Carlos Tejedor Mardomingo
Santander, 7 de marzo de 2018
Los propietarios forestales consideramos que como mejor podemos cuidar nuestros montes es proporcionando a la sociedad cada vez más bienes y servicios, de mayor calidad y minimizando cualquier riesgo
ambiental, financiero y de seguridad.
Por eso apostamos por la bioeconomía forestal: se trata de sustituir unos productos no renovables, de origen fósil y grandes consumidores
de energía en su transformación (acero, hormigón, plásticos, fibras sintéticas, combustibles fósiles etc.) por otros productos que son
renovables, que luchan contra el cambio climático y de mayor eficiencia energética (madera en sus distintas presentaciones, cartón,
viscosa, biomasa energética, etc.).
Esta iniciativa de la Unión Europea está liderada por los países más avanzados de la Unión.
Acero Combustibles fósiles
Hormigón Derivados del petróleo
Madera laminada
Derivados papel
Viscosa
Bioenergía
Origen fósil (aportan CO2 a la atmósfera)
Grandes consumidores de energía
Provocan el cambio climático
Origen renovable (captan CO2 de la atmósfera)
Fáciles de transformar
Luchan contra el cambio climático
Como pensamos que no se debe desarrollar un “gigante con pies de
barro” el primer eslabón de la cadena debe ser incentivar la
inversión forestal.
La inversión forestal tiene dos características intrínsecas que son:
1) el retorno en plazos largos (entre 30 y 45 años de amortización) y
2) la incertidumbre ante cualquier desgracia que puede ocurrir en ese
período, como pueden ser incendios, plagas y enfermedades,
vendavales, nevadas, etc.
Por otro lado, el selvicultor genera necesariamente una serie de
externalidades (depuración de la atmósfera, lucha contra la erosión y
el cambio climático, etc.) que la sociedad no remunera de ninguna
manera. Por estos motivos y para caminar hacia una economía baja en
Carbono la inversión forestal debería tener un tratamiento fiscal
especial, si queremos llegar a un nuevo modelo productivo.
Si no se estimula de algún modo esta inversión forestal, el resultado es el
abandono del campo, la desertificación rural, los incendios descontrolados y una
economía cada más dependiente de los recursos exteriores y más contaminante.
Pensamos que la apuesta de la sociedad debe ser clara y firme. No queremos
abandonar nuestros montes ni queremos que la sociedad nos abandone y por
eso promocionamos por la certificación forestal.
Los montes gestionados de manera más activa, entre los que se encuentran las
plantaciones forestales, son los que tienen menor porcentaje de superficie
quemada. En cambio, los matorrales abandonados son los que sufren en mayor
medida las consecuencias de los incendios.
Las plantaciones forestales se han realizado en España sobre terrenos
degradados por la agricultura, la ganadería y los sucesivos incendios, y esto no
ha provocado la reducción de las masas forestales autóctonas, al contrario,
éstas no hacen más que crecer en los sucesivos inventarios.
Luchar contra las plantaciones forestales con la excusa de proteger el medio
ambiente provocaría sin duda el efecto contrario pues se estaría promocionando
el uso de materiales de origen fósil, mucho más contaminantes, con lo que se
estarían acelerando las graves consecuencias del cambio climático.
http://www.asforcan.es/sostenibilidad-nuestros-bosques-tienen-mucho-que-decir/
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