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Capítulo II
Descripción del cargo del pastor desde una perspectiva bíblica - teológica
En el presente capítulo se hará una descripción general de las definiciones que
se tienen del cargo y persona del pastor a la luz de textos bíblicos y bibliografía
correspondiente al tema. Con ésta descripción se apuntará principalmente a conocer
tanto las diferentes definiciones y términos que hacen referencia a la tarea pastoral
como los requisitos y funciones que hacen al cargo en forma general.
A. El término pastor
1. Definición
Originariamente el que atiende un rebaño de ovejas o de cabras. Esta figura es
utilizada como metáfora para señalar la función del líder de una comunidad
(Lockward, 1992: 800-801).
Neufeld nos dice que la idea de pastor viene de la tradición pastoral de Israel,
donde la cría de animales, especialmente ovejas, su alimentación y cuidado, su
protección y corrección, servían de ejemplo para el cuidado espiritual del pueblo de
Dios (Neufeld, 2006: 311).
Barrientos, desde el punto de vista de Ef. 4:12 y Hch. 20:28 define a los
pastores “como quienes han sido puestos por el Espíritu Santo en una congregación
para guiarla, y están convictos de tal cosa” (Barrientos, 1986: 26).
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Gran parte de las definiciones existentes del término pastor se derivan de su
etimología, por lo que a continuación se hará un análisis de los términos de los que
comúnmente proviene éste vocablo.
2. Etimología
a. Ro˓eh (hxero) y ra˓ah (hx:r:)
Llevando las raíces del término hasta el Antiguo Testamento se nos dice que
éste proviene del hebreo ra˓ah, refiriéndose al encargado de atender y cuidar ovejas,
o en sentido figurado, que atiende, cuida, acompaña y se asocia como un amigo a
otras personas (Nelson, 1998: En Compubiblia).
Del mismo término, y especificando un poco más, el diccionario Vine en su
sección del Antiguo Testamento, nos dice que el término ra˓ah (hx:r:) es más bien
un verbo, significando así: pastar, pacer; pastorear, apacentar. El mismo tiene un
homónimo que significa “asociarse” con el cual no debe confundirse. Ra˓ah tiene que
ver con la manera en que los animales domésticos se alimentan a campo abierto bajo
el cuidado de un pastor (Gn. 29:7). Puede referirse a toda la actividad de un pastor,
como en el caso de José cuando tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño con sus
hermanos (Gn. 37:2). Cuando se usa metafóricamente, el verbo indica la relación de
un líder con su pueblo (Vine, 1999: En Compubiblia).
El diccionario Vine en contraposición a lo que decía Nelson aclara que el
sustantivo del verbo ra˓ah (hx:r:) es ro˓eh (hxero) o pastor. El término se halla
unas 62 veces en el Antiguo Testamento. Se usa con referencia a Dios, el Gran
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Pastor, quien apacienta o alimenta sus ovejas (Sal. 23:1-4). Este concepto de Dios el
Gran Pastor es muy antiguo; en la Biblia Jacob es el que lo usa por primera vez en
Gn. 49:24: “Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel” (Vine, 1999: En
Compubiblia).
Con respecto a la aplicación de éste término a los seres humanos, el
diccionario Vine nos dice que:
Cuando se aplica a seres humanos, ro˓eh nos remite a los pueblos no israelitas. El rey es el que encabeza el culto oficial y público y el mediador entre el dios (o dioses) y el pueblo. Detrás de este uso está la idea de que el rey es el centro de unidad de una nación, su supremo protector y líder, el que otorga toda bendición material y administra justicia. Es interesante que ningún rey de Israel se adjudicó el título de ro˓eh (2 S. 5:2). Posteriormente, “pastores” aun se aplica a líderes que no eran reyes (Is. 44:28; Ez. 34:2) (Vine, 1999: En Compubiblia).
De éste modo se resume que el término utilizado en el Antiguo Testamento
para pastor es efectivamente ro˓eh (hxero), mientras que el término para designar
sus funciones como derivado de ésta palabra es ra˓ah (hx:r:), el cual podría
describir en forma amplia todas las actividades que realiza el pastor, dependiendo del
contexto en el cual se lo utilice.
b. Poimén (poimhvn)
Según el diccionario expositivo Vine en su sección del Nuevo Testamento, el
término pastor proviene del griego poimen (poimhvn) que se utiliza en un sentido
natural y dos sentidos metafóricos. En el sentido natural se dice pastor de uno que
cuida manadas o rebaños, no meramente uno que los alimenta (Mt. 9:6; 25:2; Mc.
6:4; Lc. 2:8, 15,18, 20; Jn. 10:2,12), metafóricamente su primer significado se refiere
a Cristo (Mt. 26:31; Mc. 14:27; Jn. 10:11, 14,16; Heb. 13:20; 1 P. 2:25), mientras que
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su segundo significado habla de aquellos que ejercen el pastorado en la iglesia de
Cristo (Ef. 4:11) (Vine, 1999: En Compubiblia).
El verbo utilizado para designar la tarea del pastor es poimáino ( ποιμαίνω )
o apacentar, pastorear, ser pastor. El término encuentra referencias en versículos
como Mt. 2:6; Lc. 17:7; Jn. 21:16; Hch. 20:28; 1Co. 9:7; 1 Pe. 5:2; Jud. 1:12; Ap.
2:27; 7:17; 12:5; 19:15 (Ortiz, 2000: En Compubiblia).
El vocablo poimén como título oficial del encargado de la iglesia local,
según Deiros, sólo aparece en Ef. 4:11 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a
otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Deiros, 1997: En
Compubiblia).
