Post on 22-Jul-2022
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD XOCHIMILCO
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
POSGRADO EN DESARROLLO RURAL
NIVEL MAESTRÍA
ORGANIZACIÓN, INTERVENCIÓN Y ECOTURISMO EN ÁREAS DE USO
COMÚN EN CONSERVACIÓN.
EJIDO SAN PEDRO BUENAVISTA, VERACRUZ
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE
MAESTRO EN DESARROLLO RURAL
PRESENTA:
ALBA RUBÍ RODRÍGUEZ NIETO
DIRECTORAS DE TESIS:
DRA. YOLANDA MASSIEU TRIGO
DRA. LUISA PARÉ OUELLET
MÉXICO, D.F. MARZO, 2014
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Contenido
Agradecimientos ............................................................................................................................ 5
Siglas y acrónimos .......................................................................................................................... 6
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 7
CAPÍTULO 1. Marco conceptual y enfoques teóricos ........................................................... 14
Actores sociales, organización y participación. .................................................................. 14
Actores, actores sociales y actores colectivos................................................................ 14
Participación ...................................................................................................................... 18
Participación e intervención .............................................................................................. 21
Organización ...................................................................................................................... 22
Conflicto ............................................................................................................................. 28
Territorio ................................................................................................................................. 34
Los comunes y su debate ..................................................................................................... 36
La intervención, desarrollo y sustentabilidad ...................................................................... 42
Intervención para el desarrollo y la sustentabilidad ....................................................... 44
Intervención que se propone en el proyecto gestión integral de la cuenca del rio Pixquiac .............................................................................................................................. 47
Enfoque centrado en el actor ............................................................................................... 50
Agencia ............................................................................................................................... 51
Dominio .............................................................................................................................. 52
Arenas ................................................................................................................................ 53
Interfaz ................................................................................................................................ 54
CAPÍTULO 2. El ejido San Pedro Buenavista. Historia y sociedad de un territorio compartido ................................................................................................................................. 58
El Ejido San Pedro Buenavista del presente ...................................................................... 58
Antecedentes sociales y geográficos .................................................................................. 61
La primera semilla de organización colectiva. ................................................................ 67
¿Quiénes eran los primeros ejidatarios y de dónde venían? ........................................ 71
Tejiendo y aprovechando el territorio. ............................................................................. 73
Áreas de uso común ............................................................................................................. 81
CAPÍTULO 3. ORGANIZACIÓN Y ACCIONES COLECTIVAS EN EL EJIDO SAN PEDRO BUENAVISTA ..... 86
Ser ejidatario en San Pedro Buenavista ................................................................................ 86
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Mujeres ejidatarias. .............................................................................................................. 91
Trabajo colectivo, decisiones y sanciones ............................................................................. 93
LOS COMITÉS ........................................................................................................................... 95
Comité de los desayunos en la primaria de El Zapotal ........................................................... 97
Palo Blanco: instalación de electricidad ...............................................................................101
Comité del camino ..............................................................................................................103
Problemáticas generales de los comités ..............................................................................107
CAPÍTULO 4. INTERVENCIÓN Y NUEVAS FORMAS DE ACCIÓN COLECTIVA ....................................111
El Proyecto Pixquiac y el COCUPIX ...........................................................................................111
El Ejido San Pedro Buenavista y su integración al Proyecto Pixquiac ........................................118
Organización local en torno al Proyecto Pixquiac .....................................................................120
Movilización en el 2012 .......................................................................................................121
Acuerdos y toma de decisiones colectivas en torno al proyecto Pixquiac y el Prosapix ........125
Envidia ................................................................................................................................133
CAPITULO 5. CONSERVACIÓN, ECOTURISMO Y AREAS DE USO COMÚN ......................................138
El Esquema local de conservación de Áreas de Uso Común .....................................................139
Las políticas de conservación del Estado y sus instituciones .................................................143
Tratando de unir conservación y uso sustentable. El caso de proyecto de ecoturismo .............151
Conformación general e histórica ........................................................................................151
Actores y actantes: sus aportaciones, dilemas y formas de intervención. .............................157
Organización .......................................................................................................................172
Conflictos y proceso organizativos .......................................................................................175
CAPITULO 6. CONSIDERACIONES FINALES ...................................................................................179
Construyendo nuevos esquemas de conservación como alternativas de desarrollo rural ........185
Los retos de una intervención con actores autogestivos ..........................................................186
REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA .....................................................................................................190
5
Agradecimientos
Esta tesis es testimonio y cierre de una etapa muy rica en aprendizajes, y no hubiera
ocurrido igual sin las personas maravillosas que me acompañaron de alguna manera
u otra a lo largo de este proceso.
A Sendas por ser una escuela abierta a la compartición de saberes y esfuerzos.
Gracias infinitas al equipo de Sendas por su trabajo honesto, constante y ejemplar:
Güicha, Isauro, Karime, Lola, Maco, Ale, Magdaleno, y además, por ser mis amigos y
familia: Karlita, Gina y Tajín. Luisa gracias por permitirme aprender y crecer a tu lado,
por tu compromiso y tu coherencia en todo lo que realizas.
Gracias a todas las personas que han participado en los grupos de Ecoturismo, por
compartir conmigo los paisajes, las historias, las risas, las pláticas y también los
errores. Al Ejido San Pedro Buenavista por su disposición, generosidad, sencillez y
sonrisas.
Gracias a mis profesores y profesoras del Posgrado en Desarrollo Rural, por
mantener este espacio de encuentros para la construcción de alternativas y
preguntas en torno a lo que actualmente preocupa y ocupa al campo mexicano. Por
permitirse creer en nuevos paradigmas de educación y de realidades. A Yolanda, por
además acompañarme con calidez y cercanía, especialmente en los momentos
difíciles, y con la seriedad y determinación que aplicas a todo lo que haces.
Gracias Lucho, por la paciencia, el amor y el apoyo en muchos sentidos.
A tod@s l@s que con su energía amorosa, alegre y positiva hicieron más agradables
los días de escritura de esta tesis, especialmente: Edna, Emma y mi mamá. También
a mis amigas y compañeras de lucha en Xalapa, ustedes son una inspiración muy
grande.
Gracias a los que permiten y luchan por la existencia de la educación pública y de
calidad.
Sin ustedes, esta tesis simplemente no hubiera sido posible.
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Siglas y acrónimos
ABC Agua, Bosques y Cuencas (Iniciativa ABC o Fideicomiso ABC)
ANP Área Natural Protegida
AUC Área de Uso Común
CMAS Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Xalapa
CONACYT Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
CONAGUA Comisión Nacional del Agua
CONAFOR Comisión Nacional Forestal
CONANP Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
COCUPIX Comité de Cuenca del río Pixquiac
DRP Diagnóstico Rural Participativo
INECOL Instituto de Ecología
INEGI Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
INVEDER Instituto Veracruzano de Desarrollo Rural
IIS-UNAM Instituto de Investigaciones Sociales-Universidad Nacional Autónoma
de México
LGDFS Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable
ONG Organización No Gubernamental
PSA Pago por Servicios Ambientales
PROCEDE Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de
Solares
PROSAPIX Programa de Compensación por Servicios Ambientales del Pixquiac
RAN Registro Agrario Nacional
SA Servicios Ambientales
SEMARNAT Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales
USAID United States Agency for International Development
UV Universidad Veracruzana
7
INTRODUCCIÓN
La presente investigación, como probablemente muchas de este tipo, comenzó
con algunos preceptos que, en el transcurso de dos años de la maestría, trabajo
de campo, lecturas nuevas y relecturas a textos ya leídos, pláticas con amistades,
con las y los compañeros de la maestría, con las y los compañeros y amigos de
Sendas -donde trabajaba anteriormente y que participan en el proceso de
intervención que cruza esta investigación-, las pláticas previas y posteriores a las
entrevistas a los campesinos y un largo etcétera, se fueron cambiando,
enriqueciendo y cuestionando. En un inicio, esta tesis situaba como central la
discusión sobre gestión comunitaria del territorio, poco a poco se fue enfocando
específicamente hacia la gestión de lo común, principalmente desde el punto de
vista del proyecto de ecoturismo que estuve acompañando por casi dos años. La
historia del ejido San Pedro Buenavista es reciente y comienza en la década de
los treinta del siglo pasado, a lo largo de su proceso “lo común” ha estado
presente, más no ha sido el eje de su vida, especialmente la productiva. Esta
situación ha marcado su historia con conflictos, procesos de organización,
acuerdos y desacuerdos. La iniciativa de intervención a la que está vinculado el
proyecto de ecoturismo, también ha incidido en que hoy en día se encuentren en
conservación casi 300 hectáreas de bosques en las áreas de uso común de este
ejido parcelado en los noventas.
Aunque a lo largo de esta investigación se van integrando los elementos que
componen el proyecto de intervención y a detalle se describe en la primera parte
del capítulo 4, considero importante esbozar de manera general dicho proceso ya
que en los capítulos anteriores haré varias veces referencia al mismo. El
PROYECTO DE CO-GESTIÓN INTEGRAL DE LA CUENCA DEL RIO PIXQUIAC
es una iniciativa compleja de intervención comunitaria para el manejo de recursos
naturales (agua y bosque) que conjuga elementos del contexto social, político,
económico, geográfico y ecológico de la zona conurbada de Xalapa, la capital del
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Estado de Veracruz, y la zona rural, al oeste de la ciudad donde se ubican una de
las cuencas que abastecen de agua a la ciudad. Este proyecto, llamado en
algunos momentos a lo largo de este texto, “Proyecto Pixquiac” opera, como su
nombre lo indica, en la sub-cuenca del río Pixquiac. El uso del concepto de sub-
cuenca (y de cuenca, como también se hace referencia) se plantea como una
propuesta de plataforma social en la que se relacionan el manejo del territorio, de
los recursos y la gestión del agua, con los actores sociales directos o
institucionales. Esta iniciativa es propuesta y operada por la Asociación Civil
Sendas, situada actualmente en Xalapa y fundada inicialmente por Luisa Paré
(IIS-UNAM) y trabajó 1999 hasta el 2010 en la región de los Tuxtlas y sierra Santa
Marta, al sur del estado de Veracruz, y desde el 2005, hasta la fecha, en la
Cuenca del rio Pixquiac (municipios de Perote, Acajete, Las Vigas,
Tlalnelhuayocan y Coatepec, ubicados en la zona centro del mismo estado).
El proyecto de intervención tiene como objetivo principal atender las
problemáticas de los espacios rurales (sociales, políticas y ecológicas),
ocasionadas por la desordenada expansión de la mancha urbana de Xalapa,
sobre los municipios de donde se abastece la ciudad para satisfacer sus
necesidades de agua, específicamente se trataba de un proyecto de libramiento
carretero que amenazaba instalarse sobre una zona de bosque de niebla
estratégica para el abastecimiento hídrico de Xalapa. En este sentido, se
constituye como una perspectiva integral de construcción de alternativas de
desarrollo rural, en la que se pretende converjan diversos actores en una
planeación y gestión de la cuenca del río Pixquiac.
Inicialmente el Proyecto Pixquiac se teje, principalmente, en torno al Programa
de Compensación por Servicios Ambientales y desarrollo integral de la cuenca del
río Pixquiac (PROSAPIX). Este programa ha sido la base de financiamiento
económico para impulsar las diversas acciones de organización, producción y
conservación en la cuenca. Dentro de estas acciones, y de la mano del Prosapix,
desde el 2007 se ha impulsado, la organización de actores, en torno a la
construcción de un espacio de participación a nivel sub-cuenca, el Comité de
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Cuenca del río Pixquiac (COCUPIX) que tiene por objetivo constituirse como “el
sujeto e instancia capaz de abrir el espacio de participación social desde el cual se
puedan articular las políticas públicas y las iniciativas de otros sectores a favor de
un desarrollo sustentable en la sub-cuenca” (192). Dentro del contexto en el que
se ha venido impulsado el COCUPIX, se encuentran las características políticas y
organizativas de los ejidos y comunidades rurales dentro de la cuenca, los cuales
“enfrentan un proceso creciente de disminución de su capacidad de convocatoria,
toma de decisiones y capacidad de organización” (Fuentes y Paré, 2012:201), de
acuerdo con quienes realizan el diseño y operación de Proyecto Pixquiac.
En un inicio, esta investigación pretendía aportar con una reflexión que, desde
el proyecto de ecoturismo, permitiera comprender los procesos de organización
tanto en el ejido, como de la territorialidad de cuenca como propuesta de manejo
territorial del mismo proceso de intervención que he mencionado. Sin embargo,
este objetivo fue derivando en una focalización a los procesos de organización en
torno a “lo común” en el Ejido, especialmente en el caso del proyecto de
ecoturismo, donde “lo común” se encuentra con la conservación, en los conflictos
que se tienen, cómo los resuelven, qué instituciones norman la vida organizativa y
cómo éstas se ven tocadas por un proceso de intervención que busca fortalecer la
organización y participación colectiva con miras a la construcción de cimientos
hacia la sustentabilidad y relaciones de reciprocidad campo-ciudad. En otras
palabras, aunque el título de tesis registrado se enfoca al ecoturismo, rebasamos
la preocupación inicial y abarcamos distintos aspectos de la organización en torno
al bien común.
El PROYECTO DE ECOTURISMO “CAÑADAS DEL PIXQUIAC”, es uno de los
proyectos productivos impulsados desde el Proyecto Pixquiac dentro del Ejido San
Pedro Buenavista. Fue impulsado como alternativa productiva desde la
elaboración de un diagnóstico participativo. Entre sus objetivos se incluye el uso
sustentable de los bosques de niebla en conservación y la generación de ingresos
económicos para los participantes. El proyecto enfoca sus esfuerzos y recursos en
10
la capacitación y organización del grupo, no obstante, se ha invertido poco en
infraestructura. El tipo de turismo que procura es de senderismo por caminos ya
existentes que han sido adecuados y mantenidos o elaborados ex profeso. En
estos recorridos las personas visitantes caminan entre potreros, milpas,
pesmatales 1 , acahuales y bosques para llegar a algunos atractivos como
cascadas o miradores. Las comunidades que participan son Zapotal, Vega del
Pixquiac, y Palo Blanco, ésta última cuenta con un par de cabañas tipo albergue
de montaña y un comedor, las otras dos sólo cuentan con un comedor rústico para
un máximo de 30 personas. Lograr la operación de un equipo en el que se realizan
diversas tareas para la atención de visitas turísticas, equipo en el que también
participan actores externos, ha sido un reto desde el inicio.
En el escenario existe una diversidad de actores que entrecruzan sus
proyectos y detonan procesos. Esta tesis pretende identificar a estos actores y el
papel que cumplen en este juego de discursos, acciones y proyectos. Una de las
complejidades más grandes a las que me he enfrentado en esta investigación, ha
sido que yo, como persona y como actor, fui y soy parte de esta diversidad de
actores que cruzan sus caminos en esta historia, con sus proyectos de nivel
personal, colectivo e institucional. Mi presencia y mi persona algunas veces se
vieron involucradas en las dificultades de trabajar en colectivo, y mis propios
instintos, criterios y perspectivas personales, se colaron tanto en mi desempeño
como acompañante de los grupos de ecoturismo, como probablemente en esta
investigación.
El objetivo central que rige a esta investigación consiste en analizar las
formas de organización por las que los y las habita ntes del Ejido San Pedro
Buenavista logran acciones colectivas, especialment e en las que cruzan sus
repertorios culturales con intervenciones externas , en particular con
intervenciones con características nuevas respecto a las intervenciones 1 Se le nombra pesmatal a los terrenos cubiertos por pesmas o helechos arbustivos, como vegetación
secundaria de regeneración posterior a un desmonte.
11
tradicionales con instituciones del sector público y actores políticos y electorales.
Los proyectos e iniciativas impulsadas por Sendas, AC, dentro del marco del
proyecto de Co-gestión integral de la cuenca del Pixquiac, constituyen nuevas
formas de intervenir, que rompen o intentan romper con la cultura política
asistencialista y clientelar de dichas formas de intervención “tradicional” que
practican con instituciones oficiales y reproducen al interior del ejido. Así mismo,
esta investigación pretende explorar, a través de dicho análisis, los encuentro s
de discursos y desencuentros de la vida normativa q ue se gestan alrededor
de sus áreas de uso común, puestas en conservación y supuestamente
aprovechadas a través del ecoturismo.
Para lograr lo anterior ha sido necesario contar con los siguientes objetivos
específicos: 1) Caracterizar históricamente al ejido San Pedro Buenavista, a través
de relatos de los ejidatarios y los documentos existentes, para conocer los
acuerdos realizados para lograr su conformación socio-territorial actual. 2)
Identificar y describir algunas de las formas de organización local de beneficio
colectivo. 3) Caracterizar a los actores involucrados en el proceso de intervención
del proyecto impulsados por la organización asesora Sendas AC y en particular en
el proyecto de ecoturismo, analizar las viejas y nuevas formas de toma de
decisiones, establecer acuerdos y solucionar conflictos. 4) Comprender los tipos
de acuerdos existentes sobre las áreas de uso común a nivel ejido, especialmente
el establecido con la Asamblea Ejidal y los grupos de ecoturismo, así como las
perspectivas y prácticas de los habitantes del ejido respecto a su uso,
aprovechamiento y conservación. 5) Documentar y analizar cómo las formas de
intervención llevadas a cabo por el Proyecto de co-gestión integral de la Cuenca
del río Pixquiac (del que forma parte la iniciativa productiva de ecoturismo),
afectan a las relaciones y procesos organizativos de trabajo colectivo en el ejido.
Además de cumplir con estos objetivos específicos, se incluyó un sexto que
consistió en hacer una revisión a las legislaciones vigentes en torno a la
conservación forestal, poniendo especial atención a las referencias a las formas
de organización y participación comunitaria en este tema. Esta revisión obedece a
que las instituciones, sus normativas legales y reglas operativas tienen un poder
12
de agencia tanto para las comunidades que cuentan con bosques en conservación
como para las ONG’s o consultorías que acompañan este tipo de procesos y
comunidades.
Para lograr el objetivo principal de esta investigación he tratado de estudiar y
explorar una serie de conceptos que resultarán de utilidad en la comprensión de
esta situación. En el capítulo 1 se describe y señala una definición de actor que
resulta útil para comprender a los sujetos imbricados en esta investigación,
también se explora la noción de actor colectivo. El concepto de participación
también es ampliamente explorado, ya que sus enfoques nos abren el panorama
sobre el porqué de su importancia y por qué es relevante cuando hablamos de
organización, concepto también retomado y analizado desde distintos campos de
las ciencias sociales, y de los cuales se toman distintos elementos útiles para esta
investigación, aunque también se desechan algunos. Otro concepto de gran
importancia es el de intervención, ya que la comprensión de sus dificultades e
impactos en las comunidades receptoras aclara bastante el escenario como un
espacio de encuentros y desencuentros de discursos y formas de hacer las cosas.
En el apartado que se dedica a este concepto también traté de abordar en
específico la intervención vinculada a procesos de participación y sustentabilidad,
y se hace un esbozo sobre el tipo de intervención que pretender ser el Proyecto de
co-gestión integral de la Cuenca del río Pixquiac. El debate sobre el tema de los
comunes también es abordado en este capítulo, donde también trato de asentar
en este punto, las contradicciones actuales que atraviesa el concepto de lo
“común” en un contexto global y centralmente capitalista. Así mismo, también se
explora la metodología de análisis que propone Norman Long desde la perspectiva
orientada al actor, los conceptos de agencia e interfaz fueron de especial utilidad
en la compresión de este tema de estudio.
En el capítulo 2, trato de describir la formación territorial del Ejido San Pedro
Buenavista. Consiste en un encuentro entre la historia oral y los datos geográficos
e históricos existentes en un contexto regional situado. El hilo que da continuidad
a esta historia es la de la formación de una identidad o múltiples identidades
13
organizativas que pretenden no sólo mostrar el contexto histórico sino también la
construcción de una forma de ser, sentir y organizar el territorio. En el capítulo
tercero se muestra un amplio panorama de las formas de organización,
participación, resolución de conflictos que ordenan la vida comunitarioa de los
habitantes del Ejido San Pedro Buenavista, así como la toma de acuerdos y
decisiones en colectivo. Las formas de organización en torno al proyecto de
intervención que se construyen en torno a las negociaciones entre el Ejido y el
grupo de intervención de manera general y específicamente en la línea de
conservación de áreas de uso común, se describen y analizan en el capítulo
cuarto. A manera de unión coyuntural de los temas de organización, conservación
de áreas comunes e intervención, en el capítulo 5 se hace una revisión de
concepto de conservación desde las perspectivas del proyecto de intervención y
del Estado; la segunda parte de este capítulo describe al proyecto de ecoturismo
como ejemplo organizativo que se encuentra inmerso dentro del proceso de
intervención.
En la elaboración de esta investigación se realizó trabajo de campo que
consistió en convivencia y pláticas informales con habitantes del ejido; entrevistas
estructuradas a miembros y ex-miembros del proyecto de ecoturismo, así como
participantes o representantes de diversos trabajos colectivos del ejido,
autoridades ejidales, al presidente del Comité de Cuenca del rio Pixquiac e
integrantes de Sendas; también destaca la asistencia a Asambleas Ejidales,
reuniones de grupos productivos del ejido, y reuniones de coordinación semanales
y seminarios de trabajo y discusión en las oficinas de Sendas; así mismo, también
recurrí a mi memoria y mi propia historia como acompañante del grupo de
ecoturismo.
14
CAPÍTULO 1. Marco conceptual y enfoques teóricos
Actores sociales, organización y participación.
Actores, actores sociales y actores colectivos
El problema que rige esta investigación gira en torno a las prácticas de
organización, toma de decisiones, acuerdos y desacuerdos que los integrantes de
un ejido realizan en torno a los recursos de su territorio. Antes de entender dichas
prácticas y el marco cultural en el que se desenvuelven, considero preciso definir
qué estamos entendiendo por estos conceptos de manera general y en el marco
de la gestión territorial.
La primera cuestión que valdría la pena debatir, es la denominación que se le
dará de aquí en adelante tanto al ejido como al grupo de ecoturismo involucrados
en este estudio. De acuerdo con Norman Long (2007) personas individuales,
agrupaciones colectivas y hasta “macro” actores son formas en las que aparecen
los actores sociales. En este sentido, estaríamos entendiendo como actores
sociales “todas aquellas entidades que puede decirse tienen una agencia en tanto
que poseen la capacidad de conocer, justipreciar situaciones problemáticas y
organizar respuestas ‘apropiadas’” (Long, 2007:442)
Long profundiza sobre la definición dada por Touraine (1987), en la que “los
actores se definen como tales por sus prácticas, y no sólo por la posición que
ocupan en la estructura social o política”, mediante la introducción del concepto de
agencia2 a la definición del actor social. Long destaca mediante la agencia la
2 La agencia implica tanto la capacidad de conocer experiencias y deseos reflexionados, interpretados
e interiorizados (consciente o inconscientemente), como la capacidad de manejar habilidades relevantes
15
capacidad de conocer y de actuar, “implica la generación y el uso o manipulación
de redes de relaciones sociales y la canalización de elementos específicos (…) a
través de puntos nodales de interpretación e interacción” (Long, 2007:50). Este
mismo autor (2007) aborda la importancia de la estructura y el poder en las
relaciones de los actores, así como en el comportamiento social de los individuos.
La agencia se manifiesta en la habilidad de influir en otros o dejar pasar una
orden, dentro de una mezcla compleja de elementos sociales, culturales y
materiales y, en palabras de Latour (1986:264), “el poder se forja aquí y ahora
enrolando a muchos actores en un esquema político y social dado”.
En la misma perspectiva, del trabajo de Paz (2005:245) se rescatan
definiciones de actor social que pueden ser retomadas para reflexiones y
estudios sobre el manejo de los recursos naturales son: 1) aquellos que afectan o
pueden ser afectados por la consecución de determinados objetivos
(Freeman,1984) y 2) “los interesados son… los usuarios y administradores de los
recursos naturales” (Röling y Wagemakers 1998:7) En este sentido, según
Ramírez, (2000:109) se puede definir a los actores o interesados que intervienen
en el problema y tipificarlos en las siguientes atribuciones “a) el poder y el interés
relativo de cada uno; b) la importancia y la influencia que tienen; c) las múltiples
posiciones que adoptan; y d) las redes o coaliciones a las que pertenecen”. Para
un entendimiento más detallado de los actores, Ramírez (citado por Paz,
2005:246) propone agregar “las variables que entran en juego en las
interacciones sociales, pues es de éstas de donde se derivan tanto los conflictos
como los acuerdos” y se resumen de la siguiente manera: “1) presencia o
ausencia de poder, el cual definimos en términos de Dahl (1976), como la
capacidad de influencia en la toma de decisiones; 2) nivel organizativo, derivado
de la pertenencia a organizaciones, redes o coaliciones; (…) 3) las prácticas con
respecto a los recursos.” (Paz, 2005:246).
para acceder a recursos materiales y no materiales, e involucrarse en prácticas organizativas particulares (Long, 2007:108).
16
Una de las variables que se mencionan en el párrafo anterior es la presencia o
ausencia de poder, entendido como la capacidad de influencia en la toma de
decisiones. Considero importante retomar de Castañares el análisis de la toma de
decisiones en el ámbito de la gestión ambiental. Castañares (2009:28) distingue
tres tipos de decisión: “estratégicas, tácticas y operativas” y “en cada uno de estos
niveles encontramos dinámicas e intereses distintos” Agrega el autor que “la
diferenciación de estos niveles de decisión sólo es con el propósito de facilitar el
análisis” y que cada uno tiene dinámicas autónomas, así como determinaciones
por integración entre los tres niveles (Castañares, 2009:29). Las interacciones, o
su ausencia, “entre los niveles de toma de decisiones son indispensables para
entender cómo se ha llegado a una denominada estructura. Es común observar
que los espacios de negociación que se abren entre los actores de los distintos
niveles de organización sean resultado de un proceso discontinuo –como pulsos–
en el desarrollo del sistema ambiental” (Castañares, 2009:29). Aunque esta
reflexión es utilizada para el análisis de las decisiones institucionales que inciden
en la conservación, considero que también puede ser utilizada en el análisis de los
procesos de toma de decisiones de cualquier grupo, especialmente con incidencia
en el territorio y los recursos naturales.
En este sentido, el actor al que se refiere esta investigación lo constituye un
conjunto de individuos que, dentro de su específica historia y estructura social,
deben tomar decisiones relacionadas con algo que los une y los reúne alrededor
de una misma historia en torno a un territorio, es decir el Ejido y sus recursos
(naturales, sociales, identitarios y políticos) compartidos. Por lo que se entenderá
a éste como un actor colectivo. En ese sentido, para Melucci (1999:43), los
actores colectivos son capaces de definirse a sí mismos y al campo de su acción,
sea éste las “relaciones con otros actores, disponibilidad de recursos,
oportunidades y limitaciones”; dicha definición es producida por interacción y
negociaciones, y no se construye de manera lineal. Agrega que la construcción
del ‘nosotros’ colectivo resulta una creación de los individuos que comparten
orientaciones relacionadas con los fines de una acción en el sentido que el actor le
da como tal, con las posibilidades y límites para lograrla, y con el territorio como
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campo en el que se desarrolla. Tal construcción y negociación en torno a una
acción colectiva definen una identidad colectiva, y al mismo tiempo la interrupción
o la debilidad del proceso de construcción de lo colectivo imposibilita o limita los
alcances de la acción (Ibídem). Aunque Melucci no hace referencia al conflicto,
este puede o no estar presente en la ejecución de las prácticas colectivas.
Long retoma tres connotaciones del término actor colectivo que considero
pertinente abordar. La primera se refiere a una coalición de actores que comparten
una definición de alguna situación, metas similares, intereses o valores, que
acuerdan “perseguir ciertos cursos de acción social” (Long, 2007:120); la segunda
como “un ensamble de elementos humanos, sociales, materiales, tecnológicos, y
textuales que constituyen… una ‘red-actor’ heterogénea”, en la que las acciones
son consideradas “elementos emergentes, generados por la interacciones de
numerosos componentes humanos y no humanos” (Long, 2007:121); y la tercera,
que reconoce que las imágenes, representaciones y categorizaciones que
componen la vida social constituyen un todo unitario, es decir, construido por lo
social como expresión de lo colectivo.
Retomaré el segundo sentido como el que nos sirve para este estudio,
destacando que las interacciones de los actores suceden con elementos humanos
y no humanos, a manera de efectos emergentes que surgen de manera
“accidental”, por determinaciones que pueden o no corresponder a la agencia de
los actores, es decir, “no por un grupo de individuos que deciden unirse para
emprender algún esfuerzo común” (Long, 2007:121). Esta interpretación del actor
colectivo “enfatiza la heterogeneidad de la construcción de las prácticas
organizadoras fundada en las estrategias de enrolamiento, y advierte contra las
interpretaciones individualistas y reduccionistas de las formas colectivas” (Long,
2007:121). La razón por la que privilegio esta noción (actor-red) es porque la
construcción involucra tanto los actores locales como los interventores externos,
además del objeto no-humano de la intervención que es el bosque, a su vez
construcción social que se transforma a lo largo de la historia como resultado de
múltiples interacciones sociales. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa los
18
actores se han repartido determinado territorio en el proceso de reforma agraria,
mismo que ha sido inscrito en los registros agrarios de determinada manera
(tierras parcelas y tierras en común) y que, en la intervención externa que
analizamos en esta investigación ha implicado el rescate o la construcción de
nuevas instituciones y acuerdos.
Participación
En la vida comunitaria y en la gestión del territorio a través de la asamblea
ejidal, los individuos participan de distinta manera y tienen capacidades y formas
de incidir en los cambios en las formas de manejo del territorio. Parte de los
objetivos de esta investigación refiere a la toma de decisiones y a la autogestión,
esto obliga a definir qué se está entendiendo por participación para esta
investigación, así como los tipos, categorías o modalidades de participación y su
relación con la capacidad de agencia de los actores. En la revisión al concepto de
participación de Pretty y Scoones (1992:2, citado por Paré y Gerez, 2012: 40), se
incluyen la toma de decisiones, así como el poder de decidir basado en la
recolección y análisis de información como implicaciones de una participación. El
problema que nos ocupa tiene que ver en parte con la participación social, para
lograr la comprensión de ésta en el ejido será necesario prestar atención a los
testimonios presentados, a lo largo del documento, en relación a sus acciones
colectivas como parte del ejido.
El concepto de participación se ha convertido ya en una palabra en boca de
muchos, excesivamente usada por el Estado y demás instituciones como parte de
un discurso del ejercicio de la democracia, tanto que ahora cada dependencia
gubernamental lo ha incorporado como programa o línea de acción transversal en
todos sus planes de desarrollo. Y, al igual que éste, ha perdido su sentido reflexivo
y en algunos casos se omite su importancia radical, así hoy día escuchamos o
leemos una larga lista de acciones con el adjetivo ‘participativo’. Los hay desde:
enfoque participativo, metodología participativa, investigación participativa, mapeo
19
participativo, diagnóstico participativo; otros como desarrollo participativo,
democracia participativa, presupuesto participativo, periodismo participativo y
hasta préstamos participativos o fotografía participativa. No se diga de la
exaltación discursiva en los “logros” de grupos sociales: participación de la mujer,
participación ciudadana, participación de los maestros, de los indígenas, de los
padres de familia, etc.
Todas estas nociones alrededor de la participación coinciden básicamente en
que son instrumentos que utilizan dos o más actores o grupos de actores, de
manera concertada, para lograr una gestión en la que los involucrados tienen una
voz o representación (Banco Mundial, 2012; Gerencia de Participación Vecinal,
2013). El hecho de que en la praxis no todas las nociones cumplan con esta
premisa puede estar indicando que el uso viciado del concepto le ha restado su
sentido ontológico. Moya y Way argumentan que el concepto de participación ha
sido abordado en una diversidad de discursos que convienen a varios intereses,
éste ha sido utilizado como “requisito obligatorio y equivalente de ‘mejor ejecución’
(y que) en muchos casos promueve el uso irresponsable e inmediatista” del
término (Moya y Way, 2001, 39). En el producto editorial producido de la
experiencia del proyecto de cogestión de la cuenca del Pixquiac por sus
ejecutores externos, se menciona que la participación va en dos sentidos: uno en
el que los actores se involucran en propuestas y programas diseñados desde el
Estado y otro como una “participación real y comprometida de las instituciones y
autoridades de distintos ámbitos a concurrir a sus propios llamados de
participación” (Paré y Gerez (coord.), 2012:44]. En este sentido “la participación
implica facilitar el acceso a la información, acceso a la justicia y acceso a los
procesos” (ibídem), en el caso de esta experiencia y que atañe a esta
investigación, de los actores locales en relación con la construcción o
reconocimiento de espacios.” (Ibídem)
Fernanda Paz, en una publicación que se refiere a la participación en el
manejo de recursos naturales, define a “la participación como un proceso político
de construcción de acuerdos para la acción entre diferentes actores sociales, que
20
se da en un marco conflictivo, derivado de sus relaciones sociales y de la
divergencia de intereses que en ella se manifiestan”, por lo que sugiere que, para
el abordaje de las negociaciones y acuerdos, es necesario definir (y clasificar) a
los actores y sus interacciones (2005:239-240). Así mismo concibe que, para
propiciar la participación, además de las reformas jurídico-administrativas, es
necesario “alentar de manera paralela un proceso de apertura y democratización
de la toma de decisiones, lo que implicaría reconocer (…) formas propias (…) de
organización y participación” (Paz, 2005:24-25).
Dentro de una planeación que contempla la participación de diversos actores
en la construcción de estrategias y propuestas, a partir de definición de reglas y
compromisos, la participación perseguiría dos objetivos: “1) incrementar la
cualidad de las decisiones, y 2) generar el compromiso necesario (compromiso
definido como fuerzas combinadas o en sinergia que mantienen las partes unidas
en una relación duradera)” (Hemmatti, 2002, citado en Paré y Gerez, 2012:43).
Otra definición de participación social, dada por Durand (2006:69 citado por
Paré y Gerez, 2012:43), la describe como “el esfuerzo organizado de las
comunidades locales por incrementar el control sobre sus recursos y la capacidad
de sus instituciones para regular el acceso de los mismos”. Gisela Landázuri
profundiza en que “la participación social es uno de los mecanismos que expresan
las capacidades, aptitudes y potencialidades no sólo para elegir, sino también para
diseñar, administrar, evaluar, en fin, construir procesos de autotransformación”
(Landázuri, 2008:234). Para ella “pensar la participación (…) ha de basarse en la
revisión crítica de las relaciones de poder, ideología, conocimiento, construcción
utópica” (Landázuri, 2008:239), que tienen que ver con valores y posturas ético-
políticas; en este sentido, también vincula la participación con los procesos de
emancipación social, destacando la importancia que tienen las ideas de la
autotransformación con la construcción de espacios autogestivos.
La comprensión de la participación, tanto como medio y fin para ejercer
prácticas más democráticas y acceso a procesos autónomos debe mantenerse
para comprender este estudio. La participación se retoma como forma de
21
gestionar un territorio y a través del camino paciente de incitar hacia la
participación, hasta que la participación se ensaya tanto que los actores ya
adquieren como una práctica necesaria. También es importante reconocer que la
participación surge con el surgimiento de voluntades individuales que se expresan
y permiten expresar, por lo que tiene efectos en las individualidades de muy
diversas formas. La percepción de los individuos sobre los principales dilemas de
la participación en el Ejido San Pedro se trata de plasmar a través de algunos
testimonios presentados a lo largo de esta investigación.
Participación e intervención
En esta investigación la participación es motivada por un agente externo a la
comunidad y en un escenario social en el que ésta no se expresa con facilidad.
Por lo que la participación se ha convertido, de manera implica, en un asunto
transversal que se manifiesta en las dinámicas y formas de trabajo que Sendas
propone al Ejido y por lo tanto constituye una forma específica de intervención en
sí misma. La participación, desde su introducción como concepto en diversas
políticas públicas, ha consistido en una intervención hacia los espacios donde se
“propicia” de parte de algunos u otros agentes interventores, por lo general
externos. Así, la participación se ha convertido, en palabras de Gisela Landazuri
(2008:240), en una “invitación” a los pobres para “empoderarse” dentro del mismo
sistema que los ha excluido.
Se puede pensar que, en el caso de esta investigación, la participación no
resulta central en la problemática planteada, sin embargo, de acuerdo a Landázuri
(2008:241), la orientación del desarrollo participativo autogestivo puede transitar
por varias rutas, entre las que se encuentran las que se refieren a las formaciones
efímeras o a la gobernanza3 que “se centran en el marco de reglas, instituciones y
prácticas establecidas que sientan los límites y los incentivos para el
3 Cursivas de la autora.
22
comportamiento de los individuos, las organizaciones y las empresas” (PUEM-
UAM-Sedesol, 2005: 23, citado por Landázuri, 2008: 241)
Si bien, como lo señalan varios autores citados por Landázuri (2008), la
participación es un proceso que siempre ha estado ahí en diversas
manifestaciones, y que se fortalece con la práctica de acciones colectivas. La
participación debe pretender contribuir a la construcción de capacidades de
autodeterminación y autogobierno, para las cuales es necesario pensar en
aprendizajes o autoaprendizajes que construyan nuevos tejidos sociales
(Landázuri, 2008). En este sentido, la intervención practicada con los sujetos
centrales de esta tesis pretende potenciar un cambio cultural y político en los
sentidos abordados en este párrafo, tal como lo comenta Landázuri “en algunos
casos el inicio puede ser la apropiación de una propuesta presentada por otros
actores, pero que después la continúa el grupo a partir de sí mismo y por sí
mismo. Pues la autogestión por principio parte de las decisiones propias” (2008:
245). Como ella misma lo señala: “se trata de que los actores locales sean los
protagonistas de su propio cambio” (Landázuri, 2008: 251), de acuerdo al
contexto, la identidad y la cultura de los actores. Para lograr esto propone una
formación y educación en torno al fortalecimiento de “procesos participativos para
la detección de necesidades, motivaciones, prioridades y tomas de decisión. (Y la)
Formación y capacitación para la gestión de proyectos” (ibídem). En pocas
palabras “se trata de potenciar la capacidad organizativa” según Landázuri (op.cit)
o de “capacitarlos para que ellos busquen metas alternativas más viables”, de
acuerdo a su contexto y sus condiciones subjetivas, según Zemelman (2002,
citado por Landázuri 2008:251).
Organización
Dentro del marco del proyecto de intervención en el que esta tesis se ubica,
además de la participación, la organización se impulsa como práctica con los
grupos rurales (ejidos, grupos productivos). Uno de los asuntos que más energía,
23
tiempo y recursos ha ocupado, en el caso del proyecto de ecoturismo, es la
organización. Una revisión a esta noción, los elementos que la componen y sus
formas de expresión, nos ayudará en la comprensión más profunda de este grupo
de trabajo.
De acuerdo con Vergara (2010:19), en términos generales una organización se
define como “un conjunto de individuos que trabajan de manera coordinada para
obtener metas u objetivos compartidos por todos”. Aunque este autor observa a
las organizaciones como “mecanismos de coordinación del trabajo que dominan el
mundo moderno”, lo que nos interesa de su aportación es que señala que “las
organizaciones operan (…) bajo conjuntos de reglas o normas que les indican lo
que pueden hacer y cómo deben hacerlo” (Vergara, 2010:17). Distingue que a las
reglas o normas se les llama instituciones, que tienen orígenes variados, como las
leyes, las tradiciones o las costumbres y que influyen determinantemente en el
desempeño de las organizaciones (Vergara, 2010:17).
Dentro de la teoría funcionalista se concibe a la organización social como uno
de los principios necesarios para el funcionamiento de la sociedad, como parte del
sistema normativo, en el que, por medio de la organización social, “los actores –
individuos o grupos- comparten orientaciones cognitivas y un conjunto articulado
de fines y valores” (Cadarso, 1995: 242).
Existe una disciplina que, según Vergara (2010:20), “genéricamente podemos
llamar teoría de las organizaciones… (la cual) está formada por un conjunto de
conceptos que no siempre están rigurosamente definidos y delimitados en su
alcance”, y no la considera una teoría “robusta”, ya que esta teoría “no ha logrado
desarrollar un cuerpo de conocimiento exacto y preciso que nos permita diseñar y
operar organizaciones de manera infalible” (Vergara, 2010:20). Sin embargo, para
el caso de esta investigación, sus aportes conceptuales nos pueden ayudar a
entender a la organización comunitaria, desde las partes que la componen.
Desde esta perspectiva, que se encuentra más ligada a las organizaciones
empresariales o de gobierno, se define a una organización como “un conjunto de
24
individuos que trabajan de manera coordinada para obtener metas u objetivos
compartidos por todos” (Vergara, 2010:19), esta sencilla definición implica la
presencia de varios elementos. El primero es la división del trabajo, ya que la
manera coordinada implica que no todas las personas realizan las mismas
actividades, por lo que se considera, desde esta perspectiva, a la especialización
como lo que permite una mayor eficacia o resultados más productivos (Vergara,
2010:19). La teoría de las organizaciones, según Vergara, funciona más como un
método para indagar y descubrir cómo una organización específica podría
funcionar mejor de acuerdo a la tarea que necesita realizar (Vergara, 2010:20).
Esta teoría nos ofrece cuatro elementos clave para entender una organización:
“la estructura, los seres humanos que la ocupan y operan, las decisiones que se
toman y el entorno o contacto dentro del cual existe la organización” (Vergara,
2010:17). En relación a la estructura, toda organización la contempla. Vergara la
describe como “una forma jerárquica determinada y un proceso de trabajo
específico” (2010:21). La forma puede ser una línea de autoridad vertical, o una
con más distintos jefes, sin embargo, la estructura siempre va a corresponder al
proceso necesario para elaborar los productos de la organización, es decir, al
proceso de trabajo, de acuerdo con el autor. En este sentido, “la estructura
establece las responsabilidades jerárquicas y ordena el trabajo interno (… y)
explica qué debe hacerse, quién debe hacerlo y cómo debe hacerse” (Vergara,
2010:21). Desde la perspectiva de la teoría organizacional, se ha analizado a la
estructura principalmente en el proceso de trabajo productivo y el burocrático para
lograr metas administrativas, por lo que se considera que la estructura tiene “la
capacidad que tiene la organización para potenciar la productividad de los
individuos” (Vergara, 2010:22-23). Además de esto, se considera que los objetivos
de la organización determinan las características de la estructura (Vergara,
2010:23).
El segundo elemento indispensable dentro de las organizaciones, desde la
teoría institucional, es lo que consideran como “el elemento humano” y se refiere a
“la subjetividad de los individuos, sus personalidades, habilidades, simpatías,
25
ambiciones, ideologías, etc. (…). Los seres humanos traen su subjetividad a la
organización” (Vergara, 2010:24) y esto tiene un impacto en el funcionamiento de
ésta. Estos “elementos” o sujetos son los que “le dan energía a la organización, la
impulsan al movimiento, a la adaptación y al cambio” (Vergara, 2010:24). Por lo
anterior, en el caso de la organización de este estudio, es decir, los grupos de
ecoturismo, se considera como actores constituyentes de la estructura que mueve
a la organización y la dota de objetivos, no sólo a los individuos miembros de los
grupos de ecoturismo, sino también a otros actores “externos”, que tienen cierta
agencia en este proceso organizativo, ya que introducen sus normas, reglas,
formas de organización, conocimientos y perspectivas. En este entendido, los
actores generan un conjunto de comportamientos poco a poco, al interactuar entre
ellos con base en las reglas y normas de la estructura formal, es decir, generan
una estructura informal. Esta estructura desarrolla relaciones no normadas por y
sobre la estructura formal, con sus propios elementos subjetivos e “incorporan sus
puntos de vista sobre el mundo, su ignorancia, prejuicios, miedo, resentimiento,
ambición, solidaridad, altruismo”. Todo lo anterior altera el funcionamiento de la
estructura formal e incluso los objetivos de la organización (Vergara, 2010:24-25).
Para la comprensión del tercer elemento que constituye a una organización,
Vergara distingue, dentro de la teoría organizacional, dos tipos de actividades en
las organizaciones, unas son las rutinas o actividades repetitivas, y otras son los
procesos decisorios o actividades que implican la toma de una decisión (2012:28).
En lo que concierne a esta investigación, se intenta analizar los procesos de toma
de decisiones que existen en los grupos de ecoturismo como parte de una
organización, con una estructura que sobrepasa a la organización misma, por la
diversidad de actores con agencia en esta organización. En este sentido, se
entiende a una decisión como “una elección entre varias alternativas disponibles
(… y) conlleva siempre incertidumbre” (Vergara, 2010:29). Desde esta
perspectiva, se considera que la incertidumbre siempre está presente a la hora de
tomar decisiones, que la posibilidad de que la elección sea la óptima puede
reducirla y que, a través de ésta, se manifiesta la personalidad de los individuos,
sus habilidades y torpezas durante el proceso de toma de decisiones. En este
26
sentido, la teoría de las organizaciones sugiere que la solución a la incertidumbre
“es reducir lo más posible las decisiones que la organización debe tomar y
sustituirlas por rutinas” (Vergara, 2010:31) y que las organizaciones mismas son
mecanismos que ayudan a reducir la incertidumbre y que facilitan la interacción
humana.
El cuarto elemento es lo que la teoría de las organizaciones nombra como
mundo exterior o “entorno del cual existen y en el que se relacionan con otras
organizaciones” (Vergara, 2010:32). Tiene que ver con las formas de intercambio
de recursos con las que cuenta una organización, como “la información, los
conocimientos especializados, el personal capacitado, los servicios, etc” (Vergara,
2010:32), así como su adaptabilidad al medio en que se desenvuelve. Vergara
(2010:34) señala que las mismas redes de intercambio tienden a “generar una
‘cultura’, una forma de ver el mundo compartida por todos sus miembros”
(Vergara, 2010:34).
Como podemos ver, la teoría de las organizaciones puede que esté muy
encaminada al análisis de las organizaciones corporativas y capitalistas, en el
sentido de hablar de la optimización de la producción, sin embargo, nos brinda
elementos básicos para comprender y explicar otras organizaciones, como la que
es objeto de estudio en esta investigación.
Más abajo se describe el problema de los comunes, sin embargo, cabe en este
apartado mencionar que “el problema que enfrentan los apropiadores de los
Recursos de Uso Común (RUC) es de organización: cómo cambiar la situación en
la que los apropiadores actúan de manera independiente a otra en que adoptan
estrategias coordinadas para obtener mejores beneficios comunes o para reducir
sus daños” (Ostrom, 2002: 78). Para Ostrom (2002:78) “Organizarse es un
proceso; una organización es resultado de ese proceso”, un ejercicio que se va
construyendo sobre su mismo camino, al igual que el de la participación
mencionada líneas arriba. Así mismo, la autora también introduce la toma de
“decisiones secuenciales, contingentes y dependientes" a los cambios que
ordenan actividades en el proceso de organización.
27
March y Olsen (2010:135) señalan que las reglas tienen un carácter central y
que su acatamiento tiene ciertas implicaciones políticas para una organización.
