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CONTENIDO
EXPOSICIONES DE LILI ESTER
EN LA SECUNDARIA
1
LEYENDAS DE MI TIERRA
Por Antonio Díaz Villamil
2
CUENTOS DE LOS ANDES 1
Por Genaro Bilbao La Vieja
3
CUENTOS DE LOS ANDES 2
Por Genaro Bilbao La Vieja
4
HISTORIA DEL REY CHIQUITO
Porfirio Díaz Machicao
5
JUAN DE LA ROSA
Nataniel Aguirre
6
EL LAZARILLO DE TORMES
Autor Desconocido
7
CORAZON
Edmundo de Amicis
3
8
LA ILIADA Y LA ODISEA
Homero
9
LAS MIL Y UNA NOCHES
Cuentos Arabes
10
LOS NIBELUNGOS
11
GUILLERMO TELL
12
EL DESTIERRO DEL MIO CID
13
EL CANTAR DE ROLDAN
14
DIOSES Y GIGANTES
15
LA PLUMA DE MIGUEL
Una Aventura en los Andes
Isabel Mesa de Inchauste
16
EL TUNEL
Ernesto Sábato
17
TANTAS VECES PEDRO
Alfredo Bryce Echenique
18
LOS FUNDADORES DEL ALBA
Por Renato Prada Oropeza,
Premio de Novela “Erich Guttentag”
4
19
LA PRIMERA DAMA
Por Rebeca Riveros Dimberg
20
EL RETORNO DE LOS DESHEREDADOS DE MIR
Por Rebeca Riveros Dimberg
21
SILVER BLAZE
Sir Arthur Conan Doyle
22
THE ADVENTURE OF THE SPECKED BAND
Sir Arthur Cone Doyle
APENDICE:
EXPOSICIONES DE LILI ESTER
EN LA PRIMARIA
1
LA BIBLIA CIENTIFICA
REINA-VALERA ACTUALIZADA
2
EL VATICANO:
DISCURSO DE LA SECRETARIA
DEL PRESIDENTE DE ITALIA
3
EL OLIVO:
UN ARBOL MARAVILLOSO
4
POESIA A LA MADRE:
MI MAMITA
Por Teodoro Palacios
5
PROLOGO
El presente volumen es sui generis, por lo que requiere de una explicación respecto
de su naturaleza:
1. En primer lugar, yo he escrito reviews o resúmenes de muchas obras literarias que
he leído. Algunos pocos de ellos han sido publicados en MISIONOLOGICAS, el Boletín
Semestral de la CBUP, y otros muchos se han perdido. Los que han sido publicados en
MISIONOLOGICAS tuvieron algo que ver con los cursos sobre Editing Formación
editorial para escritores y artistas, y pueden ser recuperados para formar con ellos una
antología. Otros muchos reviews que escribí aisladamente, dudo que puedan ser
recuperados. Simplemente porque jamás imaginé que algún día escribiría un libro como el
que estás leyendo.
2. Los reviews y resúmenes que incluimos en el presente volumen son escritos que
se originan en un convenio que hice con mi pequeña hija Lili Ester durante los años que
estudió la secundaria en el Colegio Boliviano Israelita (CBI) de la ciudad de La Paz.
En diversos cursos los profesores pedían que los alumnos leyeran determinadas
obras literarias cortas o largas para hacer una presentación en clase. La cantidad de
obras era realmente abrumadora, y realmente no sé qué pudieron hacer los chicos si no
contaban con la ayuda de alguien, como en el caso de mi hija Lili Ester.
* * *
El convenio que hicimos es que yo leía la obra literaria y hacía para ella un resumen
escrito, con esta condición: Que de ser posible ella leyera la obra e hiciera un resumen del
resumen que yo le hacía, para su exposición en el aula. En la mayoría de los casos, a partir
de mi resumen ella leyó la obra completa; en pocos casos ella no pudo hacer esto.
Yo he juntado algunos de los resúmenes que hice para ella y los he agrupado en este
volumen. Al trabajar en computadora esos resúmenes se conservaron; el problema fue
ubicarlos en multitud de documentos y ordenarlos para formar este volumen.
Algunas obras que tenían que leer los chicos, de los primeros años de la secundaria,
pertenecen a la literatura universal. En los últimos años de la secundaria les dieron a leer
libros que para mí mismo resultaron ser un dolor de cabeza; me refiero a captar su trama y
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adivinar su objetivo. Esto mismo experimentará el lector con los resúmenes de obras que
tienen que ver con la política boliviana. Algunas ni siquiera son obras sino artículos
editoriales de periódico, como los escritos de la Sra. Rebeca Riveros Dimberg, que fueron
escogidos con un objetivo no político, sino para mostrar lo que significa saber escribir bien,
como ella demuestra hacerlo.
* * *
La lista de reviews y resúmenes en este volumen consta de bloques, viniendo al
comienzo las obras de literatura boliviana. Luego vienen reviews de obras de la literatura
universal. Un grupo de obras representan los objetivos existencialistas que enfocan la vida
humana compleja y las situaciones tales como ocurren o se dan.
Dos escritos al final están en inglés, y los escribimos ambos, mi hija y yo, para sus
exposiciones en el Instituto Boliviano Americano, donde estudió el inglés. Estos escritos
son resúmenes de dos historias cortas del famoso escritor inglés, Sir Arthur Cone Doyle, el
creador del famoso personaje, el detective Sherlock Holmes.
El lector que sigue de cerca nuestra trayectoria literaria recordará que algo parecido
hicimos los dos cuando ella estudiaba francés en la Alianza Francesa: Yo traduje para ella
el libro, Un bon petit diable (Un diablito bueno) de la escritora Comtesse de Ségur, para
que ella hiciera su exposición sobre esta autora francesa de origen ruso. En un volumen
aparte hemos incluido en la Biblioteca Inteligente MCH esta traducción, que también
utilizamos como caso de estudio de la California Biblical University of Peru. Pero como los
derechos de esta obra están reservados por la Editorial Hachete, sólo proveemos este
hermoso libro traducido al español a nuestros estudiantes inscritos en los Programas
Académicos de la CBUP-VIRTUAL dentro de la Serie de Index Expurgatorius – Libros
Prohibidos.
Al final de la presente obra incluimos a manera de Apéndice algunas exposiciones
de mi pequeña hija en la primaria del CBI. En una de ellas hace una exposición breve sobre
“la Biblia Científica” (la Reina-Valera Actualizada) en cuya producción participó su papá
como Revisor Principal. En otra actúa como secretaria del Señor Embajador de Italia dando
a conocer algo de su país y del Vaticano, y en otra trata sobre su árbol preferido: El olivo.
Es nuestro anhelo que el lector de la presente obra se sienta más atraído a la lectura
y al estudio de la literatura universal y de su propio país con un objetivo de crítica y
análisis, o como dice el título de la presente obra: SINTESIS LITERARIA. Esta es una
experiencia muy hermosa y agradable.
Dr. Moisés Chávez
Editor de la Biblia Decodificada
Revisor Principal de la RVA
Director Internacional del CEBCAR
Director Académico de la CBUP
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1
LEYENDAS DE MI TIERRA Por Antonio Díaz Villamil
Se cuenta a Antonio Díaz Villamil entre los educacionalistas que
demostraron fecundas cualidades literarias.
Egresado del Instituto Normal Superior de la Paz, amplió sus horizontes
al mundo del teatro y la literatura, logrando muchos éxitos en Bolivia y en el
extranjero.
En la literatura cultivó el género narrativo escribiendo primero relatos
basados en nuestro folklore y luego novelas, como Plebe (1943) y La niña
de sus ojos (1948).
LA LEYENDA DE LA PAPA
En tiempos remotos nuestro país estaba habitado por los sapallas, nombre que
significa “los únicos señores”. Y efectivamente, este pueblo conservaba la tradición de que
el dios Viracocha, el Supremo Creador del mundo había destinado para ellos la región más
rica del mundo.
Los sapallas vivieron felices y contentos en esta tierra que premiaba el esfuerzo de
los que la cultivaban. Tan buenos eran ellos que consideraban a los demás pueblos
igualmente buenos y no tenían sospechas de los extranjeros. Tan confiados vivían que no
tenían ejércitos ni se entrenaban para la guerra.
Pero un día inesperado ocurrió algo trágico: Se produjo un terremoto a causa de la
erupción del volcán Misti, en la tierra de los karis, y éstos se dispersaron hacia el sur y
conquistaron el territorio de los sapallas. Los karis, nombre que significa “hombres
fuertes”, cayeron sobre los sapallas a la señal de sus pututos o cuernos. La situación de los
sapallas se hizo verdaderamente miserable, pues los karis los redujeron a esclavitud.
* * *
Muchos años soportaron los sapallas esta situación, resignados a soportar su
miserable destino, hasta que un niño llamado Choque, que era descendiente de los jefes
sapallas, dio comienzo a la gesta de liberación.
Cuando los karis quisieron obligarle a servirles, Choque se resistió a someterse a
ellos. El era el único ser relativamente altivo y libre entre todos los sapallas. Los karis,
sabiendo que él era de origen noble, querían humillarlo, pero fracasaron en su intento. Esto
les enfurecía tanto que varias veces lo sometieron a torturas, pero su tierno cuerpecito
soportó centenares de azotes con un valor incomparable.
Un día un anciano sapalla le dijo: “Querido jefe nuestro, ya no tenemos valor para
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presenciar tus crueles martirios. Debes cumplir las órdenes de nuestros amos, como lo
hacemos nosotros.”
Choque le respondió indignado: “Eso jamás! Si vosotros estáis contentos con
vuestro destino de esclavos, yo no puedo aceptar igual suerte. Los dioses y el destino sólo
abandonan a los hombres incapaces de rebelarse contra su suerte.”
* * *
Desgraciadamente, las palabras de Choque no llegaron al corazón de sus súbditos.
La humillación y el servilismo les había hecho incapaces de apreciar su propia dignidad.
Los dioses de los sapallas llegaron a saber de la noble actitud del pequeño curaca
Choque. En consecuencia, resolvieron ayudar a los sapallas para que lograran su
independencia. Entonces el dios Pachacamaj decidió bajar a la tierra en la forma de un
bellísimo cóndor blanco, para revelarse a Choque sobre una alta roca. Y le dijo: “Hijo mío,
los dioses han resuelto protegeros contra la crueldad de vuestros opresores. En cuanto haya
un grupo que esté dispuesto a la lucha, la protección divina se dejará sentir en favor de
vosotros.”
Choque respondió: “Oh mensajero de los dioses, hace tiempo que he ofrecido mi
sangre por la libertad de mi pueblo. Ordena lo que debo hacer.”
Pachacamaj le dijo: “Sube a la cumbre más alta de aquel monte y encontrarás un
montón de semillas hasta ahora desconocidas a los hombres.”
Los sapallas obedecieron, aunque con mucha desconfianza las instrucciones de
Choque. Pasados algunos meses brotaron unas lindas plantas verdes alineadas en los
surcos. Luego se adornaron con vistosas florecitas blancas y lilas y unos lindos frutos
verdes en forma de bolitas.
Un día, el gran cóndor blanco se le volvió a aparecer a Choque y le dijo: “Cuando
llegue la cosecha, deja que los karis cosechen primero todo lo que quieran, y ustedes
esperen tranquilamente a que las plantan se marchiten.”
Llegada la cosecha, los karis codiciosos no dejaron ni un solo fruto para sus
esclavos. Y cuando las plantas se habían marchitado, el cóndor blanco les ordenó que
escarben la tierra de los surcos. Entonces los sapallas vieron que las raíces de las plantas
terminaban en unos tubérculos que tenían una pulpa blanca y muy alimenticia. Y era tan
abundante la nueva cosecha que se vieron obligados a ocultarla en las cuevas de las
montañas.
Mientras tanto, los karis, que se habían comido los hermosos frutos empezaron a
sufrir terribles trastornos, porque esas bolitas no eran alimenticias sino venenosas.
Cuando los sapallas supieron por esta señal que los dioses estaban de su parte,
tocaron el cuerno de la liberación del dominio de los karis. Los sapallas, una vez libres
fueron organizados bajo su jefe Choque.
Aquella misteriosa semilla que les proveyeron los dioses era la papa, que es un
producto originario de Bolivia. Y el frutito que cosecharon los karis se llama “makkunkku”,
que contiene un veneno que se llama “solamina”.
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LA CANTUTA TRICOLOR
Antiguamente en las tierras del norte gobernaba el noble Illampu, quien tenía un
hijo pequeño que se llamaba Astro Rojo, porque en el día de su nacimiento apareció una
estrella rojiza, es decir, el planeta Marte. A pesar de su corta edad, había capitaneado los
ejércitos de su padre y había extendido sus dominios hasta las regiones de Mapiri y
Caupolicán.
Las tierras del sur estaban gobernadas por Illimani, que era tan poderoso como
Illampu, y se extendían hasta los fértiles valles de los Yungas. También Illimani tenía un
hijo joven llamado Rayo de Oro. Este joven era cariñoso y socorría a los pobres, por lo cual
era muy querido por su pueblo.
Ambos monarcas también habían nacido bajo el augurio de sus respectivas estrellas,
que eran objeto de constante observación por parte de los yatiris del pueblo. Y al lado de las
estrellas de ellos resplandecían también las estrellas menores de sus respectivos hijos.
Así pasó mucho tiempo. Ambos reinos eran gobernados con justicia y prosperaron
sin conflictos. Pero poco a poco fue despertándose en el espíritu de ambos soberanos la
envidia y la ambición, y empezaron a compararse observando el resplandor de sus
respectivas estrellas.
Illampu consultó a sus yatiris y ellos le dijeron: “Bien sabes que la estrella no es
más que el reflejo de la dicha y poder de un mortal afortunado, por tanto, puede apagarse
destruyendo al hombre cuya vida ampara.”
Entonces, el ambicioso Illampu comenzó a madurar un terrible plan para destruir a
su rival.
* * *
En ambos reinos se empezó a fabricar armas homicidas y en lugar de canciones de
amor se entonaban himnos de guerra. Era que Illampu había declarado la guerra a Illimani.
Cuando llegó el día de la batalla, los dos ejércitos tomaron sus posiciones. Los flecheros de
Illampu lanzaron miles de flechas envenenadas, y el enemigo respondió con las certeras
piedras de sus hondas. Luego los soldados se lanzaron unos contra otros, dispuestos a matar
o morir.
Las huestes de Illimani cedieron terreno. Parecía que estaba cerca su derrota.
Entonces Illimani cargó su honda, la hizo girar vertiginosamente y lanzó una piedra que
zumbando fue a dar sobre la cabeza de Illampu, que cayó a tierra herido de muerte.
Entonces Illampu, con un esfuerzo sobrehumano lanzó una flecha contra Illimani,
horadándole el pecho y arrojándole por tierra.
Desmoralizados los dos ejércitos resolvieron suspender la jornada para auxiliar a
sus jefes moribundos y recoger sus muertos. El campo quedó ensangrentado y cubierto de
despojos humanos. Habían sacrificado sus vidas tan sólo por discutir el resplandor de una
lejana estrella. La vanidad de sus jefes era pagada al precio de tantas vidas perdidas para
siempre.
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***
Cuando el ejército de Illampu llegó a su capital conduciendo a su soberano
moribundo, la noticia se esparció causando consternación y llanto. Todos los sabios y
yatiris acabaron por declarar unánimemente el fin del soberano. El rey moribundo, lejos de
mostrarse razonable, blasfemaba contra el enemigo. Entonces él llamó a su hijo, Astro
Rojo, y le impuso bajo juramento la venganza contra el ejército de Illimani.
Mientras esto ocurría en el reino de Illampu, en el reino de Illimani ocurría lo
mismo. Illimani le impuso bajo juramento a su hijo Rayo de Oro la venganza contra el
reino de Illampu. Entonces volvieron a renovarse los preparativos bélicos a penas se
hubieron realizado las ceremonias fúnebres de Illampu e Illimani.
Los únicos que por su educación esmerada y por la innata grandeza de sus almas se
daban cuenta de la vanidad de todo lo que ocurría eran los herederos reales, pero
encadenados por el juramento no tenían más remedio que luchar con saña.
* * *
Amaneció el día de la batalla y no hubo más remedio que pelear. Miles y miles de
guerreros cayeron. Tanta fue la furia infernal que al anochecer, de aquellos grandes
ejércitos no quedaba más que dos puñados de hombres heridos que rodeaban a sus
respectivos monarcas.
Los dos tiernos reyes, con el rostro aun candoroso de la niñez, palidecieron
mortalmente, pero en lugar de dar cabida a las blasfemias y al rencor, pronunciaron
débilmente palabras de mutuo perdón. La deuda estaba pagada. Nada quedaba ya que hacer
para colmar el horror del juramento.
Al impulso del mismo pensamiento, Rayo de Oro y Astro Rojo ordenaron a sus
servidores que se aproximaran uno al otro, y se extendieron los brazos desfallecientes, y en
un abrazo sublime sellaron la tragedia vivida por sus pueblos.
* * *
Cuentan que en ese momento sucedió algo extraordinario. Del seno de la tierra
brotó un gran estruendo y la tierra se abrió. Del negro abismo brotó a la superficie la figura
de una mujer, que no era otra que la Pachamama o Madre Tierra. Ella hizo palidecer en el
cielo las estrellas que simbolizaban el poder de Illimani y de Illampu, y las hizo caer a
tierra, convirtiéndolas en montañas cubiertas de nieve que se incrustaron en las rocas de los
Andes, la una hacia el norte y la otra hacia el sur.
Luego se dirigió a Astro Rojo y a Rayo de Oro y les dijo: “En cuanto a vosotros,
que jamás debierais haber servido a la criminal ambición de vuestros padres, después de
muertos seréis símbolo de un pueblo que vivirá más tarde. Ese pueblo tomará para su
bandera el color de la luz de vuestras estrellas, el rojo y el amarillo, y lo unirá al verde que
simboliza la esperanza. Estos tres colores serán el emblema del amor y la fraternidad.”
* * *
11
Pasó mucho tiempo sobre esas tierras desoladas. El Illampu y el Illimani, las dos
altas montañas seguían ostentando sus cumbres elevadas como pugnando por continuar su
vieja rivalidad, pero habían sido castigadas a llorar su culpa con el eterno deshielo de sus
nieves. Pero sus aguas fecundizaron la tierra que guardaba las tumbas de los dos príncipes
reconciliados haciendo crecer una planta cuyas ramas retorcidas simbolizan muchos
abrazos cordiales. Y cuando llegó la primavera, aquella planta se cubrió de flores de color
rojo, verde y amarillo.
Siglos después se formó aquí, como lo había profetizado la Pachamama, un nuevo
pueblo que tomó a esa flor como símbolo y emblema. Ese pueblo es Bolivia, y aquella flor
es la Khantuta que florece en las breñas de los Andes.
LA LEYENDA DEL DESAGUADERO
Abundaba tanto la riqueza en el área andina que no había pobres y nadie se
acordaba de practicar la caridad. Ya nadie se acordaba de los sabios preceptos de su dios, el
gran Pachacamaj. Y mientras el pueblo egoísta se entregaba al desenfreno, los dioses
tutelares contemplaban desde las nieves eternas del Illimani el espectáculo de la ciudad
edificada a orillas del lago Wiñaymarca.
El gran Pachacamaj, sentado en su sillón de nubes y teniendo como respaldo un
arco iris miraba la ciudad, pero no sonreía satisfecho de su obra. Un profundo pesar
empañaba su rostro, pues se veía abandonado por sus propias criaturas a quienes les había
colmado de tantos dones.
A su lado estaba el dios Kjunu, vestido de su brillante manto de escarcha. Pero su
rostro manifestaba una alegría perversa, un deleite satánico cuando le insinuaba a
Pachacamaj a destruir su pueblo, a lo cual Pachacamaj le respondió: “Olvidas que mi
bondad es infinita?”
Kjunu le insistía: “Déjame que escarmiente a la ciudad rebelde. Mis rayos y
tormentas caerán sobre ella y humillarán su orgullo. Las fuerzas interiores de la tierra
sacudirán sus cimientos, y las aguas del lago Titicaca inundarán la ciudad para lavar las
huellas de su orgías.”
* * *
Pachacamaj no cedió ante las palabras de Kjunu. Más bien, le respondió: “Bajaré yo
mismo a la ciudad. Tomaré forma humana y viviré entre ellos. Con mis labios les llamaré al
camino del bien, y clamaré para que se arrepientan.
Kjunu estalló en una sarcástica carcajada que se oyó allá abajo en la ciudad como
un trueno que rebota entre las cumbres de la montaña.
En aquel día Pachacamaj y Kjuno apostaron. Pachacamay le dijo: “Si lo dudas, te
juego mi poderío sobre el mundo. Si me derrota la ingratitud de mis criaturas, me ahogaré
en una de tus lagunas para que la sal de sus aguas esterilice para siempre mi poder
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fecundante.” Poco después, Pachacamaj se preparaba para bajar a Tiahuanaco a llevar a
cabo su obra de convertir a los hombres pecadores.
* * *
Era un día de regocijo. Los tiahuanacotas celebraban interminables festines. Por
todas partes libaban el licor de quinua servido en copas de oro, y sobre las mesas estaban
dispuestas las más variadas viandas y las delicias traídas de los valles de los Yungas.
El pretexto para aquella festividad era la presencia en la ciudad de un hombre
extraordinario que había venido en una balsa a través del lago. Les había dicho que era
oriundo de un lejano país, pero a pesar de ser extranjero hablaba el aymara a la perfección.
Todas las fiestas y honores eran para él. Por su parte, el agasajado sonreía al ver
tanta amabilidad y se prometía el mayor éxito en la misión que traía entre manos.
En la gran plaza del Arco Iris, en cuyo centro se levantaba el suntuoso palacio de
Puma Puncu, había formado la gran guardia de honor y el personaje apareció precedido por
una escolta. Enseguida se le acercó el Mallkju y le dio el más cordial saludo de bienvenida.
Acto seguido se inició la regia fiesta en su honor.
Entonces el misterioso extranjero se dio cuenta que su llegada había sido el pretexto
para entregarse a todo tipo de excesos. En vano quiso dominar con su voz el bullicio para
desaprobar tal conducta. Nadie le atendía. Todos corrían tras los placeres; a cual más
buscaban satisfacer sus bajos instintos. Y los tiahuanacotas no prestaron atención a sus
palabras y el encallecido corazón de esa gente no se conmovió.
* * *
Viendo Pachacamaj que nada lograba con sus palabras, resolvió usar su poder para
realizar una serie de maravillas y convencer así a la gente empedernida:
Cierto día cuando el pueblo se había reunido para un nuevo festín, el pueblo
sediento de alcohol se encontró con que el licor de quinua se había solidificado.
Otro día, cuando se celebraba el matrimonio de doce príncipes, y en medio de la
orgía se apagó el Sol.
Y otro día cuando celebraban un rito profano, un enorme monolito se desplomó
aplastando a varios cientos de asistentes.
Cuando la gente huía despavorida, se encontró con el extraño extranjero, que les
había advertido que estas cosas les sucederían. Pero en lugar de escuchar sus advertencias,
atribuyeron tales hechos a un fatal maleficio. Y ensañándose contra él, lo golpearon, lo
maniataron, lo metieron en una balsa de totora, y lo lanzaron a la furia de los vientos.
* * *
La frágil balsa, impulsada por el viento, se dirigió hacia el sur. El prisionero fue
conducido impetuosamente contra las costas del lago, condenado a estrellarse contra las
rocas. Pero cuando la balsa se iba a estrellar ocurrió algo extraordinario: La costa se abrió
mágicamente y dio paso a una porción de agua que conducía la balsa, la cual siguió
abriéndose camino en la tierra a través del Altiplano. Después de un recorrido de 300
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kilómetros el curso del agua desembocó en el lago Poopó y allí la balsa desapareció
misteriosamente.
Mientras tanto, en la ciudad de Tiahuanacu, el dios Kjunu escuchó la maldición de
Pachacamaj, la cual desencadenó la furia de los elementos: Las nubes preñadas de tormenta
descargaron sus aguas sobre la ciudad maldita. Los vientos y las nieves se abalanzaron
sobre los majestuosos edificios. Las aguas del Wiñaymarca salieron de su nivel y anegaron
la ciudad con sus habitantes, y los rayos produjeron incendios.
Quedó entonces el mundo sin la gran fecundidad de aquellos tiempos maravillosos,
porque Kjuno, creyéndose vencedor impuso su ira sobre la tierra y las heladas, las
granizadas y las sequías fueron el azote constante de los cultivos. Y para colmar la tragedia,
el lago que durante siglos besaba a la soberbia metrópoli, retiró sus aguas lejos de sus
ruinas.
Así es como el río Desaguadero, se abre camino al sur del lago Titicaca, y tras un
recorrido de 320 kilómetros desemboca en el lago salado de Poopó, y Tiahuanaco quedó
convertida en ruinas eternas.
LA ESMERALDA SAGRADA
Había una vez una muchacha quinceañera que pertenecía a una noble familia del
Cuzco y que había sido elegida por el inca Huáscar para ser incluida en el Ajllahuasi o
morada de las vírgenes dedicadas al culto del padre Sol.
La muchacha, orgullosa de tan alta distinción, se despidió de sus padres y amigas, y
celosamente custodiada por los comisionados reales, se dejó conducir a una isla en medio
del lago Titicaca, donde estaba el Ajllahuasi.
* * *
Cien muchachas vírgenes formaban el Ajllahuasi y estaban sujetas a la celosa
autoridad de la Mamacuna. Por la mañana, antes de que apareciera el padre Sol, subían a la
cumbre de la isla para dar la bienvenida al astro. Al medio día se encerraban en su palacio
de piedra para confeccionar los vestidos del Inca. Al caer la tarde salían a divertirse y
pasear, y relatar historias asombrosas de la vida de los grandes incas.
Cierto día, después del sacrificio de la mañana, vieron acercarse a la isla por el lado
norte unas balsas que portaban las insignias del Inca. No tardaron en acercarse las
embarcaciones al muelle, y el primero en bajar a tierra fue un hombre sombrío llamado
Pumayo. Finalmente descendió el noble anciano Paulu Tupac, el hombre de mayor
confianza del inca Huáscar.
* * *
Paulu Tupac pidió ser conducido de inmediato a la Mamacuna, a la cual le habló
diciendo: “Venerable sacerdotisa de nuestro padre el Sol, vengo a comunicarte que nuestro
soberano, el ilustre Huáscar ha sido derrotado y hecho prisionero en Jauja por su hermano
bastardo, Atahuallpa, rey de Quito.”
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Entonces el anciano sacó de su pecho un envoltorio que contenía la esmeralda
sagrada que la ilustre madre del inca Huáscar le había dado a su hijo en su coronación. Y le
dijo: “Tú sabes que esta esmeralda, que es la más grande que se conoce ha sido codiciada
por Atahuallpa, porque tiene un poder mágico. Huáscar prefiere la derrota y la humillación
a poner esta joya en manos de su enemigo. Por eso me envía a ti, la más venerable y digna
de las sacerdotisas para que la guardes con todo celo y jamás permitas que caiga en manos
de Atahuallpa.”
La Mamacuna recibió la joya, y después de besarla con respeto la guardó en su
seno. Y una vez cumplida la misión, los emisarios dejaron la isla y se alejaron por el norte
del lago. La isla quedó apacible como antes, pues hasta ella no habían llegado las
consecuencias sangrientas de la guerra civil entre los hijos de Huayna Capac.
* * *
Se aproximaba el Inti-Raymi, la fiesta más solemne en honor del Sol. También en la
Isla del Sol estaban en medio de los preparativos, cuando llegaron allá los mensajeros de
Atahuallpa para anunciar a las vírgenes del Sol que el monarca había decidido visitar el
santuario allí para la festividad. Después de concluidos los preparativos apareció en el
horizonte una gran flota compuesta de miles de barcos de totora. Era el inca Atahuallpa y
su numerosa comitiva.
Las vírgenes del Sol, y en particular la Mamacuna se inquietaron por la seguridad
de la esmeralda sagrada de Huáscar. Y cuando el inca Atahuallpa, seguido de su corte, se
presentó ante las puertas de oro del templo del Sol, la Mamacuna abrió la puerta al
monarca, quien tomó asiento en su trono al tiempo de empezar la ceremonia.
* * *
La Mamacuna estaba en su sitial de honor, frente al Inca, y de pronto se estremeció
de terror. Era que junto al monarca estaba sentado Pumayo, el hombre que en el pasado
había dirigido la flota que trajo a Paulu Tupac para dejar bajo su custodia la esmeralda
sagrada del inca Huáscar.
El inca inmediatamente dirigió su mirada al pecho de la Mamacuna, y ella pareció
morir de angustia. Estaba convencida de que Pumayo había traicionado a su señor, el inca
Huáscar y había informado a Atahuallpa que ella custodiaba la esmeralda sagrada.
En ese preciso momento la Mamacuna le hizo una seña a Wiñay Cusi, aquella
virgen quinceañera, que era su preferida, y la muchacha inteligente comprendió de qué se
trataba. Fue en el momento en que las danzantes se interpusieron entre Atahuallpa y la
Mamacuna, que ésta le entregó a Wiñay Cusi la esmeralda para que la escondiera.
* * *
Apenas terminó la celebración, el Inca ordenó a su comitiva que saliera del templo
para quedarse a solas con la Mamacuna. Atahuallpa no tardó en romper el silencio para
pedirle la esmeralda sagrada, diciéndole: “Vengo a reclamar que pongas en mis manos la
esmeralda de mi padre el glorioso Hayna Capaj, que te ha sido enviada por mi hermano
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Huáscar.”
La Mamacuna negó tenerla o conocer de su paradero, a pesar de que la anciana fue
sometida a grandes torturas. Wiñay Cusi también, al saber que con todas las demás vírgenes
sería interrogada, quiso evitar la posibilidad de ceder ante las torturas del inca, y para ello,
tras enterrar la esmeralda, ella misma se sacó los ojos para no saber dónde la habría puesto.
* * *
La Mamacuna murió sin que el cruel Atahuallpa hubiera logrado su fin, y en cuanto
a Wiñay Cusi, Atahuallpa la llevó al Cuzco para que los hechiceros le devolvieran sus ojos
a fin de que ella volviera a ver y confesara en dónde había escondido la esmeralda.
Los hechiceros del Inca tuvieron éxito y le dieron nuevos ojos a Wiñay Cusi. Pero
en lugar de sus bellos ojos negros, estos nuevos ojos eran verdes y luminosos como dos
esmeraldas pulidas, y con ellos Wiñay Cusi veía más allá de las cosas presentes.
El inca le ofreció tentadoras recompensas si mostraba el lugar donde estaba
escondida la esmeralda, y la muchacha con un raro gesto de alucinada respondió: “Esa
esmeralda que buscas ha brotado en mis ojos, pero sólo para que a través de ellos vea y te
advierta tu destino: Morirás pronto. Gente extraña y codiciosa llegará a estas tierras y te
arrancará tus tesoros y tu poder. Te engañarán como a un niño, y después te matarán.”
* * *
Aquella virgen del Sol anunció con estas palabras la expedición de Pizarro al Perú.
Atahuallpa, pusilánime y atormentado, esperaba su fin, pero antes para que no quedase su
hermano Huáscar libre y con posibilidades de recuperar su trono, lo mandó matar en la
prisión de la fortaleza de Jauja.
EL TESORO DE CHOQUEYAPU
No se sabía de dónde había llegado. Vivía a un kilómetro y medio de la aldea, en
una antigua ermita abandonada. Cultivaba un pequeño jardín de pensamientos negros, que
eran sus flores favoritas. Por lo demás, su vida era un completo misterio. Ni siquiera
pudieron saber cómo se llamaba.
Iba cada mes a la aldea vecina para buscar alimentos y pagaba con unas brillantes
pepitas de oro puro, por lo que se presumía que era un minero huraño que había descubierto
minas de oro.
Algunos hombres de la aldea se habían propuesto seguirle las pisadas para descubrir
su secreto, pero desistieron porque su enorme perro daba cuentas de todo intruso. Además,
de un balazo certero el hombre podía matar al merodeador. A eso se debe que los aldeanos
cesaron de molestarle, porque le consideraban loco.
* * *
Después de un tiempo el hombre dejó de hacer sus compras mensuales. Más bien
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llegó su perro guardián portando una bolsa y entró a la farmacia. Llevaba una lista de
medicamentos para su amo, y cuando fue atendido el pedido, el perro soltó de la boca una
pepita de oro como pago.
La noticia de la enfermedad del misterioso hombre cundió en la aldea. Los vecinos
se reunieron en casa del Corregidor y se organizaron para visitarlo, pero en realidad lo que
querían era ver de dónde sacaba el oro. Pero entre ellos fueron a ver al enfermo dos niños
huérfanos y abandonados, que a pesar de su pobreza, querían en verdad servirle de algo.
Al acercarse a la ermita, no apareció el hombre con su fusil o su agresivo perro
guardián. Al contrario, encontraron la puerta abierta.
* * *
Luquitas e Isabelita eran aquellos huerfanitos de padre y madre, que habían quedado
abandonados en la aldea. Los aldeanos eran gente egoísta y no les brindaban ningún apoyo.
Pero ellos, bajo el impulso de su buen corazón se propusieron auxiliar al solitario, así como
habían atendido a sus padres moribundos. Por eso, en lugar de fusiles, como los demás
aldeanos, ellos llevaron algunos remedios y una botella de leche.
Todos encontraron al enfermo tendido en su tosco lecho. Tenía los ojos cerrados y
la boca entreabierta por la fiebre. Casi no daba señales de vida. Su perro estaba acurrucado
a su lado gruñendo melancólicamente.
Los aldeanos no consiguieron nada y se apartaron del lugar. Sólo Luquitas e
Isabelita se quedaron con el hombre enfermo y le dieron alimento. Entonces el enfermo
abrió los ojos para observar complacido a los niños. Los niños, por su lado, vieron en él
cierto parecido con su padre ya fallecido.
El solitario extendió sus brazos y estrechó tiernamente a los niños contra su corazón
y les adoptó como sus hijos. Ellos, locos de contento abrazaron a su protector y se quedaron
junto al enfermo.
* * *
Cuando los niños se acurrucaron junto a la cama del enfermo para dormir, él
comenzó a contarles la historia de su vida:
“Yo vivía en un lejano país y tenía dos hijos hermosos y buenos como ustedes, y
éramos muy felices, porque mi trabajo en un banco me daba todo cuanto necesitábamos.
Pero un día ocurrió un robo en el banco, en que participaron hombres de influencia. Ellos
presentaron los hechos de tal modo, que yo resulté culpable ante la justicia y me metieron a
la cárcel por diez años. Mis hijos quedaron en el más completo abandono y cuando salí de
la cárcel me encontré con que habían muerto. Para quién ya iba a trabajar? Sin fe en la
vida y sin entusiasmo para nada, decidí ir a esconder mis últimos días en algún ignorado
rincón. Es así como vine aquí, a esta ermita abandonada, porque los hombres me inspiraban
odio.
“Empecé a cultivar un pequeño campo alrededor y junté una buena cantidad de
madera para entablar el piso de la ermita, y al hacer este trabajo di con un gran tesoro de
pepitas de oro que al parecer provenía de la cuenca del río Choqueyapu, porque hasta ahora
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hay lavaderos de oro por allí. Las pepitas estaban guardadas en muchas bolsas de cuero, y
quien las escondió en el piso de la ermita de alguna manera desapareció y nadie supo del
entierro. Es probable que el tesoro provenía de otro tesoro que pertenecía a los habitantes
de Tiahuanaco, porque éste era un gran imperio.
“Desde aquel momento yo resultaba ser más afortunado que los dueños del entierro,
porque podía tomar el oro a manos llenas sin tener que haber pasado el duro trabajo de
escogerlo de entre la arena. Sin embargo, no sentí nada placentero, porque mi familia había
perecido de hambre. Esto hizo más amarga e irónica mi situación.”
* * *
Entonces el hombre les mostró cerca de la puerta un dispositivo disimulado en el
fondo de una grieta, para levantar mediante unas palancas el piso de madera que él había
hecho, y el tesoro quedó expuesto ante su mirada.
El solitario se durmió serenamente y con el espíritu lleno de satisfacción, porque ya
no estaba solo, y porque tenía dos hijos para quienes sería su riqueza y su cariño.