Partiendo desde el punto anterior, encontramos entonces que no solo el
término poimén ha sido traducido o tiene el significado de pastor en el Nuevo
Testamento. Otros términos parecen describir la misma función como lo dice Neufeld
“Es muy probable que los términos pastor, obispo, presbítero y anciano sean
sinónimos” (Neufeld, 2006: 312).
Neufeld continúa diciendo que en Hechos 20:17, Pablo hace llamar a los
ancianos (πρεσβυτέρους) para que se reunieran con él, en el vv. 28 se dirige a
ellos como obispos (ἐπισκόπους) y les encomienda apacentar (ποιμαίνειν) la
iglesia (Neufeld, 2006: 312).
Partiendo de este punto importante nos toca definir los otros términos vistos.
c. Episkopos (ἐπίσκoπος)
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También obispo. Significa uno que vigila y por lo tanto un superintendente o
sobreveedor (Stagg, en Carró, Poe y Zorzoli, 1994: 192). En la cultura griega, es un
supervisor, un capataz, un sobreveedor. También está ligada a la imagen de un pastor
que cuida su rebaño. Los apóstoles llamaron obispos a las personas encargadas de
dirigir las iglesias, cuidando de la salud espiritual de los creyentes. El término es
intercambiable con el de pastores (Lockward, 1992: 763).
Según el Nuevo Testamento, el obispo era un hombre llamado y dotado por
Dios para cuidar de la iglesia local (Hch. 20:28). Ser obispo se consideraba como
buena obra (1 Ti. 3:1). Sus cualidades de maestro, pastor y administrador se detallan
en 1 Ti. 3:2–7 y Tit. 1:5–9. La responsabilidad del obispo es apacentar la Iglesia del
Señor (Hch 20.28). No difiere de la responsabilidad de un pastor o poimén, ni de un
anciano o presbíteros (Nelson, 1998: En Compubiblia).
d. Presbúteros (πρεσβύτερος)
Se traduce preferiblemente como anciano, aunque en algunos versículos se
usa la transliteración presbítero. Este término se había tomado del concepto de los
líderes de las sinagogas y del Sanedrín. Eran hombres maduros seleccionados por los
miembros de la sinagoga y funcionaban como una junta de ancianos con cierta
autoridad asignada (Stagg, en Carró, Poe y Zorzoli, 1994: 192). Las funciones de los
ancianos son gobernar, predicar y enseñar. El término es intercambiable con el de
pastores (Lockward, 1992: 62).
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El hecho de que estos líderes sean llamados ancianos (πρεσβύτερος) en el
versículo 17 de Hechos 20, para luego llamarlos obispos (ἐπίσκoπος) en el
versículo 28, implica que presbíteros y obispos tenían la misma función en el
movimiento cristiano temprano. Los términos obispo y anciano se usaban
alternativamente aquí y en otras partes del Nuevo Testamento (Tito 1:5, 7) (Stagg, en
Carró, Poe y Zorzoli, 1994: 192).
Como se pudo ver, en el Nuevo Testamento existen varios términos que
designan el cargo que hoy conocemos como el del pastor, haciendo así referencia al
líder principal encargado de dirigir la vida de la iglesia local.
En aras de alcanzar los objetivos de la presente investigación, se debe
entender de forma íntegra el término considerando ciertos pormenores importantes
como los dones de los que según la Biblia estará dotado, el proceso de su
llamamiento, y los requisitos para su ejercicio adecuado.
B. Consideraciones importantes
1. Llamado o llamamiento
En primer lugar entiéndase el término llamado o llamamiento como aquel
proceso reconocible en el que un cristiano entiende que debe cumplir una tarea de
servicio particular en el reino de Dios. El mismo involucra el ejercicio de ciertos
dones del Espíritu para el cumplimiento de un ministerio específico, bajo condiciones
especiales (llamado misionero, pastoral, evangelístico, docente, apostólico, profético,
etc.) Quien llama es el Señor Jesucristo mismo a través de su Espíritu Santo. El
resultado de esta convicción es un deseo intenso por obedecer y hacer lo que Dios
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pide. El elemento más importante en la respuesta de un creyente al llamado es la
obediencia (Deiros, 1997: En Compubiblia).
H. Harvey identifica tres llamamientos necesarios para ejercer el cargo de
pastor: el llamamiento interior, el llamamiento de la iglesia y el llamamiento de la
providencia (Harvey, 1984: 10-18).
Del primero, o llamamiento interior, Harvey nos dice que el mismo se
caracteriza por un deseo fijo y enérgico de hacer la obra, una convicción permanente
del deber de predicar el evangelio, una convicción de debilidad personal e indignidad
y una confianza sincera en el poder divino (Harvey, 1984: 10-12).
Del segundo, o llamamiento de la iglesia, nos dice que es la convicción
expresa de la iglesia después de un conocimiento suficiente del candidato, de que éste
es llamado a predicar el Evangelio, convicción que resulta de la evidencia de sus
requisitos ya sea en forma de germen o bien desarrollados. (Harvey, 1984: 12-16).
El tercer llamado corresponde al divino. Este llamamiento puede ser
identificado en los acontecimientos de la vida, los que, interpretados por la dirección
del Espíritu, son como las manecillas que cada paso le indican diciendo cuál es el
camino por el que debe andar. Sin el conocimiento certero de la existencia de éste
llamamiento ninguno debe entrar en éste trabajo divino, porque se entromete en el
oficio de embajador sin tener comisión, y no podrá hablar como tal porque
necesariamente le faltará el valor y la intrepidez del que tiene conciencia de traer un
mensaje divino (Harvey, 1984: 16-18).
