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DR © 2002, Instituto Nacional de Estadística,

Geografía e Informática

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Fracc. jardines del Parque, CP 20270

Aguascalientes, Ags.

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a tenció[email protected]

La Población de la Ciudad de México en 179C

Esirucíurc Social, Alimentación y Vivienda

Impreso en. México

ISBN 97U-134053-1

LA POBLACIÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO HACIA 1790.

ESTRUCTURA SOCIAL, ALIMENTACIÓN Y VIVIENDA

Manuel Miño Grijalva

Coordinador

Altores

Diana BirrichagaGardida - Herbert S. Klein-

Manuel Miño Grijalva - Sonia Pérez Toledo

Enriqueta Quiroz - Michel C. Scardaville

Jorge Silva Riquer - Marta Vera Bolaños

Con la colaboración de

Valeria Sánchez mictiel

Instut to Nacional de Estadística, Geografía e Informática

El Colegio de México

ÍNDICE

Leticia Mayf.r Celis

Presentación IX

Manuel MiñoGrijalva

Introducción XIII

Manuel MiñoGrijalva

La población de la ciudad de México en 1790. Variables económicas y

DEMOGRÁFICAS DE UNA CONTROVERSIA 1

Sonia Pérez Toledo y Herbert S. Klein

La población y la estructura social de la ciudad de México a partir

DEL CENSO DE REVII.LAGIGEDO 53

Marta Vera Bolaños

LA COMPOSICIÓN DE LA FAMILIA EN LA CIUDAD DE MÉXICO EN 1790

Una reconstrucción demográfica 97

Manuel Miño Grijalva

Estructura social y ocupación de la población

EN LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790 129

Enriqueta Quiroz Muñoz

Mercado urbano y demanda alimentaria, 1790-1800 173

Michael C. Scardaville

Trabajadores, grupo doméstico y supervivencia durante el periodo

COLONIAL TARDÍO EN LA CIUDAD DE MÉXICO, O

/yI.A FAMILIA PEQUEÑA NO VIVE MEJOR" 209

Jorge Silva Riquer

La organización de las tiendas pulperas en la ciudad de México,

siCLO XVIII 259

Diana Birrichaga Guardida

Distribución del. espacio urbano en la ciudad de México en 1790 289

Fuen í es y Bibliografía 325

Los autores 357

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A LA MEMORIA DE

Franklin Pease G.Y.

( 1939- 1999 )

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PRESENTACIÓN

Leticia Mayer Celis

IIMAS-UNAM

Este libro forma parte del proyecto "Para una historia de la ciencia del siglo XXI :1a

estadística, sus desarrollos metodológicos y sus usos históricos" que se realiza bajo mi

coordinación. Su justificación es evidente, pues al comenzar el siglo XXI, la información

numérica y computar!zada se encuentra en el centro de la discusión científica y de toma de

decisiones políticas. El dato estadístico es, en cierta forma, la base de la vida social actual.

Sin embargo, esta forma numérica de entender el mundo que se proyecta al futuro, tiene

una larga, compleja y riquísima historia que a veces cuesta trabajo imaginar, incluso su

existencia.

La historia de la estadística y de la probabilidad en Occidente tienen su origen en el

siglo XVII. En estas ciencias, ni la Nueva España, ni posteriormente el México

independiente fueron ajenos a su tiempo. Esta es una historia llena de tesoros por descubrir,

que por el momento nos ha mostrado algunas de sus ricas vetas en los siglos XVIII y XIX.

No obstante, emprender un proyecto tan complicado y ambicioso como la historia de la

estadística en México es una empresa que sólo puede sugerir una ingenuidad supina. Debo

confesar que este fue mi caso. El entusiasmo ante el "alud de números impresos" de todo

tipo: demográficos, económicos, de criminalidad, de educación, de salud y enfermedad,

etc., me enfrentaron a la importancia de la cuantificación en muchos aspectos de la vida

diaria. Me impactó el interés creciente en los números durante el siglo XIX: para conocer a

una sociedad había que cuantilicario todo, desde los habitantes de una determinada ciudad

o país, hasta la cantidad de veces que un individuo respiraba en cada region y altitud de la

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tierra. ¿Qué estaba significando este mundo de los números? Independientemente de la

veracidad o falsedad de la cifra reportada, ¿por qué se inició este afán por contar? ¿Cómo

se pasó de la tabla de datos simples a la gráfica compleja? ¿Cómo es que nos hemos

habituado, como sociedad, a interpretar números en los últimos siglos? Las preguntas de

corte cualitativo, frente a lo cuantitativo fueron las que principalmente estimularon mi

curiosidad.

Desde la primera fase del proyecto, muchas de las ideas surgieron de un seminario

interdisciplinario en el IIMAS-UNAM. Haciendo un gran esfuerzo por encontrar algunas

horas libres, los doctores en estadística Ignacio Méndez y Rubén Hernández se reunían con

Laura Cházaro y conmigo para discutir algunos temas de interés común. El entusiasmo y la

mirada abierta y tolerante de Ignacio Méndez, así como la inteligencia y comentarios

oportunos de Rubén Hernández, se unieron a la reflexión pausada y filosófica de Laura

Cházaro. De este seminario surgió la idea de proponer un proyecto a CONACYT, que fue

aprobado en 1996. En este trabajo se contempló avanzar en la historia de la estadística en el

siglo XIX en México, pero entendiendo el paradigma internacional del cual partió. Las

referencias sobre Inglaterra, Francia y especialmente Bélgica fueron muy importantes. Ante

nuestros ojos brillaba la figura de Adolfo Quetelet y su concepción de la curva normal. En

1830. el rey Leopoldo I solicitó a Quetelet ser preceptor de los príncipes Ernesto y Alberto.

Este último fue. posteriormente, esposo de la reina Victoria de Inglaterra. Rubén Hernández

tradujo las "Cartas sobre la teoría de las probabilidades aplicadas a las ciencias morales y

políticas" que el insigne estadístico dirigió a los príncipes de Bélgica. También empezamos

una discusión sobre la "ley de los grandes númerosteorema considerado como una de las

joyas de la probabilidad. Encontramos que muchos de los conceptos estadísticos de

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Quetelet y Poisson, entre otros, fueron utilizados y discutidos en México desde un primer

momento.

El conde de la Cortina y sus reflexiones sobre la estadística en la primera mitad del

siglo XIX nos sorprendieron. El análisis estadístico sobre la criminalidad apareció en

México de manera muy temprana, desde 1826. Para la segunda mitad de aquella centuria,

la aplicación de la estadística a la medicina brincó de las "Gacetas de Medicina". Laura

Cházaro analizó las reflexiones de los médicos sobre las estadísticas de salud.

No obstante, los sucesos del siglo XX también nos deslumhraron. Los estudios de

Galton y Fisher, la estadística y la probabilidad aplicadas a la investigación agronómica,

biológica y a las ciencias sociales nos llamaron la atención. Ignacio Méndez propuso hacer

una recuperación de historia oral con algunos de los estadísticos mexicanos más

importantes de la pasada centuria. Con apoyo de CONACYT, hicimos una colección de

doce videos a la que titulamos: "Reflejos sobre el agua", con la idea de que la estadística no

es una mirada completa e inequívoca de la realidad, sino un reflejo, muchas veces no muy

claro y movible, de esa objetividad que deseamos obtener. La primera de las entrevistas la

hicimos al ingeniero, y posteriormente nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad

Autónoma de Chapingo, Emilio Alanís Patino. Debo confesar que la amistad y el

entusiasmo de Emilio, quien murió en 1998 a los 93 años de edad, fueron el principal motor

para continuar con la investigación e intentar nuevos caminos. Fue Emilio quien me puso

en contacto con el Dr. Carlos Jarque, en aquella época presidente de INEGI. Tanto el Dr.

Jarque, como los actuarios Miguel Cervera y Víctor Guerrero nos apoyaron activamente. Se

firmó un convenio general y cuatro subconvenios entre el IIMAS-UNAM e INEGI.

En el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, el Dr. Manuel Miño

estaba trabajando, con un grupo de estudiantes, los datos sobre la ciudad de México que

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arrojó el censo de Revillagigedo en 1791. Estos padrones estuvieron perdidos durante casi

dos centurias, hasta que el Dr. Miño los encontró en el Archivo Histórico del Estado de

México. Los datos del controvertido censo, además del cuidadoso análisis del Dr. Miño nos

entusiasmaron mucho, lo mismo que a INEGI.

El censo de la Nueva España lo podemos considerar como uno de los padrones más

antiguo y completo de la época moderna. En cierta forma es un ejemplo del paso de los

datos cualitativos a los cuantitativos. Con el censo de Revillagigedo se inauguró una etapa

de planeación con bases numéricas que abarcó objetivos tanto demográficos como

políticos, militares y fiscales. Poder contar con estos datos, reflexionar sobre ellos desde

muy diferentes perspectivas y divulgarlos a otros especialistas fue un interés compartido

entre el grupo de investigadores del IIMAS, del Colmex y los funcionarios de INEGI.

Aunque ha habido muchos cambios desde aquella época, la atracción por continuar

con este empeño de conocer la historia de la estadística en México ha continuado. Por ello

agradezco la colaboración académica de Manuel Miño, Ignacio Méndez, Rubén Hernández

y Laura Cházaro. La crítica oportuna y generosa de Marcello Carmagnani. El entusiasmo y

apoyo de Carlos Jarque, Miguel Cervera, Víctor Guerrero, Walter RangeL Víctor García

Vilchis y la licenciada Isabel Luna. Finalmente también agradezco el apoyo de instituciones

generosas como El Colegio de México, INEGI, CONACYT y, desde luego, el IIMAS-

UNAM.

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INTRODUCCIÓN

Este conjunto de ensayos aborda distintos aspectos de la vida de la ciudad de

México en 1790 o del período final de la época colonial, entre 1750 y 1811. Inicialmente se

trató de incorporar ensayos que tuvieran que ver exclusivamente con el Censo que mandó

realizar el Virrey Revillagigedo en el primero de los años citados, pero me pareció que esta

forma de abordar su estudio sería por demás limitada, pues las gentes no se explican sin sus

estructuras sociales básicas. Por otro lado se trataba de que fuera el primer volumen de una

serie de trabajos que su coordinadora general, la Dra. Leticia Mayer Celis denominó "Para

una historia de la ciencia del siglo XXI, la estadística, sus desarrollos metodológicos y sus

usos históricos", fruto del convenio interinstitucional entre El Colegio de México y el

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.

Los registros disponibles superan fácilmente las 5000 fojas y los 50 000 habitantes,

por lo que no era fácil dominar una masa de información tan imponente, por ello se

determinó acotar el universo de análisis por lo más práctico: determinamos con los alumnos

del seminario sobre el mundo urbano que dictaba en El Colegio de México codificar tres

cuarteles de la ciudad: el central n° 1 y los extremos 20 y 23, con el objetivo de que

diversas realidades de la ciudad pudiesen representar, sino de manera completa y fiel, una

imagen de la estructura social que fuera identifiable de lo que pudo haber ocurrido en la

ciudad la segunda mitad del siglo XVIII. Socialmente el cuartel n° 1 ubicado en el centro

de la ciudad se revelaba como un núcleo permanente, étnicamente heterogéneo con un

evidente predominio del grupo español y mestizo y poseedor de las formas laborales o tipos

habitaciones, de recinto o simplemente de vivienda más complejos, mientras el cuartel 20,

después de un rápido muestreo, se revelaba como predominantemente indígena, sin una

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forma regular y el n° 23, básicamente mestizo, pero más urbanizado. Estos cuarteles

menores formaban parte de los cuarteles mayores 1, V y VI con una población que

sobrepasaba los 13 000 habitantes. Pero con el transcurrir del tiempo aparecieron en el

horizonte de la explicación histórica otras inquietudes comandadas por estudiosos de

nuevos aspectos de la vida de la ciudad y que podían explicar perfectamente los vericuetos

por los que atravesaron las gentes de esta imponente urbe, aspectos tales como la propia

vivienda o la alimentación o simplemente las estrategias de supervivencia de la población

de bajos recursos, de esa gran masa de gente que pululaba por la ciudad en tiempo en que

florecían empresas y aparecían palacios, calles y la ciudad se renovaba por todos lados.

Como una muestra de la pronunciada concentración y polarización de la riqueza. Sin

embargo, en este volumen sobresalen más los pobres que los ricos, la masa anónima y los

cálculos sobre la estructura social básica: la familia, la ocupación, la realidad socioétnica.

Debemos empezar preguntándonos, para establecer el marco social general ¿Cuál

fue la dimensión demográfica de la urbe más importante del imperio español en América?

En el primer capítulo, "La población de la ciudad de México en 1790: variables económicas

y demográficas de una disputa" se intenta estimar la población total de la ciudad de

México, tratando de entender el contexto y de interpretar la información disponible para

1790 que, aunque muy conocida, no había recibido la atención necesaria, porque la

controversia fue acogida por la historiografía nacional como una muestra del pensamiento

científico y del nivel al que había llegado la ilustración con el abate José Antonio de Alzate,

más que como un problema económico o demográfico. Estas variables pueden ser

enfrentadas ahora para proponer nuevas conclusiones. Revillagigedo defendía su Censo

afirmando que la población no pasaba de 112 000 habitantes, por su parte el sabio

mexiquense sostenía que ésta fácilmente llegaba a los 209 000 aunque nuevas mediciones

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podrían hacer subir esta cifra hacia los 300 000 habitantes, cifra a primera vista poco

creíble, pero que podría ser correcta para una ciudad en continuo crecimiento y auge, pues

atraía, como pocas en el mundo iberoamericano, a una población creciente y numerosa

fruto de un intenso proceso de migración. Se verifican los cálculos de Alzate y Humboldt

sobre el consumo de la ciudad de México en 1790 en sus diversos rubros, destacando el de

la carne y el de los cereales. Se acogen nuevas cifras que los informes de Páez de la Cadena

proporcionaban sobre el movimiento económico general y se incorporan otras sobre Madrid

que ahora conocemos, pero que en el año de la disputa eran desconocidas, para terminar

con dos anexos importantes: el propio "estado reducido" sobre la población de la ciudad

elaborado por Alzate y hasta ahora desconocido y el informe económico de Miguel Páez de

la Cadena. De esta forma es posible presentar un panorama general de la situación de la

ciudad en tiempos del censo.

Sonia Pérez Toledo y Herbert S. Klein, por su parte, en su capítulo "La población y

la estructura social de la ciudad de México a partir del censo de Revillagigedo", estiman

que sobre una población total de los tres cuarteles estudiados de aproximadamente 13,778

individuos, definen varias de las características demográficas y la composición étnica de la

población avecinada en estos tres espacios, así como las particularidades y contrastes que al

respecto se pueden vislumbrar en estas tres diferentes áreas de la capital del virreinato.

Comprueban que comparativamente el cuartel 20 contaba con un número mayor de

indígenas no sólo frente a la población blanca sino, incluso, respecto de las castas, lo cual

sugiere la existencia de un patrón de asentamiento mayoritariamente indígena en la zona

oriente de la ciudad, por lo que es bastante probable que a pesar de que en espacios como el

cuartel 20 convivieron diferentes grupos étnicos, la política de segregación y la existencia

de redes y tradiciones indígenas incidieron en la conformación de barrios que, en términos

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generales, eran propiamente indígenas. Sus gráficas muestran una mayor migración de

mujeres, aunque una parte mayoritaria de los varones migrantes a la urbe estaba formada

por individuos en edad productiva. Así. a pesar de que sólo se estudia la población de tres

cuarteles, los datos sobre la edad de los migrantes para 1790 concuerdan con los patrones

de edad establecidos para 1811 y 1842.

Este capítulo resalta, por otra parte, que al analizar la distribución étnica de la

migración interna respecto de la población originaria de la ciudad, se observa una mayor

proporción de blancos y castas de origen urbano en comparación con el número de

migrantes de ambas calidades étnicas, pues en ambos grupos lo nativos de la capital

alcanzan un poco más del 60 por ciento, denotando que entre la población indígena existe

un mayor equilibrio entre la proporción de los inmigrantes y los originarios de la ciudad.

Por otra parte, Pérez Toledo y Herbert S. Klein realizan un exhaustivo análisis de las

categorías laborales de la población de estos cuarteles, particularmente en el ramo de los

artesanos y de los servicios, quienes constituían el grupo mayoritario de la población de la

ciudad al finalizar el siglo XVIII.

Marta Vera Bolaños, por su lado, en k"La composición de la familia: una

reconstrucción demográfica", muestra no . solo la importancia del censo de 1790 para los

estudios demográficos, sino sus limitaciones. No hay duda de la importancia del censo

como fuente fundamental para establecer la estructura social de cualquier sociedad. En su

ensayo describe variables que resultan particularmente importantes, como determinar la

composición por edad y sexo de una población, que es la base para determinar los niveles

de fecundidad y mortalidad de las distintas generaciones que componen una población en el

momento censal. También proporciona una visión de la relación entre los sexos, equilibrio

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y descompensación e indicaciones de mortalidad diferencial entre los sexos y/o de

movimientos migratorios. Demográficamente la importancia del censo es el registro de la

calidad de los habitantes, variable que permite identificar posibles diferencias en el

comportamiento demográfico de los distintos grupos étnicos.

Pone Vera Bolaños los límites de la entrevista directa del primer censo, ya que si se

acepta que este censo fue elaborado atendiendo a las declaraciones personales de los

censados, es necesario reconocer la posible manifestación de una edad equivocada por parte

del informante. Estas y otras limitaciones son subsanadas con la utilización de diferentes

instrumentos de análisis demográficos y de manera particular, aborda el estudio del primer

grupo de estos espacios dentro de los cuales se ubicó al conjunto de personas unidas o no

por lazos de parentesco que convivían habitualmente en la misma unidad, y las relaciones o

vínculo de parentesco establecido en torno a la figura del jefe, o persona que encabeza la

lista del recinto, considerando a la residencia como el elemento fundamental en la

configuración de estas unidades a las que se conoce como "grupos familiares". Es evidente

que las unidades habitadas por personas no fueron integradas al análisis porque se

privilegió el criterio de la convivencia.

Más allá de los "grupos", afuera de la "casa o recinto", la gente de la urbe no

mostraba ningún cambio sobre el patrón anotado para la "ciudad colonial" o tradicional, es

decir que quienes formaban parte del estrato social más alto tendían a concentrarse en el

centro, mientras que los pobres o menos favorecidos se ubicaban en la periferia. Sin

embargo, esta puede ser una simplificación de la literatura urbana, ya que se encontraron

tanto viviendas modestas y pobres en el centro como en los extremos de la ciudad, aunque

no es posible observar que la gente de recursos habite en los cuarteles "periféricos".

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El capítulo "Estructura social y ocupación" muestra que la distribución espacial de

la población, por lo menos cuantitativamente, mantuvo un equilibrio al interior de las

unidades de los cuarteles mayores, lo que implicaba que más allá de las diferencias

socioeconómicas evidentes, hubo un perfecto conocimiento y control de la ciudad que

engarzaba las diversas zonas como un todo, capaz de que las extremas o periféricas vivían

en función de las centrales, y viceversa. En diversos grados y niveles, esta totalidad despeja

la duda permanentemente de saber en donde termina lo uno o lo otro, pues el abuso de los

conceptos ha sido frecuente. La ciudad funcionaba como un todo sistémico. Además,

reconoce que la codificación de la información permite plantear nuevas interrogantes, unas

veces, y afinar otras, particularmente sobre algunas de las hipótesis que ha planteado la

historiografía social de la época.

Es importante señalar primero el profundo desequilibrio entre la población ocupada

y la no ocupada, particularmente en el caso de las mujeres en los tres cuarteles analizados.

Se muestra también la calidad del sector artesanal. su relación con el estado marital, pero

sobre todo se insiste en la composición de la ocupación tomando casos y ejemplos de otros

cuarteles para los cuales existe información.

Una de las reflexiones finales que pueden desprenderse del análisis de estos tres

cuarteles en términos de su estructura de grupos es su heterogeneidad espacial. Los

cuarteles mayores mantienen en su interior una jerarquía demográfica encabezada por uno

de ellos. En relación a la calidad de los cuarteles analizados se observa una diferente

constitución étnica, mientras el cuartel 20 era principalmente indígena, el del centro y el

noroccidente están habitados por una fuerte presencia de españoles, aunque en general

pueda notarse el predominio del grupo español y mestizo.

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En este contexto, ¿cuáles fueron las condiciones de los trabajadores de la ciudad y

sus estrategias de supervivencia? Michael C. Scardaville, en "Trabajadores, grupo

doméstico y supervivencia durante el periodo colonial tardío en la ciudad de México o la

familia pequeña no vive mejor", para un tiempo semisecular trata de establecer que en

estudios realizados sobre hogares preindustriales en Europa Occidental, México y el resto

de América Latina, la historiografía muestra que las familias extendidas o múltiples que

vivían en una sola casa no eran las más comunes entre las. familias urbanas pobres. Y se

pregunta ¿Por qué entonces encontramos hogares más extensos y complejos en la ciudad de

México de principios del s. XIX que en los censos previos de 1753 y 1790? ¿Y que nos

puede enseñar la respuesta acerca de las costumbres y la cultura de los trabajadores en el

periodo colonial tardío?.

Para marcar una estrecha correlación entre la estructura doméstica y el clima

económico general y bienestar material de las clases populares, postula que las respuestas

domésticas a las crisis económicas más fuertes de las últimas dos décadas han sido

asombrosamente similares en todas las ciudades importantes. Por lo general se cree que el

patrón urbano general consiste en incrementar los miembros del grupo doméstico con

ingresos con el fin de aumentar el tamaño de la fuerza del trabajo, lo cual traía como

consecuencia que las formas domésticas se volvieran menos nucleares y más complejas,

condición que permitió a los grupos soportar las recesiones económicas de finales del

s. XX.

Michael C. Scardaville tiene presente este marco general de comportamiento para

establecer los cambios de tamaño y composición de los hogares en la Ciudad de México a

fines del periodo colonial, así como la relación de tales cambios con la naturaleza irregular

de la economía urbana. Encuentra que los trabajadores pobres de la ciudad, una mezcla de

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artesanos y jornaleros españoles, indígenas y de diversas castas, que constituían entre el

75% y el 80% de la población, sufrían de una creciente competencia de mano de obra,

inflación, estancamiento de los salarios y un descenso en la calidad de vida, condiciones

que le permiten preguntarse ¿Cómo es que reaccionaron los pobres de la ciudad más grande

del Hemisferio Occidental ante un derrumbe en la calidad de vida? ¿Cómo lograron

subsistir y perseverar a pesar de sus ingresos insuficientes? ¿Qué hicieron los pobres de la

Ciudad de México a fines del periodo colonial para aumentar sus posibilidades de

supervivencia dentro de una economía urbana cada vez más deprimida?

Su ensayo sugiere que gran parte de la respuesta está en cierto comportamiento que

tuvo como base las redes sociales informales, particularmente el hogar, que constituyó la

respuesta más habitual de los pobres de la Ciudad de México ante la crisis económica de

fines del periodo colonial. Otras redes que reunían a parientes, padrinos, amigos, vecinos,

compañeros de trabajo, empleados o asociaciones locales como gremios o hermandades

religiosas solían proveer el capital social necesario para enfrentar la crisis día con día, pero

el hogar urbano fue el que desempeñó el papel fundamental en la búsqueda del sustento por

parte de los pobres. Si bien algunos escritos sobre la pobreza en Europa Occidental antes y

durante la industrialización reconocen la importancia de las redes sociales para brindar

ayuda y apoyo mutuos, los historiadores de Europa suelen considerar el hogar y la familia

como instituciones demasiado fracturadas y frágiles para ofrecer asistencia. Por otra parte,

los historiadores del México colonial no dudan en conferirle mayor importancia a las redes

familiares para la supervivencia entre grupos populares urbanos, pero estos escritos no

discuten explícita y ampliamente el hecho de que los hogares de los pobres también

sirvieron como recurso crítico, incluso para quienes no tenían lazos familiares sólidos. Este

ensayo tratará de demostrar que el hogar de clase trabajadora en la Ciudad de México

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borbónica, en tanto vínculo de las redes sociales, constituía una unidad social viable,

efectiva y activa, y que la estructura de su composición y tamaño debe verse como una

respuesta discreta de los trabajadores pobres ante las crecientes carencias materiales.

Si bien ciertos comportamientos públicos provocados por la situación económica

como la mendicidad o el robo, resultaban más notorios para las autoridades coloniales,

fueron las propias medidas que tomaban los pobres en sus propias viviendas y vecindades,

lo que el autor denomina el comportamiento de los cotidiano, las que les permitían

enfrentar las fuerzas hostiles que moldeaban su entorno urbano. Al usar la unidad

doméstica como instrumento crítico y recurso humano, las gentes trataban de amortiguar el

impacto de las condiciones económicas en deterioro. Finalmente, un acercamiento al sector

doméstico para analizar las respuestas populares a la pobreza en la ciudad de México

borbónica le permitirá explorar temas cuyas implicaciones para los

Estudios sobre el sector laboral urbano van más allá del México colonial y de América

Latina.

Este ensayo, basado en gran parte en el análisis de censos civiles efectuados en la

Ciudad de México a fines del periodo colonial, estudia la formación de hogares de clase

trabajadora en tres diferentes momentos del estado de la economía urbana y la calidad de

vida popular. El censo de 1753, efectuado antes de que se presentaran dificultades

económicas y demográficas importantes, puede considerarse como un punto de partida

anterior a la crisis para la formación de hogares. El censo de Revillagigedo de 1790 se llevó

a cabo cuando los problemas de carácter económico y demográfico se hacían cada vez más

evidentes, pero antes de que, en esa misma década, una serie de reveses importantes

afectaran la capital del virreinato. En 1811, los oficiales del gobierno efectuaron otro censo

cuando los residentes de la Ciudad de México se vieron asediados por una crisis grave. Este

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último censo de la era borbónica retrató la ciudad en su punto máximo de crecimiento

urbano colonial y en un momento de severa depresión económica, situación desatada en

parte por insurrecciones populares en el campo.

La crisis económica de finales de la Colonia fue una crisis de proporciones

importantes en la Ciudad de México, y ayudó a conformar el comportamiento de los

trabajadores pobres al obligarlos a sortear lo peligros de la vida urbana. Sin embargo,

reconoce Scardaville que, por otra parte, existía en la ciudad una pronunciada riqueza

"como lo evidenciaban sus residencias opulentas y otros símbolos materiales, gran parte de

la élite en la Ciudad de México y Nueva España se benefició de la economía borbónica del

s. XVIII y principios de XIX. Con las mejoras en su infraestructura, la Ciudad de México

adoptó la apariencia de un centro urbano moderno". Sin embargo, la pobreza se extendía

por los intersticios de la riqueza y el esplendor, pero a diferencia sus contrapartes del

campo que se rebelaban con frecuencia contra el estado borbónico, los pobres de las

ciudades no respondían saliendo a las calles para protestar por su situación. Lo que hacían

entonces, al igual que gran parte de los mexicanos hicieron en crisis más recientes, era

acudir a sus propios recursos estableciendo relaciones dentro y fuera del hogar para

protegerse de las inclemencias del tiempo económico.

¿Pero en realidad la extensión y complejidad del grupo doméstico fue una

alternativa a la crisis? ¿O fue, en realidad una estrategia ejercida por siempre por los grupos

y los movimientos de la población para atraer a familiares y amigos a una ciudad

floreciente que requería de servicios y fuerza de trabajo creciente? Evidentemente la

respuesta a ambas preguntas no las anula entre sí, pero esta condición no equivoca la duda

acerca del abasto y consumo de la ciudad, la alimentación v dieta de las gentes de la ciudad

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en esa coyuntura, la idea de la extendida pobreza parecería mostrar que los habitantes

pobres de la ciudad prácticamente se movían en la miseria y el hambre.

¿Cómo y con qué se mantenía la población de la ciudad? ¿en torno a qué productos

mantenía su dieta y qué costo tenía para los habitantes de la ciudad? Enriqueta Quiroz trata

de establecer en su capítulo "Mercado urbano y demanda alimentaría, 1790-1800^ la

importancia de la demanda alimentaria de la capital novohispana, a la vez que se esfuerza

por vincularla con las condiciones sociales de esta población en la década de 1790. El

análisis se centra en el estudio de la carne tratando de mantener un eje comparativo con

alimentos básicos como el maíz, el trigo, el pulque y el aguardiente. Relaciona las

fluctuaciones de la demanda con el comportamiento de los precios de estos comestibles con

el objeto de establecer posibles impactos en la conducta consumidora en la propia dinámica

del mercado capitalino.

Resulta claro que la década de los años 90 fue de recuperación en los niveles de

demanda, respecto a los años inmediatos anteriores, la cual estuvo motivada por una caída

temporal en los precios fechada a mediados de esa década y por el propio repunte de la

demanda originando un aumento de los precios hacia 1798/1800. Puntualiza el hecho de

que el comportamiento del mercado observado para esos años, se caracterizó por un alza

sostenida de precios y un desmedro continuo en las condiciones de vida de la población.

Establece de manera particularizada que el flujo de alimentos y mercancías llegados a la

capital hacia la década de 1790 era de dimensiones impresionantes en comparación con el

resto de los mercados del reino; estima la importancia cuantitativa de la demanda en la

ciudad de México y establece la relación entre demanda y precios de alimentos y

comestibles importantes en la dieta de la ciudad como la harina de trigo, el maíz, el pulque,

el aguardiente de caña, para concluir intentando establecer la relación ocupación e ingresos

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en la ciudad de México. Del conjunto de observaciones no resulta un estado de hambruna ni

de miseria, por lo menos para los cincuenta últimos años del siglo XVIII, aunque se

agudizará, ciertamente, al voltear el siglo.

En el otro extremo de la escala social y económica, la actividad mercantil era febril

para entonces, por ello ocupó un lugar muy importante la tienda y el tendero de la ciudad.

Jorge Silva Riquer en "La organización de las tiendas pulperas en la ciudad de México.

Siglo XVIII". muestra su presencia articuladora de la vida citadina y rural, ya que cumplía

una función importante, pues abastecía a los consumidores de todos aquellos productos

necesarios para el consumo diario. Era evidente que las tiendas y sus dueños fueron los

personajes más comunes de los habitantes de la ciudad, ya que el tendero conocía bien a

sus clientes y éstos a él, pues el intercambio era más personal. La forma de venta y pago de

las tiendas urbanas permitió un conocimiento de la clientela, además de que su ubicación

ofrecía la posibilidad de tener que conseguir el artículo necesario para hacer la comida

diaria, mantener el fuego, asear la casa, comprar lo indispensable para el vestido, en fin.

serie de mercancías de uso común en la vida diaria. Jorge Silva hace hincapié en la hecho

de que los estudios sobre el comercio en la Nueva España han tenido como referencia

principal a los mecanismos de abasto, intercambio, crédito, consumo, pero han sido pocos

aquellos estudios dedicados a explicar el consumo popular, la constitución social de los

comerciantes, de sus familias, los lazos sociales, su forma de vida, y sus lugares de

residencia. La atención se ha concentrado en los comerciantes introductores, dueños de

almacenes, tiendas grandes, y poco en el comercio de corto capital, el más común, el de los

pulperos o tenderos que tenían una pequeña tienda encargada de surtir a los habitantes

circunvecinos de artículos de consumo diario, a precios bajos y a crédito. Menos aún se han

realizado trabajos sobre su vida cotidiana. Así. este ensayo centra su atención en los

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pulperos grupo de tenderos que constituían la figura pública más visible del barrio y de la

calle, pues eran los encargados de abastecer diariamente a los habitantes de la ciudad. Hubo

importantes comerciantes en un extremo, pero había también el otro extremo, donde los

tenderos tenían una mínima inversión, muchas veces a crédito, que les permitía sobrevivir.

En términos de su organización aparecen agrupados en una especie de gremio de

tenderos o de pulperías: allí se elegían a diputados y apoderados, se espera que ellos fueran

quienes respondieran a los intereses de los propios tenderos, y eran quienes los

representaban ante el Consulado v el cabildo, aunque respondían al control y organización

que llevaba a cabo el gobierno español. En el ámbito privado de sus relaciones, los

pulperos, en general, eran personas de escasos recursos, aunque hubo pulperos que lograron

comprar varias tiendas. Sus relaciones de parentesco fueron muy similares a las practicadas

por los comerciantes del Consulado de la ciudad de México, caracterizadas básicamente por

relaciones endogámicas.

¿Cómo se expresaba este variado mundo social de la ciudad de México en términos

de su vida material?. Diana Birrichaga Gardida. en el contexto de la historiografía urbana,

parte de tres preguntas básicas: ¿Qué era la casa a finales del siglo XVIII? ¿Cuáles son los

espacios que podemos identificar en la ciudad de México? ¿Hasta dónde los censos nos

dan elementos para definir el espacio urbano? Para contestar estas preguntas Birrichaga

Gardida reconstruye las características de la población y de la estructura física de la ciudad

y retoma detalladamente las características de las unidades habitacionales donde residían

los habitantes de la ciudad de México. A partir de estos datos intenta la reconstrucción de la

casa novohispana. particularmente la de la ciudad, a pesar de limitaciones detectables en la

fuente, pues la unidad de observación del censo fue el individuo y no la casa para lo cual

reconstruye la variedad de tipos de recintos, como estableció también los criterios de

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análisis y procedió a definir solo un concepto de vivienda y accesoria, y finalmente,

establecer, definir e identificar la casa.

El ensayo intenta la reconstrucción de los distintos tipos de unidades habitacionales

y comerciales en la ciudad, mostrando nuevamente que el espacio en la ciudad de México

no fue compacto y definido. Reconoce que queda por resolver e identificar el patrón de

establecimiento de servicios comerciales y artesanales. pero comprueba la diferencia

notable entre el cuartel central y los periféricos sugiriendo que un estudio más detallado de

los cuarteles mostrará que la actividad productiva no estuvo restringida a la zona céntrica, y

que nuevas investigaciones deben poner más atención en las tendencias de la ocupación del

espacio por cuarteles, lo que ayudaría a identificar los distintos usos del suelo de la ciudad

de México.

No hay duda de que son muchas las interrogantes que quedan, o que surgen de los

capítulos que conforman este libro, que a final de cuentas aborda de manera muy selectiva

la ciudad y su estructura social y material, como una forma de penetrar en un conjunto

enorme de información. Por otra parte, debo reconocer que en el origen de este libro está el

seminario sobre el mundo urbano que impartí en 1995 y del cual formaron parte Diana

Birrichaga Gardida, Tannia Sagastume, Mónica Gómez Sueldo, Sergio Miranda y María de

los Angeles Ortiz; ellos realizaron la codificación inicial y discutieron los criterios que

sirvieron de base para los trabajados que aquí se presentan, por lo tanto creo que bien

pueden ser incorporados como colaboradores esénciales de este libro. Pero como todo fin

de cualquier ciclo doctoral, los estudiantes se dispersan y el grupo se descompone, sin

embargo soy consiente que ni a mi me interesaba continuar con la tarea, hasta cuando la

Dra. Leticia Mayer Celis del IMAS-UNAM me animó y me propuso publicar los patrones

encontrados del censo y escribir o promover un libro sobre un evento tan trascendental

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como fue el primer censo mexicano. Desde entonces retomamos el trabajo ya avanzado

para darle forma. Cada autor hizo uso -o no- de la base de datos siguiendo su propio

criterio, aunque debo reconocer que a lo largo del proceso de sistematización de la

información, pero sobre todo de su análisis, aparecieron vacíos detectados sólo en el

proceso de redacción, pero que fueron solucionados por los autores de estos capítulos de

diferentes formas haciendo uso de diversos instrumentos demográficos que permitieron

conciliar estas deficiencias, por lo demás normales en este tipo de trabajos, diferencias que

también explican aquellas encontradas en los cómputos y cifras de varios de los temas

tratados aquí y que de manera inevitable se topan y cruzan, porque lo ideal hubiese sido

realizar seminarios permanentes de discusión que limaran estas diferencias.

