EL NEOLÍTICO – ANTECEDENTES A LA PROTOHISTORIA DE ORIENTE PRÓXIMO
INTRODUCCION
Muchos (entre los que me incluyo), habremos disfrutado de larga tardes o noches jugando al Age of Empires,
reviviendo duras y estratégicas batallas de antiguas civilizaciones. Pues, bien, esta serie de artículos de repaso
de temario sobre Historia, también tiene una finalidad lúdica, ya que he creado escenarios de dicho juego,
para hacer más entretenido y distendido nuestro aprendizaje. Aunque el juego es bastante limitado para
crear fielmente el desarrollo de las batallas, he intentado recrear lo mejor posible el entorno geográfico de
los acontecimientos, y la consecución de la victoria se basa simplemente en la conquista del territorio o
eliminar al contrincante (aunque en muchos casos, nunca fue así, pero ya lo detallaré en la introducción de la
partida). Para poder jugar es obvio que se necesita tener instalado el Age of Empires (con o sin su extensión
Rise of Rome, ya que para la época romana, me reservo el juego Imperium).
Con Age of Empires sólo me centraré en Oriente Próximo y Grecia. Los escenarios estarán comprimidos en
un ZIP y colgados en un foro de libre acceso donde se podrá descargar fácilmente, y sólo hay que añadir el
escenario en la carpeta “Scenarios”, para poder acceder a él desde el juego. Desde ahí, cada uno puede
modificar la dificultad de juego y la velocidad. En el momento señalado de “batalla” habrá una reseña en
cada artículo con el hipervínculo o dirección URL para descargarse el escenario. Puede que existan artículos
sin escenario para jugar, ya que también existieron periodos de moderada estabilidad, que por supuesto,
también se deben conocer. Aunque las campañas predefinidas del Juego Age of Empires, están muy bien,
siempre al acabar, te quedas con ganas de seguir y pensar “y que hay de los otros conflictos que
sucedieron?”. Bien, pues, vamos a por materia, pero antes de adentrarnos en el mundo antiguo, es básico
conocer los precedentes, para entender, por qué las primeras civilizaciones de Oriente Próximo fueron las
más avanzadas de su época, cuando en Europa prácticamente seguía en su proceso de neolitización.
HIPÓTESIS SOBRE LAS CAUSAS DEL CAMBIO CULTURAL
El Neolítico y la producción de alimentos resulto ser uno de los grandes hitos evolutivos de la Humanidad,
previos al inicio de la civilización. Desde inicios del siglo XX se plantea la hipótesis sobre el “cuando y por
qué” los cazadores-recolectores, se convirtieron en productores de alimentos. Uno de los investigadores más
influyentes de la primera mitad del siglo XX, Gordon Childe, plantea sus hipótesis (del oasis y revolución
neolítica) sobre el origen del Neolítico en el Próximo Oriente:
La primera – localizar las áreas geográficas donde se encuentran las especies animales y vegetales que primero
fueron domesticadas (la oveja, la cabra, los cereales, el trigo, la cebada y las leguminosas), y que se dan de
forma silvestre en el Próximo Oriente.
La segunda – en esta misma región es donde surgen las primeras ciudades más antiguas (sumeria y egipcia),
además de la ciudad de Jericó, con la cronología más antigua, en lo que él mismo definió como “Revolución
Urbana”.
La tercera – la mejoría climática holocénica y el retroceso de los glaciares, trajo consecuencias terribles a la
región del Próximo Oriente, donde las precipitaciones descendieron, apareciendo zonas desérticas y oasis.
Los grupos humanos y animales tuvieron que congregarse en los oasis, donde los humanos empezaron a
practicar la agricultura, mientras que los animales se acostumbraban a la presencia humana, empezando así
un lento proceso de domesticación. En estos oasis se establecerían los primeros asentamientos estables,
poblados, ciudades, y milenios más tarde, las primeras civilizaciones.
Hipótesis muy discutidas y matizadas en otras, ya que los ritmos de domesticación animal y vegetal son
diferentes de cómo se plantearon, y las condiciones climáticas a inicios del Neolítico no fueron tan extremas.
Pero fue la primera hipótesis científica global.
HIPÓTESIS DE LAS ÁREAS NUCLEARES – a mediados del siglo XX la Arqueología como ciencia
interdisciplinar donde otras ciencias colaboran para resolver problemas arqueológicos, rastrean el origen
primigenio de las especies animales y vegetales antecesores salvajes de las domesticadas durante el Neolítico.
Robert Braidwood trabajó en dos escenarios, en el Próximo Oriente con la domesticación del trigo y en
América central con la del maíz.
En el Próximo Oriente si las especies domesticadas bajaron de las montañas con la mejoría climática, cuando
ésta empeoro y se hizo más árido, tendrían que haber vuelto a las montañas. Su trabajo se centró en las
montañas que rodeas el “creciente fértil” y que bordean desde Palestina, Líbano, Siria, Jordania, Sureste de
Turquía y Norte de Irak. La hipótesis se centra en que los cereales silvestres, la oveja y la cabra salvaje al ser
especies montañosas, tuvieron que ser domesticadas en estas regiones. El yacimiento más relevante fue Jarmo
(Kurdistan Iraquí) datado en el VII milenio a.C. con pequeñas casas de tapial, domesticación de cereales,
cerdo, vaca, oveja y cabra, y donde se hallaron figuras cocidas, sin elaborar cerámica, ya que pertenecían al
Neolítico acerámico o “Pre-Pottery Neolithic” (Neolítico Precerámico o PPN)
En América, en la región de Tehuacán (México) fue relevante la domesticación del calabacín hacia 7.000-
5.000 a.C. y en una fase más desarrollada del 5.000-3.400 a.C. aparece el maíz, las judías, el chili y la
calabaza. Con estos trabajos se puede concluir que, la domesticación de plantas y animales se realiza de
manera autóctona en diferentes partes del mundo. El Neolítico no representa una ruptura abrupta, sino un
proceso lento y gradual de experimentación por parte de los humanos. No existió una “Revolución
Neolítica”, sino que el pack neolítico compuesto por agricultura, ganadería, cerámica, etc, que no apareció
simultáneamente, sino que fue adaptado de manera gradual.