Desde otra perspectiva, Faulkner, identifica dos formas de llamado: uno
interno y otro externo. Del primero nos dice que se trata de todo lo relacionado a las
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capacidades y el potencial tanto hacia sí mismo como hacia lo que corresponde al
entorno del que es llamado. Del segundo, o llamado externo, nos dice que se trata de
la intervención que Dios hace en la historia y en el entorno del que es llamado para
demostrar su llamamiento (Faulkner, 1978: 10).
En su punto tratando de la naturaleza del llamamiento divino, Tamminga
reconoce dos fuentes, por llamarlo de alguna forma, del llamamiento divino. Una
como origen y otra como extensión. El origen del llamado divino según el autor es
Dios, pues es él quien realiza el llamado y el nombramiento. Quienes extienden el
llamado al candidato, son los miembros de la congregación (Tamminga, 2002:21).
Resumimos entonces que una condición importante y necesaria para el
pastorado es la identificación clara de la existencia del llamado para tal ministerio.
Juntamente con este requisito espiritual vital, se encuentran otros tipos de requisitos
que además de espirituales son requisitos morales.
2. Requisitos
La Biblia en 1 Timoteo 3:1-7 nos habla de los requisitos que deben acompañar
a los obispos:
1Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 2Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad 5(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); 6no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 7También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
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La epístola de Pablo a Tito, al igual que la anterior, en los versículos 5 al 9 del
capítulo 1, cita de forma clara los requisitos que deben acompañar a los ancianos y
obispos:
5Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; 6el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. 7Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, 8sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, 9retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
Harvey menciona algunos requisitos que el candidato a pastor debe cumplir,
estos son: verdadera conversión, grado superior de piedad, fe sana, capacidad mental,
educación y conocimiento bíblicos, aptitud para enseñar, sabiduría práctica,
capacidad ejecutiva y un buen testimonio respecto de los de afuera (Harvey, 1984:
12-16).
También Nonini nos habla de requisitos que deben preceder al candidato,
siendo el primero a mencionar el hecho de que tiene que ser nacido de nuevo (1 Ti.
1:12-16), debe ser llamado por Dios y dotado con dones espirituales para tal tarea,
debe ser lleno del Espíritu Santo y maduro espiritualmente (1 Ti. 3:6), debe ser
maduro emocionalmente, debe estar capacitado intelectualmente (2 Ti. 2:15), debe ser
sano físicamente (1 Ti. 5:23), debe tener una familia cristiana que lo respalde (1 Ti.
3:4-5; Ti 1:6) (Nonini, 2004: 34-36).
Giles, por otro lado, no limita los requisitos que acompañarán a la persona del
pastor a los escritos paulinos. En su libro titulado “De pastor a pastor” desarrolla una
teología de los requisitos pastorales bastante amplia que va desde los patriarcas hasta
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el Apocalipsis de Juan, la que por razones de espacio y objetivos de ésta investigación
no se mencionarán. Con respecto a esto Giles nos dice resumiendo:
Al estudiar las enseñanzas de la Biblia que tienen que ver con las cualidades morales y espirituales que se exigían de los líderes espirituales, quedamos impresionados con el hecho de que durante cada época histórica la revelación divina hace resaltar los requisitos para los siervos del Señor (Giles, 1988: 30).
Tanto los requisitos previos como posteriores hacen a la descripción del cargo
del pastor. A continuación estudiaremos las funciones del pastor. Este punto será de
bastante importancia para los objetivos de ésta investigación, porque de él se partirá
para las evaluaciones de ejemplo que se harán en el Capítulo III a fin de generar la
propuesta para la CONEMPAR. Como se vio en el primer capítulo, una buena
descripción de cargo se hace necesaria como base para una evaluación de desempeño
más cercana a la objetividad. A continuación se describirán las funciones que hacen
al cargo del pastor.
C. Las tareas o funciones del pastor
1. Consideración de la evolución de las funciones.
Gran parte de las funciones del pastor pueden derivarse directamente de las
diferentes definiciones bíblicas anteriormente vistas. Pero no es el caso de hacerlo
necesariamente de tal forma.
En principio se estudiarán aquellas funciones mencionadas en bibliografía con
sus bases y principios bíblicos correspondientes, debido a que las funciones de los
pastores de la actualidad han variado considerablemente en comparación de aquellos
de los tiempos bíblicos, esto en obediencia a las diferencias socio-culturales entre ésta
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y aquella época y cultura. No obstante los principios bíblico-teológicos permanecen
intactos y más que perfectamente, son obligatoriamente aplicables.
Aún comparando la iglesia actual con la de hace cincuenta años nos ofrece la
prueba de que el rol del pastor ha cambiado, razón que Rice atribuye al incremento en
la educación de los miembros que conforman la misma. El sostiene que “entre las
iglesias de las denominaciones principales, el creciente nivel educativo de los
miembros ha significado cambio en el papel del pastor”. Algunos pastores se hicieron
expertos en la teoría educacional y desarrollaron ministerios enfocados en la
enseñanza, otros se interesaron en el campo de la psicología, desarrollándose así el
movimiento del asesoramiento pastoral, otros volvieron su atención a sus vecinos
para ver y responder a situaciones fueras de las paredes de los edificios de la iglesia
(Rice, 2000: 24-28).
