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Memoria de Grado: Traducción del artículo:
“El Pluralismo jurídico en el Derecho Internacional Privado”
Artículo de Didier BODEN, ORIGINAL EN FRANCÉS.
Maitre de Conference en la Universidad París 1 (Pantheón-Sorbonne)
Pubicado en : Archives de Philosophie du droit n°49, 2005, pp. 275-316.
Departamento de Derecho Internacional
Profesor Guía: Pilar Moraga
Alumna: María Victoria Contreras Yáñez
DEPARTAMENTO DE DERECHO INTERNACIONAL
2
INDICE
Página.
INTRODUCCIÓN. 4 I/ Fundamento reglamentario que justifica el valor de 5 una traducción como memoria de grado II/ Interés de la obra para el Sistema Jurídico Nacional 5
III/ Teorías abordadas por autor en el texto traducido 12
IV.- Situaciones y soluciones planteadas en por el Derecho
Internacional Privado 14
MEMORIA TRADUCCION DEL TEXTO DE ORGEN FRANCÉS: El Pluralismo Jurídico en Derecho Internacional Pri vado 20
Introducción 21 A.- Distinción de los sentidos de la expresión “pluralismo jurídico” 21 B.- Oposición del monismo y del dualismo al pluralismo. 25
I.- EXPOSICIÓN DE LAS TEORIAS MONISTA Y PLURALISTA
EN DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO 28
A.- Naturaleza de las teorías 28
B.- Díptico teórico 35
3
II.- UTILIZACIÓN DE LAS TEORÍAS EN DERECHO INTERNACIONAL
PRIVADO Y EN MATERIAS ANÁLOGAS 66
A.- Utilización de las teorías en derecho internacional privado 66
B.- Transposición en moral y en ética de la utilización de las teorías del derecho internacional privado 71 CONCLUSION 93
BIBLIOGRAFÍA 95 ANEXO 96
4
INTRODUCCIÓN:
El proyecto de esta memoria de grado, asentado en la traducción al
español de un texto en francés sobre Derecho Internacional Privado titulado “El
Pluralismo jurídico en Derecho Internacional Privado1”, se presenta con la
intención de ser un real aporte para el ambiente jurídico, tanto en el ámbito
doctrinario como investigativo de los países de habla hispana.
Sin duda, esta contribución introduce el fruto de la investigación de otros
especialistas en el área, con otros enfoques y expresiones, para abrir novedosas,
provechosas y abundantes perspectivas de esta rama del derecho, que no
estaban a nuestra disposición, principalmente por un simple obstáculo de tipo
lingüístico.
En el desarrollo de la memoria se realizó una minuciosa investigación en
cuanto a las ideas expuestas por el autor a lo largo de todo su texto. Al no estar
estas ideas abarcadas aún en el desarrollo del Derecho Internacional Privado
chileno, la investigación fue más allá de los límites de la doctrina nacional,
extendiéndose a todas aquellas ideas y expresiones utilizadas por el autor,
adentrándose en la intencionalidad dada por éste tanto a sus expresiones como a
sus ideas, reflejando de este modo de la manera más fidedigna el pensamiento
jurídico del autor.
1 Texto de la autoría del profesor Didier Boden, jurista, Maître de Conférences de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne, encargado de los cursos de Derecho de Comercio Internacional, Libertades Fundamentales (protección europea de los Derechos del Hombre), Historia de la construcción europea, Derecho Bancario Internacional, Derecho Privado de los Contratos. Además es Coordinador del diploma de post-graduación "El derecho en Europa", miembro del Comité Ejecutivo de la Cátedra de las Américas.
5
Es interesante, como dijimos, notar el gran logro que implica hacer con esta
memoria de prueba, una ampliación del círculo geográfico y numérico de lectores,
respecto a las obras nacidas en otra lengua.
Finalmente, señalamos que este proyecto de memoria ha cumplido
cabalmente con la reglamentación exigida por nuestra Facultad de Derecho para
ser aprobada como memoria de grado. En todo momento esta memorista estuvo
en constante búsqueda no sólo del correcto uso del lenguaje en español sino
también de interpretar de la manera más técnica y fidedigna el sentido que el
autor quiso dar a cada una de las expresiones lingüísticas utilizadas dentro de un
marco jurídico.
I.- Fundamento reglamentario que justifica el valor de una traducción como
memoria de grado.
La autorización relativa a la traducción de obras francesas como memoria
de grado data del año 2006 y se encuentra en la respuesta del Sr. Decano al Ord.
N° 17 del 21 de Junio de 2006. En aquel oficio el S r. Vicedecano, expone la
viabilidad de autorizar las traducciones de obras francesas como memoria de
grado, exponiendo la procedencia de éstas desde el punto de vista reglamentario.
II.- Interés de la obra para el Sistema Jurídico Nacional
Como bien lo menciona la Dra. Elina Mereminskaya, en su artículo
“Paradojas del Derecho Internacional Privado Chileno”, de la Revista del Magíster
6
y Doctorado en Derecho2, tanto el Derecho Internacional Chileno como el Derecho
Internacional Latinoamericano tiene un fuerte fundamento en el principio de la
territorialidad.
Este principio de la “territorialidad” viene plasmado desde la época del
feudalismo y, como lo explica el Profesor Guzmán Latorre3, “para el feudalismo, el
elemento predominante es la tierra, quedando el hombre relegado a un papel
secundario. El hecho de pertenecer a una comunidad o asociación local es
determinante para establecer la ley aplicable. El señor feudal dicta la ley que
impera dentro de los límites de su territorio. Esa es la única ley válida y su
aplicación excluye la de cualquier otra extraña”. En aquella época, tal como lo
señala Henri Batiffol4, “no había ocasión de pensar en conflictos de leyes porque
el tráfico jurídico entre los diversos señoríos era muy escaso, el comercio se
encontraba muy reducido debido a la poca importancia de la riqueza inmobiliaria y
las comunicaciones lejanas eran bastante inseguras, debido a la ausencia de un
verdadero poder central.”
Este es el método que se encuentra plasmado en nuestro Código Civil,
principalmente en los artículos 14 y 15, donde la aplicación de las normas del
ordenamiento jurídico chileno, se contemplan en un margen muy amplio, y
abarcando cualquier situación que se suscite bajo el amparo del territorio
nacional. Es decir, engloba tanto el estatuto personal como real, para dirimir
situaciones discutibles dentro del territorio chileno. La estrecha aplicación del
derecho chileno en materias de Derecho Internacional Privado debiera llevar a un
replanteamiento respecto a las políticas que nuestro país está asumiendo en ésta
área.
2 Dra. Mereminskaya: Paradojas del Derecho Internacional Privado Chileno, de la Revista del Magíster y Doctorado en Derecho, pág. 139. 3 Guzmán Latorre, Diego: Tratado de Derecho Internacional Privado, Editorial Juridica, Santiago, p.217. 4 Batiffol, Henri: Traité Élémentaire de Droit International Privé, Paris 1967, pág. 13.
7
Como bien señala Diego Guzmán Latorre5, en relación al fenómeno más
importante del Derecho Internacional Privado, el reenvío, el autor señala, “Todas
las legislaciones contienen reglas de derecho internacional privado que ordenan
aplicar, en determinadas ocasiones, un Derecho extranjero precisado, dando
lugar al envío.” Luego precisa en relación a otros casos que “el derecho así
designado no acepta la competencia que se le da y contiene, a su vez, una norma
de derecho internacional privado diferente, que resuelve la misma dificultad
declarando aplicable otra legislación, que puede ser la del Estado remitente o la
de un tercer Estado.” Señala finalmente el autor que “cuando esto ocurre,
estamos en presencia del fenómeno que se conoce, jurídicamente, con el nombre
de “reenvío”.
Si bien prácticamente todas las soluciones que se brindan en el Derecho
Internacional Privado, las ha premunido la jurisprudencia, ésta misma muestra
una tendencia negativa a la aplicación de las reglas de reenvío para la solución de
las controversias que se susciten en el área. En la jurisprudencia nacional
encontramos un solo caso de aceptación del reenvío en un fallo del año 19446. Y
tomando en cuenta que el reenvío es una de las soluciones más recurridas por los
países en relación a los conflictos que se suscitan en Derecho Internacional
Privado7, debiéramos replantearnos la forma en que se está abordando esta rama
del derecho en nuestro país. Esta negativa, junto con la fuerte influencia del
principio de territorialidad, asumida por las normas chilenas, ha llevado a una
marcada falta de soluciones ofrecidas por nuestro país frente a los problemas que
esta área plantea en la comunidad internacional.
5 Guzmán Latorre, Diego: Tratado de Derecho Internacional Privado, Editorial Jurídica, Santiago, Pág. 249-264. 6 “Tschumi con Tschumi”, Corte Suprema, 30 de junio de 1944, RDJ, tomo XVII, sección 1°, p. 325.
8
Si nuestro país tuviese que resolver problemas entre los ordenamientos de
distintas jurisdicciones, la aplicación de la ley nacional se extendería siempre a su
favor. Ello se explica producto de la prevalencia que tiene la aplicación de la ley
nacional para enfrentar los problemas de Derecho Internacional Privado al estar el
principio de territorialidad fuertemente marcado. La remisión y posterior aplicación
que existe de las normas extranjeras, para resolver problemas internos cuando se
invocan ciertos factores de conexión, se logra luego de internalizar una norma
extranjera, haciéndola nacional. Es decir que su validez y aplicación se encuentra
supeditada a la existencia de una norma nacional que se refiera a ella. Ello
demuestra el seguimiento de un Derecho Internacional Privado visto directamente
desde un punto de vista de la teoría monista. Esta teoría, en su esencia, no
reconoce ninguna relación posible entre los distintos ordenamientos jurídicos. Más
bien postula que para todo el Universo existe una gran norma jurídica que
engloba, da vida, validez y juridicidad al resto de las normas.
Siguiendo la idea de la Dra. Mereminskaya, en relación a cómo está
abordado en nuestra legislación las principales normas de conflicto que permiten
determinar la ley que rige el estado de una persona, nos encontramos frente a un
notorio desequilibrio. Ello lo vemos plasmado en nuestro Código Civil que acoge
en su artículo 14, el primer factor de conexión, el de “territorialidad”, por el cual “el
estado de las personas que se encuentran en Chile se rige por la ley chilena”, y
en su artículo 15 inciso 1°, el segundo factor, aco giendo que, “no obstante su
residencia o domicilio en país extranjero a los chilenos les siguen las leyes patrias
relativas a su estado”. Este desequilibrio se genera porque “se desconoce la
nacionalidad como factor de conexión para los extranjeros en Chile” Así, la Dra.
Mereminskaya torna bilateral la norma del art. 14 del Código Civil, en el espacio,
y concluye “que el estado de los extranjeros en el extranjero se rige por la ley
7 Véase por ejemplo, el art. 4 de la Ley de Derecho Internacional Privado de Venezuela, el art. 13 de la respectiva ley italiana da y el art. 4 de la Ley Alemana de Introducción al Código Civil (EGBGB).
9
territorial. Esta inestabilidad según lo expone la Doctora, no existe en otros países
en los cuales, “para determinar la ley que rige el estatuto personal, siguen otros
factores de conexión tales como nacionalidad o domicilio”. Esta última solución,
llevaría en gran parte de los casos planteados a la solución de reenvío.
Como bien lo señala la Dra. Mereminskaya, “una de las insuficiencias del
Derecho Internacional Privado chileno… es el carácter unilateral de sus normas.
En el mundo actual, ya no basta con constatar cuándo se aplica la ley nacional”.
Es de común opinión en gran parte de la doctrina del Derecho Internacional
Privado, que la realidad internacional globalizada convoca normas o reglas de
carácter bilateral, “que dispongan tanto la competencia de la ley doméstica como
de una extranjera, según el contexto espacial en que la situación jurídica ha
tenido su centro de gravedad”8
En nuestro país, dentro de esta rama del derecho, se encuentran distintos
problemas que desembocan en reales desaciertos cuando relacionamos éstos
con la actual normativa de Derecho Internacional Privado en el mundo. Nuestro
Código Civil entrega tan sólo cinco artículos, donde pretende abarcar toda la
aplicación normativa de Derecho Internacional Privado. Podríamos decir que en
nuestro sistema jurídico, no hay más que aquellas normas. El Código Bustamante
si bien es el código de Derecho Internacional Privado para muchos países, no lo
es del mismo modo para Chile, por las numerosas reservas que éste hizo al
ratificar dicho tratado.
Las disposiciones de índole e interés Internacional Privado nos obligan a
indagar frente a todas aquellas circunstancias en que la aplicación de un derecho
extranjero podría alterar las disposiciones internas o viceversa. Estos son los
8 Dra. Mereminskaya: Paradojas del Derecho Internacional Privado Chileno, de la Revista del Magíster y Doctorado en Derecho, pág. 147.
10
temas que preocupan a nuestro ordenamiento jurídico en el área Internacional
Privada. Sin embargo, bien sabemos que amplio es el sector de la doctrina que
opina que nuestro Derecho Internacional Privado contiene un sistema jurídico
monista o unilateral y por tanto sólo aceptaría la aplicación de normas si éstas se
encuentran bajo el amparo de nuestro sistema jurídico nacional y por tanto con
carácter estatal. Como bien señala la profesora Mereminskaya, sería por “la
pretensión de imponer la soberanía del Estado en sus dos formas territorial y
personal” y esa doble sujeción a la ley chilena se la relaciona a “la ley aplicable
como expresión de la soberanía estatal”9. La validación de la aplicación de
normas extranjeras estaría basada únicamente por la remisión de nuestro
derecho a alguna norma extranjera. Pero nos encontramos en un gran dilema si
aquella norma extranjera, no regula la hipótesis planteada por el derecho chileno,
o si vamos más lejos, si la norma se remitiera a su vez, a través del reenvío, a un
tercer ordenamiento jurídico que vaya contra el orden público chileno y se
contraponga con alguna otra norma nacional. Son innumerables las hipótesis que
pueden presentarse dentro del Derecho Internacional Privado, es por ello que,
circunscribir esta rama del derecho a una teoría monista reduciría
considerablemente el campo de aplicación del Derecho Internacional Privado.
Si bien, el Derecho Internacional Privado se dice un derecho de tolerancia,
no hay que olvidar que esta rama se debe, como la mayoría de las ramas del
derecho, a las relaciones entre personas o entre éstas y sus bienes o entre éstas
y las relaciones jurídicas. Los destinatarios de las normas jurídicas de cada
Estado deben irremediablemente someterse a las regulaciones jurídicas
impuestas por éstos. Sin embargo la comunidad jurídica internacional debe velar
porque sus destinatarios encuentren en su regulación una firme certeza jurídica
que, por ejemplo, no desconozca ni ataque la teoría de los derechos adquiridos.
9 Dra. Mereminskaya: Paradojas del Derecho Internacional Privado Chileno, de la Revista del Magíster y Doctorado en Derecho, pág. 140.
11
Los problemas de Derecho Internacional Privado, en general, señala el
profesor Guzmán Latorre, consisten en establecer: “las razones en que descansa
la aplicación, en un territorio determinado, de ciertas leyes extranjeras; las clases
de leyes que tienen o no eficacia extraterritorial y; las instituciones y relaciones
jurídicas que corresponden a cada uno de estos grupos de leyes”10. Frente a esta
descripción del fin de las normas del Derecho Internacional Privado, debemos
preguntarnos, qué realidad práctica se enfrentan hoy frente a estos desafíos.
Sería una gran solución para la aplicación del Derecho Internacional Privado,
reducir a analizar los casos frente a un denominador común, y a medida que
vayan surgiendo problemas, se irán regulando. Pero actualmente la realidad es
otra y encontramos teorías que indagan otras posibilidades y finalmente el
resultado muy distinto de la mera aplicación de las normas nacionales frente a
cualquier tipo de problema o situación jurídica. Dicha aplicación muchas veces
llegarará más allá de los límites de la soberanía de un determinado estado.
Ante el problema de la casi nula regulación en nuestro derecho de los
conflictos de Derecho Internacional Privado y de una prevalencia de la teoría
monista en la aplicación de las normas jurídicas con el fin de resolver las
inconveniencias del Derecho Internacional Privado, es que, como señala la Dra.
Mereminskaya, la jurisprudencia no tiene mucho de dónde aferrarse para dirimir
un tema en particular. A raíz de la escasa regulación jurídica de las circunstancias
de Derecho Internacional Privado, es que ha sido esencialmente la doctrina
nacional quien ha terminado por desarrollar un “vocabulario teórico” que ayuda a
la resolución de los conflictos por parte de los jueces que tendrán finalmente que
dirimir y llegar a alguna solución.
10Guzmán Latorre, Diego: Tratado de Derecho Internacional Privado, Editorial Jurídica, Santiago, Pág. 249-250.
12
III.- Teorías abordadas por autor en el texto traducido:
La finalidad de una traducción, más que un simple ordenamiento fiel de
palabras utilizadas por un determinado autor, es mantener de una manera
auténtica la idea propia de éste y su sentido. Esta memorista, con rigurosidad
lingüística intentó, además, mantener en todo momento el pensamiento jurídico
del autor con fidelidad al texto original. Así, la obra traducida, no sólo comprende
una acabada compresión del texto para describir la voluntad del autor, sino
también una minuciosa labor jurídica de interpretación, manteniendo la realidad
jurídica que se aborda en el texto.
El texto, “El Pluralismo Jurídico en Derecho Internacional Privado” desde el
punto de vista del autor, busca una solución armoniosa a la realidad de una rama
del derecho que no tiene una comprensión uniforme ni pacifica. Encontramos
directa alusión a dos de las principales teorías que abordan su aplicación en
Derecho Internacional Privado: estas teorías son el monismo o dualismo
jurídico , asimiladas por el autor a teorías gemelas; y el pluralismo jurídico . En
toda su extensión expone el desarrollo de éstas dos teorías en Derecho
Internacional Privado y sus desarrollos en el área. Asimismo expone el uso de
estas teorías en el área y en otras materias análogas. Finalmente traspone el uso
de estas teorías en Derecho Internacional Privado en el área de la moral y de la
ética.
El autor hace una clara diferencia entre los distintos sentidos que se han
dado de “Pluralismo Jurídico” y señala expresamente que no es aquella que se
conoce vulgarmente en el campo General del Derecho. Luego señala que la
aplicación dada a la expresión es la de una teoría general del derecho, como
aquella que expone SANTIROMANO, señalando que “proviene de la idea que
13
existen varios ordenamientos irreductibles los unos a los otros en general, e
irreductibles en particular a los ordenamientos jurídicos estatales, estableciendo
todos estos ordenamientos jurídicos diversas relaciones entre ellos, o rechazando
establecerlas”.
En relación a la búsqueda y posterior aceptación o rechazo de la aplicación
de una norma extranjera respecto al derecho interno, reconociéndola como regla
de Derecho Internacional Privado, en cuanto a reconocer la existencia de la una
relación existente entre los distintos ordenamientos jurídicos, es una nueva
interpretación que alimenta nuestro derecho y la cual podrá ser muy útil estudiar a
lo largo de este texto. El autor utiliza como fuerte base de su argumento a lo largo
del texto distintos dípticos, para ejemplificar de mejor manera las diferencias y
distintas aristas, tanto de la teoría monista como de la pluralista. A la teoría
dualista se refiere en el sentido de asimilarla como gemela de la teoría monista y
las considera juntas en su exposición.
En el texto traducido, el autor expone claramente las diferencias entre el
monismo y el pluralismo jurídico en Derecho Internacional Privado. Para ello,
primero expone ambas teorías y su naturaleza, luego expone un ejemplo en el
cual busca que el lector comprenda de mejor manera, “como una teoría puede ser
un modo de empleo de derecho positivo”. Dentro del díptico en que contrasta
ambas teorías, juega con la combinación de distintas preguntas, palabras y
sentidos, mezclando interrogantes tanto de derecho interno, como de derecho
internacional privado, de las legislaciones aludidas y otras hipótesis que ayudan
en la exposición de sus ideas. Con ello busca ampliar la noción de la aplicación
del Derecho Internacional Privado, exponiendo un juego de frases y sentidos, que
van explicando, a lo largo del texto, de manera muy acabada las diferencias y
contrastes entre éstas dos teorías.
14
Luego continua es su texto haciendo algunas apreciaciones en relación a la
teoría monista y pluralista, con el fin de mejor comprender el díptico antes
señalado. Así es como expone el porqué de la fuerte influencia monista en el
Derecho Internacional Privado y el porqué actualmente se ha querido ir
abandonando dicha teoría.
Posteriormente, sigue con un segundo díptico, el cual abarca las más
amplias nociones y circunstancias que pueden encontrarse en Derecho
Internacional Privado, para la mejor y más correcta comparación posible de
efectuar entre estas dos teorías.
Más avanzado en el texto, en un gran apartado, el autor expone su
segundo y gran punto, el “uso de las teorías en Derecho Internacional Privado y
en materias análogas”. Dentro de las materias análogas sitúa el campo de la
ciencia de la moral y la ética. Ahí vuelve a hacer un contraste a través de un
díptico en el cual contrasta el monismo con el pluralismo .
IV.- Situaciones y soluciones planteadas en por el Derecho Internacional Privado
En términos generales sabemos que cada estado, producto de su
soberanía posee la más amplia gama de normas internas que buscan desarrollar
y abarcar lo más acabadamente posible, las circunstancias que se susciten dentro
de su territorio. Sin embargo en un mundo globalizado y cada vez más abierto a
las interacciones tanto estatales como personales, se van reduciendo cada vez
más los límites jurisdiccionales de cada país. De este modo, surgen relaciones
más inesperadas, y frente a las cuales, los países deben intentar encontrar la
solución más viable y armoniosa dentro de las regulaciones, tanto internas como
internacionales.
15
En algún momento o por determinada circunstancia, ya sea en relación al
territorio, nacionalidad u otro factor de relevancia internacional, dos o más
individuos, se relacionan jurídicamente. Sin embargo dependiendo si se adopta
una teoría monista o pluralista del Derecho Internacional Privado, el abanico de
posibles soluciones será más o menos abierto, ya que no nos encontraremos ante
una solución única al problema planteado. El Derecho Internacional Privado debe
buscar una solución jurídica con el fin de relacionar de la manera más adecuada
la interrelación de los distintos ordenamientos jurídicos en juego. En ningún caso
el Derecho Internacional Privado busca desconocer los regímenes jurídicos de los
distintos Estados, sino más bien partiendo de la base de la soberanía de las
naciones, buscar la solución más armoniosa entre los distintos ordenamientos
jurídicos en juego. Dicha solución no será necesariamente uniforme, dado que las
relaciones jurídicas entre los individuos se van desarrollando e innovando en el
tiempo, ante lo cual, el derecho debe estar abierto e instar por abarcar y ofrecer
soluciones de la más variada índole.
Si bien, cada país tiene su propio sistema jurídico interno que regula las
relaciones dentro de su territorio, eso no significa que las relaciones que van más
allá de las fronteras están necesariamente reguladas por el derecho interno de
determinado país. Puede que lo estén, pero de no estarlo se requerirá un
exhaustivo estudio en relación a los distintos ordenamientos jurídicos que podrían
verse comprometidos y de qué manera se enfrentan éstos las circunstancias
planteadas. Esos ordenamientos son plenamente válidos y provistos de la
soberanía estatal dentro de sus territorios pero no son necesariamente aplicables
o posibles de aplicar dentro de la jurisdicción de otros territorios. Ello debido a que
pueden ser incompatibles en relación a los principios que rigen los distintos
ordenamientos internos o porque no reconocen la aplicación de una ley que no
sea la nacional o, porque la reenvían a otro ordenamiento, el cual no da solución
16
al respecto o porque la reenvía nuevamente al primer ordenamiento, lo cual sería
caer en un círculo sin fin.
Existen otros intentos de armonizar la aplicación de Derecho Internacional
privado. Por ejemplo, según el jurista argentino Werner Goldschmidt11, algunos
autores proponen “considerar a la ley extranjera como un hecho fuera de la
causa, obligando al juez a aplicarla o “imitarla” de la misma manera como si la ley
extranjera fuera parte constitutiva de su lex fori”. Es decir, el esfuerzo de carácter
internacional por encontrar fundamento a la aplicación de una norma extranjera
no obligaría a los Estados a sobreponer las normas extranjeras sobre las internas,
sino que los llevaría a ampliar el concepto de “estas normas extranjeras”
aplicables a determinados casos con carácter internacional . De esta forma se
estaría considerando aplicar normas jurídicas extranjeras, como derecho,
equiparado la validez de éstas normas, a las normas internas. Si por el contrario,
las normas extranjeras no se aceptaran como derecho, estaríamos frente a un
hecho, el cual tendría necesariamente que probarse ante la justicia del país en
que se la intente aplicar. Luego, este país extranjero tendría que decidir sobre la
posibilidad, o no, de la aplicación de esta norma extranjera. De ser considerado
como derecho, se aplicaría directamente al caso que convoca una determinada
norma extranjera, sin aplicar el peso de la prueba de esta norma extranjera. Esto
sería un gran aporte a la facilitación de la aplicación del Derecho Internacional
Privado, en el caso de no haber una norma jurídica que regule el caso. La
intención internacional de armonizar, va por tanto tomando forma pero
lamentablemente aun no hay soluciones plasmadas en algún documento jurídico
de corte internacional.
11 Dra. Mereminskaya: Paradojas del Derecho Internacional Privado Chileno, de la Revista del Magíster y Doctorado en Derecho, pág. 145.
17
En el evento de no existir una clara remisión al ordenamiento jurídico
aplicable, tanto en el derecho interno de un determinado país, como en alguna
otra norma de un país extranjero, por remisión de la norma de otro país, es decir,
por reenvío, nos encontramos ante una decisión jurídica que no existe.
Actualmente, para buscar una solución a un problema de relevancia
internacional en el ámbito ius privatista, debemos necesariamente remitirnos a
ordenamientos jurídicos internos establecidos y de no existir éstos, debemos
remitirnos a la normativa internacional, es decir, por ejemplo, los tratados
internacionales que hayan suscrito los países involucrados en el caso en cuestión.
Al dirigirnos a una mayor cantidad de normas que regulen una determinada
situación, podemos dar una respuesta más detallada al problema, más no
necesariamente encontrar una solución. Sin embargo, en muchos casos,
simplemente no existen soluciones y es ahí donde se requiere una investigación
profunda de las legislaciones existentes y el espíritu de cada una de ellas y del
derecho internacional con tal de encontrar la solución apropiada para un
determinado caso.
Frente a un específico sistema jurídico nacional, cuando la hipótesis
planteada alcanza fronteras externas en que se requiere para su ejecución de una
norma externa, debemos preguntarnos de que forma enfrenta éste las normas de
otro sistema jurídico.
No es trivial dirimir entre dos sistemas jurídicos distintos que, a su vez, no
tienen porque tener, una lógica jurídica similar entre ellos. La solución posible
sería como hemos dicho anteriormente, una norma jurídica superior en común
que probablemente tampoco tenga una lógica jurídica similar al derecho interno
18
de los países involucrados. En eso caso lo que más resaltaría es una solución
que tenga como principal meta el interés de la comunidad internacional.
En nuestros días aún no encontramos una solución clara y única para los
problemas que plantea esta rama del derecho. Sin embargo pensamos que una
solución única que haga prevalecer, ante todo, un interés universal al cual todos
los ordenamientos deban someterse, conduciendo a todos los ordenamientos
jurídicos a una especie de juridicidad única y exclusiva, sería una solución posible
y viable. Para algunos autores, entre ellos Hans Kelsen, la obtención de validez y
juridicidad de los distintos ordenamientos jurídicos está en remitirse a una ley
superior. Pero ello nada más postula una teoría monista frente al Derecho
Internacional Privado. Pero la solución que sería viable de adoptar sería más bien
armonizar las normas entre ellas y no someterlas a la “idea” de una norma
universal. Ello postula por lo tanto un avance respecto a la teoría monista
desarrollada en esta parte del derecho.
Actualmente, en un mundo globalizado, en que los países abren cada vez
más sus fronteras a otros países, es muy necesario asegurar un determinado
nivel de certeza jurídica a los individuos interactuantes dentro de esta nueva
realidad. De lo contrario, no sólo sería un gran obstáculo para el desarrollo de las
naciones, al no asegurar y salvaguardar la apertura de éstas a nuevas realidades,
sino que sería una declaración abierta que la paralización del derecho.
Obligatoriamente el derecho en todos sus ámbitos debe fortalecerse y
adecuarse a la evolución de las sociedades. Es más, si frente a este crecimiento
se adopta una reacción sorda a los problemas que se fueran generando, lo más
probable es que ello desembocaría en un difícil enfrentamiento entre las distintas
jurisdicciones, las cuales se declararían tácitamente incompatibles e
impenetrables entre ellas. Finalmente nos podríamos enfrentar a un choque o
19
paralización de las relaciones jurídicas internacionales, donde no habría ningún
incentivo para extender los alcances y beneficios de los distintos regímenes
jurídicos en los intercambios internacionales.
Finalmente podemos concluir que respecto a la situación en Chile de las
teorías aludidas, “el Pluralismo Jurídico” no ha sido desarrollado doctrinariamente.
Actualmente nuestra legislación en relación al Derecho Internacional Privado está
muy restringida y podemos encontrarla prácticamente en sólo unas cuantas
normas en nuestro Código Civil. Estas normas abordan una teoría monista o
unilateral del Derecho Internacional Privado, lo que no es más que un reflejo de
cómo abordan ésta rama los demás países de Latinoamérica.
20
El Pluralismo jurídico en el Derecho Internacional Privado *
Didier BODEN
Maître de conférences en la Universidad París 1 (Pantheón-Sorbonne)
RESUMEN – La expresión “pluralismo jurídico” señala, entre otros numerosos
significados, una teoría general del derecho (que permite especialmente
describir el derecho, aplicarlo o preconizar su cambio o su mantención en el
mismo estado), en contraste con el monismo y el dualismo. Como teorías
generales del derecho, el monismo y el dualismo, a gran diferencia del
pluralismo, son idénticamente incapaces de describir las relaciones entre
ordenamientos jurídicos; en este sentido y en esta medida, el dualismo no es
más que una forma de monismo y no necesita por tanto ser considerado
distintamente. En derecho internacional privado , el monismo y el pluralismo
toman, sorprendentemente, las denominaciones de bilateralismo y
unilateralismo. Es esencialmente a partir de fines del siglo XIX que se percibe el
contraste entre monismo-bilateralismo y pluralismo-unilateralismo. Algunos
legisladores han escogido concientemente suscribir a una u otra de esas dos
teorías. Ellas guían los órganos de aplicación del derecho, dándoles el modo de
empleo de éste. Desde hace medio siglo, los autores evalúan el grado de
correspondencia de cada una estas dos teorías con el derecho positivo. La
reciente evolución de éste otorga una pertinencia creciente al pluralismo-
unilateralismo. Las numerosas paradojas , círculos viciosos, peticiones de
principio y otros problemas que el derecho internacional privado ha conocido
desde 1837 han sido recientemente identificados por el autor como tantos
resultados del entreveramiento de estas dos teorías, que son en conjunto
incompatibles entre ellas. Bajo numerosos respectos, las teorías morales y
21
éticas del sometimiento al servicio de la voluntad de los demás (tolerancia
activa, obediencia activa, complicidad activa) se beneficiarían al ser cotejadas
con las teorías del derecho internacional privado, cuyos especialistas
tradicionalmente llaman el derecho de la tolerancia.
INTRODUCCIÓN
1.- El pluralismo jurídico recientemente experimentó desarrollos en
derecho internacional privado, pero lo que importa antes de cualquier cosa es
premunirse contra los malos entendidos que arriesgaría provocar, al exponer
estos desarrollos, la pluralidad de las acepciones tradicionalmente dadas a la
expresión “pluralismo jurídico” (A). En lo que sigue de la presente contribución
“pluralismo jurídico” será el nombre que se dará a una teoría general del
derecho, que se comprende en oposición al monismo y al dualismo (B).
A.- Distinción de los sentidos de la expresión “pluralismo jurídico”
2.- Ocurre que se caracteriza por la expresión “pluralismo jurídico” o por
la de “pluralismo legislativo” la legislación de un Estado en tanto ofrezca, a las
personas que están sometidas a sus disposiciones, la elección entre diversos
regímenes, teniendo cada uno de ellos, sus propias condiciones y sus propios
efectos. En este sentido, la legislación francesa es caracterizada por el
“pluralismo jurídico” en materia de regímenes matrimoniales (comunidad
universal, comunidad reducida a las adquisiciones, separación de bienes, etc.)
o en materia de sociedades comerciales (sociedad de responsabilidad limitada,
22
sociedad anónima, sociedad en comandita, sociedad en nombre colectivo,
etc.)12
En lugar de un sentido descriptivo, se puede tratar también de un término
prescriptivo, por el cual se expresan los valores que se defienden o aquellos
que se combaten.13
3.- En antropología del derecho y en sociología del derecho, la expresión
“pluralismo jurídico” es empleada generalmente para describir el estado de una
sociedad de individuos que viven en un mismo territorio y que no están
sometidos a las mismas reglas (sean estas estatales o no, y que las reglas no
estatales sean reconocidas, ignoradas o combatidas por el Estado). Los
antropólogos y los sociólogos no están unánimemente de acuerdo para calificar
de “derecho” lo que no es ni directamente estatal ni estatal por delegación. Pero
hay un acuerdo general entre ellos sobre esta definición del “pluralismo jurídico”
por la pluralidad de ordenamientos jurídicos en vigor en el seno de una misma
sociedad establecida sobre un mismo territorio, estando algunos individuos
sometidos a ciertas reglas, y otros individuos a otras reglas.14
12 Para ilustrar, v. Jean-Guy BELLEY, “Pluralisme juridique”, in André-Jean ARNAUD (dir.), Dictionnaire
encyclopédique de théorie et de sociologie du droit, 2ª ed., París : LGDJ, 1993 : “Existencia simultánea, en el seno de un mismo ordenamiento jurídico, reglas de derecho diferentes que se aplican a situaciones idénticas [abstractamente idénticas, en el sentido que el hurto de uno, es fácticamente idéntico al hurto del otro, por ejemplo, pero que dependen de jurisdicciones y de reglas materiales diferentes]”.
13 Es en este último sentido que el profesor Christian ATIAS ha fustigado la multiplicación de las maneras de formar una familia en el derecho francés, bajo el nombre de “ideología del pluralismo legislativo” del derecho civil de la familia en Francia (“Éléments pour une mythologie juridique de notre temps [suite]. Le Mythe du pluralisme civil en législation”, R.R.J. 1982.244-253).
14 El profesor Jacques VANDERLINDEN (“Le Pluralisme juridique. Essai de synthèse”, in John GILISSEN [dir.], Le Pluralisme juridique, Bruselas: Éd. de l´Univ. de Bruxelles [ULB], 1972, pp. 19-56) ha contribuido mucho al éxito de esta idea de pluralidad y de la expresión por la cual describimos la realidad que le corresponde. Desgraciadamente, esta literatura a menudo tiene, pero no siempre, el defecto de definir los ordenamientos jurídicos no estatales en referencia al Estado y a no concebir el pluralismo “sino en el seno de una misma sociedad” (cf. el sentido indicado, supra, nota 1). Es lo que Jean-Guy BELLEY (op. cit., § 2 inc. 1°) llama como burla el “mono-pluralismo jurídico”.
El señor Jacques VANDERLINDEN, en 1993, presentó otra versión de esta idea, basada completamente en la constatación de que los individuos estaban simultáneamente sometidos a derechos objetivos independientes los unos de los otros. La diferencia con la versión anterior es mínima ya que hemos pasado, como vemos, de la pluralidad de las trascendencias a la pluralidad de
23
4.- En la literatura que depende mayormente de la moral política
(especialmente en Georges GURVITCH), el “pluralismo jurídico” es una doctrina
que preconiza, que junto a fuentes tradicionales del derecho estatal, tales como
las leyes votadas por el Parlamento y los reglamentos elaborados por el poder
ejecutivo, se añaden normas generales que emanan de organizaciones también
detentadoras de una legitimidad política ya que, según los adherentes a esta
doctrina, “el Estado no tiene el monopolio de la representación del interés
general” (entre esas normas, se debiera contar aquellas que emanan de otros
“centros generadores de derecho”, tales como los “sindicatos, cooperativas,
trusts, fábricas, iglesias, servicios públicos descentralizados, uniones
internacionales, administrativas, Organización Internacional del Trabajo,
Sociedad de Las Naciones, etc.”)15.
5.- Una cuarta acepción fue dada a la expresión “pluralismo jurídico”
durante estos últimos años (especialmente por la pluma de la señora Mireille
DELMAS-MARTY), en la literatura relacionada con el derecho: el carácter de un
derecho supra-estatal formado por obligaciones estipuladas a cargo de los
Estados partes de un tratado que deja una cierta libertad a éstos en la elección
de los medios para poder cumplir sus compromisos, que admiten por ende una
las obediencias. En tal sistema, los ordenamientos jurídicos no entran a relacionarse, y los efectos que uno acepte o rechace otorgar las normas del otro, por no estar concebidos, no pueden ser estudiados. V.: Jacques VANDERLINDEN, “Vers une nouvelle conception du pluralisme juridique” in Alain SERIAUX (dir.), “Le Droit face au pluralisme”, R.R.J. 1993.567-642, esp. 573-583.
15 Encontraremos precisiones sobre esta doctrina política en uno de sus más fervorosos defensores, de quien tomamos prestadas las palabras citadas [y traducidas] en el texto entre comillas: Georges GURVITCH, discussion sur le rapport de Hugo SINZHEIMER, “La théorie des sources du droit et le droit ouvrier”, Ann. Inst. int. phil. dr. 1934.73-81, esp. 80 ; Georges GURVITCH, “ Théorie pluraliste des sources du droit positif ”, Ann. Inst. int. phil. dr. 1934.114-131; Geoges GURVITCH, “L’Expérience juridique et la philosophie pluraliste du droit. ” París : Pedone, 1935, pp. 138-152.
Se trata entonces de una doctrina de moral política sobre las fuentes de la legitimidad jurídica, que GURVITCH tiene desgraciadamente la tendencia de presentar como una reflexión puramente científica, donde sólo bastaría “constatar los hechos normativos”. Se adivina la acrimonia que tal confusión metodológica ha suscitado por parte de Hans KELSEN y sobre todo de Alf ROSS luego que
24
pluralidad de observaciones estatales. La idea es tan antigua como las
directivas comunitarias y el Convenio europeo de los derechos humanos.
Utilizar la expresión “pluralismo jurídico” para expresar esta idea es en cambio
una actitud más reciente16.
6.- En un quinto sentido, el único que será empleado en lo que sigue de
la presente contribución, el pluralismo jurídico es una teoría general del
derecho, de la que SANTI ROMANO fue el mensajero más brillante, y que
proviene de la idea que existen varios ordenamientos jurídicos, irreductibles los
unos a los otros en general, e irreductibles en particular a los ordenamientos
jurídicos estatales (o a uno de ellos, o a un ordenamiento jurídico que les
conferiría a todos una juridicidad única), estableciendo todos estos
ordenamientos jurídicos diversas relaciones entre ellos, o rechazando
establecerlas.
Esta teoría general se opone al monismo, del cual Hans KELSEN fue el
más riguroso intérprete, y que parte de la idea que para todo el universo existe
un sólo ordenamiento jurídico, al cual son reductibles por necesidad lógica,
todas las normas jurídicas (sin lo cual éstas no serían jurídicas). El pluralismo
jurídico se opone igualmente al dualismo, teoría general a la cual Dionisio
ANZILOTTI asoció su nombre, y que deriva de la doble afirmación que existen
varios ordenamientos jurídicos irreductibles los unos a los otros, por cierto, pero
que esos ordenamientos jurídicos no están en relación los unos con los otros.
ella fue cometida ante los miembros del Instituto Internacional de filosofía del derecho y de sociología jurídica (Ann. Inst. int. phil. dr. 1934.130).
