Post on 11-Mar-2020
La población de la ciudad
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DR © 2002, Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática
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Fracc. jardines del Parque, CP 20270
Aguascalientes, Ags.
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a tención.usuarios@inegi.gob.mx
La Población de la Ciudad de México en 179C
Esirucíurc Social, Alimentación y Vivienda
Impreso en. México
ISBN 97U-134053-1
LA POBLACIÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO HACIA 1790.
ESTRUCTURA SOCIAL, ALIMENTACIÓN Y VIVIENDA
Manuel Miño Grijalva
Coordinador
Altores
Diana BirrichagaGardida - Herbert S. Klein-
Manuel Miño Grijalva - Sonia Pérez Toledo
Enriqueta Quiroz - Michel C. Scardaville
Jorge Silva Riquer - Marta Vera Bolaños
Con la colaboración de
Valeria Sánchez mictiel
Instut to Nacional de Estadística, Geografía e Informática
El Colegio de México
ÍNDICE
Leticia Mayf.r Celis
Presentación IX
Manuel MiñoGrijalva
Introducción XIII
Manuel MiñoGrijalva
La población de la ciudad de México en 1790. Variables económicas y
DEMOGRÁFICAS DE UNA CONTROVERSIA 1
Sonia Pérez Toledo y Herbert S. Klein
La población y la estructura social de la ciudad de México a partir
DEL CENSO DE REVII.LAGIGEDO 53
Marta Vera Bolaños
LA COMPOSICIÓN DE LA FAMILIA EN LA CIUDAD DE MÉXICO EN 1790
Una reconstrucción demográfica 97
Manuel Miño Grijalva
Estructura social y ocupación de la población
EN LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790 129
Enriqueta Quiroz Muñoz
Mercado urbano y demanda alimentaria, 1790-1800 173
Michael C. Scardaville
Trabajadores, grupo doméstico y supervivencia durante el periodo
COLONIAL TARDÍO EN LA CIUDAD DE MÉXICO, O
/yI.A FAMILIA PEQUEÑA NO VIVE MEJOR" 209
Jorge Silva Riquer
La organización de las tiendas pulperas en la ciudad de México,
siCLO XVIII 259
Diana Birrichaga Guardida
Distribución del. espacio urbano en la ciudad de México en 1790 289
Fuen í es y Bibliografía 325
Los autores 357
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A LA MEMORIA DE
Franklin Pease G.Y.
( 1939- 1999 )
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PRESENTACIÓN
Leticia Mayer Celis
IIMAS-UNAM
Este libro forma parte del proyecto "Para una historia de la ciencia del siglo XXI :1a
estadística, sus desarrollos metodológicos y sus usos históricos" que se realiza bajo mi
coordinación. Su justificación es evidente, pues al comenzar el siglo XXI, la información
numérica y computar!zada se encuentra en el centro de la discusión científica y de toma de
decisiones políticas. El dato estadístico es, en cierta forma, la base de la vida social actual.
Sin embargo, esta forma numérica de entender el mundo que se proyecta al futuro, tiene
una larga, compleja y riquísima historia que a veces cuesta trabajo imaginar, incluso su
existencia.
La historia de la estadística y de la probabilidad en Occidente tienen su origen en el
siglo XVII. En estas ciencias, ni la Nueva España, ni posteriormente el México
independiente fueron ajenos a su tiempo. Esta es una historia llena de tesoros por descubrir,
que por el momento nos ha mostrado algunas de sus ricas vetas en los siglos XVIII y XIX.
No obstante, emprender un proyecto tan complicado y ambicioso como la historia de la
estadística en México es una empresa que sólo puede sugerir una ingenuidad supina. Debo
confesar que este fue mi caso. El entusiasmo ante el "alud de números impresos" de todo
tipo: demográficos, económicos, de criminalidad, de educación, de salud y enfermedad,
etc., me enfrentaron a la importancia de la cuantificación en muchos aspectos de la vida
diaria. Me impactó el interés creciente en los números durante el siglo XIX: para conocer a
una sociedad había que cuantilicario todo, desde los habitantes de una determinada ciudad
o país, hasta la cantidad de veces que un individuo respiraba en cada region y altitud de la
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tierra. ¿Qué estaba significando este mundo de los números? Independientemente de la
veracidad o falsedad de la cifra reportada, ¿por qué se inició este afán por contar? ¿Cómo
se pasó de la tabla de datos simples a la gráfica compleja? ¿Cómo es que nos hemos
habituado, como sociedad, a interpretar números en los últimos siglos? Las preguntas de
corte cualitativo, frente a lo cuantitativo fueron las que principalmente estimularon mi
curiosidad.
Desde la primera fase del proyecto, muchas de las ideas surgieron de un seminario
interdisciplinario en el IIMAS-UNAM. Haciendo un gran esfuerzo por encontrar algunas
horas libres, los doctores en estadística Ignacio Méndez y Rubén Hernández se reunían con
Laura Cházaro y conmigo para discutir algunos temas de interés común. El entusiasmo y la
mirada abierta y tolerante de Ignacio Méndez, así como la inteligencia y comentarios
oportunos de Rubén Hernández, se unieron a la reflexión pausada y filosófica de Laura
Cházaro. De este seminario surgió la idea de proponer un proyecto a CONACYT, que fue
aprobado en 1996. En este trabajo se contempló avanzar en la historia de la estadística en el
siglo XIX en México, pero entendiendo el paradigma internacional del cual partió. Las
referencias sobre Inglaterra, Francia y especialmente Bélgica fueron muy importantes. Ante
nuestros ojos brillaba la figura de Adolfo Quetelet y su concepción de la curva normal. En
1830. el rey Leopoldo I solicitó a Quetelet ser preceptor de los príncipes Ernesto y Alberto.
Este último fue. posteriormente, esposo de la reina Victoria de Inglaterra. Rubén Hernández
tradujo las "Cartas sobre la teoría de las probabilidades aplicadas a las ciencias morales y
políticas" que el insigne estadístico dirigió a los príncipes de Bélgica. También empezamos
una discusión sobre la "ley de los grandes númerosteorema considerado como una de las
joyas de la probabilidad. Encontramos que muchos de los conceptos estadísticos de
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Quetelet y Poisson, entre otros, fueron utilizados y discutidos en México desde un primer
momento.
El conde de la Cortina y sus reflexiones sobre la estadística en la primera mitad del
siglo XIX nos sorprendieron. El análisis estadístico sobre la criminalidad apareció en
México de manera muy temprana, desde 1826. Para la segunda mitad de aquella centuria,
la aplicación de la estadística a la medicina brincó de las "Gacetas de Medicina". Laura
Cházaro analizó las reflexiones de los médicos sobre las estadísticas de salud.
No obstante, los sucesos del siglo XX también nos deslumhraron. Los estudios de
Galton y Fisher, la estadística y la probabilidad aplicadas a la investigación agronómica,
biológica y a las ciencias sociales nos llamaron la atención. Ignacio Méndez propuso hacer
una recuperación de historia oral con algunos de los estadísticos mexicanos más
importantes de la pasada centuria. Con apoyo de CONACYT, hicimos una colección de
doce videos a la que titulamos: "Reflejos sobre el agua", con la idea de que la estadística no
es una mirada completa e inequívoca de la realidad, sino un reflejo, muchas veces no muy
claro y movible, de esa objetividad que deseamos obtener. La primera de las entrevistas la
hicimos al ingeniero, y posteriormente nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad
Autónoma de Chapingo, Emilio Alanís Patino. Debo confesar que la amistad y el
entusiasmo de Emilio, quien murió en 1998 a los 93 años de edad, fueron el principal motor
para continuar con la investigación e intentar nuevos caminos. Fue Emilio quien me puso
en contacto con el Dr. Carlos Jarque, en aquella época presidente de INEGI. Tanto el Dr.
Jarque, como los actuarios Miguel Cervera y Víctor Guerrero nos apoyaron activamente. Se
firmó un convenio general y cuatro subconvenios entre el IIMAS-UNAM e INEGI.
En el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, el Dr. Manuel Miño
estaba trabajando, con un grupo de estudiantes, los datos sobre la ciudad de México que
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arrojó el censo de Revillagigedo en 1791. Estos padrones estuvieron perdidos durante casi
dos centurias, hasta que el Dr. Miño los encontró en el Archivo Histórico del Estado de
México. Los datos del controvertido censo, además del cuidadoso análisis del Dr. Miño nos
entusiasmaron mucho, lo mismo que a INEGI.
El censo de la Nueva España lo podemos considerar como uno de los padrones más
antiguo y completo de la época moderna. En cierta forma es un ejemplo del paso de los
datos cualitativos a los cuantitativos. Con el censo de Revillagigedo se inauguró una etapa
de planeación con bases numéricas que abarcó objetivos tanto demográficos como
políticos, militares y fiscales. Poder contar con estos datos, reflexionar sobre ellos desde
muy diferentes perspectivas y divulgarlos a otros especialistas fue un interés compartido
entre el grupo de investigadores del IIMAS, del Colmex y los funcionarios de INEGI.
Aunque ha habido muchos cambios desde aquella época, la atracción por continuar
con este empeño de conocer la historia de la estadística en México ha continuado. Por ello
agradezco la colaboración académica de Manuel Miño, Ignacio Méndez, Rubén Hernández
y Laura Cházaro. La crítica oportuna y generosa de Marcello Carmagnani. El entusiasmo y
apoyo de Carlos Jarque, Miguel Cervera, Víctor Guerrero, Walter RangeL Víctor García
Vilchis y la licenciada Isabel Luna. Finalmente también agradezco el apoyo de instituciones
generosas como El Colegio de México, INEGI, CONACYT y, desde luego, el IIMAS-
UNAM.
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INTRODUCCIÓN
Este conjunto de ensayos aborda distintos aspectos de la vida de la ciudad de
México en 1790 o del período final de la época colonial, entre 1750 y 1811. Inicialmente se
trató de incorporar ensayos que tuvieran que ver exclusivamente con el Censo que mandó
realizar el Virrey Revillagigedo en el primero de los años citados, pero me pareció que esta
forma de abordar su estudio sería por demás limitada, pues las gentes no se explican sin sus
estructuras sociales básicas. Por otro lado se trataba de que fuera el primer volumen de una
serie de trabajos que su coordinadora general, la Dra. Leticia Mayer Celis denominó "Para
una historia de la ciencia del siglo XXI, la estadística, sus desarrollos metodológicos y sus
usos históricos", fruto del convenio interinstitucional entre El Colegio de México y el
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.
Los registros disponibles superan fácilmente las 5000 fojas y los 50 000 habitantes,
por lo que no era fácil dominar una masa de información tan imponente, por ello se
determinó acotar el universo de análisis por lo más práctico: determinamos con los alumnos
del seminario sobre el mundo urbano que dictaba en El Colegio de México codificar tres
cuarteles de la ciudad: el central n° 1 y los extremos 20 y 23, con el objetivo de que
diversas realidades de la ciudad pudiesen representar, sino de manera completa y fiel, una
imagen de la estructura social que fuera identifiable de lo que pudo haber ocurrido en la
ciudad la segunda mitad del siglo XVIII. Socialmente el cuartel n° 1 ubicado en el centro
de la ciudad se revelaba como un núcleo permanente, étnicamente heterogéneo con un
evidente predominio del grupo español y mestizo y poseedor de las formas laborales o tipos
habitaciones, de recinto o simplemente de vivienda más complejos, mientras el cuartel 20,
después de un rápido muestreo, se revelaba como predominantemente indígena, sin una
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forma regular y el n° 23, básicamente mestizo, pero más urbanizado. Estos cuarteles
menores formaban parte de los cuarteles mayores 1, V y VI con una población que
sobrepasaba los 13 000 habitantes. Pero con el transcurrir del tiempo aparecieron en el
horizonte de la explicación histórica otras inquietudes comandadas por estudiosos de
nuevos aspectos de la vida de la ciudad y que podían explicar perfectamente los vericuetos
por los que atravesaron las gentes de esta imponente urbe, aspectos tales como la propia
vivienda o la alimentación o simplemente las estrategias de supervivencia de la población
de bajos recursos, de esa gran masa de gente que pululaba por la ciudad en tiempo en que
florecían empresas y aparecían palacios, calles y la ciudad se renovaba por todos lados.
Como una muestra de la pronunciada concentración y polarización de la riqueza. Sin
embargo, en este volumen sobresalen más los pobres que los ricos, la masa anónima y los
cálculos sobre la estructura social básica: la familia, la ocupación, la realidad socioétnica.
Debemos empezar preguntándonos, para establecer el marco social general ¿Cuál
fue la dimensión demográfica de la urbe más importante del imperio español en América?
En el primer capítulo, "La población de la ciudad de México en 1790: variables económicas
y demográficas de una disputa" se intenta estimar la población total de la ciudad de
México, tratando de entender el contexto y de interpretar la información disponible para
1790 que, aunque muy conocida, no había recibido la atención necesaria, porque la
controversia fue acogida por la historiografía nacional como una muestra del pensamiento
científico y del nivel al que había llegado la ilustración con el abate José Antonio de Alzate,
más que como un problema económico o demográfico. Estas variables pueden ser
enfrentadas ahora para proponer nuevas conclusiones. Revillagigedo defendía su Censo
afirmando que la población no pasaba de 112 000 habitantes, por su parte el sabio
mexiquense sostenía que ésta fácilmente llegaba a los 209 000 aunque nuevas mediciones
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podrían hacer subir esta cifra hacia los 300 000 habitantes, cifra a primera vista poco
creíble, pero que podría ser correcta para una ciudad en continuo crecimiento y auge, pues
atraía, como pocas en el mundo iberoamericano, a una población creciente y numerosa
fruto de un intenso proceso de migración. Se verifican los cálculos de Alzate y Humboldt
sobre el consumo de la ciudad de México en 1790 en sus diversos rubros, destacando el de
la carne y el de los cereales. Se acogen nuevas cifras que los informes de Páez de la Cadena
proporcionaban sobre el movimiento económico general y se incorporan otras sobre Madrid
que ahora conocemos, pero que en el año de la disputa eran desconocidas, para terminar
con dos anexos importantes: el propio "estado reducido" sobre la población de la ciudad
elaborado por Alzate y hasta ahora desconocido y el informe económico de Miguel Páez de
la Cadena. De esta forma es posible presentar un panorama general de la situación de la
ciudad en tiempos del censo.
Sonia Pérez Toledo y Herbert S. Klein, por su parte, en su capítulo "La población y
la estructura social de la ciudad de México a partir del censo de Revillagigedo", estiman
que sobre una población total de los tres cuarteles estudiados de aproximadamente 13,778
individuos, definen varias de las características demográficas y la composición étnica de la
población avecinada en estos tres espacios, así como las particularidades y contrastes que al
respecto se pueden vislumbrar en estas tres diferentes áreas de la capital del virreinato.
Comprueban que comparativamente el cuartel 20 contaba con un número mayor de
indígenas no sólo frente a la población blanca sino, incluso, respecto de las castas, lo cual
sugiere la existencia de un patrón de asentamiento mayoritariamente indígena en la zona
oriente de la ciudad, por lo que es bastante probable que a pesar de que en espacios como el
cuartel 20 convivieron diferentes grupos étnicos, la política de segregación y la existencia
de redes y tradiciones indígenas incidieron en la conformación de barrios que, en términos
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generales, eran propiamente indígenas. Sus gráficas muestran una mayor migración de
mujeres, aunque una parte mayoritaria de los varones migrantes a la urbe estaba formada
por individuos en edad productiva. Así. a pesar de que sólo se estudia la población de tres
cuarteles, los datos sobre la edad de los migrantes para 1790 concuerdan con los patrones
de edad establecidos para 1811 y 1842.
Este capítulo resalta, por otra parte, que al analizar la distribución étnica de la
migración interna respecto de la población originaria de la ciudad, se observa una mayor
proporción de blancos y castas de origen urbano en comparación con el número de
migrantes de ambas calidades étnicas, pues en ambos grupos lo nativos de la capital
alcanzan un poco más del 60 por ciento, denotando que entre la población indígena existe
un mayor equilibrio entre la proporción de los inmigrantes y los originarios de la ciudad.
Por otra parte, Pérez Toledo y Herbert S. Klein realizan un exhaustivo análisis de las
categorías laborales de la población de estos cuarteles, particularmente en el ramo de los
artesanos y de los servicios, quienes constituían el grupo mayoritario de la población de la
ciudad al finalizar el siglo XVIII.
Marta Vera Bolaños, por su lado, en k"La composición de la familia: una
reconstrucción demográfica", muestra no . solo la importancia del censo de 1790 para los
estudios demográficos, sino sus limitaciones. No hay duda de la importancia del censo
como fuente fundamental para establecer la estructura social de cualquier sociedad. En su
ensayo describe variables que resultan particularmente importantes, como determinar la
composición por edad y sexo de una población, que es la base para determinar los niveles
de fecundidad y mortalidad de las distintas generaciones que componen una población en el
momento censal. También proporciona una visión de la relación entre los sexos, equilibrio
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y descompensación e indicaciones de mortalidad diferencial entre los sexos y/o de
movimientos migratorios. Demográficamente la importancia del censo es el registro de la
calidad de los habitantes, variable que permite identificar posibles diferencias en el
comportamiento demográfico de los distintos grupos étnicos.
Pone Vera Bolaños los límites de la entrevista directa del primer censo, ya que si se
acepta que este censo fue elaborado atendiendo a las declaraciones personales de los
censados, es necesario reconocer la posible manifestación de una edad equivocada por parte
del informante. Estas y otras limitaciones son subsanadas con la utilización de diferentes
instrumentos de análisis demográficos y de manera particular, aborda el estudio del primer
grupo de estos espacios dentro de los cuales se ubicó al conjunto de personas unidas o no
por lazos de parentesco que convivían habitualmente en la misma unidad, y las relaciones o
vínculo de parentesco establecido en torno a la figura del jefe, o persona que encabeza la
lista del recinto, considerando a la residencia como el elemento fundamental en la
configuración de estas unidades a las que se conoce como "grupos familiares". Es evidente
que las unidades habitadas por personas no fueron integradas al análisis porque se
privilegió el criterio de la convivencia.
Más allá de los "grupos", afuera de la "casa o recinto", la gente de la urbe no
mostraba ningún cambio sobre el patrón anotado para la "ciudad colonial" o tradicional, es
decir que quienes formaban parte del estrato social más alto tendían a concentrarse en el
centro, mientras que los pobres o menos favorecidos se ubicaban en la periferia. Sin
embargo, esta puede ser una simplificación de la literatura urbana, ya que se encontraron
tanto viviendas modestas y pobres en el centro como en los extremos de la ciudad, aunque
no es posible observar que la gente de recursos habite en los cuarteles "periféricos".
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El capítulo "Estructura social y ocupación" muestra que la distribución espacial de
la población, por lo menos cuantitativamente, mantuvo un equilibrio al interior de las
unidades de los cuarteles mayores, lo que implicaba que más allá de las diferencias
socioeconómicas evidentes, hubo un perfecto conocimiento y control de la ciudad que
engarzaba las diversas zonas como un todo, capaz de que las extremas o periféricas vivían
en función de las centrales, y viceversa. En diversos grados y niveles, esta totalidad despeja
la duda permanentemente de saber en donde termina lo uno o lo otro, pues el abuso de los
conceptos ha sido frecuente. La ciudad funcionaba como un todo sistémico. Además,
reconoce que la codificación de la información permite plantear nuevas interrogantes, unas
veces, y afinar otras, particularmente sobre algunas de las hipótesis que ha planteado la
historiografía social de la época.
Es importante señalar primero el profundo desequilibrio entre la población ocupada
y la no ocupada, particularmente en el caso de las mujeres en los tres cuarteles analizados.
Se muestra también la calidad del sector artesanal. su relación con el estado marital, pero
sobre todo se insiste en la composición de la ocupación tomando casos y ejemplos de otros
cuarteles para los cuales existe información.
Una de las reflexiones finales que pueden desprenderse del análisis de estos tres
cuarteles en términos de su estructura de grupos es su heterogeneidad espacial. Los
cuarteles mayores mantienen en su interior una jerarquía demográfica encabezada por uno
de ellos. En relación a la calidad de los cuarteles analizados se observa una diferente
constitución étnica, mientras el cuartel 20 era principalmente indígena, el del centro y el
noroccidente están habitados por una fuerte presencia de españoles, aunque en general
pueda notarse el predominio del grupo español y mestizo.
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En este contexto, ¿cuáles fueron las condiciones de los trabajadores de la ciudad y
sus estrategias de supervivencia? Michael C. Scardaville, en "Trabajadores, grupo
doméstico y supervivencia durante el periodo colonial tardío en la ciudad de México o la
familia pequeña no vive mejor", para un tiempo semisecular trata de establecer que en
estudios realizados sobre hogares preindustriales en Europa Occidental, México y el resto
de América Latina, la historiografía muestra que las familias extendidas o múltiples que
vivían en una sola casa no eran las más comunes entre las. familias urbanas pobres. Y se
pregunta ¿Por qué entonces encontramos hogares más extensos y complejos en la ciudad de
México de principios del s. XIX que en los censos previos de 1753 y 1790? ¿Y que nos
puede enseñar la respuesta acerca de las costumbres y la cultura de los trabajadores en el
periodo colonial tardío?.
Para marcar una estrecha correlación entre la estructura doméstica y el clima
económico general y bienestar material de las clases populares, postula que las respuestas
domésticas a las crisis económicas más fuertes de las últimas dos décadas han sido
asombrosamente similares en todas las ciudades importantes. Por lo general se cree que el
patrón urbano general consiste en incrementar los miembros del grupo doméstico con
ingresos con el fin de aumentar el tamaño de la fuerza del trabajo, lo cual traía como
consecuencia que las formas domésticas se volvieran menos nucleares y más complejas,
condición que permitió a los grupos soportar las recesiones económicas de finales del
s. XX.
Michael C. Scardaville tiene presente este marco general de comportamiento para
establecer los cambios de tamaño y composición de los hogares en la Ciudad de México a
fines del periodo colonial, así como la relación de tales cambios con la naturaleza irregular
de la economía urbana. Encuentra que los trabajadores pobres de la ciudad, una mezcla de
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artesanos y jornaleros españoles, indígenas y de diversas castas, que constituían entre el
75% y el 80% de la población, sufrían de una creciente competencia de mano de obra,
inflación, estancamiento de los salarios y un descenso en la calidad de vida, condiciones
que le permiten preguntarse ¿Cómo es que reaccionaron los pobres de la ciudad más grande
del Hemisferio Occidental ante un derrumbe en la calidad de vida? ¿Cómo lograron
subsistir y perseverar a pesar de sus ingresos insuficientes? ¿Qué hicieron los pobres de la
Ciudad de México a fines del periodo colonial para aumentar sus posibilidades de
supervivencia dentro de una economía urbana cada vez más deprimida?
Su ensayo sugiere que gran parte de la respuesta está en cierto comportamiento que
tuvo como base las redes sociales informales, particularmente el hogar, que constituyó la
respuesta más habitual de los pobres de la Ciudad de México ante la crisis económica de
fines del periodo colonial. Otras redes que reunían a parientes, padrinos, amigos, vecinos,
compañeros de trabajo, empleados o asociaciones locales como gremios o hermandades
religiosas solían proveer el capital social necesario para enfrentar la crisis día con día, pero
el hogar urbano fue el que desempeñó el papel fundamental en la búsqueda del sustento por
parte de los pobres. Si bien algunos escritos sobre la pobreza en Europa Occidental antes y
durante la industrialización reconocen la importancia de las redes sociales para brindar
ayuda y apoyo mutuos, los historiadores de Europa suelen considerar el hogar y la familia
como instituciones demasiado fracturadas y frágiles para ofrecer asistencia. Por otra parte,
los historiadores del México colonial no dudan en conferirle mayor importancia a las redes
familiares para la supervivencia entre grupos populares urbanos, pero estos escritos no
discuten explícita y ampliamente el hecho de que los hogares de los pobres también
sirvieron como recurso crítico, incluso para quienes no tenían lazos familiares sólidos. Este
ensayo tratará de demostrar que el hogar de clase trabajadora en la Ciudad de México
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borbónica, en tanto vínculo de las redes sociales, constituía una unidad social viable,
efectiva y activa, y que la estructura de su composición y tamaño debe verse como una
respuesta discreta de los trabajadores pobres ante las crecientes carencias materiales.
Si bien ciertos comportamientos públicos provocados por la situación económica
como la mendicidad o el robo, resultaban más notorios para las autoridades coloniales,
fueron las propias medidas que tomaban los pobres en sus propias viviendas y vecindades,
lo que el autor denomina el comportamiento de los cotidiano, las que les permitían
enfrentar las fuerzas hostiles que moldeaban su entorno urbano. Al usar la unidad
doméstica como instrumento crítico y recurso humano, las gentes trataban de amortiguar el
impacto de las condiciones económicas en deterioro. Finalmente, un acercamiento al sector
doméstico para analizar las respuestas populares a la pobreza en la ciudad de México
borbónica le permitirá explorar temas cuyas implicaciones para los
Estudios sobre el sector laboral urbano van más allá del México colonial y de América
Latina.
Este ensayo, basado en gran parte en el análisis de censos civiles efectuados en la
Ciudad de México a fines del periodo colonial, estudia la formación de hogares de clase
trabajadora en tres diferentes momentos del estado de la economía urbana y la calidad de
vida popular. El censo de 1753, efectuado antes de que se presentaran dificultades
económicas y demográficas importantes, puede considerarse como un punto de partida
anterior a la crisis para la formación de hogares. El censo de Revillagigedo de 1790 se llevó
a cabo cuando los problemas de carácter económico y demográfico se hacían cada vez más
evidentes, pero antes de que, en esa misma década, una serie de reveses importantes
afectaran la capital del virreinato. En 1811, los oficiales del gobierno efectuaron otro censo
cuando los residentes de la Ciudad de México se vieron asediados por una crisis grave. Este
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último censo de la era borbónica retrató la ciudad en su punto máximo de crecimiento
urbano colonial y en un momento de severa depresión económica, situación desatada en
parte por insurrecciones populares en el campo.
La crisis económica de finales de la Colonia fue una crisis de proporciones
importantes en la Ciudad de México, y ayudó a conformar el comportamiento de los
trabajadores pobres al obligarlos a sortear lo peligros de la vida urbana. Sin embargo,
reconoce Scardaville que, por otra parte, existía en la ciudad una pronunciada riqueza
"como lo evidenciaban sus residencias opulentas y otros símbolos materiales, gran parte de
la élite en la Ciudad de México y Nueva España se benefició de la economía borbónica del
s. XVIII y principios de XIX. Con las mejoras en su infraestructura, la Ciudad de México
adoptó la apariencia de un centro urbano moderno". Sin embargo, la pobreza se extendía
por los intersticios de la riqueza y el esplendor, pero a diferencia sus contrapartes del
campo que se rebelaban con frecuencia contra el estado borbónico, los pobres de las
ciudades no respondían saliendo a las calles para protestar por su situación. Lo que hacían
entonces, al igual que gran parte de los mexicanos hicieron en crisis más recientes, era
acudir a sus propios recursos estableciendo relaciones dentro y fuera del hogar para
protegerse de las inclemencias del tiempo económico.
¿Pero en realidad la extensión y complejidad del grupo doméstico fue una
alternativa a la crisis? ¿O fue, en realidad una estrategia ejercida por siempre por los grupos
y los movimientos de la población para atraer a familiares y amigos a una ciudad
floreciente que requería de servicios y fuerza de trabajo creciente? Evidentemente la
respuesta a ambas preguntas no las anula entre sí, pero esta condición no equivoca la duda
acerca del abasto y consumo de la ciudad, la alimentación v dieta de las gentes de la ciudad
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en esa coyuntura, la idea de la extendida pobreza parecería mostrar que los habitantes
pobres de la ciudad prácticamente se movían en la miseria y el hambre.
¿Cómo y con qué se mantenía la población de la ciudad? ¿en torno a qué productos
mantenía su dieta y qué costo tenía para los habitantes de la ciudad? Enriqueta Quiroz trata
de establecer en su capítulo "Mercado urbano y demanda alimentaría, 1790-1800^ la
importancia de la demanda alimentaria de la capital novohispana, a la vez que se esfuerza
por vincularla con las condiciones sociales de esta población en la década de 1790. El
análisis se centra en el estudio de la carne tratando de mantener un eje comparativo con
alimentos básicos como el maíz, el trigo, el pulque y el aguardiente. Relaciona las
fluctuaciones de la demanda con el comportamiento de los precios de estos comestibles con
el objeto de establecer posibles impactos en la conducta consumidora en la propia dinámica
del mercado capitalino.
Resulta claro que la década de los años 90 fue de recuperación en los niveles de
demanda, respecto a los años inmediatos anteriores, la cual estuvo motivada por una caída
temporal en los precios fechada a mediados de esa década y por el propio repunte de la
demanda originando un aumento de los precios hacia 1798/1800. Puntualiza el hecho de
que el comportamiento del mercado observado para esos años, se caracterizó por un alza
sostenida de precios y un desmedro continuo en las condiciones de vida de la población.
Establece de manera particularizada que el flujo de alimentos y mercancías llegados a la
capital hacia la década de 1790 era de dimensiones impresionantes en comparación con el
resto de los mercados del reino; estima la importancia cuantitativa de la demanda en la
ciudad de México y establece la relación entre demanda y precios de alimentos y
comestibles importantes en la dieta de la ciudad como la harina de trigo, el maíz, el pulque,
el aguardiente de caña, para concluir intentando establecer la relación ocupación e ingresos
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en la ciudad de México. Del conjunto de observaciones no resulta un estado de hambruna ni
de miseria, por lo menos para los cincuenta últimos años del siglo XVIII, aunque se
agudizará, ciertamente, al voltear el siglo.
En el otro extremo de la escala social y económica, la actividad mercantil era febril
para entonces, por ello ocupó un lugar muy importante la tienda y el tendero de la ciudad.
Jorge Silva Riquer en "La organización de las tiendas pulperas en la ciudad de México.
Siglo XVIII". muestra su presencia articuladora de la vida citadina y rural, ya que cumplía
una función importante, pues abastecía a los consumidores de todos aquellos productos
necesarios para el consumo diario. Era evidente que las tiendas y sus dueños fueron los
personajes más comunes de los habitantes de la ciudad, ya que el tendero conocía bien a
sus clientes y éstos a él, pues el intercambio era más personal. La forma de venta y pago de
las tiendas urbanas permitió un conocimiento de la clientela, además de que su ubicación
ofrecía la posibilidad de tener que conseguir el artículo necesario para hacer la comida
diaria, mantener el fuego, asear la casa, comprar lo indispensable para el vestido, en fin.
serie de mercancías de uso común en la vida diaria. Jorge Silva hace hincapié en la hecho
de que los estudios sobre el comercio en la Nueva España han tenido como referencia
principal a los mecanismos de abasto, intercambio, crédito, consumo, pero han sido pocos
aquellos estudios dedicados a explicar el consumo popular, la constitución social de los
comerciantes, de sus familias, los lazos sociales, su forma de vida, y sus lugares de
residencia. La atención se ha concentrado en los comerciantes introductores, dueños de
almacenes, tiendas grandes, y poco en el comercio de corto capital, el más común, el de los
pulperos o tenderos que tenían una pequeña tienda encargada de surtir a los habitantes
circunvecinos de artículos de consumo diario, a precios bajos y a crédito. Menos aún se han
realizado trabajos sobre su vida cotidiana. Así. este ensayo centra su atención en los
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pulperos grupo de tenderos que constituían la figura pública más visible del barrio y de la
calle, pues eran los encargados de abastecer diariamente a los habitantes de la ciudad. Hubo
importantes comerciantes en un extremo, pero había también el otro extremo, donde los
tenderos tenían una mínima inversión, muchas veces a crédito, que les permitía sobrevivir.
En términos de su organización aparecen agrupados en una especie de gremio de
tenderos o de pulperías: allí se elegían a diputados y apoderados, se espera que ellos fueran
quienes respondieran a los intereses de los propios tenderos, y eran quienes los
representaban ante el Consulado v el cabildo, aunque respondían al control y organización
que llevaba a cabo el gobierno español. En el ámbito privado de sus relaciones, los
pulperos, en general, eran personas de escasos recursos, aunque hubo pulperos que lograron
comprar varias tiendas. Sus relaciones de parentesco fueron muy similares a las practicadas
por los comerciantes del Consulado de la ciudad de México, caracterizadas básicamente por
relaciones endogámicas.
¿Cómo se expresaba este variado mundo social de la ciudad de México en términos
de su vida material?. Diana Birrichaga Gardida. en el contexto de la historiografía urbana,
parte de tres preguntas básicas: ¿Qué era la casa a finales del siglo XVIII? ¿Cuáles son los
espacios que podemos identificar en la ciudad de México? ¿Hasta dónde los censos nos
dan elementos para definir el espacio urbano? Para contestar estas preguntas Birrichaga
Gardida reconstruye las características de la población y de la estructura física de la ciudad
y retoma detalladamente las características de las unidades habitacionales donde residían
los habitantes de la ciudad de México. A partir de estos datos intenta la reconstrucción de la
casa novohispana. particularmente la de la ciudad, a pesar de limitaciones detectables en la
fuente, pues la unidad de observación del censo fue el individuo y no la casa para lo cual
reconstruye la variedad de tipos de recintos, como estableció también los criterios de
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análisis y procedió a definir solo un concepto de vivienda y accesoria, y finalmente,
establecer, definir e identificar la casa.
El ensayo intenta la reconstrucción de los distintos tipos de unidades habitacionales
y comerciales en la ciudad, mostrando nuevamente que el espacio en la ciudad de México
no fue compacto y definido. Reconoce que queda por resolver e identificar el patrón de
establecimiento de servicios comerciales y artesanales. pero comprueba la diferencia
notable entre el cuartel central y los periféricos sugiriendo que un estudio más detallado de
los cuarteles mostrará que la actividad productiva no estuvo restringida a la zona céntrica, y
que nuevas investigaciones deben poner más atención en las tendencias de la ocupación del
espacio por cuarteles, lo que ayudaría a identificar los distintos usos del suelo de la ciudad
de México.
No hay duda de que son muchas las interrogantes que quedan, o que surgen de los
capítulos que conforman este libro, que a final de cuentas aborda de manera muy selectiva
la ciudad y su estructura social y material, como una forma de penetrar en un conjunto
enorme de información. Por otra parte, debo reconocer que en el origen de este libro está el
seminario sobre el mundo urbano que impartí en 1995 y del cual formaron parte Diana
Birrichaga Gardida, Tannia Sagastume, Mónica Gómez Sueldo, Sergio Miranda y María de
los Angeles Ortiz; ellos realizaron la codificación inicial y discutieron los criterios que
sirvieron de base para los trabajados que aquí se presentan, por lo tanto creo que bien
pueden ser incorporados como colaboradores esénciales de este libro. Pero como todo fin
de cualquier ciclo doctoral, los estudiantes se dispersan y el grupo se descompone, sin
embargo soy consiente que ni a mi me interesaba continuar con la tarea, hasta cuando la
Dra. Leticia Mayer Celis del IMAS-UNAM me animó y me propuso publicar los patrones
encontrados del censo y escribir o promover un libro sobre un evento tan trascendental
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como fue el primer censo mexicano. Desde entonces retomamos el trabajo ya avanzado
para darle forma. Cada autor hizo uso -o no- de la base de datos siguiendo su propio
criterio, aunque debo reconocer que a lo largo del proceso de sistematización de la
información, pero sobre todo de su análisis, aparecieron vacíos detectados sólo en el
proceso de redacción, pero que fueron solucionados por los autores de estos capítulos de
diferentes formas haciendo uso de diversos instrumentos demográficos que permitieron
conciliar estas deficiencias, por lo demás normales en este tipo de trabajos, diferencias que
también explican aquellas encontradas en los cómputos y cifras de varios de los temas
tratados aquí y que de manera inevitable se topan y cruzan, porque lo ideal hubiese sido
realizar seminarios permanentes de discusión que limaran estas diferencias.
