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Michel • Antoine Burnier:Les existentialistes et la po­litique. Monografía, 190páginas. Echtions Galli­mard. París, 1966.

En 1957, al definir la rela­ción entre marxismo y exis­tencialismo, Sartre calificabaa este último de ideología osaber relativo: "es, decía, unsistema parasitario que viveen los márgenes del Saber (lafilosofía marxista), al que seopuso inicialmente y en elque hoy trata de integrarse".La tarea "relativa" del exis­tencialismo debía consistir enuna doble aportación a la"puesta en marcha" de la teó­ría marxista· (que, según él yotros marxistas, pasaba porun periodo de estancamien­to): debía, en primer lugar,construir, a partir de los pos­tulados marxistas y los des­cubrimientos de las cienciassociales ("psicoanálisis", "so­ciología empírica", "antropo­logía estructuralista"), el ins­trumental teórico necesariopara "comprehder" el com­portamiento de las entidadessociales concretas (en situa­ción individual) y su relacióncon las totalizaciones histó­ricas determinantes; debía,además, iniciar una discusiónen torno al estatuto teóricoy al ámbito de competenciade la razón dialéctica: la fi­losofía marxista necesitabaprecisar su concepto de ver­dad.

Han pasado diez años des­de la publicación de este pro­grama de trabajo teórico, quedebía introducir al existen­cialismo en el seno del mar­xismo. Década en que fenó­menos políticos de primer

orden, acompañados por ~es­cubrimientos igualmente im­portantes en lo que conciernea las formas avanzadas defuncionamiento del sistemacapitalista, han venido a en­riquecer la problemática mar­xista. Múltiples indicios per­miten afirmar, hoy en día,que tanto la fuerza políticacomo la teoría marxista "hanechado a andar". ¿Qué pa­pel ha jugado el existencia­lismo de izquierda en estareactivación del marxismo?¿Cuál ha sido la utilidad deestos "compañeros de ruta",a la vez defensores y "malaconciencia", de los comunis­tas?

Sólo una historia prolijadel movimiento proletario enestos últimos cincuenta añospodrá responder a estas cues­tiones. Trabajos como el deBurnier no pretenden escri­bir esa historia; su intenciónes la de preparar el materialnecesario para ella, cuidandode no caer en particularismosy de no saltar a generalizacio­nes prematuras. Lo que .in­teresa a Burnier no es la his­toria global del fenómenocultural en que se incluye eldesarrollo del existencialismo,aquello que Sartre definía co­mo el proceso de desintegra­cJón interna que sufre el apa­rato ideológico burgués antela actividad histórica del pro­letariado y de sus nuevos mo­dos de comportamiento yraciocinio. Su libro narra unatrayectoria te ó r i c o-políticaconcreta: la que hubo de se­guir, en estos últimos veinteaños, un grupo de intelectua­les burgueses encargado de ladirección de un instrumentode producción intelectual. Larevista mensual Les T em psModernes, órgano de los exis­tencialistas de izquierda, essu objeto de estudio. ¿Cuálfue el programa inicial dee<-ta revista? ¿En qué medi­da se cumplió? ¿Qué cambiosha sufrido ese programa y aqué causas se han debido?¿Cuáles son sus objetivos ac­tuales? Tales son algunas pre­guntas que se plantea Bur­nier y que reciben de su parterespuestas muy documentadasy reveladoras.

Los existencialistas y la po­lítica consta de una introduc­ción, tres partes principales,una conclusión y un epílogo.

La Introducción relata bre­vemente la prehistoria de Les

Temps Modernes. La revista,nos recuerda Burnier, fuefundada como reacción encontra de la posición políti­ca que habían mantenido susorganizadores en el periodode entreguerra y que, en1945, consideraron errónea einsostenible.