Al día siguiente, los niños prepararon el desayuno. Los días pasaron y ellos no se
separaban; al contrario, cada día se querían más y más. Cuando el hombre sanó por
completo, les dio unas pepitas de oro a los niños para que fueran a la aldea y se compraran
algo de ropa para remplazar sus vestidos raídos. Pero el pago que hicieron por la ropa con
pepitas de oro, fue objeto de los más vivos y perversos comentarios entre los aldeanos,
quienes comunicaron el hecho al Corregidor, y éste los metió presos para interrogarles
sobre el origen del oro.
El Corregidor no logró nada con su interrogatorio y decidió torturarles primero en el
calabozo y finalmente condenarlos a morir. Convencidos de que esa era la última noche de
su vida, los niños se abrazaron sollozando. De pronto escucharon un ruido extraño: Era el
perro guardián, que les había buscado con su olfato por toda la aldea. Cuando el hombre de
la ermita vio que ellos no regresaban, y conociendo la maldad de los aldeanos, había
enviado a su perro en busca de los chicos.
Luquitas envió un mensaje con el perro a su papá. Como no tenía papel, escribió
sobre un retazo de su camisa. Y como no tenía tinta, lo hizo con su sangre. En cuanto su
padre leyó el mensaje, lleno de ira y aflicción exclamó: “Jamás permitiré semejante
iniquidad! Ellos son ahora mis hijos, y yo sabré defenderlos con todo mi empeño.”
Lo primero que hizo el hombre fue buscar al perverso Corregidor, quien le pidió un
crecido rescate por los niños: Cien pepitas de oro. El hombre aceptó pagarlo. Le
aumentaron el rescate a 200 y aceptó pagarlo. Le aumentaron a 300, e igualmente aceptó
pagarlo. Después de contarlos todo, el hombre estaba para guardarse el resto en la bolsa,
cuando los aldeanos pidieron que añadiera eso más al rescate. Así quedaron libres los niños.
* * *
Entretanto, los aldeanos, viendo la facilidad con que habían obtenido juntos con el
Corregidor el rico rescate, resolvieron ir a la ermita armados para exigir más oro. Pero en
realidad lo que querían era apoderarse del tesoro.
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Al llegar a la ermita, para demostrar que estaban dispuestos a todo, comenzaron a
disparar sus armas de fuego. Luego le pidieron al hombre que les diera a cada uno una
bolsa llena de oro, advirtiéndole que en caso de negarse lo matarían, lo mismo que a los dos
niños y al perro.
Ante tal actitud, el hombre manifestó que estaba dispuesto a entregar el tesoro a los
aldeanos siempre y cuando a él le dejaran con la mitad. Luego abrió ante ellos todo el
tesoro, y ellos entraron para agarrarse las bolsas. Entonces los niños pusieron en
movimiento el dispositivo que bajaba el pesado piso de madera y todos quedaron presos en
el fondo secreto de la ermita.
El hombre dijo a los niños: “Ahora, hijos míos, vámonos para siempre de aquí. Con
lo que habéis sacado tenemos lo suficiente para ser inmensamente ricos.”
Poco después se alejaban para siempre de allí seguidos del fiel perro. Partieron para
Europa, y allí disfrutaron su fortuna estudiando, visitando museos y monumentos y
bibliotecas famosas y procurando siempre hacer algún bien en favor de los huérfanos y los
desamparados.
LA LEYENDA DE LA COCA
Cuando los pobres indios acampan en las frías noches de viaje en el altiplano junto
a sus cargas, se acurrucan y sacan su chuspa o su cary de coca, lo desanudan y lo ponen a
disposición de sus compañeros, y empiezan a hacer el aculli, extrayendo y tragando el
amargo jugo.
Cuando esto hacen parece que el espíritu de esos pobres indios revive y surgen las
confidencias que durante el día callaron mansamente bajo la hostil mirada de sus
explotadores.
Yo estuve cierta vez en tales circunstancias y en medio del insomnio en la noche oí
contar esta leyenda:
“Cuando llegaron a estas tierras los conquistadores, las jornadas que siguieron a la
hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas. Por todas partes en los llanos y en
las montañas los desdichados indios fugitivos lloraban la muerte de sus padres, de sus hijos
y de sus hermanos. El inhumano conquistador, cubierto de hierro, lanzando rayos mortales
con sus armas de fuego y montados en briosos caballos venía en su persecución. Los indios
indefensos en vano invocaban a sus dioses. Nadie, ni en el cielo ni en la tierra tenía
compasión de ellos.
* * *
Un viejo yatiri o adivino llamado Kjana Chuyma, que estaba a cargo de los tesoros
del templo de la Isla del Sol en medio del lago Titicaca, fue capturado por los
conquistadores y sometido a torturas para que declarase dónde estaba el tesoro. Cansados
de torturarle sin resultados, ellos fueron a buscar por su cuenta.
Esa noche, el desdichado Kjana Chuyma, presa de la fiebre y de la agonía, soñó que
el dios Sol le decía: “Hijo mío. Tu abnegación de resguardar mis objetos sagrados merece
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una recompensa.” El viejo respondió: “Qué otra cosa puedo yo pedir en esta hora de duelo
y de derrota sino la redención de mi raza y el aniquilamiento de nuestros invasores?”
El Sol no pudo afectar el curso de la historia, por lo que el anciano le pidió:
“Entonces concédeme la vida hasta que pueda decidir lo que he de pedirte.”
* * *
La raza estaba irremediablemente vencida. Los habitantes del inmenso imperio del
Sol no tuvieron más que soportar calladamente la esclavitud o huir a donde no hubiera
llegado el poder de los intrusos. Uno de esos grupos atravesó el lago en balsas de totora y
fue a refugiarse donde Kjana Chuyma estaba luchando con la muerte.
Al verlos, el yatiri se acordó de la promesa del gran Astro y resolvió pedirle, no oro
ni riquezas, sino algo que los blancos ambiciosos no pudieran arrebatarles: Un consuelo
secreto y eficaz para la miseria y los padecimientos.
* * *
Al llegar la noche imploró al Sol su última petición, y un impulso misterioso le
levantó de su lecho y lo hizo salir fuera de la choza. Subió por la pendiente del cerro y
escuchó una voz que le dijo: “Mira alrededor. Ves esas pequeñas plantitas de hojas verdes
y ovaladas? Las he hecho brotar para ti y para tus hermanos. Ellas realizarán el milagro de
adormecer penas y sostener fatigas. Di a tus hermanos que, sin herir los tallos, arranquen
las hojas y después de secarlas las mastiquen. El jugo de esas hojas será el mejor narcótico
para la pena de sus almas.”
Después el viejo yatiri volvió a su choza cuando la aurora comenzaba a iluminar la
tierra y a platear las tranquilas aguas del lago y en los últimos instantes de su vida dijo a sus
visitantes: “En las duras fatigas que os imponga el despotismo de vuestro amos, mascad
esas hojas y tendréis nuevas fuerzas para el trabajo. En el fondo de las minas os ayudarán a
soportar la oscuridad y el terror. Cuando queráis escudriñar vuestro destino, un puñado de
sus hojas lanzado al viento os revelará los secretos. Pero cuando el blanco quiera hacer lo
mismo, sucederá todo lo contrario. Su jugo, que para vosotros será fuerza y vida, para ellos
será vicio repugnante y degenerador. Mientras para vosotros será un alimento espiritual, a
ellos les causará idiotez y locura.”
Tales cosas dijo el viejo yatiri y quedó sin vida, y los desdichados indios gimieron
su partida.
Fue enterrado en medio de un cerco de aquellas plantas verdes y misteriosas. Y a
medida que tragaban el amargo jugo, notaron que su inmensa pena lentamente se
adormecía.
LA MUCHACHA QUE NO CONOCIA
EL SABOR DE LA SAL
La lucha por nuestra independencia había sido iniciada sin más base que el fervor
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patriótico, y el general argentino Bartolomé Mitre se refirió a ella diciendo que cada valle,
cada montaña, cada desfiladero era una “republiqueta independiente”, bajo sus respectivos
caudillos.
Uno de aquellos caudillos se llamaba José Pacha, y ante la situación desesperante
reunió a unas treinta familias y se dirigieron en busca de un lugar seguro en la selva. Y
después de varios días de camino consiguieron llegar a una hondonada oculta por enormes
rocas y tupido follaje. Allí levantaron sus chozas con el propósito de vivir completamente
aislados, evitando por todos los medios posibles, aun con la pena de muerte, el menor
contacto con gentes de afuera, por razones de seguridad.
Pacha, como buen dirigente hizo lo necesario para que su gente tuviera lo más
indispensable para sobrevivir lejos del rigor de la guerra y las acechanzas de los pueblos
grandes. Así se aumentó su número hasta formar una republiqueta feliz. Pero de una cosa
tuvieron que privarse por completo: Del uso de la sal.
* * *
Una de las familias más felices de la republiqueta era la de Don Manuel Cito, su
mujer y su hijita de trece años llamada Tiluca. Cierto día, escuchando una conversación
secreta, la niña se enteró que existía un polvito blanco llamado “sal” que hacía que las
comidas fueran deliciosas, y se ingenió para burlar la vigilancia de su aldea y andar lejos
para probar el sabor de la sal. En cierta aldea encontró una mujer que tenía algo de sal, y la
niña, que tampoco conocía las monedas, pagó por ella con una pepita de oro, sin conocer
del gran valor que tenía.
Tiluca emprendió el regreso y logró entrar a su aldea sin ser vista por la guardia, y
desde entonces disfrutaba toda la comida y pedía más, porque la sal la hacía muy sabrosa.
Así pasó algunos meses saboreando la sal en medio de muchas zozobras, hasta que su
reserva se agotó. Entonces volvió a perder el apetito, y a causa de no comer, entre los
desvaríos del delirio pedía sal con desesperación.
* * *
Pacha, el dirigente de la aldea se informó de esta manera que Tiluca había
desobedecido sus órdenes y había salido de la aldea burlando la vigilancia. La infeliz fue
inmediatamente condenada a expiar su tremenda culpa. Pacha y sus guardias procedieron a
dar cumplimiento al suplicio de ser sepultada viva, y su tumba fue cavada justamente en el
lugar donde Tiluca había escondido su pequeña reserva de sal.
Cuando amaneció los padres de Tiluca vieron con dolorosa sorpresa que la cama de
Tiluca estaba vacía y salieron en su búsqueda por toda la aldea. Pasaron los días y el dolor
de sus padres era más intenso, y lloraban, sin saberlo, en el lugar donde su adorada
chiquilla tenía escondida su pequeña reserva de sal. Entonces un día se produjo un milagro:
En aquel preciso lugar donde estaban ocultos los huesos de la chiquilla surgió una mina de
sal pura.
* * *
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Todos los aldeanos se acostumbraron al rico sabor de la sal. Pero ocurrió que un día
aquella nueva reserva de sal desapareció y los aldeanos pidieron a Pacha permiso para salir
de la aldea en pos de tal preciosa sustancia. Como Pacha les negó el permiso, todos ellos se
unieron para desobedecer sus órdenes e irse de la aldea en una larga caravana. Así llegaron
al pueblo de Atén y se enteraron que en las tierras altoperuanas se habían desarrollado
sucesos trascendentales: Los españoles habían sido derrotados y las gentes americanas ya
eran libres e independientes.
LA LEYENDA DEL EKHEKHO
La pintoresca cuenca del Choqueyapu, cuyas orillas florecían en arenas y pepitas de
oro había sido en tiempos antiguos solar de los tiahuanacotas. Pero después vinieron los
españoles y “un pueblo de paz fundaron” (La Paz), inspirados por el ensueño del
Pacificador La Gasca. Pero la prueba de fuego para la supervivencia de esta ciudad de
“discordes en concordia” fue su asedio por los indios nativos en el año 1781.
El espíritu ancestral de la raza indígena personificado en el caudillo Julián Apaza
lanzaron a sus gentes en son de reconquista de la ciudad de La Paz, al frente de la cual
estaba Don Sebastián de Segurola.
La sangrienta pugna estalló al amanecer del 14 de marzo de 1781. Las alturas de la
ciudad de Nuestra Señora de La Paz aparecieron ocupadas por las hordas de indios armados
con sus amenazadores pututos y hogueras encendidas. Sus ojos vigilantes y enrojecidos por
el rencor racial anunciaban el bloqueo a muerte.
* * *
En medio de aquella trágica experiencia de hambre y sangre cobró vitalidad la
leyenda indígena del “ekhekho” que involucra a una pareja de jóvenes indios enamorados:
Paulita Tintaya e Isidro Choquehuanca.
Paulita Tintaya pertenecía al repartimiento concedido por el Rey a Don Francisco de
Rojas, vecino de la ciudad de La Paz. Ella había sido trasladada de Laja para estar al
servicio personal de Doña Josefa Ursula de Rojas Foronda, hija de Don Francisco de Rojas,
que le diera la flamante esposa del Brigadier Don Sebastián de Segurola, gobernador y
defensor de La Paz. Pero la mansión le parecía a Paulita como una jaula dorada, en la cual
estaba privada de la libertad de expresar su amor a su enamorado.
Este era un muchacho buenmozo y recio para el trabajo, y codicioso para obtener su
dicha en el querer. Desde que ambos se dedicaban al pastoreo entretejieron su idilio con
urdimbre de ilusiones, allá en el caserío de Laja.
En la despedida y el epílogo de aquel idilio, Isidro le entregó a Paulita, como
símbolo de su cariño, un pequeño amuleto de yeso que él mismo había hecho, y que según
la tradición indígena velaba por la prosperidad de quienes lo poseían.
Al hacer el ekhekho, Isidro había tratado de reproducir las facciones de su amo
Rojas, hombre pequeño y regordete, de rostro enrojecido risueño y bonachón, porque él era
el ser omnipotente de quien dependía el destino de los dos jóvenes enamorados. El ekhekho
estaba cargado de “alasitas”, es decir, objetos miniaturas que representaban alimentos,
prendas de vestir, herramientas para la agricultura y otros objetos que pudieran
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complementar la felicidad de un hogar como el que el joven Isidro soñaba formar con
Paulita.
* * *
23
Tres meses llevaba ya la ciudad absolutamente aislada del mundo, privada de agua y
de toda provisión. Los famélicos vecinos llegaron a alimentarse de consomés de petacas y
demás objetos de cuero, de endemoniado sabor. Los asnos, mulos, perros y gatos que
habían tenido la desventura de quedar en la ciudad se convirtieron en viandas disputadas.
Hubo los que se comían a sus hijos y los que se deshacían de sus joyas de oro a cambio de
unos cuantos granos de maíz.
Pero en medio de aquella horrible situación de hambre que golpeaba también a la
casa del Brigadier, Paulita sobrevivía debido a que Isidro, que estaba levado entre los
sitiadores de la ciudad se ingeniaba de llevarle de vez en cuando maíz tostado, quispiñas
(galletas de quinua) y trocitos de charque de llama tierna. Paulita también compartía estas
provisiones con la Brigadiera, y explicaba el misterio mostrándole la hornacina donde había
colocado el ekhekho. Pero el hambre llegó a tales extremos que en medio del insomnio
famélico, Paulita echó mano de las bolsitas miniaturas de maiz y de azúcar que cargaba el
ekhekho.
* * *
Cierto día del quinto mes de asedio, cuando el Brigadier Segurola volvió a su hogar
temeroso de encontrar el cadáver de su amada esposa, halló con inmensa alegría que no
sólo estaba viva, sino que había guardado un plato de comida para él. Pero el secreto de
aquel plato fue conocido solo a medias por el Brigadier, porque Paulita, con el propósito de
evitar cualquier peligro para Isidro, sólo les había mostrado a sus amos el ekhekho que
tenía guardado en su cuarto. Esta explicación que en otros momentos hubiera merecido el
ajusticiamiento de la Santa Inquisición, en aquellas horas de suprema angustia fue aceptada
sin mayores disquisiciones por los esposos Segurola.
* * *
Llevaba ya la ciudad seis largos meses de asedio y algunos hablaban de una posible
capitulación. Entonces se escuchó que el General José Reseguín se acercaba a liberarles al
frente de un gran ejército. Los soldados de Reseguín entraron en la ciudad en medio de
frenéticos clamores de júbilo.
Después de esto se dictó la ordenanza del gobernador, Brigadier Sebastián de
Segurola para que en adelante se celebrara la fiesta de Alasitas el 24 de enero en gratitud a
Nuestra Señora de La Paz y que en la celebración tuviera relevancia el ekhekho, según el
modelo que él mismo exhibió, la versión producida por Isidro Choquehuanca.
Acto seguido se celebró el matrimonio de Paulita e Isidro, contando como padrinos
al Brigadier y su esposa, y ante la presencia del ekhekho. Por lo cual Paulita pensó que lo
que en un principio había sido únicamente una mentira, ahora se había tornado en una
ferviente convicción. Porque si los alimentos no fueron realmente un don del ekhekho, su
dicha matrimonial amparada por sus padrinos no podía ser otra cosa que una merced del
hombrecito de yeso. Por eso, año tras año y siglo tras siglo el ekhekho es el rey de la fiesta
de las Alasitas, y es llevado a los hogares con todo su atavío, como un paquete de
esperanzas que se quisiera ver convertidas en realidad.
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CUENTOS DE LOS ANDES 1
Por Genaro Bilbao La Vieja
Genaro Bilbao la Vieja ha escrito sus Cuentos de los Andes a base del
material oral que escuchara en su niñez en las fincas de Sorata. Después,
mientras pasó mucho tiempo en el exilio político en Brasil y Argentina, dio
forma litera a estos cuentos, pero no los llegó a publicar. Sólo después de su
muerte, ocurrida en 1964, sus hijos confiaron sus originales a Editorial Don
Bosco.
La característica principal de su relato es la prosa poética, es decir,
que su prosa se acerca a la poesía, llena de simbolismos y personificaciones.
LA NINFA PRIMAVERA
La ninfa más bella fue designada con el nombre de Primavera. Dios le dio la misión
de ir por la tierra para dar amor y esperanza.
La ninfa salió a recorrer el mundo y a pintar los valles, las vegas, los prados y los
bosques con el colorido de flores y prodigó vida a raudales.
Los almendros, los manzanos y los venerables árboles del bosque se pusieron de
acuerdo para vestirse con sus mejores galas para dar la bienvenida a la dulce mensajera
divina. La ninfa recibió este homenaje con toda sencillez. Ella estaba más radiante que
nunca. Sus claros ojos brillaban como lagos dormidos y sus blandos cabellos se agitaron
con el viento, regalando perlas de rocío a las plantas. Y al final subió a los altos cielos
envuelta en sus velos de niebla.
EL LOCO VERANO
El Verano es un rubio joven de músculos de acero. Agil y soberbio se presentó ante
el trono del Gran Señor del universo y le dijo: “Aquí estoy para serviros!”
El Dios de los cielos lo comisionó para llevar un haz de mies tierna y le dijo: “Me la
devolveréis madura!”
El Verano, después de hacer reverencia se retiró con el ramo verde en sus manos. Y
luego montó en un brioso corcel de viento y a todo galope bajó de los cielos.
Recorrió las cordilleras, engreído, juguetón, casi niño, pues hacía muchas travesuras
cuyas consecuencias a veces resultaban en desastres, como tormentas que lavaron las caras
de los cerros sin plantas, y ríos de color de la tierra que salieron de su cauce y afectaron a
los hombres.
Pero también se le vio pasear por los campos cultivados, los bosques y las praderas,
mientras las aves hacían coros en todas las alboradas y las luciérnagas como ojos
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errabundos escudriñaron las sombras de los huertos.
Poco a poco los cereales y las frutas fueron tomando forma, y uno de esos días el
Verano montó en su corcel de viento y volvió al reino del Supremo Hacedor para devolver
el ramo maduro con granos bien sazonados.
EL JOVEN OTOÑO
Al joven Otoño lo enviaron del cielo a la tierra con un zurrón de abundancia. Sus
ojazos de noche, serenos como la luna, miraron las constelaciones y acariciaron las
estrellas.
Bajó con paso calmado por las cumbres elevadas hasta que el Sol rubicundo le
sorprendió en su trabajo de apurar las cosechas y procurar que los frutos muestren sus
nalgas lozanas.
El joven Otoño es un poeta que con el aire hace rondas. Limpió de nubes los cielos
con la escoba de los vientos. Cantó en los valles con las alondras, e hizo los ríos más claros.
La vid ofreció sus recios racimos hinchados y se llenaron las cubas de mosto color
de sangre. Puso a funcionar los trapiches y exprimieron la dulce caña hasta sacarle sus
lágrimas blancas destinadas a endulzar las penas de los poderosos y de los humildes.
Otoño es el mensajero de la abundancia. Pero un buen día el Otoño cabalgó una
nube ligera y se fue por las constelaciones a dar cuenta de su trabajo al Dios del universo.
EL ANCIANO INVIERNO
Un carro de nube tirado por renos de viento llevó al anciano Invierno a las altas
cumbres de los Andes cuando titilaban las estrellas. Le saludó el lucero y derramaron polvo
de plata las estrellas desde el cielo azul infinito.
El anciano Invierno, de blancos cabellos, de luenga barba, sacudió su capa de
escarcha sobre la tierra bendita y los campos. A pesar de que el Señor Invierno es el rey del
frío y tiene la mala fama de matar todo lo que tiene vida, también puede hacer obras
importantes como desviar ríos cuando amenazan derramar sus aguas sobre las casas de los
indefensos, como ocurrió cuando salvó de morir a una familia de enanitos en las
inmediaciones del Mururata. Y desde entonces los enanitos viven felices. Danzan alegres
en los plenilunios de invierno en la terraza de hielo, agradeciendo en sus canciones a Dios
por la bondad otorgada por medio de las manos del anciano de blancos cabellos.
Conclusión: Caminó el señor Tiempo con su diminuto paso marcado por los relojes.
El Calendario transcurrió en minuto y horas y días, que como las hojas de los árboles se
fueron con los vientos hasta el día cuando el anciano Invierno tomó su capa de escarcha.
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LA LEYENDA DEL FUEGO
Cuentan las viejas tradiciones que el décimo día de la creación fue largo y fatigoso
para el hombre, quien había tomado la mayor parte de su tiempo en hacer más cómoda su
morada en una caverna bastante espaciosa.
Luego se asoció en pacto de fiel alianza con su primer amigo y compañero de
correrías: Su perro.
De pronto la voz de la mujer se dejó oír desde el fondo de la caverna:
Pues hombre! Hacen falta bananas; no hay para mañana!
Bien, mujer, ya iré a buscarlas!
Holgazán!
Un duende le insinuaba a insultar a su marido desde adentro de la cueva. Tenía
cabeza humana y pies de cabrío, y se dedicaba a sembrar la cizaña en el corazón de la
mujer, sin ser visto por la oscuridad del fondo de la cueva.
En esos momentos surgió un anciano de venerable aspecto y expresión de bondad, y
le preguntó que hacía y dónde estaba su mujer.
El hombre miró al anciano con serenidad, y el visitante comprendió al momento lo
que ocurría y le dijo:
Yo te daré algo que aliente vuestras vidas, que les dé calor y bienestar.
Ni bien dijo estas palabras se apareció el duende impertinente, sin ser invitado, y el
anciano comprendió por qué aquel hombre tenía tantas reyertas con su mujer. Entonces lo
agarró al duende de los copetes y le arrancó un buen mechón de los cabellos que al
desprenderse formaron chispas y se encendió una tea. Luego de un puntapié arrojó lejos al
duende.
Entonces apareció la mujer, intentando ayudar al duende, pero el anciano le ordenó
traer algunos leños, a los cuales los prendió con los mechones del duende, y le dijo a la
mujer:
Escucha bien, mujer, este es el fuego sagrado que alentará tu hogar. Debes
mantenerlo siempre ardiendo.
Luego desapareció, pero desde entonces la caverna se hizo más acogedora y se
iluminó con el fuego sagrado de la vida.
EL HADA CRISTALINA
Cuenta una vieja leyenda aymara que en una de las altas mesetas de los Andes se
realiza una fiesta anual de los seres invisibles del mundo encargados de regular las leyes de
la naturaleza y cumplir los mandatos de Dios: Genios, hadas, ninfas, gnomos, duendes, etc.
A estos se les designa con nombres genéricos de ANTILIS y GINTILES, y en los Andes
corresponden a estas especies el Anchancho, la Ahuicha, el Tío, el Kate-kate, el Huajhua,
etc.
En la fiesta había zampoñas y tambores hábilmente tocados, y ciertas ninfas
ataviadas con velos sutiles danzaban interpretando con sus pies diminutos y sus manos
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delicadas las locas fantasías del viento.
No se encontraba en su sitio el hermoso clavicordio ni se venía al Hada Cristalina,
inspiradora eterna de la música de las aguas. Sólo el Gran Genio sabía y callaba
discretamente.
Pero un gnomo intruso, que era el sabelotodo de la floresta, le dijo algo al oído de
su ninfa preferida. Y es que el Hada Cristalina, queriendo correr aventuras, sin prever lo
que pudiera acontecer, bajó de los altos montes nevados transformada en una minúscula
burbuja viajera, siguiendo el curso de las aguas. De ese modo paseó por muchas praderas
cantando canciones de amores y haciendo confidencias con las flores, hasta que llegó a la
represa de la ciudad. La burbuja se quedó prisionera y vio que en un momento la
transportaron a un cántaro con leche y luego a una botella. Desde allí vio de cerca y sin
miedo a los hombres, a las mujeres y a los niños.
En un momento la vertieron en una vasija, y el Hada convertida en una burbuja
pequeña comprendió el peligro, pero logró sobrevivir en los conductos hasta ir a parar en
un laboratorio industrial. Allí fue introducida en un frasco junto con esencias perfumadas
de flores. El Hada Cristalina, por efecto del prolongado encierro se sentía débil. Después
optó por permanecer quietamente sobre la cabeza de una dama y transportada a un enorme
salón de baile lleno de luces, música y niñas bonitas como ninfas. Sus diminutos ojos no
perdían detalle de lo que allí ocurría.
Entonces vio a un joven simpático de ojos negros y soñadores aunque su mirada
tenía una expresión de tristeza. Y pensó: “Cuán feliz me sentiría si fuera mujer! Bailaría
con él!”
Entonces le pidió con fe y humildad al Gran Genio que la transformara en damita.
Qué maravilla! Eso mismo ocurrió y el joven la sacó a bailar. Su felicidad y alegría la
colmaron de dicha hasta avanzada la noche. El joven y ella fueron hasta una lejana fuente y
se sentaron juntos y siguieron platicando hasta llegar el día. Entonces el galán se durmió y
el Hada Cristalina volvió a la montaña. Pero cuentan los rosales de la fuente que en las
noches de Luna llena vuelve a conversar con el joven de ojos negros, y mirando al cielo
cuentan las estrellas.
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CUENTOS DE LOS ANDES 2
Por Genaro Bilbao La Vieja
EL BURRO VIEJO
La jornada desde los Yungas hasta el Altiplano fue larga, a través de muchos
torrentes, desfiladeros y vericuetos. El calor sofocante quedó atrás y cuando llegaron a la
antesala del Altiplano fueron recibidos por el techo azul de un cielo de invierno.
Los viajeros estaban acompañados por una recua de mulas y burros, todos cargados,
excepto un burro viejo, al cual su amo prefirió conservarlo, en lugar de deshacerse de él.
Este burro iba descargado, sólo para que pudiera formar parte de la recua.
Aquella noche quitaron a los animales sus lazos, sus reatas y sogas, y se pusieron a
dormir junto a una fogata para descansar y continuar viaje al siguiente día. Pero a la
mañana se encontraron con que todos estos objetos habían desaparecido. El dueño de la
recua estaba desesperado y pensó enviar a alguien para que los comprara en algún pueblo
vecino. Pero el burro viejo le dijo:
No mandes comprar aperos nuevos. Déjame que yo consiga los que nos han
robado. Yo sé a dónde los han llevado.
El dueño no quiso creer, pero como no tenía otra solución le dijo al burro viejo que
hiciera como bien le pareciera. Entonces el burro viejo les dijo:
Báñenme con una sopa de quinua.
Así embadurnado de quinua se fue lejos y se echó, y se hizo el muerto. Entonces
unas zorras salieron de su cueva y dijeron que era mejor arrastrarlo dentro de la cueva para
comerlo antes de que se dieran cuenta las aves de rapiña y les quitaran el banquete. Así le
ataron con las sogas y reatas que habían robado en la noche anterior.
Entonces el burro se paró, les dio unos cuantos coces y salió corriendo llevando
atadas a sus cuellos las sogas, y jalando además a algunas cuantas zorras delincuentes.
LA LEYENDA DE LOS METALES
Don Plutarco Peralta, mientras contemplaba una montaña tutelar desde la fachada
de su casa de campo, se puso a contar la historia de los cerros en tiempos antiguos, cuando
los habitantes de Titahuanaco se rebelaron contra su dios Wiracocha y se entregaron a toda
clase de codicias y placeres.
Don Plutarco les contó a sus nietos que entonces los cerros eran de oro y de plata
macizos, burilados por la mano de Dios, y engastados con gemas maravillosas, rutilantes,
enormes, que irradiaban luces de colores con todos los matices del arco iris.
Pero ocurrió que los habitantes de Tiahuanaco comenzaron a explotar las riquezas
de los cerros para sus placeres corrompidos y se olvidaron de su fidelidad para su dios
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Wiracocha. Entonces el dios decidió castigarlos y dijo: “Que todas las gemas preciosas y
los metales preciosos se internen en el seno de los cerros y el hombre sufra para extraerlos.”
Así fue que desaparecieron el oro, la plata y los demás metales que revestían los
cerros, quedando únicamente el perfil moreno y rocoso.
EL PEQUEÑO CANTOR
Un niño conversaba con su abuelita y le hacía muchas preguntas, como: “Los
árboles tienen alma?”
La abuelita le respondió que las plantas, como todo lo que vive en la naturaleza,
tienen alma, sienten alegrías y también sufrimientos. Los árboles, por ejemplo, en las
noches se transforman en gigantes y platican con la Luna a los arrullos del viento y su
lenguaje está hecho de armonías.
La abuelita le contó que en una tarde de mayo, en los primeros fríos que le despojan
a los árboles sus hojas hasta dejar visible su armazón nudoso y desnudo, que hasta las aves
lo abandonan, vino a posarse sobre un árbol un gorrión. Desde aquel árbol el gorrión elevó
una oración al cielo, una plegaria llena de amor.
El árbol sin duda era poeta, porque interpretaba esa voz minúscula en toda la gama
de sus notas. Pasaron las horas, y el gorrión cantor se quedó dormido. Pero cuando la Luna
se asomó en el firmamento, el árbol contó la historia del joven cantor. Así pagó el árbol la
buena acción de un pajarillo.
Y la abuelita terminó la historia diciéndole a su nieto: “Ojalá, hijo mío, todas las
ancianas en el atardecer de la vida pudiéramos hacer lo mismo que el árbol por las buenas
acciones de nuestros hijos.”
LA ENVIDIA DEL GIGANTE BLANCO
Cuenta la leyenda que el dios Wiracocha hizo que surgiera la cordillera de los
Andes del fondo de las aguas, y sus picachos más elevados eran gigantes llamados “Apus”.
Así creó al Illimani en todo su esplendor, pero le tuvo envidia otra montaña que se
quejó ante Wiracocha porque había permitido que los rayos del Sol iluminaran primero a
este gran gigante.
Aquella montaña que le tuvo envidia al Illimani abrió su bocaza en protesta, y su
boca se convirtió en un volcán. Pero como siguió protestando contra el Illimani, el dios
Wiracocha envió un fuerte viento y lo cortó en dos partes. Una parte quedó en pie y se
llama Mururata (que significa “descabezado”), y la otra fue llevada lejos y se llama Sajama
(que significa “proscrito”).
E hizo algo más Wiracocha: Decoró las faldas del Illimani con una procesión de
siluetas de un curaca, una mujer llevando un niño a sus espaldas, una alpaca y un zorro, que
dice la leyenda son los símbolos de la familia y del mal que se le infiltra.
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EL TONY
Antonio Pérez era un payaso, a quien le decían de cariño “el Tony”, pero que en la
escena le llamaban “Machaquito”.
Era un payaso que estaba muy enfermo, pero que a pesar de eso, su presencia en el
escenario causaba mucha risa. Y la gente se reía aun más cuando él les contaba de su
tristeza. La gente, y el dueño del circo pensaban que era genial para hacer reír. Pero cierto
día, mientras en el público gritaban “Bravo! Bravo!” la grotesca figura del Tony cayó
sobre la alfombra sucia del polvo de muchos caminos de la vida.
Mil ojos comprendieron recién la verdad y ya no aplaudieron. El médico confirmó
su muerte.
LA LEYENDA DEL CEIBO ROJO
Llegó a cierta comarca de los Andes un hombre blanco que vivía haciendo el bien y
sanando a los enfermos, y alimentando a las aves silvestres, y enseñando a la gente cómo
incrementar sus cosechas. Entonces el curaca lo mandó llamar para que curara a su hija, la
bella Ckanapaco.
El buen hombre le dijo a ella: “Vuestro mal se cura con el tiempo. Ten fe y volverá
tu enamorado Mallcu Naira, porque él aun vive.”
La muchacha se sanó de inmediato, pero en ese momento llegó el brujo de la aldea
para acusar al buen hombre blanco de enviado del diablo. Logró levantar a toda la
población contra el curaca, y logró que ejecutaran al buen hombre blanco atándolo a un
árbol de ceibo.
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Pero ocurrió que su cadáver apedreado se desvaneció sobre el suelo. Y vinieron
miles de pajarillos trayendo en su pico flores silvestres y cubrieron el cuerpo. Después el
curaca ordenó que le dieran sepultura, pero debajo de las florecillas ya no encontraron el
cuerpo. Más bien, el ceibo floreció de color rojo, y en su base quedó la cruz roja que el
hombre blanco llevaba sobre su cuello.
El pueblo se dio cuenta de su error y lo agarraron al perverso brujo y le dieron un
final así de horrendo.
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HISTORIA DEL REY CHIQUITO Por Porfirio Díaz Machicao
El escritor boliviano Porfirio Díaz Machicao tiene el mérito de haber rescatado para
todos nosotros una historia conmovedora que encierra muchas lecciones de valor y honor.
El ha logrado rescatarla de las actas del juicio sumario a que fuera sometido el joven
indígena Pedro Obaya, antes de ser ajusticiado y descuartizado allá por el año 1871.
Eran los días del cerco de la ciudad de La Paz por los indios del caudillo Julián
Apaza (apodado Túpac Katari o “la Víbora”), un cerco que duró seis meses y diezmó de
hambre a la población de La Paz.
Desde la Ceja de El Alto y otros lugares alrededor de la hoyada donde se cobijaba la
pequeña ciudad, habitada mayormente por españoles, los indios decidieron no sólo acabar
con los conquistadores, sino integrarse a una rebelión más grande, casi continental, que
contaba con el liderazgo de Túpac Amaru, cuya estirpe Inca nadie había podido rebatir.
Nada de comida podía entrar a la ciudad a causa del bloqueo sin tregua. Inclusive
las aguas del río Choqueyapu habían sido desviadas para que no llegaran a la ciudad. La
gente llegó a comer las ratas, los perros, los gatos, la hierba, para apaciguar por un
momento sus convulsionados estómagos. Entonces apareció Pedro Obaya y se presentó
osadamente ante Túpac Katari para proponerle un plan para lograr eliminar a Segurola, el
comandante de la ciudad de La Paz.
El muchacho no tenía presencia. Tenía un ojo reventado en un accidente de su
infancia, y era de contextura muy débil y de una estatura pequeña, a pesar de contar ya con
unos dieciocho años de edad. Pero su manera de hablar, su inteligencia y habilidad para
convencer, sumados al hecho de que decía venir del Perú y pertenecer a la familia de Túpac
Amaru, hicieron que Túpac Katari le prestara atención medio en broma, medio en serio.
Fue él quien le dijo cuando se ufanaba de ser de la familia de Túpac Amaru: “Entonces tú
también eres rey? Bueno, te diré “rey chiquito”. Y desde ese momento su apodo fue “el Rey
Chiquito”.
* * *
El plan que propuso el Rey Chiquito para sacar al gobernador de la ciudad de La
Paz y eliminarlo fue presentarse él mismo al frente de una comitiva de indios,
supuestamente contrarios al bloqueo, que anunciaban la venida de un contingente español y
sus aliados indios para luchar contra Túpac Katari y librar a la ciudad. El Rey Chiquito,
quien a sus dotes añadía el de saber escribir, escribió una carta supuestamente enviada por
el comandante del contingente, en que solicitaba de Segurola salir a darle el encuentro con
provisiones.
