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“La Grafología es la disciplina que estudia la escritura y los
grafismos en general, como reflejo de la identidad bio-psico-social de una
persona o grupos de personas, de diferentes culturas y épocas” (AGORA).
LA ESCRITURA COMO ACCIÓN FÍSICA Y PSICOLÓGICA DEL
INDIVIDUO Y LA HOJA COMO SU AMBIENTE.
La escritura es una acción predominantemente inconsciente.
Cuando escribimos pensamos en el contenido, en lo que queremos
transmitir y dejar plasmado en el papel, pero no en la forma de las
letras, de las palabras, en la escritura en sí misma. Por supuesto que si
estamos atentos, más conscientes, podremos modificar
circunstancialmente nuestra escritura. Pero generalmente nuestros
movimientos en la acción escritural son automatizados, inconscientes.
Se puede deducir entonces la relevancia de la escritura como
manifestación del inconsciente, de nuestro verdadero ser, no
condicionado.
A través de la escritura proyectamos nuestra personalidad como en
cualquier test psicológico gráfico, utilizando una acción física que
quedará plasmada en la hoja, y que es parte de nuestra comunicación,
nuestro lenguaje corporal.
La hoja es el ambiente donde desarrollamos nuestra acción
escritural. El principio básico de la grafología se basa en que la forma
en que el sujeto se manifiesta en la hoja es la misma forma en que se
manifiesta en otros ambientes
MOVIMIENTO, FORMA Y PRESIÓN EN LA ESCRITURA
La escritura se estructura a partir de 3 componentes elementales:
Movimiento, Forma y Presión.
El movimiento es la característica grafonómica más
intrínsecamente expresiva de los rasgos y tendencias básicas del sujeto
escribiente. Es un componente de la escritura en gran medida
involuntario o inconscientemente determinado.
Sin movimiento de los dedos, de la mano, no habría escritura, no
habría actividad, por lo menos motriz. No obstante, estos movimientos
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deben ser controlados, guiados, para formar las letras. Entre el
movimiento y el control se conforma la escritura.
La forma es la confluencia de factores deliberados (desarrollados
bajo hábito o entrenamiento) y determinantes inconscientes de la propia
estructura personal.
La relación que hay entre el movimiento y la forma es la misma que
encontramos en la relación entre el Yo y el Ello que Freud explica con la
metáfora del caballo y el jinete. Freud compara el caballo con el poder
no dirigido de la persona (el ello) mientras que el jinete (el yo) tiene que
decidir la dirección hacia la cual el caballo tiene que ir. El movimiento
es el impulso animal, instintivo, las pulsiones y necesidades vitales del
individuo. El niño antes de saber escribir realiza movimientos libres
realizando por un impulso inconsciente líneas y/o círculos. Cuando el
niño aprende a escribir, empieza a guiar ese movimiento que antes era
libre, como el jinete guía a su caballo. Dirige su movimiento según la
forma de la letra igual que el jinete dirige a su caballo en la dirección
deseada. No obstante, no se abandonan del todo los movimientos
iniciales salvo que ahora son adaptados a las normas convencionales de
cómo deben lucir las letras. Esto explica la gran variedad de escrituras
y que la escritura de cada persona sea única y exclusiva.
El movimiento que le impregnamos a la escritura manifiesta
nuestros impulsos más primitivos, el Ello; y la idealización de la forma
representa las normas, los convencionalismos, el deber ser al que
estamos sujetos, es decir, el Superyó. Quien regula ambos extremos y
se conduce entre la forma y el movimiento es el Yo.
La lucha o la armonía entre ambos extremos, forma y movimiento,
nos habla del “equilibrio” o “desequilibrio” en el organismo del sujeto
escribiente.
El predominio del movimiento sobre la forma
Cuando hay predominio del movimiento sobre la forma, la
escritura es rápida, ágil, con aportes personales, letras que no se
corresponden con la forma caligráfica.
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Este predominio refleja un individuo emotivo y sentimental, con
tendencia a la espontaneidad, a la rotura de moldes convencionales, a
la actividad creativa y realizadora con sensibilidad artística e
intelectual.
Si hay alteraciones en exceso en el movimiento puede relevar falta
de freno, irritabilidad, insatisfacción, impaciencia, indisciplina,
desorientación. Puede ser la manifestación de comportamientos no
adaptados a las reglas de convivencia social, a la falta de control en las
acciones y/o los pensamientos.
Cuando predomina la forma sobre el movimiento la grafía es
rígida, idéntica, nada varía. Las letras tienen el mismo tamaño y la
inclinación es siempre igual. Por lo general se trata de individuos
metódicos y perfeccionistas con tendencia a ajustarse a un patrón
rígido y previsible de comportamiento. Debido a su rigidez pueden llegar
a tener problemas de adaptación.
Escritura de Albert Einstein
Escritura de Charles
Manson
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Un predominio excesivo de la forma podría reflejar una represión
exagerada de emociones y necesidades, lo que podría derivar en
comportamientos patológicos.
Pero la escritura no se conforma únicamente de “movimiento” y
“forma”, salvo que estuviésemos escribiendo en el aire. Tenemos así, un
tercer componente estructural de la escritura que es la presión,
también llamada “tercera dimensión” de la escritura.
La presión es la fuerza que se ejerce sobre el ambiente (el papel),
la intensidad con que se ejerce la acción de escribir. Refleja el vigor, la
fuerza, la pasión que se pone en los actos, aún los más pequeños e
inconscientes como la escritura. Es un importante indicador de la
seguridad del sujeto en las acciones que realiza y en sus convicciones.
Se vincula además con el grado de sensibilidad – enfermedad del sujeto
en determinado momento.
Enseña el Prof. Grafólogo Pedro Foglia “La dimensión “profundidad”
es la huella física, el surco más o menos profundo dejado sobre la
superficie del soporte” “La presión imprime la liberación del potencial de
acción de la célula nerviosa, hay una fuerza opuesta al momento de
“chocar” la pluma con el soporte; el escribiente debe vencerla,
sobreponerse y continuar con el movimiento escritural”.
Una presión débil sería indicio de falta de energía e intensidad en
los actos o puede ser indicio de gran sensibilidad ante la fuerza que
ejerce el ambiente sobre el organismo. En ambos casos – sea por falta
de energía o por gran sensibilidad - el sujeto se limitará para no
presionar ni imponer su acción sobre el ambiente.
La presión débil también nos habla de falta de convicción en las
ideas o – aun cuando la convicción permanezca intacta – evidencia falta
Escritura de asesino serial
Harrison Graham
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de seguridad o resistencia ante otras ideas o fuerzas opuestas
provenientes del exterior.
Una presión fuerte es evidencia de energía y vitalidad. Refleja por
un lado una menor sensibilidad y receptividad al ambiente y por otra
parte la tendencia a imponer su acción sobre el ambiente exterior.
LA ANSIEDAD LOS TEMORES Y LOS BLANCOS EN EL PAPEL.
