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Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Universidad Privada Antenor Orrego©

Revista indexada en el Latindex.

Publicación semestral de distribución gratuita.

AUTORIDADES

UNIVERSITARIAS

RECTOR

Dr. Víctor Raúl Lozano Ibáñez

VICERRECTOR ACADÉMICO

Dr. Guillermo Guerra Cruz

VICERRECTOR ADMINISTRATIVO

Dr. Julio Chang Lam

Carátula: “Iglesia del Norte”. 1918. Óleo sobretela. 98 x 69 cm. Macedonio de La Torre.

Ilustraciones separadoras de sección: Macedonio de La Torre.

Fotografías de Antenor Orrego en Santiago de

Chuco. Cortesía: Hermes Torres Pereda.

La Universidad autoriza la reproducciónde los trabajos de este número, siempreque se identifique su procedencia.

ISSN 1991-5837 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 99-1509

Volumen 22, N° 2, Julio - Diciembre 2011

Título abreviado: Pueblo cont.

Los artículos que aparecen firmados en esta revista expresan

las opiniones personales de sus autores.

DIRECCIÓN

UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

Av. América Sur Nº 3145,

Urb. Monserrate, Trujillo, Perú,

Teléfono: 51-44-604447,

Telefax: 51-44-282900,

e-mail: [email protected]

http://www.upao.edu.pe

DIRECTOR

Dr. Saniel Lozano Alvarado

EDITOR

Dr. Fernando Rodríguez Avalos

INTEGRANTES

Dr. César Adolfo Alva Lescano

Mg. Bruno Cépeda Ruiz

PRE PRENSA

EDICIONES CAROLINA

Sylvia Jackeline Ulloa VásquezGERENTE

Teléfono 44-206691 - Trujillo

COORDINADOR DE EDICIÓN

Mg. Eduardo Paz Esquerre

COMITE EDITORIAL

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Contenido

Editorial 254

255

Antenor Orrego, vigencia y trascendencia 260

Saludo y agradecimiento: Bertha Malabrigo de Vertiz 262

La identidad cultural americana en Antenor Orrego: Cristóbal Campana D. 264

Orrego, Vallejo y Xandóval, por los caminos del esoterismo…: Teodoro Rivero-Ayllón 270

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo:

Elmer Robles Ortiz 274

Antenor Orrego: Hugo García Salvatecci 292

Antenor Orrego Espinoza, esperanzado forjador de realidades: Hugo Vallenas Málaga 298

Puntos de vista comparados de Antenor Orrego y César Vallejo sobre América Latina:

Eduardo Paz Esquerre 308

Antenor Orrego, director del diario El Norte de Trujillo: Jorge Puccinelli Villanueva 318

El aporte filosófico de Antenor Orrego: postmodernidad, subalternidad y filosofía

latinoamericana: Tito Livio Agüero Vidal 326

Del Pueblo Continente al Pueblo Mundo: Antenor Orrego puesto al día en el siglo XXI:

Jeffrey Klaiber, S.J. 340

Orrego Profeta-Continente: Luis Alva Castro 345

Notas sobre Antenor Orrego, ensayista: Eugenio Chang-Rodríguez 351

Antenor: el hombre que se transformó en una escuela: Eduardo González Viaña 356

Ansiedad creativa de Antenor Orrego: Demetrio Ramos Rau 358

Simposio sobre Orrego en Piura 377

La voz de los estudiantes 379

Efecto del tratamiento desinfectante y tiempo de almacenamiento sobre las

características fisicoquímicas, microbiológicas y sensoriales de rebanadas de

mango (Mangifera indica) kent mínimamente procesado

Effect of the disinfection treatment and storage time on physicochemical, microbiological, and

sensory characteristics in slices of mango (Mangifera indica) Kent minimally processed

Luis Márquez Villacorta, Carla Pretell Vásquez, Carlos Minchón Medina 385

Producción y aislamiento de b-galactosidasa de Kluyveromyces sp

Production and isolation of b-galactosidase from Kluyveromyces sp

Marino Olivares de la Cruz, Steban Ilich Zerpa, José Novoa Vásquez 405

Evaluación de áreas agrícolas con problemas de salinización para uso potencial

en acuicultura en valle bajo del río Santa

Agricultural areas assessment with salinization problems for potential use in aquaculture at the

lower valley of Santa river

Luis Angel Campoverde Vigo, Manuel Fukushima Nagaoka 413

Estudio fitoquímico preliminar de plantas medicinales del norte del Perú

Preliminary phytochemical study of medicinal plants from the northern of Peru

Fredy Pérez Azahuanche, Guillermo León Aponte, Fernando Rodríguez Ávalos, Leopoldo Vásquez Núñez 415

Macedonio de la Torre, el gran pintor del Grupo Norte de Trujillo

HOMENAJE A ANTENOR ORREGO

CIENCIAS AGRARIAS

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252 | Pueblo cont. 22(2) 2011

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Contenido

BIOTECNOLOGÍA

MEDICINA HUMANA

EDUCACIÓN

FÍSICA

ESTAFETA DE PUBLICACIONES

INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES

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·

·

·

Valoración de genotoxicidad en lodos de estaciones depuradoras de aguas

residuales de Blanes, Vilaseca y Mataró. Barcelona - España

Genotoxicity assessment in sewage treatment plant sludge wastewater Blanes, Vilaseca and

Mataro. Barcelona - Spain

José González Cabeza, Montserrat LLagostera Casas, María Elena León Marrou,

Armando Araujo Jiménez, Lennis Reyna López 429

Cafeína como antirreparador del DNA, en la valoración de genotoxicidad del

ciclo celular de meristemos de Allium cepa

Caffeine as antirepairer of DNA, in the assessment of genotoxicity of meristem cell cycle

of Allium cepa

José González Cabeza, Armando Araujo Jiménez, Lennis Reyna López, Pablo Chuna Mogollón,

Elio Ávila Vereau 445

Factores de riesgo de hemorragia digestiva alta en el Hospital de Belén de

Trujillo 2005-2009

Risk factors of upper gastrointestinal bleeding at Belen Hospital of Trujillo 2005 - 2009

Maura Elizabeth Pachas Pinedo, Ovidio Villena Mosqueira, Edgar Fermín Yan Quiroz,

Miguel Odar Sampe 469

Universidad: Idea y concepción. Aportes para una revisión constitucional y

legislativa

University: Idea and Conception. Contribution for a Constitutional and Legal Revision

Guillermo G. Guerra C. 481

La visión de la amazonía en los libros de texto

Silvia Patricia Apaza Espinoza 491

Software educativo y actividades interactivas y el desarrollo de niveles de

comprensión lectora en educación primaria

Software and interactive activities and the development of reading comprehension

levels in primary education

Elva Consuelo Miñano Valderrama, Karina Lisset Paredes Vasquez, Juana Rosarodriguez Acosta 499

El principio Gauge clásico, la geometría no conmutativa y el espacio-tiempo

cuántico

Classic Gauge principle, not commutative geometry, and quantum time

Pedro S. González Cueva, Javier A. Manrique Catalán 515

Vision of Amazonia in school texts

533

550

| 253Pueblo cont. 22(2) 2011

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Del 26 al 29 de octubre último se realizó el Simposio Vigencia y Trascendencia de

de la identidad, con la participación de notables personalidades del ámbito intelectual, amplios y profundos

conocedores del ciclo vital, la obra, pensamiento y acciones del Padre Espiritual de nuestra Universidad. El

mismo certamen se duplicó en Piura, del 14 al 15 de diciembre, en el flamante Campus que funciona en esa

importante ciudad. Por dicho motivo, saludamos y nos adherimos sinceramente a la iniciativa del Departa-

mento de Humanidades, que dirige la doctora Bertha Malabrigo Reyes.

Precisamente, los textos y conferencias del aludido certamen aperturan el presente número, en la

continuidad de una línea editorial que distingue a PUEBLO CONTINENTE como revista representativa

de la Universidad, la misma que en cada edición desarrolla un tema especial que, al mismo tiempo que su

carácter emblemático, constituye también la puerta de entrada a la inclusión de importantes y valiosos

trabajos que son el resultado de la actividad científica, humanística y creadora correspondientes a las

diversas disciplinas que cultivan sus autores.

Este último aspecto es importante resaltar, por cuanto una revista de investigación y creación cientí-

fica y humanística no puede circunscribirse al ámbito limitado, exclusivo y excluyente de sus miembros; al

contrario, se enriquece, oxigena y nutre de los aportes de autores de otra procedencia. Es lo que otorga

relieve a las publicaciones de esta naturaleza, y es también lo que alentamos aquí desde un comienzo y a

través de las sucesivas entregas. Es lo que ocurre, de modo específico, con los autores cuyos trabajos se

incluyen en la presente edición, en fraterno y recíproco encuentro con los científicos, pensadores y creado-

res de la UPA0. Por eso registramos los trabajos de: Steban Ilich Zerpa y Manuel Fukushima Nagaoka

(Universidad Nacional de Trujillo), Luis Campoverde Vigo (Universidad Nacional del Santa), Leopoldo

Vásquez Núñez (Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, de Lambayeque), Montserrat Llagostera Casas

(Universidad Autónoma de Barcelona), Silvia Apaza Espinoza (proyecto Textos Escolares e Interculturali-

dad, Consejo Superior de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Nacional Mayor de San Mar-

cos), entre otros.

También la profesora Maura Elizabeth Pachas Pinedo (Centro de Salud Consuelo, San Pablo, Bellavis-

ta, Región San Martín), así como el equipo de docentes investigadoras conformado por: Elva Consuelo

Miñano Valderrama, Karina Lisset Paredes Vásquez (Institución Educativa José Emilio Lefebvre, de

Moche) y Juana Rosa Rodríguez Acosta (IEP “Trilce”).

El envío de los trabajos de los autores mencionados se suma enriquecedoramente a los incluidos en edicio-

nes anteriores, todo lo cual consideramos que constituye un signo orientador de la importancia y trascendencia

que viene alcanzando “PUEBLO CONTINENTE” en la región y el país. Ojalá tal hecho sirva también de

estímulo a los profesores y estudiantes que aún faltan incorporarse a esta vivificante, energética y trascendente

tarea de creación, producción y propagación de la ciencia, el arte, la cultura y las humanidades.

Por otro lado, es aleccionador que la propia instancia de gobierno, aparte del cumplimiento de sus altas

funciones en la dirección, administración y funcionamiento de la Universidad, como el caso de nuestro Vice-

rrector Académico, el humanista y jurista Guillermo Guerra Cruz, nos oriente con el rico bagaje de su forma-

ción teórica e intelectual, en esta ocasión, a través de un enjundioso y esclarecedor texto jurídico sobre la

naturaleza de la organización universitaria. En lo demás, es sorprendente la cantidad de trabajos que continua-

mente nos llegan para nuestra sección Estafeta de Publicaciones, área para la cual, sin embargo, reiteramos

nuestra permanente invitación para el envío de reseñas y comentarios sobre los libros y publicaciones más

recientes y pertenecientes a las distintas ramas del quehacer científico, tecnológico y humanístico.

Saniel E. Lozano

Alvarado / DIRECTOR.

Antenor Orrego, por la ruta

Editorial

254 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Page 6: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Su nombre completo fue Macedonio Eduardo

de la Torre Collard. Es uno de los artistas más nota-

bles y originales de la plástica peruana. Nació el 27

de enero de 1893 en la hacienda Chuquizongo, dis-

trito de Usquil, provincia de Otuzco, departamento

de La Libertad, en donde aprende a amar la natura-

leza andina. Fue su padre don Macedonio de la

Torre González y su madre doña Adelaida Collard

Mendoza, natural de Santiago de Chuco.

Al trasladarse su familia a vivir a Trujillo, reali-

za sus primeros estudios en el Colegio Seminario

de San Carlos y San Marcelo, regentado entonces

por sacerdotes franceses, donde los comparte con

Antenor Orrego y su primo hermano Víctor Raúl

Haya de la Torre, entre otros. Concluye la educa-

ción secundaria en 1911, en este mismo centro

educativo.

Realiza estudios de Letras en la Universidad

Nacional de La Libertad, Trujillo, y luego en la Uni-

versidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, que

no culmina. Comparte vivencias intelectuales, esté-

ticas y amicales con sus amigos de la Bohemia de

Trujillo o, más tarde, llamado Grupo Norte, núcleo

de vigorosa y efectiva vitalidad en el cual la poética

tendrá en César Vallejo a su representante más

importante; la política, en Víctor Raúl Haya de la

MACEDONIO DE LA TORRE, EL GRAN PINTOR DEL GRUPO NORTE DE TRUJILLO

| 255Pueblo cont. 22(2) 2011

Selv

a. Ó

leo

sob

re n

órd

ex. 1

24 x

137

cm

.

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Torre; y la ideología y el pensamiento, en Antenor

Orrego.

Es en Trujillo donde eclosionan sus múltiples

habilidades artísticas. Empieza a pintar y a modelar

en barro. Participa en representaciones teatrales.

Aprende a tocar el violín bajo la dirección del profe-

sor Manuel Tejada. Empeñado en lograr una obra

artística perdurable, centra sus actividades estéticas

en la pintura y la escultura.

Inicia entonces un viaje que le lleva por Chile y

Argentina, con escasos recursos, y arriba a Buenos

Aires en 1915. De regreso al Perú, es en Arica, en

1917, donde realiza su primera exposición pictórica

individual.

Abraham Valdelomar, que visitó Trujillo en

1918, en declaraciones al diario “La Industria” de la

época, manifestó: “Conozco a Macedonio de la Torre,

un excelente temperamento artístico que podrá ser

escultor si se lo propusiera”.

En el célebre prólogo al libro Trilce de César

Vallejo, Antenor Orrego recuerda así la vida cir-

cunstancial, pero profundamente vital del Grupo

Norte, del que formó parte Macedonio:

“En torno a una mesa de café o de restorán, previo un

ansioso inquirimiento, casi siempre infructuoso para

nuestros magros bolsillos de estudiantes, para allegar los

dineros con que habíamos de pagar el viático y el vino,

reuníamos José Eulogio Garrido, aristofánico y buena-

mente incisivo; Macedonio de la Torre, de múltiples y

superiores facultades artísticas, perpetuamente distraído

y pueril; Alcides Spelucín, uncioso y serio como un sacer-

dote; César A. Vallejo, de enjuto, bronceado y enérgico

pergeño, con sus dichos y hechos de inverosímil puerili-

dad; Juan Espejo, niño balbuceante y tímido aún; Oscar

Imaña, colmado de bondad cordial y susceptible exage-

radamente a las burlas y pullas de los otros; Federico

Esquerre, bonachón manso, irónico, con la risa a flor de

labio; Eloy Espinosa, a quien llamábamos “el Benja-

mín”, con su desorbitada y ruidosa alegría de vivir; Leon-

cio Muñoz, de generoso y férvido sentido admirativo;

Víctor Raúl Haya de la Torre, en quien se apuntaban ya

sus excepcionales facultades oratorias; y dos o tres años

después, Juan Sotero, de criolla y aguda perspicacia iró-

nica; Francisco Sandoval, dueño de pávidos y embruja-

dos poderes mediúmnicos; Alfonso Sánchez Urteaga,

pintor de gran fuerza, demasiado mozo, que tenía pegado

aún a los labios el dulzor de los senos maternales, y algu-

nos otros muchachos de fresco corazón y encendida fan-

tasía…”.

256 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Macedonio de la Torre

Lleva su nombre: Fachada de la Escuela Superior de Bellas Artes “Macedonio de la Torre” de la ciudad de Trujillo,

en la esquina formada por la Av. Húsares de Junín y Av. América Sur.

Page 8: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

La casona donde Macedonio pasó su infancia,

adolescencia y primera juventud está ubicada en la

calle Gamarra Nº 441, al lado del local del diario

“La Industria” de Trujillo.

En un artículo de 1926, Orrego destaca a tres

espíritus de este grupo en el campo de las artes plás-

ticas: “Camilo Blas, artista de un extraordinario senti-

do del color que ha creado ya una fuerte obra pictórica.

Macedonio de la Torre, de fina y polifacética sensibili-

dad artística, y Esquerriloff, el gran dibujante en que el

ritmo se hace línea y la línea se hace ritmo”.

En 1921 contrae matrimonio con Adriana Rome-

ro Lozada Bello, eximia pianista trujillana. En 1924

viaja con su familia a Europa, en donde recorre Fran-

cia, Bélgica, Alemania e Italia. Radicado en París

frecuenta el atelier de Gonzalo More, lugar de reu-

nión de artistas latinoamericanos, al que acude

César Vallejo, Vicente Huidobro, Abril de Vivero y

muchos otros notables escritores.

En París presentó muestras de su obra pictórica

en el Salón de Otoño (1928) y en el Salón de los

Independientes (1929). Vallejo, en artículo titulado

“Los creadores de la pintura indoamericana”, publi-

cado en “Mundial”, Lima, en 1929, da cuenta del

aprecio que merece la obra de Macedonio en París:

“Hay mutismos –como el de las grandes rocas eter-

nas de los Andes– cuya trascendencia sonora y

fecunda sólo oyen y sienten los linderos lejanos de la

historia… Sin embargo, Macedonio de la Torre

–con sólo haber enviado este año, por esfuerzos de

sus amigos, un cuadro al Salón de Otoño– ha susci-

tado en la alta crítica francesa debates dignos de un

renovador de la pintura. La crítica de París no le ha

elogiado como se elogia a cualquiera sino que le ha

elogiado discutiéndolo, que es el verdadero modo de

elogiar a un creador”.

En 1930 regresa con su familia al Perú, para que-

darse definitivamente, enriquecido con el aprendi-

zaje de los diversos movimientos pictóricos euro-

peos que pudo asimilar. Trajo al Perú la modernidad

pictórica representada por el vanguardismo, pero

sin limitarse a él, renovándose siempre. Al poco

tiempo de su retorno, realizó su primera exposición

individual en Lima. Sobre ella, Juan Ugarte Eléspe-

ru, otro notable pintor peruano, escribió: “Fue, en

Lima, una novedad del todo insólita, la primera muestra

pictórica vanguardista en nuestro medio, pues había de

todo en materia de innovaciones”. A partir de enton-

ces realizaría muchas exposiciones de su constante

obra, que comprende una estadía en New York en

1959 y 1960, metrópoli en la que realizó más de diez

exposiciones.

Volvió a Trujillo por última vez en 1961. Una

retrospectiva de su obra se realizó en 1968, en el

Museo de Arte de Lima, en donde se reunió 136

obras entre óleos, dibujos y esculturas, que permi-

tieron tener una visión de conjunto de su labor

| 257Pueblo cont. 22(2) 2011

Macedonio de la Torre

MACEDONIO DE LA TORRE

Su nombre completo fue Macedonio Eduardo de la Torre Collard.

Es uno de los artistas más notables y originales de la plástica

peruana. Nació el 27 de enero de 1893 en la hacienda

Chuquizongo, distrito de Usquil, provincia de Otuzco,

departamento de La Libertad. Murió en Lima el 13 de mayo de

1981. Junto con Antenor Orrego, César Vallejo y otros, animó en

Trujillo el Grupo Norte. Foto de sus años juveniles.

Page 9: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

artística. En los últimos años de su vida, recibió

numerosos reconocimientos en diversos lugares,

incluido Lima y Trujillo.

Murió en Lima el 13 de mayo de 1981, a los 88

años de edad. Una compilación mayor de su obra

puede apreciarse en la Web Oficial creada para

divulgar la obra de este artista trujillano, que com-

prende dibujos, paisajes, selvas, visiones, retratos,

en: http://macedoniodelatorre.com/obras.php.

El presente volumen de PUEBLO CONTINENTE

se honra en ilustrarse con algunas de sus pinturas,

tomadas de "Macedonio de la Torre", de Luis Enri-

que Tord, hermoso libro que ofrece una amplia

información sobre la vida, obra, crítica y reproduc-

ciones de la obra del pintor.

EDUARDO PAZ ESQUERRE

Macedonio de la Torre. Una de sus últimas fotografías, antes de su fallecimiento ocurrido en Lima en mayo de 1981.

Reunión social en casa de Macedonio de la Torre , en Trujillo, el 10 de junio de 1917. Sentados, de izquierda a derecha: José Eulogio Garrido, Ignacio

Meave Seminario, C. Ottone, el Cónsul de Chile, Gustavo Romero Losada y el barítono Luis Antón. De pie, de izquierda a derecha:

Luis Armas, Antenor Orrego y, entre otros, Alcides Spelucín, Eloy Espinosa, Carlos Valderrama, Carlos Rosse, Macedonio de la Torre, Federico

Esquerre, Oswaldo Meléndez, José Agustín Haya de la Torre, Raúl de la Rosa, José Félix de la Puente, Oscar Imaña, Domingo López de la Torre y

César Vallejo.

258 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Macedonio de la Torre

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Homenaje aANTENOR ORREGO

TRUJILLO - PERÚ - 2011

BERTHA MALABRIGO DE VERTIZ

CRISTÓBAL CAMPANA DELGADO

TEODORO RIVERO AYLLÓN

ELMER ROBLES ORTIZ

HUGO GARCÍA SALVATECCI

HUGO VALLENA MÁLAGA

EDUARDO PAZ ESQUERRE

JORGE PUCCINELLI VILLANUEVA

TITO LIVIO AGÜERO VIDAL

JEFFREY KLAIBER

LUIS ALVA CASTRO

EUGENIO CHANG RODRÍGUEZ

EDUARDO GONZÁLEZ VIAÑA

DEMETRIO RAMOS RAU

- UPAO

Page 11: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Contribuyendo al conocimiento, valoración y difusión de su vida

y obra, propiciando, además, la exposición y debate sobre la vigencia

y trascendencia de su pensamiento humanista, así como el análisis

interdisciplinario de sus aportes precursores sobre la identidad e

integración de los pueblos de América Latina, se realizó, en el

Campus de la UPAO en Trujillo, el Simposio Vigencia y

Trascendencia de Antenor Orrego, por la ruta de la identidad, entre el

26 y el 29 de octubre del 2011, organizado por el Departamento de

Humanidades de esta universidad, a cargo de la doctora Bertha

Malabrigo de Vértiz. La actividad contó con la concurrencia de la

comunidad trujillana, la intelectualidad académica, estudiantes y

distinguidos expositores de Trujillo y Lima.

La primera jornada de este Simposio lo constituyó el “Coloquio

Vida y obra de Antenor Orrego Espinoza”, con la participación de los

doctores Jorge Kishimoto Yoshimura, Cristóbal Campana Delgado,

Teodoro Rivero Ayllón, el periodista Juvenal Ñique Ríos y, especial-

mente, los hijos del homenajeado, Alicia Orrego Spelucín, Liliana

Orrego Spelucín y el arquitecto Antenor Orrego Spelucín. Todos

ellos, ante una masiva asistencia, contribuyeron con importantes

datos y comentarios que esclarecieron aspectos puntuales de la vida

y obra de Orrego Espinoza. Seguidamente fue inaugurada la

“Muestra Fotográfica y Bibliográfica del Amauta Antenor Orrego”,

en la Sala de Arte de la ADUPAO, en la que se mostraron libros y

documentos originales del autor, así como fotografías claves de su

itinerario de vida.

La obra de Orrego es un rico legado que han hecho de él el profeta

de planteamientos, teorías y hechos que ahora tienen plena vigencia

en el escudriñamiento de la problemática social, el sentido de

pertenencia e identidad, la integración de los pueblos, la esfera

educativa y otros temas que cubren amplios panoramas. En este

sentido las conferencias magistrales contribuyeron al esclarecimien-

to de algunos asuntos puntuales de esta obra polifacética y original.

Expusieron Hugo García Salvatecci y Jeffrey Klaiber, de la Pontificia

Universidad Católica del Perú; Jorge Puccinelli Villanueva, del

Instituto Raúl Porras Barrenechea de la Universidad Nacional de San

Marcos; Germán Peralta Rivera, de la Universidad Nacional Federico

Villarreal; Elmer Robles Ortiz y Eduardo Paz Esquerre, de la

Universidad Privada Antenor Orrego; Hugo Vallenas Málaga,

director de la Red Virtual Ojo Izquierdo; Tito Livio Agüero Vidal, del

Taller de Estudios Sociales y Políticos “Antenor Orrego Espinoza”; y

Luis Alva Castro, ex presidente del Congreso de la República del

Perú, quien además hizo la presentación de la nueva edición,

ampliada y mejorada, de las obras completas de Antenor Orrego, en

cinco tomos.

Esta sección especial de PUEBLO CONTINENTE, recoge la

versión textual de la presentación y conferencias, siguiendo el orden

en que se expusieron en el evento. Además, se incluyen las importan-

tes colaboraciones que sobre el tema, fuera del Simposio, hemos

recibido de Eugenio Chang Rodríguez, Eduardo González Viaña y

Demetrio Ramos Rau, así como textos breves que reflejan la opinión

de estudiantes de la UPAO sobre el mentor de la universidad.

El presente volumen de la revista oficial de la UPAO comparte

con la comunidad educativa y sus lectores de todas partes, este

homenaje a su mentor e inspirador: a aquel que supo sembrar ideales,

iluminar aspiraciones, vislumbrar verdades que estimó trascenden-

tes y supo expresarse como periodista, filósofo, político y maestro,

dada su amplia versación sobre diversos temas. Su impronta de

creador está en nosotros y con nosotros.

Saniel E. Lozano Alvarado

Eduardo Paz Esquerre

Antenor Orregovigencia y trascendencia

Page 12: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Antenor Orregovigencia y trascendencia

Los hijos de Antenor Orrego, participantes en este Simposio, con las autoridades de la UPAO. De izquierda a derecha: Srta.Alicia Orrego Spelucín; Dr. Guillermo Guerra, Vicerrector Académico; Dr. Víctor Raúl Lozano Ibáñez, Rector; Srta. Liliana Orrego Spelucín; arquitecto Antenor Orrego Spelucín; y Dr. Julio Chang Lam, Vicerrector Administrativo.

Page 13: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

S eñor Rector, Dr. Víctor Raúl Lozano Ibáñez,

señor Vicerrector Académico, Dr. Guillermo

Guerra Cruz , señor Vicerrector Administrativo, Dr.

Julio Chang Lam, señores decanos, señores direc-

tores de las Escuelas Profesionales, señores promo-

tores, señores funcionarios, dignas autoridades,

distinguidos invitados, señores ponentes, señores

docentes, estudiantes, administrativos; y, muy en

especial, señor Antenor Orrego Spelucín, señorita

Alicia Orrego Spelucín, señorita Liliana Orrego

Spelucín, hijos distinguidos de nuestro AMAUTA:

Sean mis primeras palabras de saludo y agradeci-

miento a todos ustedes por su presencia.

Cuánto significado tiene la palabra gratitud en la

vida de los pueblos y, en especial, en la de los

hombres. Esta palabra sintetiza el sentimiento y la

emoción que nos embarga en este solemne acto de

gratitud y admiración al hombre excepcional, al

maestro, al humanista Antenor Orrego Espinoza;

paradigma de sabiduría, justicia, amor y libertad.

El Rectorado y el Departamento Académico de

Humanidades de la Universidad Privada Antenor

Orrego han organizado el Simposio Vigencia y Tras-

cendencia de Antenor Orrego, por la ruta de la iden-

tidad, entre el 26 y 29 de este mes de octubre, como

un justo homenaje al próximo centésimo vigésimo

aniversario del nacimiento y el quincuagésimo pri-

mero del fallecimiento de tan ilustre pensador, cuyo

nombre enaltece a nuestra institución. Este evento

pretende contribuir al conocimiento, valoración y

difusión de la vida y obra del Amauta; propiciar la

exposición, debate y exploraciones sobre la vigencia

y trascendencia de su pensamiento humanista, así

como analizar interdisciplinariamente sus aportes

precursores sobre la identidad e integración de los

pueblos de América Latina.

Hoy, en el acto inaugural se compartirá concep-

tos y vivencias en un coloquio, con la singular parti-

cipación de Liliana, Alicia y Antenor Orrego Spelu-

cín, a quienes la Universidad Privada Antenor Orre-

go tiene el privilegio de reconocerlos como visitan-

tes distinguidos, así también con la participación de

otros intelectuales, como Jorge Kishimoto Yoshi-

mura, Juvenal Ñique Ríos, Cristóbal Campana Del-

gado, Teodoro Rivero-Ayllón y Leonel Berrocal.

El mensaje cósmico y la energía espiritual del

Maestro nos sensibilizan para gozar de la belleza de

la música a través de la participación del coro polifó-

nico de nuestra universidad y la Orquesta Sinfónica

de Trujillo.

Asimismo, nos nutriremos de un rico legado a

través de la magnífica Muestra Fotográfica y Biblio-

gráfica de Orrego, que nos presenta el Dr. Jorge Kis-

himoto Yoshimura. Este testimonio de vida del

SALUDO Y AGRADECIMIENTO

Bertha Malabrigo de Vertiz

Universidad Privada Antenor Orrego,

Jefa del Departamento de Humanidades.

262 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Page 14: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Maestro, lo yergue, cual gigante impulsado por tre-

mendas fuerzas telúricas, como las montañas que lo

vieran nacer en Montán, para defender heroica-

mente la libertad, la democracia, la educación del

pueblo y la justicia social, de modo perseverante.

No temió peligros ni dificultades, los supo afrontar

con entereza. Y hasta en medio de las adversidades

de la vida, ejerció su magisterio, su elevada docen-

cia propia de un Amauta.

El desarrollo de las conferencias en los días sub-

siguientes permitirá la sustentación, el análisis y

debate de la inmensa y polifacética obra, aún poco

conocida, de uno de los pensadores más originales

del Perú y Latinoamérica. Estamos seguros, que el

aporte del filósofo abrió nuevos surcos en el proceso

de la cultura peruana y latinoamericana.

Reconocemos y agradecemos la desinteresada

participación de destacados intelectuales y acadé-

micos de las distintas universidades de Lima y

UPAO que participan en este Simposio, doctores

Luis Alva Castro, Hugo García Salvatecci, Jeffrey

Klaiber, Germán Peralta Rivera, Jorge Puccinelli

Villanueva, Tito Livio Agüero Vidal, Hugo Vallenas

Málaga, Gilberto Cabanillas Barrantes, Elmer

Robles Ortiz y Eduardo Paz Esquerre.

Antenor Orrego perteneció a una generación

histórica inconfundible; su voz y su mensaje deve-

lan nuestra misión y nuestro destino; su vida y obra

son lecciones a seguir , una moral que elegir; su pen-

samiento filosófico y metafísico calaron en un sin-

número de disciplinas; el nos enseña lo que es la

verdadera ciencia, el verdadero arte, la verdadera

política y, lo más importante, nos enseña a pensar

sin imitaciones, como auténticos americanos, aquí

en nuestro propio continente, para encontrar nues-

tro camino, nuestro propio destino.

Nuestra universidad tiene una clara visión y

misión que cumplir, identificada plenamente con el

pensamiento de su mentor, y ha de mantener con

gratitud su afortunada herencia, acrecentar su lega-

do, cada vez más vivo y creciente, y merecer su sabi-

duría; visión en la que maestros y alumnos asumimos

el compromiso de labrar nuestro propio destino.

Que el espíritu de Orrego nos guíe e ilumine.

Saludo y agradecimiento

| 263Pueblo cont. 22(2) 2011

La Dra. Bertha Malabrigo de Vertiz, Jefa del Departamento de Humanidades de la UPAO, hizo la entrega de presentes

recordatorios a los hijos del mentor de la universidad, Liliana, Antenor y Alicia Orrego Spelucín.

Page 15: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

E n la actualidad, la globalización está descultu-

rizando a las sociedades de larga historia, en

los diversos continentes y regiones y, como Herbert

MarshaIl McLuhan dijera hace medio siglo, esta-

mos en una “aldea global”. En este proceso de homo-

genización se van perdiendo nuestras respectivas

nacionalidades y con ellas nuestras identidades y

etnicidades. El planeta camina hacia una globaliza-

ción de la cultura, pero hacia una “cultura de masas”,

donde no existen las personas como entidades

racionalmente autónomas, sino sólo como partes

estandarizadas de una “masa”. Estamos siendo dise-

ñados a “molde” para consumir, más allá de nuestra

racional voluntad. Lo grave y lo malo es que esta

“cultura de masas” es vacía de elementos trascen-

dentes, sus contenidos sólo responden a órdenes de

consumo modal y –para estar a la moda– se impone

por medios no perdurables en la memoria colectiva.

En nuestro país, desde la tercera década, hasta

mediados del siglo anterior –el siglo XX– comienza

a decantarse un grupo de intelectuales y pensadores

que asumen la necesidad de pensar en el Perú y en

los peruanos, como entes libres y conscientes de su

propia identidad, entonces aparecerán los libros

capitales de “Afirmación del Perú”, de J. de la Riva

Agüero, “Retrato de un País Adolescente” de Luís

Alberto Sánchez. En estos libros aparece la imagen

de un país naciente y unitario. En la misma época,

en Chile se publica el libro “Pueblo Continente” de

Antenor Orrego, una obra que convalida una identi-

dad cultural longeva y vigorosa contenida en una

geografía unida por un pasado, por metas y anhelos

comunes a dicha entidad, en la cual el hombre es un

sujeto de la Historia y no un objeto de las circunstan-

cias históricas cambiantes. Con tan buena suerte para

nosotros los peruanos, Antenor Orrego era una de las

figuras más brillantes y lúcidas del presente que bus-

caba dilucidar nuestro problema. Fue realmente un

hombre adelantado a su época cuyo pensamiento aún

no ha sido conocido, ni divulgado.

Hay un problema de lectoría: El refinamiento

inteligente del lenguaje escrito. Orrego rebusca en

nuestro idioma las palabras más precisas, contun-

dentes y bellas, así no sean de uso corriente, pues él

piensa que cada frase es una construcción concien-

te de una inteligencia libre. Sus libros no estuvieron

escritos para ser “best sellers” o escritos para ser un

éxito editorial, ni hechos para la voracidad de lecto-

res que leen lo que se pone de moda.

Si estamos comparando a Orrego y su pensa-

miento con M. McLuham y sus propuestas para una

nueva lectura de la función de medios de comunica-

ción, es porque tratan de una población que debe

estar caminando hacia los cambios. Es cierto que

ambos están parados en veredas opuestas, que mane-

jan herramientas literarias muy disímiles y que arri-

264 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Cristóbal Campana D.

LA IDENTIDAD CULTURAL

AMERICANA EN

ANTENOR ORREGO

Page 16: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 265Pueblo cont. 22(2) 2011

ban a propuestas diferentes, era necesario confron-

tar algunas de las ideas propuestas pues ambos tra-

tan de una forma de la globalización y los cambios

en la conducta humana que ello implica.

El concepto de “Aldea Global” de McLuham se

basa en el manejo impositivo de los medios de “co-

municación” que eliminan las dimensiones espacia-

les, porque si no hay un espacio mensurable, desa-

parece la noción temporal de distancia, de tal suerte

que en un mismo instante, todos están informados,

como en una aldea, en la cual la gente se conoce e

informa, homogenizando el conocimiento y sus

actos. Los libros de este estudioso canadiense, están

hechos para un mercado interesado en lo novedoso,

así esto no sea académicamente demostrable. Él, no

entendió bien la diferencia entre comunicación e

información y, si lo entendió, convirtió los mensajes

en “masajes” según el medio por donde viajen las

ideas. Académicamente sabemos que “Comunica-

ción” –que viene del latín comunis– es participación

de un bien como lo es la cultura, sin desniveles entre

emisor y receptor.

Cuando se escucha radio o se ve televisión, el

receptor no puede participar y sólo tendrá que cum-

plir las órdenes que se emitan por el medio en que las

recibe y lo acepta como un “masaje” que no nos debe

permitir pensar, sólo satisfacernos con lo que uno

–obedientemente– consuma. Ese es nuestro proble-

ma contemporáneo, derivado de la llamada “revolu-

ción de las comunicaciones”. También, esto es un

manejo de la globalización y de un mercado que se

impone mundialmente, dañando y desarticulando a

los mercados de cada sociedad, donde el consumo

tiene raíces históricas y es más personalizado.

Este problema que hoy llamamos “globalización”

estuvo previsto en las obras del pensador peruano.

Orrego decía que nosotros debíamos caminar hacia

un futuro en el cual no tengamos por qué hacer “res-

ponsos” o llorar las tristezas de dos “cadáveres” o dos

“sepulcros” que ya están completamente finiquita-

dos, porque ya están completamente muertos. El

llega a demostrar con su pensamiento, en el fondo,

estaba el pensamiento andino con relación a la vida

y a la muerte. Sería muy útil e interesante analizar

las hipótesis de los “responsos” como una manera de

rezar implorando por algo que tuvo vida y que ha

muerto. Así mismo, analizar las respectivas hipótesis

de los “cadáveres” y los “sepulcros”, pues éstas nos

harían pensar cómo es que estamos ante “cadáveres”

culturales que ya no pueden seguir creando o pro-

creando, y nos detenemos, parados, enmudecidos,

absortos y sensibilizados ante un “sepulcro”, sin saber

como enterrar nuestros cadáveres. Como se verá,

estas propuestas, además de ser bellas metáforas, son

los retratos de nuestras flagrantes indecisiones.

Para nosotros, gente formada en el pensamiento

occidental, la vida comienza con el nacimiento.

Para el pensamiento andino, la vida comienza con la

muerte. De ahí la importancia del uso de las pala-

bras que contiene una diversidad de mensajes, pues

estas nos permiten diversas opciones en el ejercicio

del pensar. En el lenguaje cabe todo el pensamiento

de una sociedad. Todo es muerte ya la vez es naci-

miento. Y Orrego dice que hay que esperar que mue-

ran las progenies para que pueda surgir el hombre

vivo y sin ataduras. Esta tesis que parece sumamen-

te sencilla, recién esta siendo descubierta por los

antropólogos, por los sociólogos y aun también por

los historiadores. Y se basa en el concepto de la vida

y la muerte del pensamiento andino, que ya estaba

presente en las ideas aurorales de Antenor Orrego,

antes que los antropólogos la enunciasen como

expresiones del Pensamiento Andino.

Este pensador sostiene que cada sociedad, al

poseer una cultura, posee técnicas, conductas y

posibilidades para existir-siendo. Es convertirse en

un sujeto histórico y no objeto de la historia. Así,

cada ser humano es “continente-contenido”, en su

medio, medio forjado –como en el caso nuestro– en

miles de años. Cada ser humano contiene todas las

ideas, posibilidades y frecuencias que nos permitan

existir. Por ello, el hombre como ser solitario es un

imposible. Entonces, sí ahora, los mass media son

poderosas articulaciones de mensajes (masajes) que

nos imponen en todas las frecuencias normas de

conducta y de consumo de un mercado globalizado

y que nos están haciendo seres ajenos a nuestra rea-

lidad “espacio-temporal”.

Entre tantas tesis brillantes enunciadas por Orre-

go, hay una, tal vez la más general por su amplitud y

La identidad cultural americana en Antenor Orrego

Page 17: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Cristóbal Campana D.

por la que debemos comenzar, es aquella en la cual

sostiene que el ser humano de este lado del mundo,

vive dentro de un espacio de gran magnitud, como

es un continente geográfico, visto como un conti-

nente de cultura e historia. El hombre –así– es parte

de un “pueblo continente”, pertenece a éste y como

que es de ese pueblo continente está representando

su espacio y su tiempo-histórico. No se trata sólo de

una extensión espacial geográfica, sino de una cul-

tura elaborada en milenios por varias “progenies”

que van camino a su desaparición para dar paso a

una nueva sociedad, con un pasado compartido y

con la misma cultura. Él, pone como ejemplo la “uni-

dad” “espacio-temporal” que sintetiza varias cultu-

ras –variedad dentro de la unidad– como es “Indoa-

mérica”. Esta unidad geográfica y cultural es y debe

ser conocida como la de un “pueblo-continente”.

Contenedor de un largo y rico pasado.

En su pensamiento, sobre el “humanismo ameri-

cano”, plantea la existencia de una “teoría las proge-

nies”, en función de algo que él llama “teoría del

espectro horizontal antropológico”. Es decir que tras-

vasa la condición humana, como toda estructura

dinámicamente cultural, de todo un pueblo con

identidades elaboradas históricamente. ¿Qué cosa

es esto que nos parece tan abstracto? Él dice que en

cada uno de nosotros vive un ser en el cual no están

definidos sus linderos históricos ni –claramente– a

qué sociedad pertenecemos o, qué identidad tene-

mos. Es como si hubiésemos perdido –en el presen-

te– nuestra noción de presente y sólo recurrimos a

nociones del pasado.

Todos podemos recurrir –dice Orrego– a decir

que somos peruanos, a decir que somos descendien-

tes de los incas o a decir que somos descendientes de

los españoles, lo cual siendo o teniendo cierto grado

de verdad, nos inhibe para ser nosotros mismos en el

presente. Porque, eso es solamente un “responso” a

nuestro dolor y a nuestro propio desconocimiento,

porque nosotros no somos ni indios ni españoles:

somos mestizos, tanto racial como culturalmente.

Debemos de ser hombres nuevos y ahí esta el pro-

blema: nosotros nunca asumimos con responsabili-

dad nuestra verdadera identidad.

Esas palabras tan verticalmente dichas, tal vez

no fueron entendidas en su momento, como tampo-

co fue entendido su concepto de continente. Cuando

él habla de pueblo-continente, se refiere a aquel pue-

blo que abarca las dos progenies, tanto la autóctona

como la invasora y que da forma a una gran y nueva

sociedad que es entendida como América, el conti-

nente americano. Pero, él no se refiere al continente

geográfico, sino a aquel que “contiene” mucho en

común y que el caso en análisis, es lo que se dio en

llamar Indoamérica. Orrego en varias partes de sus

estudios cuidó lo suficiente para explicar que cosa es

un continente. El continente, dice, no es un territo-

rio, sino un continente de contenidos culturales

inalienables. Nosotros somos el hombre que tiene

uno de los contenidos históricos más importantes.

De allí su preocupación, dice él, porque nunca han

habido situaciones tan graves en donde el hombre

se somete tanto a su pasado, a cualquiera de sus

progenies y las “usamos” como mejor nos convenga y,

con irresponsabilidad, podemos decir “se me salió el

indio” o, el ministro “regresó de la “madre patria”. La

“madre patria fue de los castellanos e hispanos quie-

nes vinieron a otro continente en busca de riquezas

y, claro, añoraban su madre patria, es decir al lugar

donde nacieron pobres.

No sabría decir si en esas relaciones intercultu-

rales, desde Sarmiento de Gamboa, el aculturado

por vía matrimonial, la palabra del runa simi, “pa-

chamama” se habría ido transfiriendo a los invaso-

res, pues esa voz, es a la vez ESPACIO Y TIEMPO,

germinales y prístinos. Pachamama, es cierto que es

“madre tierra”, pero a la vez es “tiempo-padre”,

donde está el origen de los actos humanos. Esa

noción podría ser equivalente a la idea de “Espacio-

tiempo”.

Al respecto, podríamos decir que después de la

conquista hispana, los invasores podían hablar de

“la colonia” al ser ellos los colonizadores, pero des-

pués, al convertirse en virreinato –ya no colonia–

fueron aprendiendo a amar esta tierra, poco a poco,

hasta el grado de identificarse con este virreinato y

ser ellos factores humanos y sociales muy importan-

tes para la Independencia. Esto quiere decir que, los

“criollos” asumieron tempranamente una naciona-

lidad, se sintieron bien al ser hijos de esta “tierra-

266 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Page 18: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 267Pueblo cont. 22(2) 2011

madre” nueva y que por ella había que derramar su

sangre en la contienda. En cambio, es dramática

esta verdad, el hombre del siglo XX no sabía asumir

su nacionalidad ni menos su identidad.

Esto que se lee tan duro, es real en el tiempo coti-

diano. Es una fotografía de nuestra falta de análisis.

Seguimos creyendo que, por alguna buena razón o

por una incomprensión de nuestro destino, descen-

demos de uno o de otro progenitor cultural, cuando

ya no somos ni uno ni otro. Las sociedades que fue-

ron nuestras progenies –dice Orrego– ya no están

vigentes, ya no están vivas y ya no pueden seguir

procreando. Luego, son sólo dos “espectros” o dos

“cadáveres” y, como tales, no pueden seguir siendo

progenitores. Pudieron ser padres o madres, es decir,

pudieron ser progenies, solamente.

Esta hipótesis le permite formular su teoría del

“espectro” o de la “constelación horizontal antropológi-

ca”. Según ella, en cada uno de nosotros viven tres

identidades, como si fueran tres zonas desde las cua-

les nosotros tratamos de entender nuestro entorno.

Están en estado larvario y pueden ser extrañas crisá-

lidas. Estas tres zonas serían:

·zona de deflagración o choque,

·sepulcral recesiva, y

·zona vital y orgánica.

En la primera de ellas, la de “deflagración”, nos

sentimos entreverados e inconscientes de nuestra

realidad. Como si todas nuestras partes estuviesen

en desorden. Es un rompecabezas que nos anonada.

Carecemos de una racionalidad histórica –ordena-

triz– de nuestra conducta cotidiana. En este “tiem-

po” de indecisiones, hay una, donde están vivas las

actitudes responsivas de las progenies. Así, hemos

quedado casi inconscientes en ese “tiempo” de cho-

que. Es el tiempo estancado de el golpe recibido, tan

fuerte, que aún no logramos resarcirnos.

La identidad cultural americana en Antenor Orrego

Concierto de la Orquesta Sinfónica de Trujillo en el acto inaugural del Simposio Antenor Orrego, vigencia y trascendencia,

por la ruta de la identidad, desarrollado en la UPAO del 26 al 29 de octubre de 2011.

Page 19: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

La segunda zona, es la sepulcral recesiva. Esta es la

de nuestro mestizaje, del largo proceso de adapta-

ciones y adopciones, en donde todavía no sabemos

qué somos y qué debemos hacer para construir el

futuro. En algunos momentos nos sentimos produc-

tos de un entrevero y no podemos “armar” nuestra

nueva identidad para definirnos. Por ejemplo:

Muchas de las formas de vida de nuestra serranía,

las creemos propias del “mundo andino”, sin darnos

cuenta que en ellas se han estancado las formas y

conductas de la gente que vino de Europa, de un

medioevo retardado y que aquí están vigentes, aun-

que las nuevas actitudes creativas conviertan el

charango, las quenas, los violines y las guitarras, por

instrumentos modernos de metal, como los que

ahora usan para hacer “Cumbia andina”.

En esta “constelación horizontal antropológica”, la

tercera zona y la más importante, es la “zona vital y

orgánica”. Es la estructura genética de esta nueva

vitalidad. Es la que nos enseña a identificamos

como entes con una personalidad propia, sin tener

que recurrir a bastones o a báculos, que no necesita

de ellos para apoyarse y decir “yo soy descendiente

de esto o aquello”. Mas importante es saber decir

“qué y quiénes somos”, negando una falsa seguridad

cuando se dice –primero– quién descendemos. Por

eso es la “zona vital”. El ejemplo que hemos puesto

ilustraría claramente lo que sucede con las adopcio-

nes de “aires” e instrumentos musicales ajenos, adap-

tándolos a los gustos actuales.

Orrego piensa que estas tres manifestaciones se

dan en cada persona. Son como un haz del espectro

solar. Por una sola luz se trifurcan y aparecen estas

tres zonas que están, aún, agazapadas y expectantes,

dentro de cada uno de nosotros, mientras no tenga-

mos todavía la lucidez para entendernos nosotros

mismos cómo una identidad nueva. Sabemos todos

que Ilevamos cerca de dos siglos pretendiendo defi-

nir que es el Perú y qué somos los peruanos. Esta

inseguridad es tan general y cotidiana que en

muchos casos, al descubrir nuestros errores y defec-

tos decimos en tercera persona: ¿Por qué seremos

así los peruanos..?.

Recuerdo las palabras de González Prada tratan-

do de definir a los peruanos, quien escribió: “Los

peruanos son esas bandas de indios, que viven entre el

lado oriental de la cordillera occidental hasta el lado

occidental de la cordillera oriental […] porque esos son

los verdaderos herederos de un pasado”. Dicho de otra

manera, creyó ver en la serranía a los verdaderos 1herederos de los Incas . Si tuviésemos que aceptar

esa definición de peruanidad, todos los habitantes

de la costa, y todos los habitantes de la selva, real-

mente nos quedaríamos fuera de esa nueva identi-

dad. Por lo tanto, no nos estábamos definiendo

bien. Pero cuando Antenor Orrego dice que “noso-

tros” somos todos, absolutamente todos los que

nacen y asumen su cultura, su historia y su territo-

rialidad, entonces tendremos un problema nuevo.

¿Cómo definirnos a nosotros mismos? ¿Quiénes

somos los componentes de ese “nosotros”?

Orrego afirma que, no obstante predominar tal o

cual zona espectral en cada uno de nosotros, en la

Zona de deflagración o choque, las progenies están

todavía en pugna. En esa zona de deflagración o cho-

que, hay una ausencia absoluta de un ligamen colec-

tivo entre los diversos núcleos. Él insiste de varias

maneras en hacernos recordar que las tres zonas

aludidas están vigentes en nuestra manera de pen-

sar, pero que debemos “organizar” y “estructurar”

nuestra identidad de peruanos, ubicándonos más

concientemente en la “zona vital y orgánica”. Es “vi-

tal” porque de ella dependerán nuestros objetivos

del futuro, como una entidad VIVA. Es “orgánica”

porque todos los mecanismos del pensar y del

actuar, deben provenir de ese algo que tiene vida y,

no de lo que ya ha muerto y no sabemos sepultar.

Cada uno de estos “espectros” trata de conservar

el acento espiritual y anímico de sus matrices origi-

narias y vive con respecto a los otros grupos en un

permanente, contumaz y excluyente aislamiento. Si

se tratase solamente de las raíces étnicas de blancos

e indios, que fundamentan las progenies, estaríamos

ante dos cadáveres. Así, serían dos seres que viven

dentro de nosotros, en ese estrato, en ese nivel, en

ese ámbito de coloratura. Ahí –y sólo allí– están

vivos como dos seres siempre opuestos, pugnando y

luchando por el predominio de nuestra identidad, y

no nos dejan identificarnos como lo que verdadera-

mente somos: Una nueva sociedad.

268 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Cristóbal Campana D.

Page 20: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 269Pueblo cont. 22(2) 2011

La identidad cultural americana en Antenor Orrego

Pero, también dice Orrego, que nosotros como

mestizos, hay un sector de nuestra manera de pensar

que nos recuerda que pertenecemos a otra zona,

llamada Zona sepulcral o recesiva. Allí reside lo que

esta muerto, “los miasmas del muerto”, dice. Allí

están los olores del muerto, lo que nos castra impi-

diéndonos ser nosotros mismos, Es la zona atona y

tòrpida que ha perdido toda facultad responsiva o de

reacción orgánica frente a las impulsiones del espíri-

tu creador. Es una etapa de transición inestable y

que sirve de puente del pasado y el porvenir, entre la

irrupción violenta de las fuerzas extrañas o invaso-

ras y las resistencias vitales del continente.

Cuando menciona “continente”, Orrego se está

refiriendo a ese enorme vaso que contiene todo

nuestro pasado. Como hemos señalado, no es lo

que comúnmente creemos que es la geografía del

continente americano, como también el conti-

nente europeo o el continente asiático. Orrego

dice que existe un “continente” cuando se trata de

una entidad que “contiene” una cultura, por eso

más se trata de un pueblo-continente. Y ese conti-

nente es, donde está contenida la riqueza cultural

creada por esos hombres. Al decir “pueblo” se

refiere al conjunto de personas con una determi-

nada identidad que emparienta y homogeniza sus

actos, sus sueños, sus anhelos, sus amarguras

colectivas, convertidos en ideas.

Por ultimo, su concepto de Zona vital y orgánica,

es sumamente hermoso cuando dice que encierra el

momento en que debemos encontrar el punto de

partida del camino que tomó para analizar la identi-

dad o la etnicidad del hombre peruano contemporá-

neo, que él encontró, justamente, en la poesía de

Vallejo. Para Orrego, aparece la noción de creación

de una poética nueva, con Vallejo, hallazgo expre-

sado en su prólogo a Trilce y que daría origen a las

nuevas corrientes literarias. Prólogo que fuera leído

–a escondidas– por las nuevas generaciones de crea-

dores literarios. Dice Antenor Orrego que él descu-

bre la actitud creativa en Vallejo en una frase, cuan-

do el poeta dice “murió mi eternidad” –o sea, murió

su pasado– “y la estoy velando”. Es decir estaba ante

ese cadáver. Y eso es hermoso –realmente– al descu-

brir en una frase cómo al ir muriendo, se puede

comenzar a vivir. Es bella esa imagen porque retrata

metafóricamente, al hombre que rompe con un

sector de su pasado, convertido en “cadáver” y que,

parado ante el sepulcro está anonadado y absorto

sin saber como enterrarlo.

Finalmente, cuando Vallejo dijo: “Tal me recibo

de hombre, tal más bien me despido y en cada hora mía

retoña una distancia”, Eso de “en cada hora mía reto-

ña una distancia”, puede parecer un solecismo

–como también diría Antenor– pero realmente es

una verdad. Por eso, para Orrego, las dos figuras más

grandes del continente fueron un Bolívar o un Gar-

cilaso y, en tiempos de él, fue Vallejo. Es una de las

cosas más extraordinarias al analizar cómo Antenor

Orrego descubre la identidad del hombre peruano a

través de las dos tradiciones étnicas, la occidental y

la andina, para poder entender en que consiste y en

que debería consistir el hombre peruano como ser

creador.

Aparece negando las dos progenies, para que

sigan siendo y estando en sepulcros donde se pue-

dan alimentar las nuevas plantas del futuro.

NOTAS

1 En aquel entonces, la Antropología Cultural y la Arqueología

peruana, no habían deslindado las diferencias culturales e

históricas de las sociedades preincaicas, sociedades “madres”

de la civilización Inca. Todo lo que pareciere prehispano, debe-

ría ser Incaico. Ese error aún subsiste.

Page 21: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

E n 1922, en el esperado prólogo que Antenor

Orrego envía a Vallejo para la edición primige-

nia de Trilce, evocando a los integrantes de su grupo,

describe a Xandóval (Francis Sandóval) como “un

hombre dotado de pávidos y embrujados poderes

mediúmnicos”. Es decir un intermediario entre el

mundo de acá y el del más allá...

Treinta y siete años más tarde, en 1959 –ocho

meses antes de su muerte y a doce de la de Xandó-

val–, calificaría a éste de “poeta alucinado”. Fue en

el Teatro Municipal, en el homenaje que los enton-

ces muchachos del Grupo “Trilce” le rendimos a su

retorno del Simposio de Córdoba (Argentina),

sobre la vida y la obra de César Vallejo.

Volvió el filósofo de Pueblo-Continente, en esa

oportunidad, a hablarnos “in extenso” de aquellos

días aurorales de su agrupación –años 1915,

1916…– de cuando eran apenas un puñado de

inquietos jóvenes poetas y artistas provincianos,

ganosos de futuro, mas casi enteramente desconoci-

dos y desconocedores completamente acaso de su

propio destino.

Rememoró Orrego las noches de plenilunio en

que iban –César Vallejo, Víctor Raúl Haya de la

Torre, Alcides Spelucín, José Eulogio Garrido, Fede-

rico Esquerre, Macedonio de la Torre, Oscar Imaña,

Juan Espejo Asturrizaga, y tantos más–, a las ruinas

prehispánicas de Chan Chan, “como si quisiéramos

–nos contaba– adivinar entre las ruinas fantasmales

de ese pasado, toda la tremenda responsabilidad de

la tarea que nos aguardaba”.

Y nos refirió cómo, en tal ambiente, sumergidos

en ese escenario de espectros, Francisco Xandóval

penetraba con ojo perspicaz en el futuro que les espe-

raba o en épocas distantes del ayer y, “con su voz de

poeta alucinado”, les revelaba la vida que allí alen-

tó, cuando era Chan Chan la suntuosa capital del

Gran Chimú:

“Revivía dramas y tragedias remotas, reconstruía

arquitecturas que se habían roto hacía siglos, resuci-

taba con su palabra embrujada vidas lejanas y desco-

nocidas que habían deambulado su alegría y su des-

ventura por estos parajes…”.

NO ERA ÉSTE EL AISLADO CASO DE XANDÓVAL!

Hay mucho de profecía, también en el propio

Orrego, en Víctor Raúl, en César Vallejo; en esa

generación creyente y practicante de las ciencias

esotéricas, con la fe con que Rainer María Rilke, el

poeta alemán, seguía los dictados de la misteriosa

“Desconocida” del palacio de Marie Taxis. Aquel

espíritu que le señaló, una noche, el viaje a España,

a Toledo: “Ve adelante, yo te seguiré… El puente: el

puente con las torres con las torres al comienzo y al

final…”

270 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Teodoro Rivero-Ayllón

ORREGO, VALLEJO Y XANDÓVAL,

POR LOS CAMINOS DEL

ESOTERISMO…

Page 22: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 271Pueblo cont. 22(2) 2011

Orrego, Vallejo y Xandóval, por los caminos del esoterismo...

Como es conocido, muerto Rubén Darío, en

febrero de 1916, celebran en Trujillo los bohemios

ciertas “nocturnales” en homenaje al gran panida

de Cantos de vida y esperanza, el patético poeta de

“los que auscultasteis el corazón de la noche…”.

Fue allí cuando se proclamó la independencia

poética de Vallejo y, muy anticipadamente – era éste

apenas un poeta que empezaba–, las futuras glorias

continentales del aeda santiaguino.

OIGAMOS A HAYA DE LA TORRE

Testigo ocular y partícipe de aquella tenida de

1916, refería Víctor Raúl:

“Antenor se puso de pie y brindó por el nuevo genio

de la poesía que tomará el puesto de Darío. No puedo

olvidar eso. Orrego, con aquel su tono de vaticinador,

pero al mismo tiempo de maestro (lo estoy oyendo),

dijo algo así como esto: “Óyeme, César, te lo digo

porque tú eres incapaz de envanecerte: tú eres un

genio, yo te proclamo el genio de la poesía americana,

y por eso sufrirás mucho (César Vallejo lloraba). Te

proclamo yo humildemente, sin que nadie nos oiga,

aquí en Trujillo, ¿ves? Tú eres el poeta nuevo, supe-

rando en una ruta estelar a Darío.”…

Y proclamamos: “Darío ha muerto, viva Valle-

jo!”; pero con un añadido festivo: “Chocano ha

muerto, ¡muera Chocano!”

Aún más: tejieron los bohemios una corona de

hojas de laurel y coronaron a Vallejo.

Añade Víctor Raúl:

“Todo sin alardes. Yo era el más alegre y recité aquello

de Amado Nervo: Ha muerto Rubén Darío, el de las

piedras preciosas, etc.”.

Y concluye Víctor Raúl:

“Todo esto quisiera escribirlo. Aunque, cuando lo

intento, me tiembla la mano…”.