Finalmente debo agradecer a quienes participaron escribiendo cada uno de los
ensayos que aparecen en este volumen, pero sobre todo a la Dra. Leticia Mayer por su
iniciativa que ahora se vuelve realidad y al Lic. Víctor García de la Dirección General de
Estadística del INEGI quien de manera paciente se hizo cargo del convenio y de la
supervisión de la obra y a la Antrop. Isabel Luna, de la misma institución, cuya revisión ha
sido importante para lograr una versión final excelente del manuscrito.
La colaboración de Valeria Sánchez Michel merece una mención particular, por su
dedicación y lucidez en el tratamiento del material y por su auxilio siempre oportuno.
Como es obvio, la responsabilidad final es de cada autor, pero sobre todo, es mía.
Manuel Miño Grijalva
México, D.F., noviembre 3 del 2001
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LA POBLACIÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO EN 1790. VARIABLES
ECONÓMICAS Y DEMOGRÁFICAS DE UNA CONTROVERSIA
Manuel Miño Grijalva
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Hste capítulo está dedicado a estimar la población de la ciudad de México en la
coyuntura del censo de 1790, sin abandonar el eje central de la polémica que sobre el
número de habitantes de la ciudad protagonizaron el Virrey Conde de Revillagigedo y el
científico mexicano Antonio de Alzate, polémica que he traducido como la relación
población-recursos alimenticios, para pasar luego a estimar el número de habitantes
cuestionando los cálculos de Alzate y Revillagigedo de acuerdo a informaciones de la
época. No se ha tratado de reconstruir series de salarios y de precios que puedan medir la
evolución del consumo, se trata más bien de analizar una coyuntura específica, pero los
cálculos son muy gruesos y tienen que ver más con la disponibilidad de alimentos en la
ciudad que con las condiciones de vida de la población en 1790, por lo demás, un año que
según los testimonios de los contemporáneos no fue un año bueno.
Pero el otro eje de este análisis es el problema de los cálculos o correcciones
realizados para medir la población de la ciudad en ese mismo año. Sin duda he aprovechado
uno de los eventos más importantes en la demografía histórica de la ciudad de México y,
me atrevería a pensar en la historia de su estadística, como fue la polémica entre José
Antonio de Alzate y el Virrey de Revillagigedo con motivo del primer Censo de población
que se realizó en el reino a partir de 1790. Por primera vez se trató, de manera sistemática y
cuantificable. de establecer la población novohispana, más allá de las estimaciones
generales o de las listas de tributarios. Enfrentados con sus instrumentos analíticos y con
herramientas al alcance de su mano, llegaron a conclusiones diferentes, pero que revelan
que los actores estuvieron enterados de lo que pasaba en el mundo sobre el particular,
aunque entonces no se conocían datos y cifras comparativas que la investigación
contemporánea permite incorporar a la discusión. Nada se ha avanzado sobre este punto a
pesar de su importancia o tal vez, porque el censo de 1811 vino a suplir en mucho la
ausencia de la información relativa a 1790. Pero poco a poco empiezan a llenarse los vacíos
y a plantearse nuevos problemas sobre la población porque, finalmente, si éstos no se
aclaran difícilmente se podrá llegar a una conclusión consistente sobre los cambios sociales.
En este capítulo ponemos atención exclusivamente en el abasto de la ciudad y el
consumo de ciertos productos clave en la dieta del poblador urbano tratando de entender el
contexto y de interpretar la información disponible para ese tiempo que siendo muy
conocida no había sido aprovechada, por la única razón, según tengo entendido, de que esta
discusión fue acogida por la historiografía nacional más como una muestra del pensamiento
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científico y del nivel de la comprensión "simbólica" al que había llegado la ilustración con
el abate José Antonio de Alzate más que como un problema económico o demográfico1. En
esta ocasión intento justamente enfrentar estos aspectos y explorar nuevas conclusiones. Por
ejemplo la principal es que frente a la pregunta implícita o explícita acerca de quién tuvo la
razón sobre el número de habitantes de la ciudad entre los extremos de la postura de
Revillagigedo que defendía su Censo afirmando que la población no pasaba de 112 000
habitantes, la otra de que ésta fácilmente llegaba a los 209 000 expuesta por el prelado,
pienso que si son correctas las estimaciones contemporáneas, la cifra real se ubicaría hacia
los 171 000 habitantes, a primera vista impactante y desfasada. Podría suceder, pero una
ciudad en continuo crecimiento y auge atraía como pocas en el mundo iberoamericano
una población creciente y numerosa, fruto de un intenso proceso de migración.
Para empezar, es necesaria la aclaración sobre la virtud de las fuentes utilizadas para
los cálculos en controversia: los registros de las aduanas y alcabalas y su eficiencia. Todos
sabemos del poco grado de contabilidad dados los altos niveles de contrabando; sin embargo,
los datos que sirvieron a los investigadores de entonces coinciden con los que han venido
mostrando los historiadores de hoy. Por otra parte, el propio gobierno reconocía su
precariedad: "esta verdad, con la de las denuncias secretas, y causas judiciales seguidas en mi
juzgado, convencen el forzoso desorden, incuria o lo arduo de atender a todo en la entrada,
afirmándome que en renglones de menor importancia como alimentos o materiales, a lo que
conste introducido, debe según indiqué, aumentarse al menos una cuarta parte no constante"2.
A este alto nivel de evasión se sumaban los problemas generados por la propia disposición y
estructura física de la ciudad y su entorno ya que "por muy importantes que sean al buen
servicio de El Rey [...] no cercándose esta Ciudad, como ordenó su Majestad en el año de
[17]78, será vana la esperanza de reprimir fraudes en más de cinco leguas a que se extienden
las acequias y lo vadeables que son, aún con agua, si sería suficiente un ejército para
resguardar tan dilatada circunferencia" \
'Véase Roberto Moreno de los Arcos, Un eclesiástico criollo frente al estado Borbón. Discurso. México:
Universidad Nacional Autónoma de México, 1980. Recientemente han hecho nuevos señalamientos José Luis
Peset, "La naturaleza como 'símbolo' en la obra de José Antonio de Alzate", en Salvador Bernabéu Albert
(coordinador), "El Paraíso occidental. Norma v diversidad en el México colonial, Madrid, Instituto de
México en España, 1998, pp. 213-222 y Antonio Saborit, "El Paraíso occidental", en la obra antes citada,
pp. 223-241. 2El subrayado es mío. 3Informe de Miguel Páez de la Cadena, f. 139 r.
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El carácter abierto de la ciudad volvía inalcanzable cualquier registro exacto.
Reconocía el funcionario que "con ingenuidad y sentimiento no [puedo] remitir al silencio
que en las oficinas de esta aduana ni hay ni se lleva la menor constancia de diversas
introducciones excesivas como son aves, frutas, huevos, pesca de las lagunas, carbón, leña,
tlasole, paja y otra multitud que se trafica por indios y que ni en las que constan por cobrarse
el derecho de alcabala, o que las introducen los no privilegiados, dejo de presumir
fundadamente que una tercera o cuarta partee, más a excepción de los toros, entre por
descuido cuando no por connivencia de los guardas, o imposibilidad de contar o examinar
puntualmente distraídos a muchas acumuladas atenciones, en que prefieren las de más
entidad, de efectos comerciables, sin que les sea factible igual celo con otras de menos valor,
no [h]aciéndose consiguiente mención de ellas, ni de mucho de lo que viene de haciendas
propias, o de regalo en partidas menudas; y especialmente en las clases de ganado de cerda
o lanar, recelo una no leve minoración de desfalco de la cierta entrada". Así, hacía evidente no
sólo la gran cantidad de efectos no gravados, sino los diversos sectores sociales que no
pagaban impuestos, particularmente los indios y aquellos que venían de "haciendas propias"
o del poco cuidado en registrar efectos de valor reducido.
Decía Páez de la Cadena que con el fin de "que no sorprenda esta ilación o
proposición, debe suponerse que aquellas especies, y respectivamente otras, entran al
amanecer, o cuando por las mañanas está el tránsito muy concurrido y embarazado con gentío,
recuas, cargas sueltas, e individuos a pie o a caballo, y que así carneros como cerdos pasan
rápidamente a pelotones y brincos, con grande dificultad de contarlos; y sin escrúpulos creeré
se contentan el guarda o guardas con extender en la guía que forman o refrendan lo que
informa" 5 no había pues, manera de confiar en los registros oficiales.
4E1 subrayado es mío.
^Informe, f. 138 r.
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LOS CÁLCULOS SOBRE EL CONSUMO
El principal argumento de Alzate tenía como base la correlación recursos
alimenticios-población, recursos consistentes en cereales, frutas y vegetales por una parte y
consumo de carne por otra. En el primer rubro Alzate sólo menciona "la clase de los
comestibles propios de México inexistentes en Madrid "en todo el año'"6, que eran poco más
de 60, sin embargo, sólo de frutas se consumían en la ciudad de México 97 variedades7.
Esta sola lista es, según Alzate, un argumento para sostener que la población de la ciudad de
México fue superior a la de Madrid. Ningún cómputo y estimación cuantitativa permite medir
el nivel de consumo de manera desagregada, por lo que así mencionada sólo se puede
concluir, por su carácter testimonial, que los habitantes de la ciudad consumían un variado
tipo de frutas, verduras y bebidas y que en Nueva España su variedad era mayor que en
España, pero estadísticamente era un argumento inexistente, aunque pueda constatarse que "es
así mismo de advertir [que] circula aquí diariamente por entrada y salida incomparable más
arriería y gente a caballo de las inmediaciones, que no en Madrid, y verosímil consumen
muchos alimentos sin que deban considerarse en manera alguna vecinos o estantes ni
inducir el globo o cúmulo de aquellos en el guarismo de estos"8.
En cuanto a los consumos de carne, el procedimiento de Alzate cambia y se fortalece
con datos que si bien no pueden estimarse como exactos, dado el alto nivel de contrabando
de carne, en cambio ofrecen una información que puede cuantificarse y, por lo tanto, estimar
la correlación entre consumo y población. Según los datos del contador del Ramo de Viento,
la lista de ganado y aves muestran el "excesivo consumo" de esta capital en 1790 al que
hemos agregado cifras de Alzate y de la Real Hacienda:
6AGN, Historia, vol. 74. exp.l. Documento 5. f. 16-18. 7Se consumían en la ciudad de México y no en Madrid: productos animales: carne de chito, chichicuilotes de
varias especies, apipiscas, gallaretas, cuiles ahuautle, aplotes y otras muchas especies de pescados de la
laguna. Vegetales: tunas, nopalitos, plátanos guineos y sapalotes, mameyes, varias raíces y frutos de la
laguna, vetualla de la de aquí y de tierra caliente todo el año, calabazas corpulentas, calabazas tiernas en todo
tiempo, chayotes y sus raíces, mescale, tejocote, nueces chicas, caña de azúcar, cacao, azúcar, panocha,
miel, aguacates, guaxilotes, sapotes blancos, prietos y amarillos, guayabas, cacahuates, camotes,
huacamotes, chiles, tornachiles, tomates, xitomates. chirimoyas, anonas, ciruelas, capulines, alcabusiles o
alcachofas silvestres, visnagas. pitallas, chicosapotes. jicamas, cabeza de negro o raíz de la ninfa, pepitas de
calabaza, cacomites, papayas, cocos, plátanos pasados, papas, chícharos o alberjón tierno, naranjas, limas,
limones, toronjas, limones reales, habas tiernas en todo el año, elotes o frijol en vaina. Bebidas: pulque,
chía. Véase también Juan de Viera, Breve y compendiosa narración de la ciudad de México. México:
Instituto José María Luis Mora, 1992, p. 143-147.
"Informe de Miguel Paéz de la Cadena, op. cit, f. 137 v.
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CARNE Y PRODUCTOS ALIMENTICIOS INTRODUCIDOS
A LA CIUDAD DE MÉXICO, 1778 Y 1790
CUADRO 1
PRODUCTO 1778a
CANTIDAD PESO
1790
CANTIDAD PESO
CARNE
Toros 15 200
Terneras 20 000
Carneros 290 000
Cerdos 50 000
Patos
Pollos y gallinas 800 000
Pavos 250 000
Chicharrón o chito
3 800 000
100 000
8 700 000
6 250 000
800 000
500 000
24 000b
450 000
300 010
80 000
255 000'
a 30 libras
regulados a 5 arrobas
docenas a libra
12 000 cargas
6 000 000
13 500 000
16 250 000
960 000
125 000
CEREALES
Harina"
Maíz
150 000
350 000
cargas
cargas
48 750 000
97 500 000
130 000 cargas de a 13 arrobas 42 250 000
100 000 cargas de a 12 arrobas 30 000 000
OTROS
Pulque 1 836 580 arrobas 45 914 500
Huevos 8 000 cargas 2 600 000 '
Sal 11 000 cargas 3 575 000
Frijol 15 800 cargas 5 135 000
Pimientos 59 670 fanegas 4 848 187
Manteca de cerdo 350 150 arrobas 8 753 750
Azúcar 230 000 arrobas 5 750 000
Queso 28 300 arrobas 707 500
294 700l
a Estas cifras han sido tomadas de Juan Manuel de San Vicente, "Exacta descripción de la magní fica corte
mexicana", p. 176. Las correspondientes a gallinas y pulque que corresponden a 1791 han sido tomadas de
Enriqueta Quiroz Muñoz. "La carne: entre el lujo y la subsistencia. Mercado, abastecimiento y precios en
ciudad de México, 1750-1812" (Tesis Doctorado), Mélico: El Colegio de Mético, 2000. p. 19, cuadro 3. b Calculados a 10 arrobas cada uno. c Véase para mayor información los trabajos de Gloria Artí s y Virgina Garcí a, Empresarios de la industria
harinera y panificadora en México en los siglos XVII y XIX, 1978, Gloria Artí s, "Regatones y maquileros:
el mercado del trigo en la ciudad de México (siglo XVIII)", Mórico: Colección Miguel Otón de
Mendizábal, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. 1986 "Política
triguera en el centro de Mórico durante el siglo XVIII", en Arij Ouweneel y Cristina Torales Pacheco
(comp.) Empresarios, indios y estado. Perfil de la economía mexicana (siglo XVIII). Amsterdam: Centro
de Estudios y Documentación Latinoamericanos, «Latin American Studies, 45» . 1988. d Cargas de 13 arrobas. e Cifras de 1791.
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Humboldt maneja un conjunto de datos obtenidos probablemente de la misma fuente oficial
que la de Alzate, si deducimos una estructura similar en la disposición de los rubros y cifras,
presenta evidencias distintas que coinciden con los registros de 1791 y allí puede radicar la
diferencia con aquellos de 1790 a los que hace alusión Alzate: el consumo de toros para el
sabio alemán era de 16 300 y para Alzate de 24 000, mientras el primero da el número de
278 300 cabezas de carneros consumidas al año, el segundo lo extiende a 450 000. En el caso
de los puercos o cerdos las cifras son 50 600 y 130 000, respectivamente. Si para Humboldt el
consumo de patos alcanzó los 125 000 para Alzate fue de 960 000. El primero no consigna el
de chicharrón y chito que según Alzate fue de 12 000 cargas, aunque Humboldt consigna
consumo de 24 000 cabritos y conejos''. Es decir, según Alzate un total de 36 835 000
libras de diferentes carnes eran consumidas anualmente.
Para reforzar el abundante consumo de la ciudad viene bien la estimación de la década
de 1740 de Villaseñor, quien consignaba ya un consumo de 300 000 carneros "exclusos, dice,
los de conventos y los que dimanan de haciendas propias". Páez de la Cadena afirmaba que
en 1790 eran 450 mil cameros, por lo menos los citados en la Gaceta, pero creía exagerada la
estimación de Villaseñor:
El importante numeral de estas entradas -decía- y por las que se hacen por vía de
regalo, me parece también pasaría no sólo de aquella suma, sino de la de 500 mil y
más. si se atiende al desarreglo con que al escribir Villaseñor y a mi arribo aquí en
[1]774, se abastecían indebidamente de las comunidades muchos seglares, sobre que
han girado ruidosos expedientes, pero basta para decidirse saber hay veinte y cuatro
entre conventos de monjas y colegialas, y veinte y uno de religiosos; un crecido clero
secular, doce hospitales1", hospicio de pobres, colegios de estudios, familiares de la
casa Arzobispal, la Acordada y otras fundaciones de recolección que por su instituto
naturaleza o gracia especial, gozan exención, siendo rarísimas las que acuden a salones
públicos para su surtimiento"".
^Alejandro de Humboldt, "Tablas geográficas políticas del reino de Nueva España, que manifiestan la
superficie, población, agricultura, fábricas, comercio, minas, rentas y fuerza militar (1804)", en Enrique
Florescano e Isabel Gil, Descripciones económicas generales de Nueva España, ¡784-1817. México:
SEP/INAH, 1973, p. 152.
'"Enumera al margen: Real de indios. Jesús Nazareno, San Andrés, Santísima Trinidad, San Lázaro, San Juan
de Dios, San Hipólito, San Antonio Abad, Tercera orden de San Francisco, Belén, Espíritu Santo, El
Salvador, Casa de Mendigos.
"Informe de Miguel Páez de la Cadena, op. cit., f. 142 r.
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Así,, la posibilidad de medir las entradas reales se complicaban dado el extenso mundo de
paniaguados y beneficiados que constituían una:
Muchedumbre de sirvientes, de familiares o de agregadizos y connotados que unos
con otros aumentan considerablemente el consumo, y no es increíble sino de una
probabilidad que casi forma moral certeza lo causaran todos mayor que el de 150 mil
cabezas sobre las 300 mil, aún no incluyendo las que dimanan de ranchos cuyos
propietarios son sujetos principales como el Conde del Valle, Marques de San Miguel,
y otros hacendados que acopian en las cercanías el ganado que necesitan, o el que
consignan para regalar a vecinos de distinción o limosnas; sin que a pesar a lo
expresado deje conocer lo arduo de una calculación exacta al presente, como la
confesó Villaseñor, y que no se ha remediado, ni me prometo se remedie de aquella
dudosa o mal arreglada constitución, no cautelándose de otro modo la del resguardo,
no obstante con el año de 80 adeudaron alcabala 329 999 carneros.
La cifra global hacia 1790 arribaría a las 450 000 cabezas, a las que sumadas la
cuarta parte o 25% de las evadidas o que no pagaron impuestos, la suma total sería nada
más ni nada menos de 562 500 cabezas. Entonces Alzate y Humboldt se van quedando
cortos con la mera estimación oficial. Uno de los hombres más enterados de este asunto;
Miguel Páez de la Cadena decía, que para 1790 "ha decaído notablemente" el consumo de
carneros, ya que entre 1776 y 1780 ascendió a 500 mil cabezas, de sólo aquellas cabezas
que pagaban alcabala, reconociendo como considerable la cantidad de ellas que no pagaban
impuesto12. Ahora sabemos que si bien no llegaron a esa cifra, sí fue el año de mayo entrada
con 327 272 cabezas, año superado sólo por el ingreso de 1796 que registró 374 000'\
A las cifras anteriores hay que añadir un consumo de 12 000 cargas de carne de chito
o cabrito que Humboldt la calculaba en 24 000 cabezas, así como 80 000 docenas de patos
(960 000) -que Humboldt reduce a 125 000- entrados por las garitas, "de los que
voluntariamente manifestaron", y que Miguel Páez decía que "varía mucho en su multitud
l2Oñcio de Miguel Páez de la Cadena al Virrey Revillagigedo, del 6 de diciembre de 1791.
op. cií., fs. 17 r-18 r.
Enriqueta Quiroz Muñoz, "La carne"...op. cit., p. 157, cuadro 9.
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conforme a lo más o menos rígido de los inviernos, de los vientos que reinan y de otras
propiedades de la atmósfera, según suele suceder con las golondrinas, perdices y otras aves".
El consumo alimenticio era enorme: entre los años de 1776 y 1780, entraron "hasta
el número con cierta diferencia, de setenta y seis mil canoas"14, pero que según
Revillagigedo podían ser "entrados y no consumos verdaderos [...] que a más de especies
consumibles se conducen otros muchos de construcción, alimentos de bestias y flores, que
sólo pueden probar tráfico y comercio de ella"". Sin embargo, se sabía que además entraron
1 255 340 gallinas -cifra del investigador alemán-, 205 000 pavos; 65 300 pichones y
140 000 perdices. No sabemos en que consistía el método para calcular el consumo anual
de la ciudad, pero lo estima en 26 millones de libras, es decir 92 5/10 kilos per cápita al año
o 258 gramos diarios"', lo que es mucho con relación al propio consumo europeo17.
Ciertamente ya en 1740 Villaseñor registraba un consumo de 300 000 conejos18. En cuanto
al pescado, el consumo si bien no llegaba al de la carne estaba presente en el mercado de la
ciudad, pues sólo entre 1786 y 1787 se consumieron 4 021 arrobas de robalo, 12 335 de
lisa, 1 381 de camarón, 202 de hueva, además de pescado seco19.
José Antonio de Alzate que también averiguó el abasto de la ciudad, convirtió a
libras las cantidades totales de los animales sacrificados y su resultado es sorprendente,
pues es poco más de diez millones de libras de lo calculado por Humboldt, para dar un
resultado de 383 gramos de consumo de carne o proteína animal per cápita diarios. A
primera vista es una cantidad exagerada, sin embargo es necesario insistir en que para fines
del siglo XVIII hubo un subregistro notable de población, como creía Alzate, pero también
fue significativo el del correspondiente a las entradas de animales y productos, como lo
ratifican reiteradamente los funcionarios reales.
l4Idem. f. 117 r. l5Idem, f. 123 r. l6Idem, p. 65 y Alejandro de Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España. México: Edit.
Por rúa, 1966,, pp. 132-133. "Los patos, chichicuilotes se introducen en canoas amontonados, y los computan
a docenas, según el bulto o volumen, por que no bastarían para aquel y otros reconocimientos y exámenes,
aunque se triplicaran los empleados, militando igual paridad en otras entradas de menudencias". Informe de
Páez de la Cadena, op.cit., f. 139 r. l7Véase Massimo Livi Bacchi, Historia de la población europea. Barcelona: Editorial Crítica, 1999.
'^Villaseñor, Theatro Americano, vol. 1, p. 35.
'^Enriqueta Quiroz Muñoz "La carne"...op. cit., p. 69.
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Hay estimaciones menores: por ejemplo, López Cancelada ofrece cifras de consumo
en el rubro cameros, cercanas a las 250 000 cabezas, que producían 875 mil libras'0 anuales y
no 13 500 000 como cree Alzate. Pero las coincidencias entre las cifras de éste con otras
fuentes, como el propio informe de Páez de la Cadena, o del mismo Humboldt. desechan los
cálculos de López Cancelada. Sea lo que fuere, son cantidades más que suficientes para
mantener bien a una población muy numerosa como era la de la ciudad de México. En todo si
bien parecían sospechosos los cálculos de Alzate por sobreestimar la cantidad de carne
consumida por la población con el fin de hacer coincidir consumo y población estimada, el
hecho es que nuestros cálculos sobrepasan de manera holgada la estimación del clérigo
novohispano.
Ln este punto la advertencia de Páez de la Cadena, a través de Revillagigedo es válida.
Alzate está hablando de "'entrada" cosa distinta a consumo. Ahora se sabe por el estado del
libro de alcabalas que la ciudad de México concentraba producción que luego volvía a
redistribuir al reino. En este punto es claro que de la carne que entraba era "grande [su]
extracción que de estos y otros diferentes renglones se hacía para los pueblos de estas
inmediaciones estas día"21. Ciertamente no hay que olvidar que estamos hablando de
productos de primera necesidad y sobre todo perecederos de difícil conservación, por ello es
posible pensar que tratándose de estos productos las entradas se traducían en consumos con
excepción de cortas cantidades que salían para San Angel o San Agustín de las Cuevas, en
aquellos que llegaban a Toluca procedían de Xochimilco. Iztacalco y San Cosme, donde los
víveres eran más baratos, aunque, el monopolio local del abasto de los pueblos impedía la
introducción de carne de otros lugares22. Según la Aduana de México, en 1776 ingresaron
legalmente 30 000 toros, es decir casi el doble de lo consignado por el investigador alemán,
así como 327 275 carneros, cifra no tan alta como la de los 450 mil propuesta por Alzate, pero
posible recordando que era un consumo que correspondía a casi 15 años antes de 1791. El
número de cerdos de 1776 era de 37 000 cabezas, cifra que guarda proporción con las 50 600
de Humboldt de 1791 y no con las 130 000 de Alzate de 179023.
-"Juan López Cancelada, "Ruina de la Nueva España si se declara el comercio libre con los extranjeros", en
Enrique Florescano y Fernando Castillo, Controversia sobre la libertad de comercio en Nueva España, 1776-
1818. México: Instituto Mexicano de Comercio Exterior. 1975, p. 184.
-'Carta de Alzate a Revillagigedo, AGN, Historia, vol. 74, exp. 1. f. 44 r.
"Idem, f. 63.
Véase Juan de Viera. Breve y compendiosa narración de la ciudad de México (Edición facsimilar). México:
Instituto Mora, 1992, p. 131.
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De esta manera, si Alzate realiza estimaciones de población con base en entradas
de productos que se ven disminuidas notablemente, como lo hace Páez de la Cadena, por
principio la población calculada será mucho menor a la población real, con lo cual ambas
posiciones se vuelven prácticamente erróneas. El método de Alzate es suponer que
la población de la ciudad de México era de poco más de 200 000 habitantes para luego
computar esta cantidad por el total de carne y harina, calculado en 109 085 000 libras. De
esta forma, el consumo no bajaría de una libra y siete onzas (más o menos 500 gramos), sin
excepción de niños o enfermos.
Si desagregamos el rubro carne y computamos las 36 835 000 libras entre 200 000
habitantes supuestos por Alzate, daría un total de 252 gramos diarios, cantidad muy similar
a la de Humboldt cuyo cómputo era de 285 gramos diarios. Es una cantidad, por otra parte,
que debió aumentar si se acoge el principio de que "todas las carnes y semillas
condimentadas adquieren a lo menos otro tanto de su peso, y dan más alimento'^. En
Guadalajara se calculaba que era de apenas 77 gramos2' y en casi toda Europa los 150
gramos se alcanzaron mucho después26. Últimos estudios sobre la carne en ciudad de
México ponen énfasis en que hacia 1795 el consumo per cápita era de 76.6 gramos diarios,
año de incremento y expansión de la demanda de carne de res v en 1800 bordeaba los 42
gramos, mientras la de carnero que en 1791 era de 83.8 gramos hacia 1800 había bajado
a 64 gramos27. Para seguir con este razonamiento tendríamos que añadir el consumo de
carne de puerco o cerdo que en 1791 era de 50 600 cabezas que a cinco arrobas por cada
una daban un probable consumo de 70.3 gramos y una reducción de casi el 50 por ciento
dada la tendencia a la baja del abasto de cerdos a la ciudad28. Sin embargo si sumamos estos
fragmentos por tipos de carne y añadimos la que falta de gallinas, chito, etc., fácilmente se
llegaría a los 250 gramos diarios, tanto más si sabemos que el consumo de la res, toro,
novillo y la de carnero era un consumo diferenciado socialmente.
24José Antonio de Alzate, Id, f. 17 v. lsEric Van Young, La ciudad y el campo en el México del siglo XVIII. La economía rural de la región de
guadalajara, 1675-1820. México: Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 57 y La crisis del orden colonial.
Estructura agraria y rebeliones populares de la Nueva España. ¡750-1821. México: Edit. Alianza Mexicana,
1992. :6Massimo Livi Bachi, Historia de la población, op. cit.
-^Enriqueta Quiroz Muñoz, "La carne"...op. citp. 331. 28Id, p. 331.
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Enriqueta Quiroz ha interpretado la baja en las cantidades per capita de consumo de
los diversos tipos de carne a una caída en la demanda por efectos de la subida de los
precios, sin embargo, si bien esto es probable, no hay que desestimar el hecho de que el
contrabando de carne fue enorme y lo que pudo estar pasando, nuevamente, es que para
estos tiempos la especulación y manejos del mercado por los comerciantes-funcionarios se
acentuó encareciendo los comestibles, pero no por una falta acentuada de ellos que
cambiara la relación población-recursos. Aún así, el resumen es claro: a lo largo de la
década de 1780 el precio de la carne de res fluctuó entre las 80 y 72 onzas, de la misma
forma, en el caso de la carne de carnero los precios subieron hasta alcanzar las 20 onzas por
un real hacia finales de esa década. Por su parte, al empezar el siglo XIX el poder
adquisitivo, hablando sobre la carne de res se había reducido en un 14% y respecto a 1768
en un 53%, y esto porque en 1789 con un salario de 3 reales diarios se podía comprar 216
onzas de res, o sea unos 6 kilos de carne de res y 60 onzas de carnero, es decir
aproximadamente 1.7 kilogramos diarios. Era abundante la cantidad de carne que se podía
comprar con este salario, tanto más entre 1796 y 1797 cuando con ese mismo salario se
podía comprar 7.5 kilos diarios de carne de res y 3 de carnero. Hacia 1811 con un jornal
estancado un jornalero podía comprar 2.7 kilos diarios de res y 1.5 de carnero, cantidades a
todas luces abundantes respecto a lo que se puede comprar ahora con el salario mínimo29.
A nosotros nos interesa, sin embargo, las cifras de la carne en relación a la
estimación de la población total, por lo que tendremos que aceptar el cómputo general de
250 gramos diarios para conciliar las cifras diferentes que se han vertido en líneas
anteriores. Estos 250 gramos vienen a constituir una cantidad excesiva respecto al consumo
de otras sociedades, tanto novohispana e incluso, europeas, por lo que si reducimos a la
mitad, es decir los 125 gramos per capita, fácilmente la población llegaría a 300 000
personas reduciendo el cómputo de 36 850 000 libras de carne entre 365 días y 300 000
personas, lo que daría 168 gramos de consumo diario. Pero si acogemos esta última cifra v
la dividimos entre las 109 085 000 libras de carne y cereales consumidas al año en la ciudad
el cómputo, según nuestros cálculos, arrojaría la cifra de poco más de 380 000 habitantes.
Así Alzate se quedaría corto en su estimación. Dudo en aceptar mis propios cálculos, sin
embargo, si para algo existe la estadística es para acercarnos a mediciones y estimaciones
exactas que los datos por si solos no logran hacer; de hecho los 5 998 nacimientos
-"Id, p. 330.
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multiplicados por una tasa de 50 por 1000 aceptados para Nueva España, arrojan la cifra de
299 900 habitantes.
Es posible pensar que esta cifra es aparentemente desorbitada, pero si acogemos como
cierta la aseveración, del cobro irregular y por lo mismo defectuosa elaboración de los libros
que tenían un subregistro enorme sobre las cantidades reales de animales que ingresaron a la
ciudad. Encontramos que si sólo añadimos a las 604 000 cabezas de toros, carneros y cerdos
registradas en 1790 y que producirían 35 750 000 libras de carne, registradas en el cuadro
anterior, la cuarta parte del subregistro aceptado por los contemporáneos, nos acercaríamos a
las 44 687 500 libras, con lo cual los cálculos anteriores se verían fuertemente respaldados, ya
que a esta cantidad habría que añadirle las correspondientes a las otras especies.
¿Qué pasó en el tan mencionado consumo de Madrid citado en la polémica?. Ahora
conocemos que hacia 1790 su población alcanzó a consumir 19 89030 arrobas de carne de
res o sea unas 8 106 960 libras anuales, casi 4 mil arrobas menos que las estimadas para
México. Así mismo, consumió 330 560 arrobas31 de carne de carnero o 7 272 320 libras32,
cuando en México se consumían 450 000 arrobas o 13 500 000 libras33, es decir casi el
doble. ¿Podemos entonces suponer que la población de la ciudad de México ascendía casi
al doble de la de Madrid que en 1787 era de 158 000 habitantes? De todas formas, hay que
asumir como correcta la conclusión de que aún siendo cierto el nivel de consumo de la
ciudad de México, nada prueba con relación a Madrid. Es obvio, además, observar
la diferencia en el tipo de carne consumida: en Madrid era "más general el consumo de vaca
que el de carnero" '4. Estas diferencias hablan de poblaciones cuantitativamente diferentes,
pero también es necesario señalar las diferencias en la dieta de ambas poblaciones, pues en
general la alimentación castellana hacia 1789 tenía como base el pan, alimento por
?u408 lib. de vaca de 1 801 — 8 106 960. 3lDe a 22 libras. 32Cifras tomadas de David R. Ringrose, Madrid y la economía española, 1560-1850. Madrid, Alianza, 1985,
pp. 439-440. La carne de ganado consumida es la suma entre vacas 16 288 y terneras 3 642, mientras que de
la carne de carnero correspondía a la suma de 320 767 ovejas y 9 793 corderos. 33Estimando en 30 libras por arroba. 34Carta de Alzate a Revillagigedo, AGN, Historia, vol. 74, exp. 1. f. 44 r.
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excelencia, las legumbres secas, particularmente el garbanzo, el aceite y el tocino utilizados
para preparar el cocido diario y excepcionalmente se consumía la carne y el pescado, eran
tiempos en que aún no se había difundido la patata. Era tan reducido el consumo de carne
que se calcula que cada habitante apenas consumía 120 gramos diarios, mientras que el
consumo de pan era de una libra diaria, concretamente en Madrid oscilaba entre 400 y 490
gramos por habitante.,r> En este último caso, el consumo madrileño sobrepasaba fácilmente
al consumo per capita del novohispano de la ciudad de México, que era de sólo 289 gramos
diarios. Aquí la diferencia tiene que ver con el hecho de que en ésta el consumo era
disputado por el maíz, cosa que no sucedió en la Península, por lo que no podemos
comparar ni arribar a conclusiones demográficas válidas.
Las cantidades que manejamos sobre la carne en Madrid significaba que habían
entrado a la ciudad 9 503 cabezas de "reses mayores", es decir prácticamente la tercera
parte de lo que consumía México, a donde ingresaban 24 000 cabezas sin contar las que
iban de contrabando o de regalo a las instituciones. En cambio el número de carneros
ingresados a Madrid era de 311 186 por 450 000 de México36. Pero ¿ésta diferencia
significa por sí sola que la población de México fuera tan grande en relación a la ciudad
ibérica? Puede significar simplemente que los mexicanos habían incorporado la carne a su
dieta de manera más extensa, pues era el doble per cápita que la de los madrileños.
