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La revista El Búho está de luto. Su fundador emprendió el vuelo sin retorno. Como legado nos dejó su estupenda literatura. El mejor homenaje que podemos brindarle es leer y promover sus obras excepcionales.
El Búho. Año 17. octuBrE 2016. NúmEro 187 Es uNA puBlicAcióN mENsuAl. puBlicAdo por mAríA dEl rosArio cAsco moNtoyA. cAllE yácAtAs 242. col. NArvArtE. cp. 03020, dElEgAcióN BENito JuárEz. tEléfoNo y fAx: 56395910 y 56393266. cElu-lAr: 04455 20959228. www.rEvistAElBuho.com. rosAriocAscom@yAhoo.com.mx. EditorA rEspoNsABlE: mAríA dEl rosArio cAsco moN-toyA. rEsErvA dE dErEchos Al uso Exclusivo: 04-2013-050811215600-203. fEchA dE lA últimA modificAcióN, 30 dE ABril dE 2014.
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Ángel Mauro RodríguezNació en San Juan Teotihuacan, Estado de México, el 21 de noviembre de 1931. Desde muy temprano, el dibujo ocupó un lugar impor-tante en sus actividades. En uno de sus viajes a Teotihuacan, el pintor e ilustrador cubano, Tony Ximénez que radicaba en México, D. F., descu-bre su sorprendente habilidad y lo convierte en su ayudante. Más tarde conoce al general y pintor Ignacio Beteta, de quien aprende el misterio de la acuarela y pronto lo supera. Al fin decide mudarse definitivamente a la ciudad de México y en 1960 ingresa a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” bajo la guía de Raúl Anguiano y Santos Balmori. También incursiona en el diseño de cartel plás-tico y participa en gran número de concursos en los que resulta premiado, en uno de ellos con una beca que decide aceptar en 1989 y viaja a Polonia para una práctica en la facultad de Gráfica de la Academia de Bellas Artes de Varsovia. Desde esa ciudad le envía a su amigo Luis de la Torre dibujos que publicaría René Avilés Fabila en la sección cultural El Búho de Excélsior, y al regresar a México ilustra textos para ese mismo suplemento, destacando sus retratos de personalidades. Fue socio funda-dor del Museo de la Acuarela en la Ciudad de México. A lo largo de su carrera, Ángel Mauro exploró nuevas posibilidades en la técnica que manejó con singular maestría y que le ha convertido en un acuarelista diferente. Una paleta austera, restringida a dos o tres colores –muchas veces monocromática– y un contraste aún más acentuado de luz y sombra, son los recursos que lo condujeron a la transformación de un arte más vigoroso que constituye el sello de su inconfundible estilo expresionista. El 5 de junio de 2008 fallece en la ciudad de México, a la edad de 77 años.
AVISOLa revista El Búho continuará su vuelo, como le hubiera gustado a su creador:René Avilés Fabila
René Avilés Fabila Óscar de la Borbolla l 4
De nuestra portadaEscribir novela negra Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz l 6Decálogo de la tolerancia Héctor Ceballos Garibay l 12Bob Dylan y el Premio Nobel Benjamín Torres Uballe l 14
ConfabularioEl último camino Cornelia Păun Heinzel l16Instantáneas de la ciudad Miguel Ángel Tenorio l 25Poemas Miroslava Ramírez l 29
Letras, libros y revistasEl polémico retorno de Leonardo Márquez a México (1895) David Figueroa l 33La nueva gran literatura mexicana José Miguel Naranjo Ramírez l 36Mesita de noche Patricia Zama l47
Arca de NoéEl plenilunio más grande de 2016 Francisco Carranza Romero l 53Lo que falta es tener confianza en nosotros mismos Dalia María Teresa De León Adams l 56Los trancos de Bracho Carlos Bracho l 58La culta polaca Por Supuesto l 61NADERÍAS El Abuelo Mario Náder l 67
ApantalladosTragedia Griega Francisco Turón l69
Homenaje a René Avilés Fabila(Pagínas centrales)René Avilés Fabila: maestro de la brevedad por Fernando Valls IBuen viaje René por Martha Chapa IIILa cordial muerte de René Avilés Fabila por Héctor Anaya VILa ciudad y el generoso amor de René Avilés por Hugo Enrique Sáez A. IXPara René Avilés Fabila por Rosa Martha Jasso XVII
...René Avilés Fabila
� El Búho
Querido René:
Tú sabes… tú supiste que muchas veces me senté, como ahora, a escribir por ti o para ti, pues presenté una
docena de tus libros y cuando recibiste la Medalla de Bellas Artes estuve ahí contigo elogiando tu vida y
tu obra. Tú sabes, René, que me sobran temas y motivos para hablar de ti. Sin embargo, lo que no sabes,
y ya no lo sabrás nunca -y esto es lo que me deja mudo- es que ahora, a unos días de tu muerte, no tengo nada
que decir de ti. Si escribiera en papel y tú pudieras verme descubrirías a mi lado un montón de hojas arrugadas
con tu nombre como título y unas palabras que no iban, que no fueron a ninguna parte. Pero hace mucho que no
René Avilés Fabila y Osacar de la Borbolla
escribo en papel, sino en esta pantalla en la que he borrado
y borrado párrafos.
¿A dónde se habrán ido esos otros comienzos de esta
carta, esos párrafos que me parecieron impropios, sentimen-
tales, impertinentes? Me imagino, René, que igual que tú se
han ido a ninguna parte, que igual que tú han desaparecido.
Y me pregunto: ¿si esos párrafos que borré y que están en
ninguna parte te han llegado, puesto que tú
también estás en ningún lado?
Y es que ahí, en lo borrado, sí tenía mucho
que decir de ti y, sobre todo, algo que ya no
pude decirte, y que era algo muy
importante que tenía que decirte, que tendría
que habértelo dicho para que no te enteraras
por los periódicos o por terceros, sino por la
voz de un amigo, René, porque éramos ami-
gos, y el domingo, precisamente, a la hora
en la que tú morías, yo me resolví a llamarte
por teléfono. Te quería invitar a comer para
contarte que había abogado por ti, para que
tú fueras… Porque estaba y estoy convencido
de tus méritos; pero que no había podido con-
vencer a la mayoría.
Pero hoy, ¿qué caso tiene aquello que se
relacionaba con tu vida?, ¿qué caso tiene si
cada palabra que voy agregando a este texto
te convierte en un personaje, en mi personaje.
La persona real que fuiste ha desaparecido y
las palabras que se digan de ti, en vez de pre-
sentarte, te representan te sustituyen: termina
de enterrarte.
Qué bueno que he borrado tantos párrafos, tantos co-
mienzos, todo lo que mandé a la nada para alcanzarte.
Acá quedan tus libros que no son tú, porque ellos son y
tú no. Y quedan estas palabras que no son para ti, porque las
que eran para ti las he borrado para dártelas.
Óscar de la Borbolla@oscardelaborbol
Teódulo Rómulo
� El Búho
Margarita Cardeña
Manu de OrdOñana, ana MerinO y ane MayOz
Estas tres palabras contenidas en el título del libro desvelan
su interior. Se dan consejos sobre la escritura de la novela
en general y sobre la novela negra, en particular. Se analizan
varias novelas para mostrar todos los recursos que ayudarán al futuro
novelista. El autor del mismo es el fecundo escritor británico H.R.F.
Keating (1926-2011). Es quien, tras crear un gran número de clásicas
novelas de detectives, publicó varios ensayos
relacionados. Además fue presidente de la
Crime Writers’ Association entre 1970 y 1971
y presidente del Detection Club entre 1985 y
2000.
Keating insiste en que una novela ne-
gra tiene como finalidad el entretenimiento y
como tema principal el asesinato en todas sus
variantes. Es además una ficción que antepone
siempre el lector al escritor; hay un pacto invi-
sible con él, un pacto con el que se trata de no
engañarle, de jugar limpio. En ese pacto está
el que dentro de los posibles sospechosos se
esconda el asesino. Este tipo de novelas resul-
de nuestra portada �
tan atrayentes porque tanto el crimen como el mal
existen. El mal es lo que más fascina al ser humano,
se manifiesta en nuestra propia naturaleza o surge en
las relaciones entre los seres humanos.
Nunca hay que olvidar que la novela negra es ante
todo una historia. Por esto convendría encontrar un
argumento que surja de algo sobre lo que realmente
se quisiera escribir: un tipo determinado de perso-
na, una situación conocida… Resalta que una buena
novela detectivesca surgirá cuando el rompecabezas
se solucione y a su vez revele lo que la novela debía
comunicar.
Desde que la historia detectivesca alcanzó su cé-
nit entre 1920 y 1940, se han ido introduciendo con-
tinuos cambios y tendencias. Se intenta clasificar,
puntualizar los distintos tipos pero si la distinción
teórica es clara, en la práctica la línea divisoria se en-
cuentra muchas veces borrosa. Aún así se mencionan
algunas variantes.
Surgió la llamada “historia invertida” que comien-
za cuando al asesino se le ve cometiendo el crimen y,
al final, es descubierto pese a la aparente perfección
de su método. Luego el howdunit o cómo-lo-hizo,
donde se sabe quién es e interesa demostrar cómo ha
podido cometer semejante crimen. El whydunit, por-
qué-lo-hizo, donde importa por qué esa persona es
capaz de llevar a cabo el asesinato.
Más adelante y en oposición a la primigenia his-
toria detectivesca apareció la novela detectivesca,
que es la que tiene un tema, la que trata de algo.
Cuanto más interesante sea el asesinado, mejor pue-
de ser el libro; la víctima debería ejemplificar, de
algún modo, el tema principal. “Perso-nalmente, con
esta denominación, me refiero a una obra en la que
el factor rompecabezas se reduce, los personajes
son mucho más vívidos y reales que los que se necesi-
taban para la historia detectivesca y sus caracte-
rísticas y comportamientos son tratados con mucho
más peso. Después aparecerá la novela criminal, es
decir, la novela detectivesca desarrollada que otorga
todavía un mayor énfasis a los personajes, y, sobre
todo, y especialmente, a su medio, a todo aquello que
los rodea. Pese a seguir manteniendo el crimen como
uno de sus elementos esenciales y estando también
concebidas como entretenimiento, este tipo de nove-
las no considerarán el elemento rompecabezas como
un factor principal.
Es más fácil reconocerla que definirla. Se trata de
la novela de suspense. Aunque se asemeja bastante
al thriller, éste está pensado para estremecer; frente
a aquélla donde predomina la noción de suspense
a lo largo de toda la novela. Las novelas de Patricia
Highsmith contienen un estilo diferente de suspense,
puesto que toma casos extremos. Ella misma reco-
noce que lo que enciende su imaginación es siempre
toda esa gente que es capaz de traspasar los límites.
Y es que ella ha elogiado a los criminales, a quienes
considera “gente activa, de espíritu libre y que no se
arrodilla ante nadie.”
Existe también la novela de fondo histórico. Aquí
tendrán relación el lugar, la comunidad o el modo de
vida particular donde se va a producir un determina-
de nuestra portada
� El Búho
do crimen. El autor de este libro tuvo dificultad a la
hora de vender sus primeras novelas criminales a las
editoriales puesto que las calificaban de “demasiado
británicas”. Por eso, alejó la historia de su entorno, la
alejó tanto que decidió situarla en la India, a pesar de
que él nunca había estado allí. “La India es un lugar
en el que las cosas no llegan a ser nunca perfectas.
No poder ser perfecto junto con intentar ser lo más
perfecto posible era uno de los grandes problemas del
ser humano que también encendía mi imaginación.”
Así apareció en 1964 The Perfect Murder, su primer
libro publicado en América y con el que logró entrar
a ese mercado.
Si se echa la vista atrás, hay que mencionar a Ed-
gar Allan Poe, quien fue el iniciador de todo el gé-
nero detectivesco. Con sus historias aportó muchas
de las características esenciales del género. Creó la
figura del ayudante (de Watson por ejemplo de Sher-
lock Holmes), que en realidad no es algo imprescin-
dible. Pero sí que lo son muchos otros elementos
como los que menciona P.D. James al describir la
historia detectivesca como un relato en el que siem-
pre hay una misteriosa muerte; también un círculo
cerrado de sospechosos, quienes deben tener una
razón creíble para cometer el asesinato y un detective
que será el personaje central que resolverá el misterio
mediante una lógica deductiva.
En cuanto al detective, la figura del detective se
ha convertido en el gran detective gracias a perso-
najes como Miss Marple de Agatha Christie, Auguste
Dupin de Poe, Sherlock Holmes creado por Conan
Doyle… Todos ellos se caracterizan por ser investi-
gadores dotados de poderes que van más allá de los
de cualquier otro mortal. Intentan conocer hasta el
más mínimo detalle de la vida de los sospechosos,
se introducen en la mente de otras personas, unen
lo intuitivo con lo racional… No se pueden dejar de
lado estos monstruos a la hora de inventar esta figura
y sobre todo es bueno tener presente que deberá ser
él quien lo averigüe todo. El autor opina que el detec-
tive que se vaya a crear puede ser como su inspector
Gothe, quien, aparentemente, está muy lejos de ser
un héroe, pero cuya actuación sí que resulta creíble,
que es lo que debe importar. Añade que se debe tener
mucho cuidado si se elige al tipo que no se parece
en nada a uno mismo, porque costará reflejar sus
intuiciones y pensamientos con naturalidad. Ágatha
Christie en su Autobiografía cuenta cómo cuando es-
taba creando a Poirot, jugó con la idea de hacer de su
detective casi un colegial. Lo veía atractivo, novedoso
y pícaro. Pero astutamente se dio cuenta de que sería
mucho más difícil ver a través de unas lentes juve-
niles que a través de unas de origen belga.
Hay que dedicarle tiempo al personaje principal,
que sea diferente a los demás, por eso viene bien
caracterizarlo con un rasgo marcado y definitorio.
Incluso la primera vez que se describa, ese rasgo se
puede exagerar para que quede su imagen fija en la
mente del lector; así más adelante bastará con men-
cionarlo. Éste es un pequeño truco que Keating apren-
dió leyendo un voluminoso estudio sobre el gran
Joseph Conrad.
de nuestra portada �
El gran éxito de la compleja historia criminal
acabó produciendo en California las potentes historias
del investigador privado, el héroe desde cuyos ojos
vemos la historia. Este personaje es una persona de
acción, investiga personalmente. En realidad, es una
vuelta a los caballeros andantes, de ahí que Chandler
coja el nombre de Malory por el autor de La muerte de
Arturo o Robert Parker llame a su héroe Spenser por el
poeta de The Fairy Queen. Estas historias,
según uno de sus mayores exponentes,
Raymond Chandler “devolvieron de nuevo
el ase-sinato a esa clase de gente que lo
comete por alguna razón y no sólo para
tener un cadáver”. El germen de este tipo
de relatos está en las revistas baratas
americanas de los años veinte o treinta
(pulps). Posteriormente hay que decir que
el género cruzó con éxito el Atlántico pese
a ser americano en su origen.
Las pistas forman parte del juego
que mantienen escritor y lector. Doro-
thy L. Sayers afirmó que cualquier tonto
puede mentir, pero que el escritor de
novelas detectivescas inteligente sabrá
contar la verdad de tal manera que sean
los mismos lectores quienes acaben en-
gañándose a sí mismos. Según Keating
la mejor manera de engañar a los lecto-
res es poniéndoles delante la pista que
les va a llevar a la solución, parecerá que
esa pista está para todo excepto para
que la vean. Mejor si la pista está frente al lector,
expuesta de un modo arriesgado y audaz, desafián-
dolo a descubrirla. Y en estos casos, sobre todo, es
cuando hay que cerciorarse de que un detalle nos
puede dar mucho juego: el carácter del personaje.
Puede reflejar el tema del libro, puede ser un elemen-
to que adelante la acción de la historia… y sería fan-
tástico si pudiera hacer todo esto a la vez.
Aída Emart
10 El BúhoÁngel Boligán
En cualquier historia novelesca aparecerán dos
elementos imprescindibles: por un lado, la trama,
esto es, el asesinato y cómo ocurrió y, por otro, la
historia, lo que tiene lugar de una forma concatena-
da. A la hora de contarla, entra en escena la forma.
En este tipo de novelas la forma debe ser concreta y
determinada. Se parte del asesinato, se va ampliando
con la aparición de varios sospechosos y casi en el
último momento se comprime y acaba de nuevo en
el tema central, es decir, el asesinato. Éste es un es-
quema principal que puede ampliarse añadiendo otro
asesinato hacia el final. Un gran secreto de Keating
es: “…si escribes, piensa a quién le estás hablando, y
después cuéntale lo que quiere oír”.
En el momento de crear el asesinato, es necesario
escribirlo paso a paso. Esto ayudará a la credibilidad
de la obra, aunque se sepa que nunca apa-
recerá en la novela, puesto que el asesinato
es lo que queda oculto y nunca se cuenta.
Por lo que respecta a los sospechosos,
Keating hace hincapié en que el número de
ellos no debiera ser muy alto. Cuatro sería
una cifra de sospechosos suficiente. Y es
que siempre hay que hacerle caso a Gra-
ham Greene: “Una historia no tiene espa-
cio más que para un número limitado de
personajes inventados”.
Una novela es acción y más este tipo de
novelas. La acción son acontecimientos. Y
la clave para escribir escenas de acción es
limitar al máximo las descripciones. Sor-
prendentemente una sencilla descripción
puede atrapar al lector, para esto hay que
procurar exponer los hechos de forma de-
tallada, de modo creíble. Graham Greene
dijo en uno de sus libros autobiográficos
que “la emoción es algo sencillo. Debería
ser descrita sin rodeos, sin envoltorios
metafóricos, ya que éstos son reflejos de
de nuestra portada 11
pensamientos que pasan por la mente de quien es-
cribe. Pero la acción es cuando no hay tiempo para
reflexionar.”
Los diálogos y la narración serán activos, vivaces,
porque el detective privado siempre se está moviendo
a la caza de la pista. Los interrogatorios no deben ser
grises ni aburridos. De repente el interrogado debería
decir algo inesperado, o callarse o mentir para así
conservar viva la curiosidad del lector.
No se cansa de repetir el autor de este libro que
hay que mantener al lector con nosotros, mantenerlo
expectante y esto es una cuestión de ritmo. Y com-
para el ritmo a la conducción: “Igual que en un co-
che, existe una velocidad adecuada para cada tramo
del camino, y no se puede ir demasiado rápido en
sucesos importantes ni tampoco perder demasiado
tiempo describiendo algo trivial”.
Ya se sabe que iniciar una novela no es algo baladí,
y finalizarla menos. En este tipo de novelas muchos
se precipitan y Keating confiesa que su mujer (la
actriz Sheila Mitchel) se lo ha echado en cara tras leer
varias de las suyas. Para que el lector acabe la historia
a gusto, hay que redondear la obra de manera que
pueda notar el final no sólo visualmente sino de un
modo mucho más sentido y profundo. Insiste: “De-
beríamos tratar de conseguir un efecto similar al de
las últimas notas de una sinfonía; oyéndolas, aquel
que las escucha sabe que ha llegado el final, que el
trabajo está acabado”.
A la hora de ponerse a escribir, da el consejo de
todos los demás autores, “escribe”. Y otro consejo
también conocido por todos: es necesario tener en
cuenta a los grandes novelistas del pasado, esos
cuyas obras demuestran intensidad aún hoy. Opina
que esa intensidad reside en las palabras. “Tenían el
don de saber utilizar la palabra exacta, y no otra. Y esa
aspiración es la que todos deberíamos tener en men-
te. Cada vez que usamos una palabra que no es la co-
rrecta generalmente no nos molestamos en eliminarla
de esa vívida descripción que podemos haber escrito.
Y hacerlo de forma repetida puede acabar ofuscando
nuestra historia.” Reconoce que no es fácil conseguir
esa palabra justa, pero para que nadie desista alude a
que el mismo Simenon tenía que cambiarse de cami-
sa tras una hora ante su máquina de escribir debido
al sudor que generaba su esfuerzo.
Keating también reconoce que de Graham Greene
aprendió a llevarse a la cama lo escrito ese día para
leerlo. Así el subconsciente se prepara para el trabajo
del día siguiente, aunque no está de más releer las
últimas páginas antes de empezar.
Asimismo no olvida lo que el novelista indio R. K.
Narayan pronunció en un programa de televisión. Dijo
que cada vez dedicaba más tiempo a la corrección y
revisión del texto “para poder hacer que valga la pena
que se imprima”. Por esto, Keating afirma que al final,
una vez escrita la novela, “hay que intentar acallar al
creador para dejar salir al crítico”. Porque está conven-
cido de que “es en los pequeños detalles donde radica
la diferencia entre un libro que está bien y un libro que
el lector no olvidará, o quizá entre un libro que re-
chace un editor y uno que esté deseando publicar”.
12 El Búho
1- Por fortuna, actualmente vivimos en un Estado laico que nos garantiza a todos los mismos dere-
chos y libertades, en igualdad de condiciones jurídicas y civiles, e independientemente del credo, la
raza, la etnia, la ideología y la preferencia sexual de cada quien.
2- Nuestra Constitución Política garantiza las libertades básicas del individuo al mismo tiempo que pro-
híbe la discriminación y la marginación
de los que piensan distinto a nosotros.
Pensar de manera diversa y hasta con-
trapuesta, se vale. Conculcar los dere-
chos de los otros, es una ofensa y un
delito.
3- Ningún Estado, partido político,
iglesia, individuo o corporativo debe im-
poner su concepción particular de la vida
y la moral al resto de los ciudadanos. La
ética, tal como lo demuestra la historia,
está determinada en buena medida por
contextos sociales y geográficos muy
distintos entre sí, los cuales van cam-
biando con el paso del tiempo. Es
imposible, pues, que exista una Verdad
absoluta. Sólo en las dictaduras totali-
HéctOr ceballOs Garibay
Enrique Zavala
de nuestra portada 13
tarias y en los Estados fundamentalistas se cancela
el derecho a la diversidad.
4-A diferencia de las otras especies animales, la
superioridad del ser humano consiste en que la Na-
turaleza no determina de manera imperativa nuestro
destino. El Homo Sapiens forja su propio devenir
mediante el uso de la razón, la educación y la acu-
mulación de conocimientos científicos. La evolu-
ción social humana tiene como uno de sus frutos
civilizatorios la superación de los tabúes y prejuicios
discriminatorios.
5-La pluralidad ideológica, la multiculturalidad y
la enorme diversidad étnica, racial, social y política
que coexisten en toda sociedad son fuentes de en-
riquecimiento social y cultural. La xenofobia, el racis-
mo, la misoginia, el machismo, el ultranacionalismo
y la homofobia son lacras que deben ser supera-
das en comunidades donde se reivindica la frater-
nidad y la paz universal, la comprensión mutua y la
cordialidad.
6-Si se trata de adultos, todo mundo debe ejer-
cer sus libertades religiosas, políticas, sexuales y de
conciencia, siempre y cuando no se afecte la vida de
terceras personas, y jamás se atente contra los dere-
chos humanos de persona alguna.
7- Si los individuos y grupos tienen garantizadas
sus propias libertades básicas, ¿por qué, entonces,
preocuparse y hasta movilizarse a fin de negarle a
otros individuos y colectivos su derecho a actuar li-
bre y legalmente según sus peculiares maneras de
ser y pensar? Y si no admitimos injerencias ajenas
en nuestro actuar social y moral, tampoco debemos
inmiscuirnos en la vida de los otros.
8- La cultura de la tolerancia y la protección ju-
rídica a todos los colectivos y personas, sean cuales
sean sus peculiaridades y diferencias, es una con-
quista social y política que año con año se extiende
por todo el mundo libre, ¿por qué no avanzar tam-
bién aquí en México hacia la ampliación del derecho
a la no discriminación?
9- La convivencia amorosa entre las parejas del
mismo o de diferente sexo, así como el hecho de
ofrecer una buena educación a los hijos (valores,
afecto, autoestima) naturales o adoptados no de-
penden de la preferencia sexual de las personas,
sino de las cualidades éticas y de la responsabilidad
que muestren las personas hacia los menores bajo
su tutela. Un hijo amado y bien educado enfrentará
con éxito cualquier estigma social, racial, religioso
o sexual que ocurra en la escuela o donde fuere. Así
lo demuestra la historia de las sociedades: nadie se
escandaliza ahora por los casamientos entre aris-
tócratas y plebeyos, negros y blancos, católicos y
judíos, europeos e indígenas.
10- Ya lo decía nuestro máximo héroe de la Re-
forma: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”. En
lugar de discriminar y condenar a los otros, debería-
mos buscar los puntos de coincidencia y de en-
riquecimiento mutuo que tenemos con aquellos que,
a semejanza nuestra, buscan que se les respete su
derecho a la felicidad.
www.hectorceballos.mx
14 El Búho
La designación del cantante y compositor Bob Dylan como Premio Nobel de Literatura generó en
nuestro país, al igual que en el resto del mundo, cierta controversia, especialmente en la esfera
de la intelectualidad. Las razones tanto de los auténticos literatos como de los “desechables”
fabricados en los foros televisivos parecen haber coincidido en esta ocasión: Dylan no era precisamente el
mejor candidato para recibir el galardón de la Academia Sueca.
En mi generación crecimos escuchando a los Rolling Stones, los Beatles, los Doors y, por supuesto,
al gran Bob Dylan, entre otros destacados referentes a que nos obligaba la rebeldía de nuestra juventud.
Después de tantas décadas, la admiración y el gusto por la obra musical de Dylan permanecen intactos.
Sin embargo, en el campo de la poesía, no obstante sus bien logradas composiciones, está distante del
trabajo de los grandes poetas de nuestro continente, como un Pablo Neruda, Octavio Paz, Rubén Darío,
Mario Benedetti, Nicanor Parra, Nicolás Guillén y Gabriela Mistral, entre otros.
Desde luego que no está a discusión el enorme talento del cantautor estadunidense, plasmado en las
letras de sus canciones. Lo aportado a la cultura de su país y los millones de fans en el planeta son un
testimonio sólido de la calidad de su trabajo creativo durante todos estos años.
