La era del progreso

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4. LA ERA DEL PROGRESO.

1. El avance de la ciencia.

La herencia de la Ilustración del siglo XVIII, que impulsó el desarrollo del conocimiento científico como vía para el progreso, alcanzó su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XIX, gracias a los grandes avances tecnológicos.

Auguste Comte (1798-1857) sentó las bases del positivismo, corriente de pensamiento que impulsaba al desarrollo de leyes científicas a partir de la observación, lo que permitiría la predicción de hechos.

Auguste Comte además formuló la ley de los tres estados sobre el progreso en el conocimiento y sentó las bases de la sociología, que buscaría formular leyes sobre el funcionamiento de las sociedades.

Charles Darwin (1809-1882) revolucionó las ciencias naturales al formular la teoría de la evolución de las especies a partir de su obra El origen de las especies. En esta obra desarrolló el principio de selección natural para explicar la evolución de las especies.

La teoría de la evolución chocó con las creencias religiosas y revolucionó le conocimiento científico.

Por su parte, Gregor Johann Mendel (1822-1884) sentó las bases de la genética (el estudio de la transmisión de caracteres de padres a hijos).

Las ideas evolucionistas se difundieron al ámbito de la sociedad e historia humanas, dando pie a teorías sobre el progreso humano como la expuesta por Herbert Spencer (1820-1903) en sus Principios de psicología. El darwinismo social acabaría propugnando la selección de los individuos más aptos para mejorar el progreso humano.

Durante el siglo XIX también destacaron los avances científicos en el conocimiento de los fenómenos eléctricos. En 1800 el italiano Alessandro Volta desarrolló una pila eléctrica (1800) como una batería eléctrica de escasa potencia, que permitió la aparición de la telegrafía eléctrica, pero no se sabía cómo generar de forma masiva electricidad y cómo transportarla.

Michael Faraday (1791-1867) descubrió que se generaba una corriente eléctrica cuando un material conductor, por ejemplo una bovina de cobre, se movía en un campo magnético.

James Clerk Maxwell (1831-1879) estableció una teoría unificada de los fenómenos eléctricos y magnéticos: el electromagnetismo. Además afirmó que la luz era también un fenómeno electromagnético.

A partir de estos conocimientos científicos se creó la dinamo y los generadores eléctricos a partir de la energía hidroeléctrica A su vez también se creó el motor eléctrico. Estos avances permitieron el uso cotidiano de la electricidad.

Thomas Alva Edison (1847-1931) desarrolló numerosos inventos que patentó e impulsó su comercialización. Entre ellos destacó la bombilla incandescente que perfeccionó en 1880, el fonógrafo (que reproducía sonidos grabados) y sus aportes al cinematógrafo (que reproducía imágenes grabadas).

2. La segunda revolución industrial.

2.1 Nuevas fuentes de energía.

En esta etapa el vapor y el carbón fueron sustituidos como fuentes de energía por la electricidad y el petróleo.

La electricidad se produjo en centrales hidroeléctricas y se logró transportar mediante el alternador y el transformador. Se aplicó a múltiples ámbitos como la industria (motores), el transporte (tranvías), las comunicaciones (teléfono), la iluminación y el ocio (fonógrafo, cinematógrafo,...).

Por otra parte, en EEUU se empezó a extraer el petróleo (1859), que gracias al motor de explosión permitió su uso en nuevos transportes: el automóvil y el aeroplano, además de aplicarse a la navegación. Además comenzó a usarse para la obtención de plásticos (industria petroquímica).

2.2 Nuevas industrias.

La intensificación de la relación entre investigación y empresa dio lugar a nuevos inventos, que afectaron a la industria siderúrgica, química y eléctrica.

La siderurgia se potenció al mejorarse y abaratarse la producción de acero gracias al convertidor de Bessemer (1855) y el horno eléctrico de Martin y Siemens (1867). la industria de acero facilitaría el desarrollo de las industrias del automóvil, aeronáutica y del armamento.

La industria química se potenció ante la síntesis de compuestos orgánicos obteniéndose colorantes, fibras y explosivos artificiales. Se avanzó también productos a base de ácido sulfúrico, abonos, hulla (alquitrán), y petróleo. Además destacó el desarrollo de medicamentos (aspirina).

La industria eléctrica fue unida al desarrollo de esta nueva energía y sus múltiples aplicaciones, apareciendo empresas como Philips, Siemens o General Electric.

2.3 El gran impulso de los transportes.

En esta etapa se expandieron y mejoraron los transportes inventados en la primera mitad del siglo XIX (ferrocarril y barco de vapor), pero además se inventaron nuevos medios de transporte.