PERO VOLVIENDO A XANDÓVAL Y LO DE

“POETA ALUCINADO”…

Tal el epíteto –lo reitero– con que lo caracterizó

Antenor Orrego más de una vez. Y lo era Xandóval,

en efecto, por sus poco comunes poderes extrasen-

soriales de que puedo dar fe; por esas extrañas con-

diciones de vidente y de médium –vate ante todo–;

de hombre que traspasaba las lindes misteriosas,

aquellas –para muchos de nosotros–, infranquea-

bles barreras del Más Allá…

Por los años 20 –y a los 20 de su edad (había naci-

do en 1900)–, era el médium “oficial” del Grupo.

Recuerdo que un día de agosto de 1956, en casa

de don José Cassinelli Mazzei –donde Orrego solía

hospedarse–, me confirmó el Maestro ante una pre-

gunta mía los prodigiosos poderes de Xandóval.

Fue una larga, muy vivaz conversación, rica en

anécdotas, en casos que él y el poeta Oscar Imaña

–quien me acompañaba en la visita –, aportaron esa

tarde.

Era Xandóval muy joven aún, casi un niño, cuan-

do en las sesiones de espiritismo que celebraban con

frecuencia a instancias de Antenor, sorprendía 1como médium a todos los contertulios.

Cada vez que los mayores de la agrupación –Víc-

tor Raúl, Vallejo, Orrego, José Eulogio– les asaltaba

alguna duda sobre el enigma de una frase leída o sobre

determinado aspecto poco conocido en torno a la

vida o la obra de un poeta ya muerto, o de un filósofo

de la antigüedad, Xandóval oficiaba de médium…

Transfigurábasele el rostro; el tono de la voz se le

tornaba irreconocible. Ya en trance total, brotaba

de sus labios la respuesta esperada, clara, convin-

cente para todos…

¿Cómo podría aquel muchacho –con Eloy B. Espi-

nosa y Juan José Lora, uno de los menores, uno de los

“benjamines”– resolver por sí mismo, a tan temprana

edad, intrincadas cuestiones que se planteaban –sin

solución– los mayores y más leídos del grupo?

Era evidente que a través de esa voz de “poeta

alucinado”, de esa palabra “embrujada”, hablaba el

espíritu de aquel filósofo, de aquel poeta invocado,

ya muerto, extinto por años, y a quien los jóvenes

bohemios podían ahora interrogar directamente,

como hacían en clase con sus maestros…

CIERTO TESORO ESCONDIDO EN CASONA

TRUJILLANA

En otra ocasión, fueron a la búsqueda de cierto

tesoro escondido oculto en una casona trujillana de

tiempos coloniales.

Page 23: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Teodoro Rivero-Ayllón

Sometido a trance, describió Xandóval, con lujo

de detalles, la vida de aquel período de añejos perga-

minos y prosapias ibéricas, y hasta a alguno de los

anónimos habitantes que lo fueran entonces de la

vieja mansión.

Noche reveladora.

Todos quedarían entonces convencidos de que

la comunicación con el Más allá sí es posible para

nosotros los mortales, en determinadas circunstan-

cias –¡claro!–, como aquella.

Un viento frío penetró por el amplio ventanal. El

médium dijo ver el fantasma de una dama que ingre-

saba en ese instante en el salón completamente a

obscuras.

La veía deslizarse, etérea, levitando a ras del

suelo, por el empedrado patio débilmente ilumina-

do por la luna. Ascendía los escalones que condu-

cían al recinto en que se hallaban. Vestía de ampu-

loso miriñaque, y avanzaba, sí, avanzaba ahora con

cierta majestad, evidentemente hacia ellos, hacia el

grupo…

Cuando Xandóval la tuvo tan próxima, pidió a

todos que se apartaran, que dieran paso a la incono-

cida dama.

–Por favor!.. no le vayan a ajar la crinolina…!

Quiso alguien sonreír ante la frase, incrédulo de

los que el médium decía ver, pero el vientecillo frío

de la noche lo sentía ahora –¡qué horror!– directa-

mente sobre sus propias espaldas, sobre su nuca,

sobre la testa en que se le erizaban los cabellos…

La misteriosa dama cruzaba impertérrita por

entre ellos, como si ellos no existieran. La vio el

médium dirigirse a uno de los rincones, y fue enton-

ces cuando creyeron oír todos, en esa dirección, el

chirrido de una puerta que se abría… y luego… el

crujido de una puerta que se cerraba…

Un sonido extraño, pues no existía puerta por allí.

Había atravesado la dama el muro, como si el

ancho muro de tiempos de la Colonia tampoco exis-

tiera para ella…

En el cuarto contiguo, vio el médium que la

mujer desaparecía en el centro del recinto.

– ¿Y qué ves ahora? –, osó preguntar alguien.

Enmudecido, sin pronunciar palabra, dibujó el

médium algo sobre el frío tablado del piso, en el

punto mismo donde la dama se había perdido…

A la luz del día siguiente vieron allí un círculo, el

que había trazado el médium en la obscuridad.

Círculo perfecto, como diseñado a plena luz.

A manera de rayas, partían del contorno de ese

círculo unas líneas en diversa dirección, a manera

de un sol radiante dibujado por la mano de un niño.

–A unos dos metros, veo un extraño aparato,

enteramente desconocido –explicó el médium–; y

más abajo aún, el cofre…

Esa mañana pudieron constatar, primero, levan-

tando el empapelado del muro por donde pasó la

dama, que hubo allí, en otros tiempos, una puerta:

quedaban los rastros del vano ya clausurado.

Empezaron las excavaciones, bajo el círculo tra-

zado en el piso.

El “extraño aparato” descrito por el médium

había sido una especie de teléfono en tiempos colo-

niales: Un tubo metálico, hundido en posición ver-

tical, a modo de una bocina, al que convergían, por

todos los lados, otros tubos de menor calibre. En el

punto en que se unían al principal, unas tapas a

manera de hojuelas podían suspenderse por una

cuerdecillas. Dejaban así uno de los canales o tubos

al descubierto, por donde se trasmitía la voz.

Los rayos que partían del círculo correspondían

a la dirección de esos canales de comunicación con

algún punto próximo del perímetro urbano.

Prosiguieron afanosos las excavaciones, y halla-

ron, en efecto, el cofre…

–Sí, ¡el cofre…!

¿Y LAS PROFECÍAS DE VALLEJO?

1920 es –como sabemos– un año funesto en la

cronología vallejiana.

Se han producido los sucesos de Santiago de

Chuco que motivarían poco después la injusta pri-

sión de Vallejo en la cárcel central de Trujillo. Como

es conocido también, el poeta se hallaba refugiado

en casa de Antenor, en “El Predio”, en las afueras de

272 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Page 24: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 273Pueblo cont. 22(2) 2011

la ciudad, en Mansiche, en las inmediaciones de

Chan Chan, las milenarias ruinas.

Una de esas noches, Vallejo tiene allí un sueño

“premonitorio”: el de su propia muerte en París. ¡Y

estamos a tres años todavía de su inesperada ida a

Francia, y a dieciocho de su futura muerte en la

“cara Lutecia” de Rubén!

Quien estuvo hasta tres veces en la Unión Sovié-

tica; quien recorrió diversos países de Europa a lo

largo de tres lustros, bien pudo morir en cualquiera de

esos lugares. O como Julio Gálvez Orrego, su compa-

ñero de viaje y aventuras en el París de entre guerras,

quien hallaría la muerte –por fusilamiento– en los

siniestros días de la guerra civil española.

Sin embargo, se cumplirá en Vallejo el destino…

París, y en Viernes Santo…. En el Viernes Santo de

1938.

A raíz de una de las últimas entrevistas con

María Rosa Sandóval, escribió el poeta:

¡Amada: en esta noche tú te has crucificado

Sobre los dos maderos curvados de mi beso!

¡Amada: y tú me has dicho que Jesús ha llorado

Y que hay un viernesanto más dulce que ese beso…!

Lo anunció en otro verso además, ya harto cono-

cido y convincente:

Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo…

Coloquio Vida y obra de Antenor Orrego Espinoza, realizado el 26 de octubre como parte del Simposio. Expositores en este coloquio,

de izquierda a derecha: Jorge Kishimoto Yoshimura, Juvenal Ñique Ríos, Cristóbal Campana Delgado, Teodoro Rivero Ayllón,

Leonel Berrocal Neciosup (moderador), Antenor Orrego Spelucín, Alicia Orrego Spelucín y Liliana Orrego Spelucín.

NOTAS

1 El 25 de julio de 1919, Xandóval le escribía a Rosina Espejo

Asturrizaga –su novia entonces–, justificando su distancia-

miento de esa semana por tener que concurrir a sesiones de

espiritismo de Antenor: “Anteanoche me recogí temprano en

mi cuchitril, desde las nueve, y fue mi más sana intención

hablar contigo… Mas como al bendito Antenor y comparsa

(téngalos Dios en su reino), se les ocurriera llamarme, me

fracasó el asunto. Y héteme aquí que con el dichoso espiritismo,

estos señores me tienen fuera de mi caja cerebral, y me buscan y

me halan a su antojo, sin que yo pueda resollar, en libre y en

soledad, siquiera un instantito...”.

Orrego, Vallejo y Xandóval, por los caminos del esoterismo...

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Irremediablemente, somos los hijos del

presente; los siempre encadenados al raudo

pasaje de las cosas, al estallar efímero de

nuestras vehemencias. Nuestras realidades

inmediatas devoran nuestra eternidad, reducen

y desmedran nuestra proyección en la historia

[…] Empero, la progenie humana engendra en

todas las épocas ciertos ejemplares de hombres

dotados de segunda vista, de una suerte de

sentido del futuro que les permite percibir lo

que existe vago y soterrado en la masa. Son los

depositarios de la nueva fe, los heraldos

vibrantes de la nueva esperanza, las urnas

vivientes del nuevo amor. Son aquellas

individualidades fuertes y magnéticas que

agrupan y condensan en su torno, como polos

de atracción, los afloramientos dispersos de la

corriente central […]. Padres e hijos, al propio

tiempo, del ambiente en que actúan y de la

realidad que crean […] Las pautas de

valoración corriente no abrazan esta prestancia

creadora que rebasa y colma sus medidas. Son

móviles muy superiores en excelencia ética a

las normas comunes de la conducta humana,

los que rigen estas voluntades que corren hacia

la culminación de los fines que han concretado

su vida.

Antenor Orrego, Notas marginales, 1922.

274 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Elmer Robles Ortiz

Profesor de la Universidad Privada Antenor Orrego, Profesor Emérito de

la Universidad Nacional de Trujillo. Miembro de la Sociedad de Historia

de la Educación Latinoamericana, del Grupo de Investigación Historia y

Prospectiva de la Universidad Latinoamericana, y de la Sociedad de

Investigación Educativa Peruana. Condecoración de Palmas

Magisteriales en el Grado de Maestro (2011).

ANTENOR ORREGO, PROFECÍA Y

REALIDAD: SIETE ANUNCIOS

CONFIRMADOS POR EL TIEMPO

INTRODUCCIÓN

No imaginó Antenor Orrego (Montán, 1892-

Lima, 1960) que muchas de sus palabras tornaran,

con el correr de los años, cual bumerán favorable,

para ser aplicadas a su propio caso. En efecto, como

escribiera para referirse a los visionarios, el mismo

fue de esos “ejemplares de hombres dotados de

segunda vista, de una suerte de sentido del futuro

que les permite percibir lo que existe vago y soterra-

do en la masa”. (1995, I: 35). Fue un espíritu selecto

que pensó en prospectiva, dirigió su mirada en lon-

tananza y formuló numerosos anuncios, profecías

que, con el transcurso del tiempo, se hicieron carne

de diversas realidades, en forma tal que nos dejan

pasmados por su extraordinaria concreción. Lo que

dijera respecto a César Vallejo, en lo concerniente a

su proclividad de ver, en circunstancias concretas y

precisas, realidades soñadas, también lo podemos

aplicar a su propio autor. Las palabras son estas:

“Indudablemente, poseía extrañas facultades pre-

monitorias”. (1995, I: 23).

Orrego, coincidiendo con la filosofía dualista,

de la intuición, del elan vital o del simbolismo de

Henri Bergson (1859-1941), piensa que en el proce-

so del conocimiento el hombre requiere tanto de la

razón cuanto de la intuición. Está convencido de

que mediante las fuerzas racionales se llega hasta

ciertos planos, a partir de los cuales las verdades se

Page 26: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 275Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

hacen accesibles por las intuiciones, y además pien-

sa que América necesita crear sus propias razones y

vehiculizar racionalmente sus intuiciones para

conocer y expresar su cultura y la totalidad de la

vida. Estas verdades alcanzadas mediante las intui-

ciones y la interpretación de los símbolos o señales

creadas por los pueblos contribuyen a definir la iden-

tidad cultural. Tal vez aquí se podría encontrar la

explicación de sus extraordinarios anuncios visio-

narios, que el paso del tiempo los ha confirmado. No

es nuestro propósito, indagar dichas cualidades.

Apenas dejamos anotado este asunto.

Las investigaciones y reflexiones de Orrego son

multidisciplinarias. Discurre en las esferas de la

filosofía y con ella en la estética y la ética, asimismo

de la antropología y la historia, la crítica literaria y el

periodismo, la educación, la sociología y la política.

Pero allí no agota su penetrante pupila y se adentra

en otros campos, tal el caso de la psicología, que,

hasta donde conozco, no ha sido aún explorado en

los trabajos sobre el amauta, que en libros, artículos

y discursos, desde su producción juvenil hasta los de

su madurez, aplica magistralmente diversidad de

elementos de esta ciencia: inteligencia, aprendizaje,

personalidad, afectividad, autoestima y otros.

Aquí tenemos la intención de presentar, en una

dispersión temática, pero con evidente sustrato

unitario, siete predicciones y aciertos que demues-

tran la tendencia visionaria de Orrego, en cuyos

aportes encontramos la raíz de múltiples ideas, pro-

cesos y hechos de hoy.

1. EL VATE DEL VATE: GENIALIDAD

POÉTICA DE VALLEJO

El filósofo y el poeta se conocieron en 1914.

Recordando el hecho, el primero escribe el año de

1955 en “Mi encuentro con César Vallejo”: “Ambos

supimos, desde el primer instante, que íbamos a ser

amigos de toda la vida. Lo supimos por esa intuición

juvenil que nos alumbra, a veces, desde el futuro, pano-

ramas enteros de nuestra propia existencia”. (1995, III:

23).Vale decir, desde entonces, extendieron su mira-

da hacia delante, al porvenir, a lo grande, a lo alto y

columbraron el desarrollo de sus propias vidas. No

se quedaron en lo inmediato, en lo transitorio. Ni

uno ni otro pensaron en éxitos instantáneos. A par-

tir de allí, sus vidas y sus obras se unieron por lo tras-

cendente y perdurable.

El anuncio de la gloria poética de Vallejo, hecho

por Orrego, no aparece recién con el prólogo a “Tril-

ce” en 1922, es anterior. Es un proceso que evolu-

ciona con la producción del aeda, la misma que no

es resultado de una repentina inspiración, sino obra

de la maduración y de la necesidad estética de una

expresión nueva. En esta predicción, distinguimos

cuatro momentos.

PRIMER MOMENTO. En las postrimerías del

mismo año de 1914, Vallejo entrega a Orrego, en las

oficinas del diario “La Reforma”, donde éste ejercía

el periodismo, los primeros manuscritos de versos de

los cuales requiere su opinión. Cuarenta años des-

pués en el libro antes citado, el crítico relata que al

terminar su lectura, tuvo la diáfana intuición de que

había surgido en el Perú una extraordinaria voca-

ción poética y literaria. Anota en un pasaje del rela-

to expresamente destinado a dejar testimonio de su

encuentro con el vate: “Malgrado el predominio de

la imitación en todas estas composiciones, rompía,

en veces, aquí y allá, un resplandor de calidad primi-

genia que anunciaba la poderosa genialidad de un

auténtico poeta”. Y a los pocos días, ya en enero de

1915, al acudir Vallejo por el comentario solicitado,

Orrego, según la reconstrucción de sus palabras le

dice, entre otros conceptos:

“César, he visto a través de tus versos barrenando,

diré, las paredes literales de tus palabras escritas, la

posibilidad de un poeta extraordinario, pero, a condi-

ción de que te esfuerces por alcanzar la fuente más

auténtica de tu espíritu. Luego, debes expresar lo que

allí encuentres con tu propio y más genuino estilo

personal que tienes que crearlo, porque traes algo que

es absolutamente nuevo […] Olvídate de estos versos y

ponte a escribir otros durante los meses de vacacio-

nes, concentrándote resueltamente en ti mismo.

Debes tener la seguridad que posees algo que nadie ha

traído hasta ahora a la expresión poética de América”.

(1995, III: 26).

Pronto, Orrego publica en la página literaria de

“La Reforma”, el poema “Aldeana”, uno de los que

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276 | Pueblo cont. 22(2) 2011

había seleccionado de entre el conjunto entregado

por el amigo. Y al pie puso una breve nota con este

comentario, no textual, pero sí aproximado, según

su propio autor: “Saludemos la aparición de un gran

poeta en América. Esta pequeña y original composi-

ción es como la partida de bautismo de un creador

de calidades excepcionales. Por su voz, comienza a

expresarse auténticamente el continente”.

SEGUNDO MOMENTO. En 1916 murió

Rubén Darío en León, de Nicaragua, poeta de enor-

me influencia en la juventud de toda América Lati-

na. Con fervor, se leía, recitaba e imitaba. Los miem-

bros del Grupo Norte o Bohemia de Trujillo, eran

sus grandes admiradores. La etapa inicial de la poe-

sía de Vallejo, hasta “Los heraldos negros”, refleja

ostensiblemente la huella rubeniana. En una de sus

acostumbradas reuniones nocturnas, el menciona-

do grupo realizó un original homenaje fúnebre al

autor de “Azul”, “Prosas profanas”, “Cantos de vida

y esperanza” y otras famosas obras. Por la voz sonora

de José Eulogio Garrido, se hizo lectura íntegra de

prosa y verso de Darío, y hubo comentarios entre

sorbo y sorbo de vino y chocolate, y en medio de

lágrimas, por añadidura. Vallejo –que en el grupo

era pronto vencido por el llanto, cuando sentía hon-

das emociones– fue el que más lloró por Darío. Le

gustaba mucho el poema “Nocturno” en cuyos ver-

sos iniciales el poeta nicaragüense dice: “Los que

auscultasteis el corazón de la noche”, que todos los

asistentes repitieron en coro.

Poco después, en cena de doce de la noche a tres

de la mañana, en “Los Tumbos”, restaurante muy

frecuentado por el grupo, Vallejo proclamando su

independencia poética, dijo que Darío era Darío,

pero “yo soy yo” y “aquí llegamos al cero y del cero

vamos a contar de nuevo”. Uno de los integrantes

de aquel histórico grupo, Víctor Raúl Haya de la

Torre, escribe al respecto en carta a Luis Alberto

Sánchez, el año de 1954, desde su asilo diplomático

en la Embajada de Colombia, en Lima:

“Lo recuerdo, porque (todo esto con los ojos llo-

rosos) Antenor se puso de pie y brindó por el 'nuevo

genio de la poesía que tomará el puesto de Darío'. No

puedo olvidar eso. Orrego con aquel su tono de vaticina-

dor, pero al mismo tiempo de maestro (lo estoy oyendo)

dijo algo así como esto: 'Óyeme César, te lo digo por-

que tú eres incapaz de envanecerte: tú eres genio, yo te

proclamo el genio de la poesía americana; y por eso sufri-

rás mucho (César Vallejo lloraba). Te proclamo yo

humildemente, sin que nadie nos oiga, aquí en Truji-

llo ¿Ves? Tú eres el poeta nuevo superando en una

ruta estelar a Darío'. (El discurso continuó, pero no

en tono oratorio y proclamamos: Darío a muerto,

viva Vallejo, pero con un añadido festivo: ¡Chocano

ha muerto, muera Chocano!). Esa noche –continúa

la cita– tejimos una corona de hojas de laurel y coro-

namos a Vallejo. Todo entre nosotros. Todo sin alar-

des. Yo era el más alegre y recité aquello de Amado

Nervo 'Ha muerto Rubén Darío, el de las piedras

preciosas, etc'. Todo esto quisiera escribirlo. Aunque

cuando lo intento me tiembla la mano”. […] “Uste-

des saben –siguió hablando Orrego, según esta fuen-

te–, que este cholo es genio; y lo repetía varias veces,

dirigiéndose a cada cual”. (Haya de la Torre y Sán-

chez, 1982, II: 140).

TERCER MOMENTO. En 1919, pero fechado

en 1918, apareció en Lima el primer libro de Vallejo,

“Los heraldos negros”, una selección de poemas, en

parte ya publicados por diarios trujillanos. Desde

Trujillo en la revista “La Semana”, Orrego había

anunciado, en 1918, la próxima publicación de “Los

heraldos negros”, allí sostuvo que el caso de Vallejo

era un “caso único en nuestra literatura nacional”,

por su temperamento originalísimo, su robusta indi-

vidualidad literaria y riqueza de sugestiones.

A su salida, sólo en unos poquísimos espíritus

selectos produjo resonancia acogedora. Y única-

mente dos artículos saludaron su aparición. Uno de

Orrego publicado en el diario “La Reforma”, de Tru-

jillo, titulado “La gestación de un gran poeta”, y otro

de Luis Alberto Sánchez en la revista “Mundial” de

Lima. En el mencionado artículo, Antenor anota:

“Para ser un gran poeta, para ser un poeta universal no

le falta a Vallejo ninguno de los más altos, ni de los

más raros dones naturales. Sé que esta afirmación

mía ha de parecer temeraria en este país de los posti-

zos, y de las convenciones consagratorias”. (1995,

III: 65 y 66).

Y de veras sus palabras fueron temerarias. La

obra fue recibida en silencio, en ambiente de sepul-

cro o con tono despectivo; no fue mencionada en la

Elmer Robles Ortiz

Page 28: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 277Pueblo cont. 22(2) 2011

reseña bibliográfica de entonces. El gran público la

ignoró. Pesaba aún mucho la opinión de Clemente

Palma cuando en la revista “Variedades” el año de

1917 había creado un clima negativo a Vallejo al

criticar con términos terribles los versos titulados

“El poeta a su amada”, calificándolos de “tonterías

poéticas más o menos desafinadas o cursis”, “adefe-

sio”, “burradas”, “mamarracho”, y al mismo tiempo

al afirmar que el autor era “la deshonra de la colecti-

vidad trujillana” y ésta debería echarle lazo y ama-

rrarlo “en calidad de durmiente en la línea del ferro-

carril a Malabrigo”. (Espejo, 1989: 63).

Años más tarde, escribe Orrego: “A la mirada

menos zahorí se hacía evidente que estos versos

eran sólo una anunciación, el toque precursor de

una claridad que ya se insinuaba en la lejanía. Pero,

a la vez, se advertía, a primera vista, que el libro, en

sí, era una novedad, intrínseca en el ambiente litera-

rio del país, que había surgido una robusta vocación

poética que notificaba su inequívoca presencia”.

(1995, III: 39).

Así, pues, mientras unos continúan expresando,

confiados, sus mejores augurios al talento del vate,

otros, habían pedido su trituración.

CUARTO MOMENTO. 1922 es un año de

algunas coincidencias. Antenor publica su primer

libro “Notas marginales” donde reúne algunas pági-

nas antes insertadas en los diarios trujillanos “La

Reforma” y “La Libertad”, entre 1916 y 1921. Y al

poco tiempo, César publica “Trilce”. El poeta se

establece en Lima. Y el meditador tuvo que viajar

también a la capital, desterrado de Trujillo, por ejer-

cer desde los medios periodísticos, la defensa de las

reivindicaciones de los trabajadores de los valles de

Chicama y de Santa Catalina. Allí se reunían con

intelectuales limeños y otros jóvenes procedentes

de Trujillo, en una suerte de extensión de las tertu-

lias del Grupo Norte. Vallejo ya tenía listo el manus-

crito de “Trilce”, y en más de una ocasión le había

pedido a Orrego escribir el prólogo.

Orrego, mentor o maestro informal de Vallejo

en asuntos literarios, conocía más que nadie el pro-

ceso de formación del vate. Por eso, éste le dice en

una carta: “Ninguna palabra más esclarecedora que

la tuya puede hacer la presentación del libro ante el

público […] sin tu magisterio fraternal, sin aliento

de cada día, sin tu admirable y generosa compren-

sión, el libro, tal vez, nunca habría nacido. Tú sabes

muy bien, que muchos de estos versos han surgido

en esas conversaciones inolvidables que tuvimos

tantas veces […] ¿Quién, pues, mejor que tú,

podría hacer la 'obertura' prologal?”. (1995.III, 50).

Esta nueva obra revelaba la madurez literaria de

Vallejo. “Era ya –anota Orrego, que desde Trujillo

conocía varios de estos versos– el poeta que yo espe-

raba desde aquella memorable entrevista de 1915 y

cuyo genio comenzó a apuntar en los 'Heraldos Negros'

[…] El estudiante tremulante, casi un adolescente,

que me presentó sus primeros versos y que se ignora-

ba a sí mismo, se había convertido en un poeta de

excepcional, iluminada y poderosa conciencia estética”

(1995: III, 49).

Y así, en el prólogo, el amauta anuncia ante Amé-

rica y la posteridad el surgimiento de un poeta genial,

cuya obra es estéticamente superior en la creación

literaria del continente. Varias veces, desde el primer

párrafo, Orrego utiliza en su texto la palabra genial.

“Bien quisiera yo –anota al comenzar el prólogo– que

estas palabras mías al frente del gran libro de César

Vallejo, que marca una superación estética en la gesta

literaria de América, fueran nada más que lírico grito

de amor, tenue vibración del torbellino musical que

ha suscitado siempre en mí la vida y la obra de este

hermano genial” . Y en otras partes encontramos las

expresiones de “puerilidad genial” y “genial intuición”.

Asimismo es recurrente, desde sus primeras

hasta sus últimas líneas, su afirmación de que se

trata de una obra que, por sus quilates, alcanza el

cenit literario del continente y se proyecta al infini-

to. El anuncio del genio vallejiano va a los cuatro

puntos cardinales y a todos los tiempos. De allí las

palabras de cierre del prólogo: “Que América y la

posteridad tengan en cuenta las ciliciadas longas

cordiales que vale este libro”. (1995: III, 173).

El libro de un genio es, obviamente, un gran

libro. Y este es un libro pletórico de cordialidad y

humanismo, escrito con un lenguaje personal, con

la espontaneidad de un niño; por eso los vocablos

del prologuista para resaltar la originalidad y la

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

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278 | Pueblo cont. 22(2) 2011

potencia creadora del poeta: “prodigiosa virgini-

dad”, “sencillez prístina”, “pueril y edénica simplici-

dad del verbo”. Con su arte, Vallejo expresa al hom-

bre de todos los tiempos, al hombre eterno; desde el

espacio del Perú, el aeda alcanza su más elevado rol

estético, llega a toda la humanidad y descubre los

valores originarios de la vida.

Con su expresión, esto es con su estética, el hom-

bre se relaciona con el mundo, se humaniza. El

autor de “Trilce” particulariza el lenguaje, tiene un

decir personal, pero piensa y siente universalmente.

El hombre que expresa el poeta con su arte, sin dejar

su identidad, no es un hombre particular –de San-

tiago de Chuco, Trujillo o Lima, no es sólo un perua-

no– sino el hombre universal, no es un hombre ais-

lado, sino un hombre solidario.

Orrego sabiamente anotó que del estudio de

esta obra “se encargará la crítica inteligente; si no

hoy, mañana”. Ese hoy era el año 1922 y, por exten-

sión, digamos, los inmediatamente siguientes. El

mañana era el futuro. Por cierto, en ese entonces, en

ese hoy, el libro fue incomprendido, cubierto por un

silencio casi absoluto. En “El Comercio” aparece un

artículo de Luis Varela y Orbegoso (Clovis), de críti-

ca negativa. Y Luis Alberto Sánchez en la revista

“Mundial” expresa su asombro y perplejidad frente

a la rareza de esta obra.

Diversos poetas, académicos, intelectuales,

expresaban opiniones contrarias, términos injurio-

sos y de burla frente al libro. Su autor quedó profun-

damente adolorido, pero jamás arrepentido. Asu-

mió la plena responsabilidad de su estética, su obli-

gación de hombre y artista de ser libre frente la ver-

sificación tradicional de la métrica y la rima.

En carta de agradecimiento, Vallejo le dijo a

Orrego: “Las palabras magníficas de tu prólogo han

sido las únicas palabras comprensivas, penetrantes

y generosas que han acunado a “Trilce”. Con ellas

basta y sobra por su calidad.”. Y añade que por la

“reseca yesca de la sensibilidad literaria de Lima”,

allí: “No han comprendido nada […] Sólo algunos

escritores jóvenes aún desconocidos y muchos estu-

diantes universitarios se han estremecido con su

mensaje […] Por lo demás, el libro ha caído en el

mayor vacío.” (1995: III, 52).

Transcurridos muchos años, la crítica inteligente,

aludida por Orrego, hizo la esperada labor iniciada

por el prologuista. El poeta ya estaba en Europa. Valga

un par de ejemplos. En los “Siete ensayos de interpre-

tación de la realidad peruana”, José Carlos Mariáte-

gui, escribirá en 1928, apoyado en varias citas de Orre-

go: “El gran poeta de 'Los Heraldos Negros' y de 'Tril-

ce' –ese gran poeta que ha pasado ignorado y desco-

nocido por las calles de Lima tan propicias y rendidas

a los laureles de los juglares de feria– se presenta, en su

arte, como un precursor del nuevo espíritu, de la

nueva conciencia”. (Mariátegui, 1959: 274). Y

Estuardo Núñez, en su “Panorama actual de la poesía

peruana”, aparecido en 1938, año de la muerte del

poeta, dirá: “Vallejo publica Trilce, libro distinto de

Los heraldos negros, disímil en la forma y en la inspira-

ción, libro de vanguardia, pero libro de poesía autén-

tica y perdurable”. (Espejo, 1989:139).

Y ahora, las apologías son abrumadoras. En todas

partes se admira a Vallejo, es calificado de genio y se le

llama poeta universal, como lo pronosticara Orrego

tempranamente. Tenemos vallejianos por doquier.

Algunos editores –que se proclaman vallejia-

nos– omiten, injustificadamente, las incólumes

palabras augurales sobre “Trilce”, hecho burdo con

el cual mutilan este libro porque el cuerpo poético y

el prólogo conforman un todo, cuya división afecta

la cabal comprensión del mensaje premonitoria-

mente anunciado por Orrego.

El filósofo, hasta después de muerto Vallejo,

mantuvo firme sus convicciones estéticas acerca del

poeta. Así lo revelan su libro (1955) sobre el

encuentro de ambos, su participación en el Simpo-

sio de Córdoba, realizado en Argentina (1959)

sobre la obra vallejiana, y otros hechos.

2. ANTIGÜEDAD DE LAS CULTURAS

AMERICANAS

Orrego fue filósofo, crítico literario, maestro,

periodista, no arqueólogo; sin embargo, en “Pueblo-

Continente”, obra escrita por los años de clandesti-

nidad entre 1935 y 1937, publicada en 1939, argu-

mentando sobre la identidad e integridad de Améri-

ca Latina, presenta afirmaciones ahora confirmadas

Elmer Robles Ortiz

Page 30: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 279Pueblo cont. 22(2) 2011

por la ciencia arqueológica. Por aquellos años, los

alcances científicos sobre esta materia eran diferen-

tes a los de ahora. A las culturas del Perú y de Amé-

rica se les fechaba una antigüedad menor a la reco-

nocida actualmente.

En sus adelantadas expresiones, al referirse a

incas y aztecas escribe: “Lo que queda hoy para la

admiración maravillada de la ciencia arqueológica

fue creado probablemente muchos siglos atrás por

civilizaciones anteriores, de las cuales eran mero

reflejo, debilitado, amortiguado y decadente, los

imperios que sojuzgaron los europeos”. (1995, I:

135). Insistiendo en el punto dice que los europeos

ocasionaron en América una catástrofe, una trage-

dia, un hundimiento o desgarrón de una raza vigo-

rosa que había alcanzado un estadio resplandecien-

te de civilización, e insertaron un alma extraña que

se deformó en contacto con las fuerzas geo-

biológicas del continente, desde entonces abierto a

todos los pueblos de la tierra y acontecer del mundo,

pendiente de la vida europea. Por eso anota: “Caso

en que una prehistoria es superior, es más que la

historia, porque lo que conocemos del Imperio

Incaico era ya, desde hacía mucho tiempo una deca-

dencia, y porque Europa, que en el sentido vital de

la palabra, no ha creado todavía nada en América,

no ha hecho sino repetirse mal, y repetirse destru-

yendo lo que había de vivo, orgánico y fuerte en esta

parte del mundo”. (1995, I: 148).

Por largos años, la cultura inca era el principal

foco de atención de lo antiguo en el Perú, el aporte de

las culturas predecesoras no era valorado aún como

en nuestros días. Y hoy sabemos que múltiples mani-

festaciones culturales preincas superan en calidad a

diversos aportes del Tahuantinsuyo. En su conjunto,

muchas creaciones del Perú antiguo aventajan a otras

de culturas de épocas llamadas históricas.

Al referirse a la colisión formidable de la cultura

europea con las culturas autóctonas de nuestro conti-

nente, compara a éstas con otras culturas del mundo

Vía de ingreso a Montán desde Lajas, Chota. (Foto, 3 de junio, 2011).

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

Page 31: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

280 | Pueblo cont. 22(2) 2011

y alcanza conceptos que parecieran haber sido escri-

tos recientemente, lo cual nos deja pasmados:

“Este choque significó una trágica desgarradura

en los senos de América, pero, no, en unos senos

vírgenes, como acostumbra decirse, sino en unos

senos que encerraban toda la riqueza ingente de un

pasado milenario. Nada más contrario que la idea de

virginidad aplicada a las culturas americanas, muchas

de las cuales se encontraban, en varios aspectos, en

un estadio superior de civilización a los pueblos euro-

peos. Para encontrar paridad cronológica habría que

recurrir a la remota cultura de los egipcios o las viejas

culturas del Oriente, como lo están probando los

recientes estudios arqueológicos. Los sacerdotes del

Tahuantinsuyo y el Imperio de Moctezuma, podían

parodiar lo que dijo de los griegos a Herodoto el Gran

Sacerdote egipcio, al ser interrogado acerca de la

cronología de su pueblo: “Vosotros los europeos sois

unos niños”. La matriz de América era, pues, una

matriz llena de experiencia. De ella había surgido un

majestuoso pasado, pleno de fascinación, que aún

hoy comienza apenas a sospecharse”. (1995, I: 138).

Por cierto, los últimos estudios alcanzan los

siguientes datos cronológicos sobre las culturas más

antiguas del mundo: cultura mesopotámica, 5,700

a.C.; cultura egipcia, 5,300 a.C.; cultura peruana,

representada por las ciudades de Caral y Áspero,

5,000 a.C.; cultura india, 4,600 a.C.; cultura china,

3,900 a.C.; cultura mesoamericana (olmeca), 3,200

a.C., y cultura europea (Creta), 3,000 a.C. Y nadie

imagina lo que se encontrará en adelante, en rela-

ción con la cantidad de años transcurridos y las crea-

ciones culturales de los antiguos peruanos.

La cultura en el Perú arroja, pues, una data ante-

rior a la mesoamericana, a la cual Max Uhle (1856-

1944) le señalaba la mayor antigüedad del conti-

nente. Por consiguiente, la teoría de este personaje

sobre el origen de la cultura antigua de nuestro país,

por largos años repetida en las escuelas, ha quedado

obsoleta.

Orrego propone reescribir nuestra historia y

crear nuestra cultura, no copiar acrítica y simiesca-

mente los aportes de otros pueblos, tampoco igno-

rarlos, sino asimilarlos en función de nuestra especi-

ficidad. Esta es una idea recurrente desde su juven-

tud hasta el fin de sus días.

3. INVASIÓN EUROPEA, CULTURA

ANDINA Y CRUCE DE TODAS LAS

SANGRES

La polifacética obra orreguiana es un rico semi-

llero de numerosas categorías conceptuales en

actual uso por las ciencias sociales. En sus páginas

encontramos, en forma expresa, unas veces, o clara-

mente insinuadas, otras veces, palabras e ideas que

se han abierto campo durante los últimos decenios:

choque de culturas o desgarrón histórico, invasión y

conquista europeas de los siglos XV y XVI; asimis-

mo, catástrofe y hundimiento del indio americano,

cultura andina, país de todas las sangres, entre otras

expresiones.

Por su novela editada en Buenos Aires el año de

1964, a José María Arguedas se le atribuye haber

caracterizado al Perú como el país de “todas las san-

gres”. Nuestro Premio Nobel de Literatura 2010,

Mario Vargas Llosa, en su muy difundido discurso

pronunciado al recibir tan elevada distinción en la

Academia Sueca, dijo: “Un compatriota mío, José

María Arguedas, llamó al Perú el país de 'todas las

sangres'. No creo que haya fórmula que lo defina

mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los

peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones,

razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro

puntos cardinales” (Vargas Llosa, 2010: 287). Efec-

tivamente, así es nuestro país. Pero aquí se comete

una tremenda omisión, se margina a Orrego cuyos

textos presentan no sólo al Perú, sino a América

Latina, como el espacio del planeta donde se han

abrazado y fundido todas las razas y culturas. Y esto

lo sostuvo mucho tiempo antes que saliera a luz, la

novela titulada “Todas las sangres”. Vargas Llosa,

novelista, le atribuye el mérito a otro novelista,

Arguedas, olvidando y excluyendo a Orrego que

antes ya había acuñado esa frase.

“Pueblo-Continente” es uno de los libros en que

Orrego estudia el fenómeno del bio-metabolismo

psíquico o conformación racial de América, a la que

define como “síntesis de razas y culturas”. La edi-

ción príncipe de esta obra fue hecha en 1939, des-

pués de varios años de ser escrita. Asimismo, el asun-

to es tratado en su obra “Hacia un humanismo ame-

ricano”. En sus textos es frecuente encontrar alusio-

Elmer Robles Ortiz

Page 32: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 281Pueblo cont. 22(2) 2011

nes a “mestizaje”, “confluencia universal”, “todas

las razas”, “todos los pueblos de la tierra”, “orbes

antagónicos”, “progenies discordantes y distintas” y

otros conceptos equivalentes. Y expresamente utili-

za la formulación de “todas las sangres”. Que no se

trata únicamente de palabras, sino de un estudio

expuesto con solidez, a partir de la irrebatible cons-

tatación de la realidad peruana y continental res-

pecto a su conformación orgánica y cultural. No se

trata de un titular de libro o de capítulo, o de un

hecho secundario o aislado en el pensamiento orre-

guiano. Se trata de un elemento ontológico, sustan-

cial, en el desarrollo del humanismo peruanista y

americanista de nuestro pensador. Es una constante

de su producción intelectual.

Para demostrar nuestras afirmaciones, baste

citar como muestra, unos fragmentos en los cuales

aparece no sólo la frase “todas las sangres” y otras

similares, sino, y esto importa más, el sentido que le

imprime su autor. En un ensayo publicado en la

revista “La Nueva Democracia”, de New York, en

junio de 1937, inserto en un capítulo de su libro

“Pueblo-Continente”, Orrego escribe, al ocuparse

de “América, tercera dimensión de la cultura occi-

dental”: “América ha sido el lugar de cita de todas las

sangres. Los innumerables vertederos de las razas

han venido a juntarse en esta fuente caótica, en esta

cuenca ecuménica del planeta. La fusión se ha reali-

zado o está realizándose en partes en los Estados

Unidos y, de una manera completa y absoluta, en los

países de la América Latina”. (1995, I: 179).

Para el amauta Antenor Orrego, el indio peruano

ha sido el más grande agricultor del mundo, y ha

entregado una inmensa variedad de productos ali-

menticios de origen terrestre. Observa que en toda

Latinoamérica ocurre algo similar. Y que a esta parte

del globo llegaron para juntarse todas las progenies.

Demos pase a sus palabras escritas al estudiar el “Te-

tragrama racial de América” y específicamente el

punto de “Terrenidad, hemofilia y muchedumbre”:

“No es una casualidad que el antiguo indio perua-

no haya vivido, en cierta manera, bajo el signo de la

Pacha-Mama, la Madre-Tierra, toda nutridora y pari-

dora de todo […] Y el signo de la Pacha-Mama es,

también, el signo del destino latinoamericano. Aquí

el abrazo de todas las razas ha sido más apretado, más

estremecido y más estrecho que en ninguna parte del

planeta; aquí han venido todas las sangres a hundirse y

abrirse en el limo fecundante de la tierra; a entremez-

clarse para curar la hemofilia del mundo y, aquí será,

también donde la multitud, con poderosa fuerza de su

gravitación, revierta la jerarquía hacia sus funciones

conductoras y directoras; aquí volverá el árbol huma-

no a nutrirse desde sus raíces hacia la copa, desde el

nadir hasta el cenit”. (1995, I: 220).

Con América, según nuestro pensador, surge

una nueva expectativa para el planeta. Todas las

esperanzas e interrogaciones del hombre, conver-

gen hacia estas tierras que abren sus entrañas al

mundo, y el nuevo continente comienza a vivir en la

historia bajo el signo de la “confluencia universal”.

Dice textualmente: “Todos los pueblos y todas las

razas se apresuraron a encontrarse en esta cita cós-

mica que los iba a fundir un solo pueblo, presurosos

de llegar a tiempo, como si corriesen el albur de no

encontrar sitio en su retraso”. Y agrega que por un

impulso vital, se produce la reunión de “todos los

hilos dispersos de todas las razas, para luego, proyec-

tarlo en conjunto, ligados ya y soldados los pueblos

en sus ajuste preciso, hacia la tarea del futuro”.

(1995, I: 226).

Como se ve, en la concepción orreguiana, el

cruce de todas las sangres, no se queda en la confor-

mación biológica y en la creación cultural, sino que

avanza y llega a la integración de los países de Amé-

rica Latina, cuyo trasfondo conceptual es, precisa-

mente, su teoría del pueblo-continente.

Entre la publicación de las reflexiones de Orre-

go del año de 1937 y los relatos de Arguedas de

1964, median 27 largos años. Sin embargo, al nove-

lista se le suelen anotar los méritos al respecto y

excluir los del ensayista, como sucede en muchos

otros casos de sus extraordinarios y vigentes apor-

tes. Tampoco se busca quitarle a uno lo que merece

para dárselo al otro. No. Simplemente, se trata de

reconocerle a cada cual, lo suyo, según su campo y

su tiempo.

Por cierto, allí están los libros y artículos de Orre-

go como testimonio de sus muy adelantados estu-

dios sobre estos temas usados y generalizados por

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

Page 33: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

282 | Pueblo cont. 22(2) 2011

doquier, en forma tal que hoy parecen algo común y

corriente. “Cultura andina” es un concepto polisé-

mico, cuyos antecedentes, referidos a la cultura que

se formó antes de la llegada de los europeos en el

área atravesada por la cordillera de ese nombre, se

remonta al tiempo de auge del indigenismo, como

denominación aparece en diversos autores, uno de

ellos, Orrego, en forma expresa. Así consta, por

ejemplo, en varios pasajes de “Hacia un humanismo

americano”, cuando se ocupa de su “teoría de los

gérmenes históricos”, en una de cuyas páginas se

lee: “Rotas las estructuras morfológicas de las anti-

guas culturas: mexicana y andina a consecuencia del

impacto, irrumpe, por la fuerza, a la superficie del

Continente, la estructura morfológica de la cultura

invasora.” (1995, I: 182). Y expresamente también

él aplica el concepto de invasión al proceso de pene-

tración de los europeos en nuestro continente,

como sucede en el libro antes citado, al elaborar su

“Teoría del 'espectro' o de la constelación horizontal

antropológica”; allí utiliza frases como esta: “irrup-

ción violenta de la Conquista o de la invasión euro-

pea”. (1995, II: 36).

4. TEORÍA DEL PUEBLO-CONTINENTE:

INTEGRACIONISMO

LATINOAMERICANO

El nombre de Antenor Orrego ocupa un lugar

encumbrado en lo atinente al integracionismo y a la

interdependencia de países del mundo contempo-

ráneo. Nuestro pensador es el primer peruano en

introducir la palabra integración en la semántica de

las relaciones internacionales de nuestro tiempo.

En América Latina sólo le antecede José Vasconce-

los (1881-1959) que el año de 1916, cuando visitó el

Perú, en conferencia sustentada en la Universidad

de San Marcos, habló de “la integración de las nue-

vas unidades étnicas” en alusión a los países de nues-

tra América, cuyo corazón colectivo, rebasando la

noción de patria pequeña, debía tender a federarse

en un organismo inmenso en procura del progreso

en conjunto. (Vasconcelos, 1987: 38). En los años

finales de la década de los 50 del siglo XX, la Comi-

sión Económica para América Latina comienza a

difundir esta palabra.

Orrego ya usa en “Pueblo-Continente” (1939)

el término integración en el sentido orgánico o

racial, primero, y de allí lo eleva al campo social y

cultural, así como al político y económico.

Allí, con clarividencia, en un capítulo titulado

“La ruta de la integración”, nuestro personaje dice

que en América Latina se ha iniciado un proceso de

integración, a partir de la descomposición de las

razas y continuará hasta la recomposición de sus

fuerzas en un todo unitario, en una integración, que

producirá el nuevo tipo de hombre de América.

Expresa textualmente: “Este proceso de desintegra-

ción y descomposición está en América, finalizando.

Se encuentra en sus últimos estadios, y ha comenza-

do, también, el proceso correlativo de integración,

de recomposición, de síntesis”. (1995, I: 139).

En el pensamiento de Orrego, el hombre indivi-

dual se produce discontinuidad orgánica al morir y

descomponerse, es decir, cuando se desintegra, lo cual

no se da en los pueblos y razas. Ni en la naturaleza ni

en la historia ocurren la muerte y desintegración abso-

lutas; termina un ciclo pero sus formas de expresión

encuentran un legatario y continuador en el provenir.

En América, muere y se descompone el indio y el euro-

peo para que aparezca una nueva estructuración orgá-

nica y espiritual, el hombre americano.

Y este hombre, síntesis de todas las razas y cultu-

ras, es el que debe elaborar un mensaje cultural

nuevo de honda orientación humanista y ecuméni-

ca. América será como la partera cósmica de una

cultura integral y de proyección universal.

Los pueblos de todo el globo, arrastrados por

fuerzas biológicas superiores, en obediencia a sus

hondos designios de continuidad vital, se dieron

cita en América, buscaron confluir en esta tierra

para superarse e integrarse recíprocamente. Largo tiem-

po ha trascurrido desde que se inició esta caldera

cósmica que está originando una nueva realidad

humana en el mundo. Leamos sus palabras:

“Desde hace cuatro siglos todas las razas están

derritiéndose en la hoguera de América. Para ayer,

necesaria fusión disgregativa; proceso de integramien-

to y de reconstitución, para mañana. El ojo miope y

retrasado no ve sino el caos, la heterogeneidad

momentánea y epidérmica, de la cual casi no puede

Elmer Robles Ortiz

Page 34: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 283Pueblo cont. 22(2) 2011

hablarse sino en pretérito, puesto que ha comenzado

el proceso de integración. El indio, el blanco, el asiático,

el negro, todos han traído su aporte y se han podrido o

están acabando de podrirse en esta inmensa axila cós-

mica, para libertar sus respectivas superioridades inte-

grantes que harán el hombre americano, cumplido ya

para el porvenir de la humanidad”. (199, I: 149).

Pero esta integración no será solamente orgáni-

ca, sino con múltiples manifestaciones, también

será integración social, cultural, educativa, política

y económica. Entonces, América Latina marcha

hacia esa integración, por impulso dialéctico de

diversos factores. Orrego anota:

“La contextura de nuestros pueblos, el sentido

interno y profundo de la vida continental, el carácter

unitario y ecuménico de nuestra alma colectiva, la

compulsión dialéctica de nuestra estructura históri-

ca, nuestros grandes intereses políticos y económicos

nos llaman a la solidaridad, a la mancomunidad y a la

unión. Pero, no a una solidaridad romántica y discur-

siva [...] sino a la constitución de un vasto organismo

concreto y tangible, de un organismo que rija, en carne de

realidad política, económica y cultural, nuestros destinos

superiores”. (1995, I: 166 y 167).

Y en esa ruta nos encontramos. Allí están los gran-

des organismos unitarios, concretos y tangibles, como

los profetizados por Orrego: Asociación Latinoameri-

cana de Integración, Comunidad Andina, Mercado

Común del Sur, Sistema Económico Centroamerica-

no, Parlamento Latinoamericano, Parlamento Andi-

no, Convenio Andrés Bello, Unión de Naciones Sura-

mericanas y otros entes integracionistas, todos de

accionar lento aún, lamentablemente.

En lo tocante a Europa, analiza la beligerancia

vivida por la tensión entre las fuerzas desgarradoras

del pasado y las fuerzas dinámicas del porvenir,

entre el patriotismo parroquial o nacionalista y el

patriotismo unionista o paneuropeo. En “Hacia un

humanismo americano”, libro escrito por los años

50, Orrego frente a la realidad de posguerra y en

cierta forma oteando la tendencia integracionista

de ese continente, formula la siguiente pregunta:

“¿Serán capaces los pueblos europeos de abando-

nar la anárquica atomización política, jurídica y eco-

nómica que los divide y responder al dramático y

clamante llamado de la historia contemporánea,

constituyéndose en el Estado-Continente de la Unión

Europea? ¿O, acaso aguarda a Europa la misma suerte

que a Italia en el siglo XIV, la cual por haberse rezaga-

do en los estados-ciudad del Renacimiento tuvo que

pagar bien caro esta carencia de sensibilidad histórica

durante el largo lapso de 600 años que la mantuvo a la

zaga de las grandes potencias europeas no obstante el

pensamiento orientador y las palabras admonitivas

de Machiavello?”. (1995, II: 156).

Después de la tragedia de la segunda guerra mun-

dial, los nacionalismos agresivos y disgregantes han

sido superados. Y los pueblos europeos han sido

capaces de abandonar su dispersión y constituir

–hasta ahora 27 de ellos– ese bloque llamado, justa-

mente, Unión Europea, nombre usado por Orrego.

Ahora no sólo quedan atrás las ciudades-estado

surgidas en siglos anteriores, sino que con la Unión

Europea, los países de este continente son capaces

de acabar con su atomización e iniciar su integra-

ción en un súper Estado, un Estado-Continente.

Cuando Europa desplegaba grandes esfuerzos

por su integración (1958), el escritor André Mal-

raux, Ministro de Informaciones de Francia, duran-

te el gobierno de Charles De Gaulle, sostuvo que:

“Una nueva era se ha abierto en el mundo con el

nacimiento de los Estados-Continentales”. (1995,

IV: 188). Nada más ni nada menos, la idea orreguia-

na expuesta desde muchas décadas anteriores.

No sólo en “Pueblo-Continente” y en “Hacia un

humanismo americano”, sino en diversos artículos

periodísticos, siguió el proceso unionista de Europa.

Y pensó que esa parte del mundo alcanzará antes

que América Latina la categoría de estado-

continente, sin ser un pueblo-continente. Sin

embargo, los latinoamericanos somos un pueblo-

continente, desarticulado políticamente, llamado a

convertirse en estado-continente.

El pensamiento de Orrego, en lo atinente a las

relaciones internacionales, sobre todo cuando se

trata de la tendencia de formar grandes bloques de

países, lo encontramos en notables políticos, esta-

distas y escritores del mundo contemporáneo, aun-

que no siempre citen al autor de la teoría de los pue-

blos-continente. Tal el caso de Felipe Herrera cuan-

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

Page 35: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

284 | Pueblo cont. 22(2) 2011

do escribe: “Estados Unidos, Rusia o China son prác-

ticamente pueblos-continente, es decir el producto

de la integración de vastas zonas geográficas en las

que, sobre todo en los casos de Rusia y China, se

aglutinan y engloban, como también en la India,

varias y hasta muy diferentes naciones. O sea, el

antecedente inmediato de esta etapa de nacionalis-

mo regional cuyas manifestaciones son materia de

nuestra diaria experiencia”. Y amplía las muestras

de pueblos-continente al caso de los árabes, países

africanos e indostánicos así como a Indonesia. Y

estas realidades le permiten demostrar enfática-

mente la “Vigencia de los pueblos-continente”,

como denomina uno de los apartados de su libro

“Nacionalismo latinoamericano”, título, a su vez,

de clara evocación orreguiana, por las mismas pala-

bras e ideas. (Herrera, 1967: 22 y 23).

Porque la realidad de nuestro tiempo lo demues-

tra, en verdad, la teoría orreguiana del integracio-

nismo de los pueblos-continente se cumple no sólo

en América Latina, sino por extensión de su aplica-

bilidad en otros espacios del planeta.

No obstante su continentalismo o posición lati-

noamericanista, él no agota su interpretación de las

relaciones internacionales con la integración de

esta porción del mundo: avanza al universalismo.

Ciertamente, piensa que el mundo marcha hacia su

unificación, por ende, le asigna a Indoamérica res-

ponsabilidad mundial de pensar, obrar y sentir en

esa dirección. En efecto, percibió que los sucesos

importantes de cualquier parte del planeta repercu-

tían inmediatamente en la conciencia de los seres

humanos de toda la tierra. Al respecto escribió:

“Cada país vive en función del globo entero cien-

tífica, artística, económica y políticamente […] En

rigor del término, no hay ya acontecimientos locales

sino acontecimientos de una extensa proyección

universal. Cada hombre de hoy, cualquiera que sea su

raza o su país, va siendo moldeado, en cierto modo,

por el planeta entero”. (1995, I: 177).

Una institución educativa da la bienvenida a Montán, tierra de Orrego. (Foto, 3 de junio, 2011).

Elmer Robles Ortiz

Page 36: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 285Pueblo cont. 22(2) 2011

Estamos seguros que no aceptaría plenamente el

fenómeno actual de la globalización económico-

financiera, rechazaría el lado injusto y hegemónico,

incompatible con su pensamiento. Pero sí pensó en

el proceso de acercamiento y unificación del mun-

do, en términos positivos para toda la humanidad,

no en el provecho de los menos y en perjuicio de los

más, sino en el camino de la justicia social. Vio al

mundo en marcha hacia un todo más universal que

en otras épocas; al hombre, también como un todo

que vive en aquél todo conectado a múltiples y nue-

vas incitaciones, a las que está obligado a responder

plenamente con su ser: inteligencia, corazón,

voluntad, su vida entera. En verdad el aislamiento

es anacrónico y anatópico, por ende, ya no se lo com-

prende ni siente ahora.

Sostiene que a América y, especialmente, Amé-

rica Latina, por haber recibido todas las sangres del

planeta, se la puede llamar Continente-Multitud

donde ha surgido un gran pueblo con nuevas y supe-

radas posibilidades de expresiones espirituales. Y

aquí la Multitud se ha hecho Pueblo, un Pan-Pueblo,

un Pan-Mundo, un Pan-Universo. Por cierto, esto

sucede ahora, en todo el planeta. Por el avance cien-

tífico y tecnológico, que repercute en las comunica-

ciones, el mundo de hoy se empequeñece, se inte-

gra, y según la frase Marshall Mac Luhan acuñada

en1971, es una “aldea global”, ya no es ancho, pero,

lamentablemente, por la injusticia aún existente,

sigue siendo ajeno. Tal vez, evocando a los antiguos

estoicos, Orrego vio al mundo unificándose como si

fuera una sola y enorme ciudad. Todo esto cuando

no se creaban aún los organismos supranacionales

–políticos y económicos– como la Organización de

las Naciones Unidas y el Banco Mundial.

Ojalá, pasados unos años no se diga: “Nuestras

indigentes pupilas hechas sólo para las pequeñas pers-

pectivas no son capaces de abrazar las perspectivas

universales y así marchamos a tientas en medio del

milagro armonioso del universo”. (Orrego, 1995, I: 54).

5. ACERCA DE LA INTELIGENCIA

En 1929 aparece “El monólogo eterno”, con

textos anteriormente publicados en medios perio-

dísticos. Según este libro, el hombre vale por sus

más fuertes impulsos, por sus más fuertes pasiones,

desde luego, por las pasiones que ennoblecen, no

por las cargadas de negatividad. En su reflexión,

Orrego afirma que en los seres humanos, incluso en

la médula de las más grandes santidades, hay una

pasión o varias pasiones desordenadas cuya supera-

ción, al lograr el ennoblecimiento de nuestros actos,

se hacen humildad virtuosa por amplificación y

anchura de panorama. En esa obra anota:

“El problema de la educación no es suprimir las

pasiones que son el impulso creador del hombre. El

problema consiste en enseñar la superación de las

pasiones hasta la máxima nobleza y en servirse de ellas

como instrumento del espíritu. El concepto común

sobre el aplastamiento o extirpación de las pasiones, es

un sentimiento suicida que tiende a convertirnos en

eunucos morales. El hombre vale por sus más fuertes

impulsos, es decir, por sus más fuertes pasiones. Las más

de las veces éstas se tornan negativas porque no se

ennoblecen. He aquí el pecado”. (1995, I: 84).

Distingue, de un lado, las pasiones que condu-

cen hacia los valores, y de otro lado, las que traicio-

nan el destino del hombre tornándose en monstruo-

sa negación de la calidad humana. Las primeras se

ubican en la esfera educativa, las otras no. Por lo

tanto, estuvo en contra de la idea generalizada

sobre la erradicación de todas pasiones, lo cual con-

llevaría la castración moral del hombre.

En 1983, Howard Gardner publicó su teoría de

las inteligencias múltiples, dentro de las cuales distin-

gue las inteligencias personales, referidas al conoci-

miento del yo y de los otros. Para este autor, la inteli-

gencia intrapersonal alude al acceso a la propia vida

sentimental, a la gama propia de afectos o emocio-

nes, a la capacidad para descubrir, discriminar y

simbolizar los sentimientos. Y la inteligencia inter-

personal es entendida como la habilidad para notar

y establecer distinciones, estados de ánimo, tempe-

ramentos, motivaciones, intenciones y deseos de

otros individuos y, potencialmente, actuar con base

este conocimiento. A partir de estos aportes, en

1995, David Goleman dio a conocer su teoría de la

inteligencia emocional. Esta teoría ha sido calificada

por diferentes pensadores como revolucionaria por

haber sacudido diversos conceptos considerados

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

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286 | Pueblo cont. 22(2) 2011

intocables por la psicología. Para Goleman, se ha

sobredimensionado lo racional en la vida humana;

sin embargo, cuando se trata de dar forma a nuestras

decisiones y acciones, los sentimientos cuentan

tanto como el pensamiento, y a veces más. En ella,

existen ciertas coincidencias cercanas a Orrego,

conforme se aprecia en la siguiente cita:

“En esencia, todas las emociones son impulsos

para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos

a la vida que la evolución nos ha inculcado [...] En

un sentido muy real tenemos dos mentes, una que

piensa y otra que siente. Estas dos formas funda-

mentalmente diferentes de conocimiento interac-

túan para construir nuestra vida mental […] cuan-

to más intenso es el sentimiento, más dominante se

vuelve la mente emocional, y más ineficaz la racio-

nal […] En muchos momentos, o en la mayoría de

ellos, estas mentes están exquisitamente coordina-

das; los sentimientos son esenciales para el pensa-

miento, y el pensamiento lo es para el sentimiento.