Finalmente debo agradecer a quienes participaron escribiendo cada uno de los

ensayos que aparecen en este volumen, pero sobre todo a la Dra. Leticia Mayer por su

iniciativa que ahora se vuelve realidad y al Lic. Víctor García de la Dirección General de

Estadística del INEGI quien de manera paciente se hizo cargo del convenio y de la

supervisión de la obra y a la Antrop. Isabel Luna, de la misma institución, cuya revisión ha

sido importante para lograr una versión final excelente del manuscrito.

La colaboración de Valeria Sánchez Michel merece una mención particular, por su

dedicación y lucidez en el tratamiento del material y por su auxilio siempre oportuno.

Como es obvio, la responsabilidad final es de cada autor, pero sobre todo, es mía.

Manuel Miño Grijalva

México, D.F., noviembre 3 del 2001

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LA POBLACIÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO EN 1790. VARIABLES

ECONÓMICAS Y DEMOGRÁFICAS DE UNA CONTROVERSIA

Manuel Miño Grijalva

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Hste capítulo está dedicado a estimar la población de la ciudad de México en la

coyuntura del censo de 1790, sin abandonar el eje central de la polémica que sobre el

número de habitantes de la ciudad protagonizaron el Virrey Conde de Revillagigedo y el

científico mexicano Antonio de Alzate, polémica que he traducido como la relación

población-recursos alimenticios, para pasar luego a estimar el número de habitantes

cuestionando los cálculos de Alzate y Revillagigedo de acuerdo a informaciones de la

época. No se ha tratado de reconstruir series de salarios y de precios que puedan medir la

evolución del consumo, se trata más bien de analizar una coyuntura específica, pero los

cálculos son muy gruesos y tienen que ver más con la disponibilidad de alimentos en la

ciudad que con las condiciones de vida de la población en 1790, por lo demás, un año que

según los testimonios de los contemporáneos no fue un año bueno.

Pero el otro eje de este análisis es el problema de los cálculos o correcciones

realizados para medir la población de la ciudad en ese mismo año. Sin duda he aprovechado

uno de los eventos más importantes en la demografía histórica de la ciudad de México y,

me atrevería a pensar en la historia de su estadística, como fue la polémica entre José

Antonio de Alzate y el Virrey de Revillagigedo con motivo del primer Censo de población

que se realizó en el reino a partir de 1790. Por primera vez se trató, de manera sistemática y

cuantificable. de establecer la población novohispana, más allá de las estimaciones

generales o de las listas de tributarios. Enfrentados con sus instrumentos analíticos y con

herramientas al alcance de su mano, llegaron a conclusiones diferentes, pero que revelan

que los actores estuvieron enterados de lo que pasaba en el mundo sobre el particular,

aunque entonces no se conocían datos y cifras comparativas que la investigación

contemporánea permite incorporar a la discusión. Nada se ha avanzado sobre este punto a

pesar de su importancia o tal vez, porque el censo de 1811 vino a suplir en mucho la

ausencia de la información relativa a 1790. Pero poco a poco empiezan a llenarse los vacíos

y a plantearse nuevos problemas sobre la población porque, finalmente, si éstos no se

aclaran difícilmente se podrá llegar a una conclusión consistente sobre los cambios sociales.

En este capítulo ponemos atención exclusivamente en el abasto de la ciudad y el

consumo de ciertos productos clave en la dieta del poblador urbano tratando de entender el

contexto y de interpretar la información disponible para ese tiempo que siendo muy

conocida no había sido aprovechada, por la única razón, según tengo entendido, de que esta

discusión fue acogida por la historiografía nacional más como una muestra del pensamiento

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científico y del nivel de la comprensión "simbólica" al que había llegado la ilustración con

el abate José Antonio de Alzate más que como un problema económico o demográfico1. En

esta ocasión intento justamente enfrentar estos aspectos y explorar nuevas conclusiones. Por

ejemplo la principal es que frente a la pregunta implícita o explícita acerca de quién tuvo la

razón sobre el número de habitantes de la ciudad entre los extremos de la postura de

Revillagigedo que defendía su Censo afirmando que la población no pasaba de 112 000

habitantes, la otra de que ésta fácilmente llegaba a los 209 000 expuesta por el prelado,

pienso que si son correctas las estimaciones contemporáneas, la cifra real se ubicaría hacia

los 171 000 habitantes, a primera vista impactante y desfasada. Podría suceder, pero una

ciudad en continuo crecimiento y auge atraía como pocas en el mundo iberoamericano

una población creciente y numerosa, fruto de un intenso proceso de migración.

Para empezar, es necesaria la aclaración sobre la virtud de las fuentes utilizadas para

los cálculos en controversia: los registros de las aduanas y alcabalas y su eficiencia. Todos

sabemos del poco grado de contabilidad dados los altos niveles de contrabando; sin embargo,

los datos que sirvieron a los investigadores de entonces coinciden con los que han venido

mostrando los historiadores de hoy. Por otra parte, el propio gobierno reconocía su

precariedad: "esta verdad, con la de las denuncias secretas, y causas judiciales seguidas en mi

juzgado, convencen el forzoso desorden, incuria o lo arduo de atender a todo en la entrada,

afirmándome que en renglones de menor importancia como alimentos o materiales, a lo que

conste introducido, debe según indiqué, aumentarse al menos una cuarta parte no constante"2.

A este alto nivel de evasión se sumaban los problemas generados por la propia disposición y

estructura física de la ciudad y su entorno ya que "por muy importantes que sean al buen

servicio de El Rey [...] no cercándose esta Ciudad, como ordenó su Majestad en el año de

[17]78, será vana la esperanza de reprimir fraudes en más de cinco leguas a que se extienden

las acequias y lo vadeables que son, aún con agua, si sería suficiente un ejército para

resguardar tan dilatada circunferencia" \

'Véase Roberto Moreno de los Arcos, Un eclesiástico criollo frente al estado Borbón. Discurso. México:

Universidad Nacional Autónoma de México, 1980. Recientemente han hecho nuevos señalamientos José Luis

Peset, "La naturaleza como 'símbolo' en la obra de José Antonio de Alzate", en Salvador Bernabéu Albert

(coordinador), "El Paraíso occidental. Norma v diversidad en el México colonial, Madrid, Instituto de

México en España, 1998, pp. 213-222 y Antonio Saborit, "El Paraíso occidental", en la obra antes citada,

pp. 223-241. 2El subrayado es mío. 3Informe de Miguel Páez de la Cadena, f. 139 r.

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El carácter abierto de la ciudad volvía inalcanzable cualquier registro exacto.

Reconocía el funcionario que "con ingenuidad y sentimiento no [puedo] remitir al silencio

que en las oficinas de esta aduana ni hay ni se lleva la menor constancia de diversas

introducciones excesivas como son aves, frutas, huevos, pesca de las lagunas, carbón, leña,

tlasole, paja y otra multitud que se trafica por indios y que ni en las que constan por cobrarse

el derecho de alcabala, o que las introducen los no privilegiados, dejo de presumir

fundadamente que una tercera o cuarta partee, más a excepción de los toros, entre por

descuido cuando no por connivencia de los guardas, o imposibilidad de contar o examinar

puntualmente distraídos a muchas acumuladas atenciones, en que prefieren las de más

entidad, de efectos comerciables, sin que les sea factible igual celo con otras de menos valor,

no [h]aciéndose consiguiente mención de ellas, ni de mucho de lo que viene de haciendas

propias, o de regalo en partidas menudas; y especialmente en las clases de ganado de cerda

o lanar, recelo una no leve minoración de desfalco de la cierta entrada". Así, hacía evidente no

sólo la gran cantidad de efectos no gravados, sino los diversos sectores sociales que no

pagaban impuestos, particularmente los indios y aquellos que venían de "haciendas propias"

o del poco cuidado en registrar efectos de valor reducido.

Decía Páez de la Cadena que con el fin de "que no sorprenda esta ilación o

proposición, debe suponerse que aquellas especies, y respectivamente otras, entran al

amanecer, o cuando por las mañanas está el tránsito muy concurrido y embarazado con gentío,

recuas, cargas sueltas, e individuos a pie o a caballo, y que así carneros como cerdos pasan

rápidamente a pelotones y brincos, con grande dificultad de contarlos; y sin escrúpulos creeré

se contentan el guarda o guardas con extender en la guía que forman o refrendan lo que

informa" 5 no había pues, manera de confiar en los registros oficiales.

4E1 subrayado es mío.

^Informe, f. 138 r.

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LOS CÁLCULOS SOBRE EL CONSUMO

El principal argumento de Alzate tenía como base la correlación recursos

alimenticios-población, recursos consistentes en cereales, frutas y vegetales por una parte y

consumo de carne por otra. En el primer rubro Alzate sólo menciona "la clase de los

comestibles propios de México inexistentes en Madrid "en todo el año'"6, que eran poco más

de 60, sin embargo, sólo de frutas se consumían en la ciudad de México 97 variedades7.

Esta sola lista es, según Alzate, un argumento para sostener que la población de la ciudad de

México fue superior a la de Madrid. Ningún cómputo y estimación cuantitativa permite medir

el nivel de consumo de manera desagregada, por lo que así mencionada sólo se puede

concluir, por su carácter testimonial, que los habitantes de la ciudad consumían un variado

tipo de frutas, verduras y bebidas y que en Nueva España su variedad era mayor que en

España, pero estadísticamente era un argumento inexistente, aunque pueda constatarse que "es

así mismo de advertir [que] circula aquí diariamente por entrada y salida incomparable más

arriería y gente a caballo de las inmediaciones, que no en Madrid, y verosímil consumen

muchos alimentos sin que deban considerarse en manera alguna vecinos o estantes ni

inducir el globo o cúmulo de aquellos en el guarismo de estos"8.

En cuanto a los consumos de carne, el procedimiento de Alzate cambia y se fortalece

con datos que si bien no pueden estimarse como exactos, dado el alto nivel de contrabando

de carne, en cambio ofrecen una información que puede cuantificarse y, por lo tanto, estimar

la correlación entre consumo y población. Según los datos del contador del Ramo de Viento,

la lista de ganado y aves muestran el "excesivo consumo" de esta capital en 1790 al que

hemos agregado cifras de Alzate y de la Real Hacienda:

6AGN, Historia, vol. 74. exp.l. Documento 5. f. 16-18. 7Se consumían en la ciudad de México y no en Madrid: productos animales: carne de chito, chichicuilotes de

varias especies, apipiscas, gallaretas, cuiles ahuautle, aplotes y otras muchas especies de pescados de la

laguna. Vegetales: tunas, nopalitos, plátanos guineos y sapalotes, mameyes, varias raíces y frutos de la

laguna, vetualla de la de aquí y de tierra caliente todo el año, calabazas corpulentas, calabazas tiernas en todo

tiempo, chayotes y sus raíces, mescale, tejocote, nueces chicas, caña de azúcar, cacao, azúcar, panocha,

miel, aguacates, guaxilotes, sapotes blancos, prietos y amarillos, guayabas, cacahuates, camotes,

huacamotes, chiles, tornachiles, tomates, xitomates. chirimoyas, anonas, ciruelas, capulines, alcabusiles o

alcachofas silvestres, visnagas. pitallas, chicosapotes. jicamas, cabeza de negro o raíz de la ninfa, pepitas de

calabaza, cacomites, papayas, cocos, plátanos pasados, papas, chícharos o alberjón tierno, naranjas, limas,

limones, toronjas, limones reales, habas tiernas en todo el año, elotes o frijol en vaina. Bebidas: pulque,

chía. Véase también Juan de Viera, Breve y compendiosa narración de la ciudad de México. México:

Instituto José María Luis Mora, 1992, p. 143-147.

"Informe de Miguel Paéz de la Cadena, op. cit, f. 137 v.

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CARNE Y PRODUCTOS ALIMENTICIOS INTRODUCIDOS

A LA CIUDAD DE MÉXICO, 1778 Y 1790

CUADRO 1

PRODUCTO 1778a

CANTIDAD PESO

1790

CANTIDAD PESO

CARNE

Toros 15 200

Terneras 20 000

Carneros 290 000

Cerdos 50 000

Patos

Pollos y gallinas 800 000

Pavos 250 000

Chicharrón o chito

3 800 000

100 000

8 700 000

6 250 000

800 000

500 000

24 000b

450 000

300 010

80 000

255 000'

a 30 libras

regulados a 5 arrobas

docenas a libra

12 000 cargas

6 000 000

13 500 000

16 250 000

960 000

125 000

CEREALES

Harina"

Maíz

150 000

350 000

cargas

cargas

48 750 000

97 500 000

130 000 cargas de a 13 arrobas 42 250 000

100 000 cargas de a 12 arrobas 30 000 000

OTROS

Pulque 1 836 580 arrobas 45 914 500

Huevos 8 000 cargas 2 600 000 '

Sal 11 000 cargas 3 575 000

Frijol 15 800 cargas 5 135 000

Pimientos 59 670 fanegas 4 848 187

Manteca de cerdo 350 150 arrobas 8 753 750

Azúcar 230 000 arrobas 5 750 000

Queso 28 300 arrobas 707 500

294 700l

a Estas cifras han sido tomadas de Juan Manuel de San Vicente, "Exacta descripción de la magní fica corte

mexicana", p. 176. Las correspondientes a gallinas y pulque que corresponden a 1791 han sido tomadas de

Enriqueta Quiroz Muñoz. "La carne: entre el lujo y la subsistencia. Mercado, abastecimiento y precios en

ciudad de México, 1750-1812" (Tesis Doctorado), Mélico: El Colegio de Mético, 2000. p. 19, cuadro 3. b Calculados a 10 arrobas cada uno. c Véase para mayor información los trabajos de Gloria Artí s y Virgina Garcí a, Empresarios de la industria

harinera y panificadora en México en los siglos XVII y XIX, 1978, Gloria Artí s, "Regatones y maquileros:

el mercado del trigo en la ciudad de México (siglo XVIII)", Mórico: Colección Miguel Otón de

Mendizábal, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. 1986 "Política

triguera en el centro de Mórico durante el siglo XVIII", en Arij Ouweneel y Cristina Torales Pacheco

(comp.) Empresarios, indios y estado. Perfil de la economía mexicana (siglo XVIII). Amsterdam: Centro

de Estudios y Documentación Latinoamericanos, «Latin American Studies, 45» . 1988. d Cargas de 13 arrobas. e Cifras de 1791.

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Humboldt maneja un conjunto de datos obtenidos probablemente de la misma fuente oficial

que la de Alzate, si deducimos una estructura similar en la disposición de los rubros y cifras,

presenta evidencias distintas que coinciden con los registros de 1791 y allí puede radicar la

diferencia con aquellos de 1790 a los que hace alusión Alzate: el consumo de toros para el

sabio alemán era de 16 300 y para Alzate de 24 000, mientras el primero da el número de

278 300 cabezas de carneros consumidas al año, el segundo lo extiende a 450 000. En el caso

de los puercos o cerdos las cifras son 50 600 y 130 000, respectivamente. Si para Humboldt el

consumo de patos alcanzó los 125 000 para Alzate fue de 960 000. El primero no consigna el

de chicharrón y chito que según Alzate fue de 12 000 cargas, aunque Humboldt consigna

consumo de 24 000 cabritos y conejos''. Es decir, según Alzate un total de 36 835 000

libras de diferentes carnes eran consumidas anualmente.

Para reforzar el abundante consumo de la ciudad viene bien la estimación de la década

de 1740 de Villaseñor, quien consignaba ya un consumo de 300 000 carneros "exclusos, dice,

los de conventos y los que dimanan de haciendas propias". Páez de la Cadena afirmaba que

en 1790 eran 450 mil cameros, por lo menos los citados en la Gaceta, pero creía exagerada la

estimación de Villaseñor:

El importante numeral de estas entradas -decía- y por las que se hacen por vía de

regalo, me parece también pasaría no sólo de aquella suma, sino de la de 500 mil y

más. si se atiende al desarreglo con que al escribir Villaseñor y a mi arribo aquí en

[1]774, se abastecían indebidamente de las comunidades muchos seglares, sobre que

han girado ruidosos expedientes, pero basta para decidirse saber hay veinte y cuatro

entre conventos de monjas y colegialas, y veinte y uno de religiosos; un crecido clero

secular, doce hospitales1", hospicio de pobres, colegios de estudios, familiares de la

casa Arzobispal, la Acordada y otras fundaciones de recolección que por su instituto

naturaleza o gracia especial, gozan exención, siendo rarísimas las que acuden a salones

públicos para su surtimiento"".

^Alejandro de Humboldt, "Tablas geográficas políticas del reino de Nueva España, que manifiestan la

superficie, población, agricultura, fábricas, comercio, minas, rentas y fuerza militar (1804)", en Enrique

Florescano e Isabel Gil, Descripciones económicas generales de Nueva España, ¡784-1817. México:

SEP/INAH, 1973, p. 152.

'"Enumera al margen: Real de indios. Jesús Nazareno, San Andrés, Santísima Trinidad, San Lázaro, San Juan

de Dios, San Hipólito, San Antonio Abad, Tercera orden de San Francisco, Belén, Espíritu Santo, El

Salvador, Casa de Mendigos.

"Informe de Miguel Páez de la Cadena, op. cit., f. 142 r.

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Así,, la posibilidad de medir las entradas reales se complicaban dado el extenso mundo de

paniaguados y beneficiados que constituían una:

Muchedumbre de sirvientes, de familiares o de agregadizos y connotados que unos

con otros aumentan considerablemente el consumo, y no es increíble sino de una

probabilidad que casi forma moral certeza lo causaran todos mayor que el de 150 mil

cabezas sobre las 300 mil, aún no incluyendo las que dimanan de ranchos cuyos

propietarios son sujetos principales como el Conde del Valle, Marques de San Miguel,

y otros hacendados que acopian en las cercanías el ganado que necesitan, o el que

consignan para regalar a vecinos de distinción o limosnas; sin que a pesar a lo

expresado deje conocer lo arduo de una calculación exacta al presente, como la

confesó Villaseñor, y que no se ha remediado, ni me prometo se remedie de aquella

dudosa o mal arreglada constitución, no cautelándose de otro modo la del resguardo,

no obstante con el año de 80 adeudaron alcabala 329 999 carneros.

La cifra global hacia 1790 arribaría a las 450 000 cabezas, a las que sumadas la

cuarta parte o 25% de las evadidas o que no pagaron impuestos, la suma total sería nada

más ni nada menos de 562 500 cabezas. Entonces Alzate y Humboldt se van quedando

cortos con la mera estimación oficial. Uno de los hombres más enterados de este asunto;

Miguel Páez de la Cadena decía, que para 1790 "ha decaído notablemente" el consumo de

carneros, ya que entre 1776 y 1780 ascendió a 500 mil cabezas, de sólo aquellas cabezas

que pagaban alcabala, reconociendo como considerable la cantidad de ellas que no pagaban

impuesto12. Ahora sabemos que si bien no llegaron a esa cifra, sí fue el año de mayo entrada

con 327 272 cabezas, año superado sólo por el ingreso de 1796 que registró 374 000'\

A las cifras anteriores hay que añadir un consumo de 12 000 cargas de carne de chito

o cabrito que Humboldt la calculaba en 24 000 cabezas, así como 80 000 docenas de patos

(960 000) -que Humboldt reduce a 125 000- entrados por las garitas, "de los que

voluntariamente manifestaron", y que Miguel Páez decía que "varía mucho en su multitud

l2Oñcio de Miguel Páez de la Cadena al Virrey Revillagigedo, del 6 de diciembre de 1791.

op. cií., fs. 17 r-18 r.

Enriqueta Quiroz Muñoz, "La carne"...op. cit., p. 157, cuadro 9.

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conforme a lo más o menos rígido de los inviernos, de los vientos que reinan y de otras

propiedades de la atmósfera, según suele suceder con las golondrinas, perdices y otras aves".

El consumo alimenticio era enorme: entre los años de 1776 y 1780, entraron "hasta

el número con cierta diferencia, de setenta y seis mil canoas"14, pero que según

Revillagigedo podían ser "entrados y no consumos verdaderos [...] que a más de especies

consumibles se conducen otros muchos de construcción, alimentos de bestias y flores, que

sólo pueden probar tráfico y comercio de ella"". Sin embargo, se sabía que además entraron

1 255 340 gallinas -cifra del investigador alemán-, 205 000 pavos; 65 300 pichones y

140 000 perdices. No sabemos en que consistía el método para calcular el consumo anual

de la ciudad, pero lo estima en 26 millones de libras, es decir 92 5/10 kilos per cápita al año

o 258 gramos diarios"', lo que es mucho con relación al propio consumo europeo17.

Ciertamente ya en 1740 Villaseñor registraba un consumo de 300 000 conejos18. En cuanto

al pescado, el consumo si bien no llegaba al de la carne estaba presente en el mercado de la

ciudad, pues sólo entre 1786 y 1787 se consumieron 4 021 arrobas de robalo, 12 335 de

lisa, 1 381 de camarón, 202 de hueva, además de pescado seco19.

José Antonio de Alzate que también averiguó el abasto de la ciudad, convirtió a

libras las cantidades totales de los animales sacrificados y su resultado es sorprendente,

pues es poco más de diez millones de libras de lo calculado por Humboldt, para dar un

resultado de 383 gramos de consumo de carne o proteína animal per cápita diarios. A

primera vista es una cantidad exagerada, sin embargo es necesario insistir en que para fines

del siglo XVIII hubo un subregistro notable de población, como creía Alzate, pero también

fue significativo el del correspondiente a las entradas de animales y productos, como lo

ratifican reiteradamente los funcionarios reales.

l4Idem. f. 117 r. l5Idem, f. 123 r. l6Idem, p. 65 y Alejandro de Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España. México: Edit.

Por rúa, 1966,, pp. 132-133. "Los patos, chichicuilotes se introducen en canoas amontonados, y los computan

a docenas, según el bulto o volumen, por que no bastarían para aquel y otros reconocimientos y exámenes,

aunque se triplicaran los empleados, militando igual paridad en otras entradas de menudencias". Informe de

Páez de la Cadena, op.cit., f. 139 r. l7Véase Massimo Livi Bacchi, Historia de la población europea. Barcelona: Editorial Crítica, 1999.

'^Villaseñor, Theatro Americano, vol. 1, p. 35.

'^Enriqueta Quiroz Muñoz "La carne"...op. cit., p. 69.

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Hay estimaciones menores: por ejemplo, López Cancelada ofrece cifras de consumo

en el rubro cameros, cercanas a las 250 000 cabezas, que producían 875 mil libras'0 anuales y

no 13 500 000 como cree Alzate. Pero las coincidencias entre las cifras de éste con otras

fuentes, como el propio informe de Páez de la Cadena, o del mismo Humboldt. desechan los

cálculos de López Cancelada. Sea lo que fuere, son cantidades más que suficientes para

mantener bien a una población muy numerosa como era la de la ciudad de México. En todo si

bien parecían sospechosos los cálculos de Alzate por sobreestimar la cantidad de carne

consumida por la población con el fin de hacer coincidir consumo y población estimada, el

hecho es que nuestros cálculos sobrepasan de manera holgada la estimación del clérigo

novohispano.

Ln este punto la advertencia de Páez de la Cadena, a través de Revillagigedo es válida.

Alzate está hablando de "'entrada" cosa distinta a consumo. Ahora se sabe por el estado del

libro de alcabalas que la ciudad de México concentraba producción que luego volvía a

redistribuir al reino. En este punto es claro que de la carne que entraba era "grande [su]

extracción que de estos y otros diferentes renglones se hacía para los pueblos de estas

inmediaciones estas día"21. Ciertamente no hay que olvidar que estamos hablando de

productos de primera necesidad y sobre todo perecederos de difícil conservación, por ello es

posible pensar que tratándose de estos productos las entradas se traducían en consumos con

excepción de cortas cantidades que salían para San Angel o San Agustín de las Cuevas, en

aquellos que llegaban a Toluca procedían de Xochimilco. Iztacalco y San Cosme, donde los

víveres eran más baratos, aunque, el monopolio local del abasto de los pueblos impedía la

introducción de carne de otros lugares22. Según la Aduana de México, en 1776 ingresaron

legalmente 30 000 toros, es decir casi el doble de lo consignado por el investigador alemán,

así como 327 275 carneros, cifra no tan alta como la de los 450 mil propuesta por Alzate, pero

posible recordando que era un consumo que correspondía a casi 15 años antes de 1791. El

número de cerdos de 1776 era de 37 000 cabezas, cifra que guarda proporción con las 50 600

de Humboldt de 1791 y no con las 130 000 de Alzate de 179023.

-"Juan López Cancelada, "Ruina de la Nueva España si se declara el comercio libre con los extranjeros", en

Enrique Florescano y Fernando Castillo, Controversia sobre la libertad de comercio en Nueva España, 1776-

1818. México: Instituto Mexicano de Comercio Exterior. 1975, p. 184.

-'Carta de Alzate a Revillagigedo, AGN, Historia, vol. 74, exp. 1. f. 44 r.

"Idem, f. 63.

Véase Juan de Viera. Breve y compendiosa narración de la ciudad de México (Edición facsimilar). México:

Instituto Mora, 1992, p. 131.

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De esta manera, si Alzate realiza estimaciones de población con base en entradas

de productos que se ven disminuidas notablemente, como lo hace Páez de la Cadena, por

principio la población calculada será mucho menor a la población real, con lo cual ambas

posiciones se vuelven prácticamente erróneas. El método de Alzate es suponer que

la población de la ciudad de México era de poco más de 200 000 habitantes para luego

computar esta cantidad por el total de carne y harina, calculado en 109 085 000 libras. De

esta forma, el consumo no bajaría de una libra y siete onzas (más o menos 500 gramos), sin

excepción de niños o enfermos.

Si desagregamos el rubro carne y computamos las 36 835 000 libras entre 200 000

habitantes supuestos por Alzate, daría un total de 252 gramos diarios, cantidad muy similar

a la de Humboldt cuyo cómputo era de 285 gramos diarios. Es una cantidad, por otra parte,

que debió aumentar si se acoge el principio de que "todas las carnes y semillas

condimentadas adquieren a lo menos otro tanto de su peso, y dan más alimento'^. En

Guadalajara se calculaba que era de apenas 77 gramos2' y en casi toda Europa los 150

gramos se alcanzaron mucho después26. Últimos estudios sobre la carne en ciudad de

México ponen énfasis en que hacia 1795 el consumo per cápita era de 76.6 gramos diarios,

año de incremento y expansión de la demanda de carne de res v en 1800 bordeaba los 42

gramos, mientras la de carnero que en 1791 era de 83.8 gramos hacia 1800 había bajado

a 64 gramos27. Para seguir con este razonamiento tendríamos que añadir el consumo de

carne de puerco o cerdo que en 1791 era de 50 600 cabezas que a cinco arrobas por cada

una daban un probable consumo de 70.3 gramos y una reducción de casi el 50 por ciento

dada la tendencia a la baja del abasto de cerdos a la ciudad28. Sin embargo si sumamos estos

fragmentos por tipos de carne y añadimos la que falta de gallinas, chito, etc., fácilmente se

llegaría a los 250 gramos diarios, tanto más si sabemos que el consumo de la res, toro,

novillo y la de carnero era un consumo diferenciado socialmente.

24José Antonio de Alzate, Id, f. 17 v. lsEric Van Young, La ciudad y el campo en el México del siglo XVIII. La economía rural de la región de

guadalajara, 1675-1820. México: Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 57 y La crisis del orden colonial.

Estructura agraria y rebeliones populares de la Nueva España. ¡750-1821. México: Edit. Alianza Mexicana,

1992. :6Massimo Livi Bachi, Historia de la población, op. cit.

-^Enriqueta Quiroz Muñoz, "La carne"...op. citp. 331. 28Id, p. 331.

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Enriqueta Quiroz ha interpretado la baja en las cantidades per capita de consumo de

los diversos tipos de carne a una caída en la demanda por efectos de la subida de los

precios, sin embargo, si bien esto es probable, no hay que desestimar el hecho de que el

contrabando de carne fue enorme y lo que pudo estar pasando, nuevamente, es que para

estos tiempos la especulación y manejos del mercado por los comerciantes-funcionarios se

acentuó encareciendo los comestibles, pero no por una falta acentuada de ellos que

cambiara la relación población-recursos. Aún así, el resumen es claro: a lo largo de la

década de 1780 el precio de la carne de res fluctuó entre las 80 y 72 onzas, de la misma

forma, en el caso de la carne de carnero los precios subieron hasta alcanzar las 20 onzas por

un real hacia finales de esa década. Por su parte, al empezar el siglo XIX el poder

adquisitivo, hablando sobre la carne de res se había reducido en un 14% y respecto a 1768

en un 53%, y esto porque en 1789 con un salario de 3 reales diarios se podía comprar 216

onzas de res, o sea unos 6 kilos de carne de res y 60 onzas de carnero, es decir

aproximadamente 1.7 kilogramos diarios. Era abundante la cantidad de carne que se podía

comprar con este salario, tanto más entre 1796 y 1797 cuando con ese mismo salario se

podía comprar 7.5 kilos diarios de carne de res y 3 de carnero. Hacia 1811 con un jornal

estancado un jornalero podía comprar 2.7 kilos diarios de res y 1.5 de carnero, cantidades a

todas luces abundantes respecto a lo que se puede comprar ahora con el salario mínimo29.

A nosotros nos interesa, sin embargo, las cifras de la carne en relación a la

estimación de la población total, por lo que tendremos que aceptar el cómputo general de

250 gramos diarios para conciliar las cifras diferentes que se han vertido en líneas

anteriores. Estos 250 gramos vienen a constituir una cantidad excesiva respecto al consumo

de otras sociedades, tanto novohispana e incluso, europeas, por lo que si reducimos a la

mitad, es decir los 125 gramos per capita, fácilmente la población llegaría a 300 000

personas reduciendo el cómputo de 36 850 000 libras de carne entre 365 días y 300 000

personas, lo que daría 168 gramos de consumo diario. Pero si acogemos esta última cifra v

la dividimos entre las 109 085 000 libras de carne y cereales consumidas al año en la ciudad

el cómputo, según nuestros cálculos, arrojaría la cifra de poco más de 380 000 habitantes.

Así Alzate se quedaría corto en su estimación. Dudo en aceptar mis propios cálculos, sin

embargo, si para algo existe la estadística es para acercarnos a mediciones y estimaciones

exactas que los datos por si solos no logran hacer; de hecho los 5 998 nacimientos

-"Id, p. 330.

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multiplicados por una tasa de 50 por 1000 aceptados para Nueva España, arrojan la cifra de

299 900 habitantes.

Es posible pensar que esta cifra es aparentemente desorbitada, pero si acogemos como

cierta la aseveración, del cobro irregular y por lo mismo defectuosa elaboración de los libros

que tenían un subregistro enorme sobre las cantidades reales de animales que ingresaron a la

ciudad. Encontramos que si sólo añadimos a las 604 000 cabezas de toros, carneros y cerdos

registradas en 1790 y que producirían 35 750 000 libras de carne, registradas en el cuadro

anterior, la cuarta parte del subregistro aceptado por los contemporáneos, nos acercaríamos a

las 44 687 500 libras, con lo cual los cálculos anteriores se verían fuertemente respaldados, ya

que a esta cantidad habría que añadirle las correspondientes a las otras especies.

¿Qué pasó en el tan mencionado consumo de Madrid citado en la polémica?. Ahora

conocemos que hacia 1790 su población alcanzó a consumir 19 89030 arrobas de carne de

res o sea unas 8 106 960 libras anuales, casi 4 mil arrobas menos que las estimadas para

México. Así mismo, consumió 330 560 arrobas31 de carne de carnero o 7 272 320 libras32,

cuando en México se consumían 450 000 arrobas o 13 500 000 libras33, es decir casi el

doble. ¿Podemos entonces suponer que la población de la ciudad de México ascendía casi

al doble de la de Madrid que en 1787 era de 158 000 habitantes? De todas formas, hay que

asumir como correcta la conclusión de que aún siendo cierto el nivel de consumo de la

ciudad de México, nada prueba con relación a Madrid. Es obvio, además, observar

la diferencia en el tipo de carne consumida: en Madrid era "más general el consumo de vaca

que el de carnero" '4. Estas diferencias hablan de poblaciones cuantitativamente diferentes,

pero también es necesario señalar las diferencias en la dieta de ambas poblaciones, pues en

general la alimentación castellana hacia 1789 tenía como base el pan, alimento por

?u408 lib. de vaca de 1 801 — 8 106 960. 3lDe a 22 libras. 32Cifras tomadas de David R. Ringrose, Madrid y la economía española, 1560-1850. Madrid, Alianza, 1985,

pp. 439-440. La carne de ganado consumida es la suma entre vacas 16 288 y terneras 3 642, mientras que de

la carne de carnero correspondía a la suma de 320 767 ovejas y 9 793 corderos. 33Estimando en 30 libras por arroba. 34Carta de Alzate a Revillagigedo, AGN, Historia, vol. 74, exp. 1. f. 44 r.

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excelencia, las legumbres secas, particularmente el garbanzo, el aceite y el tocino utilizados

para preparar el cocido diario y excepcionalmente se consumía la carne y el pescado, eran

tiempos en que aún no se había difundido la patata. Era tan reducido el consumo de carne

que se calcula que cada habitante apenas consumía 120 gramos diarios, mientras que el

consumo de pan era de una libra diaria, concretamente en Madrid oscilaba entre 400 y 490

gramos por habitante.,r> En este último caso, el consumo madrileño sobrepasaba fácilmente

al consumo per capita del novohispano de la ciudad de México, que era de sólo 289 gramos

diarios. Aquí la diferencia tiene que ver con el hecho de que en ésta el consumo era

disputado por el maíz, cosa que no sucedió en la Península, por lo que no podemos

comparar ni arribar a conclusiones demográficas válidas.

Las cantidades que manejamos sobre la carne en Madrid significaba que habían

entrado a la ciudad 9 503 cabezas de "reses mayores", es decir prácticamente la tercera

parte de lo que consumía México, a donde ingresaban 24 000 cabezas sin contar las que

iban de contrabando o de regalo a las instituciones. En cambio el número de carneros

ingresados a Madrid era de 311 186 por 450 000 de México36. Pero ¿ésta diferencia

significa por sí sola que la población de México fuera tan grande en relación a la ciudad

ibérica? Puede significar simplemente que los mexicanos habían incorporado la carne a su

dieta de manera más extensa, pues era el doble per cápita que la de los madrileños.

En cuanto al maíz, sabemos por los cómputos realizados para el consumo rural que

las familias novohispanas bordeaban el consumo de los 500 gramos o una libra per cápita

de consumo de maíz diarios, cantidad que no debió variar en el caso urbano, cifra que

anualmente se traduciría en 36 500 000 libras, cantidad excesiva con relación a la cifra de

30 000 000 de libras, pero tampoco tan alejada si se piensa en que fue un hecho la

introducción ilegal.

En el caso del consumo de la harina, la cifra de 42 250 000 consignadas por Alzate

se traduciría en un consumo per cápita de 289 gramos o un poco más de media libra diaria,

lo que revela un consumo elevado de pan y tortilla en la sociedad de entonces. El problema

es que parece imposible pensar que para 1790 el consumo urbano de la harina hubiese

-^Vicente Palacio Atard, "Problemas de abastecimiento en Madrid a finales del S. XVIII", en Anuales de la

Faculté des Letrtres et Sciences Humaines de Nice. números. 9-10 (3o y 4o trimestre), 1969, p. 281-282. 36Idem, "Algo más sobre el abastecimiento de Madrid en el siglo XVIII. Anales del Instituto de Estudios

Madrileños, t. VI (1970), p. 269.

