Post on 21-Jan-2019
LA ISLA DE BENIDORM Dice la leyenda que hace muchísimos años había gigantes aquí en Alicante y vivían en
nuestras montañas. Esas montañas son enormes para nosotros, pero para ellos eran
pequeñas rocas, como piedras en el camino.
Dicen que uno de los gigantes se enfadó tanto un día que le dio una patada, a una piedra
para él, a una de nuestras montañas para nosotros. Y el trozo de montaña que falta tiene
la misma forma que la piedra que fue a parar al mar, en una playa de Benidorm. Y ahora la
llamamos la isla de Benidorm.
Emma
LA LEYENDA DE LA CASA CARBONELL Dice la leyenda que el empresario textil alcoyano Enrique Carbonell Antolí, pretendía
trasladarse a Alicante por motivos de salud, ya que el benévolo clima de nuestra ciudad
era beneficioso para curar la enfermedad de su hija.
En una ocasión, se desplazó hasta Alicante don Enrique, que sufrió un percance en el
camino, y dirigió al lujoso Hotel Palace para hospedarse y asearse. En el hotel, le
negaron alojamiento por su aspecto y, en venganza, el empresario mandó construir una
casa tan grande y lujosa que eclipsara al vecino hotel.
Así, sobre los solares que ocupaban las dos plazas del viejo mercado, se construiría la
llamada casa Carbonell, confiando al arquitecto Juan Vidal que levantara los planos. Y,
el seis de mayo de 1921, presentó la solicitud al Ayuntamiento. La casa Carbonell, de
acuerdo con los planos, ocupa una superficie de ochocientos ochenta y un metros
cuadrados y una fachada modernista rematada por varias torretas y cúpulas.
El año de su inauguración, un hidroavión, procedente de Argel, colisionó contra una
terraza en la cúpula del edificio, falleciendo los dos tripulantes y provocando la caída
del remate de una cúpula.
Ainhoa
Los pastores y el tesoro Cuenta la leyenda que las cuevas que hay alrededor de Puebla de Don Fadrique están llenas de tesoros escondidos por los musulmanes durante la Reconquista, antes de huir de esas tierras.
De vez en cuando, la gente del lugar encontraba el sombrero y el zurrón de algún pastor en la entrada de una cueva, del que jamás volvían a saber nada. Simplemente desaparecía...
Unos decían que habían entrado en busca de tesoros, pero se habían perdido por las laberínticas cuevas. Otros, en cambio, opinaban que, tras años de búsqueda, habían conseguido encontrar un tesoro y decidían dejar atrás su antigua vida de pastor para comenzar una nueva vida, lejos de familiares y conocidos que pudieran importunarles.
Sea como fuere, no se conoce a nadie que haya encontrado un tesoro en una de esas cuevas, ni a nadie que haya visto a alguno de los pastores desaparecidos.
Victoria
ORIGEN DEL NOMBRE DE ALICANTE Esta leyenda, que explica el nombre de Alicante (o sea, que por qué Alicante se llama "Alicante" y no de otra forma), nos viene dado en forma de amor... si, esa clase de amores imposibles en los que normalmente los dos suelen morir por no poder reflejar su amor. Y en este caso, Cántara y Alí, amantes desgraciados donde los haya, tuvieron el tardío consuelo de ver fundidos sus nombres para dar denominación al lugar que fue testigo de su amor imposible.
Cántara era musulmana hija del Califa de la ciudad (la actual Alicante) y, además de su posición social, tenía a su favor su belleza sobrehumana, por lo que no fue extraño que dos jóvenes musulmanes se enamoraran locamente de ella. El Califa decidió que uno de ellos será un buen marido para su hija, pero, ¿cuál de ellos?
El Califa, ante el gran dilema que tenía, tomó una decisión salomónica: los pretendientes deberían llevar a cabo una tarea concreta, y Alá decidiría. Por tanto Almanzor (el otro pretendiente) y Ali se pusieron manos a la obra. Almanzor decidió ir a las Indias a traer raras especias a su amada, mientras Ali se comprometió ante el Califa a cavar una acequia y poder traer agua a Alicante desde Tibi.