Pero cuando aparecen las pasiones, la balanza se

inclina: es la mente emocional la que domina y

aplasta la mente racional […] El nuevo paradigma

nos obliga a armonizar cabeza y corazón” (Goleman,

1998: 24, 27, 28 y 49).

Pero la semejanza de Goleman con Orrego es

mayor si consideramos los conceptos de las siguien-

tes citas textuales de éste:

1. “Nuestro amor, nuestro instinto, nuestro cora-

zón ambulante y caprichoso no puede eludir el

conocimiento porque él sólo es capaz de expre-

sarlo y, por ende, de relacionarlo con el mundo”.

1922. (1995, I: 60).

2. “Pienso que sólo quien comprende es el que con

más veracidad ama, y sólo quien ama es el que

más entrañablemente comprende. Hay, pues,

una mayor o menor veracidad en el amor, tanto o

más que en el conocimiento que extrae para sí el

máximun de comprensión que necesita para su

autor”. 1922. (1995, III: 165).

3. “Amor; es decir y hacer verdad. Es más leal

quien es más veraz”. “Amor no quita conoci-

miento: añade conocimiento”. “Sólo porque

amas, el mundo es más nuevo y más verdadero”.

1929 (1995, I: 87).

4. “No sólo se piensa con el cerebro, se piensa con

todas las potencias físicas y espirituales del hom-

bre. El pensamiento es un todo vivo, orgánico,

eficiente y perfectamente estructurado”. 1929

(1995, I: 322).

5. “No bastan las ideas y teorías; es preciso que

éstas vivan en los hombres y tomen cuerpo car-

nal en la tragedia, en la estructura emocional y

vital de los pueblos”. 1939. (1995, I: 204).

De ellas fluye con claridad: 1) la recíproca

influencia entre la esfera afectiva y la cognitiva,

aquella es una vía para innovar el conocimiento y

alcanzar la verdad científica; 2) el amor y el cono-

cimiento, el corazón y el cerebro, se coordinan de

modo ineluctable; 3) la noesis y el pensamiento

implican un proceso holístico, incluye al organis-

mo humano en su conjunto: sus partes u órganos,

los sentidos y sus manifestaciones, las intuiciones,

pasiones y voliciones; por tanto, allí está el cerebro

y la cabeza, con los cuales se identifica el pensa-

miento; allí está el corazón con el cual se identifica

el sentimiento; 4) un pensamiento o una ideología

es el fundamento racional, el instrumento o la

estrategia para transformar la realidad social, pero

ha de responder a esa realidad y encarnarse en la

estructura mental y emocional de un pueblo, en su

vida total.

Además, al comparar el proceso cultural de Asia

y Europa, encuentra que el propósito de los asiáticos

fue: “el dominio del mundo interno por el hombre, el

dominio de sí mismo”, y el de los europeos: “el desarro-

llo de la inteligencia racional y el dominio del mundo

externo”. El concepto “inteligencia racional” al refe-

rirla al hombre de Europa, hace suponer, aunque no

lo mencione expresamente, que la alusión “mundo

interno” del hombre de Asia encierra otras clases de

inteligencia, distintas a la “racional”, que estarían

representadas por la frases “fuerzas corporales y síqui-

cas” y “organismo síquico hipersensible” que utiliza

para explicar el caso asiático. (1995, I: 160, 236).

Pero América, es diferente a los otros continentes,

debe conocerse a sí misma y crear su propio mensa-

je. Aquí estaríamos al frente de una extensión o

elevación del dominio de los mundos interno y

Elmer Robles Ortiz

Page 38: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 287Pueblo cont. 22(2) 2011

externo del hombre, como también de sus inteligen-

cias, dese el plano individual al plano colectivo.

De este modo, Orrego aporta elementos precur-

sores considerados actualmente por las teorías de

los autores antes nombrados, sobre todo, la de Gole-

man, cuyo anuncio de la existencia de dos mentes,

racional y emocional, implica la armonización de

cabeza y corazón, por ende, como dice Orrego, no

sólo pensamos con el cerebro, sino con todas nues-

tras fuerzas materiales e inmateriales.

Ontológicamente, no cabe la eliminación de las

pasiones, porque son parte de la esencia del hom-

bre. Al contrario, cabe una educación de las pasio-

nes o emociones, desde la cotidianidad del hogar

hasta la formalidad de la escuela, a efecto de lograr

el ennoblecimiento de los niños.

Gardner nació en 1941; Goleman en 1947.

Cuando Orrego publicó los conceptos que nos ocu-

pan, ninguno de ellos existía. Las primeras publica-

ciones de Orrego al respecto, están separadas de las

de Gardner y de Goleman por un tiempo de 61y 73

años, respectivamente. Entonces, nuestro persona-

je aparece como un antecedente o precursor de tan

importantes teorías extendías por todo el planeta.

es revelar, conducir y ennoblecer. El alma humana es

demasiado sagrada para que nadie tenga la preten-

sión de modelarla a su capricho. Un poco más de

reverencia ante ella hace falta. El alma de cada niño

tiene demasiado porvenir para que el pasado preten-

da formarla”. (1995, I: 84).

Ese pasado está representado por los adultos con

los cuales interactúa el niño, especialmente, sus

padres y profesores, ninguno de los cuales tiene auto-

ridad para formar a su arbitrio a sus hijos o alumnos.

Orrego defiende la dignidad plena del educando. Si

el hombre es el fin supremo de la sociedad y del Esta-

do, nadie puede arrogarse el derecho de manipular

la conciencia de los niños, a menos de atentar con-

tra la protección y defensa de la persona humana.

Por ello pide mayor reverencia ante el educando,

centro de atención del proceso de enseñanza-

aprendizaje. La educación es vista como un derecho

fundamental de la persona y de la sociedad.

Con tales ideas de “El monólogo eterno”

(1929), Orrego se adelanta a las corrientes psicope-

dagógicas sustentadas por Lev Vygotsky (1896-

1934), Jean Piaget (1896-1980), David Ausubel

(1918-2008) y Jerome Bruner (1915-?). Igualmen-

te, se anticipa al pensamiento de Carl Rogers (1902-

1987) y Abraham Maslow (1908-1970) que dio

origen a la llamada escuela humanista. Todos estos

personajes, hoy en boga, impregnan el quehacer

educativo.

Los planteamientos de Orrego se inscriben en

una concepción humanista y liberadora. Piensa

que el profesor no debe formar al alumno a su anto-

jo, a su estilo, a su gusto personal, no debe imponer

un contenido educativo, sino ayudarlo a revelar su

personalidad, a descubrir sus potencialidades,

orientarlo o conducirlo a construir su propio cono-

cimiento, a ser protagonista del proceso cultural.

Siente profundo respeto por el educando, centro y

eje del procedo de aprendizaje. Postula una educa-

ción para perfeccionar al hombre en el sentido de

humanizarlo, de manifestar o expresar sus cualida-

des como creador de cultura y elevar al máximo las

energías vitales de su ser. Estas ideas están relacio-

nadas con la idea de liberación. En efecto, el maes-

tro Orrego sostiene que el conocimiento no es

6. EDUCACIÓN

De las teorías de Gardner y de Goleman, así

como de las denominadas corrientes psicopedagógi-

cas contemporáneas, en especial de la escuela huma-

nista de Rogers y Maslow, se nutre lo que se está

llamando ahora educación emocional, centrada en

el conocimiento de uno mismo y el de los demás,

vale decir, en el yo y los otros, el “aprender a ser” y el

“aprender a convivir” en contextos diferentes al

nuestro, tan pregonados últimamente. Todo ello, a

partir de la autoestima y del desarrollo personal.

Con sus precursores esbozos, Orrego está inmerso

en estos y otros campos afines.

¿Qué es la educación? La respuesta de Orrego es

muy escueta. Lamentablemente, su agitada vida no

le dio el tiempo necesario para desarrollar su pensa-

miento. Escribe:

“Hombre sin pasiones es un ex-hombre, un ex-ser.

La educación no es inculcar y modelar; la educación

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

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288 | Pueblo cont. 22(2) 2011

adquisición en el sentido estricto de posesión o

acumulación, “[…] porque el conocimiento es

esencialmente libertad”. (1995, I: 86). Es decir, la

riqueza cultural tiene carácter liberador, es un

medio para romper las cadenas que nos ligan a

formulaciones ajenas a nuestra realidad e impiden

el desarrollo humano. Al conocimiento, entonces,

lo descubrimos y revelamos y así queda al servicio

del hombre, gracias a la educación como instru-

mento de la libertad.

Pero al mismo tiempo preconiza una educación

para la transformación. Considera que la educación

será eficaz sólo si se orienta hacia el cambio y el desa-

rrollo. Y entiende como tal una educación para com-

prender el proceso evolutivo y el sentido de la épo-

ca, captarlos con mente ágil y flexible, en todos sus

ángulos: social, económico, político, científico,

artístico, filosófico, y así lograr eficacia en el pensar

y obrar. No siendo estáticas ni la naturaleza ni la

sociedad, tampoco lo será la educación, de manera

que la escuela habrá de preparar al cerebro del estu-

diante para reaccionar creativamente ante la cam-

biante problemática de su entorno inmediato y del

mundo entero; consiguientemente, la educación

será, como la vida misma, dinámica, siempre fluyen-

te, un caminar constante, una revelación perma-

nente y abierta a todas las posibilidades del espíritu,

un proceso de creación y difusión de cultura, una

vivencia cotidiana de valores.

Aunque sin desarrollarlas en un cuerpo orgáni-

co, estas ideas de Orrego fueron escritas antes de la

llegada a nuestras tierras de las corrientes del cons-

tructivismo pedagógico y de la escuela humanista,

ampliamente difundidas en nuestro tiempo.

7. AUTOESTIMA Y DESARROLLO

PERSONAL

Estos son conceptos difundidos en los últimos

años. La autoestima es indesligable del desarrollo

personal. En verdad, el significado de la ahora lla-

mada autoestima viene de muy lejos. Lo encontra-

mos en la filosofía de Confucio, la religión de Buda y,

sobre todo, la de Jesús de Nazareth que encumbra al

amor entre los hombres y lo ubica en el centro de su

doctrina. No otro es el sentido de uno de sus decálo-

gos: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Los griegos

no fueron ajenos al tema; valga recordar la máxima

“Conócete a ti mismo”, utilizada por Sócrates, toma-

da de una inscripción en el oráculo de Delfos.

Pero en el mundo contemporáneo, este cons-

tructo psicológico se remonta a William James

(1842-1910), a fines del siglo XIX. En el siglo XX, la

corriente conductista minimizó su importancia.

Pero con la psicología fenomenológica y humanista

alcanzó planos encumbrados. Carl Rogers y

Abraham Maslow, ubicados dentro de la escuela

humanista de la psicología, le asignaron lugar

expectante. Ahora se considera un derecho inalie-

nable de toda persona. Y es el punto inicial del desa-

rrollo personal, cuyo mejoramiento requiere, preci-

samente, de una elevada autoestima. Hasta hace

unas pocas décadas, no se usaba el término autoesti-

ma, pero sí estaba presente el significado. Se habla-

ba de autorrealización de la persona.

Son varias las acepciones de autoestima, como

también sus grados e indicadores. Es un concepto

que varía según el paradigma psicológico que lo

aborde. Pero, el común denominador radica en

que autoestima implica amarse a uno mismo y a los

demás; sentirse valioso y digno; aceptarse y respe-

tarse a sí mismo y enseñar a los demás a hacerlo.

De igual manera, que vale la pena vivir, que somos

capaces de hacer frente a los desafíos de la vida y

sentirnos merecedores de la felicidad. Igualmente,

es tener confianza en nuestra capacidad de apren-

der, de tomar decisiones adecuadas y afrontar la

realidad de un mundo cambiante cada vez a mayor

velocidad.

Orrego, en “El monólogo eterno” estampa

estas palabras: “Ámate a ti mismo, pero, ÁMATE”

(1995, I: 90), de indudable connotación psicológi-

ca y portadoras del concepto de autoestima. La

palabra “ámate” final la escribe con letras mayús-

culas, para enfatizar en su significado. Esto data de

1929, cuando aún no se utilizaba la palabra

autoestima, y sus principales teóricos, Rogers y

Maslow, no habían publicado todavía sus obras

sobre el asunto; el primero lo hizo a partir de 1942

y el segundo de 1954.

Elmer Robles Ortiz

Page 40: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 289Pueblo cont. 22(2) 2011

Pero este aforismo orreguiano no es el único en

el cual está presente el concepto de autoestima.

Entonces, es pertinente ampliar la muestra para

ratificar lo expuesto.

En “Notas marginales” (1922), cuando las eda-

des de Maslow y Rogers apenas corrían entre la ado-

lescencia y juventud, 14 y 20 años, respectivamen-

te, el maestro Orrego escribía: “Nuestra empresa es

vivir y mejorar nuestro vivir, es decir, ser felices”. “Pien-

so y quiero que la sabiduría sea para mi vida y no mi

vida para la sabiduría”. (1995, I: 37).

Y bajo el sugerente encabezado “Perseverancia en

sí mismo”, dice en el mismo libro:

–Oye, mono, ¿por qué no tienes el valor de tu ser,

y siempre estás imitando las gesticulaciones de tus

hermanos?

–Oye, literato, ¿por qué te empeñas en no ser

como todos tus hermanos?

–¡Valor, valor para que puedas arribar a la pleni-

tud de tu hombría!

–Hombre, ni mono ni literato, que tu 'presencia'

sea como la rosa, como el agua, como la luz y que

puedas decir sencillamente, sin cobardía y sin vana-

gloria: Soy”. (1995, I: 37 y 70).

Estas palabras trasmiten claramente los con-

ceptos de autoestima y desarrollo personal sin los

cuales es imposible buscar el perfeccionamiento

humano y la felicidad. Allí está el hombre en su

autenticidad, tal como es, sin aparentar lo que no

es, sino revelando su existencia como la esponta-

neidad del medio natural, con su “yo” inconfundi-

ble, independientemente de su ocupación, el hom-

Lugar donde se ubicaba la casa natal de Antenor Orrego, en Montán.

Ahora allí se levanta la vivienda de otra familia. (Foto, 3 de junio, 2011).

Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

Page 41: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Elmer Robles Ortiz

290 | Pueblo cont. 22(2) 2011

bre según la aspiración de Heráclito expresada

con su exclamación: “¡Llega a ser lo eres!”. Y allí

está el hombre al servicio del hombre, porque el

hombre en sí mismo es el fin supremo de la socie-

dad y del Estado, postulado que se infiere de

expresiones de Orrego en su condena al totalita-

rismo por convertir al hombre en una simple rueda

de su inmensa maquinaria, “como si los humanos

fines de la sociedad –dice– estuvieran contrapues-

tos a los del individuo; como si el racional y supre-

mo fin de una entidad política no fuera la exalta-

ción del hombre a su máxima plenitud espiritual,

única razón de su origen y de su existencia” (1995,

I: 47). La autoestima en el pensamiento orreguia-

no está unida a la vida en una sociedad libre y jus-

ta, a un Estado al servicio del hombre y no al revés

como en las tiranías.

Y en “El monólogo eterno”, también se lee:

“Acércate a las cosas y a las almas con amor. Así des-

cubrirás el espíritu eterno que mora en ellas; así te

las apropiarás y expresarás su alta, su inédita cate-

goría armoniosa”. “Sólo amando te proyectarás a

otro ser, y proyectándote le conocerás”. “La virtud

temerosa es la moral de los publicanos y de los

negociantes que esperan una recompensa por sus

buenas obras. Tú llega a la virtud por el camino del

amor que todo lo reviste de belleza, de dulzura y gra-

cia”. (1995, I: 81 y 90).

La axiología de estas máximas está emparentada

con la primera que hemos citado (“Ámate a ti mis-

mo, pero, AMÁTE”) y llevan la huella indeleble del

mensaje cristiano, y además enlaza el conocimiento

con la afectividad.

Las frases de Orrego portadoras del concepto

de autoestima –pero no del vocablo– se registran

desde su libro de 1922 cuando no se utilizaba

dicha palabra aún, y sus principales teóricos –Ro-

gers y Maslow– se encontraban en proceso de for-

mación y no habían publicado todavía sus obras

sobre el asunto, el primero lo hace a partir de 1942

y el segundo de 1954.

También, en Orrego se encuentran algunas

bases teóricas de las actuales técnicas para mejorar

la autoestima.

En efecto, Orrego aspiró una sociedad donde el

hombre viva en una nueva dimensión ética y se

logre reemplazar la rigidez por la flexibilidad de cier-

tas normas morales. Postula la “Instauración de una

moral amplia, en función de la vida contemporá-

nea, que haga de la conducta una actividad móvil,

libre, fluyente y espontánea, y no un código de inhi-

biciones en el que la prohibición desempeña el prin-

cipal rol de la existencia ética. En suma, una moral

positiva del 'obrar' y del 'hacer', reemplazando a las

morales negativas del 'no hacer' y de la represión”

(1995, I: 178). Aboga, pues, por la superación de

reglas de conducta presentadas en términos negati-

vos, obstruccionistas del desarrollo personal, por

otras de carácter afirmativo. Allí está el sustento de

las modernas técnicas para mejorar la autoestima,

buscadas dentro de uno mismo: convertir los men-

sajes negativos en afirmativos; sustituir el tan fre-

cuente “no” por el “sí”, el “¡no hagas!” por el “haz”.

Dejar el trato prohibitivo y del miedo, expresado

mediante gritos: “¡No hagas eso!”, “Baja de allí, te

vas a caer”, “¡No toques mis cosas¡”, por un com-

portamiento marcado por la afirmación, la sereni-

dad y el valor.

Muchas frases, sobre todo dirigidas a los niños,

crean actitudes de vida negativas, generan temor y

pesimismo. Así, en los pequeños se pueden provo-

car sentimientos subconscientes de culpabilidad, en

vez de estimularlos en forma positiva para que asu-

man las responsabilidades de sus actos.

Años más tarde, en 1944, el psiquiatra francés

Louis Corman, publicará su libro “La educación en

la confianza” en el cual enfoca este problema y

alcanza conceptos similares a los tratados en este

punto.

Algo más. En el aporte orreguiano, hay junto a la

autoestima individual una autoestima colectiva. En

tal sentido, sostiene que para penetrar al secreto de

su intimidad, no copiar la intimidad de otros, los

pueblos como los hombres individualmente, tienen

que recorrer una larga experiencia, descubrirse y

conocerse a sí mismos, llegar a ser ellos mismos,

hecho ontológicamente consustancial a su propia

existencia. Orrego utiliza la frase griega conócete a ti

mismo para significar este proceso por el cual hom-

bres y pueblos arriban a la comprensión del secreto

Page 42: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 291Pueblo cont. 22(2) 2011

de su intimidad. Cuando se logre esto, en el conti-

nente ocurrirá lo que él denomina americanización

de América, el hecho de conocerse a sí misma, dis-

cernirse a sí misma, llegar al fondo de su ser y, desde

allí, expresar el mensaje de su propia alma.

CONCLUSIONES

Orrego nace en el siglo XIX, dice su palabra y

hace su acción en el XX, pero sus realizaciones, en

ideas y hechos tangibles, son no sólo de ese tiem-

po, sino del siglo XXI y, posiblemente, de los siglos

venideros.

Parafraseando unas palabras suyas de “Mi

encuentro con César Vallejo”, cabe expresar que

Antenor Orrego está físicamente muerto, pero inte-

lectualmente es uno de los pocos peruanos que

sigue hablando más vivo que su propia vida.

Y parafraseando unos versos de Vallejo de la

“Epístola a los transeúntes”, de “Poemas humanos”,

es pertinente decir que Orrego murió de vida, no de

tiempo. Terminó su biología, no su espíritu. Ha tras-

cendido su época, ha tramontado su espacio y tiene

ganada vigencia en la historia. Sus profecías de ayer

son realidades de hoy.

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Antenor Orrego, profecía y realidad: siete anuncios confirmados por el tiempo

Antenor Orrego y Macedonio de la Torre en la playa de Huanchaco.

Page 43: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Hugo García Salvatecci

Pontificia Universidad Católica del Perú

ANTENOR ORREGO

E n primer lugar deseo agradecer la invitación

que me ha hecho la Universidad Privada

Antenor Orrego para participar en este homenaje

que se brinda al gran filósofo norteño con ocasión

del ciento veinte aniversario de su nacimiento.

Tengo el deber de señalar públicamente mi remor-

dimiento por no haber cumplido con la promesa

que le hiciera a nuestro siempre recordado Haya

de la Torre, quien, cuando le llevara mi libro, en

ese entonces recién publicado, “Sorel y Mariáte-

gui” y le comunicase que estaba preparando una

obra sobre su pensamiento que llevaría el título de

“Haya de la Torre o el marxismo indoamericano”,

me pidió que escribiese una obra sobre el pensa-

miento de Antenor Orrego. Se lo prometí, y real-

mente me remuerde la conciencia el no haber cum-

plido con esa promesa todavía.

El padre jesuita Francisco Interdonato, en el año

1968, publicó su obra “El ateísmo en el Perú” en el

que califica a Antenor Orrego como el filósofo más

puro crecido en nuestra tierra peruana. Cuarenta

años antes, en 1928, Martín Adán había dicho de él

“es el hombre con más preparación del siglo XX que

conozco”.

Antenor Orrego nació en Cajamarca el 22 de

mayo de 1892, pero fue en esta ciudad de Trujillo

donde forjó su cultura y nutrió su inquietud social.

Estudió filosofía, letras, jurisprudencia y ciencia

política en la Universidad de Trujillo. Aunque cul-

minó estudios filosóficos en la Universidad de San

Marcos de Lima, no se graduó. Antenor Orrego fue

el auténtico inspirador y orientador del grupo Norte

del que formaron parte César Vallejo, Alcides Spe-

lucín, José Eulogio Garrido, Macedonio de la Torre

y Víctor Raúl Haya de la Torre.

Dirigió revistas y diarios en Trujillo como la

Reforma, La Libertad y el Norte. También fue

director de la Tribuna. Fue Senador por la Liber-

tad en 1945 y luego Rector de la Universidad

Nacional de Trujillo. Nunca viajó al extranjero a

realizar estudios; toda su formación la recibió en el

Perú. Sólo viajó a la Argentina, en 1959, para par-

ticipar en un simposio sobre Vallejo en la Universi-

dad de Córdova.

Podría decirse que la dimensión internacional de

la obra de Vallejo se debió a esa especie de “ángel

guardián” que siempre estuvo a su lado: Antenor

Orrego. Las grandes cualidades humanas de Orrego

se muestran en toda su dimensión al analizar todo lo

que hizo y a todo lo que renunció por César Vallejo.

Antenor falleció repentinamente el 17 de julio de

1960 y es el gran olvidado del pensamiento peruano

a pesar de ser uno de sus más ilustres y profundos

representantes. Sus obras iniciales fueron “Notas

marginales” de 1922 y “Monólogo eterno” de 1929.

Pero su pensamiento se definió fundamentalmente

292 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Page 44: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

en “Pueblo Continente”, publicado en 1939 y se

confirmó en sus libros póstumos “Discriminacio-

nes”, publicado en 1965 y “Hacia un humanismo

americano” publicado en 1966. Es pertinente tam-

bién recordar que Orrego fue uno de los principales

colaboradores de la Revista “Amauta” de Mariáte-

gui, cuando ésta era la auténtica tribuna del movi-

miento aprista.

Cronológicamente, Antenor es uno de los inte-

grantes mayores de la denominada generación del

centenario, por lo que fue auténtico guía para dicha

generación. Por razones de edad es también el que

estuvo más vinculado con el anarcosindicalismo y

con el movimiento libertario de Manuel González

Prada. A lo largo de todo su pensamiento se descu-

bre la influencia permanente de Proudhon y de Kro-

potkin, que fueron los pensadores que ejercieron

mayor influencia en el anarcosindicalismo peruano,

a la vez que muestra la presencia siempre viva de

quien hizo ingresar ideológicamente al Perú en el

pensamiento contemporáneo, el maestro González

Prada. Con la caída del muro de Berlín y la desapari-

ción de los regímenes marxistas-leninistas en Euro-

pa, el pensamiento de Proudhon ha tomado una

mayor vigencia, puesto que, muchas décadas antes

que se implantara el marxismo-leninismo, había

señalado cómo terminaría esta experiencia históri-

ca: en el capitalismo de Estado, en la mayor dictadu-

ra que se haya implantado en el mundo, y con la

alineación y la miseria llevada a grados extremos, a

pesar de que se había propuesto desterrarlos defini-

tivamente de la humanidad.

Sin embargo, al llegar a su mayoría de edad inte-

lectual, Antenor Orrego se encuentra ante hechos

que cambiaron la historia del mundo; la aparición

del imperialismo en reemplazo del colonialismo y el

triunfo avasallador, en todo orden de cosas, de la

revolución rusa. Definitivamente concluía irreme-

diablemente una época y, en apariencia, se iniciaba

dramáticamente otra, signada también por todo un

sistema de contradicciones. Uno de sus más impor-

tantes resultados históricos, en el campo de la ideo-

logía política, fue la desaparición del movimiento

anarcosindicalista, pues éste se ubicaba en una rea-

lidad que ya había sido dejada atrás por la historia, y

donde el mismo marxismo había quedado superado,

por lo que se encarnó, en esta nueva fase histórica,

en el marxismo-leninismo, que es algo formalmente

distinto a lo que fuera la teoría política del Marx

histórico, a pesar que trató de inspirarse, en la medi-

da de lo posible, en el pensamiento revolucionario

de Marx.

También acá en el Perú, el anarcosindicalismo

ingresó en una etapa de descomposición, donde los

viejos y venerables libertarios se enfrentaron radi-

calmente a los jóvenes seguidores de González Pra-

da: Haya de la Torre y Mariátegui. Se trataba de una

época en la que el movimiento anarcosindicalista ya

no tenía respuestas frente a la nueva problemática,

dentro de lo que habían sido los cánones ortodoxos

de su ideario. Vale decir, toda la doctrina política del

anarcosindicalismo, en el que se incluía el mismo

pensamiento de González Prada, tenía que ser supe-

rada, si es que se deseaba realmente transformar la

nueva realidad histórica que aparecía. La nueva

generación revolucionaria, dirigida intelectual-

mente por Orrego, lo comprendió perfectamente;

precisando, sin embargo, que la superación dialécti-

ca presupone el mantener el espíritu de lo que se

supera, pero transportándolo a una realidad nueva y

distinta.

Tal vez fue ésta la primera lección que nos diera

la generación de Orrego: tuvieron el coraje y la inte-

ligencia de superar a sus viejos maestros anarcosin-

dicalistas, de superar el mismo pensamiento del

maestro González Prada, pero salvando previamen-

te su espíritu, y con ese espíritu los propósitos de la

generación más pura que se haya dado en el Perú. Se

propusieron analizar científicamente la nueva reali-

dad histórica, superar sus contradicciones y presen-

tar un nuevo credo de redención social y humana.

Esta primera lección de Antenor Orrego es muy

importante en nuestros días, porque igual a lo que le

sucediera a su generación, estamos frente a una

realidad histórica donde ha concluido definitiva-

mente una época dejando su lugar a otra época his-

tórica, donde el imperialismo naciente con el que la

generación de Orrego se enfrentó, ya pasó de ser un

imperialismo agonizante, para estar muerto y sepul-

tado, dentro de la nueva etapa histórica de la globa-

| 293Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego

Page 45: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

lización que trae consigo nuevas contradicciones y

mayores explotaciones que las que trajese, incluso,

el imperialismo. La primera lección que Antenor

Orrego le da a la juventud, con gritos que surgen

desde el mismo silencio de su sepulcro, es la obliga-

ción que tenemos de superar a Orrego y a su genera-

ción, pero dialécticamente, esto es, rescatando pre-

viamente su espíritu, manteniendo vivos sus gran-

des propósitos para enfrentar y superar todas las

injusticias que la nueva realidad trae consigo.

Lo dicho no significa que muchas de las propues-

tas de Antenor Orrego no tengan vigencia, solo nos

propusimos señalar que esas ideas tendrían que ser

proyectadas a una nueva realidad histórica, lo

mismo que sucedió y sigue sucediendo con el pensa-

miento de González Prada. En este contexto, nos

limitaremos a analizar tres ideas-fuerzas de Orrego

que hoy tienen más vigencia que nunca y que deben

proyectarse a la nueva realidad histórica, signada

por el fenómeno de la globalización: el tema del

humanismo, la necesidad de la integración de nues-

tro “pueblo continente” y el nuevo significado que

ha adquirido el término “nacionalismo”.

La primera gran obra publicada por Antenor

Orrego fue “Notas marginales”, escritas de modo

aforístico, siguiendo el nuevo modelo de expresar la

filosofía impuesto por Nietzsche. Es una obra en la

que trata de muchos temas: estética, música, histo-

ria, política, revolución, naturaleza, conocimiento,

ética literatura, lógica, cultura, individualidad etc.

A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos

que siguieron la moda del ateismo, Antenor Orrego

hizo pública su profesión, su teismo. Incluso su obra

la inicia con una oración: “En ese trance, ¡oh Dios

mío!, pídote con todas mis entrañas de hombre que

no estreches mi conocimiento hasta el punto de

desconocer la grandeza, la bondad y la revelación

que pasan junto a mí. Porque, ante todo, ¡oh Dios

mío!, busco enriquecerme cada vez más, enriquecer

mi conocimiento y mi amor. Así sea”.

Este teísmo, profundo y sincero, sin embargo no

impidió a Orrego enfrentarse al “clericalismo” de la

época, al que González Prada había definido como

el “civilismo con sotana”. De modo especial, incre-

pa al catolicismo preconciliar por su actitud dogmá-

tica e intransigente. Orrego estuvo siempre con-

vencido de la verdad esencial del Cristianismo, el

que expresara el apóstol San Juan cuando señaló:

no podemos amar a Dios a quien no vemos a no ser

amando a Dios en el prójimo al que si vemos.

En 1929, Antenor Orrego publicó “El monólo-

go eterno”, también escrito de modo aforístico.

También en esta obra se trata de mucho temas,

insistiendo, dentro de la más genuina tradición del

pensamiento griego, sobre el sentido del límite,

que, a diferencia de lo que posteriormente señala-

ra Spinoza, no tiene para el mundo griego un senti-

do negativo sino positivo, como lo resaltara el filó-

sofo alemán Heidegger. Por otro lado, hay una

plena sintonía entre el sentido griego del límite y

el auténtico sentido de la virtud cristiana de la

humildad. Orrego expresamente nos dice: “Ama a

tu propio límite, porque sino tu límite te devora.

Sé tan humilde hasta estar orgulloso de tu peque-

ñez. No hay una sola manera de vivir y de expresar

las cosas: ama tus limitaciones. No hay sino una

manera de no vivir y de no llegar nunca a la expre-

sión: eludir la limitación”.

En 1937, quedó concluida, tal vez la obra más

importante de Antenor Orrego, “Pueblo continen-

te”, conformado por ensayos para una interpreta-

ción de la América Latina, páginas que, como él

mismo señalara, “se gestaron y nacieron en un

ambiente desgarrado de odio acerbo y amor efusivo

y redentor”. Nuestro mártir Manuel Arévalo fue

quien mecanografió la obra “Pueblo continente”;

está dividida en cuatro grandes secciones: El biome-

tabolismo psíquico del continente, Buceando en el

abismo, En el camino de las primeras realizaciones y

El tetragrama racial de América.

La tesis central de Antenor Orrego es que con

América nace un nuevo pueblo a la vida de la cultu-

ra y a la vida de la historia, pero también ello es pro-

ducto de choques y conflictos. La línea directriz de

su obra nos traza la ruta de la integración, a través

de los desgarramientos históricos y de una síntesis

creadora de razas y culturas. En esta obra, Orrego

también habla del auténtico nacionalismo, y define

a la América como tercera dimensión de la cultura

de Occidente, y donde considera que el Aprismo es

Hugo García Salvatecci

294 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Page 46: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

el imperativo histórico de nuestra América. Orrego

concluye que somos un solo pueblo todos los países

que conformamos el continente hispanoamericano.

Toda la obra “Pueblo continente” se inspira en

las concepciones políticas y económicas que gene-

ran una nacionalidad y se inspiran en Proudhon. A

su vez, Proudhon se inspiró en la obra la “Constitu-

ción cosmopolítica” de Kant. Todavía no se ha dado

la importancia debida a la influencia Kantiana en el

pensamiento anarquista, y fundamentalmente en

Proudhon. El modelo político en el que se inspira el

anarquismo lo toma de esta obra Kantiana, y en la

realización histórica que se diera en la organización

política de Suiza. Para Kant el mundo se dirige cada

vez más a su plena internacionalización, lo que hoy

día se denomina globalización. Pues bien, este pro-

ceso de internacionalización, tarde o temprano,

llevará a una constitución común o cosmopolita y a

un gobierno confederado a nivel mundial. Todo el

modelo político anarquista se centra en el tema de

las federaciones y confederaciones. La confedera-

ción universal estaría conformada, a su vez, por las

confederaciones de los pueblos continentes: Europa

y su epígono que es América del Norte, la América

hispánica, África y Asia con Oceanía.

Dentro de ese contexto, aunque parezca paradó-

jico, se trata de otorgarle a cada individuo una per-

manente participación en las decisiones políticas.

Tratando de hablar con una terminología más acor-

de con nuestra realidad nacional, tendríamos el

siguiente esquema: los ciudadanos se agruparían

participando permanente y activamente en las jun-

tas vecinales, que sería la primera federación, el

núcleo de las confederaciones: las federaciones de

las juntas vecinales se vinculan y se tendría la pri-

mera confederación que es el gobierno municipal

distrital. Los que, a su vez, se confederan en el muni-

cipio provincial, generando luego una confedera-

ción mayor que sería el gobierno regional, para

luego pasar al gobierno regional, de ahí a las confe-

deraciones de naciones que conforman una misma

zona económica, las confederaciones continentales

de las confederaciones de las zonas económicas, las

que desembocan finalmente en la confederación

cosmopolita.

De este modo, pensaban los anarquistas, apo-

yándose en el pensamiento Kantiano, se superarían

definitivamente todas las escisiones. De modo espe-

cial se acabaría con ese pernicioso divorcio que se

da entre la autoridad central nacional, las autorida-

des regionales, las autoridades provinciales, las auto-

ridades municipales y los ciudadanos que confor-

man las juntas vecinales. Habría que recalcar, por

último, que Proudhon, junto al parlamento político,

coloca el parlamento económico, en cada una de las

instancias de esta serie de confederaciones.

Pues bien, nuestra América mestiza había sido

plenamente subestimada, tanto por Hegel como por

Marx y muchos de los grandes pensadores históricos

sociales de Europa. Uno de los pocos luchadores

sociales europeos que asumió la defensa de nuestra

América frente a los ataques de Marx, fue Bakunin.

No se debe olvidar los insultos que recibiera Bolívar

por parte de Marx. Pues bien, uno de los grandes

aportes de Antenor Orrego, y que influyera nota-

blemente en el APRA, fue la defensa de la singulari-

dad de América, de nuestra cultura, de nuestro des-

tino, precisando que esta defensa es fundamental

para el futuro de la humanidad, puesto que como ya

había sentenciado nuestro González Prada: nuestra

América es el inmenso crisol donde se funden todas

las culturas y la razas del mundo. Sobre el monrois-

mo del norte del Continente, está el cosmopolitis-

mo de nuestra América mestiza. Podríamos decir

que, desde un punto de vista filosófico, Antenor

Orrego es la máxima expresión continental de la

defensa de la singular esencia de nuestro “pueblo

continente”. Pues bien, todo ello tiene una gran

vigencia en la presente etapa de la globalización,

donde se trata de dar una orientación justa al desa-

rrollo vertiginoso que tiene la globalización en

todos los aspectos humanos: sociales, económicos,

políticos y culturales.

Habíamos señalado que otra de las ideas fuerza

de Orrego se expresa en el nuevo sentido que debe

tener el “nacionalismo”. Como señala Bertrand

Russell, uno de los mayores defectos del marxismo

fue el no haber reconocido el papel preponderante

que juega el factor nacional en la historia, punto en

el que Marx fue criticado en el siglo XIX por Baku-

| 295Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego

Page 47: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

nin y en el siglo XX por la encíclica “Centesimus

annus” del Papa Juan Pablo II. Pero, como sucede

con todos los términos abstractos, también a través

del tiempo, el término “nacionalismo” ha tenido

muchos significados, incluso opuestos. El denomi-

nado “principio de nacionalidad” en el siglo XIX

tenía un claro contenido burgués y conservador, y

hoy día es completamente incompatible con el fenó-

meno de la globalización, pues termina siendo, tal

como lo calificó el gran estudioso italiano de la his-

toria y de la cultura, Guillermo Ferrero, en frases

que cita Antenor Orrego, un “nacionalismo parro-

quial” en sentido político, económico y militar.

Pero, como añade Orrego, se trata de algo que

nunca sucedió en nuestra América, donde nuestra

primera conciencia nacional está vinculada con

todo el continente. Es por ello que Antenor Orrego

proclama: “los indoamericanos somos el primer

pueblo continente de la historia, por lo que nuestro

patriotismo y nacionalismo son continentales”.

El tema del nacionalismo reviste una especial

importancia en esta etapa de globalización, pues se

trata de su principal contrapeso, que no se propone

destruir el proceso histórico irreversible de la globa-

lización, sino orientarla por los cauces correctos, de

acuerdo a la razón y a la justicia. En el mundo ya ha

surgido el fenómeno de la “antiglobalización”, que

es la respuesta de las clases desplazadas del denomi-

nado “primer mundo” por el proceso de globaliza-

ción. La “antiglobalización” es un fenómeno propio

de Europa y de los EEUU.

La respuesta de los países emergentes, tales

como aquellos que conforman nuestra nacionalidad

continental, frente a la globalización lanzan el “na-

cionalismo”. El nacionalismo auténtico es nuestra

respuesta a la globalización. Pero se trata de un

nacionalismo de nuevo cuño, que nada tiene que

ver con el nacionalismo liberal, ni con unas aventu-

ras latinoamericanas. Se trata del nacionalismo de

un pueblo que desea reencontrar su unidad y su

singularidad, para poderse confederar luego en un

mundo globalizado.

También nuestro nacionalismo parte de la consi-

deración de la ambivalencia de la globalización. La

globalización tiene un aspecto positivo para nues-

tros rubros al abrirnos los mercados internacionales,

lo que propicia el incremento de nuestras exporta-

ciones que obliga al incremento de nuestra produc-

ción. Por ende, no nos podemos oponer a la globa-

lización de modo absoluto. Sin embargo, también

somos conscientes que la globalización tiende a

ahondar el abismo que separa al rico del pobre; es

una apología permanente del dinero que lleva a

destruir las bases culturales y morales de los pue-

blos, que pretende encasillarnos como meros pro-

ductores de materias primas y que, en la práctica,

no le interesa el carácter de salvaguarda que tiene

nuestro continente en el aspecto del equilibrio

ecológico, con tal de explotar nuestra materias

primas al menor costo posible, a pesar del daño

irremediable que se podría hacer con ello al equili-

brio ecológico del planeta. En resumen, nuestro

nacionalismo no pretende luchar anacrónicamen-

te contra la globalización, sólo se propone ser el

necesario contrapeso dialéctico, para llegar a una

síntesis que signifique el bienestar para todos,

incluido las generaciones futuras.

La tercera idea-fuerza del pensamiento de Ante-

nor Orrego, que ya enunciáramos, es el humanismo,

que se expresa sobre todo en su obra “Hacia un

humanismo americano”, escrito inédito e incom-

pleto, que recién lo publicaría Juan Mejía Baca en

1966. Se trata de una obra en la que Orrego hace un

auténtico derroche de sus conocimientos filosófi-

cos, aunque no trate de un humanismo relacionado

con todo tiempo y espacio, pues sólo se circunscribe

al caso americano, por lo que esta obra guarda una

estrechísima relación con “Pueblo continente”.

El tema del humanismo, en sentido moderno,

tuvo origen en el siglo XIX. La denominada “iz-

quierda hegeliana” o “jóvenes hegelianos” partía del

postulado que se debía destruir previamente el con-

cepto de Dios para afirmar al hombre. Dentro ya de

la filosofía política y no meramente teológica, el

pensamiento que más se destacó en este intento fue

el de Feuerbach; sin embargo, de modo excesiva-

mente anacrónico, terminó anclándose en la idea

abstracta de la humanidad, tratando incluso de

crear la religión de la Humanidad. El gran teórico

del anarquismo, Max Stirner, en su obra “El único y

Hugo García Salvatecci

296 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Page 48: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

su propiedad”, demostró la inconsistencia del pen-

samiento de Feuerbach en este aspecto. Si bien,

Marx y Engels dedicaron más de la tercera pare de

“La ideología alemana” a criticar a Stirner, modifi-

caron radicalmente su posición sobre Feuerbach

después de la aparición del libro de Stirner. Se

podría incluso decir que las “Tesis sobre Feuerbach”

de Marx son una genial síntesis de la crítica que

hiciera Stirner al concepto de la humanidad de

Feuerbach.

Incluso Stirner llegó a decir que la humanidad

abstracta es más enemiga del hombre concreto

que el mismo Dios. Los cierto es que, a partir de

Stirner, se tiende más a hablar del hombre real y

concreto que del hombre abstracto. Sin embargo,

la teoría de la supuesta oposición entre el hombre

y Dios continuó. Cuando en el Concilio Vaticano

II se discutía el documento sobre la “iglesia en el

mundo actual”, los padres de la iglesia llegaron a

decir que ese ateismo había cumplido una gran rol

histórico, puesto que al destruir un falso concepto

de la divinidad, nos acercó a un concepto menos

imperfecto de Dios, puesto que de Dios jamás el

hombre podrá tener una idea perfecta, porque de

otro modo o el hombre se convertiría en Dios o

Dios dejaría de ser Dios.

Mayoritariamente la generación de Antenor

Orrego estaba plenamente imbuida del ateismo

como postulado fundamental del humanismo.

Como ya hemos señalado, uno de los grandes méri-

tos de Orrego es no haberse dejado arrastrar por ese

fenómeno de moda en ese entonces, pues desde el

inicio de su pensamiento defiende tanto al hombre

como a Dios. El humanismo de Orrego parte de la

premisa que la mayor grandeza del hombre está en

haber sido creado “a imagen y semejanza de Dios”.

Es ahí donde se ubica el auténtico fundamento de la

grandes del hombre, y la razón por la se puede afir-

mar que la sociedad y el Estado están en función del

hombre. Todo ello quedó magistralmente plasmado

en la introducción de la Constitución de 1979, que

redactaron los discípulos de Antenor Orrego.

Dicho documento merece un sitial de honor entre

todos los documentos de apología al hombre que se

haya escrito en todo el mundo occidental. Dicho

documento sólo fue posible por el magisterio de

Antenor Orrego.

Al inicio de mi exposición hablé de la palabra del

Padre Interdonato. Previamente a su redacción,

con apoyo de la IBM del Perú, el Padre Interdonato

había hecho una encuesta entre los universitarios

de todo el país para conocer cuáles eran los autores y

las obras más leídas entre ellos. Pues bien, el Padre

Interdonato, quien fuera mi colega en la Pontificia

Universidad Católica del Perú, me señaló que nin-

guno de los encuestados había leído a Antenor Orre-

go, lo que él consideraba una gran injusticia.

Lamentablemente, Antenor Orrego continúa sien-

do el gran olvidado, aunque esta situación tiende a

revertir, pues incluso estamos en una Universidad

que le ha levantado a Orrego el mayor monumento

al haber dado su nombre a esta Universidad. Tam-

bién es digno de elogio el gran esfuerzo que ha

hecho mi amigo el Dr. Luis Alva Castro al publicar

las obras completas de Orrego. Esperemos que

algún día el país reconozca la gran tarea que está

realizando Lucho Alva en defensa de nuestro patri-

monio cultural, al salvar muchas obras que, sin su

esfuerzo, ya se hubiesen perdido.

En 1987, la hija de Antenor, Alicia Orrego Spe-

lucín, comparó a Orrego con la hipotenusa de un

triángulo admirable, formado con Haya de la Torre y

Mariátegui, con profundas raíces en el pueblo

peruano. Antenor Orrego perteneció a la misma

estirpe de Montalvo, Martí y González Prada. Luis

Alberto Sánchez, en un artículo publicado en “La

Tribuna“, en 1964, señalaba que Orrego siempre

“conservó cierta actitud sacerdotal”. En realidad

toda su vida fue una permanente docencia y una

lección de decencia. Como señalara el mismo Sán-

chez: “Orrego nos guía de la mano para perfeccio-

narnos en nosotros, perfeccionando a los demás”.

Anduvo, fue, vino y nunca se detuvo, salvo en la

cárcel y en nuestros corazones, que abiertos a su

memoria, no sólo lo recuerdan como que lo reciben

de nuevo como una comunión para justificarse con

él: más nosotros, más él, más todo el Perú.

Muchas gracias.

| 297Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego

Page 49: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

298 | Pueblo cont. 22(2) 2011

ANTENOR ORREGO ESPINOZA (nacido en la

hacienda Montán, Chota, el 22 de mayo de 1892 y

fallecido en Lima el 17 de julio de 1960) tiene un

alto sitial en la historia de la cultura peruana y en la

historia de las ideas políticas de nuestro país. La

cercana conmemoración del 120 aniversario de su

nacimiento, obliga a recordar sus amplios méritos y,

sobre todo, a reencontrarnos con sus ideas.

1. ESCRITOR Y PERIODISTA DE

TALENTO MÚLTIPLE

En los diccionarios biográficos peruanos Ante-

nor Orrego suele ser etiquetado como “escritor y

periodista”. Esta descripción resulta insuficiente.

Conocemos otros escritores y periodistas. Se

caracterizan por desarrollar una actividad indivi-

dualista, pugnando por ocupar un lugar destacado

en los medios de comunicación. Orrego no calzaba

en ese modelo. Destacó nítidamente como un

comunicador que buscaba innovar los medios y

organizar iniciativas culturales que desafíen el

orden establecido. Y Trujillo fue su gran centro de

operaciones.

Debemos a Antenor Orrego la organización del

primer espacio libre de difusión y discusión de ideas

de avanzada en el diario “La Reforma” de Trujillo,

en 1914.

Desde esa tribuna periodística unió a los diversos

exponentes de una inquieta generación de escrito-

res y artistas trujillanos –como César Vallejo, Mace-

donio de la Torre, Alcides Spelucín y Víctor Raúl

Haya de la Torre– en torno a ideas y actitudes reno-

vadoras.

La agrupación que Orrego ayudó a formar, lla-

mada por ellos mismos “Grupo Norte” (aunque la

prensa de Lima dio en llamarla “La Bohemia de Tru-

jillo”) fue el más alto baluarte de lo que hoy se da en

llamar “la revolución de las provincias en las artes y

las letras”, ocurrida en la década de 1910 y 1920,

cuyos otros grandes exponentes fueron Abraham

Valdelomar, Alberto Hidalgo, Arturo Peralta (“Ga-

maliel Churata”), los hermanos Reynaldo y Óscar

Hugo Vallenas Málaga

Director de la Red Virtual Ojo Izquierdo

ANTENOR ORREGO ESPINOZA,

ESPERANZADO FORJADOR DE

REALIDADES

Una aproximación al animador intelectualy al filósofo social

El iluso, cazador de utopías, acaba en escéptico

y en reaccionario.

El esperanzado, forjador de realidades, es

siempre un creador, un espíritu militante de la

belleza, de la bondad, de la perfección y de la

justicia.

La esperanza es sabiduría que cada día se

acrecienta, se afina, se agudiza.

Antenor Orrego: El monólogo eterno (1929).

Page 50: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 299Pueblo cont. 22(2) 2011

Bolaños (“Serafín Delmar” y “Julián Petrovick”) y

Luis E. Valcárcel.

Mientras en Ica, Puno, Huancayo, Cusco y

otras ciudades provincianas la nueva inquietud

fue solamente una suma de individualidades o se

ciñó a un credo contemplativo de su condición

provinciana, el grupo trujillano de Antenor Orre-

go orquestó visiones vanguardistas y desplegó con-

tornos políticos revolucionarios, que poco después

se tradujeron en lo que los historiadores políticos

denominan “el aprismo auroral”, esto es, el apris-

mo indoamericanista anterior a la fundación del

Partido Aprista Peruano en 1930. Desde su lugar

prominente como periodista de opinión y promo-

tor cultural, Orrego es también considerado, con

justo derecho, precursor y co-fundador de aquel

primer aprismo: audaz, radical y de fecunda imagi-

nación literaria, que se desarrolló entre 1924 y

1930.

La actividad periodística de Antenor Orrego

ha sido amplia y fructífera, siempre relacionada

con la organización y difusión de inquietudes polí-

ticas y culturales de avanzada. Luego de ser el reor-

ganizador y gran animador de los diarios “La

Reforma” (1914) y “La Libertad” (1916) y la revis-

ta “La Semana” (1918), fundó y dirigió “El Norte”

en 1923 (que logró publicarse hasta 1932) y sentó

un precedente en términos de modernidad y cohe-

rencia informativa sin mengua de su identidad

vanguardista y radical.

Sin abandonar Trujillo, la pluma de Antenor

Orrego fue muy requerida en revistas limeñas de

Antenor Orrego Espinoza y los inicios del "Grupo Norte" (1916).

De pie: Luis Ferrer, Federico Esquerre Cedrón, Antenor Orrego, Alcides Spelucín, Gonzalo Zumarán.

Sentados: José Eulogio Garrido, Juvenal Chávarry, Domingo Parra del Riego, César Vallejo, Santiago Martín y Óscar Imaña.

Antenor Orrego tenía 31 años cuando asumió la dirección de "El Norte". Federico Esquerre Cedrón fue el jefe de redacción

y Alcides Spelucín fue director gerente. Las oficinas de "El Norte" estaban en la esquina de las calles

Progreso (hoy Francisco Pizarro) y La Libertad (hoy Mariscal Orbegoso).

Antenor Orrego Espinoza, esperanzado forjador de realidades

Page 51: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Hugo Vallenas Málaga

300 | Pueblo cont. 22(2) 2011

gran circulación como “Mundial” y “Variedades” y

en la legendaria “Amauta” de José Carlos Mariáte-

gui, donde muchas veces sus artículos ocuparon un

lugar destacado.

Sólo estuvo fuera de Trujillo cuando tuvo a su

cargo las ediciones clandestinas de los voceros

apristas “La Tribuna” y “La Antorcha”, entre 1932 y

1934, y cuando el infortunio político lo condujo a

prisión. Fue también desde Trujillo que remitía su

columna “Efigie del tiempo” al diario “La Tribuna”

desde 1957, hasta que el debilitamiento de su salud

lo obligó a permanecer en Lima.

Durante toda su vida profesional, desde 1914

hasta fines de los años 1950, Antenor Orrego siem-

pre dedicó sus mayores energías profesionales al

periodismo. Y destacó como líder de opinión, como

director de diarios y también como gestor de empre-

sas periodísticas. Lo fue no solamente en los

comienzos de los años 20 y 30 con “El Norte”, sino

también mucho después, en la época de 1956 a

1960, con “La Tribuna” e “Impacto”.

La extensa, fructífera y múltiple actividad perio-

dística desarrollada por Antenor Orrego es de por sí

un mérito excepcional en la historia del periodismo

escrito de nuestro país.

2. ORIENTADOR Y PROMOTOR DE

NUEVOS TALENTOS

Desde sus columnas periodísticas, Antenor Orre-

go fue un lúcido crítico de las artes y las letras y un

promotor de inquietudes creativas. Tuvo una inu-

sual perspicacia para la identificación del talento

artístico juvenil y las posibilidades de expresión

ofrecidas por las nuevas inquietudes estéticas.

En un medio literario con resabios señoriales

–en Lima, Trujillo y Arequipa– y con críticos sin-

gularmente severos y displicentes hacia los jóve-

nes creadores, Orrego destacó como un entusiasta

defensor de los nuevos talentos y las nuevas ten-

dencias estilísticas, con tan buena fortuna que a él

debemos que el “Grupo Norte” diera a la cultura

Trujillo, campaña electoral aprista de 1931. Junto a Víctor Raúl están Luis Heysen y Zoila Victoria Haya de la Torre. En el lado

derecho de la imagen están Alcides Spelucín (con lentes), Agustín Haya de la Torre (detrás) y al lado, Antenor Orrego.

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| 301Pueblo cont. 22(2) 2011

peruana un poeta inmortal, César Vallejo, en

1915, y un narrador sin parangón, Ciro Alegría, en

1930.

A esta labor identificadora y promotora del

talento joven hay que añadir una faceta no menos

importante en Orrego, cual es el rigor de su magiste-

rio moral. Fue un hombre de sólida valía personal

que predicó con el ejemplo y concitó la atención de

los jóvenes trujillanos como orientador de vocacio-

nes y como árbitro de lo que es justo y correcto.

Antenor fue, en el más clásico sentido de la palabra,

un Maestro de las juventudes trujillanas.

Sus enseñanzas y su ejemplo dejaron huella en

varias generaciones. Un ejemplo cabal es el Grupo

“Trilce”, formado hacia 1956, cuyo representante

más activo, Teodoro Rivero-Ayllón, ha mantenido

viva la llama creativa dejada por Antenor Orrego,

César Vallejo, Ciro Alegría, Alcides Spelucín, Fran-

cisco Xandóval y otros integrantes del “Grupo Nor-

te” en diversos libros. También formaron parte del

Grupo “Trilce” el historiador Héctor Alva Centu-

rión, el arqueólogo Cristóbal Campana y el literato

Eduardo González Viaña.

Quienes conocieron a Orrego lo recuerdan

como un cabal ejemplo de integridad, de indiferen-

cia ante la sensualidad del poder y de permanente

preocupación por los más necesitados. La temprana

celebridad literaria y los altos cargos públicos nunca

lo afectaron. Fue constituyente en 1931, senador en

1945-1948 y rector de la Universidad Nacional de

Trujillo entre 1945 y 1948.

Su más importante magisterio moral lo realizó

siendo militante del Partido Aprista y sufriendo

prisión por abrazar dichas ideas entre 1932-1933,

1939-1945 y 1949-1956. Inculcó a sus compañe-

ros de prisión optimismo, fe en los ideales y tem-

planza ante la adversidad. Organizó con ellos semi-

narios de estudio y talleres artesanales rudimenta-

Antenor Orrego y algunos compañeros trujillanos, varios de ellos antiguos integrantes de La Bohemia, en la prisión de Casamatas, Callao, en junio de 1933, tras haber defendido el principio republicano del derecho popular a la insurgencia contra la dictadura.

De izquierda a derecha: Belisario Spelucín, Aníbal Secada, Jorge Otiniano, Antenor Orrego Espinoza, Agustín Suegras, Porfirio Farromeque y Francisco Spelucín Vega. (Fotografía: Archivo familia Orrego Spelucín).

Antenor Orrego Espinoza, esperanzado forjador de realidades

Page 53: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

302 | Pueblo cont. 22(2) 2011

rios que definieron un modelo de comportamiento

de los prisioneros apristas que hizo frente a la mise-

ria y el abatimiento que pretendían infligirles sus

carceleros.

Antenor Orrego condujo a muchos escritores y

artistas hacia la militancia política. Pero también

fue Maestro e inspirador de ejemplares luchadores

sociales, como el célebre mártir del Partido Aprista,

Manuel Arévalo, dirigente obrero liberteño que fue

constituyente en 1931 y muriera asesinado el 15 de

febrero de 1937, luego de haber sido capturado por

la policía de la dictadura de Benavides.

3. EL PERIODISMO COMO CREACIÓN

LITERARIA

Hemos hecho un breve recuento de la obra de

Antenor Orrego como organizador y difusor de dia-

rios y revistas y hemos pasado revista a su actividad

promotora de grupos juveniles talentosos. Veamos

ahora aquella faceta de su obra intelectual que está

directamente relacionada con el periodismo.

En toda esta trayectoria Antenor escribió

mucho, trabajó mucho y se ocupó de todo tipo de

temas. En la época de La Reforma, en los comienzos

de su carrera, fue el redactor que se ocupaba de las

crónicas internacionales. Siguió paso a paso el deve-

nir de la Primera Guerra Mundial con gran minu-

ciosidad, con gran conocimiento de la materia para

su época. Es algo sorprendente. Al consultar esos

artículos hoy en día se comprueba con asombro su

dominio del tema y la madurez con que afronta en

su juventud –22 años– un tema tan complejo.

Sin embargo, es todo lo que tiene que ver con la

estética, con el arte, la literatura y el alma del artis-

ta, lo que más amaba de su producción. Fueron esos

artículos los que escribió con más esmero, con más

cariño y que siempre quiso publicar en una forma

especial, reunidos en libros. Curiosamente, mucho

de este trabajo periodístico, sobre todo el más refle-

xivo y vital, tiene carácter epigramático o aforístico.

Está hecho en pequeñas fórmulas que pretenden ser

lemas recordatorios.

El primer volumen de sus llamadas aforísticas

–como él las llamaba– data de 1912 y aparecieron

en 1913 en un concurso literario en Lima, que él

ganó en la parte de ensayo y que en la parte narra-

tiva ganó Abraham Valdelomar con El Caballero

Carmelo. Ese momento fue el inicio de una larga y

fecunda amistad hasta donde lo pudo permitir la

vida en el caso de Valdelomar, entre el narrador y

el filósofo, que dio lugar también a una estrecha

amistad de Abraham Valdelomar y el “Grupo Nor-

te”, también conocido en Lima como “Bohemia de

Trujillo”.

Dentro de estos artículos relacionados con la

literatura, el alma del artista y el fomento de la

estética, existe una colección de ensayos resultan-

te de este trabajo que luego fueron publicados

póstumamente bajo el título Estación primera

(1961), que son justamente aquellos textos que se

publicaron en la revista Amauta de José Carlos

Mariátegui.

Es interesante constatar, cuando se consulta la

colección de Amauta, que Antenor Orrego cada

vez que publica allí un artículo en Amauta prácti-

camente preside el número, resulta ser el texto

más destacado, más importante, así estén en el

mismo índice Bernard Shaw, Anatole France,

Miguel de Unamuno o el mismísimo Lenin. En

1930 hubo también un libro de Orrego en prensa

que se llamaba Helios, con artículos relacionados

con el arte, que no llegó a verse publicado por la

muerte de José Carlos Mariátegui.

