Download - Raúl Ampuero. El socialismo chileno

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  • El Socialismo Chileno

    Ediciones Tierra Ma

  • RAUL AMPUERO 1917-1996

    El Socialismo Chileno

    Edic iones T ier ra M a

  • Agradecemos la cooperacin de: Eduardo Paredes, Ramn Silva, Gustavo Meza, Eduardo Osorio, Jaime Ahumada, Belarmino Elgueta, Oscar Nez y Mario Garay.

    Hernn Ampuero Inscripcin Nfi 129.849 Editado e impreso por EDICIONES TIERRA MA Ltda. Fono/Fax 518 6316 [email protected] Composicin: Salg Ltda. Portada: Rodrigo Ampuero Santiago de Chile, diciembre 2002

  • I N D I C E

    Prlogo de los editores 5 Pensamiento y Accin de Ampuero. Belarmino Elgueta 9 Fundamentos de una poltica y construccin de una fuerza diligente. Jaime Ahumada 27

    T E X T O S E S C O G I D O S ( 1 9 3 4 - 1 9 6 6 )

    NUESTRO MOVIMIENTO POPULAR Y LA JUVENTUD. Los Ultimos Veinte Aos 39 De "La Juventud en el Frente del Pueblo", Departamento de Publicaciones, Partido Socialista, 1939

    UNA NUEVA POLITICA JUVENIL. ACCION POLITICA DESDE El III CONGRESO 49 Informe al IV Congreso de la FJS. Mayo de 1939

    CARCTER DE LA REVOLUCIN CHILENA 55 POSICIN SOBRE LA INTERVENCION SOVITICA EN HUNGRA 62 REFLEXIONES SOBRE LA REVOLUCION Y EL SOCIALISMO 65 Revista Arauco NQ18, julio 1961 EL SOCIALISMO, UNICO FUNDAMENTO DE LA DEMOCRACIA 72 Discurso en el Senado publicado en "La controversia permanente: socialismo y liberalismo", por Eugenio Gonzlez Roja. Coleccin Documentos N 2, Prensa Latinoamericana. LA POLEMICA SOCIALISTA - COMUNISTA 78 Respuesta del Comit Central del Partido Socialista incluida en "La Polmica Socialista-Comunista", Prensa Latinoamericana, 1962.

    1964, AO DE PRUEBA PARA LA REVOLUCION CHILENA 94 Extracto del Informe al XX Congreso General del Partido Socialista, Concepcin, febrero de 1964.

    POSICIN SOBRE LA INTERVENCION SOVITICA EN CHECOSLOVAQUIA 102 Discurso en el Senado, Agosto de 1968.

    UN POCO DE HISTORIA. LOS AOS VERDES 105 De "La Izquierda en Punto Muerto", Editorial Orbe, 1969.

    PUNTOS DE CONFLICTO 115 De "La Izquierda en Punto Muerto", Editorial Orbe, 1969.

    VIDAYPASION DE LA UNIDAD 129 De "La Izquierda en Punto Muerto", Editorial Orbe, 1969.

    LA BRECHA SINDICAL 148 De "La Izquierda en Punto Muerto", Editorial Orbe, 1969.

    AMERICA EN ESTADO DE SITIO 161 De "La Izquierda en Punto Muerto", Editorial Orbe, 1969.

    LA UNIDAD MITO O TAREA POLITICA? 177 De "La Izquierda en Punto Muerto", Editorial Orbe, 1969.

    LAS FUERZAS ARMADAS: CHILE O EL PENTAGONO 190 Revista "Chile-Hoy", septiembre 7 de 1973

    EL NUEVO PODER MILITAR 194 Seminario en la Universidad Autnoma de Mxico, 1977

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  • PROPOSICIONES PARA UNA REORGANIZACION ANTIFASCISTA DE LAS FF.AA. 209 Informe para la Comisin de Estudios de la nueva institucionalidad Roma, Italia, 18 de septiembre de 1977

    OSCAR SCHNAKE Y EUGENIO GONZLEZ: NO SLO HISTORIA 217 Octubre de 1977

    INFORMES INTRODUCTORIOS ALAS REUNIONES PARA CONFIGURAR EL AREA SOCIALISTA Los Seminarios de Ariccia INFORME 1 Razones de la Convergencia. Ariccia, Italia, marzo de 1979 221 INFORME 2 Enero de 1980 229

    MILITARES Y POLTICOS EN LA CRISIS CHILENA DEL '73 238 "Le Monde Diplomatique" en espaol, marzo de 1980, Mxico.

    A LA COMISIN ORGANIZADORA DE LOS ACTOS DEL 50 ANIVERSARIO DEL PSCH 253 Miln, abril de 1983.

    LOS CAMINOS DE LA UNIDAD 256 "Pensamiento Socialista". Ao VIII, nQ 30, 1983.

    EL SOCIALISMO ENTRE AYER Y MAANA 263 Notas sobre la reconstitucin del Partido Socialista de Chile, Roma, Italia, noviembre de 1985

    CRITERIOS GENERALES DE REORGANIZACIN DEL PARTIDO SOCIALISTA 280 Marzo 1987, Roma, Italia.

    MENSAJE Y VIGENCIA DE LA TESIS DE ARICCIA 284 "Convergencia" NQ14 de noviembre de 1988

    LOS DESAFIOS DEL SOCIALISMO CHILENO 292 "El Mercurio", Santiago, Noviembre 24 de 1989

    ALREDEDOR DE LA UNIDAD DE LOS SOCIALISTAS Partido de qu clase? Qu clase de partido? 296 Publicado en "Convergencia", N 17, Enero-marzo 1990, Santiago, Chile.

    APUNTES PARA LA CONFERENCIA DE ORGANIZACIN 304 Depto. Nacional de Organizacin del PSCH, junio 1991. NOTAS PARA EL DESARROLLO DE LA DEMOCRACIA INTERNA EN EL PARTIDO 309 Santiago, diciembre de 1992.

    CONTINUIDAD Y CAMBIO: Notas sobre el programa de 1947. 313 Santiago, octubre de 1992.

    SOBRE EL "PROYECTO SOCIALISTA" Contribucin al Seminario para un nuevo Programa del Partido Socialista 320 Santiago, noviembre de 1994.

    CARTA AL XXV CONGRESO DEL PARTIDO SOCIALISTA 323 Santiago, mayo 2 de 1996.

    E P I L O G O

    LA POLITICA COMO ETICA PERSONAL Y EL ARTE DE LA CONVERSACION 329 Oscar Nez CRONOLOGIA DE UNA EPOCA Y DE UNA VIDA MILITANTE 337 Mario Garay

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  • PRLOGO DE LOS EDITORES

    Como Luis Emilio Recabarren, Ral Ampuero Daz es uno de aquellos gran-des lderes que en vida sembraron futuro y conquistaron un alto sitial en el cora-zn del pueblo, pero a quienes la Historia ha de reconocer su inmensa contribu-cin al progreso de Chile y de sus trabajadores slo despus de su muerte.

    Hijo de profesores normalistas, este joven chilote ingres a la poltica militan-te a los 17 aos, fue elegido Secretario General de la Federacin Juvenil Socia-lista a los 20, y tom el timn del Partido Socialista a los 29, el ao 1946, cuando esta colectividad padeca una profunda crisis que la tena a las puertas de su extincin.

    Y parti por los principios, convocando a una Conferencia Nacional, con el nico propsito de discutir y aprobar un Proyecto de Programa cuya redaccin se encomend a Eugenio Gonzlez Rojas, quien ms tarde sera senador y Rector de la Universidad de Chile.

    Desde entonces y hasta 1996, Ampuero, como un verdadero artesano, se dio a la paciente tarea de construir, desde los cimientos, una organizacin capaz de cristalizar, con su accin, aquellos grandes principios que inspiran al socialismo chileno. En ese sentido, Ampuero marc la diferencia entre el poltico tradicional -manipulador de una clientela electoral subordinada- y el lder revolucionario. Se preocup de la educacin poltica, de la formacin cultural, doctrinaria y tica de los militantes, se involucr personalmente, recorriendo el pas palmo a pal-mo, para articular la nueva organizacin y proyectarla en una lucha por el socia-lismo, con la mirada puesta en Amrica Latina y en el inters de los trabajadores de todo el mundo.

    De principio a fin, fue un protagonista privilegiado del siglo veinte. Toda su actuacin pblica se bas en slidos fundamentos ticos. Su capacidad de an-lisis, su amplia cultura y su penetrante oratoria, le hicieron ganarse el respeto de partidarios y detractores. En su recia personalidad se amalgamaban las excep-cionales condiciones del agitador social y hombre de Estado.

    Para aquilatar la trascendencia histrica del liderazgo de Ampuero, hay que situarse en la atmsfera que se viva en Amrica Latina, recin concluida la Segunda Guerra Mundial. Por una parte, la implacable dominacin de carcter neocolonial impuesta por el imperialismo de los Estados Unidos. Por la otra, la consolidacin de la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas, sobre cuyo ejr-cito recay el peso principal de la victoria militar sobre el Tercer Reich, en el

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  • apogeo del stalinismo. En ese contexto, era imprescindible saber diferenciar lo que haba de nuevo orden social en el rgimen sovitico -esto es, sus logros en la distribucin de la riqueza y en el desarrollo socioeconmico y cultural del pue-blo- de aquello que implicaba una forma burocrtica de dominacin poltica y un intento de imponer una estrategia y un modelo de sociedad a los movimientos populares de todo el mundo.

    Para posicionarse correctamente ante un problema tan medular, fue necesa-ria una gran lucidez intelectual, un espritu abierto, ajeno al dogmatismo y, ante todo, un claro compromiso con los intereses del pueblo chileno por sobre cual-quiera otra consideracin. Y ese es un logro terico y poltico que la historia reconocer a la direccin socialista encabezada por Ral Ampuero Daz. De ello da cuenta un documento de extraordinaria validez histrica que presentamos en esta obra: La polmica socialista-comunista de 1962.

    Este libro es fruto de la iniciativa personal de sus familiares, amigos y colabo-radores ms cercanos, quienes se dieron a la tarea de rescatar, desde distintas fuentes dispersas en Chile y en el exterior, los principales escritos, discursos y entrevistas en los que Ampuero plantea los fundamentos tericos, polticos y orgnicos del socialismo chileno.

    Contiene, adems, dos artculos introductorios escritos por Belarmino Elgueta, -ex diputado y ex miembro del Comit Central del PS- y por Jaime Ahumada, ex Secretario General de la FJS. A ello se agrega una certera semblanza humana escrita por Oscar Nez, ex Presidente de la Central Unica de Trabajadores y una cronologa de los principales hitos histricos en la trayectoria poltica del lder socialista, preparada por Mario Garay, ex miembro del Comit Central del PS.

    Esta edicin no es tan completa como quisiramos. Tarea pendiente es pro-fundizar en la seleccin de los documentos y testimonios que ilustran la vida de quien, junto a Salvador Allende, contribuy de manera decisiva al surgimiento de una alternativa de cambio social en Chile, basada en la unidad de la izquierda, la unidad de los trabajadores y la unidad latinoamericana.

