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Contagio de Aspergilosis en aves migratorias, de presa y de ambientes húmedos.
Aspergilosis es una infección fúngica no contagiosa causada por el género de hongos
saprófitos oportunistas Aspergillus, principalmente por las especies Aspergillus fumigatus y
Aspergillus flavus. Aspergillus fumigatus es uno los más peligrosos patógenos oportunistas
responsable de la aspergilosis en animales y humanos, así como del 95% de contagios en
aves (Kornillowicz-Kowalska., 2013, pág. 44). Las aves son animales propensos a contraer
aspergilosis, las cuales inhalan las esporas de A. fumigatus o bien por la ingesta de comida
contaminada por el hongo a través del contacto con el suelo (Kornillowicz-Kowalska.,
2013, pág. 44). A.fumigatus es capaz de degradar la queratina del cabello, plumas, y otras
estructuras de soporte del cuerpo formadas por dicha proteína. Así mismo, es una especie
termófila, lo que conlleva un desarrollo entre los 30-40 grados centígrados (Kornillowicz-
Kowalska., 2013, pág. 44). Esto lo lleva a buscar ambientes con desechos orgánicos en
descomposición y fertilizados con composta, y sobre todo a establecerse en nidos de aves
cuya temperatura oscila en ese rango y alcanza hasta los 44 grados centígrados con el
cuerpo de la cría (L. A. Beernaert, 2010).
Los factores que predisponen a que las aves contraigan aspergilosis son; un
ambiente cálidos, humedad, escasa ventilación, sanidad deficiente y grandes cantidades de
comida almacenadas (L. A. Beernaert, 2010, pág. 2). Otros factores como una dieta
inadecuada, sobrepoblación, descomfort termal, migración, infecciones por circovirus,
desórdenes limfoproliferativos, heridas tramuáticas y actividad reproductivas pueden
afectar la inmunidad de las aves tornándolas más propensas a la micosis pulmonar (L. A.
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Beernaert, 2010, pág. 2). El estrés por su parte contribuye de manera fundamental al
desarrollo de infecciones fúngicas en aves (Kornillowicz-Kowalska., 2013, pág. 44).
La vía de inoculación de Aspergillus es por medio de la inhalación de esporas que son
atrapadas en la cavidad nasal o tráquea, y algunas llegan a alcanzar los pulmones y los
sacos de aire donde Aspergillus spp tiende a colonizar al organismo (L. A. Beernaert,
2010). En el parénquima del pulmón, las esporas se embeben en el atrio y en partes de los
infundíbulos ubicados en en el parabronquios, y son envueltas por las células epiteliales
fagocíticas (L. A. Beernaert, 2010). Cuando hay demasiadas esporas, los mecanismos
innatos de defensa no proceden en eliminar la infección en el sitio de los capilares aéreos,
lo que provoca el desarrollo de una especie de placas que obstruyen la tráquea o los
bronquios, o en su caso llenan los sacos de aire. Las hifas contienen cuerpos fructíferos que
llenan el lumen y penetran los sacos de aire, originando una necrosis superficial en los
órganos adyacentes (L. A. Beernaert, 2010). En cuanto a los conidios que produce
A.fumigatus, están habilitados para resistir la defensa de los macrófagos de las vías
respiratorias.
Se conocen dos tipos de reacción en los tejidos; la granulomatosa, y la forma
superficial difusa. En la primera no se aprecian lesiones vasculares ni inflamación
exudativa en los tejidos vecinos, y se desarrolla tanto en órganos aéreos como no aéreos.
(L. A. Beernaert, 2010). En cuanto a la segunda, el hongo invade los vasos sanguíneos en
los órganos aéreos como los pulmones y los sacos de aire, formando agregados de hifas
radiales con grandes cantidades de conidióforos y conidios (L. A. Beernaert, 2010). La
combinación de ambas reacciones en la misma sección del tejido es posible.
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No obstante, cabe aclarar que la susceptibilidad a enfermedades fúngicas de las
aves comparada con la de los mamíferos tiene fundamentos anatómicos. La falta de una
epiglotis para prevenir la entrada de partículas al tracto respiratorio; la carencia de un
diafragma que desemboca en la ausencia de un fuerte reflejo de tos; y una distribución
limitada de las seudoestratificadas columnas celulares ciliadas a lo largo del tracto
respiratorio, son las más decisivas en el contagio de Aspergilosis (TELL, 2005, pág. 73).