A diferencia de Luis Alberto Sánchez, que tenía

como principal preocupación el vínculo del escritor

con el paisaje, con lo étnico, con lo telúrico o con lo

histórico propiamente dicho, Antenor Orrego tiene

una gran preocupación por la introspección, la iden-

tidad, el yo, la manera como se ve a sí mismo el artis-

ta en relación a su ser humano.

Hay tres puntos esenciales que caracterizan a

Orrego en este aspecto.

El primero de ellos es promover en el artista un

sentimiento solidario, un sentimiento ético muy

puro, pero también un sentimiento de audacia, de

valentía ante la vida, de afrontar todo con entereza,

incluso la adversidad. No se refiere a una simple

invocación a la política o al compromiso revolucio-

Hugo Vallenas Málaga

Page 54: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 303Pueblo cont. 22(2) 2011

nario en el escritor o el artista. Antenor tenía

mucho respeto por el artista en cuanto a la pureza

de su actividad, aunque él mismo era un hombre

partidistamente comprometido. Lo que más le inte-

resa en la creación intelectual y el arte es, sobre

todo, cierta honestidad y cierta valentía esenciales.

Esto es lo que dice por ejemplo, en “El canto del

hombre”, texto aparecido en la revista Amauta, en

octubre de 1926: “Hemos de caminar este camino y

cuidado con que receles demasiado y seas temeroso,

porque entonces la lágrima no saltará jamás y tu

corazón se secará para siempre. Una y otra vez acep-

ta la suerte y sal a la aventura”.

Un segundo punto es que su gran preocupación

por la filosofía y por vivir la filosofía a nivel del artis-

ta. Pero no encara la filosofía como un sistema,

como una cosa conceptual, como una cosa intelec-

tual, sino como algo que puede ser vivencializado

directamente por el artista, por el creador.

A Orrego le interesaba la filosofía como una

ética virtuosa, provista de una serie de conceptos

relacionados con esa actitud, abjurando de los

sistemas escolásticos. En este aspecto práctica-

mente se anticipa al existencialismo. Dice al res-

pecto en “El error de la filosofía”, artículo publica-

do en la revista Amauta en diciembre de 1926: “El

error capital de la filosofía sistemática ha sido

valerse de la razón para construir conceptos, cuan-

do la razón es instrumento para suscitar o transmi-

tir intuiciones. [...] Lo que comúnmente se llama

filosofía, es el aparato o encadenamiento de razo-

nes o de conceptos para expresar una intuición o

un conjunto de intuiciones. Pero la filosofía no es

eso, la filosofía es la intuición misma que ilumina o

aclara un sector de la vida o el cosmos”.

El tercer punto tiene que ver con el concepto

de lo que él entiende como revolución. Para Orre-

go la revolución no solamente es un problema de

políticos, sino es un problema de hombres y de un

compromiso con nuestro ser esencial también.

Escribe en el artículo “Racionalismo y revolu-

ción”, publicado en Amauta en febrero de 1927:

“La vida no se transforma desplazándose hacia la

pura racionalidad que sólo crea entelequias muer-

tas. La vida se transforma y asciende categorizan-

do las realidades palpitantes. (...) No hay enemigo

mayor de la revolución que la utopía. Los más gran-

des revolucionarios fueron siempre mentes lúci-

das, hombres que han estado con los pies bien plan-

tados en la realidad de su época, espíritus profun-

damente prácticos, de un eficaz y penetrante sen-

tido político. (...) La revolución no abstrae ni

pasma las percepciones nuevas sino que las vive,

las incorpora y las mediatiza en el porvenir, las

lucha y las conquista. La razón para no extraviarse

ni extraviar al hombre debe incorporarse en una

recia encarnadura humana. Fuera de ella se desvi-

taliza y desvitaliza la realidad. Debe criarse en el

ánimo del hombre y el hálito del mundo. Debe ser,

ante todo, historia humana y no desglose o biva-

lencia frenética de la vida”.

Es importante hacer hincapié en esta forma de

ver la filosofía del arte y la función del artista por

Antenor, porque su actitud hacia “La Bohemia de

Trujillo”, no obstante ser mentor, maestro y crítico

fraterno, no excluía ser un firme defensor de su pro-

pio punto de vista, porque él también escribía y era

un literato destacado, aunque prefirió enfatizar la

tarea del ensayo y la reflexión.

Como muestra de su propio talento literario,

tenemos estas líneas de prosa poemática amorosa de

1917 que merecen ser recordadas. Por ejemplo

éstas, tituladas “Se acerca ella”, publicadas en el

diario La Reforma, dedicadas a una mujer muy her-

mosa, muy querida, dicen: “Oigo tus pasos creado-

res, tus pasos amados que surgen desde la eternidad,

junto con mis pensamientos al conjuro de mi cora-

zón. Tus pasos que se deslizan hacia mi vida como las

corrientes subterráneas de la linfa hacia la fuente;

como los radios de un círculo hacia su centro; como

los colores de la naturaleza hacia mis ojos; como los

anhelos del mundo hacia la eternidad. Cuando per-

cibo su música inédita y divina, se atropellan a mis

labios mis canciones y siento que mi mocedad ha

cumplido su espera”.

El crítico literario y el crítico filosófico de sus

amigos poetas como Nixa, Francisco Xandóval,

Alcides Spelucín, Eloy Espinoza y el propio Valle-

jo, era también un excelente creador y un excelen-

te artista.

Antenor Orrego Espinoza, esperanzado forjador de realidades

Page 55: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

304 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Artículo de Antenor Orrego en el primer número de la revista «Amauta», dirigida por José Carlos Mariátegui, de setiembre de 1926.

El dibujo de Orrego es de Julio Esquerre Montoya, "Esquerriloff", integrante del "Grupo Norte".

Hugo Vallenas Málaga

Page 56: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 305Pueblo cont. 22(2) 2011

Es importante señalar que Antenor Orrego no

era personaje introvertido ni débil de carácter.

Según me contó alguna vez en una entrevista Luis

Alberto Sánchez, Orrego era un hombre extrover-

tido, apasionado y enérgico. Él dejó un testimonio

de esa manera de ser y cómo se relacionaban entre

sí los poetas del “Grupo Norte” o “Bohemia de

Trujillo”, en un comentario para La Reforma, fir-

mado el 28 de junio de 1920, dedicado al poemario

Fogatas de Eloy Espinoza.

Allí nos cuenta cómo eran las reuniones de la

“Bohemia de Trujillo” pasada la media noche. Orre-

go relata: “Fue una noche de plena bohemia y de

canción azul. Estábamos Valdelomar, Garrido, yo y

dos o tres más. Cruzábanse gallardamente las para-

dojas, ágiles y gentiles. Fluían las ironías benignas,

sonrientes y elegantes. Los espíritus hacían elásticas

acrobacias, los cerebros piropeaban con las ideas y

los labios formulaban donosos retruécanos y airosas

bizarrías verbales. Llegó un momento en que dialo-

gamos yo y él –Orrego se refiere a Eloy Espinoza– los

demás eran nuestro auditorio. Estuve acre y extre-

mado. Estuve violento y amargo. Estuve injusto y

heridor. Exasperose él y retornó a mis demasías

con gentiles y buidos donaires. Subió de tono la

gresca moceril, asentuose la acritud de los decires.

Chocaron nuestros enfados. Vibraron en el aire las

sillas, esgrimidas con más coraje que rencor, y así

pudimos descargar aquella súbita tempestad que

atormentaba nuestros nervios exasperados. Poco

después me abrazaba, lírico y generoso, y mientras

se dolía de una cuita pueril y cordial, esforzábame

yo en hacerle olvidar, enternecido como un niño,

con no sé cuales reflexiones optimistas, alegres y

circunstanciales”.

Es interesante recalcar este aspecto poco cono-

cido de la personalidad de Antenor Orrego, donde

muestra la hondura de su pensamiento y la gracia

poética de su sensibilidad al mismo tiempo que su

naturaleza de hombre vital y emotivo; un dilecto

camarada como todos los de su grupo poético, que

también sabía tomarse unas copas, perder la pacien-

cia y agarrarse a silletazos con ellos para luego abra-

zarse como buenos hermanos al concluir una noche

de bohemia.

4. MAESTRO Y FILÓSOFO

No obstante todo lo anteriormente señalado,

Antenor Orrego fue fundamentalmente un filósofo.

Dentro de una invariable lealtad al ideario y la prác-

tica del aprismo –del cual, como ya hemos indicado,

fue uno de sus pioneros y también uno de sus más

tempranos integrantes–, Orrego desarrolló una

filosofía social original, una sociología razonada con

implicancias ontológicas y éticas, que ha ofrecido

nuevas perspectivas de reflexión sobre nuestra res-

ponsabilidad colectiva como indoamericanos y sobre

la ética que nos es inherente como individuos partí-

cipes de dicha realidad.

Su obra escrita muestra un ciclo de búsqueda,

descubrimiento y desarrollo de una ontología de

nuestro ser social contemporáneo. El ciclo de bús-

queda tiene como hitos los libro3s Notas marginales

(1922) y El monólogo eterno (1929), cuyos textos

hilvanan sentencias breves que el autor denomina

apropiadamente aforísticas. El ciclo del descubri-

miento se centra en su obra clásica Pueblo-

continente: ensayos para una interpretación de la Amé-

rica Latina (Santiago de Chile, 1939) y el desarrollo

ontológico final lo encontramos en el libro póstumo

Hacia un humanismo americano (1966).

En el libro de ensayos Pueblo-continente formula

los argumentos más importantes de esa definición

ontológica que en las etapas anteriores es tentativa.

En este libro clásico el yo, tanto individual como

social, no sólo está frente a la necesidad de precisar

rumbos e identidades; debe además comprender la

urgencia de ser leal a ese reconocimiento.

¿Cuál es el método que sigue la meditación

orreguiana? ¿De qué escuela filosófica provienen

sus tesis? ¿Detrás de cuáles autores se escuda? A

diferencia de los filósofos académicos ceñidos a

cánones escolásticos, Antenor Orrego no se escu-

da tras autor alguno y no teme unir en su razona-

miento lecturas que para otros pudieran ser con-

tradictorias. Algunas de las ideas que entrelaza

Orrego guardan tensiones recíprocas de manera

deliberada.

Leyéndolo encontramos rastros del sentido del

deber de las elites benefactoras del Libro VII de La

Antenor Orrego Espinoza, esperanzado forjador de realidades

Page 57: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

306 | Pueblo cont. 22(2) 2011

República de Platón. Asimismo el ideal culterano y

virtuoso del Ariel de Rodó. Tampoco deja de estar

presente un racionalismo y hasta un positivismo,

similar al de su contemporáneo español José Ortega

y Gasset, en el sentido de encontrar una verdad

evidente, un destino manifiesto, claro y coherente,

en los hechos naturales.

Pero también podemos hallar en las meditacio-

nes de Orrego el vitalismo y la pasión dionisíaca que

Nietzsche expresa en La genealogía de la moral

(1887). La verdad es evidente pero sólo está al

alcance de los que viven apasionadamente el dicta-

do de sus intuiciones, acercándose al élan vital defi-

nido por Bergson en La evolución creadora (1907).

Orrego cree en el impulso creador dionisíaco y en la

verdad –irracional en apariencia– de la voluntad de

las masas, en el sentido trazado por Arthur Scho-

penhauer. La libertad es sinónimo de impulso vital y

pasión creadora y esa capacidad de creación alcanza

su clímax cuando es una acción de masas, cuando es

una acción política liberadora.

Aquí encontramos una distancia abismal entre

Antenor Orrego y el Ortega y Gasset de La deshu-

manización del arte (1925) y La rebelión de las masas

(1930), donde el español condena el libre vanguar-

dismo artístico y sólo ve primitivismo en la acción

de las masas. ¿Se contradicen en el pensamiento

orreguiano la pasión dionisíaca y el sentido de res-

ponsabilidad hacia el destino histórico manifiesto?

En apariencia sí, pero Orrego lo resuelve apelando a

la experiencia y a la necesidad de perfeccionar la

teoría en la acción.

Otro punto de contacto entre Orrego y Bergson

reside en el simbolismo. Los individuos y las colecti-

vidades crean códigos y señales que resumen su

personalidad cultural e identifican sus anteceden-

tes. Los símbolos y demás señales de identidad de

nuestro pueblo-continente son, según Orrego, el

resultado de su origen mestizo y de su coetaneidad

con lo más avanzado del progreso occidental. Es

inútil buscar la ruta del futuro en las antiguas y

diversas raíces precolombinas o en otros rasgos que

nos apartarían de un destino común.

Sobre estos fundamentos, Orrego formula en el

presente texto una proposición audaz sobre nuestro

destino-posibilidad en tanto que pueblo-continente:

“La infancia de América no es la misma infancia del

mundo primitivo, así como la infancia de un niño

civilizado no es la misma que la de un niño salvaje.

[…] Como en las leyes cósmicas, en la historia, tam-

bién, de la inadaptabilidad y de la vejez se marcha al

caos o a la nebulosa, y de ésta a un nuevo nacimien-

to y a una nueva infancia. El nuestro ocupa el piso

más alto de la espiral evolutiva de los pueblos.

Somos los sucesores de todas las culturas preceden-

tes y los herederos directos de la cultura europea,

cuyo tercer estadio dimensional estamos destinados

a desarrollar en su plenitud”.

Para Antenor Orrego, nuestro ser latinoameri-

cano tiene rasgos y circunstancias que imponen

tareas acordes con un potencial creativo. Nos

corresponde una palingenesia o renacimiento que

sólo podemos encontrar en la acción conjunta, en el

engrandecimiento colectivo del yo continental. Y

debemos volcar toda nuestra creatividad y toda

nuestra pasión hacia esa meta. La división, la balca-

nización de América Latina refuerza el pasado, lo

primitivo, lo obtuso, lo contrario al cambio y debili-

ta la posibilidad de identificar nuestro rumbo y veri-

ficar nuestro potencial.

Pero no se trata de interpretar a Orrego según los

cánones escolásticos. Hay que leerlo sin anteojeras

académicas y beber directamente de su sinceridad y

su verdad.

Hugo Vallenas Málaga

Page 58: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 307Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego Espinoza, esperanzado forjador de realidades

El Grupo «Trilce», heredero del Grupo Norte, reunido el 9 de noviembre de 1959, rindiendo homenaje a Antenor Orrego. De

izquierda a derecha: Eduardo González Viaña, Manlio Holguín, Juan Paredes Carbonell, Cristóbal Campana, Héctor Alva

Centurión, Claudio Espejo [«Claudio Saya»], Santiago Aguilar, Teodoro Rivero-Ayllón, el maestro Antenor Orrego, Walter

Palacios Vinces, Miguel Angelats Quiroz, Julio Alarcón Carrera, Alfredo Martínez Vargas [«Macumbambé»], Américo Herrera

Calderón, Juan Morillo Ganoza y Armando Reyes Castro.

Antenor Orrego firmando autógrafos al finalizar el conversatorio sobre César Vallejo, en la Biblioteca Municipal de Trujillo,

el 9 de noviembre de 1959.

Page 59: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

308 | Pueblo cont. 22(2) 2011

INTRODUCCIÓN

En el texto que titula Historia, de su libro “Notas

Marginales”, Antenor Orrego señala que “…la pro-

genie humana engendra en todas las épocas ciertos ejem-

plares de hombres dotados de segunda vista, de una

suerte de sentido del futuro que les permite percibir lo

que existe vago y soterrado en la masa. Son los deposita-

rios de la nueva fe, los heraldos vibrantes de la nueva

esperanza, las urnas vivientes del nuevo amor. Son aque-

llas individualidades fuertes y magnéticas que agrupan y

condensan en su torno, como polos de atracción, los

afloramientos dispersos de la corriente central”.

Hay que decir que Antenor Orrego y César

Vallejo son ese tipo de hombre. Poderosas indivi-

dualidades cargadas de creación y llenas de impul-

sión gestora y de predestinación que, al contacto

con lo que los rodea, supieron traducir en palabras,

cargándolas de energías vitales, cada uno a su

modo, su comprensión de la vida, su comprensión

de las fuerzas esenciales que dinamizan el mundo en

plenitud y universalidad, y lo trocaron en pensa-

miento impulsor, magnético, estético, fertilizador.

Nos proponemos identificar y comparar puntos

de vista específicos de la visión que, a través de sus

correspondientes planteamientos, tuvieron Ante-

nor Orrego y César Vallejo sobre América Latina.

Ello nos permitirá valorar, críticamente, la vigencia

de sus correspondientes enfoques y reconocer seme-

janzas y diferencias. Ambos ejercieron el periodis-

mo de opinión. Pensaron, interpretaron y extraje-

ron, afirmaciones ideológicas, sociales, filosóficas y

culturales en su quehacer. Por una cuestión de equi-

dad, tomamos, como material para comparar sus

puntos de vista, los textos que ambos publicaron en

vida, en diversos medios de comunicación, entre

1918 y 1938, año este último en el que se produjo el

fallecimiento de César Vallejo.

Veamos algunos asuntos puntuales.

I. DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

a) ANTENOR ORREGO

La conquista española fue para América Latina

–en muchas opiniones- un factor destructivo, ya

que ella hizo un vasto exterminio de vidas humanas

y de las formas particulares de civilización que

habían alcanzado las culturas prehispánicas de Amé-

rica Latina, especialmente las de México y Perú.

Orrego ve en la conquista europea de América

uno de los peores hechos de la historia americana.

En la segunda sección de “Pueblo Continente”, que

el titula buceando en el abismo, texto que ya estaba

listo en 1937, Orrego escribe:

“Para América, la conquista europea fue una catástro-

Eduardo Paz Esquerre

Universidad Privada Antenor Orrego

PUNTOS DE VISTA

COMPARADOS DE ANTENOR

ORREGO Y CÉSAR VALLEJO

Page 60: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 309Pueblo cont. 22(2) 2011

fe, una tragedia de proporciones cósmicas, ya que ella signi-

ficó no sólo el hundimiento y el eclipse de una raza que había

llegado a un estadio resplandeciente de civilización, sino

también, la inserción de un alma extraña que vino, a su vez,

a trizarse o, cuanto menos, a deformarse dentro de las pode-

rosas fuerzas geo-biológicas que actuaban en la tierra conti-

nental como un disolvente, como una energía letal y corrosi-

va. De este choque salieron moribundas y cadaverizadas,

como sombras espectrales, el antigua alma indígena y el

alma invasora de Europa. En la historia del mundo, Améri-

ca es un gran desgarrón. El desgarrón de una raza vigorosa

por obra de la conquista y la violencia de la barbarie occi-

dental” (Orrego, tomo I: 148).

En el artículo “Americanismo y peruanismo”,

publicado en la revista “Amauta” Nº 9, Lima, en

mayo de 1927, Orrego afirma:

“Continente joven se ha llamado a América, que ha

sido hasta hoy, como lo repito pudridero de América.

Todas las decadencias y vicios europeos pasaron el mar

para descomponerse y morir por desnutrición, por debili-

tamiento. El espectáculo de América desde el descubri-

miento hasta ahora ha sido el espectáculo de la vejez y de

la desintegración” (Orrego, tomo I: 278).

Este choque racial, esta unión de dos mundos

dio lugar al mestizaje. América ha sido lugar para la

llegada no sólo de europeos sino de asiáticos y afri-

canos, que dieron también nacimiento al criollo. El

cruce de todas estas razas son determinantes para el

nuevo hombre. Era lógico e inevitable la fusión de

razas, como un escalón hacia una forma ascendente

de vida.

En “Pueblo Continente” destaca también la

mayor integración racial, planetaria, que habría de

surgir después de la conquista del nuevo continente:

“América –escribe– ha sido el lugar de cita de todas

las sangres. Los innumerables vertederos de las razas han

venido a juntarse en esta fuente caótica, en esta cuenca

ecuménica del planeta. La fusión se ha realizado o está

realizándose, en parte, en los Estados Unidos y, de una

manera completa y absoluta, en los países de América

Latina” (Orrego, tomo I: 179).

b) CÉSAR VALLEJO

¿Y qué es lo que pensó César Vallejo sobre el

descubrimiento y conquista de América y la consi-

guiente influencia europea?

Vallejo ve en esos sucesos un conjunto de acon-

tecimientos de efectos negativos en la evolución y

desarrollo de América Latina. Distingue en ellos los

pecados de la mala colonización efectuada por Euro-

pa, aquí y en muchas otras partes del mundo. Desta-

ca la necesidad de profundizar en el conocimiento

de nuestra historia, pues considera que conociendo

el pasado se encara mejor el futuro. En su artículo

titulado “La historia de América”, publicado en

Génova en mayo de 1926, escribe:

“Hemos comenzado a darnos cuenta de la necesidad

de un examen histórico, porque tenemos una historia.

Lord Carnavon y la Institución Carnegie nos han enseña-

do el mal exhalante de las tumbas, los delicados sortilegios

de la historia. Ya nos damos cuenta que si queremos gran-

des torres para el futuro, es necesario observar los estratos

de los cuales emerge toda esta vital inquietud que nos

anima y nos empuja a perdurar. Porque quien no conoce

ni sabe nada de sus ancestros, no presentirá ni sabrá nada

de sus hijos. Y yendo hacia el pasado, se llega al futuro.

Porque América no es, como dicen los sociólogos de

moda, un continente nuevo. Solamente es un continente

inexplorado, lo que no quiere decir lo mismo. Nuevo para

los europeos; nuevo y viejo, al mismo tiempo, para los

aborígenes. ¿Continente nuevo? ¿Nuevo en qué? ¿Nuevo

como sinónimo de primitivo? ¿Nuevo como raza? ¿Nuevo

como hecho geológico? El descubrimiento de América

será reciente; pero no es nuevo aquello que ya existía

desde muchos siglos antes de la aventura colombina,

como hecho de tierra, como raza y como cultura. (…) El

examen histórico de América está en su comienzo” (Ba-

llón, 1987:72).

En el artículo titulado “Oriente y Occidente”,

publicado en “Mundial” el 27 de mayo de 1927,

Vallejo hace violentas denuncias por delitos de cul-

tura y humanidad cometidos por Europa a partir del

descubrimiento y conquista de América:

“¿Quién podría denunciar –escribe–, una vez por

todas, que en América hemos perdido también nuestra

alma y que la hemos perdido por Europa? Porque en Améri-

ca (hablo de América Latina) los europeos nos han arrui-

nado todo, filosofías, religiones, industrias, artes y del mismo

modo que en el Oriente, hay desde el arribo de Colón un

terrible vacío en nuestra vida” (Ballón, 1987: 102).

Vallejo, en el citado artículo y en otro titulado

“¿Qué pasa en el Perú?”, publicado en junio de

Puntos de vista comparados de Antenor Orrego y César Vallejo sobre América Latina

Page 61: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Eduardo Paz Esquerre

310 | Pueblo cont. 22(2) 2011

1933, en “Germinal”, semanario izquierdista parisi-

no, reconoce la existencia de formas de nacionali-

dad peruana en las culturas prehispánicas sudame-

ricanas que lograron integrar y cohesionar amplios

sectores regionales; ejemplo, el Imperio Inca. No

importa que no existiera entonces la palabra Perú.

Europa destruyó esos rasgos de nacionalidad prehis-

pánicos hasta dejar a estos pueblos desprovistos de

identidad política, reducidos casi a la condición de

esclavos explotados en las mitas y encomiendas por

los conquistadores españoles y cuyas consecuencias

nefastas se manifestaron en la etapa republicana de

la historia del país.

II. EDUCACIÓN Y CULTURA EN AMÉRICA

a) ANTENOR ORREGO

Sobre este tema, Orrego vislumbra un nuevo

destino cultural y humano para América que, de

hecho, comprende la educación en su proceso

transformador. Así lo describe en “Pueblo Conti-

nente”:

“La amplitud de la catástrofe americana está en rela-

ción con la amplitud de la construcción futura. No se

aventura nada al decir que no es ya un simple matiz de

raza o de cultura el que va a expresarse en el nuevo conti-

nente, sino un aspecto fundamental y nuevo del espíritu

universal. En verdad, una nueva criatura cósmica es la

que está estructurándose en sus entrañas; un nuevo men-

saje humano, el que está surgiendo de sus senos juveniles.

América importa para la cultura del mundo contemporá-

neo, lo que Europa importó para la cultura del mundo

antiguo: lo que el cristianismo significó, como transforma-

ción espiritual, para el mundo de la antigüedad. Mas,

como todo gran proceso histórico no es rectilíneo sino en

espiral, como lo pensó Goethe, en cada círculo concéntri-

co abraza una mayor y más dilatada trayectoria, Améri-

ca está destinada a una más amplia proyección cultural y

humana. No se trata de un simple mesianismo colectivo:

se trata de una correlación dialéctica que se hace patente

a poco que observemos con ojos profundos la vida conti-

nental presente en relación con el porvenir” (Orrego,

tomo I: 133-134).

Para realizar esta tarea, América debe encontrar

el sentido de la vida, encontrar sus propios motivos,

sus propios incentivos, debe encontrar su razón de

ser, así la cultura en formación tendrá un porqué, su

pueblo sabrá por qué y para qué lucha. La verdad de

América debe ser hallada y con ello su destino como

civilización. En el artículo “Cultura universitaria y

cultura popular”, publicado en la revista “Amauta”,

Lima, julio de 1928, Orrego reflexiona del siguiente

modo:

“Nuestra gran empresa de universitarios –tal vez

nuestra única empresa– es vivir la cultura. Basta ya de

bagazo erudito que no sirve ni para mejorarnos ni para

mejorar nuestra patria. Necesitamos estudiar la calidad

de nuestra América y crear nuestro propio pensamiento,

nuestra propia política, nuestra propia economía, nuestra

propia estética, nuestra propia historia. (…) Necesitamos

maestros americanos que nos enseñen a conocer y amar

nuestra América, maestros que vivan con nosotros la

infinita y heroica voluptuosidad de crear un nuevo conti-

nente intelectual, maestros de una raza ‘por cuya boca

hablará el espíritu’ ” (Orrego, tomo I: 308).

En su artículo “La reforma de la enseñanza supe-

rior”, publicado en el diario “La Reforma”, en la

década del veinte del siglo pasado, Orrego concibe

así la nueva enseñanza universitaria, criterio que

tiene plena vigencia educativa:

“Preciso es que la enseñanza universitaria sufra una

completa inmersión en la cultura moderna, que su espíritu

docente tenga una real y proficua sustancialidad contem-

poránea, que repare y haga desaparecer esa incongruen-

cia mental y cordial con el espíritu de su época. La Uni-

versidad no puede reducirse a ser exclusivamente un

copioso archivo o museo de métodos, de enseñanzas, de

ideologías, de sistemas o de disciplinas, sino un incesante

laboratorio de renovación y de creación espiritual. Una

cátedra no es un catálogo, crónica u osario de las teorías o

principios de una ciencia, sino algo vivo y orgánico, algo

que fluye y se produce constantemente con potente vitali-

dad, algo que siempre está abierto a la discusión, al pensa-

miento libre y a la iniciativa individual. El maestro debe

tender no tanto al desarrollo prolijo de la disciplina que

dicta, cuanto a hacer vivir por sus alumnos el espíritu

capital de ella, a provocar su asimilación en la personali-

dad, a incorporarla en su vida interior, a suscitar su aten-

ción y su interés espiritual” (Orrego, tomo I: 395).

En cuanto al arte, la referencia en Orrego es

todo un continente. No habla de manera individual

de países o pueblos, habla de todos ellos en conjun-

to, en una unión de artes, literaturas y ritmos. En el

Page 62: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 311Pueblo cont. 22(2) 2011

artículo “Americanismo y peruanismo”, de 1927,

Orrego dirá:

“Tampoco creo posible la creación de un arte exclusi-

vamente nacional en el porvenir. Las diferencias entre los

diversos pueblos indoamericanos son tan pequeñas y

mezquinas que no pueden generar artes y literaturas

independientes con ritmo singular o acentuación propia.

Creo sí en un americanismo como reflejo de la nueva

América que está naciendo. Creo en una nueva cultura

con valores propios y universales, valores que comienzan

a vislumbrarse y que servirán de integración al espíritu

humano. Creo en una visión y una emoción cósmicas

iniciales que son privativas de la nueva raza y que han

principiado a articularse estética y filosóficamente”

(Orrego, tomo I: 276).

En este contexto, el nuevo hombre de América

es el corazón del continente, del Pueblo Continen-

te. En tal sentido Orrego manifiesta:

“Dijimos también, que el nuevo hombre de América

era –para buscar un símil fisiológico– el resultado de la

asimilación, de la conjugación, de la digestión vital de los

mundos antitéticos a través de cuatro siglos de fricción

pugnaticia. El nuevo hombre de América es el nuevo

órgano biológico que necesita el continente para articular

su destino” (Orrego, tomo I: 208).

b) CÉSAR VALLEJO

¿Cuál es la visión que César Vallejo tenía de la

educación y la cultura en América Latina? Son pocos

los artículos en los que Vallejo se ocupa del tema Edu-

cación. En el artículo titulado “El espíritu universita-

rio”, que data de agosto de 1927 y publicado en la

revista “Variedades” de Lima, se refiere específica-

mente a la educación universitaria en América.

Empieza, previamente, destacando la dependencia

cultural de América respecto a Europa:

Puntos de vista comparados de Antenor Orrego y César Vallejo sobre América Latina

Otros miembros del grupo NORTE: Juan Sotero, Macedonio de La Torre, José Eulogio Garrido, Carlos Valderrama,

Abraham Valdelomar (de visita en Trujillo), Néstor Alegría y Federico Esquerre Cedrón. Trujillo, 1918.

Page 63: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Eduardo Paz Esquerre

312 | Pueblo cont. 22(2) 2011

“Todos estamos de acuerdo en que América vive

culturalmente de Europa como prestataria o depositaria

de las formas occidentales en política, en arte, en religión,

en idioma. Y aunque no todos estamos de acuerdo en que

tales formas dominarán en el porvenir de América, nadie

puede negar, por ahora, que el nuevo continente sigue

cada vez más cerca y al pie de la letra los pasos del espíritu

europeo” (…).

“En Europa, la universidad, por ejemplo, es dentro del

ideal democrático, un factor de orden y orientación, una

disciplina de método y razón. Por mucho que Jaurés que-

ría convertir a la universidad en exclusivo foco de debates

revolucionarios y centro de todos los liberalismos, el espí-

ritu universitario ha sido y continuará siendo, sobre todo,

un hogar de serenidad espiritual –que no hay que confun-

dir con el anquilosamiento– y un austero laboratorio de

alta creación. En América, por el contrario, la Universi-

dad ha descendido de su rol creador a la barricada lugare-

ña y capitulera con todas sus rutinas, sus personalismos

de charol y sus mesianismos de segunda mano. En Europa

la Universidad crea silenciosamente dejando el papel

divulgador a otros factores sociales. En América la Uni-

versidad tiende a reducirse a la ya famosa extensión

universitaria o universidad popular, cuando ella no se

circunscribe a la repetición en familia de la cultura euro-

pea” (Puccinelli, 1987: 236-237).

Vallejo señala que cuanto de intelectual ha pro-

ducido América después de la colonización españo-

la, no ofrece más que un muy mediocre interés para

Europa, ya que se diferencia poco o casi nada de la

producción exclusivamente española. Sin embargo,

considera que sí puede ser posible ser original. Así lo

afirma en el artículo titulado “Una gran reunión

latinoamericana”, publicado en la revista “Varieda-

des” de Lima, en marzo de 1927:

“La versión que hay que hacer es de las obras riguro-

samente indoamericanas y precolombinas. Es allí donde

los europeos podrán hallar algún interés intelectual, un

interés, por cierto, mil veces más grande que el que puede

ofrecer nuestro pensamiento hispano-americano. El

folklore de América, en los aztecas como en los incas,

posee inesperadas luces de revelación para la cultura

europea. En artes plásticas, en medicina, en literatura, en

ciencias sociales, en lingüística, en ciencias físicas y natu-

rales, se puede verter inusitadas sugestiones, del todo

distintas al espíritu europeo. En estas obras autóctonas, sí

que tenemos personalidad y soberanía y, para traducirlas

y hacerlas conocer, no necesitamos de jefes morales ni de

patrones (…) Porque no debemos olvidar que, a lo largo

del proceso hispano-americanizante de nuestro pensa-

miento, palpita y vive y corre, de manera intermitente

pero indestructible, el hilo de sangre indígena, como cifra

dominante de nuestro porvenir” (Ballón, 1987: 90).

En el campo de la literatura, en su artículo “Con-

tra el secreto profesional”, publicado en la revista

“Variedades”, Lima, en mayo de 1927, critica a su

generación de producir una literatura prestada, sin

espíritu propio, sin autonomía propia:

“Acuso, pues, a mi generación de continuar los mis-

mos métodos de plagio y de retórica de las pasadas genera-

ciones, de las que ella reniega. No se trata aquí de una

conminatoria a favor de nacionalismo, continentalismo,

ni de raza. Siempre he creído que estas etiquetas están

fuera del arte y que cuando se juzga a los escritores en

nombre de ellas, se cae en grotescas confusiones y peores

desaciertos” (Ballón, 1987: 94).

En el artículo “El espíritu polémico”, publicado

en la revista “Mundial”, Lima, noviembre de 1928,

Vallejo reflexiona sobre las características del hom-

bre nuevo del planeta, dentro del desarrollo históri-

co mundial y americano de su tiempo:

“El hombre verdaderamente nuevo está adquiriendo

una conciencia rigurosa de la capacidad creadora y libre

de su voluntad, junto con su austero sentimiento de la

responsabilidad humana ante la historia. De esta suma

injerencia del hombre en la creación de la historia –que él

no concibe fuera de los resortes libres de su voluntad– está

proscrito todo fatalismo y todo determinismo” (Ballón,

1987: 135).

III. INTEGRACIÓN AMERICANA

a) ANTENOR ORREGO

En la ruta de integración de los pueblos latinoa-

mericanos, Orrego ve un largo proceso que reúne

ciertas características especiales que describe en

“Pueblo Continente”:

“En los pueblos y las razas no hay esa discontinuidad

biológica que se observa en el hombre, considerado como

individuo, cuando éste se desintegra. Es muy cierto aque-

llo de que a una muerte y a una decadencia sucede siem-

pre un nuevo brote, un nuevo nacimiento. Muere y se

descompone el indio, pero, también, muere y se descompo-

Page 64: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 313Pueblo cont. 22(2) 2011

ne el europeo para que surja, luego, una nueva estructu-

ración, una nueva conformación fisiológica y espiritual

del hombre americano.

“No hay muerte ni desintegración absolutas, ni en la

Naturaleza ni en la Historia. Se disuelven y mueren las

formas de expresión de un ciclo cultural, pero, la modali-

dad cósmica, el sentido espiritual, y aun la estructura

síquica que esas formas realizaron, se transmiten como

continuidad hereditaria hacia el porvenir, más bien dicho,

hacia el porvenir del espíritu (…).

“Este proceso de desintegración y descomposición está

en América, finalizando. Se encuentra en sus últimos

estadios, y ha comenzado, también, el proceso correlativo

de integración, de recomposición, de síntesis. América

está encontrando, otra vez, su virginidad y su juventud;

está encontrando su porvenir y su mañana porque el pasa-

do autóctono y europeo está abismándose en las entrañas

remotas del tiempo. El pretérito ha perdido ya su virtuali-

dad y su fascinación. Se ha desvanecido para siempre el

mágico hechizo.

“La comprobación más efectiva de este aserto es el

hervor, el dinamismo galopante de que es ahora vasto

escenario el Nuevo Continente. Esa beligerancia encen-

dida, esa disconformidad pugnaz de las juventudes lati-

noamericanas lo revelan con definida claridad” (Orrego,

tomo I: 139-140).

El ideal de integración americana tan deseado,

ha sido heredado generación tras generación.

Puede morir la materia, desintegrarse el cuerpo,

pero las ideas, los anhelos y deseos de los pueblos

americanos de formar una sola América ha persisti-

do. América Latina no sólo es un nuevo mundo sino

también es la continuidad de un destino que debe

asumir su oportunidad.

Dice, Orrego, en “Pueblo Continente”:

“El destino de América es resolver, en una superior

unidad humana, la cuita angustiosa, la encrucijada trági-

ca en que se ha desembocado el mundo contemporáneo, y

ser ella misma una continuidad y la continuidad del mun-

do. No queremos decir, como Spengler, que haya llegado

la decadencia definitiva del Occidente, sino que la pendu-

lación espiritual y cultural del mundo tendrá que pasar a

América, así como antes estuvo en Asia y después en

Europa. América será como la partera cósmica de una

cultura integral cuya máxima expresión se dé tal vez en

Oriente, tal vez en Europa. Es el secreto del destino y de

los tiempos” (Orrego, tomo I: 160-161).

“Para nosotros, la patria es América” había procla-

mado Bolívar, refiriéndose al territorio que Orrego

llama “Pueblo Continente”. Un continente que

busca superarse, pues el destino de América es cons-

truir una cultura superior a la europea, en la visión de

Orrego. Sin embargo, reconoce que es un proceso:

“Mientras el resto del mundo se encuentra, ya en

formas cristalizadas y fijas, ya en plena fusión disgregati-

va, América es, todavía, un plasma móvil, un fenómeno

en plena refundición vital. Mientras todas las demás

culturas se hallan en su madurez o en su declinación por-

que han encontrado el sentido de su solución humana,

América es todavía una infancia, una incógnita proble-

mática. Y, si hasta hoy ha sido Sepulcro, es indudable que

ya comienza a ser una Cuna”.

“Desde hace cuatro siglos todas las razas están derri-

tiéndose en la hoguera de América. Para ayer, necesaria

fusión disgregativa; proceso de integramiento y de recons-

titución, para mañana”. (…) “…ha comenzado el proce-

so de integración. El indio, el blanco, el asiático, el negro,

todos han traído su aporte y se han podrido o están aca-

bando de podrirse en esta inmensa axila cósmica, para

libertar sus respectivas superioridades integrantes que

harán el hombre americano, cumplido ya para el porvenir

de la humanidad” (Orrego, tomo I: 148).

Para esa tarea disponemos de un pueblo fruto de

todas las razas:

“Ningún continente ha acogido con más ancha recep-

ción a las multitudes de toda la tierra. Continente-

Multitud se puede llamar a América y, especialmente, a

América Latina. De esta contigüidad y entremezclamiento

telúricos de todas las progenies está surgiendo –ha surgido

ya- un gran pueblo con posibilidades inauditas de nuevas y

superadas expresiones espirituales. La multitud, organi-

zando y estructurando sus instrumentos de expresión huma-

na se ha hecho Pueblo, un Pan-Pueblo, un Pan-Mundo,

un Pan-Universo” (Orrego, tomo I: 220).

b) CÉSAR VALLEJO

Nuestro gran poeta considera que, en su tiempo,

no existe el espíritu latinoamericano –principio de

integración– y hay que crearlo. En el artículo “La

juventud de América en Europa”, publicado en la

revista “Mundial, Lima, en febrero de 1929, así lo

afirma.

Discrepa con los que creen que América Latina

es la sociedad elegida por las fuerzas insondables de

Puntos de vista comparados de Antenor Orrego y César Vallejo sobre América Latina

Page 65: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Eduardo Paz Esquerre

314 | Pueblo cont. 22(2) 2011

la historia para suceder al Occidente en la dirección

cultural del mundo. En el artículo “La megalomanía

de un continente”, publicado en el diario “El

Comercio”, Lima, en febrero de 1929, comenta:

“Spengler ha pervertido, sin quererlo, a los mucha-

chos de América. La decadencia de Occidente ha magu-

llado la nuca y los tobillos de más de un escolar latinoame-

ricano. Diagonalmente, culpa no tiene el filósofo de que

haya gentes que no saben leer y, mucho menos, deducir de

lo que leen, consecuencias científicas, ya que no imparcia-

les (La ciencia no excluye la pasión).

“¿Qué enseñanza se deduce en América de la obra de

Spengler? La enseñanza de que la cultura occidental

agoniza llamando a su socorro a las fuerzas constructivas

de las otras sociedades. ¿Y cuáles son estas fuerzas que

pueden sustituir al espíritu occidental? Los estudiantes de

América estiman que en las interlíneas de “La Decaden-

cia de Occidente” se desliza sútilmente la alusión a Amé-

rica Latina como la sociedad elegida por las fuerzas obs-

curas e insondables de la historia para suceder al Occi-

dente en la dirección cultural del universo. ¿En virtud de

qué ritmo específico de la historia ha de ser América Lati-

na el foco de la Próxima civilización? Los estudiantes

latinoamericanos no lo saben a ciencia cierta y las explica-

ciones que dan para sostener semejante candidatura a

una próxima hegemonía cultural, participan del empiris-

mo y suficiencia congénitos al espíritu criollo.

“En el resto del mundo se conoce, sin duda, esta acti-

tud tan improvisada como antojadiza de América Latina.

Aún cuando nadie, en el fondo, cree en esa misión de

América, se condesciende –no sin guiñar el ojo, con sorna

y malicia, a nuestra espalda- con esta inocente postura de

nuestro rastacuerismo, de la que muchos aprovechan

como precio de la tolerancia con que la miran, para opo-

nerla, por la punta o por el cabo, a tal o cual movimiento

económico de justicia social como el que arranca del

Soviet.

“Pero consideremos en sí misma la tesis latinoameri-

cana –diciendo lo menos- ridícula, pues no se acuerda con

nuestra experiencia histórica, con nuestra actual estruc-

tura cultural ni con la realidad objetiva de las demás

sociedades (…).

Los hijos deAntenor Orrego Espinoza con los profesores que dictan la Cátedra Antenor Orrego –en la que se

estudia su vida y obra– en la UPAO: Liliana Orrego Spelucín, Elmer Robles Ortiz, Alicia Orrego Spelucín,

Eduardo Paz Esquerre y Antenor Orrego Spelucín.

Page 66: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 315Pueblo cont. 22(2) 2011

“Otra dificultad para una próxima e inmediata hege-

monía latinoamericana brota de nuestra confrontación

con otras sociedades cuyo desarrollo las coloca como

posibles sucesoras del espíritu occidental y ante las cuales

resultamos de una inferioridad irremediable. Rusia y

Estados Unidos –pueblos en que se polarizan actualmen-

te todas las inquietudes y fuerzas del mundo- serían, sin

duda, los más indicados para insuflar una nueva vida a

los hombres. En ese rol los llaman sus grandes riquezas

naturales, sus propias disciplinas culturales ya adquiri-

das, su enorme población, su homogeneidad; en cambio,

¿América Latina? (…)

“Si por lo demás, y en el terreno abstracto de la hipóte-

sis, se sostiene que nadie sabe de lo que pueden ser capaces

los pueblos, responderemos que, por desgracia, la perspec-

tiva del porvenir está hecha de recursos plásticos más o

menos reales y manuables. Cuando estos recursos partici-

pan de lo vago o impalpable o del azar y se nos escurren

entre los dedos, nada podemos decir del futuro.

“Y en cuanto a los demás, Marx ha decretado, una

vez por todas, la falencia del sentimentalismo, de la utopía

y del patriotismo, pequeño o grande, en materia sociológi-

ca” (Ballón, 1987: 164-166; Puccinelli, 1987: 327)

En el artículo “¿Qué pasa en el Perú?”, un

largo análisis publicado en siete partes en varios

números de “Germinal”, París, durante el mes de

junio de 1933, César Vallejo se pregunta:

“¿A dónde va América del Sur? Yo interrogo dese lo

alto de los Andes peruanos hasta lo lejos, al norte, las

fronteras de Colombia, del Ecuador y de Venezuela; al

sur, Chile, Bolivia y la Argentina; al este, el Brasil; y al

oeste, el Océano sosegado, cuyas aguas se pierden en la

distancia, para encontrar y penetrar Asia y Oceanía…

Keyserling ha predicho grandes cosas en referencia a

América del Sur. Un escritor español, Baroja, lo ha lla-

mado “continente estúpido”. Romain Rolland ha manifes-

tado su esperanza en un porvenir resplandeciente para

esos países. Luc Durtain, en un estudio reciente realizado

en el lugar, ha constatado allí una potencia de transforma-

ción social asombrosa. ¿Qué podría aducirse de esto?

Ningún continente más cargado actualmente de misterio

social que el continente latino. (…) América del Sur

mantiene, por el contrario, todavía inédito para los ojos

del mundo, el sentido de sus esfuerzos y de sus esperanzas”

(Ballón, 1987: 181).

En la sétima parte de este mismo artículo del año

1933, César Vallejo reflexiona sobre lo que hoy lla-

mamos globalización:

“Hemos llegado a un estadio de la evolución mundial

en el que el destino y porvenir del más pequeño de los paí-

ses están estrechamente ligados al destino y porvenir del

conjunto de las naciones. La situación del Perú, así como

la de toda América del Sur, no cambiará sino cuando la

situación internacional haya cambiado ella misma. Igual-

mente, el sentido que los acontecimientos sudamericanos

puedan adquirir en el futuro, habrá de seguir de cerca al

de los acontecimientos del mundo entero.

“Ciertamente, el mundo entero está en crisis, y la

solución de esta crisis depende, hasta nueva orden al

menos, de las grandes potencias, debiéndose a su inter-

vención financiera en todos los países mucha parte del

desajuste universal” (Ballón, 1987: 201-202).

IV. CONCLUSIONES

1) Descubrimiento de América. Hay una total

semejanza y coincidencia de puntos de vista entre

Antenor Orrego y César Vallejo, en cuanto a que la

conquista española fue dañina, destructiva de las

civilizaciones existentes en América Latina. Al

destruirse filosofías, religiones, industrias, arte nati-

vos y todo lo que había de vivo, orgánico y fuerte en

esta parte del mundo, con las decadencias y vicios

europeos trasladados a América se resquebrajaron

las formas de nacionalidad existentes en los pueblos

aborígenes y se impusieron estructuras sociales abe-

rrantes que duraron hasta la etapa republicana.

Vallejo recalca la necesidad del examen histórico de

los pueblos de América, ya que considera útil cono-

cer la historia de nuestros ancestros para llegar

mejor al desarrollo de nuestro futuro.

2) Educación y cultura en América. Vallejo y

Orrego coinciden en que América vive cultural-

mente de Europa. Los mejores maestros de Améri-

ca son maestros europizados. La universidad lati-

noamericana se circunscribe a la repetición de la

cultura europea. La producción intelectual produ-

cida en América después de la conquista española

no se diferencia de la producida en España. Una

cultura traída de Europa como arma de domina-

ción ideológica para el manejo de las formas de

pensamiento. Orrego destaca que nuestras uni-

versidades no se han propuesto formar “hombres”,

sino “profesionales”; es decir, no se forman hom-

Puntos de vista comparados de Antenor Orrego y César Vallejo sobre América Latina

Page 67: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Eduardo Paz Esquerre

316 | Pueblo cont. 22(2) 2011

bres, calidad humana en base de principios y valo-

res, sino sujetos hábiles en determinadas destrezas

propias de cada profesión.

Para Orrego, en la formación de una cultura

viva, americana, creadora de nuestro propio pensa-

miento en política, economía, estética e historia,

deben participar, como elementos primordiales la

universidad y el pueblo, el trabajador manual y el

trabajador intelectual. La enseñanza universitaria

debe sufrir una completa inmersión en la cultura

moderna. Vallejo considera que en artes plásticas,

en medicina, en literatura, en ciencias sociales, en

lingüística, en ciencias físicas y naturales, se pueden

verter en América inusitadas sugestiones diferentes

del espíritu europeo.

Por otro lado, Orrego considera que en el porve-

nir no será posible la creación de un arte exclusiva-

mente nacional: será el de un americanismo, expre-

sión de una nueva cultura con valores propios.

Vallejo, en cambio, considera que las etiquetas en

torno a nacionalismos o continentalismos en arte

están fuera de lugar y no debe juzgarse a los artistas

en nombre de ellas.

Los dos coinciden en la noción de aceptar la

existencia de un hombre nuevo; uno desde una pers-

pectiva latinoamericana, y otro, desde una perspec-

tiva más genérica, planetaria. Orrego afirma que el

nuevo hombre de América es el nuevo órgano bio-

lógico que necesita el continente para articular su

destino, producto transfundido de la raza autóctona

y de todas las razas del mundo que vinieron aquí.

Vallejo ve un hombre nuevo en todas partes del

mundo, que está adquiriendo una conciencia crea-

dora y crítica que le permite discernir mejor lo

correcto de lo incorrecto en la sociedad o en los

movimientos de la historia. Y ese hombre nuevo

está también en los movimientos juveniles latinoa-

mericanos, quienes deben tener la capacidad de

reconocer lo puro, grande y esencialmente revolu-

cionario en América, capaz de quedar indemne en

los esfuerzos de mejorar la vida satisfaciendo nues-

tras necesidades, pues de lo que se trata es de inter-

pretar el mundo y de transformarlo.

3) Integración americana. En este tema no hay

coincidencia en las ideas expuestas por ambos auto-

res. Orrego plantea que somos ya los indoamerica-

nos el primer Pueblo Continente de la historia y

nuestro patrimonio y nacionalismo tiene que ser un

patriotismo y nacionalismo continentales. Señala

que de la mezcla de todas las progenies está surgien-

do, en América Latina, un gran pueblo con posibili-

dades inauditas. Para Vallejo no existe ni existirá

por mucho tiempo un espíritu latinoamericano,

base de toda integración: es algo que está por crear.

Y lo primero que debemos hacer es constatar, hon-

radamente, que no existe y ni siquiera se vislumbra.

Vallejo considera un equívoco que los estudian-

tes de América estimen que en “La Decadencia de

Occidente”, difundido libro de Spengler, se desliza

sútilmente, entre líneas, y ellos así lo crean, la alu-

sión a América Latina como a la sociedad elegida

por las fuerzas oscuras e insondables de la historia

para suceder al Occidente en la dirección cultural

del universo. Considera que esta tesis no está de

acuerdo con la experiencia histórica, nuestra actual

estructura cultural, ni con la realidad objetiva de las

demás sociedades.

Orrego señala que no afirma, como Spengler,

que ha llegado la decadencia definitiva de Occiden-

te, sino que la pendulación espiritual y cultural del

mundo tendrá que pasar a América y que América

será como la partera cósmica de una cultura inte-

gral. Considera que en América está finalizando un

proceso de desintegración y descomposición de las

formas de expresión de un ciclo cultural y ha

comenzado el proceso correlativo de integración,

de recomposición, de síntesis que da origen a una

nueva etapa: “El destino de América –dice en su libro

“Pueblo Continente”- es resolver, en una superior

unidad humana, la cuita angustiosa, la encrucijada

trágica en que ha desembocado el mundo contemporá-

neo, y ser ella misma una continuidad y la continuidad

del mundo” (Orrego, tomo I: 160-161).

Vallejo ve que sobre la economía de América

Latina impera el imperialismo norteamericano

(Wall Street) y que sobre la mentalidad y las cos-

tumbres, el pensamiento francés. Por otro lado,

reconoce que el destino y porvenir del más pequeño

de los países están estrechamente ligados al destino

y porvenir del conjunto de las naciones del mundo;

Page 68: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 317Pueblo cont. 22(2) 2011

Puntos de vista comparados de Antenor Orrego y César Vallejo sobre América Latina

por ello afirma que la situación del Perú, así como la

de toda América del Sur, no cambiará sino cuando

la situación internacional haya cambiado ella mis-

ma. Se desprende de ello que, en opinión de Vallejo,

no existe ningún rol rector de América Latina en el

concierto de las naciones y que ella mantiene toda-

vía inédito para los ojos del mundo el sentido de sus

esfuerzos y esperanzas.

El tema de la integración americana continúa

vigente en nuestros tiempos y continuará indefini-

damente. Y desde ese ideal soñado y profetizado por

Orrego, y desde esa falta de concretización en la

realidad objetiva observada por Vallejo, en el curso

de los años se han fundado organismos que apuntan

hacia su realización paulatina. Tenemos, entre ellos,

la Organización de Estados Americanos (OEA),

fundada en 1948; la Comisión Económica para

América Latina y el Caribe (CEPALC), establecida

en 1948; la Asociación Latinoamericana de Libre

Comercio (ALALC), fundada en 1960, y que, en

1980, cambió su nombre por Asociación Latinoa-

mericana de Integración (ALADI); el Instituto de

Integración de América Latina (INTAL), fundado

en 1965; el Organismo para la Proscripción de

Armas Nucleares de América Latina (OPANAL),

establecido en 1967; la Organización Latinoameri-

cana de Energía (OLADE), creada en 1973; y el

más reciente, el Área de Libre Comercio de las Amé-

ricas (ALCA) ratificado el 2001 en Quebec por 34

jefes de Estado de las Américas y que entró en vigor

el año 2005. Sin embargo, se estima que muchos de

estos organismos tienen limitada capacidad de

maniobra.

Para concretar eficientemente la integración de

América Latina como Pueblo Continente, en el

nivel de realización vislumbrado por Orrego, como

diría Vallejo, “…hay hermanos muchísimo que

hacer”.

Sin embargo, Orrego señala el camino:

“En suma, podemos formular, esquemáticamente

–dice Orrego– la trayectoria futura de América: nacio-

nalismo lugareño regresivo, antidialéctico; nacionalismo

atómico y parroquial a la europea, impregnado de la pug-

nacidad disgregante de la Edad Media o nacionalismo

continental, unitario, congruente, constructivo y de una

más amplia pulsación cultural y humana”.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ORREGO, Antenor (1995). Antenor Orrego, Obras Completas.

Cinco tomos. Lima, Perú. Editorial Pachacutec. Publicación de

Cambio y Desarrollo, Instituto de Investigaciones.

PUCCINELLI, Jorge –recopilación, prólogo, notas y documenta-

ción– (1987). César Vallejo: Desde Europa. Crónicas y artículos

(1923-1938). Lima, Ediciones Fuente de Cultura Peruana,

segunda edición.

BALLÓN Aguirre, Enrique -Prólogo, recopilación, selección,

traducciones y notas- (1987). César Vallejo: La Cultura Peruana

(crónicas). Lima, Mosca Azul Editores, primera edición.

Page 69: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

318 | Pueblo cont. 22(2) 2011

ANÁLISIS CUANTITATIVO DE EL NORTE

Como se ha señalado Trujillo contaba con La

Industria, La Reforma y La Libertad como diarios. La

Industria fue fundada en 1895 como bisemanario

por Raúl Edmundo Haya, el padre del futuro líder

político, que desde 1887 había incursionado en el

periodismo dando a luz la revista La Primavera hasta

1890; el periódico literario El Album en 1888 y el 1

semanario El Correo del Norte en 1891.

En 1898, gracias a la mejora económica general

el bisemanario se convirtió en diario y dos años des-

pués fue vendido, de acuerdo con su socio Teófilo

Vergel, permaneciendo ambos como sus editores.

Finalmente hacia 1905 la empresa quedó en manos

de Miguel F. Cerro, nacido en Huancabamba y que

cultivó un gran afecto por Trujillo, generando un

indiscutible impulso al periodismo de la región. En

la década del veinte sus directores fueron Emilio

Villarnobo y su antiguo fundador Raúl Edmundo

Haya. Como Jefe de Redacción estuvo José Eulogio

Garrido quien para los años treinta ocupará la direc-

ción acentuando el espíritu cultural de sus páginas.

Hay artículos de las páginas sociales de La Industria,

de los días de la Bohemia, que llevan la firma de

Víctor Raúl Haya de la Torre.

El diario La Reforma fue un diario de la tarde,

comercial e informativo, que nace en 1911 con seis

páginas en formato menor que se vendía a 5 centa-

vos el ejemplar y se editaba en una pequeña impren-

ta en la Plaza de Armas. Su primer propietario, Ante-

ro Aspíllaga, al poco tiempo lo vende a Víctor Larco

Herrera quien lo toma a su cargo hasta 1919 en que

deja de circular hacia la edición número cuatro mil.

Su Director fue Carlos Manuel Porras que contó con

Antenor Orrego como Jefe de Redacción, y con Alci-

des Spelucín y Santiago Vallejo como redactores.

A partir de 1917 Orrego y Santiago Vallejo pasa-

rán al nuevo diario, La Libertad, desde donde apoya-

rán a los braceros del valle de Chicama en la huelga

de 1921. Esta actitud motivó su clausura por el pre-

fecto Molina Derteano y un solapado arresto y

envío a Lima de su director Antenor Orrego, como

se indica líneas antes. Si bien es cierto que el perio-

dismo en Trujillo para entonces era una actividad de

vieja data, como que en su haber contaba con un

apreciable número de logotipos, es igualmente

indiscutible que la incorporación masiva del capital

en la región abonó el desarrollo de esta actividad en

beneficio del comercio con cuya publicidad se soste-

nían muchos diarios y revistas, por lo que se confir-

ma que “…el periodismo ha tenido desde sus oríge-

nes, una gran influencia en el proceso de desarrollo 2de los pueblos”.

Pero no deja de sorprender la relativa facilidad

con que entonces, en la década de 1920, se podía

Jorge Puccinelli Villanueva

Instituto Raúl Porras Barrenechea de la

Universidad Nacional de San Marcos.

ANTENOR ORREGO,

DIRECTOR DEL DIARIO

EL NORTE DE TRUJILLO

Page 70: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 319Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego, director del diario “El Norte” de Trujillo

producir un diario considerando la existencia de los

ya mencionados para una población que llegaba a

los 23 000 habitantes. Como prueba de ello el joven

Ciro Alegría, de diez y siete años, publica “un perio-

diquito que se llamaba Juventud”… “con varios

muchachos aficionados a las letras” de ocho páginas

de papel periódico tabloide. A pesar de la efímera

vida que tuvo la experiencia del naciente periodista

esta fue volcada, al año siguiente, en la publicación

de un nuevo medio como fue la Tribuna Sanjuanis-

ta, un tabloide de cuatro páginas “plagado de ver-

sos, espíritu beligerante, ganas de reformar el

mundo y alegre humorismo” del que fue su director

mientras que, al mismo tiempo, un grupo del Cole-

gio Seminario publicaba la revista Lumen. De esta

información cabe destacar un hecho que no debe

pasar inadvertido. La gente joven de Trujillo busca-

ba un medio de expresión masivo y de frecuencia

diaria en el cual lo artístico, sobre todo lo literario,

contase con un espacio y fuese una presencia conti-

nua en la vida de la ciudad. El desarrollo y expan-

sión de la vida comercial de la ciudad aseguraba,

con sus avisos publicitarios, el sostén económico de

la empresa si se contaba además con interesantes

artículos para asegurar la permanencia del medio.

Este fenómeno es uno de los efectos que el conflicto

del catorce generó en lo cultural respaldado por una

constante mejora tecnológica general que abarató

continuamente el precio de la maquinaria y de la

impresión. La expansión del novedoso sistema

internacional de comunicaciones colaboró con el

crecimiento del periodismo trujillano, en marzo de

1923, con la inauguración del servicio de cable sub-

marino de la America Cables Inc.