16 Mirelle DELMAS-MARTY, Pour un droit commun, París : Seuil, 1994, pp. 112, 143-144, 185-186, 193-194, 200, 225 ; Mireille DELMAS-MARTY y Jean-François COSTE, “ Droits de l´homme : logiques non standard”, Le Genre humain, nº 33, 1998, pp. 135-154 ; Elisabeth LAMBERT, Les Effets des arrêts de la Cour européenne des droits de l´homme. Contribution a une approche pluraliste du droit européen des droits de l´homme, th. Univ. Robert Schuman de Strasbourg (1998), Bruxelles : Bruylant, 1999,
25
Esta oposición del monismo, dualismo y pluralismo, como teorías
generales de derecho, exige ciertas precisiones.
B.- Oposición del monismo y del dualismo al pluralismo.
7.- Un nuevo riesgo de confusión afecta el uso de los términos
“monismo” y “dualismo”. Éstos designan, ya sea dos teorías generales del
derecho, ya sea dos tipos de Estado, según el procedimiento constitucional que
ellos utilicen para hacer estatalmente obligatorias las normas del derecho
internacional dotadas de efecto directo (self executing)17.
En este segundo sentido, que se menciona aquí sólo para poder
descartarlo, un Estado es calificado de monista en la medida en que18 torne
obligatorias para sus destinatarios las normas de derecho internacional dotadas
de efecto directo (self executing), sin que ese carácter estatalmente obligatorio
dependa de una copia de la norma internacional bajo la forma de una norma
estatal. Por oposición, un Estado es calificado como dualista sólo en la medida
en que el carácter estatalmente obligatorio de que se trata dependa de la copia
de la norma internacional bajo la forma de una norma estatal.
Esta acepción no será empleada nuevamente en el resto de la siguiente
contribución.
pp. 45-57, esp. 48 : [trad] “la teoría pluralista o de la armonización, cuyo modelo debe actualmente ser explicitado”.
17 Sobre la distinción de esos dos empleos, v. en particular: Carlo SANTULLI , Le Statut international de l’ordre juridique étatique. Étude sur le traitement du droit interne par le droit international, th. Univ. Panthéon-Assas París 2 (1999), París : Pedone, 2001, pp. 90-91; más implícito: Mathias AUDIT, Les Conventions internationales entre personnes publiques, th. Univ. París 1 Panthéon-Sorbonne (1999), París : LGDJ, 2002, p. 37, n° 83.
18 Un Estado, en ese sentido, puede ser monista con ciertas normas y dualista con otras. Así el Reino Unido es monista frente a las reglas comunitarias y costumbres internacionales, así como es dualista frente a otras reglas del derecho internacional.
26
8.- Como teorías generales del derecho, es decir, como representaciones
generales que permiten especialmente describir el derecho, aplicarlo, o
preconizar su cambio o su mantención en el mismo estado, el monismo y el
dualismo podrían parecer muy diferentes el uno del otro. Sin embargo, bajo
algunos respectos –los únicos que aquí nos interesan, porque se tratará
esencialmente de derecho internacional privado-, se trata de dos teorías
perfectamente gemelas y netamente distintas del pluralismo.
Ello se comprenderá rápidamente una vez que se haya recordado lo que
es el derecho internacional privado de un Estado. Junto a una primera parte,
compuesta de la regla por la cual un Estado impone que se aplique, con
preferencia a las normas de otros Estados, sus normas de derecho privado a
las situaciones que entran en el campo de aplicación de éstas (en realidad, más
que una regla, se trata sólo de un aspecto de esas normas), el derecho
internacional privado de un Estado está formado por reglas que él mismo se
impone seguir una vez que es llevado a aceptar o rechazar dar un efecto de
derecho privado a normas emanadas de otro Estado.
El derecho internacional privado es, en este sentido, un derecho de
relaciones entre ordenamientos jurídicos. Ahora bien, el monismo y el dualismo
son dos teorías generales en las cuales las relaciones entre los ordenamientos
jurídicos son inconcebibles. En el monismo, no hay relación entre los
ordenamientos jurídicos puesto que hay un sólo ordenamiento jurídico. Y en el
dualismo existe ciertamente una pluralidad de ordenamientos jurídicos, pero la
estanquidad absoluta que esta teoría les impone como una suerte de necesidad
lógica les impide relacionarse. No es de extrañase entonces que esas dos
teorías echen mano a los mismos artificios para describir el derecho
internacional privado, especialmente en cuanto éste ordena en ciertos casos la
aplicación de leyes extranjeras: esta aplicación es presentada, según los
27
autores de textos monistas o dualistas, tanto como el resultado de la
naturalización preliminar de la ley extrajera (de forma tal que la ley
efectivamente aplicada ya no es extranjera), tanto como la aplicación de una ley
del foro tomando en consideración la ley extranjera, como se haría de un simple
hecho (de forma tal que, nuevamente, sea aplicado sólamente el derecho del
foro).
Cuando nos interesamos en la presentación que las teorías generales
dan del derecho internacional privado, es entonces inútil querer oponer el
monismo y el dualismo, que, en este campo, son dos teorías gemelas. La única
oposición pertinente es aquella que pone frente a frente al monismo (al cual se
asimilará el dualismo), que excluye las relaciones entre los ordenamientos
jurídicos, por una parte, y por otra, al pluralismo, que los admite19.
9.- Reduciéndose ya el riesgo de confusión, es posible abordar el estudio
de lo que son en derecho internacional privado las teorías monista y pluralista
(I), y el uso que de ellas puede hacerse, tanto en esta materia como en otras,
propicias a las analogías (II).
19 En este sentido, v. Edoardo VITTA, “Cours général de droit international privé”, RCADI 1979-I, vol.
162, pp. 9-243, esp. pp. 32-34 (equivalencia en derecho internacional privado del monismo de Hans KELSEN y el dualismo de Dionisio ANZILOTTI y de sus epígonos italianos, equivalencia apoyada por
28
I.- EXPOSICIÓN DE LAS TEORIAS MONISTA Y PLURALISTA
EN DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO
10.- Una explicación de lo que son las teorías generales (A) permitirá una
mejor comprensión de los usos que de ellas puedan hacerse. Luego, se dará a
leer un díptico que contrasta la teoría monista y la teoría pluralista hasta sus
desarrollos en derecho internacional privado (B).
A. Naturaleza de las teorías
11.- Una teoría es una presentación de su objeto, es una imagen, un
cuadro. Esta presentación no es necesariamente descriptiva: los discursos no
descriptivos, relativos al derecho, son numerosos20. Cada género de discurso
tiene sus propios criterios de pertinencia.
Se evocará inicialmente el discurso descriptivo, que es el de la ciencia
fundamental del derecho, cuyo primer criterio de pertinencia es su
correspondencia con la realidad jurídica descrita21. El monismo y el pluralismo,
la identidad de sus artífices teóricos) y pp. 34-35 (rechazo del monismo y del dualismo por el autor, que preconiza la utilización en derecho internacional privado del pluralismo de SANTI ROMANO).
20 Se encontrará una exposición de diferentes tipos de discursos relativos al derecho (ontología del derecho; ciencia fundamental del derecho o enseñanza jurídica; ciencia aplicada del derecho o información jurídica; doctrina; alegato, acusaciones y discursos similares; política jurídica o moral jurídica; motivación; legislación), in Didier BODEN, L’Ordre public, limite et condition de la tolérance. Recherches sur le pluralisme juridique, th. Univ. París 1 Panthéon-Sorbonne, 2002, polycop., pp. 517-523.
21 Los otros criterios de pertinencia de una teoría descriptiva son los siguientes. Ya que la teoría descriptiva procede por reagrupamiento en el seno de categorías, de forma que lo que es afirmado en un caso individual pueda también ser dicho, por medio de una ley teórica, de toda una serie de otros casos, se preferirá la economía de una sola teoría general, a la profusión de las teorías ad hoc. El grado de correspondencia a la realidad y la economía sólo son dos caras de un mismo criterio. Puesto que la teoría es una presentación de las cosas, el segundo criterio de pertinencia de una teoría es su valor pedagógico, es decir la virtud que ella tiene de hacer acceder rápida y eficazmente a los estudiantes hacia un cierto conocimiento de la realidad estudiada. Ya que la teoría articula un cierto número de propósitos que forman un conjunto coherente, el tercer criterio de pertinencia de una teoría
29
como teorías descriptivas, corresponden cada uno a una parte más o menos
grande de la realidad del derecho internacional privado. En ese sentido, cada
una de esas dos teorías es más o menos verdadera y más o menos falsa.
Desde hace medio siglo, como se verá más adelante22, uno de los ejercicios
más valorados de los especialistas del derecho internacional privado, sobre
todo en Francia, consistió en medir la parte de correspondencia con el derecho
positivo de cada una de estas dos teorías.
Otro tipo de discurso, más teórico de lo que se piensa, es el que sostiene
el legislador, o su substituto pretoriano. Por las palabras que utiliza, y por las
reglas que impone, el legislador puede rendir homenaje a una teoría, y ordenar
de esa forma a los que estarán encargados de aplicar la ley, hacerse ciertas
preguntas, excluyendo ciertas otras, en un orden que habría parecido
descabellado si se hubiese inscrito en otra teoría. Es este modo de empleo de
la ley (o de la jurisprudencia que a veces tiene su lugar) el que es llamado,
especialmente en derecho internacional privado, “método”. En este sentido, un
método es, o no es, de derecho positivo; lo es en mayor o menor medida; es
irreducible a las reglas y a las decisiones; ordena la censura de una decisión
que no lo habría seguido (un método, como todo razonamiento, se sigue) en
una materia donde él es de derecho positivo; es una imagen, es decir una
teoría, que el derecho positivo da de sí mismo y de su puesta en acción23.
12.- Un breve ejemplo de derecho internacional privado permitirá
comprender mejor cómo una teoría puede ser un modo de empleo del derecho
positivo. Dos teorías se ofrecen para quien buscaría describir el razonamiento a
es la ausencia de sorpresas que se siente, después de haber leído los primeros elementos de la teoría, tomando conocimiento de los elementos siguientes. Ya que una de las funciones de la teoría es de permitir la argumentación y jamás sea fácil convencer a una persona que luego de estar convencida de lo que se sostiene, el cuarto criterio de pertinencia de una teoría es el éxito que ella haya adquirido. V. Didier BODEN, op. cit., pp. 504-516.
22 V. infra, n° 18.
30
seguir en el derecho positivo francés cuando dos iraníes quieren divorciarse en
París:
Primera teoría, primer método Segunda teoría, segun do método
1.- Pregunta de derecho internacional
privado francés: La acción de divorcio
¿Depende de la regla de conflicto
francesa aplicable a las interrogantes
de derecho no patrimonial de las
personas y de la familia (lo que
usualmente se llama, el estatuto
personal)?
1.- Pregunta de derecho interno
francés: ¿Incluye la ley francesa sobre
el divorcio, dentro de su campo de
aplicación, la acción de dos iraníes en
París?
2.- Pregunta de derecho internacional
privado francés: Si se trata de una
cuestión de estatuto personal, ¿cuál
es el factor de conexión retenido por la
regla de conflicto francesa? ¿Se trata
de la nacionalidad común de las
partes, o de otro criterio?
2. Pregunta de derecho internacional
privado francés: ¿Exige esta ley
francesa ser aplicada en Francia a los
casos que entran en su campo de
aplicación?
3.- Pregunta de derecho internacional
privado francés: ¿Cuál es el
ordenamiento jurídico que designa
este criterio? Dicho de otro modo:
¿cuál es el ordenamiento jurídico
competente?
3.- Pregunta de derecho interno iraní:
La ley iraní sobre cese judicial no
retroactivo del matrimonio ¿deja
dentro de su campo de aplicación la
acción de dos iraníes en París?
23 Para una mayor precisión y ejemplos, v. Didier BODEN, op. cit., pp. 521-522.
31
4.- Pregunta de derecho interno iraní:
dentro del ordenamiento jurídico
designado, ¿cuál es la ley sustantiva
que hace entrar en su campo de
aplicación la acción de divorcio de dos
iraníes en París? Hay necesariamente
una, ya que todo derecho estatal
siempre tiene respuesta para todo.
4.- Pregunta de derecho internacional
privado iraní: ¿Exige esta ley, ser
aplicada en el extranjero en los casos
que entran en su campo de
aplicación?
5.- Pregunta de derecho internacional
privado francés: ¿La posible aplicación
de esta ley en la especie, no revela
que en realidad era la ley substantiva
francesa la que, por excepción a la
regla de conflicto aplicable en materia
del estatuto personal, debía aplicarse?
5.- Pregunta de derecho internacional
privado francés: Si la ley francesa no
quiere aplicarse y la ley iraní quiere
aplicarse, la solución a la cuál
conduciría, en la especie la aplicación
de la ley iraní, ¿contrasta
excesivamente o no con las
concepciones del derecho francés?
6.- Pregunta realizada a los derechos
internacionales privados del mundo
entero: Si se constata tal contraste,
¿desea otra ley extranjera ser
aplicada?
7.- Pregunta de derecho internacional
privado francés: en ausencia de toda
ley extrajera que quisiera ser aplicada
en la especie, ¿acepta la ley francesa
32
ser aplicada subsidiariamente?
13.- Este ejemplo permite mostrar que una teoría puede ser, o no, de
derecho positivo24. La decisión dictada por una jurisdicción que haya seguido
una teoría en vez de la otra incurriría, en el mejor de los casos, en la sustitución
de motivos y, en el peor de los casos, en la anulación o la casación25.
Comparativamente, pero cambiando el tipo de discurso para volver a la
descripción científica, se constatará la verdad del texto que describe al derecho
positivo francés en los términos de la segunda teoría, y la falsedad del texto que
describiría ese mismo derecho en los términos de la primera.
El ejemplo también permite mostrar que las teorías se distinguen por la
presentación de su objeto, presentación que es formada por un cierto número
de frases, compuestas por ciertas palabras, que tienen un significado. Esas
frases son arregladas en un cierto orden. Entonces basta con adoptar una cierta
presentación de un objeto para tornar incomprensibles algunos otros decires
relativos a este objeto, si tales decires se inscriben dentro de otra teoría26. Para
mostrar que se adhiere a cierta teoría, a veces sin saberlo basta, con utilizar
ciertas frases o ciertas palabras27, o de usarlas en un determinado sentido28. A
24 La primera correspondió al derecho francés hasta 1975, y ella aún corresponde, mutatis mutandis, al
derecho internacional privado francés positivo de las anulaciones de matrimonio. La segunda corresponde al derecho positivo francés desde 1975 (v. art. 310 C. civ.fr., art. 309 desde el 1º de julio de 2006).
25 Por haber seguido el segundo método en vez del primero, la Corte de Apelaciones de París vio casada la sentencia que había dictado en el caso L’Union et le Phénix espagnol et al. c. Mlle Beau, el 6 de junio de 1990 por la Primera Sala Civil de la Corte de Casación (Rev. crit. DIP 1991.354-365, n. Pierre BOUREL ; cf. : Bertrand ANCEL e Yves LEQUETTE, Grands arrêts de la jurisprudence française de droit international privé, 4ª ed., París : Dalloz, 2001, n° 19). Por haber seguido el primer método en vez del segundo, la misma casación fue inflingida el 28 de mayo de 1991 por la misma sala civil al fallo dictado por la misma Corte de Apelaciones en el caso Huston et al. c. Soc. Turner Entertainment Co. y al. (Cass. civ. I, 28 mayo 1991, Rev. crit. DIP 1991.752-756, n. Pierre-Yves GAUTIER).
26 V. infra, notas 28 y 29. 27 “Orden jurídico competente” para la primera teoría; “voluntad que tiene la ley de aplicarse”, para la segunda teoría. 28 En la primera teoría, el “conflicto de las leyes” se dice de una situación que tiene puntos de contacto con
varios países, de manera que la duda es a priori permitida sólo en cuanto a la ley aplicable a esta
33
veces incluso basta para revelarlo con hacerse ciertas preguntas en un
determinado orden29.
En fin, el ejemplo permite sugerir el vínculo entre la teoría y el
razonamiento. Cualquiera sea el tipo de discurso adoptado, razonar consiste
siempre en inscribirse dentro de cierta teoría y de tomar a su interlocutor como
testigo de la pertinencia establecida de algunas de las frases de esta teoría
para convencerlo de la pertinencia, no establecida aún, de las frases siguientes
de esta misma teoría30. Se sigue que la adopción simultánea de dos teorías
incompatibles entre ellas provoca problemas de razonamiento: paradojas,
círculos viciosos, peticiones de principios, contradicciones, etc.31
14.- Quedan dos precisiones que aportar antes de leer el díptico que
contrasta la teoría monista y la teoría pluralista hasta en sus desarrollos dentro
del derecho internacional privado: la razón por la cual el monismo ha podido
ejercer –y continúa ejerciendo- una influencia en esta materia, y el nombre que
toman respectivamente en derecho internacional privado las teorías monista y
pluralista.
situación (será aquella del “orden jurídico competente”); en la segunda teoría, el “conflicto de las leyes” se refiere a una situación que quieren concurrentemente regular las leyes de varios países (cada una de estas leyes “se pretende aplicable”).
29 En la primera teoría, las principales preguntas de derecho internacional privado (1 a 3) preceden la pregunta de la determinación del campo de aplicación de la ley en el espacio, que es una pregunta de derecho material (4). Mientras que en la segunda teoría, las preguntas de determinación del campo de aplicación de las leyes en el espacio, que son preguntas de derecho material (1 y 3), preceden las preguntas de derecho internacional privado (respectivamente: 2 y 4 a 7).
30 Para mayor precisión y ejemplos, v. Didier BODEN, op. cit., nos 409-410, y los reenvíos a Christian ATIAS, Théorie contre arbitraire. Éléments pour une théorie des théories juridiques, París : PUF, 1987, pp. 18 y 23, y a Joe VERHOEVEN, “Droit international public et droit international privé: où est la différence?”, APD 1987, vol. 32, pp. 23-34, esp. 34.
31 En una carta dirigida el 20 de septiembre de 1923 a Arthur STANLEY EDDINGTON, Wolfgang PAULI había hecho notar que la contradicción entre los fenómenos de interferencia y los “quanta de luz” de EINSTEIN venían “simplemente de lo que nos separamos de las LEYES de la teoría clásica pero que continuamos siempre trabajando con los CONCEPTOS de esta teoría”. V. Catherine CHEVALLEY ,
34
La razón de la influencia monista en esta materia debe ser buscada en
dos movimientos que datan de la segunda mitad del siglo XIX: Uno, que obtiene
su fuente en SAVIGNY, y que limita el empleo del derecho internacional privado
al gemeines Recht (es decir, en lo que se había convertido el jus commune a
mediados del siglo XIX en Alemania, y que venía a completar un derecho civil
consuetudinario común a los Estados alemanes de derecho no codificado); el
otro, que podríamos atarlo a MANCINI, y que hacía del derecho internacional
privado una parte del derecho de gentes (y por consiguiente un derecho
universal, único, de fuente convencional o consuetudinaria).
El derecho internacional privado de hoy en día, ha abandonado
completamente la hipótesis de un derecho civil común (que variaría sólo
mínimamente, al igual que la lengua alemana, de Viena a Eupen y de
Luxemburgo a Berlín), y la hipótesis de un derecho internacional privado
verdaderamente internacional y repartidor de las competencias. Pero, al igual
que esos ateos que no pueden dejar de exclamar “¡Gracias a Dios!” o “¡Dios
nos guarde!”, el lenguaje de esta rama del derecho guarda trazos de esta
herencia doctrinal del siglo XIX, material y formalmente monista.
En fin, importa saber que, por razones que serán comprendidas a medida
de la lectura del díptico, el monismo en derecho internacional privado ha
tomado el nombre de bilateralismo, y el pluralismo ha recibido el nombre de
unilateralismo.
“Introduction”, in Niels BOHR, Physique atomique et connaissance humaine (1958), trad. fr. de Edmond BAUER y Roland OMNES (1961), París : Gallimard, 1991, p. 51.
35
B.- Díptico teórico
15.- El monismo jurídico y el pluralismo jurídico pueden ser expuestos
someramente, de la siguiente manera:
A.- Monismo B.- Pluralismo
A.1.- Todas las normas jurídicas
obtienen su juridicidad de una norma
común y a la vez única (para Hans
KELSEN: la Grundnorm). Hay sólo un
ordenamiento jurídico.
B.1.- Cada norma jurídica obtiene su
juridicidad del ordenamiento jurídico
del cual depende. Hay varios
ordenamientos jurídicos, irreductibles
los unos de los otros.
A.2.- Toda pregunta referida a la
validez de una norma, sobre su
significado o sobre su campo de
aplicación, depende de reglas de las
que se debe mostrar si provienen
jerárquicamente de la Grundnorm por
una cascada (o por una cadena) de
habilitaciones. Toda interrupción
dentro de esta cascada priva de
validez a todas las normas
subsecuentes; toda destrucción de un
eslabón de esta cadena priva de
validez a todos los eslabones
siguientes. Recíprocamente, todo lo
que designa, todo lo que habilita una
norma valida lo que esta dispone (y lo
valida en cuanto que lo habilita) lo
B.2.- Cada ordenamiento jurídico fija el
mismo las reglas de validez de sus
normas, su significado y su campo de
aplicación. Si no se excluye toda
jerarquía, (especialmente para
resolver las preguntas de validez), el
ordenamiento jurídico no se reduce a
ella ya que se encuentran en su seno
normas (interpretaciones lícitas y
habituales, razonamientos
autorizados, etc.) cuya habilitación o
rango buscaríamos en vano, y cuya
positividad no es impugnada. Las
normas de cada ordenamiento jurídico
deben ser consideradas como un todo,
sin que su juridicidad dependa
necesariamente de una jerarquía de
36
transforma en jurídico, por contagio,
como el Rey Midas transformaba en
oro todo lo que tocaba.
habilitaciones.
A.3.- De lo que podría parecer como
de otros ordenamientos jurídicos, se
dirá simplemente una de las dos cosas
siguientes: o bien son reductibles al
primer orden (el que tiene a la
Grundnorm en su cima) y por tanto es
de él de quien obtendrán su
juridicidad; o bien le son irreductibles,
y por tanto no serán revestidos de
ninguna juridicidad.
B.3.- Hay tantas juridicidades como
ordenamientos jurídicos. Cada uno
obtiene su juridicidad de sí mismo. A
este respecto, es indiferente que las
normas de un ordenamiento (o este
ordenamiento completo) no sean
consideradas como jurídicas por tal o
tal otro ordenamiento. Por lo demás, la
decisión de dar efecto a normas
externas (en SANTI ROMANO: la
decisión de tornarlas relevantes)
depende sólo del ordenamiento
jurídico de acogida.
A.4.- Toda norma jurídica que permita
acoger una norma externa reviste a
ésta de juridicidad. Todo ordenamiento
jurídico que acoja las normas que
emanan de una entidad hasta ahora
externa, la torna jurídica y se la
apropia (en la medida en que acoja
sus normas). Se dirá también que
habilita a esta entidad para tomar
normas jurídicas. En las relaciones
entre Estados, un monista podrá decir
B.4.- Una norma jurídica que permita
acoger una norma externa, solamente
hace producir a la norma acogida los
efectos que dependen del
ordenamiento jurídico de acogida.
Esos efectos son internos en lo que es
el ordenamiento jurídico de acogida
que los concede. La norma externa
recibe tales efectos en calidad de
norma externa: ella no es naturalizada.
Negarlo sería un atentado a la
37
que el Estado de acogida naturaliza
las normas extrajeras. Una vez
acogida, la norma naturalizada
produce los efectos de una norma
interna ya que se ha convertido en una
norma interna.
integridad de esta norma. Ninguna
pregunta de respeto a la jerarquía de
las normas internas puede por tanto
formularse, ya que la norma externa
no es una norma interna, aún cuando
el ordenamiento jurídico de acogida le
asocie efectos internos.
A.5.- El rechazo de acoger una norma
externa y su nulidad son sinónimos
puesto que la nulidad es una
apropiación destructora de la norma y
de su pretensión para acceder a la
juridicidad, y que el rechazo de acoger
una norma externa impide que ella
acceda a esta juridicidad.
B.5.- El rechazo de acoger una norma
externa no significa privarla de su
juridicidad puesto que esta norma
tenía su juridicidad de su
ordenamiento jurídico de origen.
Podemos decir que una privación de
efecto es una privación de relevancia,
pero no podemos decir que sea una
anulación.
A.6.- El ordenamiento jurídico único
puede habilitar a los sub-órdenes para
producir normas que de un sub-orden
a otro, serán diferentes. Ellas no serán
por ello menos jurídicas. Pero ningún
sub-orden podrá contradecir ciertas
normas sustantivas emanadas de la
cima del ordenamiento jurídico. En
esto, el ordenamiento jurídico en su
conjunto tiene una cierta sustancia,
que se reencuentra en cada sub-
B.6.- Cada ordenamiento jurídico
produce sus propias normas. Es
posible que difieran de un
ordenamiento al otro. Esta
circunstancia no tiene consecuencias
sobre su juridicidad.
38
orden.
A.7.- La habilitación es
necesariamente limitada, si no, los
sub-órdenes podrían destruir las
normas por las cuales la juridicidad les
ha sido atribuida. Las normas de
habilitación, que son comunes (al
menos en la cima) son por tanto
jerárquicamente superiores a las
normas a las cuales transmiten la
juridicidad. En esto, la diversidad es
ordenada.
B.7.- Puesto que el rechazo de acoger
una norma externa no tiene poder para
privarla de su juridicidad original, la
norma que ordena la acogida (o su
rechazo) no puede ser presentada
como jerárquicamente superior a la
norma acogida. La diversidad de las
normas, de un ordenamiento jurídico al
otro, no está sometida a ninguna regla
superior común.
A.8.- Hay sólo un conjunto de normas
de habilitación que transmite la
juridicidad a las normas habilitadas,
repartiendo las competencias, y
ordenando a cada sub-orden aplicar
las normas de los otros sub-órdenes
puesto que éstas están correctamente
habilitadas.
B.8.- Cada ordenamiento jurídico
decide por sí mismo las condiciones
bajo las cuales, y los casos en que,
haya dispuesto dar efecto a las
normas de otros ordenamientos
jurídicos. En esa elección, no está
sometido a ninguna regla que le sea
externa.
A.9.- El lenguaje de las normas de
habilitación, y las grandes categorías
que éste delimita, son comunes a
todos los sub-órdenes habilitados, y
por tanto uniformes. Esto no impide
que esas grandes categorías sean
B.9.- El lenguaje de las normas que
imponen que se dé un efecto a las
normas internas (y aquel de las
normas que ordenan bajo condición
que se dé efecto a las normas
externas) no es común a los diversos
39
subdivididas de manera diferente de
un sub-orden a otro (cf. A.6.)
ordenamientos jurídicos y no tiene
ninguna razón de ser uniforme.
A.10.- Todo rechazo de parte de un
sub-orden vendría a negar la
juridicidad de las normas de otro, es
decir a negar su habilitación, es decir a
violar la jerarquía de las normas de
donde recibe él mismo su habilitación.
B.10.- Un primer ordenamiento
jurídico, rechazando dar efecto a la
norma de un segundo ordenamiento
jurídico, no viola ninguna norma
superior que sería común a los dos
ordenamientos. Por este rechazo, no
reniega de ninguna manera sus
propios fundamentos.
A.11.- No obstante, en el caso donde
un primer sub-orden haya dictado, en
virtud de una habilitación, una norma
aplicable a una especie igualmente
aludida por la norma de un segundo
sub-orden, habrá una antinomia de las
normas, a resolver según una regla de
predominio.
B.11.- Cuando la norma de un
ordenamiento jurídico incluye una
situación en su campo de aplicación
(regla de delimitación), ella debe serle
aplicada (regla – o, mejor dicho:
aspecto – de aplicabilidad). En ese
caso, la aplicación de una norma
externa está excluida.
A.12.- Esas antinomias son anomalías,
ya que las reglas de habilitación son
repartidoras de competencias. Esas
antinomias se explican sólo por una
imperfección de la repartición, que dio
a dos sub-órdenes, competencias que
se yuxtaponen.
Hay sólo dos formas de solucionar el
B.12.- Los casos en que un
ordenamiento jurídico rechaza
visualizar la aplicación de una norma
externa que quiere ser aplicable, son
potencialmente numerosos ya que
cada ordenamiento jurídico decide por
sí mismo el campo de aplicación de
sus normas (y, consecuencialmente,
40
problema: 1. Considerar que la
habilitación repartidora incluye una
regla de predominio que permite a
cada sub-orden, en caso de antinomia,
dar a sus propias normas un rango
superior a aquellas de otros sub-
órdenes (esta presentación puede
valerse de la idea que la norma
acogida es naturalizada por el sub-
orden de acogida, y que en calidad de
norma ahora interna, depende de
reglas de predominio, por definición
internas); 2. Mejorar el único cuerpo
de reglas de habilitación de manera de
hacer desaparecer la superposición de
las competencias.
En los dos casos, es una regla de
predominio (el predominio del único
cuerpo de reglas de habilitación o el
predominio de las normas de cada
sub-orden hacia aquellas de otros
ordenamientos) entre normas del
ordenamiento jurídico único que
resuelve el problema.
de su aplicabilidad: v. supra, B.11.), y
que decida él mismo,
correlativamente, de la amplitud de su
rechazo de dar efecto a las normas
externas (aún cuando todo rechazo de
dar efecto a las normas exteriores no
sea necesariamente motivado por una
voluntad de aplicar las disposiciones
de la lex fori: v. infra, B.13 a B.15).
A.13.- Fuera de esta hipótesis de la
antinomia de dos normas igualmente
habilitadas pero que emanan de dos
sub-órdenes diferentes (y de su
B.13.- Otra es la hipótesis del
ordenamiento de acogida que no ha
previsto aplicar ninguna de sus
normas, y que está dispuesto a acoger
41
solución: el predominio), todo rechazo
de aplicar la norma de otro sub-orden
violaría la jerarquía de las normas. En
efecto, no se puede sostener
simultáneamente que la norma de otro
sub-orden debidamente habilitada es
derecho aplicable, por una parte, y,
por otra, que no se puede aplicar.
Toda invocación por un sub-orden de
una de esas normas inaplicables con
el fin de provocar un obstáculo en la
aplicación de la norma de otro sub-
orden sería una contradicción en los
términos: efectivamente, sólo puede
invocarse una norma, con el único fin
de aplicarla.
la norma de otro ordenamiento
jurídico, pero contrastando
excesivamente con las normas (por
hipótesis no aplicables) del
ordenamiento jurídico de acogida. El
exceso de este contraste será el
motivo de un rechazo, por parte del
ordenamiento jurídico de acogida, de
dar efecto a la norma externa. Este
rechazo no es el fruto de ninguna
contradicción: la condición de armonía
interna (es decir de la exigencia que el
contraste entre la norma exterior
candidata a ser acogida y las normas
internas, no aplicables, no sea
excesivo) requiere por definición que
se compare aquéllas con éstas.
A.14.- Los “principios generales del
derecho” sólo son reglas, tan
generales y abstractas como las leyes,
y que son dictaminadas por los jueces,
o a veces por el mismo legislador (se
puede unir al legislador, el
constituyente o las Altas Partes
Contratantes). Esas reglas tienen
necesariamente un rango jerárquico: el
de la norma que podrá abrogarlos, y
que es necesariamente superior a
B.14.- Esa comparación no es la
confrontación entre la norma externa y
la norma que en el ordenamiento de
acogida, le correspondería
(suponiendo que existe una). Se trata
más bien de confrontar el efecto que
se trata de otorgar a la norma externa
a los principios generales que se
sacan de las normas no aplicables del
ordenamiento de acogida y de las
cuales se dirá que ellas han inspirado
42
aquel de las normas que esos
principios pueden invalidar. Toda vez
que se pretende “sacar un principio de
las normas escritas” (es decir cuando
los jueces, en su actividad
jurisprudencial, es decir cuasi-
legislativa, elaboran una regla que
busca inspirarse en lo que el legislador
habría decidido en su lugar y que ellos
crean poder encontrar la sustancia de
su voluntad potencial en las
ocurrencias de su voluntad pasada),
ese principio tendrá el mismo rango
que esas normas escritas. En
definitiva, si se admite que la
jurisprudencia es una fuente de reglas
de derecho, la categoría de “los
principios generales del derecho” es
redundante.
éstas. No se exigirá del efecto
requerido, que pueda asimismo
valerse de esta inspiración, pero se
exigirá simplemente que el contraste
entre ese efecto y esta inspiración no
sea excesivo. Lo que se llama
“principios generales del derecho” es
una técnica, irreductible a cualquier
otra, que permite (entre otras cosas)
invocar normas no aplicables para
guiar la elección entre dar o rechazar
dar efecto a una norma externa. Esta
técnica no tiene rango jerárquico. Que
las normas escritas pero no aplicables
que sirvan de punto de partida tengan,
ellas mismas, un rango jerárquico no
tiene relevancia puesto que se trata,
por hipótesis, de normas no aplicables,
y que la pregunta del rango jerárquico
se formule sólo en caso de
contradicción entre dos normas
derivadas de un mismo ordenamiento
jurídico y que sean simultáneamente
aplicables.
A.15.- De forma similar, lo que
llamamos “orden público” sólo puede
ser la locución epíteta del sustantivo
regla. En efecto, sólo se emplea para
B.15.- Cuando se dice que “el orden
público del ordenamiento jurídico de
acogida sería vulnerado si el efecto
requerido fuera dado a la norma
43
designar las reglas imperativas o para
hablar de un hecho jurídico (el “orden
en la vía pública”, etc.). Sería mejor
pues prohibir esta expresión del
lenguaje jurídico y sólo referirse a
reglas e imperatividad. Cuando se dice
que “el orden público del ordenamiento
jurídico de acogida sería vulnerado si
el efecto requerido fuera conferido a la
norma externa”, en realidad esto
significa que una regla de orden
público del sub-orden considerado se
aplica, y, desde ahí, que ninguna regla
externa al sub-orden pueda ser
aplicada. En derecho internacional
privado, hablamos de orden público
internacional para indicar de que regla
de predominio se trata: la
imperatividad internacional (es decir,
más precisamente: el predominio de la
regla de derecho internacional privado
que designa la lex fori, sobre la regla
de derecho internacional privado que
habría de otro modo designado una
ley extranjera).
externa”, esto significa simplemente
que el rechazo de dar efecto a la
norma externa es motivado porque
este efecto contrastaría en gran
medida con los principios generales
del ordenamiento jurídico de acogida,
principios sacados de normas no
aplicables a las cuales no se puede
(por un cambio de idea declarándolos
aplicables) reducir ni la técnica de los
principios generales del derecho, ni la
técnica del orden público (siendo esta
técnica, sólo una de las especies del
género que constituye esta misma).
A.16.- Si todos los sub-órdenes tienen
vocación para recibir la misma
habilitación, se puede esperar ver en
B.16.- Puesto que cada ordenamiento
jurídico fija él mismo sus reglas de
acogida, no hay ninguna razón de
44
la aplicación por cada sub-orden de
las normas de otros sub-órdenes un
grado elevado de reciprocidad. Ese
grado dependerá de la perfección de
la regla de repartición de las
competencias y del mayor o menor
uso que hayan hecho los sub-órdenes
del poder de producción de las normas
(y por tanto, en caso de imperfección
de la regla de repartición de las
competencias, del poder de
producción de las antinomias, únicas
causas de rechazo de aplicar una
norma de algún otro sub-orden) de
que estaban habilitados.
esperarse una reciprocidad en los
efectos que los ordenamientos
jurídicos acepten o rechacen otorgar a
las normas que les sean externas.
Ciertamente, dos ordenamientos
jurídicos de concepciones muy
diferentes serán frecuentemente
llevados a oponerse mutuamente un
gran número de rechazos, pero no hay
que ver allí la reciprocidad: es posible
que la norma de uno contraste con las
normas no aplicables del otro, sin que
se cumpla lo recíproco.
A.17.- Es así en razón de una doble
completitud. La primera es la
completitud material de cada sub-
orden (cada sub-orden tiene respuesta
para todo). Esta completitud
provocaría un conflicto universal de
leyes para toda pregunta (todo sub-
orden tiene respuesta para toda
pregunta), si las reglas repartidoras de
competencias y las reglas de
predominio (dos caras de una misma
noción: la habilitación), no lo previeran
volviendo competente un único sub-
B.17.- Ningún ordenamiento jurídico es
materialmente completo, y la suma de
los ordenamientos jurídicos tampoco lo
es. No hay ni completitud material ni
completitud de repartición de
competencias. De dos cosas, una: sea
que el ordenamiento jurídico
considerado decrete una norma
relativa a cierta situación o a cierta
categoría de situaciones; sea que no
prevenga nada él mismo y esté
dispuesto a acoger la norma de otro
ordenamiento jurídico. En la segunda
45
orden. Ahí está el objeto de la
segunda completitud: aquella
repartidora de competencias (siempre
hay un sub-orden competente). La
primera completitud concierne a la
universalidad de las normas
concebidas en su abstracción racional;
la segunda concierne la armonía de
las normas concebidas en su
imperatividad (i.e. en su dependencia
del imperium de un Estado soberano).
hipótesis, aún falta distinguir si una
norma externa cumple todos los
requisitos necesarios para su acogida
(v.infra), o que ninguna de ellas los
cumpla –entonces, será la señal que el
ordenamiento jurídico al cual la
pregunta es sometida, le es indiferente
(o, para decirlo de otro modo, pero
esta expresión se aplica sólo a
algunas situaciones: que esta
situación no dependa de ninguna
norma jurídica).
A.18.- Cada sub-orden está
materialmente completo ya que, en lo
que concierne a las reglas, que son
todas del tipo “A implica B”, la
ausencia, en la legislación del sub-
orden designado, de una disposición
que prevé explícitamente que “A
implica B” debe ser asimilada bajo la
presencia de una regla que prevea
explícitamente que “A no implica B”.
Cuando uno pretende aplicar una
legislación extranjera, sacar reglas que
no constan expresamente en ésta y
que la jurisprudencia extranjera no ha
encontrado en ésta, no significa
apartarse de esta legislación. Es sólo
B.18.- Salvo desconocer la integridad
de las normas, no hay ninguna razón
para que el juez, conociendo de un
litigio, aplique una ley que no se quiera
aplicar, o (pero es sólo una variante de
lo que acaba de mencionarse)
pretender aplicar una regla
completamente inventada y de la cual
se buscaría en vano la expresión en la
ley pretendidamente aplicada o en la
jurisprudencia extranjera resultante.
Sólo los órganos del ordenamiento
jurídico extranjero considerado están
habilitados para llenar las lagunas de
su legislación. Si no lo han hecho, hay
que dar cuenta de la laguna; si lo han
46
una necesidad lógica, consubstancial
a la completitud.
hecho, es necesario tomar nota de la
norma que han elaborado.
A.19.- En definitiva, las hipótesis de
rechazo son una cuestión de reglas
igualmente aplicables, de igual
precisión y de contenido
contradictorio, cuya antinomia está
resuelta con la aplicación de una regla
de predominio.
A.20.- KELSEN propone dos versiones
del monismo. En la primera versión
(califiquémosla como universalista), la
Grundnorm es internacional y es ella
quien habilita a los ordenamientos
estatales. La juridicidad de las normas
estatales deriva por tanto de esta
habilitación por el derecho
internacional público. Un Estado no
puede negar la juridicidad del derecho
de otro Estado sin negar a la vez la
propia.