Un modelo bastante reciente, según este mismo autor es el que visualiza al
pastor como un director o gerente de una institución, en éste caso, la iglesia. Durante
este predominio de éste énfasis de gerencia, las aptitudes de un buen pastor incluían
la habilidad para organizar acontecimientos, para mantener en marcha varios
programas a la vez, para facilitar el desarrollo del liderazgo entre los creyentes, y para
asegurar el desarrollo apropiado de un presupuesto que usara los procedimientos y
prácticas contables establecidos (Rice, 2000: 30-31).
Ninguno de estos enfoques resultó en lo que se esperaba por su surgimiento en
dependencia de una ciencia secular y sin la debida base teológica. Enseñar, educar,
aconsejar, actuar como agente de cambio social y dirigir la organización cayeron
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dentro de una comprensión general del ministerio, teniendo cada una de ellas su
lugar, no siendo un fin en sí mismas (Rice, 2000: 32).
2. Consideraciones breves del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Recurriendo a la figura del pastor en el Antiguo Testamento, el pastor de
ovejas se menciona por primera vez en Génesis 4:2, y el oficio ha continuado en
muchas culturas hasta hoy. Las ovejas necesitan constante vigilancia y protección.
Deben dormir en un corral cerrado, llamado redil (Jn. 10:1), y de día el pastor debe
llevarlas al campo en busca de pasto y agua (Sal. 23:2s; Ez. 34:14). Como son poco
agresivas (Is. 53:7) e indefensas (Miq. 5:8), el pastor tiene que defenderlas de las
fieras (1 S. 17:34s), protegerlas del mal tiempo, buscar a las descarriadas y sanar a las
enfermas (Ez. 34:4). Sin pastor, las ovejas generalmente perecen (Nm. 27:17)
(Nelson, 1998: En Compubiblia).
Si se aplica metafóricamente el concepto de pastor del Antiguo Testamento al
concepto de pastor de iglesia local en nuestros días, encontraremos que no hay mucha
diferencia en cuanto a las funciones atendiendo a las actividades que éste último
realiza y a la gran cantidad de principios que el primero encierra en sus notas.
En cuanto a las raíces neotestamentarias del término, por cuestión de lógica se
puede derivar la palabra pastor o poimen (poimhvn) conociendo así su función
principal “pastorear” del griego poimáino (ποιμαίνω), también significando
“apacentar” y “ser pastor” (Ortiz, 2000: En Compubiblia).
No obstante, no podríamos quedarnos con esta sola respuesta al preguntarnos
cuál es la función del pastor habiendo otras nuevas preguntas que emergen como:
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¿qué actividades implica pastorear o apacentar?, ¿cómo se pastorea y en qué
circunstancias?, ¿cuáles son los ámbitos o contextos en los que el pastor ejerce el
pastorado? ¿qué principios bíblicos respaldan las actividades nombradas?, ¿existe
relación alguna entre el pastorado y otras ciencias auxiliares que regulen o marquen
rumbo en sus funciones, como la administración por ejemplo?.
3. Consideración de las funciones del pastor en la actualidad
Hoy día podrían citarse y describirse innumerables tareas que el pastor realiza
como parte integral de su ministerio. La intensión de éste capítulo no es describirlas
todas y cada una de ellas, sino aquellas que a criterio del autor y por el grado de
coincidencia entre las bibliografías citadas, son considerados los más importantes.
Es importante mencionar que sin importar las naturalezas de las tareas, todas
estas tienen igual objetivo que todos los ministerios mencionados en Efesios 4:11-12.
Jesucristo dio a los pastores para perfeccionar a los miembros, para que ellos hagan la
obra del ministerio, edificando el cuerpo de Cristo, de modo que cada uno crezca
hacia la imagen de Cristo (Orth, 1997: 80).
a. Clasificación de las tareas
Dando inicio a la descripción de las tareas, cabe en primer lugar clasificarlas a
grandes rasgos. Es necesario mencionar que no se ha encontrado bibliografía
específica y clara sobre este asunto, por lo que cuanto sigue representa un intento del
autor de compilar las ideas de otros autores en las que se dan ciertos indicios de
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clasificación atendiendo a la naturaleza de las tareas o los aspectos en los que se
aprecia su realización.
En primer lugar, Giles resume las funciones del pastor en cinco principales
aspectos, siendo estos la administración funcional, predicación terapéutica, cuidado
pastoral sensitivo, liderazgo vital en adoración y consejería competente (Giles, 2006:
51-55).
La administración funcional según Giles consiste en que el pastor debe
ministrar a través de sus variadas funciones, las cuales deben ser administradas
correctamente. La predicación terapéutica, va relacionada con las tareas de
predicación y enseñanza. El cuidado pastoral sensitivo tiene que ver con las tareas
que aducen un relacionamiento fraternal con los miembros, siendo muy enfatizado en
este aspecto la tarea de la visitación. En cuanto al liderazgo vital en adoración, se nos
dice que el pastor desempeña tareas donde pone en práctica el arte de la conducción y
la adoración pública. En la consejería competente, el pastor desarrolla actividades
para identificar las necesidades espirituales de sus miembros y busca junto con ellos
la solución a sus problemas (Giles, 2006: 51-55).
El resumen de Rice, que citaba las tareas de “enseñar, educar, aconsejar,
actuar como agente de cambio social y dirigir la organización” (Rice, 2000: 32) no se
hace menos interesante a la hora de clasificar las funciones del pastor.