De lo que Antenor Orrego y Alcides Spelucín

conversaron tanto en Lima, donde se reencontra-

ron, como en Trujillo a lo largo de 1922, no se tiene

información ni datos precisos y son los hechos pos-

teriores y uno que otro comentario lo que nos per-

mite acercarnos a la fundación de El Norte:

“Mi encuentro con Alcides cambió el rumbo de

mi destino por ese entonces. Yo estaba dispuesto a

salir del Perú, ya con mis pasaportes en la mano, pero

Spelucín me habló de la posibilidad de una empresa

periodística, me convenció, y hubo de cancelar el

viaje. Volví a Trujillo y juntos emprendimos la publi-3

cación de El Norte…”.

Se sabe que fue Juan A. Vega, un tío materno de

Alcides Spelucín dedicado a la minería, quien

financió el nacimiento del diario “de carácter inde-

pendiente, moderno y de acuerdo con las más ade-4

lantadas técnicas extranjeras”.

Con el capital recibido Alcides Spelucín adquie-

re una impresora así como el material de imprenta y

alquila un local ubicado en la esquina de las calles

Progreso y Libertad frente a la Plaza de Armas. Lo

que otorga precisión a estos datos es un apunte de

las memorias de Ciro Alegría que afirman que El

Norte era compuesto a mano y los cajistas se repar-

tían las carillas, con la crónica a publicar, para ter-

minar más pronto. En realidad la maquinaria con-

sistía de una modesta prensa de cama plana en la

que imprimir ocho mil ejemplares se consideraba

como tiraje extraordinario y para lograrlo la jadean-

te prensa debía trabajar toda la noche hasta las pri-5

meras horas del día.

De aquél céntrico local, frente a la renovada

plaza principal de la apacible ciudad de Trujillo, el

jueves 1° de febrero de 1923 brotó el primer número

del diario El Norte. La empresa editora se organizó

según el siguiente organigrama: Director Gerente:

Alcides Spelucín; Director: Antenor Orrego; Jefe

de redacción: Federico Esquerre; Jefe de Crónica:

Francisco Sandoval; Cronista: Belisario Spelucín;

Redactor: Francisco Spelucín; Administrador:

Leoncio Muñoz. La casilla de correo fue la 163 y el

número de teléfono del diario el 34.Trujillo, por su

carácter tradicional y por su corta densidad pobla-

cional, era entonces una ciudad de pocos dígitos.

Tal vez una moderna aldea.

A todo esto el Archivo Regional, donde se halla

depositada la documentación de los dos únicos nota-

rios de la década de 1920 como fueron los Sres. Higi-

nio Gutiérrez Bocanegra y Fernando Santos Chávez

Pacheco, no conserva ningún documento sobre la

constitución de la Empresa editora El Norte.

Como lo sugiere el logotipo, el diario pretendió

ser, desde la capital del departamento de La Liber-

tad, el portavoz de toda aquella zona en donde los

Page 71: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Jorge Puccinelli Villanueva

320 | Pueblo cont. 22(2) 2011

grandes ingenios azucareros habían echado raíces

siguiendo una política de expansión sin descanso,

que generó conflictos con la mano de obra y con los

comerciantes de la ciudad.

Inmediatamente el periodismo local saludó la

nueva aparición dándole la bienvenida. Así La

Industria destacó con parquedad las virtudes que

halló en los primeros números de su nueva compe-

tencia:

“…el propósito del recién nacido es hacer un

periódico moderno, bien informativo y orientado con 5

las exigencias contemporáneas”.

La Reforma destaca el rol del diario en el incierto

contexto nacional y la confianza en las figuras de

Orrego y Spelucín:

“Era ya una necesidad inaplazable que en Trujillo

se editara un órgano de publicidad dotado de vasto

ambiente cultural a la vez que provisto de indispensa-

ble respeto social en el sentido de mejorar el agrega-

do, y de la independencia relativa que ha de ser

menester un periódico en este país, donde prima la

arbitrariedad y el atropello. El Norte en cuya gesta-

ción han intervenido indiscutibles valores intelec-

tuales: Antenor Orrego y Alcides Spelucín, a la cabe-

za, tiene que franquear enormes senderos preñados

de prejuicios; y por consiguiente su presencia en el

clamor público ahogado, significa un triunfo ético

que gana el progreso de este Departamento. El nuevo

diario prestigia no solo los pueblos en que vivimos,

sino también a todos los de la región, donde sólo se

exhiben sino hojitas petulantes llenas de farsas políti-6

cas y chismes poblanos”.

La Tribuna de Trujillo por su parte precisa:

“Ayer conforme a sus anuncios, salió a circulación

el primer número del diario El Norte espléndidamen-

te presentado en su formato… Director del valioso

órgano, con el que indudablemente se marca un

momento de progreso económico y una afirmación

espiritual más en los conceptos y en la realidad del

periodismo local, es el señor Antenor Orrego E., a

cuyo cargo estuvieron otros diarios nuestros, La

Reforma, y La Libertad, y que tiene bien cimentado

prestigio intelectual… Saludamos con efusiva cor-

dialidad a El Norte, nacido de un gran impulso juvenil

y adaptado para vuelos muy amplios y fecundos, cuya

permanente eficacia anhelamos con el mayor entu-7

siasmo profesional”.

El Zeppelín, un diario de poca mención cuando

se habla del periodismo local comentó:

“Con el primer día de febrero ha visto la luz públi-

ca un nuevo diario intitulado El Norte, su primer

número es de seis páginas, su formato es elegante y de

mayor tamaño que los demás de nuestra ciudad, en

resumen, es un periódico el mejor de la localidad es,

podemos decir, un competidor de El Comercio de

Lima. Ya se hacía notar de veras un periódico más en 8

la localidad…”.

Una semana después de la aparición de El Norte

el diario El Tiempo de Lima publica:

“Ha aparecido un nuevo colega en Trujillo.- El

Norte”.-Diario. Con este título ha aparecido el jueves

primero del corriente en Trujillo un nuevo diario. Lo

dirige Antenor Orrego E. brillante escritor trujillano,

figurando como jefe de redacción Federico Esquerre,

La plana mayor del diario “El Norte”: Federico Esquerre Cedrón, Jefe de Redacción; Antenor Orrego, Director; y

Alcides Spelucín, Director Gerente.

Page 72: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 321Pueblo cont. 22(2) 2011

de crónica, Francisco Sandoval, y los hermanos Spe-

lucín. En la parte administrativa se halla Alcides

Spelucín como director-gerente y Leoncio Muñoz

como administrador”.

En la provincia de Pacasmayo, al norte de Truji-

llo el diario La Unión informó:

“La publicación del diario El Norte de Trujillo,

órgano de la juventud y el pueblo, marca una nueva

orientación de los elementos intelectuales de la capital

del departamento que, llenos de fe y optimismo se han

lanzado en los campos del periodismo a combatir vicios

y decrépitas costumbres que mantienen estacionaria a

esta región. Hemos notado en El Norte ciertas lauda-

bles tendencias descentralistas y la preconización de

una cruzada contra los CONVENCIONALISMOS de

la época… Alcides Spelucín y Antenor Orrego (son)

dos mentalidades fuertes que hace tiempo se han des-

tacado en el mundo de las letras por sus ideas de reno-

vación y progreso, dentro de los nuevos moldes que

señala el periodismo contemporáneo.

Spelucín es un periodista de ideales definidos, que

en medio del eclipse mental del ambiente supo man-

tener sus convicciones.

“LA BOHEMIA DE TRUJILLO”. Reunión en Chan Chan, con motivo de la visita de Abraham Valdelomar a Trujillo. Figuran de izquierda a derecha, en

primer plano, Abraham Valdelomar. En segunda fila, Néstor Alegría, Juan Espejo Asturrizaga, Augusto Silva Solís y Leoncio Muñoz. En tercera fila,

Luis Armas, Juan Pesantes Ganoza, Eloi B. Espinoza, Antenor Orrego y Juan Manuel Sotero. En cuarta fila, José Eulogio Garrido, Federico Esquerre y

Agustín Haya de la Torre.

Antenor Orrego, director del diario “El Norte” de Trujillo

Page 73: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

322 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego, valor mental de reconocida

competencia, por el giro innovador de su credo y

postulados periodísticos. Orrego une a su capacidad y

viveza de inteligencia, inobjetables condiciones de

luchador doctrinario y clarividente. Ha englobado

múltiples conocimientos artísticos y sociológicos que

cristalizan su individualidad de periodista sincero e

inflamado del más noble patriotismo. Nunca como

hoy necesita el país periodistas inteligentes, con plu-

ralidad de conocimientos y fortaleza de voluntad.

Estas cualidades unidas a una conciencia limpia y

recta, forman el pedestal de este sacerdocio, que es el

factor más avanzado en la civilización y el único que

puede eliminar la ignorancia, la inercia y el fatalismo

de los pueblos.

El Norte es un diario de tendencias modernas,

bien hecho, muy diferente a todos los de provincias.

Prescinde de esos comentarios estrechos juzgando las

diarias cosas con un amplio criterio.

Deseamos al nuevo colega que tan buena acogida 9

ha tenido en Trujillo, próspera y larga vida”.

Por su parte la redacción del diario afirmará:

“Hace algún tiempo un grupo de amigos nos pro-

pusimos fundar un diario totalmente nuestro, en el

que, con toda la noble intención que cupiera en nues-

tros corazones, pudiéramos perfilar un recto sentido 10

de acción y un alto ideal de vida”.

La Libertad publicó el 2 de febrero bajo el título

de “Un nuevo diario” la siguiente información:

“Desde ayer ha empezado a circular un nuevo

diario: El Norte, de credo libre, presentado en forma

completamente moderna. Por su nota editorial el

público puede darse cuenta de los propósitos que, en

la vida de la prensa, va a traducir el colega”.

El Norte expone una parte de su artículo de

fondo inicial:

“No queremos mentir trazando para nuestra acción

un plan inexorablemente demarcado, cuya efectividad

sería burlada, bien pronto, por la presencia sorpresiva

de las cosas y de los hechos que ganan el tablado de la

actualidad cuotidiana. Si lo formuláramos estafaríamos

la credulidad y las expectativas del público.

Felizmente, para la lealtad, seriedad y, sobre todo,

para la eficacia de nuestra labor, creemos poseer el

suficiente decoro profesional que nos impide tal 11cosa”. Deseamos larga vida al colega.

A su vez La Crónica de Lima y La Colmena de

Arequipa publican sendas notas al nuevo diario y

felicitan a su plana en la figura de sus directores.

Si intentáramos un ejercicio de síntesis de lo que

significó para el medio periodístico la aparición de

El Norte habría que destacar la confianza que gene-

raban las figuras de Antenor Orrego y de Alcides

Spelucín. Hay unanimidad en los comentarios al

resaltar la calidad espiritual, ética e intelectual de

ellos, sustentada por la labor realizada en el perio-

dismo, la política y la cultura. Todo esto en medio de

un contexto innoble generado por la arbitrariedad

de los poderes locales y nacionales. El respeto social

e intelectual que despertaban contrastaba ante la

injusticia y el atropello del terrateniente, la corrup-

ción del juez, del funcionario, del abuso general que

significa cualquier dictadura como entonces la de

Leguía. A estas distinciones personales de Antenor

Orrego y de Alcides Spelucín, que los hacía porta-

voces de la juventud y fieles difusores de la doctrina

de González Prada, habría que añadir la impecable

impresión que mostró el moderno y elegante forma-

to de El Norte. Sin lugar a dudas la expectativa esta-

ba cumplida.

El Norte, desde su número inicial, mantuvo el

ritmo de su publicación hasta 1927 y desde enton-

ces, contando los cierres y clausuras, los muchos

“asaltos” y “registros”de[…] las manos contuméli-

cas de la policía peruana” al decir de Orrego, reapa-

reció de manera muy esporádica e irregular y sin la

presencia de Alcides Spelucín que, desde el cierre y

captura de ese año se estableció en Lima. Luis

Alberto Sánchez, cuya cercanía y afinidad con Víc-

tor Raúl Haya de la Torre y con el entorno Trujillano

es incuestionable, establece:

“Orrego fue el director fundador del periódico 12

trujillano El Norte, publicado entre 1923 y 1927…”.

Peter Klaren, en su libro “Formación de las

haciendas azucareras y orígenes del APRA” escribe

que sostuvo entrevistas con Carmela Spelucín

viuda de Orrego, hermana del director gerente de El

Norte Alcides Spelucín, que se casó con el Director

Antenor Orrego. Con tal información de primerísi-

ma mano Klaren establece que:

Jorge Puccinelli Villanueva

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| 323Pueblo cont. 22(2) 2011

“…Leguía clausuró “El Norte” a fines de 13

1927…”.

Demetrio Ramos Rau concuerda sustantiva-

mente:

“…en los tiempos del Grupo Norte (1915-1926), 14

la población evoluciona….”.

El mismo autor luego sostiene:

1923-1926 […] es el periodo de existencia del 15

gran periódico “El Norte”…

En otro acápite, Ramos Rau afirma:

“…Orrego señala a 1926 como el año de disolu-16

ción del Grupo Norte”.

Por su parte Jorge Puccinelli Converso, al reunir

la obra periodística completa de César Vallejo dis-

persa en diarios y revistas nacionales y extranjeras,

descubre la colección de El Norte que ha servido

para el presente trabajo. En los prólogos de las múl-

tiples reediciones de su obra –César Vallejo. Desde

Europa. Crónicas y artículos dispersos. Lima, Jurídica,

1969; 420 pgs. César Vallejo. Desde Europa. Crónicas

y Artículos (1923-1938). Fuente de Cultura Perua-

na. Lima, 1987, 454 pgs; César Vallejo Obras Com-

pletas. Artículos y Crónicas (1918-1939). Biblioteca

Clásicos del Perú. Banco de Crédito del Perú, Edi-

ciones del Centenario, Lima, 1997, 802 pgs; César

Vallejo. Artículos y Crónicas Completos. Pontificia

Universidad Católica del Perú, Edición del Rectora-

do en celebración de los 85 años de la fundación de

la PUC, Lima, 2002, 1130 pgs.– Puccinelli destaca

las excepcionales colaboraciones de César Vallejo

en el diario trujillano El Norte por el hecho de ser la

El Grupo Norte, que lideró Antenor Orrego, en un almuerzo en el Casino Buenos Aires de Trujillo, 1916. Están presentes, empezando por la

derecha: Víctor Raúl Haya de la Torre, Álvaro Pinillos, Agustín Haya de la Torre, Antenor Orrego, Víctor Castillo, Ismael Paz, Oscar

Imaña, Ruperto Asmat, Carlos Manuel Cox, Gerardo Vásquez, José León Barandarián, J. Quevedo, Ricardo Rivadeneira, Carlos E. Uceda,

Goyburu (prefecto de Trujillo), Pedro Rivadeneira, Masías Sánchez, Daniel Chávarri, Víctor Incháustegui, Federico Esquerre, César

Vallejo, José María Godoy, entre otros.

Antenor Orrego, director del diario “El Norte” de Trujillo

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324 | Pueblo cont. 22(2) 2011

única colección conocida. Esto corrobora la preca-

riedad de la prensa en tiempos de dictadura tal cual 17

se lo ratificaron sus propios directores :

“Antenor Orrego, Alcides Spelucín y sus herma-

nos “ […] me confirmaron que la persecución políti-

ca y el destierro no les habían permitido salvar sus

colecciones del diario, destruidas por las “brigadas 18

políticas” de las tiranías de turno”.

Como testimonio del permanente acecho dicta-

torial Ciro Alegría, quien desde muy joven trabajó

en El Norte, señala en sus memorias que Orrego fue

continuamente acosado por el gobierno. Entre otras

recuerda una oportunidad en que por su actitud de

combate…

“Recibió notificación oficial para que se presenta-

ra al ministerio de gobierno, en Lima, procedimiento

insólito que aparentemente estaba destinado a evitar

el escándalo de una captura. Todos pensábamos que 19

lo deportarían…”.

Ciro Alegría hace referencia, en la mención

anterior, al año de 1927 en que entró a trabajar

cuando el diario hubo de sufrir la campaña adversa

de la dictadura de Leguía que produjo, entre otros

contratiempos, el retiro de muchos anunciantes y

la consiguiente falta de liquidez. En estos andares

los Gildemeister, que años antes lograron la clau-

sura del diario La Libertad donde Orrego defendió

a los braceros en contra de sus intereses, intenta-

ron aprovecharse de la crisis económica en que se

hallaba El Norte para apoderarse del logotipo, sin

poder lograrlo. Estos hechos coinciden con el for-

talecimiento del régimen al fracasar la campaña

plebiscitaria de las provincias cautivas de Tacna y

Arica en 1926 como por los abundantes recursos

con que entonces contaba, alimentados por la

agilidad, dinamismo y osadía del hombre de nego-

cios exitoso que también fue Leguía. El dictador y

con él su entorno, y el régimen en general, se con-

solidaron mientras a su alrededor le rendían plei-

tesía y lo endiosaban.

Un testimonio definitivo de la agonía de El Norte

para aquellas fechas es una carta que Antenor Orre-

go, hastiado de la insolencia y del abuso dictatorial,

le dirige a su amigo César Vallejo en la que le trans-

mite el cansancio y el desasosiego que le empujaban

a salir del país:

“Trujillo, julio 6 de 1926

Mi querido César:

En tu última carta me precisas la fecha de mi viaje.

Voy a hacerlo.

He aguardado por mucho tiempo estar en mejores

condiciones económicas. No me ha sido posible. Tenía la

ilusión de llevar una regular cantidad de dinero para

establecernos, tú,

Julio y yo, comodamente en Europa. Todos mis cálcu-

los me han fallado y ya no tengo paciencia para esperar

más.

Tu no tienes idea cómo se me ha hecho hostil todo lo

que me rodea. Todas las pequeñas cosas de esta tierra se

me han vaciado encima y estoy sitiado como una fiera.

Tengo que salir o reventar. No cabe vacilación en la alter-

nativa. Sé, además, que en cualquier otra parte por muy

desgraciado y amargado que estuviera, nunca lo será

tanto como ahora.

Antenor Orrego y

César Vallejo,

cuando ambos tenían

24 años de edad

(Trujillo, 1916).

Jorge Puccinelli Villanueva

Page 76: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 325Pueblo cont. 22(2) 2011

En estas condiciones voy a salir de Trujillo y del Perú,

es decir, desesperado.

Mi salida del Perú será, más o menos, dentro de ocho

meses, es decir a comienzos del mes de abril del año próxi-

mo. Cuento con reunir para esa fecha estrictamente el

valor de mi pasaje.

[…] Tengo deseos de trabajar pero en un ambiente

distinto al de éste. Tal vez mi viaje en este sentido sea deci-20

sivo”.

Una vez derrocado Leguía, el 25 de agosto de

1930, el diario reapareció temporalmente, esta vez

con una actitud política abierta, directa y aguerrida

para criticar al gobierno dictatorial que lo limitó, a

sus promotores y beneficiarios y en apoyo decidido

al partido aprista como deja constancia la madre de

Víctor Raúl Haya de la Torre, la señora Zoila Victo-

ria de la Torre de Haya en una carta fechada el 30 de

diciembre de 1930:

“No puedo menos que dirigirle la presente para

felicitarlo muy sinceramente por su conceptuoso y

valiente artículo en defensa del A.P.R.A. publicado

en El Norte del 28 del presente.

Ojalá que estos números se hubiesen triplicado,

pues la prensa es la inmensa y santa locomotora del

progreso. La propaganda de ideales que hace el perio-

dismo, es una artillería de más alcance, más larga-

mente atronadora y más fuertemente destructora que

los grandes cañones, según un pensador, y esto es muy

necesario en estos momentos.

Lo felicito también porque es Ud. uno de los valo-

res apristas más valientes y más sinceramente pene-21

trados de los ideales del A.P.R.A.”.

NOTAS

1 Klaren, Peter. La formación de las haciendas azucareras y los

orígenes del APRA. Op. Cit., p. 173.2 Barreto, Wilson Jaime. El periodismo en Trujillo. Lima, Ed. San

Marcos 1899, p. 9.3 Orrego, Antenor. “Mi encuentro con César Vallejo en Lima”.

Lima, La Tribuna, 21 diciembre 1958.4 Espejo Asturrizaga, César Vallejo. Itinerario del hombre 1892-

1923.Op. Cit., p. 169. 5 El Norte, 3 febrero 1923.6 El Norte, 3 febrero 1923.7 El Norte, 3 febrero 1923.8 El Norte 3 febrero 1923.9 El Norte, 7 febrero 1923.10 El Norte, 10 febrero 1923.11 El Norte, 12 febrero 1923.12 Sanchez, Luis Alberto. Sobre la herencia de Haya de la Torre.

Lima, Nova Print S.A, 1994, p. 74.13 Klaren, Peter. Formación de las haciendas azucareras y orígenes del

APRA. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1976, p. 213. 14 Ramos Rau, Demetrio. Mensaje de Trujillo-del anarquismo al

aprismo- Lima, Tarea, 1987, p. 83.15 Ramos Rau, Demetrio. Ibídem, p 112.16 Ramos Rau, Demetrio. Ibídem, p 127.17 Una situación semejante ocurre con la única versión conocida

de “La Polémica de Trilce” como lo señala el autor en la presen-

tación: “…los textos[…]que publicamos a continuacióncons-

tituyen una primicia no registrada en ninguna hemerografía, y

que han permanecido totalmente desconocidos por la crítica

por la falta de colecciones de diarios y revistas en nuestras

bibliotecas y hemerotecas” Puccinelli Converso, Jorge. En:

César Vallejo. Obras Completas. Artículos y Crónicas (1918-

1939)Biblioteca Clásicos del Perú. Banco de Crédito del Perú.

Ediciónes del Centenario, Lima. 1997, pag. 662-757.18 Puccinelli Converso, Jorge. César Vallejo .Artículos y Crónicas

Completos. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú.

2002, Edición del rectorado., pag. L.19 Alegria, Ciro. Mucha suerte con harto palo. Op. cit. p. 91.20 Orrego, Antenor. Mi encuentro con César Vallejo. Op. Cit., pp.

22-31.21 De La Torre de Haya, Zoila Victoria. En: Revista Norte, N° 9,

Instituto de Estudios Vallejianos, Trujillo, diciembre 2003, p. 38.

Antenor Orrego, director del diario “El Norte” de Trujillo

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326 | Pueblo cont. 22(2) 2011

I. INTRODUCCIÓN

El primer gran homenaje que se le hizo al Amauta

Antenor Orrego Espinoza fue en el año 2002. En esa

oportunidad se realizó el Coloquio “Antenor Orrego.

La unidad continental y los orígenes de la moderni-

dad en el Perú”, que se efectuó en el Hemiciclo “Raúl

Porras Barrenechea” del Congreso de la República (2,

3 y 4 de octubre). Las ponencias que presentaron los

expositores y las que enviaron algunos intelectuales

que no pudieron estar presentes salieron publicadas

en un libro que se tituló Antenor Orrego, la unidad

continental y los orígenes de la modernidad en el

Perú y que editó el Fondo Editorial del Congreso del 1Perú con todas las ponencias del Seminario . Nueve

años de este gran acontecimiento la Universidad

Privada “Antenor Orrego” de Trujillo (UPAO) orga-

niza el segundo homenaje al gran filósofo cajamarqui-

no: Simposio “Vigencia y Trascendencia de Antenor

Orrego. Por la ruta de la identidad”. Justamente, el

presente ensayo se redacto pensando en este trascen-

dental acto intelectual.

La siguiente ponencia-ensayo busca preguntarse

sobre la vigencia de la filosofía orreguiana, especial-

mente su visón de la historia y de la cultura, a la luz de

las últimas grandes formulaciones o corrientes en los

campos de la filosofía y de la historia. Pensamos que

no hay mejor manera de ver la vitalidad de un discur-

so si es que no se le interpela con las teorías dominan-

tes y hegemónicas existentes en el mundo académico.

Así, se analizara y comparara el corpus teórico orre-

guiano desde varias teorías actualmente en boga: la

post-modernidad, la subalternidad y la filosofía lati-

noamericana actual. La filosofía post-modernista, si

bien surgió en la vieja Europa, ha tenido un fuerte

impacto en el mundo y América Latina y el Perú pue-

den perfectamente dar cuenta de ello. Para efecto de

este ejercicio se privilegiara a los tres filósofos post-

modernos más destacados: Jean François Lyotard,

Michelle Foucoult y Gianni Vattimo. La Subalterni-

dad será abordada a partir de los dos grandes momen-

tos que tuvo y tiene el Grupo de Estudios Subalternos

de la India (1982-87 y 1987-2011). Por último, la

filosofía latinoamericana será vista a partir de la obra

del filósofo mexicano Leopoldo Zea y de los discursos

de los filósofos más representativos de la filosofía de la

liberación (Enrique Dussel) y de la filosofía incultura-

da (Juan Carlos Scannone).

II. EL DISCURSO FILOSÓFICO DE

ANTENOR ORREGO: ESPACIOS DE

PRODUCCIÓN, ESTACIONES 2INTELECTUALES Y EJES TEMÁTICOS

El trabajo intelectual de Antenor Orrego siem-

pre se desarrolló en varios campos muy visibles. El

Tito Livio Agüero Vidal

Taller de Estudios Sociales y Políticos

“Antenor Orrego Espinoza”.

EL APORTE FILOSÓFICO DE

ANTENOR ORREGO:

POSTMODERNIDAD,

SUBALTERNIDAD Y

FILOSOFÍA LATINOAMERICANA

Page 78: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 327Pueblo cont. 22(2) 2011

primero, y el más importante sin lugar a dudas, es el

filosófico. Es esta actividad, reflexiva y especulativa,

poco común en el Perú de ese entonces y especial-

mente en un medio provinciano, la que práctica-

mente determina y orienta todo su quehacer inte-

lectual. Orrego siente una especial atracción por la

filosofía de la historia. Así, serán con la mente y los

ojos de la filosofía que se acercará a sus otras cinco

áreas de interés la estética, poesía, música, teatro,

novela y crítica literaria, ejercicio que muestra su

gran afición por las letras, de manera especial por la

poesía y estética. Sorprende que a pesar de ser un

hombre vinculado a los quehaceres culturales pocas

veces incursionará en el trabajo de creación literaria

propiamente dicha. El mismo se encargó de señalar

claramente su “incapacidad” para este tipo de ejer-3

cicio .

Desde una perspectiva diacrónica o procesal es

fácilmente percibidle para toda persona que se acer-

que a estudiar su obra tres momentos. El primero,

que vamos a llamar Intucionismo Bergsoniano y Este-

ticismo y que durará de 1914 a 1920; el segundo, que

denominaremos Latinoamericanismo Social y que

abarcará de 1923 a 1946; y el último, que bautizare-

mos como Latinoamericanismo Humanista que se

extenderá de 1947 a 1960. Sin embargo, es posible

encontrar ciertos hilos conductores o ejes temáticos

que van a atravesar todos o casi todos estos estadios.

Mencionémoslos rápidamente.

II.1. La función social del escritor y del

artista latinoamericano

Ambos para Orrego tienen una enorme respon-

sabilidad pues su pensamiento y/o creación artística

necesariamente debe tener tres características esen-

ciales. Primero, ser realmente autónomo, auténtico

y original. En ese sentido, la imitación, la repetición,

el colonialismo mental, los esquemas etnocéntricos

cuando no eurocéntricos, son duramente cuestio-

nados y combatidos. Segundo, poseer una dimen-

sión práctica, es decir, deben servir para mejorar y

superar la vida. Tercero, tener una estrecha relación

con la sociedad. Así, se cuestiona el trabajo intelec-

tual purista que no establece vínculos con el entor-

no social, cultural y con la historia. Por ejemplo, su

libro Pueblo continente: ensayos para una inter-

pretación de la América Latina es un claro ejemplo

de como la filosofía puede entablar contactos con

otras disciplinas: la sociología, para entender la

nueva estructura social clasista que reemplazó a

otra de carácter estamental y que se constituyó con

el proceso de formación de las haciendas azucareras

del norte; y la economía política, en su versión mar-

xista, para entender no sólo el proceso de concen-

tración de tierras, y el control absoluto de las aguas

de regadío de estas haciendas, sino también las

repercusiones económicas, sociales y políticas que

trae el capitalismo monopólico (imperialismo). Lo

mismo podría afirmarse de Hacia un humanismo

americano donde se reivindica a varios personajes

latinoamericanos (Inca Garcilaso de la Vega, Simón

Bolívar y César Vallejo) como expresiones o símbo-

los del proceso histórico social y cultural de emer-

gencia de una nueva conciencia continental.

II.2. Unidad de análisis: América Latina

A diferencia de los otros pensadores peruanos

del siglo XIX, XX y XXI para quienes el Perú, la

región geográfica (costa, sierra, selva) o la simple

provincia se convertía en el punto central de preo-

cupación (liberales, conservadores, radicales, posi-4tivistas, arielistas o novecentistas , anarquistas,

anarcosindicalistas, hispanistas, indigenistas, socia-

listas, comunistas, populistas, social cristianos, mar-

xistas, etc.) para Orrego la problemática peruana se

encuentra subsumida dentro de otra mayor: la lati-

noamericana. Así, el continente se revela como el

eje central de su pensamiento. Es por eso que se

puede afirmar que América Latina aparece en su

discurso siempre no solo como un punto de partida

sino también de llegada especialmente en su segun-

da y tercera etapa –Latinoamericanismo Social

(1923-46) y Latinoamericanismo Humanista (1947-

60)– y justamente sus libros Pueblo continente…

(1939) y Hacia un… (1966) son una clara muestra

de ello. Ahora bien, la región latinoamericana es

vista por Orrego como un bloque “homogéneo”

producto de todo un largo devenir histórico pero

enmarcada en un conjunto de relaciones sociales,

económicas y culturales concretas.

El aporte filosófico de Antenor Orrego: postmodernidad, subalternidad y filosofía latinoamericana

Page 79: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

328 | Pueblo cont. 22(2) 2011

II.3. Crítica al Pensamiento y a la creación

artística latinoamericana tradicional

En esa época la gran mayoría de los filósofos se

caracterizaban por ser meros y simples intermediarios

de conocimientos producidos por filósofos de otras

latitudes (europeos) y de otros tiempos (clásicos grie-

gos). Es decir, el trabajo filosófico se limitaba simple-

mente a repetir, difundir y divulgar lo que otros filóso-

fos ya habían escrito y/o reflexionado. Salvo las nota-

bles excepciones de José Enrique Rodó y José Vascon-

celos, los filósofos latinoamericanos no habían gene-

rado un conocimiento propio que contribuyera al

debate filosófico mundial. Algo parecido se podría

decir de la literatura escrita por lo autores nacidos en

el continente. En resumen, el filósofo y el artista lati-

noamericano no han sido libres sino todo lo contrario

han tenido un carácter y/o naturaleza liberta, manu-

metida, etc. porque simplemente se dedicaban a imi-

tar o copiar y no a crear.

II.4. Teoría del Espectro

En Orrego hay un esfuerzo por construir un marco

teórico propio, entendida como una matriz analítica

–Teoría del Espectro– aunque él prefiere llamarla

Teoría de los Gérmenes para explicar sus principales

tesis. Esto es sumamente claro especialmente durante

su segunda y tercera etapa –Latinoamericanismo Social

(1923-46) y Latinoamericanismo Humanista (1947-

60)– y nuevamente sus libros Pueblo continente…

(1939) y Hacia un… (1966) nuevamente son una

clara muestra de ello. Todo este ejercicio creativo es

algo realmente inédito no sólo en la filosofía peruana

sino también latinoamericana. José Enrique Rodó,

Antonio Caso, José Vasconcelos, Samuel Ramos,

Leopoldo Zea, Augusto Salazar Bondy, Enrique Dus-

sel, solo para citar algunos nombres de los filósofos

latinoamericanos más importantes del siglo pasado y

del actual, si bien han levantado diversas tesis o plan-

teamientos, ninguno de ellos se han caracterizado por

construir un andamiaje teórico que los convalidara

y/o respaldara.

II.5. La Tesis del Pueblo Continente

En contraposición a todo el pensamiento filosófi-

co tradicional el latinoamericanismo orreguiano, que

como ya se ha dicho, es producto de todo un proceso

histórico por el que atraviesa el continente, no sólo

aporta en lo que se refiere a una nueva actitud filosófi-

ca, el transformarse de receptor en productor, sino y

sobre todo, a la aparición de la constitución de una

filosofía propiamente latinoamericana. Que esto es

así, lo demuestra el estudio de su obra que ya a nivel

continental e internacional se ha comenzado a reva-

lorizar (Leopoldo Zea, Günther Maihold, etc.). Y es

justamente, Maihold quien con más insistencia ha

llamado la atención sobre la importancia y actualidad

del pensamiento orreguiano en la filosofía política

latinoamericana de hoy en día.

“El valor de un estudio de la obra de Antenor

Orrego no reside tanto en el hecho de que figura

entre la destacada generación del 20 en el Perú, sino

en su función como hombre de síntesis y personaje de

tránsito: es decir, por un lado, representa todo el pen-

samiento de su tiempo, de González Prada hasta

Haya de la Torre, y por el otro lado, funciona como

puente que abarca hasta las discusiones actuales de la

filosofía latinoamericana acerca del problema de la 5originalidad y de la autenticidad”.

Pero la vigencia y/o actualidad de la filosofía

orreguiana en la filosofía latinoamericana contem-

poránea se encuentra presente no sólo en los dos

temas que apunta Maihold –originalidad y autenti-

cidad– sino también en el desencuentro que se pro-

dujo entre el mismo Haya de la Torre y Leopoldo 6Zea , en los debates y polémicas que se suscitaron

alrededor de la filosofía de la dominación (Augusto 7Salazar Bondy versus Zea) a fines de los años 60

como en las diversas y múltiples corrientes de la

actual filosofía latinoamericana contemporánea.

III. POST-MODERNIDAD

Hay consenso en el mundo académico de la filo-

sofía que la denominada filosofía post-moderna y los

filósofos críticos radicales de la modernidad tienen

como antecedentes a Federico Nietzsche y a Lud-

wing Wittgenstein. Aunque sus orígenes mismos es

difícil de precisarlo, convencionalmente se conside-

ra que es con la publicación de La condición post-8

moderna de Jean François Lyotard , cuando el tér-

mino es usado por primera. vez. Efectivamente,

Tito Livio Agüero Vidal

Page 80: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 329Pueblo cont. 22(2) 2011

Lyotard si bien no inició el debate pero le puso nom-9bre a una polémica antigua .

Definirlo lo post-moderno no es fácil pues hay

un problema de contenidos o de conceptualización.

Así, algunos lo califican como un simple estado de

ánimo, otros lo ven como la forma que tiene de dis-

cutirse a si misma la modernidad tardía aunque para

los mismos filósofos que se autodenominan post-

modernos señalan que lo que los caracteriza es la

crítica de la razón como postulación de totalidad

oponiéndolo a lo fragmentario, y la experiencia

discontinua del espacio, los fragmentos autónomos

en los que se sustenta la diversidad. Pero la defini-

ción es también problemática por la enorme canti-

dad de filósofos post-modernos lo cual obliga a “es-

coger” a los más representativos o reconocidos: 10 11 12

Lyotard , Michell Foucoult y Gianni Vattimo .

El discurso filosófico post-moderno tiene las

siguientes ejes centrales. Primero, la existencia de

una nueva teoría del conocimiento sustentada en la

reconstrucción. La post-modernidad realiza una

crítica radical a la epistemología de la modernidad

pues se habla reconstrucción, descentramiento,

diseminación, discontinuidad, desmitificación,

diferencia, dispersión, etc. Todo esto supone un

rechazo del sujeto tradicional pleno y expresa una

obsesión por los fragmentos y fracturas y un com-

promiso político con las minorías singulares.

Segundo, la conciencia post-moderna es un cues-

tionamiento de una razón instrumental y del proce-

so mismo de secularización. Se enmarca en una

conciencia generalizada: la del agotamiento de la

razón y de sus deficiencias para abrir nuevas vías al

progreso humano, así como la fragilidad teórica del

discurso de la modernidad para explicar el momen-

to actual en el mundo. Hay pues un agotamiento de

la razón universal y de las categorías teóricas y valo-

res que le son afines: totalidad, sistema, los relatos

conciliadores a partir de los valores de la Ilustra-

ción, la razón instrumental como reguladora de la

vida social, etc. Estamos ante un crítica filosófica y

sociológica. Junto a la crítica a la Razón hay tam-

bién un cuestionamiento a los denominados meta-

relatos (grandes relato y/o cuentos), que vienen a

ser las grandes narraciones modernas: discursos que

operaron en términos de filosofía de la historia: la

idea de una emancipación del hombre al final de

una historia, de un tiempo que camina inexorable-

mente a la emancipación de las sociedades, el prota-

gonismo del sujeto moderno como individuo capaz

de enunciar racionalmente una verdad y de tener

transparencia en sus sentidos al percibir la realidad

y que se camina indeclinablemente hacia la liber-

tad, hacia la absoluta soberanía de los pueblos, a la

justa igualdad en la distribución de la riqueza. En

otras palabras, estaríamos asistiendo a la desapari-

ción de todos los proyectos políticos normativos 13

totalizantes .

Los campos de desarrollo de lo post-moderno

son varios, diversos y múltiples. Primero, la políti-

ca pues lo postmoderno se enlaza con las aspira-

ciones de los movimientos de las minorías: con el

feminismo, con el homosexualismo, con las mino-14

rías étnicas, con el ecologismo, etc. Segundo con

una nueva sensibilidad artística (cultura, estética,

literatura (crítica literaria, novela, etc.), cine,

pintura, arquitectura, etc., que se tiene como nota

común el ser liberadora. Por ejemplo, la literatura

tiene un papel clave en el desarrollo de lo post-

moderno pues gran parte lo postmoderno se inspi-

ra en meditaciones sobre la narrativa literaria, 15

sobre la novela moderna . Muchos de los post-

modernos son o han sido críticos literarios o han

partido de especulaciones sobre la literatura para

desde allí abarcar otros campos (Lyotard, Ihab 16

Hassan, Deleuze, Kristeva, Eco , etc.). Mucho del

pensamiento postmoderno se inspira en los cambios

en el discurso narrativo, de la ficción literaria, en el

paso de la novela lineal a la novela de simultaneidad

o sincronicidad, por ejemplo, en un postulado de la

novela contemporánea cuando propone que la uni-

dad de la obra se da por la yuxtaposición de perspec-

tivas diversas. La posibilidad de novelar la realidad

como un discurso lineal que deslindó con la narrati-

va del siglo XIX, se trasladó al influenciar en la con-

ciencia post-moderna, a la deslegitimación de los

discursos globalizantes y a la renuncia de la organi-

zación jerárquica de los hechos, todo esto a partir de

una argumentación inspirada en la crisis de la repre-

sentatividad artística.

El aporte filosófico de Antenor Orrego: postmodernidad, subalternidad y filosofía latinoamericana

Page 81: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

330 | Pueblo cont. 22(2) 2011

A estas alturas podemos ya llegar a algunas con-

clusiones. Quizás lo primero que se debe decir es

que en realidad la post-modernidad no es tan nueva

como podríamos pensar a primera vista si no que es

una forma de entender la filosofía tan veja como la

misma modernidad, es mas, se puede muy bien afir-

mar que prácticamente nace con ella. Si bien Lyo-

tard es sin duda el pensador post-moderno más

importante seria un error identificar los post-

moderno sólo con su pensamiento. Esto es impor-

tante señalar porque el

debate filosófico europeo

entre modernos y post-

modernos o para decirlo

en otras palabras la

polémica entre Jürgen

Habermas y Lyotard es

imposible separar uno de

otro, no se puede hablar

de post-modernidad sin

referirse a la modernidad

pues son parte de un 17mismo debate .

Segundo, el discurso

post-moderno, al no tener

aún una praxis claramen-

te definida y por recusar,

por principio, todo dis-

curso o relato post-

moderno se presenta

como un paradigma en

trance de constitución.

Tercero, los filósofos

postmodernos, la gran

mayoría han tenido una militancia comunista (Lyo-

tard, Foucoult y Vattimo), que son los filósofos más

representativos y por consiguiente han tenido una

formación marxista y en los caso de Lyotard y Fou-

coult su marxismo fue de corte estructuralista pues

en el Partido Comunista Francés (PCF) el principal

ideólogo era Louis Althusser. Mientras que el caso

de Vattimo es distinto pues el Partido Comunista

Italiano (PCI) el marxismo practicado era tributario

de Antonio Gramsci, que pregonaba un marxismo

más historicista y culturalista.

Cuarto, la crítica a la “razón universal” puede

muy bien ser entendida como un cuestionamiento

teórico y práctico a una razón que tuvo su partida de

nacimiento en la vieja Europa y que desde ese espa-

cio se expandió por todo el mundo. Entonces una

crítica a este tipo de razón hace que el discurso post-

moderno tenga un carácter y/o naturaleza crítica

del eurocentrismo. Sin duda, que un factor a tomar

en cuenta es el pesimismo que se apodero de Europa

y que tuvo efectos en el estado de ánimo de los inte-

lectuales europeos. La

caída del Muro de Berlín

lo aceleró. Así se produ-

ce un suerte de desen-

canto de las ideas, ideo-18

logías y utopías .

Quinto, lo post-

moderno alude a un tras-

fondo cultural, casi el

tapiz conceptual sobre el

cual se desarrolla la glo-

balidad y ese tapiz de

post-modernidad se com-

pone de la crisis de los

paradigmas científicos,

la alteración súbita del

sistema de valores, el

dominio creciente de la

abstracción y la imagen

sobre la propia realidad

experimental y el carác-

ter ambivalente de nues-

tro vínculo creciente con

la tecnología.

Por último, en Latinoamérica José Nun ha

hecho importantes aportes para entender la política

latinoamericana desde una perspectiva postmoder-19na . Nestor García Canclini no se ha quedado atrás

sus escritos son interesantes para comprender el

proceso cultural latinoamericano y además sostiene

que la modernidad latinoamericana necesita de una 20fase previa postmoderna . En el Perú hay un grupo

de intelectuales postmodernos: José Ignacio López 21 22

Soria , Víctor Samuel Rivera , Carlos Calderón 23Fajardo , etc.

Antenor Orrego, a comienzos de la década del veinte

del siglo pasado.

Tito Livio Agüero Vidal

Page 82: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 331Pueblo cont. 22(2) 2011

IV. SUBALTERNIDAD

El fin del dominio político inglés en la India

(1947) no llevo inmediatamente a un cambio total

de paradigmas en las ciencias sociales en esta emer-

gente república pues durante un buen tiempo una

buena parte de los estudios, investigaciones, mono-

grafías, etc. se redactaban bajo parámetros teóricos

y metodológicos europeos aunque sería más apro-

piado decir ingleses. Esta situación era lógica, pues

los cambios culturales no tienen el mismo ritmo que

los cambios propiamente políticos. Así, hay una

primera gran etapa, que dura hasta las décadas del

60 y 70, donde los científicos sociales, que en su

gran mayoría habían cursado sus estudios universi-

tarios en Inglaterra, se ubicaban en una suerte de

esquema opositor dicotómico: colonialistas o impe-

rialistas (pro-ingleses) versus nacionalistas. Es inte-

resante repasar los argumentos que los autores impe-

rialistas señalaban pues ellos sostenían que el

gobierno inglés había sido altamente beneficioso

para la India: la unidad política, las instituciones

modernas de educación, las industrias modernas,

un sentimiento de nacionalismo, el imperio de la

ley, etc., habían sido parte del aporte inglés a la 24India . Mientras que los nacionalistas argumenta-

ban que el colonialismo británico había tenido efec-

tos sumamente negativos en el desarrollo económi-25

co y cultural de la India .

Un segundo gran momento en la producción

bibliográfica de la India lo constituye la crítica que

efectúan la nueva promoción de intelectuales indios

a este esquema opositor dictómico en que estaban

divididos los intelectuales indios: Makid Siddiqui y

Kapil Kumar de la Universidad de Nueva Delhi, His-

tesrajan Sanyal de la Universidad de Calcuta, Step-

hen Henningham y Max Harcourt de Australia pero

sobre todo Gyanendra Pandey de la prestigiosa y repu-

tada universidad inglesa de Oxford, David Hardiman

y David Arnold también desde otra casa de estudio

superior inglés, en este caso Sussex. Estos últimos

formaran parte del Grupo de Estudios Subalternos y

que tuvo a Ranajit Guha como su Director, Orienta-

dor y principal ideólogo hasta 1982-87.

El marco teórico del Grupo de Estudios Subal-

ternos en esta primera etapa bajo la dirección de

Guha tiene una identificación con las ideas del mar-

xista italiano Antonio Gramsci cuya interpretación

del marxista esta marcada por una suerte de descen-

tramiento respecto a los centros teóricos e ideológi-

cos en boga en esos años: Alemania y Rusia. Justa-

mente el término subalterno es una contribución

propiamente gramsciana. Pero junto al marxismo

historicista y culturalista de Gramsci hay una iden-

tificación pero al mismo tiempo una ccrítica a la

historiografía marxista inglesa (“historia-desde-

abajo”) de Edward Thompson, Erick Hobsbawn,

Christopher Hill, etc.

El discurso del Grupo de Estudios Subalternos le

cuestiona a la historiografía marxista inglesa tres

puntos muy concretos. Primero, la relación estre-

cha, casi de causa efecto entre la historia universal

del capital y la historia del poder. En realidad este

tema es una idea de Gramsci quien levanto la tesis

de la autonomía de lo político de lo económico.

Segundo, se constituía como una crítica de la

nación como forma. Tercero, era una interrogación

a la relación entre el poder y el conocimiento, es

decir, del archivo mismo y de la historia como una 26forma de conocimiento .

Por otro lado, la crítica que el Grupo de Estudios

Subalternos le hace tanto a los historiadores indios

colonialistas como a los historiadores nacionalistas

es que construyeron una visión de la historia total-

mente elitista. Es por eso que la propuesta historio-

gráfica que levantan es una historia donde los gru-

pos subalternos fueran vistos como sujetos de la

historia. Para hacer esto era necesario conceptuali-

zar el término subalterno y darle un contenido con-

creto. Ahora pueblo y clases subalternas serán sinóni-

mos y se las define como la “diferencia demográfica

entre el total de la población india” y las elites domi-

nantes tanto indígenas como extranjeras.

Hay otros dos aspectos del ideario de Guha que

es necesario señalar. Primero, la crítica a las concep-

ciones históricas eurocéntricas que lo lleva a plan-

tear una visión de la historia que rompa con esta

perspectiva o enfoque pero que no implicaba un

desconocimiento del carácter universal o globali-

zante del capitalismo y menos de la historia. En

otras palabras la reivindicación de la especificidad o

El aporte filosófico de Antenor Orrego: postmodernidad, subalternidad y filosofía latinoamericana

Page 83: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

332 | Pueblo cont. 22(2) 2011

particularidad de una sociedad post-colonial, en

este caso de la India, no debe anular una visión tota-

lizante o macro donde el conocimiento de lo post-

colonial desde una perspectiva no europea se cons-

tituye en una contribución para el conocimiento

global. Segundo, al reivindicar las características

sociales indias que lo diferencian del mundo euro-

peo en Guha hay una reivindicación del campesina-

do como actor político central. En este punto la

diferencia con los marxistas ingleses es realmente

radical pues para ellos el campesinado era una clase

social totalmente secundaria destinada a desapare-

cer con la emergencia pero sobre todo la expansión 27del capitalismo .

En 1988 Ranajit Guha se retira del equipo edito-

rial Grupo de Estudios Subalternos y eso permite que

emerga una nueva promoción de científicos sociales

que continúen con este importante y valioso. ejerci-

cio intelectual y es aquí que hablamos del segundo

gran momento del Grupo de Estudios Subalternos

que continua hasta el día de hoy. Como era de espe-

rarse los nuevos miembros continúan con las líneas

maestras de Guha pero también señalan algunos

vacíos y se dedican a llenarlos. Básicamente encuen-

tran dos: el olvido de las cuestiones de género o de no

haber establecido vínculos con el feminismo teórico y

que no se había enfrentado con las críticas contempo-

ráneas de la idea misma del sujeto. Desde el plano

teórico se observa la influencia del deconstruccionis-

mo y del post-modernismo o para ser más preciso de

un autor post-modernista, Michelle Foucoult.

Los méritos que tiene el Grupo de Estudios

Subalternos de la India es que su epistemología, que

es una especie de descentramiento de la historia,

entendida como un conocimiento social que no

puede estar sustentado en el análisis de la experien-

cia de un solo tipo de sociedad, en este caso la euro-

pea, y que erróneamente es presentado como si

tuviera caracteres universales. Lo que se propone

alternativamente es una nueva mirada que ha teni-

do la suerte de difundirse ya por muchos espacios

académicos y universitarios (Inglaterra, Estados

Unidos, Australia, América Latina, etc.). Hoy

encontramos ya Grupo de Estudios Subalternos en

Asia, Latinoamérica, etc.

V. FILOSOFÍA LATINOAMERICANA

Un primer acercamiento a la Filosofía Latinoa-

mericana muestra que prácticamente existen dos

grandes interpretaciones sobre sus orígenes, carac-

terísticas y contenidos. La primera, que podríamos

llamar convencional u tradicional, parte de la idea

que históricamente la filosofía aparece en Europa

pues indica que las condiciones históricas dentro de

las cuales emergió la filosofía (fundación de ciuda-

des griegas en las costas de Asia Menor y sur de Ita-

lia, expansión comercial, etc.) son peculiares de

Grecia y, por consiguiente, la filosofía sólo podía

surgir entre los griegos. Producto de esta herencia

filosófica griega se construyen o elaboran los crite-

rios que definirían a un discurso propiamente filosó-

fico: racionalidad-lógica, metodología sistemática,

cientificidad, grafidad, individualidad del sujeto

(filósofos históricamente identificables) y actitud

antimitológica. Sin embargo, en los últimos años ha

aparecido una crítica a esta tesis genéticas e históri-

cas eurocéntricas: para comenzar se olvida normal-

mente el hecho que la filosofía occidental tiene su

origen en Asia, en la periferia de la civilización grie-

ga, y no en el seno mismo del corazón de Occidente

(Atenas o Roma) y los criterios de validación no son

aplicables a los griegos, romanos, ni a la época

medieval pues en realidad son renacentistas y post-28

renacentistas más que propiamente griegos .

La segunda forma de interpretación de la filoso-

fía latinoamericana seria tributaria de los esfuerzos

de numerosos filósofos que sostienen que si hubo

filosofías antiguas orientales, por ejemplo egipcias,

chinas, hindúes, árabes, etc., y que son especulacio-

nes que merecen sin restricciones el nombre de filo-29

sóficas . Producto de esta manera de pensar algu-

nos filósofos han comenzado a sostener que filosofía

no surge en la región con la llegada de los españoles

(europeos) sino que ya en las sociedades precolom-

binas avanzadas (inca, azteca y maya) existía un

discurso que podía definirse perfectamente como

filosófico. En este punto, sin duda hay que mencio-30nar el trabajo pionero de Miguel León Portilla y en

los últimos años habría que destacar el esfuerzo de 31Mercedes de la Garza . Para abordar el caso andino

son cuatro son los autores que habría que mencio-

Tito Livio Agüero Vidal

Page 84: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 333Pueblo cont. 22(2) 2011

32 33nar: Henrique Urbano , Antonio Peña , María

34 35Luisa Rivara Tuesta y Josef Esterman .

Un segundo acercamiento a la Filosofía Latinoa-

mericana, que sin duda exigiría un mayor nivel de

análisis, nos llevaría a ir más allá de las dos formas de

conceptualizar la filosofía latinoamericana, es decir,

de considerar que ella surge con la llegada de los

españoles o que aquella tuvo sus orígenes en la

misma región. Se debe señalar que en el primer caso

no estamos ante una filosofía propiamente latinoa-

mericana sino solo ante la llegada de la filosofía a

tierras latinoamericanas. Lo cierto que una filosofía

realmente latinoamericana no debe ser confundida

con la simple recepción filosófica, que es lo que tuvo

el continente con el arribo de los europeos. Una

filosofía latinoamericana exige un mayor desarrollo,

tanto por el lado de los sujetos que se dedican a la

reflexión y meditación como también por el mismo

carácter o naturaleza del mismo discurso filosófi-36

co . Una Filosofía Latinoamericana y no una Filo-

sofía de Latinoamérica sería en palabras de Leopol-

do Zea una filosofía realmente auténtica:

“Cuando la filosofía es auténtica enfrenta los

problemas de su realidad y plantea soluciones. Así lo

han hecho todos los filósofos, desde los clásicos...Es

aquella filosofía que utiliza el planteamiento filosófi-

co para responder a los problemas urgentes y concre-

tos de la realidad histórica y social, de la que forma 37parte el propio pensador” .

Si esto es así, una filosofía latinoamericana si

bien tendría sus inicios con las tres grandes civiliza-

ciones precolombinas tendría su primera plasma-

ción con la producción filosófica de José Enrique

Rodó, José Vasconcelos, etc. (fines del siglo XIX y

comienzos del XX) y especialmente con los filósofos

de las décadas del 40 y 50 del siglo XX para adelante,

que por razones de espacio vamos privilegiar a estos

últimos. Ya en esas épocas se distinguía a los filóso-

fos que habían nacido en estas tierras de diversas

maneras: una de ellas era distinguir entre universa-

listas y latinoamericanistas: los primeros postulaban

que su estilo debía ser universalista mientras que los

segundos abogaban que debía tener un carácter

regionalista, ser una filosofía de lo latinoamericano.

Una segunda forma era diferenciando entre filóso-

38 39fos comprometidos y filósofos torres de marfil . Más

allá de estas clasificaciones que siempre son simplis-

tas, cuando no arbitrarias, lo importante es señalar

es que en estas generaciones cuando la filosofía lati-

noamericana se encuentra plenamente a sí misma y

logra desarrollarse de manera creativa tanto en el

aspecto teórico como en el práctico. Si uno revisa la

producción filosófica no latinoamericana sino euro-

pea se encuentra que por esa época en la Europa

continental, especialmente en Francia e Italia, los

filósofos estaban también divididos en estos dos

grandes grupos. Esta división era, en muchas veces,

bastante aristada y cada grupo rechazaba al otro, a

veces despectivamente, y consideraba que leer lo

que producía era tiempo perdido.

En estos momentos, en la filosofía latinoameri-

cana existen dos corrientes filosóficas dominantes. 40

Una es la llamada filosofía de la liberación , de las que

participan una infinidad de filósofos latinoamerica-

nos (Gunter Rodolfo Kusch, Mario Carlos Coalla,

Amelia Podetti, Oswaldo Ardiles, Arturo Andrés

Roig, José Severino Croatto, Manuel Ignacio Cam-

pos, Horacio Cerruti Guldberg, etc.), que tiene en el

filósofo argentino Enrique Dussel a su máximo expo-41nente y que ya tuvo algunos roces con el filósofo

alemán Karl-Otto Apel, principal teórico de la lla-42mada ética discursiva . Otra, es la denominada filo-

sofía inculturada, surgida en Argentina, y en el que

el padre Juan Carlos Scannone sobresale nítida-

mente como su principal representante. Ella es el

fondo un desarrollo y una crítica a la filosofía de la 43

liberación . La conceptualización de su propuesta o

alternativa filosófica gira alrededor de la categoría

teórica central: sabiduría popular. Su Tesis Central

sobre el carácter y/o naturaleza de la filosofía podría

formularse en estos términos:

X ® Y ® W

X: Cultura, Religiosidad, Símbolos y Narrativa popular

Y: Sabiduría Popular

W: Pensamiento filosófico

Hoy en día, a diferencia de hace unos años por

no decir décadas, hay consenso en el mundo acadé-

mico sobre el estatus de la filosofía latinoamericana.

La importancia que a día a día va teniendo es cada

vez mayor. No sólo es el hecho que los filósofos lati-

El aporte filosófico de Antenor Orrego: postmodernidad, subalternidad y filosofía latinoamericana

Page 85: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Tito Livio Agüero Vidal

334 | Pueblo cont. 22(2) 2011

noamericanos son más reconocidos, que sus ideas se

abren paulatinamente paso tanto que la producción

filosófica latinoamericana no puede seguir perma-

neciendo ignorada, sino que ahora algunos filósofos

latinoamericanos ocupan puestos de importancia

en las organizaciones filosóficas mundiales e inclusi-

ve se atreven a discutir con sus antiguos maestros o

polemizan con filósofos franceses u alemanes tal

como lo atestigua la polémica entre Enrique Dussel

y Karl-Otto Apel.

VI. MATRIZ ANALÍTICA, ANÁLISIS Y CONCLUSIONES

POST-

MODERNIDAD

ANTENOR

ORREGOSUBALTERNIDAD

FILOSOFÍA

LATINO-AMERICANA

INTELECTUALES: filósofos, historiadores, científicos sociales, etc.

Antenor Orrego:LatinoamericanismoSocial yLatinoamericanismo Humanista.

Jean François Lyotard, Michelle Foucoult y Gianni Vattimo.

(1982-87). I Grupo de Estudios Subalternos de la India: Ranajit Guha.

(1988-2011). II Grupo de Estudios Subalternos de la India.

Leopoldo Zea (filosofía latinoamericana), Enrique Dussel (filosofía de la liberación) y Juan Carlos Scannone (filosofía inculturada).

MARCO TEORICO Henri Bergson

Oswqld Spengler

Kart Marx

Federic Nietzsche

Martin Heidegger

Federic Nietzsche

Ludwing Wittgenstein

Karl Marx

Marxismo

Antonio Gramsci

Postmodernidad: Michelle Foucoult

Deconstruccionismo

José Vasconcelos

Samuel Ramos

Augusto Salazar Bondy

Gustavo Gutiérrez

DISCURSO:Conceptualización de las Teorías

Crítica al racionalismo: positivismo filosófico.

Crítica al eurocentrismo.

Crítica al racionalismo: Modernidad.

Crítica a la epistemología de la Modernidad.

Crítica al marxismo estructuralista.

Crítica al eurocentrismo.

Crítica a las interpretaciones históricas tradicionales.

Crítica al eurocentrismo.

Crítica a la historiografía marxista inglesa (“historia-desde-abajo”): Edward Thompson, Erick Hobsbawn, Christopher Hill, etc.

Crítica al racionalismo: positivismo filosófico.

Crítica al eurocentrismo.

Marxismo latinoamericano.

DISCURSO:Conceptualización de la Propuesta Teórica.

Descentramiento de la filosofía.

Construcción de una filosofía desde América Latina y para América Latina.

Descentramiento de la filosofía.

Intento de construcción de una filosofía en base a una nueva epistemología.

Descentramiento de la historia y de las ciencias sociales.

Construcción de una historia desde la India a y para la India.

Descentramiento de la filosofía.

Construcción de una filosofía desde América Latina y para América Latina.

Reivindicación de la liberación.

Reivindicación de la cultura y la cultura popular.

CONCLUSIONES Puente entre la filosofía latinoamericana de inicios del siglo XX con la nueva filosofía latinoamericana, filosofía de la liberación y filosofía inculturada.

Contribución a la Teoría Post-colonial

Impacto en los filósofoslatinoamericanos.

Contribución a la Teoría Post-colonial.

