cronicas colombianas

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CRÓNICAS COLOMBIANAS Verónica Bustamante Salazar Karen Cristina Garcés Arenas Daniel Moreno Toro

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diseño realizado por Veronica, Karen, Daniel

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CRÓNICAS COLOMBIANAS

Verónica Bustamante SalazarKaren Cristina Garcés ArenasDaniel Moreno Toro

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Verónica Bustamante Salazar

Karen Cristina Garcés Arenas

Daniel Moreno Toro

2011

© Editorial Vekada S.A, 2011

Carrera 58 #79 - 101, Medellin

Primera edición: Marzo de 2011

ISBN 14: 661 - 113 - 92 - 2906 - 1

Impreso por: Vekada

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Contenido

UNA MAÑANA EN EL MUSEO...............................4

LOS AMIGOS.......................................................7

LOS ESPEJISMOS................................................9

MUESTRA DE LA PROBLEMATICA COLOMBIANA..11

BIOGRAFÍA DE UN RATÓN DE LABORATORIO.....14

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UNA MAÑANA EN EL MUSEO

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Eran las 10:30 AM, cuando nos encontrábamos en una calle estrecha franqueada por altos y an-tiguos árboles, a los cuales les colgaban unas me-lenas de más de un metro de largo. “Así le gus-taban a Doña Benedickta” dijo la joven que, con algo de sueño y pereza, iba guiando a los úni-cos visitantes de el Castillo. Mi mamá y yo. Más adelante, después de pasar por los coloridos jardines y la fuente que tenía una especie de Venus en el centro. Nos daba la bienvenida al museo un gran busto situado en la base de las escaleras; que en su placa rezaba “Diego Ricardo Echevarria Misas 1895 - 1971”.

Salón de entrada

El recorrido en el interior del Castillo, comenzaba en un salón, frente a la entrada principal, se encon-traba una llamativa escalera de dos tramos; de su techo colgaba una lámpara de ocho brazos hecha en cristal de Baccarat, ésta iluminaba especialmen-te las pinturas de Simón Bolívar y Francisco de Pau-la Santander, las cuales estaban colocadas a cada lado de la puerta. Mientras observábamos las pin-turas, las porcelanas, la lámpara, los candelabros, que casi alcanzaban medio metro de altura, y la tentadora escalera, la joven guía con su caracte-rística pereza, nos explicaba algunos detalles como que, el estilo del Castillo es gótico medieval y que fue construido en 1930 con base en los castillos del Valle de Loira en Francia.

Salón Francés

Luego, caminando sobre el chirriante piso de ma-dera, pasamos al salón francés, o también conocido como salón Luís XV; allí encontramos hermosas pin-turas, esculturas, muebles y espejos estilo barroco, todo traído desde Francia. Aquí el color reinante era el dorado, los marcos de los cuadros, de los espejos en cristal de roca, la talla de los muebles y los ob-jetos colocados en las diferentes mesitas, poseían este color.

Salón de Música

Después, continuando con el recorrido hacia el salón de música, encontramos un antiguo piano negro media cola, el cual fue utilizado por Isol-da, la única hija de Don Diego y Doña Benedickta. La joven guía con una brillante memoria, nos iba señalando cada uno de los objetos mas destacados del salón; después del piano, el siguiente objeto, era un colorido vitral de la Virgen, el cual fue traído desde Suiza; “éste es una copia del maestro Ber-nardino Luini, un discípulo de Da Vinci” dijo la guía. Cerca al vitral de la Virgen, había un ánfora de por-celana que le perteneció a un rey de Sajonia, ésta estaba situada sobre una mesa alta, pero estrecha. Más adelante, nos situamos en el hall de las azaleas, en el cual observamos un cuadro que lleva su nom-bre. Este salón posee un gran ventanal, haciendo de

éste espacio uno de los más iluminados del castillo; a través del ventanal se puede observar la escultu-ra “el niño y el pez” que fue traida desde Alemania. Salón Comedor