Ahora bien, ¿Qué sucede con los espacios, ya sea entre letra y
letra, ya sea entre palabra y palabra, sea el que se constituye entre
renglón y renglón, o en relación a los márgenes de la hoja?
Estos espacios en blanco no son espacios de inacción; hay acción
aun cuando no la veamos plasmada en el soporte. El movimiento, en
principio horizontal, para ir de un punto al siguiente, se hace de
manera espontánea, mecanizada, absolutamente inconsciente,
transitando por el espacio ambiente, pero sin dejar una huella.
Así como en la escritura el predominio del movimiento sobre la
forma se vincula a que la atención se dirige al contenido más que al
continente, en el desplazamiento horizontal no visible, se piensa en el
contenido y no en el continente. El movimiento aéreo refleja la acción
psíquica de pensar.
Dice el grafólogo Juan Allende del Campo que el movimiento
gráfico visible es un movimiento que va del Yo al Tú, del Yo al ambiente,
y los gestos invisibles, en el aire, se relacionan con la “actividad
interior”. Esta actividad interior (el papel dejado en vacío) no manifiesta
su objetivo; éste puede ser la reflexión consciente para adecuar el acto y
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la comunicación (del movimiento visible – escritura) u obedecer a las
exigencias internas (censura) o externas (una interrupción). Es por esto,
que no es conveniente realizar el análisis sobre un dictado o una copia,
puesto que existirán espaciamientos forzados, condicionados (por la
lectura, por la escucha, etc) no naturales o propios del sujeto.
En esos espacios en blanco, la emoción, los sentimientos y la
voluntad en el organismo siguen funcionando pero no se manifiestan,
procesándose interiormente.
El correcto manejo del espacio con la escritura, a lo que llamamos
espacio gráfico, nos manifiesta la correcta adecuación (adaptación) del
sujeto al ambiente.
En suma, los espacios reflejan los silencios para pensar, para
poner en orden las propias ideas, emociones y recuerdos, en un intento
consciente de dar una determinada imagen del Yo al exterior.
Durante el espacio en blanco el autor del escrito deja libre la parte
menos consciente, siendo receptivo y reflexivo, preparándose para
actuar. El manejo del espacio es un componente grafonómico que, al
igual que hemos señalado en relación al movimiento, resulta
especialmente rebelde y esquivo a la voluntad consciente, estando por
lo tanto fuertemente determinado por factores involuntarios,
subliminales o inconscientes.
Dice el maestro grafólogo Augusto Vels que los espacios en blanco
que cada sujeto deja entre las letras, entre las palabras y entre las
líneas, están en relación con sus hábitos de proximidad o distancia de
los objetos reales. Todo lo ajeno al Yo es un objeto: una idea a expresar
o realizar, una persona o una cosa, etc. Cuando el escritor reduce los
espacios entre letras, palabras y líneas, nos expresa su necesidad de
proximidad, de acercamiento hacia personas y objetos de su cotidiana
relación. Favorecen este acercamiento los movimientos rápidos y
ligados. En el mismo sentido Vicente Lledó sostiene que todo
movimiento de avance (movimiento horizontal) lleva implícita la función
de transferencia de la propia identidad del Yo hacia el ambiente, dado
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que este movimiento se dirige de izquierda a derecha (de lo que conozco
a lo desconocido).
Ahora bien, no es lo mismo hablar del espacio entre letras que
hablar del espacio entre palabras o del espacio entre líneas o de espacio
dejado en los márgenes.
Espacio entre letras:
Podríamos decir que la letra es la plasmación de la acción
individualmente considerada. La letra representa aquello que se tiene
que hacer para conseguir algo definido (la palabra).
Dice el psicólogo Ricardo A. Fernandez, que la letra es la
representación de espacio y tiempo que dedicamos al propio Yo y el
espacio entre ellas es el lugar que el Yo deja para el otro.
Ahora bien, si cada letra es una acción individualmente
considerada, esos saltos, espacios dentro de la palabra, son espacios
dónde se permite que el ambiente actúe, participe dentro de la actividad
del sujeto, dentro del acto (palabra). Es decir, se comparte la actividad
con el ambiente que rodea al escritor. Pero estos saltos de la acción
individual pueden ser también reflejo de una actividad mental dentro
del acto (la palabra), pero dada su brevedad, podemos estar más bien
ante una manifestación intuitiva.
Si la escritura aparece muy espaciada entre letras, las mismas no
se ligan sino que se realizan saltos entre una y otra, posiblemente
estemos ante una persona que da participación al ambiente en sus
acciones, que permite la participación de su entorno y que llega a
quitarle continuidad a sus actos para escuchar o dejar participar a
otros. Esta escritura refleja intuición, un razonamiento discontinuado
basándose el aprendizaje en el método de ensayo y error. También
denota un comportamiento metódico, sistemático, un accionar paso a
paso. Se avanza un paso y se esperan los resultados para recién luego
avanzar y dar el siguiente paso.
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Si por el contrario, no aparecen espacios entre letras, resultando
éstas ligadas, estamos ante una persona que le da continuidad a sus
acciones preocupándose porque las mismas no se vean interrumpidas.
Esta escritura denota el predominio de un razonamiento lógico
deductivo sobre el intuitivo. Cada acto deriva del anterior, en una
continuidad coherente, no se analizan resultados hasta tanto no se
haya completado el proceso.
Espacio entre palabras:
La palabra por su parte es el conjunto de sonidos articulados que
expresan una idea.
El espacio entre palabras nos habla de la necesidad de preparación
del acto. Es la relación entre el acto y la reflexión, entre la palabra
escrita y la previsión (espacio). Allende del Campo agrega que es la
relación entre impulso (movimiento escritural) y el freno (espacio).
El espacio entre palabras siempre existe, pero este puede ser
mayor o menor a lo que establece la norma. Según estudios del
grafólogo italiano Moretti, la norma que debe respetar el espacio entre
palabras es de 3 a 4 óvalos.
Si el espacio dejado por el sujeto supera estas medidas, diremos
que la escritura es espaciada interpalabras, y si es menor será estrecha.
La escritura espaciada interpalabras refleja un exceso de
preparación de los actos, un exceso de reflexión, lo que denota
inseguridad. Hay temor de equivocarse por lo que se necesita pensar
mucho antes de acometer, muchas veces perdiendo de vista el objetivo,
la idea, el acto o la oportunidad. Aparecen miedos, vergüenzas, temor al
ridículo, lo que puede hacer perder también la espontaneidad. Se
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prefiere observar, dejando que sean los demás los que actúen. No hay
necesidad de participar en actividades con los demás, optando por una
vida más introvertida, independiente, de mayor espacio, sin la presencia
de los demás.
Por su parte la escritura estrecha interpalabras denota mayor
apresuramiento, extroversión, falta de previsión, poca paciencia,
tendencia a actuar impulsivamente sin meditar ni perder tiempo. Puede
denotar cierta ansiedad por obtener resultados.
Espacio entre renglones:
El espacio entre renglones dice el maestro grafólogo Jaime
Tutusaus, es como el camino que realiza la voluntad para llegar al
objetivo deseado.