Quizá la controversia se origina cuando se voltea la mirada hacia el notable grupo de escritores cuyos
incuestionables meritos parecen haber sido ignorados por el jurado del Nobel. Las conjeturas son inevi-
tables: ¿motivos políticos?, ¿el delicado asunto de los refugiados en Europa?, ¿la ola de atentados en los
países de la Comunidad Europea?, ¿la masacre en Siria?, ¿y hasta las elecciones en Estados Unidos donde
el loco Trump pudiera llega a la Casa Blanca? ¿Algunos de esos motivos guiaron las manos en la Academia
para asignar a un rebelde pacifista el Nobel de Literatura?
benjaMín tOrres uballe
de nuestra portada 15
¿No era mejor, en todo caso, dada la influen-
cia de Dylan en temas pacíficos, considerarlo para
el Nobel de la Paz? Hoy, y luego del anuncio de la
Academia, es el propio Robert Allen Zimmerman
(su nombre real) quien con su silencio parece no
estar deslumbrado con el nombramiento. Él sigue
cantando y escribiendo canciones, es lo que mejor
hace, por eso la gente lo escucha y lo seguirá, con
o sin el Nobel.
Una vez más la Academia Sueca está en el ojo
del huracán, como lo ha estado en diversas ocasio-
nes desde el momento en que sistemáticamente se
negó a otorgar el máximo premio de las letras al
inmenso escritor argentino Jorge Luis Borges. Sí,
la Academia está sujeta a la duda y al más severo
escrutinio por los vergonzosos “olvidos” en que ha
incurrido “voluntariamente” a través de su historia.
Y aquí la respuesta no está flotando en el viento,
sino las directrices que parecen imponerle a quienes
se encargan de realizar las designaciones de los pre-
miados. Pretender colocar a Bob Dylan en una arena
que si bien no le es ajena, lo coloca en desventaja
ante los “especialistas” de la literatura mundial, ex-
hibe al mismo tiempo la parcialidad y probable sum-
isión de los académicos suecos en los multicitados
nombramientos.
Abaratar los Premios Nobel deja muy mal para-
dos a sus organizadores quienes al parecer empie-
zan a confundir el show business con lo que es cul-
tura. Dylan no necesita lo que va de la mano con el
multicitado galardón: fama, reconocimiento y dine-
ro. Él ya tiene todo eso y más desde hace muchos
años. Ha labrado con trabajo perseverante un cami-
no brillante, muy brillante.
Resulta plausible la sobriedad y congruencia de
Bob Dylan al no seguir la parafernalia mediática tras
darse a conocer su nombramiento. El silencio por el
que ha optado demuestra que está más allá del bien
y el mal, que no necesita de premios cuestionados
para continuar expresando de forma espléndida su
genialidad musical. En eso es grande, en ese trabajo
es incontrovertible.
Mientras escribo esta columna disfruto de
“Like a Rolling Stone”, una de mis “rolas” favoritas
de Bob Dylan y confirmo mi sentir: es una estrella
de la música, de la élite, de los consentidos. Insisto:
de la música. Intentar meterlo con calzador a la lite-
ratura es un despropósito mayúscul.
@BTU15
Juan Román del Prado
16 El Búho
Mi nombre es Manuel Oso, como el nombre del animal que
vive en los bosques, en las cimas de las montañas y que,
al ser expulsados de su hábitat cuando tienen hambre los
encuentras incluso en las calles de la ciudad. Parece que un antepasado
mío era fuerte y fibroso como un oso, y así le llamaban sus conoci-
dos. Tengo treinta y cinco años y estoy a punto de morir. Sigo vivo, sin
embargo, todavía no he respirado mi último aliento… como mi amigo
periodista, que tuvo un ataque al corazón
mientras dormía. Desde mi cama del hos-
pital, con más infusiones introducidas en el
cuerpo, ahora podía ver las cosas de distinta
manera, diferentes de cómo lo había visto
hasta este momento. Y sí, me gustaría repe-
tirlo todo desde el principio, no me moles-
taría por cualquier nimiedad, con el trabajo,
con los vecinos de la familia, con mi ama-
da, con los niños. -¡Déjenlo! ¿No ves que se
está muriendo? –Dijo a su colega, una mu-
jer dura de unos cincuenta años y las cejas
masculinas en punta como la de los búhos,
con malicia en su voz. –No se moleste, el ya
Cornelia Păun Heinzel*
Javier Manrique
confabulario 17
confabulario
está en el otro mundo. -Ahora ha venido una mujer
con un hombre a visitarlo, dicen que son compa-
ñeros de trabajo –contestó la otra– con la figura de
tutora dura de la prisión de seguridad para muje-
res. -Pero mira a Mirela, es su amante, pero no es el
único, ella vino con su nuevo amante, Tiberio, com-
pañero de la multinacional “Computer Life” don-
de trabajan todos. Yo los observo, no ha esperado
mucho tiempo, ya ha encontrado inmediatamente
a otro hombre, o es ¿que estaba con ambos al mis-
mo tiempo? Una mujer delgada con la cara de ca-
bra, señaló la barbilla, la nariz ganchuda y larga, la
boca grande, el pelo largo, sonriendo con indiferen-
cia, lanzando miradas largas a su marido Gale, que
también se alegraba. -Parece que no va a vivir mu-
cho más, como se puede ver –dijo Mirela. Mientras
miraba al hombre guapo, moreno, deportista, que
se hallaba inmóvil en la cama, así sin afeitar, parecía
más masculino, más atractivo que nunca. No había
nadie alrededor para observar esto, de su estado, ni
Mirela, ni el personal médico femenino del hospi-
tal no eran sensibles a ello, y los pobres pacientes
estaban más muertos que vivos –eso creo- hoy no
hay belleza ni inteligencia, ni honor todo esto no
tiene ya ningún valor. Mi amante no me quería, no
me amaba, porque no era el tipo de hombre del que
se enamorara. Solo le atraía mi dinero. Ahora está
bien, con Tiberio –continúo en mis pensamientos-
su sueldo es mayor que el mío. Lo han ascendido a
jefe de departamento, tiene más dinero, está soltero
y no se ha casado nunca, tiene su casa y la herencia
de sus abuelos, se puede gastar todo su dinero, ya
que la quiere. ¡Qué ideas más extrañas tiene Mirela!
No es demasiado bonita y tampoco demasiado inte-
ligente. Creo que estoy en sintonía con los valores
actuales, como cada uno o ¿es que soy un trastor-
nado? Me enamoré de ella porque era una mujer
mala y frívola, con experiencia con los hombres, pa-
recía como si estuviese embrujado, no se enfrentó
a la muerte al darse cuenta de ello, pero esa mujer
era la mujer del diablo. A veces, sin embargo pien-
so paradójicamente, la atracción del mal parece ser
poderosamente e increíblemente bueno, incompa-
rable. Todas las mujeres malas que hemos conoci-
do, aunque sean feas, los hombres las han querido
mucho más que a cualquier belleza femenina con
buenas intenciones. Si meditas bien, se mezcla lo
feo y lo malo y puede ser increíblemente atractivo
y durar para siempre. Yo un hombre de buen cora-
zón trato de juzgar las cosas y fui conquistado por
Mirela, como con la ley de la atracción de los polos
opuestos. Pero creo que un hombre se siente atraído
por el mal más fuerte, porque dos personas malas,
pueden formar una pareja indestructible pudiendo
compartir sus sueños, estar unidos en conseguirlos
y Mirela con Tiberio lo son. He trabajado en la Em-
presa y Andrew, el ex jefe, era un hombre de buen
corazón. Los dos mintieron a los superiores, era
demasiado indulgente con todo el mundo y por lo
tanto disminuyó la eficiencia del grupo de progra-
madores. Dijeron que estaba hasta altas horas en
el trabajo a pesar de que no era cierto. Pobre hom-
18 El Búho
bre, no tomó ninguna represalia. No hubo manera
de comprobar quién decía la verdad. Yo era peor,
como el personaje Karl Rossmann de “América” de
Franz Kafka, pero él era más joven, principiante y
emigrante. -Necesitamos prepararlo, es joven, tiene
los órganos muy sanos. ¡Será un donante fantásti-
co! –dijo una voz gruesa de mujer. -¿Donante? Pero,
nunca he firmado ningún papel para donar mis ór-
ganos, podrían darme un tratamiento y curarme
con el tratamiento adecuado. Pero, ¿Quién haría tal
cosa? En el extranjero se mantienen vivos por las
maquinas, son muy antiguas incluso ya no se ope-
ran los órganos. En este caso, aquí solo se hacían
a las estrellas como favor. Solo tuve la tensión un
poco alta en el trabajo cuando fui criticado por las
mentiras que iniciaron Mirela y Tiberio. No merecía
esto y también cuando supe de su relación; no sabía
que Mirela me engañara. ¿Cómo no me di cuenta
de ello? Pensé que era lo peor, lo más grave. Mi ex
esposa Diana, era muy hermosa y todos los ojos
se dirigían a ella, tal vez con su físico fuera difícil ser
fiel a un hombre, en la actualidad era hermosa y eso
era raro porque veo tantos feos. -Cobraremos mu-
cho dinero con él –se escuchó de nuevo la voz de un
viejo. -¿Dinero sobre mi? ¿Dónde había oído estas
mismas palabras recientemente? ¡Ah! A un hombre
que me dio unos papeles en la calle para invitarme
a una clínica privada donde se realizaban investiga-
ciones médicas gratuitas. Me apresuré y lo rechacé
rápidamente. De inmediato me dijo las mismas pa-
labras: “Ganaré mucho dinero por ti”. -Él no tiene a
nadie, no hay nadie que se preocupe por él, sola-
mente sus compañeros de trabajo, es totalmente
indiferente. Algunos se aprovechan de él, que hicie-
se el trabajo y luego se apuntasen su trabajo ¡como
chacales! Así que podemos utilizar tranquilamente
sus órganos –oí otra voz suave. -¡Mi cerebro! Alta-
mente preparado para las matemáticas, cuando me
preguntaban, no seguía ninguna doctrina, aprendía
fácilmente y bien, terminemos con los problemas de
hoy. Ser inteligente no da beneficios en la actuali-
dad. En cada época se le consideró un hombre inte-
ligente. En los tiempos primitivos, la palabra del
hombre inteligente era obedecida por todos, era sa-
grado, sobre todo cuando buscaban consejo, la
gente por ello ha progresado. En la antigua Grecia,
Roma antigua, el antiguo Egipto, los líderes siempre
se rodeaban de gente sabia, a quien respetaban y
buscaban su consejo, su opinión. En la Edad Media
el hombre inteligente tenía su lugar, con el poder de
su mente, hizo grandes descubrimientos, invencio-
nes en el campo de las artes, lo que le llevó al capi-
talismo desarrollado. E incluso en el socialismo, si
eras inteligente estabas en el elemento adecuado
incluso eras envidiado por los milicianos del régi-
men. Ahora, para nosotros, hay lugares ilimitados
en las universidades, con el mismo rasero, no hay
diferencia entre gente estúpida y gente inteligente.
Pero lo importante es que anoche estaba molesto en
el supermercado. Comparé entre el alto valor y la
vendedora, una mujer joven, maldije todo el tiempo
mientras estaba comprando, los reponedores dis-
confabulario 19
frutan y reciben su sueldo en base a las ventas. ¡Pa-
radoja de nuestros días! Por supuesto que no pensé
en reclamar, sé perfectamente desde hace muchos
años, que hacerlo es en vano, que no se tomaría
ninguna determinación de la denuncia en un cuarto
de siglo. ¡Solo quería comer un poco de trucha! Para
darme el capricho aunque era muy cara. En casa
puse el horno y una vez que lo hice, olía fatal, se
había roto, lo tiré. La placa me costó 500,000
lei para nada. Ayer en una tienda de electró-
nica, compré una televisión de plasma enor-
me como una pared, me costó un dineral y
cuando llegué a casa no funcionaba. Volví a
la tienda y el vendedor, un joven descarado,
de risa irónica, me dijo “Debe ir a servicio
técnico” y me dio la dirección, era un bule-
var conocido de la capital y pensé que debía
ir más rápido, así que decidí dar un paseo
desde el centro comercial a ver si me calma-
ba un poco del enfado que había tomado.
Vaya, fui y estuve buscando el número del
edificio y no aparecía. Cubrí varios kilóme-
tros y comenzaron a aparecer viejas fábricas
socialistas, o mejor dicho, lo que quedaban
de ellas, incluidas malas hierbas, perros ca-
llejeros, era como un mamut industrial y
cada uno tenía su número. Así que seguí
hasta que llegué al final de los trolebuses,
dejé la ciudad, salí de Bucarest y la empresa
de reparaciones no aparecía. Sólo había tie-
rra con hierba, basura, escombros de la
construcción de estos antiguos gigantes industria-
les, estaba oscureciendo, no había gente en la calle,
excepto un vigilante a unos pocos cientos de metros
de distancia y viéndolo, me di cuenta de que en rea-
lidad no ofrecían mucha seguridad. Alrededor de
unas pequeñas cajas en la entrada vigilada, se llenó
de ira de una manada de perros callejeros. Pasé con
miedo por su lado, no me quisieran morder. En las
Juan Manuel de la Rosa
20 El Búho
áreas de césped y escombros de edificios no había
un alma, la oscuridad dejó incluso de ser espeluz-
nante, todavía tuve que caminar dos kilómetros
para encontrar la ex empresa socialista, el nú- mero
correspondía al solicitado por mí, pero no ví el nom-
bre de la empresa, había dos porteros, se rieron de
forma tonta y me dijeron: “Aquí es, siga este cami-
no” y me mostró un camino a través de las malas
hierbas y cerca de uno o dos kilómetros se encon-
traba la empresa de servicios, pero ahora tenían un
descanso largo, cerraba a las tres del mediodía,
“venga mañana por la mañana”. Me quedé sin ha-
bla; ¿Cómo? La compañía anunció esa gran medida,
en todos los carteles de la ciudad, la radio y la tele-
visión, que aquí tenía su servicio. A lo lejos solo vi
rojo, el color elegido como logotipo de la empresa.
Con los de la administración no hubo manera de
hablar, si no existe o tal vez no hay nadie, entonces
me puse a pensar “peor son las empresas de inter-
net”. Mandan a empresas por la noche a tu casa y te
amenazan que ahora son los dueños de la mina y de
ti mismo, hice un contrato y ahora no tenía internet,
Jesús Anaya
confabulario 21
pero sólo por tres días y ahora querían dar valor del
contrato de veinte millones, en dos años sin decir
nada, tampoco decir que es la ley. Lo peor es que leí
un artículo recientemente donde se explicaba el
cambio de la ley de protección al consumidor, espe-
cificando su solución. ¿Qué cree que decía? Si usted
contrata un proveedor de servicios y éste no le da
nada, pero usted tiene que pagarlo todo, puede re-
querir enormes sanciones –es verdad que está es-
crito- y puede pedir una indemnización, al igual que
después de lesionarse. No hay ningún anuncio de
ello. “En Bucarest mis vecinos no son de aquí, ¿De
dónde venían, de alguna frontera de la ciudad? Ellos
perdieron su casa, todos vinieron en los últimos
tiempos y se les proporcionó apartamentos para
ellas, si estaban solas, sin hijos o con hijos en el
extranjero o que fueran viudas. Yo estuve intentan-
do comprar mi apartamento durante muchos años,
tengo dinero, pero el sector inmobiliario es un espe-
jismo, hay muy pocas posibilidades que honesta-
mente una persona pueda convertirse en propieta-
rio. Mis padres compraron una casa grande y
hermosa en la época del socialismo. Una pena que
no esté en la capital. Tengo a mis abuelos en el cen-
tro, cerca de mis padres, y me veo obligado a pagar
un alquiler elevadísimo que el alquilar una villa de
lujo en el extranjero para estudiar. Ésta es la situa-
ción precaria que existe y debe consolarme. Al me-
nos para estar en este bloque, es posible ahora. Hay
una asociación de propietarias de viejas mujeres,
podría hablar allí. -Compramos un apartamento
ahora y pagas un precio alto a la asociación, con
una habitación, para el hombre. Pasamos el consu-
mo de calefacción de nuestros apartamentos a Ma-
nuel, para que lo pague él, dado que trabaja, es jo-
ven y tiene dinero, pero vive en un estudio y nosotras
tenemos cuatro habitaciones, jaja. Cerré la calefac-
ción pasando frío todo el invierno, y las chicas, dijo
un hombre mayor, llevan los recibos diariamente de
los alimentos que compran y gastamos. Nos insta-
lamos en una asociación de ingresos, que nadie nos
controle, podemos hacer lo que queramos con el
dinero. Podemos ganar más. -“Me gustaría robar
descaradamente y fastidiar a aquellos que no han
trabajado en toda su vida, que no han estudiado,
que no tenían nada y les dieron un apartamento li-
bre por las circunstancias nada claras de su edad,
solo porque eran pobres. Como mi vecina más
próxima, una mujer soltera de más de ochenta años,
que una noche desapareció sin dejar rastro, en los
días siguientes el apartamento ya estaba alquilado”.
Estoy pensando que “es un robo de las dos asocia-
ciones principales, porque cada mes debo pagar
agua y calefacción además de mi estudio bastante
más caro que sus apartamentos de cuatro habita-
ciones. El presidente se ha instalado con su hija y su
nieta en el apartamento de un hombre viejo, al que
ni siquiera se le permitió salir de su casa, probable-
mente solo quiera un apartamento gratis. Otro
hombre mayor entró en el apartamento de una pa-
reja que murió en extrañas circunstancias por una
fuga de gas metano. Además con el dinero de la
22 El Búho
asociación se paga el mantenimiento de todo, la
compra de alimentos, ropa y equipos costosos como
cámaras fotográficas, de video, ordenado-
res, televisores de pantalla grande, elec-
trodomésticos, etc.”. -¿Ha comprobado la
basura de sus vecinos para saber lo que
consumen? -dijo uno de los curiosos con
el pelo teñido de rojo en una cola de caba-
llo trenzado, con los ojos negros fijos. -Por
supuesto, puede que tengamos que conti-
nuar y ver en los apartamentos si han com-
prado algo nuevo. Les decimos que miren
la lectura de los contadores –dijo otro con
malicia en su voz. -¿Cuánto tiempo va a
estar ganando Manuel, para tener como
ahora electricidad? Nos gustaría comprar-
lo, pero la asociación tiene dinero que ges-
tionar y por supuesto, debe tener privile-
gios, como ahora. ¿Pero él, es como
nosotros? Él enseña y funciona como un
tonto, espero que vea que no somos ladro-
nes. -Quiero ver mi casa ahora que mi es-
píritu puede moverse libremente, ¡Abre
querida! Es un buen hogar, pero hay ruidos
en la habitación. ¿Mi esposa no está traba-
jando? ¡Diana no está sola! Está con su di-
rector; ¡Ahh!, ¿Así que mi esposa está con
otro? Hoy en día es muy difícil encontrar a
una mujer seria. Ahora las chicas comien-
zan su vida sexual a los diez o doce años,
va pasando por todas partes cuanto más
va cambiando por diferentes parejas y tienen más
conocimientos en este campo. ¡Y las chicas cum-
Oswaldo Sagástegui
confabulario 23
plen! Lo bueno es que tengo un hijo, de lo contrario,
estaría siempre en tensión con esto. Pero ¿Qué pasa
ahora? Un extraño en mi cama,
si yo estuviera bien, sin duda
volvería a tener un aumento
de tensión y volvería a estar en
la cama de un hospital. Lo me-
jor es salir de aquí e ir a traba-
jar. Escucho una voz familiar
que se revela feliz: “Lo bueno
es que hay una vacante, Ma-
nuel Cabeza no puede estar
con nosotros, era demasiado
inteligente, mucho más que
nosotros. ¿Y lo que hizo con
ella? Esto en el otro mundo no
se utiliza, ahora puedo hacer
que mi hermano y yo mande-
mos en la empresa. ¡Que Dios
lo tenga en su gloria! -Es Mire-
la y su nuevo novio Tiberio
–me digo. -No hay nadie que
nos moleste pequeño, ya no
nos tenemos que ocultar –dijo
la mujer, sentada en mi escri-
torio al revés, mientras que
sus brazos estaban alrededor
de su cuello y las piernas al-
rededor del tronco de Tiberio.
-Aquí no hay nadie que llore
por mí, simplemente disfru-
tan, cómo te puede tratar así la gente, son como
hienas, especialmente cuando se trata del traba-
jo. ¡Pero mira, el doctor ha venido! Un hombre con
bata blanca y con bigote tenía un parecido increíble
a Hitler; dijo el hombre mirando a la mujer, como
en una prisión de mujeres. -Desconéctenlo de los
dispositivos. Hay que llevarlo a la sala de cirugía
para extraerle los órganos. -Por supuesto doctor
Coparsau –respondieron a coro las enfermeras.-
Pero, ¿Qué están haciendo? ¡Estoy vivo! ¡Soy joven y
estoy vivo! ¡Traten de salvarme! –me enojé. –Como
son los hombres de hoy, se han llevado de mí unos
pocos vasos sanguíneos y sin embargo se pueden
guardar ¡Ayudadme! Mientras estaba viendo con
impotencia cómo las mujeres me quitaban los sue-
ros y desconectaban los dispositivos, pero mi cora-
zón seguía latiendo. ¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo! ¿O no?
-Lo tiene usted, muy bien, ¡Usted es libre! Puede sa-
lir –dijo de manera cortante el hombre con figura de
Hitler. -¡Señor Féretro, estoy vivo! ¡Mire por favor!
No me corte todavía –dije desesperado. –Mire, yo
estoy fuera pero mi corazón sigue latiendo, ¡Estoy
vivo! Las enfermeras iban por el pasillo, ahora estoy
en la sala de operaciones. El médico le dijo a la jo-
ven –cuidado Tampa de tropezar entre los muebles
del hospital. -Yo vigilaré, ¡hoy le dejará probar! Solo
debe tener cuidado de los cuerpos no seccionados,
es importante el conjunto, cuando esté en ello es
probable que se corte, es muy alta, y no mire hacia
el lado derecho al corazón y el hígado a la izquierda
como tiene por costumbre. Lea, así sabrá algo. No
24 El Búho
esté todo el día en las redes sociales y los juegos
de internet. -¿Qué hace? Estos novatos están expe-
rimentando conmigo. ¡No le deje por favor! ¡Estoy
vivo! –yo quería gritar, pero oí a uno. -Hay que ayu-
darlo, he ayudado a muchas personas en la vida, soy
bueno, muy bueno. -Vamos primero a la mesa, luego
vengan aquí a la cirugía sin demora -dijo el médico.
-Muévete, levántate, debo conseguirlo, levanta la
cabeza y el torso, apoyo el pie con los goteros, mira
¡lo hice! Si me apoyo en la pared, podré ir, voy a
buscar una escalera, tengo que bajar, ahora me es-
toy inclinando hacia las paredes. ¡Llegué al sótano!
Aquí hay una puerta, lo bueno es que estoy dentro,
soy mejor, que olor más penetrante, estoy cansa-
do, descansaré un poco en esta cama. ¡Uf! Él está
muerto y en las otras camas, lo mismo. Pero, ¿Dón-
de estamos? ¡Estoy en el depósito de cadáveres del
hospital! Pero, estoy vivo o me han pirateado, estos
tarados. Sentía mis piernas, sentía el mismo cuer-
po, las manos, sentía la cara. ¡Puedo tocarme! Pidió
ayuda a Dios, como siempre cuando me encontraba
con problemas. Pero, “va el cántaro tan a menudo
a la fuente”. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Veinticua-
tro horas desde que llegué en estas condiciones.
Sobreviví al accidente en este lugar, donde la fron-
tera entre ser y no ser es tan delgada. Pero ahora sé
que la vida es preciosa. No estoy molesto, ¿cuántos
días vivo para nada? -Incluso me di cuenta que mi
jefe o compañero de trabajo me vigilaba y me evaluó,
me apreciaba, si mi pareja me estaba engañando y
gastando mi dinero, yo reparaba, reemplazaba de
manera artesanal así solo necesitaba el dinero para
comprar dinero o algo que me hiciera feliz, después
vi que era corrupta, aunque me costó mucho, no
tengo la posibilidad de ganar dinero para pagar al
trabajador, si se rompía algo en casa, a pesar de que
había recibido una gran suma de dinero por prestar
un servicio, tales como internet y obtener nada a
cambio de mi sueldo por trabajar todo el día, estoy
haciendo hincapié de forma continua, que mante-
nía a los “dueños” de las asociaciones quienes con-
trolaban mi basura, que compraba e incluso que ha-
cía dentro de mi propia casa, la gente de este lugar
actúa de esta manera, sobornando por todo, venían
a trabajar de forma gratuita, y tu debías pagar sus
puestos. Recuerdo que en el periódico del día an-
terior leí que para un trabajo como empleada do-
méstica o enfermera se pagaban unos 50,000 euros.
Fui a la habitación contigua ¡había una televisión!
Voy a encenderla es hora de las noticias. La pre-
sentadora con voz seria informaba: “En la carretera
Bucarest-Ploiesti hubo un accidente de tráfico muy
grave. Un coche en el que viajaba un hombre coli-
sionó con un camión. Vean las imágenes de gran
impacto emocional del lugar del accidente así como
las fotografías de las víctimas”. -“¡Ellos son las vic-
timas! –Exclamé con sorpresa. -Eran las imágenes
de Mirela y Tiberio cerca de la empresa de informá-
tica donde estaban trabajando. ¡Dios! ¡Qué pena de
ellos! Pero… y de mí.
* Tomado del libro El laberinto de las enigmas
confabulario 25
“EL TÍTULO ES DE CARLOS FUENTES”
uena el celular. Él contesta:
- ¿Sí, bueno? …Sí, yo voy a estar ahí a las
seis y media, esperando a unas personas. Sí, ahí
nos vemos.
Cuelga y sigue comiendo. Su esposa lo parodia:
- “Sí, ahí nos vemos. Voy a estar esperando a …unas
personas”. Mejor ya di que te vas con la otra.
