Post on 20-May-2017
Teóricos CEFyL
1
Secretaría de Publicaciones
Materia: Teoría y Análisis Literario
Cátedra: Panesi
Teórico: N° 26 19/06/08
Tema: Derrida
Distinguidísimos alumnos. Hoy tienen una buena noticia. Una amiga me ha pedido
el aula a partir de las 20:15, y como no puedo decir que no, se la he cedido, así que hoy
tendremos una clase corta y el martes, como ya no hay teórico práctico, nos quedamos un
rato después de las 21:00.
Empezamos con los epígrafes de hoy. El primero es de alguien que menciona
Derrida en ese texto que seguramente nadie ha leído y que se llama “La estructura, el signo
y el juego en el discurso de las ciencias humanas”. Fíjense que Derrida lo que ha hecho,
sobre todo en la primera época, es ir en contra de los maestros. Ha liquidado a los grandes
maestros visibles entonces, en los años ´60, cuando Derrida comienza a escribir.
El primero de ellos es Foucault, otro es Lacan, luego será Gadamer y, en este caso,
la figura más notoria del estructuralismo, que es Levi-Strauss, al que está dedicado este
artículo, que no es demoledor pero sí una crítica bastante consistente, primero, del
estructuralismo, y segundo, de la figura clave del estructuralismo francés que es Levi-
Strauss.
Entonces, uno de los hilos conductores de la clase anterior, por lo menos en los
epígrafes a partir de Paul de Man, era el asunto de la enseñanza. Esto tiene que ver con una
condición que el mismo Derrida nos ha ayudado a pensar y que son las condiciones
institucionales tanto del discurso filosófico como del discurso de o sobre la literatura.
Si uno se pone a pensar, ¿qué es lo que permite montar un aparato discursivo e
institucional como el de la filosofía o el estudio de la literatura? Quizás el estudio de la
Teóricos CEFyL
2
literatura podría ser ligeramente más independiente que el de la filosofía. Es decir, lo que
permite el montaje de esto es que la filosofía se enseña, se transmite y funciona gracias a la
institución universitaria, a la enseñanza de la filosofía.
Levi-Strauss cree que, evidentemente, la etnografía, la antropología, puede
prescindir hasta cierto punto por el desdén que tiene respecto de, justamente, la filosofía.
Entonces, leemos: “Causas personales tienen que ver con la rápida repugnancia que me
alejó de la filosofía. Por el contrario, en Letras y en Ciencias, las salidas habituales,
Profesorado, investigación, y ciertas carreras imprecisas, son de otra naturaleza. El
estudiante que las elige no dice adiós al universo infantil, más bien queda apegado a él. ¿El
Profesorado no es acaso el único medio que se ofrece a los adultos para permanecer en la
escuela? El estudiante en Ciencias o en Letras se caracteriza por una suerte de rechazo que
opone a las exigencias del grupo, la reacción casi conventual los lleva a replegarse
temporaria o duraderamente en el estudio y la transmisión de un patrimonio independiente
del tiempo”.
Es decir, estas profesiones, que se sostienen institucionalmente gracias a la
enseñanza, obligan a sus practicantes a permanecer en el colegio, a un infantilismo
prolongado, dice Levi-Strauss.
Este desdén por la filosofía es lo que le va a criticar Derrida. Aquel que desdeña la
filosofía, o piensa que puede pasar de la historia de la filosofía a través por ejemplo de la
lingüística o de la etnografía, cae en los errores filosóficos más violentos y groseros. Esa
sería la crítica a Levi-Strauss, que es la misma crítica que uno podría hacerle al formalismo
ruso o a otros personajes que justamente caen en las trampas de la filosofía por desdeñar el
pensamiento filosófico.
Alumno: ¿Cuáles serían las trampas de la filosofía?