Dicen las crónicas que, mientras Almanzor iba rápidamente con sus barcos a las Indias a traer especias, Cántara no se tomó tan en serio su trabajo. Se dedicó más a escribir poesías a su amada e ir hablando excelencias y diciendo que le amaba por todo el mundo. Cántara se enamoró de él locamente, sin esperar siquiera ver finalizada su tarea y la de Almanzor. La elección ya estaba hecha.
Pero, un día, llegó Almanzor con sus barcos cargados de especias y el Califa, que era hombre de palabra, le concedió la mano a su hija. Ali, desesperado, se tiró al vacío por un barranco (se dice que sobre el lugar se construyó algunos siglos después el Pantano de Tibi). Cántara, desesperada también, decidió seguir los pasos de su amor y se tiró al mar desde el risco de San Juliá, que desde entonces vino a llamarse "el Salt de la Reina Mora".
Dicen que el Califa murió de tristeza y que, sorprendentemente, su efigie apareció grabada en el mote Benacantil.
Cuenta la leyenda que la corte, impresionada por los hechos, decidió llamar a la ciudad "Alicántara", de donde viene el nombre actual "Alicante".
María
La cara del Moro una leyenda que da nombre a la La cara del Moro una leyenda que da nombre a la ciudad de Alicanteciudad de Alicante
Cuenta la leyenda que el Califa de Alicante quiso casar a su preciosa hija Cántara con uno de los dos
jóvenes musulmanes que estaban locamente enamorados de ella. Para escoger a uno de ellos, el Califa
tomó la decisión de que cada uno hiciera una tarea concreta, y el Califa decidiría. Uno, Almanzor tenía
que ir hasta las Indias a traer especias raras a su amada. El otro, Alí tenía que cavar una acequia para
traer a su amada el agua verde de Tibi hasta Alicante.
Se cuenta que Almanzor puso mucho empeño en su labor, mientras Alí se dedicó a escribir poemas a
Cántara y a predicar su belleza, por lo que esta se enamoro de Alí. Cuando Almanzor volvió de su
aventura, el Califa le concedió la mano de su hija. Alí, desesperado, se suicidó lanzándose por un
barranco. Cántara optó por la misma acción. El Califa murió de tristeza y, sorprendentemente, su efigie
apareció grabada en el monte Benacantil. La corte, impresionada, decidió llamar a la ciudad
Alicántara, de donde viene el nombre de Alicante
Ariadna
LA LEYENDA DE LA REINA MORA
En el Castillo de Santa Bárbara, al parecer, cuando estas tierras las dominaban los musulmanes,
habitaba un califa con una hermosa hija. Ésta tenía dos pretendientes. Uno de ellos prometió abrir una
ruta comercial con Oriente para traerle sedas y especias. El otro, un joven de familia noble, quería
conquistarla abriendo una acequia que trajera agua a la ciudad.
La princesa se enamoró, día a día, de este último, pero su padre quería que fuese el hombre que partió
a las Indias quien la desposase. El joven, entonces, enloqueció y se tiró por un barranco. Allí mismo, la
tierra se abrió, de manera milagrosa, haciendo brotar el agua de la montaña llenando la actual presa de
Tibi. Sumida en la tristeza, la bella novia también se lanzó al vacío desde lo que se conoce como el
Salto de la Reina Mora.
RAÚL
LA CARA DEL MORO
Cuenta la leyenda que el califa de Alicante quiso casar a su preciosa hija Cántara con uno de los dos jóvenes musulmanes que estaban locamente enamorados de ella. Para escoger a uno de ellos, el Califa tomó la decisión de que cada uno hiciera una tarea concreta y Alá decidiría. Uno, Almanzor, tenía que ir hasta las Indias a traer especias raras a su amada. El otro, Alí, tenía que cavar una acequia para traer a su amada el agua verde del Tibi hasta Alicante. Se cuenta que Almanzor puso mucho empeño en su labor, mientras Alí se dedicó a escribir poemas a Cántara y a predicar su belleza, por lo que esta se enamoró de Alí. Cuando Almanzor volvió de su aventura, el Califa le concedió la mano de su hija. Alí, desesperado, se suicidó lanzándose por un barranco. Cantará optó por la misma acción. El Califa murió de tristeza y, sorprendentemente, su efigie apareció grabada en el monte Benacantil. La corte, impresionada, decidió llamar a la ciudad "Alicántara", de donde viene el nombre actual de Alicante.