También existen características celulares que influyen en la propensión al contagio de
Aspergilosis, como el no contar con una superficie de macrófagos que fagociten los
conidios de Aspergillus spp, y la dependencia de heterófilos que usan proteínas catiónicas,
como las hidrolasas y las lisozimas en lugar de las mieloperoxidasas y de los mecanismos
oxidativos para exterminar las hifas (TELL, 2005, pág. 73).
A pesar de las desventajas anatómicas y celulares que poseen las aves en general
con respecto a las infecciones fúngicas, Aspergillus suele ser selectivo al sólo atacar a
ciertas clases de aves de determinados ecosistemas y bajo condiciones específicas. Entre
sus víctimas predilectas, están las aves domésticas, en cautiverio y preferentemente las de
vida libre de los grupos; Anseriformes, Lariformes, Galiformes, Columbiformes,
Flaconiformes y menos frecuente, Passeriformes (Kornillowicz-Kowalska., 2013, pág.
44).De estas últimas las más susceptibles son las aves de presa, y de ambientes húmedos y
marinos.
A.Fumigatus puede penetrar los huevos de los nidos y matar eventualmente al
embrión. Dicha estrategia es usada con las aves de humedales y ambientes marinos, cuyos
nidos están compuestos de largas masas de material proveniente de plantas mezclado con
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materia animal; plumas, pelo, pelusa de polluelos, remanentes de presas y pellets de
pichones raptores. La diversidad de este substrato aunado al pH permite el desarrollo de
múltiples especies de hongos queratinofílicosy termófilos como Aspergillus fumigatus.
En el año 2012, Konillowicz.Kowalsa et al realizó un estudio en el cual se
recolectaron 38 nidos de 9 especies de aves de humedales y marinas durante la primera
mitad de los años 2066-2008, bajo condiciones sin lluvia, tal y como suele ser el clima en
ese periodo en la parte central oriental de Polonia. Dependiendo de la especie, los nidos
fueron colectados de 7-14 días contando desde el primer vuelo, asegurándose de que no
tuvieran ninguna función más en relación al estado juvenil de las aves. Como era de
esperarse, los nidos estaban hechos de materiales de plantas y de origen animal. La
identificación de 1374 hongos aislados a 45 grados centígrados (767 en medio Martin, 617
en medio Sabourand), revelaron 12 géneros y 18 especies de hongos termófilos. A
fumigatus fue aislado de 36 nidos (489 en el medio Martin, 438 en el medio Sabourand),
dando una cifra de 927 hongos aislados del total de 1374 hongos termófilos (Kornillowicz-
Kowalska., 2013). La presencia de A.fumigatus en toda la micobiota termófila de los nidos
fue de un 28.6 % a 92.3%. De igual forma se mostró que existe una correlación entre el
incremento de la diversidad de la micobiota termófila y el incremento en la masa individual
de las aves (Kornillowicz-Kowalska., 2013). También se probó que el calentamiento de los
nidos producidos por las aves no es el único factor que propicia el crecimiento de hongos
termófilos, sino que procesos microbiológicos que suceden durante la composición del
material del nido, principalmente la degradación de carbohidratos, es otro factor que influye
en su crecimiento de este hongo (Kornillowicz-Kowalska., 2013). Finalmente se concluyó
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que el crecimiento de A.fumigatus se intensifica en nidos con escasa sanidad y
contaminados con residuos de materia animal, debido a que A.fumigatus opta por este tipo
de substratos, y en el caso de los nidos de aves pequeñas, es la temperatura uniforme y
cálida lo que le ayuda a establecerse (Kornillowicz-Kowalska., 2013).