Profesor: Las trampas de la filosofía son infinitas de acuerdo al sujeto que se dedica
a teorizar. Por ejemplo, si el formalismo ataca implícita o explícitamente la noción del
sujeto, cae en aberraciones filosóficas al no reflexionarlo filosóficamente.
El segundo epígrafe es del mismo Derrida, que acá se ve ya viejo, pero es el
momento en que tiene que rendir su tesis. Ya ha publicado más de una decena de libros, por
lo tanto, decide, por razones académicas, que es ocupar una cátedra en La Sorbona, rendir
su tesis.
Teóricos CEFyL
3
El jurado le dice que queda eximido de presentar su tesis, con lo que ha escrito es
suficiente. Entonces simplemente debe defenderla. Entonces escribe y esto esté recogido en
la revista Antropos, de Valencia, en el N° 93. El artículo se llama “El tiempo de una tesis.
Puntuaciones”. Allí hace como una reseña de su vida académica, dice: “Hacia 1957
registré, como suele decirse, un primer tema de tesis, lo titulé entonces La idealidad del
objeto literario. Actualmente ese título parece extraño. En un grado meno ya lo era entonces
y voy a explicarme al respecto en un instante”.
Él recibió la aprobación para aquella tesis, en realidad, la aprobación hasta ahí
nomás, porque se le pregunta a dónde va con eso de la idealidad del objeto literario, como
que no se veía bien a donde quería llegar con eso. Evidentemente, esto de la idealidad es un
punto fenomenológico, salido de la fenomenología, que para Derrida siempre ha sido el
sinónimo de un discurso y un modo de abordar los problemas filosóficos absolutamente
riguroso. Para él la fenomenología o el trabajo de Husserl es sinónimo de rigurosidad
filosófica. Eso no lo cambió nunca, a pesar de las críticas que le hace a Husserl.
Es interesante porque él dice que no sabe a dónde va, y que si lo supiera estaría todo
perdido. Esto de no saber a dónde se va o de saber exactamente dónde se va creo que se
puede relacionar con uno de los puntos más salientes de Derrida, que es una obsesión por la
muerte. Evidentemente, hay una constante en el pensamiento de Derrida al respecto, tanto
es así que me parece que podría considerarse a Derrida literariamente como aquel escritor
que ha desempolvado un género que es el género llamado oración fúnebre, que
evidentemente en el siglo XX no estuvo vigente. Esto se ve en el adiós a Deleuze por
ejemplo, delante de la tumba, entre tantos otros. Tanto es así que hay un tomo con todos los
discursos fúnebres que pronunció Derrida.
¿Cuál fue su último discurso fúnebre? El narcisismo de los filósofos es así, el
discurso fúnebre último es “La tarjeta postal”, una carta que dejó para ser leída en su
entierro.
Dice en el último discurso fúnebre: “Jacques no quiso ni ritual ni oración, sabe por
experiencia qué prueba supone para el amigo que se hace cargo. Me pide que os agradezca
el haber venido, que os bendiga, os ruega que no estéis tristes, que no penséis más que en
los numerosos momentos dichosos que le habéis dado la posibilidad de compartir con él.
Teóricos CEFyL
4
Sonreídme, dice, como yo os habré sonreído hasta el final.
Preferid la vida y afirmad sin descanso la supervivencia.
Yo os sonrío donde quiera que esté”.
Lo notable es que ese “delegado” de Derrida que va a comunicar esto es la carta
misma, la escritura misma, el discurso mismo. Alguien muy compenetrado de esto puede
decir que toda autobiografía es una tanatografía y que todo nombre es el nombre de un
muerto. Pensando desde esa perspectiva, creo que tiene razón.
En “Nietzche, políticas del nombre propio”, dice: “Estar muerto significa ningún
beneficio o maleficio, calculados o no, conciernen ya al portador del nombre, sino tan sólo
al nombre, por lo que el nombre, que no es el portador, es siempre y a priori un nombre de
muerto”. Esta cita nos empalma con lo dicho la clase anterior.
