Post on 14-Feb-2018
DUOMO di MONREALE, Catedral de Santa María la Nuova. ( II )
“La ciudad del Templo de Oro”
La catedral de Santa María Nuova es el principal lugar de culto católico de
Monreale, en la ciudad metropolitana de Palermo, archidiócesis del arzobispado con el
mismo nombre. La Catedral de Santa María Nuova se encuentra en el centro histórico
de Monreale, ubicado en las faldas del monte Caputo. Su construcción nos hace
remontarnos al apogeo del poder del Reino Normando de Sicilia, es decir al reinado de
Guillermo II (1172-1189). Los historiadores coinciden en decir que la llegada de los
Normandos a Sicilia y la formación sucesiva del reino suponen el comienzo de la
historia moderna de la isla. Uno de los frutos más notables de este período fue
precisamente la construcción de la Catedral, de la Abadía de los benedictinos y el propio
desarrollo de la ciudad de Monreale.
Construida a partir de 1172 por Guillermo II d'Altavilla, rey de Sicilia desde 1166 hasta
1189, es famosa por los ricos mosaicos bizantinos que decoran su interior.
En agosto de 1926 el Papa Pío XI la elevó a la dignidad de basílica menor. Desde el 3 de
julio, 2015 forma parte del Patrimonio de la Humanidad (UNESCO) como parte de la
“Ruta árabe-Normanda” de Palermo, Monreale y Cefalú.
Pasemos a comentar las premisas histórico-políticas y culturales en las que se
funda el proyecto muy ambicioso y articulado del joven rey Guillermo II: él quiso
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superar por esplendor artístico, cualquier otra obra de la Sicilia normanda, como la
Capilla Palatina de Palermo o la Catedral de Cefalú; quiso crear un centro de difusión
de la cultura latina en Sicilia Occidental, por esto hace llegar un gran número de
benedictinos, y competir con las más grandes fundaciones del Imperio que conoció,
tales como San Juan de Letrán en Roma y Santa Sofía en Constantinopla. La obra fue
construida muy rápidamente, desde 1172 a 1176. Fue reclutada una mano de obra muy
numerosa y especializada. No conocemos aún el nombre del arquitecto encargado de tal
proyecto, y que debía ser un latino capaz de interpretar las directivas y los principios de
la teología cristiana. Que sabía contar de manera armónica con la mano de obra griega,
árabe, romana, véneta, provenzal, apuliana y pisana. Resultando un fruto unitario
aunque diferente en cuanto a elementos y estilos.
A principios del siglo XI los Normandos, ávidos de conquistas, dirigen sus atenciones
hacia la Italia Meridional que se convierte pronto en el objeto de la última invasión
germánica. Esta no se llevó a cabo con la llegada de una gran masa, sino con la
emergencia de pequeños grupos aislados de peregrinos o soldados mercenarios. Italia
Meridional, atomizada y discorde. El Imperio de Oriente, débil y lejano, no puede
defender sus posesiones. El Imperio de Occidente, en la consolidación del nuevo Estado
Normando en la Apulias y Calabria llevada a cabo por los hijos de Tancredo de Altavilla
y en primer término por Roberto el Guiscardo y Rogiero I, asiste a la emergencia de una
potencia terrible, aliada con el papado que derrotado muchas veces por los Normandos
acepta su alianza para hacer frente al imperio mismo.
La ocupación de Sicilia, empezó en 1060 por Rogiero I, con el fin de crear un Estado
fuerte y sólido. Dicha ocupación duró unos 30 años. Continúa su política el hijo,
Rogiero II quien, una vez unificados los dominios normandos de Italia Meridional con
Sicilia, se hace coronar Rey en Palermo en 1330.
El nuevo Estado Unitario, llamado posteriormente de las “Dos Sicilias” resistirá por
siglos, dejando huellas imborrables hasta hoy. Sicilia, así, vuelve al área cristiano-
occidental y un nuevo rumbo marca la vida civil y política europeo.
El levantamiento del Occidente cristiano contra los musulmanes empieza a estas alturas.
Si antes el Mediterráneo estaba bajo el control de los árabes ahora la cristiandad
Occidental cuenta con un puente en el Mediterráneo, donde su influjo se asienta cada
vez más. El Occidente se refuerza también contra el imperio de Oriente cuyo influjo va
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menguando a nivel religioso y económico puesto que los operadores orientales pierden
rápidamente el acceso fácil en un mercado de aprovisionamiento y consumo que se
orienta inevitablemente hacia las nuevas salidas de Occidente. Estos cambios tan
profundos no se llevaron a cabo por medio de la violencia y guerras, sino de manera
equilibrada y armónica debido a la gran capacidad de asimilación y habilidad política
que demostraron los Normandos.
