Post on 30-May-2018
8/9/2019 Periodistas_-_Vicent[1]
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Teora y prctica de la prensa escrita
A partir de la columna Periodistas de Manuel Vicent.
1) Realicen una clasificacin del periodismo, segn el columnista del diario El Pas.
2) Segn el texto: La reflexin sobre el rol del periodismo puede desvincularse de todo planteamiento
tico? Justificar
3) Qu imagen de los medios construye el texto? Cul es la relacin que se establece entre medios y
periodistas?
Para la lectura de Garca Mrquez:
1) Qu entiende Garca Mrquez por periodistas de oficio? Cmo lo contrapone a la figura del
periodista acadmico?
2) A la luz del texto, cules son los riesgos del periodista que se forma en las universidades?
3) Qu reflexin tica hace Garca Mrquez sobre el periodismo?
4) Elaboren un posible declogo del buen periodista a partir de El mejor oficio del mundo
5) Comparen la imagen que tiene Garca Mrquez sobre los medios con la que tiene Vicent: Resalten
similitudes y/o diferencias.
EL PAIS domingo, 15 de octubre de
2006Opinin
A los hroesMANUEL VICENT
Siendo el periodismo una de las profesiones ms arriesgadas, es al mismo tiempo una de las ms
desprestigiadas. Son innumerables los idiotas y truhanes que andan metidos en este oficio, en el que se hace
patente una de las lacras del mundo moderno: la diferencia insondable que existe entre el poder de los
medios de comunicacin y la debilidad de pensamiento o las bajas pasiones que lo sirven. La charlatanera,
la maledicencia y la estupidez cubren hoy el planeta a caballo de las ms refinadas conquistas de la
tcnica. Aquel tonto, que era feliz con un lpiz, hoy puede haberse convertido en un descerebrado con un
micrfono en la boca dedicado a lanzar insultos al prjimo, que a travs del universo pueden llegar hasta lospies del Altsimo, el cual se queda tan ancho; o en un ambicioso cuyos delirios de grandeza se convierten
cada maana en titulares espasmdicos de peridico o en chantajista capaz de sacar tajada de la
debilidad humana. Sobre esta basura meditica se ven obligados a sentarse otros periodistas que slo
pretenden cumplir con su deber de informar correctamente a los lectores. Son unos profesionales annimos,
duros de pelar, fiables e incombustibles. Cada maana llegan a la redaccin y tratan de cocinar
ordenadamente toda las miserias del mundo que vomitan los cables, sin esperar nada de la vida que no sea
poder mirarse al espejo sin sonrojarse. No hay forma de que se sorprendan de nada. Ninguna catstrofe
le har mover una ceja. Cuando se cumple la hora exacta, al final de una jornada de trabajo, apagan el
ordenador, se toman una copa en un bar y vuelven a casa, se estiran en el sof y en el momento del telediario
slo miran la pantalla de soslayo porque conocen cada noticia desde el revs de la trama. Y despus estn
los hroes. Si el periodismo es una profesin muy arriesgada es porque tambin est servida por unos tipos,que no dudan en acercarse al plato del mastn, jugndose el pellejo, con el nico propsito de servir a la
dignidad humana y al derecho de la sociedad de estar informada de las brutalidades de los tiranos. La
periodista rusa Anna Politkvskaya baleada recientemente al salir de su ascensor en Mosc estaba
escribiendo una crnica que saba muy bien que le poda costar la vida. Pese a todo, no baj los brazos.
Otros estn en la crcel o mueren en las guerras. Esta profesin seguir podrida por la base mientras estos
hroes y tantos periodistas insobornables deban compartirla con una caterva de idiotas y pequeos canallas.
1El mejor oficio del mundoGabriel Garca Mrquez *
A una universidad colombiana se le pregunt cules son las pruebas de aptitud y vocacin que se hacen a
quienes desean estudiar periodismo y la respuesta fue terminante: "Los periodistas no son artistas". Estas
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reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la certidumbre de que el periodismo escrito es un
gnero literario.
Hace unos cincuenta aos no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprenda en las salas de
redaccin, en los talleres de imprenta, en el cafetn de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el
peridico era una fbrica que formaba e informaba sin equvocos, y generaba opinin dentro de un ambiente
de participacin que mantena la moral en su puesto. Pues los periodistas andbamos siempre juntos,
hacamos vida comn, y ramos tan fanticos del oficio que no hablbamos de nada distinto que del oficio
mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vidaprivada. No existan las juntas de redaccin institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria
oficial, todo el personal de planta haca una pausa de respiro en las tensiones del da y conflua a tomar el
caf en cualquier lugar de la redaccin. Era una tertulia abierta donde se discutan en caliente los temas de
cada seccin y se le daban los toques finales a la edicin de maana. Los que no aprendan en aquellas
ctedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburran de tanto hablar de
los mismo, era porque queran o crean ser periodistas, pero en realidad no lo eran.
