5.el problema de la verdad

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"Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es, o de lo que no es que no es,es verdadero".

Aristóteles

“ Pilato le dijo:

¿Y qué es la verdad?”

Juan 18; 38.

Es uno de los conceptos más importantes tanto para la Teoría del Conocimiento como para la Epistemología y para la filosofía en general.

Prima facie solemos pensar que la noción de verdad se da en la realidad, y así sucede en algunos casos, como lo muestran las locuciones “un amigo verdadero”, “oro verdadero” etc., expresiones en las que “verdadero” significa “auténtico” (o sea hablar de un “amigo verdadero” es referirse a un “amigo auténtico”, y de “oro verdadero” es aludir a un “oro de buena ley” etc.).

Pero, IN STRICTO SENSU, la noción de verdad es una propiedad de las proposiciones, o sea que se da sobre todo en el plano del lenguaje tanto ordinario como científico.

. Que la verdad es una propiedad de las proposiciones ya lo sabía Aristóteles (384 ó 383-322 a.C..), quien por ello afirmaba: “Decir de lo que no es que es, o de lo que es que no es, es falso; mientras que decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es verdadero” (Metafísica, Libro gamma, 7, 1011 b 25).

A lo largo de la historia de la filosofía se ha enunciado numerosas teorías de la verdad, pero las tres principales son:

A) Las de la correspondencia (o teorías correspondentistas de la verdad).

B) De la coherencia (o teorías coherentistas).

C) Las teorías pragmatistas.

Las teorías de la correspondencia afirman que la verdad se da, cuando se produce una correspondencia o conformidad entre lo que una proposición afirma y el estado de cosas o el hecho al que se refiere. Y que se da la falsedad, cuando esta correspondencia no se produce.

Las teorías de la correspondencia se presentan en varias versiones. Una de ellas es la de Tomás de Aquino (1224 ó 1225-1275 d.C.) con su teoría de la adecuación. Según el Aquinatense la verdad se da, cuando existe una adecuación entre el intelecto y la cosa: la verdad se produce en el juicio cuando hay una adecuación entre la imagen de la cosa que tenemos en el intelecto y la cosa misma.

Esta famosa teoría ha sido objetada porque se ha manifestado que difícilmente se puede producir una adecuación entre dos entidades tan disímiles: la imagen de la cosa en el intelecto es algo psicológico, y la cosa, por ejemplo una moneda, es algo de carácter físico. Además no se aclara aquí qué es aquí lo que se entiende por cosa: si la cosa física o la cosa pensada. Tampoco se aclara qué es lo que se entiende por intelecto.

Otra versión de la teoría de la correspondencia es la de famoso filósofo británico Bertrand Russell (1872-1970). Según Russell, en su artículo “La filosofía del atomismo lógico” (1918), la verdad es lo que hace a una proposición verdadera o falsa: el hecho.

Por ejemplo la proposición “el gato está sobre la estera” resulta convertida en verdadera si se da esta situación, este hecho, en la realidad: que el gato esté efectivamente sobre la estera. No son pues los objetos aislados (gato, estera) los que hacen verdadera a una proposición, sino la relación en que se encuentran entre sí en un hecho (el gato sobre la estera) que debe ser adecuadamente expresado por la proposición.

Lamentablemente esta teoría tampoco es satisfactoria, pues choca con dificultades muy graves: ¿qué hacer con los hechos generales?, ¿hay verdades universales que se corresponden con ellos?, ¿hay algo así como hechos negativos para casos de enunciados como “el gato no está sobre la estera”?, ¿existen hechos morales?, etc.

Frente a la dificultad casi insuperable de tener que cotejar lo afirmado por las proposiciones con los hechos o situaciones a las que se refieren, que son de distinta naturaleza, las teorías de la verdad como coherencia solucionan de entrada este problema porque prescinden de la teoría de la verdad como correspondencia.

Las teorías de la verdad como coherencia parten de que es imposible salir del ámbito del pensamiento para captar un ámbito de hecho independiente. La verdad sería más bien la coherencia que se da entre nuestras creencias (o entre las proposiciones que traducen nuestras creencias). Si se da una coherencia entre ellas, sabré que estoy ante una verdad, y en caso contrario no.

Por ejemplo si estoy en mi casa y prendo el televisor y veo que la selección peruana de fútbol está apabullando de goles por 8 a 0 a la selección brasilera en Río de Janeiro, pensaré que las creencias que tengo (que se pueden traducir en la proposición “la selección peruana de fútbol está goleando por 8 a 0 a la selección brasilera ”) no son consistentes con mis recuerdos de los marcadores anteriores en los partidos entre los peruanos y los brasileros, con un marcador tan abultado (los futbolistas peruanos se contentan con ganar por una diferencia de uno o cuando más de dos goles) etc.

Concluiré por lo tanto que probablemente estoy soñando y que la proposición “la selección peruana de fútbol está goleando por 8 a 0 a la selección brasilera” es falsa.

En el coherentismouna creencia apoya a la otra y no hay creencias privilegiadas entre ellas.Grandesfilósofos como Leibniz, Spinoza, Hegel y el último Wittgenstein fueron coherentistasconvencidos.

También la teoría de la verdad como coherencia presenta grandes problemas. Ante todo es discutido cómo haya que entender la coherencia: ¿es ella meramente la consistencia (o sea la falta de contradicción entre nuestras creencias)?, ¿o es la evidencia en el sentido de que todas nuestras creencias que se traducen en proposiciones están conectadas en términos de evidencia? Por otro lado, un conjunto de proposiciones puede ser coherente entre sí, sin que esto garantice su verdad.

Las teorías pragmatistas de la verdad han sido defendidas por los filósofos pragmatistas o por filósofos muy cercanos a ellos, como Charles Sanders Pierce, William James, John Dewey, Willard van Orman Quine y Richard Rorty. La idea central de la teoría pragmatista es que la verdad es lo útil.

El pragmatismo sostiene que las creencias y acciones son herramientas para ser usadas y que son verdaderas en cuanto funcionan y funcionan bien. Una opinión verdadera es así para los pragmatistas una opinión esencial o intrínsecamente útil (y no accidental o extrínsecamente útil), y una teoría verdadera es aquella que cumple exitosamente con los designios para los que fue creada.

El problema con las teorías pragmatistas de la verdad es que no explican con precisión qué es lo que entienden cuando afirman que una opinión o una teoría son útiles.

Se ha sostenido que lo útil significa que la teoría sea exitosa, pero aquí siempre se puede repreguntar qué es en este caso lo exitoso: el nazismo fue por ejemplo una teoría muy exitosa en la Alemania de los años treinta, pero tuvo resultados deplorables para Europa y para la misma Alemania.

También se ha afirmado que una teoría es útil, cuando conduce a predicciones verdaderas, pero aquí se termina por definir lo útil en términos de la verdad con lo que llegamos a un círculo vicioso: la verdad se sostiene que es la utilidad y ésta a su vez se dice que es la que permite llegar a formular proposiciones verdaderas.