manifiesto es problemas de su conducta y agresividad que se
manifiesta en el ámbito escolar.
Abuela: -Lo traigo al psicólogo porque me lo exigen de la escuela, sino yo no soy
partidaria de eso la verdad.
Llega a la consulta respondiendo a un mandato por parte de la institución educativa.
Frente a esta situación la abuela se ve en la obligación de brindar atención a su nieto. En
este sentido es fundamental brindar el espacio para que despliegue y escuchar qué tiene
para decir al respecto de la decisión de consultar. Desatender este tipo de planteos, dudas,
preocupaciones o expectativas, puede resultar en un verdadero obstáculo para el proceso.
31
Este espacio de encuentro inaugural permitirá el inicio del tratamiento y el compromiso
ante el mismo.
Aquí se puede apreciar la disconformidad con consultar a un psicólogo, la razón de
esta disconformidad puede estar multideterminada por varios factores. Un motivo puede
ser porque se siente involucrada a partir del síntoma del niño y moviliza en ella mucha
angustia; en ocasiones, como se menciona, el síntoma no sólo implica al niño sino también
a la propia historia de los adultos referentes. De esta manera puede pensarse que la
reticencia a la consulta psicológica se relaciona con la interpelación que le genera el
síntoma de su nieto a su propia historia, es decir a su rol materno.
En este sentido en otro pasaje la abuela refiere:
-Yo para mi es por la mamá que está privada de libertad. Él se bajonea y llora.
Introduce su hipótesis sobre lo que le sucede al niño, ella deduce que lo que puede
estar afectando a su nieto tiene que ver con la ausencia y las vivencias que tuvo con su
madre (referidas por la abuela en la entrevista: negligencia parental, situación de calle,
robos, peleas). Consultar por su nieto implica conectar con su sufrimiento como madre. El
niño hace un síntoma que duele y preocupa porque podría relacionarse con los propios
temores de su abuela.
En la consulta pueden emerger distintos sentimientos: culpa, vergüenza, miedos,
malestar e indiferencia (Bruno, 2017). Puede que la abuela de Martín inconscientemente
evite contactar con la angustia, y esto se refleje en su disconformidad para consultar ya que
el proceso la moviliza; esto también se podría ver reflejado en ciertas frases que le dice a
su nieto:
-Yo le digo: pero si vos te pones a llorar no vas a estar nunca con tu mamá.
-Tenés que estar bien, así podes ver a tu madre.
32
Este es otro motivo de consulta, la abuela lo nota triste. Este espacio de escucha
atenta permite comprender y contener a la abuela de Martín, tranquilizarla frente a su
decepción, preocupación y sufrimiento. Transmitirle cuánto valor tiene lo que está
haciendo por su nieto.
En cuanto a la demanda de la abuela se percibe el interés por una búsqueda de
resolución ante las dificultades en la conducta de Martin. Se la nota dispuesta, colaboradora
y transferencialmente, más allá de su resistencia, se percibe la confianza en que se la podrá
ayudar a dar respuestas a sus interrogantes con respecto a lo que le pasa a Martín.
Por otra parte, en otro momento del relato aparece la maestra, insiste para que vea
a un psiquiatra infantil y administre una medicación. En palabras de la abuela:
-La maestra quiere que lo tenga medicado.
Esta situación la inquieta, a lo que agrega:
-No voy a dejar que el psiquiatra lo drogue todo el día.
Frente a esta situación la abuela se ve presionada a buscar soluciones inmediatas,
da cuenta en su relato de cierta intolerancia por parte de la institución educativa ante el
comportamiento del niño. ¿Qué pasará con la maestra que a dos meses de haber comenzado
las clases y de su inserción en primer año, insiste en que Martín vea a un psicólogo y un
psiquiatra? ¿Qué niño es el que percibe la maestra?
En la charla telefónica que se mantuvo con ella, refiere que es un niño conflictuado,
peleado con la vida. En el discurso de la maestra parece que la conducta de Martín supone
su identidad, se antepone al niño y la misma se vuelve causa de todo lo que le ocurre,
dejándolo sin salida. La pregunta que cabe realizar es ¿por qué será qué pasa esto?,
mediante la interrogación se abre paso a la comprensión, y a la posibilidad de un cambio.