    Nada ms ajeno a los editores el presentar al gran lder socialista.como exen-to de fracasos o errores. Ciertamente los tuvo, como todos los que nos empea-mos en ofrendar lo mejor de nuestra capacidad en transformar la estructura de dominacin que oprime a la mayora del pueblo chileno. Slo que a la hora del balance, sus mritos, sus aportes, su entrega de toda una vida, su coherencia entre el pensamiento y la accin, prevalecen y han de perdurar en la memoria histrica de nuestro pueblo.

    En los tiempos que corren encontramos a menudo dirigentes involucrados en hechos polticos claramente antagnicos a los principios y proyectos que dicen proclamar. En estas pginas los lectores tendrn la satisfaccin de identificar

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  • una poca de luchas y sacrificios con un liderazgo transparente, cimentado en valores y principios, acotado con metodologas y estrategias ampliamente divul-gadas y compartidas por las bases y sus cuerpos dirigentes. Todo ello es indis-pensable si en verdad, lo que se persigue, es la construccin de una democracia participativa en la que el pueblo avance hacia su emancipacin nacional y so-cial.

    Quienes compilamos, redactamos y editamos este libro, apreciamos la opor-tunidad de haber emprendido, junto a su familia, la tan honrosa como necesaria misin de divulgar el pensamiento y los hechos relevantes vividos por un patrio-ta que entreg generosamente todo el tiempo de su existencia a la tarea de desbrozar la senda del socialismo.

    Los Editores

    Santiago de Chile, diciembre de 2002.

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  • PENSAMIENTO Y ACCIN DE AMPUERO

    Prlogo de Belarmino Elgueta Ex Diputado y ex miembro del

    Comit Central del Partido Socialista

    LAS GRANDES ILUSIONES DE LA JUVENTUD

    La vida de Ral Ampuero gir en torno a la lucha por el socialismo. En 1934 se incorpor a la Federacin de la Juventud Socialista, recin fundada en ese mismo ao, en cuyas filas destac desde el primer da por su idealismo y vo-luntad de lucha. En el segundo congreso general ordinario de esta organiza-cin fue elegido Secretario General y, con esta representacin, integr el Co-mit Central del partido. En el tercer congreso de la FJS fue reelegido por aclamacin. En esta etapa de su vida militante le correspondi actuar durante la dcada de los aos treinta y cuarenta, perodo en que la juventud latinoame-ricana comenz a jugar un papel fundamental en las luchas populares del con-tinente. En Chile existe un punto de referencia, entre el despertar de la con-ciencia social de 1920 y la lucha contra la dictadura en 1930, con la apertura de un proceso de democratizacin que culmin con la victoria electoral del Frente Popular en 1938.

    Los pasos fundamentales de este proceso de cambio en las luchas polti-cas en Chile, lo constituyeron la revolucin del 4 de junio de 1932 y la funda-cin del Partido Socialista el 19 de abril de 1933. En ese tiempo, se combin la participacin de estos factores que influirn profundamente en los aconteci-mientos polticos. Por una parte, la conciencia de clase de las masas trabaja-doras, que generaron un cauce de lucha tras sus objetivos histricos e inme-diatos y, por la otra, la irrupcin de los jvenes en la lucha revolucionaria. El nuevo partido formul, desde el primer da, una poltica realista y unitaria, ca-paz de enfrentar la dictadura legal de Arturo Alessandri y conducir al pueblo a la victoria. La unidad del movimiento popular era, por encima de las diferen-cias, la tarea prioritaria.

    El Frente Popular, con la candidatura presidencial de Pedro Aguirre Cerda, triunf el 25 de octubre de 1938. Un acontecimiento espectacular en la historia poltica de Chile. Ral Ampuero, cuando tena slo 21 aos, percibi el sentido profundo de esta victoria del pueblo. "El 25 de octubre, expresa, tiene un conte-nido revolucionario, que nosotros no podemos dejar que se malogre con una

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  • actitud negativa o ultrarrevolucionaria. Significa nada menos que romper cien aos de estancacin poltica y de casi ininterrumpido dominio reaccionario. Sig-nifica que se abren las puertas para que las masas participen en la vida pblica de Chile y determinen su futuro. Significa que comienza un ciclo de renovacin de valores y de libertad, en que debemos dar consistencia y claridad al movi-miento obrero" Esta es una lcida comprensin del momento poltico. El Frente Popular no dio satisfaccin a las grandes reivindicaciones econmico-sociales de los trabajadores, pero les brind respeto y dignidad, libertad y democracia, una mayor participacin en la vida pblica, que los conducira tres dcadas ms tarde al gobierno, esta vez del pueblo, con Salvador Allende.

    La accin de Ral Ampuero en la FJS tuvo una extraordinaria importancia. En los aos que fue su Secretario General se preocup de fortalecer las bases de organizacin y de lucha en los centros industriales, en los minerales del sali-tre, del carbn, del cobre, en las pampas ganaderas de Magallanes. Previo tam-bin lo que l llam la misin de desfeudalizar el campo e impuls el trabajo de los jvenes en las ligas de campesinos y sindicatos agrcolas conjuntamente con el movimiento obrero de los centros urbanos. Similar accin se realiz en los colegios, liceos y universidades, organizando brigadas, conformadas en escue-las del socialismo, donde los nios y jvenes asimilaban las primeras lecciones para ser trabajadores conscientes, en el futuro inmediato. En esos lejanos aos, plante tambin la necesidad de convertir a las fuerzas armadas en escuelas democrticas, para lo cual haba de impedir que la oligarqua gobernante conti-nuara usndolas "en provecho de sus intereses de casta". Exiga asimismo que los muchachos, que ao tras ao hacen el servicio militar obligatorio, reciban mejores condiciones de vida y un trato ms digno. Un problema que sigue vigen-te, sin resolver, sesenta aos despus.

    El Partido Socialista se incorpor al gobierno del Frente Popular, presidido por Pedro Aguirre Cerda. Este movimiento poltico se bas en una alianza de sectores burgueses y la clase trabajadora, con la hegemona de los primeros, que facilit las luchas de las masas urbanas por sus reivindicaciones inmedia-tas, pero deterior al mismo tiempo el papel revolucionario del partido. Graves pugnas con sus aliados, tornaron ineficaz su participacin en el gobierno de la coalicin, que estaba subordinado al Partido Radical y, a travs de ste, a la burguesa. Como siempre sucede en esta especie de procesos, se form en la capa directiva un sector que empez a asumir los estilos de vida de la clase dominante, que los militantes de base criticaban abiertamente. No obstante, en los primeros aos de este perodo se proyectaron los resplandores de la izquier-da y, dentro de stos, las grandes ilusiones de la juventud trabajadora.

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  • EL OCASO DEL PARTIDO SOCIALISTA

    La accin protagnica ms destacada de Ral Ampuero en la historia del Partido Socialista corresponde a un perodo de ocaso y recuperacin, compren-dido entre los aos 1942 y 1966. Son 24 aos de lucha dramtica por superar la descomposicin poltica, que tena repercusin en los comicios electorales y en el movimiento sindical. En la dcada de los aos cuarenta se haba agotado el Frente Popular, aunque se configuraron otras alianzas con patrones programticos similares y confluencia de los mismos sectores sociales. Los problemas de la Segunda Guerra Mundial y de la postguerra no pudieron resolverse de acuerdo a las demandas de los trabajadores, sino que stos continuaron siendo los sacri-ficados.

    El ocaso del Partido Socialista comenz precisamente durante el perodo presidencial de Juan Antonio Ros (1942-1946). Su gobierno puso el nfasis en la unidad nacional para promover el desarrollo econmico y asegurar la estabili-dad social. Pero su inters por la situacin de los trabajadores era menos mar-cado que el de su antecesor. La colaboracin ministerial, en estas condiciones, no permita resolver las demandas sociales, sino que hunda al Partido Socialis-ta cada vez ms en el oportunismo. Los beneficiados con la participacin en el gobierno se reducan a una pequea capa dirigente.

    El Partido Socialista vivi una crisis intermitente entre 1939 y 1943, determi-nada por el conflicto entre sus principios revolucionarios y la colaboracin gu-bernativa, durante la cual madur la conciencia social de la organizacin. Esta crisis explot en el Sexto Congreso General Ordinario del partido, celebrado en Santiago en diciembre de 1939. Dos corrientes se enfrentaron abiertamente. Por una parte, el "inconformismo", dirigido por el diputado Csar Godoy Urrutia, que luchaba por el retiro del partido de las actividades ministeriales, debido a su ineficacia y descomposicin. Por la otra parte, la mayora de la militancia, repre-sentada por sus lderes ms destacados, Oscar Schnake y Marmaduque Grove, que defenda la alianza de gobierno. Entonces se produjo la primera gran divi-sin.

    El Partido Socialista celebr su Octavo Congreso General Ordinario en mar-zo de 1942, donde se enfrentaron de nuevo las tendencias opuestas. Ral Ampuero estuvo, esta vez, a la cabeza de la corriente "anticolaboracionista", que pugnaba por alejar al partido del gobierno y la burocracia, con el propsito de cohesionarlo y restituirlo a sus cauces revolucionarios. La capa dirigente im-puso la continuacin en el gobierno y reeligi a Grove como Secretario General. Poco tiempo despus se precipitaron los acontecimientos a gran velocidad, agra-vndose la crisis latente. El comit central de la FJS, dirigido por Ampuero, ex-puso a la direccin nacional del partido la frustracin y el descontento de las

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  • bases militantes por el servilismo manifestado por sta a la poltica reaccionaria del gobierno. La respuesta fue la expulsin de todos los integrantes del Comit Central de la FJS.

    La oposicin de izquierda en el seno del Partido Socialista venci en el Nove-no Congreso General Ordinario de 1943, celebrado en Rancagua, eligiendo como Secretario General a Salvador Allende, en virtud de un acuerdo con el sector que diriga Ampuero. El nuevo liderazgo retir al partido del gobierno, contando con el apoyo de 80% de los militantes, que reclamaban la independencia poltica para recuperar el espritu revolucionario. Por su parte, Ral Ampuero, a quin el Congreso General restituy todos sus derechos de militante socialista, fue elegi-do adems, miembro del Comit Central.

    El retiro del Partido Socialista del gobierno del Presidente Ros provoc la divisin. Los partidarios de Grove, derrotados en el congreso de Rancagua, cons-tituyeron el Partido Socialista Autntico en 1944, el que continu colaborando con el gobierno desde algunos cargos en el gabinete y en la administracin pblica. Esta escisin marc el inicio de la decadencia del partido, el que se expres en las elecciones parlamentarias de 1945. En ellas ambas fracciones sumaron 12,8%, descenso notorio respecto a los resultados de 1941, en las que haba obtenido 20,7% de la votacin nacional. Entre los aos 1945 y 1946 se desarroll una poltica oportunista, denominada Tercer Frente, que tena cierta base terica en la realidad internacional, que apareca obscurecida por los co-mienzos de la guerra fra.