El gobernador no se dejó engañar y más bien apresó al Rey Chiquito y lo sometió a
una serie de torturas para obligarle a confesar la verdad. Después de los abusivos
interrogatorios era guardado en una celda húmeda y fría donde se enfermó de tuberculosis.
Cuando el médico reveló que él no viviría un día más, el gobernador ordenó que no dejaran
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que muriera, sino que lo condenaran a muerte y lo ajusticiaran con levantamiento de acta, y
que después de ser ahorcado su cabeza fuera cortada y colgada separada de su cuerpo en la
muralla que entonces protegía a la pequeña ciudad de La Paz, para que sirviera de
escarmiento a Túpac Katari y a todos sus indios.
Las órdenes del gobernador fueron cumplidas, y en el acta fueron registradas las
últimas palabras del Rey Chiquito, quien valientemente expresó su convicción de que
llegaría el momento y la población indígena volvería a recuperar su dignidad y la gloria que
tuvo en los días de los Incas. Es su dignidad humana y el valor con que se sobrepuso a las
torturas y a la muerte, a pesar de su corta edad y de su cuerpecito destrozado por el hambre,
la tuberculosis y la falta de sueño.
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JUAN DE LA ROSA
Nataniel Aguirre
Se trata de una novela que Nataniel Aguirre escribió en 1885 identificándose con su
personaje central, un niño de 11 a 13 años que vivió en Cochabamba en los días cuando los
habitantes de esta ciudad se levantaron contra el poder español y proclamaron la
independencia de Bolivia. La novela se sitúa en ese contexto histórico y hace resaltar las
fantasías humanas y patrióticas de ese niño que vivió la tragedia de no saber quién era su
padre.
Ese niño se llamaba Juan, y por solo apellido llevaba el nombre de su adorada
madre, Rosa. De allí el nombre de la novela, Juan de la Rosa.
Al final de la novela se revela el misterio de su identidad:
Un español que vino a Bolivia se casó con una joven rica poniendo de este modo las
bases de su fortuna. Pero no estaba satisfecho con su riqueza; él ansiaba también tener un
título nobiliario que hacer heredar a su hijo primogénito. Pero su ambición le llevó
demasiado lejos, a trazar el destino de sus hijos y su hija, cosa descabellada que tuvo
resultados totalmente adversos.
El se llamaba Pedro Alcántara. Para parecer más noble le agregó a su nombre un
“de” y se dio por llamarse Pedro de Alcántara, de la misma manera que un tal Marquez
cambió su apellido por “Marqués” y se dio por llamarse “ el marqués de. . .” Esto sustentó
con fuertes sobornos, por supuesto.
Don Pedro decidió que su primogénito, Enrique, fuera militar al servicio del rey de
España. Su hija Teresa se casaría con un buen partido, o en caso contrario entraría de monja
en un convento aristocrático. Y su tercer hijo, Carlos, entraría a la jerarquía religiosa. Había
una niña más en casa, hija de su mayordomo, a quien adoptaron. Se llamaba Rosa, y con
respecto a ella él no tuvo ninguna fantasía.
* * *
Pero, como ocurre a menudo, las cosas no le resultan a uno como las sueña y
anhela, pues su primogénito terminó abrazando la carrera religiosa bajo el nombre de
“Padre Justo”. Rosita, a quien su hermana Teresa llamaba despectivamente “la botada”, fue
apartada del hogar hasta el día de su muerte, que ocurrió casi al mismo tiempo que la
muerte de don Pedro. Y Carlos, que amaba profundamente a Rosa, se alocó cuando su
padre los separó prepotentemente y terminó confinado en una casa hasta el fin de sus días.
Juan, el niño que es el personaje principal de la novela fue hijo de Carlos, pero no lo
supo sino hasta el momento cuando su tío, el Padre Justo, tras revelarle el secreto de su
identidad murió herido por los españoles en el levantamiento de Cochabamba.
* * *
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Topografía
Al hablar de la topografía (del griego, tópos, “lugar”, y grafía, “descripción”)
diremos que la historia de Juan de la Rosa se desarrolla en Cochabamba. El autor describe
el hermoso valle de Cochabamba, el río Rocha y sus campos sembrados, así como la ciudad
que se extiende al pie de la colina de San Sebastián o La Coronilla, donde se produjo el
acontecimiento principal del levantamiento de Cochabamba: La rebelión y sacrificio de las
mujeres cochabambinas por la causa de la Patria y la independencia.
Cronología
Al hablar de la cronología (del griego, jrónos, “tiempo”), diremos que los
acontecimientos se ubican después del levantamiento de la ciudad de La Paz contra los
españoles, el 16 de Julio de 1809, y bajo la inspiración del héroe Don Pedro Domingo
Murillo, que dijo al ser ajusticiado por los españoles: “Compatriotas, yo muero, pero la tea
que dejo encendida, nadie la apagará!”
Los acontecimientos relacionados con el niño Juan de la Rosa tienen lugar entre
1810 y 1812, cuando étenía entre once y trece años de edad. Casualmente, la sangrienta
inmolación de las heroínas de Cochabamba en la colina de la Coronilla, que es el momento
cumbre de la novela, se produjo el 27 de mayo de 1812.
Prosopografía
Al hablar de la prosopografía (del griego prósopos, “cara”, y grafía, “descripción”),
diremos que Don Pedro de Alcántara es descrito como “guapo chico”. Provenía de una
familia de labradores que vivía a orillas del Tirón, cerca de Logroño, en España. El se abrió
camino en Bolivia debido a que era español y “guapo chico”.
Su mujer, Doña Isabel, era una mujer hermosa y rica, que eran dos cualidades que
Don Pedro buscó en una mujer.
Su hija Teresa quizás no era una mujer desagradable, hablando físicamente, pero se
sintió apantallada toda su vida por la existencia de su hermanita adoptada, Rosa.
Juan es descrito como cualquier niño de diez a doce años, pero llevando a cuestas la
tristeza de no conocer a su padre, por lo que se le llama simplemente “Juan de la Rosa”.
Etopeya
Al hablar de la etopeya (del griego, ethos, “cualidades”, y grafía, “descripción”),
diremos que Doña Isabel, la esposa de Don Pedro, era una boliviana de familia rica y de
alma noble, pero las ambiciones de su marido no le hicieron una mujer feliz y su salud fue
bastante deteriorada.
Su hija Teresa vivió toda su vida amargada por celos de su hermana adoptada, Rosa,
que era hermosa y de buen corazón. Ella asumió la misión de amargarle la vida a su hijo, el
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pequeño Juan, que a la muerte de su madre pasó a su cuidado por la voluntad de Don Pedro
escrita en su testamento.
El Padre Justo (Enrique) revela su auténtica vocación religiosa, su espíritu sabio e
ilustrado, quien asume con mucho cariño la instrucción del pequeño Juan, a quien no le
revela el secreto de su identidad y su familiaridad con el niño para no añadir a su
infelicidad.
Carlos sufre hasta el extremo por la crueldad de su padre y enferma sin recuperación
a causa de su separación de Rosita, justo cuando ella sentía en su cuerpo el embrión del hijo
de sus amores, el niño Juan.
Retrato
Cuando hablamos del retrato, cabe destacar el de Juan de la Rosa, que es descrito a
la perfección como un niño de su edad, pero a sus fantasías de niño añade la de identificarse
con la causa de la independencia de Bolivia hasta ansiar ser soldado y ofrendar su vida por
la libertad.
Carácter
En cuanto al carácter y la actuación de los personajes debemos señalar el de los
españoles, que por algo se los designaba despectivamente como “chapetones”, como
dominantes que querían mantener sometidos a los criollos o mestizos y a los indígenas
abogando su fidelidad al rey y a España.
En contraste está el de los patriotas, amantes de la libertad, en quienes había
prendido el fuego de la tea de don Pedro Domingo Murillo, que ofrendó su vida por la
patria en la ciudad de La Paz.
Don Nataniel Aguirre también describe la nobleza de los indígenas, muchos de ellos
aliados estratégicamente con la causa de la libertad, como los que lucharon contra las
fuerzas españolas de Goyeneche bajo el mando de don Esteban Arze, a quienes él dijo en su
arenga: “Valerosos cochabambinos, ante vuestras macanas el enemigo tiembla!” (Las
macanas eran una especie de machetes que usaban los indios cochabambinos).
También describe breve pero conmovedoramente la suerte de un indio “pongo”. Los
pongos eran los más degradados y desprotegidos de los indios, usados como esclavos
domésticos.
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EL LAZARILLO DE TORMES
El libro, Vida de Lazarillo de Tormes y sus fortunas y adversidades, de autor
anónimo, data aproximadamente de 1525 y pertenece al género de la novela picaresca, que
presenta al pícaro como antihéroe. El pícaro es un personaje de la baja sociedad, semi-
ocioso, vago, ladronzuelo, irreverente, vulnerable, carente de ideales y empeñado en sacar
algún provecho de la vida y de la gente. Su desfachatez es casi inherente a su perspectiva.
Sus aventuras son patéticas, aunque nos muevan a la risa.
Lázaro es uno de ellos y narra su vida llena de aventuras y desventuras. Desde
muchacho la pobreza lo obliga a servir a muchos amos para no morirse de hambre. La
mayoría de las veces tiene que huir para no ser apaleado.
Primero relata sus aventuras como guía de un ciego mendigo, que casi lo mata de un
golpe con un jarro donde tomaba vino.
Después sirve a un cura avaro que casi lo deja sin respiración de un garrotazo.
Después pasa a servir a un noble sin fortuna, al cual termina manteniéndolo.
Después entra al servicio de un cura mercedario, a quien deja al poco tiempo.
Pasa a ser criado de un embaucador que engañaba a los fieles con la venta de bulas
o títulos concedidos por el Sumo Pontífice.
Después sirve a un capellán que lo obliga a vender agua en un burro.
Después es criado de un alguacil.
Finalmente pasa a ser protegido por un párroco que lo nombra pregonero de Toledo,
y lo hace casar con su amante. Cínicamente, Lázaro tolera la situación con tal de sacar
provecho y vivir con cierta comodidad. En cambio, como argumenta al final, es más loable
que los que no gozaron de fortuna, partiendo de cero hayan podido llegar “a buen puerto”.
De su título y de su primer capítulo deriva la designación de un niño pequeño que
guía a un ciego como “lazarillo”.
CAPITULO PRIMERO
CUENTA LAZARO SU VIDA
Y DE QUIEN FUE HIJO
A mí me llaman Lázaro de Tormes, porque nací dentro del río Tormes. Mi padre
trabajaba en un molino de agua junto al río, y mi madre me parió allí.
Cuando yo tenía ocho años lo metieron a la cárcel a mi padre por robar el grano de
los costales que le daban para moler. Espero en Dios que esté en la gloria, pues el
Evangelio llama “bienaventurados” a los que padecen persecución por causa de la justicia.
Cuando mi madre enviudó, se puso a cocinar para ciertos estudiantes y a lavar ropa
de los que trabajaban en las caballerizas del Comendador. En una de ellas conoció a un
negro que curaba los caballos, el cual algunas veces visitaba nuestra casa y se iba a la
mañana siguiente. Al principio le tenía miedo, pero al ver que su llegada mejoraba el
comer, me encariñé de él.
Mi madre me dio un hermanito negrito muy bonito, y yo le ayudaba a hacerlo callar.
Me acuerdo que estando mi padrastro jugando con el chiquito, como él nos veía a mi madre
y a mí blancos, y a él no, huía de miedo señalándolo con el dedo y diciendo: “Mamá, ese
es el cuco!” Y el zambo le decía: “Hijueputa!” Aquel incidente me hizo pensar en
cuántos debe haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!
* * *
Cierto día se descubrió que el negro se robaba la mitad de la cebada que le daban
para los caballos, así como las mantas de los caballos, y cuando no había otra cosa les
sacaba las herraduras a los caballos, para venderlas, para ayudar a mi madre a criar a mi
hermanito. Entonces lo azotaron hasta sacarle sangre y a mi madre le conminaron a no
acogerlo en casa ni entrar en casa del Comendador. Entonces ella fue a servir en la posada
de Solana, y así acabó de criar a mi hermanito hasta que supo andar, y a mí hasta poderles
hacer sus mandados a los huéspedes.
* * *
En ese tiempo se alojó en la posada un ciego, el cual me pidió a mi madre para que
fuese su guía. Al despedirme de mi madre, ella me dijo: “Hijo, ya sé que no te veré más.
Procura ser bueno y que Dios te guíe. Yo te he criado y te he puesto con buen amo. Válete
por ti mismo.”
Cuando salimos de Salamanca llegamos a un puente junto al cual hay un toro de
piedra. Y el ciego me mandó que pegara mi oído para escuchar un gran ruido dentro de él.
Cuando sintió que tenía la cabeza pegada para oír, me dió un golpe contra el toro. Y me
dijo: “Aprende, que el criado de un ciego debe saber más que el diablo.”
El se rió mucho de la broma, y yo pensé: “Es verdad que necesito avivar el ojo, pues
estoy solo y debo pensar cómo valerme por mí mismo.”
* * *
Creo que Dios a ninguno hizo más astuto y sagaz. Más de cien oraciones se sabía de
paporreta. Aparte de esto, tenía otras mil maneras para sacar dinero. Tenía oraciones para
mujeres que no parían, para las que estaban de parto, para las mal casadas, y adivinaba a las
preñadas si traía hijo o hija. Galeno no supo la mitad de lo que sabía él para el dolor de
muelas, para desmayos y males de madre. Todos acudían a él, especialmente las mujeres,
que creían cuanto les decía.
Pero jamás vi a un hombre tan avaro y mezquino, pues me mataba de hambre. Si no
fuera por mis buenas mañas, me habría muerto de hambre. Cuando le mandaban rezar y le
daban blancas, antes que echara mano a la moneda, yo ya la había remplazado por medias
blancas. Y él decía: “En ti debe estar esta desdicha!”
Cuando comíamos ponía a su lado un jarro de vino, y rápidamente yo le daba un par
de besos callados. Cuando se dio cuenta, lo tenía asido por el asa. Pero entonces yo lo
chupaba con una cañita, dejándolo en buenas noches.
Entonces ponía el jarro en su entrepierna y así estaba seguro. Entonces le hice un
agujerito al jarro, y lo cubría con cera, y cuando él tomaba derretía la cera con un fósforo, y
las gotas iban a parar en mi boca. Pero tantas veces palpó al jarro que se dio cuenta de la
burla, pero disimuló como si no lo hubiera sentido. Y cierto día, cuando yo recibía los
dulces tragos con mi cara puesta al cielo y con los ojos cerrados para gustar mejor el licor,
el ciego dejó caer el jarro sobre mi boca con toda su fuerza que me pareció que el cielo se
me había caído encima. Y me quebró los dientes, sin los cuales me quedé hasta hoy.
Me lavó con vino las heridas que me hizo el jarro, y me decía sonriendo: “Qué te
parece, Lázaro? Lo que te enfermó, ahora te sana y te da salud.”
* * *
Desde entonces sin causa ni razón me hería, y si le decían por qué me trataba tan
mal, les contaba lo del jarro, y ellos se santiguaban diciendo: “Castigadlo, castigadlo, que
Dios os recompensará!”
En cierto lugar donde cosechaban uvas, alguien le dio un racimo, y como no lo
podía guardar se hizo el que lo compartía conmigo. Después de haberme dado aquel día
muchos golpes y rodillazos, me dijo: Ahora quiero usar contigo de liberalidad, y ambos
comamos las uvas por igual. Tú picarás una vez, y yo otra, con tal que me prometas no
tomar cada vez más de una uva, y de esta manera no habrá engaño.”
Pero el traidor comenzó a tomar de dos en dos, suponiendo que yo haría lo mismo,
pero yo empecé a tomar de tres en tres. Y cuando acabamos de comer el racimo me dijo:
Lázaro, tú me has engañado! Juro por Dios que has comido las uvas de tres en
tres!
Por qué sospecháis eso? Le pregunté, y el astuto ciego me dijo:
Sabes en qué veo que las comiste de tres en tres? En que comía de dos en dos, y
tú callabas.
* * *
En otra ocasión estábamos en una posada, y él puso en el asador un pedazo de
longaniza para asarla. Luego me mandó a comprar vino en la taberna. Antes de partir, yo
tomé un nabo y lo atravesé con el asador mientras él me daba el dinero, y él empezó a darle
vueltas al nabo en el asador. Cuando volví, él tenía puesto el nabo entre dos rebanadas de
pan, y cuando le dio un mordisco quedó frío con el nabo.
Se molestó conmigo, pero le dije que mientras fui por el vino alguno le habría hecho
esa pasada. Pero él me agarró de la cara y abrió mi boca y metió su larga nariz, y con su
punta me tocó las amígdalas, haciendo que le devolviera lo suyo. Fue tal su cólera que por
poco no acaba con mi vida.
El ciego contaba esto a cuantos se acercaban, y todos se morían de risa. Y aunque
yo estaba tan maltrecho, me parecía una injusticia no reírme yo también.
Los que estaban en la posada trajeron vino para lavarme las heridas de la cara y la
garganta, y el ciego descarado decía: “A la verdad, más vino me gasta este muchacho en
lavatorios al año, de lo que yo bebo en dos! Yo te digo que si hay alguien en el mundo tan
afortunado en materia de vino, ése eres tú!”
* * *
Viendo cómo el ciego se burlaba de mí, decidí dejarle. Cierto día que salimos a
pedir limosna, él estaba rezando en un portal, porque estaba lloviendo, y cuando se
acercaba la noche y no dejaba de llover, me dijo: “Lázaro, esta agua es muy porfiada;
refugiémonos en la posada con tiempo.”
Para ir allá debíamos pasar por un arroyo que había crecido mucho. Yo le dije: “Tío,
el arroyo ha crecido, pero déjame buscar un lugar donde podamos juntos saltar sin
mojarnos los pies.”
Lo llevé junto frente a un pilar de piedra, y le dije: “Tío, este es el paso más angosto
que hay.”
Como llovía recio y el pobre se mojaba, confió en mí y dijo: “Ponme bien derecho y
salta tú primero el arroyo.”
Le puse frente al pilar, y di mi salto, y le dije: “Salta todo lo que puedes para caer
al otro lado del agua!”
Ni bien acabé de decir esto, cuando arremete el pobre ciego como cabrón, y da con
su cabeza en el poste haciéndola sonar como una gran calabaza, y cayó luego para atrás
medio muerto y con la cara hundida. Entonces le dije: “Cómo? Oliste la longaniza y no el
poste? Huele, pues! Huele!”
Mucha gente acudió a su auxilio, y yo salí de la ciudad. Nunca supe lo que Dios
hizo de él.
TRATADO SEGUNDO
COMO LAZARO SE ASENTO CON UN CLERIGO
Y LAS COSAS QUE CON EL PASO
Otro día me acerqué a pedir limosna a un clérigo y me preguntó si sabía ayudar en
la misa. Finalmente, el clérigo me recibió a su lado. Pero toda la miseria del mundo estaba
encerrada en éste. El tenía un baúl viejo y cerrado con llave, donde guardaba el pan. En el
resto de la casa no había nada de comer, salvo un atado de cebollas colgadas de un clavo, y
tras las rejas. De ellas me daba una para cuatro días.
Ya que conmigo tenía poca caridad, consigo era más generoso. Solía comer cinco
blancas de carne al día. Verdad es que partía conmigo el caldo de la carne si no un poco de
pan. Y los sábados, cuando se acostumbra comer cabezas de carnero, me mandaba comprar
una. El la cocía y comía los ojos y la lengua y el cogote y los sesos, y todos los huesos
roídos me los daba en mi plato, diciendo: “Toma, come! Mejor vida tienes que el Papa!”
* * *
Cuando se recogía las ofrendas, un ojo tenía en la gente y el otro en mis manos. No
podía agarrarle una blanca todo el tiempo que con él viví. Y por ocultar su mezquindad me
decía: “Mira, muchacho, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y
por eso yo no me desmando como otros.”
Pero el sinvergüenza mentía, porque en los velorios comía a costa ajena como lobo
y bebía más que un curandero.
En los velorios comíamos bien y me hartaba. Por eso deseaba y aun rogaba a Dios
que cada día matase a uno de los suyos. Y mientras dábamos el sacramento a los enfermos,
especialmente la extremaunción, yo rogaba al Señor que le llevase de este mundo. Pero en
todo el tiempo que estuve allí, casi seis meses, sólo fallecieron veinte personas. Y éstos
creo que murieron por mis plegarias, porque viendo el Señor mi continua muerte, pienso
que le placía matarlos para darme vida a mí. Tanto padecía, que los días que enterrábamos a
alguien yo vivía, y los días que no había muerto más hambre sentía.
* * *
Estando en tal aflicción, cierto día que mi amo había salido de casa, llegó a mi
puerta un herrero, que creo que fue un ángel enviado por la mano de Dios. Me preguntó si
había algo que arreglar. Alumbrado por el Espíritu Santo le dije: “Tío, he perdido una llave
de este baúl y temo que mi señor me azote. Buscad si entre las que trae hay alguna que le
haga, que yo os lo pagaré.”
Probó una tras otra de una sarta que tenía, mientras yo le ayudaba con mis flacas
oraciones. Cuando por fin logró abrir, le dije: “Yo no tengo dinero que darle por la llave,
pero tomad de allí el pago.”
Otro día, al salir de la casa, abro el baúl y tomo un pan entre las manos y dientes, y
en dos credos lo hice invisible. Pero no me duró mucho este descanso y veo al que me
mataba de hambre contando y volviendo a contar los panes con sus dedos. Y dijo: “De doy
en adelante, para no dar cabida a la sospecha quiero contarlos bien: Quedan nueve panes y
un pedazo.”
Pero vi que había algunos agujeros pequeños en el baúl que era viejo y pensé que
los ratones podían entrar y hacer daño. No conviene sacarlo entero, y comencé a desmigajar
los panes uno por uno, y las comí como quien toma una pastilla. El creyó que eran ratones,
porque yo dejaba los panes debidamente contrahechos como ellos los suelen hacer.
Nos pusimos a comer y él me dio más pan que de costumbre, porque ralló con un
cuchillo todo lo que pensó estar ratonado. Pero tuve un sobresalto cuando cerró con
tablillas los agujeros del baúl.
* * *
Como la necesidad es tan buena maestra, noche y día pensaba la manera cómo
sobrevivir, y como dicen que el ingenio se intensifica con el hambre, cierta noche que mi
amo dormía, me levanté y con un viejo cuchillo abrí un hueco en el baúl. Después de hacer
esto abro el llagado baúl, palpé el pan, hice lo que solía, y un tanto consolado me volví a mi
cama, e inclusive reposé y dormí un poco.
Así, cuantos agujeros él tapaba de día, yo destapaba en la noche. Entonces se prestó
una ratonera y con cortezas de queso que pedía a los vecinos, continuamente tenía armada
la trampa dentro del baúl, lo cual fue para mí un auxilio, porque me saciaba con las cortezas
de queso que sacaba de la ratonera, y lo acompañaba ratonando el pan.
Cuando consultó a los vecinos le dijeron que no sería ratón sino una culebra que
había en casa. Perdía el sueño mi amo y con un garrote golpeaba el baúl pensando espantar
la culebra. Así el culebro no osaba destapar el baúl ni roer de noche. Pero de día, mientras
él estaba en la iglesia hacía mis saltos.
* * *
Tuve miedo de que diera con la llave que tenía escondida debajo de la paja sobre la
cual yo dormía, y me pareció más seguro metérmela en la boca. Pero quisieron mis hados, o
mejor, mis pecados, que una noche que estaba durmiendo, la llave se acomodó en la boca
de tal manera que por el hueco salía un silbido muy fuerte. Mi amo pensó que era la
culebra, y con toda su fuerza me descargó en la cabeza un golpe tan grande que me dejó sin
sentido.
Palpó con sus manos la mucha sangre que se me iba, y vio que tenía la llave metida.
La tomó y probó abrir el baúl con ella, y dijo haber hallado por fin al ratón y a la culebra
que le daban guerra.
Cuando volví en mí, mi cabeza estaba enyesada y llena de ungüentos. A los quince
días mi amo me tomó de la mano y me sacó puerta afuera. Y santiguándose de mí, volvió a
su casa y cerró su puerta.
TRATADO TERCERO
DE COMO LAZARO SE ASENTO CON UN ESCUDERO
Y DE LO QUE LE ACAECIO CON EL
Así fui a parar en Toledo, donde me topó Dios con un escudero elegante, bien
peinado y con paso acompasado. El me llevó tras de sí por gran parte de la ciudad.
Pasábamos por las plazas donde se vendía provisiones. Yo pensaba que allí me haría cargar
de lo que se vendía. Pero él pasaba de largo acelerando el paso.
Después entró en la iglesia mayor, y muy devotamente le vi oír misa. Yo era el más
alegre del mundo al ver que no nos habíamos ocupado en buscar de comer. Pensé que la
comida estaría lista.
A la una llegamos a su casa. Tenía la entrada oscura que daba miedo. En eso dieron
las dos y no le vi más ganas de comer que a un muerto. Parecía una casa encantada, y todo
lo que había eran paredes. Entonces me dijo:
Tú mozo, has comido?
No, señor, porque eran recién las ocho cuando encontré a vuestra merced.
Yo almorcé de mañana y te hago saber que hasta la noche no volveré a comer.
Por eso, arréglate como puedas, que después cenaremos.
Entonces saqué de mi seno unos pedazos de pan que me habían dado de limosna, y
él, al verlos me dijo:
Ven acá, muchacho, qué comes?
Me acerqué a él y le mostré el pan. El tomó un pedazo, el mejor y más grande y me
dijo:
Por mi vida que parece éste buen pan!
Y como me dí cuenta de qué pie cojeaba, me apresuré, porque si acababa antes que
yo, se comedería a ayudarme a comer el resto. Entonces él sacó un jarro y me convidó. Y
yo, haciéndome el abstemio, le dije:
Señor, no bebo vino.
Agua es; bien puedes beber.
Así estuvimos hasta la noche, y él me dijo:
Pasemos como podamos, y mañana, viniendo el día, Dios hará merced.
Yo respondí:
Señor, de mí ninguna pena tenga vuestra merced, que sé pasar una noche sin
comer.
Y respondió:
Vivirás más y más sano, porque no hay tal cosa en el mundo para vivir mucho,
que comer poco.
A la mañana siguiente nos levantamos y se vistió muy despacio, se peinó y puso su
espada en su funda, y haciendo con la cabeza muy gentiles meneos salió por la puerta
diciendo:
Lázaro, cuida la casa mientras voy a oír misa, y tiende la cama, y vé a traer agua
del río, y cierra la puerta con llave, no sea que nos roben algo.
Yo me quedé diciendo:
Quién creería que este gentil hombre se pasó ayer todo el día con aquel
mendrugo de pan que su criado Lázaro trajo en su seno, y hoy después de lavarse las manos
y la cara, a falta de toalla se secó con su sayo! Oh Señor, cuántos de estos tendrás
derramados en el mundo que padecen por la honra lo que por vos no padecerían!
Cuando volví de traer agua quise barrer el piso, pero no había con qué. Entonces
cerré la casa con llave y salí a mendigar pan. Y antes que dieran las cuatro yo ya tenía
varias libras de pan bien guardadas en mi seno. Y al pasar por la tripería una mujer me dio
un pedazo de uña de vaca y unas tripas cosidas.
Cuando llegué a casa él estaba paseándose en el patio, y al ver lo que traía me dijo:
Te he esperado para comer, y al ver que no venías, comí. Tú haces bien en pedirlo
antes que robarlo, pero te recomiendo que no sepan que vives conmigo, por lo que toca a
mi honra.
Mientras comía mi señor no apartaba sus ojos de mi plato, y se acercó a mí y me
dijo:
Lázaro, comes con tal gracia que en mi vida jamás vi en un hombre, y nadie
habrá que te vea, a quien no le contagies ganas, aunque no las tenga.
Le dije:
Señor, esta uña de vaca está tan bien cocida y sazonada que no habrá quien no se
sienta tentado por su sabor.
Uña de vaca es? Te digo que es el mejor bocado del mundo, y que no hay faisán
que la iguale.
Se sentó a mi lado y comenzó a comer, royendo cada huesecillo mejor de lo que lo
hiciera un perro, y dijo:
Por Dios que me ha sabido como si hoy no hubiera comido bocado!
* * *
De esta manera contemplaba mi desgracia que escapando de mis amos ruines que
había tenido, viniese a dar con alguien que no sólo no me mantuviese, sino a quien yo había
de mantener. Pero a éste, con toda su pobreza, me agradaba servir, más que a los otros.
Como era año de crisis, se acordó que si encontrasen limosneros en la ciudad serían
azotados. Y como vi una procesión de pobres que eran azotados, me dio tanto miedo, que
no me atreví a pedir limosna. Pero a mí me daban algo de comer unas hilanderas que vivían
al lado, y yo no tenía lástima de mí como de mi amo que en ocho días no comió bocado. Y
por lo que concernía a su honra, tomaba un palito mondadientes y salía a la puerta para
escarbarse los dientes.
Cierto día mi señor apareció en casa con un real, y muy contento me mandó a
comprar pan.
Subo subo por la calle y me topo con un muerto, y la viuda lloraba diciendo:
“Marido mío, a dónde te llevan? A la casa triste y desdichada, donde nunca comen ni
beben?”
Yo pensé que venía a nuestra casa y me apresuré para cerrar las puertas, y mi amo
se reía de buena gana. Cierto día me enteré de su pasado. Era de Castilla y abandonó su
ciudad porque cierto señor no se sacaba el sombrero ante él, y porque le decía, “Mantenga
Dios a vuestra merced.”
Cuando le hice ver que eso era algo insignificante me respondió: “Eres muchacho y
no sientes las cosas de la honra. Pues te hago saber que yo soy un escudero. A los más
altos, como yo, no les han de hablar menos de “beso las manos de vuestra merced”.
Estando hablando de esto entraron por la puerta un hombre y una vieja. El hombre
le pide el alquiler de la casa, y la vieja de la cama. El les dijo que saldría a cambiar dinero y
que volvieran a la tarde, pero su salida fue sin retorno. Así me ocurrió todo al revés, porque
generalmente los amos suelen ser dejados de sus criados, pero en mi caso, mi amo huyó de
mí.
TRATADO CUARTO
COMO LAZARO SE ASENTO
CON UN FRAILE DE LA MERCED
Y DE LO QUE ACAECIO CON EL
Tuve que buscar otro amo, un fraile de la Merced, a quien me encaminaron unas
mujeres que decían ser sus parientes. El era enemigo del coro y de comer en el convento.
Siempre andaba fuera porque era muy amigo de los negocios profanos y de visitar, tanto
que creo que rompía más zapatos que todo el convento.
Este me dio los primeros zapatos que tuve en mi vida. Pero no me duraron ocho
días, ni yo pude con su trote durar más. Y por eso, y por otras cositas que no digo, me fui
de él.
TRATADO QUINTO
COMO LAZARO SE ASENTO
CON UN BULDERO
Y DE LAS COSAS QUE CON EL PASO
Por suerte di con mi quinto amo, que era buldero o vendedor de bulas, el más
desenvuelto y desvergonzado que jamás vi ni espero ver, ni pienso que nadie vio. Cuando
no le compraban sus bulas por las buenas, buscaba que se las comprasen por las malas,
como ilustro a continuación:
En cierto lugar había predicado dos o tres días y no le habían comprado ninguna
bula ni tenían intención de comprárselas. Y esa noche, después de cenar, se puso con el
alguacil a apostar el postre y en el juego empezaron a reñir y a insultarse. Le dijo ladrón al
alguacil, y éste le dijo que las bulas que predicaba eran falsas, así que pasaron a las armas.
Ante el escándalo acudieron los vecinos y se metieron en medio, y ellos intentaban
deshacerse de ellos para matarse. Por fin lograron separarlos y nos fuimos a dormir.
Al siguiente día mi amo se fue a la iglesia y mandó llamar a misa y al sermón para
despedir la bula. Se subió al púlpito y animó a la gente a que no se quedasen sin el bien y la
indulgencia que la santa bula concedía. Estando en lo mejor del sermón entra a la iglesia el
alguacil, y con voz pausada comenzó a decir: “Yo vine aquí con este estafador, el cual me
engañó diciéndome que compartiríamos la ganancia de la venta de las bulas. Pero confieso
que las bulas que predica son falsas, y que no le creáis ni las toméis. Vosotros sois mis
testigos de que yo no tengo nada que ver con él.”
Algunos intentaron sacar al alguacil de la iglesia para evitar un escándalo. Pero mi
amo mandó a todos que no le estorbasen y que le dejasen decir todo lo que quisiere. Luego
le preguntó si quería decir más, y el alguacil respondió: “Tengo mucho que decir de ti y de
tu falsedad, pero por ahora basta.”
Entonces mi amo se hincó de rodillas, y mirando al cielo dijo: “Señor Dios, de
quien ninguna cosa está escondida, tú sabes la verdad y cuán injustamente soy afrentado.
En lo que a mí concierne, yo lo perdono. Pero la injuria hecha a ti no disimules, porque
pudiera haber aquí alguno que pensaba adquirir la bula y por causa de este hombre no lo
hará. Por eso, haz aquí un milagro, y si es verdad lo que él dice este púlpito se hunda
conmigo. Y si es verdad lo que yo digo, y éste persuadido del demonio intenta privar a los
presentes de tan grande bien, sea castigado y de todos sea conocida su maldad.”
Apenas acabó su oración, el alguacil cayó al suelo tan estruendosamente que hizo
resonar toda la iglesia, y comenzó a bramar, a torcer su boca y a echar espumajos, y a
revolcarse de un lado para otro. El estruendo y el griterío de la gente era grande, y algunos
sujetaron sus brazos y sus piernas con los cuales golpeaba a los que se acercaban. Más de
quince hombres estaban sobre él por un rato, y si se descuidaban les daba en el hocico.
Ante todo esto, mi amo estaba en el púlpito de rodillas, con las manos y los ojos
puestos en el cielo, y el ruido y griterío en la iglesia no le podían apartar de su divina
contemplación. Entonces unos hombres le rogaron que socorriese a aquel pobre que se
estaba muriendo. Y mi amo, como quien despierta de su dulce sueño, bajó del púlpito y oró
para que el Señor tuviese a bien perdonar a aquel pecador y expulsar de él al demonio.
Todos se hincaron de rodillas con él y junto con los clérigos comenzaron a cantar un
himno. Después se acercó a él con la cruz y el agua bendita, hizo una oración con la cual
hizo llorar a toda la gente como suelen hacer en los sermones de Semana Santa. Y hecho
esto, mandó traer la bula y la puso sobre su cabeza. Y luego el alguacil pecador comenzó
poco a poco a estar mejor, y se echó a los pies de mi amo y le pidió perdón.
Mi amo le perdonó. Y hubo tanta prisa por adquirir la bula que ninguna alma se
quedó sin ella. Y en las comarcas cercanas ya no era necesario ir a la iglesia ni el sermón,
porque acudían a adquirirlas en la posada como si fueran peras que se daban de balde. En
diez o doce lugares donde fuimos, vendió mi amo como mil bulas sin predicar un sermón.
Cuando hicieron el ensayo, confieso mi pecado, yo también me asusté, y creí que
era real. Pero al ver después cómo se reían mi amo y el alguacil con aquel negocio, aprecié
cómo había sido influido por mi inventivo amo. Y me pareció muy gracioso y dije dentro
de mí: “Cuantas de éstas cosas deben hacer estos burladores entre la gente inocente!”
TRATADO SEXTO
COMO LAZARO SE ASENTO
CON UN CAPELLAN
Y LO QUE CON EL PASO
Después de esto estuve con un maestro pintor, para molerle los colores, y también
sufrí muchos males. Y cuando ya era adolescente, entré un día en la iglesia mayor y un
capellán me recibió como su criado, y me dio un burro, cuatro cántaros y un azote, y
comencé a vender agua por la ciudad.
Le daba cada día a mi amo treinta maravedís ganados y me fue tan bien en el oficio
que al cabo de cuatro años ahorré para vestirme honradamente de ropa vieja y me hice de
una espada de Cuéllar. Después le dije a mi amo que tomase su asno pues no quería seguir
en aquel oficio.