Una de ellas es que las acciones que realiza una organización “se institucionalizan
mediante las estructuras de reglas y rutinas” (March y Olsen, 2010:136).
Consideran también, como parte de estas implicaciones, que las reglas son un
reflejo de la experiencia histórica, y que, a pesar de traer cierto orden, los
conjuntos de reglas pueden potenciar conflictos, contradicciones y ambigüedades.
Una de sus conclusiones es que “las reglas y las relaciones que las vinculan entre
sí se apoyan en la confianza o en una seguridad de que se observará una
conducta adecuada” (March y Olsen, 2010:136). En este sentido, apuntan que la
confianza, más que en un cálculo de reciprocidad, se basa en un concepto de
adecuación. Estos autores atribuyen a las tradiciones históricas y al aprendizaje
que se registra en normas y rutinas mayor importancia que a las voluntades
individuales y colectivas, y a sus propias expectativas para el futuro (March y
Olsen, 2010:136).
Otro concepto que considero pertinente traer a la discusión es el de las
instituciones, las cuales, según Elinor Ostrom, conforman un papel esencial en el
manejo de los recursos comunes (Brunel, 2008: 52). Las instituciones se definen
como:
“el conjunto de reglas que articulan y organizan las interacciones económicas,
sociales y políticas entre los individuos y los grupos sociales. Las instituciones
son las construcciones históricas que a lo largo de su evolución (origen,
estabilización y cambio), los individuos erigen expresamente.” (Ayala, 2008,
citado por Brunel, 2008: 52).
En este sentido, las instituciones constituyen “todas las normas formales o
informales, así como los acuerdos” (Brunel, 2008: 52) establecidos por los
miembros de una organización. De los humanos que están detrás de estas
instituciones depende la adaptación de las reglas a sus necesidades, la
formulación de objetivos para el establecimiento de normas y la posibilidad de
evolucionar institucionalmente conforme cambia el contexto productivo; éstas son
28
producto de discusiones y negociaciones y, por lo tanto, su elaboración, ejecución
y vigilancia son generadores son y objeto de conflictos.
Conflicto
Siguiendo esta línea en la que ya he abordado a los actores, sobre su actuar a
manera de participación y sobre la organización, considero adecuado abordar el
tema del conflicto, debido a que suele ocurrir como regulador de las fricciones en
las relaciones sociales, como parte del escenario que incluye intervenciones e
interacciones entre personas, instituciones y acciones. La cogestión de cuenca del
Pixquiac implica necesariamente la gestión del conflicto y la conciliación de
acuerdos. En el caso del Ejido San Pedro Buanvista, los conflictos por la tenencia
de tierras ricas en recursos, como agua y madera, pueden producirse en diversos
niveles, incluido el familiar. El conflicto aparece en diversos pasajes de regulación
y re-organización de la historia del Ejido y de la conformación del grupo de
ecoturismo. Considero que analizar la función que cumple el conflicto al interior de
dichos procesos, se logra profundizar en la comprensión de sus dinámicas
específicas.
Al conflicto social, por lo general, se le ha relacionado con las dinámicas tensas
que ocurren entre cierto grupo social respecto a otro. Así, la concepción marxista
lo analiza desde la lucha de clases y la movilización, como parte de una re-
organización político-social, algunos funcionalistas conciben al conflicto social
como parte las regulaciones y búsqueda de estabilidad del sistema social, para
otros, como Parsons (citado en: Cadarso, 1995: 242), el “conflicto era una traición,
a los intereses colectivos, o cuando menos, un serio peligro para ellos”.
De acuerdo con Cadarso (1995), a partir de los años cincuenta los conflictos se
empezaron a valorar como procesos de acción social, que le brindan a los
sistemas sociales estabilidad y perdurabilidad, y se le atribuyeron funciones como
el reforzar “el aparato normativo de los sistemas sociales, fortaleciendo las normas
29
pre-existentes y haciendo nacer otras nuevas que adecuan su funcionamiento a
las aspiraciones de los actores sociales y readaptan el sistema a los cambios de
su contexto” (Cadarso, 1995: 243); llevando por este medio la estabilidad por la
vía del reformismo. Otra función atribuida al conflicto social es el refuerzo de los
lazos sociales sistemáticos: “los llamados conflictos transversales hacen que
individuos o grupos conflictivos en un campo determinado deban asumir e
interiorizar el papel de defensores del orden en otros” (ibídem).
Otras teorías a las que Cadarso llama volcánicas, conciben el surgimiento del
conflicto como “el punto culminante de una escala de tensión provocada por
procesos de tipo socioeconómico, político e incluso psicológico” (Cadarso, 1995:
244). Dentro de estas teorías volcánicas, la teoría de la frustración de expectativas
percibe que el conflicto “surge cuando ante unas expectativas en creciente
aumento se produce una coyuntura que las convierte en irrealizables” (Ibídem).
Estas teorías destacan como importante el componente psicológico, ya sea de los
actores individuales o colectivos o de sus líderes, y las expectativas frustradas se
acentúan cuando se trata de poder y status.
Considero de gran utilidad la reflexión sobre el conflicto que se hace desde
estas perspectivas, en relación con las reflexiones que ofrecen, por ejemplo, los
principales teóricos de los llamados “nuevos movimientos sociales”, debido a que
el análisis que éstos hacen sobre el conflicto es que éste confluye en una serie de
acciones colectivas, o movilizaciones, grandes o pequeñas, que se proponen la
búsqueda de alternativas a problemáticas que responden a razones que
sobrepasan la escala analizada en esta investigación, al menos en este momento
histórico de los actores en cuestión.
Otra perspectiva muy interesante es la que viene desde el análisis sociológico
de los conflictos ambientales. Desde esta perspectiva, que no busca restarle
importancia al asunto ambiental, se destaca el carácter social del conflicto en sí
mismo, a lo que Antonio Azueta y Paula Musseta (2009) se refieren como
productividad social del conflicto. En este sentido, señalan que, por un lado, el
conflicto se maneja con la finalidad de solucionarlo, de intervenirlo de alguna
30
manera para resolverlo o evitarlo a toda costa, esta “visión normativa (…) se
resiste a aceptar que el conflicto sea parte constitutiva e inevitable de las
relaciones sociales” (Azueta y Musseta, 2009:192). Argumentan que la sociología
permite ubicar al conflicto dentro de ciertas condiciones histórico-sociales
concretas, y es por esto que proponen una metodología de análisis que sirve para
entender a los conflictos ambientales, definidos por ellos, como “aquellos
conflictos sociales en los que al menos una de las partes hace valer un argumento
ambiental” (Azueta y Musseta, 2009:193).
Esta metodología, desarrollada para el análisis de los conflictos de proximidad
o conflictos que movilizan a las personas por afectaciones inmediatas a su
entorno, “consiste en observar la productividad social (o sea los efectos sociales)
de los conflictos en tres tipos de procesos: territorialización, formación de espacios
públicos y actualización local del derecho” (Azueta y Musseta, 2009:194). El
primero de ellos, la territorialización, tiene que ver con los arreglos sociales que se
juegan en torno al territorio al existir un conflicto, así como con los cambios en las
representaciones que las comunidades locales construyen en su relación con el
territorio. Estos cambios pueden ser formas concretas, como los derechos de
propiedad, poderes jurídicos o cualquier otro cambio que deba ser considerado en
las tomas de decisiones que afectan al territorio. El segundo incluye las formas de
deliberación pública como parte del entendimiento del conflicto, así como las
escalas espaciales en que éste es procesado (Azueta y Musseta, 2009:194). En
estos espacios públicos en formación, se considera la diversidad de actores, sus
opiniones, injerencia, agencia, formas y medios de socializar o procesar la
información sobre el conflicto. Por último, el tercer proceso para entender la
productividad social del conflicto tiene que ver con la forma en que se analiza,
utiliza, re-significa o actualiza localmente el derecho dentro de las formas jurídicas.
Finalmente, señalan que el preguntarse sobre la productividad social, y no
sobre la solución de los conflictos, “abre un amplio panorama para comprender el
modo en que los conflictos contribuyen a la (trans)formación del orden social”
(Azueta y Musseta, 2009:195).También señalan que identificar y comprender la
31
lógica de los espacios sociales en los que se elaboran los conflictos, lleva a una
reconstrucción de éstos (Azueta y Musseta, 2009:193) y destacan la importancia
de identificar a los actores más importantes para comprender el conflicto. En los
conflictos que analizan Azueta y Musseta (2009:212) se considera que éstos han
hecho evidente la inestabilidad del régimen territorial y han contribuido en la
redefinición local de las condiciones y características a los que se enfrentan.
Las corrientes expuestas anteriormente, describen a los conflicto más en su
carácter social de surgimiento y análisis. Existen otras corrientes que desde la
psicología han combinado saberes de esta ciencia, la sociología y la
administración, para comprender el conflicto en un nivel subjetivo de los
tomadores de decisiones, generalmente en el ámbito productivo-corporativo. Si
bien esta investigación no busca responder porqué el grupo en cuestión es o no es
lo suficientemente productivo, esta metodología nos ayuda a comprender qué
sucede al interior de los grupos, para que logren o no logren tomar decisiones
como tales. María Isabel Correa y Alma Patricia Aduna (2008) explican “una
metodología para analizar el conflicto y la toma de decisiones estratégicas en las
organizaciones”, en su disertación estudian dos tipos de conflicto, el afectivo y el
cognitivo, en la toma de decisiones de las empresas. El conflicto cognitivo ocurre
cuando un grupo discute y debate las diferentes opiniones y preferencias acerca
de las tareas que deben cumplir como grupo. Las autoras consideran que estos
debates obligan a los integrantes del grupo a sintetizar y acomodar sus puntos de
vista, este proceso mejora la toma de decisiones. Por otro lado, el conflicto
afectivo ocurre cuando los integrantes disienten en aspectos de naturaleza
personal y emocional, eso se considera como un efecto negativo en la toma de
decisiones ya que “crea animosidad y distrae a los miembros de su labor” (Correa
y Aduna, 2008:82). Desde esta forma de entender los conflictos al interior de un
grupo que debe cumplir con tareas, y cuyo mayor objetivo es cumplirlas más
efectivamente, se busca fomentar el conflicto cognitivo y eliminar por completo el
afectivo, y las autoras distinguen la complejidad de lograr esto, debido a los
antecedentes comunes de ambos conflictos. En lo referente a esta investigación,
32
esta parte es la que nos interesa aclarar para comprender un poco más a los
conflictos.
Ambos tipos de conflicto, afectivo y cognitivo, comparten tres clases de
antecedentes, que afectan la forma en la que se dan los conflictos. El primero se
refiere a las características del grupo, como el tamaño, su funcionalidad y su
diversidad. El segundo antecedente identifica a la tarea entendida como la
naturaleza, complejidad o alcance del trabajo, dentro de este proceso se menciona
que cuando es poca la interdependencia, entendida como grado de intercambio de
recursos, información y materiales entre los individuos, los individuos pueden
trabajar de manera individual y seguir intereses personales. Y el tercer
antecedente, al que llaman organizacional, incluye las políticas y estrategias, las
normas culturales y la estructura de recompensas. Se entiende a la cultura
organizacional como un sistema de valores, creencias y normas que los miembros
comparten, esta cultura tiene un efecto que orienta el trabajo grupal en un sentido
o en otro, de acuerdo a las coincidencias de esa cultura con la tarea que deben
realizar (Correa y Aduna, 2008). Y destaco esta parte de los “antecedentes” ya
que, como se puede leer páginas atrás, estos componentes se encuentran
también como características propias de todas las organizaciones, con ligeras
variantes de conceptualización: aunque con otras palabras, estamos hablando
aquí también de estructura, personas y su subjetividad, toma de decisiones y
entorno o contexto. Es decir, que en toda organización existen posibilidades de
que surja un conflicto, por contener en ella las características que anteceden
ambos tipos de conflicto. Sin embargo, esta perspectiva omite los factores
externos que pueden detonar un conflicto, y que en el análisis arriba mencionado
que hacen Azueta y Musseta (2009) se presentan como la metodología de
resolución de conflictos, que por lo general actores externos se encargan de
ejecutar, pero que también a veces suman nuevos conflictos afectivos y cognitivos
a los preexistentes.
Otro aporte interesante de esta perspectiva es que el enfrentamiento por
desacuerdos de parte de los miembros del grupo hace evidente las motivaciones
33
individuales que se encuentran al interior del grupo, estas expresiones, según
Correa y Aduna (2008: 84), disparan el desacuerdo, la desconfianza y las
represalias que conducen al conflicto afectivo. En este sentido, la confiabilidad,
entendida como competencia y lealtad, influye en la relación que existe entre el
conflicto y los resultados de las tomas de decisiones, así como en el grado en que
los miembros participan e interactúan de manera colectiva. Mientras más
integrados de esta forma, mejor capacitados están para manejar un conflicto
cognitivo. Agregan que “los grupos con alto nivel de integración comportamental
tienen menos probabilidades de hacer juicios personales y atribuciones siniestras
acerca de los puntos de vista y opiniones de otros miembros” (Correa y Aduna,
2008:91), ya que confían en que el resto de los miembros están igualmente
comprometidos a que las decisiones del grupo tengan resultados exitosos.
También incluyen que la incertidumbre en los objetivos del grupo dispara el
conflicto afectivo, dificultando el control positivo del conflicto cognitivo (Correa y
Aduna, 2008:101).
Para finalizar este apartado, es importante destacar que en el tratamiento del
conflicto, existen varios elementos que en esta investigación se retoman, el
primero y que me llama más la atención, es la noción de que todo conflicto debe
ser intervenido, con la finalidad de solucionarlo. La intervención está presente, de
alguna manera o de otra. Otro elemento es la idea de que en todas las relaciones
sociales, incluida dentro de ellas una organización, existe el potencial de conflicto,
y con él la posibilidad y la necesidad de transformación del orden social. Y un
tercer elemento que quisiera retomar, es la relación que existe entre una “cultura
organizacional”, las subjetividades afectivas y cognitivas de los miembros de una
organización, y su papel en el surgimiento y entendimiento de los conflictos en un
grupo. En este último punto, quiero señalar que los conflictos deben ser pensados
trascendiendo los límites del grupo u organización, considerando a actores y
condiciones externos que tienen agencia en la arena en la que se desarrolla el
conflicto.
34
Territorio
El presente proyecto de investigación se sitúa en la discusión sobre gestión
comunitaria del territorio, tanto de manejo ejidal, como de construcción y ejercicio
de nuevas territorialidades, como es la cuenca. De acuerdo con Zambrano, un
territorio es el “espacio terrestre, real o imaginado, que un pueblo ocupa o utiliza
de alguna manera, sobre el que genera sentido de pertenencia y ejerce
jurisdicción” (2006: 148). El territorio de San Pedro Buenavista se ha ido
construyendo sobre las bases del uso y aprovechamiento de los valorados bienes
con que cuenta este bondadoso y frágil espacio terrestre, donde los seres
humanos han aprendido a vivir y a modificar el ecosistema primario, convirtiéndolo
en un territorio disputado por sus tierras y buenas maderas en el pasado y en un
territorio que abastece de agua no sólo a sus habitantes, sino también a los de
una creciente urbe.
Zambrano agrega que “en tanto el territorio es humanizado, cultivado,
representado, etc., genera comportamientos culturales en torno a él” (2006, 148),
Rodríguez, et al (2010:30) consideran que el territorio es “un espejo de los
procesos sociales y de la actividad humana, y que estudiarlo permite conocer a los
actores sociales y a los procesos que lo modifican, perfilan y delimitan”. En este
territorio “se acoplan las nociones de orden interno, local y nacional y las
dinámicas de la sociedad y del Estado, del ejercicio del poder, de la reproducción
económica de la cultura y de las identidades colectivas”, (Zambrano, 2006:131).
El mismo autor señala que “en cada territorio se dan cita diversos sentidos de
dominio”. Este sentido del dominio ha sido generado por el sentido de pertenencia
y “estimula la aparición de formas de autoridad y tributación sobre el espacio,
configurando la real perspectiva territorial”. Agrega que “en cada territorio se dan
cita diversos sentidos de dominio que disminuyen el carácter abierto bajo formas
jurisdiccionales, desde la jurisdicción se configura una arena propia para la lucha
territorial” (Zambrano, 2006:134-135). En este escenario bien se pueden ir
posicionando a los actores con sus diferentes niveles de influencia, como parte de
35
la conformación histórica y actual del territorio ejidal y sus localidades, sus
conflictos y sus acuerdos. Es importante considerar en este análisis el concepto de
territorios plurales, los cuales “son una multiplicidad de espacios culturales,
sociales y políticos diversos, con contenidos jurisdiccionales en tensión, que
producen unas particulares formas de identidad territorial”, (Zambrano, 2006:135).
Un mapeo histórico de tales territorios plurales nos puede ayudar a entender la
integralidad de actores, dominios y complejidades del espacio ejidal como
territorio. De la misma manera que un grupo social ocupa o utiliza un espacio
terrestre, real o imaginado, para generar un sentido de pertenencia, también “lo
organiza y ejerce jurisdicción, es decir, trata de imponer autoridad y dominio”
(Rodríguez, et, al, 2010). Considero necesario añadir los valores que se le dan a
los recursos del territorio, tanto al interior como al exterior; los valores en el
exterior ejercen influencia e inyectan nuevas dinámicas de organización, autoridad
y dominio en los procesos territoriales internos.
Ya hemos revisado que el concepto de territorio tiene que ver con un espacio
relacionado con actores o grupos sociales que lo van enriqueciendo de
significados y valoraciones, está relacionado con la idea de dominio. Por otro lado,
la territorialidad se refiere al “grado de control de una determinada porción de
espacio geográfico por una persona, un grupo social, un grupo étnico, una
compañía multinacional, un Estado o un bloque de estados" (Montañez, 1997:
198, citado por Montañez y Delgado, 1998:124). Así mismo, constituye un
“conjunto de prácticas y sus expresiones materiales y simbólicas capaces de
garantizar la apropiación y permanencia de un determinado territorio por un
determinado agente social, o Estado, los diferentes grupos sociales y las
empresas" (Lobato Correa, 1996: 252, en traducción, citado por Montañez y
Delgado, 1998:124). “La territorialidad se asocia con apropiación y ésta con
identidad y afectividad espacial, que se combinan definiendo territorios apropiados
de derecho, de hecho y afectivamente” (Montañez y Delgado, 1998:124). Es decir,
que la territorialidad construida por los actores, con las cargas afectivas, de
dominio y pertenencia, así como la superposición de territorios, pueden llegar a
ser aquello que detona, en el ámbito de lo social, la generación de conflictos por el
36
uso o apropiación de la tierra y los recursos naturales, definida como el territorio
de cierto grupo social o familiar, como estudiaremos más adelante en esta
investigación.
Los elementos que componen esta idea del territorio han servido, en esta
investigación, en la compresión de la articulación de procesos colectivos,
participación, intervención, las negociaciones (políticas y discursivas), así como la
experiencia de los actores que inciden en un mismo espacio. En esta tesis el
territorio es un escenario, constantemente en construcción, en el que desarrollan
los actores, políticas, instituciones y los valores y sentidos atribuidos a los
recursos naturales, específicamente el agua y el bosque.
Los comunes y su debate
En esta investigación, el debate se concentra en la administración y toma de
decisiones colectivas para administrar y autogestionar las áreas de propiedad
colectiva, restantes tras un proceso de parcelación de la propiedad común ejidal y
múltiples sucesos históricos trazados en el territorio. El debate generado en torno
a los bienes comunes brinda pautas para la comprensión de lo que sucede en
torno a este escenario, como los tipos de relaciones que se establecen entre los
actores para gestionar “lo común”, y los diversos sentidos y escalas en los que
podemos apreciar estas gestiones.
El debate de los comunes comienza a finales de los años 60, cuando Garrett
Hardin (1968) plantea la existencia de “la tragedia de los comunes”, refiriéndose a
la tragedia no como una tristeza, sino como una “solemnidad despiadada del
desarrollo de las cosas”, en la que la sobrepoblación hace que la lógica inherente
a los recursos comunes genere una tragedia. Argumenta, utilizando un ejemplo de
un pastizal común, que el pastor racional concluiría que la única decisión sensata
es añadir otro animal en su rebaño y la tragedia ocurriría cuando todos los
pastores llegaran a la misma conclusión ya que, según Hardin (1968:4), todos
37
(cada uno) buscamos el mejor provecho y por lo tanto la libertad de los comunes
es la ruina para todos. Sin embargo, esa racionalidad que lleva consigo el pastor,
corresponde que el pastor vive en un contexto de propiedad privada, economía de
competitividad, aislamiento de una idea de comunidad, y búsqueda de la mayor
ganancia a nivel individual. No considera que pueda existir otro tipo de
organización social, en cuyo contexto la solidaridad y cooperativismo son
racionalidades dentro de otra estructura social.
Por su parte, Lara (2003: 264) concluye, sobre la lógica de Hardin, que “los
individuos tienden a aumentar sus comportamientos egoístas cuando se enfrentan
a situaciones de escasez en la explotación de cualquier recurso natural o bien
común, de tal manera que se involucran en circunstancias no cooperativas y por lo
mismo aceleran la degradación del bien que se encuentra en riesgo”. Sobre la
tesis de Hardin (1968), Elinor Ostrom “sugiere que esta idea no es del todo cierta”
y que los usuarios son capaces de modificar sus reglas a fin de alcanzar
resultados distintos a las despiadadas tragedias (Lara, 2002: 264). Ostrom define
el término de recurso de uso común como el que
“alude a un sistema de recursos naturales o hechos por el hombre que no es lo
suficientemente costoso (pero no imposible) excluir a destinatarios potenciales de los
beneficios de su uso. Para la comprensión de los procesos de organización y gobierno
de los RUC es esencial distinguir entre el sistema de recursos y el flujo de unidades de
recurso producidas por el sistema, al mismo tiempo que se reconoce su mutua
dependencia.” (Ostrom, 2000:66)
La distinción que hace entre “los sistemas de recursos como variables de
acervo capaces, en circunstancias favorables, de producir una cantidad máxima
de flujo variable sin perjudicar el acervo o sistema de recursos”, y las unidades de
recurso como “lo que los individuos se apropian o usan de los sistemas de
recurso” (Ostrom, 2000: 67), nos permite entender al territorio de uso común del
ejido como un sistema de recursos del cual se extraen unidades de recurso como
la madera. Sin embargo, el flujo de la explotación de las unidades de uso no debe
exceder el ritmo promedio de reabastecimiento, para que el recurso renovable se
38
conserve a través del tiempo. Claramente, en el caso de la apropiación del RUC
de madera del ejido, el ritmo de explotación fue superado por el de
reabastecimiento, por lo que los denominados “apropiadores” (Ostrom, 2000: 67)
compensaron en su debido momento la sobre-explotación del recurso forestal con
reforestaciones.
Elinor Ostrom (citada en Merino, 2004:127) propone que “las comunidades son
sujetos potencialmente capaces de construir reglas para el uso de los recursos
naturales y asumirlas, para hacer viable el uso sostenido y la permanencia de
estos recursos a largo plazo”. Según esta autora, la presencia de normas de
confianza y reciprocidad, el entendimiento común sobre el funcionamiento del
sistema de recursos, las acciones y sus efectos, así como una visión compartida
de comunidad y la existencia de experiencia organizativa previa en el grupo,
constituyen atributos de los usuarios que favorecen la construcción de
instituciones sólidas, necesarias para la democratización de los procesos de toma
de decisiones y el uso y gestión de los recursos naturales comunes de manera
sostenible y participativa, entre otros (Ostrom, E. 2001: 97, citada por Merino,
2004, 130).
En la publicación impresa sobre el proyecto en el Pixquiac (Paré y Gerez,
2012:33), se hace mención del requerimiento que plantea Elinor Ostrom acerca
de “contar, en primera instancia con comunidades fuertes y organizadas en torno a
sus recursos, con normas internas, claras y colectivamente establecidas y
respetadas, así como con instituciones locales legitimadas”, para lograr el
establecimiento de relaciones recíprocas entre el campo y la ciudad, dentro de un
esquema de corresponsabilidad, que no sólo abarque el discurso de la
participación.
El enfoque de Ostrom considera que el logro de lo común es a través de
instituciones y no a través de una noción intrínseca al individuo por trabajar por su
comunidad, considerando que también el mismo es de y con la comunidad.
Ostrom hacer una serie de observaciones entre los distintos métodos para
investigación en campo y en laboratorio, para la compresión del manejo de los
39
comunes a través de la acción colectiva. Del método de campo: estudios de caso
de pequeñas muestras, rescato algunas consideraciones importantes para el
análisis de esta investigación.
La primera es la acción colectiva . Ostrom considera que desde las
perspectivas tradicionales de conocimiento sobre los comunes, se ha destacado la
dificultad de la acción colectiva, en la que el dilema social implica “un conflicto
entre la racionalidad individual y los resultados óptimos para un grupo” (Ostrom,
Poteete y Janssen, 2012:85). Desde esta perspectiva, “las únicas soluciones
viables eran la privatización y la administración gubernamental” (Ostrom, Poteete y
Janssen, 2012:83). Es decir, no se consideraba “la posibilidad de que los propios
usuarios de los recursos pudieran poseer colectivamente los derechos de
propiedad y manejar los recursos de manera sustentable” (Ostrom, Poteete y
Janssen, 2012:83). En este sentido, la metodología de estudios de caso permite
que la unidad de análisis para la acción colectiva sobre bienes comunes, esté
conformada por “los participantes potenciales en la acción colectiva o como los
objetos centrales de ésta” (Ostrom, Poteete y Janssen, 2012:88). Algunos de los
casos, como lo es éste, son “grupos sociales definidos por proximidad o
involucramiento con un recurso natural” y que la acción colectiva tiene por objetivo
un tipo particular de tarea (Ostrom, Poteete y Janssen, 2012:88). Para este tipo de
casos, se recomienda una búsqueda de las “distinciones conceptualmente
importantes, desentrañar relaciones complejas y dar seguimiento a secuencias de
acontecimientos” (Ostrom, Poteete y Janssen, 2012:90). Es por eso que en esta
tesis se ha buscado comprender la forma de organización local para entender la
organización surgida de una intervención, las formas de relacionarse del ejido con
el agente interventor, también se revisa cómo han ocurrido algunos
acontecimientos comunitarios y otros vinculados con la intervención. O, como lo
describo líneas más adelante, los espacios de interfaz, en términos de Norman
Long (ver último apartado de este capítulo)
Otra consideración de importancia que denota Ostrom, tiene que ver con
prestar atención especial a los regímenes de propiedad, para comprender los
40
“dilemas” de la acción colectiva sobre bienes comunes. En este sentido, el tema
de la propiedad forma parte del debate más amplio sobre “lo común ”. Hardt y
Negri (2011:9) han observado que la globalización “es la creación de un mundo
común”. En esta construcción, “el común” es entendido como “la riqueza común
del mundo material –el aire, el agua, los frutos de la tierra y toda la munificencia de
la naturaleza” (Hardt y Negri, 2011:10), y se ha asumido que la gestión y
regulación de estos “bienes comunes” debe ser pública, es decir, por los Estados,
como si fuera la única alternativa a la propiedad privada y “como si el común fuera
algo irrelevante y extinto” (Hardt y Negri, 2011:10). Para estos mismos autores, el
concepto jurídico del individuo está más definido por el tener que por el ser, en el
que sus propiedades y posesiones definen la entidad individual y, con esto, ponen
en tela de juicio el poder de los sentidos de propiedad privada en los que se
“excluye o subordina a aquellos que carecen de propiedad” (Hardt y Negri,
2011:25). En este sentido, el debate de hablar en un contexto de globalización de
los “bienes comunes”, de acuerdo con estos autores, está vinculado con un
cambio en las nociones sociales de propiedad. Aunque Hardt y Negri (2011)
exponen a la propiedad como un obstáculo para la producción y los bienes
sociales comunes, en un escenario en el que “la producción social y económica
contemporánea tiene un carácter más común, (…) la capacidad de generar
ganancia está disminuyendo, (…y) el capital acumula cada vez más riqueza”;
considero necesario migrar la discusión hacia los límites sociales y espaciales que
se establecen cuando se habla de “lo común”. Ello se debe a que considero que
no es lo mismo hablar de un bien común, como lo es el agua, y un bien común que
es tal por un cierto régimen de propiedad.
En este sentido, una nota de último minuto, sin profundizar mucho en ese caso
en particular, nos ayuda a reflexionar al respecto:
Recupera GDF zona de reserva ecológica invadida en Tláhuac.
México, DF. Esta mañana alrededor de 3 mil 300 elementos de la Secretaría de
Seguridad Pública del Distrito Federal y autoridades ambientales del gobierno capitalino
recuperaron un predio invadido catalogado como zona de reserva ecológica conocido
41
como Zacatepec, en los límites de Tláhuac e Iztapalapa.
El titular de la policía capitalina, Jesús Rodríguez Almeida, encabezó el operativo para
desalojar a un número de habitantes aún no determinado que se habían asentado en este
predio.
Al lugar arribaron varias unidades del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas
para apoyar la acción y además de que se contó con el apoyo de dos unidades cóndor
que sobrevolaron la zona durante el desalojo.
Las autoridades ambientales no han dado a conocer aún cuántas hectáreas de suelo
de conservación están siendo recuperadas ni el número de personas que habitaban este
predio.
Hasta el momento no hay personas detenidas ni lesionadas. (Servín, 2014).
Como podemos leer, no sólo en pos del llamado “bien común” aplicable a la
generación de electricidad o abastecimiento de agua, se utiliza la fuerza pública
para “remover” a las personas que se interpongan para lograr tales “bienes
comunes”, también es posible valorar los “bienes comunes” que producen la
conservación, por encima de las personas. Sin duda, el tema de “los comunes”
debe ser puesto a un nuevo debate, que aporte reflexiones sobre las valoraciones
actuales, sobre las nociones de ecosistemas sanos y esquemas sostenibles, que
no busquen valorar a humanos y ecosistemas, uno por encima del otro.
Y es que el bien común es una construcción muy amplia, cargada de
significados y aplicable en una diversidad de escalas. Como lo menciona Ostrom
(2000:38), Hardin (1968) usa el ejemplo de un pastizal para explicar el problema
de sobrepoblación, ambos son problemas de los comunes, unos más complejos
que otros. Aunque esta investigación, se enfoca en los bienes comunes como
forma de propiedad, el problema tratado en esta investigación, conecta con el
sentido más amplio del bien común o Commonwealth4 hace “referencia a una
comunidad organizada políticamente gobernada en beneficio del bien común y no
de unos pocos” (o de una sola clase) (Hardt y Negri, 2011:15). Este concepto
permite reconocer “la necesidad de instituir y gestionar un mundo de riqueza
4 “El término Commonwealth (…) tiene sus orígenes en el antiguo significado del término
«wealth» (riqueza), que es «wellbeing» (bienestar)” (Nota del traductor en Hardt y Negri, 2011:15)
42
común, concentrándonos en y expandiendo nuestras capacidades de producción
colectiva y autogobierno” (Hardt y Negri, 2011:15). En este sentido, es importante
entender, que aunque esta investigación atiende a un nivel de gestión del común
que tiene ver con el territorio, puede considerarse como una proyección y un
ejercicio hacia construcciones del bien común que van desde lo regional hasta lo
global.
La intervención, desarrollo y sustentabilidad
Los conceptos e ideas abordados en los apartados anteriores, para efectos de
esta investigación, son atravesados transversalmente por el de la intervención.
Desde mi mirada y mi experiencia, sin la intervención yo no tendría ojos ni manos
para tejer los conceptos con las historias. La intervención no sólo me coloca a mí
en una parte de esta realidad, sino también posiciona en uno u otro lugar a los
conceptos mencionados en este capítulo, en ese tejido que vemos y que está en
constante cambio. En dicho cambio existe un camino sugerido, deseado y
motivado por un grupo interventor, que es el equipo de coordinadores, técnicos y
promotores de Sendas, así como sus ideas, conocimientos, metodologías. Muchas
de las reflexiones que se presentan en esta investigación parten de las
problemáticas definidas desde la experiencia de este grupo y su Proyecto de Co-
gestión Integral de la Cuenca del rio Pixquiac (Proyecto Pixquiac de aquí en
adelante). En este apartado presentaré algunas definiciones de intervención y los
enfoques derivados de ésta relacionados con mi tema de investigación, así como
enfoques de gestión territorial, como las cuencas.
La palabra intervención ha tenido diversas acepciones como: “mediación,
intersección, ayuda o cooperación y, por otra parte, de intromisión, injerencia,
intrusión, coerción o represión”. (Carballeda, 2005). En todas ellas, especialmente
en las que están orientadas al cambio social, se “promueven cambios que
penetran el mundo de vida de los actores rurales locales y alteran la cotidianidad
individual y comunitaria, sin su anuencia ni participación consciente” (Landázuri,
43
2007). Según Carballeda (op.cit: 94), la intervención es un procedimiento de
acción: actúa y hace actuar; produce expectativas, interrogantes y consecuencias.
La intervención constituye una modalidad de interacción social (Salazar, 2007), y
ésta también puede ocurrir en sentido opuesto, desde abajo hacia arriba, cuándo
la organización e iniciativas populares intervienen sobre políticas del Estado.
Para Norman Long (2007:148), “la intervención planeada es un proceso
transformativo que a menudo es reformado por su propia dinámica interna
organizacional, cultural y política, y por las condiciones específicas de los grupos
locales que pueden luchar por definir y defender sus espacios sociales, fronteras
culturales y posiciones dentro del campo de poder más amplio”.
Páginas atrás he abordado las diferentes concepciones del territorio; sin
embargo, considero pertinente apuntar la relación entre la intervención y el
territorio en este apartado; al suponer la intervención como…
“alguna forma de búsqueda de respuestas e interrogantes eminentemente
sociales; por lo tanto, debería producir modificaciones en relación con la cuestión
puntual en que es llamada actuar; así, nuevamente aparece la delimitación del
territorio, el espacio o lugar de la cuestión social” (Carballeda, 2002:95)
Retomando de Foucault (1980) que el territorio “es en primer lugar una noción
jurídico-política”, y por tanto es controlado por un cierto tipo de poder, Carballeda
(2007:95) define que “el lugar de la intervención se transforma en territorio, es
decir, un espacio jurídico, que habla de la legitimidad de la intervención, y político,
que marca la “agenda” donde se construyen diferentes aspectos de la cuestión
social”.
Para Claudia Salazar (2012), quien analiza la intervención desde una
perspectiva psicosocial y de management, afirma que la intervención, constituye
un acontecimiento que rompe y que compone una discontinuidad identitaria, en la
que se disputan interpretaciones asentadas sobre la base del poder, y se crean
nuevas identidades colectivas detonadas por una acción política, que posiciona a
los actores en posicionamientos y confrontaciones políticas. Esta autora propone
44
que la intervención en este sentido debe guiar los procesos, los grupos e incluso
las individualidades hacia la autonomía. Y se refiere a ésta como la autocreación
de las sociedades a través del “reconocimiento explícito de la auto-institución de la
sociedad, que implica la toma de parte por todos sus miembros en las decisiones
que les conciernen y que son todas aquellas que constituyen el espacio público,
los asuntos comunes, como la ley, las instituciones y el sentido, y se expresa
como una búsqueda interminable que hace posible el devenir de la historia”
(Salazar, 2012: 109-110).
Un aspecto que asienta Salazar (2012: 178) es la temporalidad en la
intervención, la idea de que existe un cierto tipo de tiempo correspondiente a la
vida cotidiana y otro que corresponde a la intervención. Este relativismo temporal
también supone tramas normativas distintas, debido a que la intervención instituye
la temporalidad del presente como anclaje para construir referencias tanto del
pasado como del futuro. Desde este posicionamiento de intervención planeada,
que busca alterar las relaciones de poder hacia posiciones más autónomas, se
ubica el proceso de intervención abordado en esta investigación. Sin embargo
este proceso es un camino que se transita sobre las huellas (y a veces entre los
límites) de formas de intervención que apuntan hacia otros proyectos de manera
explícita o no, como lo son las legislaciones y las políticas públicas.
Intervención para el desarrollo y la sustentabilida d
Con la noción de desarrollo inmersa en todo tipo de discurso y políticas
públicas, en los proyectos llamados “de desarrollo” provenientes de iniciativas
gubernamentales, “ha crecido el interés por trascender la mera compensación
social, la subvención y beneficencia en las estrategias de combate a la pobreza,
buscando garantizar de otras maneras cambios reales en las condiciones que
reproducen la marginación” (Villarreal, 2000: 12-13). En la gestión y “operación de
los proyectos de desarrollo se recurre a asociaciones de imágenes que facilitan o
bloquean ciertas formas de acción (…) e implican relaciones de poder, tanto con
45
respecto a agentes locales como gubernamentales” (Villarreal, 2000:16). Y es que
no se puede hablar de intervención para el desarrollo, sin antes mencionar que la
misma noción de desarrollo conlleva cierto tipo de relaciones en las que los
involucrados comparten repertorios distintos, y por lo tanto sus propias nociones y
construcciones cognitivas y afectivas en cuanto al motivo de la intervención. Del
mismo modo, la noción de poder se entreteje de fondo en el establecimiento de
estas relaciones, ya que surgen discursos dominantes y negociaciones. Esta
noción se encuentra inmersa también en la construcción de voluntades y
capacidades para tomar decisiones.
El desarrollo como “cometido” de la intervención gubernamental y de otras
organizaciones ha sido motivado por el llamado cambio social. Para lograr este
cometido se llevan a cabo diversos proyectos “-productivos, sociales, de servicios,
educativos, de salud, políticos, tecnológicos, culturales- a cargo de técnicos y
profesionistas contratados para cumplir esa tarea.” (Landázuri, 2002:73). La
interacción que ocurre en la relación entre los profesionistas y los locales, no sólo
construyen nuevos espacios de “negociación (consciente o inconsciente) de
conocimientos, identidades, lenguajes, significados, sentidos, lugares asignados y
asumidos por los distintos actores, de relaciones de poder (Landázuri, 2002:73);
también se construye y deconstruye un “proyecto de sociedad”.
Villareal (2000:30) señala que “es un mito suponer que los modelos de
planeación del desarrollo siguen una evolución lineal que inicia con la formulación
de políticas y culmina con la implantación y los resultados. En cada uno de las
etapas que sigue el proceso de intervención planeada, entran en juego desde
polémicas implícitas sobre el concepto de desarrollo hasta correlaciones políticas
y luchas de poder en torno a programas, procedimientos y la distribución de
recursos”.
Así, las prácticas de intervención pueden permitir un proceso dialéctico en el
que el mismo concepto de desarrollo se construye y deconstruye en el intercambio
entre los conocimientos y experiencias adquiridas en el proceso de intervención,
tanto de parte de los profesionistas como de los locales. Considero que uno de los
46
mayores aportes que puede realizar este proceso dialéctico es precisamente el
cuestionar y redefinir los objetivos de los grupos en tiempo y espacios más
amplios de lo que se puede lograr considerando sólo visiones de desarrollo
unilaterales. En este sentido, considero que esta dinámica puede contribuir a
sentar las bases para (re)pensar la sustentabilidad social y ambiental de las
comunidades.
Y es que para pensar la sustentabilidad es necesario, como se menciona en
páginas anteriores, entender la importancia de la inclusión de distintas o “nuevas”
temporalidades como unidades de análisis de la realidad que viven los actores
intervenidos. Por ejemplo, en el documento “Mujeres y sustentabilidad: modelo de
intervención”, editado por la Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat) (2006), se describe que el paradigma del desarrollo sustentable “busca
la solidaridad intergeneracional centrada en la conservación de la naturaleza y, en
general, de todas las bases del desarrollo que permitan alcanzar y mantener una
situación de bienestar para las futuras generaciones” (Semarnat, 2006:14). Y
propone en su metodología toda una serie de dinámicas y ejercicios para
“construir la visión de futuro, es decir hacia dónde quiere ir el grupo, qué quiere
lograr” (Semarnat, 2006:35). Sin embargo, esta dependencia proponía en dicho
documento: (continúa inmediatamente después de la cita anterior) “Después 5
revisar en qué condiciones se desarrolla el grupo, su entorno ambiental económico,
social y cultural, en dónde y cómo viven las mujeres y sus familias” (ibídem). Lo
que sería contrario a lo propuesto por Salazar, que consiste en redefinir la “nueva”
temporalidad del presente, para de ahí construir las de futuro y presente.
5 Las cursivas son mías
47
Intervención que se propone en el proyecto gestión integral de la
cuenca del rio Pixquiac
La publicación6 Al Filo del Agua, editada en 2012, pero escrita durante 2009 y
2010, tiene la principal intención de sistematizar la experiencia de las y los
ejecutores del proyecto, desde sus principales motivaciones, hasta reflexiones
metodológicas y de la estrategia de trabajo a lo largo de seis años. En este texto
se abordan temas diversos, entre ellos: la imbricación del campo y la ciudad en
sus objetivos, los servicios ambientales, la gobernanza ambiental, el desarrollo
local, el manejo sustentable de los recursos naturales, entre otros adyacentes.
En este proyecto se ha tomado la forma territorial de cuenca como un
socioecosistema, que “permite orientar la toma de decisiones partiendo de un
análisis que integra el conocimiento sobre los componentes biofísicos y su
estructura” (Paré, Fuentes, et al, 2012:26) y los aspectos económicos,
sociológicos y políticos que actúan sobre ella. Los modelos de manejo del agua
que se ejecutan desde las políticas públicas son considerados por el proyecto
como segmentadas, parciales y desarticuladas entre sí, además de omitir las
condiciones ambientales y sociales de los territorios donde el sistema hídrico se
origina y culmina. Al reconocer la cuenca como espacio social (cuenca social) se
trata de entender su imaginario social y “permite pensar un modelo de gestión
efectiva y equitativa del agua por parte de los múltiples usuarios y usuarias de las
cuencas” (Paré, Fuentes, et al, 2012:28). Como parte de las relaciones
intercomunitarias se reconoce al conflicto como un elemento constante, por lo que
el proyecto se propone el reconocimiento de las interrelaciones y el espacio social
del territorio involucrado en la gestión hídrica, y piensa en una apropiación de una
noción de cuenca híbrida entre la concepción científica del espacio y la percepción
local del territorio. El enfoque de cuenca también permite superar la limitación que
ofrecen los enfoques de planeación que separan lo urbano de lo rural, así como
los límites municipales. En este sentido, el manejo de cuencas se considera un
“proceso adaptativo que alinea, coordina y construye programas hacia objetivos 6 Que será referida a lo largo de toda esta investigación, algunas veces como “el libro del proyecto”
48
para un bien común” ” (Paré, Fuentes, et al, 2012:34).
El proyecto en la cuenca del Pixquiac se ha denominado también como de
gestión conjunta o co-gestión, ya que se identifica con un carácter de
“participación plural en la gestión de los recursos naturales, basada en el
aprendizaje recíproco y la negociación de intereses y preocupaciones diferentes,
incluyendo aquellos de los expertos técnicos y autoridades normativas” (Paré,
Fuentes, et al, 2012:32). Lo anterior se busca posicionar como una plataforma
social que involucre las partes que reconocen tener problemas en común, la
expresión de los conflictos en torno al uso de los recursos del territorio y la
negociación de sus intereses a través de consensos en torno a los intereses
comunes.
El concepto de participación gira en torno a la construcción de la plataforma
social que se busca a través de la noción de co-gestión. La participación se
posiciona como relevante, pues permite alcanzar los objetivos planteados, así
como resolver conflictos y propiciar una gobernanza, que involucra el ejercicio del
poder político en cuanto a la toma de decisiones de las comunidades sobre sus
territorios y sus recursos. Así mismo, la participación se convierte en el medio a
través del cual los actores locales, las instituciones y las autoridades se convierten
en actores de la participación que promueve el Estado, y más allá de éste y el
clientelismo que suele favorecer.
Es así como el proyecto de co-gestión de la sub-cuenca del río Pixquiac, se
hace usuario de un marco jurídico e institucional para lograr sus objetivos. Este
marco retoma algunos de los objetivos de planes federales7 sobre distintos temas
como el agua, los recursos forestales planes de desarrollo estatales o inter-
municipales, como la Iniciativa ABC, los Ordenamientos Ecológicos Territoriales y
el Plan Municipal de Xalapa. Como todos sabemos, muchos de los objetivos
contemplados en estos “planes” por lo general son olvidados o no se les da el
seguimiento adecuado de parte de las instituciones que los promueven, pero en 7 De la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), SEMARNAT, CONANP Y Comisión Nacional del Agua
(CONAGUA)
49
este caso son retomados para justificar la importancia misma de un proyecto de
este tipo. La Iniciativa ABC (Agua, Bosques y Cuencas) “consiste en establecer un
fideicomiso que conjunte los recursos de diversos programas gubernamentales y
privados, con el fin de promover un uso acorde con la restauración de las cuencas
proveedoras de agua a las ciudades del estado” (Paré, 2012:70). Aunque este
organismo operó desde el 2005, con el cambio de gobernador en 2010
desapareció y se creó el Fondo Ambiental, que hasta la fecha no ha funcionado de
la manera en que el Fideicomiso ABC logró hacerlo y cuenta con muy poco
presupuesto.
El comité de cuenca del río Pixquiac es la plataforma social de participación
que se pretende impulsar, como un sujeto social colectivo que comparta y
sostenga un cuidado e interés por esta cuenca. Su instrumento de financiamiento
es el Programa de Servicios Ambientales del río Pixquiac (PROSAPIX), que se
nutre de las posibilidades ofrecidas por las instituciones y programas mencionados
en el párrafo anterior. “El PROSAPIX es un mecanismo local que busca adecuarse
a las condiciones locales y fortalecer el control sobre su territorio de parte de los
grupos sociales dueños de los bosques” (Fuentes y Paré, 2012:191). Así mismo,
se considera que el PROSAPIX “no es un fin mismo, sino una herramienta para
impulsar el desarrollo local que permita reducir la presión sobre los recursos
naturales e impulsar las capacidades locales” (Fuentes y Paré, 2012:204). Una
característica particular de este programa es que se plantea una compensación, y
enfatiza en que no se pretende pagar por los Servicios Ambientales (SA), debido a
los conflictos y complejidades de determinar un precio a los SA y a que la
compensación no se da únicamente en términos monetarios, ya que se
complementa con asesorías técnicas, capacitaciones y otras formas que se
establecen con los dueños de los recursos. El programa contempla un estricto
plan de monitoreo de las áreas en conservación, la orientación de las actividades
productivas hacía esquemas sustentables, aunque no necesariamente
competitivos. También busca superar el enfoque asistencialista y las relaciones
clientelares; para lograr esto la intervención se ha orientado a un acompañamiento
cercano en el área de organización colectiva (pues únicamente se trabaja lo
50
anterior en forma de grupos), y a los aspectos técnicos específicos de cada una de
las líneas de intervención.
