tJ:\ IVERSIDAD DE l\lEXICO
UNA C~-ONTRAI)ICTORIA FIGURA EN LA FILOSOFÍA
HISPANC)AMERICANA:
JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO
(1885-1944)
Por Manuel ME]ÍA VALERA
EN LAS ÚLTI:\IAS décadas del ochocientos, superados el eclecticismo
. de Cousin y otras tendencias de'inpiración religiosa, el positivismo de\'uelve a la ciencia 1:.1 primada que durante la Ilustración tuvo en los ambien·tes académicos de Hispanoamérica. Ésta.es la atmósfera intelectual que, prolongada hasta comienzos del presente siglo,respira José de la Riva Agüero.
En la conferencia sobre El dualismo)' el monismo, dictada en 1903, dice queh biología lo mismo que la sociología,la fisiología y la química lo mismo quela psicología, forman el pecle:tal ya in.conmovible donde se alza el nuevo y.g-ranclioso concepto del mundo: el con.cepto de la evolución. El volunurismo.espiritualista que por elHonces se prol>:.lgaba en Europa y que había alcanza.do su mayor arraigo en Francia con Renovier, Revaison, Bergson y Boutroux,para Riva Agüero es un monismo tras.cendente y contingentista que se hermana con deplorables síntomas de debili.dad en todas las e~feras del pensamientofrancés.
Hay un tema de la filosofía positiva.en que Riva Agüero pone especial énfasis: el antiescolasticismo. "Existe unafilosofía estrictamente católica -dice enotro pasaje de la citada conferencia
:I'ilosofía de seminario que no sin asombrovemos hoy adquiriendo cierto lustre;vivo tra~unto y legítima heredera de la.escolástica medieval; fan tasma de unmundo muerto; escuela digna por su·anacronismo de conservarse como objeto.de mu~eo." Es significativo que años despues, ya devoto del "élan vital" que
·reconcilió a Bergson con algunas ten(:encias místicas, todavía considere a la.escolá~tica "una filosofía senil de fanáticos y leguleyos".
Importa tener en cuenta que esta for·nn de apreciar la filosofía con un sentido polémico y dogmático, sin concesio·nes a una posición intermedia, inspirala obra de Riva Agüero en las etapas po·sitivista y bergsoniana, y se acentúa yfortalece hasta llegar a lími tes sorpren.dente~, en ~.u período neoescoliÍstico.
ETAPA DE TRANSICIÓN
Durante su vida universi taria, RivaAgüero, al par que ahondada en lasfuentes de la historia peruana, y conacierto escribía -sobre.. eL carácter de laliteratura independiente, profundizaba
.en las corrientes filosóficas divulgadaspor Alejandro Deústua y Javier Prado;
este aprendizaje no era para él una ocupación lateral y subsidi:uia, sino indispensable complemento de ~u culturahistórica. Vale recordar los re¡J:lros queen su libro representativo: La historiael/ el Perú (1910) Ince a los historiadores peruanos, "falto de espíritu filosóficoy sintético".
Su versación en filosofía del derechose aprecia en la tesis El concepto delderecho (1912) en la que, buen empirista, so~tiene que el apriorismo es un::!suposici6:l indel11o;trable, gratuita einecesaria tanto en filosofía jurídicacomo en filosofía general. A su juicio elapriorismo re.;ucitaría exagerada y agrandísima b teoría escol;ística de las potencias y dem~s entes de razÓtn, quenunCl han sido sino una magnífica excus:.! de la i::\"n ora ncia, de los prejuiciosy de la insuficiencia de análisis. Mástarde, manifestar.í su coincidencia conel sustancialismo de la'Jey natural de ladoctrina católica, que había deselefíadoen la tesis mencionada.
