Decena trágica/ 100 años

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Decena trágica/ 100 años

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El Gobierno de la República encabezado por Francisco I. Madero, iniciado el 6 de noviem-

bre de 1911, sentó las bases de un mandato que se preocupó por la justicia social y trató de ofrecer soluciones a problemáticas agrarias que el país acarreaba de 30 años atrás con el Porfiriato. Sin prever las consecuencias, Madero mantuvo en su gabinete a miembros de la camarilla porfirista que pugnaron por mantener el estado de cosas exis-tente antes de que se diera el cambio de gobierno.

Esta situación provocó que otros revolucio-narios como Emiliano Zapata y Pascual Orozco desconocieran el gobierno de Madero y conti-nuaran su lucha a favor de cambios políticos, sociales y agrarios que beneficiaran a los más desprotegidos.

Lo anterior, provocó una inestabilidad en el

gobierno de Madero, ya que los grupos sociales que en algún momento lo aclamaron, cuando subió al poder, poco a poco comenzaron a apar-tarse de él porque lo consideraban poco enérgico y con un sistema democrático impulsado sólo por sus ideales.

La precaria situación política del gobierno de Madero, propició que muchos diputados y militares conspiraran contra él, dando pie a los sucesos ocurridos entre el 9 y el 22 de febrero de 1913 conocidos como la “Decena Trágica”, donde los Generales Victoriano Huerta, Félix Díaz, Manuel Mondragón y Aureliano Blan-quet se levantaron en armas contra el presidente Madero, situación que culminó con el asesinato del mandatario y del vicepresidente José María Pino Suárez la noche del 22 de febrero de 1913.

Antecedentes

Lic. Francisco I. Madero 1873-1913

Figura emblemática del movimiento re-volucionario de 1910, Francisco I. Madero fue investido presidente de México el 6 de noviembre de 1911. Como una medida que muchos consideran errática, Madero mantuvo en su gabinete a muchos de los miembros del gobierno porfirista, quienes trabajaron en contra de su ideal democráti-co. A esto se le sumaron muchos problemas agrarios y obreros que desencadenaron una inestabilidad en su mandato, que sus adversarios aprovecharon para conspirar y levantarse en armas contra su gobierno. Im

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La mañana del 9 de febrero de 1913, fue puesto en libertad el General Bernar-do Reyes uno de los hombres más destacados del porfirismo, por un grupo de insurrectos al mando de los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz. Se encontraba preso en la prisión de Santiago Tlatelolco por haberse sublevado en contra del gobierno del presidente Francisco I. Madero en 1911.

Prisión de Santiago Tlatelolco en 1913.

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El General Félix Díaz se encontraba preso en la Penitenciaría de Lecumberri, la mañana del 9 de febrero de 1913 cuando el contingente de sublevados que liberó al General Reyes, decidió ponerlo en libertad. Una vez liberado, tomaron camino hacia el Palacio Nacional vitoreando los nombres de Bernardo Reyes y Félix Díaz. Al llegar a Palacio, una porción de los insurrectos se dirigió hacia la parte frontal de este recinto. El General Bernardo Reyes iba a la cabeza de este contingente.

Penitenciaría de Lecumberri a principios del siglo XX.

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Félix Díaz y el General Mondragón decidieron dirigirse hacia la Ciu-dadela para posesionarse de ella, pertrechar sus tropas ahí y colocar barricadas con artillería en los al-rededores, ya que este sitio fungía como una importante fábrica de armamento militar.

A este tiempo, un grupo de ca-detes sublevados de la Escuela Mi-litar de Aspirantes se dirigían de Tlalpan al Palacio Nacional con la intención de cercar este sitio. Los soldados que se dirigían a palacio llevaban las armas terciadas y los de caballería en bandolera. 1

Fábrica de armas “La Ciudadela” a principios del siglo XX.

1 López Reyes, Amalia y Lozano Fuentes, Juan Manuel, Historia General de México, México, CECSA, 1986, pag. 292.

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Tropas federales frente a Palacio Nacional, después del enfrentamiento con el grupo de insurrectos comandados por el General Bernardo Reyes, quien muere en esa acción. En este primer enfrentamiento el General Lauro Villar, al mando de los federales, cae herido. Se contaron en más de 300 los muertos, la mayoría civiles. 9 de febrero de 1913.

Al enterarse del enfrentamiento entre tropas federales e insurrectos en Palacio Nacional, el presidente Madero, que se encontraba en el Castillo de Chapultepec, tomó camino hacia el centro de la ciudad. Iba flanqueado por cadetes del Colegio Militar y simpatizantes de su gobierno que se le sumaban en el camino. 9 de febrero de 1913.