En cuanto al maíz, sabemos por los cómputos realizados para el consumo rural que
las familias novohispanas bordeaban el consumo de los 500 gramos o una libra per cápita
de consumo de maíz diarios, cantidad que no debió variar en el caso urbano, cifra que
anualmente se traduciría en 36 500 000 libras, cantidad excesiva con relación a la cifra de
30 000 000 de libras, pero tampoco tan alejada si se piensa en que fue un hecho la
introducción ilegal.
En el caso del consumo de la harina, la cifra de 42 250 000 consignadas por Alzate
se traduciría en un consumo per cápita de 289 gramos o un poco más de media libra diaria,
lo que revela un consumo elevado de pan y tortilla en la sociedad de entonces. El problema
es que parece imposible pensar que para 1790 el consumo urbano de la harina hubiese
-^Vicente Palacio Atard, "Problemas de abastecimiento en Madrid a finales del S. XVIII", en Anuales de la
Faculté des Letrtres et Sciences Humaines de Nice. números. 9-10 (3o y 4o trimestre), 1969, p. 281-282. 36Idem, "Algo más sobre el abastecimiento de Madrid en el siglo XVIII. Anales del Instituto de Estudios
Madrileños, t. VI (1970), p. 269.
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desplazado al maíz, aunque posiblemente tengamos que asumir que el mayor consumo de
harina pudo ser una característica que diferenció de manera clara la dieta de la población
urbana y rural.
El argumento oficial no desmentía las cifras del crítico novohispano en general,
aunque compara las dietas diferentes con Madrid: "en el reino son menos sustanciosos
los alimentos, y por consiguiente debe ser aquí mayor el consumo que en Madrid'137. Este
débil alegato fue respaldado por Revillagigedo aduciendo que el alto consumo de la capital
del reino se debía a un hecho irrefutable para él: "en Madrid no se hacen tantas comidas
como en el Reino en donde se toma uno o dos chocolates, se almuerza copiosamente, se
hace la comida diaria, se vuelve a tomar chocolate, se merienda y después se cena",
costumbre que era común en "casi toda la gente1', y en especial por la mediana e ínfima38.
Páez de la Cadena puntualizaba que "en carnes, verduras, frutas, semillas, aguardientes,
cacao, azúcar y queso excede México con exclusión de maíz y chile o pimiento cuyo último
ingreso pasa de 100 mil y más arrobas y como el primero no debe hacer regla; pero Madrid
en harina o pan de trigo, vinos comunes y los exquisitos caza y pastas finas, especiería y
otros artículos".
Todos estos cálculos no prueban, sin embargo, las estimaciones ni de Alzate, ni de
Revillagigedo porque las cantidades no guardan proporción con las calculadas por nosotros
con base en el informe del Director de Aduanas. Sin duda debe aclararse que no todo lo que
entraba era para el consumo de la ciudad, sino también para el consumo de otros lugares
cercanos como hizo notar el virrey. Sin embargo. Alzate, con un método arbitrario que
luego emplearía Quirós para calcular los "consumos interiores", no dudaba en "afirmar o
que es preciso que en México cada individuo consuma diariamente tres libras sin excepción
de niños y enfermos, o es menester convenir que la población de México asciende a más de
200 000 individuos", que es lo mismo. Pero si bien la "mediana e ínfima plebe" tenían una
dieta abundante, por lo menos posible como atestiguaba un funcionario en 1776 hablando
de los pobres de los barrios de Jamaica y la Candelaria quien decía de éstos que "estaban
como refugiados o escondidos en chinampas, islas o mogotes unos indios infelices [que]
...no tiene otros consumos que los del maíz, su chile, alguna panocha [piloncillo] y alguna
3 José Antonio de Alzate, op. cit., p. 18.
-"Carta sin fecha y sin remitente, pero por la caligrafía, claramente se le puede atribuir a Revillagigedo.
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carne de toro"39. Pero también era claro que "en efecto hay muchos infelices, cuyo corto
jornal los obliga a sustentarse perpetuamente de hierbas, y de aquellas semillas, que por
demasiado abundantes se expenden a un precio vil. No hay cosa más común que ver
innumerables indios satisfacer su hambre con unas tortillas, un poco de sal y de chile"41'.
LOS CÁLCULOS SOBRE LA POBLACIÓN
Las estimaciones anteriores dejan en claro que la población de la capital
novohispana podía fácilmente sobrepasar las 300 000 personas, sin embargo, antes de entrar
en detalle a esta discusión expondremos la segunda parte de la polémica. Así, el segundo
argumento de Alzate se basaba en cálculos para poblaciones europeas.
La falta de un método estadístico por parte de Revillagigedo lo orillaba a buscar en
ciudades de la Metrópoli analogías que pudiesen aplicarse a México, lo que evidentemente
lo inducía a nuevos errores. Creía insostenible el cómputo de 213 000 almas comparándolo
con otras ciudades, pues "Barcelona y Cádiz apenas tienen la mitad de aquel número
[106 500]: Madrid sólo llega a las tres cuartas partes de él, y comprende un terreno más
extenso con calles más estrechas, y casas más altas construidas para contener cada una de
ellas muchos vecinos[...],,4\ Por su parte Alzate también trataba de demostrar que la
extensión de México era mayor que la de Madrid y por lo tanto necesariamente su
población debía ser mayor: "Yo ciertamente jamás he estado en esta Corte, ni he salido de
la América: sin embargo para que no se atribuya a efecto de ligereza la proposición que
vertí en mi oficio, quiero exponer a Vuestra Excelencia los motivos que me habían obligado
a creerlo así. Tengo en mi poder el plano de Madrid, dispuesto por el erudito Don Tomás de
López, y presentado al soberano por mano del Excelentísimo Señor Conde de Florida
Blanca, como también los que han dispuesto varios eruditos de México, y cotejando uno
con otro con el compás en la mano para medir exactamente las escalas respectivas, he
notado que México ocupa una extensión de terreno considerablemente mayor a Madrid"4".
39Citado por Enriqueta Quiroz Muños, "La carne" ...op. cif., p. 125. 40Carta de Alzate a Revillagigedo, AGNM, Historia, vol. 74. f. 34 v. 4IAGN, Historia, vol. 74, exp.l. Documento dos: f. 11-12. En este documento se lee un índice relativo a
los volúmenes que conforman el Estado por Cuarteles mayores, que por orden del Virrey son enviados a
Alzate, dicho documento esta fechado el 11 de marzo de 1791. Acompañando al índice va una carta que el
Conde de Revillagigedo dirige a Alzate. 42Carta de Alzate, f. 20
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Entonces, "Sí México ocupa mayor extensión de terreno, como parece deducirse, de las
reflexiones anteriores, es también verosímil que su población sea igualmente mayor [...]"
Revillagigedo con gran conocimiento de causa argumentaba que la extensión de esta ciudad
aún y cuando se conceda mayor por los barrios y "subarrios" en los que se subdividía, su
característica básica era el tener muchos espacios vacíos, por lo que era despoblada en el
centro así como en los extremos y periferia, lo cual no acontecía en la ciudad de Madrid
"[...donde] todo se habita [y] no tiene vacio[s], comparables al más reducido de los muchos
de esta capital"43. La observación más importante era la diferencia entre una ciudad social
y demográficamente estable frente a otra que crecía y se movía desmesuradamente:
allá es notablemente mayor a mi entender en vecindario radicado, quiero decir que
aunque sea un infeliz artesano o peón de albañil, tiene hogar en accesoria o pequeña
casa o cuarto separado donde duerme [y] hace sus comidas regulares; y es un
domiciliario de fácil hallazgo y reconvención. Acá la mayor parte de ellos y la
calidad de jornaleros o peones suele ser de ambulantes o sin hogar fijo, pernoctando
muchos en sitios inciertos o chozas y surtiendo su alimento de almuercerías,
o puestos de vivanderos errantes44.
La movilidad de la población era un rasgo de la ciudad de 1790: "aquí es
positivamente mayor el populacho ambulante y sin domicilio o que pasa la noche en jacales o
jonucos". La intensidad de la migración ponía los límites de la oferta de vivienda, escasa y
precaria. Por ello se decía también que las personas se albergaban "a veces en uno mismo
[cuarto] quince o veinte mezclados los sexos con la más chocante indecencia según admiré en
cierta ocasión" con la consecuente deterioro de la calidad de vida "[...]y nunca olvidaré el
fastidio de mi curiosidad por el intolerable hedor e impudencia de tales receptáculos o
chozas"45. La ciudad de México y su papel central en la organización de la economía del reino
ofrecía evidentemente mayores medios de subsistencia que los pueblos, de donde los sectores
medios y altos propietarios atraían a sus habitantes para convertirlos en sirvientes de sus casas
o trabajadores urbanos, otros que dejaban sus pueblos por el desempleo en el campo o
las crisis de subsistencia, en el contexto de un crecimiento demográfico. En cambio en Madrid
la estabilidad de la población no parece discutible, pues sólo caerá a partir de 1800 hasta 1820
43Carta de Revillagigedo de 6 de diciembre de 1791, f. 44 r. f. 23 v. - f. 24 r.
"Informe ...cit, f. 137 r. 45Id.
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cuando alcanza una disminución del 20 por ciento de sus habitantes. Sólo entre 1800 y 1804
años había disminuido en 5 000 habitantes46. Es un proceso inverso al que vive México, en
donde los comerciantes y los negocios florecen y la élite no está empobrecida como en
Madrid. No obstante la pobreza de los grupos sociales bajos no es tan visible como en la
capital novohispana.
Allá la ínfima o más abatida plebe será como una octava parte del todo, y aquí no
estoy distante de asentir a que guarda proporción inversa por que extra de las familias
principales patricias, que no son demasiadas, y de los que componen los cuerpos de
tribunales ambos cleros, colegiales, empleados en Real Hacienda y los dedicados al
comercio, el resto es un enjambre o cúmulo puramente plebeyo; y ya se discierne
fácilmente la disparidad de las dos poblaciones de manera que en la una es más la
gente culta o morigerada, y en la otra la gentualla grosera y desarreglada 47.
Madrid era una ciudad más compacta y definida, "concentrada o apiñada" con una
periferia más regular, de "mejor configuración y menos extensión", mientras la de México
poseía una periferia dispersa e irregular, por lo mismo el terreno había sido más aprovechado
con construcciones y viviendas que se extendían a lo largo y ancho de la ciudad. Según
Alzate, "los matemáticos saben con total evidencia, que una ciudad por los cuatro puntos
cardinales es de media legua[...] cuatro veces menor que otra cuya extensión por estos
mismos puntos fuese de una sola legua"48. En términos demográficos no hay manera de
traducir esta confirmación sin conocer datos básicos como el número de viviendas o familias.
No obstante, Revillagigedo asumía que para calcular el espacio habitado de una ciudad, "no se
debe considerar solo la superficie del territorio, sino las alturas diferentes ya que se repiten
otros tantos suelos habitables como altos tiene los cerros". En este sentido, en Madrid muchos
de sus casas eran de "hasta seis altos y muy pocos de dos solos como lo son aquí"49. Altas o
bajas las viviendas era imposible arribar a cálculos y estimaciones que pudieran arrojar luz
sobre el número de habitantes de la ciudad.
46David R. Ringrose, Madrid y la economía española...op. cit., pp. 48 y 61. 47Miguel Páez de la Cadena, Informe... cit. f. 144 v. y 145 r. 48Alzate a Revillagigedo. Id, f. 121 r. 49Carta de Revillagigedo a Alzate, AGNM, Historia, vol. 74, 67 v.
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En cambio el hecho que cambiará de manera completa el giro de la discusión,
demográficamente hablando, es la incorporación de criterios y tasas sobre los eventos
vitales de la población. Alzate incorpora los cálculos de las Instituciones Políticas del Barón
de Bielfeld, de lo que él infiere que "el único medio de averiguar, de un modo verosímil, la
población de una ciudad, o de un país cualquiera, es el de las listas mortuorias, el de los
nacimientos, etcétera"50. El problema es que piensa que su comportamiento "son comunes
a todos los países para lograr una enumeración exacta de sus habitantes". De esta forma, de
acuerdo a "Bielfeld y Buffon, la tasa de los nacidos, era como de 35 a 1. Esto es, que si se
multiplica el número de los nacidos por 35, el producto dará el número de los habitantes o
individuos"51. "[...]he conocido que en cada año nacen [en Madrid] 4 528, que
multiplicados por 35 dan el producto de 158 480 igual con corta diferencia al de 156 672,
que expresa el Padrón. Habiendo sumado igualmente el número de nacidos en México en
otros ocho años veo le corresponden en cada año 5 998, que multiplicados por 35 dan el
producto de 209 930. De donde se infiere que en México hay 51 450 habitantes más que en
Madrid52.
Del lado de las defunciones, Alzate calcula que "a cada año corresponden a lo menos
6 700 muertos en México, cifra que multiplicado por 31, que es la tasa o "proporción"
adoptada por el Conde de Buffon, obtiene la cifra de 207 700 individuos53 Sin embargo, es
evidente que el problema de extrapolar cálculos para medios sociales tan distintos -hecho que
advierte Alzate- puede inducir a graves errores, sobre todo porque la ciudad de México era
una ciudad con gran migración, es decir, con una extensa capa de pobreza. Por ello se admitía
que si bien era verosímil el cálculo de nacidos, en cambio por "la miseria que generalmente
reina en las dos terceras partes de esta capital sea mucha mayor que en Madrid la mortalidad
de niños"54.
Por otra parte resulta difícil acercarse a una estimación plausible sin introducir
criterios demográficos y cálculos estadísticos. La única alternativa es tomar los eventos vitales
como el eje analítico, para lo cual podemos partir de esa importante observación de Alzate al
50 Carta de Alzate a Revillagigedo del 23 de enero de 1792. f. 61 r. 51 Carta de Revillagigedo de 6 de diciembre de 1791, f. 27 v - f. 28 r. 52 Id,... f. 28 r. 53 Id,... f. 28 v. 54 r,,
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Censo tiene que ver con la irregular diferencia entre el número de hombres y el de mujeres,
pues "los primeros solo llegaban a 44 mil, cuando el de éstas ascendió a 60 mil".
Evidentemente aquí hay un enorme subregistro de hombres, pues demográficamente era
imposible una brecha tan grande, de hecho se supone que en los regímenes demográficos en
una sociedad estable el nacimiento de hombres era mayor en una proporción de 5%, es decir,
en este caso, la proporción debió ser 63 000 hombres por 60 000 mujeres55, ya que suponemos
que comúnmente eran los hombres quienes escapaban de los conteos. Esta primera corrección
ubicaría la población en los 135,000 habitantes.
Ahora bien, si acogemos por ahora las cifras de Alzate, éstas se desagregarían de la
siguiente manera: los 5 998 bautizos multiplicados por 35 arrojarían una población total de
209 930. Pero qué implicaciones tienen estas cifras en términos de la tasa de natalidad?. En
este caso la tasa de natalidad indicaría que por cada mil habitantes ocurrían 28.6 nacimientos,
o se 1 nacimiento por cada 35 habitantes. Pero ¿acaso debemos asumir como correcta la
aplicación de las cifras para Europa en la ciudad de México? En realidad no, pues ahora
sabemos que en las poblaciones rurales como parroquias tales como San Luis de la Paz,
Zacatelco o León, hacia fines del siglo XVIII la tasa de natalidad iba de 50 a 60 por mil"6
Posiblemente es más comparable la cifra de 42 por mil, que es la calculada para España en el
siglo XVIlf7. Sin embargo, adoptar cualquiera de estas tasas nos llevaría a cálculos o
sobreestimaciones aparentemente desmensuradas, aunque no hay argumento matemático para
no adoptarlas, pues, además, son las que corresponden a sociedades estructuralmente similares
a la de la ciudad de México.
Por otra parte, es necesario advertir que los 5 998 se refieren a niños bautizados, por lo
que de manera correcta podemos establecer que el número de nacimientos debió ser mayor;
sin duda la muerte antes del bautizo o el subregistro atenían de manera directa subestimando
la tasa de natalidad, que es un nuevo argumento para subir la tasa de natalidad a una cifra
superior a 35. Pero por prudencia podemos asumir la tasa de Bufón, Bilfeld y Alzate. Por lo
55 El 5% de exceso en el número de hombres respecto al de mujeres se da al nacimiento, esta cifra no es
aplicable de manera automática para toda la población. (Nota del Editor). 5<1 Cecilia Rabell, La población novohispana, p. 16 y Marta Vera Bolaños, La población de Ozumba en 1793.
Un estudio de demografía histórica. Zinacantepec: El Colegio Mexiquense, 1993, p. 37; David Grading y
Celia Wu, "Population Growth and Crisis, 1720-1860", en Journal of Latin American Studies, vol. 5(may
1973), pp. 1-73. 57 Gonzalo Anes, Historia de España Alfaguara IV. El Antiguo Raimen: Los Bortones, Madrid, Alianza
Universidad, 1975, p. 27.
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demás, si estimamos que el número de nacimientos era igual al de las defunciones
suponiendo correcto el número de defunciones -cosa que no creemos- o sea de 6 700 gentes,
equivaldría a un 11.7% más de niñas y niños no bautizados, lo cual evitaría a Alzate una
contradicción básica, el hecho de que no es verificable demográficamente un mayor número
de defunciones sobre el de nacimientos en un año de estabilidad. Este 11.7% es una
estimación mínima de una población no bautizada. Si se aplica la tasa de 35 nacimientos por
mil, la población de la ciudad arribaría a un total de 232 155 habitantes. Esta cifra
evidentemente superior a la de Alzate, es la estimación mínima que demográficamente puede
0 debe sostenerse, porque, por otra parte, tiene como fundamento una fuente incontrovertible
como es el registro parroquial.
Brading cree que en general se puede aplicar una tasa de natalidad de 50 nacimientos
por mil para los siglos XVII y XVIII, y Rabel 1 piensa que son aceptables tasas de 50 a 60 por
1 000 para poblaciones de estructura joven y fecundidad alta^8, pero si aplicamos y
multiplicamos esta tasa por los 5 998 nacidos -bautizados?- consignados por Alzate, el
cómputo de la población se elevaría espectacularmente a 299 990 o 300 000 habitantes
¿Posible? Otra alternativa es que las cifras de Alzate sobre bautizos sean falsas y hubiesen
sido inventadas para justificar su argumento contra Revillagigedo, lo que no creo porque hay
informaciones que hablan de cifras similares. Hacia 1768 un observador escrupuloso de la
época consignaba ya el bautizo de 5 700 niños y 1 980 muertos "en sus parroquias" con un
total de población de 140 00059. Si a estos cómputos aplicamos la tasa de 50 por mil,
reconocida para la época en el centro de Nueva España, demográficamente estaríamos
hablando de una población de 285 000 personas; Por el contrario, si se utiliza la tasa de 35
aplicada en Europa -Wrigley aplica 34 para Inglaterra del siglo XVIII6(,-la población de la
ciudad habría llegado a 199 500 en el citado 1768, es decir casi 60 000 más que los estimados
58 Cecilia Rabell, La población...op. cit., pp. 15-16. 59 Juan Manuel de San Vicente, "Exacta descripción de la magnífica corte mexicana, cabeza del nuevo
americano mundo, significada por sus essenciales partes, para el bastante conocimiento de su grandeza", en
La ciudad de Mécico en el siglo XVII(1690-1780). México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
1990, p. 177. 60 E. A.Wrigley, Gentes, ciudades y riqueza. La transformación de la sociedad tradicional. Barcelona: Editorial
Crí tica, 1992, p. 194.
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por San Vicente. Sin embargo es evidente que no nos sirven ni las tasas obtenidas para las
parroquias rurales ni las europeas.
¿Cuáles son las nuestras? Si aceptamos que los bautizados en 1768 fueron 5 700
gentes, aceptaríamos también el promedio de 5 930 bautizos que Humboldt obtuvo para los
cien años del siglo XVIII cifras coherentes con el cómputo de Alzate. Ahora bien, la única
cifra sobre la población total es la de San Vicente, o sea de 140 000 habitantes y que está fuera
de la polémica y no distante de los cómputos conocidos para fines del XVIII. Si aceptamos
como correcta esta cifra, las tasa se ubicaría en 28.5 por 1000, intermedia entre la de 22.5 de
Humboldt y la de 35 de Alzate, con lo cual tanto la tasa de Humboldt como de Alzate son
desechables porque ambos toman como población total sus propias cifras, fuertemente
vinculadas a la polémica. Por su parte, esta tasa de 28.5 multiplicada por 5 998 bautizos daría
un total de 170 943 personas. ¿Cómo conciliar esta tasa con la de las parroquias rurales?.
Busquemos otras explicaciones. Hacia 1900 el Distrito Federal en conjunto registraba una tasa
de natalidad de 54.8 personas y 49.9 de mortalidad61, tasa que está en consonancia con las
expuestas por Grading, Morin y Rabel 1 para el siglo XVIII para las parroquias rurales. Pero si
se aplican estas tasas los cómputos se dispararían enormemente, a más de 300 000 personas.
Un nuevo cálculo viene a respaldar la tasa de 28 por 1000, cálculo tomado de la ciudad de
Lima, en el mismo año de 1790 y que es de gran ayuda para una mejor comprensión del
problema. En ese año se registraron 360 matrimonios, 1 890 bautismos y 1 196 entierros, y se
estimaba una población total de 52 000 personas62, cifras respaldadas por los libros
parroquiales. De esta forma la tasa de natalidad sería justamente de 28 por 1000, semejante a
la de la ciudad de México de 1768. Esta concordancia entre dos núcleos urbanos distintos pero
de características sociales similares, debería llevarnos a concluir sobre la validez de la tasa
de 28 personas en vez de la de 35 así, la cifra de 170 000 parece la más adecuada y desecharía
mi propia cifra de 232 000.
¿Es posible que la ciudad de México hubiese sobrepasado los 300 000 habitantes? Es
posible si incorporamos al escenario de la discusión a Villaseñor y Sánchez, el Contador
General de Azogues, comisionado por el Virrey Conde de Fuenclara para trabajar el censo
sobre informaciones '"que se entregaron recogidos diligentemente". Según Villaseñor "pasan
(l1 Estadísticas Históricas de México, INEGI, 1994, T.I, pp.69-70. (l2 Mercurio Peruano (19-11-1792), Tomo IV (Lima 1964), p. 123.
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de 50 mil las familias de españoles (patricios europeos) y de 40 mil de mestizos y otras castas,
incluyendo 8 mil indios avecindados, ni los entrantes ni los salientes de domicilio foráneo"63.
Si se aplica el factor de cinco hijos por familia "según estilo legal y acostumbrado",
según testimonio de Páez de la Cadena, resultaría un cómputo global de 458 mil individuos.
Si el cómputo fuera por 4 personas, el total sería de 368 000 y por tres miembros por cada
familia, se obtendrían los 278 mil, sin incluir "transeúntes o no domiciliados". Si este
cómputo último fuera aceptable, entonces estaríamos ante cómputos mayores para una ciudad
que crecía incesantemente aún 45 años después. Se admitía, "que la población por creencia
uniforme de ancianos, y por comprobación de especulativos no h& disminuido señaladamente
en los mismos europeos, ni los repugnan las remesas de géneros consumibles de Castilla, el
incremento del comercio, la multiplicación de tiendas y otras consideraciones de congruencia,
a no contradecirse con algunas sutilezas o débiles restricciones difíciles de probar, bien que no
lo fuera el que realmente se halla más poblado el reino desde la época de 1746, en los cuarenta
y cinco años vencidos, y en un sentido abstracto o general, sin detenerse en una u otra casta o
raza, que puede haber minorado, o más bien confundídose con las intermedias''64. Juan de
Viera llegó a pensar en 1777 que la población de la ciudad "sin los lactantes, aborda a un
millón de individuos"65. Evidentemente hay resistencia a pensar en cifras tan grandes que se
desprenden del Censo de Fuenclara y de los registros parroquiales, aunque a todas luces es
desechable la estimación de Viera, que no tiene sustento alguno, pero si hemos de creer en el
valor de los cálculos demográficos, entonces no hay por qué dudar.
La pregunta que queda por hacer es por qué Alzate que debió conocer el Teatro
Americano no acudió en su auxilio ni siquiera en su mención. Tal vez Páez de la Cadena tiene
razón cuando dice que "dedúcese, así mismo, que el Padre Alzate, más circunspecto para
cerciorarse en la actualidad, no adherido inconsideradamente a Villaseñor en las cinco, ni en
las cuatro personas, por familia y que concedidas solas tres multiplicadas por las 90 mil, con
la reunión de los 8 mil indios (que producen el demostrado número de 278 mil) excluidos los
63 Antonio Villaseñor y Sánchez, Theatro mexicano, T. I, pág. 35. 64 Conforme a lo expuesto es evidente que si Villaseñor se equivocó, participaron de su irreflexión involuntaria
o causal, cuantos superiores favorecieron y permitieron la impresión que tambiéi se permitió por el Rey.
calificándola los aprobantes muy caracterizados y que más o menos perfecta la obra se sirven de ella aún en
el Supremo Consejo de Indias, como norma por no haber hasta hoy dádose a luz otra geografí a eclesiástica
o civil de mayor corrección". Miguel Páez de la Cadena, Informe ...cit., f. 140r y 140 v. 65 Juan de Viera, Breve y compendiosa narración...op .cit., p. 278. En la edición del Instituto Mora (1992), la
palabra correcta de acuerdo al manuscrito es lactantes, mientras en la del Consejo para la Cultura y las
Artes se transcribe equivocadamente como transeimtes.
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no estables rebajará todavía de 68 a 70 mil individuos si su opinión es de 208 a 209 mil
extendiendo en ellos 92 o 93 mil a Madrid; y verdaderamente extraño, o no alcanzó la causa
de graduar este número y no mayor, si la población de México ha crecido o no aminorado."
Finalmente volvamos a la verificación de Alzate y a su anotación sobre la existencia
de 44 000 hombres por 60 000 mujeres cómputo del Censo y que le parecía una
desproporcionada diferencia. Es decir, para él no es posible que de cada 104 habitantes 60
sean mujeres y 44 hombres. De esta suma, los 44 hombres de cada 100 equivalían al 42.3% y
las 60 mujeres al 57.7% de cada cien. ¿Qué implicaciones tienen estos cómputos para la
ciudad de México de 1790? En primer lugar, la gran diferencia estaría determinada por un
subregistro enorme de hombres, explicable si acogemos las noticias del horror que les causaba
verse enlistados en la milicia; en segundo lugar el eventual acoso para el pago de impuestos y
tributos pudo constituir otro elemento de explicación de este gran subregistro. Sin embargo,
padrones realizados entre 1779 y 1788 en Santa Catarina muestran que el número de hombres
por cada 100 mujeres tenía a favor de éstas, como el valor más bajo, 72.24 en 1787 y el más
alto 83.16 en 1784, lo cual muestra un desequilibrio constante66, por otra parte, en términos de
las defunciones la diferencia estaba también a favor de las mujeres, seguramente debido a que
la inmigración femenina era más numerosa que la masculina. En este sentido el desequilibrio
anotado por Alzate tiene muchas explicaciones.
¿Dónde radica el error demográfico de Alzate? Ya lo anunciamos antes. Por
legitimar sus cifras y conjeturas llega a asegurar que la ciudad de México para 1790 padecía
una mortalidad de 6 700 personas anuales frente a 5 998 bautismos; sin embargo, esta cifra
no puede ser aceptable porque sólo tratándose de sociedades que atravesaban por una crisis
demográfica era posible que la cifra de defunciones superara a la de nacimientos, pero a
Alzate le viene bien porque al multiplicar esta cantidad por la tasa de 31 muertos por mil,
le arrojaba el resultado esperado de 207 000 habitantes prácticamente coincidentes con los
209 000 derivados de los nacimientos. En cambio, con relación a la tasa de mortalidad
obtenida de las 6 700 defunciones, la diferencia fue mucho menor, pues era de 32.3 por
cada mil habitantes, tasa casi comparable a la de Ozumba que era de 34.667 y de 38 por mil
de España68.
"" Juan Javier Pescador. De hunt izados a fieles difuntos Familia y mentalidades en una parroquia urbana, Santa
Catarina de México. ¡56<S-I<S20, México. El Colegio de México, 1992. p. 122.
" Marta Vera Bolaños, La población de Ozumba en 1793. p. 39.
Gonzalo Anes, Historia de España, p. 27.
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¿Qué dicen otros testimonios? Manuel de San Vicente, como ya lo señalamos,
consignaba para 1768 la cantidad de 5 700 bautismos y 1 980 defunciones y una población
total de 140 000 habitantes69. No es posible que en 20 años estas proporciones se hubiesen
modificado tan radicalmente, pues las cifras de 5 700 correspondiente a aquel año y los
5 998, consignada por 1790 así lo muestran, toda vez que entre ambas fechas hubo
epidemias que alcanzaron altos índices de mortalidad. Humboldt, que consultó los registros
parroquiales para la parroquia del Sagrario, encuentra entre 1797 y 1802 un número de
nacimientos igual a 7 311, o sea 1 462 nacimientos por año -lo que daría una población de
51 170 habitantes para toda la parroquia- y 4 344 defunciones en el mismo periodo, es
decir, 868 defunciones por año70, con lo cual es evidente que la cifra de 6 700 defunciones
es exagerada. Para el total de la ciudad el mismo investigador alemán obtuvo un promedio
de 5 050 para cien años y las mismas cifras de Alzate muestran esta congruencia en el
siguiente cuadro, al que le hemos añadido estimaciones de la parroquia de Santa Catarina
para esos mismos años:
MORTALIDAD DE LA CIUDAD DE MÉXICO CUADRO 2
1768-1790*
AÑOS STA.CATARINA CIUDAD DE MÉXICO
1777 500 4 585
1778 480 4 446
1779 2000 8 000
1780 480 4 170
1781 400 3 894
1782 500 4 432
1783 600 318
1784 1250 10 463
1785 700 4 971
1786 900 9 112
1790 600 5050a
a Media de cien años obtenida por Humboldt, Ensayo, p. 131.
69 Juan Manuel de San Vicente, "Exacta descripción de la magní fica corte mexicana, op. cit., p. 177. 70 Alejandro de Humboldt, Ensayo poli tico ...op. cit., p. 92.
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Es evidente la baja mortalidad indicada para 1781 y los picos altos de 1784 y 1786,
años de acentuada y reconocida crisis económica. Las variaciones muestran, sin embargo,
que no se puede aplicar una tasa uniforme de mortalidad. En el caso de la ciudad de Lima se
calcula una tasa de mortalidad de 43 por 1000 y se aceptaba el hecho de que en general en
los "países sanos" la tasa de mortalidad era de 40 por 100071. Aceptando esta tasa mucho
más alta que la de Alzate que era de 31 por 1000, pero menor a la de la ciudad en 1900, la
población de la ciudad habría sido de aproximadamente 218 000 personas, siguiendo el
razonamiento de éste. Esto es posible, pero lo que no cabe duda es que no es correcta la
cifra de 6 700 personas fallecidas en la corte en 1790.
Pero hay una razón histórica y ésta tiene que ver con el hecho de que esta alta
mortalidad bien pudo ser fruto de una inmigración pronunciada, que tuvo como base gente
que llegaba a la ciudad y que no figuraba en los registros de bautismos, sin embargo, este
argumento no puede contradecir el hecho de lo que ocurrió en el Sagrario, en donde, en la
misma época, la proporción entre natalidad y mortalidad es de 1.6, aunque se puede
argumentar que justamente el Sagrario no fue una parroquia en donde los movimientos de
la población fueran tan pronunciados como en las parroquias marginales.
Esta alta mortalidad calculada por Alzate contradice el espíritu general de su
argumento que es reconocer que hubo pocos muertos en la "Corte", por ello afirma que para
que no quede duda de la proporción que ha utilizado (31 a 1) para la lista mortuoria, pone
ejemplos concretos las defunciones de diferentes instituciones como el Colegio de San
Gregorio, el Colegio de San Ildefonso, la Parroquia de Santo Tomás, la Fábrica de Cigarros
entre otros; indicando el número de muertos por año y sacando la proporción
correspondiente. "No dudo que habrá muchísimos que reputen por paradoja lo que llevo
expuesto tocante al corto número de muertos en esta Capitaf cuando había mostrado lo
contrario. Un argumento que parecía determinante de la baja mortalidad era el clima. "Si
[...]se ponen un rato a considerar en la benignidad de nuestro clima, su elevación respecto
al mar, y otras innumerables circunstancias locales, no dudo que depongan sus dudas y
convengan conmigo en esta parte". Alzate expone la importancia que tiene para gozar de
una buena salud en esta ciudad la inexistencia de climas extremosos, o cambios bruscos en
el ambiente" 72. Esta es la razón por la cual las defunciones son menores que en Europa y
71 Mercurio Peruano., .op. cií., p. 123. 72 Carta de Alzate a Revillagigedo del 23 de enero de 1792, f. 32 r.
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cita el caso de las listas mortuorias del Hospital de San Andrés que registran una proporción
de 8 por 100, cuando por las listas de José Cavallino de Cevoli73, consta que en el Hospital
de Santa María de Florencia mueren casi en proporción dupla, esto es de 100 a 15"74.
Por otra parte, la estructura por edades no escapó a la crítica, pues cree que es un error
agruparlas por intervalos de 7 a 16 años, separando los que son hombres de las que son
mujeres e indicando para cada caso el estado civil: solteros, casados y viudos. Alzate piensa
que esto es incomprensible, ya que es imposible que exista un viudo de 7 años o que alguien
se haya casado a la edad de 875. Lo que no dice Alzate es cuáles debían ser los ciclos anuales
que debían regir la pirámide de edad. Es, por otra parte, suspicacia y exageración de su parte
el pretender que el empadronamiento pretendía registrar viudos o casados de siete y ocho años
de edad.
La búsqueda de errores llevó a Alzate a cuestionar también la proporción entre
indios y tributarios, ya que se sabía "que todos los indios habitantes de México son
tributarios"7^", pero en el "Estado" se expresaba: "número de Indios: 13 985" y luego, en
otra línea, "tributarios: 9 086". La constatación de Alzate, se encaminaba a la siguiente
conclusión: 'los jueces a quienes incumbe el cobro del tributo son omisos, o el Estado esta
mal formado: una de las dos preposiciones es verdadera". Para él no podía ser mayor el
número de indios que el de tributarios, dado que a este grupo se le debe agregar los muchos
mulatos, coyotes y mestizos que pagaban tributo. Lo que posiblemente olvida Alzate es que
los tributarios consignados son sólo aquellos cuya edad va de 18 a 50 años hecho que
claramente disminuye la suma aunque entre los tributarios haya indios y no indios. Por el
contrario, le parecía muy corto el número de europeos expresados en el padrón como el de
los negros, aunque no se diga las razones ni se realice ninguna cuantifícación77. En cambio
la falta de especificación del número de hidalgos, debía ser confidencial porque "el
público [...jes muy celoso, y delicado en este punto, e infaliblemente llevará a mal el corto
número de 118, que presentan los Padrones". Tal vez por aquello de que la nobleza e
hidalguía era tema de gran parte de la sociedad novohispana. Sin embargo, sabemos que
7' Impresas en 1776, 1777 y 1778. 74 Carta de Alzate a Revillagigedo del 23 de enero de 179, f. 33 r. 75 AGN, Historia, vol. 74, exp. 1. Documento 3. Manuscrito de Alzate dirigido al Virrey Revillagigedo,
firmado el 14 de Marzo de 1791. f. 13-14. 7(1 Idem, f. 7 r. 77 ... , ts. 34 v., 35 r.
