12
Trump, la pandemia, Venezuela, China y la reelecciónAlberto Adrianzén M.*
Tom Engelhards en su libro “El fin de la cultura de la
victoria” afirma que en EEUU luego de la derrota en
Vietnam en 1975, “el impulso básico de los dirigentes
políticos y militares de EEUU (como de tantos otros
norteamericanos) no (fue)
forjar una nueva relación
con el mundo, sino recons-
truir una perdida identidad
triunfal”. Ello es cierto. La
guerra en Vietnam, como
antes la revolución China,
la guerra de Corea, la revo-
lución cubana, y después la sandinista y la islámica,
digamos, empañaron no solo esa imagen victoriosa
que había logrado construir al final de la llamada Se-
gunda Guerra Mundial, sino también dañar un or-
den internacional que giraba en torno sus intereses.
En la década de los ochenta EEUU se dedicó a re-
construir esa imagen de ser siempre un país “vic-
torioso”. Eso fue la llamada Guerra de las Galaxias
que Reagan entabló contra la ex Unión Soviética; la
invasión a Granada en 1984, a Panamá en 1989, y la
implosión o el fin del comunismo (lo que Fukuyama
calificó como “el fin de la historia”). A esta imagen
aportó la derrota en los años noventa, gracias al li-
derazgo internacional de EEUU y legitimado por la
ONU, de los iraquíes luego de invadir Kuwait. En el
nuevo milenio el ataque terrorista a las Torres Geme-
las de Nueva York el 11 de setiembre de 2001 fortale-
ció exponencialmente esta necesidad de reconstruir
esa “imagen victoriosa” que lo llevó a militarizar las
relaciones internacionales, a “vigilar al mundo” y a
pretender construir un sistema internacional unipo-
lar bajo el mando, una vez más, de los EEUU. Parte
de este proceso, alimentado por la teoría del “choque
de civilizaciones” fue el nacimiento de la islamofo-
bia, la lucha contra el terrorismo internacional y el
odio a los migrantes. Luego vino la invasión a Afga-
nistán y después, tras varios de años de campaña y
presiones políticas de los sectores neoconservado-
res, la invasión a Iraq tras la mentira de que Hussein
tenía un arsenal de “armas de destrucción masiva”.
Las guerras en las que ha participado EEUU desde el
siglo pasado hasta ahora no se han desarrollado en
su territorio sino más bien lejos de éste. No ha tenido
que reconstruir su país ni física, ni económica, ni de-
mográficamente, como sucedió en Europa, Vietnam
o como sucederá en el futuro en Irak. Las guerras,
como es el caso de EEUU, dinamizan su economía
y permiten un mayor desarrollo, es decir, son una
suerte de “keynesianismo militar”. Ello lo ha llevado
no solo a crear un gran complejo industrial-militar
que influye en la política interna y externa de los
distintos gobiernos, sino también a desplegar una
política exterior imperial para aumentar su poder
en el mundo. Además, a favorecer a transnacionales
y empresas privadas que ahora “prestan servicios”
al ejército norteamericano, como es el caso en Iraq,
Afganistán y en otros países. El neoliberalismo tam-
bién “privatiza” las guerras.
En esos años también nace lo que Naomi Klein ha
llamado acertadamente la “Doctrina del Shock” que
consiste en (luego de desastres naturales, invasiones
militares o grandes crisis económicas) apropiarse
de los países, aplicar políticas neoliberales para pri-
“…la pandemia del COVID-19, al aumentar la competencia
entre los países para conseguir insumos médicos,
frena los afanes belicistas de EEUU.”
13
vatizar y controlar su economía y sus recursos na-
turales, con el argumento de llevar la democracia
y la libertad al mundo. En este contexto se puede
entender mejor la trama de las actuales relaciones
entre EEUU y Venezuela, más allá de la opinión que
se tenga de su gobierno y de sus políticas, buenas o
malas.