En la segunda versión, la
Grundnorm es estatal (por ejemplo:
austriaca) y todo lo que se llame
derecho sólo es derecho en razón de
una habilitación austriaca (en nuestro
B.19.- En definitiva, las hipótesis de
rechazo formarán una casuística que
varía según el efecto requerido
(reubicándolo en su contexto
específico) y según los principios
generales que se sacan de las normas
no aplicables del ordenamiento jurídico
de acogida.
B.20.- No hay Grundnorm en la teoría
pluralista; así como no hay centro
cósmico alrededor del cual gravitarían
todas las galaxias. Por tanto, no
debemos preguntarnos si los Estados
giran alrededor del derecho
internacional público o si es el derecho
internacional público y todos los
Estados excepto Austria que gravitan
alrededor de éste; como tampoco
debemos preguntarnos, si la Nebulosa
de Orión gira alrededor de la Via
Láctea, o si al contrario, es ésta que
gravita alrededor de aquella, o si
ambas giran a la vez alrededor de un
mismo centro.
47
ejemplo): el derecho internacional
público sólo es derecho en razón de
una regla de derecho constitucional
austriaco que lo juridifique; los
derechos estatales extranjeros son
derecho sólo en razón de su
designación por el derecho
internacional privado austriaco, etc.
KELSEN compara esta segunda versión
del monismo al solipsismo.
El monismo universalista y el
monismo solipsista son a menudo
llamados (en la literatura de derecho
constitucional relativo a las relaciones
entre derecho internacional y derecho
estatal): monismo con primacía del
derecho internacional y monismo con
primacía del derecho estatal. Hay que
acercarlos respectivamente, en la
literatura del derecho internacional
privado, del bilateralismo universalista
y del bilateralismo particularista.
A.21.- En derecho internacional
privado, la regla de designación de la
ley aplicable confiere su juridicidad a
la ley aplicable. El cuerpo de reglas de
designación –que procede del
universalismo (siendo entonces el
B.21.- Cada Estado tiene su propio
derecho internacional privado, que
está formado por reglas de recepción
de normas extranjeras, y de la regla
que torna aplicables las normas
internas a las situaciones que entran
48
derecho internacional privado
presentado como una parte del
derecho internacional público) o del
solipsismo (siendo entonces el
derecho internacional privado
presentado como una parte del
derecho estatal) – es único. El
derecho internacional privado está
entera y exclusivamente constituido
por reglas de designación bilaterales
(bilaterales en el sentido que designan
ora el sub-orden de referencia, ora
otro sub-orden).
A.22.- La regla de designación es
substancialmente indiferente en el
sentido que, entre los sub-órdenes,
aquel que será habilitado por ella no lo
será en razón de su sustancia. Pero
ella no es, de ninguna manera,
sustancialmente indiferente, en el
sentido que todos los sub-órdenes
comparten una misma sustancia (A.6),
que sólo varía ligeramente, en sus
modalidades, de un sub-orden al otro.
Es en virtud de ese presupuesto
sustancial que la regla de designación
puede funcionar de manera que,
estando definido el presupuesto, será
en su campo de aplicación (esta última
regla es indisociable de dichas normas
internas: ella no más que un carácter
de ellas: es sólo por una simple
operación mental que se distinguen
éstas de aquéllas, como se distingue
una moneda, su metal, su masa, su
lado sello y su lado cara). Ese derecho
internacional privado no confiere su
juridicidad a las normas extranjeras, ya
que ellas la reciben de su
ordenamiento jurídico de origen.
B. 22.- El derecho internacional
privado de un Estado, para existir y ser
puesto en acción, no parte de la idea
que todos los ordenamientos jurídicos
del mundo tienen una sustancia
común. En ese sentido, es
sustancialmente indiferente. Pero sólo
puede mantener la armonía interna de
su ordenamiento (B.13) sometiendo el
otorgamiento de efectos a normas de
origen externo a condiciones que
puedan ser sustanciales. Es porque
está a priori abierto a las normas del
mundo entero y obligado a mantener
la armonía interna de su
49
en lo sucesivo sustancialmente
indiferente.
A.23.- El lenguaje de este único
derecho internacional privado es
único. Sus categorías no tienen
competidores. Es el derecho
sustantivo de referencia, es decir el
que es, de forma difusa, común a
todos los sub-órdenes en presencia
(A.6), el que indica lo que son las
relaciones de derecho (“matrimonio”,
“propiedad”, “arrendamiento”, etc.).
A.24.- Si la repartición de las leyes
que opera ese cuerpo de reglas es
perfecta, no hay conflicto de leyes.
Entonces, el derecho no es solamente
completo (A.17) sino también unívoco:
a cada pregunta de derecho se aplica
sólo una regla de derecho: la que está
designada por la regla de designación.
En una teoría bien ordenada, un
conflicto de leyes es una imposibilidad
conceptual.
A.25.- Las reglas de designación
ordenamiento, que el proceso en el
cual consiste (B.29) debe ser –
parcialmente- sustancial.
B.23.- Cada derecho internacional
privado estatal tiene su propio
lenguaje y sus propias categorías. No
hay relación de derecho fuera de leyes
precisas: se puede hablar de
“matrimonio”, de “propiedad” o de
“arrendamiento”, sólo en el sentido de
una determinada ley. Variando las
leyes de un Estado al otro, no hay
taxonomía común de las “relaciones
de derecho”.
B.24.- No estando todos los Estados
dispuestos a acoger, en su seno, el
mismo género de normas extranjeras,
ni a imponer a los otros ordenamientos
jurídicos el mismo género de normas
internas, aparecen conflictos, que son
a menudo calificados – por desgracia-
como positivos (cuando varios Estados
quieren imponer su norma) o como
negativos (cuando ningún Estado
quiere imponer su norma).
B.25.- Los Estados extranjeros
50
realizan una delimitación de los
campos de aplicación respectivos a
las leyes del mundo: habilitando, la
regla de designación delimita. En la
versión del monismo que procede del
solipsismo, el campo de aplicación de
las leyes extranjeras es delimitado por
la proyección sobre el universo entero
de las reglas que delimitan el campo
de aplicación de la lex fori. (Ello no
significa que no haya diferencia entre
reglas de derecho internacional
privado y las reglas de delimitación;
simplemente, las reglas de
delimitación del foro servirán
naturalmente de modelo para las
reglas de su derecho internacional
privado.)
A.26.- No hay “voluntad que tienen las
normas de recibir efecto”: las leyes
son reglas sustanciales (simples
modelos de una validez
potencialmente universal) que son o
no designadas por un cuerpo único de
reglas de designación (la regla
sustancial recibe su imperatividad de
la regla de designación que la
designa).
delimitan ellos mismos el campo de
aplicación de sus normas (reglas de
delimitación), y ellos mismos imponen
la obligación de aplicar sus normas a
las situaciones que entran en el campo
de aplicación de éstas (esta obligación
se expresa en las reglas de derecho
internacional privado, que cuando son
extranjeras, el foro no obliga sólo a
ellas, a darles curso). De ahí lo que se
llama por afán de brevedad la
“voluntad que tienen las normas de
recibir efecto”.
B.26.-No hay ninguna razón para
aplicar una norma que no lo quiera,
cuando otra norma, tolerable, lo
quiera. En cambio, es perfectamente
concebible que haya diferentes
grados dentro de esa voluntad, y, por
ejemplo, que un Estado esté dispuesto
a aplicar su norma sólo en los casos
de ausencia de voluntad de otros
Estados de hacer aplicable la suya. (Si
51
A.27.- Las reglas de designación –
que, designando, habilitan (A.2), y
que, habilitando, habilitan sólo dentro
de ciertos límites (A.7, A.25)- son
reglas de delimitación primaria de los
campos de aplicación respectivos de
las leyes del mundo. Ellas son
distintas a esas leyes. Las primeras
son únicas; las segundas son
diversas. Ello no excluye que las leyes
sustanciales designadas se
subdividan y prevean regímenes
distintos según las personas, las
regiones, etc.: se podría llamar esas
reglas de delimitación, internas a las
leyes sustantivas: reglas de
delimitación secundaria del campo de
aplicación (A.33).
A.28.- En derecho internacional
privado, los problemas que dependen
de lo que se llama “orden público” son
sólo casos de aplicación de
varios Estados están en tal disposición
de espíritu, se puede pasar de un
conflicto negativo a título principal, a
un conflicto positivo a título
subsidiario).
B.27.- Las reglas de delimitación del
campo de aplicación de las
disposiciones substanciales de un
ordenamiento jurídico son
indisociables de éstas (de otro modo
sería atentar contra su integridad);
ellas forman un conjunto, que depende
de un sólo ordenamiento jurídico. En
cambio, no basta que una situación de
hecho sea apuntada por tal conjunto
para que los otros ordenamientos
jurídicos estén obligados a dar su
efecto ya que cada ordenamiento
jurídico fija él mismo las condiciones
bajo las cuales da efecto a las normas
que le son externas (B.8).
B.28.- El respeto del “orden público”
de derecho internacional privado es
una de las condiciones por las que un
Estado decide dar efecto a la norma
52
disposiciones de la ley del foro
designadas por una regla de conflicto.
Para resolver esos problemas, no es
necesario esperar que sobrevenga un
litigio (o imaginarlo): se pueden
regular de manera apriorista, general y
abstracta, ya que basta con constatar
que la regla de designación (regla
general, abstracta y ya conocida)
designa una ley del ordenamiento
jurídico del foro (ley que, ella también,
es general, abstracta y ya conocida).
A.29.- El derecho internacional privado
está formado por un conjunto de
reglas de designación, cada una de
las cuales puede ser formulada de la
siguiente manera: “La relación jurídica
está sometida a la ley del Estado
sobre el territorio bajo el cual la
relación tiene su sede (Sitz)”. Toda
pregunta de derecho internacional
privado se reduce por tanto a este
de otro Estado. El respeto de esta
condición consiste en no cruzar el
límite más allá del cual, el contraste
entre el efecto que se considera dar en
la especie a una norma extranjera y
los principios generales del
ordenamiento jurídico de acogida, es
excesivamente grande. Ello sólo
puede determinarse caso a caso, ya
que la contemplación del efecto
requerido (muy específico y
dependiente de circunstancias muy
concretas) y aquella de la norma
extranjera considerada (por hipótesis
desconocida hasta que se la
produzca) son previas a la decisión de
otorgar o rechazar este efecto a esta
norma.
B.29.- El derecho internacional privado
de un Estado está formado por reglas
de recepción de normas extranjeras,
por una parte, y, por otra, de la regla
que impone la aplicación de normas
internas a las situaciones que entran
en el campo de aplicación de éstas (en
realidad, esta regla no es más que un
aspecto de esas normas: ella se hace
una con ellas). El derecho
53
razonamiento en tres etapas:
1º- La relación de derecho debe ser
calificada según el lenguaje
jurídico único (común en la versión
universalista; propia del
ordenamiento jurídico del foro en la
versión solipsista);
2º- El criterio de designación que
constituye la sede de la relación
designa la ley a la cual la relación
está sometida;
3º- La ley a la cual la relación está
sometida debe ser aplicada puesto
que la relación de derecho está
sometida a ella.
Se notará que las tres cuestiones del
razonamiento pluralista (v. al lado)
reciben, en la teoría monista, una
respuesta común y sincrónica:
1º- (Elegibilidad). Una sola ley es
elegible: aquella del Estado sobre
cuyo territorio la relación tiene su
sede. Esta ley es aplicable, lo
quiera o no.
2º- (Elección). Hay sólo una candidata:
la ley del Estado sobre cuyo
territorio tiene su sede la relación.
No hay conflicto de leyes, en el
razonamiento monista.
internacional privado se aplica
siguiendo un razonamiento en tres
etapas:
1º- La elegibilidad de las normas
depende de su validez y de su
auto-designación. Es posible dar
efecto a una norma extranjera sólo
si es originalmente válida y si
requiere que se le dé efecto.
2º- La elección de una norma depende
de dos criterios: el lexforismo y la
efectividad. Si varias normas son
originalmente válidas, requieran
que se les de efecto
simultáneamente, y esos efectos
son incompatibles, hay que
distinguir según si una de ellas
depende del ordenamiento jurídico
de acogida, o si son todas
extranjeras. En el primer caso, es
la norma del ordenamiento jurídico
de acogida que predomina
(lexforismo). En el segundo caso,
solamente será retenida la norma
más efectiva, es decir aquella que
dependa del ordenamiento jurídico
extranjero en el seno del cual la
norma del ordenamiento jurídico de
acogida que se trata de elaborar,
54
3º- (Observancia). Es la regla de
designación la que impone aplicar
a la relación jurídica la ley a la cual
ella está sometida. No aplicar esta
ley, es desobedecer la regla de
designación.
A.30.- Cuando el derecho
internacional privado somete una
relación de derecho (por ejemplo y por
excelencia: un contrato) a la ley
elegida por las partes, la elección de
la ley aplicable es por tanto, como
sede de la relación de derecho, el
criterio de designación previsto por la
tiene las mayores posibilidades de
tener, a su turno, que requerir que
se le de efecto.
3º.- El deber de otorgar el efecto
(observancia) depende del respeto
al orden público. El ordenamiento
jurídico de acogida se impone
rechazar o dar efecto a la norma
extranjera elegida según si ese
efecto, de ser dado, crearía o no un
contraste excesivo con los
principios generales que emanan
de sus propias normas, por
hipótesis no aplicables. De esta
manera, es la fuerza propia de la
norma extranjera que el
ordenamiento jurídico de acogida
acepta relevar; es por esta fuerza
que decide, si llega el caso, prestar
ayuda.
B.30.- Un contrato es un acuerdo de
dos voluntades con miras a producir
efectos de derecho. Contratar significa
por tanto buscar los efectos de un
determinado derecho. Contratar, es
querer elaborar una norma que
pertenezca a un determinado
ordenamiento jurídico. Es a este
55
regla de designación. Ese criterio de
designación, para ser eficaz, debe él
mismo ser validado por una ley. Esta
ley no puede ser la ley elegida puesto
que la ley elegida tiene título para
aplicarse sólo si la elección es válida.
En caso de anulación del contrato por
la ley elegida, ya que no se puede
pretender sin contradicción que las
partes hayan entendido elegir una ley
que invalidara su contrato, el criterio
de designación que es la elección de
las partes debe ser abandonado, en
beneficio de un criterio objetivo
subsidiario.
Lo más ortodoxo entonces sería
considerar que la voluntad de las
partes es sólo un hecho jurídico, al
mismo título que el acaecimiento de
un delito civil (que no es ni nulo ni
válido), que ese hecho localiza el
contrato (como el lugar del delito
localiza el delito), y que no está
sometido, como criterio de
designación, a ninguna ley.
A.31.- Así como una relación de
derecho cae bajo la competencia del
Estado sobre cuyo territorio tiene su
ordenamiento jurídico a quien le
corresponde decidir si la norma a que
se ha querido dar nacimiento en su
seno ha nacido o no. Por tanto
corresponde a la ley “elegida” decir si
la “elección de la ley” es válida o no.
No se debe someter a un derecho
distinto de aquel del ordenamiento
jurídico bajo el seno del cual las partes
han entendido dar nacimiento a su
contrato, la pregunta de saber si ellas
podían o no hacerlo nacer. Anular un
contrato en virtud de la ley “elegida” es
tan poco contradictorio como anular en
virtud de una ley pretendidamente no
“elegida”: en los dos casos, el juez
constata el fracaso de la tentativa de
elaborar una norma en el seno de un
cierto ordenamiento jurídico.
B.31.- La calidad de nacional de un
Estado depende de la ley del Estado
cuya calidad de nacional se trata,
56
sede (Sitz), así mismo una persona
cae bajo la competencia del Estado
sobre cuyo territorio tiene su domicilio
(Wohnsitz).
A.32.- Se pueden concebir varias
versiones monistas del derecho
internacional privado. Por ejemplo, el
criterio de designación, fijado de una
vez por todas y de forma general y
abstracta, puede ser único para cada
gran categoría jurídica de preguntas
(validez del matrimonio, eficacia de un
hecho extracontractual, etc.) y variar
(nacionalidad, lugar de acaecimiento,
etc.) de una categoría a otra, o no
variar de una gran categoría jurídica
de preguntas a otra, pero tener una
consistencia única (en cada caso la
ley “más próxima” o “la más
apropiada”, o “la más justa”) que se
concreta diferentemente de una
especie a la otra.
Lo importante es jamás otorgar
importancia a la voluntad que tienen
las leyes extranjeras para aplicarse.
La regla de designación designa las
leyes: ello es necesario y suficiente
para hacerlas aplicables.
eligiendo cada Estado él mismo a sus
nacionales, según sus propios
criterios.
B.32.- Se pueden concebir varias
versiones pluralistas del derecho
internacional privado. Por ejemplo, el
lexforismo como criterio de elección
podría ser suprimido, en beneficio de
una puesta en acción exclusiva del
criterio de efectividad. Lo importante
es no hacer aplicables normas que no
quieran serlo, cuando al menos una
quiera aplicarse y sea tolerable. De la
misma forma, en los regímenes
políticos contemporáneos, nadie
pensaría en confiar el poder a una
persona que no lo quiera, si al menos
otra persona igual de tolerante, lo
quisiera. Ello no excluye que en caso
de conflicto de voluntades de ejercer el
poder y bajo igualdad de títulos de los
candidatos a ejercerlo (igualdad de
votos obtenidos, por ejemplo), haya
que someterse a un criterio de
elección –de ELECCIÓN entre
candidatos, y no de DESIGNACIÓN de
un no candidato- más o menos
57
A.33.- La distinción entre reglas de
delimitación primaria del campo de
aplicación de las normas (es decir
reglas de derecho internacional
privado, es decir reglas de
designación del sub-orden
competente), por una parte, y, por
otra, reglas de delimitación secundaria
del campo de aplicación de las
normas (es decir reglas que delimitan
el campo de aplicación de una norma
ratione materiae, personae, loci,
temporis, etc.), aparece claramente
cuando el sub-orden hecho
competente por el cuerpo primario de
reglas de designación comprende
varias normas, cuyos campos de
aplicación respectivos están
delimitados por un cuerpo secundario
de reglas distributivas.
arbitrario pero previsto por adelantado
(el candidato de más edad, sorteo,
etc.). Ello no excluye tampoco que en
caso de necesidad calificada como
imperiosa, se remedie la ausencia de
candidatura por un expediente previsto
por adelantado.
B.33.- La distinción entre las reglas
que delimitan el campo de aplicación
de una norma (ratione materiae,
personae, loci, temporis, etc.) y las
reglas de derecho internacional
privado (reglas de admisibilidad, reglas
de elección, regla que somete el deber
de observancia al respeto de la
armonía interna) aparece claramente
cuando una norma que -desde que
una situación entra en su campo de
aplicación- se pretenda aplicable
(criterio de admisibilidad) es
descartada sea por el juego del
lexforismo o de la mayor efectividad
(criterio de elección) sea por el juego
de la cláusula de orden público
(criterio del cual depende el deber de
observancia de la norma elegida).
58
A.34.- Una sentencia extranjera sólo
puede ser reconocida en Austria
(tomando un ejemplo puramente
imaginario) cuando emana de una
jurisdicción extranjera competente
según el derecho austriaco (por
proyección sobre el universo de reglas
de competencia jurisdiccionales
austriacas, es decir por habilitación
austriaca), y que haya aplicado la ley
que el juez austriaco habría aplicado,
siendo solamente esta ley la habilitada
para aplicarse (porque sólo hay un
derecho internacional privado: el que
es puesto en acción por los jueces
austriacos). El juez austriaco (para
conservar el mismo ejemplo,
puramente imaginario) requerido por
una demanda de exequátur debe por
tanto ejercer un control de
competencia indirecta, un control de la
ley aplicada, y una revisión del fondo
(ya que si el juez extranjero ha
violado, por una mala aplicación, la ley
aplicable por la regla de designación,
ha dictado una sentencia nula y de
ningún efecto-A.10 a contrario, y A.5).
B.34.- Una sentencia extranjera
recibirá efecto en el ordenamiento
jurídico del foro si es posible ejecutarla
en su ordenamiento jurídico de origen
(admisibilidad), si no es incompatible
con otra sentencia ya ejecutable en el
ordenamiento jurídico de acogida
(elección), y si no vulnera el orden
público de éste (condición de la cuál
depende el deber de otorgar el efecto).
La decisión de dar efecto a la
sentencia extranjera no depende, en
sí, ni de la conformidad de las reglas
de competencia del ordenamiento
jurídico de origen con las del
ordenamiento jurídico de acogida
(ausencia de control de la
competencia indirecta), ni de la
conformidad de las reglas de
designación de la ley aplicable al
ordenamiento jurídico de origen con
las del ordenamiento jurídico de
acogida (admisión de la pluralidad de
los derechos internacionales privados),
ni de la ley aplicada por el juez de
origen (ausencia de control de la ley
aplicada), ni de la manera en que la ha
aplicado (ausencia de revisión de
fondo).
59
A.35.- Si esto es así, es porque
constatar la aplicabilidad de una ley
ordena su aplicación y la declaración
de inexistencia jurídica de toda otra
norma que se superpondría sobre el
campo de aplicación de esta ley o que
sería tomada en la aplicación de una
norma que perpetre una tal
superposición. No hay “efecto a
otorgar a una norma” fuera de la
aplicación de esta norma, ya que todo
efecto debe ser otorgado bajo la
condición exclusiva que sea ordenado
por la regla hecha aplicable por un
cuerpo único de reglas de
designación. De donde se sigue, por
otra parte, que toda norma
válidamente aplicada ha podido serlo
válidamente sólo en virtud de una
regla de designación.
Esto no impide sin embargo que
dos reglas igualmente aplicables sean
aplicadas acumulativamente (son
precisamente los casos de éste
genero que, en casos de
incompatibilidad, crean conflictos de
normas, resueltos por las reglas de
predominio), ni que la interpretación
de una norma sea influenciada por
B.35.- Se puede otorgar a una norma,
diversos efectos. Se aplica cuando se
le hace producir los efectos que ella
ordena a las condiciones que ella
prevé; se la toma en consideración
con ocasión de la aplicación de otra
norma cuando se hace producir a las
condiciones de la norma tomada en
consideración los efectos que ordena
la norma aplicada (v.infra). Hay incluso
otros efectos, que no son ni
aplicaciones ni tomas en
consideración (exequátur de
sentencias extranjeras, ejecución de
peticiones a título de cooperación
internacional entre administraciones,
invocación de una norma no aplicable
con ocasión del desencadenamiento
de la excepción del orden público,
etc.).
Toda disposición de un
ordenamiento jurídico para otorgar un
efecto amistoso (y se acaba de
establecer una lista incompleta de los
efectos posibles) a las normas de otro
ordenamiento jurídico encuentra su
límite en la excepción del orden
público, es decir en el contraste
excesivo entre este efecto amistoso y
60
otras normas (se piensa por supuesto
en la interpretación conforme, que se
define en relación a las reglas de
predominio –aquella neutralizando a
éstas-, y que es por tanto típicamente
monista), o que las normas se
encadenen de una manera tal que el
respeto de una sea una condición de
aplicación de la otra.
Lo importante es reconducir todo
el derecho internacional privado a la
idea de aplicación de la norma
habilitada (la concesión del exequátur
debe, en la teoría monista, depender
de la ley aplicada al fondo por el juez
extranjero y de la competencia
indirecta, es decir de la ley de
competencia aplicada por el juez
extranjero; la pretendida excepción del
orden público internacional es una
aplicación de la lex fori, etc.) ya que es
la única manera de llevarlo a la idea –
monista- de habilitación, al seno de un
sólo ordenamiento jurídico, universal.
Puesto que no hay derecho fuera
del derecho habilitado por la
Grundnorm, todo lo que podría
parecerse a la aplicación de un
derecho no habilitado debe ser
los principios generales sacados de
las normas no aplicables del
ordenamiento jurídico de acogida (o,
en menos palabras: el contraste
excesivo entre este efecto y los
efectos circundantes).
La idea de disposición de un
ordenamiento jurídico para dar efecto
a las normas de otro, y aquella de la
excepción del orden público como
límite de esta disposición, son dos de
los elementos principales de la teoría
pluralista.
Se pueden distinguir tres tipos de
tomas en consideración según si éstas
consisten en hacer producir bajo las
condiciones de la norma extranjera
una consecuencia de la regla aplicable
de una manera:
1º- Que no sea ni amistosa ni
hostil (el hecho del príncipe extranjero
tomado en consideración con ocasión
de la aplicación de la disposición de la
ley contractual que exonera al deudor
de su obligación toda vez que una
fuerza mayor ha tornado esta
obligación imposible de ejecutar);
2º- Que sea amistosa (toma en
consideración una ley prohibitiva
61
presentado en términos de toma en
consideración que no es ni amistosa ni
hostil. En efecto, este tipo de toma en
consideración trata la norma tomada
en consideración como un hecho (no
hay diferencia de tratamiento jurídico
entre una inundación, un asalto y el
hecho del príncipe extranjero).
Cada vez que ello sea necesario,
se sostendrá por tanto que la
pretendida ley extranjera
pretendidamente aplicada es en
realidad un hecho tomado en
consideración por la ley del foro, la
única ley realmente aplicada. O que la
pretendida regla de designación
extranjera pretendidamente aplicada
(lo que se llama “el reenvío”) es en
realidad un hecho tomado en
consideración por la regla de
designación del foro, la única regla de
designación realmente aplicada.
Por cierto, es entonces
inconcebible oponer la pretendida
excepción de orden público a lo que
es tomado en consideración:
1º- Primero porque no se opone la
excepción del orden público a un
hecho: el hecho esta ahí, cuya
extranjera defraudada por un contrato,
en ocasión de la aplicación de aquella
de las disposiciones de la ley
contractual que sanciona con la
nulidad los contratos ilícitos);
3º- Que sea hostil (toma en
consideración la ley militar del Estado
enemigo con ocasión de la aplicación
la ley penal del foro que reprime el
crimen de combatir bajo el uniforme
enemigo). Pero se podría mostrar que
la toma en consideración hostil no es
sino una reformulación de la puesta en
acción de la excepción del orden
público al encuentro de una toma en
consideración amistosa, de forma que
ésta se reduce a aquélla.
Se podría sostener tanto que la
toma en consideración que no es ni
amistosa ni hostil asimila la norma
extranjera a un hecho; como que es
imposible para la toma en
consideración amistosa (u hostil). La
prueba de ello es que la excepción de
orden público es oponible a una toma
en consideración amistosa (para la
puesta en consideración hostil, v.
supra). Esto muestra bien que:
1º- Que las normas extranjeras,
62
existencia se impone a todos –sólo
puede tratarse de dejarlo de lado si no
es el presupuesto de ninguna regla
aplicable, o al contrario de sacar las
consecuencias que la regla aplicable
le ordena producir.
2º- En seguida porque, una vez
que se presenta en términos monistas,
la pretendida excepción del orden
público se define por la sustitución de
la regla del foro a la regla
normalmente aplicable, que dejamos
de lado. Ahora bien, por hipótesis,
solo la regla del foro es aplicable,
como acaba de ser dicho. ¿Cómo
diablos se podría sustituir a sí misma?
A.36.- El derecho internacional privado
sólo tiene sentido en el seno de un
todo sustancialmente homogéneo y
sólo se concibe bajo el modelo formal
de una confederación única. Entre los
diferentes Estados de Europa
continental, una tal homogeneidad
sustancial sólo se encuentra en
materia de derecho privado. Aún hay
que excluir de ese gran intercambio de
leyes entre los subórdenes (cada uno
aplicando las leyes de los otros) las
tomadas en consideración
amistosamente, no son hechos (ya
que la excepción de orden público no
se opone a un hecho).
2º- La excepción de orden público
no se define por su hostilidad
necesaria con la ley normalmente
aplicable, ni por un pretendido efecto
de sustitución de la ley normalmente
aplicable por la ley del foro.
B.36.- Como conjunto formado por
reglas de acogida de las normas
extranjeras, por una parte, y, por otra,
por la regla que impone la aplicación
de normas internas a las situaciones
que entran en el campo de aplicación
de éstas, es tan desprovisto de sentido
preguntarse si lo que llamamos
torpemente el derecho internacional
privado pertenece al derecho privado o
al derecho público, como preguntarse
si pertenece al common law o a la
63
leyes que no tienen su origen de esta
sustancia común, sino de motivos
específicos del Estado que los ha
decretado, o de motivos políticos,
tributarios, represivos, administrativos,
o económicos, que, aun siendo
idénticos de un Estado a otro y
ordenando disposiciones idénticas, no
proceden ni del jus commune
heredado de los Romanos, ni del
derecho consuetudinario común que
habría venido a completarlo.
Con mayor razón, las leyes de los
Estados que no han recibido como
herencia la sustancia homogénea que
se acaba de mencionar, no participan
tampoco de ese gran intercambio de
leyes.
En definitiva, no puede haber
derecho internacional privado fuera de
lo que ha llegado a ser, en nuestra
época, el derecho privado romano. (A
lo más se puede concebir el sustituir a
esta sustancia, históricamente común,
una sustancia cuyo “enfoque
comparativo” revelaría el carácter
común.) Ese derecho internacional
privado es necesariamente único.
Todas las materias extrañas al
equity. Esas divisiones, puramente
internas y propias de ciertos
ordenamientos jurídicos, son extrañas
a la materia que aquí nos interesa
como derecho de los efectos que un
ordenamiento jurídico otorga o
rechaza otorgar a las normas de los
otros.
En cambio, se puede distinguir (si
se quiere realmente, y bajo el riesgo
de cometer algunos contrasentidos
comparables a los errores de
traducción) según si los efectos que
son otorgados por este ordenamiento
jurídico de acogida dependen de lo
que él llama el derecho privado o el
derecho público, el common law o la
equity. Es por otra parte perfectamente
posible, a este respecto, que un
ordenamiento jurídico otorgue un
efecto que dependa de lo que él llama
el derecho privado a una norma
extranjera que, en su ordenamiento
jurídico de origen, depende del
derecho público. Tampoco hay
razones para excluir, a priori y en
bloque, el otorgamiento de los efectos
(dependientes o no de lo que el
Estado de acogida llama el derecho
64
derecho privado son necesaria y
definitivamente excluidas del él, así
como todas las normas (aún las
pretendidamente “privadas”) de los
Estados no romanizados.
Formalmente público en tanto que
es repartidor de competencias
legislativas (a la manera de una
constitución confederal), el derecho
internacional privado es
sustancialmente una rama del derecho
privado en lo que el objeto de esta
repartición es el único derecho privado
común (en sus variaciones múltiples y
accesorias), y que esta repartición
reposa sobre motivos puramente
privatistas, a saber: la naturaleza de
las relaciones jurídicas
(incapacidades, relaciones de familia,
sucesiones, obligaciones, propiedad y
derechos reales) relativas a las
instituciones (en el sentido que toma
esa palabra en derecho civil) que
forman este único derecho privado
común.
Repartición de competencias,
relaciones de derecho, instituciones
en el sentido del derecho civil: esas
ideas son extrañas a una teoría del
privado) a normas extranjeras
(dependientes o no de lo que el
Estado extranjero llama el derecho
privado) emanadas de Estados que
son de una tradición jurídica diferente
de aquella del Estado de acogida.
En definitiva, el derecho
internacional privado de un Estado
está compuesto de la regla por la cual
él impone que se apliquen las normas
de su derecho privado a las
situaciones que entran en el campo de
aplicación de éstas (esta regla es
indisociable de dichas normas
internas: ella es sólo un carácter de
aquellas; es sólo por una simple
operación mental que aquélla es
distinguida de éstas, como
distinguiríamos una moneda, su metal,
su masa, su lado cara y su lado sello),
por una parte, y, por otra, de las reglas
que él se impone seguir cuando es
llevado a aceptar o rechazar prestar
ayuda a las normas que emanan de
otro Estado dándoles un efecto que
depende, según él, del derecho
privado.
Un ordenamiento jurídico que
presta ayuda a otro, una indiferencia
65
derecho en general que reduciría éste
a una voluntad armada.
A.37.- Porque ella presenta el derecho
internacional privado en términos de
reglas de designación indiferentes al
origen de las leyes designadas (es
decir que ella adopta una fórmula que
recuerda la de los tratados bilaterales
que repartirían las competencias
legislativas entre las dos Altas Partes
Contratantes), la teoría monista, en
derecho internacional privado, lleva el
nombre de bilateralismo.
fundamental en las divisiones entre
derecho privado, derecho penal, y
derecho público: esas ideas se apegan
fácilmente a la teoría del derecho en
general que reduce éste a una
voluntad armada.
B.37.- Porque ella presenta el derecho
internacional privado, en términos de
reglas que imponen unilateralmente la
aplicación de las normas del
ordenamiento jurídico de acogida a las
situaciones que entran en su campo
de aplicación (unilateralmente
delimitado), por una parte, y, por otra,
de reglas de recepción unilateral de
las normas extranjeras cuyo campo de
aplicación fue unilateralmente
delimitado por su ordenamiento
jurídico de origen, la teoría pluralista,
en derecho internacional privado, lleva
el nombre de unilateralismo.
66
II.- USO DE LAS TEORÍAS
EN DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO Y EN MATERIAS ANÁLOGAS
16.- Se ha hecho de las teorías monista-bilateralista y pluralista-
unilateralista en derecho internacional privado (A), un uso que podría ser objeto
de fértiles analogías en otros campos, tales como los de la moral y la ética (B).
A.- Uso de las teorías en derecho internacional privado
17.- Si el contraste entre las teorías monista-bilateralista y pluralista-
unilateralista hunde sus raíces en los decenios sucesivos del siglo XIX, es sólo
al fin de éste – al momento de los trabajos de redacción del Código civil alemán
y de la Ley de introducción a ese código- que fue objeto de una toma de
conciencia detallada, y que dictó las elecciones de política legislativa y orientó
comentarios doctrinales.
Retengamos que el legislador alemán de 1896 decidió a sabiendas
adoptar un derecho internacional privado alemán (y no el esbozo alemán de un
derecho internacional privado universal), y que consideró que no le
correspondía decidir los criterios de aplicabilidad de derecho internacional
privado de las leyes extranjeras (esta tarea que incumbía, según él, a los
legisladores de Estados extranjeros, en los asuntos en los cuales convenía no
inmiscuirse). Sin embargo el legislador alemán, no siguió esta vía teórica
pluralista-unilateralista constantemente, y algunos artículos de la Ley de
introducción al Código civil atestiguan un apego persistente a una formulación
de tipo monista-bilateralista.
67
Numerosos pasajes de los comentarios doctrinales de la nueva ley
fueron consagrados a la manera en que los órganos alemanes de aplicación del
derecho (jueces, notarios y oficiales civiles) tendrían que razonar cuando el
nuevo derecho internacional privado alemán no designara la ley alemana.
¿Podrían generalizarse los criterios de auto-designación de la ley alemana y
proyectarlos en el mundo entero? ¿O habría que interrogar a las leyes del
mundo entero, para saber si ellas desearían aplicarse, y en ese caso, como
habría de elegirse entre esas leyes, si varias de ellas quisieran aplicarse? La
elección de esas preguntas y la respuesta que era aportada, atestiguaba cada
vez la adhesión del comentarista a una o a otra de las dos teorías32.
18.- Desde hace medio siglo, se hace otra utilización del monismo-
bilateralismo y del pluralismo-unilateralismo en el derecho internacional privado.
Para describir científicamente el derecho positivo por medio de teorías, o para
medir el grado de correspondencia de las teorías con la realidad del derecho
positivo, los autores de monografías, manuales y cursos, dan a leer una somera
exposición de dos teorías (o “métodos”), que indican brevemente las partes del
derecho positivo que puedan ser presentadas en los términos de una, o al
contrario, en los términos de la otra, y juntan enseguida el gesto con la palabra,
realizando efectivamente tales descripciones.
Una de las primeras –y una de las más influyentes- ocurrencias de esta
utilización de las teorías puede ser encontrada en el primer capítulo de una
celebre monografía de Phocion FRANCESCAKIS33, capítulo que sirvió de modelo
32 Se encontrará una exposición renovada de los debates legislativos y doctrinales de esta época in Gian
Paolo ROMANO, L’Unilateralismo nel diritto internazionale privato moderno. L’Unilatéralisme dans le droit international privé moderne, th. Univ. Padua y Univ. Panthéon-Assas París 2, 2005, polycop., pp. 13-127.
33 Phocion FRANCESCAKIS, La Théorie du renvoi et les conflits de systèmes en droit international privé, París : Sirey, 1957, pp. 7-53. En la literatura jurídica francesa, toda la reflexión referente a la positividad respectiva de los dos métodos es tributaria de Pierre GOTHOT, “Le Renouveau de la tendance unilatéraliste en droit international privé”, Rev. crit. DIP 1971.1-36, 209-243, 415-450; Pierre GOTHOT, “La Méthode unilatéraliste face au droit international privé des contrats”, Trav. Com. fr. DIP 1975-1977. 201-232.
68
en la división que todos los autores de manuales franceses de hoy consagran a
“la pluralidad de los métodos del derecho internacional privado”34.
El número de monografías que tienden a mostrar que tal o cual parte del
derecho positivo obedece al método pluralista-unilateralista no cesa de
aumentar35.
Una forma original de positividad de las teorías ha sido recientemente
sacada a la luz36. Desde 1837, la literatura del derecho internacional privado
está jalonada por paradojas, círculos viciosos, peticiones de principios y otras
anomalías argumentativas. La causa de lo anterior: en derecho internacional
privado, las interpretaciones lícitas y habituales se inscriben a la vez en la teoría
monista-bilateralista y en la teoría pluralista-unilateralista. Como esas dos
34 Para limitarse a las principales obras: Bernard AUDIT, Droit international privé, 3ª ed., París :
Économica, 2000, pp. 81-112; Henri BATIFFOL y Paul LAGARDE, Traité de droit international privé, 8ª ed., t. Ier, París : LGDJ, 1993, pp. 13-17 y 411-430; Dominique HOLLEAUX , Jacques FOYER, Géraud de GEOUFFRE DE LA PRADELLE, Droit international privé, París / New York / Barcelone / Milan / Mexico / São Paulo: Masson, 1987, pp. 162-168 (y 169-344) ; Yvon LOUSSOUARN, Pierre BOUREL y Pascal de VAREILLES-SOMMIERES, Droit international privé, 8ª ed., París: Dalloz, 2004, pp. 67-78, 112-118 y 136-160; Pierre MAYER y Vincent HEUZE, Droit international privé, 8ª ed., París : Montchrestien, 2004, pp. 61-106. Es de notar que los “métodos” identificados, opuestos y descritos son a veces tres (método de las reglas bilaterales, método de las reglas unilaterales, método de las reglas materiales de derecho internacional privado), a veces dos (siendo entonces uno de los tres provisoriamente omitido, o reducido a uno de los dos otros). Esa falta aparente de homogeneidad de los manuales resulta de la diferencia de sentido dada a la palabra “método” (modo de empleo del derecho positivo inscribiéndolo en una teoría, o simple técnica legislativa). Cuando la palabra es tomada en su sentido teórico, está bien establecido que debe conducir a oponer dos métodos y no tres: Bernard AUDIT, [trad.] “El carácter funcional de la regla de conflicto (respecto a la « crisis » de los conflictos de leyes)”, RCADI 1984-III, vol. 186, pp. 219-397, esp. pp. 255-257.