Neufeld identifica tres aspectos o clasificaciones del rol pastoral al sostener
que “es necesario mantener un buen equilibrio entre tareas administrativas, tareas de
enseñanza y tareas de cuidado pastoral […]. El pastor debería velar bien por los tres
ámbitos” (Neufeld, 2006: 312).
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Se debe recalcar el hecho de que la bibliografía consultada no describe en
profundidad cuáles son las tareas específicas que componen cada clasificación. Por lo
que tal situación representará un desafío a la hora de evaluar, si se desea hacerlo
teniendo en cuenta estos aspectos a grandes rasgos. Nos queda entonces atender a
cada aspecto que represente cada tarea para la proposición de una clasificación
coherente.
b. El pastor y la delegación de tareas.
Para hablar propiamente de las tareas del pastor, se hace necesaria la
aclaración de que no todas las tareas corresponden ser efectivamente realizadas por el
pastor. Por ésta razón se recalca la implicancia de que aunque éste no ejecute tales
tareas con sus propias manos, no incurra en la responsabilidad de promover la
realización de las mismas. En éste sentido, el pastor se debe rodear de un equipo
pastoral al cual delegar ciertos quehaceres que él mismo no podría realizar.
En éste caso, su responsabilidad se limitaría solamente en supervisar
regularmente el cumplimiento de las tareas delegadas, sin llegar al punto de ser
cargoso con el control, para no pecar de desagradable (Gamonnet, 1991: 103).
Colombo nos dice algo interesante con respecto a delegar trabajo. Según él,
delegar en las personas correctas es una responsabilidad exclusivamente de quien se
desprende de las responsabilidades. En cuanto al control, nos dice que “supervisar a
tu gente como lo hace un buen líder implica, entre otras cosas: apoyar, facilitar,
respaldar y reconocer” (Colombo, 2005: 105).
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Por lo que podemos observar en éste punto es que delegar no implica librarse
de responsabilidad, sino al contrario intercambiar las de la ejecución de tareas, por las
de supervisión y promoción de las mismas.
Así se entiende que cuando el pastor delega responsabilidades, se obliga de
supervisar, promocionar, apoyar, facilitar, respaldar y reconocer a quienes delega.
c. Descripción de las tareas del pastor.
Las tareas del pastor podrían llegar a ser innumerables, y la realización de
todas ellas demanda un buen desempeño. En la siguiente lista y descripción de tareas
no se pretenderá abarcar todas ellas, sino aquellas que se consideraron importantes
para los objetivos del presente Trabajo de Grado.
i. La tarea de administrar.
La administración es uno de los aspectos que más tiempo demanda del
ministerio pastoral. Muchos de los problemas que viven nuestras iglesias tienen su
origen en la falta de una administración adecuada y dinámica” (CEPAS, en Nonini,
2006: 96).
Se define la administración como el proceso por el cual se desarrollan y
ejecutan proyectos para lograr fines establecidos (Nonini, 2006: 96). Farol nos dice
que “administrar es prever, organizar, mandar coordinar y controlar” (Farol, 1973:
138). La administración es una ciencia porque se maneja por principios establecidos y
es un arte porque requiere creatividad (Nonini, 2006: 96; Terry, 1974: 33). Caballero
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por otro lado eleva la administración a la categoría de don espiritual que según él, es
otorgado por Dios para el desempeño del liderazgo (Caballero, 1991: 19).
Myron nos dice que “las organizaciones cristianas deben prestar mayor
atención a la formación de sus directivos o administradores porque sin ello ninguna
organización podrá desempeñar su ministerio de forma productiva” (Myron, 1985: 9).
El proceso administrativo consiste de las siguientes acciones: en primer lugar
se debe diagnosticar la situación presente. Luego se debe planificar estableciendo
metas y procesos por medio del cual alcanzarlas. A la planificación sigue la
organización, que consiste en armar los equipos de personas, planes de trabajo,
presupuestos, etc. A esto se suma la supervisión, que consiste en controlar que cada
uno haga su parte y las metas se vayan cumpliendo. Evaluar es un elemento
primordial en la administración, éste valora los resultados y establece pautas para las
decisiones futuras (Luna, 1985: 30-33; Nonini, 2006: 97-100).
Una de las tareas del pastor es la de administrar por el hecho de que tiene bajo
su dirección recursos como: el evangelio, personas, dones y talentos, recursos
económicos, recursos tecnológicos, edificios e instalaciones, influencia, etc. (Nonini,
2006: 101-102).
ii. La tarea de evangelizar.
Esta tarea corresponde a cada cristiano, pero aunque sea una realidad
preocupante, la tarea de presentar el evangelio a las personas se transfiere del
cristiano a la institución que debe organizar eventos para cumplir con su misión
(Nonini, 2006: 108), y casualmente dicha institución está dirigida por el pastor.
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En tal sentido se puede decir que el pastor, en el panorama evangelizador de la
iglesia, es llamado a funcionar como agente movilizador. Su tarea en este caso es
descubrir y cultivar la rica diversidad de dones apuntando a ofrecer un testimonio
eficaz corpóreo de Jesucristo (Castro, 1973: 127).
En todo caso, los pastores y demás líderes deben crear conciencia y
responsabilidad evangelística en los miembros.
iii. La tarea de discipular.
Es una permanente preocupación pastoral el hecho de que muchas personas
nuevas entran en los templos, pero la mayoría no permanece. En tal sentido el mero
hecho de la evangelización no es suficiente para asegurar su permanencia en la
congregación.