Unai
LA CARA DEL MORO
Cuenta la leyenda que el Califa (rey musulmán) de Alicante
quiso casar a su preciosa hija, Cántara, con uno de los dos
jóvenes musulmanes que estaban locamente enamorados de ella.
Para escoger a uno de ellos, el Califa tomó la decisión de que
cada uno hiciera una tarea concreta, y Alá decidiría. uno,
Almanzor, tenía que ir hasta las Indias a traer espacias raras
a su amada. el otro, Alí tenía que cavar una acequia para
traer a su amada el agua verde de Tibi hasta Alicante. Se
cuenta que Almanzor puso mucho empeño en su labor, mientras
Alí se dedicó a escribirle poemas a Cántara y a predicar su
belleza, por lo que esta se enamoró de Alí. Cuando Almanzor
volvió de su aventura, el
Califa le concedió la mano de
su hija. Alí, desesperado, se
suicidó lanzándose por un
barranco. Cántara optó por la
misma acción. El Califa murió
de tristeza y, sorprendentemente, su rostro apareció grabada en
el monte Benacantil. La corte impresionada, decidió llamar a
la ciudad “Alicántara”, de donde viene el nombre actual de
Alicante. Aitana
Aitana
Leyenda del castillo de Santa Bárbara Se cuenta que, en los tiempos de dominación musulmana, vivía aquí un Califa árabe cuyo gran poder no nublaba su buen juicio y carácter magnánimo. Sus súbditos le amaban y él era muy dichoso por poseer una gran familia.
De entre sus vástagos, adoraba, sobre todo, a su hija Cántara, una bellísima criatura a la que trataba con dulzura extrema. Cuando Cántara tuvo cierta edad, un gran número de pretendientes se acercaron a pedir su mano. La fama de su belleza había llegado bien lejos, pero también la de la dote que su padre entregaría al afortunado esposo.
De entre todos los mancebos que aparecieron ante las puertas del castillo, resaltaron dos : Almanzor, un famoso general llegado de Córdoba y Alí, menos dotado en las artes del combate pero de gran belleza y romántico corazón.
Cántara y su padre no conseguían elegir entre ambos, así que el Califa decidió someterles a una prueba. Tendrían que hacer una proeza que le impresionaría.
Almanzor decidió marcharse a la India para abrir una ruta de comercio y traer sedas y especias de allí. Mientras, Alí se propuso abrir un canal que trajese agua de la zona de Tibi.
Mientras Almanzor se encontraba muy lejos realizando su misión, Alí tenía otra propia mente. Su plan le mantenía cerca de Cántara y a ella dedicó todos sus encantos, hasta que ambos jóvenes quedaron profundamente enamorados.
Sin embargo, un día regresó Almanzor con un barco lleno, hasta los topes, de objetos valiosos.
El padre de Cántara quedó gratamente impresionado y concedió la mano de su hija al general. Esto supuso un drama para la bella joven y su amante. Alí, cuando se enteró, corrió hacia un precipicio y se lanzó. La tierra se abrió para acogerle en su seno y, por arte de magia, el agua comenzó a brotar, llenando el actual pantano de Tibi.
Cuando Cántara se enteró de lo sucedido, no pudo con la pena y saltó al vacío en la Sierra de San Julián. Desde entonces, a este lugar se le conoce con el nombre del Salto de la Reina Mora.
El padre de Cántara murió poco tiempo después, consumiendo la pena. Dicen que la montaña, asumió la forma del perfil de su cara, para asombro de todos los súbditos, que encontraron en este milagro un ligero consuelo para su aflicción. Conmovidos por toda la historia, decidieron aunar los nombres de los enamorados, Alí y Cántara, para dar nombre a su población y que su amor perdurara eternamente.