Enfoque centrado en el actor
Aunque el aporte conceptual presentado por Elinor Ostrom, en su publicación
El gobierno de los bienes comunes (2011), es bastante enriquecedor para esta
tesis (bienes comunes, organización, participación y debate a la tragedia de los
comunes), propone volver al análisis institucional histórico para encontrar la
respuesta a situaciones donde los “apropiadores” han creado, aplicado y
supervisado sus propias reglas para controlar el uso de RUC. “La escuela
institucional pone énfasis sobre la necesidad de enfocar los estudios sobre los
conflictos” (Ayala, 1998, citado por Brunel, 2008: 52-53). En este sentido, mirar al
conflicto desde su carácter de funcionalidad social o productividad social, como lo
plantean Azuela y Musseta (2009), suma al análisis y al entendimiento de la
organización en torno a los bienes comunes, su uso y su acceso. Para ampliar el
entendimiento que esta complejidad supone, esta investigación se apoyará
también en los aportes de Norman Long (2007) y sus aportaciones desde el
enfoque centrado en el actor, que considera las nociones de interfaz social,
agencia, dominio y arena, y que centra la mirada en los momentos en los forcejeos
discursivos, los puntos de confrontación y en los cruces, a menudos conflictivos,
que se dan en las interacciones de mundos de vida, prácticas sociales cotidianas y
conocimientos, con la finalidad de “dilucidar los tipos y fuentes de discontinuidad y
vinculación social presentes en tales situaciones e identificar los medios
organizacionales y culturales para reproducirlos o transformarlos, también ayuda a
desarrollar un análisis más adecuado de los procesos de transformación de la
política, permite entender las respuestas de los grupos locales” (Long, 2007: 36).
Este objetivo es compatible con las interrogantes que busca resolver esta
investigación. Para lograrlo, es necesario explicar las nociones necesarias (arriba
mencionadas) para la representación de dichos momentos o situaciones, dónde se
51
dan estos cruces o forcejeos.
Agencia
Long (2007:108) señala, como una de las piedras angulares de la perspectiva
orientada al actor, que se requiere de una teoría de agencia “basada en la
capacidad de los actores para ordenar y sistematizar sus experiencias y las de
otros y actuar sobre ella”. En este sentido, todos los actores operan, más implícita
que explícitamente, con creencias sobre la agencia, es decir, “articulan nociones a
cerca de unidades actuantes relevantes” (Long, 2007:110), además de los tipos de
capacidades en el conocer y el hacer que se han formado desde su experiencia en
el mundo que viven. Esta experiencia incluye las acciones y la agencia de otros en
la construcción de la conducta propia.
Los actores, en su constitución como actor colectivo, pueden llegar a contar
con poder de agencia, en el sentido de ser capaces de ordenar y sistematizar la
experiencia, tomar decisiones y actuar en consecuencia. Así mismo, las imágenes,
representaciones y categorizaciones de las cosas, la gente y las instituciones,
constituidas como figuras concretas, como el Estado, el mercado y la comunidad,
son dotadas socialmente con modos colectivos de agencia, y es por eso que
pueden influir en las orientaciones y acciones de los actores (Long, 2007:121).
De acuerdo con Long (2007:128-129), tanto la agencia como la acción social
toman forma en los campos nuevos o restablecidos que resultan de los cruces de
proyectos, debido a que los proyectos entrelazados, que involucran relaciones y
presentaciones micro y macro, y reacomodamiento de los actores, es dónde se
muestran evidentes las articulaciones e intereses del actor y sus mundos de vida,
como bagaje necesario para la resolución de conflictos. Este autor propone utilizar
la noción de agencia para comprender ciertos fenómenos, en vez de la noción de
estructura entendida como “un conjunto de fuerzas externas o condiciones que
delinean y regulan modos específicos de acción”, y, en este sentido, darle mayor
52
importancia la racionalidad común, intereses compartidos y los participantes que
giran en torno a las estructuras. Long (2007:130) advierte que metodología
orientada al actor enfatiza la agencia individual y descuida la posición que las
acciones tienen en las relaciones sociales, y, en este sentido, señala que no
pretende descartar la noción de estructura, sino más bien entenderla “como un
conjunto en sumo grado fluido de propiedades emergentes que, por una parte, son
productos del enlace y/o el distanciamiento de los varios proyectos de los actores,
mientras que, por la otra, constituyen un conjunto importante de puntos de
referencia y posibilidades constrictoras/habilitadoras que abonan la elaboración,
negociación y confrontación de los proyectos de los actores” (Long, 2007:130).
Este concepto será usado a lo largo de la investigación para contener las
capacidades conscientes o inconscientes, de los actores involucrados tanto en el
Proyecto Pixquiac, como en el proyecto de ecoturismo. La noción de agencia
también se aplica a espacios y prácticas sociales como lo son las áreas de uso
común, las Asambleas Ejidales o los esquemas de conservación, porque limitan,
dirigen o inciden en las capacidades de éstos actores.
Dominio
Long (2007:124) utiliza el concepto de dominio “para identificar áreas de la vida
social que están organizadas por referencia a un núcleo central o racimo de
valores que (…) son reconocidos como un sitio de ciertas reglas, normas y valores
que implican un grado de compromiso social”. En este sentido, los dominios “son
centrales para entender cómo aportan los ordenamientos sociales, y para analizar
cómo se crean y defienden las fronteras sociales y simbólicas”, y son producidos y
transformados mediante las experiencias y forcejeos entre actores de índoles o
condiciones varias.
El dominio nos introduce al entendimiento del campo, que señala el carácter
heterogéneo de la acción social que resulta de la intersección de dominios
53
sociales diferentes. El dominio, junto con el campo y la arena, se posiciona como
una de las piedras angulares de la perspectiva orientada al actor, pues son
necesarios para la comprensión de los límites específicos de la acción social y las
interpretaciones ubicadas en contextos específicos (Long, 2007:108). En este
sentido, el dominio visualiza los diferentes valores que se colocan en disputa y
negociación contante entre los actores de la intervención. Estos sentidos y
dominios son los que le van dando forma a la construcción de nuevas
territorialidades. En el caso de la gestión de cuenca, son estos dominios y diversos
sentidos los que construyen en conjunto una nueva territorialidad.
Arenas
El proceso de intervención al que se refiere esta investigación convoca al
entrecruce una diversidad de actores en situaciones sociales en las que tienen
lugar las contiendas sobre asuntos, recursos, valores y representaciones, a estas
situaciones Norman Long les denomina arenas (Long, 2007:125). El mismo autor
considera que son sitios sociales y espaciales en los que los actores tienen
confrontaciones entre sí, “movilizan relaciones sociales, medios discursivos y
culturales para el logro de fines específicos, incluyendo permanecer en el juego”
(Long, 2007:125). La noción de arena es de especial utilidad “para analizar
proyectos de desarrollo y programas, ya que los procesos de intervención
consisten en un complicado conjunto de arenas de forcejeo entrelazadas, cada
una caracterizada por específicas constricciones y posibilidades de maniobra”
(Long, 2007:125), ya que es en estos espacios dónde las contiendas entre
prácticas y valores distintos tienen lugar, ademar de resultar importante en
situaciones de disputa o discordancia para identificar a los actores, sus temas,
recursos y discursos implicados.
La arena se posiciona también como una de las piedras angulares de la
perspectiva centrada en el actor. Esta perspectiva relaciona la cuestión de la
escala con las maneras como se conectan sitios de interacción a micro-escala y
54
arenas localizadas con fenómenos amplios de macro-escala y viceversa, para
poder dilucidar los conjuntos de relaciones entrelazadas, como pueden ser
proyectos y prácticas en lo social, lo simbólico y lo geográfico (Long, 2007:109).
Contar con la noción de arena es también importante para analizar los discursos
que se dan de manera específica en arenas específicas, particularmente cuando
los actores rivalizan por el control de los recursos. Los discursos juegan un papel
relevante en el análisis de los repertorios culturales que los actores han construido
desde su experiencia con su entorno y que utilizan para relacionarse con el mismo
(Long, 2007:118).
Gracias a las nociones de arena y de dominio social que Long (2007:122-123)
adiciona a la noción de campo social, es posible analizar “los procesos de
ordenamiento, regulación y disputa de valores sociales, relaciones, utilización de
recursos, autoridad y poder”. Señala, en este sentido, que un análisis cuidadoso
de la dinámica de arenas sociales es el que se requiere cuando las pugnas por los
recursos y significados se efectúan de un modo explícito (Long, 2007:123). Los
tipos de arenas involucran no sólo bienes materiales, sino también significados
sociales. Es por esto que esta noción también contribuye al entendimiento de los
forcejeos que se dan en nuevos campos, donde los actores tienen sus diferentes
nociones de agencia y que llevan a cabo en arenas distintos proyectos, intereses y
perspectivas. Los tipos de arenas involucran no sólo bienes materiales, sino
también significados sociales (Long, 2007:136). Este concepto nos ayuda a
ordenar y entender desde dónde se están situando las valoraciones y los sentidos
dados al espacio y a los recursos.
Interfaz
Analizar un proceso de intervención, requiere del análisis de los actores y de
las arenas que se involucran en este. El concepto que Long llama interfaz social
“explora las maneras en que las discrepancias de interés social, interpretación
cultural, conocimiento y poder son mediadas y perpetuadas o transformadas en
55
puntos críticos de eslabonamiento o confrontación” (Long, 2007:109). Una interfaz
se presenta en la realidad como situaciones similares a lo anteriormente se explicó
como conflictos, que “ocurren en los puntos donde se cruzan diferentes, y a
menudo conflictivos, mundos de vida o campos sociales, o más concretamente, en
situaciones sociales o arenas en las cuales la interacciones giran en torno a los
problemas de pontear, acomodar, segregar o disputar puntos de vista sociales,
evaluativos y cognoscitivos” (Long, 2007:136). Y al igual que la cualidad de
productividad social inherente al conflicto, la noción de interfaz social “resulta
relevante como una manera de examinar y entender problemas de heterogeneidad
social, diversidad cultural y los conflictos inherentes a procesos que involucran
intervenciones externas” (Long, 2007:136).
Para comprender los encuentros de interfaz, Long (2007:136) señala que estos
se componen por mayores recursos que los bienes o servicios, es decir, que
también contemplan los significados sociales en los casos que se estudian. En
este sentido, señala una serie de elementos (Long, 2007: 142-148) que muestran
los tipos de situaciones de interfaz, así como pistas para identificarlas en casos de
estudio. El primero de ellos es la interfaz como una entidad organizada de
relaciones e intencionalidades entrelazadas, en la que se incluyen la manera
organizada en la que persisten las reglas, sanciones, procedimientos y prácticas
para abordar intereses y percepciones conflictivas. En este caso, el análisis de
interfaz se enfoca en los eslabonamientos y redes que se desarrollan entre
individuos o partes. El segundo elemento es la interfaz como un sitio para el
conflicto, la incompatibilidad y la negación, debido a que las interacciones de
interfaz suponen algún grado de interés común y por lo tanto, una propensión
hacia la generación de conflicto ocasionado por el encuentro de intereses
contrarios o a las relaciones de poder desiguales. El tercer elemento es el choque
de paradigmas culturales, el tipo de interfaz resultante es uno que ayuda a definir
posiciones culturales e ideológicas frente a puntos de vista contrarios. Así mismo,
la interfaz contribuye en la identificación de la naturaleza de contiendas sobre la
dominación y la legitimidad de paradigmas socioculturales o representaciones de
modernidad. El conocimiento como construcción cognoscitiva y social se posiciona
56
como un elemento clave de la interfaz, ya que éste se forma de las experiencias,
encuentros y discontinuidades que surgen en los puntos de intersección entre los
mundos de vida diferente, involucra aspectos de control, autoridad y poder. Este
elemento, adquiere especial importancia en las situaciones de intervención, ya que
“trae consigo la interacción o confrontación de formas de conocimiento, creencias
y valores del “experto” contra el “lego”, y forcejeos por su legitimación,
segregación y comunicación” (Long, 2007:145). El poder, como resultado de
luchas por los significados y relaciones estratégicas, es otro de los elementos
clave en la noción de interfaz. Tiene que ver con el resultado de las negociaciones,
resistencias, acomodación y sumisión estratégica, como componentes regulares
de las políticas de la vida cotidiana. Otro elemento es la interfaz como compuesta
de discursos múltiples y que permite comprender la manera en que los discursos
“dominantes” son endosados, transformados o desafiados. Es a través de la
interfaz que los procesos discursivos y los puntos críticos sobresalientes de
discontinuidad entre mundos se vida, pueden ser mejor capturados
conceptualmente. El último elemento clave que Long señala de la interfaz es el de
la intervención planeada, debido a que la interfaz ayuda a deconstruir este
concepto y lograr ver a la intervención planeada como un proceso continuado,
socialmente construido y negociado. En este sentido, considera que es importante
enfocarse más en las prácticas de intervención que en los modelos, con el fin de
centrarse en las formas emergentes de interacción, procedimientos, estrategias
prácticas y tipos de discursos, así mismo, permite tomar un relato completo de las
“realidades múltiples” de los proyectos de desarrollo, como los forcejeos que
surgen de las percepciones y expectativas.
Esta noción de interfaz, en complemento teórico con las nociones de arena,
dominio y agencia, enriquece metodológicamente el análisis de este estudio de
caso y estos conceptos se posicionan como una forma de explicar el panorama y
las propuestas teóricas, como una especie de orden de las cosas que permite
colocar situaciones, conceptos, discursos, encuentros y desencuentros.
57
58
CAPÍTULO 2. El ejido San Pedro Buenavista. Historia y
sociedad de un territorio compartido
El Ejido San Pedro Buenavista del presente
El Ejido San Pedro Buenavista (SPBV) pertenece al municipio de Acajete,
Veracruz. Se localiza a 1.5 horas de la cabecera municipal de Xalapa. El Ejido se
encuentra a una altitud entre los 1620 msnm (al NE) y los 2720 msnm (al Este), y
se encuentra cerca de las inmediaciones del Parque Nacional Cofre de Perote. A
su vez el Ejido se ubica dentro de la Cuenca del Río Pixquiac, el agua proveniente
de esta cuenca satisface el 80% de la demanda de los municipios de Acajete y
Tlalnelhuayocan, pero además abastece el 38.5% de la demanda de la ciudad de
Xalapa y algunas colonias suburbanas de Coatepec (ver Mapa 1).
Mapa 1. Ubicación de lo ejido San Pedro Buena Vista en la región y cuenca del Pixquiac.
Fuente : Georgina Vidriales Chan, SENDAS 2009
59
Para el año 2000 la población total del ejido era de 560 habitantes, la cual
disminuyó a 425 en 2008 (218 son mujeres y 207 hombres), distribuidos de la
siguiente manera:
• El Saucal: 58 habitantes.
• El Encinal Dos: 127 habitantes.
• El Zapotal: 148 habitantes.
• Vega del Pixquiac: 71 habitantes.
• Palo Blanco: 21 habitantes
Claramente se puede apreciar una disminución de la población en el ejido,
observándose que existe una tendencia de migración temporal, debido a la falta
de oportunidades de empleo, tanto para hombres como para mujeres. La mayoría
de las personas que han emigrado principalmente son jóvenes, con edades que
varían de los 16 a los 25 años, generalmente por motivos de estudio o de trabajo.
Sin embargo, también se puede observar que la población masculina adulta, con
edades que van de los 35 a los 55 años, también ha emigrado a pueblos y
ciudades cercanas, como Tlalnelhuayocan, Xalapa, Coatepec y las Vigas por
motivos laborales.
La mayoría de estas personas trabajan entre semana y regresan a sus
localidades los fines de semana, incluso algunos de ellos cuentan con casas en la
zona conurbada Xalapa-Tlalnelhuayocan. La mayoría de los habitantes de Palo
Blanco y Vega del Pixquiac se trasladan todos los días desde sus casas hasta sus
lugares de trabajo (Rancho Viejo o colonias Coapexpan y Guadalupe Victoria en
Xalapa). Algunas de las actividades en las que se han empleado generalmente
son: ayudantes de albañilería, jornaleros, renta de cimbra, jornaleo en cafetales,
entre otros, para el caso masculino, las mujeres se han empleado en trabajos
domésticos principalmente.
Llegar a cada una de las localidades, desde Xalapa, es cada vez más fácil.
Con menos facilidad de llegar está la localidad de Palo Blanco, una comunidad
con cada vez menos personas. Quienes se han ido de ahí dicen que la razón de
60
su salida es por qué está muy lejos. Una decena de familias se han mudado a la
localidad de Rancho Viejo, que está a 8 kilómetros y 10 minutos de distancia del
barrio conocido como Coapexpan y que ahí, a unos 20 minutos caminando, se
encuentra la plaza principal de Xalapa8, por lo que, para llegar a las localidades
del ejido desde Xalapa, primero hay que llegar a Rancho Viejo. Para ir a Palo
Blanco se toma un camino de terracería desde Rancho Viejo. Las personas de
Palo Blanco van y vienen caminando o a caballo, en su trayecto bordean el río
Pixquiac, cruzan puentes, pasan por Vega del Pixquiac. Después de una caminata
de unos 30 minutos aproximadamente, aquí se acaba la terracería trabajada con
excavadora o engravada y comienza “el camino de las bestias”, un camino
arcilloso y de mucha pendiente, que con la lluvia provoca que los que no somos de
ahí, resbalemos con facilidad. Cuando no ha habido lluvia el camino se torna
polvoso, especialmente si van caballos. Después de una hora o poco más,
dependiendo de la condición de quien camina, los descansos que haga o de si
lleva caballo o no, se sube hasta los 2100 msnm y se llega a las primeras casas
de Palo Blanco.
Para llegar a Zapotal, Encinal o Saucal, se toma otro camino desde Rancho
Viejo, éste si está encarpetado los primeros cuatro km los siguientes cuatro hasta
Zapotal, dos a Encinal y uno a Saucal9, son de terracería. Hay una o dos decenas
de familias, entre las tres comunidades, que tienen camioneta para trasportarse, el
resto usan el transporte público que sube desde Xalapa, pasando por la Ruta 2,
Rancho Viejo, Capulines y Tejocotal, Zapotal, Encinal, Saucal y de regreso. Los
días lunes, miércoles, viernes, sábado y domingo, un operador del Servicio
Urbano de Xalapa, hace este trayecto (Xalapa-Saucal-Xalapa) a las 7:30 am,
llegando aproximadamente a Zapotal a las 9:30, a Encinal a las 10:00 y a Saucal a
8 Esta cercanía es de tiempos recientes. El camino, antes sólo transitado por caballos o “bestias”,
comenzó a ser encarpetado apenas hace diez años. Antes se llegaba a Xalapa por la localidad conurbada de San Bruno, que colinda con la Colonia Luz del Barrio de la ciudad de Xalapa. Desde Rancho Viejo hasta la terminal Ruta 2 se hacen 15 minutos y el tiempo que se hace desde la terminal Ruta 2 al centro de Xalapa es de aproximadamente 30 minutos o más en vehículo privado o público.
9 Distancias aproximadas.
61
las 10:20, baja de regreso y vuelve a salir desde Xalapa a las 5:30 de la tarde. El
costo varía desde los 25 hasta los 30 pesos, dependiendo el origen y el destino.
El ejido celebra principalmente las fiestas de San Pedro cada 29 de junio en El
Encinal, dónde se encuentra la imagen del santo. Esta es la única fiesta que
abarca todo el ejido y en algunas ocasiones se ha celebrado simultáneamente, en
Encinal, en Zapotal y recientemente también en Vega del Pixquiac. En Zapotal,
celebran con fiesta grande a la Virgen de Guadalupe, los invitados especiales de
este festejo son los corredores y corredoras de las tres localidades vecinas de
Zapotal, Encinal y Saucal que regresan de la peregrinación. En esta fiesta también
pueden ocurrir festejos simultáneos en alguna de las otras localidades. Las
personas que habitan en Vega o en Palo Blanco, algunas veces acuden a estos
festejos. En estas localidades, los festejos se limitan a cabos de año o tres años
de fallecimientos locales, cumpleaños, especialmente fiestas de quinceañeras o
de los tres años y bautizos, que también se celebran en las otras tres localidades.
Antecedentes sociales y geográficos
La historia del Ejido San Pedro Buenavista nunca fue escrita y por lo tanto, sólo
queda en la memoria de los ancianos y las ancianas más viejos que han habitado
toda su vida alguna de las comunidades del ejido. Algunos de estos hombres y
mujeres, aunque han presenciado eventos muy importantes para el ejido, son los
hijos e hijas de aquellos que llegaron a poblar o repoblar estas comunidades.
Otros, los menos, son descendencia de los que siempre han vivido en este lugar.
Las tierras que comprenden hoy al Ejido San Pedro Buenavista pertenecieron
un día al territorio que comprendía la Hacienda de la Orduña (RAN, hoja 0183).
Previamente a la fundación oficial del ejido como tal, ya existía una de las cinco
localidades que conforman San Pedro Buenavista: Vega del Pixquiac, cómo se
nombra esta primera localidad, lleva su nombre por este importante río, que define
una territorialidad que, aunque no con límites hidrográficos tan claros, siempre ha
62
existido en la memoria de las relaciones sociales y comerciales de las personas
que habitan este territorio, en lo cual profundizaré más adelante. De aquel
entonces, Don Mundo Morales, quien era niño en los primeros años del ejido,
recuerda que, incluso viviendo en la localidad de El Mirador, ubicado fuera de los
límites del ejido, asistía a la escuela en “La Vega”:
Había mucha (gente), porque eran varias familias. (...) Yo no recuerdo cuántas
viviendas pero si había muchas, (...) y había muchas familias, mucha gente. Pero
después no sé cómo como empezaron a desperdigarse, a desperdigar, y quedan ya
ahora muy pocos. (...). Unos chamacos que yo conocí en la escuela, varios ya se
murieron también, ya están muertos. Pero se salieron, varios fueron a morir por
Xalapa. Pero así termino, esa es la historia, la gente que iba en aquél tiempo se
acabó y ya por eso casi ni familia de ellos quedaron. Pero ya son poquitos. (Don
Mundo, entrevista, 2012).
Don Mundo también recordaba que las casas eran todas de madera. Aún se
pueden observar vestigios de estas casas elaboradas con tablones de grandes
dimensiones de ancho y grueso de la madera, que, colocados uno encima del otro
hacen un cruce o intercalado en las esquinas que daba soporte a la estructura,
forman los pisos ligeramente elevados del suelo, y dividen un espacio de estancia
y uno arriba como tapanco para almacenar maíz. Estas casas, que tenían
también techos de teja de barro, ya no son un modelo vigente de vivienda y las
que quedan en pié están abandonadas, en desuso como casa o utilizadas como
bodegas para guardar el maíz.
Doña Crispina, de 68 años, originaria de La Vega y cuyo abuelo Don Vicente
Gabriel fue de los primeros ejidatarios de San Pedro, recordaba en entrevista que
sus padres y sus abuelos eran originarios de Vega del Pixquiac, que hablaban
náhuatl y que se dedicaban a la música cuando ella era niña, tocaban
instrumentos como el arpa, la quijada de burro y la jarana, tocaban sones, a veces
en español y a veces en “la lengua”, como ella le llama al náhuatl. Esta tradición
todavía se puede rastrear en las localidades cercanas del municipio de
Tlalnelhuayocan, aunque ya sólo practicada por personas de edad avanzada, algo
63
similar ocurrió con el idioma náhuatl, que desapareció en los últimos diez años con
el fallecimiento de los últimos hablantes de la zona. Sin embargo, quedaron en uso
palabras de este idioma, como nombres de plantas comestibles endémicas y los
de los ríos Pixquiac, Xocoyolapan y Atopa. Vega del Pixquiac formó alguna vez
parte de un grupo de localidades originarias, es decir, de antes de las haciendas y
de que Xalapa comenzara a crecer como urbe. En todas estas localidades se
hablaba el mexicano (náhuatl) y los antepasados de los pobladores actuales
fueron concentrados durante la Colonia en pueblos como San Antonio Hidalgo y
San Andrés Tlalnelhuayocan.
En esta zona quedaban, situados entre las grandes haciendas de la región,
como una superficie importante de predios privados, territorios de los pueblos
indígenas prehispánicos. Pocos años antes de que los antepasados de estos
ejidatarios llegaran a este lugar, los habitantes originarios de Vega del Pixquiac
sufrieron de una grave epidemia de influenza (1920), lo que mermó la cantidad de
habitantes del pueblo.
Por otro lado, previamente a la fundación del ejido, surge un hito histórico muy
relevante para el país y en particular para esta zona. La Revolución Mexicana
significó, aquí y en otras partes de México la movilidad de familias que
abandonaban las haciendas en proceso de desaparición o de reducción de sus
latifundios. En las inmediaciones del Cofre de Perote existieron grandes haciendas
forestales, que con la Reforma Agraria fueron desapareciendo como tales,
dejando familias sin tierra ni trabajo. Fue entonces cuando comenzó el
poblamiento de este territorio que hoy conforma el Ejido San Pedro Buenavista;
aun cuando odavía era ser propiedad de los señores Alfonso y Romualdo Pasquel
y se llamaba Hacienda de San Pedro Buenavista, y era mejor conocida como
“Orduña y Anexas” (RAN, hoja 0183). No se cuenta con las fechas exactas, los
primeros asentamientos ocurrieron en el periodo comprendido entre algún
momento de los tiempos de inicio de la Revolución y el inicio de los trámites de
dotación de tierra, que datan de 1929.
64
La memoria sobre las razones que motivaron la transición de estos
campesinos de tradición forestal a lo que hoy es San Pedro se ha ido
desvaneciendo y no llegó a todos descendientes, lo que queda de esa memoria,
cuenta que venían “de más arriba”. La memoria de los más ancianos alcanza para
decir que los que no eran de Vega del Pixquiac, venían de las comunidades de El
Mirador, Colexta, Acajete (entrevista a Doña Crispina). Una situación similar es la
que ocurrió en la zona alta del vecino municipio de Xico, de 1920 a 1940, donde
las dotaciones ejidales provocaron un reacomodo de la población (Hoffmann,
1992). En algunos pueblos la población se desarrolló rápidamente y en otros se
estancó o retrocedió: “Nuevos habitantes habían llegado de ciudades alejadas
como Oriental, Tlaxcala (...) y Acajete” (Hoffmann, 1992:142). Es posible que la
muy fuerte presión social ejercida en contra de los campesinos que vivían en y de
los bosques en Xico haya sido compartida también por los pobladores de San
Pedro. Odile Hoffmann menciona que los ingenieros de la Comisión Agraria
notaron daños visibles en los bosques: una sobreexplotación forestal notable,
“sobre todo la de los encinos, que proporcionaban los durmientes para las vías del
ferrocarril” (Hoffman, 1992:143). Lo anterior sirvió a los propietarios para impugnar
las futuras afectaciones, acusando a los campesinos “'que no quieren las tierras
más que para deforestarlas', aduciendo como prueba el cierre de los aserraderos
'por falta de madera'” (Hoffmann, 1992:143).
Cuando llegaron los nuevos habitantes de Vega del Pixquiac, comenzaron a
aprovechar ampliamente los recursos forestales de los alrededores. De esta
manera se fundó la localidad de Palo Blanco, un lugar aislado de caminos o
pueblos, pero repleto de diversidad biológica y por ende, forestal. De aquellos
árboles de maderas semipreciosas sólo quedan los tocones10. Así, tocones de
metro y medio o hasta de dos metros de diámetro aún se pueden observar entre el
actual bosque secundario de regeneración natural, que tiene entre 30 y 50 años
de edad o entre las reforestaciones de pino, ciprés o liquidámbar. Ellos son un
testimonio silente de aquellos bosques que durante cientos de años brindaron
10
De los cuales el Romerillo (Taxus Globosa) ya no se encuentra en la zona; y otros como Roble, Zapote y Vara
Negra, apreciados por la calidad de su madera, de los cuales quedan muy pocos y todavía son muy jóvenes.
65
cobijo a cojolites, zorros, mapaches, tejones, jabalíes, venados, ardillas,
martuchas, cuautuzas, tigrillos, y gran variedad de aves. Muy probablemente este
bosque constituyó por muchos siglos sustento de carne silvestre (fuente proteica
animal) para los habitantes de las cercanías, ya que es común caminar entre las
milpas recién surcadas y encontrar puntas de flecha de obsidiana. En aquella
abundancia, Palo Blanco y Vega del Pixquiac comenzaron su efervescente
actividad comercial: durmientes para ferrocarril, vigas, tablas y tablones eran
vendidos en el bien nombrado pueblo de Las Vigas.
El motivo de la fundación de Palo Blanco fue netamente de aprovechamiento
de los recursos de forma familiar. Palo Blanco comenzó como segundas
residencias de familias que habitaban en Vega del Pixquiac, era un lugar para
trabajar. El aprovechamiento era realizado de manera individual, es decir, por
familias nucleares, sin embargo, fueron varias familias las que, de residencia
secundaria, pasaron a establecerse en Palo Blanco. Lo que se dice es que esta
localidad se fundó aquí por contar con espacios con algunas partes planas,
abundancia de agua y abundante recurso forestal, en su mayoría de la especie
palo blanco (Meliosma alba) y otras como vara negra (Ocotea disjunta). Las
familias que se asentaron en esta loma lo hicieron de manera dispersa y sin
ninguna clase de planeación de tipo urbano o comunitario, unas casas de otras se
encuentran a 600 metros cuando menos. La milpa casi siempre fue difícil en este
lugar, cuando no fueron antes los animales del monte los que la dañaron, fueron
las heladas o los “nortes”11, más recientemente.
El área en la que hoy se ubica el ejido San Pedro Buenavista ha sido moldeada
por la historia geológica del Nauhcampatépetl o Cofre de Perote, extinto volcán
que se ubica en los límites que separan, por altura, las tierras cálidas y tropicales
del Golfo de México, de la zona llamada Altiplano Central. El ejido San Pedro
Buenavista se ubica en la ladera oriental del Cofre de Perote, la altitud limítrofe
mínima, que es en la localidad de Vega del Pixquiac, es de 1700 msnm y la
11
Fuertes vientos con dirección norte, resultado de frente de aire frío a lo largo de la costa del Golfo de México.
66
máxima es de 2720 msnm. Esta característica de contar con una gama amplia de
altitudes al pié de un volcán, dibuja paisajes diversos con inclinaciones de relieve
desde los 0° a los 90°, cañadas pronunciadas, ríos y lomas, algunos “planes”12.
Además de esto, la ubicación de esta ladera de la montaña, que mira de frente a
las corrientes de aire húmedo provenientes del Golfo de México, cobija la zona
con neblina gran parte del año y muchas personas comentan que antes así era
todo el año en toda la región, incluida la ciudad de Xalapa. La vegetación, además
de cumplir funciones ecosistémicas y sociales para las personas de la zona,
cumple la función de captar el agua suspendida en la humedad y va sumando al
paisaje un sinnúmero de arroyos de todos tamaños, manantiales, cascadas y ríos.
De este suelo privilegiado con abundante humedad, altitudes ascendentes en
dirección oriente-poniente (es decir desde el Golfo hacía el Cofre) y temperaturas
templadas, florece un ecosistema llamado bosque de niebla o bosque mesófilo de
montaña. Este tipo de bosque, de acuerdo con Williams (et al, 2002:74) “se
encuentra aislado física y climatológicamente en la parte media de las montañas”
a la altura de donde se forman las nubes, en este ambiente coexisten la flora
templada y la tropical. El bosque mesófilo de montaña es el bosque más diverso
en México por unidad de superficie, ocupa menos del 1% de la superficie del país,
pero alberga entre 10 y 12% de todas las especies de plantas que existen en
territorio mexicano. Además, proporciona muchos servicios ambientales
importantes, como la captación de agua, la disminución de inundaciones y
sequías, el enriquecimiento de suelos y, cuando son bosques saludables, purifican
el agua y controlan la erosión de los suelos, el azolve de los ríos y el riesgo de
deslaves.
En las concepciones sobre la noción de territorio13 se enfatizan los sentidos
sociales y humanos dados al espacio a través de la experiencia vivida en éste. Sin
embargo, las características de este espacio en particular son, por naturaleza,
abundantes en recursos, y a la vez, frágiles a la presencia humana y sus prácticas
12
Pequeños valles habitables o cultivables a orilla de río o sobre los filos de cuenca 13 Ver Capítulo 1, apartado sobre territorio.
67
de manejo. Estas características también son las razones por las que su
poblamiento se da en un momento histórico específico. En este territorio
construido sobre este espacio natural, se contienen valores que no solamente son
dados por sus habitantes, sino también por una valoración global de los recursos
naturales, que tiene impactos en lo nacional (de políticas públicas 14 ) y en lo
regional en distintos momentos históricos.
Antes de la conformación del ejido, es decir a principios del siglo XX, el bosque
de niebla o mesófilo se extendía de manera continua en la región y se encontraba
habitado y manejado desde tiempos prehispánicos por diferentes pueblos
(Williams et al, 2002:77).
Para los recién llegados a esta zona, por aquellos años el bosque también era
fuente de ingresos económicos, ya que la madera era demandada para la
construcción de casas y barcos desde el siglo XVIII y la fabricación de durmientes
de ferrocarril en el XIX. Antes del reparto agrario, eran las haciendas Los Molinos
y Tenextepec las que se dedicaban a la explotación de madera (Pedraza et al:47).
Dichas haciendas se ubicaban en las partes altas del Cofre de Perote, donde el
ecosistema es bosque de pino-encino y de dónde se podría suponer que venían
los nuevos habitantes que llegaron a Vega de Pixquiac provenientes de pueblos
de “más arriba”, y que aprendieron el oficio de talador en estas haciendas.
La primera semilla de organización colectiva.
Bien sabido es lo que en México ocurrió entre los años 1910 y 1930, sin
embargo, considero que vale la pena un breve contexto para comprender el
nacimiento del Ejido San Pedro Buenavista. La Revolución Mexicana, desde la
mirada de Alan Knight (1968), es considerada un complejo proceso histórico,
producto del conflicto de clases, que reordenó la conformación social, económica y
política de la sociedad mexicana del porfiriato, sin lograr un verdadero cambio en
14 Ver capítulo 5
68
la estructura de clases. “La Revolución revirtió la tendencia porfirista a la
concentración de la tierra” (Knight, 1968:21) y las haciendas comenzaron a ser
codiciadas por el campesinado. El Estado, por su parte, se posicionó, con el poder
atribuido que le otorgó la Reforma Agraria, como un ente benefactor que quitaba
tierras a los hacendados para dársela a los campesinos.
La región central de Veracruz se caracterizaba en aquel entonces por llevar la
vanguardia en la aplicación de la reforma agraria. Mientras que en enero de 1915
Carranza decretaba el reparto agrario, en Veracruz “la reforma agraria de adelantó
en su legislación, pues, desde el otoño de 1914, el gobernador Cándido Aguilar
empezó a decretar las leyes de destitución y dotación, ante la emergencia del
movimiento campesino en la región central de Veracruz” (León y Benítez,
1996:190). Los propietarios de las haciendas obstaculizaban el reparto agrario
mediante las “guardias blancas” y en algunos lugares ejercían presión y violencia
en los pueblos mediante grupos rebeldes en los poblados solicitantes. En este
contexto, Adalberto Tejeda fundó la Liga de Comunidades Agrarias del Estado de
Veracruz y distribuyó armas a los campesinos para que se defendieran y tomaran
posesión de las parcelas; por su parte los propietarios de las haciendas
interpusieron amparos a la reforma agraria. En los poblados en los que no hubo
tales grupos rebeldes, las solicitudes fueron dotadas sin mayor complicación, sin
embargo, la presencia de estos grupos, obstaculizó o demoró muchos años las
dotaciones (León y Benitez, 1996:190-192).
Durante los años posteriores al levantamiento, durante el establecimiento de la
reforma agraria que resultó de la revolución, es decir, la década de los veinte,
Veracruz se caracterizó por las luchas de obreros, inquilinos y campesinos. A esta
etapa se le conoce como los años radicales, ya que amplias capas de la sociedad
veracruzana se encontraban fuertemente movilizadas (Skerrit, 2003:17-18). En la
zona “centro del estado, más concretamente, los municipios aledaños al puerto de
Veracruz y rumbo de Xalapa, constituyeron una especie de cuna del agrarismo...
fue allí donde se experimentó el movimiento más profundo contra los
terratenientes.” (Skerrit, 2003:19). A este tipo de agrarismo se le conoce como
69
radical, ya que también coexistía con un agrarismo de tipo oficial. Este agrarismo
oficial se veía influenciado por las presiones populares de las uniones, sindicatos y
demás organizaciones populares que se encontraban organizados. Aunque la
mayoría de los trámites tardaban entre dos y siete años, en algunos casos el
proceso se prolongó más (desde 9 hasta 20 años). León y Benítez (1996:195)
afirman que “probablemente esto se debió a la complejidad en los pasos
administrativos y técnicos, pero también a la poca presión que pudieron haber
ejercido los solicitantes, provocada quizá por la falta de unión y de organización,
aunque no en todos los casos.”
Según dicen que (lo que hoy es el Ejido San Pedro Buenavista) anteriormente era de
un hacendado, un hacendado era el dueño de estos terrenos y que estos terrenos en
aquel tiempo pertenecían a La Orduña. (…) era de un hacendado pero que se lo
recogió el gobierno y ya lo tituló el gobierno como ejido, y se formó un ejido y ahí se
quedó y ya no tuvo más quien peleara por él. (…) Aquí dicen que se hizo ejido
cuando el gobierno recogió el terreno. Que se lo recogió al hacendado, ya después,
eso si no sé qué tiempo sería, pero que pasaron los años y un señor de Acajete
empezó a formar a la gente y muchos se empezaron a acercar a decir -sí, que se
haga-, y empezaron a buscar, estuvieron de acuerdo que se formara ejido y así se
fueron juntando de a poquitos. (…) Los que se empezaron a formar, que empezaron
a formarse aquí, que se juntaron, y lo formó una gente de Acajete, que los invitó para
formar el ejido y ya él empezó a buscar gente, entre ellos mi papá (…) en ese tiempo
todavía ni nacía yo (Don Mundo, entrevista, 2012).
Es en este contexto cuando, el 15 de abril de 1929, habitantes de las
localidades de Vega del Pixquiac, Palo Blanco, El Mirador, Mesa del Laurel y
Mesa de la Hierba, solicitaron una dotación de tierras para la Congregación San
Salvador Acajete, y el 30 de abril de 1930 el Gobernador del Estado de Veracruz
dio el fallo de aprobación de la dotación con una extensión de “un mil doscientas
sesenta y cuatro hectáreas cincuenta áreas, de la Hacienda de San Pedro
Buenavista, (A) ‘Orduña y Anexas’, de la propiedad de los señores Alfonso y
Romualdo Pasquel” (RAN, hoja 0183). Cuando se les llamó a comparecencia, los
propietarios de la hacienda alegaron que “en vista de que los terrenos de su finca
70
son exclusivamente de monte alto y la Ley de la materia dice que esta clase de
terrenos sólo debe dotarse en la cantidad necesaria a los pueblos para que no
carezcan de leña” (RAN, hoja 0184), por ello, la posesión provisional dada sería
improcedente por la superficie que comprende. Sin embargo, la segunda
consideración de la resolución presidencial señala que los alegatos de los
propietarios afectados no son de tomarse en consideración “ya que de acuerdo
con la resolución de C. Gobernador, al dotar al poblado con 1264-50 has para 160
individuos, resulta una parcela individual de 7 has aproximadamente” lo cual está
permitido por la ley y estipulado en “los artículos 3° y 4° del Decreto Presidencial
de 28 de diciembre de 1933” (RAN, hoja 0184).
Es de notar que la tercera consideración dicta:
Siendo de utilidad pública la conservación y propagación de los bosques y arbolados
en todo el territorio nacional, debe apercibirse a la comunidad beneficiada con esta
dotación, que queda obligada a conservar, restaurar y propagar los bosques y
arbolados que contenga la superficie dotada (RAN, hoja 185).
Así mismo, la quinta resolución específica que “debe considerarse como título
comunal” y que los vecinos del poblado “quedan obligados a conservar, restaurar
y proteger dichos terrenos, sujetándose para ello así como para su explotación
forestal, a las disposiciones legales respectivas”, la obligación también considera
el mantenimiento de los caminos vecinales. (RAN hoja 186).
Una de las características del concepto de territorio que encuentro más
interesante es la que se refiere al dominio y a la pluralidad de dominios diversos
que pueden formar parte de un mismo territorio (Zambrano, 2006). Me gustaría
agregar de manera más explícita la diversidad de dominios, sentidos y valores que
se atribuyen en mismo territorio y que van cambiando, entrando o saliendo a lo
largo de la construcción histórica del territorio. Así mismo, también el mismo
territorio, y las valoraciones y dominios del presente contienen esa parte histórica
de experiencias, dominios, sentidos y valoración que tuvieron en el pasado y que
ayudan en la toma de decisiones que ocurren en el presente, es decir, en la
71
construcción de nuevas formas de territorialidades diversas, con nuevos y
diferentes tipos de dominio y pertenencia.
Es en este sentido que, en el caso del Ejido San Pedro Buenavista analizo su
territorialidad histórica, su conformación territorial que pasa por distintos procesos,
entre ellos los que pasan por una interacción con las instituciones
gubernamentales (petición, dotación y características de la dotación). Es decir, las
características organizativas sobre este nuevo poblamiento y territorio en
gestación, corresponden a un momento histórico y político nacional y no a una
convención o acuerdo realizado por los nuevos ejidatarios. Las características del
ejido correspondían a una forma de organización territorial determinada por el
mismo mandato presidencial que les otorgaba la concesión, de igual manera, en
aquel entonces ya se hacía referencia también a la obligación por conservar,
proteger y restaurar los terrenos ejidales, sin que esto sea un consenso o
preocupación especial de los nuevos ejidatarios, como podremos ver más
adelante.
¿Quiénes eran los primeros ejidatarios y de dónde v enían?
Para entender las diferencias en las formas de percibir y actuar sobre el
bosque, es importante conocer el origen diverso de los diferentes pobladores, ya
que estas diferencias forman parte de los conflictos que fueron marcando la
historia del ejido.
Doña Crispina Gabriel, de 68 años de edad y originaria de Vega del Pixquiac,
es nieta de uno de aquellos primeros ejidatarios, en su memoria sólo queda el
lejano recuerdo de lo que contaba su padre y que a su vez le contó su padre. Don
Vicente Gabriel, el abuelo de doña Crispina, efectivamente aparece en el
documento más antiguo del expediente agrario del ejido. Junto con él, aparecen
28 nombres de hombres que firman la solicitud de tierras. Por su parte, su hijastro
Fulgencio Saldaña recuerda que su padre era hijo de uno los primeros ejidatarios
72
y que él se dedicaba a principalmente a la agricultura y a la ganadería de cabras y
borregos.
El padre de Don Esteban Martínez era originario de El Amor Quelite, un rancho
ubicado entre Vega del Pixquiac y Mesa de la Yerba, este pueblo desapareció,
pues todos los que vivían ahí se fueron a vivir a La Vega o a Xalapa. Don Felipe
Martínez, su padre, le platicó sobre “los pleitos por los que se peleó el ejido este,
vaya, con toda la gente, no él solo”, ya que “aquí, según dicen, era la hacienda de
un rico aquí, y la pelearon para ejido. El platicaba que iban a las oficinas, iban a
ver, eran un grupo, de los de aquí, de toda la gente” (Don Esteban, entrevista,
2012).
Los abuelos de Justino Morales, de 56 años, eran de Mesa de la Yerba, pero
no tenían dónde vivir, así que se fueron con todo y familia a vivir a Palo Blanco
“ahí hicieron mata, hicieron casa ahí” (Justino Morales, entrevista, 2012). Su padre
fue de los primeros ejidatarios, era carbonero y tenía ganado, vivían en Palo
Blanco y de ahí se fueron al Saucal, a dónde Don Tino llegó de 4 años, en 1961.
Los padres de Don Simplicio Ceballos, de 71 años y habitante de la localidad
del Saucal, eran originarios de Colexta, una localidad dentro del municipio de
Acajete. Él recuerda “cuando ellos llegaron aquí, aquí se inició el ejido, el ejido se
inició en 1925 o 27, por ahí así, entonces cuando él llegó aquí, se organizó aquí,
en el 1930, llegó aquí mi jefe” (Entrevista a Don Simplicio, 2012).
Otros, como los padres de Don Mundo Morales, habitante del Zapotal y de 75
años, vivían en Acajete, la cabecera de este municipio, aunque su madre era
nacida de la localidad del Mirador y su papá venía “de por ahí del Estado de
Puebla”, aunque él nació en El Mirador. El padre de Don Mundo se dedicaba al
campo y a trabajar la madera, en sus propias palabras, “eran puros campesinos,
aquí nomás al campo se podía dedicar la gente.”
Así se fue formando, entonces, el Ejido San Pedro Buenavista. Familias
provenientes de los alrededores, pero particularmente dos grupos, unos que
73
venían de las partes más altas de la zona, específicamente de la cabecera
municipal de Acajete, del Mirador y de Saucal y “de algún lugar” del Estado de
Puebla, y otro grupo se conformado por originarios de Vega del Pixquiac y
pequeños poblados cercanos, como El Amor Quelite, Mesa de la Hierba y Mesa
del Laurel. De acuerdo con Don Mundo, eran esos dos grupos los que se
organizaron para formalizar una sola organización solicitante por el ejido:
“Cuando se formó (el ejido) estaba Acajete y estaba El Mirador (…) Ya después se
formalizó también otro que era El Saucal y ya también hubo gente (de ahí) y se
formalizó, pidieron también un ejido, de la misma gente de Acajete, pero no sé si más
después o más primero, también está la gente del Palo Blanco, que son de la misma
organización, también se hicieron ejidatarios.” (Don Mundo, entrevista, 2012).
Tejiendo y aprovechando el territorio.
Ya abordé líneas atrás cómo se fueron formando las localidades de Vega del
Pixquiac y de Palo Blanco en torno al aprovechamiento de los recursos forestales,
como la madera y el carbón. El Saucal se reconoce como localidad unos pocos
años antes de la dotación ejidal. De acuerdo con Don Simplicio,
“cuando (sus padres) llegaron aquí, aquí se inició el ejido, cuando se inició el ejido
fue cuando él llegó (su padre) aquí se organizó, aquí en el 1930, llegó mi jefe. (…)
(Llegaron aquí) por cuestión de trabajo, ellos trabajaban el monte, haciendo carbón,
es que en aquellos años el ejido estaba muy cubrido de bosque, había mucho
monte en aquellos antes; también sembraban maíz y frijol”.(Don Simplicio,
entrevista, 2012)
Aproximadamente quince años más tarde, es decir, por ahí de 1946, cuando
Doña Cecilia tenía entre nueve y diez años, vivía en Palo Blanco y su mamá la
mandaba a dar de comer a sus hermanos, que estaban trabajando en El Zapotal.
De aquel tiempo, Doña Cecilia recuerda que:
74
Era muy bonito, había muchos árboles, de esos que les decimos zapote, ya no hay,
hay unos palitos allá arriba, pero son como tres, pero allá arriba, ¡esto era un Zapotal!
¡pero muchísimo, bastante! (…) Había encinos, había robles, había otros palitos que
se nombraban de nombres diferentes, ¡había muchos árboles! (Doña Cecilia,
entrevista, 2012).
