Post on 18-Mar-2021
DE LOS PREMIOS Ó DE CÓMO ARRUINAR UNA CARRERA LITERARIA ANTES DE QUE ÉSTA EMPIECE Por JeSsica Masaya Portocarrero
Esta es la historia de Rafael Torre, un cuate de la Facultad que se las daba
de gran bohemiO, pensador, atormentado, fachudo , gafo , incomprendido y
desperdiciado, escribidor de cuentos y poemas. Según él era una especie de "poeta
maldito", por lo cual envolvía su cuerpo en un largo abrigo impermeable
(presumiblemente de paca), tenía un montón de mechas por pelo, usaba lentes a lo
Limnon y su pescuezo estaba envuelto con una bufanda cochina. Con esta facha todo
el año aunque se cocinara del calor, trataba de marcar su estilo. Se construía un
vestuario a su aire poeiesco hasta para ir a talachar y a otras actividades de la Huelga
de Dolores, en las cuales, por cierto, lo de su apodo era todo un chiste. Porque resulta
que cuando anda Uno eneapuchado tiene que esconder su identidad y autobautizarse
por aquello dela seguridad, pero si a la muchachada no le parece tu apodo por hueco,
fresa ó ridículo, te lo cambian y ya, por ejemplo el caso aquel del que se quería nombrar
a sí mismo Galgo, pero los patojos estallaron en risa diciendo que ya parecía nombre
de camioneta extraurbana, por lo que ipso jacto lo re bautizaron como Marquensita,
ja ja, se pueden imaginar a un corpulento machazo con semejante nombrecito. Por
este 'estilo, Rafael Torre quería que cuando andaba encapuchado lo llamaran Maldito,
por lo de los poetas franceses, pero el apodo derivó a Desgraciado, Malnacido, Hijueputa,
Cerote e insultos por el estilo. Y así se daban todos el gusto de maltratarlo.
• y es que -Ia verdad Rafael Torre para los demás no era tal incomprendido,
sino qlJecaía mal y la mara no muy lo aguantaba. Él siempre estaba en contra de los
que estaban a favor y a favor de lós que estaban en contra. Como se creía un iluminado
peI1sabaque él debía dar las instrucciones de cómo hacer las babosadas, desde cómo
redactar uri comuiücado polftico hasta cómo quemar una camioneta, como si fuera
ciencia esa mierda, sin olvidar sus instrucciones paranoicas para guardar siempre sus
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dichosas medidas de seguridad. Y todo porque leía "en pale/a " decía él , y como no se
podía demostrar lo contrario, él seguía siendo "intelectual" en una Facultad en donde
eso se define por las palabras que se leen por minuto, aunque no entiendan ni rosca.
Por eso cada vez que había una discusión , él sentenciosamente citaba a un autor
importante y callaba, como el maestro que no dice más.
Rafael Torre cuando chupaba y quería hacerse el interesante, mientras
miraba enigmáticamente la lejanía suspiraba y empezaba a hablar como para sí
sobre lo que estaba escribiendo en eso momentos. A veces se trataba de una novela a
punto de concluir, o de un cuento que se escribió casi solito, o de un poema que le
bahía desgarrado las tripas (sic). Incluso contaba cómo estaba consiguiendo el
dinero para poner en escena una obra de teatro de su autoría. No, si el pisado decía
que dominaba todos los géneros literarios. Al principio la gente se cautivaba, sobre
todo las patoj as, con este escritor a punto de dar el salto a la fama pues en un país de
analfabetos comerciantes, un escritor es un milagro, unfreak sbow, un amigo que da
prestigio, un enigma. Por ahí andaba Rafael Torre echando casaca por todos los
antros artisticoides, donde era tenido como una atracción por su aura: una combinación
de desamparo, holgazanería y genio.
Pero la cosa se volvió monótona pues pasaban los años y Rafael Torre ni
publicada un libro, ni montaba la dichosa obra de teatro, ni se graduaba, ni ayudaba
a concretar nuestras utopías, ni nada. Ya saben, en la U donde cada aí10 la corriente
trae junto con el agua nuevos pececitos, los que se aferran a la ribera emperrados con
su mismo discurso, terminan por aburrir o, con suerte, por convertirse en personajes
pintorescos. Cuando esto sucede, la mayoría tienen la dignidad de tirar la toalla, de
graduarse, o casarse, o en el último de los casos, morirse. Sin embargo, cuando le
preguntaban a Rafael Torre por qué no se retiraba de la U, deCÍa que el mundo del
conocimiento era su vida, entonces le decían que se graduara, pero él replicaba que no
necesitaba el cartón para ser escritor. "Entonces publicá un libro (cerote) " le decían
ya emputados, a lo que él respondía enigmáticamente: "Aún no es mi tiempo". La
gente a sus espaldas poco a poco empezó a reírse de él, le bajaban el cuero y hasta le
tenían lástima. Las traidas que tenía luego luego lo dejaban porque no le aguantaban
la casaca tan intelectual decían , pero en realidad se hartaban de estar manteniéndole
los vicios, la alimentación y a veces hasta sus sagradas lecturas, además dicen que en
la cama era igual que en la U: mucha teoría y poca praxis. Y guardaba el misterio de
sus grandes obras literarias bajo siete candados porque hasta entonces nadie conocía
su arte, sólo la frase que escribió en el bailo de la Bodeguita: "cada quien se llena sólo
con lo que le cabe".