    LA RECUPERACIN SOCIALISTA

    El dcimo primer Congreso General Ordinario, celebrado en 1946, marc el comienzo de la recuperacin del Partido Socialista. En este torneo, Ral Ampuero enfrent, con su insistente posicin revolucionaria, a la corriente oficial, respon-sable de la direccin partidaria durante la aventura en el gobierno de Duhalde. Fue elegido por primera vez Secretario General, derrotando por escasos votos a Salvador Allende, tras cuyo nombre se haba agrupado el "oficialismo", aunque l no haba sido directo responsable de aquella poltica. El nuevo Comit Cen-tral, del que form parte, inici sus actividades con un espritu reconstructivo.

    En este sentido, reconoci la victoria electoral de Gabriel Gonzlez Videla, vot por l en el Congreso Pleno y declar que actuara en orden de ayudar al cumplimiento del programa difundido en la campaa electoral. Asimismo, con-den a las organizaciones clandestinas de corte fascista que, a pretexto de com-batir el comunismo, preparaban la vuelta de regmenes reaccionarios, en parti-cular la Accin Chilena Anticomunista.

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  • En el mes de noviembre de 1947 se celebr la Conferencia Nacional de Pro-grama, en la que se aprob este instrumento estratgico que, uniendo la teora y la prctica, se plante la lucha por una Repblica Democrtica de Trabajado-res. El propio Ral Ampuero destac, ms tarde, la importancia de esta iniciativa que puso de relieve, precisamente, ideas que se desarrollaran con posteriori-dad, antes y despus del derrumbe de la Unin Sovitica, sobre la revolucin socialista. Entre otras, la reduccin del papel del estado en el proceso de socia-lizacin de los medios de produccin y de cambio, la reivindicacin humanista del trabajo como factor econmico y valor social, as como la de conferir a la democracia la funcin de ordenamiento institucional de la construccin del so-cialismo.

    El retroceso de la izquierda se hizo ms evidente todava con la divisin del Partido Socialista, en 1948. A la poltica de principios aplicada por el Comit Central elegido en el dcimo primer Congreso General Ordinario, se opuso la antigua capa dirigente, que se haba unido a la campaa anticomunista de la derecha y del Presidente de la Repblica y aspiraba a ocupar cargos en el go-bierno. Este sector desafi la lnea poltica aprobada en el mencionado congre-so y la disciplina exigida por la nueva direccin. En el ltimo Pleno (Comit Cen-tral ms los Secretarios Regionales), celebrado antes de la divisin, Ampuero los fustig violentamente, sosteniendo que el Partido Socialista no sera, por la accin de ese sector de derecha, "mascarn de proa de un barco de piratas" (se refera a la organizacin anticomunista). Las posiciones eran absolutamente con-tradictorias. La poltica acordada en el Dcimo primer Congreso General preco-nizaba la independencia de los gobiernos de turno y la apertura de la lucha por el poder. Por otra parte, el Comit Central de entonces rechazaba la persecu-cin en contra del Partido Comunista, porque su crtica a ste haba sido siem-pre desde el punto de vista de izquierda. En contra de las posiciones de dere-cha, de "unidad nacional", as como de todas las deformaciones stalinistas y, por lo tanto, nada tena que ver con las campaas anticomunistas de la derecha pro-imperialista. Producida la divisin de 1948, el sector de izquierda del socialismo, bajo la conduccin de Ampuero, adopt el nombre de Partido Socialista Popular (PSP). Se inicia desde entonces un proceso de recuperacin. La grave situacin de desprestigio de los partidos polticos tradicionales y del gobierno de Gabriel Gonzlez, la legalizacin del Partido Comunista, el debilitamiento del movimiento obrero y la divisin socialista, pusieron en la mayora nacional un sello de desilu-sin y repudio al rgimen imperante. Esta misma situacin abri las puertas a un movimiento independiente de los partidos, que se personific en la figura de Carlos Ibez del Campo.

    El Partido Socialista Popular tuvo el coraje de apoyar la candidatura presi-dencial de Ibez, quien obtuvo, en las elecciones del 4 de septiembre de 1952,

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  • el 47% de la votacin nacional en una eleccin a cuatro bandas. Su incorpora-cin a este vasto movimiento popular le permiti superar la crisis, eligiendo 19 Diputados y 5 Senadores en las elecciones parlamentarias de 1953, como en el ao 1937. El populismo baista fue, desde el punto de vista de su base social de apoyo y de sus propsitos programticos, la continuacin del Frente Popular. El Partido Socialista Popular particip durante los ocho primeros meses de dicho gobierno, etapa en la cual se pusieron en marcha todas las medidas avanzadas de poltica social, aunque aqul no pudo encarar la crisis en que se debata la sociedad, debido a las limitaciones de la herencia que le transmiti su antecesor.

    El PSP se esforz por dar conduccin al movimiento social que respald al Presidente Ibez, pero fracas en este intento. En abierto conflicto con l, se retir del gobierno al cabo de ocho meses y actu en oposicin a la nueva pol-tica de derecha inaugurada en ese momento por Ibez. Con todo, el Presidente Ibez, con la colaboracin de los socialistas, dej a los chilenos un legado democrtico. En un balance general, cabe destacar la unidad de la clase traba-jadora a travs de la fundacin de la Central Unica de Trabajadores en 1953, cuyo Congreso General fue inaugurado por el Ministro del Interior, Guillermo del Pedregal. Se aprobaron, por decretos con fuerza de ley, fundamentales dere-chos sociales, como el salario obrero agrcola, reajustado anualmente, la asig-nacin familiar para los trabajadores urbanos y campesinos y la indemnizacin por aos de servicios para los mismos. Adems, con el auspicio del gobierno de Ibez y el apoyo del conjunto de la izquierda, se derog la ley de defensa permanente de la democracia, poniendo trmino a la represin sistemtica al movimiento obrero, y se aprob la reforma electoral, que hizo posible doce aos despus la victoria en las urnas de Salvador Allende como Presidente de Chile.

    UNA NUEVA ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA

    Recuperado su impulso revolucionario, el socialismo chileno sustituy la po-ltica practicista seguida en los aos anteriores por una poltica de principios que, abandonando la colaboracin ministerial, se plante como objetivo central la conquista del poder. Durante ms de 20 aos, bajo la conduccin principal de Ral Ampuero y de una nueva generacin de trabajadores manuales e intelec-tuales, erradic las tendencias oportunistas y pragmticas que llevaron a la de-clinacin a un movimiento que se haba alzado trece aos antes como la ms promisoria arma de combate de la clase obrera.

    Los aos de Ampuero en la direccin del Partido Socialista fueron de enri-quecimiento terico y de lucha constante contra el orden existente. Ella se mani-fest en el plano poltico y sindical, en el Congreso y en la calle, teniendo siem-

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  • pre como fundamento la defensa de los intereses de los trabajadores. En el curso de esos aos, el movimiento popular experiment un notorio ascenso a travs de la lucha de masas, avanz en medio de las contradicciones interburguesas, cuyos sectores trataron a su vez de neutralizarlo por la repre-sin y el compromiso. As surgieron los espacios polticos dentro de los cuales se discuta, bajo ciertas reglas, la participacin de los trabajadores en el ingreso nacional y en la lucha democrtica.

    Esta marcha facilit la formacin de la conciencia social de las masas y trajo consigo importantes conquistas parciales. Son los aspectos positivos. No obs-tante, esta forma de insercin en la dinmica de la sociedad capitalista produjo su contrapartida al convertir a los trabajadores por largo tiempo en soporte del sistema poltico, inculcndoles una confianza exagerada en la democracia for-mal. Son los aspectos negativos. Dentro de esta etapa, el lapso comprendido entre 1946 y 1966 se caracteriz por un decidido afn de conseguir la supera-cin poltica y orgnica del Partido Socialista. Los nuevos dirigentes trabajaron tesoneramente para restablecer y profundizar la unidad terica del socialismo.

    Este camino es un proceso de autonomizacin poltica de los trabajadores, por medio del cual desarrollaron su capacidad para proyectar sus alternativas de accin en la lucha por el poder y la transicin socialista. En este marco concep-tual, la clase trabajadora adopt una poltica independiente de la poltica bur-guesa, superando de este modo la fase en que el movimiento obrero se limit a la crtica de las alternativas capitalistas. Desde el punto de vista programtico, en el Frente de Trabajadores los intereses de las clases explotadas se proyec-tan a travs de la radicalizacin del proceso revolucionario tras los objetivos socialistas. Tal fue la experiencia del gobierno de Allende. En los frentes de cla-ses antagnicas, conducidos por fracciones burguesas, en cambio, slo se con-sideran reducidas soluciones para los intereses de corto plazo de los trabajado-res, por intermedio de programas orientados hacia la consolidacin del sistema capitalista.

    La nueva estrategia revolucionaria comprenda tambin el anlisis de la con-duccin reaccionaria de las fuerzas armadas dentro del aparato del Estado, su dependencia del Pentgono, durante el perodo de la guerra fra, su carcter golpista y antidemocrtico. El Partido Socialista ms que cualquier otro partido de izquierda, y Ampuero, con un inters superior a todos los dems dirigentes polticos, se preocuparon de formular orientaciones, medidas y estructuras que impidieran la utilizacin de las fuerzas armadas como factor de intimidacin, formacin represiva y grupo de presin al servicio de intereses extranjeros o, en el caso extremo, como superpoder de facto situado por encima de la soberana popular.

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  • LA LUCHA POR EL PODER

    El Decimosptimo Congreso General Ordinario, celebrado en Santiago du-rante los das 5, 6 y 7 de julio de 1957, marc la lucha decidida contra el sistema capitalista y por la conquista del poder. En este torneo, llamado Congreso de Unidad, porque en l confluyeron los dos sectores en que se encontraba dividido el partido, se reafirm la oposicin al gobierno de Ibez, que ya terminaba su mandato, el fortalecimiento del Frente de Accin Popular, que se haba fundado el ao anterior y el rechazo de los intentos de los partidos centristas por encabe-zar el movimiento poltico popular y recuperar el poder del Estado. El Partido Socialista, con su nueva estrategia revolucionaria, desahuciaba el viejo modelo de alianza, y decida levantar una candidatura presidencial del FRAP a la Presi-dencia de la Repblica, con un programa propio.

    En esta forma se inici el camino del pueblo hacia el poder, por la va demo-crtica, superando el escepticismo de muchos y convirtindose en una ofensiva impetuosa que desafiaba el dominio reaccionario. Las mismas agrupaciones polticas del FRAP, que difcilmente haban recibido 160.000 sufragios en 1957, conquistaron 356.000 en 1958, ubicndose a 30.000 votos de la primera mayo-ra relativa. Salvador Allende haba dado la primera batalla de la izquierda unida por la Presidencia de la Repblica. Ampuero seal, con razn, que con una organizacin embrionaria, un aparato electoral casi inexistente y menguados recursos financieros, haba disputado voto a voto la victoria a los poderosos clanes econmicos y a los partidos de ms aeja experiencia en la manipulacin de la opinin pblica y en las artimaas electorales.