El final de la línea refleja el camino realizado por el conjunto de
actos a lo largo de una línea de tiempo; al finalizar la línea se regresa
con la vista y con la mano el camino recorrido, realizando un
movimiento de derecha a izquierda. Se recorre psicológica y
fisiológicamente todo lo actuado. Como dice Ricardo Fernandez se toma
“distancia para apreciar las circunstancias con la debida retrospectiva”.
El paso de una línea a otra es más consciente que el paso de una
palabra a otra y mayor aún que la de una letra a otra, por lo tanto, el
mayor o menor alejamiento, será tanto más o menos querido por la
persona. Corresponde así, como afirma Allende del Campo “a la
voluntad organizadora del sujeto, a su voluntad hacia el mundo exterior”.
Así pues, mientras la distancia entre palabras tiene que ver con las
relaciones más íntimas, con actos concretos (compuesta de diferentes
acciones), el renglón refiere a la relación del individuo con la sociedad,
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con relaciones más lejanas, con el conjunto de actos para alcanzar
objetivos.
Cuando las líneas se estrechan, tornándose la escritura confusa,
responde a que el sujeto está tan metido en el acto, que no consigue la
perspectiva adecuada para estructurar de manera más clara sus
relaciones con el mundo externo.
Un mayor distanciamiento nos hablaría de una mayor necesidad
de revisar lo actuado, de tomar distancia para analizar los actos. La
energía se dispersa por inseguridad, hay un mal aprovechamiento del
tiempo, y como es lógico de suponer habrá menor cantidad de renglones
(objetivos según Tutusaus). Habrá pocos objetivos, bien estructurados,
pensados y analizados.
Márgenes:
Finalmente los márgenes se relacionan al espacio donde el sujeto
decide no actuar, no intervenir.
El margen izquierdo es el espacio dejado al momento de iniciar la
acción. Es lo que queda detrás de sus acciones presentes. Si se aleja
mucho, dejando un amplio margen, es porque el sujeto opta por dejar
mucho espacio detrás de sí, tomar un mayor distanciamiento de su
pasado.
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En relación al margen derecho, es hacia donde se dirige el sujeto,
hasta donde ejerce la acción escritural hacia adelante, hasta donde
decide transitar.
Si decide frenarse antes de llegar al margen derecho, es porque se
autoimpone inconscientemente un freno en su acción. Presenta
inconscientemente un temor a seguir avanzando, un temor al porvenir,
o temor a no completar su acción por lo que decide abandonarla.
ANSIEDAD Y ANGUSTIA REFLEJADOS EN LA ESTRUCTURA
ESCRITURAL
La ansiedad y la angustia son dos aspectos que van de la mano.
Nos dice Vels en su diccionario de Grafología y términos
psicológicos afines, citando a N. Sillamy, que la angustia es la
sensación penosa de malestar profundo (inquietud extrema, miedo
irracional) que oprime el ánimo y determina la impresión difusa de un
peligro vago, inminente, contra el cual se siente el sujeto desarmado e
impotente. Y por su parte define a la ansiedad como una forma
atenuada de la angustia, caracterizada por un sentimiento de
inquietud, agitación, incertidumbre o estado de alerta que sobrecoge el
ánimo frente a la impresión subjetiva de un riesgo.
La ansiedad puede ser estimulante o paralizadora.
La ansiedad estimulante se reflejará en una escritura invasora no
dejando casi espacios blancos en el papel; es propio de personas que
actúan por corazonadas, impulsivamente, sin reparar en reflexiones y
análisis más profundos, con poca capacidad de abstracción, con
tendencia a querer llegar antes, a tener, a decir, a ocupar determinado
lugar o espacio; no hay tiempo a la reflexión y la calma ni de escuchar
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al otro. Hay un exceso de actuación del Yo sin dejar espacio a los
demás, sin tener en cuenta antesalas y protocolos, utilizando el tiempo
de los demás, con poca capacidad de escucha pero pretendiendo ser
escuchado.
El niño, que no tiene los valores y normas de respeto arraigadas, es
lógico suponer que tienda a ocupar todo el espacio, a explorarlo, a exigir
más que dar a los demás. De lo dicho podemos deducir también que
esta tendencia de la escritura invasora se ve reforzada por el
predominio del movimiento y por una fuerte presión. Con estos dos
agregados podemos estar más cerca de los niveles de angustia.
Mantener esta tendencia en la edad adulta puede deberse a
traumas edipicos o preedipicos de abandono, de pérdida del objeto
amado, de aquí esta aprehensión, esta necesidad de quedarse con todo
y no dejar nada.
En el caso de la ansiedad paralizadora aparecerá una tendencia
a un excesivo espaciamiento, propio del miedo, de la inseguridad y del
aislamiento que genera dicha ansiedad.
El excesivo espaciamiento se verá potenciado por el predominio de
la forma que paraliza el movimiento; normalmente se trata de personas
que presentan un estado de inseguridad hiperemotivo, con aprehensión
ansiosa, con dificultades para resolver y tomar desiciones rápidas. Hay
necesidad de reflexionar, todo se hace pasar por el tamiz del deber ser.
Normalmente la presión será débil para no dejar plasmada la acción
sobre el ambiente. Lo mismo que en el caso anterior, si se presentan los
3 aspectos juntos (excesivo espaciamiento, predominio de la forma y
presión débil) podemos estar más cerca de un estado de angustia que
de ansiedad.
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EL SIMBOLISMO DEL ESPACIO GRÁFICO Y SU RELACIÓN CON
LA ESTRUCTURA DE PERSONALIDAD FREUDIANA.
Como ya sabemos la hoja es el ambiente donde desarrollamos
nuestra acción escritural y la grafología se basa en que la forma en que
el sujeto se manifiesta en la hoja es la misma forma en que se
manifiesta en otros ambientes.
Cada grafía refleja nuestras tendencias, forma de ser, actuar y
pensar.
Vimos que el movimiento refleja nuestra impulsos, emociones y
necesidades (el ello) mientras que la forma representa las normas, los
convencionalismos, el debe ser (el súper yo). Por otro lado la presión
que se ejerce sobre el papel al escribir es reflejo de fuerza, firmeza,
energía o bien sensibilidad, fragilidad, delicadeza.
Estudiaremos a continuación la disposición espacial de la escritura
para acercarnos a la manera en que se resuelve la lucha o armonía
entre nuestros impulsos, emociones, necesidades (reflejados en el
movimiento) y las normas o convencionalismos sociales (reflejados en la
forma), lo que se proyecta en el ambiente (el papel) con mayor o menor
energía, con más o menos sensibilidad (reflejado en la presión). En
otras palabras, la disposición espacial es indicativa de la forma en que
el sujeto canaliza su energía y exterioriza su personalidad mediante
comportamientos. La disposición espacial es indicativa de las
tendencias en el comportamiento del sujeto escribiente.