Cuando la mara se cansó de pelearse con él, de pelarlo y de mandarlo a la
mierda, empezó a ser marginado y gradualmente olvidado. De pronto lo veían como
a cualquier columna o árbol de la universidad, sus poses y frases desafiantes dejaron
de llamar la atención pues habían otras atracciones por entonces, como las fiestas
clandestinas y las drogas sofisticadas, la onda esotérica, oculta y "alternativa" empezó
a imponerse y todos querían estar en lo "nuevo", nadie quería estar out. Y por eso la
mota, la revolución, la Bodeguita y los rafaeles torres habían pasado de moda. Por ahí
andaba todavía él, con la misma facha, pero había algo más que iba cultivando de
tanta espera y aburrimiento, una melancolía genuina lo estaba cubriendo de una
costra extraiia, y entonces de repente desapareció. Algunos dicen que se fue a vivir a
Pana o a la Antigua, lo cierto es que no se le vio por meses y a nadie le importó, era
uno más que se largaba de la escena universitaria, al fin.
Pero cuando la muchachada estaba inmersa en las contradicciones de la
pos guerra y los fresas solapados habían salido del c1óset, ocurrió un curioso fenómeno.
Fue como si viendo hacia atrás e influenciados por las tendencias retro, retomaron
algunos temas y valores de la guerra, sobre todo por los movimientos de recuperación
de la memoria histórica y los escalofriantes informes sobre las atrocidades de la guerra,
se recordaba a las víctimas, sus ideas, sus luchas y se exigía justicia. En ese ambiente,
todas las actividades culturales, artísticas y políticas tenían como tema un aire de
nostalgia y de encuentro con el pasado. Por otro lado, se estaba tratando de motivar a
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los creadores pues la producción al1íslica estaba mi; pobre que nunca. En este contexto,
los organizadores el concurso de cuento m{lS importante de este paicito, el cual se
había declarado desierto los últimos :uios, decidieron revivirlo duplicando el premio
para sumar una importante cantidad de dinero y le hicieron una gran publicidad,
siendo el tema del concurso la memoria b,:\'!óriw. Total , había una gran expectaci6n
incrementada por los medios de comunicación debido en gran parte, a que un famoso
escritor (no por eso bueno) sudamericano cuyo nombre no quiero recordar, v quien
siempre aparece en actividades así con fines de promoción comercial, había sido invitado
a la premiación
y llegado el día del anuncio de los ganadores, el vocero de susodicha
asociación luego de declarar desiertos el tercer y segundo lugares, abrió la plica cerrada
y dijo "el primer lugar en el concurso de cuento de este año es para Rafael Torre con su
cuento La estam de Nerón", Todos se quedaron perplejos, hacía rato que ya nadie ni
pensaba en él y no se sabía de sus huesos. Después del asombro pasaron algunos días
y nada del escritor ganador, hasta se dudaba que asistiera a la premiaci6n, Pero no, se
equivocaron todos, porque él se presentó y fue el centro de atención de aquel evento
literario patrocinado por Cerveza Gallo. Luego de recibir un simbólico cheque gigante
de manos del acartonado escritor sudamericano, Rafael Torre meneó la melena, se
acomodó la bufanda y tomó lugar en el proscenio; se miraba fuera de lugar en aquel
ambiente, mezcla de bazar de feria y salón de conferencias, con fuertes luces blancas
sobre su figui'a parecía más desamparado que nunca, y sin embargo lentamente y de
memoria dijo un discurso magnífico, que a pesar de ser largo no aburrió y tenía a la
concurrencia en completo silencio. Fue extralio, como si en todos esos alias había
madurado, pulido y ensayado ese momento de su vida, pero en realidad no estaba
dirigiéndose a todos nosotros sino a sí mismo, por lo que fue un extraño espectáculo de
honestidad, desenfado y valentía, aún en aquellas circunstancias. El momento más
lúcido y claro de su vida y sin embargo, había algo de amargura y cansancio en sus
palabras, su actitud de pose y todo aquello había quedado atrás, estaba C0l110 vencido
y, a la vez, triunfante . Después de ese sublime momento siguió el show, los abrazos, las
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fotos, el brindis y Rafael Torre iba de un lado a otro mangoneado por todos. La gente
que una vez lo criticó lo alababa y se decían sus amigos. Salió en los periódicos y hasta
en la sección de GenteJoven de Avances. Lo invitaban a hablaren todos lados, incluso
en la radio y Rafael Torre quería hablar de todo lo que había llevado por aiios adentro,
de sus ideales, de sus sueiios, de sus miedos, pero de lo que querían que hablara era lo
mismo siempre: "La estaca de Nerón". Para complacer, se dedicaba a hablar sólo del
dichoso cuento. Luego de mucho entrevistarlo se publicaron varios artículos en los
medios sobre Rafael Torre y su cuento, artículos titulados "Quién es Nerón en w Estaca
de Nel'ól/· :. "Quién es la estaca en La Estaca de Nerón ", 'La Estaca de Nerón y
usted ", "Dónde está 1ft Estaca de Nerón hoy", entre otros. Toda su vida giraba
alrededor del cuento que hablaba sobre ese perico llamado Nerón que estaba harto de
su estaca.