Don Justino, al hablar del bosque, recuerda que además de estos árboles,
también había “otras maderas blancas, mal hombrillo, marangola, quidambar
(liquidámbar), sauso o sauce, de pino no (habían), sólo unos por allá por la Cueva
de la Cuatuza, pero esas semillas se las trajo el aire, porqué (por aquí) nunca las
dejaron pasar el mismo monte” (Don Justino, entrevista, 2012). Don Tino también
recuerda que aquí de antes llegar personas a habitar ya le nombraban Zapotal,
por “que había unos ¡nombre! ¡grandísimos! ¡gruesos!” (Don Justino, entrevista,
2012). También “había mucho animalillo que perjudicaba, que le gustaba comerse
los elotes, animalitos de monte, muchos tejones” (Don Mundo, entrevista, 2012)
Las cinco o seis familias que fueron formando la localidad del Zapotal, vinieron
a habitar el lugar para “acercarse un poco más (…), un poco a Xalapa (el principal
mercado de madera y carbón). Porqué allá en el Mirador se sentía más retirado y
como no había otra manera más de salir que con bestias”. El lugar ya lo conocían,
pues “había una vereda aquí (…) por dónde pasaba (…) unas vereditas pero
pequeñas (…) empezamos a abrir camino (…) y ya después se empezó a abrir
más el camino y se empezó a agrandar más, pero ya de ahí así nos fuimos”, así
cuenta Don Mundo cómo se fue formando la localidad del Zapotal. De ahí
empezaron a trabajar el lugar, a sembrar, y para sembrar fue necesario “tumbar el
monte, porque se necesitaba tumbar el monte (…) Había tanto monte (bosque)
que “decían muchos ¡no se va a acabar! ¡si se va a acabar! Pero no, el monte no
se acababa, pero si acaba y lo acabamos” (Don Mundo, entrevista, 2012)
Ya para 1958, cuando Doña Cecilia se fue a vivir a El Zapotal, “ya estaba
descombrado”. Don Justino recuerda que a él le “tocó tumbar los zapotes (…)
tendría yo entre catorce o quince años, y ya no había tantos”. Esto fue a principios
75
de los años setenta y la forma de trabajo, en ese entonces se hacía en grupo, con
cuñas de fierro, hacha y sierra de mano, no había motosierras.
Aproximadamente en los años sesenta se comenzó a poblar lo que hoy es la
localidad de El Encinal II. Cuando la familia de Othón Ceballos se instaló en el
lugar, hicieron su casa, trabajaron la tierra sembrando maíz y papa y criando
vacas. Othón recuerda que en ese entonces había monte mesófilo, había pinos
“chiquitos” y había pedazos descombrados sin monte (bosque) y con escobo
(Baccharis spp), en estos claros había pasto para las vacas que ellos mismos
fueron sembrando. “Antes era mucho más bonito que hoy. De aquí a allá. Estos
árboles son reforestados, antes yo me acuerdo cuando estaba morrillo, era monte,
un paisaje hermosísimo, a mí me daba miedo entrar para allá por el monte, era
oscurísimo”- cuenta Don Othón (entrevista, 2012).
Cuando comenzaron a poblar lo que hoy es El Encinal II, aproximadamente a
principios de los ochenta, se recuerda que el ejido ya estaba de antes:
“Encinal Dos se convirtió por nosotros, muchos vecinos nos juntamos. Había tres
casas y tres familias, y se convirtió en casas y casas y entonces dijimos -¿cómo se va
a llamar aquí?- y dijimos Encinal Dos, y fuimos nosotros fuimos ya una comunidad.
(…) Más de treinta años tiene que se le puso El Encinal Dos” (Othón Ceballos,
entrevista, 2012).
La década de los ochenta también se recuerda como el momento en el que
comenzaron a llegar “apoyos” o proyectos de diversa índole al ejido,
especialmente de apoyo a la ganadería bovina (borregos, sin mayor precisión de
la especie). De acuerdo con un ejidatario que no quiso dar su nombre, fue en esos
tiempos cuando empezaron los problemas, es decir, cuando empezó a entrar
dinero. En esa década, ocurrieron varios sucesos: Durante los primeros años de
los ochenta Don Justino se comienza a dar cuenta que, de pronto, había muchas
vacas en El Zapotal, por esos mismos años Othón Ceballos recuerda que
comenzaron las primeras reforestaciones en el ejido y a finales de la década, los
habitantes de la zona comienzan a adquirir sus primeras motosierras.
76
Los noventa también se caracterizaron por ser una década en la que continúan
llegando los apoyos a proyectos productivos y, aunque la mayoría de los apoyos
son otorgados a jefes de familia o ejidatarios, resalta uno que pretendía beneficiar
a varias familias del Zapotal. Un proyecto colectivo de producción de trucha que
algunos ejidatarios motivados, habían estado pidiendo y que se les condición que
fuera un proyecyo colectivo. Durante los primeros años de la década la percepción
local era que “el bosque dejó de dar”, sin embargo, fue en esta época cuando
algunos entrevistados compraron su primera motosierra. Un hecho importante
para tres de las cinco localidades ocurrió a finales de la década de los noventa
cuando se “tendió el camino” que une a Saucal, Encinal II y Zapotal, con la ciudad
de Xalapa y otros pueblos menores. Antes de esto sólo había un “camino de
bestias” y ahora se puede transitar en casi cualquier vehículo.15
En enero de 1992, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y el
Congreso de la Unión decretaron una reforma al artículo 27 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. Esta contrarreforma puso fin al reparto
agrario, abre al mercado las tierras de propiedad social y crea las condiciones que
fomentan la aparición de un neolatifundismo, al permitir que sociedades
mercantiles puedan ser propietarias de predios 24 veces mayores a los
establecidos por la pequeña propiedad (Toledo, 1994 y Maderas del Pueblo del
Sureste, 2011). La apertura al mercado de las tierras ejidales o comunales
significó que ahora ya se pueden comprar, vender, embargar, hipotecar, heredar
(a personas de fuera de la comunidad) y prescribir, y para lograr cancelar el
contrato social agrario que se estableció gracias a la Revolución Mexicana, se
creó el Programa de Certificación de Derechos Agrarios y Titulación de Solares
(PROCEDE). Este Programa arrancó en el ejido en 1997, y en 1999 fueron
aceptados los resultados para asignación de parcelas y áreas de uso común,
registrándose 177 ejidatarios. Según datos obtenidos en el RAN, el 22 de enero de
1997 el PROCEDE comenzó con los trabajos de validación de la carpeta básica y
es donde, por primera vez en el expediente del RAN, se hace la observación que
15
Sobre el camino y la organización colectiva para hacerlo y darle mantenimiento, existe un apartado en esta investigación.
77
por resolución presidencial que el nombre del ejido es San Salvador Acajete, y que
la Asamblea decidió cambiar el nombre por San Pedro Buenavista (RAN, hoja
163).
Mapa 2. Áreas de uso común y parcelas privadas del Ejido San Pedro Buenavista. Sendas, 2008
El 4 de junio se valida el expediente, quedando la tenencia de la tierra definida
de la siguiente manera: 1,263.5 has de superficie total, 317 parcelas que suman
953.8 has, 317 has divididas en 15 áreas de uso común y 177 ejidatarios
reconocidos. Aquella lista ya no corresponde a la realidad presente, pues ha
habido venta de tierras a ejidatarios, avecindados y gente de fuera. En la
validación del expediente se observa, entre otras cosas, que “la procuraduría
agraria no cuenta con el listado de derechos a las 14 zonas de uso común” (ver
Mapa 2) y que se procederá a captar dicha información en la Addate16 En las
observaciones técnicas del dictamen, con fecha del 1° de septiembre de 1999, se
menciona que “en la Asignación de Tierras de uso común, la Asamblea asigna
16 Asamblea de Delimitación, Destino y Asignación de Tierras Ejidales
78
dichas tierras por partes iguales a 143 ejidatarios correspondientes a un
porcentaje del 0.7042%”.
Para los ejidatarios de San Pedro Buenavista, este suceso está más vinculado
al INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) y se percibe como una
solución a problemas que siempre habían abrumado a los ejidatarios: “Antes, con
el ejido, hacíamos lo que queríamos, nos metíamos allá y nadie te decía nada.
Llegó INEGI y así, se marcaron las parcelas y cada quien lo suyo” (Entrevista a
Othón Ceballos, 2012). Para Don Simplicio, con la entrada del PROCEDE la
situación
“mejoró, porque ahorita esos problemas muy antes que todavía no entraba INEGI, no
pues eran más, todavía más problemas. Y ahorita ya cambió un poco, porque puedo
decir que si yo tengo mis tierras, tengo mis documentos, donde me está marcando lo
que es mío. Y si está otro ahí compañero, lindamos en lo mismo, cada quien tiene
sus documentos, ahí no se debe meter otro, si es posible para ir a traer leña o algo
así. Debe de respetar y eso así está el reglamento. (…) (Antes cuando todo era
común) si había una de esas discusiones porque algunos, por ejemplo, tenemos el
hecho de acá arriba. Había un compañero, que él decía que los abuelitos que le
habían dejado un pedazo ya señalado, pero no como hoy, entonces decía -no pues
yo voy a recoger esas partes-, pero como se enmontó decidimos dejar ese bosque
hasta la vez que ya se enmontó y ahí si había un poquito de problemas.”
De los problemas a los que se refiere Don Simplicio, destaca un suceso
trágico, del cual queda un recuerdo muy presente, aunque poco claro debido al
paso del tiempo. Más o menos entre 1937 y 1938, hubo un conflicto que culminó
en la muerte de 7 u 8 personas. La mayoría de los entrevistados atribuyeron este
suceso a que los animales de unos habían dañado la siembra de otros. Don
Mundo relata que era su padre el de la siembra afectada. Muchos cuentan que los
de los animales eran de Tierra Prieta (localidad junto al ejido en la zona alta) y que
otros, los afectados en su siembra eran del ejido. Sin embargo, Doña Cecilia fue la
única en contar una versión un poco distinta o poco más compleja, que le fue
79
relatada por su tío Don Policapio17. Esta versión dice que fue por motivos de la
repartición del ejido que querían “hacerlo cuatro partes o en tres partes, a
repartirlo Palo Blanco su parte, Saucal, Mirador su parte y aquí su parte”, que ya
traían el pleito de antes, “por daño a una siembra, y ya de ahí se les complicaron
las cosas” (Doña Ceci, entrevista, 2012), porque cuando llegaron ya llevaban
machetes, cuchillos y pistolas.
Como se comentaba en párrafos anteriores, los ejidatarios tienen la percepción
de que la parcelación trajo un clima de certidumbre y reducción de este tipo de
conflictos ocasionados por la noción de lo común. Que a pesar de tener dicho de
palabra las hectáreas correspondientes a cada quien, no siempre eran respetadas
durante sus vidas y menos una vez que moría el ejidatario, ya que como
comentaba Othón C. “puros problemas dejaban heredado (…) luego los hijos
tenían que andar ahí peleando” (Othón C., entrevista, 2012).
Hasta este punto en la historia territorial del Ejido San Pedro Buenavista, se
podría afirmar que Hardin (1968) tiene la balanza a su favor en el debate de los
comunes. La comunidad ejidal que se encontraba conformando este territorio
sufrió de hecho una tragedia de los comunes que se manifiesta en el momento en
el que los habitantes del ejido se dan cuenta que han acabado, efectivamente, con
todo el recurso maderable y comerciable que se encontraba a su disposición18.
Algunos de los factores que abonaron a que sucediera así tiene que ver con lo que
Ostrom (2000) refiere como la relación entre el flujo de unidades y el sistema de
recursos 19 . La historia de conformación de este territorio relaciona dos tipos
incompatibles de flujo de unidad y de sistema de recursos en un mismo espacio.
El sistema de recursos pre-existente en los terrenos del ejido es un ecosistema de
regeneración lenta y de pendientes que le dan fragilidad al ecosistema, frente a un
sistema de uso, en el que el flujo se ve superado por la cantidad de individuos, su
17
Los hermanos de Don Policarpio, entre ellos el abuelo paterno de Doña Ceci, lograron ponerse a salvo. No así su abuelo materno que dejó huérfana de 3 meses de edad su madre.
18 Aunque quedaban recursos forestales maderables, ya no quedaban tantos de aquellos que se
comercializaban en la ciudad de Xalapa. 19 Ver capítulo 1. Apartado Los comunes y su debate.
80
ritmo de uso, demanda de madera de la ciudad y limitada extensión de tierras
(debido al tipo de sistema de recursos). Es decir, las formas de aprovechamiento
en un contexto regional histórico no fueron compatibles con los recursos que
existieron en ese entonces en el territorio ejidal, lo que ocasionó la desaparición
de especies y una considerable cantidad de bosque. Podríamos incluso,
incorporar a esta forma de comprensión planteada por Ostrom, la organización y
estructura organizativa en torno a la tierra como parte de las variables que influyen
en estas relaciones. La disposición política de organización territorial ejidal colocó
hombres y mujeres con diferentes formas de organizar flujos de unidades o
aprovechamientos20 de manera colectiva, en un colectivo que apenas comenzaba
a conformarse como comunidad integrada (ejemplo del conflicto ocurrido entre
1937 y 1938) y que por lo tanto contaba con pocos recursos para organizar y
administrar “el común”.
Por otro lado, se encuentra la intervención gubernamental, a través de la
modificación del artículo 27 constitucional que para los ejidatarios significó superar
hasta cierto punto una tragedia constituida por una serie de problemas y conflictos
históricos. Así mismo, gracias a la creación de un marco jurídico distinto, que
aparentemente serviría para respetar la propiedad de cada uno de los ejidatarios,
se evitó la necesidad de auto-regularse o ponerse de acuerdo colectivamente para
administrar sus recursos compartidos. La más reciente publicación en la que
participó Elinor Ostrom hace referencia a la necesidad de prestar especial
atención a los regímenes de propiedad en el análisis de la administración de
recursos comunes, ya que este se relaciona con la acción colectiva que se lleva a
cabo en torno a éstos.
Como resultado de estos cambios en el régimen de propiedad, las decisiones
colectivas, ligadas a la historia de organización y administración territorial, el ejido
20
Entre esta diversidad de formas de aprovechar el bosque, cabe destacar que algunos de los nuevos ejidatarios fueron trabajadores de haciendas forestales desaparecidas con el Reparto Agrario, en las que la práctica de aprovechamiento forestal consistía en la “matarrasa”, método en el que se talan todos los árboles grandes o pequeños, sean comerciales o no.
81
decidió mantener áreas de uso común, más que todo para no reavivar los
conflictos y sensibilidades de su pasado.
Áreas de uso común
Cada área de uso común es distinta en tamaño y características
ecosistémicas. En la actualidad existen 15 áreas de uso común, para las personas
entrevistadas ni el número de Áreas de Uso Común (AUC) de su ejido, ni todos los
nombres cada área son un conocimiento general. Es decir, conocen las AUC que
llegan a utilizar, algunos saben cuales corresponden a su comunidad o dónde
están, pero no todas las personas entrevistadas pudieron recordar los nombres
pocas veces saben su nombre.
Tabla 1. Nombres de las áreas de uso común, usos ac tuales, tipo de
bosque, superficie y correspondencia por comunidad
Tipo de bosque
Comunidad a la que corresponde Nombre Superficie Usos
PINO
Saucal y Encinal Los Pocitos 43.35 has aprovechamiento
Zapotal
El Escolín 0.25 has conservación
El Pinar 1.18 has conservación
Mesófilo de Montaña
Arroyo Los Gemelos 4.5 has conservación
Peña Blanca 4.5 has conservación
Cieneguilla 5.72 has conservación
El Tejocotillo 10.3 has aprovechamiento
Salto Golondrinas 14.79 has conservación
Escalerilla 17.31 has conservación y
ecoturismo
Zapotal, Vega y Palo Blanco
Los Callejones 31.37 conservación y ecoturismo
Mata Oscura (Escalerillas) 156 has conservación y
ecoturismo
82
En el Ejido existen dos tipos de áreas de uso común, un primer tipo se
encuentra en las partes altas y se caracteriza por tener bosque de pino de
regeneración natural o de reforestación. Estos espacios, por ubicarse en las partes
altas, son accesibles o están cerca del camino, por lo general no tienen cambios
abruptos de altitud, no se encuentran en cañadas, sino más bien en las lomas o
parte-aguas del territorio del ejido. Así mismo, actualmente dos de estas áreas, El
Tejocotillo y Los Pocitos, se encuentran en aprovechamiento forestal legal y
sustentable.
El otro tipo de áreas de uso común, en cambio, se caracteriza por contar con
bosque mesófilo de montaña o bosque de niebla. Las tierras que ocupan estas
áreas, se ubican en las laderas, cañadas y bordes de río. Es por esto que algunas
zonas están prácticamente intocadas, ya que incluso era arriesgado y complicado
para las personas cortar los árboles que ahí se encontraban. Las mismas razones
que justifican la existencia de estas áreas de uso común son las que permiten que
el bosque mesófilo de algunas de estas áreas se encuentre en un muy buen
estado de conservación, esto quiere decir, que son bosques maduros y que
mantienen un alto índice de biodiversidad. Otras áreas tienen únicamente
acahual, tipo de cobertura vegetal (secundaria) de regeneración natural, después
de que fue talado el bosque, tiene poco valor para las personas del ejido, pues ya
no contiene árboles maderables.
Los bosques encañonados se encuentran mejor conservados, no sólo porque
se encuentran lejos. La geografía del territorio también juega un papel importante
en esto. María Luisa León, la técnica del programa de conservación del proyecto
del Pixquiac, ha notado que “las cañadas hacen como micro-climas, entonces
cuando tu bajas a una cañada se siente mucha más humedad y eso hace que
haya una regeneración también más rápida y que haya más biodiversidad, hay
más plantas. Siempre en las cañadas te encuentras cosas que no te encuentras
en las partes más planas.” (Maria Luisa, Entrevista, 2013) (ver Tabla 1).
En San Pedro, desde antes de la llegada del PROCEDE, ya existían espacios
de tierra que por varias razones se consideraban comunes y que posteriormente
83
formaron parte de las AUC. Algunas de áreas habían sido reforestadas por todos,
se habían disputado entre ejidatarios y quedaron “de nadie”, otras eran aptas para
actividades productivas como la ganadería, era muy arriesgado para el talador
extraer la madera debido a la pendiente y/o a que se encuentran muy alejadas.
Para Don Atanasio, las áreas de uso común
son partes que están en conservación como para captar agua y todo eso. Existen
porque no se midió, son bosques muy gruesos de muchos años y ahí se quedó como
para reserva. Se decidió que no son parceladas, por lo mismo de que nunca se van a
tumbar. Cuando vino INEGI21 se midió y se repartieron las áreas de uso común y se
quedó la mayor parte de este lado mata obscura y se levantó un acta que cada
comunidad respetara su área de uso común. Que nosotros no nos metiéramos para
allá ni ellos para acá y se quedó plasmado en un acta. (El área que corresponde a
Palo Blanco es) Mata Oscura, es una ladera que compone lo que va a Cañadas de
Pixquiac, todo eso, hay muchísima vegetación, necesitaríamos ir a ver para decirte -
esta es una y esta es otra-, pero yo lo compongo como un bosque nomás. (...) Vamos
cuando vamos a echar el agua, ahí tenemos un manantial de Palo Blanco y ahí le
damos una visitada (Entrevista, 2012).
Sin embargo, las áreas de uso común no son conocidas por todos sus usuarios
o usuarias. No todos han ido o saben cuáles le corresponden a su comunidad. Los
que van, como Don Atanasio, para encargarse del abastecimiento del agua en su
casa o comunidad, son siempre los hombres, al igual que algunos que conocen
las áreas de uso común porque pasan por ellas o junto a ellas para llegar a sus
parcelas. Las mujeres no van a las áreas de uso común22.
A diferencia de los ejidos vecinos de San Antonio y San Andrés, la gran
extensión de tierras que tenían en algún tiempo los ejidatarios de San Pedro
alcanzó para repartir hasta cuatro parcelas de cuatro hectáreas cada una por
21
La referencia que aquí, y también más adelante, se hace del INEGI o personas del INEGI corresponde al personal que realizó mediciones y otras actividades en torno al PROCEDE.
22 Esto cambió cuando se comenzaron los aprovechamientos en las áreas de uso común de los pocitos y
tejocotillo, ya que los hombres trabajaron como sierreros y acarreadores, y algunas mujeres se organizaron para el rescate de las epífitas (tenchos o bromelias, y orquídeas) que estaban en los árboles aprovechados.
84
ejidatario23 , mientras que los 132 ejidatarios de San Antonio sólo tienen una
parcela de máximo 4 hectáreas. Para estos ejidos vecinos, ceder una parte del
territorio ejidal para áreas comunes, les “implicaba mucha pérdida de tierras para
ellos como parceleros”.
Mapa 3. Áreas de uso común destinadas a ecoturismo y aprovechamiento maderable.
Fuente: Georgina Vidriales Chan, SENDAS 2009
Las áreas de uso común en San Pedro Buenavista, dan testimonio de los
procesos que a lo largo de la historia organizativa del ejido se han ido tejiendo y
que resultan en que estos territorios permanezcan y sigan siendo actantes24, es
23
Los primeros ejidatarios que tuvieron hasta 4 parcelas fueron heredando sus terrenos a sus hijos, por lo que actualmente pocos tienen más de una parcela.
24 Actante: Lo que sea que actúa o mueve a la acción, siendo definida la acción como una lista de
ejecuciones a través de ensayos; de esas ejecuciones son deducidas un conjunto de competencias con las que se dota al actante (Akrich y Latour, 1992: 259, traducido por Tirado y Doménech, 2005:11)
85
decir actores no humanos con cierto tipo de agencia que son parte de la vida
organizativa y productiva del ejido. La lucha por los recursos que estas áreas (y
las parcelas también) generaron en el pasado, en el presente han fortalecido los
procesos de toma de decisiones sobre éstas y en general sobre el territorio ejidal.
Actualmente en el reglamento interno del ejido se contempla que las áreas de uso
común con bosque mesófilo son reservas comunales y se ha llegado a acuerdos
para el aprovechamiento forestal, el aprovechamiento turístico y otras formas de
uso a nivel ejidal (ver Mapa 4).
86
CAPÍTULO 3. ORGANIZACIÓN Y ACCIONES COLECTIVAS EN EL
EJIDO SAN PEDRO BUENAVISTA
La historia de la conformación del Ejido San Pedro Buenavista constituye un
cúmulo de situaciones que han formado a la Asamblea de ejidatarios como actor
colectivo, tal como los conocemos hoy. El proceso descrito en el capítulo anterior
nos brindó ya un panorama de este proceso. Una primera parte del presente
capítulo resume cómo se fue conformando la unidad colectiva entre los elementos
que la componen, es decir la noción del ejido y lo colectivo entre los ejidatarios y
ejidatarias de San Pedro Buenavista.
Ser ejidatario en San Pedro Buenavista
Los ejidatarios que conforman el ejido San Pedro Buenavista son 177 y
comparten la representación de 1,263.5 hectáreas, que alguna vez fueron
propiedad común de este colectivo y hoy son 317 parcelas con un total de 953.8
hectáreas y 15 áreas de uso común que suman un total de 309.6 hectáreas. Este
grupo de hombres (en su mayoría) y mujeres se reúne de manera ordinaria cada
dos meses, el primer lunes del mes y de manera extraordinaria cuando es
necesario (lo cual es algo poco frecuente), esta reunión es nombrada Asamblea.
La asamblea no sólo es el nombre que designan al decir “-vamos a la Asamblea”.
Asamblea también es el colectivo de ejidatarios reunidos en este lugar, siempre y
cuando sean la mitad más uno del total de ejidatarios ingresados en este ejido, por
eso se dice: “-exponer ante la Asamblea”.
En el sentido estricto de la palabra, una Asamblea es una “reunión de gran
número de personas convocadas para un fin”, y por igual un “cuerpo político
deliberante”. Las asambleas se desarrollan en muchos ámbitos “de hecho son la
base de las organizaciones democráticas (asociaciones, cooperativas, etc.)”
87
(Lorenzo y Martínez, 2005: 13). Para estos grupos, una asamblea “es una reunión
de personas que quieren llegar a una serie de objetivos comunes en los que prima
la opinión colectiva por encima de las ideas personales, a través del respeto, la
igualdad, el debate y el consenso. Consideramos que es la forma más directa para
construir la democracia real” (Acampada de Granada, 2011:2). Por tanto, “Las
asambleas y reuniones confieren sentido social, comunitario y cooperativo a la
autogestión de cualquier colectivo.” (Lorenzo y Martínez, 2005: 14).
En el caso de los ejidos y comunidades, al gozar éstos de personalidad
jurídica, se reconoce su Asamblea General como la “máxima autoridad interna
[…y está] formada por todos los ejidatarios y comuneros en pleno goce de sus
derechos” (Ruiz Massieu, 1987:261). Aunque son tres los órganos elementales del
ejido, la Asamblea General es “la suprema autoridad en el ejido, sus decisiones
revisten la mayor trascendencia para encauzar la vida económica, social y política
de la comunidad” (Lemus García, citado por: Ruiz Massieu, 1987:262). Los otros
dos órganos son el Comisariado Ejidal o de Bienes Comunales y el Consejo de
Vigilancia. Ambos se componen por Presidente, secretario y tesorero, con sus
respectivos suplentes. El Comisariado Ejidal es el que mayores facultades tiene,
principalmente “representar al núcleo de población ejidal, […] administrar los
bienes ejidales y hacer cumplir los acuerdos que dicten las Asambleas Generales
y las autoridades agrarias” (Ruiz Massieu, 1987:266). Para Zaragoza y Macías
(citados por: Ruiz Massieu, 1987:270), el Comisariado Ejidal “es el órgano vital del
ejido, porque […] es el nexo entre el ejido y los organismos del poder público”. Por
su parte, los Consejos de Vigilancia llevan la responsabilidad de vigilar que el
Comisariado Ejidal cumpla con sus funciones, tanto al interior como al exterior del
ejido.
En la Asamblea conformada por los ejidatarios de San Pedro Buenavista se
tratan en lo general temas relacionados con sus asuntos agrarios en común, pero
también asuntos relacionados la gestión con instituciones, instancias de gobierno
o representantes o candidatos de elección popular. Algunos de los temas que son
tratados frecuentemente son: condiciones del camino y posibilidades de
88
organización, de cooperación con externos y participación de ejidatarios para el
mantenimiento necesario, regulación de situaciones agrarias irregulares, como
paso de derechos de algún difunto o nuevo propietario de parcela dentro del ejido.
El escenario en el que se tratan estos temas, a menudo se ve obstaculizado
debido a falta de quórum, es decir no asisten la mitad más uno de los ejidatarios
registrados necesarios para que su Asamblea se pueda llevar a cabo y tenga
validez legal. Esto se debe, en parte a que no se ha actualizado el censo ejidal.
Los temas que tratan serán presentadas como necesidades-petición a alguna
autoridad, representante o candidato a un puesto de elección popular, también se
dan informes de gestiones de petición/recepción de apoyos o recursos para
diferentes fines, y desde el 2008, la organización y toma de acuerdos para la
repartición del Pago por Servicios Ambientales, con la presencia y participación
del equipo de Sendas, como apoyo técnico del Programa de Compensación por
Servicios Ambientales del Pixquiac. Así mismo, el equipo técnico de Sendas y los
ejidatarios que participan en los diferentes proyectos productivos dentro del
Proyecto Pixquiac, presentan informes sobre las actividades realizadas o por
realizar.
La percepción de algunos ejidatarios entrevistados sobre su Asamblea ha ido
cambiando con el paso de los años, especialmente por los cambios en la tenencia
de la tierra motivada por el PROCEDE y por el ingreso de apoyos, proyectos o
recursos, que comenzó entre los años ochenta y noventa. De su Asamblea
presente opinan que “es puro alegar y nada arreglar” (Justino, entrevista, 2012) y
que esta situación “siempre así ha sido, desde que yo recuerdo, siempre, siempre,
siempre” dice don Simplicio (entrevista, 2012), uno de los ejidatarios de mayor
edad. Para su hijo menor la Asamblea es “¡una vergüenza de plano!”, después de
asistir a su primera Asamblea a principios del 2013, explicaba que “lo que pasa es
que no siempre buscan solucionar, buscan agrandar más el problema y hay
gentes que son muy necias, muy pegadas a que se hace mi ley y no se hace otra
cosa”. Don Simplicio recuerda que “Antes era peor todavía, porque entonces
nosotros, como con las parcelas, ora si uno pues se metía uno pa’ca o se metía
89
uno para allá. Y ya de que se hizo de que ya se metió a regla, pues ya no (Don
Simplicio, entrevista, 2012)
Con el paso de los años y los cambios en la política agraria, las posibilidades o
razones para ser ejidatario se han ido modificando también. Ya se expuso en el
capítulo dos la conformación del primer colectivo de ejidatarios y las razones que
los llevaron a unirse de tal manera. De aquellos ejidatarios ya no sobrevive
ninguno, los ejidatarios de rango de edad de 56 en adelante, en su mayoría fueron
“ingresados” al ejido por sus padres cuando tenían entre 15 y 18 años. Don
Justino, en cambio, él dice que se integró porque de los 18 años en adelante “ya
te toca pagar faenas o cooperaciones (...) al organizarse al ejido, así te toca un
pedacito (de las tierras ejidales)” (Don Justino, entrevista, 2012). Es decir, tenía
sólo obligaciones, sin tener derechos sobre la tierra ejidal: “derechos de los
terrenos, ya no hay otro canijo que venga y me tumbe un árbol en mi parcela” dice
Don Justino
Otros ejidatarios y ejidatarias ingresaron al ejido debido a ampliaciones. En el
periodo de 1959 a 1961, un licenciado que venía de parte de la Secretaría de la
Reforma Agraria les dijo a los ejidatarios, según recuerda Don Simplicio, quien en
ese entonces era el presidente del comisariado ejidal, “-ustedes para llenar el
requisito de su ejido [es decir contar con el mínimo de 140 ejidatarios], tienen que
meter más gente”. Les decían que les iban a “meter gente de fuera, de otros lados.
Entonces decidimos no, mejor que aquí había mucha familia, muchos chavos ya
de 18 a 20 años. Y algunas señoras, de no, pues mejor aquí que se llene el
requisito” (Entrevista, Don Simplicio, 2012).
Este momento es el primer evento en el que se abre el colectivo para integrar
nuevos y más ejidatarios. Es una decisión que realiza el colectivo, una importante
decisión de defensa de su territorio. El agente externo, el representante de las
normas, instituciones y políticas públicas de la época, coloca a este grupo de
ejidatarios en una disyuntiva, entre integrar nuevos ejidatarios “de fuera” o integrar
nuevos ejidatarios del grupo extendido a todos los miembros de las familias a las
que pertenecían los ejidatarios. La decisión que toman parece estar basada en el
90
reconocimiento que los ejidatarios tienen de pertenecer a un colectivo que los
unifica en un mismo territorio. La decisión es convocar a los refuerzos en las
familias de los ejidatarios, como parte del colectivo, en lugar de aceptar que se
invite a otras personas extrañas. En esta decisión estuvo presente el valor que el
bosque tenía como forma de sobrevivencia, así como la posible escasez de las
tierras con bosque/madera, como una razón para defender la pertenencia de este
territorio para las familias que aquí vivían.
Como “ampliación del ejido”, los ejidatarios se refieren a cuando se integran
“en bloque” nuevos ejidatarios a la Asamblea, a diferencia de integrarse de
manera individual, porque se cumple la edad o por algún fallecimiento. Una
segunda “ampliación” ocurrió en 1996, cuando también se integraron en bloque
ejidatarios varones jóvenes y ejidatarias mujeres, viudas en su mayoría, debido al
Programa de parcelación (PROCEDE). En esta ocasión, no se habló de la
amenaza de “gentes de fuera” poblando el ejido, pero si se habló de un límite
máximo de hectáreas por ejidatario. Otra vez el grupo extendido, conformado por
las familias de los ejidatarios, ingresa en bloque para que sus familias mantengan
una propiedad o título parcelario de las hectáreas que ya estaban trabajando en el
colectivo familiar, es decir que se las habían apropiado además de la adjudicación
inicial. Hasta ese entonces sólo se “poseían derechos” sobre el ejido, más no
parcelas específicas, ya que “todo era uso común” (Entrevista a Don Atanasio,
2012). De esta segunda ampliación provienen los ejidatarios y ejidatarias más
jóvenes, que actualmente tienen edades desde los 35 a los 40 años.
A su ingreso, a todas las personas que se han hecho ejidatarios o ejidatarias,
el comisariado les ha informado sobre las responsabilidades que adquirían, tales
como el pago de contribuciones, de cuotas, de faenas. No importa sin son
hombres o mujeres.
La experiencia individual que viven los ejidatarios en torno a su Asamblea
ejidal, remite, de nuevo, a una experiencia trágica en torno a la organización sobre
los comunes. Este ejemplo bien podría darle la razón a Hardin acerca de la
generación de comportamientos egoístas en situaciones de escasez, en este
91
caso, escasez de tierras que se trabajan de manera individual. En este sentido,
Ostrom, Poteete y Janssen (2012) afirman que la mayor dificultad para la acción
colectiva como forma principal de organización y administración de los comunes,
es el dilema generado entre una racionalidad individual y la racionalidad grupal o
colectiva. Sin embargo, al analizar desde esta perspectiva al trabajo colectivo en
torno a la administración de los bienes comunes ejidales, se reafirma la dificultad
para la construcción de la noción y el ejercicio de lo común dentro de una
racionalidad grupal o colectiva. Es decir, que incluso cuando se muestra la
amenaza de dejar entrar a más ejidatarios provenientes de fuera del ejido, se toma
una decisión grupal que nace de la necesidad individual por no perder o ver
reducidos sus derechos individuales sobre la tierra. Es persistente una racional
individual incluso en la toma colectiva de decisiones y a veces sucede que, al
estar compartida dicha racionalidad, por todos los miembros, suceden acciones
colectivas, con beneficios más individuales que comunitarios. Aunque la
racionalidad se inclina hacia lo individual, cabe subrayar que en este contexto “lo
individual” abarca la unidad familiar, es decir, se procura el bienestar y el sustento
de la familia nuclear únicamente en los campos de consumo, alimentación,
vivienda y, de si es posible, de tierras.
Mujeres ejidatarias.
Los procesos detonados por las políticas agrarias, si bien al inicio no
reconocieron a la mujer como sujeto de dotación agraria, a lo largo del tiempo y
bajo ciertas circunstancias ha sido reconocida como parte del colectivo ejidal, es
decir como ejidataria.
Algunas personas ya tenían su área, su terreno, su parcela, todo era dueño el señor o
los abuelos o su papá, pero que las señoras tuvieran algo destinado para ellas, pues
no. Empezaron pues de que metieran gente, porque si no se llenaba de lo que habían
solicitado de INEGI, no iba a seguir INEGI con lo de las huertas y todo eso, y
entonces dijeron, debe de haber más gente. Para que llene un total de personas y
92
requisitos, entonces metieron a las mujeres. Había más, pero después no sé qué
pasó, que no iba a subir a las juntas y que ya mejor se lo cedía a alguno de sus hijos.
Nomás que ya no quisieron subir a las juntas y eso (Felícitas, entrevista, 2013).
A agarrar el ejido, venía más gente y yo metí a mi esposa, muchos metimos a
nuestras esposas, pero vimos que el ejido no alcanzaba y dijimos -mejor sálganse, y
las sacamos. Y ya. Porque el ejido no alcanzaba. Son mil y tantas hectáreas el ejido.
Si todos queremos no alcanza, por eso mejor las sacamos. Es lo mismo. (Othón
Ceballos, entrevista, 2012)
Con los años, diez de las mujeres ejidatarias que se quedaron en la Asamblea
transfirieron los derechos a sus hijos en cuanto cumplieron los 18 años, nueve de
ellas mayores de 60 años, otras siguieron siendo ejidatarias. Actualmente el Ejido
San Pedro Buenavista tiene un total de 13 ejidatarias y 129 ejidatarios. Para esta
investigación no se indagó cuántos de los ejidatarios tienen como sucesora a su
esposa, pero uno de los entrevistados mencionó que tiene nombrada a su esposa
como la sucesora de sus derechos ejidales. Othón Ceballos le dice a su esposa: “-
Tu eres mi sucesora de mis papeles, yo no puedo vender si tu no quieres, tu
mandas. Yo a mi esposa le doy todo el derecho que merecen, a ella y a mis hijos.
Porque esto es para mis hijos. Y para ella.” (Othón Ceballos, entrevista, 2012)
Actualmente las mujeres ejidatarias tienen una mayor presencia en las
actividades políticas y económicas del ejido. Por primera vez hay mujeres en el
comisariado ejidal, la presidenta y la tesorera son las primeras mujeres en tener
cargos de este tipo. Su manera de dirigir y representar a su Asamblea se ha
distinguido como un avance importante para el equipo de Sendas, tanto como un
avance en equidad de género, como en el método que esta comisariado tiene para
trabajar. A diferencia de otros lugares del país, la presencia femenina en este tipo
de cargos no se debe a la ausencia (ocasionada por la migración) de hombres
que puedan tomar esos cargos. Sin embargo, todos los hombres entrevistados
que habían tenido cargos, ya sea ejidales o municipales, expresaron que no
deseaban tener más cargos de este tipo en el futuro, pues les significan muchos
problemas. Por ello, vale la pena cuestionarse el aumento de la participación de
93
las mujeres en los cargos como un espacio en el que son reconocidas por sus
capacidades, o si es porque nadie más quiere aceptar estos cargos.
Trabajo colectivo, decisiones y sanciones
Se puede decir que básicamente, el principal trabajo en colectivo que realiza el
grupo de ejidatarios es la toma de decisiones respecto a sus derechos y
obligaciones sobre este territorio compartido. Lograr esto no siempre es fácil. O
más bien siempre es complicado, de acuerdo con los ejidatarios. Para empezar, la
definición sobre cuáles son sus derechos es confusa y se ve modificada por las
normatividades cambiantes, resultado de las modificaciones de las políticas
agrarias. Por un lado, “los derechos” son vistos más como una obligación: “los
derechos son cumplir con sus obligaciones, faenas y Asambleas” (Justino,
entrevista, 2012), y además “pagar cooperaciones” (Doña Cecilia Morales,
entrevista, 2012), secundariamente se mencionaba tener “derechos en terrenos,
en tierras, en parcela” (Don Simplicio, entrevista, 2012) y a “acceder a recursos
que llegan al ejido” (Cecilia Morales, entrevista, 2012). Por otro lado, las
obligaciones son básicamente cumplir con “los derechos” (Justino).
Ante el incumplimiento de las obligaciones, es generalizada la idea de además
de las multas impuestas, se paguen éstas o no, no se puede hacer más para
“obligar” a los ejidatarios a que cumplan con sus obligaciones. Aunque algunos
ejidatarios opinan que lo coherente sería que a los “incumplidos” se les quitaran
sus derechos sobre el ejido, se reconoce que, debido a que cada ejidatario tiene
su propio certificado parcelario, no se le pueden quitar tales derechos.
Recordando que Elinor Ostrom (2001:97) afirma que la construcción de
instituciones reguladores, son necesarias para el uso sostenible de los recursos;
con la modificación del artículo 27 de la constitución (a través del cual los ejidos
ven limitadas sus capacidades de gestión colectiva del territorio), a los ejidatarios
se les ha complejizado la posibilidad de establecer un nuevo orden institucional, a
través del cual puedan autorregular el uso y gestión colectiva del territorio.
94
Según hay un reglamento que si no cumple el que no cumpla, le suspenden los
derechos, o sea porque hay un reglamento interno, que si ese compañero no cumple,
según le suspenden los terrenos que por tres años o más (Simplicio, entrevista,
2012);
El ejidatario tiene sus derechos, el papel de su parcela y no se puede quitar, no
importa que no pague (las multas) ¿cómo le hacemos? (...) su parcela es de él y no
se la podemos quitar (Othón Ceballos, entrevista 2012).
La Asamblea ha reconocido colectivamente su incapacidad para lograr que se
cumplan las obligaciones de parte de los ejidatarios incumplidos. En la última
Asamblea del 2012 se enfrentaron a que no contaban con el mínimo de ejidatarios
para comenzar con la Asamblea, faltaban 4 para que hubiera el quórum de la
mitad más uno. En esa ocasión se desató, por aproximadamente una hora, una
discusión que primero exploró la posibilidad de lograr el quórum ¿incluir a los que
tenían falta justificada? ¿Conseguir luego sus firmas?; después la discusión fue
virando hacia mirar la responsabilidad que tenían los faltantes en crear esta
incómoda situación, ya que si se suspendía la Asamblea, todos los que estábamos
ahí habríamos perdido el día en subir al Encinal (lugar donde se ubica el salón
ejidal), un día de jornal o de trabajo personal. Comenzaron las quejas, por ser esta
la segunda vez que pasaba esto, porque cuando “hay dinero hasta nos
tropezamos para llegar (...), ya nada más vienen a los apoyos (...) ¿cuándo vamos
a ser esa mayoría? -cuando sea día de cobro” (Asamblea dic-2013) y hasta “hay
que buscar estrategias (...) que no nos lastimen a nosotros, como uno hoy si se
siente lastimadillo (por venir a una Asamblea, mientras otros no vienen)” (Julio
Ceballos, Asamblea, dic-2013). También se habló de que cada quién sabía sus
responsabilidades y por tanto no se le tenía que obligar a ir a las Asambleas. El
presidente del comité de vigilancia preguntó a la Asamblea: “¿qué tipo de
ejidatario es el que tiene quince faltas? ¿qué le dice a uno eso?” Y sugiere hacer
citatorios a los que deben, “decirles que se les revocarán sus derechos o paguen o
definitivamente les privamos de sus derechos (...) hacer su terreno de uso común”
(Rafa Morales, Asamblea, dic/2013). Alguien entre la asamblea aclara que “hay
documento, si fuera como antes, si se podría” y sugiere que “se queden fuera de
95
los Servicios Ambientales los que no asisten” (Julián Vázquez, Asamblea, dic-
2013). En ese momento el presidente del comité de vigilancia recuerda a la
Asamblea que existe un reglamento y les pregunta “¿para qué sirve si no lo
cumplimos?”. A lo que alguien en la Asamblea le respondió con otra pregunta:
“¿pero que hacemos? si la ley no lo ampara”.
Parece ser que uno de los mayores problemas del colectivo de la Asamblea
ejidal, es precisamente su personalidad jurídica y sus capacidades autogestivas.
Aunque cuentan con herramientas diseñadas por el colectivo, como los
reglamentos, éstos no siempre son un recurso disponible cuando se necesita, o
bien no es recordado por los que participaron en su elaboración25. Además, las
reformas y modificaciones constitucionales que han promovido la privatización de
los derechos agrarios como una fortaleza, han contribuido en restar capacidades
auto-regulativas y auto-normativas a las comunidades ejidales, como podemos ver
en este caso.
LOS COMITÉS
A través de la historia del ejido se han ido entretejiendo no sólo estrategias
locales de organización cotidiana, sino también se han venido sumando
propuestas desde el exterior, que les exigen organizarse para diferentes objetivos
en la figura del “comité”. La formación de estos comités ha sido solicitada y
elaborada en el momento del nacimiento del colectivo de “los primigenios”, como
los conocen los habitantes que recuerdan su historia agraria, cuando decidieron
compartir juntos el objetivo de conseguir tierra. El acta-solicitud que firman
aquellos “primigenios”, los ejidatarios fundadores, lleva ya las firmas de un
25
En el 2011, como requisito para la elaboración del Plan de Manejo Forestal del ejido, se debía contar con un reglamento interno del ejido, para esto, a lo largo de ese año se realizaron reuniones con representantes de las cinco comunidades que conforman el Ejido, entre los que estaban representantes por actividad productiva, el comisariado ejidal y de vigilancia. Estas personas, entre 8 y 15 que asistían a las reuniones, discutieron diversos temas, entre ellos la asistencia a las Asambleas y sus sanciones, pero principalmente se enfocaron en reglamentar la organización en torno al aprovechamiento forestal del ejido.
96
presidente, un secretario, un tesorero y vocales. Hoy en día se sigue usando esta
forma de organización, con una estructura con sus respectivas jerarquías y
funcionalidad, que proviene de la forma de operación en la toma de decisiones en
el contexto institucional y burocrático de la historia del agrarismo mexicano.
En la interacción del ejido con programas gubernamentales de diversa índole,
en las diferentes dependencias y secretarías, este tipo de forma organizativa es
requisito para todo apoyo o proyecto. Sin embargo, esta figura ha sido adoptada
para cualquier tipo de acciones colectivas dentro de las localidades que conforman
el ejido, así como del ejido mismo. En este sentido existen diversos comités que
funcionan para llevar a cabo una amplia gama de tipos de acciones colectivas, que
van desde la administración y vinculación de la comunidad con las escuelas, los
servicios públicos de salud y de comunicación, los programas asistencialistas, la
ejecución de proyectos productivos, hasta la organización de las fiestas patronales
o los rosarios mensuales, así como la organización del mismo Comisariado ejidal,
como ya mencioné al inicio de este capítulo. Es decir, la figura del comité es la
forma institucionalizada para la acción colectiva que cumple objetivos diversos en
las comunidades.
Los comités se conforman por individuos que buscan un fin compartido. La
estructura se compone por una directiva que incluye: presidente, secretario,
tesorero, algunas veces puede incluir uno o dos vocales o un vocal de vigilancia.
En un primer tipo de comités, el resto de las o los participantes puede tener
diferentes denominaciones, dependiendo del ámbito en el que el comité se
desarrolla, pueden ser miembros, beneficiarios, participantes. Sin embargo, hay
comités que no necesariamente cuentan con más miembros que los de “la
directiva”, en estos casos se trata por lo general de un equipo de personas a las
que “les toca” organizar algo de beneficio para la comunidad o un sector de la
misma, éstos constituyen un segundo tipo de comités. En la mayoría de los casos,
este segundo tipo de comités se encuentra compuesto por los miembros de una
misma familia. Por ejemplo, el comité de la iglesia de El Encinal II, en el que tres
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hermanos llenan los tres puestos obligatorios debido a que “se entienden mejor”
(Othón Ceballos, entrevista, 2012).
Las faenas son días de trabajo dedicados al bien común, de acción colectiva,
en otros lugares son conocidas como tequios, tareas, mano vuelta o minga y son
comunes y características del modo de vida campesino. Algunas organizaciones
colectivas contemplan esta forma de trabajo, sin embargo, existen problemas que
atienden las directivas del comité, como el del comisariado, en los que se topa con
trabas institucionales y normas informales que no tienen salida hacia una solución
y que han mantenido a la incertidumbre como un estado del que, al intentar salir,
se incrementan las molestias alrededor del problema. Por ejemplo, en las faenas
del camino: “Los problemas que tenemos son que no van, llegamos, trabajamos y
comentamos que por qué no vino (para solucionarlo tendrían que pagar) pues no
pagan ¿qué le vamos a hacer?” (Othón Ceballos, entrevista, 2012). O en las
buscadas sanciones a los que no asisten a las Asambleas ejidales, no pagan las
faltas y que con suerte se aparecen cuando hay pagos por servicios ambientales,
si les toca. Cuando se piensa en quitarles los derechos agrarios se topa con
pared, pues cada ejidatario ya tiene su certificado parcelario a su nombre y no les
puede ser arrebatado, según está enterada la presidenta del Comisariado Felícitas
Morales (plática informal, Diario de campo). El caso específico de las áreas de uso
común, y los acuerdos no cumplidos y difíciles de encontrar salida o solución, se
comentará más adelante.
