7/27/2019 Las Tres Mitades de Ino Moxo y Otros Brujos de la Amazona - Csar calvo
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L A S T R E S M I T A D E S
D E I N O M O X O
y otros brujos de la Amazonia
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Primera edicin: Proceso Edi to res y Edi torial
G r f i ca LA BO R, Junio de 1981.Segunda edicin: Proceso Edi tores y Edi torial
Grfica LA BO R, Jul io de 1981.
Tercera edicin: P roces o Edi to re s y Edi to r i a l
Grfica LA BO R. Agosto de 1981.
Cuaria edicin: Proceso Edi tores y Edi torial
Grfica LABOR, Set iembre de 1981.Quinta edicin: Proceso Edi tores y Edi torial
Grfica LABOR y Centro de Estudios
para el Desarrol lo y la Part ic ipacin
(CE D EP ) , O c tu bre ' de 1981 .
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AGRADECIMIENTO
AI maestro Ino Moxo, dos de cuyos res
cue rpos des apa rec i e ron echando humo
A los brujos Don Javier, Don Hildebrando,
Don Juan Tues ta y Juan Gonzlez.
A Manuel De Bernardi . en lo al to del Cusco,
O mbl igo D e l Mundo .
A Esteban Pavlet ich, quien nos ense el
coraje y la alegra de vivir y escribir
libros y libres.
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NDICE
Prlogo a la edicin italiana.
Envo. . . .
A manera de Proemio
Ino Moxo enumera las pertenencias del aire.
ILAS VISIONES
1.Cmo algunos brujos crean personas.
2.Todos los campa son asesinados
pero ninguno muere
3.Al nio Aroldo Crdenas
lo convierten en duende
4.Don lun Tuesta dice que las cosas
no son como son sino como lo que son5.Se cumplen las profecas
de la flor del toh
6.Vi un Cristo feliz
que abri las alas y se fue volando
7. Vi tambin otro pueblo que no he visto jams
8.Las hembras que no pueden tener hijos
paren un arcoiris. '..
IIEL VIAJE
1.No en vano esos arboles
se llaman palosangre2.Mil aos demor en llegar a Pucallpa
el Va so Sagrado de los inkas del Cusco. . . . .
3.Nuestro gua se extrava.
4,Ivn regresa trayndonos un venado y un nio.
5.Un rbol muerto nos prohibe seguir adelante. . .
Pg.
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23
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41
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51
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89
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6. Do n Hildebrando lee en el aire
un libro de Stfano Vrese 129
7.Nos enteramos que el primer hombre fund la
nacin de los campa y que, adems, no fue hombre .. 139
8.Cmo fue que se hizo la luz sobre la tierra 149
9.Don Javier asegura tener
solamente sesenta millones de aos. 151
10.Cierto pjaro devora pueblos enteros. 155
11.Don Javier nos informa del negro Babal
y de otros enterrados en el mar. . . . ._ 161
12.La mejor frmula de reducir cabezas 179
13.Final de la historia
de Kaametza y Narow que no tiene final. 187
IIIINO MOXO Prlogo a la Edicin Italiana
1.Y nos fue concedido conocer a la Pantera Negra. . . . . 203
2.Ino Moxo naci a los trece aos de edad 213
3.Vida, traicin y muerte del curaca Hohuat 221
4.El jefe Ximu ordena, los ros obedecen 225
5.Ino Moxo dice que las palabras nacen, crecen
y se reproducen pero no en castellano 229
6.La cachetada que incendi al petrleo 239
7.El maestro Ino Moxo se despide 241
8.Jos Mara Arguedas besa la boca de una cerbatana 245
9.El maestro Ino Moxo desaparece echando humo 249
10.Va Crucis del otorongo negro. 257
11.Juan Gonzlez camina siete das
por el fondo del ro Ucayali. 261
LAS CUATRO MITADES DECESAR CALVO (Y DEL PER)
IVEL DESPERTAR
4.Donde se ver que las mscaras
estn siempre debajo de la cara. 269
3.Y me orden contar desde mi otra persona. 2 7 7
2 .Al gu n o s personajes y parajes del sueo. . . .........285
1.Vocabulario. 319
f
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En sus clebres Tesis de Filosofa de la Historia Walter Benjamn
define cabalmente la actitud correcta del "materialista histrico"
frente al pasado. Sabido es que Benjamn rechaza todo proceso
de identificacin y que, al contrario, aboga por una distancia
crtica: "Porque el patrimonio cultural que l abraza con la mi
rada tiene inevitablemente un origen en el cual no puede pensar
sin horror. Debe su existencia no slo a la fatiga de los grandes
genios que lo crearon sino tambin a la esclavitud sin nombre de
sus contemporneos. No es nunca documento de cultura sin ser
al mismo tiempo documento de barbarie".Esta afirmacin, que Walter Benjamn refera q la civiliza
cin occidental y sus contrastes de clases, puede proyectarse leg
timamente a nivel mundial. En nuestra poca, signada por el
imperialismo y su devastacin econmica y cultural, cabe tomar
la propuesta del filsofo alemn como una incitacin a investi
gar lo que subyace realmente tras un proceso en apariencia des
lumbrante. Respecto a la selva amaznica, por ejemplo, no es
una paradoja sostener que el intrprete ms autntico de la intui
cin de Benjamn es el brujo Ino Moxo: "Cuando pienso en
Fitzcarrald y en sus mercenarios, dijo Ino Moxo, cuando pienso
que esos genocidas eran hombres me dan ganas de nacionalizarme
culebra".
Es la manifestacin excedida pero coherente de u n mundo
ignorado o, peor, agredido. Insurge en estas pginas esa parte
del Per que slo en los ltimos aos ha empezado a ser visua
lizada al menos por un sector de la cultura nacional. Por ello es
elocuente el homenaje que el texto aqu presentado dirige a
Stefano Vrese y a su libro fundador "La Sal de los Cerros".
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Las distintas mitades del Per que, como las de no Moxo,
rebasan la matemtica convencional, aparecen dentro de este re
lato en su forma ms cumplida. Primeramente, por supuesto, el
Per de la selva, que resisti a los Incas, a los espaoles, a l Per
republicano. La Amazonia: ese mundo que an hoy sigue opo
niendo su dimensin mgica contra el asalto de las transnacionales.
El autor no se permite ninguna complacencia anacrnica por
la visin idlica del "estado natural". No hay aqu la menor
evocacin mtica del "buen salvaje". Lo que se nos plantea, en
cambio, lo que s va aflorando a o lar go del libro es el propsito
de reivindicar la dignidad y autonoma de una cultura.
Dentro de este marco debe tambin interpretarse la presencia
de la droga. Encontramos en el texto una expresin sumamente
reveladora de la postura del autor y protagonista respecto al aya-
w a s k h a : "Probablemente all, al beber los jugos del ayawas kha,
droga sagrada que los hechiceros extraen de la liana-del-muerto,
yo haya tambin bebido la inquietud que tiempo despus me
llevara " La droga no implica, por lo tanto, ninguna forma
de evasin ni. mucho menos, de apaciguamiento, sino que es
instrumento para conocer en forma ms profunda una realidadotra . Al mismo tiempo propicia la identificacin con una cul
tura distinta, el apropiarnos de ella, es decir asumirla y sentirla
como propia, a travs de sus formas especficas de expresin.
Curiosamente, otra vez recurrimos al ejemplo de Walter Ben
jamn, a su proyecto de escribir un trabajo terico acerca de los
efectos de las drogas. De aquel diseo inconcluso nos quedan
los extraordinarios apuntes y las versiones verbales de las expe
riencias que Benjamn comparti con algunos amigos, entre ellos
Ernst Bloch. A pesar de la distancia inevitable entre contextos
culturales tan dispares, existe una idntica voluntad de lucidez y
profundizacin. Pero lo que en el pensador alemn es sobre todo
una exploracin de los lmites de la conciencia y la sensibilidad,
en LAS 3 MITADES permanece vinculado a una realidad pecu
liar.
La droga y los sueos que ayuda a producir, son el medio
para acercarse a las otras dimensiones del Per. Se trata, en
primer lugar, del Per incaico, evocado aqu en sus smbolos ms
14
representativos. Tambin en este Caso la visin originaria es
sustituida prontamente por su "dolido reverso". A travs de los
poemas quechuas de Isidro Kondori emerge la condicin alienada
de los antiguos dueos y seores del pas. Ya se han vuelto
extranjeros en su patria, expropiados de su propia cultura.
Y asoma simultneamente la tercera mitad del Per, el olvi
dado y removido mundo negro. Esa raza "que pas sobre el
mar / entre cadenas, que pas entre cadenas sobre el mar" (Nicols Guillen), ha sido desde siempre aso ciada a otros pases de
Amrica Latina, en particular a las Antillas y al Brasil. Slo
recientemente su presencia en la realidad peruana viene recla
mando con energa creciente sus derechos. Lo hizo, una vez
ms, con la intervencin de Csar Calvo, Director Artstico del
ballet "Per Negro", mediante los ritmos afro-peruanos que obtu
vieron el primer premio del Festival Iberoamericano de la Danza
efectuado hace un tiempo en Argentina. Y ms tarde, ba jo forma
distinta, se ha manifestado en la violenta "visin al revs" del
mundo de los amos blancos, con el CANTO DE SIRENA de
Gregorio Martnez-
Resta, por ltimo, el componente blanco del pas, pero ste
se halla precisado ya en las palabras despectivas de Ino Moxo
que citamos unos prrafos antes. El propio Gonzlez Prada,
por lo dems, hace casi un siglo, neg a los blancos de la costa
peruana la legtima representacin de su pas. Pero este libro
intenta proporcionarnos una visin integral, donde cada elemento
posee su especificidad.