Clara Roselló
LA LEYENDA DE LA ISLA DE TABARCA
Se dice que, a finales del siglo XIX, una pareja de grandes lobos marinos llegó a una de las cuevas de Tabarca. La hembra estaba embarazada y eligieron este lugar para dar a luz a su cría. Los habitantes de la isla, que vivían de la pesca, pensaron que la presencia de los dos mamíferos podría suponer una pérdida importante de sus capturas, ya que romperían sus redes y se alimentarían de los peces atrapados en ella. Una noche, algunos pescadores se acercaron a la cueva y asustaron tanto a la hembra que dio a luz antes de tiempo. La cría murió al momento de nacer y la madre murió de pena. El macho quedó solo y profundamente triste. Durante tres días, aulló de dolor, día y noche, sin descanso. Finalmente, también murió, consumido por el dolor. Dicen los habitantes de Tabarca que su cuerpo aún se encuentra en las profundidades y, en los días de luna llena, se escucha el aullido de sus lamentos.
Mireia
Leyenda de Tabarca Tabarca es una isla que forma parte de Alicante y está frente a Santa Pola. Desde Guardamar del Segura, el pueblo donde veraneo desde hace 15 años, se ve la isla y he ido varias veces, pero no conocía la leyenda: En el sur hay una pequeña gruta en la que el mar penetra en el subsuelo y hay muchas estalactitas. A finales del siglo XIX, a la gruta llegó una pareja de lobos marinos, que se quedaron en ella. Los habitantes de la isla, teniendo miedo de ellos y pensando que iban a terminar con la pesca de la zona, decidieron atacarlos. Una noche de luna llena entraron en la gruta, sorprendiendo a la pareja de lobos marinos. La hembra estaba preñada y tuvo a la cría. Ambas murieron y el macho estuvo lanzando aullidos de dolor hasta que murió, 3 días después. Según la leyenda y algunos habitantes de Tabarca, las noches de luna llena se escuchan aullidos de dolor procedentes de la gruta y los peces se ponen en fila, como haciendo una marcha fúnebre en honor al lobo marino. Desde entonces, esa gruta se conoce como la ``Cueva del Lobo Marino´´
Pedro
Aparició de la Mare de Deu de les Virtuts a Cox Diu la llegenda que, antigament, a la glorieta de Cox hi havia un hort d'oliveres. Un dia, un
moro va anar a agafar olives, però no va acabar d'omplir el seu cistell quan, en un moment
que es va donar la volta, va aparèixer bolcat. El moro, com si res, va tornar a omplir-la, però
novament, en un altre descuit, la canastra va aparèixer tornada i les olives escampades. Va
observar, llavors, que hi havia un nen per allà i, pensant que ell era el culpable, li va llançar
una pedra, donant no al nen sinó a una dona, que va resultar ser la Verge de les Virtuts. I el
nen, és clar, era el seu Fill.
Rocío del Río
LA DONA DE LA COVA
Un dia, una dona d’Albatana, estava treballant en el camp arreplegant fruits. Quan havia terminat de
arreplegar els fruits se’n va anar al poble a vendre-los.
Però se estava posant molt nuvolat. Quan anava per la meitat del camí, se l’ van caure els fruits i, en el
temps que va tardar en arreplegar-los, se’n va formar una tempesta. Va començar a ploure i a ploure i a
ploure... i més i més. La dona va veure un refugi, que era la cova agrícola i se’n va refugiar, però va
començar a explorar a dins i la cava es va omplir d’aigua. I, com no li va donar temps a escapar, va
morir ofegada.
I, des de que va passar això, eixa cova diuen que té una maledicció i ningú s’atreveix a entrar .
Candela
La leyenda del tesoro de Cúllar En el siglo XI reinaban en el sur de la península los nazaríes: un estado musulmán con capital en
Granada.
En Cúllar, localidad perteneciente a la provincia de
Granada, donde nacieron mis abuelos paternos, existe una
torre de aquella época: la Torre del Alabí, una torre
defensiva a cuyo cargo se encontraba un militar. Esta torre
tuvo una galería de comunicación con el propio pueblo.
Mientras estuvo encargado de la defensa en esta torre, el
militar fue acumulando riquezas y cuando la península
ibérica fue reconquistada y estuvo en peligro la defensa de
la torre, cogió sus riquezas y huyó a través de la galería en
dirección al pueblo.
Como la galería discurría bajo el río Cúllar, el techo de la
misma se hundió, con tan mala fortuna que atrapó al
militar, quedándose aislado con sus riquezas.
Han pasado diez siglos y nadie ha encontrado el tesoro.
