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NÓMADAS48

EL MOVIMIENTOZAPATISTA, NOVEDAD

QUE ROMPE LASETIQUETAS

Jorge Alonso*

El ejército zapatista es un movimiento cívico y militar

que privilegia la palabra y la organización de base. No

busca el poder, se opone a la política tradicional, suscita la

construcción de un poder popular desde abajo, incluyen-

te, respetuoso de las diferencias, de la diversidad. Indaga y

ensaya alternativas que demuestren que otro mundo es

posible.

The Zapatista movement is a civic and military

organization privileging the articulate expression of its

demands over violence, together with its organizational base.

It does not seek power and stands against traditional politics;

it is structured from its grassroots up, and understands and

respects difference and diversity. It searches for, and attempts

to implement, alternative forms of social organization that

show that different world is feasible.

Palabras clave: movimiento zapatista, autonomía, de-

rechos, cultura, democracia, paz.

* Profesor investigador en Guadalajara, México, del Centro de Investigaciones y Estu-

dios Superiores en Antropología Social; miembro de la Academia Mexicana de Cien-

cias. E-mail: [email protected]

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El origen

El movimiento zapatista mexi-cano, que está a punto de cumplirdiez años de haber aparecido en laescena pública, ha roto todas lasetiquetas que se le han querido co-locar. No es un movimiento indíge-na clásico, tampoco es una guerrillaposmoderna. Cuantas veces se le hacreído agotado, ha reapare-cido con innovadoras formasde hacer política1 .

El Ejército Zapatista deLiberación Nacional irrum-pió en la escena nacional elprimero de enero de 1994cuando la clase políticasalinista celebraba el su-puesto ingreso de Méxicoen el Primer Mundo porqueese día iniciaba formalmen-te el Tratado de Libre Co-mercio con Estados Unidosy con Canadá. Los zapatistasenfatizaron que su levan-tamiento era contra laspolíticas neoliberales delpresidente Carlos Salinas yde manera especial contra elTLC. El modelo que se ha-bía impuesto a la poblaciónempobrecía aceleradamentea la mayoría de la misma,concentraba la riqueza enmuy pocas manos e incre-mentaba muertes evitablesentre mujeres y niños, sobretodo entre los indígenas. Elzapatismo consideró que estoera una guerra de extermi-nio, un etnocidio. Como no que-rían que siguieran esas muertestomaron las armas. Sabían que alsalir a la guerra iban a ser despeda-zados, pero querían atraer la aten-ción mundial sobre lo que estabasucediendo. Aclararon que aunque

inmediato varias ciudades impor-tantes de los altos de Chiapas, elgobierno reaccionó con fuerza ybombardeó brutalmente comunida-des indígenas. Grupos masivos dela sociedad mexicana se levantaron,pero para demandar tanto al gobier-no como a los zapatistas el cese alfuego y el establecimiento de un es-pacio de diálogo para instaurar una

paz digna. Los zapatistas, quese habían preparado para dis-parar armas, ante la exigen-cia del diálogo tuvieron queaprender a disparar palabras.Hicieron callar a sus armasque no han vuelto a disparardesde entonces. Pronto vie-ron llegar a su territorio amuchas personas nacionalesy extranjeras que querían co-nocer su movimiento y queles brindaban apoyo. Esto lesenseñó que ellos eran dife-rentes y que había muchosdiferentes a ellos. Hubo unapedagogía del reconocimien-to del otro. Paralelamente alos diálogos oficiales se inten-sificó una comunicación di-versa y plural con la sociedadcivil. Por eso acordaron cons-truir en Guadalupe Tepeyacun sitio que llamaron Aguas-calientes, recordando el lu-gar donde los revolucionariosmexicanos habían intentadopropiciar un diálogo. El mo-vimiento había surgido recla-mando respeto a la dignidadde los indígenas.

