10o. mandamiento III

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“Bienaventurados los pobres de espíritu porque de

ellos es el Reino de los cielos.” Mt 5,3

¿Qué es ser pobre de espíritu?Depender sólo de Dios. No aferrarme a nada, ni a mi mismo, ni a mis fuerzas, ni a mis bienes, sino sólo depender de Él, confiar en Él.

Dijimos al principio que la pureza es mucho más que no cometer cosas impuras ni pensar en cosas impuras.

La pureza de corazón implica mucho más.

Es amar plena y totalmente. Dejar a Dios transformar mi alma.

1. Necesito sentirme de verdad hijo de Dios.

2. Un padre jamás deja solos a sus hijos y Dios no me deja solo.

3. Debo luchar con mis fuerzas apoyadas en la gracia de Dios para vencer mi concupiscencia y llegar a tener un corazón puro.

Sólo desde la mirada de hijo el cumplimiento de la norma deja de ser un simple cumplimiento de justicia para ser cumplimiento de amor.

Sé que mi Padre me ama y Él diseñó estas normas porque me ama y quiere guiarme para que yo sea feliz.

Entonces yo, que lo amo, confío en mi Padre y veo su Amor sabio y providente en estos 10 preceptos que cumplo por amor.

No se vuelven una carga y caen en su lugar.

Hay algo más que cae en su lugar y que es parte de la pureza de corazón:

Si yo me siento hijo, y todos somos hijos, los demás son mis hermanos y los veo y trato como hermanos.

Pero es el único camino para vivir en el amor.

Y sólo viviendo en el amor podré ver a Dios, podré gozar en ese Reino de los Cielos para toda la eternidad.