TRATADO SEPTIMO
COMO LAZARO SE ASENTO
CON UN ALGUACIL
Y LO QUE LE ACAECIÓ CON EL
Después trabajé como hombre de justicia al servicio de un alguacil, pero poco
tiempo pasé con él porque dicho oficio me parecía peligroso, sobre todo cuando una noche
nos corrieron a mí y a mi amo a pedradas y a palos.
Y pensando a qué me dedicaría para ganar algo para la vejez, quiso Dios
alumbrarme y conseguí mi oficio actual, el de pregonar los vinos que en esta ciudad se
venden, o las cosas perdidas o de acompañar a los que padecen persecución por la justicia y
declarar a voces sus delitos. Me va tan bien, que todas las cosas tocantes al oficio pasan por
mi mano, tanto que en toda la ciudad, si Lázaro de Tormes no sabe de cualquier cosa, saben
que no han de sacar provecho.
En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, el señor arcipreste de San
Salvador, cuyos vinos pregonaba, me hizo casar con una criada suya, y nos alquiló una
casita junto a la suya, y los domingos y las fiestas las comíamos en su casa.
Pero las malas lenguas que nunca faltaron ni faltarán me decían persistentemente
que antes que se casase conmigo ella había parido tres veces, hablando con reverencia, de
su merced. Yo de mi parte, y mi señor de su parte arreglamos las cosas con juramento de no
volver a hablar de ello, y que yo tuviese por bien que ella entrase y saliese de noche y de
día a su casa, seguro de su bondad. Y así quedamos los tres bien conformes.
7
CORAZON
Edmundo de Amicis
El libro de Edmundo de Amicis se llama, Corazón, porque tiene como objetivo
formar un corazón noble en todos los lectores. Su estructura es el año escolar en Italia, que
por estar en el hemisferio norte, empieza en octubre y termina en julio.
Edmundo de Amicis refiere los recuerdos de Enrique, de sus días de escolar en
Turín, provincia de Piamonte, Italia, y de las cartas que le escribía su buen padre, el señor
Alberto Bottini, y también su madre, con el propósito de sembrar en su corazón solidaridad,
amor a Dios, amor a la escuela y a sus maestros, cariño a los compañeros de escuela y
respeto a sus padres, por más pobres e insignificantes que parezcan ser.
Enrique reconstruye una especie de diario, haciendo resaltar lo ocurrido cada mes,
en los días más resaltantes. También incluye un cuento conmovedor que les era contado en
clase cada mes para ser luego motivo de comentario.
De manera especial rememora las palabras de su padre, cuando le decía: “Qué
cosas tan hermosas te ha dicho el maestro! Dios, que nos ha arrojado al uno en brazos del
otro, no nos separará jamás. Cuando yo muera, no nos diremos aquellas terribles palabras:
‘No te veré ya más!’ Nosotros nos volveremos a ver en otra vida, en un mundo sin culpa,
sin llanto, sin muerte. Pero debemos hacernos dignos de esa otra vida.”
A continuación algunas de las experiencias más conmovedoras que En-rique
recuerda de su escuela:
EXPERIENCIAS DE OCTUBRE
El lunes 17 de octubre es el primer día de clases, después de los tres meses de
vacaciones en el campo. Este año, Enrique es matriculado por su padre en la tercera
elemental de la sección Bareti, que equivale al último año de primaria. A Enrique le
correspondía estar con el maestro Perbono.
El primero de sus compañeros del año pasado que menciona Enrique es Ernesto
Deroso, “el que siempre obtenía el primer premio”.
El martes 18, Enrique ya ha desarrollado simpatía por su nuevo maestro, y no es de
sorprenderse porque el señor Perbono es muy amable, al juzgar por las palabras con que se
dirige a sus alumnos.
El viernes 21 ocurrió una desgracia a Roberto, un alumno del curso inferior, y el
colegio se llenó de gente que quería verle. La rueda de un ómnibus le había roto un pie. Eso
había ocurrido por auxiliar a un niño más pequeño. Tanto la madre de Roberto, como la
madre del niño a quien había auxiliado entraron al colegio, en medio de un griterío de
desesperación. Una vez que partió el carruaje donde llevaban a Roberto, todos los demás
entraron silenciosos en la escuela.
El sábado 22 escribe Roberto que el director les presentó a un nuevo alumno, un
niño moreno proveniente de la provincia de Calabria, o como se les llama a sus habitantes,
era un calabrés.
El martes 25 recuerda Enrique con mucho cariño a Garrón, el mayor de todos en el
curso. También menciona a otro niño amable llamado Coreta, el hijo de un empleado de
ferrocarriles que fue soldado del príncipe Humberto en la guerra de 1866. También
menciona a Nelle, un niño jorobadito de rostro entristecido; a Votino, un niño elegante y
quisquilloso; al Albañilito, llamado así por ser hijo de un albañil, y que tiene una
característica jocosa: Con gran habilidad sabe poner el hocico de liebre para provocar la
risa.
También menciona a Garofi, un muchacho alto y con “nariz de pico de loro”, que
siempre intenta engañar al profesor escribiendo la lección en sus uñas. Otro compañero de
curso es Carlos Nobis, un “señorito orgulloso”. Otro es Crosi, un niño pelirrojo que tiene
un brazo inmóvil, cuya madre es verdulera, pero que se da el lujo de tener a su padre “en
América”.
Otro compañero es Estardo, pequeño, tosco y gruñón, pero muy atento a la lección.
Otro se llama Franti, de rostro oscuro y sucio, un pilluelo que ya fue expulsado de otra
escuela. “Sin embargo”, escribe Enrique, “yo quiero más a Precusa, el hijo del herrero.” Es
un niño muy noble y tímido.
El miércoles 26 recuerda Enrique a Garrón en todo el esplendor de su personalidad.
Cuando unos niños atormentaban a Crosi, el hijo de la verdulera, y el malvado de Franti se
puso a remedar a su madre cuando venía a buscarlo con sus canastos, Crosi arrojó un
tintero que fue a dar justo sobre el pecho del profesor. Y Garrón dijo: “Yo he sido.”
El jueves 27 recuerda a su antigua maestra que fue a visitar su casa para recoger
ropa para una pobre mujer. Su maestra tiene su salud quebrantada. Con todo se da tiempo
para visitar a sus alumnos, como en aquella ocasión que fue a visitar a un niño que estaba
con sarampión.
El viernes 28 escribe que un día antes había ido con su madre y con su hermana
Silvia llevando ropa a la pobre mujer sobre la cual se había escrito en el periódico. Resulta
que ella era la verdulera, la madre de Luis Crosi. Enrique cuenta que vio a Crosi de
espaldas en un rincón de la casa y pensaba hacerse el que no se daba cuenta, pero que su
madre le dio un empujón para que fuese a abrazarlo.
El viernes 28 su padre le escribe a Enrique una nota, amonestándole porque “el
estudio te resulta ingrato”. Le dice: “Qué despreciables y estériles serían tus días si no
fueses a la escuela!”
El cuento del mes:
El pequeño patriota paduano
El sábado 29 el maestro les dice que en cada mes les va a contar un cuento y luego
les va a dar escrito. El tema será siempre el relato de una acción buena llevada a cabo por
un niño.
El primer cuento dice que un navío partió de Barcelona para Génova, llevando a
bordo franceses, italianos, españoles y suizos. Y entre ellos había un chico de unos once
años, mal vestido, que estaba siempre solo y miraba de reojo. Tenía razón para ello, pues
sus padres, labradores de Padua, le habían vendido a un titiritero, que se lo había llevado de
ayudante por Francia y España, castigándolo siempre.
Cuando estuvieron en Barcelona, el niño fue a pedir protección al cónsul de Italia, el
cual le estaba enviando en aquel navío con una carta para el alcalde de Génova.
El chico guardaba un hermético silencio, pero tres de los pasajeros del viaje
lograron que les contara su historia, y le dieron algunas monedas, que el niño tomó
agradecidamente y por primera vez apareció en su mirada una expresión de cariño.
El chico deambulaba después por la cubierta del barco, pensando en todo lo que
haría con esas monedas que le habían dado, cuando asomó su cabeza por una claraboya y
escuchó a aquellos viajeros hablar mal de Italia. El tercero no concluyó de pronunciar la
frase “un pueblo la...” (quería decir, “ladrón”), cuando una tempestad de monedas cayó
sobre sus cabezas y espaldas.
El niño les dijo: “Recobrad vuestro dinero; yo no acepto favores de quienes insultan
a mi patria.”
EXPERIENCIAS DE NOVIEMBRE
El 1ro. de noviembre recuerda Enrique que le tocó ir a la escuela de niñas para darle
el cuento del muchacho paduano a la maestra de su hermana Silvia, pues lo querían leer, y
tuvo allí una experiencia conmovedora a la que se refiere así: “Qué cosa más hermosa
presencié!”
Frente a la escuela, con la frente apoyada en las manos, lloraba un niño que
trabajaba como deshollinador de chimeneas. Unas chicas se aproximaron para preguntarle
por qué lloraba, pero él no dejaba de sollozar. Después se enteraron que el dinero que había
ganado se le había zafado por un bolsillo roto y su amo le pegaría. Las chicas rodearon al
niño e hicieron una colecta para él. Había niñas que no tenían ninguna moneda, pero para
dar algo le entregaron sus ramitos de flores.
El 2 de noviembre la madre de Enrique le escribe una linda notita con relación al
Día de Todos los Santos, que está consagrado a la conmemoración de los muertos, sobre
todo de aquellos que con su muerte hicieron una grande contribución a la vida. Le dice:
“Piensa hoy con gratitud en estos muertos, y serás mejor y más cariñoso con todos los que
te quieren bien y trabajan por ti. . .”
El viernes 4 escribe sus gratos recuerdos de su buen amigo Garrón, porque después
de los dos días de feriado por Todos los Santos, dice, “me parece que he estado tanto
tiempo sin ver a Garrón! Cuanto más le conozco, más lo quiero. . . Cada vez que uno de los
mayores levanta la mano sobre un pequeño, basta que éste grite “Garrón” para librarse. . .
Yo estoy contento cuando estrecho en mi mano la suya, grande como la de un hombre.
Seguramente que arriesgaría su vida por salvar la de un compañero. . . Se oye con tanto
gusto el murmullo de aquella voz, que se sabe que viene de un corazón noble y generoso.”
El lunes 7 Enrique recuerda que el día de ayer Carlos Nobis, el orgullosito, se peleó
con Beti, uno de los más pequeños, hijo de un carbonero, y como no tenía otra razón le dijo
finalmente: “Tu padre es un andrajoso.” Esto le arrancó lágrimas al chico que fue y se lo
dijo a su papá. El padre fue a quejarse a la escuela en el preciso momento en que estaba allí
el papá de Carlos Nobis, y al enterarse de lo ocurrido obligó a su hijo a pedir perdón. Luego
el hombre estrechó la mano del carbonero y pidió que los hicieran sentar juntos.
El jueves 10, recuerda Enrique a la maestra Delcato que ha visitado a su hermano
enfermo. Les contó ciertas anécdotas de la mamá de Beti, de cuando éste estaba en primera
elemental, y de todos los niños pequeños en una clase como la que a ella le tocaba enseñar.
De veras, los chicos hacen reír y llorar a una maestra!
El jueves 10 Enrique recibió una nota escrita por su padre, quien había observado
que él había faltado el respeto a su madre en presencia de la maestra de su hermanito. Le
dice: “Enrique mío, que esto no suceda más!”
El domingo 13, recuerda Enrique, su padre le perdonó. El mismo día se encontró
con su compañero Coreta, a quien le estaban haciendo soportar una carga de leña, que
luego amontonaba en la tienda de su padre. Lo admirable del caso es que cuando Enrique le
preguntó “qué haces”, no dijo “cargo leña”, sino: “Estoy repasando la lección.” Y era
verdad, estaba repitiendo la lección acerca del verbo que debían llevar aprendida al día
siguiente.
Coreta también estaba preparando café para su mamá, que estaba enferma, y
Enrique pudo ver a la señora. Coreta le mostró luego el retrato de su padre, con la Cruz al
Valor que ganó cuando estaba en la división del ejército bajo el entonces príncipe
Humberto. Y entre repaso y conversación, Coreta atendía a los clientes en la tienda, porque
su padre había salido. Y para colmo, tuvo que cargar adentro de la tienda el contenido de
otro camión de leña que acababa de llegar. Todo esto conmovió a Enrique.
El viernes 18 Enrique escribe acerca de los maestros de la secundaria y del director
de la escuela. Acerca de este buen hombre escribe: “Nadie le ha visto reír dice mi
madre, desde que murió su hijo, que era voluntario en el ejército. Y tiene a su vista un
retrato sobre la mesa de la dirección. En ese preciso momento entró un señor a matricular a
su hijo, y resulta que el muchacho era igualito a su hijo muerto.
El martes 22 Enrique cuenta que el día anterior pasó por la escuela un regimiento de
infantería, y los chicos saltaban llevando el compás. Entonces Franti se echó a reír al ver un
soldado que cojeaba, pero justo a tiempo el director observó su infamia y le llamó la
atención. El director aprovechó la oportunidad para hablarles a todos acerca de los
soldados: “Debéis querer mucho a los soldados. Ellos se harían matar por nosotros si
mañana un ejército extranjero amenazara nuestro país.”
A iniciativa del director los alumnos saludaron militarmente a los soldados, y el
oficial que portaba la bandera les devolvió el saludo con la mano. Aquello causó una grata
impresión en toda la gente agolpada en la calle.
El miércoles 23 escribe sobre Nelle, el jorobadito, que al mirar a los soldados
parecía pensar: “Yo nunca podré ser soldado!” Qué triste era que sus compañeros se
burlaran de él y le golpearan la espalda. Se limitaba a llorar en silencio. Pero Garrón les
advirtió que al que le molestara le daría un cabezazo. Franti quiso probar su decisión y
recibió el cabezazo anunciado. Garrón se ha convertido en su ángel protector!
La mamá de Nelle un día fue a conocer a Garrón a la escuela, y se arrancó del
cuello una cadena con una crucecita y la colgó del de Garrón, diciéndole: “Querido niño, en
recuerdo de la madre de Nelle, que te da millones de gracias y que te bendice!”
El viernes 25 escribe que el día anterior el maestro le dijo a Deroso: “Has recibido
grandes dones de Dios. . .” Como en años anteriores, ha obtenido también el primer premio.
Es un chico de doce años, y aparte de inteligente es alto y hermoso. Siempre él es el
primero de la clase. Enrique escribe acerca de él: “Yo te respeto y te admiro!”
El martes 29 la madre de Enrique le escribió una nota con relación al cuento
mensual sobre el Pequeño Vigía Lombardo, que ofrendara su vida por su patria.
El cuento del mes:
El pequeño vigía lombardo
Una hermosa mañana de junio de 1859, durante la guerra por la liberación de
Lombardía, iba a paso lento una sección de caballería explorando el campo enemigo.
Llegaron a una casita en la cual había un muchacho de unos doce años. El resto de los
aldeanos, después de izar su bandera, habían huido de miedo a los austríacos.
El oficial interrogó al niño, quien le dijo que era abandonado y que se había
quedado para ver la guerra. Entonces el oficial le pidió que trepara a un árbol alto para
avistar a los austríacos. El oficial propuso recompensarle por eso, a lo que el niño le dijo:
“Si yo soy lombardo!”
El enemigo logró avistar al niño y le dispararon repetidas veces y el chico fue
derribado. Un arroyo de sangre corría de su pecho; la bala había perforado el pulmón
izquierdo. No tardó el chico en morir. Entonces el oficial quitó la bandera que había en la
casa y la extendió como paño fúnebre sobre el chico y se le dio sepultura como a un
soldado caído en campaña, con todos los honores de la guerra. Cuando los soldados de toda
la región veían al chico lo saludaban con sus sables, pero uno de ellos arrancó flores de la
orilla del arroyo y se las arrojó. Todos le imitaron, y en pocos momentos el muchacho se
vio cubierto de flores. Un oficial le colocó su medalla al valor.
EXPERIENCIAS DE DICIEMBRE
El jueves 1ro. Enrique recuerda que como su padre quería que se hiciera amigo de
todos sus compañeros, él tuvo la idea de invitarlos a su casa los días feriados. Este día le
visitaba Garofi, el hijo del farmacéutico, que tiene la manía de contar continuamente las
monedas que lleva en el bolsillo. También observa que todo lo que encuentra lo recoge; le
gusta coleccionar estampillas que espera después vender. El librero le da cuadernos gratis
porque le lleva niños clientes a su tienda. En la escuela todos los días hace rifas y subastas.
A Enrique le agrada este tipo tan original; sus compañeros lo creen avaro, pero Enrique no
piensa así.
El lunes 5 Enrique anota que el día anterior, fue de paseo por la alameda de Rívoli
con Votino, el chico cursi y exhibicionista. Recuerda que se sentaron en una banca donde
estaba un muchacho, y Votino empezó a mostrar sus botas y su reloj que decía que era de
oro. En todo le mostraba sus cosas al muchacho, pidiéndole su opinión. En eso se acercó su
padre y le dijo: “Calla! Es ciego.”
El sábado 10 se refiere a la llegada de la nieve a la cual llama con alegría, “la amiga
de los niños”. Su padre aprovechó la oportunidad para escribirle una nota en que le hace
sensible al hecho de que en el invierno también hay niños sin pan, sin zapatos, sin lumbre.
El Domingo 11 recuerda la visita del “Albañilito”, que estaba vestido con la ropa de
su padre, emblanquecida por la cal y el yeso. Este es el chico que suele poner su cara como
“hocico de conejo” para provocar la risa. Con ocasión de esta visita, su padre le escribió
una nota diciéndole: “Sabes, hijo mío, por qué no quise que limpiaras el sofá? que el
Albañilito había manchado con su ropa. Porque limpiarlo estando tu compañero presente
era casi hacerle una amonestación. . . Porque lo ha manchado con la ropa de su padre, y lo
que se mancha trabajando no ensucia: Es polvo, es barniz, pero nunca es suciedad. Quiero
mucho al Albañilito porque es hijo de un obrero.”
El viernes 16 recuerda un accidente que ocurrió en la escuela. Un grupo de
muchachos se pusieron a jugar con bolas de nieve que se había convertido en hielo, e
hirieron a un anciano. El que había hecho aquello era Garofi, y Garrón le dijo: “Sería una
villanía dejar que sospecharan de otro.”
Garrón llevó a Garofi para que pidiera perdón, pero al ver que lo vejaban, alguien
dijo: “No señores! Puesto que ha tenido el valor de presentarse, nadie tiene derecho a
vejarle.” Era el director.
El sábado 17 vino a remplazar al profesor la señora Cromi. Ella estaba triste porque
tenía a su hijo enfermo. Y haciendo contraste Enrique pasa a describir a la bella muchacha
que sirve como maestra en la sección elemental.
El domingo 18 su padre le dijo que fueran para visitar al señor que fue herido en su
ojo. Gracias a Dios, pronto se curaría. En eso apareció Garofi, que no se atrevía a entrar. Es
el chico que le arrojó la bola de nieve, y hacía esfuerzos para contener las lágrimas.
Después Garofi se dirigió a la puerta de salida, y al ver al nieto del anciano que le seguía, se
detuvo y le obsequió su album de estampillas. Era todo su tesoro. Pobre niño! Regalaba la
mitad de su vida a cambio del perdón!
El miércoles 28 apareció Garofi lleno de alegría porque le habían devuelto su álbum
de estampillas, aumentado con tres estampillas de Guatemala. Otra cosa importante es que
Estardo había obtenido la segunda medalla, a pesar de sus limitaciones intelectuales. Pero
como dice Enrique de él, “era paciente como un buey”. Al darle la medalla, el maestro le
dijo: “El que estudia, triunfa!”
El sábado 31 su padre le escribió una nota para hablarle a Enrique acerca de la
gratitud a su maestro, y termina diciéndole: “Quiérele siempre. Pronuncia con respeto el
nombre de ‘maestro’, que después del de padre, es el nombre más dulce que puede dar un
hombre a su semejante.”
El cuento del mes:
El pequeño escribiente florentino
En la cuarta clase elemental estudiaba Julio, un gracioso niño de Florencia que tenía
doce años de edad. El era el hijo de un empleado de ferrocarriles que tenía muchas
limitaciones económicas y que de noche trabajaba como copista para ayudarse. “Estoy
perdiendo la vista” solía decir. Por lo que el niño le pidió que le dejara ayudarle en el
trabajo. Pero su padre se negaba diciéndole que la escuela era más importante.
El niño no insistió, pero al darse cuenta que a las doce en punto dejaba su padre de
escribir y salía del despacho para el dormitorio, una noche esperó hasta esa hora, se vistió,
encendió el mechero y empezó a escribir imitando en lo posible la letra de su padre.
Escribió hasta la página ciento sesenta. Entonces apagó la luz y volvió a la cama de
puntillas.
Aquel día, a las doce, su padre se sentó a la mesa de buen humor. Como hacía el
trabajo mecánicamente, no había advertido nada, y se sentía rejuvenecido.
En las noches siguientes Julio hizo lo mismo, y su padre empezó a observar que
daba cabezazos sobre los libros y parecía muy cansado; así que empezó a observarlo y a
preocuparse.
Transcurrieron dos meses de tareas nocturnas y de pereza diurna, de esfuerzos
desesperados del hijo y de margas reflexiones del padre. Su madre, al observarlo pálido,
pensó que estaba enfermo. Pero su padre respondió: “Ya no me importa!”
Aquella expresión le hizo el efecto de una puñalada en el corazón al pobre
muchacho. Pero aquella noche, más que nada, por costumbre volvió al trabajo de su padre,
y en medio del cansancio se le cayó un libro. Su padre escuchó y fue en puntillas de pie
para ver qué pasaba, y de este modo pegó su blanca cabeza a la cabecita negra de Julio. Un
arrepentimiento desesperado y una ternura inmensa invadían su alma.
Su padre le pidió perdón cubriéndole con besos. Lo llevó a su cama y le dijo a su
madre: “Besa a este ángel que hace meses no duerme y trabaja por mí, mientras yo he
entristecido su corazón sin comprenderlo!”
Su madre no pudo hablar, y sólo apretó al niño contra su pecho, y Julio, rendido, se
durmió por fin.
EXPERIENCIAS DE ENERO
Lo que más me llama la atención es aquel niño de la escuela que se llama Estardo,
porque en medio de todos los niños tiene un lindo hobby: Formar una biblioteca particular
en su casa. Lo sé porque me ha invitado a verla. Su padre le apoya en esto y me dice acerca
de su hijo: “Es testarudo; llegará a ser algo. Yo te lo aseguro.”
También me impresiona positivamente Precusa, el hijo del herrero, quien se refugia
en el estudio porque su padre llega borracho a casa, lo castiga sin motivo, le arroja los
libros al suelo y le deja ir al colegio sin tomar desayuno. Yo sé que esto ocurre, pues vive
en el techo de nuestra casa.
Otro niño que me conmueve es Coreta, porque ayuda a su papá vendiendo leña.
Aunque ha nacido y se ha criado entre la leña, tiene distinción en la sangre y en el corazón.
Me gusta cuando estos amigos me visitan en mi casa.
Pero Franti es un malvado, un imbécil que se ríe de las cosas serias, como cuando
Deroso refirió en la escuela, ante el público lleno de sentimiento, cómo fueron los funerales
de Víctor Manuel, el amado rey de Italia. También le pega al hijito del albañil, porque es
pequeño; atormenta a Crosi porque tiene un brazo inmóvil; y se ríe de Roberto quien anda
con muletas por haber salvado a un niño de la escuela. También se ríe del maestro
haciéndose el que llora arrepentido, roba cuanto puede y miente desvergonzadamente. Su
pobre madre lloraba rogando al director que lo readmitieran en el colegio. La pobre señora
le tomaba al director las manos, suplicándole humildemente. El director le dijo a Franti:
“Franti, estás matando a tu madre!” Pero el muy infame, se sonreía!
Votino es un envidioso. El maestro le dice: “No permitas que se apodere de ti la
serpiente de la envidia que roe el cerebro y corrompe el corazón.”
El cuento del mes:
El Tamborcillo sardo
Ocurrió en la batalla de Custoza en 1848, entre los italianos y los austríacos que
habían invadido Italia. Unos sesenta soldados italianos fueron enviados a una colina en el
frente de batalla, para ocupar una casa solitaria, pero fueron sorprendidos por el enemigo.
Entre los soldados italianos se encontraba un muchacho sardo, es decir de Cerdeña,
que tocaba el tambor en la banda, Y como era todavía muy tierno le llamaban de cariño
“Tamborcillo”.
El bombardeo de los austríacos era fuerte y la casa se derrumbaba en medio de una
nube de polvo. El cerco a la casa se estrechaba, y el capitán se vio obligado a enviar un
mensaje pidiendo ayuda a otras fuerzas italianas. Pero se necesitaba alguien valeroso que se
atreviera a correr esquivando las balas y entregar un mensaje. Así es que le dijo al
muchacho:
Tamborcillo! Tienes tú valor?
El muchacho saludó con porte militar y se ofreció a ir, y el capitán le dijo:
Que Dios te ayude!
El muchacho se abrió camino entre la lluvia de balas, y cuando cayó, sus
compañeros le creyeron muerto. Pero se levantó de nuevo y avanzó cojeando y sentándose
cada cierto trecho.
Los austriacos se acercaron a la casa y les pedían su rendición, pero de pronto los
italianos vieron que se aproximaban sus refuerzos. Los enemigos vacilaron y los italianos
recobraron el ánimo, pero fueron finalmente derrotados y el capitán fue herido.
Llevaron al capitán a una iglesia donde se había improvisado un hospital de
campaña, y allí escuchó una vocecita que le dijo con sonido apagado:
Mi capitán. . .
El Tamborcillo estaba en cama, y serenamente le contó que logró entregar el
mensaje. Pero al ver que la mano del capitán chorreaba sangre le dijo:
Quiere usted que le apriete la venda, mi capitán?
El capitán le extendió la mano, pero el muchacho apenas se alzó de la almohada
palideció y se desvaneció. El capitán le dijo entonces:
Tú debes haber perdido mucha sangre. . .
El Tamborcillo le respondió sonriendo:
Algo más que sangre. Mire usted! Y se destapó.
El capitán se echó atrás horrorizado: Le habían amputado la pierna izquierda y el
muñón estaba vendado con paños ensangrentados.
Entonces el médico le dijo al capitán:
Su pierna se hubiera salvado, si no la hubiese forzado de aquella manera. Pero sí
que es valiente!
Entonces el capitán se quitó el quepis ante el muchacho y le dijo, con los ojos
humedecidos por las lágrimas:
Yo no soy tu capitán! Tú eres el héroe!
EXPERIENCIAS DE FEBRERO
El sábado 4, antes que terminara la mañana, vino el inspector a repartir los premios,
y entregó la primera medalla a Deroso. Luego, al entregar la segunda medalla a Precusa, el
hijo del herrero, le dijo: “Nadie es más digno de ti de llevar esta medalla.”
Cuando salimos de la clase vimos al padre de Precusa, pálido como de costumbre,
con su mirada amargada y tambaleándose a causa de la bebida. Entonces el maestro y el
director, así como muchos chicos, se acercaron a él. Y el inspector le preguntó:
Es usted el padre de este muchacho? Me alegro mucho. Mire, su hijo ha ganado
la segunda medalla entre 54 compañeros. Puede usted estar orgulloso de él.
El herrero miró a su hijo que temblaba, y expresando en su cara cierta estúpida
admiración y dolor, lo apretó fuertemente contra su pecho.
Enrique rememora el domingo 5, cuando vio a un grupo de muchachos que
trabajaban como operarios, saliendo a sus casas casi de noche, pero alegres a pesar del
cansancio del día. Entonces él se siente empequeñecido y avergonzado al darse cuenta que
él, a pesar de todos los esfuerzos de su padre, no estaba esforzándose lo suficiente en la
escuela. Y se propone cambiar diciéndose a sí mismo: “Al trabajo, que me traerá
nuevamente la bondadosa sonrisa de mi maestro y el bendito beso de mi padre!”
El viernes 10 estuvieron algunos niños de visita en mi casa, y Precusa, el hijo del
herrero estaba entre ellos. Cómo se deleitaba jugando con mi trencito. Mi padre se dio
cuenta de ello y me pasó un papelito con estas palabras: “A Precusa le gusta tu tren. El no
tiene juguetes. No te dice nada el corazón?”
Yo se lo regalé, Y Precusa no lo podía creer. Mi padre tuvo que intervenir para
decirle: “Te lo regala para celebrar la medalla que has ganado.”
Enrique recuerda que otro compañero de escuela, Carlos Novis, era muy despectivo.
Dice: “Es la encarnación misma de la soberbia, y todo porque su padre es un ricachón.” El
profesor, al ver tanto desprecio en él, le dijo: “Te compadezco.” y el “Albañilito” se volvió
para mirarle, poniéndole un hocico de liebre, tan gracioso que hizo estallar una sonora
risotada. El maestro le regañó, pero tuvo que cubrirse la boca para ocultar la risa.
Otra mañana, recuerda, unos guardias y dos hombres pasaron transportando una
camilla. Una mujer venía detrás gritando: “Está muerto! Está muerto!”, y detrás le seguía
un muchacho sollozando. Era un pobre albañil que se caído del cuarto piso, donde estaba
trabajando. Pero al ver todo esto, el imbécil de Franti se reía. Entonces alguien le gritó:
“Descúbrete, mal nacido, cuando pase un herido del trabajo!”
El viernes 17 nos encontramos con cierto maestro que le contó a mi padre una
historia acerca de un tintero cónico que obtuvo en la cárcel a donde iba a dar clases. Entre
los presos había un joven que era más atento y miraba al maestro con gratitud. Un día llamó
al maestro para que se acercase a su celda. Entonces le dijo que se despedía, porque iban a
llevarle a otra cárcel. Entonces le suplicó al maestro que le dejarse tocarle la mano. Este se
la alargó, y él se la besó, cubriéndosela de lágrimas.
El maestro nos contó que justamente el día anterior vino a buscarle aquel joven, ya
libre después de muchos años de cárcel, para llevarle ese tintero que tenía la inscripción: “A
mi maestro. Recuerdo del preso número 78.”
En la escuela, Deroso me dijo que aquel hombre que había hecho el tintero cónico
era el papá de Crosi, el hijo de la verdulera. El decía que su padre estaba en América,
porque su madre le engañó cuando a su padre lo llevaron a la cárcel. Y le reconvino: “Crosi
no sabe nada. No se te escape una palabra de esto!”
Otro día fui con mi padre al taller del herrero, y encontramos a Precusa estudiando
en su libro. Su padre nos vió y exclamó: “Ah! Aquí tenemos al guapo muchacho que
regala ferrocarriles!” Y diciendo esto sonreía, y trabajaba con ganas y dijo señalando a su
hijo: “Esto ha hecho este muchacho que honraba a su padre, mientras yo lo trataba como a
bestia!”
El lunes 20 la ciudad está de fiesta y en la plaza se han instalado titiriteros y
carruseles, y también el circo, en donde trabajan dos niños, uno de ellos de sólo ocho años.
El es el payasito y hace de todo, a lo largo del día, y en medio del frío, y encima de todo, de
noche actúa en público. Fuimos al circo y le vimos dando saltos mortales, girando agarrado
de la cola de los caballos, cantando y siempre sonriente, a pesar de que el lugar estaba casi
vacío. Entonces mi padre escribió un artículo periodístico acerca de él y el pintor Desli lo
ilustró con un retrato del niño. Como resultado, una multitud de gente fue al circo, entre los
que estaban mis compañeros de la escuela. Pero mi padre se escapó del circo para evitar
que el padre del payasito le diera las gracias. Yo me quedé adentro, y el payasito hizo una
serie de acrobacias, mirándome siempre que pasaba cerca de mí. Al final la gente se
aglomeraba hacia la calle, y sentí una mano que me tocaba. Me volví, y era el payasito que
me sonreía. Tenía la mano llena de dulces para mí. Cuando tomé los dulces, me dijo:
“Acepta también este beso.” El me dio dos besos y me dijo: “Lleva uno a tu padre.”
El martes 21 tuvimos el paseo de las máscaras en la Plaza de San Carlos, en medio
de las cuales iba un carro decorado que llevaba unos hombres disfrazados como caballeros
de la corte de Francia. Entonces vi que un hombre levantó en sus manos a una niña de unos
seis años y le acercó a aquel carro y les dijo: “Esta niña ha perdido a su madre entre la
muchedumbre. Ella no ha de estar lejos de aquí, y la verá.” Y realmente, la madre se
encontraba en otro lugar de la plaza gritando enloquecida por su hijita. Por fin, la mujer
pudo ver a su hijita en el coche, que se detuvo, y cuando la madre desesperada tomó a la
niña, la niña se agarró fijamente de manos del caballero. Entonces él se sacó un anillo de
oro con un grueso diamante y le dijo: “Toma; será tu dote para cuando te cases.” La madre
se quedó extática y la multitud prorrumpió en aplausos.
El jueves 24 fue a remplazar a nuestro maestro, que está muy enfermo un maestro
que antes había sido profesor de niños ciegos. A petición de Deroso, él les habló acerca de
la vida de los ciegos: “Ciego es no ver absolutamente nada; no distinguir el día de la noche;
no ver el cielo ni el Sol, ni a sus propios padres. Probad un momento a cerrar los ojos, y
pensad si debierais permanecer para siempre así. Inmediatamente os sobrecogería la
angustia y el terror. Sin embargo cuando se entra por primera vez en el instituto de los
ciegos, al oír tocar violines y flautas por todas partes, reír, subir y bajar las escaleras
velozmente, nadie diría que son tan desventurados. Pero han debido sufrir tremendamente
antes de resignarse a aquella desventura.”
Y así prosiguió la clase hablando de los niños ciegos, a petición del alumno Deroso.
Hacia el final, cuando Deroso preguntó si sería posible ir a visitarlos, el maestro respondió:
“Sí se puede, pero es mejor que vosotros, siendo niños, no lo hagáis por ahora. Es un
espectáculo triste. Uno de ellos me decía con profunda tristeza: ‘Quisiera llegar a tener
vista un momento nada más, para poder ver la cara de mi madre!’ Cuántos salen de allí
llorando, aun los hombres de corazón duro!”
Ayer fui a visitar a mi profesor enfermo. El buen hombre me habló muy conmovido.
Yo miraba unas fotografías clavadas en la pared, y él me dijo: “Todos éstos son muchachos
que me han dado sus retratos desde hace más de veinte años. Cuando me muera, la última
mirada la echaré a todos aquellos pilluelos entre los cuales he pasado la vida. Tú también
me darás el tuyo cuando hayas concluido el grado elemental.” Luego me entregó un regalo,
diciéndome que nos volveremos a ver en la escuela.
Enrique luego se acuerda de una cartita que le escribió su padre el sábado 25: “Esta
tarde te observaba desde la ventana. Al volver de la casa del maestro te tropezaste con una
pobre mujer. Cuida mejor de ver cómo andas por la calle. Recuerda, Enrique, siempre que
encuentres a un anciano, a una mujer con un niño en brazos, a un inválido, a una familia
vestida de luto, cédeles el paso con respeto. Debemos respetar la vejez, el amor, la
enfermedad, la muerte. . .”
El cuento del mes:
El enfermero del Taita
Cierta mañana, un muchacho campesino se presentó al portero del Hospital de
Nápolis para preguntar por su padre, con una carta en su mano. Su padre, que había ido a
Francia para buscar trabajo, se enfermó al volver, y como su esposa tenía que cuidar de su
bebita, envió a su hijito para que atendiera a su padre, a quien el niño llamaba “Taita” de
cariño.
Un enfermero vio la carta y se preguntó: “Un trabajador que ha llegado de
Francia?” Luego guió al niño a donde estaba su padre. Al verle, el muchacho estalló en
llanto, y recostó su cabeza sobre el hombro del enfermo, el cual ni se movió.
El muchacho se consternó al ver a Taita tan cambiado. Sus cabellos se habían
emblanquecido, su cara y sus labios estaban hinchados, y respiraba angustiosamente.
El muchacho pasó mucho tiempo al lado de su Taita querido, hasta que apareció una
monja bondadosa. Lamentablemente no podía hacer nada, y se alejó diciéndole: “Animo,
muchacho; ahora vendrá el médico.”
Cuando el médico pasó a pasar revista a aquel enfermo, el niño le preguntó qué
tenía su padre. El médico le respondió: “Ten valor, niño; tu presencia le puede hacer bien.”