35 Para limitarse a algunas tesis recientes: Didier BODEN, op. cit. (2002), pp. 626-656, 698-799 (entre otros) ; Serge BILLARANT , Le Caractère substantiel de la réglementation française des successions internationales. Réflexions sur la méthode conflictuelle, th. Univ. París 1 Panthéon-Sorbonne [2003], París : Dalloz, coll. “ Nouvelle Bibliothèque de Thèses ” , 2004, pp. 161- 360 ; Stéphanie FRANCQ, L’Applicabilité du droit communautaire dérivé au regard des méthodes du droit international privé, th. Univ. Louvain [2004], Bruxelles / París : Bruylant / LGDJ, 2005 ; Louis PERREAU-SAUSSINE, L’Immeuble et les méthodes du droit international privé, th. Univ. Panthéon-Assas París 2, 2004, polycop., pp. 180-209. Se encuentra una vasta exposición, que cubre un gran pedazo del derecho privado de varios países de Europa, in Gian Paolo ROMANO, op. cit. (2005), pp. 309-631.
36 Didier BODEN, op. cit., pp. 544-675. V. ya en: Bertrand ANCEL, “ Les Conflits de qualifications à l’épreuve de la donation entre époux ”, th. Univ. París, París : Dalloz, 1977, n° 128-165, pp. 135-173, esp. n° 135, p. 141.
69
teorías son incompatibles, por el paso de una a la otra durante el razonamiento,
nacen un gran número de aporías. El razonamiento jurídico puede, a este
respecto, ser comparado con un animal que comería de dos pesebres y que,
una vez que dejara de lado uno de ellos para dirigirse al otro, agarraría en la
mayoría de los casos una de esas tortícolis que los especialistas en derecho
internacional privado llaman un gran problema37.
Más allá de la identidad de análisis a la cual se prestan, los problemas
nacidos de esos entreveramientos de teorías incompatibles entre ellas, ofrecen
una cierta variedad38. Los problemas de una primera categoría nacen de la
mirada que una de las dos teorías da sobre la otra39. Una segunda categoría
reagrupa los entreveramientos que nacen de la mirada dada por una teoría
sobre una parte del derecho positivo que sólo puede ser descrita en los
términos de la otra teoría: por tanto, para resolverlos basta dejar de lado la
teoría inadecuada en beneficio de la otra40. Una tercera es formada por
resultados de sugerencias sincréticas41. Una cuarta y última categoría contiene
37 En términos más científicos, las preguntas: “¿Qué es un problema? Los problemas, ¿tienen todos alguna
cosa en común? ¿Como se pueden reconocer? ¿Tienen todos ellos una causa común, que si fuera conocida, permitiría descubrir la mayor cantidad de problemas posibles, y que daría quizás los términos para su solución?”, requieren las siguientes respuestas: “Un problema es una incompatibilidad entre las dos respuestas que recibe una pregunta en dos momentos diferentes de un razonamiento. Un gran número de problemas tienen como causa común el entreveramiento de dos teorías diferentes incompatibles entre ellas (y por tanto el entreveramiento de los dos razonamientos incompatibles entre sí que ellas subyacen respectivamente): la teoría del monismo jurídico y la teoría del pluralismo jurídico. Los problemas son problemas producto de este entreveramiento. Ellos cesan de ser problemas desde que cesa ese entreveramiento.” Didier BODEN, op. cit., nota 1070.
38 Didier BODEN, op. cit., p. 675. 39 La petición de principio de los derechos adquiridos; el círculo vicioso de la regla saviniana; el problema
de la laguna y el del cúmulo. 40 Los dos círculos viciosos de la auto-designación y los dos espirales correspondientes; la paradoja de la
repartición estatal de las soberanías estatales; el problema del orden público; la aporía del reenvío in favorem; el problema del carácter sustancial de la regla de conflicto; la aporía de la naturalización de la ley extranjera; la paradoja de la autoridad de la jurisprudencia extranjera; el círculo vicioso de la cláusula de electio juris ; el espiral de la validez secundaria de la cláusula de electio juris.
41 El círculo vicioso de la calificación lege causae ; la aporía del “enfoque comparativo” de la calificación; el círculo vicioso de la designación-expatriation-rondo (el “ circulo vicioso del doble reenvío” ) y el espiral correspondiente; la regressio ad infinitum de las reglas de conflicto en la segunda potencia; la paradoja de BURCKHARDT ; la aporía de la internacionalización de la excepción del orden público en
70
los entreveramientos que nacen de la presencia simultánea, en derecho
positivo, de elementos de los que sólo se puede rendir cuenta en términos
monistas-bilateralitas y de elementos de los que sólo se puede rendir cuenta en
términos pluralistas-unilateralistas: por tanto, esos problemas carecen de
solución sin una modificación del derecho positivo mismo42.
19.- Estos usos de las teorías en derecho internacional privado –para
elaborar un cuerpo de normas que dan su modo de empleo, para comentarlo,
sugiriendo una manera de completarlo, para describir su realidad y para sacar a
luz las causas de las paradojas a las cuales dan nacimiento su elaboración, sus
comentarios y su descripción43 – podrían ser traspuestas en otros campos,
aparentemente muy diferentes y por tanto propicios a las analogías: los de la
moral y la ética.
general y del “enfoque comparativo” de esta excepción en particular; la aporía del “ efecto reflejo” del orden público; el problema de las preguntas previas; la aporía de la relegación de la cláusula de electio juris a las leyes “ comparativamente ” supletivas ; la regressio ad infinitum de la teoría del reenvío; el espiral de la validez secundaria de la cláusula de electio juris ; la aporía de la bilateralización de las leyes de aplicación inmediata.
42 El círculo vicioso de la designación-delegación-rondo (el “círculo vicioso del reenvío”) y el espiral correspondiente; el círculo vicioso de la designación-delegación-trompo ordenada por un ordenamiento jurídico extranjero (el “círculo vicioso del reenvío trompo”) o por el foro, y los dos espirales correspondientes; el circulo vicioso del conflicto de calificaciones y el espiral de la calificación secundaria; el problema de las normas supremas.
43 Para acortar la exposición y para evitar algunos malos entendidos, se hizo la elección de no tratar el uso de una teoría consistente en preconizar una modificación del derecho que torne ésta más conforme a aquella o bien a preconizar una mantención de las cosas en su estado original, que permita al derecho positivo no alejarse de la teoría presentada en el modelo. Tales usos también existen. V., muy
71
B.- Transposición en moral y en ética
del uso de las teorías del derecho internacional privado
20.- La tolerancia designa especialmente la disposición de no impedir,
aunque se pudiera, el ejercicio por otro de una actividad que no se aprueba44,
incluso la disposición de aportar de esta persona, una contribución positiva con
el ejercicio de esta actividad, aún cuando podría dispensarse de ello. A este
respecto, el derecho internacional privado de un Estado es un derecho de
tolerancia45 ya que está compuesto en parte, como se ha dicho
precedentemente,46 por reglas que ese Estado se impone seguir cuando es
llevado a aceptar o rechazar dar un efecto de derecho privado, a normas
emanadas de otro Estado. Esta ayuda, de un primer ordenamiento jurídico a un
segundo ordenamiento, es dada a pesar del contraste de las concepciones de
uno y del otro. Se trata, por tanto, de una tolerancia activa, que alcanza su
límite cuando el contraste llega a ser demasiado importante. El efecto es
entonces rechazado a la norma extranjera, ya que vulneraría, según la
expresión consagrada, al orden público del derecho internacional privado del
Estado solicitado. En ese sentido, “el orden público internacional fija los límites
de la tolerancia de nuestro sistema jurídico hacia las instituciones extranjeras”47.
21.- ¿Cuál es la parte de pertinencia de esta metáfora? ¿En qué punto se
puede constatar una similitud entre la puesta de un Estado al servicio de la
recientemente, la tesis destacada de M. Louis D’A VOUT, Sur les solutions du conflit de lois en droit des biens, th. Univ. Panthéon-Assas París 2, 2005, especialmente en el n° 586.
44 Para una definición más cercana, v. Suzan MENDUS, “Tolérance. Tolérance et pluralisme moral”, trad. fr. Nadine AKOURY, in Monique CANTO-SPERBER (dir.), Dictionnaire d’éthique et de philosophie morale, París : PUF, 1996, p. 1536.
45 Esta metáfora es muy frecuente en la literatura de derecho internacional privado. La ocurrencia más emblemática es dada por el título de la celebre obra: Werner GOLDSCHMIDT, Derecho internacional privado, derecho de la tolerancia, basado en la teoría trialistica del mundo jurídico, 3ª ed., Buenos Aires : Depalma, 1977.
46 V. supra, n° 8. 47 Dominique HOLLEAUX, Jacques FOYER, Géraud DE GEOUFFRE DE LA PRADELLE, op. cit., n° 610.
72
voluntad de otro (derecho internacional privado y materias similares), por una
parte, y por otra parte, los aspectos morales y éticos de la puesta de sí mismo
al servicio de la voluntad del otro (tolerancia activa, obediencia activa,
complicidad activa)? ¿Y entre el límite de la disposición de un Estado de otorgar
un efecto a las normas extranjeras (la excepción del orden público), por una
parte, y por otra, el límite de la tolerancia, los confines del deber de obediencia
y el umbral a partir del cual comienza la complicidad reprensible?
22.- Quien se proponga responder a estas preguntas debe, de entrada,
hacer frente a una serie de diferencias desalentadoras. En la literatura de la
moral y de la ética que se refieren a la tolerancia, ésta es abordada como la
actitud del Estado (o de “la sociedad” hacia ciertos de los suyos (considerados
individualmente o en grupo), más a menudo que como la actitud de cada uno de
ellos, hacia ellos mismos48. De esta primera característica siguen una segunda
y una tercera. Primero, en esta literatura, es frecuente hablar de tolerar a las
personas y no los actos (es con el motivo por el cual “el umbral de tolerancia”
sería “sobrepasado”, que los xenófobos preconizan, no que los
comportamientos individuales cambien, sino que se larguen los extranjeros –o
aquellos que consideran como tales). Recíprocamente, el “tolerante” y el
“intolerante” son presentados como personajes definitivamente caracterizados y
no como personas en acción, de las que se podría describir o prescribir el
comportamiento tolerante en toda su casuística49.
48 Monique CANTO-SPERBER (“ Les Limites de la tolérance”, in Roger-Pol DROIT [dir.], Jusqu’où tolérer
?, París : Le Monde Éd., 1996, pp. 131-145, esp. p. 134) atrae la atención sobre la importancia de esta distinción.
49 Hay en ésta, un origen histórico. Del siglo XVI al XVIII, la tolerancia fue únicamente definida como la actitud de no represión de un Estado dotado de una religión (o de la Iglesia de ese Estado, o los súbditos de ese Estado, fieles a esta Iglesia) frente a otras religiones y los que la profesaban. En ese sentido, era posible de ser pura, simple, absoluta y definitivamente “tolerante” o “intolerante”, y no era absurdo hacer hablar a personajes que encarnaban o bien aprobaban estas actitudes, ni aspirar a parecérseles. El contexto político y religioso de esta época, seguramente no era el de hoy, y el sentido que las palabras tenían en ese entonces no es el que hoy tienen para nosotros. No se puede, por tanto, transponer las frases, los argumentos, los razonamientos y los personajes de un contexto a otro y ponerlos uno tras otro sin correr el riesgo de cometer anacronismos, confusiones, y contrasentidos.
73
En cuarto lugar, sólo se dice del Estado que éste debe abstenerse de un
cierto comportamiento estatal, diversificar sus comportamientos estatales, u
otorgar una habilitación estatal (o: una “libertad”) a sus súbditos, que la usarán
a su antojo pero sin poder ir más allá de los límites de la habilitación que les es
otorgada. En el primer caso, se hablará a menudo, por préstamo extensivo pero
no criticable de la terminología jurídica, de “tolerancia administrativa”. En el
segundo, se reclamará al Estado, en nombre de la tolerancia, que “otorgue un
estatuto” específico a ciertos grupos, en general confesionales o étnicos (en
suma, a la manera de los sindicatos de estudiantes franceses que reclaman “un
verdadero estatuto del estudiante”), es decir que otorgue un conjunto de
derechos y de deberes exceptuándolos del derecho común pero –la precisión
es notable- emanando de la misma fuente que el derecho común50. En un tercer
caso, será un regocijo ver al Estado organizar, en un “espíritu de tolerancia y de
pluralismo” la coexistencia de las diferencias51, indicando a cada uno los límites
que no puede traspasar. Las tres actitudes pueden relevarse la una a la otra
(ausencia de órdenes estatales para ciertas preguntas, diversidad de órdenes
estatales para otras, habilitación estatal para otras preguntas). Ello no significa
que se tenga que confundirlas52.
Philippe SASSIER (Pourquoi la tolérance, París : Fayard, 1999, pp. 9 y 205), quien recapitula su interesante obra bajo una forma tal ( [trad.] “Hay que obedecer a Dios, o a la naturaleza, dice el intolerante. — Por supuesto, responde el tolerante […]. — No, objeta el intolerante […] “, etc.) está perfectamente conciente de lo que indica el artificio de un tal tipo de diálogo, después de haber cedido a la irreprensible tentación de escribirlo.
50 Expresándose en esos términos a propósito de la tolerancia debida por el Estado israelí a la minoría de los ciudadanos árabes: Denis CHARBIT, “Condamnés à vivre ensemble”, in Claude SAHEL (dir.), La Tolérance. Pour un humanisme hérétique, París : Autrement, série Morales n° 5, 1993, pp. 182-202, esp. p. 191.
51 Las obras contemporáneas en lengua inglesa privilegian ese tercer aspecto, sin dejar totalmente de lado los otros dos. V. por ejemplo: Michael WALZER, Traité sur la tolérance, trad. fr. por Chaïm HUTNER de On Toleration (Yale University Press, 1997), París : Gallimard, 1998. Pero buscaríamos en vano una exposición de lo es o de lo que debería ser la tolerancia como virtud interindividual o como actitud adoptada por dos entidades, irreducibles la una de la otra e irreducibles a una tercera, una hacia la otra.
52 Roger-Pol DROIT, “Préambule. Une idée faible ou forte”, in Roger-Pol DROIT (dir.), Jusqu’où tolérer ?, París : Le Monde Éd., 1996, pp. 5-13, esp. pp. 5-7 ; Roger-Pol DROIT, “Les deux visages de la
74
Ahora bien, precisamente, en la literatura relativa a la tolerancia, las
confusiones abundan. En particular, muy pocas veces se distingue la tolerancia
de los actos y la tolerancia del discurso sobre los actos – o se les distingue sólo
para aglomerarlas, lo que conduce al mismo resultado53. Si se agrega a esta
primera confusión aquélla, que ya fue mencionada, entre la tolerancia de los
actos y la tolerancia de las personas, y aquélla, igualmente mencionada, entre
personaje tolerante y comportamiento de tolerancia, se obtiene esta idea, tan
regularmente preconizada, que ordena “rechazar toda tolerancia a los enemigos
de la tolerancia”54.
tolérance”, in Frederico MAYOR (dir.), Tolérance, j’écris ton nom, París : Saurat / Unesco, 1995, pp. 13-21, esp. pp. 15-17. Se nota en los textos del Señor DROIT, un deslizamiento muy revelador de “la ley que tolera” hacia “yo que tolero”: como a menudo en esta literatura, la tolerancia estatal cubre la tolerancia interindividual. Dos explicaciones son posibles. – Primero, este recubrimiento puede proceder de una identificación del súbdito al Estado: “Soy tolerante: mi Estado es tolerante”. En esta perspectiva, lo tolerado es, por excelencia, el extranjero (o toda persona que no sea totalmente ciudadana); y el tolerante es el súbdito-ciudadano. Interrogarse sobre la tolerancia del Estado y de sus ciudadanos por el extranjero es, en este caso, tan descabellado como preguntase si las avellanas comen ardillas (ver, en un sentido cercano, las interesantes precisiones de Bernard WILLIAMS , “Tolérance, une vertu incommode”, in Frederico MAYOR [dir.], op. cit., pp. 57-66, esp. p. 60 ; de Yirmiyahu YOVEL, “La tolérance comme grâce et comme droit”, in idem, pp. 67-84, esp. p. 70 ; y de M. HAMMOUDI , in Denis CHARBIT, “Condammés à vivre ensemble”, in Claude SAHEL [dir.], La Tolérance. Pour un humanisme hérétique, París : Autrement, série Morales n° 5, 1993, pp. 182-202, esp. p. 184). — En segundo lugar, ese recubrimiento sólo es una simple presentación del lugar que el Estado otorga a todos, y particularmente al súbdito: “Mi Estado, asignando una igual esfera de libertad a cada uno, organiza la coexistencia de las diferencias”. En este caso la tolerancia designa ya sea la actitud de tal Estado (y entonces los súbditos, no siendo Estados, no pueden ser tolerantes, o al menos no en este sentido), ya sea la actitud de cada uno de los que acepten esta repartición de las esferas de libertad: “Soy tolerante: respeto las reglas de mi Estado pluralista” (y entonces el Estado, no atribuyéndose una tal esfera, no puede ser tolerante, o al menos no en ese sentido, pero no queda menos “pluralista”, en ese sentido que organiza la coexistencia de las diferencias). — Bien seguido, todos esos significados son confundidos, y el recubrimiento del cual proceden impide a los que los comentan de interrogarse sobre la tolerancia como virtud interindividual pura (es decir haciendo abstracción del Estado y de “la sociedad”).
53 V. las criticas de Marcel CONCHE, “La Tolérance française et sa signification universelle”, in Frederico MAYOR (dir.), op. cit. (v. nota precedente), pp. 171-186, esp. pp. 183-184.
54 Por las razones indicadas anteriormente (nota 38), la formula podía tener sentido en el siglo XVIII ([trad.] “Es justicia el armarse de intolerancia contra el intolerante, como un deber del Príncipe de oponer un ejercito a un Ejército Enemigo. […] Hay un sólo caso en que la tolerancia puede tornarse funesta para la Nación; es cuando ésta tolera una Religión intolerante”, escribía Claude Adrien HELVÉTIUS, De l’homme, de ses facultés intellectuelles et de son éducation, 2 vol., Londres: Soc. Typographique, 1773, vol. I, sec. II, cap. XVI, nota 11, p. 385 y sec. IV, cap. XXI, p. 574); ella ya no tiene más hoy, en razón de las confusiones que supone. Se encuentran variantes actuales de la vieja fórmula en los textos de Roger-Pol DROIT (“Préambule. Une idée faible ou forte”, precitado, esp. p. 9; id., Les Deux Visages de la tolérance, precitado, esp. p. 20) y de Paul RICOEUR (“Tolérance,
75
23.- Esas diferencias aparentemente considerables entre la tolerancia
como metáfora del derecho internacional privado y lo que se escribe de la
tolerancia en los textos de moral y de ética no deben suscitar el desaliento. Por
un lado, como se verá más adelante, estos textos tienen eco en derecho
internacional privado. Por otro lado, existen también en la literatura de la moral
y la ética decires relativos a actitudes interindividuales, y los encontraremos
tanto más cuanto no nos limitemos a la tolerancia activa, sino que se extienda la
búsqueda hacia la tolerancia pasiva, la obediencia y la complicidad.
La búsqueda, recordémoslo, trata sobre el grado de pertinencia del
acercamiento entre lo que la literatura jurídica dice del derecho internacional
privado como derecho de la puesta de un primer Estado al servicio de las
normas de un segundo, aún cuando éstas difieran de las normas del primer
Estado, por un parte, y por otra, lo que la literatura de la moral y la ética dice de
su puesta al servicio de la voluntad del otro, aún cuando esta voluntad se aparta
de los valores del agente moral considerado. La fórmula de ese
cuestionamiento podría ser ésta: ¿Deben la moral y la ética presentar la
tolerancia en términos monistas o en términos pluralistas? La evidencia parece
dirigir la respuesta, precisamente porque los términos de la pregunta parecen
tomar un sentido que no tienen, y que no parecen no tener el sentido que
tienen. ¿No es evidente, en efecto, que pueda haber tolerancia sin admisión de
la diversidad, es decir de la pluralidad de lo que es el objeto de la tolerancia?
Entonces, ¿no es acaso tautológico formular la tolerancia en términos
pluralistas? Es lo que podrían creer todos aquellos que bautizan con el nombre
de “pluralismo” la sola constatación de la pluralidad, o la sola abstención de
negar o de reprimir la diferencia.
intolérance, intolérable”, 1990, in Lectures. I : Autour du politique, París : Seuil, 1991], París : Points-Essais, pp. 295-312, esp. pp. 302-303, 306, 312). Para una crítica de esos dos textos, v. Didier BODEN, op. cit., nota 1376, pp. 680- 682.
76
Pero este no es el sentido dado aquí a la teoría pluralista. En efecto, una
cosa es abstenerse de imponer la uniformidad de comportamientos, creencias y
normas; otra es dar efecto a comportamientos, creencias y normas de las que
no se ha determinado ni la sustancia, ni la fuente, ni el sentido, ni las
consecuencias propias, ni las modalidades de evolución. Una cosa es, para un
poder central, asignar un régimen especial a una parte de la población; otra es
dar un efecto central a normas que emanan de una parte de la población que se
ha constituido a ella misma, y que se da sus propias reglas. No es el rechazo a
la uniformidad (o la aceptación de la diversidad) lo que define la teoría
pluralista; es la localización del poder de decidir de la sustancia, de la fuente,
del sentido, de las consecuencias propias, y de las modalidades de evolución,
de lo que es el objeto de la disparidad. Si este poder es centralizado (o si se
obtiene solamente de una habilitación central), llamará a una descripción en
términos monistas. Si al contrario cada uno de los grupos considerados obtiene
sólo de sí mismo el poder que acaba de mencionarse, la descripción de lo que
son sólo será pertinente en términos pluralistas.
Lo que acaba de mencionarse de las relaciones entre el Estado y los
diversos grupos con los cuales él podrá estar en contacto vale igualmente para
las relaciones entre las personas. Lo comprenderemos con algunas preguntas:
¿Se otorga a los demás su libertad de acción o ella se constata? ¿Se rechaza
otorgarla o se rechaza constatarla? ¿Se habilita a los demás a realizar un acto
moral? ¿La moralidad de los actos de los demás depende de ellos o de sí
mismos? ¿Hay varias moralidades (es decir varias morales, consideradas bajo
el ángulo de lo que les es conforme o de lo que forma su sustancia)? ¿Hay
relaciones entre las morales? ¿Están las morales sometidas a una moral
suprema de donde sacarían una forma de habilitación, que sería
sustancialmente limitada (pero de manera de admitir varias maneras de
respetarla) y que, de esta manera, asignaría a cada una una órbita fuera de la
77
cual cesaría la moralidad? ¿Son ellas, por el contrario irreductibles la una a la
otra e irreductibles de toda moral suprema? Estas preguntas son, en la moral y
la ética, de la más alta importancia; en derecho y en ciencia del derecho,
mutatis mutandis, ellas han recibido de larga data respuestas que, por no haber
obtenido la unanimidad, podrían sin embargo retener la atención.
Estando ahora el sentido de la pregunta protegido del malentendido, la
búsqueda de la respuesta puede ser emprendida.
24.- Como virtud interindividual pasiva, se dice de la tolerancia que ella
trata sobre el comportamiento del otro, tal como fue decidido por éste último55.
La tolerancia no es ni incondicional ni ilimitada, y la decisión de ser o de no ser
tolerante depende de las circunstancias: sustancia del comportamiento tolerado,
autor del comportamiento, persona cuya tolerancia está en cuestión, etc56. La
tolerancia no tiene alcance –y según algunos, no tiene sentido- sino sólo hacia
comportamientos que la persona cuya tolerancia está en cuestión reprueba, por
ejemplo la dicción de opiniones que ella condena57. Formulando las cosas de
55 Vladimir JANKELEVITCH , Traité des vertus, 2 vol., vol. II Les Vertus et l’amour (1ª ed., París : Bordas,
1970), 2ª ed., París : Flammarion, 1986, p. 88. Es importante notar que, en JANKÉLÉVITCH , no es el error mismo sino el comportamiento que fluye, lo que es tolerado (por ejemplo y por excelencia: la dicción del error). Ni la verdad ni el error han de ser tolerados, ni tampoco han de no serlo (pp. 89-90). Sin embargo, une vez hecha esta precisión, el autor emplea constantemente la palabra “verdad” con metonimia, para designar los comportamientos que de ella fluyen. Por lo demás, en JANKÉLÉVITCH, la verdad y el error no conciernen solamente la descripción del ser , sino que también pueden caracterizar la moral. En el pasaje del Traité des vertus que se relaciona con la tolerancia, hay, que entender entonces como “verdad”: “comportamiento adoptado por una persona en conformidad a lo que ella cree ser la verdad moral”.
56 Vladimir JANKELEVITCH, op. cit., II, pp. 89 y 93. André COMTE-SPONVILLE, Petit Traité des grandes vertus, París : PUF, 1995, pp. 214-215.
57 Suzan MENDUS, “Tolérance. Tolérance et pluralisme moral”, trad. fr. Nadine AKOURY, in Monique CANTO-SPERBER (dir.), Dictionnaire d’éthique et de philosophie morale, París : PUF, 1996, p. 1536 ; Monique CANTO-SPERBER, “Les limites de la tolérance”, in Roger-Pol DROIT (dir.), Jusqu’où tolérer ?, París : Le Monde Éd., 1996, pp. 131-145, esp. pp. 132-133 ; Fernando SAVATER, “À quel engagement conduit la tolérance ?”, entrevista con Isabelle ALBARET y Marc- Olivier PADIS, in La Tolérance, l’indifférence, l’intolérable, supl. rev. Esprit, nov. 2001, pp. 5- 9, esp. p. 5; adde, por ironía: Lytton STRACHEY, Victoriens éminents (1918), trad. fr. Jacques DOMBASLE (1933), París : Gallimard, 1980, p. 264. (El carácter de necesidad o de simple posibilidad de la coincidencia entre lo
78
manera inversa, se obtiene una de las aporías58 que son calificadas como
paradoja de la tolerancia:
“He aquí nuestra primera aporía. ¿Cómo puedo tolerar la
dicción de la mentira, desde que la mentira es reconocida
engañosa? ¿Cómo puedo tolerar históricamente lo que,
teóricamente, condeno? […] ¿Reconocería la tolerancia, a la
vez, el absurdo del absurdo y el derecho de todo hombre, de
decirlo? ¿Podría impedir a un tonto el decir tonterías? ¿Debería,
bajo el pretexto de la tolerancia, dejarlo estancarse en su error?
Hay ahí un caso de consciencia filosófica que no se puede
minimizar ni tratar sin miramientos, cualquiera que sea el
respeto que se tenga por la tolerancia. Ese debate viene de un
conflicto metafísico, de una colisión de valores, de un desorden
constitucional; la contradicción aquí sólo puede resolverse por
aproximaciones, y bajo condición que no se vaya hasta el fondo
de las cosas. El conflicto se produce entre la dignidad y la
libertad de la persona, que son infinitamente respetables, y la
verdad, que no lo es menos: no se transige con ninguno de esos
dos valores igualmente sagrados y estimables. ¿Cómo salir de
este dilema?59
que es tolerado y lo que es reprobado da lugar a un desacuerdo aparente entre la señora MENDUS y la señora CANTO-SPERBER : v. Monique CANTO-SPERBER, op. cit., esp. p. 131).
58 Preferimos a menudo reservar el nombre de paradoja de la tolerancia para otra aporía, cercana pero distinta de aquella indicada en el texto: “La paradoja de la tolerancia es menos conocida: una tolerancia ilimitada tiene como consecuencia fatal la desaparición de la tolerancia. Si se es de una tolerancia absoluta, aún hacia los intolerantes, y que no se defienda la tolerancia contra sus asaltos, los tolerantes serán aniquilados, y con ellos la tolerancia” (Karl POPPER, La Société ouverte et ses ennemis [1979], trad. fr. Jacqueline BERNARD y Philippe MONOD, 2 t., t. I L’Ascendant de Platon, París : Seuil, 1979, cap. 7, nota 4, p. 222). En el mismo sentido Vladimir JANKÉLÉVITCH , op. cit., II, pp. 92-93; André COMTE-SPONVILLE (a quien debemos las dos referencias precedentes), op. cit., pp. 213-216; Monique CANTO-SPERBER, op. cit., pp. 133-134.
59 Vladimir JANKÉLÉVITCH , op. cit., II, p. 91.
79
“Si se interpreta la tolerancia como relativa a lo que se
desaprueba moralmente, y si se admite también que la
tolerancia es un ideal moral, nos encontramos confrontados
entonces a una considerable paradoja: ¿Cómo explicar que
pueda ser moralmente justo permitir cosas que son
consideradas moralmente malas?”60.
25.- Esta aporía, bajo los términos de la cual “sería […] moralmente
bueno aceptar lo que se crea ser moralmente malo” se resuelve sólo bajo dos
condiciones: 1°- Hay que distinguir irreductiblemen te la moral del súbdito cuya
tolerancia está en cuestión y la moral de aquél de cuyo comportamiento se
trata61; 2°- Hay que afirmar la existencia de un umbral de tolerancia, es decir
sostener que “Hasta cierto punto, es un bien tolerar el mal; pero una vez
traspasado ese umbral, ya no es un bien tolerar el mal, es un mal, casi tan
grave como cometerlo”62; y que esta intolerancia es “un mal menor”63, lo que
supone una puesta en balance de los dos males –el mal de dejar cometer el
mal (aunque sea el mal cometido por el otro), y el mal de no dejar hacer al otro
(aunque sea cuando comete el mal).
26.- Para obtener más detalles, hay que cambiar ligeramente los
términos de la pregunta y pasar de la tolerancia a la complicidad en la comisión
60 Suzan MENDUS, loc. cit. En el mismo sentido: la fórmula que Hans-Jürgen SONNENBERGER (“Sind die
familienrechtlichen Artikel des EGBGB mit dem Grundgesetz vereinbar ? [Erwiderung]”, Monatsschrift für deutsches Recht 1964.283-285, esp. 284) da de la pregunta de la existencia misma del derecho internacional privado, considerado en sus relaciones con la Constitución [trad.] : “ [¿]El legislador alemán puede, por designación de un derecho extranjero, ordenar a sus órganos de aplicación del derecho, aplicar normas sustanciales que él mismo no podría decretar [?]”, llamando esta pregunta a una respuesta afirmativa.
61 Vladimir JANKELEVITCH , op. cit., II, pp. 94-96, 100, 102-103, 104. 62 Monique CANTO-SPERBER, op. cit., p. 133. 63 Vladimir JANKELEVITCH , op. cit., II, p. 93.
80
del mal y al límite del deber de obediencia. Por lo demás, esta transición es
sugerida por los mismos autores64.
27.- Así como una de las aporías conocidas bajo el nombre de paradoja
de la tolerancia consiste en dejar desaparecer la tolerancia bajo los ataques de
lo que ella tolera65, existe, de la misma manera, una paradoja del derecho de
resistencia, que, si fuera reconocido por la autoridad pública, dejaría
desaparecer a ésta bajo los ataques de aquellos que le resisten:
“¿Puede la autoridad pública prever los medios jurídicos de
su destrucción entregando el derecho a una multitud de
intérpretes, pudiendo cada uno de ellos pretender tener la
interpretación “verdadera” –lo que es el presupuesto de todo
derecho de resistencia? Mal se imagina, en efecto, al Estado
minar sus propios fundamentos”66.
28.- Y así como la primera paradoja nace de la unidad moral entre el
Estado que tolera y el agente cuyo comportamiento es tolerado, de la misma
manera la segunda paradoja nace de la unidad jurídica entre la autoridad que
otorga un derecho de desobediencia y el agente que desobedece (unidad
jurídica que indican las palabras autoridad PÚBLICA y DERECHO de
resistencia). Que se rompa esta unidad, y la paradoja desaparece; pero
entonces la desobediencia ya no es un DERECHO (en todo caso, ella deja de
estar garantizada por el derecho al cual se desobedece67), y el Estado tolerante
deja de moralizar lo que tolera.
64 Vladimir JANKELEVITCH , op. cit., II, p. 94 ; André COMTE-SPONVILLE, op. cit., pp. 212-213. 65 V. supra, nota 47. 66 Éric DESMONS, Droit et devoir de résistance en droit interne. Contribution à une théorie du droit
positif, th. Univ. París 2 (1994), París : LGDJ, 1999, p. 2. Adde: p. 32.
81
29.- Si se pasa ahora del punto de vista del Estado, a quién le es difícil
definir por sí mismo la medida en la que podría desobedecérsele, desde el
punto de vista del agente que reconoce la moralidad del deber de obedecer las
órdenes del Estado, el deber de obediencia cambia de sentido (ya no es el
deber estatal impuesto al agente sino el deber que el agente se impone a sí
mismo), y ya no es absurdo interrogarse sobre su límite (de la misma manera
que cuando se pasa de la tolerancia como carácter de un Estado que diversifica
sus actitudes, a la tolerancia como virtud interindividual). La definición de ésta
depende del agente mismo (que el Estado lo reconozca o no ya no es la
pregunta). Ella es un asunto de mal menor:
“Ellos [los teólogos católicos] distinguen, en efecto, la
resistencia pasiva, que reside en el hecho de no ejecutar una
orden mientras no se esté obligado a ello, y la resistencia
defensiva, donde se opone por la fuerza a un acto, y la
resistencia agresiva individual o colectiva, es decir el tiranicidio o
la insurrección, cuando el súbdito toma la iniciativa de la
insurrección. Esos grados en la resistencia son justificados por
la idea tomada prestada de santo Tomás que “el ejercicio de la
resistencia no debe causar ningún malestar o escándalo cuya
nocividad sería superior al mal de la sumisión” (J. DABIN, La
Philosophie de l´ordre juridique positif, París: Sirey, 1929, p.
728). Esta condición esencial del derecho de resistencia
determina las formas que la resistencia puede revestir”68.
67 Idem, p. 46. 68 Idem, p. 2, nota 2. Sobre la idea del mal menor como paradigma del juicio moral llevado sobre la
mantención, en su lugar, de las autoridades administrativas belgas bajo la Ocupación (1940-1944), v.: Didier BODEN, op. cit., nota 1394. V. también supra, n° 25.
82
30.- Otro punto en común entre los límites y condiciones de la tolerancia,
como virtud interindividual, y los límites y condiciones del deber moral de
obediencia a las normas estatales por las cuales se perpetra el mal, es la
importancia del autor de lo que es tolerado o a lo que se obedece. Se observa
corrientemente que el régimen de Vichy, al generar una competencia criminal
con el ocupante alemán en la persecución antisemita69, disminuyó la facultad de
indignación que esta persecución suscitaba en el seno de la población francesa.
31.- Hay ahí, suficientes índices de la pertinencia de un acercamiento
entre los límites y condiciones de la obligación que un ordenamiento jurídico se
impone, consistente en dar efecto a las normas de otro, por una parte, y, por
otra, los límites y condiciones del deber moral de tolerancia, del deber moral de
obediencia y del umbral a partir del cual comienza la complicidad reprensible.
Este acercamiento no debe ser exclusivamente pluralista: la presencia, por una
parte y por otra, de paradojas, y la ineptitud de ciertas representaciones de las
cosas de dar cuenta de los límites buscados, incitan a elaborar, sobre el modelo
del díptico de teoría jurídica utilizado más arriba70, un segundo díptico, esta vez
de moral y de ética, que opondría una representación monista y una
representación pluralista de la moral. No es poco razonable esperar que cada
una de las dos columnas tenga una parte de pertinencia, y que la mezcla de las
dos columnas sea la causa de paradojas, aporías, círculos viciosos y otros
problemas más.
69 Didier BODEN, op. cit., nota 1401 y los reenvíos a: Claire ANDRIEU, “L’ « aryanisation » et les finances
extérieures. L’activité de la direction des Finances extérieures et des changes ”, in Dominique GROS (dir.), Le Droit antisémite de Vichy, actes du colloque de Dijon (1994), Le Genre humain, n° 30-31, París : Seuil, 1996, pp. 267-301, esp. pp. 272-285; Roger O. PAXTON, La France de Vichy, 1940-1944, París : Seuil (1973) Points Histoire, 1974, pp. 143, 219, 277- 285 y 353 ; Michaël R. MARRUS y Roger O. PAXTON, Vichy y les Juifs [París : CALMANN -LEVY, 1981], París : Le Livre de Poche, 1993, p. 7 ; Benjamin CONSTANT, “ Principes de politique applicables à tous les gouvernements représentatifs et particulièrement à la Constitution actuelle de la France” [abril 1815, durante los Cien días], reed. in Benjamin CONSTANT, Écrits politiques, París Gallimard “Folio-Essais”, 1997, pp. 302-588, esp. p. 319 ; Robert BADINTER, “Peut-on être avocat quand on est juif en 1940-1944 ?”, in Dominique GROS (dir.), op. cit., pp. 143-151, esp. p. 151.
70 V. supra, n° 15.
83
32.- En la moral y la ética, es decir en la ciencia de la moral, el monismo
y el pluralismo podrían ser brevemente expuestos de la siguiente manera:
α.- Monismo
α.1.- Sólo hay un bien supremo. Un
acto no puede ser a la vez bueno
y malo. Es bueno o no, según si
se relaciona o no con este bien
supremo. Su relación con el bien
o el mal es su valor moral (bueno
o malo).
α.2.- Siendo el bien único, no es
necesario precisar que el valor
moral de un acto tiene sentido
sólo en relación a ese bien.
α.3.- Relacionar el valor moral de todo
acto al bien supremo, no puede
hacerse inmediatamente y sin
orden. Hay una jerarquía de los
valores morales, que permite
ordenarlos según su importancia
β.- Pluralismo
β.1.- Hay tantas morales como
agentes dotados de la facultad
de juzgar. Es posible que lo que
está bien para uno esté mal para
el otro.
β.2.- La pregunta del valor moral de
un acto sólo tiene sentido en
relación con la moral de un
agente. Hay que precisar, por
tanto, a los ojos de cuál agente,
tal o cuál acto, es bueno o malo.
β.3.- La moral no se reduce a una
jerarquía de valores (sin excluirla
sin embargo). La coherencia de
un conjunto de valores morales y
su aptitud de no declarar bueno
todo acto, pueden resultar de
84
y deducir su moralidad (es decir,
reconocerlos como valores
morales) según la posibilidad de
relacionarlos a un valor moral
intermedio, a partir del momento
en que ningún valor moral
superior se oponga.
α.4.- De lo que podría aparecer como
otros valores morales, se dirá
simplemente una de las dos
cosas siguientes: o bien éstos
son reducibles a la primera moral
(aquella que tiene el bien
supremo en su cima) y entonces
es de ella que ellos obtendrán su
moralidad; o bien éstos son
irreductibles, y entonces no
estarán revestidos de ninguna
moralidad.
α.5.- Todo valor moral que ordena dar
efecto a un valor externo reviste
a éste de moralidad. Él lo
moraliza, habilita a los agentes a
conformarse con él, se lo
apropia. Asimismo, podemos
decir que la moralidad del fin
otra cosa que no sea una
jerarquía. La elección entre dos
valores morales que ordenan de
manera general actos
incompatibles, puede depender
de una casuística poco
compatible con la idea de
jerarquía.
β.4.- La moralidad de los valores de
un agente no depende de una
moral que no sea la suya. A este
respecto, es indiferente que lo
que está bien para uno esté mal
para el otro.
β.5.- Al aceptar otorgar un cierto
efecto a los valores de otro
(obedeciéndole, haciéndose su
cómplice, prestando ayuda a su
acción, etc.), un agente no
vuelve buenos, a sus ojos, los
valores del otro. No se los
85
moraliza los medios: lo que
podría parecer moralmente
neutro, o incluso deplorable,
adquiere un valor moral positivo,
ya que es un medio para realizar
un bien superior.