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muchos en el reino y debieron ser menos en la capital, pues entre 1700 y 1788 apenas se
dieron 37 títulos y se citan en general 63 nobles hombres y 52 mujeres78.
El único criterio ''demográfico" de ese tiempo en que coincidían Alzate y
Revillagigedo era que "el lujo y el vicio [y la abundancia] destruían la población y se oponen
al aumento de ella y que en las ciudades más populosas hay por lo regular más lujo y más
vicio; vea Vuestra Majestad más razón que bastaría por sí sola para aclararle a Vuestra
Majestad sus dudas, y hacerle entender lo que ahora no puede; esto es que muchos habitantes
que viven en el lujo y el vicio producirán menos población, que otros en menor número, pero
virtuosos y aplicados"79. Creía Alzate que ciertamente "el lujo, la abundancia y especialmente
los vicios disminuyen mucho la población porque esterilizan a los hombres"80. Daban por
supuesto que la ciudad de México exhibía lujo y riqueza.
7S Véase Doris M. Ladd, The Mexican Nobility al Independence, 1780-1826. The University of Texas at
Austin, 1976. pp. 173-174 y 182 183.7 7" Carta de Revillagigedo de 7 de mayo de 1792 f. 103. R" Carta de Alzate a Revillagigedo de 5 de ¿diciembre? de 1792.
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EL "ESTADO REDUCIDO" DE ALZATE
Alzate había hecho notar en sus "Estados'' -porque preparó uno extenso desglosado
por cuarteles, pero que no conocemos y uno reducido que reproducimos al final- que se
habían omitido como 2 353 (según la suma del cuadro son 2 779) personas. De éstas, 1 571
se incorporaron al total, pues correspondían a la parroquia de la Palma, pero no hubo razón
para incorporar los restantes 782 porque ya estaban incluidos en el cuartel número 20. Estas
diferencias, en el contexto de la masa calculada de 112 000 y 113 000 habitantes, en
realidad es mínima.
DIFERENCIA ENTRE EL CÁLCULO CUADRO 3
DE VALERO Y ALZATE
CONCEPTO VALERO ALZATE DIFERENCIA
Estado secular
Solteros y solteras 54 477 53 324 -1 153
Casados y casadas 36 851 37 011 160
Viudos y viudas 13 432 14 600 1 168
SUBTOTAL 104 760 104 935 175
Estado eclesiástico
Religiosos I 120 1 149 29
Religiosas 2 073 2 157 84
Colegios de hombres 836 843 7
Colegios de mujeres 817 810 -7
Hospitales 1 346 1 346 0
Cálculos y casas de misericordia. I 992 1 994 2
SUBTOTAL 8 184 8 299 115
TOTAL 112 944 113 234 290
Fuente: AGN. Historia, vol. 74, exp. 1, fs. 42 r y 42 v.
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La importancia del "Estado reducido1' radica en que Alzate desagrega las categorías que
esconden las cifras del censo y proporciona precisión a las diversas cohortes. En el cuadro
relativo al "Estado secular" precisa los segmentos que el Censo de Revillagigedo había
establecido en varias escalas: de hasta 7 años, luego de 7 a 16, de 16 a 25 y continúa de 25 a
40, etc. Mientras Alzate las independiza de hasta 7 años, luego de 8 a 13, luego crea una
distinta que no se hizo en el otro Censo de 14 a 16 años, para establecer que en ese grupo de
edad ya había casados y viudos. Termina estableciendo la cohorte de 51 años hacia arriba,
mientras el otro lo hacía desde los 50. Los cómputos que encuentra son diferentes: en el rubro
de solteros, casados y viudos él suma 53 324, 37 01 1 y 14 600, respectivamente, por 53
710, 36 159 y 13 320 del Censo de Revillagigedo. La anotación importante es sin duda
mostrar que la edad de matrimonio empezaba a los 14 años.
La innovación que hace al cuadro de castas es también importante, porque establece el
grupo de los mestizos y los negros, que no constan en el "Estado General'"; el problema es que
las cifras son tan reducidas, por ejemplo el caso de los mestizos con relación a españoles
indios, que no puede tomarse en serio y no por el error en la identificación de Alzate, sino por
la dificultad de establecer una identificación más real. Cuantitativamente el grupo de mestizos
significaba en el caso de los hombres el 9.5% del total de población y el 13.7% en el caso de
las mujeres y en el de los negros ambos sexos no pasaban del 0.25 por ciento81.
El cuadro "Distinción de clases" que I Iumboldt denominó "ocupaciones específicas"
también sufre notables variaciones, ya que excluye a los 9 086 tributarios, pone en cero el
rubro labradores y mineros, como el de médicos, boticarios, cirujanos y sangradores, razón
que no explica. Por otra parte, modifica todas las categorías eclesiásticas que en el "Estado
General" aparecían como curas, beneficiados, vicarios, sacristanes, orden de menor, orden por
patrimonio, dependencias de inquisición, cruzada y acordada por una distinta, más exacta
seguramente dado su carácter eclesiástico: Capitulares del venerable cabildo, curas, vicarios,
sacristanes eclesiásticos. Ordenes y títulos de capellanía e idioma mexicano, por patrimonio y
por capellanía e idioma. Los hidalgos que en el "Estado General" son 118 en el de Alzate
suman 1 420, los comerciantes suben de 1 384 a 1 502. En total establece una cifra de 21 375
ocupados. Para una población tan grande como se sugiere es evidente que sus cómputos
81 Véase el "Estado reducido de los habitantes de México" publicado más adelante.
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disminuyen de manera notable si se extraen de su contabilidad la cifra correspondiente a
tributarios que efectivamente vivían en la ciudad, como las de escribanos, médicos, boticarios
y sangradores que los padrones registran, a menos que éstos estuviesen contenidos en otros
rubros que no conocemos o no se especifica, pero Alzate tiene razón de excluir a los
tributarios porque esta categoría no era una ocupación, en cambio no es clara la razón por la
que incrementa el número de hidalgos. Así, parece seguro que el cuadro de Revillagigedo es
más fiable y que en cómputos relativos a ocupaciones llegaba a las 20 972, más los 9 086
tributarios que eran parte de la estructura ocupacional de la ciudad aunque no sepamos el
oficio llegaba a las 30 058 personas ocupadas. ¿Qué puede significar esta cifra en términos de
ocupación? Simplemente que hubo una gran parte de la población empleada, ya que estos
30 058 eran cabezas de familia por tanto debemos multiplicar como mínimo por 4 hijos por
familia, lo que nos daría una población de 120 232 habitantes. ¿De cuánto era el desempleo?
No sabemos, las fuentes de manera dispersa hablan de proporciones enormes, pero no se trata
de estudiarlas aquí.
En resumen, el "Estado reducido de la población de México" que elaboró Alzate
resulta de gran ayuda para matizar y realizar precisiones que el "Estado General" no permite,
y nos ayuda a conocer, de manera definitiva, la distribución espacial de la población de la
ciudad cuartel por cuartel, a falta del censo completo, pero es poco lo que dice para respaldar
sus cálculos sobre la población total de la ciudad. ¿Qué muestra esta distribución? Sin duda el
dominio de los cuatro cuarteles mayores centrales sobre los demás, que fue, finalmente, la
expresión de la estructura interna de la ciudad colonial.
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APENDICE 1
ESTADO REDUCIDO DE LOS HABITANTES DE MÉXICO EMPADRONADOS EN EL AÑO DE 1790
Parroquias: 14
ESTADO ECLESIÁSTICO
CONCEPTO CASAS SACERDOTES NOVICIOS LEGOS DONADOS CRIADOS NIÑOS TOTALES Y CURISTAS
RELIGIONES
Monserrate Benitos
Sanio Domingo
Porta Ccli
San francisco
Santiago Tlaltelolco
San Diego
San Cosme Recoletos
San Fernando Recoletos
San Agustín
San Pablo
Del Carmen Descal/os
De la Merced
Colegio de Belem
Merced de las Huertas Recoletos
San Juan de Dios
San Lázaro
San Hipólito
IEspíritu Santo
Belemitas
3
65
22
99
30
45
16
45
71
18
40
61
24
0
5
->
2
5 ->
0
6
0
8
0
0
4
0
II
0
o
9
0
0
8
0
6
0
3
0
25
2
6
10
19
2
0
7
4
2
0
23
0
19
0
36
16
5
6
4
0
2
0
0
0
2
2
3
4
34
6
31
6
16
35
1
9
6
15
13
2
0
15
6
0
4
9
4
0
0
0
o
o
o
o
15
7
109
29
172
39
83
70
71
97
24
68
87
28
0
53
10
30
11
69
CLERIGOS REGI LARES
San Antonio Abad
San Camilo
HOSPICIOS
San Jacinto Domingo para las
Filipinas
San Nicolás. Agustinos
Descalzos a Idem.
Santo Tomás de Villa. Agustinos
Calzados para Idem.
3
7
2
4
4
0
0
0
0
0
8
0
7
2
0
8
0
0
0
13 0
13
18
5
26
13
10
CONGREGACION DE
SAN FELIPE NERI
San José el Real
TOTAL ALZATE
CIFRAS REVISADAS
24
25
14
588
592
1
57
58
3
171
171
15
60
83
254
239
0
19
32
33
1149
1175
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ESTADO ECLESIÁSTICO
MONJAS CASAS A CASAS A LA LA ORDEN RELIGIÓN
PROFESAS NOVICIAS EDUCADAS CRIADAS DE CRIADAS
SECULARES CONVENTO PARTICULARES TOTALES
Concepción
Regina
Poalvanera
Jesús María
Encarnación
Santa Inés
San José de Gracia
San Bernardo
0
0
0
0
0
0
0
0
77
65
38
61
65
28
42
44
1
2
1
2
2
1
20
9
14
28
7
12
6
11
22
16
14
20
16
8
9
14
78
65
47
95
67
26
40
44
198
155
114
206
157
75
98
113
GERONIMAS San Gerónimo
San Lorenzo
0
0
58
37
6
3
II
10
10
12
65
47
150
109
CARMELITAS
Santa Theresa la Antigua
Santa Theresa la Nueva
21
17
21
18
CAPUCHINAS San Felipe de Jesús de España 1
Habeas Christi de 0 indias Santa Porgida 1
Enseñanza í
Sta. Catarina de Sena Domingo 0
CLARAS Santa Clara 0
San Juan de la Penitencia 0 Santa Isabel 0
0
0
34
28
30
69
46
60
52 37
18 3
0
0
0
0
28
15
11 10
0
0
0
0
15
16
14 13
0
0
0
0
49
55
50 SO
36
29
31
72
141
146
145 143
TOTALES 15 907 51 194 197 808 2157
"En el cuadro original se suprimió mediante una línea el rubro que refiere a capellanes.
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ESTADO SECULAR
EDAD SOLTEROS CASADOS
H M H M
VIUDOS
H M
TOTAL DE
INDIVIDUOS
Hasta 7 años
De 8 a 13
De 14 a 16
De 17 a 25
De 26 a 40
De 41 a 50
De 51 a arriba
8 716
7 372
0
4 492
2 285
846
693
9 980
8 753
0
5 642
2 993
899
653
0
0
75
3 485
2 966
2 945
2 407
0
0
350
6 781
9 462
2 061
1 479
0
0
207
381
976
888
1 038
0
0*
269*
1 002
4 696
2 485
2 659
18 690
17 026*
28 783
28 378
10 123
8 929
TOTALES
CIFRAS REVISADAS
24 404 28 920 16 878 20 133
11 878
3 490 11 110
11 111
104 935
99 936
TOTAL DE ESTADOS
CIFRAS REVISADAS
53 324 37 011
32 011
14 600
14 601
DISTINCION DE CASTAS
CASTA HASTA 7 ANOS DE 8 A 16 DE 17 A 25 DE 26 A 40 DE 41 A 50 DE 51 A TOTAL DE
ARRIBA INDIVIDUOS
H MHMHMHMHMHMHM
Europeos 5 2 25 8 306 45 818 62 517 33 514 24 2 185 174
Españoles 3 949 4 085 3 945 4 961 3 675 5 690 5 077 8 380 2 309 3 070 1970 2 476 20 925 28 662
Mestizos 960 1063 519 693 990 2 963 1074 2 636 405 527 307 405 4 255 8 287
Indios 1862 1896 1836 2 288 2 195 2 952 3 048 3 933 925 1069 777 962 10 643 13 100
Mulatos 936 1240 388 480 496 763 514 933 187 325 295 420 2 816 4 161
Negros 8 6 28 13 28 50 29 50 12 14 7 24 112 157
Otras castas 996 1688 913 929 668 962 667 1157 324 406 268 480 3 836 5 622
TOTALES 8 716 9 980 7 654 9 372 8 358 13 425 11 227 17 151 4 679 5 444 4 138 4 791 44 772 60 163
TOTAL GENERAL 104 935
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POBLACIÓN RESPECTIVA DE LOS CUARTELES MAYORES Y MENORES
CUARTELES CUARTELES MENORES
MAYORES TOTAL
(1) (2) (3) (4)
8 384 5 573 2 821 2 588 19 366
(5) (6) (7) (8)
7 021 4 072 4 426 1110 16 629
(9) (10) (II) (12)
2 783 2 733 6 181 2 325 14 022
(13) (14) (15) (16)
3 192 7 706 3 077 2 325(sic) 16 300
(17) (18) (19) (20)
5 693 1162 2 209 2 138 11202
(21) (22) (23) (24)
2 367 2 179 1872 1785 8 202
(25) (26) (27) (28)
2 571 2 860 2 054 3 345 10 830
(29) (30) (31) (32)
2 241 1497 3 151 1495 8 384
4
5
6
7
8
TOTAL GENERAL 104 935
DISTINCIÓN DE CLASES
Capitulares del venerable cabildo 26
Curas 16
Vicarios 43
Sacristanes eclesiásticos 38
Ordenes y títulos de capellanía e idioma de mexicano 106
Idem por patrimonio 4
Idem por capellanía e idioma 407
Doctores 119
Licenciados 9
Colegiales 624
Mayorazgos, Caballeros, Barones 0
Estudiantes seculares 368
Abogados 471
Titulados 0
Hidalgos [1402]
Comerciantes 1 502
Fabricantes 1 749
Labradores 0
Mineros 0
Artesanos 8 234
Escribanos 0
Jornaleros 6 257
Médicos 0
Boticarios 0
Cirujanos 0
Sangradores 0
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COLEGIOS
COLEGIOS MAESTROS COLEGIALES SACERDOTES O
CAPELLANES
CRIADOS TOTALES
DE HOMBRES
Mayor de Santos
Seminario
San Idelfonso
San Juan de Letrán
San Ramón
Santiago Tlatelolco
Colegio de Infantes
San Gregorio de indios
TOTALES
0
13
8
7
1
3
3
3
38
6
261
213
59
4
28
15
38
624
0
20
23
6
2
0
0
8
59
10
24
56
15
5
0
8
4
122
16
318
300
87
12
31
26
53
843
DE MUJERES
Enseñanza
Belem
Vizcaynas
De las niñas
Guadalupe de las indias
De Jesús María
TOTALES
10
8
4
0
6
4
32
60
235
266
33
125
40
759
0
2
2
2
0
7
4
0
0
6
1
8
19
74
245
272
41
133
52
817
RESUMEN GENERAL
Asciende el número [...] que va demostrado a 10 4935
Los seculares empleados en conventos religiosos, hospitales y colegios etc. 3 457
Sin sujeción a profesión
Las mujeres que están en igual caso 3 182
Los religiosos 759
Las Religiosas 907 1 666
Total de habitantes empadronados en México excepto los que pasan revista 113 240*
*Cifra revisada sobre los propios cálculos de Alzate
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APÉNDICE 2
[INFORME DE MIGUEL PÁEZ DE LA CADENA SOBRE CONSUMO EN LA
CIUDAD DE MÉXICO, 1790]82
[f. 134 r.] 1. Puedan buscándose, y luego que se encuentren según deseo, pasaré con mucho
gusto a Vuestra Excelencia los apuntes sobre consumos, que se sirve pedirme en orden de 7
del corriente con motivo de los indicados por el presbítero don José Antonio de Alzate en su
Gaceta de Literatura que me incluyó Vuestra Excelencia para imponerme de una cita relativa
a mi.
2. Dige a Vuestra Señoría su[s]cintamente en fecha de 6 del mismo algo de lo que me
ocurría en el asunto; y ahora que tiene la bondad de querer exponga mi opinión tocante a lo
insinuado y al número de habitantes de México comparado con el de Madrid, mediante mi
larga residencia en las dos capitales: manifestaré a Vuestra Excelencia el juicio que me
formo guiado de las reflexiones que ofrece uno y otro artículos; asegurando a Vuestra
Excelencia anticipadamente habrá trece o catorce años que pedí noticia de los de aquella
segunda corte, y que me acuerdo no llegaban a doscientos mil los carneros de gasto anual;
pero ni el de ellos, ni el de. otras especies, es conclusión terminante para decidir la de los
consumidores, si no se califica o coincide con otras.
[f. 134 v] 3. Ignoro las pruebas de que se valga el muy reverendísimo [¿?] Padre Alzate,
extra de la de los comestibles, para la del exceso de gentes que infiere en México; y sería
apreciable y útil lo demostrase en algún discurso o memoria por partes publicándola para
que según la solidez o mérito de cada una, se lo convenciere tal vez documentalmente o por
los raciocinios con que entre escritores se controvierten las materias, ya de mero hecho, o
ya intelectuales o de ración al conjetura.
4. Varios de ellos de loable puntuación que han tratado del cálculo de vivientes, suponer
previamente lo difícil de la total exactitud aplicando el ejemplo de las abejas, que sin cesar
entran y salen de una colmena; y que la abundancia de expendio interior de cualesquier ciudad
es comprobante cuando concurre con el de la proporción de los nacidos, muertos, y otras
82 Archivo General de la Nación, Historia, vol. 74, fs. 133 r. -148 v.
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demostraciones parciales que inducen semejante coincidencia comparada mutuamente y
respecto a la totalidad.
5. Sobre tales fundamentos y algunos más, cotejados por una reflexiva y continua
especulación se han regulado los premios o réditos por edades en las tontinas83, fondos
vitalicios y otros establecimientos [f. 135 r.] en que la verosímil duración de la vida y
accidentes naturales de ella, es la regla para el más o el menos contingente o cuota que se
suministra sin que las experiencias hayan desmentido la prudente regulación hecha.
6. El clima y costumbre de Madrid, con otras propiedades, que influyen, varían sumamente de
las de México, Aquí, no tanto por la menor graduación astronómica, como por la situación
local y sus influjos, transpiran más copiosa, aunque insensiblemente los cuerpos, y por esta
pérdida de la evaporación es menester, especialmente con los nacidos en el país, auxiliar la
nutrición; esto es alimentarse con mayor frecuencia, según sucede en cualesquiera regiones
cálidas a diferencia de las más o menos frías, en que la no tan grande disipación de espíritus,
conserva el vigor interno de ellos y la robustez corporal, sin ser necesario refaccionarla tan
repetidamente.
7. En Madrid consta a vuestra excelencia que con un corto desayuno, el que lo haga
solamente, come al mediodía y que mucha gente distinguida no cena o se reduce a una jicara o
pocilio de chocolate.
8. En México nadie duda que los naturales [f. 135 v.] (con la excepción que admite toda
generalidad) se desayunan, almuerzan después, y aún vuelven más comúnmente las mujeres a
tomar algún otro alimento antes de la formal comida meridiana; y reiterando el chocolate por
la tarde, suelen no pocos merendar y sucesivamente cenar, siendo ya por abuso o ya por
costumbre instigada del apetito, un casi continuado o muy repetido el acto de alimentarse y
consecuencia forzosa el mayor consumo.
83 Operación de lucro, que consiste en poner un fondo entre varias personas para repartirlo en una época dada,
con sus intereses, solamente entre los asociados que han sobrevivido y que siguen perteneciendo a la
agrupación. Real Diccionario de la Lengua, Espasa-Calpe, Madrid, 1992.
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9. Allá bien sea por más sustanciosos alimentos como pretenden algunos o ya por mejor
economía o arreglo doméstico, según crea indudablemente, se mantiene una casa de igual
número de bocas quizá con la mitad de carne y proporcionalmente de lo demás que requiere la
subsistencia física.
10. Aquí al contrario, comiéndose peor, se gasta incomparable más porción; y las asaduras,
tripas, cabeza, cebos, patas o manos, criadillas y otros renglones delicados allá, son en lo
general recursos de pobres o de los que poseen escasas facultades; arguyendo todo un
desperdicio o un sistema menos economizado, que unido a la repetición es preciso consuman
mayores cantidades.
[f. 136 r.] 11. Los pavos malos o buenos son artículo usual y común aquí, y no se oculta a
vuestra excelencia que allá son buscados menos frecuentes, a no ser en los facultados y en
pascuas o con algún otro suceso o festejo extraordinario.
12. De las frutas juzgo excede sin comparación el uso de aquí; porque con casi todas las de
allá que hay en sus respectivas estaciones, se expenden las peculiares o regionales que allá no
se conocen o no pueden gastarse en nuestra península, como son chirimo[y]as, aguacate,
annonas, pitahayas, pinas, jicamas, chayotes, guacamotes, ilamas, cacahuates, camotes,
plátanos, guayabas, papayas, cacomites, granaditas de china, mameyes, tamarindos, zapotes
de diferentes calidades y las de las tunas cuya cosecha sin cultivo es exorbitante, y asombraría
si unas y otras pudieran numerarse.
13. Todas abundan infinito y se consumen con una vulgaridad, continuación y despilfarro,
digámoslo, casi, que no se ve allá porque ni se subrogan en cada temporada del año por no
haber temperamentos calientes o templados tan inmediatos, ni son silvestres o espontáneas
algunas como aquí, ni valen tan baratas según la estimación de la moneda corriente, cuyas
facilidades provocan y la dan para un consumo más excesivo y universal.
[f. 136 v.] 14. Al dictar esto me ocurre que los dos objetos de frutas y verduras que en México
me inclino a que excede su dispendio al de Madrid, producen grandísimo mayor
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despojo, o desecho en cascaras, huesos, ollefos, hojas y tronchos, haciendo más difícil y
costosa la limpieza, contra lo cual obsta no menos el que comiéndose también con más
continuación han de ser a correspondencia las deposiciones naturales e irregulares mientras no
se adquiera un hábito permanente para arreglarlas.
15. De lo referido deduzco no es de extrañar sean las provisiones alimenticias de racionales
que proveen a México, mayores que las de Madrid graduadas en un conjunto; pero que ellas,
aún prescindiendo de las que salgan (y contemplo muy pocas respectivamente al total de las
que se introducen) no comprueban suficientemente o absolutamente por sí como apunté el
número de los individuos que las consumen, sino conspiran al esencial confirmación otros
argumentos.
16. Contrayéndome ahora al de la diferencia en que parece resuelve el Padre Alzate exceder
la población de México a la de Madrid, se me ofrece lo siguiente.
[f. 137 r.] 17. La de allá es notablemente mayor a mi entender en vecindario radicado, quiero
decir que aunque sea un infeliz artesano o peón de albañil, tiene hogar en accesoria o pequeña
casa o cuarto separado donde duerme hace sus comidas regulares; y es un domiciliario de fácil
hallazgo y reconvención.
18. Aquí es positivamente mayor el populacho ambulante y sin domicilio o que pasa la noche
en jacales o jonucos recogiéndose a veces en uno mismo quince o veinte mezclados los sexos
con la más chocante indecencia según admiré en cierta ocasión que para cerciorarme
acompañé al difundo juez de la acordada don Jacinto Aristimuño y nunca olvidaré el fastidio
de mi curiosidad por el intolerable hedor e impudencia de tales receptáculos o chozas.
19. Es así mismo de advertir circula aquí diariamente por entrada y salida incomparable más
arriería y gente a caballo de las inmediaciones, que no en Madrid, y verosímil consumen
muchos alimentos sin que deban considerarse en manera alguna vecinos o estantes ni inducir
el globo o cúmulo de aquellos en el [f. 137 v.] guarismo de estos.
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20. Sería de apreciar en estas diversidades e incertidumbre gustare vuestra excelencia de
solicitar del corregidor de Madrid un estado de los consumos de boca y otros artículos de
introducción de un año para que cotejándolo con otro que se arreglase aquí encargando su
puntualidad (que dudo conseguir en las garitas) se viere cuales son mayores o menores hecha
compensación unos con otros y los en que favorecen o no la balanza.
21. Persuádeme a que en carnes, verduras, frutas, semillas, aguardientes, cacao, azúcar y
queso excede México con exclusión de maíz y chile o pimiento cuyo último ingreso pasa de
100 mil y más arrobas y como el primero no debe hacer regla; pero Madrid en harina o pan de
trigo vinos comunes y los exquisitos caza y pastas finas, especiería y otros artículos de más
gusto.
22. Entre tanto debo con ingenuidad y sentimiento no remitir al silencio que en las oficinas
de esta aduana ni hay ni se lleva la menor constancia de diversas introducciones excesivas
como son aves, frutas, huevos, pesca de las lagunas, carbón, leña, tlasole, paja y otra multitud
que se trafica por indios y que ni [f. 138 r.] en las que constan por cobrarse el derecho de
alcabala, o que las introducen los no privilegiados, dejo de presumir fundadamente que una
tercera o cuarta parte más a excepción de los toros, entre por descuido cuando no por
connivencia de los guardas, o imposibilidad de contar o examinar puntualmente distraídos a
muchas acumuladas atenciones, en que prefieren las de más entidad, de efectos comerciables,
sin que les sea factible igual celo con otras de menos valor, no aciéndose consiguiente
mención de ellas, ni de mucho de lo que viene de haciendas propias, o de regalo en partidas
menudas; y especialmente en las clases de ganado de cerda o lanar, recelo una no
leve minoración de desfalco de la cierta estrada.
23. Para que no sorprenda esta ilación o proposición, debe suponerse que aquellas especies,
y respectivamente otras, entran al amanecer, o cuando por las mañanas está el tránsito muy
concurrido y embarazado con gentío, recuas, cargas sueltas, e individuos a pie o a caballo, y
que así carneros como cerdos pasan rápidamente a pelotones y brincos, con grande dificultad
de contarlos; y sin escrúpulos creeré se contentan el guarda o guardas con extender en la guía
que forman o refrendan lo que informa [f. 138 v.J el introductor con perjuicio inevitable del
Real Erario, como he confirmado por infinidad de avisos sigilosos de sacerdotes, sin
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restituciones anónimas y expedientes que probaron el tibio esmero, inculpable quizá, o la
malicia recíproca de los dependientes del resguardo de los interesados.
24. Los patos, chichicuilotes se introducen en canoas amontonados, y los computan a
docenas, según el bulto o volumen, por que no bastarían para aquel y otros reconocimientos y
exámenes, aunque se triplicaran los empleados, militando igual paridad en otras entradas de
menudencias, que si son relativas al sustento, suavizan la vigilancia o mueven a disimulo.
25. A quien acrezca de interiores nociones practicas instara acaso la reconvención de que por
que no remedió tal desorden, ejerciendo la judicatura y la superintendencia de él, y más
eficazmente la harían si supieren otros más interesantes por entera falta de constancia o por
que las que haya están con una indistinción o caos inservible a pesar de la claridad que he
procurado se guarde en algunos renglones con tanto trabajo como disgusto mío, por la torpeza
y displicente cumplimiento de los que deben ejecutarlo.
[f. 139 r.] 26. En aquellas y otras tales reflexiones, contestaré limitadamente, que sin los
indispensables subalternos hábiles, celosos y fieles ningún jefe pueda llenar sus intenciones,
por muy importantes que sean al buen servicio de El Rey, o ventaja de sus Reales intereses, y
que no cercándose esta Ciudad, como ordenó su Majestad en el año de 78, será vana la
esperanza de reprimir fraudes en más de cinco leguas a que se extienden las acequias y lo
vadeables que son, aún con agua, si sería suficiente un ejército para resguardar tan dilatada
circunferencia.
27. Esta verdad, con la de las denuncias secretas, y causas judiciales seguidas en mi juzgado,
convencen el forzoso desorden, incuria o lo arduo de atender a todo en la entrada,
afirmándome que en renglones de menor importancia como alimentos o materiales, a lo que
conste introducido, debe según indique aumentarse al menos una cuarta parte no constante.
28. Así me explico por dictármelo la experiencia; pero retrocediendo al problema
cuestionable de la mayor o menor población, ganado lanar, y otros artículos de abasto; y
reproduciendo ignoro, los [f. 139 v.] principios o fundamentos en que se apoye el Padre
Alzate, puede Vuestra Excelencia creer, no es el primero o único que ha graduado los
habitantes de México en mucho más de 111 mil (ni que 156 mil reputados de Madrid) y que
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ni despertó extrañeza e incredibilidad, ni reparo para publicarse con los auspicios de este
Superior Gobierno, solemnes aprobadas y licencias.
29. Tiene Vuestra Excelencia todas estas circunstancias en los dos tomos, tales cuales son, de
Don José Antonio Villaseñor, Contador General que fue de Azogues, impresos aquí el año
de 746, comisionado por el Excelentísimo Virrey Conde de Fuenclara, a consecuencia de Real
Ordenanza de 44 del Rey Felipe Quinto, para trabajar los instrumentos que se entregaron
recogidos diligentemente.
30. Aquél sujeto en el primer volumen de su Theairo mexicano, página 35 refiere
asertivamente, pasan de 50 mil las familias de españoles (patricios europeos) y de 40 mil de
mestizos y otras castas, no incluyendo 8 mil indios avecindados, ni los entrantes ni los
salientes de domicilio foráneo.
31. Conviene discernir y fijarse en el cómputo con imparcial distinción, presuponiendo
algunas [f. 140 r.] advertencias.
32. Será la primera sobre las personas de cada familia, que si es de cinco según estilo legal y
acostumbrado, resultaría una suma tan superabundante como la de 458 mil individuos.
33. Es la segunda que aún no computando cinco ni tampoco cuatro personas, sino
ceñidamente tres por familia, salen 278 mil. no inclusos transeúntes o no domiciliados.
34. Y es la tercera que la población por creencia uniforme de ancianos, y por comprobación
de especulativos no ha disminuido señaladamente en los mismos europeos, ni los repugnan las
remesas de géneros consumibles de Castilla, el incremento del comercio, la multiplicación de
tiendas y otras consideraciones de congruencia, a no contradecirse con algunas sutilezas o
débiles restricciones difíciles de probar, bien que no lo fuera el que realmente se halla más
poblado el reino desde la época de 1746. en los cuarenta y cinco años vencidos, v en un
sentido abstracto o general, sin detenerse en una u otra casta o raza, que puede haber
minorado, o más bien confundídose con las intermedias.
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35. Conforme a lo expuesto es evidente que si [f. 140 v.] Villaseñor se equivocó, participaron
de su irreflexión involuntaria o causal, cuantos superiores favorecieron y permitieron la
impresión que también se permitió por el Rey, calificándola los aprobantes muy
caracterizados y que más o menos perfecta la obra se sirven de ella aún en el Supremo
Consejo de Indias, como norma por no haber hasta hoy dádose a luz otra geografía
eclesiástica o civil de mayor corrección.
36. Dedúcese casi mismo que el Padre Alzate mas circunspecto para cersiorarse en la
actualidad, no adherido inconsideradamente a Villaseñor en las cinco, ni en las cuatro
personas, por familia y que concedidas solas tres multiplicadas por las 90 mil, con la reunión
de los 80 mil indios (que producen el demostrado número de 278 mil) excluidos los no
estables rebajará todavía de 68 a 70 mil individuos si su opinión es de 208 a 209 mil
extendiendo en ellos 92 o 93 mil a Madrid; y verdaderamente extraño, o no alcanzó la causa
de graduar este número y no mayor, si la población de México ha crecido o no aminorado.
37. Puédese sin violencia objetar lo que resulta del nuevo padrón y su leve discrepancia del
que Vuestra excelencia menciona se actuó en [1]765 por disposición del arzobispado; pero
sobre uno y otro explicaré [f. 141 r.] mi ingenuo dictamen.
38. Si el primero se ha ejecutado con prolija puntualidad y tiene algún comprobante por otro
que acaso se hubiese instruido al propio tiempo aunque separadamente coincidiendo ambos
con corta variación, aconseja la prudencia y aquella autenticidad darle preferente crédito, sin
que en manera alguna obste lo estampado con tantos respetos para Villaseñor, ni menos lo
deducido sin ellos por el Padre Alzate, pues en el transcurso de los mismos 45 años desde la
publicación sería doble o yo lo supongo (sin embargo, de la contraria noticia e idea insinuada)
la más decadente población; pero si por lo reconocido intervienen recelos de que hayan
padecidose omisiones o equivocaciones en la molesta o embarazosa diligencia de
empadronar, y falta otra convincente prueba que destruye el cálculo más moderado de Alzate,
que el de Villaseñor no me parece, o por mi no descubro razón poderosa o demostrable para
negarle la que tuvo o se consintió a éste con una exageración tan excedente, y más siquiera se
apoya aquel en mérito dos racionales y admitidos con uniformidad entre los sabios de Europa
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y no singular o precisamente [f. 141 v.] por el único dato de consumos que aunque corrobore
en iguales casos, no sería por si solo bastante para concluir afirmativamente como he dicho.
39. Es también de reflexionar que el diverso artículo de los 450 mil carneros citados en la
gaceta tiene no menos virtual calificación y concibo que excedida, en Villaseñor, porque en
la misma página 35 inserta la expresión de que se consumen 300 mil carneros, exclusos, dice,
los de conventos y los que dimanan de haciendas propias.
40. Si hubiera sido factible o lo fuere en el día verificar cabalmente el importante numeral de
estas entradas y por las que se hacen por vía de regalo, me parece también pasaría no solo de
aquella suma, sino de la de 500 mil y más, si se atiende al desarreglo con que al escribir
Villaseñor y a mi arribo aquí en 774, se abastecían indebidamente de las comunidades muchos
seglares, sobre que han girado ruidosos expedientes, pero basta para decidirse saber hay
veinte y cuatro entre conventos de monjas y colegialas, y veinte y uno de religiosos; un
crecido clero secular, doce hospitales -[Al margen: Real de indios. Jesús Nazareno, San
Andrés, Santísima Trinidad, San Lázaro, San Juan de Dios, San Hipólito, San Antonio Abad,
Tercera orden de San Francisco, Belén, Espíritu Santo, El Salvador, Casa de Mendigos]-,
hospicio de pobres, colegios de estudios, familiares de la casa Arzobispal, la Acordada y otras
fundaciones de recolección que por su instituto [f. 142 r.] naturaleza o gracia especial, gozan
exención, siendo rarísimas las que acuden a salones públicos para su surtimiento.
41. En ellas se comprehende muchedumbre de sirvientes, de familiares o de agregadizos y
connotados que unos con otros aumentan considerablemente el consumo, y no es increíble
sino de una probabilidad que casi forma moral certeza lo causaran todos mayor que el de 150
mil cabezas sobre las 300 mil, aún no incluyendo las que dimanan de ranchos cuyos
propietarios son sujetos principales como el Conde del Valle, Marques de San Miguel, y otros
hacendados que acopian en la cercanías el ganado que necesitan, o el que consignan para
regalar a vecinos de distinción o limosnas; sin que a pesar a lo expresado deje conocer lo
árduo de una calculación exacta al presente, como la confesó Villaseñor , y que no se ha
remediado, ni me prometo se remedie de aquella dudosa o mal arreglada constitución, no
cautelándose de otro modo la del resguardo, no obstante con el año de 80 adeudaron alcabala
329 999 carneros.
