12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 1 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 2 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 3 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 4 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 5 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 6 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 7 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 8 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 9 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 10 / 11
12
TwittearTwittear
6 517
LikeLike
Espacios de Calabi-Yau en cada punto del espacio-tiemponormal.
George Ellis
Saul Kripke
Juan Maldacena
LA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDASLA FÍSICA TEÓRICA… CONTRA LAS CUERDAS13 octubre, 2015
¿Cuánto tiene de ciencia la teoría de las cuerdas? Para Gustavo Esteban Romero, este es un debate que está
ahogando la investigación en física teórica. El ensayo que publicamos, originalmente titulado Con la cuerda al
cuello: crisis y reconstrucción de la física teórica, es parte de su obra, pendiente de publicación, “La
naturaleza del tiempo”.
El 29 de abril de 1980, el famoso físico británico Stephen Hawking fue nombrado profesor Lucasiano de
Matemáticas en Cambridge. Era la misma cátedra que en su tiempo ostentó Isaac Newton, la más prestigiosa
de Gran Bretaña. En esa ocasión, Hawking pronunció una conferencia titulada: “Is the end in sight for theoretical
physics?”[1] Hawking profetizó (práctica a la que es muy adepto) que en veinte años la física teórica
probablemente habría alcanzado todos sus objetivos, y que para el nuevo milenio existiría una teoría unificada de
todas las interacciones, una “teoría del todo”. Su candidato para tal teoría era una variante con 8 supersimetrías
diferentes de la llamada teoría de la supergravedad.
Hoy ya nadie recuerda las teorías multisupersiméticas de la
supergravedad, ni importa ya mucho que significa semejante
expresión. Todo eso ha sido olvidado y archivado, reducido a la
categoría de disparate. Poco después de la conferencia de
Hawking, en 1984, la teoría de cuerdas comenzó ubicarse en el
centro de atención de los físicos teóricos de altas energías, y allí
ha permanecido por ya 36 años. Sin embargo, en un sentido muy
diferente del que Hawking tenía en mente, su profecía parece
haberse cumplido en cierto grado: la física teórica de altas
energías, que había dominado el avance del conocimiento del
universo en el medio siglo anterior, parece estar inmersa en una
crisis interminable, de completa esterilidad, que ha llevado a que
no haya habido ninguna predicción nueva realmente significativa en
ese campo en más de un cuarto de siglo. Esta es una situación
única en la historia de la física, que es un campo de investigación altamente dinámico y en rápido progreso. El
proceso actual ha venido acompañado de un degradación del sistema académico que amenaza la evolución de
toda la física, acarreando una crisis de incalculables consecuencias. En las páginas que siguen, describiré como
se llegó a esta situación, los peligros que conlleva, y daré mi visión sobre cómo es posible superarla.
La teoría de cuerdas
Lo primero que hay que saber sobre la teoría de cuerdas es que no se trata de una teoría en el sentido usual,
sino más bien de un conjunto de suposiciones y métodos de cálculo basados en ellas[2]. La “teoría” de cuerdas
no tiene ecuaciones fundamentales que determinen la evolución dinámica de los objetos a los que se refieren las
suposiciones y conjeturas. Tampoco tiene la unidad conceptual que confiere la identificación de un grupo de
simetrías subyacente al marco teórico. Los objetos o referentes de la teoría de cuerdas se supone que son
entidades básicas, los “constituyentes últimos” de todos los existentes, que geométricamente pueden
describirse como cuerdas unidimensionales que pueden ser abiertas (con dos extremos) o cerradas (formando
una especie de lazo). En la Figura 1 vemos dos ejemplos de la forma que pueden adquirir estas cuerdas.
Dos representaciones gráficas de cuerdas; una
abierta y la otra cerrada.
Una característica de estas cuerdas es que pueden
vibrar. Como toda cuerda, sólo admiten modos discretos
de vibración. Esto da lugar a un espectro de energía
interna (asociada a la vibración de las cuerdas) que se
identifica con la masa de las partículas elementales. Así,
según la teoría de cuerdas, lo que se conoce como
partículas en el llamado Modelo Estándar de la física, en realidad serían pequeñas cuerdas vibrantes. De acuerdo
a cómo vibran se obtendrían las diferentes partículas. Estas ideas fueron propuestas a fines de los años sesenta
y se aplicaron a principios de la década del setenta al estudio de las interacciones nucleares. Más tarde, debido
a muchos problemas técnicos que se fueron presentando, la teoría fue desplazada por la llamada cromodinámica
cuántica (QCD, por Quantum ChromoDynamics) y cayó en el olvido.