La prosa del autor es eminentemente potica, visionaria, y
no hay que buscar en ella los rasgos de un tratado analtico a
seudo-cientfico, por ms que a travs del juego deslumbrante de
las metamorfosis y los desdoblamientos se perciba una variada y
profunda unidad. Advirtese en LAS 3 MITADES una tensin
subterrnea dirigida a la integracin, como factor dinmico, como
punto de llegada, no como resultado preconstituido. La creacin
de un doble, manifestada en la alternancia de los dos Csares
(Calvo y Soriano), pero tambin en la sensacin de tener dos
cuerpos, producida por la droga, simboliza en gran parte aquella
condicin de desgarramiento que se pretende vencer.
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En realidad, lo que est en juego es un concepto d istinto y
superior de la unidad y la integracin. El autor ofrece una vi
sin lcida y despiadada de cmo se han perseguido tales objeti
vos. La unidad a triunfar ha sido una unidad allanadora, nive
ladora, impuesta desde el poder, que ha ido sacrificando y borran
do las riquezas de la variedad, tratando de concretar una imposi
ble uniformacin.
En esta intuicin se nota la presencia profunda de JosMara Arguedas, a veces latente en algunas citas indirectas (por
ejemplo esos cndores que no pueden vivir en "los arenales de la
costa", reminiscencia de "los arenales candentes y extra os" de
Warma Kuyay) y a veces, como al final, bajo el aspecto de un
personaje evocado por el sueo. No es solamente el Arguedas
cantor e intrprete del mundo andino. Es tambin el escritor
que contempla co n mirada lcida y desesperada, en el espejo
infernal de Chimbte, el reflejo de un proceso de homologacin
que tiende a suprimir lo especfico y lo individual en nombre de
una "civilizacin" y una "modernizacin" cada da ms crueles y
siniestras.
El mundo de la selva olvidada y marginada se transforma
as en un ob servatorio indito y privilegiado, imprescindible para
comprender el todo del pas, todo el pas. Justamente porque
se trata de un caso-lmite, de una forma extremada de opresin
y negacin, es posible reconstruir a partir de all todas las mita
des del Per.
En este mundo que se niega a doblar la cabeza, la d imen
sin mgica proclama con mayor fuerza su presencia. La cerca
na de la vida animal (otro elemento que nos remite a Arguedas)
permite la circulacin continua entre su esfera y la de los hom
bres. Las metamorfosis forman parte de un contexto an ms
general, dentro del cual la brujera cumple un papel notable. Losbrujos obligan bruscamente al leetor a enfrentarse con mecanis
mos diametralmente distintos de los acostumbrados. El mismo
protagonista-narrador parece forzado a una especie de rendicin
de cuentas frente a esos nuevos puntos de referencia, frente a
esas inslitas unidades de medida. Esto se percibe con mejor
claridad en la relacin de las visiones, donde el clsico estilo
16
anafrico (Vi. . . vi. . . vi. . . etc.) se ayunta con lo que podra
mos llamar un arreglo progresivo d el enfoque, inspirado en la
exigencia de una restitucin integral. La voluntad de permane
cer lo ms apegado posible y fiel a la visin revela un aspecto
fundamental que generalmente suele descuidarse. El subjetivis
mo excesivo, en efecto, es slo la apariencia de la actividad visio
naria. Lo sustantivo es la aspiracin a transformar en patrimo
nio colectivo la vivencia personal.
Regresar a la selva es uno de los sntomas de cierta crisis de
perspectiva que atae directamente al gusto de vivir. Pero en el
mundo de los as han inka el autor no rastrea exclusivamente una
solucin personal a esta crisis. Entre los denominados "primi
tivos" y "salvajes" l encuentra una visin del mundo y un siste
ma de valores que desmienten tales eptetos y nos fuerzan a una
revisin radical. Todo esto no es ms que el eco vigente de una
antigua querella, de un deslinde que empez a erupcionar en el
primer siglo de la conquista y la colonizacin, cuando Michel
de Montaigne se preguntaba quines eran los verdaderos salvajes.
En el captulo XXXI del Libro Primero de sus E n s a y o s , Montaigne
conclua que "en aquel mundo no hay nada de brba ro ni desalvaje, por lo que se me ha dicho de l, sino que cada cual llama
barbarie a lo que no cabe dentro de sus costumbres".
La conciencia ecolgica, por ejemplo, es un fenmeno rela
tivamente reciente en el mundo "civilizado", por lo menos a nivel
de masas. Y se ha ido desarrollando solamente frente a una
situacin catastr fica, empapndo se por ello de una ideologa
verdaderamente catas trofista, muchas veces disfrutada por el sen-
sacionalismo de los mass-media. Entre los indios del Per ama
znico, que desconocen la ecologa como ideologa o moda,
existe una relacin normal y espontnea de r espeto a la natura
leza, vinculada con exigencias muy precisas de sobrevivencia.
En nuestro mundo "occidental", asimismo, en los ltimos
tiempos viene imponindose la moda de la "medicina natural",
aceleradamente tra nstocada en nueva fuente de negocios y de ex
plotacin. La sabidura de los indios, en cambio, conserva una re
lacin orgnica y armoniosa con las plantas, buscando la salud y
la felicidad del hombre, sin rebajarse, rechaz ando cualesquiera
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forma de comercializacin. E, inclusive, advierte la imperiosidad
de poner sus conocimientos, su "magia verde", como la llama el
autor, al alcance de los blancos , esos humanos cada da ms y
ms envenenados por una medicina que se ha vuelto enemiga de
la humanidad.
Cedemos nuevamente la palabra al viejo Montaigne, en aquel
captulo significativamente titulado Sobre los Canbales : "Ellos
son salvajes de la misma manera en que nosotros consideramossalvajes los frutos que la naturaleza produjo por s misma en s u
desarrollo natural: mientras que, en realidad, deber amos sealar
como salvajes a los que con nuestro artificio hemos adulterado y
desviado del orden general. En aquellos son vivas y vigentes las
virtudes y propiedades autnticas y ms tiles y naturales, que
nosotros en cambio hemos hecho bastardear en stos, solamente
para adaptarlos al gozo de nuestro gusto corrompido".
Pero estas intuiciones, en el libro que aqu presentamos, no
se expresan con los trminos de un tratado ni mucho menos de
un panfleto. En todas las pginas de LAS 3 MITADES encon
tramos el inequvoco lenguaje del poeta que es, ante todo, Csar
Calvo. Los recursos caractersticos de la fbula asoman a veces,
como en la figura d e la viejita que alerta al protagonista acerca
del peligro representado por las anguilas electrizadas. Sobre todo
domina una continua mezcla y alternancia de los distintos' planos
narrativos, que contribuye a crear toda una atmsfera suspendida
entre la realidad y el sueo.
En efecto, la lgica del mundo corriente es substituida por
una lgica visionaria que confiere inesperada unidad a los trmi
nos y motivos aparentemente ms lejanos. La evocacin de la
autntica, reciente y malograda guerrilla del MIR dirigida por
Luis De La Puente Uceda se relaciona con el tema central del
libro. Los guerrilleros, dramticamente, no consiguen el apoyode la poblacin autctona: no saben hablar su lenguaje, no saben
penetrar su sistema simblico. Las palabras de quienes inmolan
generosamente sus vidas en nombre de la revolucin siguen sien
do caracetrizadas por una visin del mundo que resulta extraa
a los indios. Ellos se expresan en el lenguaje proftico del mile-
narismo que los lleva, hasta hoy, a esperar el regreso mtico de
18
Juan Santos Atao Wallpa. Tiempo lineal y tiempo cclico se
contraponen sin posibilidad de comunicacin, estableciendo entre
unos y otros una barrera infranqueable, a menos de cuestionar
los acostumbrados esquemas realistas. Hace ms de medio siglo
Jos Carlos Maritegui intuy este hecho fundamental cuando
se puso a investigar sin prejuicios "El factor religioso" apelando a
La Rama D orada de James George Frazer para intentar com
prender las races de la religiosidad andina.
Otra Caracterstica importante de este mundo, como ya se
ha dicho, es la ruptura sistemtica de las nociones tradicionales
del tiempo. Como en los antiguos relatos, vueltos a descubrir
por la narrativa latinoamericana contempornea, la anticipacin y
el presentimiento juegan aqu un papel primordial. El mundo de
la selva, en realidad, no es propiamente ni un antes ni un despus
con respecto al mundo "civilizado". Es, bsicamente, un mundo
ot ro .
Y precisamente por esta situacin ajena, extraa, la selva no
slo se convierte, como dijimos antes, en un observatorio privi
legiado, sino tambin en una perspectiva que, repitiendo a los
formalistas rusos, podramos llamar de extraamiento, puesto quenos permite mirar y juzgar el mundo nuestro en forma totalmen
te novedosa.
Como todo viaje, ste tambin concluye en un regreso, qu e
por supuesto no es ni puede ser neutral. Las visiones vividas y
asimiladas durante este recorrido , al mismo tiempo simblico y
real, a compaarn desde ahora el itinerario del protagonista, obli
gndolo a una incesante confrontacin entre dos dimensiones dis
tintas y a veces opuestas. Su tarea ser entonces la de comuni
car, socializar lo visto y aprendido. Es la situacin, sagrada y
dolorosa, de todos los que tienen la misin de relatar una historia.
Esta narracin es el ltimo episodio de una larga vicisitudque arranca desde los primersimos aos de la conquista y la colo
nizacin. Estamos pensando en Gonzalo Guerrero, el espaol
capturado por los indios maya despus de un naufragio, y en
su compaero de fortuna, ese otro suprstite llamado Jernimo de
Aguilar. Ocho aos ms tarde, ni bien fue informado de sus dos
paisanos, el "conquistador" Hernn Corts envi mensajeros para
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rescatarlos. Se supo entonces que los dos cautivos no eran dos
sino uno. Mientras Jernimo de Aguilar se reintegra a la tropa
de Corts, y cumplir descollante traba jo como intrprete, Gon
zalo Guerrero se niega a volver a la "civilizacin". Otras fuentes
nos enteran de su muerte en batalla. Gonzalo Guerrero com
batiendo en las filas de los indios maya! Gonzalo Guerrero su
cumbiendo por ellos! Gonzalo Guerrero oponindose a la con
quista espaola de Yucatn!
