Post on 12-Jan-2016
description
Interpretar la Biblia de forma literalista, sin tener en cuenta los diversos géneros literarios, puede llevarnos a creer que Dios es un asesino y genocida, que se ha quedado dormido (Sal. 44:23), que el Sol gira alrededor de la Tierra (Jos. 10:12), que los creyentes debemos sacarnos los ojos (Mt. 18:9), cortarnos las manos y los pies (Mt. 18:8), que a una persona adinerada le es imposible hallar la salvación en Jesucristo (Mt. 19:24) y un largo etcétera.
El deber del diligente intérprete bíblico es conocer los peculiares estilos semíticos del Antiguo Oriente, ayudado por los diversos recursos que pueden ofrecernos las distintas disciplinas: historia, arqueología, sociología, etnología, etc. Un texto bíblico no puede significar lo que nunca significó. Por ello, debemos esforzarnos en llegar a la mente del autor y, de esta forma, descubrir cuál es su intención con lo que escribe. Interpretar desde una mentalidad occidental como la nuestra, un libro oriental como la Biblia, escrito hace más de 2000 años y en un contexto totalmente diferente, puede llevarnos a conclusiones radicalmente contrarias y distantes a las del autor sagrado.
Dejemos de excusarnos en que «el Espíritu Santo nos guiará a toda la verdad» –por cierto, versículo sacado de contexto– para justificar nuestra falta de esmero en el estudio diligente de las Escrituras. El hombre verdaderamente espiritual es aquel que con solicitud se prestará a trazar correctamente la Palabra de Verdad (2 Ti. 2:15), que examinará con sumo cuidado las partes difíciles de las Escrituras, para no torcerlas y desviarse de la Verdad revelada (2 P. 3:16). Y esto requiere esfuerzo y, a veces, mucho.
Puesto que muchos me han escrito interesados por el último artículo
publicado, sobre la importancia de conocer los distintos «géneros
literarios», he sentido conveniente hacer una breve aportación y
aconsejar algún libro que trate con más profundidad este tema.
Aunque existen ciertas normas generales que puede aplicarse en la
interpretación de todas las Escrituras, en ocasiones, esto no es
suficiente si se quiere llegar a interpretar debidamente los textos en
sus circunstancias originales. Existen reglas especiales que deben
ser aplicadas particularmente a los distintos géneros literarios de la
Biblia y que nos permitirán entender la manera en que un salmo es
Palabra de Dios para nosotros, y saber la notable diferencia entre los
salmos y las leyes, que solían ser dadas a personas específicas y en
situaciones culturales que, probablemente, hoy ya no existen.
No se interpreta de la misma forma un salmo, escrito en estilo
poético, que un texto narrativo. Las intenciones del autor al hacer
uso de los distintos géneros literarios son muy diversas y de aquí el
peligro de interpretar todo versículo bíblico de forma literalista.
Corremos el peligro de sacar doctrina donde no la hay y de justificar
ciertas enseñanzas radicalmente distintas a las que había en la
mente del autor original.
Con el propósito de ser más fiel a la Palabra de Dios recomiendo los
siguientes libros, que abordan la temática hasta ahora tratada:
La lectura eficaz de la Biblia. De Gordon D. Fee y Douglas
Stuart. Editorial Vida.
Hermenéutica Bíblica. De José M. Martínez. Editorial Clie.
Hermenéutica de la Palabra. Tomo I. Luis Alonso Schökel.
Ediciones Cristiandad.
Hermenéutica de la Palabra. Tomo II. Luis Alonso Schökel.
Ediciones Cristiandad.
Hermenéutica de la Palabra. Tomo III. Luis Alonso Schökel.
Ediciones Cristiandad.
Existen muchísimas otras obras en castellano que abordan este
tema, pero si soy sincero, yo no las he leído, por lo que no puedo
recomendarlas. No obstante, considero que estas obras son muy
sencillas y claras (especialmente, las dos primeras). La última (de
tres tomos), algo más profunda y pesada.
Si no tiene la posibilidad de hacerse con ellos, póngase en contacto
conmigo en:josedaniel_ec@hotmail.com
Con sincero afecto en Cristo:
José Daniel Espinosa.
A los libros mencionados por José Daniel añado uno que fue de los primeros que estudié hace muchos años, (junto con el librito más pequeño de Ernesto Trenchard, titulado, "Escudriñad las Escrituras") el de Luis Berkhor titulado "Principios de Interpretación Bíblica".
Ni que decir tiene que, lo anotado por Angel Moriñigo en su reflexión en condición sin la cual, el Espíritu Santo que interpretó las Escrituras no actuará a favor del intérprete.