HIPÓTESIS DE LAS ZONA MARGINALES – según Lewis Binford y Kent Flannery creen que las comunidades
humanas entraron en un proceso de sedentarización al utilizar economías de alto espectro, con un control
avanzado de los recursos naturales, y aumentando en número considerablemente. La presión demográfica,
hizo que muchas poblaciones se desplazaran a zona adyacentes a las “nucleares”, las cuales no son tan ricas
en recursos, viéndose obligados a recurrir a la agricultura y la ganadería. Flannery apunta que no fue un
proceso repentino, sino largo, que comenzó hace 10.000 a.C. con el empleo de utensilios como molederas,
dientes de hoz, y el traslado de especies vegetales.
La razón por la que grupos cazadores-recolectores se convirtieron en productores de alimentos, tendría que
ver con la seguridad en cuanto a la alimentación, ya que los agricultores disponían de alimento seguro
durante todo el año y no implicaba ser nómada. Surgieron argumentaciones en contra de esta hipótesis,
como la de que, cazadores-recolectores (incluso de regiones inhóspitas como el Kalahari) necesitaban unas
pocas horas para conseguir alimento, y que con el cereal silvestre replantado durante 3 semanas, se obtenía
el grano silvestre que necesitaba una familia. ¿Por qué razón era necesario ser agricultor?. Flannery
argumento que se trataba de una elección social, decidiendo trabajar más, para comer más.
HIPÓTESIS PALEOECONÓMICA – a principios de los 60, Eric Higgs y Mike Jarman refutan algunos aspectos
tomados casi como axiomas para explicar el origen del Neolítico, centrándose en que las especies domésticas
son de menor tamaño que las silvestres, añadiendo que éstas eran más pequeñas que las que habitaban en el
Pleistoceno, por lo que se trata de un descenso gradual. Tampoco se puede asumir que las especies actuales
salvajes sean las progenitoras de las domesticas. Tras estudiar el contexto (del Próximo Oriente y la cultura
Natufiense), el origen de la producción de alimentos, debe ser tomado como un proceso y no como un
evento puntual, y observar los cambios morfológicos de animales y vegetales en sus etapas finales.
HIPÓTESIS DE LA PRESIÓN DEMOGRÁFICA – planteada por Mark Nathan Cohen a mediados de los 70’s
parte de la posibilidad de obtener más calorías en poco espacio explorado y la presión demográfica que
desemboca en la producción de alimentos. La agricultura tiene la ventaja de obtener mayor número de
calorías que los cazadores-recolectores en menos espacio, por lo que la agricultura sólo pudo ser adoptada
cuando era necesario obtener más calorías. Con el Holoceno, los grupos humanos crecen y se expanden
llegando pronto a una verdadera crisis demográfica, y ante esta presión, se vieron obligados a recurrir a la
agricultura para alimentarse.
LA REVOLUCIÓN SOCIAL – planteada por Barbara Bender, sostiene la transición de cazadores a productores
de alimentos desde el punto de vista social, ya que según ella, los cazadores-recolectores ya disponían de
suficientes recursos, y el paso a la agricultura y ganadería seria un proceso natural. La complejidad social
viene dada por la generación de excedentes y los conflictos generados para su distribución. También crece la
interacción e intercambio entre grupos, generando la intensificación de la obtención de recursos, y por tanto,
la adopción de sistemas de producción de alimentos.
LA REVOLUCIÓN SIMBÓLICA – en la década de los 90, Jacques Cauvin, rechaza el énfasis a los cambios
medio ambientales para explicar el origen del Neolítico, y tomando el Próximo Oriente como ejemplo,
enfoco su investigación hacia la reestructuración de mentalidad sufrida en dicho periodo. La cultura
Natufiense fue sedentaria en su primera fase y semi-nómada en la final. ¿Por qué fue necesaria la producción
de alimentos?. La respuesta está más allá de la causa paleoclimática, ya que estos grupos creían en la
necesidad de disponer de excedentes alimenticios, sin que existieran necesidades económicas.
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS – al resto de cultura material y estructuras de habitación, se debe unir ahora
los restos de plantas, fauna, estudio de restos orgánicos en el sedimento, ADN, restos humanos y el lenguaje,
para conocer cómo, cuándo y por qué, los grupos cazadores-recolectores se convirtieron en productores de
alimentos. En la cultura material podemos encontrar herramientas que pudieron ser utilizadas, tanto por
cazadores-recolectores como por agricultores, como los picos de cavar, que pueden servir para recolectar
tubérculos o para arar el terreno. La cerámica (elemento típico del pack neolítico) fue usada en el Norte de
África por cazadores-recolectores al inicio del Holoceno. Por lo tanto, no podemos llegar a conclusiones a
partir de evidencias, sino por el conjunto de hallazgos encontrados en el mismo contexto.