Es el primer ejemplo de "aculturacin al revs" que hallamos
en las tierras de Amrica. Pero esta situacin se repite y repite,
de maneras distintas, aun hasta nuestros das, a lo largo de toda
la historia de las relaciones entre "civilizados" y "salvajes". A
travs de la narracin de estos encuentros entramos cada vez ms
en contacto con una realidad que provoca una crisis dentro de
nuestros instrumentos diarios de juicio. La lectura de LAS 3
MITADES DE INO MOXO, adems, nos permite acercarnos a
lo real con una nueva disponibilidad para comprenderlo en toda
su complejidad.
Vivimos un perodo de crisis en el cual se habla cada dams de "calidad de la vida", porq ue advertimos justamente una
insatisfaccin profunda y oscura. La selva amaznica y sus habi
tantes nos o frecen una fuente insospechada de reflexin proble
mtica. Las mitades de Ino Moxo (de Csar Calvo, del Per),
precisamente porque su suma no llega a la redondez de la cifra
entera, siguen representando un impulso hacia una inquietud per
manente y fecunda.
ANTONIO MELIS
20
ENVO
Hace no tantos aos , cuando los nat ivos de la selva amaznica
es taban s iend o ex termi nados por los cauc hero s , e l jefe de la
nacin amawaka, brujo que alcanz fama de todopoderoso bajo
el nombre de Ximu, supo que su pueblo sobrevivira nicamente
si enfrentaba con armas de fuego, no slo con lanzas y flechas, a
los merc enar ios blanco s . Com o tambin en aquel t iemp o era
prohibido vender fus i les a los aborgenes , e l jefe amawaka Ximu
hizo raptar al hijo de un cauchero y lo design sucesor suyo re
bau t i zndolo Ino Moxo, en idioma amawaka: Pantera Negra. Fu e
as que tan temi dos ant ropf agos l legaron a ser jefat urado s por
un hombre blanco y consiguieron subs is t i r . Ino Moxo, disfra
zndose con su anterior ident idad, sus t i tuyendo la ves t imenta in
dgena con pantaln y camisa de algn forneo muerto, se infi l t r
en las ciu dad es, ob tuv o armas de fuego y ens e su manejo a los
va rones amaw aka .
Al confiarme es ta his toria , mi primo Csar Calvo, nacido
en esos lares, me volvi part e de ella, no slo ina ugu r mi curio
sidad y acrecent la suya sino que fuimos presa de una misma
obsesin: lograr lo que nadie haba alcanzado en ms de dos d
cadas : entrevis tar a Ino Moxo, legenda rio jefe de los amawa ka.
Con Csar viaj de Lima a Pucal lpa, de Pucal lpa a Atalaya, de
Atalaya al capricho del clima y de los ros, a lomo de piragua,
has ta ese terri to rio agazap ado t ras el r o Misha wa. En el t rayec toconocimos a otros brujos , Don Javier, Don Juan Tues ta , Don
H i ldebrando , J uan G onz l ez , y recop i l amos o t ra s h i s t o r i a s , hechos
y personajes que fueron desbordando las intenciones de nues tro
reportaje .
Aun as, si alguien supone ver en estas pginas algo ms que
unas pginas , repi t iendo a Ino Moxo debo decir que "el milagro
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es t en ios ojos que miran , no en lo mir ado ". Porq ue en verdad
este libro no es un libr o. Ni una novel a ni una crn ica. Ap en as
un retrato: la memoria del viaje que yo cumpl sonmbulo, iman
tado por indomables presagios y por el ayawaskha, droga sagrada
de los hechice ros amaz nicos . Debido a el lo, acaso, es ta relacin
se inicia con mis primeras visiones de ayawaskha, aquel las im
genes que nos despejaron la ruta del viaje, los senderos que Ino
Moxo haba dispues to revelarnos .
N o es jus to que las gentes pade zcan da os como la di abetes , varios t ipos de cncer, males que aqu sabemos ahuyentar
me dira Ino Moxo cuan do nos desp edim os. Tod o lo que te he
dicho de m, de tantas cosas , me dira , te lo he dicho pensando en
esas gentes . Acaso alguien que es t por ah sin remed io, vct ima
de una enfermedad que los mdicos diplomados creen incurable,
alcan ce a leer lo que t escriba s y venga don de nos otr os y recu
pere acaso los con ten tos de su existenci a. Pa ra eso te he conta
do lo que te he contado. . .
Y para eso he jun tad o aqu LAS 3 MI TA DE S. Lo que en
ellas hay de valedero, si es que en ellas hay algo, me fue dictado
po r Ino Moxo, ms mediante vis iones que mediante palabras , a
lo largo de una sesin de ayawaskha mezclada con toh, ese otroalucingeno quiz tan desconcertante y poderoso.
Pero no te lo he dictado a ti sino a tu otra persona, a un a
de las gentes en quienes te desdoblas te durante las vis iones , du
rante la mareacin. . .
A adi r s o l amente que t odo , abs o lu t amente t odo lo que este
texto informa, cons ta en diecis iete cintas de grabacin, cons ta en
las fotografas y el vocabulario incluidos al cabo de lo es c r i t o ,
consta en cierto l ibro cometido por el cauchero Zacaras Valdez
e impreso en 1944 bajo el t tulo de "El Verdadero Fi tzcarrald
.Ante la Historia", uno de cuyos ejemplares encontr en la Biblio
teca del Concejo Municipal de Maynas , y cons ta esencialmenteen la paciencia de los Magos Verdes que accedieron a develarnos
algo de sus misterios y de sus ministerios.
CESAR SORIANO C.
quitos, Enero de 979
a manera de proemio:
Ino Moxo enumera laspertenencias del aire
E s una his toria larga, ya te di je . Si te contar a tod o, nada
me creeras . Nun ca se puede creer todo . Sabes? Nun can unc a
se puede escuchar todo. . .
Y o es toy dispues to a orlo, maes t ro Ino Moxo , me oigo
decir casi como un soborno, para eso he venido. . .
P od r a s ? N o, c reo que no pod ra s. Y su cabe za yen
do a un cos tado, t rayndola de regreso sus ojos :
S lo para dar te un ejempl o, mira la selva. Si te pon es
a escu cha r tod o lo que suen a en la selva, qu esc uch as. . . ?
Y como si acabara de capturarse l mismo, como si al mis
mo tiempo l fuera la cerbatana y el dardo y la presa y el cazador y los leos encendidos de la cocina esperando, Ino Moxo
algarabi su voz:
No solamente el grito de los monos escuchas, no sola
mente el zumbido del zancudeo, de la arambasa que es la abeja
ms brava y ms oscura, del chinchilejo que seguramente l lama
rs liblula, del chushpi que te infecta al picar, de la carachu-
pasa que sang ra sin aviso, no so lame nte oyes a la ronsapa
siseando en el aire, a la mantablanca que bebe tu cabello, a la
quilluavispa de vuelos amari l los , a l papsi que nace de gusanos
pero que no es gusano, a la wairanga que nunc a toc a el suelo.
No solamente oyes el pjaro flautero, el firirn que no sabe volar
y tiene alas, ni el ushn ni el tabaquerillo ni el shnsho ni el piur
ni el tmelo grisceo ni el tibe blancoblanco , n i e l tarwi qu e
come caracoles y es demasiado negro, ni la sharra que sabe
vivir bien bajo del agua y mejor encima del viento, ni el zuizi
celestito ni el yungurru gran de c uyos huev os son color del
zuizi, ni esa garza gigante y rojiblanca que se llama tuyuy.
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No solamente escuchas al urkuttu sabih ondo . Ni a la quicha-
garza, floja de exc rem ent o. Ni al ucuashro ni al tiwakuru qu e
slo come hormigas y canta en lo alto de las wimbras, ni al pw-
kar que sabe imitar tod os los cantos de las aves con su plum aje
negro y amarillo, ni a la nchala lo mismo que paloma color vino
t into, ni a l paujil, acaso habrs comido, ms sabroso que carne
de mono makisapa, ms que carne de lagart i to blanco, ms rico
que ciruelo gigante de ta$erib, ni al tatato que es ave de rapi
a, a lgunos le l lama n virakoch a. No solamen te oyes al patomariquia, al locrero, a la pinsha, al mntete que en ciertos
luga re s nombran trompetero, al tuhuyu, al pipite, a la panguana
que pone s iempre cinco huevos y despus se muere, a esos loros
azules que l laman marakna, ni a la wapapa carnicera, t le
has visto seguro en el ro Mapuya, no solamente oyes a su primo
el wankwi avisando cada que se aproxima algn humano, ni a l
chiwakllin ni al korokro ni al ayaymman que l lora como
nio abandonado , n i a l camnguy, ni esa garza del tamao de
un hombre que tiene plumas grises y se llama manshku, t an tos
y tantos pjaros . . . No solamente oyes nubes gordas de insectos
sona ndo desde la tard e, adentro , en las maa s del mont e. No
slo suena la vbora desconfiando, el tnchi avisando una muerte, el tigre, el otorongo cal ladi to procurndose carne t ibia , ni e l
ronsoco baboso en los yucales ni los enormes peces cabezones
en las redes t ramperas .
No slo suenan peces: el akarawas, la gamitana, el tambo
rero, el paiche de tres metros y lengua de hueso que pare criatu
ras y no huevos, el pejetorre se hincha de aire y flota como boya,
la dorada no tiene una sola espina, el chllualagarto, el kunchi,
la aasha, la angui la te mata de una sola desc arg a, la manita,
el shitri, la doncella uncida de franjas negras, el chullakaqla
hurfano de escamas , e l tiriri, el fascuy al fondo de los lagos,el shiri, el maparte, la shiripira, el bujrqui, la makna pa rece
sable de tres filos, el shyu sabe andar sobre la tierra, pez de
camino, y el caero te entra por el ano y te come las tripas, el
dementochllua vuela, poco vuela, ms asombra el saltn, ese
peje gigante sale del agua metros arriba y pesa ms de cien kilos
y mide hasta dos met ros . Por no habla r de la paa, t cono-
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ees , ms le nombran piraa, que te come sin asco en un ratito.