Uno de los espacios más sobrios y elegantes del museo, es el salón comedor, en el cual prevalece un estilo renacentista español; en el fondo del salón se encuentra un vitral de la biblioteca de Itagüi, la cual fue donada por Don Diego; a un costado del come-dor de ocho puestos se encuentra una vitrina con una colección de platos Holandeses de fina porce-lana. “Este espacio era utilizado sólo para grandes ocasiones” nos contó la guía; cotidianamente utili-zaban el comedor auxiliar que contaba con cuatro puestos, a un lado había otra vitrina que guardaba una diversa colección de pocillos, al lado opuesto de éstos, se encontraban bandejas y jarras de plata. La Biblioteca

Después de 30 minutos de recorrido, regresamos a la entrada, ya nos disponíamos a subir por el tramo derecho de la escalera, la cual nos guiaba al segun-do piso. Al lado izquierdo, se encuentra la biblio-teca, donde Don Diego pasaba la mayor parte de su tiempo. Allí, alrededor de toda la habitación, se encuentran 3000 libros en grandes estanterías de vidrio; sobre éstas estanterías hay colgadas pinturas de grandes músicos como Cesar Frank y Beetho-ven.

Isolda

Saliendo de la biblioteca, nos dirigimos ha-cia el cuarto de Isolda, la única hija de don

Diego y doña Benedickta, ella fue el gran amor de ambos, aun después de su muerte. En el centro de la pared derecha, estaba su cama, al lado izquierdo su ropero, que con una puerta de vidrio deja ver algunas prendas como el vestido de su bautizo y el uniforme del colegio La Enseñanza; diagonal al ropero, al lado de una puerta que da a un balcón, está su primer coche. En esta habi-tación hay muchas fotos de Isolda con su madre,

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colgadas de la pared, y en la parte superior de ésta se encuentra una cenefa dibujada por Isolda y su madre, en la cual pintaban los cuentos favoritos de la niña como: Caperucita roja, Hansel y Gre-tel, Blanca Nieves, La Bella Durmiente, entre otras. En la habitación siguiente se encuen-tra el cuarto de Isolda cuando era joven. Al lado de la puerta se encontraban las fo-tografías de cuando fue presentada en so-ciedad, una foto a sus 13 años y otras siete fotos más; sobre la cama se encontraba el ves-tido con el cual ella fue presentada en sociedad. Una casa de familia

Pasando por un corredor hacia el ala izquierda de la casa, se encuentran dos habitaciones, la primera la de Don Diego. Este cuarto era el más grande de la casa, al lado de la puerta hay una pintura de un mosquetero con una pipa, en la parte derecha se encuentra la cama hecha de madera de cerezo, y al lado de la cama una mesita, sobre la cual se encon-traba un radio. Desde este cuarto se puede entrar al cuarto de Doña Benedickta. Allí esta su cama con un tendido blanco, un tocador isabelino y al lado de la puerta, una foto de Benedickta con su hija Isolda. En esta habitación terminó nuestro de recorrido, en el cual nos sentimos transportados a esa época en la que el castillo todavía era una casa de familia, casi se sentía, como si en cualquier momento los dueños fueran a regresar. Aunque la experiencia fue muy buena, es triste saber que son pocas las personas que tienen conocimiento de la existencia del museo, y que las visitas a éste sean muy po-cas. Cosas como este paulatino olvido, son las que hacen que nuestros espacios culturales, vayan per-diendo fuerza cada día más.