El niño arreglaba las ropas de la cama, le espantaba los mosquitos, tocaba su mano
y le daba de beber en la boca. El enfermo lo miraba, pero parecía que no le podía
reconocer. Aquella noche el muchacho durmió sobre dos sillas, al lado de su Taita.
Al siguiente día se notó que el enfermo recobraba la conciencia e inclusive pudo
sonreír levemente. Pero al quinto día empeoró de repente. El niño hizo todo para animarle y
todo el tiempo lo pasó a su lado atendiéndole.
Cierto día escuchó a un hombre que se despedía de la monja, y su voz le hizo saltar
de la silla donde se sentaba al lado del enfermo. Entonces aquel hombre se volvió y lanzó
un grito: “Cecilio!”, precipitándose hacia él y abrazándolo.
En realidad el enfermero le había guiado a la cama de otro enfermo. El muchacho
apenas pudo balbucear y cuando su padre le dijo que se alistara para ir con él a casa,
Cecilio le dijo: “No, Taita... Yo no puedo. Mira ese viejo. Yo creía que eras tú. Le
quería. . . Quiere que siempre esté a su lado. No sé quién es, pero me quiere; moriría si se
queda solo. Dejame estar aquí, querido Taita!” Su padre le dijo: “Tú tienes corazón. Adiós,
excelente hijo!”
El niño volvió al lado del enfermo. Todo el día estuvo a su lado, y también toda la
noche, y aun el siguiente día, pero el enfermo se ponía peor. El enfermo hizo un esfuerzo
para aferrarse de la mano de Cecilio, abrió los ojos, le miró fijamente y los volvió a cerrar.
Había muerto. Entonces el médico le dijo: “Vete, hijo mío. Tu santa obra ha
concluido.”
El muchacho se limpió las lágrimas y luego, volviéndose al muerto le dijo: “Adiós.”
Y le vino a la boca el dulce nombre que le había dado durante cinco días: “Adiós, Taita!”
EXPERIENCIAS DE MARZO
El jueves 2 fui con mi padre a ver las clases de adultos que funciona de noche en
nuestra escuela Bareti, y nos encontramos con el director y los maestros encolerizados
porque alguien había roto a pedradas los vidrios de la ventana que da a la calle. El regente
había atrapado a un muchacho que pasaba por la calle, pero Estardo, que vive al frente, dijo
que había sido Franti.
A la clase de adultos asistían obreros de todo tipo, que tomaban asiento presurosos
en los bancos. También había niños que estudiaban de noche y se quedaban dormidos por el
cansancio. Quedé admirado al ver la atención que todos prestaban. En mi sitio estaba
sentado un hombre de grandes bigotes que se daba mañas para poder escribir. Y algo
interesante es que el albañil, padre de mi amigo “Albañilito” estaba sentado en el mismo
sitio que de día era de su hijo.
El domingo 5, Franti, expulsado de la escuela, quiso vengarse de Estardo y le
aguardó en una esquina. Para provocarlo tiró de las trenzas de la hermana de Estardo, tan
fuerte, que casi la hizo caer. Después empezó una encarnizada pelea, y alguien le gritó a
Estardo: “Cuidado, el infame tiene una navaja!” Pero Estardo le hizo soltar la navaja de un
mordisco en la mano. Franti echó a correr, malparado. Estardo permaneció en el sitio,
vencedor, al lado de su hermana, que lloraba.
El lunes 6 decían que a Franti lo meterían en la cárcel. Habían varios padres de
familia en la escuela, entre ellos, el de Roberto, el niño que andaba en muletas desde que
salvó de un ómnibus a otro niño. También estaba el papá de un niño que había muerto, y al
ver a los compañeros de su niño, prorrumpió en sollozos, cubriéndose la cara con las
manos.
El miércoles 8 la verdulera miraba a Deroso con una expresión de afecto muy
grande, porque éste, cuando descubrió el secreto de que su esposo, el padre de Crosi, que
no había estado en América, sino en la cárcel, le había tomado mucho cariño a Crosi y le
ayudaba a hacer las tareas, le daba papel, plumas y lápices, como a un hermano. La
verdulera quiso regalarle a Deroso una cajita de dulces, pero él no la aceptó, diciendo que
haría todo lo que pudiera por Crosi, a cambio de nada. La madre creyó haberle ofendido,
pero cuando parecía todo concluido, el padre de Crosi fue a la escuela para ver a Deroso. El
hombre tomó tímidamente uno de los rubios rizos de Deroso, y después de soltarlo, se llevó
la mano a su boca y la besó mirando a Deroso con los ojos humedecidos, como para darle a
entender que aquel beso era para él. Después se alejó con pasos apresurados.
El lunes 13 fuimos al entierro de un niño de la escuela que había muerto. Garrón y
Coreta se ofrecieron para llevar el ataúd. Había sido un niño excelente y la semana anterior
se había ganado la medalla. Pobre chiquitín! Se quedó dormido para siempre con su
medalla puesta! Angel, duerme en paz!
El 14 de marzo sería en el teatro la distribución de premios a las autoridades y a los
mejores alumnos de la escuela. Para el efecto de entregar los premios a las autoridades se
había escogido a doce niños de la escuela, en representación de todas las regiones de Italia.
A eso de las dos el teatro estaba repleto de caras conocidas. Mirando a la platea me
encontré con la simpática chica de Garrón. Después tocó la banda, y las autoridades
subieron al escenario. Y después desfilaron los doce niños escogidos para representar a las
regiones de Italia. Uno de ellos apenas medía 1.30 de altura. El teatro entero aplaudía.
Los alumnos premiados de nuestra sección eran Coreta, que estaba estrenando traje,
pero quién sabe cuántos quintales de leña había cargado aquella mañana. Luego pasó
Deroso, y todos le daban un apretón de manos. Roberto apareció en muletas y en medio de
aplausos que hicieron vibrar el teatro, y luego de darle su premio el síndico lo acompañó
hasta el palco donde estaban sus padres, en medio de la aclamación general. Finalmente se
ovacionó a todos los profesores y la banda tocó otra vez.
El lunes 20 tuve una pelea con Coreta, porque me empujó, al parecer sin mala
intención. Cuando nos encontramos en la calle, yo le levanté la regla, pero él me dijo: “No,
Enrique, sigamos siendo buenos amigos.” Yo me quedé aturdido por un momento, y luego
me arrojé a sus brazos.
El viernes 24 tuve otro altercado, con mi hermana Silvia, pero mi conciencia me
golpeaba, porque ella había copiado el cuento mensual, “Sangre romañola” que yo debía
haber copiado para el “Albañilito”, que estaba enfermo. Por eso en una notita le dije a mi
hermana: “No soy digno de besar las plantas de tus pies. Enrique.”
El martes 28 el maestro nos pidió que fuéramos a visitar al “Albañilito”. Cuando
salimos de la escuela llovía a cántaros, pero con todo compramos tres naranjas para
llevárselo. Pero Tono, el “Albañilito”, estaba tan mal que tuvimos que marcharnos. Pero
apenas habíamos bajado la mitad de los escalones, el padre llamó a Garrón diciéndole:
“Garrón, te ha llamado por tu nombre; quiere que estés con él! Oh santo Dios! Si fuera
una buena señal!”
De nuevo arriba, Deroso empezó a llorar, y yo le dije: “Lloras por el Albañilito? Si
ya ha hablado, se sanará.” Y él me dijo: “Pensaba en lo bueno que es y el alma tan hermosa
que tiene Garrón!”
El miércoles 29 mi padre escribió una nota para mí, donde me hablaba acerca del
Conde de Cavour, acerca de cuya estatua yo debía escribir una composición. Al hablar del
Conde en su lecho de muerte, mi padre escribe: “Cuando el delirio se apoderaba de él,
exclamaba: ‘Educad a la infancia y a la juventud! Gobernad con la libertad!’ Ahora,
piensa, Enrique: Qué es nuestro trabajo, qué son nuestros dolores, nuestra misma muerte,
frente a los trabajos, a los afanes formidables, a las tremendas agonías de aquellos hombres
sobre cuyo corazón pesa el mundo? Piensa en esto, hijo mío, cuando pases por delante de
aquella estatua de mármol, y dile desde el fondo de tu corazón: ‘Yo te glorifico!’ ”
El cuento del mes:
Sangre romañola
Ocurrió en Romaña, cerca de Forli, en la casa de Ferrucho, junto a la carretera.
Aquella noche estaba más tranquila que de ordinario. El padre había ido de compras,
llevando a su madre y a la pequeña Luisita para que la viera el médico. En casa sólo
quedaron la abuela paralizada y en silla de ruedas y él, Ferrucho, que tenía trece años.
Llovía y hacía viento. Ferrucho llegó recién a las 11 de la noche, magullado, pues
como de costumbre se había peleado. Había perdido su dinero en el juego y su gorra en un
foso. Cuando la abuela se enteró de lo ocurrió lloró mucho y le dijo: “Tú vas por mal
camino. He visto a otros que comenzaron como tú y concluyeron muy mal. Se empieza por
armar camorra y a apostar, y poco a poco de las pedradas se pasa a las cuchilladas. . .”
Ferrucho callaba. Vencido por la emoción iba a lanzarse hacia su abuela, cuando le
pareció oír un rumor en el cuarto inmediato que daba al huerto. Entonces se puso alerta, y
luego dijo, helado de miedo: “Quién anda ahí?”
Dos hombres encapuchados entraron en la habitación. Uno tomó a la abuela por la
garganta, y otro le tapó la boca al muchacho y le preguntaron: “Dónde tiene tu padre el
dinero?” Y él respondió: “Allá. . . en el armario.”
El hombre lo arrastró hasta el cuarto y lo hizo arrodillar delante del armario,
apretándole con sus piernas mientras sostenía el cuchillo entre los dientes y una linterna en
una mano. Con la otra sacó una ganzúa y abrió el armario y lo rebuscó, y se llenó los
bolsillos.
Pero en un momento en que el hombre corrió para ver a qué se debía cierto ruido
afuera, se le cayó el antifaz, y la abuela gritó: “Mozzoni!”
El ladrón reconocido le dijo: “Tienes que morir!” Y se adelantó con el cuchillo en
alto mientras ella se desvanecía. Entonces Ferrucho dio un fuerte grito y se lanzó sobre la
abuela cubriéndola con su cuerpo.
El asesino huyó, y después la abuela volvió de su desmayo. Ferrucho le dijo: “Los
ladrones se llevaron todo el dinero, pero mi padre se había llevado casi todo. Abuela, yo
siempre les he dado disgustos, pero, me perdonas? Perdóname abuela. Gracias abuela,
estoy contento. Os acodaréis todos siempre de mí, de vuestro Ferrucho. . .”
La abuela extrañada le abrazó y gritó: “Ferrucho mío!” Pero él sólo atinó a decir:
“Da un beso a mi madre. . . a mi padre. . . a Luisita. . . Adios abuelita. . .”
La abuela palpó la cabeza del muchacho, que yacía a sus rodillas y clamó, pero
Ferrucho ya no respondió. Había sido herido de una cuchillada en el costado y entregaba su
hermosa y valiente alma a Dios.
EXPERIENCIAS DE ABRIL
La mañana del sábado 1ro. de abril ha sido una de las más hermosas del año. Estaba
muy contento, entre otras cosas porque el “Albañilito” había mejorado y porque ayer el
maestro le dijo a mi padre que me iba bien en la escuela. Además, es Primavera! Todos,
hasta el mismo Estardo, parecían contentos.
El maestro miró por la ventana y dijo: “El cielo que sonríe, una madre que canta,
un hombre honrado que trabaja, muchachos que estudian. . . Qué cosa tan hermosa!”
Al ver a mi madre que me esperaba en la calle corrí a su encuentro y le pregunté qué
ocurría para que yo me sintiera tan contento, y ella me dijo sonriendo: “Es la bella estación
y la conciencia tranquila.”
A las diez en punto del lunes 3 fuimos con Coreta y su padre para ver al rey
Humberto que visitaba la ciudad y era recibido por una multitud de gente. El padre de
Coreta llevaba al cuello su medalla de soldado del Cuarto Batallón del 49, y el sargento que
vigilaba le dejó pasar adelante de la gente, porque el entonces príncipe Humberto había
sido por breve tiempo comandante de aquel Batallón. El hombre estaba en su gloria y decía:
“Siempre lo he dicho! Decir ‘Cuarto Batallón del 49’ es una palabra mágica!”
El tren llegó, la banda tocó, acudieron los oficiales y la gente se puso en punta de
pies. Millares de sombreros saludaron. El rey subió a su carruaje y pasó junto a nosotros, y
cuando miró la medalla del papá de Coreta se detuvo un momento, y él gritó: “Cuarto
Batallón del 49!” El rey extendió su mano y Coreta padre dio un salto hacia adelante y se la
apretó.
La multitud se interpuso, y Coreta hijo se perdió, pero su padre lo encontró y le
dijo: “Ven acá, chiquitín, que todavía tengo caliente la mano!” Y le pasó la mano por la
cara diciendo: “Esta es una caricia del rey!”
El martes 4 me llevó mi madre al asilo infantil. Iba para recomendar a la directora a
una hermanita de Precusa, el hijo del herrero. Allí había niños y niñas muy pequeños.
Llegamos en el momento en que iban a recibir sus alimentos en el refectorio. Luego de un
momento de desorden, vino la oración. Daba gusto verlos con las manitas juntas y los ojos
al cielo, pero con sus corazones en el plato.
Después todo era un revoltijo. Uno comía con dos cucharas; otro comía con los
dedos, y el de más allá tosía y lanzaba una granizada de arroz por la boca.
Entretanto, mi madre había vuelto al jardín y acariciaba ya a uno, ya a otro. Muchos
se le echaban encima pidiéndole un beso y uno le ofreció una tajada de naranja ya mordida.
Otros corrieron a ella con sus caras manchadas de huevo. Uno le cogía el dedo para ver la
sortija, otro le tiraba la cadena de su reloj, y otro se esforzaba por alcanzar sus trenzas.
Cuando salíamos gritaban: “Adiós! Adiós! Vuelva mañana otra vez!” Y mi
madre, ajada, ensuciada y fatigada se sentía contenta, como si saliera de una fiesta.
El miércoles 5 se encontraba Garrón en la oficina del director cuando llegó la mamá
de Nelle para suplicar que dispensasen a su hijo de hacer gimnasia, contra la voluntad de su
hijo, quien le decía: “No me importa que se burlen de mí, mamá! Aquí está Garrón; me
basta con que él no se ría!”
Efectivamente, en la clase de gimnasia algunos empezaron a burlarse de Nelle, pero
Garrón cruzó sus brazos sobre el pecho y echó en derredor una mirada tan expresiva que
todos quedaron paralizados. Entonces Nelle comenzó a trepar dificultosamente a las barras
verticales, se le ponía la cara morada, respiraba muy fuerte, le corría el sudor por la frente,
y aunque el maestro le dijo que se bajara, él hizo esfuerzos sobrehumanos. Entretanto
Garrón, Deroso y Coreta gritaban: “Arriba, Nelle!”
Nelle logró proezas y todos aplaudieron. Estaba excitado, sus ojos resplandecían, y
no parecía él mismo.
Anteayer mi padre leyó el diario y saltó de sorpresa exclamando: “Sabéis que
todavía vive mi primer maestro de la escuela? Y yo que le creía muerto hacía veinte años!
El ministro le ha dado a Vicente Croseti la medalla por sus sesenta años de enseñanza!
Iremos a verle mañana, Enrique!”
Mientras iban en tren, mi padre me decía: “El fue el hombre que más me quiso
después de mi padre.”
Era un viejo pequeñito de barba blanca y apoyado en su bastón. Arrastraba los pies
y le temblaban las manos. Pero todavía tenía los ojos claros y vivos. También se acordó de
mi padre y de varias circunstancias de su niñez.
Nos encaminamos a su casa y nos sentamos junto a su pequeño escritorio, y entre
conversación y conversación sacó un papel amarillento y se lo dio a mi padre diciendo: “Es
un trabajo suyo de hace cuarenta años.”
Mi padre lo vio con atención y se dio cuenta de que en algunas partes la escritura
era de su madre, quien completaba la tarea cuando el sueño vencía a su hijo.
Mi padre invitó a su maestro a cenar en nuestra posada. Le cortaba la carne, y para
beber le ponía el vaso entre ambas manos, pero aun así lo hacía chocar con sus dientes, y
cuando derramaba el vino, mi padre le limpiaba con la servilleta.
El maestro insistió en acompañarnos a la estación, y en el momento de subir, mi
padre tomó de su mano su tosco bastón, y puso en su lugar otro con puño de plata con sus
iniciales grabadas. El maestro intentó devolvérselo, pero mi padre ya estaba dentro del tren,
desde donde exclamó: “Hasta la vista!” Pero el maestro movió la cabeza diciendo: “Ya no
nos veremos más.” Pero mi padre repitió: “Sí, hasta la vista.” Y el maestro levantó su mano
temblorosa al cielo y dijo: “Allá arriba!” y la mantuvo en alto hasta que desapareció de la
vista.
El jueves 20 Enrique recibió otra nota de su padre en que le apremiaba a conservar
sus amistades. Le decía: “Júrate a ti mismo que nada podrá jamás arrancar de tu alma estas
santas amistades infantiles.”
El viernes 28 el maestro nos dio la triste noticia de que la mamá de Garrón había
muerto el sábado. Garrón volvió a la escuela al siguiente día, pero al recordar a su madre
que le recogía casi a diario, estalló en llanto.
El profesor lo acompañó a su banco, cerca de mí. Abrió su libro de lectura, pero al
ver el dibujo de una madre volvió a hundirse en el llanto.
El sábado 29 el maestro nos dijo que iríamos a la Municipalidad a presenciar la
entrega de una medalla a un muchacho que había salvado a un niño de morir en el río Po, y
que no habría el cuento mensual.
Después nos leyó una carta que había escrito el héroe José Mazzini, apóstol de la
revolución italiana, para consolar a cierto amigo suyo que había perdido a su madre. Dicha
carta terminaba así: “Sé fuerte y bueno; ten la tranquilidad de los grandes sufrimientos en
las grandes almas. Esto es lo que ella quiere.” Luego se dirigió a Garrón y le dijo:
“Garrón! Sé fuerte y está tranquilo; esto es lo que ella quiere.”
Garrón prorrumpió de nuevo en llanto y sus gruesas lágrimas mojaron el banco.
Cuando entramos al patio del palacio municipal, ya estaba lleno de gente. Había
sillas de honor para el alcalde y la junta, y una compañía de guardias y otra de carabineros
y otra de bomberos estaban con sus uniformes de gala. La gente se apiñaba sobre las rejas.
Cuando la multitud empezó a aplaudir, vimos a un hombre que llevaba de la mano a un
niño, y la madre iba al lado. Cuando empezó el ceremonial, el alcalde dio un breve discurso
acerca del heroísmo de aquel niño. Un viva atronador hizo retumbar el palacio mientras el
alcalde puso la condecoración en el pecho del niño. Luego le dijo: “Que el recuerdo de este
día te sostenga toda la vida en el camino de la virtud y del honor.”
EXPERIENCIAS DE MAYO
El viernes 3 me he chachado de la escuela porque no me sentía bien y mi madre me
llevó al Instituto de los Niños Raquíticos para recomendar a una hijita del portero, pero no
me dejó entrar al interior. Después me dijo que hizo eso para no presentar delante de
aquellos pobres niños un muchacho sano y robusto como yo, porque el verlos angustiaba el
corazón.
Martes 9: Mi hermana Silvia tiene un corazón tan noble y generoso como mi madre.
Ella le había oído a mi papá hablarle a mi mamá de la grave situación económica familiar, y
habló conmigo para que nos sacrificáramos y desistiéramos de los regalos que nos habían
prometido (una caja de pinturas y un abanico). También le dijo a mamá: “Y si hay otro
sacrificio que hacer lo haremos gustosos. Yo te serviré de criada y nada daremos a coser
fuera de casa.”
Pero esta mañana encontré bajo mi servilleta mi caja de pinturas, y Silvia su
abanico.
El jueves 11 mientras pensaba en el tema para la composición que tenía que
escribir, entraron los bomberos a casa para examinar las chimeneas, porque habían visto
humo saliendo de nuestra casa. Entonces mi padre me dijo que un tema bueno para mi
composición sería hablar del noble trabajo que realizan los bomberos. Y le contó cómo les
había visto actuar en un incendio, de manera especial al cabo Robbino. Y mientras me
hablaba de él, se da cuenta que uno de los bomberos que había entrado a inspeccionar la
chimenea era el cabo Robbino!
El miércoles 24 ya se percibe la atmósfera de verano. Las cabelleras han
desaparecido; todas las cabezas están rapadas, y la ropa es liviana y de colores alegres. El
“Albañilito” lucía un amplio sombrero de paja. Y Garofi, ahora que ha tenido que dejar su
grueso abrigo, han quedado visibles sus bolsillos llenos de baratijas y de boletos de las rifas
que anda organizando. Sólo me causa pena ver a Garrón de luto, y a mi pobre maestra cada
vez más pálida y tosiendo con más fuerza. Ya camina encorvada y con una expresión tan
triste. . .
El viernes 26 recibo otra nota de mi padre en que me habla acerca del mundo de la
escuela, y termina diciendo: “Qué hermoso es todo esto; cuán grande y qué inmensa
promesa para el mundo!”
El domingo 28 nos visitó Jorge, nuestro antiguo jardinero que ha vuelto de Grecia
después de trabajar tres años allá. Está algo envejecido, pero conserva la cara jovial de
siempre. Preguntó a mi madre sobre su hijita que estaba en el Instituto de Sordomudos.
“Cómo haremos para entendernos?” decía angustiado el pobre.
Mi padre me pidió que lo acompañase al Instituto, para visitar a su hija. La chica
apretó a su padre y se puso a llorar. Se acercó la maestra y le preguntó: “Quién es este
hombre que ha venido a buscarte?” Y la chica respondió: “Es mi padre.” Y el jardinero
empezó a gritar como loco: “Habla! Pero es posible?”
Y le dijo a su niña: “Oyes lo que te digo?” Y la maestra le dijo: “No, señor, no oye,
pero comprende por los movimientos de nuestra boca cuáles son las palabras que se le
dicen; pero no oye las palabras ni de usted ni las que ella misma pronuncia.”
El jardinero permaneció con la boca abierta. El tomó la mano de la maestra y la
besó. Después sacó a su hija a pasear, y la niña exclamó con voz entrecortada: “Oh, qué
Sol tan hermoso!”
El cuento del mes:
De los Apeninos a los Andes
Hace muchos años, el hijo de un obrero genovés, de trece años, viajó solo a
América para buscar a su madre, quien había viajado dos años antes a Buenos Aires para
trabajar y ganar algo con qué levantar a su familia que había caído en la ruina.
La madre mantuvo por un tiempo correspondencia con los suyos en Italia y enviaba
a su casa dinero cada tres meses, con lo cual el marido fue pagando las deudas de la familia
y adquiriendo buena reputación.
Pero después de una carta breve en que la mujer decía no estar bien de salud,
perdieron contacto con ella. El Cónsul de Italia en Argentina también informó a la familia
en Italia que no habían podido ubicarla, quizás porque ella no había dado su verdadero
nombre a sus patrones.
El esposo y los hijos estaban consternados, y al más pequeño, Marcos, le oprimía
una tristeza que no podía vencer. Cierta noche dijo: “Voy a América a buscar a mi madre.”
El padre movió la cabeza y no respondió, porque le parecía que sería imposible.
Pero el comandante de un barco mercante le ofreció un boleto gratis para su hijo, de modo
que el padre consintió con el viaje, y una tarde del mes de abril lo embarcaron.
Pobre Marcos! Cuando se encontró en alta mar le asaltó la desesperación, y en sus
penosos sueños veía la cara de un desconocido que le decía, “Tu madre ha muerto”. Y se
despertaba gritando.
Pasaron el Estrecho de Gibraltar y entraron en el Océano Atlántico y el viaje se hizo
más pesado y parecía eterno. Y de nuevo en sus sueños se le aparecía aquel desconocido
que le decía: “Tu madre ha muerto.”
* * *
Veintisiete días duró el viaje, y había logrado entablar amistad con un viejito
lombardo que le daba palmaditas en el cuello diciéndole: “Animo, muchacho! Encontrarás
a tu madre sana y contenta.”
En una hermosa mañana de mayo llegaron y el barco echó anclas en Río de la Plata,
a cuya orilla se extiende la ciudad de Buenos Aires. Estaba tan feliz que casi no se dio
cuenta que en el barco le habían robado la mitad de su dinero. Pero se sentía cada vez más
cerca de su madre. Se despidió de su amigo y se encaminó a la ciudad y preguntó por la
calle “Las Artes”. Cuando llegó buscó el número 117; la tienda de su tío era el número 175.
Una señora de anteojos le preguntó qué quería. El le preguntó: “No es esta la tienda de
Francisco Merelli?”
La señora le dijo que él había muerto en Bahía Blanca. Como la mujer podía hablar
en italiano, Marcos le dijo que había venido de Italia para buscar a su madre, que servía en
casa del señor Mequínez. Un muchacho que trabajaba en casa de ella resultó conocer al
señor Mequínez, cuya casa estaba al final de la calle “Las Artes”, y como no se acordaba el
número se ofreció para llevarlo.
Cuando llegaron a aquella casa encontraron que el señor Mequínez ya no vivía allí y
que se había trasladado a Córdoba. Marcos preguntó: “Y se han llevado también a mi
madre?” En ese momento se acercó un señor y le preguntó: 2Es genovesa tu madre? Ella
se fue con ellos.”
Marcos se dijo dando un suspiro: “Iré a Córdoba.” Y aquel señor le hizo pasar a la
casa y le dio una carta para un señor que le encaminaría para llegar a Córdoba.
* * *
Al día siguiente, después de pasar la noche en un cuartucho del Barrio del Boca, así
de cansado como estaba, se dirigió a Córdoba. El viaje duró tres días y cuatro noches
viajando contra corriente por el río Paraná. Así llegaron a Rosario y cuando fue a buscar al
señor a quien le habían recomendado, un hombre malo le dijo: “Vete a pedir limosna a
Italia!” Y le cerró la puerta en las narices.
Una voz le sacó de su letargo diciéndole: “Qué tienes, chiquillo?” Era el viejo
lombardo que había conocido en el barco. El viejo lo llevó a un hospicio de italianos y
pidió que le ayudaran a llegar a Córdoba.
Todos le acariciaban la cabeza y juntaron dinero para ayudarle y a la mañana
siguiente ya estaba en camino rumbo a Córdoba, en vagón. Pero en medio del malestar del
largo viaje de nuevo soñÓ que le decían: “No está aquí! No está aquí! No está aquí!”
Llegado a Córdoba preguntó a un empleado de la estación si conocía a un ingeniero
apellidado Meníquez. Logró conseguir su dirección y cuando llegó a la casa, una señora le
dijo que se había ido a vivir a Tucumán. Pobre niño, Tucumán estaba a una friolera de 500
millas!
* * *
La misma señora le dio instrucciones cómo llegar a Tucumán. El dueño de un
carruaje le dijo que no tenía más lugar, pero hizo lo posible para llevarlo sólo hasta
Santiago del Estero, encima de unos costales.
El camino era largo y el corazón se le quería salir del pecho. Se enfermó; tres días
estuvo sobre el carruaje cubierto de una manta.
En Santiago del Estero le animó ver que las montañas azules de los Andes le traían
recuerdos de los Alpes de Italia. El primer día caminó hasta que le faltaron las fuerzas y se
quedó a dormir debajo de un árbol, y a veces lloraba en silencio.
Pasaron cuatro días, cinco, una semana. Le faltaban ya las fuerzas y los pies le
sangraban. Al fin le dijeron: “Tucumán está a cinco leguas de aquí.”
El corazón le saltaba de gozo y clamaba: “Oh madre mía! Dónde estás? Qué
haces en este instante? Te acuerdas de tu Marcos que ahora está tan cerca de ti?” Su
madre se encontraba gravemente enferma en un cuartito de la familia Mequínez, que le
había tomado mucho cariño.
Al día siguiente, temprano, Marcos, con su costalillo a la espalda llegó a la ciudad
de Tucumán. Pero cuando preguntó por la familia Mequínez alguien le respondió: “La
familia Mequínez no está en Tucumán, sino en una casa de campo a pocas millas de aquí.”
Marcos siguió preguntando si sabían algo de su criada italiana, y un joven intervino para
preguntar: “La Genovesa? Sí la he visto.”
Marcos se propuso ir de inmediato allá. Un buen hombre le acompañó fuera de la
ciudad y le indicó el camino. A los pocos minutos el muchacho desapareció cojeando, con
su costalillo a la espalda.
En la casa de campo su madre esta moribunda y deliraba mencionando el nombre de
su hijo Marcos y viendo imágenes de su Génova natal.
* * *
Marcos seguía caminando aun de noche, en medio de la oscuridad, disputándose el
terreno palmo a palmo. Estaba agotado, pero no sentía el cansancio. Estaba solo, pero no
tenía miedo, pero interesantemente la imagen de su madre se le aclaraba en su mente, casi
como si estuvieran hablando.
A las ocho de la mañana el médico de Tucumán intentaba persuadir a la enferma
que se dejara operar, pero de nuevo todo era inútil, y el médico, desanimado, desistió. Y la
pobre mujer empezó a dar sus últimas instrucciones, sin dejar de mencionar el nombre de
su hijito Marcos.
Entonces alguien le dijo con voz temblorosa: “Josefa, tengo que darte una buena
noticia. Prepara tu corazón para una noticia que te dará mucha alegría. Prepárate para ver a
alguien que quieres mucho y que acaba de llegar. . . inesperadamente.” Marcos, lacerado
y cubierto de polvo estaba de pie en el umbral.
* * *
Cuando vio a su hijo adorado, la mujer decidió someterse a la operación, y Marcos
desde fuera escuchó un grito agudísimo, como de un herido de muerte. Y preguntó
desesperado:
Mi madre ha muerto?
El médico se presentó en la puerta y le dijo:
Tu madre se ha salvado. Levántate! Eres tú, heroico niño, quien ha salvado a su
madre!
EXPERIENCIAS DE JUNIO
El 3 de junio el padre de Enrique le escribió una nota en que le dice a su dijo: “Ayer
ha muerto Garibaldi, el que liberó a diez millones de italianos de la tiranía de los
Borbones.” Y luego pasa a instruirle acerca de su valor y su heroísmo.
El domingo 11 hemos ido mi padre y yo a la plaza del Castillo para presenciar la
revista de los soldados y el desfile. Mi padre me hablaba del valor y de la responsabilidad
de estos hombres que han sido llamados a defender a la patria italiana.
El martes 14 mi padre me escribió otra nota enseñándome cómo se saluda a la patria
en los días de las fiestas patrias. Su nota termina pidiéndome que diga siempre: “Juro que te
serviré en lo que pueda, con la inteligencia, con el brazo y con el corazón.”
El viernes 16 ya estamos en pleno verano, y todos empiezan a sentirse cansados. Mi
madre me alienta diciéndome: “Animo! Sólo faltan pocos días para las vacaciones!”
Pero me da impulso el ejemplo de los muchachos que trabajan en los campos y en
las fábricas, o el ejemplo de Deroso, que estudia incansablemente, o el ejemplo de Coreta,
que se levanta a las cinco de la mañana para ayudar a su padre a llevar leña.
Esta mañana Coreta se quedó dormido en la escuela y no pudo despertarse. Al saber
el maestro que había estado trabajando desde las cinco de la mañana llevando leña, le dejó
dormir.
El sábado 17 recibí una nota escrita por mi madre, que empezaba así: “Seguramente
que ni Coreta ni Garrón responderían a su padre como tú has respondido al tuyo. Cómo ha
sido posible, Enrique? Siempre que a una reprensión de tu padre te venga a los labios una
mala respuesta, piensa en aquel día, que llegará irremisiblemente, en que tenga que llamarte
a su lecho para que oigas su voz por última vez. . .”
Lunes 19: Ayer nos encontramos en la Plaza del Estatuto con nuestras provisiones y
cantimploras y fuimos en ómnibus de paseo a las colinas. Qué día más hermoso! Pero al
regresar encontré muy mal a mi maestra, y eso me entristeció mucho.
El domingo 25 fuimos al teatro para ver la distribución de premios a los obreros.
Algunos de los premiados tenían a su mujer y a sus hijos en la platea, y había niños que
llamaban a su padre por su nombre en alta voz cuando iba al escenario. A un lustrabotas el
prefecto le dio un diploma. Tras él pasó el padre del “Albañilito”, que había ganado el
segundo premio.
El martes 27 empezó la agonía de mi pobre maestra y después de siete días murió.
El director de la escuela dio un breve discurso dirigiéndose a los niños que habían sido sus
alumnos. Y Precusa se echó a llorar.
Pobre maestra! Ha dejado sus pocos libros a los alumnos; a uno un tintero, a otro
un cuadrito, todo lo que poseía. Adiós para siempre mi buena amiga, dulce y triste
recuerdo de mi infancia!
Miércoles 28: Pasado mañana escucharemos el último cuento mensual del año
escolar, intitulado “El Naufragio”, y el sábado primero de julio, los exámenes, y se acabó!
Doy gracias a todos en este momento. Doy gracias a ti, mi buen maestro, que has
sido tan afectuoso conmigo. Te doy gracias, Deroso; a ti, Estardo; y a ti, Garrón, generoso y
bueno, que haces iguales a todos los que te conocen. También a vosotros, Precusa y Coreta
que me habéis dado ejemplo en los sufrimientos y en el trabajo. Pero sobre todo, a ti, padre
mío, mi primer maestro, mi primer amigo. Y a ti, dulce madre mía, mi bendito ángel de la
guarda. Yo hinco mis rodillas ante ustedes y les doy gracias con toda la ternura que
pusisteis en mi alma en doce años de sacrificios y de amor.
El cuento del mes:
El naufragio
Hace algunos años zarpaba del puerto de Liverpool rumbo a Malta un barco a vapor
con doscientas personas a bordo, entre ellos varios italianos. Y entre los viajeros de tercera
clase se encontraba un muchacho siciliano de doce años de edad, llamado Mario. Iba solo y
tenía el aspecto de un muchacho que acababa de experimentar una gran desgracia.
Poco después de la salida, uno de los marineros le presentó a una muchacha,
ligeramente más alta que él, que se sentó al lado del chico que le preguntó: “A dónde vas?”
La chica, que se llamaba Julieta Faggiani, le respondió: “A Malta, vía Nápolis. Allí me
esperan mis padres.”
El viento arreciaba, pero los muchachos no tenían cuidado. Ella, que tenía la misma
edad que él, sonreía, y mientras comían algunos mendrugos conversaban acerca de ellos
mismos. El muchacho era huérfano; su padre había muerto en Liverpool hacía pocos días, y
el cónsul italiano le estaba enviando a Palermo, donde tenía familiares. La muchacha había
estado en Londres viviendo con su tía, que murió aplastada por un ómnibus. Ambos chicos
habían sido recomendados al marinero italiano.
Todo el día estuvieron juntos, y los pasajeros creían que eran hermanos. Por la
noche se despidieron, pero un repentino golpe del mar le arrojó al suelo al muchacho.
La muchacha se arrodilló junto a Mario, le lavó la frente, que sangraba, y ató su
pañuelo rojo alrededor de su cabeza. Pero en pocos momentos de desencadenó una horrible
tempestad y las olas despedazaron el mástil del barco y la plataforma que cubría la máquina
se rompió. El último bote salvavidas que tenían fue arrojado al mar y bajaron catorce
marineros y tres pasajeros. El capitán rehusó bajar, diciendo: “Yo debo morir en mi
puesto.”
Desde el bote salvavidas los marineros pedían que también se tirara el muchacho,
para salvarlo. Pero Mario gritaba: “Tú, Julieta! Tú tienes padre y madre; yo te cedo mi
lugar.” Y agarró a Julieta por la cintura y la arrojó al mar, y un marinero la subió al bote.
Cuando la muchacha recobró el sentido vio a Mario y empezó a llorar: “Adiós,
Mario”
Le gritó entre sollozos con los brazos tendidos hacia él, y el bote se alejaba
velozmente sobre el mar agitado. De pronto el muchacho cayó de rodillas con las manos
juntas y los ojos vueltos al cielo, y la muchacha se tapó la cara. Cuando echó una mirada
sobre el mar, el barco había desaparecido.
