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  • El Hombre y la MquinaISSN: [email protected] Autnoma de OccidenteColombia

    Cecilia Rivera, CarmenLa insistente prctica campesina

    El Hombre y la Mquina, nm. 33, julio-diciembre, 2009, pp. 22-33Universidad Autnoma de Occidente

    Cali, Colombia

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=47812225003

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    Bueno, lo que es en mi pas

    aclar Alicia, jadeando an

    bastante cuando se corre

    tan rpido como lo hemos

    estado haciendo y durante

    algn tiempo, se suele llegar

    a alguna otra parteUn pas bastante lento!

    replic la Reina. Lo que

    es aqu, como ves, hace falta

    correr todo cuanto una pueda

    para permanecer en el mismo

    sitio. Carroll (1973: 62)

    La insistente prctica campesina

    CarMen CeCilia riVera*

    * M.Sc., Candidata a doctor del Doctorado Interinstitucional en Educacin- Universidad del Valle, docente del departamento de Ciencias de la Comunicacin de la Universidad Autnoma de Occidente. [email protected]

    Fecha de recibido: 21 de enero de 2009 Fecha de aceptado:01 de octubre de 2009

    Foto: Luis Germn Naranjo

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    La insistente prctica campesinaCarmen Cecilia Rivera

    ResumenEste ensayo explora la forma

    como la prctica agroecolgica desoculta el saber campesino, el hacer comprendiendo, en su esfuerzo por recuperar una relacin amigable entre la natu-raleza y el ser humano. A partir de algunas ideas de autores como Bourdieu, De Certeau, Kusch, Derrid y Laclau, entre otros, planteo que el enfoque agroeco-lgico, como punto de encuentro del conocimiento cientfico y las formas campesinas de conocer, se convierte en un espacio en tensin en el que no solamente se cuestiona el conocimiento de la modernidad, sino que adems se vulnera el lugar del conocimiento cientfico y se reconoce como el resultado de un juego de poder en el que convergen dimensiones de lo cultural, lo social, lo poltico y lo econmico, en un espacio y temporalidad determinados.

    Palabras clave: Agroecolo-ga, conocimiento cientfico, co-nocimiento campesino, maneras de conocer.

    AbstractThis essay explores how the

    agro-ecological practice unhide peasant knowledge, making understanding, in an effort to re-cover a friendly relationship bet-ween human beings and nature. Using some ideas of authors such as Bourdieu, De Certeau, Kusch, Derrid and Laclau, among others, I affirm that agro-ecology, as a meeting point of scientific knowledge and peasant ways of knowledge, turns into an arena in which modernitys knowledge is questioned and the place of

    scientific knowledge is made vul-nerable and acknowledged as the result of a power game in which cultural, social, political and economic dimensions converge in a given time and place.

    Key words: Agro-ecology, scientific knowledge, peasant knowledge, ways of knowled-ge.

    Polos que no se repelenBourdieu (1991) afirma que la

    dicotoma subjetivismo objetivis-mo no puede superarse enfrentando ambas posiciones pues en su versin ms radical, al oponerse la una a la otra, se estaran dejando de percibir las condiciones sociales o materia-les de las prcticas. La experiencia no es solitaria, se hace con otros en el contexto de relaciones sociales histricas y por lo tanto, as como hay estructuras objetivadas, las hay incorporadas y entre ambas opera una relacin dialctica.

    Este autor reconoce que la cien-cia le ha otorgado al observador un lugar privilegiado, pues le es lcito explicar la lgica de las prcticas sin producirlas o reproducirlas, nicamente contemplndolas des-de una posicin terica. Es decir, representando la lgica subyacente que los mismos actores sociales desconocen. Es el investigador quien hace comprensible tal lgica y, para hacerlo, debe aproximarse al sujeto que le es extrao en un giro que consiste en objetivar al sujeto objetivante.1

    Claramente Bourdieu no le critica al objetivismo su desconoci-miento de los sujetos sociales, sino el privilegio que le da al observador.

    1 Quiere decir esto que el observador debe ser sometido a crtica para poder ser visto como un actor ms en ese espacio de luchas.

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    En esta medida, por evitar el subje-tivismo, lo que reedita es una nueva versin del objetivismo que puede dar cuenta de la materia pendiente que son las prcticas. Queda adems atado a la relacin sujeto objeto como nica posibilidad de conoci-miento.