Él le va a contestar, como siempre: “No, no hay otra”.
Pero esta vez, en lugar de hablar, prefiere dar un bocado. 54
años él, 42 su esposa, 7 su hijo, el único, que se alista para
su clase de gimnasia.
- Por eso no me quieres llevar a lo de Carlos Fuentes –le
dice la esposa.
- Pues vamos –responde él, que tiene un montón de bo-
letos para el evento de esa noche en el Auditorio Nacional,
donde Carlos Fuentes, el gran novelista mexicano, hablará
de cómo escribió algunas de sus obras.
- Tú sabes que no puedo –contrarresponde la esposa.
Tengo que llevar al hijo a la gimnasia y luego a la natación.
S
Miguel Ángel Tenorio
Luis Argudín
26 El Búho Edgar Mendoza
Seis y media, afuera del Auditorio Nacional, él
espera a la gente que quedó de pasar a recoger sus
boletos. Son 50 los que tiene. Llega un primer grupo
que se lleva 10. Una mujer sentada en una de las
bancas, lo mira. Por un instante, la pregunta: “¿Y si
ella fuera la posible otra?”
Pero esa mujer cambia la vista de lugar. Habla
por su celular y se desentiende de él. Otro grupo
que llega y toma 7 boletos. Otra mujer pasa frente a
él y lo mira con cierta insistencia. “¿Y si ésta sí fuera
la posible otra?”
La mujer camina rápido y desaparece. Los de
los demás boletos por fin llegan. Dan las siete de
la noche. Tercera llamada. Él entra y se sienta en
un lugar al final de una fila, que todavía está vacía.
Carlos Fuentes empieza a hablar y al Auditorio sigue
llegando gente.
De pronto, ella llega por atrás y se sienta en uno
de los dos lugares que están vacíos junto a él. Pare-
cía que iba a ser en el más lejano, luego cambia de
idea y se sienta en el que está justo junto a él. Le
sonríe. Se sonríen. Carlos Fuentes dice: “Las obras
se construyen con la tradición por un lado y la
creación por el otro”. Ella siente frío. Se intenta
poner su abrigo. Él le ayuda. ¡CLINC!, suena la
tradición. Ella sonríe:
- Gracias.
- ¿Te dio frío? –pregunta él, con el ¡CLINC
CLINC!, de la creación.
- Sí –responde ella, con una gran sonrisa.
- Voluntad y Fortuna –dice Carlos Fuentes.
Ella lo voltea a ver a él. Él voltea. Se sonríen.
¡CLINC, CLINC, CLINC!, la Fortuna se asoma.
Carlos Fuentes termina con una lectura
muy emotiva, in crescendo, del arranque de su
novela La región más transparente”. Y la gente
se pone de pie. Ella primero. Él, después.
- ¿Salimos? –dice ella.
- Sí –dice él, que empieza a caminar entre
la gente que va subiendo las escaleras para al-
canzar la puerta.
Él voltea para buscarla. Ella ya no está. La
confabulario 27
Fortuna desaparece. Él camina hacia el metro para
cruzar del otro lado de Reforma. Sale al camino os-
curo, muy oscuro, auténtica boca de lobo, que está
afuera de la estación del metro, del lado norte. Y en
eso, La Fortuna vuelve a aparecer: CLINC, CLINC,
CLINC, CLINC. Ella, detrás de él, pregunta:
- ¿Por aquí salimos?
- Sí –responde él, que empieza a caminar mos-
trando el camino, y luego pregunta. ¿Para adónde vas?
- Voy al Sanborn´s de Mazaryk, ahí dejé mi carro.
- Ah, mira, yo también –dice él, que de pronto la
vuelve a mirar. Se miran.
La voluntad se asoma. Los dos se miran los res-
pectivos anillos de matrimonio.
- Terminó temprano –dice ella. Yo dije que iba a
llegar como a las once o doce.
- ¿Te invito un tequila? –explora él, que sin es-
perar respuesta le arrebata un beso, que quién sabe
por qué siente que era eso lo que ella esperaba.
Y ella en el bar pone una mano en el muslo de
él, haciendo que en ese momento Fortuna y Volun-
tad se crucen, se entrelacen, se entrepiernen, se
descubran.
- La Voluntad y la Fortuna, el título es de Carlos
Fuentes, pero la historia es nuestra –dicen él y ella,
cuando a las doce en punto se despiden, tomando
cada quien el rumbo para su casa.
“LA NOVIA SECRETA DEL JARDINERO”
Ella lo mira a los ojos y ahora sabe que la mirada de
él hacia ella es de adoración. Por eso ella, con sus
42 años, quiere actuar con delicadeza para no rom-
per el corazón de él, de 17 años, que ayer le entregó
una carta:
- Señora, por favor, este sobre es para usted
–dice él, al momento de colocar la carta en las ma-
nos de ella, que aunque quisiera tocar, no se atreve
y apenas siente que el sobre hace contacto con las
manos de ella, él retira las suyas y el sobre cae. Los
dos se agachan rápidamente para tomar el sobre.
Las miradas se encuentran. Y ahí abajo, él suplica:
- Por favor, no la lea hasta que yo me vaya.
Ella sonríe, pero cumple. Él se va. Ella abre la
carta y lee:
- Por favor, señora, no se vaya a enojar conmi-
go, pero quiero confesarle que estoy enamorado de
usted. Yo sé que esto que le digo está mal, porque
usted es una mujer casada, con dos hijas y que tiene
un marido que la quiere, pero no lo puedo evitar,
cada vez que la veo siento bonito.
Ella, aunque no quiere, también siente bonito.
- Te has puesto muy gorda – le dice su marido
a cada rato.
- Sería bueno que pensaras antes de hablar –le
dice siempre su marido, después de las reuniones
familiares dominicales.
- Tengo sueño, estoy cansado –le dice su ma-
rido, casi todas las noches, cuando ella quiere un
abracito.
- Ya no pido más, sólo un abracito –clama ella,
para sí misma, en la noche, cuando su marido ya
duerme y ella se la pasa cambiándole los canales a
28 El Búho
la televisión, tratando de encontrar algo que calme
su ansiedad.
- Cada vez que la miro siento bonito –dice la car-
ta de él, que es el jardinero que trabaja en la casa,
que todos los lunes va y arregla el jardín y siempre
al final, le entrega a ella un arreglo.
Pero ayer no hubo arreglo, ayer fue carta.
Hoy, el timbre suena. Ella se inquieta. Pregunta
por el interfón:
- ¿Quién?
- Soy yo, el jardinero.
- Pero hoy no te toca venir –dice ella, que se
descubre ruborizada.
- Es que ...quería venir a pedirle que me perdo-
ne, señora.
- ¿Perdonarte, por qué? –pregunta ella, que em-
pieza a sentir que un calor interno la envuelve.
- Es que voy a renunciar –dice él, con la voz en-
trecortada.
Ella siente que el piso se mueve, que la tierra se
abre, que el abismo se la quiere tragar, pero alcan-
za a no ahogarse lo suficiente y responde con una
pregunta:
- ¿Pero por qué?
- Porque después de lo que le dije en la carta,
no creo que me pueda atrever a mirarla a los ojos,
otra vez.
- Espérame, no te vayas –le dice ella, que muy
decidida, cuelga el interfón y camina rápidamente
hacia la puerta de entrada.
Abre y lo mira a él, que descubre que la mira
con fascinación y siente bonito, porque sabe que él
siente bonito.
- Pásale –le dice.
Él entra. Ella cierra la puerta. No hay nadie en la
casa, la muchacha fue al mercado. Ella entonces, lo
toma por los hombros, se acerca con mucha ternura
hacia los labios de él y le planta un beso, que ella
siente bonito, y que siente que él también siente bo-
nito. Las manos de él en la espalda de ella, que por
un momento siente mucho más que bonito, siente
calor, siente ardor, está a punto de poner sus manos
en el pantalón de él, cuando de pronto, escucha el
sonido de la llave que entra a la cerradura.
- ¡La muchacha! –exclama para sí misma y lo
aparta a él, que se desconcierta, pero entiende
cuando ve aparecer a la muchacha por la puerta.
La muchacha lo mira con unos ojos que matan.
Él baja la cabeza. Ella se da cuenta y dice:
- Aquí está lo que te quedé a deber ayer y nos
vemos el próximo lunes.
- Sí, señora, nos vemos el próximo lunes –res-
ponde él, que antes de irse le dice a ella, muy en
secreto:
- Por favor, que esto nada más quede entre us-
ted y yo.
- Claro que sí, entre tú y yo, nada más –reponde
ella, que se va a su cuarto a reposar un rato en la
cama con la sensación tan hermosa de saberse la
novia secreta del jardinero.
confabulario 29
Margarita Cardeña
Ítaca
Más allá de mi ventana,
cerca de la playa serpenteante,
el eco se resbala sobre los riscos.
Las crestas espumantes de las olas
lamen las rocas anhelantes.
En lo alto del acantilado miro los remolinos
que arrastraron los naufragios de mi vida
hasta el fondo marino, entre pasajes abisales.
Tesoros de piratas y naves de bucaneros
sirven de telón de fondo
para mis desastres odiseicos
y epopeyas gastadas.
Miroslava raMírez
30 El Búho
Como Ulises luchando contra la furia
de dioses vengativos y envidiosos,
no concreto mi vuelta al hogar,
lucho contra las sirenas y los monstruos marinos.
Sobrevivo al naufragio contra Escila y Caribdis,
que muerden mil veces de mi carne.
Mi sino se desploma sobre las catástrofes.
Sólo encontré algo parecido a los brazos de Circe
como hechizo del olvido, un espejismo,
un paréntesis onírico...
Dime que no es irreal.
Dime que no habrá un desastre divino.
Cebarse y lastimar hasta el hartazgo
parece hoy el deporte nacional.
Un puñado de dioses aburridos y ofendidos
se divierten con mi hado.
Desde el oscuro arcano vislumbro las costas
de Ítaca...
Plácido remanso del hogar y amor filial.
Pero se aleja cuanto más me acerco.
No soportaré el embate de lo ignoto.
Las fuerzas me abandonan.
Me rindo y no lucho más…
Como figura de arcilla, iré a donde
los dioses me lleven.
Aromas de auroras boreales
A veces la atmósfera nos llena de aromas
de esperanza como rimas de susurros nuevos.
Aire que llena los pulmones de fantasía
y magnolias que agitan sus corolas en la brisa.
Noche saturada de perfumes, un canto lejano
anida en el alma como cuna de golondrinas.
Luis Garzón
confabulario 31
Esta noche tomada por asalto, entre puntadas
de estrellas cosidas al manto del vacío.
Oscuridad que absorbe hasta tus huellas
en el frío inmenso de la nada. Espacio sin luna.
Me arrepiento de las estrellas y las lunas
gastadas en vano con tus palabras sin tiempo.
La música del cosmos resuena en el aire.
Cometas en el firmamento del tiempo.
Cauda de mi amor titilante, no de hielo sucio.
Energía luminosa que trasciende hasta
tu abismo profundo y helado.
Y la armonía del universo, cadencia
acompasada; leyes de danzas estelares
acompañan mi cauda luminosa y vasta.
Al compás de Kepler bailando con los astros.
No fue un error haber vivido al límite
de fragmentos siderales.
Tú, como la antimateria, en tu vida vacua,
nunca sabrás de la inmensidad que
ni siquiera percibiste.
Pero la balada nocturna mece mi corazón
entre destellos de polvo lunar y lluvia de estrellas.
Ráfagas incipientes, apenas premoniciones de razón.
Perfumes de flores silentes y bellas
bajo el manto absorto, tan lejos de su alcance...
Un canto surge desde el fondo de las sombras
como presagios de auroras boreales,
en oleadas polares de luces y corrientes siderales,
a salvo, en tierra...
Hija del cosmos y cometas.
Cuando no estás
Me posee mi criatura de la noche
que teje telarañas en su mente,
blandiéndolas como estandartes
de tragedias inéditas.
Criatura que destruye la gracia
de las canciones del alba.
En un oscuro agujero de presagios
de angustia, como un sueño malvado.
Brinca sobre mi candor enamorado
y me susurra al oído que no volverás.
No hay infierno peor que perder
la eternidad.
32 El Búho
Tus besos me arropan en mi vigilia,
en una canción que me confunde,
con sus notas dulces y felices,
dejando sus huellas en cada peldaño.
Desde la penumbra del sueño
hasta el resplandor de la risa.
No me abruman los presagios
ni me arredran los humanos infortunios
si estás a mi lado.
Pero siempre me susurra ese suave estruendo,
ese murmullo del motor tic tac
de mi descompensado corazón
al acabar el temor...
Se abre una pequeña rendija
que mitiga los pavores de tu ausencia…
y se hace la luz.
Irrumpes tranquilo e infinito.
Y pasas deshojando el frío
con tu tibieza,
birlando los esfuerzos de
las pobres criaturas de la noche…
Ricardo Martínez
letras, libros y revistas 33
La prensa como arena política. El polémico retorno de
Leonardo Márquez a México (1895). El periodo comprendi-
do entre 1876 y 1911 en el que gobernó el general Porfirio
Díaz se caracterizó por grandes avances en cuanto a infraestruc-
tura se refiere así como un fuerte posicionamiento hacia el exterior
aunado a las sanas finanzas de
la administración pública; la pax
porfiriana y la modernización,
fueron los sellos característicos
de la gobernanza.
Durante la época citada, las
injusticias y los reclamos socia-
les aumentaron notablemente; a
la postre, esto daría vida a lo que
conocemos actualmente como
Revolución Mexicana que enca-
bezaría Francisco I. Madero.
Sin embargo, al interior de
este rico periodo de la historia
de México, se encuentran otros
DaviD Figueroa
La biblioteca de David recomienda…
Lilia Luján
letras libros revistas
34 El Búho
escenarios poco estudiados y analizados; ejem-
plo de ello es la influencia que la prensa tenía
en esos momentos ya fuera apoyando al régi-
men o reclamando su independencia de éste.
Por si esto fuera poco, los vaivenes políticos y
las fuerzas al interior del país, se disputaban los
cacicazgos, siempre con la venia que el presi-
dente Díaz les podía proporcionar.
En este sentido, el autor, Arturo
Ríos, nos presenta un momento
crucial en la historia del Porfiriato,
el año 1895, donde varios sectores
políticos buscaban hacerse favoritos
del “dictador” para ingresar, man-
tenerse o bien eliminar a quienes les
eran problemáticos para sus fines.
Para este año, el régimen se
encuentra en su máximo esplen-
dor político y también social; lo
económico apenas daría sus pri-
meros frutos y lo cultural resplan-
decía en el extranjero a través de va-
rios exponentes en cada una de las be-
llas artes. Dentro de este escenario
se encuentra la figura de Leonardo
Márquez, viejo conservador a quien
se le achacaran las matanzas de
Tacubaya en 1861 durante la etapa
conocida como la Guerra de los
Tres Años así como los asesinatos
de Melchor Ocampo, Leandro Valle
y Santos Degollado. Una vez que
triunfó el bando liberal, México se
enfrentó a la invasión francesa de
1864-1867 en donde Maximiliano
Joaquín García Quintana
letras, libros y revistas 35
de Habsburgo gobernaría bajo el denominado
Segundo Imperio gracias a las fuertes deudas
y problemas internos que nuestra nación tenía
en ese momento. Leonardo Márquez sería una
figura importante para Maximiliano pese a su
traición al no apoyarlo en su caída en la ciudad
de Querétaro.
Este personaje apodado “El Tigre de
Tacubaya” hizo su petición al gobierno federal
de Porfirio Díaz para poder regresar a su Patria
después de sus años en el exilio en La Habana;
Manuel Romero Rubio, principal promotor de
su regreso, convenció al presidente Díaz de que
un hombre de esa edad (contaba con 75 años)
ya no sería un problema político, mucho menos
reencarnaría las viejas ideologías conservado-
ras a las que el propio general se habría enfren-
tado hace casi 40 años.
Es así como a su regreso, la polémica no se
hizo esperar y tres diarios (objetos del análisis
de la lectura) se encargarían de abordar la lle-
gada y estancia en el país de tan distinguido ciu-
dadano: El Universal, El Demócrata y El Monitor
Republicano.
El primero de ellos, El Universal, resultaba
en un apoyo invaluable para el sector denomi-
nado “Los Científicos” quienes eran liderados
por José Yves Limantour, ministro de Hacienda,
y quien daría estabilidad económica al ré-
gimen del viejo mandatario; El Demócrata, un
periódico que desde un inicio encolerizó contra
El Universal y los miembros jacobinos que éste
elogiaba pero que por algún tiempo también
simpatizó con ciertos comentarios respecto al
régimen. Finalmente El Monitor Republicano,
periódico que constantemente atacaba a la
administración y que simbolizaba una inde-
pendencia editorial apenas visible respecto
a los periódicos de la época. Cada uno de ellos
jugaría un papel trascendental en cuanto a las
posiciones políticas del regreso de Márquez a
México.
El autor desnuda las complicidades, los
asuntos políticos arreglados a la vieja usanza
ya fuera a través de la negociación o a través
de la prisión para quienes atacaban. Sin duda
alguna un libro que merece una atención espe-
cial debido al entramado político que originaría
la presencia de un general viejo pero que en la
historia de México nunca fue encarcelado por
los crímenes que la misma historia se encargó
de adjuntarle y de los cuáles él nunca asumió
sino meramente como un simple alfil de un su-
perior al que habría que obedecer. Sin duda al-
guna un personaje al que habría que dedicar es-
tudios más extensos e imparciales. El lector que
guste de este periodo de la historia de nuestro
país, encontrará un delicioso platillo en cada
una de sus páginas.
La prensa como arena política. El polémico retorno de Leonardo Márquez a México (1895). Arturo D. Ríos A. / Instituto Mora-CONACYT. 2015, 170 pp.dfigueroah@yahoo.com.mx
36 El Búho
Uno de los grandes cuentistas vigentes en México es
Hernán Lara Zavala, si bien su obra abarca novelas
y ensayos, desde un gusto personal considero que
Lara Zavala ya es un clásico de la cuentística mexicana, uno de
sus libros más conocidos se titula: De Zitilchén, el cual es un
pueblo imaginario que tendrá vida en
gran parte de sus cuentos, pero hablan-
do de cuentos, en esta ocasión festejare-
mos al gran escritor con el libro titulado:
Cuentos de aquí y de allá, publicado por
la Colección Biblioteca del ISSSTE en el
año 2000.
En este libro Lara Zavala hizo una
selección de cuentos que se encuentran
en sus diversos libros publicados, son
diez los cuentos que integran el libro, la
temática es variada, conoceremos histo-
rias que se desarrollan en Ziltilchén, al-
gunas en Barcelona, otras en Rusia, sin
Mauricio Cervantes
José Miguel NaraNJo raMírez
letras, libros y revistas 37
embargo, el cuento seleccionado para desarrollar en
la presente columna se titula: “Después del amor”.
Todos en nuestras vidas alguna vez nos hemos
enamorado, y con los años aprendemos que a la pura
enseñanza griega el amor es producto de la riqueza y
la pobreza, porque cuando amamos y somos corres-
pondidos sentimos que caminamos en el aire, pero
ese mismo sentimiento que nos lleva a la gloria, nos
puede hacer a las personas más desdichadas e infe-
lices, es por ello la importancia del cuento, para ser
más concreto utilizaré la pregunta: ¿Qué hay después
del amor?, y basado en los cuestionamientos que
realiza Hernán Lara Zavala en su cuento, contaré
este cuento el cual puede ser una historia mía o de
quien me lee, porque es indudable que todos algunas
vez nos hemos enamorado, los dos personajes que
adquieren vida en esta historia serán: “Mujer bonita”
y “Alonso Quijano”.
Utilizo el nombre de Alonso Quijano en mi histo-
ria porque en la novela de Cervantes el personaje es
cuerdo, sin embargo, en mi pequeño relato estará un
poco loco producto de un amor pasado que lo ator-
menta y no lo deja vivir y cabalgar por el mundo, todo
porque para Alonso Quijano después del amor hay
mucho. Alonso Quijano cuando era cuerdo se enamo-
ró de Mujer Bonita, realmente el nombre de ella des-
cribe perfectamente su figura, tuvieron una relación
que Alonso siempre consideró que era amor, pero
realmente quien amó en la historia sólo fue Alonso,
eso claro está que lo aprendió con el tiempo, aun así
las consecuencias después del amor no cambian.
Cierto día Mujer Bonita y Alonso Quijano se en-
contraron de manera casual, tenían mucho tiempo
que no se veían, lo más triste del encuentro fue que
Mujer Bonita iba con su nueva pareja, Alonso quien
creía que ella era cosa del pasado, un bonito y gran
recuerdo, cuando la vio el impacto fue sorprenden-
te, no podía creer y soportar lo que sus ojos veían,
Alonso pensó que ella por respeto a la historia de ese
pasado, haría lo posible por estar un breve momento
en el bar y buscaría cualquier pretexto con su pareja
para irse, pero no fue así, Mujer Bonita quiso darle
vida a este relato y se quedó bastante tiempo en el
bar y pasó lo que tenía que pasar, es decir, Alonso el
que un día fue cuerdo al igual que su alter ego Don
Quijote enloqueció.
Estando los dos personajes en el bar, Alonso no
quitaba la mirada sobre su antiguo y vigente amor,
Mujer Bonita se veía como su nombre, y es en este
primer contexto del reencuentro donde Alonso se
preguntaba, ¿Cómo es posible que ahora le sonría a
él como me sonreía a mí? ¿Entonces todo lo que vivi-
mos no contó o así de vacía es la vida y los actos del
pesado no tienen ninguna importancia? entre más
se preguntaba Alonso más reflexionaba y rememo-
raba, a su mente vinieron grandes momentos que
vivió con la mujer que tenía enfrente y que ya no le
pertenecía.
En sus recuerdos vino a la memoria uno de los
momentos más felices que vivió Alonso con Mujer
Bonita, sucedió cuando Alonso cumplió treinta y un
años, él se quedó el diecinueve de septiembre en el
38 El Búho
departamento de Mujer Bonita, ella lo despertó a las
tres de la mañana ya del veinte porque sabía que a
esa hora había nacido, le dio un abrazo, le regaló un
perro de peluche que hoy se llama Tobi e hicieron el
amor, pero de momento Alonso regresaba a la rea-
lidad que le presentaba el bar, y todos sus recuer-
dos eran sólo eso, recuerdos, porque en el presente
Mujer Bonita se veía feliz con su nuevo amor.
A ritmo de cervezas la locura de Alonso el que en
algún tiempo fue cuerdo se fue acrecentando, llegó
el momento que el pobre Alonso no resistió más y
enfrentó a Mujer Bonita con su nuevo novio, no sé
si fue un acto de valor, romanticismo o irresponsabi-
lidad, pero en esta parte de mi relato pondré en la
boca de Alonso Quijano las preguntas que Hernán
Lara Zavala hace en su cuento: Después del amor:
“¿Y qué fue de nuestro amor? ¿Qué quedó de
toda esa pasión? ¿Se desvanecieron en el tiempo, en
el recuerdo, en la memoria? ¿Los actos del corazón
se pierden en cuanto cesan los actos físicos? ¿Será
verdad que en nuestra época ya no hay pecados sino
meras transgresiones? El amor moderno, ¿Será tan
complejo que ya no admite una sola línea de acción,
una incógnita, un misterio? ¿Puede seguir siendo,
como se consideró alguna vez, de una sola pieza, re-
fractario, indivisible y siempre fiel? ¿Cuántos vértices
tiene el amor? Esos mismos vértices muchas veces
nos lastiman y lastiman a los que amamos y, sin em-
bargo, los agradecemos porque son los que nos hacen
sentir y vivir. ¿Hay alguien que logre vivir una gran pa-
sión que no parezca un remedio insulso de una vieja
película en la que ya nos sabemos de memoria todos
los parlamentos?”
Por supuesto que Mujer Bonita no le respondió
ninguna pregunta al loco de Alonso Quijano, Seguro
estoy que las preguntas siempre estarán sin respues-
tas, lo que si quedó claro para Mujer Bonita es que
Alonso Quijano sigue conservando con mucho cari-
ño a su perro el Tobi, porque para Alonso después del
amor hay mucho, si no fuera así, entonces nuestras
vidas día a día se diluirían en la nada, por lo tanto,
después de un verdadero amor, siempre habrá amor,
sólo que acompañado muchas veces de dolor.
Juan Villoro
En el mes de septiembre el escritor mexicano Juan
Villoro cumplió sesenta años de vida. Villoro es con-
siderado como uno de los grandes herederos de las
crónicas de la ciudad de México, sin dejar de men-
cionar su enorme afición al futbol y al Rock. Podría
decirse que Juan Villoro es de todo un poco, pero
considero que ante todo es un hombre de letras,
un escritor prolífico de novelas, cuentos, crónicas,
además, un destacado periodista, y es precisamente
con la obra periodística titulada: Domingo Breve,
como festejaremos al reconocido escritor.
Domingo Breve fue el título de una columna que
publicó Villoro en el suplemento cultural del periódi-
co La Jornada en el año 1999, Villoro había sido el
Director del suplemento antes mencionado entre los
años 1995-1998, el libro Domingo Breve integra co-
lumnas de las dos etapas señaladas, la obra fue publi-
letras, libros y revistas 39
cada en el año 2000 por la Colección Biblioteca del
ISSSTE.
Una de las características especiales que tienen
las columnas publicadas en: Domingo Breve, es que
son pequeños ensayos donde la ficción tiene gran
relevancia. Villoro en esta obra aborda temas senci-
llos y breves, las costumbres de lo que vivimos día a
día están agradablemente desarrolladas en la obra, el
libro se integra por treinta y tres colum-
nas, temas como la impuntualidad del
mexicano, la tristeza, las fiestas, la alegría
fingida, el machismo, la corrupción, son
tratados en Domingo Breve.