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desplazado al maíz, aunque posiblemente tengamos que asumir que el mayor consumo de

harina pudo ser una característica que diferenció de manera clara la dieta de la población

urbana y rural.

El argumento oficial no desmentía las cifras del crítico novohispano en general,

aunque compara las dietas diferentes con Madrid: "en el reino son menos sustanciosos

los alimentos, y por consiguiente debe ser aquí mayor el consumo que en Madrid'137. Este

débil alegato fue respaldado por Revillagigedo aduciendo que el alto consumo de la capital

del reino se debía a un hecho irrefutable para él: "en Madrid no se hacen tantas comidas

como en el Reino en donde se toma uno o dos chocolates, se almuerza copiosamente, se

hace la comida diaria, se vuelve a tomar chocolate, se merienda y después se cena",

costumbre que era común en "casi toda la gente1', y en especial por la mediana e ínfima38.

Páez de la Cadena puntualizaba que "en carnes, verduras, frutas, semillas, aguardientes,

cacao, azúcar y queso excede México con exclusión de maíz y chile o pimiento cuyo último

ingreso pasa de 100 mil y más arrobas y como el primero no debe hacer regla; pero Madrid

en harina o pan de trigo, vinos comunes y los exquisitos caza y pastas finas, especiería y

otros artículos".

Todos estos cálculos no prueban, sin embargo, las estimaciones ni de Alzate, ni de

Revillagigedo porque las cantidades no guardan proporción con las calculadas por nosotros

con base en el informe del Director de Aduanas. Sin duda debe aclararse que no todo lo que

entraba era para el consumo de la ciudad, sino también para el consumo de otros lugares

cercanos como hizo notar el virrey. Sin embargo. Alzate, con un método arbitrario que

luego emplearía Quirós para calcular los "consumos interiores", no dudaba en "afirmar o

que es preciso que en México cada individuo consuma diariamente tres libras sin excepción

de niños y enfermos, o es menester convenir que la población de México asciende a más de

200 000 individuos", que es lo mismo. Pero si bien la "mediana e ínfima plebe" tenían una

dieta abundante, por lo menos posible como atestiguaba un funcionario en 1776 hablando

de los pobres de los barrios de Jamaica y la Candelaria quien decía de éstos que "estaban

como refugiados o escondidos en chinampas, islas o mogotes unos indios infelices [que]

...no tiene otros consumos que los del maíz, su chile, alguna panocha [piloncillo] y alguna

3 José Antonio de Alzate, op. cit., p. 18.

-"Carta sin fecha y sin remitente, pero por la caligrafía, claramente se le puede atribuir a Revillagigedo.

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carne de toro"39. Pero también era claro que "en efecto hay muchos infelices, cuyo corto

jornal los obliga a sustentarse perpetuamente de hierbas, y de aquellas semillas, que por

demasiado abundantes se expenden a un precio vil. No hay cosa más común que ver

innumerables indios satisfacer su hambre con unas tortillas, un poco de sal y de chile"41'.

LOS CÁLCULOS SOBRE LA POBLACIÓN

Las estimaciones anteriores dejan en claro que la población de la capital

novohispana podía fácilmente sobrepasar las 300 000 personas, sin embargo, antes de entrar

en detalle a esta discusión expondremos la segunda parte de la polémica. Así, el segundo

argumento de Alzate se basaba en cálculos para poblaciones europeas.

La falta de un método estadístico por parte de Revillagigedo lo orillaba a buscar en

ciudades de la Metrópoli analogías que pudiesen aplicarse a México, lo que evidentemente

lo inducía a nuevos errores. Creía insostenible el cómputo de 213 000 almas comparándolo

con otras ciudades, pues "Barcelona y Cádiz apenas tienen la mitad de aquel número

[106 500]: Madrid sólo llega a las tres cuartas partes de él, y comprende un terreno más

extenso con calles más estrechas, y casas más altas construidas para contener cada una de

ellas muchos vecinos[...],,4\ Por su parte Alzate también trataba de demostrar que la

extensión de México era mayor que la de Madrid y por lo tanto necesariamente su

población debía ser mayor: "Yo ciertamente jamás he estado en esta Corte, ni he salido de

la América: sin embargo para que no se atribuya a efecto de ligereza la proposición que

vertí en mi oficio, quiero exponer a Vuestra Excelencia los motivos que me habían obligado

a creerlo así. Tengo en mi poder el plano de Madrid, dispuesto por el erudito Don Tomás de

López, y presentado al soberano por mano del Excelentísimo Señor Conde de Florida

Blanca, como también los que han dispuesto varios eruditos de México, y cotejando uno

con otro con el compás en la mano para medir exactamente las escalas respectivas, he

notado que México ocupa una extensión de terreno considerablemente mayor a Madrid"4".

39Citado por Enriqueta Quiroz Muños, "La carne" ...op. cif., p. 125. 40Carta de Alzate a Revillagigedo, AGNM, Historia, vol. 74. f. 34 v. 4IAGN, Historia, vol. 74, exp.l. Documento dos: f. 11-12. En este documento se lee un índice relativo a

los volúmenes que conforman el Estado por Cuarteles mayores, que por orden del Virrey son enviados a

Alzate, dicho documento esta fechado el 11 de marzo de 1791. Acompañando al índice va una carta que el

Conde de Revillagigedo dirige a Alzate. 42Carta de Alzate, f. 20

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Entonces, "Sí México ocupa mayor extensión de terreno, como parece deducirse, de las

reflexiones anteriores, es también verosímil que su población sea igualmente mayor [...]"

Revillagigedo con gran conocimiento de causa argumentaba que la extensión de esta ciudad

aún y cuando se conceda mayor por los barrios y "subarrios" en los que se subdividía, su

característica básica era el tener muchos espacios vacíos, por lo que era despoblada en el

centro así como en los extremos y periferia, lo cual no acontecía en la ciudad de Madrid

"[...donde] todo se habita [y] no tiene vacio[s], comparables al más reducido de los muchos

de esta capital"43. La observación más importante era la diferencia entre una ciudad social

y demográficamente estable frente a otra que crecía y se movía desmesuradamente:

allá es notablemente mayor a mi entender en vecindario radicado, quiero decir que

aunque sea un infeliz artesano o peón de albañil, tiene hogar en accesoria o pequeña

casa o cuarto separado donde duerme [y] hace sus comidas regulares; y es un

domiciliario de fácil hallazgo y reconvención. Acá la mayor parte de ellos y la

calidad de jornaleros o peones suele ser de ambulantes o sin hogar fijo, pernoctando

muchos en sitios inciertos o chozas y surtiendo su alimento de almuercerías,

o puestos de vivanderos errantes44.

La movilidad de la población era un rasgo de la ciudad de 1790: "aquí es

positivamente mayor el populacho ambulante y sin domicilio o que pasa la noche en jacales o

jonucos". La intensidad de la migración ponía los límites de la oferta de vivienda, escasa y

precaria. Por ello se decía también que las personas se albergaban "a veces en uno mismo

[cuarto] quince o veinte mezclados los sexos con la más chocante indecencia según admiré en

cierta ocasión" con la consecuente deterioro de la calidad de vida "[...]y nunca olvidaré el

fastidio de mi curiosidad por el intolerable hedor e impudencia de tales receptáculos o

chozas"45. La ciudad de México y su papel central en la organización de la economía del reino

ofrecía evidentemente mayores medios de subsistencia que los pueblos, de donde los sectores

medios y altos propietarios atraían a sus habitantes para convertirlos en sirvientes de sus casas

o trabajadores urbanos, otros que dejaban sus pueblos por el desempleo en el campo o

las crisis de subsistencia, en el contexto de un crecimiento demográfico. En cambio en Madrid

la estabilidad de la población no parece discutible, pues sólo caerá a partir de 1800 hasta 1820

43Carta de Revillagigedo de 6 de diciembre de 1791, f. 44 r. f. 23 v. - f. 24 r.

"Informe ...cit, f. 137 r. 45Id.

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cuando alcanza una disminución del 20 por ciento de sus habitantes. Sólo entre 1800 y 1804

años había disminuido en 5 000 habitantes46. Es un proceso inverso al que vive México, en

donde los comerciantes y los negocios florecen y la élite no está empobrecida como en

Madrid. No obstante la pobreza de los grupos sociales bajos no es tan visible como en la

capital novohispana.

Allá la ínfima o más abatida plebe será como una octava parte del todo, y aquí no

estoy distante de asentir a que guarda proporción inversa por que extra de las familias

principales patricias, que no son demasiadas, y de los que componen los cuerpos de

tribunales ambos cleros, colegiales, empleados en Real Hacienda y los dedicados al

comercio, el resto es un enjambre o cúmulo puramente plebeyo; y ya se discierne

fácilmente la disparidad de las dos poblaciones de manera que en la una es más la

gente culta o morigerada, y en la otra la gentualla grosera y desarreglada 47.

Madrid era una ciudad más compacta y definida, "concentrada o apiñada" con una

periferia más regular, de "mejor configuración y menos extensión", mientras la de México

poseía una periferia dispersa e irregular, por lo mismo el terreno había sido más aprovechado

con construcciones y viviendas que se extendían a lo largo y ancho de la ciudad. Según

Alzate, "los matemáticos saben con total evidencia, que una ciudad por los cuatro puntos

cardinales es de media legua[...] cuatro veces menor que otra cuya extensión por estos

mismos puntos fuese de una sola legua"48. En términos demográficos no hay manera de

traducir esta confirmación sin conocer datos básicos como el número de viviendas o familias.

No obstante, Revillagigedo asumía que para calcular el espacio habitado de una ciudad, "no se

debe considerar solo la superficie del territorio, sino las alturas diferentes ya que se repiten

otros tantos suelos habitables como altos tiene los cerros". En este sentido, en Madrid muchos

de sus casas eran de "hasta seis altos y muy pocos de dos solos como lo son aquí"49. Altas o

bajas las viviendas era imposible arribar a cálculos y estimaciones que pudieran arrojar luz

sobre el número de habitantes de la ciudad.

46David R. Ringrose, Madrid y la economía española...op. cit., pp. 48 y 61. 47Miguel Páez de la Cadena, Informe... cit. f. 144 v. y 145 r. 48Alzate a Revillagigedo. Id, f. 121 r. 49Carta de Revillagigedo a Alzate, AGNM, Historia, vol. 74, 67 v.

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En cambio el hecho que cambiará de manera completa el giro de la discusión,

demográficamente hablando, es la incorporación de criterios y tasas sobre los eventos

vitales de la población. Alzate incorpora los cálculos de las Instituciones Políticas del Barón

de Bielfeld, de lo que él infiere que "el único medio de averiguar, de un modo verosímil, la

población de una ciudad, o de un país cualquiera, es el de las listas mortuorias, el de los

nacimientos, etcétera"50. El problema es que piensa que su comportamiento "son comunes

a todos los países para lograr una enumeración exacta de sus habitantes". De esta forma, de

acuerdo a "Bielfeld y Buffon, la tasa de los nacidos, era como de 35 a 1. Esto es, que si se

multiplica el número de los nacidos por 35, el producto dará el número de los habitantes o

individuos"51. "[...]he conocido que en cada año nacen [en Madrid] 4 528, que

multiplicados por 35 dan el producto de 158 480 igual con corta diferencia al de 156 672,

que expresa el Padrón. Habiendo sumado igualmente el número de nacidos en México en

otros ocho años veo le corresponden en cada año 5 998, que multiplicados por 35 dan el

producto de 209 930. De donde se infiere que en México hay 51 450 habitantes más que en

Madrid52.

Del lado de las defunciones, Alzate calcula que "a cada año corresponden a lo menos

6 700 muertos en México, cifra que multiplicado por 31, que es la tasa o "proporción"

adoptada por el Conde de Buffon, obtiene la cifra de 207 700 individuos53 Sin embargo, es

evidente que el problema de extrapolar cálculos para medios sociales tan distintos -hecho que

advierte Alzate- puede inducir a graves errores, sobre todo porque la ciudad de México era

una ciudad con gran migración, es decir, con una extensa capa de pobreza. Por ello se admitía

que si bien era verosímil el cálculo de nacidos, en cambio por "la miseria que generalmente

reina en las dos terceras partes de esta capital sea mucha mayor que en Madrid la mortalidad

de niños"54.

Por otra parte resulta difícil acercarse a una estimación plausible sin introducir

criterios demográficos y cálculos estadísticos. La única alternativa es tomar los eventos vitales

como el eje analítico, para lo cual podemos partir de esa importante observación de Alzate al

50 Carta de Alzate a Revillagigedo del 23 de enero de 1792. f. 61 r. 51 Carta de Revillagigedo de 6 de diciembre de 1791, f. 27 v - f. 28 r. 52 Id,... f. 28 r. 53 Id,... f. 28 v. 54 r,,

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Censo tiene que ver con la irregular diferencia entre el número de hombres y el de mujeres,

pues "los primeros solo llegaban a 44 mil, cuando el de éstas ascendió a 60 mil".

Evidentemente aquí hay un enorme subregistro de hombres, pues demográficamente era

imposible una brecha tan grande, de hecho se supone que en los regímenes demográficos en

una sociedad estable el nacimiento de hombres era mayor en una proporción de 5%, es decir,

en este caso, la proporción debió ser 63 000 hombres por 60 000 mujeres55, ya que suponemos

que comúnmente eran los hombres quienes escapaban de los conteos. Esta primera corrección

ubicaría la población en los 135,000 habitantes.

Ahora bien, si acogemos por ahora las cifras de Alzate, éstas se desagregarían de la

siguiente manera: los 5 998 bautizos multiplicados por 35 arrojarían una población total de

209 930. Pero qué implicaciones tienen estas cifras en términos de la tasa de natalidad?. En

este caso la tasa de natalidad indicaría que por cada mil habitantes ocurrían 28.6 nacimientos,

o se 1 nacimiento por cada 35 habitantes. Pero ¿acaso debemos asumir como correcta la

aplicación de las cifras para Europa en la ciudad de México? En realidad no, pues ahora

sabemos que en las poblaciones rurales como parroquias tales como San Luis de la Paz,

Zacatelco o León, hacia fines del siglo XVIII la tasa de natalidad iba de 50 a 60 por mil"6

Posiblemente es más comparable la cifra de 42 por mil, que es la calculada para España en el

siglo XVIlf7. Sin embargo, adoptar cualquiera de estas tasas nos llevaría a cálculos o

sobreestimaciones aparentemente desmensuradas, aunque no hay argumento matemático para

no adoptarlas, pues, además, son las que corresponden a sociedades estructuralmente similares

a la de la ciudad de México.

Por otra parte, es necesario advertir que los 5 998 se refieren a niños bautizados, por lo

que de manera correcta podemos establecer que el número de nacimientos debió ser mayor;

sin duda la muerte antes del bautizo o el subregistro atenían de manera directa subestimando

la tasa de natalidad, que es un nuevo argumento para subir la tasa de natalidad a una cifra

superior a 35. Pero por prudencia podemos asumir la tasa de Bufón, Bilfeld y Alzate. Por lo

55 El 5% de exceso en el número de hombres respecto al de mujeres se da al nacimiento, esta cifra no es

aplicable de manera automática para toda la población. (Nota del Editor). 5<1 Cecilia Rabell, La población novohispana, p. 16 y Marta Vera Bolaños, La población de Ozumba en 1793.

Un estudio de demografía histórica. Zinacantepec: El Colegio Mexiquense, 1993, p. 37; David Grading y

Celia Wu, "Population Growth and Crisis, 1720-1860", en Journal of Latin American Studies, vol. 5(may

1973), pp. 1-73. 57 Gonzalo Anes, Historia de España Alfaguara IV. El Antiguo Raimen: Los Bortones, Madrid, Alianza

Universidad, 1975, p. 27.

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demás, si estimamos que el número de nacimientos era igual al de las defunciones

suponiendo correcto el número de defunciones -cosa que no creemos- o sea de 6 700 gentes,

equivaldría a un 11.7% más de niñas y niños no bautizados, lo cual evitaría a Alzate una

contradicción básica, el hecho de que no es verificable demográficamente un mayor número

de defunciones sobre el de nacimientos en un año de estabilidad. Este 11.7% es una

estimación mínima de una población no bautizada. Si se aplica la tasa de 35 nacimientos por

mil, la población de la ciudad arribaría a un total de 232 155 habitantes. Esta cifra

evidentemente superior a la de Alzate, es la estimación mínima que demográficamente puede

0 debe sostenerse, porque, por otra parte, tiene como fundamento una fuente incontrovertible

como es el registro parroquial.

Brading cree que en general se puede aplicar una tasa de natalidad de 50 nacimientos

por mil para los siglos XVII y XVIII, y Rabel 1 piensa que son aceptables tasas de 50 a 60 por

1 000 para poblaciones de estructura joven y fecundidad alta^8, pero si aplicamos y

multiplicamos esta tasa por los 5 998 nacidos -bautizados?- consignados por Alzate, el

cómputo de la población se elevaría espectacularmente a 299 990 o 300 000 habitantes

¿Posible? Otra alternativa es que las cifras de Alzate sobre bautizos sean falsas y hubiesen

sido inventadas para justificar su argumento contra Revillagigedo, lo que no creo porque hay

informaciones que hablan de cifras similares. Hacia 1768 un observador escrupuloso de la

época consignaba ya el bautizo de 5 700 niños y 1 980 muertos "en sus parroquias" con un

total de población de 140 00059. Si a estos cómputos aplicamos la tasa de 50 por mil,

reconocida para la época en el centro de Nueva España, demográficamente estaríamos

hablando de una población de 285 000 personas; Por el contrario, si se utiliza la tasa de 35

aplicada en Europa -Wrigley aplica 34 para Inglaterra del siglo XVIII6(,-la población de la

ciudad habría llegado a 199 500 en el citado 1768, es decir casi 60 000 más que los estimados

58 Cecilia Rabell, La población...op. cit., pp. 15-16. 59 Juan Manuel de San Vicente, "Exacta descripción de la magnífica corte mexicana, cabeza del nuevo

americano mundo, significada por sus essenciales partes, para el bastante conocimiento de su grandeza", en

La ciudad de Mécico en el siglo XVII(1690-1780). México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,

1990, p. 177. 60 E. A.Wrigley, Gentes, ciudades y riqueza. La transformación de la sociedad tradicional. Barcelona: Editorial

Crí tica, 1992, p. 194.

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por San Vicente. Sin embargo es evidente que no nos sirven ni las tasas obtenidas para las

parroquias rurales ni las europeas.

¿Cuáles son las nuestras? Si aceptamos que los bautizados en 1768 fueron 5 700

gentes, aceptaríamos también el promedio de 5 930 bautizos que Humboldt obtuvo para los

cien años del siglo XVIII cifras coherentes con el cómputo de Alzate. Ahora bien, la única

cifra sobre la población total es la de San Vicente, o sea de 140 000 habitantes y que está fuera

de la polémica y no distante de los cómputos conocidos para fines del XVIII. Si aceptamos

como correcta esta cifra, las tasa se ubicaría en 28.5 por 1000, intermedia entre la de 22.5 de

Humboldt y la de 35 de Alzate, con lo cual tanto la tasa de Humboldt como de Alzate son

desechables porque ambos toman como población total sus propias cifras, fuertemente

vinculadas a la polémica. Por su parte, esta tasa de 28.5 multiplicada por 5 998 bautizos daría

un total de 170 943 personas. ¿Cómo conciliar esta tasa con la de las parroquias rurales?.

Busquemos otras explicaciones. Hacia 1900 el Distrito Federal en conjunto registraba una tasa

de natalidad de 54.8 personas y 49.9 de mortalidad61, tasa que está en consonancia con las

expuestas por Grading, Morin y Rabel 1 para el siglo XVIII para las parroquias rurales. Pero si

se aplican estas tasas los cómputos se dispararían enormemente, a más de 300 000 personas.

Un nuevo cálculo viene a respaldar la tasa de 28 por 1000, cálculo tomado de la ciudad de

Lima, en el mismo año de 1790 y que es de gran ayuda para una mejor comprensión del

problema. En ese año se registraron 360 matrimonios, 1 890 bautismos y 1 196 entierros, y se

estimaba una población total de 52 000 personas62, cifras respaldadas por los libros

parroquiales. De esta forma la tasa de natalidad sería justamente de 28 por 1000, semejante a

la de la ciudad de México de 1768. Esta concordancia entre dos núcleos urbanos distintos pero

de características sociales similares, debería llevarnos a concluir sobre la validez de la tasa

de 28 personas en vez de la de 35 así, la cifra de 170 000 parece la más adecuada y desecharía

mi propia cifra de 232 000.

¿Es posible que la ciudad de México hubiese sobrepasado los 300 000 habitantes? Es

posible si incorporamos al escenario de la discusión a Villaseñor y Sánchez, el Contador

General de Azogues, comisionado por el Virrey Conde de Fuenclara para trabajar el censo

sobre informaciones '"que se entregaron recogidos diligentemente". Según Villaseñor "pasan

(l1 Estadísticas Históricas de México, INEGI, 1994, T.I, pp.69-70. (l2 Mercurio Peruano (19-11-1792), Tomo IV (Lima 1964), p. 123.

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de 50 mil las familias de españoles (patricios europeos) y de 40 mil de mestizos y otras castas,

incluyendo 8 mil indios avecindados, ni los entrantes ni los salientes de domicilio foráneo"63.

Si se aplica el factor de cinco hijos por familia "según estilo legal y acostumbrado",

según testimonio de Páez de la Cadena, resultaría un cómputo global de 458 mil individuos.

Si el cómputo fuera por 4 personas, el total sería de 368 000 y por tres miembros por cada

familia, se obtendrían los 278 mil, sin incluir "transeúntes o no domiciliados". Si este

cómputo último fuera aceptable, entonces estaríamos ante cómputos mayores para una ciudad

que crecía incesantemente aún 45 años después. Se admitía, "que la población por creencia

uniforme de ancianos, y por comprobación de especulativos no h& disminuido señaladamente

en los mismos europeos, ni los repugnan las remesas de géneros consumibles de Castilla, el

incremento del comercio, la multiplicación de tiendas y otras consideraciones de congruencia,

a no contradecirse con algunas sutilezas o débiles restricciones difíciles de probar, bien que no

lo fuera el que realmente se halla más poblado el reino desde la época de 1746, en los cuarenta

y cinco años vencidos, y en un sentido abstracto o general, sin detenerse en una u otra casta o

raza, que puede haber minorado, o más bien confundídose con las intermedias''64. Juan de

Viera llegó a pensar en 1777 que la población de la ciudad "sin los lactantes, aborda a un

millón de individuos"65. Evidentemente hay resistencia a pensar en cifras tan grandes que se

desprenden del Censo de Fuenclara y de los registros parroquiales, aunque a todas luces es

desechable la estimación de Viera, que no tiene sustento alguno, pero si hemos de creer en el

valor de los cálculos demográficos, entonces no hay por qué dudar.

La pregunta que queda por hacer es por qué Alzate que debió conocer el Teatro

Americano no acudió en su auxilio ni siquiera en su mención. Tal vez Páez de la Cadena tiene

razón cuando dice que "dedúcese, así mismo, que el Padre Alzate, más circunspecto para

cerciorarse en la actualidad, no adherido inconsideradamente a Villaseñor en las cinco, ni en

las cuatro personas, por familia y que concedidas solas tres multiplicadas por las 90 mil, con

la reunión de los 8 mil indios (que producen el demostrado número de 278 mil) excluidos los

63 Antonio Villaseñor y Sánchez, Theatro mexicano, T. I, pág. 35. 64 Conforme a lo expuesto es evidente que si Villaseñor se equivocó, participaron de su irreflexión involuntaria

o causal, cuantos superiores favorecieron y permitieron la impresión que tambiéi se permitió por el Rey.

calificándola los aprobantes muy caracterizados y que más o menos perfecta la obra se sirven de ella aún en

el Supremo Consejo de Indias, como norma por no haber hasta hoy dádose a luz otra geografí a eclesiástica

o civil de mayor corrección". Miguel Páez de la Cadena, Informe ...cit., f. 140r y 140 v. 65 Juan de Viera, Breve y compendiosa narración...op .cit., p. 278. En la edición del Instituto Mora (1992), la

palabra correcta de acuerdo al manuscrito es lactantes, mientras en la del Consejo para la Cultura y las

Artes se transcribe equivocadamente como transeimtes.

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no estables rebajará todavía de 68 a 70 mil individuos si su opinión es de 208 a 209 mil

extendiendo en ellos 92 o 93 mil a Madrid; y verdaderamente extraño, o no alcanzó la causa

de graduar este número y no mayor, si la población de México ha crecido o no aminorado."

Finalmente volvamos a la verificación de Alzate y a su anotación sobre la existencia

de 44 000 hombres por 60 000 mujeres cómputo del Censo y que le parecía una

desproporcionada diferencia. Es decir, para él no es posible que de cada 104 habitantes 60

sean mujeres y 44 hombres. De esta suma, los 44 hombres de cada 100 equivalían al 42.3% y

las 60 mujeres al 57.7% de cada cien. ¿Qué implicaciones tienen estos cómputos para la

ciudad de México de 1790? En primer lugar, la gran diferencia estaría determinada por un

subregistro enorme de hombres, explicable si acogemos las noticias del horror que les causaba

verse enlistados en la milicia; en segundo lugar el eventual acoso para el pago de impuestos y

tributos pudo constituir otro elemento de explicación de este gran subregistro. Sin embargo,

padrones realizados entre 1779 y 1788 en Santa Catarina muestran que el número de hombres

por cada 100 mujeres tenía a favor de éstas, como el valor más bajo, 72.24 en 1787 y el más

alto 83.16 en 1784, lo cual muestra un desequilibrio constante66, por otra parte, en términos de

las defunciones la diferencia estaba también a favor de las mujeres, seguramente debido a que

la inmigración femenina era más numerosa que la masculina. En este sentido el desequilibrio

anotado por Alzate tiene muchas explicaciones.

¿Dónde radica el error demográfico de Alzate? Ya lo anunciamos antes. Por

legitimar sus cifras y conjeturas llega a asegurar que la ciudad de México para 1790 padecía

una mortalidad de 6 700 personas anuales frente a 5 998 bautismos; sin embargo, esta cifra

no puede ser aceptable porque sólo tratándose de sociedades que atravesaban por una crisis

demográfica era posible que la cifra de defunciones superara a la de nacimientos, pero a

Alzate le viene bien porque al multiplicar esta cantidad por la tasa de 31 muertos por mil,

le arrojaba el resultado esperado de 207 000 habitantes prácticamente coincidentes con los

209 000 derivados de los nacimientos. En cambio, con relación a la tasa de mortalidad

obtenida de las 6 700 defunciones, la diferencia fue mucho menor, pues era de 32.3 por

cada mil habitantes, tasa casi comparable a la de Ozumba que era de 34.667 y de 38 por mil

de España68.

"" Juan Javier Pescador. De hunt izados a fieles difuntos Familia y mentalidades en una parroquia urbana, Santa

Catarina de México. ¡56<S-I<S20, México. El Colegio de México, 1992. p. 122.

" Marta Vera Bolaños, La población de Ozumba en 1793. p. 39.

Gonzalo Anes, Historia de España, p. 27.

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¿Qué dicen otros testimonios? Manuel de San Vicente, como ya lo señalamos,

consignaba para 1768 la cantidad de 5 700 bautismos y 1 980 defunciones y una población

total de 140 000 habitantes69. No es posible que en 20 años estas proporciones se hubiesen

modificado tan radicalmente, pues las cifras de 5 700 correspondiente a aquel año y los

5 998, consignada por 1790 así lo muestran, toda vez que entre ambas fechas hubo

epidemias que alcanzaron altos índices de mortalidad. Humboldt, que consultó los registros

parroquiales para la parroquia del Sagrario, encuentra entre 1797 y 1802 un número de

nacimientos igual a 7 311, o sea 1 462 nacimientos por año -lo que daría una población de

51 170 habitantes para toda la parroquia- y 4 344 defunciones en el mismo periodo, es

decir, 868 defunciones por año70, con lo cual es evidente que la cifra de 6 700 defunciones

es exagerada. Para el total de la ciudad el mismo investigador alemán obtuvo un promedio

de 5 050 para cien años y las mismas cifras de Alzate muestran esta congruencia en el

siguiente cuadro, al que le hemos añadido estimaciones de la parroquia de Santa Catarina

para esos mismos años:

MORTALIDAD DE LA CIUDAD DE MÉXICO CUADRO 2

1768-1790*

AÑOS STA.CATARINA CIUDAD DE MÉXICO

1777 500 4 585

1778 480 4 446

1779 2000 8 000

1780 480 4 170

1781 400 3 894

1782 500 4 432

1783 600 318

1784 1250 10 463

1785 700 4 971

1786 900 9 112

1790 600 5050a

a Media de cien años obtenida por Humboldt, Ensayo, p. 131.

69 Juan Manuel de San Vicente, "Exacta descripción de la magní fica corte mexicana, op. cit., p. 177. 70 Alejandro de Humboldt, Ensayo poli tico ...op. cit., p. 92.

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Es evidente la baja mortalidad indicada para 1781 y los picos altos de 1784 y 1786,

años de acentuada y reconocida crisis económica. Las variaciones muestran, sin embargo,

que no se puede aplicar una tasa uniforme de mortalidad. En el caso de la ciudad de Lima se

calcula una tasa de mortalidad de 43 por 1000 y se aceptaba el hecho de que en general en

los "países sanos" la tasa de mortalidad era de 40 por 100071. Aceptando esta tasa mucho

más alta que la de Alzate que era de 31 por 1000, pero menor a la de la ciudad en 1900, la

población de la ciudad habría sido de aproximadamente 218 000 personas, siguiendo el

razonamiento de éste. Esto es posible, pero lo que no cabe duda es que no es correcta la

cifra de 6 700 personas fallecidas en la corte en 1790.

Pero hay una razón histórica y ésta tiene que ver con el hecho de que esta alta

mortalidad bien pudo ser fruto de una inmigración pronunciada, que tuvo como base gente

que llegaba a la ciudad y que no figuraba en los registros de bautismos, sin embargo, este

argumento no puede contradecir el hecho de lo que ocurrió en el Sagrario, en donde, en la

misma época, la proporción entre natalidad y mortalidad es de 1.6, aunque se puede

argumentar que justamente el Sagrario no fue una parroquia en donde los movimientos de

la población fueran tan pronunciados como en las parroquias marginales.

Esta alta mortalidad calculada por Alzate contradice el espíritu general de su

argumento que es reconocer que hubo pocos muertos en la "Corte", por ello afirma que para

que no quede duda de la proporción que ha utilizado (31 a 1) para la lista mortuoria, pone

ejemplos concretos las defunciones de diferentes instituciones como el Colegio de San

Gregorio, el Colegio de San Ildefonso, la Parroquia de Santo Tomás, la Fábrica de Cigarros

entre otros; indicando el número de muertos por año y sacando la proporción

correspondiente. "No dudo que habrá muchísimos que reputen por paradoja lo que llevo

expuesto tocante al corto número de muertos en esta Capitaf cuando había mostrado lo

contrario. Un argumento que parecía determinante de la baja mortalidad era el clima. "Si

[...]se ponen un rato a considerar en la benignidad de nuestro clima, su elevación respecto

al mar, y otras innumerables circunstancias locales, no dudo que depongan sus dudas y

convengan conmigo en esta parte". Alzate expone la importancia que tiene para gozar de

una buena salud en esta ciudad la inexistencia de climas extremosos, o cambios bruscos en

el ambiente" 72. Esta es la razón por la cual las defunciones son menores que en Europa y

71 Mercurio Peruano., .op. cií., p. 123. 72 Carta de Alzate a Revillagigedo del 23 de enero de 1792, f. 32 r.

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cita el caso de las listas mortuorias del Hospital de San Andrés que registran una proporción

de 8 por 100, cuando por las listas de José Cavallino de Cevoli73, consta que en el Hospital

de Santa María de Florencia mueren casi en proporción dupla, esto es de 100 a 15"74.

Por otra parte, la estructura por edades no escapó a la crítica, pues cree que es un error

agruparlas por intervalos de 7 a 16 años, separando los que son hombres de las que son

mujeres e indicando para cada caso el estado civil: solteros, casados y viudos. Alzate piensa

que esto es incomprensible, ya que es imposible que exista un viudo de 7 años o que alguien

se haya casado a la edad de 875. Lo que no dice Alzate es cuáles debían ser los ciclos anuales

que debían regir la pirámide de edad. Es, por otra parte, suspicacia y exageración de su parte

el pretender que el empadronamiento pretendía registrar viudos o casados de siete y ocho años

de edad.

La búsqueda de errores llevó a Alzate a cuestionar también la proporción entre

indios y tributarios, ya que se sabía "que todos los indios habitantes de México son

tributarios"7^", pero en el "Estado" se expresaba: "número de Indios: 13 985" y luego, en

otra línea, "tributarios: 9 086". La constatación de Alzate, se encaminaba a la siguiente

conclusión: 'los jueces a quienes incumbe el cobro del tributo son omisos, o el Estado esta

mal formado: una de las dos preposiciones es verdadera". Para él no podía ser mayor el

número de indios que el de tributarios, dado que a este grupo se le debe agregar los muchos

mulatos, coyotes y mestizos que pagaban tributo. Lo que posiblemente olvida Alzate es que

los tributarios consignados son sólo aquellos cuya edad va de 18 a 50 años hecho que

claramente disminuye la suma aunque entre los tributarios haya indios y no indios. Por el

contrario, le parecía muy corto el número de europeos expresados en el padrón como el de

los negros, aunque no se diga las razones ni se realice ninguna cuantifícación77. En cambio

la falta de especificación del número de hidalgos, debía ser confidencial porque "el

público [...jes muy celoso, y delicado en este punto, e infaliblemente llevará a mal el corto

número de 118, que presentan los Padrones". Tal vez por aquello de que la nobleza e

hidalguía era tema de gran parte de la sociedad novohispana. Sin embargo, sabemos que

7' Impresas en 1776, 1777 y 1778. 74 Carta de Alzate a Revillagigedo del 23 de enero de 179, f. 33 r. 75 AGN, Historia, vol. 74, exp. 1. Documento 3. Manuscrito de Alzate dirigido al Virrey Revillagigedo,

firmado el 14 de Marzo de 1791. f. 13-14. 7(1 Idem, f. 7 r. 77 ... , ts. 34 v., 35 r.

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muchos en el reino y debieron ser menos en la capital, pues entre 1700 y 1788 apenas se

dieron 37 títulos y se citan en general 63 nobles hombres y 52 mujeres78.

El único criterio ''demográfico" de ese tiempo en que coincidían Alzate y

Revillagigedo era que "el lujo y el vicio [y la abundancia] destruían la población y se oponen

al aumento de ella y que en las ciudades más populosas hay por lo regular más lujo y más

vicio; vea Vuestra Majestad más razón que bastaría por sí sola para aclararle a Vuestra

Majestad sus dudas, y hacerle entender lo que ahora no puede; esto es que muchos habitantes

que viven en el lujo y el vicio producirán menos población, que otros en menor número, pero

virtuosos y aplicados"79. Creía Alzate que ciertamente "el lujo, la abundancia y especialmente

los vicios disminuyen mucho la población porque esterilizan a los hombres"80. Daban por

supuesto que la ciudad de México exhibía lujo y riqueza.

7S Véase Doris M. Ladd, The Mexican Nobility al Independence, 1780-1826. The University of Texas at

Austin, 1976. pp. 173-174 y 182 183.7 7" Carta de Revillagigedo de 7 de mayo de 1792 f. 103. R" Carta de Alzate a Revillagigedo de 5 de ¿diciembre? de 1792.