El zapatismo demandaba justi-cia y democracia para todos losmexicanos. Su aparición dinamizóun proceso de democratización quevenía surgiendo de la base de lasociedad civil. También reclamó elreconocimiento de los derechos y

no tenían oportunidades militarestampoco querían ser mártires. Pe-leaban por la vida. Tenían la espe-ranza de que serían la chispa quepermitiera un levantamiento mayoren todo el país. Sin embargo, lejosestaban de las antiguas visionesvanguardistas. El SubcomandanteMarcos apareció como una figuraimportante, pero no era el que man-

daba; esto lo hacía un colectivoindígena. Marcos sólo era el voce-ro que podía hacer la traducción delos sentimientos profundos indíge-nas a una sociedad mestiza y crio-lla. Ante el azoramiento del poderporque los zapatistas controlaron de

Mercedes Delgado, La Pola niña (heroína colombiana),1896, lápiz/papel, Villa de Guaduas

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las culturas indígenas. Esto propi-ció la reanimación del movimien-to indígena en México.

Sin embargo, los zapatistas dia-logaban en medio del cerco y hos-tigamiento militar y policiaco. Parademostrar que no estaban confina-dos, rompieron el cerco y aparecie-ron en muchos otros lugares de lageografía chiapaneca. Ahí iniciaronel lento, difícil, pero constante mo-vimiento de construcción demunicipios autónomos.

El gobierno del presi-dente Zedillo, simulando eldiálogo, trató de apresar alos principales líderes zapa-tistas. El ejército incursionóen territorio rebelde y des-truyó el primer Aguas-calientes donde instaló uncuartel. En respuesta loszapatistas construyeron cin-co Aguascalientes más. Ma-sivos grupos de la sociedadcivil volvieron a presionarporque cesaran las hostilida-des gubernamentales, y en-tonces el Congreso emitió laLey de Concordia y Pacifi-cación y dio origen a unainstancia de legisladores de-nominada Comisión deConcordia y Pacificación(Cocopa). También se creóuna instancia mediadora. Elnuevo esfuerzo de diálogofructificó en los llamadosAcuerdos de San Andrés endonde las partes en conflicto firma-ron documentos en los que se dabareconocimiento a los derechos y cul-turas indígenas. La Cocopa hizo unatraducción de esos acuerdos paraque pudieran tomar cuerpo en unalegislación. Aunque los zapatistashan enfatizado que no quieren dejar

de ser mexicanos, sólo que se reco-nozcan sus derechos a su identidad,el gobierno adujo que la aplicaciónde los acuerdos llevaría a una sepa-ración del territorio nacional y noquiso cumplirlos. Aplicó entoncesla táctica de contrainsurgencia, di-vidiendo a las comunidades y aus-piciando a bandas de paramilitaresafiliadas al partido de Estado. El pri-mer resultado fue el desplazamientode miles de indígenas simpatizantes

del zapatismo que fueron expulsa-dos de sus localidades. La políticacontrainsurgente fructificó en la ma-tanza de miembros de las bases deapoyo zapatistas, sobre todo muje-res y niños, que a finales de 1997encontraron en Acteal la muertemientras estaban orando.

Una coyuntura fallidapara el cumplimientode los Acuerdos deSan Andrés

Con la alternancia en el poderpresidencial en el año 2000 Fox, elprimer presidente no priista de la épo-ca posrevolucionaria, prometió quecon celeridad daría solución al con-flicto chiapaneco. Anunció que en-viaría como iniciativa presidencial a

la Cámara de Diputados lapropuesta legislativa de laCocopa. Los zapatistas deman-daron tres señales: el recono-cimiento de los derechos ycultura indígenas siguiendo losacuerdos de San Andrés, la li-beración de todos los presoszapatistas, y el retiro de los mi-litares a las posiciones anterio-res a 1995. En los primerosmeses de 2001 salieron de suconfinamiento e hicieron unacaravana que recorrió la terce-ra parte del país hasta llegar ala sede legislativa nacional aexponer sus argumentos a fa-vor de la ley de la Cocopa. Pe-saron más los intereses deldinero, y los legisladores apro-baron una ley que no respeta-ba lo fundamental de esosacuerdos. Los pueblos indíge-nas tomaron la estafeta y lle-varon ante el poder judicial susprotestas. Éste no los atendióy entonces los zapatistas y lospueblos indígenas se sintierontraicionados por el Estado

mexicano.