Durante la segunda mitad de los setenta, el físico John Schwarz y algunos colegas continuaron estudiando las
cuerdas. La teoría original se aplicaba sólo a partículas llamadas bosones, que tienen espín entero. Los bosones
son lo que se llama “cuantos de interacción”. En el Modelo Estándar a estos “cuantos” se los interpreta como las
perturbaciones de los campos de interacción. El bosón del campo electromagnético, por ejemplo, es el fotón.
Otros campos, como el débil y el nuclear, tienen sus propios bosones. Schwarz y otros se percataron de que si
querían que la teoría de cuerdas pudiese describir a otras partículas, los llamados fermiones, debían incluir una
nueva simetría en la teoría. Esta simetría, que no existe en el Modelo Estándar, es llamada “supersimetría”.
Implica que, a grandes energías, los bosones se pueden convertir en fermiones, y viceversa. Sin embargo, el
cumplimiento de la supersimetría exige que existan partículas llamadas “compañeros supersimétricos” de las
partículas conocidas, a fin de que no se violen leyes de conservación bien establecidas. El Modelo Estándar
admite la existencia de 17 partículas (ver Figura 2) por lo que la supersimetría exige que haya 17 partículas
supersimétricas no descubiertas. Se suele argumentar que esas partículas son todas tan masivas que aún no
han podido ser creadas en acelerados como el Large Hadron Collider (LHC ) del CERN. El esquema teórico de
las cuerdas, con sus extensiones supersimétricas, pasó a llamarse “teoría de supercuerdas”, aunque, como su
predecesora, no es una teoría bien formulada y completa.
Las 17 partículas del Modelo Estándar: 6 hadrones
(llamados quarks), 6 leptones, 4 bosones de
interacción (llamados también bosones de Gauge) y la
partícula de Higgs (bosón).
En 1983 el físico norteamericano Edward Witten
comenzó a mostrar interés por la teoría de cuerdas.
Witten, nacido en 1951, era ya en esa época uno de los
físicos teóricos más famosos del mundo. Hijo del también
físico Louis Witten, Edward se graduó en historia en
Bradeis, y luego se mudó a Princeton para realizar una
tesis en física bajo la supervisión de David Gross, un reputado físico de partículas. Ya durante su trabajo
doctoral Witten comenzó a adquirir la fama de genio, particularmente versado en matemáticas. Luego de
doctorarse hizo una estadía postdoctoral en Harvard y al terminar fue contratado como profesor por Princeton,
algo totalmente inusual para alguien de su edad. Ha permanecido en Princeton (al poco tiempo se desplazó al
Instituto de Estudios Avanzados) desde entonces. La influencia de Witten en la comunidad de físicos de altas
energías es enorme. Por eso, cuando presentó su visión de la teoría de supercuerdas en una conferencia durante
1984, y consideró públicamente que el campo era muy promisorio, inmediatamente muchos comenzaron a
trabajar en el tema. En 1983 se habían publicado sólo 17 trabajos científicos sobre supercuerdas. Sólo en 1986
aparecieron 639. En 1990, la teoría de supercuerdas dominaba completamente la atención de la mayoría de los
físicos teóricos.
Para entonces era claro que a fin de poder caracterizar las muchas propiedades de las partículas elementales,
era necesario incrementar el numero de dimensiones en que pueden vibrar las supercuerdas de las 4 (tres
espaciales y una temporal) usuales, a 10. Las otras 6 dimensiones, al no ser observables, se suponen
“compactificadas”. La compactificación es una idea propuesta en los años 1920 por el físico sueco Oskar Klein.
Consiste en suponer que una dimensión está doblada sobre sí misma con un radio de curvatura tan pequeño que
es completamente indetectable a escala humana. Por ejemplo, un hilo puede parecer de 1 dimensión a un ser
humano, pero a una hormiga, que puede moverse a su alrededor, le parecerá una superficie de 2 dimensiones. La
dimensión que sólo puede experimentar la hormiga es la dimensión compactificada. La teoría de supercuerdas
requiere de 6 de estas dimensiones minúsculas y cerradas sobre si mismas.