En los años treinta, todala filosofía sartreana de la"contingencia" se basaba enla "interpretación" (fenóme­nológico-on to ló gic a) del"proyecto" individual en el"mundo" que él mismo "ins­tauraba". "El Otro" aparecíaentonces como un accidente;el "mundo", como una sim­ple condición; dentro de e~te

cuadro, era negocio de cadauno buscar el bienestar consus propios medios. Así secomprende por qué Sartre,S. de Beauvoir y Merleau­Ponty no sentían que la his­toria les concerniese. Lo quedebían era justificar su exis.tencia: para ello bastaba es­cribir, "hacer buenos libros".La lucha del proletariado erauna buena cosa para el pro­letariado, pero no era asuntode los intelectuales. " A ca­da uno su tarea." (p. 15).

Mas la bancarrota ante elfascismo, sufrida en Munichpor los gobiernos burgueses,vino a descalificar sin reme­dio esta concepción de las"historias" individuales. Laguerra descubría "en-el-mun­do" una consistencia objetivaque violaba las fronteras su­tiles de los proyectos existen­ciales. Se imponía una his­toriá común, cuya presencia"fáctica" había sido descui­dada por la ontología sartrea­na. En las prisiones alemanasy en la lucha de resistencia,los existencialistas pudieroncontinuar este "duro apren­dizaje de lo real". Recono­cieron que sus posiciones ideo­lógicas los. hacían herederosdirectos de aquel modo decomportamiento intelectual,que apareció con la época ca­pitalista, mediante el cual(como lo explica Brecht enel caso de Galileo) "la bur­guesía aísla la ciencia en laconciencia del científico, lacoloca como islote autárqui­co, para, en la práctica, poderincluirla en su política, sueconomía y su ideología".

A partir de 1943 comienzaa presentarse en su filosofíael gran tema autocrítico del"compromiso intelectual".

((La tercera vía sin tercerafuerz~", es el título que daBurnier a .la primera partede su estudiO. Trata los cincoprimeros años de vida de LesTemps Modernes; es decirel período en que los exi~tencialistas de izquierda ini­cian la realización de suprograma literario - políticolocalizan concretamente la~fuerzas de la "reacción anti­humanista y antidemocráti­ca" y experimentan las limi­taciones, tanto físicas comoteóricas, de su propia posi­ción.

"Haga lo que hiciere, elescritor 'es de la partida', es­tá marcado, comprometidohasta en su más lejano reti­no ...", afirma la Presenta­ción de Les Temps Modernes.El escritor que se guía poreste reconocimiento, "el es­critor comprometido, conti­núa Sartre, sabe que la pala­bra es acción, sabe que revelares cambiar y que nada sepuede revelar si no se pro­yecta cambiar" Esta convic­ción, junto a la idea de que"lo que está en juego es lalibertad humana", la posibi­lidad de un orden democráti­co-social, constituye la líneadirectriz de Les Temps Mo­dernes en su labor de "escla­recimiento de la situación" yen sus alineamientos políti­cos.

Inseguros en el terreno dela teoría, carentes de unaconcepción coherente de lahistoria, los existencialistas sedebaten en la búsqueda deuna "moral antiburguesa"(Sartre) o de un "materi~­lismo histórico de la ambi­güedad" (Merleau-P o n t y)que puedan fundamen~aru~a

nueva política revoluclOnanay antidogmática. Mientrastanto se adhieren a los plan­teamientos generales del Par­tido Comunista Francés ydeclaran estar, incondicional­mente, por los intereses delproletariado.

Ya en esta época se pre­sentan las cuatro posicionesque caracterizarán toda .Iatrayectoria polí~ica .del eXIS­tencialismo de IZqUierda: s.uanti-golismo radical, .su CrI­ticismo frente al Partido Co­munlsta Francés, en lo quetiene de dogmático y refor­mista, su negativa a ~odo ~n­tendimiento con el ImperIa­lismo norteamericano y, sobretodo, su dedicación a la de-

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fensa y valoración de los mo­vimientos revolucionarios enlos países colonizados y semi­colonizados.

