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ARTE ROMÁNICO
Cronología
Los inicios del arte románico podrían situarse cronológicamente
entre los comienzos del siglo XI y el año 1200. Sin embargo, al ser
su producción muy poco homogénea es preciso establecer al menos tres
grandes periodos como primer Románico, Románico pleno y
tardorrománico.
Pese a todo, la relación entre estos periodos del arte románico
tampoco está muy clara por lo que algunos especialistas han ahondado
aún más en las clasificaciones y en la propia definición del arte
románico. Por ejemplo, Gunn utilizó en 1819 los sufijos -esque y -
esco (romanesque, romanesco) para calificar a un arte que derivaba
del de la antigüedad romana. En 1825 Gerville llegó a afirmar que en
realidad era románica toda la producción artística y cultural
realizada desde la caída del Imperio romano y que incluso el arte
realizado a comienzos del siglo XIII, convencionalmente considerado
como gótico, también podría definirse como el último estadio del
largo proceso de degeneración del arte románico.
En definitiva, podríamos concluir la cuestión de la definición
y de las clasificaciones afirmando que es difícil encontrar
coherencia estilística en el arte conocido como románico puesto que
todo el arte altomedieval proviene de la crisis cultural europea
tras las invasiones bárbaras. El arte de la antigüedad grecorromana
entró entonces en un proceso de degeneración progresiva que tardó en
cuajar en nuevas representaciones y fórmulas estilísticas. Reducir
esta evolución de casi mil años a una cuestión de estilos es
preocuparse sólo por la sistematización, inquietarse únicamente por
la significación y la cronología y no por la creación artística en
sí. Profundizando en ésta es cuando podremos encontrar sentido a la
separación entre arte prerrománico y arte propiamente románico que
se sitúa en el año 1000 por la historiografía de nuestro siglo.
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El arte del primer románico viene siendo enmarcado entre el
siglo X y el último cuarto del siglo XI (hacia el año 1075), el arte
románico pleno se sitúa entre los años 1075 y 1150 y el
tardorrománico entre el año 1150 y el primer cuarto del siglo XIII;
además, a las cuestiones cronológicas es preciso añadir las
diferentes situaciones geográficas que hacen variar los ritmos y
evoluciones del románico europeo.
El primer Románico
Es preciso señalar que fue Puig i Cadafalch el primer
historiador en proponer la denominación de primer arte románico para
las creaciones artísticas producidas en algunas regiones de Europa
tras el año 1000. La significación del este término ha variado con
el tiempo pero hoy se mantiene en términos generales que nos estamos
refiriendo con él a las técnicas constructivas, la decoración mural
y el desarrollo de las estructuras abovedadas que se producen en el
norte de Italia y en Cataluña a lo largo del siglo X y que se
extiende en los primeros años del siglo XI a las zonas de los Alpes,
Borgoña y los valles del Rhin y del Mossa.
Frente a la teoría mediterránea de Puig i Cadafalch, la
historiografía alemana ha opuesto sus propias prioridades
geográficas al insistir en las aportaciones de la renovatio
carolingia como la utilización del pilar compuesto, los
abovedamientos completos, la articulación de los muros y la
escultura monumental que pondrían en evidencia la existencia de un
proceso cultural que iría más allá del arte carolingio y que sería
el origen del arte románico.
Aparte de discusiones sobre los resultados diversos según las
áreas geográficas, sí que es cierto que a finales del siglo X se
produce un importante acontecimiento cultural al iniciarse la
reforma benedictina del monacato y su propagación por todo el
continente acompañada por nuevas formas artísticas cuya novedad
viene propiciada por los cambios en las necesidades litúrgicas y que
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permitirán la difusión y el asentamiento de bases comunes para un
arte novedoso que será este arte románico primigenio.
; Plano de la abadía de Cluny III iniciada por el abad Mayeul en el
año 955 y concluida en el 981 por el abad Conant. Idea aproximada de
un edificio con planta de tres naves, atrio a los pies y un
transepto en la cabecera al que se abren dos ábsides en los extremos
y un profundo presbiterio de tres naves que rematan en ábsides junto
con varias cámaras laterales de testero recto y cubierta de madera
que quizás tuviera una función penitencial.
; Detalles del plano de Cluny III que nos indican que estamos ante
un edificio que responde a las características propias del primer
románico. En primer, la amplitud e importancia del transepto que ya
vimos en los edificios asturianos, como herencia del arte hispano-
visigodo, pero que en el resto de Europa no se observa hasta bien
entrado el siglo X.
