Yo sólo te amo

“Y cuando hube llegado hasta él, lo saludé diciéndole:

-Buen día.-Buen día, Miriam –me contestó.-Luego me miró. Sus ojos negros vieron en mí lo que

no vio hombre alguno antes que él. Ante sus miradas

sentí como si me hallara desnuda, y me avergoncé de

mí misma. No habiéndome dicho, entretanto, más

que ese <buen día, Miriam>, le dije:-¿Quieres venir a mi casa?-¿No estoy ahora, acaso, en tu casa? –replicó.

-No comprendí sus palabras en aquel momento, pero

ahora sí que las comprendo.

¿Quieres compartir conmigo mi vino y mi pan? –insistí.-Sí; Miriam, pero no ahora.<Pero no ahora, no ahora>, así me dijo. En estas palabras había la voz del mar, del huracán, del bosque. Y cuando me las dijo hablaron simultáneamente la Vida y la Muerte.Acuérdate, amigo mío, y no te olvides, que yo estaba muerta, que era una mujer que se había divorciado de sí misma y vivía lejos de este Yo que hoy ves en mí. Había pertenecido a todos los hombres sin ser de ninguno.

Me llaman mujer libertina, y que yo tenía siete demonios. Todos me maldecían y todos me envidiaban, pero cuando el crepúsculo de sus ojos alboreó en los míos, desaparecieron y se apagaron todos los astros de mis noches y me volví Miriam, solamente Miriam: una mujer que se había extraviado sobre la tierra que conocía, para después encontrarse a sí misma en nuevos mundos. Y volví a insistir:-Ven a mi casa a compartir conmigo mi pan y mi vino.-¿Por qué insistes en que yo sea tu huésped? –

contestó.

Y le respondí:-Te ruego que entres en mi casa.Mientras yo le hablaba sentí que todo lo que tenía de la tierra y del cielo se reunían en mis palabras y en mis súplicas. Entonces me miró fijamente y sobre mi espíritu alumbró la luz de sus ojos. Y me dijo:-Tú tienes muchos amantes, en cambio yo soy el único que te ama. Los demás hombres se aman a sí mismos a tu lado: mas yo quiero y amo tu alma. Los demás hombres ven en ti una belleza que se marchita antes de la terminación de sus años, pero la belleza que yo veo en ti no se marchitará jamás.

En el otoño de tus días no temerá aquella Belleza mirarse a sí misma en un espejo, y nadie podrá acusarla ni denigrarla. Sólo yo amo lo que no se ve en ti.Y luego me dijo en voz baja:-Vete ahora en tu camino, y si no quieres que yo me siente a la sombra de este ciprés tuyo, seguiré yo también mi camino.Y le supliqué llorando:-Maestro, ven y entra en mi casa. Allí tengo un incienso que quemaré delante de ti, y un lavabo de plata para lavar tus pies. Por eso te suplico que entres en mi casa.

No bien hube terminado, se levantó y me miró como cuando miran las Estaciones al campo; se sonrió y me dijo nuevamente:-Todos los hombres se aman a sí mismos a tu lado, mas yo sólo te amo para tu salvación.Dijo esto y siguió su camino: pero ninguno hubiera podido caminar como él. ¿Habría nacido en mi jardín algún soplo divino y luego se fue hacia el Levante? ¿Fue una tempestad que vino a sacudir todas las cosas para volverlas a sus cimientos verdaderos?

No lo supe en ese entonces, pero en aquel día mató el atardecer de sus ojos la bestia que vivía en mí. Y por eso me volví una mujer, una Miriam; Miriam la Magdalena”

(Gibran K. Gibran, Jesús el Hijo del hombre)

CUESTIONARIOPiensa y analiza cada una de estas preguntas y hazlas tuyas.1. Observa cómo se comunica Jesús con la forma de

mirar. Su mirada enfrenta a la persona con la verdad de sí misma. Sólo él ama lo que no se ve en cada persona. Y llega a obrar el cambio más radical en la persona: “el atardecer de sus ojos mató la bestia que vivía en mí. Y por eso me volví una mujer”.a) Jesús nos mira como miró a María Magdalena.

Siente durante unos momentos su mirada sobre ti.

b) ¿Cómo miras tú a los demás? Con una mirada se puede odiar, despreciar… pero también se puede comprender, amar.

2. “Todos los hombre se aman a sí mismos a tu lado, sólo yo amo lo que no se ve en ti”. ¿Hasta qué punto son verdad cada una de estas afirmaciones en todas nuestras formas de amar, incluso en la matrimonial?

El hombre y la mujer son seres libres, porque son imagen de Dios. El espacio

infinito de la libertad es el querer de Dios.La verdadera libertad es la que nace

cuando la persona se deja guiar por el Espíritu; porque donde está el Espíritu está

la libertad.