    Al trmino del perodo de Alessandri, en 1964, lo sucedi Eduardo Frei Montalva, la otra cara de la derecha. La revolucin en libertad concluy con un fracaso estruendoso. El propio Radomiro Tomic estableci este resultado nega-tivo, con las siguientes estadsticas estremecedoras: tasa de inflacin para los ltimos cuatro aos, promedio anual, 23.2%; deuda pblica externa de Chile, casi 200 dlares por habitante, es decir, la segunda del mundo; ndice de desa-rrollo econmico por chileno, en 1967 y 1968, negativo, bajo cero. Adems la riqueza disponible por cada chileno era inferior en 1969 a la de 1966, y el des-equilibrio entre la presin social y la escualidez de la economa se agudizaba. Todos estos hechos demostraban -segn Tomic- "el agotamiento final del siste-ma capitalista y de las estructuras jurdico-polticas que le dan expresin en Chile" (Ibidem). La era democratacristiana considerada por el mismo Tomic en 30 aos se reduca as slo al perodo de Frei Montalva.

    Despus de su recuperacin, el Partido Socialista, en las dcadas de los cincuenta y de los sesenta, enfrent la lucha por el poder -en 1970- en el marco de una amplia alianza de izquierda. Era la culminacin de la estrategia de Frente

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  • de Trabajadores. No obstante, Ral Ampuero, que haba sido su creador origina-rio, estaba fuera de sus filas, por la injusta expulsin de que fue objeto en 1966. Pero el sector que diriga -la Unin Socialista Popular- apoy a Salvador Allende tanto como candidato presidencial como en cuanto Presidente de la Repblica. Histricamente, por una de esas extraas paradojas, el proyecto poltico de Ampuero, forjado en las dcadas anteriores, se cumpla con la victoria de Allen-de en las urnas, confirmada por el congreso pleno en 1970.

    AUGE Y CADA DEL MOVIMIENTO POPULAR

    El Partido Socialista accedi con Allende al gobierno como culminacin de un proceso democrtico, inscrito en una acentuada lucha de clases. La dcada de los setenta marc as el vrtice de la crisis del estado burgus. Durante ella se produjo, en efecto, el mayor ascenso del movimiento popular en el camino hacia el poder, pero la burguesa, apoyada en las fuerzas armadas, instaur la ms brutal dictadura a partir del 11 de septiembre de 1973. En este ltimo ao se derrumb una etapa en la vida poltica chilena. Son 50 aos de avances demo-crticos, que se iniciaron con el ascenso de los sectores medios al gobierno en 1920, para compartir su conduccin con la antigua clase dirigente, y culminaron con el ensayo de democracia social puesto en marcha en 1970. Pero, en esta etapa, las organizaciones polticas y sindicales de los trabajadores y las masas se sometieron a la institucionalizacin de sus luchas, segn las reglas de la clase dominante.

    Esta crisis social y poltica es, por eso, la ms grande en el siglo XX (compa-rable a la de 1891, en el siglo XIX), a la vez que la mayor derrota del pueblo chileno, lo que la constituye una fuente de enseanza para las luchas del pre-sente y, sobre todo, del porvenir. Por ahora slo es posible hacer una referencia a ciertos problemas en torno a los cuales han girado principalmente las crticas y autocrticas en la izquierda. No me referir a las deformaciones histricas de la derecha civil y militar. Sin embargo, es preciso recordar antes que las revolucio-nes son procesos colectivos impulsados por agudas luchas de clases que com-prometen la accin de millones de seres humanos tras la conquista del poder. El xito o el fracaso de estos procesos no dependen, por lo tanto, de la voluntad de un solo hombre, sino de la conciencia y decisin de los pueblos y sus vanguar-dias, en condiciones objetivas revolucionarias.

    La izquierda no eligi entre varias opciones el camino de las urnas en 1970, sino que ste fue el nico abierto y posible entonces. Desde su lugar de oposi-cin al sistema capitalista dominante, con una fuerza electoral relativa, una cla-se trabajadora sin preparacin para la lucha armada, con las ramas de las

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  • fuerzas militares dominadas por la burguesa derechista, no poda hacer otra cosa que iniciar (como deca el programa de la Unidad Popular) el proceso revo-lucionario conforme a la institucionalidad vigente. De otra parte, tampoco la iz-quierda haba vivido una experiencia como esa para desechar el camino, sin intentarlo, con la sola enseanza extrada de la lucha revolucionaria en otras latitudes, con distintos resultados, porque la va no asegura el xito por s sola. Cada pueblo debe abrir su propio camino.

    No obstante, los hechos histricos -ya no los prejuicios tericos- comproba-ron que los instrumentos institucionales y el ordenamiento jurdico burgus no permiten dicho trnsito por la resistencia de la clase dominante. Ellos tienen por objeto la defensa, por todos los medios, del sistema capitalista. El gobierno po-pular, por consiguiente, al someter el desarrollo de su programa a dicha legali-dad, se autolimit y con ello sell su propia sentencia de muerte. A los que toda-va suean con una revolucin desarmada, es preciso recordarles que, a lo menos, la contrarrevolucin nunca es pacfica ni legal.

    E L GOLPE DE ESTADO DE 1 9 7 3

    Ral Ampuero analiz lcidamente este proceso en el ensayo titulado Milita-res y polticos en la crisis chilena del 73, de gran penetracin histrica y agu-deza crtica, que iba ms all de los comentarios ideolgicos en que se desarro-llaban hasta entonces las controversias entre la derecha y la izquierda. Su punto de partida consista en superar los factores propiamente militares del proceso para considerar adems, otros elementos -polticos, econmicos, institucionales-que contribuyeron a la generacin de la crisis y su brutal desenlace. En el mismo sentido, se propuso rectificar algunos juicios "apresurados y a veces temerarios" sobre las posibilidades de evitar el derrumbe y dirigirse hacia una alternativa distinta. Como ya se mencion anteriormente, los hechos demostraron -por en-cima de las consideraciones tericas- que la Democracia Cristiana, como expre-sin del capitalismo, exiga la rendicin incondicional del gobierno, al tiempo que la Unidad Popular no dominaba el problema militar.

    Con estos elementos de juicio, l sita la crisis en un esquema mundial y en el marco del desarrollo de la lucha revolucionaria en un perodo ms largo que en los tres primeros aos de la dcada de los setenta. "Nada sera ms equivo-cado que analizar el golpe como un episodio inusitado o como una simple res-puesta coyuntural y desesperada del imperialismo y de las clases dominantes locales frente al decidido asalto a sus reductos de clase. Lejos de eso, el levan-tamiento militar es la culminacin, de un proceso largo y contradictorio, el mo-mento de mxima tensin en un enfrentamiento social que no dejaba espacio al

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  • compromiso y deba terminar con la victoria del socialismo o -como ocurri- de la contrarrevolucin burguesa." En un proceso de avance del movimiento popu-lar, la izquierda conquist al gobierno, con Salvador Allende, en medio de una crisis, que no tena un carcter slo local, sino que golpeaba en distintas partes del mundo, donde las fuerzas de avanzada chocaban con los "centros de man-do" de la reaccin y el imperialismo.

    La primera cuestin que analiza es la ilusin de la alianza civil, es decir, la hiptesis de una alianza de centro-izquierda que comprendiera a la Unidad Po-pular y a la Democracia Cristiana, que habra resuelto la estabilidad del gobier-no. "En la poca de la contienda presidencial (1970), entonces, las distancias entre ambas concepciones hacan imposible cualquier convergencia estratgi-ca. Lo reconoce inclusive Luis Corvaln, secretario del Partido Comunista, en su informe al pleno del comit central (agosto de 1977), cuando define al gobierno demcratacristiano como 'una experiencia reformista que buscaba, con mto-dos y lenguaje nuevos, salvar al capitalismo en Chile e impedir la revolucin popular y el socialismo', en circunstancias que toda la historia de los ltimos aos constitua una prueba abrumadora de que las masas trabajadoras dispo-nan de la voluntad y de la madurez necesarias para proponerse esa ruta'.

    La segunda hiptesis mencionada es la neutralizacin estril de los milita-res, que es ms difcil de refutar. "Si los dirigentes chilenos tenan la convic-cin o el fundado temor de que una revuelta militar era inminente, parece leg-timo preguntarse por qu no hicieron nada verdaderamente eficaz para conjurarla. Ciertamente, no se trataba de constituir una fuerza armada popu-lar, capaz de sobreponerse al ejrcito profesional en combate abierto." Las condiciones del momento parecen concordantes con la carencia de una reac-cin de fondo. Por una parte, no haba tiempo ni recursos materiales para una empresa como esa y, por la otra, tampoco poda realizarse clandestinamente, porque habra sido incompatible con la lnea central del gobierno popular, que asentaba su legitimidad en l respeto a las normas jurdicas vigentes. La opo-sicin reaccionaria, en cambio, s poda conspirar abiertamente, con el financiamiento del gobierno de Estados Unidos. Es en este punto, precisa-mente, donde las crticas son ms profundas.

    Esta experiencia chilena representa el caso ms dramtico de una revolu-cin desarmada y, por lo mismo, condenada al fracaso. Ampuero la define clara-mente "... ya nadie desmiente -afirma-, que la direccin oficial de la izquierda demostr una impreparacin inexcusable y una penosa carencia de ideas frente a la cuestin militar, pese a la significacin que se le reconoca verbalmente al problema. En ningn plano se anunci una verdadera poltica: ni en el de la defensa nacional, entendida como seguridad fsica del pas, ni en el de la reno-vacin institucional de las fuerzas armadas, ni por ltimo en el diseo de una

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  • accin antisubversiva, orientada a frustrar la eventualidad de una rebelin cas-trense." (Ibidem). Esta carencia de una poltica nacional de defensa fue parcial-mente compensada por una diplomacia dinmica y abierta, impulsada por el Presidente Allende, por encima de las fronteras ideolgicas.

    Cuatro aos despus del golpe militar, el 18 de septiembre de 1977, Ral Ampuero emiti un informe a la Comisin de Estudios de la Nueva Institucionalidad de la Unidad Popular, en Roma, sobre Proposiciones para una reorganiza-cin antifascista de las fuerzas armadas. Este proceso supone devolver a stas su carcter nacional, a lo menos en tres aspectos fundamentales. En el plano de la doctrina, desahuciando la nocin estratgica de la defensa hemisfrica como misin esencial de las fuerzas armadas, para lo cual deben abrogarse todos los tratados, convenios y compromisos que la consagran y establecerse que ellas slo tienen deberes de lealtad con el Estado chileno, con sus autorida-des democrticas y con su pueblo. En el plano de aprovisionamiento de armas y equipos, debe buscar fuentes mltiples y alternativas de elementos blicos, co-menzando por producir en el pas aquellos compatibles con nuestros niveles tecnolgicos. En el plano de la formacin profesional, debe recurrir a pases con experiencia moderna de carcter militar, desprovistos de ambiciones hegemnicas y que tengan con Chile algunas condiciones comunes.