No podría ser bueno
reconocer lo que es malo. En
cambio, es un deber para un
agente reconocer la parte de
moral única, pero diversificada,
que concierne específicamente a
otro agente (v. infra), en los
límites que la jerarquía de las
normas impone a esta parte
específica. Pero no hay ningún
grado dentro de todo esto: un
valor, incluso dotado de un
campo de validez específico, es
válido o no. Hay límites
(jerárquicamente impuestos) a la
validez, y por tanto al deber de
reconocimiento; pero no hay
grados.
α.6.- La jerarquía de los valores
puede dar lugar a una
diversificación de los valores
apropia. Pero este efecto es, en
sí mismo, un acto de este agente
que, a sus propios ojos, está
bien o mal.
Puede estar bien bajo sus
ojos (pero solamente hasta cierto
punto) el prestar ayuda, a lo que
hubiese estado mal, si se
hubiera tratado de sí mismo.
Es una cuestión de grado, y
en ningún caso de validez (por
hipótesis, el valor del otro al cual
prestamos la ayuda es bueno a
los ojos del otro), ni de campo de
validez (por hipótesis, el valor del
otro, considerado desde el
ángulo de la ayuda que se
pretende prestar, no se
superpone sobre lo que el
agente tolerante se impone
hacer, sin respecto de los otros),
ni de la automaticidad del
reconocimiento de los valores
válidos de los otros (sería
renunciar a sí mismo).
β.6.- La diversidad de los valores, de
un agente a otro, no está
sometida a ningún valor común,
86
subordinados. Esta
diversificación puede resultar de
una habilitación, de una libertad
otorgada (lo que los agentes
habilitados encontrarán bueno,
será bueno), o de una
especialización de los valores (lo
que es bueno que lo niños
hagan, no es bueno que los
adultos lo hagan, etc.). No hay
conflicto, porque cada uno de los
valores incompatibles que verían
la luz, valdrían sólo en cierta
medida, sin imbricación (cada
uno tiene su órbita). La cima de
la jerarquía es común para todos
los agentes, y ningún valor no
común vale fuera de los límites
que le asigna la cima de la
jerarquía. En esto, la diversidad
es ordenada.
α.7.- La tolerancia caracteriza la
jerarquía de los valores que
conlleva una diversificación. El
límite de la tolerancia es el límite
que la jerarquía de los valores
impone a la órbita de un valor.
No hay que reconocer la
ni a ninguna jerarquía común.
Pueden nacer conflictos de la
voluntad de unos y de otros de
poner simultáneamente en
acción sus valores respectivos.
También pueden nacer de la
disposición de un agente de
prestar ayuda a valores, que son
los de varios otros agentes, y
que son incompatibles entre
ellos. Por lo demás, la libertad,
como carácter de la facultad de
juzgar, no podría ser atribuida
por un agente a otro. Si el resto
está dotado de tal facultad, sólo
podemos tomar parte (o no
tomar parte, pero esta actitud no
la hará desaparecer).
β.7.- La tolerancia caracteriza una
moral (el conjunto de valores
morales de un sólo y mismo
agente) que preconiza prestar
ayuda a los valores de otras
morales, aún cuando éstas
contrastan con los valores de
87
moralidad de los pretendidos
valores que son contrarios a la
jerarquía de los valores (por
ejemplo, si y en la medida que
esos pretendidos valores
excedan su órbita, es decir, su
campo de validez).
α.8.- En cambio, los agentes
dependientes de esta jerarquía
de valores, deben reconocer
recíprocamente los valores
especiales que derivan
válidamente de los valores
superiores. Si un agente
rechazara tal reconocimiento, si
rechazara a los otros el beneficio
de lo que él reclama para sí
mismo, burlaría los valores
superiores de los cuales procede
el valor a tolerar, y, de esta
manera, negaría los
fundamentos de su propia moral
(es decir de la única moral, pero
en la parte de la diversificación
que le concierne). Se
contradeciría a él mismo.
este agente, a partir del
momento, en todo caso, que esta
ayuda prestada a esos valores
no contraste excesivamente con
los valores del agente tolerante.
El límite de la tolerancia es el
umbral fuera del cual ese
contraste se vuelve excesivo.
β.8.- Rechazando ocasionalmente
prestar ayuda a uno de los
valores de los otros, un agente
no burla ningún valor superior.
No niega los fundamentos de su
propia moral. No se contradice.
Por lo demás, no hay razón para
que esta tolerancia (considerada
positivamente o bajo el ángulo
de su límite) sea recíproca.
88
α.9.- Relación puramente jerárquica,
la tolerancia tiene un límite cuyo
franqueo se determina por la
comparación general y abstracta,
del valor a tolerar (o no) y de los
valores superiores. Si ellos son
incompatibles, los valores
superiores predominan. Esta
incompatibilidad significa, en
efecto, que los valores a tolerar
(o no) han excedido la órbita de
validez que les había sido
asignada. La tolerancia es
entonces una cuestión de
delimitación de los campos de
validez (habilitado, el valor
concerniente a otro agente, debe
ser reconocido por el agente
tolerante; no habilitado, éste no
debe ser reconocido)
determinada por valores
superiores; y por la no
contradicción, general y
abstracta, entre esos valores
superiores y el valor respecto del
cual está en cuestión, para el
agente tolerante, aceptar o
rechazar ponerse a su servicio.
β.9.- Relación entre morales
irreductibles la una a la otra, la
tolerancia tiene un límite que
depende de la coherencia
general de los valores del agente
tolerante. La mantención de esta
coherencia general da lugar a
una casuística (individual y
concreta) donde son tomadas en
consideración la especificidad
del agente cuyos valores son
tolerados, la sustancia de éstos,
en lo que consistiría la ayuda
que les sería prestada, además
de otras circunstancias. La
tolerancia es rechazada en
nombre de un contraste excesivo
(que no es la simple
contradicción entre valores de
igual precisión y de sustancia
contraria) entre la ayuda
concretamente prestada a los
valores de los otros, por una
parte, y, por otra, los valores del
agente tolerante en su conjunto.
Se podría decir que, cuando la
tolerancia es rechazada, es en
nombre de valores circundantes.
89
α.10.- Lo que se acaba de decir de la
tolerancia vale también para la
obediencia, que es otra forma de
relación jerárquica entre valores
(y entre los actos que ellos
ordenan). Hay que rechazar,
necesariamente, obedecer leyes
contrarias a valores morales
superiores, comunes a todos los
miembros de la colectividad. Hay
una ley por encima de las leyes.
Ni éstas, ni aquélla dependen del
agente cuya obediencia está en
cuestión.
α.11.- Respondiendo de su
obediencia o de su tolerancia
ante la jurisdicción de los valores
(por así decirlo), el agente que
ha actuado conformemente a los
valores debidamente habilitados,
pero únicamente bajo la
condición que estén
debidamente habilitados, debe
ser aprobado; en la hipótesis
contraria, es decir, en caso de
acción conforme a un valor no
β.10.- Lo que se acaba de decir de la
tolerancia vale también para la
obediencia, que es otra forma de
relación entre morales. No hay
que rechazar, necesariamente,
obedecer a leyes que se
desaprueban moralmente, pero
hay que comenzar a
desobedecer a partir del
momento en que el contraste
entre esta obediencia y sus
propios valores se vuelve
excesivo. Sólo el agente cuya
obediencia está en cuestión es
capaz de determinar ese
momento.
β.11.- Ante de la jurisdicción de toda
moral (comprendida la propia –
piénsese en el arrepentimiento),
el agente que presta su ayuda a
la voluntad de los otros (por
tolerancia, obediencia, o
complicidad) responde de su
gesto no como autor de la
voluntad de los otros, sino como
su ejecutante (lo que no es la
misma cosa, y que debería ser
aun objeto de sub-distinciones).
90
habilitado, debe responder de su
mala acción, que se incorpora al
valor que la inspiró.
α.12.- Sólo hay una moral. Pero ella
está diversificada y jerarquizada.
En ese sentido, es recorrida por
relaciones entre valores (los
valores inferiores, son buenos
valores, sólo en la medida que
están conformes con los valores
superiores) y entre agentes (lo
que es un buen valor por
diversificación entre agentes,
debe ver su campo de validez
reconocido por todos los otros
agentes).
Hay relaciones en la moral;
Actuó bien o mal, según si a los
ojos de la moral ante la cual se le
juzga moralmente, habría debido
o no estimar que los límites de la
tolerancia (o los límites del deber
de obediencia, o el umbral a
partir del cual se vuelve
inmoralmente cómplice) habían
sido franqueados. De la misma
manera, puede también
responder de su rechazo a
tolerar, obedecer, o prestar
ayuda a los otros de otra
manera.
β.12.- Es por tanto concebible que
una moral trate sobre otra, que
una moral exija de una, que otra
se vuelva lo que tal vez aún no
es, o que se quede tal como es,
al punto de no volver a serlo
(exigencias), y que el agente
destinatario de esta exigencia
tenga que responder ante la
primera moral de su acción no
conforme con esta exigencia
(reproches, responsabilidad).
Exigencias y responsabilidad
pueden ser internas a una moral
91
no hay relaciones entre las
morales (sería una contradicción
en los términos, o, más
precisamente: una contradicción
entre la palabra y su número).
(los arrepentimientos, por
ejemplo, son una forma de auto
responsabilidad, o de reproches
dirigidos a uno mismo). Ellas
también pueden ser relaciones
entre morales. Ellas son muy
diferentes de la tolerancia, de la
obediencia y de la complicidad
(el exigente se inmiscuye en la
moral de los otros; el tolerante la
acoge). Todas pueden
combinarse (exigencia de
tolerancia, exigencia de
exigencia, tolerancia de
exigencia, tolerancia de
tolerancia, etc.).
33.- ¿Qué conclusiones sacar de esta búsqueda sobre la tolerancia, el
monismo y el pluralismo, y sobre la pertinencia de la metáfora de la tolerancia
en derecho internacional privado?
Los decires sobre la moral y la ética relativos a la tolerancia pueden ser
reagrupados en dos conjuntos, según tengan por objeto, por un parte, una
actitud del Estado (o de la “sociedad”) frente a algunos de sus súbditos y que
consiste en una diversificación del comportamiento estatal por abstención, por
especialización o por habilitación, o, por otra parte, una actitud interindividual
consistente en no impedir, aunque ello se pudiera, el ejercicio por los otros de
una actividad que no se aprueba (tolerancia pasiva, obediencia pasiva,
92
complicidad pasiva), o de aportar a esta persona una contribución positiva al
ejercicio de esta actividad, aunque pudiéramos dispensarnos de ello (tolerancia
activa, obediencia activa, complicidad activa).
Los primeros son monistas (toda la moralidad se reduce a una fuente
única); las segundos, pluralistas (la tolerancia como virtud interindividual tiene
sentido sólo si las morales son diferentes las unas de las otras, irreductibles las
unas de las otras, y en relación las unas con las otras).
Una división similar se observa en teoría del derecho en general y en
teoría del derecho internacional privado en particular. De forma que se podría
decir que la pertinencia de la metáfora de la tolerancia en derecho internacional
privado está establecida, sea cuales fueren los términos cotejados. Pero se
gana más bien en atraer la atención sobre dos similitudes suplementarias.
En primer lugar, no hay ninguna duda que el analogon de la excepción
del orden público en derecho internacional privado es el límite de la tolerancia
activa como virtud interindividual, y no el límite de la tolerancia como actitud del
Estado (o de la “sociedad”) frente a algunos de esos súbditos y que consiste en
una diversificación del comportamiento estatal por abstención, por
especialización o por habilitación. En efecto, la excepción de orden público,
como el límite de la tolerancia activa como virtud interindividual, es un rechazo a
prestar ayuda a la voluntad de los otros. Es un cese (unilateral por su fuente y
por sus razones) de la cooperación que beneficia a los demás. No es una
excepción de ilegalidad de una norma intermedia, como lo sería el rechazo de
un prefecto de poner en ejecución un decreto gubernamental contrario a una
directiva comunitaria, y que tendría como analogon en moral la reprobación de
las artimañas exorbitantes de un grupo religioso (por ejemplo) que serían otras
93
tantas rupturas del pacto social (para emplear las palabras del lenguaje moral
de las personas que escriben en los periódicos).
En segundo lugar, de la misma manera que las paradojas del derecho
internacional privado nacen del entreveramiento de dos teorías: la del monismo-
bilateralismo y la del pluralismo-unilateralismo, así mismo podemos pensar que
las paradojas que ven la luz en la moral y en la ética a propósito de la
tolerancia, de la obediencia y de la complicidad son provocados por el
entreveramiento de dos representaciones de su objeto: aquella del monismo y
aquella del pluralismo. Por ejemplo y por excelencia, la paradoja de la
autodestrucción de la tolerancia y la de la autodestrucción de la autoridad del
Estado que permitiría la desobediencia, vienen de la introducción de la
pluralidad de los agentes con capacidad de decidir sobre lo que está bien y
sobre lo que está mal, en un razonamiento por lo demás monista en cuanto es
precisamente exclusivo de tal pluralidad (sin descartar sin embargo una
diversificación delimitada).
CONCLUSIÓN
34.- En derecho internacional privado, el pluralismo jurídico y el monismo
jurídico son dos teorías generales del derecho que han marcado y que aún
marcan el espíritu de ciertos legisladores, de sus substitutos pretorianos, de
comentaristas y de críticos, de pleiteantes y de órganos de aplicación del
derecho. La parte de positividad de cada una de esas dos teorías, al derecho
positivo, puede ser medida: algunas partes del derecho obedecen a la primera y
otras a la segunda. Como esas dos teorías son incompatibles entre ellas, y
como toda teoría está destinada a guiar razonamientos, resulta de su influencia
entreverada en el derecho positivo o en los discursos que se relacionan a él, a
paradojas, círculos viciosos, peticiones de principio, y otras aporías. Si esos
94
entreveramientos vinieran a desaparecer, esas anomalías argumentativas
desaparecerían igualmente.
Los especialistas del derecho internacional privado presentan
tradicionalmente su disciplina como el derecho de la tolerancia (porque es,
particularmente, el derecho de la puesta de un primer Estado al servicio de las
normas de un segundo, incluso diferentes de las propias), y la excepción del
orden público (que conduce al primer Estado a rechazar el otorgar un efecto a
la norma del segundo cuando ese efecto contraste excesivamente con los
principios sacados del derecho del primero) como el límite de esta tolerancia. La
puesta a prueba de la pertinencia de esta comparación entre esta rama del
derecho y la tolerancia como objeto de una parte de la moral y de la ética
conduce a la constatación de lo bien fundado de esta comparación. Pero más
allá de esa constatación esperada, la verificación llevada a cabo hace aparecer
que en la moral y en la ética se observa, como en derecho internacional
privado, que el monismo y el pluralismo influencian, cada uno, una parte de los
discursos, que esta influencia es a veces entreverada, que de ese
entreveramiento nacen paradojas, y que éstos pierden su carácter paradojal
cuando se pone fin al entreveramiento que le ha dado nacimiento.
95
BIBLIOGRAFIA
Aquí incluyo todos los sitios de los cuales hice uso, para el correcto uso de cada
palabra que utilizo el Profesor Boden, con el fin de guardar en todo momento el
sentido más acorde que el autor quiso dar al texto.
1.- www.wordreference.com
2.- www.rae.es
3.- http://diccionario.reverso.net/frances-espanol/
4.- http://www.lexilogos.com/francais_langue_dictionnaires.htm
5.- http://www.cnrtl.fr/definition/
6.- http://www.le-dictionnaire.com/
96
ANEXO
Se agrega como anexo de esta memoria el texto original en francés del articulo
“El Pluralismo Jurídico en Derecho Internacional Privado”.
Le pluralisme juridique en droit international privé
Didier BODENMaître de conférences à l’Université de Paris I (Panthéon-Sorbonne)
RÉSUMÉ. — L’expression « pluralisme juridique » désigne, parmi de nombreuses autres signi-fications, une théorie générale du droit (permettant notamment de décrire le droit, de l’appliquer,ou de prôner son changement ou son maintien en l’état), par opposition au monisme et au dua-lisme. En tant que théories générales du droit, le monisme et le dualisme, à la grande différencedu pluralisme, sont identiquement incapables de décrire les relations entre ordres juridiques ; ence sens et dans cette mesure, le dualisme n’est qu’une manière de monisme et ne nécessite doncpas de considérations distinctes. En droit international privé, le monisme et le pluralisme pren-nent étonnamment les noms de bilatéralisme et d’unilatéralisme. C’est essentiellement depuis lafin du XIX
e siècle que le contraste entre monisme-bilatéralisme et pluralisme-unilatéralisme estperçu. Certains législateurs ont choisi sciemment de s’inscrire dans l’une ou dans l’autre de cesdeux théories. Elles guident les organes d’application du droit en leur donnant le mode d’emploide celui-ci. Depuis un demi-siècle, les auteurs mesurent la part de correspondance de chacune deces deux théories au droit positif. L’évolution récente de celui-ci accorde une pertinence croissanteau pluralisme-unilatéralisme. Les nombreux paradoxes, cercles vicieux, pétitions de principe etautres problèmes que le droit international privé a connus depuis 1837 ont récemment été identi-fiés par l’auteur comme autant de résultats de l’enchevêtrement de ces deux théories, qui sont dansl’ensemble incompatibles entre elles. À de nombreux égards, les théories morales et éthiques de lamise de soi au service de la volonté d’autrui (tolérance active, obéissance active, complicitéactive) gagneraient à être collationnées avec les théories du droit international privé, dont les spé-cialistes disent traditionnellement qu’il est le droit de la tolérance.
INTRODUCTION
1.- Le pluralisme juridique a connu des développements récents en droit internatio-nal privé, mais il importe avant toute chose de se prémunir contre les malentendus querisquerait de provoquer, à l’occasion de l’exposition de ces développements, la pluralitédes acceptions traditionnellement données à l’expression « pluralisme juridique » (A).Dans la suite de la présente contribution, « pluralisme juridique » sera le nom donné àune théorie générale du droit se comprenant par opposition au monisme et au dualisme(B).
[p. 275-316] D. BODEN Arch. phil. droit 49 (2005)
276 LE PLURALISME
A. — Distinction des sens de l’expression « pluralisme juridique »
2.- Il arrive que l’on caractérise par l’expression « pluralisme juridique » ou par cellede « pluralisme législatif » la législation d’un État en tant qu’elle offre aux personnes quisont soumises à ses dispositions le choix entre plusieurs régimes ayant chacun leurs pro-pres conditions et leurs propres effets. En ce sens, la législation française est caractéri-sée par le « pluralisme juridique » en matière de régimes matrimoniaux (communautéuniverselle, communauté réduite aux acquêts, séparation de biens, etc.) ou en matière desociétés commerciales (société à responsabilité limitée, société anonyme, société encommandite, société en nom collectif, etc.) 1.
Au lieu d’un terme descriptif, il peut aussi s’agir d’un terme prescriptif, par lequelon exprime les valeurs que l’on défend ou celles que l’on combat 2.
3.- En anthropologie du droit et en sociologie du droit, l’expression « pluralisme juri-dique » est généralement employée pour décrire l’état d’une société d’individus vivantsur un même territoire et n’étant pas soumis aux mêmes règles (que celles-ci soient éta-tiques ou non, et que les règles non étatiques soient reconnues, ignorées ou combattuespar l’État). Les anthropologues et les sociologues ne s’accordent pas tous pour qualifierde « droit » ce qui n’est ni directement étatique ni étatique par délégation.Mais il y a unaccord général entre eux sur cette définition du « pluralisme juridique » par la pluralitédes ordres juridiques en vigueur au sein d’une même société établie sur un même terri-toire, certains individus étant soumis à certaines règles, et d’autres individus à d’autresrègles 3.
[p. 275-316] D. BODEN Arch. phil. droit 49 (2005)
1 Pour une illustration, v. Jean-Guy Belley, « Pluralisme juridique », in André-Jean Arnaud (dir.),Dictionnaire encyclopédique de théorie et de sociologie du droit, 2e éd., Paris, LGDJ, 1993 :« Existence simultanée, au sein d’un même ordre juridique, de règles de droit différentes s’ap-pliquant à des situations identiques [abstraitement identiques, en ce sens que le larcin de l’unest factuellement identique au larcin de l’autre, par exemple, mais qu’ils relèvent de juridic-tions et de règles matérielles différentes] ».
2 C’est dans ce dernier sens que le professeur Christian Atias a fustigé la multiplication des façonsde former une famille en droit français, sous le nom de « l’idéologie du pluralisme législatif »du droit civil de la famille en France (« Éléments pour une mythologie juridique de notretemps [suite]. Le Mythe du pluralisme civil en législation », R.R.J. 1982 p. 244-253).
3 Le professeur Jacques Vanderlinden (« Le Pluralisme juridique. Essai de synthèse », in JohnGilissen [dir.], Le Pluralisme juridique, Bruxelles, Éd. de l’Univ. de Bruxelles [ULB], 1972,p. 19-56) a beaucoup contribué au succès de cette idée de pluralité et de l’expression parlaquelle on décrit la réalité qui y correspond. Malheureusement, cette littérature a souvent,mais pas toujours, le défaut de définir les ordres juridiques non étatiques par référence à l’É-tat et à ne concevoir le pluralisme « qu’au sein d’une même société » (rappr. au sens indiquésupra, note 1). C’est là ce que Jean-Guy Belley (op. cit., § 2 al. 1er) appelle par dérision le« mono-pluralisme juridique ».
M. Jacques Vanderlinden, en 1993, a présenté une autre version de cette idée, tenant toutentière dans le constat que les individus étaient simultanément soumis à des droits objectifsindépendants les uns des autres. La différence avec la version antérieure est minime puisquel’on n’est passé, on le voit, que de la pluralité des transcendances à la pluralité des allégean-ces. Dans un tel système, les ordres juridiques n’entrent pas en relation, et les effets que l’unaccepte ou refuse d’accorder aux normes de l’autre, pour n’être pas conçus, ne peuvent pasêtre étudiés. V. : Jacques Vanderlinden, « Vers une nouvelle conception du pluralisme juri-dique », in Alain Sériaux (dir.), « Le Droit face au pluralisme », R.R.J. 1993 p. 567-642, spéc.573-583).
LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 277
4.- Dans une littérature qui relève davantage de la morale politique (spécialementchez Georges Gurvitch), le « pluralisme juridique » est une doctrine qui prône qu’à côtédes sources traditionnelles du droit étatique que sont les lois votées par le Parlement etles règlements élaborés par le pouvoir exécutif, on joigne des normes générales émanantd’organisations elles aussi détentrices d’une légitimité politique car, selon les tenants decette doctrine, « l’État n’a pas le monopole de la représentation de l’intérêt général »(parmi ces normes, il faudrait compter celles qui émanent d’autres « centres générateursde droit », tels que les « syndicats, coopératives, trusts, usines, églises, services publicsdécentralisés, unions internationales, administratives, Organisation Internationale duTravail, Société des Nations, etc. ») 4.
5.- Une quatrième acception a été donnée, ces dernières années (spécialement sousla plume de Madame Mireille Delmas-Marty), à l’expression « pluralisme juridique »dans la littérature se rapportant au droit : le caractère d’un droit supra-étatique forméd’obligations stipulées à la charge des États parties à une convention laissant une cer-taine latitude à ceux-ci dans le choix des moyens de tenir leurs engagements, et admet-tant dès lors une pluralité des observances étatiques. L’idée est au moins aussi ancienneque les directives communautaires et que la Convention européenne des droits del’homme. Employer l’expression « pluralisme juridique » pour exprimer cette idée esten revanche une attitude plus récente 5.
6.- Dans un cinquième sens, qui seul sera employé dans la suite de la présente contri-bution, le pluralisme juridique est une théorie générale du droit, dont Santi Romano a étéle plus brillant messager, et qui procède de l’idée qu’il existe plusieurs ordres juridiques,irréductibles les uns aux autres en général, et irréductibles en particulier aux ordres juri-
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4 On trouvera des précisions sur cette doctrine politique chez l’un de ses plus ardents défenseurs,à qui sont empruntés les mots cités au texte entre guillemets : Georges Gurvitch, discussionsur le rapport de Hugo Sinzheimer, « La Théorie des sources du droit et le droit ouvrier », Ann.Inst. int. phil. dr. 1934.73-81, spéc. p. 80 ; Georges Gurvitch, « Théorie pluraliste des sourcesdu droit positif », Ann. Inst. int. phil. dr. 1934, p. 114-131 ; Georges Gurvitch, L’Expériencejuridique et la philosophie pluraliste du droit », Paris, Pedone, 1935, p. 138-152.
Il s’agit donc d’une doctrine de morale politique portant sur les sources de la légitimitéjuridique, que Gurvitch a malheureusement tendance à présenter comme une réflexion pure-ment scientifique, où il ne serait question que de « constater des faits normatifs ». On devinel’acrimonie qu’une telle confusion méthodologique a suscitée de la part de Hans Kelsen et sur-tout d’Alf Ross lorsqu’elle a été commise devant les membres de l’Institut international dephilosophie du droit et de sociologie juridique (Ann. Inst. int. phil. dr. 1934, p. 130).
5 Mireille Delmas-Marty, Pour un droit commun, Paris, Seuil, 1994, p. 112, 143-144, 185-186,193-194, 200, 225 ; Mireille Delmas-Marty et Jean-François Coste, « Droits de l’homme :logiques non standard », Le Genre humain, n° 33, 1998, p. 135-154 ; Élisabeth Lambert, LesEffets des arrêts de la Cour européenne des droits de l’homme. Contribution à une approchepluraliste du droit européen des droits de l’homme, th. Univ. Robert Schuman de Strasbourg[1998], Bruxelles, Bruylant, 1999, p. 45-57, spéc. p. 48 : « la théorie pluraliste ou de l’harmo-nisation, dont le modèle doit à présent être explicité ».
278 LE PLURALISME
diques étatiques (ou à l’un d’entre eux, ou à un ordre juridique qui leur conférerait à tousune unique juridicité), tous ces ordres juridiques nouant entre eux diverses relations, ourefusant d’en nouer.
Cette théorie générale s’oppose au monisme, dont Hans Kelsen a été le plus rigou-reux interprète, et qui part de l’idée qu’il n’existe pour tout l’univers qu’un seul ordrejuridique, auquel se ramènent par nécessité logique toutes les normes juridiques (sansquoi elles ne seraient pas juridiques). Le pluralisme juridique s’oppose également audualisme, théorie générale à laquelle Dionisio Anzilotti a associé son nom, et qui découlede la double affirmation qu’il existe plusieurs ordres juridiques irréductibles les uns auxautres, certes, mais que ces ordres juridiques ne sont pas en relations les uns avec les aut-res.
Cette opposition du monisme, du dualisme et du pluralisme en tant que théoriesgénérales du droit réclame quelques précisions.
B. — Opposition du monisme et du dualisme au pluralisme
7.- Un nouveau risque de confusion affecte l’emploi des termes « monisme » et« dualisme ». Ceux-ci désignent soit deux théories générales du droit, soit deux typesd’États, selon le procédé constitutionnel qu’ils utilisent pour rendre étatiquement obliga-toires les normes du droit international dotées d’effet direct (self executing) 6.
Dans ce second sens, qui n’est mentionné ici que pour pouvoir être écarté, un État estqualifié de moniste si et dans la mesure où 7 il rend obligatoires pour ses justiciables lesnormes du droit international dotées d’effet direct (self executing), sans que ce caractèreétatiquement obligatoire dépende d’un recopiage de la norme internationale sous laforme d’une norme étatique. Par opposition, un État est qualifié de dualiste si et dans lamesure où le caractère étatiquement obligatoire dont il vient d’être question dépend durecopiage de la norme internationale sous la forme d’une norme étatique.
Cette acception ne sera plus employée dans la suite de la présente contribution.
8.- En tant que théories générales du droit, c’est-à-dire en tant que représentationsgénérales permettant notamment de décrire le droit, de l’appliquer, ou de prôner sonchangement ou son maintien en l’état, le monisme et le dualisme pourraient sembler très
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6 Sur la distinction de ces deux emplois, v. notamment : Carlo Santulli, Le Statut international del’ordre juridique étatique. Étude sur le traitement du droit interne par le droit international,th. Univ. Panthéon-Assas Paris II (1999), Paris, Pedone, 2001, p. 90-91 ; plus implicite :Mathias Audit, Les Conventions internationales entre personnes publiques, th. Univ. Paris 1Panthéon-Sorbonne (1999), Paris, LGDJ, 2002, p. 37, n° 83.
7 Un État, en ce sens, peut être moniste envers certaines normes et dualiste envers d’autres. Ainsile Royaume-Uni est-il moniste vis-à-vis des règles communautaires et des coutumes interna-tionales, alors qu’il est dualiste vis-à-vis des autres règles du droit international.
LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 279
différents l’un de l’autre. À certains égards cependant — qui seuls nous intéressent parcequ’il sera ici principalement question de droit international privé —, il s’agit de deuxthéories parfaitement jumelles et nettement distinctes du pluralisme.
Cela se comprendra rapidement lorsqu’aura été rappelé ce qu’est le droit internatio-nal privé d’un État. À côté d’une première partie, composée de la règle par laquelle unÉtat impose qu’on applique, par préférence aux normes des autres États, ses normes dedroit privé aux situations qui entrent dans le champ d’application de celles-ci (en vérité,plutôt que d’une règle, il ne s’agit que d’un aspect de ces normes), le droit internationalprivé d’un État est formé des règles qu’il s’impose de suivre lorsqu’il est amené à accep-ter ou à refuser de donner un effet de droit privé à des normes émanant d’un autre État.
Le droit international privé est, en ce sens, un droit des relations entre ordres juri-diques. Or le monisme et le dualisme sont deux théories générales au sein desquelles lesrelations entre ordres juridiques sont proprement inconcevables. Dans le monisme, il n’ya pas de relations entre ordres juridiques car il n’y a qu’un seul ordre juridique. Et dansle dualisme, il y a certes une pluralité d’ordres juridiques, mais l’étanchéité absolue quecette théorie leur impose par une sorte de nécessité logique les empêche d’être en rela-tions. Il n’est donc pas étonnant que ces deux théories aient recours aux mêmes artificespour décrire le droit international privé, spécialement en tant que celui-ci commandedans certains cas l’application des lois étrangères : cette application est présentée, selonles auteurs de textes monistes ou dualistes, tantôt comme le résultat de la naturalisationpréalable de la loi étrangère (de sorte que la loi effectivement appliquée n’est plus étran-gère), tantôt comme l’application d’une loi du for prenant en considération la loi étran-gère, comme on le ferait d’un simple fait (de sorte que, de nouveau, c’est le droit du forqui seul est appliqué).
Lorsqu’on s’intéresse à la présentation que les théories générales donnent du droitinternational privé, il est donc vain de vouloir opposer le monisme et le dualisme, qui,en ce domaine, sont deux théories jumelles. La seule opposition pertinente est celle quimet face-à-face le monisme (auquel on ramènera le dualisme), qui exclut les relationsentre ordres juridiques, d’une part, et, d’autre part, le pluralisme, qui les admet 8.
9.- Le risque de confusion étant à présent amoindri, il devient possible d’aborder l’é-tude de ce que sont en droit international privé les théories moniste et pluraliste (I), etl’usage qui peut en être fait, aussi bien dans cette matière que dans d’autres, propices auxanalogies (II).
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8 En ce sens, v. Edoardo Vitta, « Cours général de droit international privé », RCADI 1979-I, vol.162, p. 9-243, spéc. p. 32-34 (équivalence en droit international privé du monisme de HansKelsen et du dualisme de Dionisio Anzilotti et de ses épigones italiens, équivalence étayée parl’identité de leurs artifices théoriques) et p. 34-35 (rejet du monisme et du dualisme par l’au-teur, qui prône l’utilisation en droit international privé du pluralisme de Santi Romano).
280 LE PLURALISME
I. — EXPOSITION DES THÉORIES MONISTE ET PLURALISTE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ
10.- Une explication de ce que sont les théories générales (A) permettra de mieuxcomprendre les usages qui peuvent en être faits. On donnera ensuite à lire un diptyqueopposant la théorie moniste et la théorie pluraliste jusque dans leurs développements dedroit international privé (B).
A.— Nature des théories
11.- Une théorie est une présentation de son objet, c’est une image, un tableau. Cetteprésentation n’est pas nécessairement descriptive : les discours non descriptifs relatifs audroit sont nombreux 9. Chaque genre de discours a ses propres critères de pertinence.
On évoquera d’abord ici le discours descriptif qui est celui de la science fondamen-tale du droit, dont le premier critère de pertinence est sa correspondance à la réalité juri-dique décrite 10. Le monisme et le pluralisme, en tant que théories descriptives, cor-respondent chacun à une part plus ou moins grande de la réalité du droit internationalprivé. En ce sens, chacune de ces deux théories est plus ou moins vraie et plus ou moinsfausse. Depuis un demi-siècle, comme on le verra plus loin 11, l’un des exercices les plusprisés des spécialistes du droit international privé, surtout en France, a consisté à mesu-rer la part de correspondance au droit positif de chacune de ces deux théories.
Un autre type de discours, plus théorique qu’on ne le pense, est celui que tient lelégislateur, ou son substitut prétorien. Par les mots qu’il utilise, et par les règles qu’ilimpose, le législateur peut rendre hommage à une théorie, et commander ainsi à ceux qui
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9 On trouvera une exposition des différents types de discours relatifs au droit (ontologie du droit ;science fondamentale du droit ou enseignement juridique ; science appliquée du droit ou ren-seignement juridique ; doctrine ; plaidoirie, réquisitoires et discours similaires ; politique juri-dique ou morale juridique ; motivation ; législation), in Didier Boden, L’Ordre public, limiteet condition de la tolérance. Recherches sur le pluralisme juridique, th. Univ. Paris 1Panthéon-Sorbonne, 2002, polycop., p. 517-523.
10 Les autres critères de pertinence d’une théorie descriptive sont les suivants. Puisque la théoriedescriptive procède par regroupement au sein de catégories, de sorte que ce qui est affirméd’un cas individuel puisse aussi être dit, au moyen d’une loi théorique, de toute une série d’au-tres cas, on préférera l’économie d’une seule théorie générale à la profusion des théories adhoc. Le degré de correspondance à la réalité et l’économie ne sont que les deux faces d’un seulet même critère. Puisque la théorie est une présentation des choses, le deuxième critère de per-tinence d’une théorie est sa valeur pédagogique, c’est-à-dire la vertu qu’elle a de faire accéderrapidement et efficacement les étudiants à une certaine connaissance de la réalité étudiée.Puisque la théorie articule un certain nombre de propos qui forment un ensemble cohérent, letroisième critère de pertinence d’une théorie est l’absence de surprise que l’on éprouve, aprèsavoir lu les premiers éléments de la théorie, en prenant connaissance des éléments suivants.Puisque l’une des fonctions de la théorie est de permettre l’argumentation et que l’on neconvainc jamais aussi facilement une personne que lorsqu’elle est déjà convertie à ce que l’onsoutient, le quatrième critère de pertinence d’une théorie est le succès qu’elle a déjà remporté.V. Didier Boden, op. cit., p. 504-516.
11 V. infra, n° 18.
LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 281
seront chargés d’appliquer la loi de se poser certaines questions, à l’exclusion de certai-nes autres, dans un ordre qui aurait paru saugrenu s’il s’était inscrit dans une autre théo-rie. C’est ce mode d’emploi de la loi (ou de la jurisprudence qui en tient parfois lieu) quiest appelé, notamment en droit international privé, « méthode ». En ce sens, une méthodeest, ou n’est pas, de droit positif ; elle l’est dans une mesure plus ou moins grande ; elleest irréductible aux règles et aux décisions ; elle commande la censure d’une décisionqui ne l’aurait pas suivie (une méthode, comme tout raisonnement, se suit) dans unematière où elle est de droit positif ; elle est une image, c’est-à-dire une théorie, que ledroit positif donne de lui-même et de sa mise en œuvre 12.
12.- Un bref exemple de droit international privé permettra de mieux comprendre enquoi une théorie peut être un mode d’emploi du droit positif. Deux théories s’offrent àcelui qui entreprendrait de décrire le raisonnement à suivre en droit positif françaislorsque deux Iraniens veulent divorcer à Paris :
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12 Pour plus de précisions et d’exemples, v. Didier Boden, op. cit., p. 521-522.
Première théorie, première méthode
1. – Question de droit international privé fran-çais : L’action en divorce relève-t-elle de larègle de conflit française applicable auxquestions de droit non patrimonial des per-sonnes et de la famille (ce qu’on appelleusuellement le statut personnel) ?
2. – Question de droit international privé fran-çais : S’il s’agit d’une question de statut per-sonnel, quel est le critère de rattachementretenu par la règle de conflit français ?S’agit-il de la nationalité commune des par-ties, ou d’un autre critère ?
3. – Question de droit international privé fran-çais : Quel est l’ordre juridique que désignece critère ? Autrement dit : quel est l’ordrejuridique compétent ?
4. – Question de droit international privé ira-nien : dans l’ordre juridique désigné, quelleest la loi substantielle qui fait entrer dans sonchamp d’application l’action en divorce dedeux Iraniens à Paris ? Il y en a nécessaire-ment une, car tout droit étatique a toujoursréponse à tout.
5. – Question de droit international privé fran-çais : L’application envisageable de cette loien l’espèce ne révèle-t-elle pas qu’en réalité,c’était la loi substantielle française qui, parexception à la règle de conflit applicable enmatière de statut personnel, devait s’appli-quer ?
Seconde théorie, seconde méthode
1. – Question de droit interne français : La loifrançaise sur le divorce place-t-elle dans sonchamp d’application l’action de deux Iraniens àParis ?
2. – Question de droit international privé français :Cette loi française exige-t-elle d’être appliquéeen France aux cas qui entrent dans son champd’application ?
3. – Question de droit interne iranien : La loi ira-nienne sur la cessation judiciaire non rétroactivedu mariage place-t-elle dans son champ d’appli-cation l’action de deux Iraniens à Paris ?
4. – Question de droit international privé iranien :Cette loi exige-t-elle d’être appliquée à l’étrangeraux cas qui entrent dans son champ d’application ?
5. – Question de droit international privé français :Si la loi française ne veut pas s’appliquer et quela loi iranienne veut s’appliquer, la solution àlaquelle conduirait en l’espèce l’application dela loi iranienne contraste-t-elle excessivementou non avec les conceptions du droit français ?
6. – Question posée aux droits internationaux pri-vés du monde entier : Si un tel contraste estconstaté, une autre loi étrangère souhaite-t-elleêtre appliquée ?
7. – Question de droit international privé français : enl’absence de toute autre loi étrangère se voulantapplicable en l’espèce, la loi française accepte-t-elled’être appliquée subsidiairement ?
282 LE PLURALISME
13.- Cet exemple permet de montrer qu’une théorie peut être, ou non, de droit posi-tif 13. La décision rendue par une juridiction qui aurait suivi une théorie au lieu de l’au-tre encourrait, dans le meilleur des cas, la substitution de motifs et, dans le pire des cas,l’annulation ou la cassation 14.
De façon comparable, mais en changeant de type de discours pour revenir à la des-cription scientifique, on constatera la vérité du texte décrivant le droit positif françaisdans les termes de la seconde théorie, et la fausseté du texte qui décrirait ce même droitdans les termes de la première.
L’exemple permet aussi de montrer que les théories se distinguent par la présentationde leur objet, présentation qui est formée d’un certain nombre de phrases, composées decertains mots, qui ont une signification. Ces phrases sont agencées dans un certain ordre.Il suffit donc d’adopter une certaine présentation d’un objet pour rendre incompréhensi-bles certains autres propos relatifs à cet objet, si de tels propos s’inscrivent dans uneautre théorie 15. Il suffit pour montrer, parfois à son insu, que l’on s’inscrit dans une cer-taine théorie, d’employer certaines phrases ou certains mots 16, ou de les employer dansun certain sens 17. Il suffit même parfois pour le dévoiler de se poser certaines questionsdans un certain ordre 18.