Otro problema de la teoría de supercuerdas era que sus cálculos producían “infinitos” a menos que las curvaturas
de las dimensiones extra satisficieran ciertas condiciones. Existen ciertos espacios topológicos llamados
espacios de Calabi-Yau, donde en 6 dimensiones esas condiciones son satisfechas (ver Figura 3). Así, pues, la
teoría de supercuerdas pasó a formularse sobre espacios de CalabiYau, de 6 dimensiones compactas,
apoyados en cada punto del espacio-tiempo de Minkowski, que es el espacio y tiempo en que se formula la
teoría de la relatividad especial. Al principio, apenas unas pocas variedades de espacios de CalabiYau eran
conocidos, pero pronto se volvió evidente que su número es inmenso, y acaso infinito. Cualquier cálculo de
supercuerdas realizado en un espacio de CalabiYau diferente, lleva a diferentes resultados. Así, pues, no es
posible formular predicción alguna con la teoría, ya que no es posible determinar qué espacio de CalabiYau
corresponde al universo real, si es que alguno lo hace.
A principios de los años 1990 ya había cinco versiones diferentes de la teoría de supercuerdas, o, quizás es
mejor decir, cinco conjuntos diferentes de conjeturas sobre supercuerdas. Esta proliferación de teorías y la
ausencia absoluta de predicciones hizo que la actividad en el campo de las supercuerdas empezase a
desacelerar. Entonces, en 1995, Witten intervino nuevamente. En una conferencia celebrada en la Universidad de
Southern California, presentó un conjunto de ideas que motivaron nuevamente a los físicos teóricos. En primer
lugar sugirió que las cinco teorías diferentes podrían ser casos límite de una teoría aún mayor, a la que llamó
teoría M. No especificó que significa la “M”. Algunos sugieren que es “M” por “Magia”. Otros que es la W de
Witten invertida. Como sea, esa supuesta teoría explicaría y resolvería los problemas de las incompletas teorías
de supercuerdas. Witten propuso además que en vez de cuerdas unidimensionales, se debería trabajar con
membranas de 2 dimensiones, que también pueden vibrar, aunque de más modos que las simples cuerdas.
Llamó a estos objetos “branes”, o “branas” en castellano, abreviación de “membranes” (“membranas”).
Finalmente, propuso agregar una dimensión más a las ya conjeturadas. Los campos usuales, excepto la
gravedad, no podrían moverse por esta dimensión, y estarían confinados en las 4 usuales (más las 6
compactificadas). El esquema resultante es de tal complejidad que ha tenido ocupados a los físicos de
partículas hasta hoy. En estos 35 años, sin embargo, ninguna predicción, absolutamente ninguna, ha resultado
de todas estas conjeturas.
Espacio de Calabi-Yau. Es un espacio de 6
dimensiones. Aquí se muestra la proyección sobre 3
dimensiones. En cada punto del espacio-tiempo
normal, la teoría de supercuerdas supone existe un
espacio de Calabi-Yau compactificado.
¿Es la teoría de cuerdas una teoría científica?
Para empezar, la “teoría de cuerdas” no es una teoría, ni
fundamental (como la relatividad general) ni
fenomenológica (como el Modelo Estándar). Nadie sabe
cuáles son las ecuaciones básicas que rigen la dinámica de los objetos postulados, ni nadie ha sabido jamás
realizar una predicción experimental contrastable basándose en los supuestos y conjeturas “cuerdistas”. El
formalismo de los cálculos de las interacciones entre supercuerdas es tan complejo, que incluso entre
especialistas es difícil evaluar si los cálculos son correctos o no. Hace algunos años, dos hermanos franceses,
Igor y Grichka Bogdanov, publicaron en total seis artículos en revistas con sistema de arbitraje por pares de
física y matemáticas. Entre las revistas se encontraban Annals of Physics y Classical and
Quantum Gravity. Estos artículos usaban jerga de
diferentes campos de la física teórica incluida la teoría
de cuerdas. Tiempo después de las publicaciones y de
que los hermanos obtuvieran doctorados en la
Universidad de Borgoña, Francia, se estableció que
los artículos carecían de sentido. No se trataba de
un caso como el llamado affair Sokal, donde la
publicación de un texto ininteligible fue realizada para
mostrar la permeabilidad del sistema académico al
mero disparate, sino engaños deliberados para obtener
beneficios gracias a la mencionada permeabilidad. Lo
notable del caso es que tantos árbitros no se dieran
cuenta del engaño. Incluso mucho tiempo después de
las publicaciones había serios problemas en determinar
si el contenido era disparatado o no. Lo que quedó
expuesto con este incidente es que muchos físicos no entienden lo que están haciendo, y consideran normal no
entender nada de un artículo… en su propia área de especialidad. “El trabajo de los Bogdanov resulta
significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de
coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo”, escribió
Peter Woit, físico de Columbia. Por su parte, Jacques Distler, de la Universidad de Texas en Austin, escribió:
“Los artículos de los Bogdanov consisten en jerga técnica de varios campos de la física matemática, la
teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero
semánticamente sin sentido.” En realidad, el campo de la teoría de cuerdas se ha vuelto tan embrollado
matemáticamente que ya ni sus partidarios pueden comprenderlo completamente. Uno esperaría que entre los
rasgos de una teoría física bien formulada esté la claridad, además de la coherencia interna.