    El objetivo anterior est relacionado con la necesidad de conferir a las fuer-zas armadas un carcter democrtico, restndoles su condicin de congrega-cin cerrada para convertirlas en un verdadero servicio del Estado y no, como ahora se proyectan, "un Estado dentro del Estado", con olvido de sus funciones especficas y limitadas para transformarlas en un sistema polivalente, apto para dirigir, controlar o sustituir -con medios propios y paralelos- los servicios vitales del Estado. Para corregir esta tendencia de las fuerzas armadas e integrarlas al conjunto del pas debe fundirse el "aparato armado de la nacin en el tejido de la sociedad y asignndole nicamente aquellas tareas especficas inseparables de su naturaleza militar." En otras palabras -dice Ampuero- "la democratizacin de las fuerzas armadas consiste en hacerlas permeables a los problemas del pas, en estimular la convivencia de ciudadanos y soldados, en suprimir todo lo que signifique privilegios o fueros especiales para los hombres de armas, que no sean requisitos del servicio, as como las limitaciones a sus derechos que no obedezcan a idnticas razones."

    Las fuerzas armadas en el sistema de defensa nacional es, por ltimo, un aspecto fundamental que es necesario revisar. Las premisas que justifican una nueva estructura del dispositivo de defensa se pueden resumir de la siguiente manera: a) la excepcional conformacin geo-estratgica del pas, b) las previsi-bles tensiones polticas con los estados contiguos, c) la necesidad de hacer

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  • econmicamente compatibles la proteccin de la soberana y del territorio con un programa social de orientacin popular, d) la necesidad de crear una fuerza alternativa de defensa para compensar el inevitable debilitamiento del sector militar profesional durante la dictadura.

    E N BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO

    El Partido Socialista sufri el mayor impacto por la accin represiva del golpe militar y la consiguiente dictadura. Miles de sus militantes y dirigentes fueron asesinados o arrastrados a las crceles y campos de concentracin, numerosas direcciones locales y regionales fueron exterminadas. Cinco miembros del Co-mit Central, un Diputado y un miembro del Comit Central de la FJS fueron tambin asesinados, 15 miembros del Comit Central del partido y 10 del Comi-t Central de la juventud, todos los Ministros y Subsecretarios y 13 parlamenta-rios fueron encarcelados. Numerosos dirigentes seccionales, regionales y na-cionales, as como de frentes de masas se vieron obligados a exiliarse. Ral Ampuero tambin fue detenido en septiembre de 1973 por una patrulla del ejr-cito de Pinochet y conducido a la Escuela Militar, en donde permaneci hasta fines de diciembre del mismo ao, incomunicado y sometido a tortura psicolgi-ca. Enseguida fue trasladado a la Academia de Guerra de la Fuerza Area por un breve tiempo y despus, previo arresto domiciliario, es expulsado del pas.

    La represin de la dictadura redujo a escombros la organizacin del Partido Socialista en el interior del pas, situacin que repercuta en el exilio. No obstan-te estar desafiliado, Ampuero luch por reconstruir al partido. Desde su arribo a Roma, se incorpor a la Liga por los Derechos y la Liberacin de los Pueblos, presidida por el Senador italiano Lelio Basso, desde donde particip en campa-as mundiales en defensa de los derechos humanos, como la reunin de Argel, convocada por la liga y el Tribunal Russel. Asimismo particip en seminarios sobre la cuestin militar en Amrica Latina, convocados por la Universidad Na-cional Autnoma de Mxico. Pero quizs lo ms importante que hizo en el exilio, fueron las dos reuniones celebradas en Ariccia, en las proximidades de Roma, para tratar sobre El socialismo chileno: historia y perspectivas, y las poste-riores, realizadas en Miln y Madrid.

    La primera de estas reuniones se celebr en marzo de 1979 y parta de la base que, durante mucho tiempo, la izquierda chilena haba tenido dos compo-nentes sustantivos: el comunismo (PC) y el socialismo (PS). Despus del golpe militar, el primero se estaba restableciendo unitariamente en tanto que el segun-do, dividido en grupos y fracciones, sufra adems una crisis ideolgica. El semi-nario planteaba el fortalecimiento del socialismo para restaurar la alianza de la

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  • izquierda y reconstituir el movimiento popular. El propio Ampuero seal que el rea socialista, que haba comenzado siendo una hiptesis de trabajo, en el curso de la misma reunin pas a ser una evidencia, constituyendo un comit de iniciativas destinado a preparar la fase siguiente. La segunda reunin de Ariccia, celebrada en enero de 1980, confirm la existencia y actividades del comit de iniciativas, cuya misin principal consista en encontrar formas de trabajo comn que contribuyeran a la mayor unidad y desarrollo de la vertiente socialista. En ambas reuniones estuve presente.

    Mientras el Partido Socialista se divida en pedazos, en Chile y en el exilio, Ampuero continuaba su obra integradora, tanto desde el punto de vista ideolgi-co como del punto de vista orgnico, promoviendo el dilogo y la discusin en Europa y la comunicacin con los compaeros de Amrica Latina y de Chile. Posteriormente se celebr una nueva reunin en Miln, donde se constituy un comit de coordinacin para Europa, en reemplazo del comit de enlace de Ariccia, como instancia destinada a integrar bajo una conduccin comn las dos lneas organizativas, la de los grupos partidarios y la de adhesiones libres e individuales. En Miln se haba acordado tambin la elaboracin de las bases polticas del Movimiento de Convergencia Socialista. En febrero de 1983 se dio un nuevo paso en la reunin de Madrid, con representacin del interior de Chile, convocada esta vez por el comit de coordinacin.

    En su presentacin introductoria en la reunin de Madrid, Ampuero plante diversas tesis definitorias de la vertiente o rea socialista, que hasta hoy gravi-tan en el movimiento popular. Primero, el campo de consenso, reivindicando la memoria histrica de las masas, que se identifica con el socialismo, "ese socia-lismo moderno que -al decir de Engels- no es sino el reflejo en la mente de los hombres de los conflictos objetivos y materiales que genera el capitalismo en crisis.". Afirma su fidelidad a los principios. "Un socialismo -agrega- que las mul-titudes alcanzaron a tocar con las manos en los das de Allende y que -con todas sus convulsiones y errores- dio a los explotados y a los pobres la sensacin de ser, por primera vez, hombres y ciudadanos.". Segundo, la ubicacin como una "alternativa poltica autnoma de la izquierda". Tercero, rechaza el anticomunismo y sostiene que la convergencia socialista "se ha definido siempre como una fuer-za integrante de la izquierda, atribuyndole a sta en su conjunto un papel protagnico en el futuro chileno". Cuarto, autoidentificacin del movimiento, me-diante una carta-programa para la reconstruccin democrtica.

    De regreso en Chile, escribi en noviembre de 1988 un anlisis titulado Men-saje y vigencia de las tesis de Ariccia, cuando ya haban transcurrido 10 aos desde la primera reunin celebrada en ese lugar de Italia sobre El socialismo chileno: historia y perspectivas. En aquel anlisis hizo un balance de la doble vertiente del movimiento popular -comunismo y socialismo-, sintetizando sus

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  • principales discrepancias, sealando que la existencia de ellas "no fue obstcu-lo en el pasado para generar un cierto paralelismo poltico que en algunas po-cas llev a compromisos muy estrechos y en otros perodos a situaciones de crisis.". Los acuerdos ms slidos -dice- generalmente se produjeron en las fa-ses de reflujo del movimiento popular, pero no se logr la consistencia al asumir el gobierno en 1970.

    En 1988, cuando Ampuero hizo el balance mencionado, el colapso del eje socialista-comunista ya se haba consolidado, no slo con el sector representa-do por Altamirano, sino tambin con el sector dirigido por Almeyda. Las discre-pancias eran ostensibles en cuanto a la lnea estratgica concreta para enfren-tar a la dictadura en su etapa de extincin, tanto en las formas de lucha cuanto en la manera de encarar el plebiscito. Los nuevos entendimientos entre el PC y el sector socialista de Almeyda, que culminaron en la Izquierda Unida, demos-traron una capacidad de decisin an ms precaria que la que haba tenido la Unidad Popular en sus peores momentos.

    UNIDAD SOCIALISTA, LA VIEJA DISCUSIN

    Ral Ampuero es uno de los tipos humanos que presentan una mayor cohe-rencia en su pensamiento poltico, entre su juventud y su vejez. En esta ltima etapa de su vida conserv la fidelidad a los principios, en plena lucidez mental. Cuando otros se acomodan al curso de los acontecimientos, l tuvo el valor intelectual de actuar contra la corriente. En prueba de ello estn sus escritos de los ltimos aos. En 1987, formul algunos criterios generales de reorganiza-cin del Partido Socialista, en la perspectiva del rea socialista que se vena diseando desde 1979. "El rechazo de la frmula 'marxista-leninista' como doc-trina, segn mis Notas sobre la reconstruccin del PSCH impone la necesi-dad de disear un tipo de organizacin que sustituya tambin las concepciones y las prcticas organizativas predominantes en los partidos comunistas forma-dos bajo la tuicin de la Tercera Internacional, cuyas caractersticas esenciales deben ser superadas.

    Las orientaciones partidarias deben ser claras para compatibilizar la lnea poltica con la disciplina. Se pronuncia en contra de las fracciones, que son las cristalizaciones de las corrientes. La formal aceptacin de stas, "sera el peor camino en la bsqueda de una sntesis intelectual y operativa que represente verdaderamente la mentalidad del partido.". Con verdadera perspectiva, agrega: "Son muchos y muy potentes los agentes interesados en desvirtuar nuestra his-toria y, con ella, nuestro futuro, mediante la manipulacin de grupos fraccinales. Precisa tambin el alcance que puede y debe tener el pluralismo en el interior

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  • del partido. Como concepto relativo, permite estimular la libre discusin interna, "pero no significa que en el partido tienen cabida todas las posiciones.". Cada partido -dice Ampuero- tiene fronteras culturales e ideolgicas naturales, codifi-cadas explcitamente en un conjunto de principios o diseadas en el curso de su historia.

    En 1989, cuando se aproximaba la unidad de los sectores principales del viejo partido, Ampuero plante de nuevo las bases y condiciones de este reagrupamiento, bajo el ttulo: "Partido de que clase? Qu clase de parti-do?". En este anlisis contribuy decisivamente a esclarecer la definicin socia-lista del partido, rescatando el esquema terico marxista emanado de su Decla-racin de Principios de 1933 y de la Fundamentacin Terica del Programa de 1947, "a menos que se busquen puras y simples posiciones de poder con la cobertura de un cnico pragmatismo. Ms todava. Abjurar de este compromiso intelectual, en nombre de una secularizacin del partido, significara -dice- expo-nerlo a toda clase de contrabandos ideolgicos y oportunismos polticos". Es una afirmacin categrica.

    En esos momentos tuvo el coraje de rechazar la desviacin del marxismo-leninismo, como escuela del pensamiento socialista, toda vez que ella no contri-buye a esclarecer el contenido sustantivo de determinadas polticas. Por igno-rancia de algunos y oportunismo de otros, la frmula adoptada en la Conferencia Nacional de Organizacin de 1967 y ratificada despus en el Congreso General Ordinario de Chilln del mismo ao incorpor al Partido Socialista en la "corte de los milagros" del marxismo-leninismo, ingeniada por Stalin, y constituida, entre otros, por Mao, Polpot, Hodxa, Marchais y Ceassesco. Ampuero no tuvo respon-sabilidad en esta obscura definicin porque ya haba sido expulsado de este nuevo partido. En el documento aludido, rechaza igualmente el ingreso a la In-ternacional Socialista, en otra desviacin, contraria a la anterior, que implica "una nueva eleccin de campo en el orden ideolgico, del cual se mantuvo dis-tante el socialismo chileno por ms de medio siglo".

