La Imagen Nacional del Perú en su Historia Conceptuamos a la Nación Peruana como el conjunto de pobladores que habitan nuestro territorio
y que tienen, históricamente, un origen común; desarrollan sus actividades en base al trabajo y
alientan su esperanza de una vida mejor dada por el bienestar, progreso y desarrollo. La nación,
pues, es sinónimo de población, de habitantes.
Esto trae el concepto de nacionalismo, entendido como el amor y el trabajo que desempeñamos
por el progreso del suelo que habitamos. Se es nacionalista cuando se construyen obras públicas,
se atiende a la salud, a la educación, cuando se trabaja en la construcción de carreteras,
reservorios, etc. De esta manera, si el patriotismo es el amor por el suelo en que hemos nacido,
el nacionalismo es el trabajo incesante que ejercemos sobre este suelo en procura de su progreso
y desarrollo. Ambos contribuyen a la formación de una conciencia nacional, porque valoramos lo
que somos y tenemos, y, a una identidad nacional o sea al afianzamiento como país cuyos
caracteres lo distinguen de los demás.
Por la historia realizamos el estudio analítico y crítico de nuestro pasado. Determinamos cómo
hemos sido ayer, cómo somos ahora y qué proyecciones tenemos en el futuro. La historia es,
pues, un elemento de vínculo entre nuestros antepasados y nosotros. Conocemos de nuestros
primeros pobladores, de su esfuerzo por afianzarse en este territorio; nos identificamos con la
grandeza del incanato y los valores culturales que desarrollaron; la llegada de los elementos
civilizadores occidentales españoles que se mixtificaron con los aborígenes nuestros. La epopeya
de la independencia, la búsqueda de nuestro destino en los tiempos republicanos. Al conocerla
nos adentramos más en esto que es el Perú, tierra que habitamos.
En el antiguo Perú, que nos va a otorgar el elemento aborigen, cuya raigambre se proyecta hasta
los primeros grupos culturales que se asentaron en nuestro suelo. Allí hallaremos las
manifestaciones primigenias de nuestra nacionalidad. Elemento aborigen e indígena que, después,
van a expresarse con mayor claridad en la época del Tahuantinsuyo, cuyo sistema político, social
y económico, determinó la estructuración de una alta cultura en la que sus manifestaciones, pese
al impacto de los rasgos culturales occidentales, traídos por los españoles, subsistieron y aún se
mantienen como elementos integrantes de nuestra sociedad.
Autora: Lizbeth Tejada Vargas