Repercusiones en el mundo académico: India, Inglaterra, Australia, Estados Unidos y América Latina.

Grupo Asiático de Estudios Subalternos.

Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos.

Contribución a la Teoría Post-colonial

Contribución a la Teoría Post-colonial.

Repercusiones en el mundo de la filosofía.

Page 86: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 335Pueblo cont. 22(2) 2011

Después de presentar críticamente los discursos

de Antenor Orrego y de los intelectuales más repre-

sentativos de las diferentes corrientes filosóficas e

históricas se puede construir una tabla que permite

efectuar un análisis comparativo para lo cual se ha

privilegiado algunas variables o ejes temáticos:

marco teórico, discurso (conceptualización de las

teorías y conceptualización de la propuesta teórica)

y conclusiones. Todo esto permite tener una idea

clara de los idearios y permite efectuar una compa-

ración incluso visual. Sin embargo, quisiéramos

presentar algunas conclusiones finales.

Todos estos intelectuales se caracterizan por ser

pensadores sumamente analíticos y reflexivos. Esta

condición los lleva a plantearse preguntas, interro-

gantes, etc., sobre el carácter y/o naturaleza del

conocimiento filosófico o científico social conven-

cional de su tiempo. Descubren que todo el corpus

teórico que han recibido esta vinculado con la pro-

blemática social o filosófica de una determinada

sociedad, en este caso la europea y que además se

caracteriza por presentarse como universal o de

aplicación global. Entonces, estos pensadores se

preguntan si todo este bagaje teórico y conceptual

puede ser aplicado a sociedades no europeas que

han tenido un desarrollo o evolución distinta o dife-

rentes, en este caso Latinoamérica o la India.

La crítica al eurocentrismo es pues otro común

denominador de todos estos pensadores, especial-

mente de Orrego, de los subalternos y de los filóso-

fos latinoamericanos y en menor medida de los post-

modernos. Pero ¿qué es el el eurocentrismo? ¿Cómo

definirlo?

“El eurocentrismo es un culturalismo en el sentido

de que supone la existencia de invariantes culturales

que dan forma a los proyectos históricos de los diferen-

tes pueblos, irreductibles entre sí. Es entonces antiuni-

versalista porque no se interesa en descubrir leyes gene-

rales de la evolución humana. Pero se presenta como

un universalismo en el sentido que se propone a todos

la imitación del modelo occidental como la única solu-

ción a los desafíos de nuestro tiempo… es un fenómeno

específicamente moderno cuyas raíces no van más allá

del Renacimiento y que se ha difundido en el siglo XIX.

En ese sentido constituye una dimensión de la cultura y 44de la ideología del mundo capitalista moderno” .

Estos filósofos y científicos sociales (historiado-

res) desarrollaron una fuerte insatisfacción frente al

conocimiento dominante en los espacios académicos

y decidieron ser atrevidos y pensar los problemas filo-

sóficos y sociales tomando en cuenta su propio espa-

cio temporal. Es decir, decidieron filosofar y/o investi-

gar históricamente desde la misma Latinoamérica o la

India. Vemos pues que hay un cambio de mirada res-

pecto al observador, éste ya no analiza la realidad lati-

noamericana o India tomando en cuenta teoría s sur-

gidas en el viejo mundo. Todo esto los lleva a recon-

ceptualizar, dar nuevos contenidos a muchas catego-

rías de origen europeo, y en muchos casos a crear nue-

vas categorías que puedan ser útiles para entender

una nueva realidad. Producto de esta elección se cons-

truye una filosofía desde la América Latina o una

historia desde la India.

Por último, y esto es quizás lo más importante. El

relativismo social y cultural de Orrego, de los filósofos

latinoamericanos y del Grupo de Estudios Subalter-

nos II (1982-87) si bien al recusar el eurocentrismo y

crear una filosofía e historia no europea se ubican en

una suerte de relativismo cultural esto no los lleva a

recusar el conocimiento social global o totalizante

como si lo hacen los post-modernos y el Grupo de

Estudios Subalternos II (1988-2011). Todo lo contra-

rio, su aporte debe ser visto como una contribución al

conocimiento social universal pues este deber ser una

construcción que tome en cuenta no solo la experien-

cia europea sino también la de las sociedades no desa-

rrolladas o periféricas. Solo así la teoría social podrá

exhibir su carácter universal especialmente en

momentos donde gracias a las últimas innovaciones

tecnológicas la mundialización o globalización del

capitalismo ha alcanzado niveles nunca antes vistos 45

en la toda la historia de la humanidad .

NOTAS

1 Varios Autores. Antenor Orrego, la unidad continental y los

orígenes de la modernidad en el Perú. Lima: Fondo Editorial del

Congreso del Perú, 2003. 166 pp.2 En este capítulo resumimos parte del ensayo “El Amauta Ante-

nor Orrego Espinoza (1892-1960): Ideólogo del Movimiento

Aprista” que fue redactado y presentado como ponencia en el

II Simposio Internacional “Vida y Obra de Víctor Raúl Haya de

la Torre", realizado en el Museo de la Nación, los días 16, 17 y

18 de setiembre de 1999.

El aporte filosófico de Antenor Orrego: postmodernidad, subalternidad y filosofía latinoamericana

Page 87: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

336 | Pueblo cont. 22(2) 2011

3

he tratado de cultivarlo o desarrollarlo durante mi azarosa

carrera de escritor y, pocas veces, en muy contadas ocasiones,

ciertamente, me he visto en el caso de ejercitarlo en circuns-

tancias que me fueran imprescindibles. Por este motivo, jamás

intenté el género literario del cuento, de la novela o de la inves-

tigación histórica de acontecimientos, o de la simple crónica

narrativa” (orrego Espinoza, Antenor. Mi encuentro con César

Vallejo. Bogotá: Mesa Redonda, 1989, pp. 35).

4 Aquí habría que hacer una sola y brillante excepción Francisco

García Calderón quien quizás por su distancia física del Perú se

permite abordar en 1912 la problemática latinoamericana en

dos libros: “La creación de un continente” (En: Obras Escogi-

das. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2001, T. II.

211 pp.) y “Las democracias latinas de América”. (En: Ob., cit.,

T. III, 518 pp.).

5 Maihold, Günther (1988). “Antenor Orrego: derroteros del

proceso cultural latinoamericano”. En: Socialismo y Participa-

ción. Lima: CEDEP, # 43, setiembre de 1988, pp. 83.

6 Las diferencias se originan con la aparición del libro de Zea

“América como conciencia” (México: Cuadernos Americanos,

1954), el cual recibió duras críticas de parte de Haya de la Torre

(Cartas a Luis Alberto Sánchez del 2-IX-1953, 12-X-1953, XII-

1953 y 4-I-1954) y que inclusive lo llevó a redactar un libro

respuesta. Poco tiempo después, a raíz de su salida de la emba-

jada de Colombia, los dos se reunieron en México y aparente-

mente las diferencias desaparecieron (Zea, Leopoldo. Introduc-

ción a “Haya en Cuadernos Americanos”. Lima: Instituto Cam-

bio y Desarrollo, 1990, pp. 21). Sin embargo, hubiera sido

importante y más que eso interesante publicar el texto de Haya

de la Torre pero esto nunca pasó y según Sánchez “No conoce-

mos la suerte de los originales del libro sobre Garcilaso, ni la

respuesta a Leopoldo Zea, “América como conciencia”, ni la

refundación de su juvenil trabajo sobre Ricardo Palma, ni

nunca nos habló de estos originales” (En: “Haya De La Torre,

Víctor Raúl y Sánchez, Luis Alberto”. Correspondencia 1924-

1976. Lima: Mosca Azul, 1982, T. II, pp. 128).

7 Salazar Bondy redactó un folleto titulado ¿Existe una filosofía en

nuestra América? (1968) en el que sostenía la inexistencia de

una filosofía latinoamericana y además que tanto la filosofía de

tendencia universalista, como la de lo americano, eran en

realidad filosofías de la dominación, surgidas de ella y justifi-

cándolas. Inmediatamente Zea le respondió ese mismo año

con La filosofía americana como filosofía sin más, en el que soste-

nía que la filosofía de lo americano que él había liderado ya

había cumplido su ciclo y que ahora, como reza el título de su

texto, la filosofía americana pasaba a ser un filosofía de lo huma-

no sin más. En 1973 Salazar Bondy redacta una ponencia

llamada "Filosofía de la dominación y filosofía de la liberación"

en la que contrapone a la filosofía latinoamericana existente -

en realidad, casi toda la filosofía precedente- otra de la libera-

ción a gestarse. Si se desea profundizar en este tema es alta-

mente recomendable leer el ensayo de David Sobrevilla “Las

críticas de Leopoldo Zea a Augusto Salazar Bondy” (En: Revista

Latinoamericana de Filosofía. Buenos Aires, Vol. XVI, # 1,

marzo de 1990, pp. 25-45).

8 Lyotard, Jean Francois. La condición postmoderna. Madrid:

Cátedra, 1987.

“...mi escaso talento o casi nulo talento narrativo. Este nunca 9

Vista. Buenos Aires, # 1987.

10 Es altamente recomendable leer el ensayo de Guillermo

Rochabrun “La ciencia según Weber y Lyotard: una compara-

ción” (En: Batallas por las teoría. En torno a Marx y el Perú. Lima:

IEP, pp. 515-536).

11 Michel Foucault no es solamente uno de los filósofos postmo-

dernos más importantes sino que también es uno de los más

prolíficos. Presentamos algunos de sus escritos más reconoci-

dos: “Historia de la locura” (1961), “Nacimiento de la clínica”

(1963), “Las palabras y las cosas” (1966), “La arqueología del

saber” (México: Siglo XXI, 1970), “Vigilar y castigar” (1975),

“La voluntad de saber” (1976), “Un diálogo sobre el poder y

otras conversaciones” (Madrid: Alianza Editorial, 1981), etc.

Un ensayo muy agudo sobre sus reflexiones acerca del poder es

el de Elena Losa (“Michel Foucault dialoga sobre el poder”. En:

Debates en Sociología. Lima: PUCP, # 9, pp. 127-133).

12 Los trabajos más importantes de Gianni Vattimo son los

siguientes: “El fin de la modernidad” (Barcelona: Gedisa,

1985), “La sociedad transparente” (Introducción de Teresa

Oñate. Paidós: Universidad Autónoma de Barcelona), “Pos-

moderno: ¿una sociedad transparente?” (En: Medios y Socie-

dad. Lima: El Perezoso, Año I, # 1, pp. 8-14), etc.

13 En este punto conviene leer: Miguel Giusti “Modernidad sin

alternativas, sobre las condiciones de racionalidad en Jürgen

Habermas” (En: Modernidad en los Andes. Cusco: Centro de

Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de las Casas", pp. 9-27)

y F. Hinkenlammert “Utopía y proyecto político: la cultura de la

postmodernidad” (En: Nueva Sociedad. Venezuela, # 91, 1987).

14 Jamenson, F. “La política de la teoría: posturas ideológicas en el

debate postmodernista”. En: Revista de Estética. Buenos Aires,

1988.

15 Deleuze, G. Proust y los signos. Barcelona: Anagrama, 1972.

16 Rosso, S. y Eco, U. "Correspondencia con Umberto Eco". En:

Revista de Estética. Buenos Aires, # 7, 1988.

17 Acerca de la confrontación entre modernos y postmodernos es

recomendable leer: N. Casullo (“El debate modernidad-

postmodernidad. Compilación”. Buenos Aires: Punto Sur,

1989), James Dyle (“¿Por qué me aburre tanto el postmodernis-

mo?” En: Areté. Revista de Filosofía. Lima: PUCP, Vol. VIII, “#

1, 1996, pp. 119-135), A. Wellmer (”La dialéctica de la moder-

nidad y la posmodernidad”. En: Debates. Barcelona, # 14,

1985) y J. Pico (Modernidad y posmodernidad. Madrid: Alianza

Editorial, 1988).

18 Lechner, Norbert ( ). "Un desencanto llamado postmoderni-

dad". En: Los patios interiores de la democracia. Santiago de

Chile, 1989.

19 Nun, J. ( ). La rebelión del coro. Buenos Aires: Nueva Visión,

1989.

20 García Canclini, Néstor ( ). “La modernidad después de la

posmodernidad”. En: Cuadernos de Cultura. San Pablo: Memo-

rial, # 1, 1990.

21 José Ignacio López Soria fue el primer filósofo que se definió

como postmoderno. He aquí algunos de sus ensayos mas leídos:

“Tres entradas al debate de la modernidad: Lyotard, Haber-

mas, Heller)” (En: Ob., cit., pp. 37-59) y “Perspectivas postmo-

dernas” (En: Ob., cit., pp. 87-110).

Huyssen, A. “Cartografía del postmodernismo”. En: Punto de

Tito Livio Agüero Vidal

Page 88: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 337Pueblo cont. 22(2) 2011

22

mente copiosa. Veamos algunos de sus escritos más importan-

tes: “La posmodernidad y el monopolio” (En: Expreso. Lima, 6-

XII-1999), “Totalitarismo y la política del embudo” (En: Expre-

so. Lima, 6-III-2000), “Nietzsche, profeta de la postmoderni-

dad” (En: Expreso. Lima, 29-I-2000), “El mundo clásico, reino

de virtud” (En: Expreso. Lima, 6-III- 2001), etc.23 Calderón Fajardo, Carlos (1991). “¿Qué es la postmodernidad?

Aproximaciones a una definición”. En: Apertura, Año 1, # 5,

agosto-1991, pp. 15-22.24 Ver Anil Seal Emergence of Indian Nationalism: Competition and

Collaboration in the Later Nineteenth Century (Cambridge:

Cambridge University Press, 1968) y John Gallaher, Johnson

Gordon y Anil (Locality, Province, and Nation: essays on Indian

Politics, 1870-1940, Cambridge: Cambridge University Press,

1973).25 Chandra, Bipan (1979). Nationalism and Colonialism in Modern

India. Nueva Delhi: Orient Longman.26 Chakrabarty, Dipesh (2002). “Una pequeña historia de los

estudios subalternos”. En: Repensando la subalternidad. Miradas

críticas desde/sobre América Latina de Pablo Sandoval (editor).

Lima: IEP, 2009, pp. 33.27 Por consiguiente, las sociedades agrarias o campesinas son

pueblos “prepolíticos que todavía no han encontrado, o siquie-

ra han empezado a encontrar, un lenguaje específico en el que

puedan expresar sus expresiones acerca del mundo” (Erick

Hobsbawn. Primitive Rebels: Studies in Arcaic Forms of Social

Movement in the Nineteenth and Twentieh Centuries. Mánches-

ter: Manchester University Press, 1978, pp. 2).28 Un examen objetivo y sereno mostraría que lo que surgió con

los primeros filósofos griegos, los famosos presocráticos, no

cumple los criterios de una filosofía estricta. Sigue siendo un

pensamiento mitomórfico, no siempre es grabado en escritura

(gran parte de los presocráticos y el propio Sócrates); contiene

un alto grado de sabiduría práctica; es impregnado por la religio-

sidad; no sigue un método establecido; no es del todo sistemáti-

co; no se trata de filósofos académicos u profesionales; mantie-

ne un nexo vivo con los problemas prácticos de la vida. 29 Aquí habría que mencionar dos libros pioneros que abrieron

trocha a toda esta nueva línea de pensamiento: Paul Radin (El

hombre primitivo como filósofo. Buenos Aires: Eudeba, 1960),

Placide Temples (La philosophie bantoue) y en los últimos años

dos textos que desde distintas perspectivas cumplieron un

papel trascendental de cuestionamiento al eurocentrismo

Samir Amin (El eurocentrismo: crítica de una ideología. México:

Siglo XXI, 1989. 230 pp.) y Edward Said (Orientalismo.

Madrid: Libertarias-Prodhufi, 1990. 444 pp.).30 León Portilla, Miguel León (1956). La filosofía náhuatl estudia-

da en sus fuentes.31 De La Garza, Mercedes. “El pensamiento maya”. En: Filosofía

iberoamericana en la época del encuentro. Enciclopedia iberoa-

mericana de Filosofía. Madrid: Trotta, CSIC, Quinto Centena-

rio, T. I, 1992.32 Urbano, Henrique (1990). “Modernidad en los Andes: un

tema y un debate”. En: Modernidad en los Andes. Cusco: Centro

de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de las Casas”.33 Los libros más importantes de Antonio Peña son los siguientes:

Tecnología y sociedad en el mundo antiguo y medieval (1984), El

tiempo en la antigüedad y en la época moderna (1985), Notas

La producción intelectual de Víctor Samuel Rivera es real- características de la tecnología occidental (1985), “Racionalidad

occidental y racionalidad andina”. En: La racionalidad. Lima:

UNMSM-Instituto de Investigaciones Humanísticas, 1998),

“Racionalidad occidental y racionalidad andina, una compara-

ción” (En: Búsquedas de la filosofía en el Perú de hoy. Racionali-

dad, historia y convivencia social. Cusco: Centro de Estudios

Regionales Andinos “Bartolomé de las Casas”, 1992, pp. 139-

159), etc.34 Rivara Tuesta, María Luisa. “El pensamiento incaico”. En:

Filosofía iberoamericana en la época del encuentro. Enciclopedia

iberoamericana de Filosofía. Madrid: Trotta, CSIC, Quinto

Centenario, T. I, 1992.35 Esterman, Josef (1998). Filosofía andina. Estudio intercultural de

la sabiduría autóctona andina. Quito: Abya-Yala. 359 pp.36 Agüero Vidal, Tito Livio (2009). “Filosofía Latinoamericana y

Filosofía de Latinoamérica: precisiones teórico-conceptuales”.

En: vanguardiaaprista.com. Lima, julio.37 Zea, Leopoldo (1990). "Busquemos nuestra identidad". En:

Dominical El Comercio. Lima, 23-XII-1990, pp. 4. 38 Los filósofos comprometidos, en mayor o menor medida, estaban

bajo la Influencia de la filosofía francesa especialmente de Jean

Paul Sartre quien había transitado de la angustia existencial a

un compromiso. Para esta corriente filosófica toda obra litera-

ria y/o cultural tiene un sentido determinado. Mencionemos a

los más destacados: Leopoldo Zea, Emilio Uranga y Abelardo

Villegas (México); Arturo Ardao (Uruguay), Arturo Roig

(Argentina), Joan Cruz Costa (Brasil), Ricardo Soler (Pana-

má), etc. Su producción bibliográfica esta llena de libros de

filosofía que tienen un indiscutible valor y que vistos a través

de los años, no han perdido ninguna actualidad. 39 Los más representativos filósofos torre de marfil son: Danilo

Cruz Vélez (Colombia), Héctor Carpio y Miguel Ángel

(Argentina), Fernando Salmerón y Alejandro Rossi (México),

Jorge Millas (Chile), Diego Domínguez Caballero (Panamá),

Héctor Neri Castañeda (Guatemala), Souza Ferraz y Luis

Gomide (Brasil) y Juan Liambías de Acevedo (Uruguay), etc.40 Según Horacio Cerruti Guldberg los rasgos comunes de todas

estas tendencias de la llamada filosofía de la liberación latinoa-

mericana serían: 1) Se trata de elaborar una filosofía auténtica

en América Latina. 2) Se piensa que es necesario destruir la

situación de dependencia que afecta a América Latina. 3) Se

sostiene que esta situación dependiente está apuntalada por

una filosofía justificatoria y académica que lo convalida, y que

es preciso reemplazar entonces por otra que haga críticamente

explícitas las necesidades de las grandes mayorías explotadas

del pueblo pobre y oprimido de América Latina, 4) Se afirma

que este pueblo es el portador de una novedad histórica que

debe ser pensada y expresada por la filosofía de la liberación

(Filosofía de la liberación latinoamericana. México: FCE, 1983).41 Los principales libros de Enrique Dussel son los siguientes:

Caminos de liberación latinoamericana (Segunda edición. Bue-

nos Aires: Latinoamérica, Tomos I y II, 1973), Para una ética de

la liberación americana (Buenos Aires: Siglo XXI, Tomos I-II,

1973), Filosofía ética latinoamericana (1972-79), América Lati-

na: dependencia y liberación. Antología de ensayos antropológicos y

teológicos desde la proposición de un pensar latinoamericano (Bue-

nos Aires: Fernando García Cambero, 1973. 229 pp.), Método

para una filosofía de la liberación: superación analítica de la dialéc-

tica hegeliana (Salamanca: Sígueme, 1974. 295 pp.), Filosofía de

El aporte filosófico de Antenor Orrego: postmodernidad, subalternidad y filosofía latinoamericana

Page 89: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

338 | Pueblo cont. 22(2) 2011

la liberación (México: Edicol, 1977. 213 pp.), “Enrique Dussel

un proyecto ético y político para América Latina” (En: Anthro-

pos: Huellas del Conocimiento, # 180, set-oct. 1998, pp. 3-92),

“La filosofía de la liberación ante el debate de la postmoderni-

dad y los estudios latinoamericanos” (En: Cuadernos de Filoso-

fía Latinoamericana, # 74-75, 1999, pp. 11-30), etc.42 El debate, en realidad se inició con un artículo de Dussel en

relación a los planteamientos de Apel a fines de 1988, a raíz de

cual se produjo una discusión entre ambos en Alemania en

1989. Luego se han producido otras confrontaciones en Méxi-

co (1991), Alemania (1992), Moscú y Brasil (1993). (Sobrevi-

lla, David. “Filosofía de la liberación versus filosofía europea”.

En: Suplemento Dominical de El Comercio. Lima, 28-IX-1993,

pp. 10). Por último, la polémica se llevo al espacio de las revis-

tas propiamente filosóficas, especialmente en Isegoria: Karl-

Otto Apel, “La ética del discurso ante el desafío de la filosofía

latinoamericana de la liberación” (# 11, 1995, pp. 108-125) y

Enrique Dussel, “La ética de la liberación ante la ética del

discurso” (# 13, 1996, pp. 135-149). Sin embargo, hoy en día

comienza a surgir una nueva lectura de este encuentro, en el

que se pone como acento una suerte de corrección, pero sobre

todo de complementación entre la ética discursiva y la filosofía

de la liberación (Schelkshorn, Hans. “Ética discursiva y ética

de la liberación, hoy”. En: Intersticios. Filosofía-Arte-Religión.

México: Universidad Intercontinental, Año 4, # 8, 1998). 43 “En opinión del padre Scannone, la filosofía de la liberación

latinoamericana se centra en exceso en la oposición dependen-

cia-liberación, cometiendo el error de no considerar suficien-

temente lo positivo de América Latina” (sobrevilla, David.

"Situación y tareas actuales de la filosofía en América Latina”.

En: Logos Latinoamericano. Lima: UNMSM, Año 2, # 2, 1996,

pp. 66).44 Amin, Samir (1989). Ob., cit., pp. 9.45 Agüero Vidal, Tito Livio (1999). “La conceptualización sobre

el imperialismo y la globalización en las ciencias sociales y en el

pensamiento político de Víctor Raúl Haya de la Torre”. En

Notas Marginales. Boletín de Taller de Estudios Sociales y Políticos

“Antenor Orrego”. Lima, Año I, 2000, # 2-3, pp. 34-43.

Agüero Vidal, Tito Livio (2002). “Varios Autores. Múltiples miradas

de Luis Alberto Sánchez sobre el Perú contemporáneo. Lima:

Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2002, 183 pp.”. En:

Boletín de la Academia Peruana de la Lengua. Lima: Academia

Peruana de la Lengua, # 36, 2002, pp. 211-222.

Agüero Vidal, Tito Livio (2002). “Ideólogo del movimiento apris-

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340 | Pueblo cont. 22(2) 2011

E l propósito de este aporte es, en parte, contri-

buir a apreciar el hecho de que Antenor Orre-

go predecía con increíble claridad el fenómeno de la

globalización. No solo predecía su advenimiento,

sino lo presentó como un reto positivo para Améri-

ca Latina. En los años cincuenta escribía: “los pue-

blos latinoamericanos en esta hora de la historia

están obligados por su inmensa responsabilidad

presente a pensar, a obrar y a sentir en términos y 1significación mundiales”. Cuando escribió Pueblo

Continente, antes de la Segunda Guerra Mundial,

presentía que un nuevo mundo ya estaba emergien-

do bajo el signo de la unidad. Sobre todo, Orrego

enfatizó la importancia de la comunicación: “la

capacidad ilimitada de comunicación con los demás

seres humanos y, en principio, con todo los otros 2

seres de la creación…”. Este afán de comunicarse

con los demás, una idea muy en la línea de Marshal

MacLuhan, el teórico de la comunicación quien

acuñó la frase “aldea global”, necesariamente con-

duce hacia una nueva “conciencia cósmica” por la

cual los hombres experimentarán una profunda 3

unión interior. También, la idea de que la humani-

dad está en proceso de crear una nueva conciencia

cósmica, por encima de naciones y culturas locales,

nos hace pensar en el jesuita francés, Pierre Teilhard

de Chardin, antropólogo y místico, que también 4escribía acerca del “hombre cósmico”. Ahora bien,

en esta búsqueda de la nueva Tierra Prometida uni-

versal, Orrego enfatiza de una manera especial el

papel de las Américas. América es la “antorcha” de

la civilización que pregona el advenimiento de una

nueva etapa en la construcción del pueblo mundo: 5del “pueblo continente” a “pueblo mundo”. Qui-

siera tomar esta idea central de Orrego y proyectarla

hacia nuestros días, sobre todo para ver hasta qué

punto se ha cumplido, más o menos, su visión profé-

tica acerca del futuro. Podemos dividir la discusión

en dos partes: primera, un repaso de las relaciones

entre Estados Unidos y América Latina; y segunda,

una mirada hacia el mundo de hoy en el contexto de

la globalización o la “mundialización”, sobre todo a

la luz del debate entre Francis Fukuyama y Samuel

Huntington.

LAS DOS AMÉRICAS:

¿TIENE UN DESTINO COMÚN?

En sus escritos Orrego reitera su opinión de que,

sí, las dos Américas tienen un destino común. Por lo

tanto, el pueblo-continente que es Estados Unidos

se relaciona cada vez más con el pueblo-continente

que es América Latina. Lo afirma cuando señala la

existencia de una “emoción metafísica de unidad

cósmica” en el pensamiento de autores como Walt

Whitman, Emerson, Thoreau, Sarmiento, Martí,

Jeffrey Klaiber, S.J.

Pontificia Universidad Católica del Perú.

DEL PUEBLO CONTINENTE

AL PUEBLO MUNDO:

ANTENOR ORREGO PUESTO

AL DÍA EN EL SIGLO XXI

Page 92: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 341Pueblo cont. 22(2) 2011

6Rubén Darío, Vallejo, etc. Además, Orrego presen-

ta las Américas como la “antorcha” de una nueva

civilización basada en la unión. Por eso, agrupa a

Washington, Lincoln y Bolívar y los califica como

hombres “poseídos por una emoción de la unidad de

sus respectivos pueblos y, por extensión, la del con-

tinente americano, frente a la atomización política y 7

cultural de Europa y del resto del mundo”. Sin

embargo, si uno vuelve a la época de Teodoro Roo-

sevelt, sería muy difícil hablar de una historia

común entre las dos Américas, y por tanto tampoco

un futuro o un destino común. En 1900 los Estados

Unidos eran en su mayoría un país anglosajón pro-

testante, también con una triste historia de racismo

y de anticatolicismo. Por eso uno puede apreciar la

célebre e irónica oda a Roosevelt de Rubén Darío,

escrita en 1905:

“Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,

Que habría que llegar hasta ti, Cazador

Primitivo y moderno, sencillo y complicado,

Con un algo de Washington y cuatro de Nemrod.

Eres los Estados Unidos,

Eres el futuro invasor

De la América ingenua que tiene sangre indígena,8

Que aún reza a Jesucristo y aún habla en español”.

Si intentamos comparar los Estados Unidos con

la América Latina de esa época, efectivamente,

sería muy difícil hablar de un destino común. Sin

embargo, la historia ha cambiado profundamente y

Orrego presentía esos cambios. Hoy, los Estados

Unidos siguen siendo en su mayoría una nación

anglosajona y protestante. Pero, las actitudes socia-

les han cambiado. El antiguo racismo está murien-

do. ¿Quién podría imaginar, aun en tiempo de Orre-

go, que un negro llegaría a ser presidente, y con

votos de los blancos? O bien: ¿que el antiguo antica-

tolicismo estaba destinado a desaparecer? Ya ha

habido un presidente católico (por supuesto, John

Kennedy) y el actual vicepresidente, Joe Biden, es

católico. Además, no existía en tiempo de Rubén

Darío, una población latina o hispana significante.

Actualmente, cerca del diecisiete por ciento de los

norteamericanos es de origen hispano (que viene a

ser cerca de 41,000,000 de personas) y el castellano

es el segundo idioma de los Estados Unidos. En la

política algunos hispanos ya han destacado, como,

por ejemplo, el exgobernador del Estado de Nuevo

México, Bill Richardson (a pesar de su apellido

anglosajón, su madre era española y se crió en Méxi-

co). Y, además, hay una mujer hispana, miembro de

la Corte Suprema: Sonia Sotomayor, hija de inmi-

grantes puertorriqueños. Desde luego, estamos en

medio de un camino histórico. Todavía hay focos

racistas en los Estados Unidos; hay actitudes de

intolerancia hacia los inmigrantes hispanos; existe

una derecha religiosa que se alimenta del un funda-

mentalismo sectario. Pero, lo cierto es que muchas

cosas han cambiado, y los cambios son en general

positivos. Sobre todo, predisponen al pueblo nor-

teamericano a tener una mayor simpatía hacia Amé-

rica Latina.

Pero, América Latina también ha cambiado. Si

bien no ha experimentado exactamente los mis-

mos procesos que América del Norte, al menos

son parecidos. América Latina fue un continente

multi-racial desde el siglo XVI, pero no fue una

“democracia racial”. Durante mucho tiempo se

ocultaba o ignoraba el racismo propio de América

Latina. Se decía que el racismo es propio de los

Estados Unidos, mientras que el problema de Amé-

rica Latina es el clasismo. Sin embargo, desde hace

mucho tiempo había intelectuales de vanguardia

que propugnaban por una nueva síntesis racial en

América Latina, sea la “raza cósmica” de Vascon-

celos en México o la “indoamérica” de Haya de la

Torre. La frase “todas las sangres” de Argüedas se

ha hecho célebre. Han surgido muchos movimien-

tos pro-indigenistas con el fin de reivindicar la

clase indígena. Gracias a los indigenistas, los pue-

blos originarios de América Latina gozan de una

nueva estima que no tenían antes.

En el campo de la religión, de la misma manera

en que el catolicismo ha avanzado notablemente

en los Estados Unidos, el protestantismo se ha

establecido como una nueva forma respetable del

cristianismo en América Latina. El pluralismo

religioso ya es un hecho en la América Latina en el

siglo XXI.

Además, económicamente, es obvio que las dos

Américas se están acercando. Los tratados de libre

Del Pueblo Continente al Pueblo Mundo: Antenor Orrego puesto al día en el siglo XXI

Page 93: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

342 | Pueblo cont. 22(2) 2011

comercio, tan discutidos, ya son parte permanente

de la realidad económica de las Américas. Sin bien

ciertos estados populistas de izquierda, llevados por

un fervor ya anacrónico, todavía rechazan estos

pasos adelante, la mayor parte de los latinoamerica-

nos cree que la integración es el camino del futuro.

Desde luego, todavía hay muchos pasos que hay que

tomar. Los tratados tienen que ajustarse para que

realmente contribuyan al desarrollo. En este senti-

do, Cuba tampoco puede permanecer al margen de

estos cambios.

Podemos afirmar que al comienzo del siglo XXI,

para un norteamericano, la cultura latinoamerica-

na ya no parece tan extraña y exótica, y para un lati-

noamericano, la cultura norteamericana ya no pare-

ce tan amenazadora. Gracias a los grandes cambios

internos y externos que han sucedido a lo largo del

siglo XX, la mayoría de los norteamericanos y lati-

noamericanos cree que la democracia no es exclusi-

vamente un tema político, sino también social y

racial. La democracia necesariamente se construye

a base de la inclusión social y racial. Este es el

mundo que Antenor Orrego vislumbró desde hace

varias décadas.

AMÉRICA LATINA FRENTE AL RESTO

DEL MUNDO

Quizás podemos ubicar este tema dentro del

célebre debate entre Francis Fukuyama y Samuel

Huntington. Tras el colapso del comunismo en Euro-

pa estos dos pensadores lanzaron sus respectivas

tesis para señalar hacia dónde iba el mundo. Para

Fukuyama, la hora de la democracia liberal había

llegado. Cada vez más el mundo iba a abrazar la

democracia liberal como la única alternativa razo-9nable y viable. En cambio, Huntington enfatizó

más bien el retorno de las civilizaciones nucleares

como el signo del futuro. Para Huntington la demo-

cracia liberal es más bien propio del mundo occi-

dental; en cambio, los chinos, los rusos, los árabes

recurrirán a las fuentes originales de sus respectivas

culturas, y estas fuentes no incluyen necesariamen-

te la democracia tipo occidental. Inclusive, para

muchos pueblos el autoritarismo era más bien la 10

norma. Sin embargo, el mundo ha sido testigo de

grandes acontecimientos que parecen favorecer la

tesis de Fukuyama. En América Latina, que todavía

se puede considerar parte del Tercer Mundo, la

democracia se ha fortalecido tras la caída de las dic-

taduras de los años sesenta y setenta. Si bien todavía

hay una fuerte tensión entre grupos pro-

democráticos y grupos autoritarios en los estados

populistas, en el resto de América Latina la demo-

cracia se ha consolidado.

EUROPA

Con respecto a Europa, Orrego tenía dudas acer-

ca de la viabilidad de la unidad europea. En los años

cincuenta escribía: “La unión política de Europa

choca con obstáculos formidables que parecen muy 11

difíciles de salvar en este momento..” Pero cuando

Orrego expresó estas dudas, eso fue justamente

durante los inicios del proyecto. La Comunidad

Europea (su nombre original) recién se creó en el

año 1957. Ahora, podemos ver con la mirada retros-

pectiva, sesenta años después, que ese proyecto se

ha hecho realidad y se ha consolidado en buena

medida. De los seis países que eran los miembros

originales, la Unión Europea ahora cuenta con 27

países. A pesar de algunas crisis económicas inter-

nas, habría que decir que la Unión Europea ha mar-

chado bastante bien. La crítica general de algunos

analistas es que ha avanzado demasiado rápido. En

el año 2005 diez nuevos países entraron de golpe en

la Unión: probablemente demasiados para absorber

en tan poco tiempo. De todas maneras, Europa tam-

bién se ha enrumbado hacia la unión, por encima de

fronteras políticas, económicas y culturales. Hoy,

Europa destaca como un modelo de unión. Si bien

no es una nación, sino más bien una confederación

de estados soberanos, sin embargo, todos estos esta-

dos son democracias que comparten los mismos

ideales acerca de los derechos humanos. En cuanto

a Rusia, basta decir que la ex Unión Soviética toda-

vía está en proceso de consolidar la democracia.

Hay síntomas preocupantes de un retorno al anti-

guo autoritarismo de los zares y de la Unión Soviéti-

ca. Pero, también, han surgido grupos pro-

democráticos que se dedican a denunciar estas ten-

dencias autoritarias.

Jeffrey Klaiber, S.J.

Page 94: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 343Pueblo cont. 22(2) 2011

Del Pueblo Continente al Pueblo Mundo: Antenor Orrego puesto al día en el siglo XXI

CHINA

El debate sobre el futuro de la humanidad se

centra cada vez más en China. La democracia se ha

consolidado en muchas potencias de Asia: la India,

Japón, Corea del Sur, Indonesia, etc. Cada uno de

estas naciones experimenta problemas internos

peculiares, pero el sistema democrático en sí parece

consolidado. La emergencia de China como una

potencia mundial económicamente, capaz de rivali-

zar en algunos años con los Estados Unidos, es uno

de los tópicos en discusión en todo el mundo. De la

China de Mao Zedong (época de Orrego) a Deng

Xiao Ping y sus sucesores mucho ha cambiado. Sin

embargo, a pesar de sus logros y avances económi-

cos, el sistema de gobierno sigue siendo autoritario.

Los derechos humanos fundamentales no se respe-

tan: no hay verdadera libertad política ni religiosa.

Y los grupos étnicos se sienten subordinados y mar-

ginados, sin hablar del caso especial de Tibet. Por

eso, China, que se puede considerar un “pueblo

continente”, todavía está lejos de ser un modelo

para el resto de la humanidad. No hay un modelo

chino para emular o copiar. Por eso, el proceso hacia

la unificación del mundo es desigual: las Américas

han hecho pasos importantes, los europeos tam-

bién, pero en el momento actual un gigante como

China destaca como una gran interrogante: ¿será la

gran excepción a la regla (la tendencia hacia la

democracia liberal) o más bien se insertará en la

historia universal (en este caso, necesariamente

terminará dando lugar a un gran democracia)?

EL MUNDO ARABE

En este nuevo escenario mundial, lo más sor-

prendente es la emergencia de movimientos pro-

democráticos y pro-derechos humanos en el mundo

musulmán, lo cual fortalece la tesis de que la demo-

cracia no es un rasgo peculiar de mundo occidental,

sino un anhelo de toda la humanidad.

EL FUTURO

Siguiendo algunas pautas del pensamiento de

Orrego, podemos imaginar el futuro del mundo

A su retorno al Perú por Talara en 1957, Víctor Raúl Haya de la Torre recibe el homenaje de bienvenida de Antenor Orrego. Lo acompaña Ramiro Prialé.

Page 95: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Jeffrey Klaiber, S.J.

344 | Pueblo cont. 22(2) 2011

porque los rasgos de ese futuro ya son evidentes hoy.

Cuando hablaba de la intercomunicación, Orrego

insinuaba algo más que un mero intercambio de

información. Para él la verdadera comunicación

consiste en compartir parte de su propia existencia

con el otro. El hombre es un ser “para sí mismo y 12

para los otros”. Este intento de comunicarse con el

otro viene a ser un “incesante intercambio dramáti-13

co de su vida con las otras vidas”. Y, “La esencia del

hombre no es nunca un algo fijo y concluso, sino,

más bien, la permanente y tibia fluidez de una man-14

comunidad recíproca”. Estas expresiones de Orre-

go se ubican en una larga tradición hegeliana pero

también están muy en armonía con el humanismo

de un Eric Fromm y con el pensamiento cristiano de

Teilhard de Chardin y Pedro Arrupe, el general de la

Compañía de Jesús. Arrupe acuñó la frase “ser hom-15

bres y mujeres para los demás”. Concretamente

quería que los alumnos de colegios ó universidades

de la Compañía de Jesús, fueran hombres y mujeres

comprometidos al servicio de la sociedad. En este

contexto podemos ver en Orrego el perfil del futuro:

el mundo se conformará o de hombres y mujeres

abiertos al cambio y motivados por el deseo de ser-

vir, o por el otro lado, de personas cerradas al cam-

bio y obsesionadas con la búsqueda de intereses

mezquinos opuestos al llamado a la universalidad.

En una palabra, el futuro consistirá en una lucha

antagónica entre personas y naciones abiertas al

reto de forjar el nuevo mundo universal y, de otro

lado, grupos fundamentalistas o autoritarios, sean

políticos o religiosos, cerrados al cambio.

Por eso, los siguientes pasos hacia la unión de la

humanidad será obra de hombres y mujeres valien-

tes, motivados por un idealismo universalizante.

Será obra, como siempre ha sido, del espíritu huma-

no que vencerá las barreras que dividen a los hom-

bres, sean barreras sociales, raciales o religiosas. En

su afán de forjar el “hombre cósmico”, en realidad,

el espíritu humano está buscando al mismo Dios,

cuyo rostro apenas se vislumbra; sin embargo, se irá

manifestando en la medida en que los hombres se

esfuerzan por salir de sí mismos en busca del otro.

NOTAS

1 Antenor Orrego, Obras completas (Lima: Casa Editorial Pacha-

cutec, 2011), II, 182.

2 Ibíd., págs. 160-161.

3 Ibíd., pág. 166.

4 Las ideas de Teilhard, escritas en las décadas del treinta, cua-

renta y cincuenta, se encuentran principalmente en El fenóme-

no humano (Madrid: Taurus, 1965).

5 Para el concepto de “América como Antorcha”, véase Orrego,

Obras completas, II, pág. 157.

6 Ibíd., pág. 175.

7 Ibíd., pág. 171.

8 Rubén Darío, Poesías completas (Bilbao: Aguilar ediciones,

1932/1968), págs. 639-641.

9 Francis Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre (Buenos

Aires: Editorial Planeta, 1992).

10 Samuel P. Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfigu-

ración del orden mundial (Buenos Aires: Paidós, 1997).

11 Orrego, Obras completas, II, pág. 179.

12 Ibíd., pág. 161.

13 Ibíd., pág. 161.

14 Ibíd., pág. 161

15 Véase Pedro Arrupe, S.J, La Iglesia de hoy y del futuro (Bilbao:

Ediciones Mensajero, 1982), págs. 422, 444.

Page 96: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 345Pueblo cont. 22(2) 2011

L argos años de cárceles infames y toda una vida

de combate no borraron en Orrego jamás al

pensador ni al profeta. Su pensamiento filosófico es

una gran preocupación por el hombre como ser con-

creto, sumergido en una sociedad cuyos horizontes

no conoce. Su apuesta es por la libertad y la felicidad

como formas de vida que son posibles y capaces de

ser conquistadas.

Tal es lo que sostiene en “El monólogo eterno” y

los múltiples textos que escribe en la prisión o publi-

ca en “La Tribuna” al tiempo que continúa en la

lucha política por sus ideales.

Orrego le dio a la filosofía una dimensión histó-

rica y la seguridad de que la misma puede y debe

ser aplicada en el plano político y social. Su res-

puesta al problema del hombre de hoy ofrece una

visión que va más allá de la que plantean las cultu-

ras occidentales. Quiere liberar al hombre por

medio de una transformación de su propia indivi-

dualidad que involucre simultáneamente a la

sociedad entera.

El hombre, según Aristóteles, tiene una esencia

constitutiva racional. Los monólogos de nuestro

pensador sostienen que, además, el hombre natural

se inclina por lo bueno y lo bello y pretende alcanzar

la trascendencia sin tener que vender su libertad

para adquirirla.

El hombre, para el autor del “Monólogo eterno”,

desea por todos los medios salir de la infelicidad y la

represión. Por eso es necesario que reencuentre su

naturaleza perdida a lo largo de la historia y que

desarrolle sus facultades superiores como la razón y

el intelecto.

El pensamiento de nuestro primer filósofo supe-

ra las fronteras de lo que él llama Pueblo-

Continente. La vida humana, para él, es un haz de

contradicciones que se manifiestan de modo palpa-

ble en la convivencia cotidiana. Al parecer todos

deseamos la paz, la felicidad, la armonía, la justicia y

el bienestar general. Sin embargo, la vida humana

de cada día está colmada de tensiones, conflictos,

represiones y de injusticias.

Las diferencias son abismales, y la incoherencia

de las ideas con la realidad es visible. Es clara la

lucha por el poder y son evidentes la rivalidad, la

agresividad y la violencia.

El hombre camina por un puente estrecho entre

el deseo de conocerlo todo y la experiencia amena-

zante de la nada, la entera confianza en una utopía

posible y el miedo a un futuro indescifrable.

Cree Orrego que la convivencia entre los seres

humanos es posible y alcanzable, pero la libertad y la

justicia social son sus condiciones.

ORREGO PROFETA-CONTINENTE

Luis Alva Castro

Ex presidente del Congreso de la República del Perú.

Page 97: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

346 | Pueblo cont. 22(2) 2011

PUEBLO CONTINENTE

Creador y visionario fue, ante todo, Antenor

Orrego. Como dice Luis Alberto Sánchez, se apre-

cia en su obra un conjunto de larvas, de gérmenes, que

no alcanzó a desarrollar porque la vida le impidió dar

término a lo que, sin embargo, florecerá en sus discípu-

los. Además, cultivó la belleza en la expresión de un

pensamiento denso, cuajado de metáforas y de

hipérbatos. De allí su afán –que podríamos llamar

perfeccionista–, de someter continuamente a revi-

sión sus escritos para alcanzar forma final hasta el

punto que sus dos libros fundamentales resultan

verdaderas joyas vitales, con médula palpitante en

el núcleo e incandescencia en las aristas.

Desde el primer instante alumbró en Orrego,

como preocupación fundamental, la ansiedad de

encontrar la autenticidad de la cultura americana

como respuesta dialéctica a la influencia dominante

de la cultura occidental europea.

Esa respuesta se plasma en su concepción del

“pueblo-continente”, fruto de sus meditaciones

sobre el destino de América. Dice que aquí se está

forjando una nueva cultura, con características

especiales, distintas a la de otras culturas. Surge ella

como síntesis y fusión de los aportes culturales nati-

vos, correspondientes a las organizaciones sociales

precolombinas, que se funden con los que trajeron

los españoles como producto de la cultura occiden-

tal. A estos aportes se añaden los que corresponden

a los pueblos y razas que se establecieron después en

el continente americano, dando lugar a un “tetra-

grama racial” o crisol de razas que constituye “el

primer pueblo-continente de la historia”.

El desarrollo histórico de la cultura occidental,

según Orrego, comprende tres etapas definidas: a)

el localismo, que se inicia con el Estado-ciudad gre-

colatino y se proyecta en la Edad Media, cuando los

pueblos se desenvuelven en los estrechos marcos de

la comarca o el feudo; b) el nacionalismo, que limita

a los Estados modernos con una sobrecarga de pre-

juicios jingoístas; e) el continentalismo, hacia

donde marchan los pueblos a través de un largo

proceso que caracteriza al presente siglo.

Para fijar el destino trascendente de América,

bucea en el abismo de lo desconocido –rompiendo

el prejuicio del non plus ultra–, arribando a la con-

clusión de que América es una nueva posibilidad

humana y constituye la encrucijada histórica donde

Oriente y Occidente se dan la mano para alumbrar

un nuevo mundo superior.

La lectura de Pueblo-continente es indispensable

para comprender en forma integral el pensamiento

filosófico de Orrego. Su culminación se halla en

Hacia un humanismo americano, que, a nuestro jui-

cio, puede considerarse su obra mayor.

Precisamente en este libro –que el autor no

alcanzó a publicar– están desarrollados sus aportes

fundamentales al pensamiento universal. Es el

caso de la explicación que da a uno de los proble-

mas más fascinantes para la comprensión del pro-

ceso cultural que está desenvolviéndose en el con-

tinente americano. Se trata de la concepción de

los “gérmenes históricos” (así los denominó Orre-

go anticipándose a Toynbee) procedentes de las

antiguas culturas, mexicano-andinas, que están

incorporándose a la cultura continental, pese a la

creencia hasta ahora generalizada de que la cultu-

ra europea invasora se impuso definitivamente

desde la conquista española.

Es aún más importante señalar que Orrego

asigna una misión universal al pueblo de la Nueva

América. A medida que transcurre el tiempo se

percibe con mayor claridad este designio, siempre

que se proyecte la atención sobre realidades fun-

damentales.

En nuestro continente, a través del mestizaje, se

está consumando la “unidad fisiológica del género

humano” y se ha constituido ya un solo pueblo forja-

do bajo la “tensión polar” de México y Buenos Aires.

“La compulsión dialéctica de la historia –dice

Orrego– empuja al mundo a juntarse política y eco-

nómicamente en grandes bloques territoriales, por-

que las fuerzas históricas actuales rebasan los estre-

chos marcos de los antiguos Estados nacionalistas”.

De donde se desprende, como conclusión final,

que América Latina debe integrarse política, jurídi-

ca y económicamente en un Estado-continente,

que es la gran tarea de las actuales generaciones.

Luis Alva Castro

Page 98: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 347Pueblo cont. 22(2) 2011

UNA FILOSOFÍA DE LA POLÍTICA

Lo que extremo del pensamiento político de

Orrego es que la democracia no es un simple asunto

estadístico en el que la mayor parte de los ciudada-

nos cumple exteriormente los deberes políticos que

les son impuestos o reconocidos por la ley.

Para que exista una democracia real tiene que

producirse una auténtica conversión del hombre

privado en hombre público. Cada ciudadano debe

anteponer el interés de la sociedad al interés parti-

cular. Es más: debe vivir, obrar y pensar en mérito

del proyecto colectivo de felicidad social.

Sin embargo, ¿cómo lograr la generalización y la

democratización de la vida política? Tal vez, Orrego

no puede plantearse ese problema porque vivió en

una situación de permanente zozobra y de pelea fren-

te a las dictaduras. En situaciones como la suya y

como las que vivió el Perú durante tantas décadas, los

temas políticos pasan, por sí mismos, al primer plano

de la preocupación humana. El ambiente se encuen-

tra tan cargado de emoción política que toda la gente

se siente arrastrada a la acción y a la movilización.

La democracia, para él, no es un bien transmisi-

ble por donación gratuita. Es una meta que se con-

quista día a día tanto con la actitud generosa y

valiente del rebelde como, después, con la partici-

pación activa del pueblo en el gobierno.

Democracia es elección y no simplemente elec-

ciones. Vale decir que democracia es la posibilidad

cotidiana de escoger una política de gobierno y no

los periódicos comicios en los cuales el dinero, el

poder y los medios de comunicación intentan some-

ter y robotizar a los electores.

La democracia no es un estatus sino el resultado

de una cotidiana conquista y reconquista. Es, como

decía Kant de la moral en general, una tarea infinita

Presentación de la nueva edición de Obras Completas de Antenor Orrego (cinco tomos), edición 2011, antes de la clausura del Simposio Antenor Orrego, vigencia y trascendencia, por la ruta de la identidad, el 29 de octubre. Luis Alva Castro, editor Casa Editorial

Pachacutec SAC, hace entrega de una colección al Dr. Víctor Raúl Lozano Ibáñez, Rector de la universidad.

Orrego, profeta-continente

Page 99: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

348 | Pueblo cont. 22(2) 2011

en la que si no se progresa, se retrocede, pues incluso

lo ya ganado ha de reconquistarse cada día.

El único camino en esas condiciones es la rebel-

día permanente. En el caso de los peruanos, es el

recuerdo cotidiano de mártires como los de Chan

Chan y de los ciudadanos que todo lo tuvieron y que

todo lo perdieron en su apuesta por la libertad y la

democracia.

Más que un político, Orrego fue un revoluciona-

rio. Esa es la herencia que nos ha dejado a través de

su vida generosa y de sus sueños plasmados en las

obras completas que hoy presentamos.

ORREGO Y VALLEJO

El día que –en el Perú– apareció la noticia de la

muerte de César Vallejo, su amigo –y compañero de

grupo literario– José Eulogio Garrido escribió en el

periódico de Trujillo, “La Industria”, una nota que

decía:

“Vallejo fue poeta de amplia curva eterna. Nació

en Santiago de Chuco provincia de este departamen-

to. Y su nombre ya no es sólo de ese terruño ni de la

comarca sino del continente y del habla española

pese a quienes pensaran y dijeran todo lo contrario

hace unos lustros aquí y en otras partes”.

La nota de Garrido se publicó el sábado 16 de

abril. Dos semanas más tarde, el primero de mayo,

en “El Comercio” de Lima, Toto Mould Távara,

miembro diplomático de la embajada peruana en

París, escribía:

“César Vallejo tenía un alma angustiada, herma-

na de la de Beethoven. Vallejo, como todos los espíri-

tus que se asomaron a la profundidad del corazón

humano, era un hombre bueno. En la educación del

poeta, el cristianismo dejo una huella indeleble. Su

inquietud posterior no borró este germen. César

Vallejo ha sido uno de los más grandes poetas cristia-

nos de la época y de la América española”.

Por su parte, en el cementerio parisino de Mon-

trouge, mientras sepultaban al autor de “Trilce”, el

poeta francés Louis Aragón leyó un texto en el que

señalaba que Vallejo no sólo fue un poeta sino un

combatiente por el socialismo. El documento termi-

naba con la frase “la leyenda comienza”.

En nuestros días, podemos advertir que estas tres

salutaciones al poeta contenían un fondo profético.

Es cierto. La leyenda ha continuado y la palabra de

Vallejo se ha apoderado del mundo. Se ha cumplido

en él lo que su amigo Antenor Orrego anunciaba en

el prólogo de “Trilce”, y lo que los detractores de

uno y otro consideraran exagerado, chabacano y

provinciano.

Se ha cumplido también lo que José Carlos

Mariátegui augurara inmediatamente después de

leer “Trilce” y de coincidir con las palabras del pro-

loguista Antenor Orrego. Vallejo es hoy, sin duda

alguna, como él lo proclamara, el gran poeta de la

lengua castellana, el gran poeta de América españo-

la y por fin el gran poeta cuya obra anunciará siem-

pre un mundo diferente.

Clemente Palma, el crítico literario más impor-

tante de la Lima de ese tiempo se equivocó. No com-

prendió la poética de Vallejo y la desautorizó, pero

no tan sólo hizo eso sino que quiso ridiculizar al poe-

ta. En una nota que pretendía ser humorística, lo

condenó a tenderse sobre las rieles del ferrocarril a

Malabrigo y a llevar sus poemas con él bajo el brazo.

Lamentablemente para el crítico limeño, sus pala-

bras abusivas con el joven poeta, y además hirientes

y erradas son lo único de él que ha pasado a la

inmortalidad.

De todas formas, la imagen de Vallejo es todavía

en nuestro tiempo víctima de interpretaciones nega-

tivas. Hay muchos que lo califican como un poeta

triste, depresivo, apagado y portavoz de una forma

destructiva de ver la vida. Quienes le rendimos

homenaje, honramos a un Vallejo diferente. Cree-

mos que el gran autor de Trilce y Los Heraldos Negros

es la voz de un mundo en trance de cambio, el pro-

ducto de una nacionalidad en gesta, la voz pene-

trante de un pueblo que clama por la justicia y el

mejor símbolo del amor, la solidaridad, la esperanza,

el optimismo y la fe en el cambio social.

En estos tiempos de globalización, hay quienes

pretenden esconder la imagen del gran poeta revo-

lucionario. Aunque no lo dicen, preferirían que

estos homenajes no se realizaran y que las reimpre-

siones del gran poeta social cesaran. Quienes prefie-

ren aquello señalan que la literatura no tiene ningu-

Luis Alva Castro

Page 100: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 349Pueblo cont. 22(2) 2011

Orrego, profeta-continente

na relación con la sociedad, no es una expresión del

alma de su pueblo y preferirían que la misma fuera

solamente un ejercicio de bufones. Señalan además,

sin atreverse a decirlo, que la obra de Vallejo ya no

está de moda por su supuesto pesimismo, aunque en

realidad lo aborrecen por haberse atrevido a decir lo

que, según ellos, ya no debe decirse.

Estamos acudiendo pues a un relanzamiento de

la obra de César Vallejo, un poeta que pese a quien

le pesare no desapareció jamás porque no despare-

cieron nunca las causas que generaron su poesía, ni

la tremenda pasión con que escribió sus obras.

Este Vallejo, poeta eterno, al que hoy y siempre

rendimos homenaje no es un producto de la nada.

Proviene de una eclosión ideológica e histórica que

tuvo como escenario principal una ciudad peruana.

En los años veinte, en Trujillo, se reunió un grupo tan

asombroso como nunca en el Perú y pocas veces en el

resto del mundo se podía haber congregado en una

sola ciudad. Carlos Valderrama, Alcides Spelucín,

Francisco Xandóval, Macedonio de la Torre, Ante-

nor Orrego y Víctor Raúl Haya de la Torre, eran un

grupo de mozos que apenas pasaban de los veinte

años, pero que ya estaban seguros de su futura tras-

cendencia y soñaban con innovar los moldes estéti-

cos, darle un contenido más autóctono a la música y a

la poesía y morir buscando la verdad y la justicia.

Las novelas del más joven, Ciro Alegría, el sucesor

de todos ellos, revelarían en todas las lenguas las mise-

rias y la grandeza de la condición indígena. “La pampa

y la puna” de Carlos Valderrama encontraría ritmos

escondidos y se convertiría en una apasionada nostal-

gia de los Andes. La acción revolucionara de Víctor

Raúl Haya de la Torre movilizaría todo un continente

en busca de su destino. En esas circunstancias la obra

de César Vallejo intentaría acercar la lírica a lo más

puro y concreto de la condición humana. Por ello, y

en consecuencia con lo que esa generación prometía,

y buscaba, la obra de Vallejo rompió moldes e inaugu-

ró nuevos caminos hacia el futuro.

Los poemas de Vallejo llaman y continuarán

llamando a la solidaridad de los hombres, que es la

única forma decente de habitar en este planeta. Por

ello nunca perderán vigencia los versos finales de

“Masa”:

“Entonces, todos los hombres de la tierra

le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;

incorpórose lentamente,

abrazó al primer hombre; echóse a andar…”.

Por su parte, los textos del “Monólogo eterno” de

Orrego no dejarán de ser lo que siempre fueron: una

profecía levantada y sublevante para los hombres de

hoy y para los que vengan.

El inspirador y orientador de todos estos jóvenes

integrantes del grupo de Trujillo, más tarde Grupo

Norte, o como lo denominó Parra del Riego, Bohe-

mia de Trujillo, fue el creador y visionario Antenor

Orrego.

Fue Orrego quien descubrió a Vallejo y lo cata-

pultó con su célebre prólogo a la primera edición de

Trilce, ambos nacidos en 1892, almas gemelas en el

arte y en el espíritu.

Su vida fue entregada al conocimiento y a la

lucha por la realización de la justicia social, como

pocos amo con pasión y vehemencia la sabiduría y

por ella en nada tuvo la riqueza y al oropel, anduvo

por estas tierras deslumbrado por la claridad sin

ocaso que nace de el, de ahí tal vez su impresionante

acierto y lucidez hasta las últimas horas.

El olor y el recuerdo de esta tierra no lo dejó

nunca.

Como todos fue formado de la tierra y moldeado

en su sangre, tuvo una vida inquieta y una voluntad

de saber.

En su inmensa y profunda obra, su pensamiento

está plasmado en estos libros que hoy presentamos

en cinco volúmenes, en que se revela el secreto del

origen, el destino y el misterio de nuestra América.

En el primer tomo están agrupados los libros

publicados: tres en vida del autor (Notas marginales,

El monólogo eterno y Pueblo-continente) y uno con pos-

terioridad a su fallecimiento (Estación primera). Com-

pletan el volumen los artículos periodísticos que

publicó en La Reforma, de Trujillo, de 1918 a 1920.

El segundo tomo incluye su obra fundamental

(Hacia un humanismo americano), publicado, asimis-

mo, después de su deceso; y los editoriales y artícu-

los que escribió como director del diario El Norte de

Page 101: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Luis Alva Castro

350 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Trujillo, de 1930 a 1932. Y su obra póstuma, Discri-

minaciones.