    La otra reflexin de Ampuero, en el instante de reconstruccin del Partido Socialista, se refiere al carcter de clase del partido. "Ni la circunstancia de par-ticipar en una empresa nacional de rescate de la democracia, en el ms genero-so sentido de las palabras, ni el compromiso de colaborar con el gobierno de transicin que surgir de los comicios de diciembre, exime a los socialistas de su responsabilidad como partido de los trabajadores. Es esta calidad la que justifi-ca su presencia en nuestro escenario y condiciona su conducta. Concebir al partido reconstituido como interclasista, como simple partido de opinin, impli-cara cancelar un rasgo esencial de su pasado.". En seguida, refuta irnicamen-te la ms desvergonzada negacin de la lucha de clases de los oportunistas, afirmando que no se ha inventado esta contradiccin social o sus proyecciones

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  • en la sociedad contempornea por una perversin especulativa. Cita a Marx, refutando una imputacin de esta especie: "No me pertenece a m ni el mrito de haber descubierto la existencia de las clases sociales en la sociedad moderna, ni de haber descubierto la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, historiadores burgueses haban expuesto la evolucin histrica de esta lucha de clases y eco-nomistas burgueses haban expuesto la anatoma econmica de las clases."

    El 2 de mayo de 1996 Ral Ampuero se dirigi por ltima vez a su partido a travs de la Carta al XXV Congreso General del Partido Socialista. Tena entonces 78 aos y estaba sumamente enfermo por una afeccin incurable y, por lo tanto, mortal, a tal punto que su vida se extingui dos meses despus, el 11 de julio de ese mismo ao. Este documento tiene por consiguiente el carcter de testamento poltico. No obstante estar ausente de toda funcin directiva -como l mismo lo reconoce- no puede excusarse de enunciar algunos juicios, derivados de su extensa experiencia de dirigente y como militante en un tiempo crucial del partido. "Por ms de medio siglo el Partido Socialista ha sostenido en el escenario poltico chileno la presencia de una poderosa corriente inspirada en los valores de la justicia social y de la libertad y en los sectores oprimidos y explotados de la sociedad, generando un cuerpo de ideas y comportamientos que le conceden una fuerte identidad histrica.". Esta es una herencia que no puede quedar yacente, sin que nadie la reclame. Por el contrario, un partido que se proclame socialista no podr nunca formular un nuevo horizonte terico en el cual enmarcar su programa sin asumir plenamente esa rica tradicin para pro-yectarla en el futuro, con las innovaciones que sean razonables. Slo as recu-perar su vigencia en las condiciones actuales y conquistar credibilidad entre los trabajadores. Es su primera reflexin.

    En seguida remarca que el carcter socialista del partido lo convierte en clara alternativa al capitalismo. La historia de este sistema demuestra que, "a lo largo de dos siglos ha servido de soporte a una estructura social caracterizada por la explotacin del trabajo humano en las naciones del centro del sistema y el sa-queo de sus materias primas y recursos naturales en los pueblos de la periferia del mundo". Esta es la historia desde el punto de vista de los explotados. En la hora actual -agrega Ampuero-"la globalizacin de la economa y de otros aspec-tos de la vida moderna, sin ser un fenmeno absolutamente nuevo, ha acentua-do el poder poltico de las empresas transnacionales por encima de las fronte-ras, debilitando severamente el rol de los estados nacionales y otorgando al capital financiero una absoluta discrecionalidad operativa".

    Ampuero, en una mezcla de penetracin psicolgica e irona, enfrenta en su carta al XXV congreso del Partido Socialista la vieja treta capitalista. "Algunos de nuestros intelectuales han acogido dcilmente la tesis de la muerte de las ideo-logas, a comenzar por la que sirvi de constante marco a las postulaciones del

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  • socialismo chileno. Sobre esta premisa se fundament el llamado a construir un partido 'pluralista', de 'ciudadanos', cruzado de tendencias o fracciones, donde el pragmatismo sera la frmula rectora de la accin, inspirada a su vez en un conjunto de 'ideales' (o valores) genricos y abstractos, sin apoyo en la vida real. Con este rumbo el partido derivara fatalmente en un club de debates o en un ente benfico, a mitad de camino entre la Sociedad Fabiana y el Ejrcito de Salvacin." Una previsin cumplida: exactamente lo que sucedi en el XXV Con-greso General.

    Consciente que su voz no ha sido escuchada en el nuevo partido, que con-serva slo el nombre del viejo Partido Socialista, termina su carta con otra em-bestida contra el capitalismo.". Resulta evidente que el neoliberalismo -cobertu-ra ideolgica de esta fase del capitalismo- ha generado los niveles ms altos de desempleo en los pases industrializados, junto con justificar la virtual demoli-cin de los servicios sociales, mientras en los pases del Tercer Mundo, presio-nados por la competencia en un mercado casi sin fronteras, la cesanta y el envilecimiento de los salarios constituyen un efecto inevitable de las tesis eco-nmicas que asignan una consideracin casi teolgica al mercado. Paralela-mente al saqueo de sus materias primas y recursos naturales, acompaado con la desvalorizacin de la fuerza de trabajo, las burguesas -nativas y extranjeras-llevan adelante una despiadada campaa contra los sindicatos."

    Este pattico llamado, segn versiones de prensa, no fue considerado en el "congreso ideolgico", sino enviado al archivo. Ral Ampuero no luch durante su vida en vano, porque su legado intelectual y su trayectoria poltica se proyec-tan en la memoria colectiva, tanto de los militantes del Partido Socialista como del conjunto de la izquierda.

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  • FUNDAMENTOS DE UNA POLTICA Y CONSTRUCCIN DE UNA FUERZA DIRIGENTE

    Prlogo de Jaime Ahumada Pacheco Cientista Poltico y ex miembro del

    Comit Central del Partido Socialista

    INTRODUCCIN

    Sin dudas, que la vida de Ampuero est profundamente ligada al desarrollo de la fuerza dirigente del socialismo chileno y a la insercin de ste en el acon-tecer del pas, la regin latinoamericana e inclusive en la compleja dialctica del movimiento democrtico y revolucionario mundial.

    Resulta relevante la forma como la hegemona dirigente conformada alrede-dor de Ral Ampuero, en el perodo comprendido entre 1946 y 1967, logra fun-damentar una poltica de poder, un proyecto de sociedad, una lnea internacio-nal y una concepcin de partido.

    Estos grandes enunciados que marcaron poca y fueron decisivos para el posterior triunfo de la izquierda en 1970, se concretaron en: la Poltica de Fren-te de Trabajadores, que posiciona al proletariado en la conduccin de la iz-quierda, el Programa de 1947, que fundamenta la Repblica Democrtica de Trabajadores, la lnea internacional Independiente y autnoma, que le da di-mensiones latinoamericana y mundial a la estrategia impulsada por el partido de unidad de todos los movimientos, partidos y pases que luchan por el socialismo a nivel planetario, la construccin de un tipo de partido que, en los hechos, impli-caba la alianza de los sectores ms avanzados del pueblo con los sectores me-dios e intelectuales.

    Sera equvoco afirmar que Ampuero elabor una teora acabada del socia-lismo chileno, pero igualmente equvoco sera desconocer o silenciar su com-promiso en el desarrollo de una posicin partidaria original e independiente, dentro del marxismo y, al mismo tiempo, colaborar activamente en la conformacin de una fuerza dirigente.

    En este intento, que marca a las genuinas posiciones socialistas, resalta su capacidad terica y poltica para articular las particularidades nacionales con los distintos escenarios de orden latinoamericano y mundial.

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  • Poseedor de una vasta cultura marxista, creadora y crtica, supo unir los conceptos de clase social y lucha de clases con los de Estado y revolucin y explicar cmo stos influan en lo nacional e internacional, en funcin de la co-rrelacin de fuerzas, las especificidades de cada situacin y el perodo histrico concreto que se viva.

    Partiendo de un anclaje que aplica las tesis marxistas a las particularidades de una situacin concreta, especialmente en Chile y Amrica Latina, penetra en los rasgos de identidad y carcter del partido, en la elaboracin de su lnea es-tratgica, las vas para llegar al socialismo, la autonoma ideolgica y poltica en sus relaciones con los centros, los llamados campos o bloques de posiciona-miento de las grandes potencias y las alianzas y los partidos que las sustentan, la paz y la guerra; el latinoamericanismo, el internacionalismo, el antiimperialismo y la integracin democrtica del movimiento revolucionario mundial.

    En todos estos anlisis, se perfilan evidentes rasgos de originalidad y apertu-ra poltica e ideolgica. Considera que el partido no es una secta ni el marxismo es una religin, sino que son creaciones del hombre y, por lo tanto, deben res-ponder a sus intereses y demandas, a sus formas de organizarse y de ver la vida en una realidad determinada.

    Ampuero piensa que la elaboracin de la estrategia tiene tiempos, velocida-des y direccin y se construye con el pueblo, de cara al pas y tomando en cuenta sus inserciones regionales y mundiales, ya que no existe una sola va para llegar al socialismo. Esta es una empresa humana y de gran complejidad y no est sujeta a un mismo ritmo, programa o direccin en todas las latitudes, de modo que ms de algn pueblo que emprenda su camino de liberacin, sin ce-irse a las sagradas pautas de la ortodoxia, puede alcanzar estadios superiores de praxis revolucionaria, que otros que, siguiendo al pie de la letra las "escritu-ras" lo han intentado o incluso coronado.

    En una poca de auge de la poltica sovitica de "pas y partido gua", Ampuero plantea que no existe un solo centro ideolgico y poltico, porque cada partido y pas determina el desarrollo de su estrategia de acuerdo a sus propias realida-des, ya que ni la antigedad de la experiencia, ni la magnitud geogrfica del pas, ni el tamao de su poblacin, ni su podero blico o material, ni menos la aristocracia de los partidos gua o de los monopolios de clase, constituyen facto-res suficientes para asignar la direccin del movimiento socialista a una nacin o partido determinado.

    Polemizando con fuerzas que pretendan trasladar mecnicamente el mode-lo sovitico a las particularidades del pas, sostiene que para un marxista conse-cuente el mundo no est dividido en campos o reas geogrficamente determi-nadas o responde al mando de potencias o liderazgos que dicen estar en posesin de verdades cuasi inmanentes. La historia de todas las sociedades que han

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  • ex is t ido hasta nuestros das es la historia de la lucha de clases, ms ntida y e s q u e m t i c a en algunas regiones y ms primaria y compleja en otras, pero cons-tituyendo siempre un factor decisivo de la pugna histrica.

    Como se sabe, el socialismo no es una gracia del cielo, ni una categora abstracta, es una realidad, es un proceso donde el establecimiento de relacio-nes socialistas autnticas y avanzadas entre los hombres, est indisolublemente ligado al avance de la base material y de la conciencia poltico-moral de la clase trabajadora, en funcin de las condiciones especficas, estado de avance del proceso revolucionario y la capacidad de direccin y accin del o los partidos.