33
Como se menciona a lo largo de este trabajo, la búsqueda de respuestas inmediatas
puede ser un obstáculo en el proceso y en el accionar del psicólogo, quien puede verse en
el compromiso de tener que responder ante la posibilidad de asumir un rol de educador.
Antes de pasar al trabajo con Martín, cabe aclarar que la consulta con psiquiatra fue
llevada a cabo por la abuela. Se le administra al niño un regulador del humor y
metilfenidato, indicado para el tratamiento del Trastorno por déficit de Atención e
Hiperactividad (TDAH).
Ahora bien, ¿Qué nos tiene para decir Martín de todo esto?
El niño desde el comienzo se muestra activo, con interés en participar en la
entrevista. Es que a Martín le urge la necesidad de un espacio donde pueda expresar sus
emociones, en particular su enojo, su sufrimiento sin ser juzgado ni reprimido. Alguien que
pueda comprender lo que le está pasando, por esta razón inauguramos el espacio y el
encuentro, la “zona de creación” como lo conceptualiza Untoiglich (2013). Le
explicitamos que aquí trabajaremos en conjunto para poder entender qué es lo que le está
pasando y pueda sentirse mejor.
Martin recepciona este espacio, lo hace suyo, sabe que aquí puede expresarse y que
hay alguien dispuesto a escucharlo. En la segunda sesión con él, pasa lo siguiente:
Se sienta en la silla, se apoya sobre el escritorio, mira a los ojos a la psicóloga y
pregunta: ¿Ahora de qué vamos a hablar?
¿Qué nos querrá contar Martín? ¿Nos contará sobre su enojo? ¿Sobre qué es lo que
lo angustia?
Con esta proposición el pequeño anuncia que él es quien tiene la palabra, palabra
que se desplegará mediante su juego. No serán otros adultos quienes hablen sobre lo que
le sucede, aquí en el trabajo ““inter” de dos aparatos psíquicos en una necesaria, recíproca
34
y estrecha comunicación transferencial” (López & Ameglio, 1999, p.5) descubriremos
juntos el sentido de lo que le pasa.
Ahora bien, a continuación Martín nos acercará a su mundo lúdico, su vía de
expresión. Nuestro registro será como lo menciona López & Ameglio (1999), “escuchar-
ver-dar a ver-diciendo (...). Nosotros “vemos” lo que quieren decir al mismo tiempo que
las escuchamos, gracias al trabajo regresivo que permite la atención flotante.” (p.5),
prestamos palabras, gestos y ponemos el cuerpo.
En varias sesiones Martín utiliza tijera, cinta adhesiva y cascola. Con estos
materiales envuelve a los muñecos de la caja. Pega papel glasé, empapando la hoja de
cascola. Pega los zapatos al muñeco, el gorro, etc. Estos materiales son usados por Martín
para pegar, fijar, inmovilizar:
-Es una estatua.
-Es para que no se mueva.
Como se sostiene anteriormente, el niño en el juego refleja sus asociaciones libres,
pasando de una actividad a otra. A través de este juego Martín manifiesta lo que se espera
de él: que se quede quieto, tranquilo, inmovilizado (el niño como vimos mediante el juego
elabora activamente lo que es vivido pasivamente). ¿De qué manera puede hacerlo?
fijándolo ya que no le es posible controlar los impulsos que le sobrevienen. Por este motivo
pide que se lo ayude:
-Yo quiero que me den la vacuna (…) la vacuna para que me tranquilice y en la
escuela no portarme mal.
Solicita una vacuna, al parecer mágica ya que a través de ella se podrían solucionar
los problemas en la escuela. Una vacuna que tranquilice, que anestesie las emociones. Que
brinde una solución mágica, que por otro lado es la misma que a veces piden los adultos,
35
como puede ser la medicación que solicita la maestra o como el pedido de la abuela de que
no se ponga triste, que no llore porque no verá más a su mamá.
Sin embargo, en este espacio no damos soluciones inmediatas como la vacuna, ni
anestesiamos las emociones, aquí el acto mágico se produce en el encuentro y el trabajo
entre dos, donde se ponen en diálogo los sentidos de ambos.
El enojo de Martín también se pone de manifiesto en sesión, cuando juega al fútbol
y patea fuerte contra la pared, en cierto momento la pelota nos golpea. De esta manera el
síntoma comienza a reproducirse en sesión, siente que puede mostrar su angustia, que no
siempre puede simbolizar, reparar. Muestra lo que los demás ven en él. El síntoma es lo
visible, ahora bien, nos interesa saber cuál es el sentido del mismo.
