Todo cambia

Sexto hijo de diez hermanos, no le quedaba otra que luchar a brazo partido por

sobrevivir.

“Disfrutaba su pobreza”, en la primaria se deba el “lujo” de pedir: pan, chocolate y

hasta el juguete preferido de “los riquillos”; “burros” y flojos.

Esgrimía el arma de la vivacidad, inteligencia, la intuición chispeante con cierta

altanería que reyaba en el cinismos; vendiendo un producto altamente

demandado, la tarea.

Los agridulces se presentaron en secundaría, el sexo opuesto le llamó la atención,

mientras que su familia se desmoronaba, él perdía la brújula.

En cierto momento, creyó en un profesor terco y tozudo que a cada paso decía:

lean, lean, sólo leyendo pueden ser mejores; él quería ser mejor. Emergió

nuevamente la altanería y el cinismo en clase, haciendo preguntas para

evidenciar.

La realidad cambiante, contradictoria y compleja, su convivencia con la población

serrana. Humilde, trabajadora, amable, sencilla. Le permitieron poner los pies en

la tierra.

Pedro Reyes Alanís