Las columnas no sólo se referirán a
las costumbres y temas sobre los mexica-
nos, también abordarán temas de interés
universal e incluso en algunas columnas
la voz narrativa estará describiendo cos-
tumbres, conductas y problemas de otros
países como Alemania, España y Estados
Unidos. En el presente artículo trataré
desde un gusto personal de presentar ex-
tractos reflexivos de algunas columnas
que considero interesantes.
En la columna: “Extrañas cortesías”,
Villoro aborda el tema de ciertas conduc-
tas que a muchos nos incomodan y lo
peor es que muchas veces nos quedamos
callados, porque no sabemos si la con-
ducta es por cortesía o por joder, el ejem-
plo que pone Villoro es el siguiente: “No
es éste el sitio para inventar los amables recursos con
que los mexicanos logramos dar lata. Baste mencio-
nar uno. Vivimos en el único país donde se considera
refinado que el mesero te arrebate los guisos y las be-
bidas antes de que te los acabes. Muchas cosas pue-
den decirse de nuestras costumbres pero no que sean
rápidas. Curiosamente, nuestra nación, convencida
de que verse el ombligo es un pasatiempo inagota-
Luis Garzón
40 El Búho
ble, se acelera ante una mesa puesta. Los hombres
de filipinas son veloces a destiempo. Sería bastante
ruin suponer que nos quitan medias pechugas para
devorarlas en la cocina”.
En la misma columna: “Extrañas cortesías”,
Villoro nos hace viajar en un tren de Madrid a Segovia,
y nos cuenta que una anciana le dijo que se acababa
de anunciar en España que se iba a suprimir el pan,
se comerían otras cosas, menos pan: “Pero usted jo-
ven y extranjero –metió la mano en su bolso, un bolso
enorme, agrario, hecho de remiendos. Tenga. Es mi
último pan. Tal vez sea el último pan de España. En la
estación de Segovia fui a un Kiosco de periódicos y leí
la noticia que alarmó a la anciana. Alguna oficina de
Gobierno había decidido subir el precio del pan.”
Otra columna muy interesante por vigente se ti-
tula: “Sí y no: los implantes de Pamela”, Juan Villoro
relata que: “La ALDEA global ha encontrado un nuevo
tema para entusiasmarse: la rubia Pamela Anderson,
conocida por sus senos aerostáticos, ¡¡¡decidió reti-
rarse los implantes!!! En la degradación noticiosa
que vivimos, el tema fue tratado como si se hablara
de enderezar la Torre de Pisa. Los noticieros pasan el
bombardeo en Belgrado al proceso deflacionario de
Pamela como si se tratara de sucesos de trascenden-
cia paralela. Por desgracia, en nuestra enferma comu-
Javier Manrique
letras, libros y revistas 41
nidad nos basta conocer que apenas nos interesan,
hay que tomar partido al respecto. En otras palabras:
¿Usted está a favor de los nuevos o (antiguos) senos
de Pamela?”
Por cuestiones de espacio decidí comentar tres
columnas que integran: Domingo Breve, pero la ter-
cera tendrá una característica especial, ocuparé el
título de la columna así como la temática planteada
por Juan Villoro, para desarrollar mi propia historia
vivida con dos amigos recientemente en la ciudad de
México, el título es: “El hombre de los lavabos”, y
para proteger la identidad de mis amigos uno se lla-
mará “El Caras” y otro “El Brócoli”.
Un viernes llegamos a un conocido Restaurant-
bar llamado “La soldadera” ubicado frente al
Monumento a la Revolución, desde que te estacio-
nas en el lobby del lugar las atenciones son de primer
nivel, pero lo mejor del bar es que hay como veinte
chicas de muchas nacionalidades todas con una cin-
tura y bustos impresionantes, pedimos cervezas, sa-
brosos cortes de carnes, en general todo estaba de
lujo y más porque las cervezas estaban asentando
al estómago de la terrible cruda, en el estómago de
“El Caras” algo cayó mal y tuvo que ir de urgencia
al baño, en ese contexto fue cuando se encontró con
¡¡¡El hombre de los lavabos!!!, y en esta parte de mi
relato utilizaré las preguntas que hace Juan Villoro
en el suyo: “¿Quién inventó a ese incierto testigo
de nuestra vida privada? ¿En qué momento la gas-
tronomía mexicana consideró que era de lujo tener un
mendigo uniformado en los unitarios? En los cubiles
sanitarios, ver y oír resulta tan desagradable como ser
visto y ser oído.”
Al final con nuestro amigo “El Caras” todo salió
bien, no tanto para “El hombre de los lavabos”,
porque tuvo que escuchar a fuerza toda la canción
de la Sonora Matancera: “Sonaron los cañonazos”,
a ritmo de miserables veinte pesos, mientras esto
sucedía, “El Brócoli” y el escribidor reían y reían.
Esta fue la historia de una columna breve.
Silvia Molina
Para concluir las columnas del mes de Septiembre,
les presentaré a una bella mujer originaria del Estado
de Campeche, gran escritora y editora, ganadora en el
año 1977 del Premio Xavier Villaurrutia por su nove-
la: La mañana debe seguir gris, publicada ese mismo
año. Esta bella mujer pertenece a una familia con
fuerte trayectoria política, su padre fue Gobernador
de Campeche y posteriormente Secretario de
Gobernación con el entonces Presidente Miguel
Alemán Valdés, no obstante, de su padre heredó la
pluma y no la política, todo lo antes señalado sirve
como punto de partida para presentarles a la extraor-
dinaria escritora Silvia Molina, quien el mes de octu-
bre cumplió setenta años de vida.
Desde una interpretación personal, (no conozco
a la escritora), considero que Silvia Molina ha tenido
dos pérdidas muy dolorosas en su vida por las cir-
cunstancias en que se dieron, su padre Héctor Pérez
Martínez murió siendo muy joven, cuando Silvia tenía
sólo dos años de vida, y años después Silvia estando
42 El Búho
fuertemente enamorada, perdió a quien tal vez, haya
sido el amor de su vida, al poeta tabasqueño José
Carlos Becerra.
Lo antes apuntado si bien es interpretación per-
sonal, quiero puntualizar que la interpretación tiene
su fundamento en la gran novela autobiográfica: La
mañana debe seguir gris. En esta pequeña pero ma-
gistral obra, Silvia Molina nos contará una historia
de amor que vivió recién llegada a Europa con el jo-
ven poeta José Carlos Becerra. La novela tiene una
fecha de inicio: “10 de noviembre de 1969” y la fecha
del fin de la historia es: “27 de mayo de 1970”.
De manera breve trataré de narrarles lo esencial
de la historia autobiográfica novelada, es importante
aclarar que en la obra no aparece el nombre de la
joven que narra, en el presente artículo me permitiré
emplear el nombre de la autora. Silvia llegó a vivir a
Europa siendo una joven de 23 años, si bien su fi-
nado padre había sido Gobernador y Secretario de
Gobernación, hasta donde se puede percibir en la
lectura, La familia de Silvia no era groseramente rica,
clase media, seguramente con algunos privilegios y
relaciones que les permitían desarrollar proyectos
como que Silvia se fuera a vivir a casa de su tía en
Londres, Inglaterra.
Silvia llegó a Londres con unas amigas las cuales
sólo estarían una semana de paseo y regresarían a
México, un día las amigas fueron a visitar al escritor
y diplomático mexicano Hugo Gutiérrez Vega quien
vivía en Londres con su esposa Lucinda, eso sucedió
el 10 de noviembre de 1969, ese día estaba en la casa
de Hugo Gutiérrez su amigo el poeta José Carlos
Becerra, Silvia y sus amigas fueron muy bien recibi-
das y atendidas por sus compatriotas mexicanos: “El
comedor forma parte de la sala en la que estamos, hay
libreros por todas partes. Me sientan enfrente a José
Carlos, dos veces hace que quite la vista de él, no mira
su plato, no comprendo cómo puede verme así, comer
y participar con tal entusiasmo en la plática.”
Ese 10 de noviembre del 69 es el inicio de la histo-
ria de una pasión única, especial, y, tal vez, iniguala-
ble en la vida de Silvia Molina, los dos quedaron im-
pregnados, una mirada de amor, pasión, deseo, atrac-
ción, puede ser más penetrante que una rayo de sol,
las amigas de Silvia notaron esa pasión momentánea
y al siguiente día fueron todas a visitar a José Carlos
a su departamento, él las recibió con mucha alegría,
cuando se despedían para irse, José Carlos les dijo:
“Sí, nada más que me da mucha pena decirles que
he decidido quedarme con ella, responde, mientras me
toma por la cintura. Yo me aparto bruscamente. –¿Qué te
pasa? –Qué te quedas. –Por favor déjame salir, sé que es
broma. ¿Espeeeren! Ábreme la puerta. –Quédate. –¡Estás
loco! –¿No te quedas? –Claro que no. ¡Voooy ¡ ¡Voooy!
–¡Shh! vas a despertar a los vecinos. –Abre. –Dame un
beso. –Tiene los ojos cerrados, busco un espacio en su ca-
chete barbado, aunque sé que su boca me gusta. Apenas
si lo beso, abre la puerta, salgo como tiro al elevador, voy
a la calle rumbo a la estación y encuentro a mis amigas
a la entrada del metro. –¡Eres una estúpida! te hubieras
quedado. –¡Qué tonta, qué tonta! agrega una de ellas, a
mí no me lo dicen dos veces. –Pero a mí sí. ”
letras, libros y revistas 43
Una vez concluida la primer semana en Londres,
Silvia se fue a vivir a casa de su conservadora tía, la
economía de Silvia no era muy solvente, por lo tanto,
desde el inicio supo que tenía que acatar las reglas
de su tía, porque su mamá no podía desde México
enviarle dinero para renta, comida, transporte, etc.
La relación con su tía siempre fue tensa, desagrada-
ble y más cuando la tía conoció a José Carlos, le pro-
hibió lo viera, por supuesto que Silvia ya ena-
mora, desobedeció a la tía, lo vio y mucho,
pasó en los siguientes meses todo lo que tenía
que pasar, hicieron el amor tantas veces, que
hasta al doctor tuvo que parar por presen-
timiento de un embarazo, el amor estaba a
plenitud y esta historia verdaderamente ape-
nas comenzaba.
La incipiente relación con el poeta era
mucho más allá que una pasión sexual, con-
vivían muchísimo, imagínese a una joven de
23 años en Londres, enamorada y amada por
un poeta de 33 años, visitaron museos, lugares
emblemáticos de Londres, la casa de Dickens,
Silvia estaba impresionada por la cultura de
José Carlos, no podía comprender cómo un
hombre de gran sabiduría se había enamorado
de ella, sin conocer la respuesta del poeta, me
atrevo a afirmar que no se adquiere la cultura
para enamorar o impresionar, mucho menos
la mujer que nos guste o amemos debe ser
súper culta, con que sea única y ame sin
prejuicios es suficiente.
A pesar que la novela es pequeña, falta mucho
por conocer de esta maravillosa y trágica historia
de amor, quiero comentarles que la obra inicia con
la narración de efemérides donde la autora a partir
del 10 de noviembre del 69 al 27 de mayo de 1970,
nos cuenta vivencias personales de su estancia en
Europa y acontecimientos que sucedían en distintas
partes del mundo, bajo la misma estructura de efe-
Carlos Pérez Bucio
44 El Búho
mérides me permitiré concluir el presente artículo,
con la característica que no transcribiré nada, pondré
las efemérides a mi antojo, con mis ideas y en dife-
rentes tiempos y circunstancias.
26 de mayo de 1970, una joven hermosa de 23
años preparaba sus maletas para viajar a Italia y
alcanzar a su gran amor el poeta José Carlos Becerra.
27 de mayo de 1970, muerte en Brindisi, Italia, el
poeta tabasqueño José Carlos Becerra.
Marzo de 1976, la escritora Silvia Molina termina
de escribir la novela: La mañana debe seguir gris.
1977 Silvia Molina es galardonada con el premio
Xavier Villaurrutia.
21 de septiembre de 2016, el escribidor termina la
lectura de la novela: La mañana debe
ser gris, e inmediatamente escribe el
presente artículo.
Finalmente, deseamos que el 10
de octubre de 2016, Silvia Molina
cumpla felizmente sus setenta años
de edad, y que hoy a la distancia de
lo vivido y narrado, recuerde que sin
un amor el alma muere derrotada,
Silvia Molina no tan solo sigue viva,
además, por ese gran amor su pluma
ya ha sido inmortalizada.
Pedro Ángel Palou
En la historia de la literatura mexi-
cana se pueden identificar a destaca-
dos escritores como integrantes de
un grupo de generaciones literarias
históricas, así, tenemos por ejem-
plo: La Generación del Ateneo de
la juventud, Los Contemporáneos,
La Generación de Medio Siglo, La
Generación de la Onda, y en esta oca-
sión conoceremos a un escritor de la
Aída Emart
letras, libros y revistas 45
denominada Generación del Crack, llamado Pedro
Ángel Palou, quien en el presente año está festejando
sus cincuenta años de vida.
Pedro Ángel Palou es un reconocido escritor po-
blano, su amplia obra incluye novelas, cuentos, en-
sayos, trabajos sobre historia de la cultura. Además,
Pedro Ángel se ha desempeñado en diversos car-
gos públicos y académicos, entre los que destacan,
Secretario de Cultura del Estado de Puebla y Rector
de la Universidad de las Américas en Puebla. Por
lo tanto, la mejor manera de festejar a un escritor
es leyendo sus libros y la obra que presentamos es la
extraordinaria novela titulada: Zapata, publicada en
el año 2006 por la Editorial Planeta.
Zapata es una novela histórica y biográfica, es
importante precisar que en este subgénero de la
novela, el principal objetivo no es enseñarnos un
hecho histórico o darnos información documentada,
si bien es verdad que se parte del conocimiento de
la historia formal, no olvidemos que en la novela
se puede recrear, fantasear, imaginar, inventar, para
ser más puntual, en la novela histórica estaremos
ante la mirada del artista, del creador, lo anterior lo
explica de manera muy clara Pedro Ángel Palou cuan-
do manifiesta:
“El verdadero novelista construye verdades otras,
simbólicas, que vienen a arropar el edificio incomple-
to de la imposible Verdad con mayúsculas. Le preo-
cupa el alma humana, además. Las razones atrás de
las acciones. Necesitaba encontrar la temperatura y el
tono de esta novela y aborrecía de antemano el alien-
to épico que me impedía acercarme a un Zapata más
humano.”
Partiendo de lo antes señalado, Pedro Ángel
escribe esta genial novela donde nos presenta a
Emiliano Zapata en dos vertientes, por una parte el
Zapata revolucionario, histórico, al hombre defensor
de los derechos de la tierra y las libertades de los
campesinos, y por otra parte nos presenta al Zapata
humano, al hombre que duda, sufre, reflexiona, acier-
ta, se equivoca, y esta vertiente es lo esencial de la
novela, porque conoceremos a Zapata al desnudo,
sin dejar de señalar que a pesar de los defectos y
errores cometidos por el personaje, eso no afecta
en nada para confirmar que Zapata siempre fue leal
y firme a sus principios revolucionarios de tierra y
libertad.
La novela abarcará diez años de acciones
privadas y públicas del personaje, la obra se divide
en dos capítulos: “Tormenta de herraduras (1909-
1914)” y “La pesada noche del destino (1914-1919)”.
Desde el momento que se empieza la lectura, luego,
luego se percibe que hay que ser primero un gran lec-
tor, para poder aspirar a ser un buen escritor, porque
Pedro Ángel escribe en una síntesis toda una vida
pública de Zapata y diez años intensos de la historia
de México.
El lugar de partida es Anenecuilco, Morelos,
lugar donde nació Zapata en el año 1879. En todo el
recorrido de la novela nos encontraremos con algu-
nas preguntas donde el personaje reflexiona, entra
en crisis existenciales, y lo interesante es que no son
46 El Búho
problemas existenciales de una época sino de todas,
la primera pregunta es: “¿Qué peso puede tener una
palabra, dignidad, cuando la vida se derrumba y nada
existe?” Sobre esta estructura de preguntas y a ritmo
de corridos Pedro Ángel estructuró la novela.
En este magistral libro se leerán muchas histo-
rias y anécdotas sobre la vida de Zapata, con la lec-
tura se derrumbará la imagen que tenemos de algu-
nos personajes históricos y se confirmarán la baje-
za y traición de otros, habrá anécdotas donde nos
preguntaremos si es ficción o realidad, ejemplo de
ello es cuando Zapata siendo muy joven fue encarce-
lado y en ese contexto lo rescató Don Ignacio de la
Llave, quien era un poderoso empresario hacendado,
además, era yerno de Don Porfirio Díaz.
Don Ignacio no sólo liberó al joven Zapata de la
prisión, al instante le ofreció trabajo en su hacienda
en la ciudad de México como su caballerango, Zapata
era un experto para domar caballos cerreros, un día
estando solos en la hacienda, Don Ignacio de alegría
abrazó por la espalda a Zapata y le beso la nuca,
Zapata con fuerza lo volteó, le bajó los pantalones y
lo sodomizó, al momento de penetrarlo lo hacía con
fuerza, odio, sentimientos confundidos, etc. el inci-
dente se repitió una vez más, pero Zapata le pidió
lo dejara regresar a su pueblo, prefería seguir sem-
brando sandías, la ciudad no le gustaba.
Cuando leí esta parte comentada, lo primero que
reflexioné fue que era muy interesante cómo Pedro
Ángel Palou estaba describiendo la vuelta de tuerca
que pretendía Zapata en su lucha revolucionaria, los
hacendados siempre habían explotado y humillado
al pueblo, el Gobierno de aquellos años y de hoy nos
han robado todo, entonces Zapata al sodomizar a
Don Ignacio se vengaba de las dos élites, los hacen-
dados y del Gobierno.
Otra anécdota interesante es cuando se da la
reunión histórica en la ciudad de México siendo
Presidente Francisco I. Madero, en la reunión Madero
le pide a Zapata deje las armas, le manifiesta que ya
es tiempo de paz y hacer Gobierno, le promete que
irá en unos días a Morelos, y agrega: “No se preo-
cupe, general Zapata, cuando las cosas se estabilicen
gestionaremos un rancho como premio a sus afanes a
favor de nuestra causa. A Emiliano le hierve la san-
gre, siente que todo empezó mal con esos hombres
que no lo comprenden. Que no entienden a los del sur.
Atina a responder. No me incorporé a la revolución
para hacerme hacendado señor Madero. El reparto de
las tierras es mi mejor pago.”
Pablo González fue el comisionado por el
Presidente Venustiano Carranza para que asesinara
a Zapata, cuando logró su objetivo declaró que el
zapatismo había muerto y qué equivocado estaba,
esto apenas iniciaba, porque el zapatismo se con-
virtió en una forma más digna de ver la vida, es por
ello que Pedro Ángel Palou escribe: “En un árbol del
Jardín Borda alguien graba el primer anónimo al día
siguiente de la muerte de Zapata: Rebeldes del sur, es
mejor morir de pie que vivir de rodillas”.
miguel_naranjo@hotmail.com
Homenaje a René Avilés Fabila �
Ayer, lunes, este periódico daba la noti-
cia de la muerte del escritor mexicano
René Avilés Fabila (1940-2016). En las
historias de la literatura de su país se le incluye
en la denominada, de manera despectiva, gene-
ración de la Onda, integrada también por José
Agustín y Gustavo Sainz, entre otros, quienes
empezaron a publicar a mediados de los sesen-
ta. De todos ellos, que fueron escritores urba-
nos, podría decirse que quedaron solapados -en
cierta forma- por los maestros anteriores, así
Juan Rulfo y Juan José Arreola, y por los narra-
dores del llamado boom, como Carlos Fuentes
o el tangencial Fernando del Paso.
Con varios de estos se formó nuestro narra-
dor, asistiendo a los míticos talleres del autor de
Confabulario. Y de las enseñanzas allí adquiridas
y de la ayuda de una beca procedente del míti-
co Centro Mexicano de Escritores, dirigido por
Rulfo, Arreola y Francisco Monterde, nació su
primer libro de cuentos, Hacia el fin del mundo
Oswaldo Sagástegui
Homenaje a René Avilés FabilaRené Avilés FAbilA: mAestRo de lA bRevedAd
FeRnAndo vAlls
�� El Búho
(1969). Se inició en la novela con Los juegos
(1967), autoeditado, a la que siguieron creo que
siete más, entre ellas El gran solitario de Palacio
(1971), sobre la matanza de Tlatelolco en 1968,
teniendo que editarse en Buenos Aires, en las
Ediciones de la Flor. Pero su formación aca-
démica la hizo en la UNAM, completándola en
La Sorbona. Mientras que su filiación política,
militó veinte años en el Partido Comunista, le
debe mucho al escritor José Revueltas.
Fue, además, un destacado gestor cultural y
un asiduo colaborador de la prensa mexicana,
en calidad de articulista y editorialista, llegando
a ser director de la sección de cultura del diario
Excélsior, y fundador y responsable de su suple-
mento cultural, denominado El búho (1985-
1999). Pero creo que sobre todo lo recordare-
mos por su narrativa breve y brevísima, por sus
cuentos y microrrelatos. Estos últimos aparecen
recogidos, en especial, en sus libros Fantasías
en carrusel (1978), Cuentos y descuentos (1986)
y Cuentos de hadas amorosas y otros textos
(1998). Pero, asimismo, es el responsable de la
Antología del cuento breve del siglo XX en México
(1970), la primera recopilación de microrrelatos
mexicanos, en una fecha muy temprana en la
historia del género. Por lo demás, su narrati-
va mínina aparece recogida en las antologías
mexicanas, españolas e hispanoamericanas más
prestigiosas, así la de Edmundo Valadés, David
Lagmanovich, Lauro Zavala, Javier Perucho y
Antonio Serrano Cueto.
Cultivó también la fábula, a la manera de
Augusto Monterroso, su autor preferido, en
estas distancias mínimas, y los bestiarios, en
libros como Los animales prodigiosos (1989),
Bestiario de seres prodigiosos (2001), publicado
en Madrid por Eneida, y El bosque de los prodi-
gios (2007), un intento de componer un bestia-
rio prehispánico, sin que falte en su producción
un libro titulado De sirenas a sirenas (2010), un
motivo hoy de moda, dentro siempre de las for-
mas breves. Para Avilés Fabila, cultivador de la
ciencia-ficción y de lo fantástico, el microrrelato
debería ser una muy ajustada y precisa historia
de ficción compuesta mediante la inteligencia
de la agudeza y con un desenlace sorprenden-
te, en la que –añadimos nosotros- a menudo
juega con la intertextualidad, las paradojas y el
humor.
Su muerte a causa de un infarto, cuando
tenía en marcha tantos planes, ha sido una
penosa sorpresa para quienes lo apreciábamos.
Por desgracia, en España, donde era conocido
entre los seguidores del microrrelato, no alcan-
zó nunca el reconocimiento que merecía, aun-
que su novela Réquiem por un suicida la reeditó
Libertarias/Produfhi en 1998. Y, sin embargo, en
el número de este mes de la revista Quimera
lo entrevista la escritora Carmen Peire, quien
lo acompañó por Madrid en su reciente viaje a
España, quedando tan satisfecho que en uno de
los últimos correos que debió de escribir, horas
antes de su muerte, anunciaba sus deseos de
volver pronto a nuestro país, donde la edito-
rial Menoscuarto prepara una antología de sus
microrrelatos.
Homenaje a René Avilés Fabila ���
¡Cuánta pena, cuánto dolor! Estoy triste y acon-
gojada por el deceso de un entrañable ser, un
hombre íntegro que honró con sus actos a la amis-
tad, las letras, el periodismo y la cultura.
Me refiero a René Avilés Fabila, quien nos dejó
de repente y cuya presencia ya se extraña. ¡Y de qué
manera!
Amigo entrañable desde hace muchos,
muchísimos años. Diría que casi de toda la
vida. Siempre dispuesto y solidario, gustoso
acudía cada vez que lo convocaba a alguna
nueva aventura cultural.
Lo recuerdo en esas reuniones fraterna-
les, con amigas y amigos en torno a la mesa.
Invaria-blemente sobresalía su ingenio,
su vasta cultura, su simpatía y su vitalidad
infinita.
Lo conocí –cómo olvidarlo– cuando di-
rigía el suplemento cultural El Búho, en el
diario Excélsior, donde me abrió un gene-
roso espacio para colaborar y enriquecer el
campo de las artes
visuales.
De manera inevitable lo he recordado
–y añorado– desde su sorpresivo y lamen-
table fallecimiento, que ocurrió el 9 de
octubre. Han venido a mi mente aquellos
días en los que él y Rosario Casco, su
infatigable esposa, ameritada promotora cultural,
decidieron fundar la revista El Búho, y realizaron
varias reuniones en mi casa a fin de trazar desde
ahí las estrategias para buscar patrocinios y lanzar
esa publicación para bien de las causas culturales.
Mi compañero Alejandro Ordorica y yo lo cono-
cimos, apreciamos y disfrutamos. Sin embargo, la
Clément
buen viAje RenémARthA ChApA
�V El Búho
Martha Chapa
vida nos acercó a él en tiempos y situaciones dife-
rentes, aunque a fin de cuentas concluimos en este
sendero común, no de las casualidades, sino de las
causalidades, como bien se dice.
Alejandro me cuenta que conoció a René Avilés
a través de Martín Reyes Vayssade, en ese entonces
subsecretario de Cultura de la Secretaría de Edu-
cación Pública, pues ambos venían de las filas de
la izquierda y hasta de militancias espartaquistas.
Posteriormente, René participó en muchos foros y
eventos del Programa Cultural de las Fronteras, que
Alejandro encabezaba allá por los años ochenta.
Recuerdo que hace pocos años se le rindió un
merecido homenaje en la Universidad Autónoma Met-
ropolitana para celebrar su larga y fructífera carre-
ra literaria. Fue un acto solemne presidido por el
entonces rector de la Unidad Xochimilco, y actual-
mente rector general de esa institución, Salvador
Vega y León, quien se refirió al “enorme valor de
este escritor mexicano [...cuya] pluma no se detiene
ante la injusticia; su pensamiento y creación
reflejan lo versátil que puede ser, siempre con
una narrativa espontánea, apoyada en el hu-
mor y la originalidad que mantiene con una
libertad creadora a sus personajes, que siem-
pre nos atrapa como lectores”.
