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EL TELEGRAMA DE ROMA

Generales Dartnell y Ortiz Vega.- Santiago de Chile.

Abandoné el poder para evitar las perturbaciones del orden público y facilitar las reformas reclamadas por razones de salvación nacional y cuya implantación solicité reiteradamente.

Agradezco el telegrama de ustedes en que me notician los últimos acontecimientos y en que reconocen mi carácter de Presidente constitucional de la República, que me confirió la voluntad nacional.

Espero que el nuevo movimiento importe un afianzamiento de los propósitos que inspiraron el de septiembre, los que fueron olvidados por la anterior Junta, que encaminaba al país hacia fines opuestos y habría podido ocasionar gravísimos trastornos.

Me congratula la disposición en que se encuentran para restablecer el imperio de la Constitución y de la Ley, a fin de reconquistar así el prestigio que siempre tuvo el país ante el mundo por su amor al orden y respeto a las instituciones.

Me llaman a reasumir las funciones propias de mi cargo, Cumpliendo el sagrado deber que impone la solemnidad de la hora presente, debo darles a conocer claramente mi pensamiento:

Estimo indispensable la inmediata constitución del gobierno civil, formado por hombres que inspiren amplia confianza a la opinión general del país, cuyos antecedentes y patriotismo sean prenda de que sabrán sobreponerse a las pasiones e intereses partidistas y, echando un velo sobre los dolorosos acontecimientos, obtengan la concordia y las reformas indispensables que requiere la Constitución.

Las fuerzas armadas, por su parte, volverán a la normalidad de las funciones que le son propias, dentro de cuyo ejercicio contribuyeron siempre a la grandeza de la patria, y dejarán al Jefe del Estado

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absoluta independencia para ejercitar plenamente las facultades constitucionales que le depara la soberanía nacional.

Dentro de mis ideales sincera y lealmente democráticos, no acepto otra dictadura que no sea la de la ley y la de la soberanía popular; y si en un momento de ofuscamiento se salió de la legalidad, es necesario no omitir esfuerzos para volver cuanto antes al derecho.

Con este objeto, el gobierno civil así constituido procedería sin pérdida de tiempo a organizar la Asamblea Constituyente, que debería ser el reflejo de las distintas tendencias de la opinión nacional, y que establecería inmediatamente las reformas exigidas por el país.

Sólo una asamblea semejante estaría habilitada para fijar normas a la elección del futuro Congreso y nuevo Mandatario, a quien yo entregaría el mando a la expiración de mi periodo constitucional, ya que por ninguna razón aceptaría prolongar mis funciones más allá del plazo por el cual fui elegido por mis conciudadanos.

Si ustedes, de acuerdo con el representante de la Marina, que supongo ya habrá integrado la Junta, aceptan estas ideas, les ruego contestarme. Sólo en tal caso, y contrariando resistencias muy profundas de mi espíritu, haría el sacrificio de reasumir las responsabilidades que me piden, y nos pondríamos de acuerdo para realizarlas inmediatamente y preparar mi regreso.

Si no apreciamos esta situación en igual forma, deberes de elevado patriotismo y convicciones fuertemente arraigadas me imponen la resolución de continuar alejado del gobierno y del país, evitando así que mi presencia contribuya a enardecer las pasiones en los momentos en que la patria exige el concurso generoso de todos los chilenos para cimentar su grandeza y prosperidad sobre la base indestructible del respeto y orden de las instituciones que sólo la

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voluntad nacional puede imponer, en ejercicio de sus facultades soberanas.

(Firmado): Arturo Alessandri”