Comité de los desayunos en la primaria de El Zapotal
El llamado “comité de los desayunos” de la primaria de la localidad del Zapotal
es el que se encarga de elaborar diariamente el desayuno de los 19 niños de la
escuela. Está conformado por las 14 mujeres, madres de familia cuyos hijas e
hijos asisten a la primaria. Esta actividad se suma a la larga lista de actividades
que realizan las mujeres en estas localidades. La organización corre
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principalmente por cuenta de las mujeres, sin embargo, no son las únicas actrices
en esta dinámica, como se explicará más adelante.
El comité de los desayunos es uno de los dos comités en torno a la escuela
primaria. Existe otro comité que equivaldría a ser el comité de la escuela, al que se
nombra la Asociación de Padres de Familia, cuya principal actividad la realiza, o la
debe realizar, la directiva conformada por los cargos de presidencia, secretaría y
tesorería, y consiste en firmar los documentos necesarios para las gestiones de la
escuela o referentes a las becas que reciben las niñas y los niños. Dicha directiva
o comité cambia normalmente cada año escolar y actualmente se encuentra
conformado por dos hombres y una mujer.
El comité de los desayunos, “normalmente” se compone por los mismos
cargos, a excepción de los que ocupan únicamente mujeres madres de familia.
Cuando comencé a indagar sobre este comité se encontraba conformado de dicha
manera, sin embargo, esa condición cambió de una manera muy interesante. A la
fecha de la última entrevista sobre este tema (marzo, 2013), el comité se
encontraba conformado únicamente por una mujer, en las palabras de su esposo
“la presidenta es ella, la secretaria es ella y la tesorera es ella”.
La manera de elección de ambos comités en torno a la escuela se realiza en
conjunto con el único maestro de la escuela. Su papel es muy importante y se
encuentra vinculado con los procesos de acción y toma de decisiones de ambos
comités. El profesor es la vía que canaliza las preocupaciones individuales o
grupales hacia el grupo amplio de padres y madres de familia, según sea el caso.
Es decir, que si existen inquietudes hacia la forma de trabajo de la directiva del
comité, se le dirigen a él y es él quien convoca a reuniones donde se decide
colectivamente cómo resolver la situación.
Así fue como sucedió que una mujer terminó llevando ella sola el cargo de
única encargada de los desayunos. Al existir quejas sobre la mala atención que la
anterior directiva, especialmente la presidenta, le daba a la cocina, algunos padres
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de familia le solicitaron al profesor que convocara a una reunión. En esa reunión
se decidió que se elegiría a un nuevo comité.
“El maestro propuso unos grupos a los cuales querían así que quedaran y pues
dijeron que quedara yo. Y yo les dije que iba a quedar sola, que no iba quedar con
otras señoras y dijeron que sí […] Yo quise trabajar sola, (en los comités) nunca se
comunica uno bien, así que tiene que uno que juntarse y comunicarse a quién le
pagan, a quién no y si de repente le pagaron y realmente no quiere dar el dinero o
así. Pues para evitar esos problemas […] (otras señoras que estuvieron en otros
comités) me dijeron que era mejor sola. Y la verdad hasta ahorita no he tenido
problemas con nadie.” (Juliana García, entrevista, marzo 2013).
Trabajo colectivo, acuerdos y sanciones
Todas las mujeres cocinan y comparten responsabilidades equitativas en esta
tarea, sin embargo, la presidenta del comité o la única encargada (como es el
caso), es la encargada principal de que todo funcione, es decir, vigilar que las
mujeres estén al día con la cuota para el desayuno (dos pesos diarios), que no
falten insumos y solicitar el paquete de despensa para el desayuno escolar. En las
palabras de Felícitas: “La presidenta hace todo, si yo por eso no me he animado,
aunque me han propuesto”. En el caso actual, dichas labores las realiza la única
encargada.
Las razones que motivaron a las señoras a organizarse para este trabajo son
básicamente dos: la primera es que en cada escuela primaria, el gobierno estatal
promueve la alimentación de los estudiantes, por lo que envía despensas con
avena, arroz, atoles, soya texturizada, entre otros. La segunda razón corresponde
a una preocupación familiar por “el hambre” que les da a los niños en la escuela y
porque sus hijos coman los “antojitos” que les gusta comer en su casa y expresan
que, de lo contrario, los niños “se chocan” de la avena y la soya.
100
Por el lado de la escuela, el maestro contribuye a detonar esta organización en
torno a los alimentos ya que, dentro del horario de la escuela, los niños y niñas
están bajo su responsabilidad. Lo anterior implica que, si algo les ocurriera al salir
de la escuela a tomar desayuno en sus casas, sería la responsabilidad del
maestro. Es por esta razón que el maestro es quien hace el llamado a reuniones
cuando lo ve necesario, envía los recordatorios de pago de la cuota del desayuno
a las mamás con sus hijas o hijos, propone grupos que podrían ser la directiva del
comité, recibe las opiniones y percepciones de las mujeres cuando algo no está
funcionando adecuadamente, así como los avisos de cuando una mujer o equipo
de mujeres necesitan intercambiar su posición dentro del rol de turnos para hacer
el desayuno, e incluso, tomar algunas decisiones “con unos” respecto a la
operación y funcionamiento de la organización del grupo de los desayunos.
El trabajo se organiza de la siguiente manera: las mujeres se reúnen al inicio
del año escolar para designar equipos, de tal manera que a cada mujer le toca
hacer el desayuno cada 8 turnos. Los equipos de trabajo por día son de dos a tres
mujeres. Cada mujer prepara algunos de los elementos del desayuno en su casa,
principalmente tortillas. Los gastos que realicen en salsas, frijoles, azúcar o
cualquier otro alimento se lo informan a la presidenta, quien el mismo día les
reintegra lo que gastaron. Es muy difícil que una de ellas falte, como me lo
comentó una mujer que tenía mes y medio de haber tenido una cesárea y se
reincorporaba después de dos meses de ausencia por salud: “¿cómo no voy a
venir a hacerle el lonche a los chiquillos? Si no, me dejan sin comer al mío”.
La única motivación de las mujeres para integrarse a este trabajo colectivo son
sus hijos: que sus hijos no se queden sin comer.
Las sanciones en caso de no cubrir la cuota de dos pesos por niño o niña no
se encuentran bien establecidas. Mientras que para unas mujeres “si no pagas, no
le dan te comer a tu hijo”, para otras no pasa nada, simplemente meten en apuros
a la administradora de los recursos económicos mientras que no paguen su
deuda. Anteriormente se había acordado que “la mamá que no pagara que los
niños no subieran a desayunar, pero se ve mal no subir los niños, porque los niños
101
no tienen la culpa. Entonces por eso se les da de desayunar a todos.” (Juliana
García, entrevista, 2013). Otra falta es no asistir a dar el desayuno por cualquier
razón, la cual se sanciona con una multa de 50 pesos por persona; en caso de
que falten todas las integrantes del equipo, los niños se quedan sin desayunar. Sin
embargo, es muy extraño que esto llegue a ocurrir.
Un niño no sube a desayunar con los demás niños, su mamá decidió sacarlo,
pues de acuerdo con Juliana (entrevista, marzo, 2013) “exigen que se les de
carne, pollo, o así, pero son dos pesos y no alcanzaría ni para comprarle el puro
pollo”. Esta situación no resulta cómoda para las mamás, Juliana opinó que “los
niños no se dan cuenta, pero el niño que no come con ellos, pues se siente mal
porque come solo. Es como si lo apartáramos porque él tiene algo malo que nos
puede contagiar” (entrevista, 2012).
Palo Blanco: instalación de electricidad
Como ya se mencionó al inicio del capítulo 2, Palo Blanco es la localidad que
se encuentra más alejada de las cinco que componen al ejido. Su ubicación
convierte la posibilidad de contar con un camino en una tarea cara y complicada.
De igual manera, contar con el servicio de luz eléctrica demoró más años que en
el resto de las localidades vecinas. Más allá de las complicaciones físicas que
implicó esta tarea, ese suceso asoma la mirada a la organización que esta
localidad puso en marcha, con la intervención de agentes externos y la
participación de las y los habitantes de Palo Blanco.
Hace aproximadamente 14 años, o alrededor de 1998, según recuerda Don
Atanasio, llegaron a Palo Blanco los de “la política”, unos “aspirantes”. Uno de
ellos les preguntó la necesidad de Palo Blanco, a lo que los reunidos en ese lugar
le contestaron: la luz.
“Y ya nos dice -si me dan su apoyo, yo les meto la luz- y en ese acuerdo quedamos.
Y lo apoyamos y si metió la luz. Pero pues no la metió él. Él la gestionó, los que la
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metimos fuimos nosotros, porque el que trabaja, el que agarra la obra esa, ese
nomás viene a armar todo, poner postes y tender la red y todo, pero los del trabajo
fuimos nosotros. Porque tuvimos que cargar postes, transformadores, cable,
retenidas, todo eso. Eso nos tocó a todos nosotros, la comunidad y nos apoyaron
unos de la Vega, otros de Zapotal, unos de Encinal, o sea que todas las comunidades
del ejido trabajaron en nuestro proyecto. No se pagaba el trabajo, era un trabajo
voluntario, como amigos, como vecinos.” (Atanasio, entrevista, 2012)
Para organizar esta acción colectiva fue necesario formar un comité, el cual
nombraron “el comité de la luz”. La formación de este comité, al menos en la
narración de Don Atanasio, viene de la petición del “aspirante” quien, una vez
electo les dijo “-a ver fórmenme un comité para arrancar eso”. Y decidieron poner
“de comité” a Eugenio Ceballos “y otros”. A Don Eugenio “le tocaba levantar lista
de cuántos iban a la faena, quién no iba y quién iba” (Atanasio, entrevista, 2012)
Los grupos de trabajo se conformaron al principio por 30 hombres
aproximadamente, más el encargado de la obra que venía “de fuera” y que se
quedó a dormir en la escuela de la localidad mientras duraron los trabajos. La
alimentación de esta persona era una responsabilidad de todos, especialmente de
las mujeres, que se debían turnar para llevarle comida fuera de las horas de
trabajo, a la hora de la comida durante el trabajo, todos le compartían de su
“bastimento” personal.
Como los trabajos tenían que terminarse en un periodo de tiempo determinado,
algunos de los pobladores más dedicados sólo hicieron esto por esa temporada,
es decir, no se dedicaron a ninguna otra actividad productiva o económica. Y si
esto no era poco, en este mismo tiempo llegaron “los del INEGI” a hacer las
mediciones para la parcelación promovida por el PROCEDE. Lo que significó que
sólo diez trabajadores se quedaran acarreando postes o lo que les tocara y otros
“se quedaban con INEGI midiendo las parcelas”. (Atanasio, entrevista, 2012).
103
Trabajo colectivo, acuerdos y sanciones
Para coordinar las acciones colectivas se organizaban reuniones. Estas
reuniones “nosotros las convocábamos, ahí mismo de la comunidad, el agente
municipal y todos esos, nos reuníamos y ya hacíamos el acuerdo para cualquier
cosa.” (Entrevista a Don Atanasio)
Uno de los principales acuerdos era asistir en una fecha y hora determinada a
realizar los trabajos de traslado de postes, cables y otras herramientas o equipos,
y la colocación de postes. Como se dio el caso que unos no cumplían el acuerdo
de ir a trabajar, se decidió cobrar a los que no asistían según lo acordado: “si no
ibas pues pagabas, y todos pagaron, ahí se paga porque ahí hay un castigo, y si
no pagas no te dan la luz. Ahí si te agarran cortito. Solamente de esa manera los
pudieron agarrar”. Es decir, que no todos cumplieron el acuerdo establecido de
trabajar, pero todos cumplieron con “el castigo” o sanción impuesta, pues no
cumplir con éste, les implicaba que su casa quedaría sin energía eléctrica.
Hoy en día, a pesar de que ya se cuenta con energía eléctrica, de 17 familias
que habitaban en Palo Blanco, cuando ésta fue instalada, hoy sólo viven 4
familias, debido a que allá no hay trabajo, salir de Palo Blanco y acercarse a la
ciudad de Xalapa significa acercarse a “las chambas, tienes que caminar poco y te
la pasas más bien” (Entrevista a Don Atanasio, 2012).
Comité del camino
El camino es uno de los “grandes logros” cantados por las localidades de El
Zapotal, El Saucal y Encinal. Hasta hace pocos años se encontraban únicamente
comunicados por “caminos de bestias”, que son los que utilizan también los
burreros y que deterioran, zanjan y desgastan el camino desde los suelos del
mismo hasta las parcelas colindantes. Las acciones colectivas convocadas para
dar mantenimiento o hacerle mejoras al camino son coordinadas desde el comité
104
creado exprofeso, y por el agente municipal de cada comunidad. La decisión se
toma en reuniones comunitarias en las que se comunica que, por las últimas
condiciones del clima, el camino necesita mantenimiento. Sin embargo, cada que
se da la oportunidad, un miembro de la comunidad le comunicará a algún
funcionario estatal, al presidente municipal de Acajete o candidato a algún cargo
público que se encuentre en campaña, que su mayor necesidad es el camino.
Estos apoyos no siempre llegan, y cuando llegan pueden ser de un Programa de
Empleo Temporal (PET) o de los fondos municipales para hacer diversas obras.
Hasta este momento se ha conseguido empedrar 3 tramos, el más largo de 500
metros.
El camino es uno de los principales cambios y gracias a él muchos cambios
han habido.
En esos años nosotros aquí hasta para ir al pueblo se dificultaba, porque solamente
en bestia, a caballo. No había como ahora que ya hay tantito de camino que ahí está
y nosotros no lo conocíamos el camino. Pero eso tiene, la carretera tiene unos 16
años que se abrió la rodada, ya empezó esto a cambiar un poquito. (…) Lo que yo
pienso que el cambio fue de que nosotros teníamos que trasladarnos al pueblo, o sea
a Xalapa, Las Vigas o al pueblo a lomo de bestia, o sea con bestia, pero de que
empezaron los carros para acá, pues ya hubo un cambio porque ya, ya no. Hasta el
bosque ya se dejó de trabajar ya casi.” (Don Simplicio, entrevista, 2012).
En el pasado y en el presente, para todos los habitantes, ha sido muy difícil la
vida sin un camino. Para los de Zapotal, Encinal y Saucal, muchas cosas se
facilitaron desde que se hizo el camino, para Vega del Pixquiac, el tan solicitado
camino llegó hace poco más de un año y para Palo Blanco significa la principal
razón por la que se está quedando vacío. Se dice que en Palo Blanco el camino
ahora menos va a llegar, ya que sólo quedaron 3 familias allá y sin niños
pequeños que necesiten ir a la escuela.
Me centraré en el caso del camino que comunica a Saucal, Encinal y Zapotal
con Xalapa. La historia del origen de este camino no refiere a ningún comité, a
105
pesar de que actualmente existe uno. Se trata de individuos que han tocado las
puertas que les han sido posibles. Uno de los primeros ejidatarios relata que
“Cuando me tocó el comisariado ejidal unas veces le comenté al presidente
municipal. Le digo: -Oye ¿por qué no estás echando camino para allá arriba?- Y me
contestó: -¡Uy! Cuando crees que les voy a hacer caminos. Sale carísimo ¡No!
¿Cómo quieres? Para allá el camino no. Es imposible que el camino se vaya para allá
¿Cuánto necesitamos de dinero?- Y de ahí no pasamos, de ahí se quedó así. Pasó
ese presidente y después llegó otro, y lo mismo. Después pasaron otros más y ya
después se empezó a gestionar y ya nos fueron dando. Los presidentes municipales,
varias temporadas después ya empezaron a darnos. (Don Mundo, entrevista, 2012).
Un joven con la inquietud, al igual que sus vecinos, de que hubiera camino, sin
tener cargo y sin todavía ser ejidatario, motivó a su comunidad a aprovechar una
oportunidad y organizarse para juntar el dinero necesario y la plantilla o cuadrilla
de trabajo:
Pero el camino no se abrió precisamente con los presidentes sino con uno de mis
hijos. Él tenía una camionetita y hubo una temporada como de estos días en que,
¿cuándo fue?, creo que en octubre o noviembre, andaba un señor haciendo camino
de allá de Rancho Viejo para acá, por el Tejocotal y el Capulín, hasta por ahí creo
llegó haciendo el camino. El señor era un maquinista y ahí dejo la máquina. Y él
andaba por aquí, venía seguido para acá. Entonces dijo: -Hay una oportunidad. Anda
un señor con una máquina. Dice que si le juntamos algo echa el camino para acá. Y
unos cuantos miles, no sé cuántos miles, porque ya eran miles, ya no ciento. Dice
que trabaja este mes de noviembre y de diciembre. Anda de vacaciones. Él jala una
máquina, si quieren que abran camino necesitamos una cooperación. Y si quieren
que abramos el camino lo hacemos.-Y la gente se empezó a poner de acuerdo y
dicen: -¡Sí! Vienes y lo hacemos. Entonces se abrió el camino desde Tejocotal y ahí
se abrió la plantilla. Ahí empezaron a trabajar, empezaron a buscar muchachos, mi
hijo dice: -Sería más difícil después. Y se va quedar siendo vereda- Entonces nos
pusimos de acuerdo. Yo no sé qué tanto le consiguió al señor, pero si vino, si abrió
hasta aquí, bueno hasta donde se acabaron los centavos. Donde se acabaron los
centavos se acabó y ya no. Ya no se llevó mucho a cabo el camino. Pero pasaron
como 2 años. (Don Mundo, entrevista, 2012).
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Una vez hecho posible “tender” el camino hasta casi llegando a Zapotal,
continuó la insistencia hacia los presidentes municipales:
… Entonces, como ya se había abierto, se buscó con el presidente que si ya lo había
abierto, que entonces en la otra temporada nos echara la mano. Ya casi sólo era la
salida. Pero decía: -es que no hay dinero-. Pero ya que iba a acabar de cumplir,
mando una máquina a abrir una parte, pero no me acuerdo ni en dónde. Y ya
después esa se vino pa’cá y ya abrió otro relevo del presidente. Y así se fue. Ahora
ya se hizo la plantilla y ahora ya está bien ¿no? De ahí después que se llegó otro
presidente, otro que siguió, y también vino a dar aquí, y decía: - ¿Ahora aquí qué?
No, pues necesito el apoyo de la gente, que yo quiero hacer esto ¿Qué quieren?- No
pues, que la luz y ya fue otro presidente el que se inventó lo de traer la luz. Era un
atajo. (Don Mundo, entrevista, 2012).
De este relato es importante destacar varias cosas. La primera es que hubo
una constante petición a los presidentes municipales en turno, se menciona que
fueron dos o tres, y no se encontró la solución a esta demanda del camino. Surge
la oportunidad: en otro camino aledaño en construcción, probablemente un
municipio vecino que puede ser Tlalnelhuayocan o Coatepec, el de una máquina
que trabajaría por dos meses y ahí los vecinos de Zapotal, principalmente el hijo
de Don Mundo, vieron aquí la oportunidad de organizarse para conseguir los
centavos necesarios para que se avance en el camino y logran un avance casi
hasta Zapotal. En segundo lugar, se evidencia la relación instrumental o la
oportunidad que los candidatos ven en las carencias o necesidades de la
población y que se sigue presentando hasta la fecha.
Trabajo colectivo, acuerdos y sanciones
El camino se continuó hacia las localidades de El Encinal II y después al
Saucal, con trabajo colectivo (faenas) y con algunos apoyos del gobierno
municipal, principalmente de piedra caliza, incluido el viaje, aunque no siempre.
Estas faenas se realizaban en conjunto por las tres localidades involucradas, sin
107
embargo, tanto estas primeras faenas como las de mantenimiento acarrearon
algunos problemas, que se solucionaron seccionando el camino por localidad, así
no tendrían que organizarse las tres comunidades para los arreglos del camino:
“El camino hay que componerlo todo el tiempo, ellos no quieren trabajar con nosotros
y nosotros dijimos nos apartamos. Ahí comenzamos. Ellos no quisieron. (A) nosotros
nos toca componer de Tejocotal (hacia) arriba y a otro que se llama San Isidro, de ahí
el que tiene su carrito lo lleva y si es faena a trabajar. Pero ellos sólo componen del
Zapotal pa’ bajo, ellos de arriba no saben nada” (Othón Ceballos, entrevista, 2012).
Las faenas de mantenimiento son llevadas a cabo una vez que en las
Asambleas de cada comunidad acuerdan que es necesario realizarlas. Cada
comunidad arregla su tramo correspondiente en faenas que son realizadas un día
por semana, hasta que el trabajo queda terminado. Existe un acuerdo
intercomunitario entre las comunidades del Ejido, en el que Zapotal se encarga del
tramo de Tejocotal a Zapotal, Encinal desde Zapotal hasta Encinal y Saucal el
tramo restante, que llega hasta su comunidad. Sin embargo, en algunas ocasiones
especiales que así lo requieran, se ponen de acuerdo para trabajar juntos un
tramo en específico.
La única sanción que existe es para castigar la falta a la faena y es pagada con
una multa de 50 pesos. El dinero recaudado se utiliza para comprar refrescos,
caña y gasolina de algún viaje vinculado con el trabajo en el camino. No existe
sanción adicional si no se paga la multa y están “obligados” a realizar la faena
ejidatarios y avecindados que habitan en las comunidades o que visitan con
frecuencia sus parcelas.
Problemáticas generales de los comités
Los comités responden a las necesidades de un sector de la comunidad, por lo
que no todos los habitantes están involucrados de manera directa o indirecta con
todas las organizaciones, comités o trabajos colectivos; por lo general se
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desconoce qué miembros constituyen cada comité, así como las acciones que se
encuentren realizando. Como el comité de la escuela, que no cualquiera sabe
quiénes lo conforman: “No, disculpe, pero yo no sé, no tengo gente en la escuela
este año” (Othón Ceballos, entrevista, 2012).
Entre de las problemáticas que la gente de San Pedro encuentra en la
participación en las actividades colectivas que benefician a la comunidad, se
encuentra la inasistencia, a pesar de que queda claro el entendido del beneficio
compartido. Por ejemplo, el trabajo del comité del camino que beneficia “a todos,
[y luego, cuando surgen] los problemas se deben a que uno no quiere trabajar
¿por qué? Me avisan el lunes, que hay que ir, me avisan el viernes, me vienen a
traer pero yo no quiero ir ¿Qué hace uno? El que va, va y el que no, no va” (Othón
Ceballos, entrevista, 2012). Otra situación es la popular desconfianza a quienes se
encuentran en los comités, como el del comisariado, a quienes se les acusa de
echar “el gatazo (…) cada comisariado que entra todos hacen lo mismo” (Atanasio
Hernández, entrevista, 2012) o de que con “unos mil, dos mil pesos y ahí te va a
dejar [cortar] unos árboles [del área de uso común]” (Nicolás Vázquez, entrevista,
2012).
Otra problemática de estas organizaciones es que pocas personas desean ser
parte de los comités, por la gran responsabilidad que aquello representa, ya que la
tarea implica no sólo la acción en sí, sino lograr la participación de otras personas
que deberían estar implicadas al resultar beneficiadas. Así mismo, estar en un
comité puede llegar a constituirse como una carga económica extra:
Ya no quiero nada. Son problemas, problemas para manejar la gente uno, unos
obedecen, otros no, son problemas. Es como ser jefe de familia, porque tienes que
jalar a todos ¿Pero cómo le haces? Para jalarse a veinte personas de la comunidad
¿Qué tienes que hacer? Ponerse bellos, ponerse bellos con ellos, decirles véngase
para acá, una coquita, desgraciadamente una cañita, uno termina pagando más de
los que tiene. Yo lo hice. Ya no. (Othón Ceballos, entrevista, 2012).
Además hay una carga emocional que se lleva como individuo:
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Yo de comités no quiero saber nada. Fui agente municipal cuando se metió el
camino, y de ahí ya no quise nada, puras mentadas, y te tratan de loco, y loco te
están volviendo. Ahora me ponen carguillos y no se los acepto. A veces del camino o
de la comunidad. Me dicen vas a aprender más, no ya estoy harto, de la escuela fui
secretario como cuatro ocasiones, de agua desde que comenzó el agua, yo fui comité
ya dos veces. Ahora me quieren meter y les digo -no, gracias por su confianza pero
no-. No les acepto el cargo, ¡no! es que los mandas y lo que sacas es puro regaño.
(Justino Vázquez, entrevista, 2012)
En el recuento de los tres casos de organización local: comité de los desayunos, el
de la instalación de electricidad y del camino, es posible detectar básicamente dos
tipos problemas principales de los que derivan el resto. El primero es la
comunicación efectiva , ésta es a la vez causa del segundo problema y se
encuentra presente en los tres casos. El segundo es la tendencia hacia la
individualización del trabajo y las responsabilidad es, esto lo podemos ver muy
evidente en el caso del comité de los desayunos y asomado en la forma de
establecer sanciones. En el caso de los desayunos, esta responsabilidad
individualizada no sólo la vemos expresada en el hecho de que el comité está
formado por una sola persona, también está presente en la figura del maestro
como el que detona acciones, incita toma de decisiones y resolución de conflictos
que surgen de las inquietudes populares. Esta postura es contraria a otra, que
asoma una noción de comunidad al comprender que se debe trabajar en colectivo
para el beneficio de todos los niños y niñas, ya que de esa comunidad son parte
sus propios hijos e hijas. A los niños y niñas se les intenta excluir (o quizá
proteger) de la noción individual, que no considera la comunidad al expresar
frases como “los niños no tienen la culpa” y se alimenta a todos los niños y niñas
por igual, por no excluirlos, o no que se sientan excluidos, de la comunidad infantil
de la escuela. En el caso de la instalación de electricidad, el problema de la
individualización del trabajo y las responsabilidades, se manifestó en que todos
cumplieron con los acuerdos y sanciones, y que de lo contrario, esto les afectaría
de manera individual, es decir, se presentó desde la decisión de tal sanción. Así
mismo, al igual que el caso del camino, podríamos colocar en este tipo de
110
problemática el hecho de que, a pesar de que ambos trabajos se han realizado de
manera colectiva, es necesario un agente externo que, de alguna manera, dé el
visto bueno o “el apoyo”, como es el caso de los candidatos a cargos públicos. Es
decir, independientemente de la necesidad de apoyos materiales, el orden de los
acontecimientos señala la formación de una organización posterior a la solicitud al
candidato.
111
CAPÍTULO 4. INTERVENCIÓN Y NUEVAS FORMAS DE ACCIÓN
COLECTIVA
El Proyecto Pixquiac y el COCUPIX
En la década de 1990 comenzó una iniciativa ciudadana que se oponía a la
construcción de un libramiento carretero muy necesario que evitaría el paso por
Xalapa del tráfico pesado entre el puerto de Veracruz y las ciudades del altiplano.
Esta iniciativa generó una movilización por parte algunos habitantes de la
subcuenca del rio Pixquiac, ya que el proyecto de planteaba cruzaría por el lado
suroeste de la subcuenca. Para los integrantes de este movimiento tal
construcción significaba un suicidio hídrico para la ciudad de Xalapa, ya que a
pesar de ser considerada por la CONABIO como área prioritaria para la
conservación de la biodiversidad afectaría el área de captación de agua para la
ciudad. Esta movilización logró que en el Programa de Ordenamiento Urbano de
la Zona conurbada Xalapa-Banderilla-Coatepec-Tlalnelhuayocan (POEZCUX),
decretado en julio de 1998, se contemplara la construcción de dicha vialidad al
norte de la ciudad (Paré y Gerez, 2012).
En el año 2001, la iniciativa de construcción de este libramiento se reactivó,
esta vez los planes eran que pasara por barrancas y laderas de donde afloran una
incontable cantidad de manantiales y donde se ubican algunas presas y cajas de
agua, todo esto sin considerar el POEZCUX. La lucha se oponía a la construcción
de este libramiento por la zona sur y proponía (de nuevo) su construcción en la
zona norte. Toda esta interacción y participación reforzaron la conciencia de
diferentes sectores productivos de la zona (trucheros, campesinos, ganaderos,
artesanos, mujeres, comerciantes, etc.), del potencial que tienen los recursos
naturales de su región como estandarte de lucha, de la importancia de su papel en
la economía local y regional y en la protección de los bosques de los cuales son
dueños. Todo ello situado en un escenario de pocas alternativas: la migración
112
(especialmente a la zona de Xalapa), el avance de las actividades agropecuarias
sobre el bosque o el aprovechamiento no regulado del mismo (Paré y Gerez,
2012). En ese momento aquel sujeto, que veía a los recursos de su territorio como
de beneficio sólo para ellos, ya fuera de manera directa o indirecta, se transformó
en un sujeto con cierto grado de conciencia sobre su capacidad de incidir en
procesos externos que amenazaban su territorio y con cierta inquietud de acción.
Así, al finalizar la batalla contra el libramiento, aquellos que participaron, actores
claves principalmente del municipio de Tlalnelhuayocan (San Andrés y Rancho
Viejo)se preguntaron ¿por qué es importante proteger el bosque de niebla? y le
preguntaron a los compañeros de Sendas: ¿que proponen que hagamos ahora
para vivir de él?
Así nació esta relación, de matices tan diversos como el mismo ecosistema de
la montaña. En el 2006 da inicio la propuesta de investigación-acción (financiado
por FONMIX-CONACYT) que actualmente se llama Cogestión integral de la
cuenca del río Pixquiac (Proyecto Pixquiac). A pesar de que sus objetivos
centrales se concentran en la gestión del bosque y sus servicios ambientales
hidrológicos, para lograr sus alcances se han dinamizado procesos de
organización hacia el desarrollo sustentable de la cuenca. Se ha trabajado con
mayor intensidad en San Pedro, debido a su ubicación privilegiada en la zona de
mayor captación de agua y porque un ejidatario de San Pedro, que había
escuchado de los trabajos de reforestación en el ejido San Antonio (municipio de
Tlalnelhuayocan) invitó al equipo a presentar el proyecto ante la Asamblea.
Las acciones y reflexiones que antecedieron al Proyecto Pixquiac fueron
impulsadas por un grupo de personas que viven en la zona y que forman parte de
la Asociación Civil Sendas, que desde el año 1998 trabajó en la construcción de
alternativas de desarrollo sustentable y una estrategia de educación ambiental
para la Reserva de la Biósfera “Los Tuxtlas” (García y Ortiz s/f). En el transcurso
de los años, desde las primeras acciones en el Pixquiac, el equipo humano de
Sendas se ha ido transformando, es decir, no todos los participantes del proceso
en Los Tuxtlas se integraron a trabajar en el Pixquiac y nuevos integrantes se
113
fueron incorporando. Actualmente, el equipo de trabajo del proyecto Pixquiac está
conformado por un grupo multidisciplinario asociado al Instituto de Investigaciones
Sociales de la UNAM, que incluye profesionistas provenientes de la antropología,
biología, agronomía y la administración, así como personas provenientes de las
localidades en las que trabaja el proyecto cuyo conocimiento sobre su territorio es
muy amplio. Este equipo no sólo cubre las diferentes tareas de gestión, diálogo,
organización y capacitación que son necesarias para impulsar los objetivos del
proyecto. El equipo también se relaciona con las personas de las comunidades en
situaciones de organización, diálogo, trabajo colectivo, algunas recreativas o
festivas, de intercambio de aprendizajes, con todo lo que esto implica, a veces
conflictos, y discusiones, y a veces risas y coincidencias muy amenas.
Cada miembro del equipo es fundamental para el funcionamiento del Proyecto
Pixquiac, y se busca (y desde mi perspectiva, se logra) que los conocimientos
para lograr sus objetivos, se construyan de manera colectiva y dialógica. De las
reuniones semanales de coordinación o los seminarios semestrales o anuales, al
campo y viceversa, se va creando y transformando la manera en la que se trabaja
e interactúa con los actores en el campo.
Para las personas entrevistadas en San Pedro Buenavista no queda muy claro
lo que el equipo técnico de Sendas realiza, lo que ellos llaman “trabajo”, en sus
comunidades y bosques. Según las entrevistas realizadas, los maestros, el doctor,
la enfermera y algunos vendedores (pan, plátanos, maíz, artículos de mercería),
son los únicos que vienen “de fuera” a realizar “cualquier tipo de trabajo, les
paguen o no”. Hasta que yo preguntaba en la entrevista “¿y los de Sendas a qué
vienen?”, todas las personas entrevistadas reconocieron que ellos también
trabajan en su ejido o comunidad.
-“Vienen a hacer su trabajo (...) a orientarnos”. (Felícitas, entrevista, 2012)
-“Vienen a trabajar con las mujeres (...) lo de reforestación no es trabajo de aquí”
(Esteban, entrevista, 2012)
114
-“Dicen que vienen a lo de las plantas o de trámites de plantas, no sé, o que vienen a
hacer medicinas, o quién sabe” (Doña Cecilia, entrevista, 2012)
-“Vienen a decirnos como son las cosas y la verdad yo estoy bien agradecido (...)
Vienen a decirnos como trabajar y decirnos las cosas que no hay que hacer (...)
Traen trabajo” (Othón, entrevista, 2012)
Aunque todas las respuestas coincidieron con que sí trabajan en la zona, no se
reconoce que los “beneficios” de ese trabajo sean para ellos. Más bien, el primer
beneficiario que mencionan es “la ciudad de Xalapa”, porque para ellos se cuida,
se reforesta o se conserva, “para que tengan agua”; en segundo lugar
mencionaron que a ellos, con los apoyos, proyectos o trabajos. Así mismo, las
personas que colaboran en Sendas son vistas de diferentes manera, mientras que
para algunos es: “los sentimos como un patrón, que manda, pero hay que
obedecer las reglas y hay que trabajar, yo ahí no puedo hacer nada, todo está
bien” (Othón Ceballos), para otros es más bien una relación de “amigos”
En cuánto qué cosa es Sendas, o porqué trabajan en esta zona, nadie de las
personas entrevistadas pudo contestar nada concreto. Algunas palabras clave
mencionadas fueron: organización, personas y principalmente “me lo han dicho,
pero no me acuerdo” (Felícitas, Othón, Fulgencio, Josefa). Algo similar
respondieron cuando les pregunté por el COCUPIX o el Comité de Cuenca del río
Pixquiac, y algunas personas entrevistadas agregaron detalles como “es buena”,
“son personas de la comunidad”, y respuestas que eran preguntas como:
“¿gestiona para bajar recursos del gobierno?”.
La construcción de un modelo práctico de cogestión en la subcuenca del río
Pixquiac, nace del esfuerzo conjunto, que “desde el año 2006 varios actores y
sectores de la sociedad regional” han realizado con el objetivo de atender la
problemática regional (falta de inversión en el campo, conurbación, parcelación de
bosques, etc.) “desde una perspectiva integral y con un horizonte de planeación
más allá de lo inmediato” (Paré y Gerez, 2012:15). Aunque el proyecto nace de la
colaboración entre Sendas, junto con Luisa Paré como parte del Instituto de
115
Investigaciones Sociales de la UNAM, éste se ha ido nutriendo con la participación
de otros actores de la Universidad Veracruzana (UV) y el Instituto de Ecología
(INECOL), así como demás participantes que han ido contribuyendo en las
distintas dimensiones social, económica, política y ambiental.
La propuesta de trabajo que se presentó a CONACYT-Fondo Mixto del
Gobierno del Estado, incluía los siguientes objetivos:
“-Analizar los conflictos sociales en torno al manejo del agua e identificar a sujetos
sociales que impulsen procesos alternativos de gestión comunitaria, ciudadana y/o
sectorial con enfoque de cuenca en la zona.
-Propiciar que las comunidades de la región asuman un papel activo y propositivo en
el cuidado del agua y los recursos asociados a ella y promover modelos autogestivos
de manejo sustentable del agua.
-Fortalecer las iniciativas actuales hacia la gestión integral del agua y de los recursos
asociados a ella en las microcuencas del Pixquiac y Xocoyolapan.
-Establecer nuevas iniciativas y ampliar las iniciativas comunitarias ya existentes en
torno a la restauración y uso sustentable del agua y recursos asociados a las
microcuencas del Pixquiac y Xocoyolapan.
-Establecer redes de aprendizaje sobre los temas de gestión de cuencas y servicios
ambientales.” (Paré y Gerez, 2012:18)
Una de las conclusiones que dejó la movilización contra el libramiento, fue que
los que participaron “eran pocos y no pertenecían a organización local o regional
alguna” (Paré y Gerez, 2012:192) y que para contar con una organización de este
tipo, no bastaba con constituirla formalmente, sino que sería “el resultado de la
construcción de un proceso organizativo y de la maduración de una visión
compartida de cuenca” (Paré y Gerez, 2012:192). El Comité de Cuenca del río
Pixquiac (COCUPIX) es la propuesta que pretende que se constituya como actor y
como “instancia capaz de abrir el espacio de participación social desde el cual se
puedan articular las políticas públicas y las iniciativas de otros sectores a favor de
un desarrollo sustentable en la subcuenca” (Paré y Gerez, 2012:192). Mientras
que el COCIPIX se levanta como la plataforma de participación que se propone el
proyecto, el Programa de Servicios Ambientales del río Pixquiac (PROSAPIX) es
116
el instrumento de financiamiento que necesita el Proyecto Pixquiac para operar
sus objetivos. Ambas instancias “están tan estrechamente entretejidas que no es
posible entenderlas por separado” (Paré y Gerez, 2012:192)
“Para lograr una visión completa de las condiciones en las que se desarrolla
esta propuesta de cogestión de la subcuenca y la conformación del COCUPIX” se
han seguido una serie de pasos encaminados principalmente a la identificación e
integración de diversos actores, ya no de manera individual, como sucedió en el
momento de la movilización contra el mega proyecto, sino integrando a los
agregados sociales más amplios, como Asambleas ejidales o asociaciones de
productores a las que pertenecen los individuos. Esta identificación coloca al
equipo mismo como parte de esos actores, e identifica la necesidad de un espacio
para compartir información, dudas, puntos de vista y decisiones comunes para
poder emprender acciones. La vía de integración de las Asambleas ejidales que
abarca la cuenca ha sido distinta en cada caso. Los ejidos de la zona media-baja,
San Antonio Hidalgo y San Andrés, pertenecientes al municipio de
Tlalnelhuayocan, se integran como parte de la relación del apoyo técnico, en la
reforestación que las Asambleas se encontraban gestionando en aquel entonces
con la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR). Con la participación de un
miembro del COCUPIX en la elaboración del Plan Municipal de Desarrollo de
Tlalnelhuayocan, en el 2007, se colocó en la agenda de dicho municipio “la tarea
de ampliar la participación de los habitantes del municipio e incluir sus
necesidades y visiones mediante la realización de foros de consulta en todo su
territorio, involucrando a diferentes sectores y actores locales” (Fuentes y Paré,
2012:195); sin embargo, el presidente municipal no le dio seguimiento a esta
iniciativa.
En el 2008, unos ejidatarios pertenecientes al ejido San Pedro Buenavista se
enteran del “trabajo que se está haciendo en los dos ejidos colindantes” e invitan a
Tajín Fuentes, el coordinador en campo del proyecto, a que exponga la propuesta
ante su Asamblea. Ese mismo año se comienza con un Diagnóstico Rural
Participativo (DRP), con un financiamiento de la Comisión Nacional de áreas
117
Naturales Protegidas (CONANP), gracias a que este ejido se ubica en el área de
impacto del Parque Nacional Cofre de Perote. Este ejido, cómo ya se ha
mencionado en capítulos anteriores, tiene áreas de uso común, a diferencia de los
otros dos ejidos26: “lo cual hace que el ejido tenga más vida orgánica, a la par que
más conflictos, ya que las decisiones sobre estas áreas se toman en la Asamblea”
(Fuentes y Paré, 2012: 195).
Por su parte, el ejido Agua de los Pescados, ubicado en la zona alta de la
cuenca, a 3,000 msnm (zona limítrofe del Parque Naconal Cofre de Perote), en el
municipio de Perote, sostiene años de lucha por una reciprocidad de parte de la
ciudad de Xalapa por el agua que se toma para ésta en sus territorios y por la
modificación de la veda de agua para una ampliación del uso agrícola del agua, se
integra en el 2009 a partir de la invitación del director del Parque Nacional Cofre
de Perote (CONANP) para que Sendas le presentara su propuesta de trabajo. La
Asamblea decidió incorporarse y se realizó un DRP en el 2010. Este ejido se
encuentra bajo el régimen de propiedad comunal.
En los inicios del Comité, en el 2007, participaban los presidentes de los
municipios de Xalapa, Coatepec, Acajete y Tlalnelhuayocan, los representantes
de: la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Xalapa (CMAS), CONAFOR,
CONAGUA, (DGDF) (SDESMA) (INECOL), Universidad Veracruzana, UNAM,
ejidos, truticultores. Derivado de la primera reunión, en la que los integrantes
proporcionaron información, especialmente técnica, “se definió un programa
general de trabajo para el Comité de Cuenca del rio Pixquiac (COCUPIX), que a
su vez ha sido la base para orientar la planeación del uso de los recursos del
Programa de Compensación por servicios ambientales del Pixquiac (PROSAPIX)”
(Fuentes y Paré, 2012:196). Para lograr la asignación de los recursos del
programa, el COCUPIX se consolida “como la instancia con la que el equipo
26
La principal área de bosque mesófilo de la región se ubica en el ejido San Andrés, municipio de Tlalnelhuayocan, pero fue parcelado por el PROCEDE y con esto se imposibilitó trabajar con la Asamblea de este ejido, aunque se logró trabajar con más de una docena de ejidatarios. Una mayor cercanía a la ciudad del poblado donde viven los ejidatarios hace que les interesa más vender sus bosques, transformarlos en carbón (vendiendo árboles) o en tierras de cultivo, por lo que presionan para que se abran caminos de acceso al corazón de un bosque de más de 500 hectáreas.
118
operativo de Sendas-UNAM y el Ayuntamiento de Xalapa podrían analizar, discutir
y tomar decisiones respecto a las necesidades de la subcuenca, con la
participación de otros actores sociales” (Fuentes y Paré, 2012:197). Sin embargo,
ante la falta de un seguimiento serio y continuo a nivel cuenca de parte de las
autoridades municipales, la participación de la ciudad de Xalapa ya no incidió en
torno a la planeación, sino que el COCUPIX optó por la negociación con ésta. En
este sentido, el Comité se fue conformando más como un espacio de organización
campesina.
El Ejido San Pedro Buenavista y su integración al Proyecto Pixquiac
En páginas anteriores ya he abordado cómo inicia el proyecto Pixquiac, sin
embargo, mientras éste se gestaba como tal, el ejido San Pedro Buenavista se
suma a un proyecto, del cual en ese entonces desconocía sus objetivos. Sus
necesidades específicas los llevan a solicitar a Tajín Fuentes, como representante
de “algo que estaba sucediendo allá abajo” y que comienza a generar interés “acá
arriba”. La voz que se corre es que “alguien estaba apoyando a los de San Antonio
con reforestaciones” y hombres y mujeres del ejido comienzan a preguntar de qué
se trataba esto. Muchas personas nacidas en San Pedro se han ido a vivir por
matrimonio o por acceso a servicios a los pueblos vecinos mejor comunicados y
más cerca de Xalapa, como es en San Antonio, Rancho Viejo en Tlalnelhuayocan
y la colonia Luz del Barrio en Xalapa, en estos lugares también hay ejidatarios y/o
sus hijos del ejido de San Antonio y San Andrés.
“porque nosotros supimos que estaba reforestando, que su gente, por medio de él,
por medio de su organización y por medio de sus consejos, (...) que estaban
reforestando en San Antonio. (...) Pues si reforestan allá, porque no nos vienen a
aconsejar acá ellos.” (Felícitas, entrevista, 2012)
Un grupo de cuatro o cinco personas, que ya lo habían estado platicando,
decidieron que debían contactar a Tajín para que “les de unos consejos sobre el
119
campo, que los oriente, que quieren sembrar planta, que quieren sacar proyectos
de su bosque” (Othón Ceballos, entrevista, 2012). Así fue como acordaron citarlo
en el ejido, Tajín llegó solo, había reunidas unas seis o siete personas y se
pusieron a platicar. Cuándo Tajín preguntó ¿qué quieren hacer? le dijeron:
“nosotros queremos que tú nos apoyes” (Felícitas), “queremos que nos orientes,
nosotros, pues ya sembramos planta de los señores anteriores, del setenta para
acá, pero no hemos visto función, no hemos visto provecho, ¿cómo ves? ¿Qué
podemos hacer?” (Othón, entrevista, 2012). “Le dijimos, si te mandamos a traer y
te mandamos a pedir que nos apoyes para orientarnos que cosa hacemos, pues
yo creo que es para que trabajes, yo le dije así” Relata Felícitas (entrevista, 2012).
Así se da la oportunidad de comenzar el trabajo con un Diagnóstico
Participativo Rural (DPR), a diferencia de los otros dos ejidos, dónde se comenzó
a trabajar dando seguimiento a unas solicitudes de reforestación ante la
CONAFOR. Tajín fue invitado a la siguiente Asamblea Ejidal, en la que invitó a
reunirse, una vez acabada la Asamblea, a los interesados en participar en el
diagnóstico y en proyectos de reforestación, según recuerdan las personas
entrevistadas aquel suceso. Así recuerda Felícitas lo que Tajín dijo:
“nosotros en San Andrés y San Antonio, lo que le estamos gestionando son plantas
para las huertas, aquí (por) si ustedes tienen huertas (...). Y quien esté interesado, yo
voy a darme a conocer con la gente y quien esté interesado a lo que yo voy a decir,
esos son los que se van a juntar, y los que no, después van a estar diciendo: -no
pues es que no nos dijo bien, -y es que no nos dijo de esta forma y -nos dijo así y no
lo entendimos, porque así pasa allá abajo. Y a lo mejor, me imagino que es lo mismo”
(Felícitas, entrevista, 2012).
Al finalizar la reunión había doce personas que querían saber de qué se
trataba o estaban interesadas en entrar en proyectos relacionados con el bosque:
reforestaciones y aprovechamiento de reforestaciones de hace treinta años.
El Diagnóstico Rural Participativo (DRP) se comenzó a realizar a principios del
año 2008. Como lo recuerda Tajín, es que más o menos las mismas personas
interesadas que lo invitaron a la primera Asamblea, fueron las que asistieron y
120
participaron en los talleres del diagnóstico (entrevista, 2013). A partir de este
diagnóstico se identificaron problemáticas y soluciones; algunas de las propuestas
de reconversión productiva derivadas del DRP, se convirtieron en grupos de
trabajo de ejidatarios y asesor o asesora. Así se formaron los primeros grupos de
trabajo colectivo en el contexto de la intervención de Sendas.
