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El 9 de mayo de 1998 salía a la calle el primer diario PERFIL. A una década de esa aparición, un suplemento histórico para repasar aquella etapa volcánica, sin la cual no podría comprenderse el presente de PERFIL. Anécdotas, secretos nunca revelados e imágenes jamás vistas de una experiencia tan breve como trascendente. Un documento de 64 páginas para recordar, entender y atesorar.

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tar el gusto popular y triplicar su tirada. Ambito Financiero fue la tosca rotundez de Julio Ramos, Página/12 la creativa irreverencia de Jorge Lanata y el Diario PERFIL el esteticismo y la minuciosa praxis de Jorge Fontevecchia. El espíritu de un diario es intangible, más allá de cualquier sólida estructura. De-

pende de los rasgos, los deseos, el humor y la prudencia (o no) de su creador.

El salto. Hace casi 32 años, cuando un veinteañero Jor-ge Fontevecchia fundaba su primera revista, La Semana y alentaba a sus periodistas pa-

Los periodistas suelen enamorarse

de los diarios como los actores

del teatro

HUGO ASCH

Un diario siempre es un sue-ño, acaso un proyecto que se persigue como al horizonte y muy pocas veces una realidad. Un diario es grande como un mundo y en esa desmesura en movimiento perpetuo cabe de todo: pasiones, toneladas de máquinas, ejércitos de hom-bres, camiones, enormes bo-vinas de papel, miles de foto-grafías, millones de líneas de textos, vanidades, competencia interna, competencia externa, dinero, influencia, vanidad, ilu-siones, poder. Un diario es el resultado de una monstruosa estructura pero tiene, inevita-blemente, el rostro y el alma de quien lo haya pensado; el padre de la criatura.

Si Crítica era Poroto Botana y La Nación sigue siendo el sobrio legado de Mitre, Cró-nica fue la audacia de Héctor Ricardo García y el Clarín de los setenta tuvo el sello de Mar-cos Cytrinblum para interpre-

ra competir con la poderosa Gente y sacar de mercado a la prestigiosa pero ya decadente Siete Días, las redacciones de los diarios eran una turbia nu-be de humo flotando entre filas de escritorios siempre despa-rejos a las que se solía acceder por una puerta vaivén, apenas alejada de la ruidosa línea de las linotipos, esos aparatos in-fernales, mezcla estrambótica de teclado y fierros retorcidos. Papeles desparramados, el pun-teo histérico de las máquinas de escribir, gente a mil, cintas de télex, rollos de papel tirados por el piso y una orden repetida en cada sección: “¡Material!”, gri-taba el editor, para que un ca-dete corriera y arrojara el texto, el diagrama dibujado a mano y las fotos en blanco y negro hasta un recipiente –un tacho, en realidad– que descendía mediante una polea con contra-peso hasta la sala de tipeo. No se veían mujeres, casi, en esas salas insalubres. Sobraban, sí,

los rostros curtidos. Hombres duros, de novela negra, acos-tumbrados a terminar la noche al alba, después de comer en alguna cantina del centro.

No había tiempo, casi pa-ra otra cosa. Un diario, y más en aquellos tiempos, solía ser impiadoso. Muy lejos de las ordenadas, profesionales, si-lenciosas y bien equipadas redacciones de hoy, llenas de hermosas y eficientes mujeres, aquella era una aventura extre-ma, bohemia, para pocos. Esas redacciones eran infinitas fábri-cas de melancolía. Se robaban el tiempo de todos.

Sin embargo los periodistas suelen enamorarse de los dia-rios, como los actores del tea-tro. Comparten ambos oficios esa predilección por lo fugaz, por sobre la segura exposición semanal de una revista, o la perpetuidad documental del cine. Unos y otros caen rendi-dos ante la seducción de los fe-tiches del negocio: el agridulce

olor a tinta de las rotativas en pleno arranque; las tembloro-sas tablas de madera de los es-cenarios. Prefieren esa cornisa abismal a cualquier certeza. Se obligan a seguir, noche a noche. Ya convertidos en elite, la pura pasión manda.

Jorge Fontevecchia es un hombre sobrio, prolijo, como la

mayoría de los productos que inventa. Sus redacciones, ya en los años ochenta, cuando la calidad técnica de la impresión estaba lejos de ser la ideal, eran la antítesis de esos tugurios desordenados donde reinaba el caos. En lo formal siempre prevaleció el orden; en los con-

EL PRIMER DIARIO PERFIL

Secretos de una iniciativa inolvidable Cómo se ideó, creció, salió a la calle y finalmente se discontinuó, el diario PER-FIL en 1998. Una historia apasionante que se inició en 1994 y continúa hasta hoy. Los ensayos que definieron su diseño, las pautas en las que se basó el armado de su redacción y la incierta tarea de instalar una impresora KBA alemana de 12

millones de dólares: las razones por las que –a pesar de su origen– se la conoce como “la francesita”. Qué rol que ocupó “Clarín” en la interrupción de la salida y cuáles fueron los resultados financieros que sellaron el primer intento de la editorial Perfil para dejar de ser una empresa que sólo editara revistas.

LA REDACCION DE PERFIL EN 1998. Todo el staff del diario el 9 de mayo, un día antes de la salida a la calle y luego de realizar números cero desde el jueves 2 de abril. En los primeros ensayos, sólo la secciones Política y Policiales editaron con textos reales. De a poco, se sumaron el resto de las secciones. El diario discontinuó su salida el viernes 31 de julio de ese mismo año.

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Fontevecchia es un hombre sobrio, prolijo, como la mayoría de sus

productos

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popularmente se llama “un de-safío personal”. Bueno: Fonte-vecchia es de aceptar ese tipo de retos, le vaya bien, mal... o muy mal.

Un reto como éste, por ejem-plo.

En 1994 Caras Brasil –una so-ciedad entre Perfil y la poderosa Editorial Abril– ya se había lan-zado con enorme suceso. Fue entonces cuando Héctor Mag-netto, CEO del Grupo Clarín le propuso comprarle el 30% de la Editorial Perfil. Lo cuenta el mismo Fontevecchia en el re-portaje de este suplemento. La idea de Clarín era invertir en el mercado de revistas y asegu-rarse el manegement del editor que mejor conocía el negocio.

No, dijo Fontevecchia, amable pero firme.

Magnetto –recuerda hoy Edgardo Martolio, director de Caras Brasil– hombre poco acostumbrado a oír negativas “medio que le insinuó a Jorge que bueno, que si él no quería asociarse, en ese caso, ellos iban a empezar a editar revis-tas”. Martolio, que conoce a Fontevecchia desde hace más de 30 años, no duda: “Para mí, internamente, en ese mismo momento, Jorge se planteó a sí mismo el desafío inverso: ‘Ahá, ¿así que ustedes ahora van a sa-car revistas? Bueno, entonces yo voy a hacer un diario’ Ese episodio, para mí, terminó de decidirlo”.

Primero visitó La Prensa que

LA REDACCION DE PERFIL EN 1998. Todo el staff del diario el 9 de mayo, un día antes de la salida a la calle y luego de realizar números cero desde el jueves 2 de abril. En los primeros ensayos, sólo la secciones Política y Policiales editaron con textos reales. De a poco, se sumaron el resto de las secciones. El diario discontinuó su salida el viernes 31 de julio de ese mismo año.

tenidos, mandaba la novedad o la audacia. Solía mezclar el éxito comercial con intentos vanguardistas para la época, en busca de prestigiar su empresa. El primer producto que tuvo el nombre de la editorial fue la re-vista Perfil, un experimento ori-ginal e insólitamente trasgresor que se convirtió en un medio de culto para muchos estudiantes de periodismo. Se editó durante un año, a partir de noviembre de 1982 y seguramente alguien, alguna vez, contará esa historia. Las revistas populares y de tele-visión mantenían la venta ma-siva, pero La Semana, más allá de sus contenidos y denuncias –sobre todo en la época de las “tapas negras”, en la etapa fi-nal del Proceso–, estéticamente nunca dejó de percibirse como una Gente clase B.

–Digamé, Jorge, ¿cómo pue-de ser que una persona tan pre-parada, tan culta y con tanto sentido estético haga revistas tan feas?

Eso, dicen que una tarde le di-jo Roberto Cívita en San Pablo, sin anestesia. Era 1988 y Fonte-vecchia estaba editando en Bra-sil Mía y Semanario, dos de sus marcas populares clásicas. No se sabe si hubo respuesta a esa pregunta, pero la herida narci-sista quizá surtió efecto. Al año siguiente, mientras en Berlín se caía el muro, aparecía Noticias, la primera revista argentina se-manal editada con todas sus pá-ginas a color. Le costó pasar el

día lo llamé desde Namibia y me acuerdo que me dio la fe-cha de salida, que en principio iba a ser en abril de 1998. Ya tenían en marcha la instalación de la KBA, el edificio nuevo de Chacabuco, todo. Yo no quería volver pero enseguida me en-tusiasmé. Tenía que estar. Sí que me despedí de África... y ahí sí que empezó la verdadera aventura.”

Jorge Rebrej –hoy director de la importadora de papel Camco– era entonces uno de los vicepresidentes de la Edi-torial Perfil. Y la KBA era la impresora alemana Koenig & Bauer Albert, modelo Colora. Mucha agua había pasado ba-jo el puente mientras Martolio concretaba su regreso. Prime-ro la gente de Fontevecchia hizo un proyecto mono básico para conocer las necesidades técnicas de la máquina que se necesitaba. Después viajaron dos gerentes a diferentes países de Europa y recorrer exposicio-nes y visitar fábricas en busca de la mejor máquina posible: el ya fallecido Roberto Leone, de Impresión; y Carlos Franco, de Mantenimiento.

Pero ¿qué era lo que quería Fontevecchia?

Para empezar, algo bastan-te exótico para la época: una máquina capaz de imprimir un diario con todas sus páginas a color. “La idea era buscar un factor distintivo para el produc-to –recuerda Rebrej–: el formato

verano, pero desde febrero y en adelante, una serie de tapas crí-ticas a la gestión de Carlos Me-nem aumentó geométricamente sus ventas. Un año después, en 1990, Noticias era ya un boom. Mientras el Yomagate reventa-ba la tapa de los diarios y en la redacción de Gente se diagra-maba una tapa bien de actua-lidad, una voz, entre la bronca y el desconcierto, se escuchó el office de la dirección: “¿Sabés cual es la tapa de Noticias? ¡Un plato de fideos!”. El título de la tapa era “La reivindicación de la pasta”, una investigación de la sección Costumbres. Y agotaba. La marca ya estaba impuesta.

En 1992 llegó el turno de Caras. La idea original era ver si, con un medio inspirado en la clásica visión de la española Hola!, se podía superar el pro-medio de venta de Noticias, que se había estabilizado en 150.000 ejemplares. Caras salió y ven-dió el triple de esa cifra. Fue un shock para la redacción y para el propio Fontevecchia, que des-pués de ordenar la impresión de una segunda edición se fue ca-minando desde la redacción, en Corrientes y Talcahuano, hasta su casa; exultante, eufórico, re-visando los quioscos. Pensan-do. Quizá esa noche misma se le ocurrió que ya había sacado suficientes revistas, que aho-ra le faltaba algo grande, pero grande de verdad. Ese momen-to clave en la vida de cualquier persona: cuando aparece lo que

los Gainza Paz tenían en venta. Finalmente decidió no comprar esa estructura, demasiado ob-soleta para lo que pretendía. Al año siguiente cumpliría 40 años. Linda edad como para pensar en fundar un diario.

La francesita. Carlos Lunghi, director de Fotografía de PER-FIL, jura que se enteró en San Pablo, donde él todavía trabaja-ba para Caras Brasil. Su mujer quería volver y Fontevecchia le dijo: “¿Qué vas a hacer acá, Carlitos? Mejor venite a Buenos Aires que pronto vamos a sacar un diario y vas a tener mucho trabajo”. Edgardo Martolio so-lía acompañar Fontevecchia al aeropuerto, donde aprovecha-ban para seguir charlando en un bar, donde había muchos diarios importados. “El siempre encontraba algo. Algún diario suizo, o canadiense, cositas que recortaba, o anotaba. Tenía la cabeza metida en el tema del diario a full”. Un año más tarde, en 1996, Martolio decidió orga-nizar un largo viaje personal por África y no tenía pensado cuándo volver, ni a Brasil, ni a la Argentina. “Aprovechá bien este viaje, porque cuando lan-cemos el diario te volvés, eh?, me dijo. En ese momento no lo tomé muy en serio. Durante un año largo llamaba una vez por mes y charlábamos, pero ni mencionaba cómo iban las revistas, siempre era el mismo tema: el diario. Hasta que un

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CEDOC PERFIL

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tabloide y la impresión a cua-tro colores fue la idea madre. El problema era que hasta ese momento no había en el mundo un diario que editara todas sus páginas en color, así que había varias muchas exigencias téc-nicas que discutir. Finalmente firmamos el contrato de com-pra con la KBA: un valor FOB del orden de los 12.000.000 de dólares. La máquina llegó bas-tante en término, durante el úl-timo trimestre de 1997; pero las obras de instalación en el taller fueron muy demandantes. Fue un proceso complicado y costo-so. Pero se hizo, con muchísimo esfuerzo”.

José Gómez, actual gerente de Operaciones de Perfil, fue uno de los que sudó la cami-seta para instalar lo que algu-nos llaman “semejante bicho” y Fontevecchia, alguna vez, “la francesita”. Mientras Gómez habla, el papel gira, se entinta, serprentea por entre los cilin-dros de impresión y, al duplicar el juego de planchas, la mole de 700 toneladas, 37 metros de largo para 32 cuerpos, cuatro torres y seis porta bobinas, ya está escupiendo 60.000 ejem-plares por hora, más o menos. Los camiones esperan afuera. “La KBA llegó en noviembre

del 97, pero hubo que pasar un año largo en obra, porque este tipo de impresora necesita de una base de hormigón enorme. Primero hubo que cavar hasta encontrar suelo sólido, unos 30, 35 metros y allí fijar los pilotes. Otro trabajo importante fue in-sonorizar la planta, así que se construyó una loza superior a unos 15 metros de altura. Tuvi-mos que aislar de ruidos toda la planta porque esta es una zona urbana. Para toda esa obra, más el equipamiento periférico y las instalaciones eléctricas, en fin, calculo que se habrán inverti-do casi tres millones de dólares más”.

Rebrej controlaba, junto al gerente Franco, la colocación de cada pilote de hormigón y después lo registraba en un plano. Una mañana, al llegar, revisó su dibujo y faltaba uno. ¿Cómo que falta un pilote? ¿Donde puede esconderse un pilote de hormigón? Pues... siguió de largo: pensaron que finalmente habían encontrado suelo firme debajo de la capa de agua y la mole se hundió, desapareció. “La anécdota de convirtió en un chiste interno –cuenta Rebrej– ¡nos reíamos imaginando el pobre japonés al que se le apareció nuestro pilote en medio de su jardín! El trabajo era descomunal, pero por suerte lo tomábamos con mucho humor...”

Ahora es fácil hablar de las prestaciones de una máquina en la que la electrónica es mu-cho más importante que la me-cánica, de los motores en cada eje interconectados con un soft-

Para fijar la rotativa hubo que cavar 35 metros hasta encontrar

suelo sólido

de las grandes multinacionales donde las reglas y los cronogra-mas suelen ser inamovibles, el cambio fue enorme. Un diario no era, definitivamente un ban-co. Había urgencias, plazos que nunca alcanzan y periodistas que poco y nada sabían de in-formática o Internet. “Nuestro principal problema fue la can-tidad de tiempo que perdíamos enseñando. El 80% de aquel staff nunca había manejado una computadora. El nivel pro-fesional era fantástico, pero la mayoría ni idea tenía del tema. Hoy es la historia es muy dife-rente”.

La forma. Cuando Pablo Temes –director de Arte de PERFIL e histórico autor de las tapas de Noticias– entró al edificio de Chacabuco, no había muebles, Buenos Aires hervía en el calor pegajoso de enero y en sus ma-nos tenía una lista infinita de gente a la que convocar y pro-bar. Al menos ya tenía la idea del diario en la cabeza. En eso había trabajado los últimos tres años, con un pequeño recreo de algunos meses en 1995 para diseñar y lanzar el proyecto de la revista femenina Luna. En Barcelona visitó la primera re-unión mundial de la Sociedad

Internacional de Diseñadores de Diarios y allí charló directo-res de arte e infógrafos de los diarios más importantes del mundo y maestros de la espe-cialidad como Milton Glaser y Roger Black. Al principio fue probar. ¿Cómo harías vos Cla-rín, Pablo?, le preguntó un día Fontevecchia. Y Temes, que ninguna experiencia tenía en el mundo de los diarios, hizo su propio Clarín, grafeó algo que, finalmente, poco tenía que ver con el original. Mejor. Todavía ese impreso debe estar en los archivos de la editorial. Un dia-rio de 1994, visto con los ojos de hoy, parece insólitamente viejo. La evolución estética de los últi-mos años fue extraordinaria.

Temes seguía ensayando. En total, más de una docena de proyectos. Cada uno tenía el nombre de la tipografía vedet-te. Estaba el Proyecto Century, el Proyecto Goudy, el Proyecto Garamond. La diferencia entre cada uno, en términos absolu-tos, a veces era mínima: en lu-gar de trabajar con una tipogra-fía de 9, cambiaban a una 8.10 sobre 9.25, por ejemplo. Ese ti-po de sutilezas, imperceptibles para el ojo no entrenado. Fotos grandes, fotos más chicas, fi-letes, las cajas, el ancho de co-lumna. Fueron meses y meses de pruebas. A mitad de 1997 hubo un “experimento kafkia-no”. Hicieron la metamorfosis de un día de Clarín y adapta-ron el modelo a sus contenidos reales para imprimir un núme-ro cero. Una extraña alquimia que trajo más de una sorpresa. Fontevecchia y Temes veían a

wear, de la excelencia. El equipo de trabajo hoy tiene años de ex-periencia, ganados a fuerza de imprimir productos externos. Pero la verdad era que al princi-pio no daban pie con bola. “Fue difícil para todos, para mí y para los muchachos que estábamos en esa época –Gómez señala a Marcelo Soto, jefe de Produc-ción y a Rubén Lobos, responsa-ble de mantenimiento–; fue co-mo pasar de manejar un coche de calle a uno de competición. Prestaciones normales le sacás como querés a esta máquina, pero no estaba para eso: estaba para hacerla correr. Y eso nos costó mucho. O chocábamos o derrapábamos: no empalmaban nunca las bovinas, tardábamos el doble para todo. En esa época

nos faltaba lo que hoy nos so-bra: profesionalismo. No tuvi-mos tiempo, el diario nos duró demasiado poco”.

Héctor Bianchi trabajaba pa-ra el Citibank cuando fue con-tratado por Perfil para la insta-lación de la red informática y el cableado telefónico del edificio de Chacabuco 271, que estaba en buenas condiciones de es-tructura pero estaba a años luz de estar preparado para instalar una empresa editorial. Y mucho menos un diario. Como sucedía en la planta, los equipos de tra-bajo fueron avanzando a base a la prueba y error, haciendo experiencia y... gastando de más. Entre dos y tres millones invertidos en equipamiento de tecnología pura, por ejemplo.

Pero hubo muchos más gas-tos de infraestructura. Alfom-bras, pintura, revestimientos, instalaciones... Millones. Du-rante enero ingresaban ca-miones y camiones con cajas: computadoras, mesas, sillas, armarios... Solo en amueblar los catorce pisos, recuerda hoy el contador Omar Candeloro, entonces jefe de compras, se gastó más 1.000.000 de pesos, que con el uno a uno, eran dó-lares, claro. “Eran caros pero de una calidad notable: diez años después seguimos usándolos y están impecables”.

Finalmente Bianchi terminó haciéndose cargo de la División Tecnológica de Perfil. Para él, un técnico acostumbrado a la previsibilidad y a la burocracia

EL DEBUT. La majestuosa rotativa KBA que fue adquirida para imprimir el diario PERFIL de 1998.

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Temes seguía ensayando. En total, más de

una docena de proyectos

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Hasta que no transcurran dos años de la aparición de un nue-vo diario, es imposible medir el conjunto de impactos que produce en una sociedad.

La sola aparición es un aparecer de nuevos idiomas, formas geométricas y diferentes, ocultas inter-pretaciones sobre la política, nuevos golpes que se escuchan en las puertas de la historia. La sen-sación que deja sentir un diario que aparece por primera vez es que se está construyendo un Arca de Noé: llevaremos a salvo muchas cosas.

El ultimo sábado apareció el diario PERFIL. Según mi experiencia. Un verdadero milagro. He asistido a la salida de máquinas de un primer numero más de una vez. En general, la edición aparece diez horas después de la fijada para la distribución y capota el lanzamiento preparado con tanta expectativa. No ocurrió con PERFIL.

Suelen aparecer tapas repetidas, y no es poco común encontrar que la tapa se repite en la con-tratapa. Son centenares de miles de detalles que fluyen y debe encontrar su pequeño lugar en un ámbito nada silencioso, caótico y caprichoso. La primera edición de un diario debiera llamarse prueba realizada el siglo previo a la aparición.

El diario PERFIL no podía escapar a este códi-go que he visto repetir varias veces en mi histo-ria personal. Cuando aparecía una página en la cual el plomo estaba crudo, sin corregir, lo único que se me ocurrió explicar es que intentábamos hacer participe al lector de la tarea de limpiar un texto de errores tipográficos.

Es asombroso los pocos errores que aparecen en PERFIL , año uno. Considerando todas las expectativas de los años 1 numero 1, este PER-FIL es una verdadera hazaña. Tomar concien-

cia de esto podría llevarnos a entender que aparecerán en los dos años que le llevará la consolidación, a crear nue-vos visiones sobre la realidad y nuevas palabras para defi-nirlas.

Dos consecuencias importantes desde el primer día de PERFIL. Primero la mezquindad de los diarios al informar sobre este hecho. Pero esta mezquindad no puede ocultar la se-gunda consecuencia, el desasosiego. Ya con la primera edición dominical de PERFIL apare-cieron voluminosas ediciones dominicales de los demás diarios. Nuevas secciones, nuevos autores, nuevos humores. Todo Vale.

De modo que el primer impacto de PERFIL, es haber salido. El segundo, haberlo hecho evitan-do ser pasto de la depresiva autodestrucción de los periodistas. Y tercero, una verdadera victoria para la profesión de periodista y para el esfuerzo creativo de todos los otros diarios. Basta recorrer las ediciones del último domingo y comprobar que había fuerzas sin utilizar para ofrecer ma-yores y mejores visiones de la cultura, la política y la sociedad.

Si la idea que los grandes diarios tienen de Perfil los llevó a establecer nuevas orientaciones y objetivos, más perfección y más sofisticación, ésta es la mejor definición de PERFIL y no algu-nas crónicas mezquinas.

Un verdadero luchador, Jack London, desea-ba a su competencia que los ríos que atravesa-ban no llegaran a mojar las cerillas. Hasta ahora PERFIL las tiene prendidas. ■

* Publicado en la revista trespuntos

el 13 de mayo de 1998.

Lo que escribió Timerman

JACOBO TIMERMAN*

rios negros en el piso 11, el 12 y el 13. “Consigan gente, ¡contra-ten al mejor equipo!”, cuentan que un día ordenó Fontevecchia, ya con la cuenta regresiva del lanzamiento. Había otra frase suya que circulaba por ahí. Era audaz, provocadora, repetida con cierta perplejidad después de las primeras reuniones. “El marketing de este diario es ‘no me compren’”. No era, justa-mente, un proyecto comercial, entrador, previsible, eso estaba claro. No era un segundo diario como Ámbito Financiero o Pá-gina 12, que apuntaba solo a un nicho. PERFIL iba por todo y se enfrentaba a los más grandes del mercado en busca de sedu-cir a un comprador difícil: nadie es más fiel a su producto que un lector de diario.

No, no iba a ser fácil.

El desafío. Sin embargo los da-tos previos eran alentadores. La consultora Navarro y Asocia-dos, a pedido de PERFIL había realizado una investigación en-tre 11.400 integrantes de 3.300

hogares del Área Metropolitana donde por lo menos alguien leía el diario y a partir de 1.500 en-trevistas a lectores frecuentes. Allí encontró a 760 lectores de Clarín, 495 lectores de La Na-ción, 145 de Página 12 y 100 de Ambito. El 57% de los lectores de Clarín, el 50 de La Nación, el 53 de Ambito y el 48 de Página 12, aseguraban que cambiarían de diario “si apareciera un nue-vo diario que los satisfaga más”. El 20% de los lectores de los grandes diarios respondió que no lo harían en ningún caso. Es-tos números –y las reuniones de focus group que Cristina Nava-rro hacía diariamente y cuyos resultados se discutían ardoro-samente en la redacción– daban

Clarín con mucha densidad en los textos, pero al adaptarlos, resultaban sorprendentemente cortos: no llegaban a cubrir las páginas previstas. ¿Cambió en algo esa información? Solo en un incremento de lo gráfico, las fotos; no en el largo de los tex-tos. La idea era hacer un diario con mucho para leer. Eso no se negociaba.

Formato tabloide, mucho texto, todo a color. Eso estaba claro. Pero ¿y lo demás?

“A Jorge le encantaban los diarios alemanes, esos diseños con formato casi sábana donde cae la chorrera gris de texto. Son bellísimos. Los alemanes y los suizos son espectaculares para diseñar. Quería columnas de opinión densas, esa cosa es-partana desde el punto de vis-ta estético. Había diarios que nos gustaban más que otros, obviamente. El País de España fue un diario fácil de degustar, era como meter la cuchara en un frasco de dulce de leche, no fallaba nunca, estaba muy bien pensado y fue diseñado

por un alemán: por eso es co-mo es. También veíamos cosas de La Repubblica de Italia, La Vanguardia de Barcelona, El Mundo de España. Y le fuimos dando forma... Aprendí mucho en esos años, gracias al método de prueba y error. Viajé a Mon-treal a ver Le Devoir, un diario chiquito, hermoso, diseñado por una mujer. Veía mucho, anotaba, y después dibujaba, a ver qué cosa salía”, describe Temes.