    En el perodo de mayor influencia dirigente, se sumerge en la teora y prcti-ca de un camino nuevo y autnomo para el partido.

    En los aos de 1947 hasta 1957, transita en medio de las complejidades y alineamientos de la posguerra, levantando las banderas del nacionalismo revo-lucionario y la fuerte crtica desde la izquierda al capitalismo y al estalinismo que, tratando de imponer sus estrategias expansionistas y de enfrentamiento blico, pretendan la sumisin de pueblos, pases y partidos a la lgica guerrerista y de gran potencia de sus respectivos bloques poltico-militares.

    Con posterioridad; entre 1957 y 1967, no solamente se juega por el entendi-miento socialista-comunista en el Frente de Accin Popular y la unidad del parti-do, ya muy permeado por la estrategia de Frente de Trabajadores y la hegemo-na popular de la izquierda, sino que junto a la Federacin Juvenil Socialista es uno de los principales impulsores de la poltica internacional independiente, no alineada, de apoyo a la revolucin latinoamericana y de unidad del movimiento revolucionario mundial en los marcos de los principios marxistas y del desarrollo de la democracia socialista.

    AMPUERO Y ALLENDE EN LA HISTORIA DEL PARTIDO SOCIALISTA

    Ampuero es junto a Allende, uno de los ms importantes lderes del socialis-mo chileno. Ambos se proyectan hacia el presente con sus propias identidades y estilos. Tanto en la historia del partido como del movimiento popular, sus vidas se cruzan y constituyen ejemplos de liderazgo consecuente, proyeccin histri-ca, honradez a toda prueba y decisin revolucionaria.

    Ampuero, resalta como terico, organizador y dirigente del partido. Allende es el indiscutible lder de masas y articulador del movimiento popular.

    La firmeza en la expresin de los principios, en la direccin estratgica y en la creacin de una poltica de poder son las ms relevantes cualidades de Ampuero.

    Su carisma de conductor de masas, su lealtad al pueblo y a los trabajadores y su protagonismo histrico en la praxis de la va chilena al socialismo, distin-guen la vida poltica de Allende.

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  • Juntos, constituyen la expresin ms acabada de las grandes matrices his-tricas del socialismo en Chile que arrancan de una visin original para aplicar el marxismo a las particularidades nacionales, construir un partido de los tra-bajadores y desarrollar un movimiento popular, democrtico y revolucionario de gran autonoma ideolgica, poltica y orgnica, portadores singulares del cuestionamiento radical al desarrollo capitalista y, a la vez, impulsores de la construccin del socialismo en los escenarios del pas y de la regin latinoa-mericana.

    En el entorno de ambos lderes, se desarrolla, tambin, una notable genera-cin de dirigentes cuyo enlace histrico con los fundadores es la lcida figura intelectual de Eugenio Gonzlez.

    En esta perspectiva, y comprendiendo a fondo la relacin dialctica de per-sonalidades y dimensiones de la poltica que conduce a la histrica victoria po-pular de 1970, destaca el rol jugado por Ampuero en el partido eje de esta pol-tica. No en vano l es el hombre que recupera al socialismo de sus crisis de los aos '40, que le abre decididamente paso a los procesos unitarios del partido y de la izquierda, que consolida la autonoma ideolgica y poltica de la organiza-cin partidaria en todo el pas, le otorga identidad y definicin internacional, que cohabita en un complejo juego de contrarios y de hegemona poltica con Salva-dor Allende y que contribuye poderosamente en la reconstruccin de una fuerza socialista, independiente, plural y alternativa de poder y sociedad, fundamenta-da en la unidad de la izquierda, en el singular entendimiento con los comunistas y con otros partidos y fuerzas populares.

    Si bien Ampuero es el que posiciona al partido como candidato al poder, la destreza tctica de Allende es el factor que posibilita la construccin de un go-bierno popular y que proyecta la va chilena al socialismo como uno de los ms singulares caminos para avanzar hacia la nueva sociedad. La historia y las cir-cunstancias conspiraron para que estas tremendas personalidades no pudieran unirse en un ejercicio conjunto de un proyecto de pas que ellos haban contri-buido tanto a elaborar.

    SOCIALISMO Y HEGEMONAS PARTIDARIAS

    En el Partido Socialista de Chile, organizacin poltica de gran influencia en el desarrollo del pas desde los aos 30 del siglo recin pasado, se incubaron hegemonas polticas decisivas para entender sus formas de anlisis, originales y creadoras de la realidad chilena, latinoamericana y mundial.

    Tanto Marmaduke Grove como Salvador Allende y Ral Ampuero, agruparon alrededor de sus concepciones de partido, estrategias, polticas de alianzas,

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  • p r o y e c t o s de pas y de inserciones internacionales, a grupos dirigentes internos y externos que los apoyaron en sus respectivos liderazgos.

    En este sentido, en el momento mismo en que surge la idea de crear el par-tido, se posicionan los elementos que desarrollaran su fuerte personalidad na-cional e internacional.

    El socialismo chileno nace de una revolucin que tuvo como protagonista a un movimiento de masas, de trabajadores y grupos medios con apoyo activo de un sector progresista de las fuerza armadas, cuya expresin ms contundente es el Comodoro del Aire, Marmaduke Grove Valiejos.

    La organizacin asume como fundamento ideolgico y poltico el socialismo marxista, enriquecido con la prctica social y rectificado por el devenir histrico. Se constituye a la vez, en los hechos, contrariando todos los dogmas estableci-dos de la poca, como partido socialista marxista y movimiento democrtico-revolucionario, en base a la unin de los trabajadores manuales e intelectuales, proletariado y pequea burguesa, para lograr la constitucin de una repblica y un gobierno democrtico, hegemonizado por los trabajadores, que posibilite el surgimiento de una federacin de repblicas socialistas de Amrica Latina.

    Su adscripcin original al marxismo, en un gran esfuerzo de sntesis entre las particularidades nacionales y las exigencias de la vida internacional, rechazan-do las rigideces dogmticas del comunismo estalinista y del pragmatismo extre-mo de la social democracia, devenida en la izquierda del sistema capitalista, articulan su internacionalismo fundamentado en la unidad e integracin latinoa-mericana, lucha contra los imperialismo y expansionismos y su insercin en el amplio movimiento mundial por el socialismo y la democracia.

    En base a stos originales lineamientos y de su evidente proyeccin estrat-gica, es posible explicarse su carcter de movimiento-partido que posibilit que surgieran, en los aos 30 y 40, primero, el grovismo y posteriormente, en los aos 50, 60 y 70, el allendismo y el ampuerismo.

    El grovismo de los orgenes del partido, no fue otra cosa que la articulacin de un singular liderazgo nacional con la construccin de un partido que deba expresar creadoramente al movimiento que sustentaba al lder y que se proyec-taba para aplicar el marxismo en las condiciones especficas de Chile y para Chile, sin sujecin a centro internacional alguno.

    Resaltan en el perodo de desarrollo del grovismo, la fundacin del partido, el reagrupamiento del movimiento popular, la formacin del Block de Izquierda y del Frente Popular, que posibilitan la primera experiencia de gobierno del socia-lismo y la incorporacin a los cuadros de direccin de Allende, como Diputado y Ministro y de Ampuero, como Secretario General de la Federacin Juvenil So-cialista y ms tarde como Secretario Regional de Santiago.

    La fortaleza poltica y electoral del PS y las candidaturas presidenciales de

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  • Grove y Schnake, que intentaron posicionar a los trabajadores y sus partidos en la conduccin de la alianza con los sectores medios, chocaron con las pretensio-nes de poder burocrtico del Partido Radical que, paradojalmente, fueron apo-yadas por los comunistas, cumpliendo las consignas de la Internacional, que estrenaba en Chile su estrategia de colaboracin de clases y de las alianzas con la mal llamada burguesa progresista.

    El allendismo es expresivo de otro momento de la lucha de clases y de las contradicciones en el seno del pueblo. El movimiento popular ha sobrepasado al partido y lo que podra denominarse el dilogo entre Ampuero y Allende y sus hegemonas partidarias, se va transformando en un juego de los contrarios. Si bien el allendismo convive contradictoriamente con el ampuerismo, no puede explicarse si no es en la dialctica de este dilogo antagnico con el lder juvenil que lo derrota en el XI Primer Congreso, celebrado en Concepcin, en octubre de 1946.

    El partido termina por agotar su frustrante experiencia en el frente popular y corrodo por el ministerialismo, los oportunismos y corrupciones, pasa de la po-ltica de Tercer Frente y la colaboracin con el interinato presidencial de Duhalde a una estrategia de reposicionamiento ideolgico y poltico que encabeza Ral Ampuero. ste, que tiene que superar escisiones, el ataque constante de la derecha y del centrismo e incluso el hostigamiento del Partido Comunista desde las espurias posiciones de poder con Gonzlez Videla, celebra su histrica Con-ferencia Nacional de Programa, en noviembre de 1947, donde se aprueba el documento Por una Democracia de Trabajadores, fruto en gran medida de la inteligencia y lucidez de Eugenio Gonzlez y de la direccin surgida en Concep-cin, en 1946. El programa redefine las bases tericas y programticas del so-cialismo a la luz de las realidades que surgen de la segunda guerra mundial, de la primera experiencia de gobierno del partido y de las lneas fundamentales que se abren en el escenario nacional e internacional.

    No obstante, que la derrota interna de Allende lo desperfilaba en el seno del partido, esta circunstancia lo convirti en referente, directo o indirecto, de las oposiciones internas de 1948 a 1950, aunque sin aceptar la terca renuencia de los viejos equipos dirigentes y de la burocracia sindical a la poltica aprobada en Concepcin y en la Conferencia Nacional de Programa.

    Sin embargo, el audaz e inesperado apoyo del socialismo mayoritario (PSP) a la candidatura presidencial del General Carlos Ibez del Campo, en 1950, provoc la salida del partido de Allende y su grupo ms cercano que, incorporn-dose a la minora existente, asume el control de esa organizacin.

    En 1952, la minora socialista, junto al Partido Comunista, en un paso tctico que no da los resultados esperados, conforma, primero, el Frente del Pueblo y proclama, despus, la candidatura a la Presidencia de Chile de Salvador Allen-

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  • de, que solamente obtuvo 50 mil votos frente a los 450 mil sufragios del General Ibez.

    Sin lugar a dudas que tanto la fra decisin de los socialistas populares de incorporarse al inmenso caudal de masas impulsadas por la figura potencial-mente antiolirgrquica de Ibez, como la proclamacin de Allende, en las presi-denciales de 1952, que hace la minora socialista, en una tambin impensada alianza con el Partido Comunista en el Frente del Pueblo, constituyen pasos de gran audacia de polticas que buscan una potente insercin de masas y de re-construccin de la izquierda y del movimiento popular; adems, consciente o inconscientemente, pareciera que ambas polticas buscaban la instalacin de un liderazgo que abriera nuevas perspectivas, en un escenario de auge y movilizaciones populares.