Y la kawra, enorme, y la palometa que sabe a casi dulce, y el
bujeo, tambin nombrado delfn de los ros, el bujeo cuya hem
bra es ms deliciosa en amor que las mujeres, ms rica, as dicen
los pescadores que han probado, y t iene igual vagina y pechos
duros y pare a sus hi j itos como humana. Cor tn dol e a una
buja los labios de su abajo, de su sexo, y curndolos a lgunos 1
shirimpire fabrican pulseras infal ibles en asuntos de amantes
desd ead os , eso es sabido. Y suena tambin la gran carachama
de boca como piedra, que vive una semana y ms fuera del agua
y que viene de lejos, desde antes del diluvio, antes de ese tigre
que dispers hace s iglos a nues tros primeros padres ashaninka.
Tantos y tantos peces . . .
No solam ente escuchas culeb ras , vboras : la afaninga ino
cente, inofens iva entre los pas tos defendindose apenas al azotar
su cola, y el aguajemachcuy que respira en el agua y tiene piel
idem que fruto de palmera, y la naka-naka pequei ta y mortal
acechando en los ros, y la mantona con sus diez metros por
gusto pues no hace dao a nadie, diez metros de colores biensubidos , puro adornos ingenuos , y la chushpe venenosa que
mide cinco metros y pers igue a su presa mordindola varias
veces, y la yanaboa que alcanza quince metros y es gruesa como
un homb re que primero hipnot iza y ms tarde ya devora. Y la
sachamma, boa con orejas, a diferencia de la yakumama qu e
vive solamen te en el agua. Ana co nd a de t ierra es la sacham-
ma, se mimetiza s in proponrselo: la hierba le crece sl i ta sobre
el cuer po. El jergn, al revs, tambin se mimetiza pero a pro
psi to: conforme crece va adquiriendo su piel un color marrn
moteado, de hojarasca bri l lante , y slo puedes dis t inguirlo por su
aura, por ese resplandor que el jergn deja en el sitio por donde
va a pasar, como aviso, como nima. Tant as y tantas existencias oyes , tanta cal lada sabidura escuchas cuando escuchas
la selva. Y eso que ya no puede s oir el canto de los peces qu e
alegraban las aguas del Pangoa, del Tambo, del Ucayal i , anima
les musicales que pres int ieron la l legada del gran otorongo negro
y huy ero n das antes y se salv aro n. Has de saber que ese oto -
rongo produjo con sus zarpas gigantescas un torrente de piedras
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y lodo que acab con la vida de los ros. Slo los peces que
cantaban y que en sus canciones decan y escuchaban el futuro,
pudiero n sobrevivir a l fango de esas garras . Aun que hoy no
sepan canta r ms, o si es que es, quier o de cir si saben can tar
todava, lo harn de seguro sin delatarse, con sonidos que nues
tros odos no acos tumb ran, cal lad os cant arn , en otra jerar
qua. . . Has de saber que todo s , has ta los hum ano s , cuando
son niitos, oyen el futuro igualito que los peces del diluvio, as
como tantos animales de ahora, tantas vidas que saben lo queva a suceder y no pued en habl arno s , advert i rnos . Los nios ,
por lo general, tienen nueve sentidos y no cinco, otros llegan
a dom inar once, yo he vis to. Conf orme crecen y sus cuerpo s se
van envenenando con las comidas y los padeceres , y conforme
sus nimas van s iendo casa-de pensamientos y de sueos man
chados, los cuerpos y las nimas del hombre pierden esos senti
dos , esas fuerzas. Y por eso los bruj os, los gran des shirimpire,
para ejercer a pleni tud los poderes del a i re , para desarrol lar a l
mximo su potencia de mirar, usan espri tus de nio, nimas
como famil ias nueveci tas ocupando las moradas de su cuerpo,
los caseros ruinosos . . .
No solamente escuchas animales : la awiwa, ese gusano que
se puede comer como el zri, otro gusano sabroso de colores , y
ese sapo gritn que pesa ms de un kilo y se llama wlo, y el
bocholcho que canta y al cant ar slo saber decir su prop io nom
bre, bocholchoooo, l lamndose s iempre a s mismo, le jos , y la
manakarcuy peleadora, invencible entre las aves , y el cupisu,
pequea tortuga de aguas que se come en sus huevos y en su
carne, y la feroz wangna, cerdo salvaje que anda en poblacio
nes de cientos de colmillos voraces, y el tokn, ese mono de
cola gigantesca y peluda, y el allpacomejn, hormiga condenada
a vivir sobre tierra, y la bayuca, gusano venenoso cubierto de
cabel los azules , amari l los , rojos , verdes , y aquel la hormiga grande y sin veneno que se alimenta de hongos y le dicen curuince, y
el auje, casi conejo de tamao, y el isango que no podemos ver y
nos pica metindose en la carne lo mismo que castigo, y el aya-
wi, el ojo-de-los-muertos que otros l laman lucirnaga o cocu
yo, y el achni buscado porque tiene su falo hecho de hueso y
con polvo de su pene condim entan breba jes para los impoten -
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les, y ese otro jabal de cerdas gruesas > coliar como nieve que
le nombran sajino, y el ronsoco, tal vez el roedor ms grande
de esta naturaleza, un metro de largo y cien kilos de peso, y la
apashira que es un camalen, la apashira con cuyo nombre nom
bran los pueblerinos a! sexo de la mujer.
No solamente suenan tantos y tantos animales que has vis
to, que no has visto , que nadie ver ja m s, bic hos que apren
den a pensar y convers ar lo mismo que per son as . . . Suenan
tambin las plantas , los vegetales : la kaiwa de savia venenosa,
la chambira que nos presta sus hojas para fabricar sogas, el pan
de-rbol que nominan pandisho, el makambo elevado de hojas
grandes y frutos como cabezas de gente, la ejilla espinosa que
crece en los bajiales, el rugoso pashako, el machimango de olo
res imposibles , la chimica cuyas ramas se desgajan a un soplo,
el wakap ms duro de corazn que el propio palosangre, la iti-
ninga, el wi tino,.la itahba, el wikungu de espinas negras y ese
rbol recto que se llama espinlana; que cuando cae es bueno
para sentarse y charlar, y la wakapurna ms mejor para lea,
y la chonta, cogol lo de palmeras : de wasi, de cinmi, de piju-
yu, de hungurwi. Y el hungurwi de cuyo fruto mana unaceite que hace crece r cabel los. Y la waysa t repadora en sus
hojas cont iene un pode roso tnico que borra las f laquezas . Y el
sapote de fruta color verd esom bra. Y el tawar durs imo. Y
la shiringa, la shiringa, ese caucho que sin querer nos trajo las
d e s g r a c i a s . . . Y l a quinilla, y el timaro, y la shapja de acei
tosos frutos, y la wiririma, y el shebn gigantesco que nos brinda
sus hojas para techar viviendas, y ese marfil vegetal que nosotros
l amamos tagua, y el sitlli, aquel pltano rars imo de grandes
flores rojas, y el wingu, arbusto cuyo fruto se vuelve recipiente
de bebidas y se llama tutumo, y el pitajy, la pona negra y dura,
y el aguaje gigante, y la andiroba, y el caimito de frutos como
pechos de virgen, y la waqrapona, palmera barriguda, y la anonasabrosa, y el cash que por fuera es almendra y por dentro ms
dulce y ms jugosa, y la apasharma de savia para curtir cueros,
y el barbasco de raz de veneno, y el camucmu c t r ico, semi-
acut ico. y la capirona insuperable para lea y carbn, y la ari-
pasa de fruto chato, pardo y redondi to que no debe comerse, y
la cumala, y la punga, y la cwnacba, y la cashirimuwna, y el
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ashri que protege los dientes de la carie, y la catirima por cuyos
frutos disputan y se matan algunos peces, y la cocona he rmos a ,
y ese tubrculo que se come crudo y se llama ashipa, y el puka-
quiru de corazn rojo, durs imo, y el punqyu copos o , apre t ado
de hojas, a cuya sombra nada vive pues expele veneno por sus
rama s , y el mucho ms frondoso parinri de fruto largo y rojo
que se llama spay-octe, culod eldia blo. Y la lupuna en las
orillas con sus alas inmvi les, bl anc as o col or ada s, a flor de
tierr a, el ms gra nde de los rbo les de toda esta Am az on ia . Yese otro que lluev e com o tejado de invi erno . Y ese otro que se
infla y revie nta peor que cientos de balas en la noch e, en lo
adentro del bosque, y el renaco creciendo ms que bosque s in
hojas y sin flores, y el garabatokasha que sana varios tipos de
cnc er y disuelve lo torpe de las art icul acio nes que env ejecen , y
el tamshi te aleja del fro, y la coca se usa con ayawashka pa ra
adivinacin, y la kamalonga tambin se usa para diagnost icar, y
la renakilla distrae a los lisiados, y la wankawisacha cura para
s iempre a los alcohl icos , y el chamiro ayuda a chacchar coca,
y el tomillo-negro flotando bajo el agua, a media altura de los
ros flacos que traicionan mejor que el jugo de toh, cuando la
luna es verde y la poca buena para talar el cedro sin rajar sucorte za. Y la paka, la paka tambin suena como tnel a l ' borde
de los ros que han desaparecido, y la zarzaparrilla sana de la
sfilis, y la papaya verde elimina la sarna y la parasitosis y sus
hojas cubren las carnes ms duras y las vuelven animalitos tier
nos. Y la wenira de sombra venenosa como el jugo de la flor
del toh . Y el toh que te hace ver los mundos de ahora y de
ma ana que forman es te mund o. Y la parapara, ms l lamada
hiporuru, esa hoja nunc a pierd e su forma co mo si estuviera
hech a de jeb e, porfi ada: t la cor tas de su tall o, la arrug as, la
dob las y ella regresa a como era en la rama, si empr e vuelve a
su forma, a su tamao, al tamao y la forma de sus dos naci
mie nto s, y no es por eso sino por los poder es que le vienen de
lejos que la hoja de hiporuru sabe devolver a los hombres la ju
ventu d sexual. Y la quina-quina que aprendi hace siglos a
lavar las heridas corr ompi das . Y la l iana -del -mue rto, ayawash
ka, sagra da, La Ma dr e De La Voz En El Odo . Con el aya
washka, con el oni xuma, si lo mereces, puedes pasar del sueo
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hacia la rea lid ad, y sin salir del sue o. . . Tan tas y tant as plan
tas, todas y tod as suen an. La abuta, pon atencin, la abuta,
rbol mediano cuya raz rojiza se hierve y tomando ese lquido
en pocos das el azcar de la sangre se borra, no existen los dia
btico s. Y la mariquita, mitad enamorada y mitad flor, que
slo sabe abri rse en la purs ima somb ra. Y la tzangapilla, ana
ranjada y gran de, hija nica, flor ms calien te que frente de
afiebrado. Toda s y todas suenan , lo mismo que las pied ras . . .