Daniel Moreno Toro

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LOS AMIGOS

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LOS AMIGOS

Definir el amor es imposible y cada cual lo describe como más le acomoda: Estado mental, el sentimien-to más poderoso, etc. La forma de expresar el amor ha variado según el paso del tiempo. En el medioe-vo, el amor debía ser doloroso, mientras más sufrien-te fuese la relación y más trágica la historia, más le-gitimado era el sentimiento del amante doliente. Actualmente, decidir a quienes le brindamos ese amor es fácil y aunque principalmente lo repartimos entre familia-res, pareja y amigos, la forma en la que se ama es tan distin-ta como caracteres hay en el mundo, pero siempre es po-sible encontrar patrones que permiten identificar nuestra manera de amar. En el caso de la familia el sentimiento es casi instintivo, por costumbre quizás. En cuanto a la pareja, mientras exista avenencia, compañía y preocupación, habrá amor, la desaparición de dos de esas tres condiciones hará que la separación sea inminente. Con respecto a los ami-gos el sentimiento se genera de forma antojadiza y liviana. ‘Amigos en las duras y maduras’, ‘Un amigo es quien da sin pedir nada a cambio’, ‘Amigo en la adversidad, ami-go de verdad’, etc. Dichos sobre la amistad abundan y si bien es cierto todos son tan antiguos como el mismo concepto, llama la atención que actualmente todos esos refranes pongan a la amistad como una relación unidi-reccional a nuestro favor, pues todos se resumen en un simple: Mientras nos satisfagan son amigos y al menor inconveniente el título es retirado como si nos sacáse-mos los zapatos después de un largo día de caminata. Atrás ha quedado la figura de la amistad como el amor de pareja sin sexo, cuando la ruptura con amigo se de-bía a situaciones de peso, importantes, se asimilaba a terminar con un matrimonio. Que un amigo muriera era como quedar viudo y que se fuera lejos no impor-taba, pues seguía a nuestro lado de una forma u otra. Hoy por hoy basta un simple corte telefónico en medio de una discusión, una mala cara o una ausencia a un evento im-portante para echar por tierra años de compañía en tiem-pos de soledad, ríos de llanto desesperado contenidos a son de canciones nocturnas, apoyo en momentos en que el mundo se viene abajo, en definitiva un simple suceso pue-de derrumbar un castillo de amistad fundado en cimientos que otrora habrían sido indestructibles y se censura la idea de que este amigo que nos cortó el teléfono, nos puso una mala cara o no asistió a nuestro evento, pudo haber tenido algún problema en aquel momento y era justo en aquel instante cuando se ponía a prueba la amistad bidireccio-nal, relegando aquel castillo al nivel de una frágil choza.

Quizás haya que entender que aquel dicho: ‘Amigo es aquel que da sin pedir nada a cambio’ está mal escrito, pues des-pués de todo este tiempo de acogerte, protegerte y salvar-te del dolor (físico y mental), me da el derecho de buscarte cuando yo esté por caer. Dicho de otra forma, es lógico que después de todo lo que hemos vivido, al momento de auto predecir mi caída, la primera persona a la que iba a acudir eras tú, pues yo pensaba que nuestra amistad era más importante y más fuerte que un simple corte telefóni-co, es más, yo pensaba que nuestra amistad era bidireccio-nal. Lo bueno de todo esto es que ya sé cómo actuar, pues antes de ti ya estaba solo. Extirpación de tumor maligno. Definir el amor es imposible desde cualquier punto de vis-ta y en cuanto al esto, decir que es un estado mental o un preciado tesoro vale tanto como aseverar que se tra-ta de un capricho, una relación provechosa o una farsa.

Por Irarrazabal a las 4:26 PM

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LOS ESPEJISMOS

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ESPEJISMOS

Es un hecho, la vida está llena de necesidades y nos move-mos en torno a ellas, cada una de estas se van expresando según nuestras carencias y aunque existen viejas conocidas, como el hambre y la sed, a cada paso aparecen nuevas, unas fáciles de suplir y otras simplemente imposibles de manejar. Es común que después de la ruptura de una relación im-portante se generen un sinfín de carencias afectivas rela-cionadas mayoritariamente con el ego. Si la relación que ha finalizado es de más de 7 años sentiremos que somos demasiado viejos para volver a empezar, fuera de foco en un mundo que aparece desconocido, feo e incluso sexual-mente poco atractivos. En definitiva, será como desper-tar de un largo sueño y será justo allí que las necesida-des brotarán en busca de algo o alguien que las supla. En un mundo que parece nuevo en todo sentido y con la in-seguridad a cuestas, fácil resulta encandilarse con espejis-mos que aparecen en nuestro camino como el agua irreal en el candente desierto, para ello basta con que alguien nos mire más de una vez o muestre algún interés como para que sintamos que estamos frente a nuestra salvación y arremetemos con un desborde de galantería y romanticis-mo, como en nuestros viejos tiempos. Lo bueno es que lo-gramos reparar nuestro dañado amor propio; lo malo?, ter-minamos utilizando a quien ha puesto sus ojos en nosotros como si fueran un mero utensilio de sanación emocional. Todo esto se convierte en una seguidilla de prue-bas del tipo ensayo y error, donde nunca termina-mos de ensayar y jamás analizamos los errores, pues todo apunta a sentirnos bien, a cualquier precio. En cuanto a esto, la situación puede volverse un tan-to peligrosa, pues entre tanta carestía, podemos lle-