EXPERIENCIAS DE JULIO
El sábado 1ro. de julio la mamá de Enrique le escribió esta nota a su hijo: “El año
ha terminado, Enrique, y vale la pena que te quede como recuerdo del último día la imagen
del niño sublime que dio la vida por su amiga. Ahora que vas a separarte de tus maestros y
de tus compañeros, tengo que darte una mala noticia. La separación no sólo será de tres
meses, sino definitiva.”
La nota terminó diciendo: “La escuela es una madre, Enrique mío. Ella te arrancó de
mis brazos, cuando apenas hablabas, y ahora te me devuelve grande, bueno y aplicado.”
El martes 4 sólo se oye hablar de los exámenes. Ayer fue el examen de
composición; esta mañana es el de matemáticas. El maestro da vueltas por entre los bancos
animándonos. A las doce en punto todos habíamos concluido.
Allí estaban mi padre, el padre de Precusa, y a poco oímos al herrero Precusa que se
alejaba cantando de alegría por su hijo.
Esta mañana se realizó el examen oral. Mientras pasábamos de cuatro en cuatro,
tuve que decirle a Garrón que el próximo año nos iríamos a Turín. El extendió su mano, y
yo tomé esa mano fuerte y leal y la estreché entre las mías.
El lunes 19 estábamos todos en la escuela por última vez para saber el resultado de
los exámenes y recoger los certificados. El maestro nos dio los buenos resultados y se
despidió diciéndonos: “Si alguna vez me ha faltado la paciencia, o he sido injusto o
demasiado severo, perdonadme.”
Los niños se despedían emocionados. Yo le di un fuerte abrazo al “Albañilito”,
precisamente en el momento en que me ponía por última vez ese hociquito de liebre. Y
todos rodearon a Garrón para decirle: “Adiós, Garrón! Hasta la vista!”
Garrón me besó en la frente, y luego corrí hacia mis padres que me esperaban.
8
LA ILIADA Y LA ODISEA
Homero
La Ilíada y la Odisea son dos obras poéticas que nos llegan desde la antigua Grecia
de hace más de 3,000 años.
El autor acreditado es un ciego llamado Homero, que se hizo famoso por recitar el
contenido de la Ilíada y la Odisea en las festividades de su nación. Podría haber sido otro el
autor, o podría haber habido más de un autor, pero debido a que las recitaba Homero, su
nombre ha quedado para siempre vinculado con estas obras tan interesantes.
El género de la Ilíada es predominante épico, y el género de la Ilíada es
predominante lírico, debido a su trama: La Ilíada narra los actos de heroismo de los
generales de los aqueos y de los troyanos, y la Odisea narra las aventuras de uno de ellos,
Odiseo (llamado también Ulises), de regreso a su patria y al seno de su adorada y fiel
esposa Penélope.
Las características de la cultura del mundo de aquellos tiempos, una mezcla de
mitología y de realidad histórica, son una expresión de la mentalidad de los griegos, con
quienes se entremezclan en todas las circunstancias de la vida los dioses que descienden a
la tierra en forma de seres humanos.
Tanto la Ilíada como la Odisea hablan de lugares maravillosos y de tesoros
increíbles, y muchas de las cosas que relatan han sido comprobadas por las excavaciones
arqueológicas llevadas a cabo primero por el arqueólogo alemán Henry Schliemann y luego
por el arquéologo Evans. Por ejemplo, se ha descubierto la capital de los aqueos (de Acaya,
una región de Grecia), que era Micenas, a la cual la Odisea se refiere como una ciudad de
oro, y efectivamente las mortajas de sus reyes eran de oro, tanto sábanas de oro, como
máscaras de oro, las cuales se encuentran en el Museo de Atenas.
Pero el descubrimiento más admirable se relaciona con el escenario de la guerra que
describe la Ilíada: La ciudad de Troya, la cual ha sido descubierta por Henry Schliemann
cerca de la costa occidental de Turquía.
Resulta pues que tanto la Ilíada como la Odisea tienen un trasfondo histórico y
geográfico reales que ha servido para reconstruir la historia de la antigua Grecia.
Como la Ilíada y la Odisea fueron escritos en poesía griega antigua, para que se
pueda entender su trama se hace necesario verterlos en prosa y aun resumirlos. Por eso nos
bastará con dar un resumen de su contenido a continuación:
LA ILIADA
La Ilíada narra una guerra que se originó en un acto de traición. Hace más de 3000
años, el príncipe Paris, hijo de Príamo, rey de Troya se alojó en uno de sus viajes en el
palacio de Menelao, rey de Esparta (una ciudad estado de Grecia). Pero el bandido se
enamoró de la belleza de Helena, la esposa del rey de Esparta y se la llevó consigo a Troya.
Ni corto ni perezoso, Menelao organizó un ejército griego aliado para ir contra
Troya. Entre los valientes que se aliaron con él se contaban los héroes legendarios Ulises,
Aquiles y Agamenón.
El viaje hacia Troya fue mediante una gran flota de barcos, y una vez llegados a las
costas de la actual Turquía, sitiaron a la ciudad de Troya durante nueve años.
La ciudad de Troya era extraordinariamente poderosa, y los aqueos no la podían
tomar, hasta que por fin lograron los aqueos tomar Troya gracias a un estratagema de
Ulises, que era recontra ducho. El ideó construir un caballo gigante de madera, y
empezaron a rendirle culto como si se tratase de la imagen de su dios.
En uno de los ataques de los Troyanos contra los aqueos, los aqueos vivazos
simularon que huían y abandonaban a su dios caballo en el campo de batalla. Los troyanos
tomaron este caballo como trofeo de guerra y lo llevaron a Troya. Pero como era más alto
que las puertas de la ciudad, tuvieron que romper su propia muralla para que el caballo
pudiera entrar. Después repararon a medias la muralla.
Una vez el caballo dentro de la ciudad de Troya, Ulises y algunos valientes que se
habían escondido dentro de la barriga del caballo, salieron de su escondite de noche y
comenzaron a incendiar la ciudad de Troya. Entonces sus compañeros, al ver la señal del
fuego, volvieron contra la ciudad y encontraron que Ulises y sus hombres habían ya abierto
sus puertas, por donde entraron victoriosos los aqueos.
Aquel estratagema se hizo famoso y se le llamó el “Caballo de Troya”, y hasta el
día de hoy es alabado como una ejemplar estrategia de guerra.
En este año 2004, Hollywood ha llevado a la pantalla del cine el contenido de la
Ilíada, en una monumental otra intitulada TROYA, que se está proyectando en los cines de
la ciudad de La Paz.
75
LA ODISEA
Uno de los héroes aqueos (de Acaya, Grecia) que participaron en la guerra de Troya
se llamaba Odiseo, y de allí deriva el nombre del poema de La Odisea, es decir, la
hazaña de Odiseo. Pero en las traducciones de la Odisea se acostumbra llamar a Odiseo,
Ulises, que es otro nombre suyo.
Ulises era rey de Itaca, una isla de Acaya o Grecia, y después de la victoria de los
aqueos sobre los troyanos en la guerra de Troya, pasa veinte años vagando por tierras y
mares desconocidos, donde experimenta sucesos fantásticos y prodigiosos.
Entretanto, en su palacio, en Itaca, donde dejó a su hermosísima esposa llamada
Penélope y a su hijo pequeño cuando salió para defender el honor de los aqueos que había
sido ultrajado por los príncipes de Troya, ocurren cosas muy trágicas: Su esposa es
asediada por muchos pretendientes que la desean por su belleza y también porque quieren
convertirse en herederos del reino y del trono de Ulises. Esos conchudos, no solamente
quieren seducir a la mujer de Ulises, sino que celebran grandes banquetes y derrochan todo
el patrimonio de Ulises, sin que Penélope y su hijito no puedan hacer nada.
Pero Penélope ideó un estratagema para embromar a sus pretendientes mientras
llega su esposo a Itaca: Ella les dijo que cuando terminase de tejer una chompa, escogería
con cuál pretendiente se casaba. Pero ella tejía de día y de noche destejía, y de esta manera
pasó el tiempo hasta que llegó su esposo y les dio a todos su merecido.
Este poema lírico ensalsa el amor de Ulises y de Penélope y de su fidelidad a pesar
de las circunstancias y el mucho tiempo transcurrido.
HECTOR Y AQUILES
La historia de Héctor y Aquiles ha sido narrada hace 3000 años por un poeta griego
que era ciego y que se llamaba Homero, en su libro que se llamaba La Ilíada.
Héctor era el héroe de los ejércitos de Troya, y Aquilles era el héroe de los ejércitos
de Grecia, que estaban en guerra a causa de que un príncipe troyano llamado Paris había
robado la bella mujer de un rey griego llamado Menelao. Aquella reina griega, que se
llamaba Helena, fue llevada a Troya, y hasta Troya llegaron los griegos con sus naves, para
destruir la ciudad de Troya y lavar el honor de los griegos. El combate final que dio la
victoria a los griegos se libró entre Héctor y Aquiles, y terminó con la victoria de Aquiles,
ayudado por los dioses de Grecia, porque Aquiles era un héroe que era medio dios, y
decidido a vengar la sangre de su amigo Patroclo, que había sido muerto por Héctor en el
campo de batalla.
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LA CIVILIZACION GRIEGA
Es interesante que los griegos no llaman a su país Grecia, sino Hélade, y a su idioma
no llaman griego, sino heleno.
La civilización griega es la cuna de la civilización occidental porque en la
civilización europea y americana están vivos las palabras de su idioma, sus conceptos sobre
democracia (griego démos, “pueblo”) o gobierno del pueblo y muchos aspectos de su
cultura, como las características tan impresionantes de sus edificaciones. También los
Juegos Olímpicos tuvieron su origen en las competencias atléticas de Grecia, que tenían
lugar en la ciudad de Olimpia. En honor a Grecia, los últimos Juegos Olímpicos han sido
realizados en Grecia.
Grecia nos ha dejado ejemplos de arquitectura que todavía influyen en tiempos
modernos debido a sus hermosas columnas, capiteles y frisos. En importantes ciudades
modernas se pueden ver estas construcciones tan atractivas como las ruinas del Acrópolis
de Atenas, que era un conjunto armónico de edificios públicos fortificados en la parte alta
de una montaña. En la parte baja estaba el resto de la ciudad, edificada alrededor de una
majestuosa plaza llamada en griego ágora.
Atenas, que actualmente es la capital de Grecia, ha sido en el pasado una polis,
es decir, una ciudad que tenía las características de un estado independiente: Su gobierno
propio, su defensa propia y sus relaciones con otras ciudades-estados. Esta característica de
Grecia, de sus ciudades-estados resulta de que su territorio es muy accidentado y
favoreció el aislamiento de sus ciudades una de otra, aunque estaban identificadas por su
idioma griego y su cultura griega.
Otra polis o ciudad-estado importante era Esparta, pero se diferencia de Atenas
porque no desarrolló la democracia sino que se desarrolló como una polis militarizada.
Finalmente, Atenas y Esparta libraron una sangrienta guerra llamada Guerra del
Peloponeso, porque Esparta está en una península griega llamada Peloponeso.
La época que más caracteriza a la civilización griega es la Grecia Clásica, que
tuvo su florecimiento en el siglo 5 antes de Cristo. A este siglo se le llama también siglo
de Pericles, porque él fue el gobernante griego que promovió este florecimiento.
Pero también es importante el Período Minoico, de los orígenes de Grecia, que
se desarrolló en la isla griega de Creta, cuyo nombre deriva del legendario rey Minos y que
gobernó desde un enorme y complicado palacio llamado Laberinto en la ciudad de
Cnosos. Y el Período del Helenismo, que sigue al período de la Grecia Clásica y que
se caracteriza por la difusión de la cultura griega en todo el mundo antiguo. El Período
Helenístico empieza con el corto gobierno de Alejandro Magno, rey de Macedonia, que
era una región al norte de Grecia y de cultura también griega. Pero también antes de este
período los griegos emigraron y llevaron su cultura a lugares importantes como Troya, que
está en Turquía (o Asia Menor), cuya conquista por los griegos se describe en la obra
griega llamada Ilíada. Este período se conoce con el nombre de Micénico, porque
entonces la ciudad de Micenas era la más importante de Grecia.
Las Guerras Médicas, que son las guerras entre Grecia y el Imperio Persa, nada
tienen que ver con los médicos, sino que su nombre deriva de que una región muy
77
importante del Imperio de Persia se llamaba Media.
La democracia de Atenas no fue una democracia según nuestro esquema moderno,
porque no todas sus instituciones (el Consejo o Bulé o el Tribunal de los Heliastas) eran
como los congresos modernos. También era una democracia restringida porque las mujeres
no eran consideradas ciudadanas ni participaban de la Asamblea Popular o Eclesía. Este
estado de la mujer prevalecía aunque fueran esposas o hijas de ciudadanos libres. También
habían muchos esclavos, y filósos prominentes como Aristóteles consideraban la esclavitud
algo natural.
En la parte más alta de la Acrópolis de Atenas destaca un templo de estilo dórico
muy impresionante y se llama el Partenón o templo de la Virgen (griego: parthénos,
virgen), pero no tiene nada que ver con la virgen María, sino con la diosa griega Atenea,
a la cual los griegos llamaban Partenos, porque tenía el aspecto de una reina de belleza
jovencita. Los griegos no tuvieron problema para representar el cuerpo del hombre y la
mujer desnudos y en toda su belleza. Pero muchas esculturas griegas no representan gente
común, sino dioses y diosas griegas en forma humana, y también héroes que eran
considerados hijos de dioses con seres humanos. Así, Hércules era hijo del dios Zeus y
madre humana.
La palabra griega filosofía (griego: filos, amor, y sofía, sabiduría) significa
amor por la sabiduría y describe la aventura de los griegos en pos del conocimiento.
Otra actividad que desarrollaron los griegos es el teatro. Grecia también le dio al mundo
importantes matemáticos como Euclides y Arquímedes
9
LAS MIL Y UNA NOCHES
“Las Mil y una Noches” es una colección de 1,001 cuentos árabes que una bella
mujer llamada Sherezada le contó a un Sultán que había enloquecido de celos por la
traición de su mujer preferida y se había propuesto matar a todas las mujeres hermosas de
su reino después de hacerlas sus mujeres.
Fue para librarse ella misma y a todas las mujeres hermosas de perecer que a
Sherezada se le ocurrió contarle cuentos al Sultán, cada noche, y como no alcanzaba a
contar el final, le pedía al Sultán que perdonara su vida para que le acabara de contar el
cuento en la noche siguiente. Así lo entretuvo 1001 noches, hasta que el Sultán se sanó de
sus celos, se casó con Sherezada y la paz volvió a su reino.
* * *
Uno de los cuentos que le contó Sherezada al Sultán trataba de un pájaro que
hablaba, un árbol que cantaba y una fuente de aguas amarillas a causa del oro que contenía.
Con su valor, la bella princesa Parizada logró obtener estas tres cosas que le revelaron al
Sultán que en realidad Parizada era su hija, a quien sus tías malvadas habían creído matar
arrojándola al río cuando nació.
Cuando el Sultán se enteró de la verdad mandó matar a esas mujeres malvadas, que
eran hermanas de su esposa, y sacó a su esposa, la Sultana, de la prisión de madera en que
la había encerrado a causa de la difamación de sus hermanas, y la alegría volvió al reino
porque la princesa Parizada tenía muy buen corazón.
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LOS NIBELUNGOS
Los Nibelungos eran una especie de duendes acerca de los cuales se cuenta en los
mitos y leyendas de los germanos, que eran los antiguos alemanes.
Los Nibelungos no eran los personajes centrales de las historias de los antiguos
alemanes, pero como son mencionados en casi todas esas historias, se llegó a conocer a
esas historias como de “Los Nibelungos”.
Las historias de los Nibelungos también hablan de las aventuras del dios de los
antiguos alemanes, que se llamaba Odín, el cual tenía nueve hijas guerreras llamadas Las
Walkyrias.
Las historias de los Nibelungos también cuentan las aventuras de los héroes que
dieron origen a los pueblos guerreros de los Welsas, y entremezclan historias de guerras y
duelos con conmovedoras historias de amor, entre las que destaca el amor del héroe
Sigfrido y de la hermosa Brunilda, que estaba cercada con una cerca de fuego hasta el
momento que el valiente que lograra pasar dicha cerca la despertara de su sueño y le hiciera
conocer el amor.
En las historias de los Nibelungos también aparece un Dragón misterioso, pájaros
que hablan y bosques misteriosos.
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GUILLERMO TELL
Guillermo Tell es un héroe de Suiza que contribuyó a la independencia de su país
del dominio del emperador de Alemania. Las historias de sus actos heroicos se
transmitieron de boca en boca entre la gente, y fueron recogidas en escritura en una obra de
teatro escrita por Schiller.
La hazaña más famosa de Guillermo Tell tuvo lugar cuando el emperador de
Alemania le obligó a demostrar su habilidad con el arco y las flechas disparándole a una
manzana que fue colocada sobre la cabeza de su hijito pequeño. El niño sabía que si su
papá le desobedecía al emperador, eso le costaría la vida en ese preciso momento. Por eso
el mismo niño le rogó a su papi que obedeciera al emperador. Entonces Guillermo Tell
solicitó dos flechas, y en el primer tiro atravesó con la flecha la manzana, sin herir a su
hijito. Entonces el emperador le preguntó por qué había pedido dos flechas, y Guillermo
Tell respondió: “Si fallaba con la primera y mataba a mi propio hijo, con la segunda no
debía fallar pues estaba destinada para ti.”
12
EL DESTIERRO DEL MIO CID
“Mío Cid el Campeador” era el sobrenombre de un gran héroe del reino de Castilla,
llamado Rodrigo Díaz, de la ciudad de Vivar.
“Mío Cid”, en castellano antiguo del Siglo 12 significa “mi señor” (cid o saíd, es en
realidad una palabra árabe, pues los árabes dominaban el sur de España).
“Campeador” significa “victorioso en el campo de batalla”.
Los actos de heroísmo del Cid Campeador dieron origen a muchos cantares
populares que se agruparon en una obra famosa de la literatura de España: El Cantar del
Mío Cid. La primera parte de esta obra trata de cómo el Mío Cid fue desterrado
injustamente de su patria, el reino de Castilla, por el rey Alfonso, y todos los sufrimientos
que pasó hasta que entró al territorio de los “moros”, que eran los árabes.
Luego tiene grandes victorias contra los moros y adquiere mucho poder, y el rey
Alfonso permite que su mujer y sus dos hijitas pequeñas le visiten en su destierro. Sus dos
hijitas se llamaban Elvira y Sol, y eran la chochera del Mío Cid. Poco después el rey le
restauró a su patria, y en señal de su aprecio por este gran héroe de Castilla, se encontraron
a orillas del río Tajo y el rey Alfonso le abrazó. Así terminó el destierro del Mío Cid
Campeador.
13
EL CANTAR DE ROLDAN
El Cantar de Roldán es un antiguo poema que describe los actos heroicos de
Roldán, un héroe de Francia, que fue uno de los Doce Valientes del emperador Carlos el
Grande o Carlomagno. Esos Doce Valientes formaban un grupo famoso conocido como
Los Doce Pares de Francia (aquí la palabra “pares” significa “compañeros”).
El Cantar de Roldán describe la última batalla del heroico Roldán en Roncesvalles,
un lugar entre España y Francia donde sus tropas que formaban la retaguardia del ejército
de Francia fueron alcanzadas por los poderosos ejércitos del rey moro Marsil, que había
sido guiado a ese lugar por Ganelón, un conde francés que traicionó a Francia para
vengarse del valiente Roldán.
En el campo de batalla, antes de que muriera Roldán, se logra que se desbanden los
ejércitos de los moros musulmanes ante un puñado de valientes franceses que lucharon
hasta la muerte al lado de Roldán.
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14
DIOSES Y GIGANTES
Como otros pueblos del mundo, también los antiguos escandinavos, que vivían en
las tierras heladas del extremo norte de Europa, tienen sus leyendas que nos hablan de
dioses y gigantes. Pero sus gigantes eran más grandes que las montañas mismas, de modo
que tenían más poder que los dioses.
En una aventura en que participaron los dioses Thor (el dios del trueno), Tialfi (el
dios del trabajo) y Loke, el dios del fuego, se encontraron con el gigante Skrimir en la tierra
de los gigantes llamada Utgard. Allí Skrimir confrontó al dios Thor con tres retos: El
primero era tomarse un cuerno de cerveza de un solo sorbo. El segundo era derribar un
gato. El tercero era vencer a una viejita.
Ninguno de estos tres retos pudo enfrentar el dios Thor, porque el gigante Skrimir le
hizo ver que el cuerno de cerveza que le había dado era en realidad el océano, que no se
puede absorber. El gato era “la gran serpiente del mundo”, que hace que todo el mundo sea
sólido, y que en realidad no se lo podría conmover sin destruir el mundo. Y la viejita
simbolizaba el Tiempo y la Eternidad que ni los hombres ni los dioses pueden anular.
De este modo el gigante Skrimir le demostró al dios Thor sus limitaciones, pero sin
humillarlo.
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15
LA PLUMA DE MIGUEL Una Aventura en los Andes
Isabel Mesa de Inchauste
El libro de la Sra. Isabel Mesa de Inchauste es una combinación magistral de
literatura de ficción, historia del arte colonial, angelología (tratado sobre los ángeles) y sano
humor, todos centrados en el escenario del área andina a partir del Período Colonial y del
Virreinato del Perú, que abarcó entre otros los territorios de Bolivia (llamada entonces
“Alto Perú”) y el Perú.
Para entender su contenido desde un principio se requiere conocer la formación
artística e histórica de la autora. Ella es pintora y restauradora de obras de arte colonial. Por
esta razón, como si ella misma tuviera que repintar aquellas obras antiguas, ha aprendido a
preparar los lienzos para los cuadros y los colorantes que combinados con aceite le darían
la pintura para cuadros al óleo (o pintura a base de aceite). Ella ha aprendido a conseguir
los materiales y a observar cuándo un cuadro está completo según el objetivo del pintor y
cuando le falta una mano de pintura y de retoque, porque por alguna razón se quedó
incompleto. Es que los cuadros al óleo a veces demoraban muchos meses y hasta años en
ser pintados. Y lo que es más difícil, ella ha aprendido a ver en aquellas obras que por
alguna razón no tienen la firma del pintor, las huellas de una determinada persona, escuela
y época.
Entre los motivos artísticos que son frecuentes en aquella época, le han llamado de
manera especial la atención los ángeles, vestidos según la moda de la época, lo cual es un
indicio para asignarle a un cuadro una fecha determinada.
Pero la autora no se ha dedicado sólo a este aspecto artístico, sino que le ha
interesado conocer a fondo el tema de los ángeles, tanto a partir de las páginas de la Biblia
como en la literatura judía y cristiana posterior. Y tras informarse de tantas historias
interesantes de la angelología o tratado acerca de los ángeles, ella ha procedido a
interrelacionar el arte, la angelología, la historia andina, en un interesante relato que es
producto de su imaginación y de su notable sentido del humor.
* * *
Una nota muy conmovedora del libro publicado por Editorial Alfaguara es la
dedicatoria que la autora hace de su obra a sus padres Teresa y José. Dice: “Quienes me
presentaron in situ a Miguel, Rafael, Gabriel, Uriel, Baraquiel, Zadquiel, Jehudiel y
compañía.”
Con la frase latina in situ, “en el sitio”, se refiere a que sus padres, muy consagrados
a la investigación, en particular del arte, le mostraron desde que era pequeña las imágenes
de esos personajes misteriosos y admirables que son los ángeles y arcángeles en los cuadros
de la época colonial, despertando en ella su fantasía y motivándola a relacionar más tarde
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arte visual con literatura. Esto es evidencia de lo que pueden lograr los niños y jóvenes
cuando sus padres son personas que realmente les motivan al estudio de los temas que más
les atraen.
* * *
Y una última observación, para entender y apreciar mejor del relato es el título de su
libro, La Pluma de Miguel. El concepto deriva de la manera de imaginarse a los ángeles,
como que tenían halos y alas, y éstas, por supuesto, tenían plumas. Pero también se junta el
hecho de que antiguamente, las plumas de las aves, a las cuales se le cortaba una punta en
su parte inferior, eran utilizadas para escribir con tinta líquida. De estos dos hechos
podemos pasar a un tercero, que es el hecho de que en el relato de la autora, quien narra la
historia es el Arcángel Miguel. Miguel empieza su relato diciendo que en realidad no es a él
a quien le corresponde escribir el diario de la misión de los arcángeles, sino al ángel Raziel.
Pero Miguel, que fue quien dirigió la misión especial en el área andina, prefirió ahorrar
tiempo escribiendo el relato él mismo.
Se podría decir que es el arcángel Miguel quien escribe el libro con su pluma y con
tinta, y esto hace la historia aun más misteriosa porque parece tener origen angelical.
Tras esta breve introducción, demos una mirada a su libro a través de sus capítulos:
I. LOS SIENTE CIELOS
La manera de entender el Cielo en la obra de la Sra. Mesa no es invención suya.
Desde tiempos antiguos se desarrolló la idea de que el Cielo era complejo, por eso también
se habla de “Cielos”. Pensaban los antiguos que el Cielo era una gigantesca bóveda sobre la
superficie de la Tierra plana. Cuando se hacían la pregunta: “Y qué hay encima del
Cielo?”, surgió la idea de que había una segunda bóveda o segundo cielo. Después se llegó
a hablar de tres cielos, y otros llegaron a pensar en siete cielos superpuestos uno sobre otro,
los cuales son enumerados a partir del inferior, y se creía que a medida que se ascendía los
cielos más altos eran más importantes y más hermosos. El Séptimo Cielo, pensaban, era
todo perfección porque era la morada del Creador. Por supuesto, las cosas no son así en la
realidad. Ahora sabemos que la Tierra está rodeada por su capa de atmósfera, que es lo que
da la impresión de ser una bóveda desplegada sobre ella.
Se pensaba que el gobierno de cada cielo está asignado a un ángel en particular, y
diversas actividades o “especialidades” también estaban asignadas a diversos ángeles, como
por ejemplo el cuidado de los planetas y estrellas. Lo interesante en la obra de la Sra. Mesa
es que relaciona con los ángeles y arcángeles las mismas fallas que tienen los seres
humanos. Por ejemplo, la balanza del ángel Azrael, quien tenía el trabajo de pesar las
virtudes y los deméritos de las almas, hacía mucho tiempo que se había malogrado y con
ella en tal estado el ángel seguía pesando. Sin embargo, las ventajas de los ángeles sobre los
hombres son considerables. Los hombres no pueden volar, “y para colmo de males, son
mortales”.
También como en la Tierra, el tráfico angelical allá arriba se torna a veces caótico:
“Las trompetas sonaban sin descanso y el tráfico angelical era inaguantable.”
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Y así como en la Tierra, también en el Cielo no falta algún ángel desquiciado que se
las da de artista, de pintor. Tal es el caso de Baraquiel, cuya técnica era tan pobre que tuvo
que aprender mucho de un pintor indígena cuzqueño llamado Diego Quispe Tito.
Así las cosas, ocurrió que el Creador convocó a los Siete Arcángeles, es decir,
ángeles principales que tenían tareas relacionadas con la raza humana, para enviarlos a una
misión especial a la Tierra.
II. LA ASAMBLEA DE DIOS
Y EL ROBO DE LA CONCIENCIA HUMANA
En el Séptimo Cielo se encontraba el Gran Salón de Gloria, donde acudían los
ángeles de los cielos inferiores, que en su totalidad formaban el Coro Celestial. En la parte
superior, ocupando la bóveda celeste del salón y cerca del Creador estaban los Serafines,
los Querubines y los Tronos.
Los Serafines eran los ángeles más sublimes y formaban la más alta jerarquía. “Son
seres concebidos por el amor más intenso, por la luz más brillante y por el fuego más
ardiente.”
Los Querubines representan la sabiduría de Dios y tienen bajo su cuidado el Paraíso
y el Arbol de la Vida.
Los Tronos representan la justicia divina y llevan en su mano un rubí, porque esta es
una piedra preciosa que resplandece en las tinieblas.
La jerarquía de los ángeles no tiene a los arcángeles a la cabeza. Los arcángeles en
realidad son líderes de los ángeles que cumplen sus funciones en la Tierra y en conexión
con los seres humanos.
* * *
La razón del Creador para convocar la Asamblea de Dios era algo muy grave:
Lucifer, el jefe de los demonios, se atrevió a ingresar al cielo para robarse lo más sagrado
de la creación de Dios: La Conciencia Humana, que estaba guardada en el Jardín de Edén.
La Conciencia Humana era una esfera de cristal que parecía un globo terráqueo y
estaba conformada por los cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire). Dicha esfera tenía
vida propia y por tanto debía ser alimentada con bismuto y sal para mantenerla viva. Pero
no se trataba de un símbolo viviente de la conciencia humana, sino que era el elemento
monitor para hacer que los seres humanos, libremente escojan el bien o el mal, sin ser
manipulados ni por Dios ni por Lucifer. Estando la esfera de la Conciencia Humana en
manos de Lucifer, había el peligro de que llegara el momento en que los hombres ya no
tuvieran la posibilidad de optar por el bien, sino sólo por el mal, y la humanidad terminara
destruyéndose en pocos años.
La asamblea tuvo dos propósitos: Primero, la reprimenda a todos los ángeles que
tenían responsabilidad de guardar el acceso a la esfera de la Conciencia Humana. Y en
segundo lugar, tenía el propósito de comisionar a siente Arcángeles para ir a una misión
muy peligrosa: Combatir con las huestes del mal en la Tierra para poder recuperar la esfera
de la Conciencia Humana y restituirla a su lugar.
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* * *
Seis arcángeles descenderían a la Tierra, al área andina en el continente americano,
para confrontar las fuerzas de Lucifer, el jefe de los demonios. Y un séptimo, llamado
Jehudiel, se quedaría en su respectivo Cielo para ayudarles a sus compañeros con las
provisiones necesarias para su misión angelical. De ellos siete, quien dirigiría la misión
sería el arcángel Miguel, conocido desde las páginas de la Biblia como un arcángel
estratega militar que lleva a cabo las batallas de Dios en la Tierra.
Los nombres de los ángeles son palabras hebreas que tienen un significado especial.
Así, Miguel significa “Quién como Dios!” Gabriel significa “Fuerza de Dios”. Zadquiel
significa “Rectitud de Dios”. Uriel significa “Fuego de Dios”. Baraquiel significa
“Relámpago de Dios”. Rafael significa “Medicina de Dios”. Todos estos nombres nos
hablan de su aptitud para llevar a cabo las misiones que Dios les ha encomendado.
III. LA CAIDA DE LUZBEL
En este capítulo la Sra. Mesa pone al tanto al lector acerca de los antecedentes de la
acción de Lucifer de penetrar al Paraíso o Jardín de Edén (que ahora está en el Cielo) y
robar la esfera de la Conciencia Humana. Ella refiere la historia bíblica de la rebelión y
consecuente caída del más importante de los ángeles, que se llamaba Luzbel, y quien tras su
expulsión del Cielo asumió el nombre de Lucifer.
La rebelión de Lucifer contra el Creador arrastró a una multitud de ángeles que se
pusieron de su lado y que son llamados demonios, diablos o ángeles caídos.
La rebelión de Lucifer también tuvo su lado positivo en el hecho de que la mayor
parte de los ángeles demostró su fidelidad al Creador, el cual asignó a muchos de ellos
tareas para proteger a los hombres del mal desencadenado por Lucifer. A los ángeles que
dirigen los ejércitos celestiales que intervienen en el gobierno y los conflictos de las
naciones se les llama “arcángeles” o ángeles jefes, y a los que tienen funciones de
protección de los hombres de manera individual se les llama “ángeles custodios”.
La autora pone en labios del arcángel Miguel, quien relata la historia, las siguientes
palabras: “Un mortal de nombre Agustín dijo una vez algo que es muy cierto: ‘Cada cosa
visible en este mundo está al cuidado de un ángel.’ ”
De una manera humorística, la Sra. Mesa también pone en labios del arcángel
Miguel estas palabras: “Lamentablemente no existe un libro de quejas para ángeles en el
Cielo y no podemos renunciar al cargo.”
* * *
Pero en la obra no todo es repetición de la historia bíblica. Su obra tiene una adición
que llama la atención, y es que Luzbel tuvo en menos al Hijo de Dios cuando fue revelado a
los ángeles como un niño pequeño. Miguel dice que de buenas a primeras él mismo pensó
que sería un ángel, pero no encontró sus alas. Dice: “Dónde las tendría escondidas? Y si
no las tenía, cómo podría volar? Tampoco irradiaba ningún tipo de luz; era más bien opaco
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y sin brillo. . . Si no era un ángel, tal vez el Creador quiso que fuera un dios. Sin embargo
no parecía serlo. No tenía ni la presencia, ni la majestad ni el aire distinguido de Dios, y
menos la talla! A primer golpe de vista, lo que teníamos delante era un vulgar mortal.”
En la última parte de este capítulo el arcángel Miguel nos muestra la transformación
ocurrida al arrogante Luzbel: “Aquel ser de luz, el más hermoso y el más admirado, se
estaba transformando poco a poco en el ser más horroroso que se haya visto.”
IV. LA CONCIENCIA HUMANA
En este capítulo el arcángel Miguel nos refiere lo que significó la caída de Lucifer
para la humanidad. Se trata de la esfera monitora de la conciencia humana, también llamada
“Conciencia Humana”, y también de la voz de Dios en el corazón del hombre.
Quien explica al arcángel Miguel de qué se trata es el arcángel Gabriel: “La
Conciencia Humana es un elemento importantísimo de la Creación. Es la esencia de cada
uno de los hombres que puede inclinarse tanto hacia el bien como hacia el mal. Sin
embargo, estando bajo el cuidado de Dios las posibilidades de que se incline hacia el bien
son mayores. Es más, en caso de que esa conciencia se desviara por cualquier razón hacia el
lado del mal también se le da la oportunidad de que se arrepienta y pida perdón. Por eso, lo
que más le preocupa a Dios es que esta lógica cambie por completo si la Conciencia
Humana (ahora sí la esfera monitora o de control remoto) cae en manos de Lucifer.”
Cuando Lucifer robó la esfera de la Conciencia Humana, cometió el error de
alimentarla con una sustancia incorrecta, y los efectos de la debilitación de la esfera se
hicieron visibles en el ánimo y en las actitudes de la población humana. Luego Lucifer
comprendió con qué mantenerla viva y fuerte, hasta transformar sus motivaciones, lo cual
le condujo a luchar en la Tierra para apoderarse de las minas de bismuto y sal. Para
lograrlo, Lucifer intensificó la explotación de los indígenas en el asentamiento minero de
Potosí, hasta la muerte.
V. MEFISTOFELES EN EL CORAZON DEL INFIERNO
Mefistófeles fue un ángel importante que participó en la rebelión de Lucifer contra
el Creador, y su lugar llegó a estar en el corazón del infierno.
Como la estrategia del arcángel Miguel consistía en reunir información acerca del
paradero de Lucifer y de la esfera de la Conciencia Humana, tuvo que empezar por la
primera parte del plan y fue necesaria una visita al infierno, donde estaba Mefistófeles. Se
trataba de reunir inteligencia acerca del estado de ánimo de las fuerzas demoníacas contra
las cuales se tenía que combatir. Por supuesto, esta arriesgada operación de ingresar al
infierno requirió del permiso del Creador.
En la entrada del infierno estaba el Leviatán, un dragón cuya inmensa boca se abre
cuando llegan las almitas destinadas al castigo del infierno. Más adentro se encontraron con
un demonio guardián del infierno, llamado Malik. Este, nos refiere el arcángel Miguel, les
dijo: “Vaya, vaya! Hoy es mi día de suerte! Hace como 15 millones de años que no tengo
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la fortuna de dar la bienvenida a tan distinguidos visitantes. Ya estoy cansado de recibir
almas estúpidas que no tienen nada nuevo que contar! Dime Miguel, caíste de casualidad o
el encopetado de arriba se aburrió de ti?”
Más adentro se encontraron con Belfagor, que era una especie de científico
demoníaco. También se encontraron con Duma, el encargado de aplicar castigos a los
demonios que fallaban en el cumplimiento de su misión, castigos como exponerles a la luz,
o hacerles acordar de su vida anterior en el Cielo u obligarles a comer maná, que es la
comida de los ángeles.
