DE MUSAS, BELLEZA Y ARTE

UN ACERCAMIENTO A LA FOTOGRAFÍA DE MODA

Pasarelas, modelos, ídolos, glamour, alta costura y otros constituyen el tradicional espacio de movimiento asignado a la fotografía de moda. Lejos de su concepción fútil, esta forma de creación artística trabaja directamente con el quehacer humano y su manera de habitar el mundo.

Un Concepto de Fotografía de Moda

La palabra moda, viene de mudar, se podría decir que moda tiene que ver con el mudar, o más bien con lo que muda (lo que moda): lo mudable. La moda

como tal, refiere al cambio, a lo que está cambiando. En el texto “Una mirada filosófica a la fotografía de moda”, Juan Santa Cruz señala que “de la misma forma que el cambio solo persiste en aquello que está en movimiento, y desaparece cuando lo que muda queda fijado, la moda, para ser moda, debe tener siempre un

pie puesto en el futuro. Así podemos decir que la moda versa sobre la tendencia”.

Para Santa Cruz desde el nacimiento de la fotografía, la moda se ha servido de ella para dotar de vida al vestido y re-presentarlo en su medio natural: vistiendo un ser humano. La fotografía de moda tiene que ver con ese vestir que constituye una propuesta que toma forma en un ser humano concreto.

Pese a todas las similitudes que nos unen como raza humana, el vestuario ha constituido desde siempre nuestra forma original y creativa de habitar en el mundo. Es la expresión de la diferencia, donde se representa nuestra búsqueda de identidad y autonomía. Las prendas se funden y confunden con el lenguaje corporal, razón por la cual “el objeto de la fotografía de moda es precisamente el ser humano, pero en un aspecto muy peculiar: en tanto se presenta ante los demás”. En esta afirmación del yo juega un papel crucial el vestido, desde la diferenciación de clases sociales (y por tanto la afirmación del yo como miembro de un grupo) hasta la más personal expresión de la visión del mundo.

Celebrity Skin

Al interior de este doble juego de vestir y mostrarse ante la sociedad adquiere una gran relevancia la cultura del espectáculo y la aclamación de las celebridades. Ellas encarnan las aspiraciones y los patrones de bellezas que rigen las tendencias en un periodo de tiempo determinado. “Las figuras del mundo del espectáculo representan el sueño ideal de las masas; utilizarlos para vender moda ejerce un doble efecto en el consumidor: la sensación de verse bien y la ilusión de parecerse a su artista favorito” Es en este punto donde nos topamos con la unión indisoluble entre imagen y espectáculo.

Al respecto la licenciada en estética Constanza Avello sostiene que “hoy, la imagen personal se reduce a una imagen mediática construida en base a los fragmentos que ofrece la publicidad. El vestido carga con el imperativo de producir una imagen vendible y aceptable, en función de una sociabilidad

teatralizada que simula la comunicación, y en la era de la imagen y del amor por la superficie, el hombre corre el peligro de perderse así mismo tras su propio disfraz”.

Vivimos un momento histórico donde la imagen es nuestro principal medio de consumo y de comunicación. La moda es consumo y, a la vez, imagen y comunicación. La fotografía de moda —la imagen del reino del consumo— se abre como una posibilidad de comunicación entre el fugaz mundo de la moda y el espectador-consumidor. Vistas de cerca las imágenes producidas para vender prendas y estilos de vida, resultan ser siempre poses o personificaciones, pero al final otorgan al que las ve, una fantasía, una ilusión, una proyección onírica que se desvanece con el cambio de estación.

La puesta en escena

Desde muy temprano los fotógrafos advirtieron que no se podía fotografiar la moda en abstracto (sin más fotografiando el traje), era necesario crear un cierto ambiente que hiciera respirar el vestido. La puesta en escena entró en la fotografía de moda como un arma fundamental en la representación de la tendencia.

En sus inicios la Fotografía de moda surge como una extensión del propio diseño presentado, de la publicación en que aparece, y de la firma comercial. Dado que el objetivo de estas imágenes era mostrar con el mayor protagonismo posible las piezas diseñadas, se podían utilizar recursos muy diversos en aras de esa eficacia expresiva, permitiendo al profesional trabajar con un margen creativo mayor que otros géneros.

Los fotógrafos de Moda recurrieron a referentes no sólo de otros géneros fotográficos, como el retrato o la composición con objetos, sino de todos los medios artísticos, especialmente de las artes plásticas. La libertad a la hora de sacar el mayor partido a las posibilidades sugestivas y expresivas de los diseños, les permitía utilizar distintos estilos, técnicas, plantear el trabajo en estudio o exterior.

La puesta en escena puede ir desde el montaje de la pasarela que quedara plasmado en el reportaje fotográfico, hasta la distribución y las poses de un grupo de modelos en un decorado, pasando por la sencillez de una pose sobre un fondo blanco. En todos estos casos hay una cierta fantasía que hace posible que, aun años después, podamos percibir el carácter de tendencia que aquella moda tenía.La fotografía de moda despierta suspicacias al interior de los círculos de estética y de los teóricos de arte.

Este tipo de fotografía no se puede desprender del contexto histórico en el que surge ni de su objeto. En los últimos años la industria de la moda experimentó un crecimiento desmesurado.

El semiólogo francés Roland Barthes define la fotografía de moda como “la fotografía de la vestimenta” y debe, necesariamente, transmitir deseos, despertar envidias y hacer soñar a aquel que la ve, a través de las prendas. Para ser buena, tiene que hablar de moda y decir algo acerca del momento actual; mostrar tendencias, hábitos y hasta obsesiones colectivas.