Bueno, dejemos la muerte en paz y pasemos a ver qué es la deconstrucción. Para eso
voy a tomar algunas cosas que indica en “Carta a un amigo japonés”. Antes tengo que
corregirme, porque les he dado mal el título de un diálogo de Heidegger, se llama “De un
diálogo acerca del habla. Entre un japonés y un inquisidor”. Esto está en la traducción de
De camino al habla, Barcelona, 1987.
Primero, entonces. Habíamos dicho que era una traducción, ¿por qué la traducción
le viene bien, como cosa positiva, para decir lo que es la deconstrucción?
Alumna: Por la repetición.
Profesor: Acepto eso, me parece una buena explicación pero hay que agregarle algo,
darle una vuelta de tuerca más a eso, porque ¿es cierto que una lengua a la cual se traduce
algo repite lo que dijo la lengua original?
Alumno: No
Profesor: Exactamente. Nunca lo hace. Entonces, es el ejemplo exacto de la
iterabilidad, tal como está en “Firma, acontecimiento y contexto”. Cada nuevo contexto es
la posibilidad de otro sentido, el mismo y otro a la vez. La repetición con diferencia, ese es
el juego de la iterabilidad, y que la traducción marca siempre, salvo en algunos casos donde
la lengua parece replegarse sobre sí misma, que es aquello que no es traducible, que sólo es
intertraducible. Esto es: traducible dentro de una lengua. Por ejemplo, ¿cómo se traduce
“Lo creyó a pie juntillas” al inglés o al francés? Ni idea. Pero sí lo puedo traducir al español
mismo, puedo decir “Lo creyó tal cual era, sin ponerlo en entredicho”.
Teóricos CEFyL
5
Además, la traducción es el ejemplo de lo que Derrida respecto del sentido llama la
diseminación. El sentido se disemina. Un nuevo contexto disemina el sentido. En “Firma,
acontecimiento y contexto” Derrida opone la diseminación a un concepto muy utilizado por
los literatos, que es el concepto de polisemia.
¿Qué implica la polisemia? Por ejemplo, que una misma palabra o expresión tenga
varios significados. Esta palabra o expresión siempre es posible en una lengua de reducirla
a los contextos. Es decir, se trata de contextos finitos. Por supuesto, Derrida hablará de la
posibilidad de que aparezcan contextos absolutamente imprevisibles. Yo puedo, por
ejemplo, no sé, veamos… un cantito de fútbol. Yo podía haber extraído de ahí algún cantito
y ponerlo como epígrafe de esta clase. Creo que eso es bastante inusitado.
Entonces, la polisemia supone contextos finitos. La diseminación supone
imprevisibles contextos y además la posibilidad no de que el sentido se recupere, como
ocurre en la polisemia según los contextos, sino que el sentido se pierda, se destruya,
absolutamente.
Yo diría también que la deconstrucción, si algo es, es un combate, y que puede ser
descrito en términos militares. Esto no lo dice Derrida, pero me parece obvio. Lo que se
combate es la metafísica de la presencia, en primer lugar, la historia de la metafísica, las
totalidades y también el pensamiento maniqueo y binario que parece consustancial a este
discurso metafísico.
Dirá entonces Derrida, y acá viene la parte negativa, que es como la más
descriptiva, que primero la deconstrucción no es un análisis. ¿Por qué no debe ser un
análisis? Porque analizar un conjunto determinado y partirlo en elementos simples
supondría recomponer un eventual punto de origen, por lo tanto, la totalidad que quiero
deconstruir se recompondría a partir de ese elemento simple.
Segundo, dice Derrida, no es una crítica, porque no tiene nada de negatividad. Al
contrario, no supone la negatividad sino un gesto de decir sí. Esto le ha traído muchas
críticas de orden político a Derrida. Decir sí, sí, sí supone, para algunos, un pensamiento de
aceptación de las injusticias, etc., etc.