La llegada de los Normandos transformó la isla de manera muy notable. A partir de ese
momento en lo religioso sería en gran parte romana, en lo lingüístico sobre todo latina y
en lo cultural europeo-occidental. Las tres grandes fuerzas que dominan el mundo de
esa época: la civilización occidental latino-germánica, la oriental-bizantina y la árabe-
islámica se rencuentran. La política de los normandos tiende a favorecer el elemento
latino-germánico, sin por esto aplastar os otros dos.; más bien es capaz de crear un
equilibrio en el derecho, la administración, expresiones de vida, y sobre todo, de arte.
En Sicilia la monarquía logra polarizar alrededor suyo un interés común, gentes, leyes,
costumbres de diferente origen. El medio principal por el que logran afianzar sus
conquistas es la restauración del cristianismo. La penetración civil, política y religiosa
que no se agota bajo la dinastía normanda, cuenta con un vehículo privilegiado: la
iglesia. En 1908 el Papa había concedido a Rogiero la función de Legato Apostólico en
los territorios que controlaban los normandos. Al final de las hazañas Rogiero se dedica
a fundar iglesias y enriquecer los Obispados como en Troina y Patti. Rogiero II prefiere
Cefalú.
Guillermo II otorga sus preferencias a Monreale, convirtiéndolo en la señoría
eclesiástica más grande del reino. Será el Obispado y sus prerrogativas quien dará
origen al poblado. En esta época, la sumisión y la conversión de los musulmanes en
Sicilia están aún lejos de su concreción. Guillermo II el Bueno no optará por la fuerza
para dicho fin sino con el poder aglutinante de la cultura. La fundación de una Abadía
rica y poderosa, formada por un monasterio con un claustro muy bello; una iglesia de
desmedido valor y riqueza son el vehículo de actuación. Su finalidad asombrar a los
contemporáneos y a las generaciones futuras. El Rey aprovechando sus buenas
relaciones con la Santa Sede, encarga la construcción de la Abadía en el Arzobispado
Metropolitano y sentó las bases para la fundación de un nuevo poblado.
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La creación de Guillermo II representa el apogeo y último acto que llevaron a
cabo los normandos en Sicilia entre las tres componentes latino-occidental, bizantino-
oriental y árabe-islámica. El Estado Normando pertenecía al occidente latino y en el
plano y arreglo de la iglesia y el convento, esta pertenecía a Occidente hecho que resulta
a todas luces. Y en la arquitectura, en general, existe una preeminencia de formas
básicas claramente occidentales, si bien hay que destacar la relevancia de la decoración
bizantina que se funde con el carácter de la iglesia. Sin olvidar que se adoptaron
elementos arquitectónicos y decorativos típicos del carácter cristiano oriental, sin que se
debilite el carácter tradicional latino, históricamente fundado, por esta disposición. La
presencia de artesanos islámicos en el conjunto arquitectónico resulta tanto en el interior
como en el exterior y en muchos detalles. En la composición de Monreale gramática y
sintaxis son occidentales mientras que el vocabulario contiene numerosos elementos
islámicos.
La construcción de Guillermo II se desarrolla al lado del palacio real normando, en
el medio de un coto de caza, creado por Rogiero II, en un marco natural que exaltaba su
majestuosa grandeza. Primero surge la Abadía benedictina, con su bellísimo claustro y
luego la Catedral.
Sólo la Catedral y el claustro se han conservado casi íntegramente y ofrecen el ejemplo
de la síntesis virtual más elevada de las corrientes culturales de la época; y
conjuntamente con la Catedral de Palermo, suponen las últimas creaciones del ciclo de
las grandes construcciones religiosas del S. XII en Sicilia. Ambas construcciones,
aunque se inspiran en modelos diferentes, nórdico-clunicense la de Palermo, y latino-
casinense la de Monreale, son consideradas como el producto más maduro de este
sincretismo estilístico que aparece en arquitectura a raíz de la armonía política que
gobernaba las diferentes culturas étnicas de la sociedad del Reino normando en Sicilia.
Esta nueva arquitectura de época normanda, llamada luego árabe-normanda o sículo-
normanda, tiene su profunda inspiración en la voluntad política de los conquistadores
normandos de inscribir Sicilia en el área cultural latino-occidental, restando la isla no
sólo al Islám, también a la influencia griego-bizantina, que seguía siendo importante
incluso tres siglos después de la dominación árabe.
Según una leyenda cortés, Guillermo II el Bueno, que sucedió a su padre en el
trono de Sicilia, se quedó dormido bajo un algarrobo, presa de la fatiga mientras estaba
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de caza, en los bosques de Monreale. En un sueño se le apareció la Virgen María, de
quien era muy devoto, y le reveló el secreto de una "truvatura" de un hallazgo con estas
palabras: "En el lugar donde estás durmiendo se esconde el tesoro más grande del
mundo: “Desentiérralo y construye un templo en mi honor”. Dijo estas palabras, la
Virgen desapareció y Guillermo II, seguro de la revelación en sueños, ordenó que el
algarrobo se quite y que se cavara a su alrededor. Para su asombro se descubrió un
tesoro de monedas de oro que fueron utilizados para la construcción de la catedral de
Monreale. Fueron llamados para dicha construcción, maestros del mosaico griego-
bizantino (“el maestro de la oru").