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EL "ESTADO REDUCIDO" DE ALZATE

Alzate había hecho notar en sus "Estados'' -porque preparó uno extenso desglosado

por cuarteles, pero que no conocemos y uno reducido que reproducimos al final- que se

habían omitido como 2 353 (según la suma del cuadro son 2 779) personas. De éstas, 1 571

se incorporaron al total, pues correspondían a la parroquia de la Palma, pero no hubo razón

para incorporar los restantes 782 porque ya estaban incluidos en el cuartel número 20. Estas

diferencias, en el contexto de la masa calculada de 112 000 y 113 000 habitantes, en

realidad es mínima.

DIFERENCIA ENTRE EL CÁLCULO CUADRO 3

DE VALERO Y ALZATE

CONCEPTO VALERO ALZATE DIFERENCIA

Estado secular

Solteros y solteras 54 477 53 324 -1 153

Casados y casadas 36 851 37 011 160

Viudos y viudas 13 432 14 600 1 168

SUBTOTAL 104 760 104 935 175

Estado eclesiástico

Religiosos I 120 1 149 29

Religiosas 2 073 2 157 84

Colegios de hombres 836 843 7

Colegios de mujeres 817 810 -7

Hospitales 1 346 1 346 0

Cálculos y casas de misericordia. I 992 1 994 2

SUBTOTAL 8 184 8 299 115

TOTAL 112 944 113 234 290

Fuente: AGN. Historia, vol. 74, exp. 1, fs. 42 r y 42 v.

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La importancia del "Estado reducido1' radica en que Alzate desagrega las categorías que

esconden las cifras del censo y proporciona precisión a las diversas cohortes. En el cuadro

relativo al "Estado secular" precisa los segmentos que el Censo de Revillagigedo había

establecido en varias escalas: de hasta 7 años, luego de 7 a 16, de 16 a 25 y continúa de 25 a

40, etc. Mientras Alzate las independiza de hasta 7 años, luego de 8 a 13, luego crea una

distinta que no se hizo en el otro Censo de 14 a 16 años, para establecer que en ese grupo de

edad ya había casados y viudos. Termina estableciendo la cohorte de 51 años hacia arriba,

mientras el otro lo hacía desde los 50. Los cómputos que encuentra son diferentes: en el rubro

de solteros, casados y viudos él suma 53 324, 37 01 1 y 14 600, respectivamente, por 53

710, 36 159 y 13 320 del Censo de Revillagigedo. La anotación importante es sin duda

mostrar que la edad de matrimonio empezaba a los 14 años.

La innovación que hace al cuadro de castas es también importante, porque establece el

grupo de los mestizos y los negros, que no constan en el "Estado General'"; el problema es que

las cifras son tan reducidas, por ejemplo el caso de los mestizos con relación a españoles

indios, que no puede tomarse en serio y no por el error en la identificación de Alzate, sino por

la dificultad de establecer una identificación más real. Cuantitativamente el grupo de mestizos

significaba en el caso de los hombres el 9.5% del total de población y el 13.7% en el caso de

las mujeres y en el de los negros ambos sexos no pasaban del 0.25 por ciento81.

El cuadro "Distinción de clases" que I Iumboldt denominó "ocupaciones específicas"

también sufre notables variaciones, ya que excluye a los 9 086 tributarios, pone en cero el

rubro labradores y mineros, como el de médicos, boticarios, cirujanos y sangradores, razón

que no explica. Por otra parte, modifica todas las categorías eclesiásticas que en el "Estado

General" aparecían como curas, beneficiados, vicarios, sacristanes, orden de menor, orden por

patrimonio, dependencias de inquisición, cruzada y acordada por una distinta, más exacta

seguramente dado su carácter eclesiástico: Capitulares del venerable cabildo, curas, vicarios,

sacristanes eclesiásticos. Ordenes y títulos de capellanía e idioma mexicano, por patrimonio y

por capellanía e idioma. Los hidalgos que en el "Estado General" son 118 en el de Alzate

suman 1 420, los comerciantes suben de 1 384 a 1 502. En total establece una cifra de 21 375

ocupados. Para una población tan grande como se sugiere es evidente que sus cómputos

81 Véase el "Estado reducido de los habitantes de México" publicado más adelante.

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disminuyen de manera notable si se extraen de su contabilidad la cifra correspondiente a

tributarios que efectivamente vivían en la ciudad, como las de escribanos, médicos, boticarios

y sangradores que los padrones registran, a menos que éstos estuviesen contenidos en otros

rubros que no conocemos o no se especifica, pero Alzate tiene razón de excluir a los

tributarios porque esta categoría no era una ocupación, en cambio no es clara la razón por la

que incrementa el número de hidalgos. Así, parece seguro que el cuadro de Revillagigedo es

más fiable y que en cómputos relativos a ocupaciones llegaba a las 20 972, más los 9 086

tributarios que eran parte de la estructura ocupacional de la ciudad aunque no sepamos el

oficio llegaba a las 30 058 personas ocupadas. ¿Qué puede significar esta cifra en términos de

ocupación? Simplemente que hubo una gran parte de la población empleada, ya que estos

30 058 eran cabezas de familia por tanto debemos multiplicar como mínimo por 4 hijos por

familia, lo que nos daría una población de 120 232 habitantes. ¿De cuánto era el desempleo?

No sabemos, las fuentes de manera dispersa hablan de proporciones enormes, pero no se trata

de estudiarlas aquí.

En resumen, el "Estado reducido de la población de México" que elaboró Alzate

resulta de gran ayuda para matizar y realizar precisiones que el "Estado General" no permite,

y nos ayuda a conocer, de manera definitiva, la distribución espacial de la población de la

ciudad cuartel por cuartel, a falta del censo completo, pero es poco lo que dice para respaldar

sus cálculos sobre la población total de la ciudad. ¿Qué muestra esta distribución? Sin duda el

dominio de los cuatro cuarteles mayores centrales sobre los demás, que fue, finalmente, la

expresión de la estructura interna de la ciudad colonial.

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APENDICE 1

ESTADO REDUCIDO DE LOS HABITANTES DE MÉXICO EMPADRONADOS EN EL AÑO DE 1790

Parroquias: 14

ESTADO ECLESIÁSTICO

CONCEPTO CASAS SACERDOTES NOVICIOS LEGOS DONADOS CRIADOS NIÑOS TOTALES Y CURISTAS

RELIGIONES

Monserrate Benitos

Sanio Domingo

Porta Ccli

San francisco

Santiago Tlaltelolco

San Diego

San Cosme Recoletos

San Fernando Recoletos

San Agustín

San Pablo

Del Carmen Descal/os

De la Merced

Colegio de Belem

Merced de las Huertas Recoletos

San Juan de Dios

San Lázaro

San Hipólito

IEspíritu Santo

Belemitas

3

65

22

99

30

45

16

45

71

18

40

61

24

0

5

->

2

5 ->

0

6

0

8

0

0

4

0

II

0

o

9

0

0

8

0

6

0

3

0

25

2

6

10

19

2

0

7

4

2

0

23

0

19

0

36

16

5

6

4

0

2

0

0

0

2

2

3

4

34

6

31

6

16

35

1

9

6

15

13

2

0

15

6

0

4

9

4

0

0

0

o

o

o

o

15

7

109

29

172

39

83

70

71

97

24

68

87

28

0

53

10

30

11

69

CLERIGOS REGI LARES

San Antonio Abad

San Camilo

HOSPICIOS

San Jacinto Domingo para las

Filipinas

San Nicolás. Agustinos

Descalzos a Idem.

Santo Tomás de Villa. Agustinos

Calzados para Idem.

3

7

2

4

4

0

0

0

0

0

8

0

7

2

0

8

0

0

0

13 0

13

18

5

26

13

10

CONGREGACION DE

SAN FELIPE NERI

San José el Real

TOTAL ALZATE

CIFRAS REVISADAS

24

25

14

588

592

1

57

58

3

171

171

15

60

83

254

239

0

19

32

33

1149

1175

33

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ESTADO ECLESIÁSTICO

MONJAS CASAS A CASAS A LA LA ORDEN RELIGIÓN

PROFESAS NOVICIAS EDUCADAS CRIADAS DE CRIADAS

SECULARES CONVENTO PARTICULARES TOTALES

Concepción

Regina

Poalvanera

Jesús María

Encarnación

Santa Inés

San José de Gracia

San Bernardo

0

0

0

0

0

0

0

0

77

65

38

61

65

28

42

44

1

2

1

2

2

1

20

9

14

28

7

12

6

11

22

16

14

20

16

8

9

14

78

65

47

95

67

26

40

44

198

155

114

206

157

75

98

113

GERONIMAS San Gerónimo

San Lorenzo

0

0

58

37

6

3

II

10

10

12

65

47

150

109

CARMELITAS

Santa Theresa la Antigua

Santa Theresa la Nueva

21

17

21

18

CAPUCHINAS San Felipe de Jesús de España 1

Habeas Christi de 0 indias Santa Porgida 1

Enseñanza í

Sta. Catarina de Sena Domingo 0

CLARAS Santa Clara 0

San Juan de la Penitencia 0 Santa Isabel 0

0

0

34

28

30

69

46

60

52 37

18 3

0

0

0

0

28

15

11 10

0

0

0

0

15

16

14 13

0

0

0

0

49

55

50 SO

36

29

31

72

141

146

145 143

TOTALES 15 907 51 194 197 808 2157

"En el cuadro original se suprimió mediante una línea el rubro que refiere a capellanes.

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ESTADO SECULAR

EDAD SOLTEROS CASADOS

H M H M

VIUDOS

H M

TOTAL DE

INDIVIDUOS

Hasta 7 años

De 8 a 13

De 14 a 16

De 17 a 25

De 26 a 40

De 41 a 50

De 51 a arriba

8 716

7 372

0

4 492

2 285

846

693

9 980

8 753

0

5 642

2 993

899

653

0

0

75

3 485

2 966

2 945

2 407

0

0

350

6 781

9 462

2 061

1 479

0

0

207

381

976

888

1 038

0

0*

269*

1 002

4 696

2 485

2 659

18 690

17 026*

28 783

28 378

10 123

8 929

TOTALES

CIFRAS REVISADAS

24 404 28 920 16 878 20 133

11 878

3 490 11 110

11 111

104 935

99 936

TOTAL DE ESTADOS

CIFRAS REVISADAS

53 324 37 011

32 011

14 600

14 601

DISTINCION DE CASTAS

CASTA HASTA 7 ANOS DE 8 A 16 DE 17 A 25 DE 26 A 40 DE 41 A 50 DE 51 A TOTAL DE

ARRIBA INDIVIDUOS

H MHMHMHMHMHMHM

Europeos 5 2 25 8 306 45 818 62 517 33 514 24 2 185 174

Españoles 3 949 4 085 3 945 4 961 3 675 5 690 5 077 8 380 2 309 3 070 1970 2 476 20 925 28 662

Mestizos 960 1063 519 693 990 2 963 1074 2 636 405 527 307 405 4 255 8 287

Indios 1862 1896 1836 2 288 2 195 2 952 3 048 3 933 925 1069 777 962 10 643 13 100

Mulatos 936 1240 388 480 496 763 514 933 187 325 295 420 2 816 4 161

Negros 8 6 28 13 28 50 29 50 12 14 7 24 112 157

Otras castas 996 1688 913 929 668 962 667 1157 324 406 268 480 3 836 5 622

TOTALES 8 716 9 980 7 654 9 372 8 358 13 425 11 227 17 151 4 679 5 444 4 138 4 791 44 772 60 163

TOTAL GENERAL 104 935

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POBLACIÓN RESPECTIVA DE LOS CUARTELES MAYORES Y MENORES

CUARTELES CUARTELES MENORES

MAYORES TOTAL

(1) (2) (3) (4)

8 384 5 573 2 821 2 588 19 366

(5) (6) (7) (8)

7 021 4 072 4 426 1110 16 629

(9) (10) (II) (12)

2 783 2 733 6 181 2 325 14 022

(13) (14) (15) (16)

3 192 7 706 3 077 2 325(sic) 16 300

(17) (18) (19) (20)

5 693 1162 2 209 2 138 11202

(21) (22) (23) (24)

2 367 2 179 1872 1785 8 202

(25) (26) (27) (28)

2 571 2 860 2 054 3 345 10 830

(29) (30) (31) (32)

2 241 1497 3 151 1495 8 384

4

5

6

7

8

TOTAL GENERAL 104 935

DISTINCIÓN DE CLASES

Capitulares del venerable cabildo 26

Curas 16

Vicarios 43

Sacristanes eclesiásticos 38

Ordenes y títulos de capellanía e idioma de mexicano 106

Idem por patrimonio 4

Idem por capellanía e idioma 407

Doctores 119

Licenciados 9

Colegiales 624

Mayorazgos, Caballeros, Barones 0

Estudiantes seculares 368

Abogados 471

Titulados 0

Hidalgos [1402]

Comerciantes 1 502

Fabricantes 1 749

Labradores 0

Mineros 0

Artesanos 8 234

Escribanos 0

Jornaleros 6 257

Médicos 0

Boticarios 0

Cirujanos 0

Sangradores 0

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COLEGIOS

COLEGIOS MAESTROS COLEGIALES SACERDOTES O

CAPELLANES

CRIADOS TOTALES

DE HOMBRES

Mayor de Santos

Seminario

San Idelfonso

San Juan de Letrán

San Ramón

Santiago Tlatelolco

Colegio de Infantes

San Gregorio de indios

TOTALES

0

13

8

7

1

3

3

3

38

6

261

213

59

4

28

15

38

624

0

20

23

6

2

0

0

8

59

10

24

56

15

5

0

8

4

122

16

318

300

87

12

31

26

53

843

DE MUJERES

Enseñanza

Belem

Vizcaynas

De las niñas

Guadalupe de las indias

De Jesús María

TOTALES

10

8

4

0

6

4

32

60

235

266

33

125

40

759

0

2

2

2

0

7

4

0

0

6

1

8

19

74

245

272

41

133

52

817

RESUMEN GENERAL

Asciende el número [...] que va demostrado a 10 4935

Los seculares empleados en conventos religiosos, hospitales y colegios etc. 3 457

Sin sujeción a profesión

Las mujeres que están en igual caso 3 182

Los religiosos 759

Las Religiosas 907 1 666

Total de habitantes empadronados en México excepto los que pasan revista 113 240*

*Cifra revisada sobre los propios cálculos de Alzate

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APÉNDICE 2

[INFORME DE MIGUEL PÁEZ DE LA CADENA SOBRE CONSUMO EN LA

CIUDAD DE MÉXICO, 1790]82

[f. 134 r.] 1. Puedan buscándose, y luego que se encuentren según deseo, pasaré con mucho

gusto a Vuestra Excelencia los apuntes sobre consumos, que se sirve pedirme en orden de 7

del corriente con motivo de los indicados por el presbítero don José Antonio de Alzate en su

Gaceta de Literatura que me incluyó Vuestra Excelencia para imponerme de una cita relativa

a mi.

2. Dige a Vuestra Señoría su[s]cintamente en fecha de 6 del mismo algo de lo que me

ocurría en el asunto; y ahora que tiene la bondad de querer exponga mi opinión tocante a lo

insinuado y al número de habitantes de México comparado con el de Madrid, mediante mi

larga residencia en las dos capitales: manifestaré a Vuestra Excelencia el juicio que me

formo guiado de las reflexiones que ofrece uno y otro artículos; asegurando a Vuestra

Excelencia anticipadamente habrá trece o catorce años que pedí noticia de los de aquella

segunda corte, y que me acuerdo no llegaban a doscientos mil los carneros de gasto anual;

pero ni el de ellos, ni el de. otras especies, es conclusión terminante para decidir la de los

consumidores, si no se califica o coincide con otras.

[f. 134 v] 3. Ignoro las pruebas de que se valga el muy reverendísimo [¿?] Padre Alzate,

extra de la de los comestibles, para la del exceso de gentes que infiere en México; y sería

apreciable y útil lo demostrase en algún discurso o memoria por partes publicándola para

que según la solidez o mérito de cada una, se lo convenciere tal vez documentalmente o por

los raciocinios con que entre escritores se controvierten las materias, ya de mero hecho, o

ya intelectuales o de ración al conjetura.

4. Varios de ellos de loable puntuación que han tratado del cálculo de vivientes, suponer

previamente lo difícil de la total exactitud aplicando el ejemplo de las abejas, que sin cesar

entran y salen de una colmena; y que la abundancia de expendio interior de cualesquier ciudad

es comprobante cuando concurre con el de la proporción de los nacidos, muertos, y otras

82 Archivo General de la Nación, Historia, vol. 74, fs. 133 r. -148 v.

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demostraciones parciales que inducen semejante coincidencia comparada mutuamente y

respecto a la totalidad.

5. Sobre tales fundamentos y algunos más, cotejados por una reflexiva y continua

especulación se han regulado los premios o réditos por edades en las tontinas83, fondos

vitalicios y otros establecimientos [f. 135 r.] en que la verosímil duración de la vida y

accidentes naturales de ella, es la regla para el más o el menos contingente o cuota que se

suministra sin que las experiencias hayan desmentido la prudente regulación hecha.

6. El clima y costumbre de Madrid, con otras propiedades, que influyen, varían sumamente de

las de México, Aquí, no tanto por la menor graduación astronómica, como por la situación

local y sus influjos, transpiran más copiosa, aunque insensiblemente los cuerpos, y por esta

pérdida de la evaporación es menester, especialmente con los nacidos en el país, auxiliar la

nutrición; esto es alimentarse con mayor frecuencia, según sucede en cualesquiera regiones

cálidas a diferencia de las más o menos frías, en que la no tan grande disipación de espíritus,

conserva el vigor interno de ellos y la robustez corporal, sin ser necesario refaccionarla tan

repetidamente.

7. En Madrid consta a vuestra excelencia que con un corto desayuno, el que lo haga

solamente, come al mediodía y que mucha gente distinguida no cena o se reduce a una jicara o

pocilio de chocolate.

8. En México nadie duda que los naturales [f. 135 v.] (con la excepción que admite toda

generalidad) se desayunan, almuerzan después, y aún vuelven más comúnmente las mujeres a

tomar algún otro alimento antes de la formal comida meridiana; y reiterando el chocolate por

la tarde, suelen no pocos merendar y sucesivamente cenar, siendo ya por abuso o ya por

costumbre instigada del apetito, un casi continuado o muy repetido el acto de alimentarse y

consecuencia forzosa el mayor consumo.

83 Operación de lucro, que consiste en poner un fondo entre varias personas para repartirlo en una época dada,

con sus intereses, solamente entre los asociados que han sobrevivido y que siguen perteneciendo a la

agrupación. Real Diccionario de la Lengua, Espasa-Calpe, Madrid, 1992.

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9. Allá bien sea por más sustanciosos alimentos como pretenden algunos o ya por mejor

economía o arreglo doméstico, según crea indudablemente, se mantiene una casa de igual

número de bocas quizá con la mitad de carne y proporcionalmente de lo demás que requiere la

subsistencia física.

10. Aquí al contrario, comiéndose peor, se gasta incomparable más porción; y las asaduras,

tripas, cabeza, cebos, patas o manos, criadillas y otros renglones delicados allá, son en lo

general recursos de pobres o de los que poseen escasas facultades; arguyendo todo un

desperdicio o un sistema menos economizado, que unido a la repetición es preciso consuman

mayores cantidades.

[f. 136 r.] 11. Los pavos malos o buenos son artículo usual y común aquí, y no se oculta a

vuestra excelencia que allá son buscados menos frecuentes, a no ser en los facultados y en

pascuas o con algún otro suceso o festejo extraordinario.

12. De las frutas juzgo excede sin comparación el uso de aquí; porque con casi todas las de

allá que hay en sus respectivas estaciones, se expenden las peculiares o regionales que allá no

se conocen o no pueden gastarse en nuestra península, como son chirimo[y]as, aguacate,

annonas, pitahayas, pinas, jicamas, chayotes, guacamotes, ilamas, cacahuates, camotes,

plátanos, guayabas, papayas, cacomites, granaditas de china, mameyes, tamarindos, zapotes

de diferentes calidades y las de las tunas cuya cosecha sin cultivo es exorbitante, y asombraría

si unas y otras pudieran numerarse.

13. Todas abundan infinito y se consumen con una vulgaridad, continuación y despilfarro,

digámoslo, casi, que no se ve allá porque ni se subrogan en cada temporada del año por no

haber temperamentos calientes o templados tan inmediatos, ni son silvestres o espontáneas

algunas como aquí, ni valen tan baratas según la estimación de la moneda corriente, cuyas

facilidades provocan y la dan para un consumo más excesivo y universal.

[f. 136 v.] 14. Al dictar esto me ocurre que los dos objetos de frutas y verduras que en México

me inclino a que excede su dispendio al de Madrid, producen grandísimo mayor

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despojo, o desecho en cascaras, huesos, ollefos, hojas y tronchos, haciendo más difícil y

costosa la limpieza, contra lo cual obsta no menos el que comiéndose también con más

continuación han de ser a correspondencia las deposiciones naturales e irregulares mientras no

se adquiera un hábito permanente para arreglarlas.

15. De lo referido deduzco no es de extrañar sean las provisiones alimenticias de racionales

que proveen a México, mayores que las de Madrid graduadas en un conjunto; pero que ellas,

aún prescindiendo de las que salgan (y contemplo muy pocas respectivamente al total de las

que se introducen) no comprueban suficientemente o absolutamente por sí como apunté el

número de los individuos que las consumen, sino conspiran al esencial confirmación otros

argumentos.

16. Contrayéndome ahora al de la diferencia en que parece resuelve el Padre Alzate exceder

la población de México a la de Madrid, se me ofrece lo siguiente.

[f. 137 r.] 17. La de allá es notablemente mayor a mi entender en vecindario radicado, quiero

decir que aunque sea un infeliz artesano o peón de albañil, tiene hogar en accesoria o pequeña

casa o cuarto separado donde duerme hace sus comidas regulares; y es un domiciliario de fácil

hallazgo y reconvención.

18. Aquí es positivamente mayor el populacho ambulante y sin domicilio o que pasa la noche

en jacales o jonucos recogiéndose a veces en uno mismo quince o veinte mezclados los sexos

con la más chocante indecencia según admiré en cierta ocasión que para cerciorarme

acompañé al difundo juez de la acordada don Jacinto Aristimuño y nunca olvidaré el fastidio

de mi curiosidad por el intolerable hedor e impudencia de tales receptáculos o chozas.

19. Es así mismo de advertir circula aquí diariamente por entrada y salida incomparable más

arriería y gente a caballo de las inmediaciones, que no en Madrid, y verosímil consumen

muchos alimentos sin que deban considerarse en manera alguna vecinos o estantes ni inducir

el globo o cúmulo de aquellos en el [f. 137 v.] guarismo de estos.

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20. Sería de apreciar en estas diversidades e incertidumbre gustare vuestra excelencia de

solicitar del corregidor de Madrid un estado de los consumos de boca y otros artículos de

introducción de un año para que cotejándolo con otro que se arreglase aquí encargando su

puntualidad (que dudo conseguir en las garitas) se viere cuales son mayores o menores hecha

compensación unos con otros y los en que favorecen o no la balanza.

21. Persuádeme a que en carnes, verduras, frutas, semillas, aguardientes, cacao, azúcar y

queso excede México con exclusión de maíz y chile o pimiento cuyo último ingreso pasa de

100 mil y más arrobas y como el primero no debe hacer regla; pero Madrid en harina o pan de

trigo vinos comunes y los exquisitos caza y pastas finas, especiería y otros artículos de más

gusto.

22. Entre tanto debo con ingenuidad y sentimiento no remitir al silencio que en las oficinas

de esta aduana ni hay ni se lleva la menor constancia de diversas introducciones excesivas

como son aves, frutas, huevos, pesca de las lagunas, carbón, leña, tlasole, paja y otra multitud

que se trafica por indios y que ni [f. 138 r.] en las que constan por cobrarse el derecho de

alcabala, o que las introducen los no privilegiados, dejo de presumir fundadamente que una

tercera o cuarta parte más a excepción de los toros, entre por descuido cuando no por

connivencia de los guardas, o imposibilidad de contar o examinar puntualmente distraídos a

muchas acumuladas atenciones, en que prefieren las de más entidad, de efectos comerciables,

sin que les sea factible igual celo con otras de menos valor, no aciéndose consiguiente

mención de ellas, ni de mucho de lo que viene de haciendas propias, o de regalo en partidas

menudas; y especialmente en las clases de ganado de cerda o lanar, recelo una no

leve minoración de desfalco de la cierta estrada.

23. Para que no sorprenda esta ilación o proposición, debe suponerse que aquellas especies,

y respectivamente otras, entran al amanecer, o cuando por las mañanas está el tránsito muy

concurrido y embarazado con gentío, recuas, cargas sueltas, e individuos a pie o a caballo, y

que así carneros como cerdos pasan rápidamente a pelotones y brincos, con grande dificultad

de contarlos; y sin escrúpulos creeré se contentan el guarda o guardas con extender en la guía

que forman o refrendan lo que informa [f. 138 v.J el introductor con perjuicio inevitable del

Real Erario, como he confirmado por infinidad de avisos sigilosos de sacerdotes, sin

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restituciones anónimas y expedientes que probaron el tibio esmero, inculpable quizá, o la

malicia recíproca de los dependientes del resguardo de los interesados.

24. Los patos, chichicuilotes se introducen en canoas amontonados, y los computan a

docenas, según el bulto o volumen, por que no bastarían para aquel y otros reconocimientos y

exámenes, aunque se triplicaran los empleados, militando igual paridad en otras entradas de

menudencias, que si son relativas al sustento, suavizan la vigilancia o mueven a disimulo.

25. A quien acrezca de interiores nociones practicas instara acaso la reconvención de que por

que no remedió tal desorden, ejerciendo la judicatura y la superintendencia de él, y más

eficazmente la harían si supieren otros más interesantes por entera falta de constancia o por

que las que haya están con una indistinción o caos inservible a pesar de la claridad que he

procurado se guarde en algunos renglones con tanto trabajo como disgusto mío, por la torpeza

y displicente cumplimiento de los que deben ejecutarlo.

[f. 139 r.] 26. En aquellas y otras tales reflexiones, contestaré limitadamente, que sin los

indispensables subalternos hábiles, celosos y fieles ningún jefe pueda llenar sus intenciones,

por muy importantes que sean al buen servicio de El Rey, o ventaja de sus Reales intereses, y

que no cercándose esta Ciudad, como ordenó su Majestad en el año de 78, será vana la

esperanza de reprimir fraudes en más de cinco leguas a que se extienden las acequias y lo

vadeables que son, aún con agua, si sería suficiente un ejército para resguardar tan dilatada

circunferencia.

27. Esta verdad, con la de las denuncias secretas, y causas judiciales seguidas en mi juzgado,

convencen el forzoso desorden, incuria o lo arduo de atender a todo en la entrada,

afirmándome que en renglones de menor importancia como alimentos o materiales, a lo que

conste introducido, debe según indique aumentarse al menos una cuarta parte no constante.

28. Así me explico por dictármelo la experiencia; pero retrocediendo al problema

cuestionable de la mayor o menor población, ganado lanar, y otros artículos de abasto; y

reproduciendo ignoro, los [f. 139 v.] principios o fundamentos en que se apoye el Padre

Alzate, puede Vuestra Excelencia creer, no es el primero o único que ha graduado los

habitantes de México en mucho más de 111 mil (ni que 156 mil reputados de Madrid) y que

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ni despertó extrañeza e incredibilidad, ni reparo para publicarse con los auspicios de este

Superior Gobierno, solemnes aprobadas y licencias.

29. Tiene Vuestra Excelencia todas estas circunstancias en los dos tomos, tales cuales son, de

Don José Antonio Villaseñor, Contador General que fue de Azogues, impresos aquí el año

de 746, comisionado por el Excelentísimo Virrey Conde de Fuenclara, a consecuencia de Real

Ordenanza de 44 del Rey Felipe Quinto, para trabajar los instrumentos que se entregaron

recogidos diligentemente.

30. Aquél sujeto en el primer volumen de su Theairo mexicano, página 35 refiere

asertivamente, pasan de 50 mil las familias de españoles (patricios europeos) y de 40 mil de

mestizos y otras castas, no incluyendo 8 mil indios avecindados, ni los entrantes ni los

salientes de domicilio foráneo.

31. Conviene discernir y fijarse en el cómputo con imparcial distinción, presuponiendo

algunas [f. 140 r.] advertencias.

32. Será la primera sobre las personas de cada familia, que si es de cinco según estilo legal y

acostumbrado, resultaría una suma tan superabundante como la de 458 mil individuos.

33. Es la segunda que aún no computando cinco ni tampoco cuatro personas, sino

ceñidamente tres por familia, salen 278 mil. no inclusos transeúntes o no domiciliados.

34. Y es la tercera que la población por creencia uniforme de ancianos, y por comprobación

de especulativos no ha disminuido señaladamente en los mismos europeos, ni los repugnan las

remesas de géneros consumibles de Castilla, el incremento del comercio, la multiplicación de

tiendas y otras consideraciones de congruencia, a no contradecirse con algunas sutilezas o

débiles restricciones difíciles de probar, bien que no lo fuera el que realmente se halla más

poblado el reino desde la época de 1746. en los cuarenta y cinco años vencidos, v en un

sentido abstracto o general, sin detenerse en una u otra casta o raza, que puede haber

minorado, o más bien confundídose con las intermedias.

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35. Conforme a lo expuesto es evidente que si [f. 140 v.] Villaseñor se equivocó, participaron

de su irreflexión involuntaria o causal, cuantos superiores favorecieron y permitieron la

impresión que también se permitió por el Rey, calificándola los aprobantes muy

caracterizados y que más o menos perfecta la obra se sirven de ella aún en el Supremo

Consejo de Indias, como norma por no haber hasta hoy dádose a luz otra geografía

eclesiástica o civil de mayor corrección.

36. Dedúcese casi mismo que el Padre Alzate mas circunspecto para cersiorarse en la

actualidad, no adherido inconsideradamente a Villaseñor en las cinco, ni en las cuatro

personas, por familia y que concedidas solas tres multiplicadas por las 90 mil, con la reunión

de los 80 mil indios (que producen el demostrado número de 278 mil) excluidos los no

estables rebajará todavía de 68 a 70 mil individuos si su opinión es de 208 a 209 mil

extendiendo en ellos 92 o 93 mil a Madrid; y verdaderamente extraño, o no alcanzó la causa

de graduar este número y no mayor, si la población de México ha crecido o no aminorado.

37. Puédese sin violencia objetar lo que resulta del nuevo padrón y su leve discrepancia del

que Vuestra excelencia menciona se actuó en [1]765 por disposición del arzobispado; pero

sobre uno y otro explicaré [f. 141 r.] mi ingenuo dictamen.

38. Si el primero se ha ejecutado con prolija puntualidad y tiene algún comprobante por otro

que acaso se hubiese instruido al propio tiempo aunque separadamente coincidiendo ambos

con corta variación, aconseja la prudencia y aquella autenticidad darle preferente crédito, sin

que en manera alguna obste lo estampado con tantos respetos para Villaseñor, ni menos lo

deducido sin ellos por el Padre Alzate, pues en el transcurso de los mismos 45 años desde la

publicación sería doble o yo lo supongo (sin embargo, de la contraria noticia e idea insinuada)

la más decadente población; pero si por lo reconocido intervienen recelos de que hayan

padecidose omisiones o equivocaciones en la molesta o embarazosa diligencia de

empadronar, y falta otra convincente prueba que destruye el cálculo más moderado de Alzate,

que el de Villaseñor no me parece, o por mi no descubro razón poderosa o demostrable para

negarle la que tuvo o se consintió a éste con una exageración tan excedente, y más siquiera se

apoya aquel en mérito dos racionales y admitidos con uniformidad entre los sabios de Europa

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y no singular o precisamente [f. 141 v.] por el único dato de consumos que aunque corrobore

en iguales casos, no sería por si solo bastante para concluir afirmativamente como he dicho.

39. Es también de reflexionar que el diverso artículo de los 450 mil carneros citados en la

gaceta tiene no menos virtual calificación y concibo que excedida, en Villaseñor, porque en

la misma página 35 inserta la expresión de que se consumen 300 mil carneros, exclusos, dice,

los de conventos y los que dimanan de haciendas propias.

40. Si hubiera sido factible o lo fuere en el día verificar cabalmente el importante numeral de

estas entradas y por las que se hacen por vía de regalo, me parece también pasaría no solo de

aquella suma, sino de la de 500 mil y más, si se atiende al desarreglo con que al escribir

Villaseñor y a mi arribo aquí en 774, se abastecían indebidamente de las comunidades muchos

seglares, sobre que han girado ruidosos expedientes, pero basta para decidirse saber hay

veinte y cuatro entre conventos de monjas y colegialas, y veinte y uno de religiosos; un

crecido clero secular, doce hospitales -[Al margen: Real de indios. Jesús Nazareno, San

Andrés, Santísima Trinidad, San Lázaro, San Juan de Dios, San Hipólito, San Antonio Abad,

Tercera orden de San Francisco, Belén, Espíritu Santo, El Salvador, Casa de Mendigos]-,

hospicio de pobres, colegios de estudios, familiares de la casa Arzobispal, la Acordada y otras

fundaciones de recolección que por su instituto [f. 142 r.] naturaleza o gracia especial, gozan

exención, siendo rarísimas las que acuden a salones públicos para su surtimiento.

41. En ellas se comprehende muchedumbre de sirvientes, de familiares o de agregadizos y

connotados que unos con otros aumentan considerablemente el consumo, y no es increíble

sino de una probabilidad que casi forma moral certeza lo causaran todos mayor que el de 150

mil cabezas sobre las 300 mil, aún no incluyendo las que dimanan de ranchos cuyos

propietarios son sujetos principales como el Conde del Valle, Marques de San Miguel, y otros

hacendados que acopian en la cercanías el ganado que necesitan, o el que consignan para

regalar a vecinos de distinción o limosnas; sin que a pesar a lo expresado deje conocer lo

árduo de una calculación exacta al presente, como la confesó Villaseñor , y que no se ha

remediado, ni me prometo se remedie de aquella dudosa o mal arreglada constitución, no

cautelándose de otro modo la del resguardo, no obstante con el año de 80 adeudaron alcabala

329 999 carneros.

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42. Como colijo, querrá Vuestra Excelencia entender mi voto con la lisura o franqueza a que

da margen su genial [f. 142 v.] carácter tan amante de ella, debo reproducir que si bien ignoro

el grado de exactitud o de imperfección del padrón últimamente hecho, me inclino a recelar en

él algún error que jamás puede ni remotamente ser imputable al que lo dispusiese sino al

descuido o ineptitud de los ejecutores, y lo convence el revocarse próxima y continuamente

decretos o providencias donde los monarcas o sus magistrados supremos, fundándose en los

informes más exactos tomados posteriormente.

43. Aquella presunción o conjetura mía, es obvia o no repugnante, si se considera que los

alcaldes de barrio, aptos unos pero torpes otros o por que no mejor decir con indiferencia los

más, nada de extrañar será no hubiesen numerado muchos individuos y me fortifica en tal

sospecha la de que el que concurrió de esta aduana, significó en tono de aburrimiento el

laberinto o arduidad de la averiguación, con las contrariedades o mentiras que hallaba en

cualquier casa si se repetía las preguntas; y advertí no menos que las que hacía en estas

habitaciones fueron rápidas y más para cumplir el interrogatorio [f. 153 r.] que para apurar los

existentes en ella; sin que el eclesiástico que le acompañaba ayudase cosa alguna para la

investigación; y si en lo operado se han descubierto tal vez defectos ya leves o ya de

magnitud, es fundadamente presumible haya habido otros que atraigan descenso crecido en la

numeración.