CULTURA MATERIAL – una de las innovaciones del Neolítico fue el empleo de la cerámica para realizar
utensilios de almacenaje. Su elaboración no es sencilla, ya que hay que manipular la arcilla, depurarla,
amasarla, mezclarla con desengrasantes, elaborarla a partir de tiras o moldeado, decorarla en algún caso,
desecarla y cocerla en hornos cavados en el suelo. El trabajo en piedra también sufrió cambios, como las
lascas para realizar utensilios (raederas, raspadores, buriles, hojas y hojitas), se emplearon para elaborar
piezas de dorso y usarse como puntas de flecha o dientes de hoz. Se introducen nuevas técnicas de talla por
percusión indirecta o presión, siendo características las hachas y azuelas pulimentadas. La técnica del pulido
se intensifica pudiéndose realizar sobre rocas metamórficas, volcánicas o sílex tras un desbastado y
adecuación morfológica mediante el pulido con roca de grano grueso o arenisca. El tejido (especialmente
lana y lino) aparece entre restos encontrados en yacimientos del Próximo Oriente y Europa, mientras que en
Centroeuropa se encuentran evidencias arqueológicas de instrumentos para tejer.
ESTRUCTURAS DE HABITACIÓN – las unidades de habitación pueden ser variadas (casas para vivir, espacios
de almacenaje, granero, viviendas compartidas con ganado, etc), por lo que hay que ser cauto al asociar el
tamaño de la estructura con el grado de movilidad, tipos de subsistencia o estatus social. Los materiales como
el follaje, ramas o madera, se unen al empleo de arcilla y la piedra. La piedra se usaba para realizar zócalos
perimetrales alrededor de la vivienda, y la arcilla se empleaba a modo de tapial o en ladrillo de adobe para
construir muros y techumbres.
Es importante conocer la distribución interna y su empleo, para comprender “para que” y “por quién”
fueron utilizadas. El análisis que nos permite discernir (además de los propios de la cultura material), es el
estudio de los restos en el sedimento del suelo, ya que de esta manera podemos averiguar si fue usada como
vivienda o como establo. En muchas aldeas neolíticas del Oeste de Europa, se constatan grandes
concentraciones de fosfatos (producto de los excrementos de los animales) en sedimentos concretos del área
de la casa. Tanto agricultores como ganaderos, modificaron su territorio, para adecuarlo a dichas actividades
económicas, y sus evidencias se encuentran en terrazas artificiales o muros, sistemas de regadío, etc,
pudiéndose localizar por fotografía aérea.
RESTOS DE PLANTAS – las evidencias arqueológicas del uso de la agricultura la encontramos en restos de
plantas domesticadas (generalmente semillas) en cerámicas, silos e incluso en desengrasantes para la cerámica.
Son materiales orgánicos y perecederos, pero se pueden conservar restos en condiciones anaeróbicas, o
lugares inundados o ultrasecos (cuando han sido quemados o extraídos de otros restos, como los coprolitos).
El estudio del fitolitos adheridos a utensilios líticos, cerámica o en el sedimento, son un indicativo de las
condiciones ambientales en las que maduró el grano. La cuestión esencial es la evolución de especies
silvestres a domésticas, estudiando para ello, los restos vegetales por dos vías, la morfológica y la genética.
Por lo general, las especies domésticas son más grandes que las silvestres. En el trigo, cebada y arroz (por
ejemplo), los granos de la espiga son más fuertes que en las silvestres, y la explicación de algunos autores, es
que al recolectar la especie silvestre, se recogen con la mano los granos más externos o menos fuertemente
sujetos al raquis. Así, pues, los granos no recolectados serán los que proporcionen la siguiente cosecha, con la
espiga más fuerte, además de que el grano silvestre tiene una cobertura protectora más fuerte, ya que tiene
que sobrevivir a la temporada siguiente, mientras que el grano doméstico al estar almacenado, irá perdiendo
robustez en su cascara.
Los cambios producidos en la gestión y explotación forestal es una herramienta útil para diferenciar la
transición de recolectores a agricultores, realizando para ello, estudios paleobotánicos del paisaje y restos de
madera en los yacimientos y que fueron empleados como materiales de construcción y combustible. Uno de
los estudios más interesantes tratan de analizar los procesos naturales y culturales sufridos por los restos
vegetales con el estudio de la tafonomía. Con ello se trata de discernir y estudiar cómo se emplearon las
diferentes partes de la cosecha, como por ejemplo, si los vegetales fueron limpiados para su almacenaje o
para cocinar, o identificar actividades como el trillado, el cernido, etc, o si la paja sirvió para alimentar al
ganado o como lechos.
LA FAUNA – los primeros pasos consisten en definir las características que determinan cuando una especie es
doméstica. La básica, es la reducción de su talla, y la explicación tradicional, es que los grupos humanos
seleccionaban los especímenes de menor tamaño porque podrían ser más dóciles, aunque estudios recientes
con bueyes almizcleros, concluyen que los especímenes de mayor tamaño son los más dóciles.
Otra característica es la reducción de cornamentas y colmillos, que posiblemente, tenga que ver con la
relajación de la presión selectiva que afecta a los animales salvajes, o bien con la selección realizada por los
grupos humanos. No todos los restos faunísticos de un yacimiento se centran en animales domésticos, ya que
la actividad de la caza en grupos neolíticos no ceso, aunque no era la principal actividad de subsistencia.
RESTOS HUMANOS – desde el Mesolítico se encuentran evidencias de necrópolis, pero a partir del Neolítico
es cuando se hacen más comunes y su información permite el estudio de diferentes individuos de diferentes
edades, sexo y patologías.
Otra cuestión relevante es la aparición de evidencias paleopatológicas en huesos, típicas de actividades
relacionadas con la producción de alimentos. Existen enfermedades que nos proporcionan información sobre
los modos de vida, grado de violencia como la osteoartritis, tuberculosis, lepra o sífilis. El aparato masticador
aporta información sobre la dieta mediante restos de placa o caries, indicando el consumo de azúcar y
carbohidratos.