Cuando algunos atrevidos han bajado a la galería (aún en
pie en parte de su recorrido), y han llegado al lugar dónde
se supone que se quedó atrapado el militar, las velas, las linternas y otros equipos de iluminación que
han llevado consigo han dejado de funcionar e iluminar dicha galería.
La leyenda dice que es el militar que, con un fuerte soplido, apaga la luz para que los osados que bajan
a la galería se queden a oscuras y no encuentren el tesoro que esconde.
Julia
!
LA HUELLA DEL CABALLO DE SAN JORGE Cuenta una de tantas leyendas que en Alcoy (pueblo natal de mi padre), un poco más arriba de la Venta Saltera, situada en la antigua carretera dirección a Alicante, hay una roca con la herradura del caballo de San Jorge. Dicha marca, se dice que fue de cuando apareció San Jorge para ayudar a los alcoyanos a defender su pueblo, junto al cura de entonces, Mosén Torregrosa. Lucharon contra las tropas de Al-Azrraq el Grande en el Barranco de la Batalla. De ahí el origen de las fiestas patronales de Alcoy en honor a San Jorge cada 21, 22, 23 y 24 de abril, rememorando dicha batalla.
Damián
Los animales y el fuego Hace mucho tiempo los animales hablaban y hacían cosas de personas. Pero no tenían
fuego y, como no se habían inventado los fósforos, los pobres tenían que comer su comida
cruda, que mucho no les gustaba, y en invierno pasaban bastante frío.
El Jaguar en esos tiempos no tenía manchas, sino que era todo lisito, amarillo.
Un día que estaba tomando calorcito en una montaña alta, al Sol le dieron lástima los
animales y lo llamó:
—¡Eh, Jaguar! Te voy a dar una cosa para que usen vos y los demás animales.
—¿Qué es? ¿Algo para comer? —dijo el Jaguar, que era bastante tragón.
—No, te voy a dar un poco de fuego. Haz un atadito de ramas y pasto seco y levántalo, que
yo te lo enciendo. Pero tenéis que convidarle a todos, ¿eh?
—Síii —dijo el Jaguar. Y preparó una antorcha, que el Sol prendió.
—Gracias, ahora les llevo a todos. Hasta pronto, Sol.
Y bajó de la montaña. Pero el Jaguar, no bien se alejó, dijo:
—¡Ja, ja! Ahora sí que voy a poder comer churrasquitos y asados y no todas esas
porquerías crudas. Y en invierno no voy a pasar más frío. Y a los demás no les doy nada,
porque al fin de cuentas la antorcha la preparé yo y me tomé el trabajo de bajarla.
Así que se fue a su casa, juntó ramas e hizo un lindo fuego, al que iba agregando a cada
rato leña para que no se apagara nunca. Y comió asado y se acostó a dormir al calor del
fogón.
Pero la Avispa, que era muy curiosa y siempre andaba escuchando las conversaciones de
los demás, había oído lo que el Sol había dicho, así que se fue volando a avisar a los
demás.
—¡No puede ser! —dijeron los otros—. ¡Nosotros también queremos fuego! Vamos a pedirle.
Entonces mandaron a la Lechuza, que sabía hablar muy bien, para que pidiera al Jaguar
una brasita. Pero cuando la Lechuza empezó a hablar el Jaguar le gritó:
—¡NOOO! ¡El fuego es MÍOOO! —y pegó tales rugidos que la pobre Lechuza se asustó
mucho y se escapó volando.
Entonces mandaron a la Vizcacha para ver si convencía al Jaguar. Pero no bien empezó a
hablar el Jaguar se enojó; se puso a rugir y la sacó corriendo.
Entonces mandaron al Loro, que empezó a dar charla al Jaguar, de cualquier cosa, para ver
si se ablandaba y le convidaba una brasita. Y habló tanto que el otro se quedó dormido,
medio mareado de escucharlo hablar tanto.
Entonces el Loro dijo:
—Bueno, vamos a aprovechar y a sacar un poquito de fuego.
Pero no se le ocurrió nada mejor que agarrar una brasa con el pico, y se quemó la lengua.
Pegó un grito y el Jaguar se despertó.