El recién convertido no sólo necesita saber que Jesús es su Salvador, sino que
también es su Señor, así como necesita saber que el Espíritu Santo lo guía y lo
transforma continuamente. El nuevo creyente debe aprender a relacionarse con sus
hermanos en una nueva manera, al igual que con las demás personas y circunstancias
que lo rodean (Barrientos, 1986: 113).
Para Nonini, todo pastor debe convertir en uno de los objetivos de su
ministerio el hecho de lograr que todos los cristianos bajo su responsabilidad sean
verdaderos cristos (Efesios 4:11-13), y uno de los primeros pasos es hacer
comprender a cada uno de ellos que la iglesia está para hacer discípulos (Mateo
28:19-20). Para éste autor ambos son responsabilidades ineludibles (Nonini, 2006:
121). En tal sentido nos dice que:
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Como pastores, somos responsables de instrumentar un plan de discipulado que debe tener aspectos personalizados y grupales. Que tenemos que buscar o producir de acuerdo con la congregación que tenemos, planes de trabajo y literatura que nos permitan concretar este aspecto vital para lograr que la iglesia sea un grupo humano que conoce, entiende y vive la vida cristiana (Nonini, 2006: 121).
La formación espiritual de los miembros y su promoción es una
responsabilidad que recae sobre el pastor. Es una tarea que no se puede dejar de
hacer.
iv. La tarea de predicar y enseñar.
Una verdad muy cruda afirmada por Ortiz Flores es la que recita “que por
cada púlpito bien atendido, existen nueve que se debaten en la mediocridad o que
caminan a la deriva” (Ortiz, 1989: 1).
Unos de los graves problemas que sufre el púlpito cristiano, según Nonini es
la falta de un plan de temas que evite que los cristianos pasen años escuchando las
verdades básicas del evangelio sin recibir enseñanzas que son vitales para el
desarrollo cristiano. A raíz de esto, se hace una diferenciación entre predicación y
enseñanza, ambos dados desde el púlpito pero con diferentes metodologías. En
general, la predicación es un monólogo del orador, quien presenta verdades con el fin
de que los oyentes las recepcionen y apropien para sus vidas. La enseñanza, por otro
lado, se da en el marco del diálogo, hay más interacción, se formulan preguntas y
comentarios y se solicitan opiniones (Nonini, 2006: 125).
Tanto la predicación como la enseñanza necesitan de previa planeación
estratégica. Una de estas estrategias podría consistir en la elaboración de un
calendario anual de temas, lo que, según Nonini traería enormes ventajas en materia
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de tiempo de preparación, evitando tensiones innecesarias, temas más
correlacionados, exposición de calidad, posibilidad de invitar a otros predicadores
para temas especiales, etc. (Nonini, 2006: 128-129).
Gran parte, por no decir la totalidad de la responsabilidad por el ministerio de
la Palabra recae sobre los hombros del pastor. En tal sentido, él es el encargado de
promover, con ayuda de sus predicadores y maestros la organización del ministerio de
la predicación y la enseñanza.
v. La tarea de promover el culto.
Un punto importante sobre el cual descansan algunas bases para la celebración
correcta del culto es mencionado por Barrientos al decirnos que:
El culto tiene como centro la presencia y la acción misma de Dios. Es a él a quien hay que destacar. Por esto el culto no puede tener como centro a un predicador, ni a un conjunto musicar o a un pastor. Dios debe ser exaltado en la congregación de su pueblo (Barrientos, 1986: 255-256).
Toda la Biblia habla del culto a Dios. En el Antiguo Testamento se puede
hallar la forma de cómo hacerlo. En el libro de los Hechos en el Nuevo Testamento
encontramos algunas descripciones de los cultos. Un fundamento bíblico para el culto
lo encontramos en Efesios 1:12, donde se nos dice que hemos sido hechos “para
alabanza de su gloria.
Gran parte de la responsabilidad de la organización del culto recae sobre los
hombros del pastor nuevamente. Como guía espiritual de la iglesia es quien deberá
marcar las pautas para la celebración del mismo. Es el pastor quien deberá sobreveer
y sostener una disciplina amorosa en cuanto a puntualidad en el horario de inicio, el
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tipo de canciones, los estilos según las edades, delegar y organizar la responsabilidad
de la dirección, la correcta relación entre los ministerios que toman parte en el culto,
buscará el equilibrio entre los elementos como la oración, los testimonios, el tiempo
de la música, la ofrenda, los anuncios, predicación, ministración personal, etc.
(Nonini, 2006: 137-152).
Según Nonini, una congregación que desarrolla cultos gozosos, con música y
sonido agradable al oído, con canciones e himnos que tienen contenido bíblico y
teológico correcto, con actividades equilibradas y con una predicación bíblica, clara y
actualizada, crece y es motivo de gozo para la congregación (Nonini, 2006: 152).
Gran parte de la responsabilidad de tener un culto gozoso recae sobre la
capacidad y el entusiasmo del pastor de promoverlo de tal manera.
vi. La tarea de presidir las ordenanzas.
Con respecto a este punto, Criswell nos dice que:
La palabra ordenanza como la usamos en la iglesia, se refiere al rito religioso ordenado por el Señor Jesucristo. Por su autoridad e institución, y siguiendo las prácticas de los apóstoles, recibimos las ordenanzas de la mano de él y de ellos (Criswell, 1998: 200).
La iglesia evangélica generalmente reconoce dos ordenanzas en el sentido de
ritos religiosos ordenados por el Señor: el bautismo y la cena del Señor (Bancroft,
1986: 378-379)
Las dos principales bases teológicas para el bautismo se encuentran en Mateo
28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”; y en Marcos 16:15-16 “Y les dijo:
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Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Innumerables pasajes
hablan del bautismo en el nuevo Testamento.