Más adentro se encontraron con Balberith envuelto en llamas y humo. El se
desempeña como el notario del infierno. También encontraron a Focalor que tiene 30
legiones de espíritus demoníacos bajo su mando, y a Barbatos, que comanda 40 legiones.
Finalmente llegaron a Mefistófeles, de quien el arcángel Miguel dice: “Es la
negación de todos los principios. Es secretario y mano izquierda de Lucifer, y se
caracterizaba por tener dos caras extras sobre sus hombros.”
Pero no se encontraban en el infierno en esa ocasión ni Lucifer ni Belcebú, que es el
“señor del caos” y que es tan poderoso como Lucifer. Ambos estaban en la superficie de la
Tierra buscando minas de bismuto y sal, y era un hecho que habían llevado consigo la
esfera de la Conciencia Humana.
VI. LA BATALLA DEL ACONCAGUA
Después de la visita de rigor al infierno tendría lugar el largo viaje a la Tierra. El
aterrizaje es considerado por el arcángel Miguel como una experiencia maravillosa en
comparación con el descenso en Mercurio, Venus, Marte, Júpiter o Saturno. Su meta sería
el continente americano, y en particular sobre algún lugar de la Cordillera de los Andes.
El altímetro del arcángel Rafael indicó que estaban en un punto a 6.956 metros
sobre el nivel de mar. Estaban sobre una montaña llamada Aconcagua, que está en
Argentina, cubierta de neblina, donde tuvieron que luchar con un cóndor, que alzó en el aire
al arcángel Gabriel, y sólo lo soltó al ser herido con una flecha disparada por uno de los
arcángeles.
Poco a poco el arcángel Gabriel recobró el sentido y empezó a quejarse de un fuerte
dolor en una de sus alas. El arcángel Rafael la revisó cuidadosamente y encontró que tenía
muchas de sus plumas dañadas debido a la presión de las garras del cóndor. También tenía
fracturados los huesos del ala izquierda.
Después fueron atacados por gran variedad de aves de rapiña, que sin duda también
habían sido enviados por el demonio Barbatos. Evidentemente querían llevarse al arcángel
Gabriel, quizás por tener él la función de ser guardián de la Conciencia Humana.
Cuando pasaron estos percances, se dieron cuenta que había desaparecido el
arcángel pintor, Beraquiel, y con grandes esfuerzos pudieron rescatarle a él y a su mochila
donde llevaba sus pinturas y pinceles y otros útiles de artista. Se le había ocurrido salir a
una misión tan peligrosa llevando un taller portátil de pintura. En otra época, Beraquiel
habría llevado su cámara fotográfica, porque tenía la obsesión de ilustrar la aventura para el
Gran Libro del Cielo.
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VII. SAN MIGUEL DE TUCUMAN
Cuando entraron en contacto con la civilización se vieron en la necesidad de
cambiar de apariencia para mezclarse entre los humanos y obtener la información que
necesitaban. Escogieron con la ayuda de un catálogo el vestuario del Siglo 17, apta a cada
situación. Como siempre, quien desentonaba era el arcángel artista, Beraquiel.
Terminada la sesión pictórica se pusieron en marcha hasta llegar a una población
que curiosamente se llamaba San Miguel de Tucumán (observe que lleva el nombre del
arcángel Miguel). Les parecía raro y jocoso el “san” delante del nombre del arcángel. Allí
buscaron alojamiento en una posada llamada “La Jofaina de Plata”, y tuvieron que empezar
a acostumbrarse a las monedas de esa época, que eran los maravedís. También tenían que
practicar para imitar la manera de hablar de los españoles, pero no les resultaba y en todas
las palabras metían la zeta, tal como hacemos los latinoamericanos. Y también empiezan a
llamarse con el título de “don”, como dijo el arcángel Baraquiel: “Nada de Arcángel
Baraquiel! Ahora somos ‘caballeros’. De ahora en adelante me llamarán zu exzzelenzzia,
Don Baraquiel, para zzervirozz.’ ”
En este lugar empiezan a observar la conducta de la gente y ven que son inestables e
inconsistentes en sus acciones, lo cual les era evidencia de que la esfera de la Conciencia
Humana en manos de Lucifer se encontraba debilitándose y acostumbrándose a su nuevo
amo del mal: “Parecen cansados como si no tuvieran ganas para vivir.”
El arcángel Rafael había averiguado que cerca de allí no había ninguna mina de
bismuto y que más al norte estaban las minas más famosas de la región en la Villa Imperial
de Potosí.
VIII. POTOSI: ENVIDIA DE EMPERADORES
Se dirigieron volando en silencio a Potosí, y al llegar entraron en una iglesia donde
entonaron himnos de alabanza al Creador y comieron un poco de maná.
Luego descendieron al centro de la ciudad y les llamó la atención la gran cantidad
de gente y de animales que trabajaban como hormigas. Entonces consultaron sus libros para
informarse sobre esta ciudad tan interesante que en ese momento contaba con 160,000
habitantes, comparándose con cualquier ciudad europea de las más importantes. En medio
de la ciudad contemplaron la manera cómo los Angeles Guardianes o Custodios realizaban
su labor a favor de los hombres, protegiéndoles y enseñándoles a ser honestos.
Lo que más les impresionó, por supuesto, fue conocer el Cerro Rico, el barrio de los
indígenas y el barrio de los españoles y criollos separados por un río discriminador llamado
“Rivera”, y las minas en que los indígenas eran explotados hasta morir. El trabajo en los
ingenios, donde el mineral que contenía plata era triturado hasta convertirlo en polvo, no
era menos sacrificado.
En este capítulo la Sra. Mesa presenta de manera sencilla el proceso de explotación
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de la plata en Potosí en el marco del diálogo de los arcángeles con diferentes personas del
lugar, que les proveen indirectamente de la información que ellos en realidad buscaban para
cumplir su misión.
IX. EN LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA
En este capítulo la Sra. Mesa nos introduce más profundamente a la realidad de las
minas en Cerro Rico, partiendo del interés particular de los arcángeles por saber si allí
también encontrarían bismuto. Lamentablemente, en un primer momento entrevistan a un
mitayo sometido a trabajo forzado que no entendía español sino sólo quechua.
Sin embargo lograron indirectamente captar la información de que otros se les
habían adelantado por allí buscando bismuto y habían entrado a algunos socavones. Y con
ciertos velones de sebo o mechones de los que se había provisto el arcángel Rafael en San
Miguel de Tucumán, se alumbraron para explorarlos ellos también.
Adentro se percataron de la presencia del enemigo y tuvieron que volver a su estado
natural de espíritus. Encontraron a Belcebú, el amigo íntimo de Lucifer, maltratando a los
mitayos para que extrajeran estaño, porque habían sido informados que podría haber
bismuto allí, pero mezclado con estaño.
Los arcángeles se pusieron a socorrer al mitayo que era maltratado, provocando la
indignación de Belcebú, el “señor del caos”. En medio de ese conflicto, Belcebú abrió sus
alas y dejó ver que tenía consigo la esfera de la Conciencia Humana, lo cual provocó una
batalla campal en el socavón, de la cual los mitayos no se percataban porque se llevó a cabo
en el plano espiritual. En la batalla también intervino del lado de los demonios el genio
protector de la mina, un monstruo que tenía cara de sapo.
La persecución de Belcebú prosigue en la boca del socavón y los demonios huyeron
fuera en dirección del puente sobre el río Rivera donde mataron a una recua de llamas
cargadas de sal y a los indios que las conducían. Desde entonces el lugar se conoce con el
nombre de “el Puente del Diablo”.
Finalmente Belcebú y sus diablos lograron escapar.
X. LA MAGIA DE LA PINTURA
Jehudiel, el arcángel que quedó en el cielo para proveer todo lo necesario para los
arcángeles que descendieron a la Tierra en misión, les concedía un buen clima que
facilitaba sus operaciones, sobre todo la persecución de un diablillo que actuaba como
ayudante de Belcebú, que se les logró escapar. Ese diablillo les era estratégico capturar para
sacarle mediante la tortura información acerca de los posibles destinos de Belcebú y de la
esfera de la Conciencia Humana.
En la cacería de aquel diablillo fueron a parar en el taller de cierto pintor de Potosí
que tenía varios lienzos pintados o a medio pintar. Uno de esos lienzos representaba a San
Francisco de Asís, y en su mano extendida posó el diablillo convirtiéndose en pintura. Los
arcángeles no se explicaban cómo pudo habérseles escapado de las manos porque no se
imaginaban que el diablillo estaba allí visible, pero parecía parte de los detalles del cuadro.
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El arcángel pintor, Beraquiel, pensó que el taller sería de Melchor Pérez de Holguín,
pero le hicieron ver que no podía ser porque Holguín aún no había nacido entonces.
Después se dieron cuenta de que el taller era Francisco Herrera y Velarde.
Cuando encontraron finalmente al diablillo en el lienzo, no lo pudieron apresar por
temor a destruir el lienzo. El único que pudiera eliminar el diablillo del cuadro era el pintor
del mismo, pero lamentablemente él se estaba muy lejos de Potosí.
Aunque no tuvieron éxito en atrapar al diablillo, permanecieron en el taller, para ver
cómo lo pudieran atrapar en otro momento.
XI. EL TERREMOTO DEL CUZCO
Y LAS ALMAS DE AZRAEL
Cuando por fin se alistaban para salir del taller, siempre temerosos de dejar allí en el
cuadro el motivo del diablillo, que podría causar graves problemas a los críticos de arte en
el Siglo XX, se encontraron con el arcángel Azrael, el encargado de recoger las almas de
los muertos para llevarlos a pesarlas en la balanza celestial. El llevaba su canasta llena de
almas, y cuando le preguntaron de dónde venía y por qué tenía tantas almas en su canasta,
les informó que había ocurrido un terremoto en la ciudad del Cuzco, y que habían muchos
muertos.
Los arcángeles se dieron cuenta de que entre las almas, que tenían la contextura de
tul transparente, había una que conservaba unas hilachas. Eso les indicó que dicha alma no
estaba totalmente separada de su cuerpo y que era necesario recurrir a los poderes del
arcángel Beraquiel para que se definiera si pasaba definitivamente al mundo de los muertos
o si había que hacerla volver a la vida.
Cuando trataron de sacar el alma de la canasta esta se les escapó. Tras una afiebraba
persecución sobre el tejado de la iglesia de Potosí, lograron atraparla y se le hizo volver a la
vida. Se trataba de un indio cuzqueño que se presentó con el nombre de Diego Quispe Tito,
que era pintor de cuadros al óleo. Gracias a la experiencia artística de él pudieron atrapar al
diablillo que estaba dentro del lienzo de San Francisco de Asís. Había que aplicar una capa
de pintura de la misma calidad y contextura sobre el diablillo, recuperando al mismo
tiempo las características originales del cuadro. Cuando estaba a punto de terminar, el
diablillo tuvo que saltar fuera y fue atrapado.
El diablillo fue sometido a fuertes torturas para sacar de él alguna información.
Entre otras cosas se le sometió al contacto con asquerosidades como un baño o lo
perfumaron con la suave fragancia de flores. El diablillo no pudo soportar semejantes
torturas y tuvo de declarar todo lo que sabía: Que Belcebú había mencionado su plan de ir a
buscar bismuto en Oruro, y también buscar cierto lugar donde existen grandes depósitos de
sal. También se había enterado de que otros lugares a donde iría Belcebú serían el lago
Titicaca y la selva amazónica.
XII. ANGELES QUE PINTAN ANGELES
Los arcángeles volaron a Oruro, no sin antes recurrir a la medida de hacer que el
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pintor Diego Quispe Tito se durmiera para llevarlo consigo en el vuelo porque se dieron
cuenta que debido a las técnicas que conocía del arte de ese tiempo les sería necesario para
cumplir su misión.
Volar por la Tierra es maravilloso pero el bulto de Diego sobre las espaldas de
Beraquiel era muy pesado. Menos mal pronto llegaron al pueblito de Calamarca, cerca de
La Paz. Aterrizaron allí de noche y fueron a la iglesia para alabar a su Creador. Al ver que
esa iglesia le faltaba algo de decoración hicieron lo posible para que el alcalde contratara a
Diego Quispe para pintar algunos cuadros. Mientras sus compañeros hacían eso, Beraquiel
armó su taller portátil en la plaza de Calamarca y se puso a pintar un cuadro con el tema de
un ángel con su espada.
Diego Quispe le dijo que lo que hacía era demasiado conservador y fuera de tiempo,
porque ahora se conocen armas más efectivas como los arcabuces, y le insinuó a que le
cambiara el arma a su ángel que había pintado, una espada por un arcabús.
También le criticó respecto de los colores, pues en realidad Diego Quispe era un
pintor mortal experto, mientras que Beraquiel era un pintor angelical retrógrado y
desactualizado. Así es como le enseñó cómo obtener colores vivos de los óxidos de los
metales, y el rojo intenso del tinte del gusanito de la cochinilla. Beraquiel tuvo a bien captar
mucho de la experiencia de Diego Quispe, entre otras cosas la utilización del aceite de
linaza para la base de la pintura.
* * *
Prosiguieron su viaje hacia el lago Titicaca y cuando llegaron allá Diego Quispe
tenía una fuerte hambre y se resistió a seguir comiendo el maná angelical. Le dijo a
Beraquiel: “Ese tu maná es lo mismo que mascar aire.” Y el arcángel Miguel comenta: “No
lo culpo, porque él no sabía que éramos espíritus.”
En el lago Titicaca Diego Quispe se puso a pescar unos peces llamados bogas, que
se extinguirían con el transcurso del tiempo. Entonces el arcángel Beraquiel le dijo al
arcángel Rafael, que tenía en su mano una boga para mirarlo y admirarlo: “Quédate ahí
Rafael que voy a retratarte con el pescado!”
Cuando se dispusieron a asar los pescados, el arcángel Rafael les enseñó que no
conviene botar todas las vísceras del pez, sino hay que guardar el hígado y el corazón
porque sirven para mantener alejados a los demonios. También había que guardar la hiel,
porque servía como remedio para el escozor de los ojos.
XIII. LOS DEMONIOS DEL LAGO TITICACA
Despertaron al amanecer del día siguiente y les llamó la atención el clima
desordenado y el movimiento peligroso del lago y se preguntaron si el arcángel Jehudiel no
estaría cumpliendo sus funciones allá arriba en el cielo. Entonces vieron pasar a unos
pescadores del lugar que corrían del lago gritando: “Supay! Supay!” (Supay es “demonio”
en quechua).
Por ellos se enteraron de que el desajuste del clima se debía a la presencia de dos
grandes monstruos demoníacos dentro del lago, uno en forma de una horrible sirena y otro
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en forma de serpiente. A la sirena le llamaban la Sirena de Copacabana, y a la serpiente
Copacati, y dizqué el diablo está dentro de sus cuerpos.
También se informaron que algo raro había pasado con el Sol, porque venía
provocando incendios. Entonces el arcángel Miguel presintió que las pezuñas de Lucifer
estaban bien metidas en este laberinto.
Fueron a la península de Copacabana en búsqueda de mayor información y en el
templo se encontraron con otro arcángel llamado Haniel encargado de proteger al Perú y
los Andes, que conversaba con Dios. Después conversaron con él y se informaron que
venía de Ilave, que había sido convertida en un caos. También les dijo que mientras iba con
Lucifer en busca de unos salares Belcebú había colocado la esfera de la Conciencia
Humana en la parte más alta de la Isla del Sol en el lago Titicaca, al cuidado de la sirena
Copacabana y la serpiente Copacati, dioses antiguos de esa zona.
El arcángel Miguel entendió entonces que Balberith, el notario del infierno, le había
dado un dato equivocado a Lucifer, porque los salares no se encuentran junto al lago
Titicaca, sino junto al lago Poopó, mucho más al sur. Y juzgaron que su acción inmediata
debía ser combatir a Lucifer en Ilave para evitar que él y sus demonios destruyeran la
región. También se informaron que Jehudiel había venido teniendo problemas para
mantener el clima calmado en la región a causa de la actividad de los monstruos que
Lucifer había dejado al cuidado de la esfera de la Conciencia Humana.
También se repartieron funciones para que Haniel sobrevolara la Isla del Sol para
estudiar la posibilidad de recuperar allí la esfera de la Conciencia Humana. Esto provocó el
ataque de la Sirena Copacabana y de la Serpiente Copacati y se produjo un fuerte combate
entre las fuerzas angelicales y las fuerzas demoníacas. No pudieron tomar la esfera de la
Conciencia Humana, aunque pudieron debilitar considerablemente a las fuerzas
demoníacas.
XIV. LA AMAZONIA:
EL PARAISO DE LOS PAJAROS PARLANTES
El arcángel Gabriel prosiguió a la Amazonía o selva amazónica en medio de un
ambiente paradisíaco de verdor, de colorido, enredaderas y aves parlantes, que hablan.
Juntamente con el arcángel Uriel caminaron por los senderos y su mente volaba al
único lugar parecido, el Paraíso que estaba en el Tercer Cielo, de donde había sido robada
la esfera de la Conciencia Humana. Cómo habría logrado camuflarse Lucifer para poder
ingresar al Paraíso y llevársela? Uriel, que estaba a cargo de las puertas del Paraíso
aseguraba que no había visto nada extraño.
Allí en la selva escucharon el diálogo de un gorrión con un hornero que estaba
haciendo su nido de barro, que también se referían al mismo tema calificando la actitud de
Uriel y Gabriel como un gran descuido. Las aves conocían de la misión de los arcángeles,
inclusive de que Jehudiel se había quedado en el cielo para proveerles de un buen clima y
otras facilidades para el cumplimiento de su misión.
Entonces intervino un papagayo y preguntó: “Y encontró el bismuto Lucifer?” Y
un tucán le respondió que sí habían encontrado algo en una mina de Potosí. Y respecto de la
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sal, dijo el tucán, Lucifer ya la había encontrado, pero no estaba satisfecho porque la
Conciencia Humana aun no le reconocía como amo absoluto.
Las aves parlantes estaban enteradas de todo lo que había ocurrido en el lago
Titicaca. Un pavo real dijo: “Estaba la esfera en sus narices de los arcángeles, y no supieron
aprovechar la oportunidad.”
Por fin se enteraron los arcángeles Gabriel y Uriel que la esfera de la Conciencia
Humana estaba entre ellos en dirección de unos árboles gigantes. Volaron en esa dirección,
y en el trayecto una urraca llamada Magaly Medina les informó que Lucifer había estado
allí con la esfera de cristal pero luego dijo que tenía un mejor nido para ella, y que al
respecto podrían informarse buscando al ave Indi, un pájaro parecido a un halcón y que era
venerado por los incas como sagrado.
Más adelante encontraron un ángel músico que tocaba el clavicordio y él les
informó que el pájaro Indi cuida del árbol del bien y el mal, que es la granadilla, que tiene
unas flores con manchas que representan los símbolos de la pasión de Cristo: Las llagas, los
clavos de la cruz, la corona de espinas, etc. También les dijo que el único lugar a donde
Lucifer no se atreve a acercarse es donde se encuentra dicho árbol, porque tiembla al ver su
flor.
Otro ángel músico que tocaba el laúd añadió que dicho árbol se encontraba justo
donde se pone el Sol. Y con la ayuda de estos ángeles músicos fueron hasta encontrarse con
el pájaro Indi quien les informó que Lucifer habló de dirigirse a la cuenca del lago Poopó,
donde abundan el bismuto y la sal. También les dio las flores del árbol de granadilla para
poderlas utilizar en caso necesario.
XV. UNA FIESTA EN EL SOCAVON DE ORURO
Los arcángeles partieron de la selva amazónica y emprendieron vuelo a la ciudad de
Oruro en el Altiplano, donde pensaron alcanzar a Lucifer, antes de que éste llegara a la
cuenca del lago Poopó. Los datos que les había mandado Jehudiel sobre la onda expansiva
del terremoto del Cuzco sumados a los que les dijo el diablillo que se camufló en la pintura
de Don Francisco Herrera y Velarde les sirvieron de indicio para suponer que en Oruro
alcanzarían a Lucifer y a la Conciencia Humana.
Cuando llegaron a Oruro, esta ciudad ya contaba con cerca de 80,000 habitantes.
Encontraron una posada a pocas cuadras de la Plaza Mayor y empezaron a notar la
debilidad de las conciencias de la población, lo que era indicio de que las fuerzas
demoníacas se habían concentrado en este lugar. Los siete pecados capitales reinaban y el
mal había alcanzado el máximo nivel: El nivel de 10.
Los arcángeles se dirigieron a las minas de Oruro y mientras atravesaban la ciudad
pudieron encontrar a los demonios, todos vestidos a la usanza del Siglo 16 y haciendo
equilibrio sobre los techos.
Finalmente llegaron a la mina y entraron con mucho sigilo y descendieron hasta un
punto donde encontraron la imagen del demonio. Los mineros creen que Lucifer habita en
el centro de la Tierra y que se las da de dueño de todas las vetas de las minas. El dicho de
“a ése le gusta estar bien con Dios y con el diablo” se aplicaba a los mineros de Oruro,
porque no obstante que creían en Dios son supersticiosos y creen que si no le rinden culto
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al diablo al entrar a la mina, la mala suerte caerá sobre ellos causándoles alguna desgracia.
* * *
Más adentro se escuchaba mucha bulla. Parecía que había una fiesta en las entrañas
del socavón. Y allí estaba la esfera de la Conciencia Humana sobre un montículo de polvo
de bismuto. Entonces se levantó Lucifer para dar un discurso. El hablaba como si ya
hubiera ganado la última batalla, pero no era así.
Entonces el arcángel Miguel sacó su espada y puso fin a aquella fiesta infernal
produciéndose un duelo de discursos entre Lucifer y su antiguo amigo Miguel. En el lugar
estaban presentes los Siete Pecados Capitales que ellos habían encontrado en la ciudad, los
cuales también procedieron a participar en la guerra de discursos: La Soberbia, la Avaricia,
la Lujuria, la Ira, la Gula, la Envidia y la Pereza que se había perdido lo mejor de la fiesta y
que no dijo nada y fue motivo de burla a causa de su pereza.
Cuando terminaron con sus discursos el arcángel Miguel le dijo a Lucifer: “Ya
terminó tu desfile de modelos? Pues es mi deber recordarte que estás festejando por
adelantado. Si quieres ser dueño de la Conciencia Humana y de esta Tierra tendrás que
enfrentarte primero conmigo.”
XVI. LA BATALLA FINAL
Allá en el fondo del socavón fue Belcebú quien encendió la mecha que llevaría a la
batalla final entre las legiones de las tinieblas y las legiones celestiales.
Las condiciones que impuso el arcángel Miguel fueron que la batalla se llevara a
cabo fuera de la civilización y que la esfera de la Conciencia Humana estuviese presente.
Por su lado Lucifer escogió que el escenario fuera el salar de Uyuni, porque ya tenía
planeado en cierto momento arrojar sal a los ojos de las fuerzas angelicales para sacarlos de
la batalla.
La batalla fue cruenta, tanto en la tierra como en el aire, y la victoria final se
produjo gracias a que los ángeles habían incluido por fin en su arsenal, a instancias de
Diego Quispe Tito, el uso de los arcabuses. Eso causó gran estrago en las fuerzas
demoníacas.
Finalmente la esfera de la Conciencia Humana fue reconquistada y llevada a la
presencia del Creador.
EPILOGO
Pasadas estas cosas, cuando el arcángel Miguel se encontraba en el Cuarto Cielo
atendiendo diversos asuntos de las almas, se le apareció Zadquiel para decirle que Dios
estaba convocando a los siete Arcángeles con suma urgencia.
Ellos acudieron a la convocatoria divina temerosos de que el Creador tuviera ciertas
reservas con relación a la batalla de Uyuni por la conquista de la esfera de la Conciencia
Humana. Grande fue su sorpresa cuando el Creador les preguntó:
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Me podrían explicar qué significa que allí sobre la Tierra y esparcidos por toda el
área andina existan retratos de todos ustedes? Se trata de alguna publicidad, quizás?
Miguel respondió desconcertado:
Retratos?
Sí, retratos de mis arcángeles muy bien vestidos a la moda del siglo 17 y portando
arcabuces.
Resulta que el maestro Beraquiel había olvidado en la Tierra sus bocetos de arte, y
por cierto todos ellos estaban asustadísimos, pero Dios les dijo riendo:
Ah Baraquiel! Mi buen Baraquiel! Tú no te imaginas los dolores de cabeza que
les darás a los historiadores de arte del siglo 20. Los tendrás de cabeza. Estarán como locos
buscando al pintor de los ángeles. Jamás sabrán que el Maestro de Calamarca es en
realidad el arcángel Beraquiel!
* * *
A la distancia se escuchaba que Dios se reía a carcajadas de la broma pesada que
eso significaba para los críticos de arte. Y respecto del pintor cuzqueño Don Diego Quispe
Tito, al cual los arcángeles dejaron finalmente en el Cuzco, en el mismo lugar donde dijo
que había sido golpeado por el terremoto que casi lo mata, tampoco la técnica angelical de
borrar la memoria les salió bien, porque resulta que cierto pintor cuzqueño de San
Sebastián tenía entre sus mejores lienzos una pintura muy extraña que mostraba la parte
superior el Cielo con todo su coro de ángeles. En la parte central se veían algunos mortales
resucitados por Dios que contemplaban atónitos cómo San Miguel Arcángel vencía al
demonio. Finalmente, en la parte inferior del lienzo estaba pintado el infierno envuelto en
llamas y lleno de demonios desagradables.
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16
EL TUNEL
Ernesto Sabato
A Ernesto Sábato le conocí en San José, Costa Rica, en 1975. El daría una
conferencia en el Teatro Nacional de Costa Rica, en la misma semana en que se presentaba
allí el Ballet de Israel.
Ernesto Sábato está a la cabeza de mi lista de los escritores latinoamericanos que
han prestado atención, como se debe, al factor “comunicación”, y es modelo de claridad
conceptual y de buen uso de la puntuación y de la distribución de párrafos, aparte de lo que
todo buen escritor deja a la imaginación del lector, insinuándolo sin ser explícito. La
formación científica que forma parte del trasfondo de Sábato se deja sentir en este detalle.
Su primera novela, El Túnel,1 viene circulando desde su publicación en 1948 a lo
largo de más de sesenta años, y en los cursos de secundaria se les da a leer a los estudiantes
como tarea, casualmente para que aprendan, entre otras cosas, respecto de la comunicación
clara y expedita. Tú no tienes que leer varias veces largas oraciones de un párrafo entero
para entender lo que quiere comunicar. Por esta misma razón ha sido escogida en la CBUP
para servir como caso de estudio en el curso de Editing (formación editorial para escritores
y artistas), que se dictará en la CBUP en el verano del 2010.
Paradójicamente, la atmósfera que se respira en El Túnel, en la que están inmersos
cada uno de sus personajes, especialmente María Iribarne Hunter, es una atmósfera de
incomunicación y soledad enfermiza que conduce al asesinato y al suicidio.
* * *
Pero hay más de una razón para haber escogido esta nouvelle como caso de estudio
en el curso de Editing de la CBUP: Llámese toque artístico, o revelación subliminal, quien
no lo aprehende tras la lectura de una obra literaria de talla universal, no sacará provecho de
su lectura. Por eso, anticipamos que Sábato insinúa algo que deja al lector descubrirlo,
definirlo y aprehenderlo, y que la generalidad de los comentaristas y críticos literarios no
han podido captar. Nos referiremos a ello al final del presente review, pero antes de leerlo,
se requiere de los participantes del curso de Editing (Seminario CBUP de Febrero del
2010), que escriban una nota corta exponiendo cuál es, a su criterio, lo que Sábato espera
de sus lectores en relación con la entelequia de esta nouvelle, entendiendo “entelequia”
como la compenetración de autor y lector para apreciar una obra de arte o una obra literaria
1El Túnel, Ediciones Cátedra, S. A. Don Ramón de la Cruz, 67, Madrid 1, Quinta Edición, 1980
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en su verdadera dimensión.
* * *
Se hace necesario conocer algo del autor: Ernesto Sábato nació en 1911en Rojas,
provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia de inmigrantes italianos, y empieza a
hacerse notorio en su adolescencia y juventud por su comprometida militancia de izquierda,
llegando a ser miembro activo del Partido Comunista y delegado del mismo al Congreso
realizado en Bruselas en 1937 contra el fascismo y la guerra.
Tal activismo, que terminó doblegándolo con una profunda crisis en su salud, no
compromete su disciplina ni trunca sus estudios de matemáticas y física, hasta llegar a
doctorarse en física en el Instituto de Física de La Plata. Y aun sus actividades científicas,
tanto en la investigación nuclear en el Laboratorio Curie de París, como en la docencia
universitaria en el Instituto de Física de La Plata, no apagan su apasionamiento por las
letras, que después terminaron siendo su única dedicación.
* * *
Su trayectoria literaria quedaría definida tras obtener el Primer Premio Municipal de
Buenos Aires en 1945, con su primer libro de ensayo, Uno y el universo. Y no obstante que
obturo el Premio Cervantes en 1985 como novelista, y llegaría a ser conocido en el mundo
de las letras por sus novelas cortas o nouvelles de carácter existencial, su contribución
como ensayista me parece aun más importante.
Su novela, El Túnel, tiene tal inclinación existencial. Se podría decir, tiene un
compromiso existencial, por lo que es también referida como novela psicológica o
subjetiva.
Catalogado como exponente de la así llamada “generación intermedia” de escritores
argentinos, que antes de determinar las características literarias agrupa a los autores que
nacidos entre 1905 y 1925 comienzan a publicar a partir de 1940, Sábato tiene una
contribución más rica en el ámbito del ensayo y de sus artículos periodísticos. En esto se
diferencia de otros escritores de su generación, como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y
Albert Arlt, cuyo compromiso con la literatura es exclusivo.
* * *
En El Túnel, de principio a fin el personaje principal, un pintor famoso llamado
Juan Pablo Castel, narra la tragedia de su vida, relacionada con la mujer que amó y des-amó
y amó al mismo tiempo, exactamente como haría ella con él en una relación tormentosa.
Su narrativa adquiere la forma de libro y pretende conseguir fácilmente una editorial
que lo publicase ya que su nombre se había publicitado por su crimen. Por tanto, Castel
empieza por anunciar al lector potencial que relatará paso por paso la secuencia de su vida
que lo condujo a matar a su amante, la Sra. María Iribarne Hunter.
Ernesto Sábato manifiesta su preferencia por la novela corta. En esa escena cuando
María Iribarne comenta que estaba leyendo una novela de Sartre, de evidente mal humor
Hunter, primo de María, comentó: “Novelas en esta época. Que las escriban, vaya y
100
pase. . ., ¡pero que las lean!”
* * *
La narrativa empieza con referencias lacónicas que caracterizarán el resto de la
obra. El personaje central se presenta en estos términos: “Bastará decir que soy Juan Pablo
Castel, el pintor que mató a María Iribarne. Supongo que el proceso está en el recuerdo de
todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.”
A esta referencia sigue un extenso exabrupto o digresión, que más adelante nos
damos cuenta que es característica de Juan Pablo Castel: La de apartarse del tema con
comentarios extensos o simplemente pensamientos calculadores a la manera de coartadas
policíacas, de las cuales él se siente orgulloso porque las considera fruto enriquecedor de su
ágil y a menudo afiebrada imaginación.
* * *
La digresión llena el primer capítulo de la nouvelle, y recién en el comienzo del
segundo capítulo, él vuelve a retomar la médula de su relato: “Como decía, me llamo Juan
Pablo Castel. Podrán preguntarme qué me mueve a escribir la historia de mi crimen (no sé
si ya dije que voy a relatar mi crimen), y sobre todo a buscar un editor.”
A esto sigue otra larga digresión, respecto de sus motivaciones de autor y las
motivaciones ajenas. Pero este detalle literario no constituye un desliz de Sábato, sino una
manera de trazar los rasgos psicológicos de un criminal en potencia. Hay que recordar que
el novelista no interviene para nada en la secuencia literaria, de principio a fin; por tanto, no
hace como Mario Vargas Llosa, en la Guerra del fin del mundo, que al comienzo nos
presenta y describe a cada uno de sus personajes. Estamos ante una opción literaria, y creo
que ambos escritores utilizan bien su respectiva opción.
* * *
En el comienzo del tercer capítulo retoma la médula de su relato: “Todos saben que
maté a María Iribarne Hunter. Pero nadie sabe cómo la conocí, qué relaciones hubo
exactamente entre nosotros y cómo fui haciéndome a la idea de matarla. Trataré de relatar
todo imparcialmente porque, aunque sufrí mucho por su culpa, no tengo la necia pretensión
de ser perfecto.”
Recién pasa Castel a centrarse en la historia de este amor frustrado.
* * *
La conoció, o mejor dicho, la vio y la observó en el Salón de Primavera de 1946,
donde Castel exponía sus cuadros, y la perdió de vista a causa de su marcada timidez, no
obstante que el artista acusa ser un adulto que conoce la vida bohemia y las relaciones
pasajeras.
Tras una búsqueda afiebrada la ubicaría, y tomándola violentamente del brazo la
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introduciría en su vida, o en su historia.
Le llamó la atención que esa mujer, que oscilaba en sus 26 años de edad y de quien
no conocía absolutamente nada, se detuviera mucho tiempo junto a su cuadro
“Maternidad”, que presentaba en primer plano a una mujer que miraba jugar a un niño.
Pero ella no se detuvo en la escena principal, acaso porque la maternidad fuera para ella
una opción esquiva, sino que se concentró mucho tiempo mirando una ventanita que había
en la parte superior izquierda del cuadro, desde la cual se veía una escena pequeña y
remota: Una playa solitaria y una mujer que miraba el mar.
El describe este detalle de su cuadro: “Era una mujer que miraba como esperando
algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una
soledad ansiosa y absoluta.”
* * *
Refiere Castel que nadie se fijó en dicho detalle del cuadro, que además, parecería
haber sido pequeño de dimensiones, porque Castel se refiere a él usando siempre el
diminutivo “ventanita”. Todos pasaban la mirada por encima, como por algo secundario,
probablemente decorativo. Con excepción de una sola persona, nadie pareció comprender
que esa escena constituía algo esencial en la temática del cuadro, que para Castel
presentaba la verdadera maternidad.
Este hecho le pareció al artista una especie de entelequia, palabra aristotélica que
denota lo que es para cada ser la posesión de su propia perfección. Y para él, como artista-
filósofo, esa mujer desconocida, María Iribarne, sería la persona perfecta para comprender
su alma y su arte.
* * *
Quizás Castel no se equivocó, o no se equivocaron ambos, él y María Iribarne,
respecto de la entelequia. Pero ella estaba maniatada y atada a otras situaciones humanas e
infrahumanas que le hacían pensar que solamente podría hacer daño a su nuevo amante, y
para no hacerle sufrir prefería serle esquiva y distante.
Podrían saber las mujeres o los hombres que son así que de esta manera se
enardece el alma y se genera una relación que no puede ser sino violenta?
Este es el comienzo del sufrimiento de Juan Pablo Castel, que por su lado también
estaba maniatado y atado a situaciones humanas e infrahumanas que le hacían destruir lo
que construía, cosa que parece hacía con sus propios cuadros. El era obsesivo y paranoico,
y combinaba una extrema timidez con un espíritu inquisidor que enfermaba a su
interlocutora.
* * *
A esta revelación acerca de ella sigue una nueva digresión, característica personal
suya propia que le impide pasar de frente a lo que es su objetivo: Hablar de ella, como tema
reiterativo de su agravante soledad.
Angel Leiva, el editor de la quinta edición de la novela, se refiere a la atmósfera de
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soledad que conduce al crimen: “La conciencia de esta soledad insalvable en la mente
paranoica de Juan Pablo Castel determina el crimen: ‘Tengo que matarte, María; me has
dejado solo.’ ”
Estas son las palabras que con frialdad, como si se tratase de estar a punto de
cumplir con su deber, Castel le explica a María lo que va a hacer. Es más, como para
mostrarnos hasta qué punto la atmósfera de incomunicación en que todos los personajes
están envueltos, María le pregunta ingenuamente a su asesino: “Qué vas a hacer, Juan
Pablo?”
Es conmovedora esta escena. Juan Pablo relata: “Poniendo mi mano izquierda sobre
sus cabellos, le respondí: ‘Tengo que matarte, María. Me has dejado solo.’ Entonces,
llorando, le clavé el cuchillo en el pecho. Ella apretó las mandíbulas y cerró los ojos, y
cuando yo saqué el cuchillo chorreante de sangre, los abrió con esfuerzo y me miró con una
mirada dolorosa y humilde.”