La tapa de PERFIL responde a una simetría perfecta. Es una gran letra T, como le gusta decir a Temes. Pero lo que más llamó la atención fue el extraño for-mato de la foto principal, lo que hoy se llama focal en la jerga

interna y en aquellos años era la desesperación de los fotógra-fos que se quejaban: “¿Qué, se volvieron locos? ¿Cómo hace-mos para meter las fotos en esa proporción tan horizontal?”. Temes recuerda algunos núme-ros del diario canadiense Globe and Mail que había traído Fon-tevecchia, que solía publicar fotos espectaculares y utiliza-ban bastante ese formato. Les pareció muy trasgresor y deci-dieron utilizarlo siempre, como un módulo. “Lo fuimos constru-yendo a partir del logotipo, que hicimos con una Century que le daba seriedad, solidez, cier-

ta contundencia. En esa época ya se empezaban a ver algunas pantallas de widescreen, ese formato alargado, como el vie-jo Cinerama, ¿no? Lo que en-seguida percibimos era que a partir de esa decisión, casi que estábamos titulando el diario con una foto y eso era, para una empresa que siempre le dio una importancia vital a la imagen, un camino lógico. Era una gran limitación, pero a la vez nos da-ba identidad. Tampoco fue fácil con la redacción, que veía como extravagante la cantidad de tex-to: ‘Oíme, ¿cómo voy a hacer un copete de 600 caracteres? ¿se

volvieron locos?’, se quejaban al principio, pobres. Hoy, claro, el diario es completamente dis-tinto, más ágil, menos frío, con muchas más variantes. Es un tema de evolución. No tuvimos el tiempo como para eso se die-ra en 1998”.

Temes, en esos meses, tuvo que contratar alrededor de cua-renta profesionales para equi-par el área de Arte y para eso entrevistó a bastante más que un centenar. Lunghi armaba su ejército de fotógrafos: 50, entre fijos y colaboradores. Los re-dactores y editores llegaban en bandada a ocupar sus escrito-

EDITORES. Parte de la conducción periodística del 98, en una redacción que se estaba armando. De izquierda a derecha: Pliner, Temes, Martolio, Lunghi y Fernández Díaz.

Formato tabloide, mucho texto y

todo a color. Eso estaba claro. Pero

¿y lo demás?

Los focus group daban margen para

el optimismo de Fontevecchia

y su gente

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radona (Donde decía “la mano de Dios” debió decir “tiro libre para los ingleses”), la Junta Militar (Donde decía Proceso de Reorganización Nacional debió decir Proceso de exter-minio sistemático”), Neustadt (Donde decía “lo dejamos ahí”, debió decir “mejor no investi-guemos nada”), Fidel Castro (Donde dice “líder revolucio-nario” debió decir “último dic-tador latinoamericano”) y hasta Susana Giménez, afectada por su divorcio de Huberto Rovi-ralta que le costó una fortuna (Donde dice “¡Pobre Susana!” debe decir “todos somos iguales ante la ley”).

Hubo una segunda campa-ña, ya con el diario en marcha, y con la certeza de que los re-sultados estaban lejos de al-canzar los objetivos prefijados en el proyecto. No fue menos provocativa. “Hace 30 años, por pensar distinto lo despojaron del título”, decía, sobre un pri-mer plano de Mohammad Alí. La misma apelación a la incom-prensión de las mayorías por el papel de las vanguardias inclu-yó a Mariano Moreno, Einstein,

margen para el optimismo de Fontevecchia y su gente. Era imposible pensar en ensanchar el mercado de gente que no leía habitualmente, pero sí existía la posibilidad de ganárselos a la competencia con un producto más moderno, más completo y mejor hecho.

Capturando apenas un 5% de los lectores de Clarín y el 10 de La Nación, más la succión de algunos lectores de los diarios menores, se podía aspirar a es-tabilizar el producto en 50.000 ejemplares diarios, lo que lo posicionaría como el tercer diario nacional de la Argentina, algo que nadie conseguía desde los tiempos de La Opinión de Jacobo Timerman, a comien-zos de los años setenta. A dos años, el objetivo era alcanzar los 100.000 ejemplares diarios más un plus de venta de un 30% los domingos. La empresa esperaba llegar con cash flow positivo a abril de 2000 y en 2008, justamente, PERFIL ya debía alcanzar una venta diaria promedio de 300.000 ejempla-res, lo que lo situaría en condi-ciones de disputar en el futuro la hegemonía de Clarín. Ese era el plan.

Formato de 27,5 por 37 centí-metros, impecable impresión, papel finlandés y canadiense de 48,8 gramos y un sistema de módulos para los anunciantes, que reemplazaba al tradicional de centímetros de columna. El diario hacía su presentación en sociedad como la niña bonita del mercado, generando cu-riosidad y mucha expectativa. La campaña de publicidad que pronto invadiría las tandas de televisión y la vía pública no dejaría indiferente a nadie y generaría tanta polémica como el diario mismo. Mucho ruido, mucha ambición y un equipo de profesionales dejando todo por amor a la camiseta.

En medio de esa tormenta, Héctor Magneto, el CEO del grupo Clarín no demostraba ninguna preocupación por la inminente salida de un nue-vo competidor. Eso, al menos públicamente. “No le temo a PERFIL, para nada. ¿Saben cuántos diarios han salido en los últimos 20 años en Buenos Aires? ¿Y cuántos han apareci-do y desaparecido al poco tiem-po?”, preguntaba a su vez con una sonrisa, firme en su papel de capitán del todopoderoso diario líder.

Donde dice... debería decir... “Todo lo grande está en medio de la tempestad”, dijo alguna vez Martín Heidegger. La des-lumbrante frase fue pronuncia-da en Friburgo, cuando el filóso-fo alemán asumió como rector en la Universidad, en marzo de 1933. Heidegger, que era decidi-damente nazi, utilizó la palabra “sturm”, tempestad en alemán, porque así solían llamar a las SA de Ernst Röhm, que masi-

vamente llenaban su auditorio. La frase original era previsible-mente griega. De Platón. “Todo lo grande está en peligro”.

Y ese proyecto de PERFIL, tan grande y tan en riesgo, también nacía en medio de vientos huracanados. Todo eso, la furiosa tempestad y la inminencia del peligro, flotaba en el ambiente.

Jorge Luis Borges no era piadoso con los periodistas. Le gustaba decir que escribían pa-ra el olvido y descalificaba con humor el contenido de cual-quier diario. Sobreactuaba su incomprensión y su desprecio por la mecánica de la noticia. “No se puede saber de ante-mano cuales son los hechos trascendentales de cada día. Por ejemplo, la crucifixión de Cristo fue importante después, no cuando ocurrió”, ironizaba. Sin tiempo como para deleitar-se con el discurso borgeano, PERFIL avanzaba a toda velo-cidad y apuntaba hacia un solo objetivo: el éxito. Eso que tanto temor y desconfianza le pro-vocó siempre a Gabriel García Márquez: “No, el éxito no se lo

deseo a nadie. Le sucede a uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen? Bajar, o tratar de bajar discre-tamente, con la mayor dignidad posible”.

La mayor parte de aquella historia todavía estaba por es-cribirse.

La soberbia es una pasión ale-gre, escribió Baruch Spinoza en su Ética, pero la espectacular y muy agresiva campaña de lan-zamiento que se hizo pública el 23 de abril, dos semanas antes de salir el diario, no puso muy feliz a mucha gente del ambien-te periodístico. “¿Pero qué se creen éstos? ¿Que nos van a ve-nir a dar lecciones de periodis-mo a nosotros?”, se indignaron algunos importantes editores de medios. No ayudó, tampoco, el título elegido para el libro que presentaba el Manual de Estilo y que daba a conocer su Código de Ética y la novedosa figura del Ombudsman, el defensor de los lectores: “Cómo leer el diario”.

La idea publicitaria era tan brillante y provocadora como riesgosa. Estaba, ciertamente,

al filo. Cada pieza fue firmada con una reafirmación de la nue-va marca: “PERFIL, el nombre del diario”. El contenido era lo que sorprendía, por su audacia y agresividad. En un juego gra-fico de contrastes entre negros y blancos, se planteaba bási-camente una contradicción de discurso en el tratamiento de la

noticia. “Donde decía...”, em-pezaba la frase, para concluir: “debió decir...”. No faltaba nadie y eso, para algunos, lejos de ser interpretado como una muestra de amplitud e independencia produjo una involuntaria co-secha de rechazos resistencias impensadas. La campaña se ocupó, entre otros, de Alfonsín (Donde decía “la casa está en orden” debió decir “el gobierno cedió ante las presiones”), Ma-

LA KBA. La velocidad a la que corre el papel de diario en sus rodillos alcanza los 11,24 m/seg. Tiene cuatro torres de impresión.

8 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

La idea publicitaria de aquél diario era

tan brillante como riesgosa

Las cosas se podían arreglar, pero no había 20 horas para salvar

al Titanic

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especial 10 años - �perfil - Sábado 10 de mayo de 2008

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Picasso, Freud, Piazzolla y has-ta a Jesucristo. Hubo críticas, claro. Algunas de las más viru-lentas fueron publicadas por el mismo diario, una práctica ab-solutamente inédita en el perio-dismo argentino y que se repitió varias veces, como se verá a lo largo de este relato. Luis Majul, por ejemplo, a la semana de sa-lir el diario lo acusó de “doble discurso” en una columna por el firmada. Lo que molestó a Majul fue una referencia a la guerra de Malvinas (Donde de-cía “seguimos ganando”, debía decir “estamos por rendirnos”) y, recordando que Tal Cual, una de las revistas editadas por Fontevecchia en 1982, apoyó abiertamente a la guerra, con-sideraba que el nuevo diario no podía “forjar su credibilidad” si “obviaba la autocrítica”.

Jorge Rebrej tiene otra visión del fenómeno desatado a par-tir de esas piezas publicitarias: “Creo que esa campaña descri-bía lo que estaba pasando en ese momento en el mercado. Despertó muchas expectativas por un lado, y por otro lado el no haber podido cumplir el ob-jetivo de mantener el diario en la calle hizo que desde afuera se buscaran muchos chivos expiatorios para encontrar la causa del fracaso. Uno de ellos fue la campaña, que a mí, per-sonalmente y como una de las personas con decisión en ese momento, me pareció distinta, justamente para un diario que era distinto. No creo para nada que el diario haya fracasado ni que tuvo los problemas que tu-vo por haber errado con el esti-lo de esa campaña. Es verdad que era agresiva y muy provo-cativa, pero si no se comunica con audacia en un mercado tan competitivo como el argentino

no hay chance alguna...”. Lo que parece evidentes es

que, pese a su corta y tumultuo-sa existencia, el diario PERFIL quedó instalado en el imagi-nario colectivo; como marca y como producto. La campa-ña de relanzamiento, ocho años después, fue austera, con una apelación fuerte y única: “PERFIL. Periodismo puro”. El diario mantuvo una imagen de honestidad y prestigio y era recordado por la gente. Tanto, como aquella histórica polémi-ca campaña.

El vacío. Jorge Lanata se reía, al aire y en su programa de radio, en charla con uno de los edito-res del diario: “¡Ché, dejensé de hacer tanto número cero y sal-gan de una vez!”. Lanata con-taba que no había hecho ceros de su flamante revista llamada Veintiuno y que le había ido muy bien igual, que había que largarse, nomás. Pero las cosas no eran tan fáciles en PERFIL. Los números cero empezaron el jueves 2 de abril y no dejaron de hacerse hasta la salida, el 8

de mayo. Desde el 11 de abril el diario aparecía en Internet y la redacción producía material como si el producto estuviese en los kioscos. El reloj de gastos seguía con su implacable tic tac. Cada día de trabajo sin salir a la calle representaban 100.000 pe-sos-dólares de costo. El produc-to iba madurando en su forma y su contenido, los periodistas se sentían cada vez más cómodos. Dentro de lo que en los viejos diarios se llamaba “la cuadra” la cosa pintaba cada vez mejor. Pero en los escritorios donde se discutían los números, el clima era más tenso. Había proble-mas, alguno de ellos impensa-dos.

A Martolio, desde San Pablo, le cuesta recordar esos tiem-pos del viejo diario. Dice que

lo sufrió demasiado y que esa bronca final le impide recordar los buenos momentos vividos. Pero sí recuerda un punto de in-flexión, el momento en el que, confiesa, el piso empezó a mo-verse a sus pies.

“La idea había provocado mu-cho entusiasmo, es verdad. Pe-ro recuerdo que uno o dos días antes del lanzamiento varios conocidos que trabajaban en publicidad y a los que le había gustado mucho el diario me vie-nen y me comentan que no van a poder pautar, que alguna gen-te les advirtió que si lo hacían le iban a quitar los descuentos y los privilegios que tenían en Clarín y que obviamente no podían arriesgarse a eso. Se lo comento a Jorge, que había escuchado cosas similares y se resistía a creer que algo así pudiera pasar. Pero después de los avisos de compromiso del primer día, esos que saludan la salida de un nuevo medio, la publicidad, directamente... se esfumó”.

Ricardo Da Silva era jefe de ventas de Noticias y había pa-sado al diario desde febrero de 1998. Adoraba el proyecto. Su grado de amor por la camiseta era tal que, antes de ver a cada posible anunciante, sacaba una moneda de 1 peso y compraba el diario en el kiosco “para que se vendiera un ejemplar más”. Y se peleaba con los canillitas cuando se daba cuenta de que el diario estaba escondido, o mal exhibido “y eso pasaba cons-tantemente, por desgracia”. Se recuerda tragando saliva en una tensa reunión a media tarde, el mismísimo día de la salida: “Estábamos con Fontevecchia, Martolio, la gente de la planta, Rebrej, en fin, la plana mayor... y yo diciendo: ‘este me dijo que sí pero acaba de llamar para cancelar’, ‘y éste otro ahora no quiere’. Todo así. Era increíble. Uno trataba de usar todos los trucos posibles, ‘no tenemos tiempo de levantarlo’ o ‘ya es-tá impreso’ o ese tipo de cosas, pero la verdad era que la mitad de lo que teníamos abrochado LA SALIDA. El FERAG es la cola de la rotativa y tiene capacidad para doblar un millón de diarios por hora.

10 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Las más virulentas críticas contra el diario fueron publicadas en el

mismo diario

Lo que parece evidente es que

el diario PERFIL quedó instalado

como marca

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nos hundimos”. Esos e-mails a los que se re-

fiere Martolio fueron escritos entre el 16 y el 21 de julio y fue-ron publicados en la página 35 de la revista, en su edición del 6 de agosto. La causa judicial que más tarde inició Martolio fijó jurisprudencia y logró que, por primera vez, un fallo equi-parara la privacidad del correo electrónico con las cartas tra-dicionales.

Crítica y autocrítica. Frío, so-berbio, pretencioso, hipócrita. Bien escrito, con el mejor staff de la argentina, innovador, van-guardista. Del diario se decía de todo, afuera y en sus misma páginas. El grado de adhesión y rechazo era alto, lo que por ló-

gica debía haber provocado un incremento en las ventas que, sin embargo, nunca se produ-jo. Más allá de interpretaciones y polémicas por el contenido, PERFIL tenía problemas de producto que, incluso, pasaban por sus virtudes. El diario era tan lindo como objeto que la gente se resistía a tirarlo. Hay un dicho que sentencia con claridad meridiana cual es la vida útil de ese tipo de produc-to: “No hay nada más viejo que el diario de ayer”. Con PERFIL esa máxima no se cumplía. La gente lo guardaba, para seguir leyendo, iba armando enormes pilas y terminaba frustrándose por exceso. En suma: nadie en-volvía la basura con los PERFIL viejos y eso era un problema.

En la redacción se le encargó a una persona a leer absoluta-mente todo el diario, desde la ta-pa hasta la última página de los suplementos: tardó ocho horas y media. El diario tenía mucho texto, eso era indiscutible, pero la percepción de esa densidad tenía que ver con la ausencia de avisos en sus páginas. Esa es la opinión, por ejemplo, de Jorge Rebrej: “Con mayor éxito pu-blicitario, más avisos y menos contenido en cada página, hu-biese sido visto como un diario

se nos cayó de golpe. Después de tanto esfuerzo, de tanto tra-bajo, el diario salió muy herido a la calle”.

El diario llegó a los kioscos el sábado 8 de mayo de 1998. Y ya el lunes la publicidad brillaba por su ausencia. Entonces a al-guien se le ocurrió una idea que pretendía cambiar esa historia.

“Pensamos en colocar algu-nos avisos de clientes de Noti-cias en el diario, sin cargo, para que notaran que la publicidad tenía retorno, que les iba a ren-dir porque el producto era muy bueno y tenía el mismo target –cuenta Martolio–, pero Ernes-to Secchi, el director Comercial de la editorial vino desesperado pidiéndonos que no lo hiciéra-mos, porque aún regalados los anunciantes tenían miedo de quedarse sin Clarín si salían en PERFIL, que si lo hacíamos ellos levantaban la pauta de la revista. Con Noticias no había drama: ahí el tema era el dia-

nal 13 al Grupo conducido por Héctor Magnetto. ¿Que dice Cy-trinblum de la accidentada vida de aquel PERFIL? Esto: “Me en-cantaba, fue un muy buen pro-ducto periodístico. Innovador, muy distinto a los existentes en el mercado. Habría que pregun-tarse, entonces, ¿qué pasó? ¿Hu-bo un error de cálculo? ¿Tal vez no era el momento? ¿Existían

ciertas adversidades no revela-das? Quien sabe, ¿no? (sonríe) Por suerte, la vida, a veces da re-vancha. Ojalá la aprovechen”.

La primera edición tuvo lo que en el negocio editorial se denomina un “agote técnico”.

rio. El que estaba ahí... chau. Lo único que podía dar vuelta la historia eran las ventas. Pe-ro vendimos la mitad de lo que esperábamos. La cosa pintaba mal, de verdad”.

El fantasma. De Clarín solo no se habla en voz alta dentro de Clarín. Afuera, el poder infini-to de la empresa ya es un mito moderno. Dicen muchas cosas de Clarín. Que no tiene enemi-gos chicos. Que presiona. Que es un monopolio impiadoso. Lo dijo toda su vida Julio Ra-mos desde Ámbito Financiero y cada gobierno que, a su tur-no, tuvo rispideces pequeñas y peleas furiosas con el grupo de Ernestina Herrera de Noble. Si alguien conoce desde adentro semejante diario es Marcos Cy-trinblum. Fue su Secretario Ge-neral de Redacción desde 1975 hasta el 19 de enero de 1990, un mes después de que Menem adjudicara oficialmente el Ca-

Tiró 102.000 ejemplares y se vendieron 72.054. El promedio de venta de mayo, que incluyó la cobertura de dos temas muy fuertes para PERFIL, la cober-tura del suicidio de Yabrán y una investigación a partir de una escuchas ilegales que de-mostraban cómo los dos hijos de Fernando de la Rúa –por en-tonces Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y can-didato a presidente por la Alian-za– se beneficiaban aprobando materias en la facultad sin dar los exámenes, no estuvo tan alejado de lo esperado: 45.000 ejemplares de promedio final.

Sin embargo en junio bajó a 30.000. Los ingresos del ejer-cicio al 30 de ese mismo mes por venta de tapa y publicidad alcanzaban los $ 3.152.000, con un costo total de venta de 4.612.000, lo que arroja-ba un resultado negativo de $ 1.460.000. Si a eso se le suma-ban los gastos de comercializa-ción ($1.239.000), los gastos de administración (149.000) y el resultado financiero negativo ($ 190.000), la pérdida acumu-lada por el diario llegaba a los $ 3.038.000. La publicidad no llegaba a cubrir ni el 10% de lo pautado: al cierre del diario, los ingresos publicitarios apenas superaban los $ 500.000.

“Recién al mes y medio Jor-ge empieza a trasladarme sus preocupaciones. Hasta ese mo-mento él, que es un gran moti-vador, no quería trasladar nada negativo hacia la redacción, la cosa era decir “tranquilos que ya le vamos a encontrar la vuel-ta”. Pero había pasado un mes, la cosa estaba empantanada y en baja. Entonces sí. Empieza a acumularse la deuda y nos encontramos que los fondos para todo el año se habían con-sumido en un par de meses. Ya a mitad de julio me pregunta: ¿Creés que podríamos hacer el mismo diario con algunas reformulaciones? Y me pongo a trabajar con algunas posibi-lidades, que después, cuando violan mi correo electrónico terminando siendo publicadas por la revista Veintiuno. Era un paper para ver si había manera de salvar al diario. Había mu-cho para corregir, para achicar. Las cosas se podían arreglar, sí, pero si había 20 horas para salvar al Titanic. Pero había 2 o 3 horas, nada más. Así que

La primera edición de PERFIL tuvo lo que se conoce como un “agote

técnico”

STAFF. Nómina de la dirección periodística de PERFIL en 1998, tal como aparecía en el diario.

La máxima de que “No hay nada más viejo que el

diario de ayer”, con PERFIL no se cumplía

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vestigación del caso y por qué se había decidido publicarla, en la página 8 de Política. Este es su copete: “Pocos días antes de la presentación en sociedad del Diario PERFIL, una voz alertó sobre el contenido de una grabación cuyo contenido fue imprescindible confirmar. El temor a quedar atrapados en el fuego cruzado de las trin-cheras partidarias extremó las precauciones. Pero constatar el contenido del cassette fue posible gracias al mecanismo de aplicar el abecé periodístico: ir a las fuentes, detectar a los personajes. El debate ético so-bre la verdad y las operaciones políticas, en danza”.

La polémica estalló, feroz. Algunos hasta acusaron a Fon-tevecchia de menemista, pese a

la posición muy crítica del go-bierno de Menem que histórica-mente había tenido Noticias. La crítica más dura, una vez más, se publicó en las páginas del propio diario. Pepe Eliaschev, en su columna de la sección Ideas publicada el 8 de junio, definió a la nota como una “in-moralidad”. Y según la colum-na del Ombudsman Abel Gon-zález, que se ocupó del tema, comparaba la revelación del contenido de escuchas ilegales con la difusión de testimonios obtenido bajo tortura.

González ya había recibido, también, una carta del editor fotográfico Diego Goldberg quién, a título personal, acusa-ba al diario de “manipulación del material fotográfico”. Lo que Goldberg cuestionaba fue la aparición de una fotografía invertida que ya aparecía en ta-pa, “con la intención de que el lector creyera estar viendo otra foto del mismo evento”. Car-los Escudé también notificó al Ombudsman su renuncia a se-guir colaborando por no haber sido avisado a tiempo de la no publicación de alguno de sus artículos.

El Código de Ética había sido reproducido competo en el se-

íntimo del empresario había logrado: ver el cuerpo sin vida de Yabrán. Su magnifico testi-monio empezaba así:

“En el aire hay un olor inex-plicablemente ácido Primero emergió una mano entre los cortes del nailon; luego u cuer-po laxo, amarillento. Ese cadá-ver era igual al de Alfredo En-rique Nallib Yabrán. Su tórax era inconfundible. También su frente y su pelo cano. Su ros-tro no estaba deformado sino deformado. Parecía de látex, su cara estaba hinchada por los 35 perdigones que habían estallado dentro de su cabeza. Y, sin embargo, se lo podía re-conocer”.

La edición del jueves 21 de mayo fue especial. El focal con la camilla y el cadáver cubierto por una manta roja fue dise-ñado con una proporción más cuadrada, bastante más grande. También aumentó la tipografía del título principal, a dos líneas: “Alfredo Yabrán logró con su muerte escapar de la Justicia y de la vergüenza”. La cobertu-ra fue espectacular y ocupó las primeras 40 páginas. Luis Majul se preguntaba en una columna en la página 2 “¿Los periodistas lo llevaron al suicidio?”: Martín Caparrós escribió la contratapa en la página 80 y tituló con otra pregunta: “Muerto el perro, ¿se acabó la rabia?”. Escribieron también Tomás Abraham, José Nun, Mempo Giardinelli y Er-nesto Schóo.

El resto de las informaciones quedó relegada. En el suple-mento de Deportes un pequeño recuadrito de la tapa anticipaba: “Carlos Bianchi ya es el técnico de Boca”. Las fotos del sepelio de Frank Sinatra en Los Ánge-les aparecieron en la página 56, en Sociedad y tuvo una muy pe-queña mención en la tapa. Fue la edición de mayor venta hasta el día de cierre, casi 80.000 ejem-plares. No los pudo sostener.

Diez días después, el sábado 30, el título principal anunciaba: “La Justicia investiga una cinta con escuchas ilegales grabadas en la casa de De la Rúa”. El do-mingo 31 el título era más cla-ro: “Una cinta revela que en la facultad los hijos de De la Rúa podían aprobar sin estudiar”. La nota fue firmada por Daniel Capalbo y María José Grillo quienes contaron los detalles de cómo se había hecho la in-

quién tomó a José Luis Cabe-zas como fotógrafo de la Edi-torial y obviamente, la inves-tigación en busca de justicia por su asesinato era una causa propia para PERFIL. Alfredo Yabrán era un tema obligado, permanente. El empresario se suicidó de un tiro de escope-ta el miércoles 20 de mayo de 1998 en su estancia, San Igna-

más soft, seguramente. Pero a mí no me aburría. Había unas plumas fenomenales y además, uno podía leerlo en diez minu-tos, porque a pesar del gris del texto, el diario hablaba por sus fotos. Era un diario magnífico, un lujo”.

