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Capitulo 1:

Eran ya los ocho y an segua en casa. No s exactamente cmo pero me haba dormido, seguramente por haberme quedado hasta tarde la noche anterior leyendo aquel libro tan interesante o, por no haber podido conciliar el sueo debido a mi reciente aficin al caf. El motivo era lo de menos, lo importante es que llego tarde al instituto que, para colmo, no era la primera vez sino la tercera. Dos das casi consecutivos llevo permitindome ste gran lujo que, por desgracia, debe acabar. Adems hoy tengo la primera clase con el profesor de geologa que, a grandes rasgos, se puede definir como gilipollas, subnormal y engredo (sobre todo eso); en cuanto a su fsico solo dir que es un enorme cabezn barbado y que su delgaducho cuerpo rompe toda ley fsica conocida al sujetar tal monumento. Entre prisas y con algo de estrs, la verdad, puedo acabar el desayuno. ste era tan simple como siempre; leche con un poco de caf, y un bollito de leche. Corro con tal rapidez al bao que un poco ms y me meto una ostia monumental nada ms empezar el da, menudo da que llevo pienso y eso que solo acaba de empezar. Ya en el bao me coloco delante del espejo y comienzo a intentar domar mi pelo, ms salvaje y tenaz que cualquier animal existente. Finalmente gracias a una mezcla de agua y gomina de la fuerte puedo colocarme el pelo de forma que al menos no parezca que estoy loco. Me vuelvo a mirar al espejo con esperanza de que el pelo recin engominado est un poco mejor que un par de movimientos audaces anteriores, pero veo que no, que ese remolino sigue insistiendo en estar as, hacia arriba y descolocado; desisto, dejo de toquetearme el pelo y por instante me miro al espejo. Aquel chico de 17 aos era yo, estaba como todos los das con ojos verdes nariz un poco grande y boca una amplia, que guarda una sonrisa de dientes blanco marfil. Recuerdo que llego tarde y miro la hora en mi reloj de pulsera, era ya y cinco por lo que salgo disparado, cojo la pesada mochila, llena de libros tan gruesos como intiles y me dispongo a emprender el camino hacia un lugar al que llaman instituto.

Por el camino hago lo de siempre; cojo el mvil, enchufo unos auriculares cutres, y comienzo a escuchar