    Aunque los estudiosos de la agroecologa subrayan lo proble-mtico de la teora tradicional por lo que tiene de fragmentario, de esttico, de general, de objetivo, no han podido desprenderse de la relacin sujeto objeto, donde la objetivacin sigue teniendo un lugar de privilegio: los cientficos agrcolas no han sido capaces de escuchar lo que los agricultores tienen que decir cuando surgen los problemas metodolgicos, lo ms probable es que se sientan ms cmodos con la ciencia do-minante ni los agrnomos con-vencionales, ni los agroeclogos, estn totalmente concientes de las premisas filosficas subyacentes en sus investigaciones (Norgaard y Sikor 1999:33).

    Este hecho es tambin eviden-te en la metodologa de algunas investigaciones agroecolgicas consultadas (Ortiz 1994), donde es muy frecuente encontrar una reflexin acerca de la posicin del investigador frente a un problema dado, pretendiendo con esto con-textualizar la mirada extraa para relativizarla.

    La relacin ser humano natu-raleza, que es central a la agroecolo-ga, no ha sido pensada, para efectos investigativos, como perteneciente a una historia que la excede y trasciende en tanto configuracin histrica particular. Se parte del hecho de que el conocimiento de los agricultores, as reconozcan en algunas de sus prcticas cierta

    dimensin simblica, es en s mis-mo susceptible de ser dilucidado y por tanto representable y que la investigacin hace posible tomar conciencia de las acciones, hasta ahora espontneas,2 de los agricul-tores, las cuales pueden traducirse a un lenguaje explcito y lgico: La agroecologa se centra en las relaciones ecolgicas en el campo y su propsito es iluminar la for-ma, la dinmica y las funciones de esta relacin. .. adelantos que tuvieron una importancia crtica en la comprensin de la naturaleza, fueron el resultado de una decisin de los cientficos de estudiar lo que los campesinos ya haban aprendi-do a hacer (Hecht 1999:18).

    Vemos entonces que en la agroecologa, tal como lo sugiere Bourdieu para las prcticas, se apuesta a la objetivacin, a entender la comprensin pragmtica de las prcticas. Esta apuesta intenta dar cuenta, lgicamente, de cmo las prcticas operan sentido a partir de gestos y palabras, de develar la l-gica prctica que permite una com-prensin inmediata pero ciega para s misma, no as para el investigador quien es el llamado a enunciarla.

    Aunque por momentos Bour-dieu, en su investigacin sobre los Kabilia, se aproxima a lo inefable de las prcticas, termina por conceder a la ciencia hegemnica el lugar de produccin del conocimiento crtico. Al naturalizar este supues-to queda la sospecha de si se est hablando de los sentidos prcticos o de aquello que la ciencia objeti-vadora ve en las prcticas pasando por el filtro de la lgica, es decir, su representacin, lo cual no es en s mismo negativo. Lo inconveniente es suponerlo nico.

    La agroecologa tiene potencia para ser considerada como otra

    2 Lo que Bourdieu (1991:41) denomina la docta ignorancia. Comprensin inmediata pero ciega para s misma que define la relacin prctica con el mundo

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    manera de conocer que puede por momentos fundirse con lo inasible, que puede aceptar diferentes ma-neras de ser y estar en el mundo, pero est todava contenida por la ciencia hegemnica. Las prcticas campesinas, las que devienen del hacer comprendiendo, las que re-sisten, indican que hay ms de una racionalidad de habitar el mundo, que en la vivencia construyen otros conocimientos y proporcionan otras alternativas.

    Nociones facilitadorasBourdieu queda atrapado en la

    ciencia tradicional. Esa es la gran conclusin, la que totaliza. Sin em-bargo, el socioanlisis deja abiertas diferentes posibilidades. Por una parte, la de perfeccionar la metodo-loga y epistemologa de las ciencias sociales y por otra, aquella que, mediante un uso desviado, podra desencadenar una interculturalidad que transforme las relaciones en la vida poltica, con solo considerar que una prctica puede ser irrepre-sentable y sin embargo construir sentido.

    El inters de Bourdieu est puesto en las prcticas simblicas como acciones con sentido. Un sentido que puede leerse en la lgica de las prcticas y que las hara hasta cierto punto coherentes, pero que al mismo tiempo resulta destruido por los instrumentos (mapas, esquemas, genealogas), propios del conoci-miento objetivante, que son utiliza-dos para su dilucidacin. Es lo que Grosso (com. Pers.) seala como la tragedia de la angustia a la que el in-vestigador resulta sometido por las prcticas, que podra denominarse la tragedia de lo inobjetivable.

