Crónica del Viaje a Madrid
¡Ring, ring! - sonaba otra vez el despertador, eran las seis de la madrugada. “Qué
extraño… si generalmente la alarma suena a las 6.45…” pensé yo. ¡Ah! ¡Claro! ¡Hoy
nos íbamos a Madrid! Me levanté de golpe y me metí de cabeza en la ducha, bebí un
vaso de leche y entonces revisé que no me faltará nada en la maleta. Listo, estaba listo
para irme. Llegué a la parada justo a la hora que se había quedado. Subimos al autobús
y… allí empezó nuestro viaje.
Llegamos a Madrid capital más tarde de la hora prevista, pero lo importante es que en el
bus me lo había pasado genial. El hotel era perfecto, bueno excepto mi habitación,
porqué como soy “gafe” me tocó una habitación que no estaba reformada y era pequeña,
pero por lo demás el hotel estaba muy bien. Como no hubo tiempo de ir al parque del
Retiro que era lo que estaba previsto, fuimos directamente al museo reina Sofía. La
visita me tocó con Eliecer, un profesor que no conocía de nada; pero que me cayó muy
bien. En el Reina Sofía lo más digno de recordar es el “Guernica” de Picasso, que me
robó el corazón; la sensación de tener un cuadro enorme delante de mis ojos que te
transmitía lo que habían sentido en la
guerra civil, era fantástico. En cuanto al
tamaño del “Guernica” me lo imaginaba
mucho más grande, y fue una pena que no
me dejarán hacer fotos al cuadro, pero es
la forma de conservarlo. Salimos del
museo reina Sofía y fuimos a cenar al
“fresco” y luego hicimos el recorrido de
luces de bohemia, pero eso para ser
sincero no me acabó de gustar del todo,
pero igualmente me lo pasé genial y lo disfruté mucho. Y sin darme cuenta ya había
pasado el primer día, quedaban cuatro días.
Me desperté, por culpa de la alarma del móvil y fuimos entrando a la ducha uno por
uno, lástima que en mi habitación no había agua caliente y nos tuvimos que duchar
todos con agua helada, cuando salí de la ducha y me fui a peinar me di cuenta de que me
había olvidado el peine en casa, y mira que había revisado todo para que no me faltara
nada, pero tuve suerte porque Clemente me dejó el suyo. Y entonces fuimos a almorzar,
y allí para mí empezó el mejor día de todos
en Madrid. Fuimos a buscar el bus que nos
llevó a Toledo ¡una ciudad fantástica! Me
encantó Toledo. Caminar por esas calles
transmitía una sensación de estar en la
Edad Medieval. Todo era tan bonito e
impresionante. Lo mejor de Toledo fue a la
hora de la comida. Laura, Soumaya y yo
decidimos entrar en un restaurante que
encontramos por allí, y comimos como reyes, y nos reímos un rato. Y por la tarde
fuimos de paseo por Toledo por calles desconocidas.
Me gustaría haberme quedado más rato en Toledo pero teníamos que marchar para ir a
ver, lo que sería la primera obra de teatro en
Madrid: “Cabaret”. Salí de este espectáculo
impresionado. Era una sensación para la que
no encuentro las palabras que lo puedan
transmitir, pero lo que sí es cierto es que ¡me
encantó! La historia era increíble, reías
mucho, y los actores un diez. Lo que más me
fastidió es que estuve lo que quedaba del viaje
cantando una canción del musical, ¡se me
había pegado! Y sin querer otro día menos quedaba para volver a casa.
Otra vez la alarma nos despertó, y repetimos exactamente lo mismo que el día anterior:
ducharnos con agua helada. Hoy tocaba Alcalá de Henares, la residencia de estudiantes
y acabábamos con la obra de teatro “Vania”. Llegamos a Alcalá y nos fuimos cada uno
con su guía, que por cierto la mía fue muy simpática y se explicaba de maravilla. La
guía y la explicación me encantaron;
pero Alcalá en sí no me acabó de
convencer, pero lo que reí con esa
estatua del quijote, y mientras paseaba
por esas calles no tiene precio. Al
acabar de comer, fuimos a hacernos
una sesión de fotos ya que Emma
llevaba la cámara. Nos hicimos
“tropecientas” y nos reímos
muchísimo. La residencia de
estudiantes, la encontré aburrida porque no me llamó la atención en nada. Y finalmente
la obra de “Vania” me decepcionó mucho, porque yo creía que estaría bien, pero me
aburrí como una ostra durante la representación: ¡Era un sin-sentido de cosas! Al salir
Francisco nos dijo que a él le había encantado, y que no la comprendimos porque no
teníamos el grado de madurez suficiente para entenderla, pero como eso no lo puedo
saber… tendré que quedarme con mi opinión actual. Llegamos al hotel reventados y nos
pusimos a hablar durante mucho rato, y nos reímos muchísimo. Finalmente nos
acostamos.
Y la alarmo volvió a sonar otra vez… y repetimos las
acciones de los días anteriores. ¡Hoy por fin íbamos a
caminar por las calles de Madrid! Era una cosa que
me moría de ganas de hacer, y ¡fue espectacular!
Andamos toda la mañana por Madrid y luego fuimos
a comer. A la tarde tocaba el museo del Prado. Me
tocó ir con el grupo de Eva, mi tutora. Eso sí mucha
gente estaba dormidísima, no se aguataban de pie.
Pero yo no era de esos, yo estuve disfrutándolo todo.
Por la noche estuvimos deambulando por las calles
de Madrid y me lo pasé genial. Yo parecía un guía, me lo conocía todo como la palma
de mi mano, y mira que nunca había estado allí. Pero lo disfruté muchísimo. Y a las
doce de la noche como si fuésemos la cenicienta todos volvimos al hotel a acostarnos.
No me notaba los pies, estaba muerto. ¡Tanto caminar pasa factura!
Y así llegó el último día… donde repetimos lo que para nosotros ya era rutina. Ese
último día fuimos a la Casa Lope de Vega. Que de todos los museos y casas que
visitamos, esa fue la que más me gustó, no sé si fue por el embrujo que ejercía esa guía
que me tocó que hablaba de tal manera que no podías dejar de escucharla. Era mágica,
alucinante… o quizás era lo que contaba que lo encontré muy interesante. Bueno lo que
sí sé que esa casa me robó lo que quedaba de mi corazón. Lástima que después de
comer tuvimos que coger el bus e irnos, me hubiera gustado quedarme más días, lo que
tengo claro es que después de este viaje quiero volver a Madrid, y sobre todo a Toledo.
¡Ah! Es verdad y ese último día nos hicimos una foto de habitación, para celebrar que
habíamos conseguido sobrevivir cinco días en Madrid. Y aquí terminó mi crónica. El
viaje salió mejor de lo que me pensaba, yo me pensaba que sería un caos, pero salió
redondo. Por mi parte no hay queja alguna. Bueno sí, que en ese hotel en mi habitación
pongan agua caliente y que hubiese durado muchos más días el itinerario; o como
mínimo decirle a los días que no pasarán tan rápidos.
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