44. No lo extrañe vuestra excelencia por que se ha sufrido enormisísimo al evacuar semejante

operación en algunas ciudades populosas de Europa, y en más de 150 mil lo que discrepaban

los que calcularon en París no ha muchos años, sin embargo, de haberse encargado a varias

personas con separación y, conservo confusa idea de que a fin de comprobar el

empadronamiento del tribunal de policía, se comisionó para uno distinto a la Facultad de

Medicina, auxiliada de cirujanos, sangradores y barberos, que repartidos en todos los cuarteles

indagaron muy exactamente; otro a profesores y gremios de artes y oficios, cuyas dos listas

individualmente comparadas y corregidas rectificaron o se aproximaron al verdadero

resultado; [f. 143 v.] habiendo corrido por diversa comisión el escrutinio o descubrimiento de

la forastería y de los de incierto o no radicado domicilio; que aquí no dudo exceden a los de

Madrid.

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45. El segundo padrón practicado por la jurisdicción eclesiástica y que comprueba con

proximidad el reciente, según insinúa vuestra excelencia del de colegir sin temeridad

adoleciese de más achaque porque en aquel a mediado la autoridad de vuestra excelencia con

su encargo a los alcaldes; y aunque en el otro obrase la del prelado metropolitano si logró útil

desempeño en la escrupulosidad de sus párrocos no ha trascendido a sus sucesores, pues sé

por mí y es de notoriedad pública que la obligación de empadronar para cumplimiento pascual

de iglesia se desempeña con una indolente precipitación o abandono, que no se creería sino se

palpase, porque en algunos años ni han entrado siquiera en este edificio y lo propio oigo de

infinidad de viviendas; en otros no apuntaron todos los que habitaban, ni han vuelto a recoger

cédulas; y ya se comprende fácilmente el débil crédito que merecen lo defectuoso de tal

[f. 134 r.] matrícula y cuan poco fidedigna es para término comparativo.

46. Se ha difundido una exposición más de lo que pensé y para no hacerla molesta a vuestra

excelencia voy a finalizarla recapitulando o resumiendo que aunque no con fijeza absoluta o

matemática, opino haya más vivientes en México que en Madrid, bien que mucho menos

vecindario de radicación estable; porque allá lo son fuera de la primera y segunda clase, o

jerarquía de nobleza, el mayor número de los que profesan las artes y la esfera de oficios

mecánicos.

47. Acá la mayor parte de ellos y la calidad de jornaleros o peones suele ser de ambulantes o

sin hogar fijo, pernoctando muchos en sitios inciertos o chozas y surtiendo su alimento de

almuercerías, o puestos de vivanderos errantes.

48. Allá la ínfima o más abatida plebe será como una octava parte del todo, y aquí no estoy

distante de asentir a que guarda proporción inversa por que extra de las familias principales

patricias, que no son demasiadas, y de los que componen los cuerpos de tribunales ambos

cleros, colegiales, empleados en Real Hacienda y los [f. 144 v.] dedicados al comercio, el

resto es un enjambre o cúmulo puramente plebeyo; y ya se discierne fácilmente la disparidad

de las dos poblaciones de manera que en la una es más la gente culta o morigerada, y en la

otra la gentualla grosera y desarreglada.

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49. La de allá es innegable, está más concentrada o apiñada, y sus arrabales en un espacio de

mejor configuración y menos extensión, siendo aquí más dispersos e irregulares en ella; y en

el repartimiento de casas más aprovechado generalmente el terreno.

50. La distancia o intervalo desde la extremidad de la calle de Alcalá a la puerta de la Vega o

Segovia; de la de Atocha a las Vistillas, o de la de Santa Bárbara o Foncarreal al Portillo de

Embajadores o puente de Toledo, concibo es mucho menor que aquí desde la garita del

Pulque de San Antonio Abád, que desde el puente de las Guerras de Monserrat, y a los

extremos de Jamaica o Pipis, en los barrios acá tan dilatados o interrumpidos se congregan

con más opresión que allá donde aún la clase última o de mayor infelicidad no podría tolerar

lo apretado o [f. 145 r.] inmundo a que se acomodan aquí.

51. Por lo que dejo manifestado, y con el justo designio de acrisolar la cuestión, ratifico sería

útil publicase el Padre Alzate empresa destinada al intento, las razones con que además de la

de consumos ha calculado los habitantes para examinar y confrontar si las unas destruyen o

corroboran las otras, si es singular en sus reglas, discurriendo nueva o arbitrariamente, o si se

observa las de otros literatos dignamente acreditados en la república de las letras, por que en

este caso no se le debe conceptuar de infundado, ni atribuirle una singularidad caprichosa o

quimérica.

52. Entonces se arriesga a experimentar una merecida y quizá sensible crítica literaria, con

documentos o demostraciones fidedignas; pero a no recomendarse o procederse así, sería

imaginaria o no bien apoyada toda contradicción con que se intente motejar o falsificar sus

averiguaciones.

53. Aquel método es el autorizado por academias o sabios para apurar las verdades,

oponiéndose públicamente según preceptos de buena crítica [f. 145 v.] y rebatiendo las

materias o aciertos sin desestimación de las personas.

54. Al último Rey de Prusia impugnaron en sus mismos dominios varias obras literarias que

publicó a su nombre, quedando en unas convencido por los impugnadores y defendiéndose en

otras por medios científicos.

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55. Acuerdóme que impreso el Paralelo de Luis 14 con Pedro 4o el Zar de Moscovia, en que el

ilustre Feijo, dio la preferencia a éste sobre aquel, apoyándose aún en opiniones de franceses,

se quejó su embajador, que era el conde de Vaugrenant, en audiencia privada de Femando el

6o, entregándole una memoria, a que mandó su Majestad se le respondiera de oficio, que

semejantes asuntos y otros opinables, debían correr mientras no hubiese convencimiento

de absoluta demostración, dejándose a la controversia de los escritores públicos y que el que

produjese argumentos o constancias más sólidas, adquiriéndose más general aprobación sería

más digno de la estimación y ascenso histórico, siempre que se explicase con el decoro y [f.

146 r.] moderación debida ciñéndose objetos lícitos y de que no está prohibido tratar directa o

indirectamente.

56. El padre Masdeu impugna a Clavijero con alusión a las más o menos cultura de España,

cuando cedió al dominio de los cartagineses; y si hubiera hablado de la América, desbarraría o

erraría infinito, por que se halla muy poco examinado este vasto continente, y desde los que

escribieron coetáneos o no muchos después de la conquista, apenas se ha dado paso para

rectificar o adelantar lo que aquellos publicaron, y menos en ciencias naturales quedándose

todo en proyectos o aparatos, como sucedió desgraciadamente con el de la Historia antigua,

preparada y prometida por don Lorenzo Boturini, y consistiendo lo más que ha escrito en

libros de bien poco recomendable utilidad.

57. El mismo padre Clavijero se ha hecho dignamente memorable con su obra, y más

habiéndola trabajado ausente tantos años, y desnudo de proporciones para mayores aciertos y

progresos por lo que sería muy loable auxiliar o promover la publicación de las escasas

reliquias que van [f. 146 v.] quedando de antigüedades de los indios, y puedan ilustrar no

pocos puntos dudosos o ignorados totalmente sobre cuya obscuridad o inedición, llenan los

extranjeros de improperios a los españoles por su incuria, con especialidad en los tiempos

modernos.

58. No soy capaz de empeñarme en apología de materia alguna científica o por que no tenga a

mi corto comprehender la más clara razón, ni el graduar si asiste incontestablemente al Padre

Alzate en sus opiniones, no constándome los fundamentos coincidentes en que las apoye

acerca de los más habitantes de México en comparación de los de Madrid; pero mientras no se

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compruebe demostrativamente el error o la falsedad de ellas e insinuado no disuenan de las

Villas así en gente como en algunos renglones de víveres, y que a no convenciere ha decaído

sumamente esta población desde el año de 46, debe sin disputa deducirse que si se equivoca

Alzate fue no sólo mucho más exagerada la equivocación del otro, sino más de admirar

corriese con tantas autoridades, [f. 147 r.] y que en la misma Corte de Madrid merezca elogios

su contenido, que ojalá se destinaren personas idóneas para rectificarlo, o formar sobre sus

cimientos otra obra que fuese preferible.

59. Con reflexión a ello y a la margen que Vuestra Excelencia se ha servido dispensarme para

oír mi parecer, me tomo la licencia de ampliarlo también con el de que es acreedor el Padre

Alzate a que no se le desaliente en sus tareas que ha dedicado y dedica no a interés personal,

sino a beneficio público, habiendo consumido casi todo un no pequeño patrimonio en viajes, y

experimentos interesantes de ciencias y artes; que con su Gaceta literaria lo prosigue,

granjeándose estimación en España, y aún en reinos extraños de las personas imparciales

y sensatas, pues he visto cartas no vulgares de Madrid, expresando las piden de Italia y

Alemania; que en mi entender no hallará Vuestra Excelencia en México ni menos en las

ciudades externas quien por una infatigable curiosa aplicación, reúna sus conocimientos como

anticuario y como investigador y publicador de las producciones naturales y afecciones

meteorológicas [f. 147 v.] del reino por cuyas circunstancias se han validado de él para luces o

especies no adquiridas por otros aunque posean algunas inconexas y fáciles de salpicarse en

conversación; pero no de discernirse o instruirlas adecuadamente; que mejor que ya sabe

Vuestra Excelencia el honor y satisfacción que induce a cualquier soberano o gobierno, el

proteger o fomentar las mismas ciencias o artes, o a los que las cultivan, y que cuando en sus

asertos yerre o se equivoque algún escritor público, le argüirá otro (según a sucedido con las

diferentes descripciones de Madrid que se han impreso) por una sabia impugnación, o si se

cree alguna cláusula indebida o sustentable de sentido doble o confuso, merecen las demás

útiles noticias que haya comunicado el miramiento o indulgencias de oírle privadamente, o

que se le encargue distinga o modifique su explicación, sino diese prueba suficiente de que ni

ha faltado a la verdad ni se ha equivocado.

60. Esto es lo que me ha ofrecido y que no me produzco con impulso alguno en apoyo del

Padre Alzate, ni otro que el sincero de haber [... Original trunco].

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LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LA CIUDAD DE

MÉXICO A PARTIR DEL CENSO DE REVILLAGIGEDO

Sonia Pérez Toledo y Herbert s. Klein

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Como parte de los intentos de reorganización de la Colonia novohispana emprendidos

por los Borbones, al finalizar el siglo XVIII la ciudad de México se constituyó en uno de los

escenarios privilegiados de los esfuerzos de reforma de la autoridad real: la sanidad y limpieza

de las calles se sumó a la búsqueda de un mejor orden de policía y administración de justicia1.

La población urbana de la que dan cuenta los escritos de la época estaba constituida por una

amplia y heterogénea mayoría de sectores populares a la cual intentaron controlar y reformar

las autoridades coloniales. Sin embargo, en el espacio urbano los sectores populares convivían

con otros grupos sociales. Entre ellos se establecían diversos tipos de relaciones que, en

conjunto, contribuían a dibujar los múltiples rostros de la capital del Virreinato.

Este ensayo busca delinear algunos aspectos de la sociedad urbana a partir de la

información que se obtiene de una parte del censo de Revillagigedo, que fue levantado entre

1790 y 1793 por orden del Virrey. Para ello, el artículo se ha dividido en tres secciones. La

primera de ellas se ocupa de las características de la ciudad durante el periodo y centra su

atención en el espacio comprendido por los cuarteles menores 1, 20 y 23, sobre los cuales se

ha formado una base de datos. La segunda, analiza el comportamiento demográfico de la

población asentada en dicho espacio así como la distribución étnica en estos tres diferentes y

contrastantes lugares de la capital; y, en la tercera, se estudian algunas características de la

estructura social y ocupacional en dicho espacio.

1. La ciudad de México entre 1780 y 1790

La fundación de la ciudad novohispana al triunfo de los conquistadores, estuvo basada

en los principios de segregación étnica y congregación de la población indígena fuera de los

límites marcados por la primera traza. El área comprendida al interior de ella fue designada, al

menos en teoría, como zona de habitación exclusiva de los españoles. Sin embargo, como han

demostrado diversos estudios, el espacio comprendido por la traza colonial así como el de las

parcialidades de San Juan Tenochtitlán y Santiago Tlatelolco —con sus barrios o campan— se

constituyeron en escenarios de continuos intercambios entre las distintas etnias y grupos

sociales2. La presencia indígena en la traza así como la hispánica en las parcialidades fue una

'En el Antiguo Régimen la noción de "policía" abarcaba un amplio espectro de actividades, las cuales incluían

tareas de administración y gobierno sobre el espacio y la población. Al respecto véase Joaquín Escriche,

Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia / Edición notablemente corregida y aumentada con

nuevos artículos, notas y adiciones sobre el derecho americano, Bogotá: Temis, 1987.

-Sobre el tema pueden verse Edmundo O'Gorman. "Reflexiones sobre la distribución urbana colonial de la

Ciudad de México", en Boletín del Archivo General de la Nación, 9:4 (octubre-diciembre), 1938 pp. 787-

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de las quejas constantes de las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes a lo largo de más dos

siglos no pocas ocasiones pugnaron por limitar esos intercambios aduciendo los males y

defectos que resultaban del contacto entre estos grupos. Asimismo, en correspondencia con el

principio de segregación, la división eclesiástica del territorio también asignó parroquias para

indios y parroquias para españoles, pero esta división tampoco limitó el intercambio, pues

"muchos indígenas vivían en territorio de las parroquias españolas"3. Todo lo cual contribuyó

a que durante el siglo XVIII se insistiera en la necesidad de ordenar la ciudad y a su población.

Los proyectos de reorganización de los habitantes de la ciudad y del espacio urbano en

el siglo XVIII se inscriben dentro del amplio marco de reformas emprendidas por los

Borbones en dicho siglo, y deben verse como parte del esfuerzo regulador y de modernización

administrativa que emprendieron los funcionarios coloniales de la nueva casa reinante4. Por lo

menos desde la década de los años cincuenta de este siglo, se tomaron medidas para dividir la

ciudad en cuarteles o jurisdicciones territoriales pequeñas que hicieran posible una mejor

administración de justicia y gobierno. En 1753, por orden del primer conde de Revillagigedo,

se levantó un padrón de población y se dispuso la división de la ciudad en 7 cuarteles: cuatro

815; Charles, Gibson, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810. México: Siglo XXI, 1991;

Andrés Lira, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, Tenochtitlán y Tlatelolco, sus pueblos

y sus barrios, 1812-1919. México: El Colegio de México, 1983, entre otros; y más recientemente,

Marcela Dávalos, "La traza: origen mítico de nuestra ciudad", en Historias, 27 (octubre-marzo), 1992,

pp. 57-61. y "Parroquia, barrio y feligresía. Ciudad de México a finales de la colonia", en Sonia Pérez

Toledo, René Elizalde y Luis Pérez Cruz, eds., Las ciudades y sus estructuras. Población, espacio y

cultura en México, siglos XVIII y XIX. México: Universidad Autónoma de Tlaxcala-Universidad

Autónoma Metropolitana Iztapalapa, 1999, pp. 109-116; Isabel Estrada Torres, "Fronteras imaginarias en

la ciudad de México: Parcialidades indígenas y traza española en el siglo XVIIIen Sonia Pérez Toledo,

René Elizalde y Luis Pérez Cruz eds., Las ciudades y sus estructuras...op. cit., 1999, pp. 93-108 y

Natalia Silva Prada, "La política de una rebelión: Los indígenas frente al tumulto de 1692 en la ciudad de

México", México: El Colegio de México (Tesis doctoral), 2000. 3En 1772 se realizó una reforma de la división parroquial que eliminó la diferencia entre las parroquias

indígenas y las españolas, creándose 14 parroquias conforme a un criterio territorial. Andrés Lira,

Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, Tenochtitlán y Tlatelolco, sus pueblos y sus barrios,

1812-1919. op. cit., pp. 31-35. Ver también Roberto Moreno de los Arcos, Un eclesiástico criollo frente al

estado Borbón. Discurso. México, Universidad Nacional Autónoma de México. 1981.

"Véase Horst Pietschmann, Las reformas borbónicas y el sistema de intendencias en Nueva España. Un estudio

político administrativo. México: Fondo de Cultura Económica, 1996; Josefina Vázquez, coord..

Interpretaciones del siglo XVIII mexicano. El impacto de las Reformas Borbónicas. México, Nueva Imagen,

1992. Para un análisis más amplio acerca de la concepción que tenían los ilustrados sobre la ciudad y de las

medidas para sanearla véanse, entre otros: Sonia Lombardo. "Ideas y proyectos urbanísticos de la ciudad de

México, 1788-1850", en Alejandra Moreno Toscano (ed.) Ciudad de México: ensayo de construcción de una

historia, México: SEP- INAH, 1978, pp. 169-188; Dávalos, Marcela. 1989 De basura, inmundicias x

movimiento o de cómo se limpiaba la ciudad de México a finales del siglo XVIII, México: Cienfuegos. Regina

Hernández Franyuti, Ignacio de Costera. Arquitecto y urbanista de la ciudad de México, 1777-1811. México:

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1997.

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cuarteles centrales claramente definidos y tres periféricos, los cuales se superpusieron a las

jurisdicciones parroquiales \

Más tarde, durante los últimos años del gobierno del virrey Martín de Mayorga se

comisionó al oidor Ladrón de Guevara para que hiciera una nueva división de la ciudad, el

resultado de los trabajos del Oidor fue aprobado en 1782 y la real cédula que confirmó las

ordenanzas de la ciudad fue expedida cuatro años después. Para este momento, tal como

quedó establecido en las ordenanzas, el espacio comprendido por la ciudad quedó dividido en

ocho cuarteles mayores, cada uno de los cuales estaba formado por cuatro cuarteles menores6.

Los 5 primeros cuarteles mayores quedaron a cargo de los Alcaldes de Corte que integraban la

Sala del Crimen, mientras que los otros 3 correspondían al Corregidor y Alcaldes ordinarios.

Sin embargo, además de los alcaldes de cuartel con jurisdicción civil y criminal, las

Ordenanzas establecieron el nombramiento de un "alcalde de barrio" para cada uno de los

cuarteles menores. El cargo de alcalde de barrio, con atribuciones de administración y policía,

fue encomendado a un vecino escogido de entre los habitantes del mismo barrio que, a

propuesta del alcalde de cuartel, era designado por el virrey.

De acuerdo con esta división, los cuarteles menores 1, 20 y 23— los cuales constituyen

la base de nuestro estudio— formaban parte de los cuarteles mayores I, V y VI

respectivamente; los dos primeros bajo la jurisdicción de alcaldes de la Sala del Crimen y, el

último, a cargo del Corregidor. Tal y como se indicó en las Ordenanzas y de acuerdo con el

mapa dibujado por Manuel Villanueva, el cuartel menor 1 comprendía parte del área central de

la ciudad, limitado por las actuales calles de Brasil al oriente, Perú al norte, Allende al

poniente y Francisco I. Madero al sur; dentro de éste se encontraban las plazas de Santo

Domingo y de la Cruz del Factor, las casas principales de los marqueses del Valle, la

Alcaicería y los monasterios de Santo Domingo y Santa Clara, así como la iglesia del Oratorio

o Casa de la Profesa.

5Manuel Baéz Marías, "Planos y censos de la ciudad de México, 1753", en Boletín del Archivo General de la

Nación, VII: 1-2, 1967, pp. 209-484 y "Ordenanzas para el establecimiento de alcaldes de barrio en la Nueva

España. Ciudad de México y San Luis Potosí", en Boletín del Archivo General de la Nación, X: 1-2, 1969.

pp. 51-125.

^ "Bando del virrey Martín de Mayorga en el que divide la ciudad...", en Agn, Impresos Oficiales, vol. XIII,

exp. 16, ff. 61-63. Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo. Los artesanos de la ciudad de México, 1780-

1853. México: El Colegio de México-Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa. 1996, p. 32.

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Por su parte, el cuartel 20 estaba ubicado al extremo suroriente de la ciudad y se

conformaba por un espacio cuya irregularidad contrastaba significativamente con el cuartel

menor 1, ya que no sólo se encontraba fuera de la antigua traza española sino que formaba

parte de la parcialidad de San Juan Tenochtitlán y, probablemente, una parte del cuartel

correspondía al barrio de Temazcaltitlan. El espacio urbano que abarcaba el cuartel 20 era.

según Báez Macías, una de las zonas más despobladas y estuvo constituida por un "rectángulo

casi imaginario, trazado al norte por una línea que unía la Plazuela de la Palma

con el albarradón de San Lázaro; al sur por una acequia que corría desde el Puente Blanca del

Albarradón, hacia el Puente de San Antonio Abad, pasando a un lado de Santo Tomás;

al oriente por el albarradón y, al poniente, por la línea que unía a la Capilla de la Palma con el

Cementerio de Santo Tomás"7.

Finalmente, el cuartel menor 23, localizado al norte de la Alameda, se encontraba

también fuera de la antigua traza y formaba parte del barrio de Iztacalecan de la Parcialidad de

San Juan. Este cuartel comprendía hacia el poniente "hasta la última Capilla del Calvario

(aproximadamente en el cruce de Reforma y Av. Hidalgo), para doblar al norte por un costado

de San Hipólito (Zarco) hasta la acequia de Santo Domingo", la cual seguía la acequia al

oriente hasta la esquina de Jonalapa (las actuales calles de San Juan de Dios y Obispo),

recorriendo de ahí, en dirección al sur, el callejón de San Juan de Dios hasta llegar

nuevamente a la Alameda. En este cuartel se encontraban las iglesias de San Juan de Dios, San

Diego y San Hipólito Mártir, quien era el santo patrón de la ciudad8. (Véase mapa 2 división

de cuarteles: Villaseñor).

De acuerdo con la nueva división parroquial establecida en 1772, el cuartel menor 1

estaba adscrito a la parroquia del Sagrario y podemos considerarlo —como lo veremos más

adelante— como una zona de tradicional asiento de población blanca. En tanto que los

cuarteles menores 20 y 23 correspondían a las parroquias de Santa Veracruz y Santo Tomás la

Palma respectivamente, y contaban con más población indígena y mestiza que el cuartel 1;

aunque, como hemos indicado antes y como lo muestra la información obtenida del censo de

Revillagigedo de la que nos ocupamos en la segunda parte de este ensayo, efectivamente en la

ciudad siempre existió un continuo intercambio de grupos étnicos.

7Eduardo Báez, "Planos y censos de la ciudad de México, 1753, primera parte", op. cit., México, Archivo

General de la Nación 1969, pp. 65-66. 8Manuel Báez Macías, "Ordenanzas para el establecimiento de alcaldes..." op. cit., p. 66.

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En 1790, por orden del virrey de la Nueva España, el segundo conde de Revillagigedo,

se procedió a contar a la población del Virreinato. De acuerdo con la orden expedida el 3 de

enero de ese año, se intentaba conocer con "exactitud, expresión y claridad" el número de

habitantes, su calidad y estado, entre otras cosas9. Como resultado de esta empresa, la cual

involucró a un gran número de personas entre las que figuraron los alcaldes de cuartel y de

barrio, los habitantes de la ciudad de México fueron empadronados al igual que los de toda la

Nueva España. Sin embargo, desde la década de 1790 contemporáneos como José Antonio

Alzate Ramírez cuestionaron la empresa y los resultados del censo10, iniciándose desde ese

momento una polémica sobre la exactitud, los errores y problemas del conteo y la información

que arrojó el empadronamiento. A pesar de que esta discusión ha trascendido prácticamente

hasta nuestros días, los datos sobre la población del virreinato que se obtienen de los

resúmenes del censo de Revillagigedo han sido utilizados con frecuencia como un indicador

general del crecimiento de la población durante el siglo XVIII y, para el caso de la ciudad de

México, también como un punto de partida para explicar la evolución demográfica durante

este y el siguiente siglo". Respecto de la información sobre la ciudad, si bien es cierto que los

resúmenes del censo son los más conocidos, hasta hace poco tiempo fueron localizados

algunos de los padrones correspondientes a 11 de los 32 cuarteles menores en que, como se

indicó arriba, se encontraba dividido el espacio urbano. A partir de la información contenida

en los documentos correspondientes a los cuarteles menores 1, 20 y 23 se formó una base de

datos que constituye una muestra significativa de tres diferentes y contrastantes áreas de la

9Hugo Castro Aranda, Primer censo de población de la Nueva España. Censo de Revillagigedo "un censo

condenado". México: Secretaría de Programación y Presupuesto, 1977 y Manuel Miño, "El censo de la

ciudad de México de 1790", en Historia Mexicana, XLI: 4 (164) (abril-junio), 1992, p. 666.

'"José Antonio Alzate inició la polémica sobre la exactitud del censo en las Gacetas de literatura de México.

Para un análisis amplio sobre el censo véase en este volumen el trabajo de Manuel Miño.

"Cf. entre otros: Alejandro de Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España. México: Edit.

Por rúa, 1984; Fernando Navarro y Noriega, "Memorias sobre la población del Reino de la Nueva España",

en Boletín de la Sociedad de Geografía y Estadísticas, 2a serie 1, 1981, pp. 281-291; Sherburne F. Cook,

"La población de México en 1793", en Elsa Malvido, y Miguel Ángel Cuenya, comps. Demografía

histórica de México: siglos XVI-XIX. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-

Universidad Autónoma Metropolitana, «Antologías Universitarias», 1993, pp. 141-159; Enrique Florescano e

Isabel Sánchez Gil, Descripciones económicas generales de Nueva España, 1784-1817. México: SEP-INAH,

1976; Victoria Lerner, "Consideraciones de la población de la Nueva España (1793-1810), según Humboldt y

Navarro y Noriega", en Historia Mexicana, XVII: 3 (67) (enero-marzo), 1968, pp. 327-348; Silvia Arrom,

Las mujeres en la ciudad de México, ¡790-1857. México, Siglo XXI. Editores, 1988; Pérez Toledo Sonia y

Herbert S. Klein, 1996 "La estructura social en la ciudad de México en 1842", en Blázquez Domínguez,

Contreras Cruz y Pérez Toledo, pp 251-276.

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ciudad al finalizar el periodo colonial, el análisis de esta muestra es la base analítica de este

ensayo y a ella están dedicadas las siguientes páginas12.

Los padrones correspondientes a los cuarteles menores 1, 20 y 23 aportan información

para un total de 13 778 individuos, los datos contenidos en la fuente ofrecen múltiples

posibilidades de análisis a pesar de que no siempre se cuenta con toda la información que se

quisiera para todos y cada uno de los habitantes listados en la documentación; no obstante, los

resultados del análisis de los datos contenidos en ella son un buen indicador para explicar,

entre otras cosas, algunas de las características demográficas y la composición étnica de la

población avecindada en estos tres espacios, así como las particularidades y contrastes que al

respecto se pueden vislumbrar en estas tres diferentes áreas de la capital del virreinato.

2. La población de la ciudad en 1790, análisis de una muestra.

Como hemos indicado en la primera parte de este ensayo, las zonas que analizamos

contrastan por su ubicación así como por las características físicas del espacio, los tipos de

construcción y servicios que encontramos en cada una de ellas. Estas diferencias si bien

obedecen al crecimiento que experimentó el espacio urbano más allá de la antigua traza

española durante el periodo colonial, también guardan estrecha relación con los grupos

sociales que se asentaron en ellas que, en conjunto, contribuyeron a darle forma. En términos

demográficos, el análisis del tamaño y la composición étnica de la población avecindada en

cada una de ellas es un primer indicador que hace evidente no sólo el proceso de expansión

urbana, sino las diferencias sociales que existían en estas tres zonas.

En este sentido, los datos de la población del cuartel menor 1 confirman que la zona

central de la ciudad contaba con un mayor número de habitantes y una mayor densidad de

población respecto de las zonas o cuarteles periféricos. Si bien esta afirmación puede resultar

obvia, los datos de los padrones proporcionan mayor certidumbre, pues al comparar el tamaño

de la población del cuartel 1 con la de los cuarteles 20 y 23 vemos que el número de habitantes

'-Los documentos con la información sobre estos cuarteles son: "Resumen general de individuos comprendidos

en el Cuartel n° 1 de la ciudad de Mélico". "Padrón del cuartel n° 20. 1790" y "Padrón del cuartel n° 23".

en Ahem, Ciudad de México, vol. 1, exp. 2, vol. 4. exp. 6 y vol. 4. exp. 9. respectivamente. Esta

documentación fue localizada por Manuel Miño Grijalva quien coordinó la elaboración de la base de datos

sobre la cual hemos trabajado en la codificación, procesamiento y análisis.

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de estos dos últimos cuarteles apenas se acerca a una cuarta parte de la que encontramos en el

primero13.

DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR SEXO PARA CUADRO 1

CADA CUARTEL MENOR

INDICE DE CUARTEL HOMBRES MUJERES TOTAL %

MASCULINIDAD

I 3 717 5 203 8 920 67% 7)

20 1068 1110 2 178 16% 96

23 1129 1160 2 289 17% 97

TOTAL 5 914 7 473 13 387 100% 79

Fuente: Elaborado a partir de los padrones de 1790.

Como se puede apreciar en el cuadro 1, sobre el número total de 13 778 individuos que

arrojaron los padrones se conoce la distribución por sexo de una amplia mayoría, poco más del

97 por ciento. Tal v como se puede observar, en la parte central de la ciudad que corresponde

al cuartel menor 1, de cerca de nueve mil individuos el 58.3 % estaba formado por mujeres, es

decir, hay un mayor predominio femenino en la zona central, en tanto que en los dos cuarteles

de la periferia que estamos analizando encontramos un mayor equilibrio entre hombres y

mujeres. En este aspecto cabe señalar que, no obstante que existen diferencias en la

distribución sexual en estos cuarteles, la ciudad de México de finales del siglo XVIII muestra

patrones normales de distribución por sexo respecto de los que se han observado para otras

ciudades latinoamericanas, además de que, en términos generales, éstos concuerdan con la

evolución demográfica de la ciudad durante el siglo XIX14.

I3E1 total de habitantes del cuartel menor 20 corresponde al 24.4 % de la población del cuartel menor 1,

mientras que el total del cuartel 23 corresponde al 25.6% del cuartel 1. Probablemente, si se analizan estos

datos desde otras perspectivas los investigadores interesados en el tema podrían encontrar algunas respuestas

acerca de los patrones de asentamiento. I4A1 comparar la distribución sexual de estos cuarteles en 1790 con la de 1811 y 1842 encontramos algunas

variaciones, pues mientras en 1790 en promedio la proporción de mujeres de los tres cuarteles alcanza el

53.3%, en 1811 y en 1842 se observa un mayor número de mujeres en este espacio, el promedio para estos

años es de un poco más del 55 por ciento. Entre las diferencias destaca que para 1842 el cuartel menor 23

reporta 61.3% de población femenina cuando en 1790 el porcentaje es de 50.6. La diferencia entre un año y

otro podría tener explicaciones diversas, tales como: la calidad de la información para cada uno de los

momentos, cambios en el comportamiento propiamente demográfico o en los patrones de asentamiento, entre

otras cosas. Sin embargo, por el momento sólo nos limitamos a apuntar estas variaciones dado que un análisis

más amplio rebasa los límites y objetivos de este ensayo. Para los años de 1811 y 1842 véanse Silvia Arrom,

Las Mujeres en la ciudad de México...op. cit., 1988; Herbert Klein, "La estructura demográfica de la ciudad

de México en 1811: un estudio preliminar", en Entorno Urbano. Revista de Historia, 1 (julio-diciembre).

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Si bien es cierto que la edad de los habitantes registrada en los censos de la época no

siempre es exacta, los datos sobre distribución por edad de la población que obtenemos para

1790 constituyen indicadores confiables para delinear características generales. A partir del

análisis de la edad de los individuos de estos cuarteles, sabemos que las personas que residían

en ellos tenían una edad promedio superior a la que normalmente se ha encontrado para el

periodo colonial. El promedio de edad de las 13 175 personas sobre las cuales se conoce la

edad era de 25.9 años.

Tal y como lo esperábamos, entre los españoles encontramos una edad promedio

superior a la que se obtiene para el conjunto de la población de estos tres cuarteles, aunque las

diferencias de promedio de edad entre la población blanca y los indígenas y las castas no

resulta extremadamente considerable, ya que para la primera se obtiene un promedio de 29.7

años, en tanto que el de las castas es de 28.5 y el de los indígenas 27.9 años. Si bien en todos

los casos el promedio de edad es superior al que podría esperarse en una población colonial

con una alta tasa de mortalidad (la cual impactaba con mayor fuerza a los niños) y aun

aceptando la idea de que en el censo existiera un subregistro de población infantil, no resulta

sorprendente que incluso entre los indígenas y las castas el promedio de edad rebase los 20

años, ya que la ciudad de México atraía un número importante de migrantes, en su mayoría

hombres y mujeres jóvenes en edad de trabajar, los cuales se trasladaban a la capital en busca

de un empleo y mejores condiciones vida.

Gráfico I: PIRAMIDE DE EDAD ( II DAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1,20,23

(11=13,163) edad

70 65 fifi 55 50 45 40

W 25 20 /5 ¡O

8

Hnmhrvs A futcrcs

1995, pp. 1-30; Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad..." op. cit. y Sonia

Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit.

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Lo anterior se puede apreciar en la gráfica 1, en la que se muestra que la mayor parte de los

hombres y mujeres de los tres cuarteles menores se concentra entre los 15 y 35 años. Sin

embargo, conviene señalar que encontramos diferencias en la distribución por edad en cada

uno de los cuarteles (véanse gráficas 2, 3 y 4) pues, a pesar de que en todos ellos

efectivamente predomina la población entre este rango de edad, en el cuartel 20 se aprecia una

mayor proporción de población infantil respecto de la de los otros dos cuarteles de la ciudad15.

Gráfico 2: PIRAMIDE DE EDAD C ll DAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1

(n=8,755)

1 i

'""'i

1

864202468

Hombres Mn/crcs

Gráfico 3: PIRAMIDE DE EDAD CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 20

(n=2,177) edad

8 6 4 2 0 2 4 6 8

Hambres Mujeres

l5La información del censo de 1811 muestra básicamente la misma estructura de edad y sexo en los cuarteles 1

y 23 que la que obtenemos para 1790.

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Gráfico 4: PIRAMIDE DE EDAD CII DAD DE MÉXICO, I790,Cl'ARTEL23

(n=2,071)

8642 02468

Htmhrvs Mujeres

Como era de esperarse, el análisis de la composición étnica de la población en estas

tres áreas de la ciudad de México muestra también diferencias. Del total de individuos listados

en los padrones, se conoce la calidad étnica de un poco más del 70 % de ellos y, tal y como se

observa en el cuadro 2, encontramos una mayor proporción de población blanca en el cuartel

ubicado dentro de la traza española. En esta zona, como probablemente también en algunos

otros cuarteles menores centrales de la urbe, los blancos constituyen más del 60 %; sin

embargo, como se desprende de la información de este cuadro, en el cuartel menor 23 ubicado

al norte de la Alameda los blancos formaban poco más de la mitad de los residentes16. Estos

dos cuarteles contrastan de forma significativa con la zona suroriente de la ciudad que, aunque

al igual que el cuartel 23 se encontraba fuera de la antigua traza, contaba con una población

formada mayoritariamente por indígenas y castas, las cuales en conjunto alcanzan poco más

del 80 por ciento17. (Véase cuadro 2).

lhA pesar de que entre 1790 y 1811 transcurrieron más de 20 años y de que los años previos al inicio de las

guerras que llevaron a la Independencia condujeron a una mayor migración hacia la ciudad de Mótico, para

este último año la información con la que contamos para los cuarteles menores 1 y 23 muestra patrones de

residencia prácticamente iguales a los de 1790. Al respecto véanse las gráficas y cuadros comparativos del

apéndice y Herbert Klein, "La estructura demográfica de la ciudad..." op. cit. Sobre migración a la ciudad

véase Carlos Aguirre Anaya y Alejandra Moreno Toscano, "Migrations to Mexico City in the Nineteenth

Century", en Journal of Interamerican Studies and World Affairs, num. 17: 1 (febrero), 1975; John E. Kicza,

Migration to Mayor Metropolis in Colonial Mexico. A Paper for the 1986 Syracuse University Symposium on

Migration in Colonial Latin America, 1986 y Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad de México...op. cit. l7La proporción de blancos para los cuarteles menores 1, 20 y 23 es 63.0, 19.7 v 51.2 por ciento

respectivamente.