Y ms que nada suenan los pasos de los animales que uno
ha sido antes de humano, los pasos de las piedras y los vegetales
y las cosas que cada huma no ha sido. Y tam bi n lo que
uno ha escuchado antes, todo eso suena en la noche de la selva.
Dent ro de uno mismo suena, en los recuerdos lo que uno
ha escuchado a lo largo de la vida, bailes y pfanos y promesas
y mentiras y miedos y confesiones y alaridos de guerra y gemi
dos de amor . Voc es de agoni zant es que uno ha sido o que uno
ha escuc hado solame nte. His tor ias ciertas , his torias de ma ana.
Porque todo lo que uno va a escuchar, todo eso suena, anticir-
pado, en medio de la noche de la selva, en la selva que suena en
medi o de la noc he. La mem or ia es ms , es mu cho ms , lo sabes? La mem ori a verdica conse rva tambin lo que es t por
venir . Y has ta lo que nunca l legar, eso tambin conserva.
Imag nate . Na da ms imagn ate . Quin va a pode r orlo todo ,
dime t? Qui n va a pod er orlo todo , de una vez, y cree rlo? ...
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cmo algunos brujospersonascrean
El primer hombre no fue hombre, me dice Don Javier enma-
No todos los maestros, por el hecho de serlo, son capaces
de crear chul lac haki s , expl ica Don Juan Tues ta recl isentn -
dose contra es ta espintana s in pul i r , rbol tumbado sobre dos
tocones que lo ascienden a banca, y concede sus ojos a la Plaza
Rumania que se explaya al frente, aqu en el casero de la isla
Muyuy.
Ins tantes ms al l , donde nace una cal le de ancho polvo
pa ra l e lo a l cor ren t ea r de l A mazonas , Avenida Calvo de Arajo
dice una tabla mu da en lo alto de un pal o. Tod av a la dosis
de ayawashka que me brind el brujo anoche no ha retornado
al aire, persiste en mi sangre pese a que ya es ail, de puro
blanca, e l a lba. En las chozas cont iguas se ins talan ajetreos ,
fr i turas , cuerp os lavn dose, rumor de desay unos . A nues tra es
palda el Am azo nas pasa sorde ciend o y lumi nand o al c ielo. Es
cucho un avin, encumbro el ros tro, lo veo descender y redu
cirse, tornarse wakamayu, posarse con plumaje centel leante en
la copa de aquel la apas har ama. No s por qu recue rdo lo que
nunca he sabido, acaso el brujo Don Juan Tuesta est infor
mndome de lejos , a t rs del ayawashka, hace veint icinco aos ,
randose en risadas hondas. El primer hombre fue mujer.
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cuan do tom la droga por primera vez, anoch e: el wak ama yu es
dios de otro tiempo, arden dos esmeraldas en lugar de sus ojos
y no hay nadie detrs de aquel las lumbres verdes y vanescentes ,
el nim a del wa ka may u es ado rno sin razn ni pasi n, sitio
vaco, y los grandes espritus son grandes porque en vez de ani
qui lar a l wakamayu en su vanidad lo sus tentan en su ausencia:
t rocan las esmeraldas por granos de maz y el wakamayu mira
entonces las cosas del cario, se distrae de sus ojos y sus dientes
y nica mente come las hamb res del cario . Yo lo es toy viendoaho ra, abr e las alas, ya no es un wa ka ma yu , canta con voz la
crada, wapapa t ransparente es el avin que he vis to, que ha
cado, y su cuerpo se disuelve en el canto, conv ert ido en qu
lloviz na de hojas col ori das , tan lenta s y sedo sas. Y cada hoja
es msic a diversa, ca da hoja resba la en una nota y su caer sin
fondo es su sonido, ninguna alcanza el suelo, e l brumor del Ama
zon as las restriega y bor ra cont ra el aire tibio . Cie rro los ojos,
intento desbr avar los pos tre ros efectos de la l ian a-de l-mu erto :
la man o del Ama zon as , pued o verla , es rugosa y griscea. De
nuevo los entreab ro: no, hay nada. Solame nte la voz de Don
Juan Tues ta cinti la a mi der echa sobr e la espintan a recos tada
en el f i lo de la Plaza Rumania y se impone a la mano azulmarrn,domea esa serpiente de cinco cabezas que el r o-mar alarga
hacia nosotros .
El maestro Ino Moxo, l s , dotado de poderes suficien
tes, inventa chullachakis, no slo eso: los inventa en el sitio y
t iempo de su antojo.
Decido preguntar, no s s i a lcanzo a hacerlo, veo la voz
de Don Juan Tues ta repl icndome:
U n chul lachaki es ms , no el demoni o del bos que , aquel
espa nto que las gent es creen , no. Exis ten otras clase s. Un
chul lach aki es dem que persona. Ms es y menos es : apena sapariencia de persona. Me es tars ent endie ndo cua ndo digo
aparienci a? El maes tr o Ino Moxo puede crear as , perso nas
que no son y que s son personas, demasiado y muy poco, siem
pre consider ando lo bas tante y ' lo m eno s de las gentes dentro de
su norm al , en su cos tu mbre , me es tars entendie ndo? Ino
Moxo es diestro en las fuerzas y~ sabiduras de esculpir chulla-
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chak is, me cons ta. De estos chu llac hak is hay dos tipos que son
principa les y los dos son inven to, esfuerzo de brujo auto rizado
por las gentes del a ire . Al chul lacha ki creado para portar da
os , lacayo del Maligno, a ese lo podemos dis t inguir , calza en
su pie derecho un rengueo de t igre o de venado, no hay quien
logre esconderle su malformacin s i es que ha s ido creado para
el mal, p or ms que se disfrace con el cue rpo de alg n amig o
nues tr o. El otro chul la chaki , en camb io, engao que s i rve a la
verda d, es pers ona del bien y nadie-n adie puede des l in darlo ,perfecto es t en sus pies , perfecto en todo, humanamente hu
mano . . .
A ese t ipo de chul lachaki no lo dis t ingue nadi e, pros igu e
Don Juan Tues ta . Es apariencia de perso na pero de person a
comple t i ta , s in sospecha. Solam ente los ojos avisado s perciben
que su cuerp o no es nico . Ms que varias persona s , varias
vidas pare cen habi tarlo . Co mo s i cada parte de su cuerp o tu
viera una exis tencia divergen te, diversas exis tencias que slo ante
los ojos de los otro s el chu lla cha ki arm oni za en una sola. ' Eso s
chul lachakis desconocen el dao, no malquieren a gentes ni a
cosas . ni cam ent e exis ten, todo el t iempo que exis ten, para locarioso, para ayudarle al bien.
La mano del Amazonas retrocede, la veo, y recuerdo entre
brumas de colores la noche que Osear Ros , selvt ico y ps iquia
t ra; exacto la sensacin primord ial del ayawaskh a:
D en tr o de la l iana- del- nima todo es t bien, absoluta
mente todo es t muy bien, es bueno.
E n la caba na de Don Juan Tues ta , dice mi p rimo Csar
Calvo, a l l por 1953, yo tema t rece aos , eso dice, part ic ip por
primera vez de una ses in de ayawaskha, ese bebedizo alucin-
geno que los magos selvt icos usan como react ivo y con cuyos
poderes avizoran los t iempos pasados y futuros y divorcian del
queb rant o a cuerp os y almas . Pro bab lem ent e al l , a l beber los
ju go s del ay a wa sk h a , dr og a sa g ra da qu e lo s he ch ic er os ex tr ae n
de la l iana-del-muerto, yo haya tambin bebido la inquietud que
t iempo despus me l levara . . .
Todo es . t bien, muy bien, repi te Osear Ros .
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Y eso es precisamente lo que respiro ahora, todo est bien,
es eso lo que fluye de aquellos plantanales y de la apasharama
que somb rea el costad o de la Plaz a Ruma ni a, es eso lo que
ofrenda la iglesia del pob lado , de mader a, de c alma, de jugu ete,
s in puertas , y su corona de calaminas plateadas , verdes de xido
de lluvia y de hier bajo s irre vere ntes. Eso es lo que repite n, todo
es t bien, los primero s rumore s del casero, los madr uga dor es
que retornan con redes y canoas y canastas repletas, lo que
asegura Don Juan Tues ta a mi m emor ia, todo es t bien, abso
lutamente todo es t muy bien.
La esposa de Don Javier, t le conoces?, tiene un her
man o chul lach aki . Ese, ya ves?, otra clase, otro t ipo de chul la
chaki es. . .