    A lo anterior se suma una cierta disposicin de Bourdieu a reco-nocer en las prcticas una lgica que opera en un sentido especfico, corporal, agente en la accin, en la interrelacin de los actores en el es-pacio social y que resulta diferente a la lgica-lgica, tomando con esto distancia del estructuralismo que reduce la accin a una cuestin de significados. La definicin de campo,3 aunque alude reiterada-mente a lo objetivamente definido, sita las prcticas en una red de re-laciones que ms que categoras de pensamiento lo son de la accin.

    Este concepto de campo da lugar al de luchas simblicas concebidas como confrontaciones que se ocultan a s mismas. Quieren imponer otras maneras de ser o co-nocer, pero la disfrazan. La eficacia de estas luchas simblicas est en su invisibilidad que deviene de la experiencia tctil, est en el juego de lo que reproducen y de lo que cambian sin apostarle a la claridad. En las relaciones en las que se ins-criben tales luchas se encuentran tanto el cientfico social como las ciencias sociales, siempre en fuga y en el mismo punto.

    La agroecologa, como prctica, est inmersa en un campo relacional de confrontaciones inevitables en el que ms que hacer aplicaciones y usos tecnolgicos determinados, lo que se est poniendo en juego son las maneras de hacer insertas en las de conocer, las cuales estn, histricamente,4 en pugna: Con el surgimiento de las cosechas pa-gadas y la mayor presin ejercida por las demandas de exportacin, las estrategias para el uso de los predios rurales, que haban sido

    3 El campo es una red o configuracin de relaciones objetivas entre posiciones. Estas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen objetivamente a sus ocupantes, ya sean agentes o instituciones, por su situacin actual y potencial en la estructura de la distribucin de las diferentes especies de poder cuya posesin implica el acceso a las ganancias especficas que estn en juego dentro del campo y, de paso, a sus relaciones objetivas con las dems posiciones (dominacin/subordinacin/homologa) Bourdieu y Wacquant (1995).

    4 Bourdieu (citado por Bourdieu y Wacquant 1995:25) dice que accin e historia son las acciones tendientes a la conservacin o y la transformacin de las estructu-ras.

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    desarrolladas a travs de milenios con el fin de reducir los riesgos agrcolas y de mantener la base de recursos, fueron desestabilizadas (Hecht 1999:17).

    Hablar ahora de la recampesi-nizacin de la agricultura en la cual la agroecologa funge de estrategia, es situarse en oposicin, por lo menos, a la agrotecnologa como forma de hacer naturalizada por el conocimiento de la ciencia tradi-cional. Estas formas emergentes se basan en la agricultura familiar aso-ciativa, son diversas, no le apuestan a un nico producto de consumo, anteponen la seguridad alimenta-ria5 a las ganancias econmicas y surgen esparcindose por toda la superficie latinoamericana, pare-cindonos mostrar la emergencia de un nuevo modelo de desarrollo rural (Sevilla y Ottmann 2000: 22). Es decir, son otras maneras de hacer producir la tierra, diferentes de las institucionalizadas sobre el desconocimiento del hacer campe-sino que vuelve, resistiendo, como otro conocimiento ms.

    Estas experiencias productivas, ancestrales, resurgen en los intersti-cios de la estructura socioeconmica propia del modelo agroindustrial, primero como formas de resisten-cia a su lgica depredadora de la naturaleza y despus como enfren-tamiento. Diversas experiencias dan cuenta de ello: ..estudios de caso en Mxico, Bolivia, Brasil, Chile y Argentina. Especial relevancia tie-nen los de Brasil donde, en algunos lugares como Ro Grande do Sul la agroecologa est luchando por con-vertirse en poltica oficial (Sevilla y Ottmann 2000:24). De esta forma las luchas simblicas van reposicio-nando a los agentes6 e instituciones,

    visibilizando ciertas maneras, otras maneras de hacer comprendiendo, que a su vez contienen el germen de lo tcito, de lo innombrable, aquello que mantiene la amenaza y la poten-cia de un hacer oscuro.

    Hay una tendencia a compren-der el campo como algo quieto constituido por cosas y no como re-des de relaciones contaminantes. El desafo es pensar el espacio social ms all de algo reificado, denso como una cartografa o un mapa. Lo que hay que procurar es la compren-sin relacional, de tal manera que al abordar lo social como la interac-cin en la que estamos unos y otros, que pesa, podamos tambin abordar el desajuste, la anomala, la no co-incidencia. En este sentido, el juego no es simplemente la aplicacin de las reglas sino aquello que Bajtim considera propio de la dialogicidad: la heteroglosia, donde el discurso ajeno presiona no de manera mono-ltica y cerrada, sino precisamente incentivando las luchas simblicas sealadas por Bourdieu.