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42. Como colijo, querrá Vuestra Excelencia entender mi voto con la lisura o franqueza a que
da margen su genial [f. 142 v.] carácter tan amante de ella, debo reproducir que si bien ignoro
el grado de exactitud o de imperfección del padrón últimamente hecho, me inclino a recelar en
él algún error que jamás puede ni remotamente ser imputable al que lo dispusiese sino al
descuido o ineptitud de los ejecutores, y lo convence el revocarse próxima y continuamente
decretos o providencias donde los monarcas o sus magistrados supremos, fundándose en los
informes más exactos tomados posteriormente.
43. Aquella presunción o conjetura mía, es obvia o no repugnante, si se considera que los
alcaldes de barrio, aptos unos pero torpes otros o por que no mejor decir con indiferencia los
más, nada de extrañar será no hubiesen numerado muchos individuos y me fortifica en tal
sospecha la de que el que concurrió de esta aduana, significó en tono de aburrimiento el
laberinto o arduidad de la averiguación, con las contrariedades o mentiras que hallaba en
cualquier casa si se repetía las preguntas; y advertí no menos que las que hacía en estas
habitaciones fueron rápidas y más para cumplir el interrogatorio [f. 153 r.] que para apurar los
existentes en ella; sin que el eclesiástico que le acompañaba ayudase cosa alguna para la
investigación; y si en lo operado se han descubierto tal vez defectos ya leves o ya de
magnitud, es fundadamente presumible haya habido otros que atraigan descenso crecido en la
numeración.
44. No lo extrañe vuestra excelencia por que se ha sufrido enormisísimo al evacuar semejante
operación en algunas ciudades populosas de Europa, y en más de 150 mil lo que discrepaban
los que calcularon en París no ha muchos años, sin embargo, de haberse encargado a varias
personas con separación y, conservo confusa idea de que a fin de comprobar el
empadronamiento del tribunal de policía, se comisionó para uno distinto a la Facultad de
Medicina, auxiliada de cirujanos, sangradores y barberos, que repartidos en todos los cuarteles
indagaron muy exactamente; otro a profesores y gremios de artes y oficios, cuyas dos listas
individualmente comparadas y corregidas rectificaron o se aproximaron al verdadero
resultado; [f. 143 v.] habiendo corrido por diversa comisión el escrutinio o descubrimiento de
la forastería y de los de incierto o no radicado domicilio; que aquí no dudo exceden a los de
Madrid.
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45. El segundo padrón practicado por la jurisdicción eclesiástica y que comprueba con
proximidad el reciente, según insinúa vuestra excelencia del de colegir sin temeridad
adoleciese de más achaque porque en aquel a mediado la autoridad de vuestra excelencia con
su encargo a los alcaldes; y aunque en el otro obrase la del prelado metropolitano si logró útil
desempeño en la escrupulosidad de sus párrocos no ha trascendido a sus sucesores, pues sé
por mí y es de notoriedad pública que la obligación de empadronar para cumplimiento pascual
de iglesia se desempeña con una indolente precipitación o abandono, que no se creería sino se
palpase, porque en algunos años ni han entrado siquiera en este edificio y lo propio oigo de
infinidad de viviendas; en otros no apuntaron todos los que habitaban, ni han vuelto a recoger
cédulas; y ya se comprende fácilmente el débil crédito que merecen lo defectuoso de tal
[f. 134 r.] matrícula y cuan poco fidedigna es para término comparativo.
46. Se ha difundido una exposición más de lo que pensé y para no hacerla molesta a vuestra
excelencia voy a finalizarla recapitulando o resumiendo que aunque no con fijeza absoluta o
matemática, opino haya más vivientes en México que en Madrid, bien que mucho menos
vecindario de radicación estable; porque allá lo son fuera de la primera y segunda clase, o
jerarquía de nobleza, el mayor número de los que profesan las artes y la esfera de oficios
mecánicos.
47. Acá la mayor parte de ellos y la calidad de jornaleros o peones suele ser de ambulantes o
sin hogar fijo, pernoctando muchos en sitios inciertos o chozas y surtiendo su alimento de
almuercerías, o puestos de vivanderos errantes.
48. Allá la ínfima o más abatida plebe será como una octava parte del todo, y aquí no estoy
distante de asentir a que guarda proporción inversa por que extra de las familias principales
patricias, que no son demasiadas, y de los que componen los cuerpos de tribunales ambos
cleros, colegiales, empleados en Real Hacienda y los [f. 144 v.] dedicados al comercio, el
resto es un enjambre o cúmulo puramente plebeyo; y ya se discierne fácilmente la disparidad
de las dos poblaciones de manera que en la una es más la gente culta o morigerada, y en la
otra la gentualla grosera y desarreglada.
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49. La de allá es innegable, está más concentrada o apiñada, y sus arrabales en un espacio de
mejor configuración y menos extensión, siendo aquí más dispersos e irregulares en ella; y en
el repartimiento de casas más aprovechado generalmente el terreno.
50. La distancia o intervalo desde la extremidad de la calle de Alcalá a la puerta de la Vega o
Segovia; de la de Atocha a las Vistillas, o de la de Santa Bárbara o Foncarreal al Portillo de
Embajadores o puente de Toledo, concibo es mucho menor que aquí desde la garita del
Pulque de San Antonio Abád, que desde el puente de las Guerras de Monserrat, y a los
extremos de Jamaica o Pipis, en los barrios acá tan dilatados o interrumpidos se congregan
con más opresión que allá donde aún la clase última o de mayor infelicidad no podría tolerar
lo apretado o [f. 145 r.] inmundo a que se acomodan aquí.
51. Por lo que dejo manifestado, y con el justo designio de acrisolar la cuestión, ratifico sería
útil publicase el Padre Alzate empresa destinada al intento, las razones con que además de la
de consumos ha calculado los habitantes para examinar y confrontar si las unas destruyen o
corroboran las otras, si es singular en sus reglas, discurriendo nueva o arbitrariamente, o si se
observa las de otros literatos dignamente acreditados en la república de las letras, por que en
este caso no se le debe conceptuar de infundado, ni atribuirle una singularidad caprichosa o
quimérica.
52. Entonces se arriesga a experimentar una merecida y quizá sensible crítica literaria, con
documentos o demostraciones fidedignas; pero a no recomendarse o procederse así, sería
imaginaria o no bien apoyada toda contradicción con que se intente motejar o falsificar sus
averiguaciones.
53. Aquel método es el autorizado por academias o sabios para apurar las verdades,
oponiéndose públicamente según preceptos de buena crítica [f. 145 v.] y rebatiendo las
materias o aciertos sin desestimación de las personas.
54. Al último Rey de Prusia impugnaron en sus mismos dominios varias obras literarias que
publicó a su nombre, quedando en unas convencido por los impugnadores y defendiéndose en
otras por medios científicos.
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55. Acuerdóme que impreso el Paralelo de Luis 14 con Pedro 4o el Zar de Moscovia, en que el
ilustre Feijo, dio la preferencia a éste sobre aquel, apoyándose aún en opiniones de franceses,
se quejó su embajador, que era el conde de Vaugrenant, en audiencia privada de Femando el
6o, entregándole una memoria, a que mandó su Majestad se le respondiera de oficio, que
semejantes asuntos y otros opinables, debían correr mientras no hubiese convencimiento
de absoluta demostración, dejándose a la controversia de los escritores públicos y que el que
produjese argumentos o constancias más sólidas, adquiriéndose más general aprobación sería
más digno de la estimación y ascenso histórico, siempre que se explicase con el decoro y [f.
146 r.] moderación debida ciñéndose objetos lícitos y de que no está prohibido tratar directa o
indirectamente.
56. El padre Masdeu impugna a Clavijero con alusión a las más o menos cultura de España,
cuando cedió al dominio de los cartagineses; y si hubiera hablado de la América, desbarraría o
erraría infinito, por que se halla muy poco examinado este vasto continente, y desde los que
escribieron coetáneos o no muchos después de la conquista, apenas se ha dado paso para
rectificar o adelantar lo que aquellos publicaron, y menos en ciencias naturales quedándose
todo en proyectos o aparatos, como sucedió desgraciadamente con el de la Historia antigua,
preparada y prometida por don Lorenzo Boturini, y consistiendo lo más que ha escrito en
libros de bien poco recomendable utilidad.
57. El mismo padre Clavijero se ha hecho dignamente memorable con su obra, y más
habiéndola trabajado ausente tantos años, y desnudo de proporciones para mayores aciertos y
progresos por lo que sería muy loable auxiliar o promover la publicación de las escasas
reliquias que van [f. 146 v.] quedando de antigüedades de los indios, y puedan ilustrar no
pocos puntos dudosos o ignorados totalmente sobre cuya obscuridad o inedición, llenan los
extranjeros de improperios a los españoles por su incuria, con especialidad en los tiempos
modernos.
58. No soy capaz de empeñarme en apología de materia alguna científica o por que no tenga a
mi corto comprehender la más clara razón, ni el graduar si asiste incontestablemente al Padre
Alzate en sus opiniones, no constándome los fundamentos coincidentes en que las apoye
acerca de los más habitantes de México en comparación de los de Madrid; pero mientras no se
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compruebe demostrativamente el error o la falsedad de ellas e insinuado no disuenan de las
Villas así en gente como en algunos renglones de víveres, y que a no convenciere ha decaído
sumamente esta población desde el año de 46, debe sin disputa deducirse que si se equivoca
Alzate fue no sólo mucho más exagerada la equivocación del otro, sino más de admirar
corriese con tantas autoridades, [f. 147 r.] y que en la misma Corte de Madrid merezca elogios
su contenido, que ojalá se destinaren personas idóneas para rectificarlo, o formar sobre sus
cimientos otra obra que fuese preferible.
59. Con reflexión a ello y a la margen que Vuestra Excelencia se ha servido dispensarme para
oír mi parecer, me tomo la licencia de ampliarlo también con el de que es acreedor el Padre
Alzate a que no se le desaliente en sus tareas que ha dedicado y dedica no a interés personal,
sino a beneficio público, habiendo consumido casi todo un no pequeño patrimonio en viajes, y
experimentos interesantes de ciencias y artes; que con su Gaceta literaria lo prosigue,
granjeándose estimación en España, y aún en reinos extraños de las personas imparciales
y sensatas, pues he visto cartas no vulgares de Madrid, expresando las piden de Italia y
Alemania; que en mi entender no hallará Vuestra Excelencia en México ni menos en las
ciudades externas quien por una infatigable curiosa aplicación, reúna sus conocimientos como
anticuario y como investigador y publicador de las producciones naturales y afecciones
meteorológicas [f. 147 v.] del reino por cuyas circunstancias se han validado de él para luces o
especies no adquiridas por otros aunque posean algunas inconexas y fáciles de salpicarse en
conversación; pero no de discernirse o instruirlas adecuadamente; que mejor que ya sabe
Vuestra Excelencia el honor y satisfacción que induce a cualquier soberano o gobierno, el
proteger o fomentar las mismas ciencias o artes, o a los que las cultivan, y que cuando en sus
asertos yerre o se equivoque algún escritor público, le argüirá otro (según a sucedido con las
diferentes descripciones de Madrid que se han impreso) por una sabia impugnación, o si se
cree alguna cláusula indebida o sustentable de sentido doble o confuso, merecen las demás
útiles noticias que haya comunicado el miramiento o indulgencias de oírle privadamente, o
que se le encargue distinga o modifique su explicación, sino diese prueba suficiente de que ni
ha faltado a la verdad ni se ha equivocado.
60. Esto es lo que me ha ofrecido y que no me produzco con impulso alguno en apoyo del
Padre Alzate, ni otro que el sincero de haber [... Original trunco].
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LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LA CIUDAD DE
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Sonia Pérez Toledo y Herbert s. Klein
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Como parte de los intentos de reorganización de la Colonia novohispana emprendidos
por los Borbones, al finalizar el siglo XVIII la ciudad de México se constituyó en uno de los
escenarios privilegiados de los esfuerzos de reforma de la autoridad real: la sanidad y limpieza
de las calles se sumó a la búsqueda de un mejor orden de policía y administración de justicia1.
La población urbana de la que dan cuenta los escritos de la época estaba constituida por una
amplia y heterogénea mayoría de sectores populares a la cual intentaron controlar y reformar
las autoridades coloniales. Sin embargo, en el espacio urbano los sectores populares convivían
con otros grupos sociales. Entre ellos se establecían diversos tipos de relaciones que, en
conjunto, contribuían a dibujar los múltiples rostros de la capital del Virreinato.
Este ensayo busca delinear algunos aspectos de la sociedad urbana a partir de la
información que se obtiene de una parte del censo de Revillagigedo, que fue levantado entre
1790 y 1793 por orden del Virrey. Para ello, el artículo se ha dividido en tres secciones. La
primera de ellas se ocupa de las características de la ciudad durante el periodo y centra su
atención en el espacio comprendido por los cuarteles menores 1, 20 y 23, sobre los cuales se
ha formado una base de datos. La segunda, analiza el comportamiento demográfico de la
población asentada en dicho espacio así como la distribución étnica en estos tres diferentes y
contrastantes lugares de la capital; y, en la tercera, se estudian algunas características de la
estructura social y ocupacional en dicho espacio.
1. La ciudad de México entre 1780 y 1790
La fundación de la ciudad novohispana al triunfo de los conquistadores, estuvo basada
en los principios de segregación étnica y congregación de la población indígena fuera de los
límites marcados por la primera traza. El área comprendida al interior de ella fue designada, al
menos en teoría, como zona de habitación exclusiva de los españoles. Sin embargo, como han
demostrado diversos estudios, el espacio comprendido por la traza colonial así como el de las
parcialidades de San Juan Tenochtitlán y Santiago Tlatelolco —con sus barrios o campan— se
constituyeron en escenarios de continuos intercambios entre las distintas etnias y grupos
sociales2. La presencia indígena en la traza así como la hispánica en las parcialidades fue una
'En el Antiguo Régimen la noción de "policía" abarcaba un amplio espectro de actividades, las cuales incluían
tareas de administración y gobierno sobre el espacio y la población. Al respecto véase Joaquín Escriche,
Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia / Edición notablemente corregida y aumentada con
nuevos artículos, notas y adiciones sobre el derecho americano, Bogotá: Temis, 1987.
-Sobre el tema pueden verse Edmundo O'Gorman. "Reflexiones sobre la distribución urbana colonial de la
Ciudad de México", en Boletín del Archivo General de la Nación, 9:4 (octubre-diciembre), 1938 pp. 787-
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de las quejas constantes de las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes a lo largo de más dos
siglos no pocas ocasiones pugnaron por limitar esos intercambios aduciendo los males y
defectos que resultaban del contacto entre estos grupos. Asimismo, en correspondencia con el
principio de segregación, la división eclesiástica del territorio también asignó parroquias para
indios y parroquias para españoles, pero esta división tampoco limitó el intercambio, pues
"muchos indígenas vivían en territorio de las parroquias españolas"3. Todo lo cual contribuyó
a que durante el siglo XVIII se insistiera en la necesidad de ordenar la ciudad y a su población.
Los proyectos de reorganización de los habitantes de la ciudad y del espacio urbano en
el siglo XVIII se inscriben dentro del amplio marco de reformas emprendidas por los
Borbones en dicho siglo, y deben verse como parte del esfuerzo regulador y de modernización
administrativa que emprendieron los funcionarios coloniales de la nueva casa reinante4. Por lo
menos desde la década de los años cincuenta de este siglo, se tomaron medidas para dividir la
ciudad en cuarteles o jurisdicciones territoriales pequeñas que hicieran posible una mejor
administración de justicia y gobierno. En 1753, por orden del primer conde de Revillagigedo,
se levantó un padrón de población y se dispuso la división de la ciudad en 7 cuarteles: cuatro
815; Charles, Gibson, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810. México: Siglo XXI, 1991;
Andrés Lira, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, Tenochtitlán y Tlatelolco, sus pueblos
y sus barrios, 1812-1919. México: El Colegio de México, 1983, entre otros; y más recientemente,
Marcela Dávalos, "La traza: origen mítico de nuestra ciudad", en Historias, 27 (octubre-marzo), 1992,
pp. 57-61. y "Parroquia, barrio y feligresía. Ciudad de México a finales de la colonia", en Sonia Pérez
Toledo, René Elizalde y Luis Pérez Cruz, eds., Las ciudades y sus estructuras. Población, espacio y
cultura en México, siglos XVIII y XIX. México: Universidad Autónoma de Tlaxcala-Universidad
Autónoma Metropolitana Iztapalapa, 1999, pp. 109-116; Isabel Estrada Torres, "Fronteras imaginarias en
la ciudad de México: Parcialidades indígenas y traza española en el siglo XVIIIen Sonia Pérez Toledo,
René Elizalde y Luis Pérez Cruz eds., Las ciudades y sus estructuras...op. cit., 1999, pp. 93-108 y
Natalia Silva Prada, "La política de una rebelión: Los indígenas frente al tumulto de 1692 en la ciudad de
México", México: El Colegio de México (Tesis doctoral), 2000. 3En 1772 se realizó una reforma de la división parroquial que eliminó la diferencia entre las parroquias
indígenas y las españolas, creándose 14 parroquias conforme a un criterio territorial. Andrés Lira,
Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, Tenochtitlán y Tlatelolco, sus pueblos y sus barrios,
1812-1919. op. cit., pp. 31-35. Ver también Roberto Moreno de los Arcos, Un eclesiástico criollo frente al
estado Borbón. Discurso. México, Universidad Nacional Autónoma de México. 1981.
"Véase Horst Pietschmann, Las reformas borbónicas y el sistema de intendencias en Nueva España. Un estudio
político administrativo. México: Fondo de Cultura Económica, 1996; Josefina Vázquez, coord..
Interpretaciones del siglo XVIII mexicano. El impacto de las Reformas Borbónicas. México, Nueva Imagen,
1992. Para un análisis más amplio acerca de la concepción que tenían los ilustrados sobre la ciudad y de las
medidas para sanearla véanse, entre otros: Sonia Lombardo. "Ideas y proyectos urbanísticos de la ciudad de
México, 1788-1850", en Alejandra Moreno Toscano (ed.) Ciudad de México: ensayo de construcción de una
historia, México: SEP- INAH, 1978, pp. 169-188; Dávalos, Marcela. 1989 De basura, inmundicias x
movimiento o de cómo se limpiaba la ciudad de México a finales del siglo XVIII, México: Cienfuegos. Regina
Hernández Franyuti, Ignacio de Costera. Arquitecto y urbanista de la ciudad de México, 1777-1811. México:
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1997.
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cuarteles centrales claramente definidos y tres periféricos, los cuales se superpusieron a las
jurisdicciones parroquiales \
Más tarde, durante los últimos años del gobierno del virrey Martín de Mayorga se
comisionó al oidor Ladrón de Guevara para que hiciera una nueva división de la ciudad, el
resultado de los trabajos del Oidor fue aprobado en 1782 y la real cédula que confirmó las
ordenanzas de la ciudad fue expedida cuatro años después. Para este momento, tal como
quedó establecido en las ordenanzas, el espacio comprendido por la ciudad quedó dividido en
ocho cuarteles mayores, cada uno de los cuales estaba formado por cuatro cuarteles menores6.
Los 5 primeros cuarteles mayores quedaron a cargo de los Alcaldes de Corte que integraban la
Sala del Crimen, mientras que los otros 3 correspondían al Corregidor y Alcaldes ordinarios.
Sin embargo, además de los alcaldes de cuartel con jurisdicción civil y criminal, las
Ordenanzas establecieron el nombramiento de un "alcalde de barrio" para cada uno de los
cuarteles menores. El cargo de alcalde de barrio, con atribuciones de administración y policía,
fue encomendado a un vecino escogido de entre los habitantes del mismo barrio que, a
propuesta del alcalde de cuartel, era designado por el virrey.
De acuerdo con esta división, los cuarteles menores 1, 20 y 23— los cuales constituyen
la base de nuestro estudio— formaban parte de los cuarteles mayores I, V y VI
respectivamente; los dos primeros bajo la jurisdicción de alcaldes de la Sala del Crimen y, el
último, a cargo del Corregidor. Tal y como se indicó en las Ordenanzas y de acuerdo con el
mapa dibujado por Manuel Villanueva, el cuartel menor 1 comprendía parte del área central de
la ciudad, limitado por las actuales calles de Brasil al oriente, Perú al norte, Allende al
poniente y Francisco I. Madero al sur; dentro de éste se encontraban las plazas de Santo
Domingo y de la Cruz del Factor, las casas principales de los marqueses del Valle, la
Alcaicería y los monasterios de Santo Domingo y Santa Clara, así como la iglesia del Oratorio
o Casa de la Profesa.
5Manuel Baéz Marías, "Planos y censos de la ciudad de México, 1753", en Boletín del Archivo General de la
Nación, VII: 1-2, 1967, pp. 209-484 y "Ordenanzas para el establecimiento de alcaldes de barrio en la Nueva
España. Ciudad de México y San Luis Potosí", en Boletín del Archivo General de la Nación, X: 1-2, 1969.
pp. 51-125.
^ "Bando del virrey Martín de Mayorga en el que divide la ciudad...", en Agn, Impresos Oficiales, vol. XIII,
exp. 16, ff. 61-63. Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo. Los artesanos de la ciudad de México, 1780-
1853. México: El Colegio de México-Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa. 1996, p. 32.
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Por su parte, el cuartel 20 estaba ubicado al extremo suroriente de la ciudad y se
conformaba por un espacio cuya irregularidad contrastaba significativamente con el cuartel
menor 1, ya que no sólo se encontraba fuera de la antigua traza española sino que formaba
parte de la parcialidad de San Juan Tenochtitlán y, probablemente, una parte del cuartel
correspondía al barrio de Temazcaltitlan. El espacio urbano que abarcaba el cuartel 20 era.
según Báez Macías, una de las zonas más despobladas y estuvo constituida por un "rectángulo
casi imaginario, trazado al norte por una línea que unía la Plazuela de la Palma
con el albarradón de San Lázaro; al sur por una acequia que corría desde el Puente Blanca del
Albarradón, hacia el Puente de San Antonio Abad, pasando a un lado de Santo Tomás;
al oriente por el albarradón y, al poniente, por la línea que unía a la Capilla de la Palma con el
Cementerio de Santo Tomás"7.
Finalmente, el cuartel menor 23, localizado al norte de la Alameda, se encontraba
también fuera de la antigua traza y formaba parte del barrio de Iztacalecan de la Parcialidad de
San Juan. Este cuartel comprendía hacia el poniente "hasta la última Capilla del Calvario
(aproximadamente en el cruce de Reforma y Av. Hidalgo), para doblar al norte por un costado
de San Hipólito (Zarco) hasta la acequia de Santo Domingo", la cual seguía la acequia al
oriente hasta la esquina de Jonalapa (las actuales calles de San Juan de Dios y Obispo),
recorriendo de ahí, en dirección al sur, el callejón de San Juan de Dios hasta llegar
nuevamente a la Alameda. En este cuartel se encontraban las iglesias de San Juan de Dios, San
Diego y San Hipólito Mártir, quien era el santo patrón de la ciudad8. (Véase mapa 2 división
de cuarteles: Villaseñor).
De acuerdo con la nueva división parroquial establecida en 1772, el cuartel menor 1
estaba adscrito a la parroquia del Sagrario y podemos considerarlo —como lo veremos más
adelante— como una zona de tradicional asiento de población blanca. En tanto que los
cuarteles menores 20 y 23 correspondían a las parroquias de Santa Veracruz y Santo Tomás la
Palma respectivamente, y contaban con más población indígena y mestiza que el cuartel 1;
aunque, como hemos indicado antes y como lo muestra la información obtenida del censo de
Revillagigedo de la que nos ocupamos en la segunda parte de este ensayo, efectivamente en la
ciudad siempre existió un continuo intercambio de grupos étnicos.
7Eduardo Báez, "Planos y censos de la ciudad de México, 1753, primera parte", op. cit., México, Archivo
General de la Nación 1969, pp. 65-66. 8Manuel Báez Macías, "Ordenanzas para el establecimiento de alcaldes..." op. cit., p. 66.
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En 1790, por orden del virrey de la Nueva España, el segundo conde de Revillagigedo,
se procedió a contar a la población del Virreinato. De acuerdo con la orden expedida el 3 de
enero de ese año, se intentaba conocer con "exactitud, expresión y claridad" el número de
habitantes, su calidad y estado, entre otras cosas9. Como resultado de esta empresa, la cual
involucró a un gran número de personas entre las que figuraron los alcaldes de cuartel y de
barrio, los habitantes de la ciudad de México fueron empadronados al igual que los de toda la
Nueva España. Sin embargo, desde la década de 1790 contemporáneos como José Antonio
Alzate Ramírez cuestionaron la empresa y los resultados del censo10, iniciándose desde ese
momento una polémica sobre la exactitud, los errores y problemas del conteo y la información
que arrojó el empadronamiento. A pesar de que esta discusión ha trascendido prácticamente
hasta nuestros días, los datos sobre la población del virreinato que se obtienen de los
resúmenes del censo de Revillagigedo han sido utilizados con frecuencia como un indicador
general del crecimiento de la población durante el siglo XVIII y, para el caso de la ciudad de
México, también como un punto de partida para explicar la evolución demográfica durante
este y el siguiente siglo". Respecto de la información sobre la ciudad, si bien es cierto que los
resúmenes del censo son los más conocidos, hasta hace poco tiempo fueron localizados
algunos de los padrones correspondientes a 11 de los 32 cuarteles menores en que, como se
indicó arriba, se encontraba dividido el espacio urbano. A partir de la información contenida
en los documentos correspondientes a los cuarteles menores 1, 20 y 23 se formó una base de
datos que constituye una muestra significativa de tres diferentes y contrastantes áreas de la
9Hugo Castro Aranda, Primer censo de población de la Nueva España. Censo de Revillagigedo "un censo
condenado". México: Secretaría de Programación y Presupuesto, 1977 y Manuel Miño, "El censo de la
ciudad de México de 1790", en Historia Mexicana, XLI: 4 (164) (abril-junio), 1992, p. 666.
'"José Antonio Alzate inició la polémica sobre la exactitud del censo en las Gacetas de literatura de México.
Para un análisis amplio sobre el censo véase en este volumen el trabajo de Manuel Miño.
"Cf. entre otros: Alejandro de Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España. México: Edit.
Por rúa, 1984; Fernando Navarro y Noriega, "Memorias sobre la población del Reino de la Nueva España",
en Boletín de la Sociedad de Geografía y Estadísticas, 2a serie 1, 1981, pp. 281-291; Sherburne F. Cook,
"La población de México en 1793", en Elsa Malvido, y Miguel Ángel Cuenya, comps. Demografía
histórica de México: siglos XVI-XIX. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-
Universidad Autónoma Metropolitana, «Antologías Universitarias», 1993, pp. 141-159; Enrique Florescano e
Isabel Sánchez Gil, Descripciones económicas generales de Nueva España, 1784-1817. México: SEP-INAH,
1976; Victoria Lerner, "Consideraciones de la población de la Nueva España (1793-1810), según Humboldt y
Navarro y Noriega", en Historia Mexicana, XVII: 3 (67) (enero-marzo), 1968, pp. 327-348; Silvia Arrom,
Las mujeres en la ciudad de México, ¡790-1857. México, Siglo XXI. Editores, 1988; Pérez Toledo Sonia y
Herbert S. Klein, 1996 "La estructura social en la ciudad de México en 1842", en Blázquez Domínguez,
Contreras Cruz y Pérez Toledo, pp 251-276.
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ciudad al finalizar el periodo colonial, el análisis de esta muestra es la base analítica de este
ensayo y a ella están dedicadas las siguientes páginas12.
Los padrones correspondientes a los cuarteles menores 1, 20 y 23 aportan información
para un total de 13 778 individuos, los datos contenidos en la fuente ofrecen múltiples
posibilidades de análisis a pesar de que no siempre se cuenta con toda la información que se
quisiera para todos y cada uno de los habitantes listados en la documentación; no obstante, los
resultados del análisis de los datos contenidos en ella son un buen indicador para explicar,
entre otras cosas, algunas de las características demográficas y la composición étnica de la
población avecindada en estos tres espacios, así como las particularidades y contrastes que al
respecto se pueden vislumbrar en estas tres diferentes áreas de la capital del virreinato.
2. La población de la ciudad en 1790, análisis de una muestra.
Como hemos indicado en la primera parte de este ensayo, las zonas que analizamos
contrastan por su ubicación así como por las características físicas del espacio, los tipos de
construcción y servicios que encontramos en cada una de ellas. Estas diferencias si bien
obedecen al crecimiento que experimentó el espacio urbano más allá de la antigua traza
española durante el periodo colonial, también guardan estrecha relación con los grupos
sociales que se asentaron en ellas que, en conjunto, contribuyeron a darle forma. En términos
demográficos, el análisis del tamaño y la composición étnica de la población avecindada en
cada una de ellas es un primer indicador que hace evidente no sólo el proceso de expansión
urbana, sino las diferencias sociales que existían en estas tres zonas.
En este sentido, los datos de la población del cuartel menor 1 confirman que la zona
central de la ciudad contaba con un mayor número de habitantes y una mayor densidad de
población respecto de las zonas o cuarteles periféricos. Si bien esta afirmación puede resultar
obvia, los datos de los padrones proporcionan mayor certidumbre, pues al comparar el tamaño
de la población del cuartel 1 con la de los cuarteles 20 y 23 vemos que el número de habitantes
'-Los documentos con la información sobre estos cuarteles son: "Resumen general de individuos comprendidos
en el Cuartel n° 1 de la ciudad de Mélico". "Padrón del cuartel n° 20. 1790" y "Padrón del cuartel n° 23".
en Ahem, Ciudad de México, vol. 1, exp. 2, vol. 4. exp. 6 y vol. 4. exp. 9. respectivamente. Esta
documentación fue localizada por Manuel Miño Grijalva quien coordinó la elaboración de la base de datos
sobre la cual hemos trabajado en la codificación, procesamiento y análisis.
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de estos dos últimos cuarteles apenas se acerca a una cuarta parte de la que encontramos en el
primero13.
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR SEXO PARA CUADRO 1
CADA CUARTEL MENOR
INDICE DE CUARTEL HOMBRES MUJERES TOTAL %
MASCULINIDAD
I 3 717 5 203 8 920 67% 7)
20 1068 1110 2 178 16% 96
23 1129 1160 2 289 17% 97
TOTAL 5 914 7 473 13 387 100% 79
Fuente: Elaborado a partir de los padrones de 1790.
Como se puede apreciar en el cuadro 1, sobre el número total de 13 778 individuos que
arrojaron los padrones se conoce la distribución por sexo de una amplia mayoría, poco más del
97 por ciento. Tal v como se puede observar, en la parte central de la ciudad que corresponde
al cuartel menor 1, de cerca de nueve mil individuos el 58.3 % estaba formado por mujeres, es
decir, hay un mayor predominio femenino en la zona central, en tanto que en los dos cuarteles
de la periferia que estamos analizando encontramos un mayor equilibrio entre hombres y
mujeres. En este aspecto cabe señalar que, no obstante que existen diferencias en la
distribución sexual en estos cuarteles, la ciudad de México de finales del siglo XVIII muestra
patrones normales de distribución por sexo respecto de los que se han observado para otras
ciudades latinoamericanas, además de que, en términos generales, éstos concuerdan con la
evolución demográfica de la ciudad durante el siglo XIX14.
I3E1 total de habitantes del cuartel menor 20 corresponde al 24.4 % de la población del cuartel menor 1,
mientras que el total del cuartel 23 corresponde al 25.6% del cuartel 1. Probablemente, si se analizan estos
datos desde otras perspectivas los investigadores interesados en el tema podrían encontrar algunas respuestas
acerca de los patrones de asentamiento. I4A1 comparar la distribución sexual de estos cuarteles en 1790 con la de 1811 y 1842 encontramos algunas
variaciones, pues mientras en 1790 en promedio la proporción de mujeres de los tres cuarteles alcanza el
53.3%, en 1811 y en 1842 se observa un mayor número de mujeres en este espacio, el promedio para estos
años es de un poco más del 55 por ciento. Entre las diferencias destaca que para 1842 el cuartel menor 23
reporta 61.3% de población femenina cuando en 1790 el porcentaje es de 50.6. La diferencia entre un año y
otro podría tener explicaciones diversas, tales como: la calidad de la información para cada uno de los
momentos, cambios en el comportamiento propiamente demográfico o en los patrones de asentamiento, entre
otras cosas. Sin embargo, por el momento sólo nos limitamos a apuntar estas variaciones dado que un análisis
más amplio rebasa los límites y objetivos de este ensayo. Para los años de 1811 y 1842 véanse Silvia Arrom,
Las Mujeres en la ciudad de México...op. cit., 1988; Herbert Klein, "La estructura demográfica de la ciudad
de México en 1811: un estudio preliminar", en Entorno Urbano. Revista de Historia, 1 (julio-diciembre).
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Si bien es cierto que la edad de los habitantes registrada en los censos de la época no
siempre es exacta, los datos sobre distribución por edad de la población que obtenemos para
1790 constituyen indicadores confiables para delinear características generales. A partir del
análisis de la edad de los individuos de estos cuarteles, sabemos que las personas que residían
en ellos tenían una edad promedio superior a la que normalmente se ha encontrado para el
periodo colonial. El promedio de edad de las 13 175 personas sobre las cuales se conoce la
edad era de 25.9 años.
Tal y como lo esperábamos, entre los españoles encontramos una edad promedio
superior a la que se obtiene para el conjunto de la población de estos tres cuarteles, aunque las
diferencias de promedio de edad entre la población blanca y los indígenas y las castas no
resulta extremadamente considerable, ya que para la primera se obtiene un promedio de 29.7
años, en tanto que el de las castas es de 28.5 y el de los indígenas 27.9 años. Si bien en todos
los casos el promedio de edad es superior al que podría esperarse en una población colonial
con una alta tasa de mortalidad (la cual impactaba con mayor fuerza a los niños) y aun
aceptando la idea de que en el censo existiera un subregistro de población infantil, no resulta
sorprendente que incluso entre los indígenas y las castas el promedio de edad rebase los 20
años, ya que la ciudad de México atraía un número importante de migrantes, en su mayoría
hombres y mujeres jóvenes en edad de trabajar, los cuales se trasladaban a la capital en busca
de un empleo y mejores condiciones vida.
Gráfico I: PIRAMIDE DE EDAD ( II DAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1,20,23
(11=13,163) edad
70 65 fifi 55 50 45 40
W 25 20 /5 ¡O
8
Hnmhrvs A futcrcs
1995, pp. 1-30; Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad..." op. cit. y Sonia
Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit.