Enfin, l’exemple permet de suggérer le lien entre théorie et raisonnement. Quel quesoit le type de discours adopté, raisonner consiste toujours à s’inscrire dans une certainethéorie et à prendre son interlocuteur à témoin de la pertinence établie de certaines desphrases de cette théorie pour le convaincre de la pertinence non encore établie des phra-
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13 La première a correspondu au droit français jusqu’en 1975, et elle correspond encore, mutatismutandis, au droit international privé français positif des annulations de mariage. La secondecorrespond au droit positif français depuis 1975 (v. art. 310 C. civ.).
14 Pour avoir suivi la seconde méthode au lieu de la première, la Cour d’appel de Paris a vu ladécision qu’elle avait rendue dans l’affaire L’Union et le Phénix espagnol et al. c. Mlle Beau,cassée le 6 juin 1990 par la Première Chambre civile de la Cour de cassation (Rev. crit. DIP1991.354-365, n. Pierre Bourel ; rappr. : Bertrand Ancel et Yves Lequette, Grands arrêts de lajurisprudence française de droit international privé, 4e éd., Paris : Dalloz, 2001, n° 19). Pouravoir suivi la première méthode au lieu de la seconde, c’est la même cassation qui a été infli-gée le 28 mai 1991 par la même Chambre civile à l’arrêt rendu par la même Cour d’appel dansl’affaire Huston et al. c. Soc. Turner Entertainment Co. et al. (Cass. civ. I, 28 mai 1991, Rev.crit. DIP 1991.752-756, n. Pierre-Yves Gautier).
15 V. infra, notes 28 et 29.16 « Ordre juridique compétent » pour la première théorie ; « volonté qu’a la loi de s’appliquer »,
pour la seconde théorie.17 Dans la première théorie, le « conflit de lois » se dit d’une situation qui a des points de contact
avec plusieurs pays, de sorte que l’hésitation est a priori permise quant à la loi applicable àcette situation (ce sera celle de « l’ordre juridique compétent ») ; dans la seconde théorie, le« conflit de lois » se dit d’une situation que veulent concurremment régler les lois de plusieurspays (chacune de ces lois « se veut applicable »).
18 Dans la première théorie, les principales questions de droit international privé (1 à 3) précèdentla question de la détermination du champ d’application de la loi dans l’espace, qui est unequestion de droit matériel (4). Alors que dans la seconde théorie, les questions de détermina-tion du champ d’application des lois dans l’espace, qui sont des questions de droit matériel (1et 3), précèdent les questions de droit international privé (respectivement : 2 et 4 à 7).
LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 283
ses suivantes de cette même théorie 19. Il s’ensuit que l’adoption simultanée de deuxthéories incompatibles entre elles provoque des problèmes de raisonnement : paradoxes,cercles vicieux, pétitions de principes, contradictions, etc. 20.
14.- Il reste deux précisions à apporter avant de lire le diptyque opposant la théoriemoniste et la théorie pluraliste jusque dans leurs développements de droit internationalprivé : la raison pour laquelle le monisme a pu exercer — et continue à exercer — uneinfluence dans cette matière, et le nom que prennent respectivement en droit internatio-nal privé les théories moniste et pluraliste.
La raison de l’influence moniste en cette matière doit être cherchée dans deux mou-vements datant de la seconde moitié du XIXe siècle : l’un, qui prend sa source chezSavigny, et qui cantonne l’emploi du droit international privé au gemeines Recht (c’est-à-dire à ce qu’était devenu le jus commune au milieu du XIXe siècle en Allemagne, et quevenait compléter un droit civil coutumier commun aux États allemands de droit noncodifié) ; l’autre, que l’on pourrait rattacher à Mancini, et qui faisait du droit internatio-nal privé une partie du droit des gens (et par conséquent un droit universel, unique, desource conventionnelle ou coutumière).
Le droit international privé d’aujourd’hui a complètement abandonné l’hypothèsed’un droit civil commun (ne variant qu’à la façon minime de la langue allemande, deVienne à Eupen et de Luxembourg à Berlin), et l’hypothèse d’un droit international privévéritablement international et répartiteur de compétences. Mais, à la façon de ces athéesqui ne peuvent s’empêcher de s’exclamer « Dieu merci ! » ou « Dieu nous en garde ! »,le langage de cette branche du droit garde les traces de cet héritage doctrinal du XIXe siè-cle, matériellement et formellement moniste.
Enfin, il importe de savoir que, pour des raisons qui seront comprises au fur et àmesure de la lecture du diptyque, le monisme en droit international privé a pris le nomde bilatéralisme, et le pluralisme a reçu celui d’unilatéralisme.
B.— Diptyque théorique
15.- Le monisme juridique et le pluralisme juridique peuvent être brièvement expo-sés de la façon suivante :
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19 Pour plus de précisions et d’exemples, v. Didier Boden, op. cit., n° 409-410, et les renvois àChristian Atias, Théorie contre arbitraire. Éléments pour une théorie des théories juridiques,Paris, PUF, 1987, p. 18 et 23, et à Joe Verhoeven, « Droit international public et droit interna-tional privé : où est la différence ? », APD 1987, vol. 32, p. 23-34, spéc. p. 34.
20 Dans une lettre adressée le 20 septembre 1923 à Arthur Stanley Eddington, Wolfgang Pauliavait fait remarquer que la contradiction entre les phénomènes d’interférence et les « quantade lumière » d’Einstein venait « simplement de ce que nous nous écartons des LOIS de la théo-rie classique mais que nous continuons toujours à travailler avec les CONCEPTS de cettethéorie ». V. Catherine Chevalley, « Introduction », in Niels Bohr, Physique atomique etconnaissance humaine (1958), trad. fr. Edmond Bauer et Roland Omnès (1961), Paris,Gallimard, 1991, p. 51.
284 LE PLURALISME
A.- Monisme
A.1.- Toutes les normes juridiques tiennentleur juridicité d’une norme commune quiest unique (chez Hans Kelsen : la Grund-norm). Il n’y a qu’un seul ordre juridique.
A.2.- Toute question portant sur la validitéd’une norme, sur sa signification ou surson champ d’application, relève de règlesdont on doit montrer qu’elles découlenthiérarchiquement de la Grundnorm parune cascade (ou par une chaîne) d’habilita-tions. Toute interruption dans cette cascadeprive de validité toutes les normes subsé-quentes ; toute destruction d’un maillon decette chaîne prive de validité tous lesmaillons suivants. Réciproquement, toutce que désigne, tout ce qu’habilite unenorme valide ce qu’elle désigne (et levalide en tant qu’elle l’habilite) le juridifie,par contamination, comme le roi Midastransformait en or tout ce qu’il touchait.
A.3.- De ce qui pourrait apparaître commed’autres ordres juridiques, on dira simple-ment l’une des deux choses suivantes :soit ils sont réductibles au premier ordre(celui qui a la Grundnorm à son sommet)et alors c’est de lui qu’ils tiendront leurjuridicité ; soit ils y sont irréductibles, etalors ils ne seront revêtus d’aucune juridi-cité.
A.4.- Toute norme juridique qui permet d’ac-cueillir une norme externe revêt celle-cide juridicité. Tout ordre juridique quiaccueille les normes émanant d’une entitéjusque-là externe juridifie celle-ci et se lafait sienne (dans la mesure où il accueilleses normes). On dira aussi qu’il habilitecette entité à prendre des normes juri-diques. Dans des relations entre États, unmoniste pourra dire que l’État d’accueilnaturalise les normes étrangères. Unefois accueillie, la norme naturalisée pro-duit les effets d’une norme interne car elleest devenue une norme interne.
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B.- Pluralisme
B.1.- Chaque norme juridique tient sa juridicitéde l’ordre juridique dont elle relève. Il y aplusieurs ordres juridiques, irréductiblesles uns aux autres.
B.2.- Chaque ordre juridique fixe lui-même lesrègles de validité de ses normes, leur signi-fication et leur champ d’application. Sitoute hiérarchie n’est donc pas exclue (spé-cialement pour résoudre les questions devalidité), l’ordre juridique ne se réduitcependant pas à celle-ci car on trouve enson sein des normes (interprétations àl’honneur, raisonnements autorisés, etc.)dont on chercherait en vain l’habilitationou le rang, et dont la positivité n’est pour-tant pas contestée. Les normes de chaqueordre juridique doivent être considéréescomme formant un tout, sans que leur juri-dicité dépende nécessairement d’une hié-rarchie d’habilitations.
B.3.- Il y a autant de juridicités qu’il y a d’ord-res juridiques. Chacun ne tient sa juridicitéque de lui-même. À cet égard, il est indif-férent que les normes d’un ordre (ou cetordre tout entier) ne soient pas considéréescomme juridiques par tel ou tel autreordre. Par ailleurs, la décision de donnereffet à des normes externes (chez SantiRomano : la décision de les rendre rele-vantes) ne dépend que de l’ordre juridiqued’accueil.
B.4.- Une norme juridique qui permet d’ac-cueillir une norme externe fait simplementproduire à la norme accueillie des effetsrelevant de l’ordre juridique d’accueil.Ces effets sont internes en ce que c’estl’ordre juridique d’accueil qui les accorde.La norme externe reçoit de tels effets enqualité de norme externe : elle n’est pasnaturalisée. Le nier serait une atteinte àl’intégrité de cette norme. Aucune ques-tion de respect de la hiérarchie des normesinternes ne peut dès lors se poser, puisquela norme externe n’est pas une normeinterne, même lorsque l’ordre juridiqued’accueil lui attache des effets internes.
LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 285
A.5.- Le refus d’accueillir une norme externeet sa nullité sont synonymes puisque lanullité est une appropriation destructricede la norme et de sa prétention à accéderà la juridicité, et que le refus d’accueillirune norme externe empêche qu’elleaccède à cette juridicité.
A.6.- L’ordre juridique unique peut habiliterles sous-ordres à produire des normes qui,d’un sous-ordre à l’autre, seront différen-tes. Elles n’en demeureront pas moins juri-diques. Mais aucun sous-ordre ne pourracontredire certaines normes substantiellesémanant du sommet de l’ordre juridique.En cela, l’ordre juridique dans son ensem-ble a une certaine substance, que l’onretrouve dans chaque sous-ordre.
A.7.- L’habilitation est nécessairement limitée,sinon les sous-ordres pourraient détruireles normes par lesquelles la juridicité leura été dévolue. Les normes d’habilitation,qui sont communes (aumoins au sommet)sont donc hiérarchiquement supérieuresaux normes auxquelles elles transmettentla juridicité. En cela, la diversité estordonnée.
A.8.- Il n’y a qu’un seul ensemble de normesd’habilitation transmettant la juridicitéaux normes habilitées, répartissant lescompétences, et commandant à chaquesous-ordre d’appliquer les normes desautres sous-ordres dès lors que celles-cisont bien habilitées.
A.9.- Le langage des normes d’habilitation, etles grandes catégories que celui-ci déli-mite, sont communs à tous les sous-ord-res habilités, et donc uniformes. Celan’empêche pas que ces grandes catégoriessoient subdivisées de façon différented’un sous-ordre à l’autre (rappr. A.6).
A.10.- Tout refus de la part d’un sous-ordrereviendrait à nier la juridicité des normesde l’autre, c’est-à-dire à nier son habilita-tion, c’est-à-dire à violer la hiérarchie desnormes d’où il tient lui-même son habili-tation.
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B.5.- Le refus d’accueillir une norme externene revient pas à la priver de sa juridicitépuisqu’elle tenait celle-ci de son ordrejuridique d’origine. On peut dire qu’uneprivation d’effet est une privation de rele-vance, mais on ne peut pas dire que c’estune annulation.
B.6.- Chaque ordre juridique produit ses prop-res normes. Il est possible qu’elles diffè-rent d’un ordre à l’autre. Cette circons-tance est sans conséquence sur leurjuridicité.
B.7.- Puisque le refus d’accueillir une normeexterne est impuissant à priver celle-ci desa juridicité originelle, la norme comman-dant l’accueil (ou son refus) ne peut pasêtre présentée comme étant hiérarchique-ment supérieure à la norme accueillie. Ladiversité des normes, d’un ordre juridiqueà l’autre, n’est soumise à aucune règlesupérieure commune.
B.8.- Chaque ordre juridique décide lui-mêmedes conditions auxquelles, et des cas danslesquels, il est disposé à donner effet auxnormes des autres ordres juridiques. Dansce choix, il n’est soumis à aucune règlequi lui serait extérieure.
B.9.- Le langage des normes imposant qu’ondonne effet aux normes internes (et celuides normes ordonnant sous conditionqu’on donne effet aux normes externes)n’est pas commun aux divers ordres juri-diques et il n’a aucune raison d’être uni-forme.
B.10.- Un premier ordre juridique, en refusantde donner effet à la norme d’un secondordre juridique, ne viole aucune normesupérieure qui serait commune aux deuxordres. Par ce refus, il ne renie nullementses propres fondements.
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286 LE PLURALISME
A.11.- Toutefois, dans le cas où un premiersous-ordre a, en vertu d’une habilitation,édicté une norme applicable à une espèceégalement visée par la norme d’un secondsous-ordre, il y aura antinomie de normes,à résoudre selon une règle de prédomi-nance.
A.12.- Ces antinomies sont des anomaliespuisque les règles d’habilitation sontrépartitrices de compétences. Ces antino-mies ne s’expliquent donc que par uneimperfection de la répartition, qui a donnéà deux sous-ordres des compétences quise juxtaposent.
Il n’y a que deux façons de résoudre leproblème : 1°- Considérer que l’habilitationrépartitrice inclut une règle de prédomi-nance qui permet à chaque sous-ordre, encas d’antinomie, de donner à ses propresnormes un rang supérieur à celles des autressous-ordres (cette présentation peut se récla-mer de l’idée que la norme accueillie estnaturalisée par le sous-ordre d’accueil, etqu’en qualité de norme désormais interne,elle relève des règles de prédominance, pardéfinition internes) ; 2°- Améliorer l’uniquecorps de règles d’habilitation de façon àfaire disparaître l’empiétement des compé-tences.Dans les deux cas, c’est une règle de pré-dominance (la prédominance de l’uniquecorps de règles d’habilitation ou la prédo-minance des normes de chaque sous-ordre envers celles des autres ordres)entre normes de l’ordre juridique uniquequi résout le problème.
A.13.- En dehors de cette hypothèse de l’anti-nomie de deux normes également habili-tées mais émanant de deux sous-ordresdifférents (et de sa solution : la prédomi-nance), tout refus d’appliquer la normed’un autre sous-ordre violerait la hiérar-chie des normes. En effet, on ne peut passimultanément soutenir que la normed’un autre sous ordre dûment habilité estdu droit applicable, d’une part, et, d’autrepart, qu’il ne faut pas l’appliquer. Touteinvocation par un sous-ordre de l’une de
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B.11.- Lorsque la norme d’un ordre juridiqueinclut une situation dans son champ d’ap-plication (règle de délimitation), elle doitlui être appliquée (règle — ou, pour mieuxdire : aspect — d’applicabilité). Dans cecas, l’application d’une norme externe estexclue.
B.12.- Les cas dans lesquels un ordre juridiquerefuse d’envisager l’application d’unenorme externe se voulant applicable sontpotentiellement nombreux puisque chaqueordre juridique décide lui-même du champd’application de ses normes (et, par consé-quent, de leur applicabilité : v. supra,B.11), et qu’il décide lui-même, corrélati-vement, de l’ampleur de son refus de don-ner effet aux normes extérieures (même sitout refus de donner effet aux normesextérieures n’est pas motivé par unevolonté d’appliquer les dispositions de lalex fori : v. infra, B.13 à B.15).
B.13.- Autre est l’hypothèse de l’ordre d’ac-cueil qui n’a prévu d’appliquer aucune deses normes, et qui est disposé à accueillirla norme d’un autre ordre juridique, maiscelle-ci contrastant excessivement avecles normes (par hypothèse non applica-bles) de l’ordre juridique d’accueil.L’excès de ce contraste sera le motif d’unrefus, de la part de l’ordre juridique d’ac-cueil, de donner effet à la norme externe.Ce refus n’est le fruit d’aucune contradic-tion : la condition d’harmonie interne
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ses normes non applicables afin de faireobstacle à l’application de la norme d’unautre sous-ordre serait une contradictiondans les termes : on ne peut en effet invo-quer une norme que pour l’appliquer.
A.14.- Les principes généraux du droit » nesont que des règles, aussi générales etabstraites que les lois, et qui sont édictéespar les juges, ou parfois par le législateurlui-même (on peut joindre au législateurle constituant ou les Hautes PartiesContractantes). Ces règles ont nécessaire-ment un rang hiérarchique : celui de lanorme qui pourra les abroger, et qui estnécessairement supérieur à celui des nor-mes que ces principes peuvent invalider.Lorsque l’on prétend « dégager un prin-cipe de normes écrites » (c’est-à-direlorsque les juges, dans leur activitéjurisprudentielle, c’est-à-dire quasi légis-lative, élaborent une règle en cherchant às’inspirer de ce que le législateur auraitdécidé à leur place et qu’ils croient pou-voir trouver la substance de sa volontépotentielle dans les occurrences de savolonté passée), ce principe aura le mêmerang que ces normes écrites. En défini-tive, si l’on admet que la jurisprudenceest une source de règles de droit, la caté-gorie des « principes généraux du droit »est superfétatoire.
A.15.- Pareillement, ce qu’on appelle « ordrepublic » ne peut être que la locution épi-thète du substantif règle. En effet, on nel’emploie que pour désigner des règlesimpératives ou pour parler d’un fait juri-dique (l’« ordre dans la rue », etc.). Onferait donc mieux de bannir cette expres-sion du langage juridique et de ne plusparler que de règles et d’impérativité.Lorsqu’on dit que « l’ordre public del’ordre juridique d’accueil serait heurtési l’effet requis était donné à la normeexterne », cela signifie en réalité qu’unerègle d’ordre public du sous-ordre consi-déré s’applique, et, dès lors, qu’aucunerègle externe au sous-ordre ne peut être
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(c’est-à-dire l’exigence que le contrasteentre la norme extérieure candidate à l’ac-cueil et les normes internes non applica-bles ne soit pas excessif) requiert par défi-nition que l’on compare celle-là àcelles-ci.
B.14.- Cette comparaison n’est pas la confron-tation de la norme externe et de la normequi, dans l’ordre d’accueil, y correspon-drait (à supposer qu’il en existe une). Ils’agit plutôt de confronter l’effet qu’il estquestion d’accorder à la norme externeaux principes généraux qui se dégagentdes normes non applicables de l’ordred’accueil et dont on dira qu’ils ont inspirécelles-ci. On n’exigera pas de l’effetrequis qu’il puisse lui aussi se réclamer decette inspiration, mais on exigera simple-ment que le contraste entre cet effet etcette inspiration ne soit pas excessif. Cequ’on appelle « principes généraux dudroit » est une technique, irréductible àtoute autre, permettant (notamment) d’in-voquer des normes non applicables pourguider le choix de donner ou de refuser dedonner effet à une norme externe. Cettetechnique n’a pas de rang hiérarchique.Que les normes écrites mais non applica-bles qui lui servent de point de départaient, elles, un rang hiérarchique est sanspertinence puisqu’il s’agit, par hypothèse,de normes non applicables, et que laquestion du rang hiérarchique ne se posequ’en cas de contradiction entre deux nor-mes relevant d’un même ordre juridiqueet étant simultanément applicables.
B.15.- Lorsqu’on dit que « l’ordre public del’ordre juridique d’accueil serait heurté sil’effet requis était donné à la normeexterne », cela signifie simplement que lerefus de donner effet à la norme externeest décidé au motif que cet effet contraste-rait dans une trop grande mesure avec lesprincipes généraux de l’ordre juridiqued’accueil, principes dégagés de normesnon applicables auxquelles on ne peut(par un changement d’avis les déclarantapplicables) réduire ni la technique desprincipes généraux du droit, ni la tech-nique de l’ordre public (cette technique-cin’étant qu’une des espèces du genre queconstitue cette technique-là).
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appliquée. En droit international privé, onparle d’ordre public international pourbien indiquer de quelle règle de prédomi-nance il s’agit : l’impérativité internatio-nale (c’est-à-dire, plus précisément : laprédominance de la règle de droit interna-tional privé désignant la lex fori sur larègle de droit international privé quiaurait autrement désigné une loi étran-gère).
A.16.- Si tous les sous-ordres ont vocation àrecevoir la même habilitation, on peuts’attendre à voir dans l’application parchaque sous-ordre des normes des autressous-ordres un degré élevé de réciprocité.Ce degré dépendra de la perfection de larègle de répartition des compétences et del’usage plus ou moins grand qu’aurontfait les sous-ordres du pouvoir de produc-tion de normes (et donc, en cas d’imper-fection de la règle de répartition des com-pétences, du pouvoir de productiond’antinomies, seules causes de refus d’ap-pliquer une norme d’un autre sous-ordre)dont ils étaient habilités.
A.17.- Il en va ainsi en raison d’une doublecomplétude. La première est la complé-tude matérielle de chaque sous-ordre(chaque sous-ordre a réponse à tout).Cette complétude provoquerait un conflituniversel de lois pour toute question (toutsous-ordre a réponse à toute question), siles règles répartitrices de compétences etles règles de prédominance (deux facesd’une même notion : l’habilitation), ne leprévenaient pas en ne rendant compétentqu’un seul le sous-ordre. C’est là l’objetde la seconde complétude : celle qui estrépartitrice des compétences (il y a tou-jours un sous-ordre compétent). La pre-mière complétude concerne l’universalitédes normes conçues dans leur abstractionrationnelle ; la seconde concerne l’harmo-nie des normes conçues dans leur impéra-tivité (i .e. dans leur dépendance de l’im-perium d’un État souverain).
A.18.- Chaque sous-ordre est matériellementcomplet car, en ce qui concerne les règles,qui sont toutes de type « A entraîne B »,l’absence, dans la législation du sous-
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B.16.- Puisque chaque ordre juridique fixe lui-même ses règles d’accueil, il n’y a aucuneraison de s’attendre à une réciprocité dansles effets que les ordres juridiques accep-tent ou refusent d’accorderaux normes quileur sont extérieures. Sans doute deux ord-res juridiques aux conceptions très diffé-rentes seront-ils fréquemment amenés às’opposer mutuellement un grand nombrede refus, mais il ne faut pas y voir de laréciprocité : il est possible que la norme del’un contraste avec les normes non appli-cables de l’autre sans que la réciproquesoit vraie.
B.17.- Aucun ordre juridique n’est matérielle-ment complet, et la somme des ordres juri-diques ne l’est pas davantage. Il n’y a nicomplétude matérielle ni complétuderépartitrice de compétences. De deux cho-ses l’une : soit l’ordre juridique considéréédicte une norme relativement à une cer-taine situation ou à une certaine catégoriede situations ; soit il ne prévoit rien lui-même et il est disposé à accueillir lanorme d’un autre ordre juridique. Dans lesecond cas de figure, il faut encore distin-guer selon qu’une norme externe remplittoutes les conditions nécessaires à sonaccueil (v. infra), ou qu’aucune ne lesremplit — alors, ce sera le signe que l’or-dre juridique saisi de cette situation y estindifférent (ou, pour le dire autrement,mais cette expression ne rend compte quede certaines situations : que cette situationne relève d’aucune norme juridique).
B.18.- Sauf à méconnaître l’intégrité des nor-mes, il n’y a aucune raison pour le jugesaisi d’un litige d’appliquer une loi qui neveut pas s’appliquer, ou (mais ce n’est
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ordre désigné, d’une disposition pré-voyant explicitement que « A entraîne B »doit être assimilée à la présence d’unerègle prévoyant explicitement que « An’entraîne pas B ». Ce n’est pas s’écarterde la législation étrangère qu’on prétendappliquer que d’en dégager des règles quin’y figurent pas expressément et que lajurisprudence étrangère n’y a pas trou-vées. Ce n’est qu’une nécessité logique,consubstantielle à la complétude.
A.19.- En définitive, les hypothèses de refussont une question de règles égalementapplicables, d’égale précision et decontenu contradictoire, dont l’antinomieest résolue en application d’une règle deprédominance.
A.20.- Kelsen propose deux versions dumonisme. Dans la première version (qua-lifions-la d’universaliste), la Grundnormest internationale et c’est elle qui habiliteles ordres étatiques. La juridicité des nor-mes étatiques découle donc de cette habi-litation par le droit international public.Un État ne peut pas nier la juridicité dudroit d’un autre État sans nier la siennepropre.
Dans la seconde version, laGrundnorm est étatique (par exemple :autrichienne) et tout ce que l’on appelledroit n’est du droit qu’en raison d’unehabilitation autrichienne (dans notreexemple) : le droit international publicn’est du droit qu’en raison d’une règle dedroit constitutionnel autrichien qui le juri-difie ; les droits étatiques étrangers nesont du droit qu’en raison de leur désigna-tion par le droit international privé autri-chien, etc. Kelsen compare cette secondeversion du monisme au solipsisme.
Le monisme universaliste et lemonisme solipsiste sont plus souventnommés (dans la littérature de droit cons-titutionnel relative aux relations entredroit international et droit étatique) :monisme avec primauté du droit interna-tional et monisme avec primauté du droitétatique. Il faut les rapprocher respective-ment, dans la littérature de droit interna-tional privé, du bilatéralisme universalisteet du bilatéralisme particulariste.
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qu’une variante de ce qui vient d’être dit)de prétendre appliquer une règle inventéede toutes pièces et dont on chercherait envain l’expression dans la loi prétendumentappliquée ou dans la jurisprudence étran-gère qui en est issue. Seuls les organes del’ordre juridique étranger considéré sonthabilités à combler les lacunes de leurlégislation. S’ils ne l’ont pas fait, il fautconstater la lacune ; s’ils l’ont fait, il fautprendre acte de la norme qu’ils ont élabo-rée.
B.19.- En définitive, les hypothèses de refusformeront une casuistique variant selonl’effet requis (en le replaçant dans soncontexte spécifique) et selon les principesgénéraux se dégageant des normes nonapplicables de l’ordre juridique d’accueil.
B.20.- Il n’y a pas de Grundnorm dans la théo-rie pluraliste ; de même qu’il n’y a pas decentre cosmique autour duquel gravite-raient toutes les galaxies. Nous ne devonsdonc pas nous demander si les États tour-nent autour du droit international public,ou si c’est le droit international public ettous les États sauf l’Autriche qui gravitentautour de celle-ci ; pas plus que nous nedevons nous demander si la Nébuleused’Orion tourne autour de la Voie lactée, sic’est au contraire celle-ci qui graviteautour de celle-là, ou si elles tournentl’une et l’autre autour d’un même centre.
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A.21.- En droit international privé, la règle dedésignation de la loi applicable confère sajuridicité à la loi applicable. Le corps derègles de désignation — qu’il procède del’universalisme (le droit internationalprivé étant alors présenté comme une par-tie du droit international public) ou dusolipsisme (le droit international privéétant alors présenté comme une partie dudroit étatique) — est unique. Le droitinternational privé est entièrement etexclusivement constitué de règles de dési-gnation bilatérales (bilatérales en ce sensqu’elles désignent tantôt le sous-ordre deréférence, tantôt un autre sous-ordre).
A.22.- La règle de désignation est substantiel-lement indifférente en ce que, parmi lessous-ordres, celui qui sera habilité parelle ne le sera pas en raison de sa sub-stance. Mais elle n’est pas du tout sub-stantiellement indifférente en ce que tousles sous-ordres partagent une même sub-stance (A.6), qui ne fait que légèrementvarier, en ses modalités, d’un sous-ordre àl’autre. C’est en vertu de ce présupposésubstantiel que la règle de désignationpeut fonctionner d’une façon qui, le pré-supposé étant acquis, sera désormais sub-stantiellement indifférente.
A.23.- Le langage de cet unique droit interna-tional privé est unique. Ses catégoriessont sans concurrentes. C’est le droit sub-stantiel de référence, c’est-à-dire celui quiest, de façon diffuse, commun à tous lessous-ordres en présence (A.6), quiindique ce que sont les rapports de droit(« mariage », « propriété », « bail », etc.).
A.24.- Si la répartition des lois qu’opère cecorps de règles est parfaite, il n’y a pas deconflit de lois. Alors, le droit est non seu-lement complet (A.17) mais aussi uni-voque : à chaque question de droit nes’applique qu’une seule règle de droit :celle qui est désignée par la règle de dési-gnation. Dans une théorie bien ordonnée,un conflit de lois est une impossibilitéconceptuelle.
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B.21.- Chaque État a son propre droit interna-tional privé, qui est formé des règles deréception des normes étrangères, et de larègle rendant les normes internes applica-bles aux situations qui entrent dans leurchamp d’application (cette dernière règleest indissociable desdites normes inter-nes : elle n’en est qu’un caractère ; ce n’estque par une pure opération de l’esprit quenous distinguons celle-ci de celles-là,comme on distinguerait une pièce, sonmétal, sa masse, son côté pile et son côtéface). Ce droit international privé neconfère pas aux normes étrangères leurjuridicité, puisqu’elles tiennent celle-ci deleur ordre juridique d’origine.
B.22.- Le droit international privé d’un État,pour exister et être mis en œuvre, n’a pasà partir de l’idée que tous les ordres juri-diques du monde ont une substance com-mune. En ce sens, il est substantiellementindifférent. Mais il ne peut maintenirl’harmonie interne de son ordre (B.13)qu’en soumettant à des conditions quipeuvent être substantielles l’octroi d’effetsà des normes d’origine externe. C’estparce qu’il est a priori ouvert aux normesdu monde entier et tenu de maintenirl’harmonie interne de son ordre que leprocessus en lequel il consiste (B.29) doitêtre — partiellement — substantiel.
B.23.- Chaque droit international privé étatiquea son propre langage et ses propres caté-gories. Il n’y a pas de rapport de droit endehors de lois précises : on ne peut parlerde « mariage », de « propriété », ou de« bail », qu’au sens d’une certaine loi. Leslois variant d’un État à l’autre, il n’y a pasde taxinomie commune des « rapports dedroit ».
B.24.- Tous les États n’étant pas disposés àaccueillir en leur sein le même genre denormes étrangères ni à imposer aux autresordres juridiques le même genre de nor-mes internes, des conflits apparaissent,qu’on qualifie habituellement — hélas —de positifs (lorsque plusieurs États veulentimposer leur norme) ou de négatifs (lors-qu’aucun État ne veut imposer sa norme).
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LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 291
A.25.- Les règles de désignation opèrent unedélimitation des champs d’applicationrespectifs des lois du monde : en habili-tant, la règle de désignation délimite.Dans la version du monisme qui procèdedu solipsisme, le champ d’application desloisétrangèresestainsi délimité par la pro-jection sur l’univers entier des règles déli-mitant le champ d’application de la lexfori. (Cela ne signifie pas qu’il n’y ait pasde différence entre règles de droit interna-tional privé et règles de délimitation ;simplement, les règles de délimitation dufor serviront naturellement de modèlesaux règles de son droit internationalprivé).
A.26.- Il n’y a pas de « volonté qu’ont les nor-mes de recevoir effet » : les lois sont desrègles substantielles (purs modèles d’unevalidité potentiellement universelle) quisont ou ne sont pas désignées par un corpsunique de règles de désignation (la règlesubstantielle reçoit son impérativité de larègle de désignation qui la désigne).
A.27.- Les règles de désignation — qui, endésignant, habilitent (A.2), et qui, enhabilitant, n’habilitent que dans certaineslimites (A.7, A.25) — sont des règles dedélimitation primaire des champs d’appli-cation respectifs des lois du monde. Ellessont distinctes de ces lois. Les premièressont uniques ; les secondes sont diverses.Cela n’exclut pas que les lois substantiel-les désignées se subdivisent et prévoientdes régimes distincts selon les personnes,les régions, etc. : on pourrait appeler cesrègles de délimitation, internes aux loissubstantielles : des règles de délimitationsecondaire du champ d’application(A.33).
A.28.- En droit international privé, les problè-mes relevant de ce qu’on appelle l’« ordrepublic » ne sont que des cas d’applicationdes dispositions de la loi du for désignéespar une règle de conflit. Pour régler cesproblèmes, il n’est pas nécessaire d’atten-
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B.25.- Les États étrangers délimitent eux-mêmes le champ d’application de leursnormes (règles de délimitation), et impo-sent eux-mêmes l’obligation d’appliquerces normes aux situations qui entrent dansle champ d’application de celles-ci (cetteobligation est exprimée dans des règles dedroit international privé, qui, lorsqu’ellessont étrangères, n’obligent pas à elles seu-les le for à leur donner suite). C’est là cequ’on appelle par souci de brièveté la« volonté qu’ont les normes de recevoireffet ».
B.26.- Il n’y a aucune raison d’appliquer unenorme qui ne le veut pas, lorsqu’une autrenorme, tolérable, elle, le veut. En revan-che, il est parfaitement concevable qu’il yait des degrés dans cette volonté, et, parexemple, qu’un État ne soit disposé à faireappliquer sa norme qu’en cas d’absencede volonté des autres États de faire appli-quer la leur. (Si plusieurs États sont dansune telle disposition d’esprit, on peutalors passer d’un conflit négatif à titreprincipal à un conflit positif à titre subsi-diaire).
B.27.- Les règles de délimitation du champd’application des dispositions substantiel-les d’un ordre juridique sont indissocia-bles de celles-ci (sauf à porter atteinte àleur intégrité) ; elles forment un ensem-ble, qui relève d’un seul ordre juridique.En revanche, il ne suffit pas qu’une situa-tion de fait soit visée par un tel ensemblepour que les autres ordres juridiquessoient tenus d’y donner effet puisquechaque ordre juridique fixe lui-même lesconditions auxquelles il donne effet auxnormes qui lui sont extérieures (B.8).
B.28.- Le respect de l’« ordre public » de droitinternational privé est l’une des condi-tions auxquelles un État décide de donnereffet à la norme d’un autre État. Lerespect de cette condition consiste à nepas franchir la limite au-delà de laquelle
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dre que survienne un litige (ou de l’ima-giner) : on peut les régler d’une façonaprioriste, générale et abstraite, puisqu’ilsuffit de constater que la règle de désigna-tion (règle générale, abstraite, et déjàconnue) désigne une loi de l’ordre juri-dique du for (loi qui, elle aussi, est géné-rale, abstraite, et déjà connue).
A.29.- Le droit international privé est forméd’un ensemble de règles de désignationdont chacune peut être formulée de lafaçon suivante : « Le rapport juridique estsoumis à la loi de l’État sur le territoireduquel le rapport a son siège (Sitz) ».Toute question de droit international privése ramène donc à ce raisonnement en troisétapes :1°- Le rapport de droit doit être qualifié
selon le langage juridique unique(commun dans la version universa-liste ; propre à l’ordre juridique dufor dans la version solipsiste) ;
2°- Le critère de désignation que consti-tue le siège du rapport désigne la loià laquelle le rapport est soumis ;
3°- La loi à laquelle le rapport est soumisdoit être appliquée puisque le rapportde droit y est soumis.
On notera que les trois questions du rai-sonnement pluraliste (v. ci-contre) reçoi-vent, dans la théorie moniste, une réponsecommune et synchrone :1°- (Éligibilité). Une seule loi est éligi-
ble : celle de l’État sur le territoireduquel le rapport a son siège. Cetteloi est applicable, qu’elle le veuilleou non.
2°- (Élection). Il n’y a qu’une seule candi-date : la loi de l’État sur le territoireduquel le rapport a son siège. Il n’y apas de conflit de lois, dans le raison-nement moniste.
3°- (Observance). C’est la règle de dési-gnation qui impose d’appliquer aurapport juridique la loi à laquelle il
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le contraste entre l’effet que l’on envisagede donner en l’espèce à une norme étran-gère et les principes généraux de l’ordrejuridique d’accueil est trop grand. Cela nepeut se déterminer qu’au cas par cas,puisque la contemplation de l’effet requis(très spécifique et dépendant de circons-tances très concrètes) et celle de la normeétrangère considérée (par hypothèseinconnue jusqu’à ce qu’on la produise)sont préalables à la décision d’accorder oude refuser cet effet à cette norme.
B.29.- Le droit international privé d’un État estformé des règles de réception des normesétrangères, d’une part, et, d’autre part, dela règle qui impose l’application des nor-mes internes aux situations qui entrentdans le champ d’application de celles-ci(en vérité, cette règle n’est qu’un aspectde ces normes : elle fait corps avec elles).Le droit international privé se met enœuvre en suivant un raisonnement en troisétapes :1°- L’éligibilité des normes dépend de
leur validité et de leur autodésigna-tion. Il n’est envisageable de donnereffet à une norme étrangère que sielle est originellement valide et sielle requiert qu’on lui donne effet.
2°- L’élection d’une norme dépend dedeux critères : le lexforisme et l’ef-fectivité. Si plusieurs normes sontoriginellement valides, qu’ellesrequièrent simultanément qu’on leurdonne effet, et que ces effets sontincompatibles, il faut distinguerselon que l’une d’elles relève de l’or-dre juridique d’accueil, ou qu’ellessont toutes étrangères. Dans le pre-mier cas, c’est la norme de l’ordrejuridique d’accueil qui l’emporte(lexforisme). Dans le second cas,seule sera retenue la norme la pluseffective, c’est-à-dire celle qui relèvede l’ordre juridique étranger au seinduquel la norme de l’ordre juridiqued’accueil qu’il s’agit d’élaborer a leplus de chances de devoir, à son tour,requérir qu’on lui donne effet.
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LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 293
est soumis. Ne pas appliquer cette loi,c’est désobéir à la règle de désigna-tion.
A.30.- Lorsque le droit international privé sou-met un rapport de droit (par exemple et parexcellence : un contrat) à la loi choisie parles parties, le choix de la loi applicable estdonc, en tant que siège du rapport de droit,le critère de désignation prévu par la règlede désignation. Ce critère de désignation,pour être efficace, doit lui-même êtrevalidé par une loi. Cette loi ne peut pas êtrela loi choisie puisque la loi choisie n’a detitre à s’appliquer que si le choix est valide.En cas d’annulation du contrat par la loichoisie, puisque l’on ne peut pas prétendresans contradiction que les parties ontentendu choisir une loi qui invalidait leurcontrat, le critère de désignation qu’est lechoix des parties doit être abandonné, auprofit d’un critère objectif subsidiaire.Le plus orthodoxe cependant serait deconsidérer que la volonté des parties n’estqu’un fait juridique, au même titre que lasurvenance d’un délit civil (qui n’est ni nulni valide), que ce fait localise le contrat(comme le lieu du délit localise le délit), etqu’il n’est soumis, en tant que critère dedésignation, à aucune loi.
A.31.- De même qu’un rapport de droit ressortità l’État sur le territoire duquel il a son siège(Sitz), de même une personne ressortit-elleà l’État sur le territoire duquel elle a sondomicile (Wohnsitz).
A.32.- On peut concevoir plusieurs versionsmonistes du droit international privé. Parexemple, le critère de désignation, fixé unefois pour toutes et de façon générale etabstraite, peut être unique par grande caté-
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3°- Le devoir d’accorder l’effet (obser-vance) dépend du respect de l’ordrepublic. L’ordre juridique d’accueils’impose de refuser ou de donnereffet à la norme étrangère élue selonque cet effet, s’il était donné, créeraitou non un contraste excessif avec lesprincipes généraux qui se dégagentde ses propres normes, par hypothèsenon applicables. Ce faisant, c’est laforce propre de la norme étrangèreque l’ordre juridique d’accueilaccepte de relayer ; c’est à cette forcequ’il décide, le cas échéant, de prêtermain-forte, justement.