    Hegemona ciegaEn ese desconcierto de voces

    que anuncian maneras de hacer dis-tintas, se instala la precedencia de las relaciones como la espacialidad constitutiva de los sujetos sociales. All, construyen una vida cotidiana diferente a la hegemnica en la cual otras prcticas, adems de las establecidas, permanecen entre la memoria y el uso, en el movimiento continuo de las relaciones, sin un lugar que las fije. Son las tcticas, segn las define De Certeau (1996), siempre improvisadas y ejerciendo una praxis que no se deja iluminar porque es esa condicin oscura la que las blinda para hacer crtica.

    5 Segn la definicin de la Food and Agriculture Organization (FAO): Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso fsico y econmico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias.

    6 ..los agentes, como organismos socializados estn dotados de un conjunto de disposiciones que implican al mismo tiempo, la propensin y la capacidad necesarias para entrar en el juego y participar en l .nicamente son activos y eficaces en la medida en que no se reducen a lo que se entiende ordinariamente por la nocin de individuo (Bourdieu citado por Bourdieu y Wacquant 1995: 25)

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    En las tcticas hay una opera-cin de clculo que no es estratgi-ca. Ms bien se puede decir que hay un tacto sensible para convertir la ocasin en posibilidad. No buscan, como el socioanlisis, develar la violencia simblica para controlarla sino que ms bien agudizan la invi-sibilidad para no dejarse controlar. Son maneras de hacer que se gastan y agotan en las relaciones.que proliferan aqu y all y que el cientfico social no tiene en cuenta (Grosso, com. pers.).

    Es el caso del hacer campesi-no que recupera la agroecologa, hacindolo constante, corporal, de forma tal que va penetrando otras esferas, que ocupa a los ms pobres y menos poderosos, por lo cual circula inofensivo, tomndose su tiempo, colndose por las fisuras que la oficialidad no controla: La agroecologa permite hablar de una recampesinizacin de la agricultura latinoamericana porque reaviva la generacin de redes solidarias a diferentes niveles, redes que sobre-vivieron a la apotesica revolucin verde, como tambin lo hizo la diversificacin de productos que se mantuvo en las fincas campesi-nas a pesar de la insistencia de los extensionistas en el monocultivo (Sevilla y Ottmann 2000:23). La multiplicacin de las tcticas des-borda y amenaza las instituciones estratgicas, aunque su carcter es aparentemente minsculo.

    Si como dicen Sevilla y Ott-mann (2000), las redes solidarias y la diversificacin, entre otras prcticas, se mantuvieron entre los

    campesinos, las tcticas explicaran el fracaso del desarrollo como estra-tegia7 entre las comunidades rurales. En primer lugar esta idea se asienta sobre una concepcin del hombre como un objeto,8 pero ms que como objeto, como cosa, suscepti-ble de ser manipulada, puesto que el desarrollo est ntimamente ligado a la representacin de progreso en un tiempo homogneo y vaco que no considera la tradicin (Villegas 2002), una de las dimensiones fun-dantes de la vida campesina y que por serlo, nunca desapareci sino que sigui operando silenciosa.9

    En segundo lugar, su dependen-cia de la planificacin hace del desa-rrollo una estrategia preconcebida, asptica, que tuvo lugar en el siglo XIX en Europa por causas debidas a la modernidad, como fueron la intervencin de los profesionales y del Estado en la bsqueda del bienestar humano, la solucin a problemas urbanos en las ciudades industriales y el dominio del mer-cado y la economa poltica liberal, entre otros (Villegas 2002).

    Tales prcticas fueron ocultadas en la trayectoria seguida por el de-sarrollo mediante el establecimiento de al menos tres modelos histri-cos: el desarrollo comunitario, el desarrollo integrado y el desarrollo sostenible10 (Sevilla 2000), que pueden interpretarse como procesos de descampesinizacin por el im-pacto que tuvieron en la ruptura de los sistemas agrarios tradicionales y la erosin de los contextos socio culturales que los albergaban. Los modelos de desarrollo, al excluir los

    7 La estrategia para De Certeau vuelve al espacio social mapa, espectculo desde una posicin privilegiada. Las instituciones estratgicas son como islotes efmeros destinados a desaparecer.