Entonces, estrategias. Se ataca el binarismo del pensamiento, las oposiciones
metafísicas. Pero también el etnocentrismo. En el artículo que tenemos para hoy justamente
la contradicción que observa en el discurso etnográfico es que evidentemente la etnografía,
Teóricos CEFyL
6
o la antropología, suponen una crítica al pensamiento etnocéntrico, pero, ¿de dónde toma la
etnografía sus conceptos? De una tradición europea. Y de hecho, la etnografía y la
antropología no pudieron sino gestarse en Europa, es decir, en el corazón mismo del
etnocentrismo, y está alimentado ese discurso por una tradición europeo céntrica. Esa es la
contradicción que ve en el pensamiento de Levi-Strauss.
¿A qué se opone del discurso lacaniano? Al falocentrismo. Derrida acuña la
expresión falogocentrismo, queriendo decir que hay una connivencia entre el pensamiento
occidental, el logos, el logocentrismo, y el predominio del falo. Forman una especie de
pareja uno y otro.
Yo diré que, si estamos hablando en términos militares, de una manera pedagógica,
que habría que ver cuáles son las estrategias de esto que tampoco es un método. La
deconstrucción no es un método de lectura, dice Derrida, y no lo es porque si fuera un
método la deconstrucción sería como lo que piensa Paul de Man de la deconstrucción, es
decir, una técnica para leer textos. De ninguna manera es una técnica de lectura dirá
Derrida.
¿Cuáles son las estrategias entonces? Yo diría que estas estrategias son estrategias
del margen o de la frontera. También las podemos llamar estrategias de la contaminación.
Fíjense ustedes que en un margen o una frontera las tesis son imposibles, el sentido fijo es
imposible. Vasta oír hablar cualquier lengua de frontera para saber que en una frontera todo
se mezcla.
No quiero hacer biografismo, pero no escapará a ustedes esta experiencia de Derrida
en Argelia, judío argelino durante la guerra, la ocupación, etc. Dentro de Francia los
argelinos son franceses de segunda o tercera. Son francesas durante la colonia, pero del
margen.
Esto supone algo que no es un método pero que es característico del modo de leer
de Derrida y que le viene, sin lugar a dudas, de algo que la deconstrucción reivindica y que
es el psicoanálisis, la lectura del pequeño detalle insignificante. Es decir, lo que está en el
margen, la periferia, aquello que no es controlado por el sujeto que escribe, no es
controlado por el discurso tampoco. ¿De dónde sale esto? Esto es la lectura psicoanalítica,
la oreja de Freud, que ve exactamente el detalle.
Teóricos CEFyL
7
Bueno, entonces, las estrategias. Cualquier cosa que se repita, que se reitere, puede
constituir un cuerpo de reglas, aún sin ser declarado un método. Por lo tanto, uno reconoce,
de hecho, ustedes o yo seríamos capaces de leer una poesía, o una obra de teatro, o un
programa de televisión, de manera muy derrideana.
Las estrategias son, primero, el ataque al binarismo. ¿Qué hay que hacer con un
binarismo? Dice Derrida, axiológicamente, desde el punto de vista del valor, las
oposiciones del pensamiento metafísico se proponen siempre como neutrales. Esto es, no
significa que el término A opuesto al término B sea superior. Por ejemplo, hombre-mujer.
Pero cada vez que aparecen estas oposiciones siempre un término es valorado por sobre el
otro.
Es decir, en estas oposiciones del pensamiento metafísico no hay neutralidad
posible. Por ejemplo, alma-cuerpo, u hombre-mujer, como dije antes; o sensible-inteligible.
Justamente esta última oposición es la que rige el concepto de signo que Derrida va a
atacar, el concepto de signo saussureano. Por eso lo primero que hace en “Firma,
acontecimiento y contexto” es alabar el giro que ha dado la pragmática a través de Austin.