Los logros periodísticos del diario no fueron pocos y se hi-cieron notar. Carlos Lunghi fue

cio, a 50 kilómetros de Guale-guaychú. Hacía apenas 12 días que el diario estaba en la calle. Hernán Brienza, periodista do-cente y escritor, era uno de los redactores de Policiales. Viajó a Entre Ríos y allí, atrapado por casualidad en el depósito de la empresa de sepelios “Pre-visora de Gualeguaychú” logró lo que nadie fuera del círculo

CHACABUCO 271. El edificio de Perfil donde se concentran todas las redacciones desde 1998.

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La cobertura de la muerte de Yabrán fue espectacular y ocupó las primeras

40 páginas

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Todos los medios cubrieron el fracaso del proyecto más am-bicioso de los últimos años. “Abrupto final de un diario”, tituló Clarín. La Nación acla-

raba en su volanta: “Perdió 15 millones en 84 días”. Página/12 ironizó: “Paren las rotativas”. La asociación Periodistas hizo público su “desagrado por la in-conducta del empresario Jorge Fontevecchia”.

Quizá Gabriel Pasquini, en su largo reportaje del domingo 9 de agosto de 1998 en La Nación haya dado en la tecla en la difí-cil tarea de conjeturar por qué motivo se derrumbó de seme-jante manera un proyecto tan ambicioso; con un final abrup-to, trágico, más propio de una revista que de los diarios que, como solía decir el empresario brasileño Roberto Marihno, dueño de la Red o Globo brasi-leña, “mueren 20 años antes de su muerte, como mastodontes de interminable agonía”.

Pasquini charló con Fontevec-chia y en un párrafo de su nota describe su obsesión por lograr un producto perfecto, su melan-colía la dolorosa decisión del cierre “como en enamorado que prefiere estrangular a su ama-

gundo número del diario. Allí se le reconocía a los periodistas el derecho de reclamar a sus su-periores la publicación de cual-quier información que hubiese sido debidamente verificada, el alegato a la cláusula de concien-cia si se sentían vulnerados en sus convicciones, independen-cia u honor personal y la po-sibilidad de considerarse des-pedidos si cualquiera de estas condiciones no era respetada.

PERFIL debe haber roto un récord. Durante los 84 números que estuvo en la calle las críti-cas más feroces al medio fue-ron publicadas en sus propias páginas.

Después, claro, todo fue dis-tinto.

El último diario. Es un papel amarillento y en él hay un mó-dulo con ideas de títulos y fotos que Fontevecchia solía rafear con su lapicera a tinta antes de la última reunión de tapa: “El plan de Menem para debilitar al nuevo gobierno”, dice el princi-pal. Los dos posibles focal eran la vuelta de Ruckauf al gabine-te o Ríver, que jugaba contra el Gremio de Porto Alegre en Brasil, por la Copa Mercosur. Todavía abrochados con un ganchito están los panoramas de tapa de cada sección. “Suma-rios para Viernes 31 de julio”, dice en mayúscula y subraya-do. Sociedad advertía: “Murió anoche el primer consumidor argentino de Viagra”; ¡ojo, que hay fotos de Xuxa saliendo de la clínica donde había tenido

riesgo al resto de la editorial y a sus revistas y eso le creí. Lo que fue medio inexplicable era que, al poner en marcha un proyecto tan grande no haya to-mado más precauciones. ¿Está todo bien con la distribución? ¿Y con la publicidad? Fue una lástima grande, porque se per-dió la oportunidad de imponer un producto absolutamente original y diferente de todo lo que se hacía en el periodismo argentino”.

Una de las cosas que más se le criticó a Fontevecchia fue la manera en la que decidió ce-rrar el matutino. “No dio la ca-ra”, era la frase más escuchada en la redacción. Su respuesta siempre fue la misma: “Si anun-ciaba el cierre ese día se hubie-se producido una conmoción tal que el diario no hubiese podido salir y me hubiese sido imposi-ble dar ninguna explicación a los lectores”. Mucho se habló a favor y en contra de esa mane-ra de cerrar la historia. Quizá el comentario más sensato lo hizo uno de los directores aso-ciados, Andrés Wolberg-Stok, que dejó su empleo en Reuters en Londres para embarcarse en el proyecto: “No existe una buena manera de dar una mala noticia”, dijo. Tenía razón.

Triste, solitario y final. El gol-pe fue duro para todos. Cristi-na Navarro recuerda que a la mañana, muy temprano, reci-bió una llamada del subdirec-tor Jorge Fernández Díaz que apenas podía contener el llanto.

las tres de la mañana y cuando esas cosas pasan uno inmedia-tamente piensa en una desgra-cia. Y lo fue, sin duda. Fue feo, un tema muy delicado, para mí y para todos. Había mucha gen-te joven en esa redacción, nadie sabía qué hacer. La mayoría me consultaba a mí, que era uno de los más grandes y con mayor experiencia en la profesión, aunque no en cuestiones gre-miales, por cierto. Hice lo que pude. Me tocó contener a mu-chos chicos que estaban dolo-ridos, muy decepcionados. Yo también, claro. Para mí hacer esa sección de Medios todos los días fue el sueño de mi vida y la pasé muy bien en el diario. Uno se sentía respetado, muy jerar-quizado; todos teníamos nues-tro lugar, nuestra máquina para escribir, nuestro televisor. Fue un gran producto, quizá algo adelantado a su tiempo. Creo que tropezó con dificultades empresarias pero de esas que casi nunca se revelan. Mucho se había hablado de que Clarín iba a obstaculizar el desarrollo del diario y no sé si eso ocurrió de verdad, pero era evidente, cualquiera podía notarlo, uno podía verlo, que el diario esta-ba mal exhibido, muy tapado. Uno no puede explicarse cómo un diario preparado con tan-to detalle, con tanto cuidado, con semejante despliegue de elementos técnicos, duró tan poco. Creo haberlo entendido con el tiempo, por la cuestión económica. Fontevecchia dijo que, si continuaba, se ponía en

a su hija Sasha! Medios anun-ciaba el registro de una nota de Life sobre la foto exclusiva que había publicado PERFIL de Jorge Rafael Videla, esposado. En Ideas, había una columna de Rodolfo Pandolfi, otra de Carlos Ulanovsky y Mempo Giardinelli hacía su sección “365”. El sec-ción Reportajes tenía a Oscar Shuberoff.

La línea final decía: Contrata-pa: “Travesti”, de Hugo Asch.

Esa contratapa sería reem-plazada después de la media-noche por otra, firmada por Jorge Fontevecchia y titulada “Hasta Pronto”. Allí el director de PERFIL explicaba sus razo-nes para discontinuar el diario. Los únicos que sabían del cierre en la redacción eran los direc-tores asociados Daniel Pliner y Edgardo Martolio. A la madru-gada el mundo pareció estallar en el edificio de Chacabuco y Diagonal.

Carlos Ulanovsky no es hoy, confiesa, un lector habitual de esta nueva versión de PERFIL. Pero en aquel diario de 1998 era quien se encargaba de la sección Medios. Nunca se olvidará, dice, de aquella noche. Y cuenta por qué: “El teléfono de casa sonó a

las tres de la mañana y cuando

Para chequear el contenido del

casete de los hijos de De la Rúa, se fue a las fuentes

Esa contratapa sería reemplazada por otra firmada

por Fontevecchia: “Hasta pronto”

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ESPECIAL 10 AÑOS - 15PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

da antes que verla envejecer”. Fontevecchia había cerrado in-finidad de títulos en su carrera. Pero ese diario, como aquella re-vista de 1982, tenía el nombre de su empresa; una palabra elegida por Nelba, su madre, cuando recién arrancó con La Semana. No era fácil. Fue una apuesta a todo o nada, y fue nada.

El mismo domingo en el que salió la nota de Pasquini, la re-vista Noticias cubrió el conflicto por el cierre de PERFIL con una nota de cuatro páginas titulada “La Muerte de un Diario” y fir-mada por Julio Villalonga. En ella se detallaban los números, se aclaraban cuáles habían si-do las pérdidas y cómo, con la emisión de una serie de obliga-ciones negociables por 25 millo-nes de dólares se había podido financiar el proyecto. La nota, con el subtitulo “La otra voz”, también reflejaba la postura de Daniel Das Neves, en ese mo-

mento, secretario de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. El personal man-tenía tomados los pisos 11, 12 y 13 del edificio donde funciona-ba el diario.

Emilio Torok, hoy director de la Fundación del Grupo Perfil fue, como gerente de Recursos Humanos, el encargado de ne-gociar con el Ministerio de tra-bajo y los trabajadores para al-canzar un acuerdo. Revisa sus papeles y confirma el dato: se contrataron 257 profesionales en relación de dependencia, 66 colaboradores permanentes, 25 colaboradores externos y 5 corresponsales en el exterior. La erogación por sueldos, contando las cargas sociales era de 953.000 pesos mensua-les, más 320.000 de agencias noticiosas y colaboraciones y 150.000 de gastos editoriales y logística. Finalmente, hubo un acuerdo y de ese total de perio-distas 85 fueron reubicadas en otros medios de la empresa y 171 cobraron la indemnización completa en seis cuotas conse-

tico y muy citado en esta nota Martín Heidegger, que cada tanto solía tener esos deslices estéticos entre tanta jerga in-descifrable que tanto indigna, por ejemplo, al argentino Mario Bunge. “El origen es aún –dijo, pensando en los griegos y en Alemania, por supuesto–, no está detrás, como algo ya largo tiempo acontecido, sino que es-tá ante nosotros. (...) Ese inicio ha entrado ya en nuestro futuro, está allí, como el lejano manda-to de que recobremos de nuevo su grandeza”.

El maestro y eterno amor de Hanna Arendt siempre habla-ba de cosas majestuosas, del Dasein, el Ser, la autenticidad. Desmesuras incomparables con la dimensión de un proyec-to periodístico ambicioso en un lejano e inestable país latino-americano, siempre tan lejos de la centralidad europea.

Quizá suene disparatado,

exagerado o soberbio decirlo de esta manera, pero la Grecia del auspicioso presente de este dia-rio que usted tiene ahora en las manos, amigo lector, es aquel inicio frustrante; ese mundo desbordado por ilusiones rotas, angustia, broncas y crisis inter-minables que se intentó reflejar en este largo texto.

Sucede que nadie tiene la medida de los sueños. Y de un sueño, justamente, se alimenta el espíritu de un diario. “La ilu-sión no se come –dijo ella–. No se come, pero alimenta –repli-có el coronel”, escribía García Márquez en su novela.

Un diario es una sed. Se hace con muchísimo dine-

ro, sí: con estructuras, sumas, toneladas de objetos. Pero so-bre todo con la admirable vo-luntad de cierto tipo de hom-bres, tipos capaces de fallar y levantarse de nuevo; tan am-biciosos, soberbios, obsesivos, ensimismados, narcisistas, algo locos, entregados para siempre a su pasión de hacer y seguir siendo. ■

Para esa etapa, se contrataron

257 profesionales en relación de dependencia

Nadie tiene la medida de los sueños y de un

sueño se alimenta el espíritu de un diario

LA OTRA CARA. La redacción y el laboratorio fotográfico, centros neurálgicos del proceso de creación.

muy dolorosa para todos. Los trabajadores estaban en todo su derecho de reclamar lo que les correspondía y la empresa les pagó hasta el último centavo. El diario murió justo cuando na-cía la recesión económica que estalló a fines de 2001. El diario cerró para todos, pero en la em-presa siguió vivo. Fontevecchia siguió firmando los balances de la empresa mensualmente y hoy es la misma sociedad la

que edita este nuevo diario”.¿Cuál fue la cifra de la pérdi-

da total que provocó el cierre del diario para la empresa? Es difícil calcular un número des-de lo contable, pero para Jorge Rebrej hablar de 30 millones de dólares de pérdida total “es una cifra bastante cercana a la realidad”.

Una historia circular. Hay otra frase hermosa del árido, hermé-

CEDOC PERFIL

cutivas, hasta febrero de 1999. El total de lo pagado por la empresa en indemnizaciones alcanzó la cifra de 5.286.714 de pesos.

“En mi carrera pasé por con-flictos violentos en otras em-presas –relata Torok– y esto no fue así, para nada. Había un pe-queño grupo muy exaltado, es cierto, y mucha repercusión en los medios, pero hay que com-prender la situación, que fue

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16 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Provocadoras, las piezas que se armaron pre-viamente a la salida de PERFIL despertaron un enorme interés. La idea central es que un medio de comunicación empezara a llamar las cosas por

su nombre, más allá de fórmulas anquilosadas, hipócritas o políticamente correctas. La campaña se dividió en dos etapas. Una primera, cuando el diario todavía no estaba en la calle, con la fórmula

de “Donde decía... debió decir...”. Y la otra, ya con el diario en la calle, con personajes que pasaron a la historia “por pensar distinto”. El impacto se consiguió y no faltaron las polémicas.

ANTES Y DURANTE LA SALIDA DEL DIARIO

Una campaña publicitaria que fue muy novedosa y generó múltiples controversias

HUBO PARA TODOS. La dictadura militar, los gobiernos de Alfonsín y de Menem, la formación de la Alianza, fueron algunos de los ejes políticos donde se concentraron los diferentes capítulos que tuvo la campaña publicitaria del diario. La cartelería inundó las calles de la Ciudad de Buenos Aires y del país entero.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 17PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

RUPTURA DE CODIGOS. Uno de los propósitos de las piezas utilizadas fue

el de romper con ciertas ideas aceptadas por

la sociedad argentina, incluso aquellas reñidas

con aspectos legales o éticos. Uno de los

avisos más impactantes desde ese lugar fue el de

cuestionar, por primera vez en nuestro país,

“la mano de Dios” de Maradona en el Mundial

‘86 contra Inglaterra.

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18 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

ICONOS DE EPOCA. La Policía de la

Provincia de Buenos Aires, las barras

bravas del fútbol y los desaparecidos también ocuparon

un lugar protagónico en una campaña

que todavía hoy se recuerda tanto en el

mundo publicitario como en el

periodístico, por su nivel de innovación e

impacto.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 19PErfIL - Sábado 10 de mayo de 2008

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20 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

FOTOS: CEDOC PERFIL

CENTRO DE DOCUMENTACION. El archivo periodístico y fotográfico de PERFIL y de la editorial es uno de los más completos del país.

Optimismo y fugacidad Me llamó Jorge Sigal. Justo

es reconocer que estaba esperando que alguien me lla-mara, porque se hablaba mucho del fu-turo PERFIL y, como diez años antes con Página 12, un nuevo diario es un aconte-cimiento. Sigal me dijo que era el editor de dos páginas donde todos los días es-cribirían varios columnistas. Lo que pa-gaban era inaudito, y creo recordar que nunca me habían ofrecido tanto dinero a cambio de esa moderada cantidad de escritura. Pero lo cierto es que el pago, aunque formaba parte de los rumores que acompañaban a PERFIL (comenta-rios asombrados o agoreros: “Así no va a poder aguantar”, decían los realistas), no era el atractivo principal, sino la pers-pectiva de que todo iba a ser, de algún modo, diferente. Escribí una columna du-rante los meses que duró la experiencia. No recuerdo ninguna, pero quien escribe columnas por hábito, vocación y profe-sión no acostumbra atesorar un álbum de recortes. Creo, sin embargo, que algo de lo que escribí en aquel PERFIL fue elegi-do para formar parte de algún libro que publiqué después.

Nunca fui lectora de Noticias. Fui, en cambio, una lectora cotidiana de PERFIL, pero siempre como segundo diario. Como lo fue, en su momento, Página 12 y mucho antes La Opinión de Timerman. Sobre esto habría que pensar el intrincado sistema de hábitos que unen a un lector con su perió-dico, una red que es difícil cortar cuando ese lector lee diarios desde la adolescencia y no le parece una pérdida de tiempo ni de dinero comprar más de un diario por día, y tres o cuatro los domingos. El primer dia-

rio es el mapa donde se ubica el segundo, aunque el segundo pueda convertirse en un diario mejor, más afín o más interesan-te que el primero. Esa fue la disyuntiva que seguramente PERFIL cotidiano les sugirió a muchos lectores, una disyuntiva que no es obligatoria para un periódico que apa-rece, como este segundo PERFIL, los fines de semana.

El primer diario, elegido por motivos periodísticos o de ideas (lo cual no sig-

nifica identificación sino, como en mi caso, conflicto), marca a un lector casi para siempre. El primer diario le ofrece una plana llena de automatismos tipo-gráficos y de escritura porque ha sido precisamente el primero que ha leído en el orden cronológico y biográfico. Tiene esa supremacía contra la cual deben lu-char los diarios que le siguen.

Como sea, PERFIL fue mi segundo diario mientras duró. Y me gustaba por su gráfica y su abundancia. En un mo-mento donde los diarios comenzaban a ser cada vez más cortos, aunque eso no significa que tengan menos páginas sino que se arman con la idea del pico-

teo, la variedad y la velocidad, es decir que imitan los rasgos audiovisuales, PERFIL era un

diario interminable (como hoy lo son los reportajes de Fontevecchia). Ofrecía mucho más de lo que podía leerse, un rasgo opuesto al de Página 12, que cada vez más se fue convirtiendo en un diario que se termina durante un viaje en sub-terráneo de cabecera a cabecera. A los lectores de diarios tradicionales, como es mi caso, les gustan los diarios largos, con notas extensas. No digo que este gusto deba convertirse en una norma periodística, sino simplemente sea lo que sucede con una parte del público.

Pero creo adivinar que había también un público joven y menos tradicional que aquel del que yo formo parte. Cuan-do desapareció PERFIL (en un colapso súbito que tocó a los periodistas que ha-bían arriesgado en el proyecto), mucha gente, más de la que yo creía que podía preocuparse, preguntaba qué había pa-sado y, sobre todo, por qué ese diario que habían adoptado no estuvo en con-diciones de seguir. Los historiadores de los medios tienen una cantera donde podrán investigar los actos de un dra-ma de competencia donde los diarios establecidos se proponen mantener un campo donde no puedan propagarse los recién llegados. Ese drama, una vez que se conozcan sus pormenores (y, como de todas las cosas, esos detalles llega-rán a saberse), ilustrará un momento a la vez audazmente optimista y fugaz del periodismo en la Argentina. ■

*Columnista de PERFIL en 1998 y ahora.

BEATRIZ SARLO*

ALGO DIFERENTE

Era un diario interminable. Ofrecía mucho más que lo que

podía leerse

Más allá de las razones em-presariales que llevaron

a discontinuar el diario PER-FIL, que salió a la calle por tres meses en 1998, para quienes hicimos aquel matutino tan original como ambicioso, y tan intenso como sutil, la experien-cia fue inolvidable.

Escribir allí era un reto cotidiano. Ahí estaban Abel González, Sergio Sinay, Bebe Martínez, Fernández Díaz, en-tre muchos otros redactores de calidad y experiencia. Yo anduve por varias secciones (la cobertura de la desapari-ción de Alfredo Yabrán, algún cuento para el dominical) pero mi mayor responsabilidad fue una columnita que devino gozo y a la vez martirio.

La titulé “365” porque iba a estar todos los días del año y porque su extensión jamás podía sobrepasar los 365 espa-cios. En esa pequeñísima ex-tensión y en la página 2 (que regenteaba Jorge Sigal, quien sabía exigirlo todo con sonrisas y calidad humana) yo tenía que lograr que cada mañana los lectores encontrasen una idea,

una propuesta, un brevísimo análisis o comentario inteligen-te. Se decía fácil, pero la tortura era abreviar, palabra a palabra y letra a letra, hasta que cada texto reluciera en exactamente 365 caracteres, cumpliendo el supremo mandato periodístico de la concisión con elegancia.

Fue un hermoso desafío, co-mo lo es toda experiencia en diarios. Yo trabajé en los 70 en la Crónica 5a.; luego con Jaco-bo Timerman en su vespertino La Tarde, y en el exilio estuve varios años en el Excelsior, de México. Con la democracia vol-ví con Timerman en La Razón, soy colaborador de Página/12 desde sus inicios y participé del diario Sur en los 80. Pero nunca me había tocado prota-gonizar la invención de un pe-riódico moderno, de cuidada prosa y rigor informativo como en aquel diario que delinearon Jorge Fontevecchia y Daniel Pliner a finales del 97.

Fue una pena que esa expe-riencia abortara. A veces pien-so que PERFIL diario podría reaparecer. Quizás un día de éstos, no lo sé. Pero sí sé que la intensidad y pasión con que lo hicimos es uno de los recuerdos más poderosos de mis casi 40 años de profesión. ■

* Escritor. Columnista de PERFIL en 1998

y en la actualidad.

Recuerdos poderososMEMPO GIARDINELLI*

EXPERIENCIAS

La intensidad y la pasión con que lo hicimos es uno de

mis recuerdosmás poderosos

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ESPECIAL 10 AÑOS - 21PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

El cierre de un diario es una derro-ta de todo el periodismo. Cuando

eso sucede la competencia se encoge, disminuyen las voces de la informa-ción y la prensa pierde una dosis de pluralidad. En 1998, cuando apareció la primera versión del diario PERFIL, yo tenía un programa en Canal 9, que se llamaba “Bajo palabra”. Se emitía los domingos por la noche. El canal era entonces propiedad de un grupo australiano, que se fue acercando al entonces presidente Carlos Menem porque quería salir, decepcionado ya, de la Argentina.

El domingo en que Jorge Fontevec-chia anunció que cerraba el diario, pe-ro no archivaba la idea, lo llamé para invitarlo al programa. Nunca formé parte de ninguna de las versiones del diario PERFIL, pero había conversado varias veces con Fontevecchia sobre su proyecto. Me había contado sus inver-siones, sus ilusiones y sus perspectivas, las buenas y las malas.

Quería saber, y preguntarle en pú-blico a él, qué sentía un editor cuando debía tomar la decisión de matar su obra. Quería que hiciera públicas, en definitiva, qué cosas adversas lo ha-bían conducido a ese primer fracaso. Fontevecchia aceptó presentarse en el programa y contar, conmocionado todavía, cuáles habían sido sus emo-ciones cuando le puso punto final, la noche anterior, a esa primera versión de un diario que, ciertamente, había

sido distinto en el mercado de la prensa escrita argentina.

Ese domingo, la sede de la editorial Perfil era una caldera de planteos sin-

dicales. Decidí que también la protes-ta del personal debía tener un espacio en el programa. Así fue. Un camión de exteriores se trasladó al edificio y los

dirigentes de los empleados pudieron expresar en vivo todos sus reclamos.

Fontevecchia estaba en el estudio del canal. Como entiendo que ningún editor cierra un diario por el gusto de cerrarlo, me dediqué, luego de escuchar los plan-teos laborales, a conversar con Fontevec-chia sobre las razones de la corta expe-riencia de la primera versión de PERFIL. Me importaba saber qué había inducido el cierre del diario, por qué sus ilusiones terminaron rotas y de qué manera resol-vería el problema de los empleados.

Hablamos largamente. Fontevecchia se fue. El programa terminó. Para mi sorpresa, los dirigentes de los trabajado-res me hicieron llegar luego su protesta por mi actitud. No les había gustado que Fontevecchia tuviera la última palabra. Está demás aclarar que en ese progra-ma no se estaba resolviendo el planteo de los trabajadores, sino explorando la información que dio cuenta del cierre de un diario. Más tarde, mi sorpresa aumentó: tampoco a los dueños del ca-nal le había gustado que Fontevecchia, que había hecho un diario claramente opositor al menemismo, tuviera espacio en ese medio de comunicación. Son las ironías de esta profesión. Al final, sólo resalta la coherencia. Por eso, repetiría la historia de la misma manera que hace diez años. ■

*Periodista. Fue el primero que entrevistó a

Jorge Fontevecchia tras el anuncio

del cierre del diario (ver página 43).

Resalta la coherencia JOAQUIN MORALES SOLA*

INTIMIDAD DESDE LA TV

DIFERENTE. La calidad y creatividad fotográfica es uno de los sellos de PERFIL.

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La gestación antes de nacerCOMO SE CONSTRUYO PERFIL

22 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

❖ El logotipo definitivo se definió luego de innumerables pruebas, con diferentes clases de tipografías y condensación de las letras. Una vez elegido el prototipo que sería definitivo, uno de los instrumentos utilizados por el director de Arte Pablo Temes fue el armado de un mapa estructural de la forma, donde se consolidó el formato final.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 23PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

En el transcurso de casi tres años, entre 1995 y 1997, Jorge Fontevecchia y Pablo Temes (director de Arte) fueron recorriendo diferentes alternativas para elegir la identidad visual del diario. Un proceso hasta ahora desconocido.

En el transcurso de casi tres años, entre 1995 y 1997, Jorge Fontevecchia y

❖ El diario incorporó elementos visuales y periodísticos innovadores. Fue el primer medio argentino en tener un manual de estilo (arriba), cuya reedición se modernizó y reapareció el año pasado en todas las librerías. A la izquierda, réplica de la primera tapa que se imprimió luego de decenas y decenas de pruebas.

❖ La foto que acompaña la apertura de la crónica inicial de este suplemento también tuvo su registro (arriba). Tras varios fallidos intentos de “sacar” una tapa, Wolberg-Stok, Martolio, Pliner, Fontevecchia, Temes y Fernández Díaz se inmortalizaron en ese número cero, con humor (derecha).

❖ A lo largo de los años, Temes ensayó una gran cantidad de alternativas de formatos de tapa, con variantes de logos incluidos. Lo mismo para los diferentes suplementos y secciones que acompañarían al diario. Por primera vez se muestran estos diseños de prueba.