Por otro lado, la teoría de cuerdas no posee un principio abarcador o un grupo de simetría que permita un
formulación única y clara, como sucede con otras teorías fundamentales de la física. No hay leyes específicas
relacionadas con las cuerdas, y por tanto, no hay predicción alguna que realizar. Peor aún, los cálculos pueden
hacerse sobre una infinidad de espacios de Calabai-Yau (unos 10500 según algunas estimaciones) por lo cual la
teoría, si se formulase en forma clara, igual tendría un degeneración intrínseca o indeterminación que haría
imposible en principio ninguna predicción.
Se ha sugerido que la teoría de cuerdas es refutable ya que predice la supersimetría. Esto es falso, la teoría no
predice la supersimetría; la teoría necesita de la supersimetría para poder ser extendida a fermiones. Si se
descubre la existencia de la supersimetría, no sería una confirmación de la teoría de supercuerdas, ya que esta
podría aún ser falsa. Y si no se descubre, los cuerdistas siempre podrán argumentar que las partículas
supersimétricas tienen masas más allá del alcance de los aceleradores mas potentes en existencia… sin
importar cuán potentes son.
Además de las consideraciones anteriores, es importante destacar que la teoría de cuerdas no se relaciona con
el resto de la ciencia, como sucede con otras teorías bien establecidas de la física. Por ejemplo, en su límite de
baja curvatura la teoría de la relatividad general se reduce a la teoría de la gravitación de Newton, y a velocidades
bajas a su mecánica. La mecánica cuántica, en el límite de grandes números devuelve la mecánica clásica. La
mecánica estadística da lugar a la termodinámica. La teoría de cuerdas, en cambio, no puede recuperar al
Modelo Estándar ni explicar uno sólo de sus parámetros libres. Literalmente, es un teoría, o área de
investigación, completamente aislada del resto de la ciencia.
Otro problema serio es la llamada “dependencia del fondo” que presenta la teoría de cuerdas, algo
incompatible con su pretensión de ser un teoría del “todo”. Por “dependencia del fondo” se quiere significar que la
teoría se formula sobre un espaciotiempo dado, que se fija a priori y cuyas propiedades métricas no resultan de
resolver las ecuaciones de la propia teoría (como sucede en el caso de la relatividad general y otras teorías
relativistas de la gravitación). La teoría de cuerdas postula un espacio euclídeo de 4 dimensiones y sobre el
mismo los espacios compactificados de CalabiYau. Si uno se pregunta por qué esos espacios y no otros, la
respuesta es que sólo en ellos pueden ser realizados los cálculos perturbativos de las supercuerdas, lo que dista
de ser una explicación “fundamental” o incluso satisfactoria, ya que hay infinitas teorías posibles cuyos cálculos
se pueden realizar solamente sobre ciertos espacios multidimensionales. Eso no implica en forma alguna que
esos espacios existan realmente y no sean meras ficciones matemáticas.
La impotencia de la teoría de cuerdas para realizar predicciones y su completa inmunidad ante cualquier
experimento, junto con su complejidad artificiosa, y su divorcio del resto de la ciencia física, son las
características de un programa de investigación que ha degenerado en una pseudociencia.
La principal motivación para trabajar en la teoría de cuerdas como si fuera un candidato a teoría unificada está
solamente en la fe de sus seguidores. Esa fe es la que ha llevado a una situación única en la ciencia moderna,
que afecta seriamente la estructura y la credibilidad del sistema académicocientífico.
Crisis en la física teórica
En diciembre de 2014, dos de los más
importantes cosmólogos del mundo, George
Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista
Nature un artículo titulado “Defend the
integrity of physics”. Se trataba de un artículo
valiente donde expresaban su preocupación
porque muchos físicos trabajando en el área
de la teoría de cuerdas están abogando por
un cambio de los criterios de evaluación de
las teorías científicas. En particular, están
sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real o que una teoría deba
ser confrontada con los experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en
consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de una cierta comunidad. En una
época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa
de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no
sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una
amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes
ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos radicalizados.
Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas
contrastables sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido
realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmodernista: la ciencia es un discurso entre
otros muchos que forman el “texto social”. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es
válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que
esa gente está cuidando su trabajo y no procurando una representación lo más verdadera posible de la
realidad[3]. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la
realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de filósofos presocráticos y el nacimiento
del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que, hasta hace
poco, se llamaba ciencia, entonces este grupo de personas hacen una gran presión por que se cambien los
estándares de evaluación en lugar de cambiar ellos y direccionarse hacia otro tema de investigación que pueda
permitir una salida al callejón en el cual se encuentran. Es una situación muy grave porque si esas tendencias
llegan a predominar pueden llevar a una enorme crisis al sistema científico, sobre todo en una época en la cual
otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportes. Los avances recientes en
neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos veinte años toda la experimentación sobre el
cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del
ser humano. Propagar a esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que
promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas
disciplinas que están en enérgico desarrollo. Algunos cuerdistas, en cierta forma, están tratando de exportar y
universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.
La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización
empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba
atómica o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a
fines de los años cincuenta, pero no sirvió para encontrar nueva física. Desde que terminó la segunda guerra
mundial no se ha descubierto esencialmente nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera
mitad del siglo XX.
En el sistema científico norteamericano al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de
sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que van a servir para ganar
subsidios que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad
norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo a sus capacidades para conseguir
subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que les significa una importante
fuente de ingresos. Entonces, la universidad prioriza aquellos investigadores que publican mucho en áreas de
moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos. La academia se ha monetarizado, se ha
comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no
se plantea problemas fundamentales, porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración, y
eso afecta los altos ritmos de publicación. El publish or perish[4] ha llegado a su reductio ad absurdum
produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o
comprendidos.
Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda desaparecer, porque siempre es más confiable adoptar una
técnica comprobada, y volver a aplicarla, que lanzar o tratar de plantear de cero un nuevo problema. El mercado
académico presiona para que se asignen puestos académicos estables a los científicos que tienen capacidad de
obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir
a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de
quienes los seleccionan. Ocurre, entonces, una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman
a imagen y semejanza de los maestros y, después, los maestros deciden que ellos sean quienes los
reemplacen en las cátedras. El sistema académico “monotematiza” la investigación, por medio de un círculo
vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad. Esta situación
pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a fines de los años noventa en
Estados Unidos. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes
en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada ni hay
esperanzas de que en algún momento sirva. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin
formación como para dedicarse a otra cosa, y por tanto presiona para que las condiciones externas se adapten a
lo que pueden hacer.
Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, con una degeneración de 10500, los nuevos paladines de la
teoría en vez de decir “bueno, esto es un callejón sin salida, nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es:
“para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es
válida”. Eso los lleva a postular algo increíble: infinitos universos. En lugar de tratar de estudiar el universo
observable lo que hacen, para “solucionar” el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el
paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico que es opuesto a lo que, tradicionalmente, ha
llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad se
cambia la teoría, no se modifica la realidad agregando infinitos universos.
Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su
disciplina vuelva a la vieja especulación sin asidero. Por eso Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para
llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión en la cual también participen filósofos, con
el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas.
El problema de discutir el problema con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios
estrictos de evaluación de teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar
al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década del treinta y del cuarenta del
siglo pasado, cuando se estableció la semántica formal.
A partir de los años cincuenta, los lógicos
de orientación filosófica se dedicaron, más
que nada, a fabricar lógicas alternativas. La
mayor parte de las aplicaciones de la lógica
están en la lógica del primer orden, que es
lo que se llama la lógica de predicados, y en
algunos aspectos de la lógica de segundo
orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas
lógicas posibles, pero en general no tienen
aplicación a la realidad. Una de esas lógicas
se llama lógica modal o lógica de la
posibilidad, que siempre se ha considerado
como un mero juego formal que no tiene
aplicación en ciencia. El filósofo
estadounidense Saul Kripke postuló que la
lógica modal podía resolver su problema
fundamental, que es cómo establecer el
valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si
hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a
reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda
con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus “multiuniversos”. Estos supuestos universos no
interaccionan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio,
planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos. Se presenta así una situación
peculiar, y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que
ocuparse, como físicos teóricos que se hayan atrapados en el callejón de las cuerdas, de repente se encuentran
que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Hawking,
que hablan de la muerte de la filosofía, refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen “bueno, hay que
basar la filosofía en las modernas teorías de la física” haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la teoría
del multiuniverso o “multiverso”. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los
problemas reales y pasan a considerar una actividad científica legítima algo que sólo es un discurso, un
monólogo posmodernista. Un relato. La realidad se genera en la oficina del físico.
Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurúes de la
ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y
es un referente para detener la charlatanería.
Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión, expresada en una conferencia,
puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las
razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad más que por la ciencia, se la pasan haciendo
profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o de la física hasta el fin del mundo. Es el triste
caso de Hawking, que en los últimos años parece dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el
gran público por medio de las más disparatadas aseveraciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la
ciencia y su contribución a la cultura, en particular si lo comparamos a la situación cuando las figuras de
referencia eran Albert Einstein, Max Planck, Niels Bohr, y otros de similar envergadura y conciencia cívica y
social.
Reconstrucción de la física
Los físicos de cuerdas suelen defenderse diciendo que la llamada
correspondencia AdS/CFT (por “antide Siter/ Conformal Field Theory”),
propuesta por Juan Maldacena en 1997, permite hacer cálculos de
gran utilidad en teoría de materia condensada y física nuclear. Eso es
cierto, pero al aplicar esa correspondencia lo que hacen es aplicar un
método de cálculo que nada tiene que ver con supercuerdas ni teorías
unificadas. Difícilmente la mencionada conjetura permita nunca
realizar una predicción concreta para el universo real en el marco de la
teoría de cuerdas. La correspondencia es entre la matemática que se
realiza en un espacio de Sitter de 5 dimensiones y un espacio de
dimensión inferior de la teoría de campos conforme con cuatro
supersimetrías (esta última es una teoría que sólo admite la existencia de partículas sin masa, esto es,
bosones). Ni nuestro universo tiene una geometría tipo “antide Sitter” ni está poblado únicamente por bosones.
De allí que la correspondencia no se pueda aplicar al mundo real, aunque puede ser útil en otros campos, como
mero formalismo matemático, reinterpretando el significado de los diferentes términos implicados fuera del marco
de la teoría de supercuerdas. Los físicos de cuerdas más realistas están utilizando sus conocimientos de esta
correspondencia para pasarse a campos de investigación donde pueden aplicar los métodos de cálculo tan
duramente aprendidos con resultados de algún provecho, como ser en teoría de materia condensada y
superconductores.
Una solución de fondo a la crisis de la física actual requiere un cambio en la formación de los físicos. Ese
cambio debe implicar, entre otras cosas, una cierta conciencia filosófica de los fundamentos e implicaciones de
la investigación científica. Pienso que la filosofía necesita de la ciencia y la ciencia necesita de la filosofía. Creo
que la filosofía que tiene chances de hacer aportes reales a la sociedad y a la cultura es lo que se llama filosofía
científica. Esta es una filosofía informada por la ciencia, por la buena ciencia y, que a su vez, le puede proveer a
la ciencia del marco más general en el cual se desarrollen las teorías científicas y ayudar a que esas teorías no
se desbanden, poniendo criterios estrictos de evaluación, de peso de la evidencia, y de interpretación semántica.
Creo que hay una relación simbiótica, o mejor dicho, que debería haber una relación simbiótica entre filosofía
científica y ciencia. La filosofía científica se ocupa de problemas bien concretos, problemas como qué es una ley
científica, qué es un evento, qué es una cosa, qué es una teoría, qué es un modelo, qué diferencia hay entre
teoría y modelo, qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es el espaciotiempo, cuáles son los constituyentes
últimos de las cosas, qué son los infinitos –¿existen en la realidad o son meras construcciones matemáticas?–
y mucho más.
Los físicos hablan todo el tiempo de infinito pero difícilmente han analizado los aspectos más profundos de la
teoría matemática del infinito y sus implicaciones filosóficas. Un físico bien informado de esos tópicos va a hacer
mejor física. O un científico, en general, va a hacer mejor ciencia. Por otro lado, un filósofo que no conozca el
estado de la ciencia actual cuando hable del espacio y del tiempo va a decir disparates; debería conocer, por
ejemplo, relatividad general. O un filósofo que se ocupe del problema del libre albedrío, si no conoce los avances
actuales de la neurociencia simplemente va a hacer especulaciones. La relación es simbiótica. ¿Cómo se trata
eso, a nivel universitario?, ¿cómo se implementa a nivel formativo de los estudiantes?