    Ahora bien, si en los aos 30, el inmenso apoyo de masas que concitara la figura de Grove y el surgimiento del socialismo, provoc el rechazo de los comu-nistas, que no aceptaban rivales en la eventual conduccin de las alianzas y que adems, apoyaba sin condiciones el sectarismo estalinista sovitico, este mis-mo partido, en los escenarios de los aos 50, debilitado por la aplicacin de la represiva Ley de Defensa de la Democracia y el discurso de Jruschov, denun-ciando el culto a la personalidad y los crmenes de Stalin, le pidi disculpa a los socialistas y dems partidos de la izquierda por sus actitudes antiunitarias y seguidistas, cerr filas en el Frente de Accin Popular y apoy al candidato so-cialista Salvador Allende, en 1958.

    De alguna forma, para que esto ocurriera, fue necesario que Ampuero y el Socialismo dieran fe del viraje comunista a nivel internacional y su nueva y abierta actitud para llevar adelante la poltica de alianzas.

    Se parti del hecho de que socialista y comunistas haban agotado, cada uno en su oportunidad, la experiencia de gobernar en colaboracin con partidos cen-tristas, de clara filiacin burguesa.

    En algn momento, ambos partidos pensaron que la hegemona sobre las masas que no haban podido dirimir en una larga rivalidad alentada en la base, podra definirse desde las alturas del poder, especialmente en los gobiernos de Gabriel Gonzlez Videla y de Carlos Ibez del Campo. Para lograrlo, separa-damente, haban desplegado tcticas diferentes, pero unos y otros haban fra-casado.

    Luis Corvaln, Secretario General del Partido Comunista, reconoci con ho-nestidad que socialistas y comunistas haban disputado muchas veces la direc-cin del movimiento general de los trabajadores, tratando de desalojarse rec-procamente. A su vez, Ampuero, desde la Secretara General del Partido Socialista, fue claro al decir: que la divisin del movimiento popular, slo le ser-va a los enemigos del pueblo y de los trabajadores.

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  • LA CRISTALIZACIN DEL CAMINO AUTNOMO Y DE LA VA CHILENA AL SOCIALISMO

    Entre 1946 y 1967 se dimensiona una compleja, rica y creadora praxis en el socialismo chileno. La complejidad est dada por las diversas experiencias que se suceden en el gobierno del pas y los quebrantamientos internos del socialis-mo que desarrollan corrientes oportunistas, de derecha y de izquierda, que re-percutirn en la experiencia revolucionaria de 1970-1973.

    En el perodo, se agota la experiencia reformista de los presidentes radicales. El terremoto baista, en 1952, si bien produce rplicas de modernizacin

    poltico-institucional y de derogacin de leyes represivas, resulta incapaz para avanzar hacia la reforma agraria, la sindicalizacin campesina, la nacionaliza-cin de las riquezas bsicas o el desahucio del pacto militar con los Estados Unidos.

    Jorge Alessandri (1958-1964) posiciona una suerte de gobierno de gerentes o de una tecnoburocracia que intenta modernizaciones en el aparato del Estado y en sus relaciones con el sector privado, pero que termina entrampado en el juego de la clase poltica ms tradicional y del empresariado conservador, pos-tergando las crecientes demandas que se venan articulando desde el Frente Popular.

    En fin, hacia 1964 se instala en el gobierno Eduardo Frei Montalva que, con su revolucin en libertad y el Partido Demcrata Cristiano, del comunitarismo y la promocin popular, propone al pas un amplio programa de reformas en la agricultura, industria, las riquezas bsicas y las polticas sociales.

    Esta es una poca de ensayos y cambios, donde el pas busca, con creciente presencia popular e incorporacin de nuevos contingentes sociales, un profun-do cambio en el desarrollo econmico y en su sistema poltico.

    Los quebrantamientos internos del socialismo, especialmente el de 1967, li-mitaron su potencial ideolgico, poltico y orgnico que se estaba desarrollando desde 1946, ya sea por las exigencias de un proceso unitario (1957), por mu-chos conceptos precipitado, y obligado ms por el desastre electoral que por un debate transparente de las divergencias y convergencias o, tambin, por la vali-dez creciente de la opcin presidencial socialista y de la izquierda que fue trans-formando al partido en un gran afluente orgnico de diversas corrientes ideo polticas y en un virtual campo de maniobras de los oportunismos de derecha e izquierda.

    La rica y creadora praxis del socialismo, se instala con la forma democrtica de resolucin de los conflictos de 1948 y de 1950 y por el desarrollo de la poltica nacional e internacional liderada por Ampuero y que lleva a la victoria, con su estilo y capacidad tctica, Salvador Allende, en 1970.

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  • Ese proceso de creacin terica y de instalacin en el escenario chileno de una forma de hacer poltica de vastos alcances estratgicos, consecuencia te-rica y prctica as como de solventes dimensiones ticas, contrasta y supera las complejidades de los quebrantamientos internos, le da resolucin democrtica al desplazamiento de la hegemona grovista por el ampuerismo emergente y permite la difcil y dialctica cohabitacin de las hegemonas de Allende y Ampuero, dentro de los principios matrices del socialismo

    Ambas hegemonas partidarias, surgen del enfrentamiento del Congreso de C o n c e p c i n (1946), se desarrollan buscando espacios propios en las experien-cias del Partido Socialista Popular (mayora) y del Partido Socialista de Chile (minora), establecen un virtual pacto de coexistencia y divisin del trabajo inter-no, entre 1957 y 1965, para, posteriormente, volver a enfrentarse en el Congre-so de Linares (1965), y el Pleno del Comit Central, de junio de 1967.

    Ampuero derrota a Allende en Concepcin, en 1946, an cuando ambos es-taban por desplazar al grovismo agotado de las instancias de direccin del par-tido. Sin embargo, por esas jugarretas de la historia, Allende acepta representar, en ese Congreso, a los sectores ms marcados por la frustrante experiencia del Frente Popular y de los gobiernos radicales.

    Allende derrota a Ampuero en Santiago, en 1967, estando ambos de acuerdo que se incubaban, en el partido, polticas oportunistas y extremismos revolucio-narios que ponan en jaque las bases estratgicas delineadas desde el Progra-ma de 1947, el desarrollo de una va poltico-electoral para conquistar el gobier-no y la autonoma e independencia en el tratamiento de las relaciones internacionales que han caracterizado al socialismo chileno.

    Simplemente no pudieron, ni Allende ni Ampuero, profundizar las lneas que haban permitido la cohabitacin de sus hegemonas desde la unidad de 1957. Ambos liderazgos fueron sobrepasados por las rigideces de sus entornos y su incapacidad para entender que se necesitaban para coronar con xito el camino al socialismo que ambos haban forjado.

    Si se mira con perspectiva histrica, tanto lo ocurrido en Concepcin, en 1946, como en Santiago, en 1967, son momentos polticos decisivos para entender el perodo 1967-1973, que dejan profundas lecciones para un anlisis autocrtico del desarrollo del Partido Socialista durante la dictadura militar y la misma tran-sicin haca la democracia de estos aos.

    Los veinte aos de Ampuero entregan tres momentos de creacin, intensa praxis y proyeccin histrica del socialismo chileno:

    a) La elaboracin del Programa de 1947, Por una Democracia de Traba-jadores, que fundamenta la autonoma y las originalidades del Partido Socialista en su lnea nacional e internacional;

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  • b) La teora y prctica de su Poltica Internacional Independiente, espe-cialmente a partir de 1957; y,

    c) La cristalizacin de la Va Chilena al Socialismo, dimensionada de for-ma magistral en los consensos y disensos que protagonizaron los liderazgos de Allende y Ampuero, las figuras ms sobresalientes del socialismo en las ltimas cinco dcadas.

    Ms all o ms ac de las divergencias de la poca, el programa democrtico de la Repblica Socialista de 1932, "De accin econmica inmediata", se con-tina y se profundiza en el Programa de 1947, Por una Democracia de Traba-jadores, y ste es el antecedente y la base del Programa del Gobierno Popu-lar de Salvador Allende.

    La revolucin y la democracia, el pueblo movilizado y la construccin de his-toria y de un pas en la direccin de una democracia activa y de un socialismo autnomo, nacional y latinoamericano, signan al partido en el desarrollo de su historia y en su entronque con el desarrollo del pas.

    El Partido Socialista, desde sus orgenes, considera a la democracia y al socialismo como un proceso ininterrumpido donde la mente liberadora del hom-bre, su esfuerzo y su trabajo, la produccin, la creacin y entrega solidaria y la capacidad de convencer, trabajar con las ideas y las utopas desde la sociedad y el estado, se pluralizan y socializan como condicin de igualdad de oportunida-des, de libertades, y de crecimiento de los unos y de todos.

    En resumen: Marmaduque Grove, Eugenio Matte Hurtado y Oscar Schnake son protagonistas de primera lnea en la Repblica Socialista del 4 de junio de 1932, en la fundacin del PS y en la elaboracin de las bases de sustentacin ideo-polt ica hasta 1947, en el Block de Izquierda y en las polticas antiimperialistas, el latinoamericanismo, el antifascismo y en la formacin del Frente Popular.

    Eugenio Gonzlez, Salvador Allende y Ral Ampuero, representan el Progra-ma por una Democracia de Trabajadores, de 1947, el relanzamiento del partido como conductor del movimiento popular, la reconstruccin d la izquierda, la poltica internacional independiente y la elaboracin y puesta en prctica de la va chilena al socialismo, que culmin Allende con la instalacin del gobierno popular, democrtico y revolucionario, en 1970.

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  • TEXTOS ESCOGIDOS ( 1 9 3 4 - 1 9 6 6 )

  • NUESTRO MOVIMIENTO POPULAR Y LA JUVENTUD LOS ULTIMOS VEINTE AOS

    De "La Juventud en el Frente del Pueblo", Departamento de Publicaciones,

    Partido Socialista, 1939.

    Hoy podemos decir, por primera vez en nuestra corta historia, que del Con-greso que iniciamos depende en gran parte el destino de la juventud trabajadora de Chile. Cuando al finalizar el Congreso anterior nos separamos tenamos fren-te a nosotros, a algunos meses plazo, una batalla por librar, una enorme batalla en que se jugara el porvenir de nuestro pueblo y, con l, los intereses tambin de las masas juveniles de nuestro pas. Ahora que esa batalla ha sido ganada, no desaparece nuestra antigua responsabilidad, sino por el contrario, se dificulta y acenta, porque empezamos a avanzar por caminos nuevos en que se proba-r otra vez la justeza de nuestra lnea.

    Slo ahora la juventud comienza a afirmar una personalidad colectiva, que le permite participar con una fisonoma propia en el proceso social chileno. A lo largo de nuestra historia encontramos mltiples intervenciones juveniles que no alcanzan, sin embargo, a tener caractersticas permanentes y recias, como para permitirnos afirmar que la juventud ha determinado algunos acontecimientos. Slo una vez, en el ao 20, aparece en nuestra arena poltica un movimiento joven que alcanza su plenitud en el sector universitario y que se extiende a algu-nas capas medias de esa generacin. Tal movimiento signific en nuestro pas el despertar democrtico de Amrica, la iniciacin de la revolucin democrti