Gillermo II dedica la Catedral de Monreale a la Virgen María.
Hay otra leyenda que gira en torno a la construcción de dicha catedral de Monreale y en
este caso se tiene en cuenta también la catedral de Palermo. Cuenta la historia de
Guillermo “El Bueno”, encargado de erigir la catedral de Monreale, y de su hermano
Guillermo “El malo”, encargado de hacer frente a la construcción de una Catedral en
Palermo. Para los dos se convirtió en un verdadero reto, con el objetivo de superar a su
oponente.
Guillermo “El Bueno” se centró en el aspecto interior, aspecto más adornado de la
catedral, dotándola de mosaico dorado, el cual le sugería el alma humana. Se acercó a
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este concepto enfocándolo como un aspecto fundamental del ser; considerándolo más
importante que la apariencia exterior.
Por el contrario Guillermo “El malo”, supervisó el aspecto exterior de la Catedral de
Palermo, ya que para él la belleza exterior era lo más llamativo, era más que el espíritu
de las personas.
Al final de la reunión ambos visitaron sus Catedrales quedando impresionados por lo
que le faltaba a cada uno de ellos y que el otro había hecho y desesperados primero uno
y luego el otro se quitaron la vida.
La construcción del gran templo se inició en 1172 y terminó en 1276. Fue concebido
por primera vez como la iglesia abacial territorial benedictina, anexa, independiente de
la silla de Palermo. En 1178, el Abad Guillermo consiguió que fuera erigida la
Archidiócesis de Monreale y la iglesia abacial se convirtió así en la catedral.
Los elementos de la estructura, vistos desde el exterior, parecen sobreponerse uno con
otro y aumentando continuamente. La nave central domina las laterales, el cimborrio el
cruce de la nave central con el transepto. El cuerpo de los ábsides con su poderosa
saliente semicircular y su riquísima decoración exalta la parte más noble del templo, es
decir, el santuario donde está orientado el templo y siguieron hacia occidente con los
arcos del presbiterio y los muros que dominan los arcos de la nave central, realizados en
piedra tallada. La mano de obra árabe se encargó de estos trabajos.
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La mano de obra latina mientras tanto realizaba las torres y los muros externos de las
naves laterales y del presbiterio construido con piedras informes.
A pesar de esta diversidad, el conjunto destaca su unidad sencilla y poderosa en la
articulación de sus masas volumétricas, en su solemne y fascinadora especialidad, lo
cual hace sentir al conjunto como un cuerpo viviente unitario. Los artistas que han
trabajado, en el transcurso de los siglos, han respetado esta armonía, se han ceñido a
añadir cuerpos en la parte exterior, adaptándose a este equilibrio armónico.
El ritmo arquitectónico mencionado marca también la parte interior de 102 metros de
largo, de aspecto grandioso. La nave central desmedida, tres veces más grandes que las
naves laterales continúa en el transepto, cuyo ancho es igual a las bovedillas que
preceden los ábsides. Respetando estrictamente las reglas de simetría y proporciones
existe un crescendo que culmina en el gran arco transversal que precede el presbiterio y
parece enmarcar la grande media naranja del ábside principal que cobra así un relieve
superior. Cuatro arcos ojivales, dos transversales y dos longitudinales, delimitan el
transepto. Recubre el ábside mayor una bovedilla ojival siendo los otros recubiertos por
una semicúpula, una bóveda de cañón y dos de crucero.
En el resto de la iglesia destacan techos de madera policromada que coronan altas
paredes. En Monreale la cobertura muestra una riqueza de formas que va aumentando
cuando pasamos de la nave central al ábside. Hay que destacar que toda la cobertura de
la iglesia fue rehecha después de 1811 cuando un terrible incendio destrozó la cobertura
del presbiterio. Los techos de la parte central del transepto son los más suntuosos con
sus motivos de estalactitas muy elaborados y espléndidas doraduras de relieve. Un claro
elemento de inspiración islámica, que también encontramos en la capilla Palatina, en
Zisa, porque formaban parte del lenguaje de la arquitectura sículo-normanda.
La zona oriental de la iglesia tiene una relación directa por un lado, hacia el norte , con
el palacio real y por otro, hacia el sur, con el convento y la residencia del arzobispado. A
estas relaciones corresponden dos tronos, el regal y el del arzobispado, adosados a las
dos gran pilastras orientales del transepto. El trono regal está más ricamente ornado, en
posición realzada, rematado por los blasones de Guillermo II y el mosaico que
representa al Rey, de pie, coronado por Cristo.
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La mirada es captada con intensidad hacia el Altísimo, hacia la imagen musiva del
Cristo Pantocrátor (Todopoderoso), ben diciente que domina omnipresente desde la
media naranja del ábside mayor y parece dar su sello definitivo a la unidad del conjunto.
