JOICHI, EL DESOREJADO
Había una vez dos familias los Taira y los Minamoto. Cada familia tenía un
príncipe y se odiaban. Se enfrentaron en una guerra y ganaron los Minamoto y
perdieron los Taira.
JOICHI es un niño ciego que se hizo amigo de un monje y vivió con él en un
monasterio.
Un día que salió el monje, a JOICHI se le apareció un samurái que le dijo que
tocara música para su señor durante una semana. Se lo llevó y tocó. Al siguiente
día el monje supo que JOICHI se había escapado. Al tercer día el monje les dijo a
sus hombres que siguieran a JOICHI. Le pillaron en un cementerio sentado en la
lápida del príncipe de los Taira tocando, los hombres se lo llevaron. El monje le
dijo a JOICHI que le contara todo y JOICHI se lo contó. Como el samurái le dijo
que no se lo dijera a nadie, el monje le dijo que lo iban a matar, pero se le ocurrió
una idea que era la única manera de que no mataran a JOICHI. La idea era
pintarle todo el cuerpo y esperar al samurái desnudo sin decir ni una palabra
pasara lo que pasara.
Cuando llegó el samurái llamó a JOICHI pero él no contestó. El samurái se acercó
y al ver que las orejas eran lo único que no estaban pintadas, se las arrancó con la
mano. JOICHI no hizo ningún grito de dolor. Cuando llegó el monje se puso a
llorar porque por su culpa le habían arrancado las orejas.