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La conquista española

Territorios indígenas a mediados del siglo XVILos españoles llegaron al actual territorio argentino por distintos lugares: deseaban conquistar la tierra, extraer riquezas, y para ello debían dominar y hacer trabajar a sus habitantes.

Por eso es que hubo mucha resistencia a los conquistadores: ellos no pretendían convivir en paz e igualdad con los pueblos que aquí vivían desde hacía casi diez mil años.

Algunos que vivían en los lugares donde se fundaron las nuevas ciudades o asentamientos, resultaron conquistados y frecuentemente exterminados. Otros debieron retirarse a zonas más alejadas o de difícil acceso, y mantuvieron una guerra de resistencia a la conquista que incluso continuó después de la caída del dominio español en América. Por último, otros pueblos más alejados no tuvieron casi contacto con los españoles (este es el caso de los ona y yagán, en Tierra del Fuego).

El resultado de la conquista fue una gran mortandad entre los aborígenes. Las causas principales fueron las guerras, el agotamiento y desnutrición en el trabajo forzado, y las enfermedades contagiadas por los españoles.

La encomiendaLos reyes de España otorgaban a cada colonizador que se destacaba en la conquista una porción de territorio americano, junto con los aborígenes que allí vivían. Debían trabajar en su provecho, a menudo prácticamente como esclavos, aunque supuestamente la encomienda implicaba que el encomendero debía �protegerlos�, además de convertirlos a la religión católica. Esta organización se dio en algunos sectores de la Argentina, como en el Noroeste y parte de Cuyo.

El territorio español en la época colonialHasta fines del período colonial, la mayor parte del territorio argentino actual era ajeno al dominio español.

Es necesario aclarar un engaño que los mapas producen. Estos suelen mostrar que los españoles poseían un territorio grande. Pero lo que no nos permite saber el diseño de esos mapas es que en una parte muy importante de este territorio los españoles no poseían un dominio real. Durante muchos años ellos sólo tuvieron enclaves, áreas pequeñas o ciudades fortificadas, y en el resto del territorio que los rodeaba disputaban el control con grupos aborígenes.

Las misionesPero los españoles no solamente les hicieron la guerra a los aborígenes. Entre ellos había muchas discusiones y diferentes opiniones sobre cómo tratarlos. Así, surgieron también organizaciones que, si bien tenían como objetivo colonizarlos y a menudo colaboraron con este fin, también propiciaron experiencias de integración pacífica.

Las misiones eran establecimientos de órdenes religiosas de la Iglesia Católica, cuyo objetivo fundamental era evangelizar a los pueblos originarios, es decir convertirlos al cristianismo. Además, en ellas se procuraba agrupar a los aborígenes en un sitio fijo, educarlos en los conocimientos de los europeos, y acostumbrarlos a la disciplina y técnicas del trabajo occidental.

Esta acción educativa y disciplinaria de las misiones tuvo un doble papel: por un lado, la colaboración en algunos aspectos con los objetivos de la conquista; por el otro, la parcial protección a los pueblos originarios respecto de la violencia militar típica de los conquistadores. Las misiones, entonces, mitigaron la voracidad de quienes sólo querían esclavizarlos, sin que les importaran sus vidas. Sin embargo, también ellas se beneficiaban del trabajo aborigen, y en muchos casos contribuyeron a sujetar por la vía pacífica a aquellos grupos no sometidos por la fuerza militar.

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Como una consecuencia menos inmediata de su paso por las misiones, la experiencia de los aborígenes en las mismas produjo importantes transformaciones culturales entre algunos grupos. Muchas lenguas americanas fueron volcadas a la palabra escrita, y se compusieron varios diccionarios y catecismos en idiomas originarios, cuya finalidad era facilitar la evangelización.

El período independentista

A principios del siglo XIX, hacia la época de la independencia, la mayor parte del actual territorio argentino estaba en manos de grupos aborígenes. En lo que hoy es Chaco, Formosa, Misiones, la mayor parte de la provincia de Buenos Aires y Mendoza, La Pampa, San Luis y toda el área de la Patagonia, vivían sociedades aborígenes que se habían configurado paralelamente al proceso de colonización.

Al igual que cualquier pueblo, estos grupos no se habían mantenido idénticos. Por el contrario, algunos habían tenido cambios muy importantes en su organización social, cultura y economía. Había seminómadas y sedentarios, pastores y agricultores, recolectores y cazadores. Muchos de ellos, además, practicaban la ganadería a gran escala, comerciaban entre sí y con los criollos y participaban en las guerras internas y externas que se libraban en el país.

Sin embargo, en general trataban de preservar su autonomía frente a los criollos y sus gobiernos. Habiendo sido perseguidos durante siglos, debían cuidarse de los blancos. Algunos, como los mapuche, rankulche y tehuelche poseían mucha habilidad para el manejo del caballo, que era una de las principales armas en la guerra (al igual que para los blancos). Esto, sumado a su conocimiento del terreno y el manejo del espacio, les daba una gran capacidad de movimiento y los hacía más difíciles de atacar. Así, el poder de algunos pueblos indígenas les permitía controlar su territorio, sin que los criollos se atrevieran a dominarlos.