Otro método para conocer la dieta es a través del estudio de isótopos estables en los restos óseos, ya que la
ingesta de alimentos cambia la composición química de nuestros huesos y puede ser identificada por isótopos
de N14 y N15. La diferencia entre ellos, refleja la proporción de proteínas en la dieta (indicando una ingesta
de grandes cantidades de carne, si los valores son altos). Con los isótopos de C13 y C12, además de saber el
consumo de carne, también nos indica las condiciones climáticas de plantas consumidas, como pueda ser el
maíz o el sorgo.
ESTUDIOS DE ADN – se ha estudiado la variación genética en poblaciones vegetales y animales modernas
para conocer los caminos que han llevado a esa diferenciación. Si una especie fue domesticada y luego se
disemino por otros territorios, ésta tendrá menor diversidad genética que una especie salvaje. Por el
contrario, si una especie domesticada tiene mayor diversidad genética, ésta ha podido ser domesticada en
varios lugares. El estudio del ADN antiguo (por ahora constreñido sólo al ADN mitocondrial) ha permitido
conocer el origen del poblamiento de Oceanía o los caminos de difusión del caballo.
SEDIMENTOS – la composición del sedimento indica las condiciones medioambientales en las que se
formaron los niveles de los diferentes yacimientos arqueológicos (acción eólica, corrientes de agua de baja o
alta energía, procesos de ladera, etc). Nos proporciona información sobre el uso que se dio a partes del
yacimiento (ocupado por animales a modo de establo, por humanos, que tipo de animal era, estación anual,
etc). Los resultados se obtienen por los estudios de los fosfatos, micromorfología del suelo, etc, además del
estudio de restos de microfauna (insectos, conchas de moluscos contenidos en el suelo), que ayudan a
conocer el clima del área. Cabe destacar la importancia de la información aportada por los restos de polen
en los sedimentos, ya que gracias a ella, no solo conocemos la vegetación que existía en diferentes periodos,
sino que nos permite conocer las actividades del grupo humano, o el periodo de ocupación del yacimiento.
EL LENGUAJE – dentro de la taxonomía desarrollada para el estudio de las lenguas, una de las unidades
básicas en la “familia”, relacionados con el origen y dispersión de los grupos neolíticos, en 3 regiones, África,
Europa y Sureste de Asia.
En África se consideraba que el origen de la producción de alimentos provenía del pueblo bantú, de lengua
“bantú” y ya usaban el hierro en sus herramientas. Estudios lingüísticos han concluido que el grupo bantú
pertenece a la familia de lenguas tipo Níger-Congo con variantes de origen en Camerún.
Para Europa, dichas familias de lenguas seria la Indoeuropea (descendientes del Proto-Indoeuropeo),
difundida por grupos asociados al final del Neolítico, Edad de Bronce y del Hierro.
En el Sureste asiático la familia primigenia se denomina Austroneia, con foco original en la isla de Formosa, y
desde ahí, a los grupos productores se extendería hacia el continente y Oceanía.
EL NEOLÍTICO EN ORIENTE PRÓXIMO
EL MEDIO NATURAL – el Creciente Fértil
es el área comprendida entre el sur de
Siria hasta la cuenca Media del Éufrates,
que abarca el Sinaí, Israel, Palestina,
Líbano, Oeste de Jordania y este de Siria
(también llamado corredor levantino), las
montañas del Taurus, el este de la Meseta
de Anatolia, al norte de los montes
Zagros, y cuencas del Éufrates y el este del
Tigris. Las zonas altas de estas zonas
reciben precipitaciones en torno a 200
milímetros cúbicos, suficiente para el
desarrollo de cereales sin irrigación. Entre
el sureste de Anatolia, el Taurus y el
Zagros contiene una importante masa
forestal con predominio del roble.
Esta área fue objeto de investigación sobre los orígenes del Neolítico donde se dan los ancestros salvajes de
las especies domesticadas. El trigo salvaje (Triticum boeticum) ancestro del trigo (Triticum monococcum) se
encuentra en Turquía y el Zagros. La cebada silvestre (Hordeum spontaneum) antecesor de la cebada
(Hordeum vulgare) se da en el corredor levantino, el Taurus y el Zagros, y también al Oeste de Creta y Libia.
Las legumbres, lenteja y guisantes se dan desde el Mediterráneo al Mar Caspio.
En cuanto a los animales, la oveja (Ovis aries) podría descender del muflón de los Urales (Ovis orientalis),
distribuida desde el este del Mediterráneo hasta el Himalaya. La cabra (Capra hircus) desciende de la cabra
montesa (Capra hircus aegragus), extendida desde el Zagros a Pakistán. El Uro (Bos primigenius) sería el
predecesor del Toro (Bos taurus), mientras que el cerdo desciende del Jabalí (Sus scrofa).
GRUPOS MESOLÍTICOS – los cazadores-recolectores del Próximo Oriente incorporan temprano las especies
silvestres en su economía, como los grupos Kebarienses (cultura que ocupo la zona levantina entre 20.000-
13.000 BP), que ya usaban morteros de piedra para moler trigo y cebada silvestre. En el yacimiento de
Ohalo II, se recogieron millares de semillas carbonizadas de cereal silvestre (trigo y cebada) y frutos
(almendra, pistacho, aceituna y uva).
Hace 12.800 BP aparece el Natufiense (complejo mesolítico más conocido), con una economía basada en la
caza de gacelas y recolección de cereales y leguminosas silvestres, utilizando dientes de hoz para cortar las
espigas de grano, y mortero y molederas para su procesado. Muchos consideran a estos grupos, predecesores
del Neolítico en la región.