El peridico caba entonces en tres grandes secciones: noticias, crnicas y reportajes, y notas editoriales. La
seccin ms delicada y de gran prestigio era la editorial. El cargo ms desvalido era el de reportero, que
tena al mismo tiempo la connotacin de aprendiz y cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han
demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a losdiecinueve aos - siendo el peor estudiante de derecho - empec mi carrera como redactor de notas
editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones,
hasta el mximo nivel de reportero raso.
La misma prctica del oficio impona la necesidad de formarse una base cultural, y el mismo ambiente de
trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adiccin laboral. Los autodidactas suelen ser vidos y
rpidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abrindole paso en la vida al mejor oficio
del mundo - como nosotros mismos lo llambamos. Alberto Lleras Camargo, que fue periodista siempre y
dos veces presidente de Colombia, no era ni siquiera bachiller.
La creacin posterior de las escuelas de periodismo fue una reaccin escolstica contra el hecho cumplido deque el oficio careca de respaldo acadmico. Ahora ya no son slo para la prensa escrita sino para todos los
medios inventados y por inventar.
Pero en su expansin se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde sus orgenes en
el siglo XV, y ahora no se llama periodismo sino Ciencias de la Comunicacin o Comunicacin Social. El
resultado, en general, no es alentador. Los muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida
por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afn de
protagonismo sobre la vocacin y las aptitudes congnitas. Y en especial sobre las dos condiciones ms
importantes: la creatividad y la prctica.
La mayora de los graduados llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de gramtica y
ortografa, y dificultades para una comprensin reflexiva de textos. Algunos se precian de que pueden leer al
revs un documento secreto sobre el escritorio de un ministro, de grabar dilogos casuales sin prevenir al
interlocutor, o de usar como noticia una conversacin convenida de antemano como confidencial. Lo ms
grave es que estos atentados ticos obedecen a una nocin intrpida del oficio, asumida a conciencia y
fundada con orgullo en la sacralizacin de la primicia a cualquier precio y por encima de todo. No los
conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la
que se da mejor. Algunos, conscientes de sus deficiencias, se sienten defraudados por la escuela y no les
tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en
especial la curiosidad por la vida.
Es cierto que estas crticas valen para la educacin general, pervertida por la masificacin de escuelas que
siguen la lnea viciada de lo informativo en vez de lo formativo. Pero en el caso especfico del periodismo
parece ser, adems, que el oficio no logr evolucionar a la misma velocidad que sus instrumentos, y los
periodistas se extraviaron en el laberinto de una tecnologa disparada sin control hacia el futuro. Es decir, las
empresas se han empeado a fondo en la competencia feroz de la modernizacin material y han dejado para
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despus la formacin de su infantera y los mecanismos de participacin que fortalecan el espritu
profesional en el pasado. Las salas de redaccin son laboratorios aspticos para navegantes solitarios, donde
parece ms fcil comunicarse con los fenmenos siderales que con el corazn de los lectores. La
deshumanizacin es galopante.
No es fcil entender que el esplendor tecnolgico y el vrtigo de las comunicaciones, que tanto desebamos
en nuestros tiempos, hayan servido para anticipar y agravar la agona cotidiana de la hora del cierre. Los
principiantes se quejan de que los editores les conceden tres horas para una tarea que en el momento de la
verdad es imposible en menos de seis, que les ordenan material para dos columnas y a la hora de la verdadslo les asignan media, y en el pnico del cierre nadie tiene tiempo ni humor para explicarles por qu, y
menos para darles una palabra de consuelo. "Ni siquiera nos regaan", dice un reportero novato ansioso de
comunicacin directa con sus jefes. Nada: el editor que antes era un pap sabio y compasivo, apenas si tiene
fuerzas y tiempo para sobrevivir l mismo a las galeras de la tecnologa.
Creo que es la prisa y la restriccin del espacio lo que ha minimizado el reportaje, que siempre tuvimos
como el gnero estrella, pero que es tambin el que requiere ms tiempo, ms investigacin, ms reflexin, y
un dominio certero del arte de escribir. Es en realidad la reconstitucin minuciosa y verdica del hecho. Es
decir: la noticia completa, tal como sucedi en la realidad, para que el lector la conozca como si hubiera
estado en el lugar de los hechos.
Antes que se inventaran el teletipo y el tlex, un operador de radio con vocacin de mrtir capturaba al vuelo
las noticias del mundo entre silbidos siderales, y un redactor erudito las elaboraba completas con
pormenores y antecedentes, como se reconstruye el esqueleto entero de un dinosaurio a partir de una
vrtebra. Slo la interpretacin estaba vedada, porque era un dominio sagrado del director, cuyos editoriales
se presuman escritos por l, aunque no lo fueran, y casi siempre con caligrafas clebres por lo
enmaraadas. Directores histricos tenan linotipistas personales para descifrarlas.