En aquella ocasión, Enrique Fernán-
dez Fassnacht –a la sazón rector general
de la UAM– comentó que las obras de René
traslucen una vitalidad constante, pero tam-
bién revelan “una inquebrantable rebeldía e
inconformidad, una crítica infatigable ante el
desorden establecido, el coraje ante la explo-
tación y la injusticia, el desprecio a la corrup-
ción, el derroche y el despojo, así como con
la profunda herida que como herencia fatal
marca a los pueblos de una lastimada Améri-
ca Latina”.
Pero la nota divertida la aportó María
Luisa la China Mendoza –me acuerdo bien–,
también presente en aquel homenaje, quien
consideró que René era “feliz, alegre y diver-
tido; bueno como el pan de Acámbaro”. Por
cierto, la China confesó que había tenido
Homenaje a René Avilés Fabila V
diferencias con René cuando él iniciaba su carrera
en las letras, pues entonces ella formaba parte de
aquella “mafia” de la literatura que él criticó en su
novela Los juegos. Pero poco a poco resultó cauti-
vada por la inteligencia y sensibilidad de René. “Y
extrañamente empezamos a ser amigos de verdad”.
“En su casa nos presentábamos libros, reíamos
mucho, quizás viajamos más en la imaginación. Él
siempre escribiendo y dándome el ejemplo de lo
que es un escritor de verdad, incansable, empeñado
en ser cada vez mejor, sin ver ni oír los grititos de-
saforados de una mafia peligrosa…”.
Así era René, siempre activo e inquieto, y así fue
hasta el último día. En una comida reciente en casa
de una amiga común, Ana Lilia Cepeda, apenas hace
un par de meses, lo vimos igual de vital, alegre, di-
charachero y elocuente. Bueno, hasta llegamos a
considerar la posible publicación de un libro que
él coordinaría y donde participaríamos, entre otros,
Alejandro y yo. Una obra sobre Pita Amor, ese per-
sonaje tan peculiar, a quién tanto quise.
Murió René y mucho nos duele. Nos quedan,
por supuesto –y por fortuna– sus abundantes libros.
Novelas reveladoras, irreverentes y disfrutables, así
como sus chispeantes relatos. Ahí están Los juegos
(1967), El gran solitario del Palacio (1971), Tantadel
(1975), La canción de Odette (1982), Réquiem por
un suicida (1993) y El amor intangible (2008), si bien
no faltaron menciones a sus libros de relatos como
Hacia el fin del mundo (1969), La lluvia no mata a
las flores (1970), Los oficios perdidos (1983), Los
animales prodigiosos (1989) y El evangelio según
René Avilés Fabila (2009).
No se olvidará tampoco su brillante trayectoria
tanto en el periodismo cultural como en el ámbito
informativo y en la promoción de la cultura, donde
siempre se impuso su lucidez y sentido crítico. Una
carrera rica y fructífera. Por su destacada trayec-
toria en las letras, René fue reconocido hace justo
dos años, en octubre de 2014, con la Medalla Bellas
Artes.
En noviembre habría cumplido 76 años, que son
pocos si consideramos su extensa y fructífera car-
rera. Fue Jefe del Departamento de Política y Cultura
de la UAM-Xochimilco, director general de Difusión
Cultural de la Universidad Nacional, director de la
rama literaria de la Sociedad General de Escritores
de México, coordinador de Extensión Universitaria
de la UAM-Xochimilco. Y, por supuesto, editor del
suplemento cultural El Búho del periódico Excélsior
y de la revista El Búho.
Ahí están y perdurarán sus aportaciones a la lite-
ratura y al periodismo. Para mí quedará grabada en
la mente y el alma esa entrevista inolvidable que tu-
vimos el privilegio de hacerle en nuestro programa
televisivo El sabor del saber, que se suma al acervo
de personajes destacados de nuestro presente.
Estoy muy triste pero a la vez celebro la vida y la
obra de este notable escritor, periodista y promotor
de la cultura. Envío un abrazo sincero y fraternal a
mi querida Rosario, con la certeza de que René, con
su agudeza y talento, permanecerá con nosotros.
http://www.marthachapa.mxSala-Museo Martha Chapa:http://www.dgb.uanl.mx/bibliotecas/burrf/salamuseomarthachapa/Facebook: Martha Chapa BenavidesTwitter: @martha_chapa
V� El Búho Mauricio Cervantes
En octubre, el domingo 9 (alguien propu-
so que el domingo es un buen día para
morir) falleció, como cabría esperar, de
lo que antes se llamaba más sencilla y coloquial-
mente, “un ataque” y hoy se ha cientifizado como
infarto al corazón. Su deceso fue verdaderamente
cordial.
Murió, poco antes de cumplir 76 años, lo que
habría ocurrido el próximo 15 de noviembre. Tal vez
fue un rasgo de coquetería, para no llegar a la edad
en que murió el poeta Juan Rejano, a quien recono-
cía como uno de sus guías intelectuales. La coque-
tería se le daba natural, pues como el Maracumbé
(el rey de todos los sones) del mariachi Vargas, pre-
tendía ser “querido de las mujeres/ apreciado de los
hombres”.
A su edad, coetáneo de quien firma estas líneas,
no tenía más que una marca del zorro (o del zorri-
llo, por lo pequeña) alrededor de las sienes, lo que
lo hacía un berrendo escritor singular, pues los de la
generación ya éramos cabecitas blancas, teníamos
cabellos extintos (ya sin tintura: claros, canos) y él
se presentaba con una cabellera orgullosamente
bruna. Al “misterio” respondía sin timidez alguna
y con ligera muestra de audacia y desparpajo, que
todo se lo debía “al milagro Clairol”.
Tenía sentido del humor,
pero también –y hay “víctimas
propicias” que podrían dar fe
de ello– “sentido del amor”.
Y como esta pulsión –según
los terminajos freudianos–
proviene del corazón, con-
forme a la conseja popular,
no se podía esperar que otra
víscera le fallara, dado el uso
y el abuso gozoso, que tenía
a orgullo, aunque no lo pre-
sumiera con los extraños.
Con sus amigos cercanos
y cómplices, podía mostrarse
lA CoRdiAl mueRte de René Avilés FAbilAhéCtoR AnAyA
Homenaje a René Avilés Fabila V��
ufano de sus haberes, pero también humilde con sus
pérdidas. Si sus artes seductoras habían fracasado
con alguien, podía confesarlo y hasta mostrar “en-
vidia de la buena” por no haber logrado, por ejem-
plo, lo que otro había conseguido: el amor de la
poeta de los sombreritos.
Si Lope de Vega llegó a señalar que las motiva-
ciones de su vida habían sido las letras, las armas
y las mujeres –aunque no necesariamente en ese
orden–, René podría haber compartido ese credo
vital, porque si fue raudo en amores, también fue
pródigo en letras y aunque no llegó a usar las ar-
mas, sí se sirvió de los puños cuando alguna pen-
dencia iba más allá de su tolerancia o de la capaci-
dad dialéctica de discutir.
En la amplia autobiografía que permeó su obra
¿de ficción?, abundan las infidencias de amores rea-
les disfrazados de inventados, y en las propiamente
memorísticas como Recordanzas, que en realidad
mitifican al escritor, René dio cuenta de sus bravu-
conerías (estuvo a punto de golpear a Carlos Fuen-
tes, como también le quedó ese pendiente a José
Luis Cuevas), de sus peleas escolares, estudiantiles,
callejeras, y también de sus rencillas culturales y
distanciamientos de protagonistas de la cultura,
como Carlos Monsiváis, Octavio Paz y otros.
El mórbido lector o el simple curioso que quiera
satisfacer esa ansia de conocimiento, puede buscar
en sus libros: Tantadel, El gran solitario de Palacio,
La canción de Odette, Cuentos y descuentos, Los
oficios perdidos, Réquiem para un suicida, Los ani-
males prodigiosos e incluso El amor intangible y en
todos podrá encontrar una parte del rompecabezas,
que en realidad debe ser la clave de la obra reunida
Todo el amor. La otra parte la hallará en obras abier-
tamente declaradas autobiográficas como Recor-
danzas y Memorias de un comunista.
Alguna vez, en una de sus disputas culturales,
en ese caso con el poeta Marco Antonio Campos,
metió el autor de estas líneas “su cuarto a espadas”,
un texto contra El Pollo y a favor de René y ante el
agradecimiento público de este escritor, hubo que
responderle que “uno es uno y sus amigos” y fi-
nalmente coincidir en otra convicción: también el
tamaño de los enemigos dan la dimensión de uno.
De buen nivel fue Octavio Paz, quien aprovechó
el apellido de René, para atacarlo con el tipo de
ocurrencias que el Premio Nobel censuró en Mon-
siváis: René Hábil Es y René Ah Vil Es.
Y en buena medida por esa pugna con quien
se erigió como el Caudillo de las Letras Mexicanas,
cuando el poeta y ensayista demandó del director
de Excélsior que nos corriera a René (“un troskista
emboscado”) y a este redactor (“un comunista que
atenta contra lo mejor del país: él y Enrique Krauze”),
por una broma que el autor de estas líneas le hizo
a Paz y sus seguidores, René tendió su mano fran-
ca. En La Culta Polaca, una sección del suplemento
cultural, que abordaba con humor “las ineptitudes
de la inepta cultura”, definidas por López Velarde,
escribió el que firma estas líneas que hacían bien
los amigos de Paz en insistir en proponerlo como
candidato al Premio Nobel, pero que a lo mejor se
habían equivocado de rama, ya que si no le daban
el de Literatura podrían otorgarle el de Física, pues
con las revistas que dirigió, Plural y Vuelta, había
V��� El Búho Carlos Pérez Bucio
demostrado que “el espíritu es más pesado que la
materia”.
Ante la actitud intolerante y de escaso humor
de quien se autoproclamaba como ardiente defen-
sor de la libertad de expresión, René se manifestó
solidario y le consultó a este redactor si era conve-
niente renunciar, pero aceptó otra estrategia pro-
puesta: seguir en el diario y aplicarle a Paz el peor
tratamiento que él mismo postuló en su Laberinto
de la soledad: el ninguneo.
Pero la decidida participación del amigo
y cómplice de andanzas literarias y vitales,
fue manifiesta. Y por ello es un rasgo de su
personalidad que cabe resaltar: correr riesgos
con sus cuates y solidarizarse en las buenas y
las malas.
Cuando coincidimos, él en la UNAM y yo
en la UAM, en tareas de Difusión de la Cultura
nos brindamos mutua ayuda y colaboración
para cubrir lo mejor posible el propósito de
divulgación o extensión universitaria, que nos
animaba a ambos. Y en cuanto encontramos
trabas a nuestra tarea, la vocación libertaria
de ambos nos llevó a renunciar a los respec-
tivos puestos amenazados. Luego nos volvi-
mos a unir en un programa cultural de tele-
visión que este redactor coordinaba y al cual
lo invitó y él en correspondencia me abrió las
páginas del suplemento cultural de Excélsior
que dirigió varios años. A veces yo era su jefe
y en otras él era el mío.
La cultura nos unió en muchas ocasiones,
pero también la ideología, la pasión por la
producción literaria, la vida combativa y liber-
taria, el interés por la docencia y el goce de
los amoríos de cada quién, convertidos a fin
de cuentas en pálpitos del corazón. De ahí la
cordialidad de su vida y de su muerte.
Homenaje a René Avilés Fabila �X
(Discurso pronunciado en un homenaje de la
UAM-X al querido René. Se publicaría en un li-
bro junto con otros textos de quienes participamos
en aquella ocasión. Como siempre, “René, topa-
mos con la burocracia” habría dicho don Quijote,
en lugar de la iglesia. Un funcionario que se dice
investigador consideró que el material reunido “no
calificaba” para libro del comité que presidía. Hay
personas inmunes al generoso amor de las pá-
ginas del gran escritor fallecido el 9 de octubre
de 2016. Dejo el artículo en presente, porque
para nosotros René Avilés Fabila sigue presente
en nuestras vidas)
Quise escribir, en honor al amigo, una in-
maculada hagiografía que lo inmortalizara.
Infructuoso esfuerzo, el modelo de marras es
incorregible y su iconografía no cuadra con los
cánones convencionales; los santos no son-
ríen, sufren; y hallar una foto suya con rostro
beatífico para ilustrarla resulta una empresa
destinada al fracaso. René Avilés Fabila goza
de envidiable vitalidad, a diario asesta insolen-
tes cachetadas a la solemnidad y se resiste a
que lo embalsamen con la categoría de momia
sagrada, a la que ya aspiran incluso antiguos y
conspicuos militantes de la izquierda. Además,
en abierto sacrilegio, su espíritu dionisíaco ha
declarado que como miembro de la sociedad
protectora de animales levanta su dedo flamígero
en contra de san Jorge por andar matando dra-
gones. Me conformo entonces con algunas pincela-
das hechas de palabra que reflejen los perfiles rele-
vantes de este escritor y catedrático mexicano.
En una época de intelectuales light y de chicas
de plástico, René Avilés Fabila es una rara avis aca-
démica que desborda una implacable energía crea-
lA CiudAd y el geneRoso AmoR de René Aviléshugo enRique sáez A.
Luis de la Torre
X El Búho
Ricardo Martínez
dora, en contraste con la creciente asepsia carac-
terística de las instituciones de educación superior,
y de las instituciones en general. Con el temible es-
calpelo de la ironía y el humor, nos incita a no per-
manecer callados, a que nos atrevamos a inventar
un proyecto de vida propio, aun con las contradic-
ciones y titubeos que nos salgan al paso. Si se pre-
tende indagar su biografía, se hallarán fragmentos
dispersos en innumerables artículos que analizan
su obra; tanto en libros y revistas, como en wikipe-
dia y en un número de Newsweek (febrero de 2012)
que le dedicó la portada.
¿Qué hay detrás de este juego de máscaras (de
lenguaje, diría Wittgenstein) en que nos sumerge
su proteica figura: novelista que prefiere identi-
ficarse como escritor de cuentos; licenciado en
relaciones internacionales (profesión no ejercida);
becario en la Sorbona, París (en busca edípica del
padre perdido, interpreto yo); periodista informado
y crítico; funcionario universitario despojado de ré-
moras burocráticas; autor y catedrático premiado
con altas preseas; analista político en Siempre! y
otras publicaciones señeras; fundador de la revista
El Búho, que surgió como suplemento en el diario
Excelsior y que ya lleva 14 años de vida indepen-
diente; maestro sembrador de numerosos talleres
literarios; experto bebedor y sommelier; apasiona-
do investigador, al rescate, del pasado mexicano y
Homenaje a René Avilés Fabila X�
representante distinguido de la literatura enfocada
a capturar la dinámica de esa megaurbe (el DF)
que se engendró a partir de la embrionaria aldea
de principios del siglo XX? La enumeración emula
la visión de Borges en el Aleph, con la misma restric-
ción del nunca Nobel: “Lo que vieron mis ojos fue
simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el
lenguaje lo es”. Quizá una de las múltiples respues-
tas a esta danza de máscaras heterogéneas nos la
proporcione la lógica de Lewis Carrol por medio de
Alicia cuando confiesa “No me gustan los espárra-
gos, porque si me gustaran tendría que comerlos,
¡y no los puedo soportar!” Soy y no soy, estoy aquí
pero también estoy más allá. ¿Reflejo de la sabi-
duría popular mexicana encarnada en el “lo más
seguro es que quién sabe”? La amorosa Rosario, su
esposa, es el único puerto seguro de este siempre
inquieto trashumante.
Pululan en su obra los genes de grandes hitos
literarios: Jorge Luis Borges, José Revueltas, Franz
Kafka (que si hubiera nacido en México habría sido
un autor costumbrista, según algunas lenguas ma-
lignas), Juan José Arreola, Juan Rulfo, Julio Torri.
No obstante, su inspiración ancla en la experiencia
cotidiana: “Un cuento te lo puede sugerir cualquier
cosa: una película, una conversación, un cuadro,
una novela que leíste. Pero esta idea tengo que tra-
bajarla, reflexionarla durante días, luego escribirla,
rescribirla e incluso dejarla reposar para volver a
ella, en fin, de manera que esas seis o siete líneas
llevan un trabajo mucho mayor del que a primera
vista alguien pudiera imaginar.” (Entrevista realiza-
da por Mempo Giardinelli, quien quedó impactado
cuando le comuniqué la repentina muerte de René).
Si algo le molesta a René es que los artistas y los
intelectuales vivan alejados del entorno social que
los rodea, pero muy cerca de la ubre del Estado.
Los casos abundan, aunque en la plática con Sergio
Sarmiento éste evocó a Fernando Benítez, crítico
del gobierno y del partido hegemónico, que termi-
nó habitando una casa regalada por Carlos Hank
González (“un político pobre es un pobre político”),
personaje que a los pocos días de morir fue objeto
de elogiosas páginas escritas por el brillante histo-
riador. Lo que quizá no se recuerda es que el mismo
político conservador, siendo alcalde de Toluca, les
prestó a Fidel Castro y a Ernesto Che Guevara un
campo de tiro para que entrenaran antes de em-
barcarse en el Granma con destino a la guerrilla en
Cuba.
En medio de la presentación de uno de sus li-
bros, ingenio de por medio, René empezó a contar
que había ordenado hacer una placa de bronce con
la inscripción “Aquí nació René Avilés Fabila el 15
de noviembre de 1940”. Después, dijo, se había di-
rigido al que fuera su solar natal y sin dificultades
la había colgado en la pared del frente. Orgulloso
de su hazaña, en unas semanas se habría dado
una vuelta para admirar ese merecido homenaje.
La placa había sido arrancada. “Ahora, cada tanto,
llevo una placa de madera mucho más barata para
sustituir a la que siempre quitan”. Ése fue su lapi-
dario colofón.
Inventar citas inexistentes de autores es una
práctica en sus libros, idea que, como él confiesa,
se la robó a Borges. Entonces, ¿por qué no aplicarla
a la vida misma, haciendo de una anécdota verbal
un hecho real? Uno de sus personajes se regodea
X�� El Búho
por tener una amante muy cómoda, ya que llegaba
caminando a su casa. “A mi edad, no admito aman-
tes que vivan al norte de Taxqueña”. Oliverio Gi-
rondo no soportaba a las mujeres que no supieran
volar, mientras que en aquel relato se sentencia a
las que equivocaron el lugar de su domicilio.
Compartir el tiempo con él es muy divertido.
No puedes pasar una hora sin que su humor no
ilumine el mínimo detalle en tu derredor. Pero esa
diversión no es superficial, horada las banalidades
y descubre que todo en este mundo es algo produ-
cido, que no hay esencias inmutables. En ese esce-
nario se trastoca lo trágico en farsa y se trasgrede el
principio de identidad. Al igual que Steinbeck, en su
prosa hay pausas de un humor que acerca la litera-
tura a los estilos de la gente común, al tiempo que
escandaliza a las buenas conciencias infestadas
de solemnidad. “John Wayne cruza la calle at high
noon. Se desplaza con insolencia propia de quien
ha matado cientos de indios y de comunistas. Abre
y cierra sus manos con vigor, justo a la altura de la
funda. Toma impulso y de un patadón irrumpe vio-
lentamente en el saloon. Mira a todos. Saca el arma
y orina con profusión sobre la barra salpicando a
uno que otro parroquiano que no atina a quitarse
a tiempo.”1
Un director de división académica, de cuyo
nombre sí me acuerdo pero mejor no revelo, llegó
a tal nivel de desesperación frente al indomable
provocador de ideas (oficio al que nunca ha renun-
ciado) que en una reunión de consejo académico le
advirtió que a la siguiente ocasión vendría a la uni-
versidad con pistola en mano para matarlo. Al salir
de esa ardiente polémica coincidimos en el pasillo
y en lugar de toparme con alguien lívido de temor
por la amenaza verbal recibida, su ironía rebajó
el incidente a la insignificancia que merecía: “Por
las dudas, a la próxima sesión vendré vestido con
chaleco antibalas”.
La edición de sus obras completas por la edito-
rial Nueva Imagen nos devolvió en 2001 un texto
imprescindible, entonces agotado, El gran soli-
tario de Palacio, novela emblemática que conserva
actualidad después de cuatro décadas. De hecho,
el tema del “hombre fuerte”, del déspota que abusa
del poder a su antojo, se manifiesta en numerosos
novelistas, desde Tirano Banderas de Valle Inclán,
pasando por Yo, el supremo de Roa Bastos y El señor
presidente de Asturias, hasta El otoño del patriar-
ca de García Márquez. Por supuesto, la lista no es
exhaustiva ni pretende serlo. Ahora bien, en ese ex-
tenso panorama de novelistas que han mostrado
las nauseabundas entrañas del poder con claras
referencias a la realidad latinoamericana, ¿qué
características específicas definen la narración de
René Avilés Fabila?
Primero, el contexto en que se produce. A co-
mienzos de la década de 1970, su osadía lo lleva a
escribir y publicar su “gran solitario”. Eran tiem-
pos difíciles para el pensamiento crítico y creador.
La muerte vigilaba de cerca los pasos del juicio
atrevido. La “dictadura perfecta” enfocaba sus ar-
mas letales en contra de los símbolos que enton-
ces la inquietaban. Segundo, cabe destacar su claro
vínculo con una historia vivida. Una historia vivi-
da, ésa es la impresión que dejan las páginas de la
novela. Los otros autores citados operan mediante
una metáfora sobre autócratas que ordenan cerrar
Homenaje a René Avilés Fabila X���Clément
las cortinas de las ventanas a mediodía para que
la gente sienta que es de noche. Por su parte, Roa
Bastos se inspiró en un tirano del siglo XIX, aunque
eso le ganó las antipatías del sátrapa Stroessner en
el siglo XX. La plaza de las Tres Culturas y el Campo
Militar número uno son escenarios privilegiados de
la prosa de este relato. Las torturas y los crímenes
de estudiantes están retratados desde muy cerca
de los acontecimientos en un estilo que
se asemeja a la crónica periodística, en-
mudecida en esos años por la censura del
régimen. Los policías políticos y los per-
sonajes de todas layas que componen esa
tétrica corte son descritos con minuciosi-
dad hasta en los hábitos etílicos. Tercero,
el poder subversivo del humor. A ese ré-
gimen abyecto corresponde una estética
igualmente abyecta, como precisamente
la define el autor. El discurso de emotivi-
dad vergonzante corroe el cuerpo social,
de modo que los actos privados suelen ser
un remedo lamentable de las vacías cere-
monias públicas, y viceversa.
Los loros son como los oradores que
tanto irritaron a Julio Torri: nada más
repiten lo que mal aprenden. Orado-
res y loros pertenecen a una especie
abyecta, aunque necesaria para man-
tener en equilibrio la división entre
inteligentes y tontos. En los actos ofi-
ciales y también particulares (bodas,
quince años, graduaciones), nunca
falta el orador que atosiga con luga-
res comunes, frases grandilocuentes,
ademanes ridículos, voz estentórea, retórica
obvia, demagogia, cuya función primordial es
estupidizar a la familia que posee un loro.2
En la referida novela esa estética ramplona
del discurso político se materializa en el maestro
de música Heladio Pérez, que dirigía la marcha de
su propia inspiración “Nopales y tunas por siem-
X�V El Búho
Teódulo Rómulo
pre”. En el simbolismo retórico de lo “nativo” el
autor del “gran solitario” identifica los estragos de
una ética que se apoya en una nación inventada
para justificar la atroz matanza. El orangután real
que ordenó perpetrar el crimen se hizo responsable
de los hechos (minimizados y tergiversados, por
supuesto) aduciendo que había salvado al país de
una conjura internacional, comunista, soviética,
cubana. Fiel loro del senador McCarthy. La hipo-
cresía de este tipo de moral se revela también en el
hecho de vestir con mantón de tela a la broncínea
Diana desnuda mientras que en privado se festina
la práctica de la infidelidad del “segundo frente”.
La ironía es el mejor ácido para disolver la
solemnidad del régimen y en el texto se ejerce con
maestría inimitable. Los personajes que sostienen
el sistema son marionetas fofas; quienes dirigen el
aparato de Estado se asimilan a crueles orangu-
Homenaje a René Avilés Fabila XV
tanes; un mínimo triunfo deportivo en los juegos
olímpicos se convierte en un hecho histórico que
se celebra con días feriados. El discurso de ese Par-
naso en miniatura es satirizado por el autor reme-
dando los estereotipados tics de la presidencia:
“el movimiento estudiantil pasó a la historia como
una página negra”; “se rechazará a los emisarios
del pasado”; “honradez acrisolada para luchar por
el progreso y el bienestar del país”. Los chistes so-
bre la figura del presidente que circulan por do-
quier, auténtico sacrificio público del déspota, fun-
gen como un recurso protector de la gente común
frente a la impunidad del poder.
Al adolescente que abandonó la fe católica y
de adulto la fe comunista, hoy le sigue interesan-
do tanto el mundo mitológico greco-latino como
la Biblia, con cierta irreverencia que le hace desig-
nar al Paraíso como un exclusivo club nudista, pero
le parece exagerado e improbable cumplir con los
mandamientos: “…hay cosas en los mandamientos
que son imposibles de llevar a cabo, por ejemplo, ni
más ni menos que no desear la mujer del prójimo,
porque estoy convencido de que uno pasa su vida
deseando la mujer de su prójimo, aunque nunca lo
diga en voz alta, máxime si es guapa, claro que si
está horrenda ¡uno respeta la mujer del prójimo!,
porque los prójimos y las prójimas suelen ser muy
deseables.”