Venezuela significa para EEUU varias cosas. Una de
ellas es el control de las reservas petrolíferas más
grandes del mundo; otra, el intento por reconstruir
una imagen victoriosa militarizando creciente-
mente su política exterior y consolidando su domi-
nación sobre América Latina Lo curioso es que esa
imagen, que la ganó derrotando al fascismo, hoy
gracias a Donald Trump- tiene el mismo rostro de
su antiguo enemigo y se puede reflejar en el retiro
de los fondos de EEUU a la OMS y el incremento de
los recursos a la OTAN.
La Propuesta de EEUUEl 26 de marzo, el Departamento de Justicia de
EEUU anunció que iba a enjuiciar por “narcoterro-
ristas” a las principales figuras del gobierno del pre-
sidente Nicolás Maduro. El mismo Mike Pompeo,
Secretario del Departamento de Estado de EEUU,
ofreció una recompensa de US$ 15 millones para
quienes ayuden al arresto de Maduro. El fiscal ge-
neral, William Barr, encargado de llevar este caso
en EEUU, dijo por su parte: “Anunciamos cargos
criminales contra Nicolás Maduro por llevar ade-
lante una sociedad narcoterrorista con las FARC
por los últimos 20 años”. A esto se sumó el senador
Marco Rubio, quien afirmó que Venezuela era un
narcoestado y promotor del “terrorismo interna-
cional”.
Cinco días después, el 31 de marzo, el mismo Mike
Pompeo que días antes había ofrecido 15 millones
de dólares por la cabeza de Maduro como una suer-
te de réplica de la justica del “lejano oeste”, anun-
ciaba al mundo que EEUU estaba dispuesto a “le-
vantar las sanciones a Venezuela” si se aceptaba la
creación de un “Gobierno de Transición”.
La propuesta norteamericana, según la agencia la
Voz de América (V.A), consistía en que este nuevo
gobierno de transición convocara a nuevas elec-
ciones en un plazo máximo de doce meses. Sin
embargo, el paquete de propuestas tenía también
otras condiciones. Una de ellas, en este “camino a
la democracia”, como lo llamó Pompeo, era la crea-
ción de un Consejo de Estado que se convertía en el
único Ejecutivo del país, y que estaba integrado por
miembros de la oposición interna y del gobierno,
los cuales designaban a un Presidente, que no podía
ser ni Maduro ni Guaidó, que se convertía a su vez
en Presidente del país y convocaría a alecciones,
y que ordenaba, lo que Pompeo llamó: "la salida de
las Fuerzas de Seguridad extranjeras", una manera
poco diplomática de referirse a la supuesta presen-
cia de tropas cubanas en Venezuela.
Pompeo reconoció, así
dice la nota de la V.A., que
Washington ha trabajado
con Guaidó para esbozar
esta propuesta y aseguró
que tanto el presidente in-
terino como su equipo "en-
tienden que Nicolás Madu-
ro debe irse". También dijo:
“Esperamos que se lo tome
en serio; lo hemos dejado
claro desde el principio,
Nicolás Maduro no volve-
rá a gobernar Venezuela
jamás. Eso no ha cambiado". También recordó que,
apenas la semana pasada, el departamento de Justi-
cia de su país presentó cargos contra el presidente
Maduro por narcotraficante.
Mikita Yo/Unsplash
“...Mike Pompeo que días antes había ofrecido 15 millones de dólares por la cabeza de Maduro como una suerte de réplica de la justica del «lejano oeste», anunciaba al mundo que EEUU estaba dispuesto a “levantar las sanciones a Venezuela” si se aceptaba la creación de un «Gobierno de Transición».”
14
En dicha conferencia de prensa estaba presente
Elliott Abrams, un viejo y conocido neoconservador
que trabajó en la administración Reagan conspiran-
do contra la revolución sandinista y que hoy volvía
al gobierno de Trump con el cargo de “representante
especial de Estados Unidos para Venezuela”. Abrams
afirmó, entre otras cosas, que “el plan del departa-
mento de Estado se basa en las propuestas presen-
tadas por el equipo de Guaidó en la ronda de nego-
ciaciones que tuvo lugar el año pasado en Barbados.