* * *
Las escenas se distribuyen entre la gran ciudad de Buenos Aires (en la sección sur,
particularmente el entorno del edificio de la Compañía de Teléfonos, la salida cercana del
subterráneo o metro, el Correo Central y la casa de ella) y la estancia “Los Ombúes”, a
cuatro horas de distancia de Buenos Aires, a donde María se repliega en su soledad, para
caer presa de las fantasías sexuales de su primo, aunque no exista entre ellos relación
sexual. Al mismo, Juan Pablo Castel nunca se refiere por su nombre, a pesar de haberse
familiarizado con la casa de la estancia y haber penetrado en la intimidad de sus moradores.
Sólo lo llama por su apellido, Hunter, el mismo que es el apellido materno de María
Iribarne.
El esposo de María, a quien también se refiere Juan Pablo Castel por su apellido,
Allende, es ciego, un ciego que no quiere ver la realidad que le rodea respecto de su esposa,
y por consiguiente ignora sus movimientos con asombrosa tranquilidad que estallará
después de conocer su muerte, porque cometió suicidio.
El hecho de que María, de la misma manera que engañaba a Hunter y a su nuevo
amante, Juan Pablo Castel, también “engañaba a un ciego”, como se lo dijo Castel en un
arranque de pasión y de venganza, desencadena las situaciones personales que conducen al
crimen..
Otros personajes, son igualmente apasionados y desapasionados, como la prima de
Hunter, Mimí, que se refugia todo el tiempo en su afectado francés, idioma que utiliza sin
son ni ton.
* * *
El título de la novela, El Túnel, deriva de la reflexión de Castel, ya en prisión,
cuando vislumbra toda su existencia como que había transcurrido dentro de un túnel en el
cual se encontraba él solo, viendo a todos los otros personajes de su tragedia como si
estuvieran viviendo en túneles paralelos de paredes transparentes que de alguna manera se
juntarían en un punto. Así concebía con expectativa el futuro encuentro con su amada en un
túnel común, ya libres de las ataduras del pasado que era el tema afiebrado del presente y
103
de su continua manía inquisidora.
Pero Castel se equivocó. No había túneles paralelos. Todos los demás estaban fuera
del túnel, y sólo había un túnel, el suyo, que comienza en la ventanita de su cuadro y al
final de su relato se materializa en su prisión.
Lectura Reservada para los estudiantes de la CBUP
Cuando llegamos a este punto quisiéramos revelar la mente de Ernesto Sábato,
quizás recién, sesenta años después de la publicación de El túnel. Como dijimos, esta
sección es de lectura reservada para los estudiantes de la CBUP que participen en el curso
de Editing que dictará el Dr. Moisés Chávez en el Seminario de Febrero del 2010.
La revelación tiene que ver con el cuadro de Juan Pablo Castel y el detalle de la
“ventanita” que sólo María Iribarne parecía haber compartido con el pintor en una
atomósfera de entelequia.
Castel dice que tal detalle del cuadro era un factor importante, quizás más
importante que las imágenes del primer plano: Una madre que mira a su hijo, y ese niño,
que está jugando. Ese es el detalle que provocaría una expresión como ésta: Qué linda
madre! Qué niño tan lindo! Qué escena tan conmovedora!
Pero no, para Castel la verdadera madre no es la que es madre ya, sino la que anhela
serlo. De allí sus palabras: “Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún
llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una soledad ansiosa y
absoluta.”
Para Castel, la Maternidad no es la experiencia presente, sino el anhelo de la
naturaleza de una mujer. Pero María Iribarne, es posible que no pensaba en la maternidad
en absoluto, sino en algo que podría haber ocurrido en el mar, que acaso fue el escenario
donde la vida de un primo suyo, Luis, llegó a su fin, y de lo cual ella se culpaba a sí misma.
* * *
Para María Iribarne el sentimiento de Castel respecto de este detalle del cuadro,
sería compartido?
Eso es lo que pensó Castel todo el tiempo, de principio a fin, sin que haya fin. Y
creo que el sentimiento era compartido en la vida, pero no necesariamente en la inteligencia
del cuadro.
Lo que María contemplaba en esa ventanita, era ella misma, porque aunque la
imagen difusa de esa mujer distante no se pareciera a ella, su contenido interior era
idéntico, y su manía de escaparse de Buenos Aires para ir a la estancia y a la playa a mirar
el mar a partir de su soledad era algo que ella había descubierto que sanaba las heridas de
su alma. Por eso ella viajaba a menudo a la estancia de “Los Ombúes” de la familia Hunter,
en ese entonces sólo ocupada por su primo y otros primos que la visitaban eventualmente.
Quizás ella no iba allí a causa de una baja pasión que la arrastrara a su primo. Eso
era secundario, como todo otro apasionamiento frustrado. Ella iba allí por su cercanía del
mar y porque le daba placer mirar el mar sola como esperando algo, quizás algún llamado
apagado y distante, en una escena que sugería una soledad ansiosa y absoluta.
Algo vinculado con la muerte de su primo Luis?
Es muy conmovedora la escena, nunca repetida, en que ella introduce a Castel en la
ventanita que se abre a la contemplación del mar. Sólo a partir de esta expectativa se puede
entender el diálogo de ambos.
* * *
Para terminar, diré que la palabra “entelequia”, no importa tanto que provenga del
léxico de Aristóteles y que haya tenido un uso particular, acusa una etimología que parece
estar en la mente de Ernesto Sábato para interpretar la tragedia de estas dos almas gemelas:
Viene de en, “con”, télos, “propósito”, “finalidad”, “fin”, y el verbo éjo, “tener”.
Ambos, Juan Pablo Castel y María Iribarne acusan haber tenido el mismo propósito
y el mismo final. Y no es cierto que Castel se encontró finalmente solitario en su túnel,
porque ella entró finalmente para compartir su túnel. Este es el elemento que Sábato deja
para ser descubierto por el lector, y que lamentablemente está ausente en los comentarios
de los críticos literarios.
* * *
Los estudiantes de la CBUP no sólo derivarán lecciones de Editing de la lectura y
tratamiento como caso de estudio en el Aula Magna de la CBUP de esta novela de Ernesto
Sábato. También aprenderán lecciones de psicología existencial y aprenderán a revalorar la
soledad, sólo hasta el punto que colma el túnel de la ansiedad existencial. Más allá de este
punto es patológico y contiene el germen de la destrucción, una destrucción que para
muchos es invitada de honor y ha venido para quedarse.
Cuál es la solución?
El Lic. Homero Calongos opina que la única solución es implementar lo que él
denomina “una comunidad terapéutica”. La enseñanza de Jesús y de los apóstoles que
escribieron epístolas expone el mismo objetivo cuya meta final es salvar vidas.
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TANTAS VECES PEDRO
Alfredo Bryce Echenique
El título de la novela de Alfredo Bryce Echenique revela que Pedro Balbuena no
deriva nada en limpio de sus sucesivos compromisos sentimentales. Vuelve a ser el mismo
de siempre, más sumido en el alcohol. La trama acusa un flirt obsesivo con Sophie, que
parece fantasía. Después constatamos que es de carne y hueso quien lo esclavizó desde que
él encontró su foto en un fragmento de revista frente a un hotel de Lima.
Va a París, soñando convertirse en escritor, y da la casualidad de encontrarse con
ella misma, aunque no estaban seguros, porque él había descartado la foto años atrás. Su
romance duró sólo tres meses y cinco días después de los cuales ella lo citó en el café Ritz.
Pero mientras la esperaba ansioso, ella contraía matrimonio en la Iglesia de Santa Clotilde.
El saldo fue Malatesta, un pesado fetiche que lleva a cuestas, un perro de bronce que ella le
regaló y con el cual conversa de manera insana.
* * *
Dependiendo exclusivamente de las remesas de su madre trata de rehacer su vida
primero con Virginia, una americana a quien intenta enrumbar.
Después, Claudine, el padre de cuyos hijos se aparece aquí y allá y convive con
Pedro.
Finalmente, Beatrice, mucho más joven y con gran sensibilidad artística y humana.
Hubo otras cuatro, pero fueron sus víctimas, identificadas con el simbolismo
demente de siete caballitos salvajes que se propuso eliminar del pleno goce de la vida a la
manera de Sophie. A ellas se sumaron dos en Perusa: Pámela, estudiante de arqueología
etrusca, y Helga, una brasileña “más conocida que la ruda”.
* * *
Quién sería la séptima? Claudine, como le sugería Sophie, viendo cuánto él la
amaba? O a falta de otra, Mio Cuore, la mucama del hotel, a pesar de que no tenía ningún
atractivo para él. O Sophie, a la cual le robaría su Mercedes Benz para irse con otra. Pero
antes de que ocurriera, ella lo elimina de un disparo después de haberlo hecho a poquitos en
el plano espiritual.
Esta es la estructura existencial. El lector tendrá que desentrañar por sí solo el
intricado mundo de los personajes. Recién en el “epílogo”, que es el prólogo, nos
enteramos de que Pedro empezó a escribir su historia de la foto cuyo original rasgó un
amigo canallezco. La misma reescribió para mostrarla a Julio Ramón Ribeyro y la hizo
trizas el perro de Sophie, tan destructor como su dueña, y Bryce Echenique le ayudó a
concluirla refiriendo el delirio de su agonía como que llegó “demasiado tarde”.
* * *
Su apego a Julio Ramón Ribeyro y a su temática limeña se observa en su
quisquilloso estribillo de la Optica Waldo Olivos. El lo reconoce: “Necesita la opinión de
un escritor, un pequeño estímulo, y por eso acaba de pasar su cuento en limpio y ahora se
dispone a salir rumbo a casa de Julio Ramón Ribeyro.” Esto acusaría cierto asidero
autobiográfico, pero su personaje deterioró hasta el extremo de masturbar a un cura para
tener acceso al vino de la sacristía. Tantas veces Pedro. . . hasta llegar a ser Sophie.
Su estilo introspectivo-proléptico, en que la acción se realiza primero en el corazón,
caracteriza a autores modernos como Tomás Eloy Martínez en El vuelo de la reina (Premio
Alfaguara). El lector puede confundir el diálogo circunstancial con el introspectivo, pues la
prolepsis permite usar del tiempo gramatical a antojo.
Se evita el uso del parlamento para introducir los segmentos de diálogo
introspectivo que suelen ir sin demarcación editorial.
Ediciones PEISA ha editado la novela para Ediciones “El Comercio”.
18
LOS FUNDADORES DEL ALBA
Por Renato Prada Oropeza,
Premio de Novela Erich Guttentag
El autor y su novela:
Renato Prada Oropeza nació en Potosí en 1937, y en el año 1969 publicó su novela
La canción de la crisálida, la misma que publicó luego cambiándole de título a Los
fundadores del alba. Ambos títulos son muy sugerentes: El primero porque la crisálida, el
estado intermedio entre la oruga y la mariposa, anuncia como en un himno en la expectativa
del autor el despliegue de la revolución socialista desde su capullo de la selva boliviana. Lo
mismo anunciaría la acción guerrillera que en Bolivia estaba tan identificada con el Ché
Guevara, si en el título se escribiera “ALBA” en lugar de “alba”. Además, en varias partes
de la novela, de manera subliminal se describe el alba que anuncia las características del
nuevo día, para Prada Oropeza, el día de la victoria de la revolución social.
La trama:
La trama sigue de cerca el desarrollo de las guerrillas de Ñancahuazú en Bolivia, a
las cuales el autor tuvo acceso mediante el testimonio de ocasionales informantes.
En particular se traza la experiencia de uno de sus personajes llamado Javier, quien
fuera hijo de una familia burguesa que se encontraba estudiando en un seminario para ser
cura, pero que siente el llamado a una identificación socialista en el nivel de la militancia y
llega a ser incluido en una columna guerrillera.
El personaje femenino que destaca es Laura, cuya choza Javier llega a visitar en
más de una oportunidad para buscar gallinas y posiblemente otros alimentos para la
cuadrilla, además de atención momentánea a un camarada herido.
108
A lo largo de la novela no aflora otro tipo de relación de Javier y Laura, salvo el de
un amor platónico e idealista condicionado por la misma experiencia de fugitivo perseguido
por columnas del ejército boliviano en la selva. Pero al final aflora el hecho de que Laura
llevaba en su vientre un hijo de Javier a quien ella le hablaría de las bondades de su padre
ya eliminado.
Características literarias:
Prada Oropeza experimenta con un medio de comunicación que otros escritores de
América Latina, entre ellos Mario Vargas Llosa, habían explorado: Es lo que Vargas Llosa
denomina “técnica de cruce de planos temporales y de narración simultánea”.
En qué consiste esta técnica?
En penetrar a la mente de los actores, de uno u otro bando, de la columna del
ejército y de la columna guerrillera, para hacerle ver de manera simultánea al lector lo que
ocurre en ambos bandos. Esto se logra mediante el monólogo de sus personajes, entre los
que destaca uno, anónimo, cuya característica es el uso de gerundios, a la manera del habla
de gente de lengua aymara.
Otros personajes también tienen su característica dialectal pero no tan definida
como el personaje que hace de narrador.
Otra característica de la novela es que al final el autor se dirige a sus personajes,
usando verbos en tiempo futuro, como para enfatizar en el hecho de que su destino y su
muerte, o su supervivencia en el caso de la columna del ejército, habían estado hasta cierto
punto predestinados.
109
19
LA PRIMERA DAMA Por Rebeca Riveros Dimberg
No es cualquier cosa ser Primera Dama. Aunque no es una posición nacida del voto,
conlleva mucha responsabilidad.
El ser mujer es una de las principales responsabilidades; el ser madre es otra mayor;
y por supuesto, el ser esposa o compañera del Presidente lo es también. Por ello pienso que
la Primera Dama debería conocer los pensamientos y preocupaciones de las mujeres, y del
sentimiento compartido por ciudadanas que como yo, tenemos atravesado el pecho con
pensamientos y lágrimas.
Hace poco el Presidente, en declaración pública confesó que no dejaría la
presidencia porque su esposa no quería dejar de ser Primera Dama. También me tocó verla
en un medio de comunicación rezando un salmo y convocando al pueblo a orar,
precisamente en momentos tan difíciles como los que estábamos viviendo. Aunque
personalmente creo que además de rezar, este pueblo necesita muchas otras cosas.
Yo y muchas otras mujeres entendíamos a la Primera Dama. Cómo no entenderla si
también somos mujeres y sabemos lo que una tiene que pasar para tener esa calidad o
condición. Cómo no entenderla si como esposas o compañeras asumimos papeles,
responsabilidades y posiciones insospechadas para defender a nuestros maridos y
compañeros, y ni se diga de lo que somos capaces si se tratase de nuestros hijos!
Como mujer entendía muchas cosas, como por ejemplo, que ella no quisiera dejar
de ser Primera Dama. En su lugar, probablemente tampoco yo desearía dejar de serlo. Pero
más allá de las complicidades que podamos compartir en nuestra condición de mujeres, me
pregunto si la Primera Dama sabía de la verdadera realidad del país; de la realidad de ahora
y de de siempre de esa realidad de afuera, de lo cotidiano en que participamos muchas
mujeres bolivianas que trabajamos con nuestros hijos a cuestas, y a cuestas con nuestros
maridos también.
Pero hoy, para muchas, eso se acabó! A partir de hoy muchas llevarán a cuestas
únicamente el dolor de haber perdido al marido, y peor aún, el dolor de haber perdido al
hijo. Y tendrán que seguir a cuestas con lo que les queda; algún sueño extraviado en la
memoria de lo imposible.
* * *
Por eso me pregunto si la Primera Dama conocía otra realidad además de la que
existe entre el Palacio y su Residencia. Creo que hay una verdad que desconocía; una
verdad y una realidad que los ministros, los asesores, los allegados y otros no le habían
contado a ella o a su marido. Y a lo mejor no se las han contando porque es una verdad que
incomoda, una verdad inconveniente, una verdad fea. Y no se las han contado porque
hacerlo habría develado incompetencia, incapacidad, y sobre todo desamor por el país.
Hacerlo habría arriesgado el cargo, la jerarquía, la fortuna, el negocio, la foto y quien sabe
110
más.
Cuánto hubiera querido que la Primera Dama entendiera que a esas alturas no
bastaba orar. No podíamos resignar y dejar las cosas en manos de la Divina Providencia.
No podíamos irnos a dormir cada noche intentando perder la memoria de lo vivido durante
el día. Cuánto hubiera querido que ella, como yo, y como muchas mujeres pudiésemos
haber subido no sólo a El Alto, sino a lo alto de nuestras conciencias y constatar lo que
realmente venía sucediendo allí y en todo el país. Seguramente que el dolor de ese paisaje
nos habría desgarrado las entrañas.
* * *
Con todas las posibilidades que ofrece el poder y el sitial de Primera Dama sería
bueno dejar a un lado a los ministros, asesores, representantes y comisionados, todos
aquellos distorsionadores de la verdad, y dejarlos a un lado porque al país ya no se lo puede
ver a través de otros ojos. Este país ya no soporta mediaciones de interlocutores
moralmente desautorizados, de inescrupulosos convenientemente coalisionados, de
delegados o mal mandados, de los políticamente mal designados. No aguanta a los
negociadores de sus propios apetitos, de las imposturas de falsos aliados. El país ya no los
soporta más.
Qué bueno sería que la Primera Dama comprendiera la justa medida que envuelve
este entuerto histórico. Qué bueno sería que como mujer entendiera y apoyara la
viabilización de esta verdadera insurgencia, de esta insurrección de lo legítimo. Qué bueno
sería que la Primera Dama le dijese a su marido que la democracia no representa a una
persona, y que ella como mujer puede hacer mucho más que siendo Primera Dama, porque
la democracia también abarca a las mujeres.
Qué bueno sería que la Primera Dama le hiciera ver al Presidente que la
Constitución lo habilita a cambiar nuestro destino para poder edificar lo que todas
queremos; lo que queremos para nuestros hijos que parimos y amamantamos con esperanza
de futuro.
111
20
EL RETORNO DE LOS
DESHEREDADOS DE MIR Por Rebeca Riveros Dimberg
Como todos sabemos, los miristas se democratizarán, aunque suene un tanto cómico
esto de que se democratizarán recién ahora aquellos que se abanderaron por décadas con la
conquista y el ejercicio de la democracia en el país. Pero parece que así será; se los exige
nada menos que el Código Electoral. En todo caso, esto de democratizarse trae sus
consecuencias y qué mejor oportunidad para aquellos que desean emanciparse del yugo
familiar.
De la posición asumida por Doria Medina se deduce la intención de recuperar el
mirismo. Me imagino que se refiere a aquel mirismo que se comenzó a abandonar a
mediados de los ochenta; aquel mirismo por el que muchos, militantes o no, de alguna
forma sienten cierta nostalgia, quién sabe si por las circunstancias que se vivían en aquellos
días al haberse recuperado no sólo la democracia, sino también la dignidad. Por ese
idealismo, esa mística, esa fuerza generacional y contagiosa que de muchas maneras
irradiaba el mirismo de entonces. Será aquel mirismo?
* * *
No cabe duda a estas alturas que todo aquello, “sí fue una verdadera mamada”, y
que de esa mamada histórica, paulatinamente nacieron “los desheredados del MIR”. Ellos
son aquellos a quienes no les alcanzó la ambición para permanecer; aquellos que no
pudieron cruzar puentes sobre ríos de sangre; aquellos que no tenían cabida en un país de
ganadores; aquellos que todavía sabían diferenciar los errores de los delitos. Todos aquellos
se quedaron en el camino o los hicieron quedar.
112
Hoy corresponde preguntarse si todo ese caudal humano desechado
convenientemente en determinados momentos, porque a Bolivia “cuesta quererla”; si toda
esa gente que todavía sueña, que todavía piensa, que todavía tiene ganas de PAIS, podrá
adherirse a la nueva propuesta mirista, y si el proponente tendrá el talento, la capacidad o
simplemente la virtud de convencerse y convencer, para restaurar a los desheredados del
MIR sin necesidad de otorgarles poder alguno, ni siquiera un anticipo de legitimidad, a fin
de que retornen al lugar que por derecho les corresponde.
Falta ver si esta disputa que pretende reposicionar liderazgos no se esfuma en el
camino. De todas maneras, será difícil valorar a los candidatos por sus propuestas, sin dejar
de concentrarse en sus atributos que indudablemente Paz Zamora tiene algunos pero
carece de otros.
A Doria Medina le sucede lo mismo; y según un analista, este último “tendría
cárisma de ladrillo”.
Estas valoraciones podrían restarles o no votos; en todo caso, serán los militantes de
ese partido los que darán justo valor a los atributos que el país requiere. De lo contrario, si
éstos resultan ser vitales o determinantes a la hora de la contienda electoral partidaria,
habrá que reinventarse a Doria Medina para que retornen los desheredados!
113
21
SILVER BLAZE
Sir Arthur Conan Doyle
Silver Blaze is the name of a short story, included in the series, Great Cases of
Sherlock Holmes, by Sir Arthur Conan Doyle, an English author specialized in detective
stories.
The name of the story is the name of a race horse, and the story portrays one of the
most outstanding activities of the English society: Horse races.
As usual, the famous detective Sherlock Holmes, goes out to work, accompanied by
his secretary, whom he often calls “my dear Watson”.
The story leads to discover the real culprit of a crime, after discarding the main
suspect of the Scotland Yard detectives, Mr. Fitzroy Simpson, and the suspects in the mind
of the reader: Colonel Ross (the horses owner), and Mr. Silas Brown, the owner of a
neighboring stall.
The culprit is Mr. John Straker, the horse trainer at the service of Colonel Ross. The
amazing case is that he himself is the victim, the man murdered at the same time that the
horse disappeared. In his hand was found the cravat belonging to Mr. Simpson, that was the
reason to suppose he was the murder.
Sherlock Holmes engages to discover first the whereabouts of the horse, since his
name was among the runners for next Tuesday, and something was to be done to make him
to appear. Following his tracks, Holmes finds him in the stall of Mr. Brown, but also finds
that the horse had approached this place by himself.
Who took the horse out of his stall? That is the question, and Mr. Holmes finds it
out watching closely the content of Mr. Strakers pocket, the opium used to drug the stable
lad Ned Hunter, the meal prepared by Mrs. Straker, where the opium powder was
concealed, and the absence of the dog in the scene, that showed that was cared of by
someone known.
Holmes reconstructed the facts to prove that Mr. Stracker had taken the horse to a
hollow to pierce a cataract knife in his ham, to disable him to run in the Wessex Cup. The
horse was afraightened by the blaze of a match lit near his ham to see the right spot, and
kicked Mr. Straker at his head. The cravat at the scene was just found there as Mr. Simpson
lost it and was intended to be used to hold the horses hams.
The complicity of Mrs. Strakers wife was discovered in the faked bills found in
Mr. Strakes pocket. Holmes rushed to London to see if the clerks of the bills recognized
Mr. Strakers picture, as it happened. Mrs. Straker used to order expensive robes from
them, and Holmes saw clearly that Mr. Straker was trying to get money betting against his
own horse to pay the bills of his wife.
At the end of the story, Holmes rubs the neck of the culprit, the horse, and acts to
pay back the involvement of Mr. Brown in the case, despite being guilty at first of hiding
the horse.
114
22
THE ADVENTURE
OF THE SPEAKLED BAND
Sir Arthur Cone Doyle
This short story is placed in 1883, a time when the British were dominating in the
Indian peninsula. Grimesby Roylott was a medical doctor that spent many years in India
and went back to England after serving some time in prison for a crime. The story of his
family, through all generations is like his personal history, people of aristocratic line, that
become pauper.
In India he married a British woman and at her death she bequeathed on him a nice
sum of pounds to be partially transferred to his two stepdaughters at their marriage. The
desire to have all the money for himself took to kill one of his step-daughters (they were
twins of a former marriage of her wife). And as the second one went to seek Mr. Sherlock
Holmes advise and help, Dr. Roylott traced her.
Doctor Roylotts purpose to pay an unwelcome visit to Holmes was to discourage
him to pursue an investigation in his state at Stoke Moran, but it rather encouraged him to
be involved in the case of the unusual death of Helens sister.
As usual, Holmes, accompanied by Dr. Watson, his associate, pay a visit to the
house at Stoke Moran and arrives at the conclusion that any danger could have come from
outside. When examining the bedrooms, he discovered something very unusual: The only
communication between the girls bedroom and doctor Roylotts was a fake ventilator and
a fake belpull rope hanged from it to her bed, that for some unusual reason was fixed to the
floor, so as to avoid being moved to other position. These things, combined with the fact
that Doctor Roylott was known to get rare pets from India, were the clues that led Holmes
to expect that besides the cheeta (leopard) and a babbon monkey he could have hidden also
a poisonous snake, trained to pass through the ventilator straight to the girls bed. Some
other minor facts, came to help the uncover the plot to have the girl bitten by the snake and
have her death passed as a rare but natural death, that in other case could have been
attached to a band of gypsies that used to set their camp in Doctor Roylottss grounds, who
used to wear speakled bands on their heads.
Doctor Roylott also had a band like that and wore it on his head while watching the
snakes movements in the girls room. His purpose was that if seen by the girl, she would
cry: “It was the speakled band!” And in some way the gypsies would have been considered
guilty, and not Doctor Roylott.
There was another important clue before Holmes. The crime happened just before
the girl wedding, when Doctor Roylott should have given her the amount of money stated
in her mothers will. And now, after two years Helen was close to get married, and the
same fate hanged on her too. Holmes knew that her life was at risk.
Doctor Roylott had no need to accomplish his menaces on Holmes, since the snake
was confused by a light of a match lit by Holmes, and instead of passing through the
115
ventilator to the bed, attacked his master. He cried painfully and died and was found
wearing the speakled band on his head. And the snake was driven to her cage, that was the
metal safe in the bedroom.
APENDICE
1
LA BIBLIA CIENTIFICA:
REINA-VALERA ACTUALIZADA
INTRODUCCION:
En tiempos modernos, la traducción de la Biblia se ha convertido en una labor
científica, porque se tiene que aprovechar la información que aportan los grandes
descubrimientos arqueológicos, como los Rollos del Mar Muerto.
DESARROLLO:
Mi papá, que se llama Moisés Chávez ha participado en la traducción científica de
una Biblia que se llama “La Biblia Científica”. Esta labor duró diez años, y reunió a
muchos especialistas en Estados Unidos para traducir y luego publicar la “Biblia
Científica”, la primera Biblia en español que se llevó a cabo aprovechando el gran invento
científico de las PC o “Personal Computers”. Si usando las computadoras personales este
trabajo duró diez años, imagínese usted cuánto habría durado sin este aporte de la técnica!
CONCLUSIONES
El trabajo de traducir científicamente la Biblia Científica no ha sido realizado sólo
como investigación científica, sino que su propósito ha sido que la Biblia Científica pueda
llegar a las manos de la generalidad de la gente y que pueda ser entendida por todos con
facilidad, para traer a sus vidas felicidad y gran satisfacción.
2
EL VATICANO:
DISCURSO DE LA SECRETARIA
DEL PRESIDENTE DE ITALIA
Bongiorno Señores Congresales y Representantes de las Naciones Unidas, Damas y
Caballeros:
En mi condición de Secretaria Privada del Presidente de la República de Italia doy a
conocer lo siguiente:
El Vaticano es un territorio de casi medio kilómetro cuadrado en medio de la ciudad
de Roma, capital de Italia, reconocido como estado a partir del Tratado de Letrán firmado
en 1929.
Por el mismo hecho de ser un estado mundialmente reconocido y su rey, el Papa,
una autoridad de prestigio internacional, el Vaticano ha intervenido para solucionar muchos
litigios y conflictos internacionales, mayormente relacionados con la definición de fronteras
entre los países. Esta función de El Vaticano se conoce como “arbitraje”.
Por este hecho, quisiera proponer en este día de parte del Excelentísimo Presidente
de Italia, Señor Carlo Azeglio Ciampi, que el Presidente Constitucional de la República de
Bolivia, el Señor Carlos Mesa Gisbert, acepte la iniciativa de que se someta al arbitraje de
su Santidad, el Papa Juan Pablo II, y de El Vaticano, el difícil caso de la salida soberana
de Bolivia al Océano Pacífico, por el territorio que le fuera arrebatado por Chile en la
Guerra del Pacífico.
He dicho. Grazie
3
EL OLIVO:
UN ARBOL MARAVILLOSO
El olivo es un árbol muy interesante y de valor sin igual. Pertenece a la familia de
las Oleáceas, es decir, de plantas cuyos frutos producen óleo o aceite.
Su tronco es retorcido y débil; parece un árbol raquítico.
Su madera no sirve para hacer muebles ni para la construcción, como por ejemplo,
para hacer vigas. Antiguamente no servía ni para leña, porque nadie iba a cortar sus árboles
de olivo que son tan valiosos por su fruto y que duran tanto tiempo en crecer y producir,
para quemarlos en el fuego.
En la actualidad se hacen de su madera esculturas pequeñas que son la delicia de los
turistas que visitan Israel, la Tierra Santa. Por ejemplo, los camellitos de madera de olivo
son muy cotizados, como éste que he traído para mostrarles y que ha sido labrado en
madera de olivo:
MOSTRAR EL CAMELLITO
Pero es más importante el fruto del olivo llamado OLIVA. Las olivas son pequeños
frutos carnosos que tienen dentro una pepa muy dura, que es la semilla. Cuando las olivas
son maceradas o encurtidas en agua sal, se convierten en ACEITUNAS, de variados colores
y de rico sabor, como éstas:
MOSTRAR LAS ACEITUNAS
VERDES Y NEGRAS
Las olivas frescas, cuando son molidas en molinos especiales llamados LAGARES,
producen el “aceite de olivo”, que es el producto más valioso de este árbol, debido a sus
innumerables usos.
Como la pulpa de las olivas contiene una mezcla de agua y aceite, basta con dejar
reposar los frutos molidos para que el agua baje al fondo del balde y el aceite quede encima
del agua, porque el agua y el aceite no se pueden juntar. El aceite queda encima del agua
porque tiene menor densidad que el agua.
MOSTRAR EL VASO CON LA MEZCLA
DE AGUA Y ACEITE DE OLIVO
Cuando el aceite es extraído de las olivas con sólo triturarlas y escurrirlas se llama
ACEITE VIRGEN, y es un producto muy valioso en medicina y en la alimentación.
MOSTRAR LA BOTELLITA MINIATURA
Y LA LATA DE ACEITE OLIVO
El resto del aceite que se extrae hirviendo en agua las olivas trituradas, ya no tiene
poder medicinal pero se puede usar en la preparación de alimentos, y en tiempos antiguos
también para el alumbrado.
En tiempos antiguos se inventaron las “lamparitas de aceite de olivo”, que eran unos
pequeños recipientes de cerámica. Por un lado se las llenaba con aceite y se introducía en el
aceite un rollito de hilo cuya punta era sacada por el huequito delantero de la lamparita.
Cuando se prendía el hilo que servía de mecha, la tenue luz de la lamparita se mantenía
hasta que se acababa la mechita. Al consumirse, la mecha se desenrrolla sola. Esto es algo
muy curioso. Un ejemplo de estas antiguas lamparitas, presento a continuación:
MOSTRAR LA LAMPARITA DE CERAMICA
CON SU MECHITA
En tiempos antiguos, en el Período Bíblico, se utilizaba el aceite de olivo para los
siguientes fines:
1. Para la alimentación
2. Para el alumbrado de noche
3. Para la curación de heridas
4. Para la unción de los reyes, sacerdotes y profetas
5. Para el alumbrado del Templo de Dios
Su uso en el templo de Dios ha hecho que se considere al olivo como un árbol cuyo
fruto sirve “PARA HONRAR A DIOS Y A LOS HOMBRES”, como dice la Biblia en el
libro de Jueces 9:9.
Milagrosamente, el aceite para el alumbrado del templo de Dios en Jerusalem que
debía alumbrar un día alumbró ocho días. Este milagro se celebra en la Fiesta de Janukáh,
en el mes de diciembre.
En Grecia y Roma las ramas de olivo servían para honrar a los atletas que
campeonaban en las Olimpiadas o a los poetas y oradores que campeonaban en los
certámenes artísticos. Es que una característica de las hojas del olivo es que cuando se
secan, no pierden su color verde plateado.
HABLAR DE LAS RAMAS DE OLIVO
QUE TIENES EN LA BIBLIOTECA
En tiempos actuales se usa para desintoxicar el colon y facilitar el funcionamiento
de todo el organismo, pues tiene poder para desmenuzar y sacar del cuerpo la acumulación
de colesterol.
Para purificarse con aceite de olivo hay que tomar un jarro lleno de aceite calentado
suavemente en baño María, y después mantenerse varias horas con el poto en posición de
loto. Al día siguiente hay que ponerse dos lavativas con agua tibia.
MUESTRA LA FOTOGRAFIA DEL IRRIGADOR
El aceite de oliva virgen más puro se conoce con el nombre de EXTRA VIRGEN. A
este tipo de aceite se le llama en la Biblia Hebrea con el nombre de IZHAR (se pronuncia:
izjár).
La investigación científica ha demostrado que el aceite de olivo tiene los siguientes
efectos beneficiosos para la salud:
1. Reduce el nivel de colesterol, que es una sustancia química que afecta a las
arterias y la circulación de la sangre.
2. Disminuye el riesgo de infarto
3. Disminuye la acidez gástrica
4. Protege al organismo contra la formación de úlceras y gastritis.
5. Beneficia el crecimiento de nuestros huesos
6. Previene los efectos deterioradores de la edad y facilita las funciones cerebrales.
7. NO ENGORDA
El olivo es un árbol de aspecto tan feo y raquítico, pero dura miles de años en pie,
como los olivos que hay en las faldas del Monte de los Olivos, al costado de la Iglesia de
Todas las Naciones en Jerusalem, la capital de Israel, que tanto asombran a los turistas. Por
eso es un símbolo de la fortaleza, a pesar de la flaqueza, que nos enseña que la victoria final
no es de los más lindos, ni de los más fuertes.
A continuación quiero leerles una poesía que ha escrito mi padre a los árboles de
olivo que se conservan desde hace 2000 años en el Monte de los Olivos. Su título,
“Cuasimodo Ben Izhar”, se inspira en el aspecto desagradable de Cuasimodo, el Jorobado
de Notre Dame, y su apellido “Izhar” es la palabra con que en hebreo se denomina al
ACEITE EXTRA VIRGEN, es decir, de la más alta calidad:
RECITAR LA POESIA
“CUASIMODO BEN IZHAR”
Muchas gracias.
4
POESIA:
MI MAMITA
Por Teodoro Palacios
Mi casa es un cielo
de dicha y de paz;
no hay ángel tan bueno
como mi mamá.
MI MAMI,
MI DICHA, MI AMOR,
ME DICE MI MAMI
MIENTRAS ME BESA
Y ME HACE DORMIR:
“Palomita mía”,
“mi Cielo”, “mi Reina”
me dice mi mamita,
me viste y me peina.
Me sigue a la puerta;
me da sabios consejos.
No aparta de mí sus ojos
hasta que me mira lejos.
Cuando vuelvo del colegio
la hallo en sus quehaceres.
Me da unos cuantos besitos
y me ayuda en mis deberes.
Tiende el mantel en la mesa
y me hace sentar a su lado.
Me da mis ricos helados
porque a mí me quiere más.
Mi casa es un cielo
de dicha y de paz;
no hay ángel tan bueno
como mi mamá.
(recitada por Lili Ester en el Día de la Madre)
INFORMACION IMPORTANTE
Para tener información sobre la Biblia Decodificada del Dr. Moisés Chávez sírvase
acceder a la separata, Biblia Decodificada.
Para tener información sobre la Biblia Reina-Valera Actualizada (RVA) sírvase
acceder a la separata, Biblia RVA.
Para tener información sobre el contenido de las 1.050 historias cortas, 165
separatas académicas, 150 libros, 76 tesis de grado CBUP y los volúmenes del Indice
Expurgatorius – Libros Prohibidos que conforman la Biblioteca Inteligente MCH, sírvase
acceder a la información que presenta la separata, Biblioteca Inteligente.
Para obtener información sobre los Estudios Universitarios del CEBCAR y de la
CBUP-VIRTUAL, sírvase acceder a la separata, Estudios Universitarios CEBCAR-CBUP.
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