Como bien lo anota Bur­nier, "son las relaciones conel Partido Comunista las queconstituyen, en realidad, elfundamento político y teóricode la lucha de los existen­cialistas" (p. 46). Relacionesambiguas, que se ilustranbien en la frase de Merleau­Ponty: "No se puede ser an­ticomunista, pero tampoco sepuede ser comunista." Losexistencialistas consideran losobjetivos proletarios como laúnica solución al status anti­humano de la sociedad bur­guesa, reconocen en el Par­tido Comunista al legítimorepresentante del proletaria­do, pero estiman que el mar­xismo --que ellos identificanen esos años con "la escolás­tica mecanicista del stalinis­mo"- es una ideología inca­paz de "dar cuenta de laverdad del hombre". Sartre,en su artículo "Materialismoy Revolución", l1ega inclusoa plantearse la disyuntiva:¿ traicionar al proletariado ennombre de la verdad o trai­cionar la verdad en nombredel proletariado? Los comu­nistas, por su parte, alimen­tan estas vacilaciones cuandodeclaran al eXlstencialismo"el"'emigo ideológico númerouno", "ideología burguesa derepuesto", "lacayo al serviciodel golismo y del imperialis­mo americano", etc., etc.

Luego de buscar en el cam­po burgués, y de no encon­trar la filosofía que supereal marxismo en la solución delos problemas epistemológicose históricos planteados por lalucha de clases, los existen­cialistas de izquierda comien­zan a pensar independiente­mente dentro de los esquemasmarxistas. A partir de 1953comienzan a vislumbrar laspO$bilidades teóricas del ma­terialismo histórico, opacadashasta entonces por la "polí­tit¡l ideológica" del parudosoviético.

Antes, sin embargo, experi­mentan una vez más las con­tradiciones de su neutralismo.Deseosos de "dirigirse direc­t a m en t e al proletariado",participan en la "aventura"del Rassemblement Démo­cratique Révolutionaire~ Estemovimiento, q.ue debía jugarun papel mediador entre las

diversas tendencias de la iz­quierda, se revela poco a po­co como una acción exclusi­vamente anticomun:sta, co­rroída por el reformismo yamedrentada ante las amena­zas n o r t e a m e r ican a s. LesTemps Modernes obtiene suslecciones de este fracaso einicia desde entonces su tra­bajo de estrecha colaboracióncon el Partido ComunistaFrancés.

La segunda parte del es­tudio de Burnier está dedi­cada a este periodo (1950­1956) de activa labor políticapor parte de los existencia­listas. Es la época de la par­ticipación en el Movimientopor la Paz, de la propagandaen bien de la liberación deVIetnam, de la denuncia delmacartismo norteamericano y,sobre todo, de la defensa in­condicional de la revoluciónargelina (a partir de 1954).Es también la época de laspolémicas con Camus, Le­fort y Merleau-Ponty (quiene separa en 1953 de la direc­

ción de la revista, atonnenta­do por la falta de perspecti­vas de la revolución europea)y de los análisis sociológ.co­políticos ("Los comunistas yla paz", "La situación de laizquierda", etc.). Todo esteperiodo de íntimo acuerdocon los comunistas no puedeocultar, sin embargo, que lasconclusiones teóricas -estavez apegadas a los postuladosmarxi tas- a que han llega­do los xi tencial'stas no con­cuerdan con los presupuestosde la política propIa del Par­tido Comuni ta Francés. Estehecho se hace patente conmotivo de la rebelión húngarade 1956. Sartre aprovecha es­ta ocasión (en El fantasmade Stalin), para desarrollarsu teoría del stalinismo, de­nunciar la herencia stalinistade los partidos comunistastradic;onales y postular lo queél considera que son las con­dic.enes necesarias para unaverdadera "destalinización".Este asunto pone fin al se­gundo intento de actividadpolítica de Les Temps Mo­dernes.

La ruptura con el PartidoComunista Francés lleva alos existencialistas a plantear­se el problema del "compro­miso" en un n;vel nuevo ymás riguroso. No sólo han de­jado atrás los ideales de supnmera época, es decir, su

socialismo de inspiración pu­ramente moral y sus' ilusionesrespecto a una "superación"del marxismo; han abando­nado también la convicciónposterior que les hizo actuarcomo si en Francia hubieseexistido una situación revolu­cionaria y se hubiese impues­'to un estrechamiento de filasen torno al Partido Comunis­ta Francés (pp. 95-96).