; Otro detalle propiamente románico puede observarse en el plano de
Cluny III. La multiplicidad de altares que respondía a la necesidad
litúrgica que impedía celebrar oficios religiosos más de dos veces
al día en el mismo altar.
; En tercer lugar, las denominadas cabeceras benedictinas propias
del románico también se observan en el plano de Cluny III con su
amplio transepto y los ábsides dispuestos en batería.
La abadía de Cluny sufrirá nuevas transformaciones de la mano
del abad Odilon (994-1049) dentro de un estilo arquitectónico ya
plenamente románico que incluirá cambios en el léxico constructivo
como el abovedamiento de obra, un nuevo transepto y la
transformación de la torre que se levantaba en el atrio en un gran
galileo de dos plantas, dedicándose la baja a parroquia de laicos y
la alta a las procesiones monacales.
El prestigio de los monjes benedictinos, los monjes negros, los
blackfriars, se extiende por toda Europa y su reforma monacal llega
a monasterios de los lugares más recónditos. Junto con la nueva
doctrina, se extiende también una nueva liturgia, que en la
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Península sustituirá a la antigua hispano-visigoda por la nueva
romana, y nuevas formas arquitectónicas que son exportadas desde la
casa madre en Cluny.
La Cataluña del abad Oliba.
En la Cataluña cristiana de la segunda mitad del siglo X, los
contactos con Cluny son especialmente intensos dado el interés de
los condes del Pirineo catalán en salir del aislamiento en que se
encontraban, encerrados en sus valles montañosos. Esta actitud
aperturista provocó la llegada masiva de monjes franceses que se
situaron al frente de monasterios y cabildos catedralicios y que
llegaron a tener una enorme influencia política y cultural. Desde
Cataluña, la presencia benedictina se extendió al resto de la
Península, quedando a su cargo la estructuración de las nuevas
diócesis cristianas situadas en los territorios que progresivamente
se iban conquistando.
En Cataluña fue especialmente importante la labor del abad
Oliva (970-1046) quien estuvo al frente del monasterio de Santa
María de Ripoll hasta el año 1008 y después se encargó de los de San
Miquel de Cuxá y Vic, relacionándose también con su figura los
centros monacales de San Martí del Canigó (iniciado en el 1027), San
Pere de Roda, San Vicent de Cardona y Girona.
; La planta de la iglesia del monasterio de San Miquel de Cuxá
(iniciada en el 1042) nos muestra cómo la iniciativa del abad Oliva
en la segunda mitad del siglo X permite romper con la tradición
hispánica anterior al incluir una tipología de tres naves, amplio
transepto con dos ábsides que se abren a él y un gran espacio
central. Todo ello apunta a una clara dependencia de Cluny aunque
aún se mantienen algunos detalles hispánicos como la disposición de
los materiales y otras características constructivas.
; Planta de la iglesia del monasterio de Santa María de Ripoll
(iniciada en el 1032) donde también se puede observar la existencia
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de un amplio transepto al que se abren un total de siete ábsides
dispuestos en batería y una galilea a los pies.
; Alzados de las iglesias de los monasterios de Cuxá, Ripoll y Vic
con características comunes a los anteriores. Cabeceras en forma de
arco de herradura en el primero.
; Imagen de la ampliación de la cabecera de la iglesia del
monasterio de San Pere de Roda y su transformación en girola
mediante un amplio transepto al que se abren los ábsides. Estructura
que será la base de las cabeceras con forma de girola propias del
románico pleno como la de Santiago de Compostela, que ya incorporará
capillas en la girola.
; Espacios destinados al alojamiento de reliquias en las criptas de
la iglesia del monasterio de San Vicent de Cardona. Pervivencia de
las estructuras denominadas iglesias bajas en el románico.
; Interior de la iglesia del monasterio de San Pere de Roda
(consagrada en el 1022) donde se observan las transformaciones que
se hicieron necesarias para pasar de una cubierta de madera como
estaba inicialmente previsto a una cubierta abovedada. Los soportes
cuadrados creados inicialmente para la madera son reaprovechados
para las nuevas bóvedas mediante su transformación en soportes
cruciformes.
; Estudios de Isidro Bango sobre procesos similares ocurridos en la
ampliación de la cabecera de la iglesia del monasterio de Silos y en
la catedral de Lérida.
; Planta propia de Cluny con galilea, tres naves y amplio transepto
con tres ábsides abiertos a él en la iglesia del monasterio de San
Vicent de Cardona. La diferencia entre las naves es enorme dado que
la central triplica en amplitud a las laterales que se cobren con
tres tramos de bóveda de arista por un tramo de bóveda de cañón en
la central; utilización del pilar cruciforme diferente al que
después utilizará la arquitectura gótica puesto que no tiene
columna. Amplia cabecera con un ábside central y numerosos nichos
con altares debido a las necesidades litúrgicas.