Enla Facultad lo empezaron a tratar como un estudiante ejemplar pues le
había dado cierto prestigio a aquella vetusta institución, tanto así que, al fin de las
cansadas, Rafael Torre se graduó sustentando un examen público sobre su tesis titulada
"La metáfora en el cuento La Estaca de Nerón". Pasaban los meses y el entusiasmo
por La estaca no decaía, y cuando empezó a decaer a alguien se le ocurrió convencer
a Rafael Torre para que metiera La estaca en un concurso de cuento latinoamericano
en Cuba, y el resultado fue que ganó el primer lugar. La estaca de Rafael Torre estaba
en boca de todo elmllIldo otra vez, pues a este galardón no hace bita decir que también
le hicieron la gran bulla más que todo para contribuir con las nuevas relaciones entre
Cuba y Guatemala. Así que allá fue el Lic. Rafael Torre a recibir su premio y un poco
de sol a aquella isla. Cuando regresó fue otra vez el despelote, el mangoneo, el show, si
hasta apareció en algunas revistas literarias latinoamericanas. La Es/Cica de Nerón
había invadido América y Rafael Torre estaba en la cima de su pequeiia ambición.
Pero una mala noche después de chupar vodka, Rafael Torre soiió que
Andy Warhol con un huesudo dedo en el aire le decía: "Has agotado tus diez minutos
de fama, despídete." Despertó y se sintió horrorizado, "iY después de La Estaca qué?".
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La gente promedio es mediocre y supelficial y se interesaban en la atención que Ibfael
Torre había captado, pero no en su obra ni en lo que tenía que decir. Las patojas le
decían "qué bonito escribe, se lo juro" y luego querían acostarse con él. La fama es
traicionera y siempre, o casi siempre, es lo peor que le puede pasar a un escritor joven.
Es un f:llso oasis, una alucinación, un peligroso canto de sirenas.
Rafael Torre hizo caso omiso de la advertencia y con el tiempo sucedió lo
peor: se acomodó, consiguió un trabajo de profesor en una universidad priv:lda cuyo
nombre no quiero recordar tampoco, parece que el dinero de los premios no le abundó
con tanta deuda y con tanto amigo borracho y tantas mujeres que impresionar. Pasado
ya los treinta y pico, fue a meter las patas con una muchachita fresa con pose de
hippie y lo casaron con ella, advirtiéndole que ella estaha acostumbrada a "cierta
clase de vida y de comodidades", por lo que consiguió un segundo empleo en una
organización internacional de la que menos quiero recordarme. Lo invitaban a cosas
literarias todavía, pero él invariablemente hablaba de La Estaca de Nerón, lo que le
servía para dárselas todavía de escritor, después de ailos de aquellos premios. Los
escritores más jóvenes, los verdaderos intelectuales que eran más prolíficos que
famosos, lo veían como a una curiosidad pero en el fondo, aunque no lo admitieran,
no querían tener su suerte y por eso le huían a los concursos.
Nadie supo si escribió una línea más antes o después de La Estaca de
Nerón, lo cierto es que otra vez la gente lo olvidó, pero esta vez también Rafael Torre
se olvidó de la gente, ocupado con sus empleuchos, sus deudas, sus hijos legítimos y
regados, sus muchas amantes, su prominente panza y su insondable vacío interior.
Al final , tantos años después, vemos que el autor de ú¡ Estaca de Nerón no era la.
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