    8 El sujeto convertido en objeto reviste mayor complejidad, es imprevisible e incomprensible, por otra cultura, como suele ser la del observador. Se establece all el vaco intercultural que no proporciona categoras para hacer inteligibles ciertos comportamientos.

    9 Nez (2007) en su investigacin Los saberes campesinos: implicaciones para una educacin rural, enfatiza la importancia de la tradicin, de cierta concepcin del tiempo regida por lo religioso y lo natural y de otras maneras de conocer campesinas que van en contrava del conocimiento hegemnico.

    10 Segn Sevilla (2000), el desarrollo comunitario fue el que acompa a la revolucin verde y se bas en la implantacin hegemnica de un modo industrial de uso de los recursos naturales. El desarrollo integrado es el que tiene como objetivo la mejora de la calidad de vida de la poblacin de un rea implicada y no el crecimiento econmico de un pas. El desarrollo sostenible es una construccin terica ecotecnocrtica que transmite el mensaje de que el planeta est en peligro debido a la degradacin ambiental y por lo tanto el desarrollo ha de hacerse en equilibrio con el medio ambiente.

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    conocimientos locales, lo que hicie-ron fue dejarlos operando en la vida cotidiana, privada, del campesino despojado. Este modelo colonizador de desarrollo promovi desde sus inicios la transformacin total de las culturas y formaciones sociales de tres continentes desde una perspec-tiva unilateral. No es de extraarnos entonces que tcticas campesinas lo corrompieran y alienaran de su propia subsistencia.

    En el escenario de la agroeco-loga, la idea del clculo de las tcticas que, como mencion an-teriormente, tiene que ver con la ocasin, permite profundizar en el cambio de vocacin agrcola, o ms bien en el retorno a la agricultura campesina que permaneci oscura. Es como si el campesino se vol-viera campesino y en ese retorno, estuviera implcito el clculo de la ocasin pues a la luz de la sociedad moderna, tal regreso implica tomar riesgos econmicos de largo plazo, los cuales solo pueden ser asumidos por los campesinos ms pobres que poco tienen que perder. Sin embar-go, all tambin acecha el hacer globalizante que tiende a construir identidades para poner bajo control la heterogeneidad inmanejable. Es una segmentacin sospechosa que tiene efectos de consumo en los mercados verdes y la agricultura orgnica inscrita en el modelo de desarrollo sostenible: No son identidades de produccin, como en la construccin de los estados nacin, sino que son identidades de consumo para mantener el flujo de los capitales y mercados (Grosso, com. pers.).

    la creatividad del despojoDice De Certeau que las tcticas

    son del dbil. Esta es su condicin

    relacional porque la debilidad de-sarrolla la astucia11 que en el caso de la agroecologa se traslada al campesino quien mantuvo, resis-tiendo, sus prcticas tradicionales, las mismas que ahora hacen parte de lo que Sevilla y Ottmann (2000: 24) denominan modelo emergente de desarrollo rural alternativo.

    Aceptar, con base en la teora que estn haciendo algunos soci-logos12 sobre la agroecologa, que lo que sta fomenta es el dilogo de saberes para retornar a un cierto estado de reconciliacin con la naturaleza, pasando no obstante, por la comprobacin cientfica de tal conocimiento, es aceptar que la agroecologa no es sino otra versin de las polticas de conocimiento dominante, maquillada de multidis-ciplinariedad: Surgida a contraco-rriente de la tendencia predominan-te en la ciencia contempornea, la cual promueve la especializacin excesiva y la parcelacin del co-nocimiento, desde por lo menos la mitad del siglo XX crece y se mul-tiplica un nuevo enfoque que busca la integracin de las ciencias de la naturaleza con las ciencias sociales y humanas.. en la cual tiene lugar un dilogo de saberes (Toledo et al., 2000:55).

    En esta declaracin podemos percibir que ni siquiera se est cam-biando un conocimiento por otro, aparentemente se est derivando en el mismo cauce. Pero este desmo-ronamiento de la especializacin, cuestionada precisamente por el advenimiento de la crisis ambiental (Leff 2006), es el que hace intuir un operar tctico13 en el interior de la ciencia misma: Esta revolucin conceptual, est siendo alimentada de una nueva visin geocntrica y por una nueva conciencia global e

    11 En el sentido de creatividad para sobrevivir.12 Eduardo Sevilla Guzmn, Graciela Ottmann, Vctor Toledo, entre otros. 13 Hay tcticas en lucha. Posicin discursiva polemolgica. Las tcticas son narraciones en contra de otras Grosso (com. Pers.).