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; El exterior de la iglesia del monasterio de San Vicent de Cardona
nos permite descubrir las bandas lombardas o lesenas que dividen el
paramento acordes con el interior pues cada una de ellas coincide
con la medianera de las bóvedas de arista que cubren las naves
laterales de la iglesia.
Románico pleno.
Se trata de un estilo arquitectónico en el que son construidos
edificios que resultan muy uniformes pese a las distancias entre
ellos. Se desarrolla entre el final del siglo XI y la primera mitad
del siglo XII y en él se eliminan los particularismos locales,
británicos, hispánicos o alemanes, para imponerse definitivamente el
gusto benedictino y la liturgia romana en toda la Europa cristiana.
La superación de los estilos regionales permite la
consolidación del protagonismo del arte cluniacense y de los caminos
de peregrinación que facilitan los intercambios culturales y
artísticos.
A medida que avanza el siglo XII aparece en la escena cultural
una nueva orden, el Císter de los monjes blancos, que reacciona
contra el excesivo poder temporal y el lujo ornamental de los
monasterios de Cluny. El Císter representaba la nueva vanguardia
cultural y artística con su estilo austero, sobrio y sin
pretensiones monumentalistas. Su estilo arquitectónico comenzó
siendo pobre debido a la escasez de recursos, con técnicas bastante
conservadoras y utilizando mano de obra local, siendo su principal
aportación la amplitud y sencillez de los espacios.
Los amplios espacios de los monasterios del Císter tampoco
pueden considerarse como algo especialmente novedoso dado que era
algo ya vulgarizado en la región de Borgoña y difundido por todo el
continente. Incluso, la simplificación decorativa que defendían, con
los capiteles vegetales sin apenas ornamentación, puede calificarse
simplemente de regresión artística.
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Para comprobar el carácter conservador del Císter basta compara
la nave de la catedral de Santiago, construida en el último tercio
del siglo XI con una novedosa articulación del muro y amplios
espacios, con el monasterio de Poblet donde la espacialidad ha
desaparecido constreñida por el peso de las bóvedas y la
articulación del muro no es nada original.
Por lo tanto, la renovación artística del pleno Románico vendrá
de la mano de otros comitentes. En el siglo XII serán los obispos y
los cabildos catedralicios quienes recojan el testigo de los monjes
de Cluny y los monarcas leoneses y aragoneses quienes compitan por
atraer a sus dominios a los monjes benedictinos. Así, al amparo de
las incipientes monarquías cristianas, surgirán las catedrales de
Santiago (iniciada en el 1075), Frómista (iniciada en el 1066), Jaca
(iniciada en el 1054) y San Isidoro de León (cuyo pórtico se termina
en el 1067). En este mismo sentido actuarán otras monarquías
europeas, siendo significativo el caso de Guillermo el Conquistador
en Inglaterra.
; La catedral de Jaca sufrió la paralización de las obras cuando,
apenas consolidada la ciudad como capital, se conquistó Huesca y se
trasladó allí la corte aragonesa. Dispone de una cabecera tripartita
cuyo espacio central es más ancho y alto que los laterales, un
amplio transepto y un crucero rematado por un cimborrio, solución
ésta típicamente hispánica. El cimborrio se resuelve con ocho
nervios que surgen del centro de los lados del octógono.
; En el interior de la catedral de Jaca podemos observar la
utilización de tres tipos diferentes de soportes, alternando la
columna con los pilares cruciformes. La ausencia de contrafuertes
parece indicar que en el proyecto inicial se pensó en una cubierta
de madera, lo que también explicaría la diferencia de soportes;
probablemente en un principio todos fueron columnas y con el nuevo
abovedamiento se tuvo que recurrir a los más sólidos pilares. Un
profundo atrio sobre el que carga una gran torre aparece en la
fachada.
; Interior de la iglesia de Retuerta, donde puede observarse un
clarísimo ejemplo de cómo cambia la forma de los soportes cuando se
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decide cambiar el sistema de cubierta. En su cabecera tiene un
típico ábside románico con bóveda de horno y tres ventanas. Según
avanza el presbiterio vemos cómo se disponen soportes cruciformes
con columnas adosadas sobre las que cargan dos nervios: los del arco
triunfal del transepto y los arcos formeros necesarios para formar
una bóveda de crucero.
; Sin embargo, con el transepto ya realizado, se decide en la
iglesia de Retuerta que la cubierta será realizada con bóveda de
crucería y por lo tanto los soportes inicialmente pensados para los
arcos que doblarían a los formeros son ahora utilizados para cargar
la crucería.