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CALIDAD DE LA POBLACIÓN POR CUARTEL MENOR CUADRO 2

PORCENTAJE

CUARTEL BLANCOS INDÍGENAS CASTAS TOTAL DE POBLACIÓN

NO BLANCA

1 4 796 1179 1633 7 608 37

20 119 322 164 605 80

23 777 321 419 1517 49

TOTAL 5 692 1 822 2 216 9 730 42

Fuente: Elaborado a partir de los padrones de 1790.

Sin embargo, vale la pena destacar que comparativamente el cuartel 20 contaba con un

número mayor de indígenas no sólo frente a la población blanca sino, incluso, respecto de las

castas. En este sentido, la información acerca de las castas para cada uno de los tres cuarteles

contenida en el cuadro 2 sugiere la existencia de un patrón de asentamiento mayoritariamente

indígena en la zona oriente de la ciudad, por lo que es bastante probable que a pesar de que en

espacios como el del cuartel 20 convivieron diferentes grupos étnicos, la política de

segregación y la existencia de redes y tradiciones indígenas incidieron en la conformación de

barrios que, en términos generales, eran propiamente indígenas18.

Ahora bien, al analizar la distribución sexual de los grupos étnicos en los tres cuarteles

encontramos algunas otras particularidades. Por ejemplo, en el cuartel menor 1 observamos un

mayor desequilibrio entre los hombres y mujeres que formaban parte de las castas que el que

encontramos para los cuarteles de la periferia. En este cuartel, las mujeres de este grupo suman

1 037 y los hombres 596; es decir, alcanzan el 64 %. En contraste, en los cuarteles 20 y 23 las

mujeres de las castas representan prácticamente el 56 %, con un total de 93 mujeres y 73

hombres en el primero y 234 y 185 en el segundo. Por su parte, la distribución sexual de la

población indígena en los tres cuarteles también muestra diferencias, ya que mientras en los

cuarteles 1 y 20 las indígenas representan casi el 62 y el 61 por ciento, sorprendentemente en

el cuartel 23 se observa un mayor equilibrio entre la población indígena, pues las mujeres

constituyen el 50%. Finalmente, en cuanto a la población blanca encontramos que el

porcentaje de mujeres en el cuartel central es cercano a los 56 puntos, en tanto que en los dos

cuarteles periféricos el número de mujeres corresponde al 52 por ciento.

i8Lo cual es lógico si recordamos que, como se indicó en la primera parte de este ensayo, el cuartel 20 formaba

parte de la Parcialidad de San Juan Tenochtitlan.

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Si bien es cierto que nuestro análisis no incluye al total de la población de la ciudad, a

partir de los datos anteriores resulta lógico pensar que el desequilibrio sexual entre las castas y

los indígenas que encontramos en el cuartel de la zona del centro obedece, entre otras cosas, a

que esta parte de la ciudad constituía para las mujeres pobres un espacio de trabajo,

particularmente en el rubro del servicio doméstico.

A pesar de que no en todos los casos de las personas sobre las que se conoce la calidad

étnica contamos con la información sobre la edad, el análisis de estas dos variables nos

permite delinear algunas características para un total de cerca de 9 000 personas, lo que de

hecho constituye una muestra significativa. El análisis de las hojas de los padrones y de la

información de la base de datos nos indica en primer término que no se registró la edad

de la mayor parte de la población infantil, la cual representaba por lo menos un tercio de

la población empadronada en 1790 en estos cuarteles. En segundo lugar, como se puede

apreciar en las gráficas 5, 6 y 7, encontramos claras diferencias en el índice de masculinidad

de cada uno de los grupos étnicos, pues mientras que en la población blanca

de los tres cuarteles el índice es de 80 hombres por cada 100 mujeres, la de los indígenas y las

castas es de 68 y 62 respectivamente; aunque, como apuntamos anteriormente, en todos los

casos predominan las mujeres19. Por supuesto, no resulta sorprendente que la población blanca

registre más hombres por cada 100 mujeres pues, como sabemos, la migración española a

América era fundamentalmente masculina, y, aunque no podemos perder de vista que la

información que analizamos no comprende a toda la población, este dato podría explicarse

justamente en el hecho de que la ciudad de México en tanto capital del virreinato concentraba

un alto número de peninsulares y también de criollos, pues la ciudad representaba para éstos la

posibilidad de encontrar una ocupación de mayor prestigio y, por ende, una expectativa de

ascenso social20.

Ahora bien, respecto de los otros dos grupos étnicos hay que señalar que aun

considerando un subregistro masculino en el censo de 1790, particularmente en el caso de la

l9En el censo de 1811 y en el Padrón de 1842 también encontramos un mayor número de mujeres en los tres

cuarteles menores que estamos examinando. Para el primer año. del total de población contabilizada en los

cuarteles había menos de 80 hombres por cada 100 mujeres. Sin embargo, en 1790 como en 1811 se observa

que en los cuarteles 20 y 23 la proporción de hombres por cada 100 mujeres es menor a 70. Sobre el Padrón

de 1842 ver Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad ..." op. cit. 20Clara E. Lida, Inmigración y exilio. Reflexiones sobre el caso español. México: Siglo XXI-E1 Colegio de

México, 1997 y Sonia Pérez Toledo, en "los españoles en la ciudad de México Durante el segundo imperio".

Lida, Clara E. Coord., 1999: España y el imperio de Maximiliano. México: El Colegio de México.

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población indígena por el pago del tributo21, esta diferencia podría explicarse —como lo ha

señalado acertadamente Silvia Arrom— por la existencia de una alta tasa de migración

femenina a la ciudad de México, cuyo contingente mayoritario estaba formado por mujeres

pobres en edad de trabajar22. Todo lo cual explicaría los diferentes índices de masculinidad

que aparecen en las gráficas 5, 6 y 7.

edad

Gráfico 5: EDAD DE BLANCOS CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1,20 y 23

(11=5,637)

2 0 2

Hambres Mujeres

edad

10

Gráfico 6: EDAD DE INDIOS CU DAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1, 20 y 23

(11=1,814)

2 0 2 4

Hambres Mujeres

10

2'Andrés Lira, Comunidades indigenas frente a la ciudad de Mécico...op. cit.

"Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad ...op. cit., pp. 129-137.

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edad

Gráfico 7: EDAD DE ( ASTAS CIUDAD DE MÉXICO. 1790, CUARTEL 20 y 23

(n=2,204)

A diferencia del amplio número de la población sobre la que se conoce el sexo y la calidad

étnica, la información disponible acerca del estado matrimonial de las personas listadas en

estos tres cuarteles es muy reducida. Con todo, el análisis de esta variable resulta importante

aun cuando nuestro universo de análisis apenas corresponde a un poco más del 27% del total

de la población.

ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN CUADRO 3

ADULTA POR SEXO"

CUARTELES 1,20 Y 23

HOMBRES MUJERES ESTADO

Total % Total %

Solteros 2 324 49 3 116 47

Casados 2 179 45 2 231 34

Viudos 277 6 1 271 19

TOTAL 4 780 100 6 618 100

a Sólo incluye la población mayor de 14 años.

Considerando sólo a la población de más de 14 años, como se observa en el cuadro 3,

encontramos que el número de hombres casados respecto de las mujeres de la misma categoría

es menor, mientras que las mujeres viudas constituyen, con mucho, una proporción mayor que

la de los viudos. Al examinar los patrones matrimoniales resulta claro que una amplia mayoría

de las mujeres permanecía soltera, lo cual podría indicar una tasa de matrimonio baja, pues al

analizar por separado la información para los tres cuarteles igualmente encontramos un mayor

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predominio de mujeres solteras y viudas respecto al número de casadas y también en

comparación con el de los hombres de esta categoría para cada uno de los cuarteles.

Sin embargo, no podemos perder de vista que las categorías sobre el estado de la

población no informan acerca de las relaciones consensúales que, como sabemos, estaban muy

difundidas; además de que, por otra parte, es bastante seguro que el porcentaje de mujeres

viudas incluye a madres solteras23. Finalmente, queremos señalar que las mujeres solteras no

están sobre representadas en nuestra muestra por un alto número de monjas, ya que al analizar

las actividades de la población de estos tres cuarteles, sólo encontramos un reducido número

de religiosas24.

No obstante, considerando sólo a la población adulta de ambos sexos (véase la

gráfica 8) obtenemos una edad promedio al primer matrimonio de 30.4 años para los hombres

y de 22.8 para las mujeres, lo cual representa una diferencia sorprendente de 7.6 años entre los

hombres y las mujeres2\

Gráfico 8: Estado Civil por Sexo y Edad, Población Total

Ciudad de México, 1790, Cuarteles 1, 20 y 23

mujeres hombres

0-4

S-9

10-14 —

■ Solteras

I Casadas

D Viudas

iÉ Solteros

I Casados

O Viudos

100

"Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad ...op.cit. pp. 137-143. 24E1 total de religiosas de "la Profesa" es de 108 y creemos que, a pesar de que a la gran mayorí a de las

mujeres no se les consignó oficio, es prácticamente seguro que los datos que obtenemos sobre la población

femenina que optó por la vida conventual en estos tres cuarteles es confiable. 25Para el cálculo de la edad media al primer matrimonio se utilizó la metodología proporcionada por J. H.

Hajnal, "Age at Marriage and Proportions Marrying", en Population Studies, 1953, pp. 111-136. La edad

promedio al primer matrimonio de las mujeres obtenida por Silvia Arrom a partir de una muestra del censo de

1811 es de 22.7, cifra prácticamente idéntica a la que obtenemos para 1790; sin embargo, la edad promedio al

primer matrimonio de los hombres encontrada por ella en 1811 es de 24.2, edad sustancialmente inferior a la

que obtenemos. Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad... op. cit., p. 144.

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Ahora bien, como hemos señalado anteriormente, la capital novohispana atraía a una

considerable población de otras regiones del virreinato. Afortunadamente, los padrones que

analizamos proporcionan datos acerca del origen de la población avecindada en estas zonas de

la ciudad, lo cual nos permite presentar algunas consideraciones sobre los movimientos

migratorios.

Del total de individuos listados en la fuente, se conoce el lugar de origen de casi el

70% de ellos (véase el cuadro 4)26. Tal y como se puede observar a partir de las gráficas 9 y

10, los hombres y mujeres nacidos en la ciudad constituían el 61% y los migrantes el 39. La

proporción de migrantes frente a los nacidos en la ciudad que obtenemos en estos cuarteles es

muy cercana a la que encontramos al analizar a toda la población en 1842. Lo cual indica la

consistencia de la muestra censal que analizamos pues, a pesar de que a mediados del siglo

XIX obtenemos un número mayor de habitantes que no habían nacido en la capital

(43.9 %), no podemos perder de vista que probablemente en 1790 otros cuarteles menores

albergaran a un mayor número de migrantes; además de que, por otra parte, hay que recordar

que en las siguientes décadas la ciudad de México recibió a más migrantes como resultado de

las guerras que llevaron a la Independencia27.

Asimismo, estas gráficas muestran una mayor migración de mujeres respecto de la

población masculina de la misma categoría, lo cual concuerda con los datos que obtuvo Silvia

Arrom al estudiar a las mujeres de la ciudad de México en 181128. Sin embargo, queremos

subrayar que, al igual que las mujeres, una parte mayoritaria de los varones migrantes a la urbe

estaba formada por individuos en edad productiva. Es decir, se trata fundamentalmente de

26Los padrones aportan información sobre el origen de 7 625 personas. En la fuente aparecen más de 500

distintos lugares de origen que hemos localizado y agrupado por estado a partir de la consulta de trabajos de

geografía y cartografía histórica, así como la consulta simultánea de guías y mapas contemporáneos, tales

como: Peter Gerhard, Geografía Histórica de la Nueva España, 1519-1821. México: Universidad Nacional

Autónoma de México, 1986; Francisco de Solano, Relaciones geográficas del Arzobispado de México. 1743.

Madrid: Consejo Superior de Investigación Científica, 1988; Antonio García Cubas, Cuadro geográfico,

estadístico, descriptivo e histórico de los Estados Unidos Mexicanos. México: Tipografía de la Secretaría de

Fomento, 1985 y Atlas pintoresco e histórico de los Estados Unidos Mexicanos. México: Inversora Bursátil,

1992; Atlas geográfico universal y de México. México: Océano, 1997; José Rogelio Alvarez, Enciclopedia de

México. México: Enciclopedia de México-Secretaría de Educación Pública, 1987; entre otros. Agradecemos a

María Isabel Ramírez Reyes su colaboración en la localización de los lugares de origen y en la preparación

del libro de códigos correspondiente.

"Carlos Aguirre y Alejandra Moreno han destacado el incremento de flujos migratorios a la ciudad en 1811 a

partir del inicio de las guerras de Independencia. A partir de una muestra del censo de ese año, estos autores

han calculado que el 38% de la población eran migrantes. Carlos Aguirre y Alejandra Moreno Toscano,

"Migrations to Mexico City..." op. cit., p. 30. La relación entre migrantes y originarios de la ciudad en 1842

es de 43.9% para los primeros y de 56.1% para los segundos. Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La

estructura social de la ciudad ..." op. cit., pp. 254-256. 28Como bien señala Silvia Arrom, la información disponible muestra el predominio de las mujeres entre los

migrantes. Silvia Arrom, Las mujeres de la ciudad...op. cit., pp. 129-137.

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2

hombres y mujeres entre 15 y 35 años de edad que se trasladaban a la ciudad en busca de una

alternativa de empleo, pero cuyo promedio de edad era superior respecto del que se obtiene

para la población nacida en la ciudad de México. En este sentido podemos decir que, a pesar

de que sólo estamos estudiando a la población de tres cuarteles, los datos sobre la edad de los

migrantes que obtenemos para 1790 concuerdan con los patrones de edad encontrados en 1811

y 1842; ya que a finales del siglo XVIII —al igual que en otros momentos— los migrantes de

la ciudad conforman claramente una población de mayor edad que el resto de los habitantes de

la urbe29.

POBLACION SEGUN LUGAR DE ORIGEN

CUARTELES MENORES 1,20 Y 23

CUARTELES

INMIGRANTES POBLACION NACIDA

EN LA CIUDAD

Central (1)

Periféricos (20 y 23)

TOTAL

TOTAL

2 422

544

2 966

% TOTAL

40.6 3 539

32.7 1 120

38.9 4 659

%

59.4

67.3

61.1

CUADRO 4

TOTAL

TOTAL %_

5 961 78.2

1664 21.8

7 625 100.0

Sin embargo, al analizar la edad de la población de acuerdo con el origen en los tres

cuarteles, encontramos que, como se observa en las gráficas 11 y 12, en los cuarteles de la

periferia la mayor parte de la población que había nacido fuera de la ciudad estaba formada

por hombres y mujeres mayores de 25 años, mientras que los originarios de la ciudad

constituyen una población más joven. Igualmente, vale la pena destacar que en el cuartel

menor de la zona central los migrantes alcanzan el 41 %, en tanto que en los cuarteles ubicados

fuera de la antigua traza española la población no nacida en la ciudad apenas representa el

32% (véase cuadro 4). Esto sugiere que la zona central de la ciudad de México atraía a un

mayor número de hombres y mujeres que, como veremos más adelante, probablemente

encontraban en las actividades de los servicios una opción de empleo.30

29En 1811 la edad promedio de los inmigrantes del cuartel 23 es de 32.2 años, mientras que los originarios de la

ciudad de este mismo cuartel alcanzan un promedio de 22.7. Herbert Klein, "La estructura demográfica de la

ciudad..." op. cit., p. 12, véase la tabla 6. A mediados del siglo XIX, encontramos que la edad promedio de

más de 50 mil migrantes es de 27.4 años y la de los nacidos en la capital alcanza un promedio de 23.1 años.

Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad..." op. cit., p. 255, véase

especialmente el cuadro 3. 30En 1842, en el cuartel menor 1 los migrantes alcanzan el 38% y los cuarteles 20 y 23 el 41%. Véase cuadro 1

en Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social de la ciudad..." op. cit, p. 254.

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2

edad

10

Gráfico 9: EDAD DEORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 1, 20 y 23

(n=4,659)

2 0 2

Hombres Mujeres

10

edad

10

Gráfico 10: EDAD DE INMIGRANTES A LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL I, 20 y 23

(n=2,966)

2 0 2 4

Hombres Mujeres

10

edad

Gráfico 11: EDAD DE ORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 20 y 23

(11=1,120)

10 2 0 2

Hombres Mujeres

10

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edad

10

Gráfico 12: EDAD DE INMIGRANTES A LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790, CUARTEL 20 y 23

(n=544)

2 0 2 4

Hombres Mii/crc.\

10

Finalmente, al analizar la distribución étnica de la migración interna respecto de la

población originaria de la ciudad en 1790 (véase el cuadro 5), la muestra de los padrones

indica una mayor proporción de blancos y castas de origen urbano en comparación con el

número de migrantes de ambas calidades étnicas, pues en ambos grupos los nativos de la

capital alcanzan un poco más del 60 por ciento. Mientras que entre la población indígena

existe un mayor equilibrio entre la proporción de los inmigrantes y los originarios de la

ciudad.

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2

ORIGEN DE LA POBLACION POR CALIDAD ETNICA

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO 5

ORIGEN BLANCOS INDIGENAS CASTAS

Total % Total % Total % TOTAL

Ciudad de México

Inmigrantes8

TOTAL

2 805

1 555

4 360

64.3

35.7

100.0

630

693

1 323

47.6

52.4

100.0

061

639

62.4

37.6

1 700 100.0

4 496

2 887

7 383

No incluye a los migrantes extranjeros.

No obstante, en los tres grupos de inmigrantes predomina la población originaria de las

zonas que conforman, en orden de importancia, los actuales Estado de México, Hidalgo,

Puebla, las áreas cercanas a la capital del virreinato que actualmente conforman el Distrito

Federal y el estado de Querétaro. Como se desprende del cuadro 6 y de la tabla de frecuencia

de migración (véase la tabla 4 del apéndice), de un total de 2 472 migrantes los que provenían

de los estados arriba señalados conformaban un poco más del 76 por ciento. Después de éstos,

con un porcentaje considerablemente menor, le siguen los individuos que eran originarios de

los actuales estados de Michoacán, Veracruz, Oaxaca, Guanajuato, Jalisco, Guerrero,

Tlaxcala, Zacatecas y Morelos, los cuales si bien superan a los que provenían del estado de

Hidalgo, no alcanzan el número de originarios del Estado de México, pues en conjunto apenas

significan el 22 por ciento31.

3'Los datos relativos a zonas de las que provenían los migrantes de la ciudad concuerdan con los que se han

obtenido en otros momentos a partir de fuentes y muestras censales diferentes. Véase Carlos Aguirre y

Alejandra Moreno Toscano, "Migrations to Mexico City..." op. cit.; Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad

... op. cit.; Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit. y Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La

estructura social de la ciudad..." op. cit.

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2

MIGRACIÓN INTERNA* POR CALIDAD ÉTNICA

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO 6

LUGAR DE ORIGEN BLANCOS INDIGENAS CASTAS

Total % Tota % Total % TOTAL

Estado de México

Hidalgo

Puebla

Distrito Federal

Querétaro

Michoacán

Veracruz

Oaxaca

Guanajuato

Jalisco

Guerrero

Tlaxcala

Zacatecas

Morelos

San Luis Potosí

Otros

TOTAL

287

171

219

87

74

47

55

38

45

46

18

18

32

17

10

18

1 182

24.3

14.5

18.5

7.4

6.3

4.0

4.7

3.2

3.8

3.9

1.5

1.5

2.7

1.4

0.8

1.5

100.0

229

142

53

136

16

29

8

5

20

11

5

2

2

2

682

33.6

20.8

7.8

19.9

2.4

1.6

1.6

4.3

1.2

0.7

2.9

1.6

0.7

0.3

0.3

0.3

100.0

152

97

92

72

55

29

19

13

20

14

7

11

3

12

3

9

608

25.0

16.0

15.1

11.8

9.0

4.8

3.1

2.1

3.3

2.3

1.2

1.8

0.5

2.0

0.5

1.5

100.0

668

410

364

295

145

87

85

80

73

65

45

40

40

31

15

29

2 472

No incluye a los originarios de la ciudad ni a migrantes extranjeros.

Antes de ocuparnos del estudio de la estructura social en estos tres cuarteles, para

concluir esta parte del ensayo queremos señalar algunos datos relativos a la migración

extranjera. Como lo esperábamos, de acuerdo con nuestra muestra censal, la mayor parte de

los migrantes no originarios del virreinato de la Nueva España a la ciudad de México estaba

formada por varones españoles, particularmente del norte de la península. Entre ellos

encontramos a miembros de la alta burocracia virreinal, pero en el grupo también encontramos

a españoles de menores recursos que, como bien sabemos, se trasladaban al nuevo continente

en busca de mejores expectativas de vida32.

32E1 número total de migrantes extranjeros en estos tres cuarteles es de 373 y el de españoles 326, es decir, a los

españoles les corresponde casi el 90 por ciento. Sobre la migración española a la ciudad en diferentes

momentos véase Clara E. Lida, coord., Tres aspectos de la presencia española en México durante el

porfiriato: relaciones económicas, comerciantes y población, México: Centro de Estudios Históricos, El

Colegio de México, 1981; Una inmigración privilegiada. Comerciantes, empresarios y profesionales

españoles en México en los siglo XIX y XX. Madrid: Alianza Editorial, «Alianza América 34», 1994 e

Inmigración y exilio. Reflexiones sobre el caso español. México: Siglo XXI-E1 Colegio de México 1997.

Acerca de los españoles de menores recursos económicos. Véase Sonia Pérez Toledo, "Los españoles en la

ciudad de México durante el segundo Imperio", en Clara E. Lida, op. cit.

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3. La estructura social de la ciudad de México

En 1790, la población de los tres cuarteles de la ciudad de México sobre la que se

conoce el oficio o profesión es de 4 670, pues a la mayor parte de los habitantes listados en los

padrones, fundamentalmente niños y mujeres, no se les consignó ningún oficio33. En el caso

de las mujeres, la documentación sólo registra oficio o actividades para el 15.6 % (1 165)

aunque, como sabemos, la mayoría de ellas desempeñaba actividades dentro de su hogar y,

probablemente, muchas de las mujeres pobres contribuían con su esfuerzo o algún tipo de

trabajo a la economía de sus familias, asunto sobre el que volveremos más adelante34.

Respecto de la población masculina, se conoce el oficio de poco menos del 60%. Este

porcentaje es bastante elevado si consideramos que debido al origen de la fuente a la mayoría

de los hombres menores de 15 años no se les consignó ningún oficio.

33E1 número de personas menores de edad que obtuvimos asciende a 3 839. 34Al respecto véase Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad... op. cit.

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2

ACTIVIDADES3 DE LA POBLACION CUADRO 7

CUARTELES 1,20 Y 23

ACTIVIDADES Total %

Artesanales 1 669 35.7

Servicios1' 1 584 33.9

Comerciales 495 10.6

Religiosas 317 6.8

De gobierno 205 4.4

Profesiones liberales 194 4.2

Agrícolas-ganaderas y mineras^ 94 2.0

Enfermos, impedidos y sin oficio 60 1.3

Ejército 52 1.1

TOTALd 4 670 100.0

La agrupación de los oficios la hemos realizado a partir del libro de códigos que

formamos para el análisis del Padrón de 1X42. el cual hemos completado recientemente con definiciones de cada una de las actividades a partir de las diversas obras de consulta que aparecen en la bibliografía.

Incluye a porteros, aguadores, cargadores v cocheros, entre otros. c

Incluye actividades relativas a la caza y la pesca

Se desconoce el oficio de la mayoría de las mujeres y de los niños.

Fuente: Elaborado a partir del Padrón de 1790.

Como se muestra en el cuadro 7, a finales del siglo XVIII las actividades artesanales

concentraban a la proporción más elevada de la población de las zonas de la ciudad que

estamos analizando, ya que constituían poco más del 35 por ciento. Estos trabajadores habían

tenido gran importancia económica y social desde los primeros años del periodo colonial

e incluso, durante buena parte del siglo XIX3 \ Para 1790, encontramos que más de la mitad de

la población con oficio de los cuarteles 20 y 23 se ocupaba en actividades artesanales,

aunque en el cuartel de la zona central los artesanos constituyen el 28.4%36, cifra bastante

35Sobre el tema véase Felipe Castro Gutiérrez, La extinción de la artesanía gremial. México: Universidad

Nacional Autónoma de México, 1986; Jorge González Angulo, Artesanos y ciudad a finales del siglo

XVIII. México, SEP-Fondo de cultura Económica, 1983. Jorge González Angulo y Roberto Zandoval, "Los

trabajadores industriales en la Nueva España, 1750-1810", en la clase obrera en la historia de México de

la Colonia al Imperio, tomo 1. México: Siglo XXI, 1981, pp. 173-238 y Sonia Pérez Toledo, Los hijos del

trabajo...op. cit. En 1842 el 29 por ciento de la población de toda la ciudad se ocupaba en algún oficio

artesanal, Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social ..." op. cit. y Sonia Pérez Toledo,

"Trabajadores urbanos, empleo y control en la ciudad de México", en Clara E. Lida y Sonia Pérez Toledo,

coords. Trabajo, ocio y coacción. Trabajadores urbanos en México y Guatemala en el siglo XIX, México:

Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa - Miguel Ángel Porrúa, 2001. 36Felipe Castro Gutiérrez ha calculado que para 1753 los artesanos de la capital constituían alrededor del 28 por

ciento. Felipe Castro Gutiérrez, La extinción de la artesanía gremial, op. cit., p. 29. Por otra parte, para

1794 el porcentaje es de 29.3 y, para 1842, es mínimamente inferior a esta cifra. Véase Jorge González

Angulo, Artesanos y ciudad a finales del siglo XVIII, op. cit., pp. 11 y 14; Sonia Pérez Toledo, Los hijos del

trabajo...op. cit., p. 134. Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social ..." op. cit.

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significativa que indica, por lo menos, la importancia social del artesanado en el espacio de la

ciudad comprendido dentro de la antigua traza colonial (véase el cuadro 8).

Por otra parte, esta información concuerda y reafirma el carácter de la capital del

virreinato como centro productivo, pues en 1794 la zona central de la ciudad reunía a más de

la mitad de los establecimientos artesanales y sólo en el cuartel menor 1 se han contabilizado

cerca de 160 talleres de este tipo37. En este sentido, no hay que perder de vista que si bien en

términos relativos encontramos una proporción bastante mayor de trabajadores dedicados a

actividades artesanales en los cuarteles 20 y 23, el total de artesanos de estos dos cuarteles es

de 693, mientras que en el cuartel menor 1 encontramos 973 individuos con oficios

artesanales.

37De los cuarteles menores que conformaban la pane central de la ciudad, sólo el cuartel menor 5 tenía un

número mayor de establecimientos artesanales que el cuartel que estamos examinando. Véase Jorge González

Angulo, Artesanos y ciudad a finales del siglo XVIII, op. cit, p. 94, cuadro 5.

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ACTIVIDADES DE LA POBLACION POR CUARTEL CUADRO 8

CUARTELES

ACTIVIDADES 20

Total % Total %

23

Total %

Artesanales

Servicios

Comerciales

Religiosas

De gobierno

Profesiones liberales

Agrícolas-ganaderas y mineras

Enfermos, impedidos, etc.

Ejército

TOTAL8

976

1 493

319

223

169

174

20

30

28

3 432

28.4

43.5

9.3

6.5

4.9

5.1

0.6

0.9

0.8

100.0

310 55.1

21 3.7

131 23.2

6 1.1

23 4.1

9 1.6

63 11.2

0.0

0.0

563 100.0

383

70

45

88

13

30

24

675

56.8

10.4

6.7

13.0

1.9

1.6

1.6

4.4

3.6

100.0

4 670= 100%

En la última década del siglo XVIII, las actividades de servicio reunían al segundo

gran grupo de la población capitalina de estos tres cuarteles y, comúnmente, eran la segunda

opción de trabajo para las clases populares urbanas38, ya que en los servicios se ocupaba casi

al 34% de los individuos listados en estas zonas de la ciudad de México.

38De acuerdo con Clara E. Lida, las clases populares, "trabajadoras y productivas", abarcan un espectro social

amplio el cual está formado por los artesanos, el "pueblo menudo ocupado en servir", así como por "quienes

dedicaban sus actividades cotidianas al pequeño comercio o al pequeño taller: los tenderos, los empleados, los

maestros de oficio." Clara Lida, "¿Qué son las clases populares? Modelos europeos frente al caso español",

en Historia Social 27, p. 4. 1997. En 1842 también encontramos que los trabajadores de los servicios ocupan

el segundo lugar. Véase Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social ..." op. cit. y Sonia Pérez

Toledo, "Trabajadores urbanos..." op. cit.

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ACTIVIDADES DE LA POBLACION

POR SEXO

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO9

ACTIVIDADES HOMBRES

Total %

MUJERES

Total %

Artesanales 1 631 46.5

Servicios 602 17.2

Comerciales 477 13.6

Religiosas 257 7.3

De gobierno 201 5.7

Profesiones liberales 181 5.2

Agrícolas-ganaderas y mineras 93 2.7

Ejército 52 1.5

Enfermos, impedidos y sin oficio 11 0.3

TOTAL" 3505 100.0

38

982

18

60

4

13

49

1 165

3.3

84.3

1.5

5.2

0.3

1.1

0.1

0.0

4.2

100.0

14 670= 100% bSe desconoce el oficio de 6 304 mujeres y de 2 397 hombres.

Tal y como podemos apreciar en el cuadro 8, el cuartel central es el que concentra al

mayor número de trabajadores de los servicios, pues en esta zona los trabajadores de este tipo

alcanzan poco más del 40%, con cerca de un millar y medio de personas; en contraste, en los

cuarteles periféricos encontramos una reducida proporción de oficios vinculados con

servicios, particularmente en el cuartel ubicado al suroriente de la ciudad cuya población

es mayoritariámente indígena. Evidentemente, esto indica que la zona central de la ciudad de

México era el lugar de residencia de la población con suficientes recursos económicos;

además, explica el número de migrantes avecindados en ese cuartel.

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ACTIVIDADES DE LA POBLACIÓN POR CALIDAD ÉTNICA CUADRO 10

CALIDAD ETNICA

ACTIVIDADES BLANCOS INDIGENAS

Total % Total %

CASTAS

Total %

Artesanales 756 39.3

Servicios 332 17.2

Comerciales 307 15.9

Religiosas 142 7.4

De gobierno 166 8.6

Profesiones liberales 161 8.4

Agrícola-ganaderas y mineras 16 0.8

Enfermos, impedidos, etc. 35 1.8

Ejército 12 0.6

TOTAL3 1 927 100.0

276

576

35

4

4

15

3

913

30.2

63.1

3.9

00.0

0.4

0.4

1.7

0.3

00.0

100.0

310

606

31

4

13

5

7

20

3

999

31.0

60.7

3.1

0.4

1.3

0.5

0.7

2.0

0.3

100.0

"3 839= 100%

Por su parte, las actividades comerciales ocupan el tercer lugar con el 10.6%

(véase cuadro 7), aunque existe una diferencia considerable entre este porcentaje y los que

obtuvimos para las actividades artesanales y de servicios. Este tipo de actividades, como se

muestra en el cuadro 8, constituían la segunda opción de trabajo de los habitantes del cuartel

20, en el que la presencia indígena es mayoritaria. En tanto que en el cuartel central el

comercio figura en tercer lugar y en la zona ubicada al norte de la Alameda en el cuarto.

Ahora bien, al analizar la distribución por actividad de los distintos grupos étnicos

(véase el cuadro 10), observamos que el trabajo artesanal ocupaba prácticamente en la misma

proporción a los indígenas y las castas, pues en ambos casos las cifras que obtenemos rondan

los 30 puntos porcentuales dentro de su grupo. Sin embargo, entre la población blanca

encontramos a un mayor número de individuos ocupados en este tipo de actividades en

términos absolutos y relativos (con casi un 40%); pues, de los 1 342 individuos sobre los que

se conoce el oficio y la calidad étnica, el 56% de las personas vinculadas a las actividades

artesanales en estos tres cuarteles está formada por blancos, en tanto que los indígenas y las

castas alcanzan el 21 y el 23 por ciento respectivamente.

Si bien es cierto que el análisis de la información disponible sobre el artesanado en

estas tres zonas de la ciudad muestra el predominio de la población blanca, resulta difícil

asegurar que esta distribución fue una característica general en todo el espacio urbano. En

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primer lugar porque, como sabemos, las actividades artesanales estaban bastante difundidas

entre los indígenas y, en segundo, porque a finales del siglo XVIII la segregación étnica

impuesta por las ordenanzas gremiales y el monopolio productivo de las corporaciones de

oficio se enfrentaron, entre otras cosas, al aumento de los contraventores y al ataque del

pensamiento ilustrado que llevaría a la libertad de oficio39.

Entre los individuos dedicados al trabajo artesanal, el 21.3% de la población de estos

tres cuarteles se ocupaba en oficios relacionados con la producción textil, como hiladores,

tejedores y sastres (véase el cuadro 11); aunque estos últimos conformaban prácticamente el

49% del total de personas de este rubro. Si bien es cierto que el análisis de los individuos

vinculados a la producción textil indica que las actividades de este tipo eran

fundamentalmente masculinas (véase el cuadro 9), vale la pena insistir que en el censo de

1790 no se consignó el oficio de una alta proporción de mujeres. Además, respecto a la

participación de éstas en el trabajo textil (así como en otras ramas de la producción artesanal)

es necesario tener en cuenta que, no obstante que la organización gremial de la producción

limitaba la participación del sexo femenino en los oficios, no por ello podemos desdeñar la

importancia del trabajo de las mujeres en el hilado —particularmente el de las indígenas— y,

en términos más amplios, el trabajo del sexo femenino en los talleres familiares.

En orden de importancia, con el 14.7%, seguían quienes trabajaban el cuero,

específicamente los zapateros. Como se muestra en el cuadro 11, a diferencia de los

trabajadores textiles —a los cuales encontramos distribuidos prácticamente en la misma

proporción en los tres cuarteles—, la mayoría de los trabajadores de la rama del cuero la

encontramos en la zona suroriente de la ciudad; pues en el cuartel 20 los individuos de este

grupo significan casi el 55% (con un total de 170), lo cual contrasta con el reducido porcentaje

que resulta para los otros dos cuarteles: 8.3% en el cuartel 23 y 4.5% en el cuartel menor del

centro. Por otra parte, esta información y la relativa a las otras ramas de producción artesanal

sugiere por un lado la existencia de redes de oficio y vecindad entre el artesanado de la ciudad

de México y, por el otro, una estrecha relación entre el oficio y el lugar de trabajo. Esta

39Véase Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit. Felipe Castro indica que para 1753 los indígenas,

mulatos pero sobre todo los mestizos habían ganado posiciones en algunos oficios, particularmente entre los

zapateros y herreros; aunque también señala que no sucedía así en el caso de los tiradores de oro, plateros e,

incluso, entre algunos gremios de tintoreros y tejedores. Felipe Castro, La extinción de la artesanía gremial,

op. cit., p. 97. Por su parte, en un estudio reciente sobre el motín de 1692, Natalia Silva encuentra un alto

número de artesanos en las parcialidades indígenas. Natalia Silva Prada, "La política de la rebelión..."

op. cit.

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relación la confirma el predomino de talleres de zapatería en los cuarteles menores colindantes

con el cuartel 2040.