EL SIMBOLISMO DEL ESPACIO GRÁFICO
Fue el psiquiatra Max Pulver quien en 1931 aportó a la Grafología
la explicación psicológica del significado simbólico del espacio gráfico.
El simbolismo del espacio como expresión del inconsciente
colectivo
El simbolismo del espacio tiene un valor esencialmente colectivo y
lo encontramos en toda leyenda, mitología o religión. Carl Jung se
refiere al inconsciente colectivo que sería algo así como nuestra
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herencia psíquica, conocimientos con los que nacemos y que todos
compartimos.
Desde los comienzos de la humanidad el hombre representó en lo
alto el cielo, la morada de los dioses, la luz, el espíritu, el bien; abajo se
ubica lo sombrío, la muerte, el infierno y todo lo pecaminoso, las
pulsiones, las necesidades de tipo biológicas, la libido, lo carnal, las
necesidades alimenticias, lo material.
En el medio, entre ambas zonas encontramos el equilibrio, al Yo, al
director de orquesta, quien se ve influenciado tanto por la zona superior
como por la inferior. La zona media es la zona del contacto emocional.
El ser humano se guía en el contacto con los demás, tanto por los
mandatos parentales como por sus necesidades biológicas y/o
materiales.
Tan incorporadas están estas ideas en nosotros que, por ejemplo,
hablamos de “subir de categoría” en un trabajo o de “caer moralmente
en depresión”.
Distintos autores han señalado que nosotros mismos estamos
construidos de esta manera. Arriba está la cabeza, el espíritu rector, la
razón, el pensamiento, la visión, en el centro está el corazón, los
sentimientos, el equilibrio de nuestro cuerpo, de nuestras acciones, y
más abajo la genitalidad y las demandas fisiológicas, el contacto con la
tierra, la locomoción.
Estos conceptos también podemos pensarlos desde el punto de
vista neurofisiológico. Los movimientos ascendentes implican un
esfuerzo, una superación (levantar la mano) y los movimientos
descendentes, tiene que ver con una posición de descanso, de
comodidad, de placer, dejándose llevar por la inercia del descenso, la
fuerza de atracciónn (la mano descansa).
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Existe además una asociación inconsciente entre momentos del
tiempo con puntos concretos del espacio. La relación tiempo espacio se
delata en expresiones como “nos veremos más adelante”, “eso ocurrió
muchos años atrás”. Existe una asociación inconsciente entre
momentos del tiempo con puntos concretos del espacio, el futuro está
delante y el pasado detrás. Las cosas pasadas son las únicas que
sabemos con certeza, cómo han transcurrido, mientras que el futuro es
incierto y desconocido.
Una representación del flujo temporal es la que ubica el pasado a
la izquierda y el futuro a la derecha. En relación al significado de la
izquierda – derecha Pulver expresa: “En el simbolismo del tiempo, con su
decurso izquierda – derecha, se registra el camino del desarrollo, venimos
de la madre y nos dirigimos hacia el padre, de las ataduras físicas nos
dirigimos hacia la libertad y el poder. Para la vivencia simbólica son
sinónimos madre, pasado, origen, de la misma que lo son padre, futuro y
conclusión”.
A partir de estas creencias se determina un espacio simbólico
compuesto por cinco zonas que el ser humano proyecta
inconscientemente en todo espacio gráfico.
EL ESPACIO GRÁFICO
Puvler introdujo la psicología simbólica a la grafología y dividió el
campo gráfico con una línea horizontal y una vertical. La línea
horizontal determina en el eje vertical una zona superior y una zona
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inferior. La línea vertical determina en el eje horizontal una zona
derecha y una zona izquierda. En el cruce de ambas líneas tenemos
una zona central.
El eje vertical es el del espacio y el horizontal es el del tiempo.
Las zonas del eje vertical (zona superior, zona media y zona
inferior) se relacionan con la estructura de la personalidad según
Sigmund Freud. Es sabido que este autor explica el funcionamiento
psíquico humano postulando la existencia de un aparato psíquico
estructurado en base al Ello, el Yo y el Superyó. A su vez, para Freud el
desarrollo de la personalidad consiste en el desenvolvimiento o
despliegue de los instintos sexuales en etapas.
La zona inferior - El Ello
Desde el nacimiento hasta aproximadamente los 18 meses de vida
el niño transita por lo que se llama la “etapa oral”; siente placer a través
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de la boca; la succión es la primera actividad gratificadora que satisface
sus necesidades más primitivas y lo conecta con algo exterior a él. La
succión no sólo lo nutre, sino que, también, como lo demostró Harry
Harlow, lo vincula afectivamente con su madre, le permite conocer el
entorno. El niño aprende a pedir alimento. En esta etapa se es puro
Ello. Se está en mayor contacto con el cuerpo y las necesidades que con
el mundo exterior. El niño empieza a tener confianza en sí mismo, es
impulsivo y egoísta, se maneja por el principio del placer.
La función del Ello es el logro del placer y la evitación del displacer.
Ya vimos que según el simbolismo del espacio la zona de los
instintos, de las necesidades orgánicas, del inconsciente es la zona
inferior. También hemos visto que el predominio del movimiento sobre
la forma es indicio de predominio de los instintos, las emociones y las
necesidades.
Podemos concluir entonces que una escritura movida, con
predominio de la zona inferior, seria indicativo de una personalidad
fijada en la etapa de amamantación, en la que el deseo se convierte en
el motor del aparato psíquico.
La zona central - El Yo
La segunda etapa de desarrollo de la personalidad, es la de
consolidación del Yo, que va hasta los 3 años aproximadamente. Freud
la llamó etapa anal y la vinculó a la enseñanza del control de los
esfínteres, enseñanza que es la primera experiencia de disciplina y
autoridad necesaria para la adaptación al medio.
La conformación del Yo que se da en esta etapa es una parte del
Ello modificada por la influencia del mundo externo; se reemplaza la
búsqueda de placer por el principio de realidad, se adapta el placer a
las condiciones impuestas por la realidad exterior. El niño debe
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sincronizar sus deseos con la realidad para tener una buena adaptación
al mundo.
Esta etapa está vinculada a la zona media de la escritura.
Podemos distinguir dos estadios o fases en la etapa anal. La etapa
anal primaria o expulsiva y la etapa anal secundaria o retentiva.
En la etapa anal primaria, el placer está en la expulsión de la
materia fecal, que conlleva un significado inconsciente de desprenderse
de lo malo. La expulsión es simbólicamente equivalente a los estallidos
emocionales, las rabietas u otros tipos de descarga de energía hacia el
ambiente. Se expulsa el interior hacia el ambiente.
Ya vimos que la zona del Yo es la zona media (la zona del contacto
emocional). También hemos visto que la presión ejercida sobre el papel
es reflejo del vigor, la fuerza, la pasión y energía que se pone en los
actos.
Podemos concluir entonces que el aumento de presión en la
escritura hacia la derecha (descarga o expulsión de energía hacia el
futuro, hacia los demás) en la zona de contacto emocional (la zona
media) refleja una fijación de la personalidad en esta etapa.