Con ello se refería a unas reuniones, sobre todo la
del mes de julio de 2019, auspiciadas por Noruega
en Barbados entre la oposición y el gobierno de Ma-
duro, en las cuales se discutió la posibilidad de una
transición como una salida política a la situación
venezolana, que consistía, entre otros puntos, en
nuevas elecciones con nuevas autoridades electo-
rales y el levantamiento de sanciones económicas e
individuales impuestas por EEUU. En esa reunión,
que el propio Guaidó decidió suspender sorpresiva-
mente, un portavoz del Departamento de Estado de
los EEUU reiteró: “Cualquier discusión sobre una
transición debe incluir la partida de Maduro como
condición previa para las elecciones”.
En setiembre del año pasado esas negociaciones
no solo habían naufragado, sino que el gobierno
de Maduro había iniciado conversaciones con una
fracción de la oposición de la Asamblea Nacional
para buscar una salida a
la crisis venezolana. Una
posibilidad era el regreso
de los diputados chavistas
a la Asamblea Nacional
(BBC, 17/09/19). Por eso la
respuesta del gobierno de
Maduro al plan de Pompeo
fue inmediata: “Las decisio-
nes de Venezuela se toman
en Caracas, en el Palacio de
Miraflores, bajo la consti-
tución venezolana. Noso-
tros no estamos tutelados
ni por Washington ni por
ninguna otra capital. Ellos pierden su tiempo en su
laberinto”, aseguró el canciller venezolano Jorge
Arreaza en una entrevista concedida a la emisora
colombiana Blu Radio.
El dos de abril, es decir, dos días después de la pro-
puesta norteamericana de promover una “transición
democrática” en Venezuela, el ya famoso Grupo de
Lima emitía una nota de prensa en la cual anuncia-
ba su apoyo a la propuesta “del Presidente encarga-
do Juan Guaidó, desde la Asamblea Nacional de Ve-
nezuela, para constituir un Gobierno de Emergencia
Nacional que incluya a todos los sectores políticos
y sociales del país”, así como también su “aprecio”
a la “importante propuesta de los Estados Unidos
de América, marco para la Transición Democrática
en Venezuela, para la formación de un Gobierno de
Transición y resaltamos su coincidencia con el ob-
jetivo del Grupo de Lima de garantizar el retorno a
la democracia en Venezuela mediante la celebración
de elecciones presidenciales y parlamentarias libres,
justas y transparentes”. Con ello, el Grupo de Lima,
en el que participa activamente el gobierno del pre-
sidente Vizcarra, no solo ratificaba su papel de ser
un grupo presión sino también su condición de ope-
rador político de la diplomacia de la administración
Trump.
La operación militar más grande de occidenteCuriosamente ese mismo día Donald Trump anun-
ciaba con bombos y platillos “el inicio de un colosal
despliegue de buques de guerra, aeronaves y tropas
en el Caribe y el Pacífico como parte de una opera-
ción antinarcóticos diseñada para frenar el tráfico
de drogas en la región, especialmente frente a las
costas de Venezuela”. Trump calificó a la opera-
ción como “la más grande de Occidente” (INFOBAE:
02/04/20).
Como precisa INFOBAE esta operación “está bajo el
control del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de
Estados Unidos, pero contará con la ayuda de otros
países”. Nos imaginamos que son los del famoso
Grupo de Lima. El objetivo sería aumentar la vigi-
lancia y represión del tráfico de drogas, del cual “el
régimen venezolano” se beneficiaba. Este operativo
militar en que se utilizaban “medios navales, aéreos
y terrestres, involucrando a las Fuerzas Armadas y
también a la Guardia Costera” era no solo un avi-
so que el “gobierno de transición” tal como quería
EEUU era la única opción, sino que también consti-
tuía, en la práctica, un bloqueo naval contra Vene-
zuela. Es decir, una real amenaza militar.