—¿Qué hacéis? ¡Loro sinvergüenza! ¡Te voy a dar! —Y se abalanzó sobre el Loro, que se
escapó volando.
Entonces los animales mandaron al Zorro, que era muy vivo. Cuando el Zorro llegó adonde
estaba el Jaguar le dijo:
—¿Cómo le va, don Jaguar? —y empezó a charlar haciéndose el distraído.
—¡Basta de charlas, que ya me cansó el Loro! —le contestó el otro.
—¡Huy, cuánto trabajo tiene para mantener este fuego! ¿No quiere que lo ayude trayendo
ramas?
Como el Jaguar era bastante vago le dijo que sí y el Zorro empezó a trajinar trayendo leña,
amontonándola y echándola al fuego. El Jaguar empezó a amodorrarse mientras vigilaba por
las dudas al Zorro. Entonces éste le dijo:
—El fuego se va a apagar si no acomodamos mejor la leña. Voy a usar un palo para
acomodar las brasas.
Agarró un palo y empezó a revolver el fuego, hasta que la punta se encendió bien; vio de
reojo que el Jaguar se distraía y bostezaba y salió corriendo con el palo encendido.
El Jaguar pegó un salto para atraparlo, pero el Zorro había dejado atravesados unos palos,
así que el Jaguar tropezó, se cayó y se ensució la piel con los carbones.
El Zorro corrió tanto que el Jaguar no lo pudo alcanzar.
—¡Ahora sí que me embromó el Zorro este! ¡Me sacó fuego y encima me caí y me manché
la piel, tan linda y lisita que la tenía!
Desde entonces todos tuvieron fuego para cocinar y calentarse en invierno y los jaguares
tienen manchas negras y andan siempre de malhumor.
Samira
Cantó y la Ven ida de la v i rgen, Elche. Cuenta la leyenda que, en diciembre del año 1370, un guardacostas, Francesc Cantó, encontró en la orilla de la playa del Tamarit, cercada por la corriente, un arca de madera, que en su cubierta llevaba una inscripción que ponía “Sóc per a Elx” (Soy para Elche). Al verlo, Cantó abrió la caja y descubrió una imagen de la virgen a la cual le acompañaba El Consueta, es decir, texto y música para la representación de la Asunción de María a los cielos (Misteri d’Elx).
Sorprendido por el descubrimiento, Cantó cabalgó hacía la ciudad de Elche con el fin de comunicárselo al cabildo, que publicó un decreto para que todos los ilicitanos fueran a la playa a recoger la imagen. Cuando los ilicitanos llegaron, observaron que un grupo de vecinos de Alicante y Orihuela pretendían llevársela a sus respectivos pueblos.
Para solucionar la disputa, montaron el arca en un carro tirado por bueyes con los ojos tapados que situaron en un cruce de caminos, para que eligieran el que más les pareciese, yendo, finalmente, para Elche.
Rocío Muñoz
El pájaro carpintero y el tucán Un día, se encontraba el tucán volando por los aires y se topó con un pájaro carpintero que estaba construyendo una casita para su familia. Se sorprendió mucho al ver tan buen trabajo y se quedó hablando con él. Le preguntó el tucán si podría construir una casita para él también, cuando terminara la de su familia. El pájaro le pidió algo a cambio, pero el trato se llevó adelante.
Al terminar la casita familiar, comenzó en el árbol de al lado con la casa para su nuevo amigo el tucán, quien, a cambio del trabajo, que quedó muy bello, le dio algunas plumas de su pelaje y las colocó, con cuidado, sobre la cabeza de este pajarillo, que fue feliz con este detalle que hoy en día tanto le gusta lucir, ya que antes, solamente, el negro y blanco cubría toda la extensión de su cuerpo.
La amistad no terminó aquel día entre estas dos aves de la naturaleza, ya que nunca más se ha visto a un tucán que no tenga dónde ir a dormir. Los pájaros carpinteros no se quedan por siempre en las casitas que arman dentro de los árboles y los tucanes, en cambio, vuelan hasta encontrar una nueva casa, sin nadie dentro, para poder habitarla y no estar en la intemperie, con lo peligroso que puede ser para un tucán.