Jack the Ripper –
Sádico anal
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En la etapa anal secundaria, el placer está dado por la retención de
la materia fecal, manteniendo control sobre el objeto interno. La
expulsión da fin a ese placer, dejando una sensación de vacío. La
persona fijada a esta etapa es aprehensiva, inhibida, busca mantener el
control de sí y de su ambiente, pudiendo en casos excesivos caer en
comportamientos obsesivos.
Ya vimos que un predominio de la forma es propio de individuos
metódicos y perfeccionistas con tendencia a ajustarse a un patrón
rígido y previsible de comportamiento. Asimismo, una escritura
inhibida, como veremos, es señal de control de los impulsos y las
emociones. Por lo tanto, podemos concluir, que una escritura con
predominio de la forma, y que sea inhibida, y sinestrógira (inclinada a
la izquierda, al pasado, al refugio materno) o con movimientos
centrípetos (de regreso, de dirigir el ambiente hacia el ego, hacia el Yo),
puede estar reflejando una fijación a esta etapa del desarrollo de la
personalidad.
Zona superior - El súper yo
Finalmente, la tercera etapa de estructuración de la personalidad
es la llamada etapa genital. Entre los 3 y los 6 años el niño comienza a
atravesar por el complejo de Edipo. Freud afirma la universalidad del
Edipo y entiende que todo ser humano tiene impuesto la tarea de
dominar este complejo.
En esta etapa se va conformando el Superyó. Se internalizan las
normas, exigencias y prohibiciones parentales.
La función básica del Superyó es la de conciencia moral. El deber
ser, las normas, al principio son impuestas desde afuera para luego
internalizarse permitiendo el autocontrol.
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El superyó se manifiesta en la zona superior de la escritura, arriba,
donde simbólicamente ubicamos el bien, los ideales, lo espiritual. El
predominio de esta zona refleja una fijación a esta etapa de desarrollo
de la personalidad (etapa genital).
Si en esta zona superior se presenta un predominio del movimiento
(el Ello), podemos estar ante un complejo de Edipo mal resuelto, ser
reflejo de tendencias infantiles, narcisistas, de creerse más que los
demás.
Zona izquierda - El pasado
A la izquierda se ubica el pasado, lo conocido, el camino
transitado, representado en el inconsciente colectivo por la vuelta al
vientre materno donde encontramos refugio y protección.
Una escritura inhibida, contenida, en que los trazos se cortan
bruscamente en sus movimientos progresivos, o incluso se realiza con
movimientos hacia la izquierda (regresivos), es propia de un sujeto que
busca en sus actos el refugio materno, refleja necesidad de protección,
de regresar sobre lo transitado para comprobar que se está yendo en la
dirección correcta. Algo similar sucede si la inclinación de la escritura
se vuelca hacia la izquierda (escritura invertida); es señal de que el
sujeto escribiente avanza con precaución, con cierta reticencia y
desconfianza sobre lo que le depara el futuro.
Zona derecha - El futuro
La derecha simboliza el futuro, lo desconocido, el camino por
transitar, representado por la figura paterna quien por transmisión del
inconsciente colectivo era el que salía a cazar, a buscar el alimento, a
relacionarse con otras tribus y sociedades, quien salía a combatir.
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Movimientos lanzados, con trazos que se extienden hacia la
derecha, que avanzan de manera dinámica y desenvuelta, nos habla de
una persona impulsada hacia el futuro, hacia adelante, que libera sus
actos sin limitaciones o inhibiciones. La escritura inclinada hacia la
derecha tiene una interpretación similar; los actos se dirigen al contacto
con los demás, el sujeto escribiente busca acercarse al otro, a los
demás.
CÓMO PROYECTA EL SUJETO LAS ACCIONES EN RELACIÓN
AL SIMBOLISMO GRÁFICO
En primer lugar veremos el simbolismo gráfico aplicado al papel y
luego lo analizaremos en las letras y las palabras.
La distribución de la actividad escritural en la hoja
Enseña Mauricio Xandró, que el simbolismo gráfico aplicado al
papel resulta de gran utilidad para estudios no solo grafológicos, sino
también de interpretación de dibujos.
Dice Manuel Moreno que el papel adquiere para el escribiente, de
manera no consciente, una significación espacio-tiempo estrechamente
relacionada con sus características motivacionales, emocionales y
comportamentales.
Para este análisis, resulta conveniente dividir la hoja
horizontalmente en tres partes iguales, de modo tal que dejemos bien
delimitado las tres zonas del vector espacial.
Según el lugar de la hoja donde el sujeto concentre la actividad
escritural o donde ésta se diluya, será el mayor o menor acercamiento
del sujeto hacia esa zona del papel (zona superior, media, inferior,
derecha e izquierda) y su relación con la misma (la forma de
manifestarse) de acuerdo a la respectiva significación simbólica.
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Recordemos que la zona superior es la zona del Super Yo (del
intelecto), la zona media es la zona del Yo (de las emociones guiadas
tanto por los mandatos parentales como por las necesidades biológicas
y/o materiales) y la zona inferior es la zona del Ello (de los institntos).
Veremos más adelante que, el predominio en cada una de las
zonas, del movimiento o de la forma, indica la manera que el individuo
resuelve o manifiesta la actividad correspondiente a esa zona
(intelectual, emocional, pulsional) en el medio ambiente.
Si el sujeto concentra la actividad escritural en la zona superior,
sería indicativo de una mayor actividad intelectual, si lo hace en la zona
media, estaría evidenciando una mayor actividad emocional y si la
concentra en la zona inferior, reflejaría una mayor actividad de sus
pulsiones y necesidades.
En cuanto al vector tiempo debemos tener en cuenta los márgenes
izquierdo y derecho dejados por la persona.
Un mayor acercamiento al margen izquierdo (margen izquierdo
estrecho) refleja la necesidad del escribiente de apoyarse en la familia y
en personas que lo protejan.
Por su parte, un mayor acercamiento al margen derecho indica
tendencia a actuar sobre lo desconocido, a avanzar, a independizarse.
La hoja
Zona superior –
actividad
intelectual
Zona
izquierda -
pasado
Zona media –
actividad
emocional
Zona inferior –
actividad
pulsional
Zona
derecha -
futuro
23
La relación del simbolismo gráfico de la hoja con el consciente
e inconsciente.
Si tenemos en consideración que la zona superior es la zona de las
creencias, de los valores morales, de los deberes y obligaciones,
podemos afirmar como lo hace Xandró que esta zona tiene que ver con
actividades más conscientes, así como la zona inferior, relacionada a las
pulsiones, necesidades biológicas, automatismos, tiene que ver con
aspectos más inconscientes.
Lo mismo podemos decir del vector tiempo, en el que a la izquierda
encontramos todo lo que conocemos, lo aprendido, nuestro pasado, por
lo tanto se vincula a lo más consciente del individuo, y a la derecha el
futuro, lo desconocido, los demás, y por lo tanto se vincula a lo más
inconsciente.