Debido a sus constantes lecturas, p:lsade un ferviente positivi~mo a una críticade este sistema; período de transiciónque podemos llamar segunda etapa desu cambio ideológico. Documento revelador de la ruptura con el positivismoes su comentario a la obra de MarianoH. Cornejo: Sociología general (1910),en el cual concede que el spencerismoes una admirable síntesis de los resultados científico~, y hasta llega a compararlo con el aristotelismo; pero, continúa,por no haber suministraclo la legítimasatisfacción y el necesario alimento a lasmás altas y respetables facultades del entendimiento humano, ·su hegemonía puede considerarse efímera, aun cuando esprobable que el ritmo de la especulaciónfilosófica de la época vuelva a traer elauge de las corrientes positivistas. Estaopinión no fue confirmada, pues, frentea la interpretación naturalista de la vid:ly la wciedad, que fatigó al mundo consus inflexibles certidumbres, ap:lI'Cció elbergsonismo como una tendencia de elevada inspiración espiritu:tlista .
EL BERGSONIANO
En un discurso de 1917, donde elogia latesis del filósofo peruano Mariano Iberico sobre Henri Bcrgson, Riva Agüerohizo profesión de fe e~piritualista. Advertimos en este escrito, al lado de unconocimiento amplio de historia de la filosofía, un estilo que, a pesar de su mo-
rosidad y tal vez excesivo uso de arcaísmos -"un arcaísmo es a menudo el mejor de los neologismos"- por momentosparece alcanzar la dignidad de la prosabergwniana. Para Riva Agüero e! bergsonismo viene muy a su punto y a suhora, porque procura conciliar lo másagradable de la tradición filosófica conlas aspiraciones espiri tualistas y con losresultados de la ciencia.
El positivismo está superado: "aquellatrágica ansia de misterio que ms fundadores reconocieron y respetaron, en lossucesores mezquinos desapareció del todo para trocarse en la absoluta negación del espíritu, en una perpetua y sup~rficialísima reducción de los más altosprincipios de la conciencia a los más rudimentarios y someros principios físicos".
Nos hallamos en el tercer período desu desarrollo espiritual, breve y fugaz,condenado al estancamiento y ;¡J desvío.
EL NEOESCOLÁST/CO
Todo hacía pensar que su viaje por elextranjero, en 1919, al facilitarle el tratodirecto con las corrientes generales dela cultura europea, expandiría su bergsonismo en un peculiar sistema de ideas.Sin embargo, las noticias acerca de élno eran alentadoras. En un libro publicado en E~paña: El Perú histórico y artístico (1921), haría la historia, densa·mente documentada como todas las suyas, de su ascendencia montañesa; luegousaría el título de Marqués de Aulestia.Su concepción filosófica expresó esta actitud brotada de aquello que el hombretiene 'de más íntimo, ele más hondo, ydesde luego inescrutable para la osad:]indagación de los extrafíos. A partir eleentonces, se empeña en demostrar el valor absoluto de los d03mas católicos ycomo un iluminado anuncia el renacimiento de la filosofía escolástica. Arre·batos de religiosidad más notables porsu obsesiva insistencia que por su valorconceptual.
La Europa de! siglo veinte -una paradoja- lo devolvió convertido en unseñor de la Contrarreforma del siglo XVI.
Ahora su preocupación es abolir hastalos vestigios de su pasado inmediato. Siantes con otro criterio llamó a Nietzsche"exagerado y loco sin duda alguna; perocuyas exageraciones en esta época soncasi benéficas y cuyas locuras son a menudo profundas", ahora le acu~a de "demente que con sus malsanas obras y especialmente su Genealogía de la moml,
'. Mascarilla' de José de la Riva Agüero
UNIVERSIDAD DE MEXICO
evitéis 1:1 tentación del pseudocentrismo,del catolicismo liberaloide, demagógicoy socializante". El Riva Agüero liberal yfuturista, en este período, acaso el másdi~cutido de S~I proceso ideológico, apa·rece como un apologista del pasadismo,de la política autoritaria.
EL INDIVIDUO Y LA HISTORIA
Hay OtI:o aspecto de su ideología en estaetapa: la lucha contra el marxismo. Riva Agüero recuerda CQH- regocijo que ensu juventud no acató·. el materialismohistórico, aun cuando esta tendencia yacomenzaba a difundirse en las universidades. Aquella doctrina, según su propia confesión, siempre le pareció la "dégenerada versión barbarizante y COq10 lamenguada caricatura del gran sofistaHegel".