El ferrocarril extendió su red férrea, incrementó su velocidad y se abarató. El barco de vapor acabó imponiéndose al barco de vela al desarrollarse el acero. Además se abrieron los canales de Suez (1869) y Panamá (1914).

En 1886 Karl Friedrich Benz patentó el primer automóvil, basado en el uso del motor de explosión y los neumáticos. Arman Renault y Henry Ford impulsaron su desarrollo y difusión.

En 1903 los hermanos Wright protagonizaron el primer vuelo en aeroplano, que se desarrolló durante las guerras mundiales dando lugar al transporte aéreo.

La aplicación de la electricidad al ferrocarril dio lugar a trenes eléctricos que se aplicaron en las ciudades al no generar humos, dando lugar al tranvía y al metropolitano.

A partir de 1885 también se inventó la bicicleta con pedales y cadena de transmisión, medio que hoy en día se valora al no contaminar.

2.4 La revolución de las comunicaciones.

Durante esta época se desarrolló la telegrafía eléctrica intercontinental y Antonio Meucci inventó el teléfono (1860), que fue patentado por Alexander Graham Bell, lo que facilitó la transmisión instantánea de noticias y el desarrollo del comercio.

Por otra parte, gracias al conocimiento científico de las ondas electromagnéticas (Heinrich Hertz), en 1894 Nikola Tesla inventó la radio, un nuevo medio de comunicación que adquiría gran importancia, y en 1897 Giuglielmo Marconi inventó la radiotelegrafía (telegrafía sin cables), que facilitó la comunicación desde cualquier lugar.

2.5 Nuevas formas empresariales y de trabajo.

Los nuevos inventos impulsaron la concentración empresarial, que limitó la competencia. Así aparecieron el cartel (acuerdo entre empresas de un mismo sector), el holding (empresas controladas por una misma sociedad financiera), el trust (unión de empresas de un mismo producto), y el monopolio (cuando una empresa controla toda la producción en un sector).

También se produjo una concentración empresarial horizontal o vertical, uniendo respectivamente a empresas de una misma actividad económica o de actividades complementarias.

En el ámbito del trabajo se difundieron nuevas formas de organizar la producción para incrementar la productividad (cantidad y rapidez), abaratando costes. Frederick. W. Taylor desarrolló el taylorismo como sistema de trabajo basado en el control del tiempo de producción, suprimiendo movimientos inútiles.

Por su parte, Henry Ford aplicó el taylorismo en sus fábricas de coches a través de la introducción del trabajo en cadena (fordismo).

2.6 Las nuevas potencias industriales.

Al inicio de la Segunda Revolución Industrial Reino Unido seguía siendo el principal productor mundial de manufacturas, sin embargo al acabar esta etapa fue sobrepasado por EEUU y Alemania.

EEUU se convirtió en la primera potencia industrial mundial gracias a su gran mercado interior, a la abundancia de recursos, a las innovaciones técnicas, y a a aparición de grandes empresas (Standard Oil, General Electric, Western Union, Ford Motor Company,...)

Alemania consiguió ser la segunda potencia industrial mundial a partir de 1900 gracias a su unificación política, los avances científicos y la aparición de grandes empresas (Bayer, Siemens, Thyssen, AEG...).

Por otra parte, en esta época apareció una nueva potencia industrial: Japón. Este país sufrió una profunda transformación política y económica en la segunda mitad del siglo XIX a partir de la revolución Meiji (1868), que acabó con el sistema feudal y adoptó una política y economía liberales. El Estado impulsó su desarrollo industrial a través de la promoción de las empresas y la enseñanza, dando lugar a los zaibatsu (grupos empresariales controlados por una familia).

3. Las transformaciones sociales.

3.1 La expansión demográfica y urbana.

Durante la segunda mitad del siglo XIX la población de Europa casi se duplicó (de unos 270 millones en 1850 pasó a unos 400 en 1900). Este gran crecimiento de población fue posible por el descenso de la mortalidad (a las mejoras en la dieta y la higiene se sumaron avances médicos como el desarrollo de los antibióticos y de la pasteurización gracias a Robert Koch y Louis Pasteur.

Respecto a la natalidad, aunque se mantuvo alta, se empezaron a difundir las ideas de Thomas Malthus que animaban a un control de la población lo que llevó a la difusión de la procreación consciente, la huelga de vientres y el desarrollo de métodos anticonceptivos (neomalthusinaismo).

El gran crecimiento de la población impulsó a su vez el crecimiento de las ciudades, animado a su vez por las mejoras del transporte y el crecimiento de las ofertas de empleo ante el desarrollo industrial. El resultado fue un importante éxodo rural, basado en las redes de parentesco y paisanaje.