Si la lengua es performativa, es decir, si hago cosas con la lengua, puedo describir la
lengua como una fuerza en un contexto y puedo pasar tranquilamente por encima del
concepto saussureano de signo.
Alumno: No se puede escapar del signo, porque nunca se puede dejar de usar al
signo. Lo que se hace con el signo no deja de usar al signo.
Profesor: Bueno, creo que tiene razón, en el sentido en que no se puede pasar la
página del pensamiento metafísico. Esto está en un ejemplo que Derrida extrae en este
artículo “La estructura, el signo y el juego” de una dicotomía que expone Levi-Strauss.
Hay dos tipos de pensamiento, uno es el pensamiento del bricoleur. El bricoleur es
aquel que toma los elementos que encuentra y los adapta, como si dijéramos que hay un
reciclaje permanente. Tengo un sobretodo, lo uso de impermeable, el impermeable lo uso
de mantel, etc. Ante cada nueva situación reacomodo los instrumentos que tengo.
Pero Derrida señala, no es solamente el discurso del bricoleur, rápidamente los
críticos dijeron que la crítica literaria es la crítica del bricolage, ¿qué hace un crítico
literario? Toma una cosa de acá, otra de allá, la adapta, la readapta. Es como un cocinero,
Teóricos CEFyL
8
diría Lacan citando a su amiga Marie Bonaparte, cocina salsas sumando ingredientes de
distintos sitios y lugares.
¿A qué se opone esto? Se opone al ingeniero. ¿Qué discurso no es bricoleur?
Cualquier discurso toma de otros sitios, de otros lugares y los readapta. En cambio el
ingeniero, al que Levi-Strauss opone el pensamiento del bricolage, es aquel que tiene una
conciencia extremada sobre su lenguaje, esto es, inventa nuevas terminologías de acuerdo a
nuevas situaciones.
Crítica de Derrida, ¿es esto posible?
Alumno: No
Profesor: Claro que no, salvo que el ingeniero en cuestión sea Dios, que inventa a
cada rato un mensaje de la nada, o un idioma o una lengua de la nada, esto no sería posible
de ninguna manera.
Bueno, seguimos con las estrategias. La primera era detestar las oposiciones
binarias. El segundo paso sería la inversión del término que estaba sojuzgado por sobre el
otro, porque evidentemente en un pensamiento binario para que un término se levante por
sobre el otro necesita en el necesita del suplemento, de lo que está por debajo, de lo
inferior, de lo secundario, etc., etc. Juntos forman un sistema. Entonces, cualquiera de los
dos, parece decir Derrida, podría haber estado en la posición dominante.
Ejemplo, lo que él hace con el habla y la escritura. En la concepción filosófica
tradicional lingüística se ve a la escritura como un veneno. Se ve a la escritura como
secundaria, es lo que viene después. Entonces, Derrida dirá que no, no está primero el habla
y la escritura es una representación del habla, cosa que está en Saussure.
¿Cómo se demuestra esto? No históricamente. No confundan esto. Derrida no está
diciendo que primero era la escritura históricamente y después vino el habla.
Evidentemente todos hablamos y luego aprendemos a escribir, esto es así, nadie lo va a
negar. Pero lógicamente, desde el punto de vista lógico, hay una preeminencia dice Derrida
de la escritura sobre el habla.
Si se logra demostrar que la escritura subsume de alguna manera al habla por un
lado y a la escritura por otro, evidentemente, la tal primacía lógica del habla ha quedado
demostrada, o sea, puedo llamar al habla escritura, y en efecto, yo puedo muy bien tomar
nota, como ustedes hacen con mi palabra, y después van y corroboran. O pueden hacer
Teóricos CEFyL
9
como hacen los pueblos ágrafos, que lo que hacen es contar un cuento. Eso que ustedes
cuentan, eso que quedó grabado en la memoria de ustedes, en la conciencia, donde cuernos
fuese, es una forma de escritura en el sentido en que es una huella que queda inscripta en
algún lado.