En cuanto a la Santa Cena, ésta es una ceremonia establecida por el Señor
(Mt. 26:17-29; Mr. 14:12-15; Lc. 22:7-13; 1 Co. 11:23-26). Los Evangelios nos
describen vívidamente cómo se desarrolló la primera cena del Señor.
Tanto el bautismo como la cena del Señor son ordenanzas que han de ser
administradas por el pastor. Harvey nos habla de la importancia de ellas al describir la
solemnidad que se debe guardar al momento de administrarlas y del conocimiento
profundo que deben tener quienes participan de su beneficio (Harvey, 1984: 85-90).
Nonini recalca los pormenores que el pastor debe tener en cuenta para
administrar estas ordenanzas, como los requisitos bíblicos que deben reunir los
participantes, entre otros, el estado espiritual adecuado, el conocimiento necesario del
significado de cada ordenanza, la edad para bautizarse, la disposición del corazón en
la cena del Señor, etc. Este autor culmina cada punto dando sugerencias prácticas
para la realización de la ceremonia de cada ordenanza (Nonini, 2006:157-187).
vii. La tarea de presidir ceremonias especiales.
A lo largo de tres capítulos Nonini menciona tres ceremonias especiales, dos
causantes de gozo, y uno de tristeza; estos son, las ceremonias de presentación de
niños, las ceremonias de bodas, y las ceremonias fúnebres (Nonini, 2006: 189-231).
La presentación de niños no es el equivalente al bautismo de infantes. Esto
debe quedar claro. El pastor revisará el historial familiar del niño antes de considerar
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la presentación de un niño, teniendo en cuenta situaciones como la de madres
solteras, padres no cristianos, una parte cristiana y el otro no, padres divorciados, etc.
(Nonini, 2006: 210-211).
Al hablar de ceremonias de boda, hay que destacar el hecho de que las iglesias
paraguayas no casan a las personas, debido a que el Estado no otorga el respaldo legal
a las iglesias como entes autorizados a realizar ceremonias civiles. En todo caso, lo
que hacen es invocar la bendición de Dios sobre la familia que se está formando.
El pastor deberá observar en todo tiempo la condición previa de los
pretendientes al matrimonio, buscando con ellos en consejería prematrimonial la
voluntad de Dios. Deberá tener en primer lugar los principios bíblicos en cuanto a
casos de segundas nupcias, parejas en yugos desigual, etc. (Nonini, 2006: 190-196).
En cuanto a las ceremonias fúnebres es responsabilidad del pastor “mostrar el
punto de vista cristiano de la muerte para sostener y confortar a la familia en medio
de un ambiente de esperanza (Barclay, 1974: 290).
Cuando el pastor oficia estas ceremonias sabiamente, demostrando profundo
amor a los miembros en cuestión y sus familiares, gana respeto, lealtad y
confiabilidad.
viii. La tarea de aconsejar y ayudar.
El tema de consejería pastoral es un asunto bastante amplio. No sería prudente
hablar de todo lo que ésta tarea abarca, por motivos de espacio y respeto a los
objetivos de ésta investigación, citar todos los pormenores sobre el asunto, como
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reglas éticas, técnicas de consejería, etc., no será el objetivo de este punto. Más allá
de esto, sólo se comentará la importancia dentro de las denominadas tareas del pastor.
Oates lo llama asesoramiento pastoral y lo define como “la acción del pastor
cristiano que combina la confrontación y fortificación de las personas como tales,
tanto en tiempos de una crisis de emergencia como de una crisis en desarrollo”
(Oates, 1979: 12).
La consejería pastoral entra dentro de la clasificación de cuidado pastoral.
Este tiene como fin restaurar, liberar e investir de poder a las vidas fragmentadas y
afectadas negativamente por el medio ambiente, condiciones emocionales,
espirituales y biológicas (Radillo, 2007: 11).
Gran parte de ésta tarea, como también su promoción recae sobre el pastor
porque éste es quien “proporciona dirección, guía espiritual y estímulo a una
congregación” (Brister, 1985: 21). En éste sentido, se puede decir que esta tarea
pastoral se convierte en la respuesta cristiana a las necesidades de transformación y
crecimiento en la vida (Brister, 1985: 237).
ix. La tarea de visitar.
También es parte del cuidado pastoral. Hechos 20:20 habla de que Pablo
visitaba a creyentes de casa en casa. Básicamente la finalidad es estimular, fortalecer
y confirmar a los miembros de la familia en su fe personal (Ef. 3:14-21; 4:11-16).
Tamminga ofrece varias ideas y consejos para la realización de visitas a lo
largo de tres capítulos, siendo los beneficiarios de estas según él, las familias, los que
viven solo y los enfermos (Tamminga, 2002: 72-88).
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Radillo adiciona a lo dicho por Tamminga, al sostener que la visitación denota
un interés genuino en las personas, es una respuesta a la soledad, busca
interrelacionar gente, es una expresión de apoyo y amor (Radillo, 2007: 59).
x. La tarea de pastorear líderes.
Maxwell dice que nadie puede triunfar solo. Si uno desea ser un buen líder,
debe levantar otros líderes a su alrededor estableciendo un equipo de trabajo
(Maxwell, 1996: 8) Una estrategia para cuidar de los líderes, o pastorearlos en este
caso, es usar la estrategia llamada por Maxwell como CRAC, cuyas letras son
iniciales para los preceptos que hacen a esta tarea: Creer en ellos, Relacionarse con
ellos, Animarlos, y Confiar en ellos (Maxwell, 1996: 65).