Los zapatistas se sumieron en elmutismo, muchos temieron que esasituación cerraba las puertas parala paz; entonces se dedicaron a pro-fundizar su estrategia de poner enpráctica en las comunidades los

José María Espinosa, Policarpa Salavarrieta, 1855,óleo/tela. Museo Nacional

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acuerdos de San Andrés haciendovaler la autonomía indígena. Amediados de 2002 organizacionesindígenas, campesinas y de organis-mos civiles de la mayoría de los es-tados declararon que la guerra quesufrían los indios era neocolonia-lista y etnocida, que en sus tierrasno había paz, ni derecho, ni demo-cracia. Denunciaron que continua-ba la intrusión militar contra lascomunidades. Destacaron que elEZLN era un factor de paz que, conenormes esfuerzos, impedía que laviolencia intercomunitaria se agra-vara, mientras extendía la autono-mía. Los municipios autónomoszapatistas eran un ejemplo, pues aúnsitiados y asediados mostraban ca-pacidad de gobierno. Las comuni-dades se esforzaban por producir enforma cooperativa. Diversificabancultivos para lograr autosuficienciay aprovechar las oportunidades co-merciales. El reto era reconstruir eltejido social 2 .

Los zapatistas en su labor au-tonómica reclamaban su lugar enla nación mexicana sin abandonarsu ser indígena. Los municipios au-tónomos ejercían funciones de go-bierno impartiendo justicia, saludcomunitaria, educación, y aten-diendo problemas de tierras, vi-vienda, trabajo, alimentación,comercio, información, cultura ytránsito local. Apelaban a una de-mocracia radical: el mandar obe-deciendo. Quienes no cumplíaneran removidos. Su trabajo era enbeneficio colectivo, y las funcio-nes se desempeñaban de manerarotativa. Sus mejores logros esta-ban en la cultura y comunicación,pero en lo demás tenían muchascarencias, y había conflictos inter-nos, cosa que examinaron y trata-ron de corregir.

Los Caracoleszapatistas

Con las elecciones federales de2003 se dio un fenómeno alarman-te en México. El abstencionismocreció en tal forma que 6 de cada10 electores no acudió a las urnas.Además aumentó el abstencionismoactivo pues aumentaron los votosnulos. En la región zapatista no sepermitió que fueran realizadas laselecciones. Hubo la oferta de 12 par-tidos, dispusieron de enormes can-tidades de dinero y, en la lógica deuna partidocracia divorciada de losintereses de la sociedad, no fueroncapaces de atraer a los electores. Ha-bía decepción por el incumplimien-to de las promesas del partido quehabía sustituido al PRI en el PalacioNacional. El PRI, sabiendo que te-nía un voto fiel importante, optó porprivilegiar una guerra sucia que des-alentara al electorado no alineado,para hacer crecer el porcentaje desu voto duro. En esta forma, aun-que ningún partido alcanzó la ma-yoría en la Cámara de Diputados,quien más escaños consiguió fue elPRI; en Chiapas el PRI se repo-sicionó. Esto envalentonó a las ban-das paramilitares priistas. Se empezóa configurar un ambiente similar alque se vivió antes de a la masacrede Acteal. Los zapatistas, que habíanestado enfrascados en las labores deconstrucción interna de la autono-mía, tuvieron que volver a salir, peroasumiendo una nueva etapa de sumovimiento.

A mediados de 2003 el Subco-mandante Marcos anunció pública-mente que treinta municipiosautónomos zapatistas le habían pe-dido que temporalmente fungieracomo su vocero. Emitió diez comu-nicados, una grabación radiofónica

y una nota aclaratoria3 . En estosdocumentos se dio una posición crí-tica y autocrítica y se delineó unanueva forma de organización delmovimiento.

Los zapatistas calificaron decómica la campaña electoral nacio-nal que acababa de pasar. Mantu-vieron su posición de no reanudarcontactos con el gobierno mexi-cano ni con los partidos políticosoficiales; los acusó de haber termi-nado con la esperanza de millonesde personas. Proseguían con sutáctica de no recibir en sus co-munidades la ayuda asistencialistagubernamental.