Después de los trabajadores de los textiles y el cuero, el análisis de la distribución por

oficio de los tres cuarteles coloca en tercer lugar a los individuos vinculados a la elaboración

de productos del tabaco y la pólvora, los cuales alcanzan el 13.6%. La mayoría de éstos está

compuesta por cigarreros a los cuales encontramos en una proporción más elevada en los

cuarteles 1 y 23. Seguramente estos trabajadores, así como un número importante de

cigarreras sobre las que no aparece información en los padrones de 1790 que estamos

examinando, eran empleados en la Real Fábrica de Puros y Cigarros41.

Respecto de las otras ramas de la producción artesanal, como se observa en el cuadro

11, es claro que la zona del centro reúne a un alto número de trabajadores ocupados en la

elaboración de alimentos; actividad que ocupa el cuarto sitio con poco más del 12%,

proporción razonable si consideramos que en el cuartel 1 encontramos una mayor densidad de

población que la que corresponde a los cuarteles de la periferia de la ciudad. Entre estos

trabajadores destacan los operarios de panadería, que por sí solos alcanzan una cifra

mínimamente inferior al total de trabajadores de la construcción contabilizados en los tres

cuarteles, los cuales ocupan el quinto sitio con el 8.3 por ciento.

40Esta relación es evidente al confrontar los datos que obtenemos sobre los trabajadores de esta rama productiva

para 1790 con el mapa 5 de Jorge González Angulo en el que se muestra la distribución de zapaterías en

1794. Igualmente, cabe señalar que para 1842 todavía encontramos en la zona suroriente de la ciudad una alta

proporción de establecimientos de este tipo. Véase Jorge González Angulo, Artesanos y ciudad...op. cit., p.

78 y Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo...op. cit., p. 172. 4'Este establecimiento contaba con cerca de siete mil trabajadores a finales del siglo XVIII. Jorge González

Angulo, Artesanos y ciudad...op. cit., p. 14.

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DISTRIBUCION DE ARTESANOS SEGUN RAMA

PRODUCTIVA

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO 11

CUARTELES

RAMA PRODUCTIVA 20 23

Total % Total % Total %

TOTAL

Textil

Cuero y pieles

Tabaco y pólvora

Alimentos

Construcción

Metales no preciosos

Madera

Barbería y peluquería

Metales preciosos

Pintura y escultura

Cera y velas

Cerámica y vidrio

Varios

Imprenta

Artesano

Relojería y joyería

TOTAL

206

44

124

184

49

107

70

61

45

26

18

0

11

17

13

21.1

4.5

12.7

18.9

5.0

11.0

7.2

6.3

4.6

2.7

1.8

0.0

1.1

1.7

1.3

1 0.1

976 100.0

73

170

3

7

12

10

17

1

0

7

5

2

3

0

0

0

215

54.8

1.0

2.3

3.9

3.2

5.5

0.3

0.0

2.3

1.6

0.6

1.0

0.0

0.0

0.0

76

32

101

11

77

12

24

3

10

8

0

20

8

1

0

0

19.8

8.3

26.4

2.9

20.1

3.1

6.3

0.8

2.6

2.1

0.0

5.2

2.1

0.3

0.0

0.0

310 100.0 383 100.0

355

246

228

202

138

129

111

65

55

41

23

22

22

18

13

1

1 669

Finalmente, cabe destacar también que en el cuartel central encontramos a un número

mayor de trabajadores de los metales no preciosos (como herreros, hojalateros y herradores,

entre otros), de la madera (particularmente carpinteros) y de platería. Sin embargo, creemos

que el número de carpinteros que obtenemos en los tres cuarteles no representa en términos

porcentuales a todos los individuos de la ciudad ocupados en esta actividad a finales del siglo

XVIII.

Ahora bien, en cuanto a las actividades vinculadas a los servicios, la información de

los padrones muestra que de 1 584 personas agrupadas en este rubro, el trabajo propiamente

doméstico, realizado por los criados, mozos, sirvientes o domésticos, ocupaba a cerca de 1 300

individuos. Vale la pena destacar que esta cifra es superior a la de todos aquellos dedicados al

comercio y muy cercana al total de artesanos. La alta proporción de personas en los servicios

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expresa con claridad las características de la urbe del siglo XVIII; en otras palabras, indica la

poca capacidad de la ciudad para proporcionar otras alternativas de trabajo a su población.42

Como se muestra en el cuadro 9, las actividades de este tipo eran desempeñadas

mayoritariamente por mujeres, en una proporción para éstas del 62% (con un número total

de 982) y del 38% para los hombres. Al respecto queremos subrayar que, a pesar de que no se

cuenta con la información sobre el oficio para la mayoría de las mujeres, consideramos que

estas cifras son bastante confiables y reflejan con claridad que para las mujeres de la ciudad

de México el trabajo doméstico era prácticamente la única opción de empleo, en particular

para las indígenas y castas43. Después de estos trabajadores, se encontraban los cargadores,

aguadores, cocheros, porteros y lacayos, que en el conjunto de la actividad de los servicios

alcanzan una proporción aproximada al 16 por ciento. Entre estos servidores y los sirvientes

domésticos se conformaba cerca del 98% de los individuos agrupados en esta categoría.

En cuanto a las actividades de carácter comercial, que ocupan el tercer lugar en el

cuadro 7, encontramos un predominio masculino, pues los hombres representaban un poco

más del 96% (véase también el cuadro 9). Sin embargo, nuevamente debemos subrayar que en

los padrones que analizamos no se registró el oficio de la gran mayoría de las mujeres para

quienes seguramente el comercio también fue una forma de vida y una alternativa de ingreso.

Asimismo, creemos necesario hacer una consideración sobre el comercio en términos más

amplios, que permita matizar las cifras y avanzar en el terreno de la explicación. Como

sabemos, el comercio era una actividad muy importante de la capital, a la cual se dedicó un

heterogéneo grupo de sus habitantes; por ello, es importante no perder de vista que la

diferenciación social entre los individuos ocupados en el comercio era inmensa. Así, resulta

importante distinguir entre los que tenían un gran capital, que eran los menos, los pequeños

comerciantes de los tendejones, puestos callejeros y los vendedores ambulantes, así como de

los empleados en los comercios. Es evidente que esta amplia gama significaba contrastes

enormes.

42Salazar, 1978, p. 124. 43Véase Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad...op. cit. En 1842, las mujeres dedicadas al servicio doméstico

alcanzan el 65.2% (con un número total de 6 268) y los hombres el 34.8%, lo cual significa que a mediados

del siglo XIX más del 60% de la población femenina urbana tenía como medio de sustento este tipo de

trabajo. Véase Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social..." op. cit.

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Por otra parte, de acuerdo con la información del cuadro 7, el tamaño de la población

dedicada a los asuntos religiosos en los tres cuarteles que estudiamos constituye el 6.8% y

ocupa el cuarto lugar, con un total de 317 individuos. Sin embargo, estas cifras son razonables

si recordamos que, como señalamos en la primera parte del ensayo, en los cuarteles 1 y 23 se

localizaban un buen número de iglesias y conventos. Y, por supuesto, tampoco resulta

sorprendente que la población blanca vinculada a los oficios religiosos conforme el 92.2%

(véase cuadro 10).

Por su parte, las actividades relativas a los servicios públicos y de gobierno ocupan el

quinto sitio en el cuadro 7, con 4.4% de la población de estos tres cuarteles en 1790. Dentro

del número total de individuos incluidos en esta categoría encontramos también a una mayor

proporción de blancos, ya que la cifra incluye a los altos funcionarios de la burocracia virreinal

así como a los miembros del gobierno de la ciudad, como los alcaldes, auxiliares, guardas,

serenos y guardafaroles, entre otros.

Respecto a las restantes actividades del cuadro 7, lo que hoy llamamos "profesiones

liberales" ocupa el sexto lugar, pero el número de individuos agrupados en esta categoría se

reduce drásticamente en comparación con la de los comerciantes, aunque el total es muy

cercano al total de personas dedicadas a los servicios públicos y de gobierno listadas en la

fuente. Las actividades realizadas por estas personas estaban fundamentalmente relacionadas

con el ejercicio de la abogacía (jurisprudencia), la enseñanza o el estudio —por lo cual aquí se

incluyen a algunos niños y adolescentes sobre los cuales los padrones ofrecen información—,

y en una proporción mínima a la medicina. Como era de esperarse, al igual que en los rubros

anteriores prácticamente no encontramos indígenas y castas en estas profesiones: éstas son

privativas de los blancos que residían en el cuartel central que venimos analizando.

Como bien sabemos, la ciudad del siglo XVIII tenía límites bastante diluidos entre lo

que podríamos llamar "lo urbano" y "lo rural". Esto se observa cuando vemos que las

actividades agrícolas y ganaderas ocupaban casi al doble de individuos que las relacionadas

con las armas, aunque en conjunto aquellas no llegan a un centenar de personas. En relación

con las primeras, vale la pena apuntar que la mayor parte estaba formada por labradores y

hortelanos que trabajaban en las huertas, ranchos y haciendas que conformaban el paisaje de la

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ciudad colonial. Por supuesto, en el cuartel central los trabajadores de este tipo no representan

ni un punto porcentual.

Finalmente, respecto de los enfermos, impedidos y sin oficio que se registraron en los

padrones de los tres cuarteles podemos afirmar que la cifra es extremadamente reducida y que

no representa más que mínimamente a la población de la ciudad que tenía estas características.

En este sentido, es prácticamente seguro que el número de enfermos e impedidos para ese

entonces fuera mayor al que arrojan los listados del censo de Revillagigedo; pues, como

sabemos, la población capitalina de la época enfrentó múltiples enfermedades44. En relación

con los individuos sin oficio incluidos en este mismo rubro, es muy probable que el número de

individuos de esta condición fuera también superior al que arrojan los padrones de los tres

cuarteles; sobre todo si consideramos que, de acuerdo con las quejas de algunos funcionarios y

autoridades coloniales, existía una "multitud de vagos y mendigos", a los cuales las elites y las

autoridades coloniales pretendieron imponer —de acuerdo con el pensamiento ilustrado de la

época— una nueva ética de trabajo45. Por su parte, tampoco sorprende el reducido número de

personas adscritas a las actividades militares, ya que éstos formaron parte de una corporación

que adquirió mayor importancia y aumentó considerablemente con el inicio de las guerras de

Independencia.

Para sintetizar, como se desprende de la información anterior, podemos afirmar que el

artesanado y quienes se empleaban en los servicios constituyeron el grupo mayoritario de la

población de la ciudad al finalizar el siglo XVIII. En conjunto, estos dos grupos sociales,

diferenciados entre sí y con sus propias jerarquías internas, conformaban prácticamente el

70% de la población con oficio contabilizada en 1790 en los cuarteles 1, 20 y 23. Esta

44Basta recordar que, como se ha señalado en diversos estudios, la precariedad sanitaria de la ciudad y las

difíciles condiciones de vida durante los últimos años del siglo XVIII contribuyeron a que los más débiles y

desposeídos de la capital fueran más susceptibles a las pandemias, epidemias y endemias. Concepción Lugo y

Elsa Malvido, "Las epidemias en la ciudad de México, 1822-1850", en Hernández Franyuti, 1994, comp.,

pp. 303-364, pp. 303-306; Lourdes Márquez Morfín, La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México:

el tifo y el cólera, 1813-1833. México: Siglo XXI, 1994. 45Esta visión la encontramos, por ejemplo, en Hipólito Villarroel y Humboldt. Sobre el tema véanse Anónimo,

"Anónimo: Discurso sobre la policía de México, 1788", en Sonia Lombardo de Ruiz, Antología de textos

sobre la ciudad de México en el periodo de la Ilustración (1788-1792), México, Departamento de

Investigaciones Históricas-Instituto Nacional de Antropología e Historia, Departamento de Investigaciones

Históricas, «Colección Científica 113». 1982, pp. 17-150; Hipólito de Villarroel, Enfermedades políticas que

padece la capital de esta Nueva España. México: Miguel Ángel Porrúa, 1979; María Cristina Sacristán, "El

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afirmación la apoya la confrontación de los datos de 1790 con los resultados del análisis que

hemos realizado sobre la estructura social de la ciudad de México en 1842, en el que también

encontramos el predominio de estas dos actividades dentro del conjunto de la población46.

Todo ello a pesar de que para 1790 la información disponible sobre oficios es reducida y no

comprende a la población de todos los cuarteles en que se encontraba dividida la ciudad de

México al finalizar la colonia.

pensamiento ilustrado ante los grupos marginados de la ciudad de México, 1767-1824", en Hernández

Franyuti, comp., tomo II, 1994, pp. 187-249. 46En 1842, los artesanos y los trabajadores de los servicios suman 25 173 y representan el 52.35 por ciento.

Véase Sonia Pérez Toledo y Herbert Klein, "La estructura social..." op. cit. y Sonia Pérez Toledo.

"Trabajadores urbanos..." op. cit.

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APÉNDICE

CIUDAD DE MÉXICO, 1790

CUARTELES 1, 20 Y 23

ESTADO CIVIL DE LAS MUJERES

POR GRUPOS DE EDAD

TABLA 1

ESTADO CIVIL GRUPOS DE EDAD

SOLTERA CASADA VIUDA TOTAL

0-4

5-9

10-14

15-19

20-24

25-29

30-34

35-39

40-44

45-49

50-54

55-59

60-64

65-69

70-74

75+

TOTAL

184

151

193

260

217

112

80

41

53

33

32

16

11

2

5

2

1 392

0

0

1

25

62

98

80

57

48

19

18

8

6

426

0

0

0

5

19

30

53

27

60

21

62

12

30

10

10

6

345

184

151

194

290

298

240

213

125

161

73

112

36

47

13

17

9

2 163

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DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DEL ESTADO CIVIL

DE LAS MUJERES POR GRUPOS DE EDAD

TABLA 1 A

GRUPOS DE EDAD

PORCENTAJE POR ESTADO CIVIL

SOLTERA CASADA VIUDA TOTAL

0-4 100.0 0.0 0.0 100.0

5-9 100.0 0.0 0.0 100.0

10-14 99.5 0.5 0.0 100.0

15-19 89.7 8.6 1.7 100.0

20-24 72.8 20.8 6.4 100.0

25-29 46.7 40.8 12.5 100.0

30-34 37.6 37.6 24.9 100.0

35-39 32.8 45.6 21.6 100.0

40-44 32.9 29.8 37.3 100.0

45-49 45.2 26.0 28.8 100.0

50-54 28.6 16.1 55.3 100.0

55-59 44.4 22.2 33.4 100.0

60-64 23.4 12.8 63.8 100.0

65-69 15.4 7.7 76.9 100.0

70-74 29.4 11.8 58.8 100.0

75+ 22.2 11.1 66.7 100.0

TOTAL 64.3 19.7 16.0 100.0

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ESTADO CIVIL DE LOS HOMBRES

POR GRUPOS DE EDAD

TABLA 2

ESTADO CIVIL

GRUPOS DE EDAD SOLTERO CASADO VIUDO TOTAL

0-4

5-9

10-14

15-19

20-24

25-29

30-34

35-39

40-44

45-49

50-54

55-59

60-64

65-69

70-74

75+

TOTAL

118

122

151

157

161

142

75

50

60

15

22

14

15

7

1

4

1 114

0

0

1

3

28

47

64

53

67

33

41

19

23

4

11

3

397

0

0

0

o

3

3

5

6

10

5

7

8

7

0

8

5

67

118

122

152

160

192

192

144

109

137

53

70

41

45

11

20

12

1 578

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DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DEL ESTADO CIVIL

DE LOS HOMBRES POR GRUPOS DE EDAD

TABLA 2 A

GRUPOS DE EDAD PORCENTAJE POR ESTADO CIVIL

SOLTERO CASADO VIUDO TOTAL

0-4 ÍOOÓ 0X) 00 100.0

5-9 100.0 0.0 0.0 100.0

10-14 99.3 0.7 0.0 100.0

15-19 98.1 1.9 0.0 100.0

20-24 83.8 14.6 1.6 100.0

25-29 74.0 24.5 1.5 100.0

30-34 52.1 44.4 3.5 100.0

35-39 45.9 48.6 5.5 100.0

40-44 43.8 48.9 7.3 100.0

45-49 28.3 62.3 9.4 100.0

50-54 31.4 58.6 10.0 100.0

55-59 34.2 46.3 19.5 100.0

60-64 33.3 51.1 15.6 100.0

65-69 63.6 36.4 0.0 100.0

70-74 5.0 55.0 40.0 100.0

75+ 33.3 25.0 41.7 100.0

TOTAL 70.6 25.2 4.2 100.0

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ORIGEN DE LA POBLACIÓN POR CALIDAD ÉTNICA TABLA 4

CALIDAD ETNICA

LUGAR DE ORIGEN BLANCOS INDÍGENAS CASTAS IU1AL

Total % Total % Total %

Ciudad de México 2 805 70.6 630 48.0 1061 63.6 4 496

Estado de México 287 7.2 229 17.4 152 9.1 668

Hidalgo 171 4.3 142 11.0 97 6.0 410

Puebla 219 5.5 53 4.0 92 5.5 364

Distrito Federal 87 2.2 136 10.3 72 4.3 295

Querétaro 74 1.9 16 1.2 55 3.3 145

Michoacán 47 1.2 11 1.0 29 1.7 87

Veracruz 55 1.4 11 1.0 19 1.1 85

Oaxaca 38 1.0 29 2.2 13 0.8 80

Guanajuato 45 1.1 8 0.6 20 1.2 73

Jalisco 46 1.1 5 0.3 14 0.8 65

Guerrero 18 0.4 20 1.5 7 0.4 45

Tlaxcala 18 0.4 11 1.0 11 0.7 40

Zacatecas 32 0.8 5 0.3 3 0.2 40

Morelos 17 0.4 2 0.1 12 0.7 31

San Luis Potosí 10 0.2 2 0.1 3 0.2 15

Aguascalientes 2 0.0 0 0.0 5 0.3 7

Durango 4 0.1 I 0.0 2 0.1 7

Chihuahua 3 0.1 0 0.0 1 0.0 4

Tamaulipas 3 0.1 0 0.0 0 0.0 3

Coahuila 1 0.0 0 0.0 1 0.0 2

Sonora 2 0.0 0 0.0 0 0.0 2

Baja California Sur 1 0.0 0 0.0 0 0.0

Colima 0 0.0 1 0.0 0 0.0

Nuevo León 1 0.0 0 0.0 0 0.0

Sinaloa 1 0.0 0 0.0 0 0.0

Yucatán 1 0.0 0 0.0 0 0.0

TOTAL 3 988 100.0 1 312 100.0 1 669 100.0 6 969

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LA COMPOSICIÓN DE LA FAMILIA EN LA CIUDAD DE MÉXICO EN 1790

UNA RECONSTRUCCIÓN DEMOGRÁFICA

Marta Vera Bolaños

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Introducción

Cuando intentamos descubrir pautas demográficas del pasado, generalmente se enfrentan

dificultades propiciadas principalmente por la manera de elaborar, remitir y conservar los

recuentos de población. Parte de la explicación de la escasa investigación demográfica que

se ha hecho en México para esa época reside primordialmente en las dificultades para

localizar las fuentes de información que permitan avanzar en el conocimiento

demográfico.

De ahí la importancia de la localización y posibilidad de aprovechar la rica

información contenida en el censo de la ciudad de México levantado en 1790 por orden

del Virrey de Nueva España Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla, segundo conde

de Revillagigedo, ya que constituye una extraordinaria fuente de datos concebida como

generadora de información estadística.

El procedimiento utilizado para enumerar a la población fue el de la entrevista

directa a la población residente, denominada también población de derecho, ésta

comprende a las personas que residen habitualmente en el mismo lugar de la inscripción

estén presentes o accidentalmente ausentes el día del registro. Este método conocido como

"de jure" o de derecho ofrece una visión correcta de los residentes de la localidad y

además la población base está relacionada con las estadísticas vitales. Sin embargo, la

precisión de estas estadísticas demográficas depende principalmente de la integridad de las

enumeraciones en que se basan y con este método existe la posibilidad de incurrir en

omisiones en las declaraciones o inscripciones, dichas omisiones o lagunas pueden

constituir fuentes de error e inexactitud.

Entre las causas de imprecisión de estas estadísticas se encuentra el cómputo

incompleto de los habitantes, quienes al no conocer los fines del empadronamiento

recurrían al ocultamiento de sus familiares o de sí mismos, y los errores de declaración.

Estas prácticas de la población crean algunos de los problemas que no hay que perder de

vista al analizar este censo, tales como la posible subenumeración y errores de declaración.

Además la falta de contestación a ciertas preguntas y la insuficiencia de los datos

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suministrados son también causas de imprecisión, en este caso su incidencia se puede

medir por la proporción de elementos de los que carece el dato en cuestión.

A pesar de problemas metodológicos como éstos, que al final son superables, el

censo ofrece en información suficiente para una población grande que no es posible

rechazar.

Para la realización del presente trabajo se han seleccionado los padrones de los

cuarteles 1, 20 y 23; lo que ha permitido abordar el estudio de tres zonas de la ciudad: el

centro, la zona poniente y la zona sur oriental.

Este documento se ha organizado en dos partes, en la primera se aborda el estudio

de los atributos demográficos básicos de la población que son la edad y el sexo y en este

caso en el que convivían distintos grupos étnicos, también lo es la calidad; para fines de

esta investigación por calidad se entiende la denominación que recibían los individuos por

provenir de un determinado grupo étnico o bien de la mezcla entre éstos. De éstos

atributos los mejor registrados son el sexo y la edad en los tres cuarteles y la calidad se

conoce mejor en el cuartel 1 que en los otros dos.

Con el fin de empezar a conocer las cualidades de este censo se midió la

preferencia o rechazo en forma individual de cada dígito (de 0 a 9) en el que termina la

edad, así como el nivel de concentración de la información el cual permite realizar

comparaciones entre censos de población.

En la segunda parte se identifican los grupos familiares en los cuales los individuos

organizaban la reproducción cotidiana. Esto fue posible debido a que de acuerdo con las

instrucciones correspondió a los jueces menores subalternos ejecutar el empadronamiento

"registrando casas y habitantes una por una". La trascendencia del grupo familiar radica

en que es el lugar en el que ocurren los principales hechos demográficos los cuales definen

el ciclo de vida de ese grupo, así su integración y expansión tiene lugar con la unión

marital y nacimiento de los hijos y su segmentación o desintegración está vinculada con la

salida de algún miembro del grupo por matrimonio, migración o muerte.

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1. La edad, el sexo y la calidad

La importancia del censo de 1790 para los estudios demográficos radica

fundamentalmente en que la población está clasificada por sexo y edad, estas variables

resultan particularmente importantes porque a través de ellas es posible determinar la

composición por edad y sexo de una población. Esta característica proporciona las bases

para determinar los niveles de fecundidad y mortalidad de las distintas generaciones que

componen una población en el momento censal. También proporciona una visión de la

relación entre los sexos y si hay descompensación es posible tener señales de mortalidad

diferencial entre los sexos y/o de movimientos migratorios. Otra observación desde el

punto de vista demográfico es la relevancia del registro de la calidad de los habitantes ya

que al estudiar las características demográficas de la población de la Nueva España esta

variable permite identificar posibles diferencias en el comportamiento demográfico de los

distintos grupos étnicos.

En los cuarteles seleccionados el número de habitantes era desigual. El más

poblado era el cuartel 1, seguido del cuartel 23 y el menos poblado era el cuartel 20.

Aunque no se registró la calidad de todas las personas este atributo se anotó en un número

importante de casos.

En el cuartel 1 que comprendía las calles más importantes del centro de la ciudad,

se enlistó a 8 514 personas (3 633 hombres y 4 881 mujeres), de éstas se registró la calidad

de 7 369 (3 161 hombres y 4 208 mujeres). El cuartel 20 se encontraba ubicado en la parte

suroriente de la ciudad, se aprecia dispersión de la población y no se identifica alguna

traza de calles; en ese lugar habitaban 2 164 personas (1 068 hombres y 1 096 mujeres) de

las cuales se conoce la calidad de 603 (255 hombres y 348 mujeres). El cuartel 23 estaba

situado al poniente de la ciudad, frente al lado norte de la Alameda Central, la población

estaba menos dispersa que en el cuartel anterior, ahí se enlistaron 2 185 personas (1 059

hombres y 1 126 mujeres) y se sabe la calidad de 1 517 de estas personas (711 hombres y

806 mujeres). En el análisis realizado en este trabajo en el que se ha incluido la variable

calidad se ha considerado este número de efectivos y no el total de la población (cuadros

1,2 y 3 del apéndice).

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La calidad del individuo se adjudicaba por parte de los párrocos al momento del

bautizo de acuerdo con la calidad de los progenitores. La calidad del bautizado se

determinaba a partir de ciertas combinaciones: la calidad de español se heredaba sólo

cuando ambos padres la portaban aunque también se han identificado casos en los que se

asignó esta calidad a hijos de castizos y españoles y de mestizos y españoles (cfr. Vera,

1993). No deja de llamar la atención que a fines del período colonial algunos hijos de

españoles e indios aun fueran aceptados como españoles ya que es admitido por autores

como Mórner (1969) que la primera generación de mestizos fue aceptada como "española"

pero no las generaciones posteriores las que por ser numerosas constituyeron un grupo por

sí mismas.

Como mestizo se denominaba regularmente a los hijos cuyos padres pertenecían a

esta calidad, a los de indios y españoles y algunas veces a los de españoles y castizos;

incluso los de sangre negra, hijos de mulatos y españoles fueron asignados a esta calidad.

Pero a los hijos de mulatos e indios se les asignó la calidad de lobos. Entre los mestizos

encontramos a los mestindios producto de la mezcla entre mestizos e indios; al mezclarse

un mestindio con un indio resultaba un indio.

El castizo resultaba de la mezcla entre españoles y mestizos y de españoles y

castizos a quienes se anotaba en su partida la proporción de sangre española "...tercerona

para española..." o bien de castizos y mestizos. Y desde luego aquellos cuyos padres eran

castizos"...cuarterona de castizo..". Pero a la mezcla entre españoles y castizos también se

le asignó la calidad de coyote.

Las calidades registradas por los censores en los cuarteles 1, 20 y 23 fueron

español peninsular, español de México o criollo, castizo, indio, mestizo, negro, mulato,

casta y morisco. Atendiendo a la distribución de los efectivos de esta población se

formaron los siguientes grupos: a) indios; b) españoles de México y españoles

peninsulares; c) mestizos y castizos y 0 negros, en este grupo se incluyó a quienes estaban

definidos con esta calidad, a los mulatos, a los moriscos y a las castas quienes después de

todo, provenían de la mezcla entre las calidades de sangre negra y cuyo número resultó ser

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reducido: 432 mulatos (162 hombres y 270 mujeres) y 54 moriscos (18 hombres y 36

mujeres) y 81 castas (40 hombres y 41 mujeres).

En las poblaciones que vivieron en esa época, es esperable encontrar que las

personas en edades jóvenes participaran con el mayor número y en contraparte que

las personas mayores contribuyeran con menos efectivos. De la población que incluye a

todas las calidades se observa que los menores de diez años representaron el 20% en el

cuartel 1, el 31% en el cuartel 20 y el 19.4% en el cuartel 23; por su parte los mayores de

60 años participaron con 4.7% en el cuartel 1; con 5% en el cuartel 20 y con 4.8% en el

cuartel 23.

Se reconoce que el cuartel con mayor proporción de jóvenes era el número 20, esto

se confirma con las edades medias de la población las cuales eran de 26.3 años en el

cuartel 1, de 24 años en el cuartel 20 y de 27 años en el cuartel 23.

Para conocer la edad media de cada una de las calidades se seleccionó el cuartel 1

debido a que en éste la calidad se registró mejor que en los otros cuarteles. En el cuartel 1

el porcentaje de calidad registrada fue de 87%, en el cuartel 20 fue de 28% y en el 23 del

70 por ciento.

Entre los varones, los españoles peninsulares tenían la mayor edad media, 36 años,

y los mestizos eran los más jóvenes ya que en promedio contaban con 23 años. Mientras

que entre las mujeres la edad media mayor era compartida por las negras y las españolas

de México con 30 años; las menores eran las españolas peninsulares con 25 años en

promedio.

EDAD MEDIA POR CALIDAD Y SEXO

CUARTEL 1

1790

CUADRO 1

CALIDAD SEXO

HOMBRES MUJERES

Indios

Españoles de México

Españoles peninsulares

Mestizos

Castizos

Neuros

23.2

27.1

36.0

23.0

26.6

28.1

26.6

29.7

25.5

26.8

27.3

30.3

I líente: Cálculos propios con baso en dalos del Censo de Revillagigedo

para la Ciudad de México. I 7l>0.

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a) La declaración de la edad

Un elemento importante es el relativo al procedimiento que se aplicó para registrar

a la población en este recuento censal. De acuerdo a testimonios de la época es posible

establecer que se utilizó la entrevista directa a la población residente. Miño (1992:665)

apunta que con relación a la crítica del padrón correspondiente al Cuartel 2 el escribano

certificaba que: "la información del padrón [...] se hizo [...] con la mayor exactitud sin

omitir el asiento de casa, familia o persona alguna, pues cuando no se encontraban en sus

habitaciones, el alcalde se tomaba el trabajo de volver y si por accidente, aún no se

verificaba, se citaban por medio de los comisarios de su asistencia...".

De manera que al aceptar que este censo fue elaborado atendiendo a las

declaraciones personales de los censados es indispensable reconocer la posible

manifestación de una edad equivocada por parte del informante. Con este fin se ha hecho

el análisis de la declaración de la edad, la cual para su estudio se clasifica en tres

categorías: preferencia de dígitos, traslado de edades y preferencia o rechazo de una edad

específica.

Para medir la preferencia o rechazo individual de cada dígito y el nivel de

concentración de la información se ha utilizado el método de Myers (conocido como

índice de Myers) por las razones siguientes: a) las ventajas que presenta el método al

evitar el sesgo producido por la subenumeración y la mortalidad de los primeros cinco

años de edad al excluir del cálculo el primer decenio de edades; b) el supuesto de

linealidad en el que se sustenta el método conforme al cual se transforma el crecimiento

negativo que se da entre edades sucesivas de la población censada en crecimiento nulo, al

distribuir en cada una de las diez subpoblaciones ponderadas en cada rango de edad, el

10% de la población total y c) cuando hay preferencia de dígitos la proporción teórica de

10% no será rigurosamente respetada, pero si se presenta una diferencia importante ésta

reflejará atracción por alguna cifra en particular (Pimienta, 1998:195).

El índice varía de 0 a 180 y para interpretar el nivel de concentración de la

información se proponen los rangos siguientes: índices entre 0.0 y 4.9 baja concentración;

entre 5.0 y 14.9 mediana concentración: entre 15.0 y 29.9 alta concentración; y entre 30.0

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y más muy alta concentración. En este trabajo el indicador se calculó relacionando las

edades desplegadas en los rangos 10-89 y 20-99, en los cuatro grupos de calidades

integrados anteriormente, los resultados obtenidos fueron los siguientes:

INDICE DE EVALUACION DE MYERS, EN RANGOS

DE EDAD DE 10 A 89 AÑOS Y DE 20 A 99 AÑOS

CUARTEL 1

CUADRO 2

CALIDAD

INDICE DE EVALUACION

DE MYERS

Hombres Mujeres

CONCENTRACION

Hombres Mujeres

Indios

Españoles

Mestizos

Neeros

60.9

45.2

50.8

50.1

70.0

58.6

56.5

49.5

Muy alta

Muy alta

Muy alta

Muy alta

Muy alta

Muy alta

Muy alta

Muy alta

;uentc: Cálculos propios con base en dalos del Censo de Revillagigedo

para la Ciudad de México. 1790.

De acuerdo con el índice combinado de Myers se aprecia una mala declaración de

la edad por parte de los habitantes de todas las calidades de la Ciudad de México, aunque

el mayor grado de concentración al declarar la edad se presenta en las indias.

b) La preferencia de la población hacia ciertos dígitos

Como resultado de la alta concentración de la información, es necesario establecer

los dígitos de atracción, porque esta práctica provoca un aumento importante de personas

con edades terminadas en esas cifras en perjuicio de las restantes; además, el traslado de la

edad conduce a la modificación de la estructura y el promedio de edad de la población

debido a que se está declarando por debajo o por arriba de la verdadera.

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DIGITOS DE ATRACCION EN RANGOS DE EDAD DE 10 A 89 ANOS CUADRO 3

Y DE 20 A 99 AÑOS

CALIDAD

ÉTNICA

012 345678

Indios 21.9 -8.3 -1.6 -6.1 -4.2 2.7 1.1 -7.5 4.8 -2.7

Indias 30.8 -8.6 -2.4 -6.9 -3.7 1.8 -0.2 -7.9 2.4 -5.3

Españoles 18.4 -5.7 -1.7 -3.4 -1.6 4.3 -0.7 -5.3 -0.4 -3.9

Españolas 27.7 -6.9 -4.1 -6.1 -3.6 0.4 0.8 -5.6 0.4 -3.1

Mestizos 18.9 -7.9 -2.0 -3.7 -1.8 2.4 4.2 -4.6 -2.0 -3.4

Mestizas 24.7 -8.5 -1.6 -6.8 -5.4 3.0 0.4 -5.1 0.2 -0.9

Negros 21.6 -6.5 -1.2 -5.0 -2.5 -1.7 3.5 -6.7 0.04 -1.5

Negras 13.9 -7.1 0.8 -5.5 -2.9 3.0 -3.4 -5.9 6.6 0.4

Fuente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la Ciudad de México. 1790.

El alto grado de concentración de la información se debe a la preferencia entre

todas las calidades por declarar en edades terminadas en el dígito cero, de entre todos

destaca la preferencia de las indias por esta cifra. Otros dígitos atractivos son el 8 para

negras, indios e indias; el 5 para los españoles y mestizas y el 6 para los negros, mestizos y

españolas.

Se manifiesta un notorio rechazo hacia las edades terminadas en el dígito uno por

todas las calidades. Otras cifras rechazadas son el 3 por las españolas y mestizas y el 7 por

indios, indias, españoles, mestizos, negros y negras.

Con base en estos resultados surge la pregunta relativa a si la agrupación

quinquenal que inicia en 0 y 5 resulta la más conveniente en este tipo de población, o si

conviene formar grupos no convencionales en los que, las edades de mayor atracción se

colocan en el centro del rango.

Al 0 que es el dígito más atractivo le siguen de manera menos importante el 8, el 6

y el 5 por ello se buscó que el 0 quedase en grupos separados de estos últimos; también se

procuró que los dígitos 1 y 7, que son los de mayor rechazo, pertenecieran a grupos

diferentes. Estas condiciones se cumplen en la agrupación quinquenal convencional de

manera que es la seleccionada para el análisis.

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2. Los grupos familiares

El censo de 1790 presenta a los habitantes de la Ciudad de México en grupos

ubicados en recintos utilizados para el alojamiento habitual. Estos recintos fueron

enlistados discriminando su ubicación al interior de la construcción bajo los términos

siguientes:

a) casa, en la cual se distingue: vivienda principal, vivienda separada, entresuelo,

cuarto, cuarto alto, cuarto bajo, accesoria, cochera, cobacha y jacal y en

vecindad

b) vecindad, se separa: vivienda alta, cuarto, cuarto bajo, entresuelo, accesoria,

cobacha

c) jacal

d) rancho

e) accesoria en zaguán

f) accesoria en esquina

También se enlistaron los recintos destinados a servir como alojamiento habitual, a

personas sujetas a una subordinación de carácter administrativo y obligadas a cumplir

normas de convivencia, en virtud de estar relacionadas por un objetivo público o algún

interés personal común, tales como razones religiosas, de salud, de enseñanza, de trabajo,

alojamiento, de orden y disciplina o asistencia humanitaria. Estos recintos fueron

designados de la manera siguiente:

a) Convento

b) Casa de la Profesa

c) Casa de Recogimiento

d) Real Casa de Cuna

e) Hospital

f) Cárcel

g) Colegio

h) Parroquia

i) Casa del Santo Tribunal de la Fe

j) Real Aduana

k) Real Casa de Moneda

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En este trabajo se aborda el estudio del primer grupo de estos espacios, dentro de

los cuales se ubicó al conjunto de personas unidas o no por lazos de parentesco, convivían

habitual mente en la misma unidad. La relación o vínculo de parentesco se estableció en

torno a la figura del jefe, se consideró como tal a la persona que encabezaba la lista del

recinto. La residencia se consideró elemento fundamental en la configuración de estas

unidades, a las que se ha denominado como "grupos familiares".