En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales,
como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e
interpretar lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, que explique qué entendemos por una
ley, si hay leyes de leyes, si puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué
es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que
raramente o jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del
conocimiento que él está tratando de abordar. Además, debería haber una materia de filosofía científica que
incluya ontología y epistemología. La ontología es el estudio de las ideas más generales acerca de lo que hay,
básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. La epistemología es el
estudio del conocimiento: qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es
un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia –tema muy importante, de gran relevancia cultural
y social–, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología. Finalmente, la materia debería
incluir ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea,
ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar por qué los seres humanos se
comportan de una manera o de otra y cuáles son las pautas, las normas, la moral, que caminos son
convenientes para alcanzar ciertos objetivos.
Yo creo que uno de los grandes defectos de la formación de los científicos actuales es que deja de lado los
aspectos éticos y cada vez asistimos a más casos de plagio, fraude, publicaciones refritadas varias veces,
conferencias que son robadas y montones de cosas más, como ese anhelo por la fama que aqueja a muchos
científicos. Se podría ayudar a combatir esas tendencias nocivas enseñando un poco de ética a nivel universitario
a los estudiantes de ciencias. Todos los grandes sistemas de pensamiento de la antigüedad, como por ejemplo
los del periodo helenístico de Grecia y el propio sistema aristotélico, siempre empezaban con lo que llamaban
una gramática, que es lo que hoy llamaríamos una semántica, el conocimiento del lenguaje que usamos para
describir la realidad, después seguían con una física y luego con una episteme, una teoría del conocimiento, para
terminar siempre con una ética. El final siempre resultaba ser una ética. Y eso nosotros lo hemos perdido; ahora
la ética no nos importa nada y yo creo que es lo que más tendría que importarnos porque es, en el fondo, lo que
codifica cómo nos vamos a comportar. Eso es algo que incide directamente en todas nuestras actividades y en
nuestra vida: la supervivencia de toda nuestra civilización, acaso, dependa de nuestra capacidad para
comportarnos éticamente.
Lecturas sugeridas
Bunge, M., 2001, Philosophy in Crisis: The Need for Reconstruction, Amherst: Prometheus Books
Ellis, G., & Silk, J. 2014, Defend the integrity of physics, Nature 516, 321-323
Baggot, J. 2013, Farewell to Reality: How Modern Physics Has Betrayed the Search for Scientific Truth, London:
Pegasus
Smolin, L. 2006, The Trouble with Physics, NY: Mariner Books
Unzicker, A. 2013, Bankrupting Physics: How Today’s Top Scientists are Gambling Away Their Credibility, NY:
Palgrave Macmillan
Woit, Peter 2006, Not Even Wrong, NY: Basic Books
Referencias
[1] “¿Está a la vista el fin de la física teórica?”.
[2] A lo largo de este texto me referiré ocasionalmente a este conjunto de conjeturas como “teoría”, lo cual debe
considerarse, estrictamente, un abuso de lenguaje. La expresión, infelizmente, está tan extendida que facilita la
comprensión del texto y ese es el motivo por el cual la he adoptado.
[3] Algo que en general no mencionan los defensores de esta posición es que pretenden que sus sueldos sigan
siendo pagados por una comunidad mayor en la cual está insertos, comunidad que no entiende una palabra o
ecuación de lo que hacen.
[4] “Publica o perece”.
YAPA:
Mario Bunge presenta a Gustavo Romero en la conferencia “Einstein y la metafísica del tiempo” (Seminario
de Filosofía de la Ciencia, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Buenos Aires, 30 de Septiembre
de 2015)
CATEGORIES: PSEUDOLOGÍAS
Leave a Reply
Name (required)
Mail (required)
Website
Submit
POPULARES RECIENTES ALEATORIO
FACTOR en FACEBOOK
Be the first of your friends to like this
Factor 302.4 El blog de
Alejandro Agostinelli added 2
new photos.
Política y esoterismo. Por Juan Bubello,mañana a las 19 hs en el Centro Cultural
Kirchner.