Los zapatistas anunciaron queponían fin a los Aguascalientes de-bido a los problemas que se habíansuscitado en su relación con la so-ciedad civil nacional e internacio-nal. Reconociendo el apoyo de lasociedad a su lucha, se habían dadodistorsiones. Las comunidades reci-bían muchas cosas inservibles, me-dicinas caducas, y los proyectos dedesarrollo se determinaban sin quelos organismos civiles consultarana las comunidades. Esto creaba,además, disparidad entre las comu-nidades autónomas, pues se privi-legiaban aquellas en donde habíacontactos y estaban más cercanas alas de por sí deficientes vías de co-municación. Su lucha era por ladignidad y reclamaban esto en susrelaciones con las agrupacionesamigas. No era asistencialismo nipaternalismo lo que buscaban.Agradecían el apoyo político, perono demandaban limosnas.

En lugar de los Aguascalientesdieron origen a los denominadosCaracoles. Se reforzaban así instan-cias regionales que abarcaban va-

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rios municipios autónomos queterritorialmente se superponían alos municipios oficiales. El caracolen la cultura maya representaba elcírculo de la vida. Los caracolesserían puertas para entrar a las co-munidades y para que las comuni-dades salieran. Enfrentarían losproblemas de la autonomía y cons-truirían puentes entre las comuni-dades y el mundo. En cada caracolse constituyó democrática-mente una Junta de BuenGobierno con el cometidode velar para la solución delos conflictos que se presen-taran entre los municipiosautónomos entre sí, y entreéstos y los municipios “gu-bernamentales”. Las Juntasasumieron la obligación deatender también a los nozapatistas que convivían enlas comunidades autóno-mas. Se demandó que sebuscara la conciliación y noel pleito entre los indígenas.Estas juntas también tendránque atender las denunciascontra los consejos autóno-mos por violación de dere-chos humanos, y ordenaránque se corrijan; vigilarán yvelarán la realización detareas comunitarias, la utili-zación de los recursos, la ins-talación de campamentos depaz y, de acuerdo con ladirigencia zapatista, la participaciónde los miembros de los municipiosautónomos fuera de las comunidadesrebeldes. Por su parte, la dirigenciazapatista vigilará el funcionamientode las Juntas para que no haya actosde corrupción, intolerancias, arbi-trariedades, injusticias y desvia-ciones del principio de mandar

obedeciendo. Se dispuso que los do-nativos y apoyos de la sociedad ci-

vil no fueran destinados a una co-munidad en particular, sino que esolo evaluarían las Juntas, y que de losproyectos se quitaría un 10% paraapoyar a comunidades que no fue-ran favorecidas con tales proyectos.

En la fiesta en la que se inau-guraron Los Caracoles, el Subco-mandante Marcos se hizo presentemediante una grabación. Los co-

mandantes (hombres y mujeres) dela dirección zapatista fueron quie-nes hablaron ante una concurren-cia de unas diez mil personas queincluían las bases del movimientoy grupos nacionales e internaciona-les de apoyo a la causa rebelde.Tocaron asuntos internos, de su re-lación con el gobierno, de sus pla-nes nacionales e internacionales. Sipara algunos medios de comunica-

ción la ausencia de Marcos desdo-raba el acto, otros analistas resalta-ron que así se mostraba hacia fuera,una vez más, que la dirección esta-ba en manos de un colectivo indí-gena. Marcos en su grabacióndevolvió la palabra a los munici-pios autónomos. Hizo una impor-tante aclaración para que seentendiera bien la organización. Losconsejos autónomos no podían re-

currir a las fuerzas mili-cianas para las tareas degobierno; si alguien de lasfilas armadas quisiera cum-plir labores de gobiernodebía dejar de pertenecera la organización armada.La razón era que se debíagobernar recurriendo a larazón y no a la fuerza. Y seplanteó el principio delzapatismo: los ejércitos de-bían servir para defendery no para gobernar. El tra-bajo de un ejército no eraser policía ni agencia deministerio público. Seanunció que se retirabanlos retenes y puestos decontrol que tenía el mo-vimiento en caminos y ca-rreteras en tierras rebeldes,y que sólo regresarían si sepresentara alerta roja.También prometió elEZLN que defendería a lascomunidades de las agre-

siones del mal gobierno, de losparamilitares, y de todos los que lesquisieran causar daño.

