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MEDITACIONES SOBRE LA VIDA RELIGIOSA MEDITACIONES SOBRE LA VIDA RELIGIOSA MEDITACIONES SOBRE LA VIDA RELIGIOSA MEDITACIONES SOBRE LA VIDA RELIGIOSA (I(I(I(IIIIIIIII))))

“DESDE LA RAIZ, RUEGA A DIOS MISERICORDIA…”“DESDE LA RAIZ, RUEGA A DIOS MISERICORDIA…”“DESDE LA RAIZ, RUEGA A DIOS MISERICORDIA…”“DESDE LA RAIZ, RUEGA A DIOS MISERICORDIA…”

“El primer cometido misionero, las personas consagradas lo tienen hacia sí mismas, y lo llevan

a cabo abriendo el propio corazón a la acción del Espíritu de Cristo”1.

Cuando el sarmiento vive pegado a la cepa, pide con insistencia que el Viñador lo cuide y lo

proteja. En este cuidado, el Viñador se revela tal y cual El es. Una de las primeras cosas que

percibe el sarmiento cuidado, que está unido a la Cepa, es la profunda y extrema delicadeza

que hay en el Viñador. Uno de las primeras cosas que percibe en sí mismo el sarmiento,

cuidado por el Viñador, es la gran misericordia del Viñador2.

La persona llamada a la vida religiosa, que ha sentido el acto creador de Dios en su interior,

decíamos en la meditación anterior, solo puede volverse a Dios y vaciar su existencia en El. Es

en este volverse a Dios y en este vaciamiento interior donde la persona llamada a la vida

religiosa percibe la misericordia de Dios, Uno y Trino.

En la Sagrada Escritura, rahamin, que significa entrañas, y rahum, que significa misericordioso;

están relacionados con rehem, que significa seno materno. En el libro de Éxodo, Dios aparece

como un “Dios clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad…”3 así es

como Dios quiere ser conocido entre los suyos, por eso, cuando tiene oportunidad, siempre se

revela con su profunda misericordia.

La persona llamada a la vida religiosa tiene que vivir la experiencia de la misericordia de Dios,

con ella misma, como una de las máximas expresiones de su vaciamiento en El. Vivir la

experiencia de la misericordia de Dios es sentir el calor del amor de Dios que llega al corazón

humano envuelto en sentimientos de padre y madre al mismo tiempo.

El origen, la fuente, de la misericordia es el seno materno de Dios y la fe, el vaciamiento de la

persona llamada por Dios a la vida religiosa, es la respuesta confiada a este Amor materno de

Dios. “Como una madre consuela a sus hijos, así os consolare yo”, dice el Señor4.

Si la tarea radical, única y exclusiva de la persona llamada por Dios a la vida religiosa es la de

poner en práctica el programa de vida, reflejado en las Bienaventuranzas, dadas por Jesús, el

Señor, bueno seria empezar por ésta: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos

alcanzan misericordia”5.

Jesús, el Señor, cada vez que habla, cada vez que actúa, se siente movido por la misericordia

hacia aquellas personas rotas en mil pedazos vitales, encerradas en dolor y en enfermedad.

1 Vita Consecrata, Nº 25.

2 Cfr. Jn. 15, 1-3.

3 Ex. 34, 6-7.

4 Cfr. Os, 11,8-9

5 Mt. 5, 7.

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Jesús, el Señor, es Dios llamando al “consuelo de los corazones afligidos”, es Dios llamando a la

entrega incondicional de la persona llamada a la vida religiosa, para que ella sea sus brazos y

sus piernas y su corazón delante de “los que viven al borde de la vida”.

La persona llamada a la vida religiosa, ella misma se tiene que sentir necesitada de la

misericordia de Dios, ella misma tiene que esperar “desesperadamente” el consuelo maternal-

paternal de Dios que es Madre y Padre. Si no deja que la misericordia de Dios inunde las

profundidades de su corazón, ¿cómo podrá consolar a los hijos de Dios? ¿como podrá saber lo

que significa sufrir con el que sufre y alegrarse con el que se alegra? ¿como podrá llamar a Dios

Padre y Madre si ella misma no se siente consolada por Dios?

Cuando la persona llamada a la vida religiosa vive este don de Dios desde su interior, no puede

por menos, que oír y obedecer este mandato del Señor:”Sed misericordiosos como vuestro

Padre celestial es misericordioso”6. Si a las personas llamadas por Dios a la vida religiosa les

falta la misericordia de Dios, ¿qué será de la vida religiosa?.

6 Lc. 6, 36.