Pero desde el perfil arquitectónico, la unidad de tiempo se fractura cuando se decidió
utilizar columnas y capiteles de templos antiguos. El empleo de esos elementos
paganos, además de expresar una apreciación del valor histórico artístico, subrayaría el
intento de avasallar al cristianismo esta cultura y franquear así las barreras de división
en nombre del arte.
Los capiteles fueron colocados en pareja y las columnas de mayor diámetro fueron
colocadas en la parte central de la nave para crear un agradable efecto de perspectiva.
Todas las columnas son de granito, con la excepción de una que es de mármol verde
cipollino, como en Cefalú. Quizás esta columna significa la fe, sostén de la Iglesia.
La muerte prematura de Guillermo II, cuando tan sólo tenía 36 años, deja incompleta la
torre norte, la decoración exterior de la nave central y el piso. La tentación de
completar, aflora de tanto en tanto hasta casi nuestros días.
La muerte de Guillermo II no interrumpió enteramente su sueño político y cultural, pero
dificultó su concreción. La Abadía de los Benedictinos, pierde mucha de su vitalidad y
deja de suponer ser el centro de difusión de la civilización latino-occidental con el cual
había soñado Guillermo II. El caos político en el que se hunde Sicilia en el 1200 y 1300
oscurece también el Arzobispado que solo conserva su función de patrimonio de las
familias más ricas de Italia y de España. La Catedral paga los efectos del descuido y cae
en el deterioro.
Sólo en 1500 su destino se toma en consideración, se despierta la conciencia de su valor.
En siglos posteriores, la construcción de la catedral sufrió algunos cambios. En el
siglo XVI, diseñado por Giovanni Domenico y Fazio Gagini, se construyó el pórtico a
lo largo del lado izquierdo, mientras que la fachada principal se añadió en el siglo
XVIII. También en el siglo XVI se construyó la mayor parte del interior. En 1811 un
incendio destruyó el techo, que fue reconstruida entre 1816 y 1837. En esa ocasión se
hizo la nueva sillería del coro en estilo neogótico.
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El estupor y la maravilla llenaron los ojos y el corazón de miles y miles de viajeros que
desde el 1700, visitaron la Catedral y el Claustro. El neoclasicismo y el romanticismo,
empujan a arqueólogos, científicos e investigadores hacia Sicilia en busca de los
monumentos antiguos.
El edificio sigue el modelo de las grandes basílicas de origen benedictino de Cluny. La
fachada, frente a una bonita plaza, se presiona entre los dos campanarios, uno de los
cuales se dejó sin terminar en el primer orden. La entrada está precedida por el pórtico
del siglo XVIII, de estilo barroco, que se abre al exterior con tres arcos de medio punto
sobre columnas toscanas; por debajo de ella se encuentra el portal, cerrado por dos
puertas de bronce de Bonanno Pisano y que data de 1185 - 1186. En la parte superior de
la fachada, que termina con un frontón triangular, se abre una lanceta de arco
enmarcado por una decoración de arcos ciegos entrelazados entre sí. Característica
peculiar de la escultura y la arquitectura siciliana normanda es el bastón Brises,
elementos escultóricos de arquitectura en forma de zig-zag de origen anglo-normando
presentes en la catedral de Monreale y ampliamente utilizado en Inglaterra y Sicilia,
tanto en la época normanda como después.
A lo largo del lado izquierdo de la catedral, está el porche más antiguo construido a
partir de un diseño de Giovanni Domenico Gagini y Fazio Gagini entre 1547 y 1569. El
mismo es de estilo renacentista, está cubierto con una bóveda de crucería y se abre al
exterior con once arcos de medio punto que descansan sobre columnas corintias. En el
arco central, que está coronado por un tondo en terracota vidriada redonda y que
representa la “Virgen con el Niño”, se abre un segundo portal, cuyas puertas de bronce
fueron construidos alrededor de 1185 por Barisano de Trani.
El exterior fue modificado en los siglos XVI y XVIII, y en el área del ábside hoy se
conserva la huella normanda que está adornada con varios diseños que forman una serie
de arcos de piedras blancas y negras con los círculos de abajo, muy bien combinados y
dispuestos entre ellas .
La decoración de los tres ábsides, se caracteriza por la intersección de arcos de medio
punto que evocan la atmósfera morisca, reforzada por la decoración policroma creada
por incrustaciones de cal y piedra de lava alternativamente.
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El vasto interior de la catedral tiene planta de cruz latina con crucero ligeramente
sobresaliente, que de hecho, es una continuación de los lados del presbiterio de los
pasillos. Los pasillos, cada uno terminando con un ábside semicircular, están divididas
por columnas con capiteles antiguos y con medallones de los antiguos dioses que
sostienen arcos de estilo árabe. Los techos todos y los pasillos decorados con pinturas
descubiertas así como las estalactitas de crucero, estas últimas rehechas en 1811,
después de un incendio que destruyó parte del techo. La planta se completó en el siglo
XVI con los mosaicos, con discos de pórfido y granito y con mármol en bandas
entrelazadas por una línea punteada.