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Lo anterior se puede apreciar en la gráfica 1, en la que se muestra que la mayor parte de los
hombres y mujeres de los tres cuarteles menores se concentra entre los 15 y 35 años. Sin
embargo, conviene señalar que encontramos diferencias en la distribución por edad en cada
uno de los cuarteles (véanse gráficas 2, 3 y 4) pues, a pesar de que en todos ellos
efectivamente predomina la población entre este rango de edad, en el cuartel 20 se aprecia una
mayor proporción de población infantil respecto de la de los otros dos cuarteles de la ciudad15.
Gráfico 2: PIRAMIDE DE EDAD C ll DAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1
(n=8,755)
1 i
'""'i
1
864202468
Hombres Mn/crcs
Gráfico 3: PIRAMIDE DE EDAD CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 20
(n=2,177) edad
8 6 4 2 0 2 4 6 8
Hambres Mujeres
l5La información del censo de 1811 muestra básicamente la misma estructura de edad y sexo en los cuarteles 1
y 23 que la que obtenemos para 1790.
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Gráfico 4: PIRAMIDE DE EDAD CII DAD DE MÉXICO, I790,Cl'ARTEL23
(n=2,071)
8642 02468
Htmhrvs Mujeres
Como era de esperarse, el análisis de la composición étnica de la población en estas
tres áreas de la ciudad de México muestra también diferencias. Del total de individuos listados
en los padrones, se conoce la calidad étnica de un poco más del 70 % de ellos y, tal y como se
observa en el cuadro 2, encontramos una mayor proporción de población blanca en el cuartel
ubicado dentro de la traza española. En esta zona, como probablemente también en algunos
otros cuarteles menores centrales de la urbe, los blancos constituyen más del 60 %; sin
embargo, como se desprende de la información de este cuadro, en el cuartel menor 23 ubicado
al norte de la Alameda los blancos formaban poco más de la mitad de los residentes16. Estos
dos cuarteles contrastan de forma significativa con la zona suroriente de la ciudad que, aunque
al igual que el cuartel 23 se encontraba fuera de la antigua traza, contaba con una población
formada mayoritariamente por indígenas y castas, las cuales en conjunto alcanzan poco más
del 80 por ciento17. (Véase cuadro 2).
lhA pesar de que entre 1790 y 1811 transcurrieron más de 20 años y de que los años previos al inicio de las
guerras que llevaron a la Independencia condujeron a una mayor migración hacia la ciudad de Mótico, para
este último año la información con la que contamos para los cuarteles menores 1 y 23 muestra patrones de
residencia prácticamente iguales a los de 1790. Al respecto véanse las gráficas y cuadros comparativos del
apéndice y Herbert Klein, "La estructura demográfica de la ciudad..." op. cit. Sobre migración a la ciudad
véase Carlos Aguirre Anaya y Alejandra Moreno Toscano, "Migrations to Mexico City in the Nineteenth
Century", en Journal of Interamerican Studies and World Affairs, num. 17: 1 (febrero), 1975; John E. Kicza,
Migration to Mayor Metropolis in Colonial Mexico. A Paper for the 1986 Syracuse University Symposium on
Migration in Colonial Latin America, 1986 y Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad de México...op. cit. l7La proporción de blancos para los cuarteles menores 1, 20 y 23 es 63.0, 19.7 v 51.2 por ciento
respectivamente.
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CALIDAD DE LA POBLACIÓN POR CUARTEL MENOR CUADRO 2
PORCENTAJE
CUARTEL BLANCOS INDÍGENAS CASTAS TOTAL DE POBLACIÓN
NO BLANCA
1 4 796 1179 1633 7 608 37
20 119 322 164 605 80
23 777 321 419 1517 49
TOTAL 5 692 1 822 2 216 9 730 42
Fuente: Elaborado a partir de los padrones de 1790.
Sin embargo, vale la pena destacar que comparativamente el cuartel 20 contaba con un
número mayor de indígenas no sólo frente a la población blanca sino, incluso, respecto de las
castas. En este sentido, la información acerca de las castas para cada uno de los tres cuarteles
contenida en el cuadro 2 sugiere la existencia de un patrón de asentamiento mayoritariamente
indígena en la zona oriente de la ciudad, por lo que es bastante probable que a pesar de que en
espacios como el del cuartel 20 convivieron diferentes grupos étnicos, la política de
segregación y la existencia de redes y tradiciones indígenas incidieron en la conformación de
barrios que, en términos generales, eran propiamente indígenas18.
Ahora bien, al analizar la distribución sexual de los grupos étnicos en los tres cuarteles
encontramos algunas otras particularidades. Por ejemplo, en el cuartel menor 1 observamos un
mayor desequilibrio entre los hombres y mujeres que formaban parte de las castas que el que
encontramos para los cuarteles de la periferia. En este cuartel, las mujeres de este grupo suman
1 037 y los hombres 596; es decir, alcanzan el 64 %. En contraste, en los cuarteles 20 y 23 las
mujeres de las castas representan prácticamente el 56 %, con un total de 93 mujeres y 73
hombres en el primero y 234 y 185 en el segundo. Por su parte, la distribución sexual de la
población indígena en los tres cuarteles también muestra diferencias, ya que mientras en los
cuarteles 1 y 20 las indígenas representan casi el 62 y el 61 por ciento, sorprendentemente en
el cuartel 23 se observa un mayor equilibrio entre la población indígena, pues las mujeres
constituyen el 50%. Finalmente, en cuanto a la población blanca encontramos que el
porcentaje de mujeres en el cuartel central es cercano a los 56 puntos, en tanto que en los dos
cuarteles periféricos el número de mujeres corresponde al 52 por ciento.
i8Lo cual es lógico si recordamos que, como se indicó en la primera parte de este ensayo, el cuartel 20 formaba
parte de la Parcialidad de San Juan Tenochtitlan.
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Si bien es cierto que nuestro análisis no incluye al total de la población de la ciudad, a
partir de los datos anteriores resulta lógico pensar que el desequilibrio sexual entre las castas y
los indígenas que encontramos en el cuartel de la zona del centro obedece, entre otras cosas, a
que esta parte de la ciudad constituía para las mujeres pobres un espacio de trabajo,
particularmente en el rubro del servicio doméstico.
A pesar de que no en todos los casos de las personas sobre las que se conoce la calidad
étnica contamos con la información sobre la edad, el análisis de estas dos variables nos
permite delinear algunas características para un total de cerca de 9 000 personas, lo que de
hecho constituye una muestra significativa. El análisis de las hojas de los padrones y de la
información de la base de datos nos indica en primer término que no se registró la edad
de la mayor parte de la población infantil, la cual representaba por lo menos un tercio de
la población empadronada en 1790 en estos cuarteles. En segundo lugar, como se puede
apreciar en las gráficas 5, 6 y 7, encontramos claras diferencias en el índice de masculinidad
de cada uno de los grupos étnicos, pues mientras que en la población blanca
de los tres cuarteles el índice es de 80 hombres por cada 100 mujeres, la de los indígenas y las
castas es de 68 y 62 respectivamente; aunque, como apuntamos anteriormente, en todos los
casos predominan las mujeres19. Por supuesto, no resulta sorprendente que la población blanca
registre más hombres por cada 100 mujeres pues, como sabemos, la migración española a
América era fundamentalmente masculina, y, aunque no podemos perder de vista que la
información que analizamos no comprende a toda la población, este dato podría explicarse
justamente en el hecho de que la ciudad de México en tanto capital del virreinato concentraba
un alto número de peninsulares y también de criollos, pues la ciudad representaba para éstos la
posibilidad de encontrar una ocupación de mayor prestigio y, por ende, una expectativa de
ascenso social20.
Ahora bien, respecto de los otros dos grupos étnicos hay que señalar que aun
considerando un subregistro masculino en el censo de 1790, particularmente en el caso de la
l9En el censo de 1811 y en el Padrón de 1842 también encontramos un mayor número de mujeres en los tres
cuarteles menores que estamos examinando. Para el primer año. del total de población contabilizada en los
cuarteles había menos de 80 hombres por cada 100 mujeres. Sin embargo, en 1790 como en 1811 se observa
que en los cuarteles 20 y 23 la proporción de hombres por cada 100 mujeres es menor a 70. Sobre el Padrón
de 1842 ver Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad ..." op. cit. 20Clara E. Lida, Inmigración y exilio. Reflexiones sobre el caso español. México: Siglo XXI-E1 Colegio de
México, 1997 y Sonia Pérez Toledo, en "los españoles en la ciudad de México Durante el segundo imperio".
Lida, Clara E. Coord., 1999: España y el imperio de Maximiliano. México: El Colegio de México.
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población indígena por el pago del tributo21, esta diferencia podría explicarse —como lo ha
señalado acertadamente Silvia Arrom— por la existencia de una alta tasa de migración
femenina a la ciudad de México, cuyo contingente mayoritario estaba formado por mujeres
pobres en edad de trabajar22. Todo lo cual explicaría los diferentes índices de masculinidad
que aparecen en las gráficas 5, 6 y 7.
edad
Gráfico 5: EDAD DE BLANCOS CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1,20 y 23
(11=5,637)
2 0 2
Hambres Mujeres
edad
10
Gráfico 6: EDAD DE INDIOS CU DAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1, 20 y 23
(11=1,814)
2 0 2 4
Hambres Mujeres
10
2'Andrés Lira, Comunidades indigenas frente a la ciudad de Mécico...op. cit.
"Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad ...op. cit., pp. 129-137.
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edad
Gráfico 7: EDAD DE ( ASTAS CIUDAD DE MÉXICO. 1790, CUARTEL 20 y 23
(n=2,204)
A diferencia del amplio número de la población sobre la que se conoce el sexo y la calidad
étnica, la información disponible acerca del estado matrimonial de las personas listadas en
estos tres cuarteles es muy reducida. Con todo, el análisis de esta variable resulta importante
aun cuando nuestro universo de análisis apenas corresponde a un poco más del 27% del total
de la población.
ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN CUADRO 3
ADULTA POR SEXO"
CUARTELES 1,20 Y 23
HOMBRES MUJERES ESTADO
Total % Total %
Solteros 2 324 49 3 116 47
Casados 2 179 45 2 231 34
Viudos 277 6 1 271 19
TOTAL 4 780 100 6 618 100
a Sólo incluye la población mayor de 14 años.
Considerando sólo a la población de más de 14 años, como se observa en el cuadro 3,
encontramos que el número de hombres casados respecto de las mujeres de la misma categoría
es menor, mientras que las mujeres viudas constituyen, con mucho, una proporción mayor que
la de los viudos. Al examinar los patrones matrimoniales resulta claro que una amplia mayoría
de las mujeres permanecía soltera, lo cual podría indicar una tasa de matrimonio baja, pues al
analizar por separado la información para los tres cuarteles igualmente encontramos un mayor
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predominio de mujeres solteras y viudas respecto al número de casadas y también en
comparación con el de los hombres de esta categoría para cada uno de los cuarteles.
Sin embargo, no podemos perder de vista que las categorías sobre el estado de la
población no informan acerca de las relaciones consensúales que, como sabemos, estaban muy
difundidas; además de que, por otra parte, es bastante seguro que el porcentaje de mujeres
viudas incluye a madres solteras23. Finalmente, queremos señalar que las mujeres solteras no
están sobre representadas en nuestra muestra por un alto número de monjas, ya que al analizar
las actividades de la población de estos tres cuarteles, sólo encontramos un reducido número
de religiosas24.
No obstante, considerando sólo a la población adulta de ambos sexos (véase la
gráfica 8) obtenemos una edad promedio al primer matrimonio de 30.4 años para los hombres
y de 22.8 para las mujeres, lo cual representa una diferencia sorprendente de 7.6 años entre los
hombres y las mujeres2\
Gráfico 8: Estado Civil por Sexo y Edad, Población Total
Ciudad de México, 1790, Cuarteles 1, 20 y 23
mujeres hombres
0-4
S-9
10-14 —
■ Solteras
I Casadas
D Viudas
iÉ Solteros
I Casados
O Viudos
100
"Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad ...op.cit. pp. 137-143. 24E1 total de religiosas de "la Profesa" es de 108 y creemos que, a pesar de que a la gran mayorí a de las
mujeres no se les consignó oficio, es prácticamente seguro que los datos que obtenemos sobre la población
femenina que optó por la vida conventual en estos tres cuarteles es confiable. 25Para el cálculo de la edad media al primer matrimonio se utilizó la metodología proporcionada por J. H.
Hajnal, "Age at Marriage and Proportions Marrying", en Population Studies, 1953, pp. 111-136. La edad
promedio al primer matrimonio de las mujeres obtenida por Silvia Arrom a partir de una muestra del censo de
1811 es de 22.7, cifra prácticamente idéntica a la que obtenemos para 1790; sin embargo, la edad promedio al
primer matrimonio de los hombres encontrada por ella en 1811 es de 24.2, edad sustancialmente inferior a la
que obtenemos. Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad... op. cit., p. 144.
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Ahora bien, como hemos señalado anteriormente, la capital novohispana atraía a una
considerable población de otras regiones del virreinato. Afortunadamente, los padrones que
analizamos proporcionan datos acerca del origen de la población avecindada en estas zonas de
la ciudad, lo cual nos permite presentar algunas consideraciones sobre los movimientos
migratorios.
Del total de individuos listados en la fuente, se conoce el lugar de origen de casi el
70% de ellos (véase el cuadro 4)26. Tal y como se puede observar a partir de las gráficas 9 y
10, los hombres y mujeres nacidos en la ciudad constituían el 61% y los migrantes el 39. La
proporción de migrantes frente a los nacidos en la ciudad que obtenemos en estos cuarteles es
muy cercana a la que encontramos al analizar a toda la población en 1842. Lo cual indica la
consistencia de la muestra censal que analizamos pues, a pesar de que a mediados del siglo
XIX obtenemos un número mayor de habitantes que no habían nacido en la capital
(43.9 %), no podemos perder de vista que probablemente en 1790 otros cuarteles menores
albergaran a un mayor número de migrantes; además de que, por otra parte, hay que recordar
que en las siguientes décadas la ciudad de México recibió a más migrantes como resultado de
las guerras que llevaron a la Independencia27.
Asimismo, estas gráficas muestran una mayor migración de mujeres respecto de la
población masculina de la misma categoría, lo cual concuerda con los datos que obtuvo Silvia
Arrom al estudiar a las mujeres de la ciudad de México en 181128. Sin embargo, queremos
subrayar que, al igual que las mujeres, una parte mayoritaria de los varones migrantes a la urbe
estaba formada por individuos en edad productiva. Es decir, se trata fundamentalmente de
26Los padrones aportan información sobre el origen de 7 625 personas. En la fuente aparecen más de 500
distintos lugares de origen que hemos localizado y agrupado por estado a partir de la consulta de trabajos de
geografía y cartografía histórica, así como la consulta simultánea de guías y mapas contemporáneos, tales
como: Peter Gerhard, Geografía Histórica de la Nueva España, 1519-1821. México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1986; Francisco de Solano, Relaciones geográficas del Arzobispado de México. 1743.
Madrid: Consejo Superior de Investigación Científica, 1988; Antonio García Cubas, Cuadro geográfico,
estadístico, descriptivo e histórico de los Estados Unidos Mexicanos. México: Tipografía de la Secretaría de
Fomento, 1985 y Atlas pintoresco e histórico de los Estados Unidos Mexicanos. México: Inversora Bursátil,
1992; Atlas geográfico universal y de México. México: Océano, 1997; José Rogelio Alvarez, Enciclopedia de
México. México: Enciclopedia de México-Secretaría de Educación Pública, 1987; entre otros. Agradecemos a
María Isabel Ramírez Reyes su colaboración en la localización de los lugares de origen y en la preparación
del libro de códigos correspondiente.
"Carlos Aguirre y Alejandra Moreno han destacado el incremento de flujos migratorios a la ciudad en 1811 a
partir del inicio de las guerras de Independencia. A partir de una muestra del censo de ese año, estos autores
han calculado que el 38% de la población eran migrantes. Carlos Aguirre y Alejandra Moreno Toscano,
"Migrations to Mexico City..." op. cit., p. 30. La relación entre migrantes y originarios de la ciudad en 1842
es de 43.9% para los primeros y de 56.1% para los segundos. Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La
estructura social de la ciudad ..." op. cit., pp. 254-256. 28Como bien señala Silvia Arrom, la información disponible muestra el predominio de las mujeres entre los
migrantes. Silvia Arrom, Las mujeres de la ciudad...op. cit., pp. 129-137.
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hombres y mujeres entre 15 y 35 años de edad que se trasladaban a la ciudad en busca de una
alternativa de empleo, pero cuyo promedio de edad era superior respecto del que se obtiene
para la población nacida en la ciudad de México. En este sentido podemos decir que, a pesar
de que sólo estamos estudiando a la población de tres cuarteles, los datos sobre la edad de los
migrantes que obtenemos para 1790 concuerdan con los patrones de edad encontrados en 1811
y 1842; ya que a finales del siglo XVIII —al igual que en otros momentos— los migrantes de
la ciudad conforman claramente una población de mayor edad que el resto de los habitantes de
la urbe29.
POBLACION SEGUN LUGAR DE ORIGEN
CUARTELES MENORES 1,20 Y 23
CUARTELES
INMIGRANTES POBLACION NACIDA
EN LA CIUDAD
Central (1)
Periféricos (20 y 23)
TOTAL
TOTAL
2 422
544
2 966
% TOTAL
40.6 3 539
32.7 1 120
38.9 4 659
%
59.4
67.3
61.1
CUADRO 4
TOTAL
TOTAL %_
5 961 78.2
1664 21.8
7 625 100.0
Sin embargo, al analizar la edad de la población de acuerdo con el origen en los tres
cuarteles, encontramos que, como se observa en las gráficas 11 y 12, en los cuarteles de la
periferia la mayor parte de la población que había nacido fuera de la ciudad estaba formada
por hombres y mujeres mayores de 25 años, mientras que los originarios de la ciudad
constituyen una población más joven. Igualmente, vale la pena destacar que en el cuartel
menor de la zona central los migrantes alcanzan el 41 %, en tanto que en los cuarteles ubicados
fuera de la antigua traza española la población no nacida en la ciudad apenas representa el
32% (véase cuadro 4). Esto sugiere que la zona central de la ciudad de México atraía a un
mayor número de hombres y mujeres que, como veremos más adelante, probablemente
encontraban en las actividades de los servicios una opción de empleo.30
29En 1811 la edad promedio de los inmigrantes del cuartel 23 es de 32.2 años, mientras que los originarios de la
ciudad de este mismo cuartel alcanzan un promedio de 22.7. Herbert Klein, "La estructura demográfica de la
ciudad..." op. cit., p. 12, véase la tabla 6. A mediados del siglo XIX, encontramos que la edad promedio de
más de 50 mil migrantes es de 27.4 años y la de los nacidos en la capital alcanza un promedio de 23.1 años.
Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad..." op. cit., p. 255, véase
especialmente el cuadro 3. 30En 1842, en el cuartel menor 1 los migrantes alcanzan el 38% y los cuarteles 20 y 23 el 41%. Véase cuadro 1
en Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad..." op. cit, p. 254.
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Gráfico 9: EDAD DEORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1, 20 y 23
(n=4,659)
2 0 2
Hombres Mujeres
10
edad
10
Gráfico 10: EDAD DE INMIGRANTES A LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL I, 20 y 23
(n=2,966)
2 0 2 4
Hombres Mujeres
10
edad
Gráfico 11: EDAD DE ORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 20 y 23
(11=1,120)
10 2 0 2
Hombres Mujeres
10
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edad
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Gráfico 12: EDAD DE INMIGRANTES A LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 20 y 23
(n=544)
2 0 2 4
Hombres Mii/crc.\
10
Finalmente, al analizar la distribución étnica de la migración interna respecto de la
población originaria de la ciudad en 1790 (véase el cuadro 5), la muestra de los padrones
indica una mayor proporción de blancos y castas de origen urbano en comparación con el
número de migrantes de ambas calidades étnicas, pues en ambos grupos los nativos de la
capital alcanzan un poco más del 60 por ciento. Mientras que entre la población indígena
existe un mayor equilibrio entre la proporción de los inmigrantes y los originarios de la
ciudad.
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ORIGEN DE LA POBLACION POR CALIDAD ETNICA
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO 5
ORIGEN BLANCOS INDIGENAS CASTAS
Total % Total % Total % TOTAL
Ciudad de México
Inmigrantes8
TOTAL
2 805
1 555
4 360
64.3
35.7
100.0
630
693
1 323
47.6
52.4
100.0
061
639
62.4
37.6
1 700 100.0
4 496
2 887
7 383
No incluye a los migrantes extranjeros.
No obstante, en los tres grupos de inmigrantes predomina la población originaria de las
zonas que conforman, en orden de importancia, los actuales Estado de México, Hidalgo,
Puebla, las áreas cercanas a la capital del virreinato que actualmente conforman el Distrito
Federal y el estado de Querétaro. Como se desprende del cuadro 6 y de la tabla de frecuencia
de migración (véase la tabla 4 del apéndice), de un total de 2 472 migrantes los que provenían
de los estados arriba señalados conformaban un poco más del 76 por ciento. Después de éstos,
con un porcentaje considerablemente menor, le siguen los individuos que eran originarios de
los actuales estados de Michoacán, Veracruz, Oaxaca, Guanajuato, Jalisco, Guerrero,
Tlaxcala, Zacatecas y Morelos, los cuales si bien superan a los que provenían del estado de
Hidalgo, no alcanzan el número de originarios del Estado de México, pues en conjunto apenas
significan el 22 por ciento31.
3'Los datos relativos a zonas de las que provenían los migrantes de la ciudad concuerdan con los que se han
obtenido en otros momentos a partir de fuentes y muestras censales diferentes. Véase Carlos Aguirre y
Alejandra Moreno Toscano, "Migrations to Mexico City..." op. cit.; Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad
... op. cit.; Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit. y Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La
estructura social de la ciudad..." op. cit.
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MIGRACIÓN INTERNA* POR CALIDAD ÉTNICA
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO 6
LUGAR DE ORIGEN BLANCOS INDIGENAS CASTAS
Total % Tota % Total % TOTAL
Estado de México
Hidalgo
Puebla
Distrito Federal
Querétaro
Michoacán
Veracruz
Oaxaca
Guanajuato
Jalisco
Guerrero
Tlaxcala
Zacatecas
Morelos
San Luis Potosí
Otros
TOTAL
287
171
219
87
74
47
55
38
45
46
18
18
32
17
10
18
1 182
24.3
14.5
18.5
7.4
6.3
4.0
4.7
3.2
3.8
3.9
1.5
1.5
2.7
1.4
0.8
1.5
100.0
229
142
53
136
16
29
8
5
20
11
5
2
2
2
682
33.6
20.8
7.8
19.9
2.4
1.6
1.6
4.3
1.2
0.7
2.9
1.6
0.7
0.3
0.3
0.3
100.0
152
97
92
72
55
29
19
13
20
14
7
11
3
12
3
9
608
25.0
16.0
15.1
11.8
9.0
4.8
3.1
2.1
3.3
2.3
1.2
1.8
0.5
2.0
0.5
1.5
100.0
668
410
364
295
145
87
85
80
73
65
45
40
40
31
15
29
2 472
No incluye a los originarios de la ciudad ni a migrantes extranjeros.
Antes de ocuparnos del estudio de la estructura social en estos tres cuarteles, para
concluir esta parte del ensayo queremos señalar algunos datos relativos a la migración
extranjera. Como lo esperábamos, de acuerdo con nuestra muestra censal, la mayor parte de
los migrantes no originarios del virreinato de la Nueva España a la ciudad de México estaba
formada por varones españoles, particularmente del norte de la península. Entre ellos
encontramos a miembros de la alta burocracia virreinal, pero en el grupo también encontramos
a españoles de menores recursos que, como bien sabemos, se trasladaban al nuevo continente
en busca de mejores expectativas de vida32.
32E1 número total de migrantes extranjeros en estos tres cuarteles es de 373 y el de españoles 326, es decir, a los
españoles les corresponde casi el 90 por ciento. Sobre la migración española a la ciudad en diferentes
momentos véase Clara E. Lida, coord., Tres aspectos de la presencia española en México durante el
porfiriato: relaciones económicas, comerciantes y población, México: Centro de Estudios Históricos, El
Colegio de México, 1981; Una inmigración privilegiada. Comerciantes, empresarios y profesionales
españoles en México en los siglo XIX y XX. Madrid: Alianza Editorial, «Alianza América 34», 1994 e
Inmigración y exilio. Reflexiones sobre el caso español. México: Siglo XXI-E1 Colegio de México 1997.
Acerca de los españoles de menores recursos económicos. Véase Sonia Pérez Toledo, "Los españoles en la
ciudad de México durante el segundo Imperio", en Clara E. Lida, op. cit.
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3. La estructura social de la ciudad de México
En 1790, la población de los tres cuarteles de la ciudad de México sobre la que se
conoce el oficio o profesión es de 4 670, pues a la mayor parte de los habitantes listados en los
padrones, fundamentalmente niños y mujeres, no se les consignó ningún oficio33. En el caso
de las mujeres, la documentación sólo registra oficio o actividades para el 15.6 % (1 165)
aunque, como sabemos, la mayoría de ellas desempeñaba actividades dentro de su hogar y,
probablemente, muchas de las mujeres pobres contribuían con su esfuerzo o algún tipo de
trabajo a la economía de sus familias, asunto sobre el que volveremos más adelante34.
Respecto de la población masculina, se conoce el oficio de poco menos del 60%. Este
porcentaje es bastante elevado si consideramos que debido al origen de la fuente a la mayoría
de los hombres menores de 15 años no se les consignó ningún oficio.
33E1 número de personas menores de edad que obtuvimos asciende a 3 839. 34Al respecto véase Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad... op. cit.
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ACTIVIDADES3 DE LA POBLACION CUADRO 7
CUARTELES 1,20 Y 23
ACTIVIDADES Total %
Artesanales 1 669 35.7
Servicios1' 1 584 33.9
Comerciales 495 10.6
Religiosas 317 6.8
De gobierno 205 4.4
Profesiones liberales 194 4.2
Agrícolas-ganaderas y mineras^ 94 2.0
Enfermos, impedidos y sin oficio 60 1.3
Ejército 52 1.1
TOTALd 4 670 100.0
La agrupación de los oficios la hemos realizado a partir del libro de códigos que
formamos para el análisis del Padrón de 1X42. el cual hemos completado recientemente con definiciones de cada una de las actividades a partir de las diversas obras de consulta que aparecen en la bibliografía.
Incluye a porteros, aguadores, cargadores v cocheros, entre otros. c
Incluye actividades relativas a la caza y la pesca
Se desconoce el oficio de la mayoría de las mujeres y de los niños.
Fuente: Elaborado a partir del Padrón de 1790.
Como se muestra en el cuadro 7, a finales del siglo XVIII las actividades artesanales
concentraban a la proporción más elevada de la población de las zonas de la ciudad que
estamos analizando, ya que constituían poco más del 35 por ciento. Estos trabajadores habían
tenido gran importancia económica y social desde los primeros años del periodo colonial
e incluso, durante buena parte del siglo XIX3 \ Para 1790, encontramos que más de la mitad de
la población con oficio de los cuarteles 20 y 23 se ocupaba en actividades artesanales,
aunque en el cuartel de la zona central los artesanos constituyen el 28.4%36, cifra bastante
35Sobre el tema véase Felipe Castro Gutiérrez, La extinción de la artesanía gremial. México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1986; Jorge González Angulo, Artesanos y ciudad a finales del siglo
XVIII. México, SEP-Fondo de cultura Económica, 1983. Jorge González Angulo y Roberto Zandoval, "Los
trabajadores industriales en la Nueva España, 1750-1810", en la clase obrera en la historia de México de
la Colonia al Imperio, tomo 1. México: Siglo XXI, 1981, pp. 173-238 y Sonia Pérez Toledo, Los hijos del
trabajo...op. cit. En 1842 el 29 por ciento de la población de toda la ciudad se ocupaba en algún oficio
artesanal, Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social ..." op. cit. y Sonia Pérez Toledo,
"Trabajadores urbanos, empleo y control en la ciudad de México", en Clara E. Lida y Sonia Pérez Toledo,
coords. Trabajo, ocio y coacción. Trabajadores urbanos en México y Guatemala en el siglo XIX, México:
Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa - Miguel Ángel Porrúa, 2001. 36Felipe Castro Gutiérrez ha calculado que para 1753 los artesanos de la capital constituían alrededor del 28 por
ciento. Felipe Castro Gutiérrez, La extinción de la artesanía gremial, op. cit., p. 29. Por otra parte, para
1794 el porcentaje es de 29.3 y, para 1842, es mínimamente inferior a esta cifra. Véase Jorge González
Angulo, Artesanos y ciudad a finales del siglo XVIII, op. cit., pp. 11 y 14; Sonia Pérez Toledo, Los hijos del
trabajo...op. cit., p. 134. Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social ..." op. cit.
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significativa que indica, por lo menos, la importancia social del artesanado en el espacio de la
ciudad comprendido dentro de la antigua traza colonial (véase el cuadro 8).
Por otra parte, esta información concuerda y reafirma el carácter de la capital del
virreinato como centro productivo, pues en 1794 la zona central de la ciudad reunía a más de
la mitad de los establecimientos artesanales y sólo en el cuartel menor 1 se han contabilizado
cerca de 160 talleres de este tipo37. En este sentido, no hay que perder de vista que si bien en
términos relativos encontramos una proporción bastante mayor de trabajadores dedicados a
actividades artesanales en los cuarteles 20 y 23, el total de artesanos de estos dos cuarteles es
de 693, mientras que en el cuartel menor 1 encontramos 973 individuos con oficios
artesanales.
37De los cuarteles menores que conformaban la pane central de la ciudad, sólo el cuartel menor 5 tenía un
número mayor de establecimientos artesanales que el cuartel que estamos examinando. Véase Jorge González
Angulo, Artesanos y ciudad a finales del siglo XVIII, op. cit, p. 94, cuadro 5.
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ACTIVIDADES DE LA POBLACION POR CUARTEL CUADRO 8
CUARTELES
ACTIVIDADES 20
Total % Total %
23
Total %
Artesanales
Servicios
Comerciales
Religiosas
De gobierno
Profesiones liberales
Agrícolas-ganaderas y mineras
Enfermos, impedidos, etc.
Ejército
TOTAL8
976
1 493
319
223
169
174
20
30
28
3 432
28.4
43.5
9.3
6.5
4.9
5.1
0.6
0.9
0.8
100.0
310 55.1
21 3.7
131 23.2
6 1.1
23 4.1
9 1.6
63 11.2
0.0
0.0
563 100.0
383
70
45
88
13
30
24
675
56.8
10.4
6.7
13.0
1.9
1.6
1.6
4.4
3.6
100.0
4 670= 100%
En la última década del siglo XVIII, las actividades de servicio reunían al segundo
gran grupo de la población capitalina de estos tres cuarteles y, comúnmente, eran la segunda
opción de trabajo para las clases populares urbanas38, ya que en los servicios se ocupaba casi
al 34% de los individuos listados en estas zonas de la ciudad de México.
38De acuerdo con Clara E. Lida, las clases populares, "trabajadoras y productivas", abarcan un espectro social
amplio el cual está formado por los artesanos, el "pueblo menudo ocupado en servir", así como por "quienes
dedicaban sus actividades cotidianas al pequeño comercio o al pequeño taller: los tenderos, los empleados, los
maestros de oficio." Clara Lida, "¿Qué son las clases populares? Modelos europeos frente al caso español",
en Historia Social 27, p. 4. 1997. En 1842 también encontramos que los trabajadores de los servicios ocupan
el segundo lugar. Véase Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social ..." op. cit. y Sonia Pérez
Toledo, "Trabajadores urbanos..." op. cit.
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ACTIVIDADES DE LA POBLACION
POR SEXO
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO9
ACTIVIDADES HOMBRES
Total %
MUJERES
Total %
Artesanales 1 631 46.5
Servicios 602 17.2
Comerciales 477 13.6
Religiosas 257 7.3
De gobierno 201 5.7
Profesiones liberales 181 5.2
Agrícolas-ganaderas y mineras 93 2.7
Ejército 52 1.5
Enfermos, impedidos y sin oficio 11 0.3
TOTAL" 3505 100.0
38
982
18
60
4
13
49
1 165
3.3
84.3
1.5
5.2
0.3
1.1
0.1
0.0
4.2
100.0
14 670= 100% bSe desconoce el oficio de 6 304 mujeres y de 2 397 hombres.
Tal y como podemos apreciar en el cuadro 8, el cuartel central es el que concentra al
mayor número de trabajadores de los servicios, pues en esta zona los trabajadores de este tipo
alcanzan poco más del 40%, con cerca de un millar y medio de personas; en contraste, en los
cuarteles periféricos encontramos una reducida proporción de oficios vinculados con
servicios, particularmente en el cuartel ubicado al suroriente de la ciudad cuya población
es mayoritariámente indígena. Evidentemente, esto indica que la zona central de la ciudad de
México era el lugar de residencia de la población con suficientes recursos económicos;
además, explica el número de migrantes avecindados en ese cuartel.
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ACTIVIDADES DE LA POBLACIÓN POR CALIDAD ÉTNICA CUADRO 10
CALIDAD ETNICA
ACTIVIDADES BLANCOS INDIGENAS
Total % Total %
CASTAS
Total %
Artesanales 756 39.3
Servicios 332 17.2
Comerciales 307 15.9
Religiosas 142 7.4
De gobierno 166 8.6
Profesiones liberales 161 8.4
Agrícola-ganaderas y mineras 16 0.8
Enfermos, impedidos, etc. 35 1.8
Ejército 12 0.6
TOTAL3 1 927 100.0
276
576
35
4
4
15
3
913
30.2
63.1
3.9
00.0
0.4
0.4
1.7
0.3
00.0
100.0
310
606
31
4
13
5
7
20
3
999
31.0
60.7
3.1
0.4
1.3
0.5
0.7
2.0
0.3
100.0
"3 839= 100%
Por su parte, las actividades comerciales ocupan el tercer lugar con el 10.6%
(véase cuadro 7), aunque existe una diferencia considerable entre este porcentaje y los que
obtuvimos para las actividades artesanales y de servicios. Este tipo de actividades, como se
muestra en el cuadro 8, constituían la segunda opción de trabajo de los habitantes del cuartel
20, en el que la presencia indígena es mayoritaria. En tanto que en el cuartel central el
comercio figura en tercer lugar y en la zona ubicada al norte de la Alameda en el cuarto.
Ahora bien, al analizar la distribución por actividad de los distintos grupos étnicos
(véase el cuadro 10), observamos que el trabajo artesanal ocupaba prácticamente en la misma
proporción a los indígenas y las castas, pues en ambos casos las cifras que obtenemos rondan
los 30 puntos porcentuales dentro de su grupo. Sin embargo, entre la población blanca
encontramos a un mayor número de individuos ocupados en este tipo de actividades en
términos absolutos y relativos (con casi un 40%); pues, de los 1 342 individuos sobre los que
se conoce el oficio y la calidad étnica, el 56% de las personas vinculadas a las actividades
artesanales en estos tres cuarteles está formada por blancos, en tanto que los indígenas y las
castas alcanzan el 21 y el 23 por ciento respectivamente.