Les Temps Modernes ini­cia en 1956 la nueva etapade su actividad literario-polí­tica que continúa hasta nues­tros días. Bumier nos la rela­ta bajo el título de upar unaizquierda irrespetuosa". Lostemas principales que ocupanen este periodo a los existen­cialistas pueden resumirse entres: la lucha por la unifica­ción de la izquierda en tornoal PCF, la campaña por elreconocimiento de las posibi­l¡dades revolucionarias en elTercer Mundo, la defensa delos movimientos anticolonia­listas y anti-imperialistas y laempresa teórica en bien delennquecimiento de la f¡loso­fía marxista.

Tanto en los intentos porfortalecer a la izqu.erda fran­cesa como en la oposición ala política imperialista, losexistencialistas han ocupadosiempre posiciones de van­guardia. Por ejemplo, ellosfueron los primeros en descu­brir a la izqUIerda francesala identidad de sus interesescon los del FLN argelino(pp. 131ss.); lo mismo puededecirse en lo que respecta ala Revolución Cubana. Sinembargo, es el tercer tema, elque trata del enriquecimien­to teórico del marxismo, loque ha ven'do a constituir lapreocupación central de LesTemps Modernes. El pensarmarxista les ha llevado a des­cubrir, en la época actual,caracterí s tic a s cualitativa­mente nuevas que exigen delos comunistas un esfuerzoteórico de gran alcance.

"La evolución de la socie­dad industrial en Occidente,las insuficiencias del socialis­mo, como se ven luego delXX Congreso, la importanciaque ha adquirido el TercerMundo, todo esto, dice Bur­nier al final de esta parte desu libro, constituye un con­junto que plantea una pro­blemática enteramente nuevay que la izquierda afronta enla impotencia... Hay que

volver a pensar muchas co­sas, l1evar a cabo un descu­brimiento: hay una sociedadque comprender y desenmas­carar, porque no es concebi­ble que se pueda elaborar unprograma y una estrategiapolíticas sin tener, ante todo,un conocimiento de la histo­ria de esta sociedad, 'sin haberplanteado correctamente losproblemas. .. Lo que LeúTemps Modernes considerasu deber inmediato es contri­buir a un esfuerzo de investi­gación y levantar la voz paraadvertir a la izquierda quepennanecer ignorante, dividi­da e inmóvil, significa firmaruna condena de muerte. Sumeta es servir a la izquierda,pero t a m b i é n llamarle laatención" (pp. 168-169).

Sus documentos y reporta­jes sociológicos y políticos, suscrít:cas culturales de toda ín­dole, sus análisis de la situa­ción social, que abarcan todoel panorama de la lucha dedaSes mundial, sus discusioneSteóricas en todos los camposdel saber contemporáneo, to­do esto ha hecho de LesTemps Modernes una de laspublicaciones marxistas demayor importancia. No es to­davía tiempo de intentar unjuicio definitivo acerca de suefectividad histórica; en laConclusión y en el Epílogode su libro, Burnier se llmi·ta a subrayar la impoctanciade los existencialistas de iz­quierda en la fonnación de"la voluntad revolucionariade una parte de la juventud I

francesa" (p. 185)."Sartre decía un día que

el punto de partida de mu­chos de los jóvenes era, paraél, su punto de llegada. Ycomienza a ser verdad ...Hoy en día, la experienciadel pensamiento sartreanopermite ahorrar una trayec­toria que fue necesaria enotro tiempo" (p. 189).