Entonces, evidentemente podemos decir que el habla, en tanto es una inscripción de
algún tipo y supone la huella de algún tipo, es una forma de la escritura.
O, lo que sería más fácil como otro ejemplo, el asunto del femenino-masculino. Esta
dualidad de un término sobre el otro está inscripto en casi todas las lenguas, ejemplo: “El
hombre está destinado a superar la naturaleza”. Alguien políticamente correcto diría: “El
hombre/la mujer está destinado/a a superar la naturaleza”, tal como se hace en algunos
artículos que habrán leído por ahí. No estoy ni a favor ni en contra de eso, pero me parece
un poco pesado de leer.
Pero a lo que voy es que la superioridad de un término sobre el otro quedó inscripto,
escrito, en la lengua misma. En castellano decimos “el hombre” y queremos decir “el
hombre y la mujer”. Por lo tanto, hombre y mujer, desde este punto significativo de la
lengua no es igual. Evidentemente, el concepto de hombre subsume al de hombre y al de
mujer. Las feministas pueden intentar invertir esto.
Alumna: Inaudible.
Profesor: No quería entrar a la differance todavía, pero entraremos un poco. Es el
problema de la escritura, sí. No es obligatorio este año, pero pueden leer el artículo “La
Differance” también, es interesante para ver cuáles son las fuentes filosóficas del
pensamiento de la differance justamente.
Fíjense ustedes que no se trata de la escritura en un sentido empírico, en primer
lugar esta “a” es una falta de ortografía. En francés debería llevar una “e”, sería
“difference”. Pero ese cambio no se oye, sólo se lee en la escritura, suena igual.
Sin embargo, provoca ciertos efectos. Lo que dice Derrida es que esto que parece
una letra no es una letra. Todo el sistema de Saussure funciona por oposiciones y
diferencias, pero esas diferencias ni se escriben ni se oyen, están mantenidas ahí, previas a
la manifestación lingüística sonora o visual. La differance es lo que permite que la
diferencia entre oral y escrito en primer lugar, y todas las diferencias posibles, orales por un
lado y escrituras por otro.
Teóricos CEFyL
10
Lo que estoy diciendo es que no hay que ver las diferencias en un sentido empírico,
como la diferencia de una letra con otra. Esto es una ejemplificación pedagógica de Derrida
para llegar a esto que no es una letra, que no pertenece a una empiria. Es casi una
metafísica esto, porque esta noción de escritura le es reprochada en el artículo “Qué es un
autor” por nuestro amigo Foucault.
Este es un principio de los principios. ¿Qué hay al principio? Bueno, al principio
está la differance, que es lo que permite que cualquier diferencia empírica funcione en tanto
diferencia. Es un concepto que no puedo atrapar, ¿por qué no lo puedo atrapar? Porque la
differance dice Derrida que no es empírica, tampoco es trascendental, tampoco es un
concepto. Es como para los presocráticos, diría con cierta malevolencia, el agua, el fuego,
etc. Es decir, en esto creo que Foucault tiene razón, no es el Derrida más interesante este,
pero bueno, lo pensó, ahí está.
Digo, volviendo a las estrategias, ¿alcanza con invertir la cosa? ¿Alcanza con decir
que la mujer es superior o que el principio femenino subsume al principio masculino? No, y
esto es algo que señala Derrida cuando trata en un reportaje el asunto del feminismo en la
universidad. Ahí dice que si el feminismo quiere convertirse en un movimiento de poder es
tan falocrático como el más machista de los movimientos intelectuales y no intelectuales.
Este es el ejemplo de que la mera inversión del término no alcanza, porque se forma otro
sistema, con otro centro de poder, etc.
Entonces, ¿qué hacer? Fundamentalmente teniendo en cuenta que no puedo
renunciar a los conceptos de la metafísica y al vocabulario de la metafísica. No puedo
pensar nada sin la categoría de signo. Me es necesaria. Lo que debo hacer es criticarlo.