Link a mi entrevista a Bubello, cuando
salió su libro:
http://ar.news.qa1p.global.media.yahoo.
com/…/nuestracultur…
3 hrs
Factor 302.4 El blog d…3,566 likes
Like PageLike Page Contact UsContact Us
Busca un tema
Tabla Nutricional
ALTeRNaTiVaS
(26)
CIENCIA ACTIVA
(33)
CINE ANÓMALO
(22)
CONSPIRATROZ
(55)
CREENCIAS INTENSAS
(67)
CULTURA ALIEN
(132)
DATOS TONIFICANTES
(16)
Destacadas
(2)
DOSSIER
(15)
DUDAS DEL MILENIO
(12)
ENCUENTROS
(8)
EXTRA-VAGANCIAS
(25)
FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
(13)
GALERÍA
(5)
INFLUENCIAS TERRÍCOLAS
(13)
LIBROS
(51)
LOS INDISPENSABLES
(44)
MEJOR NO LO CREA
(8)
MICCIONARIO
(10)
OPINIÓN
(62)
PÁRRAFOS SUBRAYADOS
(26)
PSEUDOLOGÍAS
(70)
REVISTAS
(19)
TRIBUS
(15)
VIDA DE SANTOS
(38)
OTROS SITIOS DEL AUTOR
Últimos Comentarios
Antoni del Río Silván en El día que King Kongencalló en Mar del Plata
Lucía Manucci en El sesgo del autor: atrévete apensar por tu cuenta
alejandro borgo en Filosofía & ciencia: charlas ychispazos en el ágora porteño
Claudio en Filosofía & ciencia: charlas y chispazosen el ágora porteño
Boris Berkov en Agua en Marte: David Bowie pide
que lo dejen en paz
Historial
Historial Elegir mes
Enlaces
Afroamericanas
Ahuramazdah
Alerta Pseudociencias
Amazing!
Antropocacos
Artefacto
Axxón
Bajo el volcán
Barcelona
Boingboing
Caelestia. A research initiative for unidentified aerial
phenomena.
Center for Inquiry Argentina
CESNUR
Ceticismo Aberto
CICAP
Círculo Escéptico
Círculo Escéptico Argentino
Coil House
Cronoelipsis. Blog de Ale Alonso
Daniel Riera
DeRevolutioNibus
Desde el Más Allá
Development Blog
Diversa – Diversidad Religiosa
Docuciencia
Documentation
Dr GEN
El corazón del bosque
El desmitificador. Por Alberto Rojo
El detractor / Blog de Martín Fragoso
El fondo del asunto
El gabinete secreto
El gato y la caja
El hábitat del Unicornio
El identikit
El ojo escéptico
El retorno de los charlatanes
Experientia Docet
Factor 302.4 en Facebook
Forgetomori
Fortean Times
Fragacomics
FSM (Church of the Flying Spaghetti Monster)
Fundación Anomalía / Íkaros
Gluon con Leche
Hipotesis Carolus
Iconoclasistas
La Anticlase
La ciencia de tu vida
La ciencia es bella
La Pulga Snob / comic
La razón atea
Las Armas del Reino II
Legos a Logos
Luis García Fanlo
Magonia
Mala ciencia
Malas palabras
Malestar Pasajero
Marcianitos verdes
Mazzu-Stardust
Meditaciones de un fumador
Misterios del Aire
Noticias del Cosmos
Noticias desde Metrópolis
Orbita cero
Paranormalizados
Pensar
Plugins
Quinta Dimensión
Religión y cultura
Revista PPP
Santiago O'Donnell
SAPC
Sin Dioses
Sin Permiso
Sobrenatural
Stratocat
Tribuletes
Unite Explanations
WordPress Planet
Feinmann lo hizo de...
Publicada el 18 - ene - 2011
57 Comentarios
¿Por que, siendo inefectiva,...Publicada el 21 - abr - 2012
53 Comentarios
Claudio Maria, el de...
Publicada el 18 - mar - 2012
46 Comentarios
¿Quien es Pablo Salum,...Publicada el 26 - nov - 2012
45 Comentarios
¿Tiene sentido preguntarse si...Publicada el 26 - ago - 2011
36 Comentarios
Factor 302.4Factor 302.4
Accion terapeutica
El que prescribe
Equipo
Por qué Factor 302.4
Privacidad
ArchivoArchivo
Archivo Elegir mes
ContenidosContenidos
Contenidos
Elegir categoría
Copyright © 2015 Factor el Blog | El Blog de Alejandro Agostinelli - Energizante cultural que no subestima las autodefensas naturales del cerebro.
Website Design by |ID| Entidad.
Por qué Factor 302.4Por qué Factor 302.4 Accion terapeuticaAccion terapeutica El que prescribeEl que prescribe PrivacidadPrivacidad EquipoEquipo
oct : 12 : 2015 Capitán del Espacio “¿A qué saben las leyendas?”
Generated with www.html-to-pdf.net Page 11 / 11
Top Related