Frente al libro de Bumier,el lector latinoamericano seve obligado a establecer unacomparación. ¿Ha habido al­guna circunstancia privilegia­da que ha eximido a los in­telectuales latinoamericanosde ese camino difícil y con­tradictorio que condujo a losexistencialistas a sus posic:o­nes revolucionarias? ¿Bastaser intelectual para ser revo­lucionario en América Lati­na? Si es así, ¿en qué ha con­sistido el "compromiso" de

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nuestros intelectuales? ¿No essignificativo que los intele~­

tuales revol u c ion a l' i o s deAmérica Latina han pertene­cido, en su gran mayoría, ala actividad artística? ¿Noserá que hemos confundidoproareso con revolución y de­clar~ción con compromiso?¿Dónde están, si no, haciendoa un lado honrosas pero yaun tanto lejanas excepciones,los "aportes originales y crea­tivos" a la filosofía de la re­volución -campo prácticodel intelectual comprometi­do? Tal vez debamos reco­nocer que, en esta materia,estamos dando los primerospasos. Que ahora se nos vuel­ve problema el compromiso yque es mucho lo que tene­mos que aprender de empre­sas parecidas a la de los exis­tencialistas de izquierda.

-Bolívar Echeverría

Antonio Rodríguez. El he­'nequén, una planta calum­niada, B. Costa Amic Edi­tor, México, 1967. 346 pp.

Si bien en los últimos añosmucho se ha escrito sobre lasventajas de la reforma agra­ria efectuada en México, en lamayoría de los casos se hanhecho enfoques con carácterapologético, tratando de de­mostrar su carácter positivo yatribuyéndole consecuenciasfavorables para el desarrollode nuestra economía que, ob­jetiva y analíticamente, nose encuentran en realidad. Enotras ocasiones, los trabajosque se han dado a conocersobre el tema muestran la ten_dencia a menospreciar el im­pacto que dicha reforma tu­vo sobre el desarrollo econó­mico de México, culpándolade todos los males que aque­

'jan a agricultura.No obstante la diversidad

de trab~jos sobre tan apasio­nante tema, son pocos los quehan logrado penetrar en lacompleja realidad que dichofenómeno ha traído consigo;y mucho más escaso resultahallar trabajos que, referidosa un producto y a una zonadeterminada, aportan al co­nocimiento del problema másexplosivo de México materia­les veraces y soluciones dignasde tomarse en cuenta. Anto-

nio Rodríguez nos ha dado ensu libro uno de los escritosmás completos de que tenga­mos conocimiento sobre elhenequén.

Es bien conocido el hechode que en México, hasta an­tes de 1910, la estructura dela tenencia de la tierra acu­saba una enorme concentra­ción de la propiedad territo­rial en manos de un reducidosector de la población. Esaestructura de la tenencia dela tierra se guardaba comouna nefasta herencia dejadapor el colonialismo español yadquiría en Yucatán las ca­racterísticas más extremas,tanto respecto a la explota­ción directa que se hacía deltrabajo del hombre, como altrato dispensado por la lla­mada Casta Divina (formadapor descendientes de los an­tiguosencomenderos),alpeónde ascendencia maya.

La gran mayoría trabajabaen las grandes haciendas he­nequeneras, y aun cuando laproductividad por hombre­hora en dichas explotacionesera sumamente baja, no porello dejaba de generar el ex­cedente económico -diferen­cia entre el valor de la pro­ducción agrícola y el valorde Jos bienes consumidos porla población dedicada al tra­bajo de la tierra-, el cualera canalizado por diferentesmecanismos hacia el gran te­rrateniente y propietario, ade­más, de las plantas industria­Jizadoras de' la fibra produ­cida. Dado el desarrollo deun país está condicionadopor el volumen y por la for­ma d~ utilización del exce­dente, es conveniente apuntarde qué manera era logrado einvertido dicho excedente porel reducido grupo de poten­tados.

En primer lugar, el exce­dente económico era canali­zadohacia los terratenientespor ser ellos los poseedoresde la tierra: recibían el pagode la renta por su uso, porel funcionamiento de las"tiendas de raya", y por lautilización de la fuerza detrabajo de los peones en laspropiedades que el hacenda­do les asignaba. En Yucatán,la situación del indígena ad­quiría características más in­dignantes: la falta de tierraspara el cultivo individual de

sus milpas, la reducción delas tierras comunales a unalegua cuadrada. incluyendoen estos límites el fundo legalde los pueblos, las elevadaslimosnas y diezmos periódi­camente dadas a los párro­cos la discriminación racialco~tra los indios en las 'po­blaciones de carácter mixto,la servidumbre en las hacien­das, los castigos corporales.