Los zapatistas eran conscientes deque su movimiento, al no plegarse alo tradicional, desconcertaba, puescuando se esperaba que hablara, ca-llaba; cuando se prefería su silencio,hablaba; cuando algunos grupos que-rían que manifestara una disposición

Samuel Velásquez, Policarpa Salavarrieta,c. 1919, óleo/tela. Museo de Antioquia

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dirigente, se ponía atrás; cuando seprefería que siguiera atrás, se enca-minaba hacia otro lado. Sabían quehabía enojo con ellos hasta entre sussimpatizantes, pues eran los primerosen “burlarse de ser muy otros”.Jocosamente advertían que ni vencían,pero tampoco se morían. Pero subra-yaban que eran rebeldes, que aborre-cían tanto el martirio como laclaudicación, que no se rendían, y queeran partidarios de la vida. Esa era ladefinición que hacían de sí mismos.

Los municipios autónomos, lasJuntas de Buen Gobierno y el EZLNratificaron que seguían en resisten-cia 4 haciendo de su pobreza unalección de dignidad. Se hizo un lla-mado para articular en redes lasresistencias existentes por todo elpaís. Delimitaron entre ellos susfunciones y relaciones. La parte ar-mada del zapatismo quiso corregirla contaminación que se había dadocon respecto a la democracia direc-ta comunitaria. Se afianzó lo local,se reestructuró lo regional y se co-rrigieron errores (sobre todo encuanto a las acusaciones de falta derespeto a derechos humanos porparte de algunos gobiernos autóno-mos), y se colocó lo militar comoun paraguas, pero cuidando que nointerviniera en las acciones de go-bierno autónomo local ni regional.

Reacciones encontradas

La primera reacción5 de los le-gisladores federales y locales fue lade acusar a las Juntas de Buen Go-bierno de ser anticonstitucionales.Voceros de la derecha reclamaronal gobierno que no permitiera quela Constitución se violara. El go-bierno fue cauto. Al principio noacertó a ubicar bien a las Juntas de

Buen Gobierno, pero después, ape-lando al artículo segundo constitu-cional que había sido reformado,aceptó que se trataba de una formaque acataba la Constitución. Ala-bó que el zapatismo se plantearacomo un movimiento cívico y nomilitar. El Comisionado para el diá-logo y la paz calificó de positivo elhecho de que se promovieran esasnuevas formas de organización po-lítica. La encargada gubernamentalde la relación con los pueblos indí-genas aclaró que las juntas no cons-tituían un Estado dentro del Estado,que el zapatismo había enviado unmensaje de concordia, que las co-munidades experimentarían su au-tonomía y que la única forma pararevivir el diálogo con el zapatismoera revisando la ley indígena e in-cluyendo en ella los Acuerdos deSan Andrés. El gobernador deChiapas precisó que ninguna formaque buscara mejorar la situación devida de los indígenas violaba la ley.Destacó que la iniciativa zapatistareflejaba la decisión de sustituir laguerra por la política, y alabó laautocrítica de los zapatistas.

En el partido gobernante la re-acción fue más visceral. El vocerodel PAN calificó de cursilería elnombre de Los Caracoles, y prime-ro exigió al gobierno no tolerar ac-ciones ilegales. Posteriormente,cuando el gobierno aceptó la lega-lidad de las juntas, acusó alSubcomandante Marcos de ser uncacique posmoderno, a quien leimportaba su imagen y no la causaque decía defender. En el PRI semanifestaron sus divisiones. El aladerecha y los priistas chiapanecosse manifestaron en contra. Otrosseñalaron que las juntas eran unarespuesta a la inacción guberna-mental. En el PRD un diputado

electo señaló que Marcos se habíavuelto a posicionar lanzando unainiciativa de gran alcance. Cuauh-témoc Cárdenas6 destacó que lasjuntas eran un avance importanteporque daban herramientas a lascomunidades para ordenar su tra-bajo. Pidió a su partido que insis-tiera en una solución de fondo alconflicto chiapaneco con la apro-bación de la ley de la Cocopa, úni-ca que podría poner las bases deuna paz duradera. El PT pidió a loszapatistas que no metieran a todoslos legisladores en un mismo saco,puesto que había una propuesta deun centenar de ellos para hacer unareforma basada en los Acuerdos deSan Andrés.

El relator especial de la ONUpara los pueblos indígenas conside-ró a las juntas como una señal po-sitiva, e instó a los tres niveles delgobierno federal mexicano areactivar el proceso de paz.