gar a encandilarnos con los espejismos más insólitos y delicados, como personas extremadamente mayor o menor, gente casada o de distinta condición social o cultural e incluso de personas del mismo sexo. Cuan-do nuestras necesidades de afecto nos superan, po-demos llegar a cualquier cosa con tal de satisfacerlas. Es imposible necesitar agua a menos que tengamos sed, difícilmente tendremos hambre después de comer y cla-ramente no buscaremos el amor si estamos inmersos en una relación estable. Somos seres incompletos en cons-tante búsqueda de nuestra armonía emocional, nunca tendremos certeza de lo que llegaremos a hacer por con-seguir agua, alimento y mucho menos lo que haríamos por un poco de amor, lo que sí está claro es que aquella persona en extremo mayor o menor de edad, de distin-ta condición social o cultural e incluso del mismo sexo a la cual estamos utilizando, estará viendo en nosotros a su propio espejismo perfecto capaz de reconstruirle la propia autoestima, después de todo la vida está llena de necesidades que hay que satisfacer de alguna manera.

Por Irarrazabal

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MUESTRA DE LA PROBLEMATICA COLOMBIANA

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UNA MUESTRA DE LA PROBLEMATICA

COLOMBIANA

Colombia es un país lleno de múltiples problemas, un es-tado saturado de miseria, donde un gran porcentaje de población padece del flagelo de la violencia, el narcotrá-fico y la drogadicción, carecen de lo necesario para su sub-sistencia, de una vivienda digna, de oportunidades de empleo y posibilidades de estudio. En Fredonia, un mu-nicipio del suroeste antioqueño, cada uno de sus habitan-tes vive en pequeña escala todas estas problemáticas que asechan al país.

Ángela María Ardila Vargas, una habitante del barrio Guay-abal de la localidad de Fredonia, es la viva muestra de la problemática Colombiana, esta mujer trigueña, pelirroja y rolliza; desde pequeña sintió la pobreza, Vivían en una finca llamada San Pedro, su papá tenía que robar yucas para que pudieran comer, su mamá, sus nueve hermanos y ella. Por falta de recurso no entro a estudiar, además suf-rió el maltrato por parte de sus padres: “Mi Papá me cogía de las orejas y me tiraba contra el piso y mi mamá me

pegaba con un palo en el estomago cada vez que quedaba en embarazo”. Afirma Ardila.

Su familia y ella deciden irse a vivir a la parte urbana cu-ando matan a su padre, instalándose en un terreno Baldío ilegalmente donde fueron construyendo poco a poco un hogar humilde. Este terreno cuando llegaron era un sub-terráneo, tenía construidos unos muros, el techo era en caña brava y tenía una puerta de lata roja; el que ahora es su patio era una manga. Con unas tablas crearon una especie de piso, para poder caminar por lo que ahora es su hogar. “pusimos unas tablas para poder caminar pero un muchacho se entraba por las noches y nos las quitaba, como aquí no había luz nos caíamos” comenta.

Con la colaboración de la gente solidaria, fue haciendo de este terreno baldío un hogar habitable en el cual lleva viviendo veinte años, “el agua nos lo ayudo a poner una señora Mirian, la luz no la puso un señor Jiménez, el nos regalo un televisor a color pero nos lo robaron, mi mamá se gano un chance y hizo poner un lavadero, el baño lo hice poner en dos veces la primera vez dejamos de de-sayunar por pagarle a un señor pero me lo puso mal y se daño entonces Martha pareja una alcaldesa nos puso el segundo que es que tengo hace tres años”. Afirma. Con el desagüe les ayudo la alcaldesa Cristina y el piso que ahora tienen lo hicieron con poquitos de cemento y tierra que les regalaban cuando arreglaban una carretera. El único lujo que poseen es un televisor a blanco y negro de perilla

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y para cocinar utiliza un fogón de leña.