La primera vez que tom ayawaskha tuve una sensacin
idnt ica pero ms duradera: la certeza de tener dos cuerpos y
verlo s y tocar los, dos cesares tum ba do s en el piso de la casa
del brujo. Por qu e fue aqu en la isla Muy uy y en la misma
vivienda de Don Juan Tuesta, a los trece aos de mi edad, que
me fue pre sen tad o el ayaw askh a. Y suced i. Er an otra s im
genes , otros colores pero el desdoblamiento remedaba al de es tanoc he que no quiere irse. Ah or a no son ni cam ent e dos cuer
pos mos los que alc anz o, un insta nte s, a com pr ob ar , un ins
tante no. Me veo, por relmp agos , a l cos tado derec ho de Don
Juan Tuesta, sentado en la espintana derribada, y a la vez a su
izquierda, aunque con una cara que se aparenta ma, que lo duda
y t iende a borronearse y a rehacerse luego con facciones que
recon ozco y no perte necen a mi ros tro. Acep to s in emba rgo
que se trata de m, como acepto que jams alcanzar a expli
crme lo con palab ras y con pleni tud. Me es toy viend o, en dos
cue rpo s, a ambo s lado s del cuer po del brujo de Muy uy. Y reci
bo su voz desde dos sitios, dos existencias, dos identidades, esta
mos en 195 3, dos memo ria s que de ser tan ajenas ya me sonfamil iares .
Es que algunos brujos , les fal ta quiz preparacin, quiz
les falta tiempo de merecer, no consiguen inventar completa
mente un chul lac haki . Por eso roba n gente, casi s iempre nii tos
y los enc ant an par a su servicio. Si cargan al raptado con pode-
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res de dao, su pie derecho se al tera , se aborrece, denuncia pasos
que se cont radi cen, una huel la de hu man o, al caminar, y la otra
de tigre o de ven ad o, siem pre . Y si se mue str a en forma de
anim al, seg n sea el tama o de la especie elegi da, su pie dere
cho pisa como nio o como hembra o como hombre.
Acaso yo haya bebido al l , a los t rece aos , dice Csar
Calvo, la inquietud que despus me l levara a ras t rear la verda
dera ident id ad de Ino Mox o. Por que tambi n Don Juan Tues ta
me habl esa noche de l, en su cabana frente al ro, cuando,
la madrugada iba atenuando en m los efectos de la droga y no
senta el rumor que me habit al comienzo de la sesin inici-
t ica, ese brumor como arcoirises despendose desde lo al to y
convirt iendo al Amazonas en una despedazada joyera .
Nada ms puedo contarte de l dice Don Juan Tues ta .
Nada ms de lo que ya te he contado.
Pero s i us ted no me ha contado nada !, le recla mo.
S que te he contado, y acaso sin que lo sepas dentro de tu
cabeza, s in que te des cuenta con el entendimiento, a l fondo, en
tus memo ria s ha de estar bien gu ard ado lo que esta noch e te
dije de Ino Mox o. Si el awaya skh a no te deja rec ord ar, sigue
noms: la soga-del-muerto no se equivoca, e l la sabe. . .
Sabrs que al chul lachaki le gus tan las lupunas , es t di-
cindo me ahora Don Juan Tues ta . A la sombra de las lupun as
el chul lachaki es fel iz , bajo el las vive esperando el momento de
ejercer. Alg una vez, en lo hon do del monte has percibi do un
re tumbar como de manguar golp eado por nadie? Quiz fue un
chul lachaki bondadoso, cansado de es tar solo, quien es tuvo l la
mando queriendo ser tu amigo, quiz fueron sus pies que te
invoca ban tam bor ean do cont ra una aleta de lupuna . Si hubie ras
acudido y entrado a la sombra de aquel rbol, y si el rbol era
una lupun a blanca , seguro el chul lach aki se habra presen tadovestido con el cuerpo de tu alguien ms querido, o tal vez en
la forma ms informe, ocupando una apariencia inesperada, odio
sa, ret nd ote a pelea r sin ms justif icaci n que su insol encia .
Porque si un chullachaki se muestra y te dice que quiere ser tu
amigo, prime ram ente t ienes que combat ir con l . Y t ienes que
gana rle. No es difcil. M s an: inevi table es. El chu llac hak i
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se dejar vencer con tal de ser tu ami go. Una vez que lo logra
te lleva a todas partes, hace que los animales te sigan si vas de
cacera , te regala todo, chacras de buena t ierra , r os mansos ,
prdig os y panz ones . Y te da las famil ias que quieras , mont n
de hijos felices, todas las vidas que necesites vivir para ser libre,
todos los conoceres y poderes , nicamente sent imientos grandes .
Le obsequia vidas tiles y muertes generosas y ms resurreccio
nes a tu vida. Y muc ho ms que to do pue de dart e. El chul la-
chaki formado para l bien es dueo del mundo y de los t iempos ,es dueo del t iemp o y de los mun dos . A cambio, a unqu e no
siempre, el chullachaki exige que no fumes, que no te daes da
an do a otro s, que no vayas a la iglesia, que sola men te vayas a
casa del chu llac hak i. Tam po co es difcil: l se enc arg a que ah
donde terminan todos tus caminos , as vayas al bosque o al
case ro , a la vejez o al dorm ir, ah se cons tru ya la casa que te
aguarda . Es ta categora de chul lachaki t iene un indisol uble con
venio de amor con las lupunas . Inclus ive la lupuna colora da se
le somete, se hace cmplice, la misma lupuna que ut i l iz como
imn de tu amis tad cont ina s i rvindolo: fus t igando sus aletas
arrugadas l a t rae para t , como al imento, fortunas y bondades .
Pura bonda d es es te chul lachaki . Hasta gracioso es , de ser tan
bu en o, casi chis toso , s olam ente por serlo. Los que lo han . visto
en sus cabales, sin el auxilio de la soga-del-nima, dicen que apa
rece chiqui t i to, subido en dos enormes zapatos colorados , y con
camisa colorad a y bufanda colorada y pa ntaln y sombr ero co
lorad os . As se muestra en su primer ins tante , luego-lueg o ya
no, se hace grande o pequeo segn sus intenciones , puede ocu
par la forma de un sajino, un jaba l man sito ,o la de un otor ong o
o de una mariposa o un venado, puede asomar en pez o en canto
de pajar ito, dentr o del recipient e que l dispo nga. Y te lleva sin
capturarte ni obl igarte a nada: se echa a correr norrias para que
t lo sigas. Son igual que muc hac has estos chu llac hak is: no
es capan porque alguien los es t pers iguiendo, s ino para que al
guien los pers iga. Y t, quieras o no, imagin ando rebel arte , lo
obe dec es. Co mo si se trat ara de la felicidad, as te vas tras l.
Haces bien. Por ms que te equivoq ues haces bien; s iem pre se
t ra t a de l a f e l i c idad . . .
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Se mt esfum otr a vez la sensa cin , oye ndo a Don Juan
Tuesta me hospedo nuevamente dentro de un solo cuerpo, aqu ,
sobre la espintana mordida por los musgos , a la derecha del brujo
de la isla Mu yu y. Y no s cul nostal gia me dob leg a, una casi
tristumbre de viudez remembrando a ese otro que yo fui por ins
tantes y ha vuelto a plegarse bajo las alucinaciones del aya-
w as kha .
El hermano de Ruth Crdenas , me dice Don Juan Tues ta ,su hermanito menor, es decir e l cuado ms chico de Don Ja
vier, otra catego ra de chul la chaki es , as mismito. Cua ndo es ts
en Iqui to s anda a buscarle a Rut h Crd ena s , la esposa de Don
Javier. Pdele que te cuente de su her man o Aro ldo Cr den as .
En mi nombre convrsale y ella te dir ms, todo lo que necesi
tes conocer.
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2
todos los campa son asesinadospero ninguno muere
Los virakocha, es decir los blancos , vivan antao dentro de una
laguna, musi ta Don Juan Tues ta con los ojos cerrados en plena
noche de ayaw askh a. Alguien que no es Don Juan Tues ta , pero
que s es Don Juan Tues ta , ha ocupado su cuerpo, lo desborda
inconteniblemente y sale por su boca de sonnmbulo.
Cerca de los virakocha vivan los campa, es decir los asha-
nnka. Cierto da un camp a escu ch ladridos que bro taba n de la
lagun a. Bu en o, dijo, voy a pesc ar ese per ro, y se llev para eso
algunos plt anos . Pero como el pltan o es al imento de hom bres
el perro se ofendi, no quiso comerlos . En camb io sal ieron- de
la laguna todos los virakocha y empezaron a seguir a los campa
y a matar los . A todos los camp a los matar on. La laguna se haba
secad o. Un solo cam pa sobrev ivi , un brujo , uno de esos brujo s
que les l laman shirimpi re, un cam pa que chupaba el tabaco . Por
que t sabrs que no todos los brujos chupan el tabaco, slo los
shirimpir e. Los dem s brujos t ienen otros mbitos y dis t into
nomb re, katzib orri se l laman. El shirimpir e que sobrevivi
l lam a Tzh o, e l gal l inazo, y le di jo: ven, ayda me, los virakoch a
han mata do a todos mis herm anos . Dn de? , pregu nt Tzho
al shirimpire campa. En todas partes , contes t l , pero princi
pal men te en El Gra n Pajonal . Sabr s que El Gra n Pajo nal, me
dice Don Juan Tues ta , es el terri torio de la nacin campa, ms
de cien mil ki lmetros cuadrados de pura selva plana, una meseta
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infinita en medio de los grandes bosques y ros que limitan con
la selva del Alto Amaz on as , com o quien va hacia el Cusc o. All
en El Gran Pajonal los campa res is t ieron a los conquis tadores
inkas , repel ieron a los conquis tadores espaoles y hoy mismo no
permiten ni una iglesia occidental ni un puesto de polica ni sol
dados ni una escuela es t i lo virako cha. Ento nces , pues , cuando
Tah o, e l gal l inazo, se enter de la matan za que haba n hech o
los blanc os , entreg al shi rimpire campa el ivnki, la hierba
mgic a que tambi n llaman piri-piri. Y con el ivnki ese brujo
campa , en respues ta , pudo matar a todo s los virako cha. Uno sl i
to se salv y escap ro abajo, al Uca yal i. Por eso es que hasta
ahora al l en el Ucayal i hay bas tantes virakocha, y quin sabe
dnd e ms tambi n habr. Mientr as tan to, en El Gran Pajonal ,
Tzho se coma a los virakocha muertos , los cocinaba primero y
despus los coma. . .