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El presbiterio, realzado por unos pasos del resto de la iglesia, ocupa la zona de la
crucería que está rodeada por barreras de estilo neo-gótico, y a poco espacio del ábside
principal. Al lado en crucero, en dos puestos, los archivos de madera del coro, de estilo
gótico. Y bajo el mismo, el arco del ábside frente al trono real, y la silla del obispo. El
altar mayor barroco es un gran trabajo de 1711, realizado por el platero romano Luigi
Valadier.
En su interior se puede observar en el lado derecho del ábside, el sarcófago en pórfido
de Guillermo I, que murió en 1166, y en mármol el de Guglielmo II. En el lado
izquierdo, las tumbas del siglo XIX, por el lado contrario el de Margherita de Navarra
y Sicilia, esposa de Guillermo I y sus hijos Roger y Henry. Y un cenotafio con los restos
del rey Luis IX de Francia.
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Mosaicos del ábside con el Cristo Pantocrátor
La parte inferior de la pared, el friso a nivel del suelo, se realizó en el modelo de la
Capilla Palatina de Palermo; se hace de manera uniforme con incrustaciones de mármol
y bandas verticales (alrededor de 493 unidades) que giran en mosaico con motivos
geométricos. Estas obras, junto al pavimento del gran presbiterio con las incrustaciones
de mármol en los muebles y en el marco arquitectónico, constituyen un complejo
ejecutivo de tamaño considerable (alrededor de 300 m² para soportes de pared, y 975 m²
para la mayor planta presbiteral) y un repertorio de motivos decorativos
extraordinariamente variados y numerosos.
La historia de ejecución cubre un lapso de tiempo que va desde los orígenes del edificio
normando hasta los primeros años del siglo pasado, y registra un aumento de la
intensidad de funcionamiento durante el siglo XIX, durante el cual se hicieron
restauraciones e integraciones coherentes y extensas. Se llevó a cabo un trabajo de
estudio por el profesor Giuseppe Oddo, sobre el mosaico decorativo en opus sectile con
motivos geométricos de la catedral de Monreale permitiendo que en la actualidad exista
un estudio total y orgánico de dichos mosaicos.
El crucifijo y la capilla de San Benito son dos ejemplos notables del barroco siciliano.
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El tesoro de la catedral contiene, entre otras cosas, los vasos sagrados, una cinta de
cobre esmaltado del siglo XIII y un relicario de la Santa Espina (la corona de Cristo),
que data de la época gótica. La capilla del tesoro es de época barroca.
El impacto de la Catedral es viviente e intenso en la vida de la población de Monreale
que ha llamado a su Catedral “La Matrice” y que la ha considerado su bien más
precioso. Los artistas se inspiraban en La Matrice de la que eran hijas aquellas iglesias
que construían, de la misma manera en la realización de cuadros o frontales de altares o
gonfalones para las cofradías.
Recientemente, unas leyes especiales, aprobadas por el Parlamento Nacional, y medidas
regionales permitieron importantes restauraciones en los mosaicos.
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Los mosaicos de la catedral
A un observador atento no le escapará la unidad de la decoración musiva que
inmediatamente reconoce en la arquitectura. Esta gigantesca superficie de oro y de
colores, unos 800 metros cuadrados, lo llenan todo, inunda el exterior, se proyecta
unificándolo todo y reduciendo así el conjunto de superficies y volúmenes a su propio
receptáculo. Constituyen la real esencia del monumento.
Cuando el arquitecto armó su proyecto, contó sin duda alguna con el efecto de los
mosaicos: los perfiles y los modelados de relieve a lo largo del eje longitudinal de la
iglesia han sido hábilmente utilizados y distribuidos. En la nave central las almohadillas
que rematan los capiteles marcan la base de la banda musiva; en el transepto, otro perfil
se encuentra en posición más elevada, en la base de los cuatro grandes arcos de crucero
del presbiterio; en el ábside, la decoración musiva se desenvuelve derecha y lisa hasta la
única cornisa que se encuentra en la base de la cúpula. La imagen colosal de Cristo
Pantocrátor, los perfiles plásticos cuyo fin es resaltar esta imagen, obligan a la mirada
del espectador a ir hacia ella. El Pantocrátor no puede ser enteramente comprendido si
no lo relacionamos con el conjunto de la arquitectura. “Pero el real significado de esta
imagen consiste en el hecho de que no sólo no desentona con la vastedad del espacio
interior de la iglesia, sino que lo domina” (Kitzinger). Esta imagen es el punto
culminante de toda la decoración y muestra evidente la estrecha armonía entre
arquitectura y decoración. Ambos elementos formaron la unidad de una visión estética.
En el desarrollo del arte bizantino, este es un punto de llegada ideal: aquí reside la
summa del arte religioso sículo-normando, como concepción unitaria y orgánica que
expresaba la quintaesencia de lo que en el pasado se había creado en Sicilia en la pintura
y en la arquitectura.