Un avance importante en este medio siglo es que ahora se comenta y se opina en la noticia y en el reportaje,
y se enriquece el editorial con datos informativos. Sin embargo, los resultados no parecen ser los mejores,
pues nunca como ahora ha sido tan peligroso este oficio. El empleo desaforado de comillas en declaraciones
falsas o ciertas permite equvocos inocentes o deliberados, manipulaciones malignas y tergiversacionesvenenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal. Las citas de fuentes que merecen entero
crdito, de personas generalmente bien informadas o de altos funcionarios que pidieron no revelar su
nombre, o de observadores que todo lo saben y que nadie ve, amparan toda clase de agravios impunes. Pero
el culpable se atrinchera en su derecho de no revelar la fuente, sin preguntarse si l mismo no es un
instrumento fcil de esa fuente que le transmiti la informacin como quiso y arreglada como ms le
convino. Yo creo que s: el mal periodista piensa que su fuente es su vida misma - sobre todo si es oficial- y
por eso la sacraliza, la consiente, la protege, y termina por establecer con ella una peligrosa relacin de
complicidad, que lo lleva inclusive a menospreciar la decencia de la segunda fuente.
Aun a riesgo de ser demasiado anecdtico, creo que hay otro gran culpable en este drama: la grabadora.
Antes de que sta se inventara, el oficio se haca bien con tres recursos de trabajo que en realidad eran unoslo: la libreta de notas, una tica a toda prueba, y un par de odos que los reporteros usbamos todava para
or lo que nos decan. El manejo profesional y tico de la grabadora est por inventar. Alguien tendra que
ensearles a los colegas jvenes que la casete no es un sustituto de la memoria, sino una evolucin de la
humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prest en los orgenes del oficio. La grabadora oye pero
no escucha, repite - como un loro digital - pero no piensa, es fiel pero no tiene corazn, y a fin de cuentas su
versin literal no ser tan confiable como la de quien pone atencin a las palabras vivas del interlocutor, las
valora con su inteligencia y las califica con su moral. Para la radio tiene la enorme ventaja de la literalidad y
la inmediatez, pero muchos entrevistadores no escuchan las respuestas por pensar en la pregunta siguiente.
La grabadora es la culpable de la magnificacin viciosa de la entrevista. La radio y la televisin, por su
naturaleza misma, la convirtieron en el gnero supremo, pero tambin la prensa escrita parece compartir laidea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la del periodista que vio como la del entrevistado que
declar. Para muchos redactores de peridicos la transcripcin es la prueba de fuego: confunden el sonido de
las palabras, tropiezan con la semntica, naufragan en la ortografa y mueren por el infarto de la sintaxis. Tal
vez la solucin sea que se vuelva a la pobre libretita de notas para que el periodista vaya editando con su
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inteligencia a medida que escucha, y le deje a la grabadora su verdadera categora de testigo invaluable. De
todos modos, es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones ticas, y otras tantas que envilecen y
avergenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad, sino tambin por falta de dominio
profesional.
Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicacin Social es que ensean muchas cosas tiles para el
oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus programas humansticos, aunque
menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del
bachillerato. Pero toda la formacin debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de lasaptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigacin no es una especialidad del oficio sino que
todo el periodismo debe ser investigativo por definicin, y la conciencia de que la tica no es una condicin
ocasional, sino que debe acompaar siempre al periodismo como el zumbido al moscardn.
El objetivo final debera ser el retorno al sistema primario de enseanza mediante talleres prcticos en
pequeos grupos, con un aprovechamiento crtico de las experiencias histricas, y en su marco original de
servicio pblico. Es decir: rescatar para el aprendizaje el espritu de la tertulia de las cinco de la tarde.
[]
Los medios haran bien en apoyar esta operacin de rescate. Ya sea en sus salas de redaccin, o con
escenarios construidos a propsito, como los simuladores areos que reproducen todos los incidentes del
vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad
atravesados en la vida. Pues el periodismo es una pasin insaciable que slo puede digerirse y humanizarse
por su confrontacin descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa
servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir
siquiera lo que es el plpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolicin moral del
fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y est dispuesto a vivir slo para eso podra persistir en un oficio
tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba despus de cada noticia, como si fuera para siempre, pero
que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con ms ardor que nunca en el minuto
siguiente.
* Gabriel Garca Mrquez es periodista y Premio Nobel de Literatura. Estas son las palabras pronunciadas
ante la 52a. asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Los Angeles, California, el 7 de octubre
de 1996; el texto forma parte de la Biblioteca de la Fundacin Nuevo Periodismo Iberoamericano y se
reproduce con la autorizacin expresa de su director, Jaime Abello Bonfil.