B.30.- Un contrat est un accord de deux volon-tés en vue de produire des effets de droit.Contracter signifie donc rechercher leseffets d’un certain droit. Contracter, c’estvouloir élaborer une norme appartenantun certain ordre juridique. C’est à cetordre juridique-là de décider si la normequ’on a voulu faire naître en son sein y estnée ou non. C’est donc à la loi « choisie »de dire si le « choix de la loi » est valideou non. On n’a pas à soumettre à un droitdifférent de celui de l’ordre juridique ausein duquel les parties ont entendu fairenaître leur contrat la question de savoir sielles pouvaient ou non l’y faire naître.Annuler un contrat en vertu de la loi« choisie » est aussi peu contradictoireque de l’annuler en vertu d’une loi préten-dument non « choisie » : dans les deuxcas, le juge constate l’échec de la tenta-tive d’élaborer une norme au sein d’uncertainordre juridique.
B.31.- La qualité de ressortissant d’un Étatdépend de la loi de l’État dont la qualitéde ressortissant est en question, chaqueÉtat choisissant lui-même ses ressortis-sants selon ses propres critères.
B.32.- On peut concevoir plusieurs versionspluralistes du droit international privé.Par exemple, le lexforisme en tant quecritère d’élection pourrait être supprimé,au profit d’une mise en œuvre exclusive
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gorie juridique de questions (validité dumariage, efficacité d’un fait extracontrac-tuel, etc.) et varier (nationalité, lieu desurvenance, etc.) d’une catégorie à l’au-tre, ou ne pas varier d’une grande catégo-rie juridique de questions à l’autre, maisavoir une consistance unique (danschaque cas la loi « la plus proche », ou« la plus appropriée », ou « la plus juste »)qui se concrétise différemment d’uneespèce à l’autre.
L’important est de ne jamais accorderd’importance à la volonté qu’ont les loisétrangères de s’appliquer. La règle dedésignation désigne des lois : cela estnécessaire et cela suffit à les rendre appli-cables.
A.33.- La distinction entre règles de délimita-tion primaire du champ d’application desnormes (c’est-à-dire règles de droit inter-national privé, c’est-à-dire règles de dési-gnation du sous-ordre compétent), d’unepart, et, d’autre part, règles de délimita-tion secondaire du champ d’applicationdes normes (c’est-à-dire règles délimitantle champ d’application d’une normeratione materiae, personae, loci, tempo-ris, etc.), apparaît nettement lorsque lesous-ordre rendu compétent par le corpsprimaire de règles de désignation comp-rend plusieurs normes, dont les champsd’application respectifs sont délimités parun corps secondaire de règles répartitri-ces.
A.34.- Un jugement étranger ne peut êtrereconnu en Autriche (pour prendre unexemple purement imaginaire) que s’ilémane d’une juridiction étrangère compé-tente selon le droit autrichien (par projec-tion sur l’univers des règles de compé-tence juridictionnelles autrichiennes,c’est-à-dire par habilitation autrichienne),et qu’il a appliqué la loi que le juge autri-chien aurait appliquée, seule cette loiétant habilitée à s’appliquer (parce qu’iln’y a qu’un seul droit international privé :
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du critère de l’effectivité. L’important estde ne pas rendre applicables des normesqui ne le veulent pas, lorsqu’une au moinsveut s’appliquer et qu’elle est tolérable.De même, dans les régimes politiquescontemporains, nul ne songerait à confierle pouvoir à une personne qui n’en vou-drait pas, lorsque quelqu’un d’autre detolérable le voudrait. Cela n’exclut pasqu’en cas de conflit des volontés d’exer-cer le pouvoir et à égalité de titre des can-didats à l’exercer (égalité de voix obte-nues, par exemple), l’on s’en remette à uncritère de choix — de CHOIX entre can-didats, et non de DÉSIGNATION d’unnon-candidat —, plus ou moins arbitrairemais prévu à l’avance (candidat le plusâgé, tirage au sort, etc.). Cela n’exclut pasnon plus qu’en cas de besoin jugé impé-rieux l’on remédie à une absencede candi-dature par un expédient prévu à l’avance.
B.33.- La distinction entre règles délimitant lechamp d’application d’une norme(ratione materiae, personae, loci, tempo-ris, etc.) et règles de droit internationalprivé (règle d’éligibilité, règle d’élection,règle soumettant le devoir d’observanceau respect de l’harmonie interne) apparaîtnettement lorsqu’une norme qui — dèslors qu’une situation entre dans sonchamp d’application — se veut applicable(critère d’éligibilité) est écartée soit par lejeu du lexforisme ou de la plus grandeeffectivité (critères d’élection) soit par lejeu de la clause d’ordre public (critèredont dépend le devoir d’observance de lanorme élue).
B.34.- Un jugement étranger recevra effet dansl’ordre juridique du for s’il est exécutoiredans son ordre juridique d’origine (éligi-bilité), s’il n’est pas incompatible avec unautre jugement déjà exécutoire dans l’or-dre juridique d’accueil (élection), et s’ilne heurte pas l’ordre public de celui-ci(condition dont dépend le devoir d’accor-der l’effet). La décision de donner effet aujugement étranger ne dépend, en soi, ni dela conformité des règles de compétence del’ordre juridique d’origine à celles de l’or-
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LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 295
celui qui est mis en œuvre par les jugesautrichiens). Le juge autrichien (pour gar-der le même exemple, purement imagi-naire) saisi d’une demande d’exequaturdoit donc se livrer à un contrôle de lacompétence indirecte, à un contrôle de laloi appliquée, et à une révision au fond(car si le juge étranger a violé, par unemauvaise application, la loi rendue appli-cable par la règle de désignation, il arendu un jugement nul et de nul effet —A.10 a contrario, et A.5).
A.35.- S’il en va ainsi, c’est parce que le cons-tat de l’applicabilité d’une loi commandeson application et la déclaration d’inexis-tence juridique de toute autre norme quiempiéterait sur le champ d’application decette loi, ou qui serait prise en applicationd’une norme perpétrant un tel empiéte-ment. Il n’y a pas d’« effet à accorder àune norme » en dehors de l’application decette norme, car tout effet doit êtreaccordéà la condition exclusive qu’il soitcommandé par la règle rendue applicablepar un corps unique de règles de désigna-tion. D’où il suit, d’ailleurs, que toutenorme valablement appliquée n’a pu l’ê-tre valablement qu’en vertu d’une règlede désignation.
Cela n’interdit cependant pas quedeux règles également applicables soientcumulativement appliquées (ce sont préci-sément les cas de ce genre qui, en casd’incompatibilité, créent des conflits denormes, résolus par les règles de prédomi-nance), ni que l’interprétation d’unenorme soit influencée par d’autres normes(on pense bien sûr à l’interprétationconforme, qui se définit par rapport auxrègles de prédominance — celle-là neu-tralisant celles-ci —, et qui est donc typi-quement moniste), ou que les normess’enchaînent d’une façon telle que lerespect de l’une soit une condition del’application de l’autre.
L’important est de ramener tout ledroit international privé à l’idée d’appli-cation de la norme habilitée (l’octroi del’exequatur doit, dans la théorie moniste,dépendre de la loi appliquée au fond parle juge étranger et de la compétence indi-
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dre juridique d’accueil (absence decontrôle de la compétence indirecte), nide la conformité des règles de désignationde la loi applicable de l’ordre juridiqued’origine à celles de l’ordre juridiqued’accueil (admission de la pluralité desdroits internationaux privés), ni de la loiappliquée par le juge d’origine (absencede contrôle de la loi appliquée), ni de lafaçon dont il l’a appliquée (absence derévision au fond).
B.35.- On peut accorder à une norme diverseffets. On l’applique lorsqu’on lui faitproduire les effets qu’elle commande auxconditions qu’elleprévoit ; on la prend enconsidération à l’occasion de l’applica-tion d’une autrenorme lorsqu’on fait pro-duire aux conditions de la norme prise enconsidération les effets que commande lanorme appliquée (v. infra). Il y a encored’autres effets, qui ne sont ni des applica-tions ni des prises en considération (exe-quatur de jugements étrangers, exécutionde requêtes au titre de la coopérationinternationale entre administrations, invo-cation d’une norme non applicable à l’oc-casion du déclenchement de l’exceptiond’ordre public, etc.).
Toute disposition d’un ordre juri-dique à accorder un effet amical (et l’onvient d’établir une liste incomplète deseffets envisageables) aux normes d’unautre ordre juridique trouve sa limite dansl’exception d’ordre public, c’est-à-diredans le contraste excessif entre cet effetamical et les principes généraux dégagésdes normes non applicables de l’ordrejuridique d’accueil (ou, en moins demots : le contraste excessif entre cet effetet les effets environnants).
L’idée de disposition d’un ordre juri-dique à donner effet aux normes d’unautre, et celle d’exception d’ordre publicen tant que limite de cette disposition,sont deux des éléments principaux de lathéorie pluraliste.
On peut distinguer trois types de pri-ses en considération selon qu’ellesconsistent à faire produire aux conditionsde la norme étrangère une conséquence
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recte, c’est-à-dire de la loi de compétenceappliquée par le juge étranger ; la préten-due exception d’ordre public internationalest une application de la lex fori, etc.), carc’est la seule façon de le ramener à l’idée— moniste — d’habilitation, au sein d’unseul ordre juridique, universel.
Puisqu’il n’y a pas de droit en dehorsdu droit habilité par la Grundnorm, toutce qui pourrait ressembler à l’applicationd’un droit non habilité doit être présentéen termes de prise en considération quin’est ni amicale ni hostile. En effet, cetype de prise en considération traite lanorme prise en considération comme unfait (il n’y a pas de différence de traite-ment juridique entre une inondation, uncambriolage et le fait du prince étranger).
Chaque fois que cela sera nécessaire,on soutiendra donc que la prétendue loiétrangère prétendument appliquée est enréalité un fait pris en considération par laloi du for, seule loi véritablement appli-quée. Ou que la prétendue règle de dési-gnation étrangère prétendument appliquée(ce qu’on appelle « le renvoi ») est enréalité un fait pris en considération par larègle de désignation du for, seule règle dedésignation véritablement appliquée.
Bien entendu, il est alors inconceva-ble d’opposer la prétendue exceptiond’ordre public à ce qui est pris en considé-ration :
1°- D’abord parce qu’on n’opposepas l’exception d’ordre public à un fait : lefait est là, dont l’existence s’impose à tous— il ne peut être question que de le négli-ger s’il n’est le présupposé d’aucune règleapplicable, ou au contraire d’en tirer lesconséquences que la règle applicablecommande de lui faire produire ;
2°- Ensuite parce que, lorsqu’on laprésente en termes monistes, la prétendueexception d’ordre public se définit par lasubstitution de la règle du for à la règlenormalement applicable, qu’on évince.Or, par hypothèse, seule la règle du for estapplicable, vient-il d’être dit. Commentdiable pourrait-on la substituer à elle-même ?
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de la règle applicable d’une façon :1°- Qui ne soit ni amicale ni hostile
(le fait du prince étranger pris en considé-ration à l’occasion de l’application de ladisposition de la loi contractuelle exoné-rant le débiteur de son obligation lors-qu’une force majeure a rendu cette obli-gation impossible à exécuter) ;
2°- Qui soit amicale (prise en consi-dération d’une loi prohibitive étrangèrebafouée par un contrat, à l’occasion del’application de celle des dispositions dela loi contractuelle qui frappe de nullitéles contrats illicites) ;
3°- Qui soit hostile (prise en considé-ration de la loi militaire de l’État ennemià l’occasion de l’application de la loipénale du for réprimant le crime de com-battre sous l’uniforme ennemi). Mais onpourrait montrer que la prise en considé-ration hostile n’est qu’une reformulationde la mise en œuvre de l’exception d’or-dre public à l’encontre d’une prise enconsidération amicale, de sorte que celle-là se ramène à celle-ci.
Autant l’on pourrait soutenir que laprise en considération qui n’est ni ami-cale ni hostile assimile la norme étrangèreà un fait ; autant cela est impossible pourla prise en considération amicale (ou hos-tile). La preuve en est que l’exceptiond’ordre public est opposable à une priseen considération amicale (pour la prise enconsidération hostile, v. supra). Celamontre bien que :
1°- Que les normes étrangères amica-lement prises en considération ne sont pasdes faits (puisqu’on n’oppose pas l’ex-ception d’ordre public à un fait).
2°- L’exception d’ordre public ne sedéfinit pas par son hostilité nécessaire à laloi normalement applicable, ni par un pré-tendu effet de substitution de la loi nor-malement applicable par la loi du for.
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A.36.- Le droit international privé n’a de sensqu’au sein d’un tout substantiellementhomogène et ne se conçoit que sur lemodèle formel d’une confédérationunique. Entre les différents États del’Europe continentale, une telle homogé-néité substantielle ne se rencontre qu’enmatière de droit privé. Encore faut-ilexclure de ce grand échange de lois entresous-ordres (chacun appliquant les loisdes autres) les lois qui ne tirent pas leurorigine de cette substance commune,mais de motifs spécifiques à l’État qui lesa édictées, ou de motifs politiques, fis-caux, répressifs, administratifs, ou écono-miques, qui, même identiques d’un État àl’autre et commandant des dispositionsidentiques, ne procèdent ni du jus com-mune hérité des Romains, ni d’un droitcoutumier commun qui serait venu lecompléter.
Les lois des États qui n’ont pas reçuen héritage la substance homogène dont ilvient d’être question ne participent pasnon plus à ce grand échange des lois, àplus forte raison.
En définitive, il ne peut pas y avoirde droit international privé en dehors dece qu’est devenu à notre époque le droitprivé romain. (Tout au plus peut-onconcevoir de substituer à cette substancehistoriquement commune une substancedontune« approche comparative » révéle-rait le caractère commun.) Ce droit inter-national privé est nécessairement unique.Toutes les matières étrangères au droitprivé en sont nécessairement et définiti-vement exclues, de même que toutes lesnormes (même prétendument « privées »)des États non romanisés.
Formellement public en tant qu’il estrépartiteur de compétences législatives (àla façon d’une constitution confédérale),le droit international privé est substantiel-lement une branche du droit privé en ceque l’objet de cette répartition est l’u-nique droit privé commun (en ses varia-tions multiples et accessoires), et quecette répartition repose sur des motifs
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B.36.- En tant qu’ensemble formé des règles deréception des normes étrangères, d’unepart, et, d’autre part, de la règle quiimpose l’application des normes internesaux situations qui entrent dans le champd’application de celles-ci, il est tout aussidépourvu de sens de se demander si cequ’on appelle maladroitement le droitinternational privé appartient au droitprivé ou au droit public que de se deman-der s’il appartient au common law ou àl’equity. Ces divisions, purement interneset propres à certains ordres juridiques,sont étrangères à la matière qui nous inté-resse ici en tant que droit des effets qu’unordre juridique accorde ou refuse d’accor-der aux normes des autres.
En revanche, on peut distinguer (sil’ony tient vraiment, et au risque de com-mettre quelques contresens comparables àdes fautes de traduction) selon que leseffets qui sont accordés par cet ordre juri-dique d’accueil relèvent de ce qu’ilappelle le droit privé ou le droit public, lecommon law ou l’equity. Il est d’ailleursparfaitement possible, à cet égard, qu’unordre juridique accorde un effet relevantde ce qu’il appelle le droit privé à unenorme étrangère qui, dans son ordre juri-dique d’origine, relève du droit public. Iln’y a pas non plus de raisons d’exclure, apriori et en bloc, l’octroi d’effets (relevantou non de ce que l’État d’accueil appellele droit privé) à de normes étrangères(relevant ou non de ce que l’État étrangerappelle le droit privé) émanant d’États quisont d’une tradition juridique différentede celle de l’État d’accueil.En définitive, le droit international privéd’un État est composé de la règle parlaquelle il impose qu’on applique les nor-mes de son droit privé aux situations quientrent dans le champ d’application decelles-ci (cette règle est indissociable des-dites normes internes : elle n’en est qu’uncaractère ; ce n’est que par une pure opé-ration de l’esprit que sont distinguéescelle-là de celles-ci, comme on distingue-rait une pièce, son métal, sa masse, son
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II.— USAGE DES THÉORIES EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ ET DANS DES MATIÈRES ANALOGUES
16.- Il est fait des théories moniste-bilatéraliste et pluraliste-unilatéraliste en droitinternational privé (A) un usage qui pourrait faire l’objet de fertiles analogies dans d’au-tres domaines, tels que ceux de la morale et de l’éthique (B).
A.— Usage des théories en droit international privé
17.- Si le contraste entre les théories moniste-bilatéraliste et pluraliste-unilatéralisteplonge ses racines dans les décennies successives du XIXe siècle, ce n’est qu’à la fin decelui-ci — au moment des travaux de rédaction du Code civil allemand et de la Loi d’in-troduction à ce code — qu’il a fait l’objet d’une prise de conscience détaillée, et qu’il adicté des choix de politique législative et orienté des commentaires doctrinaux.
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purement privatistes, à savoir : la naturedes rapports juridiques (incapacités, rela-tions de famille, successions, obligations,propriété et droits réels) relatifs aux insti-tutions (au sens que prend ce mot en droitcivil) qui forment cet unique droit privécommun.
Répartition de compétences, rap-ports de droit, institutions au sens dudroit civil : ces idées sont étrangères à unethéorie du droit en général qui réduiraitcelui-ci à une volonté armée.
A.37.- Parce qu’elle présente le droit interna-tional privé en termes de règles de désigna-tion indifférentes à l’origine des lois dési-gnées (c’est-à-dire qu’elle adopte uneformulation rappelant celle des traités bila-téraux qui répartiraient les compétenceslégislatives entre les deux Hautes PartiesContractantes), la théorie moniste, en droitinternational privé, porte le nom de bilaté-ralisme.
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côté pile et son côté face), d’une part, et,d’autre part, des règles qu’il s’impose desuivre lorsqu’il est amené à accepter ou àrefuser de prêter main-forte à des normesémanant d’un autre État en leur donnantun effet relevant, selon lui, du droit privé.
Un ordre juridique qui prête main-forte à un autre, une indifférence fonda-mentale aux divisions entre droit privé,droit pénal et droit public : ces idées serattachent facilement à la théorie du droiten général qui réduit celui-ci à unevolonté armée.
B.37.- Parce qu’elle présente le droit interna-tional privé en termes de règles imposantunilatéralement l’application des normesde l’ordre juridique d’accueil aux situa-tions qui entrent dans leur champ d’appli-cation (unilatéralement délimité), d’unepart, et, d’autre part, de règles de réceptionunilatérale des normes étrangères dont lechamp d’application a été unilatéralementdélimité par leur ordre juridique d’origine,la théorie pluraliste, en droit internationalprivé, porte le nom d’unilatéralisme.
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21 On trouvera un exposé à nouveaux frais des débats législatifs et doctrinaux de cette époque inGian Paolo Romano, L’unilateralismo nel diritto internazionale privato moderno.L’Unilatéralisme dans le droit international privé moderne, th. Univ. Padoue et Univ.Panthéon-Assas Paris 2, 2005, polycop., p. 13-127.
22 Phocion Francescakis, La Théorie du renvoi et les conflits de systèmes en droit internationalprivé, Paris, Sirey, 1957, p. 7-53. Dans la littérature juridique de langue française, toute laréflexion portant sur la positivité respective des deux méthodes est tributaire de Pierre Gothot,« Le Renouveau de la tendance unilatéraliste en droit international privé », Rev. crit. DIP1971.1-36, 209-243, 415-450 ; Pierre Gothot, « La Méthode unilatéraliste face au droit inter-national privé des contrats », Trav. Com. fr. DIP 1975-1977. 201-232.
Retenons que le législateur allemand de 1896 a sciemment décidé d’adopter un droitinternational privé allemand (et non l’ébauche allemande d’un droit international privéuniversel), et qu’il a considéré qu’il ne lui appartenait pas de décider des critères d’ap-plicabilité de droit international privé des lois étrangères (cette tâche incombant selon luiaux législateurs des États étrangers, dans les affaires desquels il convenait de ne pass’immiscer). Le législateur allemand n’a cependant pas suivi cette voie théorique plura-liste-unilatéraliste avec constance, et certains articles de la Loi d’introduction au Codecivil témoignent d’un attachement persistant à une formulation de type moniste-bilaté-raliste.
De nombreux passages des commentaires doctrinaux de la nouvelle loi ont été consa-crés à la façon dont les organes allemands d’application du droit (juges, notaires et offi-ciers de l’état civil) allaient devoir raisonner lorsque le nouveau droit international privéallemand ne désignait pas la loi allemande. Pouvait-on généraliser les critères d’auto-désignation de la loi allemande et les projeter sur le monde entier ? Ou allait-il falloirinterroger les lois du monde entier pour savoir si elles souhaitaient s’appliquer, et dansce cas comment allait-il falloir choisir parmi ces lois si plusieurs d’entre elles se vou-laient applicables ? Le choix de ces questions et la réponse qui y était apportée témoi-gnaient chaque fois de l’adhésion du commentateur à l’une ou à l’autre des deux théo-ries 21.
18.- Depuis un demi-siècle, il est fait un autre usage du monisme-bilatéralisme et dupluralisme-unilatéralisme en droit international privé. Pour décrire scientifiquement ledroit positif au moyen des théories, ou pour mesurer le degré de correspondance desthéories à la réalité du droit positif, les auteurs de monographies, de manuels et de coursdonnent à lire une exposition sommaire des deux théories (ou « méthodes »), indiquentbrièvement les parties du droit positif qui peuvent être présentées dans les termes del’une ou au contraire dans les termes de l’autre, et joignent ensuite le geste à la paroleen se livrant effectivement à de telles descriptions.
L’une des premières — et l’une des plus influentes — occurrences de cette utilisa-tion des théories peut être trouvée dans le premier chapitre d’une célèbre monographiede Phocion Francescakis 22, chapitre qui a servi de modèle à la division que tous les
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auteurs des manuels français d’aujourd’hui consacrent à « la pluralité des méthodes dudroit international privé » 23.
Le nombre de monographies tendant à montrer que telle ou telle partie du droit posi-tif obéit à la méthode pluraliste-unilatéraliste ne cesse de croître 24.
Une forme originale de positivité des théories a été récemment mise au jour 25.Depuis 1837, la littérature de droit international privé est jalonnée de paradoxes, cerclesvicieux, pétitions de principes et autres anomalies argumentatives. La cause en celle-ci :en droit international privé, les raisonnements à l’honneur s’inscrivent à la fois dans lathéorie moniste-bilatéraliste et dans la théorie pluraliste-unilatéraliste. Comme ces deuxthéories sont incompatibles, il naît du passage de l’une à l’autre en cours de raisonne-ment un grand nombre d’apories. Le raisonnement juridique peut, à cet égard, être com-paré à un animal qui mangerait à deux râteliers et qui, lorsqu’il en délaisserait un pour
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23 Pour s’en tenir aux principaux ouvrages : Bernard Audit, Droit international privé, 3e éd.,Paris, Économica, 2000, p. 81-112 ; Henri Batiffol et Paul Lagarde, Traité de droit internatio-nal privé, 8e éd., t. Ier, Paris, LGDJ, 1993, p. 13-17 et 411-430 ; Dominique Holleaux, JacquesFoyer, Géraud de Geouffre de la Pradelle, Droit international privé, Paris New York BarceloneMilan Mexico São Paolo, Masson, 1987, p. 162-168 (et 169-344) ; Yvon Loussouarn, PierreBourel et Pascal de Vareilles-Sommières, Droit international privé, 8e éd., Paris, Dalloz, 2004,p. 67-78, 112-118 et 136-160 ; Pierre Mayer et Vincent Heuzé, Droit international privé, 8eéd., Paris, Montchrestien, 2004, p. 61-106. Il est à noter que les « méthodes » identifiées,opposées et décrites sont parfois au nombre de trois (méthode des règles bilatérales, méthodedes règles unilatérales, méthode des règles matérielles de droit international privé), parfois aunombre de deux (l’une des trois étant alors provisoirement passée sous silence ou ramenée àl’une des deux autres). Ce manque apparent d’homogénéité des manuels résulte de la diffé-rence de sens donné au mot « méthode » (mode d’emploi du droit positif en l’inscrivant dansune théorie, ou simple technique législative). Lorsque le mot est pris dans son sens théorique,il est bien établi qu’il doit conduire à opposer deux méthodes et non trois : Bernard Audit, « LeCaractère fonctionnel de la règle de conflit (à propos de la “crise” des conflits de lois) »,RCADI 1984-III, vol. 186, p. 219-397, spéc. p. 255-257.
24 Pour s’en tenir à quelques thèses récentes : Didier Boden, op. cit. (2002), p. 626-656, 698-799(notamment) ; Serge Billarant, Le Caractère substantiel de la réglementation française dessuccessions internationales. Réflexions sur la méthode conflictuelle, th. Univ. Paris 1Panthéon-Sorbonne [2003], Paris, Dalloz « Nouvelle Bibliothèque de Thèses », 2004, p. 161-360 ; Stéphanie Francq, L’Applicabilité du droit communautaire dérivé au regard des métho-des du droit international privé, th. Univ. Louvain [2004], Bruxelles Paris, Bruylant LGDJ,2005 ; Louis Perreau-Saussine, L’Immeuble et les méthodes du droit international privé, th.Univ. Panthéon-Assas Paris II, 2004, polycop., p. 180-209. On trouvera un vaste exposé, cou-vrant de larges pans du droit privé de plusieurs pays d’Europe, in Gian Paolo Romano, op. cit.(2005), p. 309-631.
25 Didier Boden, op. cit., p. 544-675. V. déjà : Bertrand Ancel, « Les Conflits de qualifications àl’épreuve de la donation entre époux », th. Univ. Paris, Paris, Dalloz, 1977, n° 128-165, p.135-173, spéc. n° 135, p. 141.
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se tourner vers l’autre, attraperait en la plupart de ces occasions l’un de ces torticolis queles spécialistes du droit international privé appellent un grand problème 26.
Au-delà de l’identité d’analyse à laquelle ils se prêtent, les problèmes nés de cesenchevêtrements de théories incompatibles entre elles offrent une certaine variété 27. Lesproblèmes d’une première catégorie naissent du regard que l’une des deux théories portesur l’autre 28. Une deuxième catégorie regroupe les enchevêtrements qui naissent duregard porté par une théorie sur une partie du droit positif qui ne peut être décrite quedans les termes de l’autre théorie : il suffit donc pour les résoudre de délaisser la théorieinadéquate au profit de l’autre 29. Une troisième est formée des résultats de suggestionssyncrétiques 30. Une quatrième et dernière catégorie contient les enchevêtrements quinaissent de la présence simultanée, en droit positif, d’éléments dont on ne peut rendrecompte qu’en termes monistes-bilatéralistes et d’éléments dont on ne peut rendrecompte qu’en termes pluralistes-unilatéralistes : ces problèmes-là sont donc insolublessans une modification du droit positif lui-même 31.
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26 En termes plus savants, les questions : « Qu’est-ce qu’un problème ? Les problèmes ont-ils tousquelque chose de commun ? À quoi peut-on les reconnaître ? Ont-ils tous une cause commune,qui, si elle était connue, permettrait de découvrir le plus de problèmes possible, et qui donne-rait peut-être les termes de leur résolution ? » appellent les réponses suivantes : « Un problèmeest une incompatibilité entre les deux réponses que reçoit une question à deux moments diffé-rents d’un raisonnement. Un grand nombre de problèmes ont comme cause commune l’enche-vêtrement de deux théories différentes incompatibles entre elles (et donc l’enchevêtrement desdeux raisonnements incompatibles entre eux qu’elles sous-tendent respectivement) : la théo-rie du monisme juridique et la théorie du pluralisme juridique. Les problèmes sont des problè-mes en raison de cet enchevêtrement. Ils cessent d’être des problèmes dès que cesse cet enche-vêtrement. » Didier Boden, op. cit., note 1070.
27 Didier Boden, op. cit., p. 675.28 La pétition de principe des droits acquis ; le cercle vicieux de la règle savignienne ; le problème
de la lacune et celui du cumul.29 Les deux cercles vicieux de l’auto-désignation et les deux colimaçons correspondants ; le para-
doxe de la répartition étatique des souverainetés étatiques ; le problème de l’ordre public ; l’a-porie du renvoi in favorem ; le problème du caractère substantiel de la règle de conflit ; l’apo-rie de la naturalisation de la loi étrangère ; le paradoxe de l’autorité de la jurisprudenceétrangère ; le cercle vicieux de la clause d’electio juris ; le colimaçon de la validité secondairede la clause d’electio juris.
30 Le cercle vicieux de la qualification lege causae ; l’aporie de l’« approche comparative » de laqualification ; le cercle vicieux de la désignation-expatriation-rondo (le « cercle vicieux dudouble renvoi ») et le colimaçon correspondant ; la regressio ad infinitum des règles de conflità la deuxième puissance ; le paradoxe de Burckhardt ; l’aporie de l’internationalisation de l’ex-ception d’ordre public en général et de l’« approche comparative » de cette exception en par-ticulier ; l’aporie de l’« effet réflexe » de l’ordre public ; le problème des questions préalables ;l’aporie du cantonnement de la clause d’electio juris aux lois « comparativement » suppléti-ves ; la regressio ad infinitum de la théorie de l’envoi ; le colimaçon de la validité secondairede la clause d’electio juris ; l’aporie de la bilatéralisation des lois d’application immédiate.
31 Le cercle vicieux de la désignation-délégation-rondo (le « cercle vicieux du renvoi ») et le coli-maçon correspondant ; le cercle vicieux de la désignation-délégation-toupie opérée par unordre juridique étranger (le « cercle vicieux du renvoi-toupie ») ou par le for, et les deux coli-maçons correspondants ; le cercle vicieux du conflit de qualifications et le colimaçon de laqualification secondaire ; le problème des normes suprêmes.
302 LE PLURALISME
19.- Ces usages des théories en droit international privé — pour élaborer un corps denormes en en donnant le mode d’emploi, pour le commenter en suggérant une façon dele compléter, pour décrire sa réalité et pour débusquer les causes des paradoxes auxquelsdonnent naissance son élaboration, ses commentaires et sa description 32— pourraientêtre transposés dans d’autres domaines, apparemment très différents et pourtant propicesaux analogies : ceux de la morale et de l’éthique.
B. — Transposition en morale et en éthique de l’usage des théories du droit international privé
20.- La tolérance désigne notamment la disposition à ne pas empêcher, alors qu’onle pourrait, l’exercice par autrui d’une activité que l’on n’approuve pas 33, voire ladisposition à apporter à cette personne une contribution positive à l’exercice de cetteactivité, alors qu’on pourrait s’en dispenser. À cet égard, le droit international privéd’un État est un droit de tolérance 34 puisqu’il est pour moitié formé, a-t-il été dit ci-des-sus 35 des règles que cet État s’impose de suivre lorsqu’il est amené à accepter ou à refu-ser de donner un effet de droit privé à des normes émanant d’un autre État. Cette main-forte d’un premier ordre juridique à un second est prêtée en dépit du contraste desconceptions de l’un et de l’autre. Il s’agit donc d’une tolérance active, qui atteint salimite lorsque le contraste devient trop important. L’effet est alors refusé à la normeétrangère car il heurterait, selon l’expression consacrée, l’ordre public de droit interna-tional privé de l’État sollicité. En ce sens, « l’ordre public international fixe les bornesde la tolérance de notre système juridique envers les institutions étrangères » 36.
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32 Pour accourcir l’exposé et pour éviter certains malentendus, le choix a été fait de ne pas traiterici de l’usage d’une théorie consistant à prôner une modification du droit qui rende celui-ciplus conforme à celle-là ou à prôner un maintien des choses en leur état, qui permette au droitpositif de ne pas s’éloigner de la théorie présentée en modèle. De tels usages existent aussi. V.,tout récemment, la thèse remarquée de M. Louis d’Avout, Sur les solutions du conflit de loisen droit des biens, th. Univ. Panthéon-Assas Paris 2, 2005, notamment au n° 586.
33 Pour une définition très proche, v. Suzan Mendus, « Tolérance. Tolérance et pluralisme moral »,trad. fr. Nadine Akoury, in Monique Canto-Sperber (dir.), Dictionnaire d’éthique et de philo-sophie morale, Paris, PUF, 1996, p. 1536.
34 Cette métaphore est très fréquente dans la littérature de droit international privé. L’occurrencela plus emblématique est donnée par le titre d’un ouvrage célèbre : Werner Goldschmidt,Derecho internacional privado, derecho de la tolerancia, basado en la teoría trialistica delmundo jurídico, 3e éd., Buenos Aires, Depalma, 1977.
35 V. supra, n° 8.36 Dominique Holleaux, Jacques Foyer, Géraud de Geouffre de la Pradelle, op. cit., n° 610.
LE PLURALISME JURIDIQUE EN DROIT INTERNATIONAL PRIVÉ 303
21.- Quelle est la part de pertinence de cette métaphore ? À quel point peut-on cons-tater une similitude entre la mise d’un État au service de la volonté d’un autre (droitinternational privé et matières similaires), d’une part, et, d’autre part, les aspects morauxet éthiques de la mise de soi au service de la volonté d’autrui (tolérance active, obéis-sance active, complicité active) ? et entre la limite de la disposition d’un État à accorderun effet aux normes étrangères (l’exception d’ordre public), d’une part, et, d’autre part,la limite de la tolérance, les confins du devoir d’obéissance et le seuil à partir duquelcommence la complicité répréhensible ?
22.- Celui qui entreprend de répondre à ces questions doit d’emblée faire face à unesérie de différences décourageantes. Dans la littérature de morale et d’éthique se rappor-tant à la tolérance, celle-ci est abordée en tant qu’attitude de l’État (ou de « la société »)envers certains des siens (considérés individuellement ou en groupe), plus souvent qu’entant qu’attitude de chacun envers chacun 37. De ce premier trait procèdent un deuxièmeet un troisième. D’abord, dans cette littérature, il est souvent question de tolérer des per-sonnes et non des actes (c’est au motif que « le seuil de tolérance » serait « dépassé »que les xénophobes appellent de leurs vœux non pas un changement des comportementsindividuels mais un déguerpissement des étrangers — ou de ceux qu’ils considèrentcomme tels). Réciproquement, le « tolérant » et l’« intolérant » sont présentés commedes personnages définitivement campés et non comme des personnes en action, dont onpourrait décrire ou prescrire le comportement tolérant dans toute sa casuistique 38.
Quatrièmement, il n’y est question pour l’État que de s’abstenir d’un certain compor-tement étatique, de diversifier ses comportements étatiques, ou d’accorder une habilita-tion étatique (ou : une « liberté ») à ses sujets, qui en useront à leur guise mais sans pou-voir aller au-delà de limites de l’habilitation qui leur est accordée. Dans le premier cas,on parlera souvent, par un emprunt extensif mais non critiquable à la terminologie juri-dique, de « tolérance administrative ». Dans le deuxième, on réclamera à l’État, au nom
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37 Monique Canto-Sperber (« Les Limites de la tolérance », in Roger-Pol Droit (dir.), Jusqu’oùtolérer ?, Paris, Le Monde Éd., 1996, p. 131-145, spéc. p. 134) attire l’attention sur l’impor-tance de cette distinction.
38 Il y a à cela une origine historique. Du XVIe au XVIIIe siècle, la tolérance a été uniquement défi-nie par l’attitude de non-répression d’un État doté d’une religion (ou de l’Église de cet État,ou des sujets de cet État, fidèles de cette Église) envers les autres religions et ceux qui les pro-fessaient. En ce sens, il était possible d’être purement, simplement, absolument et définitive-ment « tolérant » ou « intolérant », et il n’était absurde ni de faire parler des personnages incar-nant ou approuvant ces attitudes, ni d’aspirer à leur ressembler. Le contexte politique etreligieux de cette époque n’était assurément pas celui d’aujourd’hui, et le sens que les motsavaient alors n’est pas celui qu’ils ont pour nous. On ne peut donc pas transposer les phrases,les arguments, les raisonnements et les personnages d’un contexte à l’autre et les mettre boutà bout sans courir le risque de commettre des anachronismes, des confusions et des contresens.Philippe Sassier (Pourquoi la tolérance, Paris, Fayard, 1999, p. 9 et 205), qui récapitule sonintéressant ouvrage sous une telle forme (« Il faut obéir à Dieu, ou à la Nature, dit l’intolé-rant. — Bien sûr, répond le tolérant […]. — Non, rétorque l’intolérant […] », etc.) en est par-faitement conscient, qui indique l’artifice d’un tel dialogue, après avoir cédé à l’irrépressibletentation de l’écrire.
304 LE PLURALISME
de la tolérance, qu’il « accorde un statut » spécifique à certains groupes, en généralconfessionnels ou ethniques (à la façon, en somme, des syndicats d’étudiants françaisqui réclament « un véritable statut de l’étudiant »), c’est-à-dire qu’il accorde un ensem-ble de droits et de devoirs dérogeants au droit commun mais — la précision est notable— émanant de la même source que le droit commun 39. Dans le troisième cas, on seréjouira de voir l’État organiser, dans un « esprit de tolérance et de pluralisme » la co-existence des différences 40 en indiquant à chacun les limites qu’il ne peut pas dépasser.Les trois attitudes peuvent prendre le relais l’une de l’autre (absence de commandementétatique pour certaines questions, diversité des commandements étatiques pour d’autres,habilitation étatique pour d’autres questions encore). Cela ne signifie pas qu’il faille lesconfondre 41.
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39 S’exprimant en ces termes à propos de la tolérance due par l’État israélien à la minorité de cesressortissants arabes : Denis Charbit, « Condamnés à vivre ensemble », in Claude Sahel (dir.),La Tolérance. Pour un humanisme hérétique, Paris, Autrement, série Morales n° 5, 1993,p. 182-202, spéc. p. 191.
40 Les ouvrages contemporains en langue anglaise privilégient ce troisième aspect, sans négligertotalement les deux autres. V. par exemple : Michael Walzer, Traité sur la tolérance, trad. fr.par Chaïm Hutner de On Toleration (Yale University Press, 1997), Paris, Gallimard, 1998.Mais on y chercherait en vain une exposition de ce qu’est ou de ce que devrait être la toléranceen tant que vertu interindividuelle ou en tant qu’attitude adoptée par deux entités, irréductiblesl’une à l’autre et irréductible à une troisième, l’une envers l’autre.