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    intenta superar el neo oscuran-tismo sin precedentes al que con-duce la especializacin cientfica en campos inconexos (Naredo 1992: sin paginacin).

    Es as como, desde la malicia del campesino que conoce su hacer porque ste trasciende lo meramen-te objetivo, sus prcticas agrcolas se recuperan en medio de los prota-gonismos de las disciplinas, que se desplazan hacia un amalgamiento y en este movimiento se ubican del lado de las tcticas que requieren de otro a lo cual replican mientras transforman permanentemente el mundo que las contiene.

    lgica blanca14 en crisisLa agroecologa, al preocupar-

    se por recuperar el conocimiento vulgar,15 por validar la diferencia y la posibilidad de existir y de relacio-narse de mltiples maneras, vulnera el fundamento de la ciencia moder-na, al confrontarla con lo ambiguo, con aquello que no requiere expli-caciones lgicas para que funcione. Es decir, se sumerge en la lgica de la negacin de Kusch (sin fecha) de cara a la oscuridad de lo ms ntimo y evidencia la descontextualizacin del individuo promovida por el sis-tema educativo moderno, basado en la ciencia occidental.

    El enfoque agroecolgico hace notar el desarraigo campesino como resultado de polticas coloniales que se encargaron de validar lo forneo, de orientar el sentido hacia fuera, de distanciarse de los espacios doms-ticos para aplicar a la tierra tecno-logas y conocimientos objetivos, alejados de la vida cotidiana y de su contexto relacional especfico.

    Frente a esta ciencia occidental, Kusch (1978) destaca lo impen-

    sable, lo que no se puede decir o analizar como un fondo oscuro que contiene la gran historia, la de la vida cotidiana que se desarrolla en el estar16 y no la historia pequea construida por lo escolar. En el estar hay una propuesta existencial que sumerge los objetos en un gesto ritual.

    Sin embargo, lo objetivo de alguna forma ha contaminado ese mundo esencialmente simblico y as entonces Kusch (1978) introdu-ce la nocin de estar/siendo como un producto mestizo que refleja la situacin de colonialidad america-na: el estar resiste y en cuanto estar/siendo sigue posicionndose desde lo gestual la mediacin en la que se teje esta relacin (Grosso, com. pers.)

    Ms que abrirse al dilogo desde el estar la agroecologa inicia el dilogo desde el ser con un estar ocultado histricamente. Lo que en ella opera es una recon-figuracin del estar como previo al ser, horizonte privilegiado por occidente. El nfasis del conoci-miento agroecolgico est puesto en el rescate de lo propio arraigado en la tierra poniendo en juego el universo simblico campesino, su cultura, la que pertenece al estar, confirindole as un gran potencial crtico.

    El conocimiento campesino no solo constata en la prctica un hecho sino que lo vincula a los fundamen-tos de su existencia: Especfica-mente, uno de los grupos sociales tradicionales en Latinoamrica que an conserva saberes ancestrales mezclados con los modernos, son los campesinos. En las culturas ru-rales se debe hacer especial nfasis para reactivar las tradiciones ind-

    14 Lgica blanca es la que alberga el discurso escolar y el cientfico. Lgica de la negacin (Kusch) es la que la altera, la confronta.15 Conocimiento vulgar en el sentido de Vico (2006), cuando argumenta que la comprensin y explicacin del mundo debe empezar all, en la vida cotidiana, pre-

    reflexiva, que alberga el mundo cultural, el de las instituciones humanas y el del hombre mismo, que es quien lo ha construido.16 El estar para Kusch es la experiencia primaria, humana. Un nosotros histrico que produce un as, es praxis. Cullen (s.f.)

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    genas y campesinas, sus tcnicas, sus maneras de interactuar con la naturaleza y de resolver comunita-riamente los problemas sociales (Nez 2007:7).

    La agroecologa se cuela sutil-mente, revive saberes tradicionales, remueve las improntas de la pro-duccin social del conocimiento y se vuelve conocimiento acadmico contaminado, un estar/siendo en el que no hay ruptura sino recon-figuracin, paso a lo otro que se despliega en el volver cclico del tiempo.

    El legtimo otroPara Kusch (1978) es en el

    trabajo de campo donde se piensa radicalmente y donde toma forma la filosofa antropolgica americana que tiene de diferente en relacin con la antropologa disciplinar, el no ver al otro como un objeto, sino como presin. Este es el vaco intercultural que surge de la pre-sin al otro que tambin presiona y lo hace porque est en accin, haciendo, viviendo su cultura como un gesto. No es un otro quieto sometido a contemplacin.