De esta forma, Xandró divide la Hoja en 4, en donde la zona
superior izquierda nos mostrará el aspecto más consciente del sujeto, y
la zona inferior derecha nos mostrará el aspecto más inconsciente.
La hoja
Zona consciente
Zona consciente -
inconsciente
Zona consciente –
inconsciente
Zona inconsciente
El simbolismo gráfico aplicado a las palabras y a las letras
A continuación analizaremos el significado del predominio de la
forma o en su caso del movimiento en los diferentes espacios gráficos.
Posteriormente veremos el significado de la distribución de la grafía en
24
esos espacios, esto es, el equilibrio o desequilibrio entre las diferentes
zonas (letra proporcionada o desproporcionada).
l movimiento y la forma en los diferentes espacios gráficos
Vamos a recorrer paso a paso la coordenada del espacio.
En primer lugar analizaremos una escritura rígida en los
diferentes espacios gráficos.
Carta suicidio de
Virginia Woolf
25
La rigidez del movimiento, la falta de soltura psicofísica, es propia
de un Superyó fuerte y su zona legítima de actuación es la zona
superior en su trayecto ascendente.
Cuando el trazo desciende con rigidez, esto es cuando incide
verticalmente en la zona media, está manifestándose el Superyó en la
zona del Yo, en la zona de la inteligencia y las emociones. El superyo
actuando en la zona media aparece verticalizando lo que no es vertical.
Si el trazo llega a la zona inferior con rigidez debemos interpretarlo
como el Superyó actuando en el espacio gráfico propio del Ello. En
efecto, como ya lo vimos, la zona inferior es la zona de actuación
legítima de un movimiento fluido por ser el movimiento expresión de los
instintos y la zona inferior el espacio gráfico propio del Ello. Si en esta
zona que es propia del movimiento, del Ello, la escritura se muestra
rígida (con predominio de la forma) significa que el Superyó (reflejado en
la forma) actúa en la zona de nuestro niño interior, en la zona del ello,
inhibiéndolo, no dejando manifestarse en sus deseos y necesidades.
A continuación recorreremos paso a paso en la coordenada
espacio, una escritura de movimiento fluido.
El movimiento, la manifestación del ello, tiene por zona legítima de
actuación la zona inferior, la zona de las pulsiones, del placer, del
instinto y las necesidades más primitivas.
El movimiento en la zona media es indicativo de que la sensibilidad
del niño se impone a su inteligencia y sus emociones (la creativad,
impulsividad, inquietud al servicio del YO); refleja armonía, contacto
con los sentimietnos y adaptación al ambiente.
Los movimientos hacia la izquierda reflejan la necesidad de
protección y apoyo.
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Los movimientos hacia la derecha (hacia el futuro) son reflejo de la
sensibilidad; la letra se va deformando en forma de hilo (escritura
filiforme); se abandona el pasado, la zona de confort, de seguridad para
proyectarse hacia los demás, hacia el futuro, hacia lo desconocido.
Cuando interviene el movimiento en la zona superior, es el niño
interior, el ello, actuando en la zona del superyó. El sujeto libera su
imaginación al servicio de sus ideales, y como señalaran Viñals y
Puente, al servicio de sentirse en determinado estatus, reflejando
orgullo y vanidad.
La distribución de la grafía en los diferentes espacios gráficos
Corresponde ahora analizar la distribución de la grafía en los
diferentes espacios gráficos, esto es, el equilibrio o desequilibrio entre
las diferentes zonas (letra proporcionada o desproporcionada).
Vector espacio (vector vertical)
La escritura proporcionada, con equilibrio entre zona superior,
media e inferior, refleja equilibrio y armonía en la persona. La persona
se maneja con eficiencia, con autodisciplina, utilizando la adecuada
energía en cada una de las zonas. Escucha tanto a sus necesidades
como a sus obligaciones y deberes parentales.
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Si hay desproporción (predominio de una zona), deberemos
analizar la zona en que se manifiesta y si se realiza con predominio de
forma (con rigidez) o de movimiento.
Si por el contrario, se suprimen la zona superior y la zona inferior,
quedando la escritura comprendida en la zona media (zona del YO), lo
que se llama escritura rebajada, se estaría manifestando una
predisposición a adaptarse al entorno, ya sea por no tener ideas o
creencias claras o por no manifestarlas en el ambiente, y por otro lado
se estaría suprimiendo sus necesidades e intereses, lo que denota
también cierta tendencia a la sumisión y el conformismo.
Vector tiempo (vector horizontal)
En el vector horizontal podemos observar escrituras con
movimientos lanzados, extendidos, contraídos, inhibidos, regresivos o
progresivos entre otros tipos.
Una escritura inhibida y contraída, es indicativo de dificultades
para avanzar, para dirigirse hacia adelante, para desprenderse o para
manifestarse; si además se agregan movimientos regresivos,
sinestrógiros, podría estar reflejando a un sujeto tímido, dependiente,
que busca protección y seguridad, con temor al contacto con los demás.
Por el contrario, una escritura lanzada manifiesta una tendencia a
la expresión, a la manifestación, al contacto hacia los demás y hacia el
futuro.
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También relacionado al vector tiempo, podemos observar la
inclinación de la escritura.
La escritura inclinada, inclinación hacia la derecha, hacia
adelante, simboliza la predisposición de avanzar hacia el futuro, al
contacto con los demás, con el otro, la persona busca estar en el lugar
del otro, de moverse hacia el otro.
La escritura vertical, refleja a una persona que ni se lanza hacia el
futuro ni busca refugiarse en el pasado, sino que actúa de manera
paciente, tranquila y objetiva sin dejarse afectar por pasiones.
Finalmente, si es invertida (inclinación a la izquierda), la persona
se desplaza hacia su pasado, al refugio, con temor al avance, actuando
de manera defensiva con los demás, por recelo y desconfianza, no se
deja influenciar.
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ESCUELA MÍMICA Y LOS TEMPERAMENTOS
El Abate Jean Hippolite Michón pone a la grafología en la
calificación de científica al reunir en 1860 una serie de textos en los que
advirtió ciertos signos gráficos que, según su teoría, explicaban los
valores y desvalores propios del ser humano.
Llamó a esta técnica como “Grafología” en su primer libro “Los
misterios de la escritura” y su escuela fue denominada como “Escuela
Mímica”.
Michón partía de la base de que el hombre es un ser gesticulante,
es decir que cuando hablamos y nos expresamos lo hacemos utilizando
una serie de “gestos”, “mímicas”, que muestran nuestra forma de ser y
la escritura es fiel reflejo de esa mímica, es una forma de gesticular.
Según sea nuestra actitud (alegría, tristeza, temor, decisión, etc.), así
será nuestra forma de escribir. La escritura refleja estados anímicos que
podríamos calificar de permanentes (gestos que reflejan nuestra forma
de ser) más allá de los estados anímicos temporales.
En función de estas “mímicas” al escribir, Michón entendió que el
ser humano en su escritura realiza cuatro movimientos primarios:
movimiento ascendente, movimiento descendente, movimiento hacia la
derecha y movimiento hacia la izquierda.