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Al llegar a la calle de 5 de Mayo, se unieron al contingente maderista los Generales Victoriano Huerta y Ángel García Peña, el vicepresidente José María Pino Suárez y el hermano del presidente, Gustavo A. Madero. En ese mismo lugar, se escucharon algunas detonaciones haciendo retroceder al contingente. Poco tiempo después, se enfilaron por la calle de San Francisco hacia Palacio Nacional.

El presidente Madero rumbo a Palacio Nacional. 9 de Febrero de 1913.

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Al caer herido el General Villar, defendiendo el Palacio Nacional, el presidente Madero nombró al General Victoriano Huerta a cargo de la defensa de la ciudad. El General Huerta aprovechó el momento para conspirar y traicionar la lealtad al gobierno del presidente Madero.

Tropas federales en Palacio Nacional. Febrero de 1913.

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El 10 de febrero de 1913, Madero salió en au-tomóvil rumbo a Cuernavaca con el fin de

activar el regreso del Gral. Felipe Ángeles, que se encontraba combatiendo a Emiliano Zapata, y dotar de elementos al ejército para la defensa de la ciudad e iniciar una ofensiva contra los sublevados.

Al día siguiente, las columnas al mando de los Generales Gustavo Mass, Felipe Ángeles, Ausencio Cruz y José Delgado, enfilaron sus tropas hacia la Ciudadela desde los diferentes puntos de la ciudad. Sin embargo, la estrategia de atacar este sitio siempre resultaba fallida, ya que el General Felipe Ángeles, hombre leal a Madero, era subordinado al General Victoriano Huerta, responsable de las maniobras militares

en contra de los sublevados y que para ese mo-mento, era uno más de los traidores al gobierno Maderista, razón por la cual no se llevó a cabo una verdadera estrategia para sofocar la rebelión. Aún así, comenzó el fuego cruzado. Se calcula que ascendieron a 300, entre oficiales y soldados tanto federales como felicistas, los que murieron por lo encarnizado del combate.

Las tropas insurrectas al mando del Gene-ral Félix Díaz pertrechadas ya en la Ciudadela, buscaban las mejores posiciones para el ataque. Algunas piezas de artillería felicista se colocaron en la glorieta del Reloj Chino de Bucareli y zo-nas aledañas. Todas estas acciones auguraban un inminente enfrentamiento entre ambos bandos.

La Ciudadela estuvo en posesión de las tropas sublevadas durante toda la Decena Trágica. Militares y civiles insurrectos disparaban desde las azoteas de la Ciudadela tratando de repeler el ataque federal. Febrero de 1913.

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Tropas insurrectas o felicistas. Febrero de 1913.

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Baterías y pertrechos felicistas. Febrero de 1913.

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El 12 de febrero, en medio del combate, se inició el intento de recuperar la Ciudadela, por medio

de una fuerza federal que no logró la recuperación del sitio. En cambio, para los sublevados este día fue de absoluta felicidad, ya que lograron introducir a la Ciudadela varios carros cargados de alimentos

con los cuales subsistirían. Este mismo día, los ministros de España y Alemania hablaron con el presidente Madero sobre la caótica situación del país y la ciudad. El presidente Madero, les expuso que la rebelión sería sofocada en un máximo de 24 horas, situación que no sucedió.

Tropas federales en formación esperando las órdenes de atacar la Ciudadela que estaba en poder de los sublevados. A pesar de los intentos por recuperarla, ésta fue defendida por las huestes felicistas. Febrero de 1913.

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Soldados federales frente al Teatro Nacional, actual Palacio de Bellas Artes. Febrero de 1913.

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Soldados federales repeliendo el ataque de los sublevados. Febrero de 1913.

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El conflicto armado provocó el éxodo de personas que vivían en las zonas donde los ataques eran frecuentes. Para salir a las calles, era indispensable portar una bandera blanca, con la que señalaban ser civiles, para que los bandos en combate no abrieran fuego contra ellos. Febrero de 1913.

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El 13 de febrero, fue uno de los días en que, por el combate, se causaron más estragos a

edificios de la ciudad. Las calles que sufrieron más daños fueron las de Nuevo México (hoy Balderas), Victoria, San Agustín, Ayuntamiento

y Salto del Agua. Igual pasó en el Palacio Nacional, especialmente en el Departamento de la Secretaría de Guerra. En el edificio de La Mutua, actual Banco de México, cayeron tres granadas.