Don Juan Tues ta se incorpora hacia m en la negrura de su
choza, vuelve a sentarse, su cuerpo vibra con el emponado del
piso, puedo ver su sonido azul , anaranjado ascendiendo en delga
das columnas t ransparentes , rozando mis cabel los como sopl ido
fresco, de tabac o, l impi ndo me la frente sudoros a. La man o del
A mazonas , a l a rgndos e , p i e l de v bora t r emenda , rodea la cabana ,abrazo temeroso y temible, es mi primera noche de ayawaskha,
tengo otra vez t rece ao s , la mano del Ama zon as asom a por la
puerta , abre la boca azulanaranjada de sus dos cabezas , como un
kotomachcuy, esa boa gigante y bicfala que vive al fondo de
los lagos eternos, y de la boca del ro Amazonas, de sus dos bocas
sale la voz de Don Juan Tuesta en mis visiones:
Pach aka mit e es Pwa , Padre y Dios , y vive ro abajo. El
no es virakocha, tampoco es hombre de los Andes , que les l lama
mos chori . Pac hak am ite es hi jo del Sol y su esposa es Ma m n-
tziki . Pach akam ite hace todo: mac hete s , ol las , plv ora, cartu
chos , sal, escopeta s , munic iones , hachas . Por que antes los asha-
nnka eran pobres , nada tenan, no tenan machetes , hachas , nada.
De dnde sacaban enton ces los ashannk a todas las cosas? Iban
al l don de Pac hak am ite y consegu an todo . As era antes , antes .
Aho ra no sabemo s. Ante s los ashan nka s saban. Iban ro abajo
desde El Gran Pajonal y llevaban mates que se ponan sobre la
cabeza para que Piri , e l murci lago, no los mordi era. Por que para
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l legar has ta Pac hak am ite hay que pasar por cuevas l lenas de
inmensos murcilagos , vampiros que salen de noche has ta las
playas bus can do sangre t ibia . Desp us se encue ntra Oshro, e l
gran cangrejo , gran de como un ashannka . Osh ro es t en medio
del cam ino y no deja pasar. Par a eso hay que llevar achio te, se
le da achiote y slo entonc es Osh ro deja pasar. Despu s el
ashann ka l lega don de Pac hak am ite pero no puede sentarse. Tie
ne que cami nar, pasea r y pasear s iemp re, s in sentarse. Y Pach a-
kam it e le dice qu quieres? Y all en la casa de Pa ch ak am itehay todo , mach etes , escop etas , muni cion es , hac has . Y el asha-
nnka, s in sentarse, dice: quiero es to, quiero lo otro , escogie ndo. Si
se s ienta , cuando t iene que i rse t rata de levantarse y no puede,
es t pegad o al suelo. El Pwa Pac hak am ite no lo deja i r . En
tonces hay tembl or. Todas las casas de los brujos t iemb lan, en
Pucal lpa, has ta en Iqui tos , le jos , en Atal aya, t iem blan las casas
de los br uj os . . . En el camino es t tambi n Poki nnt zi , e l saram
pin, que quiere encon trar mari do y busca a los ashan nka. Hay
que l levar plu mas de varios pjaro s , plumas de Hankt zi , de
Ttamri , de Hertzi , de Wapapa, especialmente plumas de Wapa
pa, y dejarlas at r s , en el camino. El sarampi n, Pokinn tzi , que
es t detrs , quiere agarrar al ashannka pero ve las plumas vis tosas y empieza a recogerlas, y es as que ej ashannka puede huir.. .
Y dnde es t ahora el dios Pachakamite?, oigo que dice
alguien desde m.
Pachakamite es le jos , le jos , me responde la voz de Don
Juan Tuesta, sin moverse en su boca ni en su cuerpo, como reci
biendo lo que dicta el aire:
Pachakamite es ms lejos de Iqui tos pero el camino se
ha obstruido con las palizadas de las balsas de los virakocha y
los homb res andino s , de los chor i . Ante s los asha nnk a saban
l legar has ta don de vive el dios Pach aka mi te . Aho ra han muert otodos los asha nnk a, todos los camp a. Aho ra las cosas que t raen
los chori y los virakocha, machetes , hachas , municiones , las da
Pac hak am ite , l sabemos. Se las da para noso tros , para que los
hi jos de los ashannka podamos cazar, podamos hacer chacras ,
sembro s . Pero los virakocha y los chori nos venden esas cosas
diciendo que les ha cos tado dinero, que el los las compran, las
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pag an. Men tir a es. Su due o se las da para nos otr os, para los
ashannka. . .
Yo no saba que us ted era campa, Don Juan Tues ta .
Descendiente de ashannka soy, lo mismo que Don Javier,
lo mismo que Don Hildebrando, por ambas sangres , padre y
madr e. De los prime ros homb res de es ta poca venimos, que
fueron campa, fueron ashannka los primeros humanos , hi jos de
los hi jos de Kaametza y Narow que obedeciendo al dios Pachakamite f undaron las nacione s , a l l le jos , cuand o El G ran Pajo
nal todava no era El Gran Pajonal sino una isla rodeada por
ocano s de ceniza. El maes tro Ino Mo xo , en camb io, viene de
uns y de virak ochas . Uru su madr e, virakocha su pad re, en sus
dos sangres . Sabr s que los urus fueron del pri mer an ta o, bien
lejos en los tiempos, los urus que ya han desaparecido fueron los
abu elos de los abuelo s de los inka s. Por eso el maestr o Ino Mo xo
tiene ojitos raros , piel casta a y cabel los color tier ra de orilla,
y su nim a sabia le viene por mad re, de uru le vien e. Mis prime
ros pasados s eran campa, ashannka leg t imos , de aquel los que
saban, de mucho antes , cuando los campa no vivan dispersos
como ah ora s ino jun tos , en pueblo s , caseros apreta dos , famil iasque hacan una sola familia, un solo sitio. En ese pri mer enton ces
de lo alto de los cerros que rodean al Gran Pajonal cay un tigre,
un otor ongo negr o, inabarca ble como cerro grande. Ese t igre, ese
otorongo fue quien dispers a los ashannka, los forz a vivir
separados y dis tantes y mudndose s iempre, cambiando de lugar
su casa con su vida, familias de una sola familia, huyendo cada
ao para proteg erse. Los virak ocha, los blanc os , dicen que fue
un di luvio. El los qu saben. No hub o ningn di luvio. Fue un
otor ong o, un t igre negr o. . . Pero casi no me oyes , amigo Soriano,
miras como si estuvieras en otra parte, lejos. . .
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al nio Aroldo Crdenaslo convierten en duende
No me gusta hablar, verdaderamente no me gus ta hablar de es to,
se incomoda Ruth Crdenas , esposa de Don Javier aqu en Iqui-
tos , slo porque lo pide Don Juan Tues ta es que voy a contarte ,
en su casa de la cal le a po , n mer o 38 5, a med ia cuadra de la
Plaza de Arm as . Nun ca he habl ado de es to, dice, a excepci n
de esta vez, mira: mi hermano que ahora es chullachaki se llamaba Aro ldo , Aro ldo Cr den as , o se l lama, no s. Tena cuatro
aitos cuando le pas lo que nos pas.
Era el menor de us tedes?
No, mi madre ya haba dado otro beb, de apenas quin
ce das por enton ces . Viva mos en un puebl i to nomb rad o 'Te
niente Cor nejo ' , cerca de la ciudad de Co nt ama na . . . Mi pap
le haba comprado una chacra, a cambio de dos botel las de
aguar diente , a l brujo Jul io Val les que era nues tro vecino. Re
cuerdo : mi pap t rabaj duro en la chacra l imp indo la y sem
brnd ola has ta dejarla l is ta , bien boni ta . Cua ndo el brujo Jul io
Valles vio que la chacra ya es taba preparada, a punto de rendir ,
quiso recuperarla , propuso devolverle a mi pap las botel las de
aguardiente como nico reembolso s in considerar los gas tos de
semil la , de t iem po, de abon o, de t rabajo. Lgi came nte mi pap
no quiso. El brujo Julio Valles nada dijo per o le cambi la cara ,
el nim a se le dio vuelta en relac in a mi pap . Ant e mi pap
no di jo nada pero a otras personas , por ah , jur voy a vengarme.
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Mi pap tambin era brujo, desd e muy joven hab a tomad o
bas t an t e ayaw as kha , des de muchach i to hab a ayunado , aprend ido :
l nos avis que el brujo Julio Valles le quera hacer dao y se
p r e p a r p a r a d e f e n d e r s e . . .
Cmo se prepar para defenderse?
Se prote gi, pue s, con los med ios que ellos saben . Y el
brujo Jul io Val les vindose as l imitado, s in capacidad para daar
a mi pap en la persona de mi pap, decidi vengarse en las
per son as de sus hijos. No eligi al ms dbil sino a! ms apropiado , porque el menorci to no serva para la mal ign idad, dema
siado pequeo, era como cas i nadie, a l no hubiera podido hacer
que le dae ni le robe el Maligno.
Jus tamente ese da tenamos peones t rabajando en la chacra.