Organización local en torno al Proyecto Pixquiac
Las formas de organización en torno a lo común, sea éste un recurso o un
servicio, se han relacionado con “nuevas formas de organización”, que contemplan
no sólo nuevos actores, nuevas maneras de formalizar las reglas, nuevos
acuerdos con instituciones. La novedad en las formas de organización consiste
más en la distribución del poder de la estructura de organización previa, que en
una nueva estructura. Es decir, la estructura de organización sigue siendo del
mismo tipo, pero las relaciones establecidas con los actores u otras
organizaciones con las que se vinculan, muchas veces son intermediadas por el
equipo de Sendas o son directamente con Sendas. En esta nueva propuesta
organizativa se incita al empoderamiento de las personas y los colectivos y, a
diferencia de otro tipo de relaciones que establece el ejido, se propone combatir el
clientelismo presente en la cultura política de las personas de San Pedro
Buenavista.
La relación que ha establecido Sendas, a través del Proyecto de Co-gestión
integral de la cuenca del rio Pixquiac, con el Ejido San Pedro Buenavista, ha
desatado una nueva serie de conflictos. Recordemos que ya había conflictos
relacionados al trabajo colectivo en el ejido. Sin embargo, la nueva forma de
organización propuesta por Sendas, en la que se les pide que formalicen sus
normas en un reglamento, que tomen decisiones de manera autónoma y se les
motiva a la autogestión, ha sido un duro proceso de adaptación, en el que la
incertidumbre sobre el cómo resolver esos conflictos prevalece. Y la rutina
tradicional de evitar la discusión que llevaría a solucionar los problemas se
121
mantiene, pero esta vez con la presencia de un actor que vigila que se cumplan
los reglamentos y que se llegue a acuerdos.
Movilización en el 2012
En este apartado describo cómo se tomó la decisión de manifestarse ante el
incumplimiento del pago por servicios ambientales por parte del Ayuntamiento de
Xalapa y cómo ocurrió la interacción entre el colectivo de ejidatarios y los
funcionarios que los recibieron. Esta situación unió una diversidad de actores en
torno a un problema en común, y por este instante existe un objetivo claro que es
compartido por los actores.
En enero del 2012, ejidatarios de la Cuenca del río Pixquiac se manifestaron
en el palacio municipal de Xalapa. A pesar de que se tenía firmado un convenio
con el ayuntamiento de Xalapa, al principio de la administración de David Velasco
Chedraui (2009-2011), éste no había puesto su parte para pagar los servicios
ambientales de la Cuenca de los años 2010 y 2011. Durante el transcurso del
2011 los ejidatarios se preguntaban y preguntaban al equipo de Sendas,
específicamente a Tajín Fuentes, coordinador de la línea de bosque, qué había
pasado con el pago y mostraban su preocupación al ver “cómo se acababa el año
y no salían sus pagos por servicios ambientales” (Tajín, entrevista, 2013). Y en la
última Asamblea del 2011 del Cocupix se tocó el tema que preocupaba a todos,
pedían explicaciones a la gente de Sendas y ellos les explicaron que el
ayuntamiento no los recibía o “no nos pelaba”, que este dinero que no se había
pagado no era de Sendas, y que finalmente, los que debían decidir qué se haría
eran los ejidatarios beneficiarios del programa. En una reunión en la que
estuvieron presentes las directivas de los cuatro ejidos “decidieron que tenían que
tomar una acción, y discutieron largo y tendido si era cerrar una presa o
manifestarse en Xalapa” (Tajín, entrevista, 2013). Entre los que consideraban
cerrar una presa estaban ejidatarios que habitan en Rancho Viejo y de San Pedro,
que habían sido beneficiados con un camino después de cerrar las válvulas de un
122
acueducto cuya construcción causó daños en parcelas de Rancho Viejo, alrededor
del año 2000. Don Juan Hernández, presidente del Comité de Cuenca desde junio
del 2012, que estaba ahí en esa reunión y que recuerda que había quienes incluso
querían hacer otras demandas como caminos y agua potable, pero él les advirtió
que esa gestión le correspondía al presidente municipal de cada uno de sus
municipios y no a ellos, como ejidatarios unidos en torno a un comité de cuenca y
un programa de servicios ambientales: “no, no, no, nosotros vamos a lo nuestro y
así fue como lo definimos” (Juan Hernández, entrevista, 2013)
Por su parte, Tajín les advirtió que para cerrar las válvulas debían estar
seguros de tener un contingente muy grande, para evitar una represión violenta
por parte de la policía. Así deciden los presentes en esa reunión, que lo mejor era
hacer un plantón en Xalapa y Sendas colabora con apoyo mediático: redacta un
manifiesto “para explicar a la gente porque estaban haciendo lo que estaba
haciendo” y convoca a una reunión con periodistas amigos para la difusión pública
y aumentar la presión política a los funcionarios relacionados.
Para ejidatarios de San Pedro Buenavista entrevistados sobre el tema “la idea
(de manifestarse) surgió de todos” (Atanasio entrevista, 2012) y para otros,
actores específicos de Sendas o simplemente “los de Sendas”, “hicieron que
bajara toda la gente,” (Antonio entrevista, 2012) o “nos dijeron que tenía que
ponerse un plantón para que se pusieran bien y así le hicimos. Y si (funcionó)
luego respondieron con lo que habían prometido.” (Ángel, entrevista, 2012).
Mediante pancartas expresaban frases como: “de nuestros bosques proviene
su agua” y exigían el cumplimiento al acuerdo de que se les daría un pago, ya era
2012 y “nos faltaba lo de dos años” (Atanasio Hernández, entrevista, 2012).
Una vez puesta la fecha y hora de reunión, en los ejidos se organizaron las
camionetas para bajar, tarea de la que se encargaron agentes municipales y
también por familias se organizaron a bajar “aquí nos pusimos de acuerdo en una
junta y nos fuimos todos. Los de aquí del grupo si fuimos todos del turismo y los
que reforestan y de los que tienen servicios ambientales” (Ángel, entrevista, 2012).
123
Algunas de las personas que laboran en Sendas ayudaron en la elaboración de
algunas pancartas y mantas con las demandas. En el palacio municipal los
hicieron entrar al salón del cabildo: “No sé si has entrado alguna vez ahí a la junta,
a la sala del palacio municipal, es grande la sala y se había llenado y claro con
gente también de San Andrés y Los Pescados” (Antonio, entrevista, 2012). De
acuerdo con Antonio, que en ese tiempo era comisariado de San Pedro, lo que se
logró (que se comprometieran a entregar lo debido) “lo había hecho el Isauro,
Doña Luisa y Tajín, de hecho la que empezó a ver de todo eso fue Doña Luisa” y
Ángel asegura que “(si los de Sendas no hubieran venido) no hubiéramos hecho
nada. (…) nos fuimos porque nos dijeron que ya todo estaba bien y que nos iban a
dar lo que pedíamos y ya nos retiramos.”
Por otro lado, los comisariados de la cuenca ya tenían sus propios planes, en
caso de que no se les pagara el comprometido recurso:
“según la gente de nosotros (si no se lograba nada) íbamos a acudir con las válvulas
del agua, si no nos pagaban ya habíamos hecho planes con los de San Andrés y los
de Los Pescados íbamos con las válvulas del agua. Ya no iba a ser a la buena como
hicieron ahí, (…) porque los de Los Pescados habían dicho que tenían seiscientas
gentes dispuestas para tapar eso, y que si se llevaba a cabo que se taparan las
válvulas del agua, no solamente se iban a tapar las válvulas del agua (…) no sólo se
iba a tapar eso, o sea, no sólo lo que nos dieron, se iba a pedir el doble, por no
habernos pagado cuando nosotros pedíamos. Eso fue lo que habíamos platicado
nosotros con los comisariados” (Antonio, ex comisariado, entrevista, 2012).
Los ejidatarios tenían el interés de que se les diera el pago del dinero que se
les había prometido por conservar, además de esto, otras razones no
necesariamente económicas motivaron la movilización a manifestarse. Una de
éstas era la sensación de sentirse engañados: “Bajamos por los proyectos que
nada más nos estaban engañando con los recursos, los de la CONAGUA” (Ángel,
entrevista, 2012). Otra cuestión parecida era el incumplimiento del acuerdo
firmado entre dos partes y cuya parte ellos si estaban cumpliendo: “si no les
recuerda uno se les olvida, y uno está cuidando el bosque, uno cumple con su
124
compromiso y ellos no, y en eso si nos afecta, porque pues si tenemos un acuerdo
ya.” (Atanasio entrevista, 2012).
De acuerdo con todos los entrevistados, los encargados de las negociaciones
fueron representantes de Sendas y el presidente del Comité de Cuenca, don Juan
Hernández, ejidatario de San Antonio. De acuerdo con Tajín, que estuvo presente,
la negociación la hicieron los ejidatarios, se les proporcionó los documentos y
convenios firmados por el ayuntamiento de Xalapa y la persona que más habló fue
Don Juan Hernández. Así se logra el acuerdo y se lo comunicaron a los que no
entraron a la sala de cabildo. El acuerdo fue una promesa y compromiso de que
se les pagaría lo adeudado en menos de un mes. Sin embargo, el pago llegó
hasta entrado febrero.
De los entrevistados sólo uno dijo que él no estaba de acuerdo con haber ido a
hacer “relajo” en la calle, que él hubiera preferido no ir y que incluso no se les
pagara, porque a él “esas cosas no le gustan”. Otros ya habían realizado un tipo
parecido de protestas cuando se dedicaban a la madera y se manifestaban para
que no los detuvieran tanto con la madera. En ese entonces tenían un líder
regional que representaba a la Unión de campesinos y madereros (ninguno de los
entrevistados me supo decir el nombre completo de la organización). El líder no
buscaba conseguir permisos, sino que no se les molestara cuando bajaban la
madera y también buscaba obtener recursos para proyectos, así fue que
consiguieron borregos y chivas, también de manera colectiva. Ninguno de los
proyectos sobrevive a la fecha, los grupos se fueron desintegrando por problemas
internos y se continuó bajando madera de la montaña
125
Acuerdos y toma de decisiones colectivas en torno al proyecto Pixquiac y el
Prosapix
El Programa de Compensación por Servicios Ambientales y Desarrollo Rural
Integral del Pixquiac (PROSAPIX) es el mecanismo de financiamiento para el
Proyecto Pixquiac, en las palabras de las personas que coordinan este proyecto:
no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para impulsar el desarrollo local, que
permita reducir la presión sobre los recursos naturales e impulsar las capacidades
locales. El Programa inició en 2006, como una iniciativa piloto de PSA (Pago por
Servicios Ambientales) que fuera consistente con la promoción de una Co-gestión
integral de la cuenca del Pixquiac, y tubo la ventaja de aprender las lecciones de los
dos programas de pago por servicios ambientales que lo antecedieron en la región: el
FIDECOAGUA del municipio de Coatepec, y el Programa de pago por servicios
ambientales hidrológicos de CONAFOR (Fuentes y Paré, 2012:204-205).
Una de las capacidades locales en las que ha centrado su atención el
proyecto, es la de la sus recursos económicos y humanos, para el impulso de
proyectos productivos, cuyo objetivo central es el fortalecimiento de dichas
capacidades. Estas intervenciones constituyen un puente importante de
comunicación y retroalimentación, no sólo de los proyectos en específico, sino
también del Programa de Servicios Ambientales:
A lo largo de sus años de operación se han ido modificando los criterios de operación
del PROSAPIX, por un lado porque los resultados de las investigaciones
desarrolladas por nuestro proyecto han ayudado a comprender mejor la dinámica
socioambiental de la subcuenca y, por otro, porque la misma experiencia ha llevado a
realizar ajustes prácticos. (Fuentes y Paré, 2012:205).
En términos generales, el programa es un esquema concurrente, en el que se
ha logrado que diversas instancias gubernamentales aporten recursos económicos
para su operación. Actualmente es financiado por CONAFOR y el Ayuntamiento
de Xalapa, por lo que cada ejidatario recibe mil cien pesos por hectárea en
conservación y hay ejidatarios que tienen desde una hectárea hasta nueve. Esta
126
es una de las razones importantes por las que el ejido entra como unidad, ya que
los esquemas de conservación, por lo general “piden muchas hectáreas en
conjunto por dueño, pero como ahí el dueño es uno solo, se mete a nivel de ejido
y aunque no sea la misma parcela, es el mismo ejido” (María Luisa, entrevista,
2013).
La compensación económica que los ejidatarios reciben por poner de manera
colectiva, como ejido, áreas en conservación, ya sea de sus parcelas privadas o
de uso común, causa, o mejor dicho pone a la luz, problemas que la colectividad
tiene respecto a valores como la solidaridad, el compañerismo y capacidad de
tomar decisiones colectivas. El equipo que trabaja la línea de bosque en el
Proyecto se encarga de calcular, pensando en lo que llega por conservación al
ejido, cuánto corresponde a parcelas privadas y a áreas de uso común. En el caso
de las cantidades por parcelas privadas, el dinero se entrega en efectivo dentro de
un sobre a cada propietario. En el caso de las áreas de uso común, el dinero es
entregado al agente municipal de cada una de las cinco localidades del ejido, en
proporción a lo que miden las áreas que corresponden a cada localidad. Es decir,
a Palo Blanco y Vega les corresponde el área de uso común de Mata Oscura y la
mitad de Los Callejones, un total de 171 hectáreas en conservación; a Zapotal 63
hectáreas de las áreas que a ellos corresponden.
Por parte del equipo técnico de bosques, María Luisa, desde que entró a
colaborar a Sendas, le dijeron “ellos deciden cómo se paga” (María Luisa), por lo
que sólo se entregaban los sobres por localidad con el dinero que correspondía a
la conservación de sus áreas en común. Sin embargo, recibía reclamos de
“señores, sobre todo viejitos que nos les pagaban” y con la nueva presidenta del
comisariado decidieron revisar las listas juntos,
“y decían -pero falta este o falta el otro -¿por qué no están? Ellos hicieron una lista de
los ejidatarios y la compararon con la anterior y ahí se dieron cuenta que faltaban
muchas personas y que faltaban esas personas por decisión del pasado comisariado.
No lo consultó con la Asamblea, fue su decisión. Entonces ellos se dieron cuenta el
día que se iba a entregar el pago” (María Luisa).
127
El anterior comisariado incluía únicamente en sus listas a los ejidatarios que
viven en el ejido y que asisten a realizar las faenas que les corresponden dentro
del ejido. La nueva presidenta del comisariado no habita en ninguna localidad del
ejido, habita en un caserío llamado El chilacayote, que se encuentra ubicado en
los límites del ejido, en la parte más baja, pero no del lado de Vega del Pixquiac,
sino cuesta abajo del camino que comunica a Zapotal con Rancho Viejo; el resto
de los miembros del comisariado tampoco viven de tiempo completo dentro de las
localidades del ejido. Todos ellos deben cumplir faenas en sus nuevas localidades,
por lo que no siempre las cumplen en San Pedro. Esta situación les hizo observar
que como ejidatarios sólo tenían obligaciones, como asistir a las Asambleas, y
ahora presidirlas, y que no tenían derechos, por no vivir dentro de los límites del
ejido. Por esta razón decidieron incluir a todos los ejidatarios y ejidatarias en las
listas para repartir el dinero por conservación de áreas de uso común.
Esta decisión causó mucho descontento en la Asamblea, especialmente entre
los de Palo Blanco y Vega del Pixquiac, que de repartir el dinero entre 10, ahora lo
tendrían que repartir entre 12. Como ese año había cambiado el programa, les
“tocaba de a más”, aún con una lista ligeramente más grande. Los inconformes se
reunieron afuera de la Asamblea y alegaban que las personas que la comisariado
sugería integrar a la lista de beneficiarios no hacían faena y que sus “usos y
costumbres” indicaban que sin faena, estén en la situación que estén (salud, edad,
etc.), no podían tener derechos o beneficios. Las dos personas en cuestión, que
por cierto rara vez se aparecen en la Asamblea, son mayores de sesenta años: un
hombre que vive en Rancho Viejo y ya no sube a Palo Blanco, y una mujer que
vive dentro del ejido en el paraje Plan de Escalerilla, la casa más alejada o
inaccesible del ejido y la más cercana al área de uso común de Mata Obscura.
Esta mujer, Doña Tomasa, sólo tiene dos hijos y ambos son ejidatarios, por lo que
no pueden dar las faenas que a ella corresponden, pues también deben aportar
las les tocan a ellos; uno de sus hijos es el anterior Agente Municipal, quien
tampoco nunca expresó nada porque su madre no aparecía en las listas de
beneficiarios. En el caso de Zapotal, aunque discutieron entre ellos el asunto,
128
nadie tuvo inconveniente en agregar a 16 a su lista de 24, sumando así 40
ejidatarios beneficiados.
Por otro lado, las iniciativas de proyectos productivos son propuestas para
grupos formados por integrantes de las localidades parte del Prosapix. En un
inicio, me tocó escuchar personas que querían ser apoyadas o asesoradas en lo
particular, pero hoy en día, ya es por todos bien sabido que “si quieres hacer un
proyecto y que te apoye Sendas, tienes que formar un grupo, o estar ya en un
grupo”. La principal razón que decimos las personas que damos la asesoría
técnica, de acompañamiento, o que coordinamos un proyecto, es que para
nosotros es más fácil atender a grupos, porque así trabajamos con más personas
al mismo tiempo y así hay más personas beneficiadas con el mismo salario de un
asesor o una asesora. Sin embargo, esto ha ido cambiando. Las personas de las
localidades y sus asesores poco a poco van reconociendo la importancia del
trabajo grupal. Por ejemplo, en el proyecto de ecoturismo cada vez se le otorga un
mayor valor al grupo, tras reconocer que solos no pueden atender a grupos
grandes de turistas y se tienen que apoyar en sus compañeros, ya sean de su
misma localidad o de las otras del ejido.
Muchas veces en la Asamblea ejidal, y en los procesos de los grupos
productivos, la voz y la presencia de los actores “externos”, como lo es el equipo
de Sendas, tiene una relevancia en la toma de decisiones e inicios y soluciones de
conflictos del colectivo ejidal. Esta es una observación que los coordinadores y
coordinadoras de las líneas o proyectos en campo de Sendas, y algunas veces
uno que otro ejidatario también han hecho. Es por eso que, de manera explícita, el
equipo buscar incidir con la información necesaria para que tomen sus propias
decisiones y algunas veces se les convence también explícitamente de que
“deben” de tomar tal decisión, porque es buena para ellos y para el Proyecto. Por
ejemplo, cuando se tiene que decidir si se entra o no a alguna convocatoria que
129
debe ser solicitada por el ejido, y que es necesario para el seguimiento de algún
proyecto que se ha decidido impulsar conjuntamente27.
Es aquí donde las nociones de arena e interfaz de Long (2007) abordadas en
el primer capítulo, nos ayudan a entender los procesos y elementos que se
presentan en los procesos de intervención. En este caso, es clara la interacción
de al menos dos arenas, definidas y una compuesta por la interacción de las
anteriores. Una arena corresponde a la sociedad ejidal, a sus estrategias de
sobrevivencia y vida rural. La segunda arena, formada en torno a la anterior, es la
delineada por el proceso de intervención, el proyecto, sus actores o promotores,
sus concepciones colectivas e individuales de desarrollo o cualquiera que sea la
razón que los agrupa en torno al proceso. La tercera arena es el punto intermedio
de las anteriores. En esta arena los discursos, los motivos y las explicaciones se
transforman en unos que sean entendidos, atendidos y/o adaptados para ambos
grupos de actores.
La opinión de las personas que representan a Sendas en el ejido vale mucho,
porque son los que conocen el proyecto y muchas personas ejidatarias están
convencidas de que el proyecto les conviene a ellos, ya que les representa
“apoyos” o “ingresos”. Situación similar sucede con los candidatos a elección
popular, sólo que el beneficio constituye apoyar para infraestructura pública, como
el camino, la energía eléctrica, la iglesia o el salón social. La voz y opinión de ellos
también incide en las decisiones que toman ya que deben estar de acuerdo en
que la petición de apoyo vaya dirigida al mismo objetivo.
En este sentido, la interfaz construida dentro de la tercer arena mencionada, se
constituye como un proceso que en el que la confrontación de arenas, dominios,
discursos y los conflictos que de este encuentro deriven, interactúan en la
27
En el caso de los técnicos institucionales, en lo que se les paga por proyecto, es común que los intereses de los técnicos o funcionarios se antepongan a los intereses, necesidades y capacidades de los ejidos o ejidatarios “beneficiados”. Cuando los proyectos generan ingresos a los técnicos, mientras más proyectos ejerzan, más honorarios reciben, y no se le da seguimiento adecuado ni durante ni después de los proyectos. Este tipo se situaciones se tratan de evitar en Sendas, los técnicos tienen un sueldo fijo y se procura que los proyectos sean necesarios, en concordancia con el Proyecto Integral y que los involucrados cuenten con las capacidades para desarrollarlos o sirvan para desarrollas capacidades autogestivas.
130
construcción de nuevos discursos que generan sentidos para ambas partes. Es
decir, se construye la interfaz como una entidad entrelazada con sus propias
contradicciones y disputas internas. Es claro que en el análisis que debe hacerse
de esta interfaz, deban de presentarse y confrontarse los discursos, intereses y
prácticas de los dos elementos que construyen la interfaz. Unos de los elementos
que menciona Long, necesarios para la compresión de la interfaz es el poder y los
discursos dominantes, en el que las negociaciones, resistencias, acomodos y
sumisiones, suceden de manera estratégica para ambas partes (Long ,2007:145).
María Luisa ha notado que se le suele dar “más importancia a un externo que a
los mismos de allí, que se quieran pasar a la Asamblea, es bastante feo, sobre
todo si está la Asamblea” (entrevista, 2013). En una ocasión, en la que se trataba
de resolver qué se hacía con el caso de un ejidatario que estaba violando los
acuerdos ejidales de conservación de áreas de uso común, el ejidatario se
excusaba con ella y acusaba que otros más lo hacen: “Entonces tienes que
regresar y decir, no me discutas a mí, yo no soy nadie aquí, yo no tengo ni voz ni
voto, dales una explicación a tus compañeros y no se pudo porque era mucha la
presión, porque era una persona de la comunidad, familiar de muchos, y porque
pues al final se llegó al acuerdo de que le iban a dar otra oportunidad”. Después
de debatir ampliamente sobre qué hacer, cómo hacerlo, preguntarse si era posible
aplicar esas reglas, recordar que tienen un reglamento ejidal firmado por todos y
darse cuenta que nadie tenía consigo en la Asamblea en la que sucedió esto, se
acordó que si se volvían a enterar o alguien volvía a dar queja de que él había
sacado madera, se le iba a retener el pago y se iba a usar el pago para algún
gasto de la comunidad.
Al igual que en el caso de la toma de decisiones sobre la repartición de la
compensación que reciben por mantener en conservación las áreas de uso
común, la toma de decisiones autónomas, dentro de los grupos, expresa las
mismas dificultades. Para Karla Pérez, que trabaja con las mujeres del ejido, el
principal problema que enfrentan los grupos con los que ella trabaja, es el de la
comunicación efectiva entre los grupos. Para María Luisa y algunas personas
131
habitantes del mismo ejido, la principal dificultad, tanto en el Programa de
Compensación como en los proyectos productivos, es la envidia. Como ya se
abordó en el capítulo anterior, el trabajo en colectivo en general implica
dificultades para las personas involucradas en los grupos. Sin embargo, en los
procesos impulsados o asesorados por Sendas, las personas que acompañamos
el proceso nos envolvemos con sus formas locales de organización, somos
integradas e integrados en sus esquemas de organización, jerarquización de
orden de la validez de los conocimientos que traemos, nuestra capacidad de
gestionar recursos para su beneficio, y hasta de género y de edad. Es decir,
nuestra persona es colocada dentro de la configuración local de relaciones para
cada actor y como tales somos parte y generadores de disyuntivas que implican la
necesidad de tomar decisiones.
“Aunque tú no quieras va a generar un conflicto y aunque trates de mantenerte al
margen, no se puede, porque ya, en un punto, en que ellos ya no pueden ni con el
problema ni con la discusión y te terminan metiendo y quieren que tu metas, que tu
des el voto del desempate, de que digas: -entonces se hace esto, y es difícil, porque
pues tú no puedes darlo, tu puedes dar tu opinión, pero no puedes decidir por ellos.
(...) Entonces las Asambleas a veces se hacen muy tediosas, porque rebotan la
pelota, y la rebotan y la rebotan, y nunca llegan a acuerdos, ni siquiera los discuten
realmente, entonces a nosotros nos ha tocado generar la discusión en las
Asambleas, no con el afán de que terminen peleados, sino de que se discuta, porque
también existe esa necesidad. Y ha sido bastante difícil al menos para mí. Ver que la
gente se está peleando y ya de que cuando ven que ya se enojó alguien, dicen, -ah
es que yo no dije, lo dijo María Luisa.” (María Luisa, entrevista, 2013)
De acuerdo con ella, San Pedro “tiene una incapacidad muy grande para
ponerse a discutir los problemas”, por razones de parentesco, es decir, que se
evita la confrontación porque “ellos no quieren tener problemas con el compadre,
con el cuñado, con el suegro”. Y ha observado la generación de conflictos y la
dificultad para discutir y llegar a una decisión colectiva, como por ejemplo si el
techo que harán en el panteón será redondo o cuadrado: “Pero cuando hay dinero
de por medio, eso es otra situación todavía peor, es más conflictivo”. Para María
132
Luisa, lo fundamental para el funcionamiento y operación del Prosapix es que se
respeten los acuerdos de conservación. Es necesario entonces subrayar que
quienes vigilan si se cumplen los acuerdos de conservación y que hacen posible la
remuneración económica, son las personas del equipo técnico de la línea de
bosques de Sendas. Esto es porque ellos son quienes hacen los monitoreos, ellos
se dan cuenta quien incumple los acuerdos y lo comunican a la Asamblea, sin
embargo, en San Pedro nunca se han reportado incumplimientos por las parcelas
privadas, solamente ese incidente que se mencionó líneas atrás. Así mismo, y
muchas veces por los tiempos exigidos por las convocatorias para recursos o la
propia gestión de Prosapix, es necesario que se cierren los acuerdos, que se
llegue a algo concreto y que suceda antes de la fecha límite: -“Nosotros nada más
hemos tenido que hacer un trabajo como de cerrar acuerdos, que discuten mucho
y no concretan, entonces es como, dejarlos discutir un rato y ya después decir -
oigan si pero ahora voten, contar votos.” (María Luisa, entrevista, 2013).
El papel que tiene el comisariado en la consolidación de acuerdos y en la
resolución de conflictos, actualmente es más firme y evidente. Esto, de acuerdo
con María Luisa, tiene que ver más con las personas que con el proceso mismo.
Aunque el presidente del comisariado anterior participaba activamente en los
monitoreos, nunca se mostró muy interesado en el asunto, es decir, él no hacía
preguntas como “porqué se mide eso y para qué es eso”, como otros jóvenes del
ejido que también se contrataron para el monitoreo. Actualmente, con el nuevo
comisariado “los acuerdos comunitarios, o los acuerdos, no sólo están vigilados
por nosotros, sino también por ellos” (María Luisa, entrevista, 2013).
Por parte de Sendas se reconoce que este nuevo comisariado es muy
diferente, se muestra dispuesto a generar discusiones en la Asamblea en lugar de
evadirlas, a dialogar con el equipo interventor y a reflexionar juntos, están más al
tanto de lo que pasa en su ejido y mantienen firme su decisión de continuar con el
proyecto. Para María Luisa, quien lleva el seguimiento específico de los acuerdos
de conservación, esto se debe a las características personales de las y los
133
individuos que conforman el comisariado y también a que el equipo ha visto tales
características como virtud y ha decidido aprovecharlas:
“Sería una mentira decir que porque nosotros lo hemos propiciado. No, es por la
actitud de esas personas, son diferentes. Degracia es como muy transparente, muy
luchona, Adrián también y Rafa. Entonces creo que por eso se ha dado, por el tipo de
gente y también pues que nosotros en el momento en el que vimos que eran
diferentes dijimos, pues de aquí somos y empezamos a propiciar más esos espacios
de discusión” (María Luisa, entrevista, 2013)
Sin embargo, en la mirada de María Luisa, quien coordina el programa de
conservación, la participación de los ejidatarios de San Pedro en la construcción o
retroalimentación del Programa de Compensación por Servicios Ambientales,
sigue siendo poca. Únicamente se involucran o interesan el comisariado y “una
que otra persona”:
“La mayoría se cruzan de brazos (...) y cuando llega el dinero ya van a cobrar, es
más, hay algunos que sólo se paran en la Asamblea el día que saben que va a haber
dinero” (María Luisa, entrevista, 2013).
Envidia
De acuerdo con Cécile Gouy-Gilbert (1996:259) la envidia induce
comportamientos particulares como la vigilancia mutua vinculada a la
competencia, la actitud de ocultar lo que se hace o se tiene ante la posibilidad de
ser envidiado, el espionaje con el fin de impedir que el otro saque provecho de su
posición o su bien, y finalmente la incapacidad colectiva para trabajar de manera
solidaria. La misma autora afirma que estos efectos de la envidia llevarían a las
comunidades a un “estallido” de no ser porque existe “una regulación más o
menos comunitaria de la envidia” (Gouy-Gilbert, 1996:260).
Una de las razones que María Luisa observa, como responsable por los
conflictos ocasionados por la repartición de dinero en el ejido, es la envidia. Para
134
ella la envidia se manifiesta básicamente en dos situaciones vinculadas. La
primera es la relacionada con la cantidad de personas que reciben dinero por la
conservación de las áreas de uso común: “son capaces hasta de desconocer a
ejidatarios, aunque sean de su familia, de echar de cabeza al propio hermano, con
tal de que a él le toque más dinero” (María Luisa, entrevista, 2013). La segunda
está relacionada con los monitoreos que se hacen a las parcelas privadas en
conservación y por consecuencia al dinero que reciben por esta acción. La lógica
por la cual los ejidatarios denuncian que se esté cortando madera, que se
relaciona con la envidia, es: “-Si nadie puede sacar de aquí y él está sacando
palos, o una de dos o yo voy y también saco palos, pero me arriesgo a que se me
vayan encima o mejor lo acuso, porque si yo no saco, pues él tampoco”; de
acuerdo con María Luisa (entrevista, 2013) “es una cosa más de envidia, que de
verdad estén interesados por ver si está sirviendo la conservación”.
El tema de la envidia, aún sin indagarlo premeditadamente, salió en algunas
entrevistas y conversaciones realizadas para esta investigación. En este caso, la
envidia se relaciona con una cuestión de sobrevivencia, del “hacerse de algo” y se
relaciona con cuestiones morales. El testimonio más fuerte o directo sobre ese
asunto salió en una plática previa a una entrevista, hablábamos casualmente
sobre un proyecto que ya no siguió:
“Es que lo malo es que, como me dijo a mí un señor, aquí ustedes están en la
manera de hacerse de algo, pero dice, entre ustedes que se tienen mucha envidia y
nunca van a salir adelante, un señor que vive aquí, no sé si usted conozca a don
Mauricio. Así nos dijo. Y yo no me ofendí, yo que digo que lo que dijo estuvo bien
¿no? Porque así es realmente, yo me doy cuenta que así es, pero él lo dijo junto de
dos personas. Y dijo –ahora ¿de que sirve que nomás estemos cada rato en la iglesia
que persignándonos y dándonos golpes en el pecho, de qué sirve si ahí presentamos
una persona y salimos y somos otra? A mí no me ofendió porque casi a la iglesia de
veras no voy, pero para las dos que estaban conmigo, y ahí nos lo dijo, –si ustedes
están en la posibilidad de hacerse de algo, entre ustedes se tienen mucha envidia,
hay mucho egoísmo aquí.” (Doña Ceci, entrevista, 2012).
135
Su esposo, don Justino, que estaba presente asintió y dijo “yo digo que dijo la
verdad”. Para Don Justino el trabajo en grupos, así sea con o sin la intervención
de Sendas es siempre conflictivo, el relaciona este tipo de trabajo con un
matrimonio en el que las personas se llevan mal y uno de los miembros,
particularmente el que se da cuenta que no funciona, se sale del grupo.
Recordaba un proyecto de borregos que obtuvieron hace varios años y el de
hongos de hace un par de años, de ambos él dice que se salió porque “unos te
quieren mandar como si fueras un bebecito y te quieren hacer las cosas (...) y yo
para pelearme contigo, pues mejor no” (Don Justino). Conversando sobre la
complejidad para arreglar este tipo de asuntos, Doña Cecilia reconoce que no hay
quien diga algo, si algo no gusta de “fulano de tal”, se tiende a apartarlo, en lugar
de hablar con él y comenta: “ahí es donde yo pienso que las malas somos las
mismas personas de acá, no las personas de afuera, tal vez las de afuera quieren
trabajar bien, pero aquí mismo nos cargamos mucho egoísmo” (Doña Cecilia).
Otra vez, las prácticas sociales de los habitantes del Ejido San Pedro
Buenavista, parecen dar un ejemplo práctico para la teoría de Hardin (1968).
Hardin menciona que el aumento de comportamientos egoístas tiende a ser un
efecto que ocurre cuando escasea un recurso (1968). En el esquema de
sobrevivencia, de los habitantes y ejidatarios de San Pedro Buenavista, los apoyos
asistencialistas o no asistencialistas constituyen cada vez más un medio de vida
para las personas que los reciben. Este tipo de apoyos históricamente ha sido
repartido de manera individual y no siempre toca a todos. En un contexto mundial
en el que la vida campesina cada vez es más difícil de sostenerse a sí misma, se
busca apoyarse de este tipo de subsidios. Es decir, existe un contexto crítico en el
que la vida campesina debe buscar estrategias alternativas, y esas no siempre
son abundantes, además muchas veces las alternativas resultan ser paliativos que
no resuelven ni hacen evidentes sus problemas de fondo, sino que más bien se
limitan a mantener a raya un contexto aún más crítico. Así mismo la solución del
“apoyo” evita la generación de organización colectiva para buscar resolver sus
problemas de subsistencia
136
Como ya hemos venido observando, el ejido San Pedro Buenavista,
históricamente carece de prácticas colectivas exitosas que les permitan resistir
activamente a esta situación. Incluso, aunque muchos ejidatarios y habitantes de
San Pedro expresan de sus fracasos anteriores, pocos reconocen ser conscientes
del porqué ocurren y hacen uso de las herramientas de sobrevivencia que
conocen, las cuales se han desarrollado en un ambiente con tendencia
individualista más que colectiva. Por otro lado, las prácticas que intenta introducir
el proyecto de intervención, dirigen los esfuerzos más hacia la intención
organizativa en torno a lo colectivo y, al menos en la línea productiva, es como si
tanto los beneficios económicos como la introducción de una organización más
colectiva y más autónoma se encuentran al mismo nivel, mientras que para los
ejidatarios el único beneficio visible es la derrama económica que de éstos
provenga. Este tipo de proyectos muchas veces necesita mucha dedicación y
organización, un esfuerzo enorme para quienes no están acostumbrados de esta
manera, para que los proyectos traigan beneficios económicos, por lo que muchas
veces los proyectos se abandonan al no estar dispuestos a hacer ese esfuerzo por
cantidades inicialmente pequeñas de ganancias económicas. Es decir, el tiempo
dedicado y el esfuerzo social son sobrevalorados o valorados como pérdida de
tiempo a comparación del valor obtenido.
Otras prácticas, como el clientelismo y el paternalismo, como formas de
establecer relaciones políticas con agentes externos, también juegan un papel en
las negociaciones y relaciones que se establecen en el proyecto, como pudimos
ver. Son relaciones que los ejidatarios establecen de entrada con el proyecto y al
mismo tiempo son prácticas sociales que el proyecto busca romper.
El modelo de co-gestión, amplia la arena de disputa de todas estas prácticas y
discursos al territorio regional en el que se relaciona a los beneficiarios del recurso
agua y sus representantes. Se compone en este sentido una interfaz más
compleja, en la que los acuerdos colectivos tienen un impacto en un territorio más
amplio y se integra al discurso de ambos, pobladores del ejido e interventores, la
necesidad que tiene la ciudad de Xalapa por el agua que en esta zona se produce.
137
Así mismo, el modelo de intervención que se plantea el proyecto, se basa en la
necesidad de crear acuerdos y espacio sociales colectivos entre los involucrados
en el proceso (ejidatarios y beneficiarios de los recursos); por lo que se convierte
en imperante ejercitar las practicas colectivas, especialmente de los ejidatarios
con los que se trabaja, ya sería imposible introducir dichas prácticas en el aparato
de representación de los beneficiarios, es decir los actores gubernamentales de
Xalapa y Veracruz, al menos de la manera en la que actualmente funciona el
proyecto.
138
CAPITULO 5. CONSERVACIÓN, ECOTURISMO Y AREAS DE USO
COMÚN
En el capítulo 2 describí el proceso que culminó en que el ejido San Pedro
Buenavista tuviera dentro de sus límites territoriales once áreas de uso común, así
como sus características (ver tabla 1). En este apartado profundizaré en la
relación que los ejidatarios o usuarios de este bien común han establecido a partir
de que fueron puestas bajo conservación, así como los procesos que llevaron a
esa decisión.
Los bienes comunes en cuestión corresponden a un régimen de propiedad
inmerso en la legislación agraria mexicana. En éste, los ejidatarios, comparten a
partes iguales la propiedad del ejido. En este caso, que ya se han parcelado
oficialmente las áreas de trabajo, privadas o familiares a nombre del jefe de
familia, han quedado áreas comunes de bosque, que pertenecen por igual a cada
uno de los ejidatarios. Cada ejidatario tiene, además de su escritura de parcela
individual, una escritura que hace constar que es dueño del 0.70% de áreas de
uso común con las que cuenta el ejido.
Cuando comenzó el Programa de Compensación por servicios ambientales del
Pixquiac en el 2007, los ejidatarios se beneficiaron económicamente por la puesta
en conservación de sus áreas de uso común. Adicionalmente, algunos ejidatarios
recibieron una compensación económica por la puesta en conservación de alguna
porción de sus parcelas individuales. Así mismo, algunos ejidatarios o habitantes
del ejido recibieron apoyo técnico en actividades productivas que salieron como
propuestas después del diagnóstico participativo 28 ; una de ellas fue la de
28
Estas actividades forman parte de la propuesta del PROSAPIX, en la que se contempla que una vez terminado el periodo de cinco años recibiendo la compensación económica por conservar, los ejidatarios tengan otros ingresos económicos provenientes de un proyecto productivo, para reducir la presión sobre el bosque como único medio de subsistencia.
139
ecoturismo. Esta experiencia se describe y analiza en la segunda parte de este
capítulo, como parte del esquema de conservación que incluye, por un lado, un
uso sustentable del bosque mesófilo, en coherencia con la conservación del
mismo y, por otro lado, fomenta la organización, el trabajo colectivo y la
autodeterminación sobre los recursos del ejido o la cuenca.
El Esquema local de conservación de Áreas de Uso Común
En una recapitulación muy puntal de lo que se ha venido exponiendo en esta
tesis, recordemos que el Programa de compensación por servicios ambientales y
la reconversión productiva, así como otras iniciativas impulsadas en la zona por el
equipo de Sendas, son parte de la estrategia más amplia, que busca cimentar al
Comité de Cuenca del Pixquiac como un espacio de participación, planeación,
discusión y autogestión en torno al territorio. Este proceso se ha posicionado como
un esquema ejemplar a nivel nacional, que coloca en el nivel local o regional la
gestión de los recursos ambientales comunes, como lo es el agua: “es un
mecanismo local de pagos por servicios ambientales, o sea que esto ya no nos lo
está pagando el gobierno federal con un préstamo del Banco Mundial, sino que ya
se está involucrando a los usuarios o beneficiarios de la cuenca, que es el
ayuntamiento de Xalapa, en esto” (Tajín Fuentes, entrevista, 2013).
Este modelo de conservación ha sido impulsado en algunas ciudades y
regiones del país y se basa en la conservación de áreas rurales que brindan
servicios ambientales directamente a una ciudad y ésta destina recursos
económicos en retribución por el “abastecimiento” de servicios ambientales,
particularmente los hidrologicos; las administraciones de los gobiernos estatales y
federal también destinan recursos al programa de conservación, por lo que es
llamado “de fondos concurrentes ”. En resumen, los programas de conservación
de este tipo incluyen, primero, un pago a los dueños de las tierras que proveen los
servicios ambientales para que conserven, es decir, no intervengan en los
procesos ecosistémicos de una parte de su porción de tierra, con el interés de que
140
sigan proveyendo “servicios ambientales”; segundo, un pago, un monto en
específico, con un valor asignado a cada hectárea de tierra ubicada en el rango
geográfico que el programa determina, basado en un enfoque territorial que, en
tercer lugar, define o enlaza campo con ciudad, basándose en la proveniencia y la
dirección del recurso agua, como el servicio ambiental prioritario; y cuarto, la
participación de distintos niveles de gobierno en un mismo programa, que aportan
recursos económicos y operativos al mismo.
Además de esto, el programa local se define como “de compensación por
servicios ambientales”, sustituyendo la palabra pago por compensación. Se
considera que “la noción de compensación por SA adoptada en el programa para
enfatizar que no se pretende pagar por los SA, ya que consideramos poco
afortunado pues genera conflictos el tema de determinar un precio por los SA”
(Fuentes y Paré, 2012: 208). Con este enfoque se enfatiza “la posibilidad de que la
compensación no sea exclusivamente monetaria (…) y se abre también la
posibilidad de que los montos de la compensación se determinen a partir de
criterios que pueden tener más sentido para los dueños y usuarios de los
recursos” (Fuentes y Paré, 2012: 208). Otra particularidad del programa, es que el
pago o compensación monetaria no es la única línea o el objetivo final, a
diferencia del programa de conservación promovido a nivel nacional, en el que el
pago por conservación es el único fin del programa. Las líneas o subprogramas
que componen el Prosapix son, además de la conservación (SA), la rehabilitación
(reforestación con especies nativas), manejo forestal (aprovechamiento
sustentable de productos maderables y no maderables), reconversión productiva
(intensificación de la ganadería, cultivo de alcatraz, ecoturismo), calidad de agua
(monitoreo comunitario), así como sensibilización ambiental y organización, como
líneas transversales a las otras líneas. El hecho de que se trate de un “programa
que busca reorientar las actividades productivas hacia esquemas sustentables”
(Fuentes y Paré, 2012: 208), definen sus autores, marca “una diferencia con
respecto a otros programas convencionales de PSA” (Fuentes y Paré, 2012, 208).
141
Sin embargo, no todos los años los niveles estatal y local aportan su parte
correspondiente, lo que retrasa que el nivel federal (CONAFOR) libere la suya29 y
que no siempre alcanza para todas la líneas de trabajo. Únicamente, o
prioritariamente, se acata el acuerdo establecido del pago o compensación, por
mantener en conservación parcelas privadas o áreas comunes ejidales ubicadas
dentro del territorio que genera los servicios ambientales. Es decir, que a veces el
financiamiento gubernamental sólo alcanza para financiar la línea de conservación
con los acuerdos ya establecidos, pues tampoco alcanza para subir la tarifa o para
integrar nuevos dueños de bosque que se han interesado en el Programa. Para
darle continuidad al resto de las líneas de trabajo, se han conseguido
financiamientos externos con instituciones públicas, privadas, y/o extranjeras
como la CONANP, la misma CONAFOR, SEMARNAT, Instituto Veracruzano de
Desarrollo Rural (INVEDER), Fundación Gonzalo Río Arronte, Fondo Mexicano
para la conservación de la naturaleza, USAID, Ashoka, Fomento Social Banamex,
así como becas del IIS-UNAM, utilizadas para el pago de honorarios por asesorías
en campo o de investigación. Lamentablemente, y a pesar de la conjunción de
recursos y esfuerzos, no se logra la cantidad suficiente para llevar a cabo todos
los objetivos de las otras líneas de trabajo, se logran algunos, no todos; y las
formalidades burocráticas, como informes minuciosos, tanto descriptivos como
financieros, ocupan parte importante del tiempo de las y los técnicos del proyecto.
Tanto el esquema de conservación que propone CONAFOR (PSA), como el
Prosapix, contemplan un convenio o acuerdo por cinco años. En el primero, el final
del primer convenio abre los candados burocráticos para acceder a otros tipos de
programas, también con duración de 5 años. En el segundo, en su descripción de
difusión pública, presentada en el libro Al Filo del Agua se especifica que:
“en el primer año un dueño de predio ingresa al programa realizando actividades de
reforestación o conservación de bosques. En el segundo año, habiéndose verificado
el cumplimiento de los compromisos contraídos, los interesados participan en algún
proyecto de reconversión productiva.” (Paré y Gerez, 2012-2009).
29 Motivo por el cual la gente decide manifestarse a inicios del 2012, ver cap 4, 3.1
142
En entrevista, Tajín Fuentes afirmó que la propuesta de que el PSA “sea un
instrumento de financiamiento a la reconversión productiva”, no siempre se ha
podido llevar a cabo, a falta del cumplimiento de la aportación de alguno de los
gobiernos, local o estatal. Lo que se busca es que el dinero recibido “no llegue a
las Asambleas, se reparta y se diluya en gastos de consumo, sino que se use para
invertir en proyectos productivos”. Sin embargo, al contar con la libre decisión
sobre qué hacer con el dinero que ingresa al ejido San Pedro, proveniente de la
conservación de sus áreas de cuso común, la Asamblea decide que se reparta
equitativamente por comunidad a sus ejidatarios, dependiendo de la cantidad de
hectáreas comunes que corresponde a cada comunidad, como ya se explicó en el
capítulo anterior. Esto sucede también con otros ingresos al ejido, como el Premio
Nacional al Mérito Forestal en la categoría de Silvicultura Comunitaria30, recibido
en 2013 que, al ser recibido por el ejido, éste toma la decisión de repartirlo por
comunidad, para que cada una decida, con sus ejidatarios, qué hacer con el
dinero. Algunas comunidades decidieron repartir lo recibido entre los ejidatarios y
otras decidieron hacer “obras públicas”, como hacer arreglos al cementerio o
arreglar una parte del camino.
En el capítulo 1, hago referencia a como algunos esquemas de intervención
(Semarnat) plantean la construcción de proyectos de desarrollo con visión al futuro
antes de analizar participativamente las condiciones presentes de los grupos de
incidencia. También refiero que en los procesos de intervención, se establece una
arena en la que diversos sentidos se encuentran. En el caso del proceso de
intervención en el que se construye este proyecto de conservación y participación,
se dan una serie de negociaciones y diálogos entre los repertorios del grupo
interventor y las comunidades. Estos repertorios corresponden a formas de operar
y actuar, específicas a sus propios contextos. Así, la lógica que rige el proyecto en
su conjunto se compone de las negociaciones y racionalidades de ambas partes.