El desarrollo de las ciudades en el siglo XIX se produjo a partir de los ensanches, nuevos barrios burgueses planificados en torno a los centros históricos que contaban con grandes avenidas, parques, transporte, alcantarillado,... El primer gran ensanche fue el de París ideado por el Barón Haussmann.

La nueva vida urbana, desarrolló nuevos lugares de encuentro y sociabilidad como los cafés, los teatros de Ópera y las galerías comerciales cubiertas.

3.2 Las grandes migraciones.

El aumento de población, la falta de empleos en el país de origen, las desigualdades salariales entre países y la mejora de los transportes impulsaron las migraciones masivas entre Europa y América (América recibió unos 60 millones de europeos que se dirigieron sobre todo a EEUU). También hubo emigración europea a colonias como Argelia, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.

La emigración europea se produjo en dos fases: entre 1845 y 1880 los protagonistas fueron europeos del norte (ingleses, irlandeses y alemanes); y entre 1880 y 1910 aumentó y pasó a ser encabezada por europeos del sur (italianos, españoles y portugueses) y del este (rusos).

3.3 Los movimientos sociales: la II Internacional y el sufragismo.

La II Internacional la jornada laboral de 8 horas diarias e impulsó la celebración del 1 de mayo como día de lucha por conseguir esta jornada.

Además la II Internacional impulsó el 8 de marzo como día de lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras.

Por otra parte, durante el siglo XIX se consolidó una visión idealizada de las mujeres como esposas, amas de casa y madres (ángel del hogar), pero entre las clases bajas el servicio doméstico y el trabajo fabril estaba muy extendido, apareciendo además nuevos trabajos que dieron cierta independencia a las mujeres.

En este contexto aparecieron las primeras asociaciones de mujeres que reivindicaron el derecho al voto y la participación política, el acceso a la educación, la igualdad laboral, la autonomía financiera, el derecho al divorcio y el control de la natalidad. En este sentido destacó en Reino Unido la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino.

Ante la ausencia de resultados, las mujeres se radicalizaron y en 1903 Emmeline Pankhurst fundó en Reino Unido la Unión Social y Política de las Mujeres que empleó nuevas formas de acción como el sabotaje o las agresiones a los domicilios de políticos ingleses, lo que condujo a muchas mujeres a ser encarceladas.

Nueva Zelanda fue el primer país que permitió votar a las mujeres (1893). Le siguieron Australia y los países nórdicos (Finlandia, Noruega, Suecia).

Finalmente, tras la Primera Guerra Mundial, las mujeres fueron consiguiendo el derecho al voto en los países occidentales: Reino Unido y Alemania en 1918, EEUU en 1919, España en 1931, Francia en 1945,…

4. El arte a finales del siglo XIX: del realismo a las vanguardias.

4.1 El realismo y el naturalismo.

El realismo fue una corriente artística que se desarrolló entre 1845 y 1885, estando marcado por la influencia del positivismo y el gran desarrollo de la ciencia propio de la época. Por ello reaccionó contra el sentimentalismo e idealismo románticos y buscó la objetividad basada en la observación del artista que les llevó a plasmar escenas de la vida cotidiana.

El realismo se desarrolló especialmente en Francia, de donde proceden los tres grandes artistas de la pintura realista: Jean François Millet, Gustave Coubert y Honoré Daumier.

Jean François Millet (1841-1875). Se distinguió como paisajista, destando los campesinos. Pintó cuadros como Las espigadoras o El ángelus.

Gustave Coubert (1819-1877). Participó en la Revolución de 1848 y en la Comuna de París de 1871, proclamando que sólo el realismo era democrático. Destacan cuadros como Los picapedreros o Pierre Joseph Proudhon.

Honoré Daumier (1808-1879). Se interesó por los marginados (mendigos, presos,…). Ejecutó sus obras mediante masas de color, sin apenas interesarse por el dibujo. Entre sus obras destaca En el vagón de tercera.

En literatura las obras realistas pretendían narrar documentalmente la sociedad de la época y los ambientes más cercanos al escritor, frente a los ambientes exóticos y los personajes extravagantes del romanticismo. El interés por hacer de la literatura un documento, como una fotografía, que pudiera servir de testimonio sobre la sociedad de su época dio lugar al naturalismo, cuyo máximo exponente fue Émile Zola.

En Francia destacaron los escritores realistas y naturalistas Honoré de Balzac (1799-1850) con La comedia humana, Gustave Flaubert (1821-1880) con Madame Bovary, y Émile Zola (1840-1902) con Germinal.