; En los soportes situados desde el tramo recto del presbiterio
hacia los pies de la iglesia de Retuerta se coloca un pilar añadido
que se realiza desde el principio pues ya estaba decidido que sobre
él cargaría el nervio de la bóveda de crucería.
; El exterior de la iglesia de Retuerta muestra la preocupación por
la compensación de volúmenes al situar unas cámaras diáfanas sobre
los ábsides laterales, menos profundos y altos que el ábside
central. En algunos casos en esas cámaras se sitúa el archivo
parroquial.
; Situación similar a la de la iglesia anterior sufre la iglesia de
Aguilar de Campoo.
; Iglesia de Frómista. Fachada torreada y cimborrio.
Hemos podido comprobar cómo la comunicación fluida de ideas y
formas artísticas por los caminos de peregrinación de toda Europa
contribuyó a consolidar el estilo románico como el primero
verdaderamente internacional. Los particularismos locales se
minimizan ante el empuje de este entramado cultural e ideológico que
la orden benedictina difunde por Europa acompañado de técnicas y
estructuras arquitectónicas.
El Románico de peregrinación.
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Sobre todo en la Península, las peregrinaciones contribuyeron
decisivamente a introducir un nuevo vocabulario arquitectónico que
permite superar el viejo lenguaje hispano-visigodo. Estamos ante el
denominado románico de peregrinación con sus iglesias de
peregrinación, edificios con características comunes situados a lo
largo de la ruta jacobea. En concreto, existen cinco edificios, San
Martín de Tours, San Marcial de Limoges, Santa Fe de Conques, San
Saturnino de Toulouse y Santiago de Compostela que comparten las
mismas cualidades formales.
Se trata de iglesias de tres o cinco naves, un transepto con
brazos de igual estructura que las naves y fachadas laterales y
girola con capillas. La nave central suele ser cubierta con bóveda
de cañón y las laterales de arista mientras que en el transepto se
instala una gran linterna. La girola se realiza para facilitar un
espacio deambulatorio para los fieles que haga que no molesten a las
celebraciones del culto en el presbiterio.
Sobre la existencia de tribunas, la explicación no es muy
clara. Quizás deriven de la articulación de los edificios otonianos
y su funcionalidad se debe a varias razones: matroneo o tribuna para
mujeres, necesidad del aumento de capacidad para las grandes
solemnidades, compensación de volúmenes arquitectónicos o zonas de
uso privado.
En definitiva, estamos aludiendo a las necesidades formales de
la peregrinación de grandes masas y que estas características
podrían haber sido inventadas en alguno de estos cinco edificios;
sin embargo, algunas de las cualidades formales ya existían en
edificios monásticos de tradición carolingia por lo que sería
posible dudar de la existencia de un románico de peregrinación.
Las supuestas innovaciones formales de este estilo se deberán
pues a causas distintas al propio hecho de las rutas de
peregrinación y la necesidad de acoger grandes masas. Se trataría
más bien de la coincidencia de fórmulas estilísticas en lugares muy
concretos cuyas favorables condiciones económicas permitieron
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llevarlas a cabo con inusitada rapidez. Será el caso de Jaca, ciudad
que decae como capital aragonesa pero que se mantiene como núcleo de
tránsito en la peregrinación a Santiago; la construcción de la
catedral queda en suspenso pese al paso de los peregrinos y pese a
éstos no se acometen obras en el edificio ni se le añaden las
características del supuesto románico de peregrinación.
Románico tardío.
Entre los años 1140 y 1150 se produce un cambio artístico que
preludia la aparición del estilo gótico, que no se consolidará hasta
finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII. Los artistas
románicos se enfrentarán a distintas transformaciones estilísticas
como el cambio de tipo de soporte que configurarán lo que se ha
llamado segundo Románico, estilo de transición, protogótico o
tardorrománico.
Sin embargo, estas denominaciones son incorrectas puesto que
estamos hablando de un periodo completo e independiente del arte
románico, diferente del Gótico que no se derivará de él sino que
tendrá una existencia independiente. El Gótico no se genera en el
Románico y por lo tanto no existe una transición entre uno y otro.
Si hablamos de protogótico lo hacemos de las primeras muestras del
Gótico, nunca de un Románico tardío.
El estilo tardorrománico será entonces la última creación del
Románico en la que se mantendrá el protagonismo de los monjes
cistercienses y de los obispos y los centro catedralicios
intensamente vinculados a Borgoña. Estos núcleos, monasterios,
obispos y cabildos, importarán cambios y formas arquitectónicas con
el apoyo de las monarquías hispánicas que les necesitaban para
completar la tarea de repoblar las amplias zonas inhabitadas
comprendidas entre los valles del Duero y del Tajo.