Si bien es cierto que el análisis de la información disponible sobre el artesanado en
estas tres zonas de la ciudad muestra el predominio de la población blanca, resulta difícil
asegurar que esta distribución fue una característica general en todo el espacio urbano. En
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primer lugar porque, como sabemos, las actividades artesanales estaban bastante difundidas
entre los indígenas y, en segundo, porque a finales del siglo XVIII la segregación étnica
impuesta por las ordenanzas gremiales y el monopolio productivo de las corporaciones de
oficio se enfrentaron, entre otras cosas, al aumento de los contraventores y al ataque del
pensamiento ilustrado que llevaría a la libertad de oficio39.
Entre los individuos dedicados al trabajo artesanal, el 21.3% de la población de estos
tres cuarteles se ocupaba en oficios relacionados con la producción textil, como hiladores,
tejedores y sastres (véase el cuadro 11); aunque estos últimos conformaban prácticamente el
49% del total de personas de este rubro. Si bien es cierto que el análisis de los individuos
vinculados a la producción textil indica que las actividades de este tipo eran
fundamentalmente masculinas (véase el cuadro 9), vale la pena insistir que en el censo de
1790 no se consignó el oficio de una alta proporción de mujeres. Además, respecto a la
participación de éstas en el trabajo textil (así como en otras ramas de la producción artesanal)
es necesario tener en cuenta que, no obstante que la organización gremial de la producción
limitaba la participación del sexo femenino en los oficios, no por ello podemos desdeñar la
importancia del trabajo de las mujeres en el hilado —particularmente el de las indígenas— y,
en términos más amplios, el trabajo del sexo femenino en los talleres familiares.
En orden de importancia, con el 14.7%, seguían quienes trabajaban el cuero,
específicamente los zapateros. Como se muestra en el cuadro 11, a diferencia de los
trabajadores textiles —a los cuales encontramos distribuidos prácticamente en la misma
proporción en los tres cuarteles—, la mayoría de los trabajadores de la rama del cuero la
encontramos en la zona suroriente de la ciudad; pues en el cuartel 20 los individuos de este
grupo significan casi el 55% (con un total de 170), lo cual contrasta con el reducido porcentaje
que resulta para los otros dos cuarteles: 8.3% en el cuartel 23 y 4.5% en el cuartel menor del
centro. Por otra parte, esta información y la relativa a las otras ramas de producción artesanal
sugiere por un lado la existencia de redes de oficio y vecindad entre el artesanado de la ciudad
de México y, por el otro, una estrecha relación entre el oficio y el lugar de trabajo. Esta
39Véase Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit. Felipe Castro indica que para 1753 los indígenas,
mulatos pero sobre todo los mestizos habían ganado posiciones en algunos oficios, particularmente entre los
zapateros y herreros; aunque también señala que no sucedía así en el caso de los tiradores de oro, plateros e,
incluso, entre algunos gremios de tintoreros y tejedores. Felipe Castro, La extinción de la artesanía gremial,
op. cit., p. 97. Por su parte, en un estudio reciente sobre el motín de 1692, Natalia Silva encuentra un alto
número de artesanos en las parcialidades indígenas. Natalia Silva Prada, "La política de la rebelión..."
op. cit.
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relación la confirma el predomino de talleres de zapatería en los cuarteles menores colindantes
con el cuartel 2040.
Después de los trabajadores de los textiles y el cuero, el análisis de la distribución por
oficio de los tres cuarteles coloca en tercer lugar a los individuos vinculados a la elaboración
de productos del tabaco y la pólvora, los cuales alcanzan el 13.6%. La mayoría de éstos está
compuesta por cigarreros a los cuales encontramos en una proporción más elevada en los
cuarteles 1 y 23. Seguramente estos trabajadores, así como un número importante de
cigarreras sobre las que no aparece información en los padrones de 1790 que estamos
examinando, eran empleados en la Real Fábrica de Puros y Cigarros41.
Respecto de las otras ramas de la producción artesanal, como se observa en el cuadro
11, es claro que la zona del centro reúne a un alto número de trabajadores ocupados en la
elaboración de alimentos; actividad que ocupa el cuarto sitio con poco más del 12%,
proporción razonable si consideramos que en el cuartel 1 encontramos una mayor densidad de
población que la que corresponde a los cuarteles de la periferia de la ciudad. Entre estos
trabajadores destacan los operarios de panadería, que por sí solos alcanzan una cifra
mínimamente inferior al total de trabajadores de la construcción contabilizados en los tres
cuarteles, los cuales ocupan el quinto sitio con el 8.3 por ciento.
40Esta relación es evidente al confrontar los datos que obtenemos sobre los trabajadores de esta rama productiva
para 1790 con el mapa 5 de Jorge González Angulo en el que se muestra la distribución de zapaterías en
1794. Igualmente, cabe señalar que para 1842 todavía encontramos en la zona suroriente de la ciudad una alta
proporción de establecimientos de este tipo. Véase Jorge González Angulo, Artesanos y ciudad...op. cit., p.
78 y Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit., p. 172. 4'Este establecimiento contaba con cerca de siete mil trabajadores a finales del siglo XVIII. Jorge González
Angulo, Artesanos y ciudad...op. cit., p. 14.
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DISTRIBUCION DE ARTESANOS SEGUN RAMA
PRODUCTIVA
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO 11
CUARTELES
RAMA PRODUCTIVA 20 23
Total % Total % Total %
TOTAL
Textil
Cuero y pieles
Tabaco y pólvora
Alimentos
Construcción
Metales no preciosos
Madera
Barbería y peluquería
Metales preciosos
Pintura y escultura
Cera y velas
Cerámica y vidrio
Varios
Imprenta
Artesano
Relojería y joyería
TOTAL
206
44
124
184
49
107
70
61
45
26
18
0
11
17
13
21.1
4.5
12.7
18.9
5.0
11.0
7.2
6.3
4.6
2.7
1.8
0.0
1.1
1.7
1.3
1 0.1
976 100.0
73
170
3
7
12
10
17
1
0
7
5
2
3
0
0
0
215
54.8
1.0
2.3
3.9
3.2
5.5
0.3
0.0
2.3
1.6
0.6
1.0
0.0
0.0
0.0
76
32
101
11
77
12
24
3
10
8
0
20
8
1
0
0
19.8
8.3
26.4
2.9
20.1
3.1
6.3
0.8
2.6
2.1
0.0
5.2
2.1
0.3
0.0
0.0
310 100.0 383 100.0
355
246
228
202
138
129
111
65
55
41
23
22
22
18
13
1
1 669
Finalmente, cabe destacar también que en el cuartel central encontramos a un número
mayor de trabajadores de los metales no preciosos (como herreros, hojalateros y herradores,
entre otros), de la madera (particularmente carpinteros) y de platería. Sin embargo, creemos
que el número de carpinteros que obtenemos en los tres cuarteles no representa en términos
porcentuales a todos los individuos de la ciudad ocupados en esta actividad a finales del siglo
XVIII.
Ahora bien, en cuanto a las actividades vinculadas a los servicios, la información de
los padrones muestra que de 1 584 personas agrupadas en este rubro, el trabajo propiamente
doméstico, realizado por los criados, mozos, sirvientes o domésticos, ocupaba a cerca de 1 300
individuos. Vale la pena destacar que esta cifra es superior a la de todos aquellos dedicados al
comercio y muy cercana al total de artesanos. La alta proporción de personas en los servicios
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expresa con claridad las características de la urbe del siglo XVIII; en otras palabras, indica la
poca capacidad de la ciudad para proporcionar otras alternativas de trabajo a su población.42
Como se muestra en el cuadro 9, las actividades de este tipo eran desempeñadas
mayoritariamente por mujeres, en una proporción para éstas del 62% (con un número total
de 982) y del 38% para los hombres. Al respecto queremos subrayar que, a pesar de que no se
cuenta con la información sobre el oficio para la mayoría de las mujeres, consideramos que
estas cifras son bastante confiables y reflejan con claridad que para las mujeres de la ciudad
de México el trabajo doméstico era prácticamente la única opción de empleo, en particular
para las indígenas y castas43. Después de estos trabajadores, se encontraban los cargadores,
aguadores, cocheros, porteros y lacayos, que en el conjunto de la actividad de los servicios
alcanzan una proporción aproximada al 16 por ciento. Entre estos servidores y los sirvientes
domésticos se conformaba cerca del 98% de los individuos agrupados en esta categoría.
En cuanto a las actividades de carácter comercial, que ocupan el tercer lugar en el
cuadro 7, encontramos un predominio masculino, pues los hombres representaban un poco
más del 96% (véase también el cuadro 9). Sin embargo, nuevamente debemos subrayar que en
los padrones que analizamos no se registró el oficio de la gran mayoría de las mujeres para
quienes seguramente el comercio también fue una forma de vida y una alternativa de ingreso.
Asimismo, creemos necesario hacer una consideración sobre el comercio en términos más
amplios, que permita matizar las cifras y avanzar en el terreno de la explicación. Como
sabemos, el comercio era una actividad muy importante de la capital, a la cual se dedicó un
heterogéneo grupo de sus habitantes; por ello, es importante no perder de vista que la
diferenciación social entre los individuos ocupados en el comercio era inmensa. Así, resulta
importante distinguir entre los que tenían un gran capital, que eran los menos, los pequeños
comerciantes de los tendejones, puestos callejeros y los vendedores ambulantes, así como de
los empleados en los comercios. Es evidente que esta amplia gama significaba contrastes
enormes.
42Salazar, 1978, p. 124. 43Véase Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad...op. cit. En 1842, las mujeres dedicadas al servicio doméstico
alcanzan el 65.2% (con un número total de 6 268) y los hombres el 34.8%, lo cual significa que a mediados
del siglo XIX más del 60% de la población femenina urbana tenía como medio de sustento este tipo de
trabajo. Véase Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social..." op. cit.
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Por otra parte, de acuerdo con la información del cuadro 7, el tamaño de la población
dedicada a los asuntos religiosos en los tres cuarteles que estudiamos constituye el 6.8% y
ocupa el cuarto lugar, con un total de 317 individuos. Sin embargo, estas cifras son razonables
si recordamos que, como señalamos en la primera parte del ensayo, en los cuarteles 1 y 23 se
localizaban un buen número de iglesias y conventos. Y, por supuesto, tampoco resulta
sorprendente que la población blanca vinculada a los oficios religiosos conforme el 92.2%
(véase cuadro 10).
Por su parte, las actividades relativas a los servicios públicos y de gobierno ocupan el
quinto sitio en el cuadro 7, con 4.4% de la población de estos tres cuarteles en 1790. Dentro
del número total de individuos incluidos en esta categoría encontramos también a una mayor
proporción de blancos, ya que la cifra incluye a los altos funcionarios de la burocracia virreinal
así como a los miembros del gobierno de la ciudad, como los alcaldes, auxiliares, guardas,
serenos y guardafaroles, entre otros.
Respecto a las restantes actividades del cuadro 7, lo que hoy llamamos "profesiones
liberales" ocupa el sexto lugar, pero el número de individuos agrupados en esta categoría se
reduce drásticamente en comparación con la de los comerciantes, aunque el total es muy
cercano al total de personas dedicadas a los servicios públicos y de gobierno listadas en la
fuente. Las actividades realizadas por estas personas estaban fundamentalmente relacionadas
con el ejercicio de la abogacía (jurisprudencia), la enseñanza o el estudio —por lo cual aquí se
incluyen a algunos niños y adolescentes sobre los cuales los padrones ofrecen información—,
y en una proporción mínima a la medicina. Como era de esperarse, al igual que en los rubros
anteriores prácticamente no encontramos indígenas y castas en estas profesiones: éstas son
privativas de los blancos que residían en el cuartel central que venimos analizando.
Como bien sabemos, la ciudad del siglo XVIII tenía límites bastante diluidos entre lo
que podríamos llamar "lo urbano" y "lo rural". Esto se observa cuando vemos que las
actividades agrícolas y ganaderas ocupaban casi al doble de individuos que las relacionadas
con las armas, aunque en conjunto aquellas no llegan a un centenar de personas. En relación
con las primeras, vale la pena apuntar que la mayor parte estaba formada por labradores y
hortelanos que trabajaban en las huertas, ranchos y haciendas que conformaban el paisaje de la
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ciudad colonial. Por supuesto, en el cuartel central los trabajadores de este tipo no representan
ni un punto porcentual.
Finalmente, respecto de los enfermos, impedidos y sin oficio que se registraron en los
padrones de los tres cuarteles podemos afirmar que la cifra es extremadamente reducida y que
no representa más que mínimamente a la población de la ciudad que tenía estas características.
En este sentido, es prácticamente seguro que el número de enfermos e impedidos para ese
entonces fuera mayor al que arrojan los listados del censo de Revillagigedo; pues, como
sabemos, la población capitalina de la época enfrentó múltiples enfermedades44. En relación
con los individuos sin oficio incluidos en este mismo rubro, es muy probable que el número de
individuos de esta condición fuera también superior al que arrojan los padrones de los tres
cuarteles; sobre todo si consideramos que, de acuerdo con las quejas de algunos funcionarios y
autoridades coloniales, existía una "multitud de vagos y mendigos", a los cuales las elites y las
autoridades coloniales pretendieron imponer —de acuerdo con el pensamiento ilustrado de la
época— una nueva ética de trabajo45. Por su parte, tampoco sorprende el reducido número de
personas adscritas a las actividades militares, ya que éstos formaron parte de una corporación
que adquirió mayor importancia y aumentó considerablemente con el inicio de las guerras de
Independencia.
Para sintetizar, como se desprende de la información anterior, podemos afirmar que el
artesanado y quienes se empleaban en los servicios constituyeron el grupo mayoritario de la
población de la ciudad al finalizar el siglo XVIII. En conjunto, estos dos grupos sociales,
diferenciados entre sí y con sus propias jerarquías internas, conformaban prácticamente el
70% de la población con oficio contabilizada en 1790 en los cuarteles 1, 20 y 23. Esta
44Basta recordar que, como se ha señalado en diversos estudios, la precariedad sanitaria de la ciudad y las
difíciles condiciones de vida durante los últimos años del siglo XVIII contribuyeron a que los más débiles y
desposeídos de la capital fueran más susceptibles a las pandemias, epidemias y endemias. Concepción Lugo y
Elsa Malvido, "Las epidemias en la ciudad de México, 1822-1850", en Hernández Franyuti, 1994, comp.,
pp. 303-364, pp. 303-306; Lourdes Márquez Morfín, La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México:
el tifo y el cólera, 1813-1833. México: Siglo XXI, 1994. 45Esta visión la encontramos, por ejemplo, en Hipólito Villarroel y Humboldt. Sobre el tema véanse Anónimo,
"Anónimo: Discurso sobre la policía de México, 1788", en Sonia Lombardo de Ruiz, Antología de textos
sobre la ciudad de México en el periodo de la Ilustración (1788-1792), México, Departamento de
Investigaciones Históricas-Instituto Nacional de Antropología e Historia, Departamento de Investigaciones
Históricas, «Colección Científica 113». 1982, pp. 17-150; Hipólito de Villarroel, Enfermedades políticas que
padece la capital de esta Nueva España. México: Miguel Ángel Porrúa, 1979; María Cristina Sacristán, "El
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afirmación la apoya la confrontación de los datos de 1790 con los resultados del análisis que
hemos realizado sobre la estructura social de la ciudad de México en 1842, en el que también
encontramos el predominio de estas dos actividades dentro del conjunto de la población46.
Todo ello a pesar de que para 1790 la información disponible sobre oficios es reducida y no
comprende a la población de todos los cuarteles en que se encontraba dividida la ciudad de
México al finalizar la colonia.
pensamiento ilustrado ante los grupos marginados de la ciudad de México, 1767-1824", en Hernández
Franyuti, comp., tomo II, 1994, pp. 187-249. 46En 1842, los artesanos y los trabajadores de los servicios suman 25 173 y representan el 52.35 por ciento.
Véase Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social..." op. cit. y Sonia Pérez Toledo.
"Trabajadores urbanos..." op. cit.
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APÉNDICE
CIUDAD DE MÉXICO, 1790
CUARTELES 1, 20 Y 23
ESTADO CIVIL DE LAS MUJERES
POR GRUPOS DE EDAD
TABLA 1
ESTADO CIVIL GRUPOS DE EDAD
SOLTERA CASADA VIUDA TOTAL
0-4
5-9
10-14
15-19
20-24
25-29
30-34
35-39
40-44
45-49
50-54
55-59
60-64
65-69
70-74
75+
TOTAL
184
151
193
260
217
112
80
41
53
33
32
16
11
2
5
2
1 392
0
0
1
25
62
98
80
57
48
19
18
8
6
426
0
0
0
5
19
30
53
27
60
21
62
12
30
10
10
6
345
184
151
194
290
298
240
213
125
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73
112
36
47
13
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DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DEL ESTADO CIVIL
DE LAS MUJERES POR GRUPOS DE EDAD
TABLA 1 A
GRUPOS DE EDAD
PORCENTAJE POR ESTADO CIVIL
SOLTERA CASADA VIUDA TOTAL
0-4 100.0 0.0 0.0 100.0
5-9 100.0 0.0 0.0 100.0
10-14 99.5 0.5 0.0 100.0
15-19 89.7 8.6 1.7 100.0
20-24 72.8 20.8 6.4 100.0
25-29 46.7 40.8 12.5 100.0
30-34 37.6 37.6 24.9 100.0
35-39 32.8 45.6 21.6 100.0
40-44 32.9 29.8 37.3 100.0
45-49 45.2 26.0 28.8 100.0
50-54 28.6 16.1 55.3 100.0
55-59 44.4 22.2 33.4 100.0
60-64 23.4 12.8 63.8 100.0
65-69 15.4 7.7 76.9 100.0
70-74 29.4 11.8 58.8 100.0
75+ 22.2 11.1 66.7 100.0
TOTAL 64.3 19.7 16.0 100.0
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ESTADO CIVIL DE LOS HOMBRES
POR GRUPOS DE EDAD
TABLA 2
ESTADO CIVIL
GRUPOS DE EDAD SOLTERO CASADO VIUDO TOTAL
0-4
5-9
10-14
15-19
20-24
25-29
30-34
35-39
40-44
45-49
50-54
55-59
60-64
65-69
70-74
75+
TOTAL
118
122
151
157
161
142
75
50
60
15
22
14
15
7
1
4
1 114
0
0
1
3
28
47
64
53
67
33
41
19
23
4
11
3
397
0
0
0
o
3
3
5
6
10
5
7
8
7
0
8
5
67
118
122
152
160
192
192
144
109
137
53
70
41
45
11
20
12
1 578
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DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DEL ESTADO CIVIL
DE LOS HOMBRES POR GRUPOS DE EDAD
TABLA 2 A
GRUPOS DE EDAD PORCENTAJE POR ESTADO CIVIL
SOLTERO CASADO VIUDO TOTAL
0-4 ÍOOÓ 0X) 00 100.0
5-9 100.0 0.0 0.0 100.0
10-14 99.3 0.7 0.0 100.0
15-19 98.1 1.9 0.0 100.0
20-24 83.8 14.6 1.6 100.0
25-29 74.0 24.5 1.5 100.0
30-34 52.1 44.4 3.5 100.0
35-39 45.9 48.6 5.5 100.0
40-44 43.8 48.9 7.3 100.0
45-49 28.3 62.3 9.4 100.0
50-54 31.4 58.6 10.0 100.0
55-59 34.2 46.3 19.5 100.0
60-64 33.3 51.1 15.6 100.0
65-69 63.6 36.4 0.0 100.0
70-74 5.0 55.0 40.0 100.0
75+ 33.3 25.0 41.7 100.0
TOTAL 70.6 25.2 4.2 100.0
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ORIGEN DE LA POBLACIÓN POR CALIDAD ÉTNICA TABLA 4
CALIDAD ETNICA
LUGAR DE ORIGEN BLANCOS INDÍGENAS CASTAS IU1AL
Total % Total % Total %
Ciudad de México 2 805 70.6 630 48.0 1061 63.6 4 496
Estado de México 287 7.2 229 17.4 152 9.1 668
Hidalgo 171 4.3 142 11.0 97 6.0 410
Puebla 219 5.5 53 4.0 92 5.5 364
Distrito Federal 87 2.2 136 10.3 72 4.3 295
Querétaro 74 1.9 16 1.2 55 3.3 145
Michoacán 47 1.2 11 1.0 29 1.7 87
Veracruz 55 1.4 11 1.0 19 1.1 85
Oaxaca 38 1.0 29 2.2 13 0.8 80
Guanajuato 45 1.1 8 0.6 20 1.2 73
Jalisco 46 1.1 5 0.3 14 0.8 65
Guerrero 18 0.4 20 1.5 7 0.4 45
Tlaxcala 18 0.4 11 1.0 11 0.7 40
Zacatecas 32 0.8 5 0.3 3 0.2 40
Morelos 17 0.4 2 0.1 12 0.7 31
San Luis Potosí 10 0.2 2 0.1 3 0.2 15
Aguascalientes 2 0.0 0 0.0 5 0.3 7
Durango 4 0.1 I 0.0 2 0.1 7
Chihuahua 3 0.1 0 0.0 1 0.0 4
Tamaulipas 3 0.1 0 0.0 0 0.0 3
Coahuila 1 0.0 0 0.0 1 0.0 2
Sonora 2 0.0 0 0.0 0 0.0 2
Baja California Sur 1 0.0 0 0.0 0 0.0
Colima 0 0.0 1 0.0 0 0.0
Nuevo León 1 0.0 0 0.0 0 0.0
Sinaloa 1 0.0 0 0.0 0 0.0
Yucatán 1 0.0 0 0.0 0 0.0
TOTAL 3 988 100.0 1 312 100.0 1 669 100.0 6 969
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LA COMPOSICIÓN DE LA FAMILIA EN LA CIUDAD DE MÉXICO EN 1790
UNA RECONSTRUCCIÓN DEMOGRÁFICA
Marta Vera Bolaños
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Introducción
Cuando intentamos descubrir pautas demográficas del pasado, generalmente se enfrentan
dificultades propiciadas principalmente por la manera de elaborar, remitir y conservar los
recuentos de población. Parte de la explicación de la escasa investigación demográfica que
se ha hecho en México para esa época reside primordialmente en las dificultades para
localizar las fuentes de información que permitan avanzar en el conocimiento
demográfico.
De ahí la importancia de la localización y posibilidad de aprovechar la rica
información contenida en el censo de la ciudad de México levantado en 1790 por orden
del Virrey de Nueva España Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla, segundo conde
de Revillagigedo, ya que constituye una extraordinaria fuente de datos concebida como
generadora de información estadística.
El procedimiento utilizado para enumerar a la población fue el de la entrevista
directa a la población residente, denominada también población de derecho, ésta
comprende a las personas que residen habitualmente en el mismo lugar de la inscripción
estén presentes o accidentalmente ausentes el día del registro. Este método conocido como
"de jure" o de derecho ofrece una visión correcta de los residentes de la localidad y
además la población base está relacionada con las estadísticas vitales. Sin embargo, la
precisión de estas estadísticas demográficas depende principalmente de la integridad de las
enumeraciones en que se basan y con este método existe la posibilidad de incurrir en
omisiones en las declaraciones o inscripciones, dichas omisiones o lagunas pueden
constituir fuentes de error e inexactitud.
Entre las causas de imprecisión de estas estadísticas se encuentra el cómputo
incompleto de los habitantes, quienes al no conocer los fines del empadronamiento
recurrían al ocultamiento de sus familiares o de sí mismos, y los errores de declaración.
Estas prácticas de la población crean algunos de los problemas que no hay que perder de
vista al analizar este censo, tales como la posible subenumeración y errores de declaración.
Además la falta de contestación a ciertas preguntas y la insuficiencia de los datos
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suministrados son también causas de imprecisión, en este caso su incidencia se puede
medir por la proporción de elementos de los que carece el dato en cuestión.
A pesar de problemas metodológicos como éstos, que al final son superables, el
censo ofrece en información suficiente para una población grande que no es posible
rechazar.
Para la realización del presente trabajo se han seleccionado los padrones de los
cuarteles 1, 20 y 23; lo que ha permitido abordar el estudio de tres zonas de la ciudad: el
centro, la zona poniente y la zona sur oriental.
Este documento se ha organizado en dos partes, en la primera se aborda el estudio
de los atributos demográficos básicos de la población que son la edad y el sexo y en este
caso en el que convivían distintos grupos étnicos, también lo es la calidad; para fines de
esta investigación por calidad se entiende la denominación que recibían los individuos por
provenir de un determinado grupo étnico o bien de la mezcla entre éstos. De éstos
atributos los mejor registrados son el sexo y la edad en los tres cuarteles y la calidad se
conoce mejor en el cuartel 1 que en los otros dos.
Con el fin de empezar a conocer las cualidades de este censo se midió la
preferencia o rechazo en forma individual de cada dígito (de 0 a 9) en el que termina la
edad, así como el nivel de concentración de la información el cual permite realizar
comparaciones entre censos de población.
En la segunda parte se identifican los grupos familiares en los cuales los individuos
organizaban la reproducción cotidiana. Esto fue posible debido a que de acuerdo con las
instrucciones correspondió a los jueces menores subalternos ejecutar el empadronamiento
"registrando casas y habitantes una por una". La trascendencia del grupo familiar radica
en que es el lugar en el que ocurren los principales hechos demográficos los cuales definen
el ciclo de vida de ese grupo, así su integración y expansión tiene lugar con la unión
marital y nacimiento de los hijos y su segmentación o desintegración está vinculada con la
salida de algún miembro del grupo por matrimonio, migración o muerte.
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1. La edad, el sexo y la calidad
La importancia del censo de 1790 para los estudios demográficos radica
fundamentalmente en que la población está clasificada por sexo y edad, estas variables
resultan particularmente importantes porque a través de ellas es posible determinar la
composición por edad y sexo de una población. Esta característica proporciona las bases
para determinar los niveles de fecundidad y mortalidad de las distintas generaciones que
componen una población en el momento censal. También proporciona una visión de la
relación entre los sexos y si hay descompensación es posible tener señales de mortalidad
diferencial entre los sexos y/o de movimientos migratorios. Otra observación desde el
punto de vista demográfico es la relevancia del registro de la calidad de los habitantes ya
que al estudiar las características demográficas de la población de la Nueva España esta
variable permite identificar posibles diferencias en el comportamiento demográfico de los
distintos grupos étnicos.
En los cuarteles seleccionados el número de habitantes era desigual. El más
poblado era el cuartel 1, seguido del cuartel 23 y el menos poblado era el cuartel 20.
Aunque no se registró la calidad de todas las personas este atributo se anotó en un número
importante de casos.
En el cuartel 1 que comprendía las calles más importantes del centro de la ciudad,
se enlistó a 8 514 personas (3 633 hombres y 4 881 mujeres), de éstas se registró la calidad
de 7 369 (3 161 hombres y 4 208 mujeres). El cuartel 20 se encontraba ubicado en la parte
suroriente de la ciudad, se aprecia dispersión de la población y no se identifica alguna
traza de calles; en ese lugar habitaban 2 164 personas (1 068 hombres y 1 096 mujeres) de
las cuales se conoce la calidad de 603 (255 hombres y 348 mujeres). El cuartel 23 estaba
situado al poniente de la ciudad, frente al lado norte de la Alameda Central, la población
estaba menos dispersa que en el cuartel anterior, ahí se enlistaron 2 185 personas (1 059
hombres y 1 126 mujeres) y se sabe la calidad de 1 517 de estas personas (711 hombres y
806 mujeres). En el análisis realizado en este trabajo en el que se ha incluido la variable
calidad se ha considerado este número de efectivos y no el total de la población (cuadros
1,2 y 3 del apéndice).
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La calidad del individuo se adjudicaba por parte de los párrocos al momento del
bautizo de acuerdo con la calidad de los progenitores. La calidad del bautizado se
determinaba a partir de ciertas combinaciones: la calidad de español se heredaba sólo
cuando ambos padres la portaban aunque también se han identificado casos en los que se
asignó esta calidad a hijos de castizos y españoles y de mestizos y españoles (cfr. Vera,
1993). No deja de llamar la atención que a fines del período colonial algunos hijos de
españoles e indios aun fueran aceptados como españoles ya que es admitido por autores
como Mórner (1969) que la primera generación de mestizos fue aceptada como "española"
pero no las generaciones posteriores las que por ser numerosas constituyeron un grupo por
sí mismas.
Como mestizo se denominaba regularmente a los hijos cuyos padres pertenecían a
esta calidad, a los de indios y españoles y algunas veces a los de españoles y castizos;
incluso los de sangre negra, hijos de mulatos y españoles fueron asignados a esta calidad.
Pero a los hijos de mulatos e indios se les asignó la calidad de lobos. Entre los mestizos
encontramos a los mestindios producto de la mezcla entre mestizos e indios; al mezclarse
un mestindio con un indio resultaba un indio.
El castizo resultaba de la mezcla entre españoles y mestizos y de españoles y
castizos a quienes se anotaba en su partida la proporción de sangre española "...tercerona
para española..." o bien de castizos y mestizos. Y desde luego aquellos cuyos padres eran
castizos"...cuarterona de castizo..". Pero a la mezcla entre españoles y castizos también se
le asignó la calidad de coyote.
Las calidades registradas por los censores en los cuarteles 1, 20 y 23 fueron
español peninsular, español de México o criollo, castizo, indio, mestizo, negro, mulato,
casta y morisco. Atendiendo a la distribución de los efectivos de esta población se
formaron los siguientes grupos: a) indios; b) españoles de México y españoles
peninsulares; c) mestizos y castizos y 0 negros, en este grupo se incluyó a quienes estaban
definidos con esta calidad, a los mulatos, a los moriscos y a las castas quienes después de
todo, provenían de la mezcla entre las calidades de sangre negra y cuyo número resultó ser
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reducido: 432 mulatos (162 hombres y 270 mujeres) y 54 moriscos (18 hombres y 36
mujeres) y 81 castas (40 hombres y 41 mujeres).
En las poblaciones que vivieron en esa época, es esperable encontrar que las
personas en edades jóvenes participaran con el mayor número y en contraparte que
las personas mayores contribuyeran con menos efectivos. De la población que incluye a
todas las calidades se observa que los menores de diez años representaron el 20% en el
cuartel 1, el 31% en el cuartel 20 y el 19.4% en el cuartel 23; por su parte los mayores de
60 años participaron con 4.7% en el cuartel 1; con 5% en el cuartel 20 y con 4.8% en el
cuartel 23.
Se reconoce que el cuartel con mayor proporción de jóvenes era el número 20, esto
se confirma con las edades medias de la población las cuales eran de 26.3 años en el
cuartel 1, de 24 años en el cuartel 20 y de 27 años en el cuartel 23.
Para conocer la edad media de cada una de las calidades se seleccionó el cuartel 1
debido a que en éste la calidad se registró mejor que en los otros cuarteles. En el cuartel 1
el porcentaje de calidad registrada fue de 87%, en el cuartel 20 fue de 28% y en el 23 del
70 por ciento.
Entre los varones, los españoles peninsulares tenían la mayor edad media, 36 años,
y los mestizos eran los más jóvenes ya que en promedio contaban con 23 años. Mientras
que entre las mujeres la edad media mayor era compartida por las negras y las españolas
de México con 30 años; las menores eran las españolas peninsulares con 25 años en
promedio.
EDAD MEDIA POR CALIDAD Y SEXO
CUARTEL 1
1790
CUADRO 1
CALIDAD SEXO
HOMBRES MUJERES
Indios
Españoles de México
Españoles peninsulares
Mestizos
Castizos
Neuros
23.2
27.1
36.0
23.0
26.6
28.1
26.6
29.7
25.5
26.8
27.3
30.3
I líente: Cálculos propios con baso en dalos del Censo de Revillagigedo
para la Ciudad de México. I 7l>0.
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a) La declaración de la edad
Un elemento importante es el relativo al procedimiento que se aplicó para registrar
a la población en este recuento censal. De acuerdo a testimonios de la época es posible
establecer que se utilizó la entrevista directa a la población residente. Miño (1992:665)
apunta que con relación a la crítica del padrón correspondiente al Cuartel 2 el escribano
certificaba que: "la información del padrón [...] se hizo [...] con la mayor exactitud sin
omitir el asiento de casa, familia o persona alguna, pues cuando no se encontraban en sus
habitaciones, el alcalde se tomaba el trabajo de volver y si por accidente, aún no se
verificaba, se citaban por medio de los comisarios de su asistencia...".
De manera que al aceptar que este censo fue elaborado atendiendo a las
declaraciones personales de los censados es indispensable reconocer la posible
manifestación de una edad equivocada por parte del informante. Con este fin se ha hecho
el análisis de la declaración de la edad, la cual para su estudio se clasifica en tres
categorías: preferencia de dígitos, traslado de edades y preferencia o rechazo de una edad
específica.
Para medir la preferencia o rechazo individual de cada dígito y el nivel de
concentración de la información se ha utilizado el método de Myers (conocido como
índice de Myers) por las razones siguientes: a) las ventajas que presenta el método al
evitar el sesgo producido por la subenumeración y la mortalidad de los primeros cinco
años de edad al excluir del cálculo el primer decenio de edades; b) el supuesto de
linealidad en el que se sustenta el método conforme al cual se transforma el crecimiento
negativo que se da entre edades sucesivas de la población censada en crecimiento nulo, al
distribuir en cada una de las diez subpoblaciones ponderadas en cada rango de edad, el
10% de la población total y c) cuando hay preferencia de dígitos la proporción teórica de
10% no será rigurosamente respetada, pero si se presenta una diferencia importante ésta
reflejará atracción por alguna cifra en particular (Pimienta, 1998:195).
El índice varía de 0 a 180 y para interpretar el nivel de concentración de la
información se proponen los rangos siguientes: índices entre 0.0 y 4.9 baja concentración;
entre 5.0 y 14.9 mediana concentración: entre 15.0 y 29.9 alta concentración; y entre 30.0
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y más muy alta concentración. En este trabajo el indicador se calculó relacionando las
edades desplegadas en los rangos 10-89 y 20-99, en los cuatro grupos de calidades
integrados anteriormente, los resultados obtenidos fueron los siguientes:
INDICE DE EVALUACION DE MYERS, EN RANGOS
DE EDAD DE 10 A 89 AÑOS Y DE 20 A 99 AÑOS
CUARTEL 1
CUADRO 2
CALIDAD
INDICE DE EVALUACION
DE MYERS
Hombres Mujeres
CONCENTRACION
Hombres Mujeres
Indios
Españoles
Mestizos
Neeros
60.9
45.2
50.8
50.1
70.0
58.6
56.5
49.5
Muy alta
Muy alta
Muy alta
Muy alta
Muy alta
Muy alta
Muy alta
Muy alta
;uentc: Cálculos propios con base en dalos del Censo de Revillagigedo
para la Ciudad de México. 1790.
De acuerdo con el índice combinado de Myers se aprecia una mala declaración de
la edad por parte de los habitantes de todas las calidades de la Ciudad de México, aunque
el mayor grado de concentración al declarar la edad se presenta en las indias.
b) La preferencia de la población hacia ciertos dígitos
Como resultado de la alta concentración de la información, es necesario establecer
los dígitos de atracción, porque esta práctica provoca un aumento importante de personas
con edades terminadas en esas cifras en perjuicio de las restantes; además, el traslado de la
edad conduce a la modificación de la estructura y el promedio de edad de la población
debido a que se está declarando por debajo o por arriba de la verdadera.