Ángela quedo en embarazo por primera vez a los Dieciséis años, tiene cuatro hijos entre once y dieciséis años, los cu-ales ha sostenido con sus esfuerzos y con la ayuda que le brinda gente del pueblo y la que le daba su madre antes de morir. Ella pide limosna para poder comer, hay sema-nas que no come y la ropa para sus hijos se la consigue con lo que le pueden regalar la gente solidaria. “después que mi mamá se murió, trabaje con un señor ayudándole con el aseo que me pagaba 40.000 pesos, después lavaba ropa en una casa, me pagaban 10.000 pesos pero consiguieron una lavadora y me vararon, así que por ahora estoy sin

empleo” .

En Colombia, la falta de empleo y de oportunidades, hace que muchas mujeres solo por una estabilidad económica se queden al lado de un hombre que las maltrata; Ángela María no es la excepción. Está mujer que le gusta escuchar vallenato y guasca y hablar por las tardes con sus amigas, lleva de casada ocho años con Juan Carlos García Toro, un mecánico, que tiene problemas con el alcohol y las drogas estupefacientes. Un hombre que le ha dado con tablas de la cama, le ha pegado puntapiés en sus piernas, le ha dado puños en sus ojos, que ha sido capaz de tirarle escupa en la cara, le ha dado con piedras, incluso la ha amenazado con un tenedor pero con el que ella sigue por una esta-bilidad económica. “yo lo admito todavía estoy con el por

necesidad, aunque si lo quiero un poquito pero no como antes por todo lo que me ha hecho, ese hombre es loco, hasta se acuesta con cuchillos” asegura.

Ardila es una más de las dos mil quinientas sesenta y sien-te mujeres de este país del sagrado corazón, maltratadas que han denunciado en lo que va corrido del año pero que sigue con su agresores.

La vida de Ángela Ardila refleja en pequeña escala toda la problemática existente en Colombia, como lo son la mise-ria, la falta de posibilidades para obtener una vivienda dig-na y acceso a una educación, las mínimas oportunidades de empleo. Refleja la violencia que existe en nuestro país que no solo es a nivel intrafamiliar sino también la que se produce como consecuencia de grupos armados ilegal-mente. Su vida está salpicada por las consecuencias que dejan la oferta y la demanda de las drogas estupefacien-tes. Pero para Ángela todavía existen la alegría y los sue-ños como la mayoría de colombianos habitantes de este país. Su sueño es arreglar la casa en la que habita con la ayuda de un nuevo alcalde “quisiera arreglar mi casita, aunque sea el techo porque cuando llueve parece un co-lador y toca por las noches correr las camas y sentarse a esperar que escampe, le he dicho mucho a este alcalde y no viene siquiera a mirar”. Asevera.

Este es el mismo pensamiento que tenemos todos los co-lombianos, que al igual que ella soñamos con un mejor fu-turo y nuevo gobierno que solucione todos los problemas socioeconómicos que desangran a nuestro país.

Karen Cristina Garcés Arenas

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BIOGRAFÍA DE UN RATÓN DE LABORATORIO

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BIOGRAFIA DE UN RATON DE LABORATORIO