¿A qué se debe tanto enojo? Este se manifiesta a través de autos que se chocan,
dibujos sobre bombas que van a explotar, muñecos que van a la cárcel, la desintegración
total de muñecos de la caja, entre otras. Es así que le prestamos palabras para entender qué
es lo que está pasando. Su enojo parece estar relacionado a que se encuentra confundido en
cuanto su situación, para este pequeño le resulta difícil comprender por qué no puede estar
con su mamá o con su papá y por qué vive con sus abuelos. A esto se le agrega que quizás
para Martín le es confuso comprender el rol de su abuela, que es como una mamá para él.
Como se sostiene, la escucha analítica nos permite develar aquello que permanece
oculto a los sentidos, ya que difiere del acto de oír. Su complejidad requiere que nos
involucremos activamente, teniendo en cuenta lo que dice, sus silencios, gestos, etc. para
abrirnos hacia un mundo interpretativo. La relevancia de considerar lo que vemos y
escuchamos harán captar esos momentos privilegiados donde irrumpe el inconsciente o las
manifestaciones de su sufrimiento; Martín en ocasiones no puede transmitir su malestar
mediante lo simbólico, a veces su dolor psíquico se traduce en dolor físico, en un dolor de
muela por ejemplo, que lo lleva a quedarse cabizbajo con su cabeza recostada sobre el
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escritorio. Esto nos brinda un acercamiento a cuánto dolor siente el niño, cuánto
sufrimiento genera estar alejado de su madre.
A lo largo del proceso se pudo apreciar como Martín fue reformulando su juego,
empieza a construir con bloques, parece ser un juego reparativo ante la desintegración que
elaboraba en sus juegos anteriores. En este se detiene a pensar cómo armarlo y le implica
mucha concentración. Arma camiones, después arma una “máquina” que hace “que todo
se junte” y a la cual hay que ponerle frenos, “parachoques” sino se choca. ¿Será Martín
esta máquina?
A través de este juego, quizás con la acción de ponerle los frenos, es poner freno a
los impulsos que le sobrevienen, sino se choca, quizás quedarse quieto es poner el freno
para él. Pero ¿Qué tanto se podrá aguantar ser una máquina o una estatua y no explotar en
algún momento? Las máquinas son manejadas por otros, manipuladas, quizás en este
sentido se relacione a que otros deciden por él. A su vez, las máquinas no sienten, no tienen
sentimientos ¿este es el costo que deberá pagar Martín? ¿Convertirse en una máquina
manipulable y sin sentimientos?
Sin embargo, el niño realiza un enorme esfuerzo para no convertirse en esa
máquina. Esto se ve reflejado en cada una de las sesiones, ya que trabajó arduamente. A su
vez, las características de esta máquina es que hace que todo se junte, ¿será esta una forma
de organizarse y que no se desintegre?, la máquina ayuda a organizar y poder controlar,
aunque esto requiera de un gran esfuerzo de su parte.
Yo creo que si dejo de tomar remedios me voy seguir portando bien.
Martín, al finalizar el proceso intuye que él podrá controlar sus impulsos, lo que
refleja un empoderamiento frente a su situación, una autonomía ante el discurso de los
otros. Ya no piensa en soluciones mágicas, en soluciones que provengan del afuera, no
estará dispuesto a convertirse en una máquina sin sentimientos. Es que a través de este
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proceso y del esfuerzo que ha realizado se ha posibilitado la conformación de un sujeto,
que puede dar cuenta de lo que le pasa y su devenir.
A través de este caso se intenta transmitir cuánto nos tiene para decir un niño en
relación a su malestar, quizás los adultos sólo perciban conductas reprobatorias plausibles
de ser modificadas; a veces a los adultos les puede resultar difícil contactar con el dolor del
otro, cerrándose en certezas sin brindar la posibilidad de establecer preguntas. Martín tiene
mucho para transmitir en relación a su padecimiento, así como también de una historia que
lo trasciende y se condensa en este malestar; necesitaba de un espacio que se lo permitiera
y una escucha abierta que pudiera traducir sus emociones en palabras.