Edificio de la VI Comisaría de la Policía en la calle de Revillagigedo. Febrero de 1913.

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Daños ocasionados al Reloj chino en Bucareli, producto del combate. Febrero de 1913.

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Daños a casa particular en Av. Nuevo México (Balderas). Febrero de 1913.

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Aspecto de los estragos que causó el combate en la Av. Nuevo México (Balderas). Febrero de 1913.

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Daños ocasionados a un inmueble particular en la esquina de Av. Juárez y Av. Nuevo México (Balderas). Febrero de 1913.

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Casa dañada en el Paseo de Bucareli. Febrero de 1913.

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Daños causados en un inmueble de la Av. Nuevo México (Balderas). Febrero de 1913.

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Consulado americano en la Av. Nuevo México (Balderas). Febrero de 1913.

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Casa de la Av. Nuevo México (Balderas). Febrero de 1913.

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Casa que fue incendiada perteneciente al presidente Francisco I. Madero. Se ubicaba en la calle de Berlín en la colonia Juárez. Febrero de 1913.

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Casa del vicepresidente José María Pino Suárez, seriamente afectada por los combates. Febrero de 1913.

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Edificio dañado de la Asociación Cristiana de Jóvenes. Febrero de 1913.

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Los principales artífices de la traición al gobierno del presidente Madero. De izquierda a derecha: los Generales Manuel Mondragón, Victoriano Huerta, Félix Díaz y Aureliano Blanquet.

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Para el 18 de febrero, las órdenes de Madero al General Victoriano Huerta fueron recuperar

la Ciudadela a como diera lugar. Esta acción, orilló a gran parte del Estado Mayor, que ya estaba en franca oposición al gobierno maderista, a repensar si realmente las decisiones del mandatario eran las adecuadas. Finalmente, el Estado Mayor de-cidió que pedirían la renuncia del presidente y su gabinete. A excepción de los Generales Felipe Ángeles, José Delgado y Agustín Sanginés todos los demás Generales estuvieron de acuerdo. Des-pués del mediodía, el General Aureliano Blanquet tomó como prisioneros al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez.

Misma situación le sucedió al hermano del presidente, Gustavo A. Madero, quien ese mismo día, por la mañana, fue arrestado por órdenes del General Huerta, en el restaurante “Gambrinus”. Fue conducido a la Ciudadela donde fue cruel-mente torturado y asesinado.

Ese mismo día, los Generales Victoriano Huer-

ta y Félix Díaz se reunieron con el embajador norteamericano Henry Lane Wilson, en la em-bajada de Estados Unidos. Celebraron el “Pacto de la Embajada” mediante el cual se desconocía al gobierno de Madero y se comprometían a ele-var a la Presidencia a Huerta, quien ocuparía ese cargo temporalmente con el objetivo de convocar a elecciones que llevaran a Félix Díaz al poder.

La Cámara de Diputados admitió por mayo-ría de votos la renuncia del presidente Madero. Esto derivó en que provisionalmente el Lic. Pe-dro Lascuraín ocupara la presidencia de manera interina. En los sucesivos 45 minutos, nombró al General Victoriano Huerta como Secretario de Gobernación y acto seguido renunció. Por mandato legal, ante la ausencia del presidente, del vicepresidente y del ministro de Relaciones, le correspondía al de Gobernación asumir el mando. De este modo, Victoriano Huerta se convertía en el tercer presidente que tuvo nuestra nación el 19 de febrero de 1913.

Senadores reunidos con el General Félix Díaz en la Ciudadela. Febrero de 1913.

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El General Victoriano Huerta, como presidente de la República y su gabinete en 1913.

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Aspecto de uno de los salones de la Intendencia de Palacio Nacional, sitio donde estuvieron presos el presidente Madero, el vicepresidente Pino Suárez y el General Felipe Ángeles así como otros miembros de su gabinete. Febrero de 1913.

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Los periodistas Publio Tripiedi, Ernesto Hidalgo y Agustín Casasola sostienen en sus manos las ropas ensangrentadas del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez.

Finalmente, en la noche del 22 al 23 de febrero de 1913, el General Aureliano Blanquet ordenó que Francisco I. Madero y José María Pino Suárez fueran trasladados a la penitenciaría de Lecumberri y a espaldas de ésta, fueron obligados a bajar de los vehículos para ser cruelmente asesinados por orden del General Victoriano Huerta.

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