Esta misma facultad de Aspergillus fumigatus para infectar a las crías jóvenes de
ambientes húmedos y marinos a través de sus nidos también se ha registrado en aves
salvajes como lo son los halcones. Un estudio realizado por F. Prescott Warddavid et al en
los años 70’s, con dos halcones de distintos sexos de la especie Falco mexicanus y de dos
semanas de edad, los cuales mostraron tener tres semanas después de la captura síntomas de
Aspergilosis, propone dos teorías sobre la patogénesis que no van acorde a la correlación
entre masa corporal y calor expedido, y a los nidos con sustratos ricos en materia animal.
La primera es que ya sea que la condición sea endémica y latente en el estado salvaje, y es
revelada por las condiciones no naturales del cautiverio (Ward, 1970). O bien, la afección
es una amenaza del cautiverio al cual las aves salvajes tienen poca resistencia, a causa del
estrés que les genera estar en cautiverio, que a su vez provoca un déficit en el sistema
inmunológico (Ward, 1970). Estas teorías pueden comprobarse con el alto registro de
casos de aspergilosis en halcones de zoológicos, y en los tratamientos con anfotericina-B
que han adoptado estos lugares (Ward, 1970, pág. 82).
Hay pocas referencias de aspergilosis en aves de presa de vida libre. Las especies en
las que se ha reportado la infección incluyen el la lechuza blanca (Tyto alba); águila dorada
(Aquila chrysaetos), gavilan común ( Accipter nisus); águila marcial (Polematus
bellicosus); cárabo común (Strix aluco), y águila calva ( Haliaetus leucocephalus). Para
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aportar con más casos a la investigación, P.T Redig del departamento de Veterinaria y
Biología de la Universidad de Minnesota, llevó a cabo un estudio en los años 80’s con
azores de vida libre de la especie (Accipiter gentilis atricapillus). Estos fueron capturados
en las áreas naturales de Duluth en Minnesota durante período de migración de los otoños
de 1972 y 1973. Los resultados de los cultivos arrojaron que hubo una significativa
diferencia entre el número de casos positivos de los cultivos de 1972 (53%) y 1973 (7%).
En 1972 se presentaron ocho casos positivos en la necropsia y todos murieron. Mientras
que en 1973 se presentaron diecisiete casos y cuatro murieron, de los cuales sólo dos
tenían aspergilosis. La especie A.fumigatus estuvo presente en todos los cultivos positivos.
P. T Redigm concluye que las relaciones agonísticas producto de las condiciones difíciles
durante la migración de 1972 es una de la causas del estrés experimentado por los azores
que terminó por exponerlos en un grado mayor al contagio de aspergilosis. Dichas
relaciones agonísticas redujeron la disponibilidad de presas, lo cual provocó una mala
nutrición en la población de azores y por ende una disminución de las defensas (Redig,
1980, pág. 172). También se mencionan otras causas de estrés, como fatiga muscular, frío,
calor y abstinencia. No obstante es menester aclarar que no todos halcones bajo dichas
condiciones están susceptibles a sucumbir (Redig, 1980, pág. 172). Aquellos con una
resistencia genética a la disensión social, con más habilidad para capturar más presas en
otoño e invierno y puedan regresar al área de reproducción, evidentemente se encuentran
más aptos sobrevivir bajo condiciones de estrés (Redig, 1980, pág. 173). Por lo que se
sugiere que los azores sobrevivientes a la migración de 1972c contaban con estas
características de adaptación, y lograron reproducirse para formar la generación de 1973, lo
cual explica la baja incidencia aspergilosis en ese año (Redig, 1980, pág. 173).
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Aunado a las características que se han descrito anteriormente de A.fumigatus, la
poca certeza y especificidad que se tiene en los métodos de diagnóstico, convierten a
A.fumigatus, en un hongo parásito difícil de erradicar como de identificar. Los análisis de
hematología y de bioquímica de plasma deben ser considerados más un indicativo que un
diagnóstico, ya que en las infecciones agudas se presenta un incremento en beta-globulinas,
mientras que en las infecciones crónicas se tiene un incremento tanto de beta-globulinas
como de alfa –globulinas, y las aves inmunosuprimidas contraen hipoproteinemia (L. A.
Beernaert, 2010, pág. 327). Los estudios de electroforesis, si bien no son específicos,
resultan útiles para estimar la progresión de la infección y la respuesta que se tiene a la
terapia (L. A. Beernaert, 2010, pág. 327).