En sus escritos, la presencia de la tentación fe-
menina es muy explícita, a punto tal que parafra-
seando a Cortázar, el título de varios volúmenes de
su obra podría sintetizarse en “Todas las mujeres,
la mujer”. Subtítulo: historias de amor y desamor,
de la mujer que llega, que funde su cuerpo con el
otro y que luego se aleja, que oscila entre la libe-
ración y los convencionalismos, como dos polos
que determinan sus acciones, al tiempo que encar-
nan figuras fantasmales acompañantes de nuestros
sueños diurnos. “Sin amor, sin sexo, la vida no es
vida, es un simulacro, es entonces el momento de
apoyar el frío cañón de un revólver en la sien o in-
gerir suficientes somníferos para que la muerte sea
tranquila y sin violencia, en un mullido sofá.”3
Se mueve en dirección a exponer en sus cuen-
tos personas de carne y hueso, lejos de la seduc-
ción idealizante del incienso. En esas historias re-
salta el erotismo que se desprende de la narración.
El rito esencial del erotismo es el sacrificio. En el
erotismo se disuelven los seres discontinuos y se
pierde la conciencia del yo, al tiempo que se accede
al infinito océano del ser.4 Ser “un animal enfermo
de muerte” (Hegel dixit) significa, precisamente,
el horizonte de discontinuidad/continuidad en que
transcurre la existencia. El militar se viste para
matar, el hombre desnuda a la mujer para matar en
ella a la ciudadana “respetable”. Nada refleja me-
jor la identidad que la vestimenta; en su estilo se
expresa nuestro deseo de subversión o de conform-
ismo. Recordemos que el papá de Gregorio Samsa5
utilizaba el uniforme de velador sometido incluso
en su casa. Según Bataille, de la muerte nadie tiene
experiencia; en todo caso, se anticipa como límite
infranqueable en la conciencia del Dasein, cuya
función consiste en fijar los límites de este ser in-
completo que cada quien es. No obstante, se anti-
cipa la muerte en ese amor que al protagonista de El
reino vencido bendijo en Buenos Aires. Tras varios
meses de correspondencia, ella le escribe diciendo
XV� El Búho
que ya no recuerda su rostro. ¡Pavoroso! Un golpe
artero en una riña callejera no habría abierto una
herida tan punzante.
El ser discontinuo humano piensa y siente en
estos relatos, transidos de una inocultable nostalgia
por la continuidad perdida con un pasado que no
regresa y con la pareja que nunca es enteramente
real ni permanente. El erotismo es un fenómeno
esencialmente interior para romper la soledad y el
aislamiento que afecta a esos seres extraños de sus
cuentos y novelas. El deseo busca en el exterior su
satisfacción mediante el goce. No existe un objeto
emblemático y único al que se dirija el deseo, en-
tendiendo el deseo como deseo del deseo del otro
(Lacan). Depende de códigos personales y elegimos
nuestro objeto por un aspecto imperceptible para
los demás, imagen que en Avilés Fabila se repite
con las piernas de la mujer. Cada cuerpo está en
lucha con el miedo por una eventual herida o por
la extinción de esa hermética mónada que habita.
No hay paz en ese equilibrio inestable de las
fuerzas fisiológicas que lo enferman y que lo
sanan. Se está en lucha con la vida y por evi-
tar la muerte. Ser y no ser forman la contra-
dicción básica en la conciencia. El campo del
erotismo es el campo de la violencia, y lo más
violento es la muerte porque arranca al ser
de la discontinuidad y lo sume en la continui-
dad de la nada. Es la idea más violenta que
nos acecha. El erotismo de los cuerpos es una
violación del ser de quienes participan en él,
mas en esa fusión de los amantes se muere
sin dejar de vivir.
Un canto destinado a exaltar la vida,
a celebrar con alegría epicúrea los place-
res de este mundo. A ese rumbo se orien-
ta la inmensa obra que contienen las pa-
labras escritas por René Avilés Fabila.
1 René Avilés Fabila (1982), La canción de Odette, México, 1982, pág. 76.2 René Avilés Fabila (2001), El gran solitario de Palacio, México, Nueva Imagen, pág. 149.3 René Avilés Fabila (2005), El reino vencido, México, Nueva Imagen-Universidad Autónoma Metropolitana, Obras Completas, pág. 355.4 Georges Bataille (1979), El erotismo, Barcelona, Tusquets Editores.5 Véase de Franz Kafka, La metamorfosis.
Vicente Vertiz Pani
Homenaje a René Avilés Fabila XV��
Abro los ojos y todo está en si-
lencio, no escucho el vocerío
de los vende-dores ni el bulli-
cio del tráfico. Es domingo y todo indica
que podré leer los periódicos y bosquejar
algunas notas. Cosa rara ya que siempre
hay que hacer un esfuerzo para concen-
trarse y pensar.
Comienzo mi búsqueda y sorpresiva-
mente atrae mi mirada una nota sobre
René. Entiendo lo que dice, pero no lo
admito. Mis ojos regresan una y otra vez
a cada letra, cada frase, cada signo.
Una llamada me saca del espasmo.
Un amigo solidario manifiesta su afecto
por la pérdida. Entonces, es cierto.
Me inunda el llanto, mil imágenes
con René vienen a mi mente, me aferro a
su imagen viva.
Después vino todo, despedirse, com-
partir un abrazo y regresar a casa con la
sensación de estar completamente sola
en el mundo.
Será cosa de aceptarlo, de aprender a
vivir con eso.
pARA René Avilés FAbilARosA mARthA jAsso
Carlos Pérez Bucio
XV��� El Búho
Aún me asfixia el olor dulce de las flores y
la sensación de pérdida.
Debo dormir y a pesar de un extraño malestar
caigo en un sueño profundo.
Despierto en él. Ahí está René, sonriendo, ro-
deado de sus amigos como siempre; un sagaz y
aguzado comentario nos hace reír a todos, es el
centro de atención, nuestras miradas sobre él, el
alma de la reunión.
En su discurso, aparentemente disperso y ca-
sual, surge manifiesta su inteligencia; el análisis
político, la profundidad literaria, su experiencia
militante, junto con algún humorístico y candente
comentario que nos alude.
Están también sus alumnos, extasiados, como
cuando están en clase.
La escena es vívida, tan real, como cuando es-
tar con él formaba parte de la cotidianidad.
Quisiera no despertar, pero sí, mejor sí, para
cada noche compartir con él, platicarle del libro, de
la novela comenzada que no avanza, de la dificultad
de los proyectos y confabularnos en alguna ácida
crítica a los personajes nacionalmente reconocidos
que a ninguno de los dos nos convencía.
Sí, hay que despertar e imprimir en nuestra vida
la energía y entusiasmo de René por lo que hacía,
aprender de él, y por las noches soñar y acompa-
ñarlo, o más bien que nos acompañe en el tramo
que nos quede, así hacemos doble trampa: en el día
nos impulsa su legado y en la noche lo disfrutamos.
Una forma mañosa de enfrentar su
ausencia. .
René
Avilés
Fabila
letras, libros y revistas 47
Una tensión demasiado parecida al miedo
“Dicen que en los detalles está el demonio. Un libro tan largo como éste
tiene muchísimos demonios, y hay que estar alerta para no caer en sus
garras. Por suerte, yo conozco a muchísimos ángeles”, dice George R. R. Martin
al inicio de la saga Juego de tronos, serie de novelas de fantasía medieval que
al ser adaptadas a la televisión han obtenido un éxito sin precedentes. Hace
unos días la serie obtuvo 12 premios Grammy. Aquí la primera página de esa
historia cautivadora.
—Deberíamos volver ya —
instó Gared mientras los bosques
se tornaban más y más oscuros a
su alrededor—. Los salvajes están
muertos.
—¿Te dan miedo los muertos?
—preguntó Ser Waymar Royce,
insinuando apenas una sonrisa.
—Los muertos están muertos —
contestó Gared. No había mordido
el anzuelo. Era un anciano de más
de cincuenta años, y había visto
ir y venir a muchos jóvenes
señores—. No tenemos nada que
tratar con ellos.
Patricia zaMa
Adolfo Mexiac
48 El Búho
—¿Y de veras están muertos? —preguntó Royce
delicadamente—. ¿Qué prueba tenemos?
—Will los vio —respondió Gared—. Si él dice
que están muertos, no necesito más pruebas.
—Mi madre me dijo que los muertos no cantan
canciones —intervino Will. Sabía que lo iban a meter
en la disputa tarde o temprano. Le habría gustado
que fuera más tarde que temprano.
—Mi ama de cría me dijo lo mismo, Will
—replicó Royce—. Nunca creas nada de lo que te
diga una mujer cuando estás junto a su teta. Hasta
de los muertos se pueden aprender cosas. —Su voz
resonó demasiado alta en el anochecer
del bosque.
—Tenemos un largo camino por
delante —señaló Gared—. Ocho días,
hasta puede que nueve. Y se está haciendo
de noche.
—Como todos los días alrededor
de esta hora —dijo Ser Waymar Royce
después de echar una mirada indiferente
al cielo—. ¿La oscuridad te atemoriza,
Gared?
Will percibió la tensión en torno a la
boca de Gared y la ira apenas contenida
en los ojos, bajo la gruesa capucha negra
de la capa. Gared llevaba cuarenta años
en la Guardia de la Noche, buena parte de
su infancia y toda su vida de adulto, y no
estaba acostumbrado a que se burlaran
de él. Pero eso no era todo. Will presentía
algo más en el anciano aparte del orgullo
herido. Casi se palpaba en él una tensión
demasiado parecida al miedo. Will
compartía aquella intranquilidad. Llevaba
cuatro años en el Muro. La primera
vez que lo habían enviado al otro lado,
recordó todas las viejas historias y se le
revolvieron las tripas. Después se había
reído de aquello. Ahora era ya veterano
Gelsen Gas
letras, libros y revistas 49
de cien expediciones, y la interminable extensión
de selva oscura que los sureños llamaban el bosque
Encantado no le resultaba aterradora.
Concurso Internacional de Novela Breve
Marco Aurelio Carballo
Ornan Gómez es el ganador del Primer Concurso
Internacional de Novela Breve “Marco Aurelio
Carballo”, con la obra Anoche mataron a mi nagual.
El premio, convocado en Tapachula, Chiapas, fue
entregado el pasado 20 de septiembre en el parque
central Miguel Hidalgo de esa ciudad. La novela,
ubicada en la comunidad Suluphuits, municipio de
Chilón, tiene 60 páginas, está escrita en primera
persona y muestra el contraste cultural entre
tzetzales y mestizos.
Los días y los años
El dos de octubre de 1968 Luis González de Alba
(Charca, San Luis Potosí) fue detenido en Tlatelolco
y pasó dos años preso en Lecumberri. El testimonio
del que fuera líder del movimiento estudiantil quedó
plasmado en uno de los libros icónicos de esa
infamia, Los días y los años (Era, 1971). El pasado
dos de octubre, el escritor y periodista se suicidó a
los 72 años de edad, con una pistola calibre 22 en su
casa de Guadalajara, en “el último acto de su salvaje
libertad”, como lo calificó Héctor Aguilar Camín.
Unos días antes de morir envió a la editorial Cal y
Arena una versión “corregida con tinta sangre” de
su novela para una nueva edición. Aquí la primera
página de Los días y los años:
“Hemos vuelto a entrar en la crujía. Alrededor
del patio oscuro todas las celdas están abiertas de
par en par. Es un extraño espectáculo; siempre hay
puertas abiertas pero nunca antes de ahora había
estado en medio del patio mirando todas las celdas
abiertas a la vez, y todas sumidas en la oscuridad;
son agujeros, pasadizos secretos que llevan a otras
cárceles. En el piso superior también están abiertas
todas las celdas: dos pisos de puertas que a veces
el viento empuja y de celdas oscuras que rodean
completamente un patio cubierto de basura, papeles,
vidrios rotos, cáscaras de limón, azúcar, libros sin
pastas, cintas de máquina desenrolladas en el suelo,
manchas de sangre. Entré en una celda, vacía como
todas, y me senté en la litera de cemento, ahora
sin colchoneta ni mantas. Bajo la litera se escucha
un rumor de papeles que se arrastran y levanto las
piernas por temor a las ratas.
”No quiero entrar a mi celda, ¿para qué? Además,
da lo mismo: ahora todas son iguales. No quedó ni
una mesa, un libro o una cobija. Es enero y hace
frío. Sólo se ven papeles arrugados y vidrios rotos.
“En la pared de enfrente hay una mancha de
sangre. Es una mancha grande que escurre hasta
el suelo. La rata sigue corriendo bajo la litera. No
debe ser muy grande, tal vez sólo un ratón. Bajo
las piernas de nuevo. El piso está pegajoso, pero
muevo los zapatos para oír cómo se despegan.
¿Por qué habrán cortado la luz? Es una pregunta
absurda en este momento, igual se podrían hacer
otras mil: ¿por qué romper lo que no se llevaron?,
¿por qué tirar el agua? ¡Ah! Hasta ahora siento
la sed, creo que en toda la noche no he tomado
un trago. Tengo un poco de náusea. En la llave no
50 El Búho
hay agua. Al regresar a la litera pisé un foco roto…
Maldita rata. Junto a mi zapato hay una envoltura de
caramelo. Hoy tenemos veintidós días sin comer y
sólo algunos tienen permiso para chupar caramelos
en lugar de ponerle azúcar al agua de limón, pues
esto les produce náusea…”
La canción de Odette
Transcribo las primeras líneas de la novela La canción
de Odette (Premia, 1982), de René Avilés Fabila (15
de noviembre de 1940-9 de octubre de 2016):
“La noticia llegó telefónicamente: Manuel
Fabregar me dijo que Odette había muerto y
preguntaba si iría al sepelio… No, no iré al sepelio.
Detesto las ceremonias fúnebres. Prefiero lamentar
en silencio y en mi casa su desaparición… Cuando
el proceso de envejecimiento se aceleró por todo
lo que bebía y fumaba, porque apenas dormía
corriendo juergas fenomenales, porque tomaba
tranquilizantes, Odette comenzó a vivir de noche.
Inútil llegar a su casa y tratar de verla durante
las horas de luz: no estaba para nadie, había que
esperar. Al mediodía llegaban una maquillista y una
peinadora y trabajaban afanosas. Mientras tanto
Odette se esforzaba por reposar, por darle descanso
a un organismo hecho trizas.
“En su habitación, ricamente alfombrada y
decorada con telas que había traído de sus viajes
a Europa y Asia, las joyas puestas con descuido en un
sillón o en un buró, con la caja fuerte entreabierta,
con un penetrante olor de perfumes finos, con una
enorme reproducción de El jardín de las delicias,
Odette comía frutas o verduras, nada que la
engordara y, a veces, fumaba un poco de mariguana.
A eso de las siete, cuando la penumbra comenzaba
a convertirse en oscuridad, en esa enorme mansión
de luz artificial muy tenue, descendía Odette con
majestad, por la escalera principal que conducía
de su recámara a la sala, hasta nosotros, hombres
y mujeres menores de veinticinco años que
aguardábamos bebiendo y comiendo, atendidos
por una servidumbre solícita, con órdenes de darnos
lo que deseáramos. Un espectáculo espléndido con
una escenografía hecha en los mejores tiempos
de Hollywood, era verla bajar la escalinata: toda
de largo con un sari o un caftán, según, de colores
oscuros, el pelo teñido de negro y enmadejado con
estambres de tonos asimismo fuertes, pestañas
postizas realzando sus descomunales ojos verdes
y una gruesa capa de maquillaje ocultando las
arrugas...”
El regreso al campo
La vida del pastor. La historia de un hombre, un
rebaño y un oficio eterno (Debate) del inglés James
Rebanks es una autobiografía que empieza a tomar
dimensiones de superventas. El autor proviene de
familia de pastores y aunque estudió en Oxford,
eligió volver al pueblo de sus abuelos, el distrito
de Lagos, al noreste de Inglaterra, donde pasó la
infancia leyendo entre las ovejas, para dedicarse
al pastoreo. Para completar el ingreso empezó a
escribir. Su historia, recientemente publicada en
España, hoy tiene miles de lectores.
letras, libros y revistas 51
Una mirada al vacío
El ojo desnudo de Yoko Tawada, publicada en la
colección Ultramar de la UNAM, obtuvo el Premio
Caniem al Arte Editorial 2016 en la categoría de
“Ficción: adultos”. Se trata de narrativa moderna,
que pone el acento en la pérdida de identidad tras
el abandono violento del lugar de origen. Aquí un
fragmento:
“…Esa primavera, nuestra escuela recibió una
invitación de la RDA par que un estudiante fuera
a Berlín a una reunión internacional de jóvenes.
Querían escuchar una voz auténtica sobre el
tema de “Vietnam como víctima del imperialismo
estadounidense”… en una sesión extraordinaria
los maestros decidieron enviarme a Berlín... Era la
primera vez que volaba en mi vida. Me entusiasmaba
el viaje y no podía imaginarme que algo peligroso
pudiera pasarme. Pero ya que un cierto miedo
transfiguraba los rostros de los familiares y
amigos que me llevaron al aeropuerto, comencé a
preocuparme. Quizá me habían ocultado algo...
Gerardo Cantú
52 El Búho
“No podía recordar lo que había sucedido
después. Cuando desperté estaba acostada sobre el
cuadrado de una sábana blanca. Al pie de la cama
estaba parado Jörg y sonreía. Mi cuerpo se sentía
pesado, se hundió más en la parte suave del colchón.
En la pared colgaba un cartel de los Sputnik. Los
marcos de las ventanas parecían extrañamente
cuadrados. Aunque las ventanas también eran
normalmente cuadradas en Vietnam, esta era la
primera vez que me llamaban la atención en forma
desagradable. ¿Cuándo me había desmayado?
¿Hacía un día? ¿Hacía una semana? ¿Hacía aún más
tiempo? El tiempo perdido sólo se sentía en el cuerpo
en forma de cansancio. ‘¿Dónde estamos ahora?’, le
pregunté. ‘En el Occidente’. Pensé que se refería a
Berlín Occidental, así que le dije: ‘Entonces tengo
que ir rápidamente al Este en tranvía. No quiero
llegar demasiado tarde a la asamblea’. ‘No puedes ir
a Berlín hoy. Estamos en Bochum’. Cuando dijo esto
sentí como si en mi cabeza se abriera una botella
de champagne que antes había sido sacudida con
fuerza. A lo lejos estalló el sonido de una sirena.
Tardé unos segundos en darme cuenta de que se
trataba de mi propia voz. Cuando la cara de Jörg
reapareció en mi campo de visión grité en ruso:
‘¡Quiero irme a casa, a casa, a casa!’”...
Hace falta que la izquierda se ocupe de lo
concreto: AMM
“Cuantos más motivos hay y más claro está lo que
se puede y se debe hacer por el bien de la mayoría,
me entristece que la izquierda esté más perdida y
más dispersa entre sí… Hace falta ocuparse de
lo concreto... porque la vida está hecha de cosas
concretas, de gente que no llega a fin de mes, que
termina de trabajar y que tiene que ir dos horas
en un transporte malo para volver a casa...”, dijo el
escritor español Antonio Muñoz Molina en la Feria
Internacional del Libro del Zócalo (FIL del Zócalo).
Novedades en la mesa
Inéditos y extraviados (Océano), de Ignacio Padilla
reúne un conjunto de textos diversos que el propio
autor seleccionó antes de morir en un accidente…
El azar y el destino. Viajes por Latinoamérica
(Siruela), de Cees Nooteboom es el registro de un
gran andariego, un nómada por elección… Entre
las 600 novedades que se exhibirán en la próxima
Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara,
se anuncian Tlatelolco aquella tarde (Cal y Arena),
obra póstuma de Luis González de Alba; Por ahora
soy niño (UNAM, colección Ultramar) de Kim Fu; Las
indómitas (Seix Barral), de Elena Poniatowska; La
carne (Alfaguara), de Rosa Montero, y El laberinto
de los espíritus (Planeta), de Carlos Ruiz Zanfon…
El movimiento por la paz con justicia y dignidad
(ERA) de Javier Sicilia reúne 50 textos acerca del
movimiento que surgió hace cinco años. Entre
los autores compilados están el Subcomandante
Marcos, Juan Villoro y Enrique Krauze. Se presentó
en la FIL del Zócalo.
arca de Noé 53
Carlos Reyes de la Cruz
Las noches del jueves 15 y viernes 16 de septiembre del calen-
dario solar fueron los plenilunios más grandes del año 2016.
Un bello espectáculo nocturno en los lugares sin nubes y sin
contaminación. En este gran plenilunio los coreanos, japo-
neses, chinos y mexicanos han contemplado mejor al conejo
lunar; pero los andinos, que no han perdido la memoria de la
cultura ancestral, han mirado en la Luna a una mujer sentada
hilando copos de lana, ejemplo de la laboriosidad femenina.
CHUSOK EN COREA DEL SUR
Por estar Corea en el Hemisferio Norte, este acontecimiento
selenita es la gran fiesta de la cosecha, inicio de la estación
de otoño. Los familiares acuden a la casa del mayor del clan
para celebrar el segundo reencuentro familiar durante el año
(el primero es en el Año Nuevo del Calendario Lunar), celebran
el rito a los difuntos ofreciéndoles licor y comida. Se agrade-
ce a los ancestros por la cosecha y se comparten con ellos
los frutos de la tierra. Una buena oportunidad para ponerse
la ropa tradicional coreana hankok, conversar sobre la vida y
gustar el delicioso pastel de arroz.
Francisco carranza romero
arca de Noé
54 El Búho
Como los mejores centros educativos, los me-
jores centros de salud, las mejores oportunidades
laborales y las mejores oportunidades para la vida
están concentrados en Seúl, capital de Corea del
Sur, muchos coreanos viven allí. Pero, para celebrar
este segundo reencuentro familiar hacen todos los
esfuerzos posibles porque es una obligación moral.
Desde días antes de la fiesta Chusok comienza el
viaje a los pueblos natales. Entonces, las carrete-
ras se llenan de carros que van en lenta procesión.
Los trenes, barcos y aviones se colman de viajeros.
La ciudad de Seúl se queda casi vacía. Y después
del reencuentro familiar también el retorno a Seúl
es otra lenta procesión. Por esta razón el gobierno
considera feriados un día antes y un día después del
Chusok. En esta época también hay que visitar las
Guillermo Ceniceros
arca de Noé 55
tumbas para limpiarlas y arreglarlas, el reencuentro
de los vivos y los muertos.
HATUN PAMPA KILLA EN PERÚ
En el área rural del Perú hay gente que todavía pre-
fiere el calendario lunar porque es más útil para las
actividades relacionadas con la agricultura y gana-
dería. Si antes de 1532 (captura del inca Atahualpa
por los españoles) hubo fiestas y ritos a Killa Mama
(Madre Luna) con bailes, cantos e invocaciones,
ahora pocos recuerdan y celebran esta fiesta. Esos
pocos que continúan este milenario diálogo con la
naturaleza dan la debida importancia a esta fecha.
Una señora peruana cuando, unos días antes
del Gran Plenilunio, le comenté, me respondió con
sinceridad: ¿Por qué estas cosas no enseñan en las
escuelas? Mi respuesta también fue franca: Nues-
tros currículos escolares todavía son copias de cu-
rrículos extranjeros. Pocos conocen nuestra cultura
desde sus raíces.
Como Perú está en el Hemisferio Sur, la fiesta
del Hantun Pampa Killa (Gran Plenilunio del Año)
es el inicio de la estación de primavera, caída de las
primeras lluvias (puspa tamya), época de limpia de
las acequias y de remover la tierra de cultivo para
oxigenarla.
Sin embargo, en la ciudad de Lima -capital del
Perú- no se vio ese gran plenilunio por la neblina y
la contaminación que la cubren. Y, el viernes, al salir
a la calle vi a los jardineros podando plantas. Una
clara muestra del desconocimiento del calendario
lunar. En mi caso, desde niño escuché a los mayo-
res que en la luna llena (pampa killa) no se castra
animales porque les da la “lunada” (infección por el
efecto de la luna llena), no se tala ni se trasplantan
los almácigos, no se cortan los cabellos. Los pesca-
dores saben que el mar está más movido y peligroso
en la luna llena.
VISITA AL PROFESOR PERUANO
Como fui docente por 26 años en Hankuk Universi-
ty of Foreing Studies, Corea del Sur, tengo muchos
exalumnos en Corea y en muchas partes del mun-
do. Esta vez, mis exalumnos que residen en Lima
me visitaron a la casa el sábado 17 de septiembre,
a mediodía, para festejar la fiesta del gran plenilu-
nio. El motivo fue bueno porque así pudimos recor-
dar aquellos años dentro de las aulas cuando ellos
aprendían la lengua española, nuestros festivales y
partidos de futbol, nuestras actuaciones de TUDE
(Teatro Universitario del Departamento de Español),
nuestros paseos, etc. En fin, hubo mucho que recor-
dar y hablar.
Innegable, la vida universitaria en HUFS nos
convirtió en una familia grande que, superando los
prejuicios tribales de nacionalidad y cultura, nos
hizo vivir con muchas ilusiones. Fueron años sufi-
cientes para conocernos y estimarnos. Y ahora co-
sechamos los frutos de esa amistad duradera.
Mis estudiantes coreanos de antes, ahora son
altos funcionarios del gobierno y de las empresas
privadas. Excepto dos menores, cinco llegaron con
sus respectivas esposas. La casa del profesor perua-
no se llenó de voces y risas; la comunicación fue en
español y coreano. Y, lo más importante, pasamos
un buen tiempo cargados del sentimiento fraternal.
56 El Búho
En términos psicológicos la falta de una identidad propia,
además de la carencia real, de un sentimiento de orgullo por
nuestras propias raíces, es el factor que ha ido gestando un
complejo de inferioridad en gran parte de nuestras sociedades
latinoamericanas, ante la presencia extranjera. De tal modo
que la belleza y lo que consideramos idóneo se pronuncian
en base a la estética y pensamiento sajón, como prototipo
ideal tanto en la cultura como en el sector socio-mercantil.
El individuo hispanoamericano no se siente competiti-
vo ante otro que haya realizado estudios en Europa o en el
norte de América y, mucho menos con los nativos de dichas
regiones.