La obra literaria de Orrego está recogida en el

tercer tomo (Mi encuentro con César Vallejo), libro

que tuvimos la satisfacción de editar en 1989 y que

ha sido enriquecido con la inclusión de documentos

y artículos que no fueron considerados en esa pri-

mera edición. Completan el volumen los artículos

periodísticos, de carácter político y polémico, que el

autor publicó, en Lima, en los diarios La Tribuna,

Antorcha e Impacto y que abarcan de 1930 a 1956.

El cuarto tomo está dedicado exclusivamente a

reproducir los artículos que el autor publicó tam-

bién en el diario La Tribuna de Lima, a través de su

célebre columna “Efigie del Tiempo”, escritos de

1957 a 1960. Son trabajos caracterizados por la

defensa que hace del régimen democrático, la justi-

cia social y las libertades públicas. Asigna gran

importancia al rol que corresponde a los partidos

políticos con base doctrinaria y condena toda forma

de autoritarismo o dictadura.

El quinto tomo recoge tres ensayos, cuyos origi-

nales fueron dejados en custodia a sus familiares,

llevando la denominación genérica de Meditaciones

ontológicas. Están compilados también ensayos y

artículos que publicó eventualmente en prestigiosas

revistas del Perú y el extranjero; además de una

selección de prólogos a obras literarias y políticas;

discursos del autor y entrevistas hechas a él por des-

tacados periodistas en diferentes etapas de su vida.

Finalmente, hemos considerado necesario insertar

lo que se escribió sobre el pensamiento y la acción

de Antenor Orrego, al momento de producirse su

tránsito a la eternidad y en años posteriores; valioso

material que fue publicado en una edición de home-

naje hecha en Trujillo en octubre de 1976 (Antenor

Orrego: amauta y profeta indoamericano). A lo que se

han añadido algunos otros artículos incluidos en el

Anuario Bibliográfico Peruano, que obra en la Biblio-

teca Nacional y que corresponde a una labor de

investigación efectuada en 1964 por María Teresa

Otero.

Es pertinente puntualizar, a manera de adver-

tencia, que, en la recopilación de los artículos perio-

dísticos, dispersos en diversas publicaciones, se ha

seguido un riguroso orden cronológico. Se ha respe-

tado, además, las decisiones del propio autor que

efectuó una selección de ellos, en la mayoría de los

casos, dejándolos expeditos para su publicación.

Con mucha satisfacción dejamos constancia de

nuestro agradecimiento a la familia de Antenor

Orrego, a sus hijos Antenor, Alicia y Liliana Orrego

Spelucín, quienes proporcionaron la documenta-

ción inédita y la mayoría de las fotografías que ilus-

tran la presente edición.

Mi gratitud al señor Rector de la Universidad

Privada Antenor Orrego, Dr. Victor Raúl Lozano

Ibañez, a los vicerrectores Dr. Guillermo Guerra

Cruz y Arq. Julio Luis Chang Lam, a la Dra. Bertha

Malabrigo Reyes, y a todos los integrantes de esta

Casa de Estudios que impulsaron la realización de

este proyecto editorial.

Asimismo, nuestro reconocimiento a las perso-

nas que desinteresadamente proporcionaron valio-

sos documentos y fotografías, inhallables en las

bibliotecas y hemerotecas del país.

Es de advertir que, como se ha repetido hasta el

cansancio, las obras completas de un autor casi siem-

pre resultan incompletas. Somos conscientes de que

ello pueda repetirse en el presente caso, ya que, posi-

blemente, habrá otros escritos que por comprensi-

bles razones no han podido ser incluidos en la pre-

sente edición. Estamos seguros, sin embargo, de

haber dejado abierto un derrotero para los estudio-

sos e investigadores que, en el futuro, se ocuparán

de este personaje fascinante y superior al que duran-

te muchos años se ha mantenido relegado por injus-

tos prejuicios de carácter político o mezquinos inte-

reses propios de la envidia intelectual, a pesar de

que la luz de su pensamiento, desde la década de

1920, ilumina el panorama cultural del Perú que,

con legítimo orgullo, debe considerarlo uno de sus

más ilustres representantes en el siglo XX.

Page 102: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 351Pueblo cont. 22(2) 2011

E n este breve artículo me propongo revaluar

algunos de los últimos escritos de uno de los

ensayistas hispanoamericanos más ilustres del

período de entreguerras, el escritor peruano Ante-

nor Orrego (1890-1960), autor de Pueblo-continente 1(1939) y Hacia un humanismo americano (1966) ,

que intentan interpretar la cultura latinoamericana

y la función del mestizaje.

En Pueblo-continente, Orrego revisa varios de sus

ensayos publicados en la revista Amauta y otros

trabajos redactados durante los años de persecución

política en el Perú entre 1931 y 1937. El manuscrito

lo mecanografió el desaforado miembro del Congre-

so Constituyente Manuel Arévalo poco antes de ser

apresado, torturado y asesinado por la policía secre-

ta del autócrata general Óscar R. Benavides el 15 de

febrero de 1937. En “Ideas preliminares” (Prólogo a

la primera edición), Orrego explica cómo el libro

nació en medio del fragor de la batalla, de la perma-

nente angustia del perseguido político, y cómo ante

la inminente y brusca irrupción de la Abrigada poli-

cial”, muchas veces la frase se rompió o quedó sus-

pensa en el aire, obligándolo a rehacer capítulos

enteros y “redoblar el esfuerzo de concentración

para reproducir e insertar, nuevamente, en el cuer-

po del texto, algunas cuartillas que quedaron presas,

como único galardón para la vesania rampante de

las cuadrillas represoras” (Orrego 1957: 21). Aun-

que el autor atribuye las ideas principales de su obra

madura a pensamientos esbozados en sus libros juve-

niles Notas marginales (1922) y Monólogo eterno

(1929) sobre metafísica vitalista, Pueblo-continente

se basa más en algunos de sus ensayos publicados en

Amauta entre diciembre de 1926 y enero de 1929

(Orrego 1995: 1: 270-320), en los que las ideas berg-

sonianas temperadas por la función histórica de la

ciencia y la revolución socio-política le ayudan a 2

analizar la realidad latinoamericana . En el Prólogo

a la segunda edición, la definitiva de su obra maes-

tra (1957), el autor recuerda los juicios críticos de

Alberto Zum Felde y Luis Monguió a la limitada

difusión de la primera edición (Santiago de Chile:

Ercilla, 1939) y discurre sobre las civilizaciones pre-

colombinas, cuyos gérmenes vitales, juntos con los

de Europa, han transfundido Latinoamérica. Ante

esta realidad, el ensayista peruano recomienda al

latinoamericano tallar, tajar y bruñir la piedra bruta

heredada antes de crear una cultura humanista.

Pueblo-Continente, como sus libros juveniles,

está impregnado de la influencia antipositivista de

Henri Bergson (1859-1941), cuyo elan vital –clave,

dinámica del conocimiento– conduce al progreso

ilimitado de la humanidad. Recoge la intuición, la

revelación, como camino del conocimiento y no el

NOTAS SOBRE ANTENOR

ORREGO, ENSAYISTA

Eugenio Chang-Rodríguez

Graduate Center, City University of New York.

Page 103: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Eugenio Chang-Rodríguez

352 | Pueblo cont. 22(2) 2011

rigor experimental comprobado y analizado por los

hecho (Orrego 1922: vii).

En el ensayo el bio-metabolismo síquico del

continente, nuestro ensayista sostiene que la pugna

racial y cultural en Hispanoamérica engendró desde

el período colonial el airado palenque ideológico y

estético: la tesis indigenista y la tesis europeizante.

Sobre todo, Orrego refuta a quienes preconizan el

advenimiento de una América indígena y la resu-

rrección de las culturas

pasadas, imbuidos de cier-

to sentimiento nostálgico

evasivo o escapista de la

vida presente, sin darse

cuenta de que cuando

llegaron los conquistado-

res españoles el indio había

llegado a un estado de deca-

dencia y sólo vivía y se

nutría, espiritualmente, de

su grandeza pasada. Aun-

que los imperios azteca e

incaico se rompieron en

mil pedazos a los primeros

impactos de la cultura espa-

ñola, ni el indio ni el euro-

peo puros tienen porvenir

en América, aunque cons-

tituyen factores comple-

mentarios de su nueva

conformación física, síqui-

ca y mental de una nueva

expresión del espíritu uni-

versal: “Sangre indígena,

pulmones europeos, he aquí la forma esquemática

de nuestra auténtica vida síquica”.

En “Síntesis de razas y culturas”, Orrego opina

que en Latinoamérica se cruzan, confluyen y conec-

tan, los caminos de todas las razas, arrastradas por

fuerzas biológicas superiores, obedeciendo a sus más

profundos designios de continuidad vital, para supe-

rarse e integrarse recíprocamente. En este conti-

nente confluyen las dos grandes civilizaciones de

ultramar: El Oriente aporta “el conocimiento del

hombre en su totalidad subjetiva, en su yo trascen-

dente, en su concordancia con el Cosmos... su acen-

drado sentido religioso, su comunión mística y física

con la Naturaleza”. El Occidente, en cambio, lega

su pensamiento analítico, anatómico y racional. En

“Nacionalismo y patriotismo continentales”, Orre-

go observa que de París a Berlín o a Londres hay más

distancia sicológica que de México a Buenos Aires,

y hay más extensión histórica, política y etnológica

que entre el Río Bravo y el Cabo de Hornos. Que en

América Latina las fronteras fueron impuestas por

una simple convención

jurídica, una mera delimi-

tación caprichosa que no

se ajusta ni a las conve-

niencias y necesidades

políticas, ni a las realidades

espirituales y económicas

de los Estados: son ellas

meras circunscripciones

artificiales, porque las dife-

rencias entre los pueblos

latinoamericanos son tan

mínimas y tenues que no

logran nunca constituir

individualidades separadas

como en el Viejo Mundo.

En América, los hombres

tienen el mismo pulso y la

misma acentuación vita-

les. Constituyen, en reali-

dad, un solo pueblo unita-

rio de carácter típico, espe-

cífico, general y ecuméni-

co. En el Nuevo Mundo, el

nacionalismo parroquial es

ilógico, un paso regresivo ya que los latinoamerica-

nos constituyen un verdadero pueblo-continente,

cuyo nacionalismo debiera expresar un patriotismo

continental.

En el ensayo “En el trance dramático” el autor

explica cómo el sentido interno y profundo de la

vida continental, el carácter unitario y ecuménico

de su alma colectiva, la compulsión dialéctica de su

estructura histórica y sus grandes intereses políticos

y económicos les exigen a las latinoamericanos soli-

daridad, mancomunidad y unión para conformar un

vasto organismo concreto y tangible, que rija, su

Antenor Orrego en la década de 1930.

Page 104: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 353Pueblo cont. 22(2) 2011

Notas sobre Antenor Orrego, ensayista

política, economía, cultura y destino. Tras una serie

de disquisiciones acerca del conocer, saber, cultura,

civilización, mito, realidad y filosofía de la historia,

Orrego concluye en la urgencia de forjar los vehícu-

los necesarios de las intuiciones generales latinoa-

mericanas para perfilar los lineamientos definidores

del carácter y la esencia específica de su tarea por

desarrollar en la historia universal. Para ello, los

pueblos deben tener una tarea por delante, un mito

diría su amigo José Carlos Mariátegui. En una sec-

ción de Pueblo-continente, escrita originalmente en

1936, Orrego discute la interrelación de los aconte-

cimientos porque cada país vive científica, artística,

económica y políticamente en función del globo

entero. Tal vez por esta premisa, el pensador perua-

no colige la necesidad de comprender que el proce-

so revolucionario latinoamericano consiste en sur-

gir del caos para forjar una modalidad política,

social y económica propia, ceñida a la sistematiza-

ción científica de Marx. Más adelante, sin embargo,

el escritor censura a los partidos servidores de Mos-

cú, que creen que la revolución latinoamericana

debe seguir el mismo camino soviético, como una

simple variación de etapa económica.

En su póstumo libro Hacia un nuevo humanismo

americano, Orrego fundamenta la tesis de Pueblo-

continente incursionando en la intrahistoria latinoa-

mericana. En la nueva colección de ensayos, el

autor se reafirma como opositor de la idea de resuci-

tar el pasado precolombino, porque la Conquista

impuso unidad lingüística, histórica, religiosa, y, a la

postre, unidad sanguínea, “cuatro factores conside-

rables, que unidos a la decisión e iniciativa creadora

del hombre, han solido determinar y facilitar, casi

siempre 'salvo raras excepciones' el forjamiento de

una expresión cultural”. Este sería el mensaje reco-

gido por la generación de la independencia hispa-

noamericana al enfrentarse con la realidad conti-

nental: “Tras la colisión cosmogónica de dos mun-

dos tan diferentes, comenzó a generarse una zona de

fusión y de síntesis a través del mestizaje de ambas

progenies, y de otras razas que llegarían después”.

Con estilo barroco, oscuro y algo rebuscado, el

autor expresa en sus ensayos agudas observaciones,

en su mayoría certeras y bien fundamentadas.

Influido por el antipositivismo, escribe extensos

períodos atiborrados de términos de poca frecuen-

cia, para reiterar su disquisición filosófica. Con fra-

ses ampulosas, sintetiza argumentos políticos cono-

cidos acerca de la emancipación hispanoamericana.

Observa que pese a la retórica de las proclamas

libertarias, en realidad, la república consolidó el

feudalismo despótico y oligárquico, tanto o más

irritante que el régimen colonial; falsamente se pro-

clamó la libertad, la igualdad, la fraternidad y los

derechos del hombre y del ciudadano, cuando dema-

gógicamente se mantuvo y aún se agravó en ciertos

aspectos, el opresivo régimen económico, político y

social de la Colonia. En las nuevas repúblicas, la

oligarquía y el militarismo se afianzaron con la inde-

pendencia, desencadenando torrentes de sangre,

más de un siglo de turbulencia anárquica y facciosa

y, de hecho, impidieron la estructuración de una

democracia latinoamericana con efigie genuina y

médula histórica propia, como ocurrió en Estados

Unidos, que no necesitó mimetismo alguno para

conformarse con vigor orgánico y ser ahora una

fuerza histórica preponderante en el mundo moder-

no. Para deslindar el desorden contemporáneo, el

ensayista peruano recurre a una observación clásica

china: la buena y justa designación de las cosas es

más necesaria a los pueblos que una economía orde-

nada y previsora, o un buen sistema de suministros

alimenticios o una espléndida red de vías de comu-

nicación. Sin mencionar al I ching, fuente milenaria

de esa observación, Orrego reconoce que una falsa

designación de las verdaderas realidades de un país

conduce fatalmente a la confusión, la duda y el

desorden:

Los hombres y los pueblos que viven mintiéndose a

sí mismos acaban por creer en sus propias falacias...

Comenzamos mintiéndonos teóricamente y el lengua-

je político de nuestras repúblicas se convirtió en un

guirigay ridículo y contrahecho de embustes ideológi-

cos... no hay peor desventura para los pueblos que las

palabras no respondan a sus contenidos, es decir que no

lleguen a traducir las realidades y conceptos que pre-

tenden designar. Esta desdicha, desde el punto de vista

cultural y moral, cobra, una potencia corruptora y

corrosiva inaugural cuando el vocablo acaba por signi-

ficar todo lo contrario de su correcta valoración semán-

tica. Esto ha ocurrido con las palabras justicia, democra-

cia, gobierno, ley, y con tantas otras más.

Page 105: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

354 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Orrego recuerda la gran verdad precisada con

transparencia y hondura por Miguel de Unamuno al

ocuparse de la intrahistoria, realidad invisible y pro-

funda que emerge de las entrañas de un pueblo para

manifestarse en los estratos soterraños de los acon-

tecimientos externos, modelados y saturados de

genuino significado humano. Esta significación,

para el peruano como para el español, se traduce en

el pensamiento, en el arte, en la acción de sus gran-

des hombres y constituye, a la postre, la verdadera y

fidedigna historia porque brota de la intimidad coti-

diana del hombre común.

Orrego reconoce en Bolívar al primer latinoa-

mericano consciente de la necesidad de la unidad

continental, que trató de plasmar por medio de las

armas y del Congreso Anfictiónico de Panamá.

Empero, sus esfuerzos fueron frustrado por las oli-

garquías criollas aliadas con ejércitos dirigidos por

caudillos ambiciosos, preparando así el terreno para

la consolidación de dictadores. Ante esta frustrante

realidad histórica, el autor declama: “Aprendamos a

extraer la lección que nos enseñan nuestros propios

fracasos”. Para Orrego, el ejercicio de la democracia

no lo enseñan los autócratas magnánimos; la demo-

cracia es una necesidad histórica de libertad: brota

de la realidad orgánica intrahistórica del pueblo; no

puede improvisarse. De su razonamiento interpre-

tativo de la cultura, la historia y el destino de Lati-

noamérica, Orrego extrae una serie de conclusio-

nes, entre las cuales figuran las siguientes: 1) La

realidad histórica presenta a América Latina como

un pueblo-continente, destinado a ser, a través de

sucesivas ampliaciones y coordinaciones, un Esta-

do-continente, unificado política, jurídica, econó-

mica, social y culturalmente; 2) La democracia en

Latinoamérica debe emerger de la intrahistoria de

su propia realidad muy diferente de la realidad del

Viejo Mundo; 3). Cuando el fraude y la persecución

contra los opositores no bastan, el presidente de un

país latinoamericano, deseoso de prolongarse en el

poder, apela al golpe de estado o anula el resultado

de la votación, entonces deviene en “instrumento

dócil y servil de un cenáculo de apetitos o, simple-

mente, del capricho cerril, personal y arbitrario del

jefe del Ejecutivo... El crimen político y el régimen

de torturas, que son habituales, alcanzan los carac-

teres de una sevicia macabra... delirante y vesáni-

ca”; y 4) Somos testigos de la eclosión de una cultu-

ra mundial, resultante de los avances científicos,

técnicos y de los medios de comunicación, que ha

acercado a los espacios geográficos, el tiempo histó-

rico y la distancia psicológica y anímica de los seres

humanos de los cinco continentes. Mientras el

mundo celebra los funerales de la superficie y del

tiempo: “Hoy sabemos... de la vida egipcia y de los

comienzos de Grecia, mucho más que los griegos

mismos. Nuestra mirada se ha ampliado hacia el

pretérito en una perspectiva de varios milenios”.

En conclusión, en los ensayos revaluados hemos

constatado el intento de Antenor Orrego de revelar

la persistencia del mito en la interpretación de la

cultura latinoamericana y su esfuerzo por convertir-

se en sepulturero de la tradición. Así como intentó

re-interpretar a Spengler y corregir el elitismo de

Ortega y Gasset, Orrego repensó la historia latinoa-

mericana desde ángulos interdisciplinarios para

escribir una original literatura política a veces mal

interpretada por lo que sus críticos consideran su 3“barroquismo estilístico” ; se esforzó por aclarar los

conceptos de independencia, libertad y democracia

en términos más críticos y exactos para facilitar la

comprensión de la existencia de un pueblo-4continente latinoamericano .

Antenor Orrego sintió en lo más profundo de su

ser el recóndito llamado del pueblo para dedicar su

vida a ayudar a la proeza de cimentar la democracia

y la justicia social , además de darle a la nación

peruana el profundo mensaje histórico de la libertad

y la igualdad ciudadanas. La suya fue una histórica

faena de coraje aguerrido e intento original de una

explicación filosófica adecuada para el proceso cul-

tural del nuevo mundo. Orrego continuó escribien-

do ensayos durante su vía crucis de persecución y

cárcel en las prisiones políticas (la Penitenciaría, el

Real Felipe, El Sexto y el Frontón, 1932, 1934,

1935-45, 1952-56).

Eugenio Chang-Rodríguez

Page 106: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 355Pueblo cont. 22(2) 2011

NOTAS

1 Antenor Orrego publicó tres de los libros citados en este traba-

jo y numerosos ensayos y artículos. Póstumamente se editaron

Estación primera (Lima: Talleres de Obras Gráficas, 1961),

Discriminaciones (Lima: Universidad Nacional Federico Villa-

rreal, 1965), Hacia un humanismo americano (Lima: J. Mejía

Baca, 1966) y Mi encuentro con César Vallejo (Bogotá: Tercer

Mundo Editores, 1989). Casi todos sus escritos, incluso su libro

inédito “Meditaciones ontológicas”, se reunieron en los cinco

tomos de sus Obras completas (Lima: Instituto de Investigacio-

nes Cambio y Desarrollo, 1995).2 Desde joven, Antenor Orrego estuvo interesado en las ideas de

Henri Bergson (1859-1941), difundidas en el Perú por Pedro S.

Zulen (1889-1925) y otros filósofos. Ésta es una de las razones

porque el intuicionismo y las ideas neo idealistas bergsonianas

destacaron en sus escritos. 3 Luis Alberto Sánchez, por ejemplo, lo calificó así: “Utilizó a

menudo un lenguaje cerrado, no oscuro, pero sí denso, cuajado

de metáforas, de hipérbatos, como buen chimú que era, y los

chimús siempre fueron barrocos, o prebarrocos, según se

advierte en sus parientes mayas y zapotecas; y como buen

descendiente de españoles del siglo de oro, fue arcaizante el

mismo, a fuer de moderno, como ocurre en Darío y en Vallejo,

grandes manejadores de arcaísmos neologismos, de palabras

raigales que nunca acaban de ser nuevas ni dejan de ser anti-

guas” Luis Alberto Sánchez, “El gallo vuelve a cantar tres

veces”, Antenor Orrego, Obras completas, tomo 5, p. 322. 4 Por su fecunda labor de escritor y promotor cultural, en 1946

Antenor Orrego fue nombrado catedrático de cultura hispa-

noamericana, luego se le otorgó el doctorado honoris causa y, a

los pocos días, fue elegido Rector de la Universidad Nacional

de La Libertad (1946-48). En 1947, el Dr. Vicente González de

Orbegoso y Moncada, propietario de la hacienda Chuquizon-

go, a pedido de su pariente Víctor Raúl Haya de la Torre, cedió

a la Universidad de Trujillo, un predio de 30 hectáreas de terre-

no, ubicado en la parte noroccidental de la ciudad de Trujillo,

para que le sirviera de campus universitario. El Rector Orrego

fundó tres Facultades: las de Educación, Comercio y Medicina,

además del Instituto de Antropología. Entre las personalidades

que colaboraron con él en su labor renovadora de ese centro de

altos estudios fundado por Bolívar, destacó el científico perua-

no Eleazar Guzmán Barrón, profesor distinguido en la Univer-

sidad de Chicago.

Notas sobre Antenor Orrego, ensayista

Los hijos de Antenor Orrego Espinoza delante del busto de su padre en la UPAO.

Alicia Orrego Spelucín, Antenor Orrego Spelucín y Liliana Orrego Spelucín.

Page 107: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

356 | Pueblo cont. 22(2) 2011

R ecuerdo la historia de un filósofo que se había

cansado de la sabiduría humana y se hallaba

sumergido en un fondo triste de escepticismo y sole-

dad.

Una tarde, paseando frente al mar, creyó escu-

char una voz infantil que acaso venía del cielo o que

tal vez lo llamaba detrás de una ola. El niño le decía:

– Toma y lee. Toma y lee.

Se llamaba Agustín, (el futuro San Agustín) y él

mismo nos ha contado que ésa fue su primera reve-

lación del conocimiento humano. Leyó unas pági-

nas de la Biblia y sintió que la gran maravilla del

conocimiento radica en que es siempre incompleto

como la pequeñez de un hombre frente a la serena

inmensidad del mar.

Traigo a la memoria el recuerdo del Padre de la

Iglesia porque ésa fue exactamente la concepción

que Antenor Orrego tuvo del conocimiento. “Nun-

ca lo recibirás completo ni terminado. Conténtate

con la mitad del conocimiento. La otra mitad es la

que tú buscarás toda la vida”.

Nacido para maestro, lo que fue de César Vallejo

que, como él había nacido en 1892. Lo fue también

de Carlos Valderrama, Alcides Spelucín, Francisco

Xandóval, Macedonio de la Torre, Víctor Raúl

Haya de la Torre, de todo un conjunto de jóvenes

asombrosos que apenas pasaban de los veinte años

de edad pero que ya soñaban con innovar la estéti-

ca, darle nuevos contenidos a la música y al poema,

morir buscando la verdad, unir a los pueblos de

América Latina y edificar una sola patria grande,

común y libre.

Se conocieron en Trujillo. Nunca en el Perú y

pocas veces en el resto del mundo se ha reunido en

una sola ciudad un grupo tan prodigioso.

“Te lo repito. Nunca recibirás completo el conoci-

miento. Siempre te faltará una clave. Te pasarás la

vida buscando esa palabra secreta”.

Estamos viendo en nuestros cines una hermosa

versión en tercera dimensión de “Alicia en el país de

las maravillas”. Como recordarán ustedes, de la

misma forma que ocurre siempre en los sueños, Alicia

no sabe exactamente dónde está ni hacia dónde se

encamina. Sabe que debe correr en busca del Conejo

Blanco y hacerle las preguntas indicadas. Buscar al

Conejo Blanco es el camino de la sabiduría.

¿Y qué tiene que ver esto con la universidad? La

universidad debería ser el inicio de una búsqueda

del conocimiento y una permanente investigación

que nunca terminará de saciarse. Cito a Orrego:

“Los estudiantes quieren una amplia base de inte-

gración humanista porque no quieren ser simples

ANTENOR: EL HOMBRE

QUE SE TRANSFORMÓ

EN UNA ESCUELA

Eduardo González Viaña

Western Oregon University, USA.

Page 108: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 357Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor: el hombre que se transformó en una escuela

insectos especializados en una profesión lucrativa.

Por eso quieren, ante todo, maestros que tengan un

verdadero formato humano, un verdadero porte

moral, una auténtica dimensión ética que los haga

capaces de cualquier renunciamiento en aras de un

interés superior. Porque solo de ellos surgirá la univer-

sidad nueva del futuro”.

Y lo cito otra vez:

“Todas las verdades universales deben enseñarse y

profesarse en la universidad, pero reelaboradas, repen-

sadas, re-creadas y re-interpretadas, en cierta manera,

por maestros y estudiantes. Esto se llama forjar cultura

bíblica y dinámica y no cultura yerta de textos literales,

cultura rutinaria y repetición simiesca”.

Por sostener estas verdades sobre la universidad

y otras muchas sobre la patria, por demandar el cum-

plimiento del sueño de Bolívar y la unión de los pue-

blos de América Latina, miles de hombres y el pro-

pio Orrego entre ellos sufrieron afrentas y prisiones

innobles y cinco mil trujillanos fueron ejecutados en

1932 a dos kilómetros del campus de la UPAO en

los padrones sangrientos de Chan Chan.

Cuando su amigo, el joven Víctor Raúl Haya de

la Torre, le dijo que ansiaba organizar un partido

político para ejecutar el cambio y la revolución

socialista, discrepó de él.

– Partido, no. Escuela. –dijo fiel a su formación

anarquista–. Una escuela para que los indios, los

campesinos y las clases medias conozcan sus dere-

chos y luchen por conquistarlos.

De esa concepción libertaria, nacieron las Uni-

versidades Populares González Prada. El resto es

historia.

Cuando paseo por el campus de la Universidad

Particular Antenor Orrego y veo que es una de las

casas de enseñanza más importante de América

Latina, me convenzo de que es bello pasarse la vida,

como lo hizo Orrego, buscando la palabra perdida.

Y me doy cuenta además de que un hombre, movido

por una pasión, al morir puede transformarse en una

escuela.

Antenor Orrego, autor de Pueblo Continente.

Page 109: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

358 | Pueblo cont. 22(2) 2011

RESUMEN

Los “títulos” o roles que a Antenor Orrego le recono-

cen sus comentadores son: periodista, educador, filósofo,

animador y prologuista de varios autores norteños, y

puntal organizativo e implementador de la política apris-

ta. Son evidentes que dichas funciones las asumió con

esmero. La primera, a través de la edición o dirección de

los periódicos La Reforma, La Libertad, El Norte y La Tri-

buna; la segunda a través de la Extensión Universitaria,

las Universidades Populares y el rectorado en la Universi-

dad Nacional de Trujillo; la tercera, particularmente a

través de sus primeras obras Notas Marginales (1922),

Estación Primera(publicado tempranamente en Amauta

de 1927) y Monólogo Eterno (1929); reflexiones que

ampliadas o reformulados se darán a conocer en el con-

junto de su producción donde sobresalen Pueblo Conti-

nente (1937) y Hacia un Humanismo Americano (1966); la

cuarta, como prologuista de Trilce (1922) y de otras obras

poéticas de autores norteños; y, la quinta, a través de su

responsabilidad organizacional y formativa en el APRA,

a nivel de Trujillo y el norte del Perú, desde sus inicios en

1931 hasta el surgimiento del “sólido norte aprista”,

incluido todo el período de cruenta represión de los 30 y

40 del siglo XX.

Palabras clave: Educación Popular.- Extensión Univer-

sitaria.- Autoeducación.- Estética.- Crítica literaria.- Ideal

Colectivo Latinoamericano.- Pensamiento Latinoamerica-

no.- Pueblo Continente.- Humanismo Americano.- Integra-

ción Americana.- Voluntad de Poder.

INTRODUCCIÓN

Antenor Orrego no llegó como muchos a escri-

bir su memoria, autobiografía, cartas o crónicas, que

den cuenta de sus vivencias e inquietudes persona-

les. Por tanto, para conocer al ser humano que hay

en él, hay que recurrir a la escasa información pro-

porcionada por algunos estudiosos y las descripcio-

nes sobre su personalidad, hechas por sus familiares

y compañeros de la militancia política.

Las reediciones, antologías o comentarios de sus

obras le regatean espacios y obvian comentarios

sobre las primeras etapas de su vida, al concentrarse

en su trayectoria de hombre público. No existe, en

verdad, una biografía de Antenor Orrego, que reco-

ja información sobre sus ancestros, nacimiento y

vivencias infantiles. Ni siquiera en los diversos tra-

bajos que hasta la actualidad difunden instituciones

universitarias, e incluso la frondosa tarea difusora

del Congreso de la República del período 2006-

2011 bajo hegemonía aprista.

Una labor que suena a reivindicación es la ini-

ciada por Juan Orrego Sevilla, un familiar suyo, que

comprende diversos aspectos de la vida y obra del

ilustre pensador, incluido una genealogía mediante

la cual, la familia Orrego del Perú resultaría una

continuidad de la de Guipúzcoa o Galicia de Espa-

ANSIEDAD CREATIVA DE

ANTENOR ORREGO

Demetrio Ramos Rau

Instituto de Desarrollo Económico

Social (INDES) - Trujillo.

Page 110: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 359Pueblo cont. 22(2) 2011

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

ña, sin descartar la que a su vez, se habría asentado

en Chile desde los primeros momentos de la presen-

cia española en América del Sur. En el caso del Perú,

los Orrego se habrían asentado principalmente en

Cajamarca; hecho que en la literatura vigente es la

más conocida. Luego, existe una antología que ha

dado a conocer el lingüista Antonio Chang-

Rodríguez; pero como toda obra de tales caracterís-

ticas, no aporta más datos que los ya difundidos.

Dadas las condiciones mencionadas, una forma de

hurgar en la personalidad de Antenor Orrego, supo-

ne recurrir al intratexto de sus primeras obras, Notas

Marginales o El Monólogo Eterno, como en el caso de

José Eulogio Garrido en relación a Carbunclos.

EL NORTE COMO ORIGEN Y DESTINO

Antenor Orrego Espinoza (Montán, Cajamarca,

Mayo de 1892 - Lima, Julio de 1960) es considerado

como uno de los integrantes más destacados del

movimiento cultural descentralista de los inicios

del siglo XX en el Perú. Oriundo de la andina Caja-

marca, siendo niño aún llegó a Trujillo en 1902,

cuando sus padres deciden deshacerse de la hacien-

da Montán, heredada de los abuelos maternos y que

antes perteneciera al general Miguel Iglesias (Lla-

nos Horna, 2004). Inmediato a su arribo se matricu-

ló en el exclusivo Colegio Seminario San Carlos y

San Marcelo, donde cursa Primaria y Secundaria, y

Superior en la Universidad Nacional La Libertad;

centros de estudios en los cuales, posteriormente,

ejercerá la docencia en el primero y rectorado en el

segundo.

El lugar de nacimiento de nuestro personaje, no

debió ser en los fines del siglo XIX y comienzos del

XX tan insignificante como para ignorarlo, sino más

bien todo lo contrario; ya que en 1882, en dicho

escenario se produjo el denominado “Grito de Mon-

tán”, precisamente con el protagonismo de Miguel

Iglesias Pino, a la sazón Jefe Político Militar del

Norte y luego Presidente del Perú, quien, luego de

una exitosa campaña contra la invasión chilena,

sorpresivamente resultó propiciando el armisticio

con el gobierno del país sureño. En este mismo terri-

torio andino, habría nacido también el montonero,

guerrillero y caudillo Eleodoro Benel, quien en 1924

lidera la Revolución de Chota; para después, junto

con el doctor Arturo Osores y el coronel Samuel

Alcázar, pasar a la oposición y desde allí combatir la

reelección del dictador Augusto B. Leguía. Ya en la

segunda mitad de 1900 y en este mismo escenario

surgirán las famosas rondas campesinas, participa-

ción organizada de la comunidad frente a la ofensi-

va de los abigeos y que, hoy por hoy, se encuentra

extendida en buena parte del mundo andino.

La aparente despreocupación por parte de Ante-

nor Orrego sobre su natal Chota o Montán se com-

plejiza, cuando se trata de su circunstancia vital

desde la juventud hasta su muerte. Por ejemplo,

cuando se refiere a la ciudad de Trujillo en términos

muy agradecidos; concretamente, con motivo del

homenaje que la intelectualidad trujillana le rinde

en 1959, dice:

“Cada vez que vuelvo a asentar las plantas en el

suelo trujillano siento un renacimiento en todo mi

ser, una suerte de rejuvenecimiento que me hace

percibir con claridad la faena inmediata que debo

realizar... He vuelto a las raíces de mi hogar materno y

cual no habrá sido mi sorpresa que Trujillo me recibe

con el amor encendido, con el homenaje conmovido,

con la belleza sutil y extraordinaria de sus poetas y

escritores nuevos” (Ibáñez Rosazza, Manuel. Antenor

Orrego y sus dos Prólogos a Trilce, 1995).

Con todo ello queda entendido que el arraigo

por lo local en Antenor Orrego, no es como en José

Eulogio Garrido en relación a Huancabamba o

César Vallejo a Santiago de Chuco; sino más bien,

abarca un espacio más amplio. En efecto, su recu-

rrente tránsito se produjo en los escenarios de Truji-

llo y las principales ciudades del norte. Finalmente

Lima, por ser capital, además de ser sede de las com-

ponendas políticas y de las celdas donde pasará

meses y años. La inevitable relación dialéctica arrai-

go-emigración, propia de la condición humana,

funciona en Orrego, tal como considera LAS, “Ya

en trance de emprender el vuelo final como para

ensayarlo, salió a beber el inmenso horizonte de la

pampa argentina, con su pasión peruana, la de

Vallejo, a cuestas ya de sumergirse, tal vez en dema-

siadas y tardío esfuerzo, entre las crestas y gargantas

del Anahuac mexicano” (La Literatura Peruana,

1982).

Page 111: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Demetrio Ramos Rau

360 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Antenor Orrego tenía para viajar a París, pero

esa oportunidad la cedió a su entrañable amigo,

César Vallejo. Es decir, si no regresó a Montán, tam-

poco abandonó el norte peruano; desde donde, se

proyectó al mundo, a través de su pensamiento y

acción, a favor de los menos favorecidos. Para el

efecto, asumió tempranamente y se mantuvo hasta

su muerte en los marcos de la autoeducación y la

militancia política; convirtiéndose en el puntal orga-

nizativo del APRA en el norte peruano.

TALANTE DE UN FORMADOR

Una de las pocas referencias biográficas o auto-

biográficas del infante Antenor Orrego, son las que

informa Felipe Cossío del Pomar, con motivo del

encuentro de aquel con Víctor Raúl Haya De la

Torre, en circunstancias no precisamente formales

o cordiales, sino como parte de los consabidos

desencuentros infantiles que se producen en horas

de recreo o juegos competitivos, en tanto alumnos

del Colegio Seminario San Carlos y San Marcelo de

Trujillo. El desencuentro terminó con la interven-

ción del Padre Briand; circunstancia que al mismo

tiempo sirve al sacerdote para expresarle a los con-

trincantes roles premonitorios: de “maestro” a Orre-

go y “héroe de su nación y raza” a (Haya), respecti-

vamente. Coincidentes o no con los hechos poste-

riores, lo cierto es que como dice el informante:

“Desde entonces Antenor y Víctor Raúl se dieron el

primer abrazo que como hermanos les ha unido toda

la vida” (Víctor Raúl, 1995).

Ya como alumno de la Universidad Nacional de

La Libertad (hoy de Trujillo), el círculo de amigos de

Antenor Orrego se ensancha con la concurrencia

de alumnos de otros centros educativos del norte

peruano. Acompañado de las mentes más lúcidas de

dicha generación, irrumpe como uno de los organi-

zadores del Centro Universitario, la implementa-

ción de actividades de extensión universitaria y las

universidades populares, y la posterior formación

del Grupo de Trujillo o Grupo Norte.

Antenor Orrego en Santiago de Chuco (1954), lo acompañan Hermes Torres Romero, Luis Cáceres Aguilar, Fortunato Ramos. (Foto Archivo de Hermes Torres P. ).

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| 361Pueblo cont. 22(2) 2011

Como supliendo la carencia de datos sobre su

biografía, no faltan algunas caracterizaciones y sem-

blanzas sobre el talante de Antenor Orrego. Por

ejemplo, el prolífico LAS lo describe así: “Era Orre-

go más o menos como hoy, según veo en las fotogra-

fías. Pequeño, menudo, de tez blanca, un poco roji-

za, pecoso y algo “borrado”, es decir, con algunas

picaduras de viruela; los ojos claros; la frente alta y

apuntando al cielo; ralo el cabello castaño; el andar

desenvuelto; el perfil un poco huidizo, conejil; el

hablar abundante y preciso; siempre subrayando

con un gesto perentorio del antebrazo; vestido con

pulcritud, sin estruendo; andar reposado y ágil; acti-

tud cordial; ninguna petulancia; un poco afirmati-

vo, sin embargo, pero con fuerza de la fe en las ideas

que expone; gran lector; meditador de raza; nada de

filosofías de repetir al autor de moda; sino eso que se

llama filosofar o sea desgarrarse las entrañas y,

mirándose el ombligo, descubrir el cordón que une

con la fuente nutricia”(Op. Cit. y obras posteriores).

A lo que es necesario agregar, lo dicho por Juan Orre-

go Sevilla, un familiar suyo, con motivo de su dece-

so: “Nació para pensador y vivió como combatiente,

leal a su pueblo y a su América. Aprendió la lección

de los iluminados de Asia y los filósofos de Europa y

porfió por aprisionar un fragmento de esa eternidad

que ayer lo ha reclamado por entero. Hombre bue-

no, leal y sabio, murió como vivió; con sencillez, con

dignidad y en decorosa pobreza. Fue enterrado

como quería el pueblo: en olor de multitud”.

Todo lo cual se complementa, cuando en Notas

Marginales, al ocuparse de su tema recurrente, la

Antropología, nuestro personaje, al referirse a las

perspectivas de progreso de la persona resalta las

estupendas posibilidades de realización, el ansia de

conocimiento, el rol forjador de una nueva concien-

cia, la práctica de la solidaridad y la búsqueda de la

felicidad, existentes en el ser humano.

MÚLTIPLE FUNCIÓN PÚBLICA

Ya en el ejercicio de la función pública, los “títu-

los” o roles que a Antenor Orrego le reconocen sus

comentadores son: periodista, educador, filósofo,

animador y prologuista de varios autores norteños, y

puntal organizativo e implementador de la política

aprista. Son evidentes que dichas funciones las asu-

mió con esmero. La primera, a través de la edición o

dirección de los periódicos La Reforma, La Libertad,

El Norte y La Tribuna; la segunda a través de la

Extensión Universitaria, las Universidades Popula-

res y el rectorado en la Universidad Nacional de

Trujillo; la tercera, particularmente a través de sus

primeras obras Notas Marginales (1922), Estación

Primera(publicado tempranamente en Amauta de

1927) y Monólogo Eterno (1929); reflexiones que

ampliadas o reformulados se darán a conocer en el

conjunto de su producción donde sobresalen Pueblo

Continente (1937) y Hacia un Humanismo America-

no (1966); la cuarta, como prologuista de Trilce

(1922) y de otras obras poéticas de autores norte-

ños; y, la quinta, a través de su responsabilidad orga-

nizacional y formativa en el APRA, a nivel de Truji-

llo y el norte del Perú, desde sus inicios en 1931

hasta el surgimiento del “sólido norte aprista”,

incluido todo el período de cruenta represión de los

30 y 40 del siglo XX.

ORREGO PERIODISTA. El ejercicio del

periodismo le atrae tempranamente a Antenor

Orrego. Cuando en 1914 gana un concurso litera-

rio, ya tenía un recorrido como colaborador de más

de una publicación local; de tal manera que en

1915, se le ve coordinando una página cultural en

La Reforma, en cuya publicación será nombrado

pronto como Jefe de Redacción. En esta y otras

publicaciones, entre ellas Balnearios de Lima, y La

Semana y La Libertad de Trujillo, destacan sus

comentarios y reflexiones, tanto sobre la coyuntura

como el desarrollo del pensamiento moderno y con-

temporáneo.

Al estilo de su amigo Mariátegui en Lima, en los

medios donde colabora y conduce, no sólo difunde

noticias del momento, sino más bien una buena

parte de sus artículos se destinan para el análisis y el

comentario de la actualidad cultural y científica;

convocando cuando le es posible, la participación

de lo más representativo de la intelectualidad local,

regional, nacional e internacional. Particularmente

El Norte de Trujillo que funda y dirige junto con

Alcides Spelucín, se convertirá en el vocero de lo

más graneado de la inteligencia peruana y latinoa-

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

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362 | Pueblo cont. 22(2) 2011

mericana; donde precisamente uno de los asiduos

colaboradores será César Vallejo, tanto desde Lima

como desde Europa.

Por su temprano compromiso con los problemas

sociales y en tanto periodista de combate, sufrirá su

primera prisión en Trujillo. La causa: haberse iden-

tificado con las luchas de los braceros del valle Chi-

cama. Y como director de La Tribuna, en el período

1957 y 1960, más allá de su filiación política, difun-

dirá los logros de la ciencia y el arte contemporá-

neos; y lo suyo, que abunda en temas sociales y polí-

ticos, de interés coyuntural para el APRA y la socie-

dad peruana, dándose a conocer bajo el encabezado

de “Efigie del Tiempo”.

La participación de Antenor Orrego en el perio-

dismo comprende las principales publicaciones del

Perú y América, contándose entre ellas Mundial,

Variedades, Claridad, Amauta, La Sierra, Antorcha y

Repertorio Americano; en las que desarrolla, no sólo

temas de coyuntura sino sobre todo de reflexión en

Filosofía, Sociología, Política, etc. Esto, además de

cotidianas colaboraciones en diversas publicacio-

nes menores para las que es solicitado desde diver-

sos puntos del país.

ORREGO EDUCADOR. El impulso inicial de

su trabajo educativo se concreta a través de la Edu-

cación Permanente y Educación Popular, particu-

larmente la Extensión Universitaria. Esta tarea la

inicia en sus tiempos de estudiante en la Universi-

dad Nacional de Trujillo, en vista de que la educa-

ción superior estaba desvinculada de la comunidad,

así como los contenidos que venían desarrollando

los docentes no respondían a las exigencias de la

época. Para el efecto, Antenor Orrego y sus condis-

cípulos más cercanos impulsan la organización del

“Centro Universitario”, por los mismos tiempos del

fermento estudiantil de Lima, Arequipa y Cusco

(entre 1905-1910). A través de este organismo,

simultáneo con el despliegue de una serie de even-

tos educativos y culturales, los estudiantes logran

un creciente protagonismo en los eventos más

importantes de la ciudad de Trujillo. Esta preocupa-

ción derivará finalmente en la organización y fun-

cionamiento de la “Universidad Popular” en 1918,

en tanto germen de lo que más adelante serán las

Universidades Populares González Prada; del

mismo modo que los mencionados centros universi-

tarios contribuirán para la formación de los centros

federados y finalmente la Federación de Estudiantes

del Perú; instrumentos fundamentales para su parti-

cipación en el movimiento de Reforma Universita-

ria de 1919 para adelante. Es de esta manera que, en

la experiencia de Antenor Orrego, se engarzan

Extensión Universitaria y Educación Popular, acti-

vidades educativas no formales, coherentes con el

sentimiento generacional, ante la vigencia de una

educación desvinculada de la realidad. A este res-

pecto, el diagnóstico no podía ser más contundente:

“La universidad que debió ser un foco de irradiación

intelectual, un instrumento o vehículo de fuerte suscita-

ción, se limitó a repetir -¡Magíster Dixit!- la densa y

pedantesca garrulería académica del Medioevo, la atosi-

gante y abrumadora banalidad de todos los lugares comu-

nes de la tierra, verborrea ortofónica de esa ciencia jurídi-

ca que había aderezado Pero Grullo en todas las malas

cocinas europeas. Cada catedrático despotricaba –como

solo se despotrica en la Universidad Peruana- de lo que

nunca aprendió, de lo que nunca amó con pasión intelec-

tual, de lo que jamás ni siquiera asimiló dentro de su san-

gre y dentro de la carnatura de su espíritu” (Mi encuentro

con César Vallejo, 1989).

La opción por la Educación Popular no era sino

la profundización de la práctica de la Autoeduca-

ción que Antenor Orrego y sus amigos más cerca-

nos, habían iniciado sobre la base de lo recibido en

el Colegio Seminario San Carlos y San Marcelo;

inspirados en las enseñanzas de religiosos franceses

lazaristas, de reconocida mentalidad liberal. Este

proceso debió también recibir una importante

cuota de influencia de la labor que los anarquistas,

revolucionarios y libertarios, venían realizando en

Trujillo, a través del periódico El Jornalero, la Liga de

Artesanos y Obreros del Perú y la Biblioteca Popular

Libertad y Progreso. Esto por lo demás, guardaba

coherencia con el llamado de la época y que desde

Lima, impulsaba Manuel Gonzáles Prada; un pensa-

dor que crecientemente se había convertido en el

líder de los elementos más progresistas en el período

de reconstrucción nacional luego de la Guerra del

Pacífico. El ejercicio de la autoeducación al articu-

larse con los vientos de la reforma universitaria y la

Demetrio Ramos Rau

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| 363Pueblo cont. 22(2) 2011

educación popular, deriva en no pocos estudiantes

en una actitud “antiuniversitaria”; con la consi-

guiente renuncia a la formalidad de los títulos aca-

démicos, en la que hasta el final se mantuvieron

Antenor Orrego y sus amigos más cercanos de Truji-

llo y José Carlos Mariátegui de Lima.

De lo descrito se conviene que los principales

espacios de intervención educativa de Antenor

Orrego, constituyen el sector estudiantil reformista,

los trabajadores organizados en sindicatos de los

valles Chicama y Santa Catalina, los militantes y

simpatizantes del APRA, así como los integrantes

de diversas instituciones de la localidad trujillana

(asociaciones, clubes, etc.). Con ellos realiza la difu-

sión de temas de palpitante actualidad en el Perú y

el mundo, vinculados con la economía, la sociedad,

la política, la ciencia y la cultura. Los medios, ade-

más de las conferencias, serán las páginas de los

periódicos y revistas, donde tiene acceso; tanto

como redactor y director, o simplemente como cola-

borador. Para tal efecto asume tempranamente los

avances de la Antropología, Psicología, Filosofía y

Sociología, que se difunden en Europa y América.

Como todo hombre comprometido con el cam-

bio social, en los siguientes años Antenor Orrego,

debe responder ante nuevas exigencias. En 1945

había accedido al poder el gobierno del Frente

Democrático Nacional bajo el liderazgo de José Luis

Bustamante y Rivero, donde el APRA tenía impor-

tante participación. En esta coyuntura, Antenor

Orrego es electo Senador de la República, donde

precisamente se discute el Estatuto Universitario,

como parte de una reforma integral. Al tiempo que

participa activamente en dicho proceso, nuestro

personaje es convocado para ejercer el rectorado de

la Universidad Nacional de Trujillo, donde se pre-

sentará el esperado escollo: ¡Antenor Orrego no

tenía título académico, menos la de un Doctor que

exigían las normas! Dadas las particularidades de la

coyuntura, la salida es introducir algunas modifica-

ciones en el reglamento universitario, de tal manera

que con el título de Doctor Honoris Causa, Ante-

nor Orrego pudo acceder al mencionado cargo.

La experiencia educativa formal de Antenor

Orrego, al fin tiene una cristalización en la gestión

del nivel universitario; campo de acción que, por

lo demás, era de su conocimiento. Practicante de

la Extensión Universitaria, combatiente en prime-

ra fila en la Reforma Universitaria y autor de más

de una propuesta en el nuevo Estatuto Universita-

rio que se discute en el senado de la república,

Antenor Orrego, podía en este campo nadar como

pez en el agua. En esta gestión, que transcurre

entre 1946-1947, despliega una proficua labor,

con logros que se concretan en: propuesta para el

establecimiento del Colegio Universitario, vincu-

lación de la universidad con su medio social y cul-

tural, gesta de una universidad con un sentido

indoamericano, forja de una docencia con autén-

tica valoración de su magisterio, establecimiento

del seminario como método de enseñanza, cons-

trucción de la ciudad universitaria, creación de

nuevas facultades, especialmente la de Medicina,

bajo el liderazgo del reconocido científico ancas-

hino Eleazar Guzmán Barrón (Rivero Ayllón. Ante-

nor Orrego: Meditaciones sobre la universidad,

2003). En el transcurso de su participación en el

senado y el rectorado, Antenor Orrego, despliega

así mismo, una proficua labor de difusión sobre la

educación, fundamentalmente universitaria, uti-

lizando diversos medios a su alcance. Los conteni-

dos divulgados en medios escritos comprenden

principalmente los aspectos políticos del proceso

educativo. El mejor testimonio de esta labor, está

contenido en su memoria rectoral de 1946, inclui-

do su novedosa propuesta, la del Colegio Univer-

sitario y que Rivero Ayllón, ha insertado en su

obra citada.

El Colegio Universitario “…no está llamado a ser

solamente la fuente de cultura general del alumno, sino

también la iniciación específica, el pórtico de entrada,

podríamos decir de la escuela profesional y de la investiga-

ción científica. Se trata, en realidad, de preparar el cere-

bro del futuro universitario para convertirlo en una herra-

mienta eficaz de conocimiento, de estudio, de curiosidad y

de investigación. El profesional no sólo debe ser un hom-

bre que sepa mirar aguda y profundamente a través del

ojo estrecho de una cerradura, sino también un hombre de

mirada panorámica, que no se asuste frente al miraje total

del horizonte y que sepa darse cuenta del conjunto del

mundo, de la Historia, de la Filosofía y de la Ciencia como

síntesis global del conocimiento humano.”

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

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364 | Pueblo cont. 22(2) 2011

Sobre la participación de Antenor Orrego en el

campo educativo, Rivero-Ayllón (Op. cit.) y Robles

Ortiz (“Pensamiento Educativo de Antenor Orre-

go”. En Pueblo Continente, Vol. 21, N° 2, Julio-

Diciembre 2010) han dado a conocer importantes

aportes. El primero, a través de una recopilación de

la serie de comentarios y propuestas de Orrego,

tanto como legislador y rector de la Universidad

Nacional de La Libertad, y el segundo, al extraer

una serie de reflexiones antropológicas y filosóficas

vinculadas con la Educación, contenidas en su

vasta producción. De todo ello lo que trasluce es

que el pensamiento y acción de Antenor Orrego en

el campo educativo se concretó en la Educación

Popular, gestión de la Educación Superior Universi-

taria y sus reflexiones desde los campos de la Antro-

pología y la Filosofía. Por lo mismo, no le falta razón

a Robles Ortiz, al emparentarlo con las propuestas

de Blas Pascal, en torno a la inevitabilidad de lo afec-

tivo frente al predominio de la razón; un tópico noví-

simo en el debate filosófico nacional de aquellos

tiempos, por tanto poco entendido por una intelec-

tualidad influida fuertemente por el positivismo,

asentada en las principales universidades y centros

de difusión cultural.

ORREGO FILOSOFO. El campo de acción de

Antenor Orrego, que mayores comentarios ha mere-

cido es seguramente el referido a la Filosofía; tarea

desplegada con motivo del magisterio directo, tanto

en el Grupo Norte, el APRA y su relación con el

conjunto de las organizaciones sociales y culturales

con las que estaba vinculado. Los principales conte-

nidos elaborados en este campo, están incluidos

principalmente en Notas Marginales (1922) y Monó-

logo Eterno (1929); cuyas reflexiones sirven de base

para la elaboración de Pueblo Continente (1937) y

Hacia un Humanismo Americano (1966). Es de ano-

tar, sin embargo, que en sus dos primeras obras, apa-

recen más nítidamente expresados los contenidos

vinculados directamente con la Filosofía, mientras

que en las dos últimas y por coincidencia las más

difundidas, relucen sus preocupaciones geopolíti-

cas, antropológicas y sociológicas.

Como está registrado en la reseña de sus obras, en

1914 con su trabajo sobre Arte Moderno gana el con-

curso convocado por un periódico de Lima, en el que

también hace lo propio Abraham Valdelomar, en el

campo de la narrativa. Una continuación de este

importante estreno, serán sus primeras producciones

Notas Marginales y El Monólogo Eterno, así como Esta-

ción Primera (1966) que se da a conocer posterior a su

fallecimiento. Algunas de ellas están escritas en

forma de aforismos, así como priorizan fundamental-

mente su pensamiento estético, tema que por esos

tiempos iniciaba su difusión en el Perú.

Un posible antecedente de la preocupación por

la Estética entre la intelectualidad peruana habría

sido la del ancashino Alejandrino Maguiña a través

de La Idea de lo Bello (1893) y La Cuestión de lo Bello

(1894). Estos aportes pioneros abonan el terreno

para la difusión de las ideas de Nietzsche desde los

inicios del siglo XX, con su novedoso planteamien-

to sobre lo Apolíneo y Dionisíaco, como compo-

nentes de la creación artística; de cuya impronta,

los del Grupo Norte, no eran ajenos. Este proceso

cobra fuerza con la presencia de Alejandro Deus-

tua, quien luego de su recorrido por Europa inicia la

difusión de las ideas de Henri Bergson (La Evolución

Creadora, 1907) y concretamente a través de su

propia producción (Estética General, 1923). Los

primeros debates de las ideas esteticistas, vitalistas e

intuicionistas en el Perú, tenían como medios de

difusión sendas publicaciones capitalinas y las aulas

de la Universidad de San Marcos, en la que también

estaba involucrado el otro cajamarquino, Mariano

Iberico Rodríguez (Una Filosofía Estética, 1920).

Entre los autores europeos en boga merecen una

explícita mención por parte de Antenor Orrego, los

alemanes Nietzsche y Heidegger y el francés Berg-

son; hasta cuando es ganado por la Antropología y

Sociología, cuya impronta precisamente está pre-

sente en Pueblo Continente y Hacia un Humanismo

Americano.

En uno de los primeros artículos de contenido

filosófico o estético, publicado en Amauta, Antenor

Orrego postula:

“...el arte dramático occidental se asienta en una

concepción o, mejor en una realidad, no precisamente

falsa o errónea, sino amputada, estrecha, mezquina.”

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Demetrio Ramos Rau

Page 116: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 365Pueblo cont. 22(2) 2011

“El arte europeo ha hecho anecdótico el destino. La

cultura es de esa irremediable frivolidad occidental que nos

lleva hacia él por simple holganza o divertimento insustan-

ciales, por aturdirnos como nos aturdimos con un espec-

táculo; por oficio o por acrobacia retórica y dialéctica. Nos

falta la seriedad atenta, la unción estremecida del creador.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

“Si el arte no sirve para superar y rebasar la vida, no

sirve para nada” (“El Personaje y el conflicto dramático

en el teatro, la novela y el cuento”, en Amauta, Año I,

No. 1, 1926).

Esta crítica no incluye las obras de Shakespeare,

Cervantes, Romain Rolland, Pirandello y Goethe. A

través de ellos, reclama más bien un “arte dramático

integral” en que el carácter esté presidido por el desti-

no, el cual es libertad y determinación. Y en coheren-

cia con el vitalismo que crecientemente asume, con-

sidera que “la pura racionalidad no es revolucionaria,

es conservadora, estática y reaccionaria”. Es decir:

“La razón raciocinante nos lleva a la utopía, o lo que

es lo mismo, a la esterilidad o a la locura. La razón vitali-

zada que tiene sus raíces en la fluencia de la realidad nos

lleva a la fe, es decir, a la heroicidad porque conforta nues-

tra esperanza” (“Racionalismo y revolución”, Amauta,

Año I, No. 6, 1927).

Entiéndase que Antenor Orrego combate la

“pura racionalidad” y no precisamente la racionali-

dad entendida en toda su dimensión. Se refiere, a

aquella racionalidad occidental que pretendía

monopolizar el pensamiento, con menoscabo del

afecto, otro componente cultural de la humana

condición. Para que ello quede claramente señala-

do, nuestro autor considera que “la razón para no

extraviarse” ni extraviar al hombre, debe incorpo-

rarse en una recia “encarnadura humana”. Estas

especulaciones, permiten a Antenor Orrego, definir

el sentido de la filosofía en coherencia con las exi-

gencias de los tiempos nuevos. Para tal efecto, qué

mejor ubicarse en la realidad latinoamericana, en la

que sus pensadores tratan de responder por sí mis-

mos a dicho reto:

“Respuestas en acción y respuestas en pensamiento,

respuestas en arte y respuestas en política. Todo esto tiene

que constituir su voluntad de ser y su voluntad de poder”

(“Qué es una filosofía”, Amauta, Año III, No. 27, 1929).

Observe el lector, la mención directa de la idea

clave nietzscheana “voluntad de poder”, la que

asume tempranamente, similar que José Eulogio

Garrido, César Vallejo y Haya De la Torre. Más ade-

lante, redondeará su reflexión sobre la filosofía, con

la siguiente definición:

“El objeto esencial de una filosofía es expresar el estilo

de un hombre y de una época, la manera de reaccionar de

una raza frente a los enigmas del universo. Esto equivale a

decir que el objeto de la filosofía es el pensamiento. De lo

contrario es una fría armazón lógica, indefinida, entelé-

quica y cadavérica” (Amauta, Año III, No. 27, artículo

citado).

Esto mismo guarda coherencia con la preocupa-

ción esteticista de Nietzche, cuando éste decía:

“...hacer de un gran estilo no sólo un nuevo arte

sino...realidad, verdad, vida”; por cuanto la cues-

tión del estilo estaba en el centro de su pensamien-

to, en tanto gran logro de los griegos y romanos,

según nos lo recuerda A. Nehemas (Nietzsche Life as

Literature, 1985).

