8/16/2019 Trabajo Fuentes de La Moralidad - Rafael Fuhr
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Universidad de Navarra
Facultad de Teología
Nombre: Rafael Felipe Führ
Fecha: 11/05/2016
Fuentes de la moralidad en Veritatis Splendor y en el Catecismo de la Iglesia Católica
En el acto moralmente humano se relacionan tres realidades. Estás son la intención
(o fin), el objeto moral y las circunstancias. Según el Catecismo de la Iglesia católica y la
Carta Encíclica Veritatis Splendor , estos tres elementos son determinantes para que se
pueda juzgar la moralidad de las acciones humanas.
El catecismo habla de fuentes de la moralidad y en números (1750-1754) arroja luz
sobre la moralidad de los actos humanos. En estos números se definen y se exponenque son y qué papel cumplen cada uno de las fuentes de la moralidad. El planteamiento
que se encuentra en el catecismo es de carácter objetivo y da a entender de qué objeto,
fin y circunstancias tiene el mismo peso en el momento de determinar la moralidad de
un acto humano. El objeto no está en relación directa con el fin, o en cuanto identificado
con la intención, sino con la acción misma.
En la encíclica Veritatis Splendor el planteamiento es diverso. Se busca analizar la
acción humana en conexión con el fin último del hombre, Dios. La encíclica hace un
recorrido por distintas posturas morales teleológicas que tienden determinar la
moralidad de modo reducido, desde las consecuencias de la acción o desde la intención,
pero todo esto desde un planteamiento transcendental, desvinculado totalmente de la
realidad concreta en la cual se encuentra el agente que obra. La intención es un
elemento importante y necesario en el análisis moral de la acción, tanto es así que si hay
bondad en el objeto moral y malicia en la intención, toda la acción está viciada y se hace
mala, haciendo la persona mala. Pero la sola intención buena intención no basta, es
necesario la recta elección de las obras, reside en el hecho de que el acto humano
depende de su objeto, o sea si esté es o no es “ordenabl e” Dios, el único que es “Bueno”,
y así realiza la perfección de la persona. (VS 78). Queda claro en el número 78, de la
encíclica de San Juan Pablo II, que el planteamiento que se ofrece, en comparación conel catecismo, es mucho más amplio y busca situarse en la perspectiva del que actúa, o
dicho de otra manera, en la perspectiva de la primera persona (en la postura del que
actúa es más fácil encontrar el objeto moral de las acciones humanas – la moralidad del
acto humano depende sobre todo y fundamentalmente del objeto elegido
racionalmente por la voluntad deliberada (VS 78). Y este objeto debe ser ordenable al
fin último, o sea, a Dios).
La encíclica sitúa el objeto en relación con la elección, de modo que parecen
identificarse, resultando difícil distinguir ambos conceptos (objeto – elección “ fin” ). En
la postura del que actúa es más fácil encontrar el objeto moral de las acciones humanas – la moralidad del acto humano depende sobre todo y fundamentalmente del objeto
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elegido racionalmente por la voluntad deliberada (VS 78). Y este objeto debe ser
ordenable al fin último, o sea, a Dios.
Las circunstancias también es fuente de la moralidad de los actos. Estas pueden
agravar o disminuir la bondad o malicia del acto. No son decisivas para juzgar la
moralidad de los actos. De suyo no pueden cambiar la calidad moral de los actos: nopuede convertir una acción buena en mala, ni una acción mala en buena.
La finalidad de la acción es el núcleo de la moralidad, el fin es lo que determina el
querer de la persona. Esta finalidad es resultado del encuentro de muchos elementos,
como por ejemplo las inclinaciones o la afectividad. Se constituye, en la dinámica de la
acción, una cadena de fines. En esta cadena el objeto de las acciones cobra una
importancia fundamental.