Riva Agüero proclama su indepemlencia de la filosofía histórica que suprimeo aminora la intervención 'de los hombres en los acontecimientos mayores."No hay que desterrar de la historia laindividualidad, la voluntad y la reflexión -dice-, porque es apagar toda luzy rendirse a la ignorancia. y al acaso."Este juicio envuelve un rechazo del determinismo económico y de las tesis neopositivi~tas de Durkheim y DU3-uit.
Su apasionamiento antimarxista lo lle~
va a desconocer valores hispanoamericanos y a condenar a otros escritores contemporáneos de indiscutible renombre,porque son o le parecen simpatizaritesdel materialismo. Así, con injusto desdén, califica " .José Carlos Mariá teguide sedicioso autor debatido, simple vulgarizador alharaquiento de Marx, periodista reporteril e indocumentado", e insinúa que André Cide es arrastrado porun supuesto inmoralismo a las doctrinasextremistas. De este modo, sacrificó a sureligiosidad lo único que no es lícitoabandonar nunca: la ecuanimidad y elsereno juicio en opiniones de crítica literaria.
Aquí ya no encornramos huellas demeritísimos gestos juveniles wyos, comoel de exaltar a 'Conzález Prada, sin importarle los disentimientos ideológicosapuntados en su tesis sobre la literaturaindependiente, y en otros tempranosopúsculos. Se diría que asistimos a sudecadencia, al oscuro y sombrío ocasode su proceso intelectual.
me contagIO su virus anticristiano y antiascético". El apologista del positivismocalifica la teoría de Spencer de "monótona superficialidad disciplinada", e insinúa que es preciso admitir la espiralde los ricorsi de Vico. En filosofía de lanaturaleza, sostiene que el pluralismode las formas; la novedad si no continua,frecuente; las normas que gobiernan lanaturaleza contingente y la sujetan a diversos grados racionales, valen más queel devenir indefinido y unilateral. Encambio, si antes juzgó a la escolásticauna filosofía caduca y desprestigiada,ahora afirma que la lógica aristotélicaes "inmutable y eterna"; que su metafísica del ser y de las entelequias es unafilosofía realista compaginable con el espíritu científico. Ha llegado a esta posición despu~3 de rechazar el panteísmo-!lO obstante los plácidos espejismos deesta escuela-, y el· deísmo burgués y razonable a lo V~ltaü:e y R6usseau, caren-
te, según sus palabras, de verdadera justificación y providencia. .
No puede establecerse analogía entreesta postura ideológica y la de aquelotro representante de la fe, Jacques Maritain, aunque el filósofo francés también evolucionó del bergsonismo al catolicismo. Su teoría del persona lisrnoCTistiano, que pone el acento en el problema ontológico, remoza los dogmascatólicos y relaciona el espíritu religiosocon la problemática social de nuestrosdías.
Riva Agüero nos parece un eruditomedieval, defensor obstinado de la autoridad, del orden, de b jerarquía -Porla verdad, la tradición y la patria será eltítulo de sus más voluminosos libros-,'que ante los novísimos sü:temas se muestra huraño, in toleran te, desa fecto. Perohemos' de reconocerle el mérito de quesin desmayo defendiera estos principios.En una conferencia elijo: "Os ruego que
LA HISTORIA DE LAS IDEAS EN EL PERÚ
En lo que atañe a sus juicios sobre lahistoria del pensamiento filosófico peruano, distinguimos los emitidos antesde su viaje a Europa y los posteriores.
Riva Agüero explica que la reli¡siónincaica, sin abdicar de los dioses locales,tendía a la centralización y al monoteísmo. Tampoco escapó a su talento queel primer americano cultivador de unafilosofía renacentista fue el Inca Garcilaso. Recuerda la traducción de los Diálogos de amor de León Hebreo, ele filiación neoplatónica.