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DIGITOS DE ATRACCION EN RANGOS DE EDAD DE 10 A 89 ANOS CUADRO 3
Y DE 20 A 99 AÑOS
CALIDAD
ÉTNICA
012 345678
Indios 21.9 -8.3 -1.6 -6.1 -4.2 2.7 1.1 -7.5 4.8 -2.7
Indias 30.8 -8.6 -2.4 -6.9 -3.7 1.8 -0.2 -7.9 2.4 -5.3
Españoles 18.4 -5.7 -1.7 -3.4 -1.6 4.3 -0.7 -5.3 -0.4 -3.9
Españolas 27.7 -6.9 -4.1 -6.1 -3.6 0.4 0.8 -5.6 0.4 -3.1
Mestizos 18.9 -7.9 -2.0 -3.7 -1.8 2.4 4.2 -4.6 -2.0 -3.4
Mestizas 24.7 -8.5 -1.6 -6.8 -5.4 3.0 0.4 -5.1 0.2 -0.9
Negros 21.6 -6.5 -1.2 -5.0 -2.5 -1.7 3.5 -6.7 0.04 -1.5
Negras 13.9 -7.1 0.8 -5.5 -2.9 3.0 -3.4 -5.9 6.6 0.4
Fuente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la Ciudad de México. 1790.
El alto grado de concentración de la información se debe a la preferencia entre
todas las calidades por declarar en edades terminadas en el dígito cero, de entre todos
destaca la preferencia de las indias por esta cifra. Otros dígitos atractivos son el 8 para
negras, indios e indias; el 5 para los españoles y mestizas y el 6 para los negros, mestizos y
españolas.
Se manifiesta un notorio rechazo hacia las edades terminadas en el dígito uno por
todas las calidades. Otras cifras rechazadas son el 3 por las españolas y mestizas y el 7 por
indios, indias, españoles, mestizos, negros y negras.
Con base en estos resultados surge la pregunta relativa a si la agrupación
quinquenal que inicia en 0 y 5 resulta la más conveniente en este tipo de población, o si
conviene formar grupos no convencionales en los que, las edades de mayor atracción se
colocan en el centro del rango.
Al 0 que es el dígito más atractivo le siguen de manera menos importante el 8, el 6
y el 5 por ello se buscó que el 0 quedase en grupos separados de estos últimos; también se
procuró que los dígitos 1 y 7, que son los de mayor rechazo, pertenecieran a grupos
diferentes. Estas condiciones se cumplen en la agrupación quinquenal convencional de
manera que es la seleccionada para el análisis.
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2. Los grupos familiares
El censo de 1790 presenta a los habitantes de la Ciudad de México en grupos
ubicados en recintos utilizados para el alojamiento habitual. Estos recintos fueron
enlistados discriminando su ubicación al interior de la construcción bajo los términos
siguientes:
a) casa, en la cual se distingue: vivienda principal, vivienda separada, entresuelo,
cuarto, cuarto alto, cuarto bajo, accesoria, cochera, cobacha y jacal y en
vecindad
b) vecindad, se separa: vivienda alta, cuarto, cuarto bajo, entresuelo, accesoria,
cobacha
c) jacal
d) rancho
e) accesoria en zaguán
f) accesoria en esquina
También se enlistaron los recintos destinados a servir como alojamiento habitual, a
personas sujetas a una subordinación de carácter administrativo y obligadas a cumplir
normas de convivencia, en virtud de estar relacionadas por un objetivo público o algún
interés personal común, tales como razones religiosas, de salud, de enseñanza, de trabajo,
alojamiento, de orden y disciplina o asistencia humanitaria. Estos recintos fueron
designados de la manera siguiente:
a) Convento
b) Casa de la Profesa
c) Casa de Recogimiento
d) Real Casa de Cuna
e) Hospital
f) Cárcel
g) Colegio
h) Parroquia
i) Casa del Santo Tribunal de la Fe
j) Real Aduana
k) Real Casa de Moneda
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En este trabajo se aborda el estudio del primer grupo de estos espacios, dentro de
los cuales se ubicó al conjunto de personas unidas o no por lazos de parentesco, convivían
habitual mente en la misma unidad. La relación o vínculo de parentesco se estableció en
torno a la figura del jefe, se consideró como tal a la persona que encabezaba la lista del
recinto. La residencia se consideró elemento fundamental en la configuración de estas
unidades, a las que se ha denominado como "grupos familiares".
No es la intención en este trabajo entrar en debate acerca del significado de familia
o de estructuras familiares. Las categorías de clasificación, fueron seleccionadas porque
representan fases del ciclo de vida de la misma unidad, la cual no es estática y atravesará
por distintos estadios tales como: a) la constitución de la pareja y el nacimiento de los
hijos; b) la segmentación de la unidad, que se inicia con el matrimonio o salida de la
unidad del primer hijo y se prolonga hasta que el último se casa; c) el reemplazo de la
unidad sucede cuando todos los hijos se han casado o han salido de casa y quedan solos
los padres, o alguno de ellos, y concluye con su muerte. Es posible que estas fases lleguen
a traslaparse durante el ciclo de vida de la unidad.
Con base en la fuente de información, en la cual se privilegió el criterio de
residencia, se identificaron los siguientes grupos familiares:
a) la pareja con hijos
b) la pareja con hijos y agregados
c) la pareja sin hijos
d) la pareja sin hijos y agregados
e) el viudo con hijos
f) el viudo con hijos y agregados
g) la viuda con hijos
h) la viuda con hijos y agregados
i) la esposa con marido ausente y con hijos
j) la esposa con marido ausente, con hijos y agregados
k) la mujer soltera con hijos
1) la mujer soltera con hijos y agregados
m) el jefe con agregados
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Las unidades habitadas por personas solas no se integraron porque se privilegió el criterio
de convivencia.
Dentro del grupo, la presentación de las personas guarda el siguiente orden: en
primer término está el hombre casado seguido de su mujer y de sus hijos, estos últimos
ordenados por edades decrecientes; si con ellos convivían parientes eran enlistados
después del hijo menor, seguían los sirvientes, en caso de haberlos, y los que no guardaban
relación de parentesco se anotaban en último sitio. No siempre el hombre casado encabeza
la lista del grupo, por ejemplo: Ignacio Carbajal, un sastre mestizo de 30 años, casado con
María Manuela Castrejón española de 22 años y con dos hijos (uno de 7 años y otra de 3
años), está censado en un grupo cuyo jefe es su suegro: Juan Antonio Castrejón, un
sayalero, español de México, viudo de 50 años que además tiene una hija de 16 años y un
hijo de 11 años.
La distribución de los individuos en los distintos grupos familiares, es desigual en
los cuarteles seleccionados. En el cuartel 1 el mayor número de individuos (2 039) se
ubica en el grupo integrado por la pareja que tiene hijos y además tiene agregados; éstos
podían ser o no familiares del jefe, este grupo estaba integrado por 831 hijos de
las parejas, 32 huérfanos, 243 familiares, 401 sirvientes y 532 agregados, dentro de éstos
estaban por ejemplo las "depositadas'', mujeres jóvenes que vivían con una familia distinta
a la de origen. Siguió en importancia el grupo constituido por jefes que conviven con
personas agregadas, las 1 443 personas que integraron este grupo se distribuyeron en la
forma siguiente: 331 jefes, 285 sirvientes, 37 huérfanos, 269 familiares y 521 agregados;
en este grupo un rasgo común es que conviven hermanos, lo que hace pensar en una
situación producto de un hecho demográfico: la muerte de los padres; este hecho estaría
propiciando de alguna manera la existencia de estas unidades, ya que al morir los padres
los hermanos continuaron juntos ya que carecían de pareja. En cambio en los cuarteles
periféricos, el mayor número de individuos (1 155 y 708 respectivamente) convivía en
parejas con hijos y por la forma de ser censados quizá la residencia neolocal era la más
frecuente.
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NÚMERO DE PERSONAS PARA CADA GRUPO FAMILIAR
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO 4
GRUPO FAMILIAR CUARTEL
20 23
Pareja con hijos
Pareja con hijos y agregados
Pareja sin hijos
Pareja sin hijos y agregados
Viudo con hijos
Viudo con hijos y agregados
Viuda con hijos
Viuda con hijos y agregados
Esposa con marido ausente y con hijos
Esposa con marido ausente con hijos y agregados
Mujer soltera con hijos
Mujer soltera con hijos y agregados
Jefe con agregados
Sin clasificación
1 180
2 039
1 155
214
212
41
35
708
442
179
89
18
237
723
71
300
375
688
50
82
13
0
133
55
9
3
0
5
0
1 443
312
55
262
136
364
Fuente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la Ciudad de México, 1790.
a) Los jefes de los grupos familiares
En los cuarteles periféricos el porcentaje de jefes en pareja es alto. En el cuartel 20
más de la mitad de los jefes (54.8%) residía con su pareja e hijos y en el cuartel 23 más de
la tercera parte de los jefes (33.3%) encabezaba este tipo de grupo familiar.
En el cuartel 1 este tipo de grupo familiar no era el principal, ya que sólo el 17.3%
de los jefes se hallaba en pareja con hijos. En cambio el grupo familiar en el que se
ubicaba el mayor número de jefes era el de la pareja con hijos y agregados con 22.3%,
seguido del grupo formado por el jefe con agregados (19.5%).
El número de grupos familiares encabezados por hombres viudos es reducido, la
proporción es similar en los tres cuarteles: 4.2% en el cuartel 1, y 3.0% y 1.9% en los
cuarteles 20 y 23 respectivamente. En cambio las viudas dirigieron mayor número de
grupos familiares que los viudos y su proporción es desigual; en el cuartel 23, casi la
quinta parte de estos grupos tenía como jefe a una mujer viuda, la proporción es similar en
el cuartel 1 (16.7%), pero en el cuartel 20 solamente el 10.3% tenía como jefe a una mujer
viuda.
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A partir del escaso número de viudos, podemos suponer que al enviudar los
hombres contraían segundas o ulteriores nupcias más frecuentemente que las mujeres;
ellas seguirían otras alternativas: permanecer sin pareja, es claro que el número de viudas
jefes de hogar supera con mucho al de los viudos, o acompañarse no sólo de sus hijos, sino
también de otras personas, que podían ser o no sus familiares. Sin embargo existe un
problema que no hay que perder de vista en cuanto a las mujeres declaradas como viudas,
ya que en realidad podría tratarse de madres solteras quienes se cubrían con el estado de
viuda que resultaba más llevadero.
En realidad, el porcentaje de mujeres que se declararon como madres solteras es
insignificante: 0.3% en el cuartel 1; 0.4% en el cuartel 20 y 0.6% en el cuartel 23. Otras
mujeres solas con hijos eran las declaradas como esposas con marido ausente, cuyo
porcentaje también fue mínimo: 2% en el cuartel 1; 0.2% en el cuartel 20 y 0.4% en el
cuartel 23.
DISTRIBUCION PORCENTUAL DE LOS GRUPOS FAMILIARES
SEGÚN JEFE DE FAMILIA
CUARTELES 1,20 Y 23
GRUPOS FAMILIARES CUARTELl CUARTEL 20
TOTAL % TOTAL %
CUADRO 5
CUARTEL 23
TOTAL %
TOTAL 1 694 100.0
Pareja con hijos 293 17.3
Pareja con hijos y agregados 378 22.3
Pareja sin hijos 119 7.0
Pareja sin hijos y agregados 156 9.2
Viudo con hijos 25 1.5
Viudo con hijos y agregados 45 2.7
Viuda con hijos 142 8.4
Viuda con hijos y agregados 140 8.3
Esposa con marido ausente y con hijos 21 1.2
Esposa con marido ausente con hijos y
agregados 13 0.8
Mujer soltera con hijos 5 0.3
Mujer soltera con hijos y agregados 0 0.0
Jefe con agregados 330 19.5
Sin clasificación 27 1.5
534
293
34
107
11
14
2
45
10
0
2
0
15
0
100.0
54.8
6.4
20.0
2.1
2.6
0.4
8.4
1.9
0.2
0.0
0.4
0.0
2.8
0.0
523
174
72
90
24
8
2
66
31
2
0
2
1
51
0
100.0
33.3
13.8
17.2
4.6
1.5
0.4
12.6
5.9
0.4
0.0
0.4
0.2
9.7
0.0
Fuente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la ciudad de México, 1790.
Cuando una mujer encabeza un grupo familiar, generalmente su ocupación no está
registrada, pero la de los varones que conviven en ese grupo sí se especifica; por ejemplo
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en la manzana quinta del cuartel 1, Doña Anna María de Torres Cano, española de
Tenancingo, viuda de 60 años encabeza la unidad, pero la ocupación se consigna a su hijo
Don Domingo de Lara, español, soltero de 45 años, quien era hacendero. La autoridad es
reconocida a la mujer, la actividad productiva a los varones.
En el cuartel 1 se consignó la ocupación de 47 jefas de grupo familiar, 27 de ellas
eran españolas de México, 1 española peninsular, 5 castizas, 3 indias, 9 negras y 2 de
calidad no especificada. En el cuartel 23 se conoce la ocupación de 9 jefas. 7 españolas
de México y 2 mestizas, todas ellas eran caseras. En el cuartel 20 no se registró ocupación
de alguna de las jefas de grupo familiar.
b) Los hijos y las hijas en los grupos familiares
El porcentaje de los habitantes censados como hijos en los distintos cuarteles es
alto. En el cuartel 1, del total de hombres, 25% era hijo en alguno de los grupos familiares,
la mayor parte de éstos residía con las parejas y con las viudas. Y se observa que aun en
edades mayores a los 20 años, continuaban viviendo con sus padres.
La proporción de hijos es similar en el cuartel 20, en donde casi el 26% de
los habitantes era hijo; sin embargo, se observa que la mayoría de ellos se ubica en los
menores de quince años, a diferencia de los hijos del cuartel 1 son muy pocos los hijos
mayores de 20 años.
En el cuartel 23 el porcentaje de hombres censados como hijos es mayor que en los
anteriores, ya que alcanzó el 32%. El número de hijos comienza a reducirse de manera
importante después de los 25 años.
El número de mujeres censadas como hijas es similar en el cuartel 1. la cuarta parte
de la población femenina era hija en alguno de los grupos familiares, a diferencia de los
hijos se aprecia que permanecían en éstos aun después de los treinta años. Esto no
significa que permanecían solteras, algunas veces convivían con su pareja en unidades
jefaturadas por alguno de los padres.
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El mayor porcentaje de hijas se obtuvo para el cuartel 20, ahí el 34% de las
mujeres era hija, en la mayoría de los casos menor de 19 años. Mientras que en el cuartel
23, el 31% de las mujeres censadas eran hijas y muy pocas de ellas vivían bajo esta
condición después de los 25 años.
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NUMERO DE HIJOS SEGUN SU EDAD PARA CADA GRUPO FAMILIAR
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO 6
GRUPOS FAMILIARES
EDAD DE LOS HIJOS
0-4 5-9 10-14 15-19 20-24 25-29 30-34
9
28
3
6
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15 i
2
7
0
9
4
4
1
0
0
1
4
0 2
5
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0
0
0
35 y
más
CUARTEL 1
Pareja con hijos 102 85 35 19
Pareja con hijos y agregados 137 91 70 35
Viudo con hijos 0 4 4 4
Viudo con hijos y agregados 3 13 10 9
Viuda con hijos 6 20 24 19
Viuda con hijos y agregados 7 16 14 15
Esposa con marido ausente y con hijos 6 2 2 2
Esposa con marido ausente con hijos y agregados 4 7 2 0
Soltera con hijos 13 0 0
0 2
0
1
0
3
0
0
0
CUARTEL 20
Pareja con hijos
Pareja con hijos y agregados
Viudo con hijos
Viudo con hijos y agregados
Viuda con hijos
Viuda con hijos y agregados
Esposa con marido ausente y con hijos
Soltera con hijos
51
12
0
1 2
0
1
0
97
10
4
0
14
2
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13
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0
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2
0
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CUARTEL 23
Pareja con hijos
Pareja con hijos y agregados
Viudo con hijos
Viudo con hijos y agregados
Viuda con hijos
Viuda con hijos y agregados
Esposa con marido ausente y con hijos
Soltera con hijos
66
33
0
0
1
2
0
0
63
15 2
0
6
3
1
0
28
16
0
0
13
2
0
0
9
15 2
0
11
4
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1
7
3 2
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NUMERO DE HIJAS SEGUN SU EDAD PARA CADA GRUPO FAMILIAR
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO 7
GRUPOS FAMILIARES
EDAD DE LOS HIJOS
0-4 5-9 10-14 15-19 20-24 25-29 30-34 35 y
más
CUARTEL 1
Pareja con hijos 113 90 58 53 17 2 II
Pareja con hijos y agregados 132 128 69 67 34 14 6 3
Viudo con hijos 4 3 6 5 5 2 0 1
Viudo con hijos y agregados 2 6 10 11 8 9 2 3
Viuda con hijos 118 26 34 19 17 4 5
Viuda con hijos y agregados 11 18 18 29 25 29 14 5
Esposa con marido ausente y con hijos 2 3 0 3 2 2 11
Esposa con marido ausente con hijos y agregados 7 5 2 1 0 0 2 0
Soltera con hijos 0 0 2 1 0 0 10
CUARTEL 20
Pareja con hijos
Pareja con hijos y agregados
Viudo con hijos
Viudo con hijos y agregados
Viuda con hijos
Viuda con hijos y agregados
Esposa con marido ausente y con hijos
Soltera con hijos
123
18
1
0
9
0
0
84
9
3
1
16
0
41
6
2
0
12
2
0
0
13
6
1
0
2
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0
3
1
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1
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o
o
CUARTEL 23
Pareja con hijos
Pareja con hijos y agregados
Viudo con hijos
Viudo con hijos y agregados
Viuda con hijos
Viuda con hijos y agregados
Esposa con marido ausente y con hijos
Soltera con hijos
62
23
0
0
9
3
0
0
57
12
0
0
10
0
33
7
0
0
20
2
1
0
19
7
19
6
0
0
9
5
1
1
10
4
1
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c) Los solteros y las solteras en los grupos familiares
En la sociedad del siglo XVIII las ideas sobre el tamaño de la población sostenían
que una población grande y creciente era la conveniente para el estado. Estas ideas pueden
entenderse como un esfuerzo por recuperar las pérdidas ocasionadas por la elevada
mortalidad infantil, epidemias, hambrunas y guerras, por lo tanto se consideraba que
mediante una natalidad elevada se aseguraba una población trabajadora adulta para el
futuro. También debe ser considerada la influencia de la religión sobre las ideas del
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matrimonio y la procreación, ésta era la única razón que justificaba las relaciones de
pareja, las cuales por sí mismas eran pecaminosas.
La ausencia de hijos y el celibato, eran desalentados mediante algunas medidas
como la discriminación contra los solteros en la asignación de empleos en la
administración pública, los cuales se concedían preferentemente a los padres de familias
grandes; o bien el estímulo a quienes contribuían a la procreación, Overbeek (1984)
menciona la exención de impuestos a quienes se casaran antes de los 25 años de edad, a
los padres de diez hijos vivos y a los padres de doce hijos vivos o muertos practicada en
España en el siglo XVIII.
El permanecer soltero no siempre implica que no se ha contribuido a la
procreación, sin embargo en el censo que nos ocupa muy pocas mujeres con hijos se
declararon solteras, de éstas cinco vivían en el cuartel 1, dos en el cuartel 20; y dos en el
cuartel 23, y solamente se identificó a una soltera que convivía con su hijo y un agregado.
La probabilidad de contraer matrimonio decrece a medida que avanza la edad del
individuo, porque cada vez el número de solteros o solteras disponibles es menor. En el
caso de los varones que habitaban en los cuarteles 1, 20 y 23 de la Ciudad de México en
1790, se observa la disminución progresiva de solteros, aunque se aprecian diferencias al
interior de las calidades.
En el cuartel 1. antes de los veinte años de edad había dejado de ser soltero casi el
10%, aunque los españoles peninsulares eran quienes se conservaban solteros en mayor
número. La mayoría de los hombres entre 20 y 29 años había dejado el estado de soltería,
con excepción de los españoles de México y los españoles peninsulares. Estos últimos
eran los que mayor número de solteros conservaban en cada grupo de edad, de manera que
al obtener el promedio de edad a la unión se observa que también eran los mayores con 30
años, seguidos por los indios con 24, los negros y mestizos con 23 años; los más jóvenes
eran los españoles de México y los castizos, cuya edad promedio a la unión era de 22 v 20
años respectivamente.
En el caso del cuartel 20. se registró la calidad del 28% de la población, de manera
que fue posible identificar a los solteros españoles de México, mestizos e indios pero no a
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los de las otras calidades. El mayor número de solteros en cada grupo de edad, se encontró
entre los españoles de México y el menor entre los indios. Las edades promedio a la unión
fueron de 24 años para los españoles de México, 19 para los mestizos y 18 para los indios.
En el cuartel 23. los españoles peninsulares eran los que mayor proporción de
solteros mantenían en cada uno de los grupos de edad, seguidos por los mestizos y los
castizos. Al igual que en el cuartel 1, los españoles peninsulares eran quienes tenían la
mayor edad promedio a la unión, 34 años; con relación a esta edad, las edades de los
varones de las otras calidades resultan bastante menores: 19 años para los indios,
españoles de México y negros, 17 años para los mestizos y solamente 16 años para los
castizos.
NÚMERO DE SOLTEROS POR CADA MIL PERSONAS CUADRO 8
SEGÚN GRUPO DE EDAD Y CALIDAD ÉTNICA
CUARTELES 1,20 Y 23
EDAD INDIO ESPAm
Ne°x
L,CO PEMNSLLAR MESTIZ0 CASTIZO NEGRO
CUARTEL 1
10-19
20-29
30-39
40-49
50-59
60 y más
CUARTEL 20
10-19
20-29
30-39
40-49
50-59
60 y más
CUARTEL 23
10-19
20-29
30-39
40-49
50-59
60 y más
NI): No disponible.
I'uente: Cálculos propios con base en dalos del Censo de Revillagigedo para la ciudad de México. 1790.
845
490
170
100
76
0
887
393
208
148
139
178
928
723
573
288
229
318
875
415
190
62
142
166
900
241
125
0
200
0
825
511
193
100
157
90
736
115
55
0
50
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1 000
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ND
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ND
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ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
560
230
100
37
0
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625
282
66
52
16
35
I 000
833
647
333
222
125
727
366
208
272
272
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750
263
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333
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En el panorama de las proporciones de personas solteras en las distintas edades, se
observan algunas diferencias en el caso de las mujeres en los distintos cuarteles.
Entre los indios del cuartel 1, no se identificaron célibes definitivos (los solteros
mayores de 60 años), en cambio entre las indias mayores de 60 había casi un 20% de
solteras. Por grupo de edad y calidad las proporciones de solteras españolas de México v
negras superaban a las de los solteros de esas calidades; eran similares entre las solteras
mestizas y castizas y los solteros de su misma calidad; mientras que entre las españolas
peninsulares no se registraron célibes definitivas, a diferencia de los varones de esta
calidad, que tenían casi un 30% de solteros entre los mayores de 60 años.
En ese mismo cuartel las mujeres observaron una edad promedio a la unión menor
que los varones, la mayor diferencia se experimentó entre las españolas peninsulares cuya
edad promedio fue de 24 años y la de las mestizas de 20 años; la edad de las indias fue de
23 años, similar a la de los varones de esa calidad; por su parte la edad de las castizas, de
21, fue algo mayor a la de los varones de su misma calidad; las españolas de México y las
negras observaron la menor edad promedio a la unión: 19 años.
En el cuartel 20, los datos sobre esta variable no están disponibles para más de la
mitad de los grupos de edad y calidades; no obstante, es posible apreciar la ausencia de
célibes definitivos y edades promedio a la unión muy jóvenes: 14 años para las españolas
de México, 16 para las mestizas y 21 para las indias.
Entre las mujeres del cuartel 23 se identificaron célibes definitivas solamente entre
las españolas de México, la mayor parte las mujeres de las otras calidades se habían unido
antes de los 40 años.
Las edades promedio a la unión de las mujeres de este cuartel eran menores a las
de los varones de su misma calidad, con excepción de las negras. Para las castizas fue de
15 años, las españolas de México de 16, las mestizas de 17, las indias de 18, las españolas
peninsulares de 20 y las negras de 24 años.
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NUMERO DE SOLTERAS POR CADA MIL PERSONAS SEGUN
GRUPO DE EDAD Y CALIDAD ÉTNICA
CUARTELES 1,20 Y 23
CUADRO 9
EDAD INDIO ESPAÑOL DE
MÉXICO
ESPAÑOL
PENINSULAR MESTIZO CASTIZO NEGRO
CUARTEL I
10-19
20-29
30-39
40-49
50-59
60 y más
843
528
283
333
195
206
819
368
248
222
245
212
1 000
571
166
285
222
0
806
401
102
236
152
160
727
230
212
76
0
0
775
473
357
377
333
440
CUARTEL 20
10-19 637
20-29 441
30-39 90
40-49 0
50-59 45
60 y más 0
250
0
125
125
222
0
ND
ND
ND
ND
ND
ND
500
83
50
0
0
0
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
CUARTEL 23
10-19 608
20-29 140
30-39 88
40-49 0
50-59 0
60 y más 0
558
163
120
66
138
105
500
500
66
125
0
ND
600
255
43
45
125
0
727
0
250
0
25
0
000
250
166
166
0
0
NI): No disponible.
luiente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la ciudad de México, 1790.
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iuda
d de
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: est
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ura
soci
al :
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CONCLUSIONES
La evaluación de la estructura censal por edad y sexo ha permitido observar un registro
diferencial según la edad, los más afectados son los menores de 5 años y probablemente
los hombres entre 15 y 39 años, así como una fuerte atracción por el dígito 0 y una clara
repulsión por el dígito 1 por parte de todos los grupos étnicos. También se aprecia una
fuerte preferencia por la edad 30 y 40 años y un rechazo explícito de las edades 27,31, 37,
41 y 47 años. Otro problema encontrado se refiere a la tendencia de las personas cuya edad
está cercana a los 60 años a redondearla en esa cifra. En suma la declaración de la edad
puede considerarse como poco satisfactoria.
Con base en los resultados es posible establecer que se requiere de la formulación
de una estrategia propia para la probable corrección o ajuste de estos datos con la
finalidad de no forzar demasiado la información original, porque se estaría corriendo el
riesgo de diluir o incluso eliminar las irregularidades de la estructura por edad y sexo
provocadas por la selectividad que se presenta en estas variables en fenómenos
demográficos como la mortalidad y la migración.
Los fenómenos demográficos ocurren, o se deciden, básicamente al interior de
grupos en los cuales los individuos se reproducen cotidianamente. La distribución de los
distintos grupos familiares es desigual en los cuarteles pues mientras en los periféricos
dominan las parejas con hijos, en el cuartel central los principales grupos familiares están
formados por las parejas con hijos y agregados v el jefe con agregados. Es evidente que
los jefes de estas familias estaban en posibilidad de aceptar a parientes o no parientes en
sus casas, si bien la generosidad pudo ser una razón que contribuyó para recibirlos también
es claro que los agregados realizaban actividades productivas tanto fuera como dentro del
grupo doméstico.
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El número de grupos familiares en los que el esposo está ausente es mínimo, el
padre no sale a otras regiones a buscar oportunidades para emplearse y subsistir, las
oportunidades están en el mismo lugar de residencia. No se observa separación en las
familias, de los hombres y mujeres censados en los tres cuarteles casi la tercera parte vivía
con su padre y madre, o con alguno de ellos. La ciudad ofreció a sus habitantes la
posibilidad de vivir con su familia y con hijos.
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APÉNDICE
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POBLACION POR EDAD Y SEXO SEGUN CALIDAD ÉTNICA CUARTEL 1
CUADRO 1
Edad
0 1 2 3 4 s 6 7 8 9 IC 11 12 n 14 15 ir. 17 IR i<; 20
21 24 25 26 27 28 29 30 M >2 33 U 3S V, 37 >8 39 40 41 42 41 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 NH Total
Indios Españoles de
México Españoles
peninsulares Mestizos Castizos Negros Calidad no especificada
I lumbres Muicrct Hombres Mujeres Hombre» Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
b 5 7 4
12 8 9 6 3
16 7
14 13 15
33 13 27
s 17 6 8
11 13
4 10
7 35
0 4 2 2
19 9 1 6 4
30 0 2 1 1 3 i 0 1 0 7 0
1 0 2 1 2 0 6 0 0 1 0 1 o o o o o 6
449
8 9 9 4
8 6 7
8 18 6
19 9
17 20 29
9 39 13 68
5 21
8 22 16 21
4 20 10 61
11 3 4
20 7 1 7 3
47 0 s 1 2
14 7 0 s o
32 0 1 2 0 s 1 0 4 1
17 0 0 0 c
1 o o o o
11 9
730
46 40 46 44 29 36 3S 32 31 29 24 26 30 31 35 34 31 22 25 29 33 20 36 21 34 53 42 13 37 26
113 II 34 23 28 48 28 14 31 18
101 8
19 13 9
45 19 10 15 s
56 7 9 8 9
17 10 4 7 5
47 0 1 3 4 7 3 1 4 1
23 17
1805
31 46 32 37 29 42 44 40 40 42 27 30 28 34 23 53 52 32
0 40 74 21
0 0
59 0
67 28
106 46
188 11 56 37 23 67 54 15 37 25
190 16 26
6 11 53 22
7 34
8 118
4 13
8 9
23 13
4 13 6
85 0 3 1 I 7 3 1 2 1
37 25
2366
3 c 1 ! 1 1 C 4
1 0 2 1 1 2
1 2 2 4 7 6 4 7 7 5
12 8 6 2 9 5
22 4 5 5 6
10 6 4 5 2
17 1 4 3 9
11 7 1 6 c
26 1 2 7 2
0 0 6 0 7 1 1 2 0 0 o c 3 0 7 Ñ
306
I 1 0 1 0 6 0 1 0 1 1 0 o o 0 1 o o 0 1 o o 0 0
1 7
74
8 4 3 5 7
12 5
5 6
IC 7 8 4 9
8 9
1S 4 9 6 6 9 9 1 4 2
20 1 2 1 2 7
14 3 0 1
19
1 4
289
11 8 4 9 6 7 8 6 2
12 4 5 8
14 10 19 20
3 28 20
3 28
7 10 14 20
5 28
2 45
1 8 4 2
13 5 1 1 3
35 1 2 0 1 8 1 1 2 4
30 0 0 1 1 4 3 1 s 1
22 0 1 0 c 1 o o o 0 1 4
541
0 1 2 s 3 2 2 1 0 2 2 0 3 3 3 0 2 1 3 2 4 0 4 2 4 3 3 2 4 3 9 0 0 3 3 2 2 3 2 0 2 0 1 0
5 0 0 1 o o 0 1 I 0 1 o 0 1 1 3 0 o o c 0 1 o o 0 2 1
112
4 7 2 0 3 1 2 5 1 1 1 4 2 4 2 5 4 2 5 4 4 1 3 1 3
11 6 I 4 5 9 0 1 c 1 7 4 1 8 2
16 0 2 0 0 3 2 0 1 2 8 1 0 0 0 2 1 0 1 0 1 o o o 0 1 o o o o 2 2
176
1 3 3 4 3 1 4 2 2 4 1 2 8 4 5 1 S 0 7 7
10 5 6 1 6 3
10 0 3 3 2 4 3 0 5 1 7 0 1 1 0 4 3 3 0 3
10 0 1 1 1 1 3 0 2 0 8 0 0 0 o o o o o o 3 5
200
3 6 6 1 2 5 2 4 3 2 3 2 7 4 5 7 8 4
11 7
II 0
10 9 3 7 4 2 7 4
31 2 6
3 7 3 0 2 0
41 0 1 0 1
10 o
3 3
17 0 2 2 1 1 0 1 0 o
17 0
321
0 14 20 16 20 23 20 38 23 15 23 15 18 18 18 11 11 10 13 11
8 10 13 10
S 0 5 3 7 1 5 0 1 1 2 3 1 4 1 1 7 1 1 1 1 1 4 3 2 1 5 4 3 2 0
1 2 2 2 0 1 0 1
o o o o 5 3
472
0 15 25 21 29 20 18 26 31 34 14 19 27 21 20 39 29
9 32 11 28
9 14 11
7 16
8 3
10 6
15 1 3 3 0 8 4 4
16 0
0 o o 0 1 0 1 o o
11 o
673
125
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POBLACION POR EDAD Y SEXO SEGUN CALIDAD ETNICA CUARTEL 20
CUADRO 2
Edad
9 10 11 12 13 H 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 NE Total
Indios Españoles de
México Españoles
peninsulares Mestizo Castizo Negros Calidad no especificada
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres I lomhi es Mujeres 2 0 1 1 1 2 2 2 0 4 3 0 2 1 1 1 1 1 5 4 6 1 2 0 3 4 3 0 5 2
10 0 2 0 0 s o 0 1 0 5 1 0 1 o 4 0 1 0 1
10 2 1 2 0 1 1 1 2 0 6 0 0 o 0 1 o o o o 9 0
127
0 7 0 0 0 0 2 1 0 0 o
14 0
195
0 0 o o o o o o o o o o o o o o o o o 0 1 0 1 I 1 2 3 1 1 0
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POBLACION POR EDAD Y SEXO SEGUN CALIDAD ETNICA CUARTEL 23
CUADRO 3
Edad Indios Españoles de
México Españoles
peninsulares Mestizo Castizo Negros Sin calidad Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombre» Mujeres Hombre» Mujeres Hombres Mujeres Hombre» Mujeres
I 4
6 7 X ') 10 II 12 13 14 is 16 17 18 19 20 21 22 2.1 24 25 26 17 28 29 30 31 \1 31 w 35 36 37 38 V) 40 41 42 43 44 45 46 47 48 4') SC M 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 61 64 65 66 67 68 69 70 Total
0 0 o o o o o 0 1 1 1 2 6 5 0 2 3 4 6 0 4 0 4
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16 1 4 0 4 5
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11 6
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5 8 7
22 4 2 9 2
15 5 4 5 7
28 1 4 4 4 1 4 1 6 4
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10 3 1 1 1 1 1 0 0 3 7
306
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12 14 6 7
10 12 22 11 6
12 16 33
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11 10 7 4 6 9
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19 0 2 4 2 3 3 1 0 2 9 1 0 1 1 0 o 0 1 1 5
370
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61
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4 97
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123
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59
O o o o 0 1 o o o 0 1 o- 0 1 0 2 4 2 1 0 2 1 2 3 2 7 2 0 3 1 6 0 1 1 0 1 o o o 3 7 0 1 0 0 o o o o 0 6 1 O 0 1 o o o o 0 1 o o
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29
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46
0 22 20 21 13 20 21 24 22 16 18
8 10 12 16 8
10 2
13 12 7 4 6 1 O 5 2 O 2 O 8 O O O 0 2 1 1 5 1 O 0 O 2 0 O o o o o 6 0 1 1 o 0 1 1 o o 3 0 o o o o o o o o o
348
0 26 17 25 20 21 21 15 14 23 16 11 19 6
10 16
2 8 7 9 5 2 5 6 2 2 1 0 1 0 1 o o o o o 0 2 1 I 3 O O O o o o o o o o o o o o 0 1 o o 0 1 o o o o o o o o o o
320
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