El estilo tardorrománico tendrá pocas características propias y
exclusivas, siendo destacable la utilización de los pilares
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enmascarados con codillos sobre los que doblan los arcos, el arco
apuntado incorporado en el siglo XII desde Francia -donde se
utilizaba desde finales del siglo XI- y que genera bóvedas
apuntadas, las cúpulas esféricas sobre nervios dado que no ha
aparecido aún la ojiva gótica, las cabeceras poligonales para
facilitar los apoyos o el amplio número de altares motivado por la
necesidad liturgia de no repetir más de dos veces los oficios en el
mismo día en el mismo altar y que en algunos casos, como en el
monasterio de Poblet, harán aumentar el tamaño de la girola.
Las peregrinaciones.
La peregrinación es el gran fenómeno cultural del mundo
tardorrománico. Jacobeos a Santiago, romeros a Roma, palmeros a
Palestina, decenas de miles de personas atraviesan Europa de lado a
lado para rendir culto a santos y reliquias.
Los orígenes del culto a Santiago en la Península son oscuros
pero su martirio en Galicia en el año 44 aparece mencionado por San
Jerónimo y por San Lucas en los Hechos de los Apóstoles aunque sus
restos estuvieron perdidos durante más de ochocientos años. Según lo
narrado por el obispo Teodomiro, en el año 813 un ermitaño llamado
Pelayo afirmó ver un resplandor sobre la colina de Gibradón que se
transformó en una fina lluvia de estrellas o campus stellae
(Compostela) sobre el lugar donde se encontró la tumba del apóstol.
Alfonso II informó del acontecimiento al papa León III y al
emperador Carlomagno al tiempo que hizo trasladar la sede episcopal
desde la antigua ciudad de Iria Flavia a Compostela, que pronto se
convertiría en un lugar de peregrinación.
Ya en el siglo XII, tienen especial relieve las figuras de los
obispos Pedro Menzoneón, Don Cresconio, Diego Peláez y Diego
Gemírez, quienes son los artífices de la celebridad de la
peregrinación a Santiago, utilizada como contrapunto a la presencia
islámica en la Península al mismo tiempo que era una muestra del
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espíritu inquieto del hombre medieval. Importante también fue el
apoyo que desde el principio otorgó a la peregrinación la orden
cluniacense.
Durante el ataque inglés a La Coruña en el año 1589, los restos
del apóstol fueron ocultados y no aparecieron hasta que el 1871 el
canónigo López Pereiro los encontró junto al ábside, desde donde
fueron trasladados a la cripta.
Según el obispo Turpín, el propio Carlomagno estuvo en
Compostela, noticia que confirma el Codex Calixtino, el Liber Sancti
Iacobi, atribuido al papa Calixto II, tío de Alfonso VII de
Castilla, y escrito entre los años 1139 y 1173. El libro se
encuentra en Santiago donde fue llevado por Aymerico Picaud,
presbítero francés quien era el autor verdadero del libro que fue
redactado en la abadía de Cluny como método de propaganda de la
orden benedictina.
El tomo V, dividido en once capítulos, es el más interesante
porque nos ofrece una completa información sobre la peregrinación a
Compostela. El capítulo tercero informa sobre el camino jacobeo y
sus rutas. Los capítulos cuarto y quinto hablan de los hospitales de
la ruta, como Santa Cristina de Somport, y de los lugares de
descanso y recuperación. El capítulo sexto menciona los ríos buenos
y malos que se encuentran en la ruta, citando entre los buenos al
Pisuerga y el Carrión. El capítulo séptimo relaciona los nombres de
las tierras que se encuentran en el camino y las condiciones de sus
habitantes. El capítulo octavo habla de los cuerpos santos que se
encuentran en el camino a Santiago y ruega a los peregrinos que los
visiten. El capítulo noveno describe la ciudad y la basílica de
Compostela. El capítulo décimo menciona la distribución de ofrendas
y la hospitalidad para con los peregrinos pobres y, por último, el
capítulo undécimo habla de cómo recibir a los peregrinos.
La catedral de Jaca.
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Uno de los primeros problemas de este edificio es el de la
cronología pues los documentos donde se decía que las obras se
iniciaron en el 1063 se ha demostrado que son falsos. Sin embargo,
prescindiendo de los datos, es posible establecer una cronología
aproximada utilizando razonamientos sobre el inicio y el final de
las obras.