Pastorear líderes va más allá del simple hecho de reconocerlos, involucrarlos
en el trabajo y delegarles funciones.
Para Nonini pastorear líderes es preocuparse por sus vidas personales y
familiares, es orar con ellos y por ellos, es permitir que acompañen al pastor, es salir
con sus familias a disfrutar de un tiempo de descanso, es hacerles saber que cuentan
con sus pastores en cualquier momento, es hacerles saber que sus pastores les son
leales (Nonini, 2006: 268-270).
Jesús y Pablo son los ejemplos a seguir en éste asunto. Son los maestros que
cada pastor debería seguir en éste sentido, como en todos.
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xi. La tarea de presidir reuniones administrativas.
Una tarea importante que el pastor debe desarrollar es la relacionada con las
reuniones que debe tener con sus equipos de trabajo, con las diversas comisiones,
ministerios, con la asamblea general de la iglesia, etc.
Faulkner menciona que el pastor es miembro ex oficio de todas las comisiones
de la iglesia. En tal caso, puede y debe participar de sus reuniones cuando sea
necesaria (Faulkner, 1974: 91).
Para Barrientos, el pastor debe tener muy presente que su función no sólo es
ministrar personas, sino también a todos los organismos de la iglesia, pues ellos
necesitan motivación y orientación (Barrientos, 1986: 327).
Nonini califica a las reuniones de las asambleas y comisiones de las iglesias
como verdaderos campos de batalla, donde se luchan con enemigos como la
impuntualidad, la extralimitación del tiempo de duración, la dispersión de la
conversación, no implementar lo que se resuelve, la falta de integridad, y la falta de
información básica. Ante tales situaciones, el pastor, quien tiene la potestad suficiente
de corregir estos problemas, debe hacerlo bajo las estrictas normas de organización
(Nonini, 2006: 333-338).
xii. La tarea de insertar a la iglesia en la comunidad
El pastor necesita mirar la comunidad en la cual está ubicada, ya que en ésta
existen necesidades espirituales y sociales a ser llenadas. El pastor y la congregación
son en este sentido factores muy importantes en el desarrollo de un cambio social
adyacente. Se debe reconocer que la iglesia juega un papel importante en la nación,
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aunque no se identifique con todas sus estructuras. La iglesia necesita sentirse parte
de esa gran comunidad que es la patria en la cual puede contribuir en gran manera
(Barrientos, 1986: 63).
Barrientos nos sigue diciendo que la ubicación geográfica de la iglesia,
cualquiera sea, no es lo importante. Lo importante es que la iglesia sea conocida, y
que las referencias de la misma por parte de la comunidad no cristiana sean
favorables en cuanto a su testimonio y su presencia (Barrientos, 1986: 31). Nonini
agrega a esto que “como hijos de Dios tenemos la responsabilidad de ser los mejores
ciudadanos del país” (Nonini, 2006: 347). En este sentido:
El trabajo pastoral debe perseguir consciente e inteligentemente que la iglesia no sea un “quiste” o cuerpo extraño en la comunidad, sino que sea parte íntegra de ella. Debe guiarla a entender y a vivir la posición que Dios le ha asignado como luz, como sal y como comunidad pacificadora. Pastor e iglesia deben ser libros abiertos a su comunidad […] De aquí que todo pastor debe buscar que su congregación se gane su puesto en la comunidad (Barrientos, 1986: 31).
Cada congregación debe buscar la forma de cómo integrarse en la comunidad
prestando algunos servicios que le permitan ser un testimonio del amor y de la
preocupación de Dios por la gente.
xiii. La tarea de proteger a la iglesia.
Como a cualquier persona, a las iglesias acechan peligros que podrían
terminar por debilitarlas y destruirlas.
Nonini describe varios de esos peligros mencionando a pastores o líderes,
muchos de ellos autonombrados, que son como lobos que visitan a miembros de
iglesias establecidas tratando de llevárselos a su congregación. También menciona
que el pastor debe proteger a la iglesia de modas teológicas o doctrinales, o en
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términos más simples falsas doctrinas, modas cúlticas tendientes hacia el desorden,
modas estratégicas que atentan a las buenas tradiciones, etc. (Nonini, 2006: 368-378).
Algunas de las estrategias que propone Nonini para proteger las iglesias son la
prevención con capacitación, generación de liderazgo firme en los principios bíblicos,
ejercicio de autoridad espiritual, análisis con el liderazgo cada situación, confrontar y
disciplinar (Nonini, 2006: 379-383).
Esta tarea de proteger a la iglesia es de alguna manera complicada, lo
importante en éste sentido es que cada pastor desarrolle un grupo de líderes y colegas
con los cuales puedan orar y tener la contención emocional y espiritual para no
incurrir en el error de exponerse al peligro.
D. Conclusiones
Hemos visto que la palabra pastor tiene raíces en distintos términos hebreos
como griegos, pero que en todos ellos hay una indicación de que en nuestros tiempos
pueden traducirse como el liderazgo que Dios proveyó para cuidar de su pueblo a
través del ejercicio de diferentes tareas que aseguren tal cometido.
Estas tareas son tan variadas y demandan el más excelente nivel de
desempeño.
A continuación, en buscar de darle utilidad a lo estudiado en el capítulo I y II,
se describirá la institución denominada Convención Evangélica Menonita Paraguaya
(CONEMPAR), que será objetivo de la propuesta pastoral en la que desembocará esta
investigación.
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