En Rusia destacaron los escritores realistas Lev Nikoláyevich Tolstói (1828-1910) con Guerra y paz, y Fiódor Mijáilovich Dostoyevski (1821-1881) con Crimen y castigo.

En Inglaterra destacó la figura de Charles Dickens (1812-1870) con obras como Oliver Twist o Cuento de Navidad.

Respecto a España, destacaron escritos como Benito Pérez Galdós (1843-1920) con obras como Fortunata y Jacinta o Episodios Nacionales, Leopoldo Alas «Clarín» (1852-1901) con La Regenta, y la escritora Emilia Pardo Bazán (1851-1921) con Los pazos de Ulloa.

4.2 El impresionismo y las vanguardias.

El impresionismo fue una corriente artística rupturista con el arte académico que surgió en Francia en 1874 a partir de una exposición pictórica en el salón de artistas independientes. En pintura el impresionismo intentó reflejar los efectos de la luz promoviendo la pintura al aire libre. Édouard Manet fue el pintor que precedió esta corriente, al innovar con temas y formas de pintar.

Claude Monet (1840-1926) con su obra Impresión, sol naciente (1872), dio nombre a la nueva corriente artística. También destaca su cuadro Interior de la estación Saint-Lazare (1877).

Edgar Degas (1834-1917) fue un pintor y escultor impresionista que centró su obras en las carreras de caballos y en las bailarinas, como se observa en Clase de danza en la Ópera (1872).

Otro de los grandes pintores impresionistas fue Pierre-Auguste Renoir (1841-1920), con obras como El almuerzo de los remeros (1881).

Una derivación de la pintura impresionista fue la pintura puntillista de Georges Seurat y Paul Signac, basada en pintar escenas a partir de puntos de colores. Esta técnica se aprecia en obras como Un baño en Courbevoie (1883) de Georges Seurat (1859-1891). 

En escultura, la obra de Auguste Rodin (1840-1917) se suele encuadrar en el impresionismo, caracterizándose por dejar las superficies inacabadas y por usar proporciones según las exigencias del sentimiento que se ha querido plasmar. Destaca su obra Las puertas del infierno (1880-1917).

En música, las composiciones de los también franceses Claude Debusy (1862-1918; ej: La mar) y Maurice Ravel (1875-1937; ej: Daphnis y Chloé) representan el impresionismo, buscando transmitir mediante la sugerencia de los sonidos impresiones externas.

A los artistas impresionistas, les sucedieron otros que de adoptaron unos estilos personales que darían origen a los posteriores movimientos de vanguardia. Estos movimientos artísticos renovaron el desarrollo de las artes rompiendo con las tradiciones al introducir técnicas, formas, materiales y temas novedosos. Se les dio el término militar de vanguardia sugiriendo que eran artistas más avanzados que sus contemporáneos en cuanto a renovación de formas y contenidos

Los pintores postimpresionistas, abrieron el camino a distintas corrientes de vanguardia.

Vicent Van Gogh (1853-1890). Se le considera un antecedente del expresionismo al emplear el color de forma subjetiva, destacando su obra Noche estrellada (1889).

Paul Gaugin (1848-1903). Se le considera un antecedente del fauvismo al emplear el color de forma arbitraria, destacando su obra El cristo amarillo (1899).

Paul Cézanne (1839-1906). Se le considera un antecedente del cubismo por su interés por la percepción geométrica de la realidad, destacando su obra Los jugadores de naipes (1889 -1892).

4.3 Arquitectura del siglo XIX.

Historicismo. Se basó en la recuperación de estilos artísticos del pasado (como el gótico medieval). Ejemplo: Parlamento inglés y Big Ben (Londres) diseñado por Chales Barry en 1858.

Arquitectura de hierro. Influida por la Revolución Industrial y la aparición de nuevos materiales: hierro, cristal, acero, hormigón armado.

Ejemplo: Torre Eiffel (París) construida por Gustave Eiffel en ocasión de la Exposición Universal de 1889 en París.

Escuela de Chicago. Surgida tras incendio de Chicago (EEUU) en 1881, se adentró en el funcionalismo y en la construcción de rascacielos facilitado por desarrollo de ascensores.

Destacan arquitectos como Louis Henri Sullivan (1856-1924) y sus Almacenes Carson.

Modernismo, art nouveau, o liberty. Se desarrolla por muchos países de Europa con diferencias nacionales a finales del siglo XIX. Sus obras son encargos de la alta burguesía. Buscan imitar las formas de la naturaleza usando las curvas y preocupándose por la estética.

En España destaca Antoni Gaudí (1852-1926) con obras como la Casa Batlló, la Casa Milá o la Sagrada Familia.