Ello fue ratificado por el cubano-norteamericano y
ahora director para América Latina del Consejo de
Seguridad Nacional, Mauricio Claver Carone, al afir-
mar que la situación de Venezuela es muy parecida
a la que se vivió en los años 80 cuando el dictador
panameño y agente de la CIA Manuel Noriega, fue
acusado de ser un narcotraficante. Como se sabe,
“…ahí están los buques, helicópteros, aviones,
soldados con su armamento en los mares del Caribe en la “más grande operación
en Occidente”, según Trump, listos para atacar a Venezuela. Solo falta la
orden. El único problema, o el principal, es que la Venezuela
actual no es el Panamá del 89 cuando fue invadido por
EEUU.”
15
Noriega fue finalmente “removido” del poder luego
que EEUU en 1989 invadiera ese país y lo captura-
ra: “En Venezuela, tenemos una particularidad que
no hemos tenido desde la década de los 80 en Pa-
namá: un personaje que usurpó los poderes de un
Estado y los puso al servicio del narcoterrorismo.
Lo vimos con Noriega en los años 80 y lo estamos
viendo actualmente con Nicolás Maduro en Vene-
zuela, eso crea una amenaza a sus vecinos y a Es-
tados Unidos”, dijo en una entrevista con el canal
EVtv. (INFOBAE: 03/04/20). El mensaje no puede
ser más claro.
ColofónPocos días después del anuncio de Donald Trump
sobre el inicio de este “colosal” operativo militar
en el Caribe, el “más grande en occidente”, Iván
Duque, presidente de Colombia, el gobernante más
entusiasta admirador de Trump y el mayor aliado
de EEUU en la región, hizo otro anuncio en la mis-
ma dirección. Duque dijo que se había iniciado la
quinta fase de la Campaña Internacional contra el
narcotráfico en la que participan 25 países. Según
Duque, este operativo “es quizás la mayor estrate-
gia del mundo contra el narcotráfico”. Todo indica
que este operativo militar comenzó meses atrás. En
enero, Colombia, Brasil y EEUU realizaron ejercicios
militares conjuntos en los que participaron tropas
aerotransportados que tenían como “objetivo” recu-
perar un aeropuerto en manos enemigas. Ejercicios
militares similares se realizaron entre los meses de
febrero y marzo.
Por eso cuando Iván Duque anunció el inicio de la
llamada quinta fase de la Campaña Internacional
contra el narcotráfico, comenzó a circular el rumor
de fuentes bien informadas, que la invasión o la
agresión militar contra Venezuela por EEUU, y por
otros 24 países más que conformaban una supuesta
fuerza multinacional, era inminente y que solo fal-
taba la orden para que ésta se inicie.
Han pasado varios días y
todavía no se ha dado la
orden de asalto. Una po-
sibilidad es que EEUU y
la oposición venezolana
estén esperando, una vez
más, el “desplome” del go-
bierno de Maduro tanto
por la crisis interna como
por el bloqueo internacio-
nal, para provocar, como
dice el periodista venezo-
lano Leopoldo Puchi en un
reciente artículo (“Tran-
sición o golpe militar”),
la fractura de las Fuerzas Armadas Bolivarianas,
es decir una insurrección militar que acabe en un
golpe militar y en la salida de Maduro. En realidad,
Protesta contra Elliot Abrams de movimiento CodePink en su comparecencia ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos,
13 de febrero de 2019/revistadefrente.cl
“...cuando Iván Duque anunció el inicio de la llamada quinta fase de la Campaña Internacional contra el narcotráfico, comenzó a circular el rumor de fuentes bien informadas, que la invasión o la agresión militar contra Venezuela por EEUU, y por otros 24 países más que conformaban una supuesta fuerza multinacional, era inminente...”
