04 Creo en Dios Padre Hijo y Espíritu Santo

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Creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu

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04 CatequesisMons. Esteban Escudero

Obispo de Palencia

1. La pregunta por Dios

2. La manifestación de Dios.

3. La revelación de Dios a la humanidad.

4. La Santísima Trinidad.

5. El testimonio de la Iglesia.

6. La estructura del Credo

Son muchos los millones de

personas que creen en Dios.

Los musulmanes rezan cinco veces

al día a Alá, el Dios único,

Creador y Juez del mundo.

Los hindúes afirman que todo

en el mundo procede de

Brahma, aunque luego adoran

multitud de dioses y diosas.

Los budistas guardan silencio

ante el misterio de Dios y sólo

esperan que, tras la supresión de todo deseo en el mundo, gozar al final de la gran paz del Nirvana.

Así podríamos ir describiendo las distintas representaciones que tienen de Dios, o de los dioses en el caso del politeísmo, las

distintas religiones que se han dado en la historia de la

humanidad.

Por eso, a todo creyente le puede asaltar en algún momento estas preguntas:

• ¿todas las religiones son iguales?

• ¿hablan todas de la misma forma de Dios?

• ¿son todas las representaciones de Dios igualmente verdaderas?

• ¿cómo es el Dios verdadero?

• ¿será el cristianismo tan sólo una forma, igual que las otras, de hablar de Dios?

Aunque parezca extraño decirlo, sólo Dios se

conoce a sí mismo y lo que los hombres hemos dicho

de él a lo largo de la historia han sido siempre aproximaciones basadas en las huellas que él ha dejado en la naturaleza

creada, en las experiencias de los místicos de todas las religiones o en las imágenes que cada persona se ha ido

formando de él en su vida.

Al igual como ocurre con cualquier persona de

nuestro alrededor, de la que conocemos la

intimidad de lo que ella es, es decir, sus sentimientos, sus anhelos, sus temores, sus proyectos etc., sólo

cuando se nos abre en la confidencia y nos habla de sí misma, igual pasa con

Dios.

Sólo cuando él se nos ha manifestado y nos ha hablado de sí mismo,

podemos decir que nos estamos acercando a un

conocimiento más verdadero de él, aunque

nunca la inteligencia finita del hombre podrá

comprender plenamente el misterio de Dios.

En la antigüedad, Dios se manifestó al pueblo de

Israel.

La revelación de Dios tuvo lugar en varios momentos,

destacando:

La vocación de Abrahán

La teofanía (manifestación de Dios a Moisés) del monte Sinaí, en la

que reveló su nombre “Yahveh”,

El testimonio de los profetas, los salmos,

etc., recogido todo ello en lo que los cristianos

llamamos Antiguo Testamento.

Pero, sólo en la “plenitud de los tiempos”, Dios se ha revelado

abiertamente al hombre en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios

encarnado.

• “A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18).Nos dice el evangelista San

Juan:

• Oyendo a Jesucristo, hemos oído la Palabra de Dios hecha hombre;

• Viendo a Jesucristo, hemos visto a Dios hecho uno de nosotros;

• Encontrando a Jesucristo, los hombres hemos encontrado a Dios.

De esta manera:

En Jesucristo, pues,

podemos decir que hemos conocido de

verdad a Dios.

Jesús, el Hijo de Dios:

Se nos ha manifestado como Dios, en gloria y

majestad, especialmente en su

resurrección y ascensión al cielo.

Y nos ha hablado de su Padre, al que él

llamaba cariñosamente Abba.

Y tras su Ascensión al cielo:

Envió al Espíritu Santo sobre la Iglesia

primitiva

y nos prometió que su Espíritu nos

acompañaría siempre en su Iglesia.

Así pues, tras la revelación de Jesucristo al

mundo:

Dios se nos ha manifestado como

Padre, Hijo y Espíritu Santo, es decir como la Santísima Trinidad.

Que no podamos comprender

racionalmente a Dios, Trino y Uno al mismo

tiempo, no es de extrañar.

Tampoco un animal, por mucho que esté siempre en una casa conviviendo con sus dueños, nunca

podrá entender la realidad íntima de la

persona de sus amos.

Y la diferencia entre la inteligencia animal y la

humana no es nada comparada entre el ser limitado del hombre y el Ser infinito de Dios.

En el Prefacio de la fiesta de la Santísima Trinidad, la

Iglesia confiesa el misterio de Dios dirigiendo esta plegaria al

Padre:

Todos los domingos, los cristianos confesamos nuestra fe en Dios, que se nos ha manifestado:

•como Dios Padre Creador,

•como Dios Hijo Redentor

•y como Dios Espíritu Santo Santificador.

Por eso, si nos preguntamos ¿Cuál es el misterio central de la fe y de la vida cristiana?, tenemos que responder con el catecismo:

•El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad.

Los cristianos somos bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

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