Sin embargo, el mito de su superioridad cultural comienza
a verse como eso, “un mito” pues cómo podemos ponderarlos
como grandes intelectos poseedores de un alto acervo cultu-
ral si desconocen todo lo que no les es propio, como nuestra
realidad latina.
Dalia maría Teresa De león aDams
Hugo Navarro
arca de Noé 57
De tal modo que su interés por la historia gene-
ralmente no abarca a los países del Tercer Mundo,
asociándonos muchas ocasiones de manera trivial,
pensando que vivimos en México por ejemplo, a la
manera de la imagen que produjo en el exterior el cine
Nacional Mexicano con sombreros, pistolas y caballos,
metidos en las cantinas con una idiosincrasia arcaica.
Nuestras noticias actuales casi no llegan ante
ellos. Para el Europeo, América solamente es intere-
sante en su contexto estadunidense y canadiense, en
tanto que Asia es abordada por la industria japonesa,
coreana y china. Su mirada hacia parte de África
ha sido por los protectorados que poco a poco han
ido perdiendo.
Sin embargo las cosas cada día van cambiando
gracias al gran desarrollo tecnológico en el medio
de las comunicaciones. De tal manera que México
al haber obtenido su satélite artificial hacia finales
del siglo pasado, logró abrir grandes rutas infor-
mativas.
Hoy México empieza a hacer gala de grandes
actores y directores que han sido galardonados en
la Unión Americana y en eventos internacionales en
Canes, Guanajuato, etc., así como premios Novel y
Cervantes por algunos de nuestros baluartes en
literatura, ciencia y galardones en Pro de la Paz.
Las rutas del comercio se han ido ampliando
y diversificado, fortaleciendo la industria auto-
movilística y el mercado de productos naturales y
nuestros científicos poco a poco van desarrollando
propuestas.
No se trata de ir perdiendo identidad, ni de sentir-
nos felices con nuestras raíces genéticas, sólo que no
debemos perder piso con ello, pensando que debemos
retroceder, pues ahora somos portadores de otra mez-
cla genética y siendo congruentes deberíamos tener
una visión más bien hacia el futuro, fortaleciéndonos
en todos los campos del desarrollo y el intelecto.
Con todo esto deseo concluir diciendo que a nues-
tras gentes latinas, no les hace falta capacidad ni inte-
lecto competitivo, LO QUE FALTA ES LA CONFIANZA
EN NOSOTROS MISMOS.
Leonel Maciel
58 El Búho
Tranco I
Paseaba por Pamplona y Pello Guerra,
amigo, periodista e historiador de cepa,
me contaba la historia de esta ciudad
que está situada al norte de España.
Caminamos por las callejuelas de la ciu-
dad antigua y vimos las ruinas de algunos
castillos y desde la cima podíamos con-
templar, al otro lado del río Arga, el desa-
rrollo inmobiliario de la parte nueva.
Atravesamos bellos jardines en donde
los árboles nos daban gratis su belleza
verde; subimos las cuestas y después del
arduo trotar y de que una lluvia repentina
nos hizo desplegar los paraguas, Pello,
diligente dijo que ya era hora de comer.
Que el olor a la sopa se dejaba sentir
por todos los rumbos. Bajamos pues
hacia la transitada calle de San Nicolás y
entramos al típico restaurante Katuzarra.
Lo primero, claro, fue pedir una botella
carlos Bracho
Leticia Tarragó
arca de Noé 59
de Patxaran. Brindamos por la amistad y por los
libros de historia –Pello es autor de varios libros
de esta materia, y que yo al leerlos me hizo viajar
a mi primera lectura de juventud: Las cruzadas,
y eso, como digo por leer los libros de mi amigo,
que cito algunos de ellos: Réquiem por Navarra
que versa cuando las tropas castellanas del duque
de Alba violan las fronteras de Navarra. Jaque
mate al rey de Navarra, donde Pello funde ficción
y notables datos históricos que nos llevan al año
de 1610. Y sigue la mata dando: Vitoria que nos
traslada al año de 1234, y al grave y largo asedio
al que Vitoria fue sometida por Alfonso VIII. Y esta
historia: La Escondida, en donde Pello, nos brinda
una historia novelada de unos vascos emigrados a
Nayarit, México, que trabajan en una hacienda “La
Escondida”, que luego, en los turbulentos años de
la Revolución Mexicana, algo tuvo que ver en varios
acontecimientos. En fin, el Patxaran sucumbía ante
nuestro asedio bucal y con su espíritu ancestral
nosotros subíamos a las cumbres de Navarra y via-
jábamos luego hacia las tierras mexicanas. Yo tomé
la copa para rendirle homenaje a Francisco Xavier
Mina –Navarro batallador y guerrero indomable-,
que todo aquél mexicano que esté compenetrado
en nuestra historia, sabrá de su gallarda, heroica
y revolucionaria estadía en nuestro suelo patrio.
Pello le dio tremendo trago al licor y yo no me iba
a queda atrás, así que le seguí el juego lúdico y mi
copa quedó vacía. Luego la carta de las delicias del
lugar nos fue entregada. Pello, -le dije- mejor dime
que es lo mejor de estos rumbos. A lo que él agregó:
–pues la carne. Va. Le dije. Carne. Como estaba en
Euskera le comenté al mesero que nos atendía que
me diera el mejor corte y que yo la prefería término
medio.
Y oiga usted, amigo luchador, amiga insumi-
sa, fue un verdadero lujo el comerla, estaba más
blanda y jugosa que una rebanada de mantequilla,
de hecho, el cuchillo para cortarla, no era de esos
horribles aceros llenos de dientes de serrucho, no,
era un cuchillo, digamos, normal. A cada ración
que pasaba a mi boca, recordaba el Gallagher de
New York, a los restaurantes argentinos que en
todas las poblaciones de México existen. Y nada,
le decía a Pello, todos los lugares que te he citado
tienen carnes deliciosas, sí, que queda claro, pero,
ni modo, el sabor único de esta carne de Pamplona
no tiene igual, es un bocado de cardenal, está como
para chuparse los dedos, está como para después
de comerla, gritar a todo pulmón: “que venga el
diluvio”. Nos terminamos la botella del genuino
Patxaran, de verdad no quedó ni una gota. Luego
yo pedí una cuajada, que es una leche que está ser-
vida en un jarrito de barro, acompañada con miel
legítima. Una delicia. Y evidentemente, para cerrar
con broche de oro esa velada literaria, en donde
volvimos a recordar el asedio a Vitoria, y Pello me
describió algunos pasajes que yo no había enten-
dido bien de su “Jaque mate…”, y los intríngulis
políticos y sociales inmersos en su “Réquiem…”. Y
ante tantos datos y lo bien narrado y lo interesan-
60 El Búho
te y lo profundo que sus libros encierran, pedí un
espresso. Llegó a mi mesa. El primer trago me hizo
poner los ojos en blanco. De verdad. Buen café el de
este sitio. Bien, ante esto, creo que la envidia puede
corroer a algunos de ustedes, amigos lectores,
pues hablar de buenos libros, el comentar sobre el
pasado de nuestros pueblos, el conocer con más
detalles los pormenores de las audacias guerreras
de los reyes y de los condes y de los soldados de
alcurnia, y de las gestas de los libertadores nativos,
el brindar con el vino, el comer, nos hace penetrar
en este mundo maravilloso, el mundo de las biogra-
fías, el mundo de la historia que precisa el origen
del actual estado de cosas, y nos hace entendernos
mejor. Bien hecho. Así debe ser.
Vale, abur.
Philip Bragar
arca de Noé 61
El Sub-sabotaje de Marcos
El comediante que se creyó comandante, el Enmascarado de Obsidiana,
no de Plata, que a todos hizo creer que era el Santo de la Revolución
Sureña, ha vuelto a aparecer para complicar la posibilidad del triunfo
de Morena (AMLO) en 2018, con una proposición falaz, que procura
propiciar el debilitamiento de la oposición: una candidata indígena
para darle opción a los “del color de la tierra”.
Si como algunos han supuesto, Sub Marcos es
una invención del Innombrable, está haciendo bien
su labor al sabotear, una vez más, como el otro
distractor que es Cuautemoquito Cárdenas, quien
le ha regateado el apoyo de su grupito a López
Obrador y en cambio se encamina a entregárselo a su
protector Miguel Ángel Mancera. «Cualquiera, menos
López Obrador», parece ser su máxima, temeroso de
perder su autocalificada condición de ser “el líder
moral de la izquierda”.
Y claro que la ideota de Marcos ha sido recogida
y difundida por los medios oficialistas, los doxóforos
(según Platón, los que tenían más opiniones que
conocimientos), por la manera como ayuda a debilitar
la figura política de AMLO, a la cabeza de la intención
de voto para las siguientes elecciones presidenciales.
Rocco Almanza
62 El Búho
Ya ha encontrado la aprobación de quienes
llegaron a tener a Marcos por insigne poeta, nada
más por incluir en sus discursos algunas palabras
del Manual del Declamador sin Maestro. Hacen creer
que con su candidata reivindicará a los “indígenas”,
porque ignoran que indígena sólo significa nativo
de (del latín indi o in y el indoeuropeo gen: “parir”,
“dar a luz”), en cuyo caso todos somos indígenas y
no sólo los del país, sino también los rubios suecos,
los pelirrojos holandeses, los blanquitos gringos
y desde luego los amarillos asiáticos y los negros
africanos.
Pero, en fin: una mujer lacandona, mixe,
zapoteca o de cualquiera otra etnia de la región que
parece dominar Marcos, no será necesariamente
la solución para los problemas generales del país,
que deben ser atendidos con una visión nacional y
planetaria, no con enfoques regionalistas.
Lo que le importa a Marcos y a quien lo patrocina,
no es impedir que siga con su desgobierno la línea
neoliberal, sino obstaculizar el arribo de López
Obrador a la Presidencia, con lo que se vuelve
aliado del PRI-AN y del PRI-RD, de los Chuchos.
Pero el ruido mediático ya lo introdujo el
supuesto “Ejército” “Zapatista” de
“Liberación Nacional”, todo entre
comillas, pues ni liberó a la nación,
ni correspondió al zapatismo en realidad,
y nunca fue ejército, por lo que al presunto
insurrecto se le perdonó la vida y jamás se
le puso tras las rejas o fue juzgado por la
sublevación, que en el papel y los medios
encabezó. ¿Será porque sirvió muy bien a
Salinas, Zedillo y Fox?
La “imaginación” gringa toma el
poder
Con la paranoia en su máxima expresión
y merced a la autotitulación de únicos
terrestres, los vecinos del norte atiborran
las series de televisión o la pantalla grande
con los riesgos apocalípticos que ellos
sufrirán y nadie más, pues ¿a poco hay
Rigel Herrera
arca de Noé 63
seres en el planeta que merezcan ser llamados
terrestres? Los malvados extraterrestres parecen
saber, como los boxeadores, que si noquean al
campeón, los demás se rendirán.
También aterrorizan a “la potencia del mundo”
los muertos que han provocado en el mundo, y por
ello los Días de Muertos son de pavor para ellos y
no de fiesta, a la manera mexicana. Su Halloween
–que ni tan de ellos, pues llegó a tierras americanas
con los migrantes, que odia Trump– causa miedo,
en vez de alegría. Hay quienes relacionan este
rito celta con fiestas cristianas, pero la Iglesia
Católica no comulga con brujas y diablos, por lo
que más bien se vincula el tal halloween con viejas
costumbres célticas. En la zona de influencia inglesa
no se comen a la muerte, como aquí con el famoso
pan de muerto y las dulces “calaveritas”, ni causan
regocijo las coplas bien hechas, con que de manera
rimada se festeja a los vivos con el exorcismo de su
defunción.
Y hay otro miedo que prolifera en películas
corrientes y en series de video nada recomendables:
los moridos que podrían salir de sus tumbas y
tomar venganza de los verdugos que los ejecutaron,
zombies que con música de cha-cha-chá “llegaron
ya/ y llegaron con la idea de ajusticiar”.
Se podría decir: «Allá los gringos y sus
mafufadas», pero como hay tantos yanquimitadores
en México, que no sólo intentan sepultar en el
olvido los altares de difuntos para los Días de
Muertos mexicanos y sustituirlos por la reverencia
al halloween, sino que adoptaron a los zombies y
muy originales los sacaron a pasear por las calles
de la ciudad, so pretexto de hacer el bien, sin mirar
a quién.
¿De veras quieren protestar sirviéndose de
los muertos en vida? Pues inviten a los muertos
de hambre que hacen mayoría en este país o a
los condenados a muerte que se van deteriorando
por falta de atención médica y de medicamentos,
que son expulsados del IMSS y del ISSSTE, porque
el supremo funcionario No-hay ha decretado que si
se debe ahorrar, que sea a costa de no prestar estos
servicios.
Alebrijes sin su papá
Y para que no se crea que esta ciudad no es plural,
el mismo día que los zombies desfilaron por las
calles principales de la ciudad, que el señor MAME
(Miguel Ángel Mancera Espinosa) insiste en llamar
CDMX –y hasta eso con logotipo que se dice es de
una empresa privada a la que los capitalinos, por
orden de MAME tienen que pagar una millonada
por usar el diseño–, también salieron en procesión
los copiones de los alebrijes creación de Pedro
Linares y que ahora nacionales y extranjeros explotan
como obra propia, sin reconocer la creatividad de
quien en verdad los imaginó.
A lo mejor el heterónimo Héctor Anaya tiene la
culpa de esa falta de respeto a la autoría, ya que hace
años, en una exposición de la cartonería de Linares,
escribió al estilo de Borges una historia falsa de la
64 El Búho
antiquísima presencia de los alebrijes en diferentes
culturas del planeta. Se remontó a los egipcios, a
la cultura semita e inclusive a los prehispánicos
habitantes de tierras hoy mexicanas, para justificar
el folleto de presentación de la muestra de alebrijes
de Linares y proporcionarle estirpe y mitificar a
estas figuras de la cartonería mexicana.
Como nadie entendió que Anaya explicaba
la broma al consignar que se trataba de una
“paleografía mendaz”, es decir falsa e inventada,
se divulgó la especie de su antiquísima aparición
de los alebrijes, ad-erijes ab-abrijes, y por tanto
no se adjudicó a Linares la real invención de sus
imaginativas creaturas.
Tal vez de poco sirvió que cuando le dieron el
Premio de Artes a don Pedro Linares, el heterónimo
Héctor Anaya explicara en un periódico de la vida
nacional, que todo había sido una bromas borgeana
y que la autoría le correspondía al artesano Linares.
Sin embargo, las autoridades capitalinas que
organizan el desfile y la exposición, sí podrían
hacerle el debido reconocimiento al mago de la
cartonería y no dejar que otros presuman como
suya la creación de enormes alebrijes, que ya
hicieron su aparición en la película de James Bond
que se filmó en la Ciudad de México.
El ejemplo cunde. El plagio de un himno
El “razonamiento” puede ser muy simplón: «Si al
Otro no le hicieron nada por plagiar buena parte de
su dizque tesis de licenciatura, ¿por qué a mí sí?»
Y tal vez por ello Jorgito D’Alessio se voló
paladinamente la música y las ideas del himno
Arrebato del equipo de futbol de Sevilla y apareció
como compositor de la música y la letra del
Himno del América, lo que de inmediato provocó el
escándalo repugnante de un plagiario más.
Pero es que la impunidad da mal ejemplo.
Los letristas de ninguno de los dos equipos de
futbol, el español y el mexicano, se atuvieron a las
formas literarias que demanda la composición de
un verdadero himno, que según los griegos debe
componerse con versos dactílicos (de diez sílabas);
luego los latinos le dieron la métrica de decasílabos
heroicos. Ninguno de los dos “compositores”
sabe contar sílabas (una línea tiene menos y otra
se extiende), ni entiende que en los textos de
los himnos, no debe haber números sino letras.
El español insertó un “14 de octubre” y el inspirado
mexicano un “12 de octubre”.
Compárense los textos de los dos aedas (poetas,
claro), el mexicano Jorge D’Alessio (JDA) y el
sevillano Francisco Javier Labandón Pérez (FJLP):
Un 12 de octubre nació la leyenda (JDA)
un 14 de octubre nació una ilusión (FJLP
......
su plumaje sería azul crema (JDA)
familia roja y blanca del Sánchez Pizjuan (FJLP)
.......
y su sangre guerrera los hizo temblar (JDA.¿A
quiénes? Falta el sujeto)
arca de Noé 65
con orgullo, pasión y coraje (JDA. En español,
coraje es enojo, no valor)
.......
y hasta un continente su nombre le dio. (JDA)
Su madre fue Sevilla y le prestó su nombre
(FJLP).
Como resulta evidente, ni el mexicano
es López Velarde, ni el español se acerca a
Garcilaso de la Vega. Y de seguro no saben
cuántos tipos de himnos existen. ¿O qué
responderían si les preguntaran si el suyo
(caso de que lo fuera, porque al sevillano
también se le acusa de plagiar una canción)
es invocativo, laudativo, admirativo, votivo
o teogónico?
Pero además Jorgito alegó en las redes:
“no existe mutilación, copia, modificación
o el mal llamado plagio ni en la letra ni en
la música compuesta”. Se sintió obligado a
disculparse, pero al fin plagiario, también
copió el estilo presidencial de hacerlo. Si
Peña Nieto, cuando lo de la Casa Blanca
ofreció una disculpa, no por el conflicto de
interés manifiesto, sino por “la percepción”
que haya causado entre algunas personas.
¿Y qué dijo Jorgito? No “perdonen el plagio”,
sino “...le ofrezco disculpas a quien se haya
sentido afectado con esta situación”.
En las redes sociales, alguien recordó
la explicación que se dio al asunto de
la tesis plagiada y recomendó a Jorge que debió
haber dicho: “El himno centenario no es plagio.
Fue un error metodológico, solamente olvidé
entrecomillar”.
Calendario de una Constitución centenaria
El Calendario que año tras año acostumbra presentar
Octavio Ocampo
66 El Búho
el heterónimo de esta sección, Héctor Anaya,
como corresponde al 2017 va a estar dedicado al
centenario de la Constitución que se fraguó en
Querétaro, a instancias de Venustiano Carranza.
Pero de ninguna manera va a tener el tono
oficialista en que abundarán varias publicaciones.
Fiel al sello de la casa, será ameno, tendrá el
dato singular, con fotos históricas e ilustraciones
atractivas, pero sobre todo se guiará por una idea
que el maestro Salvador Novo les imbuía a sus
alumnos (y Héctor fue uno de ellos): «El humor es
la etapa superior de la inteligencia». Así que quien
quiera solemnidades que busque los aburridos
trabajos que publicarán Gobernación, el Congreso
de la Unión o los acartonados estudios históricos
del Instituto de las Revoluciones de México.
En el de Héctor Anaya, que no se venderá
en librerías, por lo que hay que apartar a tiempo
los ejemplares que deseen los lectores de
El Búho (reserven al 5553-2525 o escriban a
abrapalabra@prodigy.net.mx), contendrá algunos
de los sonetos que la maestra Griselda Álvarez
le dedicó a los artículos de la Carta Magna,
mostrará qué presidentes han parchado más a esa
colcha de remiendos en que han convertido a la
Constitución, registrará las discusiones que en
torno a los artículos fundamentales se dieron entre
los diputados progresistas y la bancada religiosa,
pues la Iglesia se opuso, ayer como ahora, a los
más avanzados que protegían derechos sociales y
otros que amparaban garantías individuales.
En este Calendario, hallará el lector que en
principio estuvieron bien escritos los artículos,
pues abundaban en la composición del Congreso
Constituyente escritores y periodistas, que concisos
y precisos redactaron los principios que habrían de
regirnos. Y se dará cuenta de cómo fueran echando
a perder la buena redacción, quienes fueron
reformando y modificando los artículos, hasta llegar
al embrollo de sintaxis que son ahora sus artículos,
anfibológicos y confusos deliberadamente, para
que estén sujetos a la interpretación que permita
burlarlos. Quien lo adquiera sabrá también de un
constituyente guasón, que fue el sobreviviente y dio
clases de historia en la secundaria al heterónimo
Héctor Anaya.
Y sabrá de los vicios de ilegalidad de la centenaria
Constitución, que se fue legitimando en los actos,
pero que tuvo un nacimiento anticonstitucional.
Será un Calendario muy ilustrativo que estará
disponible a fines de noviembre, pero cuya edición
limitada pueda agotarse antes de tiempo. El de
este año, dedicado a los 400 años de las muertes
de Cervantes y Shakespeare, se agotó antes de
que mediara diciembre y como los que se vieron
privados de él ahora se han apresurado a apartar el
de 2017, corre el riesgo quien se decida muy tarde
de ya no conseguirlo.
Lo aconsejable es que lo incorpore a su lista de
apreciados regalos de fin de año y los aparte lo más
pronto posible.
arca de Noé 67
Y Celebramos el 206 del aniversario de la indepen-
dencia.
Estuve esperando por la tarde-noche a la
señora que dice que es mi esposa con un pozole
cuyo maíz revienta como una corona justo de
donde se desprende de la generosa mazorca que
le dio vida, con todos sus debidos y propios
acompañamientos.
El aromático orégano, su cebollita blanca
picada, el chile piquín picante, lechuga troceada
bien finita; sus gotas de limón recién cortado y una
generosa sonrisa de un aguacate bien madurito.
Todo bien calientito.
Las infaltables tostadas con la tersa crema y un
poco de sal de mar en hojuelas: ¡el plato perfecto!
En esas lides estaba cuando, quise escuchar
música y por una virtuosa elección, saqué de mi
cdteca el disco de Mono blanco titulado “El Mundo
se va a Acabar”, un virtuoso grupo de música de la
mario náDer P.
Perla Estrada
68 El Búho
región de Veracruz del glorioso y disfrutable golfo
de México.
La memoria y la historia personal nos lleva
por caminos intrincados y nos traslada a nuestros
antepasados, lugares, acentos musicales, aromas,
sabores y sentimientos, que seguramente están
tatuados en nuestro ADN… a veces sólo con la
música.
A qué me refiero: mi abuelo paterno, de origen
libanés llegó a estas tierras a través de un barco
mercante: el Alfonso XXIII, pagando su viaje con
trabajos de limpieza en esa misma nave marítima.
Mi padre me narraba que cuando mi abuelo,
a quien no conocí, desembarcó en el puerto de
Veracruz; él no podía creer que en un lugar pudiese
haber tanta vegetación y tanta abundancia de verdor.
Me lo puedo imaginar con prístina claridad
tomando un café bien cargado como es el noble
café de su tierra tan cargado y fuerte, acompañado
de una banderilla crocante de pan jarocho,
escuchando con asombro los melodiosos
arpegios de las jaranas, los requintos, todos
guiados por la mágica arpa, que nos deleita
conduciéndonos por una insospechada
explosión de sonidos y una maestría
indudable de quien la ejecuta, casi siempre
con los ojos cerrados, como una suerte de
espiritualidad que se traslada del corazón a
las manos.
Puedo ver al Abuelo Jalil, previendo,
pensativo; adentrado en una cultura del
esfuerzo… observando su promisorio
futuro… como fue y forjó.
UN ÚLTIMO CHAPUZÓN: contrajo
matrimonio con una bella jalisciense:
Mercedes, tuvieron dos hijos que fueron
extraordinariamente exitosos.
Mario, mi padre fue prolijo, procreó a nueve
hijos que prodigaron ocho nietos para él, que
a su vez nos han regalado la felicidad de tres
bis nietos.
Carlos Pérez Bucio
apantallados 69
Soid Pastrana
Tragedia Griega
El origen de la Tragedia Griega es el culto a
Dionisio, dios del vino, inspirador de la locura
ritual, y el éxtasis. Fue también conocido como
Baco, y por el frenesí que inducía bakcheia. Es el dios
patrono de la agricultura y el teatro también es conocido
como el “Libertador” (Eleuterio), liberando a uno de su
ser normal, mediante la locura, el éxtasis, o el vino. La
misión divina de Dionisio era mezclar el aulós, y dar fi-
nal a la preocupación. Este dios fue venerado en Atenas,
Grecia, durante el siglo V a.C., en una época de apo-
geo para los griegos. En ese entonces la ciudad creció
mucho, y los habitantes del campo que adoraban al dios
del vino Dionisios,- porque cultivaban la uva-, van a pa-
sar a Atenas para hacer un culto. Ese culto va a ser rea-
lizado en comparsas mediante el Dionisio. Estas com-
parsas son un grupo de individuos que van por las calles
recitando himnos al dios. Ellos iban vestidos de pieles
de cabra. De ahí viene la etimología de tragedia: tragos:
macho cabrío, y ode: canto, es decir, tragedia es el canto
de los machos cabríos. ¿Qué representaban los ate-
Francisco Turón
apantallados
70 El Búho
nienses que practicaban el culto a Dionisio vistiendo
pieles de cabra? Ellos representaban a los Aqueos,
unos seres mitológicos que eran mitad hombre, mi-
tad cabra, y que se asociaban con Dionisio (los ro-
manos le llamaban Baco a este dios).
La finalidad de la Tragedia, según Aristóteles
(384 a.C Calcídica, Grecia, 322 a.C. Calcis, Grecia),
quien es el estudioso inicial del género: “es que el
espectador llegara a tener un momento de conmo-
ción tal, a partir de su pena, y de la tristeza que
suscitaba en él la desgracia que va a ver, esto le
producía una catarsis, (un médico que quiere decir:
purificación), pero mediante el miedo, el terror, o la
compasión. La catarsis, junto con otros conceptos
y elementos de la estructura trágica, aparecen en
su obra la Poética, escrita en el siglo IV a.C., entre
la fundación de su escuela en Atenas en el 335 a.C.
y su partida definitiva de la ciudad en el 323 a.C.
desarrolla su tema principal que es la reflexión esté-
tica a través de la caracterización y descripción de la
Carmen Parra
apantallados 71
tragedia. Aristóteles parte del supuesto de que en la
tragedia, la acción se desarrolla en un sentido hasta
que en cierta forma el personaje comete un error
que lo lleva a pasar “de la dicha al infortunio”. A
este cambio de suerte en sentido contrario se llama
peripecia. Por otro lado, se llama agnición (agnito
en latín) al paso de la ignorancia al conocimiento,
“para amistad”, o “para odio”, que un personaje ex-
perimenta de alguno o varios de los demás, o del
personaje acerca de algún hecho. En griego se usa-
ba la palabra anagnórisis, que significa lo mismo
que agnito: reconocimiento. Ambas son intercam-
biables, su uso depende de la tradición lingüística
del usuario. Junto a estos dos conceptos, propios
de toda tragedia compleja existe otro llamado lance
patético, que es aquel evento que cambia el sentido
de la acción mediante las tormentas, las heridas, o
la muerte en escena. Es por ello que peripecia, y
anagnórisis, son términos fundamentales para en-
tender los grados que el estagirita establece sobre
el valor de una clase de tragedia respecto de otra,
en virtud de su capacidad para desencadenar la
catarsis.