Tanto al signo como a tantos otros conceptos metafísicos.
Si decido borrar la conceptualidad me quedo con nada. Es imposible. En ese sentido
Derrida diría sí, sí y sí a la tradición, pero no para dejarla como está, sino justamente para
imponerle ciertas transformaciones. No del orden de donde estaba lo masculino pongo lo
femenino, o donde estaba el habla pongo la escritura, sino de hacer de ese sistema pequeños
movimientos que Derrida llama deslizamientos.
Crítica: este deslizamiento es infinito, porque si un grupo de feministas logra
alcanzar cierta preponderancia se recompone todo el sistema, hay que demolerlo otra vez,
Teóricos CEFyL
11
hay que volver a empezar. Derrida diría que sí, que este movimiento de la deconstrucción
es infinito.
Estos son los tres momentos o estrategias combinadas. El ataque al binarismo, la
inversión del binarismo y el desplazamiento del concepto que está enredado en un sistema.
¿Podemos salir del sistema de la metafísica? No, porque nos quedaríamos sin útiles, sin
instrumentos, para pensar.
Hay un libro muy divertido sobre Derrida que es de un alemán que se llama Peter
Slöterdijk, titulado Derrida, un egipcio. En cada uno de esos capítulos pone en relación el
discurso de Derrida con otros discursos, algunos evidentes y otros menos, por ejemplo,
alguien que para mí es la contracara porque su pensamiento es el pensamiento de los
sistemas, que es Miklas Luhmann, otro es Freud, otro es Thomas Mann, otro Regis Debray,
y Hegel, por supuesto. Es un libro que les recomiendo. Otro libro que les recomiendo es de
Tom Cohen, Jacques Derrida y las humanidades. Es uno de los mejores libros sobre
Derrida que yo he leído.
Para volver a qué es la deconstrucción voy a citar a Derrida, dice: “¿Lo que la
deconstrucción no es? Pues todo. ¿Lo que la deconstrucción es? Pues nada. Por todas estas
razones no pienso que sea una palabra afortunada, sobre todo, no es bonita. Ciertamente ha
prestado algunos servicios en una determinada situación para saber cómo se ha impuesto en
una cadena de sustituciones posibles. Pese a su esencial imperfección, habría que analizar y
deconstruir esa determinada situación”.
Esto es, ¿Por qué es todo y nada? Porque no es un discurso sobre, sino que está en
cualquier discurso, en cualquier situación, en cualquier contexto. Es decir, la cosa, sea la
que fuera, se deconstruye a sí misma, el discurso se deconstruye a sí mismo, la escritura se
deconstruye a sí misma, etc. La deconstrucción está allí, antes que la leamos, ya sea en la
realidad social, en el discurso, etc.
¿Qué hay en el origen? Porque origen hay. Derrida contesta que en el principio hay
un signo, no una cosa que el signo viene a suplir, sino un signo. No hay un punto fijo en el
origen, idéntico a sí mismo.
Si es un signo, ese signo, en todo caso, no tiene referente, y si es un punto, ese punto
del origen inmediatamente se divide respecto de sí mismo. No es una entidad simple para
Teóricos CEFyL
12
Derrida. Como si dijéramos: Esto punto es el punto y otro punto, es por lo menos dos en sí
mismo, una división.
¿Y qué es la huella? Porque podríamos decir que en el origen no hay un punto ni
una cosa sino una huella, y una huella tiene un doble movimiento, una bifurcación, una
separación en sí misma. La huella no es una identidad simple, sino una identidad dividida.
Toda huella tiene un movimiento hacia el pasado, la tradición, que es lo que garantiza la
identidad de la huella, y otro movimiento de iterabilidad hacia el futuro, y ahí esa misma
huella se contamina con otra cosa. Entonces, cada huella siempre es dos.
Bueno, seguimos la próximo, éxito en los parciales.
FIN DE CLASE.