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Sobre «Papá Noel en la pira»

En Papá Noel en la pira, Levi-Strauss busca, en una perspectiva histórica, narrar la vida infame1

de Papá Noel a través de homologías en fiestas y celebraciones, haciendo un recorrido desde

las saturnales, donde niños y muertos se emplazan en un mismo carnaval. También procura la

indagación etnológica en cuanto nos invita a sentir la relación entre vivos y muertos con las

katchinas de indígenas en Norteamérica. De esta forma, vislumbra la historia que subyace al

anciano bonachón decembrino. Finalmente, nos conduce a un escenario de muerte so pena,

según el autor, de temerle o querer negarla.

Se trata de una pugna entre iniciados y no iniciados, la antología del alter ego del adulto que

busca transar con la muerte –los niños– su propia vida, garantizar que no morirá. En este orden

de ideas, el adulto niega la muerte. ¿Cómo se sentirá la muerte si la queremos negar? De todas

formas, moriremos. ¿Cuál es la necesidad o interés en autoengañarnos con la generosidad de

la relación vida-muerte para no morirnos? Esta inquietud queda inconclusa y el texto nos acerca

e incita a meditarla.

Un intercambio de humanidad. Así, el desenmascaramiento de Papá Noel comienza cuando las

llamas consumen su alegoría. Su silueta, cual promesa, oculta la muerte entre su risa grave e

inofensiva entregando regalos –dones– provenientes del más allá para exacerbar y deleitar al

capitalismo devorador; además, de evocar la muerte en sí mismo, ya sea a través del castigo,

del tabú.

En 1951, Francia fue testigo de la amargura y el temor de las iglesias, quienes citándose para

un encuentro en la catedral de Dijon para la inminente ejecución del paganismo, ver a Papá

Noel arder en brasas. Las polémicas entre la opinión pública, notas periodísticas y voces de

autoridades no demorarían en emerger y procurarse en alguna suerte de verdad pretensiosa e

intencional, nos contextualiza el autor. El mundo de los adultos, junto con sus aparatajes

sociales, segrega los niños haciéndoles partícipes del asesinato de Papá Noel para mitigar sus

alegrías ante su visita, entre otras. Mientras Papá Noel y su suplicio eran el pan de cada día,

existe un fenómeno que inquieta la pesquisa del autor: “se trata no es de justificar las razones

por las que Papá Noel agrada a los niños, sino las que llevaron a los adultos a inventarlo”.

Además, se encuentra en aquella particularidad donde cuenta con la posibilidad de encontrar

en su propia sociedad la manifestación sintomática de una acelerada evolución de las

costumbres y las creencias, buscar sus causas y estudiar su impacto para comprender las

transformaciones mentales y religiosas. Es importante resaltar que al percibir los hechos, es más

fácil la continuidad de la experiencia guardando los mementos y matices. Sin embargo, de torna

más difícil cuando se expone con mayor vehemencia a la profunda complejidad de dichas

transformaciones sociales.

Es también relevante comprender el ámbito económico que refuerza, en la celebración de la

Navidad, la incursión de Papá Noel y la relevancia que este cobra dado el resultado directo de

la influencia y prestigio de Estados Unidos en la guerra. Una conveniente y muy oportuna

experiencia de difusión. Aun así, existen otros factores por los cuales la celebración de la

1 Apelativo del personaje de Papá Noel en la introducción que se realiza al texto en la revista Maguaré de la Universidad Nacional de

Colombia (2008) por los profesores del departamento de antropología Carlos Guillermo Páramo Bonilla y Luis Alberto Suárez Guava.

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Navidad ha cobrado tanta importancia en Francia: más inmigrantes norteamericanos; los

medios de comunicación dan a conocer masivamente sus costumbres beneficiándose del

prestigios militar y político; la incidencia favorable del plan Marshall, importación de productos

propios del rito de la Navidad. Observar estas razones da cuenta del proceso difusión por estimulación, que Kroeber identificó primero: “el uso importado no es asimilado, desempeña

más bien un papel catalizador, es decir, que suscita, por su sola presencia, la aparición de un

uso análogo que ya estaba presente en estado potencial en el medio de llegada”. Es decir,

existen unas exigencias estéticas y disposiciones afectivas ya presentes, privadas de formas de

expresión. En contraste, otras causas sutiles; una fiesta con diversos rasgos y orígenes arcaicos, “un ritual cuya importancia ha ido variando a lo largo de la historia, con apogeos y ocasos”. En

otras palabras, lo denomina, un fenómeno de convergencia.

Para profundizar en este aspecto, Levi-Strauss menciona que “este invento no nació de la nada”

y expone que en la prehistoria hubo culto a los árboles, consecuentemente, el árbol de navidad

es un ejemplo sincrético de unas exigencias ya dadas. Por lo tanto, “se encuentran fórmulas

inéditas para perpetuar, transformar o revitalizar antiguos usos”. Pero si no hay nada nuevo,

¿qué sería aquello que despierta tanto ánimo y curiosidad maravillada en Papá Noel?