El excedente económicoasí obtenido era utilizado pa­ra el sostenimiento de un al­to nivel de vida con unaO'ran proporción de consumoM • •suntuario, y sólo un inslgm-ficante porciento iba a fomen­tar los rendimientos agríco­las o la productividad de lasfincas. En Yucatán, más queen otras partes del país, elelevado consumo suntuariode su "casta divina" era unaforma mediante la cual sehacía obstensible la posicióneconómica y social. Pero elsubdesarrollo agrícola de lashaciendas henequeneras nosólo estaba determinado porla forma de utilizar el exce­dente económico. sino que lamagnitud de las plantacio­nes impedía que dicho ex­cedente fuese más grande.En la misma forma que elminifundio es improductivo,así también el latifundio ge­nera las diseconomías de es­cala, impidiendo que el ex­cedente sea mayor. Para laclase detentadora del poderera no sólo indispensable te­ner la mayor cantidad de lu­jos posibles, sino también elposeer grades extensiones detierra bajo su dominio.

Yucatán era una de las zo­nas donde los cambios socia­les se hacían más urgentes de­bido a la gran concentraciónde la tierra, a la inhumanaexplotación del campesino, ala falta de riquezas naturalesque explotar y a la diferen­cia racial que separaba al ha­cendado blanco del peónindígena. Pero, como anotael autor, en ninguna regióndel país se inició la Revolu­ción de 1910 tan tarde y .::ontantos tropiezos y contradic­ciones como en Yucatán. Sal­vador Alvarado, al liberar alos peones de la servidumbre,fue el iniciador de los cam­bios sociales, mismos que com­pletó Lázaro Cárdenas al lle­gar al poder y ordenar que sehicieran efectivos los repartos

de tierra que tibiamente se ha.bían comenzado en 1919 ycrear la Agencia del BancoNacional de Crédito Agrario,encargada de facilitar créditooportuno y barato al cam-

,pesino.Como respuesta a las pri­

meras expropiaciones hechaspor el Gobierno, los dueñosde las haciendas comenzaronuna explotación irracional delas plantaciones, con el pro­pósito de sacar en el menortiempo el máximo provechoy entregar finalmente a losejidatarios henequenales im­productivos; y en segundolugar. a entorpecer el funcio­namiento de las máquinasdesfibradoras. Se hacía. portanto, necesaria la entrega dela maquinaria al campesino,con la finalidad de liberarlototalmente del dominio queel hacendado e industrial he­nequenero durante tantosaños había impuesto, abrirnuevos mercados y aumen­tar la calidad y producciónde la fibra.

Cárdenas dispuso en 1937,para tal efecto, una serie demedidas que contemplabanla rápida entrega a los cam­pesinos de las tierras de Yu­catán, fijaba la extensión dela pequeña propiedad en di­cha región de acuerdo mnlas características del cultivo,organizaba el ejido heneque-~ro bajo el sistema colectivo,

disponía la adquisición de losequipos industriales que per­mitieran la creación de uni­dades agrícolas-industriales, laconcesión de préstamos a lasunidades y la iniciación deobras de infraestructura, ten­dientes a lograr el desarrolloeconómico y social de la Pe­nínsula.

Sin embargo, diversas cau­sas influyeron a que el idealcardenista no llegara a feliztérmino:

19] En Yucatán, como enotras regiones, debido a unaestructura legal rígida y eco­nómicamente inadecuada, launidad productiva de la vie­ja hacienda fue destruida, ylos nuevos ejidos considera­blemente poblados y sujetos,desde su principio, a un in­cómodo desequilibrio de losfactores de producción.

29]' Además, aun lo que pu­do haberse hecho dentro dela estructura legal existente,en relación a la distribución