Hugo
LA LEYENDA DEL MUSEO REINA SOFÍA Cuenta la leyenda, que las almas de los enfermos aún vagan por el museo Reina Sofía, Dicen que se oyen voces y gritos, que saltan las alarmas, sin motivo. Los mendigos y las personas sin recursos acudían a morir allí, cuando era un hospital. El número de cadáveres era tan elevado que muchos de ellos tuvieron que ser enterrados en el subsuelo del propio centro hospitalario. Fue una época en la que distintas pestes y epidemias asolaron Madrid. Este hecho hizo que durante el siglo XIX surgiesen historias sobre duendes y fantasmas que subían por las noches a las habitaciones de algunos enfermos para anunciarles que su muerte estaba próxima. En los primeros años de funcionamiento, miles de personas murieron. Por la noche, salen las almas de los que habitaban en el hospital y quedaron atrapados en los escombros al construir el museo. Durante las obras de acondicionamiento del museo, se produjo toda una serie de macabros hallazgos, entre los que se encontraban restos de esqueletos, calaveras o cadáveres de niños. En 1990, mientras se llevaba a cabo una segunda remodelación, aparecieron tres monjas momificadas enterradas en la antigua capilla del hospital, una zona que hoy día se utiliza como sótano y en la que algunos trabajadores del museo aseguran que se producen la mayor parte de actividades paranormales. De hecho, las tres momias permanecen enterradas bajo la puerta principal del Museo tras el permiso de la Iglesia.
Olga
LA LEYENDA DE LAS CRIATURAS DE SAN ANDRÉS
Los Strigoii son criaturas muy feas, sin pelo. Su columna vertebral acaba en una cola de
un animal y, en lugar de pies, tienen pezuñas. Se pueden parecer a los vampiros.
Odian el ajo y la cebolla y, para ahuyentarlos, la gente cuelga ajos en la puerta de la
entrada.
En la noche de San Andrés, aparecen en los cruces de los caminos. Salen de sus tumbas
para robar el alma de las personas. Están hasta que sale el sol y a veces aúllan a la Luna
llena.
Así que, si sales en la noche de San Andrés, más vale que te pongas un diente de ajo en
el bolsillo.
EL ALMA DE LAS COSAS Hacia los años cincuenta, había un personaje en Alicante llamado Cristòfol de Català. Jamás escribió
nada, pues no sabia escribir. Se nombraba a si mismo repartidor de versos, como repartía flores o
caramelos.
Este curioso, nombrado y conocido personaje de la época vivía en una humilde y destartalada casa al
pie de el Benancantil, es decir, en pleno barrio de Santa Cruz .
El despertar cotidiano de este poeta lo efectuaba en los bares pintorescos de la zona, desayunándose
con un licor de cantueso o cazalla. Así, iniciaba su jornada repartiendo versos por todos los barrios
alicantinos a cambio de unas monedas. Versos siempre inéditos. Por ejemplo:
No hay correspondencia exacta
entre el ayer y el mañana .
Cuando lo que no pasará jamás puede ser
que vendrá forzado mañana.
Una palabra y una nota de música
llega más allá del horizonte
pero puede desaparecer cuando nace
y puede volver a su pequeño nido.
En la destartalada casa de Critòfol destacaba un cartel que le identificaba y era: AL PIE DEL
CASTILLO VIVÍAN LOS DUENDES. La casa estaba repleta de objetos de todo tipo como por
ejemplo cuadros, botijos etc. Este cartel, fue un obsequio de un artista foguerer alicantino. Aquella
casa guardaba uno de esos ninots o muñecos que se libraron de las llamas en la Nit de Sant Joan. Este
objeto apreciado por Cristòfol estaba colocado en un
pedestal de madera y él lo llamaba Sant Ninot. Aparecía
con una bola del mundo en la mano izquierda y, en la
mano derecha, una calavera en la que crecían un sinfín de
objetos no significables que cobraban vida cuando Cristòfol
relataba su historia y procedencia.
Un 24 de Junio, ardió la casa de Cristòfol. Cuando llegaron
los bomberos solo encontraron a Sant Ninot ardiendo y
chispeando bajo del fuego sin consumirse. Si la historia
acabase aquí, lo que resulta incomprensible es que jamás
encontraron a Cristòfol. Pero lo que sí podemos creer es que existe el alma de las cosas
Clara Silvent
!