ORREGO CRITICO LITERARIO. El

campo de acción donde se ha difundido con mayor

nitidez el pensamiento filosófico y estético de

Antenor Orrego es la crítica literaria, expuesta

principalmente en las palabras prologales a Trilce

(1922) de César Vallejo Mendoza, El Libro de la

Nave Dorada (1926) de Alcides Spelucín Vega,

Las barajas y los dados del alba (1928) de Nicanor

de la Fuente - “Nixa” y Dimensión de la Piedra

(1955) de Julio Garrido Malaver; complementada

con una serie de artículos y ensayos sobre las obras

de más de uno de sus coetáneos. Estas exposicio-

nes coinciden en su tono anunciador, laudatorio,

metafísico y contextualista, en tanto se refieren a

obras de sus compañeros del Grupo Norte, preo-

cupados por renovar la estética de tal manera que

sirva para “superar y rebasar la vida”, así como

cambiar el sistema económico y social injustos;

con una moderada diferenciación con motivo del

poemario de Nixa, donde asume más directamen-

te el convencional estilo de crítica a través de la

decodificación de palabras y versos, en el marco de

las corrientes poéticas en boga (modernismo,

ultraismo, surrealismo, etc.).

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

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366 | Pueblo cont. 22(2) 2011

En el esquema convencional de clasificación de

la crítica literaria, la de Antenor Orrego, segura-

mente pertenece a la “subjetivista”; acaso, más cer-

cano aún, a la “impresionista”; siendo ésta última

para Alfonso Reyes, el primer grado de la escala

crítica (donde la exégesis y el juicio, constituyen el

segundo y tercer grados, respectivamente). Esta

caracterización nos resulta válida pese a los deslin-

des que formula con motivo del libro de Spelucín

Vega, donde aduce su estricta sujeción a la objetivi-

dad; la misma que, en términos estéticos y en cohe-

rencia con sus propósitos, no era necesaria. Es sub-

jetivista también, por cuanto es innegable la presen-

cia de este factor psicológico cuando la relación que

se establece es entre los miembros de un grupo;

mucho más, cuando entre ellos existe lazos de fami-

liaridad (particularmente en relación a Spelucín

Vega). Igualmente, es impresionista, por cuanto se

basa sobre todo en la receptividad y la iluminación

del corazón como sostiene Alfonso Reyes; sin des-

cartar, que a través de la intuición se puede ensan-

char las perspectivas de una obra o proyecto, a ries-

go de superar tanto los límites como el equilibrio

que debe existir entre razón y afecto (caso de César

Vallejo). Todo lo cual guarda coherencia, por cuan-

to Antenor Orrego se inscribe entre los pensadores

que se ubican en la línea trazada por Blas Pascal y

seguidores.

Donde sí es posible encontrar algunos vacíos es

en el manejo de la metodología de las ciencias socia-

les, particularmente en el inadecuado tratamiento

de la contextualización. En efecto, Antenor Orre-

go, en su apreciación crítica, trata siempre de ubicar

la obra en cuestión en un contexto determinado.

Más cuando esta recurrencia no tiene datos sufi-

cientes de comparación con otras obras o proyectos

similares o, cuando una apreciación contextual

abunda en detalles más de lo técnicamente necesa-

Demetrio Ramos Rau

Antenor Orrego junto a una de sus hijas, Luis Cáceres Aguilar y Hermes Torres Romero (de pie),

en la antigua Plaza de Armas de Santiago de Chuco. (Foto archivo Hermes Torres P.).

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rios, deriva inevitablemente en una apreciación o

enjuiciamiento expansivo antes que objetivo.

Ubicado en el esquema de Alfonso Reyes, la

contextualización puede tener mejor uso en tanto

forme parte de la exégesis o análisis especializado y

comparativo de la obra literaria. La presencia en

exceso del impresionismo, es lo que nos pone

muchas veces ya no tanto en el análisis del fondo y

forma de la obra presentada, sino más bien nos con-

vierte en un expositor que trata de convencer al

lector sobre sus propios puntos de vista e inquietu-

des estéticas personales.

De esta manera, la presentación de las obras

literarias mencionadas, más que un análisis literario

se convierten en verdaderos ensayos sobre Estética

por parte de Antenor Orrego. Por lo mismo, sus

apreciaciones son abarcadoras; de tal manera que,

no está en su preocupación principal el análisis de

estilos literarios, la decodificación de palabras o

versos de un poemario, sino más bien la ubicación o

vislumbre de la perspectiva de los mensajes de las

obras que comenta, que para el caso, su alcance no

solo es nacional sino sobre todo continental y uni-

versal. Este estilo es evidente en todos sus prólogos

y, particularmente en El Libro de la Nave Dorada de

Alcides Spelucín, donde incluso, la parte introduc-

toria o contextual abarca más de la mitad de las pági-

nas destinadas al conjunto del ensayo.

El comentario crítico al impresionismo de Ante-

nor Orrego que nos permitimos formular, no discute

necesariamente la importancia del perspectivismo

ni la ubicación de una obra literaria en los campos

de la filosofía o sociología, en la que por ejemplo se

ubica la de César Vallejo. Nuestro comentario trata

de evitar en todo caso, que una crítica de este tipo

derive fundamentalmente en lo expansivo o subje-

tivo innecesarios.

De otro lado, el reconocimiento del evidente tono

anunciador y laudatorio que caracteriza a los prólogos

de Antenor Orrego, responde a su reconocida gene-

rosidad y el afán orientador que se había autoasigna-

do en la forja de una cultura nueva desde América

Latina. Una tarea sobrehumana, por decir lo menos.

De allí que, aún recurriendo al rigor y la ética, no estu-

vo exento de los riesgos de caer en una excesiva valo-

ración o generalización; no sólo dada la cercanía gene-

racional e ideológica, sino sobre todo por su tempera-

mento más vinculado con lo afectivo que con lo

racional. Acaso refiriéndose a esto mismo, LAS afir-

ma: “El estilo de Orrego difiere del de los escritores de

su generación, en lo barroco. Además, en el peculiar

uso de los sustantivos absolutos, en las generalizacio-

nes románticas” (Op. cit., Tomo 4, 1981).

La formulación de algunas precisiones sobre el

carácter de su estilo de crítica la realiza también el

mismo Antenor Orrego, treinta y ocho años des-

pués y con motivo del Simposium sobre Vallejo rea-

lizado en la Universidad Nacional de Córdoba. Allí

repetirá una y otra vez, su conclusión sobre el meo-

llo de la obra vallejiana:

“esta poesía retrae hacia su origen la esencia del ser”;

Apreciación que se ubica en el estilo de crítica

que había asumido: “una revelación de la obra ajena

y no una simple glosa de lugares comunes y concep-

tos circulantes”; así como constituye la formulación

de conceptos complementarios en el marco del pen-

samiento heideggeriano. Y en un esfuerzo de esta-

blecer un paralelo entre el autor alemán y Vallejo,

en tanto genuinos practicantes del solecismo y la

alteración semántica, agrega:

“El poeta no se propone nunca ser original sino que su

originalidad emerge de la necesidad interna de su emo-

ción, de su expresión poética virginal”.

Ni más ni menos, en los términos como está plan-

teado el arte característico propuesto por Rousseau y

Goethe, como base de una estética que centra su

atención en la emoción y pasión humanas.

Dadas las razones expuestas, la crítica literaria

orreguiana no dejará de mostrar más temprano que

tarde inevitables limitaciones. De los cuatro poetas

presentados Vallejo Mendoza, Spelucín Vega, De la

Fuente y Garrido Malaver, sólo el primero logrará

ubicarse en la cúspide de la creación poética latinoa-

mericana y universal contemporáneas, tal como

había sido avizorado. Spelucín Vega, no sólo se que-

dará con un solo poemario, dedicándose más bien al

periodismo y la docencia, y fuera del país; De la Fuen-

te, igualmente será ganado por el periodismo; así

como Garrido Malaver, pese a su prometedora pro-

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

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ducción poética, además del prólogo de Antenor

Orrego, no merecerá más comentarios que la de su

compañero de partido Luis Alberto Sánchez, al ser

absorbido por la militancia política en el seno del

APRA. El mismo Antenor Orrego, experimentará

muy pronto un ostracismo no sólo por reacción de los

gobiernos dictatoriales de turno, sino también en el

seno de su propio partido, pese a su tesonera labor

educativa y organizacional. En torno a esta circuns-

tancia, más de un militante aprista (entre ellos, Garri-

do Malaver, Carmelo La Cunza y Mariano Alcántara)

expresará con nostalgia, que el Perú había perdido un

filósofo al ser ganado por la política.

Con este motivo valen algunas anotaciones

sobre la evolución de la concepción del arte y de la

crítica literaria en general. Para el Premio Nóbel de

Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, en una obra

literaria el tratamiento de la forma debe merecer

una esmerada atención por parte del autor; toda vez

que ésta, al comprender escritura y estructura,

engrandece o empobrece los temas. Similar opinión

tiene, otro escritor notable de la generación ante-

rior, Carlos Eduardo Zavaleta, cuando precisamen-

te nos señalaba que la creación literaria consiste en

dar libre juego a la imaginación, antes que pensar en

las causas y consecuencias de los motivos o referen-

tes. Las afirmaciones mencionadas acaso no estén

del todo lejanas de la primera caracterización del

arte griego y de la mayoría de los continuadores

románticos alemanes, cuando preconizaban la

importancia de lo bello y las formas de la naturaleza,

en toda creación artística. Sin embargo, la caracte-

rización de la creación artística no puede quedarse

en la mera o preferente atención de las formas. Los

pasos dados hasta el momento por el arte caracterís-

tico, donde se valoran como referentes las emocio-

nes y pasiones humanas, precisa cuál es el comple-

mento ineludible de toda creación; con lo que es

posible convenir, en el necesario equilibrio entre

forma y fondo, razón y afecto, que debe existir en

toda obra de arte que se reclama verdadera; con

cuya concepción, por lo demás, el romanticismo de

la más noble estirpe no está divorciado.

Con este mismo motivo, vale precisar la impor-

tancia del manejo adecuado del contexto; o mejor

aún, de la relación texto y contexto. Texto, en tanto

un producto concreto y material motivo de comen-

tario, que debe ser cotejado con otros similares; y

contexto, a través del establecimiento de una rela-

ción técnica o profesional, en base a la ubicación y

comparación de la obra del autor comentado con la

de otros de la misma generación o corriente artísti-

ca. Esta relación que debe ser primordial, es lo que

precisamente se ve sesgada en la crítica orreguiana,

al enfatizar en una dimensión no adecuada el con-

texto sociocultural de un ámbito territorial local,

regional o nacional, o como cuando sus apreciacio-

nes asumen un carácter expansivo o genérico, más

allá de los alcances de la obra comentada.

El otorgamiento de la importancia del contexto

artístico o literario, tiene por finalidad ubicar la obra

comentada en el tiempo y espacio adecuados, a tra-

vés del establecimiento de similitudes, paralelos,

ventajas o desventajas, avances uno frente a otros y

sus proyecciones. Es decir, trata de identificar no

sólo las diferencias sino también los logros o las limi-

taciones de una creación artística o poética objeto

de estudio. Y esto supone, no sólo mención de esti-

los sino también de autores y obras similares o gene-

racionales; una mención necesaria que poco tiene

que ver con el “rastacuerismo intelectual” al que

condena Antenor Orrego, con motivo del prólogo a

la segunda edición de Pueblo Continente.

En el mencionado prólogo precisamente es

donde surge su primera contradicción, por cuanto

en Pueblo Continente y las siguientes, incluido Hacia

un Humanismo Americano, no sólo mencionará auto-

res y obras, sino más aún, asumirá explícita o implí-

citamente los puntos de vista o propuestas de los

mismos. De esta manera, antes que recusados resul-

tan convocados Nietzsche, Marx, Heidegger, Dilt-

hey, Bergson, Spengler, Toynbee, Keysserling, Vas-

concelos, Palacios, Unamuno y Ortega y Gasset,

entre otros. Una vasta convocatoria que no sólo

relativiza los puntos de vista expresados por el autor,

sino también deriva en confusión o “singularidad”

ideológica que no sin razón le achacan Augusto

Salazar Bondy (Historia de las Ideas en el Perú Con-

temporáneo, 1965) y Luis Alberto Sánchez (Op. cit.,

1981).

Demetrio Ramos Rau

Page 120: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 369Pueblo cont. 22(2) 2011

ENTRE LA FILOSOFÍA Y LA SOCIOLOGÍA

De lo descrito es posible percibir que el Ideal

Colectivo Latinoamericano del que formaba parte

Antenor Orrego no las tenía resuelto todas las exi-

gencias de la época. Los mensajes de José Enrique

Rodó en pos de una nueva democracia que no sea

utilitaria como la norteamericana, la de José Vascon-

celos en el surgimiento de la raza cósmica ante el

colapso de la cultura occidental y la de Alfredo Pala-

cios, en función de la síntesis de razas o el mestizaje;

aún no habían sido desarrollados adecuadamente

como para constituirse en una alternativa coherente

ante la inminente decadencia del occidente primor-

dial anunciada por Spengler. Sobre todo, si se tiene en

cuenta que incluso el diagnóstico del pensador ale-

mán, basado en una concepción vitalista y al anun-

ciar la mencionada decadencia de la cultura occiden-

tal, no obviaba la necesaria realización plena de su

destino por parte de la mencionada cultura.

Las propuestas de Antenor Orrego, contenidas

en Pueblo Continente primero y luego Hacia un

Humanismo Americano, así como las formuladas por

sus coetáneos del ideal colectivo, tropiezan con las

que desde una posición socialista defienden el inter-

nacionalismo, entre ellas las de José Carlos Mariáte-

gui y César Vallejo, quienes consideraban tales pre-

tensiones como marcadas por una megalomanía

estudiantil antes que una postura seria; sobre todo,

teniendo en cuenta que así como Europa le debe a

Asia, América le debe a Europa, en más de un ele-

mento de su progreso humanístico, científico y tec-

nológico; por lo que, si se trata del colapso de la cul-

tura europea, éste afectaría igualmente a la ameri-

cana. La generalidad de la utopía orreguiana, será

confirmada con los hechos, por cuanto ni la cultura

occidental ha colapsado, ni la cultura andina se ha

posesionado del nuevo mundo, pese a los esfuerzos

de más de medio siglo, sin contar la primera etapa

que se retrotrae hasta los tiempos de Miranda, Viz-

cardo y Guzmán, y Bolívar.

La mención de la serie de autores y su innegable

influjo en el desarrollo del pensamiento orreguiano,

nos permite avizorar el evidente tránsito del campo

de la Filosofía a los de la Antropología y Sociología,

que caracterizan sus producciones posteriores. A

este mismo respecto vale tener en cuenta que Ante-

nor Orrego, a diferencia de José Eulogio Garrido y

César Vallejo, era un pensador con un temprano

compromiso social, perfilado con motivo de la

Extensión Universitaria y las Universidades Popula-

res, en los marcos de la Educación Permanente y

Educación Popular. Renunciante explícito a la vida

de un catecúmeno, burócrata o académico, Ante-

nor Orrego en el mismo estilo que José Carlos

Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre, asumió

la causa popular como suyo. Cada uno, como es

lógico, tiene valores propios que destacar; por lo

que hoy nos basta aceptar lo dicho por LAS, en el

sentido de que al hablar de cualquiera de ellos es

inevitable la referencia de los demás. Más de un

proyecto los unió en vida a los tres: la reforma uni-

versitaria, la conquista de la jornada de trabajo de

ocho horas, el impulso de una educación popular

como alternativa a la vigente educación bancaria y

atosigante, y la opción por el marxismo. El distan-

ciamiento posterior de estos pensadores, logró ale-

jar objetiva y afectivamente a Mariátegui y Haya,

mas no a Orrego, que se mantuvo hasta la última

edición de Amauta, no solo como colaborador inte-

lectual sino también como distribuidor de dicha

revista en el norte.

La fase comprendida entre 1931 y 1960 de la

producción intelectual de Antenor Orrego tiene

características particulares. Coincide con una serie

de acontecimientos de honda gravitación en la polí-

tica nacional. En dicho lapso se produce: El oncenio

de Leguía (1919-1930), en el marco de una algarada

populista donde los protagonistas son las emergen-

tes clases obrera y media universitaria; la difusión

del programa del APRA, lanzado en 1924 desde

México y, a partir del cual, se opera un creciente

influjo del pensamiento de Haya De la Torre, plas-

mado en El Antiimperialismo y el APRA (1927); se

inicia en 1930 el movimiento antileguiista, liderado

por Luis M. Sánchez Cerro, quien luego de la derro-

ta del dictador es electo Presidente en 1931; en el

mismo año se funda el Partido Aprista Peruano,

cuya difusión en el norte compromete directamente

a Antenor Orrego; y, finalmente, sobreviene la

cruenta represión después de la abortada revolu-

ción de Trujillo de 1932.

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

Page 121: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

370 | Pueblo cont. 22(2) 2011

En este contexto la vida de Antenor Orrego se

desenvuelve entre el ejercicio furtivo del trabajo

organizacional y formativo en el norte aprista, y el

ejercicio del periodismo en La Tribuna, por cuanto el

periódico El Norte había dejado de circular. Muy

pronto esta labor lo convierte en otra de las víctimas

propiciatorias, con su confinamiento frecuente en

el Real Felipe, El Frontón, La Penitenciaría de Lima

o El Sexto.

La situación tiende a cambiar en 1945 con moti-

vo del breve retorno a la vida democrática, a través

de la ascensión al poder del Frente Democrático

Nacional liderado por José Luis Bustamante y Rive-

ro, del cual forma parte el APRA; interregno en el

que Antenor Orrego es electo Senador de la Repú-

blica y luego, Rector de la Universidad Nacional de

Trujillo. Esta “primavera democrática”, sin embar-

go, se interrumpe una vez más en 1948, con la irrup-

ción de la dictadura de Manuel Odría Amoretti, el

que convertido después en candidato único es elec-

to Presidente para el período 1950-1956. Sigue,

luego, el gobierno de la convivencia, donde Manuel

Prado Ugarteche, en alianza con el APRA, es electo

para el período 1957-1962; tiempo en que Haya de

la Torre y los demás líderes despliegan una intensa

labor de organización, formación y propaganda.

Los períodos posteriores tienen similares caracte-

rísticas, donde no sólo los golpes militares se repi-

ten(1962: Vargas Prada, Pérez Godoy y Lindley;

1968-1975: Velasco Alvarado; y 1975-1979: Morales

Bemúdez), sino también continúan las alianzas del

APRA, sorprendentemente incluido sus antiguos

adversarios: Unión Nacional Odriista en 1962-1968

y Morales Bermúdez en 1975-1979; con la particula-

ridad que en el período 1962-1968, el ejercicio del

poder le corresponde al Arquitecto Fernando

Belaúnde Terry, quien debe lidiar con una sólida opo-

sición parlamentaria formada precisamente por la

coalición APRA-UNO. Pero, para entonces, Ante-

nor Orrego ya había fallecido (1960).

Como es reconocido por más de un comentador,

hay en Pueblo Continente un explícito influjo marxis-

ta, corriente ideopolítica que luego del triunfo de la

revolución bolchevique en 1917 en Rusia, inicia su

difusión en el Perú bajo el liderazgo de José Carlos

Mariátegui, quien había retornado de Europa en

1923; tarea que más hacia el Sur, venían haciendo por

los mismos tiempos, José Ingenieros y Aníbal Ponce

de Argentina. No pueden ser más explícitos los pun-

tos de vista orreguianos a este respecto:

“La genial teoría de Marx nos da, por primera vez, una

concepción biológica y dialéctica de la historia.”

(. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . …….. . . . . . . . . . . )

“No se puede plantear hoy la revolución, cualquiera

que sea el pueblo de la tierra, desde el punto de vista contem-

poráneo, sino dentro de los marcos teóricos y prácticos del

marxismo” (Pueblo Continente, 1957).

Estas conclusiones, sin embargo, no son produc-

tos de la superación del viatalismo ni el intuicionis-

mo, sino más bien están acompañados por la crecien-

te asunción de las ideas de Oswald Spengler y Arnold

Toynbee, a la que se suma la presencia gravitante del

pensamiento hayista; el que a su vez, además del de

los dos anteriores, asume el relativismo de Albert

Einstein.

Todo hace ver que no existe en Antenor Orrego,

necesariamente una evolución ideológica significati-

va. Lo que hay más bien es la necesidad de auscultar

nuevos aportes en perspectiva de construir la nueva

cultura americana. Sustentan esta etapa de su pensa-

miento, la presencia más gravitante de Heidegger,

Unamuno, Bergson y Ortega y Gasset; la que con la

concurrencia de Spengler desde el campo de la Histo-

ria, contribuyen para sostener que el vitalismo e intui-

cionismo seguían en pie en el pensamiento de Ante-

nor Orrego. Mas el vitalismo e intuicionismo no

tenían un espacio privativo de difusión: el mismo

Mariátegui, ya había expresado entre 1928 y 1929

con motivo de Defensa del Marxismo: “Vitalismo, acti-

vismo, pragmatismo, relativismo, ninguna de estas

corrientes filosóficas, en lo que podían aportar a la

Revolución, han quedado al margen del movimiento

intelectual marxista“. Todo lo cual se complementa,

con la mención que Antenor Orrego hace en el Pró-

logo de la Primera Edición de Pueblo Continente:

“Todo pensamiento que no tenga virtualidad pragmá-

tica y realizadora, en el sentido de que se haga carne y se

corporice en la acción y la conducta de uno mismo o en el

pensamiento y acción de los otros, es un pensamiento

ocioso y superfluo.”

Demetrio Ramos Rau

Page 122: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 371Pueblo cont. 22(2) 2011

Sin embargo, un aspecto central del vitalismo e

intuicionismo estaba siendo obviado por Antenor

Orrego: una visión más dinámica, dialéctica o si se

quiere, filosófica de la vida y la cultura. Una lectura

más comprensiva de los alemanes Nietzsche, Hei-

degger o Dilthey, habría permitido avanzar más en

esta dirección, en tanto que una característica fun-

damental de dichos pensamientos (vitalismo e

intuicionismo), es su combate frontal contra el uni-

versalismo occidental en su versión positivista. Sin

ir muy lejos, en el Perú, Mariano Iberico Rodríguez,

otro norteño y cajamarquino por lo demás, a través

de su obra El Nuevo Absoluto (1926) y las páginas de

Amauta, donde al mismo tiempo colaboraba Ante-

nor Orrego, había iniciado el cuestionamiento de la

validez del linealismo occidental, a través del reco-

nocimiento de la unidad dividida y su dinamismo,

así como el planteamiento del nuevo absoluto.

“Nuevo absoluto” que no podía repetir el universa-

lismo secular sino más bien estaba orientado al

entendimiento del carácter plural de la cultura ame-

ricana. De lo cual se deduce que, mientras dicho

debate se iniciaba en el Perú y América, los mento-

res del ideal colectivo latinoamericano, seguían en

su chato nacionalismo continental, al avizorar la

fusión de razas y culturas, en pos de la creación de la

nueva cultura americana y universal que remplace a

la occidental europea; con el agregado en el mejor

de los casos del relativismo mal digerido de Einstein.

Los tópicos señalados son desarrollados a través

de sus propuestas sobre Pueblo Continente, Teoría

del Espectro y Teoría de los Gérmenes Históricos,

en tanto aspectos centrales de su obra Hacia un

Humanismo Americano. En ellas se avizora la inte-

gración de América Latina o Indoamérica, en sus

zonas étnica, biológica y psíquica; teniendo en cuen-

ta los factores morfológico o material y espiritual

interno; planteamientos que expresan una recu-

rrente presencia del vitalismo e intuicionismo, cuan-

do no del espiritualismo. Particularmente, en el

Capítulo XIII, donde se avizora la presencia de una

conciencia cósmica, en los marcos del pensamiento

de San Agustín, Hegel y Karl Jaspers. Y consecuen-

te con su actitud aperturista, Antenor Orrego avi-

zora igualmente que a través de la difusión de los

avances de la tecnología de la comunicación, se

puede lograr la desaparición de las fronteras sicoló-

gicas y culturales, al fusionar el espacio y el tiempo;

procesos que estarían acompañados, por una cre-

ciente mirada hacia adentro. Vislumbres cumplidos

en más de una de sus manifestaciones, por ejemplo,

la globalización con la concurrencia efectiva de la

tecnología de la información; así como la persisten-

cia integracionista de los pueblos tanto de Europa

como de América Latina, a pesar de la presencia de

dificultades o contramarchas. Sin embargo, tampo-

co se puede ignorar la presencia de fenómenos de

contrapartida como la profundización de la brecha

entre pobres y ricos, entre globalizados y excluidos,

así como el resurgimiento del racismo tanto ario

como soviético; donde precisamente la presencia

atosigante de los medios masivos ha logrado elimi-

nar la individualidad de las gentes y la unidad de las

familias.

Dada su actitud aperturista, Antenor Orrego

reconocía la imposibilidad de afirmar la unidad de la

civilización humana con respaldo probatorio sufi-

ciente, reclamando por tanto una actitud más flexi-

ble y abierta, para superar tal escollo. Según su pare-

cer, los inicios en esta dirección cultural habrían

sido dados precisamente por Washington, Lincoln y

Bolívar; por lo que, en torno a dichas propuestas, se

debería impulsar el desarrollo de una estrategia que

comprenda: una dimensión humana o antropológi-

ca, basada en el mestizaje y la solidaridad humana; y

una dimensión política y jurídica, a través de la cons-

titución del Estado o Pueblo Continente; similar a

lo que se venía planteando en relación a la posibili-

dad de la unidad europea. Por cuanto:

“El pueblo indoamericano es la agrupación humana

en grande escala más homogénea que existe hoy en el

globo, salvo Estados Unidos, no obstante su diversidad

original de sangres y, a medida que transcurra el tiempo,

lo será más aún porque el proceso de fusión se encuentra

en sus últimos estadios de compenetración biológica”

(Hacia un Humanismo Americano, 1966).

En la perspectiva orreguiana, a este propósito

debería concurrir la obra creadora de pensadores,

poetas y artistas, como: Walt Whitman, Emerson,

Thoreau, Sarmiento, Martí, Rubén Darío, Valle-

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

Page 123: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

372 | Pueblo cont. 22(2) 2011

jo...y de modo singular, la del pensador norteameri-

cano F. S. C. Northrop, quien sostiene la posibilidad

del entendimiento entre Oriente y Occidente, a

través del diseño e implementación de modelos más

holísticos donde se dé una relación armoniosa del

oriente estético y el occidente teorético (El Encuen-

tro de Oriente y Occidente, EDIPSA, México, 1985).

La “conciencia cósmica” avizorada por Antenor

Orrego, sin embargo, no tuvo en cuenta la presencia

negativa del imperialismo, llámese también globali-

zación o mundialización excluyente. Es cierto que,

por entonces, Haya de la Torre, ya había planteado

lo de “imperialismo democrático” o la “ambivalen-

cia del imperialismo” (El Antiimperialismo y el

APRA, 1928); temas polémicos que motivaron pri-

mero, la ruptura Haya-Mariátegui, luego el recrude-

cimiento de la crítica hayista al socialismo real, par-

ticularmente la que adhiere al materialismo históri-

co y materialismo dialéctico. Acaso fueron estos

puntos de vista los que ya mostraban su impronta en

las ideas de Antenor Orrego. En todo caso, los

hechos mostrarán que, el llamado “imperialismo

democrático” es una de las caras de la misma mone-

da, donde no es posible evitar la presencia del impe-

rialismo excluyente, en tanto usufructuario convic-

to y confeso de la base crematística de la economía

que, supone una alta valoración del lucro y una

débil atención de las necesidades o bienestar huma-

nos; pensamiento predominante en la praxis políti-

ca de las grandes potencias, nada menos de una

buena parte de los empresarios y financistas del veci-

no país norteamericano y sus socios de la OTAN o

OMC. Imperialismo, en tanto fenómeno de domi-

nación que no sólo opera en lo económico como

expresa Haya de la Torre, sino también cubre todos

los niveles del desarrollo social y económico con-

temporáneos. En este campo recaen también, inevi-

tablemente, los progresos tecnológicos y científicos,

y los medios de comunicación, a las que en su

momento apela Antenor Orrego, como medios

facilitadores de la “conciencia cósmica”. Porque

habría que tener en cuenta también que, en la rela-

ción espacio-tiempo, “el espacio hállase subordina-

do al tiempo” (Basadre: La Vida y la Historia, 1981);

por tanto, el espacio(llámese, continente) se supe-

dita inevitablemente al tiempo (difusión del fenó-

meno imperialista). Dialéctica a tener en cuenta con

motivo de la universalización o mundialización que,

por lo demás no es un fenómeno nuevo o moderno,

sino secular o milenario; toda vez que cada civiliza-

ción (egipcia, griega, romana, Chavín, Mochica-

Chimú, Inka, europea, norteamericana) en su respec-

tivo momento de apogeo y gloria, no sólo se considera

ser la única, sino que, en efecto, lo es, en base a su

sustento hegemónico como centralidad en relación a

los desarrollos culturales periféricos.

En el desarrollo del pensamiento orreguiano no

hay necesariamente una “singular evolución” como

sostiene Augusto Salazar Bondy (Historia de las Ideas

en el Perú Contemporáneo, 1965). Su identificación

con algunos de los postulados del marxismo expresa-

dos en Pueblo Continente, pesan menos frente a la

gravitación del vitalismo, intuicionismo y pragmatis-

mo, aún sin los adecuados desarrollos. En dicho marco

se ubica la implementación de las ideas de Haya de la

Torre, sustentadas principalmente en los principios

relativistas de Einstein y Toynbee; a la que más ade-

lante se suma la asunción de las cuatro libertades

democráticas de Franklin Delano Roosevelt.

Por los mismos tiempos de la culminación y pos-

terior edición de Hacia un Humanismo Americano

(1966), circulan con mayor fluidez en América y el

Perú nuevos principios y métodos de reflexión his-

tórica, filosófica, sociológica y antropológica. Se

inicia, por tanto, una mirada diferente de la geogra-

fía e historia universal, donde la dialéctica no solo

recobra su vigencia sino también su plenitud. Los

nuevos vientos permiten ver que América es un

territorio vasto, donde tienen vigencia poblaciones

y comunidades con diversos grados de desarrollo

cultural, conformado por americanos, sajones, ibé-

ricos o afroamericanos, así como de poblaciones

nativas que suman más de 400 etnias en el Norte,

Centro y Sur del continente; con idiomas distintos,

cosmovisión y organización social distintas, así

como organización económica y modos de produc-

ción adaptados a los respectivos ecosistemas que

habitan. Dentro de ellas, los de mayor desarrollo y

que acusan una personalidad propia son los herede-

ros de los Azteca, Maya, Chibcha e Inka; sin contar

Demetrio Ramos Rau

Page 124: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 373Pueblo cont. 22(2) 2011

los de los Collas, Lupaka, Chavín, Mochica-Chimú,

Pampeanos, Araucos o Mapuches, Opabalo, etc.;

así como los pertenecientes al vasto territorio ama-

zonense, donde destacan los Boras, Ashaninkas y

Shipibos; o, los Iroqueses, Apaches, Dakotas, etc.

en las praderas de Norteamérica. Si bien es cierto,

más de una, menguada o colapsada en su desarrollo,

pero también, con la presencia de otros tantos que

expresan avances significativos de mestizaje en su

respectivo territorio o comunidad, y sobre todo, con

la pervivencia de su etnia, historia y cultura. Solo en

el Perú, con aproximadamente 30 millones de habi-

tantes, en convivencia con el español, rigen en

dimensión significativa los idiomas y culturas que-

chua y aymara, existiendo en el primer caso, cerca

de 4 millones de habitantes; así como, sobreviven

más de 40 comunidades nativas con lengua propia,

que no han asumido aún, los logros de la ansiada

modernidad occidental. Esta anotación no ignora,

sino que más bien resalta, que la mayoría de dichas

poblaciones están sumidas en la pobreza; al margen,

por tanto, de las posibilidades de acceso y ejercicio

de los servicios sociales básicos, más aún de la ansia-

da fusión o síntesis en perspectiva de una nueva

cultura americana y universal, capaz de remplazar a

la cultura occidental como ansiaba Antenor Orre-

go. Es esta presencia heterogénea, múltiple y diver-

sa, antes que cualquier progreso tecnológico o cien-

tífico, la que sustenta, a más de una corriente o movi-

miento artístico cultural heterodoxo, dialéctico

radical, cíclico o postmoderno que se difunden en

los tiempos actuales; cuyos inicios se ubican en las

ideas del germano Fredrich Nietzsche, expresadas a

través Así habló Zarathustra (1891) y otras obras, y

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

Antenor Orrego acompañado por una de sus hijas, Numa Pompilio Romero, Luis Cáceres Aguilar, Nicolás Cava, Fortunato Ramos, Secundino Malca, Hermes Torres Romero y Arnulfo Henríquez, entre otros.

Santiago de Chuco, 1954. (Foto Archivo de Hermes Torres P. ).

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374 | Pueblo cont. 22(2) 2011

las que décadas después, asumiera similar postura el

peruano Mariano Iberico a través de El Nuevo Abso-

luto (1926) y especialmente La Aparición (1950). Es

decir, una visión dinámica, flexible y, en términos

antropológicos, comprensiva y participativa de la

realidad; por tanto, contrario a toda visión funda-

mentalista o lineal que por siglos ha sostenido a la

cultura occidental. Son tiempos en que se ve con

mayor claridad que lo global tiene frente a sí lo local,

el tiempo lineal al tiempo cíclico, la centralidad a lo

periférico, lo exclusivo a lo inclusivo. Un recuento

somero de las principales relaciones dialécticas

vigentes y que, en más de un momento constituyen

umbrales antes que retos insalvables; acaso tam-

bién, motivos supremos de los futuros proyectos que

impulsen retornos o retraimientos hacia su origen la

esencia del ser. Una manifestación que guarda cohe-

rencia con la compleja condición humana, donde

subsisten, al mismo tiempo, la grandiosidad y la

abyección, la bondad y la maldad, la heroicidad y

pusilanimidad.

En un contexto de difusión de nuevas ideas, de

reafirmaciones o rectificaciones, Hacia un Humanis-

mo Americano resulta ser la continuidad con algu-

nos agregados de Pueblo Continente, donde el tilda-

do “irracionalismo” de Antenor Orrego (Salazar

Bondy, 1980), acaso refleja más bien la expresión de

un complejo pero sincero proceso de búsqueda de

derroteros para el bienestar humano, en perspectiva

de su adecuada sistematización; realizadas en cir-

cunstancias en que debe enfrentar políticas dura-

mente represivas, o como porque en efecto, Haya

De la Torre tenía mayores avances teóricos y meto-

dológicos, tanto en Historia, Antropología, Socio-

logía e incluso Filosofía. En efecto, el frente Alianza

Popular Revolucionaria Americana (APRA) que

insurge en 1924, resulta un planteamiento más con-

creto en el proyecto de forjar la unidad latinoameri-

cana; frente al nacionalismo continental propuesto

por los impulsores del ideal colectivo latinoamerica-

no. La constitución en 1931 del Partido Aprista

Peruano, es una prueba de las limitaciones orgáni-

cas e ideológicas del APRA, y acaso podría conside-

rarse un buen punto de partida, en perspectiva de

asumir la propuesta de Jorge Basadre: desarrollar un

movimiento vigoroso previo a nivel nacional, como

base para el impulso de la unidad latinoamericana.

Desde la postura hayista y en torno a la forja de la

unidad continental serán planteados también otras

propuestas, como que el vocablo “Indoamérica”, es

más adecuado frente a Iberoamérica, Hispanoamé-

rica o Latinoamérica, los que reflejan más bien una

sujeción a Europa; formulación que se ubica en el

marco de una ansiedad nacionalista y la que, coyun-

turalmente encuentra terreno abonado, en los que

adhieren al ideal colectivo o pensamiento latinoa-

mericano. Planteamientos que inician su difusión

en los 30 y que deben ser implementados precisa-

mente por Antenor Orrego, en tanto disciplinado

militante del APRA.

Una visión del conjunto de la trayectoria del

pensamiento de Antenor Orrego, que comprenden

el periodismo, la educación, la filosofía, la sociología

y la política, muestran una búsqueda permanente y

una apertura sin fronteras; los que muchas veces, no

siempre conllevan a logros efectivos, como por ejem-

plo hacia la formulación de propuestas teóricas o

metodológicas. De esta manera, su ansia creativa

parece haberse quedado en el plano de la motiva-

ción, incentivación, contemplación y búsqueda, a

través de propuestas larvadas como Pueblo Conti-

nente y Teoría del Espectro. Más de un discípulo

suyo, ya sea del Grupo Norte o de su más inmediato

entorno, acaso está más satisfecho de sus logros de

la voluntad de poder que el profesor entusiasta,

comprensivo y generoso. Quizás el destino de un

abnegado trabajo docente sea precisamente eso:

motivar, incentivar; donde la búsqueda se convierte

en una meta colectiva y permanente. Aún más:

como abnegado practicante de la Educación Perma-

nente y Educación Popular, apuntan más bien al

diseño de caminos antes que de metas finales, así

como está más en función de los intereses de los

discípulos, que de los prioritariamente reservados

para sí.

En este marco, el planteamiento de su idea Pue-

blo Continente, encontró un avance más concreto

con la Alianza Popular Revolucionaria Americana

de Haya De la Torre; así como el impulso del Huma-

nismo Americano en base a la Teoría del Espectro,

Demetrio Ramos Rau

Page 126: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

| 375Pueblo cont. 22(2) 2011

al no tener en cuenta la realidad de la diversidad y

heterogeneidad cultural en el continente no pudo

avanzar más allá de la valoración del mestizaje.

Estas búsquedas que debieron ser asumidas por su

filosofar, tampoco pudieron avanzar más allá de sus

preliminares planteamientos contenidos en El

Monólogo Eterno y Notas Marginales. Las tareas que

sobrevienen luego de la fundación del APRA en

1924 y el Partido Aprista Peruano en 1931, ya no le

darán tregua para avanzar en su trabajo de sistema-

tización y culminar con un nuevo y original plantea-

miento. Por ello, similar a lo que con cierta nostalgia

expresa más de un militante aprista, estamos de

acuerdo con que, si Antenor Orrego no hubiera sido

ganado por el trabajo político, quizás hubiera logrado

su ansiedad creativa; particularmente en el campo de

la Estética, donde se inició con mayor decisión. Y por

qué no, en el campo educativo, donde sentó magiste-

rio compatible con todos los niveles y modalidades.

De hecho, su reconocida generosidad, su apertura al

flujo de nuevas ideas, y su firme esperanza en las nue-

vas voces y la juventud, no le hubieran regateado el

logro de tales objetivos.

CONCLUSIONES

Todo ello permite reconocer en la trayectoria de

Antenor Orrego, no necesariamente el funciona-

miento de la voluntad de poder con logros concre-

tos, sino más bien la búsqueda permanente de nue-

vos derroteros y la formulación de una serie de plan-

teamientos motivadores que, cubren fundamental-

mente los campos filosóficos, estéticos y geopolíti-

cos, que con el paso de los años no han perdido

actualidad y que se resume en lo siguiente:

a) La asunción de un pensamiento y una acción

comprensivos, a través de la práctica generosa de la

reflexión filosófica, la crítica literaria, la educación

popular, la organización y educación política, y la

gestión pública. Manera de pensar y actuar que valo-

ra la Educación Permanente y Educación Popular,

como las mejores estrategias de difusión y creación

cultural. Para el efecto debía superar linderos ideo-

lógicos y políticos, cuando no cargados de dogmas,

en perspectiva de encontrar senderos convergentes

a partir o en paralelo con la serie de propuestas que

se “cocinaban” o “aderezaban” tanto en oriente

como en occidente. En los esfuerzos por la plasma-

ción de una identidad propia para el nuevo mundo,

debió hurgar por igual en los campos de la Filosofía,

Antropología, Historia, Psicología, Sociología y

disciplinas afines, sin denuedo y sin el temor de per-

derse en sus laberintos. Si bien sus fuerzas y el avatar

político no le permitieron avanzar en el diseño de

una propuesta teórica y metodológica en torno a tal

o cual opción, no por ello estaba muy lejos de haber

contribuido a la difusión de principios participati-

vos, que por los mismos tiempos iniciaban su difu-

sión en el Perú: Socialismo, Intuicionismo y Prag-

matismo.

b) El aserto en la ubicación de la obra poética de

César Vallejo en el marco de la preocupación filosó-

fica en función de una mejor comprensión de la

Ansiedad creativa de Antenor Orrego

Antenor Orrego en Santiago de Chuco (1954), bajando

de la habitación de la casa donde se hospedó.

(Foto Archivo de Hermes Torres P. ).

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esencia del ser; tarea iniciada en la Grecia Antigua

en cumplimiento del mandato délfico “Conócete a

ti mismo” pero que a través de los siglos se había

quedado anclado en la antinomia Noúmeno y Fenó-

meno de Kant, hasta que Heidegger a través de Ser y

Tiempo logra colocar una vez más el problema sobre

la mesa de debate. Este aserto, acaso debió haberse

articulado con el aporte de Mariano Iberico, quien a

través de La Aparición y otros trabajos, había retoma-

do el secular debate sobre el Ser y No ser, introdu-

ciendo nuevos términos de relación dialéctica entre

Ser y Aparecer; mediante la cual, la contradicción

cede su paso a la complementariedad. A pesar de

ello, la temprana apreciación del mensaje transcen-

dental en la poesía vallejiana por parte Antenor

Orrego, generó y ganó consenso entre sus críticos y

comentadores nacionales y extranjeros.

c) Un tercer esfuerzo que guarda coherencia con

los aportes anteriores es la sustentación de la idea

Pueblo Continente, una contribución al diseño de

una estrategia de integración latinoamericana, con-

currente a la propuesta de Haya de la Torre; como

continuidad de los esfuerzos iniciados por Juan Pablo

Vizcardo y Guzmán, Francisco de Miranda, Simón

Bolívar y todos los que posteriormente adhieren al

proyecto. Iniciativa que sistematiza experiencias de

Asia y Europa; y que ubicado en perspectiva, acaso

debe incorporar otras voces como las de Jorge Basa-

dre, que plantea una vigorosa integración nacional

previa, para avanzar hacia espacios de mayor dimen-

sión. Los logros y limitaciones del Grupo Andino, el

MERCOSUR y UNASUR, son avances en torno a

este último mensaje.

d) Aportes en Educación, con despliegue prin-

cipalmente en los campos de la Educación Perma-

nente y Educación Popular. Su participación en el

campo formal, se producen recién entre 1946 y

1948 con motivo de la gestión del rectorado de la

Universidad Nacional de La Libertad. Es indudable

que visión sobre el vasto y complejo campo educati-

vo no eran ajenos a Antenor Orrego; de allí, que

tuvo una destacada participación parlamentaria en

torno a la reforma universitaria, así como al frente

de la gestión de la universidad local. Pero el proceso

educativo es mucho más amplio que ello. Compren-

de al alumno, profesor, currículo, material y equipa-

do, infraestructura y financiamiento. Esto, sin

embargo, no debe regatearle el título lo que para sí

se reservó: el de Maestro, antes que de profesor;

mereciendo tal consideración de todos aquellos que

se le acercaron, contándose entre ellos: literatos,

artistas, líderes sindicales y políticos, y toda persona

con ganas de escuchar y aprender.

Demetrio Ramos Rau

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

De Antenor Orrego

Orrego, A. Pueblo Continente, Ediciones Continente, Buenos Aires

- Argentina, 1957.

____________. Hacia un Humanismo Americano, Lib. Edit. Juan

Mejía Baca, Lima - Perú, 1966.

Sobre Antenor Orrego

Ibáñez Rosazza, M. Antenor Orrego y sus dos prólogos a Trilce, Trilce

Editores, Trujillo - Perú, 1995.

Llanos Horna, S. Los Periodistas de La Libertad, MPT, Trujillo, 2004.

Ramos Rau, D. Pensadores Norteños, MPT, Trujillo - Perú, 2004.

Rivero Ayllón, T. Antenor Orrego: Meditaciones sobre la universidad,

Trilce Editores, Trujillo - Perú, 2003.

Robles Ortiz, E. Pensamiento Educativo de Antenor Orrego, Pueblo

Continente Revista de la UPAO, Vol. 21, N° 2, Trujillo - Perú,

Julio-Diciembre del 2010.

Salazar Bondy, A. Historia de las Ideas en el Perú Contemporáneo,

Fco. Moncloa Editores S. A., Lima - Perú, 1965.

Sobrevilla, David. Las Ideas en el Perú Contemporáneo, Editorial

Juan Mejía Baca, Lima - Perú, 1980.

Page 128: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

SIMPOSIO SOBRE ORREGO EN PIURA

El 14 y 15 de diciembre último, en la Universidad Privada Antenor Orrego, Campus Piura,

también se realizó una nueva versión del "Simposio Vigencia y Trascendencia de Antenor Orre-

go,por la ruta de la identidad", organizado por el Departamento de Humanidades de la UPAO, en

la que participaron, con documentadas intervenciones, el Ing. Roberto Arámbulo Albán, los

doctores Bertha Malabrigo de Vertiz, Elmer Robles Ortiz, Teodoro Rivero Ayllón, los maestros

Eduardo Paz Esquerre y Bruno Cépeda Ruiz y el Dr. Oscar Requena Ruiz, coordinador general

del Campus Piura. Simultáneamente con el Simposio, en una sala especialmente acondicionada

para la ocasión, se inauguró una muestra fotográfica y bibliográfica de Antenor Orrego, abierta

al público durante una semana.

El Simposio sobre Orrego en Piura contó con una concurrida asistencia de autoridades locales, público y estudiantes.

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Page 129: Homenaje a Antenor Orrego | Pueblo Continente. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego

Sala de exposición en Piura con la muestra fotográfica y bibliográfica de Antenor Orrego.

Invitados, alumnos y público en general, pudieron apreciar en Piura cartas personales, libros, fotografías y cuadros que resaltan la grandeza de la obra de Orrego en la muestra bibliográfica y fotográfica.

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Simposio sobre Orrego en Piura

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PREOCUPACIÓN DE ORREGO

POR LA JUVENTUD

¡Cuán grande fue el amor de este personaje por

la juventud, pues enfrentó todos los obstáculos para

dejar impregnado su pensamiento en los hombres

del mañana…!

Tanto es así que no le importó el ambiente tenso,

en el cual se encontraba, para escribir “Pueblo-

Continente”, dedicado a los jóvenes de dentro y

fuera del país, y “El monólogo eterno”, en el que, a

modo de conversación, aconseja al lector y hace

referencia a aquellos valores que más humanizan al

hombre.

En la dedicatoria de “Pueblo-Continente”, titu-

lada “A las nuevas generaciones del Perú y de Amé-

rica”, Orrego invita a los jóvenes a vivir una vida

que no tema el peligro, ya que no todas las sendas

por donde uno va son conocidas, y debemos apren-

der a vencer los obstáculos. Expresa su honda preo-

cupación por la realización personal de cada uno de

los hombres de nuestro país y del continente. Orre-

go no es sólo un ser que se preocupa por los demás,

sino que los orienta mediante sus palabras escritas

en este libro.

¿Qué fácil es huir del peligro, verdad? Pero, ¿eso

está bien?

No siempre es bueno dejar el peligro de lado, si

tenemos en cuenta que Orrego, en un fragmento de

“El monólogo eterno”, bajo el título “Vida y peli-

gro”, afirma que el azar es padre del peligro, pero

sólo aquel que es fuerte y quiere conseguir la victo-

ria sale airoso de esa dificultad.

Muchas veces tenemos nuestro espacio de como-

didad y olvidamos qué hay fuera de él. Y cuando

nuestro sitio de comodidad queda destruido, senti-

mos morir. ¿Por qué? Porque ya estamos acostum-

brados a eso, a la vida fácil y de confort, y no conse-

guimos lo que necesitamos luchando.

Entonces, para lograr lo que necesitamos, debe-

mos afrontar la diaria lucha por la vida, preparándo-

nos permanentemente desde nuestra etapa de estu-

diantes, y así no ser derrotados cuando estemos fren-

te a los sinsabores de nuestra existencia.

Se debe rescatar, pues, el valor y dedicación de

Orrego por hacer del mañana un día mejor con per-

sonas mejores.

Anika Meza Girón.

Escuela de Educación.

EL GRAN FUTURO ESTÁ EN LOS

JÓVENES DEL PERÚ Y DE AMÉRICA

“Pueblo-Continente” está escrito para los jóve-

nes, los cuales representan un futuro asombroso,

brillante, del nuevo mundo por venir, y quienes tam-

bién sienten con alegría el descubrimiento de su

alma. Orrego inició un viaje en busca de nuestra

América que aún nadie había estudiado completa-

mente.

LA VOZ DE LOS ESTUDIANTES

¿Qué dicen nuestros alumnos sobre Antenor Orrego? A continuación algunas opiniones que

abarcan diversos temas tratados en el Simposio y en la muestra fotográfica y bibliográfica.

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La voz de los estudiantes

380 | Pueblo cont. 22(2) 2011

América está sumergida en unas aguas de ilu-

sión pero con nuestros buzos y herramientas pode-

mos sumergirnos en la lectura porque con ésta pode-

mos llegar a descubrir algo maravilloso, algo distinto

a lo que habíamos pensado antes: es decir, un

mundo nuevo. Pero para descubrirlo totalmente

hay que prepararse, alimentando nuestra fe. ¡No

nos demos por vencidos! ¡Llegaremos a lo más alto

que hemos podido soñar!

¡Mientras más sentimos que lo sabemos todo,

más ciegos estamos! Porque el conocimiento es infi-

nito y hay que ponerlo en práctica.

¡No nos dejemos arrebatar lo que es nuestro!

¡No caigamos en el hechizo malévolo de quienes

pretenden hacernos diferentes!

Invito a los jóvenes del Perú y América a

emprender este viaje que Orrego inició, el cual es

una aventura peligrosa porque no hay nadie quien

nos pueda cuidar, pero con habilidad y destreza

podremos encontrar la salida. Somos una genera-

ción privilegiada porque en nosotros descansa el

gran futuro. Es por eso que tengo la esperanza que

nosotros podemos llegar al éxito por nosotros y por

nuestra América.

Tal el mensaje del maestro Antenor Orrego.

Cinthia Barrós Chávez,

Escuela de Contabilidad.

PERFIL DE ANTENOR ORREGO

Un gran caballero, intelectual, político y maes-

tro. Considerado por la alta crítica latinoamericana

como uno de las más deslumbrantes mentalidades

del continente, siendo aún muy joven. Eso se lo

ganó por su capacidad.

Antenor Orrego trasciende mucho más que cual-

quier otro intelectual peruano que haya vivido en el

siglo pasado, pues, su visión del tiempo, del espacio y

de la historia, le hizo ejercer influencia directa en la

vida y obra de dos peruanos universales, sus compa-

ñeros de generación en Trujillo: César Abraham

Vallejo Mendoza y Víctor Raúl Haya de la Torre.

El filósofo Antenor Orrego fue un hombre de

cualidades extraordinarias, su obra está dispersa en

periódicos que a veces fueron prohibidos, o está

reunida en libros como “Pueblo-Continente” y “Ha-

cia un humanismo americano”. Lamentablemente,

no obstante su viaje al infinito, fue apartado con

indiferencia de los círculos intelectuales peruanos.

Desde muy temprano, el joven Orrego fue un

hombre de hablar pausado y paternal, se identificó e

hizo suyo los problemas sociales y políticos de su siglo.

Esta orientación la expresó no sólo en su pensamien-

to, sino también y principalmente, en la acción.

La época que le tocó vivir fue una época difícil,

donde la lucha fue mediante un arma muy podero-

sa: la mente, con el objetivo de lograr un Perú libre.

Orrego es, como dice Alcides Spelucín, “¡Espa-

da bíblica y antorcha revolucionaria!”

La gran variedad de facetas en las que se desa-

rrollaba Antenor Orrego es del todo elogiable, pues

este hombre es el único personaje de la historia

peruana que se pudo desenvolver en los ambientes

de escritor, filósofo, poeta, político y educador.

Hombre ejemplar en su hogar, altruista, bonda-

doso, de personalidad sobresaliente. El resplandor

de sus ojos azules como el mar, denotaba la grandeza

y sinceridad de su alma pura.

Nació para pensador y vivió como combatiente…

Anita Quevedo Solidoro,

Escuela de Ingeniería de Sistemas.

LA IDENTIDAD

Nuestro paso por este mundo es corto y debe-

mos aprender pronto a dejar huella.

Nunca el “no puedo” nos debe desalentar, debe-

mos esforzarnos y llegar más allá, porque somos capa-

ces de muchas cosas de las que no nos imaginamos.

El camino ancho y fácil nos llevará a la perdición;

escojamos, pues, el camino arduo, duro, peligroso y

arriesguemos todo en conseguir nuestras metas.

Siendo “nosotros” no podemos ser “otros”, y eso

es lo que necesitamos, simplemente “ser nosotros”,

como anheló nuestro mentor Antenor Orrego.

Josué Alexander Cáceres Vergara,

Escuela de Contabilidad.

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La voz de los estudiantes

REFLEXIONES ACERCA DEL

“RASTACUERISMO INTELECTUAL”

Se puede notar que Orrego combatió siempre la

imitación, aludiendo que los rastacueros intentan

hacer creer a los otros lo que pretenden ser, pero en

realidad, no lo son todavía.

A estas personas, él les atribuye infantilismo

mental, ya que no son capaces de crear su propio

estilo ni en el campo cultural, ni en el político, ni en

ningún otro.

Orrego rechaza, pues, la alienación, cada perso-

na debe amar lo suyo y no imitar lo que no le perte-

nece, situación que hoy se da especialmente en el

sector juvenil de nuestra sociedad. Muchos prefie-

ren adoptar culturas ajenas a lo nuestro, que amar y

valorar la riqueza que poseemos en el país, sin saber-

las aprovechar adecuadamente.

En la actualidad nos falta identidad cultural.

Los escritores y poetas, por ejemplo, para no

caer en esto, deben crear su propio estilo, poner en

práctica su capacidad creativa, y lograr así diferen-

ciarse de los demás y ser únicos.

Katthia Nathaly Chanamé Acevedo, Escuela

de Ingeniería de Industrias Alimentarias.

CONTRIBUCIÓN DE ORREGO

Antenor Orrego, gran literato, cuyas ideas lo

llevaron muchas veces a ser recluido, contribuyó

con sus obras a un mejor conocimiento de nuestra

patria y de América Latina, a través de sus ideas.

Oscar Azabache López,

Escuela de Arquitectura.

LA HUMANIDAD UNIDA

El doctor Jeffrey Klaiber vio a Orrego como un

profeta que, a su vez, veía al mundo camino hacia

una unión universal. Orrego, dijo Klaiber, predecía,

con increíble claridad, el fenómeno de la globaliza-

ción, presentado como un reto positivo para Améri-

ca Latina.

Orrego escribió acerca de los pueblos-

continente; decía que América Latina está obligada

con inmensa responsabilidad a pensar, obrar y asen-

tir en términos y significación universales.

Cuando escribió “Pueblo-Continente” (antes

de la segunda guerra mundial), Orrego presentía

que un nuevo mundo ya estaba emergiendo bajo el

signo de la humanidad unida.

Según Jeffrey Klaiber, Orrego enfatizó la impor-

tancia de la comunicación, la capacidad ilimitada de

comunicación, entre los seres humanos. Este afán se

asocia después a Marshall McLuhan, un gran teórico

de la comunicación mundial, autor de la frase “aldea

global”, en relación con nuestro planeta.

El Dr. Klaiber también dijo que la frase “con-

ciencia cósmica” es de Antenor Orrego, después

usada por otros pensadores que sostenían que el

mundo está en una convergencia hacia la creación

de un hombre cósmico.

Esta frase también ha sido usada por un notable

sacerdote jesuita para significar que los seres huma-

nos de hoy deben darse al servicio de los demás. En

este contexto, podemos ver en Orrego el perfil del

mundo que se va a conformar por seres humanos

abiertos al cambio, camino que debemos seguir. Este

hombre cósmico es, finalmente, la imagen de Dios

que todo el mundo conoce, y que seguirá manifes-

tándose en la medida que los seres humanos salgan

de la injusticia.

Milagros Sánchez Castillo,

Escuela de Administración.

PREDICCIONES Y OTROS TEMAS

Él predijo el genio poético de Vallejo. La obra

orreguiana es un rico semillero de numerosas cate-

gorías conceptuales en actual uso por las ciencias

sociales. Él habló de “cultura andina”, hoy una idea

generalizada. En sus escritos señala un destino

común a los países de América Latina: teoría de los

pueblos-continentes. Son valiosos sus aportes sobre

la inteligencia y la educación. Orrego enseñó la

importancia de la autoestima: nuestra empresa es

vivir y mejorar nuestro vivir.

El mundo cambia profundamente como Orrego

lo anunciaba. Hombres y mujeres de hoy al servicio

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de los demás, abiertos al cambio y motivados por el

deseo de vivir. La globalización es un reto para Lati-

noamérica.

Una ponencia presentó al filósofo como un espe-

ranzado forjador de realidades, cuya pluma dedicó

sus primeras energías profesionales al periodismo.

Otra, ha comparado las ideas de Vallejo y Orrego

sobre América Latina.

Como luchador social fue un ejemplo de integri-

dad. Y en todo momento, sus sabias enseñanzas son

las de un verdadero maestro.

Jonathan Romero Valderrama,

Escuela de Administración.

LO QUE ME ASOMBRA

Me pareció muy interesante, ya que resalta toda

la importante trayectoria de Antenor Orrego, en la

cual, lo que más me asombró y me gustaría resaltar

es la obra que escribió desde la prisión, “Pueblo-

Continente”.

Gustavo Flores Burga,

Escuela de Ingeniería Electrónica.

SU INFLUENCIA

La exposición es muy interesante; la influencia

de Orrego en la cultura, filosofía, educación es muy

relevante, y la historia nos muestra que formó parte

de una sociedad de grandes personajes.

Marco Neyra Luján,

Escuela de Ingeniería Industrial.

LOS GRANDES GUERREROS NO SE VAN

Los grandes guerreros no se van

Aunque ausente esté Orrego.

Para siempre estarás con Dios.

Las cosas más grandes que

Esperabas encontrar están junto a ti.

Gracias al Divino y

Al amor que le entregaste

Ríen ahora juntos.

I van caminando en el mundo celestial

A un espíritu de fraternidad.

Sirene Duberli Suárez Guevara, Escuela

de Medicina Veterinaria y Zootecnia.

Antenor Orrego en la ceremonia de firma de la escritura por la que el Dr. Vicente González de Orbegoso y

Moncada dona 30 hectáreas de terreno a la Universidad Nacional de Trujillo para la construcción de la

“ciudad universitaria” el 10 de setiembre de 1947. Orrego era el Rector de dicha universidad.

La voz de los estudiantes

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