Buena parte de la catedral está cubierta de mosaicos de la escuela bizantina, mosaicos
con un fondo de oro realizados entre el siglo XII y mediados del XIII por trabajadores
locales y venecianos, los cuales formaban la escuela bizantina. Los mosaicos que
recubren el interior de la Catedral tienen rasgos estilísticos y decorativos nuevos, que en
el pasado a pesar de las obvias similitudes (tanto estilística como iconográficamente)
con mosaicos de la capilla palatina son nuevos. El objetivo de Guillermo II era, de
hecho, crear un complejo artístico sin precedentes que pudiera mostrar el esplendor
alcanzado por la ciudad durante el periodo de gobierno Normando.
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El interior de la Catedral de Monreale es un maravilloso ejemplo de la fusión muy
atinada de elementos de la cultura oriental y occidental, bizantina y siciliana, “pero
sobre todo uno de los escenarios más preciosas, armónicos y dramáticos para la
celebración del servicio divino que nunca supiera crear la Edad Media”(Kitzinger).
La distribución de los mosaicos
La instalación del revestimiento musivo se atribuye a escuadras de artistas que
trabajaban simultáneamente y que se condicionaban mutuamente bajo la dirección
unitaria y vigorosa de un Maestro Mayor. Los artesanos aunque pertenecieran a talleres
diferentes y utilizaran técnicas distintas, debían de tener una tradición estilística común
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y fueron obligados a recurrir al mismo repertorio de fórmulas. Realizaron un trabajo
simultáneo y coordinado ejecutado por muchas manos. Aquí, las que una variación de
estilos las diferencias revelan una variación de calidad. Entre estos artistas de los
mosaicos ninguno destaca particularmente por su personalidad.
En todo el conjunto musivo se encuentran personajes con los mismos tipos de rostro, los
mismos gestos y las mismas actitudes, y drapeos de idénticos motivos. Fondos
arquitectónicos y paisajes parecidos o iguales se usan en las escenas más diversas.
Toda la obra debió de ser llevada a cabo en un lapso breve de tiempo, bastante limitado
y terminada no muchos años después de la muerte de Guillermo II.
El artista contaba con una guía iconográfica que contenía los diferentes ciclos de
narración y con una serie de fórmulas pictóricas para cada uno de los motivos. No se
conoce con exactitud la técnica seguida por los artistas de mosaicos de Monreale.
Lo más probable es que la obra fuera realizada in situ, sobre andamios. En la pared de
derramaba una primera capa de “malta” en la que se trazaba un bosquejo del dibujo.
Posteriormente en la misma capa se pintaba el esbozo que servía de guía al artista de
mosaicos. La malta cuya composición sigue siendo un secreto para los artistas del
mosaico y restauradores modernos, se aplicaba por secciones, en superficies bastante
limitadas. Endurecía muy lentamente y permitía encajar las piezas. Los equipos de
artistas tenían en cuenta sobre todo el efecto de la composición global, considerando los
datos arquitectónicos y pictóricos de conjunto.
Los motivos de los mosaicos que adornan la catedral son en su mayoría (al menos en el
extremo este de los muros de la nave y) las historias del Antiguo y Nuevo Testamento,
incluyendo varios episodios bíblicos que van desde los siete días de la creación a la
fundación de la Iglesia de Cristo en la tierra, por medio de los Apóstoles. A estas
representaciones se suman otras representaciones musivas que muestran una matriz
hierática de ángeles, santos y profetas. El examen estilístico revela no sólo una
procedencia bizantina, sino también un intercambio nuevo con Bisanzio y la asunción
de modelos locales perfeccionados.
Como en la Capilla Palatina, los mosaicos de la Catedral de Monreale representan, antes
que todo la narración de la historia del mundo, según la versión bíblica, empezando por
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la creación y acabando con la actividad de los Apóstoles que hicieron conocer la Iglesia
de Cristo en todo el mundo.
Además la zona de ábside se ha reservado al Pantocrátor y a su corte celeste integrada
por ángeles, santos y profetas. Las dos partes de este programa se compaginan con las
diferentes partes estructurales que forman el conjunto arquitectónico.
Nada se deja al azar y todo posee un profundo significado simbólico. Sin olvidar que
estas figuraciones estaban destinadas a la comprensión del pueblo, como mensaje
divino, efectivo y profundo.
El punto de arranque para una lectura inteligente es la figura de la sabiduría de Dios,
colocada en el arco que hace de umbral al presbiterio y simbolizada por una mujer
coronada, ricamente vestida y cortejada por dos arcángeles: Miguel y Gabriel.
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Su imagen evoca numerosas reminiscencias bíblicas y se encuentra al principio de la
creación, puesto que acompaña todas las obras de Dios, distribuyéndose sobre su
creación guía a los Reyes en su gobierno: por otra parte, a la sabiduría se había
consagrado la Catedral de Constantinopla.