En su ya mencionado discurso ele 1917,dice refiriéndose a la filosofía en el virreinato: "Hubo allá en los tiempos coloniales un e~colasticismo estragadísimoy caduco, que murió en ingloriosa decrepitud a manos del sensualismo encicIopedi~ta." De la filosofía en la repú-
UNIVERSIDAD DE MEXICO
blica; concede alguna atención a las ~í
midas veleidades escocesas .que haCIa1840 acompañaron al eclect~cismo. deCousin, invasoras de los estudiOs umversitarios. Y por último se refiere a la propagación del positivismo, que erróneamente Riva Agüero atribuye a una época posterior a la guerra con Chile, puestal doctrina se conoció desde 1853 (CU1'so elemental de filosofía por SebastiánLorente) .
En un artículo: "Los veinticinco añosde nuestro Mercurio" (1943) afirma,contrariando sus anteriores juicios, queel apogeo de las letras y el pensamientohispánicos, ~e halla en los siglos XVI yXVII, mientras que el XVIII, especialmente para el Perú, es una época de extranjerización y decadencia. Y añade: "el terreno que perdía la escolástica, lo ganaba, no siquiera el cartesianismo auténtico ni sus inmediatos derivados, sino elcam.jolsens.üaiismo de Condillac y Tracy,genuinos abuelos del positivümo que entenebreció los estudios del 900". En otroensayo dice que El Contmto social, Las1'uinas dePalmim de Volney y los tratados de Condillac junto 'Con los deBentham, fueron los malos consejeros dela primera generación del siglo XIX peruano. Estas opiniones [Obre el sensua·lismo deben aceptarse con reservas, puesal mismo tiempo que una crítica esco-
lástica a dicha escuela, traen consigo unintento de subestimar la obra educativade Rodríguez de Mendoza.
JBartolomé Herrera -uno de sus antecesores en la dirección del conservatismo- es la figura republicana que RivaAgüero analiza con especial preferencia.Pone de relieve su ascenso de las ideasenciclopedistas a una filospfía conservadora del Estado, influida por Donoso.Cortés, Guizot y Roger Collard. "Herrera -dice- parece que nació y evolucionó para probarnos que éramos incapacesde formalidad vigorosa, precisión y consecuencia". Y agrega: "Pontífice del benemérito moderatismo, trabajó en conciliar al francés Guizot. con el e~paí'íol
Balmes, sus dos predilectos inspiradores."
E;OBRE LA FILOSOFíA HISPANOAMERICANA
Riva Agüero acierta cuando habla denuestro porvenir filosófico; asevera quees extravagante y absurdo pedir a un hispanoamericano originalidad total, y exigirle un sistema más o menos ingeniosoque prescinda de la mayor parte de lasinve~tigaciones anteriores. Así coincidecon su contemporáneo Francisco GarcíaCalderón, quien -alentado por las sugestiones de Gabriel Tarde-, dice quedespués ele una etapa de imitación y asimilación -de la filosofía europea, llega-
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remos a un período de auténtica actividad creadora.
BALANCE
No es fácil -por la naturaleza esencial·mente polémica del personaje- hacerun balance imparcial del pensamientofilosófico de Riva Agüero, que señale latotalidad de sus aspectos y abarque todas sus perspectivas abiertas. Ha de haber múltiples interpretaciones. Unos, enlos ensayos filosóficos de Riva Agüerono hallarán el sello de universalidad que'configura toda novedosa dirección depensamiento, y ante la inestabilidadideológica del autor en la primera etapJ, y la rotundidad de sus años finales,otros hallarán motivos para no rendirleacatamiento. Pero todos habrán de ad·mirar el hecho de que en una época tandada en el Perú a desdeí'íar las abstracciones, un historiador dedicara atenciónconstante a la filosofía.
Por desgracia, no pocas veces en la juventud de Riva Agüero, y con más frecuencia después, la tarea intelectual cedió el sitio al combate tenaz contra larealidad tumultuosa. La muerte apagóeste fuego que trágica o irónicamente,aunque siempre con un soplo de sinceridad, encendiúon y alimentaron susideas políticas.
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