5- CAPITULO IV. Consideraciones finales.
A través de este trabajo final de grado, se intenta poner énfasis en la relevancia que
la escucha analítica adquiere en la clínica infantil actual.
Hoy en día puede concebirse a esta herramienta como un valor preciado en una
“sociedad de orejas tapadas” como menciona Jaglin (2014, p.15), de procedimientos
automatizados, de lógicas normalizantes y de tiempos acotados. Con estas características y
en una sociedad adultocéntrica que concibe etimológicamente al infans (infancia) como
aquel que no tiene palabra, cabe preguntarse: ¿quiénes están a la escucha de la infancia?
En este sentido, se podría concebir a esta herramienta y al psicoanálisis, como
elementos nuevamente revolucionarios en tiempos donde niños y niñas no encuentran
espacios donde puedan expresar su malestar y hacer sentir “su voz”. Es decir, donde su
historia personal pueda adquirir un valor único.
Se entiende que el método psicoanalítico propuesto por Freud brinda al clínico un
posicionamiento, habilita la libre circulación de la palabra, el acceso privilegiado al
inconsciente del sujeto, además de una postura ética, entendiendo que quien posee el saber
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sobre su sufrimiento es la persona. A su vez permite que éste asuma un rol activo, para
develar el porqué del padecimiento.
Por otra parte, en esta monografía se refleja que en el trabajo con niños el concepto
de neutralidad adquiere una dimensión particular ante ciertos pedidos y diversas demandas
que no provienen del niño. Los mismos pueden verse atravesados por distintos intereses,
que no permiten concebir al niño como sujeto, ni como un sujeto de derechos. En este
sentido, es necesario abstenerse de responder, evitando así objetivar al niño ni encapsularlo
en su sufrimiento. A su vez, la regla de abstinencia y el encuadre adquieren nuevas
dimensiones. Con la participación del clínico en el juego se complejiza la intervención, en
tanto este queda inmerso en la trama lúdica.
En el caso que se expone, un niño de seis años, que a su corta edad le ha tocado
atravesar vivencias dolorosas y traumáticas, cabe preguntarse si acaso ¿no es esperable que
esté triste? Si a un adulto le tocara vivir la misma situación, ¿no estaría angustiado? Es
necesario comprender que los niños hablan a través de su conducta, Martín a través de ella
manifiesta su enojo y tristeza. Ahora bien, de parte de los adultos referentes si solo se
observan conductas a reprobar, ¿no se corre el riesgo de anular la posibilidad de escuchar?,
y acaso no se debería interrogar acerca de ¿qué está queriendo decir el niño con su síntoma?
Martin llega a la consulta, siendo hablado por otros, su abuela que le pide que no
esté triste y sentencia “no vas a estar nunca con tu mamá”, y por otro lado la maestra que
reprueba su conducta y enjuicia diciendo que es un niño peleado con la vida. Se lo priva de
su circunstancia, de poder expresarse y se lo deja sin alternativas. Ante esta encrucijada en
la que se encuentra Martín, vislumbra como salida a esta situación una vacuna de solución
mágica que anestesie sus emociones o la otra posibilidad, dejar de ser humano y convertirse
en una máquina. Con estas alternativas el niño: ¿no estará reflejando lo absurdo del pedido
de los adultos? ¿Cómo se puede hacer para no sentir?
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En ocasiones, desde la psiquiatría se realizan juicios clínicos y se toman decisiones
terapéuticas a raíz de descripciones que realizan los padres, adultos referentes o maestros
sobre el comportamiento del niño. Se entiende que remitir las causas del padecimiento a
solamente una causalidad biológica plausible de ser modificada a través de una medicación,
también priva al niño de su historia, de su presente y futuro. Esta forma de abordaje se
cierra en certezas, no interroga acerca del por qué, sino que en ocasiones busca la solución
rápida y efectiva para su entorno.
En este trabajo se concibe a la escucha analítica como un espacio simbólico que
aloja la urgencia del sufrimiento de quienes consultan; sin embargo su especificidad y la
del método psicoanalítico, evita responder con la misma urgencia que demandan.
Interrogarnos, crea la posibilidad de abrirnos hacia lo desconocido, nos aleja de la
certeza, complejiza la mirada, la escucha; como sostiene Soares (2015), tomando a Morin:
complejizar remite a “tejer juntos”, es decir lo esencial del análisis.