16
no es la primera vez que ensayan una estrategia de
este tipo. El intento de la oposición encabezada por
Guaidó, con la ayuda de Colombia y de otros países,
de llevar “ayuda humanitaria” a Venezuela e iniciar
un conflicto fronterizo fue una de ellas. Lo mismo
se buscó hace más de un año, cuando Guaidó se au-
toproclamó “presidente interino” y fue reconocido
como tal por varias docenas de países de la región y
del mundo. A ello habría que sumarle, por un lado,
las indecisiones de Brasil, ya sea por la oposición de
sectores militares en ese país de dar su apoya a una
invasión a Venezuela, como también por el visible
deterioro político del otro aliado personal de Trump:
Jair Bolsonaro; y por el otro lado, la bronca abierta
de Trump con los militares norteamericanos, como
da cuenta Max Boot en un reciente artículo (“Trump,
los militares y la corrosión de las relaciones civiles
y militares”), publicado en Foreign Affairs en abril
de este año.1
También la pandemia del COVID-19, al aumentar
la competencia entre los países para conseguir in-
sumos médicos, frena los afanes belicistas de EEUU.
Según la BBC, “si un gobierno de América Latina
quiere enviar un avión a
China a recoger los insu-
mos que ha comprado para
combatir la pandemia de
COVID-19: ¿qué ruta, con
escalas incluidas, debe to-
mar la aeronave para que
el cargamento llegue a su
destino, sin que otro Es-
tado se lo embargue en el
camino?”. En Francia se ha
denunciado que un pedido
de estos insumos que ya
estaban listos para ser em-
barcados, fueron compra-
dos en efectivo en el mismo
aeropuerto por EEUU y lle-
vados directamente a ese
país (11/04/20). Estos recla-
mos incluyen a países ami-
gos del gobierno de Trump
como Brasil. Según este
país : “Estados Unidos envió 23 de sus aviones de
carga más grandes a China para recoger el material
que habían adquirido. Muchas de nuestras compras
que esperábamos confirmar para abastecer, fracasa-
ron" (economíadigital.es: 07/04/20). Aquí en nuestro
país, Pilar Mazzetti, Jefa del Comando COVID-19 dijo
en Arequipa que el gobierno pensaba enviar el avión
presidencial a China para recoger insumos médicos
y así evitar que el avión sea interceptado por otro
país y el cargamento confiscado.
Sin embargo, habría que señalar que la capacidad de
Venezuela de resistir el bloqueo, las sanciones eco-
nómicas, y ahora último la pandemia, es escasa, ya
que lo encuentra en uno de sus peores momentos si
vemos el desplome del precio del petróleo que está a
menos de 30 dólares el barril, su nivel más bajo des-
de 1999. Según la Agencia Internacional de Energía,
este sería el peor año de la historia para el negocio
petrolero. No hay que olvidarse que Venezuela es
el país que tiene la mayor cantidad de reservas de
petróleo probadas en el mundo, pero también que
depende principalmente de ese petróleo para expor-
tarlo y mover su economía. En este contexto, como
dijo hace un par de años el ex embajador de EEUU
en Venezuela, William Brownfield, en una entrevis-
ta para la Voz de América: “quizá la mejor solución,
sería acelerar su colapso (se refiere a Venezuela)”,
a través de sanciones a la industria petrolera, que
afectarían al pueblo. Por eso hoy Venezuela y el go-
bierno de Maduro viven su hora más crítica.