Mi mam, por atender a su bebi to no poda l levarles la comida,
nos mand a mi her man a y a m que ya ramos grande ci tas . Re
cuerdo: Aroldi to nos quera seguir y mi mam no quiso diciendo
que nosotr as no lo bamos a cuidar. Vay an us tedes solas , orden.
Y se qued Aroldito sin saber que ya no bamos a vernos nunca
ms. En ese mom ent o se present una torrencial l luvia . Mi
mam es taba baando al menorci to y tuvo que dejar todo, des
atend erlo todo igual que a Arol do, por culpa de la l luvia: se puso
a descolgar las ropas del alambre para que no se mojen, y los
trozos de paiche salado que es taban secndose afuera, en el pat io,
tamb in, y guarda r todo . Porq ue mi pap, ade ms, era buen pes
cado r. Por estar en esos trabaj os mi ma m no se dio cue nta , en
slo un momenti to, por dnde fue a meterse, caminando, mi her
man o. Term in de guar dar todo dentr o de la casa y busc al
Arold i to. No haba. Y la l luvia es taba cayen do fuerteme nte. En
todo el casero lo busc , por todas parte s . Y nada. Cua ndo
nosotras volvimos de la chacra encontramos desesperada a mi
mam , l lorando porque no haba el beb . As , entre lgrima s ,
nos mand a buscarl o. Con toda la l luvia sal imos , avisam os a mi
pap , los tres volv imo s a busca r en el mon te, en el lago, co n
ayuda de los peones que ya no quisieron ni comer.
Unas perso nas nos di jeron que haba n vis to a Aro ldo , jus to
cua ndo empez a l lover, cami nand o hacia el monte. Co mo noso
tras le decamos negri to, esas personas le haban dicho 'oye,
ib
negr ito, a dn de vas, regrsa te a tu casa'. Y Ar ol do les dijo 'voy
don de mi mam". Y esas per son as nos dijeron que le hab an
dicho 'pero si tu mam est en la casa, acabamos de verla', y que
Aroldi to haba ins is t ido diciendo 'no, mi mam es t en el monte,
me ha l lamad o ahori t a , es t espe rn dom e' . Y pas de largo. Se
fue. Tod os lo vier on irse al fondo del monte dicien do que iba
donde mi mam cuando mi mam es taba precisamente al lado
opue s to, gua rda ndo las cosas de la l luvia . Nadi e lo vio regresar.
Se fue la tar de, se fue la noc he, y nada, no hab a el beb , M
pap viaj a Contamana, avis a la pol ica , part ieron guardias ,
has ta soldados , ba t iend o todo el mont e por s i hal laban a Aro ldo .
o por si no lo halla ban , a ver si al menos enco ntr aba n algo, un
indicio de que lo haba comido el tigre, porque esa es zona de
otorongos grandes , negros , o al menos un indicio de que mi her-
manito se haba ahogad o. En el r o tambi n lo buscaro n, por
todo el r o, buceando, escarbando entre las pal izadas de la ori l la ,
has ta bien lejos. Nad a. Com o a las varias semanas de bsq ueda ,
se desisti ya. Se le dio, pue s, por per did o sin rem edi o.
Dos aos despus conocimos a un campa, un ashannka que
viva pas and o el pue blo , se lla mab a creo que Seve ro, s: se llama
ba Severo Quin chk eri . El nos cont que en su marea cin, du
rante las tomas de ayawaskha, haba vis to cmo el brujo Jul io
Valles hizo agarra r a mi herma no con el chul l achaki . Severo
Quinchkeri nos hizo saber que el brujo, f ingindose un chul la-
chaki igual i to a mi mam, fraudulento, dis frazndose con el cuer
po y la voz de mi mam , idnt ico, pudo robars e al Aroldi t o. El
campa Severo Quinchkeri tambin nos inform que en las noches ,
como Arold o todava era muy nii to y l loraba extr aan do a mi
mam, el brujo Jul io Val les lo t raa has ta las inmediaciones de
nuest ra casa par a que se cal mar a. En las noc hes lo tra a, escon
dido en la oscu rid ad, y el beb oa la voz de mi ma m o el
llanto de mi mam, porque mi mam lloraba da y noche, y es
cuch nd ola mi her man o se qued aba t ranq ui lo. Aun que sea escuchnd ola l lorar se queda ba t ranq ui lo. La casa, ento nces , era toda
palm eras , yarinas , era l ibre, poda caminars e much o. Y las veci
nas iban a conversar con mi mam, consolndola por las noches ,
turno hacan para a com paa rla , para no dejarla sola . Pero la
soledad de mi mam no era de gente sino de su hijo Ar ol do . Y
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pensar que en esos das el chullachaki vena con mi hermano a
escondidas , has ta bien cerca de la casa, por entre las palmeras de
yarina, y mi mam lloraba sin saber que sus lgrimas le regre
sab an la alegr a al Aro ldi to. O acaso lo saba, no s, ya sin reme
dio. Con el t ie mpo , seguro, al i r crec iend o, mi her man o se acos
tum br a caminar solo. Por eso el brujo Jul io Val les se mud ,
llev lejos a Aroldo una vez que este fue olvidando, una vez que
se fue acos tumbrando a olvidarse de mi mam.
Era el brujo Julio Valles quien traa a tu hermano a esc o n d i d a s ?
N o. El chul lachaki lo t raa , o sea el demon io que lo rob
tra nsf orm nd ose en mi mam. Severp Quinc hke ri , ese campa ,
nos dijo tambin que l, gracias al ayawaskha haba visto que al
beb no lo haba comido el tigre ni se haba ahogado sino que un
chu lla ch aki lo ro b , no el brujo Julio Valle s. O acas o era el brujo
. Julio Valles pero vestido con un cuerpo que no era el cuerpo del
brujo Jul io Val les . Y el campa Severo Quinch keri di jo que no
haba querido decirnos antes la verdad porque haba mirado en
los ojos de mi pap la intenci n de ven gan za. Bajo el aya wask ha
Severo Quinchkeri haba mirado, en su vis in, que mi pap de
gol lab a al brujo Julio Valles con un cuchill o de pied ra.
Recuerdo tambin: haba un seor preso en Contamana, un
tal Juan Gonzlez que a veces invitaba a los guardias, a los poli
ca s, a beb er aya was kh a en su celda. Quie ren ver ese niito que
se ha perdi do? , yo les voy a hacer ver, deca . Y tom aban todos ,
po rq ue slo to man do ayawaskha es que se puede ver. Y ese brujo
que es taba preso creo que por denuncia de un mdico envidioso,
ese seor Juan Gonzlez se pona a cantar en ayawaskha y a
l lam ar a mi her man o por su nomb re. Y mi herm ano vena, en las
vis ion es de todos vena, con claridad, ya grandeci to. Y verdade
ram ent e todos los que tomaban ayawa skha vean Arol do. Ah
est el hijito de Crdenas, dicen que les deca el brujo encarceladoJua n Gonzle z. Mi- pap se enter y fue a vis i tarlo a la crcel
par a pedirle que lo ayudara, que jun tan do sus fuerzas , sus ma
rcaciones, quiz los dos podr an trae r de vuelta a Ar old o. Per o
Juan Gonzlez le dijo que era una pena, l no poda trabajar es
tando preso, solamente lo dejaban tomar ayawaskha de vez en
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cuando y para poder concentrarse tendra que dedicarse ms y
fuera de la crc el. Dijo que neces itar a dos o tres mese s de traba jo
ntegro, exclus ivo, s in hacer nada s ino preguntar y preguntar todas
las noches a la soga-del-muerto.
Cuando J uan G onz l ez ve a en ayaw as kha a t u he rmani to
Aroldo, poda dis t inguir en qu lugar se encontraba?
C on claridad, con claridad , no poda. Slo di jo que Aro l-
do estab a viviend o jun to a uno s cerros, fuera de la selva. Al pie
de unos cerros desconocidos y grandes lo vea venir en sus visiones . Tena que ' l lama rlo horas de horas para verlo venir , segura
men te se en co nt ra ba bien lejos. Dijo tambi n que el da en que
l lovi bas tan te y el chul lach aki se rob al Aro ldo , mi her man a
y yo pasamo s jun to a nues tr o herman ito sin dis t inguirlo. Dijo
que el chul lachaki lo escondi de nues tros ojos y no pudimos
verlo por ms que cas i t ropezamos con l varias veces mientras
lo bus cb amo s. Juan Gonz lez asegur que s i nosotr as hubise
mos fumado un cigarri l lo carado por algn brujo, seguro que
hubiramos podido ver a Aroldo por ms de los esfuerzos y la
ciencia del chul l achak i Jul io Val les . Pero nosot ras cmo bam os
a saber? Mi pap ta mp oc o, no se le ocur ri icarar ningn cigarro,
nada, muy abat id o es taba. . . Nun ca nos not i f icaron ms de Arol -do. Slo sabemos que lo hicieron chul lach aki tambin a l .
Q u i n e s lo hicieron chu llac hak i? No fue acaso el brujo
Jul io Val les?
Claro, tambin fue Jul io Val les quien lo hizo chul lachaki . . .
Mira: un chullachaki ya no es lo que antes fue, lo que fue antes.
Un chul lachaki ya no es una persona, es apariencia de persona, es
como nadie. Un chul lac haki as , por ejemplo Aro ldo, ya no es
Ar ol do . Es un recip iente vaco que los brujos llena n a su conve
niencia ponindole las apariencias de los cuerpos que quieren,
de los cuerp os con que quieren enga ar. Dent ro de-ese nadie que
es el chul lachaki , y que s in embargo t iene grandes poderes , e l losponen las personas que quieren, las personas con que nos quieren
hacer creer, no s si me entiendes. . .
El brujo Jul io Val les hizo chul lachaki a tu hermanito
Arol do para ponerlo a su servicio? Lo hizo chul lach aki al ser
vicio del Maligno?
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27/191
N o. AI servicio de los .
Y los ojos de Ruth Crdenas condescienden has ta la graba
dora, otra vez le rehuyen, t i tubean:
Segur
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