30
http://www.noticiasatiempo.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=957:comunidad-en-acajete-veracruz-ganaron-el-premio-nacional-al-merito-forestal&Itemid=625
143
La intervención, desde la perspectiva del grupo interventor, en palabras de
Landazuri (2002)31 actúa y hace actuar. Sin embargo, como nos muestra este
caso, lograr la acción es una negociación constante y dirigida en la que no
siempre se logra la acción deseada o idealizada para el proyecto, sino que se
logra un nuevo espacio de confrontación política en la que tanto los interventores
como los intervenidos ceden y logran acuerdos que satisfacen las necesidades
básicas que los reúnen en un mismo espacio político. Visto desde la perspectiva
del conflicto que señalan Azueta y Musseta (2009), este choque o confrontación
de mundos de vida (uno que busca la creación de autonomía –la propuesta del
proyecto- y otro que busca satisfacer necesidades básicas de subsistencia –como
los ejidatarios miran al proyecto-) produce un nuevo espacio social en el que
ambos discursos pueden ser cuestionados y auto-cuestionados, esta dinámica
contribuye, a la construcción de transformaciones del orden social. Sin este
cuestionamiento y auto-cuestionamiento, tanto del grupo de intervención como de
las comunidades intervenidas, sería imposible la creación de proyectos
compartidos e individuales. La construcción y deconstrucción de un proyecto de
sociedad se genera y regenera sin importar tanto qué tan consciente o
inconsciente se es de este proceso. Es por eso que aunque las propuestas los
mundos de vida mencionados puedan parecer antagónicas, se complementan en
la marcha y construyen una interfaz única, resultado de este encuentro entre dos
(o muchas) visiones y expectativas de un mismo proceso.
Las políticas de conservación del Estado y sus instituciones
El organismo que a nivel federal se encarga de diseñar y gestionar los
programas de conservación y de PSA es la Comisión Nacional Forestal. La
CONAFOR
es un Organismo Público Descentralizado cuyo objetivo es desarrollar, favorecer e
impulsar las actividades productivas, de conservación y restauración en materia 31 Ver capítulo 1, apartado sobre intervención y desarrollo
144
forestal, así como participar en la formulación de los planes, programas, y en la
aplicación de la política de desarrollo forestal sustentable. (CONAFOR, 2002)
El organismo afirma que los objetivos que busca cumplir son “asuntos de
utilidad pública” (CONAFOR, 2009:43). Esta afirmación proviene de la Ley General
de Desarrollo Forestal Sustentable, publicada en el 2003, en cuyo Artículo 4 se
declaran
de utilidad pública: I. La conservación, protección y restauración de los ecosistemas
forestales y sus elementos, así como de las cuencas hidrológico-forestales, y II. La
ejecución de obras destinadas a la conservación, protección y/o generación de bienes
y servicios ambientales (LGDFS, Artículo 4, 2013).
Así mismo, define la conservación forestal como “el mantenimiento de las
condiciones que propician la persistencia y evolución de un ecosistema forestal
natural o inducido, sin degradación del mismo ni pérdida de sus funciones”
(LGDFS, Artículo 7, inciso X, 2013). Y entiende al Ecosistema Forestal , para
efectos de la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, como “La unidad
funcional básica de interacción de los recursos forestales entre sí y de éstos con el
ambiente, en un espacio y tiempo determinados” (LGDFS, Artículo 7, inciso XIV,
2013).
Para lograr los objetivos que se propone, la CONAFOR ha establecido una
alianza con el Banco Mundial (BM), organismo que aporta casi 700 millones de
dólares, a manera de préstamo, para proyectos de conservación de bosques
mexicanos y para mitigar los efectos del cambio climático (Notimex, 2013).
También aporta donaciones “para apoyar los programas gubernamentales
nacionales existentes y algunas inversiones innovadoras” (Notimex, 2013).
Actualmente, el organismo internacional financia cuatro proyectos en el país:
“Préstamo de Inversión Específica para Bosques y Cambio Climático (SIL), el
Programa de Inversión Forestal (FIP), el Fondo Cooperativo para el Carbono de
los Bosques (FCPF) y el Préstamo para Políticas de Desarrollo (DPL). Todos ellos
se engloban en el Proyecto sobre Bosques y Cambio Climático” (Notimex, 2013).
145
Las acciones realizadas en el marco de este proyecto forman parte de “de las
medidas de preparación que lleva a cabo el gobierno mexicano para atender los
compromisos que adquirió al adherirse al mecanismo de Reducción de Emisiones
por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+)” (Notimex, 2013).
Dos años antes de la promulgación de la Ley General de Desarrollo Forestal
Sustentable, en el 2001, fue publicado por la Semarnat-Conafor el Programa
Estratégico Forestal (PEF) para México 2025 (SEMARNAT, 2001). En este
documento se define al Desarrollo Forestal Sustentable como “el proceso que
tiende a alcanzar una productividad óptima y sostenida de los recursos forestales
para beneficio de la sociedad, mejorando la calidad de vida, sin afectar el equilibrio
e integridad de los ecosistemas forestales” (CONAFOR, 2002:21); cuyo objetivo
general es
“lograr una gestión sustentable de los ecosistemas forestales: el fomento de una
producción forestal integral cada vez más ecoeficiente y el estímulo a esta forma de
producción y conservación, el mejoramiento del bienestar social, especialmente en
las áreas rurales, y el mantenimiento del potencial de producción maderable, no
maderable y de servicios ambientales.” (SEMARNAT, 2001:46)
La conservación de ecosistemas, se inserta en los planes de desarrollo social,
con la propuesta del mejoramiento de la calidad de vida, a través de la
productividad óptima proveniente de la mercantilización de los recursos forestales
y es vista, a la vez, como una forma de producción y conservación. Es decir,
concibe que la conservación pueda ser también una forma de producción, tanto de
productos como de servicios. En esta misma lógica, CONAFOR coloca como una
de las debilidades del PEF a la “tenencia de la tierra y organización ejidal”
CONAFOR, 2002), a pesar de que se reconoce que el 80% de la superficie
nacional, cubierta por bosques y selvas, es propiedad ejidal y comunal
(CONAFOR, 2002).
Este Programa Estratégico Forestal 2025 se refiere a la conservación de la
biodiversidad como “una de las grandes preocupaciones sociales que requiere
146
urgente atención de los tres órdenes de gobierno y de todos los sectores de la
población” (SEMARNAT, 2001:101). Y hace mención a las “acciones incontroladas
de los seres humanos” que han destruido el hábitat de “una importante cantidad
de especies de flora y fauna”. Considera, a manera de diagnóstico, que las
debilidades de la conservación de la biodiversidad se pueden dividir “en dos
partes: mantenimiento de la biodiversidad en las áreas forestales comerciales y en
las Áreas Naturales Protegidas (ANP)” (SEMARNAT, 2001:36). En el primer caso,
se explica que se la prestado insuficiente atención por parte de las autoridades al
mejoramiento de “la condición ambiental de los bosques” y que para los predios
pequeños o de baja rentabilidad, cumplir con los requisitos ambientales “es difícil
debido a los gastos elevados”. Por su parte, las Areas Naturales Protegidas (ANP)
son descritas como aquellas destinadas a “conservar el hábitat y ecoregiones sin
mayor o ninguna influencia humana”, y se considera que las 127 áreas decretadas
(8.67% del territorio nacional) son insuficientes y poco representativas de la
biodiversidad mexicana (SEMARNAT, 2001:36).
La estrategia que plantea el PEF 2025, es la búsqueda de “un punto de
equilibrio donde sea compatible el aprovechamiento de la riqueza biológica con el
imperativo de la conservación como condicionante de prosperidad y bienestar”
(SEMARNAT, 2001). Para alcanzar esto, propone siete estrategias basadas en
una clasificación nacional de los ecosistemas, el ajuste de la normatividad que
garantice la conservación fuera de ANP´s, destacar el papel de la población rural e
incluir su participación, promover el uso sustentable de la biodiversidad como
alternativa económica (donde se incluye el uso de productos no maderables de
autoconsumo y comercialización, ecoturismo, colecta y aplicación de conocimiento
tradicional, y conservación de cultura indígena); por último, se habla de “legislar
sobre el acceso a recursos genéticos considerando beneficios para los sueños y
controles para la bioprospección industrial" (SEMARNAT, 2001:103). Así mismo,
las líneas de acción propuestas tienen que ver con la educación y sensibilización
ambiental, la diversificación productiva, la eficiencia financiera (altruismo y
comercializadoras de biodiversidad).
147
En este sentido, el PEF 2025 propone el desarrollo de un mercado de servicios
ambientales en México, como la herramienta que hará factible la conservación de
recursos naturales. En ese documento se describe a los servicios ambientales
como los valores ecológicos que mayor importante y trascendencia tiene para la
humanidad y se menciona la existencia de un “amplio debate sobre la forma de
construir mercados que tengan aceptación en la sociedad” (SEMARNAT,
2001:97). El mismo documento, propone tres objetivos:
“a) Propiciar la valoración de los servicios ambientales que general los recursos
forestales.
b) Desarrollar el mercado de servicios ambientales
c) Definir los derechos de propiedad de los servicios ambientales” (SEMARNAT,
2001)
Aunque el PEF 2025 se presenta como una prospección imaginada (del tipo
“carta a los Reyes Magos”), la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable,
promueve atribuciones y la creación de nuevas normativas, instrumentos y
mecanismos que van apuntando, en la materia de conservación de biodiversidad,
hacia el alcance de los objetivos arriba mencionados. Esta Ley entiende a los
servicios ambientales como aquellos que “brindan los ecosistemas forestales de
manera natural o por medio del manejo sustentable de los recursos forestales,
tales como: la provisión del agua en calidad y cantidad; la captura de carbono, de
contaminantes y componentes naturales; la generación de oxígeno; el
amortiguamiento del impacto de los fenómenos naturales; la modulación o
regulación climática; la protección de la biodiversidad, de los ecosistemas y formas
de vida; la protección y recuperación de suelos; el paisaje y la recreación, entre
otros” (LGDFS, Capitulo II, Artículo 7, XXXIX 7).
Así mismo, el PEF propone una serie de estrategias en torno a la
conservación, como el incremento de biomasa para contribuir a la captura de
carbono, el desarrollo del mercado de servicios ambientales y de proyectos piloto
basados en experiencias nacionales e internacionales sobre venta de servicios
ambientales, y la potencialización de casos específicos de servicios ambientales
148
como: “conservación y producción de agua en una cuenca para alimentar a
grandes concentraciones urbanas, riego agrícola o centrales hidroeléctricas,
conservación de la biodiversidad en áreas protegidas y sus zonas de
amortiguamiento, captación de agua y captura de carbono por superficie
reforestada, reducción de emisiones en áreas con fuerte presión de deforestación,
producción de agua potable, producción de fauna cinegética, y desarrollo de áreas
recreativas” (SEMARNAT, 2001: 97-98); fomenta también el desarrollo de estudios
en torno a la “cuantificación y valoración de servicios, la identificación de
beneficiarios y productores, la definición de derechos de propiedad, la definición
de mecanismos de transferencias y sistemas de monitoreo y verificación”. Así
mismo, hace énfasis en la necesidad de contar con investigación para el desarrollo
de los servicios ambientales: mercados actuales y potenciales de SA, beneficiarios
y su voluntad de pago, formales legales de asociación de los productores de los
servicios, cuantificación de costos de producción de SA, programas de inversión,
entre otros.)
En el caso particular del Prosapix, se hace hincapié en acciones que forman
parte del proceso que no están siendo impulsadas por las instituciones estatales.
La estructura burocrática en la que operan los organismos estatales tiene a la
simulación por lo que no las ejecuta todas las acciones de manera eficiente. En el
monitoreo, que realiza el Proyecto Pixquiac, han salido a la luz omisiones o falta
de normatividades, metodologías y capacitación por parte de las y los técnicos que
realizan los monitoreos para la CONAFOR. Es decir el monitoreo que algunas
veces realiza este organismo no es obligatorio, ni es pagado a los técnicos que lo
hacen; es un requisito que se llena pero no es útil en la cadena de acciones en
torno a la conservación, ya que en los objetivos y líneas de acción, la cadena
termina con el pago por servicios ambientales a los dueños de los recursos.
En cambio, el monitoreo que se hace en el Programa de Conservación del
Pixquiac, es una herramienta útil y de referencia para fomentar la efectividad de
las acciones de conservación. El monitoreo consiste en la visita a una parcela y
en el llenado de un formato que incluye el levantamiento de datos como tipo de
149
bosque / especies, promedio de diámetro, altura de los árboles, porcentaje de
cobertura arbórea, estado de conservación, cantidad y nombre de manantiales y
arroyos. También registra el estado del cercado, de la señalización de
conservación y de la protección de bosque, en estas tres categorías se incluye
anotar los acuerdos establecidos en campo para el cumplimiento del acuerdo
colectivo de conservación. El propietario de la parcela firma el formato, al igual que
el técnico que llenó hizo la visita y llenó el formato.
Sin embargo, no existe una metodología básica y con algún tipo de validez
para realizar monitoreos, las ONG’s que se encuentran realizando monitoreos van
creando sus propias herramientas y metodologías que se adaptan a los procesos
de conservación en los que se encuentran inmersos. El monitoreo que se realiza
para el Prosapix, de manera cualitativa, pues no se cuenta con instrumentos o
materiales especializados, mide las funciones del bosque, observa si hay mantillo,
materia orgánica, regeneración y cobertura vegetal. Se tiene la intención de
monitorear “todas las parcelas o mínimo al 50% y eso no te da tiempo de trazar un
cuadrante y hacer mediciones” (Maria Luisa, entrevista, 2013), ya que no siempre
se cuenta con financiamiento que cubra las largas jornadas en campo que se
requieren para completar el monitoreo en todas las parcelas. La coordinadora de
la línea de conservación del Prosapix considera que el tipo de monitoreo que se
realiza tiene muchos puntos muy criticables y que el monitoreo sigue siendo
necesario, ya que si no se hiciera la gente extraería recursos forestales de sus
parcelas en conservación. En este sentido, el monitoreo no sólo observa funciones
ecológicas del bosque, sino que sirve también para vigilar que se estén
cumpliendo acuerdos del ejido en torno al programa de conservación. María Luisa
León considera que en la vigilancia del cumplimiento de acuerdos comunitarios,
“no sólo están vigilados por nosotros, sino también por ellos” (María Luisa,
entrevista, 2013).
Como se mencionó en el capítulo anterior, la envidia casi siempre está
presente en los procesos colectivos del ejido, y el monitoreo no es la excepción.
Para algunos dueños, el monitoreo adquiere importancia cuando se trata de
150
evidenciar que un vecino está haciendo lo que él quisiera hacer. Es decir, informan
a María Luisa que alguien “está cortando” o “sacando árboles” para que vaya a
monitorear. Para María Luisa, aun no se trata de un interés por la conservación del
bosque y el agua, sino más bien se trata de buscar que los saquen del programa
para así recibir más dinero los que se mantienen como beneficiarios (María Luisa,
entrevista, 2013).
Además de los monitoreos existen otras características del Prosapix que lo
distinguen de los esquemas oficiales de conservación. Uno de ellos, es que se
apuesta por la creación de un órgano de interlocución con la ciudad que debe
servir para crear relaciones de co-responsabilidad con los beneficiarios de los
servicios ambientales. En el esquema que promueve el Estado, se priorizan las
ciudades como beneficiarios de los servicios ambientales que “se producen” en los
espacios rurales, se privilegia una relación de “intercambio” en la que “se paga”
por un “servicio”, se plantea el ingreso económico proveniente de los PSA en las
comunidades rurales como un subsidio para mejorar las condiciones
socioeconómicas de la población, las cuales no se “diagnostican” ni se trazan
líneas de acción para lograrlo; y por último, las leyes y planes del Estado incluyen
en el discurso de la conservación de la biodiversidad la sustitución del término
“recursos natrales” por “bienes y servicios ambientales” que deben ser
intercambiados en los mercados locales (como ciudades o parques industriales),
regionales, nacionales e internacionales.
En pocas palabras el Prosapix, como ya se ha mencionado en capítulos
anteriores: “es un medio, no un fin ; es un medio para conseguir recursos, para
financiar el desarrollo local. Es un medio también para propiciar que se conserven
o se dé un uso más sustentable a los recursos naturales que quedan dentro de la
cuenca.” (Tajín Fuentes, entrevista)
151
Tratando de unir conservación y uso sustentable. El caso de proyecto
de ecoturismo
El proyecto de ecoturismo forma parte de la estrategia de reconversión
productiva que pretendía hacer un uso sustentable de las AUC en conservación.
Sin embargo la ubicación de las AUC, la dificultad o lejanía de sus accesos y su
accidentada geografía (mismas características que le tal vez sean las
responsables de su buen estado de conservación) han evitado que suceda de
manera en la que se había pensado en principio. La idea era aprovechar de
manera sustentable ese recurso y generar ingresos económicos a partir de la
actividad. Aunque no todos los recorridos logran internar a los visitantes en las
zonas de AUC más conservadas, la relación del grupo de ecoturismo con éstas se
ha mantenido de alguna manera.
Hoy en día, el proyecto/grupo de ecoturismo continúa vinculado a la línea de
conservación, de una manera informal, pero no por eso menos importante, como
se describe más adelante. Desde mi experiencia personal, considero que la mayor
fortaleza del grupo/proyecto es el ensayo de nuevas formas de organización que
vinculan el fortalecimiento de un colectivo con nuevas formas de relacionarse y
entender el medio que les rodea. En este apartado haré un detallado análisis de
los actores y sus formas de organización con la finalidad de entender cómo la
intervención de sendas, en cuanto a lo productivo y la organización se une con el
tipo de organización tradicional de la zona, para poder analizar en el capítulo
concluyente cómo esto se vincula a la noción de un tipo de conservación que se
va integrando poco a poco en este ejido.
Conformación general e histórica
El proyecto de ecoturismo comprende tres de las cinco comunidades que tiene
el ejido: Zapotal, Palo Blanco y Vega del Pixquiac. Estas tres localidades se
distinguen de las otras dos porque estas tienen ecosistema de bosque de niebla y
152
Saucal y Encinal, bosque de pino-encino, definido por la altitud en la que se
encuentran. En estas localidades existe un “comité de ecoturismo” compuesto por
los cargos de presidente, secretario y tesorero o tesorera. Los miembros son
ejidatarios y sus esposas, es decir que la afiliación al grupo informalmente se lleva
a cabo como parejas, aunque en un principio, formalmente, se llevó a cabo como
ejidatarios. La cantidad de miembros por grupo se ha ido ajustando en la
trayectoria del grupo, en un principio los grupos se formaron por once, cinco y
doce ejidatarios (todos hombres) respectivamente, y por una serie de ajustes
dentro de la organización fueron depurando y modificando los grupos hasta tener
hoy tres grupos en los que sus miembros son hombres y mujeres y dos de ellos
cuentan con cinco miembros y uno con seis.
El grupo se formó en el año 2008, después de la elaboración de un diagnóstico
participativo, en el que surgieron ideas de desarrollo productivo para el ejido. Sin
embargo, para los ejidatarios fundantes el cómo surgió y porqué, ya se desdibuja
de la memoria al grado, que uno dijo: “yo la verdad ni cuenta me di (cómo surgió)”
(Don Justino, entrevista, 2012). Y otros como Ángel comentan que ya tenían la
idea de antes “pero nomás fue plática, porque de eso no empezamos, se empezó
después de que llegaron los de Sendas”(Angel Morales, entrevista, 2012). Pero en
lo que mayoría coincide es en que los citaron a una reunión en la que se invitó a la
gente a formar parte de este grupo: “nos preguntaron si nos gustaría entrar al
programa de ecoturismo y nosotros les preguntamos de que se trataba porque
nosotros no sabíamos absolutamente nada” (Antonio Sangabriel, entrevista,
2012). Algunos como Nicolás recuerdan que
“primero hubo cuatro talleres, primero vino de carpintería, de ecoturismo, de
ganadería y no recuerdo que otro más. Entonces yo asistí a uno de los 4, para ver
cuál era el que me convenía a mí… Entonces le dije al Tajín yo voy a ir a una junta
de cada una para ver así cual es la que, qué resultado da y me decidí por el
ecoturismo”
La Asamblea del ejido es el espacio central al que se hace referencia como el
lugar en que se comunican por parte de equipo de Sendas los resultados de aquel
153
diagnóstico participativo, aunque no se haya hecho mención de él en ninguna de
las entrevistas. En este espacio se toma la decisión individual de anotarse en el
grupo, así como la decisión ejidal de respaldar la decisión de la nueva colectividad
formada como un proyecto del ejido. Esto servirá, por ejemplo, para futuras
solicitudes de apoyos en las que como requisito piden que la solicitud venga
anotada en un acta de Asamblea ejidal.
El grupo ha contado desde su inicio con la asesoría de una o dos personas a lo
largo de su historia. Luisa Paré es quien se desempeña como asesora principal
del grupo, y otra persona más elabora proyectos para conseguir financiamientos,
lleva el seguimiento de los grupos en cuanto a su desempeño como individuos, en
las tareas que deben cumplir, tanto como de grupo, también se encarga de
realizar las actividades de operación y logística para que el turista sea atendido
por los grupos. Es decir es el vínculo intermediario que conecta al turista con los
miembros del grupo. Todo esto asesorado y supervisado por la Dra. Luisa Paré,
quien tiene amplia experiencia como asesora de proyectos ecoturísticos, de
comercialización y organización con grupos campesinos de todo el país.
Desde enero del 2010 hasta noviembre del 2011 yo estuve realizando las
tareas operativas del grupo de ecoturismo. Antes, hubo otra antropóloga, que por
motivos de estudios debió salir del país y después que yo hubo dos jóvenes
biólogos, uno con una maestría en Ecoturismo y otro con una maestría en
Ecología, el primero obtuvo un trabajo en la Secretaria de Turismo del Estado que
le exigía tiempo completo y el segundo ingresó a un doctorado. Actualmente la hija
de uno de los miembros del grupo es la que se encarga de realizar las tareas
operativas del proyecto de ecoturismo, Heleodora Saldaña es estudiante de
ingeniería en gestión empresarial y desde mediados del 2010 colaborando en
Sendas, primero como auxiliar contable, ahora como operadora del proyecto de
ecoturismo y como encargada del taller de capacitación en artesanías de madera.
La relación que tuve como operadora y gestora del proyecto de ecoturismo, fue
precisamente de acompañamiento durante su proceso. Para los y las miembros
del grupo es difícil colocar en alguna categoría de relaciones a este tipo de
154
acompañamientos. Recuerdo que en alguna ocasión, en un mismo mes, en julio
del 2011, mientras que por un lado, en el grupo de Zapotal, uno de sus miembros
me acusaba de influir demasiado en su proceso, por otro lado, los coordinares de
proyectos de Sendas, me llamaban la atención por no estar influyendo lo suficiente
en el proceso del grupo de Vega del Pixquiac, ya que se encontraban en un
proceso largo de toma de decisión sobre dónde y cómo construirían un comedor
con recursos que se debían comprobar, con un debido informe, meses atrás.
Los miembros del grupo de ecoturismo califican, de manera general, como
bueno el trabajo que hemos hecho los que hemos acompañado este proceso.
Destacan de este trabajo las buenas intenciones del grupo asesor para con las
comunidades y el ejido y acciones como conseguir financiamientos. Se
manifestaron muy agradecidos en la entrevista al hablar de este tema, y uno de
ellos, el que me acusó en algún momento porque sentía fuerte mi influencia,
incluso aclaró que no lo decía porque en ese momento yo estuviera ahí con ellos.
El servicio que ofrecen los grupos es principalmente la guía por senderos que
se abrieron con financiamientos de la CONANP a través de parcelas privadas
hacía los principales atractivos de las comunidades. Algunas veces el sendero en
sí mismo es el principal atractivo, y en otras es secundario pues se llega a alguna
cascada. Actualmente el grupo de Zapotal sólo tiene el sendero a la cascada del
Capote, la cual se encuentra en los linderos de un área de uso común y una
parcela privada. Anteriormente el grupo de El Zapotal tenía dos senderos más que
fueron cancelados por problemas con los dueños de las parcelas en las que se
encontraban los atractivos: La cueva de la Cuatuza y la cascada del Chilacayote.
Por otro lado el grupo de Vega del Pixquiac, que un principio sólo contaba con el
sendero a la Cascada del Izote después de mucho trabajo adecuaron un sendero
en la parcela de Don Jacinto, al que nombraron sendero Tres Cascadas, de las
Pesmas o sendero Don Jacinto y es más corto que el anterior. Actualmente sólo
brindan servicio en este último sendero, ya que el sendero a la Cascada del Izote,
contaba con varios puentes que ayudaban a cruzar varias veces el río, y después
de las lluvias del huracán Karl en el 2010 todos los puentes sufrieron muchos
155
daños y hasta la fecha no se ha conseguido financiamiento ni externo, ni se han
completado de los ingresos para construir nuevos puentes.
Para el grupo de Palo Blanco, la comunidad que se encuentra más alejada por
no existir un camino para vehículos motorizados, ha sido muy difícil tener turistas
en su sendero, el cual consiste en los caminos peatonales y de caballos para
visitar el poblado de Palo Blanco con algunos atractivos en el camino como pozas,
manantiales y vistas panorámicas. La comunidad de Palo Blanco, por su
ubicación, también ofrece hospedaje en unas cabañas, una preexistente y otra
nueva que se utilizan como albergue de montaña. Actualmente se encuentran re-
ubicando la cabaña nueva, ya que la anterior, así como el terreno en el que
estaban ubicadas, pertenecen a un ejidatario de Vega del Pixquiac y se
encontraban en préstamo con contrato de comodato. Los miembros del grupo
decidieron reubicarla ya que querían construir una cocina/comedor y no se sentían
muy cómodos construyendo en un terreno que no es de ninguno de los miembros
del grupo.
Otro de los servicios que ofrecen los grupos es la alimentación. Los recorridos
guiados por los senderos se ofrecen mediante paquetes que incluyen la comida.
Esta tarea está a cargo de las mujeres miembros del grupo y tienen una
organización propia, pero vinculada a la organización de los guías y la operación
turística. Este servicio se ofrece en una de las casas de las señoras en turno y, en
su mayoría, con ingredientes locales, ya que se pretende que la experiencia de
visitar y comer en una casa campesina forme parte del servicio que se ofrece al
visitante.
Como parte de la gestión económica y de acompañamiento se busca generar o
buscar capacitaciones y asesorías de todo tipo para las y los miembros de los
grupos. Así, se han tenido capacitaciones o talleres en (por orden aproximado
temporal): diseño interpretativo de senderos, observación de aves (en varias
ocasiones), técnicas de guianza ecoturística, planeación estratégica,
administración básica (registro de ingresos y egresos), construcción de baños
secos, cocina tradicional, etc; giras de intercambio y reuniones-taller de
156
organización, en los que se construía o discutía sobre temas como los
reglamentos interno y externo, seguimiento a los mismos reglamentos,
administración de recursos externos e internos, distribución de los roles de trabajo,
etc.
Considero relevante destacar el bosque de niebla de la zona como parte
importante dentro de los elementos que conforman este proyecto ecoturístico, ya
que se supone que es el principal atractivo natural que motiva la existencia de
este. El bosque de niebla se ha convertido en atractivo turístico por ser
ampliamente biodiverso y, en mi opinión, por ser escaso en el mundo. Le han
dado gran promoción como atractivo turístico, a países como Costa Rica
principalmente. El bosque se niebla que existe en la zona, se conserva
mayormente en las laderas o terrenos con mucha inclinación y por lo tanto cerca
de los ríos y arroyos. Por esta razón, el bosque en sí mismo, tiene un papel
relevante no sólo porque supuestamente puede atraer turistas, sino también
porque debido a su ubicación, los senderos pueden llegar a ser no aptos para toda
clase de personas, ya que demandan resistencia física por la longitud de los
senderos y cierta habilidad o experiencia de caminar en campo por las subidas y
bajadas que presentan. Además de esto, los senderos que pasan por lugares muy
inclinados sufren el riesgo de ser afectados por deslaves, comunes en las zonas
de laderas. Debido a la humedad y rápido crecimiento de la flora del bosque, los
senderos deben ser chapeados con regularidad para que no sean cubiertos por
rebrotes de arbustos, semillas germinadas de los árboles, enredaderas y demás.
Todo esto implica un costo adicional por el mantenimiento de los senderos y la
pérdida de ingresos al no poder recibir visitantes en la temporada de lluvias que
dura entre dos y tres meses y que coincide con la temporada vacacional del
verano.
157
Actores y actantes: sus aportaciones, dilemas y formas de intervención.
Líneas atrás ya he mencionado algunos de los actores que influimos en este
proceso. Ahora detallaré quiénes son o han sido, desde mi propia perspectiva y
desde la perspectiva de ellos mismos y de otros.
Las y los asesores
Como ya se mencionó de manera general en el apartado anterior, el grupo de
ecoturismo desde su surgimiento cuenta con un grupo de asesores. Se podría
decir que existe un grupo directo, el que se mencionó arriba, conformado por la
Dra. Luisa Paré, y un o una asistente operativa, y uno indirecto conformado por el
equipo del proyecto integral del Pixquiac, los cuales opinan y sugieren sobre el
proyecto de ecoturismo en particular. Este “asesor indirecto” se compone por las y
los técnicos de los demás proyectos productivos o formativos: del equipo de
bosques el biólogo Isauro Cortés, la bióloga María Luisa León y el ingeniero
Magdaleno Mendoza encargados de reforestación, conservación y viveros
respectivamente; la antropóloga Karla Pérez quien coordina las cajas de ahorro y
los huertos familiares con las mujeres de las localidades de Vega del Pixquiac y El
Zapotal; el artista plástico Salvador López, coordinador del Centro de Capacitación
de la Cuenca del rio Pixquiac (CCCP) ; los promotores comunitarios Hilda
González y Juan Hernández, que además es el presidente del Comité del Cuenca;
y los coordinadores generales del proyecto Pixquiac: Georgina Vidriales y Tajín
Fuentes. En algunas ocasiones a este equipo se le suman colaboradores
temporales o menos cercanos al proyecto. Los espacios en los que este equipo
“ampliado” de asesores expresa sus opiniones y sugerencias sobre el proyecto de
ecoturismo son dos, uno es cada semana en las reuniones de coordinación del
equipo del proyecto Pixquiac, en que se abordan temas operativos e inmediatos
que facilitan la operación de los proyectos. Como regularmente en los diferentes
proyectos en marcha se trabaja algunas veces con las mismas personas y se
tienen los mismos problemas, el equipo opina y sugiere opciones que ayudan a los
158
encargados de cada una de las líneas de trabajo. El otro espacio es mucho más
profundo y especializado, son los seminarios que se tienen una o dos veces al
año. Aquí se analizan a detalle los problemas técnicos o sociales de cada
proyecto, en estos seminarios algunas veces llegan invitados con experiencia en
estos campos, que ayudan a la reflexión colectiva. Este año hubo un seminario
especializado para discutir específicamente el proyecto de ecoturismo.
Este seminario de ecoturismo se llevó a cabo en abril del 2013 y llegamos,
además de los arriba mencionados, el ingeniero Valentín, asesor en temas de
agroecología y yo como parte de mi trabajo de campo y participante de la
discusión. En este seminario Luisa Paré realizó un breve diagnóstico de la
situación actual del proyecto de ecoturismo. Algunos de los puntos mencionados
fueron primero de manera general la cantidad de personas que integran el
proyecto por comunidad: 3 hombres y 5 mujeres en Zapotal, 2 hombres y 2
mujeres en Vega y 3 hombres y 2 mujeres en Palo Blanco. En cuanto a
infraestructura en Palo Blanco, se expresó que “no pueden terminar las cabañas”;
de Vega del Pixquiac, que el sendero de las Pesmas está siendo “mal usado” ya
que hubo un derrumbe en la tercera cascada, que el comedor está funcionando
bien con una capacidad máxima de 30 personas y que el sanitario seco,
construido en el año 2010, sigue sin funcionar bien; y que en Zapotal ya se
concluyó la construcción del comedor, que ya está en uso y que sus miembros
están interesados en ofrecer hospedaje. Otro asunto mencionado es la afluencia
de turistas sigue baja, ya que no se da difusión fuera de Xalapa y que la demanda
es insuficiente. Luisa comentó que hace falta diversificar las actividades de los
miembros y que hacen falta actividades complementarias para cuando no hay
gente, admitió que parte del poco seguimiento o implementación de este tipo de
ideas se debe a la falta de capacidad por su parte, refiriéndose a que la diversidad
de actividades que realiza ella le impiden enfocar tiempo y energía al proyecto de
ecoturismo. Recordó viejas ideas a las que no se les ha dado seguimiento como
visitar las escuelas o planificar recorridos que complementen planes de estudios
de algunas materias de secundaria y preparatoria y que se puedan ofrecer en las
escuelas de la zona. Así mismo, sugirió que “tenemos que meterle imaginación,
159
ofrecer cosas distintas”, darle “otro giro” a la infraestructura y que hace falta “algo
que mostrar a los turistas”. Por último comentó que en un recorrido ofrecido
semanas atrás a un grupo de la UNAM, los visitantes expresaron a manera de
sugerencia que tuvieron más contacto con el equipo de técnicos y asesores que
con los guías comunitarios.
Los asistentes a este seminario dieron sus opiniones después de escuchar el
panorama y con conocimiento del tipo de problemas de la zona, y del historial del
grupo, ya que han estado involucrados, de alguna manera o de otra, desde el
inicio del proyecto. Tajín Fuentes coordinador del equipo de bosques y de algunas
iniciativas productivas destacó que “tenemos claro dos cosas”: primero, que es
necesario que más gente del equipo se involucre a apoyar en lo pertinente al
grupo de ecoturismo y a su grupo cercano sea como asesora y operadora, y que,
como ya se ha venido comentando desde hace dos años, es necesario diversificar
la estrategia y dirigirla hacia viajes de estudio o viajes temáticos y que los viajes
de estudio no se han promocionado, cuando los que se han solicitado como tales
han salido muy bien. Salvador López comentó que pareciera que “los objetivos
son de Sendas, no de los campesinos” y que, hasta el momento, los guías han
demostrado no tener vocación para tal labor, según recuerda él cuando fue a uno
de los recorridos en el 2010. Siguiendo esta idea, en cuanto a la posición de que
Sendas respecto a los objetivos y la importancia del proyecto de ecoturismo para
el proyecto integral de la cuenca, Tajín Fuentes comentó:
“a mi si me queda claro, que el proyecto de ecoturismo sigue siendo muy importante,
cuando estamos hablando de diversificar, no se está hablando de abandonar la línea
original de las caminatas en los bosques, yo así lo estoy viendo, se trata de continuar
con eso, no abandonarlo, de manera que se sigue cumpliendo este objetivo de
intentar que haya en las áreas de bosque en conservación otro pequeño ingreso, otra
actividad complementara, de la manera que yo lo estoy viendo, es que además de ver
eso, busquemos otras cosas que ofrecer (al turista), pero no es ‘en vez de’, sino
‘además de’. Y en ese ‘además de’, es donde también le veo mucho sentido al
proyecto de ecoturismo (…) en esos otros recorridos, temáticos, de estudio y todo
esto, es una forma también, uno, de dar a conocer todo el trabajo que se hace; dos,
160
también es una forma de hacer llegar un poquito más de recursos a esos otros
proyectos, como las señoras de Vega2, que ahora que reciben gente, además de lo
de sus hortalizas, les queda algo de lana de dar la comida, etcétera, etcétera, yo por
eso pienso que sigue siendo muy importante el proyecto de ecoturismo, nada más
que hay que replantearlo. Y por último diría que, a lo mejor la preocupación de cómo
van a reaccionar los compañeros que están en los recorridos en el bosque, pues si
hay que tratarla con cuidado, pero yo diría que por ejemplo si lo hacemos con mucha
conciencia habría forma de intentar vincularlos en esas otras actividades nuevas.
(…)Yo creo que habría forma de involucrar a los de ecoturismo de bosque (en los
recorridos académicos), por eso yo creo que es hasta más pertinente tener al
ecoturismo ahora, tiene más motivos, más allá de la conservación de bosques,
también están los otros proyectos” (Tajín Fuentes, transcripción de audio, Seminario
de Ecoturismo, 2013)
El equipo de trabajo del proyecto del Pixquiac, en especial Tajín Fuentes, quien
conoce desde que se inició el contacto con los ejidatarios de la zona, en ocasiones
especiales, o más bien tensas al interior de los grupos o entre el equipo cercano
de asesores y los grupos, interviene como conciliador y opinión “externa”. Tajín
Fuentes tiene la gran cualidad de expresar o dibujar el panorama del problema y
las posibles soluciones, en palabras simples y claras que son entendibles para la
gente del campo con la que tiene muchos años de experiencia. En palabras de
uno de los miembros del ecoturismo, comentó sobre lo que se debió hacer para
para solucionar algunos problemas del grupo “lo que veíamos en el grupo, lo
debimos de haber comentado con ustedes, que venga don Tajín o fulana de tal y
aquí vamos a aclarar que a mí no me parece esto o lo otro”. (Justino)
Por otro lado, el equipo cercano de acompañamiento del grupo de ecoturismo,
se compone por dos personas y últimamente no se encuentra muy cercano a los
grupos. Como ya se mencionó arriba, la diversidad de actividades dentro del
proyecto así como académicas, han evitado que Luisa Paré dé seguimiento
detallado a los problemas y alternativas que puedan tener los grupos. Por su parte
Heleodora Saldaña, quien se encuentra actualmente estudiando una carrera
universitaria y es la responsable del taller de artesanías en madera, tampoco tiene
161
mucho acercamiento con los miembros de los grupos, a excepción de su papá
quien es miembro y presidente del grupo de Palo Blanco. Heleodora le dedica las
mañanas al proyecto de ecoturismo, las tardes al taller y las noches a estudiar, los
sábados va todo el día al Tecnológico de Xalapa y los domingos estudia y
descansa.
En años anteriores, se consiguieron más financiamientos que lograron pagar
un tiempo completo que dedicaba su completa energía y tiempo al proyecto de
ecoturismo. Parte de las actividades que yo desempeñé en la posición que hoy
ocupa Heleodora, consistían en talleres de organización. Parte del sueldo que yo
recibía provenía de un financiamiento para fortalecer la organización. En estos
talleres las temáticas fueron: planeación trimestral y anual de actividades,
evaluación participativa del desempeño de los grupos y sus miembros como guías,
elaboración del reglamento interno, delimitación de objetivos del grupo. Surgió la
propuesta por parte de los miembros de que estas reuniones de organización se
llevaran a cabo más seguido, por lo que se decidió que Vega y Zapotal tendrían
una reunión mensual de organización y Palo Blanco una cada dos meses.
Lamentablemente, debido a que después no hubo financiamiento para pagar a
una persona que diera seguimiento a estas reuniones, ya no se siguieron llevando
a cabo.
La relación que como “acompañante” se establece, no siempre es armónica y
fluida, muchas veces se tienen desencuentros ocasionados por malos entendidos,
una que otra interpretación perniciosa, presiones de tiempo de informes, entre
otros, que se describirán y analizarán más adelante.
Los primeros miembros
Como ya se mencionó brevemente, el proyecto surge posteriormente a un
diagnóstico en dónde surge la idea del ecoturismo como una actividad productiva
viable para la zona y segundo, a un pago por los servicios ambientales que
162
generan sus áreas de uso común. En este sentido, el programa ha mantenido las
premisas básicas: ser un instrumento que permita financiar el manejo integral de la
cuenca, apoyar la conservación de los servicios ambientales en conjunto, entender
la conservación no como “no tocar los recursos”, sino mediante el uso regulado y
sustentable de los mismos, orientar la inversión considerando criterios técnicos y
sociales adecuados a las condiciones locales y, por último, pero no menos
importante: desarrollar alternativas productivas que permitan conservar los
bosques y fuentes de agua a largo plazo (Fuentes y Paré, 2012:205). Debido a
esta última premisa, algunos ejidatarios recibieron por PSA a mediados del primer
semestre del 2009, a manera de “inversión semilla”, la cantidad de mil pesos, que
aportaron al grupo productivo al que interesaba ingresar. Con esta inversión se
abrieron los primeros senderos y se formaron los primeros grupos.
El grupo de El Zapotal inició con doce miembros, el de Vega con cinco y el de
Palo Blanco con once. Todos hombres, ejidatarios con título parcelario, jefes de
familia, unos con hijos, otros con nietos y algunos con bisnietos. La primera
conformación de comité incluyó como presidente al agente municipal en turno de
cada comunidad. En realidad los puestos de secretario y tesorero, ya que no
tenían gran relevancia en ese momento, fueron destinados aleatoriamente y sin
que se consideraran las capacidades o experiencia en ese tipo de cargos.
Las deserciones comenzaron antes de que acabara siquiera el año 2009. Uno
de Zapotal y otro de Palo Blanco decidieron salirse, uno por que “no le gustó” y
otro porque de hecho ya no habitaba en Palo Blanco, sino en Rancho Viejo e iba
poco a Palo Blanco.
A pesar de que, el grupo de asesores asegura que se les explicó bien a los
ejidatarios participantes de qué se trataba la actividad del ecoturismo y se
atendieron sus dudas en el momento antes de que se “anotaran” en el grupo,
algunos de los primeros miembros, expresan que “nosotros no conocíamos eso”
(Atanasio, entrevista, 2012), o que al momento de anotarse: “yo la verdad ni
cuenta me di, nomás nos dijeron que iba” (Justino, entrevista, 2012). Lo cierto es
163
que ninguno de los que se anotaron entendía muy bien de qué se iba a tratar este
proyecto al anotarse.
Aun así, entre las motivaciones para anotarse en este grupo existen algunas
como: -“por la inquietud de mejorar mi comunidad (…) ir conociendo las plantas
(…) y por la inquietud de que le fuéramos dando ganancia con lo poquito que lleva
el día” (Antonio, entrevista 2012). Otras porque sintió que el ecoturismo “es algo
que es adecuado como para cuidar el bosque” (Angel, entrevista, 2012), “porque
así conoce uno a gente que jamás había visto, (y las) experiencias de cada uno”
(Nicolás, entrevista, 2012). Sin embargo existen otras opiniones no tan favorables
como: -“nos agarraron ahí de tontos, que todos teníamos que firmar y ya, se
metieron a hacer los caminos”, refiriéndose a los senderos, ya que un tramo
atraviesa su parcela; agregó que si le explicaron de qué se iba a tratar, pero
cuestionó sobre la dificultad “para grabarse todo lo que le dicen a uno” (Justino,
entrevista, 2012). Esta persona, ex miembro del grupo, incluso comentó que
tenía previsto que en este grupo habría problemas “porque ya habíamos tenido
broncas antes en lo de las truchas y en lo de los borregos” (Justino, entrevista,
2012), refiriéndose a fracasos anteriores en proyectos productivos en grupo.
Proceso de depuración de miembros
De aquellos 28 hombres que empezaron en este nuevo proyecto, dos se
salieron antes de empezar las primeras capacitaciones. Otros más salieron
después de tomar las capacitaciones básicas, haber sido guías y haber
participado en la apertura y mantenimiento de senderos e infraestructura sencilla,
como un sanitario seco en las tres localidades y la cabaña en Palo Blanco. Por
otro lado, el grupo se fue enriqueciendo con la participación, cada vez más
involucrada, de las mujeres quienes participaban esporádicamente cuando el taller
o reunión era en su localidad, luego fueron tomando cargos y participando con
opiniones atinadas sobre las decisiones que tomaban los grupos.
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En un solo año en el que, ocurrió lo que podríamos llamar, una depuración de
miembros del grupo. En el caso de Zapotal, después de escuchar las quejas de
algunos de los miembros sobre la inasistencia y “poco compromiso” que
mostraban sus compañeros, al no asistir a los talleres, llegar tarde, no cumplir con
sus turnos como guías o no avisar de reuniones convocadas por el equipo de
acompañamiento, el equipo y los miembros decidieron convocar a una reunión
especial para hablar de esta situación. Los miembros convocantes querían hacer
válido su reglamento interno, el cual establece para Zapotal que “los socios que
acumulen (…) dos faltas consecutivas injustificadas (…) serán dados de baja del
grupo. Lo anterior aplica a reuniones, capacitaciones y faenas” (Reglamento
interno, 2011). Esto dejaría fuera a cinco miembros, incluido el presidente de su
comité de ecoturismo. Las posturas que tomaron los hombres en cuestión fueron
diversas pero claras: las hubo desde la aceptación del incumplimiento, la disculpa
y la disposición de recibir el castigo que el grupo decidiera, la expulsión y la
disposición de seguir permaneciendo en el grupo con algún castigo o sanción si
así se decidía. Otra posición fue desde el enojo, no abierto al diálogo, sin mucha
expresión más allá de hablar de los errores que otros cometieron además de él o
ellos. Por su lado el equipo de acompañantes, en esa ocasión estábamos Luisa
Paré y yo, opinábamos que se podrían establecer acuerdos para que los que
desearan quedarse así lo hicieran, previa autorización del resto del grupo, es
decir, se optaba por la flexibilización del reglamento. Sin embargo, el grupo
convocante decidió que salieran todos parejo ya que si hacían excepciones con
unos, las tendrían que hacer con todos. Por lo que decidieron que saldrían todos
los que habían incumplido el reglamento. Esto implicó la salida de cuatro
miembros del grupo, entre ellos el Presidente del comité local.
En el caso de Palo Blanco, en una reunión el 3 de mayo del 2011, durante el
evento del día de la Cruz al que me invitaron aprovechando que tenía que subir
esa semana, se formalizó en una nueva acta de constitución de grupo, un grupo
con menos personas. En semanas anteriores en algún taller o reunión un joven, su
padre y su tío, (estos últimos, presidente y secretario respectivamente) expresaron
uno a uno que ya no deseaban formar parte de este grupo, que no era lo que
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esperaban y que necesitaban dedicarse más a su milpa y otras actividades
productivas, incluida su participación en un grupo de música norteña que
conforman ellos tres junto con la hermana del joven quien era la percusionista. Su
salida del grupo, a pesar de ser cuestionada por sus compañeros, fue tranquila e
incluso estuvieron presentes cuando se elaboró la nueva acta, sugerían quién tal
vez podría sustituirlos en sus funciones y motivaban a sus compañeros a cubrir
esos cargos. Don Atanasio, quien a pesar de no saber escribir y leer quedó como
secretario, comentó que en un momento estaban todos tan entusiasmados que si
llegaba un recorrido, iban todos como guías y luego no les alcanzaba el dinero
para pagarles a todos. Poco a poco se fueron saliendo el resto, o más bien
dejaron de asistir a las reuniones o a negarse si se les llamaba para ser guías.