El otro problema es el propio Trump que no sabe
qué hacer en este contexto. Es decir, si enfrenta de
manera responsable la epidemia del COVID-19 que
hoy azota su país, y que lo ubica, por responsabili-
dad principal de su administración, como una de las
naciones con más contagiados y muertos del mun-
do; o sí, más bien, ataca a Venezuela como una for-
ma, no solo de presentar un triunfo de su gobierno,
sino también de elevar el “espirito patriótico y na-
cionalista” de los norteamericanos para subir en las
encuestas y ganar más votos para su futura reelec-
ción. En realidad, lo que obsesiona a Trump no es ni
la pandemia ni Venezuela, es su reelección de fines
de este año. No está seguro qué le trae más réditos
en este contexto: o enfrentar la pandemia o atacar a
Venezuela. El reciente anuncio que ha hecho Trump
de que EEUU se sale de la OMS porque está, práctica-
mente, dominada por la China, así como también la
denuncia de que el virus COVID-19 fue “creado” por
los laboratorios del gobierno Chino, no es solo ex-
presión de su permanente enfrentamiento con ese
país o de su crítica y rechazo visceral a los organis-
mos internacionales; sino también de su búsqueda
de una nueva “guerra fría”, ya sea para esconder en
el presente su fracaso e irresponsabilidad frente a la
epidemia, como también levantar un nacionalismo
que raya con el fascismo como un camino para su
reelección.
“…Trump que no sabe qué hacer en este contexto. Es
decir, si enfrenta de manera responsable la epidemia
del COVID-19 que hoy azota su país, y que lo ubica, por responsabilidad principal
de su administración, como una de las naciones con más
contagiados y muertos del mundo; o sí, más bien, ataca
a Venezuela como una forma, no solo de presentar un
triunfo de su gobierno, sino también de elevar el “espirito
patriótico y nacionalista” de los norteamericanos
para subir en las encuestas y ganar más votos para su
futura reelección.”
17
Trump está tan obsesionado con ella que ha logrado,
como informa el Washington Post, que el “Departa-
mento del Tesoro ordene que se imprima el nombre
del presidente Trump en los cheques de ayuda que el
servicio de impuestos se apresura a enviar a millones
de estadounidenses” (WP: 14/04/20). Algo verdadera-
mente inédito en ese país, pero que expresa bien su
desesperación o mejor dicho sus dudas respecto a si
será capaz de ganar o no la reelección en noviembre
próximo. Incluso, días antes que anuncie las nuevas
medidas para frenar la crisis económica, la agencia
alemana de noticias Deutsche Welle (DW) informó
que Trump “amenazó con usar sus potestades ejecu-
tivas para forzar un receso del Congreso y así poder
nombrar funcionarios cuyas nominaciones, según
él, están siendo bloqueadas por legisladores demó-
cratas”. Otros hechos son los enfrentamientos entre
Trump y los gobernadores demócratas que se niegan
a levantar la cuarentena. Incluso, Trump ha llama-
do a sus seguidores a que rodeen los edificios donde
están estos gobernadores para exigirles que pongan
fin a la cuarentana. Trump camina a construir un
régimen de excepción que le facilite su relección en
noviembre, porque Estados Unidos está siendo “ame-
nazado (o atacado)” por la epidemia del COVID-19,
la China, Venezuela, Cuba, los organismos interna-
cionales como la OMS, la ONU, los demócratas y los
liberales que promueven la globalización. Todo ello
coincide con su campaña reeleccionista y su lema
“America First” (EEUU Primero), sin importarle que
sus seguidores y los soldados norteamericanos desfi-
len sobre los cadáveres de miles de personas.
Mientras tanto, ahí están los buques, helicópteros,
aviones, soldados con su armamento en los mares
del Caribe en la “más grande operación en Occiden-
te”, según Trump, listos para atacar a Venezuela.
Solo falta la orden. El único problema, o el principal,
es que la Venezuela actual no es el Panamá del 89
cuando fue invadido por EEUU. Mientras todo esto
ocurre, me pregunto qué opinan tanto el Grupo de
Lima como nuestra Cancillería, tan activos cuando
se trata de hablar sobre Venezuela y de apoyar a
Trump, y tan mudos cuando se requiere defender la
soberanía de los países de América Latina y la vida
de sus gentes.
Lima, 20 de abril 2020.
* Sociólogo, columnista y analista politico.
1. Dicho artículo está disponible en español a través del siguiente enlace: https://revistaojozurdo.pe/2020/04/24/fewmen/ (Nota del Comité Editorial)
Top Related