El movimiento ascendente refleja el sentimiento, más o menos
permanente, de euforia y optimismo. La persona se siente capaz de
lograr sus objetivos.
El movimiento descendente refleja la tendencia al pesimismo o al
cansancio, con incapacidad para remontar situaciones adversas.
El movimiento hacia la derecha, hacia adelante, representa
proyección hacia los demás, hacia el futuro. La mirada está puesta en
los otros, ya sea por afecto o bien por agresión.
El movimiento hacia la izquierda, regresivo, refleja cierta tendencia
al temor, prudencia, inhibición, rechazo a la búsqueda de los demás.
Este pequeño pero esencial descubrimiento simbólico, fue obtenido
mediante procedimientos hipnóticos aplicados a los escribientes. El
ejecutante de la escritura lograba mediante hipnosis, un estado de no
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conciencia escrituraria, motivo por el cual no había intervención volitiva
en el acto mismo, por ende las expresiones gráficas eran más fidedignas
y genuinas.
Este autor demostró, que así cómo el carácter tiene relación con
los actos y/o mímicas particulares de los seres humanos, la escritura,
considerada una acción modelada por la impronta gestual personal,
igualmente está relacionada al carácter. En este contexto, la escritura
ofrece un sin número de expresiones gráficas y combinaciones.
Este sistema analítico de Michón se caracterizó por dar un
significado fijo a los signos gráficos; enfoque que fue posteriormente
rechazado por su discípulo Jules Crépieux Jamin, quien no concebía el
hecho de que un elemento gráfico fijo tuviera tanta fuerza como para
definir un rasgo de personalidad con certeza. Crepieux Jamin identifica
la escritura con la mímica como lo hacía su maestro, no obstante le
quita a los signos el valor fijo creando la teoría de las resultantes. Es así
que este autor coordina los resultados de Michón y establece nuevas
leyes para la clasificación e interpretación de los géneros, especies y
modos de los movimientos gráficos, de manera tal que ya no tendrían
un valor fijo sino que, de la combinación de todos ellos surgiría una
nueva interpretación psicológica.
La mímica y los sentimientos
Veamos algunos ejemplos de mímicas corporales que hacemos,
inconscientemente ante algunos sentimientos o sensaciones que
experimentamos.
Cuando un sujeto tiene frente de sí algo que le causa desagrado o
repugnancia tiende a realizar determinada mímica: cerrar los ojos,
fruncir el seño, cerrar la boca, apretar los dientes y alejarse
corporalmente de la imagen desagradable. El cerebro busca cerrarse y
alejarse como defensa ante lo que visualiza como algo nocivo del
exterior. La persona contrae los músculos de la cara y del cuerpo como
reflejo del impulso neuronal que va desde el cerebro al resto de su
organismo. Todo esto, que sucede más allá de la voluntad, es lo que
permite estudiar el lenguaje corporal de las personas. Así es que
31
podemos hablar de contracción, de cerramiento, de alejamiento, cuando
una persona por ejemplo se cruza de brazos o de piernas.
Por otro lado, cuando la persona se siente entusiasmada, sucede el
efecto inverso en nuestro organismo: apertura, expansión, las pupilas
se dilatan, se abre la boca en señal de asombro, se abren las manos, los
brazos, el sujeto abraza a quien tiene al lado.
Así es que, quien se siente más seguro de sí mismo, quien siente
orgullo por algo, quien tiene una autoestima alta, tendrá una conducta
más expansiva y de esta manera le aumentan los niveles de
testosterona y le bajan los niveles de cortisona en el cuerpo, lo que a su
vez le da mayor seguridad y firmeza.
Por el contrario, quien tiene una autoestima baja, y se manifiesta
habitualmente de manera temerosa, disminuye los niveles de
testosterona y aumenta los de cortisona, lo que se refleja en un lenguaje
corporal más contraído, más reprimido que va acorde a su sentir.
Como ya señalara Michón, estos efectos que se dan en todo el
cuerpo también se manifiestan en las manos y se proyectan en la
escritura.
La contracción muscular y corporal, reflejo de los sentimientos de
desagrado, rechazo, temor, autoestima baja, conducen a una escritura
más contraída, más apretada y más pequeña.
La dilatación y expansión corporal, reflejo de un sentimiento de
orgullo, proyección hacia los demás, autoestima alta, conducirán a una
escritura más expansiva, grande, con lanzados y movimientos flexibles.
32
Pues bien, en tanto cada sujeto tiene un lenguaje corporal habitual
y que como veremos más adelante, ese lenguaje tiene estrecha relación
con los temperamentos (humores), será propenso a manifestarse de tal
o cual manera, y esa mímica conductual también se verá reflejada en la
escritura.
Los temperamentos.
Fue Hipócrates (460-370 A.C), médico griego, quien basándose en
su experiencia y en sus observaciones profesionales, clasificó
individualmente a los seres humanos en cuatro tipos, partiendo del
supuesto de la existencia de cuatro “humores” como manifestación
psíquica del cuerpo. Esta teoría fue continuada y repensada por Galeno,
denominando a estos humores con el nombre de temperamentos:
Sanguíneo, Bilioso (o colérico), Nervioso (o melancólico) y Linfático (o
flemático).
Las propiedades elementales (relativamente sencillas) como por
ejemplo alegre, excitable, voluble, serio, etc. expresan el colorido del
ánimo y conciernen a cualidades temperamentales. Distintas son
aquellas otras propiedades que dependen del medio y de las vivencias
personales, tales como leal, burlón, decente, intrigante, indiscreto, etc.
que deben considerarse como denominaciones caracterológicas.
Cada persona nace con un determinado temperamento
predominante. Teniendo en consideración que las características
temperamentales son propiedades elementales permanentes, cada
individuo siempre pertenecerá a un temperamento, no existiendo forma
alguna de modificación, a diferencia del carácter que sí es posible
transformarlo. Asimismo, cada uno de los cuatro temperamentos
hipocráticos: Sanguíneo, Bilioso (o colérico), Nervioso (o melancólico) y
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Linfático (o flemático), también conllevan determinada mímica
conductual predominante.
En algún momento se puso en duda la validez de los
temperamentos hipocráticos; aún al día de hoy, existe una corriente
científica que rechaza la clasificación de los temperamentos. En este
sentido, el Dr. Periot – ex profesor de Fisiología Neurológica de Marsella
– ratifica los temperamentos hipocráticos a la luz de las recientes
adquisiciones de la fisiología, la endocrinología y la neurología.
El Dr. Periot destaca en el individuo cuatro funciones primarias, a
saber: nutritiva o digestiva, sexual, receptiva y reactiva.
Cada una de estas funciones primarias destacadas por el Dr. Periot
condicionan según su predominio o jerarquía, el tipo de temperamento
y las tendencias, instintos y necesidades de cada ser.
El desarrollo predominante de la función nutritiva o digestiva
determinaría – según Periot – los instintos, tendencias y necesidades
peculiares del Linfático.