El caso de Vega del Pixquiac, es algo complicado de describir. En primer lugar
La Vega se encuentra más cerca de Rancho Viejo, de donde ya hay una carretera
con la que en diez o quince minutos se llega a la ciudad de Xalapa. Sus
habitantes, especialmente los hombres se transportan en motocicletas que tienen
y se emplean de albañiles en la ciudad. Esto hacía complicado fijar días y horarios
para reunirse con ellos, por lo general debía ocurrir en domingo, día que coincidía
con algunos recorridos, o entre semana ya en la noche. Ante la creciente
inseguridad en la zona, ocasionada por conflictos relacionados con el narcotráfico,
los miembros del equipo de Sendas ya no convocábamos a reuniones a esas
horas. En segundo lugar, la comunicación entre el grupo tiene sus propias formas
y canales de fluir debido a que todos en este grupo, excepto uno, eran familiares,
padre, hijos y tío, y que, en lo personal, a mí siempre me costó mucho comprender
la configuración de la comunicación y la estructura del grupo. El primero en salir
fue el que no era familiar de ninguno de éstos, más bien vivó en La Vega un
tiempo, después se fue a vivir a Rancho Viejo y dejó de ir porque no le gustó eso
de ser guía, aunque su comunicación nunca fue muy clara y dejaba ver entre
líneas que hubo otras cosas que le motivaban a salir del grupo y que no deseaba
expresar. El repentino fallecimiento de Don Jacinto, uno de los miembros del
grupo, dejó un grupo compuesto por un padre y dos hijos. Quiero mencionar y
reconocer que Don Jacinto era el mayor de los socios, sin embargo, siempre me
166
sorprendió lo entusiasta que era con este proyecto: él prácticamente sólo y sin
ayuda adecuó el sendero de las Pesmas, el único visitable actualmente de esta
localidad y ubicado en su propiedad, al fondo de su casa. Al principio, como todos
los demás, no estaba acostumbrado a hablarle a la gente, a darse a entender,
hablaba con esa forma de expresarse en el medio rural que siempre nos cuesta un
poco entender a los que venimos de fuera. Cometía pequeños errores como guía,
como dejar detrás a algunos, caminar muy rápido o no entender que la gente de la
ciudad no siempre sabe caminar en el campo. Sin embargo, en muy poco tiempo
aprendió a gustarle ser guía, hablaba más claro y cuidaba muy bien a los
visitantes. Este ejemplo fue reconocido por el hijo de su hija adoptiva y tocayo:
Jacinto, quien se incorporó como guía aprendiz. Al principio no hablaba con nadie
y hoy ya guía visitantes él sólo. Por otro lado, uno de los hermanos, al darse
cuenta que este trabajo le demandaba más tiempo del que podía dar, también
salió del grupo.
Debo mencionar que en el caso de Vega, sus miembros no dejaron el grupo
por que no hubiera afluencia de visitantes, ya que, precisamente por estar más
cerca de Xalapa, es más fácil que lleguen los turistas. En cambio, los de Palo
Blanco que en un momento pusieron en balanza el tiempo que dedicaban a
reuniones y capacitación, contra la frecuencia de recorridos que tenían y los
ingresos que éstos les generaban, vieron que no les convenía tanto estar en lo de
ecoturismo, podríamos decir que los ingresos por visitas eran escasos, y aún más
si había que repartirlos entre muchos. En este caso, y tal vez en el caso de
Zapotal, la depuración de miembros funcionó como una autorregulación de los
grupos ante la escasez de ingresos por la baja afluencia de turistas.
Las mujeres
En todo este proceso la voz de las mujeres es una voz poco participativa.
Como se ha comentado, en un principio todos “los miembros” eran hombres, en el
sentido formal de formar parte del grupo, ya que las mujeres, esposas de estos
167
hombres, siempre fueron importantes para el grupo y realizaban actividades que
se encuentran dentro de la actividad ecoturística. Esto tiene que ver, entre otras
cosas, con la propiedad de la tierra en manos de los hombres y con el papel que
las mujeres de San Pedro Buenavista “deben” cumplir al interior de la unidad
familiar. Y es que, entender que las personas en San Pedro, y por lo general en el
medio rural mexicano, funcionan dentro unidades familiares es clave para
entender también porque sólo uno de los miembros de la unidad familiar es
considerado miembro de un grupo como el de ecoturismo. En este sentido, las
mujeres no asistían a las reuniones porque sentían que eran los hombres los que
se debían de poner de acuerdo y consideraban que su voz estaba siendo
representada por la de su marido. Sin embargo, no siempre era así y ellas lo
sabían. Algunas situaciones o actividades fueron haciendo que las mujeres se
integraran al grupo, aunque no del todo ni en igualdad de condiciones. Una de
ellas es la deserción de varios hombres, que dejaron un vacío en listas por llenar
para conseguir la cantidad mínima de personas requeridas para conseguir
financiamientos o que dejaron algún cargo vacío. Otra situación fue el taller de
cocina y rescate de recetas tradicionales que se llevó a cabo, en el que las
mujeres se vieron todas juntas por comunidad, tal vez por primera vez en torno al
asunto del ecoturismo. En este taller, que se llevó a cabo en la cocina, las mujeres
se mostraron extrovertidas y platicadoras, y contaron sus experiencias en el
ecoturismo desde la cocina. En el caso de Zapotal, las mujeres participaron en la
toma de decisión sobre dónde se construiría el comedor, ya que algunas de ellas
vieron en éste la posibilidad de auto emplearse independientemente del grupo de
ecoturismo, ya que a Zapotal, como tiene camino, a menudo llegan personas que
buscan conocer rincones lejanos o ciclistas que consumen lo que encuentran en
las tiendas.
Sobre todo en el caso de Zapotal, algunas mujeres, cuyos esposos, por
diversas razones, dejaron de ser socios del proyecto de ecoturismo, han tratado
de seguir participando, o al menos han expresado sus deseos que fuera así. Sin
embargo, las otras mujeres dentro del grupo no las convocan o sus esposos les
dicen que no se metan en problemas; sobre este tema no se habla mucho o no se
168
expresan las razones de manera clara y existen diferentes versiones
especialmente en el asunto del esposo. Una de las mujeres que ya no participa,
doña Ceci, comentó incluso que no las invitan porque no les conviene, y que sólo
las invitan cuándo necesitan manos extra, cosa en lo que ella no está de acuerdo,
ya que opina que debería de ser todas parejo (Doña Ceci, entrevista, 2012).
En los casos de las mujeres de Vega y Palo Blanco, la cuestión de las mujeres
es menos explícita, son mujeres más calladas y cuya actividad se reduce a cumplir
con la comida cuando al marido le toca guiar, sin dar más opinión al respecto.
Actualmente algunas mujeres forman parte del comité directivo del grupo, y
únicamente la tesorera de Zapotal realiza las actividades que le corresponden. Los
problemas a los que se enfrentan son acerca de la puntualidad o higiene de
algunas mujeres del grupo, especialmente en Zapotal.
Los y las visitantes
He considerado como actores con cierto tipo de agencia a los visitantes que
interactúan con las y los miembros de los grupos y que en su mayoría provienen
de la ciudad de Xalapa. Primero, cabe decir que las personas que visitan esta y
probablemente otras iniciativas de ecoturismo, comparten ciertas características
generales. Desde mi observación como operadora del grupo, y que asistía, en
calidad de trabajo y placer, a la mayor cantidad de recorridos que me fuera
posible, me fue claro que los visitantes que contactan con este tipo de proyectos
son de clase económica media y media alta y de educación universitaria
completada o en progreso. La gran mayoría tiene: acceso a internet, ya que los
visitantes se enteran y contactan por ese medio, tienen un interés en conocer y
apoyar este tipo de iniciativas porque muchos de ellos y ellas están algo
informados sobre la situación general del campo como la pobreza, y tienen
nociones de ecología, categoría en la que colocan la responsabilidad ambiental
169
del tipo de separar la basura, cuidar el agua, cuidar el bosque, no talar, no
contaminar, etcétera.
Los hay de muchas edades y profesiones, la mayoría son extrovertidos y
preguntan muchas cosas a los guías. Y cuando digo muchas cosas, es porque si
son muchas y muy inesperadas para las personas de San Pedro Buenavista.
Algunas de esas preguntas denotaban que tal vez era la primera vez que podían
preguntarle a un campesino tantas cosas: ¿podemos tocar a la vaca?, ¿cómo se
llama esta planta? (una y otra vez), ¿ustedes no se cansan de caminar, verdad?,
o hasta: ¿en serio de esta planta sale el maíz?, ¿en serio esta tortilla es de su
maíz? entre muchas otras más, que nunca estas personas habían escuchado y
cuya expresión de sorpresa al preguntar también sorprendían a los guías. Llegué
a observar un cambio ligero, después de acompañar en los recorridos con turistas,
con periodistas, con funcionarios, cómo fue creciendo poco a poco el orgullo
expresado con una gran sonrisa cuando hablaban de su lugar.
El turista se iba, con mucha información nueva, y los guías y las cocineras se
quedaban muchas veces comentando, con risitas en ocasiones, sobre las cosas
que les habían preguntado o que habían comentado los turistas. Cosas simples,
que para ellas y ellos hacen mucho sentido en la vida cotidiana, eran como
exóticas para los visitantes y por tanto causaban al menos una mención a la hora
de la comida de los guías, que sucedía una vez que se habían ido los turistas. Al
escuchar los comentarios las mujeres que habían cocinado algunas veces reían.
Sobre todo las mujeres, pero también algunos hombres, se avergüenzan de “las
pobres condiciones” en las que reciben a los visitantes y se disculpan por esto.
Además de los turistas, en algunas ocasiones han visitado los recorridos:
investigadores en el campo de la biología, la ecología y la botánica; grupos de
estudiantes de biología, ingeniería ambiental, o carreras afines que asisten
acompañados de algún profesor o profesores; funcionarios públicos de la
CONANP, CONAFOR y Secretaría de turismo del Estado, periodistas de televisión
local y de diarios locales y representantes de alguna agencia financiadora; así
como los miembros del equipo de Sendas, que cuando se presentan este tipo de
170
visitantes nos posicionamos como guía principal o complementario al guía local.
Cuando esto sucede, el guía local no sólo se queda con nuevos conocimientos y
reflexiones sobre el entorno y su papel de guía; lo que comentamos las y los
miembros del equipo de Sendas, en algunas ocasiones los guías lo repiten en otro
recorrido a turistas. Por su parte, los investigadores, profesores o funcionarios,
también inciden dejando información nueva sobre otros nombres de las plantas,
nomenclaturas científicas, datos geológicos, ecológicos, culturales, etc. nuevos
para los locales.
Existen opiniones que dicen, que a nivel comunitario, el ecoturismo tiene
mucho impacto, por la cantidad de gente que visita una comunidad pequeña y
porque esto tiene a cambiar las dinámicas comunitarias de manera negativa, sin
embargo, hasta este momento la afluencia de turistas es tan poca, ni cercano a
200 sumado en las tres localidades en el 2012, que los impactos negativos, como
los conflictos que en esta tesis se analizan, son prácticamente los mismos que han
existido antes del ecoturismo como se puede ver en apartados anteriores.
La Asamblea del ejido
Ya he hablado, a nivel general, sobre la Asamblea del ejido, por lo que en este
apartado me limitaré a tratar de explicar por qué la Asamblea del ejido es un actor
dentro de las interacciones del grupo de ecoturismo. Primero que nada, la
Asamblea constituyó el espacio social central en el que se llevó a cabo tanto el
diagnóstico, como la búsqueda de propuestas y alternativas ante éste. Aquí fue
donde se explicó de qué se trataba el ecoturismo y aquí fue donde se anotaron,
como lo narraron ellos mismos, algunos de los primeros socios. En segundo lugar
la Asamblea es el órgano que representa las propiedades comunales del ejido, es
quien decide si es posible o no hacer actividades, poner en conservación e incluso
es el vigilante y protector de estas áreas y, por tanto, es el espacio de toma de
decisiones sobre estos territorios comunes.
171
Los recursos (senderos y bosque)
El espacio geográfico que existe en el ejido, en sus comunidades, en sus
parcelas, en sus áreas de uso común y en sus ríos, juega un papel importante en
el engranaje que mueve la estructura tanto al interior como al exterior de los
grupos de ecoturismo.
Al interior de cada uno de los grupos introduce dilemas de trabajo respecto a
por dónde conviene más abrir el sendero, no solo por la complejidad que éste
podría tener para los turistas, sino también porque se deben de considerar cosas
como el tipo de tierra, la inclinación de la ladera, si pasa o no agua por ahí, para
determinar si es viable, tanto para el espacio mismo, como para el manteamiento
que requerirá en el futuro. La forma de tenencia de las parcelas, así como el uso
que sus dueños le estén dando, es una característica del territorio a tomar en
cuenta sobre todo cuando es necesario cruzarlas para llegar a los atractivos o a
las áreas en común. Esto implica que los miembros de los grupos deben
establecer acuerdos, como el permiso para pasar, qué tipo de “tranca” se debe
construir, qué no deben tocar los turistas (como las milpas), cómo debe ser el
chapeo o mantenimiento al sendero, e incluso algún propietario ha pedido un pago
único para dejarlos cruzar su parcela. Sin embargo, si estos acuerdos no quedan
bien definidos o no se hacen algunas veces acarrean problemas para los
miembros de los grupos, que deben pensar colectivamente cómo resolverlos. Esto
pasa especialmente en El Zapotal, donde se cruzan varias parcelas privadas por
un sendero realizado explícitamente para llegar a la cascada del Capote, ubicada
en la zona de tierras en común.
La relación que los miembros del grupo de ecoturismo han ido estableciendo
con el bosque, desde su participación en esta actividad ha logrado un efecto en la
percepción y la definición misma de éste. Reconocen la importancia del bosque de
niebla por su diversidad y atributos: en un sondeo sobre cuál es su árbol favorito o
el que más les gustaba, todos los hombres que no eran del grupo de ecoturismo
contestaron que el pino, mientras que los hombres de ecoturismo, a los que se les
172
hizo la misma pregunta, respondieron cada uno un árbol distinto, sólo uno
respondió que el pino. Por otro lado, la misma pregunta se hizo a las mujeres,
quienes valoraban los atributos de combustión y también sus respuestas fueron
variadas.
La importancia de los recursos con los que cuenta el ejido también tiene cierta
incidencia en las relaciones que establece con la ciudad de Xalapa y con los
turistas. Por un lado, con la ciudad de Xalapa se ha establecido el programa de
compensaciones por los servicios ambientales que esta zona le brinda a la ciudad,
y esto ha introducido al ejido una serie de acuerdos sobre la conservación de los
bosques en parcelas privadas y de uso común; y por otro lado, en las notas
periodísticas o televisivas y en los promocionales que anuncian este proyecto, se
hace el llamado a que los habitantes de Xalapa conozcan el lugar de donde viene
su agua y a la gente que está cuidando los bosques que la generan. Estos temas
son parte del contenido que los guías explican a los turistas, por lo que están en
contacto con esta información y, de alguna manera van adquiriendo interés para
ellos.
Organización
Entendiendo que la estructura de una organización se compone por una forma
jerárquica determinada y un proceso de trabajo específico (Vergara, 2010:21),
comenzaré por describir cómo, dentro de esta estructura organizativa que es el
comité, se construyen las jerarquías en los grupos de ecoturismo. En alguna
ocasión recuerdo que, como parte de un requisito para un estudio de factibilidad
que se realizó en 2010, como equipo de acompañamiento, hicimos el ejercicio de
dibujar un organigrama del comité de ecoturismo, el cual presento a continuación.
173
Figura 1. Organigrama del grupo de ecoturismo presentando en Estudio de
Factibilidad, 2010
Este organigrama se construyó con la presencia de varios socios de los tres
grupos de ecoturismo, en una reunión a la que no todos los miembros asistieron y
en la que yo sentía una incomodidad muy grande de parte de los asistentes, -“no
tenían ganas de estar ahí”-, era lo que yo me imaginaba en ese momento. Aun
así, se fue elaborando este organigrama, no como lo real, sino como lo que podría
funcionar idóneamente. En esa ocasión yo llevaba tarjetones con palabras
escritas, eran nombres de los cargos existentes y funciones o actividades
específicas: presidente, secretario, tesorero, asesores, avisar a los guías, avisar a
las cocineras, avisar de reuniones, juntar el ahorro, pagar a los guías y cocineras,
comprar cosas de la comida, guiar a los turistas, salir a promocionar (en feria o
medios de comunicación), vigilar senderos, convocar a mantenimiento, cocinar,
entre algunas otras que ya no recuerdo. El primer ejercicio consistió en definir
quién cumplía qué cargo y el segundo era colocar debajo de ese cargo todas las
actividades o funciones que realizábamos en ese momento, tanto los presentes
como yo, y nos dimos cuenta que la mayoría de las funciones las realizaba el
presidente. Esto no pareció agradarle al presidente y ante la búsqueda de
soluciones a esto, sugirieron que se crearan vocales de avisos, de promoción y de
174
compras que serían rotativos, y un vocal de vigilancia a renovarse cada 3 años o
cada que se renueve el comité de presidente, secretario y tesorero. Sin embargo,
en la práctica, la mayoría de las funciones las sigue llevando a cabo el presidente
en cada uno de los grupos.
Toma de decisiones
Como podemos apreciar en la figura #1, supuestamente la Asamblea de
miembros debería ser quien tome las decisiones y las exprese para que se
ejecuten. Sin embargo no siempre sucede así.
En el caso de la expulsión de miembros, con reglamento en mano, podríamos
decir que se trata de una decisión colectiva, en la que los miembros que cumplían
decidieron que era tiempo de hablar con los que no cumplían, recordarles el
reglamento que todos firmaron, y finalmente, expresarles que por tal razón ya no
seguirían en el grupo. Una de las mayores inconformidades de parte de algunos
de los expulsados, era el hecho de no saber quién lo estaba tratando de echar del
grupo, preguntaba directamente y sus justificaciones las dirigía de manera
personal a quienes alguna vez cometieron cierto tipo de falta. Estas personas, no
todas, tomaron el asunto de manera personal, a los oídos de sus ex compañeros y
familiares les llegaba el rumor sobre lo que algún expulsado comentó: “me
sacaron porque Ángel, Toño o Pedro se quiere quedar con todo”. Don Justino
también comentó “no les convenía que yo me quedara… para ellos tener más”.
Olvidando que se estaba sólo cumpliendo un reglamento que todos firmaron. No
se comprendía cómo esto podría ser una decisión colectiva, aceptada de ante
mano incluso por ellos mismos: a sus ojos era claramente la decisión de uno u
otro que, ayudado por otros, lo habían expulsado injustamente.
Otro elemento importante en este juego de opciones, es la figura del o la
acompañante. Independientemente de la influencia que pueda ejercer de manera
personal, con juicios propios y de lo cual a mí me costaría mucho, por el rol que yo
175
cumplí bajo ese cargo. El o la acompañante de este proyecto o el grupo de
asesores, introducen información “de afuera” que enriquece con más opciones o
con opciones más completas o complejizadas el panorama de la toma colectiva de
decisión.
Reglamento interno
El proceso iniciado, con el grupo de ecoturismo, así como con otros grupos
más, abrieron lugar a nuevas formas de organización, influenciadas por las reglas
de trabajo de Sendas, la más importante y la de mayor impacto, a mi parecer, fue
que todos los grupos debían tener un reglamento y hacer uso del mismo. Con el
grupo de ecoturismo del ejido, conformado por ejidatarios o hijos de ejidatarios de
tres localidades en un inicio, nos tomó tres sesiones de trabajo tener un
reglamento interno construido de manera participativa, en el que todos se sintieran
incluidos y respetados en su trabajo. Así este reglamento contemplaba derechos,
obligaciones y un listado de consideraciones y sanciones impuestas por los
mismos miembros, hubo ligeros desacuerdos en cuanto a la tolerancia de faltas y
fue necesario establecer distintos límites para éstas en cada comunidad. El resto
de los acuerdos eran los mismos para cada localidad.
La implementación de reglamentos en los diferentes procesos de desarrollo
rural sustentable impulsados por Sendas y su proyecto de investigación-acción ha
significado un importante parte aguas en la historia de la organización del ejido, ya
que sus efectos se filtran más allá de los espacios de los grupos.
Conflictos y proceso organizativos
Casi un año después de la redacción del reglamento y posteriormente a
algunos conflictos ocasionados por problemas de comunicación entre asesores,
directiva y miembros, el grupo de Zapotal utilizó su reglamento para expulsar del
176
grupo a varios miembros, entre ellos el presidente y secretario del grupo. Esta
situación generó tensiones que se extendieron al ámbito familiar (por las
dificultades que implica expulsar al suegro, al cuñado o al sobrino) y comunitario
de la localidad (pues se expulsó presidente del grupo que a la vez era agente). Sin
embargo la herramienta del reglamento como actante de la expulsión, fue poco a
poco diluyendo el enojo directo en mi contra y en contra de los miembros que se
quedaron en el grupo. Fue este suceso el que le dio fortaleza y legitimidad a este
instrumento y no las firmas y su elaboración en colectivo.
En los grupos de ecoturismo de Vega del Pixquiac y de Palo Blanco también
ocurrió un proceso de depuración del grupo, sólo que en distintas circunstancias.
A diferencia de Zapotal, ha sido difícil un despunte en la afluencia de turistas hacia
Palo Blanco, que responde a que no existe un camino de terracería para llegar, a
que la distancia a pie es muy larga y difícil. La expulsión de socios por faltas
(inasistencias a faenas o a reuniones y talleres) de esta localidad y de Vega del
Pixquiac no generó conflictos. A pesar de esto, para los miembros entrevistados,
miembros y ex miembros del grupo, el principal problema que vivieron como grupo
es precisamente el hecho de que unos permanecieron dentro y otros tuvieron que
salir del grupo. Es decir, es el hecho más memorable como experiencia negativa
referente al grupo de ecoturismo, ya que les significó problemas personales y
familiares fuera del grupo.
De esta situación se derivan o vinculan otros conflictos como el de la relación
que se tiene con la Asamblea Ejidal. En los años posteriores a las diferentes
etapas de depuración que vivió el grupo de ecoturismo, algunos de los ex
miembros del grupo han mantenido situaciones de conflicto con el grupo, debido a
que éstos ya no son parte del grupo, las diferencias y soluciones de tales
situaciones, se han tenido que dar a nivel de la Asamblea Ejidal. Aunque la
Asamblea Ejidal, por lo general muestra su apoyo y soporte a los grupos
productivos al interior de ejido, no siempre se entiende que detrás de
señalamientos como una denuncia de tala ilegal, existen problemas no resueltos
(o mal resueltos) de cuando pertenecían al grupo de ecoturismo. Esta situación, al
177
igual que como ya se abordó en el capítulo 3 sobre los comités de organización
local, nace de las dificultades que se tienen para lograr una comunicación efectiva.
Recordando lo que Correa y Aduna (2008:82) explican sobre el conflicto afectivo,
en el que aspectos de naturaleza personal y emocional interfieren con la
continuidad armónica de un grupo de trabajo, podríamos deducir que el problema
es una cuestión individual, sin embargo, considero que aunque la comunicación
esté intervenida por aspectos o historias personales, es en la comunidad donde se
aprende y se ejerce de manera plena. Y como bien lo hemos observado en las
dinámicas comunitarias de organización, los problemas de comunicación
prevalecen a lo largo de la historia organizativa del ejido. En la Asamblea Ejidal, se
resuelven conflictos que tienen que ver con los senderos que se han abierto para
el turismo y que cruzan parcelas privadas. Así también, el grupo de ecoturismo ha
señalado en Asamblea cuando se corrompen los acuerdos de conservación de las
AUC, ya que los guías de ecoturismo visitan algunas de estas áreas y notan
cuando han sacado madera u otros recursos no maderables. Esta situación no es
del agrado de los ejidatarios que corrompen dichos acuerdos, por lo que se crea
un ambiente tenso en la Asamblea cuando se intenta hablar, como ya se
mencionó en el capítulo anterior.
Otra dificultad que ha venido enfrentando el grupo de ecoturismo, es una
afluencia turística insuficiente. Como ya lo comenté páginas atrás, esto provocó la
regulación de la cantidad de socios en los grupos; ya no existen problemas o
tensiones fuertes, pues al disminuirse la cantidad de miembros en los grupos, es
posible mantener activo al equipo de trabajo mientras sus integrantes cumplen con
otras labores y ocupaciones. En este sentido se logra cumplir la idea del proyecto
de ecoturismo como una fuente de ingresos extras y no una ocupación que venga
a suplantar otras actividades de subsistencia.
Por otro lado, por ser nueva, tanto la actividad de ecoturismo, como la forma de
administración, las y los miembros se han visto en dificultades para llevar y
entregar cuentas claras tanto a sus compañeros y compañeras como a sus
asesoras. Hasta el momento de finalizar esta investigación, tanto el
178
establecimiento de precios, porcentajes, etc., son manejador por las asesoras e
incluso el grupo de Palo Blanco puso, por acuerdo, en manos de las
administración de Sendas, la administración de sus ingresos ya que no habían
cumplido con los trabajos, rendición de cuentas y administración justa de turnos de
guías que se habían acordado.
179
CAPITULO 6. CONSIDERACIONES FINALES
Hay algunos conceptos, ideas o nociones que causan polémica al ser
mencionados. O al menos eso concluí después de la breve exposición que hice
ante mis compañeros estudiantes y profesores de la maestría en Desarrollo rural
el primer día de concentración. Aún recuerdo las cejas levantadas y las caras
interrogantes cuando, al presentar mi proyecto de investigación, hice mención a un
proyecto de conservación, un proyecto de ecoturismo y de un programa de
servicios ambientales. Aprendí, en el transcurso de la maestría, que para algunas
personas, activistas y académicos sociales, estos términos se relacionan con
procesos de despojo en muchos sentidos32. En ese entonces yo había aprendido
en campo sobre la aplicación de estos conceptos o ideas con una declarada
intención que pretendía contrarrestar o prevenir aquellos tipos de despojo. Y con
esto, no pretendo que eliminemos la sospecha de que tales conceptos, de hecho
puedan ser usados para el despojo; sino más bien considero que vale la pena
analizarlos para saber con qué elementos, prácticas y acciones relacionados a
dichos conceptos nos quedamos y con cuáles no; vale la pena también pensar en
estos como herramientas de defensa ante los tipos de despojo que impulsa la
sociedad capitalista.
El caso específico de la concepción que tiene el Estado sobre la conservación de
la biodiversidad, ésta constituye una mirada a un plan político y económico más
amplio que va integrándose de a poco a una sociedad global cada vez más
liderada por los intereses capitalistas. Las leyes promulgadas en los últimos años
respecto al uso y conservación de los recursos naturales se acercan cada vez más
al espacio del mercado y se alejan del manejo comunitario y social; el término 32
Específicamente aquellas que se hacen en nombre del desarrollo limpio o la llamada economía verde, en los que “se afianzan los principios neoliberales del crecimiento como meta, el mercado como gestor de la sustentabilidad, la adjudicación de precios sobre todo lo imaginable, mayor privatización de los bienes comunes, como los océanos y los bosques, y la necesidad de planes de ajuste estructural ambiental” (Ruiz Marrero, 2012)
180
recurso natural se ha suplantado por bienes y servicios ambientales; la
preocupación por la eficiencia o la productividad óptima de los ecosistemas; y no
contempla un equilibrio ecológico que incluya al ser humano como parte y
usuario33. Así mismo las leyes, planes y programas contemplan la tenencia social
de la tierra como una debilidad para la conservación en México y buscan modificar
esto mediante una orientación política de Estado que se ve reflejada en las
reformas y contrareformas (agraria, estructurales, económica, social, etc.). El
término territorio, no aparece en los discursos oficiales sobre la gestión ambiental
de los ecosistemas.
De igual manera, el ecoturismo como alternativa productiva para las comunidades,
en no pocas ocasiones ha sido utilizado y degradado de una forma parecida al
concepto del desarrollo. Con millones de pesos inyectados a través de programas
oficiales, se han difundido a lo largo y ancho del país proyectos de ecoturismo que
contemplan la construcción de infraestructura, el equipamiento y la capacitación
para la atención del turismo. Muchas veces estos proyectos, terminan siendo botín
político, elefantes blancos e incluso son una herramienta de despojo del territorio y
recursos naturales 34 . De manera similar ha sucedido con los servicios
ambientales, sobre todo en los últimos años. Este instrumento ha causado
polémica en los casos en los que es punto de partida para introducir al mercado
los recursos naturales y los territorios rurales. México se encuentra suscrito a
planes de conservación internacionales que apuntan a la venta de bonos de
carbono, y desde el 2006 ha incluido en los planes nacionales de desarrollo la
implementación de la estrategia REDD+.
33
Aunque en las Reservas de la Biosfera la Unesco promueve la inclusión de las personas y comunidades que las en las estrategias para la conservación de ecosistemas, las legislaciones mexicanas no apuntan hacia este tipo de paradigma alternativo.
34 En ese tipo de proyectos, en los que los locales no participan, son tomados en cuenta ni son gestores, de denuncia la compra y privatización de la tierra ejidal, los desplazamientos de comunidades de lugares considerados atractivo turístico, la explotación de costumbres y tradiciones como entretenimiento turístico, la contaminación del agua (cuando la afluencia turística es insostenible), así como la llegada de drogas y otros vicios “nuevos” a las áreas rurales. Otros, en los que los habitantes son “incluidos”, las obras de infraestructura para proyectos “comunitarios” son construidas por los locales, y a falta de seguimiento y asesoría, las construcciones terminan siendo un empleo temporal y las edificaciones se abandonan o usan para otros propósitos.
181
Al igual que el Proyecto Pixquiac lo hace con su práctica y ejercicio, a lo largo de
la maestría, intenté abrir el debate entre mis compañeros y compañeras que estos
conceptos, herramientas o instrumentos pueden estar siendo utilizados para lograr
otros fines alejados del despojo (cultural, territorial o material), es decir, fuera de
las nociones que las dinámicas capitalistas han impreso sobre éstos. Quise
comenzar este apartado con esta aclaración por ser de los puntos más
cuestionados sobre mi proyecto de investigación a lo largo de la maestría en
Desarrollo Rural.
Aunque el proyecto de investigación no incluyó una hipótesis, tenían algunas
consideraciones hipotéticas. Una era que la manera de relación y vinculación entre
los actores que inciden en el territorio ejidal, llegan a determinar las formas de
organización y los procesos de toma de acuerdos que consiguen conservar partes
del ejido. También se suponía que los conflictos por el territorio, a lo largo de la
historia del ejido, y que de aquellos conflictos estaban relacionados las dificultades
para organizarse actualmente. Poner atención a las particularidades del campo de
investigación, me hizo enfocar la mirada, afinar preguntas y generar reflexiones
que van más allá del objetivo que guiaba la investigación. Por ahora, me enfocaré
en dicho objetivo y más adelante profundizaré en esas otras reflexiones y nuevas
preguntas.
El objetivo que guió esta investigación se centraba en las formas de
organización en torno a las acciones colectivas que emprenden los
ejidatarios y habitantes del Ejido San Pedro Buenav ista, para llegar a
comprender los encuentros y desencuentros con un pr oceso de intervención
y la conservación de áreas de uso común. El proyecto de ecoturismo desde su
sencillez35, es ese punto de encuentro, una arena creada en la que convergen una
diversidad de actores y actantes en torno a la intervención, los bienes comunes, la
acción colectiva y la conservación; todo esto dentro de un proyecto más amplio
que busca integra y fortalecer las visiones locales, así como potenciar
35
Reafirmando que no se trata de un megaproyecto y que, por el contrario, busca preparar y fortalecer las capacidades locales contra el despojo.
182
capacidades autogestivas. Sin embargo, el impacto del proyecto de ecoturismo
sobre los bienes comunes en conservación, en la práctica, no ha sido el ideado
desde el principio. Aunque el proyecto de ecoturismo promueve la acción
colectiva, ésta pocas veces incide en el manejo de las áreas de uso común, tiene
una incidencia en espacios comunes como senderos usados por ejidatarios para
llegar a sus parcelas. En este caso, los visitantes que se han acercado a este
proyecto no buscan senderos muy largos y por lo tanto no siempre es posible
hacer uso de las áreas comunes con la actividad ecoturística. Aunque a lo largo
del trabajo con el grupo de ecoturismo, y el tiempo en el que se fue redactando
esta investigación, el supuesto de que a través de este proyecto productivo se
estarían aprovechando de manera sustentable las áreas de uso común, ha sido de
alguna manera refutado. Ya que, si bien es cierto que las actividades ecoturísticas
no se realizan al 100% en las AUC, los miembros del proyecto se han convertido,
como colectivo dentro del ejido, en los apropiadores, representantes y vigilantes
más activos sobre los bienes comunes ejidales, ya que ellos (sí, principalmente los
hombres) recorren senderos comunes y se acercan a las áreas de uso común que
mantienen en conservación.
Así mismo, el proyecto de ecoturismo abre la gama de posibilidades de
generación de ingresos para los que en éste participan. Aunque esto se puede
lograr a través de otros proyectos productivos u organizativos, esta actividad
introduce nuevas valoraciones del espacio y los recursos con los que cuenta el
ejido. Con la llegada de nuevas miradas del mismo paisaje, que las y los
integrantes del ecoturismo miran cotidianamente, se integran valores atribuidos
por otros sujetos al mismo espacio tanto natural como cultural. La integración de
estas perspectivas ofrece un panorama de valoración de los recursos locales
mucho más amplio y diverso. Es decir, considero que la interfaz de la actividad de
ecoturismo hace crecer en los guías de ecoturismo, en una diversidad de formas,
los valores que para los ejidatarios de San Pedro tiene “el monte”. Y aunque estos
valores no siempre correspondan a sus prácticas, considero que ya han detonado
un proceso interno (individual y/o colectivo) que irá modificando algunas prácticas.
En este sentido, tanto las capacitaciones que han recibido las y los miembros del
183
grupo, así como la relación de intercambio de saberes y repertorios culturales que
se establece con las y los visitantes abonan a una nueva valoración del bosque,
sus recursos y el territorio.
Otra importante aportación de esta actividad, de la manera en la que se realiza en
este caso, es la puesta en práctica e integración a las formas tradicionales de
organización para la acción colectiva. Como pudimos observar en algunos
episodios de la historia del poblamiento del ejido, y en los ejemplos de
organización local cotidiana del ejido (Comités de los desayunos, de instalación de
electricidad y del camino), existen dificultades para que las actividades colectivas
se organicen efectivamente, las personas no se involucran con la totalidad del
colectivo, las directivas (conformadas por una a tres personas) algunas veces
toman las decisiones y ejecutan las acciones para evitar generar conflictos. Esto
evita que se ejerciten algunas capacidades y herramientas colectivas. La forma de
trabajo propuesta por el Proyecto Pixquiac, motiva el ejercicio y la (re)creación de
capacidades y herramientas colectivas.
Aunque la acción colectiva se practica y ejerce en diversas actividades del ejido,
considero que es quehacer de aquellas formas de intervención que buscan
fomentar en las comunidades con las que actúan, sujetos capaces de ser
interlocutores con otros actores, buscar la consolidación de estrategias sociales y
culturales para lograr acuerdos colectivos. Ya que al ejercerse al interior de los
colectivos un diálogo constante, se alimenta la capacidad de diálogo con otros
actores y se forja una posición más o menos homogénea entre el colectivo.
Considero que para las comunidades, experimentar con otras o nuevas formas de
acción colectiva, con los conflictos, tensiones y negociaciones que vayan
surgiendo, consiste en un tipo de aprendizaje que des-individualiza; así mismo
crea nuevos espacios de convivencia, nuevas reglas que deberán romper,
moldear o reformar de acuerdo a sus criterios y a los nuevos repertorios culturales
introducidos.
La tendencia que vimos a lo largo de esta investigación, generalmente daba la
razón a los postulados de la tragedia de los comunes (Hardin, 1968), y creo que
184
esto se debe a que tanto la explicación de Hardin, como al contexto de creación
del ejido y las legislaciones que han marcado su territorialidad e identidad, que se
han forjado en una ideología opuesta a principios de solidaridad, comunalidad y
autonomía. Los postulados de Hardin están formulados desde una perspectiva de
manejo de los recursos escasos y el mayor provecho o la mayor ganancia, es
decir, desde un esquema económico capitalista. Como pudimos observar, en su
mayor parte, el poblamiento del ejido se fue dando por familias que buscaban
aprovechar el monte, las familias que tuvieron éxito en esta actividad se fueron en
cuanto “ya no fue negocio”; y la contra-reforma agraria de 1992 fue apuntando a la
reducción o eliminación del manejo social de la tierra con su propuesta de
parcelación. En este escenario, las condiciones en las que el ejido fue formando
su territorio, se inclinaron hacia el manejo familiar aislado más que al manejo
social. Los ejidatarios actualmente se están moviendo en un contexto que apunta
hacia la desaparición de la tenencia social de la tierra; en este escenario resultan
comprensibles las complicaciones que tienen a la hora de manejar los recursos
comunes, el sistema simplemente está tratando de erradicar la noción del bien
común manejado comunitariamente.
A nivel global, en los últimos años se ha comenzado a hablar de bien común
global, (Commonwealth) como bienes que nos pertenecen a toda la orbe. Esta
noción de bien común, es un arma de dos filos, ya que por un lado puede ser
utilizada para el despojo del manejo comunitario de recursos naturales,
entregando el control y manejo de éstos al mercado como único ente regulador de
carácter global; por otro lado, la noción del Commonwealth también está
convirtiendo la defensa de los recursos naturales en defensas globales impulsadas
por una ciudadanía global, que cuestiona la propiedad privada desde su raíz y que
busca la generación de nuevas formas de organización, resistencia y
gobernabilidad.
185
Construyendo nuevos esquemas de conservación como alternativas de
desarrollo rural
Los caminos hacia los cuales se está dirigiendo el concepto de conservación, en
un principio, no eran un asunto que se encontrara directamente relacionado con
esta investigación. Sin embargo, estos caminos se acercan cada vez más al
manejo desde el mercado, como lo es el mercado de bonos de carbono, y esto es
parte del contexto y las capacidades de agencia que le son atribuidas a los
esquemas de conservación. La introducción de la conservación en esta lógica,
bajo el absurdo supuesto de que se manejarán los bienes y servicios ambientales
en el ambiente de la “libertad” que ofrece el libre mercado, acerca la conservación
a las dinámicas de acumulación de poder y de recursos materiales y financieros.
El control de éstos está estrechamente relacionado, de acuerdo con Chomsky
(2007:10-22) al ejercicio de un tipo de democracia disminuida. En este sentido,
veo necesario prestar atención a que las herramientas e instrumentos a través de
los cuales se practica la conservación (leyes, normas y reglamentos oficiales), se
encuentran cada vez más inmersos en dinámicas mencionadas. Por lo que si el
proyecto del Pixquiac busca la generación de ambientes, prácticas y sujetos más
democráticos, se encuentra ante el enorme reto de generar estrategias y prácticas
alternativas a las oficiales utilizando los recursos normativos a su disposición.
En este contexto, la construcción de nuevos esquemas como alternativas al
desarrollo rural, se vuelve más necesaria y más creativa a la hora de utilizar las
herramientas o recursos existentes con propósitos contra-corriente o de creación
de nuevas corrientes. El ejercicio de la resistencia de mundos de vida como el
campesino, requiere cada vez más de practicar la libertad, la autonomía y la
democracia como fortalezas ante la amenaza de su desaparición o mayor
empobrecimiento a través del despojo material y cultural (un ejemplo es la
herramienta de organización colectiva en torno al territorio ejidal). Alternativas
como el ecoturismo, que existen desde hace varios años, pueden o no ayudar en
este fortalecimiento. Considero que la estrategia que el ecoturismo ha planteado
en estas comunidades y en este contexto, contribuye en buena medida, y de a
186
poco, al ejercicio de dichas prácticas; y que su mayor valor es la flexibilidad que
otorga la relación dialéctica que se intenta sostener entre los actores. En este caso
específico, el gran reto para las propuestas de intervención, consiste en mantener
ese diálogo, en el mirar abajo y no arriba (como dirían los zapatistas), si lo que se
quiere y lo que se busca es la generación de actores rurales capaces de construir
su propia noción de desarrollo autónomo.
Los retos de una intervención con actores autogestivos
Considero que la mirada y el análisis enfocado al proceso de ecoturismo, que en
esta investigación se hace, aportan claves para la reflexión y análisis del proyecto
integral en el que éste se encuentra inmerso. Actualmente, el proceso del Pixquiac
está en un proceso de definición de rumbos de la intervención. Esta necesidad de
aclaración del panorama, no estaría emergiendo de no ser porque los actores ya
han asumido algunas posiciones que antes de la intervención no se veían.
Aunque queda claro que los procesos autónomos y colectivos de tomas de
decisiones y cumplimiento de acuerdos se sustentan sobre bases de instituciones
sociales democráticas, llegar a su ejercicio sin esas bases requiere del monitoreo
o acompañamiento de un externo, como es el caso de la conservación y el
proyecto de ecoturismo. En el primer caso, el monitoreo del cumplimiento de los
acuerdos de conservación, así como el estado de los bosques, es aceptado por la
Asamblea ejidal como una actividad necesaria pues “se conocen” y saben que
alguno que otro ejidatario optará por aprovechar los recursos que son de todos. Al
no contar al interior con las instituciones reguladoras necesarias para el
cumplimiento de tales acuerdos, hacen uso del instrumento del monitoreo externo
que hace el equipo de Sendas. Algo similar sucede en el caso del ecoturismo,
aunque existen recientemente las normas reguladoras del colectivo, hechas entre
las acompañantes y los ejidatarios participantes, éstas tienen que ir poco a poco
siendo apropiadas y pulidas; en su uso y aplicación surgieron conflictos que
obligaron a los participantes a repensar, revalorar y flexibilizar sus normas de
187
acuerdo a sus formas tradicionales de intervención. Como resultado final quedó el
reglamento, como nuevo instrumento de resolución de conflictos, pero que a
través del diálogo puede ser discutido siempre que sea necesario.
Mientras que en el caso del monitoreo de conservación, se encuentran vinculados
otros actores externos con los que no se puede tener interlocución (instituciones
federales), el monitoreo que se realiza como parte de los acuerdos de
conservación debe de plantear a mediano plazo la construcción de instrumentos
que puedan ser utilizados, modificados y flexibilizados, ya que si hay un interés
individual que se une al interés colectivo que formuló el acuerdo de conservación,
es posible que pueda ser apropiado y adecuado a las formas tradicionales-
intervenidas de organización. Sin embargo, por más autogestionado que intente
ser el programa local, desde las comunidades rurales, siempre se estarán topando
con pared por estar supeditados a regulaciones nacionales que les impiden ejercer
un orden propio, de acuerdo al campo de condiciones ambientales, políticas y
económicas. A nivel de ecoturismo puede ser posible, no sólo porque es un grupo
pequeño, sino porque tienen la capacidad de decidir; ya que pertenecer al grupo
es una decisión generada desde el grupo, y no un derecho otorgado por “decreto
presidencial” como en el caso de los ejidatarios de la Asamblea, o dirigido dentro
de los límites establecidos por reglas de operación de programas
gubernamentales (Conafor, Semarnat, etc).
En mi opinión, en los procesos de intervención, en los que los actores locales son
escuchados e involucrados, se les delegan responsabilidades de toma de
decisiones y son apoyados en tales decisiones, se encuentran en un camino hacia
la construcción de actores empoderados respecto a su territorio y recursos. Dado
que los actores son quienes definen su territorialidad con la diversidad de sentidos
y dominios atribuidos a ella, las nuevas experiencias generadas a partir de la
intervención también se suman a la diversidad de territorialidades nuevas formas
de dominio y pertenencia, así como nuevas valoraciones, producto de nuevas
formas de relacionarse con el espacio tanto natural como social. Territorio y actor
están estrechamente ligados, se redefinen a través de las nuevas experiencias,
188
las relaciones que establecen con otros actores que les atribuyen valores y
dominios al mismo espacio geográfico. ¿Será posible que sumar nuevos sentidos
y valores al territorio, haga que los actores se apropien, representen o defiendan
con mayor interés su territorio? ¿Sería muy arriesgado (o muy ingenuo) pensar
que estas nuevas territorialidades en construcción anhelen aferrarse a este
territorio?
Aunque podemos apostar por las nuevas territorialidades como forma de lucha por
la vida en los territorios rurales, no podemos olvidar el campo de amenazas que
buscan la erradicación de las formas de vida campesina. Por lo anterior, considero
que es necesario también insistir en la construcción de nuevas territorialidades
urbanas. Aunque el proceso del Pixquiac es un proyecto de desarrollo de
alternativas rurales y ha apostado por el establecimiento de relaciones campo-
ciudad, los interlocutores en el caso de la ciudad han sido principalmente los
funcionarios públicos y eventualmente legisladores. Diputados, presidentes
municipales, síndicos y otras autoridades públicas deben ser sensibilizados y
capacitados cada tres años para ser parte del proyecto de gestión integral de la
cuenca, por ser los representantes de la ciudadanía de Xalapa, quien es la usuaria
del agua del Pixquiac.
Se han alcanzado importantes avances el consolidar una relación con la ciudad,
como la formación de una dirección de gestión de cuencas al interior de CMAS, o
que la actual coordinación de Medio Ambiente está empezando a trabajar con los
habitantes de Quimixtlan (de la otra cuenca que abastece a Xalapa), se ha
participado en plazas públicas durante las Jornadas de Bosques y Agua. Se han
intentado otras iniciativas como encuestas para el diseño de estrategias de
difusión y consulta de disponibilidad para las aportaciones voluntarias, un espacio
de consejera dentro de la Comisión de Medio Ambiente del Ayuntamiento de
Xalapa, desde el que Luisa Paré impulso la creación de un reglamento de Medio
Ambiente. Es decir, la estrategia ha sido amplia y tratando de incidir en diversos
espacios, a través de diferentes instrumentos y con los recursos humanos y
económicos limitados. Sin embardo, la relación campo-ciudad establecida
189
contempla el ejercicio ciudadano de los sujetos rurales, en el caso de los sujetos
urbanos se enfoca a la relación a sus representantes electos. Y si consideramos el
contexto mexicano en el que los funcionarios públicos tienen poca credibilidad, se
desconfía de que cuenten con las capacidades necesarias para los puestos que
tienen, y se cree que carecen de una honesta intención de gobernar por el bien
común, entonces, con estos interlocutores ¿qué tipo de relación campo-ciudad se
establece? En este sentido, quizá uno de los más importantes logros del proyecto
de ecoturismo, ha sido sensibilizar a los habitantes de la zona urbana de Xalapa,
funcionaros públicos que los visitan, académicos, periodistas, etc36. A través del
contacto directo con los actores que conservan el bosque y la cuenca de la cual
proviene el agua que consumen37. A paso lento pero efectivo, el proyecto de
ecoturismo abre la posibilidad de un punto de encuentro entre actores enlazados
por las relaciones de un territorio.
36
También en habitantes de otras cuencas, se siembran cuestionamientos sobre el origen del agua en los lugares que habitan, así como la relación que su ciudad tiene con las personas y comunidades que habitan donde proviene el agua.
37 Entre los años 2011-2012 se intentó impulsar una estrategia de comunicación hacia la ciudanía de
Xalapa. Sin embargo, no se consolidó ya que la presidenta municipal en curso, Elizabeth Morales, no permitió que se realizaran las encuestas necesarias para el diseño y planeación de la estrategia, para evitar que se cuestionaran asuntos relacionados a su gestión como servidora pública.
190
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