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24 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

La gloria y el ocasoAquel mítico diario de

ochenta y cuatro días no se cerró por un error de cál-culo, o por un problema financiero. Fracasó porque Jorge Fontevecchia, un editor periodís-tico realmente superdotado, no quiso, no supo o no pudo salir de la dirección técnica y bajar a la cancha. Teníamos a Maradona adminis-trando el club, en lugar de tenerlo manejando el equipo y metiéndose personalmente en el área. O dicho de otro modo: Jorge se reservaba para sí mismo el papel de pudoroso gerente de teatro, que se mantenía a distancia y que estaba absorbido por las vicisitudes de la administra-ción, cuando debió haber dirigido la orquesta y hecho las veces de brillante solista.

En esos tiempos, Fonteve-cchia era sajón, cartesiano, frío y contenido. Su éxito actual se debe a que dejó el pudor, se vol-vió tropical, tomó en persona la dirección de la orquesta y tocó calurosamente el piano. Tal vez creía entonces que su modelo de conducción podía ser el de cual-quier CEO de medios, como por ejemplo Héctor Magnetto. Pero Fontevecchia era mucho más que un cerebral hacedor de ne-gocios. Fontevecchia era y es uno de los gran-des periodistas de la Argentina. Y su lugar está, como los hechos lo indican, en la gran tradición de los editores periodísticos que hicieron histo-ria aquí y en el mundo. En esta segunda etapa probó que cuanto más auténtico y carnal era, cuánto más se metía y dejaba su huella, cuán-to más se perdonaba los errores y se permitía mostrarse tal cual era, más éxito podía tener.

Esta clase de editores, co-mo lo fueron en sus tiempos Botana, García, Timerman

y Ramos, construyen diarios alrededor suyo, les ponen su impronta e identidad, les crean una misión y vuelven su mirada personal una marca registrada, una religión periodística, una forma intransferible de ver el mundo.

Viví con Fontevecchia la gloria y el ocaso. Me enseñó cosas impresionantes acerca del periodismo, la ambición y los hombres. Pero siempre recuerdo una frase entre todas: “Jorge –me decía–, un hombre no debe medirse por los éxitos sino por cómo logra levantarse de las caídas”.

A poco de haber cerrado PERFIL, hace diez años, volvíamos juntos de un almuerzo y entramos en el as-censor del edificio de la calle Chacabuco. Yo venía hablando de cualquier tema y él de repente me detuvo, se apoyó las manos en los pulmones y me dijo con voz grave: “Tengo un dolor tan grande acá que no sé si me va a alcanzar la vida para curarme”.

Le alcanzó con ocho años de desierto y penurias. Jorge sobrevivió, aprendió, y está curado. Aunque nunca podrá volver a ser el mismo. Un diario nada tiene que ver con una revista ni con una editorial ni con un libro. Un diario cuesta una vida, es tarea de un loco o de un monstruo. O de un héroe. Un diario es un camino de ida. ■

* Ex subdirector de PERFIL en 1998. Actual secretario de

redacción de La Nación y director de ADN.

JORGE FERNANDEZ DIAZ*

Podría un sobreviviente del Ti-tanic escribir de aquel navío

sin remitirse a la tragedia? No lo creo. ¿Hablaría de la tan anóni-ma cuanto mítica orquesta sin mencionar los hombres que vio subiendo a los botes en lugares que no les correspondían, dejan-do en cubierta a mujeres y niños apenas para salvar sus medio-cres vidas que sólo a ellos impor-taban? Tampoco lo creo. Y por último, ¿alcanzarían las casi cua-trocientas palabras pedidas para vomitar una jornada que durante años conservó atragantada en su garganta no acostumbrada a los silencios? Seguramente no.

Es lo que me pasa con PERFIL ’98, EL diario. Porque, en ese hundimiento, no fue la colisión con el iceberg mercadológico lo que me impidió dormir las noches siguientes, sino otros hielos que enfriaron mis mejo-res emociones. Yo, allí, conocí el tamaño del alma (¿humana?; ¿argentina?; ¿periodística?; ¿to-das ellas juntas?). Menor de lo que suponía, por cierto. La flor del idealismo editorial y la nata de la miseria profesional las co-nocí en ese, digamos, episodio. Y esto, al fin y al cabo, es todo lo que tengo y quiero decir.

El sueño periodístico y la pe-sadilla humana convergieron en ese proyecto. Prefiero, en los caracteres que faltan, referirme al sueño del que nunca hubiera querido despertar. Y ese sueño se resume a un hombre y un nombre, el del ideólogo que en su entusiasmo viral nos conta-gió a todos de una epopeya que no por breve deja de ser lo más importante que le pasó al perio-dismo nacional en los últimos treinta años. Sin dudas, hay un antes y un después de PERFIL ’98 en el modo de investigar y comunicar en los diarios ar-gentinos. PERFIL ’98 revistó y modernizó la estética diariera nacional. Pero, más que eso, le devolvió a la prensa argentina su sentido de independencia editorial –el único que justifica su existencia– que los grandes grupos (casi por neoplasmo de crecimiento) habían perdido en la construcción de su propia grandeza. Ese nombre es el del fundador y director Jorge Fon-tevecchia.

A su lado, todo lo demás son personajes o episodios peque-ños, tanto cuanto el tamaño de ese alma que descubrí en el de-ceso fetal de PERFIL ’98. ■

* Ex subdirector de PERFIL en 1998.

Actual director de Perfil Brasil.

Un antes,un después

EDGARDO MARTOLIO*

SOBREVIVIENTES

El sueño periodístico y la pesadilla humana convergieron en

ese proyecto

TECNICO O JUGADOR

CEDOC PERFIL

El 31 de julio de 1998 unas 260 personas se quedaban

sin su puesto en el diario que ha-bían construido y unas 27 mil se quedaban sin el “nuevo” diario que compraban. Yo pertenecía al segundo bando y contaba una pérdida más: me quedé sin la po-sibilidad de concretar mi proyec-to de tesina de graduación.

Mi plan de investigación con-templaba analizar durante un año a PERFIL –para algunos sería el último surgimiento de un diario de papel– y confeccio-nar su “historia de vida”. Pero el diario –que por cierto no fue el último– cerró. La historia ha-bía sido demasiado corta y, para más, esa vida estaba teñida del color de la muerte súbita.

Un poco por despecho de “lectora abandonada” y otro tanto por una cuestión pro-fesional (todos hablaban del abrupto fin, y nada es más es-timulante que indagar sobre aquello que se está omitiendo), esquivé el final y fui al inicio: el análisis apuntó a cómo se ges-tó la identidad del medio.

Al comparar los 35 ejempla-res que se imprimieron antes del lanzamiento (números cero) con las 84 ediciones que salie-

ron a la venta, surgieron trans-formaciones significativas. Ca-da cambio durante la gestación era un indicio que, conjugado con relatos de los hacedores, re-velaba decisiones, creaciones, ensayos y errores que forjaron rasgos inéditos en la prensa na-cional (desde una estética poco explorada y un lenguaje inusual, hasta un modo distinto de tratar y de elegir los temas).

Pero el diario que se imprimió “para unos pocos” desde el 2 de abril hasta el 7 de mayo fue en parte aún más innovador que el que hizo pie en los kioscos: tenía nombres menos conven-cionales en las secciones, daba más páginas a segmentos poco tradicionales y suplementos dia-rios –como Cultura– terminaron siendo semanales, igual que en otros periódicos de referencia.

Así y todo, en la trama de la concepción de la identidad de PERFIL, fue un diario que persi-guió la innovación. Y también se recogen las huellas que indican que por allí transitó mucha gen-te que quiso hacer algo diferen-te. Con ese espíritu nació hace diez años un diario nuevo. ■

*Licenciada en Ciencias de la Comunicación

(UBA). Autora de la tesina “Perfil: La

concepción de un nuevo diario en la Argentina

de fin de siglo”, con la que se graduó.

Tesis defacultad CAROLA BIRGIN*

BAJO ESTUDIO

En la trama deconcepción de su identidad, persiguió la innovación

Un diario cuestauna vida. Es tarea

de un loco, un monstruo o un héroe

TECNOLOGIA. PERFIL incorporó innovaciones técnicas en sus sistemas de información.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 25PErfIL - Sábado 10 de mayo de 2008

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26 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Las portadas del diario PERFIL se distinguieron por su innovador diseño y por sus títulos, en los que se utilizaban criterios analíticos que eran muy poco convencionales en los 90. Algunas tapas también estuvieron destinadas a alertar sobre la inminente crisis económica que llegó tres años después. El Mundial de Francia también ocupó algunas tapas. Y la detención de Jorge Rafael Videla, al que por primera vez se lo fotografió con las esposas puestas: esa imagen dio la vuelta al mundo.

La re-re de Menem,Yabrán y los hijos de De la Rúa ocuparon la agenda

TAPAS

Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

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ESPECIAL 10 AÑOS - 27PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

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28 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

DOMINGOS. El suplemento de esos días se dedicó a escritores, libros o fenómenos

a partir de teorías como las del “Homo Videns” de Giovanni Sartori o más generales

como la visión de Woody Allen sobre la incipiente Internet.

SUPLES. Como todo diario considerado como “generalista” y no de nicho, PERFIL tenía –como el de hoy– suplementos especiales. El de Deportes ocupaba un lugar central. Pero también estaban los de Espectáculos, Economía, Agro y Tecnología, lo que significaba toda una novedad en aquella época.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 29PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

Los lectores evaluaron al diario PERFILFOCUS GROUPS ANTES DE SALIR

GRUPOS. La selección de los encuestados fue estricta y se basó en lectores de Clarín, La Nación y de diarios de nicho. En la valoración de los aspectos formales, surgía con fuerza el “impacto visual del color” y “la calidad y abundancia del material fotográfico”. Esos atributos –más la buena calidad de impresión– se los asociaba a “diario de calidad”.

FICHAS. Entre los objetivos de las encuestas cualitativas estaba la idea de testear la imagen global del medio, la valoración de los aspectos formales y la de contenidos. Pero no sólo se valoró la forma y el fondo del producto, sino que lo mismo se realizó con la campaña publicitaria y los eslóganes –revulsivos– que se utilizaron en ella.

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30 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Entre este diario y yo hay algo per-

sonal. Casi sin grises, fue hace diez años el que despertó mis mejores sueños profesionales, pero también el que me llevó a las peores pesadillas jamás imaginadas. Esas que, por primera y única vez en la vi-da, me llevaron a pensar en dedicarme a otra cosa.

Con ausencia de escalas y a la veloci-dad de la luz, en pocos meses de 1998 muchos de los que integramos aquella redacción pasamos del enamoramiento heroico a la frustración lacerante e im-potente. La que más due-le. La que deja las huellas más profundas.

A partir de allí, y duran-te varios años, el nombre del diario se transformó no sólo en palabra pro-hibida: despertaba en mí rencores y odios que des-conocía. Un día creí que había hallado el mecanismo del exor-cismo y, lagrimeando, quemé (es literal: sí, incendié) la pila de las 84 ediciones que atesoraba en una habitación como si fueran las cenizas de mi abuelo.

Ilusamente creí que la estantería es-taba acomodada, un capítulo cerrado que, además, me había permitido un desarrollo laboral que me complacía. Todo ese equilibrio se vino abajo cuan-do me convocaron a participar del re-greso del diario, en 2005. Ya nada era igual, ni yo ni el proyecto. Pero aflo-raron los mismos sentimientos y me

resistí a sumarme.Durante semanas

me encontré librando una lucha despiadada conmigo. Hasta que las dudas, los temores, los fantas-mas y los enconos fueron vencidos por una certeza que me resistía a aceptar: nada me resultaba más intolerable que la idea de que PERFIL retornara y yo no formara parte de eso. El intento de hacer lo que se frustró hace una déca-da podía ser el mejor tratamiento para liberarme de una mochila que seguía pesando en exceso.

El experimento resultó mucho me-jor de lo imaginado y me siento orgulloso de inte-grar este equipo de tra-bajo. Incluso me deparó algunas sorpresas im-previstas: con precisión freudiana, el mismo día en que este diario volvía a salir a la calle (11 de septiembre de 2005) na-

cía el más pequeño de mis hijos. Creer o reventar.

Sin embargo, las marcas no se bo-rrarán. Y ni siquiera se trata de eso. La experiencia se construye a partir de las heridas, sobre todo de las más profun-das. La mía con este diario no desapa-recerá, pero al menos ya se empieza a ver la cicatriz. No es poco. Por eso puedo escribir esta columna y editar este suplemento. ■

*Redactor jefe de PERFIL en 1998.

Actual prosecretario de Redacción del diario.

La cicatrizJAVIER CALVO*

MUY PERSONAL

Las marcas no se borran, porque

la experiencia se construye a partir

de las heridas

De Londres a BairesLas campanas de Big Ben habían dado las nueve

una noche de diciembre de 1997 cuando Jorge Fontevecchia me terminó de con-vencer. El entusiasmo que llegaba sin atenuantes a mi teléfono desde Buenos Aires era irresistible. A los pocos días renuncié a Reuters, la principal agencia de noticias del mundo, y me embarqué con mi fa-milia rumbo a la Argentina y a la aventura de ayudar a crear un dia-rio que nacería grande.

Camino al centro desde Ezeiza, le pedí al remisero que pasara por lo que serían las oficinas, en la ca-lle Chacabuco. El edificio, en plena obra, era una nube de polvo, gritos y martillazos: un presagio perfecto de los meses que nos esperaban, con la carrera contra el reloj para reclutar un pequeño ejército dis-puesto a tomar por asalto el mer-cado de los diarios en la Argentina, entrenar a todo el mundo y cons-truirle entre todos a ese diario una cultura, una personalidad, de la noche a la mañana.

En Londres, mi trabajo en Reu-ters como director de noticias para Europa, Medio Oriente y Africa era esencialmente lo que se denomina “crisis manage-ment”. Había crisis, y se manejaban. En esos primeros meses, PERFIL resultó parecido pero al revés: eran las crisis las que manejaban. Con apenas tres o cuatro horas de sueño por noche, navegábamos a los tumbos por un mar de números cero rumbo al lanzamiento.

El equipo que armamos para las secciones Econo-mía e Internacionales incluía gente importada del Wall Street Journal en Nueva York, de la sede de CNN en Español en Atlanta, o de oficinas varias de Reuters. Era un grupo que a pesar de haber recibido a los pocos días el apodo parcialmente merecido de “los marcia-

nos” por parte del resto de la redacción, no tardó en hacerse uno con el resto. Al igual que en el servicio

militar, la falta de sueño y la re-petición de las prácticas hasta el desmayo terminaban borrando todas las distinciones.

Para el momento en el que el diario finalmente salió a la calle y comenzó a cobrar un protagonis-mo vertiginoso en la vida cotidiana argentina, aquellos que habíamos llegado o vuelto de lejos para par-ticipar en el emprendimiento ya sentíamos haber estado ahí toda la vida, y sólo con ese propósito.

Lo único para lo que nunca nos entrenamos fue para detener el proyecto de golpe.

Cuando me tocó el honor do-loroso de representar a PERFIL en la conferencia de prensa para explicar el fin de su primera en-carnación, el último día de julio de 1998, empecé con estas pala-bras: “Cuando hay una situación en la que la noticia a comunicar es mala, no hay una buena forma para hacerlo.”

Estaba equivocado. Hubiera debido predecir que PERFIL

pronto volvería, y que diez años después seguiría siendo un orgullo cada vez mayor haber sido parte de esa primera fase. ■

*Director asociado de PERFIL en 1998. Actualmente es

Product Manager de Citibank Online en Estados Unidos.

EJERCITO. La redacción del diario del 98 ocupaba tres plantas completas de Chacabuco 271.

ANDRES WOLBERG-STOK*

CEDOC PERFIL

MIRADA SAJONA

Usted tiene que es-cribir esa historia,

me dijo: yo la quiero leer. No sé de dónde saqué el coraje, pe-ro le respondí que podíamos hacer un trato: yo escribo la historia si usted se decide a viajar, de una buena vez, a la Ar-gentina. Gabriel García Márquez es un tipo supersticioso: Cien años de soledad se publicó en Buenos Aires en 1967 y fue un suceso mundial. Fue entonces que decidió no volver al país, para no cortar la racha. “Pero hombre…”, contestó, y no dijo más. Así que esto es, si se quiere, el pago de la primera parte de la deuda que contrajimos aquella vez, en enero de 2006, en un aula de la Fundación Nuevo Periodismo Ibero-americano, en Cartagena de Indias, Colombia.

Un minuto antes, mien-tras me recuperaba de la sorpresa de verlo entrar por la puerta del aula, Jaime Abello, director de la FNPI, me señaló y dijo: “Cuéntale, Maxi, cómo es eso de que trabajaste en un diario que tuvo más números de prueba que en la calle”. Así que intenté explicarle que era cierto, y que siete años después formaba parte del relanzamiento del mismo dia-rio. Luego él me dijo que escribiera esa historia, que la quería leer. La historia es la que sigue.

Empecé a trabajar en PERFIL como redactor de Turismo en 1998. Duré po-co más de veinte días. Mi jefa decidió echarme, aunque nunca me explicó

las razones. Lo extra-ño fue que, gracias a las recomendaciones

de Miguel Wiñazki y Jorge Fernán-dez Díaz, y el entusiasmo de Daniel Capalbo, a los dos días estaba traba-jando de nuevo, pero para la sección Policiales. Cuando el primer número salió a la calle yo estaba en Punta Alta, cubriendo el caso de una maestra de escuela primaria que había mantenido un romance con uno de sus alumnos. Conseguí las cartas de amor que ella le había escrito, y la nota fue tapa. Se-manas después, cuando volví a Buenos

Aires, me duplicaron el sueldo. Con 22 años, dis-fruté de la omnipotencia de una redacción como la que tenía PERFIL en 1998 todo lo que duró: un par de meses más. Conocí a periodistas enormes e hice algu-nos amigos. Y esa fue

mi corta experiencia en aquel diario: un despido, una cobertura, la emoción de la primera tapa. Luego pasaron los años, y el 2005 me encontró de nuevo ahí, aunque más viejo y en otro lugar. Pero esa es otra historia. Ahora puedo publicar esta nota, mandarla por mail a Cartagena, y esperar que en la otra punta del continente alguien la lea y decida cumplir con su parte del trato. ■

*Redactor de PERFIL en 1998.

Actualmente es editor de Cultura del diario.

Un trato con Gabo MAXIMILIANO TOMAS*

DESAFIO CUMPLIDO

Podíamos llegar a un acuerdo: yo

escribo esa historia del diario si usted

viene a la Argentina

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ESPECIAL 10 AÑOS - 31PErfIL - Sábado 10 de mayo de 2008

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32 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Fotos que hicieron historiaLAS IMAGENES MAS REPRESENTATIVAS DEL ‘98

❖ La foto de la tumba de Alfredo Yabrán en el cementerio privado Memorial de la localidad de Pilar ocupó casi dos páginas plenas del diario. El impacto visual se correspondía con el impacto mediático y la conmoción que provocó el suicidio del empresario.

❖ El Mundial de fútbol de Francia y la decepción. ❖ Fernando de la Rúa cuando era jefe de Gobierno porteño y comenzaba la campaña que lo llevaría a la Presidencia.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 33PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

❖ Lo que parecía increíble se convirtió en realidad: Videla detenido, esposado y una imagen que recorrió el mundo.

La calidad gráfi ca que desde su nacimiento caracterizó a PERFIL y el diseño innovador se convirtieron en una marca distintiva. La muerte de Yabrán, Videla detenido, Menem, los De la Rúa y toda la actualidad, mostrada como nunca.

❖ La foto de la tumba de Alfredo Yabrán en el cementerio privado Memorial de la localidad de Pilar ocupó casi dos páginas plenas del diario. El impacto visual se correspondía con el impacto mediático y la conmoción que provocó el suicidio del empresario.

❖ El ex juez Francisco Trovato extraditado, luego de ser depuesto de su cargo.❖ Menem con Boris Yeltsin cuando aún tenían poder.

FOTOS: CEDOC PERFIL

La calidad gráfi ca que desde su nacimiento caracterizó a PERFIL y el diseño

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34 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFILSuplemento Especial de 64 páginas donde se puede tener una vasrta idea de los acontecimientos que dieron origen al diario Per5fil de 1998 Suplemento Especial de 64 páginas donde se puede tener una vasrta idea de los acontecimientos que dieron origen al diario Per5fil de 1998Suplemento Especial de 64 páginas donde se puede tener una vasrta idea de los acontecimientos qudieron origen al diario Per5fil de 1998Suplemento Especial de 64 páginas donde se puede tener una vas

❖ Liz Fassi Lavalle sale de visitar a su entonces esposo Omar en la cárcel de Devoto, donde estaba detenido.

❖ Los camalotes invadieron el Río de La Plata y modificaron el paisaje en el puerto de Buenos Aires. ❖ Maximiliano Guerra y su vuelo a la gloria durante una de sus presentaciones. Tras los pasos de Julio Bocca.

❖ Aito, Antonio, Inés Pertiné y Fernándo De la Rúa posan juntos en su departamento de Recoleta durante una entrevista con PERFIL. Por entonces, todo eran sonrisas para la familia.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 35PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

❖ Daniel Passarella se abraza con Verón tras derrotar a los ingleses en Francia.

❖ Maximiliano Guerra y su vuelo a la gloria durante una de sus presentaciones. Tras los pasos de Julio Bocca. ❖ La inundación llevó desolación a Santa Fe. El agua dejó sin hogar a miles de personas y mató de hambre al ganado que se refugiaba en cualquier vestigio de tierra.

❖ El represor de la ESMA “Tigre” Acosta, saliendo de su casa.

FOTOS: CEDOC PERFIL

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36 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

JORGE SIGAL

Es una imagen extraña, cerca-na y distante al mismo tiempo. Estoy en el piso 14 del imponen-te edificio de Editorial Perfil. En este lugar, hace ya diez años, ocurrieron cosas que marcarían mi vida para siempre. Estába-mos transitando un sueño, lo recuerdo muy bien. Hacíamos un diario modernísimo, muy eu-ropeo, enorme, con un dogma inapelable acerca de la libertad de expresión. Aquí mismo, en las amplias oficinas de su di-rector, Jorge Fontevecchia, se realizaban muchas reuniones. Debatíamos sobre todo. Desde cómo administrar los recursos de las secciones que yo editaba hasta de ideología. Los perio-distas usábamos corbata, otro toque de distinción, un indicio de cómo concebía el triunfo su capitán: intenso y elegante. ¿Un poco impostado? También.

¿Era una locura? Quizás. ¿Este hombre, que ahora me saluda desde atrás de su escri-torio cargado de papeles, había perdido noción de la realidad? Es posible.

Muchas veces, a lo largo de

Una empresa del Primer Mundo, eso parecía. Estába-mos en Europa, claro. Posi-blemente en España. ¿Sería el diario El País donde realmente trabajábamos?

Pero algo falló. Y el despertar no fue amable. Todo se desmo-ronaba. Nos caímos del mapa. Literalmente.

¡Despierten, ilusos! Gritaban por ahí. ¿Se la creyeron? Esto es Argentina, ¿qué pensaban? ¿Convertibilidad, transparen-cia, nuevos diarios? ¡Minga! Algunos, unos cuantos, pare-cían alegrarse. Quizá porque la frustración es un buen consue-lo para aceptar la mediocridad general.

Adiós, PERFIL, adiós. Cie-rre. Conflicto. Despidos. Su ru-ta. Una historia tan argentina como el colectivo. Fin abrupto y anticipado de un año poco creíble: 1998.

He vuelto a este lugar en pocas oportunidades. Está casi todo igual. A la derecha, la enorme mesa de reuniones. Más acá, los sillones negros. Desde el escritorio de madera clara, avanza Fontevecchia.

esta década, me pregunté si aquel ejército de casi trescien-tos combatientes, que poblaba tres pisos enteros de este fuerte de la calle Chacabuco, sentiría lo mismo que yo. Porque los sueños, los sueños pertenecen sólo a su dueño. Quién sabe. Pero de algo estoy seguro: ni el más realista de esos soldados pudo abstenerse de soñar. Aun-que sea un poco.

De enero a julio, casi de co-rrido, apenas con algunas inte-rrupciones para ir a casa a repo-ner energías. Así era el ritmo de aquella fábrica. Además, hubo ensayos generales. Y simula-cros. Y más ensayos generales. Y una rotativa gigante, parecida a un tren, que despedía diarios como rayos. Todo eso había en aquel sueño.

Saluda, siempre cordial. Nos damos un apretón de manos. Vamos a hablar de aquella ex-periencia que nos reunió en el ’98. Y vamos a tratar de enten-der por qué se derrumbó.

—Recordemos cómo era aquel país, cuando vos de-cidís sacar el diario PERFIL. Estábamos al final de la era Menem; había una fuerte de-manda ética por parte de una sociedad harta de corrupción; la convertibilidad, aunque muy pocos políticos lo admi-tían, estaba llegando a su fin. Nacía entonces la “ilusión De la Rúa”: convertibilidad más transparencia. ¿Coincidís con esta descripción?