Comentemos ahora el Diseño general: a lo largo del eje longitudinal de la iglesia
podemos distinguir tres ciclos. En el primero, en las paredes de la nave principal, el
pueblo leía la narración del Antiguo Testamento con las escenas de la creación, hasta
llegar a la lucha de Jacob con el Ángel en la extremidad este de la pared de la izquierda.
En la fachada interior del gran arco que marca la entrada al presbiterio están
representados en medio busto los antepasados de Cristo: Obed, Jesé, David, Salomón y
Roboam. En el lado opuesto Salomón símbolo de la sabiduría. En el segundo ciclo, la
vida del Redentor se desenvuelve en las paredes interiores del presbiterio, donde se ven
escenas de su infancia y en el lado derecho episodios de su vida pública; en el lado
izquierdo, la Pasión y los acontecimientos sucesivos hasta la Pentecostés. En el tercer
ciclo, el Cristo Pantocrátor, héroe del poema bíblico de la Catedral, punto de llegada de
la antigua Ley y punto de arranque de la Nueva, rodeado de su Corte celeste. Este eje
principal está flanqueado por otros dos ciclos como para completar la narración
principal: 1) Las dos naves menores contienen una serie de escenas que ilustran
milagros y otros episodios de la vida de Jesús. 2) Los dos ábsides laterales ilustran: uno
la vida de San Pedro y otro la de San Pablo.
Estos cinco ciclos principales están a su vez rodeados de otros ciclos menores.
A lo largo del eje longitudinal de la nave principal de la iglesia, en el extremo oriental
de la pared de la derecha, se pueden identificar las escenas del principio de la creación,
con los episodios relacionados con el paraíso terrenal; para terminar con el pasaje de la
lucha de Jacob con el ángel en el extremo este.
En el crucero se representa la vida de Cristo: el cuerpo central está dedicado a los
episodios de su infancia, mientras que el brazo derecho y el izquierdo están dedicados,
respectivamente, a su vida pública y su pasión. Con los episodios adjuntos de los
acontecimientos de la Ascensión y Pentecostés. Al final de las dos naves, la mirada del
espectador es atraído inevitablemente por la inmensa representación de Cristo
Pantocrátor que ocupa todo el ábside.
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En el santuario y en la solea, la imagen de Cristo Pantocrátor quien aparece rodeado por
los miembros elegidos de su corte celestial: La Virgen, los ángeles, los santos apóstoles,
otros profetas y reyes del Antiguo Testamento.
Al lado del esquema fundamental de la organización decorativa del Duomo, tanto de la
nave principal como de aquellas menores presentan representaciones mayores y
menores, de otros temas bíblicos, siempre hechas con mosaicos. En el primer ejemplo
que se puede destacar se inserta un grupo de tres representaciones en relación con la
biografía de tres santos vinculados al sur de Italia: San Castrense, San Casio y San
Casto. En la segunda parte, diferentes áreas están dedicadas a la ilustración de los
milagros realizados por Cristo. Continuando con el examen de los elementos gráficos
adicionales, otros mosaicos dignos de mención son:
• La vida y obra de la evangelización de los Apóstoles Pedro y Pablo, respectivamente,
en las dos capillas de la derecha e izquierda de la solea.
• Los medallones con los bustos de los mártires, en los plafones de los arcos que dividen
la nave
• Los caracteres que pertenecen a la genealogía de Cristo, en las superficies inferiores de
los cuatro grandes arcos que rodean la parte central del crucero.
• El Velo de la Verónica, en la cara este del arco que separa la solea del transepto.
• Coronación de Guillermo II y la donación de la Iglesia por el Soberano a la Virgen, en
los pilares que sostienen el arco de entrada por la solea al santuario.
Realicemos ahora un ligero resumen de los mosaicos de los ciclos principales que se
dirigen más directamente al pueblo:
Iº Ciclo: El Antiguo Testamento. Nave Central Lado derecho. Faja Superior: La
Creación. En Franja inferior Noé y Abraham.
IIº Ciclo: la vida del Redentor. En crucero del transepto e Interior del Presbiterio. Lado
derecho y Lado izquierdo.
IIIº Ciclo: El Pantocrátor y su Corte Celeste.
Además de considerar:
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Los Ciclos Integrativos, en la Nave Central derecha, con escenas de la vida de Jesús, los
misterios gozosos. Y en la Nave lateral izquierda.
Los dos Ábsides laterales; Pedro y su crucifixión.
Los Ciclos Menores: un friso que consta de cuarenta y ocho medallones, cada uno con
el busto de un ángel. Tres escenas de la vida de santos de la Italia Meridional: San
Castrense, San Casiso y San Casto. Un friso de ángeles que rodea el busto de la Virgen
en el luneto encima del portón de entrada.
Un sinfín de santos está en casi todas las otras partes de la iglesia; medallones con
bustos de mártires adornan los intradoses de las arcadas de la nave central, otros
medallones de santas, de santos guerreros.
Otros santos se encuentran por doquier, donde el espacio haya sido dejado por los ciclos
principales.
Dos paneles consagrados a la representación de Guillermo II.