Para acercarnos a la comprensión, el autor nos presenta las representaciones y las

características que encarna el personaje. (1) la autoridad de ancianos, se llama Papá y es un

adulto mayor y bondadoso. (2) Carece de la facultad de personaje mítico puesto que no dispone

de un mito originario. (3) Sin embargo, sí es un ser sobrenatural inmutable, eternamente fijo y

de presencia periódica. (4) Es un objeto de culto de niños, no de adultos pues se reservan el

derecho a revelar el mito de Papá Noel, cuando les sea oportuno. En este orden de ideas, Papá

Noel es: “una expresión de un estatus diferencial entre los niños y los adolescentes y adultos”.

Rito de paso e iniciación, los actos especiales que acompañan nuestro paso de una situación

determinada a otra situación igualmente determinada (Van Gennep, 1909).

Posteriormente, Levi-Strauss nos presenta un ejemplo con las katchina de los indígenas del

suroeste de los Estados Unidos, para comprender las semejanzas de Papá Noel con otras figuras

(Coco, “Papá Fuete”, entre otras). Un desplazamiento mítico que debe explicarse. Para

comenzar, el mito originario de las katchina: “son las almas de los primeros niños indígenas…

Las katchina son entonces a la vez prueba de muerte y testimonio de la vida después de la

muerte… cuando los ancestros de los indios se establecieron en sus aldeas, las katchina venían

cada año a visitarlos y que cuando se iban, se llevaban a los niños. Los indígenas, desesperados

por la pérdida de su progenitura, obtuvieron de las katchina que se quedaran en el más allá, a

cambio de la promesa de representarlas cada año con máscaras y danzas”.

Existe, entonces, una función práctica del mito y otra transaccional de la práctica. La primera,

mecanismos de control social que facilita a los mayores a mantener el orden y la obediencia en

los menores; ignorancia de la naturaleza humana. Y la segunda una transacción muy costosa

entre dos generaciones; derecho a exigir regalos. En tiempos anteriores los no-iniciados

(mujeres y niños), en vísperas de navidad salían a pedir dinero de casa en casa a cambio de

unos ramos, objeto con una fuerte carga simbólica. Cabe recordar que la no-iniciación es un

grupo que se construye a través de la dualidad de la iniciación, cuyo rol dinamiza la reciprocidad

de perspectivas y retroalimenta el sistema. Como grupos sociales, también participado y

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estamos inmersos en esa relación complementaria. Es decir, somos parte de una sociedad iniciática, de oposición entre adultos y niños, vivos y muertos.

Luego, enuncia la convergencia en cuanto a la revisión analítica diacrónica, muestra que se

hubiera podido llegar al mismo resultado; une la navidad con las fiestas Saturnales. “Las

costumbres no desaparecen ni sobreviven sin razones… estamos en presencia no solamente de

vestigios históricos, sino de formas de pensamiento y conductas que tienen que ver con las

condiciones más generales de la vida en sociedad”. Puede suceder que se substituya alguna

costumbre, por ejemplo, la iglesia escoge determinadas fechas para reemplazar las fiestas

paganas con las conmemoraciones de su doctrina. Esto es un claro ejemplo de dominación y

opresión de la lógica colonial, cuando se imponen otras prácticas y sistemas de creencias que

consigan incorporarse en la sociedad, mientras responde a unos fines concretos y se alimentan

de necesidades tan antiguas, como humanas.

En aquel momento, del fenómeno, encuentra dos características sincréticas y opuestas: una

reunión donde se describe un antagonismo exacerbado, la juventud como cuerpo autónomo se

entrega al desorden y los abusos, mientras el resto de la población se piensa como ente

regulador; y una comunión donde la solidaridad se acrecienta, no existe diferenciación de clases

o estatus temporalmente. Y allí aparece como mediador la figura de Papá Noel, descendiente

del Abad de la alegría. Desde un punto de vista histórico, como se ha mencionado

anteriormente, es un personaje que evoluciona de acuerdo a lo regímenes sociales, políticos y

económicos. Y desde un punto de vista estructural, los niños, jóvenes, adultos se enfrentan a

cada transito necesario en la sociedad, cuyo mediador, es Papá Noel.

En conclusión, Levi-Strauss tras el recorrido histórico y etnológico de Papá Noel nos propone:

la alteridad es quien puede personificar a los muertos, la inferioridad se beneficia en estos ritos

de paso, Papá Noel se puede entender como símbolo de nuestra relación con la muerte, los

juguetes son símbolos de cómo percibimos el mundo y cuando son recibidos como regalos del

más allá son “un verdadero sacrificio a la alegría de vivir, que consiste, en primer lugar, en no

morir”, la construcción de la infancia, para estos efectos, es la encarnación de la muerte, los

eclesiásticos, so pena, terminaron haciendo perenne la figura de papá Noel.

El texto nos deja unas profundas inquietudes las cuáles quizá la vida no nos permita terminar

de explorarlas, pero quizá, si miramos con atención, observar la muerte y cómo seguimos

relacionándonos con ella, podrá guiarnos. En un mundo diseñado por y para adultos, donde la

construcción de la infancia, desde la alteridad y la muerte, conduce a la comprensión de un

mundo dual y opresivo. La sugerencia de que hay algún aspecto del mito que se desarrolla en

hitos sociales nos hace estar alerta ante los presentes sucesos y nos brinda herramientas para

reconocer los fenómenos de los cuales participamos. Aún me queda, de la experiencia con este

texto, ¿qué tan peligro es asumir como verdad inmutable tantas apreciaciones que son hijas de

tiempos difíciles?