—Sí, ése era el contexto cuan-do se lanza PERFIL. Pero el proyecto nace mucho antes. En 1993, Noticias ya era una revis-ta muy consolidada y exitosa, y Caras, que había aparecido un año antes, de manera sor-presivamente rápida se había convertido en la revista de más venta de Argentina. Por enton-ces yo sentía que, después de veinte años de hacer revistas y

de haber lanzado varias decenas de publicaciones, tenía no sé si la obligación o la necesidad de evolucionar profesionalmente. En las revistas había cumplido casi todos los desafíos y lo natu-ral era crecer haciendo algo que no hubiera hecho hasta ese mo-mento. Hacer para mí tiene un significado existencial, yo creo que las cosas que vos hacés te transforman. Cuando la edito-

rial festejó sus 25 años, quien coordinaba una edición espe-cial conmemorativa que publi-camos me pidió que escribiera una de esas clásicas columnas de aniversario. En esa edición especial opinaban varias dece-nas de personas que a lo largo esos años pasaron por los dis-tintos medios de la editorial. En esos textos, la gran mayoría

ENTREVISTA A JORGE FONTEVECCHIA

“Creo que yo no cambié”Habituado a ser él el que hace las preguntas, ahora tuvo que ser el que daba las respuestas. El director de PERFIL respondió todo sobre la fallida experien-

cia de hace una década. No le escapa a ningún tema y relata todo lo que ocurrió antes, durante y después. Los inicios del proyecto, la salida a la calle, la depre-

sión porque no funcionaba, el cierre intempestivo, las ofertas que recibió para vender, la autocrítica y las lecciones que debió aprender para renacer.

JUAN OBREGON

CARA A CARA. Durante más de tres horas, Jorge Sigal, ex editor de PERFIL en 1998, entrevistó al director de entonces y actual del diario, Jorge Fontevecchia.

“El proyecto nace mucho antes que 1998. Lo empecéa explorar desde

el año 1993.”

“Dos veces analicé comprar La

Prensa y, en una oportunidad, Página/12.”

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ESPECIAL 10 AÑOS - 37PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

CONSEJO. “Magnetto me dijo: ‘Vos sos un chico muy creativo, pero no tenés empresa’. Gracias, le contesté.”

coincidía en la idea de que yo había hecho cada una de esas publicaciones. La visión que yo tenía, y transmití en mi colum-na, era totalmente distinta: cada una de esas publicaciones me habían hecho a mí, cada una de ellas me había colocado en el desafío de aprender a comu-nicarme con distintos tipos de lectores, a veces incluso con intereses distintos a los míos, a desarrollar conocimientos que no tenía hasta ese momento y que nunca hubiera tenido de no ser por ellas. Para crecer, entonces, tenía que enfrentar nuevos desafíos profesionales, y entendí que en materia de revis-tas, al menos en Argentina, no me quedaba tanto por aprender. Para ubicarse en el tiempo: yo tenía 33 años cuando lancé No-ticias y 36 cuando lancé Caras. Era bastante joven para ser un veterano. Analicé las distintas alternativas y, a pesar de que había estudiado televisión en la New York University cuando estuve en el exilio, descarté los medios audiovisuales. Pensaba, todavía lo pienso y espero que eso cambie con el desarrollo tecnológico, que en Argentina la televisión y la radio, al ser concesiones del Estado, condi-cionan a quienes conducen esos medios a algún grado de depen-dencia del gobierno de turno, y mi naturaleza me indicaba que yo no me iba a llevar bien en ese contexto. Concluí que tenía que continuar en los medios gráfi-cos. Y lo que nunca había hecho era un diario…

—Además, la gráfica, la pa-labra escrita, sigue teniendo más prestigio que los medios audiovisuales, ¿no?

—En la televisión de hace diez años había programas políticos con bastante rating y quienes los hacían tenían mucho pres-tigio. Yo no lo analizaba desde la óptica de hacer un programa sino de hacer un canal de tele-visión. No podía pensar el tema sólo desde mi interés personal, lo tenía que hacer desde las res-ponsabilidades que tengo con Editorial Perfil, como empresa en la que trabajan 700 personas. Aunque, pensándolo mejor, te-nés razón, probablemente no haya sido sólo por una cuestión de independencia sino también porque la televisión venía en un proceso de popularización pro-gresiva y quizás, inconsciente-mente, temí que me transforma-ra en un sentido que a mí no me gustase. Reitero, no me refiero a un programa porque hay va-

rios muy buenos, sino a mane-jar un canal. Entonces, en 1993, buscando iniciar una segunda etapa en mi carrera periodísti-ca, comencé a explorar hacia los diarios. Dos veces analicé la posibilidad de comprar La Pren-sa. Una fue antes de que Amalia Fortabat lo comprase; y la otra, un año después, cuando Amali-ta, cansada después de perder

de Editorial Perfil. Es lo mismo que habían hecho con Pol-ka de Suar y varios años después repetirían con Ideas del Sur de Tinelli. Respondí que agradecía el interés, pero no, que mi estilo de editor antiguo no me permiti-ría ser un buen socio. Magnetto insistió, trató de convencerme con el argumento de que nada cambiaría para mí, que yo se-guiría conduciendo la empresa como en el caso de Suar. Pero me negué.

—¿Se llegó a hablar de una cifra para la eventual compra de ese 30 por ciento?

—No, me preocupé de ser cla-ro desde el principio y, para no generar malos entendidos, allí mismo les informé que pensaba lanzar el diario PERFIL. Mag-netto me miró fijo y me dijo: “Jorge, vos sos un chico muy creativo, el más creativo de la gráfica, pero no tenés empresa. Para seguir creciendo no alcan-za con la creatividad, se necesi-ta una organización. Y eso, vos no lo tenés. Pensalo bien. Quizá no te conviene seguir solo. No-sotros te ofrecemos una organi-zación que tiene muchos años”. Efectivamente, Clarín tiene 50 años más que Editorial Perfil. Los ciclos de vida de las empre-sas eran incomparables y sus tamaños más aún. Junté fuerzas y le respondí: “Héctor, tenés ra-zón, gracias por el consejo, pero me esforzaré todo lo que pueda en desarrollar una organización que pueda sustentar ese creci-miento”. Lo venía haciendo desde antes, pero me propuse poner más empeño aún en usar los dos años que tenía por de-lante, mientras se fabricaba la máquina de impresión, en me-jorar la logística de distribución, de venta de avisos y de todas las áreas de nuestra editorial para llegar al lanzamiento del diario con una organización. Porque, como decía Perón…

—… La organización vence al tiempo.

—Exactamente. Y no era un desafío menor. Hay que tener en cuenta que los diarios en todo el mundo estaban en un proceso de transformación tecnológica muy seria y que en la Argentina de 1995 Clarín y La Nación to-davía salían en blanco y negro. En todas las conferencias de la Asociación Mundial de Diarios se discutía respecto del color y del blanco y negro. Había una idea dominante sobre que el co-lor no era distinguido sino po-pular, que transmitía una ima-gen de poca seriedad. Esa idea errónea quizá se instaló porque los primeros periódicos que se animaron a poner color fueron los populares ingleses, segura-mente desesperados por satis-facer al consumidor. En cambio, los diarios de calidad no tenían esa urgencia. Los medios serios se mantenían en blanco y negro pero comenzaban a colocar avi-sos a color por presión de los anunciantes. Recuerdo que en una de las conferencias de la World Newspaper Association, el representante del diario El País de España, que, como sa-bés, en mucho inspiró a PER-FIL, dijo: “Nunca los diarios de calidad serán a color. Nunca El País será a color como nunca The New York Times será a co-

20 millones de pesos en no mu-chos meses, lo vendió casi por nada. La historia de La Prensa me generaba mucho respeto: hubiera sido un enorme desafío hacer renacer un diario que no solamente había sido prestigio-so, sino de alta circulación. Mi padre, quizá por una cuestión generacional, me insistía con La Prensa y varias veces reco-rrí sus instalaciones y analicé seriamente esa alternativa. Pero siempre llegaba a la conclusión de que su infraestructura era obsoleta y su personal no era el adecuado para el tipo de dia-rio que me gustaba hacer. Para entender cómo fue cambiando el contexto desde que comencé con el proyecto diario, en 1993, hasta que finalmente lo pude concretar, en 1998, vale la pena recordar que por entonces La Nación pasaba por una profun-da crisis. Esa crisis finalmente se revolvió muy bien cuando la familia Saguier logró hacerse de la mayoría de las acciones y cambió la conducción del diario. En ese momento, las cosas eran muy distintas… Recuerdo una reunión con Amalita cuando ella quería desprenderse de La Prensa. Estábamos en el nuevo edificio Fortabat, ubicado justo frente al de La Nación. Miran-do desde sus oficinas vidriadas, Amalita me dijo: “Yo compré La Prensa preocupada porque me contaron que La Nación estaba pasando situaciones societarias complicadas que ponían en riesgo su continuidad y la Ar-gentina no podía quedarse sólo con un diario importante…”. Hoy, La Nación ha rejuvene-cido, está más fuerte y exitoso que nunca, pero a principios de la década pasada la situa-ción era otra. Tal era su crisis que Jacobo Timerman decía: “La Nación es La Prensa del 2000”. O sea, iba camino a una lánguida decadencia. También por esos años me vino a ver Jorge Lanata porque algunos accionistas de Página/12 que-rían vender. Recordemos que durante los primeros tiempos de Menem sólo Página/12 y la revista Noticias eran críticos del gobierno. Como suele ocurrir, con los años todos los medios fueron críticos. Pero en ese período no, estábamos solos. Entonces, pensaron que podía

interesarme. Analicé también esa alternativa. Durante algu-nas semanas dos representan-tes de Perfil estudiaron todas las informaciones que nos pa-saron desde Página/12, incluso visitaron sus instalaciones. Pero llegamos a la conclusión de que tampoco era el diario adecuado para lo que yo, con mucha inge-nuidad, aspiraba: un medio que algún día pudiese tener algún grado de comparación de géne-ro con Clarín y La Nación. Pá-gina/12 era muy exitoso siendo un diario contracultural, como Libération de Sartre en Francia. Pero concluimos que no podía transformarse en un diario del tamaño de Clarín o La Nación sin perder la frescura, que era uno de los atributos de su éxito. Decidido entonces a lanzar un diario nuevo, que se llamaría PERFIL, casi a finales de 1993 me visita el dueño de Editorial Abril, Roberto Civita. Hacía un año él había comprado lo poco que quedaba de Editorial Abril de Argentina. Preocupado porque el nombre y el isotipo de ambas empresas –el famo-so arbolito– era el mismo en ambos países y la empresa en Argentina se encaminaba a la quiebra, temía que el despres-tigio afectara internacional-mente a su empresa en Brasil. Editorial Abril la había iniciado en Argentina su tío y Editorial Abril de Brasil, su padre. Tras la compra, Civita trató de hacer renacer la empresa. En 1992 re-lanzó la revista Panorama, la mayor news magazine de los años setenta, y Claudia, que ha-bía sido la revista femenina más importante del país también en esa década. Pero no le iba bien. Según él, porque los ejecutivos brasileños no entendían este país. Entonces, pensó que yo podía resolverle el problema. Me propuso que me hiciera car-go de la filial local, cediendo el 50 por ciento de las acciones sin cargo porque la editorial per-día mucho dinero. Le respon-dí que estaba sobreestimando las posibilidades de mejoras que le podía aportar, que pro-bablemente sus problemas no eran porque los brasileños no entendieran la Argentina sino porque el mercado argentino era mucho más chico que el de Brasil. Civita me respondió:

“Antes de venir a verlo consulté con distintas personas cuya opi-nión me merece respeto, entre ellas Héctor Magnetto. Todas coinciden en que el mercado es muy pequeño y que, por los conocimientos que usted tiene sobre las revistas, es la persona indicada para ayudarme a so-lucionar la crisis”. Le expliqué que en ese momento mi cabeza estaba en sacar un diario, que quería ponerlo en la calle en dos años, que ya no encontra-ba en las revistas de Argentina un desafío que me permitiera aprender algo nuevo. Pero que, sin embargo, estaría dispuesto a posponer ese proyecto por un tiempo a cambio de una nueva experiencia: por ejemplo, sacar una revista de gran circulación en Brasil. Concretamente, le di-je: “Si usted me ayuda a lanzar una revista semanal de celebri-dades en Brasil, yo lo ayudo con las revistas de Abril en Argen-tina”. Civita aceptó y tuve que posponer el proyecto del diario por un año. Viví en San Pablo hasta diciembre de 1994 y logré lanzar Caras Brasil. Regresé a la Argentina justo cuando esta-lla la crisis del Tequila. En ese contexto, ningún banco apro-baba operaciones de más de 5 millones de dólares para países emergentes. Por lo tanto, gran parte de 1995 se fue sin conse-guir que los fabricantes euro-peos de máquinas de impresión para diarios consiguiesen la ca-lificación necesaria para su rea-lización. Finalmente, logramos la aprobación a principios del ’96. La fabricación de una má-quina de ese tipo, su posterior traslado y armado demoran dos años. Así, llegamos hasta 1998, momento en el que recién pu-dimos hacer el lanzamiento, en ese contexto al que vos hacés referencia en tu pregunta. Pe-ro yo hubiera querido hacerlo mucho antes. No pude elegir la fecha.

—Tengo entendido que en esa etapa también tuviste al-guna oferta del grupo Clarín. ¿Es así?

—Sí, efectivamente. Fue en 1995. Me invita a almorzar Héctor Magnetto junto con los otros accionistas de la gerencia de Clarín: José Aranda y Lucio Pagliaro. Allí me dicen que de-sean comprar un 30 por ciento

JUAN OBREGON

“El contexto en el que lanzo el diario era distinto al que yo planeaba. No

pude elegir la fecha.”

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38 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

cabeza porque algunas de esas técnicas o aspiraciones no son muy aplicables en nuestro país. Pero también la mayoría de los éxitos de la editorial obedecen

a que se fijó expectativas que parecían superiores a las de la industria local en cada momen-to. Cuando sacamos la prime-ra revista semanal a color, el mencionado caso de Noticias, muchos sostenían que no sería sustentable; cuando salió Ca-ras, la primera revista semanal en papel ilustración, también se la veía como algo anormal. Re-cuerdo que, al lanzar Noticias, Aníbal Vigil, histórico editor de Atlántida, me dijo: “Pero, Fon-tevecchia, usted siempre igual, siempre viene con esas ideas del hemisferio norte”. Y agregó una frase, que por supuesto no comparto en absoluto y hasta me resultó muy chocante: “¿No se da cuenta de que éste es un país de indios”. Y sí, muchas veces nos equivocamos por eso, pero otras también fueron ésas las diferencias que hicie-ron que los lectores adhirieran a productos de Editorial Perfil. Respecto del precio de tapa de PERFIL, era el mismo que el de Clarín y La Nación y los sueldos también eran similares.

—Lo que intentaba era ejem-plificar con los parámetros de la época los enormes costos que representaba un proyecto de semejante magnitud...

—En términos de dólares, sin ninguna duda. Otra forma de análisis surge de la relación entre el precio de tapa y el suel-do de los periodistas de 1998 comparado con los actuales. En 1998, el diario costaba de lunes a sábado un peso, que era un dólar, y hoy cuesta 1,70, que son 50 centavos de dólar. Tanto los salarios de los periodistas, como el precio de tapa, como la tarifa de publicidad, son la mitad tomados en dólares. Mientras que el papel, que es el principal costo de un diario –por lo menos para los de mu-chas páginas y mucha tirada–, sigue costando en dólares exac-tamente lo mismo. Eso explica los problemas de los diarios hoy. Porque, obviamente, era mucho mejor para los diarios pagar sueldos altos y tener un precio de tapa alto en la misma proporción. La frase clásica de Henry Ford cuando decía que prefería pagar salarios altos pa-ra que los trabajadores pudie-ran comprar autos. Para todos los medios, pero para los gráfi-cos en particular, sería mucho mejor, porque el papel sigue teniendo precio en dólares.

—Cuando finalmente PER-FIL salió a la calle, el 9 de ma-yo de 1998, si mal no recuerdo vendió algo así como 130 mil ejemplares…

—No, no… El pasado se no-vela a sí mismo porque la ma-ravillosa fuerza de la nostalgia agranda todo. En la primera

lor”. Cuando me tocó respon-der, le dije: “Tengan cuidado, porque si la fuente argumental es The New York Times, no creo que esta década termine sin que la “dama gris” de New York se imprima a color. Y, en ese caso, también El País tendrá que su-marse”. Expliqué que a mi ge-neración le tocó hacer la tran-sición de las revistas del blanco y negro al color en la década anterior. Primero comenzamos con un poco de color, rápida-mente pasamos a la mitad color y en menos de una década todo era color. Eso sucede porque, mientras todo es en blanco y ne-gro no se percibe que algo falta. Pero, en la medida en que una parte había empezado a incor-porar color, dejaba en eviden-cia que a la otra le faltaba algo. Mis hijos, que eran bien chicos por entonces, cuando quería decir que algo era viejo decían: “Eso es de la época del blanco y negro”. No estoy contando cosas de tiempos remotos. Por ejemplo, Noticias fue la primera revista semanal en la Argenti-na que salió toda a color. Y eso fue a dos meses de comenzar 1990. Hasta allí ninguna revista semanal era toda a color. A par-tir de Noticias, todas tuvieron que cambiar. Lo mismo sucedió con Clarín y La Nación desde el nacimiento de PERFIL, en 1998. En el ’96, cuando hicimos el pedido de fabricación de la máquina para imprimir ciento por ciento color, los ingenieros alemanes nos preguntaban si estábamos seguros de lo que hacíamos. La mayoría de las máquinas se ese momento se fabricaban para cincuenta por ciento. Una anécdota curiosa: en agosto del ’98, al mes de que el diario PERFIL dejara de editarse, me llama Jesús de Po-lanco, uno de los dueños de El País, y me dice que en su diario estaban sorprendidos por la ca-lidad que había tenido el nues-tro. Entonces, como el español tenía que agregar color, y como la fabricación de las rotativas

tardaba dos años, querían ver si podían comprar nuestra rota-tiva. Le respondí que creía que no la venderíamos, pero que me lo dejara pensar una semana. Llamó a la semana siguiente, y cuando le confirmé que no, me dijo: “Pero Jorge, tú estás loco, nadie tiene una rotativa si no tiene diario. ¿Cómo vas a quedarte con una máquina de ese tamaño si no la usas?”. Lo que le expliqué a Polanco tam-bién ayudará a que se entienda el tema del contexto sobre el que vos preguntabas: “Desde que planificamos PERFIL –le respondí– hasta que pudo fi-nalmente estar en la calle, pasó tanto tiempo que nos cambió el escenario: en lugar de una economía en crecimiento ter-minamos coincidiendo con una etapa de recesión. Si siempre es difícil comenzar con algo nue-

vo, lo es mucho más con viento en contra. Como nosotros aspi-ramos a volver, la próxima vez no queremos correr el riesgo de tener que esperar dos años has-ta tener máquina y que pueda nuevamente modificarse el es-cenario. Por lo tanto, no vende-remos; la vamos a conservar”.

—A pesar de las nuevas condiciones del país, no sola-mente decidís salir, sino que, además, lo hacés con un diario pretencioso: enorme en can-tidad de páginas, con un nu-meroso staff de periodistas, con la imprenta propia más moderna del país, con un edi-ficio de catorce pisos… ¿Fue un exceso de entusiasmo o un

error de evaluación política y económica? ¿O, acaso, ambas cosas? Tanto planificar y, sin embargo, parece que te dejas-te llevar por un impulso...

—Es cierto, debería haber pospuesto el lanzamiento. Aun-que, admitamos, hubiera sido por mucho tiempo. Porque, a mediados de 1998 comenzó el más largo ciclo recesivo de la Argentina: 48 meses consecu-tivos de caída de la economía. Es verdad que hubo indicios a fines de 1997 con las devalua-ciones de los países del sudes-te asiático, que luego en 1998 fue el default de Rusia y, seis meses después de que PERFIL dejara de editarse, en enero de 1999, se produjo la devaluación de Brasil y, allí sí, la economía argentina quedó definitiva-mente herida. Pero decisiones como la máquina o el edificio habían sido tomadas bastan-te antes, hasta los periodistas más importantes del diario ha-bían sido contratados antes de que siquiera Tailandia tuviera problemas con su economía. Además, no todo son números. Es difícil parar un proyecto en el que viene trabajando tanta gente desde tantos años antes. Ahora, uno podría preguntarse: ¿es imprescindible planificar un diario con tanta anticipación? No necesariamente. Depende de la envergadura del proyecto. Por ejemplo, no precisan esa in-versión de tiempo diarios como Página/12 o Ambito Financiero que, al especializarse en alguna

temática, no requieren suple-mentos ni grandes secciones de Espectáculos o Deportes. Los diarios con un foco específico no precisan muchas páginas porque no están obligados a dar todas las otras informacio-nes y servicios que dan Clarín o La Nación. El error, entonces, fue hacer un diario grande. Los hechos demuestran que todos los diarios con aspiraciones de “diario grande” que se lanzaron en las últimas décadas fracasa-ron. Fracasó La Prensa contan-do con los millones de Amalita y la conducción de un prócer de los diarios como Marcos Cy-trynblum, el hombre que dirigió la redacción de Clarín durante

la década en que pasó de 300 mil ejemplares diarios a me-dio millón. Fracasó años antes Tiempo Argentino, también con un fuerte capital de respaldo y la dirección del experimentado Raúl Burzaco.

—¿No se puede ir a un dia-rio más pequeño y crecer hasta convertirlo en una alternativa de primer diario?

—Creo que hoy no. Página/12 fue fundado hace más de veinte años y Ambito Financiero hace más de treinta, y no lograron convertirse en primer diario.

— Sin embargo, Julio Ramos te habló de la necesidad del gradualismo en una conversa-ción que sostuvieron después del fracaso de PERFIL, ¿no?

—Y lo escribió en Ambito Financiero. Julio Ramos hizo exactamente igual que Pági-na/12. Y también, aunque para otro público, lo hizo Héctor Ri-cardo García con Crónica una década antes: pocas páginas y para competir con Clarín o La Nación sólo en alguna temá-tica determinada. Lo mismo hizo Jacobo Timerman, quien en los 70 decía: “Si algún día, a las cinco de la tarde, estallara la Tercera Guerra Mundial, en La Opinión publicaremos un breve recuadro en tapa con el siguiente texto: ‘Ayer a las cinco de la tarde comenzó la Tercera Guerra Mundial, mañana am-pliaremos’”. Hay dos modelos de diario: especializado (en el análisis, las primicias políticas, la economía, los policiales o

los chismes) o “generalista”. Lo que me dijo Julio Ramos es que no se puede competir con Clarín o La Nación. Y su plan-teo tenía mucha lógica, como lo demostró el fracaso de PERFIL en 1998. Quizás ahora, con edi-ciones sólo los fines de sema-na, PERFIL encontró la forma de romper con el maleficio de que todo diario “generalista” fracasa…

—El diario del ’98 salió a la calle con un precio al público de un peso, o sea de un dólar; un editor cobraba por enton-ces alrededor de 6 mil dólares mensuales de sueldo. Eran precios similares a los de Nue-va York. Yo recuerdo haber tra-

bajado en un diario que pare-cía del Primer Mundo, por su infraestructura, pero también por tus exigencias: hicimos 84 ediciones de prueba –números “cero”– antes de salir, tuvimos más tiempo de ensayo que de aparición pública. Era vencer o morir, no había muchas al-

ternativas. ¿No hay un poco de fantasía “primermundista” en el Fontevecchia de esa época?

—Los sueldos del periodismo en dólares fueron mucho más altos en los noventa que en cualquier otra época. No se tra-ta sólo de una elección, en los noventa ésos eran los sueldos. No solamente los periodistas de PERFIL ganaban esos montos. En líneas generales, ésos eran los salarios en todos los me-dios. La ilusión de un país del Primer Mundo no era del dia-rio PERFIL sólo, sino también de todos los demás. Hay sí una característica particular: como a mí me tocó vivir, por distintos motivos, muchas veces fuera de la Argentina, tiendo a crear organizaciones con parámetros más cosmopolitas. Eso es cier-to y en varias oportunidades eso nos ha traído dolores de

FUTURO. “Cuando a Polanco, de El País, le respondí que no le iba a vender la imprenta, me dijo: ‘Tú estás loco, nadie tiene una rotativa si no tiene diario’. ‘La conservamos porque vamos a volver’, le dije.”

MARCELO ABALLAY

La ilusión de un país del Primer

Mundo no era sólo nuestra, sino de todos.”

“Todos los que se lanzaron en estos

años aspirandoa ser un ‘diario

grande’ fracasaron.”

“Julio Ramos me aseguró que no se puede competir con La Nacióno con Clarín.”

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ESPECIAL 10 AÑOS - 39PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

joras que podríamos haberle introducido eran las normales de cualquier proyecto donde, por prueba y error, con el paso del tiempo se va avanzando. Pe-ro no se podía multiplicar por dos la circulación y por cuatro la publicidad en el primer año. Mi tristeza era también porque comencé a ver que no había sólo un problema en PERFIL sino de toda la “industria” de diarios. Algo que obviamente se intuía pero yo no quería ver. Tampoco era tan fácil darse cuenta entonces, como lo fue después: la Web recién nacía en 1996. Ese es otro ejemplo del cambio de contexto del que hablábamos al comienzo.

En 1995, cuando se encargó la fabricación de la máquina, la Web aún no existía.

—Ya que utilizaste cate-gorías marxistas, sigamos. “Clarín” es, para el mercado periodístico, lo que los países hegemónicos representan para los periféricos, es decir que re-accionan frente al competidor con mucha ofensiva. Supongo que ese comportamiento es el

edición vendimos algo menos de 80 mil ejemplares.

—La percepción que tenía-mos los editores ese día era que habíamos tenido un éxito muy importante, estábamos exultantes. Sin embargo, vos te deprimiste. ¿Ese primer día ya percibías que algo no fun-cionaba?