En el año 1072 Sancho Galíndez construye la iglesia de Iguacel
sobre un templo heredado. Se trata del más importante testimonio del
que disponemos para afirmar que en los años 70 del siglo XI las
construcciones ya realizadas en Jaca influyen en otros edificios
menores. La influencia proviene en realidad de la primera fase de
las obras de Jaca, las correspondientes a la cabecera realizada con
un léxico ornamental y decorativo.
Entre los años 70 y 80 del siglo XI se realizan obras en la
iglesia del monasterio de Silos, donde se realiza una cabecera muy
similar a la de Jaca. En el año 1080 se inician las obras de la
cabecera de la iglesia del monasterio de San Pedro de Arlanza que
también coincide con la de la catedral de Jaca.
Así pues, las cabeceras de tres ábsides escalonados abundan en
los años setenta y ochenta del siglo XI incluyendo la de la iglesia
de San Martín de Frómista pese a que no tenemos rotundidad
cronológica.
La ciudad de Jaca centralizaba en esos años intermedios del
siglo XI el comercio ultrapirinaico y era una importante sede
episcopal. Por ello no es de extrañar que acogiera una amplia
actividad constructiva que se centró en la construcción de una nueva
catedral, cuyas obras avanzaron rápidamente en el último tercio del
siglo. Sin embargo, tras la conquista de Huesca en el año 1096, el
obispado se trasladó a la nueva capital y desde allí se reclamó la
presencia de maestros y operarios para reformar la mezquita y
convertirla en una nueva catedral. Esta interrupción de las obras
fue fatal para la catedral de Jaca que nunca llegó a ser abovedada.
; El edificio inicialmente proyectado para la catedral de Jaca era
de planta basilical con una cabecera de tres ábsides semicirculares,
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un transepto únicamente acusado en alzado y alternancia de soportes
con pilares cruciformes sobre columnas exentas.
; A los pies de la catedral de Jaca se levanta un pórtico de dos
tramos sobre el que cargaría una torre siguiendo una estructura
arquitectónica que resulta de tipo inercial postcarolingia, evocando
quizás el westwerk.
; En el crucero de la catedral de Jaca se situó un cimborrio sobre
trompas sobre el que carga un casquete esférico formado por cuatro
arcos con clave central. Esta estructura tiene algunos precedentes
en la arquitectura hispánica del siglo X como la iglesia de San
Millán de la Cogolla. Al exterior no se observan contrafuertes, lo
que evidenciaría que no se pensó abovedar.
; Alternancia de soportes cruciformes y circulares en el interior de
la catedral de Jaca.
; Interior de la catedral de Jaca donde se observa la zona del
crucero, el arco toral, las trompas del cimborrio, los arcos sobre
modillones y el casquete esférico.
; Exterior de la cabecera de la catedral de Jaca donde se observa el
ábside meridional. Codificación de las formas del Románico pleno con
un profundo alero que sostiene canecillos y columnas que arrancan
del zócalo, ventanas enmarcadas por arquivoltas que voltean sobre
columnas y que se trasdosan mediante una chambrana taqueada.
; Imágenes en las metopas de los canecillos del alero exterior de
uno de los ábsides de la catedral de Jaca. Divisas, leones en
diversas posturas, un águila, algo parecido a un camello y tres
figuras humanas de cuerpo entero desnudas o quizás cubiertas con una
ligera clámide sobre los hombros. Estilo muy vivo y desenfadado.
; Imagen desde el transepto de la catedral de Jaca. Ábsides
cubiertos con bóveda de horno y los brazos del transepto con bóveda
de cañón.
San Isidoro de León.
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Difícil cronología del edificio pese a que se trata de un hito
transcendental en la difusión del Románico pleno junto a las
catedrales de Jaca y Santiago y a la iglesia de San Martín de
Frómista.
Durante el reinado de Alfonso V (999-1027) las crónicas hablan
de un edificio dedicado a San Juan Bautista y San Pelayo del que no
sabemos nada en realidad más que era el cementerio regio y que tenía
un mediocre mampuesto. Es posible que se tratara de un cementerio de
espacio rectangular situado a los pies del templo. En el año 1063 se
trasladan a este templo los restos de San Isidoro, que pasa a ser el
titular de la iglesia.
Fernando I y su esposa Sancha se enterraron en este panteón
real iniciado por Alfonso V y el templo comienza a tener un carácter
aúlico. La hija de Fernando y Sancha, la infanta Urraca, se
comprometió según las crónicas a proteger la iglesia donde estaban
enterrados sus antepasados y "ordeno agrandar su iglesia y la
enriqueció con muchos presentes" hasta su muerte en el año 1101.