Por otra parte, las pruebas serológicas, han sido desarrolladas para confirmar un
diagnóstico temprano y más definitivo de aspergilosis, ya que en la etapa aguda la
producción de anticuerpos avanza por detrás de la exposición de antígenos por 10 o 14 días,
y si el ave es inmunosuprimido, la baja producción de anticuerpos arroja falsos resultados
(L. A. Beernaert, 2010, pág. 327).
El tratamiento de la aspergilosis engloba una gran cantidad de retos a causa de
diversos factores. En primer término se tiene al poco conocimiento sobre la farmacocinética
de los agentes anti fúngicos en diferentes especies de aves (L. A. Beernaert, 2010, pág.
326). En segundo término, la inflamación granulomatosa que hace difícil la llegada del
fármaco al objetivo fúngico (L. A. Beernaert, 2010, pág. 326). Y en tercero, la presencia de
enfermedades simultáneas o inmunosupresión.
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El mejor método para superar la infección es remover las lesiones granulomatosas
de la tráquea por succión, y aplicar en la zona afectada una terapia tópica (L. A. Beernaert,
2010, pág. 326). Sin embargo, el retirar dichas lesiones puede traer graves consecuencias,
como traumas quirúrgicos o anestésicos, o heridas en las vías respiratorias. La terapia
tópica puede ser administrada por nebulización, enjuagado nasal, o irrigación quirúrgica de
las cavidades abdominales (L. A. Beernaert, 2010, pág. 326).
Existen diferentes antimicóticos para el tratamiento de Aspergilosis en aves.
Algunos de ellos son el tiabendasol, fluconasol, quetoconasol, 5-flourocitosina, anfotericina
B, itraconasol y voriconasol (Scope, 2005). Por su amplio espectro y baja incidencia de
toxicidad, itraconasol es actualmente la primera opción para el tratamiento de aspergilosis
en aves. No obstante, en algunas especies como en los péricos grises africanos, ha causado
daños colaterales como síntomas CNS, vómitos, e inclusive la muerte (Scope, 2005). En
estas especies, se sugiere el cambio a ketoconasol o anfotericina B, aunque se generen otras
reacciones secundarias o el efecto sea de menor eficacia (Scope, 2005).
Pfizer, empresa farmacéutica líder a nivel mundial ha diseñado un nuevo triasol
agente anti fúngico altamente potente derivado a partir del flucanosol con alta actividad in-
vitro contra una amplia variedad de patógenos fúngicos, entre los que se incluyen
Aspergillus spp. Candida, y Cryptococcus spp (Scope, 2005). El Voriconasol (Vfend®,
Pfizer), ha demostrado ser efectivo y seguro pruebas realizadas con pollos sin la presencia
de efectos secundarios (Scope, 2005), y se espera que en los próximos años sea el principal
fármaco en el tratamiento de aspergilosis en aves.
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A.Fumigatus ha demostrado ser como todos los hongos parásitos, un enemigo difícil
de vencer, debido a la excelente adaptación que ha adquirido para desarrollarse en los nidos
y organismos de aves, los cuales como se han mencionado, cuentan con múltiples
desventajas desde su biología que los ha hecho susceptibles a la enfermedades fúngicas, y a
no encontrar un mecanismo de defensa o a desarrollar un fenotipo que los proteja. La falta
de precisión en los diagnósticos de identificación de aspergilosis, aunado al hecho de que
Aspergillus spp. Es un hongo que se encuentra en el aire de casi todos los ambientes, y que
puede pasar casi desapercibido al no generar heridas en muchos de los casos, lo convierte
en un organismo incluso complejo desde su proceso de identificación. Por otra parte, el
desarrollo de fármacos, aunque de forma lenta, ha logrado avances como lo ha demostrado
Pfizer con el Voricanosol, que apunta a ser el principal medicamente en el tratamiento de
Aspergilosis en los siguientes años, no obstante aún queda mucho por investigar, pues el
panorama actual parece indicar que las aves son organismos venerables en casi toda su
totalidad a las infecciones fúngicas, y todos están preocupadas en salvarlas de la
contaminación, cuando sin duda hay un rival mucho mayor al cual vencer.
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