    En este vaco intercultural lo que parece mediar es una nueva for-ma de conocer. Ms que entender, la clave es la comprensin a la que se llega a travs de la intuicin y la prctica. Es adentrarse en lo gen-tico, en lo constitutivo de la cultura, no con la intencin de transformarla sino desde el interior, reactualizar prcticas existenciales de este ser humano, reactivarlas, e incitar un operar en libertad.

    El vaco intercultural se traduce en comunin que comprende la diferencia sin pretender aclararla, nombrarla, o cosificarla. La cul-tura, ese algo, es un objeto con leyes que lo estructuran, pero es dinmico porque es relacional, no determinable, se estructura entre lo dado como indeterminado y

    la determinacin que se intenta (Kusch 1978:66). Muestra transi-toriamente lo dado que logra ser aprehendido, es por tanto circuns-tancial y su esencia siempre estar en lo impensable.

    La investigacin inmersa en el enfoque agroecolgico no puede eludir el vaco intercultural, en tanto que lo que se propicia es un escena-rio donde circula ms de una manera de conocer, ms de un otro, que se interpelan mltiplemente. La objeti-vacin all es fuertemente sacudida por el saber campesino que como afirma Nez (2007), se construye ligado a la experiencia prctica de la vida rural y a la abstraccin simblica que otorga sentido a si-tuaciones ubicadas por fuera de la lgica del conocimiento cientfico. El vaco intercultural impide, segn Kusch (1978), que el objeto pueda ser usado en calidad de tal porque su alteridad es tan fuerte que rompe la objetivacin y se abre a la comu-nicacin, es decir, a la irrupcin de esa alteridad, reconfigurndola.

    De esta manera en la situacin de trabajo de campo es la presin del otro la que genera la experiencia crucial, que no es no representable porque lo que toca no puede po-nerse al frente, por eso no es deter-minable, ni analizable (Grosso, com. pers.). Esto permite pensar la hondura, inobjetivable, desde la cual se gestiona la vida cotidiana del campesino en comunin con inves-tigadores y tcnicos agroecolgicos. La relacin establecida en el trabajo de campo es constitutiva, se vive, por eso no se puede ser slo obser-vador: Es precisamente porque viene del otro, porque confiere un lugar de enunciacin y posibilita la rplica, que es imposible represen-tarla Grosso (com. Pers.).

    En este vaco las relaciones de conocimiento se transforman a tra-vs de una crtica radical que slo es posible mediante una relacin

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    profunda con los actores, interac-cin discursiva intercultural que se da en el cruce de otras maneras de conocer con la manera de conocer dominante, tal como la agroecolo-ga lo propicia, de ah su potencial crtico.

    Relacin afectivaEl lugar de lo emotivo, que

    occidente llama a poner bajo sometimiento,17 es enfatizado por algunos autores (e.g. Kusch 1978, Laclau 2006), como aquello que cohesiona y establece una solidez colectiva en lo popular. Si bien los actores sociales estn impregnados de emotividad, esencial a su accin, al cientfico social se le exige obje-tividad y distanciamiento.

    En las ciencias sociales sigue siendo necesaria la apuesta por la objetividad para establecer el campo de discusin. Quienes in-tervienen deben hacer un ejercicio de despojo respecto de las fuerzas valorativas y hacerle el juego a la ficcin de la objetividad para llegar a la verdad mediante la oposicin de lo racional y lo pasional, sometien-do a este ltimo.

    Sin embargo, en el contexto agroecolgico la emotividad de los actores adquiere carcter de agen-ciamiento, no puede transformarse en dato, porque si se hace lo que se establece es una distancia entre interlocutores que no va a permitir el cambio social y productivo, o mejor, la recuperacin de las prc-ticas sociales y productivas que este enfoque estimula: despus de que entra una entid como CIPAV que tiene un equipo humano y tnico muy profesional que se hacen ver, personas que van de la mano con

    el campesino, comen y duermen en el mismo sitio del campesino, empieza otra etapa. Riqusima esa parte.18

    Esta dimensin emotiva, inob-jetivable, es consustancial al trabajo de campo agroecolgico. Es all donde empieza el acercamiento para lograr que la tierra, ahora objeto, sea sometida a otros estilos produc-tivos diferentes del que les ha sido impuesto, es decir para recuperar las maneras de hacer campesinas impregnadas de smbolos y oscu-ridad.