En este contexto, el psicoanálisis ofrece una alternativa a tener en cuenta. En
primera instancia, porque reivindica la escucha analítica como una herramienta primordial
del clínico, y porque a través ella y del método psicoanalítico nos aventuramos a un mundo
desconocido.
En segundo lugar, porque el psicoanálisis es quien ha insistido en la importancia de
la vida infantil y la trascendencia de la misma en la vida adulta. Pero principalmente porque
el psicoanálisis permite posicionarse desde el lugar del niño, escucharlo, ayudarlo a que
formule su demanda, lo cual no será posible si sólo se detiene a atender la demanda de los
adultos. Desde este marco referencial, se abre el espacio para que se exprese sin juzgar ni
reprobar su conducta, no se trata de reeducar, normalizar ni corregir, se trata de tener
presente que los niños son sujetos de pleno derecho y dignos de ser respetados. Hago eco
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de las palabras de Calcagnini (2005, párr. 19) “lo que un analista produce con su escucha,
es un sujeto.”
A su vez, el psicoanálisis permite pensar los síntomas como vías de solución de
conflictos subjetivos. Si se concibe al síntoma como una manifestación que viene a
denunciar algo que no anda bien, habrá que considerar si tender a suprimirlo o a re
introducir su malestar e indagarlo como el enigma que representa. Si se entiende el síntoma
como algo molesto a suprimir, el niño será objeto de intervención, donde se podría correr
el riesgo de no tener en cuenta los por qué sino los beneficios de los resultados esperados.
En este sentido, se tendrá especial cuidado de que la clínica no claudique ante la promoción
de la adaptación a la vida productiva.
Por otra parte, hay que destacar que las observaciones y lecturas previas que se
realizan en torno al síntoma, tanto por padres, adultos referentes o maestros, posibilitan el
acceso del niño a la consulta psicológica, de otra manera quizás esto no fuese posible. Las
entrevistas con los adultos referentes permiten evaluar su disposición ante el inicio del
proceso psicoterapéutico, evaluar la posibilidad de compromiso ante el mismo, permite
conectarse con el sufrimiento del niño y con su propia historia, historizando. A su vez, es
importante poder transmitir tranquilidad, contener sus inquietudes, sus temores para poder
trabajar en conjunto. Entendiendo que no todos los niños que consultan emprenden un
análisis, a veces algunas problemáticas se resuelven en estas primeras entrevistas.
Es necesario construir una demanda de análisis tanto del niño como de los padres
para empezar a interrogarse y reflexionar, tomando como punto de partida aquello que
habla en el padecimiento del niño. Se trata de interrogarnos acerca de qué posición ocupa
el niño, qué lugar le otorgan y le ofrecen los padres; teniendo en cuenta que el niño, en
ocasiones, representa lo sintomático de la estructura familiar.
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Por último, cabe destacar como a través de Martín puede verse reflejada la situación
de muchos niños que no encuentran espacios donde puedan ser oídos; cuando Martín
percibe que hay alguien dispuesto a escucharlo hace suyo el espacio, se apropia de él y
toma la palabra para decir, manifestar y descubrir el porqué de su sufrimiento. Martín sabe
que no está solo en ese camino.
Se podría considerar que ante la complejidad de ciertas situaciones cada vez más
frecuentes en la clínica infantil, se hace necesario recurrir al trabajo interdisciplinario y en
equipo. Estas acciones cobran mayor sentido y proponen un abordaje integral para dar
respuesta a la clínica de hoy.
La realización de esta monografía se vincula a mis primeras experiencias con la
clínica infantil dentro de la formación de grado. Este recorrido permitió tomar una posición
ética, repensar la formación a la que aspiro y la reflexión en torno a la omnipotencia del
saber/poder profesional, las lógicas de adaptación, la reeducación del síntoma, etc. Por este
motivo destaco la escucha analítica como herramienta fundamental de la clínica ya que
alberga la palabra del otro, su dimensión subjetiva, dotando de sensibilidad y empatía. En
este sentido es que considero de suma importancia que nuestro quehacer en la clínica con
niños apunte a develar su decir, a través del juego y otros recursos, a cederle la palabra para
que pueda ser escuchado. Espero que este trabajo sirva de inspiración para reflexionar en
torno a este tema.
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