En la jerarquía católica tambiénhubo opiniones divergentes, depen-diendo de si los emisores de men-sajes estaban ligados con la clasepoderosa o tenían contacto con elmovimiento indígena. Los primerostemieron que se tratara de purapublicidad y acusaron a las juntasde segregación. Los segundos ala-baron la humildad de la autocríticazapatista y se alegraron por el sur-gimiento de las juntas.

Organizaciones indígenas, cam-pesinas, sindicales, de derechoshumanos, vieron en las juntas unanueva oportunidad para el movi-miento popular en su lucha con-tra el neoliberalismo, y resaltaronque las juntas constituían uninstrumento extraordinario de de-mocracia popular. El Congreso

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Nacional Indígena declaró que lospueblos indios de México habíanemprendido el camino de la auto-nomía en los hechos. La AsambleaNacional Indígena Plural por laAutonomía advirtió que la auto-nomía era la respuesta popular ala crisis de los partidos, una nuevaforma de hacer política, un proyec-to a largo plazo y un modelo. Elejemplo cundió y en varios pun-tos del país comunidades indíge-nas se pronunciaron en favor decrear municipios autónomos comolos zapatistas ante la crisis de la cre-dibilidad del Estado.

Los análisis

Entre los especialistas sobrecuestiones indígenas se hicierondiversos acercamientos al nuevofenómeno. El primero fue desde elpunto de vista jurídico. Se hacíaver que el artículo segundo cons-titucional reconocía y garantizabael derecho de los pueblos y las co-munidades a la libre determinacióny a la autonomía para decidir susformas internas de convivencia, or-ganización social, económica, po-lítica y cultural. Pero la autonomíazapatista iba más allá de los mar-cos de esta legislación y se basabamás bien en el marco internacio-nal que era el Convenio 169 de laOrganización Internacional delTrabajo, que también formaba par-te de la ley suprema de la nación.Más que quedarse en detalles le-gales había que ver el reto y laoportunidad que las juntas estabanofreciendo al país. No había queolvidar también que la realidad enmarcha era transformadora del de-recho. El problema que se desta-caba era la urgencia de un diálogointerno intercomunitario para evi-

tar los conflictos (Anaya 2003).Esto se agravaba con la reacti-vación de las bandas paramilitarespriistas. Cuando los zapatistas da-ban un paso decisivo hacia la paz,estos grupos soplaban sobre los res-coldos para avivar el fuego de laconfrontación.

Ante el incumplimiento porparte del Estado de los Acuerdosde San Andrés, los pueblos indioslos ejercían unilateralmente. Loszapatistas no sólo sabían resistirsino que tenían capacidadespropositivas que dinamizaban laactividad del movimiento indíge-na y campesino. Fueron destaca-dos los aspectos de la igualdad dela mujer, asunto que cuidaban lasjuntas zapatistas, la libertad de co-municación, que los ejércitos de-bían servir para defender y nopara dominar y que, en la digni-dad de los pueblos, con fuerzadesde abajo, otro mundo era po-sible. Se proponía una autonomíacon dignidad. En las comunidades,indios, mestizos y criollos teníanlos mismos derechos. Se resalta-ba que los zapatistas habían pri-vilegiado el aspecto civil sobre elmilitar y habían dado preponde-rancia a los fines comunitarios.No querían militarizar su cultura.No obstante, el EZLN tenía guar-dadas, pero no olvidadas las ar-mas, en un clima de tensión y deagresión.

Pablo González Casanova apun-tó que se sentía muy identificadocon los aportes que el zapatismo es-taba haciendo a la historia mundialen la línea de ensayar alternativas.Los pueblos indios estaban sobre-viviendo con su autonomía. No seplanteaban ser vanguardia ni tomarel poder, sino construir desde aba-

jo un nuevo poder en beneficio detodos. Dependían de las decisionesadoptadas colectivamente. Marcosdesempeñaba el papel que la comu-nidad le marcaba7 . El ex rector dela Universidad Nacional subrayóque las comunidades defendían tan-to sus derechos particulares comolos universales (González Casano-va 2003).