NEOLÍTICO PRECERÁMICO A (PPNA) – el Pre-Pottery Neolithic A o Neolítico precerámico A (PPNA), en
una cronología comprendida entre 9.500-8.500 a.C. comenzó en una etapa fría del Dryas, a finales del
Pleistoceno. A inicios del Holoceno en el Próximo Oriente se inicio la producción de alimentos,
localizándose el tecnocomplejo en el corredor levantino y representado por el yacimiento de Tell el-Sultan
de Jericó (Israel), entre los que destacan, Khiam, Nevit Hgdud y Nahal Oren (Israel), Aswad, Mureybet,
Qamarei Cheikh Hassan (Siria) o Cayönü (Turquía). Se considera que existieron 3 grupos, el Sultaniense
(cuenca del río Jordán), el Mureybetiense (norte levantino y Éufrates medio) y el Aswadiense (oasis de
Damasco).
ASENTAMIENTOS – los poblados son muy variables, de dimensiones de entre 2 a 3 ha, con unidades de
habitación circulares u ovales (4-8 m diámetro), similares a las natufienses. La mayoría semienterradas en el
suelo y con piedras en su base (de hasta 80 cm altura), y tapial de ladrillos de adobe para realizar la
superestructura. Los techos pueden ser cónicos o planos. El interior poco acondicionado o compartimentado,
con tierra apisonada y hogar marcado por piedras y escalones desde la puerta al suelo. Las viviendas pueden
agruparse formando racimos de viviendas, dependiendo de la topografía del terreno. El poblado de Jericó
estaba rodeado de una muralla, pudiendo ser defensivo o para protegerse de las crecidas del río, siendo ésta
última la más plausible, ya que los poblados circundantes no disponen de muralla.
Existen otros edificios de uso comunal (simbólico o ritual) como un edificio semicircular en el yacimiento de
Dha’ (Israel), con paredes de arcilla y extraños pilares en su interior, interpretado como un lugar para
actividades religiosas. En Jericó destaca su torre asociada a la muralla, con una altura en su origen de 8,5 m x
8 m de diámetro, albergando en su interior estructuras circulares para el almacenaje de excedentes. La torre
posee una escalera estrecha que conduce a la parte superior, y es posible que también albergara
enterramientos en su interior.
RITOS FUNERARIOS Y RELIGIÓN – los ritos funerarios siguen tradiciones natufienses con abundantes
necrópolis, y clara diferenciación en el trato de sepulturas entre adultos y niños. Adultos y jóvenes eran
enterrados individualmente y sin ajuar, y cuando tejidos y músculos se habían podrido, la sepultura se volvía
a abrir y se extraía el cráneo. Estudios etnográficos apuntan sobre este comportamiento, algún tipo de ritual
comunitario, tras el cual, los cráneos se colocaban entre los muros de las casas, bajo ellas, o en estanterías. En
Netiv Hagdud (Israel), se encontró un cráneo entre aparejos y utensilios de molienda. Algunos niños eran
enterrados debajo de los pilares que sujetan la techumbre.
El Neolítico supone una ruptura simbólica con el pasado cazador-recolector, y se pasa de un simbolismo
basado en un bestiario animal, a un nuevo simbolismo con la “diosa-madre” como elemento principal. Esta
“diosa-madre” se acompaña de un elemento masculino, que en el caso del Próximo Oriente, se encarna en
forma de toro, formando entre ambos el sistema religioso de estos grupos. Evidencias arqueológicas las
podemos encontrar en Netiv Hagdud o Dhra’ (Israel), donde aparecieron figurillas femeninas, rompiendo
con el simbolismo natufiense de repertorio zoomorfo y representaciones fálicas, aunque también se han
encontrado este tipo de representaciones en contextos del PPNA, como en el yacimiento de Salibiya IX,
donde una figura femenina de rodillas, observada al revés, representa un falo.
CULTURA MATERIAL – se caracteriza por la industria lítica tallada por métodos de hojas unipolares para
obtener hojas y hojitas, muchas destinadas a la fabricación de puntas de flecha Khiamiense, diente de hoz,
perforadores y buriles. Dependiendo de la región se confeccionaban con diversas materias primas y entre los
utensilios para trabajar la madera, destacan las hachas bifaciales, cinceles y hachas pulimentadas. Para moler
cereales y otros frutos se emplearon morteros (heredados del natufiense y otros grupos mesolíticos), y los
molinos de mano (que serán típicos del PPNB).
LA SUBSISTENCIA – se considera que vivían de la recolección silvestre de frutos secos y frutas, la caza de
gacelas, ungulados, aves, pequeños mamíferos y la pesca. Con la agricultura, existe debate, entre si existían
especies cultivadas (aún en estado silvestre) o especies totalmente domesticadas, ya que en los yacimientos
de Tel Awash, Jericó y Netiv Hagdud, se encuentra, tanto trigo domestico, como cebada silvestre. Estudios
experimentales concluyen que segando anualmente un cereal, este pudo tener morfología domestica entre
20 a 200 años, pero recolectar el grano pasando la cesta por la espiga, permite que el cereal doméstico se
mezcle con el silvestre, ampliando el periodo. Por tanto, el hecho de que existan los dos tipos de grano, no
es indicativo de que no existiese agricultura.
El proceso de formación de la agricultura como método productivo de alimentos, no fue premeditado, sino
un paso más amplio, dentro del proceso de recolección vegetal. Algunos grupos comenzaron a cultivar
cereales y legumbres en terrenos aluviales cercanos a los poblados, no conscientes del cambio de sistema
económico, sino como un paso más de un proceso (recolección de cereal y leguminosas), que se llevaba
realizando desde el Mesolítico. La ganadería no fue tan determinante en los primeros momentos del PPNA,
excepto el perro, domesticado ya desde el Natufiense. La especie más consumida era la gacela, y también se
cazaban liebres, aves acuáticas, onagros, bóvidos, gamos y ciervos. En la cuenca del río Jordán, las aves
constituyeron el 50% de los recursos alimenticios.