—No me deprimí ese día, pe-ro sí a lo largo del primer mes. Y es cierto que durante ese pe-ríodo había una diferencia en-tre la percepción que yo tenía y la que tenían todos los demás. Desde el punto de vista creati-vo, PERFIL tuvo varios méritos que justificaban esa percepción de éxito en alguno de sus ob-jetivos. Pero lo que yo veía era lo que Magnetto me había ad-vertido unos años antes: “Sos un chico muy creativo, pero sin una empresa la creatividad sola no alcanza”. Lo que yo observa-ba era un diario muy elogiado por los colegas, muy valorado por las personas con un grado de instrucción más alto que la media, pero que al público en general no lo dejaba satisfecho. Después de la primera semana –donde todo diario nuevo vende más por la novedad que repre-senta– y de la semana en que se suicidó Yabrán, cuando alcan-zamos una circulación similar a la de la primera, nuestras ven-tas se estabilizaron en un poco menos de 30 mil ejemplares de lunes a domingo. El plan eco-nómico y financiero del diario estaba construido sobre una premisa que antes de salir nos parecía conservadora: vender 50 mil ejemplares de lunes a sábado y 100 mil los domingos; el doble de los días laborables, como sucede con todos los dia-rios argentinos. ¿Por qué digo que era un plan conservador? Por un lado, porque esas aspira-ciones representaban el 10 por ciento de las ventas de Clarín, tanto para días hábiles como para fines de semana, pero también porque varias de las revistas de Editorial Perfil supe-raban largamente los cien mil ejemplares. Como construcción cultural, 30 mil o 50 mil ejem-plares podía parecer lo mismo, pero desde el punto de vista eco-nómico y financiero era casi la mitad de los ingresos previstos de lunes a sábado y menos de un tercio los domingos, día en que cometimos el error de salir sin revista aunque a un precio menor que los competidores. Y en lugar de vender lo que te-níamos previsto de publicidad, que eran dos millones de pesos por mes, vendíamos 500 mil. La diferencia entre mi ánimo ape-sadumbrado en contraste con la alegría del resto de la redacción radicaba en que yo veía eso que no se ve como lector del diario, y que hasta es contradictorio, si encima el diario es mediana-mente bueno o transmite algu-na percepción de éxito. Vos, que fuiste del Partido Comunista, lo vas a comprender si lo expre-so en términos marxistas: yo veía la infraestructura y uste-des veían la superestructura. La superestructura precisaba correcciones y estaba lejos de ser ideal, pero realmente era bastante buena. Lo cual, para mí, agravaba la situación por-

que si el producto hubiera sido muy malo y los resultados no acompañaban podía quedar la esperanza de cambiarlo y me-jorar los resultados. Lo que me deprimió fue que el mercado, tanto de lectores como de publi-cidad, fuera tanto más pequeño de lo que nosotros imaginába-mos, y eso era lo que nosotros no podíamos corregir.

—El sabor retroactivo que tengo es que rápidamente lle-gaste a la conclusión de que nada se podía hacer y te pre-dispusiste para el repliegue, para la retirada…

—Percibí que había un pro-blema estructural, que hacía-mos un periódico que aspiraba

a ser un primer diario, con los costos que eso significa, y los resultados que obteníamos eran de un segundo diario. O sea, nosotros vendíamos un po-co más que Ambito Financiero y que Página/12 pero nuestros costos eran mucho mayores que los de ellos. Cuando los problemas son estructurales y de enorme magnitud, no se los corrige con táctica. Las me-

que lo mantiene en un lugar de liderazgo.

—Sí, pero sería injusto decir que Clarín es Clarín sólo por eso. Es uno de sus componen-tes.

—¿Cómo reaccionó “Clarín” frente a la salida del diario PERFIL?

—Reaccionó… no sé si la pa-labra es con agresividad, pero sí muy activo. Se lo tomó en serio. Lo consideró un desafío impor-tante e hizo todo lo que hacen las empresas hegemónicas en esos casos. Pero no es culpa de Clarín que PERFIL haya fraca-sado en el ’98. Es culpa de PER-FIL. Era esperable que Clarín reaccionara de esa manera. Para ganarse su lugar, toda obra nueva tiene que superar la resistencia de las existentes. Y PERFIL no pudo porque, ade-más de los embates de Clarín, que fundamentalmente fueron efectivos para hacerle vender menos avisos, vendía menos ejemplares y llegaba a menos lectores de los necesarios para subsistir.

—¿Pero fue la reacción de un competidor leal? No sé si estás en condiciones de con-tarlo, claro.

—Sí, no hay nada que no pue-da contar. La verdad es que no tengo reproches porque Clarín es eso. Está en su naturaleza. No digo que no me haya sor-prendido la contundencia de sus técnicas, pero esa reacción fue acorde a lo que es su natural estilo. Ahora, si la pregunta es si yo aplico ese método en las revistas de Editorial Perfil –que son líderes en su género– para dificultar el nacimiento de com-petidores, mi respuesta es no. Esas prácticas yo no las llevaría adelante.

—Me refería a ciertos bene-ficios para quien anuncia “só-lo en mi medio”. O, yendo más lejos, para quien no anuncie en los de mi competencia…

—A ver… Hay dos formas de concebir el estilo de una empre-sa. Es creativa o es reactiva. Y

son dos ciclos muy claros en la historia de una organización. Cuando es joven, la organiza-ción es creativa, tiene más para avanzar dedicándose a su pro-pio progreso que impidiendo el progreso ajeno. No está preocu-pada por lo que hacen los otros sino por lo que hace ella misma. Cuando alcanza cierto grado de madurez, la proporción de lo reactivo tiende a aumentar, comienza a jugar a la defensiva. Se vuelve conservador quien tiene qué conservar. No es ex-traño que una empresa como Clarín sea reactiva. El estilo de Perfil nunca lo fue. A lo mejor no por virtud sino por el ciclo vi-tal en el que está, pero te puedo decir que si algún día llegara a ese ciclo yo no sería la persona adecuada para conducirla por-que esa técnica no me saldría naturalmente. Todas las redac-

ciones de Editorial Perfil siem-pre me han escuchado repetir lo mismo: no miren al competi-dor, no sean reactivas, concén-trense en hacer mejor las cosas.

Probablemente, a Clarín no le quede otra alternativa que ser reactivo. Probablemente, cual-quier empresa que llegara a ese tamaño tendría que serlo.

—¿Cuándo fue que tomaste la decisión de no seguir? ¿Con-sultaste con alguien?

—Durante el primer mes, tra-té de entender el problema. En el segundo, superado el impac-to, tuve que digerir la realidad. En Duelo y melancolía, Freud describe los pasos del duelo. El primero es la negación, des-pués el echarse la culpa y, final-mente, llega “la sustitución del objeto de amor”. Pero yo estaba muy lejos de eso. En un princi-pio, cargaba con la culpa pero no atinaba a pasar a la acción. Luego, durante el segundo mes, comencé a trabajar sobre posi-bles alternativas de corrección. Le pedí al área que producía lo que en la jerga llamamos “anabólicos” (productos que aumentan la venta de publica-ciones, como por ejemplo CD o DVD) que propusiera un plan para incluir una colección de discos. Llegaron a la conclusión de que el costo de aumentar la circulación de esa forma sólo aceleraría nuestros problemas económicos. En una revista se podía hacer porque el precio de tapa es cuatro veces mayor al de un diario. Luego analiza-mos la posibilidad de reducir todos los costos –editoriales y cantidad de páginas– en un 30 por ciento. Vos debés recordar que la redacción se oponía a ese achicamiento. Obviamen-te, nadie quería reducirse. E, incluso, hasta se filtraron mails de algunos editores que fueron publicados, creo que en Pági-na/12 y en la revista Veintiuno, acusándonos de insensibles. Paralelamente, comencé la bús-queda para vender Caras Bra-sil y, de esa manera, conseguir más fondos…

—¿Evaluaste seriamente la posibilidad de vender “Caras” Brasil para mantener el dia-rio?

—No sólo la evalué seria-mente sino que traté de llevarla adelante. Viajé dos veces a San Pablo –vos sabés lo que signi-ficaba alejarse de la redacción en el medio de aquel nacimien-to– y, en otra oportunidad, vino a la Argentina Roberto Civita, el presidente de Editorial Abril, socio de Caras en Brasil. Esas negociaciones fueron a lo lar-go de un mes y recuerdo que, a mediados de julio, o sea del tercer mes del diario, Civita dio por terminada cualquier esperanza de la siguiente for-ma: “Vos estás embarazado de tu diario, al que amás como a un hijo –dijo–, y yo no me voy a perdonar nunca si acepto com-

MARCELO ABALLAY

BAJON . “Me empecé a deprimir a lo largo del primer mes de nuestra salida, porque no estaba funcionando. Sólo yo percibía eso”.

“Hacíamos un diariocon costos de un

primer diario pero con ingresos de unsegundo diario.”

“La reacción de Clarín a nuestra salida fue acorde

a lo que es su natural estilo.”

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ciones de circulación, en lugar de solucionar nuestro proble-ma financiero, lo agravaban; la reducción del 30 por ciento de los costos era muy resistida por la redacción e iba a ser aprove-chada para desprestigiarnos ca-da vez que publicáramos una investigación que molestase. Finalmente, mi última espe-ranza se cae cuando no puedo vender Caras Brasil. Cerrar no fue una decisión instantánea, ni fácil. Primero me costaba pen-sarla: cuando aparecía la idea en mi mente, el cuerpo respon-día haciéndome sentir mal de alguna manera. Verbalizar esa posibilidad fue otro escalón. Son grados de aceptación de una idea tan dolorosa que no se alcanza de una sola vez. Eso se produjo a lo largo del tercer mes; primero me animé a de-cirles a mis viejos que estaba considerando la posibilidad. Luego, a un pequeño grupo de personas del área administra-tiva para que evaluaran cómo serían los costos. A la semana siguiente, ya con la respuesta negativa de Caras Brasil, tomé la determinación. Y, dos días antes del cierre, se lo comuni-qué a los tres directores adjun-tos de la redacción: Edgardo Martolio, Daniel Pliner y An-drés Wolberg-Stok. Fue en una cena, a la medianoche, después de cerrar la edición de ese día.

—En esa última edición, escribiste una polémica con-tratapa. El título fue “Hasta pronto”. Es decir, en medio de la despedida estabas dando un anuncio: que volverías a inten-tarlo. Además, explicabas que la sociedad argentina no esta-ba madura para un diario de tipo “europeo”, con gran can-tidad de lectura, que había un problema cultural y de tiem-po para afrontar un producto como PERFIL. ¿Pensabas así realmente?

—Respondo primero por el “Hasta pronto”. Era difícil de comprender, pero yo no usaba en esa época la palabra cerrar sino discontinuar. Discontinuar era un término que siempre uti-lizaba César Civita –fundador de Editorial Abril en Argentina y tío de Roberto– cada vez que dejaba de salir una publica-

ción. Cuando él empleaba esa fórmula, yo recién comenzaba mi carrera y tenía sentimien-tos ambiguos sobre su uso: sorpresa porque no perdían la confianza ni aun al comunicar un fracaso, y distancia porque había cierta hipocresía por la falaz continuidad que la pala-bra prometía. Pero en 1998, yo realmente estaba discontinuan-do algo que creía que tenía po-sibilidades de volver. Desde mi percepción, había muchas más posibilidades de que el diario PERFIL volviera a salir en el fu-turo, y quizás tener larga vida, si en ese momento asumíamos que no podíamos continuarlo.

prar tu parte. En este momen-to no estás en condiciones de decidir con sensatez”. Más allá de la anécdota, lo cierto es que su respuesta fue negativa. En paralelo, la Administración de Perfil hizo contacto con bancos

internacionales de inversión. En una de las reuniones con esas entidades, un banquero me dijo algo muy duro, pero aleccionador: “No se le puede prestar plata de terceros a una empresa que no cuida la pro-pia”. Y recuerdo especialmente la visita desde Nueva York del responsable para Latinoaméri-ca del banco norteamericano Bear Stearns, quien –con la frialdad de un banquero– me dijo: “Ningún proyecto fracasa por malo sino porque le falta dinero; si contaran con los re-cursos financieros suficientes podrían corregir el producto tantas veces como fuera nece-sario hasta adecuarlo al merca-do. En esos casos el problema nunca es creativo, siempre es financiero”. Volví a rememo-rar esa frase hace pocos meses cuando justamente fue el Bear Stearns –el quinto de mayor im-portancia de Wall Street– quien prácticamente se fundió en la crisis de las hipotecas de Esta-dos Unidos.

—¿Tuviste en ese ínterin pro-puestas de compra o de asocia-ción de medios argentinos?

—Ese es un punto interesan-te, que no tiene que ver direc-tamente con el diario sino con las revistas y que vale la pena aclarar para completar el con-texto. Antes de que lanzáramos PERFIL, lo que por entonces se llamaba CEI, un grupo cons-truido por gente de Citibank y que era dueño de la mitad de la empresa de cable Multicanal en sociedad con Clarín, se distan-cia de Clarín y decide hacerle la competencia comprando va-rios medios. Querían construir su propio multimedios, alenta-dos por Menem, quien para esa época estaba peleado con Cla-rín. Entonces, compran Telefe y Editorial Atlántida, nuestra competidora en el mercado de revistas. Además, uno de sus accionistas era uno de los pro-pietarios de Cablevisión.

—¿Estamos hablando de Raúl Moneta, verdad?

—Exactamente, pero dejame completar el cuadro. El Citibank de Brasil era el principal banco de Editorial Abril y su presiden-te era amigo de Roberto Civita. Poco antes de lanzar PERFIL, Civita me llama para decirme que el Citi le había pedido que les hiciera un contacto conmigo porque en Argentina el CEI no estaba muy interesado en las revistas de Editorial Atlántida ya que, por su orientación feme-nina, no eran influyentes entre los formadores de opinión. ¿Qué proponían? Querían ven-derle las revistas de Atlántida a Perfil a cambio de un porcen-

que no sucedía con frecuencia. Entonces, me dice: “Jorge, sé que vos te reuniste con la gente del CEI y que estás consideran-do venderle tu diario. Quiero decirte que no necesitás hacer eso. De la misma forma que ha-ce algunos años propuse que Clarín comprara una parte de Editorial Perfil y vos rechazaste esa oferta, te reitero ahora que Clarín sigue interesado en aso-ciarse con vos. Antes de que le vendas el diario PERFIL, nos gustaría que escucharas nues-tra oferta”. Recuerdo que lo miré sorprendido y respondí: “Héctor, tantos años y todavía no me conocés. El nombre Per-fil se le ocurrió a mi mamá hace 25 años para una editorial que recién nacía. Para mí, vender Perfil es como vender a mi vie-ja. Además nunca vendí nada, ni siquiera una marca. Ahorrate la plata, quedate absolutamente

tranquilo que no voy a venderle el diario a tus adversarios ni a nadie”. Sorprendido, Magnetto agregó: “¿Cómo que no lo vas a vender? Si no lo podés soste-ner, lo vas a tener que vender”. Nuevamente, para ubicarnos en el tiempo, estábamos en ju-lio, semanas antes del cierre. Insistí: “Héctor, si no puedo seguir, tendré que cerrarlo. Yo sé que no me vas a creer, pero es la verdad”. No creo que haya quedado muy convencido por-que él sabía que sólo el costo de las indemnizaciones al personal era de diez millones de pesos de entonces. Además de los in-finitos costos de otro tipo que tiene un final así... Si bien es difícil sacar un diario, más di-fícil aún es cerrarlo. Por eso la mayoría de estas experiencias termina siempre en una venta; a veces hasta sin recibir nada a cambio, como cuando Amalita quiso pasarle el problema de La Prensa a un tercero. Fijate que hasta un diario relativamente nuevo como Bae ya pasó por tres dueños diferentes. Pero nadie lo cierra. Esta historia de Magnetto viene a cuento tam-bién para tu pregunta sobre en qué momento tomé la decisión de cerrarlo. Como te decía, en el segundo mes trabajé sobre diversas alternativas, pero en el tercero pude comprobar que no podía aplicarlas: las promo-

eran una referencia obligada y son también parte de mi vida. Nada tuvo que ver entonces aquella reunión con la situa-ción del diario PERFIL. Pero, como el CEI estaba enfrentado a Clarín y nosotros habíamos lanzado un diario que aspiraba a competirle a Clarín, comen-zaron a publicarse versiones de que el CEI quería comprar nuestro diario.

—¿Se sumó a esa especula-ción el hecho de que PERFIL había realizado investigacio-nes sobre el candidato Fernan-do de la Rúa, la nueva “espe-ranza blanca” de la sociedad argentina?

—Siempre hicimos periodis-mo crítico, pero con Menem, por su propios desatinos, más que con ninguno…

—Pero hubo rumores de que el diario pasaba a manos del menemismo y que por eso

PERFIL investigó a los hijos de De la Rúa…

—No sabés cómo me dolían esos rumores… Comprobar que no se podía hacer perio-dismo crítico sobre De la Rúa sin ser acusado de menemista me generaba un tremendo do-lor: parecía una venganza del menemismo a sus mayores críticos. Era la vieja técnica de ensuciar con lo mismo que se denuncia… En las conferencias internacionales de periodismo siempre lo exponían los perio-distas colombianos: los carteles de la droga acusaban de tener vinculaciones con ellos a todo aquel que investigara a los nar-cos. Un ejemplo cercano fue la tapa del número uno del diario PERFIL, donde dimos la primi-cia del caso del juez Oyarbide con Luciano Garbellano, el due-ño del boliche gay Spartacus. Poco tiempo después, Garbe-llano publicó un libro en que me acusaba a mí de frecuentar Spartacus. Hasta que lo falso se comprueba falso pasa un tiem-po. Mientras, en lo inmediato, logran algún impacto. El rumor de que PERFIL se vendía al me-nemismo, a través del CEI, lla-mó a engaño incluso al propio Héctor Magnetto, alguien habi-tualmente muy informado. En julio de 1998, o sea en el tercero y último mes de PERFIL, Mag-netto me invita a almorzar, algo

taje de acciones minoritario, pero igualmente significativo. Según Civita, decían lo mismo que Magnetto: “Las revistas son difíciles y quien más sabe de ese mercado es Fontevecchia”. Como vos recordarás, Noticias, la publicación más crítica del menemismo en todo su gobier-no, tenía también una posición muy cuestionadora hacia Mo-neta y le dedicaba tapas nada elogiosas. Le expliqué a Civita la situación. Le dije que había incompatibilidad entre el CEI y nosotros. Además, le conté que yo estaba en una etapa de mi vida profesional que precisaba recorrer sin socios y que mi ca-beza estaba en el lanzamiento del diario. El me pidió: “Por lo menos atendelos, mínima-mente tengo que cumplir con el compromiso que asumí de que puedan reunirse con vos”. Cumplí con esa promesa. Fue

en una reunión muy formal, para que a nadie le quedaran dudas, hecha aquí mismo en estas oficinas. Además de Mo-neta y de Richard Handley, del Citibank, vino Constancio Vigil, presidente y descendiente del fundador de Editorial Atlántida. De lo que único que se habló fue de revistas. Cuando se concre-tó esa reunión, yo ya estaba en el segundo mes del diario, con mi cabeza aún más lejos de las revistas. Propuse limitar even-tuales acercamientos a áreas que no fueran periodísticas: por ejemplo, que en lugar de que las revistas de cada una de las empresas fueran en trans-portes separados, duplicando los costos de fletes al interior, pudieran compartir el mismo camión. Lo mismo en cuanto a la compra y depósito del papel. Antes de continuar, deseo acla-rar que varios años después, en 2001, busqué comprar las re-vistas de Atlántida, pero ya no eran de Moneta ni del CEI sino nuevamente de la familia Vigil. Lo mismo intenté el año pasado cuando finalmente las compró Televisa de México. Tengo res-peto por las revistas de Atlán-tida e incluso afecto porque cuando comencé como editor, por muchos años, las revistas de esa editorial superaban en porcentaje a las incipientes de Editorial Perfil. Por lo tanto,

FIN. “Cerrar no fue una decisión instantánea ni fácil, hasta me costaba pensarla. Verbalizarla fue otro escalón. Primero, a mis viejos, luego al sector administrativo y al final a los tres directores asociados.”

JUAN OBREGON

“Para intentar salvar el diario intenté vender Caras Brasil. No lo logré.”

“Es difícil sacar un diario, pero peor

es cerrarlo. Por eso terminan en una

venta. Yo no quise.”

JUAN OBREGON

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ESPECIAL 10 AÑOS - 41PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

Por el contrario, pensaba que sería muy difícil volver si se cerraba cuando ya no nos que-daran más fuerzas. Recuerdo que Andrés Wolberg-Stok, días después de las controver-sias que generó aquel “Hasta

pronto”, me consoló diciendo: “No hay forma de comunicar bien una mala noticia”. Pero yo realmente pensaba que al mantener intactas las revistas, la máquina de impresión del diario y todas sus instalaciones, teníamos posibilidades en el fu-turo de volver a publicarlo. No pensaba que el diario PERFIL se terminaba para siempre ese 31 de julio de 1998. Por eso no vendí la máquina de impresión, ni aquellos escritorios e instala-ciones que son las mismas que usamos ahora en el diario PER-FIL de los sábados y domingos. Por eso, mantuvimos vigente la sociedad Diario PERFIL SA, presentando balances y cum-pliendo con todos los requisitos que una persona jurídica pre-cisa para mantenerse vigente. Pero comprendo perfectamente que ése no fuera el sentimiento de los 171 periodistas que se quedaron sin trabajo. Vos re-cordarás que éramos más de doscientos cincuenta en la re-dacción y 85 periodistas fueron distribuidos en diversas revis-tas de la editorial. Para aquellos que el 31 de julio se quedaron sin trabajo habría sido mejor al-ternativa que el diario PERFIL se vendiese, se transformara en lo que fuese necesario pero que continuase. Mi explicación tam-poco servía a los dirigentes sin-dicales. Aun cuando Editorial Perfil había sido la mayor crea-dora de empleos en el periodis-mo gráfico. Incluso sabiendo que, por su constante vocación de crear publicaciones, una vez que se recuperara, PERFIL volvería a tomar más personal del que en ese momento le to-caba despedir. Tenía razón la gente en decir que nada de eso les servía en aquel momento. Volviendo al “Hasta pronto”, teníamos que asumir que había-mos fracasado, que el proyecto precisaba correcciones y que esas correcciones no se podían producir simultáneamente con la continuidad del diario. Pero también necesitábamos expli-car que el proyecto continuaba vigente, a la espera de recom-poner fuerzas y en la búsqueda de soluciones para corregir lo que fuera necesario. En medio de una frustración tan enorme, una idea así pudo haber sido to-mada como una manifestación excéntrica.

—O de soberbia… —Más que de soberbia, de

estupidez. No quiero escapar al pecado de soberbia, que lo tuve al comienzo del diario cuando mis expectativas es-taban intactas. Pero el “Hasta pronto” lo que lucía era falta de sentido de la realidad. Antes

vos mencionabas que, cuando se lanzó, mucha gente estaba muy satisfecha con el diario y le auguraba un futuro promisorio mientras yo estaba preocupado. Y al final, nadie daba dos pesos porque el diario pudiera volver a salir. Quizás en ambos casos fue el mismo problema: los jui-cios se construían desde la su-perestructura, lo que emerge; y yo tenía la obligación de ver también la infraestructura, lo que está sumergido pero que sostiene todo lo demás. Res-pecto de la segunda parte de la pregunta, “las críticas al lector argentino”, así entre comillas, porque no fueron tales, yo di-je que los diarios de Europa, donde sus habitantes tienen jornadas laborales más cortas, traen más texto que los ameri-canos, que los de todos los paí-ses del continente, incluyendo a Estados Unidos. Lo que era y

es absolutamente cierto. Pero no puede ser entendido como una crítica al lector argentino cuando, además, se menciona a todos los países del continente y no sólo a la Argentina. Fue mi error hacer un diario con la can-tidad de texto de los europeos. Aquí, la gente nos decía que no tenía tiempo de terminar de leerlo. En otro párrafo, que ahora recuerdo especialmente porque desde el hoy puede re-sultar una señal retrospectiva casi inequívoca –en relación con la cantidad de lectura– dije que “habíamos tratado de hacer un diario dominical todos los días”, y que hacer un diario dominical todos los días, lejos de resultar un beneficio para el lector, re-sultó un problema porque no te-nía tiempo para leerlo. Siempre se dice que la solución está en el problema, pero nunca imaginé, en 1998, que si lo que sabíamos hacer era un diario dominical más días por semana, teníamos que comenzar sacándolo sólo los domingos. Ahora nos ani-mamos un poco más y estamos sacando dos diarios dominica-les por semana: agregamos el sábado. Lo de los sábados no es muy original ya que en muchos países del mundo los diarios gordos salen ese día.

—Así surgió finalmente, en 2005, la idea de volver…

—La idea de volver con PER-FIL sin la frecuencia diaria

tampoco surgió como un rayo o en un acto de inspiración momentánea. Tras el cierre del primer intento de 1998, yo se-guí yendo todos los años a las conferencias anuales de la Aso-ciación Mundial de Diarios. Allí comenzaron a repetirse expo-siciones de los mayores diarios del mundo sobre la creciente y sostenida migración de lectores de lunes a viernes al sábado y al domingo. Y también, que los anunciantes estaban acompa-ñando esa migración al ver que los lectores le prestaban más atención a la publicidad los fi-nes de semana. Obviamente, hay alguna relación entre esta fuga con el desarrollo de Inter-net. Porque los portales de noti-cias tienen el doble de audiencia de lunes a viernes y la mitad los sábados y domingos. No hace mucho, los representantes de El País de España explicaban en la

Asociación Mundial de Diarios que, de lunes a viernes, pierden dinero. Estamos hablando del mayor diario del décimo país más rico del mundo. Y ése no es un caso aislado, se repite en casi todas partes. Aquí mismo, un diario tan importante como La Nación no alcanza a cubrir sus costos de lunes a viernes pero lo sostiene con creces con sus ediciones de fin de semana. Quien le haya tocado estar en Nueva York habrá podido ver que cualquier edición de fin de semana del The New York Times tiene, no el doble, sino diez veces más páginas que un martes, día que normalmente sale con muy pocas páginas. De esas reuniones de la Asociación Mundial, recuerdo la exposi-ción de un diario que propuso salir gratis de lunes a viernes y duplicar el precio actual para los sábados y domingos. Otros comparaban a los diarios con los supermercados, que están abiertos todos los días pero la gente acostumbra ir de compras los fines de semana. Algunos estudios pronostican que en el futuro podrían llegar a salir so-lamente los viernes, sábados y domingos. Volviendo al proble-ma del diario PERFIL de 1998 con su excesiva cantidad de contenido, hay un viejo dicho: “Si está en un laberinto, salga por donde entró”. Es otra forma de decir que la solución está en

el problema. Lo que en nuestro caso se podría traducir como: en lugar de hacer un diario dominical todos los días, hagá-moslo los fines de semana. Vos conociste bien la experiencia del ’98. Te consta que el diario que relanzamos en 2005 tiene la misma conformación que aquel de hace diez años, sólo que la frecuencia es distinta.