En el ábside principal de San Isidoro de León existe una
inscripción, ERA MCL-XII (-38=1124) que no nos ha sido posible
interpretar. En el año 1110 las infantas Urraca y Elvira realizan
una gran donación y en el 1149 se realiza una nueva consagración
solemne de las nuevas obras impulsadas por el rey Alfonso VII (1126-
1157) allí enterrado, así como su hermana Sancha (1159). De esta
última fase existe un epígrafe en la nave firmado por el maestro
Pedro Deustamben.
Como puede imaginarse, se trata de datos muy difíciles de
sincronizar entre sí. En definitiva, los únicos datos ciertos y
transcendentes son que Alfonso V construyó un templo que sirvió de
panteón real y que Fernando I lo dotó espléndidamente e inició
nuevas obras que culminaron con el traslado de los restos de San
Isidoro en el año 1066. El templo debió ser de planta basilical
asturiana con una cabecera tripartita de ábsides de testero recto y
escalonados.
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Con la reina Urraca, quien ampliavit ecclesiam istam, se amplió
el panteón y probablemente se realizó de nueva planta la iglesia en
el estilo del Románico pleno. Las nuevas obras durarían desde los
comienzos del siglo XII hasta su consagración en el año 1149.
Si se acepta esta secuencia hipotética sobre San Isidoro de
León, la primera obra románica sería el panteón realizado en las dos
décadas finales del siglo XI. Se trata de un espacio de nueve tramos
situado a los pies de la iglesia y que no parece ser una obra
unitaria pues los tres tramos más occidentales se debieron añadir en
un momento posterior.
La estructura del panteón a los pies guarda gran similitud con
la torre pórtico de la iglesia abacial de Saint Benoit-sur-Loire;
además de la ubicación de la torre pórtico, panteón en el caso
leonés, en la fachada occidental también coincide la existencia de
dos pisos, sirviendo el superior en San Isidoro como tribuna abierta
a la nave principal de la iglesia. En la iglesia francesa sin
embargo existe un gran pórtico monumental del que carece la iglesia
de León pues no comunica la fachada del templo con el exterior.
En San Isidoro de León se realiza una ampliación de un antiguo
cementerio de tradición hispánica para que sirva como panteón real
de la catedral de Oviedo. El pórtico de entrada se sitúa en un
lateral del templo, en el lado septentrional, donde estaba situada
la fachada de la primitiva iglesia hispánica mientras que ya en el
siglo XII se dispone la tribuna superior del panteón.
El edificio queda configurado con una planta de tres naves con
amplio transepto muy acusado y tres ábsides de entre los que el
central es reformado en el siglo XVI añadiéndole un profundo
presbiterio. Seguiría San Isidoro la línea planimétrica de otros
proyectos románicos que en realidad están basados en edificios
reaprovechados de vieja fábrica prerrománica.
Los soportes de San Isidoro de León están constituidos por un
pilar de planta cuadrada con cuatro columnas que se reordenan en las
caras que dan a la nave central hasta el punto de que fue preciso
incluir un soporte más en las ventanas. Tampoco son armónicos con
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respecto de la nave central ni el transepto ni la cabecera. Las
cubiertas son de bóveda de arista en las naves laterales y cañón en
la central, existiendo irregularidades en los apeos de estas bóvedas
que indicarían que no estaba previsto inicialmente que la cubierta
fuera a ser abovedada.
; Soporte formado por un pilar de planta cuadrada con cuatro
columnas en la iglesia de San Isidoro de León.
; Imagen de los muros laterales de la nave central de San Isidoro de
León en los que se observa que fueron creados para evitar la pesadez
de cargar la bóveda sobre los arcos que separan las naves y crear
así un espacio más amplio. El muro se formaría con el arco formero,
una línea de imposta, la ventana, otra línea de imposta y finalmente
la bóveda que carga, consiguiendo un efecto mucho más monumental.
; Los arcos que cubren el paso de la zona del crucero a los brazos
del transepto en San Isidoro de León son polilobulados, de gran
tradición hispánica.
; Imagen exterior de la fachada septentrional de San Isidoro de León
donde se observan algunos detalles novedosos como las ventanas y el
equilibrio de volúmenes entre las naves laterales. Puerta denominada
del perdón y del cordero. No existe fachada occidental.
La catedral de Santiago de Compostela.
No se trata del edificio más antiguo del Románico peninsular
pero sí es sin duda el más paradigmático que vivió numerosas
reformas en una larga evolución de varios siglos desde la pequeña
basílica construida por Fernando III que conocemos por la
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descripción que realizó Godescalco en su visita. También sufrió los
ataques normandos y el propio visir Almanzor la saqueó en el año
977.