Alguna vez lloré por un ratón. Soy poco original: supongo que cientos de miles han llorado por aquel ratón que mue-re en las manos de Lennie, un hombre con retardo mental que protagoniza una de las obras más leídas de la literatu-ra norteamericana: De ratones y hombres. Su autor, John Steinbeck, recibió el premio Nobel de Literatura en 1962 por la destreza con la que construye y el talento con el que describe historias tan conmovedoras como esta, que es de obligatoria lectura en las escuelas estadounidenses a pesar de que aparece en el listado de los libros más cues-tionados por la Asociación Americana de Bibliotecas: una paradoja —una aparente contradicción— como la que en-cierra la escena a la que me refiero, pues el ratón de la his-toria muere en un acto de amor de quien se ha convertido en su mejor amigo, un hombre incapaz de medir su fuerza. Por eso lloré. Por eso tantos lloraron al leer este libro o al ver la adaptación que se hizo para convertirlo en aque-lla película en la cual el aplaudido John Malkovich repre-senta con maestría a Lennie y se ve obligado a sofocar a un ratón entre sus manos cuando quiere demostrarle el inmenso cariño que le tiene. Tal vez un ratón de uti-lería: la sociedad protectora de animales —cuyo alcance, por desgracia, no cubre aún a los racionales de la fami-lia— debió exigir que se construyera un ratón de peluche para la escena. Lo cierto es que uno se la cree, y llora, y no hay posibilidad de seguir con las crispetas porque el nudo en la garganta no se deshace antes del minuto 90. La doctora Olaya tiene una maestría en Toxicología. Para conseguir el diploma debió pasar muchos días encerra-da en el bioterio del Departamento de Farmacia de la Universidad Nacional de Colombia, rodeada de ratones y de ratas. De muchos de ellos llegó a hacerse tan ami-ga como Lennie del pequeño ratón al que encontró en la lejana granja de Kansas a donde lo llevó su mala suer-te. Y a aquel del que más llegó a encariñarse tuvo que despedirse poco antes de hacerlo respirar el éter con el que había empapado una generosa mota de algodón. Día tras día, durante varias semanas, se vio obligada a intu-barlo. No es fácil. El animal presiente el aparente peligro. Cuando ve la jeringa, con la aguja enorme que va a entrar en su cuerpo, se siente agredido y comienza a defenderse. Trata de usar sus garras, sus dientes afilados. Si no puede correr, al menos quiere morder. Arrancar el pedazo. De-morarse en soltar la presa. Si le van a hacer daño, tam-bién él puede hacerlo. Lo intenta. Grita. Se desespera. Hay que saber agarrarlo. Hay que hacerlo con firmeza: el que piensa pierde. Una sola duda puede significar una herida profunda y dolorosa. Una lesión que echará a perder la investigación. Luego de tenerlo dominado, hay que lograr que abra la boca y hay que meter la aguja con puntería.

Una desviación de milímetros puede significar un pulmón perforado, un órgano que empieza a botar sangre, un te-jido echado a perder, un animal que habrá que sacrificar antes de tiempo porque ya no sirve para la investigación.

Es cuestión de tacto, pero también de costumbre: des-pués de repetir la operación unos cuantos días, cuando el roedor se ha convencido de que no le van a hacer daño, y acepta que la mujer de bata blanca puede dominarlo y sabe controlarlo, empieza a ceder. Ella le habla, le recuerda que no es su enemiga, le agradece el servicio que le está prestando a la ciencia, su aporte a la humanidad. Utiliza diminutivos. Se permite una caricia. Y de repente, un día sucede lo increíble: cuando la jeringa está lista, el animal abre la boca por iniciativa propia y permite que la aguja en-tre en él. Al día siguiente, estará esperando con ansiedad la visita de quien hasta hace poco era su enemiga. Descu-brirá su olor cuando ella apenas esté acabando de subir

las escaleras que conducen al sexto piso del edificio de la Facultad de Química. Y, como si fuera el protagonista de Ratatouille, su respiración se acelerará y empezará a mo-ver sus bigotes en todas las direcciones posibles en busca de fragmentos invisibles del perfume conocido, del hu-mor irrepetible del verdugo que se convirtió en su amiga. Olaya lo amaba: consiguió dar un paso importan-te en su carrera al servicio de la ciencia gracias a ese amigo que no era burro sino ratón, pero el cual pare-cía haber inspirado el comienzo de Platero y yo: “…es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos…”. Como Lennie, lo amaba pero lo mató.

Por Fernando Quiroz.

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CRÓNICAS

COLOMBIANAS

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