41 Roger-Pol Droit, « Préambule. Une idée faible ou forte », in Roger-Pol Droit (dir.), Jusqu’oùtolérer ?, Paris, Le Monde Éd., 1996, p. 5-13, spéc. p. 5-7 ; Roger-Pol Droit, « Les deux visa-ges de la tolérance », in Frederico Mayor (dir.), Tolérance, j’écris ton nom, Paris, SauratUnesco, 1995, p. 13-21, spéc. p. 15-17. On notera sous la plume de M. Pol-Droit un glisse-ment très révélateur de « la loi qui tolère » à « moi qui tolère » : comme souvent dans cette lit-térature, la tolérance étatique recouvre la tolérance interindividuelle. Deux explications sontpossibles. — Premièrement, ce recouvrement peut procéder d’une identification du sujet à l’É-tat : « Je suis tolérant : mon État est tolérant ». Dans cette perspective, le toléré est, par excel-lence, l’étranger (ou toute personne n’étant pas pleinement citoyenne) ; et le tolérant est lesujet-citoyen. S’interroger sur la tolérance de l’État et de ses citoyens par l’étranger est alorsaussi saugrenu que de se demander si les noisettes mangent des écureuils (rappr. les intéres-santes précisions de Bernard Williams, « Tolérance, une vertu incommode », in FredericoMayor [dir.], op. cit., p. 57-66, spéc. p. 60 ; de Yirmiyahu Yovel, « La tolérance comme grâceet comme droit », in idem, p. 67-84, spéc. p. 70 ; et de M. Hammoudi, in Denis Charbit,« Condamnés à vivre ensemble », in Claude Sahel (dir.), La Tolérance. Pour un humanismehérétique, Paris, Autrement, série Morales n° 5, 1993, p. 182-202, spéc. p. 184). —Deuxièmement, ce recouvrement peut n’être qu’une présentation de la place que l’Étataccorde à tous, et notamment au sujet : « Mon État, en assignant une égale sphère de liberté àchacun, organise la coexistence des différences ». La tolérance désigne alors soit l’attituded’un tel État (et alors les sujets, n’étant pas des États, ne peuvent pas être tolérants, ou pas dansce sens-là en tout cas), soit l’attitude de chacun de ceux qui acceptent cette répartition dessphères de liberté : « Je suis tolérant : je respecte les règles de mon État pluraliste » (et alorsl’État, ne s’attribuant pas de sphère, ne peut pas être tolérant, ou pas dans ce sens-là en toutcas, mais il n’en reste pas moins « pluraliste », en ce sens qu’il organise la coexistence des dif-férences). — Le plus souvent, toutes ces significations sont confondues, et le recouvrementdont elles procèdent empêche ceux qui les commettent de s’interroger sur la tolérance en tantque vertu interindividuelle pure (c’est-à-dire en faisant abstraction de l’État et de « lasociété »).
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Or, précisément, dans la littérature relative à la tolérance, les confusions abondent.En particulier, on y distingue rarement la tolérance des actes et la tolérance du discourssur les actes — ou on ne les distingue que pour les agglomérer, ce qui conduit au mêmerésultat 42. Si l’on ajoute à cette première confusion celle, qui a déjà été mentionnée,entre la tolérance des actes et la tolérance des personnes, et celle, également mention-née, entre personnage tolérant et comportement de tolérance, on obtient cette idée si sou-vent prônée qui commande de « refuser toute tolérance aux ennemis de la tolérance » 43.
23.- Ces différences apparemment considérables entre la tolérance en tant que méta-phore du droit international privé et ce qui s’écrit de la tolérance dans les textes demorale et d’éthique ne doivent pas susciter le découragement. D’une part, comme on leverra plus loin, ces textes ne sont pas sans échos en droit international privé. D’autrepart, il existe aussi dans la littérature de morale et d’éthique des propos relatifs aux atti-tudes interindividuelles, et l’on en trouvera d’autant plus qu’on ne se limitera pas à latolérance active, mais qu’on élargira la recherche à la tolérance passive, à l’obéissanceet à la complicité.
La recherche, rappelons-le, porte sur le degré de pertinence du rapprochement entrece que la littérature juridique dit du droit international privé en tant que droit de la mised’un premier État au service des normes d’un second, même lorsque celles-ci diffèrentdes normes du premier État, d’une part, et d’autre part, ce que la littérature de morale etd’éthique dit de la mise de soi au service de la volonté d’autrui, même lorsque cettevolonté s’écarte des valeurs de l’agent moral considéré. La formulation de ce question-nement pourrait être celle-ci : La morale et l’éthique doivent-elles présenter la toléranceen termes monistes ou en termes pluralistes ? L’évidence semble commander la réponse,précisément parce que les termes de la question semblent prendre un sens qu’ils n’ontpas, et qu’ils ne semblent pas avoir le sens qu’ils ont. N’est-il pas évident, en effet, qu’ilne peut y avoir de tolérance sans admission de la diversité, c’est-à-dire de la pluralité de
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42 V. les critiques de Marcel Conche, « La Tolérance française et sa signification universelle », inFrederico Mayor (dir.), op. cit. (v. note précédente), p. 171-186, spéc. p. 183-184.
43 Pour les raisons indiquées ci-dessus (note 38), la formule pouvait avoir un sens au XVIIIe siècle(« C’est justice de s’armer d’intolérance contre l’intolérant, comme un devoir au Prince d’op-poser une Armée à une Armée Ennemie. […] Il n’est qu’un cas où la tolérance puisse devenirfuneste à la Nation ; c’est lorsqu’elle tolere une Religion intolérante », écrivait Claude AdrienHelvétius, De l’homme, de ses facultés intellectuelles et de son éducation, 2 vol., Londres,Soc. Typographique, 1773, vol. Ier, sect. II, chap. XVI, note 11, p. 385 et sect. IV, chap. XXI,p. 574) ; elle n’en a plus aujourd’hui, en raison des confusions qu’elle suppose. On trouverades variantes actuelles de l’ancienne formule sous la plume de Roger-Pol Droit (« Préambule.Une idée faible ou forte », précité, spéc. p. 9 ; id., Les Deux Visages de la tolérance, précité,spéc. p. 20) et de Paul Ricœur (« Tolérance, intolérance, intolérable », 1990, in Lectures. I :Autour du politique, Paris, Seuil, 1991], Paris, Points-Essais, p. 295-312, spéc. p. 302-303,306, 312). Pour une critique de ces deux textes, v. Didier Boden, op. cit., note 1376, p. 680-682.
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ce qui fait l’objet de la tolérance ? Dès lors, n’est-il pas tautologique de formuler la tolé-rance en termes pluralistes ? C’est ce que pourraient croire tous ceux qui baptisent dunom de « pluralisme » le seul constat de la pluralité, ou la seule abstention de nier ou deréprimer la différence.
Mais ce n’est pas le sens ici donné à la théorie pluraliste. Une chose en effet est des’abstenir d’imposer l’uniformité des comportements, des croyances et des normes ; uneautre est de donner effet à des comportements, croyances et normes dont on n’a déter-miné ni la substance ni la source ni le sens ni les conséquences propres ni les modalitésd’évolution. Une chose est, pour un pouvoir central, d’assigner un régime spécial à unepartie de la population ; une autre est de donner un effet central à des normes émanantd’une partie de la population qui s’est constituée elle-même, et qui se donne ses propresrègles. Ce n’est pas le refus de l’uniformité (ou l’acceptation de la diversité) qui définitla théorie pluraliste ; c’est la localisation du pouvoir de décider de la substance, de lasource, du sens, des conséquences propres, et des modalités d’évolution de ce qui faitl’objet de la disparité. Si ce pouvoir est centralisé (ou si on ne le tient que d’une habili-tation centrale), il appellera une description en termes monistes. Si au contraire chacundes groupes considérés ne tient que de lui-même le pouvoir qui vient d’être dit, la des-cription de ce qu’ils sont ne sera pertinente qu’en termes pluralistes.
Ce qui vient d’être dit des relations entre l’État et les divers groupes avec lesquels ilpourrait être en contact vaut également pour les relations entre personnes. On le com-prendra par quelques questions : Accorde-t-on à autrui sa liberté d’action ou en prend-on acte ? Refuse-t-on de la lui accorder ou refuse-t-on d’en prendre acte ? Habilite-t-onautrui à accomplir un acte moral ? La moralité des actes d’autrui dépend-elle de lui oude soi ? Y a-t-il plusieurs moralités (c’est-à-dire plusieurs morales, considérées sousl’angle de ce qui leur est conforme ou de ce qui forme leur substance) ? Y a-t-il des rela-tions entre morales ? Les morales sont-elles soumises à une morale suprême d’où ellestireraient une forme d’habilitation, qui serait substantiellement limitée (mais de façon àadmettre plusieurs façons de la respecter), et qui, ce faisant, assignerait à chacune uneorbite au-delà de laquelle cesserait la moralité ? Sont-elles au contraire irréductiblesl’une à l’autre et irréductibles à toute morale suprême ? Ces questions sont, en morale eten éthique, de la plus haute importance ; en droit et en science du droit, mutatis mutan-dis, elles ont reçu de longue date des réponses qui, pour n’avoir pas recueilli l’unanimité,pourraient cependant retenir l’attention.
Le sens de la question étant à présent à l’abri du malentendu, la recherche de laréponse peut être entreprise.
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24.- En tant que vertu interindividuelle passive, il est dit de la tolérance qu’elle portesur le comportement d’autrui, tel qu’il a été décidé par ce dernier 44. La tolérance n’estni inconditionnelle ni illimitée, et la décision d’être ou de n’être pas tolérant dépend descirconstances : substance du comportement toléré, auteur du comportement, personnedont la tolérance est en question, etc. 45 La tolérance n’a de portée — et selon certains,elle n’a de sens — qu’envers des comportements que réprouve la personne dont la tolé-rance est en question, par exemple la diction d’opinions qu’elle condamne 46. En formu-lant les choses de façon inverse, on obtient l’une des apories 47 qui sont qualifiées deparadoxe de la tolérance :
« Voici donc notre première aporie. Comment puis-je tolérer la dictiondu mensonge, dès lors que le mensonge est reconnu mensonger ?Comment puis-je tolérer historiquement ce que, théoriquement, jecondamne ? […] La tolérance reconnaîtrait à la fois l’absurde de l’absur-dité et le droit pour tout homme, de la dire ? Je ne pourrais empêcher un
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44 Vladimir Jankélévitch, Traité des vertus, 2 vol., vol. II Les Vertus et l’amour (1re éd., Paris,Bordas, 1970), 2e éd., Paris, Flammarion, 1986, p. 88. Il est important de noter que, chezJankélévitch, ce n’est pas l’erreur elle-même mais bien le comportement qui en découle quiest toléré (par exemple et par excellence : la diction de l’erreur). La vérité ni l’erreur n’ont àêtre tolérées, ni à ne l’être pas (p. 89-90). Cependant, une fois cette précision apportée, l’au-teur emploie constamment le mot « vérité » par métonymie, pour désigner les comportementsqui en découlent. Par ailleurs, chez Jankélévitch, la vérité et l’erreur ne concernent pas seule-ment la description de l’être, mais peuvent aussi caractériser la morale. Dans le passage duTraité des vertus qui se rapporte à la tolérance, il faut donc entendre par « vérité » : « compor-tement adopté par une personne en conformité à ce qu’elle croit être la vérité morale ».
45 Vladimir Jankélévitch, op. cit., II, p. 89 et 93. André Comte-Sponville, Petit Traité des gran-des vertus, Paris, PUF, 1995, p. 214-215.
46 Suzan Mendus, « Tolérance. Tolérance et pluralisme moral », trad. fr. Nadine Akoury, inMonique Canto-Sperber (dir.), Dictionnaire d’éthique et de philosophie morale, Paris, PUF,1996, p. 1536 ; Monique Canto-Sperber, « Les limites de la tolérance », in Roger-Pol Droit(dir.), Jusqu’où tolérer ?, Paris, Le Monde Éd., 1996, p. 131-145, spéc. p. 132-133 ; FernandoSavater, « À quel engagement conduit la tolérance ? », entretien avec Isabelle Albaret et Marc-Olivier Padis, in La Tolérance, l’indifférence, l’intolérable, suppl. rev. Esprit, nov. 2001, p. 5-9, spéc. p. 5 ; adde, par ironie : Lytton Strachey, Victoriens éminents (1918), trad. fr. JacquesDombasle (1933), Paris, Gallimard, 1980, p. 264. (Le caractère de nécessité ou de simple pos-sibilité de la coïncidence entre ce qui est toléré et ce qui est réprouvé donne lieu à un désac-cord apparent entre Mme Mendus et Mme Canto-Sperber : v. Monique Canto-Sperber, op. cit.,spéc. p. 131).
47 On préfère plus souvent réserver le nom de paradoxe de la tolérance à une autre aporie, pro-che mais distincte de celle indiquée au texte : « Le paradoxe de la tolérance est moins connu :une tolérance illimitée a pour conséquence fatale la disparition de la tolérance. Si l’on estd’une tolérance absolue, même envers les intolérants, et qu’on ne défende pas la tolérancecontre leurs assauts, les tolérants seront anéantis, et avec eux la tolérance » (Karl Popper, LaSociété ouverte et ses ennemis [1979], trad. fr. Jacqueline Bernard et Philippe Monod, 2 t.,t. Ier L’Ascendant de Platon, Paris, Seuil, 1979, chap. 7, note 4, p. 222). Rappr. VladimirJankélévitch, op. cit., II, p. 92-93 ; André Comte-Sponville (à qui nous devons les deux réfé-rences précédentes), op. cit., p. 213-216 ; Monique Canto-Sperber, op. cit., p. 133-134.
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sot de dire des sottises ? Je devrais, sous prétexte de tolérance, le laissercroupir dans son erreur ? Il y a là un cas de conscience philosophiquequ’on ne peut minimiser ni traiter par-dessus la jambe, quelque respectqu’on ait pour la tolérance. Ce débat vient d’un conflit métaphysique,d’une collision de valeurs, d’un désordre constitutionnel ; la contradictionne peut se résoudre ici que par des approximations, et à condition que l’onn’aille pas jusqu’au fond des choses. Le conflit se produit entre la dignitéet la liberté de la personne, qui sont infiniment respectables, et la vérité,qui ne l’est pas moins : on ne transige avec aucune de ces deux valeurségalement sacrées et estimables. Comment sortir de ce dilemme ? 48.
« Si l’on interprète la tolérance comme relative à ce qu’on désap-prouve moralement, et si l’on admet aussi que la tolérance est un idéalmoral, on se trouve alors confronté à un paradoxe considérable : commentexpliquer qu’il peut être moralement juste de permettre des choses quisont considérées comme moralement mauvaises ? » 49.
25.- Cette aporie, aux termes de laquelle « il serait […] moralement bon d’accepterce qu’on croit être moralement mauvais » ne se résout qu’à deux conditions : 1°- Il fautdistinguer irréductiblement la morale du sujet dont la tolérance est en question et lamorale de celui dont le comportement est en cause 50 ; 2°- Il faut affirmer l’existenced’un seuil de tolérance, c’est-à-dire soutenir que « Jusqu’à un certain point, c’est un biende tolérer le mal ; mais une fois ce seuil franchi, ce n’est plus un bien de tolérer le mal,c’est un mal, presque aussi grave que de le commettre » 51 ; et que cette intolérance est« un moindre mal » 52, ce qui suppose une mise en balance des deux maux — le mal delaisser commettre le mal (fût-ce le mal commis par autrui), et le mal de ne pas laisserfaire autrui (fût-ce lorsqu’il commet le mal).
26.- Pour obtenir plus de détails, il faut légèrement changer les termes de la questionet passer de la tolérance à la complicité dans la commission du mal et à la limite dudevoir d’obéissance. Au demeurant, cette transition est suggérée par les auteurs eux-mêmes 53.
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48 Vladimir Jankélévitch, op. cit., II, p. 91.49 Suzan Mendus, loc. cit. Rappr. : la formulation que Hans-Jürgen Sonnenberger (« Sind die
familienrechtlichen Artikel des EGBGB mit dem Grundgesetz vereinbar ? [Erwiderung] »,Monatsschrift für deutsches Recht 1964.283-285, spéc. 284) donne de la question de l’exis-tence même du droit international privé, considéré dans ses rapports avec la Constitution[trad.] : « Le législateur allemand peut[-il], par la désignation d’un droit étranger, ordonner àses organes d’application du droit d’appliquer des normes substantielles que lui-même nepourrait pas édicter [?]», cette question appelant une réponse affirmative.
50 Vladimir Jankélévitch, op. cit., II, p. 94-96, 100, 102-103, 104.51 Monique Canto-Sperber, op. cit., p. 133.52 Vladimir Jankélévitch, op. cit., II, p. 93.53 Vladimir Jankélévitch, op. cit., II, p. 94 ; André Comte-Sponville, op. cit., p. 212-213.
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27.- De même que l’une des apories connues sous le nom de paradoxe de la tolérancerevient à laisser disparaître la tolérance sous les assauts de ce qu’elle tolère 54, de mêmeexiste-t-il un paradoxe du droit de résistance, qui, s’il était reconnu par l’autoritépublique, laisserait disparaître celle-ci sous les assauts de ceux qui lui résistent :
« L’autorité publique peut-elle prévoir les moyens juridiques de sa des-truction en livrant le droit à une multitude d’interprètes pouvant chacunprétendre en détenir l’interprétation « vraie » — ce qui est le présupposéde tout droit de résistance ? On imagine mal, en effet, l’État saper ses pro-pres fondements » 55.
28.- Et de même que le premier paradoxe naît de l’unité morale entre l’État qui tolèreet l’agent dont le comportement est toléré, de même le second paradoxe naît-il de l’unitéjuridique entre l’autorité qui accorde un droit de désobéissance et l’agent qui désobéit(unité juridique qu’indiquent les mots autorité PUBLIQUE et DROIT de résistance).Que se rompe cette unité, et le paradoxe disparaît ; mais alors la désobéissance n’est plusun DROIT (en tout cas, elle cesse d’être garantie par le droit auquel on désobéit 56), etl’État tolérant cesse de rendre moral ce qu’il tolère.
29.- Si l’on passe à présent du point de vue de l’État, qui peine à définir lui-même lamesure dans laquelle on pourrait lui désobéir, au point de vue de l’agent qui reconnaît lamoralité du devoir d’obéir aux ordres de l’État, le devoir d’obéissance change de sens(ce n’est plus le devoir étatique imposé à l’agent mais le devoir que l’agent s’impose àlui-même), et il n’est plus absurde de s’interroger sur sa limite (de même que lorsquel’on passe de la tolérance en tant que caractère d’un État diversifiant ses attitudes à latolérance en tant que vertu interindividuelle). La définition de celle-ci relève de l’agentlui-même (que l’État la reconnaisse ou non : ce n’est plus la question). Elle est uneaffaire de moindre mal :
« Ils [les théologiens catholiques] distinguent en effet la résistance pas-sive, qui réside dans le fait de ne pas exécuter un ordre tant qu’on n’y estpas contraint, et la résistance défensive, où l’on s’oppose par la force à unacte, et la résistance agressive individuelle ou collective, c’est-à-dire letyrannicide ou l’insurrection, quand le sujet prend l’initiative de l’insur-rection. Ces degrés dans la résistance sont justifiés par l’idée empruntée àsaint Thomas que “l’exercice de la résistance ne doit causer aucun trouble
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54 V. supra, note 47.55 Éric Desmons, Droit et devoir de résistance en droit interne. Contribution à une théorie du
droit positif, th. Univ. Paris II (1994), Paris, LGDJ, 1999, p. 2. Adde : p. 32.56 Idem, p. 46.
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ou scandale dont la nocivité serait supérieure au mal de la soumission” (J.Dabin, La Philosophie de l’ordre juridique positif, Paris, Sirey, 1929,p. 728). Cette condition essentielle du droit de résistance détermine lesformes que la résistance peut revêtir » 57.
30.- Un autre point commun entre les limites et conditions de la tolérance, en tant quevertu interindividuelle, et les limites et conditions du devoir moral d’obéissance à desnormes étatiques par lesquelles se perpètre le mal est l’importance de l’auteur de ce quiest toléré ou de ce à quoi l’on obéit. Il est couramment fait observer que le régime deVichy, en engageant une compétition criminelle avec l’occupant allemand dans la persé-cution antisémite 58, a diminué la faculté d’indignation que cette persécution suscitait ausein de la population française.
31.- Il y a là suffisamment d’indices de la pertinence d’un rapprochement entre leslimites et conditions de l’obligation qu’un ordre juridique s’impose de donner effet auxnormes d’un autre, d’une part, et, d’autre part, les limites et conditions du devoir moralde tolérance, du devoir moral d’obéissance et du seuil à partir duquel commence la com-plicité répréhensible. Ce rapprochement ne doit pas être exclusivement pluraliste : la pré-sence, de part et d’autre, de paradoxes, et l’inaptitude de certaines représentations deschoses à rendre compte des limites recherchées, incitent à élaborer, sur le modèle du dip-tyque de théorie juridique utilisé ci-dessus 59, un second diptyque, cette fois de moraleet d’éthique, qui opposerait une représentation moniste et une représentation pluralistede la morale. Il n’est pas déraisonnable de s’attendre à ce que chacune des deux colon-nes ait une part de pertinence, et que le mélange des deux colonnes soit la cause de para-doxes, d’apories, de cercles vicieux et d’autres problèmes encore.
32.- En morale et en éthique, c’est-à-dire en science de la morale, le monisme et lepluralisme pourraient être très brièvement exposés de la façon suivante :
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57 Idem, p. 2, note 2. Sur l’idée de moindre mal en tant que paradigme du jugement moral portésur le maintien en place des autorités administratives belges sous l’Occupation (1940-1944),v. : Didier Boden, op. cit., note 1394. V. aussi supra, n° 25.
58 Didier Boden, op. cit., note 1401 et les renvois à : Claire Andrieu, « L’“aryanisation” et lesfinances extérieures. L’activité de la direction des Finances extérieures et des changes », inDominique Gros (dir.), Le Droit antisémite de Vichy, actes du colloque de Dijon (1994), LeGenre humain, n° 30-31, Paris, Seuil, 1996, p. 267-301, spéc. p. 272-285 ; Roger O. Paxton,La France de Vichy, 1940-1944, Paris, Seuil (1973) Points Histoire, 1974, p. 143, 219, 277-285 et 353 ; Michaël R. Marrus et Roger O. Paxton, Vichy et les Juifs [Paris : Calmann-Lévy,1981], Paris, Le Livre de Poche, 1993, p. 7 ; Benjamin Constant, « Principes de politiqueapplicables à tous les gouvernements représentatifs et particulièrement à la Constitutionactuelle de la France » [avril 1815, pendant les Cent Jours], rééd. in Benjamin Constant, Écritspolitiques, Paris Gallimard « Folio-Essais », 1997, p. 302-588, spéc. p. 319 ; Robert Badinter,« Peut-on être avocat quand on est juif en 1940-1944 ? », in Dominique Gros (dir.), op. cit.,p. 143-151, spéc. p. 151.
59 V. supra, n° 15.
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!.- Monisme
!.1.- Il n’y a qu’un seul bien suprême. Un actene peut pas être à la fois bon et mauvais.Il est bon ou non selon qu’il se rapporteou non à ce bien suprême. Son rapport aubien et au mal est sa valeur morale (bonneou mauvaise).
!.2.- Le bien étant unique, il n’est pas néces-saire de préciser que la valeur moraled’un acte n’a de sens que par rapport à cebien.
!.3.- Rapporter la valeur morale de tout acteau bien suprême ne peut se faire immé-diatement ni sans ordre. Il y a une hiérar-chie des valeurs morales, qui permet deles ordonner selon leur importance et dedéduire leur moralité (c’est-à-dire de lesreconnaître en tant que valeurs morales)selon la possibilité de les rapporter à unevaleur morale intermédiaire, dès lorsqu’aucune valeur morale supérieure nes’y oppose.
!.4.- De ce qui pourrait apparaître commed’autres valeurs morales, on dira simple-ment l’une des deux choses suivantes :soit elles sont réductibles à la premièremorale (celle qui a le bien suprême à sonsommet) et alors c’est d’elle qu’elles tien-dront leur moralité ; soit elles y sont irré-ductibles, et alors elles ne seront revêtuesd’aucune moralité.
!.5.- Toute valeur morale qui commande dedonner effet à une valeur externe revêtcelle-ci de moralité. Elle la moralise, ellehabilite les agents à s’y conformer, elle sel’approprie. De même peut-on dire que lamoralité de la fin moralise les moyens : cequi pourrait sembler moralement neutre,ou même déplorable, acquiert une valeurmorale positive dès lors qu’il est unmoyen de réaliser un bien supérieur.
Il ne saurait être bien de reconnaîtrece qui est mal. En revanche, c’est undevoir pour un agent de reconnaître lapartie de la morale unique mais diversi-fiée qui concerne spécifiquement un autreagent (v. infra), dans les limites que lahiérarchie des normes impose à cette par-tie spécifique. Mais il n’y a aucun degrédans tout cela : une valeur, même dotée
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".- Pluralisme
".1.- Il y a autant de morales que d’agentsdoués de la faculté de juger. Il est possibleque ce qui est bien pour l’un soit mal pourl’autre.
".2.- La question de la valeur morale d’un acten’a de sens que par rapport à la moraled’un agent. Il faut donc préciser aux yeuxde quel agent tel ou tel acte est bon oumauvais.
".3.- La morale ne se réduit pas à une hiérar-chie de valeurs (sans l’exclure cepen-dant). La cohérence d’un ensemble devaleurs morales et son aptitude à ne pasdéclarer bon tout acte peuvent résulterd’autre chose que d’une hiérarchie. Lechoix entre deux valeurs morales com-mandant de façon générale des actesincompatibles peut relever d’une casuis-tique peu compatible avec l’idée de hié-rarchie.
".4.- La moralité des valeurs d’un agent nerelève pas d’une morale qui ne serait pasla sienne. À cet égard, il est indifférentque ce qui est bien pour l’un soit mal pourl’autre.
".5.- En acceptant d’accorder un certain effetaux valeurs d’un autre (en lui obéissant,en se faisant son complice, en prêtant lamain à son action, etc.), un agent ne rendpas bonnes à ses yeux les valeurs de l’au-tre. Il ne se les approprie pas. Mais ceteffet est lui-même un acte de cet agent,qui, à ses propres yeux, est bien ou mal.
Il peut être bien à ses yeux (mais jus-qu’à un certain point seulement) de prêterla main à ce qui aurait été mal s’il s’étaitagi de soi.
C’est une question de degré, et nulle-ment de validité (par hypothèse, la valeurde l’autre à laquelle on prête la main estbonne aux yeux de l’autre), ni de domainede validité (par hypothèse, la valeur d’au-trui, considérée sous l’angle de la mainqu’il s’agit de lui prêter, n’empiète pas sur
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d’un domaine de validité spécifique, estvalide ou non. Il y a des limites (hiérar-chiquement imposées) à la validité, etdonc au devoir de reconnaissance ; mais iln’y a pas de degré.
!.6.- La hiérarchie des valeurs peut donnerlieu à une diversification des valeurs sub-ordonnées. Cette diversification peutrésulter d’une habilitation, d’une libertéaccordée (ce que les agents habilités trou-veront bon sera bon), ou d’une spécialisa-tion des valeurs (ce qu’il est bon que lesenfants fassent, il n’est pas bon que lesadultes le fassent, etc.). Il n’y a pas deconflit car chacune des valeurs incompa-tibles qui verraient ainsi le jour ne vau-drait que dans une certaine mesure, sanschevauchement (elles ont chacune leurorbite). Le sommet de la hiérarchie estcommun à tous les agents, et nulle valeurnon commune ne vaut en dehors des limi-tes que lui assigne le sommet de la hiérar-chie. En cela, la diversité est ordonnée.
!.7.- La tolérance caractérise la hiérarchie desvaleurs qui comporte une diversification.La limite de la tolérance est la limite quela hiérarchie des valeurs impose à l’orbited’une valeur. Il ne faut pas reconnaître lamoralité des prétendues valeurs qui sontcontraires à la hiérarchie des valeurs (parexemple si et dans la mesure où ces pré-tendues valeurs excèdent leur orbite,c’est-à-dire leur domaine, de validité).
!.8.- En revanche, les agents relevant de cettehiérarchie de valeurs doivent reconnaîtreréciproquement les valeurs spéciales quidécoulent valablement des valeurs supé-rieures. Si un agent refusait une tellereconnaissance, s’il refusait aux autres lebénéfice de ce qu’il réclame pour lui-même, il bafouerait les valeurs supérieu-res dont procède la valeur à tolérer, et, cefaisant, il nierait les fondements de sa pro-pre morale (c’est-à-dire de l’uniquemorale, mais dans la partie de la diversifi-cation qui le concerne). Il se contrediraitlui-même.
!.9.- Relation purement hiérarchique, la tolé-rance a une limite dont le dépassement sedétermine par comparaison générale
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ce que l’agent tolérant s’impose de fairesans égard aux autres), ni d’automaticitéde la reconnaissance des valeurs validesdes autres (ce serait renoncer à soi).
".6.- La diversité des valeurs, d’un agent àl’autre, n’est soumise à aucune valeurcommune, ni à aucune hiérarchie com-mune. Des conflits peuvent naître de lavolonté des uns et des autres de mettresimultanément en œuvre leurs valeursrespectives. Ils peuvent aussi naître de ladisposition d’un agent à prêter la main àdes valeurs qui sont celles de plusieursautres agents et qui sont incompatiblesentre elles. Par ailleurs, la liberté, en tantque caractère de la faculté de juger, nesaurait être attribuée par un agent à unautre. Si autrui est doté d’une telle faculté,l’on ne peut qu’en prendre acte (ou ne pasen prendre acte, mais cette attitude ne lafera pas disparaître).
".7.- La tolérance caractérise une morale (l’en-semble des valeurs morales d’un seul etmême agent) qui prône de prêter la mainaux valeurs des autres morales, mêmelorsque celles-ci contrastent avec lesvaleurs de cet agent, dès lors en tout casque cette main prêtée à ces valeurs, elle,ne contraste pas excessivement avec lesvaleurs de l’agent tolérant. La limite de latolérance est le seuil au-delà duquel cecontraste devient excessif.
".8.- En refusant occasionnellement de prêterla main à l’une des valeurs d’autrui, unagent ne bafoue aucune valeur supérieure.Il ne nie pas les fondements de sa propremorale. Il ne se contredit pas. Par ailleurs,il n’y a pas de raison que cette tolérance(considérée positivement ou sous l’anglede sa limite) soit réciproque.
".9.- Relation entre morales irréductibles l’uneà l’autre, la tolérance a une limite quidépend de la cohérence générale des
!.- Monisme ".- Pluralisme
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abstraite de la valeur à tolérer (ou non) etdes valeurs supérieures. Si elles sontincompatibles, les valeurs supérieuresl’emportent. Cette incompatibilité signifieen effet que les valeurs à tolérer (ou non)ont excédé d’orbite de validité qui leuravait été assignée. La tolérance est doncune question de délimitation des domai-nes de validité (habilitée, la valeurconcernant un autre agent doit être recon-nue par l’agent tolérant ; non habilitée,elle ne doit pas être reconnue) déterminéepar des valeurs supérieures, et de la non-contradiction, générale et abstraite, entreces valeurs supérieures et la valeur au ser-vice de laquelle il est question, pour l’a-gent tolérant, d’accepter ou de refuser dese mettre.
!.10.- Ce qui vient d’être dit de la tolérancevaut aussi pour l’obéissance, qui est uneautre forme de relation hiérarchique entrevaleurs (et entre les actes qu’elles com-mandent). Il faut nécessairement refuserd’obéir à des lois contraires à des valeursmorales supérieures communes à tous lesmembres de la collectivité. Il y a une loiau-dessus des lois. Ni celles-ci ni celle-làne relèvent de l’agent dont l’obéissanceest en question.
!.11.- Répondant de son obéissance ou de satolérance devant la juridiction des valeurs(pour le dire ainsi), l’agent qui a agiconformément aux valeurs dûment habili-tées, mais uniquement à la conditionqu’elles soient dûment habilitées, doit êtreapprouvé ; dans l’hypothèse contraire,c’est-à-dire en cas d’action conforme àune valeur non habilitée, il doit répondrede sa mauvaise action, qui fait corps avecla valeur qui l’a inspirée.
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valeurs de l’agent tolérant. Le maintien decette cohérence générale donne lieu à unecasuistique (individuelle et concrète) oùsont pris en considération la spécificité del’agent dont les valeurs sont tolérées, lasubstance de celles-ci, ce en quoi consis-terait la main qui leur serait prêtée, etd’autres circonstances encore. La tolé-rance est refusée au nom d’un contrasteexcessif (qui n’est pas la simple contra-diction entre valeurs d’égale précision etde substance contraire) entre la mainconcrètement prêtée aux valeurs d’autrui,d’une part, et, d’autre part, les valeurs del’agent tolérant dans leur ensemble. Onpourrait dire que, lorsque la tolérance estrefusée, c’est au nom de valeurs environ-nantes.
".10.- Ce qui vient d’être dit de la tolérancevaut aussi pour l’obéissance, qui est uneautre forme de relation entre morales. Ilne faut pas nécessairement refuser d’obéirà des lois que l’on désapprouve morale-ment, mais il faut commencer à désobéir àpartir du moment où le contraste entrecette obéissance et ses propres valeursdevient excessif. Seul l’agent dont l’o-béissance est en question est à même dedéterminer ce moment.
".11.- Devant la juridiction de toute morale (ycompris la sienne — que l’on songe auxregrets), l’agent qui prête la main à lavolonté d’autrui (par tolérance, obéis-sance ou complicité) répond de son gestenon en tant qu’auteur de la volonté d’au-trui, mais en tant que son exécutant (cequi n’est pas la même chose, et qui devraitencore faire l’objet de sous-distinctions).Il a bien ou mal agi selon qu’aux yeux dela morale devant laquelle on le juge mora-lement, il aurait dû ou non estimer que leslimites de la tolérance (ou les limites dudevoir d’obéissance, ou le seuil à partirduquel on devient immoralement com-plice) avaient été franchies. De la mêmefaçon, il peut aussi répondre de son refusde tolérer, d’obéir, ou de prêter la main àautrui d’une autre façon.
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!.12.- Il n’y a qu’une morale. Mais elle estdiversifiée et hiérarchisée. En ce sens, elleest parcourue de relations entre valeurs(les valeurs inférieures ne sont de bonnesvaleurs que si elles sont conformes auxvaleurs supérieures) et entre agents (cequi est une bonne valeur par diversifica-tion entre agents doit voir son domaine devalidité reconnu par tous les autresagents).
Il y a des relations dans la morale ; iln’y a pas de relations entre morales (ceserait une contradiction dans les termes,ou, plus précisément : une contradictionentre le mot et son nombre).
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".12.- Il est donc concevable qu’une moraleporte sur une autre, qu’une morale exiged’une qu’autre devienne ce qu’elle n’estpeut-être pas encore, ou qu’elle reste cequ’elle est sur le point de ne plus être (exi-gences), et que l’agent destinataire decette exigence ait à répondre devant lapremière morale de son action nonconforme à cette exigence (reproches,responsabilité). Exigences et responsabi-lité peuvent être internes à une morale (lesregrets, par exemple, sont une formed’auto-responsabilité, ou de reprochesqu’on s’adresse à soi-même). Elles peu-vent aussi être des relations entre morales.Elles sont très différentes de la tolérance,de l’obéissance et de la complicité (l’exi-geant s’immisce dans la morale d’autrui ;le tolérant l’accueille). Toutes peuvent secombiner (exigence de tolérance, exi-gence d’exigence, tolérance d’exigence,tolérance de tolérance, etc.).
33.- Quelles conclusions tirer de cette recherche sur la tolérance, le monisme et lepluralisme, et sur la pertinence de la métaphore de la tolérance en droit internationalprivé ?
Les propos de morale et d’éthique relatifs à la tolérance peuvent être regroupés endeux ensembles, selon qu’ils ont pour objet, d’une part, une attitude de l’État (ou de la« société ») vis-à-vis de certains de ses sujets et qui consiste en une diversification ducomportement étatique par abstention, par spécialisation ou par habilitation, ou, d’autrepart, une attitude interindividuelle consistant à ne pas empêcher, alors qu’on le pourrait,l’exercice par autrui d’une activité que l’on n’approuve pas (tolérance passive, obéis-sance passive, complicité passive), ou à apporter à cette personne une contribution posi-tive à l’exercice de cette activité, alors qu’on pourrait s’en dispenser (tolérance active,obéissance active, complicité active).
Les premiers sont monistes (toute la moralité s’y ramène à une source unique) ; lesseconds, pluralistes (la tolérance en tant que vertu interindividuelle n’a de sens que si lesmorales sont différentes les unes des autres, irréductibles les unes aux autres, et en rela-tions les unes avec les autres).
Un clivage similaire s’observe en théorie du droit en général et en théorie du droitinternational privé en particulier. De sorte que l’on pourrait dire que la pertinence de lamétaphore de la tolérance en droit international privé est établie, quels que soient les ter-mes collationnés. Mais on gagne plutôt à attirer l’attention sur deux similitudes supplé-mentaires.
!.- Monisme ".- Pluralisme
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Premièrement, il ne fait aucun doute que l’analogon de l’exception d’ordre public endroit international privé est la limite de la tolérance active en tant que vertu interindivi-duelle, et non la limite de la tolérance en tant qu’attitude de l’État (ou de la « société »)vis-à-vis de certains de ses sujets et qui consiste en une diversification du comportementétatique par abstention, par spécialisation ou par habilitation. En effet, l’exception d’or-dre public, comme la limite de la tolérance active en tant que vertu interindividuelle, estun refus de prêter main-forte à la volonté d’autrui. Elle est une cessation (unilatérale parsa source et par ses raisons) de la coopération dont bénéficie autrui. Elle n’est pas uneexception d’illégalité d’une norme intermédiaire, comme le serait le refus d’un préfet demettre en œuvre un décret gouvernemental contraire à une directive communautaire, etqui aurait comme analogon en morale la réprobation des agissements exorbitants d’ungroupement religieux (par exemple) qui seraient autant de ruptures du pacte social (pouremployer les mots du langage moral des personnes qui écrivent dans les quotidiens).
Deuxièmement, de même que les paradoxes du droit international privé naissent del’enchevêtrement de deux théories : celle du monisme-bilatéralisme et celle du plura-lisme-unilatéralisme, de même peut-on penser que les paradoxes qui voient le jour enmorale et en éthique à propos de la tolérance, de l’obéissance et de la complicité sontprovoqués par l’enchevêtrement de deux représentations de leur objet : celle dumonisme et celle du pluralisme. Par exemple et par excellence, le paradoxe de l’autodes-truction de la tolérance et celui de l’autodestruction de l’autorité de l’État qui permettraitla désobéissance viennent de l’introduction de la pluralité des agents à même de déciderde ce qui est bien et de ce qui est mal dans un raisonnement par ailleurs moniste en cequ’il est précisément exclusif d’une telle pluralité (sans bannir cependant une diversifi-cation délimitée).
CONCLUSION
34.- En droit international privé, le pluralisme juridique et le monisme juridique sontdeux théories générales du droit qui ont marqué et qui marquent encore l’esprit de cer-tains législateurs, de leurs substituts prétoriens, de commentateurs et de critiques, deplaideurs et d’organes d’application du droit. La part de positivité de chacune de cesdeux théories au droit positif peut être mesurée : certaines parties du droit obéissent à lapremière et d’autres à la seconde. Comme ces deux théories sont incompatibles entreelles, et qu’une théorie est destinée à guider des raisonnements, il résulte de leurinfluence enchevêtrée dans le droit positif ou dans les discours qui s’y rapportent desparadoxes, cercles vicieux, pétitions de principe, et autres apories. Que ces enchevêtre-ments viennent à disparaître et ces anomalies argumentatives disparaissent également.
Les spécialistes du droit international privé présentent traditionnellement leurdiscipline comme le droit de la tolérance (parce que c’est, notamment, le droit de la mised’un premier État au service des normes d’un second, même différentes des siennes), etl’exception d’ordre public (qui conduit le premier État à refuser d’accorder un effet à lanorme du second quand cet effet contraste excessivement avec les principes tirés du droit
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du premier) comme la limite de cette tolérance. La mise à l’épreuve de la pertinence decette comparaison entre cette branche du droit et la tolérance en tant qu’objet d’une par-tie de la morale et de l’éthique conduit au constat du bien-fondé de cette comparaison.Mais au-delà de ce constat attendu, la vérification menée fait apparaître qu’en morale eten éthique on observe, comme en droit international privé, que le monisme et le plura-lisme influencent chacun une partie des discours, que cette influence est parfois enche-vêtrée, que de cet enchevêtrement naissent des paradoxes, et que ceux-ci perdent leurcaractère paradoxal lorsque prend fin l’enchevêtrement qui leur a donné naissance.
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