Los constructores de la basílica fueron franceses como afirman
las crónicas. En el Libro VI del Codex calixtino se menciona a un
maestro Bernardo el viejo y a un tal Rotberto el diestro, hábil en
el corte de las piedras. Ninguno de los dos son nombres hispanos
aunque no hemos conseguido ninguna noticia de quién o quiénes dieron
las trazas para construir la catedral.
Analizando las fuentes de las que disponemos, podemos encontrar
acontecimientos constructivos en Santiago durante más de ciento
cincuenta años. Tanto la Historia compilatoria como el Codex
calixtino debieron ser realizadas por protagonistas más o menos
directos de la construcción pues contienen abundantes noticias de
primera mano sobre los inicios de las obras, sus motivaciones, sus
retrasos y dilaciones, etc.
El comienzo de las obras de la catedral de Santiago está
documentado en dos fechas diferentes. La capilla del Salvador, una
estancia cuadrangular situada en el centro de la girola, fue
iniciada en el año 1075 aunque el Codex calixtino la retrasa tres
años situándola en el 1078 e incluso se ha utilizado la fecha del
1077 aunque carece de apoyo documental. Tal vez la diversidad de
fechas esté motivada porque se refieren a distintos momentos de la
construcción: la colocación de la primera piedra, el inicio de los
trabajos, la compra de los terrenos, etc.
Las obras son iniciadas por el obispo Diego Peláez entre los
años 1070 y 1078 cuando se derriba la construcción anterior y se
inicia la cabecera del templo. Se prolongan sin interrupción hasta
el año 1087 cuando se produce el primer parón al descubrirse que
Peláez participaba en una conjura normanda contra Alfonso VI y es
desterrado a Navarra. Ignoramos si en ese periodo se realizó toda la
girola o sólo una parte aunque sí sabemos que ya estaba previsto el
tipo de templo que se iba a construir y las dimensiones de todo el
conjunto de la cabecera.
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; Imagen del deambulatorio de la catedral de Santiago. Espacio
semicircular de siete tramos trapezoidales precedido por cuatro
tramos rectos (2 + 2) al que se abren cinco capillas de las que la
central es cuadrada, las dos primeras semicirculares y las dos más
próximas al transepto son de paños rectos. Sobre la girola corre una
tribuna que continúa a lo largo de todo el perímetro del edificio.
Es posible imaginar que el obispo retomó las obras, Gelmírez,
también tuviera estrechas relaciones con Cluny pues formaba parte
del cabildo catedralicio que introdujo el rito romano en la liturgia
de la catedral y había ocupado importantes cargos con el anterior
obispo Dalmacio, también francés.
Los acontecimientos históricos se suceden en la construcción de
la catedral. En el año 1105 se consagran las capillas absidiales y
la capilla de San Miguel, situada en la tribuna superior. En ese
mismo año se finaliza por completo la girola, todas las capillas
absidiales y quizás también el transepto. En el año 1122 parece que
las obras han llegado a algún lugar indeterminado entre el primer y
el segundo tramo de la nave principal.
El maestro Mateo se encarga del pórtico de la Gloria en la
segunda mitad del siglo XII y principios del XIII al tiempo que
remata las obras de las naves. La construcción ha supuesto por lo
tanto unos cuarenta años de trabajos aunque distribuidos a lo largo
de ciento cincuenta años.
La estructura de cabecera radial con girola es una aportación
francesa que permite una fácil deambulación en la complicada zona
donde se unen la tumba del Apóstol y las capillas dedicadas al culto
y a la adoración de las reliquias. Las capillas de paños rectos
situadas en la zona más próxima al transepto estaban especialmente
dedicadas a las celebraciones religiosas de los monjes que
peregrinaban a Santiago.
La estructura del resto del templo repite las tres naves
incluso en los dos brazos del transepto. Los pilares son de sección
cuadrangular a los que se adosan cuatro columnas que sostienen dos a
los arcos formeros y las otras dos a los fajones. Las naves
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centrales están cubiertas con bóveda de cañón dividida por arcos
fajones y las laterales por bóvedas de arista.
; Imagen de la maqueta de la catedral de Santiago. En ella se
aprecian las nueve torres, cuatro en los brazos del transepto,
enmarcando las fachadas de Platerías y Azabachería, dos en la crujía
que une el cuerpo de la nave central con el cuerpo del transepto,
dos de estilo normando en la fachada principal y una en el cimborrio
del crucero.
; Corte transversal del alzado de la catedral de Santiago donde se
observa la resolución de la zona de naves. Las columnas que dan a la
nave central suben por la tribuna para recibir el empuje de la
bóveda de cañón.
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