De esta forma, se llega a la conclusión que el temperamento
linfático, posee un carácter pasivo, blando, perezoso y lento, porque así
lo pauta en su organismo el predominio del aparato digestivo (cuando
comemos bajan nuestras revoluciones, nos movemos más lento).
Otras características asociadas a este temperamento son el
carácter sosegado y estable; a estos individuos pocas cosas llegan a
agitarle, por lo general no son emotivos; en su vida y en el trabajo son
rutinarios, consecuentes y previsores, leales en sus sentimientos,
tradicionales en sus costumbres, partidarios de asociaciones y
mutualidades para asegurar su bienestar. Se trata de personas de lenta
ejecución de sus tareas, pero al mismo tiempo precisos, puntuales,
capaces de un rendimiento aceptable pese a su aparente
despreocupación. No consumen más fuerzas de las necesarias, jamás se
extralimitan, sus gestos y movimientos son sobrios, precisos y justos.
Hacen y deshacen sin cansarse, siempre con la misma amplitud y
regularidad de gesto y movimiento. Poseen alto grado de observación y
memoria, en cambio su imaginación es débil y está limitada a algunas
34
evocaciones. Prudencia, reflexión y temor a lo desconocido son parte del
instinto de conservación de estos sujetos.
El desarrollo de la función sexual, estrechamente hermanada en
el orden fisiológico con el aparato respiratorio y sanguíneo, determinaría
las tendencias peculiares del temperamento Sanguíneo. La función
sexual, cuya misión primaria es perpetuar la especie, la pulsión de vida
de que cada uno es portador, justificaría las fuertes necesidades
expansivas de este temperamento. Así pues se explica porqué los
individuos con este temperamento se manifestarán reproductores,
expansivos, guiados por sus impulsos y necesidades (sus pulsiones).
Con tendencia a la exteriorización, tanto en la vida física (necesidad de
movimiento físico) como en la vida anímica.
Entre las características más sobresalientes del sujeto Sanguíneo
podemos mencionar la impresión de vigor, de potencia, de ánimo, de
feliz resolución, de confianza. Estos individuos son de carácter jovial,
impulsivos, sociables, apasionados. Se adaptan bien a cualquier
ambiente exterior. Buscan deslumbrar por naturaleza.
El predominio de la receptividad, que como función, se encarga
de informarnos sobre nuestro mundo exterior a través de la piel, los
ojos, los oídos, la mucosa nasal, los vapores químicos, etc. determinaría
las tendencias privativas del temperamento Nervioso.
El predominio del Sistema Nervioso Periférico, nos dice Periot, hace
que estos sujetos reciban en sus lóbulos receptivos descargas
emocionales que no pueden derivar hacia los centros motores. En
consecuencia, esas descargas se agotan en múltiples circuitos cerrados,
suscitando imágenes, representaciones, evocaciones, que están ellas
mismas cargadas de emociones. De esta forma se mantiene y perpetúa
la cascada de la ansiedad. En la mayor parte de los nerviosos esta
sobrecarga se vacía por sacudidas intermitentes en la musculatura
periférica, creando inestabilidad motriz. Entre sus características de
comportamiento podemos señalar que estas personas son inestables,
inquietas, caprichosas e impresionables; se destacan por la exaltación
de su sensibilidad y de la vida intelectual, por la sugestionabilidad y por
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su cambio continuo de parecer. Se asombran y se inquietan con
facilidad. Se rebelan contra el ambiente, son hostiles a la sociedad.
Están gobernados por sus sentimientos de desconfianza. Tímidos y
acomodaticios ante los fuertes, adoptan en cambio, una actitud
arrogante y orgullosa cuando se les presenta la ocasión.
Finalmente, la reactividad, propiedad que posee todo ser vivo de
moverse y de actuar sobre su medio, modificándolo o adaptándolo a las
necesidades propias o de la colectividad, y que, desde un ángulo más
amplio, incluiría también la capacidad de inmovilizarse, de permanecer
tranquilo, de reflexionar, de callarse o de obrar en cualquier sentido,
hermanada con la función neuromuscular y secretora, determinaría las
tendencias y necesidades del temperamento Bilioso.
El control del organismo y de los movimientos - que podríamos
vincular, en las etapas evolutivas de Freud, al control esfínteres propias
de la etapa anal - gestos sobrios y controlados, son algunas de las
características de este temperamento. Es común ver a los individuos
con este temperamento con los brazos cruzados sobre el pecho o
anudados a la espalda, paseándose por el mundo con dignidad
acompasada y rígida. El impulso de estas personas parece sometido a
un dique, como si la corriente estuviera desde su mismo origen captada
y ordenada en una regular canalización. Manifiestan su energía
mediante resoluciones inquebrantables. Lo que en ellos se admira es la
rapidez de la decisión y la perseverancia. Otra característica que
deberíamos mencionar de las personas con este temperamento es la
voluntad tenaz, de la que resultan dos sentimientos gemelos, la
dignidad, la honorabilidad por un lado, y el desprecio por los que fallan
por otro. Son personas exigentes con los demás porque lo son consigo
mismo. Disciplinados y organizados en sus tareas, sistemáticos y
metódicos, rigen su conducta por serios principios morales, en donde la
base misma de su ética (impregnada de orgullo) es el respeto a los
demás, a sus bienes, a la palabra dada y a los compromisos adquiridos.
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En suma, podemos concluir que existe una fuerte relación cuerpo-
mente, que ya en la antigüedad los griegos resumían en el aforismo
“mens sana in corpore sano” (mente sana en cuerpo sano).
Escritura y temperamentos
Como señalamos, cada temperamento lleva una mímica propia y
particular que le acompaña y ésta se manifiesta en la escritura.
Observaremos en el linfático, según el comportamiento asociado
a ellos, una escritura lenta, caligráfica (casi de escuela), de presión
débil, regular, monótona, con un claro predominio de la forma sobre el
movimiento, con movimientos curvos y flexibles.
La escritura de los sanguíneos, manifestará un predominio del
movimiento sobre la forma, con trazos tendientes a curvos y flexibles,
con predominio de la zona inferior, con movimientos rápidos. Escritura
grande, dirigida hacia la derecha (inclinada, lanzada, o extendida), con
poco espaciamiento en general.
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La mímica del bilioso lo conduce a una escritura con
predominio de la forma sobre el movimiento, sobrealzada, con
movimientos rígidos, verticales y presionados. Los escritos de estas
personas serán ordenados y regulares, manteniendo las mismas
distancias entre letras, palabras y renglones, el mismo tamaño, la
misma inclinación, todo de manera constante, monótono.
El nervioso tendrá una escritura con predominio del movimiento
sobre la forma, sacudida, con cambios de dirección en los trazos que no
le permiten ser del todo rígida ni del todo curva. Será además su
escritura vibrante, con cambios de inclinación, cambios de tamaño,
saltos en la dirección de la línea (como escalonada), de velocidad
desigual, contenida, de presión débil y predominantemente espaciada.
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