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Boletín Informativo Edición
Año 13 Nº 142. Marzo de 2011
La invención de la imprenta modificó por primera vez el hábito de la
lectura. Casi cinco siglos después, el internet revoluciona nuevamente
esta práctica: la eficiencia e inmediatez se impone a la capacidad de
abstraer e interpretar que aporta la lectura profunda
Antes era un buceador en el mar de las palabras. Ahora sobrevuelo la superficie como en un Jet Ski». Quien
escribe es Nicholas Carr, ex director de la Harvard Bussiness Review, en The Atlantic Monthly, una de las
revistas más leídas por la élite progresista nortamericana. Provocativamente titulado «¿Está Google
volviéndonos tontos?», sus reflexiones han dado mucho de que hablar.
«Tengo la sensación –dice Carr– de que internet está entumeciendo mi capacidad de concentración y de
observación. Mi mente se está acostumbrando a recoger información tal y como la distribuye la red: un flujo de
minúsculas partículas que se mueven a gran velocidad». El temor de Carr no se refiere a los contenidos de la
web. Va más allá. Su preocupación reside en que la web puede estar dañando nuestros mecanismos mentales.
Le inquieta el modo de leer propio del internauta, la manera y los criterios de seleccionar, de memorizar. Y
más aún, el efecto demoledor que podría tener sobre la capacidad de concentración.
Se extingue
El hábito Del buen leer*
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«Antes yo no pensaba cómo pensaba, pero sentía que mi conocimiento se fortalecía al leer. Sumergirme en un
libro o en un artículo de fondo resultaba fácil. Mi mente podía seguir la narración o los giros del argumento, y
podía gastar horas recorriendo los vericuetos de la prosa». Así recuerda Carr los felices tiempos anteriores a la
glaciación internet. «Aquello me resulta cada vez más extraño. Ahora mi concentración comienza a dispersarse
después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar cosas que hacer». La
lectura pierde parte de su sereno encanto: «Siento que mi cerebro va a la deriva, que tengo que arrastrarlo para
que vuelva al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en una lucha».
El autor no pretende encender alarmas gratuitas e incendiarias, sino alertar sobre una dolencia que reclama
soluciones. Sostiene que se trata de algo generalizado y de hecho se apoya en entrevistas a otros intelectuales
internautas que comparten su turbación ante el fenómeno. Así, Bruce Friedman, editor de un blog especializado
en medicina, dice que también él ha notado cómo internet está alterando sus hábitos mentales: «Tengo ahora
casi totalmente perdida la capacidad de leer y asimilar un artículo largo en la web o en forma impresa». Carr
recoge el relato personal de este patólogo de la Michigan Medical School, que afirmaba también que ahora es
capaz de escanear breves pasajes de texto en múltiples fuentes de internet, pero «ya no puedo leer Guerra y
paz». «He perdido la capacidad de hacerlo –admitía Friedman–. Incluso una entrada en el blog de más de tres o
cuatro párrafos es demasiado para asimilarla».
BASE CIENTÍFICA
Carr reconoce que no hay una base científica sólida en la que apoyar sus afirmaciones, que solo pretende
describir sus sensaciones y expresar sus miedos. No obstante, alude a algunos estudios, como el realizado por
académicos de la University College London.
Como parte de un programa de cinco años de investigación, los investigadores examinaron el comportamiento
de los visitantes a dos populares sitios de investigación: la British Library y otra biblioteca virtual auspiciada
por el Ministerio de Educación británico. Ambos ofrecen acceso on line a artículos de revistas, libros
electrónicos, etcétera. Según explica el autor, «descubrieron que las personas que utilizan las webs revelan una
forma de actividad superficial, saltan de una fuente a otra, y rara vez regresan a una fuente ya visitada». Los
usuarios no solían leer más de una o dos páginas de un artículo o un libro antes de «rebotar» a otro sitio.
Nicholas Carr cita también las opiniones de Maryanne Wolf, psicóloga de la Tufts University de Boston. A
Wolf le preocupa que el estilo de lectura promovido por la red ponga la eficiencia y la inmediatez por encima
de todo. «Esto puede debilitar nuestra capacidad para el tipo de lectura profunda que surgió con la tecnología
anterior, la imprenta». Para Wolf, lo que está en peligro es nuestra capacidad de abstracción, nuestra capacidad
para interpretar el texto, para ejercitar las valiosas conexiones mentales que trabajan cuando leemos
profundamente y sin distracción.
ADAPTACIÓN TECNOLÓGICA
Pero no todo son valoraciones pesimistas en el artículo del Atlantic. Carr se apoya en la opinión de otros
expertos para decir que la enorme plasticidad del cerebro puede llevar a que éste se adapte a las características
del nuevo modo de leer que conlleva el uso de las nuevas tecnologías.
En esta línea, se refiere a cómo algunos medios escritos se contagian de la lógica de lectura on line y
fundamentan sus estrategias en estos nuevos modos de leer: «En marzo de este año, The New York Times
decidió dedicar la segunda y tercera páginas de cada edición a unos breves resúmenes de sus artículos de
interior. El ejecutor de este rediseño, Tom Bodkin, explicó que esos ‘atajos’ darían a los lectores una rápida
‘degustación’ de las noticias del día, ahorrándoles el ‘menos eficiente’ método de hojear las páginas».
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«Mi mente se está acostumbrando a recoger información tal y como
la distribuye la red: un flujo de minúsculas partículas que se mueven
a gran velocidad»
La opinión expresada por Carr en el Atlantic ha recibido importantes apoyos en el mundo intelectual. Por
ejemplo, el pulitzer Leonard Pitts escribía recientemente en el Miami Herald que «al leer el artículo he
descubierto que no soy sólo yo quien está perdiendo el hábito de la lectura. A menudo logro sólo digerir textos
en pequeños bloques. Comienzo un texto de más páginas y enseguida me asalta un deseo irrefrenable de echar
un vistazo a mi correo electrónico. Es todo así de disperso». Pitts contaba un expresivo testimonio al respecto:
«Hace unos días me pidieron que reseñara un libro. Tenía poquísimo tiempo para leerlo. Ha sido una fatiga
tremenda, pero me impuse permanecer durante horas sentado en una silla incomodísima. Lo he conseguido,
pero al final tenía una sensación de vacío, de culpa por haberme alejado por tanto tiempo del mundo».
Autor: ACEPRENSA Septiembre, 2010. Ejemplar: 310
Este artículo ha sido tomado de la revista Istmo – Liderazgo con valores
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ACTIVIDADES CAME
Programa de Desarrollo
Ejecutivo
Maquinarias S.A.
El 19 de marzo se inauguró el Programa
de Desarrollo Ejecutivo dirigido a
ejecutivos de Maquinarias S.A.
Programa Desarrollo de
Capacidades Educativas
Colegio los Alamos
El 18 de marzo se inauguró el Programa
Desarrollo de Capacidades Educativas
dirigido a padres de familia del colegio
Los Alamos
Claustro de Profesores CAME
CAME
El 05 de marzo se llevó a cabo el claustro
de profesores con la participación de
docentes de las distintas áreas de CAME.
Se finalizó con un almuerzo de camadería.
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