Fuera del corredor levantino, en zonas áridas, la producción económica fue variada, con una economía
mixta (complementaban los recursos con agricultura). En las montañas de Jordania, en la cueva de Iraq eb-
Dubb se encontraron una serie de estructuras cavadas empleadas como silos, con granos silvestres y
domésticos de trigo, cebada, lentejas y otras legumbres. El yacimiento turco de Çayönü Tepesi fue el foco de
domesticación del trigo y una posible proto-domesticación del cerdo, a la vez que se encuentran evidencias
de proto-domesticación de la cabra en el Zagros.
No se dispone de evidencias de gran actividad comercial, aunque pudiera haber existido intercambios locales
e incluso interregionales con conchas marinas (del Mar Rojo y Mediterráneo, utilizadas para confeccionar
collares), betún (de yacimientos naturales del Mar Muerto, utilizado como aislante de recipientes), malaquita
y obsidiana (de Anatolia Central).
NEOLÍTICO PRECERÁMICO B (PPNB) – con una cronología entre 8.500-6.700 a.C. supone el
afianzamiento de la producción de alimentos y la expansión a otra áreas adyacentes (Anatolia, Chipre y
Meseta Iraní), dividiéndose en 3 etapas:
PPNB Inicial (8.500-8.200 a.C.) – al norte del Creciente Fértil y ocupada por el Mureybetiense, corresponde
a la primera oleada expansiva hacia el sureste de Anatolia. Se define en el yacimiento sirio de Tell Aswad.
PPNB Medio (8.200-7.500 a.C.) – segunda oleada de expansión hacia el sureste del Próximo Oriente
(Éufrates Medio, Taurus, Palestina y Damasco), con numerosas facies tecnoculturales, domesticación de
rumiantes y asentamientos mayores y estables.
PPNB Final (7.500-6.700 a.C.) – fase de expansión más allá del Creciente Fértil, hacia el noreste de Siria
hasta llegar a zonas no ocupadas, y hasta el desierto, ocupando zonas deshabitadas desde finales del
Natufiense. Profundos cambios económicos en la agricultura, domesticación de nuevas especies, y aparición
de pastoreo nómada. El final de este periodo coincide y coexiste con la aparición del Neolítico Cerámico, sin
ruptura clara.
ASENTAMIENTOS – la mayoría comprendían de 2 a 12 ha y los mayores pueden formar “tells” (montículos
de desechos, escombros y restos de viviendas de tapial y adobe de ocupaciones anteriores). Los yacimiento
mejor conocidos podían albergar entre 1.000 y 2.000 habitantes, entre los que destacan, Tell es-Sultan
(Jericó), Ain Ghazal (Israel), El Kown, Bouqras y Tell Abu Hureyra (Siria), Cayönü, Tepesi, Haçilar y
Çatalhöyük (Turquía), y Maghzaliyah o Nemrik (Iraq).
Los asentamientos reflejan un incremento mayor de la complejidad social, con construcciones empleadas
como viviendas, y otras, con fines rituales o sociales. Las estructuras de uso domestico son de planta
rectangular o cuadrada, de paredes con ladrillo de adobe y con varias estancias. Algunas son de dos plantas
(inferior usada como almacenaje y procesado de alimento, y superior como vivienda). En casi todas hay silos
(agujeros excavados para almacenar grano y alimentos), y hogares definidos por piedras, definiendo que la
familia era la unidad básica de producción y consumo.
Estudios de isótopos revelan diferencias en la dieta de la población, lo que podría poner en evidencia
diferencias sociales o diferentes accesos a los alimentos, bien, porque parte de la población no se alimentaba
regularmente, como pudieran ser los pastores, ausentes en el poblado con su rebaño durante largas
temporadas. Los yacimientos suelen estar ubicados en tierras bajas con buenos recursos acuíferos y con
humedad para los cultivos, pudiendo estar relacionado con la necesidad de disponer de abundante agua y
alimento para los animales domesticados (cabra y oveja). También es un indicativo de que las poblaciones
son más sedentarias, al abandonar la caza y centrarse en la ganadería.
RITOS FUNERARIOS Y RELIGIÓN – coexisten 3 tipos de enterramientos, 1) sepulturas primarias de adultos
en tumbas individuales, 2) entierro de niños en tumbas individuales y en ocasiones múltiples, 3) extracción
de algunos cráneos de adultos
Un aspecto interesante es la relación entre ritos funerarios y arquitectura, ya que hay cadáveres de niños
enterrados en cimientos, suelos o patios de viviendas, formando parte de ritos de fundación de las casas o
muros. Los enterramientos secundarios de cráneos en casas suelen ubicarse en la zona suroeste de las
viviendas, con muestras de tratamiento previo al enterramiento, como se muestra en el yacimiento de Nahal
Hemar (Israel) con 6 cráneos recubiertos parcialmente en asfalto, y en Ain Gazhal, 3 cráneos en el centro de
la habitación con ligeras capas de betún. Los cráneos modelados también son rituales de este periodo con
gran variedad de tipos de materias y técnicas empleadas. Las capas empleadas (generalmente de yeso)
servían para preservar los cráneos y a la vez ofrecer el aspecto más parecido a la persona en vida,
reconstruyendo nariz, ojos (mediante incrustación de conchas), y la boca, aunque de la veintena de cráneos
moldeados recuperados, la mayoría no conservan la mandíbula.