A modo de cierre

Cuando se había pensado queel zapatismo estaba agotado, haresurgido con nuevas ideas y ac-ciones que repercuten en todo elpaís. Ha demostrado que, ante laincapacidad gubernamental pararesolver problemas, los pueblos tie-nen la aptitud de gobernarse a símismos en el marco de una demo-cracia nueva, incluyente. Cuandoparecía que los zapatistas se ha-llaban derrotados y sin salidas, en-contraron formulaciones prácticasque les ofrecieron sustento y vol-vieron a ser modelo para seguirpor otras agrupaciones. Tienen laflexibilidad de la imaginacióncreadora, basada en conviccionesinquebrantables. Los zapatistas nobasan su actuación en documen-tos consagrados de los revolucio-narios sino que, combinando sutradición maya con una reflexiónde la actualidad mundializada,ofrecen comunicados a la socie-dad civil nacional e internacionalfrescos, profundos y novedosos. Sehan opuesto al paternalismo delindigenismo homogenizador de-fendiendo la dialéctica entre laigualdad y la diferencia. Han pro-piciado la práctica de una demo-cracia pluricultural. Se han vistointerpelados y aceptan el respetoa la existencia del otro.

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Proponen un estado plural ymulticultural. Los zapatistas estánen continua búsqueda. Sintetizansus tradiciones indígenas, pero lasactualizan en una globalización en-frentada desde la perspectiva delos intereses de las mayorías. A latradición indígena de la sumisiónde la mujer, contraponenla actividad de las muje-res, sus derechos, y sus lu-chas. Ante el poderío delos aparatos, proponen lafuerza del poder construi-do colectivamente desdeabajo. Tienen armas, queson un símbolo de su le-vantamiento, pero privile-gian el diálogo y lapalabra. Fustigan a los po-deres constituidos y la clasepolítica, pero son capacesde percibir las fallas enellos mismos y en la cons-trucción de su proyecto, alas que le encuentran sali-das novedosas en la discu-sión comunitaria. Sucrítica va acompañadade acciones propositivas.Se proponen contribuir ala creación de un mundodonde quepan muchosmundos. No quieren servanguardia de nada, peroirradian ejemplo quecunde. Están inmersos enuna creadora labor orga-nizativa. Propician laconstitución de redes nacionales einternacionales. Su influencia no sereduce al movimiento indígena.Hay una gran gama de movimien-tos de base en México cansados dela clase política que ha aceptado elreto de buscar alternativas políti-cas y sociales que no pasen por lospartidos y el Estado. El zapatismoha sido considerado como el inicio

de las movilizaciones en contra dela globalización de los poderosos ycomo la puesta en práctica de lasalternativas de una mundializacióndesde abajo. Son una referencia in-ternacional en los esfuerzos por de-mostrar que otro mundo es posible.Se han ido convirtiendo en un

ejemplo de la nueva forma de ha-cer política.

Citas

1 Los datos de este escrito provienen de laconsulta de las siguientes páginas deInternet: www.ezln.org.mx, www.laneta.apc.org, www.ciepac.org Los zapatistas

han explicado en reiteradas ocasiones supropio movimiento.

2 Este pronunciamiento fue producto delEncuentro por una Paz con Justicia yDignidad el 7 de julio de 2002.

3 Se aclaró que no se había invitado a laCocopa a la inauguración de los Cara-coles. La ruptura con la clase políticaera total.

4 Foucault, destacando quedonde hay poder, hay resisten-cia, aclara que la resistencia noes simplemente decir no, sino unproceso de creación que activa-mente transforma la situación(Foucault 1999).

5 Las reacciones ante la nuevaestructuración del zapatismo es-tán tomadas de las siguientes pá-ginas de internet: www.jornada.unam.mx, www.reforma.com,www.el-universal.com.mx

6 Uno de los principales diri-gentes del PRD que ha sido dosveces candidato a la Presidenciade la República.

7 Cuando varios periodistas que-rían descubrir el papel del liderazgode Marcos en las comunidadeszapatistas, lo que las bases respon-dían era que Marcos no era un lí-der porque “trabaja colectivo” yporque sus sentimientos “los tras-mite a nivel de pueblo” (El Uni-versal 17 de agosto de 2003).

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Fondo Cultural CafeteroDionisio Cortés

(Chiquinquirá 1863-Bogotá1934), Policarpa, 1899