Por otra parte, no se utilizaban en las actua-
ciones a las mujeres. Tampoco la mujer asistía a
observar las tragedias, porque estaba prohibido
que ellas asistieran a espectáculos públicos por ra-
zones culturales. Los griegos eran muy machistas,
y no les gustaba que la mujer actuara. Por lo tanto,
los personajes femeninos eran interpretados por
hombres.
Dos autores son clave en la tragedia griega. Uno
de ellos, en su juventud, fue testigo del fin de la ti-
ranía de los Pisistrátidas, en Atenas. Me refiero al
poeta y dramaturgo Esquilo (Eleusis 525 a, C.- Gela
456 a.C.), considerado el padre de la tragedia griega.
El otro es Sófocles (Colono 496 a. C - Atenas 406
a.C.) autor de obras como Antígona y Edipo Rey.
Cabe mencionar que las obras clásicas de estos
autores trágicos no están cimentadas en la imagi-
nación, sino que están basadas en todas las leyen-
das que los griegos conocían. Las obras teatrales
las creaban a partir de las tradiciones populares.
La Orestiada
Voy a hacer una breve referencia a la única trilogía
de Esquilo que conocemos en su totalidad: La
Orestiada. Este colofón, es un tríptico troyano en el
que Esquilo concebía la unidad de la tragedia a par-
tir de la trilogía, que es una tragedia grande, con-
formada por tres pequeñas. Por ejemplo, se repre-
sentaba una tragedia el viernes, otra el sábado, y
el domingo la tercera para completar la sangrienta
trilogía. Sí sólo veías una de las partes, no entendías
toda la historia. Tenías que ver las tres partes com-
pletas para entender el concepto de trilogía.
Quiero mencionar un pequeño aspecto que es
importante entenderlo: cómo es que a partir del
ditirambo, las comparsas, y las verdades en honor a
Dionisio, se llega a la tragedia en sí. El punto clave
es cuando el personaje de Thespis o Tespis (Icaria,
actual Dionysios, Ática Oriental, 550 a.C.-500 a.C.),
72 El Búho
a quien se le atribuye la invención del drama, al
haber sido el primero en introducir un actor junto
al coro, por lo que se convierte en el primer cori-
feo, y en un personaje con lo que surgió el diálogo.
Sucede que del coro, que es un conjunto de per-
sonas, Thespis (el creador de la primera compañía
itinerante: La carreta de Thespis) toma distancia, se
para enfrente del corifeo, y comienza a dirigirlos. En
ese momento surge el precursor del primer actor.
Luego mucho tiempo después, aparece Esquilo, y
propone que haya dos actores en escena ubicados
en un lugar fijo, con una parte para el coro que va a
ser llamada: orquesta, otra parte más pequeña que
va a ser llamada: escenario, y las graderías donde
observaba el público llamadas: theatrón “o lugar
para contemplar”, derivado de theáomai o “mirar”.
Es interesante que la palabra Teatro derive del refe-
rente arquitectónico de un mirador y de nuestro
sentido de la vista, de la observación, y de la con-
templación. Con Thespis el corifeo deja de llamarse
así, y ahora va a estar dentro del teatro para ser el
actor, y la palabra actor significa: “el que responde”.
Por lo tanto, actor y corifeo no es lo mismo. Corifeo
es la comparsa en la calle, y actor es el que se pre-
senta en un teatro y dialoga con un coro que está
fijo en el escenario. Con Thespis el corifeo deja de
ser lo que era, una comparsa callejera, para estar
en un teatro, y ser un primer actor que era conocido
como: protagonista. A éste se añade un segundo
actor que va a ser: el deuteragonista.
En una obra de teatro, un personaje es quien
aparece en escena. ¿Pero qué es un personaje?
Personaje significa per sonare, es decir, voz dirigi-
da a otro. El personaje, en otras palabras, es una
persona que por sus cualidades, conocimientos, u
otras actitudes destaca o sobresale en una deter-
minada actividad o ambiente social. También es un
ser inventado por un autor, ya sea ficticio, animal,
humano, sobrenatural, o de cualquier otro tipo,
que interviene en la acción de una obra artística.
Ahora, una cosa con la que no deben confundirse:
personaje, en una obra de teatro, es el que dialoga
y aparece en escena. Si no aparece en escena, no es
personaje. Si se habla de alguien, y no aparece en
escena, no es personaje. ¿Cuál es la clave para que
una obra dramática trascienda? Que los personajes
sean entrañables.
Con Esquilo, van a haber sólo dos personajes
que hablan en escena, y que están participando
activamente con el coro. Por ejemplo, en La
Orestiada hay un total de diez personajes, sin
embargo, si uno de ellos sale de escena, otro entra
en su lugar y lo reemplaza, o si salen dos, entran
otros dos a la escena, de tal manera que siempre
están un par de actores interactuando con el coro
activamente. La Orestiada es una Tragedia Mayor
que se compone de una trilogía: la primera parte
“Agamenon”, la segunda “Las Coéforas”, y la tercera
“Las Euménides”.
“Agamenón” fue presentada en el año 458 a. C. por
Esquilo. Narra el regreso de Agamenón, rey de
Micenas (aunque se le llama rey de Argos, cuando
apantallados 73
Argos se refiere al Peloponeso, y no a la ciudad de
Argos), vencedor de la guerra de Troya solo para
encontrar la muerte. Esperándole en casa está su
esposa Clitemnestra, quien ha planeado su muerte
en venganza por el sacrificio de su hija Ifigenia. Más
aún, durante los diez años que ha durado la ausen-
cia de Agamenón, Clitemnestra ha establecido una
relación adúltera convirtiéndose en amante de
Egisto, primo de Agamenón, y descen-
diente de una rama desheredada de la
familia, quién está decidido a recupe-
rar el trono que cree que legalmente le
pertenece.
En Las Coéforas aparece Orestes,
hijo de Agamenón. Este joven fue criado
lejos de su madre por razones de segu-
ridad. Orestes regresa instigado por su
hermana Electra, e inclusive también por
Apolo, dios del vaticinio y la música, dios
pastoral de cuyos amores con las Ninfas
los mancebos lo unen íntimamente
con la naturaleza. Orestes se decide, y
mata a su madre y a su amante Egisto,
en venganza por la muerte de su padre.
En este momento, las furias, que son
diosas que persiguen los crímenes entre
familiares de sangre, van a perseguir a
Orestes. Pueden pensar: ¿Por qué no per-
siguieron a Clitemnestra? Pues porque
Clitemnestra era esposa de Agamenón,
no era su sangre, en cambio, Orestes es
hijo de Clitemnestra, y por lo tanto, las furias lo van
a perseguir. ¿Por qué se titula Coéforas la segunda
parte? Porque al principio aparecen estas mujeres
Coéforas, que son las que llevan nivaciones a la
tumba de Agamenón en su homenaje, y luego co-
mienza la acción.
La tercera parte se titula Las Euménides y es la
obra que culmina La Orestiada. En Atenas se hace
José Juárez
74 El Búho
Fernando Reyes Varela
un juicio a Orestes. Las furias lo acusan de haber
matado a su madre, y Atenea (la gran defensora de
Atenas y el Ático, conocida como Palas Atenea, que
es la diosa de las artes, de la justicia, de la habili-
dad, de la sabiduría, de la guerra, de la estrategia,
y de la civilización) lo defiende ante un jurado que
era un grupo de ancianos llamado el Areópago. En
su origen, el Consejo de Areópago, dependía del rey
y se componía únicamente de Eupátridas. La influen-
cia de estos aumentaba a medida que iba disminuy-
endo el poder del rey, hasta el siglo VII a. C., en el
que estos últimos llegaron a gobernar.
Finalmente se decide que Orestes es inocente,
porque la ley del padre, es superior a la ley de la
madre. Por lo tanto, cuando han matado a su pa-
dre, él debe de vengarse, aunque haya sido su pro-
pia madre quien lo hizo. El jurado declara inocente
a Orestes. Las Furias están furiosas. No se sien-
ten conformes con el dictamen. Entonces, Atenea
las transforma en las Euménides. Antes de eso,
las furias vengaban los crímenes de sangre, ha-
ciendo justicia por su propia mano, es decir, toman-
do la vida de aquel que haya cometido un crimen
de sangre. Ahora, las Furias, van a convertirse en
Euménides, que son diosas del orden y de la justicia
en Atenas. Cuando hay un criminal, ellas lo van a
llevar al juzgado para hacerle un proceso de obe-
diencia a las leyes.
Esto hace que Atenas se convierta en una ciudad
que es el símbolo del orden y la ley en toda Grecia.
Por eso las tragedias de Agamenon y Las Coéforas
se van a representar en escenarios de Argos, en
Esparta, y Micenas, mientras que
Las Euménides se representaba en
Atenas, Grecia. En ese entonces exis-
tía la ley del talión que era un prin-
cipio de justicia retributiva que im-
ponía un castigo que se identificaba
con el crimen cometido El término
talión deriva de la palabra latina ta-
lis o tales, que significa: semejante
o igual; de modo que no se refiere
a una pena equivalente, sino a una
pena idéntica. La expresión más
conocida de la ley del talión es: “ojo
por ojo, y diente por diente” una fra-
se aparecida en El Éxodo del Antiguo
apantallados 75
Testamento. Con Las Euménides, viene a su vez el
reemplazo de la ley del talión, por la norma jurídica
escrita, y este hecho, demuestra una apología hacia
Atenas.
Edipo Rey
Vamos a revisar la tragedia Edipo Rey de Sófocles.
Edipo Rey es de género: dramático, de especie: tra-
gedia, y de tema central: el ser humano no puede
escapar de su destino. Edipo Rey es una tragedia que
respeta las tres unidades de teatro clásico: Unidad de
Espacio, (todo ocurre en un solo lugar, en un solo
escenario), que en este caso es el frontis del Palacio
de Tebas. Unidad de Tiempo (todo ocurre en un solo
día). Y la Unidad de Acción (todo gira en torno a una
acción principal).
Es importante que no olvidemos que Sófocles
fue discípulo de Esquilo, el más grande represen-
tante de la Tragedia Griega. Sin embargo, Sófocles,
como buen discípulo, supera al maestro, e introduce
al tercer actor a escena, reduce la participación del
coro, decora el escenario (cosa que no había hecho
Esquilo).También va a musicalizar las obras, y va a
empezar a perfeccionar coreografías del coro (Coro
proviene del griego ronda. El coro es un ejercicio
colectivo que históricamente nace en el momento
en el que un grupo de personas se ponen a cantar
juntas bajo unas mismas directrices marcadas por
ellas mismas, o por la personalidad de un director.
Los coros griegos eran formaciones de hombres, o
mixtos de hombres y niños. Cantaban sólo música
monódica, normalmente en el teatro. Los coros eran
usados para adorar a sus deidades). Dentro del ves-
tuario utilizó coturnos (que era un antiguo calzado
alto de suela de corcho sujeto por cintas de piel),
una túnica, y una máscara.
Desde lo más alto de la gradería veías el esce-
nario. Sí salía un personaje muy alto, con coturnos,
vestido de púrpura, se le asociaba al rey. Sí aparecía
un personaje vestido de gris, con ropa sucia, y cal-
zado bajo, éste representaba a un mendigo, o a al-
guien pobre. Las máscaras que se utilizaban eran
especiales. Tenían en la parte de la boca un disposi-
tivo que era una especie de megáfono que potencia-
ba la voz del actor. En otras palabras, Sófocles me-
joró mucho las técnicas de representación teatral,
sobre todo, al introducir el tercer actor a escena.
Edipo Rey, es la Tragedia más importante de
Sófocles, según Aristóteles. Tenemos que confiar en
el criterio aristotélico ya que la mayoría de las obras
teatrales que escribió Sófocles se perdieron. El poeta
trágico de la Antigua Grecia, que se sitúa junto con
Esquilo y Eurípides, entre las figuras más destaca-
das de la tragedia griega, escribió entre sus produc-
ciones literarias más de 120 tragedias; aunque sólo
se conservan -siete tragedias completas- que son
de importancia capital para el género: Edipo Rey
(encarna el problema de la auto identificación que
se plantea en términos dicotómicos del parecer/
ser); Edipo en Colono (la tragedia de la muerte de
Edipo, y en la que se hace menor uso de la ironía),
Antígona (la hija de Edipo), Áyax (el guerrero que se
76 El Búho
suicida de rabia porque Odiseo le ganó la armadura
de Aquiles en un juicio), Las Tranquinias (la muerte
de Hércules por culpa de su esposa Deyanira),
Electra (una tragedia que toca una pequeña parte
de Las Coéforas) y Filoctetes (el famoso guerrero
que era dueño del arco de Hércules, mata al prín-
cipe troyano Paris en un duelo). Y existen también,
pero de manera fragmentaria: Anfiarao, Epígonos e
Ichneutae.
Estas obras no están basadas en la imaginación
de los autores, sino en todas las leyendas que todos
los griegos conocían. La historia de Edipo Rey no la
inventó Sófocles, sino que él la toma de la tradición
popular. Sin embargo, pocas historias han genera-
do tanto impacto emocional a lo largo de los siglos
como Edipo Rey de Sófocles. La tragedia de Edipo
Rey de Sófocles tiene un desenlace que todos cono-
cen y que, sin embargo, nadie quisiera presenciar.
La leyenda es harto conocida: Cuando su es-
posa Yocasta está a punto de dar a luz, Layo, rey de
Tebas, es advertido de que su hijo será su asesino.
Recién nacido, Edipo es punzado en los tobillos
y abandonado en el monte para que lo devoren
las bestias, pero un boyero lo salva y lo entrega a
los reyes de Corinto. Ya adulto y sabedor de que es
adoptado, Edipo viaja a Delfos para preguntar por
su origen y es aconsejado de no regresar a su pa-
tria. Decide huir de Corinto, y fatalmente se dirige a
Tebas. En el camino se encuentra casualmente con
Layo, riñen por ver quien cruza primero un estrecho
camino y Edipo lo mata. Llega a una Tebas devas-
tada por la Esfinge (un ser monstruoso con alas de
águila, cuerpo de león y cabeza de mujer que plan-
teaba una adivinanza a todo aquel que pasara y al
no dar respuesta correcta suponía ser devorado). La
célebre adivinanza era: ¿Cuál es el ser que camina
sobre la tierra que lo hace primero a cuatro patas,
después a dos y luego, en el crepúsculo, utiliza tres
patas? La pronta respuesta de Edipo fue: “El hom-
bre”. Fue entonces cuando la Esfinge, acepta como
válida la respuesta, y llena de ira se lanzó al mar
suicidándose. Al fin Tebas había sido liberada. La
ciudad ofrece a quien resuelva el enigma, el trono
vacante (se sabe que Layo ha muerto, pero no en
qué circunstancias), y la mano de la apetecible viu-
da. En efecto, Edipo se casa con la Yocasta y toma
posesión del trono, reina por años y concibe hijos
hasta que una peste manifiesta una cólera divina. El
oráculo da pistas y algunos memoriosos permiten
reconstruir los hechos y develar la tragedia de parri-
cidio e incesto. Yocasta se suicida y Edipo se saca
los ojos y se destierra.
El día en que se va a basar el argumento de
Edipo Rey, es cuando Edipo descubre quién había
matado a Layo en el pasado. La historia tiene una
cronología de soberanos muy larga que viene desde
el tatarabuelo de Edipo que fue Cadmo, el rey míti-
co fundador de la ciudad Tebas, capital del Imperio
Medio e Imperio Nuevo de Egipto, situada en la
actual población de Luxor; seguido del nieto de
Cadmo, que fue Lábdaco, hijo de Polidoro y Nicteis,
que a su vez fue padre de Layo, y abuelo de Edipo.
apantallados 77Gelsen Gas
El ya rey Edipo y Yocasta llegan a tener cuatro hi-
jos que llamarían: Antígona, Polinices, Eteocles e
Ismene.
De hecho, la afrenta del rey Lábdaco, inicia el ci-
clo tebano de maldiciones y castigo que escribieron
tanto Esquilo, como Sófocles. El primero,
a través de Los siete contra Tebas, y el se-
gundo, con obras como Edipo Rey, Edipo en
Colono y Antígona. El rey Lábdaco provoca la
hamartia (maldición) entre su descendencia
al negarse a realizar los ritos que demanda
el dios Dionisio. Las Bacantes, sacerdotisas
del dios, enfurecidas por su osadía, lo sen-
tencian a muerte y lanzan una maldición
contra los miembros de su gens (tribu), los
labdácidas. Cuando muere Edipo, sus hijos
Polinices y Eteocles se enzarzaron en una
guerra que dio lugar a la muerte de ambos
entre sí. Su tío Creonte, hermano de Yocasta,
se proclamó rey de Atenas. Creonte dio or-
den de no sepultar el cadáver de Polinices
por haber traicionado a Tebas, pero su her-
mana Antígona desobedeció a Creonte, y le
dio sepultura.
La representación de la tragedia de
Edipo Rey comienza cuando el coro aparece
en la orquesta, que es un espacio delante
del escenario (es todo aquel espacio desti-
nado a la representación de las artes escé-
nicas) donde cabían hasta quince personas.
Ese coro sale y se planta delante del esce-
nario dando la espalda al público para representar a
la gente de Tebas que va a buscar a su rey Edipo en
el frontis de su palacio. ¿Por qué lo buscan? Ellos le
piden auxilio por la terrible peste de la infertilidad
que ha aparecido en Tebas. Ni mujeres, ni animales
78 El BúhoCarlos Mérida
podían reproducirse. Ellos lo invocan. Edipo sale a
escena y les dice: “Sé pueblo que tienen problemas
con la peste por lo que he enviado un emisario al orá-
culo a que pregunte: ¿cómo vencer a la peste que hay
porque los dioses se han molestado con nosotros?”
Ese emisario fue Creonte, el cuñado de Edipo.
Recordemos que el Oráculo de Delfos es el templo
de Apolo donde está la pitonisa, que es una sacer-
dotisa rodeada de ofrendas y de humo, y que cuan-
do entra en éxtasis va a responder a las preguntas
con la voz del dios Apolo. Todo aquello que diga el
oráculo se debe cumplir porque es el destino que
los dioses señalan. Así que el oráculo es un lugar
donde puedes consultar al destino. Creonte pregun-
ta al oráculo y vuelve justo a Tebas en ese momen-
to cuando empieza la acción. Edipo le pregunta a
Creonte delante del coro y de los ciudadanos: “¿Cuál
es el origen de tanta desgracia? ¿Qué le ha dicho el
oráculo?” Creonte responde que la respuesta del
mensajero de Apolo fue contundente: “Todo pasaría
cuando fuera descubierto y desterrado el asesino del
anterior rey. Hay un gran culpable en Tebas quien
es el que ocasiona la peste. Este gran culpable es
el asesino de Layo, y debemos encontrarlo”. Edipo
pregunta: “¿Por qué no han investigado la muerte
de Layo?” Creonte responde que se olvidaron del
asunto de la muerte de Layo el día que llegó Edipo,
y venció a la Esfinge que los estaba atormentando.
Edipo decide llevar la investigación del asesinato
de Layo hasta el final, y decreta una ley en la que:
“Aquél que haya sido encon-
trado culpable será castiga-
do y desterrado de Tebas”.
Pronto verás que se estaba
echando la soga al cuello,
sin saberlo. El primer tes-
tigo que va a mandar lla-
mar Edipo, va a ser el único
soldado que sobrevivió a la
masacre en la cual murió
Layo años atrás. El soldado
da su testimonio en que
dice que salía acompañado
por compañeros que lleva-
ban al rey Layo para pre-
guntarle al oráculo, cómo
apantallados 79
vencer a la Esfinge, este terrible monstruo que
asolaba a Tebas. El soldado cuenta que en el cruce
de tres caminos, en una fócida, unos bandidos los
asaltaron y mataron a sus hombres y a su señor, y
que él tuvo que huir. Edipo pregunta: “¿Cuándo pasó
eso?” El soldado responde: “El día que tú llegaste se-
ñor”. Edipo pregunta: “¿Cómo era Layo?” El soldado
responde: “Un hombre anciano con mucha barba
y vestido de púrpura”. Edipo recuerda que el día
en que él llegó, en el cruce de tres caminos, cerca
de la entrada de Tebas, asesinó a ocho soldados,
y que escapó uno. También mató a un viejo como
el que describe el soldado. Edipo sospecha que él
ha sido el asesino, pero a la vez duda que él haya
matado a Layo. Edipo con la esperanza de acabar
con la plaga que asolaba a Tebas va a llamar a un
personaje clave: el adivino Tiresias, que es un ancia-
no que puede ver el pasado, el presente y el futuro.
Sin embargo, no puede ver delante de él porque es
ciego, por lo que viene acompañado de un niño que
le sirve de lazarillo. Aparece el anciano que dice:
“Salve Edipo Rey de Tebas. Te informo que tu pa-
dre Pólibo, Rey de Corinto, ha muerto”. Edipo derra-
ma lágrimas por la muerte de su padre, y luego se
alegra porque piensa: “No lo maté yo”. El mensaje-
ro continúa: “Queremos que seas Rey de Corinto”.
Edipo está contento por eso. Luego el mensajero le
indica: “Oficialmente te informo que tú no eres hijo
de los reyes, eres adoptado, pero igual te queremos
en Corinto”. Eso va a decepcionar a Edipo y lo va a
preocupar aún más. Edipo le pregunta al mensaje-
ro: “¿Quiénes son mis padres?” El mensajero le dice:
“Yo te puedo ayudar Edipo. Cuando yo era joven fui
pastor en Corinto y en la frontera entre Corinto y
Tebas, Melibeo un pastor de la zona que se dirigía
a Corinto, encontró al desamparado recién nacido,
y apiadándose de él, lo llevó consigo. Una vez en
Corinto se lo entregó al rey Póbilo, que junto con su
esposa Mérope (o Peribea) lo criaron como si fuera
su hijo. El niño iba a ser sacrificado. Sus pies habían
sido atravesados por garfios para ser colgado de las
ramas de los árboles en el bosque limítrofe. Ese niño
eres tú Edipo”.
Edipo está confundido.
Tiresias dice: “No hagas Edipo que diga lo que yo
sé, porque si yo digo lo que sé, entonces ni tú, ni yo,
ni los que están presentes estarán tranquilos después
de que yo hable”. Edipo lo obliga a hablar. Tiresias
le dice: “Aquél que buscas eres tú mismo”. Edipo no
puede creer esto, piensa que es un complot en su
contra y despide a Tiresias con insultos. Además se
pelea con Creonte aduciendo que siendo su cuñado
lo quiere desterrar porque piensa que no es apto
para gobernar. Tiresias está tan molesto que antes
de irse le dice a Edipo: “También te informo que te
has casado con tu propia madre”. En ese momento
Edipo recuerda algo: cuando él era joven fue un
príncipe muy querido en Corinto, un día un borra-
cho le dijo que era adoptado y que por lo tanto no
era hijo de los reyes. Entonces fue con el oráculo
para preguntar: “¿Soy hijo de los reyes de Corinto?”
Y el oráculo respondió: “Tú vas a matar a tu padre y
80 El Búho
te vas a casar con tu madre”. Lo que descubre Edipo
lo deja perplejo y horrorizado: aquél a quien había
dado muerte años atrás era Layo, su verdadero pa-
dre, y, tal y como le habían predicho había acabado
casándose con su madre.
La verdad era demasiado despiadada… Yocasta
se suicidó al saber que su marido era en realidad
su hijo perdido, y sus hijos Polinices y Eteocles lo
maldijeron de por vida. Sólo Antígona se queda con
él hasta que muere de viejo. Anciano y ciego desde
aquel fatídico día, y justo con la anagnórisis (es un
recurso narrativo que consiste en el descubrimiento
por parte de un personaje de datos esenciales sobre
su identidad, sus seres queridos, su entorno, ocul-
tos para él hasta ese momento. La revelación altera
la conducta del personaje y lo obliga a hacerse de
una idea más exacta de sí mismo y de lo que lo ro-
dea), Edipo se clavó en los ojos un broche del ves-
tido de Yocasta para no ver más desgracias.
Por supuesto, las penurias de esa familia, no
comienzan ni terminan con Edipo, pero las fatales
equivocaciones del sagaz adivinador de enigmas
son las más conmovedoras.
En el magnífico ensayo El enigma de la
Esfinge, Thomas de Quincey se atreve a su-
perar la contestación de Edipo al monstruo.
La respuesta al enigma de la Esfinge, dice,
no era “el hombre”, sino “Edipo”. Cierto,
el héroe debió contestar “yo mismo”, pues
anduvo en cuatro patas en su infancia, en la
mayor indefensión y desamparo; en la madu-
rez logró resarcirse del daño de sus pies y
caminar firmemente en busca de su propio
origen en vez de conformarse con la comodi-
dad y los privilegios del hogar adoptivo, y
finalmente revelada la tragedia, vagó viejo y
ciego apoyado en un bastón, o de la mano
compasiva de su hija.
Hay que entender, entonces, que la res-
puesta al enigma es “uno mismo” y que todo
auténtico conocimiento es auto-revelación,
prefiguración del propio destino..
Oswaldo Sagástegui
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