Las actividades relacionadas con la extracción de cráneos, su modelado y posterior enterramiento, podrían
estar relacionados con rituales de carácter simbólico o religioso, involucrando a gran parte de la población.
Estudios etnológicos lo ponen en relación con el culto a los antepasados y los enterramientos secundarios
enfatizan la importancia de la comunidad frente al individuo.
Emplearon un amplio espectro de máscaras, estatuas y figuras en su cotidianidad y vida espiritual. Relevantes
son, las estatuas antropomórfas en yacimientos como Jericó o Aín Ghazal, figuras modeladas y realizadas en
materias blandas de más de 1 metro de altura, representando individuos completos, o bien, bustos (cabeza y
torso), que al parecer, se construyeron por partes, para ensamblarse, y se encontraron bajo las viviendas.
LA CULTURA MATERIAL – la industria lítica se caracteriza por el aumento de talla laminar a partir de
núcleos prismáticos bipolares, tallados por percusión directa con percutor duro, y por núcleos unipolares
tallados por presión (núcleos nabiformes). El objetivo es producir hojas estandarizadas y retocadas para
confeccionar piezas de uso cinegético (microlitos geométricos o puntas de flecha pedunculadas), piezas de
siega (dientes de hoz), piezas para trabajar madera (hachas), y trabajar hueso o cuero (buriles, raspadores y
perforadores). El material de molienda aumenta, sobre todo el empleado para moler y machacar (molederas
o cuencos de mortero), realizados en arenisca, caliza o basalto. La producción de cal se empleó para enlucir
paredes y suelos de viviendas, y ya conocían el método de fabricación y el control del fuego, para llevar a
cabo la calcinación de la caliza. Se constatan evidencias de cordería y cestería, por la improntas dejadas en
sedimentos o en el betún empleado para impermeabilizarlo. También por restos encontrados en el
yacimiento de Nahal Hamar (Palestina), de esterillas, cestos, vasijas, redes, y carcajs realizados en fibras
vegetales.
SUBSISTENCIA – la actividad agrícola se efectúa, sobre especies domesticadas que se expanden rápidamente,
como indican las evidencias arqueobotánicas y arqueológicas, ya que los dientes de hoz eran mucho más
robustos al tener que segar el cereal seco o con el raquis más robusto que la especie silvestre. La agricultura
usaba técnicas de arado manual, y se ha constatado el uso de técnicas de quema de vegetales para favorecer
el crecimiento de pastos.
Desde finales del PPNA se conocen indicios de actividad ganadera en la región del Zagros, como en el
yacimiento de Ganj Dareh donde se encuentran restos de cabra con morfología doméstica. La ganadería de
oveja y cabra se extiende rápidamente por todo el Creciente Fértil, encontrándose pronto en Anatolia e
Israel. La inclusión del cerdo y la vaca se produce en la fase final del PPNB, y las primera evidencias se
encuentran en el noroeste del Levante y zona centro-sur de Anatolia. Los toros fueron una imagen simbólica
en estos grupos, y muchos de ellos fueron sacrificados en rituales religiosos e incluidos en las construcciones
de los edificios, donde algunos cráneos figuran en estancias.
No abandonaron las prácticas forrajeadoras y siguieron consumiendo vegetales silvestres y cazando animales
salvajes, como refleja el yacimiento iraní de Umm Dabaghiyah, representado como un asentamiento
estacional para la caza de onagros y gacelas. En zonas áridas, la caza y la recolección sigue siendo la
actividad principal, la ocupación sigue siendo estacional, y las estructuras de habitación circulares u ovales. En
el Sinaí y el Negev, la aparición de la cebada doméstica, se interpreta como fruto del intercambio con
agricultores de las zonas fértiles, aunque otros consideran que fueron cultivados por estos, debido a la
influencia o presión territorial. Se practica el comercio tanto a larga distancia como a nivel local, con
intercambio de obsidiana desde el este de Anatolia hasta el Zagros, y la zona levantina. Se observa
especialización de talla por artesanos locales dedicados a tallar obsidiana y obtener láminas para el resto de
miembros.
DEL NEOLÍTICO PRECERÁMICO AL CERÁMICO – este periodo transicional es llamado por unos como el
Pre-Pottery Neolithic C (PPNC) comprende la cronología entre 6.700-6.250 a.C. donde las viviendas siguen
siendo cuadradas y con estancias para almacenaje. No hay evidencias de edificios comunales o de uso ritual.
La prácticas rituales son similares a las anteriores, aunque comienzan a existir enterramientos colectivos. En la
subsistencia se observan diferencias, donde la actividad cinegética pasa a un segundo plano en comparación
con la fauna domesticada.
La cerámica se comienza a utilizar de manera sistemática desde el VII milenio a.C. cuando el sistema de
producción de alimentos está implantado y conlleva cambios en el uso social de la agricultura. La primera
ventaja es en el almacenaje de líquidos, como indican los restos cerámicos de Abu Hureyra (los cuales
demostraron que fueron empleados para cocinar), pudiéndose realizar guisos con carne y diferente
vegetales. Con la cerámica el procesado de vegetales se suavizó, ya que piezas dentales estudiadas en Abu
Hureyra, presentan menos abrasión. Uno de los usos más influyentes de la cerámica fue el proceso de
fermentación, ya que las bebidas alcohólicas fueron usadas como catalizador en celebraciones rituales y
sociales, sin olvidar la repercusión e importancia que tendría siglos después en Mesopotamia. La cerámica
también tuvo un papel importante como identificador cultural de diferentes zonas, en base a su morfología y
decoraciones.