—Vayamos a los aspectos doctrinales o ideológicos que guiaban el diario del ’98. In-tuyo que ambos temas, el de las ideas y el de la realización práctica, están vinculados. Me refiero a tu liberalismo, a tu concepción sobre la libertad, el libre mercado y las liber-tades cívicas. PERFIL era el primer diario con un Código de Etica. Esa ley suprema del medio establecía obligacio-nes inapelables, entre ellas: la consideración del periodismo

como “función pública que ex-cede las metas económicas de cualquier empresa”, la publi-cación “de la verdad sin anali-zar ventajas o desventajas, pú-blicas o privadas” y la prome-sa de “actuar con integridad, buena fe y neutralidad en la búsqueda de informaciones”. Además, el diario contaba con un “defensor del lector” que tenía un sistema de contrata-ción renovable, no dependía de la redacción y podía emitir juicios sobre todo con absoluta libertad, sujeto a la ley supre-ma, el Código de Etica. ¿No es parte de la misma concepción que te llevó a evaluar como viable un diario de Primer Mundo en un país emergente o del Tercero? Otra vez: ¿ilu-sión o realidad? Insisto: ¿no son ideas impracticables?

—Y desde una posición es-céptica podría agregarse a tu pregunta si incluso no es hipó-crita. Impracticable no es por-que lo hace, desde hace más de 15 años, la revista Noticias. Publicar, por ejemplo, ideas contrarias a las propias opinio-nes, lo que no quiere decir que no haya una línea editorial. O publicar notas verdaderamen-te inconvenientes para perso-nas con las que se tiene algún grado de afinidad, cuando esa información sea de indudable interés público o derive en un delito de acción pública. O pu-

blicar sin guiarse por el cálculo de que se esté beneficiando con ello “al malo” y perjudicando “al bueno” como sucedió con el tema de De la Rúa. No, los años han demostrado que no es inaplicable. Lo que no quie-re decir que lo hagamos bien o que no nos equivoquemos. Tampoco creo que sea román-tico ni motivado por virtudes especiales. Así como todas las empresas acumulan capital, una empresa periodística acu-mula capital intelectual, ese capital intelectual se construye por la credibilidad que le asig-nan sus lectores. En la medida que determinados comporta-mientos sean más valorados por el lector, una empresa pe-riodística podrá ir cumpliendo con su objetivo de acrecentar su capital intelectual, el que conceden los lectores, y estar cumpliendo también el objeti-vo de obtener una rentabilidad que le permita progresar como estructura económica. Que lo que termina siendo bueno para el lector, termine siendo bue-no para el medio que produce esos mensajes. Pero, para que eso ocurra, es necesario que el mercado no esté dominado por monopolios u oligopolios o por factores tan poderosos que impidan su desarrollo. Es decir, que sea un verdadero mercado. Y es obvio que en la Argentina, y no sólo en la Argentina, no es fácil. Tampoco es imposible. Los problemas que impidieron la continuidad del diario PER-FIL en 1998 no fueron creados por su Código de Etica sino por todos los errores ya menciona-dos.

—PERFIL ha denunciado en muchas oportunidades la dis-criminación que sufre con la pauta oficial. ¿Se puede hacer “periodismo puro” y preten-der anuncios manejados por un gobierno?

—El eslogan del diario en su relanzamiento en 2005 fue “Periodismo puro”. El hecho de que inmediatamente después se haya transformado en el úni-co diario sin publicidad oficial pudo haber sido interpretado como que PERFIL era puro por-que no tenía publicidad oficial, o puro de “esa impureza”, o que

era puro porque quienes lo ha-cíamos éramos puros. Ni noso-tros somos puros, ni la publici-dad oficial es una impureza, ni los demás diarios son impuros por tener esa publicidad. Es puro en el sentido de que nues-tra actividad es puro periodis-mo. Si los lectores, como creo, premian la coherencia, quizá el Gobierno, con la manipula-ción de la publicidad oficial, va a terminar beneficiando a quien más esperaba castigar. Y no habría que descartar que, con su arbitrariedad, pudiera haber llamado la atención de los lectores, favoreciendo a un diario que recién reaparecía. La

DIFERENCIAS. “No pensaba que el diario se terminaba para siempre el 31 de julio de 1998. Pero comprendo perfectamente que ése no fuera el sentimiento de todos los que se quedaron sin trabajo.”

“No escapo al pecado de soberbia. Pero el ‘hasta pronto’ lucía

falta de sentidode la realidad.”

“La idea de volver pero sin la frecuencia diaria tampoco surgió como un rayo.”

JUAN OBREGON

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madurez pública y privada lleva años. Pero la publicidad oficial es un buen ejemplo porque en el pasado era un tema que esta-ba fuera de la agenda y después de tanta controversia no le será tan fácil a futuros gobiernos manipularla como hasta aho-ra. Incluso no habría que des-cartar que al próximo gobierno ya le toque ajustarse a una ley que limite su margen de discre-cionalidad con esa publicidad. La arbitrariedad con la pauta oficial partió del error de creer que se puede comprar a todos los periodistas durante todo el tiempo, a algunos periodistas durante bastante tiempo. Eso es no entender cómo funciona este oficio. ¿Por qué alguien se hace periodista? Y lo mismo vale para un editor. La mayo-ría de las personas que tienen a cargo una sección en un dia-rio de cierta importancia, o una publicación de cierta importan-cia, ganaría cuatro o cinco ve-ces más si en lugar de trabajar de periodista se dedicara a ser gerente de comunicaciones de una multinacional o asesor de prensa de un empresario o de un político. ¿Por qué entonces la gran mayoría de esas perso-nas siguen haciendo periodis-mo? ¿Para hacerse rica? Obvia-mente, a los periodistas, como a cualquier persona, les gusta ganar dinero, pero no es su fin único ni generalmente el prin-cipal. Como en todas las partes, hay personas que eligieron la profesión equivocada, hay pe-riodistas a quienes se los com-pra con dinero. Pero confundir la parte equivocada con toda la profesión, esa sí es una equivo-cación mayúscula.

—¿No creés que esa voca-ción ha sufrido muchas fisu-ras en los últimos años? ¿No hay hoy más posibilidades de “comprar” la voluntad de los periodistas que en otras épo-cas?

—Aunque no en todos los países en la misma proporción, está probado que cuando au-menta mucho el desempleo au-mentan también algunos tipos de delitos. En condiciones eco-nómicas paupérrimas, cuando no hay otra forma de sobrevi-vir, la gente honrada también acepta cometer algún grado de delito. La crisis económica casi

terminal de 2002 dejó a muchos periodistas, como a tantas per-sonas de otras profesiones, sin ninguna red y a no pocos obli-gados a hacer cosas que nunca antes habían hecho. Así encon-tró este gobierno al periodismo en 2003, y se aprovechó. Ahora, los propios éxitos económicos del Gobierno cambiaron su capacidad de ejercer presión y cada vez más periodistas y medios asumen una voz más independiente. Las herramien-tas con las que en 2004 se podía amordazar a periodistas son ca-da vez menos efectivas.

—¿Pensás que la “guerra” que se ha desatado última-mente entre el Gobierno y “Clarín” se debe a la mejor si-tuación financiera del grupo? ¿O es porque hay sectores del oficialismo que quieren que-darse con ese multimedio?

—Podrían darse ambas hi-pótesis simultáneamente sin que fueran contradictorias. In-cluyo también a los medios en la descripción de mi repuesta anterior. Hace tres años, Clarín tenía una situación de debilidad que hoy no tiene. Y podría ser también que el oficialismo quie-ra comprar un medio del peso de Clarín.

—¿Vos creés que esta “gue-rra” termina con sangre o que el Gobierno está sobreactuan-do para luego negociar?

—Escribí sobre ese tema en el diario. Apelaba a una metá-fora: el Gobierno dice que va en

un auto sin marcha atrás, pero cuesta creer que el auto que lo trasporta tampoco tenga freno.

—¿Tuviste alguna vez la posi-bilidad de sentarte con alguien del Gobierno para arreglar el tema de la pauta publicitaria? ¿Intentó algún funcionario llegar a un entendimiento con vos?

—Vos sabés que yo trato de no tener contactos con funcio-narios de ningún gobierno, sal-vo por cuestiones periodísticas, como sería hacer un reportaje. Hace dos años, Carlos Avila, el fundador de Torneos y Compe-tencias, me pide tomar un café urgente. El episodio ya salió publicado. Avila me dice: “Ven-go en nombre del que ustedes siempre sacan en la tapa (sic). Le gustaría encontrar un me-canismo para que pueda poner publicidad oficial en los distin-tos medios de Perfil, y ustedes bajen el tono de crítica. Me pi-dieron a mí que hiciera la ges-tión porque saben que vos no los vas a atender y saben que yo te conozco”. En ese momento, Avila era el principal accionista de América TV y por entonces el Gobierno colocaba mucha publicidad en ese canal. Yo le

respondí que estaba perdiendo su tiempo porque nuestra po-sición sobre el tema era muy conocida. “Transmitiles que no tenemos ningún interés”, le dije. Avila admitió que él sabía que esa iba a ser mi respuesta, pero que igual tenía que cumplir la gestión que le pidieron porque para el sí era muy importante la publicidad oficial.

—Ahora, si Perfil es la ex-cepción, ¿quiere decir que los demás medios hacen concesio-nes al Gobierno para sostener la pauta oficial?

—No, sería muy injusto de-cir que los medios que reciben publicidad oficial hacen conce-siones. Ni que el hecho de que hayamos sido los únicos que no la recibimos nos ha colocado en algún grado de virtud mayor. La Nación recibe publicidad oficial y es obvio que no va cambiar su pensamiento por eso. Si vos me

pedís un termómetro que mar-que dónde puede haber proble-ma con la publicidad oficial o por la falta de ella te diría que mires los extremos. En aquellos medios donde están todos los avisos comerciales –lo que quie-re decir que el medio resulta un vehículo interesante para los anunciantes– y justo faltan los oficiales, allí tenés una anoma-lía. En ese caso, de discrimina-ción del Gobierno. Al revés, en aquellos medios donde no hay ningún aviso comercial o casi ninguno –lo que quiere decir que no es un vehículo atracti-vo para los anunciantes– y sólo hay pauta oficial, allí hay una anomalía. Otro termómetro lo indica el grado de dependencia de un proveedor con un cliente. En cualquier empresa, tanto un gerente de compras como uno de ventas buscará no depender de un solo proveedor o de al-guien que lo abastezca mayori-tariamente; tampoco permitirá que un solo cliente represente una porción determinante de sus ingresos. Se trata de una cuestión de subsistencia. Por-que, en cualquiera de los casos, estaría en una situación de de-bilidad muy grande. Todos tien-

den a diversificar la cantidad de proveedores y de clientes; de tal manera que, si uno de ellos tie-ne problemas, no afecte la con-tinuidad de la tarea. Este es un principio básico. Si hubiera un cliente, no importa si es estatal o privado, que representara el 50 por ciento de las ventas –en este caso ventas de publicidad– ese medio de comunicación no podría ser totalmente inde-pendiente. Tiene una amenaza latente: si se le va ese cliente de-berá cerrar. Ninguna empresa sobrevive a la caída de la mitad de sus ventas. Los canales de televisión importantes, los dia-rios y las revistas importantes, pueden soportar que cualquier anunciante se enoje porque nin-guno de ellos representa más que una mínima proporción de sus ventas. En Editorial Perfil jamás un anunciante superó el 2 o 3 por ciento. Un privado

no se comportaría mejor que el Gobierno si él solo representara el 50 por ciento de las ventas. También exigiría un tratamien-to preferencial. La única forma de lograr independencia es distribuir las amenazas, de tal forma que ninguna establezca una situación de servidumbre. No hay anunciante que pueda dominar a Clarín o a La Nación, a Telefe o a Canal 13. Esto no quiere decir que no se trate de mantener una cordial relación con un anunciante que repre-senta el 2 por ciento de las ven-tas de publicidad, pero si afecta al interés del lector o al interés público, todo medio importan-te preferirá perderlo, como se pierden tantos anunciantes tan-tas veces porque no les gusta una nota o una posición sobre su industria.

—Hasta hace muy poco, en el diario de los domingos es-cribía Jorge Lanata. ¿Qué sig-nificó trabajar con él? ¿Cómo te sentiste?

—Nos conocemos desde hace muchos años, por lo que no hu-bo ninguna sorpresa. Yo te con-té conversaciones con él acerca de Página/12, a comienzos de los 90. Creo que tu pregunta

apunta a qué sentí el día que Lanata se fue…

—Además, perdías una es-trella que se iba a fundar otro diario…

—A nadie le gusta perder de

su equipo al mejor periodista de la Argentina.

—¿Para vos es el mejor? —Sí, por supuesto. Lo que

sentí fue tristeza. Después la fui elaborando, lo entendí. Entendí que lo mismo que me pasaba a mí, le pasaba a él. Que si yo no podía vivir sin un diario, cómo no lo iba a entender a él. Enton-ces, dejé de mirarme el ombligo y esa tristeza por perder al me-jor periodista de la Argentina dejó espacio para sentimientos más amplios. Pasé a pensar que para el periodismo es algo bueno, y es bueno para él para que se pueda dar el gusto. De cualquier forma la tristeza por la pérdida de su talento no de-saparece.

—¿Te preocupa tenerlo co-mo competidor?

—No. Pero no por Lanata, si-no porque con todo lo que pasé, no puedo ignorar las limitacio-nes económicas que te impone cualquier diario nuevo. Quizá me equivoque, pero la amenaza para un diario no viene por la aparición de otro, que incluso puede motivar a más público a acercarse a los diarios, sino por la limitada cantidad de publici-dad que hay.

—¿Pensás que Lanata posi-cionó “Crítica” como un se-gundo diario?

—Creo que es lo que buscaba. A él no le gusta hacer diarios con suplementos: deportes, pro-piedades, espectáculos… y los amplios menús de los primeros diarios de todo el mundo.

—Bueno, pero si él se ubica-ra entre los segundos diarios, ambos estarán compitiendo, al menos los fines de semana…

—Creo que no. PERFIL sale solamente sábados y domingos, pero en esos dos días reproduce el modelo de un primer diario, pretende cubrir todas las temá-ticas con kilos y kilos de papel. Dentro de nuestras posibilida-des y sólo fines de semana, la estrategia de PERFIL se toca más con Clarín y La Nación.

—Empezaste con los do-mingos, ahora agregaste los sábados. ¿Cómo sigue esta historia?

—La verdad es que no lo sé. Mi impulso natural es sacarlo todos los días. No sé si podre-mos. Hoy no podemos, no nos da el cuero. No sé si con el tiem-po, cuando logremos obtener los recursos necesarios, terminará siendo tan tarde que la gente ya no quiera diarios todos los días. Quizá se llega a un punto en el que confluyen viernes, sábado y domingo con diarios largos y profundos en papel, y el resto de los días con Internet. Ojalá no sea así porque mi vocación es sacarlo todos los días. Me

JUAN OBREGON

“No sé cómo sigue esto. Mi impulso

natural es salir todos los días. No sé si podremos.”

“Salimos sólo dos días, pero en ellos reproducimos el

modelo de un primer diario.”

TIEMPO Y ESPACIO. “Algo cambió para que el resultado, ahora, sea distinto. Sobre si yo cambié, a lo mejor no me doy cuenta porque nadie es buen juez de sí mismo. Pero, francamente, creo que no.”

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ESPECIAL 10 AÑOS - 43PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

gustaría. Pero, después de ha-ber tenido que cerrarlo una vez, no puedo equivocarme.

—En el ’98 decías que Inter-net jamás iba a reemplazar a los diarios de papel. Tu frase era: “la gente necesita áto-mos…”. ¿Seguís pensando lo mismo, a pesar de que las nuevas tecnologías son flexi-bles, más amigables, más por-tátiles?

—Sigo pensando que van a existir los diarios en papel, aún cuando estén nuestros nietos, pero en cantidades menores a las actuales. El diario fue pro-gresivamente dejando de ser un vehículo de masas como era al principio del siglo pasa-do, cuando no había ni radio ni televisión, pero ha demostrado mucha capacidad de adapta-ción a los cambios.

—Entonces, ¿serán más in-terpretativos y menos infor-mativos?

— Creo que sí, y a mí como lector eso me gusta más. Los diarios de fin de semana ya son más interpretativos.

—En el diario del ’98, tu tra-bajo era fundamentalmente empresarial y de edición. En esta etapa escribís más. ¿Qué te hizo cambiar?

—No creas que hubo tal cam-bio. Al comienzo de la revista Noticias también escribía mu-cho, dedicaba mucho tiempo a la redacción y, aunque no con la periodicidad de ahora, hasta hacía reportajes largos: recuerdo, al cumplirse 10 años de la democracia, uno doble a Alfonsín y Menem que fue ta-pa. Lo que sucedió fue, como conté en este reportaje, que en 1994 viví en Brasil, y al regresar, los dos años siguientes estuve preparando el diario PERFIL. En 1998, cuando lanzamos el diario, no pude disfrutar de la escritura porque a pocas sema-nas del inicio comenzaron los problemas y desde aquel 31 de julio hasta mediados de 2004 tuve que dedicar todo mi tiem-po a hacer de bombero. Una vez que se superó la crisis volví a planificar el lanzamiento de PERFIL y, ya sin los apremios del ’98, volví a escribir

—Cuáles son las diferencias entre el Fontevecchia del ’98 y el de hoy?

—Sabiendo que vos venías, ayer me puse a ver algunas par-tes de la filmación que hicimos durante el día del lanzamiento de 1998. Comenzaba con la reu-nión de sumarios de las 11 de la mañana, en la misma sala de la redacción donde se hace hoy. Me impresionó ver que tengo exactamente las mismas ruti-nas, que la discusión creativa es del mismo tipo… Kierkegaard decía: “Lo verdadero del ser es-tá en la repetición”. Hacemos el mismo diario, la misma tipogra-fía, las mismas secciones, en al-gunos casos, con exactamente las mismas personas. ¿Es todo igual? Algo cambió, sin dudas, para que el resultado fuera dis-tinto. Cambió esencialmente la dosis. Y cambió el momento. No es poca cosa: tiempo y espacio. Desde el punto de vista de si yo cambié en algo, a lo mejor no me doy cuenta porque nadie es buen juez de sí mismo. Pero francamente, creo que no. ■

EL REPORTAJE QUE FONTEVECCHIA DIO TRAS CERRAR EL DIARIO

Lo que dijo en el ’98Horas después de la famosa contrata-pa con el “Hasta pronto”, el director de PERFIL hizo su única aparición televi-siva, en el programa que por entonces

Joaquín Morales Solá tenía en Canal 9, para explicar qué había pasado. Aquí se ofrece la desgrabación completa de aquella emisión, para corrobar en el

tiempo si los argumentos brindados por el fundador de este diario se sostienen. Y para descubrir que no mentía cuando aseguraba que PERFIL volvería.

JOAQUIN MORALES SOLA

—Está con nosotros el due-ño y director del diario PERFIL, Jorge Fontevec-chia, a quien agradezco personalmente que haya aceptado mi invitación. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y sé lo renuente que es a esta clase de exposiciones pú-blicas. Recién le contaba que, desde el año 1983, creo –¿no, Jorge?–, no concurría a la televisión. Es así, ¿no?

—Sí, fue el día antes de las elecciones de Alfonsín. Yo volvía del exilio durante el gobierno militar, el últi-mo año, y fue la última vez que fui a un programa de televisión.

—Bueno, sos el hombre que abrió y cerró PERFIL en 3 meses. O sea, yo tam-bién por esta larga relación nuestra sé que este no es un proyecto improvisado para vos. Me contaste de él hace 4 o 5 años. ¿A qué razón, fundamentalmente, le atribuís, digamos, esta corta vida de PERFIL?

—Bueno...primero, yo

pensaba, cuando venía pa-ra acá, me decía: “Qué difícil explicar el éxito y el fracaso”, ¿no? En 25 años de redaccio-nes he lanzado 80 revistas. Tengo 20 que han funcionado; 6 de las 12 revistas de mayor circulación en Argentina las lancé a lo largo de estos 25 años. Al haber lanzado 80, hay 60 que fracasaron. Y siempre preguntaba: ¿por qué fracasa-ron las que fracasaron? ¿Por qué tuv ieron éxitos las que tuvieron éxitos? Y a la conclu-sión que llego con los años es que es inexpli-cable. Que hay determinados productos que nacen con una estrella que se constituyen, y hay otros que no. En cuanto a los motivos por los cuales se cierra PERFIL, el fundamental tiene que ver con el ingreso pu-blicitario. Comentábamos re-cién, antes de cámara, que hay una calificación de audiencia, y que yo había planteado un dia-rio para gente muy calificada. Los anunciantes no lo enten-

dieron. Entendieron que había un mínimo de cantidad que ha-bía que tener para poder tener acceso a un determinado tipo de publicidad. Y, finalmente, se hizo inviable desde el punto de vista económico.

—Ahora eso es un poco... también leyendo tu explica-ción pública, un poco de esto, ¿no?: “Yo hice un diario euro-peo y resulta que la sociedad argentina no estaba prepara-

da para un me-dio periodístico así”. ¿Vos creés que fue ese un poco el error?

—No. Yo no di-je que “no estaba preparada” . Dije que, “nosotros hicimos un dia-rio europeo” y

también digo que “en Europa el ritmo de vida es distinto”. Es decir, en Europa la persona a la que se denomina ABC1 –la par-te más alta de la población– es la que, generalmente, tiene más tendencia a consumir periódi-cos de calidad, y tiene un ritmo de vida menos intenso que en América latina. Trabaja menos horas...

—Y tiene más tiempo para leer...

—Incluso, esto no se da en Estados Unidos. Porque cuan-do nosotros hablamos de Es-tados Unidos, pensamos en el New York Times, en el Was-hington Post, pero es una pe-queña área, en el norte de Es-tados Unidos. Pero en el resto de Estados Unidos, los diarios son todos de contextos breves, nada parecidos al New York Times o al Washington Post. Y creo que en América, en toda América latina, y en el resto de Estados Unidos –excepto el noreste–, el ritmo de vida, quizá propio de una cultura de inmigrantes, es muy intenso, la gente trabaja mucho tiempo. Le dedica equis cantidades de minutos a la mañana de real life...

—Y eso es un poco lo que se refleja acá en Argentina. La gente le dedica poco tiem-po...

—Sí, igual en Argentina se le dedica más que en el resto de América latina. Esto fue lo que a mí me impulsó a creer que se podía hacer un diario euro-peo. O sea, hay una media de tiempo de lectura de diarios;

POR TV. Imagen con la captura de pantalla de la entrevista que Morales Solá le hizo hace una década a Fontevecchia. Hoy esos mismos dichos alcanzan una dimensión diferente a la que tenían por entonces, en medio de la convulsión general por el cierre del diario.

“A la conclusión que llego con

los años es que el éxito y el fracaso

son inexplicables.”

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por ejemplo, en Estados Uni-dos el promedio de lectura es de 10 o 12 minutos por día; en Europa es 40 minutos por día. En Argentina es 20 minutos; en Brasil, por ejemplo, es 10 minutos.

—Decime, Jorge: también –según la explicación que vos diste– el diario estaba ven-diendo 30 mil ejemplares.

—Sí.—Más o menos en cifras re-

dondas por día. Sinceramen-te, no me parece una cifra baja, ¿no? Creo que a todos los diarios, si uno recuerda la historia de todos los diarios en Argentina, les costó ins-talarse y llegar a ser lo que hoy son. Los diarios que han perdurado, ¿no? Yo digo, ¿no podía haber un margen más de espera?

—Mirá, Joaquín: en los dia-rios de los que nosotros habla-mos, que se fueron constru-yendo a lo largo de los años, fueron lanzados todos antes de la revolución de los medios electrónicos. Entonces, comen-zaron como diarios con una es-tructura muy pequeña y fue-ron avanzando a lo largo de los años y a veces de las décadas. A fin de siglo, la única manera de poder conseguir un espacio que construyera una audien-cia que pudiera ser interesante para los anunciantes, era salir con un diario que, desde el ini-cio, tuviese un tamaño que le permitiera competir. Claro, pa-ra pagar ese tamaño era nece-sario tener éxito. Entonces, es cierto que hay muchos diarios que venden menos de 30 mil ejemplares. Incluso diarios de cierta importancia que venden la mitad de esa cantidad, y que subsisten. ¡Pero claro! con cos-tos incomparables a los costos de PERFIL porque no se plan-tearon ser un primer diario. Son diarios que cubren algún tipo de necesidad, o no tienen deportes, o no tienen...