No es la intención en este trabajo entrar en debate acerca del significado de familia

o de estructuras familiares. Las categorías de clasificación, fueron seleccionadas porque

representan fases del ciclo de vida de la misma unidad, la cual no es estática y atravesará

por distintos estadios tales como: a) la constitución de la pareja y el nacimiento de los

hijos; b) la segmentación de la unidad, que se inicia con el matrimonio o salida de la

unidad del primer hijo y se prolonga hasta que el último se casa; c) el reemplazo de la

unidad sucede cuando todos los hijos se han casado o han salido de casa y quedan solos

los padres, o alguno de ellos, y concluye con su muerte. Es posible que estas fases lleguen

a traslaparse durante el ciclo de vida de la unidad.

Con base en la fuente de información, en la cual se privilegió el criterio de

residencia, se identificaron los siguientes grupos familiares:

a) la pareja con hijos

b) la pareja con hijos y agregados

c) la pareja sin hijos

d) la pareja sin hijos y agregados

e) el viudo con hijos

f) el viudo con hijos y agregados

g) la viuda con hijos

h) la viuda con hijos y agregados

i) la esposa con marido ausente y con hijos

j) la esposa con marido ausente, con hijos y agregados

k) la mujer soltera con hijos

1) la mujer soltera con hijos y agregados

m) el jefe con agregados

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Las unidades habitadas por personas solas no se integraron porque se privilegió el criterio

de convivencia.

Dentro del grupo, la presentación de las personas guarda el siguiente orden: en

primer término está el hombre casado seguido de su mujer y de sus hijos, estos últimos

ordenados por edades decrecientes; si con ellos convivían parientes eran enlistados

después del hijo menor, seguían los sirvientes, en caso de haberlos, y los que no guardaban

relación de parentesco se anotaban en último sitio. No siempre el hombre casado encabeza

la lista del grupo, por ejemplo: Ignacio Carbajal, un sastre mestizo de 30 años, casado con

María Manuela Castrejón española de 22 años y con dos hijos (uno de 7 años y otra de 3

años), está censado en un grupo cuyo jefe es su suegro: Juan Antonio Castrejón, un

sayalero, español de México, viudo de 50 años que además tiene una hija de 16 años y un

hijo de 11 años.

La distribución de los individuos en los distintos grupos familiares, es desigual en

los cuarteles seleccionados. En el cuartel 1 el mayor número de individuos (2 039) se

ubica en el grupo integrado por la pareja que tiene hijos y además tiene agregados; éstos

podían ser o no familiares del jefe, este grupo estaba integrado por 831 hijos de

las parejas, 32 huérfanos, 243 familiares, 401 sirvientes y 532 agregados, dentro de éstos

estaban por ejemplo las "depositadas'', mujeres jóvenes que vivían con una familia distinta

a la de origen. Siguió en importancia el grupo constituido por jefes que conviven con

personas agregadas, las 1 443 personas que integraron este grupo se distribuyeron en la

forma siguiente: 331 jefes, 285 sirvientes, 37 huérfanos, 269 familiares y 521 agregados;

en este grupo un rasgo común es que conviven hermanos, lo que hace pensar en una

situación producto de un hecho demográfico: la muerte de los padres; este hecho estaría

propiciando de alguna manera la existencia de estas unidades, ya que al morir los padres

los hermanos continuaron juntos ya que carecían de pareja. En cambio en los cuarteles

periféricos, el mayor número de individuos (1 155 y 708 respectivamente) convivía en

parejas con hijos y por la forma de ser censados quizá la residencia neolocal era la más

frecuente.

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NÚMERO DE PERSONAS PARA CADA GRUPO FAMILIAR

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO 4

GRUPO FAMILIAR CUARTEL

20 23

Pareja con hijos

Pareja con hijos y agregados

Pareja sin hijos

Pareja sin hijos y agregados

Viudo con hijos

Viudo con hijos y agregados

Viuda con hijos

Viuda con hijos y agregados

Esposa con marido ausente y con hijos

Esposa con marido ausente con hijos y agregados

Mujer soltera con hijos

Mujer soltera con hijos y agregados

Jefe con agregados

Sin clasificación

1 180

2 039

1 155

214

212

41

35

708

442

179

89

18

237

723

71

300

375

688

50

82

13

0

133

55

9

3

0

5

0

1 443

312

55

262

136

364

Fuente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la Ciudad de México, 1790.

a) Los jefes de los grupos familiares

En los cuarteles periféricos el porcentaje de jefes en pareja es alto. En el cuartel 20

más de la mitad de los jefes (54.8%) residía con su pareja e hijos y en el cuartel 23 más de

la tercera parte de los jefes (33.3%) encabezaba este tipo de grupo familiar.

En el cuartel 1 este tipo de grupo familiar no era el principal, ya que sólo el 17.3%

de los jefes se hallaba en pareja con hijos. En cambio el grupo familiar en el que se

ubicaba el mayor número de jefes era el de la pareja con hijos y agregados con 22.3%,

seguido del grupo formado por el jefe con agregados (19.5%).

El número de grupos familiares encabezados por hombres viudos es reducido, la

proporción es similar en los tres cuarteles: 4.2% en el cuartel 1, y 3.0% y 1.9% en los

cuarteles 20 y 23 respectivamente. En cambio las viudas dirigieron mayor número de

grupos familiares que los viudos y su proporción es desigual; en el cuartel 23, casi la

quinta parte de estos grupos tenía como jefe a una mujer viuda, la proporción es similar en

el cuartel 1 (16.7%), pero en el cuartel 20 solamente el 10.3% tenía como jefe a una mujer

viuda.

110 INE

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Méx

ico

en 1

790

: est

ruct

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enta

ción

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nda.

200

2

A partir del escaso número de viudos, podemos suponer que al enviudar los

hombres contraían segundas o ulteriores nupcias más frecuentemente que las mujeres;

ellas seguirían otras alternativas: permanecer sin pareja, es claro que el número de viudas

jefes de hogar supera con mucho al de los viudos, o acompañarse no sólo de sus hijos, sino

también de otras personas, que podían ser o no sus familiares. Sin embargo existe un

problema que no hay que perder de vista en cuanto a las mujeres declaradas como viudas,

ya que en realidad podría tratarse de madres solteras quienes se cubrían con el estado de

viuda que resultaba más llevadero.

En realidad, el porcentaje de mujeres que se declararon como madres solteras es

insignificante: 0.3% en el cuartel 1; 0.4% en el cuartel 20 y 0.6% en el cuartel 23. Otras

mujeres solas con hijos eran las declaradas como esposas con marido ausente, cuyo

porcentaje también fue mínimo: 2% en el cuartel 1; 0.2% en el cuartel 20 y 0.4% en el

cuartel 23.

DISTRIBUCION PORCENTUAL DE LOS GRUPOS FAMILIARES

SEGÚN JEFE DE FAMILIA

CUARTELES 1,20 Y 23

GRUPOS FAMILIARES CUARTELl CUARTEL 20

TOTAL % TOTAL %

CUADRO 5

CUARTEL 23

TOTAL %

TOTAL 1 694 100.0

Pareja con hijos 293 17.3

Pareja con hijos y agregados 378 22.3

Pareja sin hijos 119 7.0

Pareja sin hijos y agregados 156 9.2

Viudo con hijos 25 1.5

Viudo con hijos y agregados 45 2.7

Viuda con hijos 142 8.4

Viuda con hijos y agregados 140 8.3

Esposa con marido ausente y con hijos 21 1.2

Esposa con marido ausente con hijos y

agregados 13 0.8

Mujer soltera con hijos 5 0.3

Mujer soltera con hijos y agregados 0 0.0

Jefe con agregados 330 19.5

Sin clasificación 27 1.5

534

293

34

107

11

14

2

45

10

0

2

0

15

0

100.0

54.8

6.4

20.0

2.1

2.6

0.4

8.4

1.9

0.2

0.0

0.4

0.0

2.8

0.0

523

174

72

90

24

8

2

66

31

2

0

2

1

51

0

100.0

33.3

13.8

17.2

4.6

1.5

0.4

12.6

5.9

0.4

0.0

0.4

0.2

9.7

0.0

Fuente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la ciudad de México, 1790.

Cuando una mujer encabeza un grupo familiar, generalmente su ocupación no está

registrada, pero la de los varones que conviven en ese grupo sí se especifica; por ejemplo

111

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2

en la manzana quinta del cuartel 1, Doña Anna María de Torres Cano, española de

Tenancingo, viuda de 60 años encabeza la unidad, pero la ocupación se consigna a su hijo

Don Domingo de Lara, español, soltero de 45 años, quien era hacendero. La autoridad es

reconocida a la mujer, la actividad productiva a los varones.

En el cuartel 1 se consignó la ocupación de 47 jefas de grupo familiar, 27 de ellas

eran españolas de México, 1 española peninsular, 5 castizas, 3 indias, 9 negras y 2 de

calidad no especificada. En el cuartel 23 se conoce la ocupación de 9 jefas. 7 españolas

de México y 2 mestizas, todas ellas eran caseras. En el cuartel 20 no se registró ocupación

de alguna de las jefas de grupo familiar.

b) Los hijos y las hijas en los grupos familiares

El porcentaje de los habitantes censados como hijos en los distintos cuarteles es

alto. En el cuartel 1, del total de hombres, 25% era hijo en alguno de los grupos familiares,

la mayor parte de éstos residía con las parejas y con las viudas. Y se observa que aun en

edades mayores a los 20 años, continuaban viviendo con sus padres.

La proporción de hijos es similar en el cuartel 20, en donde casi el 26% de

los habitantes era hijo; sin embargo, se observa que la mayoría de ellos se ubica en los

menores de quince años, a diferencia de los hijos del cuartel 1 son muy pocos los hijos

mayores de 20 años.

En el cuartel 23 el porcentaje de hombres censados como hijos es mayor que en los

anteriores, ya que alcanzó el 32%. El número de hijos comienza a reducirse de manera

importante después de los 25 años.

El número de mujeres censadas como hijas es similar en el cuartel 1. la cuarta parte

de la población femenina era hija en alguno de los grupos familiares, a diferencia de los

hijos se aprecia que permanecían en éstos aun después de los treinta años. Esto no

significa que permanecían solteras, algunas veces convivían con su pareja en unidades

jefaturadas por alguno de los padres.

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2

El mayor porcentaje de hijas se obtuvo para el cuartel 20, ahí el 34% de las

mujeres era hija, en la mayoría de los casos menor de 19 años. Mientras que en el cuartel

23, el 31% de las mujeres censadas eran hijas y muy pocas de ellas vivían bajo esta

condición después de los 25 años.

113

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2

NUMERO DE HIJOS SEGUN SU EDAD PARA CADA GRUPO FAMILIAR

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO 6

GRUPOS FAMILIARES

EDAD DE LOS HIJOS

0-4 5-9 10-14 15-19 20-24 25-29 30-34

9

28

3

6

1 I

15 i

2

7

0

9

4

4

1

0

0

1

4

0 2

5

6

0

0

0

35 y

más

CUARTEL 1

Pareja con hijos 102 85 35 19

Pareja con hijos y agregados 137 91 70 35

Viudo con hijos 0 4 4 4

Viudo con hijos y agregados 3 13 10 9

Viuda con hijos 6 20 24 19

Viuda con hijos y agregados 7 16 14 15

Esposa con marido ausente y con hijos 6 2 2 2

Esposa con marido ausente con hijos y agregados 4 7 2 0

Soltera con hijos 13 0 0

0 2

0

1

0

3

0

0

0

CUARTEL 20

Pareja con hijos

Pareja con hijos y agregados

Viudo con hijos

Viudo con hijos y agregados

Viuda con hijos

Viuda con hijos y agregados

Esposa con marido ausente y con hijos

Soltera con hijos

51

12

0

1 2

0

1

0

97

10

4

0

14

2

0

50

8

9

0

13

1

0

0

2

8

1

0 2

0

0

0

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o

6

3

0

0

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0

1

I

4

0

0

0

0

0

0

o

o

o

o

o

o

2

0

o

o

CUARTEL 23

Pareja con hijos

Pareja con hijos y agregados

Viudo con hijos

Viudo con hijos y agregados

Viuda con hijos

Viuda con hijos y agregados

Esposa con marido ausente y con hijos

Soltera con hijos

66

33

0

0

1

2

0

0

63

15 2

0

6

3

1

0

28

16

0

0

13

2

0

0

9

15 2

0

11

4

0

1

7

3 2

1

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2

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2

NUMERO DE HIJAS SEGUN SU EDAD PARA CADA GRUPO FAMILIAR

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO 7

GRUPOS FAMILIARES

EDAD DE LOS HIJOS

0-4 5-9 10-14 15-19 20-24 25-29 30-34 35 y

más

CUARTEL 1

Pareja con hijos 113 90 58 53 17 2 II

Pareja con hijos y agregados 132 128 69 67 34 14 6 3

Viudo con hijos 4 3 6 5 5 2 0 1

Viudo con hijos y agregados 2 6 10 11 8 9 2 3

Viuda con hijos 118 26 34 19 17 4 5

Viuda con hijos y agregados 11 18 18 29 25 29 14 5

Esposa con marido ausente y con hijos 2 3 0 3 2 2 11

Esposa con marido ausente con hijos y agregados 7 5 2 1 0 0 2 0

Soltera con hijos 0 0 2 1 0 0 10

CUARTEL 20

Pareja con hijos

Pareja con hijos y agregados

Viudo con hijos

Viudo con hijos y agregados

Viuda con hijos

Viuda con hijos y agregados

Esposa con marido ausente y con hijos

Soltera con hijos

123

18

1

0

9

0

0

84

9

3

1

16

0

41

6

2

0

12

2

0

0

13

6

1

0

2

2

0

0

2

0

0

3

1

0

0

0

o

0

1 2

0

o

o

o

o

o

0

1

o

o

1

o

o

o

o

o

o

o

CUARTEL 23

Pareja con hijos

Pareja con hijos y agregados

Viudo con hijos

Viudo con hijos y agregados

Viuda con hijos

Viuda con hijos y agregados

Esposa con marido ausente y con hijos

Soltera con hijos

62

23

0

0

9

3

0

0

57

12

0

0

10

0

33

7

0

0

20

2

1

0

19

7

19

6

0

0

9

5

1

1

10

4

1

0

0

0

0

3

4

0

0

0

0

1

0

3

0

0

0

0

1

o

5

0

0

0

c) Los solteros y las solteras en los grupos familiares

En la sociedad del siglo XVIII las ideas sobre el tamaño de la población sostenían

que una población grande y creciente era la conveniente para el estado. Estas ideas pueden

entenderse como un esfuerzo por recuperar las pérdidas ocasionadas por la elevada

mortalidad infantil, epidemias, hambrunas y guerras, por lo tanto se consideraba que

mediante una natalidad elevada se aseguraba una población trabajadora adulta para el

futuro. También debe ser considerada la influencia de la religión sobre las ideas del

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2

matrimonio y la procreación, ésta era la única razón que justificaba las relaciones de

pareja, las cuales por sí mismas eran pecaminosas.

La ausencia de hijos y el celibato, eran desalentados mediante algunas medidas

como la discriminación contra los solteros en la asignación de empleos en la

administración pública, los cuales se concedían preferentemente a los padres de familias

grandes; o bien el estímulo a quienes contribuían a la procreación, Overbeek (1984)

menciona la exención de impuestos a quienes se casaran antes de los 25 años de edad, a

los padres de diez hijos vivos y a los padres de doce hijos vivos o muertos practicada en

España en el siglo XVIII.

El permanecer soltero no siempre implica que no se ha contribuido a la

procreación, sin embargo en el censo que nos ocupa muy pocas mujeres con hijos se

declararon solteras, de éstas cinco vivían en el cuartel 1, dos en el cuartel 20; y dos en el

cuartel 23, y solamente se identificó a una soltera que convivía con su hijo y un agregado.

La probabilidad de contraer matrimonio decrece a medida que avanza la edad del

individuo, porque cada vez el número de solteros o solteras disponibles es menor. En el

caso de los varones que habitaban en los cuarteles 1, 20 y 23 de la Ciudad de México en

1790, se observa la disminución progresiva de solteros, aunque se aprecian diferencias al

interior de las calidades.

En el cuartel 1. antes de los veinte años de edad había dejado de ser soltero casi el

10%, aunque los españoles peninsulares eran quienes se conservaban solteros en mayor

número. La mayoría de los hombres entre 20 y 29 años había dejado el estado de soltería,

con excepción de los españoles de México y los españoles peninsulares. Estos últimos

eran los que mayor número de solteros conservaban en cada grupo de edad, de manera que

al obtener el promedio de edad a la unión se observa que también eran los mayores con 30

años, seguidos por los indios con 24, los negros y mestizos con 23 años; los más jóvenes

eran los españoles de México y los castizos, cuya edad promedio a la unión era de 22 v 20

años respectivamente.

En el caso del cuartel 20. se registró la calidad del 28% de la población, de manera

que fue posible identificar a los solteros españoles de México, mestizos e indios pero no a

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2

los de las otras calidades. El mayor número de solteros en cada grupo de edad, se encontró

entre los españoles de México y el menor entre los indios. Las edades promedio a la unión

fueron de 24 años para los españoles de México, 19 para los mestizos y 18 para los indios.

En el cuartel 23. los españoles peninsulares eran los que mayor proporción de

solteros mantenían en cada uno de los grupos de edad, seguidos por los mestizos y los

castizos. Al igual que en el cuartel 1, los españoles peninsulares eran quienes tenían la

mayor edad promedio a la unión, 34 años; con relación a esta edad, las edades de los

varones de las otras calidades resultan bastante menores: 19 años para los indios,

españoles de México y negros, 17 años para los mestizos y solamente 16 años para los

castizos.

NÚMERO DE SOLTEROS POR CADA MIL PERSONAS CUADRO 8

SEGÚN GRUPO DE EDAD Y CALIDAD ÉTNICA

CUARTELES 1,20 Y 23

EDAD INDIO ESPAm

Ne°x

L,CO PEMNSLLAR MESTIZ0 CASTIZO NEGRO

CUARTEL 1

10-19

20-29

30-39

40-49

50-59

60 y más

CUARTEL 20

10-19

20-29

30-39

40-49

50-59

60 y más

CUARTEL 23

10-19

20-29

30-39

40-49

50-59

60 y más

NI): No disponible.

I'uente: Cálculos propios con base en dalos del Censo de Revillagigedo para la ciudad de México. 1790.

845

490

170

100

76

0

887

393

208

148

139

178

928

723

573

288

229

318

875

415

190

62

142

166

900

241

125

0

200

0

825

511

193

100

157

90

736

115

55

0

50

0

1 000

272

166

125

0

500

ND

ND

ND

ND

ND

ND

000

142

76

90

200

"0

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

560

230

100

37

0

76

625

282

66

52

16

35

I 000

833

647

333

222

125

727

366

208

272

272

0

750

263

0

125

166

333

000

285

0

0

25

0

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2

En el panorama de las proporciones de personas solteras en las distintas edades, se

observan algunas diferencias en el caso de las mujeres en los distintos cuarteles.

Entre los indios del cuartel 1, no se identificaron célibes definitivos (los solteros

mayores de 60 años), en cambio entre las indias mayores de 60 había casi un 20% de

solteras. Por grupo de edad y calidad las proporciones de solteras españolas de México v

negras superaban a las de los solteros de esas calidades; eran similares entre las solteras

mestizas y castizas y los solteros de su misma calidad; mientras que entre las españolas

peninsulares no se registraron célibes definitivas, a diferencia de los varones de esta

calidad, que tenían casi un 30% de solteros entre los mayores de 60 años.

En ese mismo cuartel las mujeres observaron una edad promedio a la unión menor

que los varones, la mayor diferencia se experimentó entre las españolas peninsulares cuya

edad promedio fue de 24 años y la de las mestizas de 20 años; la edad de las indias fue de

23 años, similar a la de los varones de esa calidad; por su parte la edad de las castizas, de

21, fue algo mayor a la de los varones de su misma calidad; las españolas de México y las

negras observaron la menor edad promedio a la unión: 19 años.

En el cuartel 20, los datos sobre esta variable no están disponibles para más de la

mitad de los grupos de edad y calidades; no obstante, es posible apreciar la ausencia de

célibes definitivos y edades promedio a la unión muy jóvenes: 14 años para las españolas

de México, 16 para las mestizas y 21 para las indias.

Entre las mujeres del cuartel 23 se identificaron célibes definitivas solamente entre

las españolas de México, la mayor parte las mujeres de las otras calidades se habían unido

antes de los 40 años.

Las edades promedio a la unión de las mujeres de este cuartel eran menores a las

de los varones de su misma calidad, con excepción de las negras. Para las castizas fue de

15 años, las españolas de México de 16, las mestizas de 17, las indias de 18, las españolas

peninsulares de 20 y las negras de 24 años.

118

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2

NUMERO DE SOLTERAS POR CADA MIL PERSONAS SEGUN

GRUPO DE EDAD Y CALIDAD ÉTNICA

CUARTELES 1,20 Y 23

CUADRO 9

EDAD INDIO ESPAÑOL DE

MÉXICO

ESPAÑOL

PENINSULAR MESTIZO CASTIZO NEGRO

CUARTEL I

10-19

20-29

30-39

40-49

50-59

60 y más

843

528

283

333

195

206

819

368

248

222

245

212

1 000

571

166

285

222

0

806

401

102

236

152

160

727

230

212

76

0

0

775

473

357

377

333

440

CUARTEL 20

10-19 637

20-29 441

30-39 90

40-49 0

50-59 45

60 y más 0

250

0

125

125

222

0

ND

ND

ND

ND

ND

ND

500

83

50

0

0

0

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

ND

CUARTEL 23

10-19 608

20-29 140

30-39 88

40-49 0

50-59 0

60 y más 0

558

163

120

66

138

105

500

500

66

125

0

ND

600

255

43

45

125

0

727

0

250

0

25

0

000

250

166

166

0

0

NI): No disponible.

luiente: Cálculos propios con base en datos del Censo de Revillagigedo para la ciudad de México, 1790.

119

INE

GI.

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obla

ción

de

la C

iuda

d de

Méx

ico

en 1

790

: est

ruct

ura

soci

al :

alim

enta

ción

y v

ivie

nda.

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2

CONCLUSIONES

La evaluación de la estructura censal por edad y sexo ha permitido observar un registro

diferencial según la edad, los más afectados son los menores de 5 años y probablemente

los hombres entre 15 y 39 años, así como una fuerte atracción por el dígito 0 y una clara

repulsión por el dígito 1 por parte de todos los grupos étnicos. También se aprecia una

fuerte preferencia por la edad 30 y 40 años y un rechazo explícito de las edades 27,31, 37,

41 y 47 años. Otro problema encontrado se refiere a la tendencia de las personas cuya edad

está cercana a los 60 años a redondearla en esa cifra. En suma la declaración de la edad

puede considerarse como poco satisfactoria.

Con base en los resultados es posible establecer que se requiere de la formulación

de una estrategia propia para la probable corrección o ajuste de estos datos con la

finalidad de no forzar demasiado la información original, porque se estaría corriendo el

riesgo de diluir o incluso eliminar las irregularidades de la estructura por edad y sexo

provocadas por la selectividad que se presenta en estas variables en fenómenos

demográficos como la mortalidad y la migración.

Los fenómenos demográficos ocurren, o se deciden, básicamente al interior de

grupos en los cuales los individuos se reproducen cotidianamente. La distribución de los

distintos grupos familiares es desigual en los cuarteles pues mientras en los periféricos

dominan las parejas con hijos, en el cuartel central los principales grupos familiares están

formados por las parejas con hijos y agregados v el jefe con agregados. Es evidente que

los jefes de estas familias estaban en posibilidad de aceptar a parientes o no parientes en

sus casas, si bien la generosidad pudo ser una razón que contribuyó para recibirlos también

es claro que los agregados realizaban actividades productivas tanto fuera como dentro del

grupo doméstico.

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ción

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2

El número de grupos familiares en los que el esposo está ausente es mínimo, el

padre no sale a otras regiones a buscar oportunidades para emplearse y subsistir, las

oportunidades están en el mismo lugar de residencia. No se observa separación en las

familias, de los hombres y mujeres censados en los tres cuarteles casi la tercera parte vivía

con su padre y madre, o con alguno de ellos. La ciudad ofreció a sus habitantes la

posibilidad de vivir con su familia y con hijos.

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APÉNDICE

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ción

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POBLACION POR EDAD Y SEXO SEGUN CALIDAD ÉTNICA CUARTEL 1

CUADRO 1

Edad

0 1 2 3 4 s 6 7 8 9 IC 11 12 n 14 15 ir. 17 IR i<; 20

21 24 25 26 27 28 29 30 M >2 33 U 3S V, 37 >8 39 40 41 42 41 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 NH Total

Indios Españoles de

México Españoles

peninsulares Mestizos Castizos Negros Calidad no especificada

I lumbres Muicrct Hombres Mujeres Hombre» Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres

b 5 7 4

12 8 9 6 3

16 7

14 13 15

33 13 27

s 17 6 8

11 13

4 10

7 35

0 4 2 2

19 9 1 6 4

30 0 2 1 1 3 i 0 1 0 7 0

1 0 2 1 2 0 6 0 0 1 0 1 o o o o o 6

449

8 9 9 4

8 6 7

8 18 6

19 9

17 20 29

9 39 13 68

5 21

8 22 16 21

4 20 10 61

11 3 4

20 7 1 7 3

47 0 s 1 2

14 7 0 s o

32 0 1 2 0 s 1 0 4 1

17 0 0 0 c

1 o o o o

11 9

730

46 40 46 44 29 36 3S 32 31 29 24 26 30 31 35 34 31 22 25 29 33 20 36 21 34 53 42 13 37 26

113 II 34 23 28 48 28 14 31 18

101 8

19 13 9

45 19 10 15 s

56 7 9 8 9

17 10 4 7 5

47 0 1 3 4 7 3 1 4 1

23 17

1805

31 46 32 37 29 42 44 40 40 42 27 30 28 34 23 53 52 32

0 40 74 21

0 0

59 0

67 28

106 46

188 11 56 37 23 67 54 15 37 25

190 16 26

6 11 53 22

7 34

8 118

4 13

8 9

23 13

4 13 6

85 0 3 1 I 7 3 1 2 1

37 25

2366

3 c 1 ! 1 1 C 4

1 0 2 1 1 2

1 2 2 4 7 6 4 7 7 5

12 8 6 2 9 5

22 4 5 5 6

10 6 4 5 2

17 1 4 3 9

11 7 1 6 c

26 1 2 7 2

0 0 6 0 7 1 1 2 0 0 o c 3 0 7 Ñ

306

I 1 0 1 0 6 0 1 0 1 1 0 o o 0 1 o o 0 1 o o 0 0

1 7

74

8 4 3 5 7

12 5

5 6

IC 7 8 4 9

8 9

1S 4 9 6 6 9 9 1 4 2

20 1 2 1 2 7

14 3 0 1

19

1 4

289

11 8 4 9 6 7 8 6 2

12 4 5 8

14 10 19 20

3 28 20

3 28

7 10 14 20

5 28

2 45

1 8 4 2

13 5 1 1 3

35 1 2 0 1 8 1 1 2 4

30 0 0 1 1 4 3 1 s 1

22 0 1 0 c 1 o o o 0 1 4

541

0 1 2 s 3 2 2 1 0 2 2 0 3 3 3 0 2 1 3 2 4 0 4 2 4 3 3 2 4 3 9 0 0 3 3 2 2 3 2 0 2 0 1 0

5 0 0 1 o o 0 1 I 0 1 o 0 1 1 3 0 o o c 0 1 o o 0 2 1

112

4 7 2 0 3 1 2 5 1 1 1 4 2 4 2 5 4 2 5 4 4 1 3 1 3

11 6 I 4 5 9 0 1 c 1 7 4 1 8 2

16 0 2 0 0 3 2 0 1 2 8 1 0 0 0 2 1 0 1 0 1 o o o 0 1 o o o o 2 2

176

1 3 3 4 3 1 4 2 2 4 1 2 8 4 5 1 S 0 7 7

10 5 6 1 6 3

10 0 3 3 2 4 3 0 5 1 7 0 1 1 0 4 3 3 0 3

10 0 1 1 1 1 3 0 2 0 8 0 0 0 o o o o o o 3 5

200

3 6 6 1 2 5 2 4 3 2 3 2 7 4 5 7 8 4

11 7

II 0

10 9 3 7 4 2 7 4

31 2 6

3 7 3 0 2 0

41 0 1 0 1

10 o

3 3

17 0 2 2 1 1 0 1 0 o

17 0

321

0 14 20 16 20 23 20 38 23 15 23 15 18 18 18 11 11 10 13 11

8 10 13 10

S 0 5 3 7 1 5 0 1 1 2 3 1 4 1 1 7 1 1 1 1 1 4 3 2 1 5 4 3 2 0

1 2 2 2 0 1 0 1

o o o o 5 3

472

0 15 25 21 29 20 18 26 31 34 14 19 27 21 20 39 29

9 32 11 28

9 14 11

7 16

8 3

10 6

15 1 3 3 0 8 4 4

16 0

0 o o 0 1 0 1 o o

11 o

673

125

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ción

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iuda

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Méx

ico

en 1

790

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2

POBLACION POR EDAD Y SEXO SEGUN CALIDAD ETNICA CUARTEL 20

CUADRO 2

Edad

9 10 11 12 13 H 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 NE Total

Indios Españoles de

México Españoles

peninsulares Mestizo Castizo Negros Calidad no especificada

Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres I lomhi es Mujeres 2 0 1 1 1 2 2 2 0 4 3 0 2 1 1 1 1 1 5 4 6 1 2 0 3 4 3 0 5 2

10 0 2 0 0 s o 0 1 0 5 1 0 1 o 4 0 1 0 1

10 2 1 2 0 1 1 1 2 0 6 0 0 o 0 1 o o o o 9 0

127

0 7 0 0 0 0 2 1 0 0 o

14 0

195

0 0 o o o o o o o o o o o o o o o o o 0 1 0 1 I 1 2 3 1 1 0

11 3 1 1 1 3 2 0 1 1 4 0 1 0 0 2 1 0 o o 6 3 0 0 0 1 1 o o o o o o o o o o o o o 2 o

56

0 o o o o o o o o o o o o o o 0 1 1 I 1 3 1 1 1 1 4 ) 1 0 4 4 2 2 O O 2 0 1 4 2 4 1 O 0 1 1 0 1 1 0 2 1 2 O 0 1 1

O O o 2 0 o o o 2 O O O 0 1 1

62

O 0 1 2 8 0 1 O 0 1 1 o o o 2 0 1 o 0 1 o 0 1 o 3 O O o o o o o o o o o

54

O o 0

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84 10

4"'

V, .37 26 31

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7 10 17 16 6

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13

O 20

74X

126

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790

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y v

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200

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POBLACION POR EDAD Y SEXO SEGUN CALIDAD ETNICA CUARTEL 23

CUADRO 3

Edad Indios Españoles de

México Españoles

peninsulares Mestizo Castizo Negros Sin calidad Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombre» Mujeres Hombre» Mujeres Hombres Mujeres Hombre» Mujeres

I 4

6 7 X ') 10 II 12 13 14 is 16 17 18 19 20 21 22 2.1 24 25 26 17 28 29 30 31 \1 31 w 35 36 37 38 V) 40 41 42 43 44 45 46 47 48 4') SC M 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 61 64 65 66 67 68 69 70 Total

0 0 o o o o o 0 1 1 1 2 6 5 0 2 3 4 6 0 4 0 4

II 5 1 2 4

16 1 4 0 4 5

4 2

15 1 2

3 2 1 0 0

10 o 0 1 3 0 o o o o

18

4 159

0 162

4 0 0 o 0 1 1 o 0 1 2 1 2 1 1 2 1 1 3 8 5 6

11 6

17 10 1C

5 8 7

22 4 2 9 2

15 5 4 5 7

28 1 4 4 4 1 4 1 6 4

14 1 1 3 0 1 6 3 1 0

10 3 1 1 1 1 1 0 0 3 7

306

2 0 0 0 o 0 1 1 o o 2 0 2 1 2 4 6 8 6

12 14 6 7

10 12 22 11 6

12 16 33

2 2 7

11 10 7 4 6 9

34 0 3 5 1 2 1 5 2 7

19 0 2 4 2 3 3 1 0 2 9 1 0 1 1 0 o 0 1 1 5

370

0 0 0 1 o o o o o o o o 2 0

1 1 1 0 o 0 1 o 3 0 2 0 4

1 4 3 5 1 2 1 1 0 2 1 3 1 2 0 0 0 o 0 1 o o o s o o 0 1 0 1 2 0 0 1 o o o o 0 1 2 ! 0 3

61

0 0 o o o o o o o o 0 1 o o o 0 1 o o 0 1 1 2 o 0 1 0 1 3 1 8 0 2 0 0 0 1 1 0 3 1 1 O 0 1 2 0 1 1 1 3 0 O O o o o 0 1 0 1 o 0 o o o o o o o o

40

1 o o o o o o o o o o 0 1 0 1 3 1 1 2 2 3 2 2 2 5 5 6 1 1 3 8 0 1 2 1 4 2 O 2 3 5 O 0 1 1 O O 0 3 1 9 O O 0 1 1 0 1 o o 4 0 0 1 o o o o o

4 97

10

O O 2 O O O o o o o 0 1 1

123

0 o o o o o o 0 1 o o o o o 0 1 0 1 I 1 3 0 2 1 2 5 1 1 2 2 3 2 O O 2 3 0 1 0 4 1 O 2 4 0 0 1 o o 0 4 1 O 0 1 o o o o o 3 O 0 1 o o 0 1 0 c 1

59

O o o o 0 1 o o o 0 1 o- 0 1 0 2 4 2 1 0 2 1 2 3 2 7 2 0 3 1 6 0 1 1 0 1 o o o 3 7 0 1 0 0 o o o o 0 6 1 O 0 1 o o o o 0 1 o o

o o o o 0 1 o

65

O o o o o o o o o o o o o o o 0 1 o o o 3 0 1 0 1 o o 0 1 1 4

o 0 1 1 1 1 o o 3 0 2 1 0 0 1 o o 0 2 1 0 1 o o o o o 0 1 o o o o o o o o 0 1

29

O 0 1 o o o o o o o o o o o o o 0 1 1 1 2 1 2 1 1 5 1 0 1 2 5 0 1 O 2 O 2 O O 2 4 O O O 0 1 1 O O o 5 O O O o o 0 1 o o 2 O o o o o o o o o o

46

0 22 20 21 13 20 21 24 22 16 18

8 10 12 16 8

10 2

13 12 7 4 6 1 O 5 2 O 2 O 8 O O O 0 2 1 1 5 1 O 0 O 2 0 O o o o o 6 0 1 1 o 0 1 1 o o 3 0 o o o o o o o o o

348

0 26 17 25 20 21 21 15 14 23 16 11 19 6

10 16

2 8 7 9 5 2 5 6 2 2 1 0 1 0 1 o o o o o 0 2 1 I 3 O O O o o o o o o o o o o o 0 1 o o 0 1 o o o o o o o o o o

320

127

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ción

de

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iuda

d de

Méx

ico

en 1

790

: est

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