A pesar de la lógica, fría y rigurosa, del modelo iconográfico, no se tiene la impresión
de monotonía, sino la de un gran orden y de una simetría perfecta, en un conjunto de
fluidez y de unidad extraordinarias.
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El Órgano de tubo
El órgano en los bastones de la catedral fue construido entre 1957 y 1967 por la empresa
Fratelli según el proyecto del organista titular de Ruffatti, Padua Antonino Orlando; el
concierto inaugural tuvo lugar 24 de de abril de 1967, fue ejecutado por Fernando
Germani.
El instrumento consta de aproximadamente 10.000 barriles que están divididos en tres
cuerpos sonoros:
• Detrás del altar mayor, sin muestra, se encuentran los juncos del (teclado,
respectivamente primero y cuarto) Positivo Abierto y del Solo Expresivo con la relativa
sección del pedal.
• En el crucero, sobre el lado izquierdo, con la muestra "ad ali" y las alas centrales se
encuentra el Gran Órgano Expresivo, con la relativa sección del pedal.
• En el crucero, en el lado derecho, con la exposición "ad ali" y cúspide central,
encontramos los más antiguos bastones del órgano y del Eco expresivo (quinto y
sexto, respectivamente) con la sección del pedal.
El órgano tiene dos consolas. La mayor está colocada a la izquierda del altar barroco y
se compone de un gabinete de madera decorado con relieves escultóricos. Tiene, como
se ha mencionado, seis teclados de 61 notas cada uno y pedalera cóncava-radial de 32
notas y 195 placas de balancín de troncos, acoplamientos, los sindicatos y aniquiladores.
En el lado opuesto, sin embargo, hay una segunda consola, con dos teclados de 61 notas
cada uno y pedalera radial cóncava de 32 notas, que controla el cuerpo situado detrás
del altar.
El claustro
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“Las columnas están ranuradas, algunos están sometidas a torsión, otras rectas. Todas
están incrustadas de mosaicos de colores y oro, granito, pórfido, de todos los tipos de
mármol que forman pequeños dibujos de precisión muy preciosas. Los capiteles son una
mezcla de flores, frutas, figuras de animales de todo tipo. Este claustro es el monumento
más amplio, uno de los más investigados, que fue posible construir en esta especie. Es
desde este lugar sublime, en el que la mayoría de los monjes reclusos admiraban el
mundo y sus pompas”
La catedral está flanqueada por el claustro del monasterio benedictino, construido a
finales del siglo XII. Se trata de un edificio puramente románico, un cuadrado de 47
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metros de lado, con un pórtico con arcos de medio punto, con dinteles dobles y un
singular "toro" en el intradós.
Los arcos se apoyan en columnas gemelas con ornamentaciones, algunas talladas con
arabescos y otras con incrustaciones de mosaico. Los capitales se tiñen con escenas
bíblicas. En la esquina sur se levanta un recinto cuadrangular rodeado por tres arcos en
cada lado. En el centro se encuentra una fuente cuya agua proviene de un tronco de
palma estilizada ricamente tallada, con figuras de pie en forma de columna y que deja
ver cabezas en relieve. El agua fluye en chorros finos de bocas humanas y de leonés.
Las bases de las columnas del claustro muestran gran variedad de motivos: hojas
estilizadas, rosetas, patas de león, jefes de ferias, grupos de hombres y animales, ranas y
lagartijas. Su ejecución tiene grandes diferencias con la de las capitales, con el fin de
asumir que fue confiada a los artesanos subordinadas. Los capitales de los grupos de
cuatro columnas de esquina, están especialmente cuidados. Los artesanos provenían de
diversos orígenes, de Ile-de-France en Provenza, de Lombardia y Puglia, etc, fueron
realizados en diferentes períodos.
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Palacio arzobispal
Más allá del ábside de la catedral se encuentra el Palacio Arzobispal, construido en el
siglo XV y restaurado en 1816, precedido por una terraza donde se encuentra un gran
sarcófago romano con leones arañando gacelas. Desde entonces es sede permanente de
los arzobispos. Fue la sede del Seminario Arzobispal y en la actualidad alberga el museo
diocesano.
Bibliografía
Kitzinger Ernst, I mosaici di Monreale, Palermo, Flaccovio Editore, 1991, ISBN 88-
7804-065-7.
AA. VV., Il duomo di monreale - architettura di luce e icona, Abadir, 2004
Touring Club Italiano-La Biblioteca di Repubblica, L'Italia: Sicilia, Touring editore,
2004.
Gaetano Millunzi, Il Duomo di Monreale, Roma, Vivere In, 1986.
(IT) Giovanni Luigi Lello, "Historia della Chiesa di Monreale ...", Volume unico, 258
pagine, Roma, Luigi Zannetti, 1596.
(IT) Michele del Giudice, "Descrizione Del Real Tempio, E Monasterio Di Santa
Maria Nuova, di Morreale ...", Volume unico, 136 pagine, Palermo, Regia Stamperia
d'Agostino Epiro, 1702.
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