Se empezó a explorar otros recursos ofrecidos por los animales, como la leche convertida en queso o yogurt,
la cual se convierte en una excelente manera de almacenar proteínas (además de eliminar parte de la lactosa,
a la que los humanos y todo mamífero adulto, es intolerante), gracias al empleo de recipientes cerámicos
específicos para su conservación. Las ovejas generan lana, para la confección de vestimenta y el ganado
vacuno además de dar un aporte cárnico importante, también se utilizo como animal de tiro en arados para
los campos o en el transporte.
En el Próximo Oriente entre el 6.250-5.300 a.C. la diversidad cultural fue mayor, dándose numeroso grupos
culturales, destacando, el Yarmukiense, el neolítico de Anatolia, la cultura de Halaf (Anatolia), y la cultura de
Samarra (Zagros y Taurus).
EL YARMUKIENSE – se localiza en la estrecha franja del Mar Muerto y el lago Tiberias, ocupando parte de
Israel y Jordania. Presenta cerámica pintada e incisa, con edificaciones empleadas como viviendas de planta
circular y rectangular, y produciéndose dispersión de la población, posiblemente por necesidad de más
tierras o búsqueda de pastos. Los enterramientos son escasos, pero con gran diversidad de ritos (individuales
y colectivos, con o sin ajuar, bajo suelos de habitación o en el exterior). Las figurillas (comunes en etapas
anteriores), aparecen escasamente en unos yacimientos y desaparecen en otros.
NEOLÍTICO DE ANATOLIA – se ubica en la llanura de Anatolia, cuyas precipitaciones permiten el cultivo de
cereal, destacándose los yacimientos de Haçilar, Can Hassan III y Çatalhöyük.
Su economía depende de la agricultura de cereales y leguminosas y del lino. En la ganadería destaca la
explotación de ovicápridos, vacuno y cerdo. En la cultura material, se talla obsidiana y la cerámica es
monocroma, de color negro y escasamente decorada. La industria ósea en muy abundante y variada
apareciendo los primeros objetos de cobre nativo martilleado.
Los poblados son monolíticos (casas adosadas, sin espacios intermedios, ni calles). Se entraban a las casas
desde los tejados y las paredes estaban enlucidas en cal, y en el interior, habían estructuras como bancos
corridos, hogares, etc. El aspecto más importante de esta cultura es el simbólico, a través de restos
arquitectónicos interpretados como santuarios o templos en el yacimiento de Çatalhöyük. Con temática
polarizada por representaciones de toros (asociado con lo masculino) y figuras femeninas. Las
representaciones femeninas se asocian con la diosa madre con sus atributos sexuales bien marcados, y en
acciones muy explicitas relacionadas con la fertilidad (por ejemplo, dando a luz a un toro). En etapas finales
de este periodo destacan la gran cantidad de pequeñas figuras de terracota, yeso y otras materias primas. Se
observa cierta estratificación social en los enterramientos, con diferenciaciones en los ajuares, sobre todo
dependiendo del sexo. Se observa la finalización de un movimiento social que comenzaría antes incluso de la
actividad productora, y que se concreta en una especie de pan-religión en el Próximo Oriente, donde el toro
y la diosa madre, serian los elementos simbólicos aglutinantes.
LA CULTURA DE SAMARRA – se ubica en la zona meridional de Mesopotamia, desde el Zagros hacia el sur,
teniendo su esplendor hacia la segunda mitad del VI milenio a.C.
Los yacimientos más relevantes son Choga Mami, Tell Sawwan o Bagouz (Iraq), con poblados complejos en
su estructura y de gran tamaño, pudiendo llegar a 6 ha con plaza central donde desembocan los accesos a él,
y algunas casas estructuradas en torno a un patio central. El yacimiento de Tell-es-Sawwan, está rodeado por
un foso y una muralla de adobe realizados en molde. Las casas son de planta rectangular, con estancias de
tamaño variable y contrafuertes en los muros, lo que indica posible existencia de pisos superiores. Los
enterramientos eran inhumaciones diferenciando entre adultos (individualmente en fosas, con escasos ajuare
e impermeabilizados con asfalto), y niños (en grande vasijas y acompañados de figuritas como ajuar). Su
economía estaba basada en la ganadería de bóvidos, ovicápridos y cerdos, y con pruebas arqueológicas del
uso de irrigación a gran escala, con varios km de canales, encontrados en el yacimiento de Choga Mami. Esta
irrigación se debe, en parte, al cultivo de cereales que necesitan abundante agua. Las actividades fluviales
como la pesca y recolección de moluscos también eran importantes en esta cultura.
LA CULTURA DE HALAF – surge al final del VI milenio a.C. en la región comprendida entre el Éufrates y los
Zagros, destacando los yacimientos de Tell Halaf, Tell Sabi Adyad, Tell Yarim Tepe II, con una cultura en
amplia dispersión y con cambios socioculturales que llevaron a las primeras jefaturas, apoyados, en parte,
por las mejoras en los transportes de animales de tiro.
Los asentamientos no son demasiado grandes, aunque los mayores podían alcanzar las 8 ha, compuestos por
estructuras circulares de adobe, en ocasiones partimentadas y con techumbre cupular. Las agrupaciones de
casa están circundadas por un muro a modo de muralla. La base de su economía era la agricultura (trigo,
cebada, lenteja, garbanzo y lino), mejorada por los fértiles suelos del Éufrates, y la ganadería (bóvidos,
ovicápridos, y suidos), además de la caza complementaria de onagros, ciervos y la pesca fluvial. La cultura
material estaba dominada por la cerámica de vasija carenada de bordea abiertos y copas de pie largo, con
decoraciones en color rojo y negro, y con motivos geométricos, vegetales y zoomórficos.
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