    Lo afectivo de esta relacin pre-para para el cambio, para la trans-formacin que tiene lugar en cada uno de los actores involucrados, bien sea que provengan del campo o de la academia. Ese mestizaje de maneras de conocer que all se de-sarrolla es facilitado por la cercana que el trabajo de campo implica, la cual inevitablemente crea lazos emotivos.

    El conocimiento en pluralDe acuerdo con Cullen (com.

    Pers.), no es que la modernidad haya inventado los fundamentos cientficos, ticos y polticos19 entre los que nos movemos los humanos sino que los cambi. De hallarse en la naturaleza de las cosas los traslad a la razn. Desde esta perspectiva, la ciencia se dedic a la tarea de construir objetos respaldados por una teora, dando lugar al sujeto epistmico, la tica disciplin, mediante el deber, el fundamento de libertad que pro-clamaba y la poltica forj la idea de igualdad con base en el ejercicio de derechos que hicieran posible la convivencia.

    17 Para Platn la episteme consiste en un dominio de las pasiones. Durand, citado por Grosso (com. Pers.) dice que lo simblico debe sublimarse porque aunque es una dimensin profundamente humana, est impregnada de emotividad y no tiene ordenamiento y proceso lgico, por lo cual no aporta al pensar.

    18 Este relato es de Tiberio Giraldo, campesino del Dovio, vereda Bellavista, agente muy importante del enfoque agroecolgico que la Fundacin CIPAV implementa en la regin. Fue tomado del libro Precursores del Nuevo Campo editado por Len Octavio Osorno y producido por CIPAV.

    19 El fundamento cientfico se articula en la relacin doxa/episteme, el tico construye su campo alrededor de lo correcto e incorrecto y el poltico desarrolla criterios para distinguir, validar y legitimar la organizacin social y el poder.

    La insistente prctica campesinaCarmen Cecilia Rivera

    Foto: Luis Germn Naranjo

  • 32 El Hombre y la Mquina No. 33 Julio-Diciembre de 2009

    El concepto occidental de cien-cia se situ entonces entre el ver y el decir, escogi la opcin que va de lo conocido a lo desconocido, con el convencimiento de penetrar en lo oscuro, redimindolo, pero en su trayectoria empieza a ser interpela-do por las relaciones interculturales, provenientes del afuera del discurso cientfico, que evidencian otras ma-neras de vivir lo cotidiano.

    No se trata de actualizar las ciencias sociales y plantar otros supuestos tericos sino de ubicar en el centro a los actores sociales, reivindicarlos, porque el mundo de la vida se encuentra en ellos: Los acadmicos deben hacer hablar al discurso cientfico de aquello de lo que no quiere. Hay que buscar premeditadamente los desajustes, los ruidos, porque son ellos los que nos pueden sealar la dimensin de lo obvio (Grosso, com. pers.).

    Si bien Bourdieu queda preso de la teora tradicional, el uso desviado

    de algunas de sus nociones podra ser indicativo de esa obviedad que se oculta, aquella que De Certeau destaca con el concepto de tcticas y narrativas. Lo mismo ocurre con la radical alteridad20 histrica que le permite a Kusch adentrarse en el discurso de lo andino y elaborar alrededor del estar/siendo como una manera americana de habitar el mundo. La emotividad en lo popular, dimensin compartida por Kusch y Laclau, complementa el abanico de posibilidades para in-tentar construir otro tipo de relacin entre investigadores e investigados, diferente a la establecida como ni-ca por el conocimiento cientfico.

    Los autores aqu referidos se de-tienen en la alteridad, en lo otro que lo hegemnico oculta y nos brindan la oportunidad de establecer otra relacin entre el investigador social y los actores sociales al permitirnos reconocer que el conocimiento cientfico es uno entre otros y con esto, dar el primer paso en una nue-va bsqueda que supone cambios metodolgicos, epistemolgicos y polticos. Y en este umbral, la agroecologa muestra indicios de lo que el encuentro intercultural, portador de maneras de conocer diferentes, puede aportar a esta aventura.

    BibliografaBourdieu, P. (1991): El sentido practico.

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    Cullen, C. (s.f.): Cultura: un concepto en crisis. Texto no publicado.

    20 Alteridad que tambin es sealada por Derrid (1997) en el Monolingismo del otro.

    La insistente prctica campesinaCarmen Cecilia Rivera

    Foto: Luis Germn Naranjo

  • 33El Hombre y la Mquina No. 33 Julio-Diciembre de 2009

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