—Claro. Yo iba a eso. Para eso de ser el “primer diario” por ahí lo que se necesita es mucho tiempo. Porque la gen-

te tiene con los medios grá-ficos una lealtad que no se adjudica en los otros medios, ¿no? Es decir, por ahí compra hasta por herencia familiar.

—Inclusive los estudios de mercados reflejaban...yo siem-pre lo decía, solo un 8%, por ejemplo, de personas habían cambiado Clarín a lo largo de su historia. La gran mayoría de los lectores de La Nación, sus padres leían La Nación. Esa era un inconveniente conocido y difícil. Yo nunca me plantee tener una circulación como la de Clarín y La Nación al ini-cio. Pero pensaba que con una circulación de 50 mil ejempla-res podíamos aspirar a tener una cantidad de publicidad. Nuestros cálculos eran vender

50 mil ejemplares y aspirar a tener la facturación de publi-cidad de Ambito Financiero, y terminamos vendiendo el 10% de la publicidad de Ambito Fi-nanciero.

—Es decir, la publicidad no te permitió esa espera para luchar por el primer puesto.

—Probablemente, los anun-ciantes consideraron, y segu-ramente deben tener motivos muy serios para esto, que

nuestros 30 mil ejemplares (supongo que con el reader ship eran 100 mil lectores) no nos permitían calificar como Ambito Financiero, que tiene una audiencia muy calificada. Y a nosotros nos comparaban con Clarín y Nación. Enton-ces, en términos cuantitativos, con Clarín y Nación nosotros no éramos competitivos. Sí so-mos competitivos con los otros diarios. De los otros diarios el único que tiene publicidad es Ambito Financiero. Los de-más, no.

—Jorge, hubo muchas ver-siones sobre la “venta” de PER-FIL. ¿Hubo alguna propuesta concreta para comprar total o parcialmente el diario?

—Mirá, Joaquín: yo no dudo que sería vendible. Pero, vos que me conocés desde hace muchos años sabés lo que es para mí la independencia pe-riodística. Al punto, incluso, de llevarla al paroxismo. Y la idea de vender un diario que

vos creaste con tanto cariño de hace tiempo, me parecía una traición. Así que nunca analicé la venta del diario.

—Otra versión fue que... Y en esto voy a aclarar un poco:la Editorial Perfil no sólo es el diario PERFIL. La Editorial es la más grande que hay en Argentina en revistas, segui-da muy de cerca por otra gran editorial de revistas, que es Atlántida. Perfil edita revistas como “Noticias”, “Caras”...

—Luna.—Sí, “Luna” también. A-

tlántida, revistas como “Gen-te”, “Para Ti”... y hay una versión que dice que se fusio-narían. Que hay un proyecto para fusionar las dos editoria-les. ¿Eso es cierto?

—No tiene nada que ver una cosa con la otra. Como bien decís, la Editorial Perfil es la empresa de mayor cantidad de revistas y de circulación en Argentina. Tiene también otra editorial, de libros, que se

llama Perfil Libros; tiene una empresa en Brasil y Portugal; y tiene, también, un diario, el diario PERFIL, que es otra So-ciedad Anónima. Desde hace un tiempo hay conversacio-nes con la gente de Editorial Atlántida para producir siner-gia de distribución, de venta de publicidad, pero es una conversación preliminar que no tiene...

—Es decir, nunca te dijeron “sigamos conversando pero cerrá el diario”.

—¡Nunca!

—¿Y qué es lo que te dije-ron?

—Nunca dije eso. Y además de eso, no hay conexión en-tre una empresa y la otra en este sentido. Son empresas separadas, con infraestruc-turas separadas. Y bueno, no entiendo por qué, además, co-mo bien vos decís, si nosotros tenemos la mayor editorial de revistas, tenemos que aceptar condiciones de una que es más pequeña. No resulta verosímil. Yo lo que creo es que cerrar un diario es como cerrar una escuela o una iglesia, y que a la gente le duele mucho, y que necesita...

—A los periodistas nos due-le mucho.

—A mí también. Fue el día más triste de mi vida, y estoy con una sensación de abati-miento que, incluso, no me permite estar todo lo lúcido que debería estar en estas cir-cunstancias. Me doy cuenta de que cerrar un diario tiene una significancia que transciende a la lógica. Entonces, hay que llenar ese espacio con alguna idea, que es: “Hay algo más”.

—Jorge, antes de entrar al tema de la publicidad me gustaría que me contaras por qué esta notificación es tan extemporánea al personal, ¿no? Digo porque hay un asunto que me duele espe-cialmente: es que sé que hay periodistas que habían reci-bido propuestas muy intere-santes días previos al cierre del diario y, como no sabían de esto, directamente las re-chazaron. Todos los despidos son dolorosos; yo sé que vos, seguramente, estás dolido por eso, pero cuando se tuvo una posibilidad y no se la aprove-chó, puede parecer más dolo-roso aun, ¿no?

—Sí, y te explico: cuando sa-lió el diario, al segundo día me di cuenta de que algo estaba pasando. Nosotros vendimos 70 mil ejemplares el primer número. Yo pensaba que íba-mos a agotar los 120 mil ejem-plares que habíamos colocado. Al cuarto día, estabamos ven-diendo 38 mil; el primer jueves el diario vendió 38 mil. Ahí me dije: “Acá está pasando algo grave”, y cuando se produjo, a la semana siguiente, la deten-ción de Yabrán y su posterior suicidio el diario aumentó sig-nificativamente la circulación. Otra vez recuperó los 70 mil. Y me dije: “Bueno, ahora la gente probará el diario por un hecho circunstancial y verá que tiene calidad y se quedará...”, y des-pués de eso volvimos a seguir el proceso de deterioro. Enton-ces, me empecé a preocupar. La primera semana vendimos la publicidad que teníamos prevista. Es decir, se ve que los anunciantes tenían una expectativa, y si esa expecta-

LIMITE. “La independencia periodística yo la llevo hasta el paroxismo. La idea de vender un diario que uno creó con tanto cariño desde hace tiempo, me parecía una traición. Así que nunca lo analicé.”

“Fue el día más triste de mi vida. El abatimiento no me

permite estar lo lúcido que debería.”

“Nuestros cálculos eran vender 50 mil ejemplares y tener la publicidad de

Ambito Financiero.”

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tiva hubiera sido satisfecha, habríamos conseguido cum-plir nuestro plan, que era de dos años a pérdida con estos números que yo te conté, para recién en el tercer año entrar en punto de equilibrio. Y cuan-do vi que la publicidad bajaba, bajaba, bajaba, y llegó al 10% de nuestras previsiones y que la venta se estacionaba en 30 mil ejemplares, busqué alter-nativas de reducción de costos, busqué alternativas de conse-guir establecer cuánta inver-sión iba a ser necesaria para poder cruzar esos dos años, y llegué a la conclusión de que nosotros necesitábamos alre-dedor de 2 millones de dólares más por mes (a lo largo de dos años esto representaba 25 mi-llones de dólares) y me puse con el mayor esfuerzo a tratar de conseguirlos de la única manera que me parecía lícito: con recursos genuinos. Para serte sincero, traté hasta el úl-timo minuto de vender nuestra empresa en Brasil, que vende mucho más que esa cifra, pe-ro estaba dispuesto a venderla para continuar con el diario. Y hasta el último minuto traté de conseguir eso; tenía expectati-vas de conseguirlo pero no lo logré. También sabía, además, que pasado el 31 de julio no iba a tener condiciones para responder financieramente a todas las demandas que iba a tener. Y por tanto, no me pare-cía serio colocar todo el resto de la empresa en una situación de riesgo financiero, y yo que-ría financiar con recursos ge-nuinos. Tampoco me parecía serio salir a buscar socios. En-tonces, hasta dos días antes del cierre del diario, yo estaba con la ilusión de continuarlo, aun-que el martes anterior recibí la última respuesta con respecto a que no había un interesado para comprar nuestra edito-rial en Brasil, en los tiempos en que yo lo necesitaba. Pero estaba dispuesto, a pesar de la oposición de la estructura corporativa de Perfil, que me decía que no se podía cambiar

un negocio seguro y excelen-te como es el de la empresa que tenemos en Brasil por un negocio incierto como era el diario. Sin embargo, yo que-ría hacerlo. Entonces, quizá la sorpresa fue que a mí siempre se me veía con ganas de seguir. Siempre las tuve. Nada me gustaría más en este momento que estar cerrando la edición del diario.

—Dos preguntas. ¿Te afec-tó esa publicidad que decía “Donde se dijo tal cosa, se debió decir...”?, ¿te afectó mucho frente a tus compe-tidores? ¿Lo considerás un error? Y el otro tema al que vos aludís en tu explicación, es el tema de los hijos de De la Rúa, ¿no? En tu diario se

dio lo de las cintas grabadas clandestinamente. Digamos, estas dos cosas, ¿afectaron tu proyecto?

—Creo que son coherentes. Son coherentes con el pro-yecto. Probablemente, todo el proyecto esté viciado de nulidad, que haya errores es-tructurales en la concepción. O sea, yo plantee un diario que fuera antidemagógico y que se planteara una neutrali-dad informativa, que no fuera

opositor a alguien sino que se planteara que todos los polí-ticos tenían que ser juzgados desde el prisma del país nor-mal. Entonces, si era grave, en su momento, que la hija de Menem se copiara, tiene que ser también grave que los hijos de De la Rúa pudieran realizar tráfico de influencias. Inde-pendientemente de la simpatía que yo le tenga a De la Rúa. Y este exceso de neutralidad, probablemente, confundió a algunos lectores. Pero yo creo que el mayor problema tiene

que ver con la falta de tiempo. Creo que el factor tiempo... El otro día un director muy sa-gazmente me decía que sería mejor hacer un diario, que en vez de que costara cincuenta centavos, costara dos pesos, pero para ni ser leído. Como si fuera una pastilla...

—Con las informaciones muy cortas, digamos.

—O con esa cantidad... sería una fantasía... O sea, tomás una pastilla y leíste todo eso.

Se podría pagar el doble por-que te ahorra todo ese tiempo. Esto parte de un valor tiempo. El valor tiempo es el valor más escaso. La gente está bombar-deada por cantidad de alterna-tivas mediáticas, entonces, el tiempo es el valor más escaso. La primera campaña publicita-ria sí me generó problemas con los colegas. Algunos recorda-ron artículos que yo había pu-blicado en los años ’78 y ’77. Yo le doy respuesta en el editorial, donde digo que “en realidad, para este diario evolucionista,

nada está exento de error. La virtud reside en cuánto antes uno lo corrige”. Entonces, des-de el punto de vista de todos los medios de comunicación en Argentina durante el go-bierno militar, todos tuvieron comportamientos criticables. Pero hay grados, hay quienes se dieron cuenta de que el go-bierno militar era un desastre en el año ’79, hay quienes se dieron cuenta recién en el año ’82, y hay quienes se dieron

cuenta cuando los militares se dieron cuenta, cuando recién se fueron, o en los últimos seis meses. Aquel artículo que me recuerdan, de la época del Mundial de fútbol, en un cli-ma muy particular que estaba Argentina... se olvidan de men-cionar que 6 meses después a mí me secuestran, por orden de un general, y estoy desapa-recido, detenido en El Olimpo durante una semana. Se ol-vidan de decir que después, seis veces me clausuraron La Semana, y que en el año ’83

me pusieron a disposición del Poder Ejecutivo. Digo, cuando a mí me dan el premio Moors Cabot en Columbia, lo que re-marcan es casualmente eso, que hubo distintas actitudes frente al gobierno militar. Nin-guna perfecta, pero tiene un problema de grado, y que den-tro de ese grado fue Editorial Perfil la que tuvo una actitud en promedio más adecuada.

—Jorge, una pregunta por sí o por no, porque no tene-mos mucho tiempo: ¿PERFIL vuelve a salir?

—Mirá, yo lo coloqué en el diario. La gente cree que es una utopía. Nosotros tenemos –co-

mo te comentaba recién en el corte– una infraestructura, una gráfica armada. Con tecnología de primer nivel que está intac-ta. Y que no sirve para ninguna otra cosa que no sea para sacar un diario. No podés imprimir ninguna otra cosa que no sea un diario como este que no sea de calidad, a color, en este pa-pel. No sirve para hacer revis-tas, no sirve para hacer nada más. Y tenemos toda la logísti-ca intacta. Yo preferí algo: “No voy degradar este producto”; preferí, creo, suspenderlo con dignidad y con una calidad maravillosa. Yo sigo pensando que PERFIL, desde mi gusto, es el mejor diario, o fue el mejor diario en sus breves 84 días. Pero, al mismo tiempo, tengo que reconocer que al no tener el éxito... el suceso que noso-tros esperábamos, yo necesito hacer una catarsis y descubrir en qué me equivoqué. Cosa que, desde el punto de vista del producto, no logro pasar del factor tiempo. Y, probablemen-te, cuando reconstruyamos el músculo financiero, y cuando en algún tiempo –te hablo de años, no estoy hablando de meses– logre realizar los ac-tivos que desee realizar en el tiempo que me permitan con-tinuarlo, seguramente. Yo llevo 25 años en redacciones, no sé hacer otra cosa, amo estar en una redacción, y quiero sacar un diario. Voy a intentarlo. Te quiero contar esto: antes de sa-car Noticias, yo cerré tres revis-tas, magazines que no me fun-cionaron. La primera vez que fui a Brasil, tampoco funcionó. La primera vez que saqué una revista femenina, tampoco funcionó. Saqué tres revistas femeninas antes de llegar a Luna. Antes que sacara Caras salieron dos revistas: Fama y Vidriera, que no funcionaron. Como el método científico, era un proceso de prueba y error, prueba y error, y aproximacio-nes sucesivas.

—El próximo diario va a ser un éxito.

—(Sonrisas) Muchas gra-cias. Si puedo intentarlo, lo voy a intentar. No te quepa ningu-na duda. ■

ILUSION. “Yo lo coloqué en el diario. La gente cree que es una utopía, pero PERFIL va a volver a salir, Demorará años, no meses, pero seguramente lo haré. Es un proceso científico de prueba y error.”

“Planteé un diario antidemagógico.

Eso pudo confundir a alguno

de los lectores.”

“Necesito hacer una catarsis y

descubrir en qué cosas me

equivoqué.”

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46 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Caracterizados protagonistas de la vida argentina durante el año 1998 fueron incorporados por la mano mágica del director de Arte, Pablo Temes, a reconocidas pinturas de la pinacoteca universal. Con las disculpas que merecen los geniales artistas que alumbraron cuadros excepcionales, PERFIL se ocupó con respeto e imaginación de incorporar estos rostros inequívocos de la política y de la farándula a un ámbito poco usual.

LA SECCION QUADRUM

Personajes de la realidad vistos como verdaderas obras de arte

FIRMAS Y CARAS QUE DEJAN SU MARCA. Rafael cedió un espacio para Carlos Corach, Carlos Menem y Alberto Kohan. Eduardo Menem, por Goya. Armando Gostanian, por Velázquez. Claudia Bello, por Van Dongen. Velázquez vuelve a ser utilizado para ilustrar al ex presidente Menem y a los entonces jueces Norberto Oyarbide, Francisco Trovato y Carlos Branca.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 47PERFIL - Sábado 10 de mayo de 2008

MIRADAS QUE LO DICEN TODO. Omar Fassi Lavalle y su esposa, Liz, cuentan monedas en un cuadro de Holbein. Mientras que Susana Giménez, su pareja de entonces, Jorge “Corcho” Rodríguez, y su socio, el ya fallecido Rodolfo Galimberti, trataban de encontrar una salida al entuerto de los juegos telefónicos, según un almuerzo campestre de Manet.

MAS Y MAS. El ex ministro Carlos Corach, en “la mano” de Velázquez. El vía crucis de la sindicalista docente Marta Maffei, por El Greco. El ex juez de la mayoría automática de la Corte Suprema Rodolfo Barra, también por Velázquez. Y de una obra de Rubens surge el inconfundible rostro del ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton.

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48 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Y sí, es amorFue amor a primera vista.

Demasiado racional, o re-primido, vaya uno a saber, en aquellos tiempos solía burlarme de esos excesivos guiones de las telenovelas venezolanas. Pero en un par de meses se me cayó la teoría al diablo: me enamoré a primera vista, de una mujer de ojos verdes y de un diario que era puro color. Lo supe a los 10 segundos. No terminaron tan bien ambas historias, pero va-lieron todas las penas.

El amor es así. No quería irme de Tucumán, donde dirigía un grupo de prensa. Estaba cómo-do, feliz. Pero charlar más de media hora con Fontevecchia es... todo un tema. El hombre me conoce desde hace muchos años; pero también parece co-nocer desde siempre a todo

aquel que pretenda seducir pa-ra que se sume a sus proyectos. Me convenció. Dije que no un par de veces, como esas chicas histéricas de ma-nual, pero final-mente llegué a la redacción de la mano de Daniel Pliner, uno de los directores adjun-tos. Entré y abrí la boca, como chico en Disneyworld. “¡Wow, esto es el siglo XXI!”, pensé. Parecía, nomás.

Fue hermoso mientras duró, como las bellas pasiones.

Y hablé y hablé durante ocho largos años de ese romance

imposible entre el diario más lindo del mundo y el impiado-so país de las crisis perpetuas. Y un día volvió. Nadie le creía

a Fontevecchia, que mantuvo ese monstruo alemán de casi 13 metros de al-tura imprimien-do otros diarios; pero lo sacó de nuevo, nomás. En 2005 yo es-

taba haciendo una revista de moda en Canal 9 pero quise es-cribir. Quería ser, desde afuera, un amante de mi viejo amor.

Pasó el tiempo y después de esas cartas de amor... otro ca-

samiento. Prosecretario de re-dacción, dice la libreta. No sé lo que pueda durar esta forma-lidad. Los amores profundos, sí: eso es para siempre. Así fue siempre con la Editorial Perfil, y mucho más con el diario.

El hombre elige, ésa es su li-bertad. Sartre dice que la exis-tencia precede a la esencia: somos lo que hacemos. Lo vivi-do. Estamos condenados a ser libres para seguir siendo. Ese existencialismo está presente en PERFIL. Se hace y hace, para ser y para seguir siendo.

No importa dónde esté hoy, ni mañana. Si me quede o me vaya o regrese, siempre. Estoy enamorado de este diario, aquí, allá y en todas partes. ■

*Editor de PERFIL en 1998.

HUGO ASCH*

En los setenta fue La Opi-nión, en los ochenta Pági-

na/12 y en los noventa le tocó a ese primer y recordado PER-FIL. Siempre hay un diario que marca época y sintetiza nuevos valores culturales y profesiona-les. Aquella apuesta de varios millones de dólares de Jorge Fontevecchia renovó al perio-dismo y también a la empresa periodística.

El ADN de PERFIL fue el cambio. En el acto de pre-sentación del diario en 1998 estuvieron Jacobo Timerman y Alan Neurath, creador del USA Today, quizás el último modelo de diario exitoso in-ventado en Estados Unidos. En esa línea, el primer PERFIL hizo muchas cosas: hacer pe-riodismo contra todos y no só-lo sobre los “enemigos” ideo-lógicos; hacer más periodismo de ideas; intentar cambiar la empresa periodística (en su Manual de Estilo dice: “Re-sulta inútil discurrir sobre éti-ca periodística sin analizar la ética empresaria”); o transpa-rentar la información (incor-poró una sección de Medios,

en varias notas se revelaba, y también tenía ombudsman)

Lo disfrutamos el tiempo que duró. La actual década es-tá desierta. El nuevo PERFIL y el nuevo Crítica quieren ser “el último diario de papel” –expre-sión lanatista– pero es posible que ese trono sea para Pági-na/12, pues es el único que en los últimos treinta años cambió el periodismo y pudo sobrevivir, aun con respiración artificial.

Una virtud que ostentan to-dos los medios nuevos es que se diferencian haciendo periodis-mo sobre los temas tabúes. La investigación de PERFIL sobre Skanska o la de Crítica sobre Papel Prensa dan a los ciuda-danos información que estaba solamente en el poder.

El primer PERFIL investigó a los hijos de De la Rúa, llamó dictador a Fidel Castro y dijo en su campaña de lanzamiento que Maradona había hecho un gol con la mano. De esa forma, pretendía perforar una de las máximas de la censura social: la esperanza no se investiga.

Cada diario nuevo suele ser una bocanada de aire fresco por partida doble: trae nuevo aire al espacio público y da poder a los innovadores internos que hay en todas las redacciones. ■

*Profesor de Comunicación

en la Universidad Austral.

Marcas de época

FERNANDO J. RUIZ*

RENOVACION

Pretendió perforar una máxima de la

censura social: la esperanza

no se investiga

INCONDICIONAL

REDACCION. Más de 200 periodistas componían el staff permanente del diario. El volumen era similar al de Clarín o La Nación.

CEDOC PERFIL

De estreno Si no me equivoco era el 5

de enero de 1998 y llovía fuerte. Un grupo de periodis-tas, menos de una docena, nos reunimos en cierta dirección de la calle Chacabuco. Curtidos en la escuela del escepticismo y la prescindencia, disimulábamos como podíamos todo rasgo de emoción. No sólo íbamos a fun-dar un diario: también inaugu-rábamos un edificio. La planta baja estaba sin terminar, tuvi-mos que hacer equilibrio sobre unas tablas puestas en forma precaria para que pudiéramos llegar a los ascensores. Y así, casi sin hablar, subimos hasta el piso 13, un espacio gigan-tesco donde todo era blanco, nuevo y lleno de luz. El aire

acondicionado todavía no es-taba instalado, pero nadie se quejó del calor.

Quien suscribe nunca había trabajado en un diario. Desco-nocía los ateneos y espectaculares debates que se producían bajo el misterioso nom-bre de “reunio-nes de blanco”. Esos mediodías se convirtieron en una rutina apasionante y también en un desafío profesional de alta exposición. Todo estaba por

hacerse; se discutían criterios, temáticas, estilos. El director, por ejemplo, mostraba cierto estupor por los apodos de los jugadores de fútbol. De hecho,

le parecía poco elegante llamar P i o j o, M o n o o Burro a un ciudadano que además era una figura nacional.

Se incorpo-raron nuevos editores y más

periodistas; se designaron co-rresponsales en el extranjero. Hubo secciones nuevas, sofisti-

cadas, ambiciosas. Trabajamos doce, catorce horas diarias es-timulados por la más potente de las drogas: la mística. Y el 10 de mayo salimos a la calle. Hu-bo errores, por supuesto, en mi sección más que en otras. Pero el diario era, sigo creyendo has-ta hoy, un lujo.

En mi suplemento (Espectá-culos) trabajaban, entre otros, Osvaldo Bazán, Jorge Novoa, Norberto Chab y Marcelo Fer-nández Bitar. Mi jefe era Daniel Pliner, que me educaba a los tortazos, estilo Clint Eastwood. El diario PERFIL del ’98 fue una experiencia de alto voltaje, algo muy bueno mientras duró. ■

*Editora de PERFIL en 1998.

CECILIA ABSATZ*

LA MISTICA

No importa dónde esté. Estoy enamorado de este diario, aquí y en

todas partes

Fue una experiencia de

alto voltaje, algo muy bueno

mientras duró

INCONDICIONAL

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ESPECIAL 10 AÑOS - 49PErfIL - Sábado 10 de mayo de 2008

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50 - ESPECIAL 10 AÑOS Sábado 10 de mayo de 2008 - PERFIL

Este tan simple como original juego de rostros su-mados y contrapuestos en una sola imagen fue crea-do por el director de Arte de Editorial Perfil, Pablo Temes, y rindió frutos inesperados. Los lectores te-

nían que reconocer, y finalmente adivinar, a quién pertenecía cada mitad de la foto del caso. Método mnemotécnico y polémica de por medio, se trata-ba de establecer identidades, tanto las afines como

las dispares, que habíamos reunido en un one shot visual tras largos cabildeos de quiénes y por qué. Naturalmente, por la actualidad de las partes en, fue dicho, su vinculación o su antinomia.

IDENTIKIT

El desdoblamiento de los protagonistas

POLITICA Y COSMETICA. La diputada Claudia Bello y Corach.

HERMANOS TRASANDINOS. Marcelo Ríos y Guillermo Vilas.

FOLK, ROCK Y AÑOS. Bob Dylan y Mick Jagger, ya veteranos.

SE NON E VERO. El juez Branca con Trovato en el banquillo.

VECINOS O NO. Collor de Melo y el general Domingo Bussi.

DOS A QUERERSE. Cúneo Libarona y el juez Oyarbide.

IMPARES PERO PARES. Decibe y Meijide, señoras educadas.

UNA DE CAL, UNA DE ARENA. Ramón Díaz y el Bambino Veira.

OJO CON EL FMI. Miss Teresa Terminassian y Erman González.

AL FIN JUNTOS. Granillo Ocampo y Eduardo Menem.

MARIDOS ILUSTRES. Alejandro Gravier y Huberto Roviralta.

GOLES SON AMORES. Mauricio Macri y don Julio Grondona.

HEROES EN ACCION. Moreno Ocampo y Pierce Brosnan.

LE CRECIO LA NARIZ. Carlos Menem fue Pinocho en EE.UU.

PIE VELOZ. El chileno Marcelo Salas y el Pájaro Caniggia.

COMIERON PERDICES. Valeria Mazza y Alejandro Gravier.

SAN RATING. Marcelo Tinelli y Susana Giménez, imbatibles.

ADIOS DEL PADRINO. Yabrán y Jorge Yoma, que no se la cree.

COLORES PRIMARIOS. Bill Clinton y John Travolta, al cine.

AH, LA PELOTA. Carlos Bianchi y José Luis Chilavert.

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ESPECIAL 10 AÑOS - 51PErfIL - Sábado 10 de mayo de 2008